Puentegenave

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Presenta: Rufino Gomera L贸pez



Señora Concejala del Excelentísimo Ayuntamiento de Puente de Génave, Señor Presidente de la Casa de Jaén en Córdoba, Distinguidas autoridades, Componentes de la Junta Directiva, Hombres y mujeres de Puente de Génave, Grupo Folklórico “Fuente Vieja”, Asociados y asociadas de nuestra Casa, Amigos y amigas: En primer lugar he de felicitar a un Socio muy querido, puenteño por cierto, por haber sido recibido no hace muchos días por su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia; me refiero a Plácido Pascual Avilés. Así mismo nos llena de alegría el tener con nosotros, una vez restablecida su salud, a nuestro querido amigo y tesorero de la Casa, José Miguel del Sol. Hoy celebramos el octavo aniversario de la fundación de nuestra Casa en la ciudad de Córdoba, es por tanto nuestro Día Institucional. Soy un río. Voy bajando por las piedras anchas, voy bajando por las rocas duras, por el sendero dibujado por el viento. Soy un río, un río cristalino en la mañana. A veces soy tierno y bondadoso, me deslizo suavemente por los valles fértiles, doy de beber miles de veces al ganado, a la gente dócil.

El Puente Mocho en el río Guadalimar


Los niños se me acercan de día, y de noche trémulos amantes apoyan sus ojos en los míos y hunden sus brazos en la oscura claridad de mis aguas fantasmales.

Allí está el RÍO, el que nomina a pueblos y villas desde Alcaraz hasta Baeza, dando más vida al Guadalquivir. El río bermejo de los musulmanes, el “colorao”, para los del lugar. EL RÍO GUADALIMAR, el de los hombre primitivos, de los íberos, de los cartagineses y romanos, de las tribus beréberes y almohades, de los reconquistadores cristianos venidos de Castilla, de Navarra, de Aragón y de la Vasconia, de los repudiados invasores franceses…, el que contemplaran místicos y poetas, sustento y vida para los hombres de aquellas tierras.


Luego el RÍO se hizo PUENTE, el romano, el de un solo ojo, bien temprano en el tiempo, en el siglo I. Durante 1900 años nos apañamos con él, hasta que a alguien se le ocurrió que se hiciera uno nuevo con más ojos, más anchura y más seguro para cubrir las necesidades de los nuevos tiempos. Y ahí están los dos, viendo pasar el agua y el tiempo, dando con mucho orgullo y honor el nombre a un pueblo noble: EL PUENTE.

Los dos puentes. En primer lugar el puente romano

Por la vías se llega, por el puente se pasa y por La Puerta se entra en la sierra. Pero antes de la sierra, son los olivos.


Los verdes escuadrones legionarios bordados en las lomas de mi tierra, con ramas en lugar de armas de guerra, nos vierten los aceites centenarios. De allĂĄ de oriente son originarios como el sol que da vida a nuestra sierra. Y este olivo amaestrado es el que encierra las esencias y paga los salarios. PacĂ­ficos, humildes, uniformes, nobles y pulcros de gentil aseo, en otoĂąo sazonan su convite Y en invierno se quedan tan conformes, despuĂŠs de recibir el cruel vareo, con soltar los aromas de su aceite.


En El Puente hubo posada y fonda: Morilleros, hornilleros, chalanes y tratantes, pineros, aserradores, pastores, ganaderos, yunteros, porqueros,, gañanes, traperos, enlañadores (¡Se arregla la porcelana y la lata… laño los lebrillos!), carreros, muleros, cisqueros, hacheros, capaores, recoveros, matarifes, curanderos, esparteros, talabarteros, esquilaores, aladreros, pegueros, alimañeros, esencieros, seteros, caleros… daban vida a la sierra y a la posada.

Rebaño camino del pueblo


- Santiago, deja las mulas en la cuadra y ven a tomar un trago pa quitarnos las aburriciones. Y si acerrean las bestias que les quiten las albardas y las angarillas, y que les apañen un celemín de habas.

- ¿Qué vamos a aperitivear, hermano Francisco? -Que nos arrimen dos calimochos de vino de pellejo, unos guíscanos asaos, que es época. -Pero cosa rápida, vayamos a aparranarnos, nos alimonemos, y quedemos hechos unos tasajos.


En la puerta de la posada, que daba a la carretera, paraba el “correo” que, desde Siles, hacía recorrido hasta Jaén y Granada.

El “correo” era un autobús viejo, descolorido, con desconchones y abolladuras sobre los guardabarros, de baca ancha y larga, con pretil en su perímetro, que servía de apoyo a los equipajes. Por dentro, asientos de gutapercha raída y transportines de sube y baja para el uso de los más rezagados.

El bar del Pintor servía café, licores y bebidas calientes. Una mezcla de olor de anís dulzón, la del estimulante café y la del humo del tabaco “verde” caldeaba el ambiente; allí se prodigaban gentes de petaca y barja.


- ¡Buenos días, hermano Andrés! - ¡Que les sean buenos, hermano Justo! - ¿Qué le trae por aquí - Pues que vengo de Siles y voy al médico de Villanueva a que me vean el pecho, que llevo ya más de una semana amoquillao, y he tenido un amago de dolor en la boca del estómago. - Bueno, pues que te cuides y no sea na lo del ojo…

- ¡Hombre, el hermano Antonio! ¿A dónde vas? - No…, vengo de Albacete, de estar con una de mis hijas, y ya tengo ganas de llegar al Tranco. Quédate con Dios y da recuerdos a la Josefa, El correo se puso en marcha emitiendo unos ruidos entrecortados y dejado atrás un chorro de humo mientras enfilaba la carretera, camino de Beas.


La “Tía Isabel”, a la que apodaban “la novia”, lucía moño bajo con redecilla y bestía bata oscura, cubriendo su espalda con una toca de lanilla, abrochada al pecho con un imperdible y dejada caer sobre sus hombros. Un mandil de a cuadros grises y blancos, peto y dos grandes bolsillos amarraba a su cintura, y del amarre pendía una hermosa parella de rayas rojas y azules para el secado de las manos. Las mangas muy remangadas, hasta bien subidos los codos, y las manos más limpias que un jaspe, dominaba los bodrios sobre la artesa de pino de un solo cuerpo y otra, más pequeña, que cubría con cernaderos para no cagarle la moscarda. Las casas de la calle Arroyo, cercanas a la plaza de la iglesia, humeaban por sus chimeneas desprendiendo un agradable olor a troncos de olivo quemados, mezclado con el de la cebolla cocida. “Por San Andrés que cada cual mate su res, chica, grande o como es”


Cercana a la plaza, la tienda de ultramarinos lucía sus dos puertas de cristales a modo de postigos flanqueadas por un saco de pulpa y otro de garbanzos, sobre los que descansaban unas barricas de sardinas “encubás”. El tendero, que protegía su chaqueta de pana y sus pantalones de franela con un guardapolvo de color beig oscuro y portaba lápiz Joan Sindel en el bolsillo superior, atendía al personal.

En el mostrador de madera noble, y brillante por el uso, la bomba de manivela para el aceite a granel, una balanza de doble plato con pesas de medida, la ancha cuchilla a modo de guillotina para cortar el bacalao, y los ordenados en estrato papeles de estraza para los envoltorios. En la estantería, frascos de crital dejaban ver la pimienta, la canela, la matalauva, los cominos, el orégano, el pimentón y el azafrán en hebra, mientras del techo pedían dos grandes ristras de ajos y tres guirnaldas de pimientos secos choriceros. En la trastienda, dos toneles de gran volumen contenían los mazos de tripas dispuestas para el embutido.


De nuevo el río se hace protagonista, y en esta ocasión, por el lavado de tripas y mondongos con jabón deshecho, tomates verdes, sal y vinagre. “Hay tres días en el año que se llena bien la panza: Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza”. Mientras, en la “Casamatanza”, la lumbre encendida, los calderos humeantes, las varas dispuestas en los respaldos de las sillas, los ganchos preparados, las badilás de ascuas a los braseros, risas y carcajadas a cuenta el palique picante de las matanceras, y de vez en cuando el adagio de un mocetón a la mujer pretendida. Es medio día, ya se ha preparado el “ajo pringue”, el chichoteo y la probada de los bodrios. Corre de boca en boca, y de trago en trago, el porrón de vino de pellejo. Se echa la tarde…

Por la noche el guisao de caparazón de pollo y pavo y la ensalada de melón con granos de graná. Flores y roscos fritos aportan solidez a la mistela, al anís y al aguardiente carrasqueño… - No andéis adorreando… y a la cama, que mañana será otro día; y Dios quiera que pasen una buena noche.


Con un extraño carro, y procedente de tierras muy lejanas bañadas por el mar y cubiertas por densas nieblas, lugares de leyendas y peregrinaje, el afilador, por vísperas de San Martín, acudía fiel a su cita de todos los años con reclamo musical soplando en ida y vuelta los diez orificios de su instrumento. Cercano a la puerta de la iglesia de San Isidro, la que da a la plaza, se oía una voz pregonera anunciando productos venidos de la Mancha. El manchego vestía blusa de color gris oscuro, plisada y larga hasta los cuadriles, cubriendo parte de su pantalón de pana, calzaba alpargatas esparteñas con cintas negras de sujeción, y portaba doble alforja, una por hombro, colmadas de quesos. Para ambas manos, dos grandes latas: una de miel y otra de especias. - ¡Queso manchegooooo! ¡A la rica miel¡


El Puente de Génave es un pueblo vivo donde abunda el arte, la cultura, el sentimiento, las tradiciones y lo festivo. Estremece el silencio en la noche de Viernes Santo del paso de Cristo Crucificado, que en su caminar lento y en contraluz refleja su silueta sobre el Puente Viejo. Y conmueve el Cristo Yacente en urna de cristal, portado en parigüelas con solemnidad callada.

¿A dónde mira el gato? Arte al aire libre, ejemplo a seguir por otros pueblos. Siempre me impresionó, por su originalidad, el edificio emblemático del Puente, en donde se ubicó en tiempos la Caja de Ahorros de Ronda, hoy Unicaja, punto de partida del viaje de aquellos agraciados a veranear a la Colonia Infantil de Sabinillas. Catalogado como arte Kitsch, más me parece daliniano. (No vamos a discutir)


El Puente es fiesta cada 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, patrono del pueblo, como lo es otros 70 pueblos y ciudades de España y de más de 25 hispanoamericanas.

Saltar las vaquillas, y que no falte el fritao al estilo “Cañamorales”.


Nuestra sierra ha sido un continuo ir y venir. Desde los propios pastores que de la alta montaña bajaban por invierno en busca de los pastos de Sierra Morena, conduciendo los hatos de ovejas segureñas, cabras negras serranas y blancas celtibéricas, pasando noches al raso o buscando los “descansaeros”, hasta los porqueros, muleros y yunteros que de feria en feria exponían los animales y vendían al mejor postor.

Y los aceituneros que, en cuadrillas, recorrían las “cortijás” hasta cumplir la temporada que tocaba su fin con el “remate”, en donde la cuerva, la gloria y la mistela elevaban ánimos y deseos.


Durante un milenio nuestros hombres cortaron, condujeron, reflotaron, navegaron tierra adentro y tierra afuera barcas elementales de pinopino, de tronco-tronco, sin velas ni artificios, sin remos, con el gancho de vara de avellano de doble punta como único timón, esparteñas tejidas, boina y el corazón cosido a las costillas para que no se saliera por la boca.

No eran personas de mundo chico, de ámbito mezquino. Salieron al mundo, que era 500 kilómetros de río, con sus carretas y sus bestias, con sus mujeres y sus hijos, haciendo equilibrios en sus carabelas de troncos espumosos. Salieron al mar, llegaron a la desembocadura, cerca del confín. Serranos marineros, quijotes madereros, cabalgando en sus pinos fluviales.


En la confluencia de los ríos Segura y Zumeta, en pleno corazón de la Sierra de Segura, sirva esta inscripción como homenaje a los pueblos de estas tierras y a los hombres y mujeres que viven en ellas: Villarrodrigo, Génave, Benatae, Torres de Albanchez, Siles, Orcera, La Puerta de Segura, Arroyo del Ojanco, Beas de Segura, Segura de la Sierra, Hornos de Segura, Santiago-Pontones y, cómo no, a Puente de Génave, protagonista en esta noche de aniversario de la Casa de Jaén en Córdoba. Muchas gracias. Tiene la palabra la Sra. Concejala del Ayuntamiento de Puente de Génave.

Córdoba. 29 de noviembre de 2013


www.casadejaencordoba.com


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