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Edici贸n especial
Revista Centroamericana y del Caribe de Diversidad Sexual
Diversidad sexual en
Abya Yala (Primera parte)
Maldición de Malinche Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados eran los hombres barbados de la profecía esperada. Se oyó la voz del monarca de que el dios había llegado y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado. Iban montados en bestias como demonios del mal iban con fuego en las manos y cubiertos de metal. Solo el valor de unos cuantos les opuso resistencia y al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza. Porque los dioses ni comen, ni gozan con lo robado y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba trabado. Y en este error entregamos la grandeza del pasado y en ese error nos quedamos 300 años esclavos Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero. Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestra riqueza por sus espejos con brillo. Hoy, en pleno siglo 20 nos siguen llegando rubios y les abrimos la casa y los llamamos amigos. Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero. Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestra riqueza por sus espejos con brillo.
Pero si llega cansado un indio de andar la sierra lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra.
Tú, hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo.
Oh, Maldición de Malinche, enfermedad del presente. ¿Cuándo dejarás mi tierra, cuándo harás libre a mi gente?” Gabino Palomares https://www.youtube.com/watch?v=eyUwolkWINk&list=RDeyUwo lkWINk
Lesbitgay, con el auspicio de HIVOS, la colaboración de COMSOL y la investigación de Roger Castillo Barquero, Génesis Santiago Cruz y Héctor Fallas, tiene el agrado de presentar la revista: Diversidad Sexual en Abya Yäla Este aporte tiene por objetivo contribuir a una total descolonización de nuestros cuerpos para el libre disfrute de la sexualidad. Presentamos los resultados de investigación en dos partes. En la primera revista abordaremos la sexualidad masculina y en segunda edición el papel analizaremos la sexualidad femenina.
"Este Dios verdadero que viene del cielo solo de pecado hablará, solo de pecado será su enseñanza. Inhumanos serán sus soldados", (Prolecla de Chumayel y Tizimin)
Seres mágicos
Abya Yala fue el nombre con el que el pueblo Kuna de Panamá y Colombia denominaban al actual continente Americano, antes de la invasión de los colonialistas europeos. A la llegada de los españoles a Abya Yala, los colonizadores encontraron en estas tierras una gran diversidad de prácticas sexuales, desarrollándose todas en un ambiente de respeto y dignidad, pues los modelos de tradición histórica existentes en estas sociedades, no condenaban al individuo por ningún tipo de práctica sexual aceptada socialmente. Las crónicas escritas entre los siglos XV, XVI y XVII, dan fe de la presencia en el suelo de Abya Yala de todas las variantes de la homosexualidad, sin que estas fueran vistas con algún desprecio o repulsión. En los pueblos originarios de lo que hoy se conoce como América del Norte a las personas sexualmente diversas se les consideraba como un tercer y cuarto género, más intuitivo, sabio y habilidoso. A los niños homosexuales se les enseñaba los trabajos de los "dos espíritus", como ser curandero, artesano o narrador así como el dominio de los poderes místicos y psíquicos. En Centroamérica y las islas del Caribe, los homosexuales eran considerados como mágicos, dotados de poderes sobrenaturales y su cercanía era augurio de buena suerte. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo con todos los prejuicios imaginables nos cuenta, que fue testigo de cómo en busca de protección y ayuda divina, los pobladores "traían por joyel un hombre sobre otro en aquel acto de Sodoma, hecho de oro de relieve". Durante la acción evangelizadora de fray Bartolomé de las Casas en México, este prelado observó que la orientación sexual de los hijos, jamás fue un conflicto ni un motivo de remordimiento para los padres aztecas. En sus crónicas el religioso cuenta con asombro como en estas regiones cualquier hombre que quisiese podía ser hija, y así, los padres "le vestían de mujer le enseñaban artes, le buscaban marido y le casaban"
En los pueblos originarios cada grupo indígena concibió la sexualidad de acuerdo con los parámetros establecidos en su cultura. En el Reino de Nueva Granada los caudillos desnudos promovían las relaciones homosexuales entre sus seguidores y por supuesto, esto escandalizó al cronista fray Pedro Simón quien indignado sentenció a todas estas naciones por haber "caído en el pecado nefando". Al describir la organización de los Incas, el cura doctrinero fray Gregorio García no pudo pasar por alto la rabia o la envidia de informar sobre la existencia de prostíbulos masculinos dedicados a atender a hombres. Así mismo, la crónica de Pachacuti Yamqui comunica, que en tiempo del Inca Lluque Yupanqui "habían sido criados varios muchachos para que atiendan sexualmente a los soldados de guerra". En el imperio incaico, los prostitutos fueron muy populares y su servicios sexuales muy bien pagados por los hombres. Se los conoció con el nombre de pampayruna que significa hombre sagrado. Es decir que la oferta sexual estaba ligada a los cultos de la fertilidad y el placer y no al pecado como le llamaban los invasores. Incluso, en la tradición religiosa se consigna la presencia de dioses que tenían los dos sexos o practicaban relaciones homosexuales.
En el nacimiento de Amaro Ttopa, heredero del trono del Cuzco, la crónica informa, que para celebrar el acontecimiento desde las zonas boscosas del Tahuantinsuyo fue trasladado al Cuzco el dios Chuqui Chinchay "guarda de los hermafroditas e indios de dos naturas". Esta narración es la que mejor en dar a conocer la fuerza que tenía en los Andes el concepto de un creador andrógino, pues coloca a Viracocha en la cúspide del orden cosmológico, sugiriendo la dualidad sexual de este dios que incorpora a su naturaleza las fuerzas ocultas que cada género representa. Las crónicas de Pedro Cieza de León entregan datos de un tipo de homosexualidad religiosa, cuando nos informa que "cada templo o adoratorio principal tiene un hombre, dos o más según el ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres, y con éstos casi por vía de santidad y religión tienen su ayuntamiento carnal los señores y principales". Los pueblos originarios debieron pensar también que los sacerdotes y frailes también se vestían trajes femeninos pues portaban hábitos y celebraban sus ritos con albas y casullas y sus obispos utilizaban mitras, todos ropajes que hoy se consideran muy femeninos. La descripción de Cieza de León detalla como en las grandes fiestas religiosas, con los prostitutos sagrados sólo podían tener relaciones sexuales los hombres más ilustres y respetados, en una mezcla de religiosidad y reconocimiento social. En este punto la crónica es casi una copia textual de la narración que hace fray Bartolomé de las Casas sobres las prácticas homosexuales de los Aztecas. Según los conquistadores, en Apurímac el ídolo al que se rendía culto hablaba, tenía senos y le vestían con enaguas. Por los infinitos poderes que le atribuían, todo hombre para visitar su santuario debía de vestirse de mujer, y al aproximarse a la deidad en señal de sumisión estaba obligado a cubrirse los ojos y generalmente tembloroso y lleno de emoción, se arrodillaba con la cabeza apoyada en el suelo y levantaba los glúteos, según Bernabé Cobo en "posición indecente y fea".
Domingo de Santo Tomas cuenta que entre los serranos las prácticas homosexuales estaban cobijadas por una especie de santidad.. Los Incas tuvieron mucho afecto por las mujeres cuya desenvoltura en el trato social fuera varonil, pues gozaban de muchos privilegios, podían participar en combates, tenían la posibilidad de mantener relaciones sexuales libremente y de participar en la toma de decisiones. Por el historiador Agustín Zárate, conocemos la existencia de una provincia exclusiva de mujeres que sólo consentían hombres con fines reproductivos, y cuando éstas tenían hijos, éstos eran enviados para ser educados por sus padres. El segoviano Antonio de Herrera y Tordesillas asegura que en algunas etnias las mujeres asumían definitivamente papeles masculinos, así por ejemplo entre los naturales de Brasil, " algunas mujeres dejan los ejercicios de mujeres, imitan a los hombres, se cortan como ellos los cabellos, van a la guerra y a la caza con arco y flechas". Lamentablemente los textos que se conservan sobre el respeto a la diversidad sexual de los pueblos originarios solo reflejan la posición de los invasores que llegaron al continente con demasiados prejuicios moralistas y tenían en su mente la aberrante posición de que a quien no se convertía al cristianismo era mejor arrancarle la vida, para salvarle el alma.
Arrancar la vida para salvar el alma
Los sacerdotes y clérigos que llegaron a Abya Yala venían con la plena convicción de que la religión católica debía imponerse aunque fuese a sangre y fuego. Pero, además de ese “espíritu de cruzada” generado por la Contrarreforma, los conquistadores y sacerdotes trajeron al continente la intolerancia étnico-religiosa heredada de la “Guerra de Reconquista” española contra los musulmanes (moros), concluida apenas tres décadas antes de que Cristóbal Colón tropezara por casualidad con tierras que ignoraba que existieran pues su objetivo era realizar un viaje al Catay y al Cipango (nombre con el que los europeos conocían a China y a Japón). Con esa convicción, frailes y clérigos de varias órdenes religiosas llegaron junto con los soldados de la conquista y contribuyeron con su prédica y asesoría espiritual a justificar todos los excesos de la dominación colonial, con muy pocas excepciones, como la de Pedro Claver que abogó por el respeto a los indios y a los negros, respectivamente.
Doble moral religiosa Hubo una doble moral en los religiosos de casi todas las comunidades eclesiásticas, puesto mientras predicaban a la sagrada labor de redimir las almas de los “salvajes”, se aprovechaban de su trabajo, de sus tierras y de sus mujeres e hijas, prometiéndoles el premio de un paraíso nebuloso a cambio de sus sufrimientos en la tierra. Sin embargo, según algunos historiadores, de estos desórdenes “de la carne” se salvaban los jesuitas, quienes estaban demasiado ocupados en aumentar las riquezas y bienes terrenales de su comunidad. El cronista indígena, Felipe Guamán Poma de Ayala, en 1615 escribió un desgarrador testimonio de la conducta inmoral de los funcionarios y sacerdotes españoles: “Las dichas justicias y corregidores y padres de las doctrinas y tenientes de las ciudades y villas y provincias de este Reyno, con poco temor de Dios y de la justicia, andan rondando y mirando la vergüenza de las mujeres casadas y doncellas y hombres principales. Y andan robando sus haciendas y fornican a las casadas y a las doncellas las desvirgan. Y así andan perdidas y se hacen putas y paren muchos mesticillos y no multiplica los indios. ( Nueva Crónica y Buen Gobierno” – Poma de Ayala. ) En otra parte agregó Poma: “Los dichos padres de las doctrinas tienen unas Indias en las cocinas o fuera de ella que le sirve como su mujer casada y otras por mancebas en ellas tiene veinte hijos, público y notorio. Y a estos hijos mestizos les llama sobrinos y dicen que son hijos de sus hermanos y parientes”.
Finalmente, incluyó entre sus testimonios el sermón de uno de aquellos clérigos, que usaba el púlpito para preparar anímicamente a las víctimas de su lujuria: “Si un mulato te forzara, darías a luz un indio mitayo. Pero si un español te fuerza, das a luz a un niño muy bonito ( Poma de Ayala, Tomo II, p.538 ) La conducta de los religiosos y sus prédicas influyeron posteriormente en las aborígenes, quienes empezaron a aceptar y aún a buscar relaciones con los españoles, con la esperanza de que sus hijos mestizos no tuviesen que tributar al monarca y pudiesen tener acceso a una vida mejor.
Pecado nefando versus sexualidad plena
Cuando los conquistadores llegaron a Abya Yala, su mente estaba impregnada de condenas en contra de la sexualidad. Y en el caso de los españoles los estigmas estaban doblemente grabados pues la recuperación de sus territorios en manos de los árabes los llevó a identificar la homosexualidad con el islanismo y por ende con la herejía.
De acuerdo a esa concepción religiosa moralista el hombre cometía pecado contra la naturaleza cuando tenía relaciones sexuales anales. Por eso el pecado nefando contra la naturaleza constituía en "cualquier acto homosexual que pusiera en peligro la reproducción y a la posibilidad de la colaboración del hombre con Dios".
Frente a culturas que tenían un amplio criterio sobre la sexualidad, su comprensión que quedó muy corta y acudieron a la figura moralista del "pecado nefando", que hoy conocen los fundamentalistas religiosos como "pecado contra natura", o "pecado contra la naturaleza".
En 1550 Antonio Gómez, un casuista de Castilla, había argumentado que el hombre cometía el "crimen y pecado contra la naturaleza" cuando "realizaba el acceso carnal sin pretender el coito normal y la regeneración de su especie".
Para Gómez los homosexuales cometían el "abominable y detestable crimen de sodomía contra natura, el más grave de los crímenes, más grave todavía que la herejía, y como tal la máxima ofensa a Dios y la naturaleza". Y por tanto era merecedor de la pena de muerte y la confiscación de todos sus bienes. Este argumento aceptado y generalizado en la religiosidad popular de los españoles, sumado a un decreto (pragmática) del 22 de agosto de 1497 promulgada por los Reyes Católicos donde se ordenaba que los homosexuales se quemaran vivos y se les confiscara sus bienes, y la posterior autorización del Papa Clemente VII de 1524 de perseguir a los "sodomitas", independientemente de si eran herejes o no, fueron la justificación que cayeron como anillo al dedo para que los conquistadores combatieran todas las prácticas sexuales no aceptadas por la corona española y despojaran de sus bienes a los pueblos originarios. Pero como las condenas no se quedaban en los actos homosexuales, prácticamente todas las prácticas sexuales de los aborígenes de Abya Yala fueron censuradas y castigadas. Pues uno de los teólogos más reconocidos en Castilla y León, Fray Bartolomé de Medina argumentaba que "si la mujer se situaba en la parte superior y el marido en la inferior, estaban en una posición fuera del orden natural de las cosas". Para Medina, un hombre echado de espaldas durante la relación sexual generaba un acto carnal "antinatural y desordenado". De este modo, las relaciones sexuales diversas, los ritos religiosos de la fertilidad y del placer que incluían masturbación colectiva y el coito anal, fueron objeto de censura y castigo. Y un instrumento ideal para justificar las injusticias, el despojo de los bienes y el crimen contra cualquiera que se atreviera a oponerse al proceso de dominaciónevangelización. Una de las primeras actividades que desarrollaron sacerdotes y encomenderos en el continente fue la evangelización de sus pueblos, con este acto se lograba, borrar la memoria histórica de las civilizaciones originarias y su inmediata asimilación a la cultura hispánica.
El holocausto contra las personas sexualmente diversas se inició, no con los recientes crímenes de odio, sino con los crímenes de la conquista. Con la Biblia en una mano y la espada en la otra, los invasores despojaron a Abya Yala de todo. Prácticamente desaparecieron la escritura, las lenguas nativas, los adelantos científicos y tecnológicos, la astronomía, la artesanía y todo rasgo de cultura que los conquistadores percibieran como sospechoso de atentar contra la religión que impusieron.
Abya Yala no era una tierra falocéntrica la expresión artística de sus penes representa más bien el pacto de los hombres con la madre tierra y su fertilidad
Personas dos espíritus Los pueblos originarios de lo que hoy se conoce como Estados Unidos y Canadá también se caracterizan por llevar a cabo prácticas y formas de vivir la sexualidad, un tanto diferentes a la estructura sexual occidentalizada que no permite la diversidad, y que condiciona el cuerpo humano a los lineamientos que ofrece el binomio hombremujer. Según algunos relatos de los colonizadores con respecto a los hombres de estas culturas, “La mayoría de ellos se entrega a la sodomía…” (Bull, 1911, p. 100). De este modo, los originarios que poseían genitales con la misma anatomía y que se relacionaban afectiva y sexualmente entre sí (en ocasiones en el coito) en Estados Unidos y Canadá, fueron denominados “dos espíritus”. El término “dos espíritus” se acuña por estadounidenses nativos contemporáneos, desde una visión patriarcalizada en la cual sólo tiene cabida lo referente al binarismo de occidente que nos acompaña desde el proceso de colonización: masculino-femenino. Dicho término pretende reflejar lo masculino y lo femenino en un sólo cuerpo. No obstante, los “dos espíritus” eran, sobre todo, sodomitas profesionales para algunos colonizadores y militares. Tal como lo expresa el Baron de la Hontan cuando habla del pueblo Alévolo : “Tienen una desdichada inclinación hacia la sodomía, igual que los otros salvajes que habitan en las cercanías del Río del Mississippi” (Barón, 1974, p. 143). . El término “dos espíritus” es empleado por los colonizadores en aras de explicar la existencia de elementos que a los ojos de ellos aparecen como femeninos o masculinos. Sin embargo, puede ser más bien que la naturalidad de los cuerpos y los elementos que utilizaban los pueblos originarios no tenían el sesgo del patriarcado y por ende se expresaban de acuerdo al orden de las cosas que, a su vez era regido por el placer y los rituales de carácter sagrado en torno a la relación humana-naturaleza.
Los individuos dos-espíritus realizan las funciones sociales específicas en sus comunidades como curanderos, chamanes, narradores de historias orales, guerreros y guerreras, adivinos, alfareros, casamenteros, profetas, misioneros de paz, entre otros. Todos los cronistas coinciden en que las personas dos-espíritus eran muy apreciadas y consignan su existencia en los pueblos Sioux, Dakotas, Hurones, Navajos, Cheyennes, Alévolo, Sauk y los Fox, entre otros. Sin embargo, las descripciones están plagadas de prejuicios y condenas. Y en muchos casos sus juicios de valor son tan severos que resultan irrepetibles so pena de afianzar el machismo heteronormativo. Los invasores critican duramente la sodomía y el travestismo, pero los pueblos originarios debieron ver a los sacerdotes y clérigos como iguales pues vestían hábitos y sotanas muy similares a los trajes que usaban los dosespíritus.
Tenochtitlan y Yax Mutal Según la tradición oral, los Mexica fundarían una gran ciudad allí donde encontraran un águila devorando a una serpiente posado sobre un nopal. Esta escena la describieron los sacerdotes en un islote cerca del lago Texcoco y allí erigieron Tecnochtitlán, la capital de un imperio que se extendió desde el actual México hasta algunos territorios de Guatemala. A estas culturas se les conoció posteriormente como los Aztecas. Los Mayas, creados por los dioses a partir de una mezcla de maíz amarillo y maíz rojo según narra el Popol Vuh, ocuparon la costa norte de Yucatán y sus ciudades se extendieron hasta la desembocadura del río Usumacinta y el Golfo de Honduras. Su principal capital fue Yax Mutal, luego conocida como Tikal y tenían jurisdicciones o naciones mayas en Itzá, Xiú, Ki'che', Kek'chi, Pokom'chi', Ixil, Chortí y Petén.
El estudio de la diversidad sexual se remonta a la época en que florecieron las cultura Mexica, posteriormente conocida como Azteca y la Maya, pues dentro de la dinámica que se desarrollaba en las mismas, se logran evidenciar prácticas sexuales que escapan de la actual burbuja binaria. Es decir, las sociedades prehispánicas no contaban con la presión que le pueda ejercer un sistema hetero-normado y patriarcalizado. Para los investigadores resulta necesario hablar acerca de las sexualidades prehispánicas, en las cuales constatan que se efectuaban prácticas erótico afectivas muy diversas. Esas prácticas rompen con lo que hoy a menudo suele censurarse por la intervención de prejuicios colonizadores. Por ejemplo, la cultura totonaca, donde la “sodomía” estaba totalmente permitida, ya que no era percibida tan siquiera de esa forma, pues el término sodomía connota religiosidad judeo-cristiana, impuesta a partir del proceso colonizador que se ha extendido hasta nuestros días. También algunos relatos de los colonizadores españoles sobre las poblaciones autóctonas, dejan rastro de que en efecto, existían prácticas sexualmente diversas; por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo al final de su obra referente a la conquista de México, escribió: «.. eran los más dellos sométicos, en especial los que vivían en las costas y tierra caliente, en tanta manera, eran muchachos a ganar en aquel diabólico y abominable oficio.» (Del castillo, 1992, p. 898). De este relato se puede extraer el sentido moral cristiano que sataniza las prácticas y formas de vivir las sexualidades prehispánicas, en las cuales el placer figuraba como parte natural y espiritual del ser humano y la ser humana, sin restricciones de carácter hetero-normativo.
Los hijos de Xochiquetzal En los pueblos mexicas, la vida común llevada por los adolescentes en los templos-escuelas, llamados telpochcalli (casas de los jóvenes), provocó acusaciones por parte de fray Bartolomé de las Casas: “los mancebos que había en los templos cometían unos con otros el nefando pecado”. Fray Bartolomé se refiere a las prácticas sexoanales como nefando pecado, y deja en evidencia que los jóvenes originarios de las “indias” se relacionaban entre sí para obtener placer, lejos de la reproducción sexual, que tanto ha impuesto la colonización a lo largo de la historia. No obstante los aztecas también contaban con sus propias deidades espirituales que, reflejaban parte esencial de sus prácticas y comportamientos dentro del grupo en que se organizaban. Por ello, la sexualidad juega también un pilar importante en la divinidad prehispánica para la cultura Azteca. En el Códice Vaticano N° 3738 se constata que en el Panteón Azteca existía la Diosa “Xochiquetzal”, divinidad hermafrodita, protectora del amor y la sexualidad no procreativa. De este modo, Xochiquetzal representa el amor en sus dimensiones diversas, y sin limitaciones por la naturaleza de los genitales biológicos. Simboliza el placer y amor de la sexualidad. Además carece de los roles de género dentro de la sexualidad, pues involucra los elementos de la naturaleza humana en un mismo cuerpo, y los traduce en protección del amor.
Los hombres de maíz
Para los Mayas la sexualidad estaba estrechamente vinculada con todo lo referente a la naturaleza y el medio ambiente: el mundo, así como su orden y funcionamiento. El deseo y el placer sexual formaban parte de los ritos de la guerra y la religión. Pues la espiritualidad estaba fundada, entre tanto, en el placer de la sexualidad; una sexualidad no mediada por valores ajenos a los suyos. La concepción de la sexualidad en los mayas carece de distinción de género para poder obtener placer sexual. Por ejemplo, la diosa Luna, siendo una fuente de creación, puede ser de ambos sexos (intersexual). Su identidad con el todo que los rodea impregna cada aspecto de su cultura y su sexualidad con esta adoración a la deidad, realizada por seres humanos, más allá de sus genitales y características anatómicas. Asimismo se han encontrado evidencias palpadas en Tunich (Casas de piedra) en el Petén, Guatemala, donde se observó sobre sus paredes una imagen de dos hombres mayas abrazados de frente en un preludio de acto sexual. La imagen encontrada en Guatemala así como en otros lugares de la región indica la naturalidad con la que los originarios y originarias vivenciaban sus prácticas rituales con personas que poseían igual o diferente genitalidad. La sexualidad no estaba vinculada con lo que se llevaba entre las piernas, sino con los deseos e impulsos más innatos al ser humano y la ser humana: el placer.
De este modo, dentro de la sociedad maya, lo que conocemos hoy día como homosexualidad era una práctica común, natural e incluso venerada; principalmente entre los jefes, sacerdotes y guerreros, quienes representaban figuras de poder para el grupo con el que compartían (Gastelum, 2007) Sin embargo, de acuerdo a Mario Humberto Ruz en su obra, " La semilla del hombre: fertilidad y sexualidad entre los mayas contemporáneos", las formas culturales que jugaron en el proceso reproductivo y de placer dentro de las relaciones sociales entre los mayas prehispánicos, tuvieron sus variaciones de acuerdo al espacio y el tiempo, ya que los mayas no constituyeron un conglomerado único, sino que cada ciudad era en sí misma organizada de manera independiente.
En otras culturas como los nahuas, y los mexicas, veían en el placer sexual un sentido divino, similar al alimento, a la alegría, al vigor vital y al reposo cotidiano. Era cuestión de moderar el disfrute de aquel regalo como se hacía con cualquier otro bien concedido por los dioses. Más nunca se limitó la sexualidad humana por restricciones de carácter religioso, en cuanto a lo referente al erotismo, placer y autoplacer. Pues todas estas prácticas ancladas al disfrute de la sensibilidad erógena de los cuerpos formaba parte de la cotidianidad dentro de estas culturas, hasta ese momento no occidentalizadas.
Portadores de buena suerte A pesar de las pocas investigaciones que se han realizado sobre Centroamérica y el Caribe con respecto a prácticas sexuales en período prehispánico, se logran recabar algunos acontecimientos relevantes que dejan en evidencia la presencia de una sexualidad distinta a lo que hoy en día. La monogamia y la heterosexualidad, como modos normalizados de la relación humana fueron impuestas por la conquista. Así relata Gonzalo Fernández de Oviedo, en el "Sumario de la Historia Natural de la Indias" (1526) y en la "Historia General y Natural de las Indias" (1535), al referirse a los indios de "tierra firme"; región que abarca Costa Rica, Panamá y parte de Colombia. Este funcionario, que había trabajado como escribano de la Inquisición en Madrid, indica asombrado que la homosexualidad en los indios era "cosa muy usada y ordinaria; común a ellos", pero que en "tierra firme" era más frecuente que en otras regiones como las islas del Caribe y Nicaragua. Fernández de Oviedo es el único cronista que visitó la zona que hoy se conoce como Costa Rica y dejó constancia de lo común que era lo homosexualidad, principalmente entre los jefes indígenas. Indica haber visto lo que podría catalogar de "pornografía", a indios que "traían por joyel (joya) a un hombre sobre otro, en aquel diabólico e nefando acto de Sodoma hechos en oro de relieve". En las regiones de Centroamérica y el Caribe, la homosexualidad era considerada frecuentemente como seres especiales, muy ligados a la figura del chamán de la tribu, tanto que era casi un requisito indispensable. Se les consideraba buenos augurios y portadores de la buena suerte. El chamán podía representar así lo masculino y lo femenino en el mismo ser, lo que era considerado como una persona fuente de sabiduría. En el Reino de Nueva Granada los caudillos desnudos promovían las relaciones homosexuales entre sus seguidores. Esto escandalizó al cronista fray Pedro Simón quien indignado sentenció a todas estas naciones por haber "caído en el pecado nefando".
En 1513, durante una de sus exploraciones por lo que ahora es Panamá, el conquistador español Vasco Núñez de Balboa Balboa y sus hombres llegaron a Cuaré, comunidad indígena cuyo jefe tenía un harén constituído por cerca de 50 jovencitos vestidos de mujer. Tal situación escandalizó al conquistador, cuya moral estaba absolutamente dominada por las rigideces religiosas de su época que sentenció a aquellos indios a morir bajo las fauces de los perros mastines que traían. El sangriento castigo se dispuso para la noche a la luz de antorchas. Después de que los soldados se disputaron los mejores lugares Balboa dio la orden para que empezara el terrible espectáculo. Los enormes mastines destrozaron a todos los indígenas incluyendo al jefe. Cuando los españoles llegan a las Antillas se encuentran a los Caribes asentados en las Antillas Menores y los Tainos en Puerto Rico, La Española en alguna parte de Jamaica. Los Subtainos habitaban casi la totalidad de Cuba. En todas estas islas los cronistas reportan la existencia de hombres que se maquillaban y utilizaban vestuario que a su criterio era exclusivo de las mujeres y el coito anal era muy practicado por sus habitantes.
Gonzalo Fernández de Oviedo, por ejemplo, relata que en las islas del Caribe, el cacique Goanacagari cubría de oro y joyas a sus amantes varones y mujeres en una expresión típica de bisexualidad. Estas culturas donde la homosexualidad era aceptada, fue destruida con la imposición de una moral cristiana que catalogaba de diabólicas las prácticas homoeróticas y o el sexo oral entre personas heterosexuales. Por lo tanto, la colonización de sociedades cristianas sobre los pueblos ancestrales de la región centroamericana y el caribe, transformó la cosmovisión indígena, para impregnarla de prejuicios y limitaciones de carácter religioso. De la realidad de Centroamérica y el Caribe solo quedan algunos relatos cargados de homofobia que nos hacen soñar en una sociedad sin discriminaciones sexuales como la que fue posible en periodo precolombiono.. En efecto se sabe que los modos de vivir la sexualidad de los pueblos originarios de la región centroamericana, fueron modificados por la intervención de los colonizadores. Sin embargo, es nuestro valor ético, como seres conscientes de dicho proceso, descolonizar la sexualidad. Es decir, romper con las estructuras histórico-sociales que atraviesan la sexualidad y controlan nuestro cuerpo. De este modo, Mignolo (2010) plantea que, “los actores involucrados en proyectos de descolonización tienen en común la experiencia de la herida colonial, la experiencia de los damnés, de las y los no adecuados al orden “normal” de la sociedad”. La heterosexualidad es, entre tanto, un régimen político que absorbe la diversidad y la traduce en binomios normados; no permite percibir aquello que escape de la lógica patriarcal, capitalista y colonizante. Es momento de descolonizar la sexualidad.
Artífices de la realidad Los Moches tenían magia en sus manos para poder reflejar de forma natural y casi graciosa la vida cotidiana y su vivencia de la sexualidad. Cantidad de vasijas que representan la candidez del sexo entre varones, las diversas posiciones de las relaciones coitales y la naturalidad con que nada era prohibido en los actos de la fertilidad y la vida, reflejan su integración ante una naturaleza de abundantes frutos. Esta ingenuidad con que practicaban la sexualidad no pudo menos que incomodar a los invasores europeos que en muchos de sus relatos se atrevieron a asegurar que "la mayoría practicaban el pecado nefando y además lo representaban en vasijas de barro". En el libro "Crónica del Perú", Pedro Cieza de León, menciona que los capitanes Españoles Pacheco y Olmos empezaron a escarmentar a estos indígenas del actual Perú y a destruir todas las vasijas cuando descubrieron lo que los Moches hacían. Afortunadamente esos homófonos no llegaron a excavar hasta las tumbas de los Moches y hoy las modernas investigaciones arqueológicas han descubierto infinidades de representaciones de sexo entre hombres. Un 4% de cerámica Moche descubierta consiste en penes que representan la masturbación ritual o individuos practicándose autofelaciones en sus miembros. El 8% de las piezas estudiadas evidencian la popularidad del sexo oral y el 21% de las vasijas muestra la práctica del coito anal tanto entre varones como entre un hombre y una mujer. En este último caso se supone que además del mero placer se buscaba una medida anticonceptiva.
El ombligo del mundo La Ciudad de Cusco era la capital del imperio Inca. Su nombre en quechua, significa "Ombligo" o en forma figurada, “centro” o “punto de encuentro”, pues desde esta ciudad del Cusco partía una vasta red de caminos (Camino Inca) que se dirigía a las cuatro regiones, que conformaban las 4 partes del universo en la cosmovisión andina. Considerada por los incas “morada de los dioses”, Cusco es, sin duda, la ciudad más fascinante de los andes.
Roca del amor en la entrada a las ruinas de Pachacamac
Cuenta la tradición oral que Cusco fue fundada por Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del dios Sol que salieron del lago Titicaca con la misión de buscar un lugar que fuese el centro de un gran reino. Las narraciones de Bernabé Cobo evidencian la importancia de la homosexualidad sagrada para los Incas y describe los cultos a la fertilidad que se daban en Pachacamac y Apurímac, los dos más grandes santuarios del imperio. El santuario de Pachacamac se ubicaba cerca de la actual Lima y tenía el segundo lugar en grandeza, devoción, autoridad y riqueza. Al igual que sucede en los santuarios universales, a él venían en peregrinación las gentes de todo el imperio incásico. Según los conquistadores, en Apurímac el ídolo al que se rendía culto hablaba, tenía senos y le vestían con enaguas. Por los infinitos poderes que le atribuían, para visitar su santuario, todo hombre debía vestirse de mujer. Al aproximarse a la deidad, en señal de sumisión, estaba obligado a cubrirse los ojos y generalmente tembloroso y lleno de emoción, se arrodillaba con la cabeza apoyada en el suelo y levantaba los glúteos, según Bernabé Cobo en "posición indecente y fea".
Se cree que el lesbianismo fue bien vista en los pueblos andinos, dándose el caso de que en los estratos nobiliarios del imperio incaico esta conducta sexual estuvo idealizada. Estas conductas homosexuales eran permitidas no solo en el Perú sino también en muchos otros pueblos, en realidad es no se han encontrado pruebas de pueblo alguno que castigase las prácticas sexuales entre miembros del mismo sexo.
El quinto varón En los pueblos indígenas de Cueva, actual Colombia existían los “Camayoa”, que eran homosexuales que desempeñaban roles supuestamente femeninos, se vestían con prendas tradicionalmente asociadas a las mujeres y no se ocupaban del oficio de las armas sino de los domésticos. Algo similar practicaban los Haches de la Sierra de Nevada de Cocuy al criar al quinto varón como niña, y lo denominaban “cusmo”. Al respecto describe Lucas Fernández de Piedrahita: “tenían por ley que la mujer paría cinco varones continuados sin parir hija, pudiesen hacer hembra a uno de los hijos a las doce lunas de edad, eso en cuanto a criarlo e imponerlo en costumbres de mujer y como los criaban de aquella manera salían tan perfectas hembras en el talle y ademanes del cuerpo, que cualuiera que los vieses, no los diferenciaban de otras mujeres y a éstos llaman Cusmos y ejercitan los oficios de mujeres con robusticidad de hombre, por lo que en llegado a la edad suficiente los casaban como a mujeres y los preferían los Laches a las verdaderas de que seguí de que la abominación de la sodomía fuese permitida en esta nación.”
Por otra parte, según Harris Ross los comportamientos sexuales “no procreadores”, como la homosexualidad, la masturbación, el coitus interruptus y las prácticas sexuales heterosexuales no coitivas, además de la poligamia, desempeñaron un papel importante en la disminución de la fecundidad femenina.
Segunda esposa Warao es un pueblo indígena que habitó en el delta del Orinoco (en los actuales territorios de Venezuela, Guyana y Surinam). Para el pueblo Warao, la homosexualidad y el lesbianismo eran absolutamente naturales a pesar de que no correspondía la conducta mayoritaria. Se tiene información de varones Waraos que adoptaban un rol denominado "tekoro" o segunda esposa. La creación literaria Warao está llena de gran plasticidad sexual; "¿Abuela qué día es? Ahora mis nietos báñense, ustedes no están picados, no les pica el cuerpo, no les pica el cuerpo. Abuela, ahora están castrando al loro. Ahora vamos a buscar el mapire de la abuela. La verga, la verga de nuestra abuela tiene un alboroto la verga de nuestra abuela es piedra. Vámonos por la pica que está abierta, hermanita casabe. ¿Tú no tienes nada? mi- ra que yo no tengo. Yo sí tengo pelos de cuca. Estas son las espinas y las waikas que formaron los pelos de cuca, van tirando pelos de cuca por la pica. Ya se viene formando atrás. Viene Mayakoto, por la pica van los pelos de cuca. Se te acabaron hermana, a ti, tú no tienes nadita. Ay hermana si yo tengo un poquito. Ya son los pelos de cuca, se los van sacando. Esas son unas matas de espinas, espina chinchorro, esas son cortaderas, se las van arrancando ya."
Digno de ser contado También entre los pueblos originarios de Brasil y de la zona más meridional del cono sur, la homosexualidad era común y su práctica algo digno de ser contado. Las relaciones homosexuales eran públicamente reconocidas. En el “Tratado Descriptivo do Brasil en 1587 de Gabriel Soares Souza” se relata que: “No contentos de andar encarnizados en la lujuria naturalmente cometida, son muy aficionados al pecado nefando, entre los cuales no se tiene por afrenta. Y el que sirve de macho se tiene por valiente y cuenta esta bestialidad con proeza. Y en sus aldeas por sartao hay algunos que tienen tienda pública a cuanto los quieren como mujeres públicas”.
Cobijados de santidad Los cronistas Cieza de León y Gracilazo de la Vega señalan que en la costa ecuatoriana la actividad homosexual fue "más evidente que en todas las demás naciones", y en la isla Puná, su cacique Tumballá “tenía a varios homosexuales en su harén, todos cubiertos de oro y piedras preciosas”. Además historiador Garcilazo de la Vega recogió los mitos asombrosos que existían en todo el litoral ecuatoriano, donde los protagonistas eran héroes homosexuales. Esta y otras crónicas permiten afirmar que en la costa ecuatoriana antes y durante la conquista, la homosexualidad era magnificada. Domingo de Santo Tomas cuenta que entre los serranos las prácticas homosexuales estaban "cobijadas por una especie de santidad".
Poder espiritual Para los mapuches el poder espiritual estaba asociado a las mujeres, por lo que un hombre afeminado no perdía ningún privilegio, poder o estatus. Los denominados “machis” eran en su mayoría hombres, que solían andar adornados y vestidos con elementos de características femeninas.
Los conquistadores llegaron a Chile e intentaron comprender las actitudes de los machis desde una perspectiva completamente diferente a la mapuche y por esto, en los relatos españoles aparecen asociados a connotaciones fuertemente negativas, siempre vinculadas con el pecado. El Imperio inca, que dominó la mitad norte de Chile, las prácticas homosexuales y lésbicas estaban asociadas a conceptos de carácter religioso y sagrado, siendo practicada normalmente.
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Diversidad sexual en
Abya Yala con el auspicio de HIVOS, la colaboración de COMSOL y la investigación de Roger Castillo Barquero, Génesis Santiago Cruz y Héctor Fallas, tiene el agrado de presentar la revista: "Diversidad Sexual en Abya Yala" (nombre con el que varios pueblos originarios denominaba el actual continente americano) Este aporte tiene por objetivo contribuir a una total descolonización de nuestros cuerpos para el libre disfrute de la sexualidad. Presentamos los resultados de investigación en dos partes. En la primera revista abordaremos la sexualidad masculina y en segunda edición el papel analizaremos la sexualidad femenina.
Autores Roger Castillo Barquero Estudiante de Sociología en la Universidad Nacional, Costa Rica. Activista feminista y vinculado a las luchas de Diversidad Sexual, además es miembro activo del colectivo transfeminista Del Rojo Al Púrpura. Correo: rogjecaba@gmail.com
Héctor Fallas Mora Periodista director y Editor de la Revista Centroamericana y del Caribe de Diversidad Sexual: Lesbitgay. Por muchos años activista LGBTI. Correo: hefamo@yahoo.com En la segunda parte publicaremos la sexualidad femenina en ABYA YALA