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CAMINAR significa viajar, ir de un lugar a otro. En sentido metafórico también significa avanzar, mejorar, evolucionar, innovar. TWS representa una sociedad virtual de personas que procedentes de realidades sociales, culturales, económicas o geográficas diversas y que, de forma individual o colectiva, dedican su imaginación y su esfuerzo a aportar ideas y soluciones útiles y positivas para que el mundo mejore. De una manera simple, anónima, honesta. CAMPER significa campesino. La austeridad, la sencillez y la discreción del mundo rural se combinan con la historia, la cultura y el paisaje mediterráneo. Todo ello influye en la estética y los valores de la marca. Nuestro respeto por la tradición, las artes y la artesanía es la base de nuestra promesa: promover la diversidad y ofrecer productos útiles, originales y de calidad, con la intención de desarrollarlos y mejorarlos a través de la innovación, la técnica y la estética. Queremos enfocar los negocios desde un punto de vista más cultural y humano. SICILIA es la isla más grande del Mediterráneo. Separada de la península de Italia por el pequeño estrecho de Mesina, goza de una identidad isleña inconfundible. Siempre ha sido una zona de gran actividad cultural, relaciones multiétnicas y nuevas identidades, un puente entre Europa y las tierras de África y Oriente Medio. La revista THE WALKING SOCIETY recoge las palabras y las imágenes de los personajes y paisajes pertenecientes a un grupo de personas e ideas, a veces restringido a veces muy amplio, que hace que el mundo cambie y progrese. Nuestro primer número salió en 2001 con una temática basada en la isla de Mallorca, el lugar de origen de Camper. La serie original abordó diferentes regiones del Mediterráneo y duró cuatro años, en los que se publicaron ocho números. El décimo número nos brinda un recorrido no sólo por la isla más grande del Mediterráneo, sino también por la identidad europea, moldeada en esta zona a lo largo de los siglos por los griegos, los romanos, los califatos musulmanes o los normandos. The Walking Society es un homenaje a una de las regiones que más ha contribuido culturalmente a la civilización occidental: el Mediterráneo. WALK, DON’T RUN. 3
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Franco es un «maestro de hacha», un término que se utiliza para referirse a quienes, en la antigüedad, construían barcos a mano, cortando la madera de diferentes formas que realizan diferentes funciones como partes del casco.
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Sicilia Entre la costa más meridional de Sicilia y el primer acantilado de Túnez hay sólo 140 kilómetros. En coche, tardaríamos aproximadamente una hora en recorrer esa distancia. Por mar se tarda más tiempo, pero, para Sicilia, África siempre ha sido un vecino tan importante como Europa. Sicilia es la mayor isla del Mediterráneo y es fácil verla como su capital imaginaria. 7
Durante siglos, y todavía en la actualidad, muchas personas han desembarcado aquí. Primero vinieron los fenicios de Oriente Medio, 800 años antes de Cristo. Después llegó el turno de los cartagineses, procedentes de la costa del norte de África. Más tarde, griegos, romanos y bizantinos se asentaron en Sicilia. La ocupación musulmana comenzó en el siglo VIII, seguida por la de los normandos. Después, Sicilia fue un reino independiente antes de pasar a formar parte de Italia. No hay otro lugar en Europa que haya sufrido tantas estratificaciones culturales, ni tampoco un lugar tan peculiar como Sicilia, con iglesias que antes eran mezquitas, teatros de la Magna Grecia que todavía albergan comedias y tragedias, recetas con sabores de Oriente Medio y un idioma con un alfabeto que todavía tiene la marca de estos dominios.
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La población en Sicilia no para de crecer. Hasta 1900, tenía menos de 3 millones de personas, pero en 2010 superó los 5 millones, lo que la convierte en una de las regiones «más jóvenes» de Italia.
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A lo largo de los siglos, innumerables pueblos han pasado por estas tierras: griegos y romanos, además de vándalos, ostrogodos, bizantinos y musulmanes, sentaron las bases que propiciaron el auge de la isla después del año 1000.
Bajo el dominio islámico, Sicilia disfrutó de un largo período de prosperidad; se introdujeron la rotación de cultivos y otras innovaciones agrícolas, y las ciudades crecieron enormemente.
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Diego es el capitán de un velero de 24 metros. En verano, navega entre Sicilia y las islas Eolias, hasta llegar a la costa de Liguria. Afirma que estar en el mar es su pasatiempo favorito.
IGOR SCALISI PALMINTERI pág.64 El artista y pintor que da vida a las fachadas de Palermo con los santos tradicionales de la isla. FABRIZIA LANZA pág.38 Una escuela de cocina en el corazón de la isla, creada para preservar y articular la gastronomía siciliana.
RECETAS Y FESTIVIDADES pág.50 En Sicilia, cada ocasión tiene su propia receta. Nosotros hemos elegido 20.
El tiempo en Sicilia fluye de la mano del pasado. Por eso, sus tradiciones religiosas siguen siendo tan pintorescas y emotivas, y la relación con la tierra y la naturaleza de sus habitantes, incluidos los urbanitas, es más fuerte que en muchas otras regiones europeas. Esta riqueza siempre genera contradicciones culturales, sociales y políticas, pero también puede entenderse como el punto de partida para crear una nueva identidad no solo europea, sino fuertemente mediterránea, capaz de unir tres continentes, Europa, África y Asia, en una síntesis única.
PORTICELLO pág.18 La tradición de la pesca siciliana vista desde un pueblo de pescadores cerca de Palermo.
La singular geografía de la isla también moldea el carácter siciliano. El mar ha sido fundamental a lo largo de su historia como oportunidad y como punto débil, como unión y como frontera, y los mercados de pescado siguen siendo de los más coloridos del continente; pero Sicilia también tiene un alma pegada a la tierra, estrechamente ligada a las montañas 13
MONCADA RANGEL pág.118 Una pareja de arquitectos eligió Siracusa como su punto de llegada y de partida. ANIMALES SICILIANOS pág.100 Especies animales que solo viven aquí, ilustradas por Michele Papetti. ALESSANDRO VIOLA pág.90 En la parte oeste de Sicilia, un productor de vino natural quiere dar mayor valor al territorio. ANTIGUOS TEATROS GRIEGOS pág.84 La historia de Sicilia vista en los teatros griegos que se construyeron hace miles de años y que hoy siguen en activo.
y al interior. Es un territorio plagado de numerosas colinas y montañas, algunas muy altas, e incluso desde el centro de la isla se puede ver el perfil del Etna en los días más despejados. El Etna se eleva casi 3400 metros en el horizonte nororiental y es el volcán activo más alto de Europa. Durante el invierno, casi siempre está cubierto de nieve. Las montañas ocupan una cuarta parte del territorio siciliano, una extensión mayor que las llanuras, aunque no tanto como las colinas en las que se cultivan hectáreas y hectáreas de trigo que cada verano cubren la isla con un manto dorado. Un continente entero cabe en el espacio de un triángulo de tierra.
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La comida es una parte fundamental de la vida siciliana y cada ciudad tiene barrios dedicados a los mercados. Solo en Palermo hay cuatro, todos ellos históricos: Vucciria, Capo, Borgo Vecchio y Ballarò.
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Siempre se empieza desde el mar: de él venimos y, como indica el código que une el destino de cada estado insular, de ahí partiremos de nuevo. A diferencia de otras islas mediterráneas como Cerdeña o Córcega, cuyas culturas están más estrechamente relacionadas con las tradiciones del interior y las montañas que con las del mar, en Sicilia la pesca siempre ha sido y sigue siendo un pilar fundamental de la
Porticello economía local. De hecho, ninguna región de Italia tiene una flota pesquera tan grande como la de Sicilia, tanto por el número de buques como por su capacidad total. Al salir de Palermo en dirección este, tras un corto trayecto, se encuentra uno de los numerosos cabos de la costa norte de la isla, Capo Zafferano, un pequeño promontorio que se extiende sobre aguas turquesas. 18
La pesca en Sicilia es un pilar fundamental de la economía; en ninguna otra región italiana alcanza una importancia similar.
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Sicilia es la primera región de Italia por cantidad de pescado capturado, tamaño de flota y número de pescadores empleados.
Tal vez el producto más famoso sea el pez espada, muy común en la zona de Messina. Consumido en forma de filetes o en recetas de pasta, es uno de los protagonistas absolutos de la gastronomía típica de la isla.
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La pesca siciliana es extremadamente diversa; la especie más común es la anchoa, pero también abundan la sardina, el salmonete, el pez espada, el bonito, el atún rojo y la merluza.
A pocos pasos de aquí, durante siglos y hasta 1961, se encontraba una antigua pesquería de atún, cuya actividad propició que la zona se habitara y dio lugar al nacimiento de nuevos pueblos. Uno de ellos es Porticello, un pueblo de pescadores y constructores de barcos, nacido y criado en simbiosis con el mar. Por la mañana la bahía permanece en silencio, mientras que en el taller de Franco la construcción de un nuevo gozzo de más de siete metros está casi terminada, y el canto de las sierras y los cepillos que trabajan la madera se mezcla con los graznidos de las gaviotas no muy lejos de allí. Construir un barco de esta manera conlleva unos tres meses de trabajo. Son embarcaciones que se ven cada vez menos debido a la competencia de materiales como la fibra de vidrio. Por lo tanto, hoy en día los artesanos se dedican principalmente a las reparaciones. Sin embargo, Franco afirma que las ventajas de un barco de madera son obvias: la embarcación es pesada y, por lo tanto, estable. 25
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Este barco de pesca típicamente siciliano se llama «paranza»: deja caer una red en forma de saco y luego se mueve a baja velocidad para permitir que la «boca» de la red capture los pequeños peces.
Aquí los pescadores todavía conservan algunas tradiciones antiguas. Por ejemplo, adornan la proa de las embarcaciones con dos ojos, para ahuyentar los peligros de navegar en el mar.
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Además, tiene una vida útil muy larga; con el mantenimiento adecuado, puede durar casi un siglo. La gente empieza a llegar después del almuerzo, alrededor de las 15:00. Ese es el momento en que las paranze, que han salido al mar exactamente doce horas antes, tres horas después de la medianoche, regresan al puerto. En Sicilia, una paranza (trainera), es una red de pesca típica de esta zona; está hecha como un saco y literalmente «traga» peces, moluscos y crustáceos mientras el barco navega a velocidad de crucero durante unas horas. Los pescadores todavía visten los trajes azul y naranja encerados que los hacen parecer superhéroes mientras preparan cajas con los peces recién capturados para venderlos directamente en el muelle. Los compradores llegan en coche, a pie o en moto. Hay bacalao, gambas blancas, caballas, brótolas e incluso algunos calamares. Aquí, las montañas se elevan justo desde la costa y el sol se esconde tras ellas a media tarde. 28
Al salir del puerto y conducir hacia el interior, el campo comienza de inmediato y sin timidez alguna, como si, de hecho, hubiera estado ahí todo el tiempo y no existiera otra cosa. A menudo que nos adentramos en la isla el territorio se vuelve abrupto, con algunas cadenas montañosas que superan los 1500 metros sobre el nivel del mar. Conduciendo hacia el corazón de la isla, en dirección a Caltanissetta, el mar deja paso a las colinas onduladas. Aquí nos adentramos en otra Sicilia, complementaria de la región costera descrita anteriormente: la Sicilia de la tierra, del queso y el pan. De tradiciones rurales, pastoreo e inviernos fríos.
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FABRIZIA LANZA
Al dejar atrás el mar y avanzar hacia el este, nos acercamos al corazón de Sicilia, el menos conocido. Aquí, entre Palermo y Caltanissetta, las colinas parecen estar cubiertas de diferentes tipos de terciopelo. Es el trigo, que cubre kilómetros y kilómetros de tierra y crece decidido a pesar del sol, que a veces puede resultar abrasador. Aunque esto es campo, también es montañoso, y junto al camino crecen zarzas y olivos, cardos e incluso 38
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coníferas. Aquí, en la cima de una colina, se encuentra la escuela de cocina dirigida por Fabrizia Lanza, situada en un edificio del color del cereal con persianas azules que recuerdan a la Provenza. La madre de Fabrizia, Anna Tasca Lanza, fundó la escuela en 1989, pero su familia lleva varias generaciones aquí.
Estamos lejos del mar, pero resulta imposible no fijarse en la gran cantidad de cereal que rodea a esta escuela de cocina, literalmente sumergida en un océano dorado. Nos encontramos justo en el centro de Sicilia, más o menos a la misma distancia de Palermo y Catania. Desde la antigüedad, este territorio ha sido la tierra del latifundio, «latifondo» en italiano, con enormes parcelas que pertenecen a un solo propietario. Esto también resulta relevante desde la perspectiva del paisaje; aquí no hay casas, ni árboles, sólo enormes extensiones de tierra plantada de trigo. El trigo en Sicilia es un cultivo bastante fácil si se cuenta con muchos empleados. Se siembra una vez, se cosecha una vez y no requiere mucha atención, ya que no hay necesidad de podar ni de regar. Por lo tanto, siempre ha sido el principal cereal de cultivo. Además, el cereal siempre ha valido la pena. Por tanto, este territorio se compone de muchas
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grandes fincas como esta, presididas por casas señoriales muy funcionales. No estamos en una villa palladiana en el Véneto, donde la belleza es insoslayable. Estas edificaciones son como fuertes. Por la noche, la puerta se cierra: quien esté dentro, se queda dentro, y, quien esté fuera, se queda fuera. ¿Cuál es la relación entre tu vocación internacional (los estudiantes son casi todos norteamericanos) y este territorio? Para mí siempre ha sido una alegría y una preocupación al mismo tiempo. No hay duda de que he simplificado un poco nuestros contenidos para los extranjeros, pero siempre me he preguntado qué parte de esta apertura hacia el exterior permanece aquí. Creo que nuestra forma de entender la escuela, incluyendo el alojamiento, la alimentación y su investigación, la calidad de los ingredientes y la atención a las
«La definición de tradición me resulta muy restrictiva. No creo que haya una verdadera tradición. Para mí, cocinar es simplemente una relación. Es la construcción de un camino emocional, diplomático e incluso político a través de un medio. Todo lo que busco y lo que me interesa es antropológico. Las recetas son aburridas».
prácticas agrícolas, genera una transmisión de conocimientos, de dedicación, que también han sentido los lugareños. Por lo tanto, sin duda hemos definido un patrón, un modus operandi para la zona. Por ejemplo, hacemos extracto de tomate en verano, que es una práctica maravillosa. En una ocasión, durante uno de mis muchos intentos, decidí vender el extracto porque es un producto fantástico, y nadie lo sabe. Pero no soy una buena vendedora y me di cuenta de que no era lo mío. Así que preferí mantener la práctica y venderla en forma de experiencia y como taller para estudiantes extranjeros. De esta manera logré dos cosas: en primer lugar, contribuí a un modelo cada vez más concreto de turismo participativo, en el que la gente no viene aquí para recibir información de manera pasiva, sino que forma parte de la salvaguarda de un patrimonio intangible, que es muy importante para mí. En segundo lugar, las muchachas sicilianas de la zona, de
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Vallelunga y Valledolmo, que siempre han hecho estas tareas de temporada conmigo, al ver el brillo en los ojos de los extranjeros, han revalorizado esta práctica. En cierto modo, he reciclado una tradición que aquí se da por sentada y se infravaloraba. Ese era mi objetivo principal. ¿Has tenido que redescubrir tus raíces sicilianas o siempre las has sentido? No, mis raíces siempre han estado aquí. Digamos que, como sucede con los lugares y los lazos fuertes, para romper con ellas es necesario usar cierta violencia. Me fui cuando tenía 18 años y, al regresar, todo lo que había vivido aquí volvió a mí y me golpeó como una avalancha. Entonces también me di cuenta de la violencia de la ruptura que necesitaba. ¿Cuándo te llegó la llamada de Sicilia? Estaba trabajando como historiadora del arte; mi madre supervisaba la
escuela. Regresé aquí en el año 2000 e intenté transformar la empresa bastante amateur que había creado mi madre en un proyecto más estructurado. La escuela está abierta todo el año y se divide entre la hospitalidad y la formación. Este curso específico se llama Cook the Farm, está disponible para un máximo de 14 participantes de todo el mundo y dura dos meses, de lunes a viernes, de 9:00 a 16:00. El plan de estudios es bastante riguroso y se centra en la relación entre la cocina y la agricultura. Trabajamos cada tema manteniendo siempre la agricultura y la producción como nuestro foco principal: la tierra, los molinos, cómo se transforma el grano... Después pasamos a trabajar en la cocina. No se puede hablar de comida desde un escritorio: el objetivo es crear una conciencia real. La cocina que enseñas es, por un lado, la conservación del pasado, pero ¿puedes proyectarla también en el futuro? Para mí, cocinar es una relación. La definición de tradición me resulta muy restrictiva. No creo que haya una verdadera tradición. Mi madre hacía cosas que me gustaban, claro, pero, cuando las hago yo, inevitablemente serán diferentes y diferirán según los comensales para los que las prepare. Para mí, cocinar es simplemente una relación. Es la construcción de un camino emocional, diplomático e incluso político a través de un medio. Todo lo que busco y lo que me interesa es antropológico. Las recetas son aburridas.
Puede ser una herramienta para actualizar el pasado y ayudarlo a evolucionar hacia el presente. Por ejemplo, no hace mucho encontramos el libro de recetas de un chef que vivió con nuestra familia durante muchos años, participó en la organización de mi boda y trabajó con mis abuelos durante décadas. Era un libro de recetas de la cocina «monsù», que deriva de «monsieur». Esta cocina refleja un fantástico hervidero cultural ya que combina la cocina francesa con la excentricidad siciliana. Lo probamos y nos sorprendimos de lo deliciosas que estaban la mayoría de las recetas. Una especie de conservación dinámica. Por eso también fundé una ONG dedicada a la investigación alimentaria. Se llama Food Heritage Association y comenzó su andadura en 2019. Quiero que sea un laboratorio de alimentos, crear un sistema para la cultura alimentaria siciliana y mediterránea para luego promoverla y llevarla por todo el mundo. Estudiando la comida y la naturaleza, ¿qué otras cosas se pueden aprender? Todo. Aprendes los gestos, los ritmos, las estaciones. Vivo en un entorno muy agrícola, he aprendido todo sobre lo que la tierra produce, cómo se transforma, todo lo que viene antes de la comida. Y luego, por supuesto, están la psicología, los afectos, las cosas que más necesitas, pero también las cosas de las que puedes prescindir.
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Si te fijas metas o sueños, ¿qué ves en el horizonte? Últimamente, me gustaría tener más voz política, porque ahí es donde se pueden hacer cambios. Pero lo digo en voz baja, porque me asusta. Me lo estoy tomando con mucha calma porque este es un territorio muy difícil, y sé que no debo precipitarme. ¿Te preocupa también lo que dejas atrás? Eso no me preocupa demasiado. Me gustaría que cambiaran algunas cosas. Durante el confinamiento, lo que más me preocupaba era la idea de poder volver a hacer las cosas exactamente como las hacíamos antes. Nos hemos alejado de la política por muchas razones, pero la política es importante en la vida democrática, no un accesorio. Digamos que, si tuviera la oportunidad y si las condiciones lo permitieran, yo, que siempre me he ocupado de mis asuntos y nunca me he involucrado en política, quisiera poder dar mi opinión y tratar de cambiar las cosas un poco. Desde un punto de vista comunitario, empezando por el compromiso.
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Recetas y festividades
Hemos visto lo importante que son los alimentos en la vida cotidiana siciliana. Mientras que su producción marca las estaciones, su procesamiento y consumo representan momentos fundamentales del día a día. Pero también son un elemento central de la profunda espiritualidad de la isla. 50
Minne di Sant'Agata
Virgineddi di Torretta
Pignoccata
Cassata
3-5 de febrero Santa Águeda Catania
19 de marzo San José Torretta
Carnaval Modica
Pascua En toda la isla
Sfincia
Panareddu
19 de marzo San José Palermo
Pascua En toda la isla
La fuerte identidad de los diferentes rincones de Sicilia, junto con las fiestas religiosas que han marcado la vida de estas ciudades durante siglos, dan lugar a una especie de calendario gastronómico. Hay una receta especial para prácticamente cada celebración, preparada específicamente para la ocasión. 53
Turciniuna Ragusani
Babbaluci
Pastieri Modicani
Iado co cinu
Nzuddi
Frutta di Martorana
Pascua Ragusa
Pascua Modica
3 de junio Messina
Pane di San Calogero
Primera semana de julio Agrigento
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15 de julio Santa Rosalía Palermo
29 de agosto Ragusa
2 de noviembre Palermo
Ossi di Morto 2 de noviembre En toda la isla
Muffulette di San Martino
Sfuogghiu Ragusano
Cuccìa
Giurgiulena
Liatina
Buccellato
11 de noviembre En toda la isla
13 de diciembre Palermo, Siracusa
25 de diciembre En toda la isla
25 de diciembre Ragusa
25 de diciembre En toda la isla
25 de diciembre Palermo
El 19 de marzo, Día de San José, Salemi tiene la tradición de crear esculturas hechas de pan. Por lo general, representan símbolos de la tradición cristiana, pero también hay sitio para imágenes paganas como gallos y pavos reales, arreglos florales, rosas y lirios. 57
Sicilia es la región más soleada de Europa. En ninguna otra zona del continente brilla el sol, de media, durante tanto tiempo todos los días, desde la costa hasta el interior.
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En Sicilia, la veneración por los santos patronos de cada ciudad es también algo que trasciende la religión para convertirse en una tradición secular, una forma de simbolismo, una filosofía. En particular, hay tres santas que son las más famosas entre los lugareños: Santa Rosalía, originaria de Palermo; Santa Águeda, de Catania; y Santa Lucía, de Siracusa. Sin embargo, hay otro santo siciliano cuya particular historia resume muy bien el pasado multicultural de la isla: San Benito «El Moro». Nacido en Messina, en el extremo oriental de la isla, de una familia de esclavos de África procedente probablemente de Etiopía, durante su vida creó un vínculo con la ciudad de Palermo, donde vivió como monje durante veinte años. Actualmente es el santo patrón de la ciudad, junto con Santa Rosalía. Su retrato, de varios metros de altura, observa un campo de fútbol en Ballarò, situado en el casco histórico de la ciudad. Lo pintó el artista y pintor, y antiguo monje franciscano, Igor Scalisi Palminteri. 63
Igor Scalisi Palminteri está pintando un mural en Albergheria, uno de los barrios más antiguos de Palermo, a pocos pasos del mercado de Ballarò, con la imagen de Santa Rosalía tumbada, extasiada, rodeada de lirios. Igor es un artista, un pintor que suele trabajar en las fachadas de Palermo.
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Regresó a Palermo, en concreto a Albergheria, después de un itinerario poco habitual: pasó siete años como fraile en un monasterio antes de volver aquí, para dedicarse a pintar y a criar al hijo que tanto deseaba. Actualmente, su compromiso se divide entre la espiritualidad y su trabajo con los niños; pinta las fachadas de Palermo, pero también organiza talleres de arte con las escuelas de la ciudad. El arte de Igor siempre gira alrededor de los santos, imágenes que difieren de los santos inalcanzables del dogma. Son santos callejeros, útiles, metafóricos.
Has pintado santos por todo Palermo, santos que miran desde las fachadas a las plazas donde juegan los niños, a las calles por donde pasan los coches, la gente y la vida. Tienes un estilo de arte callejero muy particular. Prefiero llamarlos muri di strada (paredes callejeras), un término que acuñé hace unos años, durante un proyecto en el que, junto con otros artistas de Palermo, pinté cinco fachadas del barrio de Ballarò. Además, estoy más apegado a la tradición del lienzo, de una superficie que tiene un límite. Este tipo de
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pintura, que como artista presento ante los ojos de la gente, es siempre una apuesta. Son pinturas que definen la identidad de un barrio, como esta de Santa Rosalía. ¿Tienen también una función comunitaria? Siempre. Este muro nació de un deseo, pintar a Santa Rosalía aquí para que dejen de tirar basura delante de ella. Era algo que querían los vecinos. Existe un gran aprecio por nuestra tierra, que empieza por nuestro propio barrio, por nuestra propia acera.
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Para cada persona, el vínculo con la espiritualidad viene de lejos. ¿Qué tenías en mente cuando entraste en el monasterio y qué te llevaste contigo cuando te marchaste? Me lo llevé todo. Mi investigación pictórica está imbuida de la búsqueda espiritual que viví entre los 20 y los 27 años. A menudo la gente define mi pintura como algo que oscila entre lo sagrado y lo profano, pero es totalmente erróneo. Mi pintura es espiritual, habla de mi espíritu, del espíritu de la gente, del espíritu sagrado del mundo. Del deseo de abstraerse de la materia o de la contingencia, pero siempre con los pies en el suelo. Cuando entré en el monasterio, me había enamorado de San Francisco como uno se enamora de otra persona. Me enamoré de San Francisco en el sentido de que me dio un flechazo. Lo que más me apasionaba no era la pobreza, que es lo que más se conoce de él, sino el sentido de fraternidad que creó con sus hermanos. El poder revolucionario de San Francisco no se basa solo en su comunión con las criaturas, que es una
fuerza que se encuentra en muchos otros santos y también fuera del mundo religioso. San Francisco no solo les hablaba a los pájaros, le hablaba a la gente. Tenía fuego en su interior, la idea de que podíamos hacer cosas juntos. Eso me hizo enamorarme y me llevó hasta los frailes. Cuando te fuiste, ¿cuáles fueron tus siguientes pasos? La transición fue simple: me fui porque quería tener hijos. Continué trabajando con niños igual que hacía de fraile e incluso antes de eso. Empecé a trabajar como voluntario a los 15 años en el distrito de Zisa, una de las zonas más deprimidas de la ciudad, en el barrio obrero de Danisinni, donde también hay un par de mis pinturas. ¿Fue duro dejar el convento? Mucho. Te sientes como un fracasado, es como una separación. Pero actualmente siento que he encontrado mi lugar. Empecé a trabajar en la calle de nuevo con
«Mi investigación pictórica está imbuida de la búsqueda espiritual que viví entre los 20 y los 27 años. Habla de mi espíritu, del espíritu de la gente, del espíritu sagrado del mundo. Del deseo de abstraerse de la materia o de la contingencia, pero siempre con los pies en el suelo». 70
menores en riesgo de exclusión social, con la prisión juvenil de Palermo. Es como si de alguna manera sintiera la atracción del niño que llevo dentro, que está sufriendo y necesita que lo consuelen, que lo cuiden. Desde tu regreso, ¿han cambiado las calles de Palermo? Instintivamente diría que han cambiado poco, pero no es cierto. Palermo ha dado unos pasos increíbles, aunque lentos. La ciudad va despacio, como una tortuga grande. Y al igual que una tortuga, lleva una casa sólida sobre los hombros pero se mueve lentamente. En los muchos años que he vivido en Palermo, antes de marcharme para hacerme fraile y después de mi regreso, he visto cómo la ciudad se ha transformado. Por mi parte, me siento involucrado en este cambio, especialmente ahora, cuando pinto las calles y participo en el lento proceso de transformación. Palermo ha mejorado, es más hermosa, más sana. Pero, al mismo tiempo, necesita más cuidado, más atención. Más cuidado en las calles, y todavía más cuidado para sus habitantes. Palermo siempre ha sido una ciudad multicultural. ¿Cómo cambia tu identidad también en este sentido? Los niños que viven en este barrio van a un instituto en Via Maqueda, uno de los ejes principales de la ciudad. Hace tres años, hice un taller en esta escuela con la clase de primer curso del instituto. Solo había tres chicas de Palermo; el resto de los estudiantes procedían de otras partes del mundo. Eso significa que el equilibrio social suele ser precario y la integración
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siempre es difícil, una lucha. Pero el hecho de que Palermo sea un puerto, una ciudad en la frontera y, al mismo tiempo, en el centro del Mediterráneo, de alguna manera no nos deja muchas alternativas. Y, al final, la suerte que tiene Palermo es que sabemos cómo tratar con personas de diferentes orígenes y culturas. Como hijos de normandos, árabes, africanos, franceses y españoles, nosotros mismos estamos pintados con distintos colores. ¿Dónde están los límites de tu trabajo, entre tu compromiso con los niños y tu arte personal? Hasta hace cinco años pensaba que tenía dos trabajos: uno relacionado con mis pinturas, que pintaba y vendía, y después el trabajo en las asociaciones, sobre el terreno, que era mi pasión. Los mantenía en compartimentos separados. Hoy en día, este límite ha desaparecido. Le doy el mismo valor y la misma importancia si pinto una pared con los niños o si la pinto yo solo, pongo el mismo esfuerzo. Y siento que es tan mía como cuando pinto un lienzo en mi estudio. Para mí, ha sido un período de maduración, un paso muy positivo. Se lo debo a los niños. No lo digo en plan retórico. Los chicos y chicas con los que he trabajado me han ayudado de manera inconsciente a comprender mejor mi identidad como hombre, artista y pintor. Me han liberado de la necesidad de satisfacer a alguien o algo. Su espontaneidad en la pintura, en la manera en que afrontan la vida, me ha liberado de la ansiedad con respecto a mi rendimiento.
«Palermo ha dado unos pasos increíbles, aunque lentos. La ciudad va despacio, como una tortuga grande. Y al igual que una tortuga, lleva una casa sólida sobre los hombros pero se mueve lentamente. En los muchos años que he vivido en Palermo, antes de marcharme para hacerme fraile y después de mi regreso, he visto cómo la ciudad se ha transformado».
Los santos son los protagonistas de muchas de tus pinturas. ¿Los pintas como personas o como símbolos?
Señor?». Este subtexto a veces resulta incomprensible incluso si pintas en la calle.
Mis pinturas no son religiosas, son políticas. Inconscientemente, yo también fui blasfemo. Creé una serie de figuras que representan a santos vestidos como superhéroes. Los vendí en todas partes, en Latinoamérica, Portugal, Brasil, Estados Unidos. Eran santos católicos que encontré en mercados y los disfracé. Santa Rosalía era Wonder Woman, San Antonio era Batman, Jesús era Spiderman. Porque, en algún momento de nuestra cultura, el santo se convirtió en algo así como un superhéroe que resuelve nuestros problemas. Es como si se les pudiera dejar una ofrenda y no tener que hacer nada, como si delegáramos en ellos. Mi intención no fue ser grosero ni blasfemo, sino provocar a los creyentes. Mis amigos del monasterio me llamaron y me preguntaron: «¿Por qué tratas así al
Cuando piensas en tu identidad y tus raíces, ¿qué ves? Lo que yo siento con fuerza es un sentido natural unido a la religión. Pero, si sigo avanzando hacia lo más profundo de mí mismo, ¿sabes lo que encuentro? Mis familiares que se fueron a América. La idea de viajar. Pero en tu viaje, al final, elegiste recalar en Palermo. ¿Qué te une a esta ciudad? Por la parte de mi madre, vengo de un pueblo costero cerca de Palermo que se llama Terrasini. Pero hasta que entré en el monasterio había vivido casi toda mi vida en Palermo. Volví a Terrasini, pero al final sentí la llamada de Palermo. Así que elegí quedarme aquí.
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A pocos metros de aquí, como cada mañana, el mercado de Ballarò se prepara para el día. Es un mercado que se toma su tiempo, donde solo se empiezan a colocar los puestos después de las 9 de la mañana. El sol ya calienta los adoquines, que se llaman balate y pronto se mojarán, casi hasta inundarse, por el agua que los comerciantes echan constantemente sobre las verduras y el pescado a la venta. Aquí los calabacines pueden medir más de un metro de largo. Las cabezas de brócoli son más grandes que un balón de fútbol. También se encuentran puestos de fruta deshidratada, tomates secos y alcaparras enlatadas junto a otros que exhiben grandes sacos de arroz, canastas de ajos, cocos y papayas. Algunos comerciantes son más famosos que otros, como el que presume de una montaña formada por kilos y kilos de coliflores verdes y que luce un letrero que lo califica como el especialista de las verduras: U vruccularu.
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Ballarò es el corazón de la Albergheria, uno de los cuatro barrios históricos que conforman el centro de Palermo. Es la parte más antigua de la ciudad y alberga el Palacio Real, o Palacio de los Normandos, junto a edificios más modernos a los que les cuesta ocultar los signos de la edad. Junto con Vuccirìa y Capo, dos de los otros mercados de la ciudad, formaba parte de una sola zona metropolitana, la medina, típica todavía en las ciudades de Oriente Medio. El nombre Ballarò es de origen árabe, deriva de Bahlara, un pueblo a pocos kilómetros de distancia del que procedían los mercaderes que viajaron hasta aquí para comerciar durante la dominación árabe. A pocos metros hacia el interior, la iglesia de San Giovanni degli Eremiti (San Juan de los Eremitas) es un símbolo de la compleja historia de Sicilia. Inspirada en la arquitectura islámica del Magreb, sus cinco cúpulas rojas datan del siglo XI y no tienen nada que envidiar a los paisajes de antaño de Bagdad o Damasco. 83
Antiguos
griegos
Hay ocho teatros griegos todavía en uso en Sicilia, repartidos por toda la isla. Desde la provincia de Messina en la parte más septentrional, hasta Agrigento inmerso en el Mediterráneo, pasando por la costa occidental, en la provincia de Trapani, y por el centro de la isla, en la provincia de Enna. Sin embargo, hay muchos más que ya no se utilizan como teatros, pero que se pueden visitar.
teatros Los romanos, que siguieron a los griegos, también dejaron en la isla varios teatros, aunque menos numerosos. Entre ellos, el teatro de Taormina es único. Es de origen helenístico, pero fue «restaurado» posteriormente por los romanos, quienes agregaron varios elementos de vital importancia todavía hoy en día. Durante los últimos años del imperio, pasó de ser un teatro a un estadio, donde las representaciones dramáticas dejaron paso a bestias y gladiadores.
La colonización griega de Sicilia duró varios siglos. Aunque todavía hoy se conservan algunos restos arquitectónicos, especialmente templos y teatros, los primeros viajeros llegaron hace más de 2500 años y la ocupación continuó hasta casi 300 años a. C. Lógicamente, al estar más cerca de Grecia y ser más fácilmente accesible (además de la costa de Calabria con vistas al mar Jónico), la zona más densamente habitada fue la parte oriental de la isla, desde Messina a Catania, y más al sur hacia Siracusa, con Gela, Agrigento y Selinunte más hacia el oeste. Los teatros son el vestigio más evidente de ese dominio y, aunque de algunos solo nos quedan unas ruinas majestuosas como piedras blancas bañadas por el sol y rodeadas de hierba miles de años después de su construcción, muchos otros continúan realizando su función original y albergan actuaciones clásicas y conciertos en primavera y verano.
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El camino hacia los viñedos de Alessandro Viola asciende desde el mar de Alcamo y da la sensación de subir sin parar, curva tras curva, antes de girar una última vez
ALESSANDRO VIOLA y bajar unas curvas cerradas. Llegados a cierto punto, estas son las vistas: el valle verde cubierto de viñedos, como un embudo de luz que se abre hacia el mar. En un silencio emocionante, algunas casas 91
pequeñas. En una de ellas, Alessandro espera con una botella de catarratto. Sus vinos se encuentran entre los vinos naturales sicilianos más famosos y llegan a los estantes de las mejores tiendas de América del Norte y Japón. Es una persona silenciosa y concentrada, con el pelo largo y canoso. Observa las nuevas tierras que acaba de comprar. Pequeñas flores silvestres florecen bajo las viñas jóvenes.
A nuestra espalda está el monte Bonifato, frente al golfo de Castellammare. Aquí, el vino es una antigua tradición. En Sicilia mucha gente cultivaba viñedos, pero nadie embotellaba el vino. Se vendía a los llamados «brokers», que lo compraban a granel. Excepto en un par de bodegas históricas grandes, así se hacían las cosas en Sicilia. Para ti, el vino es cosa de familia. ¿Es a lo que os dedicabais? Sí, empezando por mi abuelo, que nació en 1900. Cuando yo era pequeño, él todavía hacía vino con los viejos métodos artesanales de la prensa y la mula. Era la década de 1980. Prácticamente nací en los viñedos. Mi hermano y yo nos criamos
ayudando a nuestro padre a cultivar las viñas. Este rincón de Sicilia entre Palermo y Trapani tiene características únicas, un lugar en el que conviven el mar y la montaña. La «Denominazione di origine controllata» (DOC, denominación de origen controlada ) del territorio de Alcamo es una de las más antiguas de toda Sicilia. No hace demasiado calor y es el lugar perfecto para crear vinos frescos y de calidad, que son los que más me gustan. Por otro lado, la empresa de mi padre estaba más al interior, en una zona con tierra arcillosa y muy dura. Allí se pueden crear vinos de gran densidad y estructura. Sin embargo, tu vino es especial, casi personal, con características únicas.
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Decidí empezar a hacer mi propio vino en el garaje de casa en los años 90. Leí algunos manuales y me gustó; se convirtió en una pasión. También porque me pareció que cultivar uvas pero no hacer vino era un poco como tener hijos y no verlos nunca, no saber lo que les pasa. Era un trabajo despojado de significado: participas en la elaboración, pero no sabes qué vino saldrá. No era muy estimulante, porque el trabajo rural es duro. Más tarde decidí matricularme en la universidad para aprender más. Elegiste el camino de la viticultura. Me matriculé tarde, a los 28. Estudié viticultura y enología en Marsala. Después de graduarme, trabajé para un famoso enólogo en Piamonte y después me contrató una gran bodega en Etna. Pero trabajé en grandes bodegas industriales, es decir, con vino elaborado con estándares industriales. Nunca me apasionó ese tipo de vino; yo creía que el vino que hacía en mi garaje era mejor que el que hacía en esa bodega industrial. Así que dejé mi trabajo y empecé a hacer mi propio vino siguiendo mis propias ideas. En 1999 produje mis primeras 1000 botellas artesanales. Mientras tanto, tu hermano siguió el mismo camino. Aldo y yo nunca hemos hecho vino juntos. En el garaje habíamos intentado hacerlo juntos; luego yo estudié enología y él se matriculó en la universidad un tiempo después. Pero bueno, él hizo su propio vino y yo hice el mío, el tipo de vino que cada uno queríamos beber. Tomamos diferentes caminos de una manera
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muy natural. Todo el mundo quiere hacer el vino que les gustaría beber y al ir a medias con otra persona nos habríamos arriesgado a perder el interés. Ese es otro de los motivos por los que nos llevamos tan bien. ¿Cuándo nació tu marca? En el 2000. Antes nos llamábamos «Uva Tantum». Solía hacer vino con un amigo, pero llegó un momento en que él no pudo seguir con el proyecto, así que lo hice yo solo y, como la empresa era solo mía, le puse mi nombre. Por aquel entonces, compraba uvas de otros productores, porque aquí muchos cultivan uvas pero pocos hacen vino. Quería estudiar los territorios, las diferentes características. Quería entender las diferencias entre una uva catarratto cultivada en una zona y una cultivada en otra, su potencial y las diferencias del suelo. Es una búsqueda que continúa hasta el día de hoy. De hecho, en los últimos años, he comprado tierras en esta zona, alrededor del monte Bonifato, porque creo que se dan unas condiciones muy especiales. ¿Cómo nace un vino? Trato de hacer el vino que quiero beber. Me lo imagino, sueño con él. Después intento hacer ese sueño realidad. ¿Pero qué sucede si el vino que produces es diferente del que soñaste? En realidad, el proceso es un poco lo contrario. La idea del vino no procede puramente de la fantasía,
«En los últimos años, la agricultura de aquí no se ha centrado en la obtención de vino de calidad, así que nadie conoce el verdadero potencial de este territorio todavía. Es muy estimulante. Aquí puedo descubrir, inventar, puedo ser una especie de pionero. Creo que el potencial es inmenso y no se ha expresado del todo; es lo más hermoso que puede haber».
sino de los sabores de las uvas. Por lo tanto, pruebas las uvas y, a partir de ese sabor, te puedes imaginar el mejor vino que se puede conseguir. Sí, la fantasía y la creatividad son importantes, pero se debe partir del mensaje que te transmite el ingrediente único, que son las uvas. Así que el truco es averiguar el talento que pueden tener las uvas. Hay que identificar el potencial de la uva y luego saber guiarla para que se exprese en la dirección correcta. Hay una frase de Albert Einstein que me guía, en la que dice que todo lo que te puedes imaginar la naturaleza ya lo ha creado. Así que, si te imaginas un vino, es porque has probado uvas con esos sabores. ¿Alguna vez te has arrepentido de volver a Sicilia? No, nunca. Por una simple razón, porque creo que este es el lugar más
estimulante para hacer vino. En los últimos años, la agricultura de aquí no se ha centrado en la obtención de vino de calidad, así que nadie conoce el verdadero potencial de este territorio todavía. Es muy estimulante. Aquí puedo descubrir, inventar, puedo ser una especie de pionero. Creo que el potencial es inmenso y no se ha expresado del todo; es lo más hermoso que puede haber. ¿Se está abriendo Sicilia al mundo en los últimos años? Creo que sí. También porque no hay alternativa. Hoy en día, en el campo del vino, solo sobreviven las multinacionales o los nichos únicos y bien definidos. Si eres empresario, el punto intermedio no tiene mucho futuro. Así que, si eres un productor pequeño, tienes que hacer algo que el grande no puede, y eso es prestar
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una atención meticulosa y correr más riesgos al hacer vino. Por ejemplo, no agrego sulfitos, hago vino natural. El mundo está prestando mucha atención al vino natural. Como enólogo, ¿cómo vives esta nueva ola? Cuando empecé a hacer vino, lo hice natural, porque en la época del garaje no tenía ningún conocimiento ni sustancias que añadir, ni tampoco una tecnología especialmente invasiva. Pero conocía esos sabores y, de hecho, cuando me topé con la forma tecnológica de hacer vino, no me gustó del todo. Probablemente porque me habían conquistado esos sabores reales que me recordaban a la época en la que me apasionaba la elaboración del vino. Yo creo que es muy simple: el vino ha existido durante miles de años, al igual que las uvas. Es como si alguien lo hubiera puesto en la Tierra para que la humanidad lo descubriera. Solo hay que prensar unas cuantas uvas y obtienes mosto, y, si lo dejas durante un tiempo sin hacer nada, se convierte en vino. Casi parece una señal de los dioses. A lo largo de los siglos, varias grandes personalidades del pasado han escrito que esta bebida era algo místico, mágico, el néctar de los dioses. Obviamente, en aquella época, solo había vino natural. Y ese es mi vino.
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¿El vino natural ha llegado para quedarse? Sí. Creo que en el futuro habrá cada vez más vinos naturales bien elaborados. Después, un escalón por debajo, estarán los vinos naturales no tan bien elaborados, y luego los vinos manipulados. Pero creo que los grandes vinos de las zonas de más renombre ya son lo suficientemente naturales. Después de todo, los vinos industriales bien elaborados no son 100% originales. El original es el vino natural. 50 años de industrialización no pueden cambiar los milenios anteriores.
Animales
sicilianos
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El burro «ragusano» es una raza reconocida en 1953, particularmente asociada con los comuni de Modica, Ragusa, Santa Croce Camerina y Scicli, en el sur de Sicilia. Lamentablemente, la FAO también la incluyó como una raza en peligro de extinción en 2007.
Burro ragusano
Se cree que los caballos San Fratelano, una de las pocas razas de caballos que aún viven salvajes en la naturaleza, llegaron a Sicilia alrededor del año 1000, posiblemente con los árabes. Viven principalmente en el territorio de San Fratello, en las montañas Nebrodi.
Caballo San Fratelano
La vaca «cinisara» es muy grande y completamente negra. Puede pastar incluso el terreno más impenetrable y por lo general se cría en libertad. Estuvo en peligro de extinción, pero hoy en día hay más de 3000 ejemplares.
Vaca cinisara
En el noreste de Sicilia, alrededor de las montañas Nebrodi, se cría un cerdo negro generalmente en estado salvaje cuya existencia se remonta a la dominación griega. En comparación con otros cerdos, es de tamaño pequeño.
Jabalí negro de Nebrodi
Inmediatamente reconocibles por sus cuernos largos y retorcidos en forma de espiral. Llegó a la isla alrededor del año 800 con los árabes; de hecho, su aspecto recuerda a algunas razas asiáticas típicas.
Cabra girgentana
Es una raza antigua y se cree que es el resultado de un cruce entre gallinas sicilianas y otras del norte de África. Las gallinas son grandes productoras de huevos y a los gallos se les reconoce por su distintiva cresta en forma de corona.
Gallina siciliana
Se cree que esta particular raza de perro pudo haberse originado hace miles de años en el Egipto de los faraones y luego llegó a Sicilia en las naves de los fenicios. Son perros de caza elegantes, pero robustos.
Cirneco dell’Etna
Para llegar a Siracusa, se cruza la isla de costa a costa, conduciendo a través de sus paisajes, cada uno totalmente diferente del anterior, como si pasaramos de una escena a otra en una película. Al dirigirse hacia el sur, en cuanto la imagen y la sensación del mar desaparecen, se elevan las montañas. Nos acercamos al Parco delle Madonie, que desde la distancia aparece envuelto en nubes bajas. El camino está rodeado de eucaliptos. Las curvas cerradas ascienden por algunos de los picos más altos de Italia. Paradójicamente, el Mediterráneo no está tan lejos, pero la temperatura baja de manera drástica metro a metro. Las señales de la carretera anuncian la presencia de jabalíes. El cielo parece estar más cerca.
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Tobia ha fundado una pequeña empresa con la que trabaja cereales antiguos y produce harina y pasta, incluyendo antiguas variedades sicilianas nativas.
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La asociación cultural Porto di Terra se ocupa de la permacultura y la agroecología. Los fundadores provienen de Sicilia, pero también de otras partes de Europa, y organizan talleres y festivales abiertos al público.
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Federico, uno de los fundadores de la asociación, ha vivido en Australia, Tailandia, India y Nepal. Aprendió técnicas de permacultura que luego trajo de vuelta a Sicilia, su región natal.
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Hacemos una parada. Un grupo de hombres y mujeres jóvenes ha elegido vivir aquí y ha renovado una casa antigua en un valle lleno de avellanos. Disponen de cientos de metros cuadrados de huertos y frutales, y los olivos históricos con los que producen su aceite son un patrimonio natural plantado hace ya 500 años. Y luego están los animales: perros, gatos, mulas, gallos y gallinas. Una vez pasados los picos, empezamos a descender de nuevo. Primero a Enna, en el corazón de la isla, y luego a Catania, más al este. Desde aquí, nos dirigimos hacia la Sicilia griega, que se abre hacia el mar, frente a África y Asia Menor. Y de nuevo nos encontramos con los colores y los aromas del inicio con los que cerramos el círculo.
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MONCADA RANGEL
Desde Siracusa, en la parte más oriental y meridional de Sicilia, se puede mirar al horizonte, sin obstáculos más allá del mar y la curvatura de la Tierra, hacia El Cairo, el delta del Nilo e incluso Jerusalén. Por otro lado, el centro de la ciudad es una verdadera isla. Se llama Ortigia y está suspendida en el mar pero unida al continente, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en 2005. 118
Aquí, Francesco Moncada y Mafalda Rangel fundaron su estudio de arquitectura, abierto al Mediterráneo al igual que sus investigaciones. Él es siciliano, ella es portuguesa. Juntos quieren realzar esta periferia de la Europa continental, que, al mismo tiempo, ha sido el centro de la cultura mediterránea durante siglos. Moncada Rangel, un nombre que tiene todos los rasgos de un estudio internacional que ha estado en Europa y más allá, pero que ha decidido regresar y establecerse aquí. ¿Cuál es vuestra historia? Francesco: Yo soy de aquí. Nací en Siracusa y estudié en Palermo, pero desde pequeño quise irme. Antes de graduarme fui primero a España, donde estudié y trabajé, y luego desde 2001 viajé por todo el mundo: Londres, Oslo, Portugal, Dubái. Nos conocimos en Portugal. Luego estuvimos juntos durante mucho tiempo en Róterdam, donde ambos trabajamos para una gran estudio, OMA, nos casamos y tuvimos hijos. A partir de ahí, tanto por razones personales como profesionales, decidimos volver al sur. Estábamos un poco cansados de la formalidad de los países del norte y queríamos una vida un poco más lenta e informal. Mafalda: En realidad, no hay tantas diferencias entre Portugal y Sicilia, porque tenemos muchos valores fundamentales en común. Entre
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Oporto y Sicilia elegimos Sicilia porque era un lugar menos explorado, donde podíamos contribuir más. Como una tabula rasa en términos de diseño, arquitectura contemporánea y creatividad. Oporto, por otro lado, ya es una ciudad muy rica a nivel creativo. ¿Cuál es el mínimo denominador común de la arquitectura mediterránea? F: Sin duda la luz es importante, porque cambia las cosas, cambia el espacio. Y en el Mediterráneo tiene una importancia predominante porque hay una luz muy fuerte, que crea muchas sombras y mucho contraste. Pero también la comida, los productos de la tierra en la cuenca mediterránea, son muy similares. M: Cuando vas al norte de África no ves la diferencia entre allí y esta parte de Europa, el mar los une. Ortigia y Siracusa son Patrimonio de la Humanidad por UNESCO desde hace varios años y a menudo se ha hablado del riesgo de la «musealización»
asociado a estos reconocimientos. ¿Es un tema en el que habéis estado trabajando? F: La autenticidad es muy importante para nosotros, pero desafortunadamente es difícil de preservar, porque la «musealización» es siempre un riesgo. Uno de los temas sobre los que reflexionamos mucho, y sobre el que también hemos empezado a trabajar, es el hecho de que a menudo la «conservación», y por lo tanto también todo lo que hace la UNESCO, se centra mucho más en la imagen que en la sustancia real. En la época de los griegos, Siracusa era una ciudad enorme y muy rica. Hoy en día es más pequeña de lo que era en aquel entonces y este sencillo dato muestra en qué medida una ciudad está viva y es capaz de expandirse pero también de encogerse. F: Sí, es bastante raro que una ciudad fuera más grande en la antigüedad que en los tiempos modernos. Por lo general, las ciudades desaparecen o casi nunca permanecen. Siracusa, por otro lado, se ha mantenido y se ha estratificado. Los políticos y las organizaciones de conservación a menudo prestan más atención a la apariencia exterior que a la dinámica social. Pero la naturaleza activa de los lugares, su evolución, es algo que se debe conservar, su tendencia a la modernidad. ¿Cómo fue la adaptación a Sicilia? M: Pasamos por varios periodos. El primero fue la observación. Mirar a tu alrededor para encajar. Nuestra estrategia es siempre la interacción con el territorio. No estamos aquí para ser
extraños sin conexión con el territorio. Así que tratamos de interactuar con él en diferentes niveles, incluso con la escuela, en varios grados: trabajadores, investigación de materiales, proyectos. Sicilia es una isla muy estratificada. Es multicultural, con diferentes historias, diferentes tipos de personas, y es el centro de lo que está sucediendo en el Mediterráneo con los nuevos fenómenos migratorios. Por lo tanto, es un territorio fértil para desarrollar el pensamiento contemporáneo y para actuar sobre la realidad contemporánea. Esperamos hacerlo también a través de la educación, además de con nuestro estudio de arquitectura. F: De pequeño, siempre me sorprendió que Sicilia estuviera en el centro de todos los mapas del mundo. Pero es algo real, y se siente real. Empezando por las plantas que vienen de todo el mundo y pasando por las muchas influencias que se pueden encontrar en esta isla. ¿Puede el Mediterráneo ser el centro de un «renacimiento» artístico y cultural? M: Por supuesto. Uno de los temas que más hemos desarrollado con los estudiantes de nuestros cursos «Made Program» está vinculado al territorio. Partimos de los estímulos y materiales de la isla y los revisamos con una mirada contemporánea. F: Por ejemplo, una estudiante hizo un proyecto sobre restos de mejillones. A menudo pensamos que son residuos orgánicos y los arrojamos al mar; pero no lo son, y demasiados residuos son perjudiciales para el ecosistema marino. Así que se le ocurrió una especie
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Left: CRCLR S/S 2021 Right: Pelotas Ariel
«No estamos aquí para ser extraños sin conexión con el territorio. Así que tratamos de interactuar con él en diferentes niveles, incluso con la escuela, en varios grados: trabajadores, investigación de materiales, proyectos. Sicilia es una isla muy estratificada. Es multicultural, con diferentes historias, diferentes tipos de personas». de reutilización de estos restos con los que hacer materiales de construcción, porque la cáscara de los mejillones es en realidad carbonato de calcio. Otro estudiante ha creado una especie de biopiel de algarrobo. Otros han investigado algunos gestos que podrían perderse: un estudiante escribió una tesis sobre los gestos de cómo se hace el pan, una especie de diccionario de hornear a través de los gestos de las manos, inspirado en Bruno Munari. Mafalda es de Portugal, Francesco de Sicilia, pero ¿es la cultura portuguesa una cultura mediterránea? M: Buena pregunta. Para mí es una mezcla de cultura mediterránea e influencias nórdicas y atlánticas. Sin embargo, la base multicultural es un aspecto en común con Sicilia. F: La influencia del mar está ahí, con el Atlántico, con las conexiones de Noruega a Francia, y también un estrecho vínculo con África del Norte y América del Sur.
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Cada verano, la escuela «Made Program» ofrece talleres para estudiantes internacionales: Made Labs. En el verano de 2020 no se han podido celebrar, pero el tema elegido, «Scarcity» (escasez) es extremadamente contemporáneo. M: Sí, fue perfecto. Y se refleja en varias facetas como la política, la económica o la arquitectónica. Fue una invitación para que diseñadores y gente creativa estudiaran las posibilidades autónomas del territorio siciliano. F: La escasez de recursos es una cuestión clave, no solo para los arquitectos y los diseñadores, sino para todos. Y debería ser el centro de la atención de todo el mundo. Otro de vuestros interesantes proyectos se llama «Piedi Liberi. Tactical Urbanism Proposal» (Pies libres. Propuesta de urbanismo táctico), un intento de crear más zonas peatonales en la ciudad quitando espacio a los coches y aparcamientos.
F: El proyecto es una planificación urbana táctica; replantearse con un presupuesto ajustado lugares o intersecciones que hasta entonces no se veían como lugares con potencial. Pero no en el casco antiguo. Siracusa es una ciudad extraña porque su centro histórico es una isla. Así que a menudo hay una tendencia a separar Ortigia de Siracusa. Y es absurdo. Ortigia es Siracusa; de hecho, durante muchos años Siracusa fue solo Ortigia. Pero, para mucha gente que viene de fuera, el punto focal es solo Ortigia, o se cree que es una entidad separada, como si Siracusa fuera la parte en la tierra y Ortigia la parte en el mar. Pero al mismo tiempo todo lo que está fuera de Ortigia necesita más atención, porque los lugareños viven allí. M: El proyecto nació de la idea de implicar a las comunidades que viven en los alrededores de estas futuras plazas. Comienza delimitando áreas que no eran peatonales para transformarlas en áreas peatonales y dar a la comunidad la oportunidad de recuperar ese espacio.
F: El objetivo final es tratar de convencer a más personas de moverse a pie, y no en coche. Y después del bloqueo que ha marcado el año 2020 y la creciente necesidad de mantener un distanciamiento social, el concepto de la plaza puede volver a ser arquitectónicamente el elemento central de las ciudades del futuro. M: La plaza se ha revalorizado mucho, como todos los espacios públicos. Pero sobre todo es un elemento fundamental de la arquitectura mediterránea. Siracusa está rodeada por el mar. ¿Cómo vivís en esta frontera? F: Para mí, el mar no es una frontera, sino un enlace. Si hay mar, hay una posibilidad de conexión, uno puede ir en todas direcciones desde el mar. M: El agua es un territorio real, como la tierra, con su morfología, su flora, su fauna.
«Siracusa es una ciudad extraña porque su centro histórico es una isla. Así que a menudo hay una tendencia a separar Ortigia de Siracusa. Y es absurdo. Ortigia es Siracusa; de hecho, durante muchos años Siracusa fue solo Ortigia. Pero, para mucha gente que viene de fuera, el punto focal es solo Ortigia». 128
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THE WALKING SOCIETY
Un recorrido por Sicilia es una inmersión profunda en el patrimonio mediterráneo. SICILIA
Favignana, Levanzo, Marettimo y Formica se iluminan con el último resplandor rosado que desciende sobre el mar. Parece como si se pudiera nadar hacia ellas en unos minutos. Pero es una ilusión. En realidad están mucho más lejos y los últimos ferris navegan entre los puertos, cruzando el mar en calma. O tal vez sí se pueda llegar allí. Bastaría con ir despacio y tener paciencia. Aquí, con tiempo, cualquier cosa es posible.
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Edición y creación Alla Carta Studio Directora artística de la marca Gloria Rodríguez Revista Fotografía: Osma Harvilahti Escenografía: Aapo Nikkanen Ilustraciones: Michele Papetti Redacción: Davide Coppo Vídeos Dirección: Fele La Franca Editor: Luca Lo Nigro Cinematografía: Andrea Nocifora Ingeniero de sonido en directo: Gianluca Donati Música: Luis Luft, Dirt O’Malley Asistente de dirección: Angelo Maniscalco camper.com © Camper, 2021
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Drift S/S 2021