CARTA EDITORIAL En diciembre se tiene la costumbre de despedirnos de un año que conforme avanzan pareciera que no terminan. Los años continuan sucediendo sin temor a perderse, sin temor a detenerse, sin temor a dejar de existir. En este mes decidimos dedicarnos a escribirle al pasado, al pasado pesado. Parados en un puente interminable, Catártica mira hacia atrás celebrando los pasos dados, aspirando los pasos a dar. Un día más. Un día más. M.I. Flores Nachón
4 Sobre ir a comer Pablo López
6 Persistencia M.I. Flores Nachón
8 La crisis de los hombres Rossanna Huerta
10 Pasa Pasado Cruel Carlos Brunal
12 El tiempo que vuelve Victor Rivera
14 El fast fashion de la literatura Rossanna Huerta
eodorized Central Mass with Satellites, Mike Kelley
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SOBRE IR A
OMER Pablo López
Siempre los finales de año son momentos en los que se reflexiona sobre el pasado. Y aunque solo sea el caso de una cuenta arbitraria creada por seres ínfimos en un cosmos extenso, los finales del año, son algo importante en la organización humana, son el reinicio perfecto, el pretexto correcto y la reunión necesaria, es aquí en donde vivimos uno de los momentos más emblemáticos de la humanidad, la cena, sentarse a comer es de las cosas más valiosas que existen y que, aunque sea por costumbre, se viven en estos meses.
Sobre ir a comer… En la cocina ya están todas las cosas que venían en la lista del mercado, las manos empiezan a tomarlas, cortarlas, molerlas, ya casi es la hora, el contenido de la olla comienza a hervir y se escucha el aceite tronar en la sartén. La mesa poco a poco empieza a llenarse, primero fueron unas cucharas, luego unos vasos, un par de salsas, limones y la sal, pronto llegan los platos, y después se añaden uno a uno cada miembro de la familia, y a los que no se apuran retumba fuerte en sus oídos, ¡A comer! Todos sentados a la mesa, inclinan su rostro como reverencia, se da gracias por los alimentos y se realiza uno de los actos más bellos del ser humano… Ir a comer. Quien ya lo haya vivido no me dejará mentir. La alimentación puede verse de muchas maneras, podemos pensarla como el cumplimiento de la necesidad básica de saciar el hambre, o puede verse como algo más que sólo los impulsos biológicos. A lo largo del tiempo se ha ido perfeccionando la técnica del preparado de alimentos, dando nacimiento al arte culinario. De esta manera la alimentación superó el ser sólo una necesidad y se volvió un verdadero gusto.
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De la experiencia estética… Pero ¿realmente la comida que más placer causa al paladar es la hecha con los mejores ingredientes? Para responder de una mejor manera considero que hay que pensar en las cosas que rodean el acto de ir a comer, a mi consideración no es solo sentarse a la mesa y llevar los alimentos a la boca, masticar, pasar por la garganta y repetir. El acto de ir a comer involucra preparar la mesa, y sentarse rodeado de personas, sólo aquellas con las que te sentarías a comer. Cuando uno come acompañado busca que la compañía sea agradable, muchas veces, será con aquellas personas que uno ama, una cena familiar, una cita romántica, una comida con los amigos, incluso comer con uno mismo. Ya lo decía Salomón en aquel proverbio:
Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que el buey engordado donde hay odio. A mi consideración lo que hace que una comida sea buena es exactamente eso, el alimento y todo lo que lo rodea, una buena compañía, junto con una buena conversación. Comer solo no nos exenta de esto, siempre en soledad podemos conocernos, reflexionar en las cosas que hacemos, acompañar con la música de nuestra preferencia que haga fluir los pensamientos, las respiración y una que otra sonrisa que surge cuando uno empieza a recordar. Después de todo, esto es lo que conforma un hogar y lo diferencia de una casa. La casa es solo un lugar físico donde habitar, en cambio el hogar no se determina por el espacio físico, hogar viene de la palabra latina Focus> Focu> Foco>Fueco> Fuego. De donde vendrán palabras como fogón, y también hoguera y esta última estará emparentada con hogar. Entendiendo así al hogar donde se prende el fuego. Es aquí donde por el uso del fuego pueden prepararse los alimentos. Donde la familia se reúne alrededor del fuego para comer y compartir. Es este el verdadero calor de un hogar. Siempre que te sientes a la mesa o tengas un alimento y estén las personas que amas, tú estarás en tu hogar, y te aseguro que esa será la mejor comida que puedas tener, más allá de que clase de alimento sea. El pan que se reparte con el corazón, es el alimento que se comparte con amor, es la alimentación de los cinco mil del libro de Marcos, es incluso el verdadero cuerpo de Jesús en la última cena. Comer es compartir, beber, conversar, reír, amar. Aunque mucho de esto no siempre pueda darse porque, las prisas siempre están presentes, no significa que sea algo que no existe, buscar ese espacio para compartir con los que uno quiere, en un lugar que lo haga sentir cómodo, con una buena conversación, es un increíble deleite al corazón y al paladar; es un descanso, es aliviar las penas, es amar. Como diría Pedro Infante en aquella película:
Las penas con pan son buenas y con mantequilla han de ser sabrosísimas.
Buen provecho. 5
PERSIS TENCIA M.I. Flores Nachón He mirado mil veces La Persistencia de la Memoria de Salvador Dalí. Y a mí también me ha atormentado la misma pregunta mil veces. -¿Has visto a la abuela? - Pregunté cuando apenas tenía nueve años al ver el cuadro por primera vez. - Los relojes están derretidos. ¿Cómo podía mi abuela explicarme todo lo que pasaba por su cabeza justo en ese momento, y cómo puedo ahora entender lo que pasaba por su cabeza después de esa pregunta? Dalí dijo una vez: “el tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan”.
Pero Dalí, yo te preguntaría, ¿qué pasa cuando el tiempo se acaba?
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Mis ojos recorren los relojes derretidos, sus manecillas están congeladas, inmóviles en un momento. Su tiempo no ha terminado sino que está condenado a existir allí, inactivo para siempre. ¿Qué pasará cuando termine? Sigo preguntando de nuevo. ¿Nos convertimos en manecillas de reloj quietas y congeladas, condenadas a mantener la calma en un aquí y ahora metafísico? Podría imaginarme respondiendo; cuando se acaba, arde. Cuando termine, ¿para quién? ¿Para mí? ¿Para otros? ¿Para los demás amados? Arde, repito. Ya lo has experimentado. Duele mucho darme cuenta de que toda la arena ya se ha deslizado a través del cristal, queriendo darle la vuelta nuevamente al reloj de arena para comenzar otra espera agonizante. Cuando queden algunos granos, querrás detenerlos con las manos. Tú misma has intentado atraparlos entre tus uñas y conservarlos hasta que te apetezca reiniciar de nuevo el flujo. Ahora te entiendo, abuelita. Entiendo que no supiste explicar que el tiempo se aferraba a las ramas de los árboles, que tal vez los relojes de Dalí intentaban quedarse quietos, congelados, colgando de la mesa, de la rama de olivo, del suelo resbaladizo con todas sus fuerzas. porque no querían irse. Tal vez pensaste que dejar las manecillas del reloj inactivas para siempre era mejor que irse. Entiendo que el tiempo se derrite y se convierte en un líquido sagrado, precioso, que las hormigas, en su intento de devorarlo, terminan comiéndose todo el tesoro más dulce. El tiempo, con la intención de ser eterno, acaba siendo efímero. ¿Cómo voy a saberlo, abuelita? ¿Cómo puedo saber que los demás amados se convierten en tiempo finito? Cuando el tiempo empieza a transcurrir, los ojos color miel se convierten en arena que se agota en un reloj de arena imposible de reajustar. Las manecillas se vuelven las del reloj, aferrándose a los dedos de los demás, aferrándose con mucha fuerza y ternura, aferrándose sin lastimar. Tú tampoco querías irte. Abuela, ¿viste? Los relojes cuelgan, inmóviles, congelados de las ramas de los árboles.
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LA CRISIS DE LOS HOMBRES Rossanna Huerta Recientemente leí un pequeño pero interesante libro llamado "Niños y Hombres: Por qué el hombre moderno lo está pasando mal, por qué es un problema a tener en cuenta y qué hacer al respecto” del autor Richard V. Reeves. Sinceramente no esperaba mucho del libro y en algún punto de la espera en lo que llegaba el libro por paquetería me pregunté “¿Será de esos discursos donde culpan de todo problema a la mujer?”. Por suerte tuve una grata sorpresa al pasar cada página del libro. En resumidas cuentas Reeves habla sobre los nuevos desafíos significativos que han experimentando las nuevas generaciones de hombres, tanto en el ámbito educativo y laboral como en lo emocional. Su visión no es un tema global, y las investigaciones que realiza —y por ende las soluciones que propone— son solamente desde el punto de vista de Estados Unidos —y ocasionalmente de Inglaterra— por lo que para alguien que vive en Latinoamérica o en otras partes del mundo puede que vean incluso más problemas de los que llega a analizar Reeves en su libro. No obstante, si crea una sensación de curiosidad por saber más sobre los desafíos que tiene la población masculina, un tema delicado que, por lo general, tiene dos formas de verse: ignorar el tema por completo o echarle la culpa al feminismo.
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Hay una frase que utiliza en varias partes que dice: no por que pida más oportunidades para los jóvenes o mejores condiciones laborales para hombres significa que sea a costa de quitarle el trabajo realizado por el movimiento feminista de las últimas décadas. Fue bastante reconfortante leer esa frase a lo largo del libro porque en muchas ocasiones, cuando se habla de los problemas o desafíos que tienen actualmente los hombres suele tocarse el tema como un problema que se resolvería si retrocedemos el tiempo y le quitamos el derecho a las mujeres. Al contrario, Reeves analiza que cada género —por el momento no tocaremos el tema trans o inter por que no es analizado en este libro— tiene sus ventajas y desventajas, por ejemplo, analiza que los jóvenes y niños suelen tener un desarrollo cognitivo un poco más lento que las adolescentes y niñas, por lo que el sistema educativo les queda corto a las mujeres y por ende, sobrepasa las capacidades de los niños. En ese momento yo creí que propondría de una educación segregada por género pero no fue así, al contrario, menciona la importancia de poder relacionarse en un espacio seguro y educativo para ambos; y en su lugar propone algo un poco más controversial, hacer que los niños repitan un año de kinder —el año de educación antes de llegar a la primaria— para permitir desarrollarse mejor y no sentir la presión de estar estancados en sus niveles de lectura, comprensión, matemáticas y motrices a comparación de sus compañeras femeninas, todo esto demostrado con gráficas, estudios, lecturas sobre el tema (Capítulo 1 y 10). Algo que me llamó mucho la atención fue cómo propone tener más maestros y profesores en aulas de educación básica para mejorar las calificaciones obtenidas por los alumnos. Al igual que en los últimos años han salido varias campañas para alentar a mujeres a entrar en ámbitos dominados por los hombres, como son las ingenierías y las leyes, propone hacer una campaña para alentar a los hombres en entrar en carreras usualmente consideradas femeninas como la Educación y la Salud — específicamente hablando en la Enfermería— (Capítulo 2 y 11). Reeves considera que con este tipo de cambio no solo habría un mejor desarrollo educativo para los niños y jóvenes al ver a un buen modelo a seguir o referente respecto a la masculinidad sino que propiciaría a ir generando empleos a miles de hombres americanos que por la automatización del trabajo en masa han perdido su lugar en la sociedad. Como un pequeño resumen, Reeves examina los desafíos estructurales que enfrentan los jóvenes y hombres, y propone soluciones novedosas que buscan cambiar la narrativa corrosiva que afecta a este tema. "Niños y Hombres [...]" sostiene que ayudar a la otra mitad de la sociedad no implica renunciar al ideal de igualdad de género.
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PASA PASADO CRUEL Carlos Brunal
Prosa Poética Rimada de un Pasado (... Autoría…) *Leer mientras suena alba de José Madero Dicen que todo el tiempo pasado fue mejor. Que el cielo ahora es menos azul, que los 80's fueron la mejor década, argumenta el descendiente de SirioLibanés que usa gafas Ray-Ban oscuras y en bicicleta anda para no contaminar en pleno siglo 21 subnormal, de niños cibernéticos, de comida plástica y vacunas con metal. De arte que harta, de niñas que venden contenido para adultos sin senos aún completos por salir, pueblo patrimonial en el tiempo congelado pero de feo adorno de antenas y cableado, decadente sintetizado. A veces quiero volver al pasado en abarcas y sin nike's, en una máquina de tiempo que condense y no bote el vapor. Encontrarme con mi abuela en el jardín en una mañana de 6 de abril, decirle “abue que adelantada estabas en el tiempo". En un ayer perfecto, de albahaca, toronjil, sábila y hierbabuena, palo santo y momentos mentolados de deleite relajar, sin ninguna benzodiacepina, no diazepam, no alprazolam, lorazepam o clonazepam. Los pies en la tierra al natural, mientras bailamos en la tormenta y el huracán y, si se tapan los oído, con orégano calentito bastará, una lámpara de estopa y gas, cuando el fluido eléctrico fallaba demostrando su humanidad irracional. Vaya, ya son las 6, la sincronización del portal se cerrará, debo volver al presente, aunque, ¿por qué mejor no me quedo acá? a las 7 llega mi mamá de trabajar, allá en el frío presente ellas no están y mi hermana no me quiere en su vida ya.
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POSTALES [O la importancia de la tarjetas] Este apartado paraje, de caro pasaje y pesado equipaje, son tragos de amargo brebaje, que traigo desde el 96. No me deja sentir este amarillo sol de a momento, un recuerdo marchito en sepia melancólica, imágenes retros que me atormentan, sabor a clínica, sabor a una fuerte menta.xtraño extrañar las fresas, todos a cubierta, ferrocarril locomotor que no se detiene en ninguna estación, pero no importa cuanto avanzo, aquí conmigo llevo el dolor. Un espejo, un lago reflector, un denso vapor, más vías y vistas parecidas, un deja vú depresor, una rosa, una libélula, una chica bonita, ya nada me motiva ni excita. Soy una obra chaplinista para nada genial en blanco y negro, muda que quiere gritar, la acera, la lámpara de la esquina y la lluvia me hacen ver dramáticamente miserable, triste y egoísta. Soy un traidor politeísta, un dadaísta para los propios dadaístas, lleno de complejo y frustraciones, de errores una larga lista. Maquinista, detenga este tren, este blanco con ruedas comején, no tiene sentido una nueva terminal. me voy a bajar, dígale a la pasajera del puesto 6, sexy e ingrata y silenciosa del ayer, que me quedo aquí, aquí, en el hoy, adiós pasado leñoso y ruin.
CONTROL ALT SUPRIMIR A pasado de nuevo que entre tanto gente solo me quedo a pasado que este presente es cada vez más inclemente pasos reversos de ningún doliente Me ha pasado, que por más que corro siempre estoy en el mismo sitio viene pasado que no hay nada bueno en este mundo metálico pasa y pasa que la motivación la empieza a perder está pasando que no pasa nada estoy pasando por otra crisis existencial del hoy ya no quiero que siga pasado Al pasado quiero volver Al pasado quiero volver Al pasado quiero volver alt suprimir.
TRES LÍNEAS ATEMPORALES A UNA SEÑORITA VIL EN PARÍS: En el pasado vive ensimismada y sensual señorita sintetizada, arropada, en ropa interior de un acorde disonante en depresión. En el futuro, señorita ilusoria de delirios y ansiedad de sensual neurótica procrastinación. El hoy es la única niña real que debo conquistar.
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EL TIEMPO QUE VUELVE Victor Rivera Me resulta curioso el sonido natural de las cosas, si es que éstas tienen uno. Por ejemplo, ahora que me encuentro caminando alrededor del estanque, si cierro los ojos, puedo escuchar el parpeo de los patos, el suave gorgoteo en el agua, tras el rastro que deja el cardumen. Los periquitos en los árboles, emitiendo un sonido parecido al de los agapornis africanos. Escucho también el ladrido de los perros y los gritos de sus dueños. El llanto del niño que dejó caer las fritangas de la familia, los ancianos que respiran hondo acostados en el pasto. Todo lo que me rodea está sistematizado de tal forma que ningún objeto se sale de su eje, todo se halla en calma en este desbarajuste. Incluso yo, que camino pensando en la vida que acabo de dejar atrás, me encuentro en comunión con esta atmósfera. Porque aún en un estado disociativo, creo en mis pasos evitar las líneas y grietas que parten los mosaicos, costumbre que adquirí desde niño, y llevo los dedos de mis manos a la cara de vez en vez, cuando recupero la consciencia y la experiencia sensitiva, de un cuerpo que está cansando de tanto llorar. Hastiado. Desecho por el insomnio. Mareado por el sol. A veces me tallo los ojos, otras veces me rasco la nariz, suelo intercalarlo. Y así, sigo caminando. Existo y soy parte de este cuadrante. Curioso también me resulta el cómo medimos las distancias. El porqué siempre buscamos referentes. Te veo a la entrada de la biblioteca podría ser, para muchos, lo mismo que te veo en el café. Pero no. No es lo mismo. La biblioteca podría traerte malos recuerdos, mientras que el café podría ser tu favorito. De ahí que la otra persona pueda o no, quiera o no, ir al café o elija ir al museo, o a cualquier otro lado. Pero siempre pensamos los espacios en función de un significado. A los cinco años, me caí del caballo en la Marquesa. Quedé a unos centímetros de sus patas delanteras y por poco me hizo trizas la cara. Desde entonces, no he vuelto a ese lugar. En Xochimilco, una amiga se cayó de la trajinera y aunque estuvo lejos de ahogarse, el trauma ya no la deja volver al agua. Pero no pasa solo con las experiencias que atentan contra tu vida, también pasa con el recuerdo de algún objeto, de alguna mascota o de un ser amado. Pensemos en Orfeo, el pobre que alguna vez se halló en la cima, tripulante y aventurero, argonauta que venció a las sirenas. Regresó y tomó la mano de Eurídice. Entonces fue que su vida se acabó. Se aferró a la hermosa joven y cuando ella murió, él
no pudo superarlo. Subió al Olimpo y descendió al Inframundo. Lo único que debía hacer para recuperarla, era recorrer desde el Tártaro hasta llegar al plano terrenal, pero no pudo con su inseguridad, sucumbió ante la nostalgia y una vez que miró hacia atrás, toda posibilidad de ser feliz se esfumó. Después fue desmembrado vivo por las bacantes, molestas porque el apuesto joven jamás tuvo ojos para nadie más. Para muchos, antes del desmembramiento, aquel castigo podría ser menos severo que el que recibieron Prometeo o Sísifo. No obstante, Orfeo, el sensible Orfeo, hijo de Apolo, vivió una tristeza que ni siquiera su propio padre conoció. Sí, se enamoró de Dafne por obra de Eros, y tan pronto como aceptó esa verdad en su corazón, se la arrebataron de las manos. Se convirtió en un árbol. ¿Qué significa eso? En la vida real las personas no se convierten en árboles, las personas se vuelven cualquier cosa, pero no árboles. Por eso es más complicado decir adiós. De los objetos uno puede prescindir. Si se queman, los pierdes. Con el tiempo se te olvida que existieron. Pero, una persona… ¿Cómo olvidar su voz? ¿Cómo olvidar su presencia? Solo en la locura. Pero no he dicho nada de mí en todo este tiempo. ¡Qué tonto! No pretendo que nadie lo lea, pero en caso de que alguien lo encontrara, pensaría que soy algo así como un fantasma, como una voz omnipresente. No es así. Soy solo un hombre. Tengo treinta y cuatro años. Probablemente no lo había dicho porque pensé que quien supiera de mi historia pensaría que no tengo nada más que hacer que formar parte de un recuadro que ilustra el parque. Soy aquella mancha magenta en el verde pasto de la acuarela que se aprecia sólo si te acercas lo suficiente. Soy una partícula pequeña dentro de un cuadro de 46 x 33, dentro de una pequeña galería, en un gran museo, de una ciudad diminuta en un país considerablemente amplio, en un mundo dentro de un gran universo, que integra la galaxia. No sabemos que hay más allá, pero comparado con ello, soy un breve suspiro en el tiempo.
¿Que qué hago en el parque a estas horas de la tarde? La respuesta es… Bueno, hace un año terminé con mi novia. Ella… Terminamos realmente los dos. Decisión mutua. Lo que sucede es que caí en una fuerte depresión.
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Dejé de arreglarme para las citas. Ya no llegaba a tiempo. Ya no contestaba sus mensajes. Quería que alguien me entendiera. Sin embargo, y no la culpo, ella se rindió. Dijo que le había costado mucho trabajo superar sus propias inseguridades y que no tenía voluntad para lidiar con las mías. Fue así como todo terminó. Nos vimos en la misma biblioteca en donde nos dimos nuestro primer beso. Yo siempre le dije que me aborrecía la idea del culto al libro. Es decir, amo el conocimiento, pero al haber dejado en el pasado la tradición oral, el conocimiento se volvió egoísta. Uno no aprende igual en el cine que con una obra itinerante. Petulante, mamón, y mamador. De todo eso me tachó, pero aún así tuvimos sexo esa noche. Llegó tarde a su casa y me escribió que su papá la había castigado, pero estaba feliz. De eso habían pasado diez años, y ahora era nada de eso le parecía encantador. Ni siquiera me dejaba ojear sus libros por temor a que los rayara. Ella se mudaría en dos días y estábamos ahí, juntos, devolviendo un libro de botánica. Salimos y fuimos directo a la cafetería Old Tea, también con historia. Ahí le pedí que fuera mi novia. Me dijo que no, muchas veces, pero un día, mientras bebía un té, me miró distinto, sonrió y me dijo “pregúntamelo de nuevo, porque puede que ahora sí quiera”. Volvió a decir no y reímos mucho. Pero a partir de ese día, no dejó de presentarme como su novio. Ahí mismo terminamos. Me dijo que habíamos pasado momentos hermosos, pero que nos estábamos aferrando a una idea distinta. Yo, con treinta y cuatro años, quería proponerle matrimonio. Ella, con treinta, no tenía planes de casarse. Yo quería tener una vida en la misma ciudad en donde nos conocimos, pero ella quería vivir en Irlanda. Se aferró tanto a mí que por años pensó que quería lo mismo que yo, pero al final decidió buscar su felicidad. Pero no quiero que esta narrativa se desvíe. No quiero que parezca una confesión o un testimonio sobre mi tristeza. No soy esa clase de persona. Yo solo vine a caminar al parque. Vine a dar algunas vueltas para prepararme. ¿Para qué? Bueno, es que quiero comprarme un sándwich y tomar un café en el Old Tea. Lo que pasa es que me da miedo que nadie haya olvidado lo que pasó ese mismo trece de agosto, pero del año pasado.
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EL FAST FASHION DE LA LITERATURA Rossanna Huerta
Este año me he dedicado a leer por lo menos un libro al mes y hasta la fecha no me ha ido tan mal, han sido libros de todo tipo: arte, sociología, filosofía, historia, moda, novela. Pero llegó un punto en el año que estaba cansada de leer, principalmente porque la elección hasta el momento había sido de libros muy “pesados” o que tocan temas muy complicados para analizar. Por lo que tomé la decisión de leer una novela romántica —algo que desde hace muchos años no hacía— y… decir que quedé decepcionada es poco. Iniciemos desde el principio, yo comencé a apreciar la lectura en preparatoria cuando nos dieron la oportunidad de elegir qué novela podemos leer y posteriormente hacer el reporte. Poco a poco, mis amigas y yo fuimos creando un grupo donde compartimos libros en PDF entre todas, fue una época muy linda de mi adolescencia ya que permitió crear un vínculo con mis amigas mucho más fuerte y logramos hacer nuestras propias historias con los personajes de dichas novelas. Había de todo, romances tóxicos hasta aventuras mágicas, y en ese tiempo es lo que nos importaba leer, no queríamos leer los clásicos aún porque los veíamos como libros aburridos que sólo los adultos disfrutaban. Y ni hablar de leer algo que no fuera novela para jóvenes adultos —lo que conocíamos con Young-Adult— por qué vomitabamos con tal de verlo. Pero una vez llegada la universidad, nos dimos cuenta que la escuela nos atrapaba mucho para poder continuar de la misma manera con nuestro club de lectura. Poco a poco mi record de 48 libros en un año bajaba a 30, luego 13 y por último 2 libros al año. Por esa razón, en los últimos años he dedicado mi tiempo a leer a mi antojo lo que me interesaba, pero he llegado a una conclusión: yo era capaz de leer un libro por semana porque los libros que elegía eran simplemente basura. Y es aquí donde regresamos al inicio del texto, ese libro que leí —y que probablemente si lo hubiera leído en mi adolescencia lo hubiera adorado— era terrible. Se supone que era una historia de cómo una chica conocía a un casanova del mundo del automovilismo de la Fórmula 1 y se enamoraban. He aquí mis observaciones de este libro:
1. La autora es estadounidense y hace a su personaje femenina principal una española y claramente no tiene ni idea como se hablan en España y las dinámicas familiares. En pocas ocasiones sale una que otra palabra en español para recordarle al lector que la principal es española y aun así da vergüenza ajena cuando lo realiza. 2. Su personaje femenina principal cae en el estereotipo machista cuasi Disney de 2010: “No soy como otras chicas que les importa el maquillaje y cosas banales, me gustan las cosas de niños” “No tengo amigas por que son demasiado drama” “Upsi, soy pequeña y adorable, debería de ser un adulto funcional para este punto de la vida pero soy tan torpe pero linda”. 3. Se nota que no tiene nada de conocimiento del mundo del automovilismo y mucho menos de la Fórmula 1. En sus agradecimientos acepta que no conoce y que fue con ayuda de sus lectores Beta que logró hacer este libro pero cuando introduce momentos o habla sobre cómo se manejan las carreras y la industria lo hace de manera tajante y como si sólo hubiera hecho un copy-paste de los comentarios que le iban dando sin realmente asimilar o estudiar cómo funciona ese mundo. 4. Su personaje principal masculino es un incomprendido que nunca ha sentido amor por nadie en el mundo pero en cuestión de 1 semana decide ir al psicólogo para poder recuperar al amor de su vida. Sólo por ese capítulo le daría la categoría de Fantasía al libro. 5. El mayor villano o punto de quiebre en el argumento del libro fue el padre del personaje principal y su única amenaza era sacar a la chica del Paddock —o sea ya no tener acceso preferencial a la carrera—. De los mejores villanos después del Monstruo Come Galletas de Plaza Sésamo.
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No obstante el libro realizó su cometido, apagar el cerebro por un par de días pero segui “disfrutando” de una lectura fácil. Y he ahí donde entré a este pequeño mundo de lectoras que ya estabamos hartas de libros y novelas tan… sosas. Una de las críticas que he visto ha sido en Tiktok, donde mencionan que BookTok —un nicho dentro de Tiktok donde se dedican a reseñar, platicar, ranquear libros— ha destruido la calidad de la mundo editorial ya que suelen promocionar libros a diestra y siniestra que suelen estar terminados con IA o sin una propia edición. Prácticamente que se han perdido los estándares (Katy, 2023). Es ahí donde me gustaría también saber sobre las opiniones de ustdes, lectores, estamos adentrados en un estilo de producción tan acelerado con las editoriales que están dejando pasar cualquier libro que cumpla con X características que les generará más ganancias? Si es así, ¿cuales serían sus ejemplos? ¿Qué podemos hacer para cambiar la situación? Las opiniones vistas en las imágenes son sacadas de la cuenta de Katy Battling BookTok Rot.
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