Sancta Sanctorum. Simbologías Secretas. Catálogo

Leonardo Cavalcante

Federico Villarino

Franco Vico

Lucas Mascaro

Sancta Sanctorum Simbologías Secretas Viernes 11 de abril al domingo 18 de mayo de 2014 Galerías del Centro Cultural Parque de España / AECID

Natalia Cristófano

Cuando hablábamos abiertamente, no decíamos en realidad nada.

Pero cuando escribíamos en lenguaje cifrado y en imágenes, ocultábamos la verdad Rosarium philosophorum

Sancta Santorum Simbologías Secretas

El punto de inicio lo determinó Hermes Trismegisto, el “tres veces grande”, personaje quizás mítico, quizás real, nacido en Egipto y creador de los principios que sentaron las bases de la filosofía hermética. Su legado, registrado en la llamada Tabla Esmeralda, orientaría a aquellos interesados en la alquimia, el antecedente de la química moderna. Su nombre sería recordado a lo largo de los siglos por los integrantes de numerosas sociedades secretas. La astrología, el ocultismo y diversas vertientes del esoterismo se desprenderían de sus enseñanzas.

Sin embargo sólo unos pocos podían tener acceso al conocimiento que ellas brindaban, por lo simbólico y poco explícito de sus contenidos.

Fue un grupo selecto de iniciados el que mantuvo vivo el poder de sus palabras para que siguieran transmitiéndose de generación en generación. Lo hermético hace entonces referencia a lo que está vedado para aquellos que no han atravesado el camino iniciático.

Esta iniciación adopta diversas formas y es comparada por Carl Jung con el proceso de individuación, una búsqueda de arquetipos ancestrales que determinan haber alcanzado el estado adulto del ser humano. En los rituales de la masonería, el neófito es comparado metafóricamente con una roca en bruto, una piedra impura llena de asperezas. El ingreso a la fraternidad masónica y el ascenso de grados aportarán los recursos y las herramientas necesarias para comprender el universo y, más específicamente, la propia interioridad.

El resultado de tantos años de estudio, introspección y autoconocimiento, es simbolizado mediante una piedra ya pulida, lisa y desprovista de toda imperfección. Todo este trabajo sobre la identidad del sujeto encuentra su expresión en los elementos de la construcción y el diseño arquitectónico, que representan la fraternidad: la escuadra, el compás, el mazo, la plomada, el cincel.

Este planteo acerca de la transmutación mental y la búsqueda del autoconocimiento no es original de la masonería; estas enseñanzas fueron extrapoladas de la alquimia. En una definición básica de diccionario, la alquimia es una de las ciencias más antiguas de la humanidad, preocupada por la fabricación de la piedra filosofal y el elixir de la vida eterna. Es esta famosa piedra la que permitiría transformar al metal más vil en el más precioso de todos: el oro. Pero el trabajo que realmente

hacen estos científicos ancestrales es mucho más profundo y espiritual que el de conseguir riquezas. El verdadero objetivo de la alquimia ha sido siempre la transformación del alma, mientras que el proceso metalúrgico era sólo un símbolo de los cambios internos, donde el oro representa la perfección.

El secreto

Antecedentes

Alquimistas, templarios, masones, Illuminatis, integrantes de todo tipo de cofradías a lo largo del tiempo y el espacio, comparten una cualidad común: el secreto, resguardado mediante la simbología ritual que utilizan para comunicarse entre sus miembros y transmitir el conocimiento a los recién llegados.

En la sociedad actual las nuevas tecnologías generan la impresión de que la facilidad de acceso a la información es total; todo contenido parecería encontrarse a disposición de aquel que así lo requiera. En este contexto democrático, la práctica del secreto es percibida como una amenaza. Se presenta como un obstáculo y se la condena por oponerse a la transparencia tan requerida.

A su vez, los secretos generan pertenencia, distinción y reconocimiento entre pares. Aquellos que se sustraen a las posibilidades expresivas de la lengua encuentran su manifestación en una simbología compuesta por imágenes.

Cuando un símbolo pasa a ser secreto se reviste de un nuevo atractivo, ya que implica un misterio a resolver, supone una prohibición, un tabú, un desvío que estimula la curiosidad y la fascinación. Múltiples agrupaciones, logias y sectas a lo largo de la historia han hecho uso de las simbologías secretas para cifrar mediante códigos visuales y jeroglíficos un conocimiento sólo transmisible a sus integrantes, generando lazos entre aquellos que lo comparten. En muchos casos estos símbolos son creados especialmente; en otros, consisten en apropiaciones de formas preexistentes y que encuentran un uso y significado inédito, ajeno tal vez al de su concepción, pero en consonancia con una situación novedosa.

La conjunción entre arte y esoterismo no es nueva en la historia del arte en la Argentina. Uno de sus principales exponentes ha sido Xul Solar. Desde muy joven, en su viaje iniciático por Europa, Xul tomó contacto con diversas vertientes esotéricas y ocultistas, inquietudes que desde ese momento se vieron reflejadas en sus obras. Es allí donde conocerá a Aleister Crowley, quien le dio las claves para generar visiones astrales mediante una serie de símbolos y signos. Años más tarde, Crowley recordaría a Xul como el mejor visionario de entre todos aquellos que pasaron por su orden hermética.

Sus conocimientos en constante aumento gracias a su estudio metódico comenzaron a plasmar sus pinturas con una compleja simbología que incluía signos astrológicos y planetarios, iconografía de religiones diversas y un imaginario muy personal inventado por el artista.

Tiempo después, haría irrupción en el panorama artístico nacional Victor Grippo. Numerosas alusiones alquímicas forman parte de su obra, polisémicas y deliciosas. Doble es el acercamiento de Grippo a la tradición hermética, por un lado en el contenido de sus obras, plagadas de referencias al proceso de transmutación y de símbolos místicos; por otro sirviendo de estructura mental para sus producciones y procedimientos.

Con el paso de los años, el interés por el esoterismo en todas sus vertientes no se ha disuelto en los artistas, quienes continúan aproximándose a estos conceptos ancestrales ya sea para profundizar sus conocimientos sobre ellos, difundirlos o cuestionarlos.

Sancta Santorum

Sancta Sanctorum, ”lo más sagrado de lo sagrado”, es un término que hace referencia al sector del templo al que sólo los iniciados tienen acceso, así como al lugar donde se llevan a cabo las reuniones de ciertas sociedades secretas.

La presente exposición está compuesta por las obras de Franco Vico, Federico Villarino, Leonardo Cavalcante, Natalia Cristófano y Lucas Mascaro, artistas que se valen en sus trabajos de un acervo de símbolos provenientes de diversas vertientes ideológicas, culturales e históricas. En sus obras se hallan presentes numerosos imaginarios y alegorías; algunos de ellos más explícitos que otros.

Insignias vinculadas a determinadas asociaciones secretas con siglos de antigüedad, rituales paganos, signos de reconocimiento entre compañeros, geometrías sagradas. Otros de estos símbolos responden a arquetipos de carácter más universal, dejando de estar asociados a un significado único para atravesar el tiempo, prestándose a situaciones y espacios disímiles, como ocurre por ejemplo con las figuras geométricas, cuyas reminiscencias son casi infinitas.

Sin embargo, lo que encontraremos en esta muestra no es un catálogo explícito y razonado de la iconografía que constituye el núcleo de estas agrupaciones ocultas de los ojos de las masas, sino la interpretación de cinco artistas visuales contemporáneos, atravesados por la estética de estas sociedades y que ponen en evidencia un complejo entramado de símbolos y signos, al apropiárselos para difundirlos o cuestionarlos.

El camino que se atraviesa en una sociedad secreta guarda muchas coincidencias con el camino artístico; es un camino espiritual, que no debe confundirse con religioso, porque carece de dogmas; sólo hay guías de apuntalamiento, para impulsar el autoconocimiento; son caminos propios que uno debe recorrer por sí mismo, superando el caos interno, en una construcción continua.

Evelyn Marquez

Leonardo Cavalcante Primitivo 45 x 65 cm Gouache sobre papel 2013

Leonardo Cavalcante Trono 32 x 24 cm Gouache sobre papel 2014

Leonardo Cavalcante Piedra 42 x 34 cm Gouache sobre papel 2014

Federico Villarino Sin tĂ­tulo 150 x 80 cm Ă“leo y aerosol sobre tela 2012

Federico Villarino MelancolĂ­a 120 x 100 cm. Ă“leo y aerosol sobre tela. 2014

Federico Villarino Sin tĂ­tulo 80 x 90 cm Ă“leo y aerosol sobre tela. 2013

Franco Vico Vide Cor Tuum AcrĂ­lico s/tela de bandera 134 x 121 cm 2014

PĂĄgina opuesta: Franco Vico Nro1 Hermes Trimegisto (de la serie Grandes Maestros de la Alquimia) 160 x 130 cm AcrĂ­lico sobre mdf entelado 2011

Lucas Mascaro Sin título 30 x 70 cm Estilógrafo negro y máquina de tatuar sobre papel

Lucas Mascaro Sin título 30 x 70 cm Estilógrafo negro y máquina de tatuar sobre papel

Lucas Mascaro Sin título 24 x 33 cm Estilógrafo negro y máquina de tatuar sobre papel

Natalia Cristófano Sin título Pintura. Técnica mixta sobre tela 2013

Natalia Cristófano Eclipse luna park 50 x 60 cm Óleo sobre tela 2013

Natalia Crist贸fano Portal Lady Harris 90 x 130 cm Pintura. T茅cnica mixta sobre tela 2013

Franco Vico

Federico Villarino

Franco Vico Mucho se habla sobre los intereses espurios que se ocultan detrás de algunas de estas sociedades secretas, las cuales pretenderían un gobierno mundial centralizado e incrementar su poder mediante el control de la prensa, el manejo de los gobiernos y la manipulación de los pueblos a través de sus elecciones, gustos y entretenimientos.

Franco Vico se aproxima a la faceta más descarnada y polémica de las operaciones que dirigen nuestros consumos y conductas cotidianas, anclando su obra en el contexto actual del siglo XXI. Sin solemnidad y sin dejar de lado la ironía, pone al descubierto las tramas y las conspiraciones que se entretejen en el interior de los espacios de poder, tanto políticos como económicos o culturales. Analiza al espectáculo futbolístico, que como congregación de masas que convoca multitudes se convierte en una ofrenda ritual contemporánea, donde los actores son obligados a desempeñar correctamente su papel, bajo la mirada amenazante de los espectadores que ofrecen una sumatoria energética inigualable.

Sus inquietudes recaen a su vez en las redes sociales, en las cuales relatamos cada movimiento de nuestras vidas, entregando así por voluntad propia una base de datos de profundo alcance, quedando a disposición de sus creadores y de las agencias capaces de intervenirlas o sacarles provecho.

Sin embargo no todo es tan nefasto como parece, la salida existe pero no hay que buscarla en el exterior, ya que se halla dentro de uno mismo. La redención del ser humano es posible mediante el autoconocimiento y la transmutación alquímica, que nos permitirían escapar de la dominación por medio de la realización espiritual.

Federico Villarino superpone, en sus pinturas y objetos, paisajes románticos con secuencias de puntos o dibujos lineales, muchos de los cuales tienen su origen en la simbología ocultista y la geometría sagrada. Aparecen entre la bruma del paisaje dibujos científicos de antiguos investigadores, o la representación de los cinco sólidos platónicos, elementos míticos de los que se compone el universo.

Una supuesta contradicción fluye en sus pinturas, en la aparente oposición de una naturaleza desordenada y caótica, frente a la precisión matemática.

Sin embargo, sabemos que la geometría se encuentra presente en la materia biológica, siendo una de las formas más sofisticadas en el desarrollo evolutivo.

Las nubes, las montañas o los copos de nieve están compuestos por fractales.

Villarino evidencia estas estructuras mediante los haces de luz que surcan sus bosques y forman nuevas figuras, extrapoladas de una iconografía milenaria.

Saca a la luz la profunda relación que las corrientes místicas y esotéricas guardaron siempre con la naturaleza, constituyéndose en paralelo a ella y no en oposición, tendencia general de las sociedades contemporáneas más racionalistas.

Leonardo Cavalcante

En las pinturas de Leonardo Cavalcante se respira un clima metafísico; en un tiempo detenido, los personajes se dedican a la investigación del contexto que los contiene, y mediante una actitud ritual realizan pequeñas acciones de reconocimiento y reflexión. En sus instalaciones y obras objetuales, encontramos una aproximación a los siete principios alquímicos de Hermes y nos introducimos en los símbolos Illuminati, como el Delta luminoso, una pirámide, símbolo de la perfección geométrica, cuyos rayos de luz se expanden por todo el universo.

La religión, las construcciones enigmáticas, la idea de Dios, el misterio de la muerte, la vida en otro planeta, el conflicto entre la razón y la fe, la conexión del hombre con lo inaprensible y las creaciones humanas como forma de supervivencia más allá de la muerte, son algunas de las preocupaciones presentes en estas obras.

El hombre de Cavalcante se encuentra en soledad, en un camino personal de autoconocimiento e individuación. Es un hombre arquetípico, la suma de todos los hombres que han estado y seguirán estando, por lo que sus rasgos particulares se disuelven en la universalidad.

Frente a lo perentorio y lo provisorio de nuestro cuerpo mortal, hay elementos que superan tan ampliamente estos horizontes temporales, que se presentan ante nuestros ojos como inextinguibles. Geografías naturales, que dan lugar a montañas o accidentes geológicos; construcciones humanas, como las pirámides que permanecen incólumes. Pero a pesar de su apariencia de perennidad, la mano del hombre podría acabar con ellas en cualquier instante.

Los edificios pueden demolerse, los árboles pueden talarse, las montañas erosionarse. Su fin en el tiempo está latente, su duración no acaba de ser infinita. Un rastro, en apariencia invisible, de precariedad se oculta en lo eterno.

Natalia Cristófano

Las pinturas de Natalia Cristófano se nutren de elementos provenientes de la geometría sagrada, fundamento estructurante de una base simbólica extendida de forma universal. Algunas de sus obras, hexagramas secretos, derivan en mandalas, los cuales atraviesan la síntesis de la existencia del universo, una confluencia de principios vitales que se manifiestan mediante una fuerza centrífuga y centrípeta a la vez.

Natalia, en colaboración con Juan Matías Álvarez, realiza también una serie de retablos mágicos, composiciones pictóricas y elementos centrales de congregación habituales en los oficios religiosos, que aquí adoptan un sentido netamente pagano, cargándose de una iconografía ocultista y esotérica.

Paisajes remotos sirven como escenario de un rito inminente que está por comenzar.

La iconografía astronómica hace también su aparición. Los siete legendarios planetas conocidos (que incluían al Sol y la Luna) en los albores de la

astrología determinaron los días de la semana, los pecados capitales, las siete artes liberales y las siete maravillas del mundo antiguo, construidas en su homenaje.

“Como arriba, es abajo; como abajo, es arriba”, dictaminan las bases herméticas. Cristófano nos ofrece un mapa celeste, un reflejo divino de lo que transcurre aquí en la Tierra.

Lucas Mascaro

Cuentan quienes han sido iniciados en la masonería que uno de los ritos por los que el aspirante debe atravesar para entrar en la fraternidad implica quedar encerrado, en soledad y bajo la débil luz de unas velas, con un cráneo humano, un reloj de arena, alimentos al borde de la descomposición, entre otros elementos. En definitiva, un vanitas presencial, la prueba física de que el paso del tiempo es irrefutable y la muerte ineludible para todo ser que posa sus pies en esta Tierra.

Lucas Mascaro indaga y profundiza en estos símbolos, descontextualizándolos para formar con ellos complejos entramados de texturas, algunos de ellos apenas perceptibles a la distancia. Su herramienta de trabajo es una máquina para tatuar, la cual hace estallar el papel de algodón usado como soporte con cada nueva intervención.

Un símbolo representa mucho más que su aparente significado evidente; surgen de manera espontánea y colectiva. Nadie puede arrogarse haber inventado un símbolo, ya que son expresiones que surgen involuntariamente, en tanto manifestaciones de una sociedad. Como tatuajes sobre la piel, Mascaro manipula estas imágenes arquetípicas, innatas y heredadas, grabadas en nuestro inconsciente, reelaboradas como santo y seña por ciertas fraternidades secretas.

Sancta Sanctorum CCPE/AECID Lucia Dziubek, Coordinación de Galerías Rodolfo Perassi / Juan Perassi / Matías Laino, Diseño expositivo y montaje Estudio Cosgaya (www.cosgaya.com.ar), Diseño gráfico Evelyn Marquez, Curadora www.ccpe.org.ar