OSCURO ES EL TONO DE MI HISTORIA DARK IS THE TONE OF MY HISTORY
Sadik Kwaish Alfraji
DIARIO “LA BARCA DE ALI #1” . DIARY ALI´S BOAT #1
OSCURO ES EL TONO DE MI HISTORIA No preguntarse por el predominio del negro en la obra de Sadik Kwaish Alfraji supone pasar por alto una gran parte de la historia y premisa de trabajo de este artista. Tras graduarse muy joven, en 1982, en el Instituto de Bellas Artes de Bagdad, y siguiendo el legado de Jawad Selim, uno de los fundadores del Grupo de Arte Moderno de Bagdad en 1951, Alfraji se apartó de la colorida paleta propia de las pinturas de sus predecesores a comienzos del siglo XX, para reconocerse más cercano a los tonos monocromáticos. Según Alfraji: “el negro intensifica la capacidad expresiva y es el color más contradictorio y contrastante”. Tal y como escribe David Batchelor en Cromophobia, “el color tal vez no sea otra cosa que una pérdida de identidad”. Y en efecto, si nos remontamos al latín las palabras colorem y celare, que comparten la misma raíz, nos remiten a conceptos como cubrir u ocultar. Pero en la obra de Alfraji, la predilección por el negro no se limita a una búsqueda de la pureza estética, sino que también tiene mucho que ver con su historia de vida en Iraq. Deseoso de exponer el sentimiento de horror por las atrocidades de la guerra, elige el duelo en sus más puras formas; evitar el artificio del color se convierte entonces en una herramienta para el artista, en su necesidad de intelectualizar la tragedia, en vez de sensualizarla. Inspirándose en la audaz gestualidad del expresionismo alemán y en los monocromáticos tonos del blanco y negro, Alfraji acude a este lenguaje visual para representar sucesos destructivos, como ya hiciera Picasso en 1937, a través de su manifiesto político más poderoso, el Guernica.
(La barca de Ali) (2014-2015), inspirado en una carta de su sobrino de 11 años en la que le cuenta las ganas que tiene de reunirse con él en su nuevo hogar, en los Países Bajos, no es sino un canto a la posibilidad de buscar la felicidad y los sueños. En I am the Hunter I am the Prey (Yo soy el cazador, yo soy la presa) (2017), Alfraji pinta sobre la relación dialéctica entre el cazador y su presa, sobre las trampas inherentes a sus entrelazadas existencias, reproduciendo visualizaciones en miniatura de figuras claves de las culturas asiria y mesopotámica, así como de manuscritos diversos. Al reunir estos dos conjuntos de obras, se nos revela la linealidad formal de Alfraji, así como la preocupación en torno a la condición humana en una cronología disyuntiva y que nos recuerda que la naturaleza humana está profundamente arraigada en el pluralismo que va desde el más feroz depredador hasta el ser de amor y esperanza. Mayssa Fattouh, comisaria
Tras exiliarse a Europa en 1996, Alfraji siempre se ha mostrado muy reticente a compartir el alborozo occidental por la importación de ruinas a sus museos; un fenómeno descrito como “una creciente fascinación en plena era digital del siglo XXI” por Svetlana Boym, en su ensayo Ruinapholia: Appreciation of Ruins, como es el caso de toda la expectación suscitada por las reconstrucciones en 3D de enclaves arqueológicos de Iraq, Siria y Afganistán. Para los supervivientes directos de las guerras, la vista de unas ruinas no provoca ninguna admiración. En este sentido, raros son los objetos representados por este artista habiendo relegado su memoria material a algo secundario en sus inquietudes existenciales. Pero más allá de peculiaridades nacionales o culturales, las enormes masas negras y solitarias dominantes en las pinturas y animaciones de Alfraji condensan el destino universal de aquellos que sufren la pérdida de sus seres queridos, de su cultura, de su identidad o de su lugar de nacimiento. El enfoque de Alfraji es frontal, nunca frívolo; su tema es el individuo, al que permanece fiel a lo largo de toda su obra. Y si bien sus personajes arrastran enormes pesos, no lo hacen sin una chispa de esperanza. Ali’s Boat
Mayssa Fattouh es una agente cultural interesada en las intersecciones entre la producción de arte y el conocimiento como medio para compartir, comunicar y albergar el trabajo de artistas sobre temas diversos: sistemas rotos, crisis ambientales, maternidad y otros temas que conforman la existencia humana.
DARK IS THE TONE OF MY HISTORY Not interrogating the dominance of black in the oeuvre of Sadik Kwaish Alfraji, is missing a large part of the artist’s story and work premise. After graduating as a young man in 1982 from the Institute of Fine Arts in Baghdad under the legacy of Jawad Selim - one of the founders of the Baghdad Modern Art Group in 1951 – Alfraji moved away from the rich color palettes seen in paintings by his predecessors of the early 20th century, and recognized his appreciation for monochromatic tones. According to Alfraji “ black most intensifies the power of expression and is the most contradictory and contrasting of colors”.
Bringing these two bodies of work together serves to showcase the linearity of Alfraji´s forms and topic of the human condition in a disjunctive chronology that reminds us that human nature is deeply rooted in pluralism that spans from the fierce predator to a being of love and hope. Mayssa Fattouh, curator
In Cromophobia, David Batchelor writes that “ Color is perhaps just a loss of identity” and when searching for the Latin colorem, celare, the verbs to hide or conceal, appear as the closest relatives. In Alfraji’s work the predilection of black is not only a search of purity in aesthetics, it is telling the story of his lived history in Iraq. Yearning to expose the sentiment of horror from war atrocities and mourning in its purest forms, avoiding the artifice of color became a tool for the artist as a necessity to intellectualize the tragedy rather than sensualizing it. Inspired by the bold gestural marks of German Expressionism and the monochromatic black and white hues Alfraji employs this visual language to express destructive events as done for example in Picasso’s most powerful political statement Guernica, in 1937. Having exiled to Europe in 1996, Alfraji was wary of partaking in the Western jubilation before imported ruins to its museums - a phenomena that is described as an “increasing fascination of the 21st century digital age” by Svetlana Boym in her essay Ruinapholia:Appreciation of Ruins as well as the excitement for 3D reconstruction of archaeological sites such as of Iraq, Syria or Afghanistan. But no admiration emanates from the sight of fresh ruins for the direct survivors. In that sense seldom objects are represented by the artist considering material memory as secondary to his existential concerns. Outside the national or cultural specificities, the massive solitary black bodies central in Alfraji’s paintings and animations epitomize the universal fate of those suffering the loss of loved ones, culture, identity or a birthplace. Alfraji’s approach is a frontal non frivolous one, the individual is the subject and he remains loyal to it throughout his oeuvre. Although his figures haul the weight they are not devoid of hope. Ali’s Boat (2014-2015) triggered by his 11-year-old nephew’s letter wishing to reunite in the Netherlands in the artist’s new hometown is a deed towards the possibility of the pursuit of happiness and dreams. In I am the Hunter I am the Prey (2017) Alfraji draws on the dialectic relationship between hunter and prey and their inherent trapped existence, taking the form of miniature visual indexing of key figures from Assyrian and Mesopotamian culture and various other manuscripts.
Mayssa Fattouh is a cultural practitioner interested in intersections of art and knowledge production as means of sharing, communicating and hosting work by artists on various themes: broken systems, environmental crisis, motherhood, and other topics that coconstitute human existence.
EL ARTE IRAQUÍ, ORIGINALIDAD Y CREATIVIDAD Revisar la historia del arte en Iraq es una tarea perentoria para poder atisbar el mundo y la obra del artista iraquí, Sadik Alfraji. Una tarea harto grande y extensa porque supondría repasar una larga historia de 8000 años, desde la antigua Mesopotamia, tierra de entre los dos grandes ríos, Tigris y Éufrates, y cuna de la civilización, hasta la actualidad. La historia es una fuente inagotable de inspiración, a la vez de ser una herramienta principal para la creación. Nacer en el gran museo que es Iraq, significa llenarte los ojos desde la infancia de grandes monumentos históricos, destino favorito de excursiones familiares y escolares, contenido rico de libros de textos. El primer escenario que aprenden los alumnos es la historia de sus antepasados de Mesopotamia, donde se desarrollaron los primeros asentamientos humanos permanentes y las primeras ciudades-estado con sus abundantes vestigios de arte, cultura y arquitectura y donde fue inventada la escritura cuneiforme (Uruk en el IV milenio a.C.) que tan importante ha sido en la historia de la humanidad. En esta tierra del antiguo Iraq empezó el arte y la cultura, allí donde “La Historia comenzó en Sumer”, en palabras de Samuel Noah Kramer. Sumerios, acadios, babilonios y asirios, dejaron sus relevantes huellas en la historia de la humanidad, en las ciencias y las matemáticas, así como en monumentos arquitectónico de gran singularidad. Asimismo, los mesopotámicos nos dejó también el Código del monarca babilonio Hammurabi, (1750 a.C.), que fue uno de los conjuntos de leyes más antiguos que se han encontrado. Se basa en la aplicación de la ley del Talión y es también uno de los más tempranos ejemplos del principio de presunción de inocencia. La literatura sumeria, además, nos legó grandes temas en forma de mitos, himnos y lamentaciones, además de los proverbios. La mitología mesopotámica, con sus dioses Enlil, Enki, Anu, Ishtar, Tammuz y un sinfín de símbolos mitológicos, han formado una fuente eterna de inspiración poética, artística y literaria para el imaginario humano. La primera y más antigua epopeya humana conocida fue la de Gilgamesh, escrita hacia los años 25002000 a. C. en escritura cuneiforme y verso. Una obra universal, en la que el lector de cualquier época puede verse reflejado en sus versos. El texto gira en torno al duelo del rey Gilgamesh tras la muerte de su amigo, lo que le llevó a la ardua búsqueda de la inmortalidad. Los críticos consideran que es la primera obra literaria que hace énfasis en la mortalidad humana frente a la inmortalidad de los dioses, cuyos episodios y temas siguen inspirando a poetas, escritores, artistas y filósofos, desde la Odisea de Homero hasta nuestros días. El poema incluye también una versión del mito mesopotámico del Diluvio, citado en la Biblia.
Otro momento histórico que merece una reflexión detenida es la época del califato abasí (750-1258) en Iraq, cuando Bagdad se convirtió en uno de los principales centros de la civilización mundial. La Casa de la sabiduría (VIII-XIII), fue un centro intelectual de gran relevancia donde fueron traducidos antiguos tratados de varias lenguas al árabe. En los siglos VII-IX Bagdad ganó reputación mundial como una de las mayores urbes de la tierra, cuyo esplendor fue retratado en un gran número de libros de viajeros, historiadores y literatos, aunque desde Occidente casi solo se le asocia a la obra de las Mil y una noches. De la misma época abasí es la gran mezquita de Samarra, así como el sublime arte de la caligrafía árabe. En Iraq nació la más antigua caligrafía de finales del siglo VII d. C, la cúfica, desarrollada en la ciudad de Kufa y que más tarde llegaría a incluir más de treinta variantes. Uno de los calígrafos más destacados fue Ibn al-Bawwab quien recibió elogios y aprecio por parte de los historiadores y fue denominado por el historiador Ibn al-Fouti como “la pluma de Dios en la tierra”. En este contexto y a diferencia de la idea extendida sobre la ausencia de pintura entre los musulmanes por motivos de prohibición religiosa, se desarrolló la Escuela de Bagdad (XIIXIV), un movimiento estilístico que desarrolló con gran sofisticación el arte de la ilustración del manuscrito islámico, al tiempo que siguió cultivando sus tradicionales actividades pictóricas, como los arabescos, con sus configuraciones geométricas y sus motivos vegetales y florales. De esta escuela destacó Yahya ibn Mahmud al-Wasiṭi, del S. XIII, nacido en Wasit, en el actual Iraq, considerado uno de los representantes más relevante de la escuela de Bagdad, cuyo trabajo muestra una síntesis de realismo y estilización, con composiciones de gran elaboración. Alrededor de 1237, ilustró las Maqamat (Asambleas) de al-Ḥariri, una serie de anécdotas sobre las aventuras picarescas de un personaje árabe del siglo XII. Las 96 ilustraciones son de una calidad excepcional con una composición de colores atractivos y figuras expresivas que proporcionan un testimonio sobre la vida islámica del siglo XIII. La escuela floreció en el período en que los califas abasíes habían reafirmado su autoridad en Bagdad y fue caracterizada por la representación de rostros expresivos e individualizados que reflejaban la vida cotidiana. En paralelo, también apareció la Escuela de Mosul, que se especializó en la producción de objetos artísticos metálicos de cobre o bronce con incrustaciones de oro o plata. La invasión de los mongoles a Bagdad en 1258 acabó abruptamente con la era abasí, también en el ámbito de las artes. No obstante, la Escuela de Pintura de Bagdad no desapareció convirtiéndose en fuente de inspiración y enseñanza primordial para el arte mongol, indio, persa y otomano. En los siglos posteriores, pervivieron las artes decorativas con sus arabescos, pintura y caligrafía, pero sería difícil hablar de un arte iraquí independiente, así como rastrear sus hue-
llas durante los turbulentos siglos de invasiones y ocupaciones. De hecho, hubo una etapa de silencio durante la dominación del imperio otomano que duró casi cuatro siglos, en los que el ámbito de la creación, sobre todo la pintura y la caligrafía, adquirió la impronta de este nuevo imperio. Con excepción de los calígrafos, que pudieron dar continuidad a su arte casi sin interrupción durante estos siglos de dominación otomana, habría que esperar hasta finales del siglo XIX para volver a hablar de pintores y escultores con una identidad propiamente iraquí. El siglo XX estuvo marcado por el contacto de los artistas iraquíes con las escuelas de pintura en Occidente. Becados por el gobierno en su mayoría, muchos fueron formándose en países como Italia o Francia, fundiendo su legado mesopotámico e islámico con las corrientes pictóricas occidentales. Este rápido repaso a la historia cultural de Iraq da cuenta de su enorme riqueza atesorada, en todas sus disciplinas, desde hace 8000 años, aunque atravesada periódicamente por invasiones y ocupaciones hasta nuestros días.
Sobre I am the Hunter, I am the Prey Sadik Alfraji ha bebido de las fuentes culturales y artísticas mesopotámicas (los tesoros del Museo Arqueológico de Iraq, la epopeya de Gilgamesh, etc.) e islámicas (manuscritos y tratados), aunque no falta alguna obra occidental antigua (como las del cirujano Erasmus Wilson). Su vida, al borde de absurdas guerras, con sus desgraciadas y tragedias, prolongadas durante los años 80 y 90 del siglo pasado, junto con el miedo sembrado por una prolongada dictadura, le llevaron a reflexionar detenidamente sobre la historia del ser humano y la banalidad de las guerras. Fue alumno de Bellas Artes cuando le alcanzó la guerra Iraq-Irán (1980-1988) y pasó aquellos años cobijándose en su mundo libresco de filosofía, arte, literatura, antropología y mística. La lectura le permitió un espacio de libertad, para soñar y reflexionar, a la vez que le sirvió de terapia ante las atrocidades de las guerras que marcaron para siempre la producción intelectual y artística de su generación. La obra de Sadik expresa su crisis, la crisis, de la existencia humana. A través de sus obras podemos apreciar su sentido existencialista de la vida y sus dilemas ante el mundo, su rechazo a la injusticia y la tiranía, también la nostalgia de sus raíces, familia, infancia, amigos, lugares, olores, etc y, en suma, los miles de recuerdos de su vida antes de exiliarse a Holanda. Su proyecto, Ali’s Boat (La barca de Ali), es la representación de todas aquellas inquietudes.
En I am the Hunter, I am the Prey, Sadik plasma una idea abstracta, a la vez que material, en una dialéctica pensada y desarrollada detenidamente: consciente o inconscientemente, todos somos cazadores y presas a un tiempo. Es decir, a la vez que uno prepara las herramientas y las tácticas del cazador, algo en la presa le caza y se apodera de él. Esta visión supera el marco de las relaciones mujer-hombre para cubrir todas las actividades, necesidades y sentimientos humanos, de un modo transversal. En este sentido, abundan los ejemplos en todos nuestros actos humanos, donde nos imaginamos cazadores mientras que estamos bajo otro mecanismo que nos cautiva y nos convierte en presas. Aún más, el artista llega a entablar un diálogo entre el yo cazador y el yo presa, un diálogo profundo que refleja nuestra compleja relación entre el yo y el mundo. Para llevar a cabo este proyecto, el artista recurre a un gran repertorio de símbolos, figuras, e imágenes mitológicas, de contenido variado, algunos inspirados en el patrimonio cultural y artístico de los sumerios y asirios, mientras que otros lo son en manuscritos y tratados medievales islámicos. Así vemos referencias y dibujos inspirados en las obras del filósofo y astrónomo al-Balji (787-886), o del cosmólogo y geógrafo al-Qazuini (1203-1283), cuyo manuscrito, Kitab Ajaib al-makhluqat wa-gharaib al-mawjudat (Maravillas de las cosas creadas y curiosidades de las cosas que existen), contiene numerosos dibujos de los planetas y más de cuatrocientas miniaturas y pinturas. Sadik en sus propias palabras elucida: “Quería dibujar el proceso de la caza, que es una práctica antigua, y aún sigue continuando en la actualidad. Mi trabajo aquí toma la forma de indexación visual. Los dibujos se han inspirado en libros de texto, leyendas antiguas, instrumentos antiguos, cuentos de hadas, manuscritos islámicos, dibujos anatómicos, imágenes astronómicas, signos del zodiaco y estrellas. Cada uno de ellos nos dice algo sobre la caza”. De lo antes mencionado percibimos la complejidad de los recursos del artista, siempre fiel a sus raíces, aunque estos influjos y recursos orientales no están reñidos en absoluto con la formación profesional del artista, empapado de las muchas fuentes del arte, y con un notorio dominio de las amplias posibilidades de las técnicas de las artes visuales. Bahira Abdulatif Escritora y traductora
“DIARIO LA BARCA DE ALI #1” . “DIARY ALI´S BOAT #1”
IRAQI ART: ORIGINALITY AND CREATIVITY Reviewing the history of art in Iraq is an essential task for anyone who hopes to get a proper glimpse into the world and work of Iraqi artist Sadik Alfraji. However, such a major undertaking means combing through a lengthy history spanning 8,000 years, from ancient Mesopotamia, the land between the two great rivers, Tigris and Euphrates, known as the cradle of civilization, to the present day. History is a never-ending source of inspiration, while also a principal tool in creative endeavors. Being born in the vast open-air museum that is Iraq means having your eyes filled from childhood with significant historical monuments, favorite destinations for family excursions and school field trips, as well as forming the rich content of textbooks. The first era which young students learn about in the history of their forebears is that of Mesopotamia, where the earliest permanent human settlements developed, and the first city-state to leave behind plentiful vestiges of art, culture and architecture, as well as witnessing the creation of a mankind’s very important invention: cuneiform writing which took place in Uruk during the 4th millennium BC. The advent of art and culture occurred in the land of ancient Iraq, where “History began in Sumer,” as it was expressed by Samuel Noah Kramer. Sumerians, Akkadians, Babylonians and Assyrians left behind their important marks on humanity’s history in the sciences and mathematics, as well as unique architectural monuments. Similarly, Mesopotamians left the legal code of Babylonian monarch Hammurabi (1,750 BC), forming one of the most ancient sets of laws ever to be found. It is based on enforcing the law of talion (eye for an eye) and is also one of the earliest examples of the principle of presuming innocence. Sumerian literature has also bequeathed us with great themes in the form of myths, hymns and lamentations, as well as proverbs. Mesopotamian mythology, with its gods Enlil, Enki, Anu, Ishtar, Tammuz and countless mythological symbols, has furnished an endless font of poetic, artistic and literary inspiration for humankind’s imaginary. The most ancient known epic poem was Gilgamesh, written in verse in approximately 2,500-2,000 BC in the cuneiform writing system. It is a universal work with which readers from any era can identify. The text revolves around the mourning of King Gilgamesh after the death of his friend, which sets him off on an arduous quest for immortality. Critics consider it to be the first work of literature that places an emphasis on human mortality in opposition with the immortality of the gods, with episodes and themes that have continued to inspire poets, writers, artists and philosophers from Homer in the Odyssey to the modern day. The poem also includes a version of the Mesopotamian myth of the Great Flood described in the Bible.
Another moment in history worthy of thorough reflection is the era of the Abbasid caliphate (750-1258 AD) in Iraq, when Baghdad became one of the main sites of world civilization. The House of Wisdom (8th-13th centuries) was an intellectual site of great importance, where ancient treatises in several languages were translated into Arabic. From the 7th to 9th centuries, Baghdad’s worldwide reputation rose as one of the great cities of the world, with a splendor portrayed in a large number of books by travelers, historians and literati, though in the Western world it is mainly associated with The Arabian Nights. From that same Abbasid era came the great Mosque of Samarra and the intricate art of Arabic calligraphy. In Iraq, calligraphy came into existence in the late seventh century BC. Known as the kufic script, it was developed in the city of Kufa and would later come to include over thirty different variants. Calligrapher Ibn al-Bawwab received praise and esteem from historians and was named by historian Ibn al-Fouti “God’s pen on Earth.” Within this context and unlike what has been perceived about the lack of painting among Muslims as a result of religious prohibitions, the School of Baghdad (12th-14th centuries) developed a stylistic movement that used great sophistication in the art of illustrating Islamic manuscripts, while at the same time cultivating its traditional pictorial activities, including arabesques, with their geometric forms and plant and floral motifs. Most noteworthy from this school was Yaḥya ibn Maḥmud al-Wasiti, of the 13th century, born in the area known as Wasit in today’s Iraq. He is considered to have been a significant representative of this School. His work displayed a synthesis of realism and stylization, with highly elaborated compositions. Around 1237AD, he illustrated the Maqamat (Assemblies) by al-Hariri, a series of anecdotes about the picaresque adventures of an Arab character from the 12th century. These 96 illustrations are of exceptional quality and contain a composition of appealing colors and expressive figures that bear witness to Islamic life in the 13th century. The school flourished during the era in which the Abbasid caliphs had restaked their claim to authority in Baghdad and was characterized by portraying expressive, individualized faces in a display of everyday life. Alongside rose the School of Mosul, specializing in the production of metal art objects made of copper and bronze with gold and silver inlays. The Mongol invasion of Baghdad in 1258 abruptly put an end to the Abbasid era in every realm, including the arts. Nonetheless, the Baghdad School of Painting never truly disappeared, becoming a source of inspiration and essential teachings for Mongol, Indian, Persian and Ottoman art. During the following centuries, the decorative arts lived on, with their arabesques, painting and calligraphy, yet it is difficult to speak of Iraqi art as an independent form in and of itself, or to track the marks it left behind throughout the subsequent tumultuous centuries of
invasions and occupations. In fact, there was a period of silence during the domination by the Ottoman Empire, lasting nearly four centuries in which the world of creativity, above all painting and calligraphy, took on the traits of that new empire. With the exception of calligraphers, who were able to provide continuity to their art almost uninterruptedly during the four centuries of Ottoman domination, it was necessary to wait until the end of the 19th century to speak once again of painters and sculptors with an Iraqi identity as such. The 20th century was marked by Iraqi artists’ contact with schools of painting from the West. Mainly due to becoming recipients of fellowships from the government, many were educated in countries such as Italy and France, where they combined their Mesopotamian and Islamic legacy with Western trends in art. This brief overview of Iraq’s cultural history provides an account of the rich diversity found in every discipline over the last 8,000 years, though periodically afflicted by invasions and occupations almost to our days..
On I am the Hunter, I am the Prey Sadik Alfraji has drawn from Mesopotamian cultural and artistic sources (including the treasures from the Archeological Museum of Iraq, the epic poem of Gilgamesh, etc.) and others from the Islamic world (manuscripts and treatises), though ancient Western works are not lacking either (including those of surgeon Erasmus Wilson). His life, lived on the brink of absurd wars, with their misfortunes and tragedies stretching across the eighties and nineties in the late twentieth century, coupled with the fear spread by a lasting dictatorship, led Alfraji to reflect carefully upon the history of mankind and the banal nature of wars in general. He was a student of Fine Arts when affected by the Iraq-Iran War (1980-1988) and spent those years seeking refuge in his world of books on philosophy, art, literature, anthropology and mysticism. Reading afforded him a space of freedom to dream and reflect, while also serving as a form of therapy against the atrocities of war which forever marked the intellectual and artistic production of his generation.
In I am the Hunter, I am the Prey, Sadik gives form to an abstract and, at the same time, tangible idea, in a carefully pondered dialectic: consciously or unconsciously, we are all hunter and prey respectively. In other words, as a person prepares the tools and tactics of the hunter, something within the prey also hunts the person down and seizes her. Examples of all our human acts abound, as we imagine ourselves to be hunters while we are subject to another mechanism which mesmerizes us and turns us into preys, as well. Furthermore, the artist eventually undertakes a dialogue between his self as hunter and his self as prey, a profound dialogue that reflects the complexity of the relationship between the self and the world. To complete this project, Alfraji turns to a wide array of symbols, figures and mythological images of varied content, some inspired by the cultural and artistic heritage of the Sumerians and Assyrians, while others lie in medieval Islamic manuscripts and treatises. As such, we can note references and drawings inspired by the works of philosopher and astronomer al-Balji (787-886), and cosmologist and geographer al-Qazwini (1203-1283), whose manuscript Kitab Ajaib al-makhluqat wa-gharaib al-mawjudat (Marvels of Creatures and Strange Things Existing) contains numerous drawings of the planets and over four hundred miniatures and paintings. The artist clarifies this summary in his own words: “I wanted to illustrate the process of hunting, an ancient practice that continues to occur in modern times. My work here takes the form of visual indexing. The drawings were inspired by textbooks, age-old legends, ancient instruments, fairy tales, Islamic manuscripts, anatomical drawings, astronomical images, zodiac signs and stars. Each of them has something to tell us about hunting.” Through all of the aforementioned, we can perceive the complex set of resources used by the artist, always faithful to his roots, though these Eastern inputs and resources are in no way at odds with the professional training of the artist, immersed in the many sources of art, and with an evident mastery of the enormous potential held by visual art techniques. Bahira Abdulatif Escritora y traductora
Sadik’s oeuvre expresses the crisis he underwent, the crisis of human existence. Through his works, we can appreciate his existentialist view of life and his dilemma, his rejection of injustice and tyranny, and the nostalgia for his roots, family, childhood, friends, places, smells and so on: in summary, the countless memories before living in exile in Holland. His project, Ali’s Boat, is a synthesis of these preoccupations.
“I am the hunter, I am the prey” Yo soy el cazador, yo soy la presa
“Ali’s boat” La barca de Ali
B1. I Am the Hunter, I Am the Prey Yo soy el cazador, yo soy la presa (04:37’), 2015
A1. Carta original de Ali, 2009
B2. About Hunt, About Human Sobre la caza, sobre lo humano Lápiz de grafito, tinta y acuarela sobre papel indio hecho a mano. 2017 B3. About Hunt, About Human Sobre la caza, sobre lo humano Lápiz de grafito, tinta y acuarela sobre papel indio hecho a mano. 2017
Sadik Kwaish Alfraji (1960, Bagdad) es un destacado artista contemporáneo de la diáspora iraquí que vive en Amersfoort, Países Bajos. Se licenció en la Academia de Bellas Artes de Bagdad en 1987 y obtuvo el diploma superior en diseño gráfico en 2000 en el centro CHK Constantijn Huygens (Países Bajos). Formado como pintor y grabador, es también autor de animaciones y libros de artista. Alfraji ha exhibido su trabajo internacionalmente y su obra forma parte de colecciones públicas y privadas que incluyen el Museo Británico, Mathaf de Doha, Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, Museo de Bellas Artes de Houston y la Fundación de Arte Barjeel. Alfraji realizó por encargo uno de sus últimos trabajos para el Pabellón de Iraq en la 57ª Bienal de Venecia.
A2. Flying Over Baghdad Volando sobre Bagdad (05:28’), 2015 A3. A dream within a dream Un sueño dentro de un sueño Tinta india, papel de arroz sobre lino / Tinta india sobre lino. 2015 A4. Fotografías del Diario “La barca de Ali #1”, 2014 A4. Ali’s Boat projection La barca de Ali (06:37’), 2015
Sadik Kwaish Alfraji (1960, Baghdad) is a leading contemporary artist from Iraq’s diaspora living in Amersfoort, The Netherlands. He received a Bachelor of Fine Art in Painting and Plastic Art from the Academy of Fine Arts, Baghdad in 1987 and a High Diploma in Graphic Design from CHK Constantijn Huygens, Netherlands in 2000. Trained as a painter and printmaker, he also creates animations and artist books. Alfraji has exhibited his work internationally and his work is part of public and private collections including the British Museum, Mathaf: Arab Museum of Modern Art, Los Angeles County Museum of Art, The Museum of Fine Arts Houston and the Barjeel Art Foundation. Alfraji was commissioned to produce a new work for ‘Archaic’ the Iraq Pavilion at the 57th Venice Biennale.
ACTIVIDADES RELACIONADAS: 16 de enero a las 19:30h, Casa Árabe
B.1
A.4 B.2
A.2 A.3
B.3
GILGAMESH
A.5
Adaptación teatral del relato sumerio El poema de Gilgamesh A cargo de la compañía Aidos Teatro. Entradas en www.casaarabe.es
A.1 30 de enero a las 19:00, Casa Árabe BAGDAD, CUNA DE LA MODERNIDAD CULTURAL ÁRABE Un diálogo entre la escritora y traductora Bahira Abdulatif y el profesor Walid Saleh.
ENTRADA
OSCURO ES EL TONO DE MI HISTORIA Sadik Kwaish Alfraji Comisaria: Mayssa Fattouh Coordinación: Nuria Medina Diseño: Lorena López Montaje: Lorena López y Jose Luis Tovar Audiovisuales: Creamos Technology AGRADECIMIENTOS Galerie Tanit, Munich / Beirut Ayyam Gallery, Dubai Imágenes: cortesía del artista
Del 14 de diciembre de 2018 al 3 de marzo de 2019 De lunes a sábado de 11:00 a 19:30 horas Domingo y festivos de 11:00 a 15:00 horas
Organiza:
Casa Árabe es un consorcio formado por:
Casa Árabe Alcalá 62, 28009. Madrid www.casaarabe.es