A Plena Voz | # 75

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HUGO Te queremos tanto


A PLENA VOZ

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Contenido 4 6

Chávez en la historia

JOSÉ VICENTE RANGEL Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez Arcay Jefe de Estado Mayor Presidencial con motivo de las Exequias al Comandante Presidente “Hugo Chávez”

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41

Se abren ojos de deidades indígenas

GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE

Llegó mi comandante Chávez LOURDES MANRIQUE

El Chávez que hizo a Chávez

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Carta dirigida por Hugo Chávez a sus padres en julio de 1977 desde cumaná

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¿Qué es el Chavismo?

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Manifiesto del soldado Cuartel San Carlos

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Chávez y el dogmatismo

47

Chávez contado por sí mismo

15

Los pobres somos Chávez

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18

Chávez ha resucitado

10

20 25

GREGORIO J. PÉREZ ALMEIDA

YLDEFONSO FINOL

NÉSTOR FRANCIA

GERMÁN PINTO SAAVEDRA

HÉCTOR SÉIJAS

William Ospina “Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros” CECILIA OROZCO TASCÓN

El 4 de febrero sigue más vivo que nunca Entrevista al comandante Hugo Chávez y al historiador Jorge Olavarría JOSÉ VICENTE RANGEL

Carta al padre

MARÍA GABRIELA CHÁVEZ

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Maduro: una victoria necesaria

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Fracaso de Estados Unidos

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ATILIO BORÓN

STELLA CALLONI

Epístola a Hugo Rafael EDMUNDO ARAY

34

Yo soy así: Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar

62

Presidente AMIGO

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Última confesión del comandante JOSÉ SANT ROZ

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Ilustración

WILLIAM OSUNA

IVÁN LIRA


A Plena Voz Revista Cultural de Venezuela

N° 75 agosto de 2013

Director William Osuna Coordinación de la revista Libia Guerrero Castellón CNP 10.911 Consejo Editorial Francisco Sesto Novás Benito Irady Gustavo Pereira William Osuna Miguel Márquez Diseño y Diagramación Glenn Díaz www.glenndiaz.com Portada y Dirección de arte Glenn Díaz www.glenndiaz.com Corrección Carlos Aguilar Colaboraron en este número: José Vicente Rangel, Gregorio J. Pérez Almeida, Yldefonso Finol, Néstor Francia, Germán Pinto Saavedra, Héctor Séijas, Cecilia Orozco Tascón, José Sant Roz, Gerónimo Pérez Rescaniere, Lourdes Manrique, María Gabriela Chávez, Atilio Borón, Stella Calloni, Edmundo Aray, William Osuna, Iván Lira Depósito Legal: PP200302CS576 ISSN: 1690-6659 Ministerio del Poder Popular para la Cultura Fundación Editorial El perro y la rana Centro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21, Caracas, 1010 Tlfs: 58 0212 5648023 / 5640106 Revista A Plena Voz E-mail: aplenavoz@yahoo.com Tlf: 58 0212 3775379 Versión digital: www.elperroylarana.gob.ve Impresión Fundación Imprenta de la Cultura 60.000 ejemplares


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Hugo

de marzo. El día vino en sus pausas, las palabras traían el rumor de la calle. Cada pausa era un terror fragmentado, agua estancada desde el otro lado del teléfono. Sirenas de bomberos se entremezclaban en las llamadas, ruidos de focas marinas. La gente trataba de descifrar los códigos del ruido. La comunicación se enredaba en los alambres. Algo sucedía o estaba por suceder.

Todos teníamos la sensación de acontecimiento, de árbol tasajeado o casa sola. En los barrios los beta silenciaban las motos. En el garaje, las tumbadoras quedaban cabeza abajo, las trompetas se arrinconaban en un silencio de oro y mala lumbre. Daba la sensación de descenso y herida, caída al vacío. Los invisibles habitaban en sus palabras lo que no se quería nombrar, se marchaba a contracorriente; aquel recordó una barca de mástil roto, aguas abajo. Otro recogía algodones alcanforados del suelo. Las enfermeras lloraban, los doctores se miraban. Apertura y cierre de puertas. Golpe seco. En Santa Rosalía, se tomaba la sopa del desgano. A un lado servían un pan melancólico, desnudo, untado de mantequilla y café. En Miraflores, se reunían el gabinete ministerial, asambleístas y pueblo. Una densa bruma ganaba poco a poco las primeras horas de la tarde. En el bulevar Panteón llovía entre sol y sombra contra el asfalto. La esquina de Jesuítas era un trapo mojado. En el reloj no importaban los minutos de más o los segundos de menos. A las 4:25 p.m. un extraño color ocre dominaba toda la pantalla de televisión. La red nacional de Radio y Televisión interrumpía sus labores. El vicepresidente Nicolás Maduro Moros, rodeado de cercanos colaboradores, entre pausa y dolor, nos refería las palabras de ausencia, el límite del nunca jamás. Tajo a tajo anunciaban la partida física de Hugo Chávez, el que no le comió pasto a los poderes imperiales, el muchacho del liceo O’Leary, el arañero de Sabaneta, el hijo de Hugo de los Reyes y doña Elena, amigo de la pobresía, el que compartió con ellos suerte, vicisitudes y caminos. El mandatario latinoamericano más relevante de los últimos veinticinco años. Él que aún gira en las barricadas y esquinas por liberar. El suceso nos obliga a precisar asuntos de tu pueblo. La familia venezolana te fue a rendir tributo durante siete días con sus noches, en la casa que mencionabas de los sueños azules: cantores, músicos, poetas, sonaron en verbo y melodías cantos de tu gusto y preferencia. Se juró lealtad, amor constante como diría el poeta. Más allá de febreros y abriles y de tu sueño de muchacho beisbolero, aquí continuamos con tu morral luminoso a cuesta; el que le cediste a tu fraterno Adán y pasó a todos los hermanos que en causa común te acompañamos por este candelorio sagrado de patria. Esto sucedió: un perro nevado, manchado de humo, calle y orfandad, nos siguió hasta el Cuartel de La Montaña.


Chávez en la historia JOSÉ VICENTE RANGEL

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No se necesita morir para entrar en la historia. Algunos lo necesitan, otros no. Les basta con haber hecho en vida una obra con perfil propio. Que vaya más allá de lo común. Algo que llegue, por ejemplo, al vasto y desolado universo de los humildes. De los eternos relegados. De aquellos que Víctor Hugo eternizó en Los Miserables. Los que no cuentan para nada. Los que existiendo, no existen. Los que están presentes, pero son invisibles porque una estructura de poder que los desprecia, y una cultura montada sobre la

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exclusión de los que no son considerados iguales, los arroja de la escena. O mejor, los borra. En la famosa oración fúnebre de Shakespeare, Marco Antonio exclama ante el cadáver de Julio César: “El mal que los hombres hacen los sobrevive. El bien casi siempre es enterrado con sus huesos”. Precisamente, esa cultura de la segregación elimina el reconocimiento del bien que beneficia a los humildes y sólo lo destaca cuando favorece a los privilegiados. Por eso en el lenguaje del dramaturgo el mal sobrevive.

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Chávez entró en la historia en vida y como vivió siempre: en el olor de tempestad. Desde aquél emblemático “por ahora” que quedó grabado en el corazón del pueblo, que nada ni nadie pudo desalojar de este sitial privilegiado. Ni las conjuras ni las deslealtades ni los ataques soeces ni la difamación ni las abyectas descalificaciones. Porque la verdad sea dicha, ningún otro gobernante en Venezuela fue objeto de campañas tan brutales como las que se orquestaron contra Chávez ni colocados en las mismas


circunstancias tuvieron el talante democrático por él demostrado a la hora de encararlas.

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Chávez fue un líder atípico. Su rasgo más acusado fue la sinceridad. Su voluntad para asumir responsabilidades. Algo que no es característico en dirigentes políticos que generalmente, eluden el compromiso. Chávez nunca usó máscaras. Cuando fracasó militarmente el 4-F de febrero aceptó de inmediato su protagonismo en esa acción, actitud que contrasta con la que adoptaron planificadores y ejecutores del golpe del 11-A. Dio siempre la cara en política interna y exterior, en medidas económicas y sociales, en su condición de Jefe de Estado. Nunca evadió la confrontación, entre otras razones porque disfrutaba con el debate de las ideas. Para el cual estaba preparado. Porque el bagaje cultural que acumuló en su tránsito por la Fuerza Armada, al conocimiento que adquirió como lector voraz, agregó el acceso que como gobernante tuvo a una experiencia viva y a la disciplina de estudiar los más variados temas. Siempre sostuve que Chávez ha sido el mandatario que más conocimiento acumuló en el ejercicio del cargo.

4

Para Chávez, la categoría de pobre no era una fatalidad. Era una perversión del sistema, del capitalismo, que él, como socialista, estaba obligado a extirpar de raíz. La razón de ser, de su lucha, de acceder al poder,

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no fue expresión de un personalismo exacerbado, de una ambición desmedida —como señalan sus enemigos—, sino la oportunidad de cambiar la vida de millones de seres humanos condenados a la humillación de no contar con elementales recursos para sobrevivir. Fue el “redentor de los pobres”, sí; y lo confirman los logros durante su mandato en la lucha contra al flagelo. Para él esa lucha no fue banderín de enganche electorero, puro populismo, lo cual le enrostraron quienes siempre se caracterizaron por realizar semejante práctica.

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Fue un líder coherente. Practicaba lo que predicaba. Lo que dejó de realizar no fue por culpa suya, sino por la complejidad del entramado del gobierno, de la burocracia. Tenía un claro sentido de la autocrítica y lo que más le angustiaba —incluso llegó a afectar su salud— era el incumplimiento de promesas, la impotencia que lo abrumaba cada vez que tenía conocimiento de irregularidades, abusos, corruptelas.

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Fue un hombre de coraje, de extremo valor personal. De lo cual doy testimonio. Pero sabía administrar esas cualidades. En momentos críticos, al borde del abismo, sabía manejarse con excepcional capacidad. Controlarse y eludir provocaciones. Actuar con pragmatismo cuando las circunstancias lo exigían. Avanzar y retroceder. De las tantas mentiras que sobre él se dijeron

estaba que no era partidario del diálogo y que por ese motivo Venezuela se polarizó. Nada más ajeno a la verdad. Para empezar, cuando arribó a Miraflores ya el país estaba polarizado. Y quiero decir que ningún otro gobernante venezolano ha tendido más puentes en situaciones extremas que Chávez. Ejemplo: luego después del golpe del 11-A, cuando fue derrocado, detenido, secuestrado y estuvo a punto de morir, llamó al diálogo a la oposición; revocó medidas que adoptó en el enrarecido ambiente de entonces ¿Y cuál fue la respuesta opositora? Patear la mesa y preparar, de inmediato, el golpe petrolero. Frente a la provocación montada en la Plaza Altamira, por militares llamando a la insubordinación de los cuarteles y la complicidad de Alcaldes y dirigentes de opositores, dejó que el tiempo resolviera la situación ¿Es posible imaginar a los presidentes de la IV República con igual ponderación y voluntad de resolver en paz los conflictos? Para dialogar y desmontar la polarización es imprescindible contar con interlocutores respetuosos de las reglas de juego, y Chávez nunca los tuvo.

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Este es el hombre —Hugo Chávez— que entró en vida en la historia, que sólo la muerte pudo abatir, cuya figura se agiganta y adquiere relieve mundial. La razón del fenómeno es su lealtad al pueblo y su sentido de dignidad en el ejercicio de la política.


Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez Arcay Jefe de Estado Mayor Presidencial con motivo de las Exequias al Comandante Presidente “Hugo Chávez” VIERNES 15 DE MARZO DE 2013

H

ablar de Hugo Chávez, es hablar de Bolívar, inseparables desde hace mucho tiempo; y hablar de Bolívar, es hablar de Hugo Chávez. A futuro serán inseparables en la mente de los pueblos de la Tierra. Voy a comenzar con las palabras de Jesús de Nazaret que si no fue Dios mereció serlo “Los árboles se reconocen por sus frutos. No se sacan higos de los espinos ni de las zarzas se sacan uvas”. El hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene adentro como Hugo; y el que es malo, de su fondo malo salen cosas malas porque la boca habla de lo que abunda en el corazón. La palabra de Hugo, el verbo de Hugo –que la voz es el reactivo más exquisito de la personalidad y particularmente, en representación viviente, del alma de un extraordinario ser humano como fue Hugo– pudiéramos decir recordando una frase que está en el Panteón Nacional, cerca de la estatua que hizo Pietro Cavalier Tenerani, para el Libertador: Hugo Rafael Chávez Frías: Cineres grata atque memor patria hic condit et honorat, (verdadero

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príncipe del espíritu, fuiste tú cadete que me oís): quod principi placuit legis habet vigorem, (lo que tiene el príncipe en su corazón tiene fuerza de ley). Bolívar fue el genio geopolítico cuya imaginación proporcionó alas a su talento, con tanta perspicacia, que derivó en pensamiento conductor, verbo, trabajo y ejemplo, que movieron al Ejército Libertador desde el Orinoco hasta el Potosí. Doscientos años después el mismo raciocinio y los mismos ideales reaparecen transformados en el árbol gigantesco de sueños azules de la Academia Militar, tu Academia Militar, tu roble y tu samán, y tu Patio de Honor. Pródiga imaginación la de Bolívar que trasmigró en el alma de Hugo Chávez como llamarada profunda de iluminación del porvenir ¿Qué fuiste tú Hugo? Sino lo que has recordado tantas veces y que movió el alma de Bolívar, un relámpago que rasgó por instantes las tinieblas, fulguró en el abismo y tornó a perderse en el vacío. Te fuiste de repente y has dejado un vacío ¡Inmenso! en Venezuela. Que toda Venezuela está obligada a llenar ese vacío con las virtudes

cardinales que a ti te adornaron, porque fuiste un soldado de la Ley, pero no cualquier ley. Esas que se derivan de la naturaleza de las cosas, describió Montesquieu, en el espíritu de las leyes. Quiso Hugo Chávez, consumirse al estilo de Jesús el Redentor ¿Por qué juró morir hasta implantar el Socialismo? Porque en las Revoluciones verdaderas se triunfa o se muere. No te creyeron, Hugo, muchos no te creyeron ¿Qué fue Hugo Chávez sino una especie de trasmigración rodoniana del alma de Bolívar? Rodó, hablando de Bolívar que es como hablar de tu persona Hugo, grande en el pensamiento, grande en la acción, grande en la gloria, grande en el infortunio, grande para magnificar o para sublimar lo que cabe en el alma de los grandes y para sobrellevar en el abandono y en la muerte la trágica expiación de la grandeza. Digamos que la materialidad del pensamiento del héroe esclarecido, Bolívar, hizo eco sonoro en este siglo, en el alma de Hugo Chávez. Fuiste la verdadera época, abarcas muchas generaciones, eres más que una generación y más que un siglo, el Comandante


llenó su vida con el cumplimien-

del país y así está consignado en su

espíritu como nadie antes, en tal

to de su deber como nadie nunca

proyecto de vida bolivariano, no se

sentido Hugo Chávez comandante

antes lo hizo. Una vez dijiste con

equivocó nuestro amado líder, lo

supremo de la revolución dio calor

Bolívar “seré irrevocable como

vimos buscar su destino en la ra-

al verbo luminoso de Bolívar y por

el destino y en esa disciplina me

zón de ser de los sueños de Bolívar,

tanto ser continuador de su glorio-

consumiré”. Dijiste ante la Pre-

su vida fue futurición y lo fue desde

sa obra, lo digo en presente, que lo

sidenta del Parlamento, doctora

adentro de lo espiritual, desde el

único trascendente de un hombre

Cilia Flores: “Juro delante de la

hontanal del alma que dispara lo

es su palabra hablada y escrita y

Constitución Bolivariana, juro

trascendente para destruir o des-

durante tu vida se escribieron más

por Dios, juro por el Dios de mis

bordar los obstáculos circunstan-

de dos mil libros que mencionan tu

padres, juro por ellos, juro por mis

ciales ¿Acaso no hizo lo indecible

persona.

hijos, juro por mi honor, juro por

Hugo Chávez por alcanzar la go-

Hugo Chávez marcó de ma-

mi vida, juro por los mártires, juro

bernabilidad en este país? según

nera irreversible los puntos iti-

por los libertadores, juro por mi

recomendaba Bolívar en Angostu-

nerarios a seguir por las fuerzas

pueblo y juro por mi Patria, que

ra. Esto dijo Bolívar en Angostura

estatales del continente mestizo, a

no daré descanso a mi brazo ni re-

“Para obtener un gobierno estable,

los fines del equilibrio del univer-

poso a mi alma, que entregaré mis

se requiere la base de un espíritu

so, óigase bien, del equilibro del

días y mis noches y mi vida entera

nacional que tenga por objeto una

universo, su palabra a despecho

en la construcción del socialismo

inclinación uniforme hacia dos

de muchos fariseos hipócritas que

venezolano, en la construcción

puntos capitales: moderar la vo-

dijo Jesús de Nazaret, es la que

de un nuevo sistema político, de

luntad general y limitar la autori-

alumbra hoy los difíciles caminos

un nuevo sistema social, de un

dad pública”.

de la redención espiritual, cami-

nuevo sistema económico, juro

La bomba de tiempo que conse-

nos de salvación que ha intuido

por el Cristo, el más grande socia-

guiste los años 1998-1999 con tú

en el difícil ajedrez esferoidal, ca-

lista de la historia; juro por todo

presidencia, fue alcanzando paula-

minos difíciles de seguir pero ne-

ello –dijiste– juro por todos los

tinamente los objetivos de la paz;

cesarios para que el estado meollo

dolores, juro por todos los amores,

los términos que fijan teóricamen-

geopolítico del sub-continente por

juro por todas las esperanzas, que

te estos dos puntos son de una muy

ubicación geográfica y riqueza pe-

haré cumplir y que cumpliré con

difícil asignación, no cualquier

trolera, pueda salir de esa especie

los mandatos supremos de esta

geopolítico, no cualquier estadista,

de fase caótica de desintegración

maravillosa Constitución –que es

no cualquier republicano, pudiera

en el que lo sumió el capitalismo,

la tuya Hugo– con los mandatos

alcanzar lo que tu alcanzaste; pero

empero los perseguidores del pa-

supremos del pueblo venezolano

se puede concebir que la regla que

dre de la Patria han seguido con-

aun a costa de mi propia vida, aun

debe dirigirlo, es la restricción y la

duciéndolo a las puertas del se-

a costa de mi propia tranquilidad”

concentración recíproca, a fin de

pulcro, la prepotencia económica

¡Patria, socialismo o muerte dijis-

que haya la menor frotación po-

dueña del todo y manipuladora de

te! ¡Lo juro! –Dijiste–.

sible entre la voluntad y el poder

las partes aliena y desalienta a los

Muchos no te creyeron Hugo,

legítimo. Esta ciencia se adquiere

hijos de Bolívar en todos los luga-

nadie, –excepto el Cristo Redentor

insensiblemente por la práctica y

res, en todo tiempo y en todos los

y El Libertador–, lo había hecho

por el estudio, el progreso de las

idiomas, lo hizo con el más gran-

antes con tanta gloria, acucioso

luces se ensancha el progreso de

de de ellos Hugo Chávez, el más

impenitente en el estudio de la

la práctica y la rectitud de espíritu

grande de todos los bolivarianos

historia. Hugo Chávez pudo anti-

es la que ensancha el progreso de

de todos tiempos, porque no se

cipar orteguianamente el futuro

las luces. Fuiste una rectitud de

quedó en la teoría.

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Res Non Verba (hechos no palabras) hizo hechos y murió, no obstante la oligarquía trashumante sigue arrinconando a los pobres y con ellos a Bolívar y a Hugo Chávez en las puertas del sepulcro. Chávez llenó su vida con el cumplimiento de la misión encomendada por Bolívar, “Hagamos que el amor ligue con un lazo universal a los hijos del hemisferio de Colón y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno”. Voy a permitirme leer algunas palabritas que dicen relación de puño y letra del Comandante Supremo, el daño ocasionado en Venezuela fue profundo –dijo– la esencia del mal se metió por todas partes al amparo de la ignorancia, la tiranía de los partidos y el vicio; primero hizo metástasis el cáncer moral, una corrupción descarada y cínica que se arraigó sin límites de ningún tipo; desde el alto gobierno por acción u omisión se abrió camino al delito colectivo, al irrespeto al ser humano, a la vida, a la dignidad, a las tradiciones heroicas del pueblo. Fue un irrespeto a la venezolanidad, a sus glorias pasadas que es lo más sagrado, luego se sembró la corrupción política con su aliada inseparable la corrupción económica, llevando la nación al caos y a poner en peligro el Estado, no se inscribe acaso en esa dialéctica la cadena de causas que habría de hacer, aflorar inexorablemente en sucesivas explosiones sociales, aisladas unas, compactas otras como la insurrección civil del 27 de febrero de

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1989, el Caracazo, y su forzoso corolario militar del 4 de febrero de 1992 (4F–‘92). El 4F–’92 un soldado, un cadete, porque como dijo el teniente coronel Cervantes, el autor de El Quijote, herido en Lepanto, el Manco de Lepanto, dijo: “el ejercicio de las armas, aunque armas y dice bien a todos, asienta y dice mejor a los bien nacidos en espíritu, asienta y dice menor a los bien nacidos”, por eso, ¡Cuántas veces, Hugo formando tus cadetes, tus centauros decías: “Yo sigo la gloriosa carrera de las armas, sólo por obtener el honor que ellas dan, por libertar a mi Patria y merecer las bendiciones de los pueblos”, segundo Libertador. Admitamos que la insospechada insurrección civil pareció salir de la nada y que a pesar de la masacre a la que fue sometido el pueblo, se mantuvo latente en las calles a la espera de algo que entonces no vino inmediatamente, no vino, y aquí la pregunta es fingida, imaginaron los centauros el adecuado pensamiento conductor, entrevieron el sentido de la oportunidad, el papel del individuo en la historia, que tu leíste de Plejánov, Hugo, obligado para remontar el proceso revolucionario, es imposible que no se hubiesen sustentado en los principios que señala Montesquieu para observar las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas. Fue así como en el minuto solemne del 4F–‘92, la fuerza contenida reventó de súbito como un volcán en labios de un líder, –que diecisiete años antes, de cadete–, la había balbuceado en sus

sueños azules de la academia, entonces dijiste: “Hallaré el camino o me lo abriré”, “Disposicionero” como te bautizó tu abuelita Rosa Inés. “Hallaré el camino o me lo abriré, nada nace de nada, nada muere, todo cambia, inventamos o erramos, el hombre no progresa sino mediante el sacrificio”. Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos, toda Venezuela te recuerda Hugo, estás sembrado en las fosas avísales del inconsciente colectivo, no solamente de Venezuela sino en el mundo entero. ¿Habría comenzado Hugo Chávez a enamorarse de la muerte, cuando Cadete? A consumirse, como dijo San Pablo, a consumirse en su lucha por los desvalidos porque de eso se trata. ¿No estaba ese verbo en el principio, en Jesús de Nazaret? Que uno está llamado a pensar, tentado a pensar que Jesús de Nazaret hizo lo imposible para agradar a su padre, ser conducido al Gólgota, para saber... para poder salvar a la humanidad. No dice relación tu muerte, Hugo, con que la iglesia ha tenido que dar pasos atrás para volver al evangelio, como está pasando en estos días. Lo que sí parece incontestable es que desde cadete habría soñado ejercer la jefatura del Estado. Comprender el proceso de forja de la persona en sociedad implica ahondar en las causas, desentrañar el origen y establecer comparaciones con otras épocas, veamos. Dos mil años después del Redentor y doscientos años


después del Libertador, aflora una palabra preñada de tiempo histórico, hora estratégica, minuto táctico y segundo de la victoria que recordaste en las cárceles de Yare. Esa palabra preñada de tiempo histórico “Por ahora”, que es mandato para que algo tenga efecto fíat (hágase). Para comprenderle en su esencia invocamos a San Pablo In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos) el sueño de un millón de años no es mayor que el sueño de una hora. Uno está tentado a pensar que la palabra conllevaba a la causa eficiente para el efecto mariposa, digamos que el “Por ahora” del 4F es el anuncio de una filosofía, punta del iceberg, de singularidad histórica, en labios que alguien que lanzado desde adentro de sí mismo había crecido, reflexionando y observando la naturaleza de las cosas. Necesitamos días enteros para hablar de tu grandeza, el doctor Úslar Pietri, habló contigo una vez después del 4 de febrero y te dijo: “Comandante, la política es como el teatro...” invocaba al teatro, a la comedia, teatro comedia y a tragedia griega, Sófocles, Eurípides, a cuestas. Yo lo vi a usted Comandante, entrar bizarro como el teatro griego, en la política, con su brazalete de color y su fusil, altivo, vencedor. Tiene que ver cómo sale y tú dijiste: “Eso me hizo pensar mucho y siempre lo pienso...” y ¿Cómo saliste del escenario Hugo? Como el Negro Primero, llegaste de Cuba muerto, “vine a decirles adiós porque estoy muerto”.

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Y dijiste tu última proclama, algo de tu última proclama “Venezuela ya no es hoy la misma de hace veinte años, de hace cuarenta años ¡No! tenemos un pueblo y una Fuerza Armada, la unidad nacional”. Invocaste a Maquiavelo en El Príncipe “Buenas leyes y buenas tropas”. Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, dijiste, nadie sabía, nadie sabía lo que estaba dentro de ti, Hugo. En este nuevo escenario, en esta nueva batalla, en este nuevo trance diría un llanero por allá, “Tú llano es fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas populares, la unidad de todas las fuerza revolucionarias, la unidad de toda la Fuerza Armada, mis queridos soldados. Pero yo quiero decir algo, aunque suene duro, quiero y debo decirlo, si como dice la Constitución se presentara alguna circunstancia sobrevenida –y tú lo sabías Hugo– que a mí me inhabilitase para continuar en el mando, al frente de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela; bien sea para terminar y sobre todo para asumir el nuevo período para el cual fui electo por la gran mayoría de ustedes, Nicolás Maduro no sólo debe concluir el período como manda la Constitución si no también... En mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, casi como el destino, absoluta, total en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución –tu Constitución– de nuevo a elecciones presidenciales, ser electo como Presidente de la República

Bolivariana de Venezuela, yo se los pido, –dijiste como Bolívar en su última proclama–, desde mi corazón”, –y desgraciados de nosotros si no cumplimos con los postulados del mejor de los hombres que hemos tenido–. Tengo aquí un libro de mil páginas sobre Hugo, pero voy a terminar parafraseando unas palabras de José Martí ante la tumba de Cecilio Acosta, el más grande de todos los filósofos que hemos tenido: Ya está hueca y sin lumbre aquella cabeza que fue cuna de tanta idea grandiosa y mudos aquellos labios que hablaron lengua tan varonil y tan gallarda, que hablaron palabras como expresión de la imaginación que proporciona alas al pensamiento, palabras compactas y artilladas. Palabras de un soldado sin mentiras, reservas ni dobles, con violencia pero en el raciocinio, aquí en las cumbres del planeta para buscar la verdad y yerta junto a la pared del ataúd, aquella tu mano, tus manos, creo que ambidiestro eres –como Bolívar lo es– sostén de pluma honrada y sostén de espada de luz, ha muerto un justo, Hugo Chávez: El mejor de todos los hombres se va de su escuela militar para otra escuela militar, la escuela militar que hizo Cipriano Castro, vas ahora al Cuartel de tu Montaña, Dios te bendiga Hugo, Dios te bendiga hijo, Dios bendiga a tu patria. ¡Qué viva Cristo! ¡Qué viva Bolívar! ¡Qué viva Hugo Chávez!


El Chávez que hizo a Chávez

Gregorio J. Pérez Almeida

Q

uienes lo conocieron de cerca y quienes lo conocimos de lejos, admiramos en Chávez sus cualidades de observador agudo y meticuloso, de memorioso y

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analítico, de organizado y organizador, de disciplinado sin perder el humor; y esa capacidad inmensa de explicar sus ideas, sus planes y proyectos oralmente o por escrito, con dibujos y/o sobre mapas ya

hechos o que muchas veces dibujaba de memoria. Chávez era como el lobo del cuento: tenía unos ojotes grandotes para vernos mejor, tenía orejas grandotas para oírnos mejor, una nariz aguileña para


olernos mejor, una boca gigante y llena de dientes para comernos mejor, pero al contrario del lobo feroz no se comía ni a la abuelita ni a la niña, sino que las salvaba del cazador. No hay duda de que esas cualidades le llegaron a su ser por mediación de doña Elena y de don Hugo, a quienes seguramente los arropaba un cielo lleno de estrellas y una brisa fresca, de mastranto y llano, la noche en que lo engendraron. Y algo más flotaba en el aire ese día. Tenía que ser. Algo que no podemos describir pero que estaba ahí como un sereno, porque no puede sólo el amor de dos humanos crear tan gran prodigio, tiene que haber el concurso de una fuerza superior que perfeccione su obra y le dé un sentido en la historia. De seguro que fue así y “El Arañero de Sabaneta” ya tenía en sus genes la inteligencia y la voluntad para hacer, no una, sino muchas cosas a la vez. A lo mejor vendiendo arañas durante el recreo escolar perfeccionó su capacidad de observación y comunicación y supo que si eran calientes las podían comer las viejitas que no tenían dientes. A lo mejor jugando beisbol en un terreno de tierra y sin linderos aprendió que la geometría humana tiene la forma de nuestros deseos e intereses y que sobre la misma tierra se puede jugar metras, trompo, construir una escuela o un hospital. Que quienes no tienen nada tienen tanto como tú compartas con ellos. Y así, sin duda, cuando entró a la Academia Militar era el hombre integral que sus superio-

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res y compañeros reconocieron y respetaron y por lo que se graduó entre los primeros. Pero estas cualidades especiales de Hugo Chávez se profundizaron y perfeccionaron a partir de 1982, cuando bajo el Samán de Güere, que un día cobijó a Bolívar, fundó el MBR200 y decidió ser un oficial bolivariano, revolucionario y clandestino. Subversivo. Desde ese momento puso en riesgo su carrera, porque el Bolívar que pregonaban los altos mandos militares de entonces nada tenía que ver con el Bolívar que juró en el Monte Sacro no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta ver liberado a su pueblo de las cadenas imperiales que lo oprimían. No lo conocían, unos por ignorancia supina y otros por órdenes del imperialismo yanqui. De manera que desde ese día comenzó su otra carrera contra la corriente dominante en las fuerzas militares y en el régimen político. Fuerzas militares y políticas que no tenían escrúpulos para prestar sus servicios a los intereses imperiales. Y aquellas cualidades que le donaron doña Elena y don Hugo y que perfeccionó en su infancia y su adolescencia haciendo más de una cosa a la vez, le sirvieron para mantenerse dentro de la estructura militar como revolucionario clandestino y subversivo sin dejar de ser el oficial Chávez Frías –que nunca retrasó un ascenso– y ocupó distintos cargos con eficiencia y brillantez. ¿Cuántos fueron los años en que sabía lo tenían pillado por revolucionario en unas Fuerzas Armadas que igual expulsaban o

mataban a un soldado raso, que a un oficial que descubrieran pensando o actuando en contra del sistema capitalista que protegían? ¿Cuántos años cumpliendo con sus deberes de oficial brillante y organizando, y formando clandestinamente a los soldados bolivarianos? ¿Cuántas veces abandonando de noche su cuartel para cambiar la cama por una reunión a kilómetros de distancia y regresar temprano a escuchar la diana? ¿Cuántos riesgos corrió al reunirse con civiles desconocidos para exponerles sus ideas y proyectos? ¿Cuántas veces compartió sus escasos recursos económicos para financiar un encuentro clandestino y comprar unos cachitos y un litro de jugo de naranja? ¿Cuántos fines de semana sacrificados a la familia para exponer sus ideas en algún lugar lejos de casa? Esa es la fábrica propia, personal, del Comandante Chávez que conocemos a partir del 4 de febrero de 1992 y que fue nuestro Presidente por catorce años. No son sólo veinte años de triunfos sobre el imperialismo y la derecha antipatriótica venezolana, son por lo menos treinta. Por eso, en esta hora definitiva, haríamos justicia al Chávez Presidente, al Chávez de los protocolos oficiales (¿Ven por qué los rompía a cada rato y en cualquier lugar por muy institucional que fuera?), al Chávez de traje y corbata en los escenarios internacionales, si rescatamos al Chávez clandestino y subversivo que lo hizo posible. El Chávez que nunca traicionó a Chávez.


¿Qué es el Chavismo? YLDEFONSO FINOL

E

l término “chavista” o “chavismo” fue acuñado originalmente por la oposición venezolana e internacional; con ellos se pretendió descalificar al movimiento popular que apoyó desde 1998 a Hugo Chávez, en el sentido de reducirlo a una “manada” que sigue a un caudillo. Se llegó a calificar a ese movimiento popular como “hordas chavistas”, cuando hubo que expresarse en las calles para defender la legitimidad democrática que la canalla fascista trató de burlar. Para las antiguas clases dominantes éramos unos fanáticos, masa hambrienta tras el populista que reparte arepas. En aquellos primeros años de la Revolución, quienes respaldamos al Presidente Chávez nos llamábamos sencillamente bolivarianos, tal como se desprendía de la reivindicación histórica de El Libertador, que enarboló desde el alzamiento del 4 de Febrero el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR 200), y fue bandera del proceso constituyente iniciado en 1999, tras la primera victoria electoral de 6 de diciembre de 1998.

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Cuando nosotros, como pueblo consciente empezamos a asumir la denominación “chavista”, cuando quisimos enrostrarle a la oligarquía que sí, que éramos fans de un líder, que seguíamos ese liderazgo con pasión, entonces trataron de recular acuñando nomenclaturas como “oficialistas”; pero ya era tarde, el “chavismo” se había consolidado como pueblo alzado políticamente. Porque eso es el Chavismo, el pueblo alzado contra los malos tiempos. La gigantesca concentración del 10 de enero en Caracas, para juramentar simbólicamente a Hugo Chávez, como Presidente reelecto, proclamado y ratificado por el pueblo y las instituciones del Estado, inaugura la existencia del Chavismo como fuerza política histórica de impacto internacional. Las manifestaciones solidarias de presidentes, jefes de Estado, primeros ministros, líderes todos del continente nuestroamericano, evidencian lo que ha sido una realidad latente de la última década: Chávez es el líder de un proyecto político internacional. La inmensa convocatoria tenía lugar ante la usencia física del

líder, a sabiendas que él estaba convaleciente en la isla de Cuba, otra protagonista de todo este proceso sui géneris. La oposición también se ha empeñado torpemente en hablar de “chavismo sin Chávez”, cosa más absurda. El chavismo es un fenómeno político inaccesible a las mentes estrechas, cuyo surgimiento está atado eternamente a la historia personal de Hugo Chávez, y cuya existencia está garantizada en el tiempo, por la profundidad revolucionaria de esa vida colectiva que es Chávez actualmente. No debe extrañar a las oligarquías que la consigna de moda es: “Yo soy Chávez” o “Todos somos Chávez”, para que constaten el grado de compromiso personal que cada ciudadano pone al portar un cartel o una franela con esos lemas. El Chavismo se le perdió de vista a los tiempos efímeros, es un partido revolucionario internacional, un movimiento cultural reivindicador de valores ancestrales, una nueva forma de humanismo integral. El Chavismo, es la mejor manera de ser venezolano.


Chávez y el dogmatismo NÉSTOR FRANCIA

U

na de las características más notables de Hugo Chávez era su capacidad para evitar que algún dogma nublara su visión de la realidad. Desde el punto de vista de su formación, es originariamente un iconoclasta que fue conformando paso a paso su propio pensamiento, conjugando la alimentación teórica con la reina de las escuelas: la vida, el inexorable acontecer de lo real.

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Uno de los grandes problemas de la izquierda socialista, desde que Marx y Engels establecieron el método de análisis fundamentado en el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, es la tara del dogmatismo. Esto llevó a fracasos en distintos niveles y escenarios de lucha. Por supuesto, no estamos planteando en modo alguno el desprecio por las herramientas teóricas. Todos

los grandes líderes revolucionarios han sido hombres y mujeres estudiosos, no es posible dirigir países ni transformaciones trascendentes si no se abreva en el caudaloso río del conocimiento humano. Pero también es claro que esos líderes han abordado el tesoro cultural de la humanidad siempre con visión crítica, haciendo aportes y creando líneas de pensamiento propias. Y, sobre todo, aplicando el conocimiento


teórico rigiéndose por la guía de las realidades concretas en las que les tocó vivir. En el caso de Hugo Chávez, los venezolanos hemos sido testigos de un interesantísimo proceso de crecimiento teórico, no en el sentido de la simple acumulación de información, método caro a la generalidad de la formación académica al estilo burgués, sino como una confrontación permanente con los duros escollos del ejercicio del poder en medio de la agresión permanente de los enemigos históricos del pueblo venezolano. Chávez nos hace recordar las dos acuciosas preguntas que se hace el poeta T.S. Elliot, y que nos abren camino a otros desarrollos: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”. Precisamente, el punto de partida del pensamiento de Hugo Chávez es la sabiduría popular. Como hombre del pueblo, Chávez conoció el dolor de la exclusión y la explotación. Desde joven recorrió pueblos, asentamientos indígenas, campos donde pudo apreciar las miserias a las que el capitalismo sometió al pueblo venezolano. Dotado de una sensibilidad social fuera de lo común, es allí donde tiene origen todo lo que fue después. De manera intuitiva, silvestre, el Comandante percibió desde entonces la raíz sistémica de esa situación y rápidamente la identificó con aquellos que habían sometido a nuestra Patria a los dictámenes de los grandes poderes mundiales. Aunque no era entonces un socialista teórico, sí lo era desde el sentimiento de los explotados, desde la percepción de la realidad en su superior inteligencia y desbordado corazón de hombre amoroso, generoso.

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Por su formación en las escuelas militares, tuvo contacto con la Historia patria y la abordó con su innato espíritu crítico, lo que le permitió comprender a profundidad las ideas de los libertadores de América y sobre todo su acción real de carácter emancipador de las naciones y pueblos. En ese sentido, no se conformó con la pura información, sino que la transformó en conocimiento, es decir, en comprensión crítica. De ahí sus referencias al árbol de las tres raíces: Bolívar, Zamora y Robinson. Estableció así una relación histórica nacional continua, con caminos que combinaron lo político, lo socio-económico y lo cultural. Con toda seguridad recordamos al Chávez que accedió a la presidencia de la República en 1998. Todavía no se reconocía como un socialista, aunque de hecho lo era. Con su insaciable sed de saber, con su inagotable deseo de conocer a los pueblos y a los hombres, y su Historia, fue abrevando en disímiles fuentes. En aquellos primeros tiempos del poder, llegó a declararse partidario de la llamada Tercera Vía, que no era más que el intento de acomodar los males del capitalismo a las nuevas situaciones mundiales que anunciaban la crisis estructural del sistema. Desde ese punto de vista, se puede decir que para Chávez fue una etapa de ingenuidad, pero no de candor. Más temprano que tarde comenzó a notar las insuficiencias e inconsecuencias de ese modelo que lo cautivó momentáneamente. Pasó por Ceresole, por El Oráculo del Guerrero. Inconforme siempre, siguió hurgando en los recovecos de las teorías sociales, se acercó a Marx, a Mariátegui, a Fidel, al Che y fue así arribando al puerto de la propuesta humana liberadora: el socialismo, la aniquilación de la

sociedad burguesa y su sustitución por la sociedad fraterna, solidaria, altruista, justa. En esos caminos, nunca dejó de acompañarlo el pueblo. Más allá de su reconocido carisma, su inusitada capacidad de liderazgo y su identificación natural con los sentimientos y los usos profundos de sus connacionales más humildes, hubo un factor decisivo en esa unión cerrada entre el pueblo y su líder: la develación permanente, desde el principio de su ejercicio de gobierno, y aun antes, de la existencia en Venezuela de una aguda lucha de clases, la cual expresó Chávez sin ambages, sin disimulos, sin conciliaciones, desde aquellos tiempos en los cuales no se reconocía como socialista. Cuando la derecha comenzó con sus cacerolazos, por allá por el año 2001, Chávez llamó al pueblo a hacer sonar las “ollas mondongueras” contra las “renaware” transnacionales que hacía sonar la burguesía. Era una manera sabia, directa, comprensible por parte del pueblo, de expresar las resonancias de la lucha de clases en Venezuela, que se ha manifestado de tantas maneras. Junto a Chávez, todos hemos venido aprendiendo. Ha sido un aprendizaje vertiginoso, aluvional, fruto de la necesidad que nos impone una lucha tan difícil y tan enconada. Sin duda es un tema en el cual hay mucha tela que cortar. Pero solo digamos por ahora, que una de las grandes lecciones que nos dio Chávez fue decirnos, expresamente, “Cero sectarismo, cero dogmatismo”. Decir sigamos juntos es decir sigamos creando, sigamos inventando, sigamos siendo robinsonianos. No dejemos que los dogmas teóricos destruyan nuestro fructífero matrimonio con la realidad.


LOS POBRES

SOMOS

CHÁVEZ Germán Pinto Saavedra

“He creído siempre en la doctrina elemental de una humanidad auto-gobernada.” G. K. Chesterton

L

a única noticia política importante en lo poco que ha corrido de este 2013 en Venezuela, la constituye el hecho

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incontrastable de que el país ha podido continuar su marcha, sin que por ninguna parte aparezca el menor asomo de desgobierno o, como se dice ahora, de “ingobernabilidad”. Ausente el Presidente Chávez, la vida pública continúa su marcha estable, sin que la acción de la oposición haya podido alterarla en ningún sentido.

Si toda política se concreta en acción y discurso, cualquiera podrá entender que la oposición venezolana –derrotada nítidamente dos veces, en menos de setenta días, como consecuencia lógica de haberse presentado, una vez más, sin programa, sin criterio, sin ideología, sin proyecto político, sin ideales– aparezca ahora penosamente


postrada, desmovilizada, sin capacidad siquiera para realizar mínimos actos de sabotaje, a pesar de sus conocidos nexos con el hampa, de sus bolsas bien abastecidas por el gran capital del mundo, a pesar de su ostentoso poderío mediático nacional e internacional. Y, semejante debacle le ocurre precisamente durante una larga ausencia del Presidente, aquejado de gravísimos problemas de salud, y con el escenario a plena disposición, como para que hubiese entrado ya a asumir de una buena vez el rol protagónico que, según ella, sólo el propio Chávez era capaz de disputarles… Hélos ahí, cual héroes de pacotilla que no encuentran donde realizar sus hazañas, comensales incapacitados para tragar el menor bocado, a pesar de hallarse la mesa bien servida… Oposición inepta aun para la demagogia, pues ni siquiera ha aprendido a disimular sus intereses de fracción plutocrática, que no alcanza ni al uno por ciento de la población aunque, mediante el engaño y el embrutecimiento masivo de amplios sectores de la clase media, consiga una y otra vez figurar como alternativa en todos los procesos eleccionarios. Falsa oposición, en suma, cuyas próximas derrotas electorales ya empiezan a predecir las encuestadoras, aún en el eventual caso de que se llegase a nuevas elecciones presidenciales y tuviesen que vérselas con un candidato revolucionario distinto del Presidente Chávez. Entre tanto, el gobierno revolucionario, dignamente encabezado

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por Nicolás Maduro, aparece jugando su papel transitorio como gobierno real y actuante, siempre en desarrollo del Programa de la Patria del candidato Presidente. Ello no obstante, la presencia del Comandante –esperada con ansia por amigos y enemigos– hubiera resultado muy oportuna, pues, tal como él mismo supo avizorarlo, la revolución necesitaba de un nuevo impulso, de dar un salto adelante, amerita una profundización que tiene como eje principal el traspaso, la transferencia plena del poder, esto es, de toda la fuerza derivada del derecho al pueblo, su único y legítimo dueño. Mas, semejante reclamo que hoy está en los labios de los cuadros de dirección, pero, también de militantes de base, simpatizantes y simples seguidores de la revolución bolivariana hace saltar de inmediato la pregunta: Si, evidentemente, el poder no está en manos del pueblo, pues, a él habría que transferirlo ¿En manos de quien se encuentra ahora? Si no es precisamente “el pueblo” ¿Quién, entonces, ostenta el poder en las actuales circunstancias? A mi ver, la respuesta verdadera es que el poder inmediatamente real se halla detentado por la pequeña burguesía, cuyos actores ocupan hoy las instancias decisorias a todos los niveles: en el Gobierno, en el Partido, en la Iglesia Católica, en el aparato escolar y, por supuesto, en los medios, de modo extrañamente similar a como lo ejercieron, por encargo, durante los cuarenta años del régimen Puntofijista.

De esta manera, la única transferencia de poder posible sería la que gradual o drásticamente lo hiciese pasar al pueblo, al modo como la pequeña burguesía intelectual parisina del ‘68 pedía a gritos –sin lograr conseguirlo, por cierto– que los obreros tomaran las banderas de la lucha de sus “frágiles manos”. Manos frágiles, sí, pero, cuidadosamente arregladas; manos delicadas, alérgicas a cualquier trabajo manual, pero, vigorosamente aferradas a un poder que hoy ejercen inmediatamente –vale reconocerlo– con ánimo justiciero y plena legitimidad, en representación de la sociedad entera… Un poder que, en todo caso, más temprano que tarde –con arreglo a la promesa cotidianamente renovada– algún día tendrá que pasar a manos del “pueblo”. Pero ¿De qué pueblo se habla aquí? Porque, como sabemos, desde el punto de vista democrático al uso, pueblo somos todos los ciudadanos, incluidos los oligarcas y el resto de los apátridas (al menos, mientras no se declaren abiertamente tales, o hasta cuando la impunidad deje por fin de cobijarlos). Pero, de verdad, verdad, ¿Considera la pequeña burguesía, revolucionaria o no, que los otrora llamados pobres de solemnidad, los faltos de instrucción e ignorantes hasta de sus derechos, desorganizados y espontáneamente anárquicos, pero, valientes hasta el sacrificio e incondicionalmente leales a Chávez, se hallan al momento preparados para gobernarse, sin contar por lo menos con la tutoría de sus


hermanos más decentes e instruidos? La experiencia permite dudarlo. Pues, entre la pobrería, esa multitud conformada por una minoría de campesinos pobres y por la gran masa de sub-proletarios urbanos, subempleados y desempleados, por una parte; y el resto de la población que se reparte entre los oligarcas, la burguesía media y la pequeña burguesía urbanita, por la otra, hay abismos culturales infranqueables y no sólo el de la “ignorancia”, como la entiende la pequeña burguesía, es decir, como mera falta de escolaridad… Los pobres somos por excelencia el sector bolivariano, culto y religioso de esta revolución, en contraste absoluto con la burguesía media e inferior, especialmente, la ilustrada, la más escolarizada y la más joven, cuyos valores son, en últimas, los mismos del neo-capitalismo, los del consumismo y su cultura de masas, transversal e interclasista, que todo lo impregna, a veces sin distingos de creencia o parcialidad política. Al punto que la propia lucha deja ver en ocasiones el inevitable cariz de guerra intestina, de disparatada y veloz carrera en pos de la misma meta cultural, del mismo hedonismo del consumo, aliñado con la promesa –en el caso del bando revolucionario– de convertir, más temprano que tarde, a los pobres en pequeños burgueses a su imagen y semejanza. En tanto, muchos funcionarios del Estado no han dejado de comportarse como mandarines frente al pueblo llano, y resulta a veces imposible imaginarlos dedicados a

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servirle, menos aún, a aprender de los “tierrúos” cualquier cosa, por la sencilla razón de que no creen que el pueblo sepa nada que a ellos les haga falta, pues, precisamente, para eso “estudiaron”. No se sabe de ningún funcionario de nivel medio para arriba que se haya ido a vivir a un cerro, a pesar de que allí estaría más seguro cualesquiera fuesen las circunstancias y su trabajo sería más eficaz y más fácil se le haría… Algunos funcionarios chavistas de cuyo compromiso revolucionario no es lícito dudar, entre los presos y vejados durante el golpe de estado, fueron capturados en sus propias residencias situadas en barrios burgueses y denunciados por sus propios vecinos, que se habían cansado de escarnecerlos en restaurantes y centros comerciales, mientras cenaban o iban de compras. No prolifera, que se sepa, la especie de matrimonios mixtos de pequeños burgueses revolucionarios con muchachas de la barriada, y el Presidente Chávez es hoy por hoy uno de los pocos servidores públicos venezolanos que confía su salud a manos de médicos cubanos: Los buenos centros de sanidad de la Misión Barrio Adentro se dejan para los más pobres… Los funcionarios exigen su HCM, es decir, exigen ser tratados a precios exorbitantes por médicos “escuálidos” en las clínicas privadas. Sin embargo, lo peor que podría sobrevenir, y de lo cual por desgracia ya hay síntomas, lo constituiría el definitivo predominio de la economía sobre la política, si reprochable

en el llamado neoliberalismo, más aún en nuestro socialismo, pues conduce casi que inevitablemente a alejar el gobierno, de la mayoría pobre y ayuna de escolaridad, y concentrar su dirección en manos de científicos, recurriendo –como ha sido costumbre– a la superioridad de los expertos para oponerla a la tremenda autoridad de la muchedumbre popular. En medio de este panorama, el llamado a transferir el poder al pueblo, en realidad no puede significar otra cosa que democratizar nuestra revolución, democratizar nuestro socialismo, bolivarizarlo, cristianizarlo, hacerlo más chavista, más popular, intentando siempre y en todo momento y por todos los medios obtener la opinión de mujeres y hombres demasiado modestos para ofrecerla, estimular a los humildes, contar en todo asunto con la opinión de los “pata en el suelo”, en vez de seguir la conducta obvia de aceptar la opinión de los eminentes. Vale.


Chávez ha resucitado HÉCTOR SÉIJAS

Chávez vive en otra dimensión de lo posible. Una dimensión a la cual el apóstol de la revolución latinoamericana, José Martí, llamó Patria. Y dijo que él tenía dos: Cuba y la noche. La muerte de Chávez fue un dardo doloroso. Clavado en el corazón, esa tarde en que Nicolás Maduro anunció sin poder contener el llanto la infausta noticia. Y el llanto fue incontenible. Había muerto el camarada, el amigo, el

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buen hombre que amaba a su patria, así como un niño ama a su bandera. Y nos enseñó a amar –era una de sus misiones–, a respetar los símbolos de nuestra identidad, rescatados del abismo del olvido, y en verdad que era como un niño siempre lleno de alegría y voluntad, hasta el último momento, cuando se despidió el 8 de diciembre, nos enseñó una canción que tarareamos como niños: Patria, patria, patria querida. Tú eres mi vida, tú eres mi sol.

Venezuela vivía una época de desencanto. En las postrimerías de la Cuarta República. Abatimiento: un aire de derrota generalizada que a veces apestaba. Se había perdido el amor a la patria. El país estaba en venta. A punto de ser entregado. Y esa circunstancia nos hacía cómplices, responsables, en un país donde la corrupción había propiciado la irresponsabilidad, donde no había responsables, y Chávez respondió la madrugada del 4F. Y en ese momento en que


Chávez se hacía responsable, en que asumía la responsabilidad de la rebelión cívico militar, asumía plenamente un destino: devolverle a Venezuela el amor perdido. El amor a los pobres. Aquellos que no existían pero que estaban, y siguen estando en las calles, en los campos, en los barrios, en los mercados, en los cuarteles y cuya fisonomía plural no es agradable al buen gusto burgués porque es el rostro de la chusma que acompañó a Ezequiel Zamora, pero multiplicada. Es “gente fea”, en contraste con “la gente bonita”. Chávez como Jesucristo amó a los pobres. A los más pobres, a los más débiles, porque ellos han sido los más debilitados, de generación en generación, por medio del ejercicio histórico de la violencia, por parte de una clase social minoritaria, dueña del poder político y el poder económico, en contra de otra clase social mayoritaria; a la que explota, enajena y busca destruir por completo si no fuera porque vive de ella y gracias a ella. Desde los policías que cuidan sus residencias y sus empresas, pasando por la trabajadora doméstica que los atiende en sus hogares, hasta el obrero que hace posible la producción de mercancías de las que se apropia el burgués capitalista. Y la resistencia, a través de las épocas, es la contraparte de esta guerra llevada a cabo por todos los medios: materiales, culturales, ideológicos, para someter a la mayoría multiétnica, pluricultural,

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volcánica, que hoy día tiene plena conciencia de que la soberanía reside en el pueblo y que el pueblo que eligió a Chávez como su presidente, defenderá su legado en cualquier escenario, y que no está dispuesto a permitir que la soberanía sea usurpada. Ya que no puede haber patria sin soberanía y la soberanía reside en el pueblo. Luto por Chávez. Millones de personas desfilaron ante el cuerpo inerme del Comandante para cumplir con la promesa de un saludo postrero. Ríos de seres compartían la misma emoción religiosa. Chávez no había muerto. Chávez estaba vivo y su dimensión adquiría una coherencia que sólo la muerte otorgaba. Y los venezolanos, junto a quienes continúan siendo sus amigos en todas partes, lo lloramos, y fuimos testigos, como los apóstoles, después del canto del gallo, el huerto de los olivos y la traición de Judas, que había ascendido, que había resucitado y que su espíritu estaba entre los vivos. Y de inmediato los emisarios de la Iglesia Romana, corrieron a reunirse en sus cenáculos: Un redentor. Un hombre que había amado a los pobres, a los más necesitados, a los más golpeados, y su palabra, la palabra de un pueblo, porque el pueblo hablaba por él, propagada a los cuatro vientos, su ejemplo sería peligroso. Y ellos, los heresiarcas del sanedrín, los hipócritas, quienes se atribuyen autoridad para certificar milagros, declararon que no había comparación entre

Cristo y Chávez. Que Chávez había sido un hombre. Como si Cristo también no fue un hombre. Como si el ejemplo de Cristo, que ellos mismos no imitan ni emulan, no fuese un ejemplo a seguir por cualquier hombre en cualquier parte del mundo. Como si el ejemplo de Cristo, su amor redentor, fuera exclusividad de los jerarcas del Vaticano. Chávez Padre, Chávez Hijo. La Iglesia, y toda la claque de ideólogos encargados de medrar la fe en el hombre, la fe en la esperanza y en la vida, tienen miedo, le temen a la posibilidad de que un hombre se erija como redentor, como hombre que lucha por la redención, y por ello dicen que nadie puede imitar en este mundo la vida de Cristo. Porque no les conviene que la gente sepa, y tenga la plena convicción, de que la redención del hombre por el hombre es posible. Y que, quienes defienden la mentira, tratan de abolir la verdad y la vida. Aquello por lo cual luchó Cristo, porque Cristo fue un guerrero, no un santón. Ni mucho menos un espantapájaros investido. Cristo fue un hombre del pueblo, hijo de un carpintero. Y a ese pueblo le temen los poderosos. Y están dispuestos a condenar, asesinar, a cualquier otro Cristo, a cualquier otro hombre, cuya pasión involucre a la humanidad entera, irredenta, y que luche por ella, y que convoque a los pobres, a los desposeídos, a los enfermos, a los que sufren, y les indique el camino de la lucha, por su propia redención, el camino de la verdad, el camino de la vida.


william ospina “Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros” Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

A William Ospina le “sorprendió” la noticia del Premio Rómulo Gallegos por la novela ‘El país de la canela’. “Pero ni siquiera con ocasión de ese premio conocí a Hugo Chávez”. / Archivo Cromos El reconocido escritor William Ospina, quien en reciente columna llamó a Hugo Chávez “un gran hombre que ha intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente injusto”, habla de su polémica posición, contraria a la mayoría de los establecimientos sociales de Colombia y Venezuela, en momentos en que el mandatario se debate entre la vida y la muerte.

Cecilia Orozco Tascón.- Sorprendió el carácter beligerante y muy político de su columna del domingo pasado ¿Por qué cambió radicalmente de tema y tono? William Ospina.- Me agrada escribir sobre libros, sobre cine, sobre viajes, pero también me apasiona la política. Cada cierto tiempo, cuando los temas me afectan, escribo columnas como la del domingo, asumo posiciones, y me gusta que sean claras.

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C.O.T.- En la defensa que hace allí de los gobiernos de Cuba y Venezuela, compara sus elecciones con las de Colombia y sugiere que las contiendas en esas naciones pueden ser más democráticas que las de aquí donde se “compran y arrean” votantes. Sin embargo, hace caso omiso de los argumentos de quienes acusan a esos regímenes de recortar las libertades. W.O.- Yo no afirmo que Cuba y Venezuela sean necesariamente más

democráticas que Colombia. Digo que sus elecciones victoriosas resultan siempre más sospechosas. Y afirmo que Colombia no es tan democrática como se pretende. Eso aquí lo sabemos todos, no es un descubrimiento mío. Sin embargo nadie descalifica a los gobiernos de Colombia por su precaria democracia, como sí lo hacen todos los días con los gobiernos de Cuba y de Venezuela. Ahora bien, ni en Cuba ni en Venezuela hubo en los últimos


treinta años las masacres y los holocaustos que ha habido en Colombia. C.O.T.- Usted también es crítico de buena parte de la prensa latinoamericana de la que sostiene que “ha hecho un gran esfuerzo” por hacer ver como equivocados a Cuba y Venezuela por ser países contradictores de los Estados Unidos ¿Cree que los medios del continente se someten tanto a los intereses norteamericanos como, según usted, lo hacen los gobiernos de muchas naciones? W.O.- Cuando yo era niño, la radio vertía ríos de odio contra la revolución cubana. De mis ocho años recuerdo la frase repetida todos los días: “Cuba, la perla de las Antillas, convertida hoy en el infierno rojo de América”. El proyecto cubano era generoso. Los Estados Unidos con su bloqueo impidieron que ese proyecto se abriera camino, y después lo acusaron de fracasar. Miremos el comienzo del gobierno de Chávez. Ya se opinaba sobre él lo que siguen diciendo, mucho antes de que se reeligiera, cuando apenas llevaba un año, cuando llevaba cinco, cuando llevaba siete. Y en esas descalificaciones había elementos clasistas, racistas. Ahora bien: no creo que la prensa conspire sistemáticamente pero hay inercias informativas, prejuicios que se eternizan, y no todos los medios son templos de la democracia. C.O.T.- Llamar a Chávez “un gran hombre que ha amado a su pueblo” ¿es, tal vez, una afirmación inspirada en la susceptibilidad que produce la batalla por la vida que él está dando en estas horas difíciles? W.O.- Para aceptar que Chávez es un gran hombre no se necesita quererlo

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ni admirarlo: el mundo entero está pendiente de su vida o de su muerte. Y en cuanto a que ha amado a su pueblo, se siente. Sería absurdo que yo dijera eso porque él esté enfermo. Lo digo porque lo veo. Y eso no significa que todo lo que él haga sea correcto. No lo voy a graduar de pontífice. C.O.T.- Pero admita que su columna es una alabanza sin ninguna crítica para él. W.O.- No se trata de una alabanza sino del reconocimiento al valor que advierto en una política general. Tampoco es un análisis de una obra de gobierno. Resumo lo que dije en la columna de esta manera: Venezuela es el único país de América Latina en donde los pobres están contentos y los ricos están molestos. Eso debería significar algo. C.O.T.- Para justificar las reelecciones de Chávez usted asegura que “en Colombia llevamos doscientos años reeligiendo al mismo tipo con caras distintas pero con exactamente la misma política. El único un poco distinto era Álvaro Uribe, sólo porque era un poco peor”. Uribe, a quien usted critica, se hizo reelegir una vez y Chávez tres ¿Cómo explica esa aparente contradicción? W.O.- Creo que por hacer una frase he sido un poco injusto con Uribe. En realidad, en Colombia los peores son varios. Y Uribe hizo algunas cosas útiles. Aunque muchos de mis amigos de izquierda lo odian y no le reconocen nada, el país era más inhabitable cuando Uribe llegó al poder ¿Para qué negar que él les devolvió la tranquilidad a unos sectores de la sociedad y a unas regiones? Ya sabemos que no siempre

lo hizo de la manera más limpia; y a mí me preocupa su manera de ser: recibió el país con una guerra interna y casi nos lo entrega con tres guerras externas. Le faltó tiempo. Pero es bueno aclarar algo: no soy por principio enemigo de la reelección. No estaba con él. Sin embargo me parecía lógico que Uribe se reeligiera, si lo hacía de una manera legal. Chávez lleva trece en Venezuela, siempre elegido por el pueblo. No me parece ninguna atrocidad. C.O.T.- Usted aseguró que “tal vez nos será dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología” ¿Exageración literaria o realidad política? W.O.- Admitamos que toda mitología es, de alguna manera, una exageración literaria. Yo no estoy llevando a Chávez a la mitología, es el pueblo venezolano quien lo está haciendo. El mismo día en que se publicó mi columna, el país de España tituló: “El mito de Chávez llena su vacío”. Declarar que alguien ingresa a la mitología, a la humilde, pintoresca, conmovedora mitología latinoamericana, no significa alabarlo ni censurarlo, absolverlo ni condenarlo, significa reconocer el peso de su presencia en el imaginario colectivo. Hablé de Eva Perón, de Pedro Páramo, de Frida Kahlo. Chávez no pertenece a la historieta sino a la historia latinoamericana, y podría con su muerte entrar en esa mitología de los altares callejeros, con José Gregorio Hernández, con la Santa Muerte, con el Che Guevara, con José Alfredo Jiménez. Una mitología a la que no entrarán ni Uribe ni Menem ni el gerente X. C.O.T.- ¿Es consciente de la reacción que puede generar su posición en


una Colombia como la de hoy, invadida de venezolanos que se sintieron obligados a salir de su patria por lo que ellos consideran como abusos del chavismo? W.O.- Por usted me entero de que Colombia está invadida de venezolanos. Lo que sabía es, más bien, que Venezuela está llena de colombianos desde hace muchos años. No creo que estén desterrando a los venezolanos. Conozco gente allá, intelectuales, artistas, empresarios, que están a favor y que están en contra del chavismo, porque toda política tiene partidarios y adversarios. Aquí es común estar contra Chávez, y en cambio resulta escandaloso sentir respeto por ese proceso popular. Hay quienes me han dicho que soy muy valiente por decir que me parece interesante y respetable. Es como si fuera obligatorio estar en contra. Allá hay una gran polarización, pero no la violencia política que a menudo se ensaña con Colombia. C.O.T.- ¿Preferiría usted para Colombia un tipo de gobierno como el de Cuba o el de Venezuela? W.O.- Creo que Cuba ha buscado su camino aunque le haya sido difícil encontrarlo. Venezuela ha hecho el suyo y ninguno de ellos sirve para Colombia que tiene que buscar el propio. Para ello, tiene que hacer un esfuerzo de reflexión sobre su historia y cultura para poder construir una sociedad más reconciliada y feliz. No sé si en Venezuela están gobernando bien o mal. Sé que el pueblo está con Chávez, y eso, en un continente tan cruel con los pobres, es notable. C.O.T.- En definitiva, usted es un doctrinario del chavismo…

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W.O.- Yo no tengo doctrinas: creo que es de elemental justicia estar con la gente humilde. Los ricos tienen con qué defenderse, saben hacerlo, y saben poner el grito en el cielo cuando algo los afecta. Colombia en cambio es un pozo de dolor casi sin límites para la gente que no tiene cómo quejarse, ni oponerse. Y se sabe mucho más lo que les pasa a los ricos que lo que les pasa a los pobres.

temerles... Para ellos somos otro mun-

C.O.T.- Cito la frase del comentario: “los gobiernos de Estados Unidos, que compraron la Florida y se roba-

do, sobre la muerte de Ray Bradbury.

ron a México, que se apoderaron de Puerto Rico y separaron a Panamá, se habrían anexionado con gusto la hermosa isla de Cuba...” ¿Se declara antiyanqui?

Pero una cosa es la cultura admirable

W.O.- A mí me asombran los Estados Unidos, aprecio enormemente su li-

políticas que puede tener una revolu-

teratura, sus artes, y conozco hasta cierto punto su historia. Es un país grandioso, pero otra cosa son sus gobiernos. Nadie puede decir que estoy mintiendo y ni siquiera exagerando: compraron la Florida, se robaron a México, se apoderaron de Puerto Rico y separaron a Panamá. La lista es harto incompleta. Decir la verdad no equivale a odio alguno. El odio es una operación sentimental y lo que digo es un catálogo de hechos que todo el mundo conoce. Si quere-

venezolanos que evidentemente han

mos hablar de cosas positivas, también se puede: le ayudaron a Europa a acabar con el nazismo, son la patria de Poe, de Faulkner, de Franklin y de Steve Jobs.

ción posterior a la de García Márquez

C.O.T.- En todo caso, su descripción sobre ese país cuando afirma que “la mejor manera de admirar, de respetar y honrar a los Estados Unidos, es

W.O.- Admiro unas cosas de Fidel

do: materias primas, selva elemental, inmigrantes…” ¿No corresponde más a la posición de un político de extremas que a la de un intelectual? W.O.- Temer no es extremismo, es un asunto de sensibilidad. Los respeto y los honro. He escrito sobre Whitman, sobre Eliot, sobre Emily Dickinson. Hace poco publiqué en este diario un cuento, no sé si bueno pero conmoviY pocos objetos me parecen tan bellos como los Buick de los años cincuenta. y otra, la política tortuosa. C.O.T.- Su posición ideológica, moralmente impecable, es –por otra parte– discutible, por las consecuencias ción como la Chavista. Los numerosos salido de su país, dicen que fueron despojados ¿Cree que merecían esa suerte por tener medios de fortuna? W.O.- Creo en la posibilidad de construir una sociedad más equitativa y también entiendo que debe haber mucha gente que se siente lesionada por los cambios estructurales que ha vivido Venezuela. C.O.T.- Siendo usted uno de los escritores más destacados de una generay otros del “boom” latinoamericano que fueron castristas ¿Estaría fuera del siglo XXI, que sería de una izquierda moderada y moderna? Castro pero no me interesa ser castrista. Tampoco me interesa ser chavista. Cuando estuve en desacuerdo con lo


que hacía éste, no vacilé en escribirle

C.O.T.- ¿Lo han criticado, insultado o

una carta pública que circula todavía

amenazado por su columna?

en internet. Ahora bien, ¿quién decide quiénes pertenecemos al siglo XXI y quiénes no? Eso de una izquierda moderada y moderna suena a algo elegante y decorativo. Prefiero pertenecer a los radicales del siglo XIX que

W.O.- Tengo muy buenos lectores. Cuando no están de acuerdo se burlan, y a veces hasta me hacen avergonzar. Pero nunca me han amenazado.

a los floreros del siglo XXI.

C.O.T.- En las redes sociales y en los

C.O.T.- ¿Este siglo con sus símbolos ¿le

chos participantes suelen ser agresi-

parece más superficial y menos respetable que los anteriores?

foros virtuales de los periódicos, muvos e insultantes cuando no están de acuerdo con la opinión del columnis-

W.O.- No. Me parece que este siglo

ta ¿cuál fue la reacción a su columna

tiene nuevos desafíos y que no puede

“A las puertas de la mitología”?

compararse con los del pasado. Por

W.O.- Recuerdo opiniones positivas,

ejemplo, veo en el viejo marxismo muchas limitaciones. Esta es una era

algunas muy valiosas, en las que algunos lectores llegaron a decir que

en la que hay que pensar en la defensa

aunque no compartían mi opinión,

del planeta, de los recursos naturales

mis afirmaciones los hacían meditar

y en la conservación y cuidado del

sobre el tema. En general, nunca he

agua, el oxígeno, las selvas, etc. Entre

tenido la sensación de que mis artícu-

sus nuevos desafíos están, por ejem-

los produzcan insultos. Desde luego,

plo, la lucha por el afecto y la solida-

no faltan los comentarios altisonan-

ridad pero sigue siendo tan defectuosa

tes pero los mensajes, repito, suelen

como las del pasado.

ser, más bien, reflexivos.

C.O.T.- Otros escritores y laureados

C.O.T.- ¿Conoció personalmente a

novelistas que pertenecieron a la edad

Hugo Chávez? ¿Cuántas veces estuvo

de la admiración a Fidel Castro y que

con él y por qué?

después se arrepintieron, llaman a quienes están en su orilla “idiotas útiles del comunismo” ¿Qué opina de este calificativo y de los que así se oponen a Chávez y Castro?

W.O.- Lo vi una vez a la distancia dando un discurso. No lo conozco personalmente y nunca he hablado con él. Soy tímido, y la gente tan eficiente y activa me abruma un poco. Recuerdo

W.O.- Tengo por costumbre no insul-

que, en 2009, aquí dijeron que yo ha-

tar. Respetar a los adversarios engran-

bía estado en Venezuela polemizando

dece las propias opiniones. En cambio

con Mario Vargas Llosa en defensa de

el que disminuye al adversario, dis-

Chávez. Nunca he discutido con Var-

minuye la importancia de su propia

gas Llosa, aunque me gustaría hacer-

opinión ¿Qué gracia tendría tener la

lo. Creo que el rumor lo echó a andar

razón contra unos necios? Lo grande

Teodoro Petkoff, a lo mejor por algún

es tener la razón contra gente seria,

malentendido. Yo andaba en Suiza,

brillante, pero equivocada.

trabajando en una obra de teatro con

23 A PLENA VOZ

Omar Porras y, después, viajé a España a presentar mi novela El País de la Canela. Allí me sorprendió la noticia del Premio Rómulo Gallegos. Pero ni siquiera en ocasión de ese premio conocí a Chávez.

C.O.T.- Precisamente, uno de sus lectores, antichavista, dijo que usted estaba agradecido tanto con Venezuela como con Cuba por los premios literarios que recibió en esas naciones ¿El vínculo emocional con los gobiernos de estos dos países lo hace ser benévolo y complaciente con ellos? W.O.- Estoy agradecido con Venezuela por el premio Rómulo Gallegos y con Cuba por el Premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada pero ni ando buscando premios ni cambio de opinión por recibirlos. También estoy agradecido con mi país por el Premio nacional de Poesía del 92. Pero el mejor premio posible es que la gente lea los libros, y mis libros son muy bien recibidos. Los gobernantes por lo general no se enteran de los premios literarios. C.O.T.- ¿Sería activista político en Colombia? W.O.- Prefiero la opinión política al activismo, pero siento que está haciendo mucha falta un movimiento democrático civilizado y culto en este país. Entre los políticos y la cultura hay un abismo demasiado grande, y esos abismos condenan a los países a la corrupción, a la miseria, a la violencia y a la barbarie. C.O.T.- En el grupo de intelectuales, artistas y escritores colombianos ¿Hay una revitalización de las posiciones


socialistas en contraposición de las derechistas de la era Uribe o usted es un rebelde solitario? W.O.- Yo no me considero un rebelde. Tengo convicciones y me parece que es importante expresarlas. Pienso muy distinto de algunos de mis colegas, que son muy queridos amigos, como Héctor Abad y como Juan Gabriel Vásquez pero me siento capaz de pensar distinto a ellos y, a la vez, de quererlos mucho. C.O.T.- Supongo que apoya el proceso de paz con las FARC ¿Qué opina de esa organización, de sus actuaciones como guerrilla y de su posible inclusión en el sistema político colombiano? W.O.- Ese proceso de paz con la FARC va tan secreto, que a veces temo que hagan la paz y nunca nos enteremos. Esa guerra tiene que terminar, y las guerras terminan con acuerdos. Para ello es importante que dialoguen los poderes y los guerreros. Ellos pueden acallar las armas pero la paz la tiene que construir la sociedad con convivencia, dignidad, solidaridad y con la posibilidad de poder volver a caminar de noche por los montes, tener una memoria compartida: esas cosas que casi nunca entienden los políticos. C.O.T.- ¿Qué pasó con su “franja amarilla” y qué fue de ese ensayo que usted escribió hace unos 15 años? W.O.- La franja amarilla no fue un movimiento sino un intento de interpretar la realidad del país en el último siglo, y una propuesta para buscar que los sectores ciudadanos, que hasta ahora no se han manifestado políticamente, participaran en la

24 A PLENA VOZ

construcción de Colombia. El nombre “franja amarilla” era una metáfora sobre los colores de la bandera: el rojo y el azul han sido símbolos de los partidos tradicionales. Ahora que han perdido su vigencia, me preguntaba dónde estaba la franja amarilla. Una nueva generación de estudiantes y lectores ha tenido en esa idea, un referente. Ojalá sea productiva. Apartes del elogio de Ospina a Chávez “Medios del continente han hecho un gran esfuerzo por convertir a los contradictores de EE.UU. en los grandes equivocados. Lo han intentado con Cuba y recientemente con Venezuela, hasta el punto de que sus elecciones victoriosas son siempre sospechosas. No importa que en Colombia compren votos o arreen electorados bajo promesas o amenazas: esta democracia nunca está bajo sospecha. No importa que los paramilitares produzcan en diez años doscientos mil muertos en masacres bajo todas las formas de atrocidad: la democracia colombiana sigue siendo ejemplar, porque los poderes de la plutocracia siguen al mando. Pero si alguien es enemigo, no de los EE.UU sino de los abusos del imperialismo, eso lo hace reo de indignidad. Uno de esos grandes enemigos del imperialismo es Hugo Chávez. Por ello, aunque nadie pueda atribuirle crímenes como los que manchan las manos de tantos poderes en el mundo, para muchos opinadores y medios es un dictador y un tirano (porque) ha sido duro con los dueños tradicionales del país y eso no se lo perdonan. Ya se lo perdonarán: cuando adviertan que todo lo que se haga a favor de los pueblos

fructifica en sociedades más reconciliadas consigo mismas… Tal vez nos será dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología…”. Mezcla de poesía, prosa y política William Ospina es uno de los escritores contemporáneos más destacados. Poeta, ensayista y novelista, ha obtenido reconocimiento más allá de las fronteras por su serio trabajo literario, pero también por sus investigaciones históricas lo que lo ha conducido a tomar posiciones políticas no exentas de polémica, como la que asumió en la columna que escribió para El Espectador el domingo pasado y en la cual hace una encendida defensa de Hugo Chávez. Su comentario no habría llamado la atención si no fuera por el valor que requiere ir contra la corriente pública en un país tan derechizado como Colombia. Cecilia Orozco.- Se rumora que cuando el presidente venezolano fallezca será sepultado en un mausoleo, al lado del de Bolívar. ¿Qué opina de ese acto que pretende instalar en la memoria colectiva a Chávez como un nuevo libertador? W.O.- Era de esperarse una decisión así, pero esos actos son simbólicos, sin consecuencias definitivas. Sólo la historia decide dónde reposan para siempre los recuerdos sobre los seres humanos. C.O.- ¿La vida de Chávez le interesaría para escribir una novela? W.O.- La literatura requiere cierta perspectiva para abarcar la complejidad de los hechos y la hondura de sus efectos. Es difícil novelar sobre actos tan recientes.


Las entrevistas que a continuación se publican: El 4 de febrero sigue más vigente que nunca y Yo soy así fueron extraídas del libro: De Yare a Miraflores el mismo subversivo, escrito por el periodista José Vicente Rangel. El libro contiene dieciséis entrevistas realizadas por Rangel al presidente Hugo Chávez Frías, durante el periodo que abarca de 1992 al 2012. Ediciones Correo del Orinoco, 2012

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA Entrevista al comandante Hugo Chávez y al historiador Jorge Olavarría 4 DE FEBRERO DE 1996 José Vicente Rangel: Amigas y

Venezuela cuatro años después del

amigos, muy buenos días. Enero de

4 de febrero? Como les dije antes del

1996 confirma una duda terrible

corte, quiero conversar sobre una

en el venezolano, la duda en torno

fecha de la cual se cumplen exac-

a la salida a la crisis. El presidente

tamente cuatro años en el día de

Rafael Caldera sigue repitiendo su

hoy, el 4 de febrero de 1992. He in-

discurso voluntarista, orientado a

vitado para abordar este tema a dos

hacerle ver al pueblo que todo mar-

personajes muy singulares, por lo

cha bien, que la situación está sien-

siguiente: uno de ellos, Jorge Olava-

do superada y que hay que tener

rría, analista, historiador, escritor,

confianza, en abstracto, en la ca-

periodista, ha venido examinando

pacidad de la nación para salir ade-

en los últimos tiempos, a través de

lante. Un discurso que uno puede

los medios de comunicación, una

compartir, en cuanto a mantener

serie de hechos y de acontecimien-

viva la esperanza, a la que nadie

tos históricos en el país. El otro

debe renunciar, pero que luce cada

invitado es el comandante Hugo

día más distante de la realidad, la

Chávez Frías, líder del movimiento

cual uno siempre debe asumir a

del 4 de febrero de 1992. El 4 de

plenitud. Lo que dice el Presidente y

febrero es una fecha que divide, es

lo que hace el Gobierno no guardan

profundamente polémica. Frente a

relación con lo que a diario ocurre,

ella hay muchas actitudes, muy di-

con el costo de la vida, el desempleo,

versas. Es la fecha que se ve en blan-

la quiebra de los servicios públicos,

co y negro, en función de negarlo o

la inseguridad total y la nueva co-

de aceptarla. Pero como quiera que

rrupción (...).

ya ha transcurrido cierto tiempo,

Hoy voy a entrevistar, a conversar,

cuatro años muy convulsos de este

con Jorge Olavarría y el coman-

país, muy crispados, creo que vale

dante Hugo Chávez, acerca del 4

la pena analizar un poco, no tan-

de febrero. ¿Qué ha ocurrido en

to el 4 de febrero, del cual se tiene

25 A PLENA VOZ

bastante información, sino la que ha ocurrido desde esa fecha hasta ahora, en el lapso de cuatro años. José Vicente Rangel: ¿Se justificó? ¿Se justifica hoy en día, cuatro años después, el 4 de febrero. Hugo Chávez Frías: Claro que se justificó, se justifica y creo que el 4 de febrero sigue hoy más vivo que nunca, más vigente que nunca. Estos cuatro años están signados por el 4 de febrero, y los acontecimientos, como dice un comentarista de televisión, están en pleno desarrollo. Todavía ahora es cuando faltan efectos, consecuencias del 4 de febrero. Creo que es una fecha que, como tú dices, la ven en blanco y negro, pero objetivamente hablando marcará la historia de Venezuela durante varios años. Todavía es muy pronto para evaluar lo que ha pasado. José Vicente Rangel: Entre los que ven en negro el 4 de febrero, están aquellos que dicen que fue un acto de traición de un grupo de militares a su juramento de lealtad a la República, ¿qué opina al respecto Jorge Olavarría?


EL SIGUE 4 DE FEBRERO SIGUE VIVO QUE NUNCA EL 4 DE FEBRERO MÁS VIVO QUE MÁS NUNCA ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL Jorge Olavarría: Creo que el 4 de febrero es un hecho que se justifica plenamente. La rebelión militar del 4 de febrero está justificada en función de lo que había en el país en ese momento dado. Había una situación asfixiante, sofocante, hedionda de corrupción, de depravación, de cinismo político. Eso estalló. El país, como lo está pidiendo ahora la propaganda de la visita del papa, despertó y reaccionó. Tú has dicho que se cumplen cuatro años del 4 de febrero, pero se cumplen dos años de la presidencia de Rafael Caladera, a la cual llevó el 4 de febrero. La presidencia de Rafael Caldera fue consecuencia del 4 de febrero. De manera que nosotros, hoy, si queremos hacer un examen retrospectivo de lo que ha sucedido en esos cuatro años, tenemos que ver el 4 de febrero en función de lo que eso desató y una de las cosas que desató fue la defenestración de Carlos Andrés Pérez, la cancelación de la aspiración a sucederlo de Eduardo Fernández, el encumbramiento a la candidatura presidencial de su partido Oswaldo Álvarez Paz, como consecuencia de una reacción interna dentro de su partido que le abrió las puertas a quienes querían venir a votar allí. Tú tuviste mucho que ver en eso, la denuncia que tú hiciste en relación al caso de los dólares, o de la partida secreta, como tantas otras denuncias que has hecho. En ese momento fue tomada por el fiscal general de la República, que promovió un juicio en contra del Presidente, que resultó en su salida del poder, una salida más política

26 A PLENA VOZ

que jurídica y no hay que abochornarse al decirlo, porque era indispensable para el sistema salir de Pérez si quería sobrevivir. Y llevó a la presidencia de Rafael Caldera en diciembre de 1993. José Vicente Rangel: Tú has dicho una cosa, Jorge, que creo que conviene dilucidar en este momento, que es la justificación de un golpe de Estado. Para ciertas conciencias, para ciertos sectores de la opinión pública, el golpe de Estado en una democracia no se justifica, en el estado de derecho no se justifica. ¿Por qué justificar entonces el 4 de febrero? Jorge Olavarría: Lo mejor del 4 de febrero fue que fracasó, fue que no alcanzó su objetivo estratégico. José Vicente Rangel: ¿Tú estás de acuerdo con eso, Hugo? Hugo Chávez Frías: No, no hubo fracaso allí. Yo entiendo lo que tú dices, el fracaso militar, y así lo asumimos. Cuando yo tomo la decisión de rendirme, a las 10 de la mañana del 4 de febrero, cuando veo que hay posibilidades de lograr el objetivo militar y político, entonces nos rendimos y demostramos que era por ahora, y sigue siendo por ahora. Tú hablabas de un señalamiento de la traición. No, ahí no hubo ninguna traición, porque nosotros los militares venezolanos hemos jurado defender la patria, sus instituciones, no defender partidos corruptos, esa hediondez a la que tú te refieres. Los militares venezolanos no podemos ser utilizados como lo fuimos, para masacrar a un pueblo muerto de hambre, como ocurrió el

27 de febrero de 1989. Así que ahí no hubo ninguna traición. José Vicente Rangel: Pero, ¿quién decide eso? ¿Quién decide cuándo un golpe es bueno o es malo? Hugo Chávez Frías: lo decide un pueblo. José Vicente Rangel: El éxito. Hugo Chávez Frías: No, no. Yo no creo que sea el éxito. Jorge Olavarría: El éxito es cínico, pero es la realidad: Lo que legitima una sublevación de esa naturaleza es el éxito, pero en este caso, Chávez tiene y no tiene razón: ellos no lograron el objetivo estratégico de derrocar al presidente de la República, apresarlo y enjuiciarlo como era, entiendo, su programa; sino que lograron crear una conmoción de tal naturaleza, que hizo despertar al país. José Vicente Rangel: Pero déjame decirte una cosa, Jorge: si el éxito es lo que justifica un golpe de Estado, ¿se justifica entonces el 18 de octubre, el 24 de noviembre, que fueron golpes exitosos? Jorge Olavarría: Se justifican a sí mismos, en función de que cumplen su objetivo. En ese sentido, se justifica. Quizás no se puedan justificar, porque hay golpes nobles y golpes que no lo son. Desde mi punto de vista, yo creo que la rebelión militar del 4 de febrero estaba plenamente justificada, porque las Fuerzas Armadas del país no podían seguir siendo el brazo armado de un sistema putrefacto, corrupto y caduco. Lo bonito del 4 de febrero no es el 4 de febrero en sí, sino


EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

lo que despertó. Hubo un despertar de las conciencias, vamos a llamarlas analíticas, inteligentes, intelectualmente honestas del país, que se manifestaron en un fenómeno único en la historia de Venezuela, en la profusión de una serie de libros muy importantes que se publicaron casi inmediatamente después del golpe, en donde cada uno analizaba el hecho desde su punto de vista. Un profesor de la Universidad de Los Andes publicó un libro llamado En defensa de los insurrectos, Alberto Arvelo; otro Emeterio Gómez, por ejemplo, ve la rebelión militar del 4 de febrero como la gran esperanza para crear en el país una economía de mercado, una verdadera economía de mercado; los defensores del sistema, los que estaban usufructuando el sistema y eran parte del sistema como Carlos Raúl Hernández, como Aníbal Romero, como Carlos Blanco, esos anatematizaron el golpe del 4 de febrero, llamaron traidores a los militares, dijeron que habían interrumpido un magnífico proceso de apertura económica, que es absolutamente mentiroso; el libro de Moisés Nahim, por ejemplo, dice que el experimento de abrir la economía venezolana a la modernidad de la economía de mercado, a partir de 1989, fracasó por el golpe del 4 de febrero, todo eso es falso. Una de las consecuencias más claras que hoy en día, cuatro años después lo vemos con más claridad, es que el golpe del 4 de febrero llevó a la Presidencia a Rafael Caldera, eso es precisamente lo que tenemos que reflexionar. José Vicente Rangel: De eso vamos hablar, pero antes quiero

27 A PLENA VOZ

preguntarle, o hacer una consideración al comandante Chávez: hay quienes dicen que los líderes el 4 de febrero han estado muy por debajo de las circunstancias de ese fenómeno que se produjo, que es uno de los hechos más importantes ocurridos en Venezuela en los últimos tiempos? ¿Estuvieron a la altura de la circunstancia los líderes del 4 de febrero?, ¿no lo estuvieron?, ¿posteriormente han estado a la altura de las circunstancias o han pasado por debajo de la mesa? Hugo Chávez Frías: Hay una actitud muy variable en nosotros, a posteriori. Lo recogen los hechos del país. Pero digamos, un núcleo fundamental de ese movimiento que se formó durante una década, también es importante decir que éste no fue un golpe de Estado tradicional, un movimiento que está sembrado en las Fuerzas Armadas Nacionales, un movimiento pro democrático. Ese núcleo importante de nosotros, con la misma bandera, con el mismo planteamiento, estamos recogiendo expectativas de lo que llamaba Miravoz “la voz de la nación”, y eso se ha demostrado cuando nos negamos a ir a la campaña electoral pasada. Llamamos a la abstención activa y respondió a ese mensaje, fuimos sintonía de la voz de la nación. Creo que hemos mantenido, no un 100 por ciento de altura en relación con la gran expectativa que se desató, pero ahí estamos, pulsando la realidad nacional y en sintonía con una expectativa, con una aspiración nacional. Creo que sí hemos estado a la altura de esa expectativa.

José Vicente Rangel: ¿Quién se beneficia en definitiva del 4 de febrero? Jorge Olavarría: Caldera, que sale elegido sin vaselina. Sin duda Caldera surge como una figura presidenciable por su discurso en la tarde del 4 de febrero, que interpreta cabalmente lo que el país quería oír y lo secuestra para su ambición. Hugo Rafael Chávez Frías: Déjame decirte una cosa, Jorge yo tengo la impresión de que el discurso de Caldera del 4 de febrero no fue tan espontáneo, como se ha dicho hasta ahora. José Vicente Rangel: ¿Por qué dices eso? Eso es grave. Hugo Chávez Frías: Tengo informaciones. Jorge Olavarría: ¿Es decir que Caldera estaba enterado de que ustedes iban a dar el golpe? Hugo Chávez Frías: Sí, no estoy seguro, todavía hoy, a cuatro años, si Caldera sabía o no de las conversaciones que tuvimos en Maracay, en un restaurante cerca de la Base Libertador con una persona muy amiga del hoy presidente Caldera y quien dijo ir de parte suya. Incluso nos ofreció unos teléfonos celulares programados para algo que fue mortal en la operación militar, que fue las comunicaciones, y este personaje me dijo delante de un grupo de oficiales del comando del movimiento: el ex presidente Caldera les da luz verde a ustedes, no los va a atacar ni los va a apoyar, pero no se metan con él ni con su familia, y que recuerden que él tiene un hijo


EL SIGUE 4 DE FEBRERO SIGUE VIVO QUE NUNCA EL 4 DE FEBRERO MÁS VIVO QUE MÁS NUNCA ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL que es oficial de las Fuerzas Armadas. Y tengo otra evidencia, de otro personaje que me contó que el 4 de febrero, a medianoche, cuando comenzó la insurrección, él se fue a casa de Caldera porque es amigo de la familia y presenció cuando caldera dio instrucciones a la seguridad: si viene por ahí una comisión militar, háganlos pasar y les dan café, que yo voy a hablar con ellos. Por eso te digo que no es tanto así aquello de la espontaneidad de Caldera. Creo que él estaba al acecho. José Vicente Rangel: El olfato, el sentido común, el olfato político ayudado con otros elementos. Jorge Olavarría: Eso es muy importante, pero es anecdótico. Lo importante, lo histórico, lo que es innegable es que a lo largo de toda su vida Rafael Caldera ha demostrado tener un muy agudo instinto para la oportunidad. Lo tuvo el 18 de octubre de 1945, pues fue el primer civil que se presentó en Miraflores después que los militares habían derrocado a Medina; lo tuvo en 1948, lo tuvo en 1950, lo tuvo en 19552, lo tuvo en 1958 cuando inventó en su casa el pacto de Punto Fijo, según el cual él llegó al poder a pesar de que perdió las elecciones; lo tuvo cuando salió elegido Presidente de la República en 1969, cuando aprovechó la división de Acción Democrática, el pleito entre Raúl Leoni y Luis Beltrán Prieto, entre Gonzalo Barrios, perdón, y Luis Beltrán Prieto logró la Presidencia de la República con una mínima mayoría; y lo tuvo el 4 de febrero de 1992 cuando, repito, secuestró, para beneficio de su ambición de ser Presidente de la

28 A PLENA VOZ

República por segunda vez, la emoción que se desató ese día. No tengo la menor duda de que el beneficiario del 4 de febrero fue Rafael caldera. Por eso es que esta fecha es importante. José Vicente Rangel: Supongo que los que estaban combatiendo en ese momento, lo que estaban rindiéndose, los que estaban presos sintieron un alivio y una gran solidaridad en ese discurso de Caldera en el Congreso. Hugo Chávez Frías: No, no lo vi porque ya estaba preso. José Vicente Rangel: Pero al día siguiente cuando lo condujeron... Hugo Chávez Frías: Unos meses después estuvimos aislados en la DIM, pero en efecto, el discurso de Caldera es importante. Estoy de acuerdo con lo que tú dices, Olavarría, pero no creo que la historia podamos centrarla en un personaje. Aquí hay muchos beneficiarios del 4 de febrero. Jorge Olavarría: Claro, claro. Hugo Chávez Frías: Y hay cosas que es bueno decir, la historia no ha terminado porque Caldera, hoy en día se ha demostrado, no tiene capacidad para seguir gobernando este país. Así que el beneficio sería un beneficio temporal en todo caso. José Vicente Rangel: eso quiere decir que han malbaratado la herencia del 4 de febrero. Hugo Chávez Frías: Claro, el gobierno de Caldera es hijo del 4 de febrero, un hijo no deseado y que ha puesto la torta. Caldera tuvo en

sus manos el más grande poder que Presidente alguno pudo haber tenido después que ganó las elecciones, apoyo popular, apoyo de gruesos sectores militares, hubiera podido de verdad torcer el rumbo de este país, pero entonces él cayó en el efecto pigmalión, se casó con su obra, el puntofijismo, hizo pacto con Acción Democrática, con lo más podrido de Acción Democrática, siendo una muleta que permite la cierta recuperación de Acción Democrática con el Congreso, con sectores, digamos, de la reacción del país y traiciona a un pueblo. Tú te pones a ver el discurso de Caldera, ese del 4 de febrero y, parodiando a Whitman en su Canto a mí mismo, hoy pudiéramos decir que ese es el canto de Caldera mismo, el canto de su tragedia, cuando él dice por ejemplo lo que resucitó. Un pueblo con hambre no puede defender esta democracia, no podemos pagar la deuda externa, citando a Juan Pablo II que está por llegar, por cierto, a costa del hambre de los pueblos. Eso lo dijo Caldera el 4 de febrero, hoy cuatro años después es bueno devolvérselo, como el canto de su propia tragedia: José Vicente Rangel: ¿Cuál es la evaluación de Jorge Olavarría, cuatro años después, de esas dos figuras, vamos a decir históricas, Pérez por u un lado, prácticamente derrocado, y Rafael Caldera insurgiendo y prácticamente logrando la victoria que posteriormente consagró? Jorge Olavarría: El Caldera de hoy no es el Caldera de 1992. José Vicente Rangel: Por los años que tiene...


EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

Jorge Olavarría: No solamente porque tiene 80 años, sino porque no es el mismo, el país no lo percibe igual. En 1992 lo percibió como interpretando, como dándole una opción civil a lo que los militares habían logrado hacer y no lo pudieron hacer. El Caldera de 1996 no es el mismo Caldera de 1992. El Pérez de 1996 no es el mismo Pérez de 1992.

Caldera de hoy en Miraflores? ¿Qué

José Vicente Rangel: ¿Cuál es la diferencia entonces entre Caldera de Miraflores y el Pérez de La Ahumada?

timiento nacional, que es una de las

Jorge Olavarría: Hay una diferencia, José Vicente, no se puede decir que los papeles se han cambiado, no se puede decir que el Caldera de hoy es el mismo personaje repulsivo que era Carlos Andrés Pérez en 1992, no. Eso sería injusto e incierto decirlo, pero va camino de serlo, porque la situación económica, política, social del país es peor que la de 1992, porque lo que ha sucedido a lo largo de los dos años del gobierno de Caldera, el encubrimiento del caso Andino, el encubrimiento y la complicidad con los casos de los bancos de Venezuela y Consolidado, toda la corrupción que se ha desatado con esas aventuras insensatas de haber tratado de crear un partido político como Convergencia y haber intentado convertirlo en un partido clientelar que tanto daño le ha hecho al país, todo eso, caramba, va acercando la figura de Rafael caldera a lo que era Pérez en 1992.

señalar. Entonces, caldera no es que

José Vicente Rangel: A juicio de Hugo, ¿qué determina ese cambio entre ese Caldera del 4 de febrero, del discurso en el Congreso y el

votar. También con nuestra ban-

29 A PLENA VOZ

cambio se produce en él que lo lleve a esa circunstancia después que no cambió nada? Hugo Chávez Frías: Creo que es el mismo Caldera de siempre, tú lo decías en tu reflexión histórica, caldera aplicó un gran maquillaje del 4 de febrero, él se montó en la cresta de la ola, como tú dices, secuestró el sengrandes ganancias de este país. Este país despertó el 4 de febrero y esa es otra de las ganancias que hay que cambió, es el mismo Caldera de 1945, el que llegó a la Junta de Gobierno: “Aquí estoy a la orden” y lo nombraron procurador, siempre al acecho, es el mismo Caldera de siempre. José Vicente Rangel: Entonces, yo pudiera preguntar que si es que el 4, los contenidos del 4, el liderazgo del 4 de febrero, no eran demasiado frágiles, que fueron incapaces de percibir lo que iba a ocurrir con una figura como Caldera y que, incluso, la gente que se encandiló en la calle con la candidatura de caldera, ¿no incurrió en un error? Hugo Chávez Frías: nosotros salvamos nuestra responsabilidad. José Vicente Rangel: ¿Cómo la salvan? Hugo Chávez Frías: porque no apoyamos a Caldera y le dijimos al país, nosotros, en las elecciones de 1993 llamamos a la gente a no dera, que la hemos hablado varias veces, para nosotros es la Asamblea Constituyente una salida profunda.

Decíamos: “Caldera no ofrece soluciones a este país”. José Vicente Rangel: Pero insisto, nosotros no estamos juzgando aquí a Caldera, estamos juzgando el 4 de febrero. Caldera es una consecuencia del 4 de febrero. En todo caso, ¿no fue demasiado frágil lo que se montó, lo que animó, lo que dinamizó, lo que le abrió las compuertas al 4 de febrero, que no pudo impedir que un hombre que, como dice Hugo Chávez, es el mismo que llegara a Miraflores? Jorge Olavarría: Si nos retrotraemos al 4 de febrero de 1992, en ese momento era impredecible lo que luego sucedió y esa es la reflexión que tenemos que hacer hoy día: ¿Es que acaso hoy no es igualmente impredecible y también predecible lo que va a suceder en los próximos cuatro años? ¿Es que un cuadro económico como el que está pasando Venezuela con la más alta devaluación de la historia, con el más alto índice inflacionario, con un déficit espantoso que constituye un agobio de una predicción impredecible...? José Vicente Rangel: Pero, Jorge, si tú dices que es impredecible, pudiéramos llegar a la conclusión entonces... Jorge Olavarría: Era impredecible en 1992. José Vicente Rangel: Podemos llegar a la conclusión entonces de que el 4 de febrero fue un error. Jorge Olavarría: No fue un error. Fue un salto. Hugo Chávez Frías: ¿Cómo va a ser un error...?


EL SIGUE 4 DE FEBRERO SIGUE VIVO QUE NUNCA EL 4 DE FEBRERO MÁS VIVO QUE MÁS NUNCA ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL José Vicente Rangel: Era impre-

Alternativa Bolivariana, que debe

decible lo que iba a ocurrir después

comenzar por un llamado a refe-

y no había fuerzas suficientes para

réndum. Hoy hay que preguntarle

que canalizaran ese movimiento.

a los venezolanos si quieren que

Hugo Chávez Frías: Tenía que haber alguna fuerza nacional que diera un paso hacia la dignidad y eso fue lo que despertó un país. No fue ningún error; error hubiera sido mantenernos en la situación en que estábamos, sin que alguien o un grupo, un sector de la vida nacional diese

Caldera siga gobernando o no, un referéndum, y si quieren Constituyente o no. Esa es la salida pacífica que puede evitarnos lo que tú decías, que venga una situación de incertidumbre, una explosión social otra vez. Esa es nuestra propuesta.

un paso al frente. Ahora, yo quería

José Vicente Rangel: Cuando

subrayar un poco lo que decía Jorge

Hugo hablaba de referéndum y

hace unos momentos. Uno tiene la

otras cosas, tú decías que por ahí

sensación, yo la tengo al menos y la

iba la cosa.

tenemos en el Movimiento Bolivariano, de que nosotros, después de cuatro años, estamos pasando como aquellas personas que andan perdidas en la selva y andan caminando y después de ocho días de caminata se detienen un poco y dicen: “Yo pasé

Jorge Olavarría: Por ahí tiene que ir la cosa si nosotros queremos tratar de evitar que se produzca una nueva explosión, sublevación de cualquier naturaleza, ya sea militar o ya sea popular, por la carestía.

por aquí hace ocho días, por este

José Vicente Rangel: ¿Puede pro-

mismo sitio”. Hemos dado un mo-

ducirse?

vimiento en círculo, una agresión

Jorge Olavarría: Por supuesto que

histórica, pero ¿por qué? Porque no

se puede producir.

hubo fuerzas. José Vicente Rangel: Pero sigues perdido.

Hugo Chávez Frías: Se está pro-

cionaria. Quien no lo vea es porque no lo quiere ver.

Hugo Chávez Frías: Es un pueblo, es una nación, nosotros no andamos perdidos. Tenemos una propuesta para salir del laberinto, así la hemos llamado, una Agenda

30 A PLENA VOZ

José Vicente Rangel: Tú apuntabas algo cuando estaba hablando Jorge y yo preguntaba sobre el liderazgo, ¿realmente existe el liderazgo? Hugo Chávez Frías: Claro que hay un liderazgo en el país...

Hugo Chávez Frías: Un liderazgo emergente. Nosotros ofrecemos una salida a los venezolanos, y estamos llamando a una gran unidad nacional para evitar esa explosión posible, para evitar una explosión en los cuarteles; los sectores intelectuales, los sectores de trabajadores, y estamos haciendo esfuerzos por lograrlo, en un plan estratégico unitario, que plantea, el primer paso, una gran unidad nacional. Y que en vez de cien conflictos focalizados, violentos, hagamos un solo

gran laberinto, aquí no se sabe qué

perdido?

Hugo Chávez Frías: Sí, Caldera es el caos.

Jorge Olavarría: El escenario clásico de una situación prerrevolu-

un líder puede declarar que está

José Vicente Rangel: Precisamente, hay quienes dicen, sostienen, perdón, que después de Caldera, el caos. Hay quienes sostienen que estamos viviendo en el caos.

José Vicente Rangel: ¿Cuál es?

perdidos, Venezuela está en un

José Vicente Rangel: Pero, ¿cómo

Hugo Chávez Frías: Pero es que no podemos caer en el mesianismo, eso sería un mesianismo...

duciendo.

Hugo Chávez Frías: Sí, estamos

salida va a haber.

cuando sugerí, en la columna que tengo en El Nacional, la necesidad de pedirle al presidente de la República su renuncia, recibí muchas llamadas, y muchas de las llamadas que recibí eran: “Y después de Caldera qué? Eso es precisamente lo que falta hoy en 1996, el Caldera de 1992. El país no tiene clara una perspectiva de relevo a la situación actual. A pesar de que la dirigencia del país..

Hugo Chávez Frías: Por eso te decía... Jorge Olavarría: Está ciego. José Vicente Rangel: Está bien lo que tú dices, pero yo lo que no veo son sujetos, factores, liderazgo, conducción. Jorge Olavarría: Algo importante:


EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

a referendo!”. Porque este país no

Hugo Chávez Frías: Jorge, nosotros decimos que no queremos un gobierno militar.

aguanta más esta situación, como

Jorge Olavarría: Así es.

gran conflicto, para decirle a este señor Caldera: “¡Renuncie y llame

tú lo planteabas. Es posible, y hay un liderazgo en la calle. José Vicente Rangel: Pero ya sabemos que Caldera no va a hacer eso. Caldera es un hombre casado con el poder. Jorge Olavarría: Entonces, habrá que ir por la vía de un consejo de tutela, como la que propuso Lauría y el presidente del Congreso Nacional. El propio Caldera fue el que produjo... José Vicente Rangel: Entonces, cuatro años después del 4 de febrero, ¿se puede pensar en que hay que repetir fatalmente otro episodio de la misma naturaleza? Hugo Chávez Frías: Ojalá que no, ojalá que no. Jorge Olavarría: Es muy importante lo que tú acabas de decir. Una de las cosas más bonitas que surgieron después del 4 de febrero, que me reconcilian con el venezolano, fue la irrupción de análisis de libros, de artículos que salieron, ninguno de los cuales justificaba el golpe militar, todos decían: “¡No queremos una dictadura militar! ¡No queremos el regreso a un régimen autoritario de índole militar!” José Vicente Rangel: Incluso los propios militares, ¿no? Jorge Olavarría: Inclusive los propios militares. Cómo no, el comunicado del general... Todos decían: “¡No queremos eso!”.

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Hugo Chávez Frías: El plan nuestro no es una dictadura militar. Jorge Olavarría: Este sistema tiene que ser reformado. Este sistema no se reformó, evidentemente, el sistema se demostró capaz de corregirse a sí mismo en la medida que enjuició y destituyó a Pérez, en la medida que llegó a un proceso electoral, pero lo que ha sucedido a partir de diciembre de 1993 hasta el día de hoy nos llena de perplejidad. Hugo Chávez Frías: Difiero de esa opinión tuya, Jorge, por lo siguiente: creo que si algo se comprobó, que son las cosas positivas de un balance de estos cuatro años, porque estamos en el mismo punto histórico, con una situación similar, pero hay un balance de cosas positivas y negativas que han ocurrido. Si una cosa positiva ha ocurrido, es que se ha demostrado que este sistema no tiene capacidad de autorregular estas perturbaciones, en este sistema hay que acabar con algo, hay que hacer otro sistema que sea verdaderamente democrático. Este sistema no pudo, fíjate, cuatro años, yo pudiera dividir eso en cuatro etapas rápidamente: el año 1992 fue el año de la Revolución posible, ahí se abrió una expectativa de cambio estructural, de cambio radical de la situación venezolana, pero no hubo fuerza suficiente para lograrlo; vino el año 1993, el año de la evolución posible, sacan a Pérez, eligen a Caldera, y sube la expectativa de la

evolución del cambio posible. Pero en el año 1993 tenemos a Caldera en una fase de involución, y en 1995 de regresión, que nos trajo a esta misma situación. Por tanto, no basta una figura providencial, no es mesianismo lo que necesitamos; es un pueblo que ha despertado, es un pueblo que está en fase de organización y con un proyecto en construcción, un proyecto nacional. Jorge Olavarría: Pero qué cosa tan curiosa oírte decir a ti eso. Es interesante, verdaderamente, desde el punto de vista del historiador, porque tú te convertiste en un fenómeno mesiánico después del 4 de febrero. A ti nadie te conocía antes del 4 de febrero, y bastaron unos segundos en la televisión y el “por ahora” que tú dijiste, con tu boina roja, para que te convirtieras en un ícono, en un ídolo; había niñitos disfrazados de Hugo Chávez; había estatuillas de Hugo Chávez por todas partes. José Vicente Rangel: ¿Y eso no lo perjudicó, Jorge? Jorge Olavarría: Puede ser. Pero lo que te quiero decir es que esas sublevaciones producen ese tipo de líderes. La del 23 de enero pudo haber producido a Hugo Trejo, y lo hizo durante muy breve tiempo, pero terminó siendo Larrazábal la figura bonachona, buenmoza, con el uniforme blanco de Wolfang Larrazábal, la que captó eso. Las grandes perturbaciones revolucionarias, como la del 23 de enero, como la del 4 de febrero, producen ese tipo de mesianismo. Y me llama la atención que tú eres en contra del mesianismo, cuando tú fuiste


EL SIGUE 4 DE FEBRERO SIGUE VIVO QUE NUNCA EL 4 DE FEBRERO MÁS VIVO QUE MÁS NUNCA ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL uno de los fenómenos mesiánicos, y gran parte de la popularidad que tú tienes... Hugo Chávez Frías: Sin quererlo, Jorge. Déjame decirte esto, sin quererlo se produjo ese fenómeno. Jorge Olavarría: Pero eso te da una gran responsabilidad, tú tienes una enorme responsabilidad. Hugo Chávez Frías: Por supuesto. Y fíjate que hay amigos que me dicen: “Hugo, vete del país —auséntate de la realidad esta— para que sigas manteniendo esa especie de mito que se está alejando, porque te estás desgastando en la lucha diaria....”. Yo les digo: “¡No, no!”. Mi lucha está en ese día a día en la calle. Jorge Olavarría: ¿Cómo se compara esa lucha tuya con el comandante Arias Cárdenas? Hugo Chávez Frías: Ya te voy a responder esa pregunta.

una, la que tú encabezas; y otra vertiente, en el marco de esta legalidad, que representa el comandante Arias, actualmente gobernador del Zulia. ¿Se enfrentan, chocan? ¿Se excluyen? ¿O es una particularidad de ese hecho que se forjó el 4 de febrero, naturalismo? Hugo Chávez Frías: No sé si pudieran chocar en un futuro, ojalá que no, pero el comandante Arias desde el año 1993 tomó una decisión de separarse del movimiento nuestro, de la líneas estratégica, él incluso pidió la baja, preso, para lanzarse de candidato a diputado por la Causa R por el estado Zulia, cosa que la mayoría de nosotros le criticamos. Incluso, yo me alegré cuando el ministro de la Defensa le negó la baja, porque cómo lo hubiéramos explicado al país, que se va de baja uno de los jefes militares para ser diputado y deja a los oficiales presos. Gracias a Dios no lo logró. Y después siguió con la Cau-

Jorge Olavarría: A ver.

sa R y ha tomado esa vía. Incluso,

Hugo Chávez Frías: Es un esfuerzo, que lo he asumido, incluso en lo personal, de desmontar esa figura mítica y ponerme a caminar sobre la realidad, como un hombre más de este pueblo, como un luchador social, eso es lo que soy, pero no puedo ser un mito, una leyenda; no. Eso puede hacer mucho daño a las posibilidades de un cambio de verdad.

en lo personal le he dicho a él que

José Vicente Rangel: Perdón. Jorge se me adelantó en una pregunta que yo también iba a hacer. Me parece que hay dos vertientes en el liderazgo militar del 4 de febrero:

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se reservase para una ocasión más idónea del proyecto bolivariano, del proyecto auténtico. Nosotros seguimos las mismas líneas; él ha tomado otro camino. José Vicente Rangel: Ahora, ¿no es un error, Hugo, pretende represar el 4 de febrero en un movimiento? Hugo Chávez Frías: No, no estamos... Jorge Olavarría: Yo iba a hacer esa pregunta. Hugo Chávez Frías: No estamos represándolo, no.

José Vicente Rangel: Canalizándolo, pues. Hugo Chávez Frías: Bueno, yo creo que... Jorge Olavarría: Te conviertes en un partido más del sistema. Hugo Chávez Frías: Tenemos que canalizarlo. Tenemos que estar a la altura de la expectativa. Pero nosotros no vemos el movimiento Bolivariano como un partido más ni como un sector más del país. Si algo nosotros vemos en nuestra estrategia, es ser un sector para aglutinar, un sector de cohesión de esa gran unidad nacional. Cuando tú preguntabas, y decías: “Caldera no va a aceptar el referendo”, depende. Porque si nosotros hacemos lo que el pueblo francés, y salimos todos a la calle, un buen día, un paro nacional, unidos, trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, militares retirados, medios de comunicación, Caldera va a tener que llamar a referendo y preguntarle al país, para seguir el ejemplo digno de Emparan: “Ustedes quieren que yo los mande?” Y lo que el pueblo diga tiene que hacerlo, porque el pueblo es el dueño de este proceso, tiene que ser el dueño de este proceso. José Vicente Rangel: Caldera no tiene vocación de Emparan. Hugo Chávez Frías: Pero podemos hacer que la tenga. Si no lo quiere. Emparan no quería irse tampoco, pero fue una presión. José Vicente Rangel: Para concluir, rápidamente, una síntesis de la apreciación que ustedes tienen acerca de este proceso, en estos


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ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

cuatro años. Y qué salida hay inmediata. Jorge Olavarría: Cuatro años del 4 de febrero, dos años de la presidencia de Caldera: colosal y catastrófico fracaso. Salida: no se ve. Están cerradas las alternativas de índole, vamos a llamar institucional y democrática. Posibles salidas: las que se han sugerido, un referendo consultivo que el Presidente de la República propuso y hay que tomarle la palabra. Un consejo de tutela, como el que propusieron los presidentes de las cámaras del Congreso nacional. Una solicitud masiva de todo el país, no de Jorge Olavarría ni José Vicente, ni de individualidades, sino masiva, de todo el país, pidiéndole al Presidente de la República que le haga el obsequio de su renuncia, el sacrificio de su renuncia, para darle una salida al país. La manera como el Presidente de la República interpreta, entiende y pone en práctica la situación económica es gravísima... José Vicente Rangel: ¿Y entregarle a quién el poder? Jorge Olavarría: A quien sea. José Vicente Rangel: ¿A ese Congreso? Jorge Olavarría: Ese es el problema, el Congreso... José Vicente Rangel: ¿Al liderazgo de los partidos? Jorge Olavarría: Ese es el problema. El problema son ellos, no pueden ser la solución. Sin embargo, esa misma situación existía el 4 de febrero. Si nosotros llegamos hoy en día a la conclusión de que no podemos decir nada, entonces vamos a seguir

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durmiendo y no reaccionamos. No hagamos lo que nos están pidiendo hacer con la visita del Papa, sigamos durmiendo, sigamos en este letargo y sigamos pensando que Caldera es el menor de todos los males y dejemos que el país ruede por la pendiente de la inflación, del desempleo, del hambre, de la carestía, de las explosiones sociales aisladas, una detrás de otra. El sistema tiene que entender que si quiere salvarse, tiene que reformarse.

fracaso inmediatamente. Una gran

José Vicente Rangel: Hugo.

trabajadores. Hay que hacer resis-

Hugo Chávez Frías: Creo que sí, que lamentablemente hemos hecho esa regresión. Ahora, salidas existen; pienso que, como decía Jorge Olavarría, por ahí va la cosa, nosotros planteamos una estrategia muy clara ante toda Venezuela. Primero, unidad nacional, dejarnos de sectarismos, de partidismos, de mis intereses personales, de mis intereses sectoriales, y lograr esa gran unidad. Y estamos trabajando duramente las 24 horas del día, literalmente hablando, para lograrlo, convocando a todos los factores que están en contra del continuismo. Y aplicar, con esa unidad en la mano, una estrategia de doble acción. Por una parte, una acción de resistencia civil, la resistencia civil hay que hacerla en Venezuela, pero no de manera irracional (quemando cauchos, asaltando, saqueando); no, vamos a pararnos contra... Jorge Olavarría: Eso más bien afianza al Gobierno. Hugo Chávez Frías: Claro, y eso afecta la unidad misma y la moral de la fuerza misma, porque son manifestaciones conducidas al

unidad para la acción de resistencia. ¿Contra qué? Contra la agenda Caldera, contra la agenda que llaman Venezuela, pero es la agenda Caldera, la desnacionalización del país, la entrega del petróleo. Cincuenta años atrás, Gómez no hizo ni siquiera lo que está haciendo Caldera: la entrega de los recursos estratégicos del país, la ruptura de las Fuerzas Armadas, la pretensión de borrar los derechos de los tencia cívica en la calle, unitaria, contra esa agenda. Pero al mismo tiempo, la otra acción de esa doble estrategia es una acción ofensiva, porque a Caldera hay que sacarlo del Gobierno. Yo no estoy llamando a rebelión militar ni a rebelión popular, pero hay muchas vías; Caldera incluso es enjuiciable. Si a Samper en Colombia lo están enjuiciando por recibir dinero del narcotráfico, Caldera creo que hizo algo mucho más grave. Caldera no recibió, caldera le dio casi un presupuesto anual de este país, lleno de miseria y de muertos de hambre, los niños de Venezuela, dos millones en situación de miseria, a los lavadores de dinero, a los traficantes de dinero, y se llevaron eso, y aquí no ha pasado nada. ¿Quién es el responsable? Rafael Caldera. Juicio contra Caldera, recorte del período, cualquier cosa puede ocurrir; referendo. Pero hace falta la unidad y la presión del pueblo en la calle, de los venezolanos. José Vicente Rangel: Muchas gracias a Jorge Olavarría, Hugo.


YO SOY ASÍ:

Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar 7 AGOSTO DE 2011

(…) El Cuestionario Proust… ¿Rasgo principal de tu carácter? Respuesta rápida, respondo rápido, un carácter rápido. ¿Defectos que no puedes dominar? Que no podía, ahorita tengo que dominar cualquier defecto, sobre todo la impulsividad, y estoy en un esfuerzo para dominarlo, la impulsividad. ¿Te consideras buena persona? Nietzche dice que es sospechoso el que dice que es buena persona. Prefiero que me juzguen ustedes si soy bueno, si soy bueno, si sirvo para algo. ¿Por quién te cambiarías? Por Chávez

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¿Cuál es tu precio? Ni se compra ni se vende. No tengo precio

¿Quién despierta tu ira? ¿Mi ira? Hasta hace pocas semanas hasta cosas menudas, hoy nada.

¿De quién sientes envidia? De ti, 90 años casi y mira como estás de impecable y con esa claridad.

¿Por qué serías capaz de matar? No mato, vivo, no mato; no soy capaz de matar.

¿Cuál es tu ideal de felicidad? El bolivariano, la suprema felicidad para un pueblo.

¿Qué cualidad prefieres en los seres humanos? La lealtad, la lealtad, la lealtad.

¿Con qué error humano te muestras indulgente? Yo creo que con la humanidad del error, el carácter humano del error, por ejemplo: la inocencia, la buena fe, hay que ser indulgente con eso.

¿Cuál es tu palabra favorita? ¿palabra favorita? Vivir viviendo la vida.

¿Ante qué eres intolerante? La flojera, la mentira, la negligencia.

¿Alguna obra de arte que te parece insuperable? Los Miserables. ¿Cuál es tu máxima en el trabajo?


YO SOY ASÍ

ENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

Trabajo, trabajo y más trabajo, máxima de Bolívar. ¿Qué crees aportar profesionalmente? Profesionalmente, creo que la capacidad de invención, de inventar. ¿Qué obra de arte te ha impresionado? Te digo que muchas; pero oye, la del Salón Elíptico Carabobo. Cuando fui al Congreso, la primera vez que fui, Martín Tovar y Tovar, Sí es una obra monumental y cuántos años pasaría ese hombre pintando eso. ¿Conoces algo diseño perfecto? La naturaleza es perfecta: desde ese roble y este samán hasta cualquier hormiga es un diseño perfecto.

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¿Dónde te gustaría vivir? En la costa Apure, porque el Apure tú sabes que divide Barinas del estado Apure; en la costa Apure. ¿Música favorita? ¡Ahh! Un pasaje llanero (canta): “Sobre la estela del viento…”

¿Crees en la eternidad del alma? Yo creo que alma es algo del sujeto, y al sujeto no le corresponde la eternidad. Yo creo más bien en la infinitud de lo humano, pero no en la eternidad individual del sujeto.

¿Un color? El rojo, a pesar de la camisa amarilla.

¿Cómo te gustaría morir? No me gustaría morir: vivir, vivir viviendo

¿Un poeta? Andrés Eloy Blanco: “Unos los llaman Maisanta y otros el americano”

¿Estado actual de tu espíritu? Insuperable en pleno retorno, 40 años de retorno. El cadete volvió vestido de azul, con la muchachada azul, el teniente que estuvo aquí, el capitán, el bachaquito de Sabaneta, “el Arañero”, 40, 57 años que ha retornado ahora para relanzarme: el nuevo Chávez.

¿Algo hermoso? La mujer, María. La mujer es hermosa ¿Un héroe? Bolívar, Maisanta


ÚLTIMA CONFESIÓN DEL COMANDANTE JOSÉ SANT ROZ 36 A PLENA VOZ


E

l desenlace de mi drama será algo diferente al que sufrió el Libertador en 1830. No hay un Páez en armas con el poder de una gran sección de la república, pero sin dejar de considerar que tenemos un buena parte de la población embanderada contra nuestra tierra, aliada con el imperio de turno, con fuerte apoyo del sector económico y de la prensa nacional y mundial. Aunque mis votos nuevamente serán por la unidad de la patria. Moriré, no como el Libertador ante un cuadro de desintegración con aquellos patriotas divididos: Justo Briceño, Urdaneta, Mariano Montilla, O’Leary, todos ellos en la Nueva Granada y con aquella Venezuela desgarrada bajo el mando de Páez rodeado de abogados intrigantes: el Miguel Peña, Leocadio Guzmán...; y al sur, un Ecuador dominado por un ambiguo como Juan José Flores. Esa no es mi situación de cara al porvenir: la patria que dejaré quedará en manos de un pueblo consciente de su destino. No moriré tampoco con una camisa “prestada”, aislado de mi pueblo querido y alejado de la tierra que más he amado. No hay un par de hienas avanzando desde el sur para tomar el poder luego de haber destrozado el cuerpo del Abel de Colombia. No moriré viendo una América Latina desintegrada como la encontramos en 1998. Pero aun así, mis dolores también vivirán en el futuro, siempre recordando las palabras del Padre Bolívar de que nada puede un pobre hombre contra el mundo entero.

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Pobres hombres todos nosotros los poseídos por el fuego sagrado de la libertad, todos los poseídos por la idea fija de tener soberanía para darle una gran destino a Venezuela. Ya sé que el año que viene no estaré con mi pueblo, y que seguirán lloviendo injurias e infamias contra todos los que sostenemos este proyecto. ¿Pero quién podría ahora engañar a este pueblo, luego de catorce años de lucha contra los engañadores de todas las horas, contra esa monstruosa farsa que montan los medios para aniquilar con toda frialdad a quienes se enfrentan a sus intereses? También Bolívar fue víctima de aquella bandada de periódicos y opinadores que controlaban medios como El Demócrata y Aurora. Muerto Bolívar, lo siguieron injuriando, llamándole tirano en jefe, déspota, violador de la Constitución jurada por el Congreso en Cúcuta, y para escarnio de toda la Gran Colombia, hicieron de Francisco de Paula Santander el sabio regenerador de la paz y de la unidad de los granadinos. A todos los más nobles y grandes próceres de la Independencia se les condenó en Bogotá al ostracismo, a la cárcel o a ser fusilados. Aquella historia, hoy hemos logrado superarla, aunque muchos de los engañadores de todas las horas han logrado dejar una estela de locura y de odio casi inextinguibles. Yo tuve que asumir el papel del condenado. Del maldito. Del señalado. Del marcado.

Mi pueblo ha sabido entender esta lucha y que hoy podemos decir: no aramos en el mar: y por eso está allí el pueblo en la calle, con sus banderas y sus penas, con su fervor, nobleza y generosidad infinitas. Sé que me quedan pocos días. Ya veo el tronar sin embargo de otras victorias. Y sé que hay tantas tareas aún por cumplir, que es lo que me estremece y a veces me acongoja, luego de cruzar tantos desiertos: los hijos de la patria: sus trabajadores, el Plan de la Patria..., mis libros, eternos consejeros, mis diarios, mis recuerdos, mis padres, mis hermanos y amigos, mis llanos de Barinas y del Apure, las coplas, los cantos, lo vegueros de mi pueblo. Todos los tesoros adorados de hermandad, soberanía y patria que logramos en esta luminosa marcha de veinte años y que hemos tratado de proteger como un avaro. Es lo que duele, es lo que estremece y acongoja. Con mis libros y mis temores, con mis pensamientos y sueños hasta más allá de los infiernos. Porque no hay cielo ni paraíso, no hay castigo ni condena capaz de consumir este cuerpo, de doblegar este ideal, de contener estas pasiones encendidas de amor por la patria, por el fuego sagrado de cuanto vibra bajo este cielo querido. No es la muerte particular de ninguno de nosotros lo que pueda detener este oleaje de pasión y de coraje revolucionario que corre ya por toda Venezuela. Inconcluso, tantos proyectos soñados que como poemas han quedado sembrados en tantos


corazones; soplos de porfías delirantes en medio de mil insomnios con mis ríos de pueblos y de mis amores, con el clarín definitivo del impulso que ya está dado. Es el “no retorno” que se ha consolidado. Nadie sabe de mis dolores. Nada dejé traslucir de tantas penas, porque sólo los pobres y condenados de la tierra las entienden. Recorrer un país con el cuerpo destrozado y venir a darse un milagro: el alma de todo un pueblo que es quien ordena y uno oyendo sus mandos, sus razones y clamores. Ha llegado a trascender uno por obra y gracia del soportarse y el echarse a rodar con el simple tráfago de las ansiedades y penas acumuladas de siglos. Abrazado a mi pueblo amado, acabé disuelto en él. Mis huesos, mis nervios, mi corazón, no eran parte de un cuerpo sino de un destino y de una marcha que estalló en las oscuridades de los tiempos sin nombre: la voluntad inoculada de generaciones torturadas y perseguidas que se hicieron mi espíritu y mi sangre. ¿Qué podía ser uno llevado por la marea incesante de un sentimiento de amor encantado del que fui apenas un minúsculo fragmento? Ya no soy yo el que habla sino el que transmite lo que se le dicta desde el compendio conflictivo de todos nuestros dolores y tormentos. No sé de dónde brotó siempre esta voz fuerte, apasionada, desbocada. Con estas cargas que destrozan pero nos elevan, que oprimen y escuecen,

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pero nos dan fuerza. La voluntad de una especie soberana que se hizo un pueblo. Que se adueñó de cuanto uno posee: con sus sueños de grandezas y de temores, de peligros y bendiciones. Qué importa si nadie supo de mis dolores, cuando sonría, amando, aunque vibrara de pasión con los cantos de mi pueblo. Con tantas muertes sobrellevadas. Ninguna realidad ha estado jamás fuera de mí. Me han dictado la norma de esta lucha contra todas las tormentas. No es que me vayan a asesinar: se trata de otro ciclo más, y sé que me suplican que no muera, que uno acaba siendo el más paciente de los impacientes, que tiene que traspasar las armas para que otros continúen en la batalla. Uno, al fin y al cabo, acaba siendo parte de las causas del eterno retorno de las cosas. Y acaba uno por no temer vivir para siempre. Disuelto con este espíritu agitado en la extensión ingrávida y profunda de mi querida tierra. Alguien que me moldeó, alguien que hizo de mi vida una batalla interminable para repetir una y otra vez la palabra porfiada del que se ha vencido a sí mismo, porque en verdad no he nacido para morir, sino para cerrar los ojos y escuchar el curso de los siglos eternos en los que estaré una y otra vez volviendo como anunciador de otro ciclo. Alguien nos empujó a esta dimensión de vuelos venturosos para

poder construir este mundo en el seno del universo. Una lucha con el pensamiento en las batallas perfectas que nos han dictado. La vieja canción de los juegos de fantasía que nos iluminaban en la niñez. Uno, que anduvo en esta lucha a brazo partido para liberarse de lo que se llama la persona, para al final poder consagrarse a su pueblo. La “persona” que es una simple propiedad del ser del que hay que liberarse. La persona que es una máscara. Esa ha sido toda mi verdadera encarnizada lucha. Por eso pude levantarme contra todos los prejuicios de todas las tiranías internas. Combatiendo con fuerzas desiguales. Y así y todo pudimos salir victoriosos frente al oleaje monstruoso de los tiempos y de los imperios. Sin nada de que quejarnos ni de que arrepentirnos: ¡Oh, corazón impetuoso y de largo aliento, espíritu perseverante, todo a ti te lo debemos! Ahí está el querido libro que he cargado conmigo entre las espinas y las derrotas. Ya no hay muerte posible, porque si las flores se marchitan por qué hemos de quejarnos de este simple tránsito. Amado pueblo, nunca te quejes de nada. Síguete a ti mismo, que ya conoces los mandatos inscritos en tus corazones. Lloraremos juntos, pero mira al frente todos los verdes prados y grandiosos horizontes, este brillante e inefable cielo, el mismo de Sucre y de Bolívar. PADRES ETERNOS.


Se abren ojos de deidades indígenas Gerónimo Pérez Rescaniere

¿

Por qué ibas a saber que él había nacido? ¿Por qué ibas a saber de las ventas de dulces abrillantados? ¿Por qué acerca de un muchacho flaco que estudiaba en un liceo de Barinas donde ni siquiera era líder? Imposible fijar la atención en uno que se ponía a contrapuntear en las fiestas de llano. Estabas ocupado con las películas con guión de Cabrujas o

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mirando feo a los camaradas que se acomodaban con Carlos Andrés Pérez, o acomodándote mientras él ponía a sus soldados a escuchar a Alí Primera o a cantar sus letras en las marchas: No basta rezar y dejando de ser pendejo ya la esperanza se hará verdad. Imposible adivinarlo en un mundo donde un uniforme significaba un escolta de Carlos Andrés Pérez o un instructor

de los fiscales de tránsito, o un yerno de Rafael Caldera, si era catire y general. Ridículo pensar que alguien leía libros de historia en viejas bibliotecas de viejos cuarteles y se llenaba la cabeza de cargas de caballería, de disquisiciones sobre la Patria, de cartas a través de las cuales un genio tocó al mundo, de análisis sobre el verdadero sentido de la entrevista de Guayaquil. Imposible,


estando el pato Donald tan presente en las pantallas de la televisión. Normalmente, los jóvenes que pasan horas en una biblioteca no saben cantar, este cantaba, Simón Bolívar parado en la tercera base. Luis Herrera era un gordo soltador de dichos: “Tarde piaste pajarito”, “morrocoy no sube palo”. Pero había un morrocoy subiendo un palo, cruzando con otros tenientes las muñecas con cortes de venas bajo el samán donde Bolívar acampó con cientos de hombres y no se le mojaron. Una vena es como una cueva, bajo los zapatos de lujo de los ministros y de Pedro Tinoco se está cavando una cueva inmensa en cuya oscuridad de agua se abren los ojos de deidades indígenas, también los del Libertador. Todo es luz adentro de la cueva. Hacia la Sierra Nevada de Perijá corrían los caballos del coche de Bolívar cuando debió detenerse en la quinta de San Pedro Alejandrino, se abría una avenida nueva en su laberinto y la tomó. En esa quinta está ahora el Altar de la patria, hecho de esculturas de mármol. En su parte inferior está la Patria colombiana, simbolizada en una hermosa mujer, en posición sentada, protegiendo con su espalda una pequeña puerta tras la cual está la urna que guarda el corazón y las entrañas del Libertador, dejadas en Santa Marta cuando fueron exhumados sus restos para ser trasladados a Caracas. Esa puerta simboliza a Colombia como la entrada del continente suramericano por

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el río Magdalena, pero también es las columnas del templo masónico, la puerta al ámbito. El Libertador buscaba otra cosa situada algunos kilómetros más allá, la Sierra Nevada, la montaña de los mamas. Los mamas son gordos, caminan en la niebla. Sus arúspices no ven el mundo hasta que cumplen 18 años. Entonces son sacados de la choza y observan el amanecer. Tienen otra puerta, también abierta hacia el ámbito. Puerta gorda, sin forma. Dicen haber venido al mundo por ella, ser superiores y ser inferior el mundo de las máquinas. Dicen que su sierra es el cuerpo, los sombreros blancos que usan los picos con nieve, las lagunas heladas son el corazón; los ríos y las quebradas las venas, la tierra los músculos, los árboles los pelos del cuerpo. Él también los buscó, el 17 de diciembre siempre fue día de asistir a reunión secreta con ellos. Le dijeron su muerte: “La cueva es oscura, pura luz, por ella entrarás”. Pero el ministro que se lanzó como pájaro buchón al horno del Banco Central lleno de billetes desincorporados no sabe que existe esa cueva. Creyó que era una piscina, besaba las pacas viejas, clamaba “Son muy bellas, valen demasiado, no se pueden quemar”. Se las llevó a su casa. Venezuela estaba destruida y no lo sabía, lo supo un viernes que llamaron Negro. Regresó Carlos Andrés Pérez, el principal endeudador, electo en libérrimos comicios. Pedro Tinoco le

mandó a pedir asesoría a Domingo Cavallo porque aquí se aplicarían las medidas que aplicaba Menen en Argentina. Las aplicó. Parece que fueron tres mil los muertos del Caracazo pero quien carajo podía saber que moría un catire Acosta Carles, que éste tenía un discípulo al que llamaba carajito. La CIA debió intuirlo, deducirlo, calcular su aparición. Su anulación se preveía en un proyecto para disolver los ejércitos latinoamericanos elaborado por un señor de apellido italiano y era una previsión sensata porque se iba a saquear los países. Pero no lograron matar al mesías vendedor de dulces. Después si, se “bloqueó un presupuesto,” como llaman ellos a un dinero destinado a matar a un hombre. Una vena es una cueva, o a lo mejor es el desemboque de una cueva de donde brota una carretera a las cuatro de la madrugada, por la que circulan tanques en fila, camiones. Lo demás es el entrompe del tanque en la reja palacial, los tiros, la mañana llena de locutores, el hombre que dice “Por ahora”. “Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar”, fueron las palabras con que el doctor José Domingo Choquehuanca, descendiente de los incas y amo en Azángaro, saludó al Libertador. Bolívar oía el mensaje desde lo alto de su caballo, parado escucharía él la prosa con que los mamas lo iban a saludar.


Llegó mi comandante Chávez lourdes manrique

H

asta la coronilla estamos de oír decir que “Chávez dividió al país”, “este país nunca había estado tan dividido”, “Chávez lo fracturó en ricos y pobres”. Hasta algunos letrados en historia —de izquierda o de

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derecha— y en algunos ambientes culturales también, parecieran concebir esa división como fabricada por la magia de un demiurgo o la de un encantador de serpientes. Sólo el odio obsesivo y visceral de algunos sectores sociales, políticos,

económicos y religiosos de la sociedad venezolana, los más conservadores, puede producir tal olvido. Olvido en el caso venezolano significa error y al respecto valdría la pena citar a Ortega y Gasset: “... cuando un pueblo es joven y se está


haciendo, es cuando tiene para él mayor influjo positivo el pasado...”. Tal es nuestro caso, como latinoamericanos y venezolanos somos carne fresca, al menos en relación con nuestros ex-colonizadores occidentales. Hay que recordar el fracaso de los cuarenta años de falsa democracia, durante la cual, como señala Luis Cipriano Rodríguez: “no falló el pueblo sino el liderazgo […] Falló el triunfante Pacto de Punto Fijo, retórico, leguleyo y anticomunista. Falló el empresariado de Fedecámaras, interesado prioritariamente en cobrar las deudas de la dictadura y en fortalecer los mecanismos de la acumulación delictiva de capitales. Falló el clero, penetrado de tibieza y prudencia conservadora. Falló el ejército, donde el golpismo revanchista y el temor a las movilizaciones populares hicieron fracasar algunas iniciativas propias. También falló la Izquierda, demasiado frenada por un discurso unitario, ya sin reales perspectivas populares a mediados de 1958. Sin perder de vista la variable internacional imperialista expresada en los bajos precios del petróleo, en la insolente intransigencia del presidente de la Creole y en la amenaza intervencionista norteamericana cuando sectores del pueblo protestaron contra Richard Nixon en las calles de Caracas. Cabe citar a lo interno de Venezuela el fracaso de un camino democrático que apenas empezábamos a transitar”. El 12 de abril del 2002, la actuación de algunos sectores

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sociales (evocamos las imágenes de televisión de la juramentación de Carmona, la multitud de “notables”) fue igual a la recordada en el texto del historiador. Pero hubo una excepción en el lado opuesto: el líder, para el caso, la del comandante Hugo Chávez Frías. Por primera vez en el período que engloba el siglo veinte y lo que va del actual no se registra incompetencia del líder, por el contrario, está presente un conductor carismático, y sobre todo humanista y solidario. Su gran apoyo hacia el pueblo es parte de una dialéctica de afectos, gesta la respuesta de millones de personas que veremos marchando por el país, en reclamo de su regreso, haciendo realidad la frase ya dicha por este líder: “Amor con amor se paga”, cosa repetida hoy por el mismo pueblo clamando por su retorno de Cuba curado, bajo la consigna “Todos somos Chávez”. Si hablamos de cambio, también habría que reconocer el que distancia la actuación de las Fuerzas Armadas durante el 12 y el 13 de abril últimos, de la de los años de 1960, cuando, tras haberse puesto a favor del pueblo que sacó al dictador Pérez Jiménez, apoyan a Rómulo Betancourt, a su represión, a sus políticas antinacionales. Para el episodio del golpe de abril y para el de la ausencia del líder a causa de su enfermedad, el sector castrense ha estado a favor del pueblo, generando un gran campo de fuerza que trascenderá en la historia de Venezuela. Los otros actores, una vez más han fallado: la Iglesia, Fedecámaras,

el sindicalismo, los partidos en declive o sus nuevas excrecencias, y algunos sectores de la izquierda; todos ellos postrados ante los nuevos imperativos del imperialismo neoliberal internacional. El odio pareciera olvidar que en el origen de la actual fractura histórica de clases, de este nuevo escenario venezolano de caída de máscaras, está primariamente nuestro ser latinoamericano balcanizado y arrojado a la muerte de nuestra identidad, dividido en castas y en clases. Los nuevos liderazgos que vienen surgiendo en Latinoamérica son una respuesta a lo ocurrido en el pasado, a fallos profundos, geológicos, digamos metafóricamente, del inconsciente colectivo latinoamericano. Liderazgos que reconocen la labor latinoamericanista impulsada por Chávez y por supuesto por el comandante Fidel Castro, a través del Alba y en contra del sistema depredador del Alca. Hay que recordar una Argentina enfrentando solitaria los estragos de una privatización neoliberal y recordarla más tarde recibiendo apoyo económico de parte de nuestro Presidente Hugo Chávez Frías. El precio actual del petróleo, entre 100 y 110 dólares el barril, pinta con detalle puntillista el retrato de Rafael Cadera, bajo cuyo gobierno terminó valiendo cinco dólares. Entonces era lógico que se propagará que Chávez estaba produciendo “división” y “desestabilización” en Latinoamérica y que un presidente Toledo, que existió alguna vez en Perú y ahora exhumo del


olvido, dijera: “No permitiremos que Chávez siga desestabilizando a Latinoamérica con sus petrodólares”. ¡Qué cosa, mientras Toledo permitió la integración del Perú al Tratado de Libre Comercio, Chávez desestabiliza el saqueo imperial de nuestros recursos naturales! La figura del comandante, además de ser real, habita dentro del mito latinoamericano prometeico de liberación del pasado histórico. Un pasado de promesas de tierras, promesas de libertad de esclavos e integración social, promesas de las cuales, a falta de pan, se nutrieron las fuerzas sociales menos favorecidas desde siempre. Promesas que empezaron a ser traicionadas por la oligarquía criolla cuando la guerra de Independencia llega a su fin. Es la misma oligarquía que exilia a Bolívar y suprime su gran proyecto nacional de unidad latinoamericana, en complicidad con el Imperio Británico. Oligarquía la misma ayer que hoy. Si el Libertador pudo exclamar “La hora de la América española no ha llegado”, si casi dos siglos vieron a gamonales y doctores agacharse ante el poder norteamericano y a hombres ilustres como Salvador Allende, el Che Guevara o Augusto César Sandino morir en el intento de construir algo mejor, si sólo Cuba triunfó, hoy aparecen por todos lados buenas noticias. ¿Qué cambió? Parte de la novedad reside en que la gente ya no asiste a la gesta de una élite revolucionaria que la va a reivindicar, sino toma la lucha en sus manos, con la Participación, en aplicación quizá

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indeliberada de la frase de Mao “La revolución la hace el que la necesita”. Lo que fue cita de estudiosos adquiere profundidad de realidad, protagonizan los cambios agricultores pobres, indígenas, habitantes de los barrios y en otros países del continente- por los que tuvieron un empleo y lo perdieron, los que quedaron al margen de la competencia mundial por el cierre de las empresas, generándose la “neopobreza”, también mujeres que rompen las camisas de fuerza que les imponía la sociedad machista. Y esto fue creado por Chávez, desde cerca o desde lejos. El inconsciente colectivo latinoamericano está siendo liberado y, —como diría un psicoanalista en plena terapia—, estamos trayendo a la conciencia, el pasado. ¿Quién no recuerda la oferta de todo político socialdemócrata que llegaba al poder de “atender preferentemente la problemática social”? Diez años después, veinte años después, aparecía otro genio prometiendo “atender preferentemente, etc., etc,. ¿Cómo es que existía la problemática si el primero la había enfrentado? Todo lo descrito en párrafos anteriores ya lo sabíamos y sin embargo continuó. La verdad no nos hizo libres, acaso porque la historia no había abierto su puerta, acaso porque la inteligencia no era muy inteligente. ¿Cómo se explica que la inmensa mayoría de la “intelligentzia” de izquierda sea hoy escuálida? Conocí esa historia: se fueron tras el caballo regalado del eurocomunismo y cuando a éste se le agotó la no muy

abundante butría sacaron la banderita neoliberal. La instauración de dictaduras latinoamericanas, caso de Chile, Argentina, los encallejonó, el capitalismo predador de sus pueblos pero dador de becas hizo el resto, las teorías de J. P Sartre, E.P Thompson, Herbert Marcuse, Althusser, aportaron la mentira que el corazón siempre pide, según el tango, y siendo de lógica que después de grado venga el postgrado, en los años noventa ya vemos a los perdonavidas revolucionarios apoyando los proyectos neoliberales. No hablo de intelectuales nuestros solamente, toda la ultraizquierda norteamericana hizo el mismo camino, tras ser quema-conventos profesionales formularon la teoría del Nuevo siglo americano, devinieron el elenco íntimo de George W. Bush y ejercieron el poder desde la Oficina de Proyectos especiales del Pentágono, de la manera más bestialmente fascista. ¿Sabía usted que Donald Rumfeld fue de esos revolucionarios ultra? Sépalo. Regis Debray es otro ejemplo: de teórico del foquismo que iba a hacer la revolución con unos pocos y escogidísimos revolucionarios supermilitares y despreciativos de la lucha de masas, pasó a ministro del régimen neoliberal de Franҫoise Miterrand y a “experto en seguridad” de ese y otros gobiernos franceses. ¿Y qué decir de otro “nuevo filósofo” de la camada de Debray, Bernard Levy, gerente oculto de la operación que asesinó a Libia? Pero llegó el comandante y mandó a parar.


En el año de 1977 cuando Hugo Chávez tenía apenas 23 años ya poseía el rango de Subteniente. En esos tiempos le escribe a sus padres esta carta, la cual refleja de manera premonitoria lo que alcanzaría más adelante. Su enorme convicción por el bolivarianismo, así como, las expectativas que posee de la vida son elementos esclarecedores acá. La carta fue tomada del libro: Hugo Chávez Alma de la Revolución Educativa en Cristo y Bolívar, escrito por el Mayor General Jacinto Pérez Arcay.

CARTA DIRIGIDA POR HUGO CHÁVEZ A SUS PADRES EN JULIO DE 1977, DESDE CUMANÁ Hoy es 24 de julio, 194 años que nac ió Simón Bolívar. Al pensar que aquel hombre a mi edad, ya había comenzado la lucha por hacer realidad la Revolución , me siento algo así como si fuese incapaz. Sin embargo, me sirve esta fecha patria para retomar impulso y no desmayar en mi empeño de hacer de mi vida lo que qui ero y estoy seguro que lo voy a hacer. En la misma carta, el Comandante

agrega:

El pasado viernes 22 fui un hombre mu y feliz. Son los detalles que me hacen pensar que ustedes pueden tener razón cuando me dicen que la felicidad llega cuando uno menos la espera. Por la mañana, fui a dictar una conferencia acerca de la vida de Bolívar en la Escuela Normal de Cumaná, había como 500 alumnos llenando un salón múltiple, el pasillo del piso sup erior estaba también lleno, en forma de U, frente a mí. Cuando estaba yo parado en el escenario antes de comenzar, el Orf eón de la Escuela entonó el Himno Nacional. Entonces, queridos viejos, sentí una emo ción inmensa, sentí la sangre hervir en mis venas, y mi espíritu se encendió de tal manera, que dicté una de mis mejores conferencia s de las tantas que he dado, desde aqu ellos días en que papá Hugo me escribía las palabras y yo las leía en la Plaza Bol ívar de Sabaneta. Les hablé de Bolívar, de nue stro pueblo. Al final, los muchachos no querían dejar de aplaudir y entonces me pareció que estaba en otra parte, me pareció tran sportarme a otros tiempos futuros, al ver aquella muchachada. Muchachada… falt a de orientación, futuro de la Patria. Me par eció en esos momentos, que podría ser que yo alcance lo que deseo, y llegue a ser feliz .

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Manifiesto del soldado Cuartel San Carlos

El siguiente texto lo escribió Hugo Chávez Frías durante sus días de reclusión en el Cuartel San Carlos (Caracas), donde lo llevaron inicialmente tras la insurrección militar del 4 de febrero de 1992 bajo su liderato. Pasa posteriormente a la cárcel de San Francisco de Yare, lugar en el que estuvo dos años esperando juicio. El 27 de marzo de 1994, salió libre gracias a un sobreseimiento otorgado por el presidente de Venezuela, para ese momento, Rafael Caldera.

Cuando abracé la carrera de las armas, lo hice con el firme convencimiento que ingresaba a la reserva moral de la Nación con la ilusión juvenil de servir a mi patria como en una época lo hicieron los Libertadores cuando ella les reclamaba su participación. Dios y mi querida Venezuela me dieron la oportunidad de in-

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gresar a la Academia Militar, mi vida durante cuatro años transcurrió apegada a los valores militares que en todo momento me inculcaron. El honor, el deber y la verdad. El Código de honor, día a adía, condensaba la esencia de nuestra formación moral. El claustro iba modelando mi espíritu de servicio porque un día sería oficial del Ejército, forjador de libertades. Conso-

lidé valores que fueron la ampliación de las enseñanzas inculcadas en mi formación familiar y que a lo largo de mi existencia han sido el norte que me guía, como aquel Código de Honor que me comprometió a guardar culto al valor, a la honestidad y a la verdad, que practicaré y mantendré aún con riesgo de mi propia seguridad y bienestar.


Sin embargo, hoy día veo con tristeza como nos hacemos partícipes del desangramiento de nuestro país, por el cual lucharon nuestros antecesores. Nuestra institución cada día se corrompe más, es un hecho que los más idóneos para el combate, para garantizar la seguridad nacional, los verdaderos militares con vocación de servicio, son los llamados a dirigir nuestra organización. En mis noches de vigilia, me pregunto. ¿Estos hombres que se venden ante los políticos corruptos, para lograr un ascenso, podrán liderar las voluntades de una maquinaria de combate para defender nuestra Venezuela? Honestamente no lo creo. Es cierto; hay excepciones, pero forman parte de esta sociedad de cómplices que destroza al país. La política ha deteriorado tanto nuestra organización que algunos comandantes dan prioridad para complacer a los políticos estadales en lugar de ocuparse del entrenamiento; las horas para instrucción de las tropas al igual que su presupuesto se van en hacer concursos de sancochos, mercados populares, limpiar haciendas, otras actividades con intereses particulares en vez de prepararnos para el cumplimiento de nuestra misión. (Asegurar la defensa nacional). Que tristeza, desde pequeños nuestros noveles oficiales se alejan más de nuestra razón de ser al ver el comportamiento de sus líderes. Ya nadie quiere ir a los Cazadores, Selva, Frontera, el centro del poder es Caracas, todos quieren trabajar en el círculo vicioso: Guardia de

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Honor, Batallón Caracas, O’Leary, etc. ¿Con este nivel de convencimiento y motivación aseguramos el cumplimiento de la misión para la cual fuimos forjados? Es difícil. El Ejército, que es mi fuerza, debe estar desmoralizado si siente como nos corrompen día a día. El deber, el honor y la verdad, ni siquiera se enseñan ya en la Academia Militar, donde la corrupción se personifica en la figura de su actual director, ejemplo de los políticos uniformados en nuestras Fuerzas Armadas. Con mirada impotente, veo ante mis ojos que todos estos principios que me formaron son pisoteados por algunos de mis superiores y a los cuales debo subordinación, obediencia y lealtad. ¿Cómo puedo ser leal a aquel que no ha sido leal con mi patria? ¿Cómo puedo ser obediente a aquel que no ha sido obediente a los ideales Bolivarianos que son el origen de nuestra patria y nacionalidad? ¿Cómo puedo ser ferviente defensor de aquel que ha ultrajado con infames vicios este ensayo democrático nacido el 23 de enero de 1958, que tiene su origen en las Fuerzas Armadas, el pueblo uniformado? No es que me encuentre fuera de las leyes y reglamentos que conforman mi disciplina militar, pues sobre ella está la Carta Magna de mi país que me enseña y recuerda mis deberes de ciudadanos y sobretodo de Bolivariano y además me ordena, como hombre de las armas que soy, defender a toda costa el sistema democrático del cual es una de sus expresiones. Pero dentro de estos

términos y al final de un profundo análisis llego a la firme conclusión de que soy un cómplice y un desleal para con mis compatriotas venezolanos, al permitir el rumbo que ha tomado este ensayo democrático, desligándose por completo de aquellas instrucciones que nos da la Constitución Nacional acerca de la conducción de nuestra patria. Para muestra solo hace falta leer la prensa diaria. Narcocampaña, Manzopol, corrupción de las empresas Básicas del Estado (CVG), corrupción en la Fiscalía General de la República. Indolencia para ejecutar las reformas del Estado y el problema económico del día: el Endeudamiento producto de la malversación de los dineros del Estado. Ante esta situación: ¿Me adaptaré y me sumaré sin conciencia al desangramiento de mi patria? ¿Continuaré indiferente, miedoso y recordándome constantemente: no es mi problema, por qué no hago nada? Haré cualquier cosa que no sea quedarme con los brazos cruzados. Mi decisión como militar honesto, patriota y por sobre todas las cosas, venezolano bolivariano que está en desacuerdo total con el rumbo que ha tomado este ensayo democrático y que se ha convertido en el cáncer que está carcomiendo las bases morales de la patria, es no seguir apoyando un sistema de gobierno, que ha perdido legitimidad ante el pueblo venezolano y declaro mi decisión de luchar sin descanso por darle al país el rumbo hacia la verdadera democracia, para que tú, Padre Libertador, puedas bajar tranquilo al sepulcro.


Chávez contado por sí mismo (Selección de textos del libro: Cuentos del Arañero de Hugo Chávez Frías, compilado por Orlando Oramas León, Jorge Legañoa Alonso)

EL ARAÑERO Ustedes saben que yo vendía arañas. Desde niño, más o menos, tengo noción de lo que es la economía productiva y cómo vender algo, cómo colocarlo en un mercado. Mi abuela terminaba las arañas y yo salía disparado. ¿Pa’dónde iba a coger? ¿Pa’l cementerio? Estaría loco. Allá estaba a lo mejor una señora acomodando una tumba, a lo mejor un entierro. Si había un entierro entonces yo aprovecharía ¿verdad? Pero no, ¿pa’dónde? Pa’l Bolo. Más de una vez mi papá me regañó: “¿Qué haces tú por aquí?” “Vendiendo arañas, papá”. Todas las tardes, a las cinco, se veían allá los hombres del pueblo. Mi papá jugaba bolos porque él es zurdo y lanzaba bien. En el bolo yo vendía la mitad, y después pa’l cine. La concentración, pues, en la Plaza Bolívar. A la salida de la misa estaba yo, mire, con mi bichito aquí: “Arañas calientes”, no sé qué más. Y le agregaba

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coplas: “Arañas calientes pa’ las viejas que no tienen dientes”, “arañas sabrosas, pa’las muchachas buenamozas”, cosas así. Arañas calientes, araña dulce, pa’no sé qué. Yo inventaba, ya casi se me olvidaron las coplas. A las muchachas yo les cantaba. Dígame si salía por ahí Ernestina Sanetti, ¡ah!, yo le cantaba. Ernestina Sanetti, Telma González, de las bonitas del pueblo. Entonces vendía mis arañas ahí donde estaba el mercado y la concentración. ¡Cómo olvidar las fiestas de Sabaneta! Yo era monaguillo, tocaba

las campanas, y había que tocarlas duro los días de fiesta. Y la abuela: “¡Huguito, hay que buscar más lechosa!”. Porque en los días normales yo vendía no más de veinte arañas dulces; eran dos bolívares con un real. En cambio, en las fiestas se vendían hasta cien arañas diarias. Mi abuela se levantaba muy temprano. Yo la ayudaba; les comía las paticas a las arañas. Y le regalaba una a Hilda, que me gustaba aquella muchachita. Me quedaban por lo menos dos lacha s todos los días, para montarme en la montaña rusa y la vuelta a la luna aquella. Me gustaba ir al circo y ver las trapecistas bonitas que se lanzaban. De cuando en cuando iba un elefante, un tigre en una jaula, y uno vivía las ilusiones del ms de octubre. Dígame en las fiestas patronales. ¡No! Estábamos en emergencia, había que buscar lechosa no sé, hasta allá en el río, porque se vendía mucho, y además no teníamos competencia. La única casa donde se hacían arañas en este pueblo era


la casa de Rosa Inés Chávez. Sí, un monopolio.

MAISANTA El abuelo de mi madre llegó a Sabaneta, venía de las guerras de fin de siglo. Cargaba este escapulario. Le hemos calculado como ciento cincuenta años, porque era del papá de Maisanta, de Pedro Pérez Delgado. El papá de Pedro Pérez Delgado se llamaba Pedro Pérez Pérez. Esta es una cruz, solo que una cruz de espadas, apenas se ve. La otra es el escudo de la Virgen del Socorro. ¿Quién fue Pedro Pérez Pérez? Yo me puse años y años a investigar esa historia, buscando papeles, grabando cosas y además preguntándole a los viejos por estos pueblos. Después perdí documentos, pero yo tenía como cincuenta casetes, de aquellos viejos. Uno andaba con un grabadorcito, y le hacía entrevistas a ancianos, a viejos soldados, viejas mujeres, viejos hombres de comienzos del siglo pasado que todavía vivían hace veinte, treinta años atrás. Bueno, Pedro Pérez Pérez era un indio guariqueño. Se fue a la guerra detrás de Zamora. ¿Y por qué Zamora se fue a la guerra? Bueno, como consecuencia del fracaso del proyecto de Bolívar. Fue una nueva revolución de los pobres. Y con él se fue Pedro Pérez Pérez. Mataron a Zamora en 1860 y Pedro Pérez Pérez se fue a Ospino, allí se casó con Josefa Delgado. Y tuvo dos hijos: Petra Pérez Delgado y Pedro Pérez Delgado. Así cuenta mi tía Ana, la tía de

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mamá. Allá está, noventa y cinco años cumplió. Yo la llamo de vez en cuando. Hace poco la mandé a buscar para que conociera a una hija de Emiliano Zapata, tienen la misma edad. Porque Pedro Pérez fue como un Emiliano Zapata, como un Pancho Villa, fueron los últimos de la caballería que salieron lanza en mano, machete en alto a decir ¡Viva la Patria! Fueron los últimos de a caballo. Ese fue tu abuelo. Era el padre de Rafael Infante, tu padre, nuestro abuelo, y de Pedro Infante a quien yo conocí ancianito, en Guanare, poco antes de morir. Tu tío, mamá, era igualito al padre, alto, blanco; eran catires, pelo amarillo. Le decían “el americano”. Por eso viene mi madre y su estirpe criolla, pero blanca. A mi madre le decían “la americana” cuando era niña. Eso me lo contaba Chucho Navas en Sabaneta, una tarde, ya viejito, poco antes de morir, y tío Julián; con ellos hablé yo mucho. Yo tenía esa cinta. ¡Dios mío! Adán, ¿tú no sabes dónde está? Se

la llevó el huracán. Eso valía oro para mí. Tío Julián me con contó una tarde en Sabaneta, testigo de esto es Miguelito González, mi cuñado. ¿Tú sabes cómo se llamaban los perros de Maisanta? Perrondongo y la Chuta, dos perros cazadores. Y su caballo se llamaba Bala, un caballo negro, cuando vivía en la Marqueseña y era coronel. Él era uno de los hombres de Cipriano castro, y ahí está la historia, pues. Yo fui consiguiendo el camino, investigando, preguntando, dije: “¿Ah?, ¡ahora entiendo!” Uno oía allá lejos que hablaban de un tal guerrillero, un asesino, un bicho malo, un abuelo malo. Descubrí la verdad ya siendo soldado. ¿Ah?, ¿qué bicho malo era? No era bicho malo. Maisanta fue ascendido a coronel por el mismísimo Cipriano Castro, porque cuando en 1899 Castro se vino con Juan Vicente Gómez, con 60 hombres de a caballo, con machete, desde allá desde el Táchira, pasaron por aquí. Maisanta vivía en Sabaneta. Ahí se había venido porque había matado


a un hombre. Le metió cuatro tiros a un coronel de apellido Masías, en Ospino, porque le preñó a la hermana y no reconoció la barriga. Era un carajito de quince años, le metió cuatro tiros. Ya había muerto el viejo Pedro Pérez Pérez. Tuvo que irse, porque si no lo matan, y se metió a la guerra. En 1896 se alzó un general que era amado por los pueblos, se llamaba José Manuel Hernández. La primera campaña electoral que hubo en Venezuela de pueblo en pueblo, la dirigió José Manuel Hernández. Perdió los dedos de un machetazo en una batalla el “Mocho” Hernández. Era la Venezuela que buscaba caminos después de la tragedia de haber echado de aquí al padre Bolívar, matado a Sucre, y la tragedia de 1830. Y el “Mocho” Hernández ganó las elecciones, se las robaron. Se vino pal’monte. Se disfrazó de cura, se vino para los llanos. Cerca de San Carlos armó un ejército y lanzó la revolución de Queipa. Pedro Pérez Delgado tenía diecisiete o dieciocho años, huyendo con este escapulario, y se hizo soldado. Esa revolución fracasó, el “Mocho” fue hecho preso, se lo llevaron para Caracas. Pedro Pérez Delgado, el muchacho, se monta en una carreta de mula con Natalio Menoni, que comerciaba desde Valencia por todos estos llanos. Llegó a Sabaneta de ayudante de carretero, tenía menos de veinte años. Era 1897/1898. Allí comenzó a trabajar con Natalio Menoni, Julia Rache. ¿Papá conoció a Julia Rache, viejita? ¡No la conoció! Mi

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abuela, a lo mejor. Yo como que los hubiera conocido, porque me echaron los cuentos de cómo era Julia Rache, que tenía grandes cafetales por la costa del Padre Vieja, y por aquí por las montañas de Mijagual, que era todo esto. Era una montaña impenetrable, había tigres, jaguares, leones, todo eso me lo contaban, y me imaginaba de muchacho que vivía aquel tiempo. Eso me fue llenando de pasión. Me fui consiguiendo el fuego por los caminos y de repente me hice un incendio, ¡pum!, y aquí voy. Cogí conciencia de qué llevo en la sangre. Cuando agarré un fusil dije:” ¿Pa’ qué es este fusil, carajo?, ¿pa’defendé’ a los traidores o pa’ defendé al pueblo?”. Y aquí estoy, ¡Es pa’ defendé: al pueblo! Bueno, pues cuando el “Mocho” se alzó en Queipa, ahí cerquita del Pao, de San Juan Bautista, Joaquín Crespo, que era guerrero, era jefe del ejército, no era pendejo. Él entregó la Presidencia pero se quedó de jefe del ejército. Eran hombres de batalla y él mismo se vino comandando un ejército a buscar al “Mocho” Hernández. Y en la primera escaramuza, los primeros tiros, cayó muerto el ex presidente Joaquín Crespo. Lo mató un francotirador. Como ya iba a entrar en batalla, se bajó de la mula y se estaba montando en el caballo blanco alazano. En el momento en que está montando el caballo, ¡pam¡, cae muerto el jefe del ejército, el ex presidente. El último caudillo. Cuando cae Crespo, el país se anarquiza, surgen caudillitos por todos lados. Él era

el que mantenía aquel caudillaje controlado, y el país entra en un caos terminal. Hubo como cuatro guerras. Se alzó Ramón Guerra, se alzó el otro en Guárico, se alzaron por aquí y Venezuela se convirtió en un maremagnum, y en ese maremagnum surgieron Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Mire, sesenta hombres se vinieron desde territorio colombiano. Castro era el líder, Gómez era el que tenía dinero porque era un hacendado. Por aquí pasaron, ¿y saben quién se pegó? Pedro Pérez Delgado, que buscó un caballo, a lo mejor el caballo Bala, y otro grupo de llaneros de aquí y se fue con ellos y peleó en Tocuyito, donde hirieron a Castro, quien entró en Caracas con un tiro en la pierna, y tomó el gobierno. Era 1899. ¡Terminaba el siglo diecinueve! A los pocos meses, Pedro Pérez era coronel, y Castro lo mandó como jefe civil y militar de toda esta zona, desde Boconoíto hasta Puerto Nutria, incluyendo parte de Apure. Y mandó un buen general a Barinas, Juan José Briceño, pacificador de los llanos. Y así pasaron los años. Era 1900 y Pedro Pérez se arrejuntó con tu abuela, la Claudina Infante. En La Marqueseña vivían ellos. Esas tierras eran del viejo Severo Infante, el papá de Claudina. En 1903 nació el mayor de los hermanos, que era Rafael. Por eso me llamo Rafael, por mi abuelo Rafael, aunque no lo conocí. Y además, Pedro Pérez Delgado se llamaba Pedro Rafael. Por eso que a uno le puso Pedro, su primer nombre, y al


otro de sus hijos le puso Rafael. Y así nacieron Pedro Infante y Rafael Infante. No les dio el apellido. Me contaba tu tío Pedro, anciano ya, allá en Guanare, que ellos recibían cartas que él les mandaba de las guerras de Apure, diciéndoles: “Firmen con mi apellido, firmen Pérez”. Pero nunca hubo un documento legal que reconociera el apellido y ellos se quedaron Infante. Pasaron los años, 1904, 1905, 1906, 1907, la oligarquía de Caracas contra Cipriano Castro, los gringos contra Castro. Y llegó 1908, rompen relaciones Caracas y Washington. Se enferma Cipriano Castro. En diciembre se fue Castro para Europa a operarse de los riñones, y lo tumbó Gómez. Bueno, no lo tumbó Gómez, lo nombraron los gringos. Los yanquis se adueñaron de Venezuela, el petróleo. A los pocos meses en Sabaneta había reuniones, uno de los líderes: Pedro Pérez Delgado. Un italiano, “musiú” Mauriello, de izquierda, revolucionario de los Mauriello que por ahí andan. Lo mandaron a buscar, lo mataron, machetea’o en la costa del caño allá del Boconó. Lo dejaron tirado ahí; vino alguien a avisar a Pedro Pérez: “Mataron a musiú Mauriello”. Esa noche Pedro Pérez buscó cuarenta de a caballo, buscó los machetes, buscó los fusiles, se vino pa’ Mijagual. Por aquí por Santa Rosa, emboscó al coronel Colmenares, que era el coronel gomecista que mandaron para sustituirlo. Lo emboscó a machete. Fue la vez que se disfrazó de vendedor de taparas de miel, una batalla a machete. Por aquí cerca fue, y más nunca volvió

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a Sabaneta. Cogió camino pa’allá, cruzó el Apure y comenzó la leyenda de Pedro Pérez Delgado. Hasta 1922 estuvo alzado, como dice la canción de Cristóbal Jiménez. Cayó preso y, cuando tenía apenas cincuenta años de edad, murió envenenado en el Castillo Libertador, en Puerto Cabello. Dicen los que estaban ahí que salió con un dolor. No aguantaba, se quitó el escapulario, lo lanzó a la pared y dijo: “Maisanta, pudo más Gómez”. Y cayó muerto. Yo cuento esto no sólo para mis amigos, no sólo para mí mismo y mis compañeros, sino ustedes yanquis, sepan bien qué es lo que hay aquí dentro: conciencia y fuego que nada ni nadie podrá apagar mientras viva. Y mientras yo viva, este fuego y esta conciencia estarán al servicio de la Revolución Bolivariana, de la liberación de Venezuela, de la independencia de Venezuela, de la grandeza de Venezuela. Ya basta, no sólo de traiciones, ya basta de pactos con la oligarquía, ya basta de derrotas, compatriotas. Llegó la hora definitiva de la gran victoria que este pueblo está esperando desde hace doscientos años. ¡Llegó la hora!, no podemos optar entre vencer o morir. Nosotros estamos obligados a triunfar y nosotros triunfaremos.

EL JURAMENTO (Samán de Güere) Habrá que recordar a toda Venezuela que José Martí fue un infinito bolivariano. Recogió las banderas de Bolívar, las alimentó, las actualizó después de la caída de

Bolívar y del proyecto bolivariano. Por eso recuerdo aquel 17 de diciembre de 1982, allá en la querida Maracay. Estaba el Regimiento de Paracaidistas en formación para conmemorar el día de la muerte de Bolívar, y se le ocurre al coronel Manrique Maneiro, a quien llamábamos cariñosamente el “Tigre Manrique”, decirme que pronuncie las palabras de ese día. Éramos capitanes y como no escribí discurso ni nada, me paro frente al escuadrón, todo el cuadro de oficiales, todas las tropas, y me inspiré en Martí aquel mediodía. Y repetí: “¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aun en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!” Eso lo escribió Martí. Lo repetimos aquel día, y ahí comenzó el discurso: “¿Cómo no va a tener Bolívar que hacer en América con tanta miseria, con tanta pobreza, desigualdad?” Por ahí me fui. Eso no está grabado, lamentablemente, ni lo escribí, sólo que tenemos en la memoria muchas cosas. Cuando termino las palabras había un frío expectante, que paraba los huesos y los pelos. Y dice un mayor: “Chávez pareces un político”. Entonces salta Felipe Acosta Carlez y le responde: “Mire, mi mayor, ningún político es el capitán Chávez, lo que pasa es que así hablamos los oficiales bolivarianos y ustedes se mean en los pantalones”. Se armó una


situación muy tensa. Estábamos ahí todos, y recuerdo que el coronel Manrique, buen jefe, cuando vio que la situación se ponía tensa con los capitanes por aquí, unos mayores por acá, un teniente coronel por allá, entonces mandó silencio y dijo: “¡Que esto no salga de aquí!”. Y agregó algo que no se lo creyó ni él mismo: “Señores oficiales: todo lo que el capitán Chávez ha dicho yo lo asumo, porque como anoche le dije que hablaría hoy, aunque no lo escribió, me lo dijo en mi oficina”. ¡Mentira!, ¡que iba a estar yo diciendo nada! Ahí murió aquello, todos lo asumieron disciplinadamente. Pero no murió, más bien ahí nació. Minutos más tarde viene Acosta Carlez, nos invita a trotar. Nos fuimos al Samán de Güere y lanzamos el juramento aquel. Esa misma tarde nació el Ejército Bolivariano Revolucionario. Éramos cuatro: Felipe Acosta Carlez, Jesús Urdaneta Hernández, Raúl Isaías Baduel y este humilde servidor, solo que era 1982. Diez años después vino la rebelión bolivariana del 4 de febrero, parte de todo ese proceso que brotó del fondo de la tierra y de la historia venezolana; todo eso de Bolívar, de Martí. Y bolívar, ¡setenta años antes que Martí!, lanzó la profecía, adivinó al imperio. No se veía todavía, pero él lo adivinó como el campesino cuando huele la lluvia más allá del horizonte. “Huele a lluvia”, decía mi abuela Rosa Inés. Bolívar olió el imperialismo. Impresionante, sólo vamos a recordar la frase: “Los Estados Unidos de Norteamérica

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parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad”. Era 1826, ¡Vaya qué genio el de Bolívar! el primer gran antiimperialista, junto con Martí y todos aquellos hombres.

SALÍ RESUCITADO No estoy exagerando. Muchos hombres cumplieron un papel, algunos heroicos, algunos dieron la vida, pero las mujeres venezolanas cumplieron el papel determinante en aquellas jornadas de los días 12 y 13 de abril de 2002 de muchas maneras, en distintos espacios, pero sobre todo en la calle. Y veía anteanoche unos testimoniales muy buenos que el Canal 8 ha preparado. Ese cerro de El Valle se vino abajo completo, el pueblo se fue hacia Fuerte Tiuna, desarmados, y al frente tenían unos tanques de guerra. Una mujer cuenta cómo un grupo de mujeres se paró frente a un tanque y empiezan a gritar: “Soldado, tú del pueblo”, hasta que se bajaron los soldados del tanque y se lo dejaron a ellas. Ahí se montaron, solo que no sabían manejarlo. Y así pasó en muchos lugares. En lo personal, a lo largo de esas horas que viví, aparecieron las mujeres de distintas maneras. La primera fue mi madre allá en Palacio. Esa madrugada apareció hecha huracán y recuerdo que me dio una lección de coraje. Ya yo había decidido irme a Fuerte Tiuna, no sabía que estaba en el Palacio a esa hora, ella llegó y se metió al despacho. Un grupo de

traidores andaban allí ofreciéndose para el diálogo, iban y venían. Pero todos fueron unos traidores, otros cobardes. Estábamos conversando y llegó mi madre con un mensaje de coraje, de fuerza y de mucho amor, por supuesto. Luego ya prisionero en Fuerte Tiuna, en la habitación donde me tuvieron preso desde el amanecer del 12, ahí en la Policía Militar, llegaron dos mujeres militares, fiscales muy jóvenes. Estaban amenazadas, presionadas, vigiladas, pero les permitieron entrar como para llenar un formato. Ellas hicieron un acta y yo les dije: “Pongan ahí, por favor, que yo no he renunciado”. Ya estaban diciendo por todos lados que yo había renunciado, era media mañana de aquel 12 de abril y ellas presionadas por un golpista que estaba viéndolas allí, chequeando lo que escribían. Ellas no escribieron lo que yo les había pedido, así que firmé el acta y les dije: “Bueno, está bien”. Ellas se fueron. ¿Saben lo que hicieron? En letras minúsculas, chiquiticas escribieron debajo de mi firma. Nota: “Manifiesta que no ha renunciado”. Y cuando salieron del ámbito de vigilancia y presión de los golpistas, consiguieron y le mandaron una copia al fiscal general, Isaías Rodríguez. Esa es una de las causas o de los disparadores de aquella rueda de prensa que el fiscal Isaías valientemente da. Y él dice: “No hemos visto la renuncia firmada del Presidente, más bien tenemos evidencias de que él manifiesta que no ha renunciado. Por tanto, ­­—dijo Isaías aquella tarde— sigue siendo el presidente”. Eso fue un mensaje


que le dio como con un misil a la matriz de opinión que habían estado creando, a punta de repetición, de que yo había renunciado. Bueno, las dos muchachas, fíjate. Después me sacan de Fuerte Tiuna y me llevan en helicóptero cerca de la media noche a Turiamo. Me querían matar en Fuerte Tiuna, pero un grupo de oficiales lo impidió, entonces me sacan a Turiamo. Allá también me querían matar, otro grupo de soldados lo impidió y obligaron más bien a los sicarios a devolverse en el helicóptero; empezaron a protegerme. Entonces me llevan a una enfermería de la base naval y aparecen otra vez las mujeres: una doctora y una enfermera, militares las dos. La doctora me chequea esa madrugada. Y la enfermera, una mujer joven, morena, de Barlovento me dijo que era. La doctora salió y ella se queda. Yo estaba con un shorcito, una franela y descalzo, porque no tenía nada, ni unas chancletas; preso es preso, pues. Yo le veo los ojos y ella me dice de repente: “¡Ay, Presidente, ay mi comandante!, yo que soñaba con conocerlo desde niña, pero jamás pensé que iba a conocerlo así”. Ella me vio derrotado, sentado ahí, yo estaba como abandonado, en verdad. Cristiano como soy, dije: “Bueno, lo que tú quieras, si me tocó morir hoy, aquí, estoy listo. Eso sí, si me toca morir, no vaya pedir clemencia, ni perdón, ni nada, sino que hay que morir de pie como murió el Che Guevara”. Entonces, aquella muchacha me dice: “Mi mamá lo quiere tanto. Y mi hijo, si usted lo viera cuando usted sale por televisión, se para firme y saluda”. Yo le pregunto: “¿Y tú

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hijo, cuántos años tienes?”. “Tiene tres”. “Cómo se llama”, y tal... Ella me habla y se va llorando. Exploté... y me metí en el baño a llorar, pero en esas lágrimas me pasaban todos los niños pobres del mundo, los descalzos... Fue definitivo aquel mensaje, porque incluso ella me dice: “¡Ay!, ¿qué será de mi hijo ahora?”. Eso me disparó un sentimiento especial que tenemos nosotros los revolucionarios por los niños, y entonces dije: “¡Dios mío!, ¿qué va a ser de los niños ahora, con este cuadro de escuálidos, de perversos, y de oligarcas controlando a Venezuela?, ¿qué va a ser de los niños venezolanos?”. Después me lavé la cara, me senté allá, en una sillita. Y juré una vez más: “Yo tengo que volver”. Aquello me dio duro en el alma. Salí de aquel baño resucitado, retomada la fuerza. Era tarde en la noche y cuando amanece ya yo estaba hablando con

los sargentos y unos oficiales jóvenes que me custodiaban, haciendo el plan para irnos a Maracay. Pero no hizo falta, ahí llegó un helicóptero, nos fuimos a La Orchila y allá fue el grupo de paracaidistas y la Fuerza Aérea al rescate. Antes de que saliera el sol por tercera vez consecutiva, ya estaba de nuevo en Miraflores. Fue como un milagro. Venía en el helicóptero, y yo decía: “¡Dios mío!, ¿será verdad esto?”. Entonces me dicen: “Vamos a Maracay”. “A Maracay no, vamos a Caracas, vamos al Palacio”. “Que todavía no hay control sobre las adyacencias”. “No importa, vamos al Palacio”. Y no solo en mis aconteceres directos de aquellas horas, sino en las calles, en los barrios, en los pueblos, la mujer venezolana dio una demostración contundente y heroica de lo que es capaz, de su fuerza, de su amor, de su coraje.


Carta al padre MARÍA GABRIELA CHÁVEZ

El pasado 5 de marzo de 2013, María Gabriela Chávez, hija del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, dio lectura a una carta dedicada a su padre durante el homenaje con el cual culminó la capilla ardiente llevada a cabo por 8 días continuos en la Academia Militar Duele tu partida, es un dolor que me quema el alma, qué difícil se me puso la vida sin ti. Durante estos días he estado tratando de comprender por qué te has ido, por qué nos has dejado con este inmenso vacío. He llorado, he gritado, he rogado al cielo que te devuelva a mí, luego me calmo, respiro, te amo, te siento, vuelvo a tí y te vuelvo a llorar. Hoy creo haber entendido todo esto. Tu alma es tan infinitamente inmensa que ese cuerpo te quedó pequeño y sencillamente tuviste que volar y ser libre. Te lo dije viéndote a los ojos poco días antes de tu partida, eres un gigante. En algún momento me exigiste ser fuerte en caso de que llegara a suceder lo peor. ‘Debes ser fuerte mi María y debes seguir el camino pase lo que pase’. Hoy te juro que daré lo mejor de mí, te juro que sacaré fuerzas, de no sé dónde, para poder seguir adelante y tú siempre serás la luz que ilumine mi camino. Gracias por tanto amor de padre, gracias por tu constante ejemplo, gracias por tu risa, gracias por tu llanto, gracias por tus canciones, gracias por tus bailes, gracias por tantas alegrías, gracias por tu absoluta y eterna entrega, pero sobre todo, gracias Comandante por devolvernos la Patria. Tú seguirás palpitando en mi corazón, tú seguirás viviendo en mi alma, tú seguirás brillando en mis ojos, y seguirás vibrando en tu pueblo para siempre. Papito amado mío vuela, vuela libre gigante, vuela alto y sopla fuerte, fuerte como los vientos huracanados. Nosotros cuidaremos tu Patria y defenderemos tu legado como tú nos enseñaste a hacerlo, jamás te irás porque en nuestras manos está tu llamarada Hugo Chávez. Hasta siempre mi amado amor eterno.

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Maduro: una victoria necesaria ATILIO BORÓN

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ra fundamental que ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual exige desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable aumento experimentado por la derecha. Fue una victoria que puso en evidencia la endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pronosticaban una holgada victoria del candidato chavista. Sobre el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles no es en modo alguno sorprendente. Es lo que señala para casos como este el manual de procedimientos de la CIA y el Departamento de Estado cuando se trata de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se somete a los dictados del imperio. Si bien la distancia entre uno y otro fue muy pequeña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción Democrática. Diferencia: 3.3 por ciento,

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y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Rafael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferencia: 0.9 por ciento y asunto concluido. Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favorecía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1% por ciento Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor. Resultados electorales muy ajustados son más frecuentes de lo que se piensa. En Estados Unidos, sin ir más lejos, en la elección presidencial del 7 de Noviembre del 2000 el candidato demócrata Al Gore se impuso en la votación

popular con el 48.4 por ciento de los votos, contra el republicano George W. Bush, quien obtuvo el 47.9 de los sufragios. Como se recordará, una fraudulenta maniobra efectuada en el colegio electoral del estado de Florida -cuyo gobernador era casualmente Jeb Bush, hermano de George W.- obró el milagro de “corregir los errores” en que había caído un sector del electorado de la Florida posibilitando el ascenso de Bush a la Casa Blanca. En suma, el que perdió ganó, y viceversa: todo un ejemplo de soberanía popular de la democracia estadounidense. En las elecciones presidenciales de 1960 John F. Kennedy, con el 49.7 por ciento de los sufragios, se impuso a Richard Nixon que cosechó el 49.6. La diferencia fue de apenas el 0.1 por ciento, poco más de 100.000 votos sobre un total de unos 69 millones, y el resultado fue aceptado sin chistar. Pero en Venezuela las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos, cuando ya Maduro accedió a efectuar una auditoría. Llama la atención, no obstante, la intolerable injerencia del inefable Barack


Obama que no dijo ni una palabra cuando le robaron la elección de Al Gore pero encontró tiempo ayer por la tarde para decir, por boca de su vocero, que era “necesario” y “prudente” un recuento de los votos dado el resultado “extremadamente reñido” de las elecciones venezolanas. ¿Admitiría que un gobernante de otro país le dijera lo que tiene que hacer ante las poco transparentes elecciones estadounidenses? Dicho lo anterior, ¿cómo explicar la fuga de votos experimentada por el chavismo? Por supuesto, no hay una sola causa. Venezuela transitó desde la aparición de la enfermedad de Chávez (8 de Junio de 2011) por un período en donde las energías gubernamentales estuvieron en gran medida dirigidas a enfrentar los inéditos desafíos que tal situación planteaba para un experimento político signado por el desbordante activismo del líder bolivariano y por el hiper presidencialismo del régimen político construido desde 1998. Esa caracterización en un primer momento molestó a Chávez, pero luego hidalgamente terminó por reconocer que era correcta. Premonitoriamente Fidel le había advertido, ya en el 2001, que debía evitar convertirse “en el alcalde de cada pueblo.” En todo caso, el desconcierto que emanaba de la forzada inactividad de Chávez impactó fuertemente en la gestión de la cosa pública, con el consecuente agravamiento de problemas ya existentes, tales como la inflación, la estampida del dólar, la paralizante burocratización y la inseguridad ciudadana, para no mencionar sino algunos. Problemas, no está demás recordarlo, a los que se había referido más de una vez el propio Chávez y para enfrentar los cuales había planteado la necesidad del “golpe de timón” anunciado en el primer Consejo de Ministros del nuevo ciclo iniciado luego de la victoria del 7 de Octubre

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del 2012, durante el cual el líder bolivariano hizo un fuerte llamado a la crítica y la autocrítica, exigiendo a sus colaboradores mejorar radicalmente la eficiencia de ministerios y agencias, fortalecer el poder comunal y desarrollar un sistema nacional de medios públicos como ineludibles prerrequisitos de la construcción del socialismo. Señalaba en su intervención que “a veces podemos caer en la ilusión de que por llamar a todo ‘socialista’ … uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.” De ahí su fuerte exhortación a fortalecer los consejos comunales, la socialización de la economía, la cultura y el poder. Decía, con razón, que “no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo, porque se las traga el mar.” Pero junto a estos problemas de la gestión estatal hubo otros factores que también contribuyeron a la creación de un malestar social y un malhumor público: la derecha y el imperialismo trabajaron activamente, como lo hicieran en el Chile de Salvador Allende, para sabotear el funcionamiento de la economía y exasperar el ánimo de la población mediante el metódico desabastecimiento de productos esenciales, los cortes de energía eléctrica, la sospechosa actividad de grupos de paramilitares sembrando el terror en los barrios populares y la persistente campaña de denuncias y agravios en contra de Maduro vehiculizadas y agigantadas por su enorme gravitación en el manejo de los medios de comunicación de masas, facilitando así la deserción de un numeroso contingente de votantes. La Revolución Bolivariana enfrenta una situación delicada pero que está lejos de ser desesperante o provocar la caída en un angustioso pesimismo.

El desfachatado entrometimiento de Washington refleja su urgencia para acabar con la pesadilla chavista “ahora o nunca”, consciente de que se trata de una situación pasajera. Ante esto Maduro como presidente tiene que responder con serena firmeza, evitando caer en las previsibles provocaciones que le tiendan sus enemigos. Es innegable que tiene ante sí una sociedad partida al medio, donde la derecha por primera vez demuestra tener la capacidad para encuadrar y movilizar, al menos en el día de las elecciones, al 50 por ciento del electorado. Recuperar el predominio en ese terreno no es imposible, pero dependerá menos de la radicalidad de los discursos del oficialismo que de la profundidad y eficiencia de las políticas concretas que adopte Miraflores; dependerá, en suma, de la calidad de la gestión gubernamental para enfrentar los principales problemas que agobian a la población, tema sobre el cual Maduro insistió sensatamente en su discurso de anteanoche. No habría que subestimar, en este cuadro, el hecho de que hasta el 2016 la Asamblea Nacional tendrá una holgada mayoría chavista (95 sobre 165) y que el nuevo presidente contará con el apoyo de 20 de los 23 gobernadores de la República Bolivariana. La correlación de fuerzas, por lo tanto, sigue mostrando un claro predominio del chavismo, y la respuesta de numerosos gobiernos de la región y de fuera de ella –como China y Rusia, entre otros– agrega un importante reaseguro para la necesaria gobernabilidad y para avanzar en el impostergable cumplimiento del testamente político de Chávez, el ya aludido “golpe de timón.” Estamos seguros que el bravo pueblo venezolano estará a la altura de las circunstancias y de los retos que plantea la actual coyuntura.


FRACASO DE ESTADOS UNIDOS Stella Calloni

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l plan golpista de la oposición venezolana para impedir el reconocimiento al triunfo del presidente Nicolás Maduro, produjo ocho muertos, todos ellos bolivarianos chavistas, más de 60

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heridos, y ataques incendiarios a unos 12 centros médicos que están atendidos por médicos cubanos y venezolanos respetados y amados por la población y daños e intentos de incendios en todo el país. Pero no puso ser.

Por una parte la responsabilidad y mesura del presidente Maduro y la disciplina del pueblo chavista, que muchos no consideran a la hora de los análisis, impidió el objetivo de crear un enfrentamiento interno y una acción represiva sin


salida alguna. Pero también el inmediato reconocimiento de los gobiernos de la región, que obligaron a retroceder a los primeros intentos de la Organización de Estados Americanos (OEA en línea con Washington que intentaba desconocer el indudable triunfo de Maduro. El candidato opositor Henrique Capriles Radonski que ya anunciaba fraude desde hace tiempo, instigó junto a otros personajes de su equipo a la violencia en Venezuela llamado a desconocer el triunfo y exhibiendo supuestas pruebas, todas falsificadas. Durante el golpe de abril del 2002, en el que participó abiertamente, Capriles Radonski actuó armado al frente de los grupos que intentaron asaltar la embajada de Cuba, a la que dejaron sin luz ni agua. La foto de Capriles saltando una cerca ante la embajada cubana dio la vuelta al mundo. Por esta razón no es sorprendente su instigación a la violencia en estos días, al conocerse los resultados que ajustadamente daban el triunfo a Maduro. El discurso particularmente violento de Capriles, fue un recurso mediático para abrir el camino a grupos de choque, que es lo que emplearon en sus acciones terroristas con amenazantes intentos de asaltar sedes gubernamentales, edificios públicos, en distintos puntos del país, y especialmente el Consejo Nacional Electoral, (CNE) con las consiguientes amenazas de muerte a sus autoridades. El golpismo de las últimas horas no sucedió espontáneamente. Ni fueron espontáneos los miles de

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intentos para hackear e introducir virus a las computadoras del CNE, así como entrar a las cuentas de diversos funcionarios, entre ellos el propio presidente Maduro, bloqueado por más de 48 horas en su sitio en Twiter. Como todos deben saber el sistema electoral electrónico de Venezuela es considerado el mejor del mundo, el más seguro y eficaz. Probado y reconocido hasta por los enemigos es indudablemente inviolable para nuestros países, pero es muy peligroso e ingenuo pensar que ante la imposibilidad de detener la voluntad de los pueblos en América Latina, que han derrotado las campañas más sucias de su historia, Estados Unidos no haya previsto invasiones cibernéticas y de cualquier otro tipo. Todos sabemos cómo puede ser utilizado el poderío tecnológico de Estados Unidos, el principal interesado-además confeso- en impedir un triunfo de Maduro y tratar así de detener el huracán liberador que significaron los 14 años de gobierno del ya fallecido presidente Hugo Chávez Frías en Venezuela, El Pentágono tiene sus propios equipos de Hackers y desarrolla la guerra electrónica y nos vigila a todos en el mundo. Precisamente por concentrar el mayor poderío tecnológico y militar del mundo no debe dejarse de lado, la posibilidad de un ataque de estas características. Es asombroso que pocos recuerden los miles de ataques que se dieron durante el día de las elecciones venezolanas el 14 de abril pasado, contra el CNE y otras oficinas y

cuentas personales, lo que pudo distraer la atención sobre un ingreso a sistemas de conteo y producir lo que se llama “un arrastre” de votos de un candidato a otro, en este caso, el propio como es Capriles Radonski. Algo que se ha registrado antes en “arrastres” de dineros de cuentas bancarias y en otros procesos recientes. Esto sólo puede ser comprobado por muy especializados Hackers, que puedan investigar-lo que es muy difícil- en las mismas computadoras sobre la hora en que pudieron haber ingresado los invasores electrónicos, amparados por una tecnología de altísimo nivel, que sólo cuenta el poder hegemónico, Tal como se ha mencionado en una nota en Aporrea, que no debe ni puede ignorarse.. Por eso ha habido una serie de apresuramientos analíticos que consideran que todas las encuestas estuvieron erradas, lo que nunca sucedió en Venezuela con las mismas empresas, o simplemente estimar que casi 700 mil votos favorables a la revolución bolivariana, expresados en la elección de octubre del 2012 hayan emigrado de un momento a otro hacia las fuerzas opositoras. Estos análisis tampoco tuvieron en cuenta que la desesperada carrera de Capriles llevó a lograr una mayor votación en su favor, de quienes lo apoyan pero no participaron en las últimas elecciones. Ya se ha determinado que en los sectores donde viven encerrados y fuera de la realidad en sus propios e inaccesibles barrios los ricos


venezolanos Capriles obtuvo más votos en varias mesas que los que lograra en octubre de 2012. Otro análisis que se debe tener en cuenta es que hubo abstención en el terreno de los votantes favorables a Chávez y Maduro, precisamente porque consideraron, de acuerdo a las encuestas, que el candidato chavista ganaba con un enorme margen de diferencia. Es mucho más difícil para los sectores más humildes llegar a un centro de votación que para la oligarquía y los ricos venezolanos. Por otra parte es necesario recordar lo que el presidente Chávez advertía en los últimos tiempos, sobre ciertos acomodamientos, amesetamientos políticos, retornos burocráticos, que él había sabido sortear brillantemente con las misiones, que cambiaron el perfil social de Venezuela en 180 grados, pese a lo que aún quedaba por hacer. Chávez habló de todos los males que ayudan a retrasar un proceso revolucionario de este tipo, cuando sigue vivo el viejo y corrupto poder económico del pasado, y el oportunismo y la corrupción tienen sus propios nichos, y por lo tanto la lucha debe continuar librándose por dentro y por fuera. El golpismo que debió retroceder ante la sabia prudencia de Maduro, quien sin embargo ha llamado a hacer justicia contra los asesinos de ocho venezolanos y que además intentaron quemar viva una persona por festejar el triunfo,y por los gravísimos daños provocados a centros de salud y otros. Esto debería

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alcanzar también al largo proceso de desestabilización que se produjo desde que se conoció la enfermedad que padecía Chávez, indiscutible líder venezolano y latinoamericano, y que se expresó en maquinaciones económicas, fuga de capitales, desabastecimientos, pero también una serie de sabotajes terroristas, que afectaron distintas áreas de la economía estatal y la vida cotidiana en el caso de la electricidad y los apagones múltiples, entre otros. Eso es golpismo y terrorismo golpista, afectando los logros que en estos últimos años convirtieron a Venezuela, en otro país, donde millones de marginados y excluidos recuperaron su derecho a una vida digna, educación, cultura, salud, viviendas y tantos otros cambios verdaderamente revolucionarios. Por supuesto como la expresión más acabada de la guerra sicológica , dentro del esquema de la contrainsurgente Guerra de Baja Intensidad, es la desinformación, los medios masivos de comunicación dependientes del hegemonismo imperial, han vehiculizado el golpismo, mintiendo, engañando, cayendo en la amoralidad, como lo hicieron durante la enfermedad y muerte del presidente Chávez, que los derrotó una y otra vez, hasta en sus funerales, donde no pudieron ocultar la verdad de lo que sentía y expresaba multitudinariamente la mayoría del pueblo venezolano. Los crímenes y ataques han sido presentados como “ocho muertos durante las protestas en Venezuela”, por los medios del poder

hegemónico. Es una manipulación criminal, porque los muertos fueron asesinados en distintos lugares, no en enfrentamientos sino a mansalva, incluso en las puertas de sus casas. Todos eran militantes de la coalición reconocida como triunfadora por el tribunal electoral. Esta manipulación escandalosa se dio en todos los medios de la red controlada por el poder imperial y que suelen manifestarse como “periodismo independiente”. Asimismo desde el primer momento Maduro dijo que podían revisarse los resultados y en ningún momento se negó a hacerlo Y este discurso desapareció de esos medios. Pero Capriles no se presentaba con supuestas pruebas como correspondía a los tribunales correspondientes, que son los que deben autorizar un recuento, siempre y cuando sean pruebas reales, lo que no ha sucedido en todo lo que mostró la oposición, incluyendo fotografías de la quema de boletas, una foto del pasado, que no puede darse hoy cuando el sistema electoral es electrónico y como dice el CNE no puede imaginarse un conteo manual típico. Capriles no interrumpió su marcha anunciada dos días después del proceso electoral, ante el “dolor” por las muertes (producidas por sus seguidores, aparentes mercenarios como los que se conducían en motocicleta cuando asesinaron a una de las víctimas. Él se volvió a tras porque habían llovido los reconocimientos al triunfo de Maduro. Esto no significa que no intenten otras maniobras y trampas.


SE DEVELAN LAS TRAMAS El terrorismo golpista quiso ser mostrado como un enfrentamiento recordando aquellas primeras imágenes del 11 de abril de 2002, cuando se mostraba a un grupo de seguidores de Chávez, asesinados y heridos por las hordas golpistas, frente al edificio de Miraflores, mostrados por los medios contrainsurgentes como “los primeros muertos del dictador Chávez”. En estas horas ¿alguien podría pensar que los militantes de la revolución bolivariana estuvieran incendiando o tratando de hacerlo, los mercados estatales( Misión Mercal) o las empresas estatales, recuperadas o las viviendas que tanta felicidad están trayendo al pueblo venezolano?. Como lo intentaron hacer con el presidente Evo Morales, cuando paramilitares de Pando- estado de la Media Luna, donde reina el fascismo de le derecha más brutal- al que intentaban acusar de “violar los derechos humanos” por una masacre de campesinos indígenas que llegaban a apoyar a su presidente en septiembre de 2008. Este crimen era parte del golpe que fracasó en Bolivia y donde la presencia de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) fue clave para desmentir y derrotar la manipulación y el golpismo. Allí quemaron edificios estatales, las radios y la televisión popular, en suma unos 171. Incluso destruyeron conductos petroleros. Pero no pudieron, porque esta es otra América Latina. El plan venezolano era esto y mucho más, Un trabajo de inteligencia,

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tratando de golpear estructuras de las Fuerzas Armadas y dividirlas, proclamar también los “desencuentros” cuando no “odios” entre las principales figuras que dejó Chávez en distintos puestos gubernamentales. Aunque entendieron que hay un pueblo empoderado que es su principal talón de Aquiles para intentar tomarse Venezuela. Pero continuarán intentando todo, y en este momentos están actuando en forma conjunta movilizando las derechas en todos nuestros países, después de haber infiltrado o “domesticado” por otras vías y recursos a algunas izquierdas locales, reales o supuestas, que caminan del brazo por las calles del golpismo con los derechistas más reconocidos, generosamente financiados por el imperio.. El análisis y todas las probabilidades que se investiguen en el caso venezolano serán muy útiles para América Latina, que necesita enormes certezas de unidad y solidaridad frente a las recientes declaraciones del Secretario de Estado estadounidense, John Kerry quien consideró a Latinoamérica el “patio trasero” de Estados Unidos y exhortó al presidente Barack Obama a “acercarnos de manera vigorosa” a la región. No hay nadie que ignore de que se tratan los “acercamientos” de Estados Unidos a su “patio trasero” que se les ha ido de la mano e intentan recuperar agitando la vieja Doctrina Monroe, de América para los americanos (léase norteamericanos). Aquella expresión que no decían muchos intelectuales porque estaba “perimida “ como la Doctrina

Monroe, suenan sorprendentes en bocas de Kerry, evidenciando la decrepitud del el imperio. El proyecto de recolonización continental está en marcha y nuestros espejos son Afganistán, Irak. Libia, Sudán , Yemen, Sira ahora resistiendo ante el avance mercenario a los que utiliza y dirigen las fuerzas especiales de Estados Unidos , Israel y otras potencias ,y la benemérita Organización del Atlántico Norte que se afila las uñas para avanzar sobre nuestro continente. Kerry habló ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Nada menos. Por eso siguen alentado a los Capriles, a los grupos terroristas de Miami, para asolar a Cuba a sus “Fundaciones democráticas” a sus tropas itinerantes. Millones de dólares circularon para golpear a Venezuela y andan en manos de las derechas más dependientes de las inteligencias extranjeras que hayan existido en la región y, que urden la trama del regreso colonial. Nuestra América nos necesita unidos, juntos, impidiendo los divisionismos con los que tanto juegan y una necesidad de actuar más responsable e inteligentemente que nunca, aunque nos duelan y sorprendan los traidores que siempre comienzan su camino como ultrarevolucionarios, para terminar en los andenes de la contrarevolución. Estamos ante un nuevo tiempo, pero no aislados sino unidos y el enemigo tiene mucha fuerza, pero ha creado tantos frentes y contradicciones que ya comienza a incendiarse por dentro.


Epístola a Hugo Rafael Edmundo Aray

...salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla de la mar. Epístola de Santiago apóstol 13 de abril de 2002

Te escribo con la palabra de Martí por delante. Serena obsesión. Como tú, compañero, hermano, Comandante. (Somos una multitud de palpitantes rocas creciendo masiva en el ardor). Por mi parte, servir es mi trama hasta que la vida se me acabe. Volcánico fervor bolivariano. (Claro, no es fácil respirar la vida con la parca en el costado). Una república sin secretos. Es mi tema. Así la quería Martí. Para todos ha de ser justa y se ha de hacer con todos. También tú la quieres así. Pero ¡Qué difícil la ponen los escuálidos espinos! ¡Ni qué decir de George W. Moloch enseñoreado sobre un misil con aire de cowboy. Ni de Moloch Obama, Nóbel de la guerra, ahora pregón de armas.

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Nada qué ver con la rosa blanca de Martí. Menos con una rosa rossa porque la vida sería una rosa, una rosa, una rosa de humana ternura si se desprendieran las pasiones como se desprenden al desnudarse las ropas. (Martí, una vez más). Tienen el cuerpo de odio, Hugo, alma del averno enteramente entera. ¡Qué rosario de musarañas! ¡Qué letanía de improperios! Como de azufre. Tuyo es el símil.

Mañana es ahora. Como ayer febrero, Como de ayer un 19 jueves santo. El tiempo urge. Mucho menos de cuanto hay que hacer. Predica sin cansancio el espíritu. Humano, de martiana humanidad. No te detengas. El tiempo urge. Mucho menos, Hugo, de cuánto por hacer en nuestra madre América.

Post data: marzo de 2013 Odio de clase y sin tapujo. ¡Ay! Laberinto de fieras, Hugo. Altamira de cieno, cierto. Siniestro corro de celadas. Albañares debajo de templos pintados. Claro, inquilinos morosos del siglo XVI. Es mucho con demasiado. ¡Qué clase de racismo, caballero! ¡Qué impudicia más impúdica! Asoman, delirantes, como ella alguna vez delicada frente en pila bautismal. Para ella ni una frase que le cierre el camino del arrepentimiento –diría Martí. Para ella y tantos y tantas como ella tañido de campanas que le hagan más soportable su vergüenza. Menos vil su miseria.

Oscura noche oscura. ¿Quién ocupará el sitio del sol? Secaremos las lágrimas –digo. Con nuestras manos libertadoras. Una y otra vez.

Y una vez más saldremos A encender la claridad. Palabra de Simón. Palabra tuya, Hugo. Palabra nuestra.

Doy por cierta tu pena, Hugo, pena nuestra, cristiana pena. Como cierto es el corazón amotinado Algo más, Hugo. ¡Qué de bien suena tu nombre en la boca del pueblo enflorecida!

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Nuestra la palabra de Martí: Es la hora de los hornos Y no se ha de ver más que la luz.


Presidente AMIGO:

Le abro cancha por las palabras, las que dan confianza, las de mi gusto. Con usted, prefiero el trato de amigo que permiten las causas comunes; compartir los recuerdos que concluyen en el patrullero, caimán de 20 metros de colmillos de oro y ojos de piedra pómez, o el de la cometa que se fue a la isla y regresó con un saco de naranjas atado a la cola. Lo sé, son cosas de niño veguero que cruza en paralelo con el muchacho que fui. No vendí dulces arañas ni tuve como calzado

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las alpargatas número 3; conocí el zapato roto reparado con cartón, agujeros mayores que una locha y un tanto menores que un fuerte. Me contagié con la gripe asiática, me la curaron con sopa de pollo, donde el pollo se ausentaba; a la hora del almuerzo, volaba la tapia con los huevos de mamá piroca. Sufrí el sarampión, la lechina, la papera, el atropello de bicicleta sin freno, la mordida de perro callejero; necesité de medio real para ir al cine, acompañé a Sandokan en la

casa del tigre de la Malasia, fui el chico más guapo de mi generación, montado en una tabla, sentado en una silla de barbero. Lloré contra la almohada. Dolor de muela, tapones de guayacol. Hambre tuve, pero en mi mesa siempre hubo pan. Le cuento. Tarde soleada, rostro sudoroso. Las caimaneras me regresan como pitcher zurdo, especie de Sandy Koufax, un verdugo, dicen en jerga beisbolera. Todavía me recuerdan en Los Castaños, El Cementerio. En


aquellos baldíos, no traspasé a una tortolita ni a un azulejo, utilizaba la china para atravesar latas de refresco, aceite y romper botellas de cerveza. Le confieso: si alguien me hubiese puesto el sobrenombre de Tribilín, le hubiese pedido cancha al amigo. Estoy en mi fase de recuerdos, Presidente. Por eso me nombro en demasía y me da por suponer que usted es de una generación que corre en paralelo con los míos. Episodios comunes, digo. Comparto. Discoteca de los 70. No más Miriam Makeba, adiós Maletica verde, Nino Bravo, guateque sabatino. Dispense, Comandante, el surco rayado de mi infancia me viene para entrar en confianza. Como las canciones y anécdotas en su programa dominical. Aquí le cambio el disco. Le escuché una vez que en el espejo de sus sueños se veía ponchando a los Ruiz Tirado, con la curva invisible del látigo Chávez. Leonardo, Federico y Wladimir nunca tropezaron una. La bola venía lisa, vuelta un trapo, sin costura, como lanzada desde un cuarto oscuro; el teipe se desprendía ante sus ojos, la bola se convertía en cintas de colores, imposible de batear. El cuento es largo, resumo. Al instante nombró a Tom Jones y cantó Delilah. Habló de su salud y del país que usted metió en la cabeza de la pobrecía, con voz propia, mañana y porvenir. Luego condujo un yip, se metió por polvorientos caminos, repartió tierras a los desheredados y casas a los sin casas. Al fin de la jornada, decía usted que en algún momento del año 21 se marcharía al bosque, lejos de la ciudad. No hablaba de cine

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ni de carros llenos de mermeladas, galletas de trigo que se acompañan con queso. Mencionaba como utensilio necesario una caña de pescar, una navaja turca, seguramente por si al patrullero se le ocurría buscarlo fuera del río en su rancho en la selva. Le bastaban el fuego, las sardinas asadas, libros y lápices. A mí no me gustó su vida en el bosque ni la imagen del sable pegado en la pared, al lado del daguerrotipo del cuartel de la montaña; tampoco la barajita donde aparece el látigo Chávez y usted de guatón, pasado de peso, recordando en la mecedora aquel abril de puñales y traiciones. Nadie se atrevió a contradecirlo. Presidente, usted no es ese simbólico Henry David Thoreau frente a la laguna de Walden, en Concord, Massachussets, camorreao con el capitalismo en su retiro de desobediente civil; ni el hippie anacrónico que fundó comuna en California para detener los metales de la guerra. Demasiado tarde para hacer dedos en la carretera. Usted no puede retirarse. La multitud lo señala como el culpable de este sueño, el primero de la fila contra este mundo de chacales. Si abril lo trajo del laberinto, no fue para que diga las frases del infortunio; cristianos, musulmanes, judíos, sacerdotes de nuestras religiones ancestrales, ateos, lo reclaman. Las lilas traerán su perfume primaveral, la alegría necesaria de volver a la calle. Lo visible es que todo continúa en Revolución. No soy un poeta áulico ni usted un presidente para la cortesanía. En sus planes se contempla desalambrar las tierras ociosas y

otros asuntos por los que me anima a acompañarlo. En los míos urgen libretas, cantos, ríos, personajes y calles de mi zona. Es mi manera de desalambrar las palabras, el poema, la poesía. Hoy es 16 de julio. Desde Maiquetía, sin aviso alguno, partió para La Habana por asunto de quimioterapia, pasillos de hospital, tubos y máquinas donde el acero entristece. Encima del Waraira, el cielo se encorva como piel de asno. Mi casa invoca al cristo de los milagros, al de los templos y mercaderes; alguien pide por su salud. Los ancestrales consultan los caracoles, piden a Elegguá, ache pa ti. Por la tarde, en Miraflores, cantó, le cantaron; el arpa sonó recia, animosa, traía un camino de flores. La melodía lo llevó al corneta del batallón Farfán, muchacho de pie virado que no servía para el trote severo, condecoraciones y soles que concede la armada. Describió un pueblo selvático, megáfonos, plaza y retreta dominguera, propicia para invitar al softbol. Habló de su escalada al Chimborazo. Nos conmovió. Lo sabemos, esta no es la razón por la que se hizo soldado. Desde su ventana se mira el verdor de un país digno. Amigo, el manojo de llaves está encima de su escritorio, vuelva pronto para que las entregue a los sin casa de la tierra. Ellos lo esperan. Nosotros lo esperamos. Entre usted y nosotros crece una llama de optimismo. Tierra yerma que va del polvo al fruto. ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS! W.O.


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BIELORRUSIA

“Héroe indomable,ardiente ,ardiente patriota, ,ardiente

BRASIL

“Reconocemos en Chávez un gran líder ALEXANDER LUKASHENKO latinoamericano y sobre todo un amigo de Brasil”

luchador por la libertad. Permanecerá para millones de personas como el verdadero padre de la nación venezolana, el defensor de los pobres, de los marginados y de los oprimidos”

BOLIVIA

“Chávez fue un hermano solidario, un compañero revolucionario, un latinoamericano que

luchó por su patria, por la patria grande, como también hizo Simón Bolívar” EVO MORALES IRÁN

“Chávez fue un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y un mártir por

el bien de la nación venezolana” MAHMUD AHMADINEYAD ECUADOR

“Fue líder de un proceso histórico en América.

Seguirá más vivo que nunca inspirando las revoluciones en América Latina”

Es de los muertos que nunca mueren”

DANIEL ORTEGA

PUEBLO VENEZOLANO

RUSIA

“Hugo Chávez fue un hombre extraordinario y de gran alcance que miraba hacia el futuro”

VLADIMIR PUTIN

ARGENTINA

“Hombres como Hugo Chávez no mueren, se siembran”

CRISTINA KIRCHNER

BRASIL

“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él por la integración de América Latina y por un mundo más justo”

LUIZ INACIO LULA DA SILVA

RAFAEL CORREA

“Hombre excepcional y formidable.

DILMA ROUSSEFF

EE.UU

“Hoy lloro a un gran héroe para la mayoría de su gente

y para quienes pelean en el mundo por un lugar” OLIVER STONE

“Queremos tanto a Chávez”



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