Gran Vía La historia de la gestación del proyecto está bien documentada, gracias a las memorias y artículos del arquitecto y al expediente de obra conservado en el Archivo Municipal187 . El solar se adquirió el 31 de julio de 1925188. La primera idea de la CTNE era sacar a concurso el anteproyecto pero se desestimó debido a las dificultades que se presentaron en procesos similares para Barcelona y Sevilla. “Entonces, el Duque de Alba que presidía el Consejo de Administración de Standard Eléctrica (compañía filial, también, de ITT), recomendó se encargase el trabajo a Don Juan Moya, Profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, arquitecto del Palacio Real y que recientemente tuvo un gran éxito por su reforma de la Iglesia de San José y de su anejo 'La Casa del Cura' [fig. 4.46] en un puro estilo barroco madrileño.”189 Juan Moya Idígoras (1867-1953, t. 1892) era Catedrático de la Escuela de Arquitectura y arquitecto de los Reales Sitios y de la Catedral de la Almudena. En 1923 había leído su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes con el título: “Vandelvira: la Arquitectura del Renacimiento en Úbeda y Baeza”, muy adecuado para un representante del grupo que con tanto entusiasmo cultivó el historicismo. La recomendación de Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, XVII Duque de Alba, se explica porque era también académico de San Fernando y admirador del estilo de Moya. Cárdenas participó desde el inicio del proyecto de Gran Vía como coautor, en una asociación muy dispar. Figura 4.66: Juan Moya Idígoras Fuente: ETSAM. “El señor Moya puso por condición el que yo colaborase con él en el anteproyecto, gesto de compañerismo acrecentado al ofrecerme la mitad del importe de los honorarios a percibir. Piénsese en las diferencias que había entre los dos arquitectos. Moya, académico, en plena fama, que había sido unos años antes mi querido profesor, y yo, un arquitecto jovencísimo, sin experiencia alguna y que no se consideraba capaz de oponerse a cuanto el señor Moya le propusiera.”190 Pronto se manifestaron las diferencias de criterio entre ambos arquitectos. Moya Idígoras y Cárdenas estaban separados por una generación y el segundo estaba sujeto a las directrices de sus superiores: “Como la Telefónica quería que hiciésemos algo muy español, naturalmente nos inclinamos al Barroco de Madrid. Moya gozando con hacer otra vez algo muy barroco; yo aguantando mis aficiones a lo que entonces empezaba a abrirse paso, al estilo moderno que se llamaba entonces 'cubista', harto de tanto estilo Renacimiento español. Moya se lanzó a proyectar una fachada a la Gran Vía que cuajó en toda su altura de decoración barroca. Cada ventana estaba encuadrada por pilastras y frontones, hojarasca retorcida, conchas y no sé si angelotes que sostenían cada jamba. Algo de locura. Y la portada, que llegaba hasta el piso tercero o cuarto recordando por su epiléptica decoración a la del Hospicio madrileño, pero en peor.”191 La tensión desembocó en el abandono de Moya y Cárdenas quedó en solitario al frente del proyecto más importante de la CTNE: “Iba yo comunicando al señor Moya que los jefes de la Telefónica deseaban se hiciese algo más sencillo, menos atormentado, y el bueno de don Juan, a regañadientes, borraba un poquito, pero dejando siempre la profusión ornamental de su primera idea. Hasta que harto ya de tanta rectificación, se enfadó un día y presentó su renuncia sin querer cobrar ni un céntimo del trabajo hecho y sin conseguir que yo lo siguiese. Entonces la Compañía decidió que fuera yo el autor del proyecto de este edificio.”192 187 Ayuntamiento de Madrid: Expediente de obra 14-495-13, 1 de octubre de 1925, 117 páginas. 188 (Navascués, 1984, p. 112) 189 Memorias manuscritas de Ignacio de Cárdenas, (Navascués, 1984, p. 114-115). 190 Cárdenas, Memorias manuscritas. 191 Cárdenas, Memorias manuscritas. 192 Cárdenas, Memorias manuscritas. El incidente aclara alguna incógnitas. Primero, la determinación de la Compañía de controlar el proyecto por encima del juicio profesional del arquitecto contratado. Los jefes con los que Moya tuvo el encontronazo debían de ser Durant y quizá Lewis J. Proctor. En segundo lugar, y no menos importante, la condición de empleado de Cárdenas, que no tenía la libertad de Moya. Haciendo de la necesidad virtud, la CTNE asignó entonces a Cárdenas el proyecto. Esto iba contra la política habitual de ITT que prefirió siempre arquitectos consagrados para sus sedes principales. Para asegurarse de que Cárdenas entendía la clase de edificio que ITT deseaba le enviaron a Nueva York a recibir instrucciones del arquitecto jefe Louis S. Weeks.193 “Pero como los americanos estaban en la idea de que en España estábamos atrasadísimos en todo lo relacionado con la arquitectura moderna encontraron la solución a mi supuesta ignorancia enviándome a Nueva York, donde el arquitecto de la ITT me orientaría sobre ello. Aclaro que esto yo lo consideré normal pues mis pocos años tenían que inspirar poca
confianza. En Nueva York Mr. Weeks, que este era el nombre del arquitecto de la ITT me acogió muy cordialmente. Había estudiado en París, en Beaux Arts, y en francés nos entendíamos. Empezamos a dibujar juntos un anteproyecto, acompañándome en las visitas a toda clase de obras, y si de mucha cosas me asombré, en cambio vi palpablemente que en América no tenían ni idea de Europa, de España, llegándome a preguntar en una gran compañía constructora si conocíamos las vigas laminadas de hierro.”194 Louis S. Weeks (1881-1971) era un arquitecto experimentado, formado en Columbia y la escuela de París, que había desarrollado una carrera especializada en residencias de lujo en Long Island y Nueva York. El conocimiento de primera mano de los rascacielos debió de dejar una honda impresión en Cárdenas. No menciona ninguna obra concreta, pero es casi forzoso pensar que entre las visitas que hizo se encontraría el Barclay-Vesey. “Los edificios de entonces, los rascacielos, habían dejado de hacerse en pseudo estilo gótico y se inclinaban a una mezcolanza de italiano, del Renacimiento, y lo español, lo colonial, de un andalucismo muy folclórico. [..] Tuve que luchar porque no cayese Weeks en las mismas extravagancias que don Juan Moya, y acepté sin embargo que las fachadas siguiesen las normas vigentes en aquellos años en cuanto a alturas y retranqueos a medida que ésta –la altura– aumentaba, formando los llamados set backs.” 195 Este pasaje es un indicio de que el proyecto se gestó a grandes rasgos en Nueva York, lo que daría después pie a la polémica sobre si Cárdenas había sido un mero firmón. Creemos que esto no es así, que lo que sucedió es que el estudio de Weeks puso en marcha la maquinaria y dio a Cárdenas la idea de como organizar el Departamento de Edificaciones al volver a Madrid y continuar con el proyecto. Cárdenas hizo una descripción descarnada de la intervención en persona de Sosthenes Behn en la arquitectura de sus empresas: “Como se nos había impuesto la erudición de adoptar en las fachadas un clásico estilo español (que en el primer momento me disgustó por ser yo de una generación de arquitectos que terminábamos la carrera después de años y años de estilo renacimiento español), advirtiéndome, en Madrid el señor Behn, que tenía que proyectar un edificio que halagase al posible comprador de acciones, es decir a la masa burguesa y conservadora, se fueron haciendo croquis de la fachada principal procurando yo convencer a Weeks de lo absurdo de repartir por toda ella, en toda su altura, los escudos de las provincias españolas, algo que recordase a la Casa de las Conchas de Salamanca, que le había impresionado enormemente. Al final terminamos un croquis del anteproyecto, esperando que más adelante al hacer yo, en Madrid, el proyecto definitivo, lo haría más a ni gusto.”196 193 La revista de ITT calificaba en 1925 a Weeks como ”consulting architect” del proyecto. Véase la nota número 317 de este capítulo. 194 Cárdenas, Memorias manuscritas. 195 Cárdenas, Memorias manuscritas. 196 Cárdenas, Memorias manuscritas. 314 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica La primera arquitectura de Telefónica 315 A Behn le gustaba el plateresco, el edificio de La Habana es una prueba fehaciente. La conexión con Cuba, una vez más, es importante. A principios de siglo se produjo en la isla una reacción nacionalista que consideraba el plateresco un estilo propio. El manuscrito de Cárdenas deja constancia de la principal preocupación de Behn, “halagar al posible comprador de acciones”. En esto el arquitecto no se desvió ni un ápice del programa marcado porque en un punto tan sensible no había lugar para la disputa con el gran patrón de ITT. “El emplazamiento del edificio requiere, por ser un punto de gran circulación, un carácter muy ciudadano, con el empaque señorial del que quiere y puede hacer ostentación de su riqueza y de su importancia.”197 Una de las ideas centrales de esta tesis es que las compañías telefónicas representaban su riqueza de forma consciente, como parte de la estrategia para captar inversores. En toda la literatura revisada, tanto española como extranjera, no hay ningún pasaje donde se exprese con tanta claridad. Con el anteproyecto bajo el brazo198 Cárdenas regresó a Madrid y fue entonces cuando el Departamento de Edificaciones empezó a funcionar “con arquitectos, ingenieros, aparejadores y delineantes, además del señor encargado de los locales y contratos, y del personal administrativo necesario.” 199 Figura 4.67: Esquema de huecos original, con las tres fachadas antes de las modificaciones de los años cincuenta. Está fechado el 23 de agosto de 1927 y lleva la firma de Ignacio de Cárdenas. Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica.. 197 (Cárdenas, 1928, p. 96) 198 “El estudio preliminar de este proyecto fue hecho durante mi estancia en Nueva York, en cordialísima colaboración con Mr. Louis S. Weeks, meritísimo arquitecto americano (graduado en
París), el que con su gran experiencia en obras de esta importancia, me facilitó extraordinariamente el trabajo.” (Cárdenas, 1928, p. 98) 199 Citado en (Navascués, 1984, p. 116) Lejos de Weeks, Cárdenas pudo imprimir su sello personal al proyecto, pero aun habría de recibir la reconvención de éste en una posterior visita a Madrid.200 El diseño definitivo es un edificio de catorce plantas y 89,30 m. de altura. A partir de la octava empieza el primer cuerpo retranqueado de cuatro alturas, a la manera neoyorquina, y el segundo corresponde a los pisos doce y trece. La torre central destaca una planta más por encima de ese tercer cuerpo y oculta un depósito de 40.000 litros de agua en su elaborado remate. Aunque el autor había manifestado su disgusto por la intención de Moya de incluir una portada como la del Hospicio, al final diseñó una entrada inspirada en Pedro de Ribera201, para revestir la fachada de este skyscraper americano. “Indudablemente es el barroco un estilo de amplias posibilidades modernas, y en su tratamiento admite las innovaciones últimas, adaptándose maravillosamente a un edificio como el nuestro, en que riqueza decorativa exterior y su gran poder de publicidad son digno marco de la utilidad indudable de los servicios que encierra.”202 A finales de 1926 comenzaron las labores de excavación y el 18 de marzo de 1927 se colocó el primer pie derecho. Las obras estaban en marcha y ya no había ocasión para hacer cambios radicales. La construcción de la Telefónica de Gran Vía era un desafío técnico y organizativo de gran magnitud que Cárdenas y su equipo supieron resolver en un plazo de tres años. Es lo mismo que llevó construir el Barclay-Vesey de 32 plantas, con la diferencia de que en Nueva York se contaba con una larga experiencia mientras que en Madrid muchos de los procedimientos se aplicaron por primera vez. Además, el Departamento de Edificaciones estaba involucrado en múltiples proyectos, sólo una organización bien engranada podía producir a tal ritmo. Figura 4.68: Izquierda, hormigonado de una de las plantas. Fotografía de Alfonso, 1928. Derecha: esquema original del encofrado ignífugo. Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica. 200 Esto no hace de Cárdenas, ni mucho menos, un héroe rebelde anticapitalista. La premura que gobierna la prensa diaria no debería ser excusa para utilizar de forma poco rigurosa fuentes no citadas e inventar anécdotas como la publicada en fecha reciente: “Antes de que en el solar elegido para levantarla entrase un solo carro de mulas, ya la sentía él como propia. Con el peso de haber sido nombrado el arquitecto del proyecto sólo dos años después de obtener el título, se enfrentó al americano que le intentaba convencer de replicar la Casa de las Conchas de Salamanca. 'Soy cubista', le soltó a Louis S. Weeks al conocer esta idea y la intención de plagar la fachada con los escudos de las provincias de España”. Ana Tudela: “La Telefónica se vuelve a abrir a Madrid”, Público, 13 de enero de 2008. http://www.publico.es/dinero/036611/telefonica/vuelve/abrir/madrid 201 El artículo anónimo de octubre de 1926, titulado "Empiezan las obras del edificio de Teléfonos de Madrid" contenía una somera historia del barroco en Madrid, con elogios para Juan de Mora, Churriguera y Pedro de Ribera. (RTEVol2Num10, 1926, p. 12) 202 (Cárdenas, 1928, p. 96) 316 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica La primera arquitectura de Telefónica 317 La cimentación resultaba compleja por las dimensiones del edificio, hasta entonces desconocidas en España, la sobrecarga por unidad de superficie impuesta por los equipos (del orden de 800 kg/m2 ) y la cercanía del Metro a la fachada de la calle Fuencarral. En una entrevista publicada en Nuevo Mundo en enero de 1929, Cárdenas (al que no se cita por su nombre) manifestó que esa había sido la parte más difícil de resolver: “El principal [obstáculo] ha sido sobrepasar los arranques de la bóveda del Metro, profundizando ochenta centímetros bajo la solera del túnel. [..] En la ejecución del vaciado y apertura de pozos se llegó hasta una profundidad ilimitada, por encontrarse pozos y galerías hacia la travesía de la calle del Desengaño.”203 La “profundidad ilimitada” debió de ser una licencia poética del entrevistado o del periodista, el máximo fueron veinte metros204. La distribución interior destaca por el espacio libre que proporcionaba el esqueleto de acero calculado según las normas de Nueva York205. Los servicios y escaleras se distribuyen en torno al patio de luces central y dejan una gran superficie exenta. El módulo estructural básico es un rectángulo de 6,40 x 7,30 metros206. Los elementos metálicos estaban revestidos de hormigón para evitar un posible colapso en caso de incendio. Los ingenieros de ITT prestaron sin duda toda su atención a este diseño que era fundamental para facilitar la instalación de los equipos. Cárdenas también recalcó la subordinación de cualquier otra consideración al propósito práctico del edificio como
central y a sus posibilidades de ampliación futura (véase la página 70). Figura 4.69: Plano de la planta segunda, en una edición actualizada en 1986. La parte posterior es la ampliación de los años cincuenta. En la que da a Gran Vía puede verse una sala diáfana de 1086 m2 para el equipo Rotary 7A-1, que todavía seguía funcionando en los años ochenta del siglo XX. Se observa el patio central y el núcleo de instalaciones en torno a él. La puerta del imponente balcón sobre la Gran Vía, situado encima de la entrada principal se abre en esta planta. Su función era puramente ornamental, no se corresponde con ninguna de las zonas nobles sino con la muy funcional sala de conmutación. Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica. 203 (De La Peña, 1929, p. 18-19). 204 (Inglés, 1984, p. 193). 205 Todas las vigas se fabricaron en España, por la Sociedad Comercial de Hierros de Madrid y Altos Hornos de Vizcaya.(Navascués, 1984, p. 138). En la entrevista citada en Nuevo Mundo”, Cárdenas respondía así a la pregunta sobre si los materiales utilizados eran españoles: “Sí señor, españoles en su totalidad, a excepción de los ventanales y las telas metálicas para los cielos rasos, que son norteamericanos.” 206 (Inglés, 1984, p. 195). Figura 4.70: Esquema de los distintos tipos de ventanas de guillotina, firmado por Ignacio de Cárdenas. En la tercera nota se indica: “Todas las ventanas A,B,D,E han de tener travesaños 13/4” “Especificación Laboratorios Underwriters”. Los Underwriters Laboratories, fundados en 1894, publicaban normas y realizaban ensayos relacionados con seguridad industrial y de materiales, entre otras actividades. Continúan existiendo en la actualidad. Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica. En la fachada se empleó granito de Colmenar para la planta baja y detalles ornamentales. Para el resto se usó piedra “Bateig” de Monóvar de tono ocre claro207. Las ventanas, traídas desde Estados Unidos, eran todas metálicas de tipo guillotina con contrapesos. En las instalaciones auxiliares se usaron los métodos más avanzados de la época. Destacan por su larguísima vida útil los ascensores Otis. “En subsótano: calefacción, carbonera, duchas de fogoneros, bombas de agua, ventilación, electricidad, imprenta y almacenes. En sótano: calefacción [..], servicios sanitarios, entrada de cables telefónicos subterráneos, cajas fuertes [..] y almacenes diversos. En planta baja: con entrada por la Gran Vía, gran vestíbulo público con oficinas de contratos, reclamaciones, cobros y pagos. Un gran patio cubierto con vidriera da paso al vestíbulo de ascensores, donde por el momento habrá cuatro [..]. En la esquina de la Gran Vía y Fuencarral, con entrada directa, estará la sala de conferencias interurbanas y telefonemas. [..] En la planta 1ª: oficinas y servicios médicos. Las plantas 2ª y 3ª se dedican a la instalación del equipo automático. Las 4ª y 5ª, a líneas interurbanas, oficinas y salas de descanso, comedor, guardarropas y dormitorios de señoritas operadoras. Las restantes plantas, hasta la 12 inclusive, alojarán todas las oficinas de la Compañía. La planta 9ª se dedica a la Dirección, Sala del Consejo, etc.”208 En todo el proyecto coexisten, en ámbitos diferenciados, los espacios sin acceso público, de diseño austero, y los representativos, concebidos para fascinar al visitante: “La decoración se limitará a los locales públicos y de Dirección; en el resto serán las oficinas en plan de extremada sencillez y claridad.”209 El vestíbulo y la planta noble concentran todos los elementos característicos de los palacios de AT&T: taraceas en mármol, maderas nobles, cerrajería artística210... Un mural de Hipólito Hidalgo de Caviedes que representaba la red a finales de 1930, ocupa el lugar privilegiado del patio de cristales. 207 Conocida también como “caliza de Novelda”, se usó en numerosos edificios monumentales madrileños desde la llegada del ferrocarril. (Vera, 2003, p. 16-17). 208 (Cárdenas, 1928, p. 97-98) 209 (Cárdenas, 1928, p. 98) 210 Emilio Sordellí se ocupó de los mármoles, Enrique Fino de la decoración en escayola y José Vidal de la cerrajería. (Navascués, 1984, p. 155) 318 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica La primera arquitectura de Telefónica 319 Figura 4.71: Arriba, plano del vestíbulo de ascensores, una de las partes más lujosas del edificio y reloj del vestíbulo principal. A su derecha, Cándido Velázquez-Gaztelu fotografiado en la Sala de Juntas para la Memoria del ejercicio de 1993. El escenario de lujo barroco subraya el carácter institucional del retrato. Abajo, la misma sala, con el Marqués de Urquijo dirigiendo una reunión. Puede verse el retrato de Alfonso XIII pintado en 1929 por Manuel Benedito Vives (1875-1963), que era miembro de la Hispanic Society of America. Figura 4.72: Gran Vía, vista de la central provisional en 1926, en una fotografía de Marín. Este edificio de carácter industrial, proyectado por Ignacio de Cárdenas, permaneció en pie, oculto por el rascacielos, hasta los años cincuenta, ocupando la zona prevista de expansión. Archivo Histórico
Fotográfico de Telefónica. El edificio carecía de posibilidades de ampliación en altura pero sí se previó el crecimiento en superficie. La parte posterior del solar la ocupaba la central provisional, inaugurada en 1926. Era una nave de apariencia fabril, debida también a Cárdenas, que sirvió para instalar las primeras 7.000 líneas automáticas para la zona centro y tenía su entrada por la calle Fuencarral. El parón de la demanda producido por la guerra y la depresión económica posterior pospusieron la ampliación hasta mediados de los años cincuenta, para ello hubo que derribar el edificio auxiliar que siguió utilizándose como escuela cuando los equipos se trasladaron a Gran Vía en 1930. La construcción del rascacielos no solo tuvo que superar obstáculos técnicos sino administrativos y políticos. El más grave fue el contencioso entre la CTNE y el Ayuntamiento de Madrid, debido a que el edificio era incompatible con la normativa municipal211. José López Sallaberry, como máximo responsable de urbanismo de la ciudad y autor del plan de 1909, fue quien denunció los hechos. El asunto llegó al Ministerio de Gobernación, ante quien la CTNE argumentó la naturaleza de excepción de la construcción por su monumentalidad, y su carácter de utilidad pública en virtud del contrato entre Telefónica y el Estado. Pese a que los argumentos técnicos de López Sallaberry eran sólidos la licencia se concedió en 1926.212 211 Este no fue el único conflicto entre ambas partes. Las diferencias comenzaron con las obras de canalización subterránea que solo pudieron llevarse a cabo tras la intervención en persona de Martínez Anido. Antonio Pérez Yuste ha documentado y descrito de forma minuciosa esta disputa que revela la capacidad de influencia política de ITT en los años inmediatamente posteriores a la concesión. (Pérez Yuste, 2004, p. 290-292). 212 “El Ayuntamiento de Madrid acaba de dar permiso a la Compañía Telefónica Nacional de España para que ésta dé principio a las obras”. (RTEVol2Num10, 1926, p. 8) 320 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica La primera arquitectura de Telefónica 321 El 24 de julio de 1931, el conde de Vallellano213, que había sido alcalde de la capital, manifestaba así su disgusto con este episodio en una entrevista: “Y como siempre, en esto del Cuarto Depósito se nos ha colocado frente al hecho consumado. [..] Lo mismo ocurrió con la Plaza de Toros, que fue construida sin licencia del Ayuntamiento, e igual con la Residencia de Estudiantes, que se encuentra enclavada en medio de una de las vías proyectadas que ahora habrá que desviar. Siempre el Estado, en una de sus manifestaciones, avasallando al interés municipal. La arbitrariedad y el capricho erigidos en norma. Falta en Madrid, urbanísticamente, un criterio estético. Esas medianerías, como la del Ministerio de Instrucción Pública, afeando la bella perspectiva de la calle de Alcalá... ,¡Ese edificio de la Telefónica!... En París preside la construcción de la ciudad, sus edificios, vías, etc., una atención artística vigilante, un cuidado exquisito, un ritmo que hace de la urbe un conjunto armonioso y bello. Cualquier alentado a su estética urbana levanta allí clamores en todas las clases sociales. Aquí, en ese sentido, permanecemos indiferentes...”214 Pese al escaso margen para la participación política que dejaba el régimen de Primo de Rivera, el asunto de la autoría del edificio de Gran Vía fue objeto de intervención en la Asamblea Nacional de José Ayats Subirats en marzo de 1929. El asambleísta, representante de la “Confederación Gremial Española” protestaba por la importación de gran parte de los materiales de construcción, lo que no se ajustaba al contrato: “Hasta persianas y cerraduras. Los planos de las edificaciones han sido firmados por arquitectos españoles, pero son obra de arquitectos extranjeros.”215 El 22 de marzo, ABC publicó una carta de réplica firmada por Cárdenas, de la Vega Samper, Gayo Notario y Clavero216 en la que afirmaban que Weeks había participado en el anteproyecto, como se hizo constar en el artículo de Arquitectura de 1928217 y que en ningún otro edificio posterior hubo intervención de arquitectos extranjeros. Con la documentación disponible esta versión es la más verosímil. Por ejemplo, la Revista Telefónica Española afirmaba en octubre de 1926 al informar del comienzo de las obras y mucho antes de que surgiera la polémica: “Los planos son obra de D. Ignacio de Cárdenas, arquitecto jefe de la Compañía, con la cooperación de Mr. Lewis S. Weeks, arquitecto de la International Telephone and Telegraph Corporation.”218 Cárdenas nunca ocultó la intervención de Weeks en la etapa inicial de diseño durante su estancia en Nueva York. Siempre hizo mención elogiosa de su participación, de la misma forma que dejó constancia de las diferencias de apreciación estética. La tesis de la coautoría del anteproyecto se ve reforzada por una repetición de la misma situación en la central de Bucarest unos años más tarde. Figura 4.73: Fotografía de las
obras en 1927. Aparece el nombre de Ignacio de Cárdenas como único autor. Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica. 213 Fernando Suárez de Tangil, conde de Vallellano; (1886- 1964). Ocupó la alcaldía de 1924 a 1927, durante la II República fue vicepresidente de Renovación Española. Presidió el Consejo de Estado y fue Ministro de Obras Públicas después de la guerra. 214 A. de C.: “Las opiniones del Conde de Vallellano y del presidente de la Asociación de Arquitectos” en Nuevo Mundo, 24 de julio de 1931, p. 29-30. 215 “Sesión plenaria de la Asamblea Nacional”, ABC, 21 de marzo de 1929, p. 19. 216 ABC, 22 de marzo de 1929, p. 29. 217 (Cárdenas, 1928, p. 98) 218 (RTEVol2Num10, 1926, p. 8) La autonomía de Cárdenas y de su equipo con respecto a la oficina de Nueva York está fuera de dudas en los proyectos posteriores. No hay ninguna mención ni indicios de intervención de Weeks o de otro arquitecto de ITT en el resto de centrales de la CTNE. De haber dependido del estudio de la casa matriz, habría resultado imposible cumplir con el calendario fijado en el contrato. El modo de trabajar en Estados Unidos era delegar en la firma local de confianza el diseño de las centrales. Lo más probable es que Weeks actuara, como el alto directivo que era, impartiendo directrices generales y sin entrar en detalles. La construcción de un rascacielos fue un hecho sorprendente para los madrileños. La americanización de la Gran Vía despertó “vivos comentarios”, como se decía en la prensa de los años veinte: “Madrid se transforma, americaniza y moderniza; el vanguardismo y el Metropolitano; las revistas negroides y la Telefónica; el cine sonoro y los viajes aéreos. Se imponen las figuras nuevas: Ramón Pérez de Ayala y Juan Belmonte; el doctor Marañón y Ricardito; Asuero y Franco. Sólo las cupletistas siguen siendo las mismas: la angelical Chelito y la divina Pastora; Carmen Flores, Raquel, la Argentinita, que ahora viven como grandes señoras y no desconfían de poder ser concejalas.”219 Una foto de las obras del “nuevo palacio de la Compañía Telefónica, que será el edificio más alto de España”, ilustra el artículo “Contrastes de ciudades. New York y Madrid” de 1927. Su construcción sirve como nexo de unión: “De las grandes ciudades del orbe, pocas tan disímiles entre si como New York y Madrid. Su diferencia, empero, no es externa. Lo es de espíritu, de carácter, de temperamento. Diferencia psicológica. Pues Madrid hoy, como New York desde hace mucho tiempo, construye edificios con aspiración de infinito y traza calles que, por su anchura y longitud, amenazan llegar hasta los límites de las Castillas, turbando la paz de aldeas y villorrios con su afluencia de río ciudadano. La Gran Vía y la calle de Alcalá tienen —a momentos— palpitaciones y ritmos análogos a los más precipitados que Broadway y la Quinta Avenida conocen en las más de sus horas. Pero el pensamiento y el corazón de sus transeúntes vibran con menos agitación que los cilindros de sus automóviles, mientras que en la ciudad del Hudson el afán del hombre es poner sus nervios al compás de sus máquinas.” Miguel de Unamuno escribió: Figura 4.74 Figura 4.74: Fotografía de principios de los años 30, firmada por “Rapide”. En el pie se puede leer “Palacio de la Telefónica Nacional”. Esta denominación, que es la traducción literal del inglés, aparece aplicada a algunos edificios de la CTNE en sus primeros años de existencia. No tuvo arraigo popular. En Madrid, como en las demás capitales españolas, hizo pronto fortuna el apelativo “La Telefónica”, sin más, para referirse a la central más importante. “[..] En la Red de San Luis, entre las entradas de las calles de Fuencarral y Hortaleza, casi donde hoy se alza el babélico edificio de la Telefónica; ese rascacielos contra el cielo que menos rasquera tiene, que es el de Madrid.”220 219 Carlos Fortuny: “Las artistas a través de sus retratos” en Nuevo Mundo, 27 de septiembre de 1929, p. 25. 220 Miguel de Unamuno: “Los delfines de Santa Brígida”, en El Sol, 28 de febrero de 1932. 322 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica La primera arquitectura de Telefónica 323 Figura 4.75: Arriba, la Telefónica en uno de los collages con los que Ramón Gómez de la Serna decoraba las paredes de su despacho. A la derecha, dos hitos de las telecomunicaciones en España, la Telefónica y las antenas de Unión Radio, que emitía desde 1925. Esta postal es de los años cuarenta. No todas las opiniones fueron positivas. Eduardo Gallego, hablaba de “deplorable efecto estético por su desproporción con los [edificios] inmediatos”221. A Mauricio Legendre le produjo una impresión desfavorable su aire norteamericano, por resultar preferibles las construcciones de estilo español222. La fecha de conclusión de las obras tampoco propició una buena acogida por la profesión. El Movimiento Moderno atraía a los arquitectos más jóvenes y brillantes (incluidos algunos de los colaboradores de Cárdenas) y la síntesis de arquitectura
norteamericana y barroco era un pecado difícil de perdonar. Le Corbusier había dejado escrito en “Vers une architecture”: “Escuchemos los consejos de los ingenieros norteamericanos. Pero temamos a los arquitectos norteamericanos.”223 Mies van der Rohe, un año antes, afirmaba: “Sólo los rascacielos que se encuentran aun en construcción reflejan sus ideas estructurales. [..] Al colocar el cerramiento perimetral se destruye por completo esa impresión.”224 La crítica posterior tampoco ha sido muy favorable, en general, a la Telefónica de Gran Vía. Al tratar de organizar de forma sistemática la arquitectura española anterior a la guerra, se tiende a asignar la etiqueta “tradicionalista” a autor y edificio, con la carga de connotaciones negativas que arrastra el término. Así, José Ramón Alonso Pereira en su “Madrid 1898-1931. De corte a metrópoli” (1985), le dedica unas líneas en el capítulo “Arquitecturas tradicionales”: 221 Eduardo Gallego: “La construcción en España durante el año de 1927”, La Construcción Moderna, 1928, núm. 1, p 1-7. 222 “Madrid, capital moderna”, publicado en La Petite Gironde de Burdeos y citado en El Imparcial, 27 de octubre de 1928, p. 9. 223 La primera edición en castellano se publicó en París en 1923. 224 Citado en (Quintana de Uña, 2006, p. 215) “De este no-barroco – que no Neobarroco – en que se enfanga la arquitectura madrileña al finalizar los años veinte, será buen ejemplo epigonal, por la misma magnitud de sus dimensiones, el edificio central de la Compañía Telefónica, en Gran Vía (19261929), proyecto del arquitecto norteamericano Louis S. Weeks y del joven Ignacio Cárdenas (t. 1925) [sic], monumental canto del cisne de una moda que había poblado de cemento y escayola casi todos los barrios de la capital.”225 Carlos de San Antonio, en 1996, resalta el carácter puramente decorativo de los remates barrocos: “En el edificio madrileño, al igual que en los rascacielos americanos, se emplea la técnica más moderna, como en la estructura metálica [..]. Como en los rascacielos neoyorquinos, que también tenían ropaje clasicista, se recurre al barroco como vestido de fachada que dé empaque al edificio.”226 Ángel Urrutia, en 1997, destaca su carácter de producto de transición: “[..] El edificio que mejor representa la transición de un historicismo ya obligadamente postizo a una arquitectura moderna planteada con un alto grado de progreso tecnológico, en este caso a la americana. [..] Con sus 89,30 m. que obligan a modificar las ordenanzas, el Edificio de la Telefónica - aun en lugar donde la manzana y la calle tradicionales persisten – se erige así en el paradigma de una transición, del historicismo nacionalista [..] a la modernidad que mira en este caso hacia Norteamérica. Decoro español, tecnología americana. No obstante la evolución se detiene en ese estadio donde la piedra masiva y el adorno 'inútil' todavía denotan poder económico y reclaman publicidad.”227 Durante muchos años se ha repetido en la literatura que la sede de Gran Vía fue el primer rascacielos europeo y el techo del continente hasta que Krediet Bank de Amberes (1931) de Van Hoenacker, Smolderen y Van Averbeke le arrebató la primacía. La historia de los primeros rascacielos europeos ha sido descrita por Javier Quintana de Uña en la anteriormente citada “Sueño y frustración: El rascacielos en Europa, 1900- 1939”. “En términos cronológicos, como ya sucediera en el caso norteamericano, la determinación del comienzo de la realidad construida del rascacielos europeo es un asunto difuso, sin acuerdo crítico, oscurecido por las circunstancias adversas del propio contexto. Aunque los cronistas de la época tildaron como 'primer rascacielos' a los edificios destinados a romper los techos construidos de sus países, la calificación fue generalmente exagerada, cuando no artificial y chauvinista.”228 Según el autor, el título corresponde la sede de Zeiss AG (1915) en Jena, de Friedrich Pützer de diez plantas, si se atiende al criterio de romper los límites normativos. En esta categoría de rascacielos europeos primitivos habría que incluir la Chilehaus (1924) de Hamburgo, de Fritz Höger (cuya influencia en Ralph Thomas Walker ya hemos tratado) y las Torres del Rey (1923) en Estocolmo de Sven Wallander. “En la sede de la Compañía Telefónica Nacional de España se revivió, por último, el idilio entre la conciencia corporativa y la arquitectura en altura resaltando ahora la importancia del modelo americano no solo como referencia sino como agente directo de la operación.”229 Finalizamos con el juicio que sobre Gran Vía hizo Chapuis: “En el paisaje de las telecomunicaciones de Europa, la única excepción al conservadurismo y normativa limitadora de altura del continente fue el Edificio de Teléfonos en la Gran Vía, la principal arteria de Madrid en el corazón de la ciudad. Este monumento de 14 pisos y casi 90 metros de altura acoge equipos de conmutación y larga distancia y la dirección de la Compañía Telefónica Nacional de España. Se
construyó a imagen de los edificios contemporáneos americanos, con planos americanos y unos ligeros toques de neobarroco español en su fachada.”230 225 (Alonso Pereira, 1985, p. 142) 226 (San Antonio, 1996, p. 259) 227 (Urrutia, 1997, p. 153-155) 228 (Quintana de Uña, 2006, p. 305306) 229 (Quintana de Uña, 2006, p. 308). Más adelante, en ese mismo párrafo confunde la ITT con la Chicago Telephone Company . 230 (Chapuis, 2003, p. 32) 324 De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica