La Primera Guerra Mundial y Oriente Medio

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Antes de adentrarnos en el tema de esta conferencia, me gustaría precisar que el título de la misma es “La Primera Guerra Mundial y Oriente Medio” (y no “la Primera Guerra Mundial y el mundo árabe”, o “La Primera Guerra Mundial y Oriente Próximo”), porque algunos de los elementos que trataremos hacen referencia a espacios que van más allá del Norte de África o del Oriente Próximo, y en algunos casos se adentran incluso en Asia Central. Por tanto se ha buscado un título que permitiera abarcar diferentes escenarios. Este año se conmemora el primer centenario de la Primera Guerra Mundial. Una Guerra Mundial que fue realmente dramática en términos de la muerte de personas, del desgarro que supuso para las sociedades, que tuvo implicaciones de naturaleza política con la desaparición de al menos cuatro imperios –el imperio ruso, el imperio otomano, el imperio alemán y el imperio austro-húngaro– y que transformó de manera fundamental la vida política de Europa y de algunas zonas del resto del mundo y que fue un hito histórico de primer orden. En aquel momento se pensaba que iba a ser una guerra que no iba a durar más de cuatro meses, todo el mundo esperaba que para la Navidad del año 1914 volvieran los soldados, pero lo cierto es que volvieron en algunos casos a finales de 1918 y en otros casos en 1919. Al hablar de la Primera Guerra Mundial hoy podemos abordar dos dimensiones diferentes: una primera que es la del hecho histórico de lo que acontece en ese momento y otra mucho más importante para nosotros, que es el impacto en la vida cotidiana de hoy en día de hechos que sucedieron hace noventa o cien años. ¿Cómo se llega a la Primera Guerra Mundial? Hay dos libros traducidos al español especialmente importantes para entenderlo: el primero es un libro de Christopher Clark que se llama Sleepwalkers / Los sonámbulos. El segundo es un libro de Margaret Mc Millan que en la versión española se llama 1914. En el de Margaret Mc Millan no me voy a detener, pero se lo recomiendo porque es la historia intelectual de los treinta años anteriores a la guerra. Por su parte, Christopher Clark plantea varios temas realmente muy importantes en su obra. El primero es que tradicionalmente se ha considerado 2


que a la Primera Guerra Mundial se llega por el juego mecánico de las diferentes alianzas. Es decir, se produce una chispa, que es la muerte del heredero al trono del Imperio Austro-húngaro y eso desencadena una serie de mecanismos que llevan a la guerra. Dicho de otra manera, la concepción tradicional es la de la inevitabilidad de esa guerra. Lo que destaca por el contrario Christopher Clark es que no es así en absoluto. Al fin y al cabo una guerra y el desencadenamiento de una guerra es un proceso social donde existen una serie de actores. Y ese conjunto de actores tuvieron a lo largo de los treinta años previos, a lo largo de la crisis y a lo largo de la propia guerra una serie de opciones dentro de un árbol de decisiones, que hubiera podido llevar a diferentes circunstancias. No había nada escrito, nada estaba predeterminado. Fueron esa serie de decisiones las que llevaron a la guerra. De hecho, quien acabó con la vida de Francisco Fernando y su mujer (que murió cuatro años después en la cárcel), cuando fue preguntado sobre si no se arrepentía de haber desencadenado esa barbarie, decía “Si yo no les hubiera matado, alguien hubiera encontrado alguna excusa para desencadenar la guerra”. Lo importante es pues que no hay tal inevitabilidad y sí una serie de decisiones que se toman en un momento determinado, en un contexto determinado. Este planteamiento de Christopher Clark es fundamental para entender la Primera Guerra Mundial en el Oriente Medio. Además, Clark mantiene la tesis de que en realidad la Primera Guerra Mundial empieza en 1911 en Libia –en este mismo sentido, se acaba de publicar en Inglaterra un libro colectivo, dirigido por Robert Gerwarth, que abarca el estudio de los diferentes imperios que toma como marco temporal de 1911 a 1923–. La idea es que la guerra empieza realmente en 1911 y el resultado territorial final, plagado de todo tipo de conflictos, se prolonga hasta 1923. ¿Por qué dice esto Christopher Clark, entre otros autores? Lo que destaca Clark es que a lo largo de esos treinta y seis años que van de 1878 hasta 1914 hay una serie de alianzas que van cambiando en función de los intereses. A todos nos parece obvio que ingleses, franceses y rusos estaban alineados contra alemanes y austríacos, pero eso no es exactamente así: unas semanas antes de que empiece la guerra, la Armada alemana estaba haciendo ejercicios en el Reino 3


Unido de manera amistosa. Hay toda una serie de procesos que llevan a la guerra. Pero ¿por qué se desencadena? Se desencadena porque este conjunto de alianzas acaba focalizándose en los Balcanes, territorio en el que hay una serie de contradicciones que se vuelven inmanejables. La razón es que a lo largo de todo el siglo XIX, Turquía y el Imperio Otomano había sido considerado “el enfermo de Europa” y una serie de intereses imperiales que se habían mantenido en equilibrio. Para Rusia a lo largo del siglo XIX era muy importante controlar el Mar Negro para acceder al Mediterráneo; al mismo tiempo para Inglaterra era muy importante que Rusia no controlara el Mar Negro y pusiera en jaque la ruta hacia las Indias. Por lo que respecta a Bosnia-Herzegovina, en 1878 su administración es asumida por el Imperio austro-húngaro, pero la misma se mantiene más o menos congelada hasta que en 1908, finalmente, ocupa esta antigua provincia otomana y a lo largo de todo este tiempo hay un equilibrio. Pero en 1911, los italianos, al atacar Turquía demuestran que el emperador otomano no tiene el control real de los territorios y que hasta ese momento se habían mantenido unos equilibrios precarios. Cuando los italianos atacan Turquía y se quedan además con las Islas del Dodecaneso, están provocando una crisis de la que surgen un conjunto de colonias y que desencadena una serie de movimientos de otros actores. Los movimientos inmediatos son: en 1912 la Primera Guerra Balcánica, cuando Montenegro, Serbia, Grecia y Bulgaria atacan al Imperio otomano; la Segunda Guerra Balcánica (1913), cuando los tres primeros más Rumanía atacan a Bulgaria porque Bulgaria había conseguido hacerse con una serie de territorios; y así llegamos a 1914. La teoría Christopher Clark es que esa serie de equilibrios que han ido produciéndose acaban focalizándose en una región determinada que se convierte en un avispero, y ese conjunto de relaciones complicadas en los Balcanes es el que lleva definitivamente a la guerra. La Primera Guerra Mundial se desarrolla en cuatro territorios que podríamos llamar Medio-orientales que son, cronológicamente: Mesopotamia, el Cáucaso; la zona de Egipto-Siria-Palestina, y de manera transversal, durante todo el 4


tiempo, está el cuarto escenario que es Anatolia y en especial la península de Galípoli. La guerra no se desarrolla de manera específica en ningún territorio del Norte de África a excepción de Egipto, y salvo este país, la participación del Norte de África en el conflicto es por la participación de tropas coloniales (especialmente francesas) en todos los teatros. Por lo que respecta al primero de los escenarios que he mencionado, en Mesopotamia, el intento británico de llegar a Bagdad supone que acaban siendo derrotados en Kut (Iraq). Esas tropas británicas dependían en realidad de la India. Y es que aunque el imperio Británico era el que estaba más presente, y el que determinó numerosas de las decisiones de naturaleza política, tenía diferentes actores y diferentes centros de poder: había un centro de poder en la India, otro en Egipto y otro en el propio Londres. En el tema de El Cáucaso no se puede pasar por alto el impacto de acontecimientos como las deportaciones, con innumerables muertes de poblaciones armenias. Tenemos que pensar que del triunvirato que dominó Turquía en esos años, dos de esos tres dirigentes (Talaat Pasha y Yemal Pasha) fueron asesinados en el año 1922 por armenios y el tercero, Enver Pasha, luchó en Asia Central combatiendo por el pan-turquismo y pan-imperio, muriendo en el actual Tayikistán. Pero si hay un hecho realmente importante es lo que ocurre en Galípoli en 1915-1916, porque supone el intento británico de hacerse con los Dardanelos antes de que sus aliados rusos estuvieran en capacidad de controlarlos. De alguna manera, es la continuación de los intereses que se habían producido a lo largo de todo el siglo XIX y vemos cómo lo que pretenden los británicos son dos cosas: por un lado, destruir el poder de Constantinopla y hacer salir a Turquía de la guerra infringiendo un duro golpe a los aliados (a Alemania y Austria-Hungría) en el Mar Negro. Pero al mismo tiempo tiene un carácter preventivo, de tratar de controlar la situación antes de que lleguen los rusos. Lo cierto es que en Galípoli hubo más de medio millón de bajas de un lado y otro, y fue uno de los grandes descalabros políticos de Winston Churchill, que a lo 5


largo de toda su carrera, que se prolongó cincuenta años más, sufrió ataques ligados a su gestión de la crisis en Galípoli. También Galípoli es el origen de la nacionalidad australiana. Australia como país, y Nueva Zelanda también, nacieron precisamente en esta debacle militar entre 1915 y 1916, a raíz de la participación del ANZAC (el Cuerpo del Ejército Australiano Neozelandés) en la contienda, y de las numerosas bajas infringidas en un contexto de incomprensión de las decisiones británicas. El gran escenario que le corresponde tratar a Casa Árabe son las cuestiones relativas a la Gran Siria, Palestina, Líbano, etc. Es también intelectualmente y políticamente uno de los grandes temas de hoy en día y eso ha hecho que hayan aparecido gran cantidad de libros en los últimos meses a este respecto. Muchos de ellos están ligados a la figura mítica de Lawrence de Arabia y a una revisión de sus propios planteamientos. Lawrence es una figura controvertida, pero que revela numerosas contradicciones del poder británico en ese momento. Les recomiendo un libro que se llama Lawrence in Arabia, de Scott Anderson, en el que se pasa revista al papel icónico de cinco personas en este periodo de tiempo: junto a Lawrence, William Yale (el representante en Jerusalén de la Standard Oil, el único norteamericano en todo el teatro del Oriente Medio durante estos cuatro años); otra figura es Aaron Aaronson, uno de los fundadores del sionismo, la cuarta figura es el coronel Bremond, el representante francés, y también el representante alemán, Curt Püfer. Francia en este escenario tiene muy pocos soldados, pero el interés que tiene Francia es que cuando llegue la paz, puedan ser capaces de estar en el reparto de territorios en esta zona. Por su parte, los británicos pretenden lanzar una revuelta árabe que ponga en dificultades a Turquía; y a la vez superar por otra vía las dificultades que habían tenido en Galípoli. De lo que se trata es de conseguir el apoyo de las fuerzas que puede movilizar el jeque Hussein, el custodio en ese momento de las Dos Mezquitas, para conseguir que los pueblos árabes se levanten y pongan fin a la dominación turca.

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Este planteamiento, que tiene su origen en la correspondencia Mc Mahon Hussein de 1915, lo que sostiene es que si se produce un apoyo de los árabes que sea realmente importante, se les garantiza la independencia. Pero no es del todo claro. No se sabe si esa independencia afecta o no a Palestina, una Palestina donde cada vez hay un mayor número de población hebrea que se va instalando. Este planteamiento llamemos “Lawrence” está en abierta contradicción con los acuerdos Sykes – Picot, de 1916, que se consideran dan origen a la distribución territorial actual del Oriente Medio. Es decir, la distribución territorial en una serie de mandatos que en unos casos van para Reino Unido y en otros para Francia. Sin embargo, en este punto hay varias precisiones que hacer: la primera es que Sykes - Picot no es el único acuerdo que distribuye territorialmente el Oriente Medio; hay también numerosas decisiones posteriores. Pensemos en todas las contradicciones que se generan territorialmente desde que Turquía es derrotada en 1918: primero hay una presencia cada vez mayor de tropas extranjeras, parte del territorio de Anatolia tiene importantes poblaciones griegas, hay una presencia francesa, británica e italiana en el sur… Hay todo tipo de situaciones que progresivamente y a lo largo de una serie de conflictos hacen que Kemal Ataturk vaya configurando lo que posteriormente sea Turquía, con un reflejo en diferentes acuerdos, desde el Amisticio de Modros hasta los tratados de San Stéfano, San Remo, posteriormente Laussanne, etc. Algunas decisiones importantes son tomadas en años posteriores. Pensemos que en algún momento existe una República de Armenia, un Estado del Kurdistán, parcial, pero existe un Estado del Kurdistán. Así que la configuración definitivamente de ese territorio no nace exclusivamente en el acuerdo Sykes - Picot. Es más, el acuerdo Sykes - Picot implica una participación de Rusia y una participación menor de Italia. Sucede que en ese momento, en 1917, y debido entre otras cosas a la dureza de la guerra, tiene lugar la Revolución Rusa, la revolución de Octubre (primero ha habido la de Febrero y después la de Octubre). Esto supone la salida por parte de Rusia de ese teatro y del resto de los teatros bélicos, y lo que hacen las primeras autoridades soviéticas es hacer pública la existencia de una serie de 7


tratados secretos que demuestran a su entender la arrogancia y codicia de los países europeos occidentales. Italia entre medias se ha perdido, y en resumen este acuerdo va evolucionando de diferentes maneras. Ofrecer la independencia a las poblaciones árabes es absolutamente contradictorio con establecer los mandatos diseñados en el acuerdo Sykes Picot. Pero no sólo eso. Entre medias aparece la declaración Balfour de noviembre de 1917, que no tenemos tiempo analizar ahora pero que es el origen, años después, de la creación de un hebreo-judío en Palestina, de la división de Palestina y de la situación en que nos encontramos en el momento actual. Por tanto lo que se produce es un juego contradictorio de diferentes promesas. En este sentido, una importante figura del pensamiento vinculado a los Hermanos Musulmanes como es Wadah Khanfar (palestino, quien fuera director general de Al Jazeera durante diez años y que en este momento es presidente de la Fundación Al Sharq) considera que la situación en este momento en el mundo árabe comporta solamente dos alternativas: una, la superación de los acuerdos Sykes - Picot de 1916 y la creación de unas nuevas formaciones territoriales en Oriente Medio o bien, si se consigue la utopía de los Hermanos Musulmanes, la desaparición de las fronteras y la creación de la umma. El último punto que quiero tratar es de España en la Primera Guerra Mundial en el Oriente Medio. España entre 1914 y 1918 es neutral, pero es una neutralidad peculiar que ha sido analizada en muchos libros. Estos libros analizan la parte de la élite española que estaba de un lado y de otro, las interconexiones entre las embajadas de los países en lucha y los intelectuales españoles… Fernando García Sanz, un investigador del CSIC que está en Roma, ha trabajado fundamentalmente los archivos italianos para fijarse en el papel que jugaron los cónsules, agregados militares y funcionarios diplomáticos de los países en la contienda en España. Hay toda una historia de seguimiento de barcos que llegan, de contrabando, de espías… piensen por ejemplo que la famosa Mata Hari fue detenida en Francia después de una filtración ligada 8


precisamente a su paso por Madrid. En ese juego, hay dos actores que hay que destacar: el primero es el papel que juega Alfonso XIII, que trata de desarrollar un papel humanitario fundamentalmente en el intercambio de prisioneros de guerra. En el Palacio de Oriente se crea una unidad administrativa llamada Pro Cautivos y hace que el Rey junto con algunos embajadores desarrollen un papel activo humanitario de intercambio de personalidades, rehenes, soldados, etc. Pero a su vez el gobierno juega un papel de un tipo de neutralidad activa. Tanto el Rey como el gobierno, o la serie de gobiernos que se producen a lo largo de todos estos años, tratan de, sin participar en la guerra, tener capacidad posteriormente de ser mediadores y tratar de conseguir en la paz un papel para España que sea importante. Y aquí entra en juego la gran figura de Antonio de la Cierva y Levita, el cónsul español en Jerusalén entre 1913 y 1919. Después de haber ingresado en la carrera consular y de haber estado en Cuba, llega como joven cónsul a Jerusalén con un mandato muy preciso, que es tratar de poner orden en las relaciones entre España y los franciscanos custodios de Tierra Santa. Ni siquiera su llegada tiene que ver con la guerra, con el mundo árabe o las autoridades turcas. Tiene que ver con las relaciones específicas entre los franciscanos y el gobierno español. Lo que pasa es que pocos meses después se ve metido en la lucha, en el fragor de la lucha y desempeña un papel muy importante hacia finales de 1917 cuando el general Allenby llega a Jerusalén y el alcalde de la ciudad la entrega al ejército británico. Ballobar es importante en este punto porque contribuye a articular ese tránsito de una administración turca a una administración militar británica de Jerusalén. Él escribe un diario a lo largo de varios años. Ese diario lo mantiene la familia hasta que a mediados de los años noventa, Eduardo Manzano Moreno, uno de nuestros grandes investigadores del mundo medieval, que está estudiando un postgrado en la School of Oriental and African Studies (SOAS), ve una referencia a la figura de Ballobar en un texto de Ronald Storrs, que es el primer gobernador militar de Jerusalén, además de un arabista de primer orden y amigo de Lawrence. Manzano descubre esta referencia de Storrs, entra en contacto con la familia del conde de Ballobar y la familia le entrega los diarios, 9


que son publicados en castellano en 1996, y en inglés en 2011. Y desde el momento en que son traducidos al inglés entran en la circulación anglosajona sobre la Primera Guerra Mundial, incluido uno de los mejores libros sobre Palestina, de Tom Segev, llamado Una Palestina completa). La importancia es tan grande porque se convierte, por un lado, en un observador durante casi seis años de lo que está aconteciendo en la ciudad de Jerusalén; y aunque quizá no se fija tanto en las poblaciones árabes, sí que aborda muchas cuestiones relativas a la situación de poder, informa de manera muy directa y que se convierte en el cónsul universal, porque en un momento determinado llega a ostentar doce representaciones extranjeras en su propia persona. Y concluyo con una anécdota: cuando en 1962 se rueda la película Lawrence de Arabia, la parte del desierto se filma en Jordania, pero hay muchas partes que se filman en España. La mayor parte de las referencias tanto a El Cairo como a Jerusalén se graban en la ciudad de Sevilla en el Hotel Alfonso XIII, en el Casino y sobre todo en la Plaza de España.

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