Beneficia Harvard acervo magonista

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Lunes 1 de Agosto del 2011 - R E F OR M A

Aporta 20 mil dólares para conservación

CU LT U R A

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ArgonáuticA

Beneficia Harvard El hermano gemelo de El Parnaso acervo magonista JORDI SOLER www.jordisolerescritor.com

El autor evoca sus experiencias en

d Digitalizan papeles

la extensión menos conocida de la librería

de Flores Magón;

Tesoro liberal

preparan apertura

Deportado de EU, el periodista Enrique Flores Magón emprende el regreso en 1923, y con él, lleva su archivo: fotografías, correspondencia, recortes de periódicos y anotaciones personales.

de centro documental

E

d De su retorno a México quedó un testimonio gráfico que incluye imágenes como ésta, tomada en Ciudad Juárez con un grupo de anarquistas y sindicalistas, en su primera parada en el País.

Alistan Casa del Ahuizote

Cortesía Inocente Colectivo

Deportado de Los Ángeles, California, el periodista Enrique Flores Magón (1877-1954) emprende, con su esposa Teresa y sus hijos, el regreso a México en 1923. En la aduana de Ciudad Juárez, le son confiscados ejemplares de Regeneración, férreo opositor al régimen de Porfirio Díaz, quien forzó su exilio en 1903. El menor de los Flores Magón arma un escándalo y consigue que le sean devueltos los periódicos. Su tesón por mantener viva la llama del magonismo ha permitido conservar 10 mil documentos desde 1850 hasta 1960 y 650 registros fotográficos. La Universidad de Harvard, a través del programa Latin American Libraries and Archives, se ha interesado porque esos papeles sean preservados y otorgó un primer apoyo de 20 mil dólares al Centro Documental Flores Magón, que gestiona el acervo. Estos fondos permitirán digitalizar los manuscritos del periodista y el fondo de “Revoltosos” –como el régimen de Díaz llamaba a los magonistas– del Archivo General de la Nación. “Es el archivo de un exiliado (...) es inédito y pulsa muchas otras cuerdas además de la historia que tiene como centro al Partido Liberal Mexicano. Me interesa abrir el espectro de intereses”, describe Diego Flores Magón, bisnieto de Enrique. Si Harvard refrenda el apoyo financiero otorgado un año más, se digitalizará el fondo de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ligado al magonismo.

Cortesía Centro Documental Flores Magón

Erika P. Bucio

••• A la epidemia de influenza española se debe que Enrique haya dejado testimonio de su encierro en la cárcel de Leavenworth, Kansas, el destino de disidentes políticos, anarquistas, socialistas y algunos comunistas, cuando se desató el “miedo rojo” en EU. Ricardo, aquejado de reumatismo y diabetes, solicitó su traslado a esa prisión federal en 1919. Enrique estaba preso ahí desde mayo de 1918. Cuando enferma, es puesto bajo el régimen de aislamiento. En la soledad de su celda, el periodista mantiene correspondencia con su hermano Ricardo y otros presos. “Esas cartas son profesiones de fe anarquista (...) Se ve hasta qué punto era firme la convicción de que la revolución estaba a la puerta y era inminente el inicio de una nueva era histórica”, explica Diego Flores Magón. Enrique fue liberado en septiembre de 1920. No corrió igual suerte su hermano.

para exhibiciones curadas por historiadores y artistas.

El Centro Documental Flores Magón aguarda la entrega formal del inmueble de Colombia 42, cuya restauración finalizará este año. El edificio, del que sólo se mantenía en pie la primer crujía, comenzó a ser restaurado en enero de 2010. En la tercera etapa de los trabajos, con una inversión de

1.5 millones de pesos, se creará un mezzanine en el tercer nivel para funcionar como sala de consulta. “Si todo marcha favorablemente, con el ejercicio de los recursos públicos vamos a poder tener este año un edificio preparado”, informa Diego Flores Magón.

ExtrAS hoy: extraS de DE hoy

d El canto libertario “La bandera

••• Al poner los papeles de Enrique Flores Magón para su consulta digital tanto en la Casa del Ahuizote, sede del centro documental, como en internet, se pretende romper con el monopolio de los historiadores sobre los archivos, pero sin excluirlos. “Me importa el uso erudito de las fuentes pero también un archivo más transparente”, recalca Diego Flores Magón, historiador. La familia no descarta donar el acervo una vez terminada la digitalización.

Completa la cuadrícula de manera que cada línea, columna y caja de 3x3 tenga un dígito del 1 al 9 sin repetirse.

NIVEL BÁSICO

NIVEL MEDIO

3 9 6 6 8

1 8 5

de Porfirio Díaz interceptaban la correspondencia de Enrique.

d La Casa del Ahuizote será un centro de consulta digital y espacio

sión, al rechazar que el Estado se apropie de los restos de su hermano. Una postura dogmática anarquista que matizará con el régimen de Lázaro Cárdenas, cuando se reconcilia con los ••• fotogalería gobiernos posrevolucionarios. Una de las riquezas del Al final, la voluntad archivo es el expediende Brousse se impone. Los restos te relativo a la repatriación de de Ricardo son llevados de Ciulos restos de Ricardo, muerto en Leavenworth en 1922. Su mujer, dad Juárez, a donde llegaron en enero de 1923, hasta la capital del María Brousse, acepta la ayuda País. Del itinerario ha quedado un de la Cámara de Diputados para valioso testimonio gráfico, con las el traslado a México. Enrique se opone a la deci- multitudes siguiendo el cortejo.

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d Los servicios de espionaje

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l Parnaso ha cerrado. La desaparición de esta librería, que tuvo su indiscutible esplendor, se suma a esa serie de transformaciones que ha ido haciendo de la plaza de Coyoacán, otra plaza; que sin embargo, como le sucede a cualquier organismo vivo, es la misma. Cuando yo era un adolescente que vivía en Coyoacán, los vecinos protestaban por la proliferación de puestos de merchandising hippie que empezaban a ocupar la plaza. Años más tarde se anunció que, en un codiciado terreno baldío que estaba en una zona crucial de la plaza, se construiría un Sanborns. En ese momento vecinos y hippies, enemigos acérrimos, se hermanaron para impedir que se construyera eso que, a los ojos de todos, era un atentado contra el abolengo y la autenticidad de la plaza. Unos años después el Sanborns ya había conseguido ser parte del ecosistema, estaba integrado a la coalición de vecinos y hippies que batallaban, codo con codo, por tener una plaza digna. En el local donde estaba El Parnaso había, si no recuerdo mal, un banco. En la cartografía del magma cambiante que es, y ha sido siempre, esta plaza, será importante ver en qué se convierte ahora ese local que fue una librería estupenda y que, en los últimos tiempos, iba experimentando una decadencia con cierta solera: ¿En un banco? ¿En una oficina federal de Hacienda? ¿En un templo Evangelista?. A mí el café de El Parnaso nunca me gustó, era un sitio incómodo y pretencioso, lleno de intelectuales del ochenta y tantos con su Kundera bajo el brazo, y un asedio permanente de cantautores y jaraneros que no permitían leer, ya no digamos el Kundera del momento, ni media página de periódico. Yo prefería al hermano gemelo de El Parnaso, que estaba al lado, cruzando la calle Carrillo Puerto, y que tenía el mismo nombre. Era una suerte de extensión de la otra librería, pero escorada hacia la literatura minoritaria, la filosofía y las artes en general, que incluía una exquisita selección de discos que regenteaba el sabio Germán Toyos. Ahí descubrí (como

roja”, impreso por Regeneración, se entonaba con la tonadilla de Las Mañanitas.

Salen superhéroes del clóset El artista Joe Phillips presenta en la Galería de Arte de San Diego ilustraciones de superheróes, pero destacando un supuesto lado gay.

d nota

no había Google no teníamos más remedio que salir de cacería) a autores que me han acompañado desde entonces: Jacques Le Goff, René Nelly, Georges Dubby, Wilehlm Worringer, Ramón Llull y un largo etcétera. En aquella librería, que hace ya años fue arrasada por la oferta del CD, del DVD y de la cacharrería electrónica, viví momentos esplendorosos, alrededor de los veinte años de edad (que son ya de por sí esplendorosos). Cada tarde asistía, con mi hermano Juan y un par de amigos, a la cátedra que espontáneamente soltaba Germán sobre música, hablaba, por ejemplo, de Debussy, mientras ponía los discos que después vendería y simultáneamente nos servía unos vasitos del whisky que escondía debajo de los exhibidores. Por aquella tertulia espontánea aparecía de pronto García Márquez, que iba a preguntarle a Germán por un disco que le había encargado, o la actriz Liv Ullman, que actuaba en una película que se rodaba en Coyoacán, o Carlos Castaneda, que un día entró, nos hechizó a todos con su ojo izquierdo, y nos dejó durante meses especulando sobre su aparición. También iba por ahí Juan Rulfo, que era aficionado a los Réquiem, y que tuvo a nuestro amigo rastreándole, durante meses, una versión específica del de Cherubini que yo, desde entonces, por admiración al maestro, pero también por nostalgia de aquella época, escucho con frecuencia. Un día Germán nos dijo: he encontrado el Réquiem de Cherubini y Rulfo me ha pedido que se lo lleve a su casa, ¿me acompañan?. Ahí, en ese Parnaso que desapareció sin que nadie, ni yo, dijera nada, pasé un montón de tardes inolvidables, sentado en una pila de libros hablando, y escuchando hablar, de literatura y de música; eran tardes muy formativas, providenciales, mágicas, caía el sol, bajaban la cortina metálica de la librería y nosotros seguíamos ahí, hablando de libros, de música, de novias, del significado del bosque y del desierto, esos territorios arquetípicos de los que escribía Jacques Le Goff y que nos volvían locos.


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