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FRAGMETADO
Lo que David Bowie ya sabía
Víctor Rivera
En Moonage Daydream, documental musical dirigido por Brett Morgen, podemos sumergirnos en la vida de David Robert Jones, pero principalmente en la del personaje que bajó del espacio exterior para tocar nuestros corazones, David Bowie.
Ya sea que fuera a través de Major Tom o de Ziggy Stardust, Bowie se encontraba en un ostracismo perenne. Era un cosmopolita que vagaba conscientemente de lo que quería encontrar No obstante, me llamó la atención la manera en la que descifró el mundo actual, cambiante. Un mundo en donde el ornamento se convierte en una experiencia 4D. Nos envuelve y nos abarrota de experiencias, de conceptos y de sensaciones. Con ello, Bowie, aún después de su muerte y quizá sin saberlo, nos dedicó un último ‘éxito’, un descubrimiento que supera a todo lo hecho por el hombre posmoderno: el significado de la vida actual y su característica fragmentaria. El hombre actual piensa según los estímulos que se le presenten, y es a través de estos que puede tomar decisiones, formar oraciones, trazar caminos y hallar conclusiones
La velocidad es fundamental, el ritmo también lo es: se consume a gran velocidad y el silencio ya no existe ni en la música ni en el cine, o si existe se vuelve pretencioso y, por ende, aburrido Si hay pausas, en narrativa, son producto de las exigencias humanas, al fin y al cabo no hemos cambiado tanto, salvo que el entretenimiento se ha globalizado, con lo cual somos conscientes del riesgo que implica perder nuestras identidades Si un mexicano llega a Francia tan rápido como llega a China, “ a un clic de distancia”, ¿será que podemos ser más chinos o más franceses si nos sumergimos en la virtualidad? ¿Y qué hay, por cierto, de los eslogan (¿o slogan?)? No hemos pensado que nuestra vida ya no se basa en la memoria si no en los procesos de pensamiento, en los algoritmos.
Hoy vivimos más que antes, pero descansamos menos y, esto sí no lo sé porque mi edad me limita para saberlo, intuyo que sabemos menos y que apreciamos menos. He aquí, que si sugiriera al lector hacer una pausa a la lectura de cinco minutos exactos, justo después del siguiente punto, lo más probable es que no me hiciera caso. Sin embargo, si su móvil sonase en este momento, sin dudarlo contestaría. También, otra cosa, los libros físicos no mueren, pero mueren los hábitos y poco a poco dejamos que las pantallas desgasten nuestra vista Vivimos más, pero vemos menos Es más, para colmo, no ya no formamos párrafos de pensamiento, no tenemos esquemas mentales, nos dejamos llevar por el bombardeo de ideas y lo asumimos como si fuese algo de lo que debemos estar orgullosos, como si perder la capacidad de concentración fuese el quid de la cuestión.
Si separo el texto aquí, no hay manera de saber por qué lo hice Sí, podrá el lector pensar lo que quiera, pero no sabrá, nunca, si fue o no lo que yo pensaba. Podrá ni siquiera leerlo, en cuyo caso, también sería válido.