Artesanía del texto El cuerpo de la escritura es constantemente interrogado en la obra de Watanabe. Este se deja sentir cuando las palabras se revelan insuficientes para nombrar con exactitud la realidad. Entonces, hay que decantarlas, pulirlas, cincelarlas, como un artesano silencioso que sabe con determinación que el lenguaje es un trabajo cuya realización, al igual que un desierto, nunca se acaba. La vocación de Watanabe por la corrección y la reescritura da cuenta de aquello. Se trata en el fondo de un deseo (imposible) por hacer desaparecer el len96
guaje para que sea la naturaleza la que nos hable sutilmente, sin intermediarios, tal como sucede con los escritores del haiku. El mismo Watanabe lo explica de este modo: Mis poemas vienen de afuera: veo una escena y me ‘ilumina’ de alguna manera. Y trato de escribirlo lo más directo posible. Pero luego me demoro muchísimo en el proceso de pulir, de ‘cantar’ las palabras para que la sintaxis y el pensamiento sean una sola cosa. Y eso lo logro después de diez o veinte correcciones, pero sin perder la visión súbita frente al paisaje, la fuerza, la carga emotiva. (Molina 2003: 93).