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ENTREVISTA: Robert Cohan
Sir Robert Cohan, el artista Graham que no se quedó en la sombra de Martha
Por Rafael Molina y Pilar Pérez Calvete
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Entrevista a Robert Cohan vía Zoom. Miércoles 23 octubre 2020
Robert Cohan, maestro, bailarín, coreógrafo, un gigante de la danza contemporánea del siglo XX, ha fallecido el 13 de enero de 2021 a la edad de 95 años. Su carrera se desarrolló especialmente entre los Estados Unidos y el Reino Unido. Perteneció a una de las primeras generaciones de la Martha Graham Dance Co., formando parte de la compañía entre los años 1946 y 1957. En 1969 deja Estados Unidos y se muda al Reino Unido para dirigir el London Contemporany Dance Group. En 1991 tuvimos el honor de recibirlo en Sevilla, donde impartió clases de técnica Graham dentro de los “Cursos para profesionales” del extinto Instituto del Teatro. Hasta entonces, todos los maestros Graham con los que yo había estudiado: Carl Paris, Tim Wengerd y Armgard von Bardeleben pertenecían a la generación de bailarines “Graham” del período 1975-1983, por lo que conocer y tener la oportunidad de tomar clase con Robert Cohan fue un regalo ya que él conoció y perteneció a la generación decisiva para el desarrollo de la técnica y la coreografía de Martha Graham. En 2020, Rafael Molina, becado por la Fundación Fullbright para estudiar en la Martha Graham Dance School, ex bailarín de la Martha Graham Co. 2 y fundador de Graham for Europe, organización establecida en París, además de profundo conocedor de la técnica Graham, entrevistó a Robert Cohan (Bob) pocos meses antes de su muerte. A continuación, os ofrecemos de la mano de Rafael Molina un resumen de la entrevista que tuvo la oportunidad de hacer a Robert Cohan el 23 de octubre de 2020. (Pilar Pérez Calvete, 2021)
Bob recuerda su primera clase de Graham en la primavera de 1946. Comenta que tuvo una epifanía y supo que eso era lo que iba a hacer el resto de su vida y que iba a seguir el ejemplo de Martha. Todo fue muy rápido. En junio de ese mismo año asistió al curso de verano y poco después, en otoño, Martha le invitó a formar parte de la compañía.
Formó parte de la generación clave de los años 40 y 50 del siglo XX formada por un sólido grupo de solistas, entre los que estaban Yuriko, Pearl Lang, Mary Hinkson, Ethel Winter, Helen McGehee, Linda Hodes, Bertram Ross y David Wood, y que colaboraron con Martha Graham a todos los niveles.
Ellos contribuyeron a la creación de los principales papeles del repertorio, eran los que demostraban en las clases para Martha y enseñaban en importantes instituciones. También aportaron su personalidad y su inteligencia al trabajo y a la labor coreográfica y pedagógica. Nunca se preguntaron qué era la técnica Graham; era lo que hacían con Martha. Nunca se preguntaron si tenían legitimidad para enseñar; Martha les había enviado. Si el entrenamiento llegó a convertirse en una técnica que podía enseñarse sistemáticamente y adaptarse de diferentes maneras, fue gracias a ellos. Le dieron forma, pues Martha no siempre recordaba lo que había hecho. Ella estaba ocupada todo el día coreografiando y dejándose llevar por su inspiración. Bob y los colegas que se encargaban de demostrar para ella solían ordenar lo que Martha había hecho, normalmente improvisado, poniéndolo en cuentas y haciéndolo lógico para el resto de la clase.
Resulta muy valioso hablar con alguien de esa generación para captar la esencia del trabajo de Graham y
la filosofía que hay detrás de la práctica. Muy pocos siguen vivos. Fueron testigos del proceso creativo de Martha Graham al perfeccionar su técnica. Ellos comprenden profundamente que la técnica no se creó desde cero como un todo, sino que derivó de lo que Martha aprendió en Denishawn y que estaba en continua evolución. La técnica Graham nació porque Martha tenía que formar a la gente de su compañía para que hiciera lo que ella quería en sus coreografías. Así que la fue inventando sobre la marcha. Bob insiste en que “… no se podía separar su enseñanza de su coreografía, la técnica era la coreografía. Ahora la técnica se ha separado de la coreografía”.
En aquella época, Martha daba clases todos los días y lo suyo no era una técnica en el sentido estricto de la palabra, ni siquiera le interesaba la técnica, le interesaba la danza. La clase no estaba completamente preparada, algunos de los ejercicios eran como ahora, pero no todos. Martha, como explica Bob más adelante, simplemente respondía a lo que los alumnos necesitaban, que es la base de la pedagogía. Si algunos alumnos no hacían bien alguna parte del ejercicio, ella lo desmontaba y hacía otro.
Bob se pregunta: “¿Cuáles son los límites de la técnica Graham? No lo sé. No hay ninguno … está cambiando, como debe ser”. No obstante, él hizo una precisión que considero brillante y que podría resolver el dilema con el que un profesor de Graham se encuentra al tener que mantener la tradición a la vez que mantenerla viva y actualizada.
A menudo se dice que está bien cambiar la técnica ya que Martha la cambiaba todo el tiempo. Bob dice que no deberíamos usar la palabra “cambio”. Martha “inventaba” siempre, no “cambiaba”. Martha estaba trabajando en sí misma, haciéndose más intensa, más creativa, más Martha. Algunos lo veían como “cambio” pero ella estaba inventando. Bob también dejó claro que reordenar el material no representa un cambio.
Pienso que siempre es importante preguntar a un profesor sobre la experiencia de su primer día enseñando. Como era habitual en aquella época, le pidieron a Bob dar una clase en el último momento y así fue como acabó delante de un grupo de alumnos. No tenía ningún título ni formación pedagógica. Desde luego, no era fácil enseñar sin preparación, pero él aprendió rápidamente. Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Bob, más adelante, enseñó en diferentes lugares y ciudades de Estados Unidos, incluyendo la prestigiosa Julliard School. Cuando Batsheva de Rothschild formó compañía en Israel, le ofreció el puesto de director que él rechazó pues no quería mudarse a tiempo completo allí, pero sí que colaboró con la compañía yendo varias veces para entrenar a los bailarines y coreografiar para ellos.
La razón para que dejara Estados Unidos y se estableciera en Inglaterra fue el filántropo Robin Howard que se había convertido en el mecenas de la danza moderna a tiempo completo. Llevaba coreógrafos americanos de danza moderna: Martha Graham, Alvin Ailey, Alwin Nikolais, Merce Cunningham, Paul Taylor. La compañía Graham había dejado profundamente impresionado al público inglés, habituado a las compañías de ballet y que nunca habían visto trabajos contemporáneos con un gran grupo de bailarines atletas encima del escenario. Robin quería desarrollar la danza contemporánea en Gran Bretaña y eligió implantar la técnica Graham porque pensaba que era la más completa. Bob no podía estar más de acuerdo. Enseñó a diario durante 10 años tanto en la escuela, The Place, como en la compañía, London Contemporary Dance Theater. Las dos estuvieron financiadas por Robin y finalmente recibieron algunos fondos del Arts Council.
La misión que Bob asumió implicaba mucho más que la creación de obras y entrenar una nueva generación de artistas de la danza. Necesitaba construir una au-
Robert Cohan, Bob y Rafael Molina
Robert Cohan, Carmen Pizarro (1991) Fuente CIRAEA(AAIICC)
diencia para la danza contemporánea desde cero. Hasta el momento no había más que ballet y Laban. Laban no tenía una práctica de actuación y era principalmente académico. Recorría el país enseñando en clases abiertas, haciendo demostraciones de la técnica y mostrando alguna coreografía.
Bob y el trabajo de Graham no fueron muy bienvenidos en el Reino Unido. Algunos británicos sentían resentimiento hacia los “americanos que creían saberlo todo y que veían a decirles lo que había que hacer”. Además, la técnica Graham tenía la mala fama de ser perjudicial para el cuerpo, en parte debido a razones políticas y por la resistencia de los seguidores de Laban, expertos en kinesiología.
Por supuesto, replicaba Bob, si no estás entrenado hay cosas que pueden dañar.
También algunos habrían preferido que Robin hubiera traído a alguien de la danza postmoderna americana (Judson Church), en lugar de Graham. Bob no tenía nada en contra de ese movimiento en sí mismo, incluso lo considera muy motivador para algunos, pero tenía sus dudas acerca de dónde habrían llegado y qué es lo que habría sobrevivido.
Bob empezó enseñando técnica Graham estricta porque es lo que Robin le había pedido, pero tenía muy claro que tenía que permitir que esto fuera cambiando según lo que necesitaran los bailarines porque ahora estaba dirigiendo una compañía. Su objetivo era hacer buenos bailarines, no bailarines de Graham. Dejó de utilizar el término ‘Graham’ y lo llamó ‘basado en Graham’. Su enseñanza se conoce ahora como ‘Método Cohan’.
Más allá de las cuentas, del ejercicio, de los pasos, de la forma de la técnica, yo quería saber qué buscaba, cuál era su verdadero objetivo educativo. Él se describe a sí mismo como un profesor obsesionado con la base. Si no eres capaz de hacer un plié en primera posición que él considere correcto, no está dispuesto a ir más allá. De manera que las clases de su compañía
Robert Cohan, The place
parecían como las de un nivel elemental porque “no tiene que ver con lo que haces, todo tiene que ver con cómo lo haces”. Y esto se lo enseñó Martha. De hecho, la considera la mejor profesora del mundo y asegura que fue ella quien le enseñó a bailar.
Le pregunté cuáles son las señales que muestran que un bailarín se ha formado debidamente en Graham. Sin dudarlo, respondió: “saben quiénes son y saben en qué cuerpo bailan. Si conoces tu cuerpo, puedes controlarlo. Es el cuidado que tienes con tu propio cuerpo, es la atención a los detalles. Si yo te estoy dando un movimiento, espero que tú vas a saber cómo generar ese movimiento en sí mismo. No quiero que imites la forma externa del movimiento, que, aunque esté ahí, no es lo importante”
Su carrera como artista de la danza fue tan polifacética como la de Martha. Fue bailarín, pedagogo y coreógrafo. Me habló de proceso artístico, en especial del de coreografiar, de la vulnerabilidad, de la importancia del trabajo y de la fe necesarios para recorrer este camino. El artista nunca sabe lo que está haciendo y si todo va a valer la pena. Explorará y tomará ese riesgo. Él dijo: “No saben lo que están haciendo. Ninguna idea. Tienen una intención. Tienen una motivación dentro de ellos. Tienen corazonadas. Tienen olores, crean colores. Tienen la intuición de que ése es el camino.” Si tú pararas a Bob en mitad de una coreografía, él no sabría cómo continuar porque el hilo se habría roto y ya no sabría cómo volver otra vez atrás. Recuerda que Martha lo expresó de la siguiente manera: “Yo soy un testigo de mi trabajo” A lo que Bob añadió: “…si no eres testigo de tu obra, no es arte. Porque estarás manipulando, esto es manipulación, es lo que hacen los artistas comerciales”
Hacia el final de la entrevista, Bob Cohan comenta que aconsejó a un joven bailarín de The Place muy apasionado con la técnica Graham que fuera a la Escuela de Martha Graham en Nueva York porque lo que podía aprender en Reino Unido estaría “bastardeado”1. Me gustó la elección y comenté: “Bastardeado, ¿cómo podía ser de otra manera?”
Dijo, lo que parecía ser la palabra perfecta para finalizar nuestra entrevista: “Esto es lo que hice. Esto es lo que todos hicieron. Fui y encontré lo que quería y supe que era lo que iba a hacer el resto de mi vida. Aquí estoy”.
Bob nunca pretendió dar una clase pura de Graham. Hizo honor al legado Graham a la vez que seguía su propio camino y, al hacerlo sirvió al arte de la danza hasta su muerte.
Bibliografía: Obituary, Robert Cohan. Dance Europe. February/March 2021 pag. 53 Enlace de interés: https://www.grahamforeurope.com 1 Bastardear: apartar algo de su pureza primitiva.