CIENCIAS DE LA
CONDUCTA Vol. 12 NUm. 1
1997
ESTUD/0 (4/
%-
cc <
0 0
0 0
0
Y Nb
064
Centro Cariberio de Estudios Postgraduados Apartado 9023711 Old San Juan Station San Juan, Puerto Rico 00902-3711
CIENCIAS DE LA
CONDUCTA Vol. 12 Num. 1
Centro Cariberio de Estudios Postgraduados Apartado 9023711 Old San Juan Station San Juan, Puerto Rico 00902-3711
1997
Mensaje del Presidente Con este nAmero de la Revista Ciencias de la Conducta, intentamos continuar con nuestra misi6n de promover la investigación en Puerto Rico al igual que en poblaciones hispanas. Es interesante notar que estamos incluyendo un articulo sobre la etiologia de la esquizofrenia desde un punto de vista que va más alld de la cultura hispana. Nuestros planes futuros incluyen expandir el radio de publicación y los temas, no solamente de Puerto Rico sino también del Caribe y las poblaciones hispanas que se encuentran conviviendo en los Estados Unidos. Esperamos que los articulos aqui presentados sean de utilidad en la büsqueda y expansion de nuevos conocimientos. Agradecemos cualquier retroalimentación que ustedes tengan a bien hacemos para continuar nuestra labor en favor de la psicologia y de nuestra gente.
Salvador Santiago-Negron, Ph.D.
Tabla de Contenido Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contemporanea Wanda C. Rodriguez Arocho
1
Experiencias Disociativas y Suerios: Relación con Frecuencia de Recuerdo de Suerios, Suelios LAcidos y Suerios Vividos Carlos S. Alvarado y Nancy L. Zingrone
15
Estudio sobre Conductas Bulimicas en Mujeres Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico Danixza A. Lebrón-Hermindez y Mae-Lynn Reyes-Rodriquez
43
Theories, Culture, Treatment, and the Search for the Etiology of Schizophrenia Matthew D. Simon.
61
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis Alfonso Martinez-Taboas
79
Estilos de Liderazgo y su Relación con el Compromiso Organizacional en una Muestra de Empleados de la Banca en Puerto Rico Ivonna J Pacheco-Pérez, Miguel E. Martinez-Lugo, y José M Justel-Cabrera 97
Ciencias de la Conducta 1997, Vol. 12, 1-14
C 1997 por el Centro Caribetio de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contempordnea Wanda C. Rodriguez Arocho, Ph.D. Universidad de Puerto Rico
Abstract Development psychology is the discipline that studies behavioral changes throughout the lifespan. However, it is interesting to note that literature about the changes that have occurred over the history of this discipline is scarce. This paper examines some of those changes including the complex interplay between historical and cultural factors which have impacted on the methodologies through which knowledge is accumulated in this field.
La ConstrucciOn del Conocimiento y las Revoluciones Cientificas Aunque no siempre se hacen explicitas, tanto las aproximaciones vigentes como las que le precedieron (y las le seguiran) descansan en supuestos fundamentales respecto quĂŠ se esta tratando de describir o explicar (Wertsch, 1991). La historia de la psicologia, como la de cualquier otro saber, es una historia de transformaciones conceptuales. Estas transformaciones son realizadas por personas que viven y laboran en contextos histOricoculturales especificos, por lo que la articuPara comunicarse con la autora favor de escribir a la Dra. Wanda C. Rodriguez Arocho, Departmento de Psicologia, Universidad de Puerto Rico, P.O. Box 23345, San Juan, Puerto Rico, 00931-3345. 1
2
Rodriguez Arocho
lación de sus ideas esti ineludiblemente ligada a esos contextos y a las herramientas disponibles para elaborarlas. Los contextos se transforman con el transcurrir del tiempo en la medida en que se producen y diseminan tecnologias que amplifican las capacidades humanas y llevan a redefinir nuestras relaciones con el entorno fisico y social. Cuando esas transformaciones son dramaticas y dan la impresi6n de ruptura con el pasado, reciben el nombre de revoluciones. La revoluciOn cientifica, la revolución industrial y la revoluciOn cognoscitiva son ejemplos de este tipo de transformación. De hecho, el término "revolución" en estos ejemplos comunica la idea de cambios radicales en la ciencia, la industria y los acercamientos al estudio de la mente, respectivamente. Cada una de las revoluciones mencionadas se di6 en el contexto de cambios tecnológicos y alter6 nuestra forma de entender y explicar el mundo en que estamos imbricados. Sin embargo, Leahy (1992) ha planteado que, a pesar de la apariencia de ruptura, no todas las reconceptualizaciones en la ciencia implican cambios radicales; es decir, no todos los cambios en conceptualización representan revoluciones cientificas en el sentido Kuhniano. Leahy va mas alla al plantear que en el caso particular de la psicologia, las revoluciones son mitos. En otras palabras, para Leahy las revoluciones en la psicologia son mitos que representan una tradiciOn alegOrica. Por su caracter alegorico, el mito tiene como base un hecho histórico o filosOfico que se toma como realidad y que el relato (en este caso la narrativa en que se encarna la idea de revolución) debe evocar. Valsiner (1994) avala la posici6n de Leahy en su argumentación de que la falta de reflexividad sociohistórica de la psicologia facilita la construcción y consolidaciOn de heroes y mitos en las narrativas que cuentan la historia de la psicologia. En un andlisis complementario, Rosa (1994) propone que para dar cuenta del cambio en los saberes psicologicos es preciso disponer de un conjunto de herramientas conceptuales,
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contemporanea
3
entre las que destaca las nociones de "mercado simbólico" y "economia politica" en los procesos de producciOn, distribución y consumo del conocimiento (pp.156-157). Aunque esti fuera del alcance de este trabajo aplicar el esquema teorico-metodológico que Rosa utiliza en su andlisis de la historia de la psicologia a los saberes disciplinados de la psicologia evolutiva, la psicologia del aprendizaje y la psicologia cognoscitiva, es pertinente tener en mente la complej idad históricocultural, socioeconómica y geopolitica de la que emergen estos saberes. Al refutar la idea de que las transformaciones conceptuales en la psicologia son revolucionarias, Leahy argumenta que el desarrollo histórico de la psicologia seria mejor descrito como una secuencia, en la que algunos periodos se caracterizan por cambios rapidos, mientras que otros periodos se caracterizan por relativa estabilidad. Su punto es, sin embargo, que los cambios son continuos. La diferencia estriba en que la actividad investigativa y teórica se focaliza en uno de los extremos de diadas conceptuales que representan compromisos metateóricos. En otras palabras, que dependen de consideraciones las posiciones filosOficas e ideolOgicas que dominen en una época dada. De acuerdo a Leahy, los compromisos metateOricos en la psicologia se representan en cuatro tradiciones filosOficas en la historia de la psicologia, las cuales resume como molecular-molar, realista-representacionalista, reduccionista-mentalista y reglas-conexiones. Aunque Leahy no entra en la explicaciOn de las razones que desembocan en los cambios en el foco de atención, las herramientas conceptuales que proveen Rosa y Valsiner en sus respectivos andlisis sobre la producci6n y distribución del conocimiento psicológico y sobre la reconstrucción de historias en la ciencia permite entender los mismos como el producto de la dinthnica de complejos procesos históricoculturales y socioinstitucionales. La conceptualización de los cambios como revolucionarios y de ruptura o vertiginosos pero continuos
4
Rodriguez Arocho
depende de qué perspectiva narrativa se prefiera. Independientemente de la perspectiva que se adopte en este caso, se reconoce que la psicologia de nuestro tiempo es distinta a la psicologia de hace cuatro décadas. La tendencia es a aceptar que ha habido cambios profundos que llevan al replanteamiento de cuestiones fundamentales en la disciplina. Los Cambios en la Psicologia Evolutiva Las rapidas transformaciones históricoculturales, socioeconOmicas, geopoliticas e institucionales que han caracterizado las Ultimas tres décadas del Siglo XX han llevado al cuestionamiento y modificación de sistemas de valores y creencias. A mediados de la deed& de 1960 comienzan a publicarse, difundirse y discutirse textos que marcaron el resurgimiento del interés cientifico por los supuestos filosóficos e implicaciones ideolOgicas de la ciencia. El impacto de la obra de Thomas Kuhn (1962, 1970) y su secuela es el ejemplo por excelencia de este tipo de texto. Desde entonces hasta el presente un sector de la psicologia se ha interesado por temas que el culto al empirismo habia proscrito, como el origen del conocimiento, de la racionalidad y de las emociones. Con la incursiOn en estos temas, la psicologia se ha acercado a sus origenes en la filosofia. El resultado de este acercamiento ha sido un proceso de autocritica sin precedentes en la historia de la psicologia (Bruner, 1990; Harré & Gillett, 1995; Koch, 1992; Leary, 1990; Margolis, Manicas, Harré & Secord, 1986). La critica se ha articulado en, por lo menos, dos vertientes complementarias. Parte de la critica ha focalizado en serialar las restricciones que el culto al empirismo impuso a la psicologia para aproximarse a su objeto de estudio (Robinson, 1992; Toulmin & Leary, 1992). La otra parte propulsa la bilsqueda de alternatives para abordar la complejidad del objeto de estudio de la psicologia (Munne, 1995; Smith, Harré & Lagenhove 1995a, 1995b).
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contemporanea
5
En cuanto a la psicologia evolutiva, la autocritica y los cambios resultantes también son notables. En 1979 William Kessen, refiriéndose a la producciOn cientifica de la psicologia evolutiva, destacó que la misma refleja ideales y valores de la cultura estadounidense. Jerome Bruner (1984) elabon5 sobre este tema en un interesante articulo en que discute las concepciones de la infancia en Freud, Piaget y Vygotski. De acuerdo a Bruner,
Las teorias sobre el desarrollo humano, debido al catheter de la cultura, no son simples esfuerzos por comprender y codificar la naturaleza del desarrollo humano, sino que, por su propia esencia, también crean los mismos procesos que intentan explicar, confiriéndoles realidad y haciéndolos conscientes a la comunidad. En este sentido, una teoria de desarrollo humano, constituye los conceptos, y en cierto grado "los hechos" que trata, al igual que una teoria de la propiedad constituye conceptos tales como propietario, violación de la propiedad y herencia (p. 31). Los trabajos de Kessen y Bruner ejemplifican una toma de conciencia respecto a los procesos históricoculturales que dan forma al conocimiento. Esta toma de conciencia fue el inicio de importantes cambios. Con motivo de la celebración del centenario de su fundación, la American Psychological Association publicó una serie de libros en los cuales varios autores, representantes de diversos acercamientos teóricos y metodologicos, examinan retrospectivamente el desarrollo de diversas areas de la psicologia. Una de esas areas es la psicologia evolutiva, la cual the examinada en un volumen titulado A Century of Developmental Psychology (Parke, Ornstein, Reiser & Zahn-Waxler, 1994). En este volumen el abordaje de la historia de la psicologia evolutiva es realizado por prominentes figuras en el campo, quienes examinan el legado de los principales teorizantes con el propósito de pasar juicio sobre su influencia en la teoria y la investigación contemporanea y
6
Rodriguez Arocho
evaluar su contribución a la luz del estado actual del conocimiento. El equipo editor del texto hace explicita una doble intención en este ejercicio. Primero, estimular el interés en la historia de la psicologia evolutiva, un tOpico que consideran ha sido desatendido. Segundo, crear conciencia de que muchas de las preguntas que se formula la disciplina son recurrentes. Es interesante notar que ambos propósitos validan las observaciones de Rosa y Valsiner respecto a la falta de reflexividad hist6rica y la posici6n de Leahy respecto a las oscilaciones históricas en los temas que son objeto de estudio. Dos articulos del referido volumen son particularmente pertinentes al tema que nos ocupa. La apreciaci6n de Jerome Kagan respecto a las premisas del pasado y las promesas del futuro en la psicologia cognoscitiva y algunas de las ideas de John H. Flavell sobre el paso presente y futuro del estudio del desarrollo cognoscitivo. En el primer articulo, Kagan (1994) hace un analisis del desarrollo histórico de la psicologia evolutiva que le lleva a concluir que hay cinco premisas fundamentales de la disciplina que parecen mantenerse hoy tan %Midas como hace un siglo. Estas premisas son: el cambio gradual, la conectividad en las fases del desarrollo, la internalizaciOn de eventos extemos, la ley del efecto y la libertad como thelos. A pesar de esta aparente estabilidad, Kagan apunta cuatro cambios que configuran una psicologia evolutiva que se ha transformado a través del tiempo. El primer cambio notable, segOn Kagan, es el reconocimiento de "los encuentros reciprocos del nifio con otras personas — adultos y nihos — y las cambiantes construcciones simbólicas de estas relaciones" (p. 552). Segfin Kagan, la conceptualización previa enfocaba al nifio como la unidad primaria, actuando sobre el mundo en la narrativa Piagetana o siendo objeto de la actividad del mundo en la narrativa Watsoniana. Al hacer este sefialamiento, Kagan reconoce que el mismo refleja cambios en perspectivas a nivel macrosocial, por lo que no es extrailo que la biologia evolucionista
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contempordnea
7
comience a sugerir que las relaciones entre los miembros de una especie son un factor importante en su evolución. El segundo cambio setialado por Kagan es el reconocimiento por parte de la psicologia evolutiva de que "los ciclos históricos en valores, motivos e incertidumbres que permean a la sociedad entera pueden afectar a los niños, independientemente de su particular situacion familiar" (p. 552). Un creciente numero de investigaciones en el campo ha documentado que las relaciones sociales y las épocas historicas en las que se construyen dichas relaciones son factores de peso en la explicaciOn del desarrollo. Esto ha llevado a una tendencia en la psicologia evolutiva a ser más precisa en los enunciados sobre la memoria, el aprendizaje y las emociones al momento de estudiarlos. Ademas de la edad y el nivel evolutivo, se espera que las investigaciones especifiquen el contexto y los procesos especificos en que se observaron la memoria, el aprendizaje y las emociones bajo estudio. La tercera novedad apuntada por Kagan es el regreso de conceptos alusivos al temperamento "tras setenta y cinco arios de exilio" (p. 553). Este es el cambio menos elaborado por Kagan, quien plantea que la carga de determinismo biolOgico en el constructor temperamento enfrenta la resistencia de premisas filosOficas muy arraigadas en la mentalidad occidental, particularmente el ideal del libre albedrio. Sin embargo, y dejando abierto el debate, puede decirse que la consideración de conceptos alusivos al temperamento en el estudio del desarrollo es un reconocimiento tanto de una dimension emotiva-afectiva como de una dimensiOnbiolOgica que no pueden quedar fuera de un modelo te6rico que pretenda explicar el desarrollo humano. Con algunas notables excepciones, estos aspectos no han recibido la consideración que demandan en las teorias clasicas de desarrollo humano. Las investigaciones respecto al temperamento constituyen en este momento un campo de gran actividad en la psicologia evolutiva institucional.
8
Rodriguez Arocho
El Altimo cambio al que hace referencia Kagan es el cambio en métodos de investigaciOn. Este cambio se ha nutrido de la tecnologia avanzada que permite estudiar en mayor detalle el comportamiento humano. Las evaluaciones multidimensionales y multidisciplinarias en el estudio del desarrollo ejemplifican este punto. El resultado es una perspectiva más amplia, compleja y completa de lo que se observa. En el segundo articulo a que hice referencia previamente, Flavell (1994) comparte con Kagan la idea de que los nuevos métodos en el estudio del desarrollo han permitido retar tanto las observaciones de Piaget como las del sentido comim respecto a las competencias cognoscitivas en la infancia. El uso de camaras de video para grabar la conducta en ambiente natural y la conducta estimulada experimental en las investigaciones contemporaneas con infantes presenta un cuadro de una complejidad cognoscitiva de un nivel superior al que han planteado las teorias clasicas de desarrollo cognoscitivo. Flavell concluye que el fenómeno que llamamos desarrollo cognoscitivo representa un proceso extremadamente rico, complejo y multidimensional. Las conceptualizaciones actuales subrayan que los nifios y la niiias construyen activamente su conocimiento y su aprendizaje en un proceso en que se intercedan la dimension individual y la dimensiOn social. En este proceso, el cual se extiende durante el ciclo vital, se desarrollan y transforman funciones cognoscitivas y estrategias cognoscitivas, metacognición y conocimiento factico o de contenido. Es interesante notar que, tanto Kagan como Flavell, dos de las voces más escuchadas en la psicologia evolutiva contempordnea, coinciden en que ha habido un conjunto de cambios en el area. Al pasar revista sobre las reflexiones de ambos y de otra veintena de autores y autoras, los editores del volumen publicado por la APA resumen el resultado de la transformación. El cuadro que presentan es el siguiente:
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contempordnea I. La psicologia evolutiva se convierte progresivamente en un campo menos compartamentalizado, ya que se reconoce el entre juego entre lo biolOgico, lo social y lo psicologico en el desarrollo humano. Los nexos e interrelaciones entre cognicion, afectividad y desarrollo social comienzan a recibir mayor atenci6n que en el pasado. 2. Se observa una tendencia hacia una psicologia evolutiva interdisciplinaria. Esta tendencia no cubre solo el trabajo integrado con otras ciencias sociales, como la sociologia, la antropologia y la economia, sino con campos como la medicina y las leyes. 3. También se observa que la distinci6n entre investigación aplicada y no aplicada se ha debilitado. Cada vez son mas las investigaciones que evalOan efectos de intervenciones vinculadas a asuntos de interés social y con la agenda de impactar en la politica pliblica, particularmente en los campos de la educaci6n y la salud. 4. La investigación ha proliferado, destacandose por el énfasis en estudios que utilizan mfiltiples mdtodos y medidas y mayor cantidad de estudios longitudinales. Sumada a la tendencia hacia la interdisciplinaridad, esta diversidad metodologica debe permitir profundizar en las interacciones de los mfiltiples determinantes del desarrollo humano. 5. La psicologia evolutiva contemporanea ha comenzado a reconocer la importancia de factores culturales y ha incorporado esa dimensiOn en su discurso como no lo habia hecho hasta el presente. 6. Relacionado con lo anterior, hay un creciente reconocimiento de que las épocas hist6ricas implican intereses y preocupaciones que pueden influenciar fuertemente la selección de problemas de estudio y la interpretación de los datos. Es decir, hay Inas conciencia en la comunidad cientifica de la sociologia del conocimiento. La atención al
9
10
Rodriguez Arocho cambio secular y a los eventos hist6ricos se convierte no solo en una dimensi6n de la explicación que se pretende producir del fenómeno de desarrollo sino del proceso de producci6n mismo. 7. La conceptualización y, en consecuencia, nuestras interacciones con los nirios y las nilias han cambiado la idea de que ellos y ellas construyen activamente su mundo cognitivo y social. 8. Ha comenzado a apreciarse la complejidad de niveles y contextos en que está imbricado el desarrollo de los nirios y las nirias. Esto ha llevado a reconocer la necesidad de tomar como unidad de análisis el comportamiento y su contexto. (El trabajo pionero de Brofenbrenner [1979] merece un reconocimiento especial por este logro). 9. Se observa una creciente conciencia de la necesidad de entender tanto los aspectos subjetivos de la experiencia humana como los objetivos.
Como se desprende de lo anterior, la autocritica de la psicologia evolutiva la ha llevado a alejarse de los modelos en que el nifio y la nifia se veian como paginas en blanco en las que el ambiente imprimiria su marca. Tambidn se ha debilitado la imagen del pequefio cientifico que construye en aislamiento sus teorias sobre el mundo a travds de experimentos que realiza sin ayuda. La conceptualización que emerge de la autocritica en este sentido es resumida por Rogoff (1990) cuando seriala que "el nifio fia nifia] y el mundo social están mutuamente implicados al punto que queda precluido referirse a ellos como independientemente definibles" (p. 28). Conclusion En sintesis, el cuadro que presenta la psicologia evolutiva actual es el de un area que busca mayor integración teórica y
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contemporanea 11
diversidad metodologica. Se destaca la tendencia a reconocer la importancia de entender la historia personal en el contexto de la historia sociocultural. También se destaca la interacción de los multiples contextos del desarrollo con la dimension biolOgica. Como resultado, presenciamos un aumento en publicaciones que buscan repensar los conceptos y métodos que dieron forma a la psicologia evolutiva como la hemos conocido. Las ideas de regularidad, progreso y universalidad que subyacen a las teorias clasicas de etapas estin bajo creciente cuestionamiento. De igual modo, los avances tecnológicos han permitido a las neurociencias "repensar el cerebro" (Shore, 1997). Este repensar se caracteriza por destacar la flexibilidad y moldeabilidad social de este Organo biologico. También se caracteriza por subrayar la intrincada relación entre desarrollo y aprendizaje (Rodriguez Arocho, 1996, 1997). Los cambios examinados proponen un nuevo entendimiento del desarrollo humano. Este nuevo entendimiento está generando interesantes aplicaciones de la psicologia evolutiva, como se evidencia en la publicaciOn reciente de un niimero especial del American Psychologist (1998). En la introducción al mismo, Hetherington (1998) seriala que los nuevos desarrollos se traducen como nunca antes en el diseiio y la implantación de programas de prevenciOn y tratamiento. La educaciOn, particularmente en la escuela, ofrece uno de los contextos pare someter a prueba los nuevos entendimientos (Bredekamp & Rosegrant, 1992, 1995; Rodriguez Arocho, 1996, 1997, en imprenta). Esa autora plantea que estos esfuerzos reflejan la idea de que la prueba definitiva del entendimiento de un fenómeno es la habilidad pare cambiarlo. Es importante, sin embargo, tener en mente que una vez efectuado el cambio, tanto el objeto de estudio de la psicologia evolutiva como el contexto de dicho estudio, se habran trasformado, lo que hard necesarias nuevas formas de entendimiento y otras herramientas para construirlas. El estudio de esos entendimientos y de las herramientas
12
Rodriguez Arocho
mismas que viabiabilizan su construcci贸n son parte de la historia social de la psicologia evolutiva y deben formar parte de su ensdianza. En cuanto a la enserianza de la psicologia evolutiva, sea a nivel de bachillerato o graduado, la misma no debe limitarse al estudio de las teorias de desarrollo y de los m茅todos para investigarlo, sino que debe ampliarse pare profundizar en su historia y en las ideas y los valores que se articulan en su discurso y se expresan en sus aplicaciones. Esta forma de abordaje es necesaria pare apreciar la complejidad y riqueza no sOlo de la psicologia evolutiva sino de todas las otras parcelas de estudio en la disciplina.
Referencias Bredekamp, S., & Rosegrant, T. (Eds.). (1992). Reaching potentials: Appropiate curriculum and assessment for young children, Vol. 1.
Washington, DC: National Association for the Education of Young Children. Bredekamp, S., & Rosegrant, T. (Eds.). (1995). Reaching potentials: Transforming early childhood curriculum and assessment, Vol.11.
Washington, DC: National Association for the Education of Young Children. Brofenbrenner, U. (1979). The ecology ofhuman development. Cambridge, MA: Cambridge University Press. Bruner, J.S. (1984). Concepciones de la infancia: Freud, Piaget y Vygtotski. En J. L. Linaza (Comp.), Jerome Bruner: Acci贸n, pensamiento y lenguaje (pp. 31-41). Madrid: Alianza Editorial. Bruner, J .S. (1990). Acts ofmeaning. Cambridge, MA: Harvard University Press. Flavell, J. H. (1994). Cognitive development: Past, present, and future. En R .D. Parke, P.A. Ornstein, J. J. Rieser & C. Zahn-Waxler (Eds.), A century of developmental psychology (pp.551-568). Washington, D. C.: American Psychological Association. Harr茅, R., & Gillett, R. (1994). The discursive mind. Thousand Oaks: Sage Publications. Hetherington, E. (1998). Relevant issues in relevant science: Introduction to special issue. American Psychologist, 53, 93-94.
Una Mirada a la Psicologia Evolutiva Contemporanea 13 Kagan, J. (1994). Yesterday's premises, tomorrow promises. En R .D. Parke, P.A. Ornstein, J. J. Rieser & C. Zahn-Waxler, (Eds.), A century of developmental psychology ( pp. 551-568). Washington, D. C.: American Psychological Association. Kessen, W. (1979). The American child and other cultural inventions. American Psychologist, 34, 815-820. Koch, S. (1992). The nature and limits of psychological knowledge: Lessons of a century of qua "science." En S. Koch & D. E. Leary (Eds.), A century of psychology as a science (pp.75-97). Washington, D. C.: American Psychological Association. Kuhn, T. S. (1962). The structure of scientific revolutions. New York: Vintage. Kuhn, T. S. (1970). The structure of scientific revolutions (EdiciOn revisada). Chicago: University of Chicago Press. Leahy, T. H. (1992). The mythical revolutions in American psychology. American Psychologist, 47, 308-318. Leary, D. E. (1990). Psyche's muse: The role of metaphor in the history of psychology. In D. E. Leary (Ed.), Metaphors in the history of psychology (pp. 1-78). Cambridge: Cambridge University Press. Margolis, J., Manicas, P., Hari* R., & Secord, P. (1986). Psychology: Designing the discipline. New York: Basil Blackwell. Munne, F. (1995). Las teorias de la complejidad y sus implicaciones en las ciencias del comportamiento. Revista Latinoamericana de Psicologia, 29,1-12. Parke, R. D., Ornstein, P.A., Rieser, J.J., & Zahn-Waxler, C. (Eds.). (1994). A century of developmental psychology. Washington, D. C.: American Psychological Association. Rodriguez-Arocho, W. (1996). La relaciOn desarrollo-aprendizaje en las teorias de Jean Piaget y Lev S. Vygotski: Un analisis comparativo. Revista de Educaci贸n, 2, 33-44. Rodriguez Arocho, W. C. (1997). Interaccion social y mediacionsemiotica: Herramientas para reconceptualizar la relaci贸n desarrollo-aprendizaje. Ponencia presenta en el XXVI Congeso Interamericano de Psicologia, S茫o Paulo, Brasil. Rodriguez Arocho, W. C. (en imprenta). El legado de Vygotski y de Piaget a la educaciOn. Revista Latinoamericana de Psicologia. Robinson, D. (1992). Science, psychology and explanation. En S. Koch & D. E. Leary (Eds.), A century of psychology as a science (pp. 60-74). Washington, D. C.: American Psychological Association. Rogoff, B. (1990). Aprenticeship in thinking: Cognitive development in social context. New York: Oxford University Press.
14
Rodriguez Arocho
Rosa, A. (1994). History of psychology as a ground for reflexivity. En A. Rosa & J. Valsiner (Eds.), Explorations in socio-cultural studies, Vol 1: Historical and theoretical discourse(pp. 149-168). Madrid: FundaciOn Infancia Aprendizaje. Shore, R. (1997). Rethinking the brain: New insights in early development. New York: Families and Work Institute. Smith, J. A., Harré, R., & Lagenhove, L. V. (Eds.). (1995a). Rethinking psychology. Thousand Oaks, CA: Sage Publications. Smith, J. A., Harré, R., & Lagenhove, L. V. (Eds.). (1995b) Rethinking methods in psychology. Thousand Oaks, CA: Sage Publications. Toulmin, S., & Leary, D. (1992). The cult of empiricism in psychology and beyond. En S. Koch & D. E. Leary (Eds.), A century of psychology as a science (pp. 594-617). Washington, D.C.: American Psychological Association. Valsiner, J. (1994). Reflexivity in context: Narratives, hero-myths, and the making of histories in psychology. En A. Rosa & J. Valsiner (Eds.), Explorations in socio-cultural studies, Vol 1: Historical and theoretical discourse (pp. 169-186). Madrid: FundaciOn Infancia Aprendizaje. Wertsch, J. V. (1991). Voces de la mente: Un enfoque sociocultural para el estudio de la acción mediada. Madrid: Aprendizaje Visor.
Ciencias de la Conducta
1997, Vol. 12, 15-41
CO 1997 por el Centro Caribefio de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Experiencias Disociativas y Suefios: Relaci贸n con Frecuencia de Recuerdo de Suefios, Suetlos Lacidos y Suer-los Vividos Carlos S. Alvarado, Ph.D. y Nancy L. Zingrone, M.S.Ed. University of Edinburgh y Centro de Estudios Integrales de Puerto Rico
Abstract
In this study we hypothesized a positive relationship between dissociative experiences occurring in daily life and the frequency of dream recall and lucid dreams. A questionnaire was administered to 308 students in a Mid-western community college that included the Dissociative Experiences Scale as well as items about dreams and other perceptual and cognitive phenomena. Results obtained confirmed our hypotheses. A model is presented in which it is speculated that the relationships found may depend on the interaction of a series of variables among which are positive and negative experiences in childhood, and situational and social variables.
Este trabajo es una versiOn revisada de una ponencia presentada en la ConvenciOn Anual de la AsociaciOn de PsicOlogos de Puerto Rico, Enero de 1996, Isla Verde, Puerto Rico. Agradecemos el apoyo econ贸mico del Institut fiir Grenzgebiete der Psychologie und Psychohygiene en Frieburg, Alemania, y de la Society for Psychical Research en Londres, Inglaterra. Tambi茅n agradecemos la cooperaciOn de la Dra. Emily Wadsworth, del Sr. Terence Lenio, y de la facultad de McHenry County College para recopilar los cuestionarios usados en este estudio. Para comunicarse con los autores, favor de escribir al Dr. Carlos S. Alvarado, Centro de Estudios Integrales de Puerto Rico, P.O. Box 194176, San Juan, Puerto Rico, 00919-4176, o via correo electrOnico, 72240.3357@compuserve.com . 15
16
Alvarado y Zingrone
En los Altimos al-los el concepto de la disociaciOn, definido como una "separación estructural de procesos mentales (e.j., pensamientos, emociones, conación, memoria e identidad) que ordinariamente estan integrados" (Spiegel & Carderia, 1991, p. 367) ha regresado a la psicologia y a la psiquiatria. Numerosos escritos sobre el tema resumen este interés (Kihlstron, Glisky, & Angiulo, 1994; Lynn & Rhue, 1994; Michelson & Ray, 1996; Spiegel, 1993; Spiegel & Carderia, 1991). Con el desarrollo de escalas tales como la Dissociative Experiences Scale (Bernstein & Putnam, 1986; Carlson & Putnam, 1993) y otras formas de medir la disociaciOn (Riley, 1988; Ross, Heber, Anderson, Anderson, & Barchet, 1989) la investigación sobre el tema se ha multiplicado rapidamente. Aunque la mayor parte de los estudios se han concentrado en condiciones clinicas como el trastorno de identidad disociada (personalidad multiple) (Martinez-Taboas, 1995a), unas pocas investigaciones han enfatizado la incidencia de estas experiencias (Ray & Faith, 1995) y su relaciOn con fenómenos que no son considerados patolOgicos. Este es el caso de las investigaciones llevadas a cabo para relacionar la absorción y a la susceptibilidad hipnótica con las experiencias disociativas (Frischholz, Braun, Sachs, Schwartz, Lewis, Schaeffer, Westergaard, & Pasquotto, 1991, 1992). Otra posible area de estudio es la relación entre experiencias disociativas y los suerios, lo cual es el tema de la presente investigación. A pesar de que se ha escrito sobre la relación entre la disociación y los suerios (Barrett, 1994; Gabel, 1989, 1990), casi no se ha explorado el tema empiricamente. Una relación indirecta de la interacciOn entre la disociación y los suerios puede apreciarse a través del impacto de experiencias traumaticas. Varios estudios han mostrado evidencia de relaciones positivas y significativas entre experiencias traumaticas tales como abuso fisico y abuso sexual y la incidencia de experiencias disociativas (Chu & Dill, 1990; Irwin, 1994; Sanberg & Lynn, 1992). Aunque esta relación todavia es un
Experiencias Disociativas y Suetios
17
tanto problematica en términos metodolOgicos (véase la critica de Tillman, Nash, & Lerner, 1994), en general se postula que las experiencias disociativas son una reacción defensiva ante las experiencias de trauma. De forma similar, existe una amplia literatura sobre los efectos negativos que los traumas pueden tener sobre los suerios (Barrett, 1994, 1996; David & Mellman, 1997; Wood & Bootzin, 1992). Estos efectos, tales como pesadillas, podrian verse como una reacción similar a la disociaci6n, pero dentro del suerio. Barrett (1994) sostiene que los cambios en los suerios debidos a traumas son similares a las reacciones reportadas por personas que sufren de estrés post traumatico. Otros estudios muestran relaciones mas directas entre los suerios y la disociación. Estos son estudios que han relacionado a diferentes variables y tipos de suerios con variables cognoscitivas que correlacionan positivamente con la disociaciOn. Schredl, Jochum y Souguenet (1997) y Spanos, Stam, Radtke, y Nightingale (1980) encontraron correlaciones positivas y significativas entre frecuencia de recuerdo de suerios y experiencias de absorciOn medidas usando la escala de Tellegen (Tellegen & Atkinson, 1974). Los resultados de Spanos y colaboradoras (1980) sOlo fueron significativos con las mujeres de la muestra, no con los hombres. Estos/as investigadores/as también encontraron relaciones positivas y significativas con las mujeres de la muestra entre la absorción, la frecuencia de experiencias sensoriales en suerios, y la frecuencia de emociones positivas en suerios. Kuiken y Nielsen (1996) encontraron en cuatro estudios correlaciones positivas y significativas entre la absorci6n y aspectos de suerios tales como un aumento en experiencias emocionales durante los suerios y la sensación al despertar que partes de los suerios eran reales. Tonay (1993) encontr6 una correlación positiva entre la propensidad a la fantasia y la frecuencia de recuerdo de suerios. En un estudio anterior Orlinsky (1966) encontr6 una relación
18
Alvarado y Zingrone
positiva entre la frecuencia de recuerdo de suefios e indices de fantasia en el Rorschach. Otros estudios relacionan a los suefios con la susceptibilidad hipnOtica. Este fue el caso del estudio de Spanos y colaboradoras (1980) en el cual se encontrO una relación positiva en las mujeres de la muestra entre la susceptibilidad hipnOtica y la frecuencia de recuerdo de suefios. En los estudios de Pekala y colaboradores las personas con sueilos lücidos, o suefios en los cuales se tiene conciencia de que se está sofiando, fueron clasificadas en grupos de alta susceptibilidad hipnOtica con más frecuencia que las personas que no tuvieron ese tipo de suerio (Pekala, Kumar, & Cummings, 1992; Pekala, Kumar, & Marcano, 1995). Otros hallazgos relevantes incluyen estudios que han relacionado positivamente a la susceptibilidad hipnOtica con la frecuencia de pesadillas (Belicki & Belicki, 1986) y con la habilidad de afectar el contenido de los sueitios usando sugestiones antes del suerio (Belicki & Bowers, 1982). También se han llevado a cabo estudios para relacionar aspectos de los suefios con el concepto de "boundary thinness" (Hartmann, 1991). Este concepto postula que hay personas con barreras cognoscitivas débiles o permeables que son más abiertas a los suefios, las emociones y a otras experiencias que las personas con barreras rigidas y menos permeables. Se ha encontrado que las personas con barreras permeables tienen una frecuencia mayor de recuerdos de suefios, suerios vividos, suefios emocionales, suefios intensos, suetlos extrailos, y pesadillas que las personas con barreras poco permeables (Hartmann, 1991; Hartmann, Elkin, & Garg, 1991; Kunzendorf, Hartmann, Cohen, & Cutler, 1997; Schredl, Kleinferchner, & Gell, 1996). Teóricamente, tanto el recuerdo de suerios como la disociación podrian tomarse como una indicaciOn de barreras flexibles entre el consciente y el subconsciente. De ser asi, una alta frecuencia de recuerdo de suefios podria estar cone-
Experiencias Disociativas y Suetios
19
lacionada positivamente con experiencias disociativas. Una investigación anterior no mostr6 relaciOn significativa entre experiencias disociativas y la frecuencia de recuerdo de suerios, pero si con los suefios hIcidos (Richards, 1991). Este investigador también encontró una correlación positiva entre experiencias disociativas y suerios "volicionales," o suerios en los cuales la persona hace lo que quiere durante el suerio en vez de tener un suefio que se desarrolla sin ningun control. Pero a pesar de la falta de relación con la frecuencia de recuerdo de suerios nos parece que la posibilidad de relaciones entre los suerios y las experiencias disociativas merecen ser investigadas en más detalle. Para explorar el problema postulamos como hip6tesis una correlación significativa y positiva entre las experiencias disociativas y la frecuencia de recuerdo de suefios. Proponemos la misma hipOtesis en relación a los suefios lficidos, pues estos suefios también pueden intetpretarse como un indicador de sensibilidad y apertura a material subconsciente y a la predisposiciOn hacia diferentes alteraciones en el estado de conciencia. También exploraremos (sin predicción alguna) la relación entre la disociaci6n y la frecuencia de suerios vividos. En nuestro estudio utilizamos la version revisada de la Dissociative Experiences Scale para cuantificar la incidencia de experiencias disociativas (Carlson & Putnam, 1993). Otros andlisis tratarán de relacionar las variables de suerios con los factores de la escala de disociación, segful estos fueron encontrados en la escala original (Ross, Joshi, & Currie, 1991). Varios estudios con la escala original han mostrado en forma general que un gran ninnero de las preguntas de la Dissociative Experiences Scale se refieren a dimensiones que parecen estar relacionadas con la absorción, la amnesia, y la despersonalizaciOn (Carlson & Putnam, 1993). Sin embargo, andlisis recientes cuestionan la validez estadistica de tales factores (Waller, 1995; véanse tambien los comentarios de Carlson y Putnam, 1993). Aim asi, nos parece, como han hecho Waller,
20
Alvarado y Zingrone
Quinton y Watson (1995), que estos factores se pueden utilizar en forma tentativa y exploratoria siempre y cuando se cualifiquen los resultados. Desde el punto de vista clinico hace sentido que analicemos partes de la escala. Existe evidencia de que el factor que discrimina con mayor magnitud a los pacientes con trastorno de identidad disociada, de personas sin este trastorno, es el factor de amnesia (Ross, Anderson, Fleisher, & Norton, 1992). Un estudio llevado a cabo en Puerto Rico no compar6 los factores de la misma forma que el estudio de Ross y colaboradores, pero encontr6 que el factor de amnesia present6 mayores puntuaciones en pacientes con el diagnostico de trastorno de identidad disociada que con el grupo control y con pacientes de trastorno de panico (Martinez-Taboas, 1995b). A pesar de que estos estudios no nos permiten generalizar el uso de factores especificos para prop贸sitos diferentes que no sea el del estudio del trastomo de identidad disociada, estos sugieren que debemos explorar empiricamente la posibilidad de relaciones con otras variables. Por estas razones analizaremos la relaci贸n entre la tres variables de suerio y los factores antes mencionados. Mdtodo Participantes Los/las participantes fueron estudiantes del McHenry County College, un colegio comunitario (similar a los colegios regionales en P.R.) en Crystal Lake, Illinois. Al final del estudio obtuvimos 308 cuestionarios. Sesenta porciento de los/las participantes eran del sexo femenino, mientras que 40% eran del sexo masculino. Solo 167 de los/las participantes informaron su edad. Las edades fluctuaron entre 17 y 59, con un promedio de 23 (Desviaci贸n Est谩ndar (DE) = 8.27). La mayor parte de los/las participantes eran soltero(a)s (79%) y blanco(a)s (93%). Los/las estudiantes provenian de clases de:
Experiencias Disociativas y Suerios
21
sociologia (34%), psicologia (21%), comunicaciones (15%), peliculas cinematograficas (10%), filosofia (8%), fotografia (7%), gobierno (4%), y estudios de la mujer (1%). Cuestionario En este estudio usamos un cuestionario en inglés de nuestra creación llamado Questionnaire of Mental Experiences. Este cuestionario consiste en una parte inicial de variables demográficas y de 44 preguntas adicionales. Esta segunda parte presenta una escala del 0 al 100 con incrementos de 10 para cada pregunta. Las instrucciones enfatizaban que se contestaran las preguntas en términos del porciento de tiempo en el cual la persona habia tenido la experiencia en cuesti6n y en relación a experiencias que ocurrieron sin el uso de drogas o alcohol. Las preguntas fueron organizadas en forma aleatoria por computadora. Veinte y ocho de las preguntas provenian de la version revisada de la Dissociative Experiences Scale (DES) (reproducida en Carlson & Putnam, 1993), sobre la cual se está acumulando evidencia que muestra que esta es tan válida y confiable como la escala original (Ellason, Ross, Mayran, & Sainton, 1994; Waller, Quinton, & Watson, 1995; Zingrone & Alvarado, en preparaciOn). Otras preguntas se referian a diversos fenOmenos perceptuales y cognoscitivos que serán discutidos en otras publicaciones. Tres de estas preguntas eran sobre sudios: Algunas personas recuerdan sus suerios. Algunas personas tienen suerios en los cuales ellas saben durante el suerio que estan soriando. Algunas personas tienen suefios que ellas Hamadan vividos.
22
Alvarado y Zingrone
Procedimiento Los/las estudiantes fueron seleccionados/as de acuerdo a la cooperación de profesores recomendados por la Decana de Humanidades y Comunicaciones y por el Coordinador de Ciencias Sociales del McHenry County College. La Decana y el Coordinador consultaron a los profesores para ver quidnes estaban dispuestos a dedicar tiempo en clase para presentar el cuestionario a sus estudiantes. Nosotros/as visitamos las clases cuyos profesores accedieron a participar en el estudio y presentamos la investigación como una diseriada para estudiar fenómenos normales de la vida diaria de memoria, imaginación, y suerios. Antes de recibir el cuestionario los/las estudiantes firmaron una hoja de consentimiento en la cual se les habia informado que no estaban obligados/as a participar en el estudio, que podian dejar de participar cuando quisieran, y que sus respuestas individuales serian confidenciales. La mayor parte de los cuestionarios fueron contestados y devueltos en clase, algunos otros fueron enviados por correo por los/las estudiantes o recogidos por la profesora o el profesor. Algunos/as profesores/as ofrecieron crddito a sus estudiantes por contestar el cuestionario. En andlisis reportados en otro articulo encontramos que las formas de contestar y devolver los cuestionarios, asi como el ofrecer crédito académico, no afectaron las puntuaciones de la escala de experiencias disociativas (Zingrone & Alvarado, en preparación). Para esta investigación llevamos a cabo andlisis similares en relación a las variables de suerio. Andlisis Las respuestas a los cuestionarios fueron entradas en StatPac Gold 4.5, un programa diseriado para analizar cuestionarios. Los analisis estadisticos de la relaciOn entre suerios y
Experiencias Disociativas y Suetios
23
disociación se llevaron a cabo con correlaciones de Pearson y con una regresión multiple. Para comparar las variables de suefio con las diferentes formas de recopilar los cuestionarios y con la presencia o ausencia de crédito académico usamos pruebas de t para grupos independientes. Resultados Forma de Recopilar los Cuestionarios y Crédito Académico
Para determinar si la forma de recopilar los cuestionarios y el crédito académico que algunos instructores asignaron a los/las estudiantes afectaron la incidencia de experiencias de suefio comparamos las puntuaciones de las preguntas de suerio entre los grupos que aparecen en la Tabla 1. No encontramos diferencias significativas entre los/las que recibieron crédito académico y los/las que no recibieron crédito: frecuencia de recuerdo de suefios (t[305] = .40, p = .69), suerios lficidos Tabla 1 Frecuencia de Suehos en Relación a la Forma de Recopilar los Cuestionarios y Créditos Académico Variable Recopilación del cuestionario En clase Estudiante por correo Instructor por correo Credito académico Si No
X recuerdo
N
X lOcido
N
X vivido
57.23 59.17
260 24
30.86 34.58
257 24
49.35 47.08
260 24
53.75
24
29.17
24
44.58
24
56.07 57.53
84 223
30.60 31.31
83 221
48.93 48.88
84 223
24
Alvarado y Zingrone
(t[302] = .20, p = .84), y sueilos vividos (t[305] = .01, p = .99). Tampoco encontramos diferencias significativas en relación a la forma en que se recogieron los cuestionarios: frecuencia de recuerdo de suelios (En clase vs. recopilado por el/la profesor/a, t[282] = .58, p = .56; en clase vs. enviado por correo, t[282] = .32, p = .75; recopilado por el/la profesor/a vs. enviado por correo, t[46] = .60, p = .55), sueilos lAcidos (En clase vs. recopilado por el/la profesor(a), t[279] = .29, p = .77; en clase vs. enviado por correo, t[279] = .63, p = .53; recopilado por el/la profesor/a vs. enviado por correo, t[46] = .66, p = .51); suefios vividos (En clase vs. recopilado por el/la profesor/a, t[282] = .76, p = .45; en clase vs. enviado por correo, t[282] = .36, p = .72; recopilado por el/la profesor/a vs. enviado por correo, t[46] = .28, p = .78). Debido a que los andlisis no fueron significativos decidimos analizar los resultados considerando los 308 cuestionarios como un grupo homogéneo. En otro trabajo comparamos las mismas variables en término de las puntuaciones de DES sin encontrar diferencias significativas (Zingrone & Alvarado, en preparaci6n). Experiencias Disociativas Los/las participantes obtuvieron un promedio en la DES de 21.70 (N = 308, DE = 12.87). Las puntuaciones fluctuaron entre 1 y 65. Las puntuaciones promedio de los factores de la DES fueron: absorción-imaginación = 32.70 (Rango: 2.5-82, DE = 17.21), actividades de estados disociados (amnesia) = 7.70 (Rango: 0-62, DE = 9.98), y despersonalización = 10.86 (Rango: 0-74, DE = 13.06). Todos los análisis tenian unaN de 308. Recuerdo de Sueflos Aunque todos/as los/las participantes dijeron recordar sus suerios, la frecuencia de recuerdo fue variable, como puede
Experiencias Disociativas y Suefios
25
20% 16% 15%
0%
r r 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 Porciento de Recuerdo
Gráfica 1. Frecuencia de Recuerdo de Suehos
verse en la Grafica 1. El promedio de frecuencia de recuerdo de suerios fue 57.11 (N = 308, Rango: 10-100, DE = 28.14). Nuestra hipótesis de la relación de recuerdo de suerios con experiencias disociativas fue confirmada, r (306) = .36, p< .0001, unidireccional. Suefrios Lacidos
El 83% de los/las participantes tuvieron esta experiencia. La Grafica 2 presenta la distribuci6n de frecuencia de suerios 16cidos. La frecuencia de estos suerios declina marcadamente luego del 40% de incidencia. Obtuvimos un promedio de frecuencia de suerios lacidos de 31.02 (N = 305, Rango: 0-100, DE = 27.27). Los suerios lncidos también obtuvieron una relación positiva con las puntuaciones de la DES, lo cual confirma nuestra segunda hipótesis, r (303) = .31, p < .0001, unidireccional.
26
Alvarado y Zingrone
11
30 40 50 60 70
Porciento de lOcidos
Grafica 2. Frecuencia de Suehos Lficidos (N = 305)
Suehos Vividos Noventa y seis porciento de los/las estudiantes dijeron haber tenido la experiencia de suefios vividos. Aunque variables, los suetios vividos tambiĂŠn fueron frecuentes (Grafica
9%
01.
10%
0 10 20 30 40 50 60 70 80
Porciento de VMdos
Grafica 3. Frecuencia de Suehos Vividos (N = 308).
Experiencias Disociativas y Suetios
27
3). El promedio de frecuencia de suefios vividos fue 48.80 (N = 308, Rango: 0-100, DE = 29.34). Esta variable también mostrO una relación positiva significativa con las puntuaciones en la DES, r (306) = .39, p < .0002, bidireccional. Otros Andlisis Las intercorrelaciones entre las tres preguntas de suefio muestran coeficientes de Pearson de .28 (lAcido y recuerdo, N = 305), .30 (lUcido y vivido, N = 305), y .69 (vivido y recuerdo, N = 308). Todas fueron significativas. La magnitud de la relaciOn entre los suefios vividos y el recuerdo de suefios fue mayor que las relaciones entre las mismas variables y los suefios lAcidos. La Tabla 2 muestra los promedios de puntuaciones de experiencias disociativas en cada tipo de suefio. Tabla 2 Promedios de la Dissociative Experiences Scale en Relación a las Variables de Suer*, Sueños Recuerdo Vivido Dacido
308 297 253
Promedio 21.70 22.01 22.87
Desvación Estándar 12.89 12.90 12.96
Una regresión multiple usando las puntuaciones de la DES como variable dependiente y las variables de suefio como variables independientes fue significativa (Tabla 3). El andlisis explica el 19% de la relación entre las variables. El coeficiente sr2, el cual mide la magnitud de la relación de cada variable independiente con la dependiente controlando por las otras variables incluidas en la regresión, muestra que los suefios Ificidos explican el 4% de la varianza con la DES. Las con-
28
Alvarado y Zingrone
tribuciones de los suefios vividos y el recuerdo de suetios son de 3% y 1%, respectivamente. Tabla 3 Regresión Maltiple de la Relación entre las Variables de Suehos y las Puntuaciones en la Dissociative Experiences Scale Variables Recuerdo de sueilos Suerios vividos Suetlos hicidos
.0667
.1458
.04
sr2 .01
.0979
.2227
.002
.03
.0950
.2013
.0003
.04
Constante = 10.1817 R2 = .20, R2 Ajustada = .19, R = .45, F(3,301) = 25.06, p < .0001
Los andlisis de los factores de la DES en relación a los suefios aparecen en la Tabla 4. Todos los andlisis fueron significativos. La relación de mayor magnitud fue la de los suefios vividos con el factor de AbsorciOn/ImaginaciOn. Tabla 4 Correlaciones entre los Suelios y los Factores de la DES Suefios Vividos Recuerdo LOcidos
Absorción
DespersonalizaciOn
Amnesia
.43 (.00000) .38 (.00000) .31 (.00000)
.26 (.00000) .25 (.00000) .23 (.0001)
.17 (.003) .15 (.008) .16 (.004)
Nota. Los factores están basados en los analisis de Ross et al. (1991). Los
paréntesis presentan la probabilidad de obtener estos resultados.
Discusión Debemos cualificar los resultados de nuestro estudio admitiendo que la muestra utilizada no es necesariamente representativa de la población de estudiantes en la institución que
Experiencias Disociativas y Suefios
29
visitamos, y mucho menos representativa de la población general. Muchos/as de los participantes eran personas jóvenes, con una edad promedio de 23. Es posible que estudios con un rango mas amplio de participantes en términos de edad y de otras experiencias de la vida que no son muy comunes entre estudiantes jOvenes obtengan resultados diferentes a los nuestros. La incidencia de experiencias de suerio en nuestro estudio es más alta que la de otros estudios con estudiantes presentados en la Tabla 5. Sin embargo, nuestros resultados son consistentes con la literatura anterior en el sentido que estas experiencias son comunes. Nuestros andlisis muestran que existe una relación positiva y significativa entre experiencias disociativas y aspectos de la vida onirica. En otras palabras, altas puntuaciones en la DES estan asociadas con una alta frecuencia de experiencias de suerio. Los coeficientes de los andlisis fueron .39 (suerios vividos), .36 ( recuerdo de suerios) y .31 (suerios lficidos). Los resultados de la regresi6n multiple muestran que el orden de las variables de suerio como predictores de las puntuaciones de la DES fue el siguiente: suerios hicidos, suerios vividos, y finalmente la frecuencia de recuerdos de suerios. A pesar de que los resultados son significativos estadisticamente debemos notar la baja magnitud de las correlaciones. La combinación de los tres predictores solo explican una quinta parte de la varianza (R 2 Ajustada = .19). El porciento de la varianza explicado por cada variable también es muy bajo. El coeficiente sr2 tiene un rango de 1% al 4%. La magnitud de nuestros efectos es mayor que las obtenidas por Richards (1991) (recuerdo, r = .12; likidos, r = .23). Cuando comparamos los coeficientes de los dos estudios usando la prueba para la diferencia entre correlaciones independientes recomendada por Bruning y Kintz (1977, pp. 214-
Alvarado y Zingrone
30
Tabla 5 Incidencia de variables de sue& en estudios con estudiantes universitarios N
Lücidos
Vivido
Recuerdo
Estados Unidos
308
83%
96%
100%
Alvarado Y Zingrone*
Puerto Rico
52
63%
83%
Irwin (1985)
Australia
89
60%
Palmer (1979)
Estados Unidos
268
71%
Pekala et al. (1992)
Estados Unidos
575
59%
Pekala et al (1995)
Estados Unidos
413
77%
Usha y Pasricha (1989a)
India
***317/328
48%
Estudios
Pais
Nuestro estudio
**77%
**86%
79%
Notas. *Estudio inedito llevado a cabo entre estudiantes del Centro Caribefio de Estudios Postgraduados (San Juan, PR). ** Estos son estimados conservadores pues no incluimos las frecuencias de respuestas tabuladas como "raramente y nunca" debido a que no es posible determinar la contribuciOn de cada categoria de respuesta del reporte en cuestiOn. *** El niimero total de respuestas cambia de acuerdo a la pregunta debido a omisiones de respuestas. El primer niimero se refiere a los suetios y el segundo a frecuencia de recuerdo de sueflos. Los demás estudios no presentan esta información.
Experiencias Disociativas y Suefios
31
215) encontramos una diferencia significativa con el recuerdo de sueños (Richards: z = 12, N = 181; Alvarado y Zingrone: z =.23, N = 308, p = .01, bidireccional) pero no entre los suefios lücidos (Richards ; z = .23, N = 178; Alvarado y Zingrone: z = .32, N = 305, p = .40, bidireccional). Es posible que la diferencia se explique notando que el contexto en que la prueba se present6 es diferente en ambos estudios. Richards no present6 el DES en orden aleatorio mezclado con otras preguntas como lo hicimos nosotros. Sus pruebas se administraron en el contexto de conferencias de una asociaciOn dedicada al estudio de temas espirituales y parapsicológicos mientras que nosotros utilizamos estudiantes universitarios. Nuestros/as participantes eran más jóvenes que los/las participantes de Richards. Los estudios presentaron edades promedio de 23 y 49.3, respectivamente. Por supuesto, no es claro si estas diferencias metodologicas explican porqué la magnitud de nuestros resultados es mayor que la de Richards. Aunque los datos presentados en la Tabla 4 en relación a los sudios y los factores de la DES fueron significativos, tenemos que recordar nuevamente que la validez de estos factores es controversial (Carlson & Putnam, 1993; Waller, 1995). Sin embargo, estos factores son importantes cuando queremos examinar qué tipo de disociación explica la relación en cuestiOn. Como puede verse en la Tabla 4 la magnitud de los coeficientes en relaciOn a las experiencias de absorciOn son mayores que las experiencias de despersonalización y de fenómenos de amnesia. Esto sugiere que estas variables de suelio estan relacionadas principalmente con disociación de tipo no patolOgico, y en un menor grado con las experiencias que incluyen disturbios en los sentidos de identidad, realidad, y de la memoria. Resultados como estos nos recuerdan que tenemos que ser cuidadosos cuando consideramos a la disociación solo en términos patológicos, pues hay muchas formas de disociación que ocurren en la vida diaria y no se consideran problemas clinicos (Krippner, 1997a, 1997b; Ray, 1996).
32
Alvarado y Zingrone
Muchas experiencias humanas normales estan relacionadas a los procesos disociativos sin que estas sean patologicas. Por otra parte, es importante mantener en mente que las correlaciones en cuestiOn (Tabla 4), aunque significativas, explican un porciento pequerio de la relación entre las variables. La proporción de la varianza explicada en las nueve correlaciones en la Tabla 4 tiene un rango de .02% a .18%. Tenemos que admitir que disefios como el nuestro no pueden definir la dirección de las correlaciones. Es posible que las variables de suefio afecten la frecuencia de las experiencias disociativas o que las experiencias disociativas afecten las variables de suefio. También es posible considerar modelos de correlación de un segundo o tercer 6rden. Varios estudios han mostrado que la disociación está relacionada con diferentes tipos de trauma, particularmente con traumas de la nifiez (e.j., Chu & Dill, 1990; Irwin, 1994; Sanberg & Lynn, 1992). Las correlaciones entre las variables de sue& y las experiencias disociativas podrian ser mediadas por variables independientes tales como el grado de abuso sufrido en la nifiez. También podriamos conceptualizar las correlaciones como una funciOn de aspectos más positivos en la nifiez tales como apoyo de parte de los padres y un buen ambiente familiar. Esta Ultima variable ha sido correlacionada al potencial hipnatico (Hilgard, 1974, 1979). En estos momentos no sabemos lo suficiente como para seleccionar uno de estos modelos explicativos. Ain asi, nos inclinamos a postular que las experiencias disociativas y las variables de suefio consideradas aqui se relacionan a través de interacciones con otras variables como las presentadas en la Grafica 4. El modelo que presentamos en la Graf-Ica 4 postula que una predisposici6n genética que todavia no entendemos o podemos medir con precision interactaa con factores de la nifiez y factores situacionales (los cuales a su vez interactuan con los factores de la nifiez) para aumentar o limitar las experiencias
Experiencias de Suefio Apoyo y buen ambiente familiar en la nifiez
Procesos cognoscitivos o neurofisiologicos relacionados con Variables situacionales y E-› procesamiento de estimulos y culturales comunicación con subconsciente
A
V
ic
1 Experiencias traurnáticas en la nifiez Gráfica 4 Modelo de Factores que Afectan a los Suehos y a la Disociaci6n
Experiencias Disociativas
Experi enci asDi soci ativasy Sueti os
z PredispoSición Genética?
A
34
Alvarado y Zingrone
de sudio y las experiencias disociativas. Proponemos que las variables de suerio y las experiencias disociativas estan interrelacionadas debido a que comparten al menos dos aspectos: (1) un mecanismo en comiin posiblemente relacionado con la permeabilidad de barreras entre la mente conciente y la mente subconciente; y (2) la influencia en comim de variables que afectan el desarrollo de las habilidades o recursos cognoscitivos relacionados con tales barreras y con la procesaci6n de informaci6n cognoscitiva que producen los suelios y las experiencias disociativas. El modelo, por supuesto, es muy especulativo y necesita desarrollarse y refinarse tanto desde el punto de vista conceptual como desde el punto de vista empfrico. Lo presentamos sin pretender que en este momento tenga un gran potencial explicativo o que hemos identificado todas las variables relevantes o la direcci6n exacta de la influencia de éstas. Sin embargo, modelos de este tipo pueden ayudarnos a dirigir el curso de la investigación. Nuestras expectativas son que el modelo se modifique o se cambie completamente de acuerdo a las investigaciones futuras. Para facilitar el proceso de poner a prueba partes especificas del modelo proponemos las siguientes hipótesis. 1. Tanto el apoyo y buen ambiente familiar en la ninez como las experiencias traumáticas en la nifiez mostranin relaciones positivas con los suelios y las experiencias disociativas. Existe evidencia en la literatura para una relación entre el trauma y la disociaciOn (e.j., Chu & Dill, 1990; Irwin, 1994; Sanberg & Lynn, 1992) y para el apoyo familiar en relación a la susceptibilidad hipnótica (Hilgard, 1974, 1979). Estas correlaciones no son necesariamente globales. Esto es, el apoyo familiar podria afectar con mayor magnitud a los aspectos positivos de la disociación en nuestra sociedad (e.j., absorción), pero con menos intensidad a otras formas negativas de este proceso (e.j., amnesia). De la misma forma hace sentido que el apoyo familiar se relacione más con los suefios (siempre y cuando
Experiencias Disociativas y Suetios
35
estos sean positivos para la persona) que con experiencias disociativas negativas. 2. Las variables de la nifiez anteriormente mencionadas seran mediadas por variables situacionales, sociales y culturales. Diferentes factores en la vida de la persona pueden interactuar con lo que ocurrin en la nifiez para afectar la disociaciOn y los suetlos. Estos pueden ser experiencias negativas como accidentes o la repetición de traumas similares al trauma original. También debemos considerar otras variables tales como creencias en el beneficio de tener suerios y ambientes en los cuales los fenómenos en cuesti6n son vistos en forma positiva por una familia o un grupo inmediato a la persona que tenga las experiencias. Existe evidencia que algunas personas analizan sus suelios y los encuentran de ayuda para su vida. Palmer (1979) encontr6 en encuestas con dos muestras seleccionadas al azar de estudiantes y personas de la ciudad de Charlottesville, Virginia, que habia un gran rnimero de personas que habian analizado sus sueflos en un momento u otro (estudiantes, 53%;. otros, 36%). De este grupo, muchos encontraron a los suefios Utiles en la vida (estudiantes, 49%; otros, 59%). Quizas estas practicas y creencias tengan un impacto en la interacción entre los suefios, la disociación, y los factores de la nifiez antes mencionados. 3. Se obtendrem correlaciones positivas entre las variables de sueho y las experiencias disociativas. Estos hallazgos, como los de nuestro estudio, necesitan ser replicados. Conelaciones como estas podrian depender del contenido de los suellos y de las dimensiones de la disociaciOn. Por ejemplo, quizas suefios con alto contenido emocional negativo muestren correlaciones mayores con aspectos especificos de la DES (e.j., amnesia o despersonalización) que con la escala completa. Los análisis en la Tabla 4 muestran que la dimension de absorci6n de la DES tiene una correlación con las variables de suefio de una magnitud mayor que las de los otros factores.
36
Alvarado y Zingrone
4. Medidas de procesos cognoscitivos y pruebas que estem asociadas con la comunicación entre el consciente y el subconsciente mostrarán relaciones con los sueños y con las experiencias disociativas. Es posible que los suerios y las experiencias disociativas est& relacionadas a la percepción subliminal o a las defensas perceptuales. Un ejemplo de esto es un reciente estudio que relacionó a las puntuaciones en la DES con el procesamiento de estimulos amenazantes presentados visualmente (Waller et al., 1995). 5. Se obtendránrelaciones positivas entre las variables del modelo y otras variables que han mostrado relación con la disociación y con los suerios. Aunque esto no es básico para poner a prueba el modelo, es una buena forma de extenderlo conceptualmente. Las experiencias de absorción, las cuales son conceptualizadas por muchos como una forma de disociación, han sido relacionadas con la DES (Frischholz et al., 1991; Norton, Ross & Novotny, 1990). De forma similar, la propensidad a la fantasia ha sido correlacionada con la frecuencia de recuerdo de suerios (Tonay, 1993) y con la disociaciOn (Rauschenberger & Lynn, 1995). También existe evidencia de relaciones entre experiencias disociativas y fenómenos parapsicologicos (Richards, 1991; Ross & Joshi, 1992). Estos filtimos fenómenos han mostrado relaciones positivas significativas con suerios hicidos y con la frecuencia de recuerdo de suerios (Palmer, 1979; Usha & Pasricha, 1989b). Aunque de momento las correlaciones reportadas en este estudio y las sugerencias para un modelo explicativo sean un tanto inexplicables y especulativas, respectivamente, es posible que este tipo de investigación nos proporcione conocimientos valiosos para entender mejor a los fenOmenos disociativos. Esto también se aplica a los suerios en general, y a los suerios de pacientes con trastornos disociativos en particular. También podria especularse que esta area de estudio tiene implicaciones afin más abarcadoras al relacionar concep-
Experiencias Disociativas y Suetios
37
tualmente y empiricamente a una serie de femimenos y dimensiones de nuestra vida psicol贸gica cuyo estudio eventualmente nos ayudar谩 a comprender mejor como el ser humano utiliza sus recursos cognoscitivos en la vida diaria en diferentes contextos y con diferentes funciones. Referencias Barrett, D. (1994). Dreaming as a normal model for multiple personality disorder. En S. J. Lynn & J. W. Rhue (Eds.), Dissociation: Clinical and theoretical perspectives (pp. 123-135). New York: Guilford Press. Barrett, D. (Ed.). (1996). Trauma and dreams. Cambridge, MA: Harvard University Press. Belicki, K., & Bowers, P .G. (1982). The role of demand characteristics and hypnotic ability in dream change following a presleep instruction. Journal of Abnormal Psychology, 91, 426-432. Belicki, K., & Belicki, D. (1986). Predisposition for nightmares: A study of hypnotic ability, vividness of imagery, and absorption. Journal of Clinical Psychology, 42, 714-718. Bernstein, E., & Putnam, F. (1986). Development, reliability, and validity of a dissociation scale. Journal of Nervous and Mental Disease, 174, 727-735. Bruning, J .L., & Kintz, B .L. (1977). Computational handbook of statistics (segunda ediciOn). Glenview, IL: Scott, Foresman. Carlson, E. B., & Putnam, F. (1993). An update on the Dissociative Experiences Scale. Dissociation, 6, 16-27. Chu, J. A., & Dill, D. L. (1990). Dissociative symptoms in relation to childhood physical and sexual abuse. American Journal of Psychiatry, 147, 887-892. David, D., & Mellman, T. A. (1997). Dreams following hurricane Andrew. Dreaming: Journal of the Association for the Study of Dreams, 7, 209-214. Ellason, J. W., Ross, C. A., Mayran, L. W., & Sainton, K. (1994). Convergent validity of the new form of the DES. Dissociation, 7, 101-103. Frischholz, E. J., Braun, B. G., Sachs, R. G., Schwartz, D. R., Lewis, J., Schaeffer, D., Westergaard, C., & Pasquotto, J. (1991). Construct validity of the Dissociative Experiences Scale (DES): I. The relation between the DES and other self report measures of dissociation. Dissociation, 4, 185-188.
Alvarado y Zingrone
38
Frischholz, E. J., Braun, B. G., Sachs, R. G., Schwartz, D. R., Lewis, J., Schaeffer, D., Westergaard, C., & Pasquotto, J. (1992). Construct validity of the Dissociative Experiences Scale: II. Its relationship to hypnotizability. American Journal of Clinical Hypnosis, 35, 145-152. Gabel, S. (1989). Dreams as a possible reflection of a dissociated self-monitoring system. Journal of Nervous and Mental Disease, 177, 560-568. Gabel, S. (1990). Dreams and dissociation: Speculation on benefltial aspects of their linkage. Dissociation, 3, 38-47. Hartmann, E. (1991). Boundaries of the mind: A new psychology of personality. New York: Basic Books. Hartmann, E., Elkin, R., & Garg, M. (1991). Personality and dreaming: The dreams of people with very thick or very thin boundaries. Dreaming: Journal of the Association for the Study of Dreams, 1, 311-324. Hilgard, J. R. (1974). Imaginative involvement: Some characteristics of the highly hypnotizable and the non-hypnotizable. International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 22, 138-156. Hilgard, J. R. (1979). Personality and hypnosis: A study of imaginative involvement. (Segunda edici贸n). Chicago: Chicago University Press. Irwin, H. J. (1985). Parapsychological phenomena and the absorption domain. Journal of the American Sociery for Psychical Research, 79,
1-11. Irwin, H. J. (1994). Proneness to dissociation and traumatic childhood events. Journal of Nervous and Mental Disease, 182, 456-460. Kihlstrom, J. F., Glisky, M. L., & Angiulo, M. J. (1994). Dissociation tendencies and dissociative disorders. Journal of Abnormal Psychology, 103, 117-124. Krippner, S. (1997a) Dissociation in many times and places. En S. Krippner, & S.M. Powers (Eds.), Broken images, broken selves: Dissociative narratives in clinical practice (pp. 3-40). Washington, DC: Brunner/Mazel. Krippner, S. (1997b) The varieties of dissociative experience. En S. Krippner, & S. M. Powers (Eds.), Broken images, broken selves: Dissociative narratives in clinical practice(pp. 336-361). Washington, DC: Brunner/Mazel. Kuiken, D., & Nielsen, T. (1996). Individual differences in orienting activity mediate feeling realization in dreams: I. Evidence from retrospective reports of movement inhibition. Dreaming: Journal of the Association for the Study of Dreams, 6, 201-217. Kunzendorf, R. G., Hartmann, E., Cohen, R., & Cutler, J. (1997). Bizarreness of the dreams and daydreams reported by individuals with thin and thick boundaries. Dreaming: Journal of the Association for the Study of Dreams, 7, 265-271.
Experiencias Disociativas y Suet'los
39
Lynn, S. J., & Rhue, J. W. (Eds.) (1994). Dissociation: Clinical and theoretical perspectives. New York: Guilford. Martinez-Taboas, A. (1995a). Multiple personality: An Hispanic perspective. San Juan, PR: Puente Publications. Martinez-Taboas, A. (1995b). The use of the Dissociative Experiences Scale in Puerto Rico. Dissociation, 8, 14-23. Michelson, L. K., & Ray, W. J. (Eds.) (1996). Handbook of dissociation: Theoretical, empirical, and clinical perspectives. New York: Plenum. Norton, G. R., Ross, C. A., & Novotny, M. F. (1990). Factors that predict scores on the Dissociative Experiences Scale. Journal of Clinical Psychology, 46, 273-277. Orlinsky, D. E. (1966). Rorschach test correlates of dreaming and dream recall. Journal of Projective Techniques and Personality Assessment, 30, 250-253. Palmer, J. (1979). A community mail survey of psychic experiences. Journal of the American Society for Psychical Research, 73, 225-244. Pekala, R. J., Kumar, V. K., & Cummings, J. (1992). Types of high hypnotically susceptible individuals and reported attitudes and experiences of the paranormal and the anomalous. Journal of the American Society for Psychical Research, 86, 135-150. Pekala, R. J., Kumar, V. K., & Marcano, G. (1995). Anomalous/paranormal experiences, hypnotic susceptibility, and dissociation. Journal of the American Society for Psychical Research, 89, 313-332. Rauschenberger, S. L., & Lynn, S. J. (1995). Fantasy proneness, DSM-II-R, Axis 1 psychopathology, and dissociation. Journal of Abnormal Psychology, 104, 373-380. Ray, W. J. (1996). Dissociation in normal populations. En L. K. Michelson y W.J . Ray (Eds), Handbook of dissociation: Theoretical, empirical, and clinical perspectives (pp. 51-66). New York: Plenum. Ray, WJ., & Faith, M. (1995). Dissociative experiences in a college age population: Follow-up with 1190 subjects. Personality and Individual Differences, 18, 223-230. Richards, D. G. (1991). A study of the correlation between subjective psychic experiences and dissociative experiences. Dissociation, 4, 8391 Riley, K. C. (1988). Measurement of dissociation. Journal of Nervous and Mental Disease, 176, 449-450. Ross, C. A., Anderson, G., Fleisher, W. P., & Norton, G. R. (1992). Dissociative experiences among psychiatric inpatients. General Hospital Psychiatry, 14, 350-354.
40
Alvarado y Zingrone
Ross, C. A., Heber, S., Norton, G. R., Anderson, D., Anderson, G., & Barchet, P. (1989). The Dissociative Disorders Interview Schedule: A structured interview. Dissociation, 2, 169-189. Ross, C. A., & Joshi, S. (1992). Paranormal experiences in the general population. Journal of Nervous and Mental Disease, 180, 357-361. Ross, C.A., Joshi, S., & Currie, R. (1991). Dissociative experiences in the general population: A factor analysis. Hospital and Community Psychiatry, 42, 297-301. Sandberg, D.A., & Lynn, S.J. (1992). Dissociative experiences, psychopathology and adjustment, and child and adolescent maltreatment in female college students. Journal of Abnormal Psychology, 101, 717723. Schredl, M., Jochum, S., & Souguenet, S. (1997). Dream recall, visual memory, and absorption in imaginings. Personality and Individual Differences, 22, 291-292. Schredl, M., Kleinferchner, P., & Gell, T. (1996). Dreaming and personality: Thick vs. thin boundaries. Dreaming: Journal of the Associationfor the Study of Dreams, 6, 219-223. Spanos, N. P., Stam, H. J., Radtke, H. L., & Nightingale, M. E. (1980). Absorption in imaginings, sex-role orientation, and the recall of dreams by males and females. Journal of Personality Assessment, 44, 277-282. Spiegel, D. (Ed.) (1993). Dissociative disorders: A clinical review. Lutherville, MD: Sidran Press. Spiegel, D., & Cardefia, E. (1991). Disintegrated experience: The dissociation disorders revisited. Journal of Abnormal Psychology, 100, 366-378. Tellegen, A., & Atkinson, G. (1974). Openness to absorbing and self-altering experiences ("Absorption"), a trait related to hypnotic susceptibility. Journal of Abnormal Psychology, 83, 268-277. Tillman, J. G., Nash, M. R., & Lerner, P. M. (1994). Does trauma cause dissociative pathology? En S. J. Lynn & J. W. Rhue (Eds.), Dissociation: Clinical and theoretical perspectives (pp. 395-414). New York: Guilford Press. Tonay, V. K. (1993). Personality correlates of dream recall: Who remembers? Dreaming: Journal of the Association for the Study of Dreams, 3, 1-8. Usha, S., & Pasricha, S. (1989a). Claims of paranormal experiences â&#x20AC;&#x201D; I: A survey of psi and psi-related experiences. NIMHANS Journal, 7, 143-150. Usha, S., & Pasricha, S. (1989b). Claims of paranormal experiences â&#x20AC;&#x201D; II: Attitudes toward psychical research and factors associated with psi and psi-related experiences. NIMHANS Journal, 7, 151-157.
Experiencias Disociativas y Suerios
41
Waller, N. G. (1995). Review of the Dissociative Experiences Scale. En J. C. Conoley & J. C. Impara (Eds.), The twelfth mental measurements yearbook (pp. 317-318). Lincoln, NE: Buros Institute of Mental Measurement. Waller, G., Quinton, S., & Watson, D. (1995). Dissociation and the processing of threat-related information. Dissociation, 8, 84-90. Wood, J. M., & Bootzin, R. R. (1992). Effects of the 1989 San Francisco earthquake on frequency and content of nightmares. Journal of Abnormal Psychology, 101, 219-224. Zingrone, N. L., & Alvarado, C. S. (en preparaciOn). The Dissociative Experiences Scale-II: Descriptive statistics, factor analysis, and frequency of experiences.
Ciencias de la Conducta
1997, Vol. 12, 43-59
© 1997 por la Centro Caribeno de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Estudio sobre Conductas Bulimicas en Mujeres Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico Danixza A. Lebrón-Hernández, M.A. y Mae-Lynn Reyes-Rodriquez, M.A. Departmento de Psicologia, Universidad de Puerto Rico
Abstract This study evaluates the weight control strategies used by a group of female students of the University of Puerto Rico at Rio Piedras and analyzes the existence of bulimic behaviors. The sample consisted of 156 females students enrolled in the General Psychology course. A Spanish version of Bulit-R adapted to a Puerto Rican population was used. The Bulit-R contains items which are based on DSM-III-R criteria for bulimia nervosa. The results showed bulimic behaviors in the sample of this study and the use of weight control strategies. This study suggests that 3.8% of the sample are possible cases of bulimia nervosa.
En Estados Unidos se han llevado a cabo diversas investigaciones pare evaluar la prevalencia de la bulimia nerviosa (BN) de acuerdo con los criterios establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadistico (DSM por sus siglas en ingles) Este articulo estã basado en la Tesis de Maestria de las autoras. Agradecemos la colaboración de la Dra. Amarilis Acevedo como directora del Comité de Tesis. Ambas autoras contribuyeron de forma equitativa a este estudio. Correspondencia relacionada a este articulo debe ser eviada a Danixza A. LebrOn-Hernández o Mae-Lynn Reyes Rodriguez, Departmento de Psicologia, Universidad de Puerto Rico, P.O. Box 23345, San Juan, Puerto Rico, 00931-3345. 43
44
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
(American Psychiatric Association, 1980, 1987, 1994). Thelen, Mann, Pruitt y Smith (1986) realizaron un estudio con una muestra de mujeres universitarias de primer a/10 en el cual encontraron una prevalencia del desorden de BN de 2.0% a 3.8%. Por otro lado, Drewnowski, Yee y Krahn (1988) encontraron en un estudio longitudinal una incidencia de 2.1% en otra muestra de mujeres que cursaban el primer ario universitario. La prevalencia se mantuvo entre 2.9% a 3.3%. En una investigaciOn realizada con estudiantes universitarios de ambos géneros, Drewnowski, Hopkins y Kessler (1988) encontraron una prevalencia de 1% para mujeres, 0.2% para los varones y 1.8% para conductas bulimicas que por sus caracteristicas no reunian los criterios para el diagnostico de BN. De acuerdo a los criterios del DSM IV la prevalencia del desorden de BN entre féminas adolescentes y jóvenes adultas es aproximadamente de 1-3%. Entre los varones es diez veces menor. En Estados Unidos también se han realizado estudios con grupos minoritarios para encontrar la prevalencia del desorden de BN en esas poblaciones. En estos estudios se utilizaron los criterios del DSM III (American Psychiatric Association, 1980). Los mismos presentaron una prevalencia de 3% para mujeres negras universitarias y 2.7% para mujeres asiaticas americanas. Pumariega (1986) seriala que la incidencia de estos casos se pudiera deber al proceso de aculturación. Este proceso consiste en la asimilación de unos aspectos de una cultura en los estilos de vida de individuos de otras culturas. Sin embargo, resultados como estos han sido cuestionados por otros investigadores (e.g., Bhugra & King, 1988), que serialan la posibilidad de que factores como la cultura y el idioma hayan influenciado el proceso de diagnostico. Actualmente en Puerto Rico el ideal de belleza femenina que permea es el de la mujer delgada. Esto probablemente estd relacionado al proceso de asimilación cultural inherente a la relación histórico-politica existente entre Puerto Rico y los
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
45
Estados Unidos. En Puerto Rico se ha incorporado el discurso de la belleza femenina norteamericana el cual ha sido difundido a través de los medios de comunicación en masa y de los programas de dietas y ejercicios. El prop6sito de este estudio es evaluar la posible existencia de conductas bulimicas en un grupo de mujeres estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras. En Puerto Rico aim no se ha realizado ninguna investigación que evahle las conductas bulimicas a ningim nivel poblacional. De acuerdo con la literatura revisada, las mujeres universitarias estan más propensas a desarrollar desórdenes ingestivos. Es por esto que el presente estudio se neve:, a cabo utilizando mujeres universitarias. El objetivo de este estudio es demostrar que las mujeres universitarias puertorriquefias exhiben caracteristicas ingestivas similares a las descritas en la BN, segfin observada en Estados Unidos. Método Participantes
Participaron 156 mujeres estudiantes de un total de 176 mujeres matriculadas en el curso de Psicologia General de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras. Esto constituye un 88.6% de participaciOn. El curso de Psicologia General es ofrecido por el Departamento de Psicologia a estudiantes de otras facultades a los que se les requiere tomar un curso basico de psicologia. Las participantes fueron seleccionadas por disponibilidad. La edad promedio fue de 21.1 gips. La distribuciOn por facultad demostr6 que un 68.6% de las participantes pertenecia a la facultad de Administración de Empresas, mientras que 23.7% pertenecia a la facultad de Ciencias Naturales. La proporci6n restante provenia de otras facultades.
46
LebrOn-Hernández & Reyes-Rodriguez
Instrumento El instrumento utilizado para medir las conductas bulimicas fue una version en espafiol del BULIT-R desarrollado por Acevedo-Cruz, Lebrón-Hernandez y Reyes-Rodriguez como parte de una investigación subvencionada por Fondos Institucionales para la Investigacion (FIPI) de la Universidad de Puerto Rico. El BULIT-R se desarroll6 para identificar individuos con BN en poblaciones no clinicas utilizando los criterios del DSM III-R de la American Psychiatric Association (1987) (Thelen, Farmer, Wonderlich & Smith, 1991) (véase la Tabla 1). El BULIT-R esta compuesto por 28 reactivos a cuyas alternativas, mutuamente excluyentes, se les asigna una puntuación del 1 al 5 en una escala Likert. En esta escala el valor de uno corresponde a la conducta menos patolOgica. Para contabilizar las respuestas de los participantes, se asigna un valor de cinco puntos a la altemativa que representa la respuesta en la dirección de bulimia extrema. La puntuaci6n total del BULIT-R fluctila entre 28 y 140 puntos, representando esta Ultima la puntuación sintomatica Inas severa. Thelen y colaboradores (1991) seleccionaron una puntuación total minima de 85 puntos en el BULIT-R, para estudios epidemiologicos, para clasificar a la persona con BN. Los autores ademas seilalan que el identificar a una persona con BN basandose en la puntuación obtenida en el BULIT-R constituye un diagnóstico preliminar y que el mismo debe ser verificado en una entrevista clinica. El BULIT-R demostr6 poseer validez de constructo a nivel convergente, lo que indica que es un buen predictor de BN en una poblaciOn no clinica, obteniendo un indice de confiabilidad de 0.95. A su vez, este instrumento obtuvo una correlación de 0.85 y 0.99 con otras dos escalas de des6rdenes de conducta ingestiva: la Escala de Ingesta Voraz ("Binge Scale," Hawkins
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
47
Tabla 1 Criterios del DSM III-R para la bulimia Nerviosa A.
Episodios recurrentes de ingesta voraz (consumo rápido de gran cantidad de comida en un periodo discreto de tiempo).
B.
Sentimiento de falta de control sobre la conducta alimentaria durante los episodios de voracidad.
C.
La persona se empena regularmente en provocarse el vómito, usa farmacos laxantes y diuréticos, practica dietas estrictas o ayunos, o hace mucho ejercicio para prevenier el aumento de peso.
D.
Un promedio minimo de dos episodios de voracidad a la semana por lo menos durante tres meses.
E.
Preocupaci6n persistente por la silueta y el peso.
Nota. Tornado de Arnerican Psychiatric Association (1987). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (Tercera edición, revisada). Washington, DC: Author.
& Clement, en Thelen y colaboradores, 1991), y el BULIT original (Smith & Thelen, 1987), respectivamente. El BULIT-R, segim administrado en este estudio, consistió de los 28 reactivos a cuyas respuestas se les asignaba puntuaciones de acuerdo al proceso descrito previamente. Ademds, constaba de siete reactivos que proveian información adicional pero que no eran utilizados para evaluar la puntuación total. De estos siete reactivos, cinco evahlan la frecuencia con que las personas recurren a diferentes estrategias para el control de su peso. Las estrategias auscultadas son: provocarse el vOmito, usar laxantes o diuréticos, llevar a cabo dietas estrictas o ayunos, y realizar ejercicios intensos. Los dos reactivos restantes fueron construidos para incorporar al instrumento un criterio diagnOstico que fue ailadido a la version del DSM IV (American Psychiatric Association, 1994).
48
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
Especificamente, estos reactivos evahlan el impacto que tienen el peso y el tamailo del cuerpo en la evaluaciOn que hace la persona sobre si misma. El BULIT-R traducido y adaptado por el equipo de investigación obtuvo un indice de confiabilidad interna de 0.93. Este indice compara favorablemente con el indice de 0.95 reportado por los creadores del instrumento en inglés. Procedimiento
El BULIT-R traducido y adaptado fue administrado a estudiantes mujeres en nueve secciones del curso de Psicologia General del Departarnento de Psicologia de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras. Luego de obtener el consentimiento de las participantes se les repartió la Hoja de Definición del término "ingesta voraz." La Hoja de Definición consiste en la definición del término "ingesta voraz" segün aparace en el DSM IV. Este término es de suma importancia en esta investigación y el mismo es utilizado en varias ocasiones en el BULIT-R. El que se presentara esta definición era necesario para evitar que el término fuera entendido de forma diferente por las participantes. Para que un episodio se considere uno de ingesta voraz tienen que estar presentes dos condiciones: el consumo de una gran cantidad de cornida en un periodo discreto de tiempo y, adernds, un sentimiento de pérdida de control sobre el corner durante el episodio. Las participantes Ilenaron el BULIT-R y dos Hojas de Inforrnación General. Las Hojas de Información General consistian de preguntas demograficas generales, como por ejemplo; edad, sexo, peso, estatura, estado civil, el ingreso familiar y su percepción y satisfacción con distintas partes de su cuerpo.
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
49
Resultados Un 21.8% (N = 34) de las mujeres indic6 estar a dieta al momento del estudio. Del total de todas las participantes en este estudio, un 58.3% (N = 91) respondió que se consideraba estar más o menos bien en relación a su peso, un 29% (N = 45) respondi6 que consideraba estar sobrepeso y un 12.3% (N = 19) respondi6 que consideraba estar bajo peso. Para este estudio se defini6 a distorsión como la discrepancia entre la evaluacion reportada por la participante con relación a su peso y la evaluación del peso de la participante realizada por las investigadoras de acuerdo a la tabla de estatura y peso de la "Metropolitan Life Insurance" (1983). Al evaluar la distorsión se encontr6 que el 57.4% (N = 89) de las participantes se auto-evaluó correctamente, mientras que un 42.6% (N = 66) no se auto-evaluó correctamente. De las participantes que no se auto-evaluaron correctamente, un 97% (N = 64) se autoevaluó indicando pesar más de lo que ellas consideran que deberian pesar. De acuerdo a la distribución de las puntuaciones obtenidas en el BULIT-R, se agruparon las participantes en dos grupos: un grupo superior (GS) y un grupo inferior (GI). El GS estuvo compuesto por aquellas personas cuyas puntuaciones se encontraban en el 27% superior de la distribución de las puntuaciones totales obtenidas en el instrumento. El GI estuvo compuesto por aquellas personas cuyas puntuaciones se encontraban en el 27% inferior de la distribución de las puntuaciones total es obtenidas en el instrumento. El promedio de puntuaci6n obtenida en el BULIT-R para el GI fue de 32.8 puntos y para el GS fue de 66 puntos. Una prueba de t entre el GS y el GI demostrO que el reactivo que evaluaba el peso de las participantes es significativamente diferente para ambos grupos (t = 4.61, p < 0.01). El grupo inferior obtuvo un peso promedio (XGI = 116.6 lbs.) signifi-
50
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
cativamente diferente al obtenido por el grupo superior (XGS =137.7 lbs.), aim cuando la estatura promedio era similar entre los grupos (XGI = 63.4 plgs.; XGs = 64.1 plgs.). Sobre c6mo se consideraban las participantes en relación a su peso hubo una diferencia estadisticamente significativa entre el GS y el GI (t = 6.82, p < 0.01). Las participantes del GS indicaron que se consideraban sobrepeso, mientras que las participantes del GI indicaron que se consideraban mas o menos bien. La prueba t sobre la variaciOn en el peso por más de cinco libras en una semana, indic6 una diferencia estadisticamente significativa entre el GS y el GI (t = 3.81, p < 0.01). El andlisis también demuestra que esa variación no se debe a condiciones de salud. Sin embargo, la variación en el peso es descrita por las participantes del GS como que se debe a factores como la preocupación, el estrés y el dolor menstrual entre otros. La prueba de t realizada para evaluar la satisfacción con distintas partes del cuerpo revel6 que solo hay diferencias estadisticamente significativas entre el GS y el GI en cuanto a la satisfacción con la cintura (t = 3.61, p < 0.01), la satisfacciOn con la barriga (t = 4.36, p < 0.01) y satisfacción con los muslos (t = 2.16, p < 0.01). Se realizO un andlisis de variabilidad de un factor para determinar la relaciOn entre la puntuaciOn total obtenida en el BULIT-R y la variable relacionada a la distorsiOn de las participantes al evaluar su peso. Para evaluar la distorsión se dividió la muestra en tres grupos: un grupo constituido por aquellas participantes que se auto-evaluaron adecuadamente, un segundo grupo constituido por aquellas participantes que indicaron pesar más de lo que ellas consideran que deberfan pesar, y un tercer grupo constituldo por aquellas participantes que indicaron pesar menos de lo que ellas consideran que deberian pesar. E 1 andlisis de variabilidad realizado para estos grupos result6 en una F significativa (F = 0.047, p < 0.05). Esto implica que la puntuación total obtenida en el BULIT-R
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
51
está relacionada a la distorsion de las participantes al evaluar su peso. Para facilitar el analisis y discusión conceptual de las variables del BULIT-R, se establecieron cuatro categorias que agrupaban aquellas variables que evaluaban un mismo constructo teórico de importancia en la BN. Estos constructos son: el aspecto de ingesta voraz y control (AIVC), el aspecto de irnagen corporal (AIC), el aspecto de medidas de elirninación y medidas alternas (AMEMA), y el aspecto de autoevaluación (AAE). El AIVC agrupa 16 reactivos relacionados con la ingesta voraz y con el control sobre las conductas alimentarias. El AIC agrupa siete reactivos relacionados con la satisfacción, preocupaciOn y percepción sobre el cuerpo. El AMEMA agrupa 10 reactivos relacionados con conductas dirigidas a la elirninación de lo ingerido y conductas para controlar el peso. El AAE agrupa los dos reactivos de nueva creación que corresponden al criterio de autoevaluación incorporado en el DSM IV. Se realizó una prueba de t entre el GS y el GI por cada uno de los aspectos. Se realizó, ademas, una prueba de t para evaluar la relación entre cada una de las variables de cada aspecto del BULIT-R y la pertenencia de la persona al GS o GI. La Tabla 2 presenta los valores obtenidos en las pruebas t realizadas para cada uno de los aspectos descritos anteriormente. Todos los valores de t demostraron una diferencia estadisticarnente significativa entre el GI y el GS (véase la Tabla 2). El que el AIVC haya resultado significativo (t = 9.99, p < 0.01) sugiere que los reactivos relacionados con la ingesta voraz y con la falta de control sobre el corner discrirninan entre las participantes que obtuvieron una puntuación alta en el BULIT-R y las que obtuvieron una puntuación baja. Esto es, que las participantes del GS tienen un rnayor nirmero de EIV y rnuestran una falta de control sobre el corner en cornparación con el GI. La significancia obtenida en el AIC (t = 13.17, p <
52
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
Tabla 2 Resultados de la Prueba de t para los Distintos Aspectos As ecto AIVC GI GS AIC GI GS AMEMA GI GS AAE GI GS
19.35 37.07
1.52 11.39
9.99
8.07 18.93
.97 5.25
13.17
10.40 17.34
.63 5.18
8.51
3.75 6.25
1.74 2.38
5.39
Nota. Todas las t con p < .01. ES = Error estandar.
0.01) sugiere que las participantes del GS estan menos satisfechas con su cuerpo luego de un EIV, que las participantes del GI. Ademas sugiere que las participantes del GS estan más preocupadas respecto a su peso y su figura y tienen una percepción sobre su cuerpo mas negativa que las participantes del GI. El que el AMEMA resultara significativo (t = 8.51, p < 0.01) implica que el GS utiliza medidas de eliminación, tales como el provocarse el vómito, y medidas alternas, tales como el llevar a cabo dietas estrictas, en una mayor proporción que el GI. El AAE result() significativo (t = 5.39, p < 0.01) sugiriendo que el GS le atribuye una mayor importancia al peso y a la figura que el GI en cómo se sienten consigo mismas. En el caso del AIVC, los 16 reactivos resultaron estadisticamente significativos obteniendo una t minima de 2.63 y una t maxima de 8.85 a un nivel de significancia de p < 0.01. De acuerdo a lo que evaluan estos reactivos las participantes del GS consideran que tienen episodios de ingesta voraz y que no sienten tener control sobre la cantidad de comida que comen. Ademds, indicaron que se consideran comedoras compulsivas
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
53
y que la frecuencia de los episodios de ingesta voraz (EIV) es
aproximadamente de dos veces a la semana. Los siete reactivos del AIC resultaron estadIsticamente significativos obteniendo una t minima de 5.62 y una t maxima de 9.98 (p < 0.01). Esto sugiere que las participantes del GS están más preocupadas con su peso y su figura que las participantes del GI. Ademds, el GS seliala que la idea de estar gordas o de que podrian aumentar de peso es algo que les atormenta. El GS también senala que luego de tener un EIV se sienten gordas y que odian su cuerpo. El andlisis para los 10 reactivos del AMEMA demostró diferencias estadisticamente significativas entre el GS y el GI solo para los reactivos relacionados con las medidas alternas de control de peso. Para la frecuencia en que la persona lleva a cabo una dieta estricta con el propOsito de controlar su peso se obtuvo una t = 5.87, p < 0.01. Para la frecuencia en que la persona realiza ejercicios intensos con el propósito de controlar su peso se obtuvo una t = 2.71, p < 0.05 y para la frecuencia en que la persona deja de comer por 24 horas o más para controlar su peso se obtuvo una t 2.65, p < 0.05. Esto sugiere que las participantes del GS utilizan estrategias para controlar su peso a diferencia de las participantes del GI. Ademas, las estrategias que se utilizan son las relacionadas con el control de peso y no las relacionadas con el eliminar de alguna manera lo que la persona ha ingerido. Los dos reactivos del AAE resultaron con diferencias estadisticamente significativas. Sobre cuánto afectan el peso y la figura en lo que la persona piensa sobre si misma, el GS es significativamente diferente al GI (t = 5.38, p < 0.01). Los resultados indican que a las participantes del GS les afecta bastante el peso y la figura en lo que piensan de si como personas. También el GS difiere significativamente del GI cuando al auto-evaluarse le dan una mayor importancia al peso y la figura en comparaciOn con otros aspectos importantes en su vida (i.e., t = 4.21, p < 0.01). Esto implica que las personas
54
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
que tienen una puntuaci6n alta en el BULIT-R le atribuyen una mayor importancia al peso y la figura en la autoevaluaciOn que hagan de si mismas como persona. Discusión Este estudio tenia como propósito evaluar la existencia de conductas bulimicas en un grupo de mujeres universitarias. Si utilizamos la puntuación critica de 85 puntos establecida por Thelen, Farmer, Wonderlich y Smith (1991) en el BULIT-R para poder identificar personas con BN en estudios epidemiologicos, podemos concluir que en el presente estudio hay seis participantes con un posible diagnóstico de BN. Este diagnOstico debe ser corroborado a través de una entrevista clinica. Drewnowski, Hopkins y Kessler (1988), llevaron a cabo un estudio en el que evaluaron a través de entrevistas telefOnicas la prevalencia de BN en una población de estudiantes universitarios en los Estados Unidos. Utilizando los criterios del DSM estos investigadores encontraron cinco mujeres de 507 con un probable diagnOstico de BN. Estos investigadores encontraron que las cinco mujeres pesaban más que el promedio de la muestra, y a su vez deseaban estar más delgadas que el ideal de peso de la muestra. Cuatro de las cinco mujeres con BN reportaron estar llevando a cabo una dieta al momento del estudio. Aunque la metodologia utilizada por Drewnowski y colaboradores (1988) para evaluar las conductas bulimicas no es similar a la metodologia del presente estudio, los resultados en el presente estudio demuestran ser consistentes con los del estudio mencionado para las variables de peso y de llevar a cabo dietas. Varios investigadores han relacionado el llevar a cabo dietas con el desarrollo de algunas de las conductas de la BN como, por ejemplo, episodios de ingesta voraz (EIV) (e.g., Polivy & Herman,1985; Tusch1,1990). Polivy y Herman han
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
55
sehalado que el llevar a cabo dietas puede inducir el desarrollo de EIV. Estos sostienen que aunque puede haber factores fisiológicos en la relación causal entre el llevar a cabo dietas y los EIV, los factores cognitivos podrian ser los determinantes mas importantes de esa relación. Analizando los resultados de las participantes del GS en el presente estudio, de acuerdo a la discusiOn de estos autores, podemos concluir que las participantes del GS que están llevando a cabo algun tipo de dieta podrian desarrollar, mantener o aumentar la frecuencia de los EIV. Horne, Van Vactor y Emerson (1991) evaluaron la posible presencia de distorsiOn en la imagen corporal en las personas con distintos desórdenes ingestivos y con personas sin des6rdenes ingestivos. Estos autores encontraron que el grupo que tenia desórdenes ingestivos distorsionaba más la imagen de su cuerpo que el grupo que no tenia desOrdenes ingestivos. Sin embargo, al hacer comparaciones entre el grupo con BN, el grupo con anorexia nerviosa (AN), y el grupo con AN y BN no se encontraron diferencias estadisticamente significativas. Es decir, los tres grupos con des6rdenes ingestivos distorsionaban la imagen de su cuerpo de forma similar. Al examinar el peso de las participantes del presente estudio de acuerdo a la tabla de la "Metropolitan Life Insurance" (1983), las investigadoras encontraron que a pesar de que solo un 16% (N = 25) estaba sobrepeso, un 29% (N = 45) de las participantes se consideraba sobrepeso. Estos resultados indican que alrededor de un 44% de las participantes que creen estar sobrepeso realmente no lo están y, por lo tanto, estan sobreestimando su peso. Cuando se relacion6 c6mo las participantes se consideraban respecto a su peso con la puntuaci6n obtenida en el BULIT-R, se encontr6 que el promedio del GS informa estar sobrepeso con más frecuencia, lo que sugiere una posible relación entre el sobreestimar el peso y el obtener una puntuaci6n alta en el BULIT-R. Ademds, estos resultados indican
56
Lebrón-Hernandez & Reyes-Rodriguez
que podria existir distorsiOn en aquellas participantes que tienen puntuaciones altas en el BULIT-R. El primer aspecto, que consiste de ingesta voraz y control, serd discutido de acuerdo a la definición de ingesta voraz propuesta en el DSM IV. Esta definición incluye el criterio de control como necesario para definir el EIV, el cual no es un criterio en la definiciOn del EIV que hace el DSM III-R. En el presente estudio cada uno de los reactivos relacionados con el AIVC discriminaron significativamente entre las participantes del GS y las participantes del GI, segün la distribuci6n de las puntuaciones totales obtenidas en el BULIT-R. Las seis participantes que obtuvieron una puntuación mayor de 85 puntos en el BULIT-R mostraron tanto unas conductas de ingesta voraz como unas conductas de pérdida de control durante el EIV. Todas dijeron considerarse comedoras compulsivas, es decir, todas reportaron tener episodios en que comen incontrolablemente. Ademds, indicaron que en comparación con las demas personas de su mismo género, sienten tener menos control sobre la cantidad de comida que comen. Cinco de las seis participantes reportaron una frecuencia en los EIV de dos veces o más en una semana durante los Altimos tres meses. En los resultados del estudio relacionados al aspecto de imagen corporal se observa una mayor insatisfacción, preocupación y percepción negativa de la imagen corporal en el GS. De las seis participantes con puntuaciOn mayor de 85 puntos, se encontró que cuatro de éstas respondieron estar más preocupadas respecto a su peso y su figura en comparación con otras personas de su misma edad y género. Todas serialaron estar frecuentemente atormentadas con la idea de estar gordas o de que podrian aumentar de peso. Ademas de informar sentirse gordas después de un EIV, respondieron que odiaban su cuerpo luego del mismo. Los resultados paracen indicar una relación entre la puntuación en el BULIT-R y la importancia que tiene la imagen corporal para la persona. Esto es consis-
Estudio Sobre Conductas Bullmicas en Mujeres
57
tente con el DSM IV cuando seriala una preocupaciOn con el peso y la figura, y la influencia que tienen ambos en la auto-evaluación, como uno de los criterios para el diagnóstico de la BN. El cuarto aspecto evaleta las medidas de eliminaciem y medidas alternas utilizadas por personas con BN. Mitchell (1992) examine) la posible existencia de distintos subtipos dentro de la BN. Entre estos subtipos se encuentran personas con BN que llevan a cabo conductas de eliminación (tipo purgativo) y personas con BN que no utilizan medidas de eliminaciem pero que llevan a cabo otras conductas para controlar su peso (tipo no purgativo). Estos subtipos se encuentran incorporados en el DSM IV. Los resultados del presente estudio no reflejaron diferencias estadisticamente significativas entre los grupos superior e inferior para los reactivos sobre medidas de eliminaciOn. Sin embargo, entre las seis participantes con mayor puntuaci6n se encontró que una de éstas utilizaba el vegnito corno medida de eliminaciOn con una frecuencia de dos a tres veces al mes. También se encontr6 que una de las seis participantes utilizaba laxantes una o dos veces al mes. En relación al uso de diuréticos, una participante indic6 utilizarlos una vez al mes. En cuanto a las medidas alternas de control de peso las diferencias entre el GS y el GI, si fueron significativas. El analisis de frecuencias demostr6 que el GS lleva a cabo dietas estrictas, seguido por el ejercicio intenso y por el dejar de corner por 24 horas o más. Estos resultados parecen sostener la posible division de la BN en dos tipos, segem sugerido en el DSM IV: BN Tipo purgativo y BN Tipo no purgativo. El AAE rnide el irnpacto que tienen el peso y el tamario del cuerpo en la evaluación que hace la persona sobre si misma. En los resultados obtenidos, el GS respondin que su peso y su figura afectan bastante lo que piensan de si mismas como persona. En comparación con otros aspectos importantes de su vida y cuanto éstos afectan cOmo se sienten consigo
58
Lebrón-Hernández & Reyes-Rodriguez
mismas las participantes le atribuyeron bastante importancia al peso y la figura. De las seis participantes con mayor puntuación, cinco respondieron que su peso y su figura afectaban mucho lo que piensan de si mismas como persona. Cuatro de éstas le atribuyeron mucha importancia al peso y la figura en comparaciOn con otros aspectos importantes de su vida y cuanto éstos afectan cómo se sienten consigo mismas. Segall demuestra el analisis de los resultados en los distintos aspectos, se ha encontrado la existencia de conductas bulimicas en la muestra del presente estudio. También se desprende de los resultados el uso de estrategias para controlar el peso. Sin embargo, hay que subrayar que estas estrategias son basicamente medidas alternas de control de peso, a diferencia de las identificadas en poblaciones universitarias en los Estados Unidos en donde se informa un mayor uso de estrategias de eliminación. Si tomamos la puntuación critica del BULIT-R (Thelen y colaboradores, 1991) de 85 puntos para estudios epidemiológicos, en la muestra de este estudio habria seis personas que podrian ser clasificadas con BN. A pesar de reconocer que harla falta verificar estos posibles casos con una entrevista diagnostica, ésto sugeriria que un 3.8% de la muestra utilizada en el presente estudio tiene BN. Dadas las consecuencias fisiológicas, psicológicas y las implicaciones sociales de esta condici6n se recomienda un estudio a nivel de la Universidad de Puerto Rico para verificar esta posible prevalencia de BN. Una limitación del estudio consiti6 en que se seleccionaron las participantes por disponibilidad y no aleatoriamente. Esto podria haber resultado en la obtención de una muestra sesgada que podria no ser representativa de la población femenina imiversitaria.
Estudio Sobre Conductas Bulimicas en Mujeres
59
Referencias American Psychiatric Association (1980). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Tercera ediciOn.). Washington, D.C.: Author. American Psychiatric Association (1987). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Tercera ediciOn, revisada). Washington, D.C.: Author. American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Cuarta edici贸n). Washington, D.C.: Author. Bhugra, D., & King, M. (1988). Bulimia nervosa among Asian schoolgirls. British Medical Journal, 297, 1198. Drewnowski, A., Yee, D. K., & Krahn, D. D. (1988). Bulimia in college women: Incidence and recovery rates. American Journal of Psychiatry, 145, 753-755. Drewnowski, A., Hopkins, S., & Kessler, R. (1988). The prevalence of bulimia nervosa in the US college student population. American Journal of Public Health, 78, 1322-1324. Horne, R. L., Van Vactor, J. C., & Emerson, S. (1991). Disturbed body image in patients with eating disorders. American Journal of Psychiatry, 142,211-215. Metropolitan Life Insurance (1983). Metropolitan height and weight tables for men and women. Statistical Bulletin, 64, 2-9. Mitchell, J. E. (1992). Subtyping of bulimia nervosa. International Journal of Eating Disorders, 11, 327-332. Polivy, J., & Herman, P. (1985). Dieting and binging: A causal analysis. American Psychologist, 40, 193-201. Pumariega, A. J. (1986). Acculturation and eating attitudes in adolescent girls: A comparative and correlational study. Journal of the American Academy of Child Psychiatiy, 25, 276-279. Smith, M. C. & Thelen, M. H. (1987). Development and validation of a test for Bulimia. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 52, 863-872. Thelen, M. H., Farmer, J., Wonderlich, S., & Smith, M. (1991). A revision of the Bulimia Test: The Bulit-R. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 3, 119-124. Thelen, M. H., Mann, L. M., Pruitt, J. & Smith, M. (1986). Bulimia: prevalence and component factors in college women. Journal of Psychosomatic Research, 31, 73-78. Tuschl, R. J. (1990). From dietary restraint to binge eating: Some theoretical considerations. Appetite, 14, 105-109.
Ciencias de la Conducta 1997, Vol. 12, 61-77
© 1997 por la Centro Caribeflo de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Theories, Culture, Treatment, and the Search for the Etiology of Schizophrenia Matthew D. Simon, M.S. Miami Institute of Psychology Abstract The article offers an overview of recent literature on the multifaceted dimensions of schizophrenia. Attention is directed to the historical evolution of the understanding of the meaning of schizophrenia. Among the multiple theoretical perspectives that are explored are communication models, cognitive perspectives, diathesis stress theories, and the neurobiological hypothesis. An emphasis is placed on the prevailing theory of schizophrenia — the dopamine hypothesis — with special attention to d2 receptor sites in the brain. Cultural factors serve to accentuate various differences in the experience of schizophrenia in different ethno-cultural groups. Major advancements in treatment are noted including therapeutic techniques, and psychopharmacological agents and their side effects.
Characteristic Symptoms of Schizophrenia Several researchers have claimed that schizophrenia affects one percent of the world's population (Seeman, 1993). Schizophrenia is a disorder of thought and mood that can result in impairments in perception, thinking, language, and emotional
For correspondence please write Matthew D. Smith, 215 NW 25 Street, Apartment 1, Wilton Manors, Fort Lauderdale, Florida, 33311. 61
62
Simon
expression. Characteristic symptoms include such psychotic features as delusions and hallucinations, disordered thought, attentional deficits, social withdrawal, and cognitive distractibility (Rosenhan & Seligman, 1995). Patients with schizophrenia suffer from abnormalities in perception, attention, communication, volition, affective modulation, cognition, and motor functioning (Andreasen, 1991). The onset of schizophrenia may be abrupt or insidious. However in most instances, there is a prodromal phase characterized by gradual social withdrawal, diminished interest in, or functioning at, school or work, changes in appearance and hygiene, or the appearance of behavior that is odd or unusual for the person (Kane, 1996). According to the DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994), schizophrenia can be divided into five subtypes: paranoid; residual; undifferentiated; disorganized; and catatonic. Several criteria have to be met before a diagnosis can be made. At least two characteristic symptoms accompanied by impairment in social and occupational functioning must be present. Further, to satisfy diagnostic criteria, signs of the disturbance must have persisted for at least six months. Clinicians, in making their diagnoses, must rule out certain other disorders first in order to accurately diagnose schizophrenia. The disorders that should be ruled out are: schizoaffective disorder; mood disorder with psychotic features; and pervasive development disorder. In addition the clinician must be sure that the present disturbance can not be attributable either to the effects of a substance or to a general medical condition. Cultural Considerations It has been only within the last few years that the diagnostic criteria of the DSM-IV has become widely applied. According to Dassori, Miller and Saldafla (1995), diagnostic categories are based on the prevailing definition of mental disorders as
Theories, Culture, Treatment
63
conceptualized by Euro-American psychiatry which, currently, excludes cultural variations in the construction of the definition of specific psychiatric syndromes. For example, in conducting their literature review, Dassori et al. (1995) cite research which reported that relatively unacculturated Mexican-American families use the term "nervios" to refer to a wide range of distressing emotional experiences and symptoms such as depression, anxiety, and schizophrenia. Whether one calls a condition schizophrenia, "nervios," or "enfermedad mental," how one goes about seeking symptom relief will vary depending on one's cultural norms. Dassori et al highlight the work of Edgerton and Cohen (1994) who reported that Mexicans and other Hispanic subgroups may attempt to cope with mental illness within the solidarity of the family. Although research results are inconclusive, they point to the possibility that the course of such illnesses among Hispanics may be characterized by fewer hospitalizations. Dassori et al (1995) suggest that the cause of this may be differential access to care, differential availability of services, or cultural characteristics that discourage use of professional services. History and Definition of Schizophrenia The problem of how best to define schizophrenia has been the subject of considerable debate and research. The boundaries of the concept of schizophrenia have expanded and contracted over time, a fact which makes the findings of previous research more difficult to interpret. One of the earliest definitions of schizophrenia was proposed by German Psychiatrist Emil Kraepelin who called the syndrome "Dementia Praecox". Kraepelin's definition was relatively narrow. Schizophrenia was defined as an illness characterized by an early age of onset and a deteriorating course with significant cognitive impairments (Andreasen, 1991). Kraepelin's concept of schizophrenia was polythetic, although he clearly considered
64
Simon
negative symptoms or deficit symptoms to be more important clinically (Andreasen & Flaum, 1991). Further, in his understanding of "Dementia Praecox," Kraepelin stressed course and outcome as basic defining features (Andreasen, 1991). The term schizophrenia was coined by Swiss psychiatrist Eugen Bleuler in 1911. Bleuler introduced the concept of pathognomonic symptoms. He derived an essentially monothetic construct in which he said that thought disorder was pathognomonic of schizophrenia (Andreasen & Flaum, 1991). In defining schizophrenia, Bleuler stressed cross-sectional phenomenology as more important than course and outcome (Andreasen, 1991). Emphasizing heterogeneity, Bleuler argued schizophrenia encompassed both mild and severe forms, from individuals those who suffered little to those who were highly impaired. For Bleuler, associative loosening was the core defining feature, followed closely by affective blunting, autism, ambivalence, avolition, and disordered attention (Andreasen, 1991). Theories of Schizophrenia Abnormalities in attention and other aspects of cognition often appear early in childhood. Cognitive theory assumes that schizophrenia results from persistent overburdening of the information processing functions of the central nervous system due to an inability to adequately regulate, and select among, stimuli entering from the environment (Freeman, 1992). Freeman cited evidence from neuropathological studies which support the idea that structural differences are apparent in schizophrenics, mostly in the limbic system, and particularly in those components which deal with temporality. In other studies Freeman finds evidence which supports the hypothesis that left hemisphere dysfunction exists in the brains of schizophrenics. In particular he reviews recent research that claims that density values in the brains of schizophrenics, as
Theories, Culture, Treatment
65
measured by CT Scan, point to an environmental cause rather than a genetic one (Freeman, 1992). Twin studies have convincingly shown that more than half of monozygotic twin pairs are discordant for schizophrenia, despite sharing all their genes in common (Freeman, 1992). Yet these same twin studies lend support to some genetic theories. In considering a possible neural basis for the cognitive disturbances observed in schizophrenics, research has uncovered several dysfunctional neuroanotomical areas linked to pathology. In a recent review, Hemsley (1993) noted that neuroanatomical anomalies of the hippocampus, amygdala, entorhinal cortex, parahippocampal, and cingulate gyri are present in the brains of a substantial proportion of schizophrenics. Assuming that attentional, perceptual, and cognitive disturbances have a neural basis is one way to conceptualize the pathological symptomatology associated with schizophrenia. That is, the impairments of schizophrenia are believed by many researchers to have significant implications for both cognitive and social development. The age at onset of schizophrenia coincides with the developmental period during which a dramatic increase in the quality and quantity of interpersonal demands on the individual occurs (Carter & Flesher, 1995). According to Brenner (1992), schizophrenics have dysfunctions in all stages of information processing, from attentional or memory dysfunctions to disorganized schemata. As a result, they display difficulties in information processing. According to a systems point of view, the specific information processing dysfunctions of schizophrenics should be considered as moderating factors in the positive feedback processes which exist between biological dysfunctions and psychosocial stressors (Brenner, 1992). These impairments of information processing which operate at the interface of biological abnor-
66
Simon
malities may lead, through vicious circles, to the production of psychotic behavior (Brenner, 1992). Researchers who continue to search for etiological factors of schizophrenia have put forth several working theories. One such theory is the viral hypothesis which states that schizophrenia is caused by a virus during gestation. In support of this theory, Tsuang and Faraone (1995) cited studies which found that schizophrenics are more likely to be born during late winter and spring when the fetus has an increased risk of exposure to viruses. In their literature review, Olin and Mednick (1996) described evidence from Danish perinatal cohorts of 9,125 children in which the interaction of delivery complications and family history predicted schizophrenia in offspring. Moreover, Tsuang and Faraone (1995) reviewed immunological studies of schizophrenic patients in which excess levels of herpes antibody titre, immunoglobulins, cytomegalovirus antibody titre, interleukin-2 receptors, alpha interferon and auto-antibodies in the serum and cerebral spinal fluid were found. Although more research is needed, based on current findings it is reasonable to suggest that viral infection during prenatal development may indeed influence the etiology of schizophrenia. Diathesis Stress Models Several vulnerability models have been proposed for schizophrenia, some focusing on bio-psychological vulnerability and others on environmental factors. Some authors have proposed a diathesis stress model in which schizophrenia is thought to arise, first, from a genetically inherited predisposition which endures over the individual's lifetime, and second, from environmental stress which may be limited in time (Freeman, 1992). Alford and Correia (1994) review previous research which claimed that patients with schizophrenia appear particularly susceptible to stress reactions for several
Theories, Culture, Treatment
67
reasons, including their tendency to under appraise their internal resources That is, the stressors lead to a functional impairment of the cognitive organization, the primitive, egocentric cognitive system is activated, and the person is primed to make extreme, one-sided, absolutistic, and global judgments (Alford & Correia, 1994). One of the characteristic symptoms of schizophrenia is the tendency of individuals to become socially isolated. As people with schizophrenia withdraw from social interaction, they fail to learn the roles and rules of social life, and become poorly established in their society and culture, which in turn, can lead to greater disorganization (Carter & Flesher, 1995). Downward social drift theory postulates that poverty leads to stress which causes schizophrenia. Others claim that schizophrenia brings social alienation which leads patients to drift into the lower classes. Some authors have argued that social alienation and downward social drift, beginning at puberty and often leading to migration to inner city areas, are quite commonly observed among pre-schizophrenic males (Freeman, 1992). Cultural Aspects In the search for etiological factors of schizophrenia, a general consensus has recently emerged that maladaptive patterns of behavior are in some manner and to some degree affected by the social milieus within which persons were socialized and also by the host of culturally-mediated experiences to which they have been exposed from birth to present (Draguns, 1995). The underlying premise of this etiological contention is that culture and ethnicity can influence the presentation and course of schizophrenia in a variety of ways. Moreover, culture can affect various aspects of the illness process, including illness definition, phenomenological experience, help-seeking behavior, response to treatment, and posttreatment adjustment (Dassori, Miller, and Saldafta, 1995).
68
Simon
However, the results of an international pilot study, and the results of a study of the determinants of outcome of severe mental disorders have uncovered similar prevalence of schizophrenia across widely divergent cultures and ethnic groups. This is partial evidence that the phenomenology of schizophrenia is not grossly altered by the cultural and ethnic background of the patient. On the other hand, Dassori et al. (1995) found that some authors, using the positive and negative syndrome scale, reported ethnic differences in the total score of negative symptoms with Puerto Ricans. That is, Puerto Ricans patients showed fewer negative symptoms than did Anglo patients. In another study they mention it was found Puerto Ricans spent less time in the hospital and reported a later age of onset. One possible explanation for these differences is that Puerto Ricans place more emphasis on social interaction than do Anglos. In contrast, other researchers have found that Mexican Americans exhibit more social withdrawal and more impairment in cognitive functioning than do Anglos when the negative symptom scale is used. In addition, they concluded that phenomenological differences exist between various ethnic groups, including between sub-groups of Hispanics. Family environmental research has established that there are multiple environmental factors that account for the etiology of schizophrenia. Amongst these factors is a high expressed emotion in family communication patterns. Freeman (1992) notes that some researchers have suggested that the distinguishing characteristic of high expressed emotion as a family dynamic may mean the vulnerable family member can not easily predict the reactions their responses will elicit in family interaction. This lack of predictability could result in increased information-processing, increased levels of autonomic arousal, and then symptomatic relapse in the vulnerable family member. In Olin and Mednick's (1996) literature review, they described a study in which it was found that
Theories, Culture, Treatment
69
communication deviance, expressed hostility, and over-involvement characterized families in which offspring developed schizophrenia. They also found that some studies provided evidence for the notion that family style, characterized by high expressed emotion, often serves to precipitate relapse amongst schizophrenics. The role that the environment stressors play in the etiology of schizophrenia has been less clearly elucidated than has the genetic component (Cardno & Farmer, 1995). Considerable debate has occurred and considerable research done on whether a case can be made for or against heterogeneity in the etiology of schizophrenia. The homogeneity hypothesis asserts that there is a single necessary and sufficient cause, or configuration, of schizophrenia (Tsuang & Faraone, 1995). Twin, adoption, and family studies continue to suggest that genetics account for most of the etiological factors of schizophrenia. According to Kendler and Diehl (1993), schizophrenia is, by contrast, a relatively common condition and is likely to involve genetic heterogeneity. They further contend that defects on several genes probably influence the risk for forms of schizophrenia that are, at present, clinically indistinguishable though etiologically distinct. At present, researchers have not been able to prove either the heterogeneity or homogeneity hypothesis. Frustrated efforts to find neurobiological abnormalities that are consistently associated with schizophrenia have reinforced the notion that the disorder likely represents a diverse syndrome with multiple underlying genetic, environmental, neurologic, and/or biochemical sources (Fenton & McGlashan, 1991). In the quest for etiological factors of schizophrenia, investigators have been unable to determine a single causal factor. Among the most widely researched etiological factor is the activity of dopamine pathways.
70
Simon
The Dopamine Hypothesis Dominating the literature, the dopamine hypothesis postulates that certain dopamine pathways are overactive in schizophrenia. This major biochemical theory of schizophrenia is supported by a preponderance of research (DeLecouna, Joseph, Iqbal, & Asnis, 1993). Evidence for dopamine overactivity in patients with schizophrenia includes the capacity of antipsychotic drugs to block dopamine receptors in vivo and in vitro and the fact that the clinical efficacy of anti-psychotic drugs is, in general, highly correlated with their ability to block dopamine D2 receptors (Kane, 1996). Seeman (1993) contends that the clinical antipsychotic potencies of the various neuroleptics are directly related to their potencies at the neuroleptic/dopamine receptor. Other indirect pharmacological evidence resides in the fact that drugs which increase dopamine will produce or exacerbate psychotic symptoms. An example of this, which is also a consideration when making a differential diagnosis, is the effects of amphetamine use. The direct evidence supporting the validity of the dopamine hypothesis is derived from the evaluation of post-mortem tissues as well as studies of cerebrospinal fluid and plasma (DeLecouna et al., 1993). Studies have found that the brains of people with schizophrenia have increased presynaptic dopamine and/or HVA levels in areas of the mesocortical and mesolimbic system, specifically in the area of the caudate, amygdala, and the nucleus accumbens (DeLecouna et al., 1993). Further, direct evidence is derived from studies using spiperone binding to brain slices in which increases in dopamine receptor binding in the caudate, putamen, and nucleus accumbens were found (DeLecouna et al., 1993). The interaction of dopamine with the neurotransmitter systems is a highly complex process. Although the pathophysiology of
Theories, Culture, Treatment
71
schizophrenia has not been delineated, drug development has been heavily influenced by the dopamine hypothesis. Dixon, Lehman and Levine (1995) have noted in their review that antipsychotic drugs have clearly been proven to be the most effective treatment approach for schizophrenia. Their common mode of action is to block dopamine D2 receptors throughout the brain, and their therapeutic activity is presumably related to such a blockade in the mesolimbic system. Studies have repeatedly shown that blockade reduces positive symptoms in the acute phase of the illness for at least 70 percent of patients. There is also overwhelming evidence that conventional antipsychotic agents reduce the risk of relapse of the positive symptoms of schizophrenia. Meltzer, Lee, and Ranjan (1994) state that the neuroleptics have produced remarkable benefits for patients with schizophrenia and other psychoses, but their limitations and adverse side effects have become all too apparent, making it an urgent task of psychopharmacology to develop superior agents. They further contend that, at their best, neuroleptic drugs provide only symptomatic relief for most patients with schizophrenia and at their worst, are ineffective and produce toxic side effects. Treating schizophrenia with the use of neuroleptics has been the norm cross-culturally. Interestingly, researchers have found that Asian and Hispanic immigrants require lower doses of anti-psychotics than do Americans, African-Americans, non-immigrant Asian and Hispanic groups (Dassori, Miller, & Saldafla, 1995). Scientists feel that this is attributable to environmental and cultural factors such as diet, alcohol, smoking, as well as to exposure to toxins which could differentially affect the absorption and metabolism of neuroleptics.
72
Simon
Antipsychotics Among the most common and frequently used antipsychotic drugs is clozapine and risperidone. Often used when all other neuroleptics have failed, clozapine has proven to be a superior pharmacological agent. Clozapine has a relatively high affinity for dopamine D1 and D4, 5HT2, muscarinic, and alpha-adrenergic receptors, but it is also a dopamine D2-receptor antagonist. Clozapine has been shown to be clinically effective in 60% of neuroleptic resistant patients with longterm use (Kane, 1996). Clozapine, in comparison to other antipsychotic drugs, has a more favorable side effect profile. Some of the side effects are dizziness, drowsiness, drooling, weight gain, occasional seizures, and the greatest danger, agranulocytosis (Grinspoon & Bakalar, 1998). A second antipsychotic, risperidone, produces a variety of side effects. Risperidone is a benzisoxazole derivative with combined D2 receptor and serotonin 5-HT2-receptor blocking properties (Kane, 1996). The most common adverse effects of risperidone are headache, constipation, rhinitis, insomnia, agitation, and weight gain. Antipsychotics, in general, tend to produce adverse effects in most patients. Among the most serious are the extrapyramidal which include, but are not limited to, akathisia, acute dystonia, and tardive dyskinesia. Anticholinergic side effects include dry mouth, tachycardia, and blurred vision. Other side effects associated with neuroleptic use are sedation and orthostatic hypotension. Dixon, Lehman, and Levine (1995) conclude that four decades of research have provided strong evidence that the use of conventional antipsychotics medications has been helpful in controlling the positive symptoms, has immeasurably reduced morbidity and mortality, and thus should be continued. Studies have shown that among the most effective treatment interventions is the use of pharmacological
Theories, Culture, Treatment
73
agents in conjunction with psychotherapeutic and psychosocial support. Treatment Interventions Successful treatment and management of schizophrenic symptoms requires a combination of therapeutic approaches. In many cases, one of the essential prerequisites for the application of psychological interventions is stabilization of the patient on appropriate neuroleptic medications (Alford & Correia, 1994). According to Alford and Correia, some research has found that compliance rates for filling a prescription are estimated to be around 50%; and once the prescription is filled, there is no guarantee that it will be taken. Current treatment interventions such as cognitive therapy utilize a variety of thought and behavioral techniques. Cognitive techniques include, but are not limited to, role-play, modeling, social skills therapy, and monitoring and evaluating thoughts and beliefs. The aim of these standard cognitive techniques is to facilitate distancing from thoughts, or the ability to view one's thoughts as constructions of reality rather than reality itself (Alford & Correia, 1994). Schizophrenia is an illness which causes severe irreversible cognitive deficits. The schizophrenic patient's lack of control over his mental processes makes him passive in relation to his own thinking (Anscombe, 1992). Hemsley (1993) states that there is a possibility that patients who remain cognitively impaired might be trained to use the most appropriate strategies to minimize behavioral abnormalities in a given situation. Training schizophrenics through social skills therapy, utilizing techniques such as role-playing and modeling, has been shown to be effective. In Carter and Flesher's (1995) literature review, they point to evidence that social skills training enhances the adjustment ofpatients with schizophrenia and exerts a prophylactic effect on relapse.
74
Simon
Psychodynamic theory, in the understanding and treatment of schizophrenia, has proven to be outdated and in need of revision. Psychodynamic theorists have long maintained that early disruption of the caregiver- child bond can lead to mental disturbance (Olin & Mednick, 1996). Psychodynamic treatments seem to focus on redoing the early socialization process (Carter & Flesher, 1995). According to Olin and Mednick (1996), some researchers have concluded that psychotic disorders are presumed to be associated with the earliest disruption of bonding. Further, they note that some researchers have found that elevated levels of separation during the first year of life were associated with increased risk for schizophrenia but only if there was a family history of schizophrenia. Psychoanalysis, at least in this country, seems to be on the verge of abandoning its investigation of schizophrenia, perhaps due to a growing awareness of the limited success of its treatment strategies (Willick, 1991). Conclusion Etiological and treatment concepts of schizophrenia are complex and diverse. There is no single etiological explanation that will illustrate the interaction between genetic, constitutional, environmental and psychological factors. Freeman (1992) concludes that schizophrenia is not a single clinical entity, but a syndrome subsuming different subentities, which may have various etiological bases. A cure for schizophrenia is not available at present. However, there are several treatment approaches that can help improve the patient's quality of life. Standard cognitive therapy treats both disordered content and processing, attends to the therapeutic relationship factors, restructures the negative self concept, and perhaps facilitates ecological validity (Alford & Correia, 1994). Currently, there exists a vast amount of literature that discusses a multitude of cultural variables and how they
Theories, Culture, Treatment
75
influence our phenomenological views of pathology, diagnosis, treatment, and belief systems. It is imperative for the mental health professional to be flexible in both outlook and technique and to be prepared for revision and modification of his or her views, convictions, and services (Draguns, 1995). One of the most insidious errors that needs to be counteracted is the tendency to equate deviance with disturbance. In conjunction with psychotherapy, treatment interventions require that a multifaceted approach be utilized to prevent relapse. Research has clearly elucidated the fact that drug therapy, psychotherapy, and psychosocial support in combination will be more effective than each by itself. It is essential that practitioners understand the need to implement a family didactic counseling approach. Family involvement in treatment is essential in preventing relapse and helping to change maladaptive behaviors. Cultural sensitivity to the magnitude of societal influences on behavior must be respected and applied. Continued research needs to be done in the search for etiology and treatment of schizophrenia. References Alford, A. B., & Correia, J. C. (1994). Cognitive therapy of schizophrenia: Theory and empirical status. Behavior Therapy, 25, 17-33. American Psychiatric Association. (1994). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4th ed.). Washington, DC: Author. Andreasen, N. C., & Flaum, M. (1991). Schizophrenia: The characteristic symptoms. Schizophrenia Bulletin, 17, 27-45 [Abstract]. Andreasen, N. C. (1991). The diagnosis of schizophrenia. Schizophrenia Bulletin Special Report, 25-31 [Abstract]. Anscombe, R. (1992). The disorder of conscious in schizophrenia. Schizophrenia Bulletin, 13, 241-257 [Abstract]. Brenner, D. H. (1992). The treatment of basic psychological dysfunctions from a systemic point of view. British Journal of Psychiatry, 155 (Supp. 5), 74-83.
76
Simon
Cardno, G. A., & Farmer, E. A. (1995). The case for or against heterogeneity in the etiology of schizophrenia: The genetic evidence. Schizophrenia Research, 17, 153-159. Carter, M. & Flesher, S. (1995). The neurosociology of schizophrenia: Vulnerability and functional disability. Psychiatry Interpersonal and Biological Processes, 58, 209-222. Dassori, A. M., Miller, L. A., & Saldafia, D. (1995). Schizophrenia among Hispanics: Epidemiology, phenomenology, course, and outcome. Schizophrenia Bulletin, 21, 303-309. DeLecouna, M. J., Joseph, S. K., Iqbal, N., & Asnis, M. G. (1993). Dopamine hypothesis of schizophrenia revisited. Psychiatric Annals, 23, 179-184. Dixon, L. B., Lehman, A. F., & Levine, J. (1995). Conventional antipsychotic medications for schizophrenia. Schizophrenia Bulletin, 21, 567-575. Draguns, G. J.(1995). Cultural influences upon psychopathology: Clinical and practical implications. Journal of Social Distress and the Homeless 4 (2) 79-103. Edgerton, B. R., & Cohen, A. (1994). Culture and schizophrenia: The DOSMD challenge. British Journal of Psychiatry, 164, 222-231. Fenton, S. W., & McGlashan, H. T. (1991). Natural history of schizophrenia subtypes. Archives General Psychiatry, 48, 969-976. Freeman, H. (1992). Relationship of schizophrenia to the environment. British Journal of Psychiatry, 155 (Supp), 90-99. Grinspoon, L., & Bakalar, B. J. (1998). New treatment for schizophrenia, Part 1. Harvard Mental Health Letter, 14(10), 1-8. Hemsley, R. D. (1993). A simple cognitive model for schizophrenia. Behavior Research Therapy, 31, 633-643. Kane, M. J. (1996). Schizophrenia. New England Journal of Medicine, 334 34-39. Kendler, S. K., & Diehl, R. S. (1993). The genetics of schizophrenia: A current, genetic-epidemiologic perspective. Schizophrenia Bulletin, 19, 261-279 [Abstract]. Meltzer, Y. H., Lee, A. M., & Ranjan, R. (1994). Recent advances in the pharmacotherapy of schizophrenia. ACTA Psychiatrica Scandinavica 90 (Supp) 95-101. Olin, S. S., & Mednick, A. S. (1996). Risk factors of psychosis: Identifying vulnerable populations premorbidly. Schizophrenia Bulletin 22, 223236. Rosenhan, L. D., & Seligman, P. M. (1995). Abnormal psychology (3rd ed.). New York: W.W. Norton.
Theories, Culture, Treatment
77
Seeman, P. (1993). Schizophrenia as a brain disease: The dopamine receptor story. Archives of Neurology, 50, 1093-1095. Tsuang, T. M., & Faraone, V. S. (1995). The case for heterogeneity in the etiology of schizophrenia. Schizophrenia Research, 17, 161-175. Willick, S. M. ( 1991). The deficit syndrome in schizophrenia: Psychoanalytic and neurobiological perspectives. Journal of the American Psychoanalytic Association, 41, 1135-1155.
Ciencias de la Conducta 1997, Vol. 12, 79-96
1997 por la Centro Caribetio de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Aspectos PsicofisiolOgicos de la Hipnosis Alfonso Martinez-Taboas, Ph.D. Centro Caribefio de Estudios Postgraduados Abstract For more than two centuries there have been anecdotal reports that, in some individuals, the clinical application of hypnosis produces anomalous physiological reactions. Nevertheless, until recently, such claims had mainly rested on uncontrolled observations. In this paper some recent psychophysiological research is reviewed which brings empirical support to the earlier anecdotal accounts. After reviewing the data from the neurophysiology of hypnosis and some empirical work on the effects of hypnosis on skin disorders, it is tentatively concluded that the hypnotic state can indeed produce anomalous neurophysiological processes and alter the functioning of various bodily organs.
Actualmente las ciencias cognoscitivas han logrado unos adelantos substanciales en t茅rminos de comprensi贸n de funciones y mecanismos neurofisiolOgicos gracias a la incorporaci6n de toda una tecnologia moderna de neuroimagenes y psicofisiologia. La hipnosis, definitivamente, coloca a la persona en un estado subjetivo mental durante el cual se han documentado alteraciones de corte biologico y fisiol贸gico. En este trabajo abarcaremos esta area y extraeremos conclusiones
Para comunicarse con el autor, favor de escribir al Dr. Alfonso MartinezTaboas, Centro Caribefto de Estudios Postgraduados, Apartado 9023711, Estaci贸n V iejo San Juan, San Juan, Puerto Rico, 00902-3711. 79
80
Martinez-Taboas
al respecto. Comenzaremos ofreciendo al lector un breve recorrido histórico de esta tematica. Desde sus inicios, el fenómeno de la hipnosis fue mayormente conceptualizado como un estado en el cual la persona entraba en un estado alterado de conciencia, mediatizado por unos cambios de corte fisiologico. Estos cambios han sido adjudicados a diversos factores. Mesmer (1734-1815), el precursor más notable de la hipnosis, adjudicaba los efectos de lo que él llamaba "magnetismo animal" a una relaciOn causal entre las fases de los astros y el estado de salud de los seres humanos. Más especificamente, Mesmer mantenia que lo que hoy conocemos como "hipnosis" era el producto de un desbalance en una energia que permeaba el universo y que él Ram() magnetismo animal. Mesmer postulaba la existencia de un tipo de fluido universal que él concebia como impalpable e invisible el cual estaba en contacto con todos los cuerpos. Era a través de este fluido, el cual Mesmer pensaba que tenia las cualidades del magneto, por el cual los planetas influian el cuerpo. El pensaba que los seres humanos estaban construidos como un magneto, donde el lado izquierdo contenia polos en oposición a los del lado derecho. Dentro de este esquema teórico, las enfermedades eran simplemente la falta de armonia en la distribución del fluido universal entre los polos del cuerpo y por ende, podrian ser curadas usando magnetos. El alegó haber descubierto esta nueva energia y haberla dominado para beneficio de innumerables personas con diversas enfermedades fisicas y mentales. Segun Mesmer, cuando la gente se ponia en contacto con este nuevo tipo de energia, a través de los pases magnéticos que él flee) a ingeniarse, las personas comenzaban a sentir un sinniimero de experiencias fisicas extrarias. Es decir, una vez la persona recibia la influencia de los magnetos, su sistema nervioso producia una crisis que muchas veces culminaba en una convulsion. Notemos cómo el propio Mesmer nos narra lo que sucedia en dichas sesiones:
Aspectos PsicofisiolOgicos de la Hipnosis
81
Algunos enfermos estan calmados y no sienten nada; otros tosen, expectoran, sienten algOn ligero dolor, un calor general y sudan; otros se sienten agitados y atormentados por unas convulsiones. Estas convulsiones son extraordinarias por su niunero, por su duración, y por su fuerza. Algunas han durado más de tres horas ... Se caracterizan por los movimientos involuntarios de todos los miembros y del cuerpo entero, por el estrechamiento de la garganta, por unos sobresaltos de los hipocondrios y del epigastrio, por el desorden y extravio de los ojos, por unos gritos penetrantes y unas risas inmoderadas. Todo esto precedido o seguido de un estado de languidez y de suerio, de una especie de abatimiento y hasta de modorra (citado en Dauven, 1969, p. 39).
Para los mesmeristas estas crisis no eran otra cosa que el resultado de alteraciones profundas psicofisiologicas al entrar en contacto directo con el magnetismo animal. Dicha idea fue muy influyente durante las Oltimas décadas del siglo XVIII y primeras del siglo XIX (Crabtree, 1993; Podmore, 1969). Sin embargo, ya a mediados del siglo XIX la idea de que los procesos que utilizaban los mesmeristas se deberian de adjudicar a una energia "magnética" cayO en descrédito, dando paso a la noción de que la hipnosis era un estado interno de la persona producto de la sugestiOn. Para ese entonces se pensaba que la hipnosis era un tipo de suerio artificialmente provocado. De hecho, cuando Braid (1795-1860) propone el término de "hipnosis" en el 1843, tenia muy en mente la fuente etimologica de la palabra (hypnos viene del griego que quiere decir "suefio"). Asimismo, Faria (1756-1819) Ham() a la hipnosis suetio lficido y Puységur (1751-1825) la tildó de sonambulismo artificial. La idea de que la hipnosis implicaba la presencia de profundos cambios psicofisiolOgicos era casi aceptada de manera unanime por los estudiosos de la hipnosis durante las Altimas cinco décadas del siglo XIX. Braid, quien
82
Martinez-Taboas
fue un defensor muy influyente de esta postura, mantenia su tesis con observaciones como estas: En tres minutos los parpados de este seiior se cerraron, comenzaron a bajarle las lagrimas por los ojos, su cabeza bajó, lanzó un corto suspiro, e instantaneamente cay6 en un profundo sueiio. La respiraci6n disminuyó en frecuencia y profundidad ... (Braid, 1843, p. 17).
Para hipnOlogos como Braid era ineludible el hecho que la persona hipnotizada caia, por asi decirlo, en un estado de sudio provocado. Por lo tanto, esto implicaba que a nivel psicofisiologico dicha persona entraba en un estado diferente al de la vigilia. En su libro, Gauld (1992) menciona y describe toda una serie de teorias de fin de siglo para explicar la psicofisiologia de la hipnosis. Entre los autores que menciona Gauld (1992) se encuentra Krarup quien explicaba el trance hipnOtico postulando que la expansi6n de ciertas arterias causaban un reflejo cataléptico (de inmovilidad) que producia el fenOmeno del suetio hipn6tico. Van de Lanoitte y Pupin explicaban la hipnosis y el sueflo indicando que estos estados producian una desconexión entre las células del cerebro. Vogt proponia que la hipnosis implicaba cambios locales y generalizados en el flujo de sangre al cerebro (véase a Gauld, 1992, para otros ejemplos analogos). Sin embargo, en este articulo no le vamos a dar énfasis a este tipo de trivialidad histórica, que al fin de cuentas se basaba en unas nociones bastante primitivas sobre la psicofisiologia del sudio. Nuestro énfasis va a ir dirigido a los hallazgos en los Altimos 15 afios, ya que a través de la tecnologia moderna es que al fin parece que comienza a comprenderse la psicofisiologia del estado hipnótico. Sin embargo, antes de llegar a la década de los 1980s, con el fin de ver la evolución histórica
Aspectos PsicofisiolOgicos de la Hipnosis
83
del area, daremos un breve vistazo a lo que se informaba en las décadas de los 1950s, 1960s y 1970s. El Consenso de los 1950-1970: No Hay Variantes Distintivas Fisiológicas Durante estas tres décadas se realizaron docenas de estudios tratando de definir los parametros psicofisiológicos del trance hipnótico. Un hallazgo que quedo de inmediato claro es que las personas que entraban en "trance" hipnótico no emitian ondas cerebrales que indicaran que estaban durmiendo o comenzando a dormirse. Al contrario, las ondas electrocorticales indicaban que la persona estaba totalmente despierta, aunque en un estado de relajación (Chertok & Kramarz, 1959; True & Stephenson, 1951). Asimismo, diversos estudios trataron de depurar e investigar si la persona bajo hipnosis procesaba a nivel del sistema periferal nervioso (respuesta galvanica de la piel, respuesta cardiot6nica) o del sistema nervioso central (potenciales evocados, actividad electroencefalografica) los estimulos que se presentaban de una manera anOmala. El hallazgo más comün era que las personas bajo hipnosis no se diferenciaban de personas que simulaban estar en hipnosis. Aunque las personas bajo hipnosis si lograban alterar unos pardmetros de manera sutil, también esto lo lograban hacer las personas que simulaban estar bajo hipnosis. El factor comün parecia ser que ambos grupos de personas obedecian unas órdenes mientras estaban en un estado de relajación y de extrema motivación. Sarbin y Slagle (1972) en una importante y masiva revision de esta area concluyeron lo siguiente: Dos conclusiones pueden ser extraidas de nuestra revisiOn. La conclusiOn 1 se refiere a la pregunta Lson las alteraciones observadas en los parametros fisiologicos especificos al trance hipnótico? La contestación es un definitivo No. La
84
Martinez-Taboas conclusion 2 se refiere a la pregunta, zpueden procesos simbólicos producir cambios en procesos biológicos? La contestaci6n es un definitivo "Si" (p. 211).
A la luz de esto, Sarbin y Slagle recomendaron abandonar la básqueda de parametros fisiológicos especificos al estado hipnOtico, ya que, segun su conceptualización, la hipnosis no es otra cosa que una actuación estratégica en donde la persona utiliza su imaginación para cumplir el papel especial que se le asigna (Coe & Sarbin, 1991). Luego de esta revision no parecia haber lugar para continuar la büsqueda de factores fisiologicos especificos. Sin embargo, la büsqueda continuó. Los resultados de las décadas de los 1980 y 1990 han sido excitantes. La Década de los 1980 y 1990: Factores FisiolOgicos Especificos Algo que impacta de inmediato es que los hallazgos en los Altimos 15 afios han comenzado a apoyar la postura que algunas personas que entran en un estado hipmitico demuestran cambios psicofisiolOgicos especificos. Spiegel y Vermutten (1994) han selialado, de una manera persuasiva, que la disparidad de resultados probablemente se deba a diferencias en los métodos de investigaciones usados, pues los estudios anteriores usaban: a) grupos muy pequefios que impedian andlisis estadisticos adecuados; b) analisis cualitativo de los datos, con poco énfasis en los hallazgos cuantitativos de los EEG; c) Ordenes hipnOticas inadecuadas y confusas; d) tecnologias que hoy en dia son vistas como ineficientes y burdas. A nuestro juicio los hallazgos más reveladores y más consistentes se han dado dentro del area de la neurofisiologia de la hipnosis. Por tal raz6n, comenzaremos con la auscultación de dicho parametro.
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis
85
Aspectos Neurofisiológicos: Potenciales evocados
La técnica de potenciales evocados (PE) es una muy prometedora dentro del estudio de la hipnosis. Esta estrategia neurofisiolOgica consiste en utilizar los electrodos de un electroencefalOgrafo (EEG), conectarlos a una computadora y presentarle a la persona bajo examen estimulos visuales, tactiles o auditivos. La computadora se encargard de recoger la información del EEG y procesarla de acuerdo al area en donde se recogiO mas actividad cortical y de acuerdo a la rapidez en que el estimulo file captado. Debido a que el parametro que se usa es de 500 milisegundos luego de presentarse el estimulo, se toman los primeros 100-200 milisegundos como un parametro de la intensidad del estimulo y los Altimos trescientos milisegundos (200-500) como un reflejo de cOmo la persona procesa el estimulo. Finalmente, la computadora recoge toda esa infonnaciOn y realiza un calculo promedio de la respuesta cortical. Esto es lo que se conoce como Potenciales Promedios Evocados (PPE). Los mismos suelen ser muy resistentes a la manipulación consciente y tienden a ser estables a nivel longitudinal. Spiegel, Cutcomb, Ren y Pribram (1985) realizaron uno de los primeros estudios sistematicos al respecto. Tomaron seis personas que previamente habian demostrado ser altamente hipnotizables y seis que habian demostrado ser muy poco hipnotizables. En este estudio se utilizó como estimulo evocador unos destellos de luz. Se les pidi6 a ambos grupos, mientras se le daban instrucciones para ser hipnotizados, que no vieran la luz (alucinaciOn negativa). Los resultados claramente indicaron que solo las personas altamente susceptibles para ser hipnotizados lograron suprimir de manera significativa los componentes evocados, indicando esto un cambio en el procesamiento de informaciOn. En otras palabras, estas personas no sOlo alegaron que la directriz hipnOtica desapare-
86
Martinez-Taboas
ció el estimulo (la luz), sino que a nivel electrocortical se verificaba que la persona no registraba el mismo. El grupo control no pudo alterar sus PPE. Spiegel, Bierre y Rootenberg (1989) realizaron otro estudio con PPE, pero esta vez utilizaron los PPE de tipo somatosensorio (tactiles). Se le indice) a 10 personas altamente susceptibles a la hipnosis y a 10 bajas en susceptibilidad, que sus manos se habian convertido totalmente insensibles al dolor o a cualquier tipo de sensación. Los resultados indicaron que al ser sometidos a estimulos somatosensoriales en las manos, las personas bajas en hipnotizabilidad emitieron PPE indicativos de que estaban registrando y sintiendo dicha informaciOn. Sin embargo, las personas altas en susceptibilidad bloquearon las ondas P100 (temprano en la serial) y P300 (más tarde en la serial), ilustrando que habian realmente atenuado de manera dramatica los estimulos sensoriales que se les presentaron. Por su parte Sigalowitz, Dywan e Ismailos (1991) realizaron un estudio similar con PPE, pero esta vez con estimulos auditivos. Se le informo al grupo control (bajo en hipnotizabilidad) y al grupo experimental (alto en hipnotizabilidad) que oirian un timbre, cuando en realidad no habia ninguno sonando. Los resultados indicaron que las personas en el grupo experimental emitieron P300 a los timbres imaginados (alucinaciOn positiva), no asi ninguno de los sujetos en el grupo control. El estudio de Zacharie y Bjerring (1990) también resulta revelador. Estos investigadores le administraron a 10 personas altamente hipnotizables una substancia conocida como histamina a nivel subcutáneo, la cual usualmente provoca malestar, erupción en la piel y dolor. Acto seguido los investigadores ofrecieron Ordenes sugestivas de analgesia, todo esto mientras se median los PPE somatosensorios. También se utilize) un grupo control de personas, las cuales fueron inyectados con la misma substancia. Los resultados no solo indicaron que estas personas, comparadas con el grupo control,
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis
87
evidenciaron una erupci6n menor en la piel, sino que demostraron una reducciOn en los PPE durante la sugesti6n de analgesia. En una investigación reciente e ingeniosa, Allen, Iacono, Laravuso y Dunn (1995) utilizaron a 42 personas seleccionadas por su alta o baja susceptibilidad hipnOtica. Todas se aprendieron exitosamente una lista de palabras. El momento crucial consisti6 cuando, mientras eran monitoreados con los PPE, se les di6 una orden hipnótica que consistia en una amnesia para aquellas palabras que previamente ya las personas se habian aprendido. Los resultados indicaron que las personas altas en susceptibilidad mostraron cambios en las P100 que eran consistentes con no reconocer que habian aprendido esas mismas palabras antes. Dichos datos sugieren que la amnesia posthipnOtica puede implicar alteraciones en los procesos de atención, selección y accesibilidad de una información previa. Estudios como los mencionados se han empezado a acumular de manera acelerada (Barabasz & Lonsdale, 1983; DePascalis, 1994). Los mismos, de manera consistente y a través de diversos laboratorios y paises (en especial los EEUU e Italia), confirman los hallazgos expuestos previamente. Las implicaciones de los mismos serail discutidas en la Ultima secciOn de esta revision. Aspectos Neurofisiologicos: Andlisis de Poder Espectral El analisis espectral del EEG es un examen del poder relativo de diferentes bandas de frecuencia registradas a través del cuero cabelludo mientras la persona estd en una posición de reposo. Presenta el potencial de localizar la actividad cerebral asociada con los estados hipnOticos. Los hallazgos son consistentes en demostrar que las personas con alta susceptibilidad muestran una especificidad hemisférica más notable que la que logran las personas con poco
88
Martinez-Taboas
potencial de hipnotizabilidad (Crawford, 1989, 1994; MacLeod-Morgan & Lack, 1982; Sabourin, Cutcomb, Crawford, & Pribram, 1990). Especificamente, al comenzar la inducción hipn6tica los primeros muestran una activación mayor en el hemisferio izquierdo frontal. Pero al comenzar a caer en el trance hipnOtico, se documenta una inhibición en la actividad hemisférica izquierda, con un incremento concomitante en el hemisferio derecho (Gruzelier, Brow, Perry, Rhonder & Thomas, 1984). Un grupo de simuladores no logra alterar sus respuestas EEG de esta manera. Estos datos apoyan la idea de que bajo el estado hipnOtico ocurren cambios sistemáticos en la organización funcional cerebral, lo que fortalece la idea de que la hipnosis, en parte, tiene repercusiones neurofisiolOgicas que no pueden ser explicadas como artefactos experimentales. Actividad Electrodermal Gruzelier y sus colaboradores (Gruzelier & Brow, 1985; Gruzelier, Allison & Conway, 1988) han realizado estudios importantes utilizando como variable dependiente la actividad electrodermal de la piel ante estimulos sensoriales. En estos estudios se han utilizado medidas bilaterales para detectar influencias hemisféricas y han incluido en su disetio grupos controles e incluso grupo de simuladores. Los resultados indican que sOlo el grupo alto en susceptibilidad hipnOtica mostrO cambios significativos en la actividad electrodermal. Cambios que son muy reveladores, pues, por ejemplo, estos sujetos al comienzo de la inducci6n hipnOtica mostraban una lateralidad hacia el hemisferio izquierdo, pero al entrar en el trance hipnOtico, la lateralidad cambi6 hacia el hemisferio derecho. En lo que a la actividad electrodermal se refiere, Kinnunen, Zamansky y Block (1994) realizaron un estudio cuyas implicaciones son importantes. Estos investigadores utilizaron este
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis
89
tipo de variable dependiente para verificar si las personas que están en un trance hipnótico son honestas y dicen la verdad, o si, por el contrario, le mienten al experimentador. En el primer estudio, utilizaron la respuesta galvanica de la piel (RGP) tanto en un grupo de personas hipnotizadas como en las no-hipnotizadas. Los resultados indicaron que la RGP detectaba si la persona mentia. En el segundo experimento, a personas profundamente hipnotizadas y a un grupo de simuladores se les ofrecieron sugestiones y 6rdenes hipnóticas preguntandoles de vez en cuando si sentian las sensaciones hipnóticas ordenadas. Los resultados claramente revelaron que el grupo de simuladores alegaba sentir dichas sensaciones pero la RGP indicaba que estaban mintiendo. Sin embargo, el 89% del grupo bajo hipnosis cumplieron con el criterio de que decian la verdad. Los autores concluyen que el uso de la RGP tiene potencial para utilizarse como medida criterio para identificar a las personas que simulan efectos hipnóticos de las que realmente sienten dichos efectos. Efectos en la Epidermis Hay una larga tradici6n en la literatura hipnatica en el sentido de que las personas virtuosas en hipnosis pueden alterar y producir anomalias en la piel, tales como quemaduras y ampollas. En algunos casos, se han informado hasta marcas especificas que se asemejan a simbolos religiosos (Barber, 1978; Chertok, 1979; Paul, 1963; Wilson, 1988). Varios estudios controlados indican que la hipnosis es efectiva en eliminar ciertas enfermedades de la piel. Por ejemplo, Sinclair-Gieben y Chalmers (1959) en su estudio clasico utilizaron 14 personas con verrugas resistentes al tratamiento usual. A todos ellos se les dio la orden hipnótica de que todas las verrugas de su lado derecho del cuerpo desaparecerian. Los resultados indicaron que nueve de estas personas eliminaron el 90% de sus verrugas, pero solo en el
90
Martinez-Taboas
area designada por la orden hipnOtica. Las del lado izquierdo quedaron intactas. Surman, Gottlieb, Hackett y Silverberg (1973) lograron una replicación de la efectividad del procedimiento, aunque no de la especificidad lateral. En este estudio, ninguna persona del grupo control logro minimizar sus verrugas. Asimismo, Noll (1994) recientemente tab:5 de esta manera a 7 nifios y adolescentes con verrugas resistentes. Al cabo de 3 meses, el 86% las habian eliminado por completo. En el que quizas sea el estudio más riguroso, Spanos, Williams y Mwynn (1990) informaron que las personas que fueron hipnotizadas perdieron significativamente mas verrugas que un grupo control al cual se le administr6 un placebo, y otro grupo que tenia que untarle a sus verrugas un ungfiento probado como efectivo contra las mismas. Por otro lado, en términos de quemaduras, varios estudios de casos han documentado de manera drama:dm la aparición de quemaduras leves en la piel bajo sugesti6n de que un dedo o un lápiz es un objeto ardiente (Bellis, 1966; Ullman, 1947). En un estudio controlado realizado por Johnson y Barber (1976) en el cual se utilizaron 40 participantes, sOlo una mujer mostrO grados leves de quemadura bajo una inducción y orden hipnótica. Esta sefiora cuando nifia se habia quemado en la cocina en esta misma area. La diferencia entre este estudio controlado y la publicación de casos clinicos en donde los autores han documentado marcas dramaticas de quemaduras, aparenta radicar en el tipo de sujeto utilizado. En el estudio de Johnson y Barber (1976) la mayoria de las personas seleccionadas no aparentaban ser virtuosos en términos de susceptibilidad hipmitica; mientras que lo contrario sucede en el informe de casos clinicos en donde se documentan quemaduras y marcas dramaticas.
Aspectos Psicofisiológicos de la Hipnosis
91
Reflexiones Sobre la Psicofisiologia de la Hipnosis Si la hipnosis en realidad es un proceso en donde la persona altera y disocia su estado de conciencia, no seria disonante verificar a nivel neurofisiologico que la persona codifica y procesa la información o estimulo que se le ofrece de una manera anómala. Decimos "anómala" porque hasta el momento ningun experto en psicofisiologia ha podido explicar con rigurosidad cómo es posible que los PPE no registren (alucinaciOn negativa) o registren (alucinación positiva) estimulos imaginarios. Ciertamente, los estudios con personas que simulan estar hipnotizadas no han podido replicar estos hallazgos. Este tipo de hallazgo psicofisiológico es importante ya que arroja una luz considerable sobre ciertas posturas hacia la hipnosis. En primer lugar, este tipo de dato no es cónsono con la tesis de autores como Coe y Sarbin (1991) quienes prefieren pensar que la hipnosis se reduce a personas que juegan un papel estratégico en donde no hay alteraciones o disociaciones de la conciencia. En segundo lugar, tiene el potencial de aclarar los concomitantes psicofisiológicos de los estados mentales y cenno estos Altimos pueden afectar de manera dramatica procesos fisico-quimicos. Si vemos la hipnosis como un tipo de disociaci6n mental producida por mecanismos experimentales, entonces seria lógico hacer una extrapolación con lo hallado en otros tipos de estados disociativos, pero siendo éstos más dramaticos, generalizados y patologicos. Entre estos incluiriamos a los trastornos conversivos y disociativos. Precisamente, ya hay un cürnulo de datos psicofisiologicos en los trastornos disociativos, en especial en el trastorno de identidad disociada (T1D) (antes llamado "personalidad multiple"). Aunque no vamos a entrar de lleno en esta literatura (véanse las revisiones de Coons, 1988; Martinez-Taboas, 1994) resulta llamativo y revelador que los pacientes con TID suelen mostrar alteracio-
92
Martinez-Taboas
nes dramáticas entre diferentes identidades cuando se utiliza como variable dependiente los PPE. Asimismo, se han demostrado diferencias en el flujo sanguineo cerebral, en los mapas cerebrales y en técnicas de imagenes cerebrales y estudios con positrones. Estos datos parecen sugerir de manera persuasiva que la hipnosis puede ser conceptualizada en un plano dimensional como un estado disociativo leve y no-patolOgico. Sin embargo, tal parece que cuando un nifio o una nifia pasa por eventos traumaticos severos y recurrentes, ciertas personas con un rasgo alto de susceptibilidad hipnótica logran utilizar su potencial disociativo para lidiar contra dicho ambiente. Si esa persona desarrolla una tendencia fuerte y consistente a seguir utilizando mecanismos disociativos para lidiar con los estresores ambientales, tendriamos aqui entonces la célula germinal de un trastorno disociativo. Retomando los hallazgos psicofisiológicos, nos parece pertinente ofrecer algunas especulaciones y aclaraciones sobre los datos que expusimos en las primeras páginas de esta revisiOn. En cuanto a los PPE, lo que los expertos expresan, ademas de su sorpresa, es que en un estado disociativo hipnótico la persona evidencia que las alucinaciones sugeridas (negativas o positivas) cobran vida no solo a nivel imaginario sino a nivel fisiológico. La persona parece entrar en un mundo imaginario en donde la fantasia cobra primacia, afectandose concomitantemente los procesos de codificación de estimulos. Por otro lado, los hallazgos con el EEG espectral sugieren que las personas virtuosas en estados hipnóticos poseen unas habilidades más sofisticadas o desarrolladas de filtrar su atencion y que esas diferencias son reflejadas en dinamicas electrocorticales. Estos estudios indican que estas personas pueden enfocar y mantener su atención o, asimismo, desenfocar la misma, a estimulos que se le presentan. Autoras como Crawford (1994) sugieren que la hipnosis en parte es un estado especial en el que se demuestra una maximaciOn de procesos
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis
93
de atención, los cuales activan ciertas dinamicas cerebrales inusuales. Por ejemplo, Crawford y Gruzelier (1992) señalan que ha sido consistente el hallazgo de que durante la hipnosis, y estando bajo estimulos dolorosos, las personas alias en susceptibilidad hipnótica, generan más actividad en las ondas theta. Esto es importante ya que desde hace décadas se sabe que ondas de este tipo han sido observadas durante estados de meditaci6n y aislamiento sensorial. Lo que indicarla que la persona en un estado hipnótico redistribuye su atención a otros focos de imagineria interna (ver que su brazo se convirtiO en un palo), evitando asi la concentración en el estimulo doloroso. En cuanto al hecho de que en ciertos estudios la persona bajo hipnosis demuestra un cambio de lateralidad cerebral, en donde comienza con actividad theta en el hemisferio izquierdo, para trasladarse al derecho, Crawford y Gruzelier (1992) han hipotetizado lo siguiente: Cuando una persona bajo hipnosis percibe el estimulo doloroso, obviamente se enfoca en el mismo. Este enfoque de atenci6n al medio ambiente sugiere una involucraciOn del hemisferio izquierdo. Cuando la analgesia hipnatica ocurre, el sujeto "apaga" el dolor o se desliga del mismo, comenzando a enfocarse en imagineria hipnótica auto-generada. Esta imagineria y desenfoque del estimulo doloroso comienza entonces a ser manejada por el hemisferio derecho, lograndose asi un desenfoque radical del dolor. En lo que respecta a los cambios observados en la piel, Spiegel y Vermutten (1994) han sugerido que esto indica una interacciOn del sistema nervioso, especialmente el sistema autonómico, el cual inerva el sistema circulatorio, mediatizandose asi los cambios en temperatura observados. Esta observación de control hipnótico de la temperatura ha sido aplicado clinicamente a personas con el trastomo de hemofilia, logrando éstos un mejor control de su flujo sanguineo (SwirskySacchetti & Margolis, 1986).
94
Martinez-Taboas
Podriamos concluir este trabajo indicando que el conocimiento actual apoya la idea de que en un estado disociativo algunas personas logran alterar de una manera dramática e inusual funciones somáticas de corte neurofisiológico y periferal. Aunque se necesita más investigación para lograr aclarar el modus operandi de dichas alteraciones, también resulta tentador la aplicación de estos hallazgos a niveles prácticos, tal y como lo hizo Noll (1994) con el alivio de enfermedades de la piel y Swirsky-Sacchetti y Margolis (1986) con pacientes hemofilicos. Creemos que una vez estos hallazgos y su explicación estén en un terreno más firme y generalizado, tendran el potencial de generar mucha discusión sobre la relación mente-cuerpo y sobre la complejidad de los estados mentales en la salud mental y la enfermedad. Referencias Allen, J. J., & Iacono, W. G., Laravuso, J. J., & Dunn, L. A. (1995). An event-related potential investigation of posthypnotic recognition amnesia. Journal of Abnormal Psychology, 104, 421-430. Barabasz, A. F., & Lonsdale, C. (1983). Effects of hypnosis on P300 olfactory evoked potential amplitudes. Journal of Abnormal Psychology, 92, 520-523. Barber, T. X. (1978). Hypnosis, suggestions and psychosomatic phenomena. American Journal of Clinical Hypnosis, 21, 13-27. Bellis, J. M. (1966). Hypnotic pseudo-burn. American Journal of Clinical Hypnosis, 8, 310-312. Braid, J. (1843). Neurypnology. London: Julian. Chertok, L. (1979). Sense and nonsense in psychotherapy: The challenge of hypnosis. New York: Pergamon. Chertok, L. & Kramarz, P. (1959). Hypnosis, sleep and electro-encephalography. Journal of Nervous and Mental Disease, 128, 227-238. Coe, W. C., & Sarbin, T. R. (1991). Role theory: Hypnosis from a dramaturgical and narrational perspective. En S. J. Lynn & J. Rhue (Eds.), Theories of hypnosis (pp. 303-323). New York: Guilford. Coons, P. M. (1988). Psychophysiologic aspects of multiple personality disorder: A review. Dissociation, 1, 47-53.
Aspectos Psicofisiologicos de la Hipnosis
95
Crabtree, A. (1993). From Mesmer to Freud New Haven: Yale University Press. Crawford, H. J. (1994). Brain dynamics and hypnosis. International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 42, 204-232. Crawford, H. J., & Gruzelier, J. H. (1992). A midstream view of the neuropsychology of hypnosis: Recent research and future directions. En E. Fromm & M. R. Nash (Eds.), Contemporary hypnosis research (pp. 227-266). New York: Guilford. Dauven, J. (1969). Los poderes de la hipnosis. Madrid: Plaza & Janes. DePascalis, V. (1994). Event-related potentials during hypnotic hallucination. International Journal ofClinical and Experimental Hypnosis, 42, 39-52. Gauld, A. (1992). A history ofhypnosis. Cambridge: Cambridge University Press. Gruzelier, J. H., Allison, J., & Conway, A. (1988). A psychophysiological differentiation between hypnotic behavior and simulation. International Journal of Psychophysiology, 6, 331-338. Gruzelier, J. H., & Brow, T. D. (1985). Psychophysiological evidence for a state theory of hypnosis and susceptibility. Journal of Psychosomatic Research, 29, 287-302. Gruzelier, J. H., Brow, T. D., Perry, A., Rhonder, J., & Thomas, M. (1984). Hypnotic susceptibility: A lateral predisposition and altered cerebral assymetry under hypnosis. International Journal of Psychophysiology, 2, 131-139. Johnson, R. F., & Barber, T. X. (1976). Hypnotic suggestions for blister formation. American Journal of Clinical Hypnosis, 18, 172-181. Kinnunen, T., Zamansky, H. S., & Block, M. L. (1994). Is the hypnotized subject lying? Journal of Abnormal Psychology, 103, 184-191. MacLeod-Morgan, C., & Lack, L. (1982). Hemispheric specificity: A physiological concomitant of hypnotizability. Psychophysiology, 19, 687-690. Martinez-Taboas, A. (1994). Investigaciones psicofisiolOgicas en los trastornos disociativos. Psicologia Contempordnea, I, 32-39. Noll, R.B. (1994). Hypnotherapy for warts in children and adolescents. Developmental and Behavioral Pediatrics, 15, 170-173. Paul, G.L. (1963). The production of blisters by hypnotic suggestion: Another look. Psychosomatic Medicine, 25, 233-244. Podmore, F. (1969). From Mesmer to Christian Science. New Hyde Park, NY: University Press. Sabourin, M. E., Cutcomb, S. D., Crawford, H. J., & Pribram, K. H. (1990). EEG correlates of hypnotic susceptibility and hypnotic trance. International Journal of Psychophysiology, 10, 125-142.
96
Martihez-Taboas
Sarbin, T. R., & Sagle, R. W. (1972). Hypnosis and physiological outcomes. En E. Fromm & R. E. Shor (Eds.), Hypnosis: Developments in research and new perspectives (pp. 273-303). New York: Aldine. Sigalowitz, S. J., Dywan, J., & Ismailos, L. (1991, Octubre). Electrocortical evidence that hypnotically induced hallucinations are experienced
Ponencia presentada en Simposio sobre disociaciOn y conciencia, New Orleans, L.A. Sinclair-Gieben, A., & Chalmers, D. (1959). Evaluation of treatment of warts by hypnosis. Lancet, 2, 480-482. Spanos, N. P., Williams, V., & Mwynn, M. I. (1990). Effects of hypnotic, placebo, and salicylic acid treatments on wart regression. Psychosomatic Medicine, 52, 109-114. Spiegel, D., Bierre, P., & Rootenberg, J. (1989). Hypnotic alteration of somatosensoly perception. American Journal of Psychiatry, 146, 749754. Spiegel, D., Cutcomb, S., Ren, C., & Pribram, K. (1985). Hypnotic hallucinations alters evoked potentials. Journal of Abnormal Psychology, 94, 249-255. Spiegel, D. & Vermutten, E. (1994). Physiological correlates of hypnosis and dissociation. En D. Spiegel (Ed.), Dissociation: Culture, mind and body (pp. 185-209). Washington: American Psychiatric Press. Surman, 0. S., Gottlieb, S. K., Hackett, T. P., & Silverberg, E. L. (1973). Hypnosis in the treatment of warts. Archives of General Psychiatry, 28, 439-441. Swirsky-Sacchetti, T., & Margolis, C. G. (1986). The effects of a comprehensive self-hypnosis training program in the use of Factor VIII in severe hemophilia. International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 34, 71-83. True, R. M., & Stephenson, C. W. (1951). Controlled experiments correlating electroencephalograpic pulse and plantar reflexes with hypnotic age regression and induced emotional states. Personality, 1, 252-263. Ullman, U. (1947). Herpes simplex and second degree burn induced under hypnosis. American Journal of Psychiatry, 103, 828-830. Wilson, I. (1988). The bleeding mind London: Nicolson. Zachariae, R., & Bjerring, P. (1990). The effect of hypnotically induced analgesia on flare reaction of the cutaneous histamine prick test. Archives of Dermatological Research, 21, 539-543.
Ciencias de la Conducta 1997, Vol. 12, 97-109
C1997 por la Centro Caribetio de Estudios
Postgraduados, San Juan, Puerto Rico
Estilos de Liderazgo y su RelaciOn con el Compromiso Organizacional en una Muestra de Empleados de la Banca en Puerto Rico Ivonna J. Pacheco-Pérez, Miguel E. Martinez-Lugo, y José M. Justel-Cabrera Centro Caribefio de Estudios Postgraduados Abstract The study was conducted to determine the relationship between organizational commitment and leadership style in a sample of 143 employees. The results showed that organizational commitment is not determined by leadership styles. A positive relationship was found between organizational commitment and the age and length of service of the employees who made up the sample. These and other results are discussed in detail.
Uno de los predictores mas importantes para el éxito de una organización es el liderazgo. La influencia del lider va a determiner si el potencial de sus seguidores es utilizado 6ptimamente. También el lider va a influir sobre el ambiente organizacional. Para propósitos de esta investigación utilizaremos la definición de Wexley y Yukl (1984) la cual define el liderazgo como la capacidad de influir a las personas para que se esfuercen más en el desarrollo de una tarea o influirlas con el prop6sito de cambiar su comportamiento. Para comunicarse con los autores y autoras favor de escriber a Ivonna J. Pacheco-Pdrez, Centro Cariberio de Estudios Postgraduados, Apartado 9023711, Estación Viejo San Juan, San Juan, Puerto Rico 00902-3711. 97
98 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional
El tema de liderazgo comienza a ser estudiado cientificamente apartir del 1950. Para esta época, las teorias de rasgos dominaban el enfoque de los estudios. Las teorias de rasgos presumen que el lider posee unos rasgos que son fundamentalmente diferentes a sus seguidores. Debido a la falta de habilidad de los cientificos sociales para identificar los rasgos de un lider efectivo y por los avances en las ciencias de la conducta, surge el enfoque en las teorias de estilos de liderazgo. Segfin Fleishman y Harris (1962) estas establecian que existian dos estilos extremos de liderazgo, el estilo orientado a la producción y el estilo orientado a los empleados. La tendencia dominante en las dos Ultimas décadas ha sido el desarrollo de teorias situacionales las cuales se enfocan en la manera en que los aspectos de la situaci6n aumentan o disminuyen los efectos del liderazgo en la motivación. Bajo esta tendencia se destacan la teoria de contingencia de Fielder (1967), la teoria de trayectoria hacia la meta de House y Mitchell (1977), la teoria de Vroom y Yetton (1973), la teoria de Likert (1967), y la teoria de la rejilla gerencial de Blake y Mouton (1985). Estas teorias coinciden en que a base de un estilo de liderazgo especifico estimularemos unas respuestas en los miembros de la organización donde se incluye el compromiso que pueda tener el empleado. Mowday, Porter y Steers (1982) definen el compromiso organizacional como la intensidad relativa de la identificación e involucraciOn de una persona con una organización en particular. Segün estos autores, el compromiso organizacional se desarrolla en tres etapas: la anticipaciOn o pre entrada e influencias del compromiso en la selección del trabajo, la iniciación o desarrollo del compromiso durante los primeros meses del empleo y la etapa del desarrollo continuo del compromiso. El compromiso organizacional ha sido relacionado con una serie de variables. Muiiiz (1990) y Heir (1980) encontraron una relación positiva y significativa entre el compromiso
Pacheco-Pérez, Martinez-Lugo & Justel-Cabrera
99
organizacional y la edad cronologica. Luthans, Baack y Taylor (1987) encontraron una relación positiva y significativa entre el compromiso organizacional y los afios de servicio. Mathieu (1991) encontr6, en un estudio entre compromiso organizacional y satisfacciOn en el trabajo, que ambas variables estan relacionadas reciprocamente. Ocasio (1985) demostr6 que la edad y los afios de servicio no son predictores del compromiso organizativo. En cambio, encontr6 correlaciones positivas con la involucración en el trabajo, la cohesion entre compafieros, la autonomia, la claridad de la tarea y el apoyo del supervisor. Uno de los factores organizacionales que afecta el desarrollo del compromiso organizacional de un empleado es la supervision recibida (McManus, 1985; Mowday, Porter, & Steers, 1982). Fukami y Larson (1984) encontraron que una buena relación con el supervisor se relaciona más con el compromiso organizacional. Los empleados de supervisores que permiten a sus empleados participar activamente en la toma de decisiones del trabajo tienden a sentir mayor responsabilidad por el trabajo y un mayor compromiso organizacional. Salancik (1977) afirma que altos niveles de compromiso organizacional son asociados con una supervision que no es muy estricta o cerrada. La presente investigaciOn estudi6 la relación que existe entre el estilo de liderazgo y el compromiso organizacional. La variable independiente principal es el estilo de liderazgo. Otras variables independientes que se estudiaron fueron la edad, tiempo en el puesto, género, escolaridad y afios de servicio para cada uno de los participantes. La variable dependiente es el compromiso organizacional. Mediante esta investigación se estudiaron las siguientes hipOtesis. Hi: Existiran diferencias significativas entre el cornpromiso organizacional de los empleados de supervisores con un estilo de liderazgo orientado hacia la tarea y el
100 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional compromiso organizacional de los empleados de supervisores con un estilo orientado hacia las personas. H2: Existird una relación positiva y significativa entre el compromiso organizacional y la edad de los participantes. H3: Existird una relación positiva y significativa entre el compromiso organizacional y los alios de servicio de los participantes. H4: No existird diferencia significativa en el nivel de cornpromiso organizacional como resultado de la variable género. H5: No existird relación significativa entre el compromiso organizacional y la escolaridad de los participantes. H6: No existird relación significativa entre el compromiso organizacional y el tiempo en el puesto actual de los participantes.
Método Participantes
La muestra estuvo compuesta por 143 empleados de una institución bancaria de capital extranjero operando en Puerto Rico. Un 25% (N = 36) de la muestra estuvo representada por supervisores y un 75% (N = 107) por supervisados. Un 59% (N = 85) eran mujeres y 9% (N = 13) hombres. Un 32% (N = 45) de los participantes no identific6 su género. Para la muestra total la edad promedio fue de 36 afios. El tiempo en el puesto promedio fue de 4 alms y los gios de servicio promedio fueron 7 arios. Respecto a la variable escolaridad encontramos como promedio 15 al-los de escolaridad, lo que es equivalente a un tercer alio de universidad.
Pacheco Pérez, Martinez Lugo & Justel Cabrera -
-
-
101
Instrumentos Para recopilar la información relacionada a los estilos de liderazgo, se utilizó el Cuestionario de Liderazgo T-P desarrollado por Pfeiffer y Jones (1974) y traducido por el Dr. Gabriel Cirino Gerena, en una adaptación del Cuestionario de Descripción de Comportamiento de Liderazgo, Forma XII de la Universidad de Ohio. Esta adaptación se compone de 35 reactivos que describen un tipo de liderazgo que puede ser orientado a las personas, a la tarea o ambas. Aunque este cuestionario es utilizado en adiestramientos sobre liderazgo, no hallamos evidencia por escrito de analisis de confiabilidad y validez en Puerto Rico. Se realizO un análisis de confiabilidad previo a la investigaciOn que result6 en un coeficiente alfa de .78. La variable compromiso organizacional the medida mediante el Cuestionario de Compromiso Organizacional (OCQ) desarrollado por Porter y Smith (1970) y traducido por Ocasio (1985). Mowday et al. (1982) presentan que el OCQ tiene una consistencia interna con un coeficiente alfa alto de una disperción entre .82 a .93. En Puerto Rico, Muiliz (1990) realizó un analisis de confiabilidad con diferentes muestras donde los coeficientes alfa encontrados fluctuaron entre .69 y .78. También se utilizó una hoja de datos demograficos para auscultar información sobre edad, atios de servicio, género, tiempo en el puesto y escolaridad de los participantes. Procedimiento Los cuestionarios fueron administrados en reuniones de adiestramiento donde se encontraban los participantes. De cada participante se obtuvo el consentimiento cabal para su participaciOn voluntaria. Para prop6sitos del registro y analisis estadistico de los datos se categorizaron las variables puntuaci6n en el Cuestionario de Liderazgo T-P y en el Cuestio-
102 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional
nario OCQ sobre compromiso organizacional. Con el propósito de analizar las variables bajo estudio se efectao analisis de varianza de correlaciOn y de regresión. También se realizó un andlisis de confiabilidad y de reactivos al Cuestionario de Liderazgo T-P. Resultados Los datos fueron sometidos a analisis descriptivo para obtener inforrnaciOn sobre cada variable en la muestra. La puntuaciOn promedio para la escala de orientación hacia la tarea fue de 11.14, con una desviación estandar de 4.59. Para la escala de orientaci6n hacia las personas se obtuvo una puntuación promedio de 5.10 con una desviación estandar de 2.58. Cuando se analizó el estilo de liderazgo que mas predominaba en los supervisores, se halló que el 51% de los supervisores era mayormente orientado hacia la tarea y sOlo el 3% era mayormente orientado a las personas. El 44% de los supervisores mostr6 un estilo compartido. El promedio del compromiso organizacional para el estilo de liderazgo orientado a la tarea fue de 25.51 y para el estilo orientado a las personas fue de 17.25. Por ultimo, para el estilo compartido obtuvimos una puntuación promedio en cornpromiso organizacional de 22.62. La F obtenida al realizar el andlisis de varianza entre estilos de liderazgo y compromiso organizacional fue de 1.89 con una p = .155, la cual result6 ser estadisticamente no significativa. Se encontr6 que existian diferencias estadisticarnente significativas entre la percepción de los supervisores de sus estilos y la percepción que tienen sus supervisados. La F obtenida fue de 17.41 con una p = .000. A traves de este analisis pudirnos observar que los supervisores tienden a verse mucho más orientados a la tarea de lo que sus supervisados los perciben.
Pacheco-Pérez, Martinez-Lugo & Justel-Cabrera
103
La correlación encontrada entre el compromiso organizacional y la edad cronológica de los participantes fue de .28 con una significancia estadistica de .004. También se encontró una correlación estadisticamente significativa entre el cornpromiso organizacional y los alms de servicio, ( r = .19, p < .05). El analisis de regresión entre compromiso organizacional, edad cronologica y afios de servicio resultó en una F= 4.54 con significancia de .013 y una r 2 de .09. Para determinar diferencias entre el compromiso organizacional como producto de la variable género sexual se realizó unaprueba t. Obtuvimos una t de .55 con p = .58, la que resultó ser estadisticamente no significativa. También se encontró una correlaciOn de -.01 con p = .944. Un coeficiente de correlaciOn de -.12 con p = .239 fue encontrado para las variables cornpromiso organizacional y escolaridad de los participantes. Finalmente la correlación entre compromiso y tiempo en el puesto fue de .04 con una p = .712. Se pueden observar más detalles sobre los andlisis correlacionales en la Tabla 1. Tabla 1 Matriz de correlación entre la variable compromiso organizacional y otras variables Variables 1. Compromiso 2. Edad 3. Mos de servicio 4. Tiempo en puesto
1 1.00 *0.28 **0.19 0.04
5. Escolaridad
-0.12
6. Género
-0.01
Notas.*
p < .05. ** p < .004
2 *0.28
3 **0.19
4 0.04
5 -0.12
6 -0.01
1.00 1.00 1.00 1.00 1.00
104 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional
El coeficiente alfa encontrado en el analisis de confiabilidad del Cuestionario de Liderazgo T-P fue de .96. También, resultO un coeficiente de .94 al utilizar la formula SpearmanBrown para mitades desiguales. Los indices de correlación encontrados para los reactivos fluctuan entre .29 y .83. Discusión A base de los resultados obtenidos concluimos que no existen diferencias significativas entre el compromiso organizacional de los empleados de supervisores con un estilo de liderazgo orientado hacia la tarea y el compromiso organizacional de los empleados de supervisores con un estilo orientado hacia las personas. En la revision de literatura no encontramos ninguna investigación que relacionara el estilo de liderazgo con orientaciOn hacia la tarea o hacia las personas con el compromiso organizacional. Sin embargo encontramos que algunas de las caracteristicas de un lider que mayor compromiso puede fomentar son: la participaciOn activa en la toma de decisiones (Janis & Mann, 1977; Mowday et al., 1982), supervision que no es estricta o cerrada (Salancik, 1977) y supervision que establece tareas y metas claras. Aunque estadisticamente encontramos diferencias significativas entre la percepción de los supervisores de sus propios estilos de liderazgo y la percepción de los supervisados de los estilos de sus supervisores, ambos grupos coinciden en la percepción referente al estilo de liderazgo. Esto es, el grupo de supervisores se percibe como orientado a la tarea y el grupo de supervisados también percibe a sus supervisores como orientados a la tarea. Como parte de los resultados también confirmamos que existe una relaciOn positiva y significativa entre el cornpromiso organizacional y la edad cronologica, y el cornpromiso organizacional y los afios de servicio (Cohen, 1991;
Pacheco-Pérez, Martinez-Lugo & Justel-Cabrera
105
Heir, 1980; Mufliz, 1990). Ambas relaciones explican solo el 9% del compromiso organizacional. Por otro lado, al igual que en estudios previos, no se encontraron relaciones significativas entre el compromiso organizacional y las variables escolaridad y tiempo en el puesto (Ocasio, 1985). Tampoco se encontraron diferencias significativas entre géneros, como producto de la variable compromiso organizacional. En el complejo mundo de las organizaciones no podemos concluir que un sOlo factor determine el comportamiento de los empleados. Regularmente es una amalgama de factores externos e internos lo que influye en el comportamiento de una persona. A manera de resumen, podemos concluir que para este grupo de empleados en particular: 1. El compromiso de los empleados no parece estar determinado por el estilo de liderazgo del supervisor. 2. Existe una relación positiva y significativa entre el compromiso organizacional y la edad y atios de servicio del participante, explicando estas solo un 9% del compromiso. 3. No hay diferencias en el nivel de compromiso tomando en consideración el género del empleado. 4. No existe relaciOn significativa entre la escolaridad y tiempo en el puesto con el compromiso organizacional.
Finalmente, los resultados del analisis de confiabilidad del Cuestionario de Liderazgo T-P nos indican que es un instrumento confiable para medir estilos de liderazgo. Es importante serialar de este estudio, algunas limitaciones, las cuales mencionaremos a continuación con el prop6sito de ayudar en la interpretación y generalización de los resultados para esta muestra.
106 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional 1. Se percibi6 un apatia por parte de la muestra seleccionada para el estudio, la cual pudimos observar en la falta de interés por completar los cuestionarios y por dejar algunas de las preguntas sin contestar en el cuestionario. 2. Obtuvimos un 32% de los participantes que no indentific6 su género sexual. Esto dificult6 realizar analisis más intensos para determinar diferencias entre grupos. 3. La escala desarrollada por los autores del instrumento que se utilizó para clasificar los niveles de orientaci6n en los estilos de liderazgo no habia sido evaluada anteriormente. 4. La muestra pertenecia a un solo tipo de organizaciOn con una estructura de mando centralizada. 5. La muestra estuvo compuesta por una cantidad pequeria de supervisores con un estilo predominantemente orientado hacia las personas y por la creaci6n de una tercera clasificaciOn de liderazgo el estilo compartido. 6. La muestra estuvo compuesta por supervisores de primera linea y no por lideres destacados en la organizaciOn. Las siguientes recomendaciones tienen el propósito de sugerir ampliaciones al tema de investigacion discutido en este documento. 1.Extender la muestra a otros niveles de la jerarquia organizacional para comparar si los resultados varian con el poder que tengan el supervisor para influenciar las metas organizacionales y no meramente la aceptación de ordenes. 2. Comparar muestras de diferentes tipos de organizaci6n, donde se comparar organizaciones con gerencia participativa y organizaciones que no tienen este tipo de gerencia.
Pacheco-Pérez, Martinez-Lugo & Justel-Cabrera
107
3. Comparar muestras de diferentes tipos de organización, donde se comparen organizaciones con una jerarquia organizacional alta con una organización de jerarquia organizacional plana. 4. Incluir cuestionarios que describan el tipo de organización que se esta estudiando. 5. Utilizar cuestionarios que describan destrezas de supervision en lugar de definir estilos de liderazgo. 6. Ampliar la muestra.
Una de las funciones principales del psicólogo industrial en las organizaciones es ayudar a la gerencia a seleccionar, determinar o a desarrollar estrategias que aumenten la productividad de la organización y que mejoren el ambiente organizacional. Por tal razón es importante que el psicologo industrial-organizacional estudie el tema del liderazgo y sus implicaciones en las organizaciones. De esta manera el psicólogo puede ayudar al lider o gerente a entender sus propios estilos y a conocer los factores que pueden ayudar a aumentar u obstaculizar la efectividad del liderazgo. Esta investigación también aportO con un primer andlisis de confiabilidad para el Cuestionario de Liderazgo T-P desarrrollado por Pfeiffer y Jones. De este andlisis se desprende que dicho cuestionario es confiable para medir los estilos de liderazgo de orientación a la tarea y orientación a las personas. Por otro lado, la presente investigación ayuda a acumular evidencia referente a que el compromiso organizacional es un elemento complejo dentro de las organizaciones y que está influenciado por factores intrinsecos y extrinsecos de las personas y la interaccion de éstos con la organización.
108 Estilos de Liderazgo y el Compromiso Organizacional
Referencias Blake, R., & Mouton, J. (1985). The managerial grid III Houston: Gulf Publishing. Cohen, A. (1991). Career stage as a moderator of the relationships between organizational commitment and its outcomes: A meta-analysis. Journal of Occupational Psychology, 64, 253-268. Fielder, F.E. (1967). A theory of leadership effectiveness. New York: McGraw Hill. Fleishman, E. A., & Harris, E. F. (1962). Patterns of leadership behavior related to employee grievances and turnover. Personnel Psychology, 15, 43-56. Fukami, C. V., & Larson, E. W. (1984). Commitment to company and union: Parallel models. Journal of Applied Psychology, 15, 43-56. Heir, W. D. (1980). Company loyalty: A zero-based asset? Management Review, April, 57-61. Hersey, P., & Blanchard, K. H. (1969). Life cycle theory of leadership. Training & Development Journal, May, 112-119. House, R. J., & Mitchell, J. R. (1977). Path-goal theory of leadership. En D. Keith (Eds.), Organizational behavior: A book of readings (pp. 140-152). New York: McGraw Hill. Janis, I.L., & Mann, L. (1977). Decision making New York: Free Press. Liken, R. (1967). The human organization. New York: McGraw Hill. Luthans, F., Baack, D., & Taylor, L. (1987). Organizational commitment: Analisis of antecedents. Human Relations, 40, 219 - 236. Mathieu, J. E. (1991). A cross-level non-recursive model ofthe antecedents of organizational commitment and satisfaction. Journal of Applied Psychology, 76, 607-618. McManus, L.F. (1985). Personality and productivity. Mid-Continent Banker 81, 53-56. Morris, J., & Steers, R. M. (1980). Structural influences on organizational commitment. Journal of Vocational Behavior 17, 50-57. Mowday, R. T., Porter, L. W., & Steers, R. M. (1982). Employee organizational linkages: The psychology of commitment absenteeism and turnover San Diego: Academic Press. Muiiiz, M. (1990). El compromiso organizativo y su relaci贸n con el estres ocupacional. Tesis de maestria in茅dita, Universidad de Puerto Rico. Ocasio, K. (1985). El compromiso organizativo y su relaci贸n con la edad, ailos de servicio y la percepci贸n de algunas variables de ambiente de
Pacheco-Pdrez, Martinez-Lugo & Justel-Cabrera
109
trabajo. DisertaciOn doctoral inedita. Centro Caribeflo de Estudios Postgraduados, San Juan, Puerto Rico. Ott, J.S. (1989). Classic readings in organizational behavior Belmont, CA: Brooks/Cole Publishing. Pfeiffer, J. W., & Jones, J. E. (1974). A handbook of structural experiences for human relations training(Vol. I). San Diego: University Associates Publishers and Consultants. Salancik, G. R. (1977). Commitment and the control of organizational behavior and belief. En B. M. Staw, & G. R. Salancik (Eds.), New directions in organizational behavior Chicago: St. Clair Press. Vroom, V. H., & Yetton, P. W. (1973). Leadership and decision-making. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press. Wexley, K. N., & Yukl, G. A. (1984). Organizational behavior and personnel psychology. Illinois: Richard D. Irwin.
Esta revista fue preparada por: Puente Publications P. 0. Box 194176 San Juan, Puerto Rico 00919-4176 Teléfono: 767-6894/Fax: 767-1373 Correo electrónico: 72240.3357@compuserve.com Internet: http://moebius.psy.ed.ac.uk/—aandz/pueneng.htm
Imprenta: BookMasters, Inc. 2541 Ashland Road P. 0. Box 2139 Mansfield, Ohio 44905 Telephone: 419-589-5100/Fax: 1-419-589-4040 Email: info@bookmasters.com Internet: http://www.bookmasters.com
Ciencias de la Conducta REVISTA DEL CENTRO CARIBE 'NO DE ESTUDIOS POSTGRADUADOS INSTITUTO DE INVESTIGACION CIENTIFICA JUNTA EDITORA
SALVADOR SANTIAGO-NEGRON, Director ALFONSO MARTiNEZ TABOAS, Editor JOSE CABIYA, Editor Asociado AIDA L. GARCIA, Editora Asociada CAROL ROMEY, Editora Asociada JOSE RODRIGUEZ, Editor Asociado CARLOS ANDOJAR, Editor Asociado GIOVANNI TIRADO, Editor Asociado JOSE SANTOS, Editor Asociado
INSTITUTO PSICOLOGICO DE MIAMI Mariano Alemay Alfredo Ardila Ana Maria Pi Franklin Foote UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO Emilio Ribes UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL DE BARQUISIMETO, VENEZUELA
Carlos Ruiz Bolivar
ARGENTINA
Liliam Coya de Barbos José C. Barbosa