CARTA
EDITORIAL
Nos encontramos en un mundo de cambio y destrucción insostenible. Dichos cambios transforman nuestras preguntas sobre el entendimiento de nuestro mundo, y su enfoque. ¿Qué estamos haciendo mal? La temática de este mes está dedicada al concepto del mecenazgo, sin embargo, exhorto al lector a cuestionarse sobre el verdadero mecenas, y el verdadero problema. La búsqueda de un supuesto bienestar insostenible en nuestra ignorancia empática y ego insatisfecho. Por otro lado, como protagonista en portada este mes, tenemos la última protesta e intervención sobre La Venus del espejo, de Diego Velázquez. No olvidemos la historia de las intervenciones y los antecedentes de ellos, como la valiente interacción entre Mary Richardson con la obra de Velázquez el 10 de marzo de 1914.
M.I. Flores Nachón
CONTENIDO
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La penitencia Victor Rivera
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Notas sobre la actuación
motivos, ideas, y declaraciones de Erick Ceja Rossanna Huerta
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Del espíritu y el cuerpo
consideraciones del arte, sus demiurgos y el trabajo Pablo López
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Mecenazgo
El amigo doble cara del artista Miguel Jímenez
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Deidades falsas
Reflexiones de la mano de Pierre Bourdieu y Residente M.I. Flores Nachón
La penitencia Víctor Rivera
Jared era un chico dulce y delicado, los adultos le decían amanerado, los jóvenes, deconstruido. Y esa era una característica que lo separaba del resto de jóvenes de su edad. A los veintinueve, se esperaba de él algo distinto. Su abuela siempre le decía que su futura esposa tendría que hacerle caso en todo. Desde que era un niño, la escuchó contar historias sobre cómo su abuelo, que era veintidós años mayor que ella, se la robó a los catorce y la hizo tener siete hijos, de los cuales dos murieron en condiciones precarias. “Se los chupó la bruja”, solía decir doña Amaranta. Además, su tía Patricia, que había sido la única con estudios superiores de entre todas sus hijas, seguido le decía que él tenía que ser un chingón. Debía tener “una novia en el trabajo” y “una novia en la casa”. “Las viejas son cabronas, mijito, tú tienes que ser un chingón”. “Tú chíngales el dinero para que ellas no te lo chinguen a ti”. Pati le repitió esas ideas durante más de una década, hasta que finalmente entendió que Jared no había nacido hombrecito, o que en algún momento del camino alguien lo había pervertido. Su mamá, que era la única que lo defendía, decía que no le metieran ideas, que él era un muchachito caballeroso y respetuoso, y que si no había encontrado novia era porque ninguna era merecedora aún de su amabilidad.
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¿Pero qué pasaba por lo mente de Jared? Él no era homosexual. No se sentía atraído por otros hombres, pero tampoco quería ser como ellos. Por supuesto que había salido con chicas, pero era demasiado penoso para admitirlo. Sabía que su madre no tomaría a bien esta idea de salir con una chica antes de salir de la universidad. Además, las mujeres lo intimidaban. Algunas buenas, lo asustaban con su seguridad y más de una le dio una cátedra sobre cómo ser un hombre. Él, que también creció escuchando las putizas que le metía su padre a su mamita querida, tenía miedo de cruzar cualquier línea. Le daba pavor la idea de ser comparado con otros hombres, sentía aversión de ver fotos en internet de sus compañeros de la escuela anunciando sus bodas, viendo en cada uno, un abusador en potencia, y en cada una, una mujer como su tía o como su abuela. Jared era un jovencito muy listo, con buenas calificaciones y una tesis de excelencia. Tenía un buen trabajo y tenía una facilidad para mimetizarse con cualquier entorno. No le hacía falta decir mucho para que los demás entendieran que era bueno en su trabajo. Nunca lo invitaban a las fiestas, pero siempre recurrían a él cuando no daban las cuentas y tenían que quedarse hasta tarde para el cierre; y cada día se regresaba a la casa de su mamá en el automóvil que solo usaban para ir a visitar a su abuela a Cuernavaca cada fin de semana sin falta y para ir al Super entre semana. Para este punto, habrá notado el lector que él y su mamá pasaban todo el tiempo libre juntos. Incluso si él llegaba unos minutos tarde, doña Moños le mandaba un mensaje a su teléfono, con un corazón, diciendo que lo esperaba para cenar. Alguna vez su jefe leyó el mensaje por accidente, y queriendo generar una confianza espontánea, le insinuó, sin saber que se trataba de su madre, que Jared tendría acción al salir del trabajo. Jared se puso pálido y por primera vez en su vida contestó de forma violenta y arrebatada, estando a una palabra más de golpearlo en la cara. Si no hubiera sido porque Lucía, su compañera de cierre, llegó para pedirle que firmara una forma de pago, probablemente ya no seguirían trabajando juntos. Esa noche él y Moños discutieron porque, del enfado, se le olvidó comprar el pan, y ella, que le asustaba salir después de las siete, se fue a dormir con hambre en la panza. Ese día, él se masturbó con mucha culpa y lloró hasta las cinco de la mañana.
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Los patrones estaban claros para él. Se había visto desde afuera. La narrativa shakespeariana y freudiana de sentirse atraído por su madre y viceversa; la soledad del joven postmoderno, que es consciente de sus emociones pero que no puede expresarlas; la culpa de mantenerse alejado del arquetipo masculino y por ende ser encasillado en otro estereotipo, en el del hombre homosexual que tiene que ser “delicado” y “amanerado”. Quiso también ir a terapia, pero todos los terapeutas que veía notaban rápidamente los mismos patrones que él y eso no le gustaba, se ofendía mucho y simplemente dejaba de contestarles. Le fastidiaba la idea de ser todo aquello, él era una persona atenta. Sabía que las mujeres no comprendían que él había entregado su vida a su madre, pero era muy diferente a todas las narrativas sobre el complejo de Edipo. Él le daba todo porque cuando padre se fue, la dejó con fracturas graves y sumida en una depresión de la que nunca salió. Incluso, cada que él tenía que salir a algún lado y no podían cumplir con sus planes, su madre lloraba desconsolada. No importaba si le dedicaba seis de sus siete días, si se iba un día, doña Moños no comía, no encendía las luces ni corría las cortinas. Era un mueble más en la casa. De esta manera Jared los sacó adelante a los dos y mientras ella salía al mercado, él trabajaba en la oficina. La pandemia para él fue lo que lo condenó. Terminó encerrado más de seiscientos días con ella. El Super lo traían los repartidores y ganaba lo suficiente para no tener que preocuparse por nada más. De ahí, sus habilidades comunicativas se perdieron. Para cuando regresó a la oficina, ya no hablaba de nada con sus compañeros. A Lucía ya solo le hablaba para lo que era estrictamente necesario y sus compañeros ya ni siquiera se atrevían a pedirle ayuda de nada. Pero él sentía culpa. No era que no quisiera relacionarse, es que ya no sabía cómo. No tenía dinero para gastar, porque la mitad era para su mamá, para que se hiciera cargo de los gastos de la casa, la otra mitad era para un fondo secreto. Su sueño era usarlo para escapar de su casa. Quería irse a vivir a otro país, quería cortarse el cordón umbilical y ser un hombre por primera vez, pero como ese dinero no pasaba por sus manos, sino por transacciones bancarias, no se atrevía a sacarlo. Un día, todo cambió dentro de su rutina. Su mamá se peleó con él porque se levantó tarde y ya no desayunaron juntos. Entonces él, que para compensar sus errores siempre le daba un billete de quinientos pesos, le dejó el dinero sobre la mesa y se fue al trabajo. De camino, estuvo a punto de chocar y de atropellar a una pareja, que se cansó de mentarle la madre. Pensó: si tuviera una mujer en mi vida, mi mamá vería que ya no soy un niño. Mi abuela y mi tía verían que sí soy el cabrón que esperaban. Pero no conocía a nadie. Había dejado pasar cada oportunidad que tuvo creyendo que siempre habría más, creyendo que siempre llegaría alguien, pero después nadie llegó. Solo estaba Lucía. Realmente le gustaba, pero la pandemia los había alejado. Ese día decidió que era el momento de hablar con ella, de decirle lo que sentía.
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Cuando llegó a la oficina tocó su hombro y le dejó un papelito que decía “¿Podemos hablar en la comida?”. Ella ya no comía con él nunca, pero ese día se alejó del área de contabilidad y fue con Jared a una fondita, otra anomalía, pues él siempre llevaba su lunch que le preparaba su doña Moños. Se levantaba a las cinco de la mañana y le dejaba su filetito o su pechuga de pollo con verduras. “Jared, me da mucho gusto que me hables finalmente, aunque me siento algo extraña”, dijo. “Nunca supe qué te hice y ahora me parece extraño que me hables”. Jared le explicó todo, pero lejos de lo que pensó, Lucía mantuvo un semblante confuso. Por un lado, sintió compasión por aquel joven que le hablaba de su madre enferma, por el otro, no pudo evitar pensar en el hombre que debía ser y que no era. “Pero a ver, Jared, ya tienes veintinueve años. ¿Por qué no simplemente te sales?”. “Para eso te cité aquí”, le respondió. Jared le confesó que estaba enamorado de ella. “Podemos vivir juntos, podemos irnos a otro estado, tengo dinero. Soy jefe, puedo convencerlos de que nos dejen trabajar lejos de la oficina”. Pero Lucía, naturalmente, no quiso. Ella estaba comprometida y tampoco se sintió cómoda con la situación. “Yo creo que mejor aquí dejamos todo, Jared, ¿te parece bien? Es que no me siento cómoda y tú y yo ya no nos conocemos”. En un arrebato, sostuvo el brazo de Lucía con fuerza y ella dejó salir un grito nervioso. Los meseros del lugar intervinieron y él se disculpó hasta el cansancio. Ella lo perdonó, pero le dijo que no quería volver a hablar con él. Al siguiente día, Jared presentó su renuncia y le dijo a su madre que lo habían despedido. “¿Qué vamos a hacer?”, dijo ella. Jared se contuvo lo más que pudo y por primera vez sintió deseos violentos hacia ella. Pero el simple hecho de imaginarse maltratando a su pobre madre lo hizo sentir asco de su persona. El lastimar a Lucía, que había sido la única persona que le había mostrado compasión real, fue algo que nunca se pudo perdonar. Una semana después, Jared fue al banco a retirar todo el dinero que había ahorrado trabajando para la empresa y con el dinero que le habían dado tras su renuncia, él y su madre pusieron un puesto de garnachas en la Santa María.
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Sin embargo, el destino le dio un último giro a su existencia. Dos décadas pasaron y su puesto ya había sido reorganizado por las mafias de los mercaderes, así hallaron un espacio dentro del mercado de San Cosme. El lugar, que ya alguna vez se había quemado, volvió a prenderse en llamas, esta vez por un descuido del local de pollo rostizado. Aquel día, su mamá se sintió mal y lo dejó trabajando, y entró al baño que de manera inusual se encontraba equipado en su puesto. Cuando escuchó los gritos de las personas y vio el humo expandirse rápidamente entre los pasillos, toda la gente salió corriendo. Y él, que sintió su cerebro desconectado de su cuerpo, atrancó rápidamente la puerta para que su madre no saliera. Después de asegurarse de dejarla atrapada, intentó salir, pero fue tarde. Para aquel punto, inhaló tanto humo que su cuerpo se desvaneció a unos metros de llegar a la puerta. Para cuando los bomberos lograron entrar, dos días más después, hallaron su cuerpo calcinado debajo de los escombros del lugar. Al retirar las vigas y el concreto, pudieron identificar al cuerpo. “¡Qué lástima! Tan cerca estuvo de escapar”, dijo uno de ellos. Fue entonces que los mercaderes recordaron a aquel muchacho que siempre estaba con su madre. “Encuéntrenla, por favor. Jaredcito siempre estaba con doña Moños, él la quería mucho, hagan lo posible por rescatarla”. Tomó un par de horas más, pero el cuerpo de rescatistas logró adentrarse hasta su puesto y encontraron la puerta obstruida por la construcción. Les causó extrañeza que hubiera restos de varias sillas apiladas detrás de la puerta, debajo de las vigas, como si algo la hubiera mantenido encerrada incluso antes del derrumbe. Cuando lograron retirarlo todo, encontraron a la pobre mujer herida y muy enferma. Logró recobrar la consciencia unos segundos mientras la transportaban en la camilla e incluso en esos momentos, todos escuchamos clarito cómo decía “Mijito, mijito, ¿dónde te metiste? Hijito mío, ya no te voy a querer si me dejas sola”.
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ROSSANA HUERTA
NOTAS SOBRE LA ACTUACIÓN: MOTIVOS, IDEAS, Y DECLARACIONES DE ERICK CEJA Hace años, antes de decidir qué carrera estudiaría después de dejar atrás la Ingeniería, tenía varias carreras en mente, entre una de esas guajiras ideas estaba el teatro. No necesariamente como porque quería ser actriz, sino para entender más sobre la producción, dirección y el trabajo detrás de escena. Esto se debe a que hace varios años tuve una pequeña experiencia tratando de montar un musical en la Preparatoria. No puedo decir que fue totalmente placentera ni que fue un desastre, simplemente se puede describir como un proyecto hecho a regañadientes, en su totalidad por los alumnos. En ese momento, no me sentía lo suficientemente cómoda conmigo misma como para adentrarme en el mundo actoral y audicionar para un papel en el musical, pero me hubiera gustado intentar ser directora. Tenía una visión de cómo hacer la obra más entretenida, pero en ese momento solo me asignaron la tarea de escribir el guión y hacer sus modificaciones. No obstante, siempre me quedó la inquietud de saber cómo sería sumergirme en ese mundo.
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Al final del día, opté por estudiar Historia del Arte, una decisión de la que no me arrepiento en absoluto. Tuve la suerte de conocer a actores increíbles durante mi estancia en la universidad. Recientemente, decidí tomar como un pequeño proyecto el realizar una entrevista a un gran amigo que actualmente es actor, con el fin de conocer sus experiencias en el mundo del teatro y resolver algunas dudas que siempre he tenido. He aquí el fruto de mis dudas, curiosidades y una amena plática:
ROSSANNA: Empezando por lo obvio, para tí, ¿Qué es ser un actor, o en tus palabras, qué implica ser un actor? ERICK CEJA: Ser actor implica, en mi opinión, ser un ávido catador de experiencias. Además del constante entrenamiento físico, vocal, mental y espirit ual que debe practicar para mantener su cuerpo afinado, tiene que ser un estudioso de la vida, analizar y experimentar de todo lo posible en carne propia. Es convertirse en un intérprete multidisciplinario profesional. Un ente que practica e integra distintas ramas del arte al servicio de la narración de historias contundentes. ROSSANNA: Aunque suene tonto, así como mencionan en Ratatouille “Cualquiera puede cocinar”, ¿se podría aplica de igual manera en el actuar? ERICK CEJA: No lo creo. Es verdad que algunos nacen con talento y la gente puede pulir sus habilidades, pero requiere de un nivel de compromiso que no cualquiera tiene y eso no se puede enseñar.
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ROSSANNA: ¿Cómo te preparas para un nuevo papel o personaje? ¿Tienes un proceso específico de investigación o desarrollo del personaje? ERICK CEJA: Desde el momento en que leo el texto, me gusta ir explorando corporal y vocalmente mis posibilidades. También suelo tomar referentes de otros artistas que he visto en escena, ciertos gestos, ademanes, formas de caminar que pienso pueden quedarle a mi personaje. Obviamente el director es quien decide al final si todo eso funciona o no. R: ¿Cuál es la caracterizando?
parte
más
complicada
cuando
te
estás
E.C.: Cada personaje es distinto y requiere de dotes y procesos muy particulares. Pero creo que deshacerte de los modos, la corporalidad, la voz del último personaje que hiciste es de lo más difícil. Para empezar porque ni lo notas a veces, alguien te lo tiene que decir y para ello, esa persona debe conocerte de proyectos previos. R: ¿Te ha pasado que te quedas “atascado” con un personaje y empiezas a adoptar su forma de ser? E.C.: Sí, sólo pequeños tics o frases por lo general, pero se me han quedado por meses. A mí de por sí me afectan ciertos papeles en mi vida cotidiana cuando los ensayo por demasiado tiempo. Dependiendo de la naturaleza del personaje comienzo a ver un desorden en mis tiempos y espacios. Por eso no uso el método, porque lo desconozco, siento que sería jugármela demasiado.
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R: ¿Podrías decir que tienes alguna influencia respecto a tu estilo o enfoque que tomas al hacer tus personajes? Por ejemplo, te inspiras de algún actor, profesor, compañero E.C.: No, me limito a usar referencias, y éstas van cambiando de proyecto en proyecto. Opino que ya el usar tu cuerpo y voz en escena es más que suficiente para dejar una huella personal. Tratar de inyectarle algo de tu propia identidad a un personaje (dejando de lado que no es bien visto), puede hacer que te encasilles en géneros o corrientes específicas sin facilidad de escapatoria. Después nadie te va a querer sacar de ahí. Uno de los consejos más valiosos de mi carrera me lo dio mi profesor y amigo, el Mtro. José Raúl Cruz: “Haz personajes que disten lo más posible de ti y de personajes anteriores que hayas hecho”. Mencionamos el estar dispuestos, tiene que ver con ello, estar abierto a nuevos procesos siempre. Eres un intérprete, un canal a final de cuentas, nada más.
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R:¿Cuál ha sido tu papel más complejo hasta la fecha? E.C.: Ignacio (Ig), de la obra “¿Te conozco?” R:¿Es posible saber qué lo hizo tan complejo de representar? E.C.: Desde luego, aquella vez tenía que interpretar a un chico de 17 años, cuando yo ya tenía 27. Estoy mal acostumbrado a que me asignen personajes de mi edad real o mayores. Nunca me habían puesto uno que fuera mucho más joven. Creo que a veces es más difícil recordar que imaginar algo nuevo. Por tanto nunca sentí que llegará al 100% a la corporalidad ni a la voz que necesitaba Ig. A eso sumemosle que nuestros contextos eran abismalmente distintos, me costó trabajo hallar algo en común con él. Su historia terminaba de manera muy cruel, y no tan desapegada a la realidad. R: Esta pregunta es por mera curiosidad, ¿Hay algún papel que te gustaría interpretar en el futuro? E.C.: Claro, en teatro al fantasma de la ópera y en cine a James Bond. R: ¿Y cómo eliges tus proyectos? ¿Hay algún factor que haga que consideres audicionar por un papel en particular? E.C.: Primero que nada, es el estar disponible, no suelo aceptar proyectos si ya tengo llena mi agenda. Reposar adecuadamente es una parte importante, pero casi nadie tiene esa consideración. También depende de muchos otros factores como la remuneración, el género o la producción. Desde luego uno pensaría que siempre hay que tirarle a las más grandes y eso sólo es parcialmente verdad en mi opinión. Verás, muchas veces, desde cómo te tratan, te das cuenta de si el crew o compañía verdaderamente tiene el entusiasmo (por ende la organización), para hacer que las cosas funcionen, aunque sean un grupo chiquito. En ocasiones algunas de las experiencias más inolvidables surgen de ahí.
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R: Tienes algún desafío o proyecto a futuro que te emocione explorar? E.C.: Me gustaría incursionar en cine de habla no-hispana y en el género de acción. Hace poco del primero pero me ha gustado mucho. Para el segundo, me encantaría tomar cursos de manejo defensivo (para cámaras), combate escénico, rapel, en fin, creo que hay muchos rubros que abarcar, algo de primeros auxilios tampoco me vendría mal. Lo lindo de la profesión es que todo suma. R: Excelente, y en algún futuro te gustaría incursionar en las áreas dirección, producción, o guiónismo? E.C.: Por supuesto, pero me gustaría hacerlo de a poco. Es decir, co-dirijiendo, co-produciendo o siendo co-autor al principio, pues mi experiencia en esos campos francamente es poca todavía. Me he enfocado más en la parte técnica del Backstage y el detrás de cámaras. R: Ahora, cambiando tantito el tema, he visto varios actores que entran en controversia mediática por lo que llegan a hacer mientras se preparan para un papel, y siempre se justifican por usar el método ¿Qué piensas de los actores del método? ¿Se puede justificar sus acciones por el “amor al arte”? E.C.: “El método” está muy malinterpretado. Hasta el mismo Stanislavski trató de corregir su propia hipótesis, sólo que murió en el intento. Hay cursos para llevarlo a cabo correcta y sanamente, y aplicarlo de esa manera toma años. Con alguien que ya tenga tal dominio, sí, lo veo bien. Empero un principiante que sólo experimente las primeras ocurrencias que le llegan a la cabeza “por amor al arte”, se puede hacer mucho daño (según qué tan lejos lo lleve). En esos casos tan extremos dudo que se esté haciendo un bien a sí mismo y a su entorno. Entonces, no, no creo que se deba aplaudir ni ver con buenos ojos estar así de desinformado.
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R: En ese método?
caso,
¿Cuál
sería
la
definición
correcta
del
E.C.: No podría decirte con exactitud porque personalmente no lo he estudiado tanto. Pero creo que debería ser la manera sana de llegar a la construcción más completa posible de un personaje. Utilizando un híbrido entre imaginación, entorno, memoria muscular y experiencia, sin abusar de la última. R: Qué curioso, yo creí que eras ávido usuario del método. E.C.: Por accidente lo he sido, hay cosas que ya he experimentado y pues me funcionan para mis personajes. Pero no me gusta crear experiencias nuevas POR un personaje nuevo. R: Hablando de mala recepción y críticas ¿Has tenido personajes/obras/proyectos con mala recepción con la audiencia? si es así, ¿Cómo manejas el rechazo o las críticas negativas? E.C.: No realmente. He estado en obras donde la gente sale llorando, pero porque la temática es bastante deprimente, no porque sea una mala puesta jajaja. De cualquier modo, si hubiera rechazo o críticas negativas, me diría lo mismo que en un casting: “uno nunca sabe qué es lo que realmente están buscando, y eso no significa que no sea de calidad lo que haces”. Sencillamente puede que hayas ido a parar al nicho (público) incorrecto o inesperado. R: Las siguientes preguntas podrán ser un poco políticas pero me gustaría tu opinión, más que nada para entender cómo ves la profesión dentro del rubro social, ¿Cuál crees que sea el papel del actor en la sociedad actual? E.C.: Facilitar pruebas al espectador sobre lo que puede suceder dentro o fuera de su realidad. Inducirlo a experimentar aspectos de la vida que le podrían ocurrir, a través de la piel ajena. Esto con fines de entretenimiento o con una tendencia al análisis profundo de ciertas circunstancias.
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R: Entonces, en tu opinión, ¿crees que el actor tiene un papel político en la sociedad? E.C.:Definitivamente. Ejerce en pos de la sociedad en todo momento. Cuando no es su objetivo principal inclusive. R: Hay un estereotipo muy prevalente con los estudiantes de artes y humanidades donde el resto del alumnado cree que es imposible vivir del arte, ¿qué crees que se necesite para cambiar esa percepción?
E.C.: Habría que modificar todo el sistema educativo y destinar recursos a los espacios artísticos para que el público note que ya está formalizándose el gremio. El arte es una inversión muy fructífera a futuro, no obstante, pocos le han dado esa importancia. La falta de seriedad por parte de algunos artistas improfesionales, también desemboca en que haya tanto escepticismo, por ende, muy poco apoyo del público y compromiso de colaboradores. Pocos le apuestan a una carrera en este rubro, pero ese cáncer comienza desde casa. Si los padres no tuvieron un acercamiento de calidad a distintas disciplinas artísticas, no las van a respetar y desde luego no van a fomentar que sus hijos sigan ese camino, aunque claramente tenga vocación. Actualmente cualquier profesión está muy competida, incluso las que, por haber brindado estabilidad económica históricamente, se han convertido en las “zonas de confort académico/laboral”, y al no contar con el apoyo familiar se vuelve un obstáculo todavía más grande a lograr el éxito profesional. El arte se caracteriza por ser la excepción a la regla, pero aquí no es el caso.
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R: Por último, me gusta terminar este tipo de conversaciones con una simple pero anticuada pregunta, ¿Algún consejo para futuros profesionales? E.C.: Por supuesto, en mi experiencia, estos 4 elementos clave son los que recomiendo para combatir las razones principales por las que la gente renuncia al arte: 1. Antes que cualquier cosa, tener buena actitud con todos tus compañeros. Desde el día del casting todos comienzan a fijarse ineludiblemente en cómo eres. 2. Estar dispuestos. Te van a pedir hacer muchas cosas que seguro no acostumbras. Toma riesgos, siempre y cuando no afecten tu integridad, seguridad, moral ni valores. Los papeles estelares no van a llegar a la primera, no porque seas un terrible artista necesariamente, sino porque nadie te conoce, ni de lo que eres capaz. 3. Ser honesto con tu disponibilidad. Necesitas control absoluto de tus compromisos. Es muy raro tener un horario fijo, si no organizas tus tiempos y piensas que puedes con todo, le vas a quedar mal a mucha gente y no te van a llamar ni recomendar nunca más. 4. Por último, es bueno tener un pequeño trabajo/negocio complementario, pues hay momentos en los que no hay nada de actividad, por más que busques. Ten algo con qué sobrevivir mientras esas temporadas bajas terminan.
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CONOCIENDO A ERICK CEJA Licenciado en Teatro egresado de la Universidad De Las Américas Puebla (UDLAP) [2014-2019]. Obtuvo la mención honorífica por parte de la misma institución en la categoría Actuación (2019).
Bailarín y vocalista invitado en proyectos institucionales e independientes. Ha sido técnico en luces y audio en puestas en escena como Adictos anónimos (2016), La venganza de Don Mendo (2018), El oso (2019) y algunos festivales dancísticos (2014-2018) .Se ha desempeñado como actor de cine en múltiples cortometrajes y largometrajes, entre los cuales figuran Santísima trinidad (2016), Alicortar (2017), Una más (2019), Calipso (2020) y Acabado en plata (2022), entre otros títulos. De igual modo, actuó en puestas en escena como: Locos de amor (2014), Sueño de una noche de verano (2015), Aeropuerto (2016), Victor-Victoria [teatro musical] (2018), El Juicio (2019), Cuadrilátero mar (2019), ¿Te conozco? (2022), entre otras. Actualmente ejerce como actor y bailarín en diferentes proyectos, tanto cinematográficos y teatrales, como dancísticos respectivamente.
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PABLO LÓPEZ
del espíritu y el cuerpo: CONSIDERACIONES DEL ARTE, SUS DEMIURGOS Y EL TRABAJO
Bien lo dijo el poeta, “de alguien fue la palabra antes que mía”, pues como ya expresara otro, “que el verso sea como una llave que abra muchas puertas”. La creación artística es esencial para la humanidad, alberga en sí misma cientos de experiencias, cristaliza mundos y permite que la vida se viva en los trazos de Monet, en las letras de Rimbaud, en el sonido de esa canción que tanto amas y no puedes dejar de escuchar. El arte, no solo libera al artista, sino también a todo aquel que se acerca a él, convirtiéndose en un faro que ilumina las profundidades del alma humana. El artista es un demiurgo capaz de evocar las vastedades del cielo, las tristezas del amor, o los placeres de la vida en unas cuantas combinaciones especiales de sonidos, palabras o colores, pero ¿siempre es posible?
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de la creación, el oficio El arte, esa manifestación cuasidivina que hila la existencia humana, anhela una atmósfera propicia, un mecenazgo que permita a los artistas entregarse por completo a su oficio. El embate entre la creación artística y las condiciones materiales, tema que enarbola el espectro de las reflexiones filosóficas y sociopolíticas, se entrelaza cual maraña en el tapiz de la historia. En el crisol de las ideas de Marx y su distinción entre el trabajo enajenante y el creador, yace una disyuntiva crucial: el trabajo alienado somete al individuo, lo despoja de su esencia, lo desvincula de la producción artística auténtica. Es el contrapunto entre la labor alienada, sujeta a la rutina y la subsistencia, y el trabajo creador, en el que el artista, inmerso en el fluir de su creatividad, alcanza la esencia más pura de su ser y con su obra lleva a todo aquel que la experimenta al mismo punto.
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de la obra, la liberación El artista, como el obrero liberado de las cadenas de la alienación, al sumergirse en el acto de creación, desvela su condición humana en toda su plenitud. El arte, cual arquetipo supremo del trabajo creador, deviene en un faro que ilumina la legitimidad del ser humano. Es el arte, a través de sus pinceladas, notas o palabras, que consagra la dignidad humana, exaltando su capacidad para crear y trascender las limitaciones materiales.
del espíritu, el cuerpo Es en esta relación entre el arte, el artista y las condiciones materiales donde se gesta un dilema: el arte, esa manifestación cuasidivina, se halla mediado por las contingencias del mundo material. La obra de arte, aunque en esencia una emanación del ser creador, se ve influida por las condiciones materiales en las que nace pues hay que alimentarenos para poder hacer cualquier cosa. No obstante, la necesidad de un mecenazgo, un soporte económico y social, se erige como el puente que enlaza la creación artística con la libertad del espíritu, pues obrar, no es producir. El artista, para inmiscuirse en los dominios cavernosos de la creación, precisa desatar las ataduras de la subsistencia y la supervivencia, entregarse al arte sin el peso agobiante de las preocupaciones terrenales. El artista, ansía la emancipación para dedicar su existencia a la exploración incesante de la belleza, la reflexión y el cuestionamiento. Es la necesidad de un mecenazgo y de condiciones favorables lo que permite a la creación artística alzar el vuelo, desatando las alas del espíritu para buscar, en la inmensidad del arte, la autenticidad humana.
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Pirosofías para encendernos Que estás chispas de contemplación alimenten el fuego de la vida. Luz que se desvanece, vida en su breve instante, nacimiento y fin. En el grito débil, nace la luz que se apaga, vida efímera. En el viento, canto, origen de un verso, creación palpita. Luz que se despierta, albor en el alma, ser en su esencia. Río que murmura, creación fluye en la brisa, nacimiento eterno. En el brote verde, ser danza en el silencio, nuevo ser despierta.
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MECENAZGO Miguel Jímenez
La historia del arte ha estado siempre marcada por un elemento que ejerce su influencia tanto sobre ella como sobre prácticamente todas las actividades culturales y sociales en las que puede involucrarse: el mecenazgo. Desde las opulentas cortes del Renacimiento hasta los entornos digitales del crowdfunding moderno, la dinámica versátil del mecenazgo ha moldeado la creación y difusión del arte. Como investigador de procesos sociales y culturales, este fenómeno, histórico y contemporáneo, que parece inherente a cualquier proyecto artístico, nos proporciona una comprensión matizada de su impacto en la cultura, las artes y la vida humana.
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HILOS HISTÓRICOS DEL PATROCINIO Los registros de la historia del arte, que abarcan proyectos arquitectónicos e innovaciones tecnológicas, están saturados de relatos de mecenas cuyo respaldo facilitó, o más precisamente, posibilitó la creación de obras maestras que perduran hasta hoy y han sido fundamentales en la formación de culturas en todo el mundo. En el Renacimiento italiano, el patrocinio de la familia Medici alimentó y, a pesar de grandes conflictos, también moldeó los talentos de luminarias como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Aunque estos artistas tenían estilos propios, resulta innegable que el producto final de sus obras no se vio inmune a la influencia de sus benefactores, especialmente cuando estos detentaban vastos recursos y un poder casi absoluto sobre la población. Este precedente histórico ilustra la relación simbiótica entre el artista y el mecenas, donde el respaldo financiero permitió la búsqueda de innovación artística, así como la orientación de la misma. (Condivi, 1999)
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DE LOS TRIBUNALES AL CROWDFUNDING: Diversas formas de mecenazgo
A medida que transcurre el tiempo, las formas de comercio han debido adaptarse a los cambiantes modelos de gobierno y avance tecnológico, lo que se traduce en la modificación de los mecanismos de patrocinio, pero no en su influencia sobre los artistas, o como se les conoce en la actualidad, los "creadores de contenido". Aunque la corte del Renacimiento prosperó gracias al patrocinio aristocrático, el surgimiento de la era digital ha despejado senderos previamente inexplorados. Plataformas de financiamiento colectivo como Kickstarter, GoFundMe y Patreon han emergido como una fuerza democratizadora que ha permitido a los artistas/creadores de contenido conectarse directamente con una audiencia global y construir un nicho más allá de su contexto local. Esta transformación descentraliza la dinámica de poder, sustituyendo a los patrocinadores individuales por una red de apoyo colectivo, lo que otorga al artista una mayor libertad en sus decisiones artísticas
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EL CAPITAL COMO ESPADA DE DOBLE FILO Sin embargo, al dirigir nuestra atención hacia los aspectos problemáticos del clientelismo contemporáneo, resulta más difícil obviar la influencia corrosiva de los incentivos capitalistas en la creación artística. Aunque el respaldo financiero puede actuar como catalizador para iniciativas artísticas que, de otra manera, no verían la luz o lo harían de forma limitada, también da lugar a una danza peligrosa entre la creatividad y la viabilidad comercial. El capital invertido está condicionado a generar ganancias para los inversores, lo que insta a intervenir y modificar, generalmente para mal, los productos finales. Este fenómeno encuentra paralelos en la industria cinematográfica, donde los estudios están adoptando la tendencia de producir películas y series de televisión solo para aprovechar las deducciones fiscales, clasificándolas como productos "muertos" que nunca ven la luz del día. Estos proyectos abortados resaltan los peligros potenciales de un sistema donde las ganancias oscurecen la intención artística, despojando a los productos culturales de su autenticidad y valor intrínseco. (Coogan, 2022)
NAVEGANDO EL LABERINTO DEL PATROCINIO MODERNO En la era digital, artistas y creadores de contenido se enfrentan a una encrucijada difícil de navegar: deben equilibrar con destreza su integridad creativa con la viabilidad financiera de sus obras. Lamentablemente, algunos optan por 'hackear' el sistema, centrándose exclusivamente en las tendencias inmediatas y rentables para generar capital de manera rápida y efectiva. Este enfoque, sin embargo, sacrifica la singularidad y crea modas con expectativas de vida efímeras. Además, tiene un impacto corrosivo en la mente del consumidor promedio, que pasa horas inmerso en plataformas de redes sociales instantáneas como TikTok y Twitter.
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A medida que continuamos navegando las corrientes del mecenazgo moderno, es crucial reflexionar sobre la delicada interacción entre el respaldo financiero y la autonomía artística. A pesar de que la democratización del mecenazgo a través del crowdfunding abre nuevas puertas, también nos enfrenta a desafíos complejos que antes no habíamos tenido que contemplar. Las preguntas centrales persisten: ¿Podemos alcanzar un equilibrio que nutra la creatividad sin sucumbir por completo a los imperativos comerciales? ¿Es necesario modificar los incentivos y cuáles serían las implicaciones para el futuro de la humanidad? El conflicto entre mecenas y artistas seguirá siendo relevante y difícil de gestionar de manera satisfactoria, pero la historia no deja de susurrar lecciones. Al dar forma al futuro del arte, es imperativo aprovechar la sabiduría del pasado, reconociendo que el auténtico mecenazgo trasciende el respaldo financiero: es un viaje compartido donde la vitalidad de la creatividad se encuentra con la mano firme del apoyo.
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M.I. Flores Nachón
Deidades
falsas Reflexiones de la mano de Pierre Bourdieu y Residente
Este texto quisiera que fuera una carta de reflexión a mi misma, entre temas variados como las manifestaciones y protestas y daños ocasionados a obras de arte, una manifestación crítica de mi posición en la sociedad y quienes me rodean, una dedicatoria de perdón al mundo, deseando con amor poder navegar ante las olas de cambio a las que debemos enfrentarnos, para fluir con ellas antes de ahogarnos. Citando de vez en cuando, no solo a Pierre Bourdieu, pero también a René Pérez Joglar (Residente) en su canción Antes que el Mundo se Acabe.
No sé cuándo estará libre la pista Por ahora toca abrir las ventanas Y llegar hasta donde nos lleve la vista
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Últimamente cuando hablamos de arte pareciera que no podemos evitar hablar de capital, dinero. Creo que hemos empezado a rezarle a una deidad escondida entre el oro y los signos de pesos. Haciendo referencia y con intención de trasladar a mis lectores al texto contiguo de Miguel Jímenez, considero innecesario de mi parte hacer un recuento histórico del Mecenazgo en el arte. Sabemos, por incontables leyendas e historias ahora televisadas, que los grandes mecenas de la Historia del Arte han sido las grandes familias adineradas; desde los Medici hasta los Rothschild y los ahora apellidos que se guardan en secreto por protección y seguridad. Yo sé que el futuro es incierto Pero aunque cierren fronteras No podrán cerrar el mar abierto, pronto saldremos A dejar nuestras huella' en el suelo Sobre las nubes de nieve, bajo los lago' de cielo
Siempre he escuchado y considerado la frase “del arte no se vive”, acompañada por “no se come del aplauso”. Ahora me encuentro en una batalla crítica hacia el entender que no se vive del “algo” y que en particular se vive del “todo”. Intentando buscar entender y narrar sobre el mecenazgo, prefiero sentarme a escribir sobre los falsos ídolos a los que les hemos pedido explicación ante nuestra existencia, y de la mano del texto de Pierre Bourdieu, titulado La Distinción de 1979, me pronuncio ahora en una crítica al capital que ha regido el arte, y nuestra vida en el entendimiento del arte. Grabado de Lorenzo de Medici por C.E Wagstagg
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Y si la luna se queda sin noche Y las mañanas se quedan sin aves Mejor, por ahora nos damos un beso Antes que el mundo se acabe Bourdieu en dicho texto reflexiona sobre el terreno del gusto, la estructura social contemporánea en una base de clases divididas. En él, nos permite leer sobre la triste realidad del arte y la cultura como una herramienta de dominación simbólica, provocando una distinción entre quienes ejercen su poder sobre quienes se encuentran subordinados por el no entendimiento o la no posesión de bienes materiales y simbólicos. Explica entonces sobre cómo el consumo cultural, dirigido por el gusto es una costumbre de clase, pero también una práctica que va aunada a la escolaridad y a una intención de “ser” y “escalar” la ladera de las clases sociales. Se expone en el libro que las clases sociales son un esquema de poder que se extiende al consumo cultural y que a partir de ahí se siembran relaciones simbólicas, y que ya muy hundidos en el lodo, quienes practican esta dominancia y subordinación social, ni siquiera están enterados de su hábito. Perdimos el centro Antes de volver afuera hay que regresar adentro Y que todo sea distinto y la verdad nunca se rinda Hasta las cosas lindas deberían ser más lindas Y si este es el final le encontráremos la belleza Quizás en realidad ahora es cuando todo empieza
Retrato de Pierre Bourdieu
Con todo esto, me sostengo ahora en una triste realidad en la que veo que todo es siempre manipulado por un falso Dios que gobierna ante todas las instancias que en algún momento intentaron permanecer puras. El arte, como manifestación de mi relación sensible afectiva del mundo, debería de ser un producto libre de contaminación capital, libre de valorización monetaria, libre de juicios estéticos, sin embargo, como Bourdieu lo plantea, no hay nada más digno, más distinguido, más aristócrata, que conferir un valor estético a lo que se generó como una experiencia. Y entonces, convertir la vida, la relación sensible con el mundo, producto artístico, en producto estético de consumo. Hoy hablaba con Alejandro y comentaba que hemos perdido el piso. Siempre he tenido un gran conflicto con las confusiones religiosas, en las que las reglas son más importantes que el amar. Y ahora, me encuentro con un cuestionamiento igual de grande en el que observando el mundo vivido, veo una distinción entre el mundo artístico. El arte se ha vuelto objeto, y peor aún, se ha convertido en dinero. Hincados ante un símbolo, pidiendo perdón por nuestros pecados capitales, haber gastado, haber endeudado, haber comprado, haber ganado. Hemos dejado de vivir. Controlados por un mecenazgo que distingue su dinero de nuestra existencia pero que ha olvidado distinguir nuestras vidas del consumo, y no somos más que herramientas de su consumo, de su subordinación, a ojos cerrados.
Alegoría de las clases sociales, con descripciones y proverbios. Grabado del siglo XVII París, Bibliothèque Nationale de France
Deseo abrir los ojos y hacerme consciente de las prácticas que me han llevado hasta una sociedad de consumo hincada ante objetos que solían ser simbólicos por su significado y que se han vuelto simbólicos por su valor. Deseo romper ese estado de conferencia de gusto y vivir en un gusto libre. Romper la mistificación del arte que busca justificar con letras, signos y reseñas el porqué del qué. Dejar de ponerle nombre de hombres a los productos culturales y a las deidades verdaderas que forman parte de un todo, un nosotros con un todo. Romper los cristales de las conferencias de valor para recordar que el mundo nos grita, y que es buen momento para escucharlo antes de que se acabe.
A sentir el sol que nos vacuna junto al agua que nos moja Bajo a cascadas que lloran frente a una selva de hojas Entre los bosques de flores de diferentes tamaños Los arcoiris que pintan las estaciones del año Como los colore' de la ropa en pleno movimiento Que cuelgan en los balcone' para que las seque el viento Y la mirada de la historia que quiere seguir contando Que a pesar de que peleamos, nos entendemos bailando
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