Los hombres sombra

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Los hombres sombra

Por Candy Von Bitter


Los hombres sombra

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Los hombres sombra

Por Candy Von Bitter


Los hombres sombra

Primera parte

Desde siempre Noir supo que no era igual a los otros niños en el orfanato. Esto no se hizo tan evidente como cuando leyó en una novela de casualidad la palabra “noir” e incluso antes de conocer su significado creyó que ninguna otra sonaba mejor en sus oídos. A partir de ahí insistió en que se le llamara de ese modo. ¡No más Albert, él era Noir!

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Al principio los mayores quisieron tomarlo por un capricho infantil, fugaz, pero se rindieron al ver que continuaba incluso en la adolescencia. Bueno, qué más se podía esperar de un niño que jamás jugaba con los otros en el parque y observaba el mundo desde una esquina, negando invitaciones.

Su único amigo era un chico al que se evitaba cual peste, porque creían que la marca roja en su rostro con la que había nacido era síntoma de una enfermedad contagiosa. Debido a su naturaleza tímida y constitución débil, al crecer ya poco importaba si enfermaba o no estar cerca suyo, ya que a nadie más que a Noir le interesaba su compañía.

En esos tiempos instalar cámaras de seguridad o tener un ojo atento sobre cada cabeza eran imposibles, por lo que si los dos jóvenes decidían salir a la biblioteca de la ciudad y quedarse ahí hasta la mera hora de la cena, o incluso un poco más tarde, estaba bien para los encargados.

Vivían en una ciudad segura, confiable, donde el habitante más viejo era su mayor celebridad, y con un par de centavos se podían comprar batidos de chocolate en Bar´s Joe. Incluso tenían sus leyendas para contar a la luz de las llamas en los campamentos anuales, cuando la mina yace silenciosa y parece increíble que hayan debido clausurarla por una serie de sucesos desafortunados, involucrando muertos y desaparecidos.

Sólo un superviviente, un hombre tuerto, vio las figuras responsables en el medio del acto de merodear las casas de los mineros. Eran altos, delgados, con cuchillas insaciables en lugar de dedos, y ninguna expresión. Sombras gigantes, letales, horribles, infernales, llevándose a sus compañeros a las entrañas de la tierra. El hombre intentó salvarlo, pero era demasiado tarde.

¡Ahora venían por él! Corrió a la superficie y preparó los explosivos en los puntos exactos.

Un gran boom hizo llorar a los bebés en sus cunas. Las criaturas no volvieron a salir y, según se dice, ninguno de los hombres que aún quedaron sufrió más torturas.

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La mayoría de los muchachos se fueron a acostar tras que el encargado apagara el fuego. La luna llena vio a dos de ellos escurrirse por una ventana y perderse en la espesura. Uno de ellos agarró a su compañero y dijo:

—Deberíamos volver. No me gusta este sitio.

El otro, con la mancha en su rostro más roja por la emoción, se zafó de su amigo.

—No. Siempre he sabido que no pertenecía aquí, que mi sitio estaba en otra parte. Cuando empezamos a investigar sobre las sombras y que a veces continuaban yendo a la superficie, sabía que significaba algo. Siento que me llaman, como si me susurraran al cuerpo. Debo ir. Vuelve tú si quieres.

Noir insistió a oídos sordos. Sentía que algo irreparable iba a suceder. Al final llegaron a la entrada de la mina y no fue sorpresa hallar una entrada perfectamente redonda más adelante. Noir quiso hacer un último intento de echarse atrás, con iguales resultados.

Su amigo estaba sumergido en un éxtasis incomprensible. Sueños de familia, pertenencias y sitios donde sí valorarían sus cualidades iluminaban su rostro, tal como lo hacía en la biblioteca. La linterna le mostró el interior. Un crujido.

Cuando las sombras vinieron, Noir abrió la boca pero no gritó. La fuerza oscura que él intuyó desde el inicio salió de él, respondiendo al llamado al que deseaba evitar, envolviendo su cuerpo. Recordó cada momento feliz de su vida en un flash intenso: la muerte de aquel gato que ahogó en el lago, la mirada del chico que cayó en el pozo y todavía se creía desaparecido, la vez que puso pedazos de vidrio roto en la comida de la enfermera. ¡Qué divertido cuando chillaban, cuando miraban sorprendidos e idiotas, ese olor exquisito de la sangre y carne, la sangre y el aliento, la piel y los huesos descubiertos! Su sabor le llenó la boca desde la nariz. Delicioso. Miedo. Iba a explotar. ¡Iba a estallar de tanta alegría!

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Abriendo los ojos, vio sus manos húmedas y un brillo apagado. Agarró la linterna y enfocó lo que quedaba de su amigo, cuya mancha de nacimiento ya no era lo único rojo en su rostro. Las sombras miraban desde las paredes. Una de las más altas salió de una roca y se acercó. Era el que con más ansias lo había estado esperando y, al sentirlo entrar en contacto con su mejilla, suave, delicadamente, Noir supo por qué.

Cuando la sombra abrió la boca llena de picos puntiagudos, Noir suspiró mientras su corazón se agrandaba en su pecho, lleno de todo aquello de lo que había oído hablar pero nunca experimentado hasta ahora. Era mucho más horrible y hermoso de lo que pudiera haber imaginado.

—Padre —susurró, antes de aceptar su beso posesivo.

En medio de un mutuo abrazo frenético, el resto de la familia los rodeó, dándole la bienvenida.

Segunda parte

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Después de la misteriosa desaparición de su amigo, el campamento fue inmediatamente cancelado y debieron regresar a sus casas.

En medio de la noche, cuando incluso las institutrices le daban rienda suelta a sus sueños, Noir los veía introducirse por la ventana.

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Pasaban encima de los otros chicos, poniendo muecas de desagrado en sus rostros como si tuvieran violentas pesadillas, hasta deslizarse por los contornos de su cuerpo que la sábana cubría.

Al principio, sólo por un instante, temió que los otros vieron los avances de su padre, sobretodo cuando éste le quitó el pijama y envolvió sus piernas desnudas. Pero el momento pasó y supo enseguida que padre no permitiría que nadie despierto los viera.

La ocasión, como todas las que faltaban por venir, sería sólo de ellos. La unión tenía que ser total, íntima, para poder escuchar sin trabas las voces secretas.

Aprendió entre susurros la historia de la familia.

Cómo por años han estado rondando el pueblo y tomando posesión de las mujeres, algunas de la calle en forma de clientes, otros en formas de maridos que no encendían las luces.

Él no era el primer resultado de esas uniones, pero sí el único en un largo tiempo que sucumbía a su otro lado. El resto prefirió hacer caso a su herencia materna y huir del pueblo, escapar de aquello que sus mentes sabían en lo profundo pero se negaban a sí mismos porque intuían, de forma indudable, que ese sería un camino sin retorno.

Tras meses de charlas silenciosas, Noir entendió el significado de cambio irreversible al verse en el espejo. ¡La mitad de su cara había desaparecido! Las sombras se extendían como humo de un incendio más allá del contorno de su cabeza. Su ojo, azul por su madre, se había teñido de un rojo puro e incandescente. Se sonrió a sí mismo mientras padre llegaba por detrás, le ponía la mano en el hombro y separaba su boca sin labios para hablar.

—¿Sientes miedo de la oscuridad, pequeño?

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—No. ¿Por qué tendría miedo? Esto es lo que soy.

Noir oyó el orgullo de su voz y las inmensas decepciones que lo alimentaban. Padre le indicó cómo disimular frente a los otros. Llegaría el tiempo en que pudiera mostrarse al completo y andar libre bajo la luna eterna, pero mientras tanto debía esperar, debía ser paciente. Noir probó sus dientes afilados y la lengua viperina antes de prepararse para la escuela.

Ahí le dieron dos opciones: aceptaba la tutoría o iba a escuela de verano. Su tutor resultó un compañero de su curso, admirador de los Beatles. No sabía por qué nunca habían hablado antes, pero una vez empezaron fue sencillo agarrarle el gusto. Ambos idolatraban a Vincent Price y no cansaban de las películas basadas en las historias de Poe.

Llegaron a compartir tanto tiempo juntos que Noir casi se olvidó por completo de su viejo amigo. Cuando la escuela fue a una exhibición de artefactos egipcios antiguos, permanecieron lado a lado a lo largo del recorrido.

Entre momias, envases de cerámica pintada y jeroglíficos, había una joya en especial que a Noir le llamó la atención. Del color del jade, nacía del cuerpo de un escarabajo dorado. Según la leyenda, como dijo su guía de forma pomposa, aquella piedra fue encontraba a orillas del río Nilo cuando el faraón salió de paseo.

¿De dónde salió?, nadie sabía, pero desprendía un brillo tal que la esposa del gobernante la quiso para sí. Ese mismo día se la engarzó para que la llevara orgullosamente en su cuello. Pero la tragedia esperaba, pues en el momento en que la tuvo en sus manos todas las luces del palacio se apagaron y una terrible tormenta como ninguna otra asoló Egipto. Las vidas perdidas, incluyendo las de la esposa del faraón y su primogénito, se perdieron de una forma misteriosa que los pocos registros disponibles no especificaban.

Esa noche, reconociendo el contacto misterioso de unas manos cálidas, Noir abrió las piernas, dispuesto a entregarse una vez más. Y padre por primera vez le contó acerca de los orígenes de su especie.

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Ellos se crearon a partir de las primeras civilizaciones, antes de la primera pirámide, formados a partir de todo lo que los seres humanos eran pero rehuían. Cada vez que uno moría por la maldad ajena volvía como una sombra. Su destino parecía ser pasar la existencia como recuerdos amargos sin materia, a lo cual se habían resignado, hasta que alguien asesinó al hermano de un viejo alquimista y este decidió emplear sus conocimientos en recuperarlo.

Tras largos años consiguió crear la primera Piedra Filosofal, pero los resultados no fueron los esperados. Atrajo a su hermano, sí, pero junto a ellos sus cuerpos adquirieron forma y fuerza. Su mera presencia causó la liberación de todos los deseos ocultos, desde lo más simples a lo más bajos y grotescos.

El alquimista, al ver las consecuencias de lo que había hecho, fundió la piedra y arrojó los pequeños pedazos al mar. Pedazos que tiempo después una mujer decidiría unir para llevar de adorno. Una segunda venida, más satisfactoria que la anterior por la mayor cantidad de víctima. Pero duró todavía menos que la anterior: los viejos brujos, versados en las artes de los muertos, los vivos y muchos asuntos en medio, idearon la manera de separar la influencia de la piedra y condenarlos a ellos a su forma básica en el corazón de la tierra. Cerca de donde la mina fue creada.

Noir lloraba al final de estas imágenes, incapaz de creer cuánto dolor y problemas habían pasado sus ancestros en el pasado. Tan solos, golpeados y perdidos sin que nadie lo supiera. Padre limpió con cuidado cada gota.

—Necesitamos esa piedra, pequeño. Es lo único que nos permitirá regresar. ¿Vas a ayudarnos?

Noir cabeceó, aferrándose a la figura oscura.

—Sí. Los ayudaré.

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Tercera parte

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La luna comenzó a llenarse cuando Noir le habló a su tutor de entrar al Museo cuando nadie estuviera cerca. Llegados a ese punto de su amistad, Noir aprendió a detectar las emociones enterradas en lo profundo de ese rostro anodino.

Era bueno en la escuela porque sus padres eran muy insistentes al respecto, pero lo que él de verdad quería era salir de la casa y pasarla afuera como otros adolescentes. Una oportunidad para ser rebelde. Para salirse de las reglas y hacer lo inesperado. Costó convencerlo de que entrar y dejar a las momias cubiertas de papel higiénico no iba a costarles mucho tiempo, mucho menos una reprimenda, pero al fin lo consiguió.

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Fijaron la fecha.

Mientras él vigilaba en busca de guardias de seguridad, Noir dejó que la oscuridad consumiera y deformara su mano hasta el punto en que parecía una larga cola de rata, lo suficientemente versátil para meterla por la cerradura de la salida de emergencias. Entraron. Arrojaron tanto papel como pudieron y, cuando su amigo le dio la espalda, Noir agarró una estatuilla para darle un golpe a la nuca.

No pretendía matarlo y no lo mató, pero quedó inconsciente en el suelo. Con esa misma antigüedad rompió el cristal que protegía al escarabajo, tomándolo de su lecho de terciopelo. Un guardia con linterna amenazó disparar si no lo bajaba.

Noir levantó las manos, subió un pie detrás de la pierna contraria y a través de la oscuridad permitida por su propia sombra llegó hasta el tobillo del hombre, haciéndolo caer. Le cortó el cuello de un rápido movimiento de su mano transformada en espada.

Empleando una fuerza que ni siquiera hubiera creído posible unos meses atrás, cargó a su amigo hasta las minas. La luna estaba en su punto más alto. No tenía mucho tiempo que perder. Dejó su carga en el suelo y presentó el escarabajo a la familia.

—Con esta ofrenda, me ofrezco como su portador –Se acercó a su viejo tutor, quien recién entonces despertaba. Al principio debió tomar como un sueño la transformación que se sucedía frente a sus ojos—. Su vida por el privilegio de llevar las suyas. La llave entre su mundo y este será mi cuerpo. Para llevar adelante con nuestra raza, para perpetuarla hasta el fin de los tiempos.

—Oye, oye ¿qué estás haciendo? ¿Qué pasa?

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Padre se lo había enseñado. Las palabras, los gestos. Por ese único detalle final fue que protestó en el pasado, pero se resolvió cuando padre le aclaró que pasaría a agrandar a la familia.

Técnicamente no era matarlo.

Nunca dolía durante tanto tiempo como se temía. Sólo un verdadero hijo podía llevar el ritual a cabo. Las sombras saltaban por las paredes y se agitaban por la excitación. ¡Habían esperado durante tanto tiempo para volver a ver la luz del día y empañarla a esa maldita asesina! Estaban cerca de la extinción y ahora volvían a estar a salvo.

—¿Qué es lo que sucede?

Noir vaciló un segundo viendo su rostro pálido, la perfecta indefensión que manifestaba a través de cada músculo en su cuerpo, arrojado en el piso. Deseó decirle que iba a ser un placer tenerlo como hermano, pero acabó sabiendo que ese sería un comentario inútil, sin el menor significado para él. No tenía tiempo para hablar.

Lo mató rápidamente y en silencio, agradeciéndole por la ayuda dada esa noche.

El incendio del orfanato empezó en la madrugada. Nadie pudo salvarse, pero aún hubo quienes dijeron que fue una suerte. Todos los cuerpos aún estaban en sus camas al momento de encontrarlos, eso sin contar a los que se vieron movidos cuando el segundo piso, específicamente la habitación de los niños, colapsó sobre el comedor. La teoría era que debieron morir aspirando el humo negro, sin jamás enterarse de lo que sucedía. Cuando acabaron de contar vieron que, en efecto, eran todos.

De haber querido podrían haberse fijado que en la cama designada a Albert Guillier las medidas del cadáver eran superiores a las registradas en su historial médico, pero no había ningún motivo para semejante expedición.

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La tragedia, sumada a la inexplicable ausencia de un joven al que ni una vez se le vio salir de su casa tan tarde, tuvo a la ciudad angustiada y preocupada durante casi un año entero. La vida continuó, como suele hacerlo, y la gente acabó olvidándose del asunto.

En torno a las ruinas oscuras se levantaron nuevas leyendas, pero ahora sólo servían para espantar a los más pequeños. Los hermanos mayores les decían que mejor mantuvieran una luz prendida en la noche y no abrieran la ventana, no fuera que un monstruo oscuro viniera a llevárselos. Eso era absolutamente absurdo, desde luego.

Noir y su familia nunca tuvieron predilección por los niños. ¿Pero tú, que ya dejaste atrás la infancia? ¿Tú? Es difícil saberlo. Por si las dudas, mantén la luz encendida.

Otras obras de la autora Título: AntiOdio

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Resumen: No era tan difícil de prever, Clarice. Ese principio de que los opuestos se atraen tiene cierta validez después de todo. Por supuesto que él empezó. ¡Oh, pequeño tonto! ¡La clase de cosas que dices para no admitir que lo adoras! ¡Cállate! Nota: Este es un fanfic de Los padrinos mágicos, es decir, la mayoría de los personajes y el universo donde suceden son de Butch Hartman, no míos. Link de descarga: http://www.4shared.com/office/1oHyJcqs/AntiOdio.html

Título: Ilusiones

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Resumen: Una colección de relatos homoeróticos de la más variada clase. Desde el relato fantástico, la ciencia ficción, el cuento infantil y paseando entre microcuentos, el lector se verá colmado con las posibles variaciones que se pueden dar entre dos personas (o seres) del mismo sexo.

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Link de descarga: http://www.4shared.com/document/7mCbtQmw/Ilusiones.html

Título: Sangre dulce

Resumen: “Sangre Dulce” empezó como un roleo inofensivo para escribir sobre sexo y vampiros, pero acabó convirtiéndose en un proyecto que nos engendró a ambas creadoras un gran entusiasmo. Tilde Multrap es un vampiro de 500 años que inexplicablemente llega a la aldea de Pókaar y es atendido por el bravucón klowny Myrrot. Entre ambos empieza a desarrollarse una amistad bañada en tonos sangre desde el momento en que Myrrot le ofrece al otro su sangre para que se recompusiera y posteriormente le pide que se lo folle. Myrrot es un klowny que busca vengarse de su padre, Kyrriot, por haber abandonado a su madre mientras estaba encinta y junto a Tilde realiza su empresa soñada sobre Pierrot, su medio hermano, al obligarle a disfrutar de una tortuoso acto erótico. Sin embargo esto sólo crea problemas.

Jester, enamorado secretamente de Pierrot, inmediatamente sospecha quién es el responsable de la abominación y va enfrentarse con Myrrot presa de la más terrible ira. En el camino se topará con Tilde y lo que se dará entre ellos sólo será el comienzo de una nueva serie de problemas para muchos, y fuente de una gran desgracia para otros.

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Con deliciosos tintes góticos, de ciencia ficción y fantasía, confieso que he disfrutado mucho con esta historia. Les invito a leerla y disfrutar también con ella.

Nota: Esta obra fue creada con thayCVB. El universo de Pókaar y la mayoría de los personajes son de su creación. Mío es Tilde.

Título: El día de todos los malditos

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Resumen: Una recopilación de cuentos de terror para celebrar la única fiesta del año en que estar asustado es lo ideal. Link de descarga: http://www.bubok.es/libros/228815/El-dia-de-todos-los-malditos

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