Una mirada al pasado Se abren las puertas de la sala Sergio Aguirre donde los ganadores del Festival Víctor Jara ensayaban para la temporada de su obra PRAT (también ganadora del Fondart): ¿alguien me puede ayudar?- no estoy seguro si esas fueron las palabras, pero recuerdo que fue una pregunta bastante abierta la que hizo María José Parga desde la puerta de la sala. Yo me encontraba haciendo hora en el patio de la U. de Chile porque tenía una gran ventana sin clases. Accedí a echarles una manito a estos estudiantes de último año, junto con un compañero teníamos que empujar la escenografía-cubierta hasta que cayera del escenario y se quebrara por la mitad. Cuando los diseñadores vieron que su proyecto funcionaba en la práctica celebraron y de un momento a otro yo formaba parte del equipo de tramoyas o como después nos denominamos, encargados de efectos especiales. Así, por un favor estuve metido en una de las polémicas teatrales y artísticas más mediáticas del milenio que recién comenzaba. Así mismo desde la humildad de un mechón, casi sin palabras fui un observador afortunado del nacimiento de una de las compañías de teatro más importantes de la actualidad. Este fue mi primer trabajo teatral pagado, sin lugar a dudas quedé marcado a fuego con lo que allí experimenté. Repito casi sin palabras fui un observador de los ensayos, de los procesos y formas de trabajar que tenían cada uno de los integrantes, del espíritu colectivo de trabajo, de su apuesta experimental y cómo reflexionaban sobre ésta. La obra PRAT la viví o más bien la escuché un centenar de veces, me la sabía de memoria, muchas veces bromeábamos que los tramoyas éramos los candidatos perfectos para un eventual reemplazo del elenco. Acostado detrás del escenario, escondido, varias veces la obra se me hizo un poco tediosa, larga, sobre todo en una escena donde experimentaban con el tiempo real de espera… Habían momentos donde me dejaba dormir y otros textos clave para despertar con tiempo y hacer mi trabajo, habían diálogos que a pesar de escucharlos innumerables veces siempre me volvían a emocionar y por suerte la obra contenía mucho de improvisación lo que hizo que cada presentación tuviera algo nuevo que comentar. Sobre la polémica, me da la impresión de que todo el elenco vivió esta experiencia como un “extranjero” de Camus, los medios hablaban de una obra que nadie había visto, se filtraron textos y se interpretaron fuera de contexto, desde mi punto de vista era todo tan ridículo, tan sin fundamento todas las acusaciones y polémicas farandulizadas en la televisión y diarios. El estreno fue algo apoteósico, la sala repleta, una fuerte tensión en todo el equipo y el nerviosismo no provenía de la típica emoción de un estreno ¿saldrá bien la obra?, ¿nos iremos a equivocar? ¿resultará esto que ensayamos? ¿cómo reaccionará el público? Nooo, el nerviosismo era por la supuesta bomba que el GOPE minutos antes fue a desinstalar, el miedo provenía de las amenazas de los neonazis, de la cantidad de prensa interesada en la polémica de la obra, incomodidad por los poderes fácticos que estaban moviendo sus fuerzas en contra de este estreno. Con estos antecedentes el estreno salió como pudo, lo que más recuerdo eran los golpes de los neonazis en las ventanas y puertas del teatro durante la función, fueron con agresividad, pero al estilo del rin rin raja, me los imagino corriendo con susto y cagados de la risa por la maldad que hicieron, pfff. Temporada exitosa en la sala Sergio Aguirre, luego en el Trolley la cosa se enfrió, de hecho más de una vez suspendimos la función porque llegaba muy pocas personas, una