No callaré estos ojos
Camilo Rodríguez Chaverri
Poesía
MAYA & P.Z. Editorial
1 Has venido a encontrarte con tu pasado. He venido a descubrir que no te has ido. Ahora tu voz me suena por dentro como si tuviera música en mi cabeza. No me llegaron los sonidos del cielo. Todos los pájaros picotearon esta memoria.
2 Cierro los ojos y estas ahí, como una serpiente que huye veloz, un pájaro culebra, una pequeña víbora voladora. Cierro los ojos y estás riéndote. Tu risa es venenosa. Paralizante. Quema los músculos. Mata los malos recuerdos.
3 Encontrarte fue fácil. Te llevaba por dentro. Fue abrir una puerta de mí. Dijiste unas cuantas pistas, huellas tus palabras, y me ha dictado la memoria una enciclopedia de tu piel, un discurso de tus ojos. Encontré todo lo que quise tirar al basurero. Todo volvió a su sitio sin mi consentimiento. El cuerpo entiende más que yo. Es más inteligente.
4 Como una mariposa que venía escondida en mí. Te saqué de mis ojos para verte de nuevo. 5 Una mirada que pica. Una hormiga que habla de lejos. Un piquete que se rasca y duele. Ardés en esta noche. Estás en dos lugares. Vos tan lejos, allá, y aquí, como lanzada en un sueño, en un tobogán del tiempo. Una hormiga que pica y duele. Una nube que no sale de mi cielo. Un escozor de la memoria.
6 Una gota de sangre en el cielo azul. Una gota se hace grande y pequeña. Un corazón la mueve, la estira y la recoge. El cielo es una almohada de plumas. Esa gota tuya se apodera del cielo. Camina por las nubes como tinta en papel periódico. Llega el atardecer con vos.
7 Tu risa es una ventana. Es el único lugar por donde ahora miro al cielo. Me asomo por ahí y escucho los pájaros. Las nubes caminan por tu risa. Si se cierra la ventana, queda todo muy claro. Es una foto para mis ojos.
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Detesto los viajes en avión, odio las turbulencias, no tiene por qué gustarle todo al poeta. Los extraños vacíos del cielo hacen del vuelo una secuencia de temblores. Sobre la tierra, todo quedaría en el suelo. Te escribo desde un avión. Es como escribirte desde una navaja filosa. Verte fue una picadura contagiosa. Vuelo tranquilo con vos en la cabeza. Tu presencia ha sido un tranquilizante para mis nervios. No hay mejor manera de explicar esta alegría que me abriga. Has permitido una salida elegante para el cobarde de las alturas que comparte el pellejo con este poeta.
9 No es algo especial de tu pelo. No es que haya burbujas en mi boca con cada beso. No es un color particular, un aroma de flores en tus ojos. No es que parezca de cuento. No es que esta historia pueda servir para una película. No es que me crezca el calor con tu recuerdo. No es que me suden las manos cuando te encuentro. No es que me acelerés el reloj. Simplemente es que me siento cómodo. Como el sol de la mañana. Me siento en casa. Como tomando una sopa de mi abuela. Me siento en mi charco cuando estás. Como unos viejos zapatos que no querés cambiar aunque tengas huecos... Una sustancia natural para mí. Como el agua. 10
Una mancha corrosiva Una cicatriz que crece Un hueco en el paisaje El botón único en una camisa Una gota de ácido sobre la seda
Eso sos
11 Un hilo invisible te amarra aquí. No estás pero sí. Algo te ata. Un hechizo de lentejas. Un maleficio de lechugas. Un malechizo. Un empacho de pájaros. Un nido de macuá. Cuatro pelos del bigote de un gato negro. Tres patas de grillo. Dos de cangrejo. Una de rana. El cacho virgen de un unicornio. Esa fórmula o la que sea. Estás, todavía.
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Un disparo de azúcar, un dardo de miel, una manzana de agua en la neblina más espesa.
Una gota del corazón que camina por mis ojos. Sangre que dibuja figuras. Donde yo ponga la mirada, una invasión de vos.
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Mil quinientas cincuenta formas de olvidarte he intentado. Ha sido abonarte las raíces. Hago el esfuerzo de pensar que no sabés volar en la tormenta, dormir en la intemperie, sobrevivir a mis torpedos, contraatacar mis insinuaciones, contrarrestar mis denuncias bélicas. Pero en todas las caras veo tu presencia. Hasta los árboles, si hablaran, me dirían que venís.
14 No callaré estos ojos. Los dejaré volar contra el viento, los soplaré para que electricen,
los abriré cuando echen fuego, les aplaudiré sus impertinencias, voy a celebrarles sus fiestas, voy a vestirme para la lucha y pelearé con ellos, podría andar desarmado con sus pretensiones. Se incendian a tu lado. Somos cenizas que no duermen. 15 Fuiste un árbol con ojos. Un árbol con una sonrisa de rama a rama. Un árbol que se despega del suelo y baila con otro árbol. Un árbol que cuida niños ajenos cuando descansan felices bajo su sombra. Un árbol que busca otro árbol. Un árbol que busca abrigo en un bosque con verdes pálidos. Sos de un verde más intenso que este bosque. Sos un árbol que no sabe vivir a solas. Llegó otro árbol que florece palabras. Te arrancó de cuajo las raíces prestadas. Te puso a volar. Sos un árbol con alas. Escribo una corta historia de tu aprendizaje en el cielo. 16
Confundida y segura, mariposa marina, caracol aéreo, pájaro de las profundidades de un río. Me enredo en vos, coral de la cresta de los árboles, extraña criatura ajena a las tempestades, sos y no sos, estás y no estás, un fantasma de mi cabeza, aquella noche escandinava, una noche sin noche, cuando el sol olvida el descanso, le echaste agua a tu planta en mis venas. No puedo tocarte, has echado miles de semillas en mí, no puedo tomar con mis manos tus frutos maduros. ¿Reside esta magia en la distancia? 17 Bañaste de oro todas las colinas que miro. Rociaste de plata las aguas y los amaneceres. Soplaste tu luz en todos los caminos de piedra.
Lanzaste arena sobre los árboles de esta senda. Las olas se vinieron tras el olor. El mar cayó en mis pies cuando volviste a mis ojos.
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Los ríos brillan como flores amarillas. Son soles líquidos, culebras de cobre. Los ríos que atraviesan mi pequeño territorio. arden y relampaguen. Son instantes de sol. Es el panorama del tiempo desde que me encendí de nuevo. Atravieso mi cambio climático.
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Fue un golpe en seco. Sacudiste la mesa y limpiaste el mantel. Fue un tiro certero con una piedra. Causaste un cataclismo. Sos un meteorito.
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De pronto, todos los árboles echaron frutos, las plantas florecieron con los ojos hacia arriba, los ríos empezaron a cantar, los pájaros establecieron una orquesta, grillos y ranas se adueñaron de la noche. Sos como acercar el sol al planeta. Elevás la temperatura global. Desatás fenómenos. Me ponés a la par del caos. 21 Me besaste. Soy un árbol de rosas. Una rosa se mete por mi boca y se multiplica en mi estomago. Bombeo rosas. Me sale el aroma de tus labios hasta por las orejas.
22 Te abrazo y me trago una nube. Iba echando fuego. Ahora tengo la boca hecha agua. En cualquier momento lluevo. 23 Estás en el aire, invisible.
Sos una garúa. Estás en la música de todo. Sos la nueva armonía. Estás en el clima de mí. Sos un fuego sin ojos. Sos los ojos del viento. Me llegan el calor, el rumor, el aroma. 24 Es un mensaje del cielo. Fue el aire que respiramos ese día. Lo dijo todo lo azul que vimos. Lo susurraba la noche. Cada árbol, un guiño Cada sonido, un pedazo de jardín. Los pájaros, murmullos. Cada frase, una estrofa. Lo sabés y lo sé. Es lo que se dice sin decirlo. 25 Estar aquí sin estar. Respirar. Hacer las tareas. Entrevistas. Cumplir con compromisos. Tomar fotos. Poemas en flachazos. Recibir llamadas. Trabajar. Atender urgencias. Editar periódicos. Reuniones ceremoniosas. Andar en la luna. Lo demás está con vos. 26
Todos los fantasmas del pasado hablan por tu boca, se reúnen en tu voz, me tocan las manos con tus manos, me agitan la vida con tu risa, me tiran al piso, me revuelcan las entrañas, me tumban. Es esta enfermedad oscura, la nostalgia.
27 Te ayuda la lluvia. Tus ojos, alfileres en mis brazos, tu voz, una brisa, una trompeta a lo lejos, sumergirse en una poza… La campana está en la cabeza. Llegas como un aguijón de abeja venenosa. Tus ojos son una bandera de la patria lejana. Bajas del cielo con este chaparrón en cualquier ciudad extraña. Todas las ciudades son ajenas sin vos. Soy un forastero donde esté. Te ayuda la lluvia. 31
¿Dónde están mis ojos que se fueron con vos? ¿Dónde están mis ojos que se amarraron a tus pasos? 32 La luna despunta en el agua. Misterio con que mirás. El cielo vuela en tus ojos. El sol es un corazón calcado en dos piñas, en los frutos maduros de tu jardín. Me duermes en una enredadera. Estoy metido en vos hasta las narices. Tus arenas me hunden, me ahogan, me llevan al más allá y me muestran a Dios. 35 Sos una hoja que corta el viento, una luz que se escapó del sol. Cuando cierra los ojos el día, descansa tu llama en el pedazo de árbol que soy.
Camilo Rodríguez Chaverri es periodista y escritor. Tiene 36 años. Ha publicado más de cien libros. Produce programas de televisión y de radio, así como medios escritos especializados.