omo la corrección política me persigue como un castigo hinduista, me amonestaron por dar resonancia a la teoría conspirativa de que probablemente unos chinos armaron esto para engordarnos y después comernos. Es que gran parte de la
población mundial aumentó de peso, a la par que iban en alza sus estándares culinarios. Empezamos nuestro claustro consultando si el pollo se cocía con sal; ahora nuestra duda es si la espuma Vauquelin va con jugo de arándanos o de naranja. Quizás los que me reprocharon por dar crédito a la historia de que alguien nos engorde para darse un atracón no leyeron Hansel y Gretel. Tal vez no sepan 51
que esas cosas suceden. Pero mejor no evoco a los hermanos Grimm. No vaya a ser que alguien lance sus libros a la hoguera en la que ahora arden Lo que el viento se llevó y los panqueques que se bañaban con la deliciosa miel Aunt Jemima, marca ahora proscrita para no herir a los que no les gusta la historia humana si no viene con la miel políticamente correcta. En fin, lo que me trae acá no es la