Parábolas, enredos, melodías. Luego de su paso por La casa de cartón (1973), Watanabe emprende otros proyectos relacionados con la infancia y la educación. A finales de 1970 fue editor de la revista Collera donde sería guionista de la historieta “Cabriola la cabra”, que contó con ilustraciones de Carlos Tovar “Carlín”. En la década de los ochenta publicó una serie de sus cuentos infantiles en los libros de lectura de la editorial Santillana. Estos relatos nunca pudieron ser compilados ante la negativa del poeta. “No son cuentos, son chistes populares”, le decía Watanabe a Jorge Eslava cada vez que le ofrecía reunirlos y publicarlos (Flores 2017). Todos sus relatos infantiles retoman las concepciones míticas de Laredo y las recrea en un tono lúdico distinto al de sus poemas, pero valiéndose muchas veces de los mismos recursos: el humor, la referencia a un mundo natural de seres animados y la parábola (no aleccionadora), organizada alrededor de los animales. La parábola, diría en un poema, “aquella pequeña historia / que guarda una serena ansia: ser de todos” (2008: 311). Por otro lado, la versatilidad de José lo llevaría a incursionar en la música en el 2005, escribiendo letras de canciones para el artista Rafo Ráez. El resultado de ello sería un CD de rock titulado Pez de fango. Mucho del humor y la picardía que exploró en sus libros infantiles, mezclados con algo de la rabia o dolor que aparecen en sus poemas e incluso en algunos de los personajes de sus películas, serían musicalizados en este trabajo.
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