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Liam Scarlett

Por Alastair Macaulay, historiador británico y crítico artes escénicas

Fotografías por Royal Ballet y New York City Ballet

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Liam Scarlett, Bill Cooper (2014)

Asphodel Meadows (Royal Ballet) coreografía de Liam Scarlett, Bill Cooper

I

El coreógrafo Liam Scarlett, de treinta y cinco años de edad, murió, repentinamente, el viernes 16 de abril de 2021. (Se ha aceptado que la causa fue suicidio aunque en el momento de escribir este artículo, no se ha confirmado tal). El impacto de su muerte ha provocado oleadas de emociones complejas más allá del mundo de la danza. Gran parte de la carrera de Scarlett terminó efectivamente en 2019-2020 por motivos de una investigación ambigua que concluyó con una opinión dividida del Royal Ballet Covent Garden. Por un lado, la compañía anunció que no se habían encontrado evidencias que corroboraran las acusaciones contra Scarlett. Por otro lado, la compañía ponía fin a su relación con él. Otras compañías también se apresuraron a cancelar sus contratos con él.

Sin embargo, las primeras personas que lo conocieron en el siglo pasado me han asegurado que muy pocos conocen los detalles de su muerte. No debemos asumir, como muchos han hecho, que “Cancel culture” fue el factor determinante. Murió en su ciudad natal, Ipswich, Suffolk.

Scarlett saltó a la fama internacional a los 24 años con el estreno mundial de su “Asphodel Meadows” (2010), coreografía con música de Francis Poulenc, en Covent Garden. El Royal Ballet se equivocó en ese momento al afirmar que Scarlett era la persona más joven en coreografiar para la compañía pues Christopher Wheeldon había hecho “Pavane” a los 23 años en 1996. “Asphodel”, creada para un conjunto mucho más grande, fue un logro notable para cualquier persona de su edad. Edward Villella, director artístico del Miami City Ballet, lo vio entonces e inmediatamente le encargó a Scarlett la coreografía de “Viscera” para su compañía en 2011; y luego un segundo, “Euphotic” (2012). Estos fueron los primeros trabajos de Scarlett para una compañía estadounidense. En 2012, Scarlett se convirtió en coreógrafo residente del Royal Ballet en Covent Garden. Antes de cumplir los treinta años, había creado ballets para K-Ballet, San Francisco Ballet, New York City Ballet, American Ballet Theatre, Norwegian National Ballet y Royal New Zealand Ballet. Poco después de su trigésimo cumpleaños, en 2016, coreografió el ballet completo “Frankenstein”. Esto le convirtió en el coreógrafo más joven en presentar un ballet completo en el escenario de Covent Garden. Siguieron otros estrenos hasta 2019, cuando surgieron acusaciones de conducta sexual inapropiada que le llevaron a un escándalo, una investigación y, en marzo de 2020, el informe que terminó su relación con la compañía del Covent Garden.

Su muerte ocurrió el viernes 16 de abril de 2021. Ese mismo día, el Royal Danish Theatre anunció la cancelación de su “Frankenstein”. Con mucha firmeza, este anuncio de Copenhague revivió las acusaciones sexuales/morales vertidas contra Scarlett en 2019-2020. En palabras del director danés Kasper Holten, “El comportamiento ofensivo es inaceptable en el Royal Theatre, también por parte de los artistas invitados. El bienestar y la seguridad de nuestros empleados es una prioridad para nosotros. Por lo tanto, no deseamos interpretar las obras del coreógrafo en cuestión por el momento, por lo que “Frankenstein”, prevista para la primavera de 2022, ha sido cancelada”. La redacción era mucho más inequívoca que la de la compañía de Covent Garden los años anteriores.

Cabe señalar que bailarines y admiradores del trabajo de Scarlett lo recuerdan con intenso afecto y lealtad. Muchos de ellos durante su vida lo ensalzaron como uno de los más grandes. Aunque nunca compartí ese grado de admiración por su trabajo (hice la crítica de al menos seis de sus estrenos mundiales para el “New York Times”), no había duda de las inmensas habilidades organizativas de su trabajo, su sofisticada estructural y su atractivo visualmente decorativo.

Frankenstein, coreografía de Liam Scarlett para Royal Ballet

II

Una característica que pareció excepcionalmente curiosa durante la vida de Scarlett se vuelve mucho más conmovedora ahora: su fascinación poética por la muerte. Tres de sus obras tomaron título de los diversos reinos mitológicos de los muertos. “Asphodel Meadows” (2010) fue la obra que inmediatamente se dio a conocer en Royal Ballet. Aunque se trataba de una creación sin argumento, solo danza, las “asphodel meadows”, de su título, forman parte del inframundo griego. “Acheron”(2014), su primera creación para New York City Ballet, también fue sin argumento. El río Acheron es uno de los ríos que atraviesan el inframundo griego. Su obra final para el San Francisco Ballet fue “Die Toteninsel” (2019). El título significa “la isla de los muertos”. Su primera creación para el Miami City Ballet, de nuevo sin argumento, fue “Viscera” (2011). La palabra “viscera”, que significa tripas, generalmente se refiere a las entrañas de los muertos. Su “Sweet Violets”(2014) para Royal Ballet abordó los asesinatos sexuales del Londres de Jack el Destripador.

El propio Scarlett conservó ese aspecto de querubín: mejillas sonrosadas, cabello rizado, comportamiento juvenil. Sin embargo, su mente seguía girando alrededor de la muerte incluso en los admirados títulos de ballets sin argumento. Es posible que las contradicciones en su carácter nunca se puedan resolver ahora.

III

La muerte de Scarlett plantea muchos e importantes problemas. Lo más importante ha sido esa evidente inquietud por la forma en que muchas compañías de danza parecen silenciar escándalos o crisis que supuestamente afectan a una variedad alarmante de asuntos sexuales, heterosexuales y homosexuales, adultos y menores, a ambos lados del Atlántico. ¿Fue realmente “independiente” la investigación que en 2020 Royal Ballet encontró que “no había asuntos que perseguir” sobre Scarlett? ¿Y en qué grado? ¿Qué “independencia” real hubo en la investigación, en el New York City Ballet 2018, que encontró que las acusaciones contra Peter Martins “no estaban corroboradas”? Scarlett y Martins han sido dos de los muchos artistas masculinos que han dimitido o han sido destituidos de sus puestos en los últimos años y, sin embargo, en ningún caso la compañía en cuestión ha dado una explicación satisfactoria.

En el New York City Ballet, Amar Ramasar y Zachary Catazaro fueron readmitidos después de los cargos que se les imputaron en la demanda de Alexandra Waterbury en 2018, aunque Catazaro decidió no volver a unirse a su antigua compañía. En 2020, el juez del caso Waterbury retiró los cargos contra ambos hombres. Dado que, por lo tanto, es posible que esos dos, y algunos otros, fueran realmente inocentes de las acusaciones que los defenestraron, ¿no es hora ya de que las compañías de danza establezcan sistemas de responsabilidad? Estos deberían funcionar de varias maneras. ¿Deben las instituciones de danza establecer y publicar las reglas de comportamiento a las que exigen que se ajusten sus bailarines y su personal? ¿Y deberían explicar igualmente por qué están cortando el contacto con ciertos artistas?

Sin embargo, las respuestas no son sencillas. El anuncio del 23 de marzo de 2020 del Royal Ballet “no había asuntos que perseguir” hizo muy poco para aclarar los rumores que rodeaban a Scarlett. Por otro lado, el anuncio de Holten, del 16 de abril de 2021, fue mucho

El Lago de los cisnes, coreografía de Liam Scarlett, Bill Cooper

más específico sobre el “comportamiento ofensivo” y la preocupación del Royal Danish Ballet por “la seguridad y el bienestar de sus artistas”. Si Scarlett todavía estuviera vivo, su reputación se habría manchado definitivamente. Holten tiene contactos cercanos con Covent Garden, donde trabajó durante años a principios de este siglo. ¿Por qué la compañía británica no dijo nada sobre el comportamiento de Scarlett mientras que la danesa lo calificó de “ofensivo”?

Esto nos lleva a debatir sobre lo que ahora se conoce como “Cancel culture”. Primero, debe establecerse que esto se presenta de dos formas: las compañías que realmente cancelan sus contratos con artistas individuales y, por otro lado las voces, en publicaciones o redes sociales, que exigen el fin del arte para esos artistas cuyo comportamiento se considera lesivo y/u ofensivo.

Yo mismo escribo en las redes sociales. Después de escribir sobre la muerte de Scarlett, recibí respuestas muy contrastadas. Aquí hay dos de ellas. La primera: “Si en su comportamiento realmente se aprovechó de sus jóvenes estudiantes, entonces debería haber habido consecuencias. “Cancel culture” no es peligroso, pero la depredación sexual, especialmente de menores, sí lo es”. El otro (escrito por alguien que ha experimentado el cese de primera mano): “Creo que la lección es para las organizaciones, especialmente para las compañías de ballet pues salvar las apariencias no es más importante que la salud de los bailarines, o la escuela de donde se han nutrido durante muchos años. Yo mismo he tenido la experiencia de “Cancel culture” y he pensado en el suicidio. Conozco a otros con la misma vivencia y los mismos pensamientos suicidas. Es un problema grave. Los directores deben tomarlo en serio”.

La palabra “vergüenza” se ha utilizado mucho desde la muerte de Scarlett. Probablemente vergüenza era algo que él había llegado a sentir. Ahora otros también quieren que las organizaciones que lo castigaron sientan vergüenza y quienes usaron las redes sociales para expresar indignación también sientan vergüenza. El coreógrafo Alexei Ratmansky, escribe emocionado sobre el talento de Scarlett y sobre las compañías que han cancelado su trabajo “¿Cómo es posible que todo el mundo del ballet, todos nosotros, le hayamos dado la espalda a un talento tan asombroso, empujándolo a morir tan joven? Vergüenza y tristeza. RIP Liam” ¿Deberíamos llamar a esto «cultura de la vergüenza»? Debería darte vergüenza; y a usted; y a usted; y a usted. Sin embargo, muchos de nosotros hemos pasado gran parte de nuestras vidas tratando de deshacernos

Sara Mearns y Adrian Danchig-Waring en Acheron de Liam Scarlett. Paul Kolnik

del daño causado por la vergüenza. El viejo y agresivo puritanismo está siendo reemplazado por uno nuevo, no menos agresivo, y la gente de todos lados es considerada digna de vergüenza.

¡Qué difícil es para cualquiera de nosotros estar seguro de lo que es correcto! Siento tristeza por quienes amaban y admiraban a Scarlett; siento pena por aquellos a quienes ahora se les culpa por provocar su muerte.

Entre las acusaciones contra Scarlett se encuentran informes varios de comportamientos sexualmente inapropiados con hombres jóvenes y niños. (Dado que no se formularon cargos legales en su contra, debemos presumir que es inocente). Puede que valga la pena reflejar lo que han cambiado los valores culturales. Una cultura anterior, la de los antiguos griegos, aprobó la pederastia -relaciones sexuales entre adultos y adolescentes- que incluso ha sido llamado «el principal modelo cultural para las relaciones libres entre ciudadanos» por los historiadores. No quiero sugerir que la cultura griega fuera mejor que la nuestra, o que la nuestra la haya superado por completo. Los griegos utilizaron la vergüenza y el ostracismo, pero de otra forma. Cuando el filósofo Sócrates fue juzgado y declarado culpable, fue por corromper las mentes, que no los cuerpos, de los jóvenes y por no creer en los dioses de Atenas. Se suicidó de una manera que ha sido largamente admirada desde entonces. “Cancel culture” ¿realmente es peligrosa? Algunas voces en las redes sociales se han apresurado en aceptar lo peor del comportamiento que llevó al desplome a Scarlett en el Royal Ballet. De manera santurrona y agresiva, algunas personas, sin inmutarse por su reciente muerte, han denunciado todo silencio sobre su comportamiento como un síntoma del favor otorgado automáticamente a personas de raza blanca y masculinas, a personajes poderosos, que son culpables de abuso sexual, y depredadores, ignorando lo que sea que Scarlett haya hecho y a pesar de la declaración de 2020 del Royal Ballet. También se han presentado quejas de las compañías que siguen encargando obras de arte a personas moralmente defectuosas. (Tengo mi propia “Cancel culture” cuando escucho a todos esos nuevos puritanos, vengativos y censuradores: los bloqueo.) ¡Tengamos sólo arte de los sinceros! ¡Tengamos más arte de aquellos que son tan sinceros como nosotros! ¡Que no haya arte de pecadores para nosotros!

Muy pocas personas saben realmente lo que ocasionó el hundimiento de Scarlett en el Royal Ballet (yo también he escuchado muchos rumores, pero son solo rumores), y aún menos personas conocen las circunstancias que le llevaron a su trágica muerte. Estoy de acuerdo en que hay hombres blancos poderosos que son abusadores sexuales y cuyo comportamiento dañino está encubierto por el sistema. Sus víctimas sufren, pero no tengo la información suficiente para calificar a Scarlett como uno de ellos.

Ryoichi Hirano y Marianela Nuñez enAsphodel Meadows, The Royal Ballet 2019. Bill Cooper

Frankenstein, coreografía de Liam Scarlett para Royal Ballet

IV

El final de la carrera de Scarlett, aunque no para todo el mundo, como coreógrafo en 2019-2020 se atribuyó en gran medida a la posibilidad de que su comportamiento con los bailarines y los estudiantes de danza pudiera haberlos molestado o dañado. Pero, ¿qué pasa con las coreografías de Scarlett ahora que está muerto? Ya no puede hacerles, a los artistas de la danza, lo que sea que haya hecho. Por lo tanto, es posible que ahora sus ballets puedan remontarse sin causar una ofensa moral.

Esto enfrenta a la “Cancel culture” con una elección importante. ¿Continuarán las compañías de danza cancelando los ballets de Scarlett porque de alguna manera están contaminados por su comportamiento sexual y social? ¿O intentarán ahora remontar sus ballets, tanto en memoria suya como porque los ballets merecen un renacimiento?

Sin embargo, vale la pena señalar que no todas las compañías pusieron fin a sus compromisos con Scarlett en 2019-2020. En octubre de 2020, viajó a Múnich para presentar su “With a Chance of Rain”(2014) para el Bayerische Staatsballett. Maggie Dowdney, bailarina británica, ha escrito que su comportamiento fue estrictamente profesional, y que impresionó a todos por haber aprendido de sus errores y feliz de tener la oportunidad de seguir adelante. El Royal New Zealand Ballet también anunció que repondría su «Sueño de una noche de verano»(2015) en la Navidad de 2021. Es posible que haya habido otros compromisos de 20202021 que aún no hayan salido a la luz.

El domingo 18, dos días después de la muerte de Scarlett, el Bayerische Staatsballet transmitió su “Paradigma”, un programa que incluía “With a Chance of Rain” de Scarlett, con estas palabras: “El Bayerisches Staatsballett dedica este stream al coreógrafo recientemente fallecido Liam Scarlett. (1986-2021)”. El Ballet Real de Nueva Zelanda anunció: “Esta compañía tuvo el privilegio de trabajar con Liam cuando creó su hermosa producción de “El sueño de una noche de verano” en 2015. Fue un placer trabajar con él. Nos inspiró a todos para dar lo mejor. Estamos realmente orgullosos de reponer “El sueño de una noche de verano” en Nueva Zelanda esta Navidad, pero las actuaciones serán agridulces, sabiendo que Liam no volverá a estar con nosotros para compartir la magia».

Marianela Núñez y Vadim Muntagirov en Lago de los cisnes de Liam Scarlett para Royal Ballet

¿Cómo responderán otras compañías de ballet para celebrar el logro internacional de Scarlett como coreógrafo? Es evidente que la reposición del trabajo de cualquier coreógrafo después de su muerte es una labor muy compleja. Pero supongo que hay bailarines y escenógrafos que trabajarían para Scarlett Trust, si se creara una, y creo que algunos de ellos querrían hacerlo. Scarlett fue muy admirado y querido por muchos de sus colegas. Lamento no haber compartido la misma opinión que ellos y que muchos otros tienen de sus coreografías. Espero poder ver las cualidades que otros encontraron en su trabajo. ¿Qué van a hacer las compañías de ballet, sobre todo el Royal Ballet, del que fue artista residente 2012-2019, con sus ballets ahora que Scarlett ha muerto?

Durante la investigación sobre sus presuntos delitos 2019-2020, el Royal Ballet nunca retiró su producción de “El lago de los cisnes” (2018), que fue lo último que se bailó antes del cierre de marzo de 2020. De alguna manera, después de la investigación, la compañía consideró oportuno anunciar la cancelación de la reposición en 2020 de su “Symphonic Dances”(2017) mientras que continúa con su “Lago de los cisnes”. ¿Por qué? Una de las razones es que es más fácil mantener su «Lago de los cisnes» sin que él regresara a ensayarlo. Otro factor fue que la puesta en escena era tan extremada y llamativamente cara que la compañía no podía afrontar cancelarla también. Para aquellos que lo encontramos muy irresponsable, esta permanencia en el repertorio es desagradable. Para quienes lo admiraran, su regreso será un consuelo.

Estos son solo algunos de los problemas desconcertantes que surgen de la muerte de Scarlett. Dejemos que nuestras compañías de danza procedan ahora a mejorar las condiciones en las que los artistas con problemas pueden causar problemas a otros. Ha habido acercamientos para mejorar. Ojalá Scarlett hubiera recibido un asesoramiento eficaz; espero que todos los bailarines heridos por el abuso moral y físico reciban asesoramiento y ayuda. Que el dolor y la conmoción causados por su muerte lleven a un clima más sano y amable dentro y alrededor de muchas compañías.

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