De Madrid, el suelo. La construcción de la Castellana entre 1960 y 1980

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CARMEN L. RAMOS CHAMORRO

DE MADRID, EL SUELO La evolución de la Castellana entre 1960 y 1980

Intensificación en Composición Arquitectónica: fundamentos de crítica Grupo J Semestre de Primavera ETSAM Profesores: Jorge Sainz y Enrique Encabo Madrid, junio de 2021


Resumen

El Paseo de la Castellana es un eje de poder incuestionable para la ciudad de Madrid y que ha ido ganando protagonismo a lo largo de su historia, en particular desde el siglo XX. El segundo franquismo (1959-1975) produjo en España un momento de desarrollismo económico y apertura internacional. En estos años, los palacios de la Castellana que habían sido construidos a finales del siglo XIX, fueron sustituidos por edificios de oficinas, lo que otorgó a esta vía su importancia como nueva centralidad metropolitana. Este trabajo pretende desentrañar cuáles fueron los procesos políticos, económicos y urbanos decisivos en la construcción de la imagen actual de la Castellana, y qué papel tuvo la arquitectura en esta transformación. En la investigación estará en todo momento presente una visión histórica y crítica, dado que los intereses especulativos –tanto en la construcción de los palacios como en su posterior demolición– merecen ponerse en cuestión y revisarse desde la arquitectura. De la misma forma, se estudiarán las distintas respuestas que dieron los arquitectos que construyeron el paseo en torno a 1970 (principalmente formados en la Escuela de Madrid), ver cómo resolvieron el diálogo con la ciudad y con la historia, y cuál fue su diversa fortuna crítica.

Palabras clave: Madrid, Castellana, renovación (urbana), especulación, palacetes, oficinas

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Indice

Preámbulo 1. CONTEXTO. Un eje de poder espacial y temporal La ciudad liberal Vía muerta 2. OPERACIÓN DERRIBO. 1960-1980 Crack y Boom de la aristocracia Plan sin planeamiento Bancos de pruebas 3. ENTRE ESCOMBROS. Algunas lecciones modernas Nobleza obliga Camaleón rojo El ocaso Conclusiones Bibliografía Procedencia de las imágenes

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Preámbulo

Observar la calle de vez en cuando, quizá con un esmero poco sistemático. Aplicarse. Tomarse su tiempo. Anotar lo que se ve. Aquello que sea importante. ¿Sabemos ver lo que es importante? ¿Hay algo que nos llame la atención? PEREC, Georges. Especies de espacios. 1974

Primeros pasos Decía Ernest Hemingway que Madrid no le gusta a nadie cuando la ve por primera vez. Pero que cuando se conoce, cuando uno ve cualquier edificio encuadrado en su cielo, uno sabe dónde está. Como Andrés Trapiello (Madrid, 2020), yo también recuerdo el primer día que conocí Madrid. Contraria a Hemingway, me gustó. Ese día también fue el primero que me enamoré, cándidamente, de un edificio: la Torre Castelar. Desde entonces, le he pedido a algún que otro taxista subir mejor por Ríos Rosas desde Atocha. Otras veces, he tomado un desvío en el camino a cualquier quehacer en el barrio de Salamanca. Y muchas, he preferido malgastar algunos minutos en la línea dieciséis de autobús en vez de coger la veloz línea naranja de metro. Desde mi llegada a Madrid, han sido incontables los paseos por los alrededores de este edificio. Sin embargo, al deambular por la Castellana, Madrid parece extranjera: demasiado extensa en asfalto y flanqueada por un conglomerado de torres de oficinas, ruido y -muy a menudo- obras. Esta imagen se vuelve más amable a medida que avanzamos hasta Recoletos -a la derecha queda el Café Gijón de Umbral- y al llegar al Prado el paseo alcanza su mayor placidez.

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La Castellana, Madrid Arquitectos, geógrafos y economistas ya recorrieron también la Castellana para conocer mejor Madrid, calificándola desde erial o mentidero hasta eje de poder o ruina. Son los paseos de otros los capaces de desentrañar la realidad de este eje. Este trabajo se basa, por tanto, en la observación como actividad reflexiva apoyada en la documentación estudiada sobre este enclave. El Paseo de la Castellana aparece entonces como una «síntesis de la historia de la arquitectura de Madrid, que como tal, en su recorrido puede ser leída».1 Desde estas premisas, se pretenden descifrar los procesos sociales, económicos y políticos –además de arquitectónicos– que han participado en el devenir de la Castellana; con el fin último de proporcionar una mirada histórica y crítica sobre su imagen actual. De especial relevancia en esta transformación, como veremos más adelante, fue el periodo desde 1960 hasta 1980, en el cual profundizará el presente estudio. Con el objeto de emitir un juicio crítico sobre estos hechos, la relación de los edificios de la época con su propio contexto histórico y el que le precede será fundamental; es lo que T.S Eliot denominaría antaño sentido histórico. Según Henri Lefebvre2, el ‘espacio concebido’ es aquel que se pone al servicio de una ideología. El suelo aparece como un espacio sobre el que especular, vinculado a las relaciones de producción y al orden que imponen estas relaciones. Éste es un espacio de planificadores, promotores y urbanistas, fundamental en la actividad productiva. De este modo, las grandes intervenciones urbanas del siglo XX se plantean desde los intereses de la banca privada, lo cual «obliga a cuestionar la continuidad que intenta explicar la historia urbana –y la arquitectura– como la historia de los estilos».3 En las postrimerías del régimen franquista, en el Paseo de la Castellana se reflejó el paso de una economía planificada a una de mercado; quizás también reveladora de un orden social convulso. La iniciativa privada de la época operaba «en corrupta complicidad con la administración»4 y los edificios del momento, construidos en su mayoría a manos de bancos, así lo corroboran. Pese a esta imagen hipotéticamente supeditada al nuevo capital, ¿se puede averiguar en ella una idea de ciudad subyacente?, ¿es posible advertir en la Castellana indicio alguno de voluntad arquitectónica? O, por el contrario, ¿es la especulación la que arrasó con este eje y el urbanismo, las ordenanzas y la arquitectura quedaron subordinados a dicho poder? GONZÁLEZ CAPITEL, Antón. ‘‘Un paseo por la Castellana: de Villanueva a Nueva Forma’’. Arquitecturas Bis (Barcelona), n. 23-24; 1978, p. 3 1

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Véase LEFEBVRE, Henri. La producción del espacio social. Madrid: Capitán Swing, 2013.

SAMBRICIO, Carlos. ‘‘Ideología, política y especulación urbanas en Madrid en la primera mitad del XIX: el caso de la Castellana’’. Quintana: revista de estudios do Departamento de Historia da Arte, Vol.3, n. 3; 2004, p.14 3

PÉREZ-PITA, Estanislao. ‘‘Madrid, la Castellana: consideraciones acerca del eje norte-sur de Madrid’’. Arquitectura (Madrid), n. 222; enero-febrero 1980, p. 24 4

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Contexto Un eje de poder espacial y temporal El significado del eje que constituyen los paseos del Prado, Recoletos y Castellana para la ciudad de Madrid es innegable. Las sucesivas transformaciones del parcelario y la propiedad en este itinerario a lo largo de la historia fueron cruciales para explicar las transformaciones arquitectónicas ocurridas en la segunda mitad del siglo XX. Las primeras alusiones a esta zona, descrita como una serie de suelos de labor y terrenos baldíos, las encontramos en el fuero de Madrid de 1202. La zona del eje más antigua debe su nombre al término ‘prado’, que identificaba la zona próxima al monasterio de San Jerónimo. Del mismo modo, Recoletos alude al convento de los Agustinos construido en 1592.5 En el siglo XVII, la zona pasó a denominarse ‘paseo’, tal y como recoge el Diccionario de Covarrubias (1611). Más adelante en ese mismo siglo, el paseo experimentó una serie de transformaciones –promovidas por el Duque de Lerma– que otorgaron al espacio privado una imagen uniforme. De hecho, «las normas dictadas para regularizar y homogeneizar los perfiles de las construcciones con el fin de conseguir una fachada armónica se prolongarán hasta finales de siglo».6 Además, si Carlos III, corroborando su apodo de mejor alcalde de Madrid, no hubiera situado en este eje el Jardín Botánico o el Museo de Ciencias Naturales, seguiría siendo, en palabras de Estanislao Pérez-Pita, «no más que una ronda o borde de la Villa de Madrid, que se extendía desde Atocha a Colón».7 De la mano de Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, estos edificios y el Buen Retiro atrajeron a la nobleza, quienes construyeron ahí sus residencias. Figura 1. Plano de Texeira (1656) donde ya aparece ubicado el palacio del Buen Retiro.

Resumen tomado de BRANDIS, Dolores. ‘‘Los tiempos y los ritmos del paisaje: Los paseos del eje Prado-Recoletos-Castellana de Madrid’’. Ería: revista cuatrimestral de geografía, Vol. 38, nº 1, 2018, pp. 7-9 5

6

Op. cit., p.9

7

PÉREZ-PITA, E. ‘‘Madrid, la Castellana (…)’’, p. 25 6


La ciudad liberal El paso del absolutismo al liberalismo se dio paralelamente en la ciudad. De este modo, se introdujeron en la ciudad no solo los intereses de un nuevo ‘capital liberal’, sino todo un nuevo sistema político y jurídico que respaldara el incipiente interés social. Las primeras medidas desamortizadoras durante el reinado Carlos IV (1800-1808) posibilitaron en la década del Trienio Liberal (1820-1823), como explica Carlos Sambricio, «que el control sobre el suelo se modificara, asignando tal cometido a una burguesía capaz de encauzar la inversión».8 Los movimientos migratorios de la época atrajeron a promotores europeos, que encontraron en el aumento demográfico de las principales capitales una fuente de riqueza, debida a la creciente demanda de vivienda. En Madrid, estas inmigraciones fueron favorecidas por la política de Mesonero Romanos, colaborador del corregidor. En el caso de la Castellana, fueron la Duquesa de Abrantes junto con inversores belgas y franceses quienes adquirieron el suelo en los nuevos terrenos ordenados por el entonces alcalde, el Marqués de Pontejos (1834). Esta aparición de terrenos ‘extramuros’ siguió aumentando de nuevo con las desamortizaciones de Mendizábal (1836) y de Madoz (1854). Como prueba de todo ello, según la geógrafa Dolores Brandis: «la división de fincas domina la dinámica y se multiplican por 2,5 las parcelas entre 1762 y 1874».9

Figura 2. Plano de la Castellana en el tramo ColónCastelar (1875)

La citada ampliación hacia el norte del paseo tomó su nombre de la Fuente Castellana. Ésta se enmarcó en un primer lugar en la propuesta de Ensanche de Juan Merlo (1846) y se plasmaría definitivamente en la de Castro (1860). Como resume de nuevo Sambricio: Si en el XVIII el saber urbano tuvo que dar solución al problema que presentaba la embocadura del camino en el limite de la ciudad, al convertirse éste en calle, el problema que ahora se establece es otro distinto, por cuanto que se trata de trazar fuera del limite de población unos paseos arbolados cuyo futuro a corto plazo será convertirse en soporte viario del nuevo ensanche.10 8

SAMBRICIO, C. ‘‘Ideología, política (…)’’, p. 16

9

BRANDIS, D. ‘‘Los tiempos y los ritmos (…)’’, p. 15

10

SAMBRICIO, C. ‘‘Ideología, política (…)’’, p. 20 7


Vía muerta Los principios de Castro ya aparecen aplicados en el Plano de Ibáñez Ibero (1877). La Castellana queda flanqueada por una sucesión de parcelas independientes, ocupadas – pero no en toda su extensión– por palacetes urbanos que seguían el modelo del Palacio de Buenavista (el actual Cuartel General del Ejército de Tierra). Este tipo propició, más tarde, el lucro del suelo debido a la sustitución de estos palacetes por torres exentas de oficinas. A escala urbana, el Hipódromo fue construido en 1878 y, precisamente por la evasión a los Altos del Hipódromo, la Castellana experimenta un giro al noroeste en el tramo que une las plazas de Emilio Castelar y San Juan de la Cruz.11 La Castellana sería, hasta este momento, una vía muerta que acababa en el Hipódromo. Es curioso el debate al calificar en plan de Castro: hay quienes consideran que se mantuvo con asombrosa fidelidad y quienes cuestionan la debilidad del crecimiento ortodoxo sobre la ciudad planeada. En cualquier caso, las dinámicas inmobiliarias en el extrarradio de Madrid propiciaron, desde finales del siglo XIX, la necesidad de un nuevo planeamiento. Los proyectos de Grases y Riera (1901), Nuñez Granés (1916) y López de Sallaberry (1924), ya comenzaban a plantear una gran conexión Norte-Sur en torno a la Castellana.12 Este nuevo modelo de estructuración territorial salió definitivamente a concurso en 1929 mediante el Anteproyecto para el trazado viario y urbanización de la zona comprendida entre el límite del ensanche y su término Municipal. Los ganadores –S. Zuazo y H. Jansen– proponían el enlace de la Castellana con la carretera de Burgos, lo que transformaría para siempre el carácter de esta vía como eje regulador de la nueva centralidad metropolitana. En palabras de los proyectistas: La importancia característica de esta avenida estriba, por su significación en relación al plano total de Madrid, en su calidad de arteria fundamental para la edificación y el tráfico, siendo el nexo que une el Norte con el Sur de España (figura 4).13 Para garantizar la viabilidad del proyecto, Zuazo proyectó manzanas según el modelo de la Casa de las Flores (1931), incluyendo así la inversión privada. No obstante, fue tras la Guerra Civil, cuando el Plan se llevó a cabo a manos de Pedro Bidagor (1941).

El enclave pasaría después a denominarse Colina de los Chopos, por estos versos de Juan Ramón Jimenez: /Este Cerro del Viento/ cuando eran solo aquí viento y cerro/ esta hoy Colina de los Chopos (…) 11

Información obtenida a partir de EZQUIAGA, Jose María. ‘‘La ciudad vertebrada. La construcción histórica del eje de la Castellana de Madrid’’. Geometría: revista semestral de arquitectura y urbanismo, nº 18, 1994, pp. 19-23 12

13

Cita extraída de EZQUIAGA, J. Mª. ‘‘La ciudad vertebrada (…)’’, p. 27 8


En lo referente a la ordenación se decidió, en base a criterios puramente económicos, la opción de manzana cerrada, según J. M.ª Ezquiaga para: «facilitar la actuación privada en base a técnicas reparcelatorias conocidas y sencillas»14. En 1955, las nuevas construcciones de la Castellana desde 1877 representaban el 90% del marco edificado.

3 4

Figuras 3 y 4. Planos de Zuazo y Jansen (1927)

14

EZQUIAGA, J. Mª. ‘‘La ciudad vertebrada (…)’’, p. 30 9


Operación derribo 1960-1980 No hay ninguna lógica que pueda ser impuesta a la ciudad; la gente la hace, y es a ella, no a los edificios, a la que hay que adaptar nuestros planes. JACOBS, Jane. Muerte y vida de las grandes ciudades. 1961 ¡Qué mala suerte tuvieron los arquitectos madrileños al entregar su trabajo a esta ingrata ciudad y qué malísima suerte tuvo la ingrata ciudad al despreciarlos de la manera que lo ha hecho!(…) En una época reciente, los arquitectos han creído que la mejor manera de afirmarse era destruyendo. Esta mentalidad destructiva ha trascendido con la velocidad de un reguero de pólvora y técnicos de toda condición, empresarios, administradores, políticos, se lanzan por ella con un espíritu ávido y a la vez mesiánico. CHUECA, Fernando. Prólogo a NAVASCUÉS, Pedro. Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo XIX. 1973

La suerte de la Castellana desde la década de 1960 tiene que ver con el poder, la especulación y la destrucción del patrimonio arquitectónico. En este periodo se dieron dos procesos paralelos; por un lado, el progresivo abandono de los palacios por parte de la aristocracia y, por otro lado, las nuevas ideas urbanas que el régimen deseaba implantar. Eso produjo que desde 1960 hasta 1980 se construyeran en el Paseo más del 30% de sus edificios, signo de la devastadora desaparición de las construcciones anteriores a esta fecha. En las siguientes figuras (5 y 6) se evidencia este proceso en torno a la plaza de Emilio Castelar; se aprecia una gran diferencia de suelo ocupado. 5

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Figuras 5 y 6. Parcelación de la plaza de Emilio Castelar en 1953 (izquierda) y 1983 (derecha). En el primero, se aprecia la configuración de los palacios, rodeados de zonas verdes. En el segundo plano aparecen parcelas más pequeñas, edificios visiblemente mayores e incluso la desaparición de calles como Martínez de la Rosa. Elaboración propia. 10


Crack y boom de la aristocracia Tras la Guerra Civil, la aristocracia optó por mudarse a las nuevas zonas residenciales de la ciudad, alentadas por el sentir anti-aristocrático de sectores como la Falange, de la propia experiencia de la guerra y del descenso de su capital debido a las nuevas dinámicas sociales del régimen, tales como la congelación de las rentas urbanas o la desestimación del sector agrícola. Sobre la ventura de los palacios de la Castellana podemos distinguir varios grupos: un primer grupo de estos aristócratas optó por darle nuevos usos a los palacios, como hoteles y oficinas; otros, los que se vieron endeudados, prefirieron venderlos (como el palacio de Cervellós vendido a Ferrocarriles del Oeste); y, por último, los que mantuvieron sus propiedades, hicieron efectivas las plusvalías de sus inmuebles tras la inflación producida en los primeros años del régimen. Los últimos palacios fueron, entre 1955 y 1960, un mero objeto especulativo (se puede comprobar su fortuna en la tabla 1, página 13) ya que, como indica Miguel Artola, «fueron rápidamente derruidos y en su lugar se construyeron edificios comerciales dentro de un proceso más amplio de boom inmobiliario».15 Desaparecieron así palacios como el de Medinacelli (actual Centro Colón) o el de Larios (Hotel Villa Magna). Con este derribo, la idea anterior de la Castellana como nueva centralidad metropolitana, era más viable que nunca. Un gran ejemplo de la postura desarrollista y de apertura internacional que comenzaba a gestarse en detrimento de los palacios es este comentario de Gran Madrid (el boletín de la Comisaría de Ordenación Urbana) sobre la demolición del palacio de La Huerta, que hoy ubica la Embajada de Estados Unidos (figuras 10 y 11): Estados Unidos es el primer país que en España va a construir su propia Embajada [...] ¡Pero es que se va a emplazar en los terrenos del antiguo palacio «La Huerta»! Bueno, pues ¡estupendo! ¡Es que se trata de un prisma que va contra toda la tradición madrileña de los palacios de la Castellana! No nos enfademos por ello. Esos palacios, ya lo decíamos antes, son de una especie de Luis XV o XVI, de escasa calidad en su fábrica revocada, que tiene poco que ver con esa tradición que se invoca y tan extraños a nosotros como ese prisma que aparecía en la perspectiva de ABC.16 15 ARTOLA

BLANCO, Miguel. Las clases altas en la sociedad de masas. Capital, poder y estatus: Madrid 1900-1950. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid, 2013. En 1978, se redactó el Plan Especial de Protección aprobado por COPLACO. El objetivo: evitar el derroche especulativo y los derribos indiscriminados que habían sido la pauta desde los años 1950. “Nuevos edificios oficiales en el eje Norte Sur”, Revista Gran Madrid, nº 15, 1951, p. 15 Otros terrenos de la Castellana, se consiguieron mediante la usurpación por parte del Régimen. Por ejemplo, AZCA en 1964 se implantó en unos terrenos de la UGT, lo que generó batallas legales entre estos y los propietarios de los solares en los años 1990. Para más información véase TRAPIELLO, Andrés. Madrid. 16

11


Figuras 7, 8 y 9. El Palacio de Indo (1866) se derribó debido a que el banquero Miguel Sáinz perdió su fortuna; en 1904, el duque de Montellano con Juan Bautista Lázaro construyeron el segundo palacete. En los años 1950 se cede al futuro rey Juan Carlos y diez años después lo adquiere el Ayuntamiento de Madrid. Finalmente, en 1966 se demolió para ubicar, en 1971, la sede de La Unión y el Fénix Español.

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10

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Figuras 10 y 11. La Huerta de Cánovas o el palacio de la Marquesa de Argüelles (1850) se derribó por sus propios dueños en 1950. Al año siguiente se construye, al más puro Estilo Internacional, la embajada de Estados Unidos.

12


Palacio Duques de Uceda/ Medinacelli Caserón de Galdós Marqués de Villamejor/Urquijo Imperio Alemán Duque de Arión/ Sotomayor Marqués de Fontalba

Pablo del Puerto

Marqués de Larios/ Duque de Anglada Santa Elena

Nº Paseo Colón Colón 3

4 7

17

19

22

25

Marqués de Múdela

29

Luca de Tena/Luis Canthal

32

Indo/Montellano Conde de Moriles Conde de Romanones Eduardo Adhoch

Duque de Lécera

33 35 36 37

38

Conde de Polentinos

46

Marquesa de Argüelles/Huerta de Cánovas

48

Duque de Aliaga

De la Maza Duque de Almenara Alta

49

50 Gregorio Marañón

Fecha de construcción

Fecha de desaparición

1864

1964

Demolición por especulación

Centro Colón

1876

1964

Demolición por especulación

Torres de Colón

1885

No desaparece

Estado, protección del patrimonio

Ministerio Política Territorial

1907

1967

Demolición por especulación

IBM

1830

1966

Demolición por especulación

Banco Español de Crédito

1911

No desaparece

Muerte del dueño en 1937 y el Estado lo expropia 1944

Fiscalía General del Estado

1903

No desaparece

Sede CNV Patrimonio del Estado

En rehabilitación desde 2018

1870

1960

Demolición por especulación

Hotel Villa Magna y Corte Inglés

1842

1937

Bombardeo en la guerra, se mantiene un pequeño volumen

Embajada de Alemania

1916

No desaparece

Ampliación

Bankinter

1923

1967

Demolición por especulación

Edificio de Oficinas

1866

1966

Demolición por especulación

La Unión y el Fénix

1872

1970

Demolición por especulación

Edificio de Oficinas

1906

1970

Demolición con Martínez de la Rosa

Edificio de Oficinas

1906

No desaparece

Su inquilina residía en Suiza y ésta residencia era ocasional

Fundación Rafael del Pino

1900

1973

Demolición con Martínez de la Rosa

Edificio de Oficinas

1902

1970

Muerte del dueño y subasta del suelo

Bankunión

1850

1950

Demolición por especulación

Embajada de Estados Unidos

1902

1953

Demolición por especulación

Hotel Intercontinen tal

1908

1966

Demolición por especulación

Edificio Castelar

1880

1970

Demolición por especulación

Hotel Miguel Ángel

Causa

Uso posterior

Tabla 1. Elaboración propia a partir de ARTOLA BLANCO, M. Las clases altas (…), GONZÁLEZ VARAS, Ignacio, Los palacios de la Castellana: historia, arquitectura y ciudad. Turner: Madrid, 2010, pp. 9-23; 287 páginas y wikipedia.org Es curioso comprobar que los edificios que sobrevivieron fueron, muchos, gracias a su uso estatal y no privado, lo que confirma la hipótesis de que los últimos palacios fueron un mero objeto especulativo.

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Plan sin planeamiento El trabajo de Manuel Muñoz Monasterio (1959) sobre el plan Bidagor, en lo referido a las cuestiones arquitectónicas y no tanto urbanas (la determinación del eje norte-sur era inamovible), determinaron, de forma radical, la nueva imagen urbana de la Castellana. La opción de manzana cerrada se transformó en edificación abierta pero, bajo el pretexto de seguir una línea de pensamiento más ‘actual’ –el modelo de los CIAM–, subyacía el verdadero cambio de una economía planificada a una basada en las leyes de la oferta y la demanda.17 Este parece uno de los primeros errores del nuevo trazado: la falta de diseño en las alineaciones y retranqueos dejaba huérfana a la idea de un gran bulevar, y favorecía así la escala desmesurada de la calle y su desvinculación con los edificios que la flanquean. Sobre el ‘peor tramo de la Castellana’ (como denomina Antón Capitel al tramo entre Colón y San Juan de la Cruz) y las plazas que estructuran esta parte del eje se advierte lo propio; los chaflanes olvidan la condición de borde y no son capaces de articular el encuentro entre las vías transversales al paseo. Además, la mayor presencia del sector terciario conllevó, como indica Brandis, «la supeditación del espacio libre al servicio del tráfico motorizado y, en consecuencia, la pérdida de vida ciudadana».18 De este modo, las grandes plazas quedan reducidas a su mínima expresión de – enormes– vacíos19, y la imagen de la ciudad queda en manos de arquitectos que no siempre salieron airosos de esta tarea. Frente al Paseo del Prado, en el que la idea de ciudad compacta seguiría vigente (debido, en parte, al menor derribo de los edificios de esta zona) y a la zona norte del Paseo (desde Nuevos Ministerios hasta Plaza de Castilla) que, por su condición de novísima, adoptaba irrevocablemente la edificación exenta, «en el trozo propiamente llamado Paseo de la Castellana, se produjo la indecisión entre los dos modelos urbanos, coexistiendo la edificación exenta y la compacta», como indica Capitel y, «la confrontación irresuelta entre dos ideas contrarias de ciudad es, así, uno de los males que aquejan a la Castellana.»20

17

Información extraída de PÉREZ-PITA, E. ‘‘Madrid, la Castellana (…)’’, p. 27

18

BRANDIS, D. ‘‘Los tiempos y los ritmos (…)’’ p. 15

Otra situación análoga de urbanismo fallido se daría a partir de 1992 con los PAU. Parece que el planeamiento -en este caso impulsado por una aplicación desmedida de estrategias neoliberales- tampoco tuvo aquí en cuenta la escala humana, lo que evidencia la falta de lecturas críticas en la disciplina arquitectónica. Pasear por San Juan de la Cruz o por la glorieta del edificio Mirador es, en ambos casos, una tarea más que complicada. Véase CALVO DEL OLMO, José Manuel; ESTEBAN GARBAYO, Javier de. ‘‘Critic to postmodern city: The application of neoliberal strategies in Madrid metropolitan area’’. Composite cities. Estambul: EURAU2014, 2015. 19

GONZÁLEZ CAPITEL, Antón.’‘A vueltas con la Castellana: su transformación arquitectónica reciente’’. Arquitectura (Madrid), n. 222; enero-febrero 1980, p. 20 20

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Bancos de pruebas Tras el derribo, los nuevos edificios del paseo albergaron los usos más representativos del poder económico y político de la época: bancos (Bankunión, Levante); aseguradoras (la Unión y el Fénix, Adriática); oficinas (Castelar, Torres de Colón) y embajadas (Estados Unidos, Alemania). El respaldo cultural a la arquitectura también cambió de manos en esos años, lo que acompañó así a la apertura internacional del franquismo desarrollista. La Revista Nacional de Arquitectura, que había dado soporte a la arquitectura del régimen, mudó su nombre al de Arquitectura en 1959, prueba fehaciente de la pérdida de poder del ‘Equipo de Madrid’. Unos años más tarde se fundó, en 1967, otra revista; Nueva Forma acaparaba la cultura arquitectónica del momento.21 La revista difundía las ideas de la denominada ‘Escuela de Madrid’22; sus integrantes –Corrales y Molezún, Sáenz de Oíza y Fullaondo, entre otros– fueron los máximos exponentes del Movimiento Moderno en España y ellos mismos construyeron los nuevos edificios de la Castellana. Coincidiendo con su triunfo profesional, de Colón a San Juan de la Cruz la imagen que nos ofrecen los modernos es la de un laboratorio: pero la experimentación fue, acaso, solo formal. A pesar de algunas actuaciones cuestionables, otras supieron responder al contexto sin perder su condición de vanguardia y la autonomía del objeto caracterizado por la tecnología y la funcionalidad propias del lenguaje moderno. Edificios como el Castelar o el Bankunión atisban la idea de que, solo a veces, la arquitectura es capaz de dar respuesta a los problemas; en el hostil paseo por la Castellana nos brindan retratos amables de la ciudad capitalista (afín a la modernidad), e incluso destellos de venustas arquitectónica.

Figuras 12 y 13. Fotografías de la Plaza de Emilio Castelar en 1918 y 1965 respectivamente. La imagen es radicalmente distinta. 21

Resumen extraído de GONZÁLEZ CAPITEL, A. ‘’Un paseo por la Castellana (…)’’, p. 3

22

Op. cit., p. 7 15


Entre escombros Algunas lecciones modernas Frente a las respuestas ortodoxas del Movimiento Moderno y CIAM la llamada Tercera Generación empieza a desarrollar características formales a mitad del siglo XX que distaban mucho de la arquitectura de entreguerras23, siendo la década de 1960 un periodo de confusión en la arquitectura internacional. La crisis del modelo organicista produjo, en las generaciones más jóvenes, una inminente apuesta por la modernidad a finales de la década. Este contexto internacional explica, en cierto modo, las operaciones formales que se efectuaron en la Castellana durante el período de 1960 a 1980. En la apuesta española por el estilo internacional, la plasticidad se unió a la tecnología, que se asentó como vehículo formal hasta el fin de la ‘utopía tecnológica’ (palabras de Capitel) a finales de la década. Los edificios en los que ahondaremos a continuación son, además de paradigmas, vecinos: el 33, 46 y 50 respectivamente. La Unión y el Fénix (1965), el Bankunión (1972) y la Torre Castelar (1975) responden a tres formas de enfrentarse a un mismo problema; sus usos son distintos, pero todos conforman imágenes del capital y concentran, en escasos metros, buenas lecciones de arquitectura. Bien sabida es la brillantez de otro edificio, la Torre para el Banco de Bilbao de Sáenz de Oiza, pero su próxima lejanía al conjunto citado hace que quede fuera de estas páginas y, en cierto modo, su inserción en AZCA le exime de un diálogo con la historia urbana más profundo. Tampoco debemos olvidar el caso ejemplar del Edifico Bankinter, que es en realidad el único que mantuvo el palacete anterior. Rafael Moneo y Ramón Bescós erigieron, en el solar que fuera del Marques de Múdela, un volumen cuyo interés por la composición y su relación con la ciudad y el palacete, hacen que diste mucho de los prismas modernos colocados por sus coetáneos. Merece, como hicieran Kenneth Frampton y Gabriel Ruiz Cabrero24, un análisis aparte.

Figura 14. Dibujo en perspectiva del edifico Bankinter y el palacio preexistente. Rafael Moneo.

Véase MONTANER, Josep Maria. Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. Barcelona: Gustavo Gili. Cuarta edición, 2002. Tras la guerra, la figura del arquitecto de pensamiento liberal -el liberal man-, más sensible a la solicitaciones del medio estarían perfectas relación con las nuevas necesidades del sistema productivo en una sociedad es tendentes a la abundancia, en el contexto de la situación posindustrial. 23

Véase FRAMPTON, Kenneth. ‘‘A propósito de Bankinter.’’ En Archivos de Arquitectura Española Siglo XX, 1981 y RUIZ CABRERO, Gabriel. ‘‘¿Bankinter o un americano en Madrid?’’ Revista COAM, nº 208-209; 1977. 24

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Plaza de San Juan de la Cruz

Infografía. Elaboración propia. Los nuevos edificios de la Castellana (en el tramo de Colón a San Juan de la Cruz), construidos entre 1960 y 1980 a manos de entidades privadas

Plaza de Gregorio Marañón

Edificio de oficinas (1975-1979) Castellana 47 Javier Carvajal

Edificio Castelar (1975-1983) Castellana, 50 Rafael de la Hoz y Gerardo Olivares Plaza de Emilio Castelar

Adriática (1978-1979) Castellana, 39 Javier Carvajal Ferrer

La Unión y el Fénix (1965-1971) Castellana, 33 Luis Gutiérrez Soto

Bankinter (1973-1976) Castellana 29 Rafael Moneo y Ramón Bescós

Torres de Colón (1967-1976) Plaza del Descubrimiento Antonio Lamela

17 de Plaza Colón

Bankunión (1972-1975) Castellana 46 Corrales y Molezún


Nobleza obliga El más antiguo de los modernos, el edificio para La Unión y el Fénix, se sitúa a caballo entre dos escalas –sus dos cuerpos así lo expresan–, pero también entre dos momentos: representa una especie de conservadurismo moderno, quizás expresión de lo que fue un hombre del régimen como Luis Gutiérrez Soto en los albores de la Transición. Como ave que resurge de sus cenizas, las 19 plantas del volumen se alzan cubiertas de travertino negro –en 2003 sustituido por granito impala–, apenas impedida su visión gracias a la ausencia de grandes edificios en sus linderos y a la arboleda preexistente en el solar que la compañía accedió a mantener (figura 16). Sus veinte metros de retranqueo dotan al edificio de una singular sutileza: el cuerpo horizontal, que rehúsa ser podio, se presenta como un acuerdo entre dos calles y dos niveles. En la vía menor (calle de Fortuny), subraya la escala con otro volumen anejo más bajo, que se contrapone a la pregnancia del cuerpo vertical. El conjunto se concibió, en palabras del autor, como «una gran peana, revestida de piedra negra, sobre la que se yergue el ave que siempre renace».25 Tanto la torre heredada de la tradición americana como la inherente preocupación formal de Gutiérrez Soto se plasman en este edificio que consigue, según Capitel, «el atractivo de una silueta a la manera de los rascacielos de Nueva York».26 Su imagen es, sin duda, más comedida, pero no pierde la simbología que demanda devenir un emblema de poder. Nobleza obliga.

Figura 15. Plantas del edificio. Archivo del COAM

25

FRAGUAS, Rafael. ‘‘Pelad ese rascacielos’’. Diario El país (Madrid), 23 de julio de 2003

GONZÁLEZ CAPITEL, A. ‘‘Arquitectura española: 1939-1992’’. En: Arquitectura española del siglo XX. EspasaCalpe: Madrid, 1995, p. 460 26

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Camaleón rojo El edificio Bankunión dialoga con su entorno y con la historia a través de una cubierta abovedada, que recuerda a antiguos edificios del eje. Su lenguaje emplea la tecnología como mera solución formal; una forma que se ve acentuada por el preciosismo –vidrio bronce, granito rosa, rojo anodizado– del artefacto. La propia memoria del proyecto recalca el «intento de conseguir una ambientación formal y de color con el conjunto de edificaciones importantes próximas, con materiales y sistemas válidos actuales».27 El camaleón rojo se mimetiza con el entorno y la historia a la vez que se asoma, con disimulo, a la posmodernidad. Los problemas a los que se enfrentó el volumen venían dados por la parcela. El conflicto que a priori pudiera resultar el acceso por el lado más largo, que es perpendicular a la Castellana, se resuelve incorporando una stoa –con huecos de instalaciones en lugar de columnas–, que incorpora el exterior a la experiencia interior del edificio (figura 17). No obstante, el ejercicio de caligrafía urbana que Corrales y Molezún exponen en la entrada en escorzo, se ve menoscabado por la resolución del ala este. Resulta contradictorio que en la voluntad high-tech de exteriorizar las instalaciones para liberar la planta, el núcleo de comunicaciones quede oculto en una parte trasera que parece haber olvidado su condición, aunque un poco alejada de Serrano, de fachada. El proyecto supuso, sin embargo, una novedosa apuesta por un racionalismo tecnológico, en el sentido de que, como explica Capitel, «el edificio está lejos de cualquier espontaneísmo o simplificación purista y se trataba, en todo caso, de una arquitectura de transición y compromiso».28 Un reflejo de lo que fueron, como les describiera Oíza, sus arquitectos: «hombres que han pasado por la arquitectura sin un mal grito ni un mal gesto».29

17

27

Arquitectura: Revista del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid ( COAM ), n. 144, 1970, pp. 15-17

28

GONZÁLEZ CAPITEL, A. ‘‘Arquitectura española (…)’’, p. 465

29

GOSÁLVEZ, Patricia. ‘‘Visita guiada al camaleón rojo’’. Diario El país (Madrid), 4 de octubre de 2010 20


18 Figuras 17 y 18. A la izquierda, planta baja del conjunto, donde se aprecia el eje principal este-oeste perpendicular a la Castellana. Sobre estas líneas, fotografía del exterior del edificio. 21

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El ocaso Ya entrados los años 1970, la tecnología había avanzado hasta sumergirse de lleno en la arquitectura –el Pompidou se inauguró en 1977–. El edificio Castelar representa un alarde tecnológico sin precedentes, casi extravagante, de quien se sabe prototipo y como tal «nunca es rentable», en palabras del propio autor, Rafael de la Hoz. El mausoleo del Banco Coca salió caro: el banco se fusionó con Banesto y dicen que el dueño acabó suicidándose por el sobrecoste de la operación. Finalmente, se vendió a la Mutua Madrileña y hoy pertenece al despacho de abogados Pérez-Llorca.30 En el que fuera el palacio de la Maza (obra del célebre Antonio Palacios) se inserta la torre, aprovechando la colina natural para enterrar parte de su superficie en ella. El soterramiento parcial del edificio supuso que solo quedaran visibles 10 forjados, para que no «rompiese, una vez más, la ya caótica fachada del paseo, con alturas edificadas arbitrariamente y sin tener en cuenta los edificios vecinos y el carácter representativo del principal eje urbano madrileño».31 El volumen aparece ya no como un prisma autónomo, sino como un objeto singular que dialoga con el entorno a través de un gran zócalo urbano –al estilo de la Sede de la ONU en Nueva York–. El edificio no apoya, levita. Esta ingravidez se acentúa gracias al retranqueo del basamento y al desplazamiento del núcleo estructural a la parte posterior del edificio (figura 19). El 85% de la planta vuela y cuelga de tirantes a tracción, lo que permite percibir dos volúmenes del todo diferenciados.

19

El propíleo de travertino, el acero oxidado y la doble piel de vidrio sustentada por costillas del mismo material (figura 20), recalcan el carácter regio del objeto; la levedad y el peso son aquí dos caras de la misma moneda. Richard Rogers opinó de él que era el mejor edificio de Madrid, y es cierto que debemos estar agradecidos: el titilar del sol poniente en la fachada antelia del Castelar es, sin duda, un ocaso exquisito. 20 30

GOSÁLVEZ, Patricia. ‘‘Un farolillo de 18 pisos’’. Diario El país (Madrid), 21 de septiembre de 2009

RAMIREZ DE LUCAS, Juan. ‘‘La audacia luminosa del edificio Castelar’’. Diario ABC (Madrid), 14 de agosto de 1983 31

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Figuras 19, 20 y 21. En orden, planta tipo, vista del podio y el retranqueo y vista desde la plaza de Emilio Castelar.

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Conclusiones Un chivo expiatorio

Desde que tras el derribo de las murallas la Castellana se convirtiese en la espina dorsal de Madrid, siempre ha estado en manos del poder. Éste, como hemos comprobado, fue cambiando de manos a lo largo de los años, y tanto unos como otros intentaron hacer de este eje su escaparate, el reflejo de su posición oligárquica. En la Castellana de 1960 no hubo entonces otra escala que la del poder, en este caso, del capital: es demasiado ancha y ajena, arrasa con todo. Desde la arquitectura, se hizo lo que se pudo y por eso no todo se hizo bien. Ha habido, además, una crítica ubicua –certera pero feroz– hacia esta operación que parece haber olvidado que la destrucción de los palacios no se produjo a manos de arquitectos, sino de sus propios dueños. La tan en boga ‘memoria histórica’ es nuestra obligación con el pasado, si bien la crítica plañidera no conduce hacia delante. Las alabanzas a ciertas actuaciones obvian el matiz, por ejemplo, de que no haber demolido el palacete de Bankinter dota al edificio de una posición en la parcela, un contexto y una historia inexorables. Es posible que la virtud de esta obra resida en su carácter de ampliación, y eso no la hace necesariamente mejor que los que supieron resolver la cuestión del vacío y la edificación exenta. Lo único, quizás, punible a los arquitectos que construyeron los nuevos edificios, es que muchos no supieron hacer frente al nefasto planeamiento. Los que hicieron los planes –que, por cierto, también eran arquitectos–, convirtieron la arquitectura en el chivo expiatorio de las fantasías capitalistas y aún antes, no olvidemos, de la quimera del generalísimo. No obstante, los edificios estudiados ponen de manifiesto que existe, pese a todo, una arquitectura que sabe responder a los problemas. A veces incluso con éxito. Quienes supieron preocuparse por la imagen del conjunto más que por crear un objeto autónomo que destaque per se, fueron y siguen siendo, por esa misma razón, los grandes maestros. Y es que se puede ser moderno, pero se debe tener urbanidad. Del pasado debemos aprender, más que de los errores, de lo que se hizo bien. Oficio, compromiso y discreción para el futuro. Que la arquitectura no sea un pretexto: el bien más codiciado de Madrid no es el cielo, es su suelo.

24


Procedencia de las ilustraciones

1.

Página 6. Plano de Texeira (1656). http://royalsitesheritage.eu

2.

Página 7. Plano de la Castellana (1875) https://nuevasmiradasdemadrid.wordpress.com

3.

Página 9. Plano de Zuezo y Jansen (1927) https://viajesferroviarios.blogspot.com

4.

Página 9. Plano de Zuazo y Jansen (1927) http://revistapaparruchas.blogspot.com

5.

Página 10. Elaboración propia a partir de la parcelación de Emilio Castelar en 1953. BRANDIS, Dolores. ‘‘Los tiempos y los ritmos del paisaje: Los paseos del eje Prado-Recoletos-Castellana de Madrid’’. Ería: Revista cuatrimestral de geografía, Vol. 38, nº 1, 2018, p.10.

6.

Página 10. Elaboración propia a partir de la parcelación en Emilio Castelar en 1983. BRANDIS, Dolores. ‘‘Los tiempos y los ritmos del paisaje: Los paseos del eje Prado-Recoletos-Castellana de Madrid’’. Ería: Revista cuatrimestral de geografía, Vol. 38, nº 1, 2018, p.11.

7.

Página 12. Palacio de Indo (1866). J. Laurent. https://es.wikipedia.org/

8.

Página 12. Palacio de Montellano (1937) https://www.flickr.com/

9.

Página 12. La Unión y el Fénix Español (1971) https://www.coam.org/

10. Página 12. Palacio de La Huerta (1929) https://www.abc.es 11. Página 12.Embajada americana (2003) https://es.usembassy.gov/es/ 12. Página 14. Plaza de Emilio Castelar (1918) https://www.pinterest.es/ 13. Página 14. Plaza de Emilio Castelar (1965) https://www.pinterest.es/ 14. Página 15. Edificio Bankinter, Rafael Moneo. http://hicarquitectura.com/ 15. Página 16. Planos de La Unión y el Fénix. (1965) Ficha del COAM. https://www.coam.org/ 16. Página 17. Vista de La Unión y el Fénix. (1980) Ficha del COAM. https://www.coam.org/ 17. Página 18. Sección del conjunto Bankunión. Ficha del COAM. https://www.coam.org/ 18. Página 18. Vista del Edificio Bankunión . Ficha del COAM. https://www.coam.org/ 19. Página 19. Podio de entrada y retranqueo del Edificio Castelar. http://oa.upm.es/52213/1/ TFG_2017_Gonzalez_Mendo_Pablo.pdf 20. Página 19. Planta tipo del Edificio Castelar.http://oa.upm.es/52213/1/TFG_2017_Gonzalez_Mendo_Pablo.pdf 21. Página 20. Edificio Castelar. Foto de la web del autor. http://www.rafaeldelahoz.com

25


Bibliografía ANÓNIMO. ‘‘Once edificios de la Castellana’’. Arquitectura (Madrid), n. 222; enero-febrero 1980, pp. 29-45. ARTOLA BLANCO, Miguel. Las clases altas en la sociedad de masas. Capital, poder y estatus: Madrid 1900-1950. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid, 2013. AZORÍN, Francisco; GEA, Maria Isabel. La Castellana, escenario de poder: del Palacio de Linares a la Torre Picasso. Madrid: La Librería, 1990. BRANDIS, Dolores. ‘‘Los tiempos y los ritmos del paisaje: Los paseos del eje Prado-Recoletos-Castellana de Madrid’’. Ería: revista cuatrimestral de geografía, Vol. 38, n. 1, 2018, pp. 5-25. El artículo ofrece tanto informaciones historiográficas como estadísticas sobre el tema de estudio, que además abarca desde un pasado más lejano al que aquí se trata. También desglosa minuciosamente todo lo ocurrido en el eje Prado-Recoletos-Castellana, poniendo especial atención a la destrucción de los palacios, que en el presente estudio también representa una parte crucial. En el tramo de Colón a San Juan de la Cruz (especialmente la plaza de Emilio Castelar) aparece constantemente ejemplificad este proceso de urbanización y posterior derribo. Este artículo ha servido como una guía de crucial importancia.

CALVO DEL OLMO, José Manuel; ESTEBAN GARBAYO, Javier de. ‘‘Critic to postmodern city: The application of neoliberal strategies in Madrid metropolitan area’’. Composite cities. Estambul: EURAU2014, 2015. EZQUIAGA, Jose María. ‘‘La ciudad vertebrada. La construcción histórica del eje de la Castellana de Madrid’’. Geometría: revista semestral de arquitectura y urbanismo, n. 18, 1994 pp. 18-32. FRAGUAS, Rafael. ‘‘Pelad ese rascacielos’’. Diario El país (Madrid), 23 de julio de 2003. Disponible en: https://elpais.com/diario/2003/07/23/madrid/1058959476_850215.html. Última consulta: 10 de mayo de 2021. GOSÁLVEZ, Patricia. ‘‘Un farolillo de 18 pisos’’. Diario El país (Madrid), 21 de septiembre de 2009. Disponible en: https://elpais.com/diario/2009/09/21/madrid/ 1253532265_850215.html. Última consulta: 11 de mayo de 2021. GONZÁLEZ CAPITEL, Antón. ‘‘Un paseo por la Castellana: de Villanueva a Nueva Forma’’. Arquitecturas Bis (Barcelona), n. 23-24; 1978, pp. 2-6. Disponible en: http://oa.upm.es/ 5336/ El recorrido histórico y topológico que realiza Antón Capitel en este artículo establece vías sobre las que será interesante trabajar: la revista Nueva Forma aparece como ese grupo que cambia la imagen de la Castellana, se destacan otros arquitectos relevantes en la cuestión como Gutiérrez Soto o Sáenz de Oiza y se subraya la importancia de los distintos planes urbanísticos -1929,1941- en la conformación de esta vía. El trabajo se planteará como una continuación al recorrido de Capitel, entendiendo el paseo de la Castellana como una «síntesis de la historia de la arquitectura de Madrid que, como tal, en su recorrido puede ser leída», en palabras del autor.

—‘‘A vueltas con la Castellana: su transformación arquitectónica reciente’’. Arquitectura (Madrid), n. 222; enero-febrero 1980, pp. 16-24. Disponible en: http://oa.upm.es/4467/ Antón Capitel califica de ‘el peor tramo de la Castellana’ el que resulta, al mismo tiempo, el más interesante de estudiar. El paseo de Recoletos y el paseo del Prado se contraponen a la dura crítica al tramo más representativo de las ideas modernas, especialmente palpable en el BB, las Torres de Colón y el Edificio Castelar, este último desarrollado en el presente trabajo. «¿Hubo alguna vez un orden social armónico?», se pregunta Capitel. «El hombre trabajando junto a su ventana queda sustituido por el alienado habitante de la oficina paisaje» .

—‘‘Arquitectura española: 1939-1992’’. En: Arquitectura española del siglo XX. Espasa-Calpe: Madrid, 1995, pp. 357-630. Disponible en: http://oa.upm.es/43086/

26


— Arquitectura española: años 50 - años 80. Madrid: MOPU, 1986. Disponible en: http:// oa.upm.es/6485/ El epígrafe ‘‘Torres, rascacielos y edificios modernos en la transformación de la ciudad’’ introduce nombres que, además de los escogidos en un primer momento (Lamela, Oiza y de La-Hoz), han resultado relevantes en la construcción de la imagen de la Castellana: Rafael Aburto, Asís Cabrero, o Corrales y Molezún. Todos ellos introducen una nueva forma de pensamiento arquitectónico neo-moderno y tecnológico que también revisa, critica y analiza en este libro. Poner en contexto y entender de una forma general los estilos de estos años es crucial para entender todos los desarrollos posteriores y, sobretodo, lo que se hizo en la Castellana.

—‘‘La ciudad y la arquitectura en los paseos del Prado, de Recoletos y de la Castellana. apuntes para su historia’’. En GONZÁLEZ VARAS, Ignacio, Los palacios de la Castellana: historia, arquitectura y ciudad. Turner: Madrid, 2010, pp. 9-23; 287 páginas. JACOBS, Jane. The Death and Life of Great American Cities. Random House: Nueva York, 1961. Traducción española de Ángel Abad, Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Península. Segunda edición, 1973 (1ª ed. 1967); 488 páginas. NAVASCUÉS PALACIO, Pedro.‘‘Castellana: quien te ha visto y quién te ve’’. Lápiz, n. 28; primer cuatrimestre de 1985, pp. 28-33. Disponible en: http://oa.upm.es/8705/ MALUENDA, Inmaculada; ENCABO, Enrique. ‘‘Castellana, que estás en los cielos’’. El cultural (Madrid), 15 de diciembre de 2020. Disponible en: https://elcultural.com/castellana-queestas-en-los-cielos. Última consulta: 9 de mayo de 2021. MONTANER, Josep Maria. Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. Barcelona: Gustavo Gili. 4º Edición, 2002 (1º ed. 1993); 272 páginas. PÉREZ-PITA, Estanislao. ‘‘Madrid, la Castellana: consideraciones acerca del eje norte-sur de Madrid’’. Arquitectura (Madrid), n. 222; enero-febrero 1980, pp. 25-28. Disponible en: http://oa.upm.es/4467/ PEREC, Georges. Especies de espacios. Barcelona: Montesinos, 2003; 146 páginas. RAMIREZ DE LUCAS, Juan. ‘‘La audacia luminosa del edificio Castelar’’. Diario ABC (Madrid), 14 de agosto de 1983; pp. 72-73. SAMBRICIO, Carlos. ‘‘Ideología, política y especulación urbanas en Madrid en la primera mitad del XIX: el caso de la Castellana’’. Quintana: revista de estudios do Departamento de Historia da Arte, Vol.3, n. 3; 2004, pp. 13-24. Disponible en: http://oa.upm.es/1606/ Aunque se remonte a una época que escapa de nuestro marco temporal, entender las transformaciones urbanas, económicas y políticas que desde el inicio conformaron la Castellana, pone de relevancia la cuestión histórica en el trabajo. Se entiende, como explica el artículo, que las acciones especulativas que comenzaron en el siglo XIX fruto de la inclusión de la banca en el planeamiento urbanístico -impulsada por la aparición del liberalismo-, tienen su eco en las posteriores transformaciones de este paseo. Que las grandes intervenciones urbanas en las ciudades del siglo XX se plantearan desde los intereses de la banca privada obliga a cuestionar la continuidad con la que se ha pretendido siempre explicar la historia urbana.

SOBALER RODRÍGUEZ, Jesús. Luces y Sombras: Edificio Castelar y Banco de Bilbao. 2018. Monografía. E.T.S. Arquitectura Madrid: UPM. La monografía pone especial atención a la construcción de estos edificios en el marco de la Transición española y su importancia como sedes de entidades bancarias. La forma en la que el edificio se introduce a la plaza, así como la composición de la fachada y la estructura, se enmarcan aquí en un contexto posmoderno que critica y revisa el Estilo Internacional. Resulta de relevancia para el trabajo comprobar que la localización, composición y materialidad de ambos edificios obedecen a un mismo contexto geopolítico así como poder analizar constructiva y arquitectónicamente estos edificios.

TRAPIELLO, Andrés. Madrid. Barcelona: Destino, 2020; 539 páginas.

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Carmen L. Ramos Chamorro

Intensificación en Composición Arquitectónica: fundamentos de crítica Madrid, junio de 2021

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