Recuerdos y añoranzas 2

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r e c u e r d o s

y a Ñ o r a n z a s (Mini Historia de un pueblo)

Plácido Pascual Avilés

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2.010


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Dedicatoria

A mis paisanos de Puente de GĂŠnave Que vivieron en nuestro pueblo entre Los aĂąos 1.931-1950 (A los vivos y a los muertos)

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Índice

Preámbulo. ………………………………………………………………….. 7 RECUERDOS Y AÑORANZAS Capítulo I. El Pueblo. Vicente y Antonio. Su Nctº…………… 11 Capítulo II. La Escuela de D. Andrés. Los Juegos. El Pregonero. La Trilla……………………………. ….. 17 Capítulo III. La Escuela de D. Pedro. Los Tebeos. La Iglesia. Las Luminarias. Los Pineros…………… 26 Capítulo IV. El Gorrino de S. Antón. La Matanza. ……… ……. 34 Capítulo V. Las Festividades. Los Quintos. El muerto. La Alcancía. ……………………………………………………………. …….. 40 Capítulo VI. Haza Alta……………………………………………………… 57 Capítulo VII. El Final del Verano. La Excursión……………….. 71 Capítulo VIII. La Aceituna. Auxilio Social. ……………………………79 Epílogo. …………………………………………………………………………... 96 Documentos gráficos. …………………………………………………………98 El Premio. Cometarios al Libro. ………………………………………..106 LANZAROTE. Lanzarote. Presentación. ………………………………………………….125 Vacaciones. Día 8-11-10. La Isla. César Manrique…………… 127 Día 9-11-10. ……………………………………………………………………. 132 Día 10-11.10. La Cueva de los Verdes. Los Jameos del Agua. Alóe Vera. El Mirador del río. ………………………………….. 133 Día 11-11-10. Las tardes. …………………………………………………..139 Día 12-11-10. Timanfaya. ………………………………………………… 144 Día 13-11-10. Isla La Graciosa y archipiélago Chinijo. ………. 150 Día 14.11.10. Teguise. La Fundación César Manrique. El Jardín de los Cactus. …………………………………………………….. 153 Días 15 y 16 (11-10). Descanso y anécdotas. ……………….. … 159 Día 17-11-10- El Regreso. ……………………………………………… …. 161 Puntualizaciones. …………………………………………………………….. 162 Comentarios ajenos...…………………………………….………………… 163 Documentos Gráficos. …………………………………………………… …. 165 El Regreso. ………………………………………………………………………… 177

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CARTAS ABIERTAS. …………………………………………………………….. 178 Carta a Alfonso López Gutiérrez. …………………………………………. 180 Carta a Emilia Pascual. La Santa Biblia. ………………………………… 184 Carta a Jacinto. La Palabra. …………………………………………………..188 Carta a los Reyes Magos. ………………………………………………………191 Contestación de los Reyes Magos a Plácido. ………………………… 193 Carta a Papá. De mi nieta Begoña a su padre José Carlos……….196 Carta a los Quijotes: El Silencio de los Quijotes. …………………….197 HUMOR REAL. …………………………………………………………………… 211 D.N.I.……………………………………………………………………………………. 213 La Insolación. ……………………………………………………………………….. 220 El Liliputiense cordobés. ……………………………………………………….. 231 La Ley del Perol. ……………………………………………………………………..236 OTRO TEMAS COLATERALES. Luís García Berlanga. ………………………………………………………………238 Crítica literaria. ……………………………………………………………………… 241 Historia. ……………………………………………………………………………….. 248 Programa de la Asamblea XXIII de la Promoción. ………………….. 251 MILITARES La Patrona de Infantería en Toledo. ………………………………………. 261 El Concierto. ………………………………………………………………………….. 262 La Inmaculada Concepción: Patrona de Infantería. …………………..268 Comentarios. ………………………………………………………………………….. 280 Documentos gráficos. ……………………………………………………………… 281 José Carlos y Blanca Pascual. …………………………………………………… 285 Epílogo. ………………………………………………………………………………… 287

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preÁmbulo El día 1 de Abril de 1939 finalizó en España una guerra civil que había durado casi 3 años. La feroz contienda generó unas consecuencias que habían sido funestas para la economía, (3 años de guerra sin producción apenas al estar la mano de obra, los hombres, combatiendo en el frente de batalla, y solo generando gastos de armamento y munición, empeñándose hasta los ojos con las naciones que proveían a uno y otro bando), los edificios, ( casas habitables y habitadas, hospitales, museos, iglesias…) destruidos, el saqueo y la destrucción del patrimonio nacional y particular, expoliado o arrasado, pero de una forma muy importante había sido terrible sobre todo para las personas: Miles de muertos, otros tantos de heridos y mutilados dejaron a España en la más cruel de las miserias. Por supuesto que esta guerra no surgió por generación espontánea. Los cinco años anteriores al inicio de la guerra civil, España había vivido uno de los peores ciclos de su historia. La Segunda República, que tantas esperanzas despertó en muchísimos ciudadanos, fue un permanente enfrentamiento entre las facciones de distinta ideología achacable solo a los políticos que gobernaban como si la nación fuera para ellos una propiedad privada; luchas continuas y despiadadas, con amenazas de muerte incluidas en el Parlamento entre los diputados, llegando incluso al asesinato de un parlamentario de la oposición, José Calvo Sotelo; división ideológica de los partidos afines e incluso entre los propios partidos, el socialista; matanzas de campesinos por el mero hecho de ser anarquistas, ( ni prisioneros ni heridos, tiros a la barriga, Manuel Azaña dixit? en Casas Viejas, Cádiz) y desórdenes callejeros con enfrentamientos entre la Guardia de Asalto y el pueblo, ocasionando muchas veces heridos y muertos; el paro aumentó de una forma trágica; el hambre era la moneda corriente de cada día; las muertes en la calle, producto del enfrentamiento de unos y otros, se producían como los hechos más naturales; y la quema de conventos, iglesias, asesinato de clérigos, religiosos, en una nación que llevaba siglos viviendo y practicando una cultura cristiana, era la situación normal de la vida de cada día. Todo esto provocó que el 18 de Julio de 1936, los unos se levantaran contra los otros y se produjera la cruel y fratricida guerra. Por si esto fuera poco, una guerra mundial, la Segunda, se inició a los pocos meses de acabar la de España. Las potencias más poderosas del globo se enfrentaban entre sí. Una guerra cuyas consecuencias paga7


ron todos los países, pero de una forma especial España, ya que las únicas naciones que hubieran podido prestarle ayuda, fueron precisamente las perdedoras: Alemania e Italia. Al concluir la guerra mundial con la victoria de los aliados, (U.S.A., Reino Unido, Francia, Rusia, entre otros, como los más importantes), dejaron a España fuera de la cobertura de recuperación de las “consecuencias de la guerra”, con la ayuda del Plan Marshall, viéndose sola para lidiar el peor toro que salió de los chiqueros e iba a acabar con ella. España se vio frente a un terrible problema en la soledad más absoluta y el horizonte estaba preñado de negros nubarrones que, cuando “rompieran aguas,” se iba a ver anegada por el barro y la porquería que arrastrarían las riadas que se le vendrían encima. Cuando los hombres volvieron, los que volvieran, de la guerra y se incorporaron a sus casas y sus trabajos, debían cantar una canción que entre otros versos de la letra, terminaba diciendo: En España empieza a amanecer”. Pero la verdad es que ellos no sabían si aquella poca luz que se veía, pertenecía a un prometedor e incipiente día o era el comienzo de una noche llena de incertidumbre y de desastres lo que les esperaba. Los protagonistas de la historia que sigue, nacieron en 1940, al año de terminar la guerra. El tiempo que dura esta narración es de 10 años. Solo se ha pretendido ver lo que era España durante la primera década después de la ¿Victoria? del 1º de Abril de 1939. Y aunque aquí no se refleja nada más que unos minúsculos lugares de la geografía patria, Puente de Génave y un entorno no más alejado de 50 kilómetros de este pueblo, puede ser el reflejo de lo que pasaba en el resto de la nación. Los hechos están vistos desde la óptica personal que viven dos niños, Vicente y Antonio, a lo largo de sus diez primeros años de vida, en donde acaba el relato. Niños ajenos a la guerra, que ni la vieron ni la vivieron, aunque sí sufrieron las consecuencias, muchas muy amargas y otras, las menos, dulces, con toda la herencia que les había dejado su patria España, que acabó desquiciada por el trato que unos políticos, unos y otros políticos, “fabricaron” en los 10 años anteriores a su nacimiento. Dedicaré este relato a todos los habitantes que vivieron en Puente de Génave, mi pueblo, durante los años 1.931 a 1.950. ¿Por qué? La tragedia, aunque algo traía de años y gobiernos anteriores, empezó a forjarse el 14 de abril de 1931. Se lo dedico a todos los hombres de mi pueblo, entre los que se encuentra mi padre, que en plena juventud, empezaron a saborear el gusto amargo de la sangre con lo acontecido los 5 años siguientes. Que fue8


ron movilizados y llevados a una guerra en la que jugaron el papel de “extras” de aquella película; unos morían, otros terminaron mutilados y otros murieron quizás sin saber por qué. Y a los hombres que por edad o juventud no fueron movilizados para combatir. A los que eran mayores, a muchos los metieron en la cárcel sin juicio y sin sentencia, permaneciendo entre rejas los tres años de la contienda. (Mí tío Celedonio Avilés Hornos, con casi 80 años en 1936, toda la guerra, 3 años preso en Totana y muchos más podrían contarlo). Y a los hombres que quedaron en el pueblo, que sufrieron la incertidumbre del desenlace y el miedo a las consecuencias, dependiendo del bando ganador y perdedor, como así sucedió. Se lo dedico a todas las mujeres, entre las que se encuentra mi madre, que fueron el motor de las familias mientras mataban a sus maridos en el frente. Que lucharon para sacar a sus hijos, hermanos menores o padres mayores, de la hambruna que reinaba en España con escasos medios para paliar el hambre y las enfermedades. A todas las mujeres que sufrieron la impaciencia de la terminación del conflicto sin saber quiénes regresarían de sus familiares, esposos, hermanos, amigos… Que padecieron las penurias de aquella época belicista y fratricida. Y se lo quiero dedicar también a todos los niños, las víctimas más inocentes de aquella barbaridad, que colaboraron en lo que pudieron con sus madres sufriendo la privación de muchos recursos necesarios, para vivir de una forma digna. Y por último a todos en su conjunto. Cuando la guerra finalizó, unos, muy pocos, tuvieron que marchar al exilio temerosos de que los vencedores tomaran represalias por actos que habían cometido o no, pero se les achacaban a ellos. A los que murieron en uno u otro bando luchando y le decían todos los políticos que luchaban por una España mejor y a todos los que sobrevivieron, cuando regresaron, encontrando su pueblo, convertido en un pueblo peor. Y a todos los que se quedaron en el pueblo por el esfuerzo sobrehumano que tuvieron que realizar para levantarlo. El mismo que hicieron todos los habitantes de todos los pueblos de España. Realizaron una tarea a la que se le podría aplicar la frase que el primer Ministro británico Winston Churchill dijo, pidiéndole a sus compatriotas: Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. No se puede resumir en menos palabras, lo que todas las gentes de Puente de Génave, todos los habitantes de toda la España maltrecha, destruida y famélica, tuvieron que hacer para intentar vivir en un país al que unos dirigentes ansiosos de poder, habían destruido y para más inri, cuando se fueron, lo hicieron llevándose las bodegas de los barcos bien repletas de oro y muchas cuentas bancarias con varios ceros a la derecha después de cualquier número. 9


Si duro fue levantar a España por los que sobrevivieron y se quedaron, durísimos fueron los diez primeros años, cuando menos recursos había, la desgracia de las cosechas escasas y malas de aquella década, fueron insuficientes para la supervivencia; parecía que hasta el mismo cielo estaba en contra y quería castigar las atrocidades cometidas unos años antes; se les condenó a pagar por el pecado original que habían cometido sus padres los políticos; época a la que toda España conoció como Los años del hambre. Después de 1950, no es que la vida se convirtiera en un Edén, pero poco a poco se fue levantando cabeza, el nivel de vida fue aumentando y la luz que se veía al final del túnel, ya no era otro tren que venía de frente a chocar contra las gentes del pueblo. Era realmente la luz de la esperanza. Como autor de este relato, si debo hacer unas consideraciones que creo pertinentes: 1º.- Los nombres de los dos protagonistas y sus familias, son ficticios; de los otros personajes que se citan, casi todos son reales y existieron. 2º.-Los lugares que se mencionan, cuyo centro es el pueblecito de Jaén, Puente de Génave, existen realmente y aun hoy se les puede ver en el mapa o también pisando su suelo. 3º.-Los hechos relatados, todos los hechos relatados, existieron y fueron tal como se cuentan. Puede haber una ligera variación por ser mucho el tiempo transcurrido, y la memoria flaquea algunas veces, aunque sin ánimo de mentir, pero esto no desvirtúa en absoluto la veracidad de lo narrado. A estos niños, los nacidos en el año 1940, se les llamó, se les llama: Los niños de la posguerra. Otros anteriores a ellos que fueron a la guerra y algunos muy jóvenes murieron en ella, se les llamó “la quinta del chupete”. Y los que estaban de reserva por si se acababa la quinta del chupete, se les llamó “la quinta del biberón”. De estos últimos no fue ninguno a la guerra. También los niños sufrieron la guerra y sus consecuencias. Y por último un deseo: Que nunca jamás se repita una tragedia así. Plácido Pascual Avilés Octubre de 2.010

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recuerdos y aÑoranzas (Visión infantil--juvenil de la posguerra)

CAPITULO I El Pueblo

Acababa de nacer el año 1.940. Aquel pueblecito de la provincia de Jaén, Puente de Génave, sufría los rigores de la estación invernal. El pueblo estaba situado a mitad de camino entre las capitales de Jaén y Albacete: Exactamente a 130 km. de una y otra ciudad. Era importante porque estaba situado en la carretera general, que venía del sur, Sevilla, Cádiz o algo así y llevaba hasta Valencia, Castellón y aún más lejos, según decían los más entendidos. El pueblo, lo dividía en dos partes un río, a veces caudaloso por las lluvias que traía de la sierra en donde nacía, a veces semiseco por la sequía de los veranos saharianos que sufría; tenía un nombre con reminiscencias y etimología árabes: Rio Guadalimar y su significado era el de Rio Rojo. (Por sus aguas color barro colorado que era el de su ribera y el entorno por donde discurría). Pasaba por los tres arcos de un puente o dos o uno, dependiendo del agua que llevase y a este puente se le llamaba el Puente Nuevo. Andando el tiempo, Vicente y Antonio, los niños de nuestra historia, supieron que había sido construido mediado el siglo XIX. Y se le llamaba el Nuevo porque 20 metros aguas arriba estaba el Puente Viejo, un vetusto puente romano, de un solo arco, que más tarde supieron que había sido construido en el siglo primero d. de C., antes de que existiera el pueblo y servía para que la Vía Augusta u otra de las vías que enlazaban Cádiz con Roma, con el Imperio romano, pasara por allí; la misma vía que pasa por encima del Puente Romano cordobés y por debajo transcurre el Guadalquivir, a cuyo cauce van las aguas de su afluente el Guadalimar. También las aguas del rio rojo, pasan por Córdoba mezcladas con las de otros ríos giennenses. Su ubicación topográfica era, es, entre la sierra de Segura, Sierra Morena y a unos 20 km de la sierra de Cazorla. Cuando el viento es de levante, trae los aromas serranos de los pinos de la sierra segureña. Cuando es de poniente, se percibe el olor a lentisco y jaras que viene de sierra Morena. Según contaban algunos vecinos, los Reyes Magos fueron aquel año pobres con los juguetes de los niños. El año anterior España y, por 11


consiguiente, aquel pueblo, estaban en guerra. Una terrible guerra civil. Todavía hoy, 1940, decían los viejos del lugar, que el aire llevaba cierto olor a pólvora y detrás de los cerros se oían estampidos que no se sabía si eran truenos de tormenta o disparos de cañones de artillería. Aquel pueblo estuvo los tres años que duró la guerra civil en poder de los republicanos, como toda la provincia de Jaén. Y si miedo y pavor hubo entre muchos de sus habitantes durante la guerra, pavor y miedo atenazó a otros muchos, pero distintos, cuando el 1 de abril de 1939 se oyó por los pocos y viejos aparatos de radio, que algunas casas tenían, el último parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos 1º de Abril de 1939, año de la Victoria. Firmado el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde.”, concluía el locutor desde Burgos. Más o menos esto vino a decir. La guerra había terminado; empezaban los terribles años de hambre y de la reconstrucción de los desastres ocasionados por ambos bandos. El pueblo podía tener, según los censos de la época, unos 1.800 habitantes en su núcleo urbano, sin contar los de aldeas, (Peñolite y cortijos pertenecientes al pueblo). 3 años de guerra en los que la mayoría de los hombres en edad joven, ausentes de sus hogares, estaban combatiendo en el frente de batalla. Apenas nacieron niños en esa época. Pero cuando amaneció el año 1940, la eclosión de nacimientos rompió las barreras de la natalidad, oyéndose durante esos 12 meses, cómo muchas casas se llenaban de chillidos de niños. La única partera que cubría el servicio de partos de las mujeres, no daba abasto para atenderlas. Los llantos, las caricias, las risas, las voces, iban poco a poco llenando los aires serranos del pueblo. Según le comentaba D. Isidoro, el Secretario del Ayuntamiento, al Alcalde, aquel año estaba siendo el más prolífico en nacimientos que jamás había conocido el pueblo. El alcalde, un agricultor socarrón y sabio solía decir: Ha terminado la guerra de la muerte, ya era hora que empezara la guerra de la paz. Basta de muertes injustas y absurdas. Es esperanzador el nacimiento de quienes son nuestro futuro. Vicente y Antonio. Su nacimiento En dos de sus hogares nacieron dos niños varones, que son quienes, a través de su visión, nos cuentan las vicisitudes de la posguerra de aquel pueblo. De la continuación de la vida y de la muerte natural, que no violenta, entre sus vecinos. De familias amigas, (que lo eran casi todas); coincidieron sus nacimientos al año justo de la terminación de la contienda: En el mes de abril. Finalizando el mes, el 24, nació Vi-

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cente y el día 30 nace Antonio a muy escasos metros una casa de la otra. Los dos fueron hijos de agricultores. Pequeños agricultores. El día 10 de mayo ambos fueron bautizados en la Iglesia llamada de S. Isidro Labrador, que era el patrón del pueblo. Después del acto religioso, las familias, el cura y algunos amigos, no más de 15 personas, se juntaron en uno de los bares del pueblo en donde tomaron café o chocolate con churros. Todo un acontecimiento. Antonio y Vicente fueron creciendo juntos, pues juntas estaban sus casas y juntas y amigas eran sus familias. Sobre el año 1945 o 46, empezaron a hacer los mandados juntos, como ir a la tienda a comprar azafrán, café, bobinas de hilo, agujas, etc., o a la carnicería a por carne, o llevarle los zapatos al zapatero, a Secundino, para que le pusiera plantas o los cosiera y tantas cosas más. El pueblo dividido en dos por el río Guadalimar, denominaba de una forma diferente a cada una de las partes: “La margen izquierda del rio se llamaba Este lao y la derecha Aquel lao”. Los dos vivían en aquel lao. Con sus 5 o 6 años, como dicho queda, ya hacían los mandados que sus madres respectivas les encargaban. Lo primero que hicieron fue ir a por el pan a la fábrica de harina. Eran los llamados años del hambre. Con sus respectivas talegas y las cartillas de racionamiento, por la mañana, iban a la fábrica de harina, que estaba a la salida del pueblo, dirección Jaén. Se ponían en la cola con más niños y personas mayores y cuando les tocaba su turno, recogían el pan que les correspondía, les cortaban de la cartilla los cupones correspondientes y los dos mordisqueaban las puntas de un pan caliente, crujiente y negro que a ellos les sabía a gloria. Oían decir a los mayores que era pan de centeno, pero estaba buenísimo. El primer día, Hilario el panadero se sorprendió al ver a Vicente y Antonio. -Hombre, si tenemos aquí dos nuevos clientes, les dijo. Y vuestros padres ¿por qué no han venido? -El mío está en las olivas y mi madre está haciendo la comida, contestó Antonio. Lo dijo con cierta precaución como si hubiese sido pillado en falta. -Es que nos han mandado porque nosotros ya somos mayores, tenemos 6 años, contestó Vicente. Ellos están haciendo otras cosas.

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-Bueno, bueno, les sonrió Hilario dándoles el pan. No comeros las barras y llevarlas a casa sin tardanza. Traed las cartillas que os corte los cupones. Algunos años después, recordaban Vicente y Antonio, que a Hilario le dieron el premio nacional de natalidad que daba Franco a los matrimonios que tenían muchos hijos. Hilario tenía 14 o más. Cuantas mañanas, después de entregar el pan en sus casas, se mezclaban con las cabras que eran conducidas por los pastores y pasaban por en medio del pueblo, camino del campo para pastar y cogían a las que tenían las tetas, (las ubres), más llenas de leche, se ponían debajo de ellas y directamente del “productor al consumidor”, introducían el pezón en sus bocas y succionaban la leche hasta que Marcos el pastor, les llamaba la atención y dejaban libre a su eventual nodriza o ama de cría. La Juventud. El Ayuntamiento Aún recordaban los dos niños un acontecimiento que ocurrió cuando ellos debían tener unos 5 años. De la mano de su madre o su padre, pues los dos matrimonios estaban allí, habían ido a un edificio nuevo, muy bonito. Allí había mucha gente que hablaban en voz alta. En unos momentos la gente se calló y hablaba un hombre solo que decía muchas cosas y al terminar se le tocaban las palmas como a los toreros. Luego otro que decía la palabra ayuntamiento y alcalde y Puente de Génave y cosas que ellos no entendían y también le aplaudían. Luego, siendo ya mayores, supieron que aquel acto consistió en que habían inaugurado el nuevo ayuntamiento del pueblo, Puente de Génave no tenía edificio municipal que albergara las dependencias municipales; era el año 1945. Uno de los hombres que habló, era el alcalde que se llamaba Luciano Idáñez Idáñez y el otro hombre que habló, había venido de la capital, de Jaén, y era una autoridad o algo así. Parece que era el Gobernador Civil y se llamaba Felipe Arche Hermosa. Ellos, los niños, llevaban todos unas minúsculas banderitas de papel, con los colores rojo y amarillo, que agitaban sin parar cuando llegó el personaje de Jaén en un reluciente coche negro. Vicente se lo había preguntado a su padre: -¿Esto qué es, papá? -Es la bandera de España, hijo, le contestó su padre. -¿Y para qué sirve?, continuó su curiosidad.

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-Para que la conozcas y la quieras como quieres a tus padres, a tus hermanos y a tus amigos. Vicente quedó como al principio. ¿Cómo iba a querer aquella banderita como si fuera sus padres o su amigo Antonio? Pero si lo decía papá, sería así. Cuando fueron algo más mayores, supieron que el arquitecto o aparejador que había dirigido la construcción de aquel bello edificio, cuyo buzón de correos era las enormes fauces abiertas de un león, era, decían, un republicano que en la guerra estuvo con los rojos. Que estuvo condenado a muerte y lo desterraron al pueblo. Lo que no pueden olvidar es una cristalera preciosa, que estaba cerca del techo, con el águila que llevaba la bandera, pero mucho más grande y de colores. Un día, siendo ya mayores, Vicente y Antonio volvieron al pueblo de visita, pues ya no vivían allí y no estaba la cristalera, ni el águila. Preguntaron y le dijeron que habían remodelado el ayuntamiento y la habían quitado. Se había roto o estaba arrumbada en algún rincón de muebles viejos. Alguien comentó algo de “Memoria histórica”. Estaban los dos juntos rememorando su niñez. Les dieron ganas de llorar. Pensaron que si el arquitecto o aparejador que lo construyó se enteraba de aquello, también le entrarían ganas de llorar. Por muy rojo que fuera no se pueden exterminar las obras que tantas miradas de admiración guardaban en sus viejos y hermosos cristales. El ya viejo director de la obra se llamaba Salvador Tous Santamaría y era valenciano o catalán. Quizás lo primero. Posiblemente ya habría muerto. Unos días después, por la mañana temprano, los dos niños salieron de la casa para ir a por el pan. Iban jugando por la carretera, por la que apenas circulaban vehículos. A la altura del puente nuevo, se cruzaron con un camión bastante grande. Exactamente detrás de la cabina, llevaba un tubo por el que salía humo como si dentro hubiera una lumbre. -Mira, Antonio, lleva una lumbre dentro para que el hombre que lleva el camión no pase frío y se caliente. -Que no. Que me ha dicho mi padre que eso es gaso…,gaso, dudó el pequeño y lo soltó de golpe, ¡¡gasógeno!!, para que ande el camión. -¿Y eso que es?, inquirió Vicente. -Pues yo que sé. Eso es lo que me ha dicho mi padre. Tampoco tenían ellos ganas de hablar de algo que no entendían y derivaron la conversación sobre otras cosas. Cruzaron el puente y vieron que el río traía más agua de la normal debido a las recientes lluvias. 15


Entonces Vicente se acordó de algo que su padre le había dicho la noche anterior: -Antonio, le dijo Vicente a su amigo y compañero de aventuras, me ha dicho mi padre que mañana voy a la escuela de D. Andrés. -Sí, y a mí también, contestó Antonio. Como ya tenemos 6 años y somos mayores, tenemos que aprender a leer y a escribir y lo de los números. -Pues yo estoy mejor sin escuela y jugando, le replicó Vicente. -Sí, pero es que en la escuela hay un rato de recreo; los niños salen a la calle y juegan también. No quedó Vicente muy convencido, pero a ver quien le decía a su padre que no iba al colegio. Llegaron a la fábrica de harina y se pusieron en la cola. Hicieron lo que hacían todos los días: Contar las personas que había esperando para recoger el pan. Ya sabían contar hasta cien, que lo habían aprendido en sus casa con sus hermanos mayores; ambos tenía 2 hermanos más, un hermano y una hermana Antonio y una hermana y un hermano Vicente. Estaban esperando algunos niños más, varias mujeres y también hombres. Contaban en voz baja cada uno, señalando con el dedo a cada una de las personas de la cola. -Hay 23, dijo Antonio. -No, hay 25, le corrigió Vicente. -Que no, 23. -¿Qué te apuestas? Le desafió Vicente -¡3 bolas!, dijo Antonio. -¡3 bolas!, apostó Vicente. Los dos echaron manos al bolsillo y sacaron un puñado de bolas, (canicas), de las que apartaron 3. Las otras las volvieron otra vez a su sitio que era el bolsillo. Estaban sentados y dejaron las 3 bolas en el suelo. El desempate ya estaba pactado de otras veces, contar los dos en voz alta. Empezaron al unísono: -1, 2, 3, 4, 5, 6,…….. 20, 21, 22, 23 y 24. Se miraron, se sonrieron y aceptaron el resultado. Ninguno de los dos ganó o perdió. 16


CAPITULO II

La Escuela de D. Andrés Volvieron a la nueva aventura, desconocida, deseada, temida y ansiada aventura que les esperaba a otro día: La escuela. Efectivamente. Era el mes de septiembre de 1946. La escuela de D. Andrés, un maestro alto, enjuto y siempre muy bien vestido, los recibió en la primera planta de la casa de Cuadros, un vecino del pueblo que tenía alquilado el local al ayuntamiento para escuela de niños. Solo niños. Había 22. Las niñas tenían otras escuelas. Sus padres les compraron la Primera Cartilla, una libreta con renglones ya marcados para escribir y un lápiz, así como una pizarra de pequeñas dimensiones y un pizarrín con el que se escribía sobre la pizarra. Allí aprendieron sus primeras letras a escribirlas y leerlas. Los números y unas canciones que les enseñaban con una música muy agradable que decía algo así como: La mirada, clara lejos,-y la frente levantada,- voy por rutas imperiales,-caminando hacia Dios.-Quiero levantar mi patria,-un inmenso afán me empuja,-voy por rutas imperiales,-caminando hacia Dios. Montañas nevadas,-banderas al viento,- el alma tranquila.-Yo sabré vencer. Al cielo se alza,- la firme promesa,- hasta las estrellas,-que encienden mi fe. Tenía algunas estrofas más que ni Antonio ni Vicente recuerdan hoy. Si recuerdan que la música era muy pegadiza y que las canciones las cantaban al concluir la clase. Otra de las canciones que les enseñaron empezaba diciendo: Cara al sol con la camisa nueva,-que tú bordaste en rojo ayer,-me hallará la muerte si me lleva-y no te vuelvo a ver. Y algo más como si te dicen que caí,- me fui al puesto que tengo allí… y terminaban diciendo: …Que en España empieza a amanecer. Luego repetían varias veces ¡España! Esta canción la cantaban levantando el brazo derecho y la palma de la mano abierta. Todos los niños se sabían las letras de bastantes canciones, rítmicas y melodiosas, aunque ninguno de ellos comprendían que querían decir las letras. D. Andrés se esforzaba en que los niños aprendiesen la lectura, las letras y los números; cosa no difícil de conseguir, puesto que aquellos arrapiezos eran muy espabilados. En aquel curso se estudiaron la primera cartilla, la segunda y la tercera. Naturalmente el maestro era persona amable y de naturaleza bonachona. Enseñaba las cosas muy bien y los alumnos le querían muchísimo. Allí permanecieron los dos amigos hasta los 8 años. Cuando abandonaron la escuela ya sabían leer con bastante soltura y las cuatro reglas, (multiplicar y dividir no muy bien). D. Andrés, que era un excelente maestro, 17


era muy bueno no solo como persona sino como didáctico. Les gustaba mucho cantar la tabla de multiplicar con un sonsonete especial y pegadizo: 7 X 1 7,7 X 2 14, 7 X 3 21, 7 X 4 28 y así hasta acabar el 7 que terminaba por quedar grabada en sus cabezas la tabla completa. Bien es cierto que de vez en cuando los alumnos se llevaban algún pescozón que otro, más por estar hablando o jugando, que por no saber la lección, pero la sangre no llegaba al río a pesar de que este estaba muy próximo, apenas unos 50 metros. En la escuela se juntaron con más niños del pueblo. Allí estaban Isidro, Eladio, primos ambos de Vicente, el hijo de Marcos el pastor, que solo tenía 5 años, se llamaba Nicolás y era el más pequeño de la clase. Moisés, Bernardo, el hijo del Municipal, al que llamaban Fernando el Porra, por el vergajo que llevaba colgado de su cinturón de municipal, Felipe, primo de Antonio… en total 22 niños entre los 5 y los 8 años. La hora del recreo era la más esperada. Una media hora en la que los chiquillos la empleaban sola, única y exclusivamente en jugar. Normalmente lo hacían al fútbol y la pelota de trapo la solía llevar Eladio. Otros jugaban a las bolas. A la escuela iban niños de los dos lados del pueblo, aunque había otras 2 escuelas para niños en el otro lado. Por estas fechas el padre de Vicente se trasladó a vivir “aquel lao” del río en donde montó un bar al que naturalmente le llamó Bar Nacional. Eran tiempos de nacionalismo español y todo estaba impregnado de las ideas y el pensamiento del bando vencedor en la guerra, al que se le llamó durante la guerra Nacional. Al otro se le llamó el bando rojo. La distancia del domicilio de Vicente con el de Antonio, si antes era de 20 metros, ahora era de 100, lo que no mermó en absoluto sus amistosas relaciones. Lo peor fue que cuando jugaban al fútbol eran rivales, puesto que vivían en laos diferentes. (El enfrentamiento deportivo era entre las dos partes del pueblo). El puente sobre el rio separaba sus viviendas. La escuela estaba en medio. Una tarde calurosa de agosto, estando los dos niños en la acera del bar del padre de Vicente, observaron que los hombres, que a esas horas jugaban a las cartas, al tresillo según oían decir, estaban todos sentados alrededor de una mesa y hablando en voz alta. Entonces lo oyeron de boca del padre de Antonio: -Han matado a Manolete, decía. -¿Quién es Manolete?, preguntó Antonio a Vicente. -Un hombre ya mayor. De 20 años o más que vive en la calle de la Cruz. Vicente no tenía idea de este Manolete. 18


Siguieron escuchando a sus padres y sus amigos -No puede ser, dijo otro de los hombres allí reunidos. -Sí, lo he oído esta mañana en la radio, contestó el padre de Antonio. Lo cogió un toro anteayer en Linares, en la feria de S. Agustín. Se lo llevaron herido a Córdoba y allí murió. Los rostros de los hombres se pusieron tensos y serios. El tono de voz se tornó grave. Uno de ellos, José Antonio el Municipal, (en el pueblo había 2 municipales, Fernando y José Antonio), dijo: -Manolete era un patriota. El año pasado estuvo toreando en México y cuando hizo el paseillo, en su plaza Monumental, vio que la bandera española que estaba ondeando en el mástil, era la republicana. Dijo que no toreaba si no ponían la bandera de España, la roja y gualda. Hubo bronca y discusión entre el presidente de la corrida, las autoridades y la cuadrilla de Manolete. Al final se toreó. Cambiaron la bandera y se puso la que pedía Manolete. -Es que Manolete era un tío como Dios manda, contestó Luciano, el Alcalde. ¡Tenía dos…!se dio cuenta que había niños delante y continuó, tenía lo que hay que tener. -¡Vicente, Vicente!, llamó el padre al niño. El niño se puso a su lado. Vete a ver si ha llegado “El Ruedo” y lo compras, pregúntale antes si ya viene lo de la cogida de Manolete,- y le dio 2 reales. Vicente se trasladó a donde vendían la poca prensa que se recibía en el pueblo, pero según le dijo el vendedor, el Ruedo, (revista taurina por excelencia), no había llegado. Estaba el “periódico”, (el periódico se le llamaba al ABC), que traía algo de la noticia. En aquellos tiempos, recuerda ahora Vicente, llegaban al pueblo el periódico, (el ABC), el Ruedo, el Dígame y el Caso. No recuerda otros. Cuando se lo comunicó a su padre, lo volvió a mandar a comprar el ABC. Recuerda que el Ruedo con la noticia llegó a los dos o tres días con gran cantidad de material fotográfico y escrito. Todo aquello ocurrió el 30 de Agosto del año 1947, dos días después de la mortal cogida del Califa del toreo cordobés. En el verano de este año empezaron a aprender a nadar. Por su cuenta y riesgo. Y lo de riesgo es cierto, puesto que ninguno de ellos recuerda ninguna muerte de niños por ahogamiento. Los “experimentos” los hacían sobre todo en el río, aunque también iban por las albercas. La alberca de la Vicaría o la del Espino, (donde iban a lavar la ropa las mujeres), ambas separadas a un kilómetro o poco más del pueblo. Más de un trago de agua llegó a sus estómagos, pero eso eran gajes que había que soportar. Los niños iban en grupos y normalmente se juntaban 19


por escuelas, que era como juntarse por edad. Cuando en las albercas había mujeres lavando, ni siquiera se planteaba discusión alguna, los pequeños daban media vuelta y al río. Se metían en los charcos del río que les traspasaban y salían como podían nadando o braceando como los perros. Los Juegos La vida de los niños transcurría sin descanso. Casi todas las tardes se enfrentaban en un partido de fútbol los equipos de este lao con los de aquel lao. El lugar podía ser la era que había en la bolea, a la salida del pueblo hacia el cortijo de los Avileses y en donde los mayores jugaban a tirar los bolos, (especie de la petanca de ahora). También podía ser detrás del Ayuntamiento, que estaba el campo de fútbol. Como entonces no había balón ni pelota para jugar niños de 7 años, lo normal era hacerlo con la ya mencionada pelota de trapo. Las pelotas de trapo eran los balones de la época. Un niño del pueblo, Juan María, que por cierto jugaba muy bien, tenía una pelota de goma, pero no era normal que la dejara para jugar este tipo de partidos. Los partidos eran 7 u 8 niños, contra otros tantos del otro equipo. Si había uno que era más pequeño que el resto, ese equipo podía poner uno más que el contrario. Normalmente no había árbitro, por lo que las jugadas dudosas se dirimían a voces. Se le solía dar la razón al que más gritaba o era más fuerte. No había duración de tiempo. Era hasta que se cansaban o se hacía de noche. Las porterías se marcaban con dos piedras y el calzado que usaban, normalmente eran alpargatas con la suela de esparto. El resultado era como de balonmano: 14 a 8. 19 a 17. Etc. Vicente jugaba de interior derecha en el equipo de este lao y Antonio era defensa derecho en el equipo de aquel lao. Cuando no había fútbol, los niños tenían mil recursos para divertirse. Si era verano, el río para bañarse. Existían bastantes lugares en los que había una profundidad considerable para poder nadar y moverse bien río arriba; cerca del molino de harina de los Trujillos o más arriba en los álamos; a estos lugares se les llamaban Charcos. Así estaban el charco el lobo, el charco de la Toba, el de las moreas y la pantaleona. Río abajo cerca de la Vicaría, finca de un vecino de otro pueblo, estaba el Zurrión, un charco muy hondo que tenía una pequeña catarata, cerca de la central de la “fábrica” de la luz. Esta fábrica, que proveía de luz eléctrica al pueblo, era propiedad de D. Felipe, el farmacéutico. Había muchas averías y lo normal es que a las 10 de la noche la luz se fuera durante algún tiempo. La fábrica andaba con la energía que desarrollaba una turbina movida por el agua del río. El en-

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cargado de todo esto era Pedro el electricista y responsable de que el pueblo tuviera luz eléctrica. Por supuesto la luz iba a 125 W. El resto de los juegos podían ser la Pita. Consistía en un palo de unos 10 cm de largo al que le sacaban punta, con una navaja, por ambos lados. Otro palo de unos 60 o 70 cm, no muy grueso, con el que se le daba a la punta del pequeño, puesto en el suelo y cuando este se levantaba en el aire, se le daba otra vez con todas las fuerzas y el que más lejos lo mandaba es el que ganaba. La pídola o piola como le llamaban todos. Consistía en ponerse uno o dos o tres chiquillos en cuclillas. El trasero y todo el lomo, (la espina dorsal), en línea recta. Se tomaba carrerilla y se saltaban los cuerpos de los inclinados en sentido longitudinal. El que llegaba más lejos ganaba. El niño en cuclillas era una especie de aparato de los que utilizan hoy los gimnastas cuando saltan sobre el plinto o el potro. También jugaban a las chapas, y con bolas hecha de barro (canicas), al guá y tantas cosas más. Estaba también la rayuela, pero este era juego de niñas y los niños no jugaban a eso, pues era de mariquitas. Era muy entretenido también jugar a la “raspa”. Para ello era necesario un hueso, parece ser que de la pata del cordero, en forma de rectángulo; los lados, de arriba y de abajo, más largos, (unos 2 o 3 cm), que los laterales, (de 1 cm aproximadamente). Al hueso se le llamaba “raspa” y se jugaban los santos, (tapas de las cajas de cerillas), las chapas, los cromos, o cualquier otra cosa. Se tiraba la “raspa” y dependiendo del lado que cayera en el suelo, cada uno de los cuatro lados tenía un valor diferente, se ganaba o se perdía. Tirar el trompo, también llamada zompa, liado con una cuerda y en un sitio determinado del suelo, cuanto más cerca del punto determinado mejor. El trompo se solía coger, mientras “bailaba”, con la palma de la mano abierta y echarlo a la tierra para mover chapas o monedas que estaban en el suelo. No se aburrían, ya que tenían imaginación para estar entretenidos. En el pueblo, como en todos los pueblos de España, había una serie de personalidades a las que todos debían respeto. El Alcalde, el Cura, el Médico, el Sargento de la Guardia Civil, (Comandante de Puesto), el Farmacéutico y pocos más. Luego había un segundo escalón, no menos importante, que eran los maestros, pocos, los guardias civiles, los ricos y por supuesto los mayores. Desde la más tierna infancia, si un niño se dirigía a un mayor, le hablaba de usted. Incluso a muchos padres los hijos les hablaban de usted. Con los abuelos no existía el tuteo, solo el usted.

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Había una serie de personajes en el pueblo que, por decirlo de alguna manera, prestaban servicio a todos los vecinos. Estos eran: El médico, D. Ramón Ruiz Frías, que tenía fama de despistado, pero al decir de los mayores era muy buen médico. (Era familia de Vicente por parte de la madre). Por supuesto el practicante, hombre simpático y amable y un gran profesional, D. Carlos Morales Merino, a quienes los niños le tenía un temeroso respeto, pues lo relacionaban con las inyecciones, los pinchazos, el sufrimiento y aquello dolía. Había algunos niños, más bien pequeñitos, que nada más verlo entrar en la casa, empezaban a llorar, creyendo que les iba a poner alguna inyección. Muchos niños de entonces, hoy ya en la tercera edad, guardan un recuerdo de D. Carlos: Cuando Antonio y Vicente tenían 6 o 7 años, fueron todos vacunados, según les dijeron, contra la viruela, les quedó una cicatriz que aún conservan en lo más alto de sus muslos. Los zapateros eran muy solicitados, pues los zapatos se cosían, se les ponían suelas, tacones, meterlos en la horma… el precio de los zapatos era caro y había que conservar y que duraran el máximo de tiempo posible los que ya se tenían; no había muchos, pero al que acudían las familias de Vicente y Antonio era a Secundino Real. Después heredaron la profesión algunos de sus hijos, Nino y Luis con el que siguió la familia llevando el calzado. Había que conocer a los carniceros en donde existía una medida muy especial que los niños jamás la estudiaron en el sistema métrico decimal: Cuarto y mitad. Nada que ver con el kilo. -Vicente, solía decirle la madre al niño, vete a la carnicería de Bultos y que te ponga cuarto y mitad de punta de pecho para el cocido. Los barberos, que no había muchos, eran Paco al que apodaban Moquilla, (este, curiosamente, actuaba también de sacamuelas que solía sacarlas sin anestesia, [sic]), Juan Antonio y la barbería de Palazón, frente al cuartel de la Guardia Civil. Y por último, no menos importantes, los maestros de las demás escuelas, tanto de niños como de niñas; por citar uno de los más emblemáticos D. Gil Antonio Campayo Martínez, que además de maestro era licenciado en derecho y Procurador de los Tribunales. Los niños nunca decían “voy al colegio”, sino “voy a la escuela” y el Maestro era el Maestro, nunca el Profesor. Cuando los niños de esta historia se hicieron mayores, siempre dijeron Escuela y Maestro. ¡Qué bonitas palabras! Escolarización viene de Escuela y Magisterio, hermosa palabra, viene de Magister = Maestro. Por supuesto que las niñas también tenían sus escuelas y sus maestras, pero estaban separados los dos sexos. Y por último, que no menos importante, 2 personas con discapacidad psíquica: La Marina la Loca y un chico de una familia muy modesta, la de los Boniatos, (apodo), al que le llamaban Moniato. Marina unos 10 años mayor que los protagonistas de nuestra 22


historia, era inocente como un niño. Se enfadaba con los chicos porque se metían con ella y Moniato, nacido en 1940, con una discapacidad severa, andaba como los animales, a 4 patas, hasta los 5 o 6 años. Un municipal, Fernando el Porra, consiguió, con ímprobos esfuerzos, que anduviera como las personas, que es lo que era. Marina ya murió y el chico, discapacitado aún vive. Era gran amigo de Vicente y Antonio. El Pregonero El Pregonero del pueblo era una figura a la que todo el mundo le prestaba muchísima atención. El pregón lo hacía desde unos sitios del pueblo ya predeterminados y podía ser: Un pregón oficial o un pregón particular. El pregonero se paraba en el lugar indicado para el pregón, tocaba la trompetilla que llevaba con solo una nota fuerte y prolongada y decía cantando en un tono monocorde: -¡De ordeeeen del señor alcaldeeee, se hace sabeeer, que el próximo jueveees, se va a procedeeeer a la vacunaaa de los gorrinos! ¡Todos aquellos que tengan gorrinoooos, deberán pasarse por el ayuntamiento, para comunicarlo y que el veterinarioooo se pase por sus caaasaas! Tocaba otra vez la trompeta y se marchaba al siguiente lugar del pregón. Este era un pregón oficial. El pregón particular era cuando no provenía del alcalde o autoridad competente. Era publicidad. Ejemplo: -¡Se veeeendeeen, sardinas frescaaaas, a 2 pesetas el kilo!; ¡pescadillas frescaaas, a 3 pesetaaaas y dos perragordaaaas el kilo!. En caaaasa de Paaablo el sardineroooo. Este era el pregón particular que naturalmente pagaba Pablo el sardinero cuya pescadería estaba en la calle de S. Isidro. Siempre precedido del toque de trompeta antes de empezar y al terminar. Cuando los niños veían venir al pregonero, salían de sus casas a escuchar lo que iba a pregonar, enterarse y decírselo a sus padres. Todos los niños del Puente recuerdan con cariño a Honorato el pregonero, que estuvo en el oficio a principios de los años 50.

Dos años permanecieron en la escuela de D. Andrés y como ya sabían todo lo que había que aprender en esa escuela, sus padres los llevaron a la escuela de D. Pedro. D. Pedro García Bellón era el cura y también era maestro. Tenía fama, como maestro, de ser muy duro con 23


los alumnos. El adagio la letra con sangre entra, parecía ser su lema. La escuela estaba en casa de Herminio, abuelo de Vicente, que le tenía alquilado el primer piso de su casa al ayuntamiento para escuela. La Trilla Ambos niños, 7 años, pasaron aquel verano acompañando a sus padres en labores agrícolas: la trilla. Dos viejos cortijos situados a escasos kilómetros del pueblo, seis más o menos, era el lugar a donde se desplazaban. Naturalmente el viaje lo hacían en burro o en mulo o andando. Muy pocos años después, cuando ya sabían montar en bicicleta, ese era su medio de transporte. Los dos caseríos distaban menos de un kilómetro entre ellos. La misión de Antonio y Vicente era montarse en el trillo, sobre el que había una silla o una banqueta, tirado por un mulo. Y vueltas y vueltas y vueltas a la era, en donde estaba el trigo o la cebada extendidos sobre las piedras de la era; con un sombrero para cubrirse del sol, hasta que alguien los relevaba. Al terminar la faena, por la tarde, los dos niños, se juntaban para ir al río Guadalimar que pasaba a unos 200 metros paralelo a cualquiera de los dos cortijos. Con algunos niños más de las familias y otras que estaban por allí cerca, marchaban al río a bañarse. Algunas noches, los hombres solían juntarse para hablar de sus cosas o recordar episodios de la guerra. Los había de los dos bandos. Los niños, presentes en la conversación, escuchaban los relatos. No había entre ellos rencor, odio o discusiones fuertes. La caterva de niños oía las aventuras de sus padres y les parecía que recordaban la guerra como un juego, como un partido de fútbol en el que algunas veces ganaban unos y otras ganaban otros. Como en tantos lugares más de España, los jóvenes en edad de ser movilizados por las autoridades competentes, los que sus domicilios y tierras habían estaban en zona republicana, eran movilizados por los ayuntamientos o comités rojos y trasladados al frente de combate de zonas republicanas. Los que poco a poco iban cayendo en poder de los nacionales, eran captados por el bando nacional y trasladados a las zonas ya conquistadas por el bando franquista. Durante los tres años que duró la guerra, hubo infinidad de casos de deserción en ambos bandos. ¿Los motivos? Pudiera haber sido la ideología de los combatientes. Si no estaban de acuerdo con la filosofía de su bando, lo mejor era dejarlo y a la mejor ocasión, cuando la oportunidad fuera más propicia, desertar y pasarse al bando contrario. Todos sabían, los de uno y otro bando, el grave peligro que corrían si no 24


conseguían sus objetivos de desertar. Si por manos del demonio fallaba el objetivo de huir y llegar al bando contrario, los dos bandos, rojo y nacional, tenían el mismo Código de Justicia Militar y el mismo que tenían todos los ejércitos del mundo de la época: El desertor una vez capturado, es ejecutado mediante pelotón de fusilamiento sin juicio previo. Una noche Vicente y Antonio oyeron a sus padres contar como se habían “pasado” a los nacionales. Los dos estaban en el mismo Regimiento perteneciente a la Brigada “del Campesino” -Lorenzo, dijo Francisco, esto no es lo nuestro. Estar revueltos con comunistas, socialistas y anarquistas, no es para nosotros. ¿Qué hacemos? -¿Pues qué vamos a hacer Francisco, contestó el padre de Antonio, en cuanto tengamos ocasión nos “pasamos”. La ocasión les llegó muy cerca del frente de Madrid, en agosto de 1937. Francisco ya había sido herido en el año y medio que llevaban de guerra. El frente era monte muy espeso, un río, creen que era el Guadarrama, separaba ambas líneas de combate. Los dos amigos, con el armamento y las cartucheras penetraron en el río por un lugar no muy profundo; el agua no les llegaba por encima de la cintura. Cruzaron y sin saber en donde estaban, vieron una luz muy tenue y corrieron hacia ella. -¡¡Alto, quien va!! Se oyó una ronca y potente voz. -Somos del otro bando y hemos desertado, contestó Francisco. -¿Cuántos sois? -Dos, contestaron. -Poned las manos en alto con el fusil que se vea y avanzad despacio. Así lo hicieron. Pocos minutos después estaban en zona nacional. Así se pasaron. Unos días después, los llevaron a Toledo, a Talavera de la Reina y desde allí mandaron a uno, Francisco, al frente del Ebro y a Lorenzo al frente de Asturias. Los separaron, se despidieron con un abrazo y se dijeron: -Nos veremos en el Puente., dijo Francisco. -Allí nos veremos, contestó su amigo Antonio. Con lágrimas en los ojos se desearon suerte y se abrazaron de nuevo.

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CAPÍTULO III

La Escuela de D. Pedro En septiembre de 1948 se incorporaron a la escuela de D. Pedro, el cura-maestro. Efectivamente aquella escuela era más “dura”. La enseñanza era superior a la de D. Andrés, pues ya eran mayores. Fueron bastantes los alumnos de D. Andrés que se trasladaron a la escuela de D. Pedro. Entre otros iban Isidro, Eladio y 6 o 7 más. La escuela tenía una pizarra para los problemas, en la que escribían los alumnos con tiza los datos de problemas que les daba D. Pedro y después tenían que resolverlos. Llevaron la Enciclopedia Elemental, un año después pasarían a la Enciclopedia de Grado Medio. Escribían con tinta, mojando las plumas en unos tinteros que estaban hechos en los pupitres. Horadada la madera y la tinta se echaba de una botella que daba el maestro. Todos eran niños, unos 20, excepto una niña: Mari Tere, sobrina de D. Pedro y de una edad similar a la del resto de los alumnos. Esta se sentaba en un banco aparte, sola, al lado de la mesa del maestro y tío suyo. D. Pedro era un magnífico profesional como maestro. Quería que sus alumnos cultivaran la inteligencia, sacando el máximo provecho de ella, la memoria, el esfuerzo el trabajo y la atención en clase. Así pues cuando llevaban menos de un mes de curso, les obligaba a aprenderse de memoria unas poesías que venían en la Enciclopedia y todos los nuevos hubieron de recitar. La primera era de D. Pedro Calderón de la Barca y la segunda de Nicolás Fernández de Moratín. Tanto Vicente como Antonio salieron indemnes de su recital poético, que dijeron como unos rapsodas principiantes. Y así declamaron las Décimas los alumnos: Cuentan de un sabio que un día Tan pobre y mísero estaba, Que solo se sustentaba de unas yerbas que cogía. << ¿Habrá otro, entre sí decía, Más pobre y triste que yo?>> Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que otro sabio iba cogiendo las hojas que él arrojó.

Admiróse un portugués de ver que en su tierna infancia todos los niños en Francia Supiesen hablar francés. “Arte diabólica es”, dijo torciendo el mostacho “que para hablar en gabacho, un Fidalgo en Portugal llega a viejo y lo habla mal Y aquí lo parla un muchacho”

Esta de Calderón la recitó Antonio.

Esta de Moratín la recitó Vicente. 26


Un día, recuerda Vicente, él y su primo Isidro, (los dos eran de los mejores de la escuela), debido a su mal comportamiento, D. Pedro los castigó. El castigo consistía en no dejarles salir para ir a su casa a comer a medio día. Sobre las 12 o 12 y media, marcharon todos y se quedaron los dos encerrados. Cuando se quedaron solos, aburridos, sin saber qué hacer, acordaron acabar con la situación de “prisioneros”. Para entretenerse, cogieron algunos trozos de tiza y los pasaron por todos los tinteros de los pupitres, absorbiendo parte del obscuro líquido en la tiza. Después, uno a uno en cada tintero, se fueron orinando hasta dejarlos con el nivel que antes tenían. El color era prácticamente el mismo. Como seguían aburridos y tenían hambre, idearon la solución: -Vámonos a comer a la casa, propuso Isidro. -¿Pero cómo nos vamos a ir si estamos castigados? Cuando venga D. Pedro nos mata, contestó Vicente. -No, dijo Isidro, porque comemos y nos venimos antes. -¿Y cómo salimos si ha cerrado la puerta?, preguntó Vicente. -Ha cerrado la puerta pero los balcones están abiertos. Efectivamente, los balcones de la escuela se podían saltar los quitamiedos o baranda y como estaban en un primer piso, descolgarse hasta la primera planta en la que una verja de hierro, que casi llegaba hasta el balcón y tapaba la ventana de la planta baja que daba a la calle. Y escalando en bajada por la verja, llegar al suelo era coser y cantar y más para dos mozalbetes ágiles como ellos. -Si yo no voy a comer porque me ha castigado el maestro, mi padre me mata, dijo Isidro. -Pues anda que a mí, contestó Vicente. Dicho y hecho. Se descolgaron con gran facilidad hasta llegar al suelo. Quedaron en presentarse a las 3 menos cuarto, pues a las tres llegaba D. Pedro, abría el colegio y entraban el resto de los alumnos. Así lo hicieron sin levantar sospechas en sus casas. Se fueron antes de que llegara el maestro e hicieron la operación inversa. Escalar la verja, saltar el balcón, entrar en la escuela y cerrar el balcón era pan comido para ellos. Se presentaron el resto de niños. D. Pedro abrió el colegio y entraron. Nadie les dijo nada. Todos se sentaron y D. Pedro empezó la clase. -Coged las libretas que vamos a hacer un dictado. D. Pedro vigilaba mucho que no se tuvieran faltas de ortografía. Copiad: 27


Empezó con un texto cualquiera. Los niños mojaron sus plumas en la tinta y empezaron a escribir. -D. Pedro, la pluma no escribe, dijeron varios. -Pues mojadla en la tinta, contestó el maestro. -Si la mojamos, pero la tinta está muy clara. D. Pedro se acercó a uno de los pupitres. Sea por el color de la “tinta”, sea por el olor, dedujo que allí pasaba algo raro. Comprobó más tinteros y vio que la tinta se había transformado. Algo así, debió pensar como sacerdote, lo que sucedió en la boda de Canaán. Allí el agua se convirtió en vino y aquí la tinta ¿en que se había convertido? Estaba justamente al lado de Vicente. -¿Qué habéis hecho?, preguntó. Vicente no lo dudó: -Nos hemos meado en los tinteros, contestó con aplomo pero temblando. Antes de terminar de hablar, la mano derecha abierta del curamaestro, se estrelló contra su pómulo derecho. Lo que pasó a continuación, ya se puede imaginar. Los dos confesaron sus pecados desde que nacieron hasta los cometidos hacía cinco minutos. D. Pedro los “calentó” bien. Algo trascendió aquello a nivel familiar en la familia de Isidro, pero el deseo de Vicente era que no se enterara su padre, pues iba a recibir doble ración. D. Pedro, efectivamente era un docente, como maestro, riguroso en la enseñanza. Sus dotes como pedagogo eran excelentes y los niños de su escuela destacaban en el pueblo y muchos destacaron posteriormente en sus profesiones. Pensaba que para aprender había que despertar el intelecto de los jóvenes a base de mamporros. No había programas, dejándolo todo casi a criterio de los maestros. Los cursos no eran muy diferentes los unos de los otros. Si un niño estaba en el colegio 2-3-4 años, prácticamente estudiaba los mismos temas. Cualquiera que se fuera a estudiar fuera, tenía que superar en el lugar a donde iba a continuar sus estudios, normalmente el Instituto que estaba en Baeza, a unos 90 kilómetros del pueblo, el examen de ingreso. Si se quedaba en el instituto o marchaba a algún colegio, bien religioso, bien seglar, esto valía dinero y los tiempos no eran boyantes para las familias que acababan de pasar una terrible guerra civil. Los que marchaban a la capital o pueblos grandes ocasionaban gastos que muy pocas familias del pueblo se lo podían permitir, Se puede decir que los que se fueron eran unos privilegiados de la fortuna, que desafortunadamente fueron muy pocos. 28


Algunos de los alumnos de entonces guardan la foto escolar que se hacían sentados en su pupitre, con el mapa de España al fondo. Vicente se la hizo con su hermano mayor que también iba a esa escuela. A pesar de todo, se puede reiterar que D. Pedro fue un excelente maestro y que la mayoría de sus alumnos, no todos desgraciadamente, lo recuerdan con cariño, independientemente de los castigos recibidos. Vicente, Antonio e Isidro y muchos más guardan de él un magnífico y cariñoso recuerdo. Los Tebeos La época de la escuela de D. Pedro coincidió con la de los niños en leerlo todo y los deseos de descubrir nuevos mundos que estaban encubiertos en los libros. La pasión por leer aventuras, historias que ignoraban. No era extraño por lo tanto que aparecieran en el pueblo los tebeos. ¡Qué gran época la de los tebeos! Ayudaba a conocer personajes inimaginables. No los podían ver en el cine porque el cine aún no existía en el pueblo. Tenían sus héroes, más o menos por este orden: El Guerrero del Antifaz, feroz enemigo de los moros a los que siempre ganaba, sobre todo al cruel Alikán, su más acérrimo enemigo. (Ni el Guerrero del Antifaz ni Alikán murieron nunca a pesar de los fieros combates en los que participaban y se enfrentaban. Si morían el héroe y el antihéroe se acababa la historia). Nada podía la cimitarra del cruel sarraceno contra la espada cristiana y victoriosa del Guerrero del Antifaz. Su bellísima prometida Ana María y todos los personajes que andaban a su alrededor. Tuvo que pasar mucho tiempo para que los niños supieran que la Reconquista, que duró algo más de 7 siglos, no la ganó solamente el magnífico Guerrero del Antifaz, que intervinieron más gentes. Roberto Alcázar y Pedrín, magníficos detectives que eran el terror de los malos. Todos los niños se identificaban con el pequeño Pedrín. El Pequeño Luchador, héroe del Oeste americano de los Estados Unidos, que paseaba por las praderas matando a los indios que eran malísimos. Apareció el Capitán Trueno. Cristiano a carta cabal y valiente donde los hubiera. ¿Y qué decir del Jabato? Y por fin estaban los tebeos de humor, el más famoso era el TBEO, así como suena. Aquello facilitó y ayudó a la lectura y abrir nuevos horizontes de tierras desconocidas, de aventuras sin fin para unos chicos a los que el mundo se les terminaba muy cerca de su pueblo. Las fronteras estaban a muy pocos kilómetros de la salida de su pueblo. Los tebeos abrieron los límites de su casi minúsculo enclaustramiento. Los tebeos colaboraron a que las mentes de los niños se abrieran al exterior, aunque fuera un exterior fantástico, un exterior lleno de fantasía. Los niños de la escuela de D. 29


Pedro conocieron el mar en los tebeos por el Guerrero del Antifaz en sus luchas navales contra los sarracenos, un mar situado entre Túnez y la península ibérica. No eran muy caros y había la facilidad de intercambiarlos entre ellos mismos. Otro entretenimiento, muy similar a los Tebeos era la colección de cromos. ¡Como echan de menos los cromos! La colección de fotos de futbolistas que venían con el azafrán “los polluelos”. Había que rellenar un álbum para conseguir un balón de fútbol y siempre faltaba uno: Venancio, jugador del Atlético de Bilbao. Todos los niños eran entonces, (entonces), del Atlético de Bilbao. La delantera del equipo la sabían como el Padre Nuestro: Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Otro entretenimiento que formaba parte de la cultura de los niños eran los cuentos. Se vendían unos libritos minúsculos, 7 cm de largo por 5 de ancho, que se llamaban: Cuentos de Calleja. No solamente invitaban a leer sino que estimulaban la imaginación, inventando historias parecidas a las reales con algo de fantasía. Los cuentos solían empezar: Esto era un padre y una madre que tenían 6 hijos y el primero se llamaba x, y el segundo x y el tercero…hasta que hilvanaban una historieta muy parecida a la de su casa o unos vecinos. Otra forma de empezar era esta: Érase una vez un país muy lejano, muy lejano, muy lejano, en donde vivía un rey que era muy bueno. En el reino había un dragón que era un monstruo malísimo y un día el dragón secuestró a la princesa Fuencisla, hija del rey, y se la llevó a su cueva… confeccionando otra historia llena de disparates. Evidentemente los cuentos de Calleja sirvieron para estimular en los niños la fantasía y la lectura.

La Iglesia A Vicente y Antonio los fichó D. Pedro como monaguillos, introduciéndolos en el mundo de la Iglesia. Tuvieron que aprender de memoria, aparte de los temas escolares, muchas cosas en latín para ayudar al cura en los oficios que este tenía que decir. La misa, los bautizos, las bodas, los entierros… ¡A cuantos niños bautizaron!, ¡cuántos hombres y mujeres casaron!, ¡a cuantos enterraron y cuantas misas ayudaron! El latín de los oficios religiosos, les salía fácil como un idioma más, aunque algo “macarrónico”. Las noches de ánimas, del 1 al 2 de noviembre, las pasaban en el campanario de la Iglesia, con algunos monaguillos más, tocando las campanas “a muerto” toda la noche y comiendo las bellotas, castañas asadas o dulces que por la tarde habían pedido para 30


las ánimas benditas en las casas del pueblo. (En ninguna casa se les ponía pegas para darles dulces, castañas o bellotas. Aquellos monaguillos iban a estar toda una noche doblando las campanas por todos los muertos del pueblo. ¿Y quién no tenía un muerto en su vida?) Se solían poner en la Iglesia a la entrada, a los pies de la estrecha escalera de caracol que llevaba al Coro y al Campanario, o en el mismo campanario. Era tétrico oír a las 3 o las 4 de la madrugada, toda la noche el tamtam. Pausa. Tam-tam. Pausa. Y así hasta el infinito. Alternando el sonido grave de la campana mayor, con el más agudo de la segunda campana. Se juntaban todos los monaguillos y se lo pasaban de muerte. La noche de ánimas era controlada, aunque no estuviera presente, por Manuel el Sacristán, un viejo y simpático cascarrabias ayudante principal de D. Pedro. Al lado de la Iglesia había una fábrica de aceite, que naturalmente se llamaba S. Isidro. Durante la recolección de la aceituna, en plena temporada invernal, la primera misa era muy temprano; antes del amanecer. Había que madrugar para dar los tres toques de misa; los monaguillos, entre toque y toque, solían desplazarse a la fábrica, lo que hoy se le llama cooperativa o almazara y allí desayunaban un pedazo de pan tostado con aceite de la molienda. Los trabajadores estaban encantados de que los monaguillos se desplazaran hasta a la fábrica para desayunar, sobre todo Severiano, que era el jefe o el dueño. Y como saboreaban aquel pan, tostado sobre la gipia, (orujo de los huesos de las aceitunas), que alimentaba una hermosa lumbre, impregnado de un aceite que acababa de salir de las máquinas. Llegada la Navidad, las vacaciones eran un descanso en la labor de los alumnos, pero tanto Vicente como Antonio tenían adquiridas otras obligaciones: Eran monaguillos. Muchos niños les envidiaban, pues durante las misas, las procesiones, las bodas, los entierros, las misas solemnes de Navidad, etc., ellos estaban al lado de D. Pedro. Eran co-protagonistas junto al Cura del pueblo y estaban en el altar mayor. En Navidad había trabajo religioso. El ensayo de villancicos con la maestra Dª Ramona o alguna de sus hermanas; engalanar más el altar que de costumbre, en fin, colaborar para que las fiestas navideñas tuviesen más esplendor a nivel religioso. Les encantaba Lanzar las campanas al vuelo. En todo lo alto del campanario, mover la campana grande que había, impulsándola con la cabeza de hierro, parte opuesta adosada al hueco de la campana, y darle tal velocidad que a veces era tanta, que el badajo no tocaba el bronce y a pesar de estar moviéndose, la campana estaba en silencio. (Si en cualquiera de aquellas vueltas del volteo de la campana, esta toca la cabeza del monaguillo, que le pasaba muy cerca, piensan Antonio y Vicente ahora, se la arranca de cuajo y 31


la manda al patio de la casa de Patricio, que estaba debajo y frente al campanario). Visto ahora, aquel volteo de campanas hecho por unos niños de esa edad, era una temeridad.

Las Luminarias

Pasadas las navidades, para el mes de febrero, eran las luminarias. Las luminarias eran unas lumbres o fogatas que se encendían de noche en las calles de pueblo. Con motivo de la Virgen de la Candelaria, el 2 de Febrero y S. Antón, (S. Antonio Abad) el 17 de Enero, patrón de los animales. Los niños y los jóvenes iban al campo a traer leña y la ponían en donde se iba a encender la luminaria. Como Antonio y Vicente vivían muy cerca, estaban en la misma luminaria. Allí se juntaban todos los vecinos, se le pegaba fuego a la leña, que luego se podía aumentar con muebles viejos de madera de las casas y duraba más. Todos los niños y algunas niñas, muy pocas pero más atrevidas, saltaban por encima de las llamas de la luminaria o se jugaba al corro alrededor del fuego, se cantaba, se bailaba, se contaban chistes, etc. La fiesta duraba hasta altas horas de la noche. Muchas luminarias ardían por todo el pueblo; cuando ya se había estado bastante tiempo en la del barrio, algunos grupos se iban a otras y las de otras venían a las suya. Los Pineros Una mañana, cuando iban a la escuela, al llegar al puente nuevo, tanto Antonio como Vicente, observaron que el río traía agua en cantidad pero sin llegar a ser una riada impetuosa y sucia. Lo comentaron, cuando Vicente vio a lo lejos 5 o 6 trocos enormes de pino. -Los pineros, Antonio, son los pineros, casi gritó. -Lo tenemos que decir en la escuela, contestó. ¿Quiénes eran los pineros? Durante algunos años, debido a la escasez de combustible para el transporte de camiones, se aprovechaba el agua de los ríos para sustituirlos. En la sierra de Segura se aserraban multitud de pinos que había que trasladarlos a la Estación de ferrocarril Linares-Baeza. En la sierra, una vez cortados, los llevaban en camiones a donde el río ya empezaba a tener profundidad y una corriente de agua

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capaz de mover los enormes troncos. Los lanzaban al agua y esta se encargaba de moverlos río abajo. Los pineros eran unos hombres, que usaban unas largas varas de madera, muy rígidas y manejables, con una especie de punta de lanza adosada a su extremo; servían para que cuando el enorme tronco del pino se paraba por causa de algún impedimento, piedra, encallado en la orilla u otra causa, el pinero, (hombre de los pinos), lo empujaba para que el tronco salvara el obstáculo y siguiera el curso natural del agua. Llevaban unas enormes botas de agua e iban por las dos orillas del río. Cuando pasaban por los pueblos, llegaban a los bares a tomarse un café o comer si era la hora. Así hasta llegar a la estación de LinaresBaeza, (el río Guadalimar pasa por la estación de Linares-Baeza), en donde unos camiones los cargaban y los trasladaban al andén de la estación distante unos 200 metros, para que se cargaran en vagones del tren y trasladarlos a diferentes puntos de España y allí ser “trabajados” convirtiéndolos en muebles. Vicente y Antonio dieron la noticia en el colegio. Al salir a las 12, todos los niños se trasladaron encima de los dos puentes, el Nuevo y el Viejo, para observar el paso de los troncos y de los pineros. En ese lugar solían atrancarse ya que había piedras y los recodos son de ángulo de más de 90 grados. Con lo que la labor de los pineros era constante. Los niños disfrutaban y colaboraban: -¡Eh, pinero, que se le ha quedado uno por encima del puente Viejo!, gritaba uno. -¡Debajo del puente Nuevo hay uno atrancado en el muro!, decía otro. La algarabía de voces no paraba. Los pineros agradecían con una sonrisa la “ayuda” de los niños y les saludaban desde las márgenes del río. Cuando era la hora de la comida y se paraban a comer en las posadas de la Manuela, de Maceo o la de Pepe U, típicas posadas del pueblo, que tenían fama en toda la comarca por su buena comida. Los niños casi se metían con ellos en el comedor. Les gustaba ver de cerca a unos hombres que hacían un trabajo tan apasionante como llevar los enormes troncos de los pinos a través de las aguas de su río: el Guadalimar.

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CAPÍTULO IV El gorrino de S. Antón Una tarde, a la salida de la escuela, se dirigían los dos con las carteras en la mano hacia sus casas. Al llegar a la altura de la casa de Vicente, este dijo: -Mira, Antonio, el gorrino de S. Antón. -Díselo a tu madre, le dijo Antonio. El gorrino de S. Antón, patrón de los animales, era un cerdo que todos los años, un vecino del pueblo, generalmente de los más pudientes, regalaba al municipio. El cerdo se paseaba por todo el pueblo como si estuviese en su chiquera, (que en otros lugares llaman pocilga); nadie osaba molestarle. Si la puerta de la casa estaba abierta, entraba como si de un inquilino más se tratara. Daba unos gruñidos para avisar de su presencia y salía alguno de los habitantes de la casa y le echaba algo de comer. -Mamá, mamá, que está aquí el gorrino de S. Antón, grito Vicente a su madre, anunciando la visita del huésped como si se tratara de un familiar. -¡Que no se vaya!, se oyó gritar a la madre, que subo ahora mismo. Subió la madre de Vicente llevando en un cubo algunos desperdicios de la comida. Algunas sobras de mondaduras de patatas y desperdicios aptos para cerdos. Se salió a la acera llamando al cerdo, que la siguió. Se lo puso en el suelo y el cerdo, entre gruñidos de agradecimiento, apuró todos los desperdicios. Ya estaba bastante gordo, se acercaba el tiempo de las matanzas. El cerdo se paseaba por todo el pueblo comiendo lo que le daban. Cuando el cerdo se acostaba en el suelo, los niños rascándole la barriga o las orejas solían canturrearle: Lero, lero, ¿Cuál es el jamón del porquero?, y levantaba una pata dando un gruñido. –Este, este es el jamón que me voy a comer, gritaban los críos. Se rifaba en el Ayuntamiento el día de S. Antón, el 17 de enero, entre todos los vecinos censados en el catastro del pueblo. A quien le tocaba lo incorporaba a su patrimonio y lo mataba cuando le parecía. Hacía todos los productos comestibles que se sacan del guarro, es decir de todo el cochino, morcillas, chorizos, los jamones, las asaduras, las tripas, la piel, las orejas, el lomo…todo. Y era costumbre, respetada por todos, que en agradecimiento a S. Antón, que le había concedido un marrano para comérselo, aquella familia llevara a la Iglesia varias ces34


tas de pan, encargadas previamente a algunos de los hornos, (el de Hilario, que era la fábrica de harina, el de Longino o el de Bartolo) y lo bendecía el cura. Previamente el pregonero daba su pregón en todos los puntos del pueblo: -De orden-del Sr Alcalde-se hace saber-que el domingo-después de la segunda misa-se repartirán-en la Iglesia-3 cestas de caridad- que ha dado-la familia-que le ha tocado-el gorrino-de S. Antón. Lo que se dicepara-conocimiento-de todos-los-pobres-del pueblo. La gente estaba avisada y por supuesto que iban a recoger el pan. Esta costumbre de “La Caridad”, era frecuente en el pueblo hacerlo cuando alguna familia tenía que agradecer algún favor concedido por la Divina Providencia: La recuperación de una enfermedad de algún familiar, el haber encontrado una cosa perdida, el tener noticias buenas de la familia, haber aprobado unos exámenes el hijo que está estudiando, etc. La Matanza La matanza era otra de las costumbres ancestrales del pueblo. Las casas que tenían chiqueras en los patios, solían criar cerdos que les llegaba su S. Martín, (su matanza), el día 11 de noviembre que es el día de este santo o primeros de diciembre. Hay un refrán castellano que dice que “A cada puerco le llega su S. Martín” porque las matanzas suelen ser para esas fechas. Las dos familias de Vicente y Antonio se solían poner de acuerdo con alguna más, para hacer la matanza en días diferentes, con el objeto de que hubiese en cada matanza varias familias para ayudar. Tanto en casa de Vicente como de Antonio, se mataban 4 cerdos en cada una y eso generaba una actividad y trabajo suficiente como para que estuviesen ocupadas varias familias. Los niños se lo pasaban muy bien con la actividad que había en las casa esos días. Por la mañana temprano se presentaba el matarife, que solía ser algún familiar o experto que entendía cómo matarlo. En el patio de la casa una mesa de madera fuerte, no muy alta, era “el lecho en donde se sacrificaba al animal”. Los hombres entraban en la chiquera, cogían al gorrino por las patas, que pesaba bastantes arrobas y lo trasladaban a la mesa del sacrificio. Con cuerdas lo ataban a la mesa y le sujetaban las patas. Los niños también intervenían. El cerdo comenzaba a dar grandes y sonoros gruñidos, que ya no cesarían hasta su muerte. -Antonio y Vicente, vosotros cogedle por el rabo y que no se mueva, decía alguno de los mayores. Se sentían importantes.

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-Si no fuera por nosotros, el gorrino no dejaría de moverse, decía Vicente. -Porque los gorrinos tienen la fuerza en el rabo, que me lo ha dicho mi padre, decía Antonio. Por eso nos cogen a nosotros para sujetarlo, concluyó orgulloso. El matarife limpiaba un poco el gaznate del cerdo y con un cuchillo de grandes dimensiones, pinchaba y lo introducía en la garganta, rompiendo una de las venas o arterias del cerdo, del que rápidamente empezaba a salir sangre. (Normalmente era una mujer la que portaba y colocaba un lebrillo, con una poca sal para recoger la sangre). Había que desangrarlo todo, luego la sangre servía para, entre otras cosas, hacer morcillas negras de cebolla o incluso se cocía y luego frita con cebolla y algo de tomate, estaba buenísima. El cerdo se puede suponer los chillidos que seguía dando. (¡Como si lo estuvieran matando!). Los hombres haciendo fuerza para que no se moviera y los niños relevándose en la sujeción del rabo ayudaban a la faena. Poco a poco la vida iba abandonando el cuerpo del animal perdiendo fuerza y bajando el tono de los chillidos, hasta que moría. Rápidamente los hombres sacaban unos cubos de agua hirviendo de un caldero muy grande que estaba en la lumbre de la cocina, calentada con leña de oliva. Echaban el agua encima de la piel del marrano y en un santiamén usando las herramientas apropiadas, estaba pelado, quedándosele la piel tersa y blanca como la de un reciennacido. Entre unos cuantos hombres lo elevaban hasta colgarlo de un gancho o garfio quedando bocabajo y siendo abierto, por el matarife, en canal. Allí el “matador” empezaba la labor de limpiar el gorrino, sacándole todas las vísceras, las tripas y el mondongo, dejando solo las patas, que luego se convertirían en las paletillas y los jamones. Las tripas, las lavaban las mujeres en el río con jabón y una vez muy limpias se usaban para embutir el salchichón. Las morcillas de diferentes clases, negras, blancas, güeñas, etc. llevaban otra clase de tripas que se compraban en los comercios, normalmente en casa de Pepe Luna. Así hasta matar a todos los cerdos, en este caso cuatro. El veterinario venía para llevarse una muestra de carne y analizarla y ya de paso asaban en las ascuas trozos apetitosos del gorrino de los que daban buena cuenta. La labor de las mujeres era esencial. Picar la carne con maquinillas que funcionaban de forma manual. (Aquí los niños colaboraban en manejar la manivela del molinillo de picar la carne; había que tener mucho cuidado porque si alguna de las mujeres que estaban introduciendo la carne por la boca de alimentación de la ma36


quinilla se descuidaba, el rodillo de la máquina podía pillarle un dedo y machacarlo. Casos se dieron). Una vez molida la carne se separaba según fuera su posterior destino: Chorizo, salchichón, morcillas de diferentes clases, lomo embuchado y las mil y una aplicaciones que tiene este bello animal al que muchos llaman guarro. Se le mezclaban las especias apropiadas a cada preparado. Se traía la cebolla ya pelada y cocida en los grandes calderos utilizados para calentar el agua y se preparaba para las morcillas negras. Durante el trabajo, tanto de los hombres como de las mujeres o de los niños, la charla, la conversación, el chismorreo, era tan importante como la labor que se estaba haciendo. (Debe saberse que el chismorreo no es un invento de Tele 5 u otras televisiones basuras. Ellas solo lo han plagiado. Esa bella costumbre de criticar o sacar los trapos sucios a los demás, pero con otro estilo, es tan antiguo como Adán, Eva y la serpiente. ¡Ay, si Adán hablara!). Y por último había algo tan solemne y tan sagrado, como lo es la Jura de Bandera para un Soldado o la lectura de la Tesis Doctoral para un recién Licenciado de una carrera universitaria: ¡¡Había que hacer el Ajo Pringue!! Aquella comida era la columna vertebral de aquellos días, el sumo del arte culinario, el no va más de las comidas, el buque insignia de una matanza. El Ajo pringue se hacía, más o menos de la siguiente forma y con los ingredientes que se detallan: El hígado del cerdo y pan ambos elementos rallados con los ralladores que a propósito había en la época; el hígado se cocía con jamón y se le ponían las especies de clavo, orégano, pimienta, azafrán en hebra, ajos, (nunca cominos), nueces y almendras bien machacadas. A continuación se freían pequeños trocitos, en aceite de oliva de la tierra, asadura y panceta del cerdo recién sacrificado, y se le ponía la suficiente cantidad de aceite para que sobresaliera de todo lo que había en la sartén; se escogía una cocinera con conocimientos suficientes para manejar todos los ingredientes, (normalmente solía ser la dueña de la casa o persona de su confianza) se ponía sobre las trébedes en el fuego una sartén y la cocinera se encargaba de mezclarlos de forma conveniente en el tiempo que requería cada uno y vigilar su fritura y cocción. (Receta de mi hermana Emilita tomada al oído [teléfono]. Nota del autor) Después solo quedaba comerlo con pan de horno de la tierra y después de la comida descansar. El rito matancero solía durar 2-3 y hasta 4 días. Todo en función de los cerdos sacrificados y de las personas que trabajaban. Muchas veces se solían contratar mujeres para la faena de los embutidos, pelar la cebolla, limpieza de las tripas, del menaje que se utilizaba y rastros que dejaban los marranos: la sangre derramada, el pelo que se les afeitaba, lavar los trapos que se utilizaban, et., etc.; se preparaban algunas 37


carnes especiales de partes del cerdo y se guardaban en orzas con aceite, por ejemplo el lomo; estos alimentos servían para que se conservaran sin peligro de “echarse a perder” y comerlos posteriormente en cualquier ocasión. Cuando todo estaba concluido, los embutidos colgados en las varas, en los techos de las habitaciones, normalmente en las cámaras; los jamones y paletillas puestos en sal en las artesas, estas en los sótanos oscuros al lado de las tinajas de aceite, las orzas en las despensas, y se hacía: El remate de la matanza. Consistía en un pequeño “teatrillo” en donde las mujeres, las de la casa y las que habían venido para ayudar, hacían parodias de hechos relacionados con la gente de la casa o del pueblo, exagerando lo relatado o escenificado, se pintaban las caras y se ponían coloretes de una forma desproporcionada. Los niños muchas veces también intervenían, los hombres presenciaban las escenas riendo y comentando lo que estaban viendo; era, en fin, una fiesta ancestral, que se venía celebrando desde hacía siglos en aquellas tierras y por aquellas familias. Un rito o, si se quiere, una liturgia celebrada en honor de quien, quienes, durante una larga temporada, servirían de sustento a la familia y sus invitados. Es curioso, pero en estas fiestas el protagonista principal, o los protagonistas principales, si habían sido varios los gorrinos sacrificados, no participaban directamente por una sencilla razón: estaban muertos. Se celebraba la muerte cuando esta era beneficiosa para los seres humanos. Si los cerdos hubiesen visto y hubieran podido razonar, seguro que entre gruñidos, entre ellos, hubieran dicho: “Que bien se lo pasan estos humanos celebrando nuestra muerte. Estamos orgullosos de ser los protagonistas y el motivo de este jolgorio. Si no hubiera sido por nosotros… estas familias no hubiesen disfrutado tanto.”. A lo largo de la historia ha sido mucha la literatura que se ha escrito por parte de prestigiosos literatos y piezas oratorias que se han pronunciado por insignes oradores, en un canto lírico, ensalzando las bondades culinarias de los gorrinos, guarros, cerdos, marranos, cochinos, puercos… que con todos estos bellos nombres y aun más se les conoce. Muchos años después Vicente recordaba con un amigo las matanzas de su pueblo. -Dice un filósofo sevillano, le comentó su amigo, que del cerdo le gustan hasta los andares. -Pues a mí, le respondió Vicente, del gorrino, como le llamamos en mi pueblo, me gustaba hasta la vejiga de la orina.

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-¿La vejiga de la orina, se extrañó su interlocutor. ¿Cómo te iba a gustar eso? -Porque los niños la dejábamos secarse; en el centro de la vejiga le poníamos un carrizo que los niños cogíamos del campo, atándolo fuertemente para que no se soltase, luego la poníamos en la boca de una olla o un puchero o una orza pequeña, atándola a su cuello con una cuerda y ¡oh, milagro de la artesanía!, habíamos construido una Zambomba que nos servía a los niños para tocarla en navidad y cantar villancicos. ¡Tenía un sonido precioso, muy navideño! -¿Pero que es un carrizo, que es una orza, que es una zambomba?, inquirió asombrado su amigo. -Déjalo, anda. Cosas de mi pueblo. Otro día te lo explicaré. Quiero cerrar esta pieza de exaltación al gorrino, con un poema que le dedicó Fray Porrón, un piadoso fraile, que allá en la soledad de su celda, en donde, a semejanza del pobrecito de Asis, S. Francisco, le llamaba Hermano Cerdo a este bello, productivo y magnífico animal. Este es el canto de Fray Porrón: Ayer te comí y recuerdo tus muslos de porcelana; te degusté, con buena gana aunque fueses solo un cerdo. Y hoy te añoro y con cariño de esas costillas y lomo a ti, te quiero, así te como a ti te clavo todo un “piño”. Ese chorizo colgado esas longanizas refritas con tostás o papas fritas de sabor muy refinado. Esas manos y careta ese rabo retorcido ese morro... ¡Bien nacido! las morcillas , son mi meta . Y tu mirada tierna marrano de mis amores mil sueños de mil colores es tu jamón...o sea...tu pierna. Y me quedo como un lerdo cuando termino el bocata que siempre me dan la lata... cuando te saboreo, oh cerdo... Fray Porrón

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CAPÍTULO V Las Festividades ¡Y como celebraban la Semana Santa! Lógicamente el primer acto era la confección de un muñeco de trapos de tamaño casi natural que se construía, como no podía ser de otra manera, el primer día de la Cuaresma: el Miércoles de Ceniza. Se colgaba en una calle de las más céntricas, pendiente de una cuerda atada en dos balcones opuestos. Lo bajaban, lo manteaban y le cantaban canciones con letras jocosas. El nombre del muñeco era “El Pelele”. Pelele el chico-le dijo al grandealcánzame la cesta-que tengo hambre, era una de las letras. El final del pelele, era un manteo sobre el Puente Nuevo y echarlo al agua del río. Ya, iniciada la Semana Santa, el primer acto era la escenificación que hacían diversos personajes del pueblo de los actos de la pasión de Cristo y consistía en la entrega por Judas Iscariote de Jesús a los judíos. El encuentro en el amanecer del Jueves Santo de Jesús Nazareno y la Dolorosa. La resurrección de Cristo, descorriendo el velo que tapaba la imagen de Cristo Resucitado y los romanos cayendo al suelo entre el ruido de sus armaduras y lanzas. ¡Y qué alegría las fiestas del Patrón S. Isidro Labrador! Sacarlo en procesión por todo el pueblo. Aún recuerda Vicente, vestido de monaguillo, roquete blanco sobre sotana negra, a dos hombres del pueblo, de unos 70 años, detrás de S. Isidro, que mantenían la siguiente conversación: -¿Recuerdas, Demetrio, cuando en el año 37 nos sacaron de nuestras casas y nos encerraron en la iglesia a la que habían convertido en la cárcel del pueblo? -¿No voy a recordar, Matías? Unos días antes cogieron a S. Isidro, le pusieron una camisa roja encima y una hoz entre las manos, para simular que era un comunista y lo sacaron de procesión por el pueblo. Y después de pasearlo y escarnecerlo por todas las calles, lo llevaron camino del Tamaral, (cortijo a unos 3 km. de aquí), y lo despeñaron por un barranco. -Sí, pero todo eso es mejor olvidarlo, concluyó Matías. Tenemos una imagen de S. Isidro nueva y en paz. Era el año 1949. Las fiestas de S. Isidro, en las que participaba todo el pueblo, se iniciaron, al principio de la década de los 40, en la plaza de la Iglesia. Allí montaban los feriantes sus artilugios. La noria, las casetas de tiro, 40


los tenderetes con el turrón, caramelos, otros con ventas de muñecas etc.; los niños podían degustar muchas chucherías. Sin embargo la mayor parte de los pequeños del Puente preferían seguir comprando lo que más les gustaba en casa de: La María de las pipas, como la conocían. Esta mujer vendía en su casa los productos tradicionales que siempre se comían los jóvenes para entretener el tiempo, la conversación y las ganas de comer. Eran las pipas de girasol, normalmente tostadas y saladas; los torraos, garbanzos tostados que era la debilidad de muchos; los chochos, también llamados altamuces o su verdadero nombre, altramuces; las chufas, tan dulces ellas; y el paloduz, que es la raíz de una planta edulcorante, que tenía un sabor muy dulce que cuando se hierve, suelta un jugo a partir del cual se hace el regaliz, también degustado por los pequeños. Esta planta tiene efectos medicinales, sobre todo para los resfriados. Las pastillas Juanola vienen de ahí. Todo esto, además de caramelos y almendras dulces, vendía la María de las Pipas, a la que los niños le tenían un gran cariño, recíproco por parte de esta buena mujer. La tienda la tenía en su casa en la Calle de S. Isidro y consistía en varios escriños o una mesa en donde estaban los productos puestos sobre fuentes o platos. -María, deme usted una perragorda de pipas o de chochos o de torraos, solían decir los niños; deme dos reales de paloduz y chufas, decían los más pudientes. (Con aquella cantidad, nada menos que cincuenta cts., entraba tal cantidad que podías tener un dolor de estómago, a no ser que fueran varios comensales). La María, una mujer ya muy mayor, muy mayor…, podía tener unos 60 años, con una bata negra, mandil blanco anudado a su cintura y un moño en su pelo, los atendía con cariño y una gran sonrisa. Una parte importante de las fiestas era el Circo, que era la debilidad de los niños; también solían ir las atracciones para los más pequeños: las norias de caballitos o cochecitos. La música a todo volumen salía de la noria grande o de la noria de los voladores: sillas amarradas con cadenas flexibles que al estar en marcha se abrían del centro de la noria y prácticamente iban volando por encima de la gente que estaba en el suelo. Y atracción importante era la música. Aún recuerdan Antonio y Vicente una canción con una letra muy atrevida, que aún hoy no se explican cómo estaba permitida por la censura. Era una voz de mujer, Antoñita Moreno, la que cantaba una canción muy pegadiza que a Vicente le gustaba mucho. La repetían mucha veces de lo que se deduce que gustaba a los vecinos del pueblo. El título de la canción era: El Cordón de mi Corpiño. Para que quede constancia se pone a conti41


nuación la letra, por si algún lector tiene curiosidad en leerla. El autor de esta verdadera historia recomienda meterse en GOOGLE y buscar: Antoñita Moreno, el cordón de mi corpiño. Óiganla como la canta, bien Antoñita Moreno o cualquier otra cantante que lo haga y digan si Vicente era un hortera por oírla.

el cordÓn de mi corpiÑo antoÑita moreno

Tú quieres que yo te dé, lo que no te debo dar, el cordón de mi corpiño, mi niño, que no lo puedo cortar, el cordón de mi corpiño, mi niño, que no lo puedo cortar.

Ay!, sol y luna, ay!, luna y cielo. Dónde estuviste anoche, que mis ojos no te vieron, dónde estuviste anoche, que mis ojos no te vieron.

Ay!, ay!, ay!, cuando tu besas mi boca. Ay!, ay!, ay!, yo por ti me vuelvo loca. Tra, la, la, rá, 42


tra, la, la, rá, yo por ti me vuelvo loca. Tra, la, la, rá, tra, la, la, rá, yo por ti me vuelvo loca.

Si tu quieres el cordón, tijeras te traigo aquí, pa' que cortes el corpiño, mi niño, que no lo puedes sufrir, pa' que cortes el corpiño, mi niño, que no lo puedes sufrir.

Ay!, sol y luna, ay!, luna y cielo. Dónde has estado rondando, que tan guapo te pusieron, dónde has estado rondando, que tan guapo te pusieron.

Ay!, ay!, ay!, no me dejes vida mía. Ay!, ay!, ay!, que sin ti no sé que haría. Tra, la, la, rá, tra, la, la, rá, que sin ti no sé que haría. 43


Tra, la, la, rá, tra, la, la, rá, que sin ti no sé que haría.

Ay!, sol y luna, ay!, luna y cielo. Dónde has estado rondando, que tan guapo te pusieron, dónde has estado rondando, que tan guapo te pusieron.

Ay!, ay!, ay!, no me dejes vida mía. Ay!, ay!, ay!, que sin ti no sé que haría. Tra, la, la, rá, tra, la, la, rá, que sin ti no sé que haría... que sin ti no sé que haría... que sin ti no sé que haría... que sin ti no sé que haría...

-Esta letra se le ha pasado al de la censura, comentaban dos hombres del pueblo, de unos 40 años, que estaban en la caseta de tiro al blanco. Parece mentira las cosas que dice. -Así tenemos la juventud que tenemos, contestaba el otro. Cada día tienen menos respeto y hay menos vergüenza. -¿Pero tú has oído la letra completa? 44


_ ¿Que si la he oído? Completa. No me he perdido ni ripio. -Pero la culpa la tiene el alcalde, que tenía que multar a estos feriantes y echarlos del pueblo. La letra y el tono que le da la artista cantándola; se le nota la poca vergüenza que tiene. -A ver si viene algún municipal, Fernando o José Antonio y se lo decimos. (Los municipales vivían a 50 metros de donde se estaba cantando a todo volumen. Nota del Autor) -Pero si es que cada día esta juventud tiene menos vergüenza. Mira ahí enfrente el Antonio y la Manuela. Él le está tocando las manos. -¿Y para esto hemos hecho y ganado una guerra? -Déjalo, Genaro, esto no tiene arreglo. Vamos a seguir tirando al blanco a ver si nos llevamos unas muñecas para nuestras hijas. -Sí, sí. Mejor será. Un año, recordaban Vicente y Antonio, vino un circo y los llevó el padre de Antonio, en el que venían 4 leones. Nunca habían visto un león, si no era pintado en los libros y les impresionó muchísimo. La melena que llevaban los machos, los dientes tan enormes; como salían por un túnel de barrotes de hierro hasta el centro de la pista en la que había una jaula que ocupaba todo el redondel. El domador les daba voces y con un látigo que restallaba a cada momento, les obligaba a subirse en taburetes, pasar por unos aros enormes y saltar los unos sobre los otros. Les llamó la atención lo famélicos y escuchimizados que estaban. Debían pasar mucha hambre. -Cualquier día se comen al domador, comentó el padre de Antonio en plan de broma. Pobrecitos, comerán muy poco. A los dos niños les entró un escalofrío nada más pensar que el león se pudiera comer al domador. Los payasos era el número que más les gustaban y se reían mucho con ellos. Los toros eran un rito de obligado cumplimiento. Se celebraban en la fábrica de aceite de S. Isidro, allí en la plaza de la Iglesia. La adaptaban poniéndole unos palos y tablas muy bien acoplados en el gran patio de los atrojes en los que se vaciaba la aceituna. Solían llevar “4 Novillos-Toros que se lidiarían con permiso de la Autoridad y si el tiempo no lo impide, por los afamados novilleros...” y aquí iba el nombre de los que iniciaban, en Puente de Génave, el camino hacia la gloria. Los niños, cuando iban con sus padres, veían como el alcalde del pueblo estaba encima de una tarima y de vez en cuando sacaba un pañuelo. 45


Recuerdan un año que fueron los dos con sus padres, que uno de los novillos cogió al torero levantándolo casi un metro por encima de los cuernos, cayendo al suelo no sin antes dar una vuelta completa en el aire. El torero se levantó con muy mal genio dirigiéndose al toro como regañándole y diciéndole a los otros que iban con él que lo dejaran solo frente al toro. ¡¡Dejadme solo!! Gritaba. ¡Fuera, fuera todos! -Que mal le ha sentado que lo coja, comentó Vicente, y lo enfadado que está. -Pues le habrá hecho daño, dijo Antonio. Fíjate como le da pases; y lleva el pantalón roto. La gente aplaudía a rabiar y ellos también. Cuando el torero con el estoque mató al toro, la gente sacaba los pañuelos y los agitaban, (ellos lamentaron no tener pañuelo, pues se limpiaban la nariz con la mano, el puño o la manga de la camisa o el jersey); le dieron al matador 2 orejas y el rabo. -Este va para figura, Francisco, hay que ver lo bien que ha toreado, comentó Lorenzo, el padre de Antonio. -Y lo valiente que es, dijo Francisco. Llegará lejos. ¿Sabes una cosa, Lorenzo? -¿Qué?, preguntó el interpelado. -Daría cualquier cosa porque mi Vicente fuera torero, dijo con deseos de que sus pensamientos se convirtieran en realidad. Vicente oyó el comentario de su padre y no dijo nada. -Hombre, dijo Lorenzo, ser torero tiene muchos riesgos y te puede matar el toro. -Pero ¿Cómo te va a matar el toro?, dijo Francisco, torear es facilísimo, hombre. Tú te pones delante del toro y o te quitas tú o te quita el toro, dijo con sorna Francisco. Antonio sonrió y los dos aplaudieron al torero que pasaba delante de ellos con las orejas y el rabo del novillo en las manos, orgulloso de su triunfo. -¿Quieres ser torero Vicente?, le preguntó el padre al hijo cuando salían de la plaza. -Sí, papá, contestó entusiasmado el niño. -Ahí lo tienes, Lorenzo. Y yo seré el padre del torero, del artista. Vicente salió de la plaza muy contento. Iba a ser torero, se lo había dicho su padre. 46


-¡Voy a ser torero!, Antonio, ¡voy a ser torero!, repitió. - Pero ¿y si te pilla el toro y te hace lo que le ha hecho a este? -Me levanto y lo mato, contestó rotundo Vicente. -Estaba deseando llegar a su casa y decírselo a su madre. -Mamá, voy a ser torero., casi le gritó a la madre cuando llegó. -Tú estás loco, le dijo la madre. ¿A cuento de que viene eso?, preguntó con curiosidad. -Me lo ha dicho papá. -¡Ah!, entonces estáis locos los dos, cerró la conversación su madre. Nadie pudo impedir que aquella noche el niño soñara con toros enormes, con trajes muy bonitos, con orejas que llevaba en las manos, con palmas de la gente que le aplaudían a él… También en aquellos años solía haber verbena en donde los jóvenes, chicos y chicas, solían bailar. Eso sí, con la mirada vigilante de las madres, (de ellas), para que el contacto corporal fuera el mínimo. Si alguno de la pareja osaba romper la distancia establecida que marcaban las reglas de la educación y la decencia, la madre de ella o cualquiera de los asistentes de edad, les llamaban la atención: -¡Que corra el aire entre los dos cuerpos! ¡Que haya separación! Había que guardar la moral y las buenas costumbres, que para eso se había ganado una guerra, pensaban algunos. Las cosas había que hacerlas cuando tocaran. Cada cosa en su tiempo, decían los mayores. Los músicos eran Nicasio que tocaba el acordeón, Paco el Barbero, al que apodaban “Moquilla, Paco Moquilla”, que tocaba el laud y Antonio al que apodaban “el Mono”, que tocaba la bandurria. Otros años el músico era solo uno: Pelijas, que era del Tamaral y tocaba el acordeón que le llamaban acordeón-piano. Por supuesto había churros, cervezas, carnes, pocas y otros productos culinarios. Un año, recuerda Antonio que iba acompañado de Vicente, se pusieron delante de un vendedor ambulante que “regalaba” plumas estilográficas. El gran invento de la época había llegado al pueblo. Se pararon los dos amigos delante del vendedor, que luego supieron que era murciano, era un charlatán de feria. La verborrea, la catarata de palabras, las frases rimbombantes pero sin sentido, obnubilaron la 47


mente de los niños, ya con 9 años. Entre los dos juntaron 15 pesetas. Madre de Dios, ¡¡15 pesetas!!, de aquella época. Les iba a dar dos plumas de oro por esa cantidad. No recuerdan como, pero el murciano lo hizo de tal forma, que se quedó con el dinero y no les dio las plumas. Y los mayores decían que el vendedor llevaba razón. Aquel S. Isidro se quedaron sin nada y sin decírselo a sus padres, pues corrían el riesgo de que encima “cobraran” y no precisamente dinero. Otras fiestas eran las que se celebraban en Peñolite, aldea cercana al Puente y las del Tamaral, otra aldehuela más pequeña que Peñolite y a la que ellos dos tenían que asistir por obligación. El motivo era en Peñolite el día de S. Juan, su patrón, el 24 de junio y en el Tamaral su patrona Santa Teresa de Jesús, el día 15 de octubre. Como D. Pedro tenía que subir a decir misa, ellos, los monaguillos, tenían que acompañarlo. Allí vivían algo del jolgorio de la fiesta. Aquel año, 1949, también hicieron la primera comunión. Fue el 10 de abril. Vicente la hizo con su hermano mayor y Antonio y algunos niños más de las escuelas también comulgaron por primera vez. Vicente y su hermano iban vestidos de marineros. Luego una comida un poco especial, pues los tiempos no estaban muy boyantes para hacer grandes desembolsos. Otra fiesta era el 25 de abril, día de S. Marcos. Todos los niños y niñas de los colegios y muchísimos mayores, salían al campo a “espantar el diablo”; cada uno llevaba un hornazo, (torta de aceite con azúcar y un huevo duro cocido, incrustado en su masa) y al abrirlo para comerlo, las mujeres estrellaban y rompían el cascarón del huevo, rompiendo uno de sus extremos, en la frente de los hombres, cuando estos estaban desprevenidos, con gran jolgorio de todos ante la cara que ponían los chicos que no esperaban semejante golpe. Los jóvenes, sobre todo las chicas, cogían unas margaritas con sus hojas blancas e iban arrancando las hojitas de la flor y a cada hoja iban diciendo: SI-NO-SINO-SI-NO-SI… y cuando salía Sí, había risas entre el chico y la chica y si salía NO los rostros se tornaban serios. En aquellos tiempos ni Vicente ni Antonio supieron el porqué una actitud de alegría si salía SI o de seriedad disimulada si salía NO. Aún no habían llegado a la edad de “me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere…” En el Puente no había cine. Este llegó, posiblemente, después del año 1950, que es cuando se cierra el relato de esta historia, pues los dos protagonistas marchan fuera del pueblo a distintos puntos para seguir sus estudios. Pero sobre el año 1948 o 1947, lo comentaron los dos amigos: 48


-¿Sabes que hay un teatro en el pueblo?, le dijo Vicente. -No. ¿Tú como lo sabes? -Porque mis padres van a ir a verlo y yo he visto artistas por la calle. Hombres y mujeres. -¿Y en donde es?, quiso saber Antonio. -Pues donde va a ser, en la Ramblilla, en el teatro de Maceo. -¿Y tú porqué no vas? -Porque mis padres no quieren. Pero Vicente tenía un plan que no se lo comentó a su amigo. Eran los últimos días de octubre y la obra la iban a representar el día 2 de noviembre, el día de los difuntos. El día siguiente se fueron juntos a la escuela y Antonio le dijo a Vicente: -Ya se más del teatro, porque mis padres también van a ir. -¿Y qué es lo que sabes?, preguntó Vicente. -Que el teatro que van a poner se llama Tenorio o algo así y es de muertos y cosas de esas. Vicente calló. Estuvo en la Ramblilla en el teatro y vio gente para sacar las entradas. Confirmó lo que ya sabía, que encima de una ventana con reja había una especie de claraboya por la que se podía entrar y decidió la noche del teatro ir a verlo. El día dos por la noche, marcharon los padres de ambos niños al teatro. Cuando ya había pasado bastante tiempo, Vicente se levantó y se vistió. Salió por la puerta de atrás dejándola abierta pero muy entornada, que pareciera que estaba cerrada. Se fue al teatro que ya había empezado. En la entrada no había nadie. Trepó por la verja y subió a lo que era una especie de camarilla que daba al teatro, en donde se veía el escenario y el patio de butacas pero no completos. Había que estar sentado o en cuclillas, pues el techo era muy bajo. Vio medio escenario y los artistas vestidos con unas ropas muy raras. Los hombres con espadas y las mujeres, algunas como si fueran monjas, hablaban y decían cosas que no entendía. Estuvo un buen rato viendo aquello, pero no le gustaba y le daba sueño. Decidió bajar y marcharse, cosa que hizo. Llegó a su casa, se desnudó y se metió en la cama. Más adelante, cuando era mayor, supo que la obra se llamaba D. Juan Tenorio, de José Zorrilla y la compañía la iba representando por muchos pueblos y al Puente le tocó el día de los difuntos.

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Los Quintos Otra fiesta alegraba al pueblo una vez al año: La despedida de los Quintos. Un sábado que los niños no tenían escuela, marcharon hacia la Vicaría, finca y cortijo distante 1 km del pueblo. Iban con más amigos y cepos para cazar pájaros. Cerca ya del mediodía aparecieron por allí unos 20 0 25 “mayores” cantando Asturias patria querida…, comiendo, con botellas de vino en la mano. -Son los quintos, dijo Luciano, el mayor de los niños. -¿Y que son los quintos?, preguntó Antonio. -Los que se van a la mili fuera del Puente, contestó Luciano. Se acercaron a ellos y les oyeron hablar. Al parecer en Úbeda había algo que se llamaba Caja de Reclutamiento y allí, todos los años, hacían un sorteo entre todos los mozos del pueblo que ya tenían 21 años y al parecer de toda España, para que se fueran al Ejército. Celebraban su despedida próxima del pueblo, pues les esperaban dos años o más de ausencia, una vez que se incorporaran a sus destinos. Sus padres les autorizaban ese día a que se divirtieran con los amigos quintos, bebieran vino y se “pasaran” algo en su comportamiento: Una vez sorteados ya eran unos hombres. Se actuaba de forma semejante y casi similar a como se hacía con algunas chicas o damiselas muy importantes de otros tiempos. Cuando una princesa, infanta o doncella muy principal, perteneciente a la realeza o la nobleza de España, cumplía su mayoría de edad, se invitaba a lo mejor de cada casa noble para presentarla en Sociedad, celebrando con gran boato, lujo y parafernalia una fiesta impresionante en los jardines y salones de palacio. Había dejado de ser una niña y era una mujer que como tal había que tratarla. Los quintos del pueblo, (el pueblo llano y soberano) de todos los pueblos de España, se incorporaban al Ejército; cuando se lo comunicaban, se juntaban entre ellos ese día, mojaban sus alegrías y sus penas en el vino manchego que trasegaban sin ton ni son. Comían y bebían como si fuera lo último que iban a hacer ya en el resto de su vida. Como no tenían palacio, lo celebraban en las olivas de la Vicaría. Se mezclaban la alegría y la tristeza. El abandono del pueblo y el destino a una lejanía que muchos nunca conocieron, pues casi todos ellos no habían salido más allá de 50 kilómetros de los límites de Puente de Génave. -¿Dónde te ha tocado, Práxedes?, preguntaba uno. 50


-Me ha tocado África, a Tetuán, decía con tristeza Práxedes. ¿Y a ti, Isaías? -África también, a Sidi Ifni -¿Y dónde está eso? -Yo que sé. En África. Seguro que nos vemos, estará cerca un sitio del otro. África no es tan grande, dice mi cuñado. -Seguro. A los dos se les notaba la tristeza de tener que marchar tan lejos de sus familias. El grupo de niños no perdían ni una coma de la conversación de los mayores. Oían sus comentarios: -Pues a mí me ha tocado a Canarias. A mí a Sevilla a Caballería y como tengo un caballo en mi casa, eso que llevo adelantado. A mí a Madrid a Ingenieros. Pero si tú no sabes leer ni escribir, ¿cómo vas a ser ingeniero? Pues eso le he dicho a mi padre. Yo a Cádiz a Artillería. Y yo a Bilbao. Yo a Cartagena a Marina. Pues esos están más tiempo. ¡No me digas, lo que me faltaba! Me lo ha dicho mí tío Nicolás que hizo la mili en S. Fernando. Pues anda que los de África… esos no vienen ni de permiso. Pues yo voy a Canarias. Esos tampoco vienen, porque está muy lejos. ¿Y qué hago con mi novia?, preguntó. ¿Con la Julia?, le contestó otro, no te preocupes, ya se encargará mi hermano de ella, que le gusta mucho. ¡¡Los rajo. Los rajo a los dos!!, dijo medio en broma medio en serio. Bebían, comían, lloraban, reían; esperando que les depararía la fortuna o el infortunio. Había esperanza y deseos por salir del pueblo y conocer nuevas tierras y tristeza por no saber cuál sería su futuro. Los pequeños pensaban que a ellos solo les faltaban 12 años para ser unos hombres. Habían nacido en 1940 y los quintos en 1928. Comieron algo que les dieron los quintos. Chorizo, jamón y otras menudencias, sin probar el vino. Todavía eran unos niños. Seguían los cometarios y las canciones: Apaga luz Mari Luz, apaga luz… los borrachos en el cementerio, juegan al mus, juegan al mús. Las vacas del pueblo ya se han escapao, Riau, riau. Chaparrita, la divina, la que va por las mañanas al templo para rezar… Era un rayito de luna, que alumbraba el cementerio, donde reposan los restos de mi tío Desiderio. Desiderio, Desiderio, siempre triste y siempre serio… allí salieron todas las canciones que habían aprendido de sus padres, que a su

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vez aprendieron en la guerra, en el frente. Para algo más que para matar tenía que servir una guerra, pensaban. Los pequeños se despidieron y se fueron a recoger las trampas, los cepos y los pájaros que hubieran capturado. Les había gustado la fiesta de los quintos. Ya les faltaba menos. Vicente, de la misma quinta que Moniato, aun no sabía que él no celebraría esta fiesta, pues cuando tuvo 21 años, ya estaba en el Ejército. El discapacitado, a pesar de su exclusión por su incapacidad, aunque no fue sorteado, fue invitado por sus compañeros de reemplazo. El Muerto Un día, algo vino a las vidas de los dos niños, algo nuevo que nunca habían vivido. Estaban todavía en la escuela de D. Andrés. -Vicente, ¿sabes que se ha muerto Maceo? (Maceo era el dueño de la posada, tabique por medio, con la casa de Antonio y la casa de enfrente de la de Vicente). ¿-Cuando?, preguntó Vicente. -Esta mañana, antes de salir para la escuela, se oyó de pronto gritos y unas mujeres llorando, continuó Antonio. ¿Qué es eso?, le preguntó mi padre a mi madre y mi madre le ha dicho: seguro que se ha muerto Maceo. Han ido los dos a su casa y estaba muerto. -¿Tú has visto alguna vez un muerto? -No, dijo Antonio. -Ni yo tampoco, pero hoy lo vamos a ver. -¿Y no te da miedo, Vicente? -Claro que sí, pero lo tenemos que ver. Además he oído decir que los muertos no se mueven. Acordaron verse después de la salida de la escuela, como así lo hicieron. Casi llegada la noche, los dos entraron en casa de Maceo. Había más niños por allí que eran familia del difunto. Pasaron a una habitación muy grade de la posada, en donde estaban las hijas vestidas con ropas negras y un pañuelo en la cabeza, también negro, sentadas alrededor de una mesa de madera en donde estaba el difunto Maceo metido en un ataúd sin la tapa puesta. Los niños se aproximaron con disimulo al féretro y vieron el cadáver. Lo analizaron de arriba abajo. Vestido también con un traje negro, la cara ligeramente pálida, como 52


más blanco que cuando estaba vivo, las arrugas parecían que habían desaparecido y, sobre todo, muy quieto. Era verdad, no se movía nada. Muy quieto, sin ningún movimiento, como si no respirase. La cabeza encima de una almohada y el poco pelo blanco que tenía, (lucía una gran calva), mal peinado, y algo revuelto. Las manos encima del pecho cruzadas con un rosario entre los dedos, una sobre otra, un crucifijo en la pared y los dos pensaron lo mismo: Aquello era la muerte. Luego supieron que los muertos no se mueven, que por eso están muertos, que ya no hay vida. No tenían muy claro lo que era la muerte. A los dos les dio un poco de repelús, pero podía más la curiosidad por este acontecimiento que por primera vez estaban viviendo, que el miedo que iban sintiendo. De pronto en sus pensamientos, absortos como estaban contemplando el cadáver, entraron las voces de las hijas y de la gente que allí había. -¡Ay, ayyy, ayyy, que lástima de mi padre! Con lo bueno que era. (En muchos casos los deudos se dedicaban a comentar los hechos buenos que el difunto había tenido en vida con ellos. Solían alabar las virtudes que tuvieron con grandes voces y si no las habían tenido, las inventaban). Cada vez que iba a Úbeda, proseguía la hija, siempre nos traía algún regalo y decía este para mi Manuela, este para mi Benita, este para mi Encarna y este para ti, Teresa. -Sí, contestaba otra. ¡Ayyy, ayyy!, gemía largamente. Pero y cuando iba a Albacete, la vez que nos trajo los pañuelos estos que tenemos puestos y nos dijo, ¡ea, esto para cuando me muera! Si es que nos quería mucho. -Y siempre estaba vigilando la posada, para que nadie se llevara nada. La vez que vino un arriero manchego y cuando se iba a marchar, se dio cuenta que llevaba en el burro unas alforjas que eran nuestras, con platos dentro. Hay que ver lo pendiente que estaba de todo. -¡Ayyy, ayyy, ayyy! Gritaban gimiendo las cuatro. La retahíla de hechos narrados por las hijas, era larguísima. Lo decían de corrido o suspirando o llorando a moco tendido. -Teresa, Teresa, llamaba Manuela a voces. -¿Qué quieres?, respondía Teresa también a voces, sentada enfrente. ¿Dónde está la llave de la despensa?, preguntaba. 53


-Puesta en la puerta, Manuela. -Anda, mujer, vete y la quitas. Que la gente se aprovecha de los velatorios y entran para llevarse chorizos o el lomo de las orzas. Mira a ver si han abierto las orzas. Todo esto a voz en grito que se enteraban los allí asistentes. Seguían los llantos fuertes y las lamentaciones. -¡Encarna!, otra vez Manuela. -¿Qué quieres?, respondió Encarna en voz alta, sentada a su lado. -¿Dónde está el bolso del dinero? -Lo tengo aquí en la faltriquera, respondía Encarna. -Amárratelo bien que no se te caiga. Que tenemos el dinero de las dos últimas semanas. –No te preocupes, Manuela. ¡Ayyy, ayyy, ayyy que bueno era y lo que nos quería. -¡Benita!, otra vez Manuela, ayyy, ayyy. -¿Qué?, respondía Benita. -Las habitaciones de arriba, ¿están cerradas? -No, yo no las he cerrado. -Pues sube y cierra todas las puertas y te metes las llaves en los bolsillos. No faltaba nada más que encima que se nos ha muerto nuestro padre, nos robaran. -Sí, Manuela, ahora mismo subo. Ayyy, que bueno era. Qué bueno era. Así hasta las tantas de la madrugada. Tanto Vicente como Antonio se marcharon después de echarle otra mirada al difunto Maceo al que ya no volverían a ver. Cuando ellos salían, entraban sus padres-¿Qué hacéis aquí?, preguntó uno de los padres. -Hemos venido a ver el muerto, contestaron. -¡Hala, iros para casa!

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-Ya se sabe, dijo la madre de uno de ellos. A los niños les gusta ver los muertos. Curiosidad malsana a su edad, concluyó. Se fueron y los dos críos estuvieron comentando lo acaecido en la Posada de Maceo, el color del muerto, la quietud que tenía, todo el negro tanto el de Maceo como el de las hijas, las conversaciones a gritos que mantenían sus familiares, etc., etc. Más adelante se enteraron que a ese color, que las hijas llevarían durante bastantes años, se le llamaba luto. Cuando se acostaron, cada uno en su casa, los dos hicieron prácticamente lo mismo: se acurrucaron en posición fetal en la cama, tapándose con las sábanas y las mantas dejando la parte alta de la cabeza fuera. Cerraban los ojos, pero dejaban una rendija de los párpados abierta a ver si venía el muerto. No podían dormir y metieron toda la cabeza dentro de las ropas de la cama, abriendo los ojos de vez en cuando para ver solo la oscuridad y las tinieblas que le rodeaban dentro. Se durmieron con pesadillas. Maceo vino unas cuantas veces, vestido de negro y quería destapar las ropas de la cama que ellos tenían asidas fuertemente. Querían levantarse y llamar a sus padres, y no podían, ni les salía la voz, ni podían gritar y las piernas no las podían mover, como si estuvieran…muertas. Fue una noche de pesadilla que durante muchos días hablaron de ella. Tardaron algún tiempo en familiarizarse con la muerte, o quizás eso es imposible. Si la muerte es de un ser querido, nunca llegas a familiarizarte con ese hecho. Lo que es un acontecimiento natural, nos parece imposible que ocurra cuando nos afecta en el entorno más cercano. La muerte es algo que siempre le afecta a otros. Vicente y Antonio, a lo largo de su vida, se dieron cuenta que eso no era verdad. La muerte era un patrimonio de toda la humanidad. La alcancía. (Hucha) Lo primero que hicieron Vicente y Antonio cuando se aproximaban las fiestas de S. Isidro, fue lo que venían haciendo desde los 5 años. Los dos tenían una alcancía que rompían el día 14 de mayo. S. Isidro es el 15. Se juntaban en la puerta de Vicente y en la acera la rompían para ver cuánto habían ahorrado durante el año. Nada más terminar las fiestas, si les había sobrado algún dinero, lo metían en la hucha nueva que ya sus respectivos padres les habían comprado para el siguiente año. Así pues se sentaron en el suelo y con la hucha debajo del sobaco, echaron a suerte quién la rompía antes. Vicente dijo el ritual de la suerte, señalándose indistintamente él o Antonio y con el dedo índice de la mano derecha en cada frase: Pinto-pinto-gor-go-rito-donde-vas-tan 55


re-bo-ni-to-a la casa de mi a-buela-ques-ta-cerca-de-la era. ¡Pimpom-fuera!. Le tocó a Vicente. Cogió su hucha y la estrelló contra el suelo, quedando desparramados los trozos de barro cocido de la hucha, mezclados con el dinero que había dentro. Empezaron a contar los dos. La mayor parte eran monedas de perragorda, de perrilla y algunas de real. Había 6 de una peseta. Fueron formando montones de peseta y contaron: 26 pesetas, 7 perragordas y dos perrillas. En total 26 pesetas y ocho perragordas. -De las 6 de peseta, dijo Vicente, 3 son de mis 2 hermanos mayores y mías, que nos las dieron mis padres para los cumpleaños. ¿Y tus 2 hermanas pequeñas?, Preguntó Antonio. -Esas no, son muy chicas. Vamos a contar la tuya. Antonio cogió su hucha y la rompió contra el suelo. Igualmente se desparramaron las monedas por el suelo. -¡Ooohhhhh!, silbó atónito Vicente, ¡tienes un duro! -Es que me lo dio mi tío César cuando vino de Francia, el año pasado para el verano; está viviendo allí. Pero es mío y de mis hermanos mayores, mi hermana chica, tampoco cuenta. Hicieron la misma operación que anteriormente y contaron: 32 pesetas, 5 perragordas, un real y 4 perrilas. En total 32 pesetas, 9 perragordas y 1 perrilla. -Tenemos mucho, comentó Antonio. -Esto no nos lo gastamos, es mucho dinero, dijo Vicente. -Pues ya tenemos para el año que viene, comentaron los dos. Eran dos chicos nada gastosos. Ambos cogieron unas pequeñas talegas que tenían, metieron allí todo su dinero, recogieron los trozos de la alcancía rota y marcharon para casa.

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CAPITULOVI Haza Alta En el verano del 49, los padres de Vicente y Antonio acordaron que los meses de julio y agosto los dos niños estuviesen juntos. La buena amistad y armonía que existía entre ellos, había que conservarla. Un buen amigo es tan importante como un hermano, decían. Así pues en el mes de Julio estarían en el cortijo de Haza Alta, (al que por deformación, por aquellos lares, se le llamaba “La Zarta”). La familia de Vicente tenía una casa y unas tierras de cereales y otros productos por allí y necesitaba casi todo el verano para la recolección de los mismos: trigo, cebada, avena, centeno, habas, garbanzos, etc. El mes de Agosto ambos se irían a unas tierras, con cortijo, que los padres de Antonio poseían en el cerro del Portazgo, (por deformación Portajo), lleno de olivares, con agua que manaba allí mismo y una alberca bastante grande para regar las huertas de hortalizas que tenían: tomates, pimientos, berenjenas, judías verdes, habas, et. Y también servía para bañarse. De las piscinas por allí, en aquellos tiempos, no se conocía ni el nombre. La alberca estaba casi siempre llena de agua. Toda cubierta de ovas, juncos u otras plantas acuáticas que crecían en las albercas. La Zarta, a diferencia de otros cortijos que había por aquellos terrenos, era una cortijada grande. Podían vivir en verano unas 20 o 25 familias, lo que suponía casi 100 personas. Terminada la época de la recolección del grano, algunas familias se trasladaban a sus viviendas del pueblo, normalmente Puente de Génave o Arroyo del Ojanco, que distaban unos 6-7 kilómetros de Arroyo del Ojanco y unos 10 del Puente. Había 2 grandes eras en el centro de la cortijada y que, normalmente en verano, siempre había trilla en las dos o las faenas inherentes a la recolección de cereales. La mayor parte de ellos eran familia. Andando el tiempo Vicente hizo un estudio genealógico de sus apellidos y pudo comprobar que hasta algunas generaciones, 2 o 3 anteriores a sus tatarabuelos por el apellido Pascual, habían nacido y vivido en la Zarta. Por lo deducido en el estudio genealógico, sabía Vicente que los Pascuales, la rama directa de la que él descendía, muchos de ellos habían nacido, vivido y muerto en aquella cortijada. Sabía que el antepasado directo más “antiguo conocido” se llamó Fernando Pascual y que estuvo casado con María Rodríguez y eran sus pentabuelos que nacieron un poco antes de mediado el siglo XVIII; y supo que él se llamaba Vicente por su bisabuelo Plácido Vicente Pascual Vázquez, que estuvo casado con Plácida Ysabel Rodríguez Machado. Sabía muchas más cosas de su familia del apellido Pascual y era que los más an57


tiguos se asentaron en un lugar cercano a Puente de Génave en donde se formó un cortijo al que llamaron Los Pascuales. Pero esto ya formaba parte de la historia del pasado. En la Zarta ninguna de las casas tenía agua potable. Había que trasladarse a unos 2 kilómetros a las fuentes más cercanas, que eran la fuente de La Baña de arriba, cuya agua tenía un fuerte sabor y contenido de hiero y la Baña de abajo, con un sabor menos fuerte a hierro y más suave. Aquel verano, mientras Vicente y Antonio estuvieron juntos, ellos eran los encargados de traer el agua. Antes de irse el mulero, les dejaba un mulo con la albarda y las aguaderas puestas. Cuando ellos se levantaban, desataban el mulo y lo arrimaban a una piedra grande que había cerca de la casa. Cogían los cántaros vacíos de la cantarera, uno a uno hasta 4. Los metían en las aguaderas y se montaban los dos en el mulo. Llegaban a la fuente de La Baña de abajo, separada unos 200 metros de la de arriba y arrimaban el mulo a una piedra que había y se apeaban; con un jarro de poco más de medio litro de capacidad, lo llenaban en el chorro de la fuente y, subidos en la roca al lado del mulo, lo iban vaciando en los cántaros. No tenían fuerza para llenar un cántaro en el chorro y auparlo hasta las aguaderas, pues debido a la altura del mulo más la albarda, el peso del cántaro lleno, era una altura excesiva para ellos. Volvían a montarse en el mulo y a casa, en donde siempre había una persona mayor que descargaba los cántaros. Durante el viaje, los niños iban charlando o cantando las canciones que sabían. La Zarta estaba ya en Sierra Morena. Las paredes de los cortijos lindaban con los lentiscos y el monte. Los conejos estaban allí mismo y las perdices solían tener los nidos muy cerca. Los amigos de la familia eran Ruperto, cuya esposa Petra era Pascual y familia del padre de Vicente, eran primos segundos. Otilio, cuyos hijos, Desiderio y Manolo, eran amigos de Vicente y por lo tanto de Antonio; Enrique que también era Pascual y primo de Francisco, el padre de Vicente. Sus hijos también eran amigos de los dos críos de nuestra historia. Cuando por las tardes se juntaban en la era la caterva de niños del cortijo, después de desuncir las caballerías y quitarlas de trillar, los mozalbetes jugaban a mil y una disciplinas diferentes. Al esconder, a la pita, las adivinanzas, las carreras, la piola, a la pelota, (de trapo), etc. Pero sobre todo les encantaba tirarse y revolcarse sobre la parva de la era, cuando esta ya estaba bastante molida por el trillo. Luego se pasaban toda la noche rascándose por el picor del polvo de la paja. Entre los 5 y los 10 años, se juntaban entre 15 y 20 niños. También había niñas que o bien jugaban como ellos o miraban.

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Otro juego, que duró poco, de hecho solo se jugó una vez, fue irse a las afueras del cortijo en donde había dos bidones grandes para llenarlos de agua. Los dos estaban vacíos. El juego, invento de Vicente, era: dos o tres niños deberían correr en una pendiente de un 14% la distancia de toda la cuesta, unos 80 metros. Cuando fueran a salir corriendo, Manolo, el hijo pequeño de Otilio, de unos 6 años, debería estar introducido en uno de los bidones tumbado en la tierra. Todos al principio de la cuesta. Al grito de ¡¡Ala una, a las dos y a las…TRES!! Vicente le daba una patada al bidón, con Manolo dentro; el bidón se disparaba rulando cuesta abajo y los niños “de fuera” empezaban a correr. Quienes antes llegasen, eran los ganadores. Pero por los motivos que fueran aquello no funcionó. A los 15 o 20 metros el bidón perdió la dirección saliéndose del carril, yéndose a un campo labrado, saliendo Manolo rebotado fuera del bidón y ¡menos mal!, porque el bidón siguió dando tumbos, saltando descontrolado, tropezando con piedras hasta estrellarse por un barranco paralelo a la cuesta. El pequeño solo tuvo algunas magulladuras sin importancia, aparte del susto consiguiente. Su hermano mayor dijo: -Me lo llevo a mi casa y le digo a mi padre que se ha caído. -Yo no me he caído, dijo el pequeño, me habéis tirado en el bidón. -No digas eso, que te pega papá. Tú di que te has caído, le dijo el hermano mayor. -Bueno, lo que tú digas. Así se terminó la carrera entre los niños y el bidón. Fue una pena, nunca se sabría quienes eran más veloces. Para cazar ellos mismos las perdices se ponían losetas en las afueras del cortijo, a muy pocos metros de las casas. En los campos ya segados, siempre quedaban espigas y granos de trigo, Las perdices solían meterse en el campo a comer. Los niños abrían unos hoyos en el suelo de unos 25 cm de diámetro. Cogían una piedra que tenía que ser plana, especie de losa y ponerla, apoyada en un punto del hoyo, pero por fuera, dejándola caer sobre el hoyo para taparlo, pero sujeta con un palito para que no se cerrara y lo tapara. Poner unas espigas o granos de trigo en el fondo del hoyo abierto, que debería tener una profundidad de 8 o 10 cm. El pájaro, perdiz o perdigón se metía en el hoyo a comer, dándole sin más remedio al palito que sujetaba la loseta, esta caía y quedaba prisionera dentro del hoyo. Cuando los niños veían una loseta caída, quería decir que dentro había carne. Se cogía y se llevaba a casa. 59


Los dos niños estaban encantados de estar juntos y participar en la vida del cortijo. Era mes de recolección y trilla de los cereales. Los terrenos sembrados estaban algo diseminados, había que recolectarlo segando las mieses con la hoz. Esa era la herramienta de entonces. Los segadores empezaban por la mañana temprano para evitar, en lo posible, los rigores del sol en verano. Comían en el mismo terreno en donde trabajaban. Vicente y Antonio eran los encargados de llevarles la comida a medio día. La madre de Vicente solía hacerles comida de cuchara: Cocidos, potajes, guisados de patatas con carne, en fin comida fuerte para quienes tenían un trabajo fuerte. Segar, veían los niños, era duro. Con la hoz en la mano segando los trigos, haciendo pequeñas gavillas que después, muchas de ellas juntas, se convertían en haces que se ataban con un vencejo o cuerda fuerte; los segadores tenían unos dediles de fuerte cuero en la mano contraria a la que manejaban la hoz, normalmente era con la derecha. El sol pegando duro sobre los segadores, que con un pañuelo atado al cuello y un sombrero de paja, trataban de mitigar en lo posible los más de 40 grados que caían sobre el terreno. -¿Donde vamos hoy, mamá?, le preguntó Vicente a su madre. -Al Palomo, le contestó ella. Están allí. Hoy les he hecho cocido, que es comida fuerte y trabajan mucho. -¿Cuántos hombres hay?, quiso saber Antonio que era la primera vez que estaba por aquellas tierras. A lo que la madre de Vicente contestó: -Es una cuadrilla de 6 segadores, el mulero 7 y papá 8. -¿Qué es un mulero?, quiso saber Vicente. -Es el hombre que lleva los mulos, dos; les lleva agua a los segadores, va recogiendo los haces ya hechos y los amontona todos juntos, después los carga en los mulos y los trae aquí a la Zarta a la era, para trillarlos. Quedaron enterados los dos mozalbetes de las misiones de los muleros. La olla en donde iba el cocido era de arcilla y panzuda con la boca pequeña. Colocada en una especie de cabestrillo o armadura de cuerdas de esparto, se la colgaron a Vicente sobre las espaldas. La boca de la olla, de unos 6 cm de diámetro, iba tapada con un trozo de corteza de pan, para que con el movimiento del andar, no se derramara el caldo. Antonio cargó con la talega del pan y los cubiertos y una botella en 60


donde iban aceite, vinagre y sal para aliñar la ensalada y un pepino para trocearlo. -No corráis, Vicente, que no se derrame el caldo. -No, mamá, respondió Vicente sin ninguna convicción. Cogieron un sombrero de paja cada uno, se lo pusieron en la cabeza e iniciaron el camino. -¿Cuánto hay hasta el Palomo?, quiso saber Antonio. -Como de aquí a la venta el Tufo, aclaró Vicente. -Ya, comprendió Antonio. Esta medida la entendían perfectamente los niños del Puente de Génave. No sabían que distancia en kilómetros había, pero sí la distancia en tiempo y lo que se podía tardar. En vez de decir “desde aquí a” decían “de aquí a”, teniendo en cuenta que aquí era la puerta de su casa en el Puente, (estuvieran donde estuvieran), y lo segundo en citarse era un punto de destino conocido por todos. Entonces la distancia de la Zarta al Palomo, otro cortijo, era más o menos la misma que había entre la puerta de la casa, del Puente Génave, de Vicente a una venta llamada el Tufo. (Entre dos y tres kilómetros. Nota del autor). El aquí siempre era la puerta de la casa del que hablaba y el punto de destino siempre tenía que conocerlo el otro. Vaya un ejemplo: -¿Cuánto hay de aquí, al Portajo?, pregunta Antonio -Como de aquí, (el que habla, Vicente, está en la Zarta, pero el aquí se refiere a la puerta de su casa en el Puente), al Molinillo. -Pero yo no sé cuánto hay de aquí al Molinillo, ignora Antonio. -Lo mismo que de aquí a la Puerta de Segura, contesta con otro ejemplo Vicente. -Ya, comprende Antonio. Se deduce fácilmente que la distancia entre la Zarta y el Portajo, es la misma que hay entre la casa de Vicente y el Molinillo o la casa de Vicente y la Puerta, Las tres distancias son las mismas. (Entre 6 y 7 kilómetros. Nota del autor). Empezaron a andar hablando de sus cosas. Llevarían un kilómetro recorrido cuando una perdiz con sus polluelos, pequeños perdigones, salió corriendo huyendo de los viandantes. Vicente no se dio cuenta, pero si Antonio: 61


-¡Vicente, Vicente, mira una perdiz con un montón de perdigones chicos! -Corre, vamos a ver si cogemos alguno. Los dos emprendieron la carrera tras la perdiz con sus hijos, 6 u 8 perdigones pequeños. La madre no levantaría el vuelo mientras no se viera en peligro; prefería correr delante de sus hijos y enseñarles el camino para huir. La maleza del terreno era poca y baja, de forma que los pequeños pájaros ora desaparecían cubiertos por las pequeñas matas, ora asomaban en terreno descampado mostrándose a sus perseguidores. Corrían como desesperados y Vicente y Antonio detrás de ellos. Camino hacia una mancha de lentiscos muy tupidos, encaminó la perdiz madre su veloz carrera. Las crías corrían como alma que persigue el diablo. Las aves llegaron al monte perdiéndose de la vista de los dos niños y Vicente tropezó con una piedra cayendo al suelo y levantándose rápidamente. Mientras iba por el aire camino de la tierra, pensó dos cosas: que si se caía al suelo, se derramaría el caldo de la olla, como así sucedió y si caía de costado la olla se podía romper y los garbanzos e ingredientes del cocido irían a cualquier sitio menos a la barriga de los segadores, por lo que, haciendo un esfuerzo, siguió su caída en línea recta hacia el suelo, apoyando las manos para no dañarse la boca. Pero fue tal la rapidez con la que se levantó que apenas si se derramó el caldo, manchándole un poco la camisa y la olla salió indemne del percance. La perdiz con sus polluelos había desaparecido entre la maleza de los lentiscos y jaras. Sonrieron porque la tragedia no llegó a la olla. -¡Nada! No ha pasado nada, dijeron ambos. -Como quema el caldo del cocido, dijo Vicente. Siguieron camino del Palomo. Sobre la 1 y media llegaron al tajo en donde estaban los segadores y el padre de Vicente. Olvidado el trance de la perdiz y sus crías, llegaron y observaron que todos los segadores estaban en la faena y su padre estaba apilando haces de trigo ya segado. El padre de Vicente les llamó: -Vicente, ir los dos debajo de aquellos árboles. -Sí, papá, ya vamos. Los árboles eran dos enormes encinas, una a muy pocos metros de la otra, que daban una sombre grandísima. Se dirigieron hacia allí y uno de los hombres se dirigió también hacia las encinas. -Espera, Vicente, que te ayudo a quitarte la olla. 62


El hombre desató y sacó las cuerdas que pasaban por debajo del sobaco y encima de los hombros del niño y cogiendo la olla de sus asas la bajó al suelo. -Llevas la camisa manchada y por el olor yo diría que es caldo del cocido, le dijo. -Sí, es que me he caído. -¡Vaya por Dios!, dijo el segador. ¿Te has hecho daño? -No, no. Nada. Se acercaron todos los segadores y el mulero que también estaba allí. Empezaron a preparar la comida. El mulero, en un recipiente de aluminio, inició la preparación del gazpacho, que era muy simple: Agua más o menos fresca de los cántaros que estaban a la sombra de los árboles. Una vez el agua en el recipiente, unos 3 litros, con una navaja albaceteña, con cachas de nácar y bastante afilada, cortó el pepino en pequeños trozos y los echó al agua, después le mezcló el contenido de la botella con los ingredientes o aliños que había traído Antonio y lo probó: -Yo creo que está bien de sal, aceite y vinagre. -¿Quién es este crío, Francisco?, le preguntó Pedro, uno de los segadores, al padre de Vicente. -Se llama Antonio y es hijo de Lorenzo el del Portajo y es amigo de mi hijo. Estará aquí el mes de Julio. -Están hechos ya unos hombres los dos. Juan, otro de los segadores, les preguntó: -¿Cuántos años tenéis ya? -9, contestaron al unísono. -Pues ya mismo los tienes aquí segando, Francisco, le dijo Juan al padre. -No me gustaría que se dedicara a esto. A ver si vale para estudiar o coge otro oficio, porque esto de la tierra no promete mucho, contestó Francisco. Observó el padre que Vicente tenía la camisa manchada y le preguntó que qué era eso.

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-Es que me he caído, papá y se ha salido un poco caldo del cocido. -Seguro que irías corriendo, le dijo el padre conociendo como conocía a su hijo. -No, papá, es que había una piedra en el camino y tropecé. No se le dio mayor importancia al hecho. Vicente se alegró que no hubiera ido el percance a más. Pues si su padre se entera que iba corriendo detrás de una banda de perdigones pequeños, seguro que no le habría gustado. José, otro de los trabajadores, fue sacando el cocido con un largo cazo y repartiéndolo en 10 platos de aluminio que había en el suelo. La carne, el tocino y la morcilla los fue apartando en un plato más grande. Hizo la distribución de una forma equitativa, menos a los niños que les puso un poco menos y distribuyó la carne entre todos los platos. Empezaron a comer. Cada uno tenía un vaso al que ponían gazpacho con un cazo que había dentro del barreño en donde estaba. La conversación era sobre la siega, la agricultura y el tiempo que podía durar la temporada de trabajo. Los niños atentos a la conversación de los mayores sin perder ripio de lo que allí se decía. El sol, las dos de la tarde, caía a plomo sobre las ardientes tierras, como queriéndolas calcinar. Menos mal que las dos encinas daban frescor al ambiente. -¡¡Ay!! gritó Vicente, levantándose de un salto del suelo. -¿Qué te pasa?, le preguntó el padre. -Nada, papá, que me he pinchado con alguna espina. -Pues siéntate otra vez y sigue comiendo. Vicente se sentó y siguió comiendo, pero no dejaba de rascarse el cachete del culo por encima del pantalón El padre que se dio cuenta, le dijo: ¿Qué te pasa, que no dejas de rascarte? -Es que me pica, papá. -¡Quítate el pantalón, a ver si te has clavado alguna espina. Vicente se puso otra vez de pié y sin pensarlo dos veces se quitó los pantalones y parte de los calzoncillos de tela que llevaba. De entre las ropas saltó un enorme ciempiés de unos diez centímetros, que rápidamente empezó a correr por la tierra para huir. Uno de los segadores, veloz como el rayo, cogió una hoz y con el mango le asestó un golpe 64


casi partiéndolo en dos. Todos quedaron asombrados del enorme bicho que le había picado a Vicente. El padre le miró el cachete y le dijo: -Te ha picado aquí, dijo tocándole el lugar en donde se notaban unas minúsculas gotitas de sangre; se nota la marca de las dos señales que han dejado las tijeras del ciempiés. ¿Te duele? - No papá, no me duele nada, contestó Vicente reprimiendo el dolor y el susto que le había dado aquel bicho. -Así me gusta a mí, los hombres no lloran ni se quejan de cosas como esta. Un hombre no debe llorar aunque esté con las tripas fuera. -Sí, papá, contestó Vicente convencido por lo que le decía su padre. Terminó la comida, los mayores se fumaron un cigarro y sobre las 3 prosiguieron la tarea. Aquellos segadores no trabajaban a jornal sino “a estajo”, (a destatajo), lo que quería decir que cobraban no por las horas trabajadas sino por la labor realizada. Por ejemplo: El dueño de la finca les decía “hay que segar estos campos de mies, que son tantas fanegas de tierra”, se ponían de acuerdo en el precio y cuanto antes lo terminaran, antes cobraban. Vicente y Antonio, sobre las 3 y media, cargaron con la olla y lo que habían traído y vuelta a la Zarta. Como ya no tenían prisa, fueron despacio, jugando y observando el monte. Aquella tarde vieron una liebre salir de entre unas retamas y dos conejos metiéndose en el monte. Los dos simularon apuntar con una escopeta y ¡¡Pumm, Pumm!! –Los hemos matado a los dos, dijeron. A los dos, como hijos de buenos cazadores, les encantaba la caza aunque aún no habían tirado con una escopeta. Cuando llegaron al cortijo, la madre estaba sentada en el porche con unas vecinas y con las tres niñas, la mayor ya sobrepasaba los 12 años y las pequeñas, muy pequeñas todavía. Le bajaron la olla a Vicente, estos dejaron las cosas y se fueron a las eras a ver trillar. En una estaban trillando y en la otra aventando el trigo. Se juntaron con más niños, entre otros Otilio, Desiderio, Manolo, Enrique y se pusieron a jugar en un llano no muy grande con una pelota de trapo. Como recuerdan los dos las cacerías que, con sus padres, hacían en Sierra Morena. Quedaban de acuerdo con Lorenzo, el padre de Antonio el día que se venía a cazar. El venía en mulo desde el Portajo, su cortijo, con dos perros cazadores. La cuadrilla que solían salir juntos eran: Lorenzo, Francisco, Ruperto, Otilio y Enrique. Solían ir con ellos, aparte de 5 o 6 perros, 4 o 5 niños, hijos de los cazadores. Tenían buen cuidado los padres que los hijos fueran detrás de las escopetas, para 65


evitar cualquier accidente. Solían llevar un par de mulos o tres para cargar la caza o si algún niño se cansaba y lo montaban en la caballería. Iban andando, sin cazar, hasta pasar la fuente de La Baña de abajo. Allí ya jaleaban a los perros, ellos se abrían en el terreno y las escopetas cargadas y dispuestas para el disparo. Podían llevar un frente de unos 100 metros. Era monte bajo, a veces tupido, a veces raso sin matorral. Los perros iban olfateando y metiéndose por los matorrales. Como se emocionaban los niños, cuando cada uno detrás de su padre, los perros sacaban los conejos de entre las matas, huyendo como ladrón culpable perseguido por la Guardia Civil y en cuanto se descubrían, los conejos, caían abatidos por los disparos de las escopetas. Saltaban las perdices volando con un vuelo rasante y rectilíneo, lo que favorecía el disparo del cazador que les disparaban en el vuelo, cayendo mortalmente heridas a tierra. Los perros “cobrando”, con su fino olfato, las piezas abatidas, cogidas entre sus dientes y llevándolas a sus dueños, que colgaban de los ganchos que llevaban en las cananas. El perro nunca sabía quien había matado la pieza, pero sí conocía a su amo al que siempre le daba la caza cobrada. Se oían las voces de los cazadores: -Otilio, tu perro te ha dado una perdiz que la he tirado yo, decía Enrique. Esa es mía. -Vale, vale. El mío le ha dado un conejo a Lorenzo. -Bueno, decía Ruperto, si al final los vamos a juntar todos. -Sí, sí, decía Francisco, pero como dice el cura: Al César lo que es del César y a cada uno lo suyo. Entre bromas y chanzas echaban la tarde. Al sol le quedaba muy poco para ocultarse entre las montañas, cuando Francisco se dio cuenta. -¡Un momento, parad un momento!, que no veo a mi hijo Vicente. ¿Va con alguno de vosotros? No hubo respuesta. Francisco estaba preocupado. ¿Dónde estaba el niño? Estaban en el paraje llamado Guadalinfierno. (Rio del Infierno), muy cerca de Mortes, el cortijo de Juan María. Un arroyo, que ahora venía seco, en medio de un barranco cortado verticalmente, como si hubiesen hecho un tajo con el filo de un enorme cuchillo. La tierra dividida en dos, con paredes verticales en ambos lados y abajo, al fondo, la maleza alta, espesa, salvaje, sobre el cauce seco del arroyo y su entorno. 66


-¡¡Vicente, Vicente!! -¡¡¡Vicente, ¡¡¡Vicente!!, repetían todos. Solo respondía el eco. Ya preocupados los cazadores, se juntaron todos. Lo malo es que pronto iba a anochecer. El sol ya había traspasado la línea del ocaso. -¡¡¡Vicenteeee!!!, seguían altamente preocupados. De pronto se oyó un ¿Queeee? Era la voz del niño. -No te muevas, decía su padre, yo te iré llamando y tú vas contestando. Así siguió la llamada del padre y la contestación del hijo. Poco a poco se fueron juntando hasta que el padre lo divisó encima de una roca a unos 500 metros. El perro de Francisco también lo vio y se lanzó corriendo hacia Vicente, saltando de alegría. Cuando llegó a su altura saltaba haciéndole caricias y ladrando. El chico no tenía la sensación de haberse pedido. -¿Estás bien, Vicente?, le preguntó el padre. -Sí, papá. A mí no me pasa nada. -Es que te has perdido. -¿Qué me he perdido? Pero si estoy aquí. -¿Y porque te has separado de los demás?, se iba acercando el padre al hijo. -Porque he visto un conejo y lo he perseguido para cogerlo, dijo el niño. Ya estaban los tres juntos y tranquilos: El padre, el hijo y el perro, que parecía haber percibido el peligro que corrió el pequeño, haciéndole más zalamerías, carantoñas y lamiendo sus botas. El padre le dio la mano al niño bajándolo de la roca en donde estaba y volvió donde estaban los demás. Todos rieron la ocurrencia de Vicente que había seguido tras un conejo con objeto de cogerlo. Todos tranquilos contaron la caza. Habían matado 27 conejos y 10 perdices que cargaron en uno de los mulos. Al llegar al cortijo, harían como siempre: Un reparto equitativo, pues esas eran las normas que entre ellos mismos se habían dado.

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Lo que entonces no sabían ninguno de los cazadores que estuvieron allí aquella tarde, es que solo 20 años después todos los parajes que ellos habían andado aquella tarde y mucho terreno más, no se podría andar otra vez. Los conejos no harían sus madrigueras al pié de las rocas de Guadalinfierno o escarbadas debajo de un lentisco. Ni las perdices anidarían en aquellos parajes y correrían con sus polluelos por entre las matas. 20 años después, en el 1969, un inmenso pantano de 346 hectómetros cúbicos, alimentado por el río Guadalmena, del que cogió su nombre, inundaría todos aquellos terrenos. El fin del pantano era servir de regadío y para el consumo humano de todos los habitantes río abajo. Tanto Antonio como Vicente, no olvidarán nunca los recuerdos de las cacerías con sus padres. La resina pegajosa de las jaras, (a Sierra Morena se le llama por aquellos pagos “Los Jarales”), el sabor y el olor agradable que dejaban las hojas de lentisco al ser masticadas, los arroyos con agua o secos que discurrían por entre los cerros y sus cortijos: El Palomo, Haza Alta, Mortes, el Parralejo, el Raso del Arca, Las Azadillas etc., cortijos incrustados en el corazón de la sierra que tantas veces recorrió Vicente en compañía de su padre. La vida en Julio se iba desarrollando de forma muy activa y entretenida, pero el mes se iba acabando. La última semana del mes, la madre de Vicente le dijo: Vicente, no iros esta mañana que me vais a ayudar al horno, que hoy he amasado. Los chicos no sabían que era eso de amasar, cuando ambos cayeron en la cuenta. Es verdad, todos los días comían pan, pero ellos no iban a comprarlo a la fábrica de harina o a Longino. ¿Pues quien compraba el pan? -Pero ¿aquí no se compra el pan?, le preguntó Vicente a su madre. -No, no. Aquí lo hago yo. Los dos se quedaron al lado de la madre de Vicente y vio como lo hacía. En una artesa grande vertió agua, echándole después harina. Le agregó una cosa que dijo que se llamaba Ensancha, especie de levadura y así estuvo aquella masa un tiempo. Después removió toda la masa y fue sacando pequeños trozos modelándolos y dándoles la forma de un pan. Estos se colocaban encima de una tabla y con un cuchillo les hacía encima algunos tatuajes que eran los mismos que ellos veían cuando se comían el pan. Con la madre estaba una chica joven que era la mo-

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za, como así se le llamaba a la criada, ayudándole a todo lo que le decía su ama. (Ahora los criados, sirvientes o mayordomos, les dicen a los que sirven Señores: sí señor, lo que mande el señor, cuando usted diga, señor, etc. Antes el señor era el amo o el ama. Lo que usted diga, ama; dice el amo que vendrá tarde; amo, que dice el ama que si va a cenar ya; visto desde la perspectiva de ahora, parece que la palabra amo, ama, tenía un sentido peyorativo similar al que utilizaban los esclavos para dirigirse a sus dueños, pero eso no es verdad. El tiempo ha modificado el trato, las palabras y las costumbres. Lo que sigue siendo inalterable es el fondo de la cuestión. El que sirve a otra persona mediante un contrato, que en aquellos tiempos posiblemente no lo hubiera, el contrato era la palabra y una percepción monetaria a cambio, es decir recibe una paga, da a su empleador el trato de señor, que entonces era lo mismo que amo; lo que pasa es que el sentido de estas dos palabras que se escribían de forma diferente, hoy han cambiado su acepción, antes eran palabras con distinta escritura e igual significado y ahora se siguen escribiendo de distinta forma, pero también tienen distinto significado. Hoy yo puedo ser el amo de un perro o un gato o un ordenador, pero nunca de una persona. Porque entonces el amo o el ama tampoco era dueño de la criada o moza. Esta se podía ir cuando quisiera. Nota del autor). Pero sigamos haciendo el pan. Una vez colocados los panes de masa cruda en la tabla, había que llevarlos al horno. El horno de la casa estaba enfrente a unos 80 metros. Los niños llevaron la tabla, en la que iban los panes, a una mesa de piedra que estaba en la puerta del horno. Volvieron para ayudar a la criada y a la madre de Vicente a llevar agua, barreños, unos palos con trapos en la punta, similares a las fregonas de hoy, unas palas de madera y algunas cosas más. Metieron en el horno, (un hueco con una profundidad de unos 3 metros y otros 3 de ancho), leña, ramas y las quemaron. Metieron más y más hasta que la madre dijo ya está. Con unos garfios o palos de hierro, empujaron la leña que estaba terminando de arder hacia el fondo del horno, que muy pronto se convirtieron en cenizas y rescoldos humeantes. Los palos con los trapos los mojaron en muy poca agua y limpiaron el suelo del horno que estaba al rojo vivo. A continuación con una pala de madera, montaron los panes crudos encima y la madre los fue introduciendo en el suelo del horno, hasta colocarlos todos, que eran 15. Pasado un rato los sacó. Fue echándolos en dos escriños, cestas anchas de esparto y se los llevaron a casa. Esta fue la primera vez que Antonio y Vicente vieron como se fabricaba el pan. La madre les dio un bollo de aceite, que también había hecho unos cuantos, lo partieron y se lo comieron. Estaba 69


buenísimo. También hizo tortas de manteca que era la delicia de los chicos. Muchas cosas más vieron, conocieron y disfrutaron en la Zarta. El último día del mes de Julio, por la mañana temprano, los dos, acompañados de Francisco, el padre de Vicente, montaron en un mulo, el padre en otro y a las dos horas, más o menos, los tres estaban en el Portajo, en donde les esperaban el padre y la madre de Antonio -¿Cómo lo habéis pasado?, les preguntaron a los niños besándolos y saludando a Francisco. -Muy bien, respondió Vicente. Que lo cuente Antonio. -Muy bien, mamá. Hemos ido de caza unos pocos días. Hemos llevado la comida a los segadores a 4 o 5 sitios distintos. Hemos trillado mucho y jugado con los niños de allí que ya son amigos nuestros. Hemos cazado nosotros perdices con losetas, hemos visto como se hace el pan, hemos… -Bueno, bueno, le cortó la madre. No habéis descansado. Aquí vais a estar más tranquilos este mes, pues hay menos gente, aunque también hay niños en 3 cortijos que están cerca de aquí. Francisco se quedó a comer con ellos y cuando terminaron, Francisco y Lorenzo echaron un cigarro con tabaco de cuarterón picado, lo liaron en papel Bambú y lo encendieron con unos chisques o mechero de la época: Dándole a una ruedecita con la palma de la mano, esta arrancaba una chispa de la piedra que tenía incrustada y se encendía una mecha, con cuya ascua se prendían los cigarros. Cuando bajó el sol, Francisco cogió el mulo y se marchó para la Zarta, no sin antes darles un beso a los niños y a los otros hijos del matrimonio. Se despidió marchando camino de su casa.

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CAPÍTULO VII

El final del verano El mes de agosto fue más tranquilo en cuanto a actividades físicas y juegos; Vicente y Antonio tenían ya planeado que el mes de agosto, al tener el Portajo menos gente que la Zarta, se dedicarían a repasar lo del curso pasado y echarle un vistazo a lo que venía para el siguiente. Repasar cuentas y hacer problemas que D. Pedro les había mandado. Todo lo cual no les quitó tiempo para bañarse en la alberca, casi todos los días y bajar al río con otros niños 3 o 4 veces. El río estaba relativamente cerca, “como de aquí a la Vicaría”. (Aproximadamente un kilómetro). Salían a recorrer las olivas; echaban de menos la caza, ver los conejos y las perdices; un día se les arrancó una libre casi de los mismos pies que salió rápida como un disparo y se les perdió de vista. Conejos no había puesto que el monte era muy escaso en el olivar. Por supuesto que le echaron bastante tiempo a sus deberes escolares. No eran muy estudiosos pero no eran tontos. Sabían que D. Pedro observaría si en el verano habían repasado el libro, la Enciclopedia de grado Medio y sobre todo los problemas. Ambos congeniaban bien y se entendían a la perfección. La madre de Antonio era también muy amable y buena; apenas si les molestaba puesto que la faena era escasa. Además en esa fecha se incorporó al cortijo una hermana de ella, la tita Manuela, que llevaba un niño de 2 años. El marido estaba trabajando fuera, muy lejos, como de aquí a…bueno, muy lejos. Ellos jugaban mucho con el niño que se llamaba Pepito. Y así se terminó el mes de agosto y el verano “vacacional”. A primeros de septiembre, Francisco vino a por su hijo y regresaron a la Zarta. El 10 de septiembre ya estaban todos otra vez en el Puente.

La Excursión Mediado el mes de septiembre, regresaron de nuevo a la escuela. Todo seguía casi lo mismo. El pueblo con la misma rutina, las gentes en sus faenas, los comerciantes, los zapateros, los carniceros, el pregonero…, la rutina era la vida del pueblo; la escuela seguía igual. D. Pedro era el mismo y los alumnos faltaron 6 de los que 3 habían marchado a estudiar fuera del pueblo y otros 3 habían decidido los padres que no regresaran por tener que ayudarles a ellos en sus faenas. Eran los hijos de un carpintero, un pintor y un zapatero. Sus padres querían enseñar71


les el oficio que ellos tenían para que “fueran unos hombres de provecho el día de mañana”. 7 nuevos niños se habían incorporado para el nuevo curso. El día 12 de octubre de aquel año 1949, era el día de la Raza. Unos días antes D. Pedro les había hablado en la escuela lo que significaba aquel día. Les dijo que Colón, que había descubierto América en…: -¿En qué año fue descubierta América por Colón, Patricio?, le preguntó a uno de los alumnos. Patricio dudó. -En mil, en mil, en mil…, -¿En mil qué?, se puso nervioso el maestro. D. Pedro le dio un coscorrón. Antonio estaba en el pupitre de al lado. -A ver Antonio, ¿en qué año fue? -En 1492, contestó con seguridad. -Muy bien, contestó D. Pedro. Antonio y Vicente, se miraron sonrientes y cambiaron un guiño de complicidad. D. Pedro siguió con su disertación sobre el descubrimiento de América, las naciones que se unieron a la Corona de España, dijo algo de que “en los dominios españoles no se ponía el sol”, cosa que casi nadie comprendió. Cuando se hacía de noche ¿cómo no se iba a poner el sol? -Y por lo tanto, siguió el maestro, todas estas naciones nuevas hablan nuestro mismo idioma: el castellano o español, profesan nuestra religión, tienen muchas de nuestras costumbres; los españoles que fueron conquistadores en aquellas tierras, se casaron con mujeres de allí y tuvieron hijos que, como vosotros, se educaron en la fe de Cristo por sacerdotes como yo, que se fueron a tan lejanas tierras para predicar el Evangelio; y el conjunto de todas las naciones que España incorporó a su corona y ahora son independientes, a todas esas naciones junto con España, se les llama Hispanoamérica; y todas consideran que tienen una misma raza, que son hermanos nuestros. Por eso el día 12 de octubre, aparte de ser la Virgen del Pilar, es el día de La Raza. Así pues os diré que con motivo de esta festividad, el día 12 iremos de excursión a Río Madera. -¡¡Bien, Bien!!, gritaron todos los niños, dando un gran aplauso al maestro. 72


-Bueno, dijo D. Pedro. Os diré lo que tenéis que hacer. Les decís a vuestras madres que os preparen unos bocadillos bien grandes y que los envuelvan en papel y los metéis en una talega. A las 9 de la mañana estáis aquí en la escuela, montaréis en un camión de Peñolite y junto con los colegios de D. Antonio Campayo y el de D. Andrés, vais a Río Madera. Yo no puedo ir porque a las 12 tengo que decir la segunda misa. ¿Hay alguno de vosotros que ya conozca Río Madera? -Yo, contestó levantando la mano José Antonio, el hijo de José, el Serranete, -cuando era chico, cuando tenía 5 años. -¿Con quién fuiste allí?, le preguntó D. Pedro. -Es que vivíamos muy cerca de Rio Madera, mi padre era guarda allí. -¡Ah, claro!, contestó D. Pedro, si es que tu padre es de allí, de la Sierra de Segura y por eso le dicen el Serranete. Bien, continuó el maestro, que no os echen agua para beber, pues allí hay suficiente para todos en los arroyos y en las fuentes. Se pusieron nerviosos pensando en la excursión. Lo comentaron en sus casas. Los padres les dijeron que tuvieran cuidado de no caerse, cuidado en el cajón del camión y cuidado con todo. El día 12, todos los niños, sin faltar ninguno, estaban en la puerta de la escuela con su talega, dentro el bocadillo y deseando iniciar el viaje. D. Pedro los llevó a la carretera y en la puerta de la tienda de Pepe Luna, estaban los tres camiones parados y los niños de las otras dos escuelas. D. Antonio y D. Andrés irían en los camiones de sus colegios y en el de la escuela de D. Pedro iba Bienvenido, el padre de uno de los alumnos, también llamado Bienvenido, que al no estar el maestro, él se ofreció para ir. Bienvenido era pintor y como era día de fiesta, no iba a trabajar. A las 9 y media de la mañana casi 70 niños estaban montados en los cajones de los tres camiones. Se sentaron en los bancos de madera sujetos a la caja del camión e iniciaron el camino a la sierra. 7 kilómetros después pasaron por La Puerta de Segura; ya la mayoría de los niños iban de pie cogidos al pretil del camión. Cantando y dando voces. Siguieron en dirección a Orcera, desviándose antes de llegar a este pueblo y tomando el camino de Hornos de Segura. Pasaron por las faldas del monte Yelmo a una considerable altura, uno de los más altos de la provincia de Jaén. Iban ascendiendo por una carretera en un estado regular tirando a mala. Conforme se iban adentrando en la sierra, el paisaje iba variando. Miles de pinos custodiaban las montañas. Los bordes de la carretera estaban cubiertos de matas que ellos no conoc73


ían. Sobre las 10 y media o las 11, D. Antonio Campayo que iba en el primer camión, mandó parar, para que los niños pudieran orinar. Los tres camiones aparcaron en un pequeño llano que había al borde de la carretera. -Vais a bajar a orinar el que quiera. Estaremos un ratito aquí, como una media hora para estirar las piernas. Como ninguno tenéis reloj, no iros muy lejos y ya os llamaremos nosotros. -Yo si tengo reloj, dijo Carlitos levantando la mano para que se le viera, un alumno de la escuela de D. Andrés. -Sí, tienes reloj, pero no anda, dijo Isaías “el Masca”, de la misma escuela. Masca era el apodo de su padre y de su abuelo que él heredaría. -Claro que no anda, pero lo va a arreglar mi padre que la semana que viene va a a Linares, porque en el Puente no hay relojero. -Bueno, cortó D. Antonio, ya os llamaremos nosotros. En un santiamén bajaron todos de los camiones dando un salto. Unos se fueron a hacer sus necesidades, otros a correr, estirar las piernas… El terreno era suave, llano, con yerba y sin pinchos. Los críos se tiraban al suelo, se levantaban, corrían, gritaban, se revolcaban. Aquello era una manada de cervatillos que estaban despertando a la vida en el mejor de los mundos posibles, (para ellos); estaban encantados del día de la Raza. Transcurrió la media hora en 5 minutos, o eso le había parecido a ellos. Los llamaron y subieron a los camiones rápidamente. Cada uno de los maestros y Bienvenido contaron los de su camión. -¿Estamos todos?, inquirió D. Antonio “el jefe del convoy”. -Sí, asintieron D. Andrés y Bienvenido. Continuaron el camino observando el paisaje tan distinto de los cerros cubiertos de miles de olivares de su pueblo. Tan diferente en el monte y en las matas al de sierra Morena, que algunos conocían mejor. A la altura en la que se encontraban, contemplaban un paisaje como si fueran montados en un avión: Abajo se veían pueblos, separados unos de otros de una respetable distancia. A lo lejos y al frente olivares y olivares; a la derecha el majestuoso castillo de Segura de la Sierra. A su izquierda los pinares de la sierra que iban atravesando, salpicado el terreno de vez en cuando por un rebaño de ovejas o cabras. Poco antes de la una llegaron a Río Madera. Unas pocas casas denotaban la presencia de vida humana en aquel lugar; aparcaron los 74


camiones y bajaron a tierra. Un pequeño riachuelo pasaba por aquel paraje: Río Madera. El agua cristalina, discurría con rapidez por entre las piedras limpias que había en su fondo. Unos metros más abajo, el río se serenaba y formaba una pequeña laguna con cierta profundidad. Les faltó tiempo a algunos para quitarse las alpargatas y meterse dentro del agua. -¡Huy, que fría está!, gritaron varias gargantas. Al momento muchos más niños estaban dentro del agua. Los pantalones cortos remangados, el agua les llegaba por encima de la rodilla. Se mezclaron los colegios entre sí, (todos se conocían). Formaron corros, jugaron a la piola, al escondite, al veo, veo, con temas relativos a los elementos que se veían en la sierra, a las adivinanzas, se subieron por los árboles. Uno de ellos gritó: -¡¡Una ardilla, una ardilla subiendo por aquel pino!! Todos miraron en aquella dirección y observaron como una ardilla de rabo muy largo y peludo, subía con gran rapidez y facilidad por el tronco de un pino. Muchos de ellos, casi todos, solo habían visto las ardillas en los libros y en los cromos de algún álbum. Algunos subieron a la cima del montículo que tenían más cercano y desde allí chillaron para que les oyeran todos los demás. Sobre las dos de la tarde, D. Antonio dio la orden de que se juntaran todos. En una ladera del monte de suave pendiente, cubierta de yerba y entre sol y sombra, fueron acomodándose. A muy escasos metros, una fuente manaba un agua limpia y fresca. El conducto por el que caía a una pileta, era una teja, ligeramente verdosa por algún musgo que había adherido en el fondo de la curvatura de la misma. Comieron con buen apetito los bocadillos que las madres les habían preparado. Terminaron de comer, bebieron agua y ya se disponían otra vez a jugar. Antonio y Vicente estaban intercalados con el resto de alumnos de las otras escuelas. Estando todavía en el lugar de la comida, vieron los niños que un hombre con una escopeta colgada del hombro, (era un rifle, pero los niños desconocían esa arma), se puso a hablar con los maestros y Bienvenido. Tras unos breves minutos, D. Antonio se dirigió a los chicos: -¡Eh, atended! Este señor que hay aquí se llama Pedro y es Guarda Forestal, como el padre de José Antonio, el Serranete. Nos ha dicho que a las 5 y media de la tarde, nos va a llevar a un sitio en donde, si estamos en silencio, vamos a ver un montón de ciervos y… No le dejaron terminar: 75


-¡¡Bien, Bien, viva el guarda forestal! ¡¡¡Viva!! Gritaron todos. Los 4 hombres sonrieron viendo la ilusión de los niños -Bueno, a las cinco os llamaré y marcharemos a ver los ciervos. Siguieron con sus juegos y ya no se alejaron mucho para no perderse el espectáculo de los animales. A las 5 estaba allí Pedro, el guarda. Siguiendo sus instrucciones, primero los maestros, acompañando al guarda, se pusieron todos en hilera de 1 o 2 y en la cola, cerrando la marcha, Bienvenido, para que ningún niño se rezagara y se pudiera perder. Por una vereda muy estrecha, en un silencio religioso, se encaminaron a través del bosque. Vieron multitud de ardillas corriendo o subiendo y bajando de los pinos. La vegetación cambiaba a cada instante. Después de 20 minutos llegaron a un paraje en donde había un muro de piedras con una altura de casi un metro. Se pusieron detrás y en silencio, siempre en silencio, esperaron. Sin moverse y sin hacer ruidos raros. A los 15 minutos, desde detrás de un montículo asomó un venado con unos cuernos enormes y tres más sin cuernos. - Las que no llevan cuernos son las hembras, les dijo Pedro. La voz, en un tono muy bajo, se corrió entre todos los alumnos. -Son las hembras, decían unos; son las hembras con los venados, comentaban otros; son las mujeres del venado, cambiaban al final; son sus mujeres se acabó diciendo; así siguieron apareciendo un total de una veintena, entre ciervas y venados. Se acercaron a unos pesebres que había a unos 40 metros de donde estaban los alumnos y empezaron a comer lo que les habían dejado en los comederos. De vez en cuando los de los cuernos, los machos, alzaban su enorme cuello coronado de una hermosa cornamenta y venteaban en el aire oliendo el olor a humano, pero seguían comiendo. Casi una hora permanecieron los tres colegios allí observando el ir y el venir de los animales. Pudieron pasar casi cincuenta venados entre machos y hembras. Volvieron a las casas de Río Madera. Ya no existía el silencio. Los comentarios sobre los venados, que algunos tenían 3 y 4 mujeres, según les decía Pedro. Allí estuvieron hablando un rato con Pedro el guarda, haciéndole preguntas sobre los venados y cosas de la sierra. Tres niños y una niña de Rio Madera, de pequeña edad, 5 o 6 años, se acercaron con curiosidad y estuvieron hablando con ellos. Dentro de poco el sol empezaría a ocultarse, pero tuvieron la suerte de ver un espectáculo antes de regresar a sus casas. Vieron, bajando una ladera, un rebaño de unas 150 ovejas, según les dijo luego el guarda, que venían con un pastor y 2 perros.

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-Atención, les dijo D. Antonio Campayo, que Pedro os va a explicar lo que pasa ahora. En medio del corro que formaron los niños se puso Pedro y empezó a hablarles: -Fijaros, ahora viene este rebaño de ovejas, en el que hay más de 150 y el pastor las va a meter en esa Tiná que hay ahí, ( la Tiná era un corral muy grande con las paredes de piedra sin mezcla ni argamasa, solo piedra y con poco más de un metro de altura), porque ahí es en donde van a dormir. Las ovejas han estado todo el día comiendo en la sierra y al atardecer vienen al corral para resguardarse de las alimañas. Veréis que las ovejas, conforme se van acercando al corral, se hacen las remolonas y no quieren entrar. Veréis lo que sucede. Efectivamente, bastantes ovejas, las más, se iban rezagando y otras sumisas, las menos, camino del corral. El pastor, que se llamaba Edelmiro, según supieron después, empezó su labor. -¡Eh!, “Campeón”, (era el nombre de uno de los perros), por allí se van unas cuantas. “Emperador”, llamaba al otro perro, por allí y le señalaba el lugar tirándole una piedra en aquella dirección. Los perros, perros pastores que se les llama, corrían en busca de las ovejas dándoles ladridos y haciendo como que les mordían en el rabo o en las patas, iban juntando las ovejas en dirección a la Tiná. -¡Arriba, arriba, Emperador!, que se te van por allí, señalaba con piedras. Los perros no paraban de correr, ladrar y conducir al rebaño, que poco a poco iban dominando. -Campeón, aquellas, tráetelas para acá. El espectáculo duró entre 10 y 15 minutos. Los perros corrían detrás de las ovejas y las acorralaban a base de ladridos y amagos de mordiscos; las ovejas trotaban huyendo de Campeón y Emperador camino de la Tiná. Los niños ni parpadeaban viendo el trabajo del pastor que sin moverse, de pié con el cayado enhiesto, dirigía toda la maniobra y los perros, que no paraban de moverse, corriendo, ladrando y todas las ovejas, sin faltar ninguna, estaban dentro del “dormitorio”, según comentaron los alumnos. Un gran aplauso de los niños y de los maestros, incluido Bienvenido, premió la magnífica labor de Edelmiro, el pastor y de Campeón y Emperador los dos perros pastores. Los niños quedaron admirados de la eficacia de los canes y de la dirección del pastor. Por la noche tres enormes mastines guardarían la tiná del ataque de los lobos. -Decidles a vuestros padres que habéis visto los corderos que tanta fama tienen por estas tierras y de los que tan buenas chuletas coméis de vez en cuando: El cordero segureño, les dijo Pedro el guarda. 77


Montaron en los camiones y marcharon hacia Puente de Génave. El regreso, ya cansados los alumnos, fue menos ruidoso que la ida. De todas formas no dejaban de contemplar el paisaje que cada vez les parecía distinto. El sol ya se ponía por el horizonte. La imagen cuando llegaron a la altura del Yelmo, que muchos niños no habían visto nunca, era un enorme disco rojo, el sol, entre las montañas de la lejanía y el cielo teñido del color del fuego; y nubes pequeñas color ceniza impregnadas de rojo. Como si el astro rey hubiese prendido los montes que poblaban el horizonte. Tardó un rato en ocultarse detrás de las montañas que estaban muy lejos. Vieron su pueblo, el Puente, allá abajo a mucha distancia; lo conocieron por la torre de la Iglesia. Cuando llegaron, casi era de noche. Bajaron en el mismo sitio que se montaron: En la puerta del comercio de Pepe Luna. Vicente y Antonio se fueron juntos a sus casas que estaban a escasos metros. Tremendamente cansados, se dijeron adiós y entraron en sus casas. Pero todavía los niños, todos los niños, tuvieron tiempo para comentar con sus padres lo bien que lo habían pasado en la excursión, las cosas que habían visto, los animales, venados y ardillas, águilas grandísimas de vuelo majestuoso y cuervos muy negros, con un aleteo uniforme, los pinos tan grandes y los arroyos, algunos, con agua. Pero venían rotos de cansancio, La ropa, camisa y pantalón, llenos de polvo y las alpargatas bastante castigadas. Se acostaron y aquella noche soñaron con los venados y sus mujeres; con muchos venados comiendo en los pesebres y muchas ardillas corriendo por los pinos. Y venían los venados, se les acercaban y les dejaban que les tocasen los cuernos y las puntas. Les habían dicho que cada punta era un año. Algunos tenían 20 años. Y las ardillas se les ponían encima de las rodillas y tocaban su pelo que era suave como la seda y las moñas de su cola no dejaban de moverse. Las ovejas corriendo delante de Campeón y Emperador. Toda la noche estuvieron soñando con Río Madera, sus animales, con sus pinos y su suelo cubierto de yerba. Jamás se les olvidaron las excursiones que hicieron bien con el colegio, bien con sus padres a la Sierra de Segura. La profundidad de sus barrancos, sus escarpadas montañas, los inmensos pinares que la poblaban, el agua fresca cristalina y potable de sus arroyos, los venados que se dejaban ver, la inquietud de las ardillas, los rebaños el pastor y sus perros, sus caminos tortuosos y empinados, la belleza impresionante de sus paisajes, la profundidad de sus barrancos…

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Capítulo VIII

La Aceituna El primer trimestre del curso 1949-50 fue transcurriendo con normalidad para Vicente y Antonio. Al ser muchas las materias que se daban, que ellos ya las habían estudiado en los cursos anteriores, les resultaba algo repetitivo. El programa no daba más de sí. Lo normal hubiese sido examinarse de ingreso e iniciar el bachiller o estudios similares. Pero tampoco el maestro, en este caso D. Pedro, podía hacer nada más. Lo que se hacía era que los nuevos incorporados aprendieran lo escrito en las enciclopedias Elemental y Grado Medio y que los más antiguos reforzaran y no olvidaran lo que ya habían estudiado en los dos años anteriores. Bien es cierto que el maestro procuraba reforzar con materias nuevas, algunos temas que prácticamente él forzaba de los libros, siempre más en lo concerniente a la rama de las letras que de las ciencias. (No se puede olvidar que el maestro era también sacerdote; carrera de letras que había estudiado en el seminario y que atendía más a las asignaturas de letras que de ciencias). De todas formas procuraba ampliar la cultura de los niños, para que la escuela no se les convirtiera en algo monótono, aburrido y que perdieran el tiempo. Los nuevos alumnos tenían materias de sobra para estudiar y los antiguos repasaban y no olvidaban lo ya aprendido e incorporaban a su saber nuevos conocimientos. Así se llegó a Diciembre, en donde las navidades eran fecha significativa a nivel nacional, para las vacaciones de invierno o Navidad. Este tiempo coincidía con la recolección de la aceituna. Jaén era en aquella época, una provincia que dependía casi en un 100% de la agricultura. Y de este porcentaje, un 90% era dependiente de la cosecha de aceituna. Los habitantes de Puente de Génave, en su inmensa mayoría, o eran pequeños propietarios de fincas de olivar o no tenían olivas y eran jornaleros. (Las profesiones de los autónomos, carniceros, zapateros, maestros,[ no había bancos y por lo tanto no existían los bancarios], pastores, comerciantes, barberos, panaderos, etc., sumados todos eran una cantidad muy poco significativa). Eran pocos los personajes que poseían grandes fincas, aunque también los había y son conocidos por todos. No eran latifundistas que albergaran bajo los mismos linderos miles de olivas, sino que las tenían distribuidas por varios lugares de la comarca o del término municipal. 79


En resumen: Cuando llegaba la recolección de la aceituna, se beneficiaban de ella los propietarios de olivas, los jornaleros que la recogían, los trabajadores de las fábricas de aceite que molían las aceitunas y extraían el aceite, los propietarios de mulos que transportaban el producto desde el olivar a las fábricas, (aunque la mayoría de los propietarios poseían los mulos en propiedad para utilizarlos casi todo el año),… se ponía en marcha una cadena en la que se beneficiaban muchas de las personas de toda la provincia. Esto en cuanto a la recolección, porque naturalmente las olivas necesitaban de unos cuidados que se desarrollaban a lo largo de todo el año, como la cava, la labranza, la poda, la cura, el rastreo etc. Tanto Francisco, padre de Vicente, como Lorenzo, padre de Antonio, eran pequeños agricultores que administraban sus propias fincas de olivar o tierras blancas, de sembrados de cereales u hortalizas, que ambos poseían como herencia de sus madres, ya fallecidas y que sus padres, (los dos abuelos paternos de los niños aun vivían), se las habían dado. Además administraban también lo que sus respectivas mujeres y madres de los niños tenían. El pequeño patrimonio de ambos estaba diseminado por los términos de Puente de Génave y Arroyo del Ojanco. Lo más rentable de ambos agricultores era el olivar; pero no era como para dar saltos de alegría. Ellos lo trabajaban con la ayuda de jornaleros a los que naturalmente pagaban sus jornales y hacían todas las labores que las pequeñas fincas necesitaban. Jaén ha sido y es una de las provincias más pobres y miserables, en cuanto a miseria se refiere, de España. (Sobre todo en aquellos años, se podría decir que su estado era misérrimo. Este calificativo nos acerca mucho más a la situación real de la provincia). Todas las administraciones han sido cicateras con esa riqueza que hace que sea la tierra en la que más olivos hay plantados de todo el mundo. Pero por fas o por nefas, los agricultores siempre han estado con tortícolis de tanto mirar al cielo: Que si no llueve y la aceituna no engorda y se seca, que si hace mucho frío y se hiela, que si la plaga del repilo o no sé que, se lleva la cosecha, que si el río crece, se mete en la finca y acaba con el 70% de la cosecha que ya está en el suelo, que una tormenta de granizo ha derribado en el mes de septiembre casi toda la cosecha, que si una ola de calor ha acabado con la flor, que si, que si, que si… tantas cosas que habría que ser un terrateniente propietario de muchos miles de olivas, para poder sobrevivir o vivir de la agricultura. Olvidados de la administración, olvidados de la madre Naturaleza y dejados de la mano de Dios. Esta es la queja de la gente agricultora del pueblo y de toda la provincia desde hace siglos.

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Aquel 22 de diciembre, a Vicente y Antonio, así como a todos los niños de las escuelas, les dieron las vacaciones. El día era un crudo día de invierno; llevaba más de 15 días nevando o lloviendo; la temperatura apenas si sobrepasaba los cero grados o inferior muchos días. Por lo tanto lo más propicio era lo que estaban haciendo Francisco y Lorenzo. Ambos estaban en casa de Lorenzo y con ellos Vicente y Antonio, así como las dos niñas pequeñas de ambos matrimonios. Los padres y los dos niños estaban sentados en unas silla de enea, alrededor de una hermosa lumbre que calentaba el ambiente; una chimenea absorbía el humo del fogón; y las pequeñas en brazos de alguien o arrastrándose por el suelo enlosado. - Parece que dentro de unos días va a mejorar el tiempo, decía Francisco. - A ver si es verdad, dijo Lorenzo, y podemos ya empezar a coger la aceituna. Se está cayendo mucha. Llevamos más de 15 días de temporal. ¿Por qué dices que va a cambiar el tiempo, Francisco?, preguntó, al tiempo que sacaba un cuarterón de tabaco y un estuche de papel de bambú. Los dos hombres se pusieron a liar sus cigarrillos, encendiéndolos con un ascua de la lumbre que cogieron con las tenazas. - Me lo ha dicho mi padre que se fía mucho de las cabañuelas. Y al parecer a finales de diciembre se calcula frío y tiempo seco. - Ahora que lo dices, he observado el almanaque zaragozano y el fraile no se pone la capucha que indique lluvia o nieve. Los dos niños permanecían atentos a la conversación de sus padres. -¿Qué son las cabañuelas, papá?, preguntó Vicente. - Para saber el tiempo que va a hacer durante todo el año, hay que fijarse en el mes de agosto, empezando por el día 2. Lo que haga ese día es el tiempo que hará el mes de Enero, el 3 corresponde a Febrero, el 4 a Marzo, así hasta el 13 que es diciembre. Y luego al revés, el 14 es diciembre, el 15 noviembre, el 16 septiembre hasta el 25 que es enero. A esos días se les llama cabañuelas. - ¿Y el día 1 de agosto para que sirve entonces?, quiso saber Antonio. - Porque el día 1, continuó Francisco, es una mezcla de cómo va a ser todo el año. 81


- ¿Y eso es verdad, papá?, preguntó otra vez Vicente. - Por supuesto que sí, le dijo su padre. Eso me lo ha enseñado a mí, mi padre que es tu abuelo. Y a él se lo enseñó su padre, mi abuelo Vicente y así hasta llegar a los romanos que es de donde viene. Y es verdad porque lo comprobamos todos los años y aunque algunas veces varía algo, pero por lo general, es así. - Pues a ver si cambia y cuando pase Nochebuena empezamos, dijo Lorenzo. La gente de la cuadrilla está ya desesperada, tienen que comer y si no pueden trabajar, no cobran. Anda, Antonio, tráete unos palos del patio para la lumbre. Se levantaron Antonio y Vicente saliendo al patio y al momento asomaron con tres o cuatro palos de olivo cada uno, cubiertos de nieve. - ¿Hace frío, Vicente?, le preguntó su padre. - ¡¡¡Ufff!!!, papá, tengo los dedos helados. Mira. Francisco cogió las manos de su hijo y comprobó que llevaba razón. Esperaba que pronto escampara. Francisco y Lorenzo se habían puesto de acuerdo para llevar entre los dos, para recoger la cosecha de ambos, la misma cuadrilla de aceituneros. Eso lo venían haciendo desde hacía años. Con eso aprovechaban que si por cualquier causa, no se podía entrar a alguno de los olivares, lluvia, barro o lo que fuera, se podía cambiar a otra finca. La cuestión era aprovechar al máximo a la gente de la cuadrilla en beneficio de todos. -¿Qué es una cuadrilla?, quiso saber Antonio. -Son la gente que llevamos. Este año van 10 personas, entre hombres y mujeres. 4 hombres y 6 mujeres, más nosotros dos, total 12, le contestó Francisco. Son de aquí del Puente, de Peñolite y del Tamaral. - ¿Y porque van así hombres y mujeres?, quiso saber Vicente. - Mira, Vicente, le dijo Lorenzo, los hombres son los encargados de avarear la aceituna en las olivas y las mujeres son las que la recogen del suelo. Y la echan en los capachos. - Vamos a hacer una cosa, Lorenzo, dijo Francisco. Como el temporal este tendrá que amainar, , nos los vamos a llevar a los dos el primer día que haya que recoger aceituna. Es bueno que vayan aprendiendo, pues nunca se sabe. Y que vayan viendo lo que es esto. Aprovechamos que ahora están de vacaciones y no faltan a la escuela. 82


La conversación tomó otros derroteros. Estaba oyendo, al mismo tiempo que hablaban, a los niños de S. Ildefonso cantar la Lotería Nacional. Lorenzo apuntaba de vez en cuando, si salía uno de los premios gordos. La musiquilla de los niños cantando 27.389, cantaba uno. Diez mil pesetas, cantaba otro y así una cantinela que duraba más de tres horas. Cuando llegaba al final, los padres comprobaban los números que llevaban. Mira, a mí en este me ha tocado devolver lo que llevo jugado, 25 pesetas, pues está en la centena del gordo. Y a mí en este la devolución de lo que llevo, pues el gordo termina en 5. Eso era lo más que les tocaba. ¿Dónde ha tocado el gordo este año? En Valencia. Otra vez en Valencia. Claro, si es que juegan mucho. Y el segundo y el tercero en Madrid. También juegan mucho allí. Claro, si hay mucha gente. Este era siempre el remate final de la lotería. O mejor dicho todos los años terminaban con la misma frase: - Habiendo salud, se consolaban ambos. Por supuesto, que salud había, la misma que tenían los que les tocaba. Pero quien no se consolaba, es porque no quería. Pasó la Nochebuena, con su cena especial y los mantecados que hacían las madres en las casas y los pestiños, y los enredos y los huevos nevados o huevos al aíre, como decía Vicente, (nunca supo Vicente porque los llamaba así) y los panetes y los polvorones que era lo único que compraban en la tienda de Pepe Luna. Pasó la Nochebuena con las zambombas, las panderetas, las botellas de anís del Mono, o Machaquito, de Rute, en las que se rascaban y salía un sonido metálico, con sus villancicos: Campana, sobre campana, y sobre campana una; pero mira como nadan los peces en el río, pero miran como nadan, por ver a Dios “nacío”; noche de Dios, noche de paz; en el portal de Belén, han entrado los ratones, y al bueno de S. José, le han roído los calzones; los Campanilleros que se oían en Radio Andorra, cantada por La Niña de la Puebla, que bien canta esta mujer, y eso que es ciega, decían; y el estribillo: Arre borriquito, arre burro, arre, anda más de prisa que llegamos tarde. Arre borriquito, vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también; todas las letras de todos los villancicos que se cantaban en los pueblos, en nuestros pueblos. Pasó la Nochebuena con su Misa del Gallo. La nostalgia y los presagios: La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más. Verdades como puños cantadas sin sospechar que en ese “nosotros”, estamos todos incluidos. Algún día nos iremos para nunca más volver. La Natividad, día de fiesta familiar. La Nochevieja era otro tipo de fiesta en la que los niños lo pasaban, menos bien que en la Nochebuena. Solo recuerdan el sonido de las doce campanadas que a veces sonaban por una antigua radio, Invicta o Telefunken, desde la Puerta del Sol de Madrid, que podía írsele la voz en 83


el momento de las campanadas, o irse la luz y quedarnos con la débil llama de un candil y el padre, la madre o el hermano mayor, tocar las campanadas con el mazo del almirez, de acuerdo siempre con el reloj del padre, que era el único que tenía reloj de pulsera. Que importaba no coincidir con las que se daban desde la Puerta del Sol madrileña. Los pueblos de Jaén casi nunca han coincidido con Madrid. Una noche más, qué más daba. Y pasó el día de año nuevo. El temporal amainó, con la precisión de un longines, según anunciaban las cabañuelas, el día 25 de Diciembre fú, fú, fú; un sol helado, glacial y con una timidez brillante, iluminó las casas de Puente de Génave, casi con temor, con miedo de que alguno de sus gélidos rayos pudieran herir a sus habitantes el día del Nacimiento de Cristo. La tierra se fue secando de barro y poco a poco nos indicaba que pronto se podría coger la aceituna. El día 2, la cuadrilla, más Francisco y Lorenzo y los dos niños, se trasladaron a una finca de Francisco que tenía cerca de Peñolite, Las Talas, heredada de su madre ya fallecida. Vicente y Antonio observaron con curiosidad todo lo que se hacía. Levantados desde antes de amanecer, se trasladaron a la finca las 14 personas, más dos pares de mulos con sus muleros, propiedad de Lorenzo y Francisco, que llevaban los mantones y algunos capachos. La temperatura debería rondar 2 o 3 grados bajo cero. Al llegar a la finca de unas 200 olivas, ya había amanecido. En un santiamén, dirigidos por Lorenzo y Francisco, fueron desenrollados los mantones de lona, manchados de la aceituna de otros años, los capachos se bajaron de las bestias y una criba se puso en el suelo. Los hombres iniciaron el avareo de las olivas, en donde previamente, las mujeres habían extendido los mantones debajo de las mismas. Las aceitunas caían en el mantón y algunas fuera por la fuerza con que el avareador golpeaba las ramas. Las mujeres y los dos niños se dedicaban a recoger las que estaban fuera de los mantones. -Vosotros, Antonio y Vicente, os vais con las mujeres a recoger las aceitunas que salen de fuera del mantón y las echáis en esa espuerta, les dijo Francisco. Cuando los mantones recojan las que han caído dentro, les quitáis las hojas y ramos que podáis y las tiráis fuera, pero que no lleven aceitunas y las echáis en estas espuertas, llevándolas a la criba en donde estaremos Lorenzo o yo cribando toda la aceituna para que se les vayan todas las piedrecitas y las hojas que aún queden y vayan limpias a la fábrica. Los dos niños no perdieron ripio de la labor coordinada de cada persona. Los cuatro hombres avareando las olivas, en donde a veces se 84


incorporaban Lorenzo o Francisco, si no estaban en la criba. Las mujeres recogiendo las aceitunas fuera del mantón. Ellos, los niños, recogiendo del suelo también aceitunas; cuando recogían uno de los mantones, quitaban las hojas y ramos de aceitunas que había; las aceitunas, todavía no limpias, las echaban en una espuerta de esparto y, cogiendo cada uno de un asa, las llevaban a la criba y desde allí, cuando ya estaban limpias de hojas, broza o piedrecitas, al capacho, en donde, junto con el mulero, llenaban el envase que luego ataba el hombre. Estos se encargaban de ir amontonando los capachos, que luego cargaban en los mulos; cada uno de los capachos pesaba alrededor de 40 o 50 kg. Cuando había 8 llenos, los dos muleros los cargaban en las bestias, 4 o 5 en cada mulo, dos y dos a cada lado y uno encima del lomo de la bestia y los trasladaban a cualquiera de las dos fábricas de aceite del pueblo. Normalmente a la de Severiano, que estaba en la Plaza de la Iglesia. Vicente y Antonio, aguantaron como unos hombres, los 5 o 6 días que estuvieron cogiendo aceituna. El frío era lo que más les molestaba. A ellos y a las mujeres. De vez en cuando, se calentaban las manos un momento en las lumbres que los muleros encendían con las ramas caídas de las olivas y las brozas y palos existentes en la finca. Antonio se trajo un día unos guantes de lana que le había echado su madre y, aunque esto le dificultaba el coger las aceitunas, tenía los dedos más calientes, pero: -Antonio, gato con guantes no caza, le dijo su padre. Los guantes fuera, que llevarlos es de señoritos y no recoges bien. Antonio se los guardó en el bolsillo y ya no los usó más. Sobre las diez de la mañana, paraban a tomar un bocadillo todo el personal. En media hora daban buena cuenta de un cacho de pan con chorizo o jamón o lomo o cualquier parte del cerdo. Era lo más socorrido. A mediodía comían en las olivas alrededor de la lumbre. Con el sol fuera y en todo lo alto, la temperatura subía 8 o 10 grados y el frío era menos agresivo. De comida llevaban carne, tortillas u otros alimentos, como latas de sardinas o atún, sardinas encubadas o similar, que devoraban con hambre todos los trabajadores. Los descansos, muy pocos y cortos, también servían para fumarse un cigarro los hombres. Vicente y Antonio ni siquiera se pararon a observar que las mujeres no fumaban. No lo notaron porque en aquellos pueblos era lo normal. Lo mismo que no notaban que los mulos que acarreaban la aceituna tampoco fumaban. Porque eso era lo normal. El tercer o cuarto día, las mujeres les hicieron una broma que era como un bautismo de fuego del que no se libraba ninguno de los 85


niños que por primera vez iban a la recolección de la aceituna. Primero se lo hicieron a Antonio. Le pillaron desprevenido y las 6 mujeres, como si fuesen fieras, lo cogieron, lo sujetaron y le abrieron la bragueta. A continuación le echaron tierra sobre los calzoncillos y después un chorro de agua, formándosele barro en la ropa y mojándole toda la entrepierna. Entre dos lo cogieron de las manos y otras dos de las piernas. Y balanceándolo cantaban: Los marculillos, de la Tía Juana, ni tienen pelo, ni tienen lana, ni beben vino, ni beben aguaaa… Soltaron a Antonio en el suelo y se fueron en busca de Vicente, pero este salió corriendo como un gamo, mirando hacia atrás y viendo que le había sacado a las mujeres unos metros de ventaja, sonriendo con ironía: A él lo iban a coger, pensaba; pero al no mirar hacia adelante, no se dio cuenta que uno de los muleros se cruzó en su camino y lo atrapó. Cayó al suelo, se acercaron las mujeres y el mulero se lo entregó vivito y coleando a las 6 leonas. -¿Te querías escapar, eh bribón?, reían a carcajadas todas ellas. Pues te vas a llevar doble ración. Y así fue. Más tierra y más agua que a Antonio. Sus padres, se tronchaban de la risa de ver las peripecias, los esfuerzos y los pataleos de sus hijos para huir de aquellas hembras tan fieras. Por la tarde los dos amigos lo comentaron entre ellos con algo de pudor y un mucho de satisfacción. Se lo contarían a sus amigos en la escuela. Había sido duro, si, pero eran unos hombres. A ellos ya les habían dado Los Marculillos de la Tía Juana… Al coincidir los Reyes aquel año en viernes, tanto Vicente como Antonio, empezaron la escuela el día 9. El día 6, festividad de la Epifanía del Señor, no fueron a la aceituna. No fue nadie, pues los mayores tenían el compromiso con sus hijos de atenderlos en esta festividad y entregarles lo que los Reyes Magos les habían traído. Los pobres y míseros reyes de aquellos años, pero llenos de cariño y de esperanza por parte de quienes los recibían. Todavía recuerda Vicente que aquel año le trajeron un tranvía, que, dándole cuerda, andaba casi un metro haciendo un ruido metálico con sus ruedas de hojalata cromadas en blanco. El día 7 y el 8, fueron a la aceituna, viendo como sus padres y sus paisanos, trabajaban desde que amanecía hasta poco antes de anochecer, que se retiraban a sus casas. Y a otro día la misma tarea. Dejaron las Talas y se trasladaron a las Huelgas del Molinillo Vicente, (el cortijillo que llevaba el nombre de su bisabuelo y por lo tanto el suyo, pensó Vicente), al lado del río Guadalimar, su río.

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- Papá, preguntó Vicente, ¿Por qué viene el río tan negro? - Es por la jamila, Vicente, la que sueltan las fábricas de aceite. -¿Y qué es la jamila?, inquirió de nuevo el niño. -Es un líquido de color oscuro, que se separa del aceite, pero que también contiene una cantidad insignificante de aceite. En otros lugares se le llama alpechín, que consiste en eso, un líquido oscuro y maloliente, que sale de las aceitunas cuando están apiladas antes de molerlas y al extraer el aceite, se las exprime con agua hirviendo. -¿Y porque lo echan al río?, siguió Vicente. -En algunos lugares existen unos pozos que se llaman jamileros y van a parar allí, pero las fábricas que no tienen jamileros, lo sueltan al río. Esperemos que con el tiempo solucionen este problema. Los dos niños quedaron enterados del porqué las aguas de su río bajaban tan obscuras y turbias. Pensaron en los peces que no debían pasarlo nada bien con este pestilente líquido. No era normal que niños de esta edad participaran en la recolección de la aceituna, si no era en el caso extraordinario que aquí se relata o quizás algunos padres que no tenían en donde dejar a sus hijos y si no estaban escolarizados, se los llevaban con ellos. La recolección continuó aquel año, que no fue muy malo en la cosecha habida y Vicente y Antonio se incorporaron a la escuela el día 9, prosiguiendo sus estudios pero con una lección añadida: Habían compartido y participado en un trabajo que para sus paisanos y su familia era sumamente importante, la recolección de la aceituna. Posiblemente algún día, necesitarían de las enseñanzas que allí recibieron. *

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Cuando terminó el curso 1949-1950, Vicente y Antonio abandonaron el pueblo. Sus padres se dieron cuenta que ningún objetivo había para prolongar su estancia en la escuela de D. Pedro; allí no aprenderían más de lo que ya sabían, pues el programa educativo era una prolongación, con ligeras variantes, del curso anterior. Si se quería progresar en materias de enseñanza para acceder a un porvenir más halagüeño que el que les esperaba en Puente de Génave, los niños debían abandonar el pueblo. Allí desgraciadamente solo les esperaba la agricultura, maltratada por el gobierno de la época y de todos los gobiernos de todas las épocas, (aunque se hubiese ganado o perdido una guerra con la ayuda de miles de agricultores) y no digamos los gobiernos anterio87


res, segunda República incluida, y gobiernos posteriores como observan ahora Vicente y Antonio ya en el declive de su vida. Antonio marchó a un Instituto de Baeza a iniciar el bachillerato y Vicente se fue a Jaén e ingresó en un colegio religioso. Los dos tuvieron que superar el examen de ingreso en ambos centros de enseñanza, lo que no supuso ninguna dificultad para ninguno de los dos, superando la prueba ambos con una buenísima calificación. Este traslado de los niños supuso un gasto adicional para la familia de ambos que afrontaron con sacrificio en favor de sus hijos. Tenían 10 años. Lo sucedido en tiempos posteriores, ya es motivo de otras historias. Lo que fue de ambos, se podría tratar en otros relatos. Pero los niños, Vicente y Antonio, no olvidaron la que fue su Patria Chica durante su edad infantil y juvenil. Qué de añoranzas les traen aún la vida de y en su pueblo, al que dejaron por el incierto porvenir, hace muchos años. Recuerdan que en una placa que había a la entrada del vestíbulo, en el primer descanso de las escaleras del Ayuntamiento inaugurado el año 1.945, había esculpida una frase atribuida a un político de la época, el anterior Jefe del Estado, que decía: “Jaén me quita el sueño”. (Poco sueño le quitaría o algún somnífero tuvieron que darle y volvería a dormirse rápidamente, olvidándose de los problemas de Jaén, provincia cenicienta en aquellos tiempos, en los pasados y en los actuales ¿También en los venideros?). Pero se sigue volviendo con cierta periodicidad a Jaén, a Puente de Génave. Allí están los recuerdos, los cariños, la vivencia con sus padres, sus hermanos y sus amigos, los juegos, las sierras, el río, su río, los primeros amores y las primeras amistades. Allí están, reposan, los cuerpos de muchos de sus antepasados. Habría que decir, complementando la frase: “Jaén me quita el sueño, y siempre estará en mi memoria”.

Auxilio Social Ya en su senectud Vicente y Antonio estaban en el pueblo con motivo de la muerte de un amigo común. Poco a poco la muerte iba segando las espigas o los árboles que un día fueron la vida y alma del pueblo. La vida se iba apagando para dar paso a otras nuevas generaciones, tan distintas, tan diferentes. La historia era imparable. La vida no podía cambiar, cambiaban las personas que se renovaban constantemente. Así un año tras otro año, un siglo tras otro siglo.

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El acto fúnebre se celebró por la mañana de un día plomizo y gris del mes de octubre de 2.010. Al terminar de darle cristiana sepultura al cuerpo de su amigo, los dos marcharon a un restaurante para comer. ¡Que de recuerdos rememoraron y cuantas anécdotas contaron! Sus padres, ya fallecidos, sus hermanos, (todos estaban fuera de Puente de Génave, trabajando en otras profesiones distintas a las agrícolas), su retiro o jubilación y su vida transcurrida muy lejos del pueblo que les vio nacer hacía un montón de años. Casi en la prehistoria de sus vidas. Mientras comían, iban desgranando, como cuentas de un rosario, las mil y una peripecias que la vida les había hecho vivir. Una televisión que tenían enfrente de su mesa, dio una noticia que aparentemente no llamó la atención de nadie: -Más de 500 mil personas, decía la voz impersonal del locutor de turno, acuden diariamente a los comedores de Cáritas para comer. La situación tan desesperada por la que atraviesa el país, hace que una cantidad ingente de españoles, matrimonios jóvenes acompañados de sus hijos, acudan a saciar el hambre en estos comedores de beneficencia, concluía lacónico el periodista. Aparentemente a nadie le llamó la atención esta noticia. El resto de personas que había en el comedor, siguió comiendo o bebiendo sin prestar atención a lo que contaba el locutor. Que cientos de miles de personas estuvieran pasando hambre en España, en el Siglo XXI, en el año 2.010, parecía un acontecimiento habitual. - Es terrible, comentó Vicente. ¡En al año 2010 y como estamos! - A que grado de pobreza está llegando España, decía Antonio. Tengo un hijo que es Trabajador Social y presta ayuda, como voluntario, en Cáritas. Me comenta que muchos matrimonios son jóvenes que los dos han quedado en el paro, se les ha acabado la prestación social del paro y acuden con un hijo o dos a comer. No pueden ocultar su vergüenza de tener que vivir de la caridad; y no es por deseos propios, sino porque el desastre de estos administradores que tenemos, que han llevado al caos al mundo trabajador y a la juventud. - ¿Sabes de lo que me acuerdo, Antonio? De cuando aquí en el Puente, estaba Auxilio Social. La labor que prestaba en el pueblo. - Hombre y aquello era completamente diferente. España acababa de salir de una guerra en la que terminó destrozada. Sin ayuda internacional de nadie, pero el Estado, a pesar de su miseria, ya tenía 89


creado un organismo para ayudar a los que necesitaban ayuda. ¿Tú te acuerdas de Auxilio Social aquí en el pueblo?, preguntó Antonio. - Muy poco, contestó Vicente. Posiblemente empezara a funcionar el año que nacimos nosotros o un año después. Tengo un vago recuerdo de que el comedor estaba instalado en la casa de mi abuelo Saturnino, precisamente en lo que después fue nuestra escuela, la Escuela de D. Pedro. Por cierto, según noticias que alguien me dio, el responsable de Auxilio Social aquí en el pueblo, era D. Antonio Campayo, el maestro. Una magnifica persona y un excelente profesional como maestro. También era abogado. He leído en algún libro, que al terminar la guerra y formarse la que fue primera corporación municipal, después del conflicto civil, D. Antonio fue concejal del Ayuntamiento. - Desde luego estoy de acuerdo contigo en lo de D. Antonio. ¿Y la cocina, en donde estaba?, inquirió Antonio. - Alguien comentó una vez con mi padre hablando de ese tema, que estaban en la misma casa, quizás en las cámaras. - Ahora creo recordar, que un día, hablando mi padre con unos amigos, dijo Antonio, decía que él sabía que Auxilio Social, fue fundado durante la guerra civil, en el año 1936 o algo así y que dependía de Falange. Pero lógicamente solo funcionaba en la zona nacional y atendía a la población sin discriminar a nadie. Allí comían todos los que tenía hambre, fueran rojos o nacionales. El hambre no tiene ideología. Lo que me parece lógico. - Sí, algo leí yo los otros días sobre este tema, al oír la noticia en la radio. Creo que la viuda de Onésimo Redondo, Mercedes Sanz, fue una de las fundadoras junto con Ramiro Ledesma Ramos. Al parecer era una copia de lo que la Alemania nazi denominaba Auxilio de Invierno y posteriormente se le llamó Auxilio Social. Al cabo de un año de su creación, esta organización benéfica, ya contaba con 711 comedores y 160 cocinas. Una cantidad ingente de voluntarios que atendían todas las faenas. Una verdadera acción social, concluyó Vicente. -Debió desaparecer del Puente, dijo Antonio, sobre 1945, pues mi recuerdo es bastante vago al respecto. - Yo sí recuerdo, dijo Vicente, que algunas veces, creo que no más de 2 o 3, comí allí porque estaba en casa de mi abuelo y me escaba para comer en Auxilio Social. Solo había que subir las escaleras; y coincidió que pusieron arroz con bacalao. Aún recuerdo el magnífico sabor que tenía aquella comida. En esa época tendría 4 o 5 años. De lo que si tengo más memoria es de cuando estaba de monaguillo. En la sacristía 90


de la iglesia, repartíamos los monaguillos, bajo la supervisión de D. Pedro y de Manuel el sacristán, leche en polvo y un queso amarillo que estaba buenísimo. Pero aquello era de los americanos, no de Auxilio Social. - Si, yo también recuerdo eso, porque ahí ya éramos mayores, concluyó Antonio. Habían dado buena cuenta de un revuelto de espárragos, jamón, gambas, guíscanos, (como se les llama allí a los níscalos), y otros ingredientes propios de la cocina del pueblo. Regado con un vinillo de rioja, que ambos degustaban con un exquisito paladar. Pidieron a la camarera de 2º, un plato segureño que consistía en panceta de cerdo, chorizo, morcilla, algo de lomo y alguna chuletilla de cordero, todo asado en las ascuas. Entendían Vicente y Antonio que ya que estaban en su pueblo, una inyección de colesterol en vena, como significaba aquella comida, no les vendría mal. Total no todos los días cometían tamaño sacrilegio, y por una vez no les acarrearía ningún perjuicio. El vino acompañaba a los alimentos de una forma moderada. El seguir comentando la mala racha por la que estaba pasando España y degustando una comida así, no era ni criticable ni burla a los acontecimientos. Ellos, en su modestia, habían contribuido a crear una España próspera, habitable y moderna. Los sacrificios los habían hecho a lo largo de toda su vida y seguían contribuyendo con sus impuestos, a que algo se remediara. Pero les dolía en el alma, la malversación de fondos que los dirigentes habían hecho a lo largo de muchos años, viviendo en la utopía del engaño, creando ilusiones inalcanzables por disparatadas y prometiendo el paraíso cuando lo que todo el mundo veía venir era el infierno. Eran dos jubilados que, de si algo tenían que arrepentirse, no era precisamente de no haber trabajado duro toda su vida, cada uno en su profesión, haber sacado una familia adelante y haber contribuido a que esta España fuera más próspera, más rica y más libre. Siguieron comiendo y hablando del tema. - Es curioso, dijo Antonio, que de las dos organizaciones de las que estamos hablando, hayan sido fundadas por personas más o menos de la misma ideología, conservadoras y liberales. Y las dos han sido muy criticadas por las fuerzas opuestas a esta ideología. - Ya te digo, contestó Vicente. Los otros días estuve leyendo algo sobre esta organización y en 1960 atendía a Hogares Cuna, Infantiles, Escolares, para Deficientes Psíquicos, de Aprendizaje, Residencias de Estudios, de Obreros Jóvenes, de Ancianos, Institutos Laborales, Casas 91


de Madres Solteras, Guarderías, Comedores, Cocinas, Servicios especiales. Me quedé admirado y enamorado de la labor que esta gente hacía en los años 1960. Miles de personas eran atendidas por estos servicios. - Si. Es de admirar esta labor. Y no digamos nada de lo que hace ahora Cáritas. Según me dice mi hijo, voluntario en esa organización como te he dicho, es un grupo de personas, que dentro de la Iglesia Católica, se dedica a atender a los más pobres y menesterosos. La doctrina que predicó Jesús de Nazaret. Cáritas presta atención a las personas desde antes de nacer, hasta que mueren. Como tú bien sabrás, Vicente, por tus estudios de latinajos, Cáritas es una palabra latina que significa Caridad, que es una de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Cáritas fue fundada por un obispo Alemán en el año 1897. España, parece ser que se sumó a esta organización en el año 1947. Por lo tanto es una organización de carácter internacional. La ayuda que está prestando ahora mismo a los españoles, no tiene precio; así es que no concibo la animadversión que este gobierno siente hacia la Iglesia Católica. Merece la pena entrar a uno de los comedores de esta organización y ver cómo funciona todo; o a un centro de drogadicción o cualquiera de los muchos centros que posee. En España tiene trabajando como voluntarios más de 60 mil personas y unos 5 mil trabajadores a sueldo. Este año ha atendido a más de un millón de personas, ha gastado más de 30 millones de euros; trabaja en cooperación internacional, atendiendo el hambre y las necesidades de muchas partes del mundo, sobre todo de África; atiende temas tan importantes como Mayores, Empleo, Acogida, Personas sin Hogar. Su financiación es mayoritariamente privada; procedente de socios y donativos particulares, un 65%. De las Administraciones públicas, también percibe ayuda: De la local, autonómica, central y de la comunidad europea. De estas percibe un 30%. En este año de 2010, Cáritas utilizará en España más de 30 millones de euros. Después de esta larga parrafada de Antonio, interrumpida de vez en cuando para comer un bocado del plato segureño o trasegar un trago de buen vino, los dos amigos se miraron con una sonrisa. Poco habían cambiado sus principios desde que allá en su juventud, en este pueblo que era el suyo, se los habían inculcado sus padres y sus maestros. Estaban orgullosos de todos ellos. -En fin, Antonio, que así son las cosas de este nuestro país al que siempre hemos llamado España. Dios quiera y esto se arregle pronto, prosiguió Vicente. Que después de una guerra, la gente pase hambre, haya miseria y nos invada el desánimo, es casi la consecuencia lógica de unos hechos aberrantes, que nosotros no vivimos, pero sí su92


frimos. Pero que esto pase en pleno siglo XXI, no tiene ni pies ni cabeza. Que 5 millones de españoles, entre los que se encuentran algunos de nuestros hijos y sus esposas o maridos, estén parados, es un drama que afecta a todos los españoles. Confiemos en que se vaya viendo la luz de este túnel interminable que tanto tiempo y fatigas nos está costando atravesar. -Confiemos, ratificó Antonio. Llamaron a la camarera a la que pidieron de postre calostros. Esto les hizo recordar lo que pasaba en aquel pueblo hacía casi 60 años. -¿Te acuerdas, Antonio, ¿Cuándo tomábamos los calostros directamente de la teta de la cabra?, preguntó con una sonrisa Vicente. -No me voy a acordar, dijo Antonio. Menuda barbaridad. ¿Cómo no cogeríamos las fiebres de malta? La verdad es que a las cabras reciemparidas, se les notaban lo ricos que estaban los calostros. Éramos unos bichos. Compartíamos la comida con los chotillos. Los dos rieron por el recuerdo. -Y Marcos, el pastor, nos llamaba la atención: Se lo voy a decir a vuestros padres, nos decía. Pero la verdad es que nunca les decía nada. ¡Qué buena persona era!, concluyó Vicente. Se comieron los calostros, que estaban buenísimos y les ofrecieron café. Los dos lo mismo: Descafeinado de máquina y cortado. -Me estoy acordando de nuestros padres, Vicente. Siempre después de comer, sacaban el cuarterón y liaban su cigarrillo, liado en papel bambú. - Qué tiempos aquellos. Nosotros ya ni fumamos. Yo hace más de 6 años que lo dejé. No creo que ya vuelva a fumar otra vez, comentó Vicente. - También yo dejé de fumar hace más de 10 años. Si es que nosotros, Vicente, ya no somos personas para vicios. Ya no tenemos edad para eso. Aunque quisiéramos, no podemos ser viciosos. Para eso hay que tener una edad. - Yo se lo digo a mis hijos y a mis nietos: Como no puedo daros malos ejemplos, os daré buenos consejos. Como decía no se qué filósofo: Nosotros los de siempre, ya no somos los de antes. Se rieron ambos.

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La comida terminó ya con recuerdos de su lejana juventud. Brindaron con el café por su amigo muerto y enterrado hacía unas horas. Nada se podía hacer por él, excepto rezar un padrenuestro y tenerlo en sus recuerdos. -Va por ti, Pepe, dijeron ambos y levantaron con prudencia las tazas de café. Hasta que nos veamos allá donde estés, que seguro que nos veremos. Sorbieron un traguito del descafeinado y les pareció oír la voz de su amigo Pepe: Pues claro que sí nos veremos. Pero no hace falta que corráis mucho. No tengáis prisa, que la eternidad es muy larga y tendremos tiempo de estar juntos. Mucho tiempo. Estuvieron dando un paseo por el pueblo. Los recuerdos afluían en sus corazones a borbotones. Como el agua fluye en las fuentes de la sierra. A pesar que el motivo del encuentro era triste, la muerte de un amigo común, ellos seguían conservando su relación de amistad, que durante toda la vida había sido algo más que la de unos amigos: Era algo fraternal. Cuando el sol se marchaba al infinito por detrás de La Terrera, se encaminaron donde estaban sus vehículos y se despidieron. Ellos sabían que una despedida de aquellas sería la última. No sabían cual, pero eso sería así. Les pasó lo mismo que a sus padres, Francisco y Lorenzo, cuando en el otoño de 1937, después de pasarse a los nacionales, a uno lo mandaron al frente del Ebro y al otro para Asturias. Cuando las lágrimas manaron de sus ojos ante la incertidumbre del futuro de cada uno. -Adiós, Vicente. Nos llamaremos por teléfono y nos veremos en el pueblo cuando vengamos por aquí. -Adiós, Antonio. Te deseo lo mejor para ti y tu familia. Seguiremos en contacto. Un estrecho y fuerte abrazo, selló la promesa y el cariño de los dos hombres. 70 años de amistad unían aquellos corazones. Lo mismo que a sus padres, Francisco y Lorenzo, unas lágrimas furtivas mojaron las mejillas de ambos. -Vamos, vamos. Parecemos niños, dijo Antonio.

-Quizás es que seguimos siendo dos niños, querido amigo, remató Vicente.

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Montaron en sus vehículos emprendiendo la marcha uno para el norte y el otro hacia el sur. Las direcciones opuestas de sus destinos ahora, del lugar donde vivían, no era indicativa de la convergencia que durante toda su vida, el destino había unido sus sentimientos. Cuando la amistad estaba por encima de todo; cuando los recuerdos de solo unos años de convivencia, no más de diez, predominaban sobre el resto de sus vidas. Todo en estos dos amigos, era más fuerte que la distancia que los había separado durante tantos años. Estaban unidos por las añoranzas de sus años juveniles.

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EPÍLOGO

Hasta aquí las vivencias de estos dos niños de la posguerra. Sus aventuras, sus juegos, las primeras inquietudes, los primeros contactos con la sociedad en la que iban a vivir. Muy similar a la de miles de pueblos y aldeas de otros puntos de España. Vicente y Antonio aprendieron a ser felices en su pueblo y conocerían los primeros sinsabores a orillas del Guadalimar, el rio, su rio. En 1950 abandonaron su pueblo, al que nunca olvidarían. Si consiguieron labrarse un porvenir, mucho debían agradecer a la generación anterior, la de sus padres y sus contemporáneos, que se dejaron la piel, muchas gotas de sudor y muchos sinsabores en crear una España que ellos recogieron del desastre de una guerra. Sería interesante continuar esta historia sin fecha de interrupción, cosa poco probable por parte de estos dos protagonistas, ya que ellos solo vuelven a Puente de Génave “de visita”, pues su destino estaba situado fuera de las fronteras de su pueblo. Mediada la década de los 50 el desarrollo económico del pueblo era bastante deficiente. Algo se había recuperado, pero no era un foco de bienestar. Muchos de sus habitantes, familias enteras, tuvieron que iniciar la diáspora, el éxodo o el exilio interior. Como siempre desde hace siglos, después de la guerra, incluso ahora, los políticos que dirigen nuestros destinos, volcaron sus favores en pro de otras regiones españolas; como siempre las Vascongadas, Cataluña, la Región Valenciana y unas pocas más, fueron el destino de las preferencias en el desarrollo de los mandatarios españoles. Siempre ha sido así (¿y siempre será así?); y allí marcharon familias completas en busca de un porvenir y de comida. Se dejaron muchas horas de sueño y mucho esfuerzo en seguir trabajando para que el destino de sus hijos fuera mejor que el suyo. Este exilio interior, al que se le llama emigración, (¡emigrantes en su propia nación!), duró hasta finalizada la década de los 60; el pueblo perdió gran cantidad de sus pobladores: se cerraron muchas casas, se escribieron muchas cartas, se pusieron multitud de conferencias telefónicas, se rompieron muchos amores y se derramaron muchas lágrimas. Todos ellos, todos, suelen volver a sus raíces en fiestas significativas como S. Isidro. Pero es emotivo contemplar como para la festividad de los Fieles Difuntos y Todos los Santos, una multitud de emigrantes llenan de coronas de flores las tumbas de nuestro cementerio, porque nuestros son sus muertos. Mucho se podría decir y escribir sobre esa 96


época posterior. Pero, a mi juicio, Vicente y Antonio han cumplido con su obligación de contar su época juvenil, cuando sus almas se abrieron a la vida y sus ojos empezaron a contemplar toda la belleza que encierran los parajes que rodean su pueblo. Que están en su pueblo. La memoria ya no es lo que era antaño y hogaño faltan muchas neuronas que habitaban nuestro cerebro y nos abandonaron como la juventud ida. Los recuerdos que se citan en este relato son ciertos, al menos en su estructura y nudo principal; pero hubiese sido imposible descender a los pequeños detalle si mi mujer, Josefina, nacida en Baeza, pero que vivió toda su vida en Puente de Génave hasta sus 22 años, fecha en la que contrajimos matrimonio en la Iglesia de S. Isidro de nuestro pueblo, no me hubiese ayudado a recordar multitud de detalles. Si mis hermanas no hubieran profundizado también con sus recuerdos en las vivencias de nuestro pueblo. Sirva este escrito como prueba de amor a la tierra que nos vio nacer y a sus gentes. Sobre todo a los que poblaron y vivieron en las épocas republicana, guerra civilista y posguerra. El tiempo más duro de su historia, que le tocó vivir a Puente de Génave. Desde Córdoba, Octubre de 2.010 Plácido Pascual Avilés

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DOCUMENTOS GRÁFICOS

He creído conveniente acompañar el presente relato con fotografías de la época. Algunas, que se indican, son de la década 1930-1940 y pertenecen a personajes que influyeron en esta historia, pues en realidad las vivencias que Puente de Génave sufrió en la década 40-50, fueron como consecuencia de todos los desastres de la década anterior. Lógicamente en aquellos tiempos no había fotografías en color, por lo que todas van en blanco y negro; (los historiadores dicen que la vida entonces era en blanco y negro, triste, sin color, que quiere decir sin atractivos, sin futuro, sin porvenir, sin esperanzas. Ahora, ya en el recuerdo aquellos tiempos, en el siglo XXI, año 2.011, ¿acaso es mucho más atractiva, menos problemas, menos tragedias familiares, menos paro laboral, con un porvenir para los jóvenes asegurado en el bienestar y más… más…más…que? Parece que a pesar de los adelantos, hemos retrocedido otra vez a los años del hambre. ¿Exagerado? (Como decía un viejo del pueblo: Más adelante hay más, Hortensio, dixit). Así pues hemos respetado los colores blanco y negro para hacer justicia a aquella época, pero no debo ocultar que algunas fotografías son de la actualidad, habiéndoles quitado el color. En nada desvirtúa su imagen. Una de ellas es del Ayuntamiento del pueblo que sigue siendo el mismo edificio y afortunadamente se ha respetado la fachada inicial. Otra es de la Iglesia, que sigue siendo la misma, que no fue profanada ni destruida, solo se utilizó como cárcel del pueblo, o el río, pues el agua que discurre por su cauce lo hace hogaño como lo hacía antaño. Algunas fografías de los niños llevan unos decorados muy llamativos, pero que no dejan de ser decorados. La realidad era otra. Y por último he puesto algunas de personajes que fueron importantes e influyeron en el resultado final, así como otras con imágenes de la misma guerra. ¿Duras? Todas las guerras son duras, salvajes, inhumanas, asesinas… y cuantas barbaridades más se pueden escribir de ellas. No olvidemos que aquella guerra fue por la falta de entendimiento de los hombres entre sí y en definitiva las guerras las preparan, las provocan, las declaran, las hacen y las sufren los hombres. Solo ellos son responsables de ellas. Unos más responsables que otros, pero eso ya es un tema diferente. ¡Luchemos por la paz!

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docomentos grÁficos 1931-1950

Matrimonio Pascual-Pascual. Ildefonso y Emilia. Año 1930.

Salida de Misa. El fondo es un decorado. Pepa y Marcela Avilés.1935.

Plácido. Niño de la posguerra. 1940. Pepa Avilés con sus hijos.1940.

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Telesforo e Isidoro Pascual soldados en 1936 y 1930. InfÂŞ e Ingenieros.

TĂ­tulo de Practicante de Carlos Morales Merino. 1941

Custodia y Emilita con decorado: 1944. En el Arroyo del Ojanco 1935.

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Los niños de la posguerra. 1940. Placi, Custi, Ramón y Emilita.1944. Con decorado al fondo

Filiación de un soldado.1936.

El inevitable caballito de cartón.

Ayuntamiento de Puente de Génave. En la actualidad. Data de 1945

Buzón de correos del Ayunta miento.

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El Puente Nuevo en la actualidad.

Olivares de Puente de Génave

Riada del Guadalimar

Partida de Nctº de Plácido. 1940

Torre de la Iglesia de S. Isidro de Puente de Génave.

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El Patrón S. Isidro.

Montículo de: La Terrera.

Los dos Puentes en la actualidad. El 1º del Siglo XIX, el 2º del Siglo I.

Franco y Azaña, los Jefes de las 2 Españas durante la Guerra Civil.

Sello de los “maquis”. Año 1942.

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Franco y el General Batet, republicano. Este fusilado en 1937.

Desfile de la Victoria, 1-4-1939.

Condenados a muerte e indultados.

Miliciana disparando contra el Alcรกzar De Toledo.

No pasarรกn en Madrid. Pues pasaron.

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La verdad.

Movilizada: Preparada para morir.

LavanderĂ­a.

Brigadas Internacionales.

La Trinchera.

Tragedia: La Muerte.

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co m e n t a r i o s

Concluido el relato anterior, lo he mandado a varios de mis corresponsales, que han tenido la gentileza de leerlo y hacer unos comentarios al respecto sobre la obra. Como no quiero que queden en el olvido y pasen a la papelera de reciclaje, los incluyo al final del mismo para que todo el que sepa leer y lo lea y todos los que sepan pensar piensen y juzguen lo escrito y valoren lo que a su leal saber y entender y a su recto juicio, ha sido el libro anterior. Gracias a todos por vuestra atención. Esta es la génesis del final de la obra.

el premio correo a los quijotes y varios mÁs

Quiero comunicaros, queridos QUIJOTES, que el Viernes último se me dio un premio por un trabajo literario. La Casa de Jaén en Córdoba, de la que soy socio fundador, convocó un certamen literario de contenido breve con el tema, real o imaginario: Jaén. Entre las reglas del certamen estaba la dimensión del trabajo, 4 folios como mínimo y 7 como máximo, letra tipo 12.Yo me ajusté lógicamente las normas y se premió mi trabajo. El tema que escogí fue la vida de un pueblo de España entre los años 1940-1950, vista a través de los ojos de dos niños nacidos en 1940. El pueblo es Puente de Génave, (Jaén), el que me vio nacer. Se me dio el premio, un diploma y algo de dinero, (que es lo menos importante) y la felicitación de muchos de mis paisanos y, entre otros, de uno de los miembros del Jurado: Un viejo y querido General, que algunos QUIJOTES saben quién es y que nos conocemos desde que él era Teniente y yo Sargento. Se alegró mucho diciéndome, cuando me entregó el diploma, que él esperaba haberme dado un premio sobre Tiro, Patrullas Topográficas, Ejercicios Tácticos o cualquier otro relacionado con la milicia en la que habíamos compartido multitud de acontecimientos, pero que se quedó de piedra cuando después de leer los trabajos presentados, según dijo el que más le gustó fue el mío, se abrió la plica y vio que el autor del mismo era yo. Quiero decir que el que yo escriba se lo debo en gran parte a nuestro Grupo, que estimula a desarrollar nuestro cada vez mas gastado intelecto y me anima a participar en la vida de otros grupos sociales como el de la Casa de Jaén en Córdoba. Lo que pasó después fue lo siguiente: La historia que yo tenía en la cabeza era de tal magnitud, que no podía comprimir en 7 folios lo que era en rea106


lidad mucho más extenso y mi historia relatada la tuve que ampliar y creo que ha llegado a 81 folios. Algunos de los QUIJOTES y otras personas ajenas al grupo lo han leído y los mayores me han dicho que les recuerda su pueblo y su niñez, porque en aquellos tiempos España era muy similar en todas sus regiones, en todos sus pueblos. Los que no vivieron aquella época dicen que les ha gustado ya que no deja de ser un relato costumbrista muy interesante No os lo voy a mandar porque posiblemente muchos no lo quieran y no quiero forzar a nadie ni a recibirlo ni a leerlo. Pero el que lo quiera recibir, solo tiene que comunicármelo y a continuación, ipso facto, se lo envío. Por lo tanto, el premio, es la agradable sorpresa que me he llevado a mi regreso de Lanzarote. Besos y abrazos según corresponda. Plácido.

de jacinto ruiz morilla al grupo los quijotes A/A DEL GRUPO LOS QUIJOTES:

En relación con el mensaje contenido en el correo precedente, de nuestro buen amigo y compañero, Plácido Pascual Avilés, me tomo el atrevimiento de rogar a todo el grupo, que aquellos que no hayáis leído aún su nuevo relato, titulado RECUERDOS Y AÑORANZAS, os toméis la molestia de solicitarle al interesado el envío de una copia, pues así conseguiréis dos cosas como mínimo, a saber: Una, disfrutar de una lectura que os permitirá sumergiros en la nostalgia de vuestros recuerdos juveniles, evocando situaciones y personajes conocidos, si vuestra imaginación cambia los nombres y las circunstancias y los traslada a aquellos lugares donde cada uno haya residido. Habrá, sin duda, una gran semejanza entre ellos. Otra, así lo animaréis -si le hacéis llegar vuestros comentariosa seguir escribiendo y perfeccionando la técnica, de suerte que pueda seguir participando en concursos literarios y obteniendo premios como el que acaba de ganar. Después, cuando alcance más fama, nos sentiremos orgullosos de él y de haber sido, de algún modo, sus "padrinos". Yo he tenido el honor de haberlo leído ya, y he disfrutado muchísimo, razón por la cual os lo recomiendo. Un fuerte abrazo para todos. J.Ruiz

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GRUPO INTERNAUTA “LOS QUIJOTES” JACINTO RUIZ MORILLA – SOCIO FUNDADOR EMAIL: jarumo38@gmail.com

Málaga, 10.11.2010

ALGUNOS COMENTARIOS A L TEXTO TITULADO “RECUERDOS Y AÑORANZAS”, de PLÁCIDO PASCUAL AVILÉS.

En primer lugar voy a efectuar algunos comentarios puntuales, breves, a aquellos apartados que, por una razón u otra, me han provocado recuerdos, comparaciones, evocaciones, interrogantes, etc. Posteriormente haré un comentario global.

Apartado VICENTE Y ANTONIO. SU NACIMIENTO (Páginas 12 a 14) He registrado con particular regocijo la denominación utilizada: “este lao” y “aquel lao”, para identificar a los de una margen y otra del río. Está claro que los dos “elementos” erais del mismo lao. ¿Y que ha sido del otro compañero de fatigas? Apartado LA JUVENTUD. EL AYUNTAMIENTO (Páginas 14 a 16) En este apartado me ha llamado la atención de un modo particular, la frustración sufrida al regresar al pueblo y no ver la cristalera con el águila, consecuencia de la Memoria Histórica. Seguramente que pocos de sus detractores conocen que el Águila de San Juan ya fue utilizada en su escudo por los Reyes Católicos.

Apartado LA ESCUELA DE D. ANDRÉS (Páginas 17 a 20) 108


En este apartado me ha producido una gran emoción el recordar la letra de “MONTAÑAS NEVADAS”, (Montañas nevadas/banderas el viento/…) que, al evocarla, me ha traído también el recuerdo de otras muchas, tales como “GIBRALTAR”, (Gibraltar, Gibraltar,/ tierra amada de todo español...)Yo fui designado jefe de Falange, de la Falange “Daoiz y Velarde”, (creo que tenía 15 o 16 años) y un verano me llevaron al Campamento que organizaba el Frente de Juventudes, situado en la pinada de El Puerto de Santa María. Estuvimos allí 15 días (la primera vez que yo vi el mar) y durante todos ellos cantábamos canciones de este tipo. Durante la noche asistíamos al “FUEGO DE CAMPAMENTO”, que era una maravilla, pues allí todos los que sabían hacer algo, especialmente los mayores, habían de intervenir. ¡Qué tiempos, qué recuerdos! No menos emoción me ha provocado el recuerdo del sonsonete de la tabla de multiplicar.

Apartado LOS JUEGOS (Páginas 20 a 23) La enumeración de los diversos tipos de juegos que, salvo excepciones, debían llamarse y jugarse de igual modo, en todas partes, también me ha traído una oleada de recuerdos infantiles: el juego de piola, la pita, las chapas y las bolas (el guá), el trompo, etc. En la descripción del juego del trompo hay alguna diferencia con el que yo jugaba: en nuestro juego el objetivo era darle al otro trompo que estaba “bailando” para desplazarlo y, preferiblemente, para partirlo con la púa de que estaba dotado cada trompo. Algunas veces ocurría, y el que sufría la pérdida del suyo se llevaba un disgusto terrible. Apartado EL PREGONERO Sin comentarios especiales Apartado LA TRILLA Sin comentarios especiales

Apartado LA ESCUELA DE D. PEDRO (Páginas 25 a 29) 109


La cita de los libros en que estudiabais, tales como ENCICLOPEDIA ELEMENTAL y ENCICLOPEDIA GRADO MEDIO, (yo creo que el autor o la editorial era DALMAÚ CARLES, por supuesto catalanes) me ha hecho recordar los míos, que eran iguales. Igual efecto ha surtido el poema de “Cuentan de un sabio que un día…” Sin embargo la descripción de la travesura de orinarse en los tinteros, esa sí que fue inimitable: de aúpa, macho. ¡Vaya par de dos!

Apartado LOS TEBEOS (Páginas 29 a 30) También mis tebeos favoritos fueron “EL GUERRERO DEL ANTIFAZ” y “ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRIN”, especialmente el primero, del cual tuve la suerte de reunir bastantes ejemplares, con la buena fortuna de que, pasado el tiempo, ya mayor, un buen día los encontré en el Rastro de Madrid, magníficamente encuadernados, y los compré y se los regalé a mi hijo, junto con los del “PRINCIPE VALIENTE” , que creo que a él le gustaron más.

Apartado LA IGLESIA Sin comentarios especiales Apartado LAS LUMINARIAS Sin comentarios especiales Apartado LOS PINEROS (Páginas 32 a 33) Este apartado me ha hecho recordar, también, a un libro de José Luis Sampedro, que fue llevado al cine con el mismo título, (leí el libro y vi la película) protagonizado por un magnifico Alfredo Landa, sólo que en la película se denominaban GANCHEROS a los que trabajaban conduciendo los palos en el río. Apartado EL GORRINO DE S. ANTÓN (Páginas 33 a 35) No conocía ninguna costumbre ni tradición tan simpática y sabrosa. Apartado LA MATANZA (Páginas 35 a 39) 110


Este apartado, prácticamente lo he vivido igual que lo describes aquí; sin embargo hay dos palabras que me han llamado la atención, tales como: la morcilla “güeña” y el “Ajo Pringue”. No las había leído ni oído en mi vida. Apartado LAS FESTIVIDADES (páginas 40 a 49) Al leer lo de “El cordón de mi corpiño” me he quedado sorprendido por la insólita coincidencia, ya que hace unos días yo he enviado a LOS QUIJOTES, junto con un correo de ESTATUAS en Granada, la canción indicada, interpretada por la inolvidable Antoñita Moreno, canción que yo había seleccionado hace algún tiempo, junto con otras interpretadas por la Orquesta Platería, tales como: Se va el caimán, Sombrero ay mi sombrero, La Tani, etc. La estaba escuchando, como tantos otros días, mientras escribo o contesto los correos, y me dio el impulso de reenviarla, porque es una auténtica maravilla, tanto la canción como la forma de interpretarla. No conocí, sin embargo, (al menos en mi pueblo no se practicaba), lo de “espantar al diablo” con el hornazo, aunque me parece algo muy divertido. Apartado LOS QUINTOS Sin comentarios especiales Apartado EL MUERTO Sin comentarios especiales Apartado LA ALCANCÍA (HUCHA) En este apartado he tenido la curiosidad de comprobar en el diccionario si ambas palabras tienen el mismo significado, y, efectivamente, ambas son idénticas. Yo también decía alcancía cuando era niño. Ahora decimos hucha, seguramente porque pertenece al lenguaje más cultivado.

Apartado HAZA ALTA (Páginas 57 a 70) Me he reído con el niño Vicente que, en este apartado, se delata y pierde su pretendido anonimato, al citar su apellido.

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He leído aquí, por segunda vez, la palabra ‘escriño’ que tampoco la había descubierto antes. He consultado el diccionario y la he encontrado, así que ya tengo una más en mi “mochila” cultural. También me ha proporcionado un reencuentro con mi tiempo juvenil, la cita del cuarterón picado y el papel de fumar “BAMBÚ”.

Apartado EL FINAL DEL VERANO (Páginas 70 a 71) Sin comentarios especiales

Apartado LA EXCURSIÓN (Páginas 71 a 79) Muy detallada la excursión; especialmente me ha llamado la atención el pastor con sus dos perros tratando de meter a las ovejas en el redil. Yo viví una aventura semejante a esa cuando era un mozalbete -creo que tenía 16 años- con la diferencia de que tenía el rebaño y los dos perros, pero éstos no me obedecían, no me respetaban, porque yo no era su dueño. Para finalizar, un comentario general: la lectura de RECUERDOS Y AÑORANZAS, provoca precisamente lo que muy acertadamente pregona su título. A medida que te vas adentrando en su lectura, ésta te hace sumergirte en el tiempo a que se contrae, es decir en el de la niñez y adolescencia, y se hacen vívidos los recuerdos, las travesuras, los primeros enamoramientos, tal como fueron inmortalizados, felizmente, por nuestro poeta, Rafael de León, en Profecía: “Qué tiene el niño Malena/anda como trastornao, tié la

carilla de pena y el colorcillo quebrao”… Como el tiempo y las circunstancias en que se desarrolla el relato, es muy similar al de tantos otros lugares y personas, pues la evocación se generaliza y provoca en el lector su comprensión y complicidad, aunque sin duda afectará especialmente a tus paisanos, a los de tu tiempo, que se sentirán aludidos pues los citas con sus nombres y apellidos, o lo que será mejor a efectos de identificación general, por los apodos con que eran conocidos. Creo que ya lo habrás hecho, pero si no fuera así te sugiero que envíes un ejemplar al ayuntamiento, pues ya que has realizado este importante trabajo, que al menos sea conocido y disfrutado por tus paisanos. 112


Mi felicitación por el nuevo trabajo. Un abrazo. Jacinto Ruiz

Jacinto es del grupo de los QUIJOTES, y reside en Málaga

DE ETI

¡¡ENHORABUENA!! Además del contenido, tiene un excelente valor literario. El narrador DICENTE que se encarga de que los personajes vayan desarrollando el argumento pero siempre en tercera persona, narrándolo con exquisitez. Eres para mí un ejemplo de disciplina, tesón y de lo que se tiene que hacer cuando se cumplen años para no quedarse física y mentalmente "anquilosado". Te mando un fuerte abrazo y sigue en la brecha. Besos para Josefina. Hasta pronto, Eti. Eti es mi hermana, (se nota) y reside en Alicante.

de paco ramirez hurtado

Amigo Plácido: En primer lugar darte mi más calurosa, cordial y afectiva felicitación por ese premio que tan merecidamente te han otorgado. A mí no me extraña en absoluto que te hayan dado esa distinción a tu trabajo literario que yo leí hace unos días. Yo como no soy ningún critico de la materia, no puedo opinar desde ese punto de vista, pero si tengo que decir, que escribes de maravilla, que plasmas las vivencias, situaciones y escenas de la vida cotidiana de una manera tan real y sencilla, que su lectura resulta de lo más agradable. Como te he dicho en varias ocasiones, te lo reitero una vez más: me gusta lo que escribes y te animo a que lo sigas haciendo y ya puedes incluirme en uno de tus fans más fervorosos. Sabes que soy un lector empedernido y, si te diré con toda sinceridad, que a veces leo libros que no soy capaz de terminarlos porque me parecen un auténtico bodrio comparado con lo que tu escribes, y son de au113


tores ya consagrados., por lo tanto quiero decirte, que escribes bastante mejor que muchos de ellos. Te reitero mi felicitación y más cordial enhorabuena. Paco Ramírez

Paco Ramírez es del grupo los QUIJOTES y reside en el Puerto de Santa María

de fÉlix cabrera villamandos ..Mi más cordial y sincera felicitación por ese premio, más que merecido, y que será el preámbulo de muchos otros que llegarán. Tengo una carpeta en mi escritorio que se titula PLACIDO, obras, y no he visto que me haya llegado esa obra tuya, por lo que te agradecería su envío, ya que sí me interesa leerlo. Un abrazo. Félix Cabrera.

Félix es del grupo LOS QUIJOTES y reside en Gerona

de josÉ casares blÁzquez Amigo Plácido: He leído tus diez primeros años de recuerdos en tu pueblo Puente de Génave, y me he sentido trasladado a la misma época vivida en mi pueblo y con las situaciones casi iguales, solo cambiando algunos nombres pero que la realidad es idéntica a la mía. Cambian algunos hechos, pero tan pocos, que bien pudiera decirse que era yo el que estaba recordando mis momentos en dicha década. Solo modificando algunos nombres, serian mis vivencias. Gracias por hacerme recordar leyendo tu escrito. Solo decirte que "atrojes" que yo también lo decía, se llaman "trojes" Corrígelo si quieres. Tu María de las pipas, en mi pueblo era "La Rorra", que en vez de tener tienda ponían una cesta en las carteleras del cine, y en donde vendía, lo mismo, y hasta papicas de la sierra, que era una especie de dulce blanco en forma de habichuela grande, pero que esta buena señora, iba a Granada en tranvía a comprar sus mercancías casi a diario y que luego los mas traviesos la engañaban pagándole menos dinero del que correspondía, de lo que no me siento orgulloso. 114


Mi Sacristán se llamaba Ramiro y como yo también fui monaguillo además de tocar las campanas, también cantábamos el "Memento" en los funerales. Mi maestro fue al mismo tiempo en la última época, el alcalde del pueblo y como faltaba a clase muchas veces, enviaba a su escribiente a sustituirlo, así era que teníamos menos tiempo de clase. La odisea de quedaros encerrados al mediodía en la clase como castigo, a mí también me ocurrió e hice lo mismo, salté por el balcón a la reja de la ventada, fui a comer y volví, antes de que volviera el maestro. En cuanto a lo de la tinta, yo vacié la botella de tinta, en las sabanas de Dª Pura, una maestra que vivía abajo y las ponía a solearlas cuando las lavaba. Igualmente las fiestas del pueblo son similares, incluido el Cerdo de San Antón, El judas de trapo y paja colocado en Semana Santa, Los hornazos el domingo de Resurrección, pero durante tres días consecutivos en distintos lugares cercanos al pueblo. La trilla, aventar, la siega, dormir en la parva para guardar las mieses y el grano, si no habías terminado de sacar el trigo y otras muchas vicisitudes que son el recuerdo mío de mis primero años en mi pueblo. Un abrazo y gracias. Pepe Casares

Pepe Casares es del grupo los QUIJOTES y reside Cartagena

DE PAQUI

Querido Placi, cuando llega a mis manos algo de lo que has escrito, soy incapaz de dejarlo hasta que no he terminado de leerlo todo; escribes de una forma tan espléndida, que me mantienes atenta desde la primera página hasta la última. Tu libro Recuerdos y Añoranzas, lo leí en unas cuantas horas. Está todo tan bien escrito y dibujado que, sin darme cuenta, conforme leía me iba sumergiendo en una dulce nostalgia recordando mi niñez; a veces un nudo en la garganta y otras arrancándome la carcajada, como si estuviera presente en ese momento y situación. Me encanta tu narrativa porque lo haces con una prosa sincera, con un estilo sencillo y directo y una generosa visión reflejo de la vida y tiempo que te tocó vivir. En tu libro todo tiene cabida: la descripción del 115


ambiente rural del Puente, nuestro pueblo, las escenas de la vida familiar, las peripecias de Vicente y Antonio y, a través de ellas, el repaso de los distintos personajes del pueblo, impregnándolo todo con tus toques de humor. Disfruta y sigue escribiendo y al mismo tiempo deleitándonos con tus obras, llenas de gracia, realismo crítico, imaginación, agudo ingenio, ironía… Un beso de tu hermana Paqui

Paqui es mi hermana, ¿se nota? y reside en Granada.

francisco moreno doncel Comentario sobre la obra "Recuerdos y Añoranzas", de Plácido: Al leerlo, se colige pronto que se trata de una narración con tintes de biografía del propio autor o quizá de algún familiar, dado el planteamiento y la cercanía con que trata los asuntos que toca, que ponen de manifiesto una experiencia derivada de la vivencia propia. En el relato de la vida de Antonio y Vicente, se salta prácticamente su primer lustro de vida, porque de ese tiempo tenemos pocos recuerdos, para detenerse en las vicisitudes de la vida rutinaria en un pueblo donde entonces la gente aún no se había desprendido del todo de los modos de vida de lo que fue la Edad Media; sólo que ya los caballeros no llevaban lanzas ni espadas, sino escopetas o carabinas. Eran los pueblos agrícolas de la España de los cuarenta y cincuenta. Me ha gustado, por cuanto ha focalizado mucho la narración en lo que era el sistema escolar en esos medios rurales, con el enciclopedismo como base bibliográfica, la repetición como regla de aprendizaje o la importancia del memorismo que después ha sido desechado creo que erróneamente; y con la escasez de medios, los famosos pizarrines, la tinta en los pupitres, las palmadas con la regla y los coscorrones de los maestros, por aquello de que "la letra, con sangre entra"... Luego, a partir del V o VI capítulos, viene a dejar constancia de la base económica que sustentaba esas poblaciones, que anteriormente no se mencionaba, aunque se intuía, meramente agrícola (la siega, la barcina, la trilla... aunque no menciona otras labores porque se concentra en la época estival) con una economía de subsistencia. Sin embargo, todo ello se narra desde el otero de unos niños que no toman parte en las faenas agrí116


colas, lo que demuestra que se trataba un poco de "niños bien", con unos padres un poco terratenientes, porque a la edad de 8 ó 9 años en esos pueblos los niños pobres ya se involucraban en ciertas labores agrícolas, como la recolección de la aceituna, por ejemplo, mientras que en el relato de Plácido los niños se asoman al campo, a la agricultura más bien como una diversión, un pasar las vacaciones cuando no hay escuela. Y en lo relativo al léxico, he tomado nota de palabras, algunas de las cuales desconocía y otras apenas me sonaban. Por ejemplo, "arrapiezo" sinónimo de andrajo o andrajoso; "gipia", que no registra el DRAE (viene "jipa" y "jipijapa"); "güeña", un tipo de embutido que nunca he tenido muy claro cuál es; "escriño", cesta o canasta; "paloduz", que también es orozuz, etc. O palabras muy propias de la agricultura, como "haza" que no la he oído fuera de Andalucía o Extremadura -no niego que se utilice en otros sitios-; "vencejo", que Plácido dice ser una cuerda, pero que yo conocía como un tipo de atado con la cuerda con que se atan los haces, además de ser un pájaro parecido a la golondrina, pero con el cuello blanco. Y he echado en falta, al hablar del transporte de los haces a las eras, para la trilla, de la palabra "barcina". Así lo llamaban los agricultores por ejemplo en el sur de la provincia de Jaén, en Granada, en pueblos de Córdoba, etc., aunque también recibe ese nombre el "herpil", saco grande, con agujeros, para transportar paja... La narración de Plácido es sencilla, fluida y despierta el interés en seguida; no abusa de florituras innecesarias, y recoge canciones juveniles de la época, así como poemas que se solían aprender de memoria en aquellos años (uno también nació en 1940). Me han gustado especialmente las dos décimas, que los niños solíamos aprender de memoria entonces; la de Calderón sobre el sabio que se alimentaba de hierbas (ésta se aprendía con las fábulas de Esopo, Samaniego, Tomás de Iriarte...), y la de Fernández Moratín sobre el portugués que se admiraba de que en Francia, los niños pequeños supieran mejor francés que los hidalgos portugueses en su ancianidad. En resumen, un sobresaliente para el Caballero Plácido, que va camino de que algún día lo veamos concurriendo a algún premio gordo de Literatura, de lo que nos sentiríamos orgullosos los miembros de este grupo de Quijotes quijotescos, al tener entre nosotros a un escritor eminente. Con ello le animamos a que siga usando ora la pluma ora la espada, como creo se dice en el mismo Quijote de los escritores de aquellos tiempos gloriosos que vieron los siglos (¡vaya rollos que me largo!). D.3.- Un poema en cuartetas: La narración de Plácido me ha hecho rebuscar en mis poemas y aquí os traigo uno en el que me quejo -es un decir- de cómo han cambiado las circunstancias en que nos criamos; la vida toda, todo se ha 117


transformado, la casa, la gente, la tierra misma, el paisaje con el desarrollo y la tecnología; cómo nosotros mismos hemos cambiado; cómo hemos tenido experiencias alegres pero también tristes y que son éstas las que más nos marcan, porque ya el mismo Jesucristo nos anunció que la vida sería el caminar con una cruz camino de un Gólgota inapelable, que Él mismo no podría evitar, porque así era la voluntad del Padre. Por eso quizá tenemos añoranzas de aquellos años. El poema creo que quiere expresar que uno ha sido testigo de la vida. Lo titulé en su día:

Y O

V I

Yo vi que las golondrinas en otoño se marchaban, dejando, tras las colinas, los nidos donde anidaban. Vi la casa en que nací demolida con los años, y en su lugar luego oí seres ajenos y extraños. Y yo vi un niño jugar con aquel viejo juguete, que tú volviste a dejar guardado, en el gabinete. Yo vi un rostro juvenil cuando miraba ese espejo, que es ya un semblante senil, cansado, triste, ¡tan viejo! Y a ti, mujer, yo te vi ser la envidia de las flores, ya begonia, ya alhelí, que admiraban tus colores. Vi que las flores reían cuando mayo se acercaba, y que al poco se morían o el viento las deshojaba. Yo vi un arroyo cantar con un agua cristalina, al pie del viejo olivar marchito, de la colina. 118


Y vi un huerto de frutales y un prado que verdecía, en estos pardos eriales que atraviesa la autovía. Y este lecho pedregoso con mustios cañaverales, era un río caudaloso que regaba esos bancales. Aquí vi un bosque frondoso que el fuego lo devoró, un verano bochornoso, cuando el ruiseñor calló. Y el anciano que allí ves, con un bastón y encorvado, fue el año cincuenta y tres el atleta más premiado. Yo transité ese camino, temprano, de madrugada, montado sobre un pollino, con mi talega y mi azada. Y he visto grandes magnates que, cual los reyes, tenían, palacios, fincas y yates, y que al final sucumbían. Yo vi florecer ideas de iluminados profetas; yo vi luchas y peleas de sabios y marionetas. Vi guerreros que luchaban el lunes por un color, y que el martes lo cambiaban sin vergüenza ni pudor. Vi las azules mañanas volverse grises después; vi repicar las campanas y doblar pasado un mes. 119


Yo vi salir una estrella por un Este muy lejano, justo por la parte aquella del rascacielos cercano. Yo vi la vida y la muerte convivir codo con codo, vi que la vida era suerte; la muerte, perderlo todo. Y he visto que la verdad ha mermado de valor; que triunfa la vaciedad, la mentira y el horror. Y he visto que la miseria del mundo se apoderaba, tornándolo en una feria donde todo se cambiaba. Y he visto, en fin, que la vida tiene más pena que gloria; que anda como enloquecida, que la suerte es transitoria. Y decrépito y raído, con una vida prestada, después de tanto vivido, vivo viviendo por nada.

Paco Moreno Doncel forma parte del grupo los QUIJOTES y vive en Alicante.

pedro pablo pascual morales (Sobre “Recuerdos y añoranzas”) En el día de ayer, bajo el primer Estado de Alarma de la democracia española, acabé de leer el libro “Recuerdos y añoranzas”. Conforme iba leyendo eran varias las ideas que me iban llegando, entre

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otras, el estar dentro de una de las películas de Berlanga: hay motivos sobrados para llegar a esta conclusión. El ambiente lo has recreado muy bien, resulta bastante fácil poder pasear por el Puente y sus alrededores, es más, me atrevería a decir que si alguno de los lectores después de leer el escrito se paseara por el Puente tardaría muy poco en distinguir cada una de las zonas que describes: baste como ejemplo la descripción de los pineros. Se llega a relatar por tanto cada una de las estaciones del año, si bien, tal y como me señalaste en el día de ayer, falta por hacer una mención sobre la aceituna y todo lo que ello rodea, pero sinceramente, parece no importar porque cada una de las historias recreadas, hacen que uno no caiga en este aspecto. Cada uno de los múltiples personajes que aparecen en la obra, tanto con nombres propios como en general (caso de los mencionados pineros) están conectados con gran acierto con el ambiente descrito, y he aquí donde la unión de ambos elementos, ambiente y personajes, realzan la obra. Ambos elementos van muy bien cogidos de la mano lo que facilitaría a cualquiera realizar una crítica de capitulo por capitulo. Se denota mucho la añoranza por personajes que podríamos calificar como de ilustres en tu infancia, D. Pedro por ejemplo, con quien compartiste muchos días, tanto en clase como en la Iglesia. Pero también otro tantos como Hilario, Luciano Idáñez, Maceo……….y como no, la familia directa como eran, (nuestros), mis abuelos. Conforme uno va leyendo van surgiendo ideas, una de ellas es sin lugar a dudas como aquellos niños de la época difieren tanto de los que después fuimos vuestros hijos, planteándome la pregunta de qué ha cambiado en España en tan poco espacio de tiempo, cómo han cambiado los hijos de unos de cuando eran hijos de otros, la forma de dirigirse a los padres, a los amigos de los padres, en cómo uno desarrollaba la imaginación con unos tebeos, etc., habiendo tantas cosas que parece uno disfrutar más de la niñez en aquellos años 40 que en los años actuales ya que parece que antes el concepto de lo “material” no había incurrido en aquellos niños. De todo esto habría mucho de qué hablar, de lo bueno y de lo malo de cada cosa, pero las diferencias son demasiado grandes para tan poco tiempo. ¿Qué parte sería mi preferida? Es difícil de decidirse por una u otra, cómo se iba con la cartilla de racionamiento a recoger el pan de centeno, aquella noche en el teatro, el cómo se despellejaba el cerdo, los pineros, la muerte de Manolete, la etapa de monaguillo, D. Pedro y 121


las travesuras, el verano con sus cacerías, y la gran escapada por la Sierra de Segura. Por otro lado, es fácil ver cómo las vivencias en aquellos años fueron muy significativas, ya que de lo contrario no te acordarías de manera tan clara, por lo que me lleva a pensar que aquellos años en el Puente debieron ser muy importantes para ti: Cuando te tocó contemplar la despedida de los Quintos, sin haberla vivido como protagonista. Te puedo imaginar paseando por Sevilla y acordándote de D. Pedro, levantándote en Vitoria por las mañanas y recordando la matanza o sentado en la playa de Sidi Ifni pensando en que el abuelo te dijo que ibas a ser torero. Veo muy bien por tu parte el haber tocado el tema de la guerra de una manera bastante neutral, se refleja la Guerra Civil como un hecho que quedó en el pasado y se utilizaba como mero tema de conversación, no se ve ningún gesto de rencor, al menos explícito: buena muestra de ello es como el conjunto de niños van de excursión lo que denota que la convivencia entre todos los habitantes debía ser bastante cordial. No me queda más que felicitarte y si le tuviera que poner un pero, sería que me ha parecido corto. El cuarto de la familia

P. Pedro Pablo Pascual Morales es el cuarto y benjamín de mis hijos. Vive en el sevillanísimo barrio de la Macarena, en Sevilla.

faustino serrano rubio. (“seve” [Severiano]) Hola, Vicente, digo, Placi: Al finalizar la lectura de Recuerdos y Añoranzas me he quedado perplejo. Yo sabía que, como a Manolo Escobar y a otros muchos, te gustaban las mujeres y el vino; mas ignoraba por completo que, aun con la tinta adulterada, escribieras tan bien, c… áspita! No creas que es fácil hacer una narrativa como la que usas en tu libro; amena, sencilla, con atractivo y carente de la clásica monotonía que te lleva al tedio y te hace abandonar la lectura a mitad del camino. 122


Creo que tu libro es una detallada exposición escrita de las conversaciones que mantenemos los supervivientes de este lao y aquel lao con los que os acercáis, de vez en cuando, por nuestro pueblo:

-

¿Te acuerdas de… ¿Y de… Pues anda que… Oye, ¿qué pasó de…

Y recordamos con aÑoranza a las personas, costumbres, lugares

y cosas que mencionas en tu relato. Por si haces otra edición de tu obra ya te contaré, la próxima vez que nos veamos, algunos detalles sobre el charco de El Zurrión, el de San Blas y sobre los juegos nocturnos de: La Luna, El Abejorro, Los Correazos, Corre la Rata Chinchín y especialmente del juego ¡Chichiveo. Quieeeetecico! ; el episodio de la “Guerra de las Galias” con don Pedro, los pasacalles de la “Banda de Música” de Santiaguete, la bicicleta siempreviva (única en el pueblo del 40 al 45) y algunas cosas más. Saludos cordiales a las coautoras Josefina y mis queridísimas Paqui y Eti. Un fuerte abrazo para ti, Placi, digo, Vicente. Seve. Severiano Serrano Rubio, (D. Faustino), es Maestro, ya jubilado y fue Alcalde de Puente de Génave, donde vive en la actualidad. Amigo de la juventud, ¡ay! , ya perdida.

bartolomÉ montijano La visión de la posguerra que hace Plácido Pascual en “Recuerdos y Añoranzas” es la historia del pueblo contada por el pueblo. Puente Génave representa a todos los pueblos de España y Plácido es la voz de todos los ciudadanos que vivieron aquella época de la patria; porque España para él es algo más que un país, es la patria. Sus recuerdos son la memoria de una generación que vivió una dura y larga posguerra, y sus añoranzas, la nostalgia por la ausencia de 123


unos tiempos que se fueron y nunca volverán, y de unos lugares, que, aunque siguen ahí, no son ya los mismos que se vivieron en aquellos días lejanos. Plácido nos hace un detallado recorrido. Toca todos los palos, de las cartillas de racionamiento, de triste recuerdo, a las matanzas caseras; de Roberto Alcázar y Pedrín, pasando por Zarra, Panizo y Gainza, a los políticos de la época, como Felipe Arche, que estuvo tanto tiempo que se decía que era un gobernador fijo en plantilla. Da continuas pinceladas sobre las costumbres de la época, sin olvidar la censura, ni la “atrevida” letra de El cordón de mi corpiño. Los colegios, las lecturas, las vivencias… poco se diferencian de las que tuvimos en nuestra infancia y adolescencia. Igual ocurre con los juegos, son los mismos, aunque varíen los nombres de unas zonas a otras, a pesar de estar cercanas. A la piola, se la denominaba también maísa, al juego del célebre hueso del carnero, que en Puente Génave era la raspa, en otros pueblos lo llamaban taba, aunque había lugares en que jugaban al trágalo, deformación, sin duda, de astrágalo. El gua es un juego que no identifiqué, por lo que tuve que recurrir al diccionario, con la duda de si estaría o no, pero, sí, estaba, era el juego que conocíamos como el hoyo o los hoyos. Me divirtió recordar los jocosos versos de Moratín: “Admiróse un portugués / de ver que en su tierna infancia / todos los niños de Francia / supiesen hablar francés… “. Recuerdo que hace unos veinte años se hizo sobre ellos una simpática copla flamenca, que en alguna ocasión, más reciente, se la oí cantar a Niña Pastori. En fin, unas páginas muy amenas, acompañadas de excelentes fotografías, que me han activado la memoria, haciendo aflorar también mis recuerdos y añoranzas, que estaban, si no olvidados, agazapados entre perezosas y renqueantes neuronas. Bartolomé Montijano Bartolomé Montijano es Socio de la Casa de Jaén en Córdoba y es de Jaén.

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lanzarote Presentación Carta dirigida a LOS QUIJOTES y corresponsales electrónicos antes de nuestro viaje a Lanzarote, en Noviembre de 2.010.

A mis queridos QUIJOTES y corresponsales: Me cabe el honor de comunicaros que el próximo día 8, creo que marcho 10 días a Canarias, concretamente a la Isla de Lanzarote. ¿Y por qué digo creo? Anoche, tomando una cerveza sin, (a mi edad no es conveniente tomarla con), con mi vecino el fontanero, que como buen cordobés se llama Rafael, se lo comenté. Le dije que iba unos días en un viaje del IMSERSO a Canarias, a la Isla de Lanzarote que yo desconocía que existiera, y... no me dejó terminar. -Vecino eres un inocente, un pardillo, un pánfilo. Lanzarote no existe como isla en ningún sitio. Lanzarote, cuyo verdadero nombre es Lancelot , Lanzarote del Lago, es un Caballero que junto a otros y el Rey Arturo, fundaron en el castillo de Camelot la Orden de la Mesa Redonda, también llamada de la Tabla Redonda, para la búsqueda del Santo Grial, (el Cáliz de la última cena de Cristo). El IMSERSO os ha engañado solo para sacaros el dinero y poneros un cebo hacia la muerte. La isla de Lanzarote no existe. Es más, el Rey Arturo, casado con la Reina Ginebra, porque Arturo es alcohólico anónimo y de vez en cuando le pega al "trinqui" para olvidar, se ha enterado que Lanzarote o Lancelot está enamorado de Ginebra y esta le corresponde, por lo que Arturo ha jurado decapitarles primero y matarles después a los dos. Morgana, hermanastra del Rey y maga o bruja de profesión, ha dicho que Lanzarote y Ginebra se han refugiado en un Bungalow por las Islas Canarias y quieren coger a un incauto del IMSERSO y cargarle la responsabilidad de la cornamenta que lleva el Rey; pero la verdad es que Ginebra se ha ido a EE.UU. con el verdadero Lancelot que pidieron asilo político a Obama que se lo concedió encantado y así la gente habla de esto y no de la crisis. Y a ti, con esa cara que tienes, continuó mi vecino el fontanero, te van a confundir con Richard Gere cuando era joven y te van a colgar el sambenito de ser el enamorado de la Reina Ginebra. Espantado quedeme de las explicaciones de mi vecino Rafa, el fontanero, hombre al que tengo por instruido, docto y culto por la cantidad de cosas que sabe. Yo os pediría que si alguno de vosotros, sabios como Merlín, supiera más de esta historia, me lo diga para anular la gira y no nos confundan a mi Santa con la Reina Ginebra y a mí con Lancelot o ese Richard Gere al que Belcebú confunda y se me achaquen amores de los que soy ajeno; y en consecuencia nos acorten nuestra estancia en este valle de lágrimas, que al fin y al cabo es lo único que tenemos. 125


-Gracias, vecino, dije con lágrimas en los ojos, por la información histórica que me proporcionas. ¿Cómo podré agradecerte esto? -Muy sencillo, respondió. Nos tomamos esa botellita de Moriles en rama con una ración de jamón de los Pedroches, a la que tú me invitas, mientras continuo relatándote las aventuras de los Caballeros de la Tabla Redonda. Dejé a un lado la cerveza sin y tomé el vinillo de la zona de Moriles-Montilla, intentando apagar mis pesadillas por el temor a mi viaje canario. Mi vecino, el fontanero, me contó una catarata de hechos que más parecían novelescos que reales. La amistad que en un principio hubo entre Arturo y Lancelot, (después de los primeros medios de moriles, prescindimos del tratamiento real a Ginebra y a su cornamentado Arturo), tornóse en recelo cuando la bellísima Ginebra puso los ojos en Lanzarote. Engañado que fue Arturo, olvidóse del Santo Grial y solo pensaba en su infiel esposa y en el traidor de su amigo que ambos lo condenaron a ser el hazmerreir de la Corte y andar por todo el reino en labios de vecindonas, alcahuetas y celestinas, amén de criados, lacayos y caballeros traidores que hacían constante mofa y befa de su augusta y coronada testuz. Avanzada la noche y agotadas dos botellas del precioso líquido, así como del correspondiente jamón de bellota que tan rico paladar tienen la conjunción de ambos, abandonaron la taberna para dirigirse a su bloque y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Le conté a mi santa la conversación con mi vecino y solo conseguí alarmar su conciencia y ponerla en vilo ante el temor que algo raro y fatal nos pudiera ocurrir en Lanzarote, si es que esta isla existía. Me dijo que ella no se iba de viaje si antes no aclaraba todo aquel embrollo. Me pidió, más aun, me suplicó, que lo consultara con los QUIJOTES, pues estaba convencida que nuestro grupo sabría aclararme toda esta historia y que podríamos hacer. Y eso hago. Si me aconsejáis que haga el viaje, que el IMSERSO no engaña, porque depende de Rub-Al Kaaba y Z.P., hombres íntegros y veraces como todos sabemos, entonces marcharemos a esas islas y confiemos en la Divina Providencia que regresemos vivos para poder contarlo y leer a la vuelta todos los correos qué vais a mandar en mi ausencia. (Porque vais a seguir mandando correos). Ya os contaré las peripecias de mis aventuras y si salgo vivo de esta. Y si muero, que también muera mi santa. ¿Qué haría ella sin mí? Morir de pena, seguro. Pues ya que me acompañe en tan largo y desconocido viaje. Si muriera o muriéramos ambos, mi santa y yo, el Consejo de Vigilancia tiene instrucciones para abrir mi testamento que solo ellos saben en qué caja fuerte de que banco se encuentra. En espera de vuestras noticias Un abrazo. P.P.

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vacaciones en lanzarote (Lanzarote visto y comentado por los ojos de un profano) DÍA 8-11-10

El día 8 de septiembre del año del Señor 2.010, iniciamos, mi santa y yo, la singladura vacacional que, como miembros del Club Mundo Senior, nos correspondía. Destino: Lanzarote. Desde nuestra residencia en la capital del Califato de los Omeyas en Córdoba, nos trasladamos en autobús por la autovía IV hasta Sevilla, capital de Andalucía, antigua Híspalis romana. Íbamos huyendo del terrible temporal de viento, lluvia y frío que el día anterior empezó a castigar a la península ibérica. Con puntualidad prusiana, un avión de las líneas aéreas Iberworld, partía del aeropuerto de S. Pablo a las 13.00 horas. (Horario peninsular). A bordo 180 pasajeros, todos de Mundo Senior, más la tripulación, emprendimos viaje hacia la isla de Lanzarote del archipiélago canario. A las 13.30, (hora insular), nuestro avión se posó suavemente sobre la pista del aeropuerto isleño. Una temperatura de 25º nos recibió en tierra. El cielo lucía un azul Inmaculada precioso. Durante los diez días de estancia en aquellas latitudes, la temperatura no variaría entre los 17º-18º de mínima y 24º-25º de máxima. El traslado al hotel en guagua, (este es el nombre que se les da a los autobuses en Canarias, por lo que se adoptará en lo sucesivo, cuando se mencione este tipo de transporte), duró 15 minutos. Nuestra residencia, que lo sería en los próximos días, era un magnífico hotel de 4 estrellas de la cadena Occidental: Allegro Oasis era su nombre, situado en la zona turística denominada Costa Teguise; tiene 370 habitaciones, 5 piscinas, 2 pistas de tenis y multitud de espacios para otros deportes. Suntuosa la habitación así como las dependencias comunes. Por la tarde, la guía nos saludó informándonos de las excursiones así como de los pequeños detalles que habíamos de saber durante nuestra estancia allí. Intentaré hacer una somera descripción de toda nuestra vivencia en Lanzarote, procurando describir lo que se nos dijo por parte de los guías que nos acompañaron, más la información conseguida con los trípticos de turismo, más lo oído y comentado entre los distintos pasajeros-compañeros de viaje. Posiblemente se cometan errores en el relato, pero hay que tener en cuenta que no soy un relator excepcional. Por 127


decirlo de una forma sencilla: No soy Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria. LA ISLA.- Lanzarote Es la más oriental de las islas Canarias, (si exceptuamos unos pequeños islotes, no habitados, y la Isla La Graciosa, al norte de Lanzarote, habitada por solo 600 habitantes, de la que más adelante se hablará). Su población se calcula en unos 160 mil -170 mil habitantes, de los que algo más de 60 mil pueblan la capital de la Isla: Arrecife. Su extensión es algo menos de 900 Km. cuadrados y mide 68 km. de largo por 22 de ancho; dista de la península ibérica unos 1.000 km. y de la costa africana 100 km. A muy poca distancia se encuentra la isla hermana de Fuerteventura, viéndose perfectamente las costas desde ambas orillas. La capital más cercana de África es Sidi Ifni, de quien el autor tiene muchos recuerdos alegres y tristes. De los tristes: Allí murieron o fueron heridos en acción de guerra muchos amigos y compañeros. De los alegres: Allí nació mi primer hijo. Cinco islotes acompañan a Lanzarote en sus alrededores: La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara y los dos Roques, del Este y del Infierno. Hasta mediados los años 1960, Lanzarote “vivía” o mejor dicho “malvivía” de la agricultura y de la pesca. Una isla que no tenía, ni tiene agua potable. Que apenas si llueve durante el año: 10-12 veces o menos y muy poco. Con unas tierras así, convertidas en secarrales, el medio tuvo que adaptarse al hombre y no al contrario. El hombre es por tradición y por razones de supervivencia un luchador nato, que procura que el medio que le es desfavorable, pueda convertirse en su aliado. Así, desde tiempos inmemoriales, los conejeros o lanzaroteños, aprovecharon miles de toneladas de cenizas volcánicas de los más de 100 volcanes que hay en la isla y las esparcieron sobre las tierras que iban a cultivar. Por la noche hay una humedad en el aire no menos de un 60% llegando de forma casi habitual al 80%. Las cenizas de basalto o de hierro, son pequeñas chinitas porosas que recogen el rocío nocturno, manteniendo su humedad durante todo el día dándole su frescor a la tierra para que pueda criar viñas, hortalizas, higueras, patatas, etc. Con respecto al agua potable, han utilizado los pocos pozos que se han encontrado; han llevado agua en barcos que les vendían los corsarios o comerciantes del norte de África hace siglos e incluso en épocas recientes; hasta mediados los años 60 del pasado siglo, que se les instaló una desaladora; en la actualidad la desaladora solo se emplea para los servicios de la isla, que son muchos con el turismo incorporado, (más de dos millones de visitantes), importando el agua para beber de otras islas.

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Es la isla más llana del archipiélago, emergiendo de sus llanuras 101 volcanes que tienen más de 300 cráteres. (Algunos volcanes tienen más de una boca). La primera visita de la que se tiene noticia de marinos europeos a Lanzarote, corresponde al italiano Lanceloto Malocello, en 1.312, quien aplicó y puso su nombre a la isla que después se llamaría Lanzarote. El archipiélago canario fue conquistado desde el año 1402, durando su conquista hasta 1496, pasando a pertenecer dichas islas a la corona de España, mucho antes que otras tierras incrustadas en la península ibérica; la conquista lo fue por marinos al servicio de Enrique III de Castilla. En concreto, Lanzarote, lo fue por el normando Jean de Bethencourt, que casó con la princesa Teguise. Esta princesa, hija del Rey aborigen Guadarfía y de su mujer Guanarama, fue de gran belleza. Su nombre lo llevó la que fuera primera capital de la isla, Teguise, pasando posteriormente a tener el rango de la capital Arrecife, en el año 1.852. La princesa Teguise se enamoró de un aborigen llamado Tinguayo, pero apareció el normando Bethencourt que deshizo el noviazgo tomando a Teguise como su esposa. Carece de la frondosa vegetación de otras islas como Tenerife o Las Palmas de Gran Canarias. Las tabaibas, especie que se da mucho en el norte de África, (en Sidi Ifni las hay a miles) y algunas variedades de cactus. Algunas palmeras hay en sitios predeterminados, pero faltan los enormes pinos, por ejemplo, que jalonan las laderas que nos llevan a las alturas del Teide. Lanzarote es un paisaje que para verlo hay que ir allí, sin que sirvan fotografías o cintas de vídeo. Cuando en este viaje estuve en el Parque Nacional de Timanfaya, recordé que para ver ciertos fenómenos o paisajes naturales, hay que trasladarse a ese lugar. Si queremos ver las ruinas de las diferentes civilizaciones que han pasado por la esfera terrestre, Egipto, México, Perú, Grecia, diferentes puntos europeos y asiáticos de la cultura romana, etc.etc., pueden servir de muestra en el recuerdo histórico. Si queremos ver catedrales impresionantes, las encontramos en Europa, también en América y monumentos religiosos, extraordinariamente suntuosos o palacios de belleza sin igual, en Asia, porque en varios continentes hay edificaciones de gran belleza y de diferentes estilos. Son multitud de ciudades expandidas por el suelo mundial, que se embellecen con estos impresionantes edificios: España, Alemania, Francia, Japón, la India, China etc. son buena muestra de ello. Si lo que anhelamos son paisajes, prácticamente todas las naciones los tienen. Suiza, Austria, Rusia, Italia… Las tres Américas…

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Y sin alargarme más diré que comparé la belleza única del Mar de Lava de Lanzarote, con el mar Muerto: los dos paisajes son únicos en el mundo. Si queremos ir a ver un mar, en donde su salinidad desafía las leyes de la gravedad, manteniendo los cuerpos flotando sobres las aguas sin movimiento alguno, en donde la vida brilla por su ausencia, solo unos pequeños microorganismos en los ríos afluentes, como el Jordán, en donde sus barros benefician la piel de las personas, transformándose en un balneario terapéutico, hay que ir al lugar en donde se encuentra el Mar Muerto: Jordania o Israel. Bajar más de 400 metros por debajo del nivel del mar, para alcanzar sus cenagosas costas. Porque en ninguna otra parte del mundo existe otro mar Muerto. Pues para ver el impresionante mar de Lava de Lanzarote, hay que trasladarse a esta pequeña isla. No creo que exista en todo el mundo un trozo de terreno tan pequeño como este, en el que hay más de 100 volcanes, cuyas erupciones últimas se han producido hace escasamente menos de 300 años y restos de erupciones anteriores, que en la actualidad cubren más de 200 km. cuadrados de superficie. Para ver este terreno hay que ir a Lanzarote. Solo esta isla reúne las condiciones extraordinarias para observar semejante maravilla.

EL PERSONAJE: CÉSAR MANRIQUE.-

Este singular personaje nace en Arrecife, capital de la Isla, el 24 de Abril de 1919, (la cantidad de personajes importantes que han nacido un 24 de abril; y no es porque también el autor de este reportaje lo hiciera. Algún día habrá que hacer una genealogía histórica de todos esos importantes hombres, <no se de ninguna mujer, pero la buscaré>) y escribiré sobre ellos y sus actos, buenos o malos, que de todo hubo), nace Manrique, decimos, en el seno de una familia de clase media. Cuando “estalla” la guerra civil española, se alista con 17 años en el bando franquista. (No creo que a esa edad tuviera mucha ideología de uno o de otro bando, o quizás si). Arrecife es la capital de Lanzarote desde el año 1852, reinando la Reina nuestra señora, Isabel II, (sin comentarios); Antes lo era Teguise, más al interior, que llevaba el nombre de la bellísima princesa hija del Rey de la isla, Guadarfía, como anteriormente se dice. Concluida la guerra se matricula en la Universidad de la Laguna, Tenerife, estudiando Arquitectura Técnica. Abandona los estudios a los dos años y, mediante una beca concedida por la Capitanía General 130


de Canarias, se traslada a Madrid en donde ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de S. Fernando. En 1945 se gradúa como profesor de Arte y Pintura. César Manrique fue el personaje talismán de su isla conejera. (El gentilicio de los habitantes de Lanzarote, es conejeros, por haber sido llamada así la isla, como segundo nombre: Isla de los conejos). En 1966 se traslada allí y aprovechando, según nos contaban los guías, que el presidente del Cabildo Insular era amigo suyo, con un estudio serio de los recursos potenciales de la isla con vistas al turismo, que en aquellos tiempos estaba de auge en España, con un proyecto sobre todas las bellezas que aquella tierra tenía, con un plan elaborado con meticulosidad, ayudado por otros insignes compañeros y amigos, propuso, a su amigo el político, sacar a la isla de la miseria que solo tenía los ingresos que la pesca y la agricultura le daban y elevarla a la categoría de isla turística, a la que hoy visitan cada año más de dos millones de turistas, españoles y extranjeros. La isla está cuajada de obras de César Manrique; su pintura de brocha gorda es blanca, impoluta, que semeja a la nieve de la Antártida, y se refleja por doquier en muchas partes de la isla, por ejemplo en los Jameos del Agua. Fue pintor, escultor, arquitecto; su obra surrealista permanece en las muchas obras que hizo. Fue Premio Mundial de Ecología y Turismo, Premio Europa Nostra; su casa en el Taro de Tahiche, está construida sobre el espacio natural de cinco burbujas volcánicas y hoy es la sede de la Fundación que lleva su nombre; el Mirador del Río al norte de Lanzarote, el Hotel las Salinas en Costa Teguise y la última gran obra en su isla: El Jardín de Cactus. El Centro Comercial La vaguada de Madrid es obra suya, siendo el primer Centro Comercial integrado perfectamente en el entorno natural. En septiembre de 1992 se dirigía al aeropuerto a recoger a un amigo. El día anterior había sido operado de la vista, de cataratas, desprendimiento de retina o algo así. En la rotonda que hay a la salida de su casa, no respetó el stop y un todoterreno se lo llevó por delante. Tenía 73 años. César Manrique fue el talismán de Lanzarote y de bastantes islas Canarias más. Tiene multitud de premios, hijo adoptivo de muchas poblaciones; es en definitiva un personaje que sacó a toda una isla de la ignorancia que sobre ella había en gran parte de Europa, sacándola a flote con un turismo potencial que hoy es la principal fuente de ingresos de Lanzarote.

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DIA 9-11-10.-

El hotel se encuentra a menos de 100 metros de una caleta rocosa y algo de arena en la playa. Por la parte trasera un paseo marítimo discurre bordeando el Atlántico durante varios kilómetros. Por la tarde iniciamos un paseo y, a menos de 500 metros, nos tropezamos en el mismo paseo con “La Mareta”. Esta Residencia, situada en Costa Teguise, perteneciente al municipio de Teguise, fue regalada por el Rey Hussein de Jordania al Rey de España Juan Carlos. Este la donó al Patrimonio Nacional y en la actualidad solo sirve de lugar para el veraneo de algunos presidentes del gobierno español. (En esta Residencia murió la madre del actual Rey Juan Carlos: María de las Mercedes de Borbón y Orleans). Esta residencia tiene Helipuerto, pista de baloncesto, Zapatero fecit (Zapatero hizo), y muchos metros cuadrados de construcción. Su nombre, Mareta, se debe a que en el lugar de su ubicación, había una especie de aljibe que servía para la recogida de aguas, que eso es lo que significa mareta, en una isla que es muy pobre en lluvias y agua potable. Esta construcción la dirigió el conejero César Manrique, un artista genial que ha potenciado los recursos turísticos de aquella atractiva isla. Continuamos por el hermoso paseo marítimo, bordeando las piedras volcánicas arrastradas en épocas muy lejanas por aquellos ríos de lava que las llevaban desde los cráteres volcánicos hasta las aguas atlánticas. Todo el lateral derecho del paseo en el que estaba la playa, era un empedrado de piedras enormes de color negro y con piedrecitas pequeñas, unas encima de otras, puestas así por la gente, formando grotescas y atractivas figuras que jalonaban el camino. Muchos andantes y corredores practicaban el deporte de andar o correr; gran cantidad de extranjeros completaban el cuadro de “atletas” que nos movíamos por allí. Cuando habíamos hecho alrededor de 3 km. dimos la vuelta camino del hotel, para hacer los otros 3 de vuelta.

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DÍA 10-11-10.-

Es costumbre, casi norma, que Mundo Senior organiza excursiones para que los mayores conozcan los lugares interesantes y típicos de las zonas que visitan. (Por cierto, el precio de la excursión bastante caro). Lanzarote no puede ser una excepción. El traslado a estos sitios, las explicaciones de los guías, el contacto entre todos, hace más fácil y aprovechable que podamos tener un conocimiento del medio y de estas zonas, que si fuéramos solos o en parejas no sería tan completo. Así pues en el día de hoy, un autobús nos recoge en la puerta del hotel a las 9.00 h. En dirección norte, a unos 30 Km., están los lugares a visitar. Nuestra primera parada es en:

“La Cueva de los Verdes”. La Cueva de los Verdes, es una experiencia única. Parece un viaje al centro de la tierra. Está situada en medio de un paisaje volcánico, rodeada de una vegetación casi africana. Tabaibas que cubren el inhóspito terreno volcánico que me hace recordar el otrora paisaje ifneño en el que viví allá en mi lejana e ida juventud. Hace unos 20 mil años, los volcanes de las islas estaban en una furiosa erupción. Los animales que allí vivían, si es que alguien habitaba aquella minúscula islita, huirían despavoridos de un lado para otro, dándose con los dientes en los más de 100 volcanes que cubrían Lanzarote. Las cenizas se lanzaban a cientos de metros de altura, cayendo y expandiéndose por toda la isla cubriendo las laderas de las montañas volcánicas. Las enormes piedras de basalto, mezcladas con los gases que en su interior había y envueltas en el fuego que las había lanzado desde el interior de la tierra, una vez en tierra emprendían su camino hacia el cercano Océano Atlántico. Nada podía impedir el avance del río de lava: gases, piedras y fuego avanzaban con un ritmo imparable por la superficie terrestre y cuando esta impedía el avance, horadaban la tierra continuando el ardiente camino por su interior. Las piedras que estaban en la superficie se enfriaban antes que el fuego que iba por dentro de la tierra. Estas quedaban arriba y debajo de ellas, con la ardiente lava que se movía con una temperatura de más de 1000 grados, se iba abriendo un túnel o muchos túneles, con caprichosas formas laberínticas que es lo que hoy se llama La Cueva de los Verdes y otras cuevas que invaden las entrañas de Lanzarote. La cueva 133


tiene dos grandes orificios, jameos, que sirven de puertas: de entrada y salida. Poco ha intervenido la mano del hombre en ella, solo adaptar un estrecho pasillo para que las personas puedan pasar por el mismo y verla completa. En los desniveles, unas piedras volcánicas puestas al efecto, sirven para subir o bajar. En el centro de la cueva una gran explanada, (todo esto interior), con muchas sillas y un entarimado sobre el que está colocado un piano y donde se celebran conciertos o recitales con una magnífica acústica, al decir del guía. Como curiosidad se dirá que el piano hubo de ser introducido despiezado, uniendo las piezas después en el lugar de su ubicación, pues meter este órgano musical por tan estrechos vericuetos es imposible. Este espacio interior me recordó otros de otras cuevas de estalactitas y estalagmitas que hay en otros lugares de España: Palma de Mallorca, Aracena o Nerja entre otras, aunque esta volcánica es completamente diferente. Muy cerca ya de la salida se nos avisó por el guía, que íbamos a bordear un profundo y peligros precipicio abierto por la lava. Nos acercamos al lugar con sumo cuidado para verlo. Era de una belleza impresionante. Se veían las rocas puntiagudas en el fondo y sus paredes escarpadas y verticales. La profundidad sería de unos 20-30 metros. No se podían disparar los flases de las máquinas por temor a perder el equilibrio. El guía nos avisó: -Voy a lanzar una piedrecita para que vean y oigan la profundidad de la cueva. Así lo hizo y de todas nuestras gargantas salió la misma exclamación: -¡¡¡Oooohhhh!!! Nada más salir la piedra de la mano de su lanzador, a nuestros pies, unas ondas, como si la piedra hubiera caído en el agua, se vieron en el suelo que reflejaba las opacas luces que medio alumbraban la cueva. Lo que había a nuestros pies no era un abismo o precipicio, sino un pequeño lago artificial, que se alimentaba con el agua que se filtraba a través de la tierra y de las piedras de la superficie cuando llovía. El agua clara reflejaba el techo de la cueva, dando una sensación de profundidad que no existía. Los comentarios, los flases para las fotos y las risas, premiaron la broma de nuestro guía. Efectivamente la broma tenía todos los visos de verosimilitud para el que ignore lo que realmente es. Nos comentaba el guía que aquella cueva sirvió durante mucho tiempo para un uso muy especial de los aborígenes de la isla. Sus pri134


meros pobladores, a los que se les llama Mahos o Majos. Hace muy pocos siglos, cuando todavía la esclavitud no era motivo de vergüenza para la humanidad, cuando unos hombres eran dueños de otros y podían comprarlos, venderlos o asesinarlos sin tener que dar cuenta de ello ni ante Dios, ni ante los hombres ni ante la historia, los corsarios, piratas y esclavizantes, que también así se llamaban a estos traficantes de carne humana, visitaban aquellas islas, capturaban a sus aborígenes y se los llevaban como esclavos para venderlos al mejor postor. Ellos, que eran salvajes pero no tontos, se escondían en la cueva para no ser vistos por los piratas. Los corsarios se dieron cuenta y los perseguían hasta la cueva, pero debían pasar de uno en uno por su enorme estrechez y la cueva era terriblemente oscura y ellos desconocían sus vericuetos. Los aborígenes los esperaban en el lugar adecuado y cuando llegaba el primero, no se lo pensaban dos veces: Golpe enorme en la cabeza, con la consecuencia de traumatismo craneoencefálico, (diría el certificado de muerte de la época), con resultado de muerte súbita y a por el siguiente. Con esto consiguieron disminuir el cupo de esclavitud de aquella isla y aumentar la cantidad de huesos descarnados en la cueva, que se descubrieron cuando se estaba adaptando la Cueva de los Verdes para el turismo. Salimos por la puerta opuesta con gran regocijo de todos e impresionados por aquella cueva que era distinta a otras que ya habíamos visto. A muy pocos metros de la Cueva de los verdes, nos trasladamos en guagua a:

“Los Jameos del Agua”.

Al ser Lanzarote una isla multivolcánica, hay muchísimos Jameos. El jameo suele producirse, como se ha dicho, cuando hay una explosión en las rocas. Estos enormes pedruscos lanzados por el volcán, cuando regresan a la tierra de su vuelo atmosférico, una vez que se posan en la superficie, no tardan mucho tiempo en enfriarse. Pero en su interior hay multitud de gases que pugnan por salir de su “escondite”. Es lo mismo que cuando el percutor de un arma, percute sobre la cápsula que hay en el cartucho, esta incendia la pólvora que hay en la vaina que produce unos gases que a la fuerza deben salir del cartucho; la parte más vulnerable y frágil del cartucho es la anterior que va colocada la bala, el proyectil de más calibre o los plomillos si es una escope135


ta. Los gases salen con gran fuerza, llevándose la bala por delante. (Por eso se suele decir que la bala no mata, que lo que mata es la gran velocidad con la que esta se mueve). Las rocas de basalto que salen de las entrañas de la tierra, impulsadas por los gases volcánicos, estos gases van también dentro de las rocas. Estas se pueden enfriar, pero los gases no y para salir no hay otro remedio que romper la enorme o enormes piedras. Estas explosiones producen unos grandes agujeros a los que se les llama jameos. El más grade de los jameos conocidos en Lanzarote, es el que está en el paraje denominado jameos del agua. Desde la superficie hay que bajar bastantes metros a un agujero enorme, en donde un lago de agua salada, que mide 100 metros de largo por 30 de ancho, alberga agua salada, (el mar está a bastantes metros, casi un km.), habiendo en el lago alguna flora marina, pero llama su atención porque este gran estanque alberga multitud de cangrejos ciegos. Estos animalitos, que miden 1 o 2 cm, albinos, con gran sensibilidad al ruido, al movimiento y a la luz, se han convertido en el símbolo de este lugar. Subiendo desde la burbuja de este lago a otra burbuja volcánica, una enorme piscina, con gran espacio a su alrededor, alberga una sala abierta de conciertos, con arquitectura y acústica admirable, en la que se dan conciertos y actuaciones de ballet. Por la noche se puede convertir en discoteca o club nocturno y se pueden dar recepciones a una gran multitud de personas. Allí está también el jameo de la Cazuela, de cuya roca en su extremo, mana un caño de agua salada como si fuera un manantial de los montes. En dos burbujas más, dos bares empotrados en las rocas, sirven a los turistas cafés, bebidas y bocadillos. En toda esta inmensa burbuja gran cantidad de plantas, propias del terreno volcánico, brotan de forma increíble de las piedras, como si la tierra fuera ajena a su mantenimiento. Pero sus raíces llegan a la tierra de la que se alimentan. Este inmenso jameo es producto de una de las erupciones que el volcán de la Corona, tuvo hace unos 3 mil años. Esa fue hasta ahora la última señal de su agresividad. Toda la arquitectura de esto bello paraje, está diseñada y dirigida por el inmortal César Manrique, destacando, de forma sobresaliente, la pintura blanca, color nieve impoluta, que marca muchas de las construcciones de este genial conejero. Subiendo otra vez al nivel de la superficie, todo lo anterior está en la enorme burbuja que hay en los jameos, un museo relata de forma pormenorizada, la historia de los volcanes. Un tratado de vulcanología y 136


vulcanografía, con gran cantidad de aparatos, artilugios, maquetas y otros aditamentos, nos enseñan lo que han sido y son los volcanes de la tierra. Salimos encantados de los jameos del agua, subiendo al autobús que nos trasladó, a muy poca distancia, a las dependencias en donde se fabricaban diversos productos de cosmética y otros aditamentos, era: “Aloe Vera”.

En este lugar una experta nos dio a conocer como se fabricaban estos productos de fama nacional e internacional. Esto ya no lo sé. No puse mucha atención pues no soy muy aficionado a estas aulas de cosmética. Según pude percibir, el producto principal del aloe vera, se extraía de la pulpa de una planta de la familia de “las pitas”; aquello era bueno para las arrugas, aumentaba la belleza, disimulaba la vejez, acrecentaba ciertas potencias o facultades ya perdidas o camino de perderse por la edad como es la virilidad; el bálsamo de Fierabrás de nuestro querido D. Quijote, viene de ahí; era el origen de los polvos de la hermana Celestina; algunos lo utilizaron como el elixir de la eterna juventud, entre otros Matusalén o Enoc que vivieron cientos de años; se le añadía al vino para mejorar su sabor, las mujeres lo usaron en la edad media como bebedizo para los hombres de los que estaban enamoradas, cayendo ellos rendidos a sus pies una vez que lo probaban… en fin, un número indeterminado de aplicaciones que llevó consigo que los turistas de Mundo Senior, hicieran gran acopio de productos y como decía una pasajera de Cataluña: Esto es como la lotería. ¿Y si me toca a mí, que tengo gran necesidad de muchas cosas? Para finalizar la mañana, ya en el autobús, caminamos más al norte. La única vegetación de aquellas tierras, eran las africanas tabaibas. Estas tienen como particularidad, que la savia es un líquido blanco como de leche. Una vez, a finales de los años 50, me salpicó en un ojo, estando yo por tierras del moro y es un recuerdo que no olvidaré nunca. Se me quedó más grabado en mi cerebro que el día de mi boda. Fue tal el dolor que experimenté y que no se quitaba con nada del mundo, que por un instante se me pasó por la cabeza, que la única forma de acabar con aquel dolor era ¡el suicidio! Doy mi palabra de honor. Lógicamente como el día de mi boda yo no sufrí tanto, ni me dolió nada, es natural que recordara más la leche de la tabaiba que las cuitas amorosas de aquel día. Por eso, este último, lo recuerdo menos. Será porque en algunas personas, el dolor deja más huella que la felicidad. 137


Pasamos por muchas tierras de cultivo. (Desde luego no eran las tierras de la huerta murciana). Se veía perfectamente la ceniza volcánica extendida sobre la tierra, principalmente de basalto y menos de hierro, en donde higueras, algunas hortalizas y otros sembrados, jalonaban los cultivos. Pero sobre todo había mucha vid y a cada mata de viña, la rodeaba un semicírculo de piedras como de media luna, que levantaba no más de 20 cm de altura. A esta pequeña pared se le llama Zoco y sirve para evitar que los vientos alisios hielen o estropeen la viña. Seguimos caminando unos kilómetros más, siempre en dirección norte, dejando a un lado y otro de la carretera las montañas con multitud de volcanes, en los que se les distinguían las bocas, algunos con 2 o tres cráteres. Llegamos a otra de las obras del genial Manrique:

“El Mirador del Río”.

En uno de los acantilados al norte de Lanzarote, está este Mirador que da vista a las islas La Graciosa, Montaña Clara y Alegranza, que más bien son islotes y el único habitado es La Graciosa. Una lengua de mar de apenas 1 km., separa las orillas de las dos islas. A este estrecho se le llama El Río. La vista es preciosa, pudiéndose ver al frente otros dos islotes a los que se les denomina Roques. El más pequeño Roque del Este, con un peñasco de 84 metros de altura. Hasta hace relativamente poco tiempo, era escenario que servía a los militares para realizar maniobras militares y ejercicios de tiro real. Alguien, civil o militar, con muy buen criterio, decidió suprimir esa costumbre, quedando como Zona protegida, todo ese pequeño archipiélago de cinco minúsculos islotes. El Roque del Infierno, así llamado porque en tiempos pasados, más de un barco se estrelló en las noches infernales, tormentosas y oscuras, no habiendo en ese lugar ninguna luz que avisara a los navegantes del peligro de sus rocas en los acantilados. Más de un marinero perdió la vida en ese lugar; más de un barco naufragó y por eso su nombre. En la parte alta del Mirador se puede divisar gran parte de la isla de Lanzarote a un lado y al otro el pequeño archipiélago al que los naturales le llaman archipiélago Chinijo, que en lengua antigua de los aborígenes significa “Pequeño”, pues pequeños son sus islotes. Así llaman también los conejeros a los niños, Chinijos, palabra que ha quedado incorporada a su léxico habitual, pues en realidad son pequeñas personas. 138


El centro del Mirador del Río, es un Restaurante, pintado con la pintura blanca que personalizó César Manrique y que tanto brilla por toda la Isla. Tras la correspondiente sesión fotográfica de cámaras y de vídeos, volvimos a nuestro hotel, con bastante apetito. La mañana había resultado magnífica y fuimos tomando contacto con la isla en la que aún nos quedaban bastantes días de conocimiento de sus gentes y sus paisajes.

DIA 11-11-10.Este día no había para nosotros excursión oficial. Por lo tanto, Josefina, mi santa y un servidor nos planteamos marchar a ver la capital de la Isla. La comunicación era cómoda y fácil. Una guagua urbana nos recogió en la puerta del hotel y, dirección sur, en 15 o 20 minutos nos presentamos en: Arrecife.

La capital lanzaroteña, situada a escasos kilómetros de otras poblaciones y a 10 minutos de guagua del aeropuerto, es una ciudad moderna, marina, a orillas del Océano Atlántico y con una población cosmopolita; mayoritariamente de la isla, pero también de otras partes no solo de España sino también del resto del mundo. Habitan en ella entre 60 y 70 mil habitantes. Nos cayeron unas gotas de agua de una nube que debía andar despistada y equivocó su camino, introduciéndose en la capital. Como decía aquel labriego andaluz, de Palma del Río,: llover, llovió. Pero llover, llover, lo que se dice llover, pues mire usted, no llovió. La nube, avergonzada, debió darse cuenta de su error, cambió la ruta dirigiéndose a las costas africanas con su carga de agua casi completa. Nos adentramos por sus callejuelas buscando el centro y la zona comercial. Nos dijeron que la calle principal se llamaba calle Real. No tardamos en llegar a ella, comprobando que su verdadero nombre era Calle León y Castillo. No me extrañó porque en las islas Canarias, en muchas ciudades, algunas calles llevan el nombre de este personaje. Creo recordar, aunque hace años que no he estado allí, la calle principal de Las Palmas, es León y Castillo. Por curiosidad me he metido en la red y he comprobado que este insigne abogado, diplomático y político canario, nació en la localidad de Telde, (Gran Canaria), el 30 de Noviembre de 1842. (Creo que reinaba la Regente María Cristina, esposa 139


del fallecido Fernando VII, pues su hija Isabel II, empezó a reinar sobre 1846. Hablo de memoria). Fue Marqués de Muni y ocupó puestos de gran responsabilidad en los gobiernos de la nación bajo los reinados de Alfonso XII y su hijo Alfonso XIII. Es de justicia sacar a la luz el nombre de este insigne canario y español. Pero seguimos con Arrecife. Caminando hacia la calle principal, vimos el letrero de otra de las calles que llamó nuestra atención. La calle es céntrica, muy cercana a la calle Real o León y Castillo; en una placa vieja pero magníficamente en su conservada, descolorida por el tiempo, anunciaba a quien estaba dedicada y en memoria de quien era. La placa ponía: Calle José Antonio. (Fundador de la Falange. <Sic>). ¡Claro! Aclaraba a qué José Antonio se refería. Podía ser José Antonio Labordeta, o José Antonio no se qué. No, no, la cosa estaba clara. Me extrañó porque en estos momentos de memoriones históricos y demás zarandajas, en una apartada isla, (bueno, no tan apartada), aún conservaban en la memoria a aquel español que, a juicio de muchos, merecía la pena recordarse y a juicio también de otros muchos españoles, merece la pena acabar con su recuerdo. Por poner un ejemplo contrapuesto: En una ciudad, en la plaza principal y céntrica de la misma, en donde una figura ecuestre, (el Gran capitán,) deja constancia que hubo un personaje de esta provincia que merece permanecer en el recuerdo de sus paisanos y ese personaje era D. Gonzalo Fernández de Córdoba. Hace unos años, esta plaza llevaba el nombre de: Plaza de José Antonio. Alguien cambió el nombre hace unos años y ahora se llama Plaza de las Tendillas. Esta ciudad, como alguno de mis sagaces lectores habrá adivinado, es Córdoba. Todo sea por la memoria histórica; dejémonos de politiqueos y sigamos con nuestro relato turístico. Ya en la calle Real o León y Castillo, ¿por qué no conocerla por su nombre oficial?, anduvimos por ella, tomamos café y visitamos varios comercios con objeto de ver y comprar algún recuerdo. Nadie puede imaginar la cantidad de establecimientos, verdaderos multi almacenes, con gran cantidad de artículos diversos que había; todos bajo un denominador común: Sus dueños y dependientes eran chinos. La cantidad de chinos comerciantes que hay en mi ciudad, pues allí había muchos más. Chinos por aquí, chinos por allá. Observé una cosa muy curiosa: Todos los almacenes chinos huelen igual; los de Córdoba, los de Arrecife o los de cualquier otra ciudad. Es un olor característico como a cuero tratado con ciertos productos químicos. No sé, pero cuando visito uno de estos almacenes, creo que todos sus productos están hechos en el mismo taller de confección. Por fin entramos en un comercio, en donde dos guapísimas chicas atendían a los clientes. Me dirigí a una de ellas: 140


-Perdone, señorita, ¿este establecimiento es de los chinos? ¿Son acaso ustedes chinas?, pregunté con socarronería. -¿China yo? ¿Acaso tengo pinta de china?, contestó con una carcajada. Yo soy conejera, mi niño. ¿No se me nota? Todos reímos la salida de tan bella criatura. Seguimos paseando por Arrecife. Llegamos a un hermoso espigón que penetraba en el mar bastantes metros. Al final del mismo, un hermoso y minúsculo castillo, casi rozaba con las aguas del mar. Era del Siglo XIV. Una pequeña terraza, rodeada de almenas, coronaba el final de su construcción, en donde una campana recordaba que su repiqueteo, en ocasiones ordinarias y frecuentes, servía para avisar a los nativos de que navíos corsarios, buscadores de esclavos, se acercaban a la costa. Era el Castillo de S. Gabriel. Nos tropezamos con un mercadillo del que adquirimos algunas cosas. A la salida de Arrecife, pasamos frente al Gran Hotel Arrecife, una gigantesca mole de 20 pisos y 5 estrellas, (*****), que sobresale por encima de toda la capital. Es la construcción más alta de toda la isla realizada por el hombre. Solo le superan en altura los volcanes, que, como quedaría patente para todos los excursionistas, no eran obra de Dragados, A.C., Fomentos y Contratas o empresas constructoras dedicadas a estos menesteres. Ya cerca de la hora del almuerzo, regresamos al hotel en la guagua correspondiente. Para ser riguroso en este relato, hay algo que debo mencionar, que no por repetitivo, nos resultaba anodino. Al estar libre de excursiones, en algo había que utilizar el tiempo y es explicar a que dedicábamos nuestro tiempo libre, es decir; en que empleábamos: Las Tardes.

Después de la comida de mediodía en el buffet del hotel, comida bastante variada y buena, dedicábamos una hora u hora y media a la sacrosanta, relajante y típica Siesta Española, así, con mayúscula. La siesta se hacía con todo el rigor que las católicas costumbres obligan al buen ciudadano y, por ende, buen cristiano. Seguíamos las normas de nuestro antepasado, nacido en tierras de Breogán, ejemplo para su generación y generaciones futuras. Aplicábamos la norma que nuestro Académico e ínclito premio Nobel, D. Camilo José Cela, dejó escrito en su testamento literario: La siesta, para que sea provechosa tanto para el 141


cuerpo como para el alma, ha de ser con: Pijama, Padre Nuestro y Orinal. Amén. Así pues, por la tarde que no había ningún compromiso oficial, deberíamos aprovechar el paseo marítimo que teníamos debajo del hotel. Ubicado en Costa Teguise, zona turística por antonomasia, la distancia ideal era hasta el pueblo marinero situado a poco más de 3 kilómetros. Ida y vuelta, era una buena medicina para eliminar las grasas, calorías, toxinas y demás elementos nocivos que pudiéramos acaparar en los pocos momentos sedentarios que teníamos. Andar por el paseo marítimo, a un ritmo rápido, que no acelerado, era un ejercicio sano para el cuerpo y provechoso para el alma. Nada más empezar, unos metros más adelante, nos topábamos y saludábamos a la vivienda real de La Mareta. Permanecía cerrada y alguna vez vimos entrar o salir a un hombre que sería el encargado de su vigilancia, mantenimiento o algo similar. Una mañana, nos comentó una guía que nuestro ponderado y talismán conejero, César Manrique, fue quien dirigió la obra de la Residencia cuando la construyó Hussein de Jordania. (Por cierto, el Rey jordano nunca vino a la residencia a veranear o invernar, que también esto se puede hacer en Lanzarote debido a su benigno clima. Alguno de sus hijos, sí que lo hizo). Manrique tenía una buena relación personal con la Reina Sofía y la reina apreciaba en Manrique todo lo que había hecho por su isla y los cambios que, gracias a su esfuerzo, se habían producido en Lanzarote. Cuando el artista decidió crear una fundación, (era soltero y no tenía hijos), se lo comentó a la Reina y esta apoyó su plan. Lo puso en contacto con importantes personalidades de la sociedad española, para que colaboraran como patronos de la misma. De todos es conocida la sensibilidad de nuestra reina con todo lo que sea cultura y cuestiones de índole social, que vaya en beneficio, sin ánimo de lucro, de territorios, personas o pueblos necesitados. El proyecto de la Fundación se inició en 1982, inaugurándose en 1992. Como curiosidad se dirá que el pabellón oficial de España de la Expo de Sevilla de 1.992, es obra de este polifacético canario, (de Lanzarote, por lo tanto conejero). El paseo era ameno, pues gran cantidad de gente, paseando, corriendo o sentados en los diversos bancos, hacían entretenido el camino. A la derecha el Atlántico, sereno, calmado y azul. A la izquierda, casas o apartamentos impolutos con el color blanco de Manrique, hoteles, restaurantes, etc. Al final del paseo nacía un espolón con una enorme mole de hierro, de formas ininteligibles, arte moderno o surrealista, (no logré averiguar que era o a quien representaba), rodeada de enormes 142


piedras volcánicas de basalto, estaba a la orilla del mar desafiante a las olas. Pienso que sería una estatua de César Manrique dedicada al mundo marino, pescadores, mujeres de los mismos o algo similar. En las fotografías le llamaré El Monumento Desconocido. Ya en el hotel, lo dedicábamos a charlar con el resto del grupo o clientes del hotel, a la lectura, ver T.V., así hasta la hora de la cena. Después de la cena las consabidas reuniones de baile, juegos, divertimentos y cantidad de jolgorio al que tan aficionados son muchos de los mayores de Mundo Senior. Un salón enorme con dos escenarios y bar en el centro, servía para entretener a las muchas personas que allí estaban. Contaré una de las muchas anécdotas que nos pasaban en el paseo. Íbamos mi santa y yo comentando algo sobre un edificio que había en la playa, preguntándonos que podría ser. Un joven de unos 30 años, se acercó a nosotros y nos dijo: -Perdone que me entrometa, este casa derruida era una antigua central eléctrica… y nos dio una explicación de aquel inmueble. -¿Es usted de aquí?, le pregunté, no dudando que lo era por su marcado acento canario. Dijo que sí. Que vivía en el norte de la isla, en un pueblecito que había cerca de los jameos del agua, (creo recordar que se llamaba Punta Mujeres), y en su pueblo, cuando los pescadores, sus maridos, regresaban de pescar de noche, como en el pueblo no había luz, las esposas salían a un pequeño entrante que estaba en las afueras del pueblo y con candiles o linternas, marcaban el lugar para que los faeneros de la pesca, no se perdieran en las procelosas aguas del Atlántico y pudieran amarrar sus barcas en el embarcadero. De ahí el nombre del pueblo. (Me acordé de la parábola del Evangelio de las Vírgenes Prudentes). -¿Ha salido usted alguna vez de la isla?, le pregunté -Solo 2 veces a Las Palmas, contestó. -¿Y llueve mucho en Lanzarote? -Muy poco. 5 o 6 veces al año y apenas si caen unas gotas. -¿Entonces la nieve…? Le insinué. -Nunca la he visto y de veras que me gustaría verla y pisarla, jugar con ella. -¿Quiere que le diga un secreto?, le dije. 143


-Bueno, me contestó poniendo cara de intriga. -¡La nieve no existe!, dije con rotundidad. -¿Pero cómo no va a existir, si yo la he visto en las películas y en la T.V.?, dijo mirando a mi santa, como esperando una explicación que no llegó. -Propaganda de los políticos, contesté. Con eso del cambio climático hace más de 1000 años que dejó de nevar en la tierra y la nieve que se ve en las películas, es un truco que hacen los directores para rememorar lo que pasaba en el mundo hace miles de años. -Me deja usted de piedra. (Supongo que sería de piedra volcánica). Puso cara de incredulidad y de duda. No sabía si yo hablaba en serio o era una broma. Me deja usted de piedra repitió. Se despidió de nosotros y siguió su camino. Mi santa me dijo: -¿Pero cómo se te ocurre decirle esa tontería? Tú eres tonto. -Es que hoy no estoy inspirado y no se me ocurría otra cosa, contesté con humildad. Y proseguimos nuestro paseo de vuelta al hotel.

DIA 12-11-10.-

Amaneció este día por el que teníamos una ansiada y esperada ilusión. Desayunamos, montamos en la guagua a las 08.45 h., se hizo el control de excursionistas, presentación de la guía, del conductor y de un cámara que grabaría la excursión para que luego, el que la quisiera, la comprara. Puesta en movimiento la guagua, retomó la palabra nuestra guía: -Señores excursionistas, esta mañana iniciamos el viaje en dirección sur de la isla. Lo que nos espera hoy es la excursión reina de la visita a la isla. Nos dirigimos a un Parque Natural que todos ustedes habrán oído nombrar. Se llama:

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Timanfaya.

La guía, una joven conejera, experta, amena y entretenida, nos explicó parte de la historia de la isla. Su conquista por los españoles en 1402. Nos recordó el nombre de los aborígenes: Mahos o Majos; (posiblemente habitantes bereberes del cercano continente africano); aquella zona de Lanzarote le llaman Malpaís, que después de verlo se entiende el apelativo. El día 1 de Septiembre de 1.730, reinaba a la sazón en España el primero de los Borbones el Rey Nuestro Señor, q. D. g. (que Dios guarde) S. M. Felipe V de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia conocido como el Rey Sol; ese día, repitió la guía, varios volcanes iniciaron las erupciones. Total, no hacía tanto tiempo, apenas 300 años. (Algunos nombres de los 25 volcanes de Timanfaya eran: Montaña de Fuego, Montaña Rajada, Caldera del Corazoncillo…), Los pobladores cayeron presa del pánico. La lava se acercaba poco a poco, lenta pero inexorablemente hacia sus poblados. La tragedia duraría hasta 1736. ¡¡6 largos y terribles años!! Aldeas, casas aisladas, cercos para los camellos…todo iba siendo cubierto por las enormes piedras, el río de fuego, las miles de toneladas de cenizas. 6 años bastaron para que aquella zona quedara cubierta por las erupciones volcánicas. Citemos, en memoria de sus habitantes, el nombre de los 9 pueblos cubiertos por la lava: Tingala, Montaña Blanca, Maretas, Santa Catalina, Jaretas, S. Juan, Peña de Plomos, Testeina y Rodeos. Por si esta desgracia fuera poco, en el año 1824, reinando en España el Rey Nuestro Señor Fernando VII, a q. D. c., (a quien Dios confunda), se produjeron las últimas erupciones volcánicas de la isla. Esto terminó de rematar la obra iniciada casi un siglo antes. Cuando el desastre finalizó, quedó cubierta de lava una superficie de unos 242 kilómetros cuadrados: Casi la cuarta parte de la isla. Tan enorme era el paisaje, que desde entonces a ese vasto terreno de la isla se le llama El Mar de Lava. Todo eso, proseguía nuestra maestra de excursión, es lo que vamos a visitar ahora. Divisamos a nuestra derecha un cartel montado sobre hierro, de color negro en el que con letras negras ponía: Parque Natural de Timanfaya. Nos saludó con su presencia en enorme Diablo de color negro con un tridente en su mano derecha que figuraba en el centro del cartel. La 145


figura tenía dos cuernos enhiestos apuntando hacia el cielo y la cola retorcida apuntando hacia el centro de la tierra que es donde se suponía que estaba el infierno. La negrura predominaba en todo el paisaje. El diablo sería una constante en todo el parque que no nos abandonaría hasta la salida del mismo. Este es el símbolo de Timanfaya, creación de César Manrique. Por la bien asfaltada carretera, pero estrecha, ya que era de dirección única y solo cabía un vehículo, caminamos hacia las Montañas del Fuego. Cuando llevábamos unos kilómetros andados, divisamos desde la guagua una recua de dromedarios que llevaban sobre sus jorobas a unos turistas. Bajaban zigzagueando por la ladera de un volcán cubierta de cenizas de basalto. A los pocos minutos llegamos a la cima de otro volcán y en el mismísimo cráter, Manrique había construido un amplio y acogedor restaurante que lógicamente se llamaba “El Diablo”. Relataré las demostraciones que se nos hicieron en las Montañas del Fuego. En la amplia explanada excavada en la ladera del volcán, estaban aparcadas al menos 10 guaguas y los pasajeros se distribuían por la amplia zona del volcán. Nos hicieron tres demostraciones de que aquel lugar, era verdaderamente una montaña del fuego. 1ª.- Formamos un círculo alrededor de un pequeño cráter del volcán y un funcionario del Cabildo de la Isla, recogió de un montón de ceniza volcánica, que momentos antes había sido excavada de una profundidad de 4 o 5 metros, donde la temperatura alcanzaba los 100 grados centígrados, llenó una pala y fue dando a cada visitante un puñado de ceniza, que por cierto tenía el color del hierro, poniéndosela en la mano. Algunos la tuvieron que tirar rápidamente, pues aquella ceniza, similar a piedras pequeñitas y porosas, quemaba como si las hubiesen sacado del mismísimo infierno. 2ª.- Esto es una boca más de este volcán, dijo nuestra guía señalando un agujero de unos 4 metros de anchura. Tiene una profundidad de unos 15 metros y en su interior, a esa profundidad, existe una temperatura de 150 a 200 grados. Con un tridente cogió el funcionario unas matas secas, que estaban apiladas lejos del agujero para la demostración. Las pinchó y las puso en una plataforma al efecto dentro del pequeño cráter. En unos segundos los matojos empezaron a echar humo y seguidamente el fuego de una llamarada las consumió. ¡Ooooohhhh!, fue la exclamación general. 3ª.- Separados unos metros unos tubos de unos 20 cm de diámetro, asomaban al exterior. En el interior de estos agujeros, a unos 146


150 metro de profundidad, hay gases volcánicos moviéndose por el centro de la tierra a una temperatura de 150º. Si les echamos agua, producen una mezcla explosiva. Efectivamente, con una lata de agua, echaron como un litro de agua. Pasados unos segundos repitieron la operación y al instante una regular explosión se oyó, lanzando al aire una nube de gas y humo de varios metros de altura. Y para concluir entramos en el Restaurante “El Diablo”. A la entrada el brocal de un pozo de un metro y medio de altura y lo mismo de diámetro, nos enseñaba una sima profunda, que al decir de los “técnicos” sería de algo más de 200 metros de profundidad. El brocal estaba cubierto con unos hierros que formaban una figura a modo de parrilla o rosa de los vientos, que evitaba que alguien pudiese caer en el pozo. La temperatura puede alcanzar en la profundidad del pozo los 300-400 grados. Efectivamente, te asomabas al pozo y una fogarada de calor nos azotaba el rostro, no aguantando la cabeza o las manos en la boca del brocal más de unos segundos. Encima de la protección del pequeño cráter, se nos dijo, se suele colocar una parrilla y encima se asan carnes o alimentos que se vayan a consumir en este local. Por supuesto, pensé, allí no había problema de la subida del gas. En unos momentos se podía asar un cochinillo sin excesivos gastos de electricidad o gas butano. Descansamos un rato en el restaurante, tomamos café y abandonamos el cráter-restaurante, no sin antes volver a pasar las manos por encima del pozo que despedía fuego. Magnífica las demostraciones que vimos en este lugar. La conservación del Parque, se lo ha tomado el Cabildo conejero como cuestión de estado. La fuente de ingresos que supone Timanfaya, no se puede malograr dejando que los turistas entren en sus tierras, como lo hacían los indios navajos o apaches, cuando atacaban un campamento de colonos americanos. Está prohibido bajarse de las guaguas o coches particulares, si no es en los lugares indicados que ya están habilitados para tal efecto. Prohibido coger piedras, cenizas o cualquier objeto que forme parte del paisaje. Esta es la forma que tienen los conejeros de preservar sus lugares turísticos, que son la principal fuente de ingresos de los naturales de la Isla. Y lo llevan a rajatabla. Yo les felicito por ello. Montados en la guagua, nos dispusimos a hacer un recorrido impresionante. Me dio la sensación que la carretera por la que íbamos, era un circuito cerrado que entraba por una parte del Parque y salía por

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otra, porque durante el trayecto recorrido, ningún vehículo se cruzó con nosotros, pero sí veíamos otros delante, siempre delante, nunca detrás. Ya desde la salida del restaurante, se veía lava por doquier. La guagua subió una pendiente y al llegar a lo alto contemplamos el Mar de Lava. Estábamos en la Ruta de los Volcanes. El paisaje no sé como describirlo. Alguien comentó que era “infernal”, lo que yo no me atrevería a ratificar porque nunca he estado en el infierno. Ni estaré. (Como todos sabemos Juan Pablo II, Pontífice de Roma y Papa de la Iglesia Católica, durante su pontificado lo quitó de un plumazo y ya no existe. Algo que yo lamenté profundamente al conocer que los muchos tiranos y malísimas personas que en el mundo han sido y son, no irán allí a purgar sus horribles crímenes y perverso comportamiento con sus congéneres, sino que todos estaremos juntos en el…¿…?) Otro decía esto es “dantesco”. Lo que no deja de ser una suposición basada en una obra humana, ideada por un autor que jamás estuvo en el averno, sino que toda la descripción que Dante Alighieri hace del infierno en su Divina Comedia, no deja de ser una idea humana de lo que el infierno creía que era o debería ser. Otro decía: esto es un paisaje lunar o extraterrestre. Confieso humildemente que uno, que ha viajado algo fuera de su pueblo, jamás he salido de los confines de nuestro mundo. Todavía no he viajado fuera de este planeta llamado Tierra. Lo que conozco de otros planetas y son bastantes los que he visto, ha sido en las películas de directores de cine que han usado la imaginación de sus guionistas, para reflejar en el celuloide el fruto de sus suposiciones. ¡Nada real! ¿Por lo tanto como era el Mar de Lava? Teniendo en cuanta que la superficie del mismo, supera los 200 kilómetros cuadrados, la vista se perdía en el horizonte en todo nuestro alrededor. Ni un vegetal se veía en toda su dimensión. Enormes piedras, en un elevado tanto por cierto negras, de basalto, puntiagudas y difíciles de andar sobre ellas. Era un llano, con sus altibajos entre volcanes, que confundían la distancia como en el Océano Atlántico que rodea la Isla. Otras piedras, también volcánicas, enormes y completamente llanas, a las que los hawaianos bautizaron allá en su isla, también volcánica, con el nombre de “Pajuejo”, que significa pies descalzos, pues así se puede caminar por encima de ellas. De vez en cuando unas burbujas o jameos, producidos por las explosiones, rompen la simetría del paisaje. Otras piedras de color colorado ocre, las de hierro, se amontonan indicando que proceden del mismo volcán. No hay signo de vida en todo el mar de lava. Ni terrestres ni aves, ni reptiles… nada. De vez en cuando, como si se tratara de una pared, la boca de un volcán, con sus fauces abiertas, se nos presentaba casi rozando la 148


ventanilla del vehículo; algunas con una gama de colores salida de un cuadro de Van Gogh o Renoir. El mar de lava no se acababa nunca. La guagua iba surcando sus aguas-piedras, mostrando a babor y estribor un paisaje de muerte. ¡Cuánta muerte estaría allí enterrada, sumergida por los siglos de los siglos, como consecuencia de las erupciones de hace 3 siglos! Animales, plantas, personas… Se podían hacer fotos, filmar, pero no bajarse de la guagua. Después de una media hora de viaje, “aterrizamos” en una llanura rodeada de varios volcanes. Podría ser una hermosa cañada plantada de naranjos, si la tierra no fuera tan inhóspita y poco productiva. Las cenizas volcánicas cubrían las laderas produciendo una sensación de paz. Algunas matas, llamadas vinagreras, emergían de entre las cenizas. Apenas si había movimiento en todo el valle. Quizás por eso a aquella zona se le llamaba El Valle de la Tranquilidad. Por la ladera de un volcán, subían serpenteando por una estrecha vereda, unos 20 dromedarios a cuyos lomos, de una sola joroba, unos turistas iban camino del cráter. Conforme avanzábamos, el cruce con más vehículos, el movimiento de la gente, alguna aldea o pueblecito a nuestros lados, cerca de la carretera, nos decía que estábamos de regreso y que habíamos salido de Timanfaya. Me dio la sensación de que había estado perdido en la prehistoria y regresaba a la civilización. Había salido de una época de hace 20 mil años y volvía al siglo XXI. No sé si era “un regreso al futuro” o había vivido “un sueño al pasado”. Es posible que yo no supiera describir bien, como era el Parque Natural de Timanfaya, porque para mí es algo indescriptible. Lo mejor es ir a Lanzarote y verlo. Con estos pensamientos llegamos a Yaiza. Yaiza, que lleva el nombre de una princesa aborigen, es un pueblecito relativamente cercano a Timanfaya; está en una zona vinícola de Lanzarote: La Geria. La Patrona del pueblo, a la que visitamos en su iglesia, es Nuestra Señora de los Remedios. Cuenta una leyenda, o quizás sea una tradición boca a boca que aun hoy permanece en el pueblo, que cuando las erupciones volcánicas de 1730-1736, al final de las mismas, la lava amenazaba con sepultar al pueblo y sus habitantes, estos, despavoridos, no sabían qué hacer. Sacaron a la Virgen de su camerino y en procesión la pasearon por el pueblo, haciendo rogativas para que la madre de Cristo parara aquella catástrofe. Al parecer dejaron la imagen en el camino que traía la lava hacia el pueblo. Otro día por la mañana las erupciones cesaron y observaron que la Virgen tenía una mano negra, como el color de la lava, a consecuencia de haber parado la tragedia con esa mano a escasos metros de Yaiza. La Virgen de los Remedios volvió a su camerino, en donde hasta hoy permanece, viendo y oyendo a sus devotos que le solicitan algún favor. 149


Partimos de Yaiza pasando por una amplia zona a la que llaman La Geria, lugar de viñedos en donde se cultiva la uva que después producirá el vino de esta zona vinícola, con denominación de origen de Lanzarote. Las viñas están como anteriormente se ha dicho: plantadas después de cavar algunos metros entre las cenizas, para llegar a la tierra, quedando cubiertas en su superficie de cenizas volcánicas, con un pequeño zoco, (la pequeña pared de piedrecitas), que las protege de los vientos alisios. Estuvimos en la Casa Museo del Vino, con un restaurante en su interior de amplitudes enormes, construido en un enorme agujero, no sé si producto de una enorme burbuja o el cráter de un volcán. Una bella casa en donde resaltaba y sobresalía una vez más, la blanquísima pintura de Manrique, símbolo de todas sus obras a lo largo y ancho de Lanzarote. Impresionante el Monumento al Campesino Conejero, que tanto sufrió para arrancar de la tierra el sustento de su familia. Y que bellas historias nos contaban de las mujeres de los campesinos. Si cocían patatas en el fuego, una vez cocidas, le pasaban el agua de la cocción a su vecina para que esta la aprovechara. Como luchaban por un litro de agua y como sabían administrarla. Que de sacrificios hacían. Algunos de ellos contaremos, cuando visitemos la isla de La Graciosa. Finalizamos la excursión al filo de las 2 de la tarde, trasladándonos al hotel. Había sido una mañana intensa y muy instructiva. De lo mejor que habíamos vivido en muchísimas excursiones en este y a lo largo de otros viajes. Cumplimos con los deberes vespertinos que diariamente nos imponíamos y a la mañana siguiente, al filo de las 9 de la mañana, una enorme guagua de dos pisos, nos esperaba en la puerta del hotel.

DIA 13-11-10.-

El programa previsto de aquel día era una visita muy especial a:

Isla La Graciosa.

Nos trasladamos en dirección norte casi al final de la isla. Llegamos al pueblo de Órzola en donde estaba el embarcadero. La Graciosa se veía a muy poca distancia. Posiblemente un kilómetro. Una ferry 150


llegó al pequeño puerto, más bien amarradero, amarrando el barco. Su nombre era “Graciosera dos”, denominación nada complicada puesto que su trabajo era llevar y traer turistas entre las dos islas. Muy cercanos a esta isla, un grupo de 4 islotes más, parece servir de centinelas para guardar la isla mayor, que es La Graciosa. A este conjunto de islotes se les llama archipiélago Chinijo, que en el idioma de los aborígenes significa Pequeño, porque pequeñas son sus islitas. De las muchas palabras que los habitantes de Lanzarote han incorporado a su léxico, o mejor dicho, han mantenido en el idioma cotidiano de conversación, la palabra chinijo se usa para denominar a los niños pequeños. Las islas del pequeño archipiélago son 5: La Graciosa, Roque del Este, Roque del Infierno, Montaña Clara y Alegranza. No figuran normalmente en los mapas o atlas oficiales por sus pequeñas dimensiones. El <Graciosera Dos> desató las amarras, no diremos levó anclas, ya que las anclas estaban levadas e iniciamos la travesía. Se nos comunicó que como el tiempo era magnífico en la mar, lo que no sucedió los días anteriores, íbamos a dar un rodeo completo a La Graciosa. Lo haríamos en un tiempo prudencial; la duración de la travesía, sería de una hora más o menos. El viaje resultó una delicia y las explicaciones de nuestra guía, un alimento cultural para nuestro conocimiento. El rumbo que tomó el barco, fue Norte-Noroeste, siguiendo después navegando en sentido inverso a las agujas del reloj, para rodear la isla. La distancia que navegábamos con respecto a la playa era de 200-300 metros lo más lejano o 50 metros lo más cerca, todo en función de la profundidad del mar, el barco se acercaba o se distanciaba. Al este, el islote más separado era Roque del Este, sin habitar, antiguo campo de maniobras militares. Resaltaba un peñasco que sobresalía de la tierra de una altura de 84 metros. En este roque se suspendieron las maniobras militares, ya que todo el pequeño archipiélago, está declarado espacio protegido y Lanzarote ha sido declarada Reserva de la Biosfera. Prohibido tirar plásticos al mar y respeto absoluto a sus especies marinas, incluida su rica flora. Se nos invitó, por parte del Capitán, a un trozo de tortilla marinera y una bebida; algo que agradecieron nuestros estómagos. A estribor una isla semejante a una ballena con las fauces abiertas, se nos dijo que era Alegranza. Esta islita tiene unas considerables dimensiones, 12 km. cuadrados y una única vivienda, que pertenece a sus propietarios: La familia Jordán, de Lanzarote. La isla se puede visitar con permiso de sus dueños, no las playas que si se pueden pisar y bañarse en sus aguas, pues estas, como todas las playas de España, son propiedad del Estado. Hay en ella una especie de aves protegidas, que lamento no recordar cómo se llaman. Proseguimos 151


nuestra singladura a paso de crucero, llegando al Roque del Infierno, pequeño y rocoso, en el que, como se dijo, muchos barcos estrellaron sus proas en las noches tenebrosas sin luz y con mar embravecida, pereciendo muchos marineros ahogados en sus aguas. Cerca ya del Volcán de las Agujas, 66 metros de altura, en la Graciosa, nos encontramos con Montaña Clara, la última isla del archipiélago Chinijo. En nuestra circunvalación nos encontramos con una playa magnífica, con arena amarilla, (algo difícil de ver por allí), en la que había bastantes personas jugando al balón volea y un volcán que tenía las cenizas y su tierra como una gama de colores y, según nos explicó la guía, una cueva en el mar, penetrando en ella, nos llevaba hasta el cráter. Otra cueva laberíntica producida por la lava hace miles de años. Casi terminado ya nuestro periplo marino, observamos a lo lejos el Mirador del Río que habíamos visitado unos días antes. En una de las montañas colaterales al Mirador, observamos una, de unos 500 metros de altura, con una inclinación o pendiente topográfica de unos 40 grados, observando que un zigzagueante camino, a modo de vereda, se iniciaba en la playa llegando hasta su cima, en donde desaparecía. En los años 40, las mujeres de los pescadores de la Graciosa, al terminar de faenar sus maridos, cargaban el pescado sobre sus cabezas y subían por aquellos casi acantilados, para vender el pescado en Lanzarote. Por aquella misma vereda, había que subir a los enfermos o a los muertos para que se les atendiera en la isla de la que dependían, a los enfermos para curarles y a los muertos para enterrarles, porque no tenían ni cementerio. ¡Duros años para aquellos habitantes gracioseros! Nos comentó nuestra guía, que esta isla, uno de sus benefactores fue el General emeritense Alfonso Pérez Viñeta, que mediados los años 40 del siglo XX, era Gobernador Militar de Las Palmas. Bueno era que los isleños gracioseros, guardaran un buen recuerdo de los militares de aquella época. Yo no llegué a conocer a este militar, pero sí recuerdo una anécdota, que nuestro amigo y compañero Antonio Mahamud Calderón contaba de él. Comentaba que en uno de sus discursos decía: “Mujeres Canarias, doblemente buenas, por ser mujeres y por ser canarias…” y esto lo decía el bueno de Mahamud poniendo la voz meliflua como si fuera un lamento. Se lo conté a la guía y le hizo gracia. (Inútil es decir que nuestra guía era canaria o, mejor dicho, conejera). Arribamos al pequeño puerto y desembarcamos. La población de la isla, unos 600 habitantes, se dedicaba primordialmente a la pesca y a atender al turismo, que eran sus principales fuentes de ingresos. Había otro poblado llamado Pedro Barbas, que estaba deshabitado. Lo estuvo hace bastantes años, pero ahora ha quedado como colonia de 152


veraneantes, principalmente de Tenerife y Las Palmas. La isla tiene una extensión de 27 km. cuadrados. El poblado es eminentemente marinero. Sus calles son todas de arena de playa. Sus adornos de plantas en los dinteles de las puertas son cactus, de muchas variedades, palmeras, cocoteros y el resto de flora de aquellas latitudes. Con la gente que hablamos, fueron amables, serviciales y comunicativos. El nombre de sus calles, propios del pueblo: Barlovento, Sotavento, Babor, Vientos Alisios, Volcán x, etc. Visitamos la pequeña Iglesia, que naturalmente estaba dedicada a la patrona de la isla: La Virgen del Carmen, patrona de los pescadores. El Altar Mayor era una copia de artilugios y motivos marineros: Estaba encima de un ancla y otros detalles perfectamente acoplado. La silla del sacerdote, era una lapa en el respaldar. Una red hacía de tapiz en el fondo del altar. La lectura del evangelio, se hacía sobre un atril mantenido por un timón. Las velas salían de la boca de dos enormes peces… Todo de una originalidad y humilde plasticismo, que resultaba especialmente atractivo. El dinero para la construcción de esta iglesia y el cementerio, lo proporcionó el que fuera Capitán General de Canarias el gaditano Francisco García-Escámez e Iniesta. Era el año 1945. Hasta ese año, a los muertos había que llevarlos a Lanzarote para enterrarlos. Regresamos al ferry sobre las 2 de la tarde. Una vez a bordo, se nos sirvió, por parte de la tripulación del <Graciosera Dos>, una suculenta paella que a todos nos extrañó lo buenísima que salió. Abandonamos la isla con nostalgia, ya que a todos nos alegró visitar una isla tan pequeña, como si fuera de juguete. Todo en ella era magnífico, desde sus gentes hasta sus casas y el ambiente que rodeaba a toda la isla. Retornamos a Órzola y sobre las 5 o las 6 de la tarde, estábamos de nuevo en el hotel. La tarde, por repetitiva, no resultaba nada monótona. Pues siempre introducíamos elementos nuevos durante el paseo. Había una colección de aparatos para gimnasia en el mismo paseo, algo que nosotros utilizábamos durante unos instantes para hacer más amena la marcha. Cena, charla, algo de T.V., y a dormir, pues a otro día nos esperaba otra excursión. DÍA 14-11-10.-

Sobre las 09.00 horas montamos en la guagua y la guía nos lo dijo: Queridos amigos, bienvenidos a bordo de esta guagua. Mi nombre 153


es tal, el del conductor cual, (no apunté el nombre de ninguno), y prepárense a disfrutar de la excursión de hoy que será al mercadillo de:

Teguise. La mañana se presenta apretada. Hoy dirección sur y nos metimos en lo que fue la antigua capital de la Isla, la que lleva el nombre de la bella princesa, que por imperativo del normando conquistador Bethencourt, hubo de abandonar a su prometido, el aborigen Tinguayo y contraer matrimonio con el que representaba la fuerza y el poder sobre toda la isla. -La visita a Teguise, nos dijo la guía, es con motivo de que ustedes puedan visitar su famoso Mercadillo, que se expone los domingos, (hoy es domingo), por lo que dejaremos la guagua fuera del pueblo, pues los días de Mercadillo, está prohibida la circulación por sus calles, ya que todo el pueblo, todas sus calles, están ocupadas por este acontecimiento. Nos sorprendió este detalle del Mercadillo. Teguise tiene una población de unos 20 mil habitantes. Nos dejó muestro transporte a poco más de 500 metros del lugar donde empezaba el Mercadillo. Yo personalmente no soy muy adicto a este tipo de mercado, sí mi santa que tiene mono de los mercadillos y le encanta visitarlos en cualquier viaje que hagamos. Lo importante no es comprar, sino ver los puestos. No fue el caso de Teguise, que también compró, Nos adentramos en sus puestos, viendo lo expuesto. Las mujeres, voraces, acaparaban camisetas, ceniceros, bandejas de madera, con formas distintas para fruta, manteles de cocina, pulseras o sortijas que llevasen olivina y los mil un recuerdos que podíamos llevarnos para recordar nuestro paso por la isla conejera. Ya que se ha mencionado la olivina, describiré lo que es. Las piedras de basalto, (negras), lanzadas por los volcanes, las más pequeñas, las que son de pequeño calibre, salen de las entrañas de la tierra prácticamente ardiendo a más de 1000 grados de temperatura; al tomar contacto con la atmósfera, su velocidad y trayectoria se modifican y al contacto con el aire, bajan hacia la tierra zigzagueando, lo que hace que el aire las enfríe, solidificándose su interior y, aunque el exterior sigue siendo negro basalto, su interior se transforma en silicato de magnesio y hierro, con un color verde esmeralda precioso o también adquiriendo 154


el hermoso y verde color del olivo, por lo que deduzco que de ahí su nombre de Olivina. Después los expertos trabajan este material, haciendo toda clase de abalorios, que no resultan muy caros y tan aficionadas son las féminas a estos detallitos. Mi santa, adquirió una pulsera para una nieta, nuestra querida y guapa Begoña, que, con sus 15 años, lucirá en su muñeca. Efectivamente, todas las calles que anduvimos, estaban ocupadas por los puestos del mercadillo en donde había de todo. Se nos dijo que en este pueblo, como antigua capital de la isla, había muchas casas señoriales con gran cantidad de madera en sus puertas, terrazas, balcones… cuando en Lanzarote no hay madera. Había que traerla de otras islas. En la actualidad estas casas están convertidas la mayoría en comercios o restaurantes o bares. Entramos en uno a tomar café y pudimos admirar un hermoso patio con unas flores, la mayoría cactus preciosos, una exposición de botellas de vino, metidas en botelleros de madera, dejando más de la mitad del vidrio fuera, una balaustrada, toda de madera, formada con preciosos arabescos y un balcón en la parte superior del primer piso, que rodeaba todo el patio, imagen de las casas coloniales que se verían en otros tiempos allá en el Nuevo Continente. Como diría el gaditano Pemán, que bullicio, que algarabía, se vivía en todas las calles rellenas de gentes, comprando, vendiendo, hablando, riendo. Me gustó este mercadillo. Todos salimos muy satisfechos de allí, sobre todo las mujeres que llevaban montones de bolsas con los recuerdos de nuestro paso por Teguise. El bello nombre de la princesa permanecerá en nuestra memoria y en nuestras neuronas, hasta que estas fenezcan. Más de una hora permanecimos en este pueblo. Desde una de sus calles vi la torre de la Iglesia, alta y desafiante, mostrando su blancura a todo un paisaje. Me recordó, por su aglomeración de gente, por muchos de sus vendedores, por el fondo religioso de su torre, lo que años ha vi en la Plaza de la Djemaá el Fna de Marrakech, dominada por la torre de su Mezquita la Koutoubía, tan parecida esta torre a la Giralda sevillana, (esta plaza de la ciudad marroquí, ha sido declarada Patrimonio Oral de la Humanidad). Esperemos que algún día, este hermoso espectáculo de Teguise, sea mencionado por el organismo que corresponda premiando su feria dominical. Montamos en la guagua y marchamos hacia la casa en donde estaba:

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La Fundación de César Manrique. En 1966, César Manrique regresa de Nuewa York y decide quedarse a vivir en la isla. Para ello elige el lugar en el que hoy está la Fundación. Empieza a edificar su casa en una superficie de 30.000 metros cuadrados, sobre un campo lávico de las erupciones volcánicas del Siglo XVII y anteriores. Levanta el edificio sobre cinco burbujas volcánicas de gran tamaño, teniendo la casa dos niveles, el de la superficie natural de la tierra y otro que son a modo de sótano en donde está, entre otros detalles, la piscina. La entrada está adornada con un inmenso jardín en donde la belleza principal, son la gran variedad de cactus primorosamente cuidados. La pintura blanca, característica de Manrique, luce por todas las paredes, camino y piedras. Unas figuras abstractas de hierro, La Energía de la Pirámide, (móvil) y El Triunfador, flanquean los caminos de entrada a la casa. Cuando el artista decide crear una fundación, hemos dicho que la reina Dª Sofía colaboró con sus influencias a facilitar esta labor, decide que la sede de la misma, sea este singular solar en donde antes había “fabricado” su domicilio. La casa ha quedado de una forma tan original, que verla es una satisfacción para la vista y un relax para el espíritu. En la parte superior, lo que otrora fuera salón, cocina, dormitorios de invitados, cuarto de estar… ahora alberga salas de espacios en donde figuran obras gráficas de Picasso, Tapies, Miró. Chillida y otros muchos artistas, entre los que figura el propio Manrique. Hay un bar y una tienda para atender a los visitantes. En total hay construidos 1.800 metros cuadrados habitables, 1.200 metros cuadrados de terrazas y jardines y 2.900 metros cuadrados de aparcamientos; y todo sobre un suelo volcánico, que visto desde fuera, causa asombro creer que semejante edificio lleno de comodidades, pueda estar construido sobre una superficie tan abrupta y rodeada de un paisaje tan salvaje y prehistórico. En el nivel subterráneo, llama la atención lo laberíntico de su distribución y comodidad. Las cinco burbujas volcánicas, han sido horadadas creando estrechos vasos comunicantes, de una belleza sin par, que comunica toda la plana baja. En el jameo central una piscina, pequeña pista de baile, horno barbacoa, hace sentir la maravilla de toda esta creación. La abundante vegetación en toda la casa, produce una sensación de bienestar y placer para la vista, como si estuviéramos en el Jardín de las Hespérides. En 1.994 se inaugura Taro de Tahiche, que así se llama esta edificación, reflejando la armónica síntesis entre una 156


concepción moderna del espacio arquitectónico y la tradición de la arquitectura tradicional lanzaroteña. Toda ella es de una belleza y originalidad que provoca un signo de admiración al contemplar tanta belleza unida. Se puede decir del lugar que ocupa la fundación, sobre todo del 2º nivel, la parte subterránea construida en las burbujas volcánicas, que podría ser una cueva troglodita de hace 20.000 años, con las ventajas y comodidades del Siglo XXI y pinturas y cuadros abstractos y futuristas de los años venideros. Terminada la visita, salimos relajados después de ver tanta belleza. ¿A quién se le podía ocurrir construir el Restaurante El Diablo en el cráter de un volcán y Taro de Tahiche, una vivienda de gran confort y comodidad sobre unas burbujas volcánicas? Solo a un genio como César Manrique. Nos montamos en nuestra guagua y emprendimos el camino del hotel, pero antes hicimos un alto en:

El Jardín de los Cactus. Esta magnífica obra es idea y realización de, ¿cómo no?, el polifacético César Manrique. Todos los QUIJOTES y las personas que hayan leído mi trabajo titulado <La Insolación>, saben de mi ancestral odio hacia los cactus y toda la familia perteneciente a esta tribu. Confieso que la visita a este jardín, mitigó en parte mi animadversión hacia estas plantas que, cuidadas y mimadas por el hombre, embellecen nuestro hábitat y nos reconcilian con sus afilados pinchos, eliminando los instintos asesinos que en ese escrito reflejábamos ambos: Yo y el Cactus. César Manrique se dedicó a contactar con el mundo entero y allí donde hubiera cactus, ya fuera México, la Pampa Argentina, el desierto, de Arizona o el de Gobi, las llanuras chinas, los secarrales australianos o el lugar del mundo más alejado e inhóspito, mandó traerlos de todas las latitudes del globo terrestre. Hasta 1.400 especies diferentes consiguió reunir en su Lanzarote. La entrada al jardín está guardada por un Cancerbero terrible. Todos sabemos que, según la mitología griega, el Can-Cerbero, era un perro-demonio con tres cabezas y cuyo rabo era una serpiente. Guardaba la puerta de Hades, el inframundo en la mitología griega; su misión era que ningún muerto pudiera salir de este infierno y ningún vivo pudiera entrar en el. Así, a la entrada del Jardín, 157


un inmenso y terrible cactus forjado en hierro de color verde, obra de César Manrique, protegía la puerta de entrada. Sus cientos de puntas afiladas como puñales, impedían que nadie pudiese entrar si no era por la puerta del jardín. Era el símbolo representativo de lo que más adentro nos encontraríamos. Pero antes de entrar, la guía nos hizo una demostración de cosmética. Sobre un cactus que había a la entrada, este de verdad, recogió unos cuantos huevos minúsculos de cochinilla, que habían puesto estos animalitos sobre las hojas largas y anchas de un cactus. La cochinilla, solo pone los huevos en esa planta. Los colocó sobre su mano, los restregó con los dedos, saliendo una masa casi líquida y con uno de sus dedos, untó sus labios, quedando estos completamente rojos. -Esto es lo que se utilizaba antes para que las mujeres pintaran sus labios, nos dijo. Y esta pintura de labios que me he dado, me durará todo el día, concluyó. El color era de un rojo sangre precioso. Luego nos completó su explicación, diciendo que ahora, con los productos químicos, como la anilina, se suplen los huevos de cochinilla, pero que el color natural que dan, es superior a todos los demás. Entramos al jardín y desde un plano superior observamos una panorámica pudiendo contemplar un audaz complejo arquitectónico, que mantenía inquebrantable el binomio que era el Arte y la Naturaleza. Unos 20 mil metros cuadrados de terreno, se mostraban en un plano inferior, cubiertos de cactus. Las 1.400 especies diferentes que logró reunir el artista, 600 no se adaptaron al clima conejero y murieron. Pero sobrevivieron 800 que son los que están allí. Enormes troncos elevando sus alturas desafiantes hacia el cielo y minúsculos duendecillos, casi imperceptibles en la tierra, daban vida a unos cactus que sorprendían por sus figuras. En medio toda una gama de estas plantas con flores exóticas, figuras rocambolescas, casi todos cubiertos de espinas, sorprendían a los visitantes. Su altura y grosor, no guardaban ninguna uniformidad, realzando la belleza precisamente la asimetría de sus contornos. Con una disconformidad perfectamente calculada, hasta el desorden semejaba unas alineaciones perfectas. Cactus dentro del agua, sobre cenizas volcánicas, sobre piedras de basalto, en fin, disfrutamos viendo toda una variedad diferente de esta terrible planta, que allí era un símbolo de hermosura dentro de un conjunto armónico de belleza. Mil veces disparamos la máquina de fotos o tomamos el campo con nuestros tomavistas. Jamás habíamos contemplado tal diversidad 158


de una misma especie. El espectáculo fue impresionante. Creo que algo cambió en mí, con respecto a mi opinión sobre los cactus. Abandonamos el Jardín de los Cactus con un recuerdo para César Manrique. ¿Cómo era posible que una mente humana almacenara dentro tanta belleza y tanta genialidad? Regresamos al hotel. DIAS 15- y 16- (11-10).-

Descanso y Anécdotas.

Quedaban dos excursiones más, una a la vecina isla de Fuerteventura, que desistimos de ir porque era todo el día y, según la explicación de nuestra guía, no nos resultó convincente. Además otra travesía en barco y mi santa, (se le nota que no viene de familia marinera), siente cierto repelús por la mar, A pesar de las buenas amistades que tengo con el Océano Atlántico, a quien dediqué un escrito de amor y ternura de mis tiempos en los que conviví con el. Otra excursión era algo de playas y playas tenemos en todos sitios, (bueno en Córdoba no hay, pero nuestro alcalde, nos ha prometido que si le votamos en Mayo, que son las Municipales, antes que termine la próxima legislatura, tendremos una magnífica playa en Córdoba, que ríete tú de Valdelagrana, la del Puerto de Santa María. Y yo confío plenamente en mi alcalde). Dedicamos estos dos días a terminar de comprar algunos regalos en distintos pueblos y ya de paso visitarlos y conocerlos, así como repetir visita a la capital, Arrecife, ciudad que tiene un encanto especial. Algo diré del personal del hotel: Amables, serviciales, competentes, con un trato casi familiar pero siempre con un respeto cariñoso. Como anécdota diré que el primer día tuve un pequeño problema gástrico que traía de Córdoba. El que parecía ser el jefe del comedor se enteró porque mi santa le comentó algo. Retiró la comida que yo tenía en la mesa y en un santiamén, trajo de la cocina lo que él y nosotros creímos más oportuno para combatir el mal. Las habitaciones espaciosas y limpias; su servicio amable y simpático. Con los compañeros de viaje, no solo los de Córdoba que viajábamos juntos desde nuestra ciudad, sino los que coincidían con noso-

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tros en las excursiones, la mayoría catalanes, gente comunicativa y cordial. En este aspecto nada que objetar. De las noches, todas las noches de baile y juegos en el salón principal, enorme y muy bien amueblado, poco o nada puedo decir, pues no somos muy dados a la farándula, el bullicio y el divertimento. Si en nuestra juventud y en nuestra dorada madurez, fuimos tan apasionados en comernos todas las fiestas con ansia y devorar los momentos de celebraciones de cualquier acontecimiento con verdadera furia, montar los números más inverosímiles mi santa y yo en reuniones con amigos, que aquello debió agotar todas nuestras reservas y nada quedó para prolongar la juerga de la vida. Es decir, ahora somos moderados en los jolgorios y parcos en los bullicios. ¿Nos arrepentimos? ¡Que nos quiten lo bailao!, que decía el filósofo. Y quiero rematar el relato con una anécdota. Las 3 comidas en el comedor, autoservicio, solían ser bastante variadas. Pero una cosa me llamó la atención en el desayuno. Nosotros no nos salíamos de nuestra vieja costumbre: fruta, café con leche o leche sola y tostadas con aceite. Pero en ese hotel, supongo que también en otros, se acompañaba el desayuno, lo que se estuviera tomando, con champán o cava; (el que quería, por supuesto). Había un matrimonio de mi pueblo, al que yo no veía desde hacía un montón de años. La cara me resultó conocida y un día le pregunté y al momento nos conocimos los 4. El era de mi edad, más o menos, se llamaba Sisebuto y su mujer era Petronila. Recuerdo que tenía un hermano que se llamaba Sisenando, lo que no se si sus padres eran los Reyes Godos, con esos nombres que les pusieron. El había sido toda su vida una persona que había vivido de la agricultura, pero como empleado, sin tierras propias, como jornalero. Como persona era un santo y un trabajador nato. Poco después de casarse, marchó a Cataluña para mejorar su nivel de vida, algo que consiguió, sin llegar a la opulencia, pero sí a una vida más cómoda que la que tenía en nuestro pueblo. Trabajó como peón de albañil o algo así. Digo esto para situar un poco el escenario de mi paisano, algo cateto, poco versado en leer y escribir, más bien cazurro, viejo amigo y compañero en la escuela de D. Andrés en la que apenas si estuvo un año. Una mañana bajamos a desayunar y estaban Sisebuto y Petronila, sentados en una mesa con algunas viandas y dos copas de espumoso encima de la mesa. -¿Nos podemos sentar?, preguntamos.

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-Por supuesto, paisano, sentaros con nosotros. - Pero Sisebuto, ¿Qué hacéis en el desayuno con esas dos copas?, pregunté con una sonrisa medio irónica, medio socarrona. -Pues ya ves, Plácido, desayunando, contestó señalando las copas. Desayunando con champán. Ya tenía yo ganas de algo así. Toda mi vida, allá en el pueblo, comiendo entre las olivas, sentado en el suelo, un pedazo de pan y un cacho de tocino, sin más bebida que el agua y ahora que puedo tomar un desayuno de ricos, lo hago. -Pero, Petronila, le preguntó mi santa a su antigua y conocida paisana, ¿te gusta el champán a tí y más en el desayuno? -Mira Josefina, la verdad es que a mí esto no me gusta. Incluso me pica la nariz con las burbujitas. Pero lo que dice el Sisebuto, ahora que ya somos mayores y podemos viajar con el IMSERSO, pues lo hacemos. Si los demás lo hacen, es que eso es bueno y debe ser de ricos. ¡Para una vez que podemos…¿Por qué no hacer un desayuno con champán? Los cuatro nos echamos a reír. Cambiamos de tema de conversación, añorando nuestros recuerdos del pueblo. La verdad es que los dos eran unas magníficas personas. Cuando subíamos en el ascensor, recordé aquella oscarizada y premiada película de Blake Edwards que protagonizaron la angelical Audrey Hepburn y el atractivo galán George Peppard: Desayuno con Diamantes. ¿Qué menos tenían el Sisebuto y la Petronila que la Hepburn y el Peppard? Pues muy bien. Me parecía de Óscar que estos dos trabajadores natos, toda su vida luchando por una situación mejor, desayunaran con champán. Aunque no les gustase.

DIA 17-11-10.-

El Regreso.

Amaneció el día del regreso a casa. Lo normal: Las maletas preparadas, repasar la habitación para que no se nos olvide nada, bajada al hall del hotel y repasar la mente tratando de encontrar posibles olvidos. Todo perfecto. La temperatura la misma que a la llegada, unos 25 161


grados. Una guagua nos trasladó al aeropuerto, compra de lotería en la administración del aeropuerto para reponer fondos, (nos toca seguro), y con la puntualidad que caracteriza a Mundo Senior, nuestra aeronave, la misma que nos trajo, (lo supe porque una de las azafatas, china o japonesa guapísima, que en esto de distinguir entre los amarillos, soy un negado), calentó motores que soltaron un rugido al acelerar y elevó el vuelo con la majestuosidad de un águila real. Surcando un cielo azul purísimo, giró la dirección y puso rumbo a Sevilla. Una hora y media después se posaba con suavidad en el asfalto del aeropuerto de S. Pablo. Un cielo gris color ceniza y una lluvia impertinente, nos dio la bienvenida a la península. Se notaba la mordedura del frío que tuvimos que aplacar con los jerséis que llevábamos en el equipaje de mano. Recogida de maletas, autobús y por la autovía N-IV a la Capital del Califato y la Bética. Era ya de noche cerrada cuando traspasamos el dintel de nuestra casa. Gracias a Dios, todo sin novedad. ¡Loado sea el cielo! Amén.

puntualizaciones

Quiero dejar constancia de algo importante y puntualizar la génesis de este escrito: La confección del mismo ha sido posible, por reunirse varias circunstancias favorables: 1º.- Las explicaciones de los Guías, (diré las Guías, ya que todas, menos uno, han sido mujeres quienes nos han atendido); sus explicaciones, su claridad de conceptos, la fluidez de su palabra, el conocimiento de los temas a tratar, han contribuido enormemente a nuestra comprensión. 2º.- Aunque en menor medida al escribidor de esta crónica. He tomado multitud de notas en este viaje, me he apoyado en los pequeños folletos explicativos de los diferentes lugares que hemos visitado y he agotado mi memoria con los hechos que día a día se iban desarrollando. Después he tratado de ordenarlo todo, tal como ha sucedido. 3º.- Para mí el más importante: Lanzarote. Protagonista principal de este relato. Si los lugares visitados no hubieran sido reales pero diferentes, si no fuera una isla que alberga tanta belleza no vista en ningún otro sitio, si no nos hubiera prestado su acogida, abriéndonos paisajes de verdadero misterio, todo este relato no hubiera sido posible. 162


Recomendación: Visitar y ver Lanzarote. P.S. Estoy convencido que en este relato de hechos acaecidos verdaderamente entre los días 8 y 17 de Noviembre de 2.010, hay errores de datos o fechas o lugares o circunstancias. Pido perdón por ello, pues son tantas las cosas que vivimos en 10 días que, en mi descargo, citaré un pensamiento de nuestra lengua latina, madre de nuestro castellano: Errare humanum est: Es humano el equivocarse. Como digo en mi subtítulo al principio, todo está visto por los ojos de un profano. Pido perdón por ello. Escrito en Córdoba, el 4 de Diciembre de 2.010 (Festividad de Santa Bárbara, Patrona de Artillería)

Vale.

comentarios Algunos de los QUIJOTES y otros corresponsales, han leído el trabajo anterior. Todos han coincidido en una cosa: No hace falta ir a Lanzarote, con lo que yo les digo basta para conocerlo: ¡Tampoco es eso! Como muestra basta un botón varios botones. Querido Plácido: Acabo de leer detenida y reposadamente tú crónica sobre vuestro viaje a esa rara y extraña isla de nuestro territorio patrio llamada Lanzarote. Digo rara y extraña porque como tu bien dices, lo que se ve allí no se observa en ningún otro lugar, al menos que yo sepa. Tal vez cuando tengamos la oportunidad de pasar un fin de semana en el mar de las tormentas o en otro sitio de nuestro satélite es posible que podamos hacer alguna comparación al respecto. Ni que decir tiene que he disfrutado con la lectura de tu reportaje literario sobre Lanzarote. Me he quedado asombrado y admirado con la cantidad de detalles que expones con tanta originalidad y realeza que casi no es necesario desplazarse a Lanzarote para ver y admirar todo lo que contiene esa rara hermosura de la isla. Creo recordar, te dije que hace unos años estuve en Lanzarote visitando a un compañero y pasé allí casi un mes visitando muchos de los lugares que tu ahora relatas en tu escrito, por tanto al leerlo, me ha hecho rememorar las vivencias que tuve en aquellas fechas. 163


Como te he dicho anteriormente, he leído detenidamente tu escrito y no he visto que hayas dado el paseo montado en camello-taxi (camello o dromedario), que como sabes también es algo casi obligado al visitar los paisajes cubiertos de lava, aunque más bien, eso queda para los guiris. He quedado encantado con tu relato porque además de haber adquirido conocimientos sobre la isla, también he aprendido algo de historia que tenia olvidado, y es que al escribir un relato, tienes el encanto, virtud o lo que sea, de hacer una serie de apuntes de carácter histórico que hace más interesante y más amena su lectura. También debo confesar con toda humildad que nunca jamás había oído decir que alguien se llamara Sisebuto y Sisenando, que como bien dices, deben ser familiares directos de los Reyes Godos. Mi felicitación más sincera y espero que sigas obsequiándonos con estos trabajos literarios para nuestro gozo y complacencia. Un fuerte abrazo. Paco.

De Paco Ramírez Hurtado, en el Puerto de Santa María

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documentos grÁficos de lanzarote

La habitación del hotel con terraza tapada con las cortinas.

Río subterráneo de lava en la Cueva “Los Verdes”.

Artista en el escenario de la cueva.

En el lago del espejo.

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En el jameo del agua con los cangrejos ciegos. Puntitos blancos.

Lago de agua salada

y

el blanco de César Manrique

Espacio para recepciones. En un jameo.

Desde el Mirador del Río Isla La Graciosa del Archipiélago Chinijo. (Pequeño).

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Castillo de S. Gabriel en Arrecife.

Salón de relax, baile y juego.

Entrada del océano Atlántico

Lava en las Montañas del Fuego.

Hotel Arrecife. Edificio más alto de la Isla de Lanzarote. 20 pisos.

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La temperatura a 100º prende las yerbas.

Parrilla para asar carne a 300º c.

¡Helo ahí!

Un cráter en Timanfaya.

La pareja en el Restaurante El Diablo.

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¿Cuál es el diablo? Se Rifa un viaje entre quienes Lo sepan.


Cenizas volcánicas de hierro.

Ved la recua de dromedarios.

Valle de la Tranquilidad.

En el cráter: Restaurante El Diablo.

Virgen de los Remedios, patrona de Yaiza. Paró la lava de los volcanes En 1736.

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Es una miniatura para hacer un Belén en Yaiza.


Ruta del vino en la Geria.

Estatua de Manrique al Campesino conejero.

Lo que Dios ha unido‌

‌no lo separen las sillas.

Residencia Real La Mareta. (Aljibe). Esta fue nuestra humilde morada. 170


¡¡¡Tierra a la vista!!! ¿Será Córdoba? Islotes del pequeño archipiélago.

Caminante no hay camino…

Volcán las Agujas en La Graciosa.

…Hay estelas en el mar.

El sueño del monstruo es multicolor. Calles de arena en La Graciosa.

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¿Palmeras con dátiles o cuadro

Mercadillo de Teguise. ¿A que

De César Manrique?

Puesto me voy?, parece pensar.

Escultura de Manrique.

Aquí se construyó La Fundación

Se mueve con el viento.

Ved el río de lava.

Figuras: Abstractas y real, la de Mi Santa.

Piscina en una burbuja volcánica. Un piso debajo del nivel de la tierra.

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Ved: 2 cactus y un clavel.

El Jardín de Cactus.

Variedad de cactus en ceniza.

¡Qué maravilla y que pinchos!

¿Hay variedad de cactus…?

En este jardín 800.

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Abajo: El Valle de la Tranquilidad.

Una cueva en Timanfaya.

La Ruta de los Volcanes.

CĂŠsar Manrique: Homenaje

Piscina del Hotel.

Bajando en el ascensor.

Al pescador conejero.

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Amanecer desde mi terraza.

La mujer de Rosa.

Mi santa: Puse el Atlántico a sus pies.

QUIJOTE leyendo la 3ª de ABC.

¡Hasta luego, Lanzarote!

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Uno de los QUIJOTES, posando junto al terrible Cactus. Se llama Can Cerbero. Es como un perro de presa, que vigila la entrada al JardĂ­n de los Cactus

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EL REGRESO ¡¡Ya estoy aquí!! que dijo el ínclito Tarradellas pero en otro idioma. De nuevo mi naturaleza ha sentado sus reales en mi querido y admirado Califato de Córdoba. ¡Ay si los Omeyas levantaran la cabeza! A mis queridos Quijotes, os digo que he sentido mono de vuestra ausencia. Os he añorado allá en Lanzarote, aunque me ha servido de mucho el calor que aquella isla me daba: 18 de mínima y 24 de máxima, así durante 10 cortos días. Grandes recuerdos traigo de la isla conejera, gentilicio de los de allá, que están orgullosos de la belleza salvaje e inigualable de muchos de sus paisajes. Os amenazo con escribir, y yo cumplo mis amenazas, la memoria de estos diez días, en donde utilizando las fuentes de nuestros guías, he llenado mi mente de su historia y su belleza. Dadme otros diez días y os mandaré un río informativo que os animará a correr en busca de aquellas tierras que parecen sacadas de los confines del universo. Allí se sumergió la Atlántida y emergieron cientos de volcanes furiosos. Tengo el ordenador saturado de mensajes: ¿100, 200...? ¿Quién lo sabe? Qué alegría me da saber que durante mi ausencia os habéis acordado de mi humilde persona y ahora me satisfaré abriendo, leyendo, contemplando, estudiando, riendo y llorando durante horas y horas vuestras cuitas, consejos, informaciones, dimes y diretes. Total ¿qué significan unos cientos de horas comparadas con la inmensidad del Océano Atlántico, en cuyas aguas me volví a sumergir, como si de una renovación bautismal se tratara, recordando mi vida anterior en las playas de Sidi Ifni? (A solo 100 Km. de la costa lanzaroteña). Muchas son las cosas que estos ojos, que se han de comer los gusanos, (aunque me dan ganas de que los incineren y que se fastidien los guarros y voraces gusanos de la muerte), han visto. Quizás lo haga por capítulos. Los dioses de los aborígenes dirán. Por cierto no he visto al atractivo Richard Gere, quiero decir Lanzarote o Lancelot, ni a la reina Ginebra. Sí había en el hotel varios normandos que me hablaron de la Mesa o Tabla Redonda, haciendo alabanzas de su fundador Arturo, que lo hizo a título de Rey. Para que mitiguéis en algo el mono que habéis sufrido durante mi ausencia, os mando un adjunto, 2 folios y medio, recomendando a quien tú sabes, lo elimine, pues no podemos perder el tiempo leyendo tonterías. Durante mi estancia en esa bendita isla, me sorprendió la muerte de Berlanga, al que yo debo una explicación, y esa explicación que le debo, se la tengo que dar. Porque le debo una explicación... y así hasta el infinito. Por hoy y como muestra de salutación, creo que basta. Desde el califato de Córdoba besos y abrazos según corresponda.

Plácido.

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cartas abiertas

Hace bastante tiempo, que se perdió la costumbre de escribir cartas. Este género literario que se llamó epistolar o epistolario, (del latín: Epístola=Carta), ha desaparecido por culpa de los ¿avances? Científicos y tecnológicos. ¿Cómo puede un avance terminar con lo que ha sido un goce para quien lo escribía y para quien lo leía? Primero el teléfono abrevió al principio y suprimió después la ilusión de abrir una carta, y leerla que era como mantener una conversación en la que uno de los dos interlocutores soltaba de un tirón todo lo que llevaba dentro y el “oyente” no cometía la falta de educación de interrumpir al que “hablaba”. Luego el otro interlocutor contestaba con arrobo, amor, serenidad, entereza, dureza, pasión o con lo que mereciera su compañero de “charla”. ¿Cuántos testimonios se podrían poner a lo largo de la historia de la literatura, lo que ha sido la correspondencia solo entre dos personas? Cuantas cartas de amor se han escrito entre dos seres humanos; y de intimidad escarbando los lugares más recónditos del corazón; y de odio destilando a través del papel veneno, hiel, odio. Cuantas disputas de tipo filosófico o científico han mantenido dos seres inteligentes a través de sus cartas. Y siempre dos personas. Solo dos personas porque no cabían más. Buceé un poco por la literatura y encontré como este género literario, como la poesía, el teatro la música, lo habían practicado grandes personajes de nuestra historia literaria, como… pero no. No voy a cometer la imprudencia de citar a unos cuantos personajes importantes, teniendo que silenciar a otros muchos que también merecen la pena entrar en estas páginas. Y como el avance s imparable, se inventaron los ordenadores y lo que antes eran cartas extensas, repletas de sentimientos, ahora se han convertido en dos renglones sintetizados porque el tiempo nos ha robado parte de nuestros sentimientos y si los expresamos, perdemos el tiempo o se lo hacemos perder a los demás. Y es más, muchas veces “remitimos” una carta no a quien debería ser un solo destinatario, sino haciéndolo a muchos, muchísimos, perdiéndose así el misterio del secreto que solo deben conocerlo quien escribe y quien lo recibe. Y nada digamos de los teléfonos móviles y sus perversos mensajes. En cinco frases, con faltas de ortografía que hieren las pupilas, con palabros absurdos que incorporan a su léxico, con giros inverosímiles que apenas entendemos, se transmiten unas ideas que, los que ya pei178


namos canas, al leerlos creemos que estamos en un país extranjero, con un vocabulario extraño y una palabras que nos golpean el cerebro con su pésima sintaxis, su mala prosodia o su ortografía delictiva. A esto se le llama Avance científico y Tecnológico, y al género epistolar que hemos perdido hay que llamar Parte de la Historia en su faceta carca. Esta es la servidumbre del avance, tributo que se paga a lo que fuera otrora magnífica relación epistolar. Así pues, de mi archivo he sacado unas cartas que verán la luz, lejos ya del secretismo del autor y el receptor. 1ª carta.- Para Alfonso López Gutiérrez. En la que el autor comenta a su amigo de la juventud, Alfonso, lo que le han traído los ordenadores como alteración de su vida. 2ª carta.- A mi hermana Emilita. La Santa Biblia. Historia de un regalo y finalidad del mismo. 3ª carta.- La Palabra. Para Jacinto Ruiz Morilla. A raíz de darle el Premio Nobel A Mario Vargas Llosa, un cruce de cartas entre el autor y su amigo Jacinto. 4ª carta.- Carta a los Reyes Magos. Mi carta en el septuagésimo año de mi vida. 5ª carta.- Carta a Papá. Emotiva carta de una hija de 15 años, (mi nieta Begoña) a su padre, (mi hijo José Carlos). 6ª carta.- El Silencio de los Quijotes. Esta ya es más atípica, puesto que el destinatario ya no es uno, sino varios. El propietario de la carta es el destinatario. Así pues he solicitado le venia, el Nihil obstat, de sus dueños que me ha sido concedido para poder publicarlas. Para finalizar, fiel a mi tradición cristiana, citaré dos ejemplos de cartas que siempre llamaron mi atención: a).- El Nuevo Testamento, los Evangelios el Apocalipsis, las cartas etc., no dejan de ser una carta escrita por los Apóstoles de Cristo para toda la humanidad venidera. b) Las encíclicas de los Papas son cartas para todos y cada uno de los cristianos y de todos los habitantes del mundo.

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para alfonso lÓpez gutiÉrrez

Querido Alfonso: Como te prometí te mando lo último que he escrito como libro. Tú sabes que siempre me ha gustado escribir y ahora, con la potenciación de los ordenadores, en este tiempo informático, es por lo menos más fácil y cómodo. Te haré una breve historia de la metamorfosis que se ha operado en mí. Yo escribo relatos o cuentos o poesías o las mismas cartas de tipo personal, desde que aprendí a juntar las letras unas con otras para que tuvieran sentido. Recuerdo que le escribía cartas, estando en Sidi Ifni, donde coincidimos tú y yo, a nuestro común amigo Antonio Campayo. Su padre le decía que le gustaba leer mis cartas, insistiéndole en que no dejara de mantener correspondencia conmigo. Hombre, y si D. Antonio Campayo, padre, un hombre de su cultura y saber en aquellos remotos tiempos, tenía esa opinión de mí, algo vería en aquella “agua” cuando él la bendecía. Sin alardear de cómo escribo, (no creo que me den el Nobel de literatura), al menos junto letras con algún sentido aportando algunas ideas, sí puedo decir que me agrada mi trabajo y escribo más para mí y mis allegados, que con ánimo de lucro publicitario o crematístico. Para mí, el escribir ahora, supone una vía de escape a los muchos problemas que nos abordan cada día. Pero vamos al trabajo del que me siento muy orgulloso. Parodiando al Cardenal Cisneros, cuando amenazó a los nobles que querían dar un golpe de estado contra el régimen de los Reyes Católicos, diciéndoles: Estos son mis poderes, mostrando los cañones y las tropas que tenía en el patio principal de palacio, yo diré: Estos son mis libros; y estos son: Libro nº 1. IN MEMORIAM. Historia de los apellidos Pascual y

Avilés. Morales y Cantos. De 1. 760 a 2.008. Este libro se imprimió el 23 de Abril de 2008. Tiene 182 páginas y como habrás visto es la historia de los apellidos míos y los de Josefina. Yo le doy a este libro un doble mérito: 1º mérito: Aún no tenía mucha idea de los ordenadores y apenas si sabía manejarlo. Por lo tanto la labor fue de chinos. Lo escribí a mano y después lo pase a máquina de escribir. Luego uno de mis hijos y mi nuera, su mujer, lo pasaron al ordenador. 2º mérito: El trabajo de investigación de los 4 apellidos, fue de lo que no te puedes imaginar. Llamadas de teléfono a los Registros Civiles y de la Iglesia. Conver180


saciones, casi todas telefónicas, con los familiares más “viejos”, aún vivos de esos apellidos. Recabar datos de donde podía. Documentos oficiales, partidas de nacimiento, matrimonio, defunción o cualquier otro que me aportara ideas; lectura de los mismos, de dónde sacaba multitud de datos, etc. Va acompañado de muchas fotos de esas 4 familias. Por ponerte un ejemplo, no solo fotos de mis padres. En ese libro van unas fotos de 2 de mis bisabuelas maternas, del año 1880, ambas nacidas sobre 1860. Y de la familia Cantos, aporto la partida de bautismo de un bisabuelo de Josefina nacido en 1826. Fue Teniente de Caballería y tengo el original de su nombramiento como Teniente en el año 1871, firmado por el que a la sazón era Presidente de la primera República, (fue el último presidente), Emilio Castelar. Y obra en mi poder ¡¡una copia de su expediente militar!! que me ha facilitado el Archivo militar de Segovia, en donde hay miles de expedientes de oficiales de hace tropecientos años, pertenecientes al Ejército español. Esto es una joya. Y una foto de este mismo personaje que es anterior a 1871, vestido con el uniforme de gala de Teniente. La foto debe ser anterior a este año, puesto que en 1873, este hombre fallece de algo del corazón. En mi singladura buscando mis antecedentes, llego a finales del Siglo XVIII en algunos de nuestros antepasados de los 4 apellidos. Figura también fotocopiada una carta personal de mi madre, escrita a su hermano Ramón el 14 de Abril de 1939, que para mí tiene todo el valor que ya te puedes imaginar Poseo muchísimos más documentos, aparte de mi relato y escritura, hablando de los personajes que en el libro se describen. En esta época ya manejo algo más el ordenador y con otros militares de mi promoción, fundo, fundamos, entre dos o tres, un grupo internauta al que denominamos LOS QUIJOTES. Ahí ya me suelto más con la escritura y aprendo muchas cosas de las posibilidades del ordenador. Escribimos sobre muchísimos temas. Quizás el más prolífico en escribir soy yo. Libro nº 2. Realidades y Fantasías. Este libro tiene 228 páginas, acompañado también de fotografías. Este es un batiburrillo, miscelánea de artículos míos intercambiados con los Quijotes; algunos serios, otros de humor, vivencias personales, etc. Incluyo algunos temas militares de mis vivencias en Sidi Ifni, cartas utópicas como la dirigida al Gran Capitán, u otra dirigida al Océano Atlántico, etc. Aquí transcribo las poesías que escribí en mi lejana juventud, la mayor parte de ellas en Sidi Ifni. (2 de ellas te las mando en este libro, aunque en el original no figuran). También incluyo unas biografías familiares, que para mí tie-

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nen un valor inmenso, así como otros temas de familia. Este libro lo edito el 12 de Octubre de 2009. Pero alternando con este trabajo anterior, estoy realizando otro. Sigo investigando el apellido Pascual. Libro nº 3. Estudio de la Familia Pascual. Apéndice I. De 1710 a 2009. Este Libro consta de 214 páginas, se editó el día 8 de Mayo de 2009, dos meses después que el anterior, con gran cantidad de fotos en blanco y negro o de color de la familia Pascual. Hay 9 generaciones correlativas perfectamente identificadas con sus nombres y apellidos. La generación nº IX sería la que corresponde a mis nietos y la nº 1 corresponde a mis “pentabuelos” o abuelos nº 5. En otra va la foto de mi bisabuelo Vicente y el nombre de su mujer, mi bisabuela Plácida. La foto de su hijo, mi abuelo Saturnino y el nombre de su mujer, mi abuela Custodia. La foto de su hijo, mi padre Telesforo y su mujer, mi madre Pepa. Mi foto y el nombre de mi mujer, Josefina. La foto de mi hijo Javier y el nombre de su mujer, Juani. Y la foto de mi nieto Javier. Son seis generaciones consecutivas sin que se rompa ningún eslabón. Van un montón de personajes, ordenados en cuadros sinópticos, todos Pascual de apellido o sus consortes y sus hijos. Escritos manuscritos de personajes Pascual del Siglo XIX. Partidas de bautismo de mediados de 1700. El Pascual más antiguo encontrado, nacido sobre 1710. Va fotocopiado, entre otras joyas antiguas, el expediente militar de mi padre durante la guerra en el bando nacional, porque el tiempo que estuvo en zona roja, la mitad de la contienda, ha desaparecido. Cartas autógrafas de algunos antepasados, etc., etc., etc. Para mí una joya y todos los documentos los tengo guardados como oro en paño. El libro es un tesoro. Para verlo. Libro nº 4. Tratado sobre Atilano Morales y Díaz Galiano. Este personaje es el abuelo paterno de Josefina, padre de D. Carlos. Como creo que tú sabes, era Maestro, terminó la carrera de Maestro de Enseñanza Pública, así se llamaban entonces, a finales del Siglo XIX. Estuvo en la Torre de Juan Abad, (C. Real), unos 20 años y después en Úbeda. Fue un personaje culto, muy instruido, polifacético y un pedagogo ejemplar. Muy querido por quienes lo conocieron. En el centro del libro, va un manuscrito de su puño y letra en donde narra la vida de su hijo Carlos, mi suegro, desde que nace hasta que se va a la “mili”. Esto es un diamante. La cantidad de cosas que se aprecian en ese manuscrito, hecho de su puño y letra. Van 7 generaciones consecutivas de Morales con sus respectivas esposas o esposos. He recabado fotos antiguas de la familia Morales 182


y aporto gran cantidad de datos. A mí el libro me ha encantado. D. Atilano murió en Úbeda con 89 años y todos sus nietos lo conocieron menos yo, que soy su biógrafo. Este libro tiene 249 páginas y una cantidad de fotos enorme. Se edita el 13 de Febrero de 2.010, L, (50), aniversario de su muerte. Libro nº 5. El Consejo de Ministros y otras historias. Este es el último. Consta de 281 páginas y es el que te mando y el tuyo tiene algunas páginas más porque te he incluido las dos poesías dedicadas a mis padres. Este verás que va muy completo. Lo inicio con un relato sobre una historia que no ha ocurrido, pero que puede suceder en cualquier momento o a ver qué opinas tú. Y después añado artículos con los que he colaborado con mi grupo de Quijotes, que dicho sea de paso, tienen bastante aceptación. Escribo mucho sobre Córdoba, ciudad a la que adoro y conozco. Tiene de todo, como en botica. De este poco te voy a hablar. Si me gustaría que si lo lees todo, o lo que leas, me des tu opinión. Lo mismo que te dije a ti, que te ofrecí mandarlo por Internet, se lo dije a nuestro amigo Antonio. Él tampoco maneja el ordenador, pero si tiene quien lo puede recibir y se lo puede hacer. Aprovecha y por lo que te va a costar, que creo que será muy poco, lo lees en los ratos de ocio o cuando vayas de viaje en el autobús. Y nada más, mi querido amigo Alfonso. Que disfrutes tanto leyéndolo como yo disfruté escribiéndolo. Un fuerte abrazo para ti y todos los tuyos. Tu amigo en la distancia, que no en la lejanía, Placi. Córdoba, 8 de Septiembre de 2.010. Vale.

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la santa biblia. (una joya) Querida Emilita: Te escribiré un relato para que en el futuro y, sobre todo para los que abran este libro, sepan la verdad de las cosas:

En la Navidad de 2.009 Emilia Pascual, mi hermana Emilita, me hizo un regalo que valoré y agradecí en todo lo que vale: Una Biblia cristiana. Es este libro que tienes en tus manos. Tres son los motivos que tengo para mi agradecimiento: Su valor de antigüedad, su valor sentimental y su valor religioso. 1º.- Valor de antigüedad. Este libro está editado en Madrid en el año 1.915 en la Imprenta de Valentín Tordesillas, C/ Tutor nº 16, de Madrid, cuyo teléfono era el 2042. Su precio fue de 5 pesetas, según consta en la parte inferior del lomo, cuya lectura es casi imposible, por haberse borrado su grabado con el transcurso del tiempo. Contiene en su interior los 39 libros del Antiguo Testamento, con un total de 952 páginas; los 27 libros del Nuevo Testamento con 292 páginas; desde el Génesis, que es el primero, hasta el Apocalipsis, que es el último, dividiendo estos dos bloques testamentarios un Registro de Familia con 4 páginas, para anotar, con una preciosa letra gótica, los Nacimientos, los Matrimonios y las Defunciones de los miembros de la familia; al final incorpora a su confección 8 planos en color de los lugares geográficos de las regiones en donde se desarrollaban los hechos narrados en los 66 libros bíblicos. Cada página va escrita en dos columnas, llevando un espacio intermedio en donde se citan los Capítulos y los Versículos de toda la lectura. Así pues consta de los 66 libros correspondientes, 1.256 páginas, con los apartados citados. Como curiosidad se dirá que al inicio del Nuevo Testamento, se hace citar que se hace de acuerdo con la antigua versión de Cipriano de Valera, revisada con arreglo al original griego. Técnicamente me parece una obra de arte y de buen hacer. Su conservación, después de casi un siglo de “vida del libro”, es impecable. Esperemos que más siglos contemplen esta joya y los responsables de que esto suceda, es de quienes seremos responsables de su conservación y cuidado.

(Sigue en la contraportada final)… 184


2º.- Valor sentimental. Esta Biblia fue adquirida por los abuelos paternos de Emilita: Ildefonso Pascual Alguacil y Emilia Pascual Rodríguez, él primo hermano de mi abuelo paterno y ella hermana del mismo, Saturnino Pascual Rodríguez. Por esa razón Emilita y yo éramos, (somos), primos en segundo grado. Es de valorar el cariño con el que esta Biblia ha permanecido en el seno de la familia de Emilia. Tenemos algo difícil de obtención en aquellos tiempos y más difícil todavía de que se transmitiera al futuro: La letra original de nuestros antepasados. Al ser todos ellos labradores, no eran hombres de letras, muchos de ellos apenas si sabían escribir. Aquí tenemos, en los testimonios del Registro de Familia, la letra de Ildefonso Pascual en diversas anotaciones de nacimientos y defunciones de hijos o familiares suyos. La de su hijo Isidoro Pascual, padre de Emilita y primo hermano de mi padre, Telesforo, que anota la muerte de su padre y de su tío Andrés Pascual Alguacil. La de Paca Molina, madre de Emilita, que anota la muerte de su suegra Emilia, así como el día que los rojos se llevaron al frente de guerra a su marido y padre de Emilita, Isidoro. (Este ya no volvería jamás). Tenemos la letra de Emilita y su marido Pepe, esto ya más normal. Dos generaciones posteriores a sus abuelos. Entre otras anotaciones figura su boda con Pepe y diversas muertes de familiares como por ejemplo de tía María, 2ª esposa de mi abuelo Saturnino. Transcurrido un poco tiempo, después de la guerra civil 19361939, Emilita que era huérfana de padre y yo que era huérfano de madre, Paca Molina su madre y Telesforo Pascual, mi padre, contrajeron matrimonio, ambos en segundas nupcias, con lo que sin perder nuestro parentesco de primos en 2º grado, nos convertimos en Hermanos, porque hermanos son los que durante más de 6 décadas han convivido juntos. Hay un dicho en castellano que más o menos dice: Si viven como hermanos, si se alegran, sufren y padecen por las mismas causas como hermanos, si se quieren como hermanos, si se llevan como hermanos, ¿Qué son? ¡Pues serán hermanos! Lógico. Algunos lazos de unión van más allá de la sangre y de los genes. Aunque también aquí los haya. Debo destacar el cariño, el amor y el buen decir y escribir con el que me lo dedica. Mucho más se podría decir del valor sentimental de este libro: Para Emilita, mi hermana, para el resto de los hermanos y, creo, para todos los que llevamos el apellido Pascual; Si a mí tíos-abuelos Ildefonso y Emilia, primeros dueños de este libro, si mi padre Telesforo y su padre Isidoro supieran, quizás lo sepan, el camino que lleva andado la Santa Biblia, no creo que le pusieran ningún impedimento. Conservemos lo 185


que para nosotros debe tener un valor superior al crematístico: El valor y el recuerdo de nuestros familiares antepasados. No por ello más lejanos. El valor de nuestros sentimientos.

3º.- Valor religioso. Es indudable que la Santa Biblia no es un libro cualquiera. Es más, yo diría que es el libro más importante que, hasta ahora, ha producido la humanidad. Cuando el alemán Gutenberg inventó la imprenta, el primer libro que se imprimió fue este. El libro que más se ha publicado y del que más ejemplares se han editado y vendido, a lo largo de la historia, ha sido este. El Corán, libro sagrado del Islam, otra de las pocas religiones monoteístas que hay en el mundo y de gran extensión entre el género humano, escrito a mediados del segundo milenio d. de C., (sobre el año 664), parece ser que por el Califa Otmán Ibn Affan, que mandó que se escribiera lo que hasta esa fecha se transmitía de generación en generación de forma oral, cita a muchos personajes que aparecen en la Biblia, incluidos Jesucristo y la Virgen María, (Marian), profetas como Moisés y Abrahán, etc. La Santa Biblia no es solamente un libro religioso. Leyéndolo nos damos cuenta de que también es un libro histórico, de conceptos morales, de costumbres, de relatos interesantes, de odiseas, de guerras, de paz, de pasado y de futuro; a lo largo de la historia, las naciones más cultas de la tierra, muchas naciones y mandatarios principales, han jurado o han exigido jurar los compromisos más solemnes, con una mano levantada sobre la Sagrada Biblia; un libro, en fin, que se seguirá editando mientras el hombre siga con su pié encima de la tierra. En casa tengo otra Biblia, también regalo de un sacerdote; amén de varias biblias infantiles para niños. No se harán sombra las unas a las otras. Lugar preeminente para la de mi hermana Emilita, porque encierra, aparte de los 66 libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, los recuerdos imperecederos de familiares muy cercanos; páginas en las que cogí los datos y la fechas de muchos de mis antepasados, de los familiares citados en sus páginas centrales del Registro de Familia, que me sirvieron, en parte, para la confección de mis libros sobre la familia Pascual. Mi agradecimiento más sincero para mi hermana Emilita y, solo le pido a Dios, que yo sepa guardar este libro con el mismo cariño que lo hizo ella. Que la transmisión al que me suceda, cuando yo ya no esté, sea tan responsable como lo fue por su parte. Que esta Santa Biblia, una joya, se transmita a través de la familia Pascual y sobreviva a va-

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rias generaciones. Este es mi deseo y mi anhelo para que se cumpla. Amén. Córdoba, Agosto de 2.010 Plácido Pascual Avilés

P.S. El original de este escrito figura en la Biblia que obra en mi poder y que se halla en la biblioteca de mi casa, pegado la 1ª página de este escrito en la página par de la portada de la Biblia y las dos restantes de este mismo escrito al final de la Biblia en la contraportada. Hasta aquí lo que he escrito. Para tu conocimiento te lo digo a ti con un beso de tu hermano

Placi.

Agosto de 2.010

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la p a l a b r a

Querido amigo, querido hermano Jacinto: Me envías unos correos para que opine lo que en ellos se comentan y se dicen. Citas a Isabel Allende en sus Cuentos de Eva Luna, que dice: “Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla”. Me citas a Vargas Llosa, nuestro reciente y merecido premio Nobel, que citando a Flaubert, nos dice: escribir es una manera de vivir," y añade: "sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas..." Y me preguntas ¿No te suena algo de todo esto? Como sonarme, recuerdo que en tú excelente prólogo a mi libro “El Consejo de Ministros…”, incidías en la Palabra, citando a Rudyard Kipling: “Las palabras constituyen la droga más potente que haya inventado la humanidad… …peleando con las palabras díscolas”. Y más te digo. En ese mismo prólogo citas a Pablo Neruda, tan digno de admirar para mí, solo en su faceta poética y literaria, cuando en su artículo “La Palabra”, dice: “Todo está en la palabra…” ¿Qué si me suena algo de todo esto? Por supuesto. Después de leer a los autores que me citas, digo y mantengo que todo está inventado. Lo tengo dicho y escrito en muchos lugares. Los humanos, a diferencia de los animales, tenemos mil y una formas de comunicar y comunicarnos entre nosotros: La Pintura, es una belleza plástica de comunicación. La Música, es, por medio de la sinfonía, el traslado de los sentimientos más íntimos de una persona a otra u otras. Puede levantar pasiones o infundir sosiego. Las Imágenes, en sus distintas versiones, nos muestran los sentimientos más dispares de unos seres hacia otros. Lo mismo pueden incitar al amor que al odio. Pero nada tan real, tan efectivo, tan convincente, tan hermoso o tan horrible como La Palabra. Depende quien la utilice. No puedo ni deseo evitar mi cultura judeo-cristiana. Tú, que bien me conoces y me has leído, (gracias), sabes que he acudido en multitud de ocasiones a textos cristianos para reforzar la exposición de razones. Fundamento mucho mi pensamiento en los temas religiosos, aunque no soy un beato confeso. Me citas, como fuerza convincente, la Palabra, y para eso aludes a unos excelentes autores contemporáneos. Yo te voy a citar a un autor de hace dos mil años: 188


En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, . y las tinieblas no la vencieron. La Palabra era la luz verdadera. que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. Este es el inicio del Evangelio de S. Juan, el apóstol místico por excelencia. Hace 2 mil años que se escribió. San Juan de la Cruz nos dice unos siglos después: “Porque en darnos como nos dio a su Hijo que es la Palabra suya que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra y no tiene más que hablar” ¿Qué importancia tiene para mí la palabra? Toda. La palabra es Dios en su Hijo Unigénito. La palabra, en boca de los hombres, ha levantado a las masas, para hacerlos héroes o convertirlos en miserables. La palabra ha dictaminado muchas veces el destino de la humanidad. La palabra, depende quien la maneje o la predique, puede ser resurrección o sentencia. La palabra puede ser la risa o el llanto. La vida y la muerte de las personas, ha dependido multitud de veces de la palabra. La palabra es el encuentro o la pérdida y el desencuentro. Yo, en mi modestia y con mis años de experiencia, confío plenamente en ella. Solo le pido a Dios que sepa utilizarla con honradez y que mi palabra se adapte siempre a la verdad, nunca a la mentira. Cuando se me ocurre una idea, no deja de ser una masa gaseosa e informe que habita mi cerebro. Le doy vueltas y revueltas hasta que 189


va tomando forma de ser vivo. Cuando ya está formada, le sucede lo que al renacuajo, que después de la metamorfosis, se convierte en rana, borrando todo vestigio de su vida anterior. Mis ideas, después de su maduración y modelación, dejan de ser ideas para convertirse en palabras. Y cuando lo son, procuro adaptarlas al lenguaje propio, peleando con ellas, algunas díscolas, como dice Kipling y las adapto o procuro adaptarlas en el lugar conveniente. Para mí la idea es un ente abstracto, como un feto que tiene vida, pero no forma. La forma se la da la palabra. Como dice Isabel Allende, yo pienso en palabras y de ahí sale mi vida. Lleva razón Kipling, la palabra es una droga; la más potente que haya inventado la humanidad. Desde su concepción, hasta su nacimiento, lo que provoca en mí ser, es tortura, placer, inquietud, esperanza, temor, triunfo… al final amor hacia ella. Todo está en la palabra, como dijo Neruda. La palabra es el Hijo de Dios, que nos dijo S. Juan de la Cruz. Y como dijo el evangelista Juan: …y la Palabra era Dios. Quisiera vivir y convivir más con ella. ¡Cuántos años perdidos que podía haber aprovechado en expandir más la palabra! Me aferro a la esperanza. La Esperanza de la Palabra. Un fuerte abrazo. Plácido.

Desde Córdoba, finales de Diciembre del año 2.010. Plácido Pascual Avilés. Vale.

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carta a los reyes magos

Queridos Reyes Magos: Soy un dulce ancianito que tiene 70 años y mis nietos me han dicho que si quiero que vosotros me traigáis algo, debo pedirlo por carta. Lo primero que os digo es que este año, (bueno en realidad han sido los diez últimos años), me he portado muy bien, no todo el mérito ha sido mío, debo decirlo Ha colaborado mi vieja naturaleza, que ya no reúne condiciones para portarse mal. ¡Qué más quisiera yo! El que con 70 años se porta mal o es un inconsciente o un imbécil. Creo que no es mi caso. Os quiero decir, que, lo que os voy a pedir, no me pase lo que me hicisteis hace unos años cuando os pedí un niño para jugar con él y me lo trajisteis, bien me acuerdo, el día 5 de Enero, día de la cabalgata. Porque el niño era como de verdad; y empezó a crecer y a crecer y se casó y tuvo dos niños más y pasado mañana, día 5, ya cumple 45 añitos. Por cierto me dice mi santa esposa, que ese niño nos lo llevasteis a Sidi Ifni, (¿Y qué hacía yo por allí?). ¡Ay que memoria la mía! ¡Qué falta de neuronas tengo! A los pocos años de traérmelo, me quejé amargamente a vosotros, de que “aquello” crecía y crecía y me dijisteis que yo no había pedido el niño sin Metamorfosis Incorporada y, por lo tanto, debería aguantarme. Y me aguanté. ¿Ya que iba a hacer? Este año quiero que me traigáis un dormidor. ¿Os acordáis que mediado el siglo XX os pedí un despertador? Porque me tenía que despertar para irme a algún sitio a trabajar o algo así. Pero como ya no trabajo, ahora me pasa todo lo contrario, que me despierto y soy incapaz de dormir. Os ruego que el dormidor funcione con luz eléctrica, (el precio que tiene la luz, Dios mío). Que cuando me despierte, suene una música dulce, tenue, como de villancico y concilie el sueño nuevamente. Pues me ha dicho un médico que la falta de sueño, me causa pérdida de neuronas y así estoy yo. Quiero que también me traigáis un par de millones de neuronas, que me quedan 5 o 6 y las pobres están averiadas. (Necesitaría muchos millones más, pero como estamos en crisis no quiero abusar, que muchos más ancianos, también os pedirán). Así me pongo a hacer las cosas, que yo no sé qué cosas tengo que hacer a mi edad, como me digo yo a mí mismo y se me olvida todo. Pierdo los paquetes cuando voy a correos a ponerlos; salgo de casa con paraguas, porque amenaza llu191


via, pero mientras rompe a llover o no, me dejo el paraguas en la primera parada que hago. ¡Dios mío, cuantos paraguas pierdo cada invierno!; voy a la cocina y no se a lo que voy; me llaman por teléfono y no conozco la voz; veo jugar al Barça y lo aplaudo y grito Visca el Barça, yo que siempre fui y soy del Madrid. ¡Qué vergüenza Dios mío! Y muchas más cosas que tengo apuntadas para decíroslo, pero me da corte el contarlo. Si puede ser, que las neuronas no sean de plástico, que los otros días compré 300 mil en el Corte Inglés y eso no funciona. Que sean japonesas o coreanas: de la marca Samsung, dicen que son muy buenas. Y por último os pido que me traigáis un par de sacos de ideas, para contarles cuentos y relatos inverosímiles a mis nietos. Dejadme el folleto explicativo, para que una nieta mía me las insufle, me las inyecte o como sea eso. Por cierto, esta nieta mía, que tiene 15 años, es cordobesa, (de la Córdoba de España, que hay más de veinte Córdobas por el mundo) y además, como buena cordobesa, es muy graciosa; le he dicho que me diga vuestros apellidos para ponerlos en el sobre y la dirección. Dice que sois Gaspar (Zarrias), Melchor (Miralles) y Baltasar (Garzón). No sé de qué me suenan a mí estos apellidos. La dirección es: País de la Ilusión, Oriente Lejano, en los Palacios Reales. Dice que ella se encarga de meter la carta en un sobre y mandarla. ¡Ay, si no fuera por ella! Por cierto una duda me martillea el cerebro a cada momento. ¿Es verdad que van a dar un golpe de fuerza, os van a quitar y en vuestro lugar van a poner a un tal Papá Noel y otro tal Santa Claus? ¡Qué pena me da! Yo sigo siendo monárquico, pero ahora muchos de mis amigos y nietos, han salido republicanos. Por lo tanto daos prisa y traedme lo que os pido. Puede que nos quede poco tiempo. Os mando un saludo, inclinando la cabeza ante VVMM. Os dejo la ventana del cuarto de pila abierta. No vengáis muy tarde, que por aquí está haciendo mucho frío. Sabéis, (y lo sabéis porque sois muy sabios), que soy Plácido Pascual Avilés P.S. Me dice mi esposa, que es una santa, que a ver si le podéis traer un libro de recetas de cocina. ¡La pobre disfruta tanto cocinando buenos platos para mí! (Estoy mal de la memoria, pero no soy tonto). Hasta el día 5 por la noche. Córdoba 4 de Enero de 2.011. 192


contestaciÓn de los reyes magos a plÁcido

El día 5 de madrugada, Plácido se levantó al oír ruidos, como de pisadas de camellos por el piso, y salió al salón en donde vio que encima de la mesa, había un paquete pequeño y un sobre que ponía su nombre. Sorprendido y somnoliento, cogió sus antiparras, rasgó el sobre y leyó lo siguiente: Querido Plácido: Somos Gaspar, Melchor y Baltasar, los 3 Reyes Magos, sin apellidos. (A los grandes Magos, para ser reconocidos por todo el mundo durante más de veinte siglos, no necesitamos apellidos. Tu nieta te ha gastado una broma). Hemos leído con atención tu carta, (no solemos contestar a las cartas excepto raras excepciones; son muchos los cientos de millones de cartas que recibimos de los niños del mundo entero y en leerlas, clasificarlas, escoger los juguetes y repartirlos, todo en 24 horas, apenas si tenemos tiempo; menos mal que somos magos. Tú eres una excepción, pues son muy pocos los ancianos que nos escriben y por eso te contestamos); y estábamos estudiando tu petición del dormidor, el saco de las ideas y las neuronas, pero nuestros servicios informáticos, nos adjuntaban otra carta que estaba junto a la tuya, cuyo texto es el siguiente: [[Queridos Reyes Magos: Somos los 4 hijos de Plácido y de su esposa, nuestra madre, Josefina. Sabemos que mi padre se queja, con harta frecuencia, que cada día es más grave su pérdida de memoria. Él se resiste a admitir que ese problema es propio del transcurrir de los años en las personas. Sabemos que le gusta escribir y que lo hace sobre muchos temas. Quiere dejarnos, a nosotros y a nuestros hijos, una herencia para él más apreciada que el pequeño peculio del que dispone: Sus escritos, en donde refleja sus ideas, sus fantasías, sus proyectos y su sentido de la ironía y del humor. Pero a veces, delante de nosotros y de nuestros hijos, sus nietos, reniega que se le olvidan las cosas, que no recuerda las palabras exactas para describir un hecho o un acto y se dedica a escribir en un pequeño bloc, algo que nosotros no leemos, porque lo guarda como un secreto, como oro en paño. Nadie tiene acceso a este bloc. No deja de tomar notas sin ton ni son. Pero como la memoria que tiene es ya tan frágil, le pasa lo lógico: Que cuando recurre al bloc para sentarse delante del ordenador y transcribir las notas que ha tomado, <<ha perdido el bloc de las notas>> y esto le entristece, le pone de mal humor y le hace que-

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jarse amargamente de que ya sus años son muchos, las facultades están cada vez más mermadas y las ilusiones se le resquebrajan. Por lo tanto, apelamos a vuestra sabiduría, para que veáis como solucionar este problema. Que recurriendo a la tecnología de nuestros tiempos, podáis remediar en lo posible, la merma de memoria que afecta a nuestro padre y pueda seguir contando las historias que guarda en su intelecto, desde que lo tiene y legarlas a la posteridad para conocimiento de sus descendientes. Esto le hará feliz, porque una vez escritas, aunque se olvide de ellas, que se olvida, quedan escritas. Y como ya sabéis, queridos Reyes Magos, él que es tan aficionado a los latinajos y a las sentencias antiguas, dice muchas veces eso de: “Scriptum, scriptum est”, lo escrito, escrito queda. Y con esto se quedará feliz. Y no queremos molestaros más, queridos Reyes, porque sabemos la gran cantidad de trabajo que os espera esta noche. Esperamos con ansiedad que atendáis nuestros deseos. Recibid el cariño y el respeto de: Plácido- José Carlos- Francisco Javier y Pedro Pablo Pascual Morales. Desde Córdoba, España, 5 de Enero de 2.011]]

Hasta aquí la carta de tus 4 hijos, querido Plácido. No ha sido difícil dar con la solución. No te dejaremos ningún dormidor. Nada de dormidor. Debes hacer ejercicio físico y cansarte. Que cuando por la noche caigas en la cama, tu cuerpo esté cansado y agotado, seguro que el colchón te relajará y hará que duermas. El saco de ideas que nos pides, no te lo vamos a dejar. Las ideas te las va a dar la misma vida a la que tú te enfrentas todos los días. Cuando pasees por la calle; cuando oigas las noticias en la T.V.; las oigas en la radio; cuando las leas en la prensa, se te ocurrirán miles de ideas que serán el fruto de los acontecimientos que diariamente ocurren a miles en el mundo que vives. Y por si esto fuera poco, confía en las 5 o 6 neuronas averiadas que dices que te quedan, (te quedan bastantes más), que ellas te seguirán proporcionando lo mejor que puedes dar todavía de ti mismo. Son muchas las cosas que te quedan en el cerebro. Así pues tampoco te dejamos neuronas. ¿Te parece que somos crueles? Pues no. En el paquetito que hay al lado, ábrelo y verás tu regalo 194


de Reyes: Es una grabadora minúscula, que funciona con pilas y que puedes almacenar 421 horas de palabras. Que tiene 1 GB. (Supongo que más o menos sabrás lo que es esto, ahora que estas más familiarizado con la informática). Cuando hagas un viaje, estés en una reunión, vayas por la calle, etc., grabas todo lo que se te ocurra o creas tú que es necesario guardar y saber. Al regresar a casa y te sientes delante del ordenador, poco a poco vas oyendo, tomando notas y transcribiendo todo lo grabado y cuando lo hayas pasado a historia e ideas, lo borras y vuelta a empezar. En cuanto a los olvidos eventuales, no te preocupes que eso nos pasa a todos. El paraguas lo seguirás perdiendo, a no ser que te lo amarres a las manos. Si vas a la cocina y no sabes a qué, vuelve al lugar de origen y recordarás seguro a lo que ibas; y en cuanto al Visca el Barça siendo tú del Madrid, ¿no será porque en estos últimos tiempos el Barcelona hace un juego más bonito y efectivo que el Real Madrid? ¿No será porque eres un traidor que te has vendido al “enemigo deportivo”? No se lo cuentes a nadie, pero nosotros también somos del Madrid y a veces también nos pasa lo de Visca el Barça. En la carta del año que viene ya nos dirás como te ha ido con la grabadora. Por cierto, en nuestros ratos libres hemos leído algunos de los relatos que has hecho y nos han gustado. Sobre todo EL CONSEJO DE MINISTROS en donde a Zapatero y sus Ministros les haces pasar un verdadero calvario. Tampoco hay que ser tan cruel, que para eso si tienes memoria y neuronas y carencia de olvidos. Y seguimos trabajando, que aun nos queda mucha tarea. Recibe un abrazo para ti y todos los tuyos de los 3 Reyes Magos Gaspar Melchor y Baltasar

P.S. Te agradecemos que sigas apoyándonos, pero no temas por nuestra monarquía que no corre ningún peligro. Mientras la ilusión siga albergada en el corazón de los niños, y eso será siempre, los Reyes Magos no moriremos. Nos lo ha dicho el Niño Jesús.

Desde el cielo, en la madrugada del 5 al 6 de Enero de 2.011

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carta a papÁ A mi adorable papá: Primeramente, pedirte perdón por el churro de regalo que te he dado, pedí antes consejo a los abuelos y me dijeron que un libro de cómo tratar a tu hija primogénita adolescente, pero yo les respondí que no lo necesitabas, además, ya sabes, mi voluntad es muy grande pero mi bolsillo muy pequeño, Y bueno, nos conformamos con pasarlo juntos ¿no? Ya sabes que me hace mucha ilusión pasar este día contigo, viendo como no paras de sonreír cada vez que alguien te llama para felicitarte. Bueno, Hay tantas cosas que quiero decirte que no estoy segura de por dónde empezar ¿Debería comenzar por decirte que te quiero? ¿O que los días que he pasado contigo han sido de los más felices de mi vida? ¿O que el poco tiempo que os veo, se me pasa volando, y apenas me voy quiero volver aquí? Podría decir todas esas cosas y todas serían verdad, pero mientras las vuelvo a leer, lo único que pienso es que me encantaría poder estar a vuestro lado ahora, durante un periodo de tiempo. Y quiero que sepas que revivo mis días contigo un millón de veces. Echo a menudo de menos todo eso, más de lo que puedas llegarte a imaginar. Eres un padre de los que ya casi no quedan, a pesar de todo y todos, siempre estás dispuesto, siempre te preocupas por lo que nos pasa y nos deja de pasar, haces que todo sea visto de otra manera, estoy segura de que te dejas la piel por nosotros y no sabes lo que esas cosas significan para mí, que ya me voy dando cuenta de todo. También me ofreces una estabilidad y una seguridad inigualables, sé que me quieres mucho, sé que nunca me dejarás sola, que siempre estarás conmigo y sé que sabes que lo sé. Espero que te des cuenta de que eres una de las mejores personas que tengo en mi vida, no en mí día a día, pero sí, en mi vida, y aunque haya gente que quiera evitarlo, pero eso no se puede evitar, siempre te necesito, siempre me preocupo por ti, siempre te quise como la que más. Que ninguno de los kilómetros que hay de vuestra casa a la mía es motivo de olvido, y que nada ni nadie va a conseguir alejarme de ti. De hecho, a veces tienes que estar alejado de aquellos a los que quieres, pero eso no significa que no los quieras, muchas veces eso te hace quererlos aún más. Tú lo sabes mejor que yo. Te quiero, te quiero y te quiero, lo tengo más claro que nunca. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, lo sé, pero me he dado cuenta de que te necesito. Pase lo que pase, siempre tu niña. B. (Begoña) Dada la carta en Toledo el 22 de Enero de 2011. Cumpleaños de Papá. (Begoña Pascual es mi nieta mayor, tiene 15 años y es un encanto. Su padre, José Carlos, es el 2º de mis hijos).

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el silencio de los quijotes (El humor como terapia senil) Hace un tiempo, más del que yo desearía, vengo notando una cierta abulia, cansancio, fatiga, dejadez, diría yo, en parte de los QUIJOTES. Repito en parte, no en todos. No voy a caer en la ordinariez de aquel apóstol de Cristo, ni en decir su nombre, cuando Este dijo en la última cena: Uno de vosotros me traicionará esta noche, ¡¡nombres, nombres!! , exigió el que pedía a Jesús que adelantara el nombre del traidor. (No diré quien demandaba un nombre). Jesús calló y Judas Iscariote siguió cenando su cordero Pascual tan tranquilo y ricamente. Esto viene a cuento que parece que todos hemos caído en un sopor que ni las señales de humor, que de vez en cuando algunos nos animamos a mandar, no excitan las neuronas de casi nadie, ni siquiera para hacer un breve comentario o inducirnos a crear, por parte de cada uno, una pizca de sonrisa. ¿Por qué digo esto? Puedo afirmar y afirmo que esto que a continuación os relato es la Historia de una Historia sucedida, no recientemente, sino que viene sucediendo desde hace tiempo en el grupo. Esto es una gota de agua más que si continuamos así, el vaso rebosará. No toméis esto como una crítica, antes bien hacerlo como un estímulo a vuestras, nuestras, meninges. Como si de una excitación se tratara, que ciertas excitaciones a nuestra edad pueden ser muy beneficiosas. Esta es la HISTORIA: Hace uso días recibí el siguiente correo, que a mí me hizo gracia, por lo que decidí mandarlo al resto del grupo, con el único fin de que esbozáramos una sonrisa:

Como socio numerario, quiero enviaros este test MARICOMETRO para que lo uses en la intimidad, pues yo aprecio a mis amigos y aunque no señalo a nadie, siempre existen dudas. Bueno..., venga...., un abrazo tío.

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ASOCIACIÓN DE MACHOS COMPROBADOS (AMC) CONSIDERANDO Que, a causa del evidente "amariconamiento estandarizado" de la sociedad en la que vivimos hoy en día, la aparición de vocablos como “metrosexuales" y "homo-gays", términos que no hacen otra cosa que desdibujar los límites entre el "buen macho" y el "maricón generalizado", los cada vez más tolerados ¡y consumidos! tratamientos de belleza masculina, el aparente e inminente triunfo de los cuerpos "lampiños", de las "barrigas planas" y los "cutis no grasos"… RESOLVEMOS Que, por todo esto y mucho más, "AMC" ha desarrollado el “Maricómetro” que en este momento tiene usted delante, un material de incalculable valor que debe estar siempre en el bolsillo de cualquier MACHO que se precie y de cualquier nena que suspire por nosotros los varones de exportación y que nos servirá para dar claridad y orden a una sociedad que nos aísla y discrimina.

maricÓmetro REGALOS QUE PREFIERE RECIBIR:

Una botella de ron, aguardiente o whisky

MUY MACHO

Cualquier artículo o aparato electrónico

MACHO

Una prenda de vestir

RARITO

Dulces, bombones, etc.

OJO CON ESTE

Flores y/o perfumes

MARICÓN

USO DE CREMAS Y BRONCEADORES

No usa

MACHOTE

Usa sólo un poco en verano Usa bastante en verano

AMANERADO MARIQUITA

Usa abundante todo el año

JULANDRÓN

TRATAMIENTO DE LAS MASCOTAS

Patea al perro y lo alimenta con desperdicios Su perro vive adentro, come alimento especial y lo acaricia Tiene gato, vive adentro, lo acaricia y duerme con el

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VARÓN DELICADITO MARICÓN


TRATAMIENTO DE LAS PLANTAS

Se alimenta con algunas de ellas

RAMBO

Tiene algunas plantas afuera y no las riega

MEDIO MACHO

Cuida las plantas y los arbolitos

FLORIPONDIO

Riega, poda y habla con plantas y flores de su jardín

MARICONA TONTITA

USO DEL ESPEJO

No usa

VIKINGO

Lo usa solo para peinarse

COQUETO

Se mira el cutis y observa sus músculos

GAY

Igual que el GAY, pero además se mira las nalgas

LOCA

Se mira con diferentes pelucas, vestidos y atuendos

RECOGE JABONES

PEINADO

No se peina

CAVERNARIO

Se peina después de ducharse

HOMBRECITO

Se peina varias veces por día

MARIQUITA

Usa gel, fijadores y secadores

HOMO-GAY METROSEXUAL

Peina a otros y aconseja

MARICONAZO

LIMPIEZA DOMICILIARIA

Barre sólo cuando siente el crujir de sedimentos bajo sus zapatos Barre cuando ve mugre

VARÓN DEJA MUCHAS DUDAS

Limpia con agua y detergente Limpia con agua, detergente y aromatizante

MARIPOSA MARICÓN

DEPORTES PREFERIDOS

Futbol, básquet, Futbol Americano, beisbol, boxeo, formula 1

MACHO DE PELO EN PECHO

Tenis, Golf, Atletismo, Natación

BIEN, PERO HAY QUE VIGILARLO

Aeróbicos, Spinning, Voleibol, Bádminton mismo que el "C", pero con licra 199

LOCA DESATADA MARICONAZO


COMIDAS PREFERIDAS

Cerdo, estofados, grandes animales asados, guisos, ceviche, picantes

TARZÁN

Pescado y ensalada para no engordar

LE PICA EL ANILLO

Sándwiches integrales, consomés

MARICÓN

Aves acompañadas con vegetales al vapor

NENA ARREBATADA

BEBIDAS PREFERIDAS

Tequila, cerveza, ron, vodka

VARÓN

Whisky con hielo

FINO

Refrescos light, te verde y limonadas

SE LE MOJA LA CANOA

Jugos de frutas y licores muy dulces sin alcohol

MARIPOSÓN IRREDIMIBLE

ASEO PERSONAL

Se ducha cada dos semanas en 5 minutos y se cambia de calzoncillos

LEGIONARIO

Se baña rápido con champú pero sin tocarse el culo

VARÓN

Se baña durante más de 30 minutos con jabón líquido

MARICA

Se baña con sales y espuma en la bañera

SOPLANUCAS

CERVEZA

Helada y en grandes cantidades

SÚPER MACHO

Sólo una para el calor

MEDIO MARICÓN

Con limón (michelada)

MARICÓN

Sin alcohol

SÚPER MARICÓN

Sin alcohol, con hielo y limón

LOCA DESAFORADA

CUANDO VA AL CENTRO COMERCIAL

A mirar nenas

SÚPER BUITRE, MACHO, CAZADOR

A mirar nenas y comprar ropa A ver ropa de nenas

OJO CON ESTE MACHO ROSCA VOLTEADA

A probarse y comprar la ropa de las nenas 200

TRAGASABLES


MENSAJES DE CORREO ELECTRONICO

Envía fotos de mujeres desnudas

MACHO

Envía saludos y ciertas cadenas

DUDOSO

Envía PowerPoint con flores y cositas No reenvíar este mensaje

HUUUUUUYYYY SARASÓN SUPER HIPER MARICONAZO

A raíz de esta lectura, se me ocurrió mandar por correo el test que recibí con el siguiente texto de mi invención absoluta:

Hace aproximadamente un año, la Asociación de Machos Comprobados, (en lo sucesivo AMC), encargamos al Instituto Demográfico de Estudios Personalizados de Boston, que nos realizara una encuesta y, como consecuencia de la misma, un Test con el que pudiéramos comprobar los especímenes del sexo masculino o fuerte, si éramos más o menos machos. Nada os diré, queridos QUIJOTES, que los que durante muchos años fuimos y pertenecimos al Ejército, desarrollando gran parte de nuestra vida militar en sus filas sabíamos que, había unas normas en las que se calificaba a los mílites como individuos de Valor Acreditado o Valor se le Supone. Ya superada aquella etapa, ahora es conveniente demostrar otros conceptos virtuosos para ir por la vida con la cabeza bien alta. ¿Estamos seguros de que somos hombres, hombres? ¿Seguro que en nuestro organismo no hay ninguna cromosoma loca que nos altera la evolución sintomática de nuestro ser? ¿Podría ser posible que en nuestro cerebelo, corazón u otros lugares más íntimos, se hubiese infiltrado alguna célula maligna que hubiese causado una metástasis en nuestras condiciones varoniles? Todo esto es posible. Por lo tanto os envío el siguiente Test para que lo realicéis y me lo devolváis debidamente firmado. Debéis hacerlo en solitario y aislados de ruidos externos. Debéis ser veraces en todas vuestras respuestas. El test, según las tablas de O`Connors, tiene un margen de error de +_ el 1%. Es aconsejable que vuestros amigos más cercanos, realicen también la prueba para evitar posibles contagios. Todos aquellos que superen la prueba, se os mandará a través de la AMC Diploma acreditativo de vuestra virilidad sin mácula. A los que no lleguéis al nivel mínimo exigido, se os mandará un folleto explicativo con las normas para recuperar vuestra perdida hombría. Los que no superen la prueba, sean invertidos naturales y prefieran seguir en ese su estado natural, se les mandará un Diploma con los 7 colores del Arco Iris, para que lo cuelguen en la luna posterior del coche en la que diga "Fulanito de Tal. Acreditada Mariposita del Club Zerolo y Cía.". En espera de vuestras respuestas salvajes, recibid un fuerte apretón de manos. Plácido el Súper Macho.

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Pasaron las horas, se consumieron los días y solo el gaditano de adopción Paco Ramírez, contestó a mi envío. Cuando por parte del C. de V., en la docta pluma de Moreno Doncel, hizo el resumen decenal de actividades, noté que el Maricómetro había desaparecido de nuestras vidas: (¿olvido o vergüenza?). Contesté y reproduzco solo lo que en parte atañe al tema que se está tratando y que es lo siguiente:

…..Total, que felicito a Paco por su resumen decenal de hoy. Pero...solo me queda un pero. Mandé un escrito pidiendo a los QUIJOTES que cumplimentaran un test, (no era necesario mandarlo si no se quería, solo cumplimentarlo de forma personal), con el Maricómetro y solo Paco Ramírez contestome, (a Jacinto lo disculpo pues no está en su mejor momento ahora para cuestiones humorísticas). Ni nuestro amigo Doncel que tan meticuloso es para no perder ripio de todo lo que escribimos o mandamos todos durante 10 días, ha recordado lo que mandé como prueba de un humor serio. Recordé y admiré profundamente a esos dos genios del humor que fueron Tip y Coll. Tan serios, tan circunspectos, tan tristes algunas veces que te hacían explotar de risa. Pregunta de examen: ¿Por qué el Silencio de los QUIJOTES? Termino con una sentencia lapidaria: ¡Ay, de aquellos que pierden el humor! Continuarán perdiendo las palabras, seguirán perdiendo las ideas y terminarán perdiendo la vida, aunque sigan vivos. ¿Quien dijo esto? ¿Nadie? Pues lo digo yo. Alabo a mi paisano, amigo, compañero y pariente, (que todo eso somos), Joaquín Sánchez Frías cuando nos manda cosas de humor. No nos queda solamente el humor, pero poco más. Un abrazo para todos. Plácido. P.S. Me he dado cuenta que esto da para escribir bastante más. Lo haré el lunes, pues mañana tenemos perol cordobés en el campo. Y es posible que os lo mande, siempre que no os pongáis tristes al leerlo. Amenazo con seguir.

Ha llegado el lunes y continúo con mis reflexiones. Me devané los sesos escribiendo mis razones sobre la utilidad del Maricómetro y prácticamente nadie se da por enterado. ¿Es lógico que a nuestra edad hayamos perdido el sentido del humor, me pregunto? No, no es lógico, me contesto con convencimiento; y por eso voy a hacer una reflexión que quisiera compartir con vosotros. Hace unos días he rescatado de mi biblioteca dos tomos que mis hijos, en nombre de los Reyes Magos, me trajeron a finales del siglo anterior. Para mí, español de pro, son dos columnas dóricas en las que he basado mi filosofía de la vida: El Humor, con mayúscula. La filosofía de mi propia vida. Una Antología de La Codorniz (1.941-1.948) y Una Antología de lo mejor de Hermano Lobo (1.972-1.976). Mis hijos normalmente me regalan para Reyes un libro, (ellos sabían lo que regalaban y a quien se lo regalaban, que ellos procuraban enterarse cuál era el que estaba 202


de moda, el bet seller de la época y que a mí me gustara. Os aseguro que ese año fue uno de los mejores regalos que yo recibí, exceptuando el que me trajeron en 1.966, que fue el mejor. (Fue mi primer hijo, el 51-1966. La mensajera que trajo el regalo, coincidió que fue mi mujer y por eso la designé como su madre). Alguien, muchos, me llamarán cateto, indocumentado y analfabeto. Los tengo, los libros, como se solía decir en mi mesita de noche, siendo ambos ahora “mi libro de cabecera”. La vida es algo serio, tan serio que solo cabe vivirla con humor, aun en los casos más trágicos. Sócrates, (¿Quién puede dudar de la magnitud del pensamiento de Sócrates?), les decía a sus alumnos: Para conocer a los demás primero Conócete a ti mismo. Naturalmente se lo dijo en griego, porque decir entonces esto en castellano, en el ágora ateniense, cómo que no tenía futuro. Y cuando sus enemigos lo condenaron al amargo trago de la cicuta, le preguntaron sus mismos jueces y verdugos: ¿Y ahora que, listillo? Y aquel gran filósofo, esbozando una macabra sonrisa les dijo: Ríete de ti mismo. Y con un rictus prolongado, como si le doliera el estómago, entregó su espíritu a Zeus, envenenado por la cicuta del odio y de la envidia. El día que desaparecieron de los kioscos La Codorniz y Hermano Lobo, para mí fue un mazazo. Aquellas publicaciones semanales, las eché de menos como se echa a los seres queridos cuando se ausentan para una temporada larga o eterna. ¿Exagerado? La tragedia de España no consiste en que estemos regidos por unos políticos que son una panda de inútiles, entre otro tipo de pandas adjetivables. La tragedia de España es que han desaparecido publicaciones como estas dos que nos hacían sentirnos más humanos y menos hienas. Nuestras sonrisas estaban justificadas por el ingenio de los genios y la risa de la hiena está justificada porque huele la sangre y la carroña. Os comentaba antes que dos de mis personajes preferidos eran los malogrados Tip y Coll. Me pregunto muchas veces y pregunto ¿por qué, Dios mío, tuvieron que irse tan prematuramente estos dos genios, habiendo otros inútiles, malvados y viejos que eran más dignos de los gusanos de ultratumba? Una pareja que es capaz de explicar durante 10 minutos como se llena un vaso vacío con agua de una jarra y lo hacen sin pestañear, como si de una lección de filosofía se tratara y ni una sola vez tuercen el gesto, comportándose de la manera más seria y responsable como lo es el llenar un vaso de agua. ¿O no? ¿Os acordáis de aquel numerito? Y ¿ahora que tenemos? Algunas notas de humor en la prensa diaria o semanal, en un 90% sobre temas políticos, que nos hacen experimentar que las sopas de antaño que sabían a mariscos o pescado, ahora saben a cloacas de la política. D. Antonio Mingote, con sus dibujos-editoriales y cuatro más se salvan de la debacle. Hay pensamientos que se atribuyen a personajes de gran enjundia científica. ¿Cómo a nadie se le ocurrió modificar los sentidos del hombre? Helo aquí. Llegó ese pensador y ese soy yo. -Los sentidos del hombre son 5, repetíamos con un soniquete de lotería de Navidad, Ver, oír, oler, gustar y tocar. La vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. A nadie se le oyó decir y el Humor. La Risa. Desde 203


hoy, queridos QUIJOTES, incorporo a mi diccionario que los sentidos del hombre son 6: Ver, oír, oler, gustar, tocar y reír. Vista, oído, olfato, gusto, tacto y risa. Y los 6 son un regalo de la Providencia Divina. Alguien tenía que modificar esto y ese alguien soy yo. Por eso, cuando nos mandamos algún “archivo” humorístico, humor del bueno, que es mucho, y parece ser que a los QUIJOTES ni les va ni les viene, me pregunto ¿Por qué el silencio de los QUIJOTES ante una tira o situación de humor? ¿Tan viejos estamos ya que ni este nos hace levantar el ánimo? Y yo que soy de natural pesimista me pongo de un humor agrio. Por eso estoy releyendo ahora estos dos libros, o mejor dicho, estas dos antologías que llenó de buen humor a la España de la posguerra y posteriormente a la de la clase media. Os diré algo de lo que he vuelto a redescubrir. Como diría Jack el destripador, procedamos por partes: 1ª parte: La Codorniz. Esta que era La Revista más audaz para el lector más inteligente era la reencarnación de La Ametralladora, revista humorística que levantó sonrisas y risas durante la guerra. ¿Acaso la guerra era motivo de risa? Pues así había que tomarla. Encima que estabas expuesto a que te volaran la tapa de los sesos, no ibas a estar llorando mientras se acercaba el final. Muchos de los componentes de La Ametralladora, bajo la dirección de Miguel Mihura, parieron a este pájaro, que no quisieron que su nombre sonara a guerra. Cambiaron ametralladora por un pájaro pacífico: La Codorniz. Mihura, no confundir con miura, aunque la casta del pequeño Miguel nada tenía que envidiar a la de los aterradores toros de la ganadería de D. Eduardo. Miguel Mihura no andaría pastando por la serranía de la finca de Zahariche, en Lora del Rió, (Sevilla); él, más pastueño, se afincó en el Madrid capitalino y nació como nacimos los niños de la posguerra, el día 1 de Abril de 1941. (Al autor de esta tesis le faltaban 23 días para cumplir un añito). Así pues nace La Codorniz en pleno jolgorio de los años del hambre, a la que había que combatirla con buen humor y, si se podía, comer un poquito. Una de las portadas de la época: Se ven 2 mendigos cubiertos de harapos, con un atillo colgado al hombro, famélicos, con cara de hambre y en medio del campo: <<Si empiezas a preocuparte por el estómago es mucho peor. Tú come de todo>>, le dice uno a otro. El chiste es de Pablo. O un mendigo debajo de un puente, con cara de hambre, lleno de miseria y un empingorotado doctor, con su sombrero de copa, que le dice: Ya puede comer de todo. En este momento le doy al alta. Había hasta hambre de lectura: Sabes lo que te digo, María, le dice a su mujer un señor muy aparente, vestido de negro, con sombrero alto: Que tenemos que comprar otro libro. Este ya empieza a cansarme. Se ve la biblioteca con un solo libro. El dibujante es Herreros. Pero no solo chistes dibujando y expresando la situación de aquellos tiempos. Se describe con fidelidad la época difícil en la que se vivía. Secciones fijas que todos recordaréis: Diálogos para Besugos, los Cuentos de Pitigrilli, (todavía recuerdo uno que se titulaba Dolicocéfala rubia), Tiemble después de haber reído, El Damero Maldito de Conchita Montes, La Cárcel de papel, El Diario Semanal, una parodia del Boletín 204


Oficial del Estado al que llamaban Papelín General, el chiste de la Oficina Siniestra, etc. etc. etc. Y los escritores merece la pena recordarlos. Con Miguel Mihura que fue su fundador en 1.941, estaban a su lado Herreros, Serafín, Tono, (Antonio de Lara), W. Fernández Flores, el gran Antonio Mingote, Álvaro de la Iglesia, (que luego fue su director durante largos años), Ulloa, Palomino, (que era militar; yo, le conocí de Comandante en Toledo y creo que se llamaba Ángel), Pablo, Edgar Neville, Chumy Chúmez, Rafael Azcona, (que luego sería guionista de mucha películas de afamados directores, entre otros Berlanga: Plácido, el Verdugo, la Vaquilla, Bienvenido Mr. Marshall), Gila, cuando aun no se había contaminado del rojerío que empezaba a nacer otra vez, (quizás nunca murió), y Máximo, Forges, Eduardo, Munoa, (que pintaba unas mujeres espectaculares, delgadas, estilizadas, bellísimas), Manuel Summers, Óscar Pin, Acevedo, los diálogos de McMacarra, por cierto era de un pueblecito de Jaén, Orcera, creo, a unos 20 kilómetros de mi pueblo, Manuel Vicent, Cándido, y un largo etcétera que cubriría varios folios. Daos cuenta, queridos QUIJOTES, el tipo de humor de nuestra vieja época. Era, como su eslogan decía: La Revista más audaz para el lector más inteligente. Nacimos en tiempos de miseria por culpa de una guerra fratricida, pero, gracias a Dios, el humor no se perdió tampoco ni en aquellos tiempos. La gente hablaba, leía y comentaba. De su primer número se tiraron 35 mil ejemplares de 24 páginas, que se vendieron al precio de 0.50 cts. de peseta, ¡que entonces era un dinero! Cuando en septiembre del año 1.956, yo ingresé voluntario en Sevilla, en el Regimiento Soria 9, recuerdo que en el mes de octubre la portada de La Codorniz decía en letras de grandes caracteres: La Codorniz declara la Guerra a Inglaterra. La verdad es que me “acongojé”. ¡Pues empezamos bien!, pensé. Aquel número ya valía la astronómica cantidad de ¡¡6 pesetas!! Y yo ganaba 2 reales diarios, 15 pesetas al mes. Así y todo siempre que podía la leía. Otros financieros más poderosos que yo la compraban y me pa prestaban. ¡Y como era noticia la codorniz! -Han cerrado la Codorniz, se oía decir. -¿Qué ha dicho esta vez? –Porque la semana pasada les dijeron que si incidían en publicar no se qué temas, les cerrarían. Y entonces ellos han publicado en la portada esta ecuación en forma de una estrofa versificada que dice: –Bombín es a bombón, como cojín es a x. Y nos importa 3 x que nos cierren la edición. Aquello tenía su enjundia. Pero murió Franco, con quien tan bien había convivido la Codorniz, a pesar de la censura, las multas y los cierres. Vino la democracia y la Constitución del año 1978. Entre otros se había incorporado a las tareas sociopolíticas de la revista Raúl del Pozo, entre otros periodistas politizados. Álvaro de la Iglesia abandona la dirección en 1977. La revista empezó a morir, pero su agonía era lenta. Se le podría aplicar el pie de un dibujo que apareció en uno de sus últimos números, en el que se ve a un hombre en una cama agonizante y su futura viuda que le dice con alegría: Alégrate, Casimiro, han llamado de la funeraria que tardarán todavía dos semanas en hacerte el ataúd. Te quedan unos días más de vida. (Esta visto: el que no se consuela, es porque no quiere). En esa época aparece un dibujo de Sir Cámara en el que aparece un león 205


de las Cortes, con unas gafas de sol, estilo Franco, oscuras, más bien negras, que dice: “En esta Casa somos todos rojos de derechas”. (De estos los sigue habiendo tan numerosos como las amapolas). A primeros de septiembre de 1978 la Codorniz muere de vieja o de pena por el olvido de los lectores. La gente estaba más pendiente de la transición que de reírse. ¡Viva Cambio 16, pensaría más de uno!. Con ella muere una época y muchos morimos un poco, al quedarnos huérfanos de humor. ¿Quién mató a la Codorniz? Podríamos cerrar este apartado con uno de los primeros chistes de la revista, a principios de los 40. Sr Comisario, al asesino no hemos podido capturarlo, pero la víctima no se nos escapa. La víctima estaba muerta y bien muerta, que no estaba tomando cañas, leré, leréle. Había otras revistas o prensa que trataba de ser humorística, pero que estaba contaminada de un erotismo zafio, vulgar, rayano en la pornografía barata de barrio bajo marginal. Por no llenarme las manos y el pensamiento de mugre y llenar las teclas del ordenador de porquería, no daré nombres que todos conocemos, (no me importaría si alguien lo solicita). Unos años antes de su “defunción” apareció, no sabemos si como competidor, hermano menor o hijo con expectativas de herencia: 2ªparte: Hermano Lobo. A Rey muerto, Rey puesto. O al menos eso creían los que iban a tomar el relevo de la ya decrépita Codorniz. En aquella época, la revista claramente de izquierdas, Triunfo, caminaba por la cuerda floja. El Régimen de Franco, ya en sus estertores, no terminaba de abrir la mano con la libertad de prensa y su director, José Ángel Ezcurra, le vio las orejas al lobo cuando volaron las instalaciones del diario Madrid, diario poco adicto al franquismo. Y cuando digo volaron, quiero decir que volaron el edificio con las linotipias dentro, poniendo una carga explosiva. Eso sí, controlada por los artificieros de la policía para no causar más daños de los necesarios. Junto con Chumy Chúmez y otros humoristas arrastrados de La Codorniz, entre los que se encontraban Manolo Summers, Gila, McMacarra, Ops y un corto etcétera, bajo la dirección del periodista Ángel García Pintado, inició su singladura. Por cierto el autor del nombre de la Revista “Hermano Lobo”, corresponde a Manolo Summers, el genial cineasta andaluz, (¿onubense o sevillano, Jacinto?) fallecido en plena madurez de creación artísticahumorística. El ejemplar nº1 se pone a la venta el día 13 de mayo de 1972, (por cierto festividad de la Virgen de Fátima, aunque nada creo que esta fecha sirviera como referencia para su “nacimiento”, pues entre otras cosas era bastante anticlerical), el precio fue de 15 pesetas. Desde el principio se fue marcando el terreno con la revista de la competencia. Se ficharon periodistas políticos de aquellos tiempos que, sin ser humoristas, si podían escribir de ciertas materias y relacionarlas con el humor, como por ejemplo: Manuel Vicent, un valenciano profundamente de izquierdas que tenía una pluma magistral, (este venía de La Codorniz; Francisco Umbral, un vallisoletano afincado en Madrid con gran predicamento entre la gente “guapa y progre” de la época y un escritor bastante bueno e ingenioso, sobre todo en sus artículos periodísticos; Raúl del Pozo, comunista convicto y converso que tan de moda estaba 206


entonces serlo en la agonía del franquismo, Eduardo Haro Teglen, que se cambió la seda de los años 40, en los que todo eran alabanzas al Caudillo invicto y vencedor de las hordas rojas, por el percal de todo lo contrario, vituperios y críticas ácidas al régimen en sus últimos tiempos y al dictador sin conciencia. Bien es cierto que este fiel del grupo PRISA, las críticas y el veneno lo destiló cuando murió el innombrable, antes no era “políticamente correcto”; Vázquez Montalbán, (sin comentarios), Luis Carandell, autor de, entre otro, el libro Celtiberia Show, que tiene cosas muy buenas. Este sí era más humorista; Fernando Savater, que no se en donde le verían a este el sentido del humor y un extenso etc., que venían de la maltratada, suspendida en varias ocasiones y perseguida por la Ley Fraga de Prensa, Revista Triunfo, según sus redactores y dueños. También se incorporó el andaluz, (sevillano), Antonio Burgos, magistral escritor, a mi juicio, con un lenguaje rico y variado, con un humor mordaz y ácido y un conocimiento de los temas como el más perspicaz de los periodistas. A ver si me acuerdo y os mando un día un artículo que publicó en ABC y que tituló “La Juerga del Señorito”. Se refiere a Felipe González en su época dorada. Había bastantes más, de lo que se deduce que esta revista de humor estaba más politizada que su “hermana o madre” La Codorniz. De todas formas no dejaba de ser una revista de humor, con muy buenos artículos, críticos y mordaces y excelentes chistes en los que se reían de todo lo divino y de lo humano. Tenía secciones muy buenas. Desde el principio sobresalieron 7 Preguntas al Lobo, en las que se le preguntaba a l lobo 6 veces sobre temas de actualidad: Cuando bombardearán los americanos la Casa Blanca, Cuando un científico ganará… etc. 6 preguntas de este tipo; y el lobo siempre contestaba Uuuuuu y la última siempre era la misma: Cuando desaparecerá la censura cinematográfica y a esta pregunta el lobo siempre contestó lo mismo: El año que viene si Dios quiere, así hasta que desapareció. De lo que se deduce que durante su publicación, no desapareció la censura en el cine. Otras de las secciones fijas era el Diccionario de Coll, (José Luis Coll), en la que se jugaba con la deformación de las palabras: Alubión.- Habichuela de tamaño descomunal. Grecioso.- Humorista de Grecia. Murciálago.- Vampiro de la Provincia de Murcia. Prostitata.- Doncella del servicio que se amanceba con el señorito. (De este diccionario se editó posteriormente un libro con el título: El Diccionario de Coll). Otra sección que tuvo gran éxito fueron Las Casettes de McMacarra, que en un lenguaje cheli, andaluz barriobajero y chulesco, relataba historias inverosímiles. Este era genial. No porque fuera mi paisano, que lo era, sino porque tenía talento para escribir. Había gran cantidad de chistes de Gila, Summers, Forges. Nunca olvidaré el chiste de Gila, en el que se ve a un pastor con cara de cateto y boina hasta los ojos, en un paraje desierto y una sola cabra, con unas tetas muy gordas, que miraba con arrobo al pastor mientras este le decía: Porque sin ser tu marido, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha querido, con eso tengo bastante. A la cabra no le faltaba nada más que aplaudir el extraordinario poema de Rafael de León, el gran poeta andaluz, recitado por el pastor poeta, (no era Miguel Hernández, sino el pastor del chiste). Esto me hace recordar que 207


muchos niños de pueblo, catetos, cerriles, descarriados y algo atrasados culturalmente, como el que suscribe, sus primeros amores fueron las cabras. Fieles donde las haya, silenciosas y nada chismosas, obedientes a las órdenes del ser amado, nada celosas… un dechado de virtudes que después comparábamos con las humanas y casi siempre ganaba la cabra. Pero claro, las costumbres occidentales, la tradición judeocristiana, el qué dirán los paisanos, la confesión semanal, todo hacía que al final nos casáramos con una mujer. Lo contrario estaba como mal visto. Yo he visto cabras llorar,- cuando su amante se ha ido -y mujeres sin hablar, - cuando su novio ha venido. (Producción propia) Summers era un genio. Recuerdo uno en el que se ve un matrimonio calvo él, gorda ella, en la que el marido le está diciendo: Si, si. Hasta que la muerte os separe, pero es que tú nunca te mueres. O aquel otro en el que un verdugo va a ajusticiar a un condenado en el garrote vil, y cuando va a darle la vuelta a la manivela, le dice el cura, allí presente, que ha confesado al reo: Todavía no, Baldomero, que no lo tienes cuadrado; como si fuera un toro en el ruedo esperando la suerte suprema. Y por último uno de Gila, se ven dos mujerucas ya mayores, vestidas de negro y pañuelo de luto en la cabeza, le dice una a la otra: Si, hija, si, como lo oyes. Se subió al armario y dijo: -¡Voy a hacer el salto del tigre! ¡¡¡Ahí voy!!! Y porque me retiré a tiempo, que si no me mata y el disgusto que le doy a mis padres. -Te acompaño en el sentimiento, le dice la otra, y ya me dirás cuando es el entierro. Está claro que el marido volador, había muerto. ¡Esto no pasaba con una cabra! Digo yo. Algún día escribiré un alegato a favor de las cabras. Os adelanto el título: El Mancebo enamorado y la Cabra saltarina. Pediré a Doncel que, con su romántica pluma, escriba una Égloga para embellecer la bucólica historia. Pero sigamos con el Hermano Lobo. En 1.976 los doctores, que son el público que compra la revista, fueron dictaminando poco a poco que padecía una enfermedad incurable. Tenía más números rojos en su cuenta de resultados que escritores del mismo color. El mes de Junio de ese año, se publicó el último número, el 213, especial de verano, por un precio de 60 pesetas. La Codorniz andaba tambaleándose por los kioscos, pero aún le quedaban 2 años de vida. Como curiosidad os diré las 7 últimas preguntas que le hicieron al lobo: 1ª.- ¿Para cuándo la amnistía?: uuuuuu. 2ª.- ¿Para cuándo la verdadera libertad sindical?: uuuuuu. 3ª.- ¿Para cuándo la verdadera libertad de expresión?:uuu. 4ª.- ¿Para cuándo los estatutos de autonomía?: uuuuuu. 5ª.- ¿Para cuándo la verdadera libertad de reunión?: uuuuuu. 6ª.- ¿Para cuándo la democracia?: uuuuuu. 7ª.- ¿Para cuándo la verdadera libertad de Asociación?: Hasta la ruptura, si Dios quiere. En esta, la 7ª, siempre respondía el lobo: El año que viene si Dios quiere y aquí contesta que hasta la ruptura. Como se ve la cosa no estaba nada bien. Pero mal o bien, en España pasó lo que pasó. Cosas 208


buenas, menos buenas, malas y peores. Afortunadamente no hubo ruptura lo que hubiera sido una muy mala noticia. La vez anterior que la hubo, media España se mató contra la otra media en el campo del deshonor, porque aquella guerra no fue ningún honor, más bien un horror. Personalmente me sentí un poco defraudado cuando ambas revistas pasaron a peor vida. No quedaba nada interesante en los kioscos. Quizás la que más se aproximaba era Por Favor. Pero esta era muy extremista y con una línea editorial muy al lado, (lateral izquierda), que a mí menos me gusta. Estaba la catalana, (Por Favor creo que también era catalana), El Jueves y otras por el estilo. Semejante bazofia no entraba en mi código ético, así pues seguí alimentando mi Humor, comprando libros del género, Vizcaíno Casas, Forges, Máximo, Carandell, etc., leyendo lo que venía en la prensa diaria e intercambiando lectura con otros amigos. Lo que nunca he dejado de ser es un tipo que del primero que me río es de mí mismo. (Sócrates dixit). Resumen de todo este rollo macabeo. Que no abandonemos el sentido del humor. Ver en todos los acontecimientos, bueno en casi todos, que nos sucedan la parte jocosa. Tengamos en cuenta que posiblemente la mejor obra que se ha escrito de la literatura a nivel mundial sea El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha. ¿Y qué es el Quijote sino una extraordinaria novela de humor? ¿Y Quiénes somos los QUIJOTES, sino unos caballeros, ya de triste figura, que nos cobijamos bajo el manto inventivo y humorístico de nuestro seño Cervantes? Así pues, basta de silencios, queridos QUIJOTES. Que mi próximo escrito trate sobre el Tronar de los QUIJOTES. Los silencios solo son buenos para las tumbas. Ya lo dijo Pedro Crespo en la calderoniana obra: El Alcalde de Zalamea Al Rey la hacienda y la vida se ha de dar- pero el humor es patrimonio del alma- y el alma solo es de dos. (El que la lleva y el dueño, que es Dios). Y finalizo mi tesis con dos sonetos humorísticos de dos “monstruos” de nuestro Siglo de oro: Quevedo y Cervantes. (Ya nos dirá nuestro QUIJOTE Paco Moreno Doncel, como se llama este tipo de soneto de Cervantes, que lleva como espuela un terceto más).

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A un hombre de gran nariz Erase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba, érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado. Erase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egito, las doce tribus de narices era; érase un naricísimo infinito frisón archinariz, caratulera, sabañón garrafal, morado y frito. Francisco de

Quevedo

Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla Voto a Dios que me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describilla; porque ¿a quién no sorprende y maravilla esta máquina insigne, esta riqueza? Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más de un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!, Roma triunfante en ánimo y nobleza. Apostaré que el ánima del muerto por gozar este sitio hoy ha dejado la gloria donde vive eternamente. Esto oyó un valentón, y dijo: "Es cierto cuanto dice voacé, señor soldado. Y el que dijere lo contrario, miente." Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada Miguel de Cervantes

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humor real (¿Historias verdaderas o falsas?)

El humor en mí es algo connatural que acarreo desde que nací o quizás antes del parto de mi madre. No podría vivir sin el sentido del humor. A la mayoría de las cosas les puedo sacar su otro sentido o interpretación: El trágico, el ridículo, el esperpéntico, el gracioso o el que sea. Una situación desesperada se puede volver cómica, dándole la vuelta como a un calcetín. La retranca que utilizo muchas veces en escribir, hace que mis posibles o potenciales lectores, no sepan cual es la verdad de lo que digo o si lo que digo es cierto o no. Muchos me lo han preguntado: ¿Pero cómo es posible que tú te creyeras que ibas a vivir más de 10 mil años? (En el D.N.I.). O ¿Cómo puedes sentir odio por una planta y pelearte con ella de una forma tan peligrosa para tu salud? (En la Insolación). ¿Es posible que al pobre enano le pasara todo lo que le pasó en Córdoba? (El liliputiense cordobés). ¿Pero hasta ahí llega el machismo de los caballeros de Córdoba? Sí, señor. Y me quedo corto. (La Ley del perol). Estas y otras preguntas se me hicieron por lectores que habían leído mis escritos citados Es cierto, muchos me han preguntado si tal cosa o tal historia son como las cuento o son invenciones mías. Muchas son las anécdotas que podría contar al respecto. En mi relato de El Consejo de Ministros son multitud de situaciones en las que, yo, el autor, llegaba al extremo de dudar de los hechos que acaecían si eran ciertos o me los estaba inventando. Estoy convencido que muchos lectores se sentirán perplejos en muchas de las situaciones descritas. ¿Es posible engañar, más bien ilusionar, diría yo, a tanta gente tanto tiempo? Es posible. Solo hay que escribir con seriedad, como si estuviéramos describiendo la tragedia más grande, dando detalles de verosimilitud. Podemos describir el disparate más gordo como si fuera lo más natural. Son muchos los artículos que he escrito con sentido del humor. (Gran resonancia y aceptación tuvo El Brote Verde, descrito en mi anterior libro: El Consejo de Ministros y Otras Historias. ¿Por qué la gente cree en mis disparates? Porque mezclo realidad con fantasía y llega un momento en que la línea que separa las situaciones reales con las inventadas, es tan delgada que si no se me conoce, esa línea se difumina confundiendo veracidad con utopía y como las situaciones son o parecen ser tan reales, gana la credulidad a la ficción. Aquí traigo 4 relatos que espero que, a los lectores potenciales, les agrade y que su historias, verídicas, no sean tomadas a chacota. 211


1º.- D.N.I. Las peripecias que el autor pasa al renovarse el Carnet de Identidad por ser meticuloso y leer un documento con una cifra. Esta verídica historia está basada en hechos reales en un 66,6%. Los hechos pudieron crearme un conflicto político. 2º.- La Insolación. La terrible lucha que mantiene el autor con una fiera viviente. El proceso, la acción y los resultados. Todo basado en hechos reales, en un 75%, con testigos presenciales que aún gozan de buena salud. A punto estuvo el autor de entregar su alma al Altísimo. 3º.- El Liliputiense cordobés. Las vicisitudes que una bellísima persona y santo varón, pasó al trasladarse para asistir al sepelio de su padre. Cuando los astros se configuran contra la bondad de un ser al que hay que imitar y seguir su ejemplo, hay que invocar a los dioses para que vengan en nuestra ayuda. Al final, como en todas las buenas historias que se precien, triunfa el bien. 4º.- La Ley del Perol. Basada la historia en las costumbres ancestrales de la ciudad cordobesa. Todos los hechos son reales en un 95%. Se describe el sacrificio de los hombres cordobeses por satisfacer a sus amigos y a sus mujeres sacrificándose, sobre todo el varón, en que sus amistades tengan un día de asueto y relajamiento, siendo ayudado, aunque de una forma más liviana, por esa beldad que nuestro gran Julio Romero de Torres, inmortalizó con sus pinceles retratando a la Mujer cordobesa. Espero que los lectores gocen ese día como si lo estuvieran viviendo con el resto de los perolistas. Solo he incluido en este volumen 4 relatos. Pero el humor, como las limosnas, hay que dosificarlo y entregarlo poco a poco. Una inmensa limosna dada a un solo pobre que lo convierta en un hombre rico de la noche a la mañana, puede resultar nefasto y convertir a quien era un ser feliz en un rico opulento que, como el del Evangelio, lleve su alma a la perdición eterna y arder en los infiernos toda la eternidad. Una sobredosis de humor inyectada en vena sin tener la preparación adecuada para recibirla, nos puede resultar letal para nuestro ánimo y convertirnos para el resto de nuestros días, en seres taciturnos y recelosos para el resto del género humano. Así pues, aquí están los relatos.

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d. (ocumento) n. (acional) I. (dentidad) Parafraseando a nuestro ínclito maestro y sabio Príncipe de los Ingenios, D. Miguel de Cervantes, iniciaré este escrito diciendo: …las del alba serían, cuando abandoné mi residencia de la Sierra Morena cordobesa, trasladándome a la ciudad que dormía con el suave frescor de la madrugada, libre, por muy pocas horas, del calor nocturno y diurno de los rigores caniculares del agosto cordobés. Mi objetivo no era otro que cumplir con mis obligaciones legales que, a lo largo de mi dilatada vida, eran norma de mi conducta. El documento nacional de identidad que renové en el año 2.000, debía renovarlo, pues caducaba el 7-8-2010. Tenía una validez de 10 años. Así era desde que me hice el primero en Granada hacía ya tropecientos años. A pesar de la temprana hora, ya había algunos ciudadanos guardando cola en las puertas de la Comisaría de Policía. Situada esta en la Avenida del Doctor Fleming, a un tiro de piedra del Alcázar de los Reyes Cristiano y de la Catedral cordobesa entre otros monumentos del casco histórico. Los funcionarios policiales comenzaron su tarea de atender a los ciudadanos que esperábamos para renovar el D.N.I. Me correspondió el turno para que me atendieran y lo hizo un amable funcionario realizando todos los trámites de rigor y que las leyes obligaban: Si había cambiado de domicilio, las huellas dactilares del los dedos índices, entrega del PIN del D.N.I. nuevo, folleto y comentarios de los trámites que podía hacer con el nuevo documento, número de teléfono, etc., etc. Mientras abonaba el importe de los gastos ocasionados, observé el nuevo documento con displicencia, de forma rutinaria. Vi que era un modelo nuevo, dicen que electrónico y algo diferente al anterior. Los datos eran los mismos: Domicilio, lugar de nacimiento, nombre de mis padres, mi fecha de nacimiento, (yo, como muchos de los QUIJOTES, nací en el año 1940; éramos los niños de la post guerra, de la quinta, grandísima quinta, que nacimos una vez finalizada la guerra civil. Los combatientes de uno y de otro bando regresaron a sus casas. Tres años separados de sus mujeres, de sus novias, de sus parejas, de la civilización, si es que la retaguardia española se podía considerar civilizada con aquella guerra incivil…Si la guerra concluyó en abril de 1939, si los hombres y las mujeres se juntaron, después de 3 años de 213


separación, la consecuencia lógica fue que en 1.940, niños y niñas empezamos a florecer sobre la geografía hispana, como los espárragos o las setas nacen en primavera entre los pinares u olivares de nuestras tierras. Somos aquellos niños que este año hemos cumplido los 70. Somos muchísimos. O quizás fuimos muchísimos, pues algunos ya han abandonado este mundo. Supongo que ese año fue uno de los que más natalicios se produjeron en España, calculado sobre la base de personas vivas en España o parejas de hombres y mujeres o cómo demonios se calcule eso. El índice demográfico de natalidad creció jubilosamente para alegría de los padres y de los nuevos jerarcas del régimen que necesitaban mano de obra para reparar aquella nuestra maltrecha nación, que ellos, entre unos y otros, habían asolado (dejarla como un solar). Pues bien, ojeando de una forma despistada, observé un dato que llamó mi atención: A diferencia de todos los D.N.I. antiguos, que tenían una validez de 10 años, este la tenía de ¡¡7.989 años!! Os lo juro. Pone: “válido hasta 01-01-9.999”. Casi pegué un respingo sobre mi asiento. Deduje que aquello era un error que había cometido la máquina. Amablemente se lo indique al funcionario: -Oiga, vea lo que pone el D.N.I, que es válido hasta el año 9.999. ¿No es un error? ¿Y si no lo es, entonces tengo que venir a renovarlo en esa fecha? -Por supuesto que no es un error, contestó sin inmutarse mi interlocutor. -Pero para eso faltan casi ocho mil años. -Ese no es mi problema, caballero. Usted vuelve aquí y se le vuelve a renovar, contestó un tanto molesto. -¿Pero quién me garantiza a mí que yo estaré vivo en ese año? Soy muy meticuloso en el cumplimiento de las leyes y no quisiera incumplir esta por un motivo tan insignificante como es la muerte. -Mire, caballero, si yo le digo que usted tiene esa garantía, es que tiene dicha garantía. Puede marchar tranquilo. -¿Y puedo saber quién es el garante?, pregunté dubitativo. -Puede saberlo, sí, puede saberlo, (su genio y malhumor iba a peor): Quien le garantiza que usted estará vivo en esa fecha, es el responsable máximo de este ministerio, el Ministro del Interior del Reino de España D. Alfredo Pérez Rubalcaba. Y si no comparece en esa fecha para renovar el D.N.I., puede ser sancionado con mucho rigor. 214


Quedé anonadado, perplejo, confuso…Con voz tenue, casi con miedo, pude balbucir: -¿Pero…, pero usted cree que el Sr Ministro no nos mentirá? ¿El tiene poder para eso? Nunca debí decir aquello. El funcionario, correcto en todo momento, atento en su trato conmigo, educado a más no poder, casi perdió los estribos. Me contestó con un tono de voz bastante desabrido: -Caballero, el Ministro del Interior, este Ministro, no ha mentido jamás. ¿Cómo se le ocurre dudar de la honorabilidad de este hombre? El señor Rubalcaba lleva en política muchos años. Jamás, ¿me oye?, jamás ha dejado de cumplir ninguna der sus promesas. No le consiento que ponga en duda su palabra de honor. ¡Jamás ha mentido! Y disculpe si he sido un poco violento hablándole, pero no puedo consentir que dude usted de la palabra de este señor, de este prócer de la patria. Si él le dice que usted estará vivo en el año 9.999, usted estará vivo, no lo dude. Y procure cumplir con su deber legal de renovación de este documento. Le pido disculpas por mi tono de voz, pero estas han sido mis razones ante sus graves insinuaciones. El resto de personas que había en la gran sala, 14 mesas, 28 personas, haciéndose o renovando el carnet de identidad o los pasaportes, miraron a nuestra mesa al oír las voces del funcionario. Al sentirme contemplado por todos, un ligero rubor me apareció en las mejillas. Sentí vergüenza de mi comportamiento. -No, no. La culpa ha sido mía, dije. Le pido perdón. Y confío en que podamos vernos de nuevo en esa fecha. Perdone, disculpe. Nunca debí dudar de este señor, dije estas palabras a trompicones. ¿Cómo voy a pensar yo que este señor es un embustero, un mentiroso? Por supuesto que no lo es. ¡Qué torpe he estado! Se levantó y con una sonrisa sincera me tendió la mano. -Sr Pascual, dijo con familiaridad, espero volver a verle y que nuestro encuentro sea sin roces. Y no dude nunca de que quienes son poderosos, ¡lo pueden todo! -Gracias y buenos días, respondí con una tímida sonrisa apretando con fuerza su mano. Algo confuso salí de la Comisaría. Mi cabeza era un pequeño caos. Una pareja de jóvenes que entraron conmigo a renovarse el carnet, ambos de poco más de 25 años, les pedí, por favor, que si me podían 215


enseñar su documento para comprobar el dato de la renovación. A los dos les ponía lo mismo: Válido hasta 05-08-2.020. Les enseñé el mío y quedaron perplejos de la fecha de validez del mismo, sin comprender el porqué de aquello. Di un paseo por la Avenida Dr. Fleming en donde estaba ubicada la Comisaría. ¿Tendría algo que ver el descubridor de la penicilina, que tantas vidas había salvado con esta prolongación de la mía? ¿Por qué me daba a mí esta prórroga de años y no a otros más jóvenes? ¿Qué había visto en mí el Sr. Rubalcaba, para concederme este favor? Porque si él decía que hasta el 9.999, era hasta ese año. Hice cuentas y observo que veré la boda de mis nietos y algunas generaciones más. Regresé a casa todavía confuso. Mi santa, Josefina, me notó como preocupado y me preguntó qué es lo que pasaba. Se lo comenté de pe a pa. Al terminar mi relato le dije con voz casi convincente: -Después de esto lo tengo claro: En las próximas elecciones votaré a Rubalcaba y a su partido socialista. Y creo que tú debes hacer lo mismo. ¿Qué opinas?, le pregunté. -Que tú eres tonto, muchacho, respondió mi santa. Con el paso de los años te vuelves más pánfilo, remató. No lo entendía. ¿Cómo podía haberle sentado tan mal a mi santa esposa que Rubalcaba hubiese concedido a mi vida casi ocho mil años de prórroga? ¿Por qué a mí se me había concedido este privilegio? ¿Qué pensarían de todo esto mis hijos? ¿Qué méritos albergaba mi persona que no lo tuvieran otros? Dudas, dudas, dudas… Es igual. Tenía tiempo por delante para resolver el enigma. Os comento todo esto a los QUIJOTES, deseando que alguno de vosotros me acompañe en este largo periplo que aún me queda. Todo esto pasó en la ciudad Califal de Córdoba el 5 de Agosto de 2.010. Vale.

P.S. Os adjunto una fotocopia de mi nuevo D.N.I., en donde podréis contemplar que todo lo que digo es verdad. Quede constancia gráfica y documental del hecho.

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P.S. Me gustaría que si alguno de los QUIJOTES goza de este privilegio me lo comunique para seguir en contacto cuando el resto nos hayan abandonado para pasar a mejor vida. Son muchas las cosas que nos quedan por hacer. ¿Quién dijo que este Ministro es un embustero? Si él siempre lo ha dicho: Merecemos un gobierno que no nos mienta y Su Excelencia forma parte de ese gobierno. ¿Está claro? Apliquémonos las palabras evangélicas de Cristo Resucitado al apóstol Tomás: No seas incrédulo sino fiel.

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epitafio post mortem (25 años después)

Soy uno de los 4 hijos varones de Plácido Pascual. No diré mi nombre por respeto a la santa memoria de mi padre, q.e.g.e., (que en gloria esté) y por solidaridad con mis hermanos. Repasando los papeles, documentos y material informático de mi padre, gran amante de la historia, he hallado un Pen drive en el que, entre otros, he encontrado el artículo anterior. Mi padre, Plácido, hace unos años que entregó su alma al Altísimo. (Estamos en el año 2.035 d. de C.). No vivió hasta el año 9.999 como falsamente prometía su último D.N. I. Cuando acontecieron los hechos, narrados por él, en el año 2.010, fue engañado por el funcionario de policía que se menciona. También el funcionario ha muerto. La promesa rubalcasiana de poder prolongarle la vida casi 8 mil años, fue una falsa promesa. Quien creyó tener poder sobre la vida y la muerte, el Ministro de aquella época: Alfredo Pérez Rubalcaba, mintió. Todo lo dicho por el funcionario, que no mintió a sabiendas, siguiendo instrucciones del plenipotenciario ministro, fue falso. Pocos años después de los hechos acontecidos, se filtraron documentos desde el C.N.I., (Centro Nacional de Inteligencia), a los medios no afines al partido al que pertenecía el ministro falsario, en donde se demostraba que este individuo vivió toda su vida en la mentira, que basó todos sus hechos en la falsedad y que su norma de conducta permanente fue la falacia y el engaño a la sociedad a la que decía servir. En folio aparte os remito lo que se le ha descubierto, adjuntando fotocopias de los medios escritos y cintas magnetofónicas con su voz en la que se jacta de cómo se puede engañar a todo un pueblo durante mucho tiempo. Lo que él nunca imaginó es que no se puede engañar a todo un pueblo durante todo el tiempo. Citando a mi padre, amante de la vieja y antigua lengua latina, diré que: Nihil inultum semper remanebit: Nada permanecerá siempre oculto. Quién miente a sus congéneres de forma vil, muere de forma vil. Afortunadamente también murió Rubalcaba y no de una forma muy digna. (Omitiré los detalles para no ofender a sus descendientes). Sirva este epitafio post mortem, epitafio después de su muerte, para reivindicar la memoria fiel, noble y en cierto modo cándi218


da de mi padre. Si alguna vez pecó de algo, fue de ingenuo. Mi madre, q.e.g.e., que tenía más conocimiento que mi padre de las perversidades humanas, lo supo y se lo dijo, pero no lo convenció. Decir que nadie, sino Dios, tiene potestad sobre la vida y la muerte. Que los tiranos pueden disponer de la vida, privando a sus congéneres de ella, pero no pueden prolongarla ni restituirla una vez perdida. Que los hechos acaecidos hace ya más de cinco lustros, se esclarezcan para servir a la verdad; que ninguno de los protagonistas de aquella época, incluido el funcionario que actuaba de buena fe, también engañado por el falaz ministro, sean víctimas inocentes de su ingenuidad y caiga sobre el culpable todo el peso condenatorio de la historia. Repito que omito mi nombre por las razones dichas al principio, pero este escrito, que ha sido leído por el resto de mis hermanos, hijos de mi padre, suscriben de la Alfa a la Omega, firman y rubrican lo que aquí manifiesto y digo. Sigue siendo en la ciudad califal cordobesa, Agosto de 2.035.

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la insolaciÓn (HISTORIA CIERTA Y VERDADERA EN UN 75%)

LOS HECHOS Corría el 29 de Agosto, domingo, del año del Señor 2.010, cuando el que suscribe veía amanecer en la parte cordobesa de Sierra Morena. Según mi situación, al este, el sol salía por el Santuario de la Virgen Nuestra Señora de Linares a unas 4 leguas de distancia. Eran las 07,30 h, a.m. y ya llevaba andados 3 kilómetros de mi paseo matinal diario. Poco más de las 08,00 h, a.m. ya estaba de regreso en la parcela con 7 kilómetros recorridos. A pesar de la hora la temperatura era de 28º centígrados, lo que vaticinaba el día tan caluroso que nos esperaba. (Estábamos en Agosto y en Córdoba). Así pues decidí que por ser domingo, fiesta de guardar y que la temperatura se presentaba “tibia”, no realizaría trabajos corporales en ese día. Pero el hombre propone, Dios dispone y el destino descompone. Íbame acercando a mi casa y en el terraplén de la parcela, en el que había un inmenso cactus, recuerdo horroroso de un amigo que se lo había traído del desierto de Nevada, (U.S.A.), cuando era una incipiente, ridícula y asquerosa planta. Enhoramala, a mí amigo Rafael, se le ocurrió plantarlo allí. Más o menos sucedió así: -Que te lo planto aquí, Plácido, me decía. En el desierto de Nevada, cerca de las Vegas, los ves y están precisos. Son espectaculares. -Sí, le contestaba yo; pero, Rafael, allí tienen más espacio, casi todo arena. Los niños no se van a jugar al desierto cuando salen del colegio y aquí sí corren por el terreno de la parcela. Mis hijos se meten entre el monte y no es lo mismo, tropezar con un lentisco, una jara, una retama que con un cactus. No me gustaría que lo plantaras, Rafael. -Pero si lo he traído expresamente para ti. Ya verás lo exótica que quedará la parcela con una planta como esta. Será única en toda la urbanización. No me hagas ese desaire, Plácido. Las dos mujeres, la suya y la mía, le daban la razón a Rafael. -Pero si es precioso y tan pequeñito, decía mi Josefina. -Vamos, Plácido, acéptalo, decía Loli, la mujer de mi amigo Rafa. ¡Es tan exótico y tan original! Yo miraba al ridículo cactus, plantado en una maceta ridícula y me pareció que tenía vida. De entre sus minúsculo tronquillo, me pareció ver que se abrían algunas de sus pequeñísimas espinas y pareció que brotaban unas gotas de agua. ¿O eran lágrimas? Me dio pena la planta. Al fin y al cabo son plantas, pertenecen al mundo vegetal, tienen vida…pero no me fiaba. Visto que eran 3 contra mí, acepté a regañadientes que lo pusiera en el terraplén, cerca de la explanada en la que se le había adaptado un campo de baloncesto para que mis hijos y sus amigos jugaran. Y di el visto bueno. En mala hora, pero lo di.

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El cactus, se plantó. Yo no le hice el menor caso. Esto ocurría en el año 1980, hacia ya 30 años. Disimuladamente la planta empezó a crecer y en vez de extenderse por el monte o hacia arriba, lo hizo acercándose a la explanada y por ende a los lugares en donde las personas estábamos. Lo ignoraba completamente. Pero la planta no me ignoraba a mí o eso me pareció. Sabía, lo había oído, que yo me oponía a su plantación, que prácticamente la condenaba a muerte y eso no me lo perdonó nunca. Un día, mientras limpiaba la broza de un hermoso pino que hay muy cerca del cactus, no me di cuenta y me metí en su terreno. Nunca lo hubiese hecho. Dos pinchazos dolorosísimos hirieron mi gemelo derecho haciéndome sangrar. Lo maldije, lo insulté; con la azada que llevaba en la mano le tiré un tajo eliminando un montón de sus patas. Pero entonces me paré a observarlo detenidamente. No era un cactus de una pata y algunos troncos. No, no. Ni mucho menos. Tenía multitud de patas, como los pulpos. Más aún, como un ciempiés. Y troncos a semejanza de cabezas; era peor que la mitológica Hidra de Lerna: No tenía 7 cabezas. Tenía muchas más. Y si le cortabas alguna, en poco tiempo le nacían varias en su lugar. Era un monstruo que me iba a devorar. Recordé la historia mitológica de la Hidra. <<“En las inmediaciones del lago Lerna, vivía una serpiente con 7 cabezas que devoraba todo lo que se ponía a su alcance: animales o caminantes. Heracles, un héroe, decidió matarla para acabar con tan terrible peligro. Se trasladó al lago o ciénaga y con su arco disparó flechas en llamas a la cueva de la serpiente para hacerla salir; cuando la Hidra salió, se enfrentó a ella con una afiladísima hoz. Decidió que la mejor forma era cortarle las cabezas. Pero observó Heracles que por cada cabeza que le cortaba, le nacían 2. Huyó en busca de ayuda y se encontró con su sobrino Yolao. Este, posiblemente inspirado por la diosa Atenea, le aconsejó que lo mejor fuera que al cortarle una cabeza, quemara el muñón que quedaba con una tela ardiendo. Los dos volvieron al lago enfrentándose de nuevo al terrible monstruo. Así lo hicieron provocando de nuevo la salida de la Hidra. Heracles volvió a la lucha y por cada tajo que segaba una cabeza, su sobrino Yolao quemaba el muñón hasta que a la hidra solo le quedó la cabeza principal. Se la cortó de un tajo, se quemó el muñón y Heracles enterró la cabeza bajo una roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia. Así acabó aquel terrible monstruo”>> En estas meditaciones iba cuando llegué a su altura. Lo miré con desprecio, pero observé que sus cabezas pobladas de miles de espinas, de pinchos, se movían lentamente sin correr una brizna de aire. Noté que estaba vivo y me desafiaba. Le lancé una piedra que apenas si le hizo nada. Perdí el control y llegué hasta mi casa, rojo de ira. Mi santa, Josefina, me notó que algo raro ocurría. -¿Qué te pasa, te ocurre algo?, inquirió. -No, no. Nada. Voy a desayunar y voy a hacer un trabajo, contesté olvidándome de mi promesa dominical de no trabajar

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-¿Pero cómo vas a trabajar hoy con el calor que ya empieza a hacer?, razonó ella. Pero yo no estaba para razones. Apenas podía reprimir el odio hacia el maldito cactus que se iba a comer la explanada, en la que ya estaba y me iba a desalojar de mis posesiones. -No te preocupes, contesté reprimiendo apenas mi malhumor. Me llevaré una botella de agua y la pondré a la sombra. Desayuné, desempolvé un viejo libro de Táctica que tengo en la librería, de mis tiempos de milicia, le eché un vistazo al capítulo: “Como derrotar al enemigo cuando este es astuto y peligroso”. Cargué en una carretilla un hacha, recuerdo de cuando estuve destinado en Vitoria. Afilada como una navaja barbera, con un mango o astil largo y muy manejable. Era un hacha de aizcolari que me compré en las vascongadas para participar en un concurso de corta de troncos. Agregué una azada para desbrozar el terreno circundante, unas tijeras de podar ramas de árbol que estorbasen, dos hachas pequeñitas para los miembros más débiles de la infernal planta, unas tenazas de hierro para coger los trozos más pequeños cortados y separarlos del cactus sin pincharme y una pala para desplazar los trozos más grandes que no pudiera hacerlo con las tenazas. Una botella llena de agua de la nevera de 2 litros y medio. Mi uniforme de combate, pues a una batalla iba, eran un bañador, rojo por supuesto, (hacía solo unos días que España se había proclamado campeona mundial de fútbol y solo se oía por la geografía patria ¡la roja, la roja!); mis botas militares que cumplían dos objetivos: Evitar que cualquier alacrán, ciempiés, culebra, víbora u otra clase de bicho que anduviese por entre la broza en donde iba a desarrollar mi labor, me picara e impresionar a la planta y viera que no estaba luchando con un cualquiera, sino con un militar avezado en estas lides; y unos guantes de lona fuerte, que cubrían con holgura toda la mano para evitar en lo posible los pinchazos. Sin casco, sombreo ni gorra, mi torso desnudo, como Heracles cuando se enfrentó a la Hidra de Lerna, que lo vi en una película. Él sería mi modelo a imitar. -Ahora vengo, Josefina, le dije a mi santa. -Ten cuidado, que ya está haciendo calor, me dijo sin darle mayor importancia. La temperatura podría alcanzar a esa hora, las 09,30, a.m., según observé en un termómetro de pared, unos 32º. Con todo mi equipo de guerra y mi armamento en la carretilla, anduve hacia mi enemigo. Solo estaba a unos 80 metros de distancia del maldito cactus. Cuando iba caminando me acordé que no había cumplido un requisito que todos los días, antes de marchar a trabajar en la limpieza de la parcela o cualquier otra labor, hacía: Miraba mi D.N.I. Debido a mi ya longeva edad, 70 años, mi flaca memoria y mi prevención para no correr ningún riesgo, me hacía mirar el documento para ver mi edad y recordar que ya no era un jovenzuelo, debiendo cuidar mi salud y no cometer ninguna temeridad. Aquel día se me olvidó mirarlo. Es igual, me dije, ya no me vuelvo. Tenga la edad que tenga, (que no recordaba), este cactus ha lle-

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gado a su final. ¡¡O el o yo!!, me dije en voz alta. Llegué a su altura y paré el tren de la impedimenta. (La carretilla). Estaba dispuesto. Lo vi erguido, desafiante, retador. Nos miramos con odio de 6 lustros. Contemplé el Teatro de Operaciones. Había llegado la hora de:

LA BATALLA Descargué el armamento muy cerca de la planta maldita; puse la botella de agua a la sombra de un pino para que aguantara su frescor y desde una posición dominante, observé el terreno del combate venidero. Aquella planta, la muy bribona, 2 metros y medio de cuerpo y casi tres de altura, estaba rodeada de una porción de terreno, (una circunferencia de 2 metros, cuyo epicentro era el cactus), por un matorral de pinchos, monte bajo y piedras. De los troncos que tenía, más de una decena, emergían los brazos de los que a su vez brotaban multitud de dedos hasta llegar a una altura de unos 3 metros en donde estaban sus cabezas. Todos los miembros cubiertos de pinchos. Con el tiempo estas cabezas se convertían en brazos brotando una nueva cabeza en el tronco. Cada tronco tenía un diámetro de unos 20 cm, de una contextura como de madera, aunque algo más blanda y toda su figura enhiesta, estaba salpicada y sembrada de pinchos, de miles de punzantes pinchos de unos 4 cm de longitud. La densidad de estas “banderillas” era absoluta. No había un espacio superior a 5 mm en el que no hubiera un duro y tan lacerante adminículo. Ese era mi enemigo. Deduje que el combate solo podía ser cuerpo a cuerpo, eliminando la distancia y ¡a vida o muerte! Mi estrategia sería: Limpiar los alrededores del matorral bajo, para facilitar mi tarea de aproximación, dejando una pequeña y limpia explanada con lo que conseguía que los bichos que hubiera en ese terreno huyeran y mi trabajo fuera más fácil. El material que fuera eliminando del perímetro, amontonarlo en un lugar que sirviera de cama a los trozos que le fuera cortando. Iría cortándolo por trozos, no más grandes de 25 o 30 cm. Con las tenazas o la pala, dependiendo de la longitud, los amontonaría encima de las yerbas secas. Hacer una especie de pira funeraria y cuando llegara el invierno, ya secos todos los yerbajos, aunque el maldito cactus todavía tendría vida en algunos brazos, dedos, y cabezas verdes, aguantados por su savia, prenderles fuego. Este no se extendería ni habría peligro de propagación de incendio porque el terreno, debido a las lluvias otoñales e invernales, estaría relativamente mojado y húmedo. Amontonar todo lo que pudiera de la planta yanki. Me sentí satisfecho y orgulloso de mi plan estratégico. Me acordé del inglés General Montgomery y del alemán Mariscal Rommel, cuando ambos se enfrentaron en la batalla del Alamein, en pleno desierto sahariano durante la segunda guerra mundial. El inglés hizo el estudio estratégico de la batalla y el alemán estuvo más pendiente de los carros de combate, (luego puso como excusa que se había quedado sin combustible), pero quien ganó la batalla fue el que luego sería premiado con 223


el título de Vizconde del Alamein y se le concedió, por su Graciosa Majestad, el noble título de SIR. Me lancé al ataque según el plan previsto. Paso a paso se fue cumpliendo mi plan en cuanto a limpieza, para meterme lo más cerca posible del enemigo. Quedó limpio y me situé casi debajo de mi futura víctima. Con gran cuidado, con una de las hachas pequeñas, fui eliminando los brazos verdes y tiernos del tronco más cercano. Cada vez que cercenaba alguno de sus miembros, me parecía oír unos leves gemidos como venidos de otros mundos, de otras ondas y saltaban espinas que no me alcanzaban. Dejé por la parte baja casi medio metro limpio el primer tronco. Y aquí vino la primera prueba de fuego. Cogí el hacha vasca, procuré alejarme todo lo que pude, pero tenía que alcanzar la parte baja con su filo y lancé el primer golpe. El primer hachazo. Con todas mis fuerzas, con todo mi odio almacenado de años. El golpe se llevó medio tronco. Pero el cactus fue recibir el golpe y una lluvia de espinas, algún brazo y bastantes dedos, se desprendieron viniendo a caer, por la ley de la gravedad, las espinas se me clavaron multitud de ellas en los brazos, en el vientre, en las piernas produciéndome un dolor inenarrable. Algún dedo con pinchos como lanzas, se estrelló en mi espalda. Me arranqué las espinas con las manos, (los guantes), me dispuse a derribar el primer tronco. Un segundo y un tercer golpe y lo logré. Más de 3 metros de la infernal mata cayó a mis pies en la dirección que yo quería. Ya en el suelo, con infinito cuidado, fui desarticulando sus miembros y con gran paciencia los fui trasladando a la futura pira funeraria invernal. Sudaba por todos los poros de mi cuerpo. El calor había aumentado. Bebía agua que algo calmó mi estado físico. Sin prisa pero sin pausa, proseguí mi lucha. Observé que el cactus estaba vivo. Me lanzaba espinas que unas se me clavaban y otras, la mayoría, caían cerca de mí. La lucha fue cruenta por su parte y por la mía. Era dificilísimo algunas veces penetrar en las cercanías de sus ramas coronadas de alfileres. Tuve que prescindir de abatir algunos troncos, aunque les quité muchos de sus miembros. La tarea era lenta pero eficaz. Cortar, dividir lo cortado, trasladar los restos a la pira funeraria y vuelta a empezar. Más agua, reposo de segundos, aguantar el sol cordobés agosteño y seguir. Así hasta las 12.15 h p.m. Me quedaba poco para concluir cuando apareció mi santa. -¡Pero tú estás loco, muchacho!, dijo con enfado. -¿Porqué? Estoy limpiando esto. -¿Pero no ves que estás a pleno sol y hace un temperatura de más de 45 grados? Estaba, me pareció a mí, como enfadada. -¿Pero tú no sabes lo que pasó en la batalla del Alamein?, traté de convencerla. -Pero que Alamein, ni que Alamein. ¡¡Has perdido el juicio!! -Pues a Montgomery, que es el que ganó, le concedieron el título de vizconde, dije tratando de alegar algo en mi favor. -Y a ti te van a conceder un ataúd de madera de pino y me vas a dejar viuda. ¡¡Vete para casa ahora mismo!!

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Estaba manifiestamente enfadada. Pero la tarea estaba casi concluida. La verdad es que hacía caló. Mucha caló, como decimos por aquí. Cargué mi impedimenta en la carretilla y me fui contento de la tarea realizada. Miré por última vez el cactus. Casi todo amontonado esperando el invierno; algunas piezas en pie pero mutiladas sus ramas, heridos sus troncos y rodeado de yerbas secas esperando el invierno para rematar la faena. Sudando como un condenado del infierno, satisfecho del deber cumplido, me fui a casa. Coloqué el armamento en su sitio, me duché y me dispuse a escuchar la reprimenda de mi santa. Yo soy prudente en el obrar, comedido en el escuchar y parco en el decir. Aguanté todo lo que me dijo y pensé que porqué las mujeres no entienden a los hombres. ¡Vaya unas compañeras tan raras que tenemos por mandato del Supremo Hacedor! Me tomé una cerveza fresquita, tres copitas de vino tinto con unas tortillitas de camarones que me preparó mi santa, me comí una paella, que bien me la había ganado, y dormí una siesta, que por aquí es obligación sagrada. ¿Qué seríamos algunos sin la siesta? Una hora de reposo me hizo soñar con el cactus maldito vencido por mi astucia y valentía. ¿Se reproduciría con lo que había quedado en pié o con los trozos diseminados por el terreno? Era cuestión de esperar otros 30 años para decíroslo. Me dormí soñando con Rommel, Montgomery y el Alamein. Con la Hidra de Lerna. Estaba contento, sí señor. Lo que yo no esperaba eran:

LAS CONSECUENCIAS Por la tarde no hice nada. Me puse a la sombra; la temperatura había bajado y estábamos a 35º. Cogí un libro de Cervantes para continuar releyendo “La Ilustre Fregona”, pero estaba incómodo. Notaba en el cuerpo más calor del que hacía. De vez en cuando sentía frío. Tenía fiebre. Una tos molesta, no muy fuerte, me atacaba de vez en cuando. Una presión en el cuerpo, especie de taquicardia, me hacía notar un cierto cansancio. Incluso la garganta me dolía algo. -Josefina, le dije a mi santa, me voy a poner el termómetro. Creo que tengo fiebre. -Seguro que te has puesto malo por lo de esta mañana, me recordó mi peripecia matinal. -No, no, traté de obviar el episodio. Eso es que en la siesta, con el ventilador, habré cogido un poco de enfriamiento, le dije con candidez. -Pero tú no estás bien de la cabeza, cariño, respondió mordiendo las palabras. Te pegas toda la mañana trabajando a más de 40 grados y dices que has cogido un enfriamiento. Lo tuyo es de psiquiatra. Espera que te dé un termómetro. No me lo quería poner porque sabía que tenía fiebre. Efectivamente, tenía 38º. Me lo quitó de las manos: 225


-Trae, que me engañas. ¿Ves? 38. Ya verás si esto se complica con la historia del cactus. -Que no, mujer. Que eso no ha sido de lo de esta mañana, traté de convencerla. -¿No, eh? Mañana vamos a ir a… -Al médico de cabecera, la corté. -Que médico de cabecera ni médico de nada. Vamos a que te vean ese Rommel y ese Montgomery que debían estar tan locos como tú. Ponerse a batallar en el desierto. ¡Como si no hubiera lugares más fresquitos! ¿Es que no había en aquel desierto oasis? -Pero mujer… -¡Mujer, mujer! Si fueras hijo mío te daba una paliza, me amenazó. Estaba enfadada y yo tenía mal cuerpo. Me fui al servicio y al orinar me di cuenta que el color de la orina era rojo-turbio, como de sangre. Eso me preocupó más, pero no le dije nada para no liar más la situación. Posiblemente llevaba razón. Bueno posiblemente no. La llevaba. El día siguiente me fui a ver a mi médico de cabecera yo solo, sin darle mayor importancia, pero algo había. Mi médico, una mujer, estaba de vacaciones y no venía hasta dentro de unos días. Pasaron dos o tres días más y la fiebre no remitía; la ansiedad me atenazaba el pecho; la infección de la orina no menguaba. Lo comenté con mi santa y decidimos ir a Urgencias a Cruz Roja. Así lo hicimos. Le explique al médico de guardia de pe a pa todo lo que me pasaba. Cuando le dije lo de la infección de orina, Josefina puso cara de asombro, pues no sabía nada. El médico puso cara de no creerme conforme yo le iba relatando los hechos acaecidos días atrás. Me hizo un electrocardiograma. Me tomó la tensión, una analítica de orina y de sangre, una radiografía de tórax y no sé cuantas cosas más. -No debe usted hacer esas cosas y menos a su edad, me comentó el galeno con cierta frialdad. Sé que en cierta forma llevaba razón, pero me molestó lo de “y menos a su edad”. Y más con el tonillo que me lo dijo. -Hombre, respondí, es que era necesario lo que hice. -¿Y tanto le molestaba el cactus para tener que arrancarlo?, me dijo en un tono más serio. -¿Cómo? Pues sí, creo que esa planta no estaba en el sitio adecuado y la quité. -Si me permite le voy a decir una cosa. No sé porqué a los hombres nos da por aniquilar las plantas, matar animales, modificar el medioambiente, romper los moldes que la naturaleza tiene desde hace siglos. ¿Qué digo siglos? Milenios. -Pero oiga, que aquel terreno es mío y quien organiza como deben estar las cosas soy yo. -Sí, pero a ver si algún día nos damos cuenta que no somos nosotros los dueños de las plantas ni de los ríos, ni de los mares. Estamos rompiendo el equilibrio medioambiental y vamos a terminar con el sistema ecológico impuesto por la naturaleza. 226


Yo estaba asombrado. La visita, que en la parte médica, se había desarrollado con perfecta normalidad, fue derivando a cuestiones que nada tenían que ver con mi estado de salud. Me propuse no enfadar al que era responsable en aquel momento de mi salud. No quería problemas. -Perdone, me dijo el médico, ¿a usted le molestaba mucho aquella planta, aquel cactus? -Hombre, lo que es molestar, molestar, pues…no mucho. La verdad es que nunca me insultó, dije con algo de sorna. (Ahí es nada si le digo que yo estaba convencido que el cactus me conocía, que me hablaba, que me odiaba como yo a el. ¿Qué pensaría?). -¿Y qué edad tenía esa planta?, inquirió. -Unos 30 años, contesté, sin entender que tenía que ver la edad del maldito con mis dolencias. -Pues fíjese, amigo. Ha roto usted una planta que podía haber vivido más de cien años. Ha matado usted un hermoso cactus, (mi perplejidad iba subiendo), que según me ha contado usted, provenía del desierto de Nevada, un Cactus Magnificienticus corolarius. Una especie de planta que apenas si se cría en España; solo se da en el desierto de Nevada y en el de Gobi. La edad biológica de esa planta sería de unos 15 años. Es como si hubiera matado usted a un niño. (¡Esto ya era demasiado, pensé yo!). Llegaría a vivir más de cien años, superando a los seres humanos en varias generaciones. La belleza de sus ramas es incomparable. Su savia se aplica en farmacología para fabricar medicamentos y salvar vidas humanas, entre otras la suya. La enfermera acaba de ponerle una inyección en el que uno de los componentes es de la savia que usted ha derramado como si fuese sangre. Ahora es su sangre. Yo estaba a-no-na-da-do, al decir de Sara Montiel, por la defensa a ultranza de aquel individuo con respecto a la salud de aquella planta del demonio. A él le tenían que haber caído las espinas que me cayeron a mí, que más parecía un Cristo en su pasión que un trabajador decente. Poco después me enteré, cuando lo comenté con un enfermero, que aquel médico se llamaba D. Perfecto Verde Manzano y era un dirigente muy principal de la ONG Greenpeace. Un ecologista práctico y practicante, que amaba a las plantas, a los animales, al cambio climático y al dichoso ecosistema tanto o más que a los humanos. ¿Tanto me preguntaba yo? Pues no lo demostraba o eso me parecía a mí. Los amaba más. -Bien, querido D. Plácido, no vamos a derivar su visita a este hospital hacia otros derroteros, no por ignorados por los seres humanos, menos interesantes. La vida, no solo la suya, la Vida con mayúscula, es sagrada. La animal, (y recalcó lo de animal), entre la que se encuentra la suya y el resto de los seres humanos, la vegetal en donde entra el cactus que usted tan alegremente ha sacrificado y la mineral. Si, si. También la mineral. ¿Usted cree que, por ponerle un ejemplo, puede romper a martillazos la estatua que se halla en Roma al que llaman El Moisés de Miguel Ángel Buonaroti, solo porque es mármol y no tiene vida? ¡¡Pues claro que tiene vida!!

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-Hombre a mí no se me ha pasado esa barbaridad por la cabeza, (recordé la preciosa e impresionante estatua, llena de vida, que conocí en Roma y que al terminar de esculpirla Miguel Ángel le dio un golpe y le dijo: ¡¡Habla!! Era una obra de arte, una reliquia pletórica de vida. En eso llevaba razón). -Pues tan grave es la acción que usted ha perpetrado como matar a Moisés, aunque sea en efigie. Quedé desalmado con los razonamientos del ecologista-pacifista. -Para que vea que no le guardo rencor, espero que haya aprendido usted la lección. Que no olvide que la vida es importante en todos los reinos de la naturaleza. Así pues paso a informarle de:

EL DIAGNÓSTICO

-Usted ha entrado en este hospital con: a). Una arritmia preocupante, según el electrocardiograma que le hemos realizado, que debe tratar con la medicación que le recete su cardiólogo, al que debe visitar con urgencia. b). Una lesión pulmonar, según muestra la radiografía que tenemos aquí. Debe visitar a su neumólogo con urgencia. c).Una infección urinaria según dice las analíticas de sangre y orina que se le han practicado y que le produce la febrícula que usted sufre. Debiendo visitar a su internista con urgencia. d).Diversas heridas en los brazos, muslos, abdomen y espalda, debido a los pinchazos que se produjo usted mismo al exterminar a una planta, que se le empezarán a curar aquí con la máxima urgencia. (Qué barbaridad, pensé, la urgencia que lleva la muerte tan cercana que he tenido). e).Todo esto ha sido debido a una insolación y como consecuencia de la radiación de los rayos solares. -Por lo tanto le voy a ingresar en este hospital con carácter urgente, (otra vez la urgencia), para tratar de quitar o disminuir las patologías con las que usted se ha presentado en este servicio de urgencias y equilibrar su maltrecha salud. -O sea, ¿qué me quedo ingresado aquí? -Efectivamente, así es, respondió. -¿Qué no me lleva al juzgado de guardia para acusarme de asesinato y que me ingresen en la cárcel? Se sorprendió algo el facultativo y vio algo de guasa en mi pregunta. -No, de momento prefiero ayudarle a rehacer su vida, dijo con una media sonrisa y que aprenda la lección de su anómalo comportamiento. -De acuerdo, doctor, ha sido usted muy amable. Muchas gracias. -De nada. Estaremos pendientes de usted. 228


Salimos mi santa Josefina andando y yo en una silla de ruedas, llevándonos a una habitación del hospital. -A ver si aprendes, me dijo Josefina con guasa, y no te dedicas a matar plantas inocentes con todo el sol encima. Que la gente te ve. -No, por favor, casi supliqué. Más broncas no. Ya está bien. Cuando salga del hospital, subiré a la parcela, me pondré de rodillas delante de los restos del cactus y le pediré perdón. Le juraré por todos mis ancestros que no volveré a tocar ni maltratar ninguna planta, aunque sea una ortiga que me esté pinchando. Ni sacrificaré ningún animal aunque sea un mosquito que me esté chupando la sangre. Ni trabajaré bajo los rayos del sol. Lo haré de noche a la luz de la luna llena, tan romántica ella. Josefina sonrió. Ya estábamos en la habitación. -Anda, tonto, que estás loco de atar, me dijo con dulzura y me dio un beso. -Bueno, sonreí. Ha empezado la medicación. Solo cabía esperar. 2 o 3 días fueron suficientes para recuperarme a medio gas. La arritmia, que parecía ser lo más preocupante para el galeno, desapareció. Más de un 50% de salud recuperada. Ya solo había que esperar a:

LOS RESULTADOS

Me dieron el alta, dos o tres días después, bastante recuperado y me dediqué a visitar a los especialistas. Afortunadamente todo fue bien. Más pruebas por parte de ellos, charlas explicando el porqué y el origen de mis males. Días de tensa espera para saber los resultados y satisfacción al conocerlos. Lo que empezó siendo un doloroso vía crucis en las visitas a los laboratorios de análisis y salas de radiación, terminó siendo una alegre romería rociera cuando el especialista veía el resultado. Lo único que no desapareció fue la arritmia, que no se produjo por la acción de la solanera, sino que venía arrastrada de tiempo anterior como consecuencia del tiempo del paciente: 70 años que ya tenía un servidor. Conforme avanza el tiempo sobre todos los cuerpos humanos, estos son aquejados de males inevitables, recordándonos que no somos inmortales. Que hemos de morir. De una forma u otra, las enfermedades, antes o después, suelen ser nuestras últimas compañeras de viaje. La única esperanza que tenemos es eso: La Esperanza. Mientras hay vida, la hay. Pero llega un momento, un instante, en que inevitablemente la esperanza cede su lugar a la fatalidad, la vida cede el paso a la muerte y en donde un instante antes había movimiento de miembros, latidos cardíacos, parpadear de ojos, sonrisas y caricias, miradas tiernas y amorosas, palabras llenas de sentido, todo, todo se aca229


ba y solo quedan los recuerdos. Eso quiere decir que la vida ha llegado a su fin. Mientras hay vida, hay esperanza, solemos decir. Cuando esta se acaba, pasamos al país de los recuerdos. Podríamos decir que este es el final de esta historia, verídica como al principio se indica, en un 75 %. O mejor dicho este no es el final puesto que la vida sigue. Me doy un plazo de 30 años, que es la edad que el asqueroso cactus tenía cuando intenté segar y segué su vida. Si dentro de ese plazo el cactus se ha reproducido, cosa que no deseo, y ha vuelto a renacer, cual ave Fénix de sus cenizas o por el contrario sus restos y sus recuerdos han desaparecido, yo os emplazo a leer el relato que os enviaré por estos mismos medios u otros más modernos si los hubiere. En el os relataré lo sucedido en este tiempo y os contaré el 25 % no verídico de esta peculiar historia, que no por fantástica es menos interesante, puesto que es real en un 75 %. Podría finalizar entonando un Requiem por el eterno descanso de quien por su culpa, a punto estuve de sufrir un serio percance, pero no lo haré. Espero con ansiedad el mes de febrero o marzo para prender fuego a sus restos y que arda en la tierra mientras termina de arder en los infiernos. Os mandaré unas fotos del dantesco espectáculo. Como Dante, en su Divina Comedia, bajaré hasta el averno a contemplar como arde en un fuego sin fin. Hasta aquí la historia de una insolación que a punto estuvo de tener funestas consecuencias para el Quijote que suscribe. Recordad que si nuestro señor D. Quijote luchó en los campos manchegos y en una de las ventas por las que anduvo contra gigantes, que él los vio, fue porque estos existían. Unos eran con brazos enormes que los movían como aspas de molino, y otros como el que quiso atacar a la princesa Micomicona. No lo desmientan falsos visionarios y falaces correveidiles diciendo que eran molinos de viento u odres de vino y que lo que él vio como sangre, era sangre y no vino tinto como decía el ventero. No les quiten la gloria ni tachen de locos a quienes tanto honor y fama dieron, a los que siempre tuvieron y aun hoy tienen, tenemos, el espíritu de Caballero, que solo viven, vivimos, para desfacer entuertos, proteger a los desvalidos y acabar con los villanos, felones, malandrines y follones, que osan maltratar a los débiles. El cactus no era una inocente planta, hermosa, benéfica y beatífica. Era un mal bicho con vida propia dispuesta a destruir mi bienestar. Yo, a semejanza de D. Quijote, vi así a ese Molino de Viento. He dicho.

Desde el Califato de Córdoba, hoy día 5 de Octubre, festividad de S. Placido, del año del Señor 2.010.

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EL LILIPUTIENSE CORDOBÉS (La Historia completa)

EL ENANO Y EL LEGIONARIO Monta un enano en el tren en Madrid, y al rato se escucha por megafonía: "Atención Sres. Viajeros, por problemas técnicos este tren no podrá realizar parada en Córdoba"; a lo cual el enano se pone a llorar. Entonces el viajero (legionario “bragao”) que va enfrente, le pregunta por qué llora. - Pues es que me voy al entierro de mi padre en Córdoba, y el tren ha dicho que no va a parar. - Tu tranquilo, Por mis cojones y por la Legión y que soy de Melilla, que tú te quedas en Córdoba, no te preocupes. Cuando estemos a la altura del andén de la estación de Córdoba, te agarro por la cabeza, te saco por la ventanilla, y empiezas a correr en el aire, y luego te suelto y así al ir corriendo no te caes al suelo, que así nos tiramos de los coches en marcha en la legión.¡Ahh..., vale de acuerdo, así lo haremos! le dice el enano. Y al llegar a Córdoba hacen lo acordado. Pero 40 minutos más tarde, el Legionario se va a la cafetería del tren y allí ve al enano llorando. - Mecagüen la leche, ¿¿¿pero qué haces aquí si yo te dejé en Córdoba??? - Ya, dice el enano, pero 3 vagones más atrás, viajaba un compañero tuyo, que al verme correr por el andén saco su brazo por la ventanilla y dijo: - ¡¡¡Por mis cojones y por la Legión y que soy de Melilla, que este tren tu no lo pierdes!!!

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Este es el relato, que uno de nuestros queridos QUIJOTES, Félix 231


Cabrera Villamandos, nos mandó hace unos días. Lo que posiblemente ignore Félix y quizás muchos, si no todos LOS QUIJOTES, es que este hecho es verídico pero no es completo. Debido al aspecto físico del enano, su baja estatura, al comportamiento bragao de ambos legionarios y a la importancia que el hecho ocurrió en la ciudad califal de Córdoba, lo que era un hecho real, pasó a convertirse en chiste, chascarrillo o historia jocosa, que va de boca en boca de vecindonas, para solaz y hazmerreir de las personas ignorantes de buen corazón que ignoran la realidad del hecho. ¡Yo soy testigo! Voy a dar todos los datos que poseo del caso que son ¡¡Todos!! El hecho ocurrió en el mes de Mayo de 1992, cuando la Exposición Universal de la Feria de Muestras de Sevilla y demás fastos que aquel año, el Régimen de entonces, nos dio a los españoles para que olvidáramos otros problemas. Córdoba estaba en la Semana de los Patios. Estos son los hechos relatados por los actores y testigos. Testigo nº 1.- Yo, Plácido Pascual Avilés, soy amigo de la familia del pequeño protagonista, al que llamaré Liliputiense, desde hace más de 30 años. Son muchos los lazos que unen a nuestras dos familias. Efectivamente, el padre de este chico murió de muerte natural, porque natural es que una persona con una cirrosis hepática que llevaba arrastrando desde hacía más de 10 años, es natural, digo, que se muera. El hecho ocurrió ayer, día 14 de mayo de 1992 y el día de trenes, (que no de autos), fue el 15 de mayo, fecha prevista para el entierro. Estamos en casa del difunto esperando al menor de los hermanos; el protagonista involuntario de los hechos. Son las 5 en punto de la tarde. En todos los relojes las 5 en punto de la tarde. Como el día del: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. ¡Ay, Federico! Testigo nº 2. .- Yo, Rafael Santamarina de la Ribera, me encontraba en la estación de Córdoba el día de trenes a las 5 en punto de la tarde. Soy también amigo de la familia del difunto y no podría asistir al entierro de mi amigo por tener que trasladarme a Sevilla en el tren que, procedente de Madrid, llegaba a la estación a esa hora. Por los altavoces dieron la noticia que “por motivos técnicos”, el tren no haría su parada en Córdoba. Pero observé la entrada del mismo a una velocidad de unos 50 Km, por hora. Vi, a la salida del túnel que entra en la estación, como una mano, cuya bocamanga de la camisa era de un color verde legionario, que llevaba a un niño de pequeña estatura cogido por los pelos de la cabeza, fuera ya de la ventanilla del tren, iba aproximando su cuerpo al suelo, moviendo sus diminutas piernas y, cuando estas tocaron tierra, lo soltó en plan aterrizaje forzoso, continuando el niño corriendo, pasando por mi lado a una velocidad de unos 45 Km. por hora. Entonces conocí al atleta: Era el hijo de mi querido amigo Nicodemo que había fallecido el día anterior. Sin tiempo a reaccionar y unos metros más adelante, otra mano de otro vagón, de las mismas características que la anterior, enganchó por los pelos al hijo de Nicodemo. Y como si fuera un despegue automático, lo levantó en el aire y antes de que el tren saliera de la estación, lo metió por la ventanilla dentro del tren que ya había acelerado, yendo a una velocidad de unos 100 Km. por hora. Me extrañó esta maniobra de saca y mete de una persona en el 232


vagón de un tren, pero imaginé que sería algún juego de la juventud de ahora, que tan dados son a estas extravagancias. Testigo nº 3. .- …………………………………………………………….. Testigo nº 4. .- Soy Fuensanta de Córdoba Rodríguez, esposa del testigo nº 3, que, como está muerto, habrán observado ustedes que no ha dicho nada. Ayer murió mi esposo víctima de una cirrosis hepática, causada como secuela de sus tiempos de alcohólico. Mi marido, que se llamaba Nicodemo Grande Bustamante, llevaba más de 10 años que había dejado el alcohol y era Presidente de la Asociación ACALI, (rehabilitación de alcohólicos anónimos). Vivimos en Córdoba, en la barriada de los Olivos Borrachos, barrio típico cordobés en donde está la sede de la Asociación ACALI. Tenemos 4 hijos. Mi marido y yo no somos enanos, ni tres de los cuatro hijos que tenemos. Solo el pequeño lo es, por no sé que de una hormona del crecimiento que le afectó. Cuando nació era un hermoso niño y no sospechábamos su enanismo. Le pusimos Ulises, pues mi marido, Nicodemo, es, era, muy aficionado a los nombres bíblicos y mitológicos y decía que un niño tan hermoso, merecía un nombre hermoso. Mi hijo Ulises es un encanto. Tiene 19 años y está estudiando medicina en Madrid; hemos sabido por nuestro amigo Rafael Santamarina, lo que ha pasado en la estación con el tren que lo traía: Solo sabemos que el tren no ha parado. Testigo nº 1. .- Yo, Plácido. Acaba de llegar mi amigo y amigo de la familia del difunto, Rafael Santamarina. Me ha contado la peripecia de Ulises en la estación. No sabemos que puede haber pasado y no creemos que Ulises, que es un muchacho serio, se preste a juegos estacionales del mete y saca o saca y mete en el vagón y menos estando su padre de cuerpo presente. No sabemos qué puede pasar para que el chico asista al entierro de su padre, pues solo falta una media hora para el entierro y va camino de Sevilla. Testigo nº 5. .- Soy Ulises Grande de Córdoba y mido 98 cts., de estatura. Voy llorando camino de Sevilla, acompañado de dos legionarios que inútilmente tratan de consolarme. Vengo de Madrid, en donde estoy estudiando medicina becado por la Universidad de mi ciudad y ya conocen todos ustedes las peripecias que me han pasado en el tren. Con la mejor voluntad de los legionarios, la mala suerte no ha querido que esté ahora velando a mi padre. El entierro es a las 18,30 y a las 19,30 cierran el cementerio y hoy ya no hay más enterramientos. No me da tiempo a coger un taxi desde Sevilla y estar a tiempo en el entierro. Cuanto siento no haberle dado un beso de despedida a mi querido padre, que tanto ha hecho por mí. Nada más llegar a Sevilla, telefonearé a mi madre. Testigo nº 6. ¡Mecagüen la leche! Soy Víctor Más Valiente; (mi nombre viene de Victoria, triunfador, ganador, que todo eso quiere decir). Nací en Teruel hace 35 años, aunque llevo entre Melilla, Ceuta, y la entrega del Sáhara, 18 años en la legión. Soy el legionario que ayudó a bajar al pequeño Ulises para que asistiera al entierro de su padre. Al final la hemos jodido, pues otro legía se ha encargado de deshacer lo hecho por mí. ¡Con el buen aterrizaje y toma de tierra que había hecho! Y es que, ya lo dice mi sargento, o hay coordinación entre las diferentes 233


unidades o todo se va al carajo. Ahora pertenezco a la Bandera Comandante Franco, 1ª del Tercio Gran Capitán, I de la Legión. Testigo nº 7. .- ¡Maldita sea! Soy Máximo Banderas de España, que así es mi nombre completo. Tengo 30 años y nací en Trujillo, como Pizarro, el del Perú, no el de Endesa. Llevo en la legión 12 años. Soy quien ayudó al pequeño Ulises a que “no perdiera el tren para Sevilla! Tenía que matarme por imbécil. Y es que ya lo dice mi teniente: Si no funcionan las transmisiones y los enlaces en el campo de batalla, perderemos la jodida guerra. Y es que no funcionaron. Con el despegue tan bueno que hizo el pequeño Ulises cuando lo cogí y lo alcé, entrando en el vagón sin un solo rasguño. Pertenezco a la misma Bandera Comandante Franco, que mi compañero Valiente. Otra vez acertaremos, lo juro por mis muertos. Sí, señor: Con un par. Conversación entre la viuda de Nicodemo y el amigo Plácido. Fuensanta de Córdoba, viuda de Nicodemo y madre de Ulises, me comunica que acaba de llamar desde Sevilla su hijo. No le da tiempo a llegar a la hora del entierro. Son las 6 en punto de la tarde y el sepelio es a las 6 y media. Se queda en Sevilla y llamará dentro de 3 horas. Me traslado rápidamente al juzgado de Guardia. El Juez, persona amable y sensata, es receptivo al tema que le comento de los hechos acaecidos. Dicta a la Secretaria un auto en el que dice entre otras cosas que: … “debido a la declaración que formula D. Plácido… etc., y debido a las penosas circunstancias que relata el compareciente, se autoriza que el sepelio de D. Nicodemo Grande Bustamante, se posponga para el día siguiente, 16 de Mayo, a las 12 de la mañana, con el fin de que su hijo Ulises Grande de Córdoba pueda asistir, etc., etc. A tal fin se extiende el auto por duplicado para que tanto la parroquia en donde se celebrarán las exequias, como para el Cementerio Municipal de la Salud, en donde se le dará cristiana sepultura, tengan conocimiento del hecho y no pongan ningún impedimento al retraso ocasionado por circunstancias tan adversas. Se extiende el presente auto en la ciudad de Córdoba, etc., etc., etc.” Gracias a Dios, queridísimos QUIJOTES, el asunto se solucionó. Cuando llamó Ulises a las 10 de la noche, se le dijo que, sin prisas, cogiera un tren de vuelta a Córdoba para velar a su padre toda la noche. De que se cerciorara que en dicho tren no viajaba ningún legionario, no por animadversión a estos valientes soldados, sino por si estos militares estaban invadidos por algún mal fario o espíritu maligno que perjudicara los nobles deseos de la familia Grande de Córdoba. El entierro se celebró, (si es que los entierros se celebran), sin ningún impedimento. Mi amigo Nicodemo recibió cristiana sepultura en el cementerio de la Salú, (como se le conoce al camposanto de Nuestra Señora de la Salud), con la asistencia de todos sus familiares y de sus amigos; observando todos al pequeño, en estatura, Ulises, que como decía el poeta: lágrimas de gusto amargo, por sus mejillas resbalan. Ulises Grande de Córdoba volvió a Madrid y terminó su carrera de medicina, especializándose en Pediatría. Hoy es, en Córdoba su ciu234


dad natal, un eminente galeno al que los niños adoran. Todos quieren ir a su consulta, porque les parece que D. Ulises es un niño como ellos, ¡es tan pequeñito! Van a su consulta, juega con ellos y encima los cura. Goza de gran prestigio entre todo el pueblo cordobés. Debido al incidente que ocurrió hace ya 18 años, le nombraron en 1993, Legionario de Honor de la Bandera Comandante Franco, de guarnición en Melilla. Tiene 37 años y contrajo matrimonio con una chica que mide 96 cts. Tienen 2 hijos varones que se llaman Víctor y Máximo, en recuerdo de dos valientes legionarios cuyo único contacto con Ulises, fue ayudarle a bajar de un tren y volver a subirlo al mismo tren en marcha que le llevaría a darle un último adiós a su padre y un beso de despedida hasta el más allá. La confusión les hizo amigos para siempre. Sirva este escrito como recuerdo de un hecho que en su día, contado de la forma que se cuenta, de manera incompleta, podría producir carcajadas, regocijo, mofa o diversión, pero que no fue más que un episodio de los muchos que acontecen diariamente entre los humanos.

Para conocimiento de la anécdota completa, se relatan estos hechos en

La ciudad del Califato de Córdoba a finales de Agosto, de este largo y cálido verano del año 2.010. Plácido Pascual Avilés. Amigo de Nicodemo, Fuensanta y Ulises.

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la ley del perol El 7 de noviembre de 2010 19:34, Placido escribió: Desde tiempos inmemoriales, es tradicional que la familia, los amigos y enemigos se trasladen al campo en Córdoba los domingos y fiestas de guardar y se haga un perol para comer en el campo. Tamaña responsabilidad caía siempre sobre los hombros del hombre de la casa que era responsable del yantar y beber de todos los comensales y bebedores. Hasta que tuvimos la suerte de tener una ministra que arreglara tal desaguisado en cuanto a la cuestión del guisado cocinero: Bibiana Aido dictó la Ley de Igualdad y ya los hombres compartimos el 50% de las tareas perolísticas con las mujeres, con la salvedad que la probatura de sal, detalle primordial en el guiso, corresponde al hombre por su alta responsabilidad. Aunque ya en mi libro "Realidades y Fantasías" describo lo que es un perol cordobés, quizás me faltó algún detalle que os adjunto en el relato que a continuación se dice. Os invito a que si en vuestros terruños llegaran a celebrarse fiestas culinarias de esta tradición, tenéis todo el derecho del mundo a que se os respeten vuestros derechos sin menoscabo de vuestra dignidad. Podéis citar, entre otros, el preámbulo de la Ley y los artículos 43, ap. 5. a) y 58, punto 3. c), en donde claramente se especifica la misión de cada miembro y miembra de la comunidad familiar. ¡Gracias, Bibiana!. Besos y abrazos según corresponda. Plácido.

*Como preparar un buen Perol Cordobés:* Esto Dice la Ley: Una vez que un Cordobés se ha decidido a hace el arroz, hay una serie de acciones encadenadas que se ponen en marcha.... 1) La Cordobesa compra la comida, bebida y materiales fungibles. 2) La Cordobesa hace la ensalada, prepara las tapitas o los aperitivos y el postre. 3) La Cordobesa prepara la carne para el arroz, hierve el marisco, descascarilla las chirlas, pela las gambas, pica la cebolla, tomate, ajo, pimiento los sofríe con vino y lo pone en un tupperware junto con los utensilios necesarios y lo lleva al lugar del perol, normalmente a la Sierra, donde el Cordobés ya se encuentra sentado ante el fuego, de gas o leña con una cerveza en la mano. Ahora el punto culminante de la actividad: 236


4) EL Cordobés ROCIA EL ARROZ SOBRE EL SOFRITO EN UNA PAELLERA. 5) Siguen más actividades rutinarias: la Cordobesa sirve el aperitivo para sesenta y se ocupa de que a nadie le falte bebida. 6) La Cordobesa informa al Cordobés que el arroz necesita agua. 7) El le agradece esta información vital y aprovecha para pedirle otra cerveza mientras se ocupa de la emergencia. ¡¡¡Y ahora otro momento culminante!!! 8) EL Cordobés RETIRA EL ARROZ DEL FUEGO Y LO OBSERVA ATENTAMENTE MIENTRAS REPOSA CON OTRA CERVEZA EN LA MANO. *9) Más trabajos rutinarios: Prueba el arroz, lo rectifica de sal, informa que está en su punto y la Cordobesa coloca los platos, ensalada, el pan, los cubiertos, las servilletas y bebidas y lleva todo a las mesas. 10) Después de la comida, la Cordobesa quita las mesas, sirve café y copa para 60, friega los platos y... otro momento importante!!!!! : 11) TODOS FELICITAN AL Cordobés POR SUS DOTES CULINARIAS Y LE GRADECEN LA ESPLENDIDA COMIDA. 12) El Cordobés pregunta a su Cordobesa qué le ha parecido el no tener que cocinar. Cuando ve que ella se mosquea, llega a la conclusión de que no hay manera de complacer a las Cordobesas. "Dura est Lex, sed lex, hay que decirle a la Cordobesa. Jacinto Ruiz Morilla, una vez leído todo, escribió: Yo creo que a esta detallada descripción del perol cordobés y de la participación de UNOS Y OTRAS, le falta, estoy seguro, la reacción del gremio femenino cuando éste haya tenido conocimiento de la normativa publicada. Dios te ampare y nos ampare, a todos los hombres, cuando el mujerío se levante lleno de ardor guerrero. ¡Ay, de todos nosotros! Un abrazo. J.R.

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otros temas colaterales

luis garcÍa berlanga

He pasado unos días en Lanzarote y, en aquella isla, me ha sorprendido desagradablemente una noticia que me ha herido en mi conciencia de hombre: Ha fallecido el Director español de cine Luis Gª Berlanga. Cuando oí la noticia en T.V., lo primero que se me ocurrió fue: ¿Y por qué en vez de morirse Berlanga no se ha muerto Almodóvar? Si había que pagar el cupo de un muerto y este debía ser, según las normas que rigen la física cuántica, un director de cine español, se hace una transmutación de la edad del manchego hacia el valenciano, quedando cada uno con su inteligencia cinematográfica, la edad traspasada y sea Peeeeedro el que marche al otro barrio. Unos días antes de morir, Berlanga decía: Me jode mucho el dolor, pero lo que más me jode es morirme. ¿Qué ha hecho este Luis para merecer esto? Si el autor de esa película, (¿qué he hecho yo para merecer esto?), es Almodóvar, pues que se muera él y nos deje intacto y con sus facultades al 100 % a nuestro Berlanga. Me gustaba, me gusta, el cine de Berlanga desde que vi sus primeras películas. Nada os tengo que decir de Bienvenido Mr. Marshall, con todos sus geniales intérpretes, a la cabeza Pepe Isbert, con aquella sátira burlesca de la tomadura de pelo y corte de manga que los americanos nos hicieron a los españoles en los llamados años del hambre. Por citar algunas de las suyas, en las 2 o 3 dedicadas a La Escopeta Nacional, como refleja una época de la vida de España con aquel tono de ironía de la que solo es capaz un genio, que lo eran él como director y Azcona como guionista o co-guionista con el mismo Berlanga. Os acodaréis de La Vaquilla. ¿Cómo se puede hacer de una guerra civil una burla a los acontecimientos bélicos entre hermanos y extraer la parte cómica de las personas y los hechos, que están por encima de los acontecimientos horribles de la guerra? Pero el valenciano Luis G. Berlanga era capaz de lo más difícil todavía. En las escenas de sus películas, sus personajes “vivían” las escenas de las situaciones de una forma hasta dramática, diría yo, cuando lo que se transmitía al espectador era un cuadro de humor surrealista que nos hacían desternillarnos de risa. Se daba la doble paradoja que 238


con sus películas había lágrimas en la pantalla y a este lado del telón. Dentro, en la ficción, los personajes lloraban en las situaciones inverosímiles que el director les creaba y fuera, los espectadores lloraban de risa al contemplar las escenas disparatadas, pero posibles, que creaban su mente de genio. ¿Cómo era posible que un “oficio” como el de El Verdugo, se pueda tomar a guasa, cuando su fin principal es procurar que otra persona deje de respirar durante unos minutos, con las mortales consecuencias que esto trae consigo? Y esto Berlanga lo hacía con una gracia incomparable. Se ha muerto Luis Berlanga. ¿Es que la Parca, con su guadaña de muerte, no podía escoger a cualquier otro director para que llenara el cupo que a ese gremio les correspondía. Porque aquí nos morimos por cupos. El día que les toque en suerte a los jubilados, nos vamos a hartar de reír o de llorar, en función de quien sea el director de nuestra película de muerte. ¿Sabíais que Luis G. Berlanga fue uno de los voluntarios que fueron a Rusia con la División Azul para combatir al comunismo? Pues así fue. El día posterior a su muerte, ABC tuvo el detalle de reproducir Una Tercera que el insigne valenciano escribió en el año 1992, creo. Es una loa a Marlene Dietrich. Si artista era dirigiendo, escribiendo era un genio cultísimo. Cómo describe a la alemana que tantos ríos de tinta hizo correr en todas las linotipias del mundo de su época. Que descripción de aquellas piernas largas, infinitas, que hicieron codiciosos germanófilos a millones de la generación anterior a la nuestra: la de nuestros padres. Como refleja en el escrito su voz ronca y sensual que tanto enloqueció a los Clark Gable de aquellos tiempos, (a pesar de que ahora nos lo quieren pintar como homosexual). Berlanga debió enamorarse del Ángel Azul allá en las heladas estepas siberianas oyéndola cantar su Adiós Lilí Marleen… ¿Y porqué considero yo a Luis Berlanga un genio, un artista del séptimo arte? Él escogía los títulos de sus películas de una forma muy descriptiva. Ya con el título iba implícito parte del contenido de la película; le gustaba reflejar su conciencia satírica, surrealista y esperpéntica al principio del guión: el Verdugo, la Vaquilla, la Escopeta Nacional… Posiblemente uno de sus mejores films, que estuvo nominado para un Oscar, fue al que me refiero ahora. Un hombre bueno, trabajador incansable, servicial con sus congéneres; un hombre capaz de pasear un cadáver por media ciudad sin un mal gesto, solo con el afán de servir a sus vecinos. Describir una cena de Nochevieja en una casa, que tuvo más incidencias que si se hubiese celebrado en un hotel de 7 estrellas y 239


más movimiento que el camarote de los hermanos Marx. Necesitaba poner al protagonista un nombre sonoro, rimbombante, histórico y heroico. Aquel título debía marcar todo un ciclo cinematográfico para la posteridad. Luis G. Berlanga nunca tuvo duda de cómo se tenía que llamar el protagonista de su película estrella, filmada en Blanco y Negro, como le correspondía a la época en la que desarrollaban los hechos. No lo dudó ni un instante adelantándose a la época de los fulgores que en la posteridad disfrutaría aquel nombre. Luis sabía que debía llamarle con un nombre que tuviese raíces latinas, con sabor a patricio romano. No había duda. Aquel guión salido de su cabeza y de la de Rafael Azcona, estos dos sabios que concibieron la idea de que toda la trama de la película se desarrollara en una Nochebuena con el famoso eslogan de aquellos tiempos, 1961: Siente un pobre a su mesa. ¿Cómo debía llamarse para servir como ejemplo a cineastas del futuro? No había duda, el título debería ser y fue: <<Plácido>>. Cassen dio vida a aquel Plácido que reflejaba mejor que nadie la España esperpéntica de aquella época y de todas las épocas. Aunque nada más que sea por eso, vaya mi homenaje, mi recuerdo, mi gratitud y mi reconocimiento para este hombre que nos ha dejado en este valle de lágrimas con otros directores más sectarios, conflictivos, ineficaces e inútiles. Allá donde estés, querido Luis, descansa. Tus congéneres de ahora, se partirán el espinazo riendo con las ocurrencias tuyas y de Azcona. Que sea para toda la eternidad. Desde esta tierra, cada vez más miserable y conflictiva, desde este mundo en el que apenas sale el sol para alumbrarnos, te mando un abrazo desde Córdoba, su Califato, a los pocos días de tu muerte corporal. Porque tú vivirás eternamente. Siempre permanecerá tu recuerdo con nosotros. Hasta que nos encontremos en el mundo que no tiene sombras. Noviembre de 2010. Plácido.

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EPITAFIO. (Enviado el 22-11-10).

¡Vaya por Dios! Hace unos días murió Berlanga, el autor de la película Plácido. Esta mañana me desayuno con la muerte del gaditano Salvador Guerrero Reyes, 87 años, (el maestro Guerrero), autor de la letra "El Cordón de mi corpiño". Música de Benito Castellano. Escriban sobre mi tumba el epitafio: <<Poco a poco nos vamos marchando los mejores>> Desde el Califato de Córdoba R.I.P. Un responso por todos los QUIJOTES. Plácido. P.S. (Post Scriptum): Cada día voy siendo más breve en mis escritos.

crÍtica literaria

Hace algo más de un mes, nuestro común amigo Paco Moreno Doncel, tuvo la gentileza de mandarnos dos libros que yo no había leído y que siempre estuve interesado en leerlos. Entonces comenté que los copiaría y los leería. Debo confesar y me avergüenzo de hacerlo, que desde que me metí en este lío de Internet, leo bastante menos y escribo bastante más. Y eso es un pecado y los pecados me avergüenzan y si son los míos más todavía. Por lo tanto públicamente me confieso y digo que tenía que leer mucho más. Tengo tirados por mi biblioteca a Cervantes y Borges, nada más y nada menos. Estaba releyéndolos y, aunque de vez en cuando los retomo, me puede más el “vicio” de mis escritos que la satisfacción de volver a sus páginas. Pero así soy yo, señora, que dijo no sé quién. Pero volvamos a estos dos libros. Las dos obras a las que me refiero son: “MARRUECOS: Diario de Una Bandera”, cuyo autor es el Comandante Francisco Franco Bahamonde y “Un Diplomático en el Madrid Rojo” de Félix Schlayer. Cónsul Noruego en Madrid en los años 1936-1937. ¿Y porque no había leído antes estos dos libros? Por la sencilla razón que no los había encontrado en las librerías. Posiblemente dejaran de editarlos. Yo se que leer ahora estos dos libros es políticamente incorrecto, muy incorrecto, pero a mí edad, incluso mucho antes de esta edad y era más joven, me da lo mismo la incorrección política. En otros tiempos y otros regímenes he leído muchas de las obras que estaban prohibidas y me daba los mismo lo que opinara quien lo opinara. Quede claro. 241


Me prometí a mí mismo, que una vez leídos os haría una crítica a estas dos obras, pequeñas “obritas”, diría yo, para transmitiros mi opinión sobre ellos. Bien sabe Dios, que no soy la persona más indicada ni mejor preparada para juzgar a estos dos escritores que solo hacen relatar unos hechos de los que ellos fueron testigos y protagonistas directos. Más que escritores, son unos relatores de hechos que vivieron en primera persona. Así pues vamos a nuestro juicio literario. Marruecos: Diario de una Bandera. De Francisco Franco. Este libro recoge los hechos que le ocurrieron a la I Bandera de la Legión, en la guerra de África, entre octubre de 1920, (este fue el año de la fundación de los Tercios de extranjeros o Legión española, alistándose el primer legionario en Septiembre de dicho años, fecha que se considera la oficial de la fundación) y abril de 1922. El autor de este relato es el Jefe de la Bandera Comandante Franco. (Para los neófitos en este tipo de lenguaje, no para los QUIJOTES, diré que una Bandera en la Legión es una Unidad similar a lo que es un Batallón en la Infantería clásica o convencional o un Tábor en Regulares en los grupos de Regulares o en la antigua y ya desaparecida unidad de Tiradores de Ifni, a la que yo me honro de haber pertenecido). Se incluye en esta edición el prólogo que hizo el Diplomático y Embajador español D. Manuel Aznar. Al no dar el segundo apellido, me inclino porque se refiere a Manuel Aznar Zubigaray y creo que este eminente personaje es el abuelo del que fue Presidente del Gobierno José Mª Aznar López. (Su padre se llamaba Manuel Aznar Acedo, hijo del anterior. Hablo un poco de memoria). El prólogo escrito en 1956, es, como no podría ser de otra manera, un canto a las virtudes del autor del Diario… en donde se ensalza y magnifica las virtudes del Comandante Franco. Pero yo voy a tratar de dar mi opinión, que no difiere mucho de lo que he pensado de Franco toda mi vida. Debo decir que en esa época, Franco, que es el Jefe de una Bandera que pertenece a una Unidad recién creada, forma parte, junto con Millán Astray, el Teniente Coronel Valenzuela y otros militares profesionales de la Legión española, Unidad recién creada en aquellos tiempos y que no solo en la guerra de África, sino en su historial posterior, es uno de los Cuerpos más laureados y de mayor fama de heroicidad que ha tenido el Ejército español en todos sus tiempos. No hace otra cosa, que, como si de un diario de abordo se tratara, como si fuera el Cuaderno de Bitácora de un buque, se limita a describir de una forma concisa y lacónica todos los hechos que le ocurren a su Bandera durante este tiempo. El lenguaje del autor es el puramente 242


castrense, sin alardes innecesarios ni florituras literarias. En la guerra se cuenta lo que pasa y ni la muerte, ni el sacrificio, ni el combate, tienen nada de romanticismo. Se percibe claramente que la profesión de Franco no es la de escritor, aunque asoman, muy de vez en cuando, los rasgos de humanidad por los hechos relatados. Inicia su relato en la organización de los Tercios de Extranjeros en 1920 en Tetuán. Comenta las anécdotas de la incorporación de los nuevos soldados, de la primera jura de bandera, de la primera instrucción, de las primeras horas de convivencia, como si de una rutina ya prevista se tratara. No hay alharacas en su escrito. En este apartado habla de la vida de la Legión de entonces: De las riñas, de los castigos, de las borracheras, de los porros, de los extranjeros alistados… de las vivencias en definitiva de estos nuevos componentes del Ejército español. Franco, como Jefe de la I Bandera, acompaña en su recorrido todos los lugares en los que esta va acampando: Uad-Lau, Gomara, Xauen, Beni Lait, el Zoco de Arba, etc., etc. Franco va relatando, de una forma breve, el recorrido de la nueva unidad camino del combate. Para describir los hechos acaecidos en el campo de batalla, usa, como es lógico, un lenguaje militar, siendo eminentemente la terminología castrense que nosotros, QUIJOTES militares, hemos utilizado toda nuestra vida. Cita personajes militares que después fueron figuras muy importantes en el devenir del futuro de España, entre los que se destaca al general Sanjurjo o el mismo Mola. Describe la indiferencia con la que el gobierno español de la época, trata los temas sangrientos de la guerra de África; el desastre de Annual, el abandono del General Silvestre, el comportamiento de alguien a quien él admira: El Tte Col. Gómez Tablas, de Regulares, pero todo lo resume en una líneas. Sí me ha llamado la atención, la frialdad con la que Franco habla de la muerte. Como si no se inmutara. Como si fuera el hecho natural, que lo era, que sucediera en el combate. No deja traslucir o al menos lo intenta, la tragedia de la muerte del enemigo o del amigo. Lógicamente él está en “su bando”, en el bando de los buenos. Llama la atención la parca descripción que hace de lo que luego resultó un acto heroico del Cabo Suceso Terrero; este, al mando de un grupo de 14 legionarios, parte para reforzar una guarnición, el “blocao” del Malo que saben, les costará la vida. Tanto es así que uno de los legionarios, Lorenzo Camps, le dice al Teniente de su sección: Mi teniente, como vamos a una muerte segura, ¿quiere usted entregarle en mi nombre este dinero a la Cruz Roja? A mí ya no me dará tiempo a gastarlo. Y le entregó 250 pesetas. Efectivamente, aquella noche, en defensa heroica de la posi243


ción, murieron todos sus defensores. Franco solo dice “Así mueren los legionarios por España”. Ni un solo nombre. Ni un solo comentario más. Después de un combate terrible en el que murieron varios oficiales, suboficiales y tropa, lo más que se le ocurre a Franco es escribir: ¡Cuánto heroísmo encierra la conducta de estos sencillos cabos y soldados! Y Franco no es un historiador o un periodista que desde la retaguardia acompaña a las tropas en combate, es el Jefe de la unidad, que, encuadrado junto a otras unidades, marcha en cabeza de la misma, compartiendo el peligro de la muerte junto con todos sus superiores pero también junto a sus inferiores. Obsérvese como relata la herida del Teniente Coronel Mola: Los regulares han encontrado la misma resistencia y cuando me acerco a ellos para armonizar el avance, veo caer herido al Teniente Coronel Mola que les manda en ausencia de (Tte Coronel), González Tablas. González Tablas había muerto unos días antes en combate. La edición de este libro se ha hecho en formato de folio, no cuartilla, constando el mismo de 127 páginas, incluido el prólogo de Aznar y unos comentarios finales de otro autor. Se lee con fluidez y no aburre por la cantidad de acción que tiene. Escribir un diario supone citar los hechos que se van produciendo sin mencionar los sentimientos que se provocan. Ni las fatigas, ni el cansancio, ni las heridas, ni las maldiciones, ni las lágrimas. Para el autor solo importan los hechos. Bien es cierto que yo he leído este Diario… sin despojarme de mi carácter y personalidad militar, (la milicia como el sacerdocio, imprime carácter), algo que ni quiero ni haré nunca. No nací militar, pero si moriré militar español. De eso no me cabe duda. Algo si me ha llamado la atención: La preocupación de un Jefe por sus subordinados. Escribe una carta a los políticos en donde se queja del abandono de los dirigentes por las tropas en el norte de África; del armamento tan deficiente con el que combaten. Es raro que un simple comandante, se dirija a las más altas instancias de la nación, manifestando las inquietudes que le producen la falta de atención de quienes son responsables del conflicto, pero se despreocupan de quienes mueren por conseguir que aquel pedazo de tierra, siga siendo española. No se puede olvidar que en 1920, Franco, el Comandante Franco, tenía 28 años y que 6 años después ya sería General de Brigada. Tenía futuro. Tuvo futuro. A título de curiosidad diré que esta I Bandera que mandó el Comandante Franco, hoy todavía se llama: “Bandera Comandante Franco” y está de guarnición en Melilla. Debe pertenecer al Primer Tercio, el que se llamó ¿y se llama? Gran Capitán. ¡Como se llevan la Historia! ¡Como nos roban la Historia! 244


Lo he pasado bien con la lectura de este libro, sin olvidar que su autor, que actúa como notario de los hechos, es al mismo tiempo protagonista de los mismos, aunque él escriba con un tono impersonal como si todo lo ocurrido le fuera ajeno, cuando no es así. Recomiendo su lectura. Un Diplomático en el Madrid Rojo. De F. Schlayer. Desde que tenía poco más de 20 años, he sentido siempre una enorme curiosidad por la última guerra civil española: 1936-1939. Son muchos los autores que he leído de distintitas ideologías, los artículos que han caído en mis manos sobre este tema y de los debates habidos en conferencias, tertulias televisivas o radiofónicas. (Tengo un periódico que me ha regalado un pariente mío ya muy mayor: “Estampa. Año 9= Núm. 454. 26 de Septiembre, 1936. Director V. Sánchez Ocaña. 30 cts. Y la portada dice: LAS MUJERES ANTIFASCISTAS HACEN JERSEYS PARA NUESTROS MILICIANOS. Es una delicia leerlo…ahora). Nunca he dejado de interesarme por esta tragedia que sumió a España en una guerra fratricida que costó millones de problemas y muchos de esos problemas eran vidas humanas; y es muy abundante la bibliografía que poseo de este hecho en la biblioteca de mi casa. Félix Schlayer, un diplomático noruego en el Madrid republicano en el año que se inició la guerra, es un autor al que citan muchos historiadores de prestigio en su obra sobre estos acontecimientos. A este personaje le sorprendió el alzamiento en la capital de la República, que era Madrid. Dada la anarquía que se produjo en esta ciudad en el año 1936, sobre todo desde septiembre del 36 hasta los primeros meses de 1937, se responsabilizó, junto con otros miembros del Cuerpo Diplomático mundial, (Argentina, México, Chile, Inglaterra, Austria, Hungría, Japón, etc.,) en salvar cientos de vidas que corrieron peligro por parte de los anarquistas, socialistas y comunistas y dar asilo a los que pudieron en sus respectivas legaciones. Así y todo fueron miles las de otras vidas que se perdieron asesinadas por el simple hecho de ser de derechas o ser religiosos o militares o ser sospechosos de colaborar, como si de una V columna se tratara, a favor del enemigo y en contra del gobierno republicano constituido. Todo el libro, 96 folios, es un relato continuo de terror, de torturas, de asesinatos, de purgas en la cárcel, de muertes y en otros casos de vidas salvadas, de lucha por parte de Schlayer en tratar de salvar a sus potenciales víctimas, hablando como diplomático con las más altas instancias del gobierno republicano: Los Largo Caballero, Negrin, Pasionaria, Santiago Carrillo, Álvarez del Vayo… y un sinfín de personali245


dades en el gobierno o mandamases afines al mismo. Estremece observar el relato de este cónsul noruego, como describe que cualquier “mindundi” con una pistola al cinto, encuadrado en una panda de desalmados, tenían la potestad de entrar en las cárceles, sacar un grupo de presos previamente designados por los jefes políticos, sacarlos, montarlos en un camión y conducirlos a unas zanjas lejos de Madrid o a las tapias de un cementerio, en donde atados uno con otro por los codos, eran fusilados y arrojados en las zanjas. Así describe, entre otros muchos horrores, las zanjas de Paracuellos del Jarama. Y estos fusilados tenían nombres y apellidos y muchos de ellos se escriben y se dicen. Como salen a relucir las famosas “checas” de Madrid, de Fomento 9, o la de Bellas Artes. La ímproba lucha que mantuvo con el Gobierno, tratando de encontrar al abogado de su legación Juan de la Cierva y Codorníu, (padre de Ricardo de la Cierva, historiador y Ministro con Suárez), que finalmente fue asesinado en Paracuellos el 9 de Diciembre de 1936. Delito: pertenecer al partido de Acción Popular de Gil Robles. Responsables, por acción u omisión: Santiago Carrillo, el General Miaja, Largo Caballero, el ministro Galarza… en fin un contar y no acabar. Una pesadilla que costó la vida a miles de españoles. Parece a veces una película de terror de Alfred Hitchcock. Las cunetas de Madrid y sus alrededores, aparecen al amanecer con montones de cadáveres fusilados en la madrugada. El miedo en las celdas no sabiendo quienes van a ser los próximos en formar parte de las “sacas”. Las torturas en las checas. Las violaciones de religiosas. Una pesadilla continua. Hacía años que deseaba leer este libro, o casi estas notas informativas de un extranjero que tantas vidas españolas salvó en el Madrid del horror del 36. No pretendo con esto volver a tiempos pasados, pero si saber muchas de las cosas que sucedieron en España. Tener conocimiento de hechos macabros y pedir que no se vuelvan a repetir. No estaría mal leer este libro firmado por un noruego al que muchos le llamaron, después de la segunda guerra mundial, el Óscar Schindler noruego. ¿Recordáis “La Lista de Schindler”? Fue también víctima de conspiraciones por parte del Ministro de Estado, (AAEE), Álvarez del Vayo y fue relevado como responsable de la legación noruega en la España republicana. Se dio orden de busca, captura y prisión para este hombre que tantas vidas españolas salvó. Y mal final hubiera tenido si, en Julio de 1937, después de una rocambolesca peripecia, no hubiera escapado en un barco rumbo a un lugar más seguro fuera de España. De verdad ha sido un placer doloroso, leer algo que ansiaba desde hacía muchos años. Lo incorporo a mi bibliografía sobre nuestra guerra civil o incivil. 246


Quien sea amante de la historia, puede y debe leerlo. Y con esto finalizo mi análisis de estas dos obras que me fueron remitidas por correo electrónico por nuestro amigo y compañero Paco Moreno Doncel. Ahora ando con otro “librito” de 250 páginas-folio, que me está dando una gran satisfacción el leerlo. Ya os contaré.

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HISTORIA Todos tenemos nuestra historia. Empezamos a escribirla en el seno materno y algunos la continúan escribiendo más allá de la muerte. Por supuesto que la historia es amplia y variada. Una vida encierra amores, sinsabores, fracasos, triunfos, miserias, dolores, placeres y no sé cuantas sensaciones y hechos que nos acompañan durante toda nuestra vida, durante toda nuestra historia. Una pequeña parte de mi historia son las satisfacciones vividas en los viajes o encuentros que he realizado durante 23 años consecutivos con mis compañeros de promoción y también con excelentes amigos, de la promoción o no, militares de otras Armas o Cuerpos o paisanos familiares, que casi todos los años se han sumado a nuestra alegría, acompañándonos en las reuniones. Todo empezó cuando a Pepe Casares, se le ocurrió la idea de juntarnos en Toledo con motivo del XXV aniversario de nuestro ascenso a Sargento. Este hecho ocurría en Hoyo de Manzanares, allá en el pleistoceno, por el año 1963, poco después de salir de la Escuela de Aplicación y Tiro de Infantería, cuando todos éramos insultantemente jóvenes, cuando nuestro ímpetu carecía de la virtud de la prudencia, puesto que todo lo podíamos. (La Infantería no tiene obstáculos, decíamos), cuando todavía solteros la inmensa mayoría, nuestra edad era una provocación a la vida. Todos estábamos llenos de ilusión, con ganas de comernos el mundo. Hacía poco más de 20 años que habíamos comenzado a escribir nuestras jóvenes vidas. Pasaron 25 años y para celebrar nuestras Bodas de Plata, la idea de Pepe Casares consiguió reunir en Toledo a 286 componentes de los casi 600 que salimos como Sargentos en Hoyo de Manzanares. El encuentro toledano fue también como una provocación. Que de cambios puede dar una vida en 25 años que hacía que no nos habíamos visto. Los comentarios eran: - Estás muy gordo, te estás quedando calvo o ya no tienes pelo, ¿Cuántos hijos tienes?, ¿Dónde estás destinado? ¿Y fulano porque no ha venido? ¿Qué se ha muerto?, vaya por Dios…Encuentro emotivo, pleno de sensaciones y emoción por volver a contemplar los rostros, oír la voz, escuchar las historias de los que 25 años atrás, habían compartido con nosotros los avatares de los largos y gélidos meses en la pequeña y serrana localidad madrileña. Toledo fue un éxito. La renovación del juramento a nuestra Bandera, las visitas a los lugares históricos de la inmortal ciudad, la cena de gala en el salón de la Academia y la apoteosis cuando Pepe Casares: “por las facultades que me he dado a mí mismo y por las leyes que puedo promulgar y pro248


mulgo, he tenido a bien nombrarme Gran Canciller de esta Hermandad que desde hoy se constituye”. Aquello fue más o menos lo que dijo. Y el tío se hizo Gran Canciller. Toledo fue el inicio de lo que poco a poco se fue consolidando como casi una obligación el vernos cada año. Ahí empezó para nosotros el nuevo encuentro anual de los que podían o podíamos reunirnos en sitios diferentes. Al principio había como cierto despiste, pero el conocimiento se fue consolidando y esto es más o menos lo que ha sucedido hasta hoy: 1988 Toledo. Y a continuación año tras año, con ánimo de continuidad, Plasencia, Gijón, Huelva, Jaca, Córdoba, Badajoz, Tremp, Zaragoza, Valladolid, Melilla, Gerona, Burgos, Málaga, Valencia, Lanjarón, Gijón otra vez, Palma de Mallorca, Toledo otra vez, Cáceres, Zaragoza-Huesca, El Ferrol, Cartagena y Córdoba otra vez, que es el próximo mayo florido cordobés. Son 23 años en los que nos hemos reunido, ya en menor número que en Toledo. Pero los que hemos sido fieles a la Hermandad, que de cosas hemos visto, monumentos, lugares típicos, sierras, comidas típicas de cada lugar, sus gentes… que de anécdotas se podrían contar. Vamos envejeciendo de forma paulatina, pero como nos vemos los que nos vemos, parce que siempre estamos iguales y el envejecimiento se hace como a cámara lenta. Muy despacio. Un año no nos cambia mucho y si nos cambia no se nota. Cada año hay algunos que se han ido definitivamente a la Hermandad de los Desparecidos de este mundo. Creemos, queremos creer, que han pasado a formar parte, no de ninguna otra Hermandad, sino de la Corte Celestial y estarán junto a Dios. Un libro se podría escribir con lo que ha ocurrido en todas y cada una de las reuniones. Si de cada reunión, alguien pudiera recopilar lo acaecido en su lugar, se podría confeccionar una bonita historia. De todas formas, los que hemos vivido la casi totalidad de las asistencias, guardamos en el baul de nuestros recuerdos, gran cantidad de hechos que nos recuerdan algo esencial en el ser humano: Que hemos vivido. Que con nosotros está y vive nuestra Historia. Anoche asistí a una conferencia magistral sobre El Camino de Santiago, que dictó, porque una lección magistral fue, un amigo mío; y dijo algo que me impactó, algo que todos sabemos porque es una obviedad, pero que no decimos o queremos olvidar: “El ser humano es el único ser de la tierra que sabe que va a morir”. Yo le añadiría que “también el ser humano es el único ser sobre la tierra capaz de recordar o escribir su historia”. Y estos 23 años tienen consigo mucha historia. Ya solo faltan 2 para las Bodas de Oro. Posiblemente, si podemos, volveremos a 249


Toledo a contemplar otra vez los muros de la Academia de Infantería. ¡Ay, Infantería, que de recuerdos traes a mi memoria…!

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HERMANDAD DE LA IV PROMOCIÓN DE SARGENTOS DE INFANTERÍA

XXIII ANIVERSARIO DE LAS BODAS DE PLATA 1963-1988-2011

CONVOCATORIA DE “CORDOBA 2011” En nombre del Gran Canciller Pepe Casares, ¡Salve, oh Gran Canciller!, y en el mío propio como organizador y de mi santa esposa Josefina, eficaz colaboradora, nos cabe el honor de invitaros a la celebración del XXIII Aniversario de la Bodas de Plata de nuestra promoción, que tendrá lugar, si Dios quiere y el tiempo no lo impide, (recordad la lluvia de la vez anterior), en la que fuera antigua capital de la Bética Romana, además de la ciudad del Califato y hoy es la Muy Noble, Muy Leal, Muy Fuerte y Muy Calurosa ciudad de Córdoba. (Que todos estos títulos tiene). La reunión se celebrará los días 9-, 10-, 11.- y 12 de Mayo de este año del Señor 2.011. Si observáis los almanaques de cualquier civilización, veréis que esos días son lunes, martes, miércoles y jueves, lejos de los sábados y domingos que tan dados son a celebraciones de comuniones, bodas, sepelios, (que algunos con tal de fastidiar son capaces de morirse) y otros actos que pueden impedir nuestro derecho de asistir a la reunión anual que, desde hace 23 años, estamos obligados a cumplir. Por segunda vez en la historia de nuestros encuentros anuales y primera en este siglo, de momento, Córdoba os abre los brazos y en nombre de mi santa y del mío propio, del noble pueblo cordobés, de todos los imanes, rabinos, sacerdotes, autoridades y todo el pueblo que Córdoba alberga, os daremos la bienvenida a la ciudad varias veces milenaria que fuera cuna de culturas, esplendor y poder. (Y donde hubo, señor, siempre queda, decía Sancho). Si estudiáis los calendarios de cualquier cultura, desde la babilónica a la nabatea, de la hindú a la china, de la maya a la romana, de la judía a la griega, de la cristiana a la islamita, podéis 251


ver que las fechas coinciden con la renombrada y afamada fiesta del Festival de los Patios Cordobeses, declarados de Interés Turístico Internacional por la UNESCO, la ONU, la NATO el Pacto de Varsovia, la Cruz y la Luna roja y otros organismos universales y planetarios que habitan en los confines del universo. Que en estas fechas floridas se reúnen en son de paz, amistad y jolgorio todo el orbe terrenal, con el solo propósito de cantar un himno a la paz, disfrutar de las posibilidades que Córdoba ofrece y compartir nuestra alegría con el resto de ciudadanos del mundo que, por estas fechas, acuden a nuestras fiestas cual bacanales modernas. Os esperamos con el ánimo inquieto, el espíritu alegre y el corazón abierto para compartir unos días de asueto, que bien ganado tenemos y poder contar a nuestros nietos en la posteridad: <<¡¡Yo estuve en los Patios de Córdoba!!>>. Mando este Bando a nuestro Gran Canciller General, ¡Loor y gloria, oh Gran Canciller!, al que ruego de su Vº Bº y Beneplácito para iniciar la convocatoria e inicio de las fiestas. Recibid todo el cariño, el afecto y un fuerte abrazo para vosotros y vuestras esposas de mi santa y mío. Plácido Pascual Avilés y Josefina Morales Cantos Vº Bº El Gran Canciller General. Se ruega hacerlo extensivo a los demás compañeros.

PROGRAMA DE ACTOS (MAYO 2.011) ARRIBADA día lunes 9 de Mayo. RETORNO día viernes 13 de mayo.

DISEÑO DE LAS JORNADAS

1.

Día 9 lunes.- Llegada al Hotel N H Califa, sito en la calle Lope de Hoces, nº 14. (El hotel está en el centro de la ciudad). A partir del medio día podéis tomar posesión de vuestros aposentos. Deshacer maletas, colocar prendas, arreglar armarios y si quedaran algunos deberes por hacer, cumplimentarlos. A las 21.00 horas copa de bienvenida en la Residencia Militar Gran Capitán, (no olvidéis por respeto que, aunque sea Capitán, es más antiguo que nosotros); saludos entre compañeros, discursos de bienvenida y bien llegadas, comentarios anuales y demás liturgia de la palabra.

2. Día 10 martes.- Desayunar en el hotel. El precio de la habitación lleva incluido el desayuno. 252


A las 09.30 horas todos estaremos en la Residencia Gran Capitán, (hay unos 200 metros de distancia), en donde embarcaremos con rumbo a la Ciudad de Azahara, (en la antigüedad Medina Azahara). El fin de esta visita, que es guiada, es contemplar lo que el Califa Abderramán III, mandó construir en las estribaciones de Sierra Morena, para la que era su amada y mujer favorita: Azahara. Con esta visita se pretende que todos tomemos ejemplo de lo que debemos hacer en pro de nuestra esposa favorita: Regalarle algo similar. ¿Qué más tenía Azahara que nuestra santa esposa? Contestad ahora o callad para siempre. Lamento si descubrimos algún secreto y hay otras esposas ocultas, aunque no sean favoritas, pero la vida es así de dura. Pasaremos toda la mañana en la medina regresando sobre las 14.00 horas a la Residencia para reponer fuerzas. Después de la comida, para rehacernos de las fatigas matinales, ejercitaremos lo que nuestros ancestros denominaron el Reposo del Guerrero. A las 18.30 horas, nos reuniremos en el hall del hotel para iniciar nuestra visita a los Patios Cordobeses en el barrio de S. Basilio, situado muy cerca del Alcázar Viejo, o Alcázar de los Reyes Cristianos, al que en Córdoba se le llama popularmente “la casa el vieho” por la deformación de l`Alcasa el Viejo. Por su corta distancia el recorrido lo haremos como si todos fuéramos de Infantería.

3.

Día 11 miércoles.- Repetimos desayuno en el hotel y A las 09.30 horas, como buenos infantes, tomaremos el coche de S. Fernando, (la distancia es muy corta e iremos caminando por el barrio de la judería), nos encaminaremos a la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, (en la antigüedad Mezquita Aljama y antes Iglesia de S. Vicente), para contemplar la belleza de uno de los templos más bellos y originales del cristianismo. La visita será guiada. Al terminar su recorrido, visitaremos el famoso Museo de Julio Romero de Torres, si, si, el que pintó la Mujer Morena y Naranjas y Limones, y la Copla y… A las 14.30 horas nos trasladaremos al Restaurante típico de Córdoba Federación de las Peñas Cordobesas, en donde degustaremos productos culinarios de la tierra que ayuden a reponer nuestras mermadas fuerzas. A las 18.30 horas nuevo recorrido de patios para contemplar los que, a mi juicio, son los más bellos de Córdoba: Los del barrio de S. Agustín, S. Lorenzo, Santa Marina, etc., y el Palacio de Viana, (por allí esta mi barrio), si nos da tiempo. Procuraremos que el regreso sea un paseo típico por la Córdoba nocturna, para poder ver el Cristo de los Faroles, entre otras joyas de la ciudad cordobesa. Pero antes repondremos fuerzas en plan tapeo y copitas, costumbre muy española, en la sede social de la Casa de Sevilla en Córdoba. Nuestro amigo y compañero, “el granaino” Ángel López Durán, nos ofrecerá esta sede para que veáis lo que “sufrimos” los cordobeses que somos socios o estamos unidos a este tipo de 253


asociaciones.

4. Día 12 jueves.- A las 09.30 h. salida del hotel para visita al Alcázar de los Reyes cristianos. (En este lugar ya habitó en algunas ocasiones Julio César, que no era cristiano). A la salida visita a los baños árabes y Torre de la Calahorra. A las 14.30 tendremos el almuerzo en la Residencia, siendo moderados en el yantar, pues espera la cena de despedida. La tarde libre para pasear y/o para arreglarse, poniéndose ellas con la belleza que atesoran y ellos, galanes y varoniles, virtud que aun guardamos de nuestros ya lejanos años mozos en la milicia. A las 21.30 horas Cena-baile de despedida. Discursos ciceronianos, no por su amplitud, si por su belleza; entrega de diplomas, regalos de recuerdo, designación de la sede para el próximo año. Suspiros, lloros, lágrimas, (¿qué es una despedida sin lágrimas?) y hasta el año que viene si Dios quiere. Nota aclaratoria. El baño y masaje no se ha incluido en el programa general por dos razones: 1ª.- La densidad del programa nos ha impedido colocarlo en algún lugar sin que nos perjudicara en otra de las visitas a las que le he dado prioridad. 2ª.- El precio es excesivo. Tiempo mínimo del baño: 90 minutos. Precio por persona para pensionistas: Solo baño 15 €. Baño + masaje relajante 25 €. Baño + masajes varios 40 €. Si alguna persona/s quisiera utilizar esta terapia, lo deberá comunicar al organizador cuando haga la inscripción y habría que utilizar la mañana del día 12, (visita al Alcázar y Torre de la Calahorra). Los baños árabes previstos para la visita general, son otros diferentes. Nota muy importante.- No olvidar llevar para todas las visitas el D.N.I. INFORMACIÓN SOBRE EL ALOJAMIENTO

. Lugar: NH Califa. Dirección C/ Lope de Hoces, nº 14. Teléfono: 957- 299400.

. Días de estancia: CUATRO. 9-10-11-12 de mayo. . Precio: Habitación doble: 91,80 €. Habitación

de una plaza: 78,84; aquí ya va incluido el IVA y desayuno en el hotel.

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Se puede reservar la habitación, desde la recepción de este comunicado hasta el día 14 de Marzo de 2.011, que es la fecha tope de reserva. La cantidad para garantizarla es de 100 € por habitación.

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La reserva se debe hacer a NH Califa. Hoteles España S.L. Cuenta 254


del BBVA nº: 0182- 0999- 86- 0201522913. Indicar en el impreso de ingreso: Nombre y apellidos del impositor y nº de expediente: 3647711. Ingresar los 100 €.

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Una vez efectuado el ingreso llamar al hotel y al organizador para comunicarles que se ha efectuado dicho ingreso. Esto es con el fin de que el organizador se cerciore que la habitación está reservada y asignada.

. El teléfono de hotel lo tenéis arriba y los del organizador, que se llama Plácido, son 957-250472, (llamar a este preferentemente) o al 651- 763699.

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Si alguien deseara prolongar su estancia en esta bendita tierra, (la semana siguiente es la Feria de Mayo), debe avisarlo antes del día 28 de marzo. Es probable que ese precio ya se encarezca con respecto al que se nos ha aplicado. Tened en cuenta que Córdoba en mayo es bastante más cara. Veréis que el hotel y Córdoba están a tope. Comunicar esta decisión al organizador.

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El alojamiento será abonado por cada usuario al final de la estancia.

Todos conocéis la famosa zarzuela “La Dolorosa”. Os voy a sorprender entonando una parte de esta bella obra lírica del género chico español. Leed los siguientes pentagramas:

INFORMACIÓN SOBRE EL PRESUPUESTO DISTRIBUCIÓN DEL GASTO, POR PERSONA: Copa de Recepción y Bienvenida…………………………………………. 20.00 € Almuerzo día 10 en la Residencia……………………………………….. 28.00 € Almuerzo día 11 en la Judería. …………………………………………… 32.00 € Piscolabis post patios en la Casa de Sevilla en Córdoba. ……….. 15.00 € Almuerzo día 12 en la Residencia. ……………………………………… 15.00 € Cena de gala día 12. ……………………………………………………….. 30.00 € Visita a monumentos, autobús y guía. ……………………………… 20.00 € Regalos, música, imprevistos, etc.……………………………………… 30.00 €

Suman gastos por persona. …………………..190.00 €

Voy a omitir en qué consisten los menús. Si voy a deciros, que hemos formado un comité de expertos culinarios y hemos escogido las viandas con exquisito cuidado y paladar. En particular hemos incluido algunos platos típicos cordobeses, como son: El Flamenquín, el Salmorejo y el Rabo de Toro. Este manjar ha sufrido en los últimos tiempos, graves atentados contra su supervivencia: En los restaurantes más afamados de la ciudad se daba carne de avestruz, haciéndola pasar por rabo de toro, por su enorme parecido, pero que los expertos 255


distinguíamos rápidamente por el fuerte y áspero sabor de la carne de la zancuda sahariana. Por lo tanto, hemos elegido este lugar para degustarlo, porque tiene certificado de la procedencia de estos rabos. Algunos desconfiados piden que se les sirva el rabo con el pelo incluido, ya que le pasan las manos por los pelos y averiguan a que dehesa perteneció el cornúpeta antes de ser estoqueado por el matador. Sabiendo la dehesa, saben la ganadería. Pero esto solo lo sabemos los entendidos. ¡Los hay finos! Yo os garantizo a todos que el rabo de toro que vamos a saborear pertenece a toros lidiados de la ganadería de Pablo Romero. Tenemos las pruebas. Para aquellos comensales que no deseen este producto típico de Córdoba, pueden cambiar la seda por el percal, o sea: La carne por el pescado.

COMO LLEGAR Y APARCAMIENTOS Yo aconsejo que a los que puedan venir en tren, por ejemplo en el AVE, lo hagan. (Sabemos que el AVE es caro). Un taxi desde la estación al hotel no vale más de 5 euros. Pero para los que vengan en vehículo propio, que serán la mayoría, les mandamos un plano y las instrucciones. Desarrollemos los puntos cardinales. Todos entran o deben entrar a Córdoba por la autovía N-IV, y la entrada a Córdoba capital y la posterior salida, es para todos el mismo punto. Los que entran desde el Sur: Málaga, Cádiz, si los hubiere, Sevilla, etc. Al entrar en Córdoba salirse de la autovía en la Salida 403, que es la de Granada-Sevilla y Plaza de Andalucía. En esta misma salida, a unos 600 metros, tiene otra segunda salida, que pone de nuevo Plaza de Andalucía. Se incorporan a la entrada de Córdoba. Los que vengan del norte, siempre por la autovía N-IV, Madrid, Cartagena, Gerona, Bilbao, Coruña, Orense, etc., toman la salida 403. La misma. Se incorporan al mismo punto que los sureños. Los que vengan de Badajoz, Cáceres, Salamanca, la Ruta de la Plata, etc., al entrar en Córdoba por la sierra, se incorporan a la N-IV y 2 Km antes de entrar en Córdoba, se les indica esta autovía con, entre otras direcciones, Granada-Sevilla, seguir esta dirección. A unos 2 Km de haberse incorporado a esta autovía, la NIV, toman la susodicha salida 403, Plaza de Andalucía y convergen en el mismo punto que los sudistas, norteños y otros españoles y extranjeros que vienen a ver los Patios. Del este no viene nadie, pues hemos roto con ellos relaciones diplomáticas y se incorporan por el mismo lugar que los norteños. Una vez todos en el mismo punto de salida que conduce a la famosa Plaza de Andalucía, siempre marcado el letrero con color verde, si todos convergen a la misma hora, el más antiguo toma el mando de las fuerzas y en 256


formación de columna de combate, ya están en Córdoba, en marcha sosegada, se dirigen al campo del hotel. A unos 200 metros de este punto, hay un semáforo con una pequeña glorieta, Seguir recto. No utilizar la primera salida de la glorieta porque es dirección prohibida y usarla es un pecado. Seguir recto. A unos 200 metros del semáforo anterior, hay otro semáforo, una enorme fuente y una rotonda muy grande que nos indica que al fin estamos en la Plaza de Andalucía, pero este no es nuestro destino. Si la rotonda fuera un reloj, nosotros entramos por las 6.00 horas y salimos por las 12.00 horas. Siempre rectos. No mover la dirección. Una vez pasada la fuente, a unos 25 metros, entramos en el Puente de S. Rafael y por debajo pasan las aguas del Rio Guadalquivir, me parece que se llama así el río que pasa por Córdoba. A la salida del Puente, hay un semáforo y a la derecha una enorme estatua con el Arcángel S. Rafael, Protector de Córdoba. Seguir siempre rectos, “tó tieso”, como dicen en Madrid. Procurar ir cogiendo el 2º carril de la derecha. A unos 600 metros, nos encontramos con un semáforo y la fachada de un Hotel, AC Hotels, de hierro oxidado que es horrible, como si hiciera daño a la vista. Por dentro es una joya. Es un hotel de 5 *****. Dejamos este hotel a la izquierda, al que siempre se ha llamado el hotel de los toreros y en el próximo semáforo a la dcha., vemos la rampa de salida de un aparcamiento de coches. Y digo salida porque pone un disco de dirección prohibida. La calle que hay a la derecha es Lope de Hoces, la calle de nuestro hotel. Seguimos siempre por el 2º carril de la derecha, (no entrar en el 1º que es el Carril Bus y circular por él, los guardias lo consideran pecado) y a unos 100 metros otro semáforo, nos indica que 10 metros antes de llegar, tenemos la entrada al aparcamiento. Pasamos por encima de Carril Bus, tenemos preferencia y si el autobús nos pega un leñazo tenemos todas las de ganar, pues tenemos preferencia como ya he dicho; y aparcamos dentro del Parking. Cogemos las maletas, cerramos el coche y salimos lo más cerca posible de la puerta de salida de los vehículos. Hay ascensor. A 25 metros está el Hotel Califa. Cuando lleguéis al hotel, si veis a un chico con cara de mala uva y aspecto cansado, eso soy yo. Os hacéis los distraídos y preguntáis en el hotel por el nº de vuestra habitación. ¡¡Al fin en Córdoba!! No olvidéis nunca que siempre recto, “tó tieso”, una vez pasado el puente de S. Rafael 2º carril de la derecha. En el hotel hay solo 16 plazas de aparcamiento, por si alguno quiere entrar. No se reservan, sino que se ocupan conforme se va llegando. Si queréis entrar directamente en el hotel, sin pasar por el aparcamiento que os digo, para dejar las maletas y después aparcar, la calle que hay en el semáforo que se ve la salida del parking subterráneo, esa es la calle del hotel. Podéis entrar y a 25 metros a la izquierda está el Califa. El precio del aparcamiento del hotel es de 15,12 € las 24 257


horas. El que yo os he indicado vale 10,35 € 24 horas. Pero con un poco de suerte, la misma noche que llegamos, podemos aparcar en alguna de las dos avenidas que hay frente al hotel y no vale nada. Todo es cuestión de esperar a que sea tarde, bien entrada la noche. Para los que sepan circular por Córdoba, Málaga por ejemplo, algún extremeño que otro, el hotel está por la Avd. de la Victoria, frente a la Residencia Militar. Frente a la antigua Zona de Reclutamiento y Caja de Reclutas. Si alguien utiliza el GPS, si no queréis callejear, darle la dirección de Córdoba en la Avd., de la Victoria nº 31. Ahí está el aparcamiento que os digo. Si queréis descargar en la puerta del hotel: C/ Lope de Hoces, nº 14.

observaciones Posiblemente os parezca algo caro el viaje. Hoy todo vale dinero, pero si observáis y comparáis con el del último año en Cartagena, solo supone poco más de 100 euros por matrimonio. Teniendo en cuenta que esto es Córdoba, que es época de patios, que estamos en el centro de la ciudad, que el hotel os va a gustar la habitación y que los actos que vamos a celebrar van a ser en un lugar ideal, amén de que tenemos un montón de comidas, aunque solo sean 4 días, que son caras. Todo esto sin desmerecer a Cartagena en donde tan bien lo pasamos y fuimos atendidos por nuestro viejo amigo Juan Antonio Fernández Samiñán de una forma formidable. Yo escribí un relato de nuestro viaje en el que alababa a Cartagena por lo bien que lo pasamos; 100 euros al final de año, no es dinero ni se nota. Creo que nos merecemos que de vez en cuando nos demos una satisfacción, no solo a nosotros, también a nuestras mujeres. Y hay otra razón de peso para que vengáis a Córdoba: Solo nos quedan 2 años para las Bodas de Oro. Debemos asistir a los dos años que nos quedan y este. No nos quedan muchos más años para vernos. Dentro de poco empezaremos a morirnos, algunos hace años que ya empezaron y ni siquiera nos enteraremos de quien se “ha ido” al ¿otro mundo? Y en ese mundo, con la cantidad de gente que habrá, que si estamos en el cielo, el infierno, (ninguno estaremos allí), el purgatorio o de servicio ya ni nos veamos. Aprovechemos el tiempo que nos queda. Os recuerdo la parábola evangélica de rico Epulón y Lázaro. Epulón murió rico pero su avaricia y poca generosidad le llevó al infierno. Lázaro pobre, pero bueno, fue al cielo. Cuando el rico Epulón estaba ardiendo en los infiernos, le decía a Dios: Mandadme a Lázaro, para que, mojado su dedo en un vaso de agua, me humedezca la lengua. Pero Dios le decía: Solo pensabas en tu riqueza, atesorar bienes y ser el más rico, (del cementerio, digo yo), ahora debes sufrir la pena del calor y de la sed. Sed generosos con vuestras esposas, que tanto nos han ayudado y con vosotros mismos. Reunámonos en esta bella ciudad 258


y saboreemos los pocos placeres que aĂşn podemos disfrutar de esta vida, que bien merecido lo tenemos. Recibid un fuerte abrazo y un beso para vuestras mujeres de parte de estos cordobeses que os esperan con los brazos abiertos. Placido y Josefina. Vale.

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militares (La Patrona de Infantería en Toledo)

Hace unos días, el segundo de mis hijos en el orden de incorporarse a este mundo, me invitó a que me desplazase a Toledo para celebrar allí la festividad de nuestra excelsa Patrona: La Inmaculada Concepción, patrona, entre otros, del Arma de Infantería. Aprovechando que se encuentra en la Academia de Infantería, donde imparte, como profesor, Táctica, Topografía e Instrucción de Combate entre otras disciplinas, acepté su invitación. No lo dudé un momento, (a ciertas edades dudar de viajes así con estas finalidades, es perder el tiempo y yo ya no me puedo permitir ciertos “lujos”). Empecé a prepararme psíquica y físicamente, cuando desde lo más hondo de mi conciencia, oí como una voz resonaba golpeándome como un martillo pilón: Márchate solo, que no te acompañe nadie, “El Buey solo, bien se lame”, me recordaba el viejo refrán manchego una y otra vez. Traté de desoír la voz del Maligno que tan negros consejos me daba. En contraposición otra voz melodiosa y dulce, repiqueteaba en mi mente: “No es bueno que el hombre esté solo, para eso le di una compañera”, se oía con insistencia la frase bíblica en lo más profundo de mi alma. Pensé, medité, dudé y decidí: Vade retro, Satanás, exclamé en voz alta; expulsé de mis pensamientos a quien me incitaba al mal. Iré con mi santa, no iré solo y así lo hice. Se lo comuniqué y unos días después, Josefina y yo, iniciamos el camino hacia la imperial Toledo, volviendo una vez más a la ciudad que tantas veces nos acogió con exquisita hospitalidad. Toledo era un hervidero de gente. La Plaza de Zocodover y sus calles adyacentes, el casco antiguo hasta la Puerta de Bisagra, eran un constante hormigueo en donde se movían las personas entre sus callejuelas estrechas, sus bares llenos, los comercios a reventar y una exposición de libros antiguos con mil curiosos viendo y comprando obras vetustas editadas hacía muchos años. Para colmo la paralización del espacio aéreo de España, debido a la postura intransigente de los controladores de aviones, hacía que todos los hoteles estuvieran a tope según los medios de comunicación toledanos. Como si la capital manchega, estuviera sufriendo un episodio de “overbooking”. Muchos son los sucesos que nos acaecieron en la ciudad, pero no pecaremos de ser extensos en nuestro relato. Nuestra presencia en 261


la ciudad, que otrora fuera cuna de Tres Culturas, (como Córdoba), tenía como objetivo conmemorar y exaltar la festividad de la Inmaculada Concepción, nuestra excelsa patrona. La ciudad estaba plagada de banderas de España, que desde hacía muchos años, los cadetes de la Academia sembraban, año tras año, por los lugares más señalados: En la Catedral, Iglesias, Conventos, Puertas de entrada a Toledo…, ondeaba la enseña nacional. En la montaña de la Academia de Infantería, un enorme cartel, con el color rojo y gualda rezaba: “Inmaculada Concepción, Patrona de Infantería”. Hacía muchos años que Ciudad e Infantería, formaban una simbiosis unida por lazos de historia y de amor. Toledo amaba tiernamente a su Academia con todo lo que ella albergaba dentro y los Infantes servían a su ciudad con amor de hijos hacia la madre que los albergaba en su seno. De los muchos actos que con motivo del 8 de Diciembre se conmemoraban, solo citaré dos en donde la ciudad y los infantes participaron juntos: El Concierto y el Día de la Inmaculada. El Concierto. La tarde-noche del día 7, en el inmenso Auditorio de la Caja Rural de Toledo, un Concierto organizado por la Academia de Infantería con la participación de la Banda de Música de la Academia, Alumnos del Conservatorio de Música de Toledo, dos Coros de la ciudad y el Coro de la Academia, ofrecieron una velada inolvidable. Dividido el acto en dos partes: La 1ª en interpretación por parte de la orquesta de diversas partituras y la 2ª en una marchas en las que orquesta y coros unían sus notas y sus voces. Todo bajo la dirección del Capitán Músico D. Celio Crespo Esparza. El Auditorio estaba a rebosar, tanto el patio de butacas como los anfiteatros y plateas y todos los pasillos con gente de pié. No cabía un alma más. El escenario del Auditorio bellamente engalanado, sobresaliendo un enorme tapiz con el Escudo de Infantería. Militares de paisano y de uniforme. Civiles toledanos ansiosos de participar como espectadores con su presencia en el acto musical. Soldados con sus mandos, colaboraban a facilitar la entrada en el patio de butacas e informaban de cuanto los espectadores querían saber. Presidía el acto el Alcalde de la Ciudad y el General Director de la Academia. Muchas personalidades de la política manchega y se me quedó el nombre de uno de los asistentes que anunciaron su presencia por los altavoces: El General Armada. Por cierto, me presentaron y saludé a uno de sus hijos: Un Comandante muy joven de Infantería, E.M., que prestaba sus servicios en la Academia. 262


La Orquesta compuesta por unos 50 profesores, no solo los de la Academia, también otros militares ya retirados y algunos paisanos de otras bandas de música que, junto a los militares, participaban en el concierto. (Se adjunta el programa de las partituras para conocimiento y constancia del acto). Durante la interpretación se proyectaban en el inmenso escenario, unas diapositivas relacionadas con la música interpretada. Después de cada interpretación, los aplausos premiaban a la orquesta, finalizando así la 1ª parte. Después de un ligero descanso salieron a escena los Músicos y el Coro. Se debe destacar que en ambos conjuntos, música y Coro, figuraban un buen número de mujeres, aunque si alguna Ministra lo hubiese visto, diría que no guardaba la proporción de paridad exigible. El coro podría estar compuesto por unas 60 o 70 voces. La mayoría eran alumnos de la Academia de Infantería, Alféreces de 4º y 5º curso de la carrera militar de oficiales y otros dos cursos de Sargentos de la Escala Básica. Como curiosidad diremos que uno de los alumnos de los alféreces, era de nacionalidad tailandesa, que se había trasladado a España a formarse como oficial los 5 años de la carrera. Una vez terminada, volvería a Tailandia al Ejército de su país. Según se me dijo, este alumno hablaba un castellano perfecto y formaba parte del coro por tener una buena voz para el canto. Se inició la segunda parte tal como se indica en el programa. El Coro era un excelente colaborador de los instrumentos musicales, que enardecía a los cientos de asistentes que presenciaban el espectáculo. Pero se deben destacar dos composiciones que levantaron los aplausos y el ardor de los espectadores: “El Novio de la Muerte”, que no es el himno de la Legión, a diferencia de lo que mucha gente cree, (el himno de la Legión es la “Canción del Legionario”). El Novio de la Muerte es un cuplé compuesto en un principio para el teatro y la revista y sus compositores, música y letra, son dos civiles: Juan Costa el compositor y Fidel Prado el letrista. Esta canción, cantada por todo el coro, sobresaliendo con enorme potencia y virilidad las voces masculinas, constituyó un éxito entre el público. A mi lado un arrapiezo de 7 años, en posición de firmes, cantaba sin desentonar ni una sola nota ni comerse una sola sílaba, un niño, cuyo padre había estado años atrás en el primer Tercio, Gran Capitán, Primera Bandera Comandante Franco: Era mi nieto José Carlos Pascual del que su abuelo se siente muy orgulloso. La voz de los tenores del coro, se mezcló con la voz de tiple del niño en la última estrofa, que yo oí con respeto, oyendo la voz de mi nieto que estaba a mi lado: 263


Por ir a tu lado a verte mi más leal compañera, me hice novio de la muerte, la estreché con lazo fuerte y su amor fue mi ¡Bandera! Al terminar la canción, una nube de aplausos y vivas atronó el recinto. Algunos minutos permanecieron en pié el Director y los músicos, (el coro ya lo estaba), recibiendo el cariño de todos los asistentes. Y para cerrar el acto musical La Marcha de Cádiz, de Federico Chueca y Joaquín Valverde, terminando con “Las Corsarias”. Esta canción, también llamada El Pasodoble de la Bandera, que se estrenó a principios del Siglo XX, año 1909, cuyo autor musical es el Maestro Francisco Alonso, se convirtió en un verdadero himno de nuestros ejércitos. Al autor lo condecoró Alfonso XIII por esta composición. Prácticamente toda la sala alternó su canto con el coro. Desde su atril, el Director musical, Capitán Celio Crespo, dirigía no solo a su orquesta y coro, sino a los cientos de espectadores que allí estábamos congregados: Allá por la tierra mora- allá por tierra africana-un soldadito español-de esta manera cantaba…. y seguían: Banderita tu eres roja-banderita tu eres gualda- llevas sangre y llevas oro- en el fondo de tu alma… El concierto concluyó con aplausos que duraron varios minutos. La mayor parte de los espectadores eran civiles. Me di cuenta que la población civil toledana y su Academia de Infantería, formaban un binomio desde hacía muchísimos años. Se respiraba el cariñó por las dos partes. Salimos a la calle yendo a un bar a tomar unas cervezas y unas tapas y tuve la suerte de que allí también estaba el Director, Capitán Celio. Me lo presentó mi hijo, lo saludé efusivamente felicitándole por su labor y el éxito conseguido. Por supuesto que él estaba contentísimo. La noche había finalizado con un broche de oro puesto por la Academia de Infantería y el pueblo de Toledo.

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Leyenda del Escudo de Infantería de la Academia: La Luz de las Armas y de la Doctrina. (Eso es la Infantería).

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La Inmaculada Concepción, Patrona de Infantería.

Amaneció el 8 de Diciembre con unas nubes impertinentes que amenazaban con estropear el día para los infantes, multitud de infantes que estaban en Toledo para conmemorar y agasajar a su Patrona: La Inmaculada. No íbamos a prescindir de participar en todos los actos previstos en la Academia de Infantería por un quítame allá unos chubascos. Ni el mismísimo diluvio universal impedirían que todos nos reuniésemos en el magnífico recinto militar para cumplir con nuestra devoción y nuestra obligación. Nos trasladamos a la Academia sobre las 10.00 h. Una vez más, al entrar en el recinto sagrado, que para mí lo es la Academia de Infantería, se me erizaron los pelos de emoción. Recordé el soneto de D. Francisco de Quevedo pensando en lo que llevaba camino de convertirse nuestra Academia: Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo; vi que el sol bebía los arroyos del yelo desatados, y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa; vi que, amancillada, de anciana habitación era despojos; mi báculo, más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. Quevedo

Ojalá y este soneto no sea una premonición y no se hagan realidad mis negros presagios. Por parte del anfitrión, mi hijo, recorrimos algunos espacios y galerías de la Academia: La Galería de los Laureados, (cuantos héroes yacían entre sus paredes, vivos en nuestra memoria y en la Historia); allí sus 268


fotografías y pequeña síntesis de sus grandes hechos, con el laurel embelleciendo sus pechos; la Galería de los premios Gran Capitán, (¡que eminentes militares figuraban en sus paredes diciéndonos con su ejemplo el camino a seguir!). Nos trasladamos al Salón de Actos para oír la Santa Misa. Hace ya bastante tiempo, que oír misa no es de carácter obligatorio en las FFAA. La diversidad de religiones practicadas por sus miembros, incluso el número de agnóstico y ateos, hace que esta norma sea necesaria. (Dicho sea de paso, a mí me parece de una lógica aplastante, como lo es que no se prive de su asistencia a quienes quieran oírla en cualquiera de las Iglesias que hay en nuestra Patria). No conocía el magnífico Salón de Actos o Paraninfo de la Academia. Gran cantidad de personas estaban ya ocupando sus asientos. Militares de uniforme, algunos cubiertos los pechos de sus guerreras con las condecoraciones bien ganadas; militares de paisano, como era mí caso; mujeres, esposas, hijos, madres de militares; invitados especiales; cientos de personas ocupaban los asientos de la planta baja y de la parte superior. Las mujeres vistiendo sus mejores galas. Llamó mi atención en la primera fila, bastantes generales de uniforme entre los que se encontraba el General Director de aquel Centro de formación de Oficiales y Suboficiales de Infantería. Pero entre todos uno atrajo de una manera especial mis recuerdos: El Teniente General, Excmo. Sr. D. Agustín Muñoz-Grandes Galilea. Digo recuerdos porque conocí a este Teniente General cuando él era Teniente y yo Cabo en la campaña o guerra de Ifni-Sáhara. Él mandaba una Sección de la Legión y yo una Escuadra del Regimiento de Infantería Soria nº 9. Algo teníamos en común: Ambos pertenecíamos a la Compañía de Asalto formada por las 3 Secciones de: La Bandera nº VI de la Legión, de la I Bandera Paracaidista y del Regimiento de Infantería, Soria nº 9. Todo aquello había ocurrido en el año 1957. Casi, casi en la prehistoria de mi vida. Por mi mente pasaron fugaces unos lejanos recuerdos que humedecieron mis ojos y mi corazón. Había pasado ya más de medio siglo. 53 años después volvía a reencontrarme con quien fue un modelo de soldado y una persona ejemplo de muchas generaciones militares. A las 10.30 horas en punto, puntualidad militar, (la puntualidad es virtud de Reyes, se suele decir; y de Infantes, agrego yo), por uno de los laterales del Paraninfo, apareció, camino del escenario del salón, en donde se había montado el Altar Mayor, El Arzobispo Vicario General Castrense, D. Juan del Río Martín, que, con seis sacerdotes más, iba a concelebrar el Acto de la Sagrada Eucaristía. Le acompañaban además dos sacerdotes que oficiarían como acólitos del Arzobispo. 269


El Altar, sencillo y pequeño, hacía resaltar un Crucifijo a la derecha, una imagen de la Inmaculada de Murillo en el centro y un tapiz con el escudo de Infantería a su izquierda. Un pequeño coro de alumnos de la Academia, estaban al pié de los oficiantes, que con una guitarra, muy pocos instrumentos musicales, quizás solo hubiese también una tuba y 6 acompañantes, hicieron de toda la Eucaristía un acto bellamente religioso, con cánticos propios de la ocasión. Comenzó la Santa Misa con un silencio que se podía cortar con un cuchillo. En un momento dado, un militar, creo recordar que era un Comandante Profesor, subió al altar y desde el atril del Evangelio, leyó las efemérides que tantas veces hemos oído los infantes: El motivo por el que la Inmaculada Concepción es la Patrona de la Infantería española.

Después de la toma de Amberes, se licenció a parte del ejército español. Del resto, una parte, al mando de Ernesto de Mansfielt, se dirigió hacia el Norte, hacia las provincias rebeldes, para continuar la lucha. Lo más importante de estas fuerzas, y constituyendo el grueso de la Infantería propia, lo formaban los Tercios de Bobadilla, Mondragón e Iñiguez, sumando todos algo más de 4000 soldados (al haber quedado muy mermados tras la campaña culminada con la conquista de Amberes). Eran lo mejor que tenía nuestro ejército al ser expertos combatientes curtidos en cien batallas. Recibieron la orden de cruzar el río Mosa y ocupar la isla de Bommel. A finales de Noviembre de 1585, cruzaron el río Mosa. Allí, Mansfelt dividió su ejército en dos grupos: uno quedó acampado en la orilla del río, y el otro, formado principalmente por los tercios mandados por los Maestres de Campo Juan del Águila (recientemente ascendido) y Francisco Arias de Bobadilla, quedaron estacionados en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal. La isla de Bommel es una isla pantanosa. Los holandeses rompieron los diques, con lo que la isla se inundó, quedando dividida en multitud de islotes, en los que se agruparon los españoles, junto al dique de Empel, y con escasa protección. El 2 de diciembre una flota holandesa, formada por unas cien embarcaciones de diferente tamaño y quilla plana, y comandada por el Almirante Holak (conocido por los españoles como Conde de Holac), entró en las tierras anegadas, acosando continuamente a los tercios. Con la artillería que habían conseguido poner a salvo, las tropas de Juan del Águila ocuparon una isleta que se había formado tras la inundación y hostigaron a los barcos rebeldes para que no se acercaran. Pero los holandeses ocuparon otras isletas y empezaron la construcción de fortificaciones, que terminaron en un tiempo récord a pesar de los cañonazos españoles. 270


Mansfelt, con la otra parte del ejército, consiguió unas cuantas barcazas de los habitantes de Bolduque para atacar a la flota enemiga, pero los holandeses las destruyeron en un ataque sorpresa. El bloqueo por la escuadra era total, y la situación empezaba a ser angustiosa para las tropas españolas: prácticamente, habían agotado los víveres, y las ropas y gran parte de la pólvora estaban mojadas, y carecían de leña seca para calentarse. En estas circunstancias, los holandeses propusieron la capitulación. La respuesta de don Francisco de Bobadilla (que, como maestre de campo más antiguo, mandaba en aquellos dos Tercios) ha pasado a la historia: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos" Al atardecer del 7 de Diciembre, un soldado, que estaba cavando una trinchera para resguardarse del viento, encontró un objeto de madera enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Tan pronto se difundió la noticia y llegó a oídos de Bobadilla, ordenó llevar la imagen en procesión, entre las banderas, a la iglesia de Empel, donde se rezó una salve en su honor. Todos consideraron el hecho como una señal de la protección divina, y supuso una enorme inyección de moral para los sitiados. Por ello, decidió un ataque nocturno aprovechando la euforia del momento. Arengó a sus tropas, y dio órdenes de hundir las piezas de artillería y de preparar las barcas de quilla plana aún disponibles, para embarcar a los infantes más dispuestos para atacar las naves principales enemigas. Los Maestres de Campo y los capitanes arengaron a sus soldados, diciéndoles que se encomendaran a la Virgen Inmaculada, y se prepararan para el combate. Alonso Vázquez recoge este hecho en "Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnesio" con la siguiente frase: Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día. Al mismo tiempo, los vecinos de Bolduque, liberada por los españoles, eran testigos desde la orilla del padecimiento de los tercios. Y también sacaron al Santísimo en procesión para pedir su intercesión. _________________

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Esto es lo que escuchó con un silencio cuasi religioso, todo el auditorio que allí estaba. Después del Evangelio, Monseñor del Río, saludó a todos los asistentes: Director de la Academia, Tte. General MuñozGrandes, Alcalde de Toledo, etc.etc. y queridos hermanos; pronunciando después una vibrante homilía que conmovió a todos los asistentes. Muchas cosas son las que dijo nuestro Vicario General. “Recordad la historia, queridos infantes. Que nadie os arrebate vuestros recuerdos y el porqué la Inmaculada es vuestra patrona”. Inculcó el espíritu religioso en unas tropas, que desde los Tercios de Flandes, lo llevan sellado a su alma. Mucho más dijo el Arzobispo General Castrense. Quede para la conciencia de cada uno el recuerdo de sus palabras. Continuó la Eucaristía y como anécdota diré que en la comunión, que impartieron todos los celebrantes, faltaron Formas u Hostias; tal fue la cantidad de fieles que fueron a comulgar. Al final de la misa, las trajeron del Sagrario de la capilla de la Academia y comulgaron todos los que faltaron por hacerlo. Terminada la Santa Misa, nos dispusimos a bajar al patio para continuar con los actos previstos. Pero yo no pude reprimir ir a saludar al Teniente General Muñoz-Grandes. El estaba, lógicamente, en la primera fila y yo, por azar del destino en la segunda. Le pedí disculpas por llamar su atención y le dije quien era yo y en donde coincidimos allá en Sidi Ifni, durante la Campaña Ifni-Sáhara. Noté un brillo de sorpresa y alegría cuando le dije la situación en que nos conocimos. Me lo dijo: “Como no voy a acordarme de la Compañía de Asalto. Me alegro de volver a verlo. Hermosos tiempos aquellos en que cumplíamos con la misión que nos había encomendado nuestra Patria. Le doy un abrazo muy fuerte”. Me emocionó que una personalidad como él, se dirigiera de esta forma tan sencilla a mi humilde persona. Todos sabemos, los militares de nuestro grupo, del gran prestigio que ha gozado y goza este general dentro de las FFAA. Sabemos que es un intelectual nato, que habla varios idiomas, que ha estado en puestos de responsabilidad a nivel nacional e internacional y lo sencillo que se muestra con todos aquellos que lo hayan conocido. Estos pueden dar fe de que lo que digo es verdad. Para mí fue una enorme satisfacción el poder saludarlo y cambiar unas palabras con él. Bajamos otra vez a los patios de la Academia. (Por cierto, cada vez que he ido por este centro, no olvido ver la placa que colocamos en nuestras bodas de plata. ¿Iremos a las bodas de oro? Ya solo faltan 2 años). En el patio principal no dejaba de afluir la gente. Pronto se cubrieron los soportales del patio y las ventanas superiores, así como los balcones; todo el edificio central era una fiesta. Solo de familiares de 272


alumnos, Oficiales y Suboficiales, 4 Compañías, eran multitud. Una voz por altavoz iba mencionando las autoridades que se incorporaban al acto. Militares y civiles. Alcalde de Toledo; Presidente y Vicepresidente del Parlamento manchego; consejera de Hacienda… Muchísimas las autoridades que en día tan señalado para los infantes, querían acompañarnos y felicitarnos. Por la parte central apareció alguien que no había sido mencionado por los altavoces: Era Fernando Ledesma, que fuera Ministro de Justicia en los primeros años del primer Gobierno Socialista. ¿No fue este quien inició los primeros problemas con la procesión del Corpus toledano? Las Compañías de alumnos fueron apareciendo por las bocas de entrada al patio con sus mandos al frente. Todos los componentes de profesores se incorporaron a sus puestos en formación. La corneta anunció que iba a entrar en el patio la enseña nacional. La voz del relator de los actos anunció su entrada, solicitando de todos los asistentes en el recinto, el debido respeto para su recibimiento; las tropas en formación presentaron armas y la Banda de música inició las notas del Himno Nacional. Apareció la Bandera ocupando el lugar correspondiente de su puesto en formación. Otro toque de corneta solicitó de la Banda la Marcha de Infantes y la voz relatora del acto anunció la entrada de un alto Mando del Ejército que, acompañado por el General Director, ocupó la Tribuna. Pasó revista a las tropas en formación, ocupando su puesto de honor. Todos los movimientos y los actos, se desarrollaron con milimétrica y espartana puntualidad militar. El relator leyó las efemérides por las que la Inmaculada era la Patrona de Infantería, (la mayoría de los asistentes no habían estado en la Misa, porque era imposible metafísicamente, que todos cupiéramos en el Paraninfo), dando comienzo el acto puramente castrense, con la imposición de medallas a quienes se les habían concedido; acercándose los beneficiados para que se les impusiera sobre su pecho la bien merecida Cruz o Medalla. Discurso del General Director felicitando a todos los infantes, de una manera muy especial a un Grupo de Regulares allí presentes y agradeciendo a todos los acompañantes su presencia en el acto. Terminado el discurso, el toque de corneta vibró potente iniciando el homenaje a nuestros caídos. “A todos los que en combate dieron su vida por España”. Las notas estridentes del cornetín de órdenes, rasgaron los cielos, rompiendo las entrañas de las nubes, que, grisáceas, asistían al espectáculo. De lo más profundo de su composición, surgieron lágrimas de dolor, que, en forma de lluvia, cayó sobre los rostros de 273


todos los asistentes. Lluvia lacrimosa que no cesaría hasta bien entrada la terminación del acto. Una corona de laurel, portada por dos infantes, fue colocada en al altar dedicado a los que dieron su vida por la Patria. Una oración del Capellán de la Academia rogando pos sus almas, subió al cielo. Por mi mente pasó una película fugaz de todas mis patronas, recordando mis vivencias del día de la Inmaculada. Iniciado allá en el año 1.956 en Sevilla; 1.957, (17 años), en Sidi Ifni, el día que íbamos a rescatar a T`Zelata a la Sección rodeada por el enemigo del Teniente Ortiz de Zárate, muerto en combate con muchos más de sus hombres. Y mis días de patronas sucesivas, todas tan diferentes. En los Campamentos de Córdoba; en el Grupo de Tiradores de Ifni, (de nuevo Ifni), nº 1; en Córdoba, Regimiento Lepanto o la Reina nº 2, alternativamente en el nombre; en el Gobierno Militar de Córdoba, en los C.I.R.s nº 4 y/o 5; en el Regimiento Galicia 64, allá en la nevada, fría y maravillosa Jaca y en Candanchú; de nuevo más años en Córdoba; en el regimiento Flandes, 30, en esa joya de ciudad que es Vitoria y tan buena gente son la inmensa mayoría de sus ciudadanos; en el Granada 34 de Huelva; en mi vuelta a Córdoba de nuevo en los Campamentos y en la Brigada allí creada…tantos años, más de treinta viviendo este día de la Inmaculada… Mis recuerdos a los caídos, a los que dieron su vida por la Patria, a mi amigo Pedro Romero Moreno, Pedrito que juntos ingresamos, en Sevilla con 16 años, al Cabo Bernal, mi compañero de promoción, al Sargento Torres, al Alférez Rojas Navarrete, de mi Compañía, la 3ª de Soria 9, al soldado de la Rosa, de mi pelotón… a muchos más amigos, a los de antes, a los de siempre. Resonaban en mis oídos: ….En tu palabra confiamos con la certeza que Tú ya lo has devuelto a la vida, ya lo has llevado a la luz. Ya lo has devuelto a la vida, ya lo has llevado a la luz…

Ya lo has llevado a la luz, pensaba. Los Guiones y Banderines inclinaban sus enseñas y rendían tributo a nuestros caídos. Finalizado el acto de homenaje a los caídos, la voz del relator a través de la megafonía dijo: - A continuación se cantará el Himno de Infantería. El cornetín de órdenes marcó la entrada a la Banda de Música y cientos de voces, como una sola voz, se oyeron en el patio. Se podía percibir que no solo la letra del himno y la música iban al unísono. Juntos marchaban patriotismo, voluntades, ilusiones, amor a un Arma, Infantería, que a lo largo de los siglos había dado lo mejor de ella mis274


ma: El sacrificio y la vida de sus infantes cuando fue menester. Cientos de voces, masculinas y femeninas llenaron las ondas del espacio con claridad y nitidez. Las notas musicales y la letra se fusionaron en una sola voz. (Se va a incluir aquí la letra del himno completa, para aquellas personas que, ajenas a la vida militar, la desconozcan). Ardor guerrero vibre en nuestras voces y de amor patrio henchido el corazón, entonemos el himno sacrosanto del deber, de la Patria y del honor. ¡Honor! De los que amor y vida te consagran escucha, España, la canción guerrera, canción que brota de almas que son tuyas, de labios que han besado tu Bandera; de pechos que esperaron anhelantes besar la Cruz aquella que formaban la enseña de la Patria y el arma con que habían de defenderla . Nuestro anhelo es tu grandeza, que seas noble y fuerte; Nuestro anhelo es tu grandeza, que seas noble y fuerte. Y por verte temida y honrada contentos tus hijos irán a la muerte. Y por verte temida y honrada contentos tus hijos irán a la muerte. Si al caer en lucha fiera ves flotar 275


victoriosa la Bandera ante esa visión postrera, orgullosos morirán. Y la Patria al que su vida le entregó en la frente dolorida le devuelve, agradecida, el beso que recibió. El esplendor de gloria de otros días tu celestial figura ha de envolver; que aún te queda la fiel Infantería, que, por saber morir, sabe vencer. Y volarán tus hijos ansiosos al combate, tu nombre invocarán, invocarán y la sangre enemiga en sus espadas y la española sangre derramada tu gloria y tus hazañas cantarán. Y los que santa esperanza del mañana sienten que se apodera de sus pechos con la épica nobleza castellana el ansia altiva de los grandes hechos te prometen ser fieles a la Historia y dignos de tu honor y de tu gloria Los cielos seguían manando lágrimas con sabor salado que mojaban nuestros rostros. Concluyó el acto. Una señora, a mi lado, me dijo: 276


-Tú que has vivido tantas patronas, te resultará monótono cada vez que las vuelves a revivir. Todas iguales. -Te equivocas, le contesté. Llevo con hoy 54 días como este 8 de Diciembre viviéndolas. 54 años festejando a mi Patrona. Todas son diferentes, en todas hay algo distinto. Cuando era más joven, porque estaba lleno de ilusiones; y ahora que soy mucho más mayor, veo que mi vida bucea más en los recuerdos que en los proyectos y eso me mantiene vivo. Mis recuerdos: Son tantos… Toda la muchedumbre, porque eso es lo que había en el patio, una muchedumbre, esperamos a que las tropas en formación se retiraran al lugar en el que se habría de celebrar el desfile de los formados y vehículos de la Academia. Salimos al lugar determinado para el acto. Ya lo conocía de otras veces. Eché de menos, en donde estaba la cabeza de la formación, una estatua de un antiguo General del Ejército español montado a caballo. Aquel General había sido el Director que hubo en la Academia General de Zaragoza, en su segunda época, (1.927-1.931, en que fue disuelta por la Segunda República). Aquel General fue el que ideó, proyectó y ordenó que Toledo fuera la sede de la Academia de la Infantería española. Aquel General consiguió que se construyera este fabuloso edificio, año 1941, para un fin tan noble como formar los mandos de su Infantería a la que él perteneció. El primer Curso de formación fue en el año académico 1.948-49. Aquel General se llamó Francisco Franco Bahamonde. De su recuerdo solo quedaba el pedestal de la estatua. Él había desaparecido como por arte de brujería. Según cuentan algunos medios informativos y los cronicones de ese día, una noche Franco y su caballo dormían plácidamente en aquel lugar como tantas otras noches y cuando las luces del alba, empezaron a iluminar los muros toledanos, Franco y su caballo habían desaparecido. ¿Brujería, obra del Diablo, secuestro, deserción? Posiblemente en un futuro ya muy lejano, los libros de historia cuentes lo sucedido. Recordé las palabras de nuestro Vicario General Castrense: Recordad la historia, queridos infantes. Que nadie os arrebate vuestros recuerdos”; algo peor estaba pasando, nos estaban robando la historia. O peor todavía: Nos estaban borrando de la Historia. Las nubes ya iniciadas en su pertinaz lluvia, no cesaron en su derramamiento de agua o lágrimas y así se desarrolló todo el desfile. Desfilaron los infantes de a pié, alumnos de la Academia y les siguieron vehículos motorizados. Llamaron mi atención los carros de combate. Pasaron 4 o 6. En lo alto, por fuera del blindaje, en su lado izquierdo, llevaban una ametralladora MG. Impertérritos sus tiradores dispuestos 277


a manejar el arma cuando fuera necesario. Pero la imagen no me cuadraba. Cuando yo esperaba ver un rostro enérgico, guerrero, con rasgos marcados por la dureza de la instrucción, por lo menos en tres de los blindados, contemplé los rostros de tres bellas mujeres, vestidas con su ropa de combate, su casco y un rictus serio en su cara, que no podía disimular el encanto del mal llamado “sexo débil”. Tampoco era cuestión de escandalizarme. Como decía D. Hilarión en la Verbena de la Paloma: Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad. No echaba de menos estos pequeños detalles que en mis tiempos no existían, ¿o quizás si los echaba de menos?; pero tampoco los desechaba en los de ahora. Era indudable que el tiempo es imparable. Ya lo decía nuestro maestro Marco Tulio Cicerón hace más de 20 siglos: ¡“Oh témpora, oh mores!; ¡Oh tiempos, oh costumbres…! Incluso lo apunta la Ley de Murphy: Toda situación descabellada es susceptible de cambiar con el paso del tiempo para empeorar. ¿O mejorar? No me resisto y solicito la venia de tan insigne escritor, para reproducir aquí, para constancia, lo que nuestro premio Nobel Camilo José Cela, ¿soldado de Infantería?, escribió de nosotros: A pie y sin un ochavo en los bolsillos, calados hasta los huesos y con el estomago frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el gatillo un sabañón. El día 8 de Diciembre hace frio, mucho frio, pero nunca bastante para frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime los corazones en desgracia. Ningún oficio más bonito que el de capitán de infantería, artesano del valor heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie donde lo mandan con sus hombres detrás, y que a veces se queda en el camino con una bala, “¡Con qué facilidad, Dios mío!”, que le para los pulsos del corazón. La guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste porque nos enseña que fuera de la Bandera, nada, ni aún la vida, importa. La Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida jugada a cara y cruz de la victoria y la muerte. La infantería es la guerra a cuerpo limpio, y el infante lidiador que lleva el espíritu armado de un estoque de fuego, como un arcángel de estrellas en la bocamanga. La Infantería no es la materia, es el ligero y tenue soplo que vivifica. La Infantería no es la masa, es la compañía. La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que está vivo. Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera) es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca más noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir. Quien no haya sido soldado de Infantería ignora que cuando el hombre se lanza, cuando al hombre se le calienta la sangre, lo más difícil es pararlo y

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enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire con la mirada y darse cuenta de que la batalla terminó cuando el soldado creía que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni en más gallardo menester se emplearon. Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse amo del mundo a pie y sin dinero. A pie paseamos por donde quisimos, porque el que no va a pie, no se entera y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos nuestra Bandera donde nos dio la gana y donde nos mandaron, porque la victoria no es algo que se compra sino que se conquista y os lo dice un pobre. Ningún oficio más bello que el de infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león y como el gallo y como el toro. Sin medir las fuerzas (que no fuera noble presentar las batallas ganadas) y sin mirar atrás porque detrás no hay nada, absolutamente nada. Con el frío del 8 de Diciembre se calienta nuestro corazón al pensar, como en una novia a la que quisiésemos, en la Infantería. Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta de nuestros oídos y aún se estremece, gracias a Dios, ese último nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes.

Merecía la pena transcribir este artículo para que, en nuestro trabajo, quede constancia de lo que un intelectual pensaba de los infantes españoles. Finalizado este último acto, el día militar había concluido. Solo quedaba brindar con una copa en la mano “por la Infantería, por el Ejército, por el Rey y por España”. O quizás este acto meramente protocolario, también formaba, forma, parte de la vida militar. Tomar unas copas y unas tapas, charlar con compañeros, amigos, familiares… recordar viejos tiempos y comentar los nuevos, todo esto también es un componente más de la vida militar. Los militares no viven aislados e independientes del resto de la sociedad. Son un eslabón más de la cadena humana, con una misión encomendada y que deben cumplir. Son, somos, una parte de la sociedad española con unas misiones concretas a cumplir, que nos señalan nuestras leyes y nuestra Constitución. Con nuestros defectos, nuestras carencias, pero también con nuestras virtudes, que a lo largo de la historia se ha demostrado que poseemos. Muchas veces, algunos, en grado sumo. En definitiva: Somos una parte más del género humano. Finalizó definitivamente nuestra estancia en la Academia de Infantería. El día había sido intenso, lleno de emociones, pleno de espíritu castrense. Salimos del recinto militar. Mentalmente me despedía de nuestra Academia: Hasta luego, pensé con nostalgia. Si Dios lo quiere, nos volveremos a ver.

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COMENTARIOS A MI ESCRITO ANTERIOR

Amigo Plácido: Acabo de recibir tu correo Militares-2. Me ha encantado; lo he leído de un tirón. En mi próximo decenario, pondré una nota larga, en la parte que corresponde a tu actividad estos diez días, que va a ser la siguiente: *Militares 2. Nos manda este Quijote el que para mí ha sido el mejor trabajo que le he leído hasta ahora, aunque uno no presuma de haber leído todos sus trabajos. Es la segunda parte de su visita a Toledo, a la gloriosa Academia de Infantería, con motivo de la celebración del Día de La Inmaculada, Patrona de la Infantería. Narra los actos con la sabiduría que da el haber vivido una parte siquiera ínfima de la historia de la heroica Infantería española. Está escrito con dominio de la lengua, de los recursos lingüísticos; está escrito con humildad pero a la vez con gallardía. Muy oportuna la inclusión de la historia del descubrimiento de la imagen de La Inmaculada por un infante español en Flandes, y muy oportuno y magnífico el artículo del Nobel de Literatura don Camilo José Cela sobre los infantes. Me ha hecho emocionarme el encuentro de Plácido con el GE Muñoz Grandes Galilea; he notado su rabia contenida cuando escribe de un pedestal vacío sobre el que una vez estuvo la estatua de un caballo y un caballero, honor de los infantes, que cobardemente y por razones políticas, han sido robados con nocturnidad a la contemplación de los infantes de las nuevas generaciones. Y para no hacerme más pesado, que ya no puedo evitarlo, enhorabuena a un Quijote que va a terminar escribiéndonos "El Ingenioso Hidalgo Don Cervantes de la Mancha". Muy bien tu trabajo, Plácido. Un abrazo. Paco Moreno Doncel. Recibido y leído con gozo y emoción tu artículo MILITARES-2. En este caso deseo destacar el artículo del Nobel Camilo José Cela, que yo ya había leído y que, además, lo conservo en mi archivo VIP; pero sobre todo, me ha encantado tu encuentro con nuestro admirado, querido y respetado teniente general Muñoz Grandes. Debo añadir que, en este caso, -raro en ti- tu prosa se ha mezclado con la poesía, embelleciendo el artículo. Una vez más, enhorabuena por tu excelente trabajo. Felicidades, también, por haber podido disfrutar de los actos que has reseñado. Un abrazo. Jacinto Ruiz Morilla.

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documentos grÁficos de la academia de infanterÍa

El Capitán Director Celio Crespo Esparza, Orquesta y Coros.

Cadetes alumnos y personal civil participan en hermandad.

El Director, Capitán Crespo.

El Teniente General Muñoz Grandes con el Alcalde de Toledo.

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Autoridades civiles y Militares y fieles asistentes a la Santa Misa. Detrás matrimonio Pascual-Morales.

La ceremonia religiosa se celebró en el Paraninfo de la Academia.

Ofició la santa misa el Arzobispo Vicario General Castrense D. Juan del Río Martin, acompañado de 6 sacerdotes y 2 acólitos. El Altar en el Escenario. 282


Los mandos de las Unidades de alumnos antes y durante el desfile.

El desfile en una de las calles de la Academia de infanterĂ­a.

Una pequeĂąa muestra de los acorazados existentes en la Academia. El conductor de este carro es una conductora, asĂ­ como la tiradora de la ametralladora.

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La lluvia no desluci贸 el desfile. Insensibles al fr铆o y al agua van los infantes.

Cientos de personas contemplamos la marcialidad de los alumnos.

El Teniente Coronel Jefe de la Parada Militar, desfila ante las Autoridades civiles y militares. 284


¡Me hice novio de la muerte la estreché con lazo fuerte…

Y su amor fue mi Bandera! José Carlos Pascual Caballero. 285


¡Ya estoy aquí!, dijo Blanca. Y se presentó delante de todos.

La sonrisa de los abuelos con Blanca Pascual Martín. 286


epÍlogo Acabé este libro el día 16 de Febrero de 2.011, sobre las 16 horas. Hice lo que hago siempre cuando termino una obra que para mí es importante o se produce un hecho en mi vida que de alguna forma significativa altera mi destino: El nacimiento de un hijo, la muerte de un ser querido, cambio de destino, un viaje inesperado, la terminación de un trabajo importante o alguno de los mil y un motivos a los que estamos sujetos los humanos y no sabemos lo que nos puede deparar el destino. Hoy no iba a ser una excepción y haber terminado mi 6º libro, el nacimiento de este hijo literario, me obligaba a lo que parecería una rutina contemplado por los ojos de un profano u otra persona, pero que para mí era un deber sagrado: Debía contemplar y estudiar mi mapa astral. Ver el futuro de mi nueva criatura. Me metí de lleno en las curvas de nivel del universo, miré con lupa las líneas isobáricas de las galaxias, estudié los planetas de nuestro sistema y me lancé más allá de la Vía Láctea. Lo primero que vi me llenó de tranquilidad: Saturno en penumbras y Júpiter brillante y tronante, estaban perpendiculares entre ellos y en el centro se hallaba Marte, que, como dios de la guerra, evitaba una confrontación del bien con el mal. Venus brillaba en todo su esplendor frente a Mercurio, lo que presagiaba un éxito para este libro que tienes en tus manos o en tu ordenador: Sus potenciales lectores, presentes o futuros, lo recibían de una forma cordial y alabarían sus excelentes relatos. El estudio planetario no iba mal, al contrario: Las conjunciones astrales favorecían mi labor recién acabada. La Tierra, alineada con la Luna, su satélite, pasaba muy cerca de la órbita de Urano, lo que era signo de fecundidad. Pero no terminaba de estar completamente tranquilo: ¡Plutón! ¿Dónde estaba Plutón? Si aparecía malo, pero si no aparecía, era peor. Indagué en el mapa astral que llenaba mi escritorio y no lo veía. Recabé ayuda de la Sagrada Biblia, acudía a Los Vedas, escrituras sagradas de la India, me introduje en escritos de los mayas y buceé en la antigüedad egipcia. Nada. A punto de la desesperación, pues Plutón solo anunciaba horror, guerra, muerte y desgracias, podía dar al traste con mi recién nacida criatura. Triste, casi desesperado, con la cabeza llena de pésimos presagios, a punto de abandonar, observé un rasgo casi invisible a mis ojos: Detrás de un nube negra, oscura, se podía ver una sombra inconfundible: Era Plutón. Conocía la sombra de Plutón como la mía propia. Estaba tapado por un Agujero negro que le impediría salir en unos cuantos meses. Estaba atrapado y dejaría en paz a toda mi familia. A la par veía que mi signo zodiacal que pertenecía a la constelación de Tauro estaba en paralelo con Acuario, signo de felicidad. De acuerdo, pensaba yo, pero ¿qué tiene que ver aquí Acuario con mi signo Tauro? ¿Qué lazo nos une este día a quien los astros me señalan? Acuario…Acuario… la cabeza me daba vueltas cuando el sonido del teléfono me hizo pegar un respingo en el asiento, de ensimismado que estaba. Casi me asustó. Cogí el aparato y vi que quien me llamaba era uno de mis hijos, Pedro 287


Pablo, el benjamín de los cuatro. Antes de contestar pensé que la alegría complementaria vendría de ese lado. –Dime, le dije. -Papá hace un momento acaba de nacer mi primera hija: Blanca. Felicitaciones, enhorabuenas y demás formulas de regocijo para estos casos. Ahí estaba el paralelismo de Tauro con Acuario, pero no era por mi hijo, que es Acuario al haber nacido un 10 de febrero, sino por mi recién nacida nieta Blanca Pascual Martín que al haber nacido este 16 de febrero también era Acuario, Estaba clara la carta astral. Las conjunciones siderales, con todos sus anagramas y jeroglíficos estaban insertas, para bien, en las vidas de las dos familias separadas por la distancia, (puesto que mi hijo y su esposa, la madre de Blanca, Patricia, viven en Sevilla). La familia Pascual-Martín, apellidos de mi nieta nº 7, estaba en la rama que salía de la familia Pascual-Morales, que es la nuestra, de Josefina y mía y Martín-Ávila de Manolo y Gracia, sus abuelos maternos. Di un salto de alegría por tan alegre noticia. Y ahora, hablaré algo de Blanca, por la que escribo este epílogo y que aún no tiene tres días de vida. Su biografía aún no es muy extensa, ¡a su edad…! Pero ya apunta maneras, como se dice en la tierra que la ha visto nacer: Sevilla. Sus padres viven en el sevillano barrio de la Macarena y a unos 300 metros de su casa se encuentra el santuario de María Santísima, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, en cuya basílica contrajeron canónico y santo matrimonio. Los ancestros de su madre llevan generaciones viviendo en este barrio. Pero Sevilla tiene, como toda ciudad importante que se precie, más barrios. Y uno de ellos es el de Triana. Entre estos dos barrios hay cierta… no digamos rivalidad, pero sí algo parecido; algo así como lo que hay entre los seguidores del Betis y del Sevilla, lo que fue la rivalidad habida entre Joselito y Belmonte, (por cierto a este Juan Belmonte se le apodaba en el mundo taurino “el Pasmo de Triana”, aunque había nacido en la Macarena, pero vivió toda su vida en la margen derecha del Guadalquivir: Triana). Es decir lo que apetece a unos a otros les incomoda. Los dos barrios, sevillanos ambos son iguales en sevillanismo, pero no son lo mismo. Como el blanco y el negro: Los dos son colores pero no el mismo color. No sé si me explico. Nuestra niña Blanca ha resultado graciosilla. Si sus antepasados sevillanos son macarenos, sus padres viven en el centro de ese barrio, ¿en donde se pone a nacer la chiquilla? Naturalmente en Triana; y no en cualquier sitio de Triana. Si situamos la clínica Infanta Luisa, (esta Infanta no tenía ni bachiller, por eso no es Dª Luisa), situamos esta clínica, digo, en el centro de una circunferencia, tenemos a un radio de 350 metros el Santuario que alberga a la Esperanza de Triana, la otra virgen sevillana cuya devoción le tributa media Sevilla, la otra media sigue a la Macarena; a unos 300 metros está la Torre del Oro, Archivo de Indias y 100 metros más abajo la Maestranza de Sevilla, cuyas arenas y cuyo coso han visto tantas faenas memorables y tardes de gloria, de, entre otros, Curro Romero. Nuestro Curro. Espero que esta niña, que lleva en sus genes y en su sangre el 288


brío y la fuerza del barrio de la Macarena, incremente su naturaleza toda, con el duende, el arte y la belleza que irradia el barrio de Triana y que, en vez de ser motivo de rencillas, sea el resultado de la mezcla que la conviertan en una preciosa e inteligente criatura. Que Blanca Pascual Martín, descendiente de los Pascual-Morales, de los Martín-Ávila de los… tantas generaciones, sea la síntesis de las virtudes que atesoran todos sus antepasados. Este libro no tenía previsto que llevara ninguna clase de epílogo, pero un hecho extraordinario, el aquí narrado, ha suscitado que revoque mi anterior decisión y escriba con pelos y señales el motivo. Bien merece el nacimiento de la que hace el número 7 de mis nietos, que ponga unas líneas en su honor y que junto a su primo José Carlos Pascual Caballero, el que cantara en Toledo con bizarría: Me hice novio de la muerte, la estreché con lazo fuerte y su amor fue mi Bandera, cierren el libro las fotos de estas dos criaturas de las que tantas cosas esperamos sus abuelos y sus padres. . ¡Qué mejor colofón merece este trabajo mío!

Terminado en Córdoba el día 19 de Febrero de 2.011

Placido Pascual Avilés. Vale.

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