14días14artistas | Autobiografía de un silencio

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autobiografía de un silencio por élmer l. menjívar

Quizá alguno piense que lo mejor sería llamarme, romper la espesa niebla del silencio y dejar que sea la voz la que me busque tras tanta puerta abierta, tras tanto cristal roto, tras tanta densa sombra en cuya negación hundirá su memoria, igual que ahora, la negación indescifrable de la noche. Pero la sola idea bastaría para asustarles. Gritar ahí fuera sería como hacerlo en mitad de un cementerio. Gritar ahí fuera únicamente serviría para turbar el equilibrio de la noche y el sueño vigilante de los muertos. —JULIO LLAMAZARES (La lluvia amarilla) Mi dolor tiene cara de rosa, de primavera personal que ha venido cantando. Tras ella esconde su violento cuchillo, su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer y que trazó los días de lluvia y de ceniza que mantengo. —ROQUE DALTON (Mi dolor)

Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. —MARGUERITE DURAS (Escribir)


I PARTE • temprano

reordenarás el silencio para que no se te anude en la garganta levantarás las manos en gesto de saludo y buscarás una palabra segura que no te traiga arrepentimiento habrá una manera te repetirás enfático leerás el último punto en tus memorias procederás a eliminarlo seguirás con eso pero no seguirás igual ya el color de la tinta está marchito es necesario revocar sentencias

ahora sigues así en presente el mañana te sorprende a primera hora aunque el gallo canta lejos te parece escucharlo entonando la diana que desnudó a Jericó

vuelves la vista a la pared


elocuente compañera de tanta confesión desafortunada la ves pintada del azul de siempre y el nombre del color ya no te sabe a nada el motivo no tiene más ese color dejas de ver el color y a la pared y decides recortar un trozo del periódico de ayer que anunciaba otra epidemia entre los pobres (tal vez algún día te decidas a escribir la biografía del mundo y hay que documentarse bien de los desastres y el drama) guardas el trozo de desastre en la sección de “naturales” (los desastres “artificiales” hay que separarlos con cuidado no vaya a acusarte lo divino de difamación)

bien vuelves temeroso hacia el fregadero y no ves un solo plato sucio eso es bueno podrás desayunar mucho antes antes de que la tarde llegue y te agarre entre sus pretextos la fruta está fresca y los guineos están en mejor punto que mañana

de nuevo no cae agua


ganarías el tiempo del baño y hoy lograrías un bus sin demasiado contacto humano

es temprano extrañamente temprano para el poco sueño que lograste

en el bus seguirías con la vista esa mancha

en el cristal

la mancha se

de la ventana

nunca mueve

pero — por esa extraña ecuación del movimiento relativo — va recorriendo apresurada las calles ajenas de la ciudad subtitulada que atraviesas

llegarías y todo te esperaría como siempre pero menos frío

la sonrisa no sería real y alguien a tu alrededor lo notaría

bueno todo te parecerá mejor ahí encerrado


que andar afuera pensando que a lo mejor el silencio ha vuelto a enredarse en el mismo nudo mira que dejarlo solo es tan peligroso como soltarle la mano a un hijo en pleno centro de la feria


• el último día • el último cliente se iría satisfecho y sigues en condicional simple del indicativo pocos podrían presumir una venta así este mes susurrarías para tu ego te reirías luego de tu presunción les dirías a los demás que vayan saliendo que tú cerrarás el local y que se ven por la tarde

por la tarde sí por la tarde aunque por la tarde querrías caminar pero no habría modo la tarde coincide con la jornada vespertina — ¡Mierda! — todo quedaría oscuro palparías la puerta para encontrar la chapa abrirías la incandescencia del mediodía te cerraría los ojos buscarías sin buscar el mismo trayecto caminarías disfrutando el ruido el escándalo vital del intestino de esta urbe que te sonaría tan querido


entonces recordarías a tu silencio sus promesas y sus regalos pero !qué va! sabes que terminarías recordando al que dejaste en casa al que te robó las últimas noches al que al fin ordenaste al que estará igual cuando regreses igual como cuando no le hacías caso y dejabas que se enredara que se te montara en la cabeza y te retorciera la espalda

de pronto habrías llegado y los saludos de siempre te sacarían de tu apesadumbrada reflexión hola dirías qué tal insistirías en otra dirección y así buscarías un sitio vacío tus preferidos ya los ocuparían otros por fin verás uno libre te sentarías y llegaría Sofía o Marta o Manuel o Victoria o Rosa Elena


—ni Roberto, ni Miriam porque sería jueves— o la misma Doña Josefina a pregonarte el menú del día

Cómo le va hoy en el completo le tenemos lonja empanizada arroz blanco ensalada fresca dos tortillas su fresco y el cafecito ya sabe que a usted se lo regalamos (aunque no se lo tome) por que el cliente viejo

viejo... viejo... viejo te repetirías reflexivo —andarías muy reflexivo— uno podrías ser viejo a los 38 por lo menos cliente viejo de cualquier lugar cómo pasa la vida cómo se van quedando los años dirías a modo de canción


• al cine • el muchacho parece que no se da cuenta está recogiendo sus cosas antes ha quemado las fotos –trágica escena– ella conduce por la avenida a toda prisa va sonriente mira el porvenir lo ama claro que lo ama pero no lo había querido saber/ él sale de su apartamento baja los escalones se regresa a sacar el gato y baja de nuevo el taxi lo espera/ ella está cerca se estaciona a dos calles y sale corriendo se detiene a quitarse los tacones ha empezado a llover/ él va leyendo la nota que se arrepintió de dejarle/ ella tropieza con un vendedor de periódico —el mismo que le vendió el periódico a él por la mañana— llega a la puerta del condominio ve hacia arriba y ve la ventana cerrada/ él pide al taxista que se apresure un poco ella ha subido hasta el piso séptimo


no sabe qué le dirá / él ve impaciente su reloj y acerca sus cosas como preparándose para bajarse/ ella tocará con miedo la puerta del apartamento de él/ la puerta del taxi se abre él camina/ ella empieza a desesperarse toca más fuerte son apenas las dos y él dijo que salía esa noche toca frenéticamente la puerta/ él pasa por la puerta automática de control migratorio hace gesto como de volver el rostro pero no lo vuelve ¿a quién? siente que todo se quema a sus espaldas/ ella yace acurrucada apoyándose en la puerta se levanta y baja despacio el conserje le explica que él dejó el apartamento que dijo que no volvería y no quiso dejar una dirección para devolverle el depósito/ él se apresura ha sonado la llamada para abordar en la bolsa de su blazer apuña el sobre que contiene la nota que no le dejó saca el sobre apuñado lo ve y respira exaltado se detiene la sobrecargo le urge a entrar


él se pone ansioso se dirige a una señora que está limpiando los pisos le da el sobre que ha rotulado en el instante con una dirección y deja en la mano de la señora el sobre y un billete de cincuenta le grita alejándose que por favor ponga el sobre en el correo la señora que no entiende el idioma lo ve desconcertada mete el sobre en su gabacha y guarda el billete en su regazo él se pierde tras el polarizado del cristal del pasillo de abordaje/ ella camina hacia su auto totalmente empapada parece que llora pero no es sólo la lluvia que se desliza por su rostro/ él ubica su equipaje de mano/ ella abre la puerta de su auto se sienta y posa su frente en el volante mientras en la capota negra y mojada del auto se refleja un avión que pasa sobre la ciudad rumbo al olvido/ la gabacha de la señora de la limpieza cuelga en la pared de un vestidor la luz del vestidor se apaga y se escucha que cierran la puerta y todo queda en un fundido en negro aparecen los créditos acompañados por cualquier canción de Karen Carpenter

esperarías


como siempre que pase completa la lista de nombres

y saldrías cuando ya entren los que limpian la sala llevarías contigo ese sensación que dejan esas películas buscarías pensar en algo que no te rompa el tono reconstruirías la imágenes de esa gente viviendo en aquella pared ¡cómo sonríen y cómo berrean de dolor! ¡cómo viajan y cómo se quedan! ¡cómo pueden dejar en un hilo la vida sin arriesgar ni un poco la piel! ¡cómo te absorben esos gigantes! ¡cómo te ayudan a no estar en ti! así pensarías agradecido mientras caminas por el centro comercial hacia la parada del bus repararías con gusto en que al entrar aún había un poco de luz y que dos horas le ganaste al tedio que ya sería de noche que estarías cansado que ojalá hoy sí lograrías dormir


la tele •

la tele insistirá en conversarte en futuro y los mismos muebles se turnarán tu cuerpo recorrerás descalzo la cuadrícula en el piso que te llevará a la nevera contemplarás sin afán cerrarás la puerta apoyarás tu frente en los recados que te dejarás a ti mismo tus pies sucios quedarán en la visual y verás como han crecido tus uñas desde la última vez que las cortaste esa cancioncita te anunciará que tu programa estará apunto de comenzar levantarás la cabeza y balancearás tu cuerpo entre cada paso para llegar a tiempo del primer segundo todo pasará como siempre te reirás solo de esas cosas de las que sólo tú puedes reírte pasarán dos horas cuatro capítulos y apagarás la tele te quedarás unos segundos con el control remoto en la mano y con la mirada en tu reflejo que también te mirará desde la pantalla apagada


• memoria

prenderás la radio y todas las luces abrirás una novela y un pequeño poemario le hablarás al gato ajeno que pasa por la ventana contemplarás las puntadas de la telas de araña encenderás la tablet te conectarás al universo tomarás café te inventarás un crucigrama releerás los periódicos llamarás por teléfono a tu madre escribirás alguna carta y así desharás su silencio en pedacitos descuartizándote la memoria


• Insomnio • la misma canción llevará casi dos horas repitiéndose la noche también se repite y no tendrá ganas de quedarse mientras tanto la gente caminará fuera siempre hacia otro lado lejos siempre lejos los ves alejarse entre ellos desde la ventana tu aliento mantiene palpitando un lunar blanquecino en el cristal de la ventana las luces de afuera te esculpirán la cara deformarán tu rostro harán de la pena tu misterio el teléfono no habrá sonado dejarás caer la espalda en el colchón fijarás la vista en el cielo que estará ahí aunque lo cubra la losa del techo reconocerás el cuarto palmo a palmo seguirá igual nadie más ocupará espacio a tu alrededor te costará tanto decir que no cuando aparezca su recuerdo cerrarás los ojos y te harás el sordo ante ese silencio de sirena


que entrará impertinente en tu lecho lo dejarás pasar como a viejos muertos por la acera pero no podrás darle la espalda cuando llegue su voz callada por el tiempo ¿por qué ser verdad cuando es tan bella la mentira que la cubre? Juras que al amanecer vas a sacar su almohada de tu cama

la misma canción repitiéndose la misma canción repitiéndose la misma canción repitiéndose la misma canción repitiéndose


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