Cuaderno escritura creativa upalmansa #10

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Participantes en el Taller de Escritura: Rafael Alarte, Teodoro Cañete, Amparo Cuenca, María García, María Luisa García, Juan Plácido Navarro, Mª Carmen Valmorisco, Antonio Vives y Ana Zoroa. Profesor Coordinador del Taller de Escritura: Antonio García Soler Portada: Francisco Catalán Fotografías: Juan Carlos Banovio Maquetación: Cecilio Sánchez Tomás Coordinación: Amparo Cuenca Tamarit Edita: Universidad Popular de Almansa Imprime: Imprenta Municipal La Universidad Popular no se responsabiliza de las opiniones contenidas en la publicación. Cada autor es responsable de las opiniones y contenidos de sus escritos.


LO QUE SALE BIEN Entre amigos todo sale bien. BALTASAR GRACIÁN

Otro día Quizá, como dice el tango: “veinte años no es nada”. Pero treinta empieza ya a ser otra cosa. Son los años de un lugar para encontrarnos desde la orilla más humana. Son los que Almansa ha vivido en su Casa de la Cultura, desde 1983. Y, a pesar de todo, ha salido bien. Quisiéramos haber estado cerca más días de todo este espacio entre dos siglos, que seguirá mientras queramos que siga. Entre tanto, como uno no encuentra ahora la mejor manera de dar las gracias por tantos reencuentros (tenían que salir bien, irremediablemente) entre la amistad y las palabras , dejemos algo de estas notas de un dietario, que recoge una mínima parte de tantas cosas compartidas en nuestro taller de escritura creativa.

Octubre, primer jueves Ya estamos volviendo junto a lo que ignoramos y nos sustenta. Volvemos más libres: nos regalamos palabras como abrazos.

Octubre, 25/ Mayo, 22 Estaré hoy, que es mañana, entre un grupo de personas que leen, que escriben, buscan en cada día. No sabré de nuevo qué decir en este nuevo momento compartido en Almansa. Solo podré alentaros con mi duda. Tampoco tendré palabras, las que uno desearía dejaros. Y sin embargo, hablaré. Hablaré de más, como siempre. Así que, a modo de resumen y disculpa, os dejo estas otras. Son las nuestras. Las dejaré como vida, tal vez como la “banda inodora” de alguna parte de una vida. No sé si la mía.


Ayer A veces, ayer sin ir más lejos, me ha ocurrido sentir la sensación, muy real, de que nuestra vida se parece a algunas secuencias de película. Ibas a decir aburrida, pero no es eso: simplemente una película de un hombre, de alguien que también ha vivido. Hoy lo he vislumbrado cuando me dirigía al garaje de noche, vacío. Y, de pronto, escuché mis propios pasos junto a unos pensamientos que no eran exactamente estos: valgan a modo de apunte. O disculpa.

Octubre, 24 Aquí tendría que hablar alguien del deseo. De todos los deseos. O quizá de todo el deseo. Será otro día. Espero. Ahora no sabe uno donde está: vuelve a estas letras y se hace también palabra, pero muy poco tiempo. Muy poco. Acabo de escribir lo anterior: te sientas, jamón cortado en un plato, aceitunas, un programa de humor crítico. Y otra noche: levemente el sueño. Dimitimos de esto y de lo siguiente, sea relato, verso, sabor o, simplemente, lo siguiente.

Septiembre, 19 Mientras braceaba en la piscina, intenté imitar los movimientos de mi padre, que nadaba muy bien. Yo no podía conseguirlo, pero por un momento parecía respirar con su cuerpo, mirar el agua con sus ojos. No era así: era yo de nuevo, pero al instante me vino la idea de que escribiría sobre eso, que iba a empezar, más o menos así. No volviste a escribir entre la imagen anterior y lo que no escribiremos después. Poco importa. Ojalá el silencio entretanto sea vida y no necesariamente un poema.

Antonio García Soler




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Selecciona siete palabras de la siguiente lista. Y a escribir: “lluvia sol melancolía cielo araña otoño

madre

cuchillo

hecatombe

azul

encuentro

rosa

estío

escarabajo mar

alféizar

labios

padre tierra

deseo”.

Sólo el deseo de que llegase el estío con su sol y la llamada azul del mar, permitían que la lluvia no le mermase libertad, ni que llegase la melancolía. Juana María Es mi deseo observar tranquilo el horizonte azul, allá donde el cielo y el mar se besan, donde el sol amanece acompañado por nubes de lluvia de primavera. Todo esto, repentinamente, me sugiere escribir. Solo falta acompañar estas palabras con la cálida, esbelta y sugerente figura de una rosa roja. Antonio Vives El cielo abraza a la lluvia. Mientras el hijo besa al padre, en el encuentro transcurren las sonrisas. Mientras el otoño nos envía guiños, el cielo nos presenta nubes rojizas que presagia vientos, que nos invita a la melancolía. María García Ángel permanecía sentado en la orilla, esperaba el momento de la puesta de sol. Necesitaba comprobar cómo el reflejo de la luna pintaba de diferentes tonos de azul el mar. Recordaba la lluvia de la mañana y el encuentro con el cielo de unos labios. Amparo Cuenca

Luciérnagas Recuerdo cuando era pequeño, todavía tenía dudas sobre los reyes magos. Todo era alegría, aún no sentía el peso de la responsabilidad, me creía autosuficiente, no necesitaba ayuda. Ahora aquello lo recuerdo como un dulce sueño. Aquellos veranos en la casa de campo, mirando al río bajo el sol que pintaba mi piel, su reflejo en el agua me cegaba y me agradaba su calor y su poder, veía el invierno tan lejano que pensaba en él como en un extraño. En esas noches estivales de imponente luna, salía de casa y me adentraba en el campo con la sinceridad, el desparpajo y la candidez de quien piensa que lo que pisa y le rodea es suyo. Al volver nunca me perdía, siempre veía a lo lejos mi casa rociada con polvo de luna, y al llegar esos semaforillos verdes me daban paso hacia mi hogar. Rafael Alarte


Él se encontraba en el hastió y el estío de su vida, las canas le recordaban que hacía mucho tiempo que había dejado el azul de su niñez, su madre siempre le preguntaba, cuando salía por la puerta apoyada en el alfehizar de la ventana ¿a quién amarán esos labios? -Siempre serán tuyos, tú me los distes y a ti volverán siempre. Le respondió ese día, el último día. Fue en ese momento donde se hizo consciente de lo que había pasado, después de un tiempo largo viendo como su madre ya no vivía en este mundo. Algunos días empezaban también, parecía que se acordaba de todo y de repente se asomaba a sus ojos el miedo de no saber, de no estar él percibía que no sufría simplemente no sabía, le preguntaba ¿mamá de quién son estos labios? Ella se encogía de hombros, y a él le recorría un escalofrío por todo el cuerpo que hacía que sintiera que se rompía en dos, no era especialmente creyente, pero a raíz de que su madre empezara a desarrollar el alzhéimer, se instaló en el la idea que ”si Dios existía no tenía perdón de Dios”, cómo podía inventar tan cruel enfermedad. No reconocía aquella mujer cariñosa y siempre activa que nunca tuvo miedo a nada, que le enseñó a no temer a la vida, recordaba cuando entre risas le contaba “cuando sea una ancianita escribiré mis memorias, y solo te dejaré leerlas cuando haya muerto, para que no me cuentes que te has escandalizado”. El tiempo jugó en su contra. Cogió un puñado de tierra y lo besó, algún día mis labios volverán a ti en este mismo lugar, en esta misma tierra, derramó la tierra encima del ataúd, a continuación los sepultureros echaron de manera acompasada palas de tierra sobre la tumba, poco a poco se iba llenando el hueco y desaparecía el ataúd. Mª Luisa García

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¿Qué pasaría si un caimán llamara a tu puerta para pedirte amablemente un poco de hierbabuena? - ¿Ahora vienes de bueno? - No tienes perdón. Te comiste mis gallinas, mis conejos, mis gatos y mi perro. A mí me dejaste como al pirata “pata de palo” - ¡No me puedo creer que, con tal de comerte también mis macetas, te hayas vuelto vegetariano! Amparo Cuenca Lo hizo y yo lo mandé a casa de la vecina. Pero él me contestó que venía de allí y que esa vecina sólo tenía hierbamala, porque la plantaba con el corazón y de eso ella carecía. Yo le contesté que sí, que tenía razón, y le saqué un saco lleno de la que yo tenía. Se la di con una condición: que no se la fumara de golpe. Rafael Alarte


Al abrir la puerta no me sorprendí, ya me había acostumbrado a mi vecino. Hacia un tiempo que en el pueblo la gente se iba convirtiendo en animales de toda clase y especie, un día aparecieron 10 ó 15 transformados, al poco tiempo otros tantos, y así sucesivamente la gente se había acostumbrado, había asumido con una gran naturalidad ese cambio. Tanto los que lo sufrían como los que no. Se oyeron todo tipo de rumores: magia, evolución. Aunque periódicamente se sufrían emisiones accidentales de una central nuclear próxima. Lo más curioso de estas transformaciones era la relación inversa entre el físico adoptado y el interior de ellos, cuanto más salvaje y animal era el físico más humana era su personalidad y al revés, no todo era malo en la nueva situación; de repente salía el verdadero interior de todos ellos; el físico era una señal inversa inequívoca de la personalidad de cada transformado, no había posibilidad de engaño. Le di la hierbabuena y al cerrar la puerta cuando pase por el espejo del comedor vi reflejado una adorable ovejita llena de rizos lanudos blancos de 1m 72 cm.

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Mª Luisa García

En busca de la soleá

Uno Los recuerdos de mi casa se acunan en mi memoria duermen junto al vaso de agua Amparo Cuenca

Dos Qué te pasa con el agua que cuando no llueve te pasa lo que te pasa Mª Luisa García

Tres Aquella noche en la playa no sé lo que me dijiste: aún nos moja ese agua. Elías Ayora-G. Soler


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Poema de Gloria Fuertes. Continuarlo con oraciones gramaticales sencillas.

“Yo tengo esperanza. Mi perro tiene hambre. El banco del jardín respira mal. La niña se peina. La vaca se lame. Las cosas me miran”

La madre sueña. El pájaro ya no canta. Mi niño no duerme. Mañana no habrá sol. Los pájaros cantan. La lluvia golpea la ventana. La curiosidad me alienta. Un rayo de luz asoma. La esperanza vuelve. El sol está enfadado. La luna se ha puesto una bufanda. La tierra se ha parado. Los peces quieren volar. Las estrellas no se hablan. El iglú se derrite. La luz se adormece. Ese niño ya no juega. La araña se enmaraña. El lobo sigue en su guarida. Mi pueblo tiene esperanza.

Participantes del taller




Caí por el borde del abismo, gritando con una voz que no pensé conservar para ese punto. Camina por el pasillo sabiendo que, lo que va a ver, solo acrecentará el sentimiento tan agobiante que le oprime el pecho y aún no identifica. Teodoro Cañete

SANIDAD La cirujana pasó la noche en vela pensando donde podían estar las tijeras después de la operación.

SIN TAN SIQUIERA MERECERLO Érase una vez una galaxia que tenía un planeta en él que había un país que tenía una ciudad donde había una casa en la que vivía una familia que tenía un hijo, que era el rey de la galaxia. Rafael Alarte

EL RESTO

A Manuel Moya, habitante de un horizonte a mano

Tenía una historia veloz en un bosque sagrado, anterior al cielo y al hombre: acabo de perderla al enumerar estas premisas.

ALCANCE No te extrañe la vida: está junto a ella y aún no has empezado a decir nada. Pero nada de nada.

ASÍ NO No irás a ningún sitio ni te leerá ni dios, así. Bueno, si creyera de pronto y lo pusiera en mayúscula, quizá Dios se avenga a dejar en estas palabras su infinita misericordia.

ARGUMENTO FUERTE

A la torre de Hölderlin, visitada por Apolo

No ha vuelto el resto. Me queda una cosmogonía sin palabras. Y este adiós en la noche. El argumento de la vida, inédito. - Que no estoy loco, te repito. Apolo no te había visitado aún, creo. O quizá ya lo hizo con otro dios, su nube. Antonio G. Soler


IGESTIÓN FOU Yo me la comía con los ojos, ella me comía con la mirada. Alzamos nuestras copas. El vino, chin-chín, ayudaba a digerirnos.

RAZONES Por lo que más quieras, lávate bien esas manos antes de acostarte y afeítate, por lo que más quieras. Esa era la frase favorita de mamá, junto a mira a tu padre, que llega todos los días deslomado a casa. No la sacaras de ahí. Vamos, como si viviera metidita en un bote de cristal y estuviera todo el rato dándose contra las paredes. Por eso decidí marcharme, por eso y porque el pobre papá se cansó de volver deslomado a casa después de estar con su querendona y Paquito me dijo que en el circo estaban buscando a una mujer barbuda

QUÉ VA A SER DE NOSOTROS Confundido, vuelvo a la habitación y busco por todas partes. No puedo entender qué es lo que esta vez quiere de mí. Mi mujer me observa pero prefiere quedarse en la puerta, con el corazón en vilo. Dónde estás, pregunto. Grito, dónde coño estás. Nada. El lamento sigue y sigue como si saliera del suelo. No lo hagas, no lo hagas, no lo hagas, suplica mi mujer a mis espaldas, por dios, Javier, no lo hagas. Ya ha pasado otras veces: tengo doce años, acabo de descargar la escopeta sobre mi hermano y estoy llorando, no puedo parar de llorar. Pero mi mujer me grita que vuelva, que por dios no lo haga, que tenemos dos hijas, que qué va a ser de nosotros.

CÁRCEL La cárcel, esta cárcel que crece cada hora. La conozco bien. Me paso el día sobornando a los guardias o tratando de limar sus fierros, pero nada. Nada de nada. Sé muy bien que escapando no consigo nada, pues he acabado por ocupar el centro y los extremos de mi propia cárcel y ya no hay manera de entrar ni de salir de ella. A veces siento incrustados en mí los barrotes que antes... Bastaría con introducirme la mano para tocarlos. Bastaría golpearme con una piedra para oír cómo suenan. Cuando al llegar a casa con las manos oliendo aún a vísceras, los niños corren a mis brazos, los detengo con una sonrisa triste. Papá está cansado, les dice Gloria, pero no es eso, no es eso, los dos sabemos que no es exactamente eso. Lo que me ocurre es que no queremos que al acercarse puedan acabar atrapados en esta jaula... pero quién, quién se atreve a decirles la verdad, ellos que se figuran que detrás de este preso que vuelve cada tarde, se esconde el Increíble Hulk, capaz de retorcer una barra de hierro con sólo posar en ella sus dedos. Manuel Moya

Participó en los IV Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 9 de mayo de 2013 con “Microrrelato. El género del K.O.




LLOVÍA En un café de cualquier parte, en principio vacío, regentado por un hombre sin afeitar, de edad avanzada, desaliñado y con cara de no tener muchos amigos. No solía tener mucha clientela, el que allí entra busca pelea, gente de mala calaña. Bohemios soñadores, adictos a cualquier cosa que te puedas imaginar, meretrices, artistas frustrados con miedo al fracaso, poetas de mudas palabras de escritura tartamuda, gente de mala calaña, se oye comentar. Entre personas sin cultura y con dos dedos de frente tiene que haber de todo en el mundo sin paños calientes. Pero ese día en ese lugar entraron dos hombres trajeados, no les importó tomarse unas copas en aquel sombrío bar. Donde las faldas no se atraen a pasar. Uno de ellos cojeaba un poco pero intentaba disimularlo, el otro que era algo más joven solía deambular solo mirando al suelo como perdido, como sin rumbo, sin destino. Solía apartarse del buen camino, decía ser un buhonero bien vestido. Traficaba con flores de embriagantes olores de colores, abreviando –tampoco había mucho que hacer fuera- Vende trocitos de cielo, era invierno. Y llovía. Juan Plácido Navarro

ATENTAMENTE Sabes que yo siempre te doy secreta o abiertamente la gracia de traerte a mi recuerdo las noches que no tengo nada que llevarme al alma, me gusta saber que el hueco que te hice en mi cuerpo sigue estando ahí, que el tiempo no lo ha borrado y lo encuentro cada vez que te recuerdo. Aunque, si te soy sincera, ya no queda el dolor que sentí cuando te fuiste. El tiempo cambio este por la nada, el perdón siempre llena el hueco del dolor por la indiferencia, la vivencia compartida se convierte en algo que ya no tiene sentimiento: solo es un acto más de nuestras vidas, algo funcional, ni triste, ni alegre, algo que pasó, que se puede contar, como se cuenta un suceso en un periódico: pasas de protagonista a espectador, quién te lo hubiera dicho cuando leíamos aquel poema de amor, que ya no recordamos. Mª Luisa García

LA PRIMA DE RIESGO Vamos a ver. ¿Quién es “Riesgo”, y por qué tiene una “prima”? Pues parece, que esta prima suya, es muy mala persona. Que yo me he fijado, y sale mucho por la tele. Y está dando mucho que hablar. A sí que, por favor, Riesgo, habla con tú prima, y dile que se vaya un ratito fuera, y no vuelva, hasta que en España nos olvidemos un poco de ella. Mira, Riesgo, yo no dudo que tu tía y tu tío, sean buenas personas. Pero la niña, me tendrás que reconocer, que les ha salido un poco casquivana y va por donde va causando estragos. ¡Qué bien nos vendría que se fuera un tiempo fuera! Por ejemplo, a Japón, o a Australia. Cuanto más lejos mejor. En Australia estaría muy bien, con los canguros y los koalas. Más monos ellos. Y además, le vendría muy bien aprender idiomas y otras culturas. Otros planetas deshabitados, otra galaxia. María García


Yo tenía un estudio casi en las nubes. Daba al Norte. Allí pintaba y pintaba en soledad… Miraba las azoteas desde el ventanal. A veces llovía. Un gorrión comenzó a visitarme y para que volviera más veces le regalaba una jícara de agua y unas migas de magdalena. Al abrir la puerta del estudio le sorprendía revoloteando entre mis pinceles y él (desconfiado) volaba a la ventana. Un día tuve que marchar de viaje, abatí la persiana y cerré mi taller sin percatarme de que lo dejaba dentro y encerrado en la obscuridad. Pasaron diez días. Cuando volví estaba muerto, deshilachado y gris en el fondo de un pozal. Se había alimentado desgarrando con su pico un pequeño saco de harina y bebiendo el agua sucia del fregadero… hasta que esta se agotó. Evoqué entonces a Hartzenbusch y su relato: el relato más triste que nunca se escribió para los niños de Madrid. Una escultura ecuestre del Parque del Retiro que fue trampa para cientos de gorriones que entraban por la boca del caballo de bronce y quedaban encerrados para siempre. ¿Por qué serán tan curiosos los gorriones?. Cuando se descubrió, la barriga del caballo rebosaba de pajarillos muertos. Mi estudio fue como la tripa de aquel caballo y desde entonces lo quise un poco menos. Nunca olvidaré al pequeño amigo que venía a ver cómo pintaba. Si hubiera sabido de su encierro, habría regresado desde tan lejos solo a rescatarle, a abrirle la ventana y a pedirle perdón. De esta pequeña historia tan solo me queda el dolor. Tan solo el dolor. Paco Catalán Diseño de portada

Hacia levante Hoy la naturaleza me ofreció un preciosa estampa, pues de camino hacia mi trabajo, de un lado, mirando hacia el levante, amanecía sobre un cielo azul claro con matices blanquecinos y otros amarillentos, un sol radiante, fuerte y poderoso; mientras del otro lado, observando el poniente, aun brillaba, ya algo apagada por su oponente, pero no menos bella, una preciosa y grandiosa luna, sobre un fondo algo más oscuro. Ya ella iba camino de ocultarse allá en el horizonte detrás de las montañas, no sin antes darle un abrazo de buenos días a su poderoso amante, el sol, pues pocas veces, la fortuna les permite estar juntos. Y, así fue cómo surgió de mí un impulso que me llevó a la orilla de una playa desierta, y me descubrí paseando por ella, tranquilo y relajado, en una fresca mañana de otoño. Abro mis sentidos y así recibo saboreándolo, todo un cúmulo de sensaciones. Mi rostro recibe el calorcillo de un sol naciente, que se refleja sobre las aguas tranquilas del mar. Mis oídos, se deleitan al escuchar el rumor de unas pequeñas olas rompiendo en la orilla, como queriendo alcanzarme. No puedo resistir otro impulso que fuerza a mis manos al contacto con el agua cristalina, y al deleite de su fresca caricia, y a mis pies, ya descalzo, a sentir la suavidad al pisar la arena firme y húmeda. Y ya mis ojos, observan el horizonte profundo, allá donde se funden el azul marino, con el cielo claro de la mañana, una bruma gris y el blanco filamentoso de unas


nubes altas, junto a otras también grises y planas, como láminas suspendidas arriba en la lejanía. Me siento a gusto, me siento en paz conmigo, percibo la armonía y la belleza de este amanecer, y todo ello provoca en mi un pensamiento y sentimiento de plenitud y satisfacción, a resultas del cual, solo puedo que dar gracias por estar ahí. Mientras continúo mi camino tranquilo, a la vez que disfrutándolo, y ahí, en esos momentos, tú, surges en mi mente y en mi corazón, y no es otro deseo aquel que sentirte a mi lado, pues lo estás de sentimiento. Brota en mí, ese anhelo y la esperanza convertida en certeza de que muchas más veces tendré la dicha de que ambos compartamos tan bellos y armoniosos momentos, aquellos que la vida nos puede ofrecer. Antonio Vives

La escritora Aquella noche mi mente estaba en blanco. Tenía que escribir y por más que necesitaba hacerlo no lograba conseguirlo. Giré la cabeza para ver el reloj de la pared, tan sólo habían transcurrido siete minutos desde la última vez que lo había observado. Eran las 22:55 de la noche. Me restregué los ojos, me acomodé en mi silla y bebí un sorbo de café que ya estaba frío, -¡Puf!-, dije algo asqueada, por lo que decidí a regañadientes levantarme y preparar otra taza. Esta noche sí que se venía larga. Mientras el agua hervía, coloqué uno de mis CD´s favoritos a modo de inspiración. Recopilaciones de éxitos que me ayudaban en mi concentración, a desbloquear mi mente y a pensar en otras cosas. Y qué mejor que en mi primer libro. Dejé que la canción transcurriera mientras regresaba a la cocina. El agua ya estaba lista y un buen café me ayudaría a entrar en calor. Dentro del apartamento el ambiente estaba tibio por lo que opté por vestir unos simples jeans y una camiseta blanca ceñida, sin calzado en mis delgados pies, me agrada estar descalza cuando estoy en casa trabajando. Mi cabello largo y negro estaba algo revuelto, por mi estúpida manía de llevarme las manos a la cabeza cada vez que mis pensamientos se obstaculizaban. Quizás, no era una belleza, pero para mí estaba bien. A mis 35 años, vivo sola con mi perra Carlota, casarme y tener hijos no está dentro de mis planes, pero sí quería llegar a ser una buena escritora, y escribir un libro que me hiciera sentirme orgullosa. Me sentía bien conmigo misma en la soledad de mi apartamento, con mi fiel compañera, preocupándome de mi persona y sinceramente... no estaba para compromisos. Me preparé el café y volví a mi vieja máquina de escribir, me encontraba más relajada no sé si por la música o el café caliente, empecé a tocar las teclas y ver como las ideas afloraban en el papel. De pronto oigo unos golpes familiares llamando a la puerta. Me crucé de brazos mientras le dedicaba una mirada de pies a cabeza a su figura, a su cabello castaño, a sus hermosos ojos azules, a su boca tan perfecta, a sus amplios hombros. Y, si le agregamos a eso, que es una buena persona, un hombre muy inteligente, seductor. -¿Puedo pasar?-, quiso saber, levantando todo lo que llevaba. Teodoro Cañete


El

Cementerio de las moscas

Me molesta el inquietante ruido de las moscas que sobrevuelan a mi alrededor. No consigo centrarme en la escritura de mi nuevo libro. Me pregunto la hora, miro el reloj de pared y son 19:32. Me duele el cuello; creo que he estado sentado demasiado tiempo. Por la ventana ya van desapareciendo los rayos del sol. Busco las zapatillas a tientas y decido estirar las piernas. Me pregunto cómo el escritor guatemalteco Augusto Monterroso, les decía a sus compañeros escritores que se dedicaran a escribir del amor y de la muerte, que de las moscas lo haría él. Solía considerar a esos insectos como sus aliados y amigos. A mí sólo me pueden causar repugnancia. Son tantas las que revolotean, tantas las que chocan contra los vidrios, tantas las que osan posarse frente a uno en su actitud más retadora que en respuesta, agarro el matamoscas y me dispongo a eliminar hasta la última que vea. De entrada, sólo las espanto sin poder derribar ninguna. Son rápidas y sagaces; voy detrás de ellas adivinando sus movimientos, acercándome lo más posible para asestarles un golpe certero. He visto a una enorme que choca contra la ventana insistentemente. Hago uso de mi paciencia y en el instante justo en que se detiene para acomodarse las alas, la reviento de un potente golpe. Otras buscan quedarse pegadas al techo, pero no se dan cuenta que me facilitan la tarea de exterminio. La mayoría agoniza antes de estirar las patas. Caen desplomadas en cada fulminante raquetazo que logro dar en el blanco. Las sigo de un lado a otro, con la sensación de vértigo que me produce su errático vuelo. Debería tenerlos más compasión y ahuyentarlas, me digo, en vez de asesinarlas impunemente, pero de sólo imaginar que han estado en contacto con las inmundicias y despojos, me vienen unas náuseas terribles. Entonces tomo más impulso, me olvido que también son seres vivos y arremeto en su contra con toda mi furia. Pronto quedan reducidas a un montón de cuerpos inanimados que miro sin remordimientos; yacen en el piso, incluso en los rincones donde difícilmente llegará la escoba, formándose así, el cementerio de las moscas. Teodoro Cañete

Me despierto muy relajado

Hugo

No he soñado o mis sueños han sido muy agradables. Y pensar que hay gente a la que los problemas no le dejan dormir -pensó

“No tenía edad de grandes preocupaciones, vivía en casa de sus padres un barrio muy elegante de una gran ciudad. Sus padres son ricos. Mama es… mamá y se dedica a comprar, a organizar e ir a fiestas, a charlas con las amigas y discutir con papá de vez en cuando por lo tarde que llega a casa. Papá es banquero pero no de estar en un mostrador no, él tiene un banco solo para él. Hugo se relaciona con los chicos de su nivel, de su barrio y de la costosa Universidad privada a la que asiste. Juega al tenis, monta a caballo y está empezando a sacar el título de patrón de yate.


Las chicas con las que salen son amigas de su hermana o hermanas de sus amigos. Toda gente sin problemas económicos, que son los que hoy nos acercan a la vida de Hugo. Él no sabía, o no se preocupaba de porqué muchos de los compañeros de Universidad han ido dejándola, porqué aunque sus padres habían elegido este lugar era para que “adquirieran contactos y se relacionaran. Las cosas no han seguido como con el boom de la construcción y a los cargos medios les ha ido fatal. Y los que podían se han ido a la pública, hablaban de traslados, por no hablar de ruina. Eso los más afortunados. Otros directamente a buscar trabajo de lo que sea. Había que colaborar con el padre que tiene menos sueldo y la madre inmersa en un Ere. Ahora se hablaba mucho de eso, aunque en la panda de Hugo eso era cosa de otra galaxia, sólo les pasaba a los pringados. Pero en la calle la gente se manifestaba un día sí y otro también a protestar ¿qué lata! No podemos ir a tomar el aperitivo a Génova, que está rodeada de policías. Y los manifestantes, esos les dicen “pijo” y “fachas” ¡La envidia de la gente!” La luz que da en mis ojos es fuerte, muy fuerte para estar en Navidad. “En casa de Hugo el ruido de la calle no iba con ellos, se planeaban vacaciones, fines de semana, viajes a Nueva York Y ahora en Navidad Meribel y la nieve… porque es Navidad” Y sin embargo la luz es muy fuerte y ¿por qué no hay cortinas?. Todo lo que me rodea es feo, muy feo. Estoy en una estera sobre la tierra y desnudo, casi desnudo. Estoy soñando o ¿qué ha pasado?. “Ahora sí, la luz se hizo en la cabeza de Hugo. Los manifestantes se enfadaron de verdad y pidieron a los banqueros que entregaran el dinero mal usado y al Gobierno que dimitiera y nacionalizaron la banca. Y se hicieron con el gobierno, de forma pacífica. Y a los banqueros y a su prole les obligaron, tras un juicio, a comenzar de cero” Ahora recuerdo: me hicieron un juicio todos los desarrapados que gritaban en las calles y que no tenían trabajo, ni dinero, ni casa, ni futuro. Nos cogieron ¡A nosotros! Y nos obligaron a empezar de cero, para que supiéramos lo que es bueno, y teníamos que empezar en Ruanda ¡¡¡Papá!!!. Juana María

EL MARTILLO En la radio sonaba la canción de moda y Ramona contenta la cantaba a la vez que se vestía para salir a la calle de compras. Aún no se había puesto los zapatos cuando le pareció escuchar un golpe en la puerta de su casa. Apagó la radio, se dirigió descalza hacia ella y la abrió. Allí no había nadie; dio un paso para mirar en el rellano y su pie descalzo chocó contra algo duro que le hizo daño. -¡Auhh!!! –soltó un grito, con una mueca de dolor en su cara miró hacia abajo en busca del objeto y se encontró con un martillo; y no precisamente de los pequeños ¿será esto lo que golpeó mi puerta? pensó. Se agachó y lo cogió. Entonces pudo ver que estaba manchado, se fijó bien, aquello parecía sangre.


Estaba confundida, no sabía que hacer. Con él en la mano llegó hasta la barandilla y se asomó en busca de alguien: quizás el dueño del martillo. Le pareció ver algo. Bajó al rellano de la escalera y se encontró el cuerpo de un hombre tirado en el suelo: lo conocía bien, era su vecino y estaba muerto. Se le escapó un grito y soltó el martillo que golpeó el suelo con estrépito quedando al lado del cuerpo. Que ¿cómo sabía que estaba muerto? No hizo falta tocarlo, ni un médico que lo confirmara; simplemente se sabía. El color de la muerte en este caso era cegador. Se llevó las manos a la boca para ahogar un segundo grito mientras se arrodillaba junto a él; tan cerca… que la sangre que momentos antes manó de su cabeza y que ahora formaba un charco estaba manchando su estampado y veraniego vestido. El cuerpo se encontraba boca abajo, totalmente extendido, como si hubiera caído de bruces: el cráneo estaba deformado, se veía claramente que fue más de un golpe la causa de su muerte. Ramona le pasó los dedos de su mano derecha por la mejilla y notó que todavía no se había enfriado; mientras, con la mano izquierda se limpiaba las lágrimas que ya le llegaban a la boca impregnándola de su sabor. En ese momento se cerró una puerta en el rellano de arriba, donde vivía Tomás, que así se llamaba la víctima; la puerta de donde seguramente había salido él momentos antes de haber sufrido el “desafortunado incidente”. Un sonido de tacones resonaba en la escalera mientras alguien bajaba los peldaños lentamente. Ramona, absorta e incrédula ante lo que tenía delante no se percató hasta que escuchó: -¡Zorra! ¿Qué le has hecho a mi marido? –entonces se dio la vuelta y descubrió detrás de ella como Teresa, la mujer de Tomás, la miraba impávida. No miraba a su marido allí tirado, muerto sobre un charco de sangre, no, la miraba a ella y al martillo que estaba junto al cadáver. Tras unos segundos de desconcierto, que Ramona esperó para asimilar aquellas palabras asegurándose que había oído bien, reaccionó contestando: -¿Pero qué estás diciendo, loca? Me lo acabo de encontrar así – (mientras decía esto, no podía retener las lágrimas ni parar los jadeos que le estaban causando dolor en el pecho). -Ya veremos cómo explicas esto –dijo Teresa mirando el martillo-, y tranquilamente se puso un cigarrillo en la boca que Ramona no supo de donde salió. Cogió su bolso y lo abrió, metió la mano dentro y extrajo un mechero con el que prendió el pitillo. Aquella visión dejó helada a Ramona. Aquel encendedor era el que ella le regaló tres días antes a Tomás con su nombre grabado. Justo en su última cita. Rafael Alarte


VIERNES . . . (1) Pero si mantienes los ojos lo bastante abiertos desde el principio nada te parecerá demasiado increíble como para que llegues a creerlo, porque nada puede ser mucho más extraño que el simple hecho de estar vivo. Eso es precisamente lo que procuro hacer en este momento: mantener los ojos abiertos. Mantenerlos abiertos por mucho esfuerzo que requiera. Mantenerlos abiertos incluso cuando los tengo irremediablemente cerrados desde hace ya varias horas. Si algo he aprendido en mis treinta y siete años de vida, y especialmente en los últimos tres días, es que no hay suceso tan inverosímil o improbable como para que no tenga lugar en este mundo. A menudo vamos por ahí suponiendo que somos halcones que planean majestuosamente sobre el paisaje, vigilándolo todo desde nuestra gran altura. No caemos en la cuenta de lo que realmente somos hasta que recibimos una violenta acometida desde lo alto y notamos unas garras que se hunden en nuestra carne tierna, recubierta por un plumaje blanco y delicado. Esa es la verdad: cualquier cosa, lo más increíble o espantoso podría sucederle ahora mismo a cualquiera de entre vosotros, como de hecho me sucedió a mí; sin avisos ni explicaciones, sin preparaciones ni augurios. Y esta advertencia --¿sabéis?-- no proviene de una mente ilustre, de algo que haya leído. No os lo digo porque alguien venerable, alguien (imaginemos) con una larga barba gris, una túnica blanca y un puñado de arroz apretado en una mano, sentado junto a una bonita cascada en el umbral de una gruta, me lo haya revelado. Nada de anacoretas, ni de filosofía. Se trata de experiencia. De lo que me ha pasado. De lo que empezó a pasarme exactamente el viernes por la mañana cuando abrí mi cuenta de correo y encontré un e-mail sorpresivo de un amigo que estaba ya en vías de dejar de serlo: Te espero en la nave dentro de una hora. Ven tú solo. No intentes llamarme al móvil porque me temo que no contestaré. Es necesario que nos veamos cuanto antes. Ha ocurrido algo y tenemos que hablar. Es grave y es urgente. Te lo explicaré en cuanto llegues. Ese amigo se llamaba Ángel Bru. Lo más extraño de la situación era el hecho de que nos hubiéramos visto hacía solo unas horas. La noche anterior, precisamente. En el Fresno, un local a las afueras de Las Zalbias, la población marítima en la que vivimos y en la que nos hemos criado juntos. Una pregunta que me hice de inmediato fue qué podría haber sucedido entre nuestra conversación nocturna y lo poco que había transcurrido de aquella mañana para que sintiera la necesidad urgente de verme otra vez. Miré el reloj en el ángulo inferior de la pantalla. Apenas eran las 9.40. ¿Qué podía haber pasado? ¿No había quedado ya todo bastante claro? -Pensaba que lo habíais dejado todo claro… anoche. Me gustan los gestos soñolientos y despreocupados de Marta. Me gustan sus modales burdos y hasta sus tics groseros. Me gusta ese modo de acercarse a mí contoneándose y rascándose una nalga por debajo de esa camiseta blanca con la cara de Shrek con la que suele dormir. De la novela “Recado de un muerto” de próxima publicación (nov.2013) por Ed. Siruela

Rafael Balanzá Participó en los segundos encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa el jueves 14 de abril de 2011 con la presentación de su libro “Los asesinos Lentos”


Pop-pins / 2 de julio de 1970 Llegamos hasta la Plaza de España en el 40, un tranvía que en mi barrio daba la vuelta de nuevo hacia el centro de la ciudad aprovechando el vacío circular de un antiguo lavadero. Hacía sol. Albertina me aferraba de la mano con exageración, pero alcancé en un tirón inapelable a coger una de las treinta mil banderitas nacionales que se agitaron aquella mañana, en manos de los niños sobre todo –según las hemerotecas dicen, aunque yo, que era niña, las veía tremolando con su fuerza insignificante muy por encima de mi cabeza-. No me acuerdo de si hacía o no mucho calor. Julio suele plantarse sin piedad en Zaragoza. Realmente había mucha gente llenando las aceras del centro de la ciudad, pero conseguimos alcanzar la calle Alfonso y nos quedamos muy quietas, esperando. De lo acaecido aquella mañana ya no conservo muchos más recuerdos. Para re-situarme he recurrido a las hemerotecas “on line” del ABC y de La Vanguardia; crónicas larga, concienzuda y babosamente descriptivas en número y condición sobre los miles de tractores que flanquearon la carretera desde el aeropuerto, de los honores rendidos, repiques de campanas, jotas y artillería, y de las bandadas de palomas azuzadas para que surcasen el cielo una y otra vez. Pero yo, por mi misma, sólo consigo reproducir mi angustiosa sensación de parálisis, la incapacidad para moverme, para gritar, mi estupefacción, un desconcierto que muchas veces he comparado mentalmente con algunos de mis episodios hipnopómpicos. Sé que en algún momento perdí en aquella mañana el contacto conmigo misma. Nunca se lo conté a nadie. Oigo a Albertina que vuelve a decirme: nunca lo contaste, ¿por qué? No tuve ni tengo la respuesta. Cosas de las que no se hablaba. Pienso a continuación, -cuando ya dejo de escuchar el martilleo de la pregunta insistente de Albertina,- que esto seguramente ya no se entiende. No se entiende la existencia de cosas de las que nunca, nunca, se habla. Nunca. Hablamos mucho y de todo hoy en día. Se puede explicitar cualquier mensaje. No hay reglas y siempre existe alguien en alguna parte, en el móvil, en un chat, en el correo electrónico, en la televisión, en el autobús, en cualquier parte surge alguien apropiado con quien hablar de algo de lo que no podemos hablar con nadie más. Pero a lo que yo me refiero es a callar algo que nunca contarás absolutamente a nadie. Porque hay cosas de las que no se habla, nos enseñaron. A esa tremenda soledad yo me refiero. Albertina tuerce el gesto con ira y con pena y me reprocha mi silencio, sólo roto hoy y sólo con ella, se lamenta, cuando ella ya no puede escucharme. No te culpes, le digo. Es que yo te llevé, insiste: ¿cómo no imaginé que dentro de aquel enjambre histérico de abducidos con síndrome de Estocolmo abundaría mucho hijo de mala madre? –esto, le interrumpo, es un anacronismo, le digo, porque el síndrome de Estocolmo entonces todavía no se diagnosticaba, aunque existiera-. Albertina no responde a mi ironía a destiempo, se duele a fondo, cuando le cuento, ahora sí se lo cuento, aunque no pueda escucharme, que aquel hijo de mala madre se arrimó contra mi cuerpo en transformación de niña de diez años, avanzó su mano bajo mi vestido de verano y se abrió paso entre mis piernas, mientras él se tocaba y toda la multitud vitoreaba a Franco cuando apareció en el balcón del Ayuntamiento gesticulando como un playmobil (trailer: play --> ni un solo músculo mueve el muñeco diabólico, sin mover ni un dedo su poder destructor abre vórtices de extrema congelación – no respires, no camines- en la negra radiografía del paisaje muerto/ pero yo no tenía ni idea – silencio bajo los vítores). Ni mirar pude al otro playmobil diabólico que manoseaba entre mis piernas. Durante un buen rato no me moví. No hablé. No entendía bien. Entonces de muchas cosas no te explicaban nada, no se hablaba. En algún momento conseguí desplazarme hacia la calzada y me abracé, atónita y muda, a ella. Yo también muda, Albertina. Como tú. Muda, como tú muda, toda la vida. Ahora lo sé. Cómo un día supe que no habías sido lo que parecías. Y como más tarde entendí porque quisiste asistir aquel 2 de julio de 1970 a la “inolvidable recepción” (No-do: play ->) que la ciudad brindó al glorioso caudillo Franco bajo miles de temblorosas banderitas infantiles. Como ahora te digo, estando como estoy perfectamente despierta, que me alegro de haber callado y no haber añadido a la tuya, que ya es mía, más humillación. Luisa Miñana

Participó en los cuartos encuentros literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 21 de febrero de 2013 con “Proyecto Pop-pins. Una novela en marcha y por entregas”


DECLARACIÓN DEL CIUDADANO A45X30 Extracto de la novela inédita “MÍLIFE

“Conocí a Mílife cuando ya era demasiado tarde. Tras el periodo de convivencia que inicialmente me vi forzado a mantener con él –si es que así puede llamarse-, llegué a la conclusión de que hay estados en la vida de cualquiera que difícilmente admiten consolación o esperanza. Siempre me intrigó aquella tristeza suya, reflejada en su lentitud de movimientos, en su manera particular de esbozar y entonar sus más que lacónicas palabras, aquel andar pausado... He intentado siempre comprender a las personas, abrirme de par en par ante ese milagro que puede resultar cada persona. En todo he seguido las Pías Normas para la Conducta Ortodoxa que desde pequeños se nos han inculcado con tanto celo como sufrimiento. Es más, nunca me ha asustado mi trabajo (pues hasta que le conocí a él, yo consideré que aquello era un buen trabajo)... Hasta que un buen día apareció en mi vida y desde ese momento todo mi mundo comenzó a derrumbarse, sumiéndome poco a poco en una caótica situación física y mental de la que ya no sé si podré escapar alguna vez. Bien, el caso es que no sé si lo encontré a él o él me encontró a mí. Por referencias posteriores he sabido que el tal Mílife nunca había buscado a nadie antes de su encuentro conmigo, ni habría de buscarlo después. Por tanto, prefiero decir que me lo encontré, aunque en realidad fuese él quien forzase el camino para nuestra relación. Me explicaré: Salía yo de una de esas sesiones aburridísimas de cinema a que nos tienen acostumbrados, en las que uno se cuela por equivocación y no para de lamentar después. Por pura falta de alternativas, me quedé hasta el final de la sesión, como digo y cuando empezaba a bajar las escaleras que me devolverían a la calle una voz me increpó desde un rincón. Era el acomodador –innecesario por cierto, dado el muy escaso número de espectadores que aquel bodrio de imágenes mereció-. Al parecer alguien me había señalado con el dedo, antes de dormirse definitivamente, parece ser que bastante arropado en unas cuantas copas de más. Si ello era verdad o no, jamás lo supe, pero aquel guiño del destino cambió mi vida en adelante. El desconsolado acomodador intentó explicarme después que aquel derrumbado maloliente, pantalón vaquero y camisa de cuadros a la antigua usanza, máscara de la peor calidad, aparentemente sin protectores térmicos, le había dicho, señalándome a mí antes de dormirse definitivamente, que había acudido al cine en mi compañía. A pesar de gustarme el trato con las personas, con quienes suelo ser tan afable como puedo, tengo que dejar claro que siempre he preferido vivir solo, por lo que las explicaciones del señor aquel me dejaron bastante atónito, más aún no reconociendo aquellas ropas, que entonces me parecieron de pésimo gusto, ni habiendo tenido anteriormente trato con alcohólico alguno. Y así se lo dije para que entendiera mis motivos, pues no me gusta ser descortés con nadie. Sin embargo el pobre acomodador estaba muy apenado por aquel guiñapo... tendría que dejarlo en la calle y, ya se sabe, a esas horas cualquier cosa podría ocurrirle con la cantidad de maleantes y buscacadáveres que rondaban esos barrios por la noche... y que en fin, si había venido conmigo, lo mejor sería que le echase una mano, y que no se metía en nada, que a él no le importaba lo que yo hiciera después con mi amigo, pero al menos le ayudara a sacarlo de allí, que si él era un trabajador nada más y no quería complicaciones con la Compañía de Imágenes en Movimiento, que por menos de eso habían


despedido al anterior y etcétera, etcétera. ¿Qué podía hacer un filántropo como yo en aquellas circunstancias? Es obvio que ayudé al acomodador a quitarse el problema de encima, y que, una vez en la calle, no tuve el valor –no era propio de mí- de abandonarle en el desamparado estado en que se encontraba; así que, como buenamente pude, lo llevé hasta mi aposento, que por fortuna no se encontraba muy lejos del Proyector de Imágenes en Movimiento, y lo deposité en mi catre desecho para pasar la noche, y mañana ya veríamos. En ningún momento pensé que aquella situación se prolongaría más allá de unas cuantas horas; las suficientes como para que aquel sujeto pudiera tenerse en pie y se marchara de allí por sí mismo. Yo me apañé en el exigüo sofá que completa el escueto mobiliario de mi aposento, y me hice a la idea de que, en el mejor de los casos, cuando despertara ya no le encontraría en mi cama. Estaba equivocado, evidentemente. Su estancia en mi cama duró tres días, tres largos días durante los cuales temí por su vida, ya que apenas daba muestras de respiración. Con toda evidencia se encontraba bajo mínimos vitales. Bajo su máscara, que tuve ocasión de observar con precaución durante aquellos días, encontré sin embargo un rostro limpio, joven, de una tersura que jamás había conocido y una extraña serenidad, acostumbrado como estaba de continuo a las hurañas y agresivas expresiones de mis semejantes. Sí, estar con Mílife aquellos primeros días ya fue estar solo, y lo peor es que esa situación se convertiría en una constante durante mucho más tiempo. Supe que andaba indocumentado –no pude resistir la tentación de curiosear en el viejo bolso de piel que llevaba por todo equipaje con aquel antiguo e inusual nombre grabado sobre él- pero, pues que soy de natural confiado en los demás que no me agreden directamente, jamás se me pasó por la cabeza que fuera culpable de delito alguno, por lo que, tras las primeras reticencias y considerando que era un caso de absoluta necesidad, hice un pacto de silencio con él y no le eché de mi aposento cuando pude, esto es, cuando tras unos tanteos iniciales se tuvo en pie por sí solo. Aceptó una copia de la llave de mi aposento sin agradecimiento visible, con la misma suprema frialdad con que habría de aceptar cualquier ayuda, como si eso fuese lo más natural del mundo, como si todos estuviésemos aquí para hacernos favores; y cuando le ofrecí una de mis máscaras para que pudiese salir con ciertas garantías a la calle, me sonrió beatíficamente y tendió las manos para asirla como si fuese suya de toda la vida. Yo mismo anduve contento durante unos días, pensando que estaba haciendo lo que debía, ni más ni menos, hasta que empecé a cambiar impresiones con él. Sus iniciales monosílabos fueron tornándose en conversaciones breves durante las cuales algo iba imperceptible pero paulatinamente cambiando en mi interior…” Vicente Palao Participó en los I Encuentros Literarios de la Universidad popular de Almansa, el jueves 21 de febrero de 2010 con ”Poesía en canciones de siempre”




IMAGINA

“Imagine all the people” John Lennon

Busco mi lugar en el mundo. No pertenezco a ningún lugar. No sé quién soy. Soy apátrida. Y siento que el universo, es mi casa. He viajado por países increíbles. He surcado mares y océanos, de aguas verde esmeralda. Nadado junto a delfines bellísimos. Visto paisajes que no creeríais. Las playas más paradisíacas. He sentido sensaciones indescriptibles: Al tirarme en parapente, sintiéndome volar. Escuchado, la música más exótica He conocido los hoteles, más caros, y confortables. Conocido los personajes más raros. Los animales más extraños, y entrañables. Y todo esto sin salir de casa.

María García

Mi luna Viajero soy Escrutando en el cielo estoy Y a mi luna descubro Allá en el firmamento oscuro Blanca y tenue esta Entre una neblina asoma su cara redonda Su belleza no por ello merma A veces como en un arrebato Demuestra todo su brillo Fabulosa y firme Como una estampa en el cielo azul oscuro Acaso no es un atisbo de alegría El que percibo en ella Al posar sus ojos en mi Pues mi presencia noto Observada se siente Una sonrisa me ofrece Tímida ella Contenta de que la observe Mi Luna es Antonio Vives


Amiga

No quiero ser muchedumbre que no sabe vivir que siempre tiene prisa que necesita del dinero para imprimir en sus fachas una simulada sonrisa Siguen una realidad empañada de mentira en pañales Prefiero amontonar colillas a pasarme la vida entera acumulando horas extras quisiera saber qué sentido le ves a esta vida que apesta El último paseo es el más triste amiga muerte Para el protagonista es el último amiga muerte Lo mismo se parece a un viaje con ácido más que a un guión trágico. Un viaje hacia un jardín silencioso lleno de nidos de rojo ladrillo Último viaje entre cipreses pero sin resaca Guardan historias de vidas silenciosas de silenciosas lágrimas Callan los malos recuerdos que no por malos dejan de ser tan suyos como míos Como mis berrinches disueltos en agua hirviendo como bolsita de té que a veces se me comen los nervios No soy malo, no tengo malicia no me mires con ojos de miedo o desprecio cuando pases por mi lado pequeña flor nacida entre maleza eres la única que no le importan mis rarezas, como soy me aceptas ¿Verdad

amiga muerte? Juan Plácido Navarro


A Luis de Miguel que me dice: “Sin querer olvido”

-Será porque tengo muchos años. Será porque no entiendo lo que digo. Será, por ello, que mis lágrimas salen de mis ojos. Y no sé cuál es el motivo. A pesar de todo, siento tu mirada, tu corazón. Aunque sin querer olvido. Ana Zoroa

AMA, AMAR Te amo sin palabras, sin tiempo concebido. Te amo porque existes, porque existes te amo. Si me pides un deseo yo conjuro los astros. Si me pierdes una lágrima yo la rescato con un beso. Estás aprendiendo a escribir te amo y yo una vez más aprendo amando tu letra de caramelo. Cuando te vi, te amé. Cuando ríes, te amo. Cuando llores, te amaré más. Patricia Ibarguren. Profesora del taller de Escritura curso 2005-06


Colecciones

I Miradas que nos dijimos, -las que nos callamosIncógnitas como aludes. La rabia que inunda, el deseo que bebemos. La paz que aprieta. Versos en blanco, el eco mudo, pensamientos dibujados. Dudas abrazadas. Detrás, días de viento.

II La soledad de hoy, el vacío asomado. Abrazos en la garganta. Lluvia de metáforas, ritmo en gris. Aire exiguo. Adioses que no parten, caricias azules. Hechizo discontinuo Lunas de humo,

noches de viento.

Amparo Cuenca


INÉDITO-S

Aquello que sale del corazón, lleva el matiz y el calor de su lugar de origen. Oliver Wendell Holmes

I

A menudo invoco a la luna. Luz roja que nos acariciaba, fuente cálida de noche, orgullosa del verano: nadaba al verso de las olas. Sosegado paseo de zagales, olvidadas las horas de estudio. Amaneció demasiado pronto. Pisamos la húmeda arena anudando los besos rimando las caricias, inundando de sueños el mar. Con el alba iguales al encanto: oleaje que nos estrechaba. Raso mar vespertino: asegurábamos el horizonte sobre porvenir inédito o sueño de estío. II A ti entrego alegrías y enojos de quimeras y realidades, retazos de inquietud, a veces. Invención de historias fantásticas, a noches de travieso desvelo nunca les falla un hada. Anverso y reverso de un verso para pesadillas de niños acunadas en la imaginación. Risas de ojos que dibujan imágenes de la infancia. Casas ficticias de brujas inocentes de maldad. Oro de besos en la mirada. Color que ilumina la noche, última caricia del día. Embrujo de una mujer nadando en el sueño. Con el intruso amanecer abraza su memoria.

Amparo Cuenca


LOS DEMÁS DÍAS Volvíamos cada día con los pies, como un árbol, con los pies en la tierra.

Quizá hablaba aún del hueco, de los demás días. De los más extraños: todos. Todos, por ahora.

CAVE HOMINEM

A Soledad y Fulgencio

La vida iba también en broma a ratos impares. Casi como aquellos. Y parecía cierta hasta ahora, sin nombrarla. Se aceptan luceros.

SUELO Esta vida, cualquier vida: tampoco otra apuesta, esta mañana.

Para Antonella y Manolo

Parece mentira, pero alguien habló de mirar un poco mejor las nuestras, ahora. Tal vez más despacio, en este suelo de todos. Este que nos queda. Antonio G. Soler


Es fácil que no aciertes en verso ni en prosa. Mejor, si aciertas con la vida: prosa o verso. Linde de días y otras palabras, esta carne. Vida lo demás, entre tanto.

MIENTRAS APARCO Con Amparo y Alfonso

No estaría mal, domingo por la tarde, cualquier conversación tranquila con un amigo. Al fondo esta música de jazz, por ejemplo, mientras encontramos algún sitio en una calle cualquiera. En este trayecto sería fácil hablar más despacio de casi todo, de lo que digamos; de la vida, sin ir más lejos. Y hacer más sencilla esta vuelta, ahora que ya es casi de noche, y mañana, inevitablemente, lunes. Del libro “Los demás días” (2013)

Antonio G. Soler Profesor de Escritura creativa desde el año 2006


I

"Corrompidos queremos los sueños” Antonio G. Soler

Para extraviar el olvido deja que en esta noche te hable así, de nuevo en la arena, desnuda esa sed, corrompidos los sueños.

II El amor, sólo mar. Y vida. Y tanta vida, de aquí y de allá, no tiene ese instante de amar, ni de silencio: todo acaba en esta playa, tiernamente esperando. Leeré nuestros astros en tus noches de arena.

III Perdido el horizonte el amor es un cántico de ordenadas sirenas. Sufriendo la distancia, este amor, ese mar y nuestra corta vida es otra lejanía de mis sueños de sal. Esta vida, y las olas -una tras otra-, olvidan mis tardes de castillos de arena: lejanía. Por fin en esos ojos, el amor es un cántico de mar. Sólo de mar. Ginés Reche Presentó su libro “Huésped Extraño”, Premio “Joaquín Benito de Lucas” 2006 en la Universidad Popular de Almansa, el jueves 7 de febrero de 2007.


UN FURTIVO DESEO

A veces no me cabe más deseo en mi loca servilleta que vivir, o eso que la gente llama vivir. Así sordo como un pato, se trata de seguir el estanque lleno de patos, de horrísono cua-cua-cua, que ellos no oyen. Prescindiré de mis expectativas, me bajaré los humos, iré a clases de yoga: o me haré católico, amoral, imbécil, poeta lírico, o (y no es lo último ni más abyecto que estoy dispuesto a hacer) me leeré un libro de Prada creyendo que es buena literatura. A lo mejor me debería detener antes de hacer más concesiones, pero estoy dispuesto a todo, a experimentarlo todo, ¿no dije que jamás me haría un tatuaje? Mentí. ¿Prueba suficiente? Se trata, más o menos, de no ser intolerante con el prójimo, aun si el prójimo grita como yo y es una bestia sucia que apenas puedo dominar. En el fondo de mi resistencia, si la analizo, hay algo de verdad - muy poco, una china en la cadena, suficiente para abolir mi propósito de sacrificio. Mas, admito que es un error. Debo volver atrás, intentando convencerme de que es una piscina, no un estanque de patos, adonde voy. Una piscina como aquella donde nadamos desnudos, una noche con los amigos, borrachos casi todos, en la irrecuperable inocencia de la felicidad. inédito (Marzo 2013)

Fulgencio Martínez


SEIS MILLONES DE ÁNGELES VARIOPINTOS

(según las últimas estadísticas)

Orejean el más mínimo rumor esperando que la vieja soberbia del hombre cese. Mientras tanto, deciden bajarse en la próxima estación, siempre en la próxima parada del Metro, adonde vagan encarnados, omnipresentes como ángeles con un único brazo y objetivo: el de pedir, a la audiencia que les escucha, una monedita para comer. Vomitan sus cuitas en rela jada narración a cada viajero, como compañeros de viaje obligados a estar un largo tiempo juntos, y a matar el tiempo así. Y en otro vagón siguen negando el sueño, la paz de los mudos y adormilados trabajadores del suburbio. Suelen contar que vienen del paro y van al paro: aun muestran su cartilla como una cédula de buena fe. Ningún alma se suelta la mano para darles constancia de que es cierto. Al menos, esa caridad. Fulgencio Martínez Participó en los I Encuentros Literarios de la Universidad de Almansa, el jueves 22 de abril de 2010 con la presentación de su libro “León busca gacela”


EL FÚTBOL ES TAMBIÉN COMO SE DICE

Cuando el léxico facha fue abolido -La murga de la furia y de la raza, Regüeldo de patriótica bocaza, Que nos llevó a un fracaso repetido-; Cuando dejó de lado el aguerrido Tono imperial de agravio y amenaza Y pasó del adusto mando en plaza Al jovial compromiso compartido; Cuando al fin desoyó la sempiterna Monserga de la estólida caverna; España comenzó su recital De toque, posesión y desparpajo, Que dio -y de humildad en el trabajo-, El dulce fruto del primer Mundial.

Francisco Castaño Participó en los I Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 20 de mayode 2010 con “El Taller del Hechicero”


DÍAS DE TEMOR Y EXCUSAS

LA ROPA limpia al sol; las mañanas ciclópeas; los amigos; el arpa de la siesta en las persianas; el trote de los juegos; la risa, el grito, el llanto como caballos sin montura... quedan lejos, pero duelen aquí, los días de temor y excusas. Por esta luz que viene del ayer venciendo mis recelos, me levanto, abro los ojos... Y, en el fulgor de la mañana que despierta, esas fragancias continúan su ser de carne, huesos, piel… o amor, que está al principio y al final de todo lo vivido, de todo lo que aún vive. Santa Pola, 8 de mayo de 2013

José Luis Vidal Carreras Participó en los II Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 24 de marzo de 2011 con “Poesía, nombre de lo Sagrado”


Esconden mis bolsillos restos de un invierno. Casi puedo sentir el frío que tapaba el viejo gabán y el recorrer de mis dedos por los pequeños e inservibles amuletos… una moneda de un país lejano, un billete usado de metro, un número de teléfono de alguien que me olvidó. Seremos la sombra de la sombra, la mirada que llega tan adentro que hiere sin pensarlo. ¡Que lejanos se fueron los pájaros, tan al Sur, que incierto quedó el fuego y el silencio! Veo cabalgar las nubes en el cielo grisáceo, veloces se arrastran con urgencia ahora que solo somos el recuerdo y nos habita la distancia, la herida que deja la tormenta, pregunta sin palabras en la contenida humedad del aire. Hay estancias vacías donde reposa el mundo. Un pasillo de nombres en rojo que atesora el corazón. Llueve mansamente en las calles sin tiempo, regreso del invierno y ella duerme. La cama tiene restos del paso de planetas, la humedad fecunda donde respira el océano. No han venido los pájaros, y el silencio tiene la hermosura de las deserciones. Contemplarnos no es lo mismo que mirarnos, aunque el espejo nos devuelva la misma imagen. Hay un eco profundo, una sima, cierto salto de agua que apenas se escucha pero que sin embargo nos tiene desde la infancia cautivos y en silencio. (Del poemario “El buril y la piedra” Ed. La Fragua del Trovador, 2013)

Fernando Sarría Participó en los II Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa el jueves 19 de mayo de 2011 con “ Los blogs como medio de comunicación”


CÓCTEL DE CORTES DE LA FRONTERA

Sobre la sierra zumo de limón a levante, con unas gotas de sirope de azúcar negro que vuelan como niños felices, desde los tejados, y descienden sobre el hielo picado de la piscina. Ron blanco en el fondo del valle del Guadiaro. Por poniente la soda oscura de los alcornocales. En mí hojas de menta, pizca de angostura, quizá. Hay días que amanezco un tanto Hemingway, días que todas las ventanas son las de la Floridita de la Habana.

EL TONTO DEL RELOJ Gestiono una franquicia de las 9, 40. Abro las puertas a las 9 y 39. Oferto en las aceras el enorme minuto a los andantes: prórroga disponible, tiempo gratis, trueque justo, permuta equitativa: todo un minuto aprovechable a cambio de aquellos dos segundos de las nueve y dieciséis del viernes veintidós de febrero del año 2.002. Pasan y ríen. A nadie le interesa la proclama. Yo debo ser el loco que ellos miran, el tonto del reloj, el chiflado que quiere permutar tiempo por tiempo; acaso porque creen que la vida no cabe en un minuto, despreciable fracción en la que un hombre —como yo, inconmovible como tú— muerde el cañón de un arma, por ejemplo en un día de lluvia intraducible, y hace vibrar el arpa del gatillo. Francisco Domene

Participó en los III Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el miércoles 22 de febrero de 2012 con “Cómo escribir una novela”.


BALADA DEL LEPROSO

Fuese propinando palizas, negando repetirme hasta la miseria. Fuese querer lo que abomino, triste animal de las nieves. Fuese la luz sin ondas en desfase de palabras, superfluos corazones, brazos de psicoanálisis. Fuese confundirte así, ridiculizando nuestras mentes, sacralizando nuestra mentira. Fuese abolido el tiempo añorando las hojas de Fiebre que mascamos juntos. Fuese callando bocas a besos, porfiando manos simplemente. Fuese asombrosa carcajada aquello que muchachas nos trajeron y una noche despachamos tan a gusto. Fuese desdeñoso, tranquilo, venerable, en mi ignorancia de borracho y de multitud; la cobra agridulce de mis ojos. Fuese esta cárcel mi sudor de palomas y penas infinitas, abandono miserable a las tres de la mañana. Moluscos desesperan su tránsito en el parque de los parias, blancos de la nada para nuestro todo, a qué buscarnos el presente aún. Aunque desciendan generales televisando fatigosamente los muertos a los vivos seguirán fusilando profetas, mas no profecías: será la dueña del hombre. Una limosnita, por caridad. José María Herranz Contreras


PROSTITUTA

Pensar en negro, mas no en blanco, es conflictivo: pensaremos en ti como una negra insultando noticias a toda regresión, declamando derechos para ser condenada, burlando, apática, viejos nuevos criterios. Así, tocando sienes, con la seguridad que otorga el instrumento, siéntete la viva, la única viva del magma personal, contando en subjuntivo los golpes, las pastillas, los electroshócks convergentes sin asomo de misterio. Protuberante, fortalecido, pasivo: no nos engañemos, que no basta ser nosotros cuando la otredad grite y simulemos ignorarlo; no interesa a tu máscara. Buscaras, entonces, paliar la dinamita, quemar labios decadentes de tormenta, hundirlos magistralmente hasta hacernos temblar de placer y esclerótico terror, oh más que mujer, ser indefinido por los moldes. Quiero que me mires y asustarme, pagar tu libertad unos segundos, beber oro, mascar tu sexo, teñirme de rubor, ser despreciado a gritos, humillarte a pedazos, deshacerte, diluirnos entre dos. Y después cargar el corazón de anillos, escapularios, fotografías, beber última piel de tu cutis de astro, apesadumbrado, recoger mis trozos de macho herido y perderme; ombligos policías te suicidarán suicidados. Por fin soy libre.

José María Herranz Contreras Participó en los III Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa el jueves 15 de marzo de 2012 con la presentación de la antología “Donde no habite el olvido”


Doble vida Por qué una doble vida y no una triple o quíntuple. Y eras tú quien quería morir a contratiempo, a contraluz despiadada, a contrasangre. Para qué doble vida, si no puedes con una.

La memoria

Un hombre es su memoria José Antonio Sáez

Despega el avión, pero despega una sierpe a tu lado, se introduce en este tiempo ya fuera del tiempo. La tendrás esta noche en el hotel en torno a tu cintura, enroscada en tus brazos, usurpando ella sola el lugar de tu sexo hasta la madrugada. Entonces, sigilosa, después de abrir la puerta del armario, se esconderá en el hueco de una maleta y mientras tú vagas por jardines, te refugias en la luz submarina de una iglesia, ella se dormirá para volver, al cabo de unos días, a Barajas contigo.

El río Nadie se baña dos veces en el mismo río: cuántas no me he bañado yo en tus ojos, libre y desnudo de todo aquello con que la vida me vistiera. Aureliano Cañadas


Promesa Escucharé tu corazón como si fuera puro. Escucharás mi corazón como si fueras joven. El tiempo detendrá su vuelo sin medida, recogerá sus alas, se dormirá otra vez a nuestro lado. Inerme ante un metal templado por el daño que la vida me hiciera, inerme y solo, me lo prometo.

Las palabras Va cayendo el telón, uno a uno se apagan inexorables focos; la oscuridad invade los asientos donde hace unos instantes rientes espectadores aplaudían. Algunos se resisten a marcharse se refugian al fondo de la sala. Más que oír, adivinas sus voces, más que ver, el brillo de sus ojos. Ha caído el telón y estás tan solo. No te entregues ahora al verdadero llanto que nadie observará, pues te queda la música de sus nombres, te quedan las palabras. Enciéndelas: su fuego de artificio disipará el amargo sabor de la tiniebla tal si otra vez volvieras a la vida. Cuando se apaguen ellas, se habrá apagado el sol. Del poemario “Doble Vida”

Aureliano Cañadas Participó en los III Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa el jueves 12 de abril de 2012 con la presentación de su libro “Cuerpo Celeste”


HORTALES DE ALARIFES Para Elsa Dehennin y Marc Galle

Regla y compás dan vida, flores abren y frutos nos prometen: No es la dicha regalo de los dioses -pues los dioses hace tiempo desviaron sus miradas de la tierra-, mas obra de quien sabe medir, soñar y alzar la vida en vuelo. Alzar la vida en vuelo: sus colores,. su extensión o su pálpito, trascienden la voluntad y el gesto, no los gozos íntimos del mirar, sí 1a mirada previa que, línea a línea, ha levantado la arquitectura de ciprés y yeso, los panoramas de silencio y torre. Se abre el color como se vierten lluvias sobre campo febril, como discurren las grandes formaciones emigrantes de pájaros- los músicos, las musas de las ensoñaciones y deseos-, alas extensas que la mano extiende como un don: leve llama entre sonidos. Se sabe qué es amor y aqui se funda, en la línea difícil, en la dócil veladura, en la rápida paleta que, antes del aire, fue poema en los labios: como flor duplicada en los reflejos, como memoria de un jardín vivido. Un jardín levantado por las aguas, blanca magnolia y diapasón de lirio; un jardín penetrado por la tierra que huela a siembra de metal; un breve campo de fruta y fruto de nostalgia -no la penetración de la memoria: el afán de más luz y su promesa-.


Promesa, siempre: No pasión, sosiego hombres, pájaros buscan y jazmines y el agua misma, cuyo vuelo es pálpito de luz, de gozo, de esperanza abierta entre las arboledas de los sueños, por los ramajes de la noche pura. Promesas, siempre: Y en el negro puro -antes fue muerte o llanto o su vacío-, late una voz que dice al orden: Crece; nace una voz que dice al ritmo: Expándete; vive una voz que dice al mundo: Vive; vive una voz que da a la voz respuestas.

Poema del libro “Un girasol flotante” Premio Nacional de Poesía 2012

Antonio Carvajal Milena Participó en los III Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 10 de mayo de 2012 con ”Cómo leer en público”


VIDAS DE POETA (a Charly y Claudine)

Al atardecer deambulábamos pobres por el centro de la ciudad, en busca de unas monedas. Tú te sentabas como un mimo en una esquina con los pies cruzados y descalzos, unos pies que yo amaba como amo el jazz. Cuando salían los jóvenes de la Universidad se paraban a hablar contigo, y yo, como el personaje de una tragedia, atravesaba la plaza recitando unos versos, que eran como mis pensamientos (rosas contra la guerra) Escribía un poema a tus pies y a tus pechos, mi única almohada en las noches más frías. Las nubes eran el techo de nuestro dormitorio y, una vez al año, las pintábamos de azul, azul como el color de tus pies y de las palabras más tiernas. El perfil de algunos dibujos perdidos. En las esquinas municipales de nuestra casa y nuestro armario sin fondo guardábamos la infancia y un retrato de tus padres.


A veces llorábamos, sobre todo al anochecer, cuando nos repartíamos la comida y la cerveza; desvaneciéndonos como las últimas luces, como una postal nunca enviada. Tú me ponías una corona en la frente de laurel o de esparto, me desnudabas y tocabas mi pene como un arpa. Tal vez Dios esté en la música -decíasBorracho yo regresaba al solar donde estuvo mi casa alguna vez y buscaba restos, ventanas que ya no estaban y la luz y el eco de las viejas canciones. Yo me reía de tu trasero sin carne ya que se me escabullía entre las manos intentando abrazarte y entrar dentro de ti, como cuando entrábamos en la catedral. El frescor de tus huesos me volvía melancólico y yo buscaba entre tus piernas el calor y los últimos poemas.

Ginés E. Sánchez Participó en los IV Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 21 de marzo de 2013 con “Retratos sobre soportes rotos”


Mi tercer novio, el que más quise, me desea “todo lo mejor” cada Año Nuevo. Con qué agargantamiento yo esperaba no hace tanto su esemese, como un haiku sin vocales destinado a volar desde su dedo a mis pupilas. Con qué aire, con qué satelital desplome me pitaba la sorpresa en el bolsillo Ahora mis palabras, tan pulgares, le devuelven prosperidad cívicamente. Pero omito, cuidadosa, escribir deseo, teclear su nombre, decir feliz. No sea que me acuse en su agudeza de una intención sutil como agravante o, aún peor, de alevosía literal. (inédito)

Mi último deseo de superficie fue boca que llevase el aire a mi garganta. Por entonces ya se adivinaba el pulmón inútil, derroche interminable de alveolos, redrojo inspirador y prescindible. En esos días, hubiese yo cambiado mano en aleta, bronquio por branquia, y en escamas la disciplina seca de esta piel. Y, sin embargo, habitante invertebrado en los dominios de un mar desorbitado que giraba, trazabas mi destino de abandono, de pecio y de deriva, encalladura, orilla y secadero de mi almohada. (de Zoología marina, vertebrados terrestres, 2006)

Ana Delgado Cortés


Mi último amante remonta el vuelo de la falda de una rubia. Ella no sabe de estratosferas, pero en sus aires de mujer diez él planea -intuyo que planea futuros inmediatos-, mientras yo, cada domingo, me descoyunto al doblar las sábanas a solas porque no me da de sí la envergadura de estas alas que no vuelan los días pares.

El hombre que me muerde no muerde en mí la carne, el pecho, el labio. El hombre que me muerde muerde de mí el instante y sólo permanezco por su boca. (Incluidos en el libro “Poemas del amor sumiso”, Torremozas, 2008. Premio Carmen Conde)

Ana Delgado Cortés Participó en los IV Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 18 de abril de 2013 con “La creación poética. Viaje desde la inspiración hasta el papel”


ANTE “MUJER HACIENDO UNA PIZZA”, DE EDWARD HOPPER Querría comenzar este poema, pero, lo sé, no tengo gran cosa que decir. Porque, cómo lo diría, todo cuanto ha de caber en él debiera ser tan leve como tú, mientras mezclas harina y agua para hacer una pizza, esa manera tuya de saber que estás, que eres, desnuda desde dentro y desde fuera, ese estar conforme contigo y con las cosas, con la harina y con las gambas, por ejemplo, con la miel que dejas derramar sobre la masa, con ese mancharte de las cosas, con ese hacer que las cosas vivan y sean vivas en tus dedos, y querría escribir este poema tan desnudo como tú, mezclando harina y agua, alcaparras, miel, y no pedirle nada más al mundo, sino ser consciente de mí mismo en este instante, saber que el tiempo existe mientras escribo este poema, que existes tú mientras mezclo todas estas cosas, y tomar en mis manos miel y letras y harina y alcaparras y saber que la vida, toda vida, cabe en esto, en una mujer desnuda escribiendo un poema, en unos dedos que nunca se cansan de ser dedos, en la harina de estas letras torpes manchadas de dedos y de vida.

CAMPO DE ROJAS AMAPOLAS (MONET) ¿Has pisado alguna vez un campo de rojas amapolas, alguna vez has estado a punto de ahogarte en lo rojo y luego has renacido y batiendo tus alas supiste que el cielo era tu cuerpo y era tu cuerpo cada árbol, cada rayo que restallaba en el aire? Amigo, todo eso he sido yo, todo eso he hecho yo y puedo asegurarte que no hay destino en el mundo, razón en el mundo, dios en el mundo, a quien yo envidie, de quien hoy me esconda. Busco mi sitio en la altura, trato de hacerme al barro, y seguir esperando que amanezca cada día y seguiré, seguiré ungido a esa esperanza, pues quien alguna vez pisó un campo de rojas amapolas no puede volver con las manos vacías y el sol, el recuerdo del sol, ya siempre lo acompaña. Manuel Moya Participó en los IV Encuentros Literarios de la Universidad Popular de Almansa, el jueves 9 de mayo de 2013 con “Microrrelato. El género del K.O.



página Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Aprendiendo juntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Cuentitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Seguimos narrando . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Hacia la poesía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29


Este cuaderno se ha hecho realidad gracias a los 30 a単os de latido cultural de la Universidad Popular de Almansa 7 de junio de 2013




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