LA MUJER DE LAS TETAS TRISTES - CARLA ESCOBAR

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C arla E scobar L a mujer de las tetas tristes

CAMINO DEL CIEGO EDICIONES


Obra financiada con el aporte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes Fondo del Libro-Fomento a la Industria 2016

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mujer de las tetas tristes

Carla Burgos Escobar (Carla Escobar) Registro de Propiedad Intelectual: A-266727 Camino del Ciego Ediciones ISBN: 978-956-8690-11-3

Primera edición: junio de 2016. Edición general y dirección de arte: Cristián Fuica Carrasco. Diseño y diagramación: Mauricio Alvarado Rebolledo. Gestión y distribución: Pablo Pezo Muñoz. Coordinadora ejecutiva: Daniela Navarrete Salazar. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la obra mediante cualquier sistema de recuperación de información, sea mecánico, electrónico, magnético, reprográfico o cualquier otro, sin la autorización del autor.

Camino del Ciego Ediciones Condell 542 - Los Ángeles de Chile. www.caminodelciego.cl Impreso en Dimacofi, Santiago de Chile.


Dedicado a mi abuelo materno ValentĂ­n Escobar y a su hija Silvia Escobar, una gota de sangre dividida en tres.

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Prólogo La mujer de las tetas tristes es una sesión etnográfica de la vida cotidiana de una joven que se revela al inexorable desarraigo de las costumbres provincianas de las que alcanzó a ser testigo sensorial, escritas de modo tal que cualquier joven de alejados parajes, aun no entendiendo su cultura, podría reconocerse en ella y ser estimulado a evocar, no las imágenes de la poeta, sino las propias. En la poesía de Carla Burgos vemos el retrato –también su aroma y sus anhelos– de una joven de su casa, de un hogar al azar, de una provincia al azar, con la salvedad que de tan común el lugar, resulta arquetípico y, al contemplarlo, Carla nos hace descubrir su belleza, sin discursos crípticos, sin oscuridades innecesarias. Nos ejemplifica que nuestra cultura la podemos reconocer precisamente en esos gestos que sólo parecen extraños y curiosos al extranjero, pues para ella en lo implícito que el lugareño encarna y que constituye su sentido común, ahí precisamente está lo bello. Ahí, en lo obvio de la materialidad más cotidiana, justo ahí, en lo que el nativo no logra advertir, pero que al ser desterrado añora con desesperación su presencia, en ese lugar se sitúa la poesía de esta contemplativa autora. Y este proceso perceptivo no es casual. En la poesía de Carla es evidente una conciencia de la clase trabajadora que va mutando en masa consumidora, en donde es capaz de profetizar podredumbre, vanalidad y hasta muerte, –haciendo un guiño sutil a la sacralidad de Rafael Rubio– en un modo de vida mercantilizado que declara detestar; ante lo cual no duda a ratos en situarse desde lo callejero y marginal, desde donde se siente cómoda y osa tomar, aun tímidamente, el lenguaje de los grandes, usando el sarcasmo y la crítica –epigrafiando incluso a De Rokha, 5


obviamente sin su autorización (como a él le gustaría), para relevar su arraigo provinciano que la conflictúa ante la seducción de lo foráneo. Recorrer la poesía de Carla es una invitación a caminar por Los Ángeles con una veinteañera que conoce sus calles y su gente, y que quisiera dejarlo para mirar desde afuera y así comprobar sus intuiciones. Carla ha vivido la metamorfosis de un pueblo que se transforma en ciudad, desde un modo de vivir pulsado al ritmo de la naturaleza y del deber –con siesta larga después del almuerzo de tres platos– hacia un prometido e incumplido progreso que ella ve como un nudo más de una red globalizada a la que se opone tenazmente, revelándose a perder la esencialidad comunitaria del saludo al vecino. Rechaza transar su identidad local tan atesorada por la seducción plástica y chatarra del colonialismo global. Así como el desuso de lo propio hace desestimar el valor de lo heredado ancestralmente, así las tetas parecieran ir entristeciendo cuando las glándulas mamarias ya no son necesarias. Carla se resiste a dejar de mamar de su cultura mestiza y provinciana, no quiere que Las Tetas del Bío-Bío sean un par de montes yermos y olvidados; si es necesario, dejará saltar un chorro de leche para que manen nuevas vías a lo creativo, o bien compartirá con sus “hermanos de leche”, las nodrizas tetas de la “mama”. La mujer de las tetas tristes es la metáfora de una cultura local que se resiste a la extinción y en donde Carla en su día a día incansablemente busca a través de la gestión cultural, del estudio de la sociedad y de su oficio de creación artística ensalzar lo propio de lo cotidiano de su generación. Se emparenta estéticamente en el actual movimiento de nueva trova chilena, cantando a lo local y escribiendo a lo nuestro. Carla contribuye al 6


rescate cultural de lo propio, siendo un atractivo para un etnógrafo de lo local y una delicia en el futuro para un microhistoriador. Carla insistirá incansablemente, tal campana del mediodía que nos hace recordar del pueblo de donde somos, y si es necesario se sacrificará a ser ella misma la que esté dispuesta a amamantar. Cuando una guagua nace su visión es difusa y sólo puede ver la distancia que hay entre la teta y el rostro de su madre para así formar la impronta. La poética de La mujer de las tetas tristes es una invitación lúdica a estimular los propios recuerdos, las propias escenas de una antigua filmina a través del ciclo vital, siendo lo mágico de esta creación no la redacción sino la contemplación encarnada, una experiencia a acercarnos o alejarnos de la teta de la nutrición y el apego contemplativo. La mujer de las tetas tristes es la poética autobiográfica de una niña jugando con una grabadora y una croquera. No se trata de una crónica lineal, sino que se asemeja más a encontrarse un viejo rollo fotográfico en el entretecho y correr a revelarlo, encontrándonos con escenas no olvidadas, pero escondidas, de esas que toda familia guarda y corre a salvar en los incendios: se trata de la memoria histórica que hoy se habla de reconstruir, pero de los que no aparecen en la historia grande. Sin embargo, no debemos confundir su trabajo con nostalgia, pues se trata de contemplación de una imagen en su presente que está grabada en la piel y en las fibras musculares, y que al agudizar las sensaciones, como la aguja de un tocadiscos, Carla puede oírlas y descubrir imágenes sepias en los negativos de esos rollos fotográficos guardados. Su poesía es presente vívido, tal como la historia nos hace conocer el presente y no el pasado. 7


Al leer a Carla, imagino que podría ser Teillier, quien jugando con una cámara fotográfica la retratara sin decirle, preocupado de bucólicos lares que han quedado en las sensaciones de su escritura como testimonio sensorial. Tal vez la poeta aún no sabe quién tomó esas fotos en donde ella está presente. Carla no propone rutas, ni dudas, ni cuestionamientos, ni interpelaciones; es honesta, sin pudor en mostrar sus tetas al lector para que él elija qué sentir, qué experienciar, pues como nodriza sabe que es el observador el que vivencia admiración estética, pudor o depravación ante la desnudez y no la madre que se descubre la teta para amamantar. Carla, en La mujer de las tetas tristes, no quiere aparentar, no busca el aplauso, no se queja ni de la muerte, ni del polen, ni de la borrachera, sino que los graba en sus óvulos, al igual que un abrazo a un niño o el ronronear de un gato. Su poesía es simplemente un mate con la abuela al sol de la mañana. Es miel. Es un dibujo –tal vez un boceto– con lápiz de cera en la tarde en que es cuidada por la abuela en su infancia. Esta poeta no necesita recordar, vive en un mundo con tiempos intersectados, es niña y abuela a la vez, puede hoy ir a jugar “a la media” con sus compañeras mientras cuida a sus nietas que pintan con lápices de cera. Rodrigo Guerrero Villalba.

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Cisne negro Vivo la vida para cantar una vez y luego morir.

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PoesĂ­a Leche materna de la humanidad.

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De vez en cuando necesitamos que algo se nos pierda por alguna rendija

Bajamos para encontrar lo perdido, mas subimos con las manos colmadas de sorpresas.

El acto de inclinarse al piso en busca de algún objeto evoca la infancia. La aguja entre el piso de madera, que día a día mamá lustra con sus pies, buscando mostacilla para terminar los collares de niña en los resquicios que guardan la cera. Las monedas perdidas, las llaves pequeñas, las joyas ilusorias de oro. La piel de las manos zurcida por la misma aguja, el pegamento que fotocopia las huellas digitales, que varias veces amasaron el pan de barro cocido por el sol. El único columpio de la casa, repartido en cuatro; los ciruelos, los membrillos que dan justo en la casa de las putas, que los domingos por la mañana salen a tender sus blancas sábanas. Los conejos del vecino, sus lechugas; las historias de Lolito. Las gallinas rebosadas de pollitos nuevos, cubriéndose bajo una puerta afirmada en el cerco de madera vieja, bajo la lluvia. Las canciones de Yentito, 13


sus cigarros sobre el televisor y las misas que escucha en la radio, recostado en la resaca del domingo, sus adornos cursis en la casa; la bebida en la mesa, los tomates con cilantro, el reclamo del huevo frito duro, el reclamo de las migas en la mesa, la moneda de cien: la recompensa. La aspiradora y su cable: mi mejor micrófono, los llamados a la radio para saludar a mami que está en el trabajo; los casetes de Yentito, regrabados con mis canciones a media tarde, sola encerrada en una pieza, cuando soñaba con ser artista. La colección de tazos guardados en el estante del profesor, las peleas con los compañeros, los sobrenombres, las rodillas peladas. Los viajes de fin de semana al campo de la abuela, los juegos en las máquinas antiguas del abuelo, los viajes en carretilla con la hermana menor; los tesoros del campo, las piedras que brillan, el pozo su profundidad. Veraneamos con las primas en el río; tras el almuerzo, en casa de la abuela materna, las sandías, la tortilla, los digüeñes. El dinero de los castaños. Los cigarros imaginariamente entre los dedos, 14


las noches de frío, interrumpidas por las picadas de pulgas o zancudos, en casa antigua. Los viajes mensuales a Concepción; los exámenes, el hospital, su olor. Mi madre, su paciencia. Los cables en mi cabeza, las agujas en mi brazo, la migraña. Mi padre, su bicicleta, sus abejas… La casa en comunidad, los tíos, sus amigos, sus parejas; el olor a cigarro, el pasillo resbaladizo, mi triciclo verde de fierro, Los Jaivas… El sonido de las primeras lluvias en invierno, los abrigos, paraguas y muñecas, cuando dábamos un paseo a lo largo del patio con nuestros hijos en brazos, felices, porque esa era una fiesta de lluvia y luego recogíamos granizos con nuestras manitos, por la ventana que ahora se cierra con la nostalgia del acto de inclinarse al piso.

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Q uejumbrosa La última vez que estuve sobre el mismo banco de madera, frente a la tumba de Nemoroso Barrueto, fue el día en que decidí partir. Hacía frío, la tierra estaba húmeda, más débil que nunca, el sol apretaba mi espalda quejumbrosa, la más cercana al arte de morir.

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Epigrafiando a de Rokha

Cuando Dios estaba aún azul adentro del hombre. Pablo De Rokha.

Cuando Dios estaba aún azul adentro del hombre, la última tierra paría cerezos y el trino de los pájaros era la música celestial. Cuando Dios estaba aún azul adentro del hombre, la noche murmuraba celeste y florecía de día en sus labios un monte de abismos: alas de alba, habitando a extremos del mar.

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Malaquita Hoy está enferma, porque no se lavó las manos ¡y es que llegaron los españoles y dejaron la cagá! Anda tú y coloniza la vida por mí, que yo me entierro.

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En búsqueda De repente somos el sentimiento de serlo todo y la evidencia de no ser nada. Valéry.

Deambulando por las esquinas equívocas de Los Ángeles, me refugio en la muerte de las estaciones. Voy tomando una suerte de libro con borrones y vacíos, cual pajarillo, sobrevolando en sí mismo y dando vueltas infinitas; titubeando en la orilla de un abismo sin fondo me voy persiguiendo, a ver si me encuentro un día de estos.

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Me he venido muriendo desde que te conozco Me he venido muriendo desde que me conozco. Rafael Rubio.

No pueden dormir, los aullidos penetran hasta partir el alma. Todas las cosas, desnudas. La tierra bebe la furia; la furia desastrosa que arrojan mis aullidos, mi llanto, mi pena insostenible.

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La carencia Enciendo el secador de manos en un baño ajeno, simulando tibias caricias en un día frío por dentro, tengo frío en las manos tengo frío, mucho frío. El tropiezo de las hojas me recuerda que ha transcurrido un año más entre palabra y palabra, entre vacío y vacío.

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Soy un viejo tronco orinado por el tiempo y el espacio

Soy un viejo tronco orinado por el tiempo y el espacio, encarnado en el opaco brillo de sus pupilas. Aparezco de vez en cuando en la esquina NO derecha de una catedral. Mis sonidos, verdaderos sollozos, escapan de pronto de estas teclas mal heridas, apenas rescatadas de aquellos tormentos musicales. Tus notas esconden historias, (me persiguen desde siempre) piano olvidado viejo piano, “y es que has enmudecido a esta vieja obra orinada por el tiempo�.

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Un buen blues Un buen blues para iluminar la oscuridad de este lugar, un buen blues, un buen blues para iluminar la oscuridad de la sombra, de la sombra que dice ser mi yo.

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Mejor ser pajarito Estamos listos para la guerra (un guardia), (una peruana) sale del baño con la cara mirando hacia A B A J O se oyen ladrar los perros (afuera) alabanzas a-dios (un diario) la noticia del día: “el GRAN fraude de las farmacias”. AFUERA gritan gol ADENTRO nadie. Mejor ser pajarito pa’ no tener conciencia, tal vez no tener conciencia, tal vez ni existir.

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Lo que nos rodea Me dispersé en las partículas del aire, fue tanto el temor que volé atada a una silla. Luego, diluida en las profundidades del agua, vi desde lo más hondo lo que nos rodea y... temí nuevamente.

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Quisiera Que te evapores: agua bendita en el cuerpo del pecado.

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Toma de espacios públicos 5:30 de la mañana, cae fuerte la lluvia en Los Ángeles, el viento eleva el vestido de una mujer que afirma su espalda contra el mural de Escribano, mientras un hombre le besa los pezones. Pasa un ciclista y canta: ¡’O sole mio! La pareja sonríe, gime el amanecer.

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Gesto de ternura Hizo la cama para que volviĂŠramos a desarmarla.

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La vida Una manzana una manzana roja una manzana roja vista al revĂŠs una manzana roja vista al revĂŠs y en ella dos rostros una manzana roja vista al revĂŠs y en ella dos rostros, besĂĄndose.

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Carlos say Carlos se enamoró y jura que está descubriendo la vida. “Hasta el huevón más feo se embellece cuando ama”.

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Patrimonio de la humanidad Medio dĂ­a en Chile medio centro en Avenida Pedro Montt, medio a medio le daba como caja, en medio del edificio.

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No necesito perdón No necesito perdón por haber traicionado tu carne ni mi carne a cambio de fuegos artificiales que lograron resplandecer tan sólo unos segundos. No necesito el perdón de tu cuerpo ni de mi carne si parecía feliz mientras tu espalda a distancia cordialmente me saludaba. Necesito sentirme indigna y no sé qué tanta pureza ha de tener este amor, necesito embriagarme con la sangre de los santos gemidos. Ya no + vino del ardor Ya no + vino de la furia Ya no + vino de la tragedia. ¡Ay del mármol y el hierro, si a medio camino se quiebran los suspiros y yo aquí sin ti!

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No necesito que perdones la delgadez de mis delirios ni de mis huesos ni de mis anchas caderas ni la furia desastrosa que arrojan mis aullidos. No quiero sentir más los atropellos de este viento salvaje y que la luna, tan desquiciada como tus manos, aparezca donde se le dé la maldita gana. ¡Ay de tus pobres delirios que no se han de endulzar con la acidez de mis labios! ¡Ay de tus pobres dedos que no han de palpar la seda de mis arrebatos! ¡Ay de tu desdicha aquí en la tierra por no haber conocido todo el mundo, aquí, en mis ojos!

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Eres tan duro e irrespirable como la coca húmeda

De vez en cuando no quiero nada contigo, eres como esa lluvia ácida que estorba en las chimeneas, nunca creas que iría por tu cuerpo como por el mundo. ¡Si hasta parece que te hubieran parido con tristeza! ¿te parieron triste?; parece que al nacer te pusieron un candado en el corazón ¡loco, atorado de arte, cada segundo tuyo es un suicidio! y te fabricas la angustia y te cierras de boca y es todo por hoy.

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W De haber sabido, que luego de distanciarnos cruzarías la calle para no saludarme me hubiese quedado por más tiempo follándome aquel mar.

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Haciéndome el amor solo y triste, escucho The narrow way part 3

Ángel de la guarda ya me desamparaste…

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El control ya no está. Se perdió.


C’est la vie Afirmar las piernas, gatear, aprender a caminar, caminar trotar correr saltar retroceder P-A-R-A-R

¡C A E R S E!

Afirmar las piernas, gatear, aprender a caminar, caminar trotar correr saltar, sentarse a ver morir la tarde...

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S/T

Sea con dinero o no, siempre se paga el favor y si veo que algo es fácil yo dudo enseguida. Cuarteto de Nos.

El amigo de su amigo, el que la invita a comer sushi los viernes en la noche. El chico del almacén que le regala pastillitas de menta. El taxista que le hace la rebaja. El guardia del mol que le pregunta cómo va la salud. El vecino de siempre que le pide azúcar pa’ endulzar sus noches. El dueño del bar, cuando afirma que “la casa paga”. El paquito que le cruza la calle. El artesano de la Avenida Ricardo Vicuña, que insiste en que le queda bonito. El jovencito de Lipigas cuando le ayuda a cargar. El doctor de urgencias cuando le quita la pollerita. El viejo del ciber que le imprime barato. El profe cuando le sube el rojito. El flaquito de la esquina cuando dobla. El papá de la amiga cuando le enciende el tabaco. El cartero cuando le entrega las cartitas de amor. El abogado que le sigue la causa. El veterinario. El amigo músico que asegura haberle compuesto un temita. El argentino del chat. El compañerito que le sopla la respuesta. El que le formatea el disco duro. El vendedor de zapatos que le pide la media vuelta. Sea con dinero o no, siempre se paga el favor y si ve que algo es fácil dude enseguida. 38


Unos nacen pa’ querío y otros pa’ padecer ¿Qué vida e’ esta Violeta qué vida? El viento como silbido acaricia las hojas del otoño, secuestrando cualquier atisbo de claridad. Los enfermos duermen temprano pa’ no aullar como perros en media luna. Los enfermos, con su poca vida, se apagan quedando en oscuridad, anhelando el vestigio de dignidad colgado de la sombra magullada.

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Texto de una vieja achacá Cuando a una vieja se le muere el marí’o, pucha que se sufre oiga… ya na’ e’ lo mismo lo’ cabro’ no entienden na’ que una tiene su ritmo y sus cosas que hacer, le cobran a una: por usar lo’ baño le cobran a una: pa’ que les lleven lo’ bolso ¿y qué va a hacer una? si ya no le que’an fuerza. Me querían robar las cecinas, cuando le pagué a la señorita ¡no me creía que ya le había paga’o y que me las había echao’ a la bolsa!, pero pillamo’ a la señora del la’o ¡ella se las quería llevar!, si eran dos mil peso’ oiga y con la pensión que una gana hay que hacer rendir la mone’ita. Pa’ una vieja e’ campo sola la vía e’ difícil... ya na’ e’ lo mismo, na’…

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El perdido de la Avenida Ricardo Vicuña El perdido de la avenida, consulta dónde queda la avenida, tiene sonrisa de niño con dientes de leche, asegura haber plantado una de aquéllas, le ofrezco un cigarro y dice que no fuma, huele a olvido y se afirma en la escasez de mi cordura.

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Caminando al costado del estero Quilque Salimos del mall, tomados de la manito, le digo: Sebastián ¿ves los pajaritos?, el niño suelta mi mano y se pone a correr, mira hacia un costado asegura que no los ve, le indico que observe el árbol, que camine despacito, son las siluetas oscuras que duermen tempranito, el niño de tanta emoción emite un enorme grito con tal imprevisto: ¡vuelan los pajaritos!

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Mañana de Agosto Se oye el trinar de los pájaros nuevos, aún duerme tendida la ropa, el vapor se desprende y viaja al cielo, desde el techo caen gotas en forma de espiral, se despeñan sobre la tierra y alimentan nuestra huerta.

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Calle Lord Cochrane Tempranito tempranito, por la calle de los adoquines, camina un viejecito. El bastรณn le afirma los pasos y arrastra una estela de luna menguante... Con ajicito verde voy a comerme el pancito, el viejecito repite, hablando solito.

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Vedayana Recogeré las lágrimas que caen en las manos de aquella mujer que vuela repleta de óvulos de mariposa.

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Alto Bío-Bío Le inundaron el alma a los cementerios de la alta montaña, se retuercen flotando en aguas de manos extranjeras, las burbujas reflejan la mirada oscura de un pueblo intervenido. De las araucarias sólo el recuerdo. El trompe. Eterniza. El gemido. De un cielo. Azulado. Donde un kultrún. Reclama. Ser. La. Copia. Infeliz. Del. Edén. El trompe. Eterniza…

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Des-ayuno espacios vacíos conta-minados Des-ayuno espacios vacíos conta-minados, banderitas flameantes y unos cuantos gusanos con rico sabor a ácido. ¡Cómo no querer a mi linda patria! si allá al fondo está la muerte y... Cortázar vestidos de eternidad. Des-ayuno perros calientes con coca-kola ¡y brindo por la patria, escuchando Bjrök! Des-ayuno pólvora, unos cuántos misiles y salgo a compartir ¡comparto mis armas!, y llego directo al centro de diálisis de calle Ercilla. ¡Que la vida es bella y la nada es vida! pero ¿por qué hablar de vida? si las banderitas están flameantes… En un taxi voy directo al vacío: LOCAL DE COMIDA RÁPIDA ¡para celebrar por la patria! 12:30 A.M. Des-ayunando perros calientes con coca-kola en un taxi voy, escuchando Bjrök. 47


Cigarros x Besos - Revólver x Coche

Cambio Cigarros x Besos gritó el cuervo, dijo la aurora de los amantes, los perros vagos, las tiernas cebollas. Cambio Revólver x Coche los dulces suspiros, Marcel Duchamp, llanto y jardín infinito, los sueños hoy flotan, circo de rosas, blanco pesar. (Baissez le rideau, la farce est jouce).

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Cambio gato x liebre. Nicanor Parra.


Sensibilidad maternal Oyeron mis ojos esas palabras ¡cuántas lágrimas no corrieron! ¿corrieron? ¡no! ¡saltaron! saltaron moribundas, tras escuchar semejante asesinato: ¡Cállate cabro culia’o no veí que en la casa tenímo comía! ¡Cómo se te ocurre andar pidiendo weá!

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-x-=+

¡Viva la vida que siempre quiso vivir!

¡Qué tanta eternidad! ¡Qué tanto heroísmo! ¡Qué tanta tragedia! Si engorda el chocolate ¡coma más! (al menos lo hará feliz), si tiene un amor no correspondido ¡vívalo! (es dicha de pocos), si no lo saludan en la calle ¡disfrute la indiferencia!, si no le pagan antes de navidad ¡dé gracias por la oportunidad!, ¿ha oído que no todo es dinero? Si le picó un zancudo ¡siéntase dichoso! (la sangre sirvió de alimento), si le duele la cabeza ¡tal vez se la pisó! Si le dio indigestión por comer mucho pan con chicharrones ¡siéntase afortunado!, otros mueren de hambre. Si fracasa diez veces ¡continúe intentándolo! ¿qué pierde? Si decide no matar la araña, que se acomoda cada noche, en el rincón de su cama y prefiere verla crecer, es su opción.

Si tiene buenas intenciones: Trate de concretarlas.

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Somos los extraviados de esta era ¡Los huachos, los desamparados del cielo! Nos pidieron volar pero nacimos sin alitas. Entonces, nos arrastramos por el inframundo toda la vida. Un día, algo brillante echa raíces en el cielo y vamos probando lo sagrado de todas las cosas, y de la nada nos convertimos en arcoíris, y le recordamos a los desamparados que están naciendo en el mundo, que pronto tendrán sus alas y podrán recoger el néctar de la flor salvaje y podrán iluminar esta era de lluvia y tinieblas.

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Cordillera Recibióme con lluvia pa’ limpiar el alma hería. El viento se llevó to’o.

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La mujer de las tetas tristes Un día de estos voy a quitarme el sostén y saldré caminando con los pezones a vista de cualquier peatón, me verán pasar y seré recordada como la mujer de las tetas tristes. Un día de estos voy a dejar de hacerme la difícil y saldré caminando con mis ganas a vista de cualquier peatón, me verán pasar y seré recordada como la mujer mil veces preñada. Daré a luz crías malditas, beberán de mi furia y seré madre soltera de versos huachos con un hogar disfuncional. No pondré normas, en casa no habrán límites, la comunicación comunicará lo incomunicable; será un hogar vulnerable, viviremos en zonas periféricas, postularemos a subsidios, mas nunca llegará ayuda del gobierno, sobreviviremos, hijos míos, sobreviviremos.

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Índice Prólogo 5 Cisne negro 11 Poesía 12 De vez en cuando necesitamos que algo se nos pierda por alguna rendija

13

Quejumbrosa 16 Epigrafiando a de Rokha

17

Malaquita 18 En búsqueda 19 Me he venido muriendo desde que te conozco

20

La carencia 21 Soy un viejo tronco orinado por el tiempo y el espacio

22

Un buen blues 23 Mejor ser pajarito

24

Lo que nos rodea

25

Quisiera 26 Toma de espacios públicos

27

Gesto de ternura

28

La vida 29 Carlos say 30 Patrimonio de la humanidad

31


No necesito perdón

32

Eres tan duro e irrespirable como la coca húmeda

34

W 35 Haciéndome el amor solo y triste, escucho The narrow way part 3

36

C’est la vie 37 S/T 38 Unos nacen pa’ querío y otros pa’ padecer

39

Texto de una vieja achacá

40

El perdido de la Avenida Ricardo Vicuña

41

Caminando al costado del estero Quilque

42

Mañana de Agosto 43 Calle Lord Cochrane

44

Vedayana 45 Alto Bío-Bío 46 Des-ayuno espacios vacíos conta-minados

47

Cigarros x Besos – Revólver x Coche

48

Sensibilidad maternal 49 - x - = +

50

Somos los extraviados de esta era

51

Cordillera 52 La mujer de las tetas tristes

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