CHINA CARA A CARA JOSÉ MANUEL RAMÍREZ
José Manuel Ramírez ha trabajado como fotógrafo profesional durante veinte años. Viajando alrededor del mundo y viviendo en diferentes países como Estados Unidos, Alemania, Portugal, Japón, durante cuatro años ha residido en China. Como fotógrafo freelance, ha trabajado con distintas ONGs, entre otras con Greenpeace, Cruz Roja, Unicef..., ha colaborado con agencias fotográficas como Staff, Efe, Europa Press, IPA Press, y con periódicos como El País o Bild Zeitung. Desde 2007 hasta el 2010, ha sido corresponsal y director en China de la oficina de IPA press. Es licenciado en Antropología Cultural, su fotografía es el producto de su interés social tanto como fotógrafo como antropólogo. Jose Manuel Ramirez has been working as a professional photographer for twenty years. Traveling around the world and living in different countries such as USA, Germany, Portugal and Japan, during four years he resided in China. As a freelance photographer, he has worked for various NGOs (Greenpeace, Red Cross, Unicef Spain etc.), and also he has cooperated with Spanish photographic agencies such as EFE, Staff, Europa press, and IPA Press, and newspapers like El País or Bild Zeitung. Since 2007 until 2010, he is the director correspondent of the office of IPA Press China. Having a degree in Cultural Anthropology, his photography is the product of his social interests both as a photographer and as an anthropologist.
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DEL 13 DE ENERO AL 12 DE FEBRERO DE 2012 · CASA DE LA PROVINCIA · SEVILLA
DIPUTACIÓN DE SEVILLA Casa de la Provincia Presidente FERNANDO RODRÍGUEZ VILLALOBOS Vicepresidente CARLOS MÁRQUEZ MIRANDA Directora Gerente ÁNGELA MENDARO TORRES
EXPOSICIÓN
CATÁLOGO
Coordinación y montaje ISIDORO GUZMÁN ESPINOSA
Impresión y encuadernación ARTES GRÁFICAS SERVIGRAF, S.L.
Enmarcado MARCOS VELÁZQUEZ
Diseño y maquetación DIAGRAMA, S.C. © de las fotos: José Manuel Ramírez © del texto: José Luis Gómez del Corral © de la edición: Casa de la Provincia. Diputación de Sevilla ISBN: 978-84-938299-8-8 Depósito legal: SEEsta exposición y su catálogo forman parte del programa «Casa de la Provincia, escaparate de los municipios» en cuya realización colabora Cajasol-Obra Social.
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os simios jóvenes son muy curiosos, constantemente exploran el terreno y manifiestan un gran interés por todo lo que les resulta nuevo o extraño. Cuando crecen y se vuelven adultos, sin embargo, como ya dominan el entorno, pierden la curiosidad por completo y no se interesan por nada que no conozcan. Según una teoría, la Neotenia, el ser humano es un simio que logró conservar la curiosidad en la edad adulta y, gracias a eso, pudo seguir evolucionando sin detenerse. Sea esa teoría falsa o verdadera lo cierto es que la mayoría de los seres humanos se comportan como los simios adultos, no como los jóvenes. Apenas tienen curiosidad más allá de su círculo conocido e inmediato, su barrio o pueblo, su ciudad concebida como ombligo del mundo. Pero hay también, felizmente, gente inquieta, gente que se conserva joven, expectante, con una curiosidad activa en la búsqueda de otros horizontes. Gentes para las que ese motor del mundo que es el amor se vuelca hacia lo ajeno, no a lo propio. José Manuel Ramírez es una de esas personas. De niño leyó un atlas de los pueblos de la tierra, propiedad de su abuelo, y su imaginación se inflamó con la gran diversidad de razas y la aún mayor diversidad de costumbres. Quizás por eso estudió Antropología, añadiendo a la fascinación por lo remoto el interés por la sociedad que nos rodea con sus logros, miserias y conflictos. Su afición a la fotografía fue un modo natural de continuar su vocación antropológica, enfrentándose a esa sociedad, indagando en ella, reflejándola y combatiéndola desde el foco de un objetivo. Pronto comprendió que su labor no era meramente la de un documentalista que levanta acta de la realidad, que era también y con mayor interés un modo de expresión personal, artística. El estudio, práctico y autodidacta, de la gramática de la imagen,
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oung apes are very curious, constantly explore the field and show a great deal of interest for everything that is new or strange to them.
However, when they grow and become adults, since they already dominate the environment, they completely lose the curiosity and they are not interested in anything that they don’t know. According to a theory, Neoteny, the human being is an ape that managed to keep the curiosity in age of adult and thanks to that, it could keep developing without stopping. Whether this theory is correct or not, it’s certain that the majority of human beings behave like adult apes. They hardly have curiosity beyond the familiar and immediate circle, his neighborhood or his hometown, the city believed as the center of the world. However, happily, there are people who are eager, who keep their youth expectantly, with an active curiosity searching for other horizons. People to whom that motor of the world, which is love, throw themselves into foreign place, not to their own, José Manuel Ramírez is one of these people. Since he was a child, he read the World Atlas which was his grandfather’s, and his imagination was inflamed with a great diversity of races, and even bigger diversity of customs. That’s probably why he studied Anthropology adding to his fascination the interest in the society that surrounds us with achievements, miseries and conflicts. His love for photography was a natural way of continuing his anthropologic vocation, facing the society to investigate in it, reflecting it and fighting with it through the focus of a lens. Soon he understood that his job was not only the one that a documentary maker who drafts a statement of reality, but was also a way of personal and artistic expression with a greater interest. The study, practice and self teaching of the grammar of the image,
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del lenguaje intrínseco de la fotografía, convirtió la afición en oficio y el oficio en pasión. Si pienso en José Manuel me lo imaginó en movimiento, haciendo algo, persiguiendo algo, y lo mismo creo que le ocurrirá a la mayoría de los que lo conocen. Con sus cámaras al hombro, siempre atareado y siempre afable. Recorriendo incansable durante décadas esta ciudad como reportero de sucesos o cronista cultural, curtiéndose en el trato con todo tipo de situaciones y gentes. Llegó un momento en que se hartó de dar vueltas por Sevilla como una peonza y la ciudad empezó a agobiarlo, a estrecharlo en una cárcel que ni siquiera era de oro. Demostró entonces que de verdad tenía el espíritu de la aventura y, decidido a poner tierra y mares por medio, eligió el otro extremo del mundo. Se instaló como fotógrafo en Japón y allí la vida le recompensó el atrevimiento con el mejor de los regalos que podía hacerle. Tras un tiempo allí, y aunque ya no viajaba solo, la curiosidad por la nación o el imperio del futuro, que ya lo es de presente, lo llevó a instalarse en la China con ocasión del año de España en China, 2007. Durante estos años en que apenas hemos sabido de él, José Manuel ha vivido en Pekín o Shangai como uno más. Ha conocido la sociedad china (tan compleja y diversa en costumbres y razas y clases, y que tan equivocadamente nos parece homogénea desde fuera), pateándose las calles, las provincias, cogiendo el autobús para desplazarse, viviendo de alquiler, en una experiencia muy distinta de la del ejecutivo occidental que reside en apartahoteles y trata con funcionarios de alto rango. José Manuel ha mirado a China a la cara, y hasta podría decirse que a los ojos, situándose al mismo nivel que cualquiera de sus habitantes, en el mismo plano de igual a igual, de semejante a semejante, con que nos miran los personajes de sus retratos. Les llamo personajes porque todos lo parecen. En la diversidad de sus expresiones todos y cada uno dan la impresión de estar a punto de confiarnos su historia, o de contarnos un cuento popular o una receta de la sabiduría o simplemente un chiste. La mirada del fotógrafo ha sabido elegirlos mediante una alquimia de la sensibilidad que
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and of intrinsic language of photography converted love to occupation, then occupation to passion. If I think of José Manuel, I picture him in motion, doing something, pursuing something and I imagine that most of people who know him would think the same way as I do. With his cameras on his shoulders, he is always busy and always affable. Tirelessly travelling across this city as a reporter of events or journalist of culture during decades hardened him in contact with all types of situations and people. At one point he got tired of going around in Seville as if he was a spinning top and city started to oppress him, to squeeze him into a prison which was not even made of gold. Then he proved that he really had the spirit of adventure and decided to put land and oceans in the middle and chose the other side of the world. He settled as a photographer in Japan and there the life rewarded him for his courage with the best presents that could have given to him. After a while there, even though he was no longer travelling alone, his curiosity to the nation or the future imperial that is already at present, took him to settle in China with the occasion of the Year of Spain in China in 2007. During those years we hardly knew of him, José Manuel had lived in Beijing or Shanghai as one more. He got to know the Chinese society (so complex and diverse in customs, races and classes and from outside, mistakenly seem so homogeneous to us), walking around the streets and provinces, taking bus to travel, living in a rented apartment, in one experience that is very different from the one of the western executive who lives in serviced apartments and deals with high-ranking officials. José Manuel looked China in the face and even in the eyes, placing him to the same level as any of its inhabitants, the same level of equal to equal, similar to similar as the characters of his portraits look us. I call them characters because they all look so. In diversity of their expressions, each one and all of them give us the impression that they are about to confide us their own story, or tell us a folk tale or a recipe of wisdom or simply a joke. The eyes of the photographer knew how to choose them through alchemy of the sensibility that he himself
él mismo no sabría explicar, pero que resulta evidente en el milagro de una instantánea empatía. El retrato en fotografía es tan difícil como en pintura aunque menos laborioso. En los buenos retratos la cara es de verdad el espejo del alma y lo que el pintor hace en semanas o en meses el fotógrafo ha de captarlo en un segundo. Y la dificultad es mayor cuando el retratado no está posando en un estudio, sino en la calle y lo último que queremos de él es una pose. La mayor parte de estos rostros de considerable diversidad racial, uigures musulmanes de Xinjian, tibetanos, chinos Han, miran directamente a cámara pero ninguno está posando. Tal vez lo mejor de estas fotos es la simpatía que las permite, esa distancia humana de la sonrisa, una cercanía que José Manuel consigue gracias a su bonhomía y su sencillez hasta en las aldeas más remotas o las más populosas urbes. José Manuel no nos muestra la cara, sino las caras de China. Con ellas nos transmite una enseñanza antropológica: que los seres humanos son distintos como lo son los hermanos y que por grandes que sean las diferencias que han introducido los climas en sus rasgos o el color de su piel, son mucho mayores las semejanzas porque todos comparten las mismas emociones y dicen en distintas lenguas las mismas cosas. A estos retratos no les hace falta hablar, llevan la verdad escrita en la cara y lo que nos dicen es tan universal que no necesita palabras. Sin embargo, cada rostro de este mosaico que representa al país más poblado del mundo nos dice algo distinto, aporta una personalidad, un carácter. El retrato es un género artístico y con esta exposición José Manuel demuestra que lo domina con maestría. Una maestría que es técnica y también y sobre todo psicológica, un regalo de la empatía con el otro, con los otros, que se deriva de una gran humanidad, la que él tiene, la que ha sabido reconocer en esta galería de rostros exóticos y anónimos que ahora nos visitan desde tan lejos con inequívoco aire de familia. José Luis Gómez del Corral
couldn’t explain, but it turned out obvious in the miracle of instant empathy. The portrait on photography is as difficult as on painting although it’s less laborious. In good portraits the face is really the mirror of the soul and a photographer must to capture it in one second while a painter does it in weeks or months. The difficulty is greater when the subject is not posing in a studio but he is on street, the last thing we want from him is a pose. The most of the faces of considerable racial diversity, Uyghur Muslims of Xinjiang, Tibetans, Han Chinese, look directly to his camera but none of them are posing. The best thing about these photographs is probably the affection that allows that humane distance of the smile, a closeness that José Manuel gets thanks to his kindheartedness and naturalness down to the most remote villages or the most populated metropolis. José Manuel does not show us the face, but the faces of China. Through them he transmits an anthropological teaching: the human beings are as different as brothers are and even though the differences that the climates had introduced to their characteristics or the color of their skin are greater, the resemblance is greater because they all share the same emotions and say same things in different languages. For these portraits we do not need to talk, they have the truth written on the face and what they tell us is so universal that words are not necessary. However, each face of this mosaic that represents the most populated country of the world tells us something different, offers personality, a character. The portrait is an artistic genre and with this exhibition José Manuel proves that he masters it. A mastery that is technical and also, above all, psychological, a gift of the empathy with the other and the others that comes from a great humanity that he has and that knew to recognize in this gallery of exotic and anonymous faces that now visit us from so far away with unmistakable family resemblance. José Luis Gómez del Corral
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SE TERMINร DE IMPRIMIR en los talleres grรกficos de Servigraf el 11 de enero de 2012