LA RANA QUE QUERÍA SER UNA RANA AUTÉNTICA…
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica. Estaba cansada de recibir una opinión negativa de la gente; cansada de oír lo delgaduchas que eran sus piernas, que esas ancas tan débiles no la permitían ni saltar;o que no era como ellos. Quería sentirse especial. Decidió guardar su amargura y mal humor dentro del baúl de los recuerdos; y hacer un esfuerzo; podía ser única. Se compró un espejo para mirarse y buscar en su reflejo lo que en ella no encontraba; esa autenticidad que se había esfumado. Primero decidió ponerse en forma. Se dedico a hacer sentadillas para fortalecer aquellas inútiles patitas, día tras día. También se compró nuevos y elegantes trajes; se vistió y desvistió mil veces frente al espejo hasta encontrar algo que le gustó. Admiró su nuevo "yo" en el espejo: un nuevo cuerpo; una nueva imagen. Creía estar segura de que la gente aplaudiría su nueva imagen, aprobaría su nuevo aspecto; se darían cuenta de ahora tenían frente a ellos a una auténtica rana, que era como los demás. Era hora de hacer aquello que mas valor requería, aquello por lo que había estado esforzándose varios días. Era hora de salir y oír lo que la gente pensaba de ella. Iba andando por la calle silenciosamente, con la cabeza gacha, pretendiendo escuchar todo lo que decían. -Todavía le falta algo de grandeza. Decían unos. - Tiene que arrancarse la vergüenza. Replicaban los otros. No estaba dispuesta, se había esforzado. Levantó la cabeza y empezó a andar de forma segura, derrochando superioridad; demostrando en lo que se había convertido. Observó que la opinión de la gente empezó a cambiar. Que sociedad más superficial. Pensó, no se dio cuenta de que se había vuelto una de ellos. Decían que qué buena rana, que parecía un pollo. Lidia González
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, para ello, pasados unos días y con muchos esfuerzos, se compró un espejo para poder observarse y buscar la autenticidad, ella admiraba su cuerpo. Muchas veces, según el humor en ese día y en esa hora, guardaba en su baúl todas las opiniones de la gente que no le gustaban. Era una rana única, con mucho valor, todavía podía vestirse y desvestirse en sentadillas con sus pequeñas piernas. Los demás aprobaban el salto que tenía y aplaudían cómo hacía arrancar sus ancas para correr. Se podía oír sin esforzarse su eterna amargura. Decían que qué buena rana, que parecía pollo. Javier Jiménez
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica. Se pasaba los días esforzándose para ser verdadera. Para ver los resultados, se compró un espejo para mirarse, buscando su autenticidad. Se miraba muchas veces. Según su humor, se miraba una vez al día o cuatro veces cada hora. Después de mirarse, guardaba el espejo en su baúl. A la única opinión que daba valor era a la de la gente. Se vestía y se desvestía según los demás aprobasen o desaprobasen su ropa. Ella observaba su cuerpo, admirando sus piernas. Pensó que para tener esas ancas, tuvó que hacer muchos esfuerzos, saltando y haciendo sentadillas. Cuando creyó que todo el mundo arrancaría a aplaudir, todavía tenía que oir con amargura que decían que qué buena rana, que parecía pollo. Miguel Ángel Rivas
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica. Todos los días iba paseando con sus ancas traseras, a veces saltaba, otras hacía sentadillas, mientras se esforzaba en irse a comprar un precioso espejo. Ella todos los días se miraba y buscaba dentro de si misma una rana perfecta y con autenticidad. Algunas veces, según el humor que tenía, se pasaba las horas mirándose en el espejo. Un día pensó: -detrás de este espejo tengo un baúl guardado, que es único y tiene un valor incalculable. Como la opinión de los compañeros y de la gente la tengo muy en cuenta, me vestiré y desvestiré hasta que me vea preciosa en el espejo. Las demás personas aprobaban y decían que una rana necesita ser como un hombre o una mujer, tener cuerpo, piernas y vestirse. Estos observaban, miraban y aplaudían a la rana, que con todos sus esfuerzos y todavía con un poco de amargura, se había arrancado su vergüenza y se había puesto plumas como un pollo. La rana cuando paseaba por la acera oía a la gente decir: - ¡Que qué buena rana, que parecía un pollo!. Marta Cabrero
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica. Según pasaban los días, la rana iba esforzándose para lograr su autenticidad. Se compró un espejo donde mirarse y ver su cuerpo. A veces, según el humor que tuviera ese día y esa hora, buscaba en el baúl, se vestía y se desvestía, y así comprobaba que opinión tenía la gente de ella. Pero al final lo volvía a guardar porque los demás, la observaban y ella sentía como únicamente admiraban y aprobaban sus ancas. Todavía sabía que el único valor en ella eran sus piernas fortalecidas de saltar y hacer sentadillas, la aplaudían y la arrancaban un sentimiento de amargura cuando hacía esfuerzos y sólo oía como decían que qué buena rana, que parecía pollo. Samanta Santacana
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica y todos los días se esforzaba para conseguirlo. Un día se compró un espejo para mirarse y buscar como lograr su autenticidad y a veces según el humor que tuviera, el día que hiciera o la hora en la que estuviera, pensaba de manera diferente, unos días estaba llena de amargura y solo oía y escuchaba la opinión de la gente y otros se miraba en el espejo y se admiraba y se vestía y desvestía un montón de veces de más, pero como la mayoría de días no eran así, se miraba en el espejo y todavía veía el cuerpo normal y corriente de una rana, y por ello se puso a hacer más esfuerzos, hacía sentadillas, para ejercitar las ancas, guardaba en su baúl muchas cosas y lo levantaba y bajaba, para ejercitar los brazos, saltaba, corría, etc. Y al final se aprobó a ella misma y tuvo el valor de decir que era única y cuando salió a la calle unos le aplaudían y otros le arrancaban las ancas porque decían que qué buena rana, que parecía pollo. Irene Salinas
Había una vez una rana que quería ser una rana autentica, la rana todos los días se miraba en un espejo que se compró, y se esforzaba buscando una apariencia que fuera más típico en una rana. Cuando encontró su autenticidad, guardó el espejo en un viejo baúl y decidió que para conseguir parecerse a una rana autentica era echarle valor y cambiar su imagen. Necesitaba ropa nueva y empezó a vestirse y a desvestirse hasta que encontró la ropa ideal. Así empezó a cambiar la opinión de la gente y conseguir que los demás la aprobaran. La rana observó que las demás ranas admiraban su cuerpo. Ella ya sabía que su cuerpo era más atlético y fuerte que el de las demás ranas, porque ella hacia media hora de sentadillas cada día y además, solía practicar los saltos para poder tener unas ancas más fuertes. Seguía haciendo esfuerzos, intentando que las demás ranas la aceptaran hasta que un día unos humanos la cogieron y se la comieron, pero antes de morir porque se había quedado sin piernas, oía con amargura decir que buena rana, que parecía pollo. Alejandro Molero
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, todos los días se esforzaba saltando y haciendo sentadillas para tener unas ancas mas bonitas, se compró un espejo para mirarse y buscar que sus piernas llegasen a la autenticidad. Cada día tenía un humor diferente, ya que no le gustaba la opinión de la gente sobre su cuerpo, ella seguía haciendo esfuerzos cada vez más veces, según la hora se hacía fotos y las guardaba en un baúl para intentar que se le quitase la amargura al ver que su cuerpo mejoraba. Todos los días se vestía y desvestía muchas veces para admirar su cuerpo y ver que va por el buen camino de ser única. Se compró un baúl mejor y de más valor, a demás había aprobado todo en el colegio, parecía que la vida la sonreía. Un buen día fue a comprar el pan con su padre, cuando volvía hacía el coche y su padre todavía no lo había arrancado empezó a oír aplausos, se giró y observó que la aplaudían a ella, todos los esfuerzos que hizo valieron la pena, para celebrarlo su madre cocino pollo, ya que era su comida preferida. Francisco González
Había una vez una rana que quería ser autentica. Pasaban los días y ella seguía intentando encontrar su autenticidad coma la rana que quería ser, pero a pesar de vestirse y desvestirse un millón de veces no lo lograba, se miraba al espejo y no veía lo que quería. Intentaba que algún día aunque fuera solo por una hora lograr ser una rana por fin autentica. Según ella contaba se armaba de valor y no dejaba de esforzarse, hacia sentadillas para fortalecer las piernas y tener sus ancas deseadas. Hasta que decidió comprarse ropa para conseguir que el resto del mundo la observara y la admirara por su cuerpo de rana, al no conseguirlo toda la ropa fue al baúl donde guardaba todos los recuerdos que no la hacían tener su aspecto deseado. A pesar de eso, y de que los demás la aplaudían por hacer semejante esfuerzo, ella no conseguía ser una rana autentica. Ya podía saltar, correr, gritar, que se la valoraría por muchas cosas menos por su aspecto de autenticidad. Todavía no conseguía su objetivo ella solo querría tener presente la opinión de la gente como la única y mejor rana autentica que hayan conocido nunca. A nuestra protagonista termino por arrancarla el corazón y llevarla por la amargura el oír a un hombre decir con humor y sin aprobar sus esfuerzos “Tenían razón, decían que qué buena rana, que parecía pollo”. David Fernández
Había una vez una rana que quería ser autentica. La pobre se esforzaba todos los días pero cada vez se sentía mas común. Se miraba cada día y cada día acababa de peor humor. Observaba su cuerpo verde y no veía nada que admirar. Tenía todo como las demás, las mismas piernas, la misma forma, el mismo color... Ella los comentarios que hacían de ella y cuando le preguntaban que las pasaba, ella respondía: “estoy buscando la autenticidad pero todavía no la he encontrado”. Un buen día decidió comprarse un baúl donde guardad lo único de valor que poseía, su ropa. Le encantaba vestirse y desvestirse, o hacer sentadillas o saltar. Lo importante era arrancar una sonrisa a la gente que pasaba. Un amable pollo que había dedicado su vida a hacer reír, le dijo que podía ayudarla, que quedarían a una hora determinada un par de veces por semana. El pollo le demostraba como se hacía y como acaban aplaudiéndole. Pero la rana por mas que hiciera no conseguía la aprobación de las personas. Según la opinión del pollo era porque no tenía fluidez y se notaba que estaba nerviosa. La rana prometió intentarlo una ultima vez, y con un estiramiento de sus patas dio un bote. La gente comenzó a aplaudir como loca y se oía que decían: “ que buena rana que parece pollo”. Akela Lázaro
Había un vez una rana que quería ser auténtica. Un día al mirarse al espejo se vio superfea por lo que le entro una amargura enorme. Ella se sentía mal con su cuerpo y siempre estaba diciendo que sus ancas eran muy pequeñas y gordas. Por lo que decidió no volverse a mirar al espejo nunca mas. Un día, al ir a comprar al mercado, la gente se empezó a meter con ella y escuchaba como todo el mundo se reía. A la hora de volver a casa la rana iba llorando cuando sin darse cuenta a su lado apareció un pollo que le preguntó: -¿Qué te pasa ranita? -Pues que todo el mundo se mete conmigo, contesto ella. -Pero eso es porque te tienen envidia. -Pues yo ya estoy harta yo quiero ser una rana auténtica, única, tener humor, aprender a valorarme y ser feliz. -Pues yo tengo una solución le dijo el pollo. -Ah si? Contesto ella dando aplausos. -Si, con esfuerzo lo conseguirás. Desde que el pollo le dijo que tenia una idea, la rana espera con muchos nervios y tras varios días apareció el pollo y le dijo ven a mi casa que te voy a dar la solución. La rana llego a su casa y el pollo saco de un baúl un montón de vestidos. Ella empezó a vestirse y desvertirse hasta que encontró uno que era precioso. La pequeña rana no se lo creía y empezó a saltar, a admirarse en el espejo y a observar lo guapa que se veía. El pollo le dijo: -Ahora vamos a ir al pueblo para que los demás se mueran de envidia y te den su opinión. Han pasado muchos días y la rana todavía no sabe como agradecer lo que ha hecho el pollo por ella y la gente al ver que eran tan amigos decía que qué buena rana, que parecía pollo. Azucena Sánchez
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica. Todos los días intentaba esforzarse haciendo sentadillas para tener un buen cuerpo y saltaba para fortalecer saltaba para fortalecer sus ancas "piernas decían algunos". Siempre estaba vistiéndose y desvistiéndose mientras se observaba en el espejo. A pesar de hacer todos esos esfuerzos tantas veces por día durante horas y horas nunca conseguía lo que buscaba. La rana no paraba de oír a la gente aplaudirla ya que todos la admiraban mucho. Según el día que tuviese estaba de buen humor y un día tuvo el valor de decirse que nunca llegaría a ser un pollo y que intentarlo sin resultado le induciría en un estado de amargura eterno, por lo que guardó en un baúl todos los aparatos de gimnasia que acababa de comprar. Después de hacer eso se dispuso a buscar su autenticidad aprobando el curso escolar, que todavía no había conseguido, mientras que los demás ya lo habían logrado hace tiempo. De este modo arrancó de su cerebro la idea de convertirse en pollo. Así, todos decían que qué buena rana que parecía pollo. Francisco López de la Llave
Había una vez una rana que quería ser una rana autentica. Todavía quedaban días para la gran fiesta y ella no hacía más que esforzarse para encontrar su vestido ideal guardado en su gran baúl. Buscando y buscando, de vez en cuando se miraba al espejo y pensaba en lo que diría la gente cuando la vieran, en cuál sería su opinión o en si aprobarían su vestido. No hacía más que vestirse y desvestirse y mirarse en el espejo y aún así, nada le gustaba, no se sentía bien. Se observaba en el espejo; su cuerpo, sus piernas... Odiaba esas estúpidas ancas, pero por más que se miraba en el espejo o que hacía sentadillas, nada en su cuerpo cambiaba y pensó que sus esfuerzos eran inútiles, que lo único que oiría serían comentarios de burla. En ese momento sintió tal amargura, que se arrancó el vestido que llevaba y lo tiró, ya no tendría ningún valor. Un día empezó a pensar en que quizás debería empezar a darle igual lo que pensara la gente así que se fue a comprar un nuevo vestido, uno que le gustara a ella, uno con el que estuviera a gusto y lo encontró ya no tenía ese sentimiento que solía tener a veces de estar fea según el momento en el que se mirase al espejo, ahora estaba segura de sí misma y de su autenticidad. Llegó el día de la gran fiesta, saltó de la cama y comenzó a prepararse, a demás, parecía que ese día estaba muy buen humor. Quedaba una hora y estaría totalmente preparada. Segura de sí misma entró en la fiesta y nada más entrar notó como todo el mundo la miraba, como la admiraron y al unísono empezaron a aplaudir. Se sorprendió tantísimo y se sentía tan bien que ya nunca volvería a dudar de si misma, pero lo que más la sorprendió fue oír que decían que qué buena rana que parecía pollo. Anjara Antón
Había una vez una rana que quería ser una rana autentica porque un día buscó un espejo que había comprado y que tenía guardado en un baúl, se miro y se dío cuenta de que no le gustaban sus ancas. A veces veía a otras ranas con unas piernas más fuertes que las suyas a la que la gente admiraba y se dio cuenta de que quería ser como ellas. Un día se armo de valor, se vistió con un traje de deporte y se empezó a hacer sentadillas y a saltar para fortalecer sus piernas. Pero un día de hacer tanto esfuerzo le dio un infarto y se la llevaron al hospital. Allí le arrancaron el corazón y le pusieron el de un pollo que había muerto hace una hora. Cuando se recupero se puso de mal humor y se llenó de amargura ya que no aceptaba lo que habían echo para salvar su vida. Pero cuando volvió a su casa la gente la aplaudía porque era una rana única. Todavía sigue haciendo ejercicio, según se encuentre pero sin hacer tantos esfuerzos. Al cabo de un tiempo la gente decía que que buena rana era que parecía pollo. Javier García
Había una vez una rana que quería ser auténtica, la rana estuvo días y días esforzándose para estar guapa y ser una rana especial, se cambia tanto de ropa, que ya perdí la cuenta del número de veces que se vistió y se desvistió. Días después la rana fué a comprar un espejo, porque ella quería buscar algo de autenticidad en su reflejo. Según decían las ranas más viejas, un mal día, a una mala hora la rana estaba de mal humor y decidió guardar todas sus emociones en un baúl abstracto. La rana se harto de valor para salir a la calle y pedir opinión a la gente, las ranas de la calle la observaron y la aprobaron su nueva forma de ser, aunque no estaría demás si se areglaba un poco más, porque seguía sin ser única. La rana días después se fue en busca de una población humana para poder admirar a las personas, con su cuerpo... sus piernas... y esa manera tan rara de aplaudir las personas por cosas sin sentido. La rana decidió ponerse en forma, para esculpir sus ancas empezó a hacer sentadillas y saltar de nenúfar en nenúfar, la rana hizo grandes esfuerzos para arrancarse toda la imperfección que poseía. Al cabo del tiempo la rana no quería seguir consiguendo la perfección y llena de amargura empezó a comer y a comer, se oía que ya no podía con su alma y que para deshacerse de su imperfecto cuerpo decidió que sus amigos se la comieran, para poder dejar de susfrir, decían que qué buena rana, que parecía pollo. Javier Sánchez
Había una vez una rana que quería ser auténtica y siempre se esforzaba para conseguirlo. Un día se compró un espejo en el que se miraba, buscando su autenticidad, en él, cada día se veía diferente según su humor, el dia o la hora de ese momento. Siempre guardaba su espejo en un baúl porque a ella realmente solo le importaba la opinión del resto de ranas. Ella trataba de vestirse, divertirse con las demás, para que observaran aprobaran y admiraran su cuerpo mientras ella saltaba o hacía sentadillas con sus ancas. Tras hacer estos ejercicios todas la ranas le aplaudían. Un día haciendo esfuerzos por no ser devorada por un hombre intento arrancarse una de sus ancas antes de morir, lo único que se oyó fue un grito de amargura y una frase ``que qué buena rana, que parecía pollo´´. Diego Alonso
Había una vez un rana que quería ser una rana auténtica. Pasaban los días y ella se esforzaba por conseguirlo. para ello decidió comprarse un espejo y mirarse en él buscando un poco de autenticidad. Algunas veces encontraba algo interesante en ella, todo esto dependía del día; ella a veces tenía un humor y otras veces otro. Todos los días dedicaba una hora para mirarse en el espejo, y guardaba en un baúl loa únicos valores que obtenía. la rana siempre intentaba sacar una opinión de todo, pero por lo que más se interesaba era por las personas. Para ella las personas eran la gente auténtica, aquellas que podían vestirse y desvestirse en cualquier momento, a las que admiraba por tener un cuerpo donde sostenerse de pie, unas piernas para poder hacer sentadillas sin hacer grandes esfuerzos y no simplemente tener una ancas con las que poder únicamente saltar. además de ello, observaba a los pollos, y en cierto modo aprobaba su autenticidad. quería aspirar al menos a ser pollo, y con ello poder aplaudir con sus alas, arrancar pedazos de cosas con su pico, oír piar a los demás pollos y aun así todavía tener un poco de amargura en la vida por no ser persona. Pero la rana al fin se sintió un poco orgullosa porque la gente decía que qué buena rana, parece pollo. Alba García
Había una vez una rana que quería ser una rana autentica, ya que todos la llamaban pollo. Se compro un espejo para mirarse una hora todos los días buscando los defectos que hacían que no tuviese esa autenticidad única. Se obsesiono tanto que empezó a esforzase cada día más; se vestía y se desvestía muchas veces para saber la opinión de los demás, y la ropa que no le convencía la guardaba en un baúl. Según su humor muchas veces pensaba en dejarlo, lo que le llevo a la amargura. Pero un día observo a una rana que admiraba y se dio cuenta que lo que más valor tenia era el cuerpo y las ancas; esto hizo que se arrancara a saltar y hacer sentadillas para tener unas buenas piernas; se dio cuenta que los esfuerzos sirvieron cuando empezó a oír aplaudir a las demás ranas y decían que buena rana, que parecía rana. Luis Ángel Méndez
Había una rana que quería ser una rana auténtica.Un día se compró un espejo para admirase. Pasaba días y días mirándose en él, esforzándose y buscando la autenticidad de ser rana. Algunas veces lo era y otras no, según su humor, por eso lo guardaba en su baúl. La única opinión y valoración que le importaba era la de la gente, por eso tardaba más de una hora en vestirse, desvestirse, pintarse y demás. La gente la esperaba en la plaza para observarla y darle su aprobación o reirse de ella. Un día se lo tomó muy en serio, cambió por completo, su cuerpo se transformó, hizo sentadillas para la musculatura de sus piernas, saltaba para ejercitar sus ancas y a aplaudir para los brazos. Se arregló tantísimo que en su último traje que se hizo lo llenó de plumas, con un gorro rojo y el cuello alto. Hizo tantos esfuerzos que la arrancó la amargura que llevaba dentro, pero se oía entre la gente, que qué buena rana que parecía un pollo. Isabel Díaz
Había una vez, una rana que quería ser una rana auténtica. Se esforzaba día a día, pero en ocasiones, se esforzaba de más para conseguir que las demás ranas aprobaran su autenticidad, por lo que siempre se miraba al espejo para admirar su cuerpo y sus piernas. Cada vez que salía a comprar algunas ranas aplaudían sus esfuerzos al observar sus esbeltas ancas al saltar, pero todavía había ranas que opinaban que no tenía suficiente valor para hacer sentadillas. Un día mientras caminaba de vuelta a casa, oyó un crujido que venía del bosque. Cuando se acercó, vio a gente de la raza humana que arrancaban setas amargas. A veces , no entendí a el comportamiento humano. Según ella, los humanos parecían llevarse bien a pesar de que tenían un pésimo humor, por lo que pensó que lo que influía en su comportamiento era la vestimenta que llevaban, así que decidió llegar a casa lo más pronto posible para poder cambiar su aspecto. Llegó a casa a la hora de la comida, así que cuando terminó de comer, fue a buscar en el baúl la ropa de su abuela que tenía guardada. No hizo más que vestirse y desvestirse hasta conseguir el conjunto apropiado. Al día siguiente, se presentó en el pueblo con el conjunto que había elegido, y cada vez que la veían caminar, decían que qué buena rana, que parecía un pollo. Moshin Aaras
Había una vez una rana que quería ser auténtica. No hacía otra cosa que mirarse en el espejo, vistiéndose y desvistiéndose, buscando autenticidad. Se pasaba el día esforzándose para conseguir una buena opinión de los demás. Incluso se compró un reloj para contar cada hora que pasaba mirándose en el espejo. La rana se veía diferente cada día, según su humor. Necesitaba segundas opiniones. Un día, decidió abrir el baúl donde guardaba su única vestimenta de valor, regalo que le hizo su tío, El Sapo,en su lecho de muerte. Dudó varias veces, durante días, si debería mostrarse así a la sociedad. Al final decidió hacerlo y salió a la calle, sin preocuparse por la aprobación de la gente. Las demás ranas observaban sus piernas, sus ancas descubiertas. La rana hacía esfuerzos por hacer sentadillas, saltar, arrancar musgo, lo que hacían las ranas de su edad. Ella esperaba que admiraran y aplaudieran su cuerpo, cuando en realidad se burlaban descaradamente de ella. Entre su amargura, todavía podía oír sus burlas. Decían que qué buena rana, que parecía pollo. Adrián Pérez
Había una vez una rana que quería ser autentica, lo que la pasaba era que no podía mirarse al espejo. La rana, “pensando que el espejo era el problema”, fue a comprar uno nuevo. Cuando fue a la tienda unos días más tarde, vio ranas vistiéndose y desvistiéndose con ropa de la tienda en esos espejos preciosos. La rana admiraba el cuerpo, las patas, las ancas de las demás, porque ella por mucho que se esforzaba nunca podría ser una rana autentica. La gente de la tienda, observaban y se reían de ella mientras las otras ranas viendo la amargura que desprendía ella después de todo lo que había oído a cerca de ella decidieron ayudarla. Pensaron en prepararla para un casting. Empezaron a hacer esfuerzos para convertirla en una rana guapa y auténtica. Pasaban las horas los días buscando la perfección sin descanso alguno. Entonces recordaron que tenían un baúl secreto donde guardaban ropa única de sus antepasados pero lo malo es que no se podían tocar…. Pero las ranas se armaron de valor para vestirla con esa ropa. Cuando entró por la puerta de la tienda para ver si aprobaba el examen de unas amigas estilistas para ir al casting, algunas ranas empezaron a aplaudir y a dar saltos de alegría al ver a la rana tan guapa. Aunque en su opinión estaba feísima y les dio un dolor en la tripa de tanto reírse de ella que no podían ni hacer una simple sentadillas. Las demás ranas pensaban que se parecía a una rana que hizo el ridículo unos años atrás que de lo fea que era la llamaron “Pollo”. Las ranas para reírse más de la pobre rana la llevaron al casting. En el casting al ver a la rana lo fea que era la gente se empezó a reír de ella y el jurado en bajito decía que qué buena rana, que parecía “Pollo”. Alejandro Insua
Habia una vez una rana que quería ser una rana autentica. Un dia pensó que quería ser una rana auténtica y empezó a vestirse y a desvestirse y no encontró la ropa adecuada, rebuscando en el baúl encontró un espejo y no encontró su auntenticidad. Al dia siguente se levanto con buen humor y a primera hora de la mañana se puso ha hacer sentadillas al lado del rio y a saltar de nenúfar en nenúfar estuvo toda la mañana haciendo el esfuerzo pero nada. Toda la gente de la comarca opinaba sobre ella con mucha maldad demás para dejar de oírlos y arrancar la amargura que esto le provocaba. Un tal martes por la tarde se puso a observar a otras ranas buscando la utenticidad que ellas si tenían y admiro su talento cuerpo con esas ancas tan curtidas y en ella todavía estaba la esperanza, la única esperanza en ella era comprar un DVD para ser uan rana autentica según esto tenia que empezar a aprobarse a si misma y poner sus piernas tiesas, echarle valor y aplaudirse a si misma y guardar la amargura en un cajón. La rana estuvo trabajando en este muchos meses y cuando la rana estuvo segura de que consiguió la autenticidad oyó a dos personas que decían que qué buena rana, que parecía pollo. Joel Restoy
Había una vez una rana que quería ser una rana autentica porque ella, por el mismo hecho de existir, quería ser única e inigualable. El mayor deseo de esta rana era comprarse un espejo con el que poder mirar y observar su belleza. Esta rana era muy pequeña , se esforzaba mucho para oír cosas buenas acerca de ella, realizando buenas acciones como hacer mucho humor en aquellos días tristes y siempre buscaba la alegría de la gente. Hubo una vez que en una actuación que hizo, se vistió de pollo y comenzó a saltar, hacer sentadillas, imitando al pollo de manera ridícula. Esto causó mucha risa al público que no paró de aplaudir. El disfraz desvestido ya, lo guardó en el baúl para sus próximas actuaciones. La gente la admiraba, la tenían mucho aprecio por el valor que ésta tenía al imitar al pollo y todo el mundo opinaba bien sobre ella. Según la gente, poseía mucha autenticidad ya que ninguna rana hasta el momento, podría mover las piernas y el cuerpo como las demás ranas y el poder ridiculizar de esa manera al pollo. También decían que era muy guapa, que no tenía nada de amargura y que darían todo para probar sus ancas. Decían que qué buena rana, que parecía un pollo. Fernando Blanco
Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, ella iba buscando la autenticidad como quien se busca para mirarse en un espejo. Muchas veces al día hacia varios esfuerzos para saltar como una rana profesional, primero se colocaba de cuclillas y hacia dos o tres sentadillas para coger de esta forma un gran impulso, poco a poco admiraba su forma de saltar y su cuerpo, sus piernas se hacían más delgadas y su odio se iba desarrollando e incluso esta oía mejor, pasaron los días y la rana era cada vez mas única, hasta comenzó a vestirse y desvestirse como si fuera un humano, observaba todos los comportamientos, opiniones, humor y amargura de la gente de sus alrededores para de esta forma ser igual que ellos y así ser diferente a las demás ranas, ninguna de estas aprobaba su comportamiento e incluso al verla pasar estas la criticaban, pero eso solo era la envidia que sentían por ella. Ella intentaba esforzarse en llevarse con el resto de ranas pero estas todavía la criticaban, un buen día la rana cansada de los insultos y quejas que recibía decidió comprar un baúl a cada una de las ranas que la criticaban con el fin de que allí guardasen sus objetos de valor, al hacer esto la rana recibió tantos aplausos como una famosa de la televisión. Días después cuando la rana fue aceptada por sus compañeras, la arrancaron la vida con el fin de ser tomada por alguien como ancas de rana que según decían que buena rana, que parecía pollo. Mirentxu Jiménez