La Cultura Popular como eje conceptual para el proyecto Casa Cultural Cronopia, una casa muy popular

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La Cultura Popular como eje conceptual para el proyecto Casa Cultural Cronopia, una casa muy popular Plantear a la Cultura Popular como eje conceptual de un proyecto de Casa de la Cultura, pareciera asumir una posición natural en cualquiera de estos escenarios entre cuyos objetivos aparenta estar el apoyar las dinámicas artísticas, culturales y patrimoniales de territorios tan populares como lo son las localidades. Sin embargo, no hay que hacer un análisis muy profundo para evidenciar los retos que implica esta idea: surgen preguntas como ¿qué es cultura popular? Y si existe en realidad una cultura popular ¿cuál es la otra cultura y cuál es la relación entre ambas? ¿Es posible hablar de cultura popular o sería mejor plantearlo como culturas populares? ¿Se identifica necesaria e inmediatamente con la tradición o el folklor? ¿Es lo mismo que la cultura de masas? Además ¿cuáles son las implicaciones del manejo del concepto en un contexto tan específico como una Casa de la Cultura? Desde luego es imposible dar una respuesta satisfactoria a este gran número de preguntas desde el objetivo que nos atañe. Sin embargo, creo importante desde cualquier perspectiva de trabajo que proponga una Casa de la Cultura hacer un análisis a conciencia del abordaje a un concepto determinado. En este sentido estas páginas pretenden trabajar el tema desde tres momentos fundamentales, no sólo para el análisis del concepto, sino también para su aplicación práctica en las posibles dinámicas de una Casa de la Cultura. En un primer momento se hará una exploración de aproximaciones teóricas a la Cultura Popular, para desde ella observar un panorama del terreno que estamos pisando; luego, se dará una definición que servirá para guiar el trabajo posterior, es de aclarar que dicha definición no pretende zanjar la discusión acerca de la cultura popular, sino llegar a un concepto utilizable en el marco de una Casa de la Cultura; una vez dada una definición, se abordarán las implicaciones de asumir este concepto en el contexto de las Casas de la Cultura; por último se llegarán a algunas conclusiones que pretenderán marcar interrogantes para continuar en la discusión sobre el tema. Para tener un aproximación certera a las discusiones académicas en torno a la cultura popular es necesario entenderla como parte de una tensión mucho más compleja como lo es la lucha de clases sociales, donde se hace evidente la pugna continua entre dos polos aparentemente irreconciliables el dominante o hegemónico y el dominado o popular. Desde una primera mirada inocente la cultura dominante puede definirse como aquella que disfruta la gente educada. Sin embargo, no es sólo esto, para Pierre Bordieu la Cultura dominante no pretende solamente disfrutar las prácticas que son propias, sino además imponerlas a las otras clases sociales como legítimas, excluyendo así dinámicas culturales más cercanas. Es así que las clases dominantes están en un continuo interés reformista en la búsqueda de la homogenización de las prácticas culturales del pueblo, respondiendo a un interés propio del capitalismo, que requiere esta supuesta equidad para generar productos que satisfagan las necesidades de mercado. A la larga, es la cultura dominante la que acuña el concepto de cultura popular, “… popular lo que proviene del pueblo, aunque previamente depurado y seleccionado por los


anticuarios, coleccionistas o el “buen gusto” de las élites.” 1. Lo que plantea un punto de discusión más, ¿hasta qué punto la mera denominación no implica una estructura jerárquica que implica un concepto de legitimidad planteado desde la Cultura Dominante? Esta tesis se fortalece si se examina lo que Chartier llama la doble evolución de la “Cultura pública” 2 “Una doble evolución lleva de la "cultura pública compartida" a la "cultura bifurcada". Por un lado, un proceso de sustracción que asigna a las prácticas culturales un valor distintivo tanto más fuerte cuanto menos divididas están ellas; por el otro, un proceso de descalificación-exclusión que expulsa lejos de la cultura sacralizada y canonizada las obras, los objetos, las formas de diversión populares.” 3 Pero el afán de dominación propio de las élites no sólo se limita a la exclusión, sino que a su vez como afirma Stuart Hall en sus Notas para la deconstrucción de lo popular cuando se refiere a la reorganización de la base capitalista de la industria “… Pero, de hecho, uno de sus efectos fue la reconstitución de las relaciones políticas y culturales entre las clases dominante y dominada: un cambio íntimamente relacionado con esa contención de la democracia popular sobre la que parece estar firmemente basada «nuestra democrática forma de vida» actual. Sus resultados siguen palpablemente entre nosotros: una prensa popular, más estridente y virulenta a medida que va gradualmente encogiéndose, organizada por el capital «para» las clases obreras; a pesar de ello, con raíces profundas e influyentes en la cultura y el lenguaje de «nosotros», de los «de abajo»; con la facultad de representar la clase ante sí misma en su forma más tradicionalista. Se trata de una parte de la historia de la «cultura popular» que bien merece que se la estudie…”4 Esto implica que la cultura dominante a su vez pretende generar productos culturales para el pueblo pretendiendo hacerlos asumir como propios, usando los lenguajes de las clases populares; es aquí donde entra en la discusión la cultura de masas como dinámica particular. Pero este tema se abordará más adelante. El otro extremo de la dicotomía es la misma Cultura Popular de la que se pueden encontrar tantas definiciones como autores que hayan reflexionado sobre la misma, sin embargo hay dos posiciones fuertes acerca de su caracterización que son explicitadas por Chartier en el texto antes mencionado: 1

Vázquez Valle, Irene, Introducción y Selección (1989), La cultura popular vista por las élites. (Antología de artículos publicados entre 1920 y 1952), México, UNAM 2 Cuando Chartier habla de la bifurcación de la cultura o la Cultura Pública Compartida cita a Lawrence W. Lavine así: "En todos los sectores de la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX la cultura americana sufría un proceso de fragmentación. . . Este se manifestaba en la relativa decadencia de la cultura para un público compartido, que en la segunda mitad del siglo XIX se fracturó en una serie de culturas que cada vez tenían menos puntos en común. Teatros, liceos, museos y auditorios que habían alojado a una gran combinación de gentes, experimentando una mezcla ecléctica de cultura expresiva, fueron filtrando progresivamente su clientela y sus programas y así, poco a poco, dejaron de encontrarse audiencias que traspasaban el muro socioeconórnico y disfrutaban de una cultura expresiva que mezclaba elementos de lo que llamamos hoy alta, baja y cultura folklórica" 3 Roger Chartier, Cultura Popular, Retorno a un concepto Historiográfico, MANUSCRITS, no 12, Gener 1994, pags. 43-62 4 Stuart Hall, Notas sobre la desconstrucción de «lo popular». Publicado en SAMUEL, Ralph (ed.). Historia popular y teoría socialista, Crítica, Barcelona, 1984


“El primero, deseoso de abolir cualquier forma de etnocentrismo cultural, concebía la cultura popular como un sistema simbólico coherente y autónomo, que funcionaba según una lógica absolutamente extraña e irreductible a la de la cultura literaria. El segundo, ávido de remarcar la existencia de las relaciones de dominación que organizan el mundo social, percibía la cultura popular en sus dependencias y sus carencias en relación a la cultura de las clases dominantes. Tenemos por un lado, así, una cultura popular que constituye un mundo aparte, cerrado en sí mismo, independiente. Por el otro, una cultura popular enteramente definida por la distancia a una legitimidad cultural de la que estaba privada.” 5 Sin embargo, ambos postulados obvian un principio importante para la comprensión de cualquier fenómeno cultural: su complejidad, las posibilidades de hibridismo, la multiculturalidad que caracteriza a cualquier nación latinoamericana. Por lo cual es importante tener en cuenta algunas premisas trascendentales para entender la Cultura Popular y para aplicarla coherentemente en las dinámicas que como Casa de la Cultura se deben asumir. En primer lugar creo importante tener en cuenta varios avances metodológicos y teóricos que pueden guiar la discusión y el trabajo de la Casa de la Cultura, de los que habla Néstor García Canclini 1. La constatación de que la diversidad cultural de formas de producir y reproducir, de imaginar y soñar, de nacer, vivir y morir inventadas en el largo tiempo histórico, existen hoy en una relación conflictiva con la forma capitalista que cuenta con varios siglos de existencia y que adquiere múltiples modalidades de actualización. 2. La necesaria discusión del término “cultura” y su uso para comprender la manera en que se produce y reproduce lo social. 3. La necesidad de una estrategia de estudio capaz de abarcar la producción, circulación y consumo de los objetos, expresiones y prácticas culturales. 4. Pensar la cultura como un instrumento para comprender, reproducir y transformar el sistema social, para elaborar y construir la hegemonía de cada clase. 5. En este sentido, las culturas populares (más que la cultura popular como totalidad abstracta) son el resultado de una apropiación desigual del capital cultural, de la elaboración propia de sus condiciones de vida y de la interacción conflictiva con los sectores hegemónicos. 6. Las culturas populares se constituyen en dos espacios: a) las prácticas laborales, familiares, comunicacionales y de todo tipo con que el sistema capitalista organiza la vida de todos sus miembros; b) las prácticas y formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí mismos, para concebir y manifestar su realidad, su lugar subordinado en la producción, la circulación y el consumo. 6 5 6

Op. Cit. 3 García Canclini, Néstor (1982), Las culturas populares en el capitalismo, México, Nueva Imagen


Ahora se hará especial énfasis en tres de las consideraciones influyentes en un proceso como el que se realiza desde las Casas de la Cultura. El primero que es inherente al mismo ser de las Casas de la Cultura y es entender la cultura como un elemento transformador de la sociedad y en este sentido de vehículo de divulgación y construcción ideológica. Otro elemento fundamental es entender la Cultura Popular en medio de un pugna entre lo creado por el pueblo, lo generado por las élites para el mismo y lo denominado la Gran Tradición Cultural. Por último la diversidad de las formas y cómo estas viven en un continuo conflicto. En este punto entra un elemento importante para la forma de abordar el trabajo; el concepto de apropiación, tal como lo asume Roger Chartier. Afirmar que la cultura popular es todo lo que consume el pueblo de manera indiferenciada, en palabras de Stuart Hall 7, sería asumir que las clases populares son una fuerza puramente pasiva habitada por tontos culturales que no tienen la capacidad más que de consumir inconscientemente todo lo que les ofrecen. Aquí es donde el concepto de apropiación entra como un elemento importante en la definición de cultura popular: “…La reformulación del concepto de apropiación que propongo, que acentúa los usos plurales y las comprensiones diversas, (…). Esto tiene relación también con el significado que los hermenéuticos daban a la apropiación, identificada con el proceso (postulado como universal) de la interpretación. Bajo mi perspectiva, la apropiación en realidad concierne a una historia social de los varios usos (que no son necesariamente interpretaciones) de discursos y modelos, volviendo a sus determinantes fundamentales e instalándolos en las prácticas específicas que los producen.” 8 En este sentido para Chartier entra a jugar un papel determinante la lectura quien cita a su vez a Michel de Certeau: "La lectura (de la imagen o del texto) parece constituir el punto máximo de la pasividad que caracteriza al consumidor, constituido observador (troglodita o itinerante) en una 'sociedad del espectáculo'. De hecho y contrariamente a lo anterior, la actividad lectora presenta todos los rasgos de una producción silenciosa: divagación a través de las páginas, metamorfosis del texto por el ojo viajero, improvisación y expectativa de significados inducidos de algunas palabras, encabalgamiento de espacios escritos, danza efímera. . . [El lector] insinúa las astucias del placer y de una reapropiación del texto del otro: caza en él furtivamente, es transportado, se hace en él plural como los ruidos del cuerpo".9 De esta manera se puede arriesgar la hipótesis de que la lectura es la principal forma de apropiación de las dinámicas culturales, entendiendo desde luego que no existe una lectura inocente sino, como afirma Umberto Eco, siempre está mediada por estructuras ideológicas particulares, por contextos históricos, sociales, culturales y económicos y por las enciclopedias personales de cada lector. Esta hipótesis lleva a su vez a pensar que el pueblo no es un ente de recepción pasiva, sino que desde sus características particulares da usos e interpretaciones 7

Op. Cit. 4 Op. Cit. 3 9 Ibid 8


variadas a aquello que se le ofrece, generando de una manera u otra (pasiva o activa) formas de resistencia a los modelos hegemónicos que se les pretende imponer. Antes de pasar a una definición como tal del concepto, es importante tener en cuenta cuál es el papel de la ciudad, como contexto inmediato de la Casa de la Cultura, en este ejercicio de lucha. Con este objetivo Héctor Rosales cita algunas premisas implícitas en el trabajo de Carlos Monsivais: “… Lo popular urbano debe contemplarse sin romanticismos, a partir del entramado que lo constituye: su fatalismo, su constitución por exclusión en condiciones de opresión, la conversión del sentido histórico en ubicación sentimental, la subordinación con respecto a la Iglesia y la autoridad, la copia directa o indirecta de las clases dominantes, así como los espacios de microlibertad: capacidad de resemantizar los mensajes de la industria cultural, la configuración de la cultura como sedimento de tradiciones y la negociación permanente con el deber ser que emana de las instituciones estatales, de la vida laboral y de la represión sexual. La ciudad es una metáfora viva de los vínculos entre el Estado y el capital. En su territorio se puede percibir de qué manera el poder muta, concede, define y aprovecha lo popular. Es justamente en esta zona donde se produce la transformación de popular en cultura urbana, la cual surge como espacio generado por los modos operativos del capitalismo y las respuestas que se da a esta sujeción. De esta manera Monsiváis pone en el centro de la escena a la ciudad capitalista como el dispositivo que diseña, moldea, reprime o posibilita opciones. Es el escenario donde las clases subalternas y los sujetos populares casi siempre llevan las de perder. Lo que prevalece es la cultura de la necesidad…”10 Hacia una definición Todo lo anterior es para dar una mirada panorámica a las discusiones académicas en torno al concepto, ahora se dará una definición que no pretende ser original o zanjar las discusiones en torno al concepto, sino meramente ser de utilidad para el trabajo de la Casa de la Cultura en la práctica de las propuestas culturales que se plantean desde allí. En primer lugar como lo afirman los teóricos hay que entender el concepto desde una visión plural, es decir, hay que hablar de culturas populares, entendiéndolas de la diversidad como eje inicial del trabajo; lo que lo hace, a su vez un concepto en continua evolución, no se puede entender que las cultura populares son mero tradicionalismo mal entendido ya que como afirma Heidegger acerca del concepto que impera de tradición: “…La tradición, que así viene a imperar, hace inmediata y regularmente los que ‘transmite’ tan poco accesible que más bien lo encubre. Considera lo tradicional como comprensible de suyo y 10

Héctor Rosales. Cultura popular. Definiciones y acciones. Publicado en CULTURAS POPULARES E INDÍGENAS, Diálogos en la acción primera etapa, 2004


obstruye el acceso a las ‘fuentes’ originales de que se bebieron, por modo genuino en parte, los conceptos y categorías transmitidos. La tradición llega a hacer olvidar totalmente tal origen. Desarrolla el sentimiento de que no se ha menester ni siquiera la necesidad de semejante regreso. La tradición arranca la historicidad del ‘ser ahí’…” 11 Entonces, para los objetivos de este documento, Las culturas populares deben entenderse como un campo en continua evolución en donde se pueden encontrar varias formas de existencia de las mismas, que no significan categorías sino que están propensas a continuos hibridismos, mezclas encuentros y conflictos, haciendo del concepto algo complejo y multiforme. Sin embargo, para asumir más fácilmente el concepto se propone tenerlo en cuenta desde dos visiones que, insisto no son categorías y que pueden presentar hibridaciones. Por un lado están las producciones del pueblo, que pese a que no son completamente autónomas ya que se alimentan de formas de las culturas dominantes, asumen una posición de solidaridad con las clases populares y expresan sentires demarcados histórica y socialmente. En esta visión podrían aparecer el mismo folklor o las expresiones culturales étnicas que aunque en sus génesis se alimentarán de culturas dominantes ahora extintas, con el tiempo ha llevado un proceso de transformación que les ha permitidos volverlas propias. Otra forma de existencia es la que se da por la apropiación de prácticas y dinámicas culturales aparentemente impuestas por las élites mediante la cultura de masas; esta apropiación se da desde la interpretación y el uso particular que le dan las clases populares a estas práctica y dinámicas generando formas propias, la mayoría de veces lejanas de las intenciones iniciales del productor. Aquí podrían encontrarse expresiones muy propias de la urbe como lo son las tribus urbanas, los programas de televisión, la publicidad, la cultura de masas en general. En este punto es que hay que asumir una posición fuerte para dar especial importancia a la interpretación (lectura) como forma de apropiarse de estos elementos y así darles un uso particular, preferiblemente lejano de las dinámicas del mercado. Implicaciones del Concepto para la Casa de la Cultura Una de las implicaciones más importantes de asumir es el cambiar la perspectiva que se tiene, en ocasiones, de la existencia de una Gran Tradición, en pocas palabras, romper el estigma del valor de una expresión cultural según se grado de elaboración estética. Esto significa cambiar el foco de atención de los artistas, como siempre se ha tenido, hacia la comunidad en general; entender que si bien los artistas son elementos trascendentales en el ejercicio de transformación social que se pretende lograr, es la comunidad, aquel que aún no se ha sensibilizado la población objetivo de una Casa de la Cultura. Durante muchos años las políticas de apoyo a las expresiones artísticas y culturales han concentrado un 80% de su esfuerzo en estimular artistas para que generen sus creaciones, mientras lo que se ofrece para que tenga impacto en la comunidad no tiene el seguimiento 11

Heidegger, Martin. El Ser y el Tiempo; trad. De José Gaos -2° ed.- México. Fondo de Cultura Económica 1971. Pp 31-32


necesario, sino que se concentra el buen manejo del recurso público sin darse cuenta siquiera del proceso; permitiendo así que se repitan los mismos proyectos una y otra vez sin generar resultados evidentes en comunidad. Cómo se fortalecerá política y socialmente el sector en Bogotá, si se sigue considerando como en siglos pasados al artista, una minoría, como un alma inmaculada necesitada de un Mecenas y al pueblo como el vulgo ignorante al que con dificultad se le ofrecen creaciones y productos culturales que no están en la capacidad de apreciar y entender. Otra de las implicaciones es el entender que Las Culturas populares no se restringen al folklor o la tradición nacionalista, sino que siempre están en continua transformación y generan formas de representación siempre distintas dependiendo el contexto histórico y social de la comunidad. Es importante entender que en el contexto bogotano dinámicas culturales como las tribus urbanas, la televisión, la música popular para todas las edades, entre otras son formas de Cultura popular que pueden ser abordadas convirtiendo el concepto de Apropiación de Chartier como un elemento indispensable en el trabajo. Entender cómo las relaciones de poder entre las clases sociales definen las expresiones culturales, tanto populares como no, es un ejercicio trascendental para no limitar ya sean los talleres, la programación o las demás actividades al mero aprendizaje de la técnica o el disfrute de espectáculos, sino contextualizarlo en el escenario real de esta ciudad con sus características particulares. Permitir la entrada de otras formas y dinámicas culturales como las generadas en la cultura de masas, encierra para la Casa de la Cultura un reto muy importante. Tiene que ver con generar en los beneficiarios del proyecto una perspectiva crítica frente a estas dinámicas, no para que las eliminen de su vida diarias sino para que a partir del ejercicio de lectura-interpretaciónapropiación sean capaces de generar sus propias conclusiones frente a estos. Así mismo no podemos negar que algunas producciones de la cultura de masas son algo más que entretenimiento (probablemente difieren del objetivo de sus emisores) y en consecuencia no se debe satanizar su existencia o su disfrute. Para ya finalizar estas páginas quisiera dejar un par de conclusiones para el trabajo en la Casa de la Cultura y algunas preguntas que espero que sean pensadas durante el desarrollo del trabajo en la Casa de la Cultura. La primera conclusión es la necesidad de darle un papel importante a la base conceptual de cualquier proyecto mediante la reflexión y la discusión de los elementos de cada postura teórica. Todo esto en todos los momentos de existencia de un proyecto, formulación, pilotaje, ejecución y evaluación. En segundo lugar quiero resaltar la importancia de ser coherentes con el eje conceptual dado, para así llevar un ejercicio evaluable y que deje más o menos claro los impactos que pretende y logró. Ahora una preguntas a resolver con el transcurso del proyecto ¿cómo entienden los miembros de la comunidad las culturas populares? ¿cómo abordar esas relaciones de poder con públicos como los niños? ¿de qué manera sensibilizar frente al concepto a adultos que sólo pretenden venir a


aprender una técnica? ¿Cómo medir los impactos del trabajo en torno a los objetivos que nos planteamos?


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