La evaluación de la realidad del campo en México pasa por el estudio de la historia del agrarismo, una trayectoria que involucró sentidas demandas y transformaciones profundas del país en el siglo XX. Este agrarismo mexicano ha pasado por la gestación del proyecto revolucionario que estableció la Constitución de 1917 y que encontró en el cardenismo histórico su etapa de aplicación más determinante. El agrarismo ha enfrentado reveses significativos en su impulso transformador con el proyecto desarrollista, que comenzó con el gobierno de Miguel Alemán Valdés y con el modelo neoliberal, a partir de la administración de Carlos Salinas de Gortari. Esta historia ha encontrado nuevas etapas, llenas innovación, pues están guiadas por el criterio de la productividad y la lucha por la soberanía alimentaria, lo que nos indica que la lucha por la tierra y su producto mantiene vigente sus motivos e intenciones de cambio en el XXI.
CENTRAL CAMPESINA CARDENISTA Instituto de Educación y Capacitación Campesina “Antonio Luna Cervantes” S.C. Programa Integral de Capacitación y Educación Curso Taller de Formación de Formadores, Tronco Común Manual del Módulo 2. Evaluación de la realidad del campo en México. Antecedentes del Agrarismo y el campo Méxicano. Responsable de Redacción: Jorge Ignacio García Ponce Diseño: Julio César Cervantes Ortega
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Agrarismo y Campo Mexicano.
Agrarismo mexicano: historia y proyecto
1.1. Proyecto constitucionalista original La historia del agrarismo comenzó con el proceso revolucionario de inicios del siglo XX, que si bien encontró su cristalización en la Constitución de 1917, tuvo su origen en distintas vertientes, que en medio de la lucha revolucionaria fueron mezclándose hasta convertirse en un solo torrente de transformación. La primera vertiente que debemos considerar es la de tipo intelectual, representada por Andrés Molina Enríquez. Este autor, con su obra Los grandes problemas de México, de 1909, denunció la alta concentración de la tierra en pocas manos, es decir, el fenómeno del latifundismo y las haciendas, ya que en su mayoría fue resultado de la usurpación y el robo, en que se confabularon hacendados y autoridades, en perjuicio de comunidades y pequeños productores. Además señaló con energía de la enorme explotación y pobreza que dicho sistema latifundista provocaba entre las masas rurales. Si bien su denuncia no era nueva, otros autores ya la habían anotado, su novedad estribaba en que exigió, sin ambages y como solución al latifundismo y la pobreza en el campo, el reparto de tierras, el reparto agrario. Este discurso fue un alto y digno grito de justicia, que anunciaba los tiempos revolucionarios, y que tuvo la fortuna de encontrar o coincidir con otras expresiones sociales y políticas.
Andrés Molina Enríquez nace en el Estado de México en el villorrio de Jilotepec, el 30 de noviembre de 1868. Estudió la preparatoria en el Instituto Científico Literario de Toluca; se tituló en leyes y fue juez de Corte en diversos lugares de su Estado natal. Sin embargo, es importante señalar que él siempre se consideró sociólogo
La segunda vertiente del agrarismo es la que se gestó en el estado de Morelos, bajo el liderazgo del legendario Emiliano Zapata y su Ejército Libertador del Sur. Es sabido que el zapatismo se unió al llamado de Francisco I. Madero, con su “Plan de San Luis” de 1910, ya que este prometió el reparto agrario; sabemos también que el zapatismo, al no ver satisfechas sus demandas con el gobierno de Madero y sentirse traicionado, como casi todos los maderistas, debió erigir su propia bandera, esencialmente agrarista y que conocemos con el insigne nombre de “Plan de Ayala”, promulgado el 28 de noviembre de 1911. Este documento asumió el derecho revolucionario de los campesinos, por vía de los hechos, de restituir para sí las tierras robadas ante2
riormente por los hacendados o repartirse las mismas como pago justo por tantos años de explotación y humillaciones. Sin duda alguna el Gral. Emiliano Zapata Salazar (8 de agosto de 1879 en San Miguel Anenecuilco, Morelos-10 de abril de 1919 en Chinameca, Morelos) Es uno de los grandes íconos de lucha revolucionaria a nivel mundial, a continuación reproducimos algunos fragmentos del Plan de Ayala. Art 6. Como parte adicional del Plan que invocamos hacemos constar, que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados científicos ó cacíques á la sombra de la tiranía y de la justicia penal entrarán en poseción de estos bienes inmuebles desde luego los pueblos ó ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes á esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fé de nuestros opresores, manteniendo á todo trance con las armas en la mano la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derecho a ellos, lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución. Art 7. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar su condición social ni poder dedicarse á la industria ó á la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas por esta causa se expropiarán previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios á los poderosos propietarios de ellos, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos. Art 8. Los hacendados, científicos, o caciques que se opongan directa ó indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan, se destinarán para indemnizaciones de guerra pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente Plan. Art 9. Para ajustar los procedimientos respecto á los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes de desamortización y nacionalización según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, a los bienes eclesiásticos que escarmentaron á los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y del retroceso.
Una tercera vertiente del agrarismo, aunque más bien tardía, fue la del constitucionalismo, movimiento encabezado por Venustiano Carranza, cuando el 19 de febrero de 1913 promulgó el “Plan de Guadalupe”, plan esencialmente político que tenía como objetivo exclusivo el derrocar a Victoriano Huerta y restablecer la legalidad con nuevas elecciones. Sin embargo, aunque al principio el constitucionalismo no tuvo motivos y propuestas agraristas, tuvo algunas expresiones en este sentido. Una de estas fue la de muchos de los oficiales del Ejército Constitucionalista, que contaban con hondas convicciones agraristas pero que políticamente no confiaban en personajes como Zapata, por lo que se mantenían leales a Carranza, así tenemos a personalidades como las de Lucio Blanco, Antonio I. Villarreal, Salvador Alvarado, Francisco J. Múgica, 3
entre otros. Otra expresión agrarista del constitucionalismo fue la encabezada por el General Francisco Villa, quien dirigió a la fuerza militar más poderosa del constitucionalismo y de toda la revolución que fue la División del Norte, integrando en sus filas a obreros torneros, de los muelles y minas, artesanos, pequeños propietarios, jornaleros, entre otros sectores, que hicieron de este un ejército popular. El villismo tuvo intenciones agraristas, algunas ideas singulares como las colonias militares, pero nunca un proyecto tan acabado como el del zapatismo, sin embargo, por su conformación social y sus ideas respecto a la propiedad, el villismo era más cercano al agrarismo que otras fuerzas constitucionalistas. Finalmente, ante los eventos políticos, surgió formalmente el agrarismo constitucionalista, cuando Carranza mismo emitió las adiciones al “Plan de Guadalupe”, el 12 de diciembre de 1914, así como la Ley Agraria del seis de enero de 1915, medidas que retomaron las acciones de la restitución y el reparto de tierras de las haciendas. Precisamente en 1914, con la caída de Huerta, el futuro del país fue retomado por la Convención de Aguascalientes, en los meses de octubre y noviembre, donde los zapatistas, apoyados por los villistas, lograron imponer el Plan de Ayala como proyecto nacional, lo que hizo que Venustiano Carranza desconociera a la Convención e instalara su propio gobierno en Veracruz. Carranza nunca fue partidario directo de las demandas agraristas y las negó hasta donde pudo, pero en 1914, estando en juego el destino político del país y con la expectativa de que él, Villa o Zapata tomaran el control de los asuntos nacionales, el jefe de las fuerzas constitucionalistas debió arrebatar las banderas agraristas, en especial a los zapatitas, para ganarse el apoyo popular y fortalecer su lucha contra la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, para garantizar así el control del poder. Cuando Álvaro Obregón, principal oficial de Carranza, derrotó militarmente a Villa, hacia 1915, los zapatistas ya no podían ofrecer mayor resistencia, por lo que Carranza tomó el poder y la causa agrarista dependió desde ese momento de los carrancistas. El 19 de diciembre de 1916, Carranza convocó a elecciones de diputados para el Congreso Constituyente, que se reunió finalmente en Querétaro, entre diciembre de 1916 y febrero de 1917, y que tuvo como objetivo fundamental redactar y promulgar una nueva constitución política para el país. Originalmente, Carranza sólo buscaba que la nueva constitución le concediera un cambio de régimen político, de uno de tipo parlamentario a otro de carácter presidencial, pero este congreso constituyente, no sólo favoreció esta reforma sino que asumió con convicción, pese a las intenciones de Carranza, la inscripción de los derechos sociales como garantías constitucionales. En esta labor se destacaron diputados que ya antes habían luchado por estos derechos, como Francisco J. Múgica por lo agrario y Heriberto Jara por lo laboral. Fue así que surgieron los artículos 27 y 123, para garantizar los derechos por la tierra y el trabajo respectivamente. Particularmente, el artículo 27 transformó de modo tajante el concepto y carácter de la propiedad, destruyendo el monopolio de la propiedad de tipo privado, para integrar otras formas. Tenemos entonces, conceptualmente hablando, tres modos para la propiedad: la privada, la colectiva (que implica la comunal y la ejidal) y la patrimonial (la relativa a la nación). Con esto, el artículo garantizó el derecho a la tierra por vía del reparto, política que desafortunadamente estuvo suspendida o condicionada por mucho tiempo. 4
1.2. Proyecto del cardenismo histórico Entre 1917 y 1935, el reparto agrario estuvo detenido o condicionado, según los intereses políticos de gobiernos como los de Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Pascual Ortiz Rubio, Emilio Portes Gil y Abelardo L. Rodríguez, fue hasta la llegada del General Lázaro Cárdenas del Río, que los derechos agrarios se hicieron efectivos a plenitud. El cardenismo histórico se construyó en una parte cuando se recuperó la demanda agrarista y se aplicó como una política integral, en beneficio de los campesinos de todo el país. El agrarismo cardenista podemos entonces sistematizarlo del siguiente modo: Tomó como base la aplicación de la doctrina constitucionalista. El cardenismo histórico se caracteriza por retomar el proyecto revolucionario constitucional y hacerlo efectivo. La promesa de cambios en el mundo rural y entre los campesinos, no sólo estaba retrasada, sino prácticamente abandonada, el Gobierno del General Cárdenas sólo tomó al pie de la letra la Constitución de 1917, como un acto de justicia revolucionaria. Reparto agrario. El aspecto elemental de recuperar el proyecto agrario de la Constitución de 1917 fue sin duda dar paso al proceso de reparto de tierras, que hacia 1938 había completado un total de 18 millones de hectáreas, lo que significó el cambio en la vida de millones de campesinos y destrozar el modelo tradicional del latifundio y la hacienda, vigente desde tiempos coloniales y que durante el porfiriato había asumido formas altamente nocivas para el país y la sociedad. Sustento de la organización campesina en el ejido. El cardenismo histórico tuvo la firme convicción en que un modelo colectivo de propiedad, como el ejido, no sólo protegería a los campesinos de otros intentos de robo por parte de los grades propietarios, sino que podía potenciar las capacidades productivas del campo. El gobierno del General Cárdenas tenía en mente que las comunidades campesinas eran capaces de trascender el mito de la propiedad privada, como único modelo de propiedad y de generación de riqueza, incluso como elemento esencial para el desarrollo económico, social y hasta cultural del resto del país. Apoyo a las unidades productivas con crédito y asistencia técnica. Pero no se trataba únicamente de dotar de tierras a los campesinos, la idea fue apoyarlos con crédito y asistencia técnica y productiva, creando así un modelo integral para la productividad; por ello fue transcendental la aparición de instituciones como el Banco de Crédito Ejidal y la Universidad Autónoma de Chapingo. El cardenismo histórico nunca pensó en otorgar las tierras y dejar a los campesinos a su suerte, tampoco que el cultivo de dichos terrenos se limitara al autoconsumo, el objetivo fue alcanzar niveles de alta productividad, para que el país garantizara su autosuficiencia alimentaria de modo permanente y nunca estuviera en juego la soberanía alimentaria. Fortalecimiento de la alianza entre el campesinado organizado y el Estado. Para el 5
cardenismo histórico la lucha por la tierra y su productividad no estaba desligada de la cuestión organizativa y política, era necesario que los campesinos se mantuvieran unidos y organizados en un solo cuerpo de acción para la defensa permanente de sus intereses, pues resultaba ingenuo pensar que las fuerzas contrarrevolucionarias dejarían la cuestión agraria tan fácilmente, la lucha era prácticamente permanente. Esta organización campesina, que solo en un principio fue la Confederación Nacional Campesina (CNC), tenía otra tarea, fortalecer al Estado revolucionario, como instrumento de transformación general del país, en beneficio no sólo de las masas campesinas sino todos los sectores populares y patrióticos, apoyar al Estado era apoyar a la revolución, que en ese momento vivía precisamente la etapa del cardenismo histórico.
El Presidente Lazaro Cardenas recorrio todo el país vinculandose directamente con los campesinos y los trabajadores.
Pero las reformas de hondo contenido revolucionario encontraron intereses que se dedicaron a nulificar su efecto, a detenerlas a como diera lugar. A partir de 1940 el agrarismo del cardenismo histórico fue trastocado y completamente traicionado. 1.3. Proyecto desarrollista Los intereses contrarrevolucionarios se organizaron esencialmente en 1946, cuando al amparo del gobierno de Manuel Ávila Camacho, fue constituido el Partido Revolucionario Institucional (PRI), este partido no surgió para dar continuidad al programa revolucionario ni de la Constitución de 1917 y mucho menos del cardenismo histórico, por el contrario, surgió para ponerle un freno al impulso revolucionario y utilizar parte de su obra, para consolidar un régimen autoritario, en beneficio de unos cuantos que se dijeron herederos de la Revolución Mexicana. La esencia contrarrevolucionaria del priísmo se comprobó cuando surgió su primer candidato y primer presidente, Miguel Alemán Valdés, personaje que orquestó una serie de cambios en contra del agrarismo revolucionario. Su contrarreforma consistió en los siguientes aspectos: Reforma constitucional del artículo 27. La reforma alemanista consistió especial6
Miguel Alemán Valdés (Sayula, Veracruz; 29 de septiembre de 1903 – Ciudad de México; 14 de mayo de 1983). Fue un político y abogado mexicano que se desempeñó como el presidente de México del 1 de diciembre de 1946 al 30 de noviembre de 1952. Su administración se caracterizó por la industrialización de México. Con él se inició el país de los “Cachorros de la Revolución” como los llamó Vicente Lombardo Toledano. También se le conoció como “Míster amigo”. La deuda externa se incrementó a 346 millones de dólares, porque el gasto público aumentó, faltaron inversiones en áreas productivas y el gobierno recurrió al crédito externo. A resultas, el peso fue devaluado un 90% y se cotizó a 8.65 pesos por dólar. Esta política fue represiva, antiobrera. Las manifestaciones obreras que fueron reprimidas por la fuerza pública, tuvieron su origen en el bajo y escaso salario y la antidemocracia sindical, pues el gobierno imponía líderes “charros”, es decir, ilegítimos y corruptos.
mente en que la unidad individual de dotación no sería menor de 10 hectáreas de tierras de riego o humedad, o sus equivalentes; además se concedía el juicio de amparo a los dueños de predios agrícolas o ganaderos que dispusieran de certificados de inafectabilidad, y finalmente, se consideraba a la pequeña propiedad agrícola hasta de 100 hectáreas de riego o sus equivalentes. Esta regresión concebía al empresariado y a la propiedad privada como los pilares del desarrollo agrícola, haciendo del campo no un polo de desarrollo económico y social, sino únicamente un surtidor de materias primas y alimentos baratos para las ciudades y eventualmente en exportador de algunos productos, como el algodón; en tanto que al campesinado, se le dejaba el papel de fuerza de trabajo de las nuevas industrias urbanas. Esto fue conseguido de manera sólida al suspender el reparto agrario y abandonar a la propiedad ejidal. Favoreció la agricultura comercial basada en agroindustrias y el latifundio. Para el alemanismo el campesino nunca fue un sujeto creador de riqueza, al contrario, era sinónimo de atraso e improductividad. El gobierno de Miguel Alemán Velasco determinó que los verdaderos creadores de riqueza en el campo eran las agroindustrias y los nuevos latifundistas, que con la contrarreforma al artículo 27, no sólo se vieron protegidos sino que acrecentaron su capacidad de concentración de tierras, volviendo al esquema previo a la revolución. Presionó la crisis de las comunidades ejidales con su abandono crediticio y técnico. Para demostrar que el ejido, una de las principales claves del proyecto del cardenismo histórico, no era sino un signo de atraso y fuera viable su desaparición, el alemanismo se dedicó a destrozarlo gradualmente y hasta donde pudo. Básicamente dejó al ejido a su suerte, retirándole el crédito y el apoyo técnico, medios sin los cuales era factible su lento derrumbe como proyecto productivo y económico en el mundo rural mexicano. Supeditó el desarrollo urbano al rural. Para el 7
alemanismo no había modernidad sin que las ciudades no crecieran y adquieran los estándares de calidad de otros países occidentales, en especial los Estados Unidos, panacea de modernidad para el gobierno de Miguel Alemán. En opinión de esta administración, las ciudades eran la punta de lanza del desarrollo, el campo debía supeditarse y otorgar todos los medios necesarios para la expansión urbana, como alimentos baratos, materias primas, fuerza de trabajo barata, entre otros. Para el alemanismo no había posibilidades de que desde el campo se pudiera hablar de modernidad, el campo y los campesinos eran para los alemanistas un signo de atraso, algo que debía cambiar, incluso desparecer para bien del país. Los cambios en el campo mexicano no pararon ahí, al desarrollismo o alemanismo siguió el periodo neoliberal, en particular el sexenio de Salinas de Gortari, con lo que el campo y los campesinos mexicanos conocieron la etapa más difícil de su existencia. 2.
El Campo mexicano en el neoliberalismo.
2.1. La reforma del artículo 27 constitucional. Con el inició del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en 1988, se inició el nefasto periodo neoliberal, que representó dejar atrás muchas de las conquistas revolucionarias, aunque estuvieran amparadas en el Estado autoritario y benefactor priísta. Entre esas regresiones estuvo la reforma al artículo 27 constitucional, realizada en 1992 con la mayoría priísta en el Congreso Federal. Dos son las principales características de esta reforma: Fue declarado el fin del reparto agrario. No era la primera vez que esto se estipulaba, ya en tiempos de Plutarco Elías Calles se dijo que el reparto agrario había llegado a su fin, ahora en los años noventa se repetía. El criterio para esta decisión, tanto en los veintes como con Salinas no era económico ni social, sólo político, incluso ideológico, pues se asumía dogmáticamente que el reparto en sí mismo no era necesario para la recuperación y desarrollo del campo y la productividad del mismo, era más importante hacer de esos campesinos “pequeños productores”, con lo que de modo casi automático la clase campesina saldría de su atraso. Sin embargo, en el fondo, el problema era la voluntad de no conceder más tierras, particularmente para proteger a los nuevos latifundistas, mantener el favoritismo hacia las agroindustrias y frenar el avance de la lucha campesina que desde los años setenta venía revitalizando las demandas agrarias. Fue abierta la posibilidad de enajenación de la propiedad ejidal. La parte fundamental de esta reforma fue permitir que el ejido, antes inafectable, quedara susceptible de ser enajenado o comercializado. La inafectabilidad fue creada como un mecanismo para proteger a las comunidades y los productores ante los grandes propietarios, pero ahora, con la posibilidad de la venta, los ejidos estaban ante el escenario de su quebranto y los productores frente a la posibilidad de marginación. La reforma, en teoría, buscaba que los campesinos entraran en la dinámica del mercado, con lo que estarían 8
en la senda del desarrollo, lo que el esquema anterior del ejido no les permitía. Pero esto era falso, en primer lugar, el ejido no entró en crisis por su ineficacia como modelo productivo sino por el abandono premeditado, en seguida, el ejido, como forma colectiva de la propiedad no era necesariamente inútil, como tampoco la pequeña propiedad, por su carácter privado era necesariamente favorable para el desarrollo, y en tercer lugar, si los campesinos podían competir en el mercado no dependía del carácter privado de su propiedad sino de las condiciones equitativas existentes en el mercado para dicha competencia. 2.2. TLCAN y cambios en el sector público Cuando se pensaba en la competencia para el mercado, el salinismo calculaba la cuestión de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Este acuerdo comercial implicó demasiadas desventajas para México, el campo y los campesinos fueron de los primeros sectores en comprobarlo. La apertura comercial que implicó el TLCAN trajo problemas determinantes para la crisis que hoy vive el campo mexicano. Fueron eliminados los precios de garantía de los alimentos básicos. Un requisito para la supuesta apertura comercial fue abandonar a los campesinos a su suerte, en especial no garantizar un esquema de protección mínimo ante los vaivenes del mercado. Los precios de garantía eran esa protección, que hoy día tienen productores de Estados Unidos y Europa Occidental, pero que en México fueron eliminados bajo el argumento de que estos impedían que el campesino asumiera un ánimo de competencia y búsqueda de la alta calidad frente al mercado mundial. Desaparición de CONASUPO y de los subsidios a insumos, crédito y seguro para la producción agropecuaria. Esto fue una parte fundamental en la eliminación de la protección a los productores ante el mercado. Lo cierto era que sin estos mecanismos de apoyo y subsidio, los campesinos difícilmente podrían competir ante sus contrapartes estadounidense y canadiense, quienes nunca han dejado de recibir apoyos y subsidios de sus respectivos gobiernos. Este desequilibrio hace pensar que en lo relativo al campo, el TLCAN fue creado para garantizar a la producción agropecuaria estadounidense un mercado cautivo, por lo que desde un inicio los productores mexicanos no estaban considerados como sujetos activos y menos beneficiarios por la apertura comercial. Hasta hoy, sólo dos por ciento de las unidades productoras del campo participan de la llamada apertura comercial, el resto, que son millones de familias campesinas están abandonadas a su suerte. Disminución gradual de los aranceles para varios productos agrícolas. Decimos que el mercado mexicano fue reservado de modo cautivo para los productores y agroempresas estadounidenses, pues el proyecto implicó sin miramiento alguno la reducción de los aranceles a productos agrícolas, por lo que el campo mexicano y los consumidores estarían dominados por la importación de alimentos, disminuyendo nuestra capacidad de competencia. La dependencia ante la importación de alimentos se agravaría con la apertura al maíz y al frijol, aspecto que hasta hoy no ha cundido como se calculaba, pero que no deja de lesionar nuestra soberanía alimentaria. 9
2.3. Impactos y consecuencias sociales y económicas Era esperable que ante una desproporcionada situación de competencia comercial en que se colocó a los productores nacionales frente a los de Estados Unidos y Canadá, las consecuencias fueran desastrosas. Los distintos gobiernos neoliberales pueden afirmar lo que deseen respecto al supuesto desarrollo del campo, nos ofrecerán cifras, tendencias estadísticas, planes y promesas, en fin, su discurso de siempre, lo cierto es que la realidad social es la mejor evidencia del desastre del campo gracias a sus medidas y reformas. Los pequeños productores y comunidades perdieron productividad y rentabilidad. Al no poder competir gracias a la falta de condiciones de equidad para ello, los productores han atestiguado la pérdida de su capacidad productiva, la aplastante mayoría de estos no pueden exportar, como según afirmaba la promesa salinista, y el mercado interno se cierra, pues no sólo deben enfrentar las nocivas acciones de la intermediación, sino que no pueden asegurar el abasto en amplios sectores que los importadores ya tienen acaparados. Las agroindustrias se han expandido y dominan el mercado interno y de exportación. Como era esperable, la reforma salinista acabó beneficiando esencialmente a las agroindustrias, quienes realmente han acaparado la producción de alimentos y materias primas, además de contar con las mejores condiciones para exportar y controlar el mercado de importación. Estas agroindustrias fueron las verdaderas beneficiarias de la reforma constitucional, pues son las que compran o preferentemente rentan las propiedades ejidales, llevando a los productores al abandono de sus tierras, al no contar con posibilidades de participar en el llamado libre mercado. Han impuesto tal esquema de comercialización en el campo que tan sólo en 1994, año de inicio del TLCAN los productores debían generar el doble de lo obtenido en 1981 para conseguir el mismo ingreso. Además la tendencia especulativa de las 10
Carlos Salinas de Gortari (Ciudad de México, 3 de abril de 1948) es un economista mexicano que ocupó la presidencia de México del 1 de diciembre de 1988 al 30 de noviembre de 1994. El principal promotor del Neoliberalismo en México, creador de monopolios que ahora sustentan a el hombre más rico del mundo, entre otros muchos empresarios beneficiados en su sexenio a través de la privatización de empresas públicas. Su sexenio se vio plagado de turbios manejos economicos y corrupción. Carlos Salinas ascendió a la presidencia en una de las elecciones más polémicas de la historia reciente, luego de una inestabilidad económica de más de 10 años la estructura del PRI se debilitó y por primera vez en la historia moderna de México se vio la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como una posibilidad real de asumir la presidencia de la república. La noche de la elección, los datos que liberaba la Comisión Federal Electoral por medio del secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz fueron interrumpidos. Al conocer las interrupciones, el representante del PAN en esa institución declararía lo siguiente: Se nos informa que en el Comité Técnico de Vigilancia del Registro Nacional de Electores, se cayó la computadora, desafortunadamente no del verbo caerse, sino del verbo callar. Diego Fernández de Ceballos
agroindustrias, con precios y granos, ha sido nefasta para el mercado nacional en su conjunto. El país pasó de exportador a importador de productos agropecuarios. La realidad productiva del país es desventajosa ante sus socios del TLCAN. Mientras que Estados Unidos ha mantenido un promedio de producción de maíz de 8 ton/ha entre 1994 y 2004, en nuestro país el promedio no pasó de las 2.42 ton/ha en el mismo periodo. El caso del frijol también es ejemplar, pues en México se producen 767 kilogramos por hectárea, en tanto que en Estados Unidos la producción es de 1, 855 kg./ha. Parte de lo que esto significa es que 25 millones de toneladas del maíz que México consume, por ejemplo, al menos una quinta parte es importada de los Estados Unidos. Esto ha convertido a México en importador de productos agropecuarios y ya no en exportador, haciendo que la participación mexicana en el mercado externo, pese a las intenciones y esquemas neoliberales, sea ínfima. La pobreza aumentó en el sector rural obligando a la migración. La pérdida de autosuficiencia alimentaria en el campo y de productividad por parte de los campesinos, ha impuesto una realidad de incontestable pobreza, lo que incluso podemos definir como depredación social, pues de 4 millones de productores comerciales que había en 1994, para el 2000 sólo quedaban 300 mil. La migración campesina a ciudades de México y Estados Unidos es contada hoy en millones, los campesinos simplemente han sido expulsados de sus comunidades y propiedades, para ser explotados de numerosas maneras en las ciudades, quitándoles no sólo su justa retribución sino su dignidad. 3.
Alternativas de solución: La propuesta de la CCC.
3.1. La lucha por la tierra Pese a los edictos presidenciales, la demanda por la tierra tomó vigencia hacia los años setenta. Esta situación se agravó gracias a varios factores, como la pérdida de autosuficiencia alimentaria y la subsecuente crisis de alimentos, el reiterado caciquismo y el nuevo latifundismo en varias regiones del país y el abandono productivo del campo por parte del Estado. La lucha por tierras para los campesinos se convirtió en el eje aglutinador con el que se daba certidumbre a una amplia masa de productores y sus familias a lo largo del país, con ello también se potenció el proceso de organización de esos campesinos y surgieron así nuevas agrupaciones que serían el contrapeso a la ya corrompida CNC, de carácter oficialista. La lucha por la tierra o agrarista, fue la respuesta al atraso que el alemanismo había impuesto en el campo y que los distintos gobiernos priístas mantuvieron entre 1952 y 1970. La reforma de 1946 asumió que el reparto agrario no era necesario y dejó a su suerte a millones de campesinos. Estos reaccionaron treinta años después con la demanda sabida: la tierra. Obviamente esto tuvo sus consecuencias pues gobiernos 11
como el de José López Portillo reprimieron al movimiento para contener en la medida de lo posible esta avalancha que se daba desde el campo. Esta lucha estuvo vigente entre 1972 y 1992, año en que la reforma salinista asumió de nuevo el llamado fin del reparto agrario. Pero aún así, esos veinte años de lucha habían demostrado la vigencia de las banderas agraristas y su empuje para encausar a las masas campesinas. Por su parte, la CCC asumió esta línea como una herencia de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), principal organización de las varias que le dieron origen en 1988. De este modo, la CCC mantuvo la lucha por la tierra entre ese año y 1992, pero después fue plenamente consecuente al desplegar la lucha hasta 1995. En este combate se destacaron estados como Chiapas, Puebla, Hidalgo, entre otros, siendo páginas importantes en la historia de la CCC. 3.2. La lucha por la productividad El llamado fin del reparto agrario que estipuló la reforma salinista no dejó de tener impacto, uno de los cuales fue ampliamente positivo, pues significó abrir otra línea de lucha social y económica, cualitativamente distinta a la que defendía el derecho por la tenencia de la tierra. La idea era pasar de la mera posesión de la tierra a su mayor productividad, lo que requería para este propósito la creciente capacitación y el acceso a crédito, ya sea por vía de instituciones públicas o por medios autónomos. La lucha por la productividad nació a mediados de los años ochentas, por medio de los planteamientos de la UNORCA, cuyo criterio era que para promover el desarrollo de los campesinos no bastaba reclamar la tenencia de la tierra sino trabajar porque esta fuera altamente productiva, es decir, la perspectiva del desarrollo estaba no en la tierra sino en la productividad. Para la CCC esto no resultó extraño, el mismo cardenismo histórico contenía enseñanzas claras y compatibles con estas ideas. La tarea ha sido entonces promover el acercamiento de esquemas crediticios y asesoría técnica suficiente para potenciar la productividad campesina. Por ello, la CCC cuenta con dos secretarias como Desarrollo Rural y Organismos Financieros que buscan resolver cada vez más estos aspectos de la productividad. Hoy día, la CCC lucha por integrar a los productores con los más adelantados modelos técnicos para el campo, así como por construir mecanismos de financiamiento autónomo, que por tanto no dependan de los recursos públicos. Un reto pendiente en la búsqueda del mejor desarrollo para el campo y los productores es la comercialización, lo representa romper con la cadena de intermediación que constriñe el crecimiento de los campesinos y el despliegue provechoso de sus productos. 3.3. La lucha por la soberanía alimentaria Una línea de lucha reciente, en que la CCC es protagonista, es la que tiene que ver con la soberanía alimentaria. Esta es la proyección de las necesidades sectoriales del movimiento campesino al interés nacional, bajo el entendido de que las demandas campesinas no son sólo del sector sino que comprometen a todo el país en más de 12
un sentido y nivel. La relación que aquí se señala queda mucho más clara cuando observamos que si los campesinos no conservan su capacidad productiva, el país pierde la autosuficiencia alimentaria y por tanto su soberanía alimentaria. Igualmente, si el país no procura sella acuerdos comerciales que no contemplan la participación favorable de los campesinos, entonces estos sufren las más terribles consecuencias. Esta relación correlativa es una muestra de que los problemas de los campesinos son del país y viceversa. Los antecedentes de esta lucha datan del año 2003, con el movimiento de “El Campo No Aguanta Más” y las distintas luchas desplegadas entre 2006 y 2007. Muy especialmente, hay que destacar la “Declaración del Zócalo”, de 2007, documento emitido por la UNT, el CONORP (con participación destacada de la CCC) y la Coalición Ciudadana Nacional (CCN), que establece especialmente la necesidad de llevar a cabo la reforma social y democrática del Estado y construir así un Nuevo Pacto Social, con lo que los intereses de los sectores mayoritarios de la sociedad mexicana se hagan efectivos. Este posicionamiento dio la base para el “Manifiesto y Llamamiento al Pueblo de México por la Soberanía Alimentaria, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas” y del “Pacto Político por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas”, de 2008, documentos que presentan una firme y sustentada posición, crítica y alternativa, frente a la serie de políticas de reiterado corte neoliberal que en el país se padecen desde hace más de dos décadas, pero que en los últimos dos sexenios panistas se evidenciaban plenamente inoperantes para superar los más graves y profundos problemas nacionales. La posición es muy clara en su crítica “Ante los hechos claramente expuestos y razonados durante más de dos décadas, el Gobierno Mexicano ha decidido continuar con este modelo económico, y se ha negado a dar respuesta a las demandas de la organizaciones campesinas y de la sociedad civil. El gobierno federal sirve únicamente a una minoría de empresas y grandes corporaciones para quienes el modelo neoliberal y el TLCAN ha sido efectivamente exitoso y benéfico… Quien decide en este país son la oligarquía y los poderes fácticos, no el pueblo de México ni los poderes de la República” En lo político, la actual lucha por la soberanía, la independencia y la democracia, considera que los actuales dirigentes del Estado y buena parte de la llamada clase política excluyen a las mayorías de las decisiones trascendentales y niegan sus intereses, se retoma la idea de establecer un Nuevo Acuerdo Social, que materialice la participación de la sociedad sobre los asuntos públicos, iniciando la restitución de las condiciones de bienestar y desarrollo del país, para el provecho de esa misma sociedad. Particularmente, la CCC y el Movimiento han colocado en el debate nacional la necesidad de romper con la dependencia alimentaria como condición de afirmación de la independencia, de lo que deriva así mismo el establecer un nuevo desarrollo económico y social y con ello, al modificar el esquema social de exclusión, alcanzar una sólida vida democrática. 13
ANTONIO
LUNA
Antonio Luna Cervantes (192?-2005)
Co-fundador de la CCC y Secretario de Educación Nacional durante el periodo 1996 - 2006. Procedente del movimiento obrero, y de las huestes del PST fue un entusiasta impulsor de la formación de cuadros en la CCC. Autodidacta y revolucionario “Lunita” como le llamaban sus amigos sabía que solo a través de la educación se asciende a la libertad. Fue capaz de convertir cualquier lugar en un aula de clases: desde el campo bajo la sombra de un árbol, hasta una casa campesina. En honor a su importante labor dentro de la CCC, nuestro centro de capacitación en Taxquillo, Hidalgo lleva su nombre.
CERVANTES
DIRECTORIO Central Campesina Cardenista Secretario General. Secretario de Organización. Max Agustín Correa Hernández. Moisés Reyes Fausto. Secretario de Finanzas y Patrimonio. Secretario de Desarrollo Rural. Cosme Amaro García. Santiago Domínguez Luna. Secretarios de Asuntos Agrarios e Indígenas. Secretarios de Asalariados del Campo y Migrantes. Mario Alberto Reyes Cantú, Félix Picazo Álvarez y Mauricio Casablanca Toribio. Sebastián Ramos López. Secretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Secretarios de Asuntos Electorales. Humanos. Manuel Castillo Durán, Armando Herrera Guzmán y Luz Carlos Moreno Pérez y Elia Estrada Macías. Juan Carlos Ramírez Díaz. Secretarios de la Juventud. Secretario de Bienestar Social. Maricruz Pool Moo y Julio César González Ramírez. Carlos González López. Secretarios de Educación y Formación de Cuadros. Secretarias de Organismos Financieros Rurales. Juan Carlos Lobato Badillo y José Herrera Vizcarra. Carmen Antuna Cruz y Ana Leimy González.
Secretarias de la Mujer. Red Cardenista de Prestadores de Servicios ProfeSandra García Luna, Avelina Leal Jiménez, María sionales. Trinidad Muñoz Rosales. Luis Armando Maza Ochoa. Comisión de Comercialización. Secretario de Comunicación Social. Jesús Guerrero Altamirano. y Esteban Lameiras. Esteban Lameiras. Central Campesina Cardenista A.C. Calle. Misantla No.11 Col. Roma Sur Del. Cuahutémoc Tel.52.64.10.30 o 12.09.09.33 Contacto sobre esta edición e-mail cartacardenistaccc@gmail.com