Barquisimeto 2052

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BARQUISIMETO 2052 Reinaldo Rojas enfoques14@gmail.com No se trata del título de una novela de ficción. Al contrario. Barquisimeto 2052 es el horizonte de largo plazo, sobre el cual pretende dirigir su esfuerzo de pensamiento prospectivo y de actuación ciudadana, en este presente repleto de dificultades y crisis, pero también de oportunidades, el recientemente creado Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto. Es cierto, se trata de una utopía. La ciudad es la gente. Todo lo que sucede en ella es el resultado de nuestra práctica ciudadana. Muchos la habitan. Pocos la asumen como espacio de vida, con deberes y derechos, que son las actitudes que hacen del habitante un ciudadano. Las ciudades venezolanas sufren hoy un lamentable estado de abandono. La infraestructura vial y de servicios está agotada, las fuentes de agua están al borde del colapso. La violencia y la inseguridad la azotan. Muchas se han transformado en grandes barrios marginales y crecen sin orden ni concierto. A pesar de haber contado con tanto recurso petrolero, nuestras calles, avenidas y autopistas dan pena. Es cierto. Pero lo más grave no es el deterioro físico, sino la falta de compromiso de ciudadanos y gobernantes de asumir esta realidad para transformarla. Miramos a los lados, siempre buscando un culpable que en nuestro vocabulario político es “el gobierno anterior” o la “conspiración externa” Barquisimeto es una de las principales ciudades de Venezuela. “Clara, abierta, hospitalaria, sonora sin ser ruidosa, la ciudad de las cinco vocales”, como la describió Luis Beltrán Guerrero, la “ciudad de los crepúsculos” es, en el lenguaje de los organismos internacionales, como el BID, una de las 240 ciudades intermedias de América Latina en condiciones de buscar soluciones sostenibles en transporte, energía, residuos, cambio climático y gestión fiscal en el mediano plazo, si se lo proponen. Con una población que apenas sobrepasa el millón de habitantes, Barquisimeto esta en esa encrucijada de crecer y perderse en el congestionamiento y la inseguridad o plantearse un proyecto de Ciudad para el futuro. La mejor vía para transitar ese camino es que el ciudadano asuma su cuota de responsabilidad. Elige gobernantes que luego, en el poder, desgobiernan y pretenden eternizarse en la administración pública. Las instancias de participación ciudadana se reducen a momentos donde se le participa al ciudadano lo que otros han decidido. Además, son creadas por quienes nos gobiernan y no aceptan que se les “lleve la contraria”. En síntesis, son organismos para el control y la cooptación. Claro, el principio es evidente: “El poder no se comparte” La vía, pues, de la participación, que es principio consagrado en nuestra Constitución actual, no puede ser vista como regalo sino como conquista. En esa perspectiva, es que apreciamos la importancia que tiene el Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto, como órgano de participación con miras a asumir la co-responsabilidad ciudadana en la gestión pública local y proyectar la acción de gobierno más allá del corto plazo. Para ello,


debe combinar su autonomía de pensamiento con su reconocimiento y vinculación formal con el Poder Municipal. En el caso de Barquisimeto, siendo producto de una iniciativa ciudadana, el Consejo nació el pasado 17 de marzo por decreto del Alcalde Alfredo Ramos, como una instancia permanente cuyo objeto es “diagnosticar, proponer e impulsar políticas, planes y proyectos en el ámbito de las competencias y atribuciones municipales y de la vida local, con miras a mejorar la calidad de vida de la comunidad, proponer la participación de los ciudadanos en la gestión de asuntos locales y fortalecer el sentido de pertenencia de los barquisimetanos”. Nace el Consejo Consultivo con ochenta y tres consejeros, cuya actuación será ad honorem y con total libertad de pensamiento porque no está concebido como un órgano de representación de partidos, gremios o grupos de poder, sino como puente entre el Poder Municipal y sus estructuras de gobierno y el ciudadano de a pie. Es un nivel de Estado más que de Gobierno. No hay peor crisis que aquella que surge de no saber dónde estamos y hacia donde podemos ir. Es decir, una crisis del pensamiento. Sin metas no vamos a ninguna parte. Los barquisimetanos han asumido el reto de pensar la ciudad desde el caos y las insuficiencias actuales, con miras a transformarla en una ciudad sostenible, ordenada, segura y productiva a través del diagnóstico de fortalezas y debilidades presentes y la formulación de planes y proyectos de mediano y largo alcance. Eso es lo que explica el horizonte 2052, porque es el año en el que Barquisimeto cumplirá 500 años de fundada en las riberas del hoy maltratado valle del rio Turbio. La tarea es inmensa. Pero vale la pena asumirla. FUENTE: El Universal. Caracas, 15 de marzo de 2016. P. 1-10.


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