Una historia de la lectura en imágenes 2

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Una breve historia de la lectura en imĂĄgenes

Del rollo al códice y ‌


Las prácticas de lectura han sufrido transformaciones a lo largo de la historia debido a cambios políticos y sociales. Podemos hablar de cuatro invenciones revolucionarias que cambiaron la forma de leer. Estas son: la sustitución del códice por el rollo en el mundo cristiano a partir del siglo II, la invención de la lectura silenciosa, la invención de la imprenta y la industrialización del libro en el siglo XIX. Hasta los siglos II y III después de Cristo, leer un libro era leer un rollo. La práctica resultaba incómodo por las proporciones y dimensiones del papiro y los atriles. Los códices eran más manejables, con las hojas unidas entre ellos como en los libros modernos. Se podían leer de dos lados, no hacía falta usar las dos manos y las páginas podían ser numeradas.


Los formatos más populares son aquéllos que permiten al lector sostenerlos cómodamente en la mano. El más popular en la Edad Media era el libro de oraciones privado o libro de horas. Éstos se convirtieron en regalos de bodas para la nobleza y luego para la burguesía.

Holandesa del siglo XVII retratada por Bartholomeus van der Helst, que sostiene en la mano derecha un volumen diminuto.


Para satisfacer las necesidades de otros lectores, se crearon grandes volúmenes. La Iglesia Católica, a partir del siglo V, creó enormes libros para el culto: misales, libros de coro, antifonarios. Algunos eran tan grandes que se tenían que colocar sobre rodillos para poder moverlos. Para leer con comodidad se inventaron mejoras para los atriles y escritorio.

Pupitre mecánico de San Gregorio, en una escultura del siglo XIV.


Una ingeniosa mรกquina de leer, procedente de la ediciรณn de 1588 de Diverse et Artificiose Machine


Durante el siglo XVII, los vendedores ambulantes vendían folletos de todos los tamaños a los que se conoció como pliegos de cordel en el siglo siguiente.

Vendedor de opúsculos, una librería ambulante del siglo XVI.


El libro de bolsillo no se empezó a confeccionar hasta la época victoriana pero aún en el siglo XIX había libros de enormes dimensiones, realidad que refleja Gustave Doré en una de sus caricaturas.

Caricatura de Gustave Doré ridiculizando la moda europea de libros gigantescos.


Si en los siglos XVII y XVIII, la lectura se hacía en interiores, a partir del XIX los editores crean libros para ser leídos al aire libre y algunos específicamente para los viajes. El desarrollo de la nueva burguesía ociosa en Inglaterra y la expansión del ferrocarril fomentan el gusto por los largos viajes y surge la necesidad de un material de lectura con un tamaño y un contenido adecuados para estas circunstancias.

Edward Hopper. Mujer en un tren.


Monet.

Una mujer leyendo 1872


Edwin Harris. Una lectura tranquila


‌ y llegó la imprenta.


La invención de la imprenta permitió el acceso masivo a nuevos textos y facilitó la enseñanza de la lectura y la escritura en ámbitos educativos populares. Simplificó la producción de libros convirtiéndolos en objetos fáciles de confeccionar y más accesibles a la población . Supuso una democratización de la lectura.


La imprenta tuvo una gran importancia para el desarrollo de la reforma protestante y la consideraron como un instrumento del mismísimo Dios, favoreció la difusión de las lenguas vernáculas que sirvió a la intención de los reformadores de acercar la Biblia a la gente. Los católicos temían las publicaciones protestantes y prohibían su difusión. El papel que jugaba el libro y la lectura en el Renacimiento se evidencia en la actitud de algunos príncipes del siglo XV como Alfonso de Aragón que invitaba a los humanistas a la corte para celebrar duelos literarios públicos o de Federico Montefeltro que gustaba de ser retratado con un libro en la mano. La norma del nuevo libro era la elegancia, la manejabilidad , su carácter práctico y su austeridad.

Federico da Montefeltro y su hijo Guidobaldo, cuadro de Pedro Berruguete


El impacto de la imprenta se sintió en la transformación de la concepción cristiana en las comunidades europea a partir de la traducción de la Biblia y la divulgación de las tesis de Martín Lutero. También supuso un aumento de la alfabetización del pueblo y la posibilidad de elegir en pleno siglo XVI entre más de ocho millones de libros.

Retrato de Lutero de Lucas Cranach el viejo.


En los Siglos de Oro, la poesía, los cuentos, la narrativa más extensa, los diálogos y las cartas se leían en voz alta o se recitaban de memoria pero se inaugura ya una etapa de transición entre esas prácticas de lecturas a través de la voz y el hábito de la lectura silenciosa que cobra auge a partir del siglo XVIII.

Vittore Carpaccio. Renacimiento. La virgen leyendo


Lectora en azul . Vermeer


En el Siglo de las Luces se utilizaron los hábitos de lectura para reformar la sociedad y cambiar la mentalidad de la colectividad. Sirvieron para liberar a la Razón de la religión y para difundir las ideas revolucionarias.

Gran número de personas se aficionaron a leer novelas, diarios o libros científicos y a acudir a las bibliotecas. Los salones, literarios o mundanos, estaban regidos la mayoría de ellos, por mujeres. En este ambiente preciosista y refinado tenía cabida la galantería, la lectura, la frivolidad, la reflexión ..... Madame du Deffand, Julie de Lespinesse, Madame de StaalDelaunay, Marie-Thérèse Rodet Geoffrin, Anne-Thérèse de Marguenat de Courcelles Lambert.... regentaron los principales salones de la época.

Lectura de Molière de Jean-Françcois de Troy hacia 1728


Los libros estaban sĂłlo al alcance de la realeza, la aristocracia o el clero, las personas corrientes tenĂ­an pocos libros en casa porque eran caros, casi un objeto de lujo.

Las lecturas femeninas, de moda. Madame de Pompadour junto a un pupitre lleno de libros de M.Q. de la Tour. Museo del Louvre.


Los libros serán en el siglo XVIII vehículo de las ideas modernas. Este óleo del pintor francés Leonard Defrance realizado en 1781 muestra el ajetreo que hay a a la entrada de una librería de su ciudad, Lieja. La obra transmite el mensaje de que gracias a los libros se habían difundido ideas modernas, como la torerancia religiosa que acababa de decretar el emperador José II.


Leer de todo, a cualquier hora y en la intimidad. Un caballero inglés lee las Odas de Horacio, en latín, en el sofá de su casa. Óleo por François Vispré


Lectura silenciosa


En el mundo antiguo se leía en voz alta y los textos se escribían para ser leídos sin embargo, hay testimonios de que en la antigua Grecia, en el siglo V antes de Cristo, se practicaba la lectura silenciosa aunque era una práctica reservada para una minoría intelectual. Se apreciaba más la lectura en voz alta porque se daba más importancia a la memorización y la declamación de los textos que narraban las hazañas bélicas y que representaban la memoria colectiva de los pueblos.

Aristóteles según un manuscrito de su Historia naturalis de 1457.


La lectura silenciosa se relacionó con la devoción religiosa. En los conventos y abadías se establecían normas y se distribuían tareas para la lectura como ejercicio monástico. San Benito de Nursia, monje del siglo V, escribió un tratado sobre las reglas que debe cumplir el monje en sus actividades lectoras: en la intimidad, lectura silenciosa y en el refectorium y en los actos litúrgicos, en voz alta. Los frailes que tenían la dignidad de lector debían conocer muy bien las sagradas escrituras.


San Agustín visitó en Milán al obispo Ambrosio y lo vio leyendo en silencio. Este es el primer testimonio de lectura a solas en la literatura occidental.

Representación del siglo XI de San Agustín ante su atril.


Leer para otros


Leer en voz alta para otros tiene una larga historia. Reunirse para oír leer era una práctica necesaria en la Edad Media no sólo en el mundo monástico sino en el seglar dado que muchas personas no sabían leer ni escribir y los libros eran privilegios de unos pocos ricos. En las cortes, y a veces también en las casas humildes, se leían libros en voz alta a la familia y a los amigos tanto para enseñar como para entretener, costumbre que se remonta a la época del imperio romano.


En el siglo XVII, las lecturas públicas informales eran muy corrientes. Al llegar a una posada, el posadero les dice a Don Quijote y al cura lo mucho que disfruta escuchando los relatos de los caballeros andantes y cómo en la época de siega se reúnen los segadores en torno a alguno que sepa leer y “estámosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil canas”


La lectura pública cumplía una función social en la Francia del siglo XVIII.

Grabado de Marillier


En el siglo XIX en las fábricas de tabacos de Cuba, un lector leía a los trabajadores periódicos y novelas mientras realizaban su labor. Entre los trabajadores elegían la lectura y una de las más populares fue El conde de Montecristo hasta tal punto que un grupo de obreros escribió a Dumas antes de morir para que le permitiera poner el nombre de su personaje a uno de los cigarros a lo que el escritor accedió.


El autor se convierte en lector. Leer en público era según Plinio la mejor manera de que un autor llegara a tener lectores. Desde la Antigüedad, los autores hacían lecturas públicas. Es posible que hacia el final de su vida, Dante leyera pasajes de la Divina comedia en lengua vulgar en la corte de Guido Novella de Polenta en Ravena.


El motivo de la lectura pública era en ocasiones una forma de escapar a la censura .Rousseau leyó sus Confesiones en varios hogares aristocráticos de París ya que las autoridades francesas habían prohibido su publicación. El siglo XIX fue la época de mayor expansión de las lecturas públicas de los autores. En Inglaterra, destacó, sobre todo, Charles Dickens.

Dickens leyendo a sus hijas, Mamie y Katey, en el jardín de Gad's Hill.


Rudolf Ernst. Leyendo un libro


Ekwall Knut. Lecciรณn de lectura


Berthe Morisot. La lectura


Albert Anker. Leyendo al abuelo.


Lecciรณn de lectura de Evert Pieters


Henry Fantin-Latour

La lectura


De la lectura en voz alta considerada en la Antiguëdad como “ una práctica de dominación religiosa y política” se pasó a la lectura individual como un acto privado, íntimo, solitario que abrió nuevas posibilidades creativas a lectores y escritores y les obligó a mejorar sus capacidades para conocer textos y ampliar sus conocimientos.

Jovencita que lee. Franz Eybl (1806-1880)


El lector de Dostoievski de Emil Filla


La revoluciรณn del libro.


A partir del siglo XIX asistimos a un proceso de industrializaciĂłn del libro. En este siglo la actividad de la lectura en la vida cotidiana de todas las clases sociales adquiere gran importancia.

Paul CĂŠzanne. Retrato de su padre.



Se leen novelas, cuentos, diarios, revistas

Jean –Baptiste Camille- Corot . Lectura interrumpida


Renoir. Las hijas de Caillebote.


Chiristian Constantin Hansen Hermanas



Retrato de Alexandre Cassat y su hijo de MarĂ­a Cassat


El placer que proporciona la lectura depende de la comodidad del lector. A cada libro corresponde un cierto lugar de lectura. El poeta persa Omar Jayyan recomendaba leer poesía al aire libre y bajo un árbol. Se puede transformar un lugar leyendo en él. Leer en la cama proporciona una especial sensación de intimidad. El lecho romano destinado a dormir servía a veces como cama para la lectura. Los monjes tenían sencillos catres en sus celdas y allí podían leer más cómodamente que en sus duros bancos y escritorios. En el siglo XIV con el florecimiento de la burguesía poseer libros y camas decoradas se convirtió en símbolo de elevada categoría social. El dormitorio no era sólo el lugar donde el burgués dormía sino el lugar donde depositaba sus bienes incluidos los libros.

En un manuscrito francés del siglo XIII, un monje sentado en la cama, lee en una fría noche de invierno.


Luz de sol y sombras de Homer Winslow


Carl Spitzweg. Poeta pobre.


Virgen de la mosca. Colegiata de Toro. Zamora. AtribuĂ­do a Hans Memmlin.Finales del siglo XV.


Infanta Portuguesa, Catedral de Lisboa, Mitad del siglo XIV.



Desde la época de las grandes revoluciones sociales, la lectura en las sociedades occidentales ha tenido una función democratizadora. Entre los obreros, la novela por entregas, continuó leyéndose en voz alta hasta La Primera Guerra Mundial.


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