Zamora

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RESUMEN: ZAMORA Libro clásico en su género, esta monografía perteneció primeramente a la serie que promovió durante su administración el Gobernador Carlos Torres Manzo, y posteriormente se independizó para convertirse en una obra ejemplar de micro-historia. Con su lenguaje muy peculiar, el autor pasa revista al Occidente de México, para referirse a las más remotas raíces del asentamiento humano zamorano y luego hablar de la época en que se fundó la ciudad y cómo fue desenvolviéndose, hasta el Siglo de las Luces, cuando el municipio se distingue por la multiplicación de los hombres y los panes, con un reajuste administrativo determinado por la Ilustración y la creación de escuelas y de instituciones hospitalarias. Posteriormente aborda el tema de la influencia de la Iglesia bajo los pontificados de ilustres obispos, "adalides jóvenes y ensotanados del Partido Conservador", para visualizar enseguida los cambios que se produjeron al influjo de las ideas liberales, junto a la productividad de que ha sido escenario un lugar habitualmente poblado por vecinos emprendedores. También dedica importantes espacios a examinar los avances en materia educativa, con las consiguientes creaciones culturales, donde ocupa un sitio cenital El Colegio de Michoacán, fundado por este historiador en cuyo concepto "la mayoría de la gente lugareña quiere edificar una patria chica (o matria) saludable, limpia, productora, justa, pareja, eficiente y sabia".


LUIS GONZÁLEZ

Monografía Municipal

ZAMORA

LUIS GONZÁLEZ

EL COLEGIO DE MICHOACÁN 1994 2


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972.37 González y González, Luis GONZ-z Zamora/Luis González.- 3ª. Ed- Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 1994. 326 p.: il.; 23 cm. ISBN: 968-6959-11-4 1. Zamora, Michoacán – Historia I. Título.

1ª edición Gobierno del Estado de Michoacán (Monografías Municipales), 1978. 2ª edición El Colegio de Michoacán, 1984. 3ª edición El Colegio de Michoacán, 1994. Portada: Fotografía de Alberto Vázquez Cholico © El Colegio de Michoacán, A. C. 1994 Mtz. de Navarrete Nº 505 Esq. Av. del Árbol 59690 Zamora, Mich. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico ISBN 968-6959-11-4

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REPRESENTACIÓN

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1977, el Gobernador Carlos Torres Manzo tuvo la feliz ocurrencia de promover la hechura de las "monografías municipales de Michoacán". Esas obras, según dijo, iban a contribuir "a una autoconciencia razonada de cada municipio, a un conocimiento más cabal del conjunto del estado, a la divulgación de la belleza y los valores locales" del polifacético Michoacán. El gobernador Torres Manzo esperaba también hacer de esas obras "un instrumento pedagógico de primer orden para iniciar a niños y adolescentes al través de la patria chica, a la que instintivamente aman, en la ciencia y el amor de la patria grande que es México". Don Carlos estaba de igual modo seguro de que los libros instigados por él fomentarían "una acción social más consciente, vigorosa y audaz de los conglomerados municipales". El promotor de los estudios monográficos de los terruños de Michoacán quiso que cada monografía viera su cometido en toda su redondez, por dentro y por fuera. Les pidió a los monógrafos que dibujaran la geografía de su municipio y simultáneamente comprendieran a sus hombres. En otros términos, solicitó una imagen seria y con sentido histórico de la cultura, "la economía, la organización social, la participación política y la vida de relación con otras comunas" de cada uno de los municipios. Torres Manzo trató de reconstruir la imagen plural de su ínsula al través de la descripción geográfica, del relato histórico y del análisis del presente de uno a uno de los ciento trece municipios michoacanos. Para llevar a feliz término tan caudaloso plan, el gobernador pide ayuda a no menos de cincuenta personas que no estaban cortadas por la misma tijera. Doce eran historiadores profesionales que no coincidían entre sí en el modo de matar pulgas; cada uno ostentaba un método distinto de hacer historia. Quizá otros tantos eran maestros de escuela, pedagogos de renombre no muy diferentes unos de otros, duchos expositores e inexpertos en el arte de la búsqueda de datos. Entre los que recibieron la invitación gubernamental hubo numerosos "todistas" pueblerinos que de tiempo atrás recopilaban toda clase de minucias sobre éste o aquel pueblo. En la muchedumbre N

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encargada de hacer las ciento trece obras monográficas hubo de todo, pero los que se quedaron en el camino fueron mayoría. Por razones muy atendibles, era indispensable el ir de prisa, y varios compañeros de ruta, por su fardo de escrúpulos, caminaban con lentitud. También era necesario concluir en una obra escrita, y muchos de los elegidos fueron de esos pozos de sabiduría que no dan agua; se supo entonces de su pertenencia al tipo de investigadores ágrafos. Por culpa de pachorrudos y de aquejados de agrafia sólo pudieron publicarse en el segundo trienio de Torres Manzo las monografías de treinta municipios. La primera en salir fue la verídica y muy bien labrada historia de Zinapécuaro del minucioso y paciente investigador de ese lugar don Ramón López Lara. Vino en seguida la amorosa arenga sobre La Piedad del famoso profesor Isidro Castillo. En tercer término, compareció la monografía de Zamora, encomendada a un historiador entrenado en asuntos microhistóricos según podía comprobarse en dos volúmenes: Pueblo en vilo y La tierra donde estamos. Con todo, el libro de Zamora fue prematuro, como se dice en el "disculpario" que viene en seguida, página de por medio. Pese a sus deficiencias, el autor deja que se reedite Zamora por no haber podido resistir a tres presiones: la bondadosa acogida que tuvo el libro a raíz de su publicación, la solicitud de reeditarlo hecha por algunos lectores y el reciente nombramiento de historiador de la ciudad de Zamora otorgado a quien produjo la monografía de marras. Como ya vive en la ciudad historiada por él, ha recibido nuevas enseñanzas de sus viejas amistades (Francisco Elizalde, Luis Luna y Francisco Miranda) y viejas sabidurías de sus nuevos amigos entre los que se cuentan don Alfonso Leñero, don Francisco Castillo, el doctor David Guzmán y el doctor Enrique Sahagún, Ernesto Moreno y Toño Rocha, y bien pudo hacer algunas rectificaciones y muchas ampliaciones a su libro original. Sin embargo, en esta ocasión se limita a poner apéndice al texto ya conocido. Lo único novedoso de esta Zamora son las páginas últimas que refieren sucesos notables del último lustro de la vida zamorana, acaeceres de 1979 para acá. A este capítulo han prestado contribuciones valiosas los colegas de El Colegio de Michoacán que desde 1980 indagan la vida y milagros de Zamora y su mundo. El otro contribuyente fue el censo de población de 1980. Zamora, Mich., 19 de marzo de 1984. 5


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DISCULPARIO

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como el gato del refrán, ha tenido siete vidas. En sus comienzos fue baluarte contra las tribus chichimecas y punto de reunión de las dos agriculturas típicas de México: la europea y la india, o la del trigo y la del maíz. En la última centuria colonial desempeñó el doble papel de abastecedor de granos del occidente de la Nueva España y de cuna de modernidad, de la ilustración o de las luces, según prefiera llamársele al esplendor mayúsculo de la historia de México. En los dos primeros tercios del siglo pasado, mantuvo su función abastecedora, y desempeñó además el puesto de plaza fuerte para tirios y troyanos, es decir, para insurgentes y realistas, liberales y conservadores, patriotas republicanos y patriotas monárquicos. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, sin menoscabo de su índole de distribuidora de alimentos, fue ciudad levítica, fortaleza de la comunidad cristiana, dique contra los embates de los espíritus liberal y burgués. En los últimos cincuenta años ha sido un emporio, un imán de dólares no conseguido en el mercado de esclavos, no obra de braceros sino producto de la exportación de fresa. Por razón de sus múltiples vidas, Zamora no se gana en una hora, como dice el refrán. Si mis cálculos no me engañan, el pleno dominio del tema Zamora, la hechura de un buen libro sobre la ciudad de las siete vidas requiere un lustro de dedicación plena a la zamoranía, un perseverante trabajo ratonero en diez o más archivos públicos, en por lo menos cien colecciones de particulares, en una milada de libros y folletos, en diez mil números de periódicos y en cien mil posibles informantes. Si todo esto lo hubiera sabido cuando me comprometí a escribir una monografía del municipio zamorano en menos de un semestre, estas páginas no habrían nacido seismecinas, apenas alimentadas por incursiones relámpago a media docena de archivos, por la lectura galopante de unos trescientos volúmenes, por hojear periódicos y revistas y por las entrevistas con un par de zamoranos, eso sí, de primera línea. Me arrepiento por haber intentado ganar a Zamora en una hora, por pretender definir irresponsablemente las siete vidas zamoranas, por querer conquistar con honda o a resorterazos o a lo sumo con 6


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flechas, a "Zamora, la bien guardada". Sé que lo que aquí digo añade muy poco a lo ya dicho por los demás autores pretendientes al desenmascaramiento de Zamora. Quizá diga lo mismo, aunque de otro modo. A los claros varones de la localidad los saco de su galería aparte y los enchufo en el momento que les corresponde. A los hechos que tejen las existencias zamoranas los retiro de su fila cronológica y los pongo en pelotones epocales, los trato como se tratan los tabiques en la construcción de un edificio. Traigo a colación, cuando lo considero pertinente, sucedidos no estrictamente zamoranos pero indispensables para la intelección de Zamora. Tampoco sigo a la historiografía habitual en la costumbre de exponer los acontecimientos históricos en el estilo grave propio de Clío. Quiero contarle mi cuento al lector como él suele contar los suyos a sus vecinos, sin solemnidad, con voces de entresemana, sin palabras domingueras. No me siento en la obligación de usar un estilo catrín porque el lector que busco no pertenece al gremio de los historiadores. Estas páginas no podrán darle ni gloria ni provecho a ningún autor. Pueden servirse de ellas algunos turistas deseosos de hacerse de una imagen primera de Zamora. Ojalá que también le sirvan, si no para acrecer el conocimiento de su terruño, por lo menos para encariñarse más con él, al hombre común y corriente de Zamora, no a los sabios zamoritas que repelarán con razón: "Esto no nos dice nada nuevo; además, esto es un plagio". De acuerdo en que esto no es novedoso y muy escasamente mío. Sus tres principales autores son Arturo Rodríguez Zetina, quien sin su libro sobre Zamora no hubiera hecho posible este libro sobre Zamora; Francisco Miranda Godínez, sin cuyos consejos e informes orales, este ensayo hubiese sido del todo inoportuno, y Luis Luna Lara, porque sin el apoyo de sus fotografías, el texto de esta obra sería intransitable. También deben figurar en la nómina de autores antes que yo, el polígrafo Francisco Elizalde García, el cronista oficial de Zamora Francisco García Urbizu, el infaltable estudioso norteamericano que en esta ocasión fue Oriol Pi-Sunyer, el licenciado Carlos Torres Manzo, promotor y padrino de la puntada de dotar a cada uno de los municipios michoacanos de autoconciencia, el profesor Leopoldo Herrera Morales, coordinador de las monografías municipales del Estado de Michoacán, el doctor Carlos Negrete que 7


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me facilitó el acceso al archivo municipal durante su presidenciado, y el ahora presidente don Alberto Valdés, no menos mecenas que su antecesor; el doctor Enrique Florescano a quien debo una buena dosis de materia prima y la señora Marcela Herrera de Prendes que de un mal manuscrito sacó un buen mecanuscrito. Pongo al último, aunque debía ir al principio, a don Víctor L. Urquidi, presidente de El Colegio de México y otorgante del medio año sabático que se fue en la confección del presente tomo. L. G.

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I SENO Y RAÍCES EL OCCIDENTE DE MÉXICO, el rumbo donde se halla Zamora, es, como quizá usted también lo aprendió, una de las nueve regiones en que se acostumbra dividir el territorio de los Estados Unidos Mexicanos. Engloba a cinco entidades políticas (Nayarit, Colima, Jalisco, Michoacán y Guanajuato) y tiene una amplitud de doscientos mil kilómetros cuadrados. Según decires, es resumen de todas las tierras, una colección de trozos de distintas y aun opuestas partes del mundo, una antología de paisajes, un muestrario de una amplia variedad de rocas, altitudes, relieves, temperaturas, hidrologías, edafologías, flores y faunas. De los contrastes y riquezas de su subsuelo informan cuatro siglos de actividad minera. Las elevaciones de su superficie van desde el nivel del mar hasta 4,300 metros. Posee tierras tan lisas como una mesa de billar, tan agradablemente onduladas como un cuerpo femenino y tan escabrosas como la fisonomía de un papel que se arruga con violencia. En una hora se pasa de cumbres perpetuamente nevadas a llanuras de clima óptimo y a depresiones de calor infernal. El Occidente luce toda clase de cielos, de suelos y de alfombras vegetales. Como si lo anterior fuera poco, se da el lujo de reunir, en su estrecho recinto, las puntas de dos regiones zoogeográficas: neoártica y neotropical. Para acabar pronto, es la conjunción del Este y el Oeste de Norteamérica y Suramérica.1 Para una primera ordenación del caos de alturas, configuraciones, aires, aguas, suelos, plantas y animales del oeste mexicano, se ha convenido en una distribución por niveles. El nivel bajo, a orillas del mar, corre de la desembocadura del río Balsas a la desembocadura del río Santiago; alberga bellísimas bahías, playas Claude Bataillon, Les Règions Gèographiques au Mexique, París, Institut des Hautes Ètudes de L'Amerique Latine, 1967, pp. 171-179. 1

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arenosas, fértiles llanuras costaneras, laberintos montañosos y valles intermontanos; y su sistema de calefacción hace sudar al más enjuto. De los usos posibles del primer piso dan testimonio los balnearios de Vallarta, Cuyutlán y Playa Azul, la siderúrgica Lázaro Cárdenas y los algodones y frutas del valle de Tepalcatepec. Hay dos segundos pisos: el sureño se reduce a una serie de balcones de muy buen clima abiertos a paisajes deliciosos por donde se asoman los vecinos de Tacámbaro, Uruapan, Los Reyes y Peribán; y el del norte, famoso por sus bajíos y planicies. De los sectores del tercer piso, el más abrupto y fresco es el lomo del sistema volcánico (la Meseta Tarasca); el más conocido por sus filones de oro y plata es la sierra de Guanajuato, y el más distante y misterioso lo forman las cimas del extremo sur de la Sierra Madre Occidental: la serranía del Nayar o Sierra de los Huicholes. A Zamora hay que buscarla en el segundo piso, sección norte. Se ubica en el ala rica que no precisamente bella del nivel intermedio. Es parte de la llamada recorrida de punta a punta por el río Lerma, limitada al norte por la Sierra Gorda y al sur por el Eje Volcánico, rota aquí y allá por volcanes extinguidos y lagunas en vías de extinción. Es una llanura habitualmente tibia. A fines de la primavera y en el verano la tibieza se vuelve cálida, se endurece con el calor. De diciembre a marzo no son insólitas las heladas negras. El cielo del Bajío peca de avaricia. En promedio aporta 700 milímetros de lluvia anualmente […] La poca lluvia es compensada por ríos, represas, fuentes y norias.

Son suyas un cuarto de millón de hectáreas ubérrimas. Don Alejandro de Humboldt le llamó "ejemplo de fertilidad bien admirable". El embajador Poinsett lo calificó de "planicie rica y fértil que produce los frutos de Europa y varios tropicales". Según los agrónomos, la mayoría de la superficie abajeña atesora altas dosis de nutrientes.2 Pese a las apariencias, no todo el Bajío es una y la misma cosa. Hay cuatro o cinco subregiones abajeñas. La que aquí nos interesa es la subregión zamorana, una especie de cartón corrugado o de waffle o Luis González, La tierra donde estamos, México, Banco de Zamora, 1971, pp. 136-142. 2

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de charola para huevos. Es una superficie de seis mil kilómetros cuadrados, ofrece configuraciones de montaña, de valle y de meseta. Aunque luce alturas que sobrepasan los dos mil quinientos metros, lo más de su piso se sitúa entre 1,550 y 1,800 metros. El clima es tan templado como el del Bajío guanajuatense; la lluvia es más copiosa: la precipitación media anual sobrepuja los 800 milímetros. La abundancia de manantiales, ciénegas, ríos y arroyos está muy por encima del promedio nacional y regional. El Bajío zamorano se cierra por su extremo oeste con la laguna de Chapala, antes del hombre harto más extendida que hoy día, pero aun achicada, la más grande de México, con una superficie de linfa dulce de poco más de mil kilómetros cuadrados. Por el rumbo norte, la región de Zamora limita con el río Lerma que vierte sobre Chapala, 2,150 millones de metros cúbicos al año. Hacia el sur se topa con la altísima sierra de Patamban y otros fragmentos de la cordillera neovolcánica. Al oriente una serie de cerros (Grande, Zináparo, Varal, Cobre y Tule), serie conocida con el nombre de Sierra de Purépero, separa a la subregión zamorana de los altos valles de La Piedad, Penjamillo y Zacapu. El Bajío de Zamora es una sucesión de llano y montaña. Cabe discutir si el pequeño valle de Titiácoro, donde se asienta Cotija, pertenece o no a tal conjunto. Cabe la misma duda con respecto a la trompa que luce Michoacán en su noroccidente, a la meseta de San José de Gracia. Es indiscutible la zamoridad de los valles de Guaracha y de Chavinda, adosados respectivamente a los cerros de San Francisco y San Antonio y en general a la Sierra de Tarecuato, separados entre sí por las lomas de Jalisquillo, colindantes, traspuesta la muralla constituida por los cerros Sombrerete-Muerto-GrandeBordo, con la anchurosa llanura de la Ciénega de Chapala, colindante a su vez de la serie de planicies que forman la rivera sur del río Lerma: Briseñas, Vistahermosa, Tanhuato y Yurécuaro. Al sur de Yurécuaro, si se recorre el cañón entre el cerro de la Ceniza y Picachos, aparece el valle de Ecuandureo3 cuyo vecino oriental, cerro Blanco de por medio, es la cañada de Churintzio que si se toma de norte a sur conduce a los valles de Tlazazalca y Purépero, este último a un paso de la cañada de CETENAL, cartas topográficas de Villa Chavinda (F-13-D-88), Sahuayo (F13-D-87), Ecuandureo (F-13-D-89), Zamora (E-13-8-19). 3

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Chilchota que va de oriente a poniente y desemboca en el espléndido valle de Tangancícuaro, al pie de la abrupta Sierra de Patamban, entre los cerros de Tamándaro, San Ignacio, Etúcuaro, San Antonio y La Beata, la misma Beata que señorea el valle principal del Bajío zamorano, el único que ya no tiene nombre prehispánico aunque alguna vez se llamó Valle de Tziróndaro, según unos, y de Cuinán, según otros. Hoy es el Valle de Zamora, uno de los ocho o nueve que configuran el Bajío zamorano. Entre todos los valles del susodicho Bajío o Depresión se distingue el de Zamora, a donde veníamos y a donde hemos llegado. En la actualidad, lo ocupan dos municipios: al sur, el minúsculo Jacona (78 kms.2); al norte, el anchuroso de Zamora (442 kms.2).4 A éste, los geógrafos lo ubican entre los 19º 55' y 20º 08' de latitud norte y los 102º 07' y 102º 24' de longitud oeste; o sea, en la misma latitud de los más prestigiados desiertos (Sahara, Libia, Nubia y Arabia), de dos grandes urbes mercantiles (Bombay y Hong Kong) y del archipiélago del placer (las islas Hawai). En la misma longitud y en el lado oriental, son dignos de nota el desierto de Gobi y la ciudad lacustre de Bangkok; en el lado occidental no hay nada notable, con perdón de Amarillo, Texas. Si se compara la extensión del municipio de Zamora con los restantes del Estado de Michoacán no se alinea entre los mayores (el de Arteaga es ocho veces y el de Coalcomán seis veces más extenso que el zamorano). En cambio, si se confronta la superficie municipal zamorana con la de las naciones del mundo, resulta mayor que la de diez países independientes: Vaticano, Mónaco, Naurú, San Marino, Liechtenstein, Maldivas, Malta, Granada, Seychelles y Barbados. La municipalidad de Zamora colinda con las de Ixtlán y Ecuandureo por el norte; con las de Churintzio y Tlazazalca, por el oriente; con Tangamandapio y Chavinda, por donde se pone el sol, y con Tangancícuaro y Jacona, por el viento del sur. Desde hace cuatro siglos, desde su fundación, el municipio zamorano ha pertenecido a lo Genaro Correa Pérez (dir.), Geografía del Estado de Michoacán I. Geografía física, Morelia, Gobierno del Estado, 1974, p. 52. Según el Plano del Municipio de Zamora, levantado por Jesús Bernal, la superficie de dicho municipio es de 41,484 hectáreas. 4

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que en la época colonial fue sucesivamente provincia mayor de Michoacán e intendencia de Valladolid, y en México independiente, Provincia de Valladolid por corto tiempo, Departamento de Michoacán, en dos o tres ocasiones, y Estado de Michoacán, las más de las veces. La comunidad zamorana también ha permanecido adicta, lo que no sucedió con otras fundaciones españolas, a su lugar de origen, a TZIRÓNDARO o lugar de ciénegas. Los zamoranos han preferido mudar su hábitat a mudar de hábitat. Quien ve ahora un orden de zanjas, diques y sembradíos le cuesta trabajo creer que eso mismo fue antes un caos de ciénegas y pantanos. Hasta hace todavía poco, en el temporal de lluvias, las dos terceras partes de la depresión zamorana se convertían en lagunas. Muchas veces sólo quedaban por encima de las aguas tres altozanos. El Valle de Zamora se asemejaba mucho al Valle de México por las tierras mal escurridas y por el rumbo subterráneo que le sirve de soporte. Como la del Valle de México, la historia prehumana del Valle de Zamora fue todo un espectáculo. Según los geólogos, estas tierras emergieron del mar, en forma de gran llanura, a finales del cretácico. En el cenozoico le comenzó a salir a la llanura apacible un enorme espinazo o plegamiento que, en pocos millones de años, se afeó con multitud de chipotes: "un pujante vulcanismo cubrió de conos gigantescos y robustas corrientes de lava al plegamiento original". La era de erupciones volcánicas fue seguida de cuatro diluvios que achataron conos y arrojaron a las simas de las barrancas grandes cargamentos de arenas arrancadas a las rocas ígneas. Los diluvios redondearon los cerros y dejaron hechos valles a los precipicios primitivos. Algunas de las depresiones esculpidas por las aguas se deshicieron de éstas bien pronto; otras siguieron lacustres por milenios y milenios.5 Quizá el Valle de Zamora fue porción del lago de Severo Díaz, "La desecación del lago de Chapala" en Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, (Guadalajara, Sep.-Oct. 1956), T. X, núms. 1 y 2, pp. 13-18. 5

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Chapala antes de ser laguna de por sí, y por supuesto, mucho antes de quedar únicamente como semilaguna. Por angas o por mangas, el Valle de Zamora o Tziróndaro como le pusieron los purépecha, llegó a ser este platón de bordes majestuosos: al norte, limitado por los altos cerros Encinal, Atacheo y Tácari, cuyas cumbres sobrepasan los dos mil metros sobre el nivel oceánico; al occidente por los montes Jaceño y Platanar que junto a los otros se ven chaparros; al sur por lomas (como la Curutarán) respaldadas por la mole del Tamándaro, y al oriente, por lo más lucido del cerco montañoso: la majestuosa eminencia de La Beata que alcanza 2,700 metros de altura, y el gracioso monte de La Beatilla que se queda en los dos mil metros.6 Quizá los zanjones de Los Laureles, El Ermitaño, Las Uvas, El Chirimoyo y demás anfractuosidades del cerro de La Beata y la Cueva de Rojas más los barrancos Churipires, El Fresno y La Quemada en el Tamándaro, hayan sido alguna vez honda fuente de pavor. Hoy en día, el marco de montañas del Valle de Zamora no asusta ni a los bebés, lo que no impide el uso del epíteto adjudicado a la ciudad reina de tal valle: "Zamora, la bien cercada", epíteto que recuerda el de la tocaya ultramontana: "Zamora, la bien guardada".7 El fondo del valle está a una altura de 1,600 metros y tiene una extensión de doce mil hectáreas. Es hoy una planicie amena, llanura paradisiaca, ancho valle, tiesto de flores, vergel, jardín, vega florida, espléndido platón, "valle ubérrimo", valdeaguas, nava tricolor, haz de verdura, "valle de fértil entraña", "dulce tierra", "dulce de miel y de azúcar", recinto luminoso al que Atenógenes Segale enaltece así: Tu valle cuán hermoso, si verdes los trigales ondean al impulso del céfiro gentil, cimbrando sus espigas de granos colosales

Jesús de Bernal Villanueva. La ciudad de Zamora, Michoacán y sus problemas sociales, económicos, urbanos y arquitectónicos, México, 1952, p. 2. 7 De los escritores sobre la región ninguno ha dejado descripciones tan elocuentes como Francisco García Urbizu, en sus diferentes obras sobre Zamora y Michoacán. 6

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La gente que trabaja con sus propias manos no le ve nada de "puesto ameno" y de "lecho de esmeraldas" a la llanura de Zamora. Reconoce que es "extremada en materia de pan", pero no desconoce las cosas que la afean, como el calor. Según el decir de la gente rasa, hay días muy bochornosos, aun cuando los más sean de buen temple. También caen heladas capaces de destruir en unas horas sembradíos de meses. En términos cultos, los valores anuales de la temperatura son: máximas extrema: 37º; mínima extrema: -5º; media anual 21º. La temperatura media del mes más caliente es superior a los 22º y la del mes más frío, a los 10º. El promedio de días con heladas es de nueve al año. Las peores heladas caen en enero, aunque también suelen presentarse en los dos últimos meses del año ó en vísperas de la primavera.9 Los calores máximos se sufren durante los días primaverales, especialmente en el llamado mes de las flores. Los expertos no dan esperanza sobre la refrigeración de Zamora; al contrario, sostienen "que la temperatura va en ligero aumento" y que la media anual de hoy ya pasa de los 22 grados centígrados.10 Como quiera, en la temporada de más radicación solar acuden a servir de refrescantes los vientos del este y del sureste. Esto no quita que los aires más intensos y pegajosos de la región sean los cálidos y palúdicos del sur y del suroeste. En términos del poeta zamorano Fray Manuel Martínez de Navarrete, lo más común es "una luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos". Pasan de 3,000 al año las horas soleadas. Este valle ofrece 500 horas más de sol que el de México. De octubre a mayo sólo cincuenta días se nublan. De junio a septiembre más de la mitad de los días son nebulosos. Antes de concluir la primavera dan en reunirse nubes a la caída de la tarde; con el estío vienen las mañanas nubladas y las lluvias. El 24 de junio, el mero día de San Juan, se Arturo Rodríguez Zetina, Zamora. Ensayo histórico y repertorio documental, México, Jus. 1952, recoge muchas de las expresiones poéticas consagradas a Zamora. 9 Oriol P-Sunyer, Zamora: a Regional Economy in Mexico, New-Orleans, Tulane University 1967, p. 108. 10 Correa Pérez, op. cit., pp. 173-174. 8

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consolida el temporal lluvioso cuya duración es de cuatro meses. De los 68 días de lluvia al año, más de 50 son del cuatrimestre de aguas. Las grandes tormentas, la docena anual de ruidosos chaparrones son del temporal. Las lluvias monótonas de invierno, las cabañuelas, si las hay, chorrean poca agua.11 Ha habido años muy llovedores, como el de 1967, con un volumen llovido de 1,152 milímetros, aunque lo normal, por lo menos en el decenio de los sesenta, fue una precipitación de 900 milímetros anuales. En total, no llueve mucho, y según los autores de la Geografía de Michoacán, cada vez llueve menos.12 Si el Valle de Zamora se atuviera a sus precipitaciones, no tendría fama de fértil y menos de pantanoso. Los abundantes líquidos del medio zamorano no caen del cielo, brotan del suelo ó llegan rodando, los trae una vigorosa corriente bautizada por los purépechas con un nombre de gran largura, tan largo como expresivo, con el nombre de YORECUAHAPUNDANAPU, que significa, según algunos, "río engendrador de lagunas".13 Es el mismo río al que ahora se le dice Duero, el irrigador de "la campiña que en su redor se ve". El Duero de la Zamora mexicana es corto y caudaloso. Comienza su recorrido en el cerro de Otacuaro, donde principia la Cañada de los Once Pueblos. Durante su transcurso por la Cañada, obtiene "líquidos cristales" de las minas de agua de Cunio, El Zarco, Tanaquillo, Guario e Ixtla. Atravesadas las lomas que cierran el extremo oeste de la cañada, transita, recorre y encharca a trechos el Valle de Tangancícuaro donde se robustece con las aportaciones del Naranjo, la Alberca, el Estanque, el Pedregal, los Baños, la Canoa, Cupátziro, Junguarán, Camécuaro y otros riachuelos, lagunetas y manantiales. A la altura de Camécuaro, el escurrimiento ponderado del río es de 6 metros cúbicos por segundo; el mínimo, de cuatro metros y medio, y el máximo, de 29.14 Con ese caudal entra al Valle de Bernal, op. cit., p. 39. Correa Pérez, op. cit., p. 275. 13 Xavier Tavera Alfaro, "Zamora" en Enciclopedia de México (México, 1977), vol. XII, p. 551. 14 Bernal, op. cit., pp. 2 y 7. 11

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Zamora por el oriente. Con andar lento y cimbreante, lo cruza de sureste a noroeste. En plena llanada recibe las aguas cristalinas del río Celio, oriundo de los manantiales del Bosque, al sur de Jacona. Ambos ríos se encargaban de inundar, en la estación lluviosa, las dos terceras partes de las miles de hectáreas del fondo del valle. Fuera de un círculo de cortas dimensiones cubierto de phaeozem háplico (La Rinconada) y de unos callejones de litosol (léase suelo muy pedregoso), el Valle de Zamora presume su piso de marca vertisol.15 Según los entendidos, los vertisoles son suelos de textura pesada, de color negro, que presentan abundante arcilla cementosa. Se hinchan con la humedad y presentan muchas grietas de contracción cuando están secos. Las grietas características de los vertisoles tienen por lo menos un centímetro de ancho y van desde la superficie hasta los 50 centímetros de profundidad […] En estos suelos predomina […] la montmorillonita que en tiempo de lluvias se expande

se le cierran los poros y se vuelve chicle, y durante las sequías se endurece y agrieta, pero reblandecido y sin grietas por la acción del agua es una maravilla.16 Por lo demás, el vertisol zamorano es de textura finísima, sin "pero" que ponerle al del hondón del valle; con la mala nota de que en los bordes es pedregoso. Quizá ninguno de los suelos michoacanos presente tan buenas condiciones para el cultivo como los negros de origen lacustre del municipio de Zamora. El total de tierras improductivas en la municipalidad no pasa de las 3,000 hectáreas, o sea el 7% del conjunto. Según los cálculos del arquitecto Bernal, 3,226 hectáreas ofrecen recursos forestales en las cumbres de las eminencias mayores. Cosa del 35% del total; es decir, 14,400 hectáreas son especialmente aptas para la practicultura, no obstante que ocupan pendientes CETENAL, cartas edafológicas de Villa Chavinda (F-13-D-88) y de Ecuandureo (F-13-D.89). No se contó con las cartas de Zamora y Tangamandapio que aun no habían salido en 1977. 16 Correa Pérez, op. cit., pp. 319-320. Antes de imponerse la clasificación de la FAO, solía ponderarse en el suelo zamorano un gran contenido de materia orgánica e importante valor agrícola y su color matizado entre el negro grisáceo y el café grisáceo. Se le achacaba una estructura granular migajosa. 15

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superiores a los diez grados. La mitad de la superficie del municipio puede utilizársele ahora en tareas agrícolas; un 18% (7,260 hectáreas) en agricultura de temporal; un 4% (1,800 hectáreas) en siembras de humedad; un 12% (4,973 hectáreas) en sembradíos de riego de segunda. El 16% restante, casi 7,000 hectáreas son lo mejor de lo mejor en materia de cultivo; han llegado a ser suelos de primerísima clase, incluso superiores a los famosos de la Ciénega de Chapala.17 La vegetación original del valle no tiene que ver nada con la de ahora aunque sí con la primigenia de valles tan ilustres como los del Nilo, el Tigris, el Indo y el Amarillo, que fueron antes del hombre pantanos con cañaverales. Sin duda, la vega zamorana era uno de esos pantanos cubierto con densa vegetación de zaprofitos acuáticos, de manigua como se diría en Cuba, de yerbas malignas y malolientes, de maleza triste que sobresalía de aguas poco profundas. Esa vegetación cenagosa contrastaba con la vegetación del marco montañoso. En las laderas de los montes, entre los 1,680 y los 2,000 metros, mezclaban sus hojas matorrales inermes, nopaleras y plantas ratizas. Entre guamúchiles, pitayas, xoconoxtles, churis, moras y zapotes, se abrían paso arbustos y yerbas medicinales (gordolobo, espinosilla, prodigiosa, estafiate, cenicilla, borreguillas, doradilla, árnica, cinco llagas, amapola y yerba de ahito). Junto al cirián, al nogal y a la tila, crecían multitud de yerbas aromáticas (perejil, tomillo, anís, yerbabuena, epazote y mejorana) y de matas célebres por sus flores (tempranilla, Santamaría, sanjuán, sanpedro, lirio de corpus, sanicolás, chachamol y otras). La flora de las cumbres más altas la constituían principalmente los encinales. En las eminencias menores predominaban el madroño, le tepehuaje, el tepame y las nopaleras. En todas las alturas aparecían orquídeas, charagüescas, bembéricuas, ortigas y anisillos. En contraste con el fondo de la hoya, los cerros que le hacen círculo retienen mucho de la antigua cubierta vegetal, con excepción de "los espesos árboles" productores de maderas exquisitas. No es posible ser exhaustivo en la enumeración de la fauna silvestre. Muchas especies se han extinguido; otras sobreviven contra Bernal, op. cit., "plano del municipio de Zamora, Mich" Vide También Abel Vega Cortés, Manejo y disposición de los desechos sólidos en la ciudad de Zamora, Mich., México, 1977. 17

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viento y marea. Aunque no es ortodoxo, cabe hacer una clasificación de ellas, según su habitáculo, en ocultas, acuáticas, terrestres y volátiles. Han vivido encuevadas, o debajo de piedras, o en galerías subterráneas o en general en sitios oscuros, ciertos roedores (ardilla, rata, ratón y tuza), el murciélago, algunos insectívoros (tlacuache y tlacoyote), los reptiles (cincuate, coralillo, lagartija y víbora de cascabel), las lombrices y muchos artrópodos. En región tan lacustre como la de Zamora no podían faltar una buena dosis de peces (bagre, charal, juil, pez blanco, popocha y trucha), de batracios (ajolote, rana y sapo), y de acociles y culebras. De la fauna que transcurre sobre la superficie terrestre cara al sol, sirvan de botón de muestra algunos cánidos (coyote, lobo y zorra), un mustélido apestoso (el zorrillo), un rumiante (el venado), un par de carnívoros (gato montés y puma) y un trío de arácnidos (alacrán, araña y vinagrillo). De los animales que pasan buena parte de su vida en vuelo, Zamora luce una alta multiforme población: águila, calandria, clarín, cardenal, carpintero, colibrí conguita, codorniz, cuervo, cuitlacoche, chachalaca, gavilán, golondrina, gorrión, huilota, jilguero, lechuza, mulato, paloma, pato, saltapared, tarengo, tecolote, tildío, tordo, zanate, cenzontle y zopilote. Pero el húmedo valle fue principalmente, y sigue siendo a pesar de los insecticidas, un paraíso de insectos. Allí han proliferado en todas las estaciones especialmente en la lluviosa, luenga lista de especies: abeja, avispa, cucaracha, chicharra, chinche chapulín, escarabajo, gorgojo, grillo y gusano de elote, hormiga, libélula, mariposa, mosquito, mosca y los millones y millones de moscos zancudos que acarreaba hacia el valle el cálido viento del sur. Por su clima un tanto bochornoso, sus inundaciones, yerbas, roedores, cánidos, alacranes, nubes de insectos, microbios de paludismos, tifoidea, disentería, bronconeumonía, neumonía, bronquitis, y algunas dolencias más, Zamora no fue para el hombre un hueso fácil de roer sino un medio difícil, tan duro como el que provocó la civilización egipcia en el cenegoso valle del Nilo, parecido al que hizo posible el despegue de los súmeros en la inundada cuenca del Tigris y del Éufrates, comparable a la región bochornosa donde nació la cultura china y no muy diferente al contorno físico, húmedo y cálido, en que tuvo lugar la génesis de la civilización maya. Con todo, don Jesús de Bernal no le concede carácter estimulante al medio de 19


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Zamora y especialmente al clima que empuja a la molicie; a una tibieza de aire que hace hombres dulces, a un temperamento ambiental que

TRES MIL AÑOS DE INDIOS no lograron vencer. Según dejan de vislumbrar algunas sabias exploraciones realizadas en El Lopeño, allí, en el valle de Tziróndaro o Zamora se han encontrado los restos de la cultura superior más antigua del occidente de México. Las pruebas de carbono 14 le asignan una antigüedad de 1,500 años antes de Cristo a las cinco tumbas descubiertas en el subsuelo tepetatoso de una colina cercana a Jacona. Cada una de las tumbas consiste en un "vestíbulo o pasillo al que se bajaba por medio de tres o cuatro escalones, en una entrada en forma de nicho y con una gran losa […] y en cámara funeraria" a un metro de profundidad.18 "La mayoría de los restos en las tumbas pertenecen a personajes del sexo masculino […] recubiertos con pintura roja" y generosamente rodeados de ofrendas. Las ofrendas más reiteradas y comunes son vasijas de cerámica, algunas de silueta compuesta o con formas humanas y animales; hay vasijas con decoración en negativo, consistente en motivos geométricos en colores rojo sobre café. Se encontraron también […] orejeras y cuentas de collar […], puntas de proyectil de obsidiana, morteros y tejolotes, hachas

y otros instrumentos o artefactos que eran entonces de una tremenda eficacia y modernidad. "Lo más sobresaliente son las figurillas modeladas a mano […] de jugadores de pelota en actitudes dinámicas y provistas de una especie de raqueta".19 Los yacimientos del borde sur del Valle de Zamora indican que esto tuvo mucha importancia hacia la friolera de 35 siglos.

Román Piña Chan, Una visión del México prehispánico, México, UNAM, 1967, p. 262. 19 Otto Schöndube, "El Occidente de México" en Historia de México, México, Salvat, 1974, vol. I, p. 279. 18

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Lo descubierto por el arqueólogo Eduardo Noguera en el Lopeño es de factura tan antigua como las figurillas halladas en el Pedregal de San Ángel por Francisco Plancarte y Navarrete, los sepulcros descubiertos por don Manuel Gamio en las canteras de Copilco y la multitud de artefactos configuradores de las culturas preclásicas.20 Los yacimientos preclásicos de uno y otro valle permiten imaginar a tribus descendientes de simples recolectores y cazadores a quienes se les ocurrió responder a dos contornos geográficos muy parecidos, a dos cuencas igualmente mal drenadas, para practicar el cultivo de vegetales, ponerse a vivir en un solo sitio, hacer aldeas de agricultores y conseguirse un cierto bienestar desconocido por sus antepasados. Por lo que parece, las siembras se hacían aprovechando la humedad dejada por las inundaciones periódicas, y lo primeramente cultivado fue el maíz, la calabaza y el frijol. También es de pensarse que aquellos quehaceres agrícolas se hicieron sin abandono de las tradiciones de cacería, pesca y recolección y en compañía de otras conductas nuevas aparte de las meramente agrarias y económicas. Los descubrimientos en los Valles de México y Zamora permiten vislumbrar en los moradores de uno y otro sitio inventos tecnológicos, ocios de varia índole, creencia en otra vida, culto a los muertos, organización social y un puñado de comodidades: comer en vasijas, abrigarse en chozas, ponerse adornos, que no vestido. Las investigaciones en uno y otro plantón hacen pensar en dos actividades creadoras simultáneas y parecidas; una que siguió encarrerada hasta el punto de producir la espléndida cultura de Teotihuacán, y la otra que se durmió en sus laureles a los comienzos de su carrera. La cultura preclásica de El Lopeño no tuvo desarrollos ulteriores equiparables a la cultura preclásica del Valle de México. La población sedentaria del Valle de Zamora seguiría viviendo oscuramente, sin mayores mudanzas, por miles de años, según lo hacen pensar las exploraciones arqueológicas hechas hasta hoy. Los relevos humanos no se traducirían en progresos a fondo. Un día, ya más o menos reciente, los tecos o teocuitlatecos aparecidos por allí, tal vez acabaron por fundirse con los habitantes anteriores de la Eduardo Noguera, "Exploraciones en El Opeño, Michoacán" en 27 Congreso Internacional de Americanistas, México, 1939, vol. I. 20

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región. Más tarde fue la llegada de los purépecha. Los tecos, sin siquiera perder su lengua de oriundez náhuatl, adquirirían la de los nuevos señores del valle.21 Entre la antiquísima cultura Lopeña y la reciente cultura purépecha corren tres milenios oscuros. Lo que haya ocurrido entonces todavía es difícil conjeturarlo. Como es bien sabido, la última oleada de pobladores del Michoacán prehispánico fue la de los purépecha o huanacase, ahora conocidos con el nombre de tarascos. Entre las varias modas que introdujeron es muy digna de nota "una lengua que no tenía relación con los otros grupos lingüísticos" de la región mesoamericana.22 En el siglo XV, un siglo antes de la aventura de Cortés, uno de sus jefes, se estableció en la orilla oriental de la laguna de Pátzcuaro, los unificó y los condujo a conquistas sin fin. En su biblia, se lee: "llamó Hiripan a Tangaxoan y a Huiquíngare y díjole: hermanos ya es muerto Tariácuri, nuestro tío […] Hermanos, vamos a conquistar".23 Desde 1401 poco más o menos, los señores de Pátzcuaro dieron en someter a su dominio tanto poblaciones próximas y parientes como señoríos distantes y de distinta lengua. En 1450, la triple alianza purépecha se fundió en una sola jefatura y se volvió tremendamente imperialista. En los setenta años anteriores a la llegada de los hispanos, Tzitzipandácuare y Zuangua, monarcas sucesivos del imperio tarasco, ensancharon las fronteras de éste en todas direcciones y principalmente hacia la occidental.24 Uno a uno de los valles del Bajío Zamorano y aun tierras mucho más alejadas, como las del señorío de Sayula, fueron sometidas al rey o cazonci que gobernaba en

Francisco Plancarte y Navarrete, "Los Tecos" en Anales del Museo Michoacano, (Morelia, 1888-1891), pp. 185-195. Según José Corona Núñez, le nombre de Xihuquilan que aparece en el lienzo de Jucutacato como lugar donde se asentaron los tecos, corresponde a la actual Zamora. 22 J. Benedict Warren, La conquista de Michoacán: 1521-1530, Morelia, Fimax, 1977, p. XIII. 23 Relación de las ceremonias y ritos y población y gobierno de la provincia de Michoacán, (1541), Madrid, Aguilar, 1956, p. 150. 24 José Bravo Ugarte, Historia sucinta de Michoacán, México, Ed. Jus, 1962, pp. 74-79. 21

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Tzintzuntzan, cuyo poder llegó a ser tan grande que en un par de veces puso a temblar al poderosísimo señor de Tenochtitlan.25 El imperio purépecha estuvo a punto de ser tan grande como el tenochca. Lo conducía hacia el campeonato mesoamericano un jefe con la cabeza rapada, portador de arco y flecha y representante en este mundo de Curicaveri, el Gran Fuego, el dios sol. El Cazonci se servía directamente para el ejercicio del poder de un gobernador y de un capitán general. Aparte "tenía puestos cuatro señores […] en cuatro fronteras de la provincia". "Tenía puestos asimismo por todos los pueblos caciques que él ponía de su mano […] A estos caciques llamaban caracha-capacha". El valle de Tziróndaro, posteriormente de Zamora, debió tener su caracha-capacha. Había otros jefecillos, los achaecha "que de continuo acompañaban al cazonci y le tenían palacio […]". Otros, llamados ucambecha recogían tributos y juntaban a la gente para las obras públicas. También formaban en aquella burocracia un gran número de oficiales menores y las "mujeres del rey".26 En estrecha amistad con el gobierno civil operaba una pirámide de sacerdotes. En la cima de la pirámide resplandecía "el señor encargado del fuego", a quien auxiliaba un cuarteto de grandes señores. Dependían de aquél y de éste un nutrido sacerdocio cuya principal misión era la de fogonero de las yácatas o lugares del culto. En honor a la lumbre, se hacían sacrificios humanos. El cazonci era hábil extirpador de corazones y los miembros de la casta sacerdotal excelentes desolladores y magníficos bailarines que brincoteaban envueltos en las pieles de las víctimas descorazonadas. El culto al fuego era uno de tantos. La religiosidad de los purépecha se derramaba también en devociones a Cueraváperi, diosa de la fertilidad; a Xaratanga, diosa de la agricultura, y a otras muchas divinidades.27 Los purépecha siempre estaban en la mejor disposición de agregar creencias y prácticas religiosas a las existentes. No conocían dioses celosos, exclusivistas. Papeles de la Nueva España. Relaciones geográficas de la diócesis de Michoacán, Guadalajara, 1958, vol. II, p. 113. 26 Relación de Michoacán, p. 173. 27 Warren, op. cit., pp. 16-18. Vide también José Corona Núñez, Mitología tarasca, México, Fondo de Cultura Económica, 1957. 25

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Según la Relación de Cuitzeo, la palabra purépecha significa hombres de trabajo. De hecho, la mayoría de los habitantes de Michoacán eran agricultores, pescadores y artesanos. Los primeros, con ayuda de tarecuas y angarus, cultivaban maíz, frijol, chile, calabaza, alegría, tabaco y algodón. Practicaban el riego y el cultivo de terraza. No parecen haber sido duchos en el drene de ciénegas, y al parecer no introdujeron ninguna mejoría en los cultivos del Valle de Tziróndaro.28 Los pescadores, a fuerza de canoas, redes, fisgas y anzuelos, obtenían buenas pescas de charales, truchas y peces blancos de la laguna de Pátzcuaro, pero no hay indicios de que doblaran esas proezas en las lagunillas y los ríos de la región zamorana.29 Los artesanos de la laguna y de la meseta se distinguían como artesanos, ceramistas, ebanistas, metalúrgicos y trabajadores de la pluma.30 Sus adornos de pluma gozaban de gran prestigio en el universo de Mesoamérica. Los artesanos de la porción noroccidental del Imperio no llegaban a las exquisiteces de sus colegas de la laguna de Pátzcuaro.31 A principios del siglo XVI, la población del Valle de Zamora, repartida en cinco o seis aldeas, no estaba en un momento creador como lo estuvo tres mil años antes. Desde muchos siglos atrás vivía una existencia rutinaria, había dejado de combatir contra los obstáculos que le oponía su contorno físico, no luchaba ya contra las fuerzas de la naturaleza local, había llegado a un modus vivendi con los derrames, los calores, la insalubridad y la agricultura poquitera. Vistas así las cosas, los TREINTA AÑOS DE ESPAÑOLES que vienen a continuación y cubren el periodo 1521-1550 no cabe interpretarlos como calamidad interruptora de un proceso creador. Gonzalo Aguirre Beltrán, Problemas de la población indígena de la Cuenca del Tepalcatepec, México, Instituto Nacional Indigenista, 1952. 29 Piña Chan, op. cit., p. 289. 30 Bravo Ugarte, op. cit., vol. I, p. 90. Vide también Alonso de la Rea, Crónica de la orden de N. P. S. Francisco, Querétaro, Ed. Cimatario 1945, p. 45. 31 Warren, op. cit., p. 21. 28

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Había poco que deshacer de lo hecho por el hombre cuando aparecieron por el oriente embajadores aztecas con el chisme de los jinetes blancos y barbados y con la solicitud de unir en un frente único a los dos imperios. Una versión asegura que Zuangua no quiso complacer a sus rivales y dispuso la muerte de los embajadores. 32 Pocos días después, Zuangua murió de una dolencia acarreada por los caballeros que se negó a combatir. Su sucesor, un jovencito de pocos ánimos, se puso a temblar con una segunda noticia llegada de México: "los mexicanos son conquistados […] Todo México está hediendo de cuerpos muertos".33 No había pasado un año de la caída del imperio tenochca cuando un grupo de 200 hombres vestidos de hierro, a quienes acompañaban miles de indios, traspuso la raya del imperio purépecha. Al frente del ejército expedicionario venía un gigante fortachón que respondía al nombre de Cristóbal de Olid. La primera decisión de Tzintzicha fue la de reunir los guerreros del reino y arrojarlos contra los españoles; la segunda, la de recibirlos como dioses, pues se le metió en la cabeza que lo eran; la tercera, la de ahogarse en las aguas de Pátzcuaro, y la cuarta, la de meterse en un escondite y no recibir en persona a los dioses blancos.34 Estos entraron en Tzintzuntzan y se fueron derechitos a saquear el palacio del emperador escondido. En donde éste tenía cuarenta arcas (veinte de oro y veinte de plata) además de joyas y mujeres, los de Olid encontraron la primera reacción defensiva. Las mujeres del emperador los acometieron "con unas cañas macizas y empezáronles a dar de palos".35 Con todo, muchas cargas de metal amarillo y blanco vinieron a manos de Hernán Cortés.36 Seguro de la sumisión del mandamás de los purépecha y enterado de la abundancia de oro y plata en Michoacán, Cortés dispuso la Diego Muñoz, Crónica de la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, Guadalajara JALSMGH, 1950, p. 27. 33 Relación… de Michoacán, p. 248-261. 34 Op. cit., pp. 49-81. 35 Relación de Michoacán, pp. 248-261. 36 Cfr. Luis González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia. México, El Colegio de México, 1971, p. 18. Warren, op. cit., pp. 409-410. 32

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vuelta de Olid; dejó su lugar primero a Juan Rodríguez de Villafuerte "inhábil, bobo y mancebo que más necesidad tenía de darle curador que no cargo de justicia ni capitanía",37 y después, a don Antonio de Carvajal quien estudió a fondo las calidades del Imperio Purépecha o Tarasco como ya comenzaba a decírsele. Un año más tarde el inspector estuvo de regreso en casa de Cortés con un informe precioso de los pueblos y las fortunas de Michoacán. De esta información únicamente han sobrevivido algunos fragmentos, ninguno referente al Valle de Tziróndaro.38 Basado en el censo de Carvajal, Cortés repartió las poblaciones michuacas entre cuatro docenas de conquistadores. Cada uno de ellos, a cambio de mantener la tierra en orden y de instruir a su gente en la religión de Cristo, podía quedarse con los tributos que los pueblos acostumbraban pagar al cazonci.39 Don Hernán, como buen repartidor, tomó para sí lo mejorcito: la capital, Tzintzuntzan y veinte comunidades entre las que se contaban Tamazula, Tuxpan y Zapotlán.40 Una segunda categoría de poblaciones las encomendó a personas que quería beneficiar especialmente. En este rubro quedó incluido el pueblo de Jacona y sus aledaños, originalmente encomendado a un hermano del tesorero real, a don Juan de Albornoz.41 Ese pueblo, que muy probablemente englobaba las aldeas del Valle de Tziróndaro, tributaría anualmente 300 cargas de maíz y frijol, 10 cargas de chile y 10 cargas de sal. Es muy probable que su primer encomendero ni siquiera lo haya visitado. Esos señores solían residir en México-Tenochtitlan a donde sus mayordomos o calpixques, además de cuidar de la buena marcha de las encomiendas administradas por ellos, se entretenían en la búsqueda de metales Testimonios de Alonso Ortiz de Zúñiga, Jerónimo de Aguilar y Andrés de Monjaraz, citado por Warren, op. cit., p. 72. 38 "Fragmentos de la visitación de Antonio de Carvajal" en Warren, op. cit., pp. 386-408. Parte del original se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla, leg. 130. Otro fragmento se encuentra en el Archivo General de México, Hospital de Jesús, leg. 292, exp. 119, ff. 432-434. 39 Sobre la encomienda en general vide Silvio Zavala, La encomienda Indiana, Madrid, 1935. 40 Warren, op. cit., p. 222 y pp. 236-266. 41 Ibíd., p. 234. 37

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preciosos, la única riqueza de Michoacán de interés para los conquistadores. Por lo tanto, ningún conquistador gambusino se preocupó en el beneficio de las tierras bañadas por el Yorecuahapundanapu. Los frailes de San Francisco, que llegaron enseguida de los administradores de encomiendas, traían otros fines. Oriundos "de la rigurosamente reformada provincia española de San Gabriel", habían vencido las tentaciones del poder, del dinero y de la fama; sólo aspiraban a infundir los valores cristianos a los indios. Con amplio espíritu apostólico, se desparramó en Michoacán, en 1525, un trío de franciscanos que lidereaba fray Martín de Jesús, todo un santo austero y rezador que según decires de sus admiradores, se elevaba del suelo en sus horas de éxtasis.42 El trío de fray Martín hizo milagros de conversión en una sociedad acostumbrada a enriquecer el caudal de sus dioses y de sus creencias y prácticas religiosas, y hubiera hecho más si el comportamiento de los mayordomos de encomienda hubiera sido distinto y si los lugartenientes de Cortés cuando éste se fue a las Hibueras, y los gobernadores interinos, y los miembros de la primera audiencia, no se hubieran conducido como cerdos.43 El paso de Nuño de Guzmán por el país de los Purépecha en 1529 sólo es comparable al de Atila en otros tiempos y en otros países. Don Nuño casi deshizo de golpe lo pacientemente edificado por la prudencia de Hernán Cortés y la santidad de fray Martín de Jesús.44 El mal de Nuño fue fugaz y promovió una reacción benéfica. Las encomiendas pasaron a mejores encomenderos o al rey directamente. La de Jacona transitó de Albornoz a Gonzalo de Sandoval, de éste a Peralmíndez Chirinos, y de éste a la corona en calidad de corregimiento.45 Los frailes apostólicos se multiplicaron. A fines del decenio de los veintes fue la llegada a Michoacán de cinco franciscanos adicionales, y en los dos decenios siguientes, de otros Ibíd., pp. 109-120. Bravo Ugarte, op. cit., I p. 32. 44 Warren, óp. cit., 325-362. Más adelante (pp. 369-370) se lee: "Nadie puede negar que Guzmán era un depredador, capaz de hacer cualquier cosa a los nativos con tal de enriquecerse". 45 Ibíd., p. 234. 42 43

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muchos. En 1537, en ayuda de los frailes de San Francisco, vinieron los frailes de San Agustín, constructores del convento en Jacona.46 Y como si todo lo anterior fuera poco, llegó de obispo de Michoacán en 1538 don Vasco de Quiroga, el justo reverso de Nuño de Guzmán, y de virrey de la Nueva España (reino al que quedó incorporado Michoacán), don Antonio de Mendoza. Pasada la crisis, los frailes de San Francisco y de San Agustín empiezan una catequización lo más intensa posible, diaria o semanal, ayudándoles a veces la inteligencia con cuadros o pinturas, y la memoria con el canto. Viene luego la introducción gradual a los sacramentos y al culto, que se procura sea en las fiestas […] con ornamentos preciosos y música suntuosa, y apenas se pudo, en grandes, imponentes y hermosos templos […] Las órdenes lograron la cristianización sincera (y muy rápida) de los indios, manifiesta en la entrega que hacían aun de sus ídolos ocultos, y en su adaptación, aunque trabajosa, a la monogamia cristiana.47

La rauda cristianización de los indios michoacanos se debió en gran parte a la presencia de Vasco de Quiroga quien desde su llegada en 1533 diseñó un socialismo para los tarascos capaz de protegerlos de la corrupción de los colonos españoles. Tal socialismo, inspirado en la Utopía de Tomás Moro, se manifestó en la fábrica de hospitales como el de Santa Fe de la Laguna y en la recompostura de la economía tarasca.48 Desde que era oidor en México se le había oído decir: "yo me ofrezco con ayuda de Dios a poner y plantar un género de cristianos a las derechas, como iglesia primitiva". Ese ofrecimiento lo Bravo Ugarte, op. cit., vol. II, pp. 54-55. Ibíd., pp. 62-63. 48 Sobre el experimento de Quiroga, la obra clásica sigue siendo la de Silvio Zavala, La utopía de Tomás Moro en la Nueva España y otros estudios, México, Antigua Librería Robredo, 1937. Como quiera, los estudios quiroguianos se han enriquecido mucho a partir de los años sesenta del presente siglo. Sirvan de botón de muestra dos obras magníficas: Francisco Miranda Godínez, Don Vasco de Quiroga y su Colegio de San Nicolás, Morelia, Fimax, 1972 y F. Warren, Vasco de Quiroga and his Pueblo-Hospital of Santa Fe. Washington, 1963. 46 47

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puso sucesivamente en práctica en México como oidor en 1531-1532; en Michoacán como visitador en 1533-1534, y aquí mismo, como obispo, a partir de 1538. Aparte de cristianizar a cada pueblo al modo tradicional, lo dotó de un hospital y de una industria propia; y como si eso fuera poco, introdujo nuevos cultivos. 49 Algunas congregaciones indias mal situadas fueron puestas en sitios apropiados. Así Jacona que "estaba antiguamente dos leguas poco más o menos donde está, caminando a Tangamandapio, en puesto seco", fuera del Valle de Tziróndaro. El promotor del traslado fue fray Sebastián de Trasierra, primer prior del pueblo de Jacona quien un día de 1555 junto al gentío, "y como era tan gran lengua y tan querido" acabó por convencerlo de lo malo del sitio donde habitaba, de la bondad y cercanía del Valle de Tziróndaro y de lo fácil que era "dejar sus casas deshacerlas y hacer otras de nuevo". "Todo se hizo muy en breve y a mucho gusto. Ordenó el pueblo no tanto a policía de calles y plazas, cuanto a utilidad del río Celio que permitió hacer en seguida muy hermosas huertas de plátano, guayaba, membrillo, melón y jícama y tomar atractivo un valle 'de migajón y pan' que en lloviendo se convertía en un lodazal si no se le ponía un hasta aquí. Trasierra trajo a los jaconenses a un posible paraíso que casi gozarían en exclusiva por algún tiempo, apenas compartido por aldeorrios como Ario, Atecuario, Atacheo y Teco, antes de que asomara las narices la villa de Zamora".50

Bravo Ugarte, op. cit., vol. II, pp. 69-70. Diego Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán del orden de N.P.S. Agustín, México, Ed. Jus, 1963, pp. 172173. 49

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II EN LOS SIGLOS DE LAS SOMBRAS A MITAD DEL SIGLO XIV y en la vieja España, el ambulante y caballeroso emperador Carlos V le pasa los trastos del gobierno a Felipe II, un rey sedente, sombrío y racionalista. A mitad de siglo y en la Nueva España, el dinámico y flexible don Antonio de Mendoza entrega las riendas de la jefatura colonial al tranquilo y severo don Luis de Velasco. Durante el régimen de don Luis (1550-1564), la población india no para de caer en tanto que la blanca y la mestiza suben sin parar.51 En el orden económico, la agricultura española del trigo y de la caña de azúcar tiende a desplazar a la indígena del maíz y del maguey, y dos nuevos quehaceres se añaden a la existencia laboral: la ganadería y la minería. En el orden sociopolítico, la acción conquistadora libre y desenfrenada es metida en cintura por disposiciones que concluyen en las "Ordenanzas de nuevos descubrimientos"; la encomienda desemboca en el corregimiento, y la esclavitud y el servicio personal de los indios son suplantados por la institución de los repartimientos o de la talacha forzosa y retribuida conforme a la siguiente fórmula: "se les dará a entender a los indios que son libres […] pero que han de trabajar para su sustentación […] que si no quisieren trabajar […] sepan que han de ser compelidos a ello, pagándoseles".52 En lo espiritual, el entusiasmo y la acción febril de los primeros frailes cede paso a una iglesia cada vez más pesimista sobre la capacidad de los indios y más rutinaria en el ejercicio de la liturgia. Al doblar el medio siglo, las operaciones de conquista pasan a la historia en el centro, en el este y en el sur de la Nueva España y a la Woodrow Borah, El siglo de la depresión en Nueva España, México, Secretaría de Educación Pública, 1975, pp. 32-55. 52 José Miranda, España y Nueva España en la época de Felipe II, México, UNAM, 1962, pp. 95-104. 51

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realidad cotidiana en gran parte del occidente. Aquí la lucha contra los chichimecas fue susto y operación de decenios. Como los chichimecas no sabían nada "de riquezas y deleites"; andaban "desnudos, sin cubrirse aun las partes deshonestas"; comían carne "medio cruda a manera de lebreles"; se ostentaban vigorosos, "borrachos, ladrones y homicidas"; manejaban el arco y la flecha con precisión y ferocidad, y se movían "juntos en manadas", resultaron enemigos difíciles de vencer. Mientras se hacía la conquista de los imperios tenochca y purépecha, los bárbaros occidentales peleaban entre sí conforme a una costumbre de siglos. Desde que les dio a los españoles por meterse a sus territorios y sobre todo desde que descubrieron en el ámbito chichimeca abundantes metales preciosos, la guerra entre ellos se transformó en lucha chichimeco-española.53 Descubiertas las minas de plata de Zacatecas y de Guanajuato, hubo que abrir camino al través de chichimecas "hostiles a la penetración" de gente con fiebre argentífera. Una de las maneras de hacerse ruta hacia los yacimientos del metal blanco fue la fundación de villas fuertes españoles en aduares bárbaros o próximos a ellos.54 Para reprimir los usos de las tribus, el virrey Velasco mandó fundar la villa de San Miguel el Grande en 1555, fundación a la que acudieron muchos españoles. Indios aliados construyeron dos años más tarde la aldea de Silao.55 "Con españoles e indios amigos se fundó en 1562, en las chichimecas", la villa de San Felipe.56 Ocho años después se dispuso el trazo de la Purísima Concepción de Celaya a la que vino un "gran número de pobladores que aprovecharon la tierra para cultivar el trigo". El gobierno colonial, conforme su política de contener "a los belicosos salvajes por medio de villas", fundó en 1576 la villa de León; en 1575, la de Aguascalientes, y tal vez con el mismo propósito, la de Zamora en 1574.57 Fray Diego Muñoz, Crónica de la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, Guadalajara, 1951, pp. 12-15. 54 Alejandra Moreno Toscano, "El siglo de la conquista" en Historia general de México, El Colegio de México, 1976, vol. II, pp. 74-75. 55 Wigberto Jiménez Moreno, Estudios de Historial Colonial, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1958, p. 82. 56 Bravo Ugarte, Historia sucinta de Michoacán, vol. II, p. 101. 57 Jiménez Moreno, op. cit., p. 88. 53

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Quizá la villa de Zamora, como quiere una vieja tradición, fue ideada mucho antes.58 Un informe fechado en Jacona el 10 de junio de 1743, a dos siglos de distancia del hecho que atestigua, asegura que el virrey Mendoza, "para hacer frente a los chichimecas", dispuso en 1541 la fundación de una villa de españoles en el Valle de Tziróndaro, pero su orden no se cumplió "por falta de pobladores". En vista de eso, don Antonio se redujo a erigir un fuerte "a orillas del río Grande […] con los pocos vecinos que se hallaban en esos pueblos".59 Según otras fuentes (estas sí fidedignas), Luis de Velasco, el sucesor de Mendoza, en vez de contribuir al poblamiento de españoles en aquel rumbo, prohíbe a éstos el meterse allá. A una queja de los indios de Jacona en el sentido de "recibir muy malos tratamientos de los caminantes […] porque se les entran en sus casas y les toman sus bastimentos, y se están de asiento entre ellos causándoles muchos daños", el virrey Velasco dispone en 1563 que los pasajeros "ni entren a posar en casas" de los indios ni les quiten sus alimentos "ni les carguen por tamemes o por fuerza y contra su voluntad" y que los españoles no residan entre los jaconenses por más de tres días "so pena de veinte pesos" de multa.60 El marqués de Falces, don Gastón de Peralta, virrey por un año, fomentó el establecimiento de españoles en la jurisdicción de Jacona, del pueblo quejoso por la presencia en sus confines de vagabundos y residentes blancos. El marqués quizá no tuvo la intención de erigir un baluarte español contra los indios sino simplemente el poner orden en una realidad a ojos vistas: la invasión de los ganaderos. Vacas, ovejas y cerdos, que habían crecido asombrosamente en la región En José López Portillo y Weber, La rebelión de la Nueva Galicia, Tacubaya, Instituto Panamericano de Geografía de Historia, se encuentra un relato minucioso del levantamiento de los cazcanes, un pueblo de los llamados chichimecas, y del castigo que les impuso el virrey don Antonio de Mendoza. Sobre los afanes poblacionistas de Mendoza a raíz de la rebelión, Los virreyes españoles en América… México I, Madrid, 1976, p. 46. 59 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Sevilla, España, Indiferente general, legajo 108, 4º tomo, f. 221. Copia proporcionada amablemente por el notario Arturo Rodríguez Zetina. 60 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), México, D. F., Mercedes, vol. 84, ff. 106 y 146. 58

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central, durante el gobierno de don Luis de Velasco, "llegan al occidente en plan de huéspedes temporales a pacer durante el periodo de sequía en las riberas del lago de Chapala". Según un testimonio de la época, a los pantanos de lo que hoy se llama región zamorana venía a "agostar más de ochenta mil ovejas en cada año […]" Según otro testimonio, cosa de doscientas mil cabezas de ganado mayor partían anualmente de Querétaro hacia el noroeste michoacano.61 Como antes en el centro, la invasión ganadera en el oeste causó graves perjuicios mientras no se cumplió con las órdenes de Velasco codificadas por Peralta en 1567: que se restringiese la costumbre de meterse animales a las milpas; se obligara a los dueños a tener pastores, se dotase a los ganaderos de estancias cuadradas de 3,000 pasos por frente para bovinos y equinos y dos mil para ovejas, cabras y puercos, y se acotaran rutas para aquella ganadería trashumante.62 Conforme con la política de control de la ganadería, el de Falces concedió tierras a varios ganaderos españoles en el Valle de Tziróndaro. En junio de 1567 hizo merced a Bartolo Castañón de Agüero, residente en Jacona, de un sitio para ganado mayor (unas 1,700 hectáreas) y dos caballerías de tierra (cada una de 40 hectáreas de sembradura); aquel en la vieja Jacona y éstas "en la ribera del río que baja de Chaparaco".63 Concesiones semejantes obtuvieron Arias Gómez, Luis de la Cerda y quizá algunos de los demás españoles establecidos a la brava en el rumbo: Alonso de Lupiana, Nicolás Martín, Hernando de Vascones y Juan del Barrio. De Francisco Rodríguez Contador, Diego de Zamora y Lorenzo Núñez se sabe que consiguieron licencia para poner molino.64 La obra iniciada por el de Falces fue conducida a feliz culminación por uno de los mejores virreyes de la Nueva España, no obstante que los historiadores de la corriente reverencial rara vez lo Cfr. François Chevalier, La formación de los grandes latifundios en México, México, Problemas agrícolas e industriales de México, 1956, pp. 7980. 62 Cfr. Luis González, Pueblo en vilo, México, El Colegio de México, 1968, p. 68. 63 AGN, Mercedes, vol. 9, vol. 87. 64 Arturo Rodríguez Zetina, Zamora, Ensayo histórico y repertorio documental, México, Editorial Jus. 1952m pp. 28-30. 61

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colocan en la pequeña lista de funcionarios dignos de veneración. Al buen virrey Martín Enríquez de Almanza, además de las de Celaya, Aguascalientes y León, le cupo la suerte de la FUNDACIÓN DE ZAMORA en el Valle de Tziróndaro, sobre ciénegas, en el año de 1574, con tres docenas de vecinos españoles. Según la relación de 1743, habiendo venido de la Península "60 familias, se distribuyeron 20 en Valladolid, corte y cabeza del obispado; 20 pasaron a Colima" y las 20 restantes, juntamente con las ya avecindadas allí, erigieron a Zamora, "por los años de quinientos setenta y tres".65 Los nombres de esos peninsulares, recogidos cariñosamente por el moderno cronista zamorano don Arturo Rodríguez Zetina, se dan enseguida en desorden alfabético de apellidos: Alonso de Acosta, Diego de Acosta, Alonso de Aguilar, Diego de Alejandre, Diego Alonso, Francisco Ascencio Valenciano, María de Aviña viuda de Arias Gómez, Juan del Barrio, Miguel del Campo, Bartolo Castañón de Agüero, Andrés de Cebreros, Juan de la Cueva Mendoza, Bartolomé Franco, Álvaro García, Juan García del Corro, Alonso Hernández, Juan Hernández, Diego Hernández Vizcaíno, Diego López, Francisco López, Diego López Caballero, Alonso de Lupiana, Felipe de Lupiana, Nicolás Martín, Gonzalo Núñez, Mari Núñez, Pedro de Ostos, Gaspar Pérez, Francisco Portillo, Francisco de Silva, María de Solís viuda de Juan Munguía, Juan Torres Cimbrón, Diego de Vargas, Hernando de Vascones, Bernardino Vázquez del Mercado y Antón Vegines.66 Sepa Dios de qué jaez eran los acabados de nombrar. ¿Serían personas de alcurnia? ¿Se trataría de gente de armas tomar? ¿Se les acogería como vecinos por capaces de contender contra los chichimecas? De algunos de los arrimados antes de la fundación se puede presumir que eran adictos a la ganadería. De los llegados a la hora justa, cabe afirmar su condición de labradores. Probablemente tenían menos dosis de codicia y de espíritu aventurero que muchos de los demás inmigrantes a la Nueva España, pues si no hubiera sido así 65 66

AGI, Indiferente general, leg. 108, 4º tomo, f. 221. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 30-31. 34


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se habrían ido en pos de las regiones mineras a ponerse al tú por tú con los indios bárbaros del norte. Dícese que provenían del reino de León y más concretamente de la ciudad de Zamora. Quizá alguno llevaba un tiempo largo de residencia en la colonia. Por lo menos uno sabía leer y escribir: el escribano Francisco Rodríguez.67 El virrey despachó al doctor Alonso Martínez, a finales de 1573 o principios de 1574, para ejecutar conforme a la costumbre la fundación de la villa denominada en adelante con el apelativo de Zamora. El doctor Martínez, como principio de cuentas, repartió lotes y caballerías de sembradura a cada uno de los fundadores. Una semana después en 18 días del mes de enero de 1574, el señor doctor Alonso Martínez, juez de comisión por su Majestad sobre el asiento y fundación de la villa de Zamora […] señaló para ejido y dehesa de ella, una legua de tierra por largo que corre desde el principio de la ciénega del río abajo hacia el pueblo de Ixtlán y media legua de ancho que corre desde dicho río hasta la sierra norte y sur, y mandó a los vecinos que tengan guarden por ejido la dicha legua […] para el trajín de sus bestias […] 68

Quizá enseguida llegó con el nombramiento del alcalde mayor don Francisco Nortes de Sosa, pues la villa recién fundada fue desde sus comienzos sede de alcaldía mayor. Quizá en presencia de Martínez se eligió al primer ayuntamiento presidido por Alonso de Aguilar, tal vez descendiente del conquistador y alcalde de mesta del mismo nombre. "El virrey confirmó en México, el 22 de marzo, diecisiete mercedes concedidas por el doctor Martínez". Las restantes donaciones las hizo Almanza directamente.69 Por lo que parece, ninguno fue conquistador, pues ninguno de la lista de fundadores de Zamora aparece en los diccionarios de conquistadores, ni en el clásico de Francisco A. de Icaza, Conquistadores y pobladores de Nueva España, Madrid, Imprenta del Adelantado de Segovia, 1923, ni en el recentísimo de Víctor Álvarez, Diccionario de Conquistadores, México, Departamento de Investigaciones Histórica del INAH, 1975. 68 AGN, Tierras, Vol. 1254, ff. 70-76, citado por Rodríguez Zetina, op. cit., p. 32. 69 Jesús Amaya, Ameca, protofundación mexicana, México, Lumen, 1952, p. 195. 67

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Si Zamora se denominó así por la oriundez zamorana de muchos de sus fundadores, el viejo río engendrador de lagunas no tenía por qué no llamarse como el que corre a los pies de la Zamora hispana, máxime que es mucho más fácil decir Duero que Yorecuahapundanapu. Tampoco resulta estrambótico que se le haya escogido como patrón a San Martín, si ese Martín fue el natural de Zamora, el nacido en 1152, al que se le llega su función el 7 de octubre, al cisterciense y primer abad y fundador de la abadía de Santa María de Valparaíso, a San Martín Cid y no a San Martín de Tours, más conocido por San Martín Caballero, que es el actual patrón de Zamora, un santo de origen francés cuya festividad se celebra el 11 de noviembre.70 Todavía es más normal que se haya comenzado enseguida a construir templo a fuerza de trabajo forzoso de los indios y que se haya suspendido temporalmente su construcción "por no haber indios", y reanudado, al conseguir del virrey Enríquez indios de los pueblos de Tlazazalca y Huanimba.71 Por lo demás conocemos muchos menos detalles de la fundación de Zamora que de cualesquiera de las fundaciones cortesanas, guzmanenses y mendocinas, y es que cuando apareció la villa del Duero ya la Nueva España principiaba a cubrirse de sombras, a rodearse de sigilo, a perder nitidez, a transcurrir por un túnel que duró casi doscientos años. La historia del último cuarto del siglo XVI, de todo el siglo XVII y de la primera mitad del siglo XVIII, es muy confusa si se le compara con la media centuria que le antecedió (la de la conquista), y la centuria que le siguió (la de las luces, la independencia y la reforma). Y no sólo la vida de una gran parte del periodo colonial es grísea; también la historiografía de ese periodo. Por los mismo tenemos pocos informes y quizá nunca los tendremos abundantes de la

Luis Méndez Jiménez citado por Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 62-64. AGN, General de Partes, Expediente 578, citado por Arturo Rodríguez Zetina, Jacona y Zamora, México, Jus, 1956, pp. 132-133. 70 71

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PRIMERA INFANCIA de Zamora. Apenas se vislumbra que en su primer medio siglo pasó las de Caín. Recién nacida le sobrevino una de las peores pestes de la historia de México. Desde 1575 hasta 1580 sucedieron demasiadas calamidades: un gran temblor, un cometa muy grande, "un eclipse que volvió el día noche y luego una grande peste de la que murieron infinitos indios".72 La epidemia partió del centro del país. "Entrada la primavera comenzaron los mexicanos a sentir fuertes dolores […] calentura […] una perpetua inquietud […] y flujo de sangre. Las sangrías y demás auxilios del arte de curar" de nada sirvieron.73 La enfermedad del matlazáhuatl mató a dos millones de indios. "En los pueblos de occidente, la población nativa se redujo a la mitad".74 Los pueblos colindantes de Zamora casi se despoblaron y por lo mismo la mano de obra indígena de la que se servían los españoles escaseó angustiosamente. A poco de la fundación de Zamora, trece fundadores la abandonaron: Diego de Alonso por muerte y del Barrio, Cebreros, Franco, García del Corro, un par de Hernández, un par de López, Martín, Ostos, Silva y Rodríguez porque fueron a ganarse la vida a otros sitios. En busca de mejor clima y para huir de los chismes en que andaba el cabildo de la villa de Zamora por esos años, don Juan del Barrio pidió […] que le reconocieran los derechos de sucesión en el sitio de estancia y caballería de tierra […] concedido a su suegro en términos del pueblo de Tacátzcuaro

cerca de donde fue a vivir. Junto a del Barrio vinieron a parar Nicolás Martín, Hernando Ortiz y Francisco Rodríguez.75 De los otros Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, p. 380. 73 Andrés Cavo, Historia de México, México, Ed. Patria, 1949, p. 35. 74 Muñoz, Crónica de la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, p. 27. 75 José Romero Vargas, Cotija, cuna de trotamundos, México, Ed. Progreso, 1973, pp. 52-57. 72

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desertores de la villa enfangada se ignora el rumbo que tomaron. Tampoco se sabe el por qué de su ida. Las maliciosas sospechas de Romero Vargas sobre el mal clima y las desavenencias de los primeros pobladores como causas de deserción no están suficientemente documentadas. Además, no todo fue fuga. Mientras unos salían otros entraban. En el trienio de 1575 a 1577 se avecindaron, y con prerrogativas de fundadores, Alonso de Aviña, Miguel de Candia, Juan de Carvajal, Antón García Maldonado, Francisco González Calvo, Agustín del Hierro, Juan Martínez, Juan Muñoz, Los Gómez y Antonio de Velasco. A varios de ellos se les hizo merced en las tierras abandonadas por los desertores. Agustín del Hierro recibió la labor abandonada por Alonso Hernández; Alonso de Aviña, la de un tal Pérez, Antonio de Velasco, de Cebreros.76 A nadie se le quiso conceder tierra alguna a la margen izquierda del río Duero, pues esa se reservó para uso exclusivo de los aborígenes. Con todo, algunos güeros zamoranos hicieron lo que estuvo de su parte (solicitudes, invasiones y sobornos) para hacerse de las tierras de los oscuros jaconitas, chavindeños, arios, ixtlanecos, tlazazalcas y tangancicuarenses. En la mayoría de las ocasiones los indios consiguieron la protección virreinal para preservar sus propiedades y hacer sus sementeras de maíz sin ganados que se las comiesen;77 en otras, el fundo de los blancos creció como la humedad a costa de los terrenos de los naturales. Sin buenas relaciones con su contorno indígena, el islote blanco de Zamora llegó a sus cincuenta años de edad, si no muy crecido en lo humano sí pujante en la fortuna. De la Descripción antigua de los curatos y de las doctrinas, libro compilado en 1631, se desprende la imagen de una Zamora con pocos vecinos. Fuera de cuatro tecos, residentes en barrio especial, los jefes de familias zamoranas eran Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 37-48. En sus dos libros clásicos, Zamora y Jacona y Jacona y Zamora, Rodríguez Zetina reproduce quejas de los indios de Jacona y su jurisdicción que fueron atendidas favorablemente por las autoridades. Sin embargo, los españoles en poco tiempo llegaron a tener mucho más extensión de tierra que la recibida en merced. 76 77

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españoles. Estos, dentro de la jurisdicción de la parroquia, tenían en producción media docena de labores de maíz, una docena de labores de trigo y cinco o seis estancias de ganado mayor. Las milpas producían anualmente tres mil fanegas de maíz, y las plantaciones de trigo, cuatro mil fanegas. Las estancias de ganado junto a Zamora sólo hospedaban quinientas vacas chichiguas. La villa y sus ranchos cubrían un espacio de dos leguas y media.78 De los agricultores zamoranos de 1631, unos únicamente beneficiaban tierras dentro de la jurisdicción parroquial (Juan Martín, Alonso Valdés, Gonzalo Pérez, Gregorio Acosta, Pedro Gutiérrez, Miguel de Castañeda, Miguel Ochoa, Diego de Garibay); otros poseían estancias de ganado en las jurisdicciones vecinas. Diego de Verduzco, productor en el Valle de Zamora de 300 fanegas de trigo, aparece en la Descripción al frente de la estancia del Sauz donde herraba anualmente mil cuatrocientos becerros y ochenta mulas. Alonso de Chávez Romero, de la estancia de Atecucario, también en los términos de Tlazazalca, ponía fierro a setecientos becerros y a quinientas yeguas. Ana de Chávez herraba en su estancia en Ucacuaro, doscientas mulas. Los Ruiz (Alonso, Antonio y Nicolás), en sendas estancias de Chavinda, le estampaban el fierro a miles de vacunos y centenares de mulas, potros y potrancas. Nicolás Ruiz y Diego Ochoa figuraba en la corta lista de los contribuyentes para el sostenimiento del párroco de Zamora y eran indudablemente vecinos ricachones de la villa.79 Como quiera, el único rico a más no poder, que no residente habitual de Zamora era un hombre que sería la figura legendaria del Bajío zamorano en el periodo de FORMACIÓN DE GRANDES LATIFUNDIOS durante los seis decenios que corren desde 1625 o 30 hasta 1690 o 92, en la etapa bautizada por Borah con el nombre del "siglo de la depresión", cuando se amarraban los perros con longaniza porque no había mercado para ésta ni para producto alguno, en los tiempos en Ramón López Lara, El obispado de Michoacán en el siglo XVII. Informe inédito de beneficios pueblos y lenguas, Morelia, Fimax, 1973, pp. 104-105. 79 Ibíd., pp. 102-108 y 212-213. 78

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que las noticias morrocotudas fueron las consignadas en el "Diario de Tarecuato". 1630: plaga "de unos animalitos muy menuditos, semejantes a las avispas"; 1635: "por el mes de febrero hubo unas aguas nieves que duraron ocho días" y por septiembre "vino una plaga de gusanos" que acabó con las milpas; 1638: Gran invasión de langostas, chochos o chapulines, nubes de langostas que sonaban "como si fuera un torbellino", y gran "peste que fue horror"; 1641: "tembló con extremo" y "hubo muchísima hambre por todas partes"; 1651: "irrupción de tordos que acabaron con los trigales"; 1658: "horrenda granizada que duró dos días sin deshacerse y hubo mucha hambre"; 1659: "llovió ceniza"; 1660: "arribo de aves que parecían patos, quebradoras de las ramas de los árboles por el mucho peso de ellas […] llenaban las casas de grandísimo horror".80 Al siglo XVII novoespañol se le atribuyen también merma de indios, creciente del mestizaje, receso económico y autoconsumo, arraigo del sistema de hacienda, descentralización política, religiosidad penumbrosa y literatura y arte barrocos. Lo de la disminución de indios sólo fue bis: había comenzado en el siglo precedente y no paró hasta después de 1650. La población de nueve millones de cobrizos, a la llegada de los gachupines, se redujo a 4.500,000 en 1600 y a 1.200,000 en 1650; esto es a una octava parte de lo que habían sido. En cambio, la población descolorida continuó en aumento. Cuando se fundó Zamora sólo había 63,000 "españoles" en toda la Nueva España; cien años después, no bajaban de 150,000. Por lo que mira a la gente negra, se dobló de una a otra fecha, pasó de 20 mil en 1575 a 40 mil en 1675. También se doblaron los mestizos y castas.81 Únicamente los aborígenes no cesaban de disminuir. Los pueblos grandes de Jacona y Tlazazalca se redujeron a medio centenar de familias cada uno; Tangamandapio, a tres docenas; Ixtlán, a dos docenas; Ecuandureo, a una docena, y Atacheo a cuatro "Anales de Tarecuato" publicados por Nicolás León en El estandarte de San Luis Potosí, citado por Romero Vargas, op. cit., pp. 84-85. 81 Cifras de población aproximadas, deducidas de las que dan Lira y Muro en la Historia General de México, Vol. II, pp. 98-106; Borah, op. cit. p. 39; Gonzalo Aguirre Beltrán, La población negra de México, México, Ediciones Fuente Cultural, 1945. 80

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vecinos. El fenómeno del crecimiento de la población blanca fue especialmente palpable en el Bajío guanajuatense, pero no deja de apreciarse en el zamorano. Como quiera, aquí lo que más bulto hizo fue la multiplicación de negros, mulatos y mestizos. El tener esclavos negros y el retozar con negros devino costumbre de algunos varones pálidos de la región zamorana. El tocamiento de los extremos raciales se puso de moda.82 El siglo XVII es también el del ensanchamiento de las mercedes de tierras concedidas a los españoles, el de la formación de los grandes latifundios en México, como se ve tan claramente en el libro de François Chevalier sobre el tema. Las mercedes originales de caballerías, sitios y estancias, ora por juntura de ellas, ora por adquisición ilegal de los cotos de las comunidades indígenas, se transformaron en haciendas; equivale decir, en vastas extensiones de suelo en poder de una persona, en ranchos grandes o latifundios donde surge un sistema nuevo de trabajo. Desde 1632 se suprime el cuatequil o repartimiento de indios para las empresas de españoles. En adelante éstos, para asegurarse la mano de obra requerida en sus crecientes latifundios, acuden al arraigo de plantas de trabajadores en ellos. Se funda el sistema de peonaje, consistente en retener de por vida, mediante la servidumbre por deudas, un cierto número de gañanes acasillados.83 Algunos latifundistas, además de peones, adquieren esclavos negros. Los del Valle de Zamora se inscriben en este tipo. Hacia 1650 ya contaban los güeros zamoranos con unos treinta ranchos grandes, una cifra aun no precisada de peones indios y treinta y nueve esclavos de piel negra y brillante.84 La producción de trigo y maíz se mantuvo más o menos igual. La posesión de haciendas, peones y esclavos no enriquecía gran cosa al poseedor, pero sí le daba valimiento social que también se podía conseguir por el camino de la política. El siglo XVII ofreció un Mera hipótesis que la consulta de los archivos parroquiales puede confirmar, ajustar o rectificar. 83 Enrique Florescano, "La época de las reformas borbónicas" en Historia general de México, pp. 193-195. 84 Peter Gerhard, A Guide to the historical geography of New Spain, Cambridge, At the University Press, 1972, p. 400. 82

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buen número de empleos gubernamentales. Sin contar los de la vieja España, estrictamente reservados a los oriundos de allá, la Nueva España podía darlos de primera en los dos máximos organismos del gobierno colonial: el virreinato y la Real Audiencia. Con todo, para ser virrey y oidor también se necesitaba ser nativo de la cabeza del Imperio. Aparte de los órganos metropolitanos y virreinales del gobierno, había los dispositivos locales de mando (alcaldías mayores, corregimientos y cabildos) donde sí había cupo para criollos, y en algún descuido, hasta para los indios. La posibilidad de ser alcalde mayor o corregidor en el siglo XVII no era mala. Ciertamente los alcaldes mayores tenían jurisdicción minúscula comparada con la del rey y la del consejo de Indias, y aun con la del virrey y la de la Real Audiencia. Ciertamente uno podía apelar ante las autoridades novohispanas y aun ante las imperiales si no le parecía la orden de un alcalde. Pero como el rey y su consejo de Indias quedaban a muchos riesgos y meses de distancia, y el virrey y la audiencia, nada próximos para los vecinos del occidente y del norte de la Nueva España, los poderes regios y virregios resultaban más apantalladores que efectivos. En las zonas distantes de las metrópolis real y virreinal, el alcalde mayor o el corregidor llegó a sentirse prepotente, devino "un verdadero gobernador y juez dentro de su distrito".85 De tal periodo pueden dar fe los alcaldes mayores de Zamora de 1630 a 1690, los capitanes Andrés de Valenzuela, Antonio Dávalos, José de Chávez Ortuño, José de Jasso y Ponce de León y Martín Alarcón Caballero, o los que no anteponían el cap. a su nombre: Nicolás Abarca, Sancho del Canal, Agustín de la Torre, Francisco Godínez Cabeza de Vaca, José de Arregui, Blas de Cepeda y Francisco de Arriaga.86 Entre otros abusos de poder, los alcaldes mayores cometían el de entrometerse en la elección de cabildos municipales. Hacia 1655 los jaconenses se quejaron al virrey de que "en todos los años" el alcalde mayor de Zamora metía su cuchara en las elecciones del cabildo o república de indios de Jacona.87

Lira y Muro, op. cit., pp. 156-162 y 165. Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 76-77. 87 Rodríguez Zetina, Jacona y Zamora, p. 95. 85

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Sin ser latifundista, ni alcalde mayor, sólo se podía adquirir poder y consideración siendo sacerdote. Por lo que se vislumbra, la influencia de los santos varones excedía normalmente a la de los alcaldes. El clero era el grupo más oído por la población indígena, y por lo menos tan acatado como la autoridad civil por el común de los españoles. Aunque en el siglo XVII Zamora aun estaba lejos de ser la ciudad levítica, ya era muy respetuosa de los sacerdotes. Aunque no tenía ningún lugar de culto digno de nota, ni siquiera un templo parroquial de verse, los curas de allí, los licenciados Miguel Martín Barragán, Juan Ochoa Garibay, Diego Aguilera e Hilario de León y Antolín, y los bachilleres Francisco Ramírez Zamora, Francisco Méndez de Torres y Lorenzo Paro de Ortega, párrocos de Zamora entre 1620 y 1680 figuraron sin duda en la élite de la villa.88 Únicamente los negros y las castas, y quizás algunos mestizos, solían negarles superioridad a los alcaldes y a los curas. "Esa gente era lo muy plebeyo […] y fue destructora del orden ideal" al través de numerosos vagabundos y bandoleros. "Infamados por su origen, los mestizos y las castas no podían legalmente aspirar a ocupaciones honrosas", aunque por fuera de la ley sí.89 Los mestizos y mulatos adquirían frecuentemente la muy estimada profesión de brujos. A la chita callando, los profesionales de la magia adivinaban el futuro inmediato, el lugar de los tesoros ocultos, el paradero de personas y animales extraviados y el escondite de ladrones; conseguían, por medio de conjuros, el don del agua o el arrasamiento de nubes según conviniera a la agricultura, precavían y curaban enfermedades; causaban maleficios a patrones déspotas y a esposos que apaleaban a sus mujeres; satisfacían apetencias sexuales de erotómanos sin fortuna y reconciliaban matrimonios mal avenidos.90 Los profesionales de la magia (brujos y hechiceras) proliferaban donde había gente menuda (negros, mestizos y castas) como es el caso de las villas y ciudades del Bajío, incluso Zamora, sobre todo en el

Rodríguez Zetina, Zamora, p. 101. Lira y Muro, op. cit., pp. 163-164. 90 Luis González, "El Siglo Mágico" en Historia mexicana, México, El Colegio de México, 1952, vol. II, núm. 1, pp. 66-86. 88 89

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AMANECER DEL SIGLO XVIII, cuando se procesó por hechiceras a las mulatas Juana y Andrea.91 Por la misma fecha en que Zamora ya con 125 años encima, empezaba a producir, además de maíz y trigo, vacas y potros, lentejas, tabaco, lana, queso, panocha y gallinas, y salía, aun muy discretamente, del autoconsumo.92 Es el tiempo en que Zamora deja de ser una comunidad exclusivamente agropecuaria y replegada sobre sí misma para convertirse en un incipiente centro mercantil e industrial. En el último decenio del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII, las sombras comienzan a disiparse y la lentitud en el andar se vuelve paso sin prisas y sin pausas. En todo el Imperio Hispánico empieza a soplar un airecillo de renovación. El primero y más estruendoso de los cambios fue el de dinastía. Los reyes de la Casa de Austria son sucedidos por los reyes de la Casa de Borbón.93 En 1714, el Consejo de Indias se reduce a Poder Judicial Supremo. Sus demás funciones las toman la Secretaría Universal de Indias, las Cajas Reales y la Superintendencia General de Hacienda. En 1717, la Casa de Contratación, establecida en el puerto fluvial de Sevilla, se muda al puerto marítimo de Cádiz.94 En Nueva España, se reanudan vigorosamente las luchas contra ladrones e indios bárbaros. Desde 1722 el Tribunal de la Acordada, a fuerza de juicios sumarios y de colgadura de asaltantes en los árboles, reduce la inseguridad de los caminos.95 Desde 1721 empresas de conquistas similares a las del primer siglo de la colonia, duplican el territorio de la Nueva España. Se comienza con la incorporación de Romero Vargas, op. cit., p. 73. Así lo indican los diezmatorios de la parroquia de Zamora que guarda el archivo de la Casa de Morelos. 93 Bravo Ugarte, Historia de México, la Nueva España, p. 119: "Para los Habsburgo la Nueva España era una parte integrante de la monarquía. Para los borbones, Nueva España era una colonia, una pertenencia de la nación española destinada a proporcionar fondos y ventajas económicas a aquélla". 94 Luis González, "El periodo formativo" en Historias mínima de México, México, El Colegio de México, 1973, pp. 75-76. 95 Colin M. Maclachlan, La justicia criminal del siglo XVIII en México, México, SEP, 1976, pp. 143-55. 91

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las tierras y los indios de Nayarit y se sigue con las conquistas de Texas y Nueva Santander. Para no dejarse ganar de los rusos que se expandían en América a partir de sus posesiones en Alaska, y de los angloamericanos que se deslizaban hacia el oeste a partir de sus comunidades en el Atlántico, las autoridades hispanas en México promueven expediciones de reconocimiento y estudio y misiones jesuíticas y franciscanas a la luenga región de las Californias.96 Toda esta actividad concluye en la hechura de un país de más de cuatro millones de kilómetros, del más grande del Imperio Español, del segundo de las Américas. Por lo demás, se reinicia el crecimiento de todos los sectores de la población, pese a obstáculos tan graves como la epidemia de 1736-1739, precedida por la de 1714 y seguida de la de 1748.97 Si hemos de creer a una tradición local, el matlazáhuatl de 17361739 produjo dos millones de víctimas en la Nueva España, no dejó zona sin devastar fuera de la del Bajío zamorano donde la Virgen de la Raíz, hallada poco antes en la laguna de Chapala, se interpuso entre la epidemia y la población.98 Con todo, la gente de la parroquia de Zamora no creció desbocadamente. En 1743 en la cabecera y en las 12 congregaciones del ámbito parroquial sólo habitaban 1,181 familias, o sea unas seis mil personas. En la cabecera residían 298 familias; es decir, 1,943 almas. 216 hogares (78%) eran criollos y los demás de ascendencia india y negra. Los criollos poseían 172 esclavos negros, repartidos en 57 familias. Aparte se contaban 92 mulatas libres.99 Coincidió con el aumento de la gente una cierta explosión religiosa manifiesta en un par de construcciones. El cura bachiller José del Río Frío, párroco de Zamora de 1682 a 1706, promovió la hechura de otro templo parroquial, pues el primitivo ya no se podía mantener en pie de tan feo y ruinoso.100 Siendo cura el padre L. González, op. cit., 73. Borah, op. cit., p. 73. 98 Claude Morin, Croissance et disparites sociales dans une economie coloniale: Le centro-ouest mexicanin au XVIII siècle, París, 1974, pp. 48-49. 99 Morin, op. cit., 25 y 64-65. 100 Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 107-110: La primitiva iglesia se construyó en mal paraje. "En 1681 ya estaba levantándose otra en parte distinta. Como 96 97

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Francisco Bernal de Piñavero, se construyó el templo de San Francisco, en 1734. Era de un barroco sobrio. Techo de viguería por dentro, y a dos aguas, con tejas, en el exterior. En el presbiterio y en los muros brillaban los retablos dorados.101 Imaginémonos la ficha sobre Zamora que incluiría un almanaque o diccionario de la Nueva España publicado en 1750, pero escrito con mentalidad de hoy. Aproximadamente diría: San Martín Zamora: Pueblecito del noroeste de la provincia mayor de Michoacán, apartado de todo el mundo, recluido en valle lodoso e insalubre y a orillas del río Duero, aunque en un tris de romper el cascarón. En un breve espacio se agrupan sus 300 casas, las más de muros de adobe y techos de teja. Ninguna construcción importante se yergue en el recinto del pueblo; ni siquiera un par de templos recién edificados. La población se compone de dos mil personas. Obviamente no se cuentan las cuatro mil almas repartidas en las doce aldeas que caen dentro de la férula parroquial y menos los quince o veinte mil habitantes comprendidos dentro de la alcaldía mayor. Se nos olvidaba decir que los principales timbres de gloria de la aldea zamorana son: ser cabeza de partido y tener un altísimo porcentaje de gente blanca y muchas tierras fértiles. San Martín Zamora fue fundada en 1574 por órdenes del virrey Enríquez, con un centenar de personas que sabían labrar la tierra. Desde entonces la principal fuente de sustentación del vecindario fueron las labores de trigo y maíz en el fondo del valle, y los rebaños de vacunos, equinos y ovejas en las pendientes de las montañas. Sólo una mínima porción de las tierras labrantías son trabajadas con arados, bueyes y peones. Las más de las tierras permanecieron ociosas y en poder del agua. En los comienzos cada uno de los vecinos de la villa recibió unas 40 hectáreas de sembradura. Con el tiempo, unos ensancharon sus fundos y otros se quedaron sin ellos. Los extensionistas no sólo crecieron a costa de sus coterráneos sino también de los indios de las poblaciones próximas. La historia de los 175 primeros años de la vida zamorana es en buena parte la relación no debió ser la iglesia de importancia, es de creerse que antes del siglo XVIII quedó concluida". 101 Ibíd., pp. 125-126. 46


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de los pleitos de un islote de población blanca contra un mar de pueblos oscuros. En esos líos, los agraviantes fueron los zamoranos y los ofendidos los de la periferia. Casi desde sus inicios la minúscula sociedad zamorana tuvo sus propietarios y sus proletarios. Aquellos, de pura sangre española, nunca han sido más de cuatro decenas. Estos han aumentado, en siglo y medio, cinco o seis veces. Cosa de doscientos oscuros como zinapos tiene en 1750 una condición jurídica semejante a la de los bueyes de labranza; son esclavos. Un número superior es de siervos mestizos, mulatos y aun indios adscritos a las labores agrícolas y a las estancias ganaderas, acasillados de por vida. Los demás pobres, generalmente de tez blanca, se dicen arrendatarios y medieros y se sienten mucho más libres que la otra gente menuda. La trata de los señores hacia sus súbditos por contratos de aparcería, peonaje o esclavitud muchas veces no se ajusta a la justicia cristiana pero tampoco da tema suficiente para novelas de pavor. Las relaciones entre patronos y labriegos no son muy distintas a las de padres e hijos. Tampoco el nivel de bienestar contrasta mucho entre hacendados y peones. Aparte de que todos se emparejan a la hora de las epidemias y de la muerte, en los tiempos normales es muy poca la disimilitud de sudores y de confort de los de arriba y de los de abajo. Aun no se entra a la etapa capitalista. La pequeña congregación agropastoral de Zamora, pese a ser residencia de párroco y de alcalde mayor, y a tener uno de los suelos más fértiles de la Nueva España, tal vez por lo distante de los mayores mercados del reino y por lo inseguro de los caminos, daba la impresión de cartuja. Sus relaciones mercantiles eran cortas (generalmente de menos de un día de camino) e intermitentes (de sólo el temporal seco); su contacto con la autoridad central era muy débil, y la información recibida por los zamoranos acerca de la vida exterior, casi nula. Zamora cumplió sus primeros 175 años con un reducidísimo número de habitantes, con poco mundo y sin timbres de gloria. En vísperas de un segundo cumplesiglo aun no tenía hombres ilustres de mayor estatura que la común de los ricos hacendados, los alcaldes valientes y los curas párrocos. Ya eran gente muy devota, pero sin grandes edificios religiosos; acomodada, pero sin palacios ni hombres de negocios audaces; con media docena de jóvenes en 47


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planteles educativos de Valladolid, pero todavía sin poetas ni artistas de fuste; "con dos capaces enfermerías, una para los enfermos y otra para los convalecientes". "Treinta y dos haciendas de labor, con sus huertas y arboledas", hacían "agradable círculo a la villa". Algunas tenían "de continuo sus capellanes" y en las demás administraban los vicarios de la cabecera.102

Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro Americano. Descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, México, en la Imp. de la Vda. de Joseph Bernardo de Hogal, 1748, segunda parte, pp. 75-76. 102

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III EL SIGLO DE LAS LUCES LA MULTIPLICACIÓN DE LOS HOMBRES, el desarrollo de agricultura, minería y comercio, la moda de las estadísticas, la extremada desigualdad de fortunas, el afrancesamiento en las costumbres, el despotismo ilustrado y sus grandes reformas administrativas, la introducción de la filosofía moderna, la cruzada científico-tecnológica y el gusto neoclásico caracterizan a la Nueva España en el siglo de las luces. Se trata de un siglo que únicamente duró sesenta años (1750-1810), y de unas luces que no lograron despertar a todos los sectores y a todos los lugares del país, que tuvieron una incidencia mayor en la aristocracia y la mesocracia que no en el proletariado, en las regiones del centro del occidente que no en las demás del reino, en zonas urbanas que no en pueblecitos y ranchos, aunque en esto último se dieron excepciones tan claras como la del pueblo de Zamora. Esta congregación de apenas dos mil habitantes fue una de las más alebrestadas, despiertas y movidas con los rayos luminosos del siglo o medio siglo de la ilustración. Zamora es más de la última que de la primera centuria colonial; más fruto de las luces que de la conquista. No cabe duda que la gente de la Nueva España se dobla hacia finales de la época colonial. En 1742, Villaseñor estima la población novohispana en 3,336,000 habitantes y en 1810, Navarro y Noriega, en 6,122,354.103 El crecimiento se produce a contrapelo de las devastaciones acarreadas por las hambrunas de 1749-1750 y de 17851786, por las epidemias de matlazáhuatl de 1760-1762 y de 1772-1773, por los brotes de viruela de 1778, 1790 y 1798, por las arremetidas del sarampión en 1768, 1779 y 1803 y por las irrupciones de tabardillo en José Villaseñor y Sánchez, Teatro Americano…, México, en la Imprenta de la Vda. de D. Joseph Bernardo de Hogal, 1746. F. Navarro y Noriega, Memoria sobre la población del reino de la Nueva España, México, 1943. 103

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1789-1790 y 1800-1802. No hay un solo decenio en el que no aparezca "uno de los emisarios de la muerte masiva".104 Como quiera, la población se dobla en buena medida por el arribo de inmigrantes de las provincias vascongadas, Santander, Asturias y Galicia. El mayor aumento demográfico se da en la gente pálida, y el menor, en los indios. Hacia 1810 el número de españoles y criollos llegó al millón.105 El crecimiento fue más rápido en las provincias de Michoacán y la Nueva Galicia que en el resto de la Nueva España. El estirón demográfico fue especialmente notable en la franja sureña del Bajío, en los bajíos michoacanos y sobre todo en el de Zamora.106 En el curato de Zamora, formado por un pueblo y doce rancherías a mitad del siglo XVIII, se pasa de 1,025 familias en 1742 a 5,766 en 1792; el crecimiento es de 35 por millar al año; sólo inferior en la provincia de Michoacán al de la parroquia de Puruándiro; el doble del de Valladolid.107 Si usted le adjudica cuatro miembros a cada familia, verá que en medio siglo se pasó de cuatro mil a veintitrés mil habitantes; que la gente se sextuplicó tanto en la jurisdicción parroquial como en la cabeza de la misma. Zamora dejó de ser un pueblo de 577 vecinos en 1750 y pasó a ser una ciudad de 1,437 vecinos en 1792; o en otros términos, se remontó desde 2,300 habitantes a 6,000 en treinta años108 y a 10,000 a finales del siglo de las luces, en vísperas de la Revolución de Independencia.109

Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez en Historia General de México, vol. 2, pp. 252-253. 105 Ibíd., p. 246. 106 Claude Morin, Croissance et disparites sociales dans una economie coloniale, p. 64. 107 Loc. cit. En las páginas anteriores y siguientes, Morin expone ampliamente las fuentes utilizadas y los métodos para calcular la población en las parroquias de Michoacán. 108 AGN, Historias, t. 72, ff. 46-59. 109 Las cifras de población propuestas en el texto han sido inducidas de diferentes fuentes, pero sobre todo de los padrones de los zamoranos que han cumplido con el precepto anual de confesión y comunión, de los padrones de 1763, 1768 y 1778, etc. que se conservan en el Archivo de la Casa de Morelos (en adelante se citará ACM) en Morelia, Mich. Del censo de 104

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Naturalmente que un estirón demográfico tan extraordinario no se debió pura y simplemente al crecimiento natural. Aunque las mujeres zamoranas observaban la costumbre de unirse en matrimonio muy jóvenes, casi desde que eran fecundas, entre los quince y los dieciocho años de edad, y sin ningún estorbo producían criaturas desde su boda, a razón de una por bienio, apenas lograban anualmente agregar un 5% de niños al conjunto de la población. Como Zamora no fue exceptuada de las dos grandes epidemias de 1760 y 1786 ni hay síntomas de reducción de su mortandad habitual, no pudo crecer por la simple diferencia entre nacidos y muertos a más del 2% al año. Si subió a un ritmo superior al 3% fue porque vino gente de fuera. Existe la tradición de la llegada de vascos y santanderinos.110 Hay la seguridad del avecindamiento de familias de pueblos próximos. Más importante que el alocado crecimiento de la población es su mejoría en sentido histórico. La proporción de colores humanos no parece haber cambiado pero sí el número de hombres ilustres o pertenecientes a la minoría rectora de la Nueva España.111 En los siglos anteriores Zamora no le dio ningún personaje al país; en el XVIII empezó a dárselos a manos llenas. De producir hacendados del montón, alcaldes sin renombre y sacerdotes de misa y olla, pasó a engendrar claros varones que formaron parte de los directorios nacionales del siglo iluminado. En este siglo, se sucedieron cuatro minorías directoras de la vida novohispana según los cálculos de Jiménez Moreno.112 En el decenio de los cincuenta partieron el pan los nacidos entre 1704 y 1719, los protoilustrados como el jurista Francisco Javier Gamboa y el estadístico José Antonio Villaseñor y Fuenclara que consta en AGI, Ind. 107: 1-2 y 108:4, el documento ya mencionado de AGN, Historia, t. 72, ff. 46-59 y Morin, op. cit., p. 87. 110 Rodríguez Zetina, Zamora, p. 74: "En un plano levantado por el señor ingeniero Ignacio Ochoa Villagómez […] se afirma que en 1740 se avecindaron (en Zamora) varias familias de Santander", pero no se han encontrado pruebas documentales de tal afirmación. 111 Se toma aquí el término de minoría rectora con el mismo sentido que le da José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas en Obras Completas, Madrid, 1951, pp. 146-147, 169 y 221. 112 Wigberto Jiménez Moreno, El enfoque generacional en la Historia de México, México, Seminario de Cultura Mexicana, 1974, p. 13. 51


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Sánchez. Poco después entran a escena como protagonistas los plenilustrados entre quienes figuran jesuitas expulsos en 1767 (Abad, Alegre, Castro, Clavijero y Landívar) y un poeta zamorano.113 José Antonio Plancarte nació en Zamora en 1735 y allí recibió la crianza de sus padres. La educación escolar la obtuvo en Celaya y en el convento franciscano. En éste vistió el sayal de San Francisco y profesó la cátedra de filosofía. Como quiera, no representó el papel de filósofo en la generación de los filósofos. Él figuró como poeta y como propulsor de las artes plásticas.114 A principios del siglo XIX y a finales de su vida, Plancarte se volvió ciego y santo, condiciones que se le acentuaron en 1815 con motivo de su muerte.115 Otro coetáneo de Plancarte, también zamorano, fue fray Antonio García Castrillón, apenas conocido por la oración fúnebre al Marqués de la Villa del Villar del Águila, impresa en 1774.116 La villa del valle húmedo aduce al benjamín de la minoría dirigente plenilustrada o filosófica y al líder la pléyade epilustrada o enciclopedista, la de los nacidos entre 1740 y 1755. Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos nació en Zamora en 1745, en 1745, y como Plancarte se crió en su terruño. "Sus estudios humanísticos los hizo en San Ildefonso de México y los sacerdotales (incluidos los de filosofía) en la congregación del Oratorio en San Miguel el Grande".117 En 1767 se marchó a Europa de donde volvió tres años después con un curriculum enriquecido por un doctorado en teología proveniente de la sapientia de Roma, y en cánones, originado en la Universidad de Pisa, y con las membrecías de la Academia de Bolonia y de la Arcadia Romana.118 A su regreso de España e Italia "consagróse por entero a la Luis González, El Congreso de Anáhuac, México, Cámara de Senadores, 1963, p. 5. 114 Alfonso Méndez Plancarte citado por Rodríguez Zetina, Zamora, p. 604. Vide también Enciclopedia de México, vol. 10 p. 747. 115 Aureliano Tapia Méndez, José Antonio Plancarte y Labastida, México, Editorial Jus, 1973, pp. 13-15. 116 José Mariano Beristaín y Souza, Biblioteca Americana Septentrional, México, Oficina de Alejandro Valdés, 1816-1821. 117 Bernabé Navarro, "Presentación" en Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, Elementos de filosofía moderna, México, UNAM, 1963, t. 1, p. VII. 118 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 603-604. 113

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instrucción de la juventud y a la composición de sus obras" en el Colegio de San Miguel el Grande. Por andar de renovador las pasó duras aunque no por mucho tiempo. Murió en el teatro de sus labores y pleitos antes de los cuarenta años, en 1783.119 Como quiera, Zamora repuso al finado enciclopedista con un par muy dispar de hombres de élite; con el dinámico negociante Victorino Jasso y con el sosegado poeta Manuel Martínez de Navarrete, ambos miembros de la minoría rectora de la Nueva España en el postrer lustro del siglo XVIII y los dos iniciales del XIX. Quizá Jasso nació en Tangancícuaro, pero Navarrete sin duda en Zamora en 1768. Tras crianza y breves estudios en su tierra natal, estuvo cerca de ser un Jasso pues fue comerciante hasta el dintel de la mayoridad. A los 21 años cambió de rumbo, tomó el de las humanidades en los conventos franciscanos de Valladolid, Querétaro y Celaya. Ordenado sacerdote, desempeñó cátedras, expidió sermones y llegó a ser muy conocido como el poeta de faz apacible y ojos azules, morador en el convento de Tlalpujahua, donde hizo mutis muy joven, a los 41 años, en 1809.120 El arquitecto Francisco Eduardo de Tresguerras, amigo de tres de las celebridades zamoranas, le dio al clavo al escribir: "Estimo a la noble villa de Zamora como almácigo o semillero de hombres grandes, que sobre los más ponderados de esta América septentrional resaltan y sobresalen tan dignamente sin que la envidia pueda negar méritos tan conocidos" como los de Plancarte, Gamarra y Navarrete.121 En el siglo de las luces, Zamora, además de obtener la multiplicación y mejoría de sus hombres, consigue y de un modo no menos apantallador la MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES en el ámbito de su distrito. Como en el demográfico, en el terreno económico la gente se dejó arrastrar por la ventolera del siglo, se puso a producir a más y mejor. En la segunda mitad del siglo XVIII "creció considerablemente la riqueza de la nueva España. El enorme aumento Navarro, loc. cit. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 604-605. 121 Cfr. Tapia Méndez, José Antonio Plancarte y Labastida, pp. 14-15. 119

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de la producción minera fue la causa primordial del vertiginoso ascenso económico […] Tanto subió la producción argentífera novohispana en las postrimerías del siglo XVIII" que casi igualó a la del resto del mundo que era de 25 millones de aquellos pesos.122 Apenas un poco menos espectacular fue la medra mercantil sobre todo desde que en 1778 se concedió "liberad a todos los puertos y comerciantes americanos para realizar sus transacciones con España".123 Veracruz, el principalísimo puerto del país, que en los años treinta del XVIII sólo registró la llegada y la salida de 222 navíos, en el primer decenio del XIX vio llegar y salir 1,727 barcos mercantes. La manufactura creció a contracorriente de la política metropolitana y gracias a las guerras de España contra Inglaterra "El bloqueo inglés frenó la importación de artículos extranjeros […] e impidió la salida de capital acumulado por los particulares, parte del cual al parecer se invirtió en las artesanías y manufacturas más prometedoras, como los textiles".124 Azuzada por el crecimiento demográfico, minero, mercantil y manufacturero de la época, la agricultura experimentó un desarrollo aun más vigoroso", que no generalizado. "Hubo expansión agrícola y crecimiento rápido de la producción en las regiones de economía más dinámica: El Bajío, Guadalajara, Michoacán […]" 125 La expansión agrícola, o mejor dicho agropecuaria, de la microrregión de Zamora fue notable, según se vislumbra al través de los diezmatorios. A mediados del siglo XVIII el diezmo recogido en Zamora valió 4,841 pesos; a comienzos del siglo XIX, cerca de 15,000 pesos.126 En 1751 se cosecharon en cifras redondas 16 mil fanegas de maíz; en 1800, de 7,400. En 1751, la lenteja cosechada ascendió a cien fanegas; en 1800, a mil ciento cincuenta. Sólo la producción de frijol y de garbanzo no crecieron. Aquella estuvo oscilando entre 300 y 1,000 fanegas anuales, y ésta, entre 50 y 250 fanegas. El cultivo de caña de azúcar fue viento en popa hasta 1770 en que comenzó a decaer. A José Miranda, Humboldt y México, México, UNAM, 1962, pp. 76-77. Florescano y Sánchez Gil, op. cit., pp. 259-260. 124 Ibíd., p. 273. 125 Ibíd., p. 277. 126 Cfr. Morin, op. cit., p. 125. 122 123

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mitad del siglo XVIII, las vacas parían anualmente unos 2,500 becerros; las borregas, 1,300 borreguitos; las yeguas, 700 potros y 100 mulas. A finales del mismo siglo, el volumen de la ganadería mayor se había reducido a la mitad, y el de la menor (ovejas, chivos y puercos) aumentado notablemente.127 La tierra destinada a vacunos, caballos y ovinos quizá no se ensanchó. Eso sí: se abrieron más tierras al cultivo dentro de la circunscripción de la parroquia zamorana. No parece haber habido cambios en las técnicas y los aperos de labranza. El buey mantuvo su hegemonía como animal de tracción, y el arado de madera, la azada, la coa, la hoz y el machete siguieron siendo los principales utensilios del labrador.128 El precio de los productos agropecuarios en tiempos normales tampoco sufrió cambios perceptibles. Generalmente una fanega de maíz valía ocho reales o un peso; una carga de trigo de 24 a 32 reales, o sea de 3 a 4 pesos, igual que una de lenteja y doble que una de garbanzo. La carga de harina valía lo mismo que la de azúcar, alrededor de 6 pesos. La arroba de queso solía venderse a 16 reales. Era la época en que usted se hacía de un becerro por dos pesos; de un burrito, por uno, y de un cordero, por un tostón. En 1803, el valor de los productos agropecuarios de la parroquia zamorana alcanzó la cifra de 132,612 pesos. El comercio zamorano medró al compás del auge agrícola. La cuenca zamorana dio en exportar sus excedentes hacia Jalisco, Guanajuato, Zacatecas, Durango, Chihuahua y aun sitios más distantes, a lomo de centenares de recuas de mulas. Numerosos vecinos de la zona adquirieron la costumbre de la arriería gracias a "don Victorino Jasso, comerciante de muy grueso caudal y de un comercio extraordinariamente grande, así por lo respectivo a géneros de Europa como de mulada, partidas de ganado y demás producciones del reino".129 Don Victorino mantenía en movimiento alrededor de 80 recuas de mulas; la cuantía anual de sus negocios pasaba de 100,000 pesos, pues él pagaba de igualas hacia 1784, 6,400 pesos. Poco después se convirtió en el máximo latifundista del Datos obtenidos en su mayor parte de los diezmatorios que se conservan en el ACM, en Morelia, Mich. 128 Morin, op. cit., pp. 113, 276, 278, 279, etcétera. 129 AGN, Historia, t. 72, exp. 13, f. 29. 127

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occidente de la intendencia de Valladolid o Michoacán al adquirir en 1791 la vastísima hacienda de Guaracha que había permanecido hasta entonces, por siglos, ociosa y que desde esa fecha se puso a producir abundantemente caña de azúcar, maíz, trigo, vacunos, caballos y mulas.130 Don Victorino fue el mayor que no el único comerciante del Bajío zamorano. Otros mercaderes también sacaban de allí azúcar, harina y maíz con rumbo a diversos mercados del occidente y del norte. A finales de siglo ya había en Zamora 41 tiendas.131 En 10 "tiendas gruesas", además de los productos regionales, usted encontraba paños finos, joyas, sedas mixteca y de china, agujas, zapatos, bolsas, sombreros, chocolate, canela, vino, platos, tijeras, pistolas, machetes, candeleros, frascos, aguardientes, costales, reatas, de todo. Además, pese a la protesta de algunos párrocos de la circunvecindad, se desarrolló un tianguis dominguero muy concurrido. En 1794 el cura de Jacona se quejó ante el virrey de que sus feligreses se le escapaban en domingo a domingo al tianguis de Zamora, y en vez de asistir a la doctrina y al santo sacrificio de la misa, dábanse al vicio de la embriaguez.132 En muy pocos años, Zamora, se convirtió en sede de importante distrito agropecuario, en bullicioso centro mercantil y en villa industrial, o si se quiere, artesanal. En 1803 el importe de la producción manufacturera se calculó en 9,801 pesos.133 Para 1792, Zamora contaba ya 364 telares individuales, cantidad ligeramente inferior a las de Celaya, San Miguel y León y superior a las de Valladolid, Acámbaro y otros centros textiles del Bajío.134 De los tejedores zamoranos, 131 eran indios y 233 de "razón"; 52 tejían mantas; 26 sayales y 18 frazadas y sarapes.135 La lucha francoespañola contra Inglaterra (1796-1802) impidió la importación de textiles europeos y les permitió a los tejedores de acá crecer como AGN, Tierras, t. 1189, varios expedientes. Morin, op. cit., p. 178. 132 Queja del párroco y respuesta de las autoridades en AGN, citadas por Rodríguez Zetina, Jacona y Zamora, pp. 100-102. 133 Descripciones económicas regionales, p. 136. 134 Morin, op. cit., p. 127. 135 Ibíd., p. 128. 130 131

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hongos. En los últimos cuatro años del siglo XVIII aparecen en la intendencia de Valladolid 295 nuevas fábricas.136 Aparte de telares, la población zamorana hizo prosperar otras manufacturas: molinos de trigo que algunos años llegaron a producir más de seis mil arrobas de harina; trapiches productores de piloncillo y panocha y queserías de escaso bulto y relieve. Los logros agropecuarios y mercantiles de Zamora se deben hasta cierto punto a la administración pública. Difícilmente hubiera podido producir tanta cantidad de cereales y sobre todo conducirlos a los mercados sin una ayuda oficial consistente en hechura y seguridad de puentes y caminos y sin otras oportunidades derivadas de la acción oficial desatada entonces en todos los ámbitos del vastísimo imperio español, de la acción de despotismo ilustrado que se hizo sentir en toda la Nueva España, principalmente durante los reinados de Carlos III y Carlos IV y los virreinatos de los marqueses de las Amarillas, de Cruillas y de Croix, de los señores Bucareli, Mayorga, Gálvez y Flores, del segundo conde de Revillagigedo del marqués de Branciforte, mediante la fundación de instituciones, fomento de la economía, censos de población, hechura de estadísticas económicas, relaciones geográficas y todo lo que se engloba bajo la denominación de REAJUSTE POLÍTICO-ADMINISTRATIVO o reforma a fondo del aparato administrativo y fiscal del Estado hasta adecuarlo a la política ilustrada de los ministros de Carlos III. De tal reajuste sobresalen la formación de un ejército permanente, el establecimiento de nuevos organismos de gobierno provincial y la reorganización del fisco. El ejército regular, bajo las órdenes del general Villalba, se organiza durante la jefatura del marqués de Croix, con "soldados de todas partes de Europa" y con jefes y oficiales, en su gran mayoría españoles adictos a la Ilustración. "Los jefes y oficiales del ejército influyen sobre los círculos selectos de la colonia, y de manera particular sobre los pocos densos de las capitales de provincia y villas importantes",137 como Zamora, donde hubo destacamento de 136 137

Ibíd., p. 130. Miranda, op. cit., pp. 27-28. 57


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la recién establecida corporación militar, a la que ingresaron algunos hijos de aquel rumbo como don José Francisco Carriedo, don Ignacio Jiménez, don José Mariano Jasso y sepa cuántos más.138 El establecimiento de un régimen político provisional que suprimía los alcaldes mayores por considerarlos "ruinosa plaga de más de 150 hombres" corruptos,139 se ajustó a la "Real Ordenanza para el establecimiento e instrucción de intendentes del ejército y provincia en el reino de la Nueva España", dada en Madrid en 1786 y promulgada en México en 1787, que estableció de inmediato doce intendencias (México, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Valladolid, Guanajuato, San Luis Potosí, Guadalajara, Zacatecas, Arizpe, Mérida y Durango) subdivididas en subdelegaciones o alcaldías de nuevo cuño. La intendencia de Valladolid englobó a 10 alcaldías o subdelegaciones (Pátzcuaro, Charo, Zitácuaro, Tlalpujahua, Cuitzeo, Zamora, Colima, Tancítaro, Zirándaro y Jiquilpan). Dos intendentes (Juan Antonio de Riaño y Felipe Díaz de Ortega) dirigieron sucesivamente la Intendencia de Valladolid de 1787 a 1810.140 Los últimos alcaldes mayores de Zamora fueron Juan Ángel Díaz de Gamarra, Francisco Martínez de Ortigón y Juan José Fentoni y Marqui quien en 1787 se excusa de no haber cumplido con el bando sobre reparación de caminos y puentes "debido a las lluvias y terrenos pantanosos de la región".141 El primer subdelegado fue don José María de Salceda, capitán del batallón de Michoacán, por nombramiento del intendente Juan Antonio de Riaño. En 1794 lo sucedió Eugenio Fernández Barrera. Cierran el periodo de la Ilustración los subdelegados Nicolás de Michelena y Pedro Herrera.142 Los subdelegados dichos, en la medida de sus fuerzas, fueron fieles ejecutores de la acción programada por los intendentes de Valladolid. A los intendentes les fueron señaladas, además de las funciones de policía, justicia, hacienda y guerra, muchas otras. Se les mandó levantar mapas topográficos, informar sobre temperaturas, suelos, Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 664-666. Luis Navarro García, Intendencias en Indias, Sevilla, 1959, pp. 166-174. 140 José Bravo Ugarte, Historia sucinta de Michoacán, vol. II, pp. 158-162. 141 AGN, Caminos y Puentes, 11, 19, 251-254. 142 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 78-80. 138 139

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producciones de los reinos mineral, vegetal y animal, la industria y el comercio, montes, valles, prados y dehesas, ríos, acequias, puentes, molinos, carreteras, astilleros y demás cosas de su provincia; instruirse del estado de la propia intendencia y de los medios de mejorarla; extender el cultivo de la grana, del cáñamo y del lino; procurar el mayor aprovechamiento del agua en beneficio de la agricultura, la ganadería, los bosques, la industria y el comercio; promover obras públicas y carreteras; contribuir al arreglo de ciudades, villas y aldeas; averiguar inclinaciones, vida y costumbres de los vecinos y moradores para corregir y castigar a los ociosos y mal entretenidos. Junto a cada intendente se puso un asesor letrado. En la rama de lo contencioso de Hacienda y económico de Guerra, los señores intendentes debían recibir ayuda de los subdelegados. Por lo demás, en los pueblos de españoles se mantuvo para el ejercicio de la justicia a los alcaldes ordinarios. Tampoco el nombramiento de subdelegados fue óbice a la existencia de las magistraturas indígenas. Los indios mantuvieron "el derecho y antigua costumbre de elegir sus gobernadores y alcaldes y demás oficios de la república".143 Y lo cierto es que la nueva jefatura provincial no defraudó las esperanzas puestas en su ejercicio. Del diluvio de disposiciones de los nuevos mandatarios sirvan de botón de muestra algunas muy directamente referidas a Zamora. En 1799 el licenciado don Pedro José Navarro, alcalde ordinario más antiguo de Zamora, dispone que "ninguno de los labradores se adelante a tomar el agua para regar sus tierras sin que primeramente ocurra al juez diputado para la redistribución y repartimiento de las aguas"; que los dueños de labores por donde pasan caminos, "los desmonten y limpien dentro del perentorio término de ocho días"; que "todos los moradores de esta villa y su cuarto no alojen ni den posada a gente baja y sospechosa"; que "en todas las calles […] después del toque de queda"; que "comiencen a correr los tlacos de cobre y desde ese día no tengan valor alguno los de palo […]"144 José Miranda, Las ideas e instituciones políticas mexicanas, México, Instituto de Derecho Comparado. 1952, pp. 198-202. Vide además Luis Navarro García, Intendencias en Indias, Sevilla, 1959, pp. 119-125. 144 Cfr. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 661-664. 143

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Otro botón de muestra del celo que se apoderó de las autoridades en el siglo de las luces es un bando municipal aparecido en la villa de Zamora el 1º de enero de 1802 y que se puede leer completo en el libro clásico de Rodríguez Zetina.145 Por ese bando se remacha la prohibición de concurrir a juegos "como son albures, banca, quince, veintiuna, treinta y una, envidias, cachoflor y otros naipes como quiera que se nombren […] y los de biribís, oca, dados, taba, tablas, bolillo o semejantes de juego y azar […]" En otra parte del bando se lee: "Por cuanto está lleno este lugar de forasteros, sin saberse su destino […] se manda […] salgan de esta villa los que no estuvieren bien ocupados en ella […]" También se dispone: Ninguna persona sea de la clase que fuere puede cargar armas prohibidas como son belduques, navajas de golpe, puñales, rejones o lengüetas, malacates, leznas, palos con esquinas ni otro género de armas contraofensivas, bajo las penas impuestas por las leyes y por diferentes bandos que se han publicado en esta villa […]

Y ya en el plan de purificación forzada de la gente de Zamora, no tenía por qué no prohibirse la venta de caldos de Castilla o del país "al que manifestase estar ya tomado […] al menos que fuera para algún remedio", sólo que fuese para curar la cruda. Por último, no se tomen a mal, pues era la época en que aún no se volvía costumbre el uso de bebidas destiladas, las siguientes admoniciones de don José Antonio Jaso: Está estrechamente prohibido el que se introduzca y venda en esta villa, bajo gravísimas penas […] pues por ser dicha bebida tan nociva y perjudicial al rey y al estado y los enormes excesos que de su uso lastimosamente dimanan […] el que se introduzca y venda vino mezcal […] y se procederá contra los transgresores inexorablemente […] a fin de extinguir tan pernicioso abuso […]146

Naturalmente el patriarcalismo del gobierno ilustrado no sólo se manifestó en prohibiciones y reprimendas. La parte más sensible de 145 146

Ibíd., pp. 667-670. Morin, op. cit., p. 144. 60


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su conducta fue la eficacia con que recaudó alcabalas, tributos, bulas, reales novenos y demás contribuciones desde que se estableció la tesorería de Valladolid y las administraciones de alcabalas, tabacos, pólvora y naipes de Zamora. Con éstas se pasó de una recaudación anual de 6,175 pesos a otra de 37,500 pesos.147 En el distrito zamorano, desde que los guardias del fisco espían el ir y venir de productos, sobre todo en tiempo de cosechas, las imposiciones oficiales se hacen sensibles.148 En 1782, las igualas contribuyen a la tesorería local con 47,877 pesos y las alcabalas con 4,393.149 Con ingresos tan abultados, las autoridades, aunque sólo fuera para tapar el ojo al macho, promovían el filantropismo y las obras públicas: envío de enfermos pobres al hospital, recolección de niños huérfanos y enchufe de los mismos en casas de personas caritativas, aprovisionamiento de costuras e hilados a señoritas y viudas honestas, conducción al hospicio de los inválidos, y a la cárcel, de vagabundos; socorro a personas en situaciones aflictivas, procura de bienestar urbano, mejoría y aun construcción de caminos, acequias y puentes. De la filantropía oficial, a Zamora le tocaron algunas escuelas en los pueblos de su jurisdicción pagadas por los propios pueblos, un puente sobre el Duero, canales y el empedrado, con "piedra gruesa e incómoda", de las calles zamoranas, que con antelación a su empedramiento, "por el mucho lodo que había en ellas en el temporal lluvioso, obligaba especialmente a las mujeres a despedirse unas de otras hasta el regreso del tiempo de secas".150 Por lo demás, las entradas de la villa siguieron poniéndose en el temporal de aguas, por el mucho lodo, intransitables, o casi. Por lo que mira a la felicidad pública, el siglo de las luces iluminó muy escasamente, y en algunos sectores, como el de la

Ibíd., p. 145. AGN, Alcabalas, 434. 149 Cfr. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 75-76. 150 Cfr. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 75-76. 147

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FILANTROPÍA, su acción fue contraproducente. Sin lugar a dudas el siglo XVIII novohispano conoció una gran alza de la fortuna de los ricos y un empeoramiento de las dolencias de los pobres como tan claramente se dice en la "Representación al Rey" en 1799, escrita por Manuel Abad y Queipo y mandada escribir por el obispo de Valladolid, por fray Antonio de San Miguel, donde se lee que la Nueva España se compone de cuatro millones de habitantes divididos en tres grupos: españoles, indios y castas. Los españoles compondrán un décimo del total de la población, y ellos solos tienen casi toda la propiedad y riqueza del reino. Las otras dos clases, que componen los nueve décimos, se pueden dividir en dos tercios, los dos de castas y uno de indios puros. Indios y castas se ocupan en los servicios domésticos, en los trabajos de la agricultura y en los ministerios ordinarios del comercio y de las artes y oficios. Es decir, que son criados, sirvientes y jornaleros de la primera clase. Por consiguiente, resulta entre ellos y la primera clase aquella oposición de intereses y afectos que es regular en los que nada tienen y los que lo tienen todo, entre los dependientes y los señores. La envidia, el robo, el mal servicio de parte de los unos; el desprecio, la usura, la dureza de parte de los otros […] suben a muy alto grado, porque no hay gradaciones o medianías: son todos ricos o miserables, nobles o infames.151

La famosa redondilla aplicada a los zamoranos del siglo de las luces: Sin hacienda, ricos sin hazañas, godos; entre sí parientes y enemigos todos152

Manuel Abad y Queipo, Colección de escritos que en diferentes épocas dirigió al gobierno, México, 1813, pp. 50-51. 152 Cf. Luis González, La tierra donde estamos, p. 21. 151

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nunca se apega tanto a la realidad como la "Representación" del obispo San Miguel, cuando dice: Las dos clases de indios y castas, se hallan en el mayor abatimiento y degradación. El color, la ignorancia y la miseria de los indios los colocan a una distancia infinita del español. El favor de las leyes en esta parte les aprovecha poco, y en todas las demás les daña mucho […] No tienen propiedad individual. La de sus comunidades, debe ser para ellos una carga tanto más odiosa, cuanto más ha ido creciendo de día en día la dificultad de aprovecharse de sus productos en las necesidades urgentes por la nueva forma de manejo que estableció el código de las intendencias […] Separados por la ley de la cohabitación y enlace con las otras castas, se hallan privados de las luces y auxilios que debían recibir por la comunicación y trato con ellas y con las demás gentes. Aislados por su idioma y su gobierno, el más inútil y tirano, se perpetúan en sus costumbres, usos y supersticiones groseras, que procuran mantener misteriosamente en cada pueblo ocho o diez indios viejos, que viven ociosos a expensas del sudor de los otros. Inhabilitados por la ley para hacer un contrato subsistente, de empeñarse en más de cinco pesos, y en una palabra, de tratar y contratar, es imposible que adelanten en su instrucción, que mejoren de fortuna, ni den un paso adelante para levantarse de su miseria.153

Los indios de la jurisdicción parroquial de Zamora que rompieron con sus comunidades para ser peones en ranchos y haciendas, no se puede decir que hayan entrado en el mundo de la felicidad, pues apenas cabe decir que pasaron al infierno de las castas, "infamadas por derecho, como descendientes de negros esclavos". Los de piel negra, como los de tez bronceada, son en 1799 "tributarios y […] el tributo viene a ser para ellos una marca indeleble de esclavitud, que no pueden borrar con el tiempo ni la mezcla de las razas en las generaciones sucesivas". Entre mulatos, hay muchos, que por su color, fisonomía y conducta se elevarían a la clase de españoles si no fuera por este impedimento, por lo cual se quedan abatidos en la misma clase. Ella está, pues, infamada por derecho, es pobre y dependiente, no tiene educación conveniente y 153

Abad y Queipo, op. cit. Pp. 52-53. 63


LUIS GONZÁLEZ conserva alguna tintura de la de su origen. En esas circunstancias debe estar abatida de ánimo y dejarse arrastrar de las pasiones, bastante fuertes en su temperamento fogoso y robusto. Delinque, pues, con exceso. Pero es maravilla que no delinca mucho más, y que haya en esta clase las buenas costumbres que se reconocen en muchos de sus individuos.154

Por lo que mira a Zamora, la delincuencia no parece haber sido una actividad especialmente notoria de ninguna de las clases de la sociedad. En 1802, de los miles de habitantes de la subdelegación zamorana, únicamente nueve estaban en chirona: cinco de calzón y cuatro de enagua, dos por homicidio, dos por heridas, dos por robo, dos por cómplices y "María Victoria Ramírez a pedimento de su padre por desarreglada".155 No hay indicios de que negros, mulatos, indios y mestizos anduvieran delinquiendo o en plan levantisco, lo que tampoco se puede interpretar como buena conducta de parte de los patrones y confort de parte de peones y obreros. En 1804 había en Zamora 1789 negros libres y mulatos tributarios.156 Algunos señores habían liberado a sus esclavos pero la esclavitud no había desaparecido del rumbo, pese a su devaluación. La época de la esclavitud casi se esfumó que no la de la servidumbre. Los esclavos se compraban cada día a menor precio, máxime si eran hombres. En la época ilustrada aumentó el número y amenguó la condición de los trabajadores agrícolas: gañanes, alquilados, pastores, vaqueros, arrieros, caporales, mandones, medieros, arrendatarios, etcétera. El jornalero o asalariado de las empresas agropecuarias llegó a ser la especie humana más abundante en Zamora y sus alrededores: Chaparaco, La Beata, Romero, La Estancia, Cuizillo, Catipuato, Sauceda, Santa Cruz, Labor de Torres, Labor de Orozcos, Orandino, Potrero de los Espinoza, San Juan Bautista, San Pedro, Rinconada, labor de los Gutiérrez y Miraflores. Como en las otras villas del Bajío, hubo allí un número relativamente corto de gañanes acasillados y una cifra mayor de alquilados temporalmente para siembras y pizcas. Los jornales y Ibíd., p. 54. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 670.671. 156 Gerhard, A guide to the historial geography of New Spain, p. 400. 154 155

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raciones de aquellos variaban según el oficio desempeñado en la hacienda. Un mandón bien podía ganar mensualmente 7 pesos y 4 almudes (veinte litros) de maíz. Un arriero ganaba la mayoría de las veces 6 pesos y 3 almudes. Caporales y pastores recibían 5 pesos y de 3 a 4 almudes; vaqueros, ordeñadores y labrantines, 4 pesos y 3 almudes; becerros y pastorcitos, de 10 a 12 reales y su ración de maíz.157 Los salarios de la peonada sólo permitían vivir en un nivel de subsistencia; daban para mal comer, mal vestir y meterse en una choza. Los gastos extraordinarios exigidos por bautizos y bodas se cubrían con empréstitos facilitados por los patrones y que empeñaban a los labrantines generalmente de por vida. Los tributos de los acasillados los pagaba el patrón; no, el tributo de los libres. Aquellos vivían en la gloria comparados con éstos. El que se alquilaba temporalmente (el trabajador libre) la pasaba realmente mal.158 De los que trabajaban con sus propias manos, únicamente medieros y arrendatarios podían trascender el ámbito de la pobreza. Así unas 30 familias españolas que alquilaban terrenos de la hacienda de Guaracha.159 El arrendamiento de una fanega de sembradura costaba de 5 a 10 pesos al año. Los que recibían en arriendo un piso para sembrar o para meter ganado, podían hacerse de una mediana fortuna si se apretaban el ceñidor. Los que no empleaban sus manos en labores agrícolas y ganaderas, los señores de la tierra, el medio centenar de hacendados y dueños de ranchos grandes arriaban un estilo de vida generalmente fastuoso: construían casas espaciosas y fuertes a mitad del latifundio; se transportaban en caballos dignos de verse, y lo más común era que estuviesen endeudados con la Iglesia. Para sostener su prestigio de terratenientes con mansiones señoriales y casas de placer, rodeadas de "amenos jardines, crecidas huertas […] y todo género de exquisitas y delicadas frutas", los hacendados se

ACM, Morelia, Mich. Vol. 156. Los salarios dichos correspondían a la hacienda de Uruetaro, próxima a Zinapécuaro, Morin encontró salarios iguales para toda la región del Bajío Guanajuatense. El sistema de sueldos de Zamora no tenía por qué ser distinto. 158 Morin, op. cit., pp. 303-308. 159 Ibíd., p. 314. Sueldos fijos y alza general de precios de 1770 a 1800. 157

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quedaban frecuentemente sin hacienda.160 El llegar a valer por el recurso del latifundismo solía costar muy caro. Era más fácil darse a valer por el camino del sacerdocio y de las letras, máxime en una ATMÓSFERA ILUSTRADA como fue la dominante en la segunda mitad del siglo XVIII en los medios escolásticos. Aunque la ilustración no sólo penetró por la escuela, sí necesitó por lo menos del aprendizaje de las primeras letras para hacerse sentir. Aunque según el jesuita Pedro José de Márquez "la verdadera filosofía no reconocía incapacidad en hombre alguno, o porque haya nacido blanco o negro, o porque haya sido educado en los polos o en la zona tórrida", el participar en un movimiento filosófico que se proponía, según Rafael Campoy, "investigar minuciosamente todas las cosas, descifrar los enigmas, distinguir lo cierto de lo dudoso y despreciar los inveterados prejuicios de los hombres", requería un mínimo de educación primaria. En Zamora se dio el mínimo necesario para recibir los aires de la "ilustración". Por 1769, los franciscanos fundan allí el colegio de las Llagas de Nuestro Padre San Francisco para enseñar a un reducido grupo de adolescentes los rudimentos de la gramática y la filosofía. En 1770, el virrey autoriza la residencia de cuatro religiosos y maestros franciscanos. En 1785 se levanta un acta donde constan las siguientes frases:161 "Para la educación, crianza y enseñanza de los primeros rudimentos de los niños, sean de calidad que fueran […] se han colectado de limosna generosa y voluntaria un mil quinientos pesos sin otros quinientos que se ha ofrecido a dar don Agustín Amezcua". Con los réditos de tal dinero, se obligan a poner escuela en el hospicio de los franciscanos y pagar a uno de ellos en calidad "de maestro de primeras letras". Un poco antes, en 1782, don Francisco Benito de Jasso, teniente general de Zamora y su jurisdicción, para cumplir con Enrique Florescano, Origen y desarrollo de los problemas agrarios de México, México, Era pp. 111-119. 161 Archivo del Juzgado de Primera Instancia del Distrito de Zamora, citado por Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 132-134. 160

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una Real Cédula de Carlos III fechada en 17778, "procedió a nombrar y poner en los pueblos (de la jurisdicción zamorana), a satisfacción de sus respectivos curas […] maestros en cada uno de dichos pueblos […]"162 Y muchos años atrás de que en Zamora y sus alrededores hubiese cualquier tipo de escuela, algunos zamoranos habían puesto a sus retoños de mejor caletre en colegio de Valladolid, de Guadalajara y aun de la capital. Gracias a los colegios zamoranos repartidos en varias villas del Bajío, una vez concluidos sus estudios, como José Antonio Plancarte y Juan Benito Díaz de Gamarra, y de los vascos residentes en Zamora (Juan Bautista Echeveste, Juan Ángel Gamarra y Manuel Zubieta), miembros de la "Sociedad Vascongada de los Amigos del País" a partir de 1777, miembros de un club que aparte de combatir la mendicidad esparcía las luces del siglo, Zamora no sólo fue receptáculo del pensamiento de la Ilustración sino activo propagandista.163 Todavía más: después de la expulsión de los cuatro adalides de las nuevas ideas (Campoy, Alegre, Abad y Clavijero), vino rápidamente de Europa el zamorano Díaz de Gamarra a mantener en actividad la difusión de la filosofía y la ciencia moderna desde su convento de San Miguel el Grande Varón entusiasta y activísimo, logró pronto abrir un hueco a la filosofía moderna en los estudios que su congregación tenía en San Miguel y modificar el plan de aquéllos, acercándolo a los mejores de Europa […] y casi enseguida dio un paso más con la publicación de sus Elementa Recentioris Philosophie, texto (aparecido en 1774) que no tardaría en adoptar la Real y Pontificia Universidad de México.164

Los elementos de filosofía moderna los escribe Gamarra "para los jóvenes que se acercan por primera vez al estudio de la filosofía, no para los maestros ni para los consagrados a ella"; los escribe contra Archivo de Manuel Jasso, citado por Rodríguez Zetina, Op. cit., pp. 642644. 163 Sobre los amigos del país en la intendencia de Valladolid Vide Germán Cardozo Galué, Michoacán en el siglo de las luces, México, El Colegio de México, 1973, pp. 39-49 y 129-130. 164 Miranda, Humboldt y México, p. 39. 162

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los "peripatéticos vulgares", los "escolásticos alrevesados" y "los viejos lógicos"; los escribe para difundir una corriente filosófica "en la que buscamos la sabiduría sólo con la razón y dirigimos la razón con los experimentos y observaciones de los sentidos, la conciencia íntima, el raciocinio y con la autoridad acerca de aquellas cosas que no pueden saberse por otro camino".165 Gamarra escribe además las Academias filosóficas (1774) y los Errores del entendimiento humano (1781). En aquéllas reflexiona sobre la física, la electricidad, la óptica y el alma de los brutos. Los Errores "contienen una crítica de ciertos procederes, costumbres y modas desde el punto de vista higiénico".166 Un pensador zamorano contribuyó vastamente a difundir la filosofía y la ciencia ilustradas en nuestro país y a poner a esas ilustres matronas "al servicio de nuestra circunstancia".167 Un par de poetas zamoranos contribuyó destacadamente al restablecimiento del buen gusto como se llamó a la corriente neoclásica acarreada por las luces La general decadencia de nuestra poesía —y de toda la poesía castellana— de fines del siglo XVIII, envuelve en su gélido prosaísmo — escribe Gabriel Méndez Plancarte— esas postreras manifestaciones de la poesía latina en nuestra época colonial. Hay, sin embargo, una valiosa excepción: el poema latino en cien hexámetros que constituye el canto II del Poema panegírico, hispanolatino, dedicado a la Inmaculada Concepción […] por el franciscano fray Joseph Plancarte, noble poeta casi ignorado por nuestros historiadores, pero quizá superior a todos sus contemporáneos y aun al propio fray Manuel de Navarrete, de quien fue, en cierta manera, precursor.168

En las páginas del Diario de México, a partir de 1806 se publicaron los poemas del otro franciscano y zamorano egregio, reconocido Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, Elementos de Filosofía Moderna, México, UNAM, 1963, Presentación, traducción y notas de Bernabé Navarro, pp. XI-XII y 19-21. 166 Victoria Junco, Algunas aportaciones al estudio de Gamarra o el eclecticismo en México, México, Mimeograma, 1944, p. 81. 167 Samuel Ramos, Historia de la filosofía en México, México, Imprenta Universitaria, 1945, p. 85. 168 Gabriel Méndez Plancarte citado por Alfonso Reyes, Obras completas, México, Fondo de Cultura Económica, 1960, vol. XII, p. 381. 165

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renovador de la poesía de habla española, mayoral de la Arcadia Mexicana, poeta de "La mañana", "La inmortalidad" y "La fuentecilla", autor de "cándidas miniaturas", tan exquisitamente amaneradas, en que las cañuelas dulcísonas ritman los dulces juegos de los pastorcillos y las zagalejas y donde en más de un diminuto y florido valle Hay un ojito alegre de agua pura, manando el humor de algún río que corre subterráneo… y un no sé qué respira de ensueños y de encantos169

Seguramente fray José Manuel es una de las cumbres de la escuela neoclásica en su variedad bucólica. Y más que por cualquier otro aspecto de su personalidad es conocido por sus letrillas y juguetes al modo de los árcades. En cambio, han sido olvidadas aquellas poesías que lo hacen precursor del romanticismo y de las pasiones desatadas por las guerras de emancipación. "Se había formado dentro de la frialdad neoclasicista; mas después de haber cantado artificiosamente idilios de pastores fingidos se apartó de esa poesía amanerada. Hasta él llegaron, a través de poetas españoles como Valdés y Cienfuegos, los influjos de Gessner y de Young, que lo sitúan dentro del prerromanticismo […] En su última etapa, ya dentro del humanitarismo, comprende la fatiga real del labriego y asoma al misterio de la muerte".170 De su última etapa es el soneto "A la Virgen de Guadalupe" que concluye así ¡Al arma, paisanaje! Guerra, guerra, que el sacro Baladión Guadalupano por su favor ampara nuestra tierra.171 Alfonso Méndez Plancarte citado por Rodríguez Zetina, op. cit.,604-605. Diccionario de escritores mexicanos, México, UNAM, Centro de Estudios Literarios, 1967, pp. 216-217. 171 José Manuel Martínez de Navarrete ha sido ampliamente reeditado y estudiado como puede verse en el Diccionario de escritores mexicanos, 169 170

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IV TIEMPO DE FUSILES LOS ACTORES DEL DRAMA BÉLICO que ocupa casi sesenta años de la vida mexicana, pues corre de 1810 a 1867, son fruto de las luces del siglo de las tales. Los papeles más lucidos del episodio de la Revolución de Independencia estuvieron a cargo de personas nacidas entre 1765 y 1780. Los villanos del acto del desgarriate nacional, conocido con el nombre de "las revoluciones de Santa Anna", nacieron generalmente de 1780 a 1795. Los que les tocó hacer el rol de vencidos en las guerras de Reforma, los "perversos" conservadores, fueron oriundos de la franja temporal 1795-1810, y los gananciosos en esas mismas luchas, los "santos" liberales, nativos del quindenio siguiente: 1810-1825. En cada uno de los actos de aquel drama hubo una jefatura o directorio nacional nunca mayor de cien egregios y un coro que a comienzos del drama era de más de seis millones, y a finales, de menos de ocho. La gente de México creció con excesiva lentitud en los dos primeros tercios del siglo XIX dizque por la cólera intestina, los dos golpes del "cólera morbus", la fiebre amarilla y mil calamidades.172 El ritmo demográfico de Zamora no se apartó mucho del nacional. Las luchas de emancipación hicieron caer la demos zamorana en un 50%. Al sobrevenir el cura Hidalgo, la villa del Duero hospedaba unas diez mil personas; doce años más tarde, 6,256: 1,612 solteros, 1,190 casados, 124 viudos, 1,763 solteras, 1,190 casadas y un donde no se cita por cierto el magnífico estudio de Rafael C. Haro que es el número 4 de los cuadernos de Literatura Michoacana. La ficha bibliográfica es como sigue: Haro, Rafael C. (Selecc. Y Prol.) Fray Manuel Martínez de Navarrete, Morelia, 1953, 50 pp. 172 Sobre el proceso demográfico de México en el siglo XIX no hay estudios abundantes. Uno reciente, el de V. Brachet, La población de los Estados Unidos Mexicanos (1824-1895). Sobre las generaciones, Jiménez Moreno, El enfoque generacional en la Historia de México, pp. 14-16. 70


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número anormal de viudas: 377.173 En la etapa siguiente, no obstante el tropiezo del cólera de 1833, la población se recuperó. En el quindenio 1838-1853 hubo dos maneras de conducta demográfica: una de crecimiento desenfrenado y otra frenada por la epidemia de 1850. Si nos ponemos a creerle al canónigo José Guadalupe Romero, Zamora, en los años sesenta del siglo pasado, alcanzó las 14,000 almas.174 Si es así, entre 1810 y 1870 la población de la ciudad de Zamora creció un tercio. Como en el siglo de las luces, en éste de las balas, Zamora no se limitará a ser coro, pues tuvo participación en el presídium. A la hora de la independencia, uno de los grandes fue el zamorano don José Sixto Verduzco, nacido en 1773, doctorado en teología por la Universidad de México, rector del colegio vallisoletano de San Nicolás, cura de Tuzantla, cofundador de la suprema Junta Gubernativa de América que se reunió en Zitácuaro en 1811, presidente por aclamación de la más solemne asamblea del Congreso de Anáhuac reunido en Chilpancingo en 1813 y coautor de la Carta Magna de Apatzingán. De él escribió don Carlos María de Bustamante: "Era de suyo empeñoso, áspero de genio y muy propio para activar […] cuadrillas de albañiles negligentes […] No sabía palabra de milicia".175 Don Lucas Alamán añadió: "Aunque doctor era uno de los hombres más ignorantes y preocupados que yo he conocido".176 Por lo visto, no fue simpático, que sí importante. En la rectoría de la era de Santa Anna, Zamora tuvo como representante a Diego Moreno Jasso, nieto de don Victorino, latifundista de fuste, gobernador de Michoacán de 1830 a 1833 y hombre silencioso que ha quedado en la sombra por culpa del Juan José Martínez de Lejarza. Análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1822, Morelia, Fimax, 1974, pp. 157-158. 174 José Guadalupe Romero, Michoacán y Guanajuato en 1860. Noticia para formar la historia y la estadística del obispado de Michoacán, Morelia, Fimax, 1972, p. 108. 175 Carlos María de Bustamante citado por L. González, El Congreso de Anáhuac, p. 9. Vid, José Sixto Verduzco, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 1973, 17 pp. 176 Lucas Alamán, Historia de México, México, Editorial Jus, 1968-1969, vol. I. 173

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brillante cuarteto de zamoranos que actuó en el directorio nacional, en el grupo de los conservadores, en el quindenio de la Reforma. El que menos, don José María Cavadas y Dávalos, venido al mundo en 1795, fue estudiante en Valladolid, cura de La Piedad, donde construyó un soberbio puente de mampostería en 1832, artífice de los pararrayos de la catedral de Guadalajara, constructor del templo grande de su terruño y muerto prematuramente en 1844.177 Don José Antonio de la Peña brotó en Zamora en 1799, y allí mismo, de los franciscanos, aprendió los rudimentos de las gramáticas española y latina. Antes de ingresar al seminario de Valladolid fue tenedor de libros en una casa de ventas. Ordenado sacerdote, enseñó latín, filosofía y teología. Fue cura de Angamacutiro y diputado electo a la diputación provincial michoacana. Después estuvo de párroco en Jacona hasta 1840 y en Dolores hasta 1847. Nombrado canónigo, fungió como gobernador de la mitra hasta que fue desterrado a una isla del Pacífico. De Regreso, lo tuvo de obispo auxiliar don Clemente de Jesús Munguía, Pío IX lo nombró primer pastor de la nueva diócesis de Zamora en 1864, y allí, pese a sus dolencias, fue el mandamás hasta su defunción en 1877. Antes de la llegada del obispo de la Peña, el padre Jerónimo Villavicencio, nacido en 1804 en el hogar de una familia pobre, egresado de Valladolid, de vuelta en su terruño en 1837, llegó a ser el espíritu de Zamora, pues estaba dotado de gracia para resolver los negocios difíciles y aquietar conciencias. Sin embargo, nunca pudo adormecer la suya. Durante la celebración de la misa sudaba frío y se estremecía de pies a cabeza. Las leyes de Reforma dieron al traste con el monasterio de las nazarenas que acababa de fundar y quizá propiciaron su propio fin acaecido en 1860.178 Otro nombre de la "generación de la conserva", especialmente decisivo en Zamora en la época de Juárez y Maximiliano, fue el Jesús Romero Flores, La Piedad Cabadas, Apuntes para su historia, México, Costa Amic, 1974, pp. 102-108. 178 Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 211-215, 569-573. Vide también para don Antonio de la Peña, Romero Vargas, Cotija, pp. 263-266. Romero Flores, Diccionario Michoacano, p. 343. Bravo Ugarte, Historia sucinta de Michoacán, vol. III, pp. 129, 179-180. 177

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increíble don Francisco de Velarde, nacido a principios del siglo XIX en Guadalajara, en señorial mansión de hermosa catadura neoclásica. Vino al mundo extraordinariamente opulento. Vivió en distintos palacetes próximos a Zamora, acrecentó su fortuna y se hizo de un copioso harem. "Fue un catador insaciable de mestizas y doncellas indias, muchas de ellas arrebatadas a la fuerza […]" La fantasía popular le achacaba 365 amantes, una para cada día del año. Otras de sus aficiones fueron la pintura (muchas de sus mujeres aun pueden admirarse en los murales de sus residencias), los juegos de azar, las vastas labores, los miles de mulas, las peleas de gallos, el señorío, el bueno y el mal trato a sus filas de peones, la generosidad con sus amigos, los entorchados militares, la hacienda de Buenavista y la ciudad de Zamora.179 Aquí selló con su sangre una temporada sangrienta que comenzó con GUERRA CONTRA ESPAÑA en 1810 y terminó con guerra contra Francia en 1867. ¿Quién no sabe que desde fines del siglo XVIII la obsesión de hacer vida aparte de España se apoderó de muchos criollos? La tesis de que la metrópoli impedía el desarrollo de la colonia, aunada al sentimiento de que ésta tenía "dentro de sí misma todos los recursos y facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus habitantes", hizo concebir la idea de la autodeterminación en los grupos criollos de la Nueva España. "Una sociedad —decía fray Melchor Talamantes—, capaz por sí misma de no depender de otra, está autorizada por naturaleza para separarse de su metrópoli", máxime "cuando el gobierno metropolitano es incompatible con el bien general de la nación y cuando las metrópolis son opresoras de sus colonias".180 Decidido el negocio de la independencia, sólo faltaba el momento oportuno para ponerlo en marcha con la menor inversión posible. La oportunidad la adujo Napoleón al invadir la Península Ibérica en 1808. Los criollos se encontraron ante un hecho sin precedente: no Bertha G. Cerda Hernández. Francisco de Velarde el Burro de Oro, México, Librería de Manuel Porrúa, 1975. pp. 8, 12, 35-60, 69-86. 180 González, El Congreso de Anáhuac, p. 6. 179

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tenían autoridad legítima. Entonces los munícipes de la ciudad de México, que eran criollos, declararon que por ausencia del monarca legítimo, la autoridad recaía en el pueblo y procedieron a reunir una junta representativa del pueblo de la Nueva España. Esto equivalía a sacar adelante, casi sin costo, la obsesión criolla de un país independiente que llegaría "a ser la nación más poderosa del orbe". Pero los gachupines residentes en la Nueva España frustraron la intentona de los criollos quienes, como es bien sabido, se dieron a conspirar en diversas ciudades. Los conspiradores de Querétaro, sabiéndose denunciados, se pusieron en pie de lucha a las órdenes del padre Miguel Hidalgo y Costilla. En la madrugada dominical del 16 de septiembre de 1810, el susodicho cura puso en la calle a los presos y tras los barrotes a las autoridades españolas de su curato, y convenció a sus feligreses de las ventajas de unírsele en una lucha que abatiría en un santiamén al mal gobierno. Como principio de cuentas, el encorvado y canoso cura de Dolores salió de su parroquia con 600 decididos a matar gachupines, y a la vuelta de dos semanas, se hizo de cien mil portadores de palos y hondas. Con tal muchedumbre, llamada Ejército Grande de América, se apoderó de Guanajuato, la urbe de la minería, y de Valladolid, y llegó a la vista de México, en cuyas proximidades ganó al batalla del Monte de las Cruces y perdió la de San Jerónimo Aculco. Antes de que se cumpliera el mes del Grito de Dolores, se prendió la mecha de la insurrección en el Bajío zamorano por obra de algunos curas, rancheros y mílites. Los párrocos de La Piedad (Antonio Macías), de La Palma (Marcos Castellanos) y de Cotija (Luciano Farías) soliviantaron a sus feligreses. Cosa semejante hicieron con su peonada o con su tropa, según el caso, don Toribio Huidobro, don Luis Macías y el capitán Ruperto Mier. Huidobro se apoderó de Zamora en el mismo mes de octubre, por la fecha en que se enteraron los vecinos de la villa, por oficio procedente de Valladolid, "de que en la junta de oficiales del Ejército Grande de América se habían organizado los contingentes de armas para el mejor éxito de los insurgentes y la conducta arreglada de las tropas, y que por lo mismo había sido designado el señor cura don Miguel Hidalgo y Costilla

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generalísimo de las Américas".181 Huidobro aligeró el cofre de la administración de alcabalas con la sustracción de poco más de mil pesos, y don Rafael Guzmán, subdelegado de Zamora por los insurgentes, con 800 pesos. La guerra necesitaba duros.182 Huidobro tomó las de Villadiego a mediados de octubre con la seguridad de que el vecindario de allí era insurgente, creencia que se confirmó al arribo del cura Hidalgo, después de la derrota de Aculco. El generalísimo de las Américas, con pocos ayudantes, hizo su entada a Zamora el 21 de noviembre. "Los vecinos y todas las corporaciones se esmeraron en el recibimiento; adornaron las calles y echaron a vuelo las campanas".183 El señor cura, según el testimonio de don José Antonio Garibay, fue conducido en procesión al templo "donde se cantó el Te Deum". De allí fue al caserón "del licenciado Pedro Alcántara, donde se le sirvió al caudillo y demás jefes que lo acompañaban un magnífico refresco". Durante el acto alguien gritó: ¡Viva la villa de Zamora! Entonces el señor cura, "con una copa en la mano", dijo a voz en cuello: ¡Viva la ilustre ciudad de Zamora! El grito fue coreado por la concurrencia y desde ese día "Zamora ostentó el título de ciudad!". La gente de pro, agradecida, puso a disposición del señor cura la cantidad de ocho mil pesos como ayuda a la causa de nuestra independencia.184 Hidalgo ocupó el resto del día 21 "en contestar multitud de cartas recibidas de muchas partes del Reino, en que lo felicitaban y reconocían por su libertador". A la mañana siguiente "oyó una misa de gracias", y se fue, por Ixtlán, rumbo a Guadalajara, ya en poder del insurgente José Antonio Torres.185 Mientras en Guadalajara el generalísimo de las Américas expedía decretos y bandos, organizaba el gobierno insurgente, se permitía el pasatiempo de matar gachupines y pasaba revista a su ejército, los vecinos de Zamora empezaron a padecer su hidalgomanía. El Conde de Sierra Gorda hizo del conocimiento de los zamoranos la Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 678-679. Loc. Cit. 183 Luis Castillo Ledón, Hidalgo, la vida del héroe, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1949, p. 136. 184 José Antonio Garibay, citado por Rodríguez Zetina, loc. cit. 185 Castillo Ledón, loc, cit. 181

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excomunión que pesaba sobre el cura de Dolores y sus secuaces.186 El 15 de enero les cayó hecho una fiera el brigadier realista don José de la Cruz, después de la batalla de Urepetiro, a cuatro leguas de Zamora. Cruz, que venía de Valladolid, se topó en dicho puerto con don Ruperto Mier, jefe de doce mil mílites y veintisiete cañones. En la primera hora del agarre, Mier hizo recular a la vanguardia realista, avanzó sus fuerzas por la izquierda y empezó a batir al enemigo con su artillería. "Cruz ordenó entonces atacar simultáneamente ya que su estado era en extremo desfavorable". El golpe por la izquierda, obra de Pedro Celestino Negrete, produjo lo inesperado. La acción duró hora y media, y en la última media hora, los realistas pusieron en fuga a los insurgentes y se hicieron de mucho material de guerra. Los derrotados se metieron despavoridos a Zamora donde no hubo lugar para reponerse.187 Mier se fue hecho la mocha a Guadalajara donde Hidalgo le reprochó con mucha dureza el desastre de Urepetiro. Eso fue en vísperas de la derrota absoluta sufrida por el jefe supremo en el puente de Calderón.188 Desde los desastres de Urepetiro y de Calderón los realistas sentaron sus reales en Zamora con don Pedro Celestino Negrete a la cabeza, con la satisfacción de más de algún vecino y la condescendencia de los demás. Don Ruperto Mier se pasó al enemigo. Don José Antonio Torres, el famoso Amo Torres, quiso desalojar a Negrete de Zamora, pero no pudo. En cambio, otros grupos insurgentes acabaron con el opulento señor don Victorino de Jasso que andaba hecho uno con los realistas. Tras de incendiarle sus casas de Tangancícuaro, le cayeron a Guaracha, lo golpearon con enojo, mataron al hijo que pretendió quitárselos y a él lo dejaron por muerto. Moribundo fue conducido a Zamora, y antes de llegar a su morada, se le cortó el resuello. Al otro Jasso, al presbítero don José Benito, lo aprehendieron, lo soltaron y también murió en camino. Como los rebeldes daban la impresión que querían acabar de raíz con Cfr. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 680-681. José María Miguel y Vergés. Diccionario de Insurgentes, México, Editorial Porrúa, 1969, p. 381. 188 Jesús Romero Flores, Historia de Michoacán, México, Costa-Amic, 1976, vol. I, p. 442. 186 187

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los Jasso, el alférez Morales, yerno de don Victorino, mientras Ignacio López Rayón entraba por una punta de Zamora, él salía por la opuesta con rumbo a Valladolid.189 En los primeros días de junio de 1811 estuvo en Zamora el nuevo y flamante jefe de la insurgencia. Allí "organizó una tropa de cuatrocientos hombres" que puso en poder del Amo Torres. De allí salió hacia Zitácuaro, donde hizo la Junta Nacional Americana de la que él fue presidente, don José María Liceaga uno de los vocales, y el otro, el zamorano don José Sixto Verduzco.190 Desde la estadía de don Ignacio López Rayón, los zamoranos tuvieron que abstenerse de su amistad con los organizadores de la Junta de Zitácuaro y del Congreso de Anáhuac; quizá ni se enteraron de la brillante campaña del señor cura Morelos; tal vez sí se les restregó en la cara la desventura militar de su paisano Verduzco en Uruapan, Araparícuaro y Valladolid. Don Pedro Celestino Negrete no se permitió ningún celestinaje con los zamoranos. A los tecos los utilizó de correos y los puso en retenes nocturnos.191 Reclutó a mestizos y mulatos, y enfundados en botes, los lanzó contra la fortaleza del padre Marcos Castellanos en la isla de Mezcala en el Mar Chapálico. Fracasada la captura del padre y su gente, tendió un cordón humano en torno a la laguna, cordón que mantuvo irrompible hasta el día de 1818 en que los mezcaleños, carcomidos por el hambre y la peste, gritaron: "Nos rendimos".192 La guarnición realista en Zamora acabó por merecer el respeto de los criollos zamoranos. Le dio toda clase de garantías a don Manuel Ochoa en su campaña pro "mayor veneración de Nuestro Señor de la Salud". Permitió que una junta de caridad, en aquel año del hambre que fue el de 1818, diera ayuda a los menesterosos. Protegió al vecindario de los latrocinios y los malos modos de las partidas de bandoleros que actuaban a la sombra de la insurgencia. Dejó que el señor cura Verduzco, después de indultado, regresase a su tierra.193 Y Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 682-683. Romero Flores, op. cit., I, pp. 465-466. 191 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 71. 192 Luis Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra de independencia en Jalisco, Guadalajara, Ediciones I.T.G., 1953, pp. 123-125. 193 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 686-689. 189

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en 1821, tras aquellos abrazos con derramamiento de lágrimas que hubo entre Negrete, Iturbide y Cruz en la hacienda de San Antonio, próxima a La Barca, la guarnición realista y el vecindario insurgente se juntaron para celebrar la independencia que proponía don Agustín de Iturbide. Al año siguiente hubo sonadas festividades en Zamora para conmemorar el cumpleaños de don Agustín emperador.194 Al otro año, el joven brigadier Antonio López de Santa Anna ofreció una primera demostración de lo que serían, por tres decenios, las GUERRAS DE SANTA ANNA la primera de las cuales derrumbó al Imperio y trajo la República conforme a la Constitución de 1824 que dividió a México en 19 Estados y 5 Territorios y facultó a cada Estado para elegir sus propios congresos constituyentes y darse sus constituciones. El constituyente michoacano hizo la Constitución política del Estado libre y federado de Michoacán el 19 de julio de 1825 y seccionó el Estado en 4 departamentos (Norte o de Valladolid, Poniente o de Zamora, Sur o de Uruapan y Oriente o de Zitácuaro). Al del Poniente lo parceló en cinco partidos (Zamora, Tlazazalca, Jiquilpan, Puruándiro y La Piedad), y poco después el partido de Zamora lo subdividió en cinco municipalidades (Zamora, Jacona, Tangancícuaro, Tangamandapio e Ixtlán) y la municipalidad zamorana se partió en la cabecera y dos tenencias: Ario de Santa Mónica y Atacheo.195 Por otra parte, el congreso le confirmó a Zamora el título de ciudad que le otorgara Hidalgo. Con todo, el lustro de 1825-1830 no fue del agrado de los zamoritas. A los pudientes les cayó como patada en el estómago la cintura de bandolerismo en que quedaron presos. Ellos sólo reconocían una ciudad circuida de montañas, rodeada de haciendas y ranchos y aislada en el tiempo de aguas "por la inundación de las Ibíd., pp. 690-691. Amador Coromina, Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares expedidos en el Estado de Michoacán, Morelia, Imprenta de los Hijos de I. Arango y talleres de la Escuela Industrial Militar, 1886-1913, I, pp. 11, 99 y 135; V. p. 10. 194 195

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tierras pantanosas y bajas del contorno" que no amenazada de ladrones y guerrilleros como los Santiaguitos, quienes con gran mitote entraron a la ciudad, y subidos en las azoteas de las casas consistoriales, arrojaron a la calle cuanto papel hubieron, y una vez en la calle los papeles, los quemaron y se dieron la gran divertida por haber reducido a cenizas la memoria de la sociedad zamorana, una sociedad que desde entonces, y por decenas de años, no ganaría para sustos. El decenio de los años treinta superó en atrocidades al anterior. Para comenzar, mientras en la metrópolis el jiquilpense Anastasio Bustamante asume por sus pistolas la presidencia y ordena el fusilamiento de Vicente Guerrero, y en la capital michoacana el zamorano Diego Moreno sucede en la gubernatura a José T. Salgado, éste cae a Zamora donde, con 600 hombres, resiste, durante una quincena, las embestidas del coronel Antonio García.196 En 18321833, mientras en la corte la mancuerna Santa Anna-Gómez Farías se mete en camisa de once varas y en Michoacán Salgado sube y sucumbe como gobernador, en todo el país azota el cólera grande, causa de una mortandad nunca vista.197 En 1834-1835, mientras el presidente Santa Anna derrumba su propio gobierno y se enfrenta a los texanos y el general Escalada se insurge en Morelia al grito de ¡Religión y Fueros! Y las insurrecciones federalistas proliferan como hongos, en Zamora se constituye un jurado para conocer causas en contra de los ladrones de gavilla, insufrible plaga del distrito.198 En 1836-1837, mientras Texas se independiza y vuelve a ser el mandamás nacional Bustamante y transcurre la gubernatura michoacana de Telésforo Méndez a José Ignacio Álvarez, Zamora entra en un paréntesis de tranquilidad que lo emplea en actividades pías: construcción del santuario de Nuestra Señora de los Dolores, dedicación del Templo del Calvario donde se venera al milagroso Señor de la Salud y apertura de las cátedras de latinidad y filosofía a

Bravo Ugarte, Historia Sucinta de Michoacán, vol. III, pp. 77-78. Colección de efemérides publicadas en el calendario del más antiguo Galván, México, Antigua Librería de Murguía, 1950, vol. I. 198 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 699. 196 197

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cargo del padre Jerónimo Villavicencio.199 En 1838-1839, mientras cunden las sublevaciones federalistas y Francia le declara la guerra a México para cobrarse unos pastelillos, Zamora es atacada por las aguerridas y temibles milicias que obedecían órdenes del viejo Gordiano Guzmán. La guarnición de la plaza resiste desde la una de la tarde hasta bien entrada la noche. En plena obscuridad, los de Guzmán toman calles y casas y "cometen un sinnúmero de excesos sobre los bienes y los vecinos".200 En el decenio de los cuarenta, la parroquia zamorana pudo apartarse de la que era entonces la única actividad nacional: combatir por el federalismo o por el centralismo. A Zamora no la afectaron mayormente ni la caída de Bustamante ni los pronunciamientos del general Paredes Arrillaga, ni las insurrecciones de Santa Anna ni los cambios de constitución, ni la invasión de los Estados Unidos. Si hemos de creer a Rodríguez Zetina, Zamora respondió a la guerra yanqui con tristeza colectiva, exhortaciones de las autoridades a luchar por la patria y "un triduo solemne al Señor de la Salud para impetrar el auxilio Divino en favor de nuestras armas".201 En el apaleado decenio de los cuarenta, la gente zamorana se entregó a labores de paz. En 1840, a iniciativa del sacerdote José María Cavadas, con planos del arquitecto Nicolás de Luna, bajo tamaños y diseños tan valientes como los del Carmen de Celaya, se puso manos a la obra del nuevo templo parroquial.202 En 1841, gracias a un legado y a cantidades aportadas por algunos vecinos, entró en servicio el hospital que acabaría llamándose José María Silva.203 En 1845 se construye la capilla frente a la plazuela del Carmen. A lo largo de todo el decenio, las festividades religiosas adquieren especial brillo. El miércoles santo celébrase la procesión del Señor de la Salud. El viernes santo, el del papel de Jesucristo acude ante las tribunas de Francisco García Urbizu, Páginas de Zamora y Michoacán, Zamora, Talleres Guía, 1965. 200 Perfecto Méndez Padilla, citado por Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 589700. 201 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 702. 202 González, La tierra donde estamos, p. 21. 203 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 589-590. 199

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Caifás y Anás. A las once de la mañana arranca la procesión de las Tres Caídas. En la tarde se procede al Santo Entierro. En los días de Corpus, la Guadalupana, el Buen Suceso, San José y otros santos, además de procesiones, hay solemnidades propias.204 En 1848 se inicia la celebración anual de la feria con ánimos de emparejársele a la de San Juan; y en 1849, se estrena puente nuevo sobre el río que permite un servicio normal de diligencias y promueve el comercio. Zamora retomaba el camino ascendente que conoció durante el siglo de las luces, Cuando ya el cólera morbus de las Orientales Indias que el Arcángel de la Muerte desencadenado había aquí clavaba sus garras y ensangrentaba sus iras. Quien pensó tener consuelo mal tras mal le combatía; un mes hubo y otro mes que el azote proseguía, y vino lloro tras lloro sin haber descanso un día… El grito de estas angustias sobre los cielos subía: todos sus ojos llorando todos a Dios se acogían y los ministros de Dios —entre la muerte, la vida— llevaban los Óleos Santos, los pecados absolvían y el viático para el viaje daban a los que partían… Muerte en todos los hogares y muerte en todas las vías;

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Perfecto Méndez Padilla, citado por Rodríguez Zetina, op. cit., p. 701. 81


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Se habían levantado en la parroquia de Zamora 1,140 actas de defunción debidas al cólera morbus. Cuando alguien tuvo la ocurrencia de proclamar a la Purísima Concepción patrona contra la epidemia, Y Zamora recobró la faz de sus viejos días serenos, claros, dichosos, en que Dios le sonreía…205 La serenidad fue flor efímera. La clase intelectual de México, abrumada por la pérdida de medio territorio patrio, por la penuria del pueblo, por el desbarajuste en la administración pública y por la incesante guerra civil; dividida en los bandos conservador y liberal, subdividida en los clubes de puros y moderados, se lanza para zanjar diferencias y para poner fin a las guerras de Santa Anna, a las GUERRAS DE REFORMA que en Michoacán comienzan con antelación al resto de la República. Se acababa de conocer el bando de la vuelta de Melchor Ocampo a la gubernatura de Michoacán cuando ya el coronel Francisco Cosío Bahamonde, en La Piedad, se pronunciaba contra don Melchor "por los principios impíos que derramó en materia de fe, por la reforma que intentó en los aranceles parroquiales y por las medidas alarmantes que anunció contra los dueños de terrenos".206 Al levantamiento de Cosío, Ocampo repuso: "Es hablando, y no Alfonso Méndez Plancarte, "Romance viejo de la que ganó a Zamora en una hora" en Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 553-561. 206 Cfr. Bravo Ugarte, op. cit., III, p. 93. 205

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matándonos, como debemos entendernos".207 En el mismo sentido de la de Bahamonde hubo otras revueltas, ninguna tan exitosa como la de José María Plancarte, un robusto tapatío que se holgaba con la Tuerta Ruperta cuando cometió el delito de asesinar a un policía y tuvo que convertirse en prófugo de la justicia y lanzador de tres planes subversivos. El último de los tres, el Plan del Hospicio, obra de intelectuales conservadores, proponía: "destitución del presidente Arista, Constitución Federal y llamamiento de Santa Anna". La puesta en marcha del Plan del Hospicio se llevó entre las espuelas al gobernador Ocampo.208 Santa Anna se hizo por undécima vez de la presidencia de la República, y en esta vez, escogió como víctimas de su gobierno a los liberales, quienes golpeados en una mejilla, no pusieron la otra. Aliados con algunos caciques que estaban descontentos por ciertas medidas centralizadoras de Santa Anna, se dieron a fraguar conspiraciones y trifulcas. Se encontraba el presidente cojo en un gran baile cuando recibió la noticia de que el coronel Florencio Villarreal había lanzado en el villorrio de Ayutla, el primero de marzo de 1854, un plan que exigía el derrocamiento del dictador y la convocatoria a un congreso constituyente. Al frente de la realización del plan se puso don Juan Álvarez, cacique viejo y prestigiado de los breñales del sur.209

Por el Plan de Ayutla se levantaron en armas muchos jefes michoacanos. Antonio Díaz atacó a Zamora sin fortuna. En cambio, los generales Epitacio Huerta y Manuel García Pueblita, que sólo pasaban por allí rumbo a Guadalajara, sí pudieron introducirse en ella, se apoderaron de una de las campanas del templo de San Francisco y la fundieron.210 Cumplía su primer aniversario el plan de los liberales, cuando en Zamora, que ya los conservadores tenían por suya, los tenientes Miguel Negrete y Anastasio Trejo, con los batallones de Puebla y de Melchor Ocampo, Obras completas, México, Edición de don Ángel Pola, 1900-1901, vol. III, p. 21. 208 González, "El periodo formativo" en Historia mínima de México, p. 107. 209 Ibíd., p. 109. 210 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 704. 207

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San Luis, se pronunciaron por el Plan de Ayutla. Dícese que el batallón de San Luis no quería levantarse y que Negrete, "procediendo con mucha astucia", supo dominar a la tropa y oficialidad renuentes. Dícese también que la primera decisión de los oficiales insurrectos fue la de autonombrarse coroneles, y la segunda, la de pelear con el propio general Santa Anna quien venía como rayo sobre Zamora. Los rebeldes marcharon rumbo a Tangancícuaro y allí nomás en la Rojeña resistieron con la infantería, "para dar tiempo a que las demás fuerzas, aun no bien organizadas, se pusieran a salvo". Las tropas montadas del "Napoleón del Nuevo Mundo", como le gustaba llamarse a don Antonio, pusieron en fuga la infantería de Negrete. "Napoleón" Santa Anna entró en triunfo a la ciudad de Zamora donde estuvo el tiempo necesario para recibir muestras de simpatía de las autoridades y empleados públicos y concurrir a un baile en casa de don Ramón Méndez, quizá el último que disfrutó a sus anchas.211 Derrotado, Santa Anna dejó furtivamente el país en agosto de 1855. Una junta de insurrectos nombró presidente al general Álvarez quien gobernó con un equipo formado por "puros". El único "moderado" fue Ignacio Comonfort a quien el general Álvarez le cedió la presidencia. El nuevo presidente se propuso emprender con prudencia las reformas reclamadas por la opinión liberal mediante la Ley Juárez que restringía fueros eclesiásticos, la Ley Lerdo que desamortizaba los bienes inmuebles en poder de corporaciones civiles y eclesiásticas, la Ley Iglesias que sustraía los cementerios del control clerical y prohibía el cobro de derechos parroquiales a los pobres, y la Constitución promulgada en febrero de 1857, la cual dejaba la puerta abierta para la intervención del gobierno en los actos del culto público y la disciplina eclesiástica, suprimía la vicepresidencia y ampliaba los capítulos de libertades individuales y sus garantías. Fueron declaradas libres la enseñanza, la industria, el comercio, el trabajo y la asociación.212 Michoacán, dominado enteramente por don Epitacio Huerta, puso en vigor en seguida las leyes liberales. El ejido de la ciudad de Zamora fue aplicado a varios individuos conforme a la Ley Lerdo. A los funcionarios públicos de la ciudad se les pidió que 211 212

Ibíd., pp. 704-705. González, op. cit., pp. 109-110. 84


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protestaran cumplir y hacer cumplir la constitución, cosa que hicieron mañosamente. La protesta ante la autoridad civil fue seguida de una contra protesta ante la autoridad eclesial. Esta decía: "Me retracto de haber jurado la constitución de 1857, por tener artículos contrarios a la institución, doctrina y derechos de la Santa Iglesia, según lo tienen declarado los prelados y especialmente los de esta Diócesis.213 Uno de los retractados fue el presidente de la República, don Ignacio Comonfort, quien curiosamente aprobó el plan de sus enemigos. Los liberales desconocieron a Comonfort. Don Benito Juárez, ministro de la Suprema Corte de Justicia, a quien correspondía ejercer la presidencia de la República cuando faltase su titular, la asumió. A partir de enero de 1858 los partidos liberal y conservador se trabaron en una guerra que duraría tres años. El primero fue de triunfos conservadores en casi todas partes que no en Michoacán. Aquí sólo excepcionalmente cayeron algunas plazas en poder de los "mochos". El general de la conserva Luis Pérez Gómez, posesionado de la plaza de Zamora, dejó en ella al cucho Ramón Vargas al frente de la defensa. El Cucho no acababa de saborear su puesto cuando fue embestido por las tropas liberales del coronel Manuel Menocal, más conocido por El Pico a causa de su enorme nariz. El Pico mandaba algunos batallones de infantería y de caballería. El Cucho sólo contaba con 200 hombres de caballería y 100 de infantería. El Pico había vigorizado su ejército con gente que se le agregó en La Barca, Ixtlán, Tlazazalca, Purépero, Jacona y otros pueblos próximos a la ciudad del Duero y quizá rivales de ella. El Cucho, con el fin de mejorar sus débiles fuerzas, convocó para la defensa a los varones de Zamora, "quienes gustosos se prestaron a ello". El 29 de mayo de 1858, el Pico emprendió el ataque que duró tres días con sus noches. El 31, el Cucho y su gente ya no pudieron resistir más. El Pico se apoderó del Cucho; lo hizo salir por las calles montado al revés en un burro, y lo fusiló en la esquina de la casa municipal. El Pico, encerrado a piedra y lodo en casa de don Francisco Plancarte, dejó que la soldadesca y la paisanada se entregara al saqueo más desenfrenado, "rompiendo con hachas las puertas de las tiendas y los zaguanes de las casas, robándose cuanto 213

Rodríguez Zetina, op. cit., pp.705-706. 85


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pudieron y destruyendo lo que no pudieron robarse […] Los que más perjuicios causaron fueron […] los de Jamay, La Barca, Ixtlán". etcétera.214 "La lluvia lenta que caía del cielo como para calmar las pasiones, en nada impidió el robo y la matanza. El saqueo duró tres días e innúmeras familias de las entonces acomodadas, quedaron reducidas a la más espantosa miseria".215 Los zamoranos no tuvieron suerte con los liberales. Antonio Rojas, de quien se decía que traía un diablo pintado en el cuerpo, estuvo en Zamora en 1861 y les impuso a los vecinos pudientes un préstamo forzoso de cinco mil pesos. Le echó el guante al cura de Jacona y exigió por su rescate mucho oro. Los jaconenses le juntaron menos de la cantidad pedida. Entonces Rojas, visiblemente enojado, les dijo: "todo o nada, llévense al cura sin que me den ni un centavo". Rojas se llevó mucha gente de leva, entre ellos 49 peones de La Rinconada.216 Rojas acabó por fortalecer el desafecto de la sociedad zamorana hacia los hombres de la Reforma, y arrojó a esa sociedad en brazos de la oposición, del patriotismo monárquico según ellos, y según los del bando liberal, del partido traidor, de los invasores franceses, de las GUERRAS DE MAXIMILIANO iniciadas con el arribo de franchutes a Veracruz en diciembre de 1861. El ejército invasor, mandado sucesivamente por Lorencez, Forey y Bazaine, venía con el propósito de oponer un muro monárquico a la expansiva república de los Estados Unidos y contaba con la venia de casi todo el partido conservador. Quién no sabe que el numeroso y disciplinado ejército de Francia, no obstante el revés frente a Puebla Perfecto Méndez Padilla cit. Por Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 711-713. El Lic. Rodríguez también recoge las versiones de don Jesús Romero Flores (oficialesca a más no poder), del Ing. Ignacio Ochoa Villagómez que se limita a decir: "El 31 de mayo de 1858 fue tomada por asalto la plaza por las fuerzas liberales… y entregada la ciudad al saqueo", la de Francisco García Urbizu y la del semanario Don Barbarito. 215 Francisco García Urbizu, Cosas que fueron, Zamora, Zamayoa Hnos., 1968. 216 Perfecto Méndez Padilla citado por Rodríguez Zetina, op. cit., p. 714. 214

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el 5 de mayo de 1862, redujo la capital de la República, reunió una Asamblea de Notables que ofreciera la corona mexicana a Fernando Maximiliano, sujetó a casi todo el país y puso a Juárez en fuga hacia el Paso del Norte, donde estuvo metido durante lo más recio de la tormenta. La ocupación militar del territorio mexicano fue obra de la brigada francesa de Berthier y la división mexicana de Márquez, el tristemente célebre Tigre de Tacubaya. Morelia cayó el 30 de noviembre de 1863 y el famoso Burro de Oro, siendo prefecto y comandante militar del departamento de Zamora por nombramiento de los liberales, no opuso la menor resistencia a los invasores. 217 "Las ideas conservadoras predominantes en la región" propiciaron el retiro del Burro de Oro a una de sus haciendas, y que el jefe de la guarnición de Zamora fuera José María Carriedo quien recibió a tambor batiente a los cazadores de África el 22 de diciembre de 1863.218 "Eran las ocho de la mañana […] cuando entraron a escape los cazadores […]".219 Un parte militar de Bazaine a Napoleón III informa correctamente: "La vanguardia del general Douay tomó la ciudad de Zamora", y agrega incorrectamente: "La tomó a un fuerte destacamento enemigo que defendía ese importante punto". "En esta acción de la vanguardia, que fue dirigida por el coronel Margueritte con inteligencia y energía, no hemos tenido más que algunos hombres ligeramente heridos".220 Quizá esas heridas, si existieron, hayan sido causadas por los abrazos y por las fiestas de bienvenida a los franceses. El 29 de diciembre Bazaine le comunica al general Almonte: "El general Douay me escribe que ha nombrado en Zamora, autoridades que funcionan con el asentimiento de la población".221 En efecto, nombró prefecto del distrito al agricultor don José María Jiménez Verduzco y jefe de la plaza al mayor Munier.222 Este, un mes más Cerda, op. cit., p. 69. Romero Flores, op. cit., vol. II, p. 341. 219 Eduardo Ruiz, Historia de la guerra de intervención en Michoacán, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1940, p. 47. 220 La intervención francesa en México según el archivo del Mariscal Bazaine, México, Porrúa 1973m vol. I, pp. 240-241. 221 Ibíd., I, p. 245. 222 Romero Flores, op. cit., II, p. 341. 217

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tarde, asegura apoyar "de tout son pouvoir les demandes des habitants de la ville" consistentes en pedir "una guarnición respetable de las tres armas", bien vestida, y por lo que toca a la caballería, bien montada.223 Pero Bazaine responde a la súplica de los zamoranos: "Los temores que parecen tener […] al ser relevada la guarnición francesa por tropa de la División Márquez, no me parecen justificados".224 Lo cierto es que la sociedad zamorana, durante sus tres años y pico de intervención y de imperio, oscila constantemente entre el susto y la alegría. Le teme a las guerrillas republicanas que no cesan de combatir al imperio en distintos lugares del Estado. Se pone a dar brincos de gusto para recibir a su primer obispo.225 Cunde el pánico al saberse que el general Nicolás Régules le va a poner sitio. Se reinstala el júbilo con la noticia de que el general imperialista Ramón Méndez ataca al presunto atacante en Loma Blanca, cerca de Noroto, y lo desmadeja. Vuelve la pesadumbre al conocerse la derrota infligida a Méndez en Jalisco y su llegada a Zamora hecho una furia. Renace el regocijo al sobrevenir las fiestas del mes de María, y se va el gozo a lo más profundo del pozo por los sucesos de 1867.226 Desde principios de 1867 se vislumbra el desastre del segundo imperio. Los yanquis, desocupados de la guerra civil, piden la salida de los franceses. El emperador francés, para defenderse de Prusia, se ve en la necesidad de llevarse las tropas expedicionarias en México, y sin rubor, dice: "No puedo ya cumplir lo que prometí; faltaré a todo; retiro mis tropas, cobro mi dinero y os abandono". Juárez, con el gobierno republicano a cuestas, inicia el camino de retorno a la capital. Los ejércitos liberales avanzan a medida que los soldados europeos abandonan el país. El emperador pierde terreno; el emperador pierde adictos; el emperador pierde soldados; el emperador se queda paulatinamente sin imperio, sin ejército, sin ayudas, sin dinero […] Las tropas liberales del norte, del

Cfr., Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 717-718. La intervención… según el archivo del mariscal Bazaine, I, p. 267. Carta de Bazaine al prefecto político de Zamora de 20 de enero de 1864. 225 Romero Flores, op. cit., II. 226 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 721. 223

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ZAMORA oriente y del sur, deshilvanan a los ejércitos imperialistas del occidente, del oriente y del centro […].227

En febrero del 67 ya quedan muy pocas poblaciones en poder de los imperialistas, entre ellas Zamora, una de las plazas más fuertes de la República […] La rodean anchos fosos que pueden llenarse de agua a voluntad, abriendo las compuertas del caudaloso río Duero. La ciudad cuenta con varios templos sólidamente construidos, y gran número de casas de grande elevación y fuertes muros.228 Cuando nosotros llegamos sobre Zamora —escribe Eduardo Ruiz— la guarnición de la plaza era de mil quinientos hombres con nueve piezas de artillería, a las órdenes del coronel Berma, uno de los jefes más instruidos y valerosos del ejército reaccionario […] Los habitantes en su generalidad eran partidarios del Imperio […] A todos nos parecía más que temeraria al empresa de atacar a Zamora.229 El 3 de febrero se unieron las tropas de Michoacán, Jalisco, Sonora y Colima —escribe un zamorano— y circunvalaron esta ciudad 6,000 hombres con siete piezas de artillería; 5 se situaron en los Aguacates al mando del coronel Márquez; fuerzas de infantería […] por los Espinos al mando del coronel Cota; otra de Jalisco, por Callejones; Régules […] por Naranjos con dos piezas; Rojas y Gutiérrez Simón con la caballería por Jacona.230 Al amanecer se rompieron los fuegos por las garitas de Callejones y Naranjos. Tronaba incesantemente el cañón, y como un solo y prolongado disparo —dice Ruiz— se escuchaba el fuego de la fusilería.231 Hubo un ataque sangrientísimo en que las tropas republicanas, según versión del obispo Francisco Plancarte, entraron casi hasta la capilla. 232 Allí —atestigua Ruiz— republicanos e imperialistas lucharon cuerpo a Luis González, "La era de Juárez" en La economía mexicana en la época de Juárez, México, Secretaría de Industria y Comercio, 1972, pp. 44-45. 228 Eduardo Ruiz, Historia de la guerra de intervención en Michoacán, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1940, p. 725. 229 Ibíd., p. 726. 230 Apuntes biográficos del canónigo Ignacio Aguilar. 231 Ruiz, op. cit., p. 727. 232 Biografía de Antonio Plancarte por Francisco Plancarte por Rodríguez Zetina, op. cit., 722. 227

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LUIS GONZÁLEZ cuerpo, a bayoneta calada, y durante la lucha se batieron personalmente Cota y Carriedo, quedando muerto este último […] El edificio y las calles contiguas se cubrieron de cadáveres y heridos. 233 En las últimas horas de la tarde del día cuatro, las fuerzas de Márquez, dando una terrible carga, consiguieron apoderarse de la trinchera la que nuevamente desalojaron —habla don Perfecto Méndez Padilla— para retirarse hasta Ario Santa Mónica.234 El general Régules —asegura Ruiz— alcanzó al general Márquez en Ario […] y le ordenó que conservase sus posiciones, porque al día siguiente había de repetirse el ataque […] Pero no fue necesario derramar una gota de sangre más.235 Los imperialistas abandonaron la ciudad por la noche —cuenta Plancarte—. Muy de madrugada se vio que la plaza estaba sola y con gran riesgo de que los presos […] se entregaran al pillaje.236 Las pérdidas en muertos de una y otra parte de los beligerantes ascendieron a trescientos. La ocupación de Zamora se efectuó el 5 de febrero, aniversario de la Constitución de 1857, el mismo día en que los últimos franceses, con Bazaine a la cabeza, salían de México para reembarcarse en Veracruz.237

A la caída de Zamora, siguió la cacería de traidores. "Los que en alguna forma habían tenido que ver con el iluso imperio", empezaron a huir, a esconderse, a sentir pasos. Francisco de Velarde, el Burro de Oro, anduvo como loco corriendo de una a otra casa hasta que por fin dieron con él. El gobernador Justo Mendoza mandó meterle plomo. El obispo de la Peña lo preparó para la eternidad. El prefecto de Zamora, don Aniceto Castellanos lo condujo al paredón. Aquí el pregonero dijo que Velarde moriría fusilado por traidor. El reo repuso: "Mienten, lo hacen por robarme mis bienes". Quizá el reo en ese instante se acordó de que algunos varones de Zamora, como el prefecto Castellanos, "le debía grandes sumas de oro y plata". La gente murmuró sin recato: "Si Burro de Oro no hubiera tenido tantos deudores no se habría festinado su fusilamiento, se habría esperado el Ruiz, op. cit., p. 728. Perfecto Méndez Padilla citado por Rodríguez Zetina, op. cit., p. 729. 235 Ruiz, op. cit., p. 729. 236 Cfr., Rodríguez Zetina, op. cit., p. 724. 237 Ruiz, op. cit., p. 730. 233

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indulto que estaba en trámite".238 El sacrificio del Príncipe Charro, como le llamó el Príncipe Barbas de Oro, o Burro de Oro, como lo apodaron los anhelantes de ese metal, significó el fin de un sexagenio de matanzas y de matones, de una lucha a muerte, de una serie de luchas conocidas con los nombres de insurgentes vs. realistas, escoceses vs. yorquinos vs. centralistas, conservadores vs. liberales e imperialistas vs. republicanos, de la peor y más heroica época de la historia de México. Dentro de la interminable historia de matonería acabada de referir, la gente zamorana sólo jugó un papel activo en los periodos inicial y final; en aquél como insurgente, y en éste, como simpatizadora del Imperio. Sin embargo, ni aun en los episodios donde intervino activamente lo hizo a plenitud. En medio de la trifulca, la comunidad zamorana se mantuvo en su papel de centro abastecedor de maíz y trigo. Hacia fines de la etapa del rencor, se ofrece a la vista del canónigo Romero un vecindario que trabaja incansablemente en sembrar "estos feraces terrenos de maíz, trigo, cebada y hortalizas". "El giro principal de los habitantes —comenta el canónigo— es el de la agricultura". El segundo en importancia es el comercio. Mucha gente vive "de la arriería […] y del algodón y lanas". Otro buen número de hogares saca su subsistencia de "fabricar pastas de guayaba, limón o membrillo, o de hacer panelas, quesos […] y otras composiciones de leche". Por lo que toca al cariz físico de la ciudad, aun se producía "en el viajero un sentimiento involuntario de tristeza […] por lo bajo de las habitaciones y los techos de teja y tejamaniles". La mayoría de los hombres, ocupados en quehaceres agrícolas, andaban descalzos que no sin sombrero de palma burda; vestían calzón blanco y largo y camisa escotada. Las mujeres, igualmente descalzas, se cubrían la cabeza con un mísero rebozo, y el resto, con enaguas y camisas sin adorno alguno. Los sacerdotes iban de traje talar (sotana y capa española); entre los ricos, comenzaba a usarse el atuendo charro. "las damas o niñas" traían "túnicas hechas lujosamente de gro", "se cubrían con tápalos o mantones" también de seda. Lo común eran la casa, la comida y la vestimenta pobre. El Bertha Cerda, Francisco de Velarde, el Burro de Oro, pp. 132-134, 150151. 238

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sexagenario de los fusiles fue especialmente doloroso para la pobrería y quizá hubiera sido peor sin el bálsamo de la religión. Una religiosidad en alza devino el común denominador de la zamoranía. El canónigo Romero encontró a la comunidad zamorana en plena fábrica de edificios destinados al culto religioso.239

Romero, Michoacán y Guanajuato en 1860, pp. 106-108. Otras fuentes muy importantes sobre Zamora en los dos primeros tercios del siglo XIX son las memorias leídas anualmente por el ejecutivo de Michoacán ante el Congreso del mismo, las historias de Arrangóiz, Palavicini y Zamacois, las actas de los congresos de 1822-1823 y 1857-1858 y la prensa periódica estatal y local. 239

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V TIEMPO DE SOTANAS LOS CATÓLICOS ZAMORANOS recibieron un dulce masaje en su cristianísimo ego con el reporte de dos deferencias pontificias: la fundación de la Diócesis de Zamora y el ascenso a la cumbre de la pirámide eclesiástica nacional de Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. A este varón, nativo de Zamora y del año de 1816, le tocó ser socio de una camada de pleito, y juntamente con otro zamorano de espíritu que no de nación, hubo de desempeñar el papel de víctima en las luchas de Reforma. Los dos amigos Pelagio y Clemente fueron los adalides jóvenes y ensotanados del Partido Conservador. José Clemente de Jesús Munguía había nacido antes que su camarada en Los Reyes, en 1810, de padre abarrotero. Al llegar a la adolescencia, su progenitor pudo ponerlo de "dependiente" en el comercio de Zamora donde conoció a Pelagio, retoño de una familia de posibles. Hacia 1831, Clemente con veintiún años y Pelagio con quince, ya estudiaban en el seminario de Morelia y eran muy amigos entre sí. Clemente se recibió de jurista en 1838 y de sacerdote en 1841, y fue rector del seminario de 1843 a 1850. En esta fecha el padre Pelagio asumió la rectoría y el padre Clemente la alta investidura de obispo de Michoacán, desde donde peleó con las máximas autoridades civiles a fuerza de cartas, instrucciones, defensas, circulares, decretos y otros papeles incendiarios.240 En 1855, el Sobre ambos personajes hay un buen número de estudios dispersos en revistas, periódicos y obras de índole general. Al obispo de Michoacán el Lic. Miguel Martínez le destinó una inconclusa biografía titulada Monseñor Munguía y sus escritos de la que se imprimió el primer volumen en México en 1870; el Lic. Salvador Escobedo, Ideario y ambiente Jurídico de Clemente de Jesús Munguía (Guadalajara, 1953), y José Bravo Ugarte, Munguía, obispo y arzobispo de Michoacán (México, Jus, 1967). Sobre Labastida, vide Aureliano Tapia Méndez, José Antonio Plancarte y Labastida, pp. 19-20; Jesús García Gutiérrez, Arzobispos de la arquidiócesis de México, México, 1948; pp. 62-70. 240

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también exrector y peleonero Pelagio Labastida, obtuvo la batuta de la diócesis de Puebla. En 1856, los dos prelados amigos se convirtieron en acérrimos fiscales de la reforma liberal y en fervientes defensores de la Iglesia. Por tal razón, el de Michoacán fue confinado a la ciudad de México, donde continuó con la forja de su defensa eclesiástica;241 y el de Puebla fue a parar a Roma, donde no tardó Munguía en juntársele, también en calidad de expulso.242 La gente bien de Zamora aplaudió incesantemente a sus dos ilustres pugilistas y cayó de rodillas delante de ellos cuando regresaron del exilio con el presente de un obispo. "A fines de 1862, las diócesis mexicanas eran once. La de México estaba vacante y la de Yucatán se hallaba próxima a estarlo. De ocho de las otras nueve habían sido desterrados sus obispos", seis a Roma, dos de los cuales convencieron al Papa Pío IX de que elevara a archiepiscopales las sedes de Morelia y Guadalajara e hiciera los obispados de Querétaro, León y Zamora en la provincia eclesiástica de Michoacán; el de Zacatecas, en la de Guadalajara, y el de Tulancingo, en la de México.243 El padre Valencia atribuye el que la sede de uno de los nuevos obispados hubiera sido Zamora y no Uruapan al "espíritu extremadamente liberal republicano de Uruapan en aquella época; y al ambiente profundamente conservador, en buen sentido, de la levítica y pacífica ciudad de Zamora […]".244 La bula In celsissima Militantes Ecclesiae Specula, que dispuso la erección del obispado de Zamora, fue ejecutada por el canónigo Luis Clemente de Jesús Munguía, Defensa eclesiástica en el obispado de Michoacán desde fines de 1825 hasta principios de 1858, o sea, colección de representaciones y protestas, comunicaciones oficiales, circulares y decretos diocesanos, con motivo de las leyes, decretos y circulares del gobierno general, constitución Federal de 1857; decretos y provincias de los gobiernos de los Estados de Michoacán y Guanajuato, contra la soberanía, independencia, inmunidades y derechos de la Santa Iglesia desde el 25 de noviembre de 1855 en que se dio la ley que suprimió el fuero eclesiástico… México, 1858, 2 vols. 242 Bravo Ugarte, Historia de México Independiente, p. 124. 243 Bravo Ugarte, Munguía, p. 70. 244 Francisco Valencia Ayala, El seminario de Zamora, Morelia, Fimax, 1977, p. 13. 241

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G. Sierra, el 8 de mayo de 1864. La nueva diócesis quedó constituida por 35 parroquias del Bajío zamorano, la Meseta Tarasca, los balcones de Uruapan y Los Reyes, la Tierra Caliente del Tepalcatepec y la Sierra Costa del Sur, en suma, por la mitad oeste de Michoacán.245 En Roma, donde los obispos desterrados pudieron "hablar muy a su sabor, en toda calma, con el Sumo Pontífice",246 el Papa, de común acuerdo con ellos, designó al tesorero y coadjutor de Morelia, al viejo y achacoso don José Antonio de la Peña, obispo de la nueva diócesis. Éste, al llegarle el nombramiento, tomaba ejercicios espirituales, ejercicios que culminaron en "copiosas lágrimas" y fervientes rezos. 247 El arzobispo Munguía consagró a De la Peña en la colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe a mitad de 1864, pero por culpa de las enfermedades del ungido y la inseguridad de las carreteras, "infestadas de gente armada que ponía en peligro la vida de los viajeros", no pudo Zamora recibir a su primer obispo sino un año y medio después.248 Fue "el 10 de diciembre de 1865, cuando profusamente engalanada y cubierta de preciosas colgaduras" vio entrar bajo palio, "en medio de un regocijo sin límites" de la gente, sobre "una alfombra de colores", seguido por muchos clérigos, "escoltado por un piquete de caballería" al señor. "Las recepciones José Antonio de la Peña y Navarro, Carta pastoral del primero obispo de Zamora, Morelia, Imprenta Arango, 1864: "Las parroquias que fueron desmembradas de la antigua Iglesia de Michoacán para formar este nuevo obispado, son las siguientes: Zamora, Aguililla, Apatzingán, Coalcomán, Cotija, Coahuayana, Charapan, Chilchota, Capácuaro, Huacana, Jacona, Jiquilpan, Maquilí, Nahuatzen, Peribán, Parangaricutiro, Purépero, Paracho, Pichátaro, Patamban, Pómaro, Tangancícuaro, Tarecuato, Taretan, Tancítaro, Tepalcatepec, Tingüindín, Tingambato, Tzirosto Santa Ana Amatlán, Sahuayo, Pinzándaro, Tlazazalca, Ixtlán, Uruapan y Urecho". 246 Mariano Cuevas, Historia de la iglesia en México, Tlalpan y El Paso, Editorial Revista Católica, 1921, vol. V, p. 286. 247 Ignacio Aguilar, Corona fúnebre colocada sobre la tumba del ilustrísimo Sr. don Antonio de la Peña y Navarro, primer obispo de Zamora, Zamora. 1877: "Una persona de su familia lo encontró bañado en lágrimas al pie de Jesucristo Crucificado y con la carta de S. S. Pío IX […] Renunció la Mitra que se le ofrecía. Esta formal renuncia no fue aceptada por […] Pío IX". 248 Romero Vargas, Cotija, p. 255. 245

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más espléndidas "que se hubiesen hecho a los hombres de Estado, nunca igualarse podrían a ésta que con tanta majestad" preparó la Doncella del Duero.249 Para recibir a su ilustrísima, Zamora celebró festines de mucho regocijo honesto. Una de las primeras acciones del tan bien recibido fue la fundación del Seminario que vino a sustituir al auxiliar que manejaba el padre Villavicencio, de un seminario provisional que por lo pronto, puso en operación un arte breve de hacer curas (dos años de gramática latina, uno de filosofía, y dos de teología moral). Por lo pronto, como no se contaba con el número suficiente de sacerdotes para el desempeño de las distintas asignaturas, se echó mano de maestros seglares: don Jesús Trujillo, profesor de Lógica y Teneduría de Libros; Ignacio Ochoa, de Física; Demetrio Méndez, de Jurisprudencia; Hilarión Álvarez, de Castellano y de Latín, y Pablo Vargas, de lo que se ofreciera. Sólo las materias eclesiales fueron impartidas por los eclesiásticos Ramón Beracochea, José María Cuevas y Juan R. Carranza. En doce años, el Seminario produjo 48 sacerdotes. En 1877, tenía más de 800 alumnos víctimas de unas ordenanzas de cuartel, duras como la roca o la Peña de donde provenían.250 El señor obispo nunca fue de mano suave con los clérigos de su obispado. Estos entre sí murmuraban: "Es demasiado rígido […] es imposible estar sujeto a un pastor de voluntad férrea e inquebrantable como su apellido […] Quiere que estemos en el cielo, sin recordar que estamos en la tierra". Al enterarse de las murmuraciones, su Ilustrísima comentaba: "Hoy que todos se han confabulado contra mí […] quiero más y más a mi Iglesia", y se le salían las lágrimas.251 Sollozante, chocho, enfermo y pobre, expidió censuras y penas hasta salirse con la suya de "reformar las costumbres del clero" e imponer en el ámbito de Zamora los principios del orden cristiano conservador, vencidos en el ámbito nacional por los devotos del Testimonios de los canónigos Luis Arceo e Ignacio Aguilar citados por Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 207-208. 250 Valencia Ayala, op. cit., pp. 21-22. 251 Ignacio Aguilar, Apuntes biográficos, Zamora, Tipografía de la Escuela de Artes y Oficios, p. 201. 249

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"Dios-patria" y de la "Diosa-razón".252 Quiso, según Romero Vargas, "restaurar la vida de México a la usanza de los viejos moldes coloniales". El doliente don José Antonio se propuso someter todos los órdenes de la vida al orden cristiano Los comerciantes, cuyos negocios van fundados en las ventajas que la usura proporciona en la venta y retroventa de las mercancías a un mismo tiempo, en los remates con postor fingido, en las escrituras, billetes, letras de cambio y demás papel moneda […] Los hacendados que oprimen al mediero, al peón y a la familia de éste, que abusan del vil estado del pobre, ya comprándoles el maíz al tiempo, ya habilitándoles mantas, semillas y otros artículos de primera necesidad, con un recargo tan injusto que triplican el valor verdadero; los hombres de mala fe […] eran confundidos constantemente con sus mismos hechos, pero de una manera más formal cuando recibían un recado comedido del señor de la Peña para que pasaran "a verlo". Entonces eran los temores y las disculpas. Algunos respondieron con docilidad a las reprimendas episcopales. Otros se descararon más y más.

Como quiera, la severidad con los de arriba le acarreó a De la Peña el amor de los de abajo.253 El severo obispo pudo, de haberlo querido, causarle dolores de cabeza a la autoridad civil. Muchos de sus feligreses, y en especial los de Zamora, se mostraban cada vez más dispuestos a restaurar el orden conservador en la vida política al costo que fuera necesario. Hubo motín en contra del prefecto Rendón que quiso evitar el viacrucis callejero, motín que no llegó a revolufia gracias a la autoridad eclesiástica, al despido del celoso prefecto y a la instalación en la ciudad de 200 infantes y 50 soldados de caballería.254 Al otro año, a mitad de 1875, como protesta por la política anticlerical del presidente Lerdo de Tejada (Leyes de Reforma añadidas a la Constitución, exilio de las Hermanas de la Caridad, etc.), Félix Vargas Jorge Adame Goddard, El pensamiento político tradicional en el estado liberal mexicano, México (mimeograma), 1977, p. 92. 253 Aguilar, Corona fúnebre, loc. cit. 254 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 737. 252

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secundó la revuelta cristera en Zamora. Según él, se podían soportar todos los abusos oficiales menos uno: "arrancarle a la sociedad mexicana el último elemento de vida que le queda, ese elemento grandioso y regenerado en el mundo hace diecinueve siglos por el Divino Salvador", la religión católica.255 Pero la rebelión no duró mucho por las cartas episcopales que la condenaron y por la enérgica represión del general Mariano Escobedo. De don Eulogio Cárdenas, uno de los jefes de esa "cristiada", dícese "que fue fusilado en […] el Puerto de Sansón, a inmediaciones de Purépero", por una escolta oficial que lo conducía a Morelia.256 "El que ama la paz es heredero de Dios y el que la desprecia se hace su enemigo" fue el apotegma usado por el señor de la Peña contra los católicos furibundos por las actividades del gobierno liberal imperante desde 1867. De la Peña prefirió ganar terreno en otros campos que no readquirir el perdido en la política. Como en lo social y lo económico, llevó su acción a la República de las Letras. El periodismo, la gran moda del XIX, se entronizó en la ciudad bajo el signo cristiano. Quizá la primera publicación periodística apareció en 1854 con el nombre de El Boletín de Zamora. Seguramente ese primer semanario no tuvo la importancia de La Razón Católica, nacida en 1873, ni siquiera de El Colaborador y El Cronista de 1874. Zamora empezó a ser un centro cultural de tendencia tradicionalista con de la Peña y se volvió una notable fuente de pensamiento católico. BAJO LAS ÍNFULAS DE CÁZARES, el obispo que lo sucedió y obtuvo que la Doncella del Duero consolidase su fama de ciudad levítica, justo el mismo año que cambiaba la decoración nacional con el triunfo de Porfirio Díaz sobre Lerdo, con la fuga del Presidente clerófobo, y tras de aquel incidente que no dejó de ser un buen susto para los habitantes de Zamora. En enero de 1877 el general Francisco Franco, al frente de 700 gandules Cfr. Daniel Cosío Villegas, Historia moderna de México, La República Restaurada, Vida política, México, Editorial Hermes, 1955, p. 778. 256 Ramón Sánchez, Bosquejo estadístico e histórico del Distrito de Jiquilpan de Juárez, pp. 132-135. 255

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que se desgañitaban a fuerza de gritar ¡Viva Guanajuato! ¡Viva Franco! ¡Viva Querétaro!, se metió a Zamora tras reñido combate y estuvo en un tris de imponerle a la ciudad vencida condiciones de triunfo verdaderamente ignominiosas, si aquellos gritos no hubieran sido opacados por la gritería de ¡Viva Porfirio Díaz! ¡Viva Zamora! de la soldadesca del comandante Jesús Aceves.257 El municipio zamorano no volverá a ser dominio de militares hasta después de dos generaciones; será por un buen tramo, coto clerical, donde de buenas a buenas dos ensotanados, sucesores de Clemente de Jesús y de Pelagio Antonio, marcaron el rumbo. El que era hijo de una familia zamorana, don Antonio Plancarte y Labastida, fue a estudiar a la capital michoacana desde los siete años. Prosiguió sus estudios en Puebla, donde su tío era obispo. Desterrado el tío Pelagio, fue con él a Europa y estuvo allá, en el Colegio de Santa María de Oscott, cinco o seis años, y en Roma, hasta su ordenación en 1865. Desde 1867 fue párroco de Jacona, pero con un radio de acción que excedía los límites de su curato. Fundó el Colegio de la Purísima no exclusivamente para jaconenses. Tuvo líos con el prefecto político de Zamora por su empecinamiento en predicar y hacer procesiones religiosas en calles y plazas. Fundó el Colegio de San Luis con el sistema aprendido en Oscott y atrajo a ese Colegio alumnos de todas partes, como puede atestiguarlo el nayarita Amado Nervo. En 1875 puso en marcha su Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe.258 En plena actividad fundadora, se ganó la ojeriza del obispo José María Cázares y Martínez, un pietatense nacido en 1832, estudiante en el Colegio de San Nicolás de Morelia, abogado por San Ildefonso de México, sacerdote católico a raíz de la caída del Segundo Imperio. Su carrera eclesiástica fue veloz y brillantísima: cura de Morelia, juez de testamentos, rector del seminario, canónigo de la

Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 738-739. De la dinámica vida del padre Plancarte y Labastida da cuenta pormenorizada don Aureliano Tapia Méndez en Nuestra Señora de la Esperanza, México, Jus, 1973, pp. 33-94 y en todo un libro para él solo: Antonio Plancarte y Labastida, México, Jus, 1973, 326 pp. 257

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catedral moreliana y desde 1878, segundo obispo de Zamora y entrañable enemigo del párroco de Jacona.259 Mientras el cura Plancarte construía el primer tren michoacano, el ferrocarril de mulitas Jacona-Zamora, que se estrenó en 1878,260 el obispo Cázares les impartía ejercicios a la crema y nata de la sociedad del Duero. Al mismo tiempo que Plancarte despachaba alumnos aventajados de su Colegio a Roma, Cázares fortalecía el Seminario de Zamora. Este dejó de ser la escuela que producía clérigos sancochados para convertirse en un instituto productor de sapientes, cristianísimos y polémicos juristas y sacerdotes, al que se dotó en 1884 de un gran edificio de dos niveles con tres patios, de una enorme casa con hermosas arquerías de cantera donde cupieron sin dificultad cien alumnos internos, trescientos externos y doce catedráticos.261 Aparte de dos capillas, la casona seminaril tuvo una biblioteca de 5,324 volúmenes, facultados mayores de teología y ambos derechos y menores de letras, ciencias y filosofía, una escuela primaria anexa y seis seminarios adjuntos en Sahuayo, Cotija, Purépero, Cojumatlán, Uruapan y Yurécuaro, y escuelas alimentadoras de tales planteles en varios pueblecitos, haciendas y rancherías.262 Al año de recibir la primera hornada de docto sacerdotes romanos que antes habían sido alumnos en el Colegio de San Luis, el cura Plancarte dejó la parroquia jaconesa en 1882 por órdenes de don José María Cázares. Y mientras el expulso se fue a pasear por Tierra Santa y emprendió la hechura del templo expiatorio de la ciudad de México, el señor Cázares se entregó a poner en marcha un vasto sistema educativo. "Hacia 1884, sabedor el obispo de que en Sahuayo vivía la monja exclaustrada Sor Margarita Gómez, la invitó a fundar en Zamora una congregación que se dedicaría principalmente a difundir la enseñanza primaria". Conforme a los deseos de su Jesús Romero Flores, La Piedad Cabadas, pp. 147-150. Tapia Méndez, José Antonio Plancarte y Labastida, pp. 162-164. Rodríguez Zetina, Zamora, pp. 251-254. Alfredo Maillefert, Ancla en el tiempo, México, Editorial Jus, 1973, pp. 25-26. Revista Eclesiástica, Zamora, agosto de 1925, artículo de J. M. Aguilar. 260 Méndez Tapia, José Antonio Plancarte y Labastida, pp. 155-156. 261 Valencia Ayala, op. cit., p. 30. 262 Ibíd., pp. 25-27. 259

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Ilustrísima, en cada barrio y en cada pueblo debería haber un "asilo" como él llamaba a sus escuelas.263 Ese fue el origen de las "Hermanas de los Pobres y Siervas del Sagrado Corazón" y de los numerosos "asilos", a partir del de Zamora, abiertos en docenas de poblaciones, asilos donde se enseñaba a leer, a escribir, contar, coser, servir y rezar.264 El seminario mayor, los seminarios auxiliares y los asilos constituyeron la parte más notoria de la acción educativa clerical, que no la única. Quedan por aludir las escuelas primarias (San Luis Gonzaga y María Inmaculada en Zamora) de la Sociedad de Damas Católicas, las sesiones de catecismo en todos los templos de la Diócesis, y en la sede, la Escuela de Artes para hacer de los humildes "gente útil de la sociedad". Esta tuvo aprendices internos y externos y 18 maestros. Aparte de los cursos propios de la enseñanza primaria, impartía clases de dibujo, teneduría de libros, telegrafía, música, canto, escultura, platería, sastrería, carpintería, talabartería y zapatería En 1897, adiestraba en sendos oficios a 137 alumnos.265 También la construcción y apertura de templos adquiere un auge inusitado. En la ciudad de Zamora, en el decenio de los ochenta se construye el templo del Señor San José, se reedifica el de San Francisco, se abre la capilla de Lourdes y se decoran con lujo todas las iglesias. Entre 1890 y 1896, se erigen el templo del Sagrado Corazón, el Santuario de Guadalupe y la capilla de San Felipe Neri. El 2 de febrero de 1898, el obispo Cázares pone la primera piedra de la catedral neogótica, que según el arquitecto Katzman, hubiera sido una de las mejores en su género de haberse terminado.266 En los tiempos de Cázares se erigen varios edificios religiosos y las devociones recobran y sobrepujan el brillo de la época prerreformista. Se vuelve a celebrar la "noche buena" con gran algarabía, dentro y fuera de los edificios del culto. A la menor calamidad se responde con rogativas, procesiones, novenas, trisagios, y penitencias. En 1890, con motivo de la visita a Zamora del zamorano arzobispo de México, hubo veladas, González, Pueblo en vilo, 1972, p. 94. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 581-586. 265 Ibíd., p. 814. 266 Israel Katzman, Arquitectura del siglo XIX en México, México, UNAM, 1973, p. 164. 263

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misas, fiestas campestres, aglomeraciones, iluminación de calles, bandas de música y en general, todo lo que truena y brilla. 267 Aun las festividades patrióticas sufrieron la influencia clerical. Desde 1883 se recordó anualmente, con grandes festejos, el 27 de septiembre, el día de la entrada triunfal a México de don Agustín de Iturbide, del héroe proscrito por los liberales y aclamado por los conservadores.268 Durante la paz porfírica, el laicismo en las costumbres y las fiestas profanas hicieron progresos en todos los niveles sociales y en todos los rincones de la República con excepción de Zamora. Se dirá que en 1887 se inauguró un casino, que en 1893 toreó Francisco Gómez el Chiclanero, que la plaza de gallos era muy concurrida y que para la visita del gobernador Aristeo Mercado la población vistió sus mejores galas, pero lo corriente fue lo que dice el seminario Don Barbarito: "Diversiones nocturnas; sólo serenatas; porque bailes, ni por pienso; teatros, ni caseros; bullas en los barrios, sólo las que arman los borrachines".269 El obispo Cázares fue un diligente promotor de algunas costumbres tradicionales pero enemigo de cualquier modernidad, fuera de las técnicas.270 Seguramente dejó pasar la entronización de biciclos y bicicletas y de lámparas de luz incandescente que tuvo lugar en el quindenio 1885-1900,271 pero lo que él alentaba de suyo eran los paseos en canoas en las temporadas del valle inundado, los días de campo a Orandino o a Camécuaro, los exámenes públicos y las fiestas escolares, las mañanitas, las conversaciones de sobremesa y las charreadas. Don Panchito García Urbizu recuerda que el señor Cázares "era un magnífico jinete". "Anualmente recorría a caballo, en visita pastoral, su vasta Diócesis". Siempre lo acompañaban algunos sacerdotes zamoranos que a la postre fueron tan charros como el obispo. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 802-805. Ibíd., p. 779. 269 Ibíd., pp. 783-784. 270 Francisco García Urbizu, Cosas que fueron, Zamora, Zamayoa Impresores, 1968, pp. 8-18. 271 Según informes de don Francisco Elizalde García los biciclos entraron a Zamora en 1885; las bicicletas 10 años después, y en 1897, la empresa del alumbrado eléctrico empezó a iluminar con focos casas particulares y comercios. 267

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Junto a la Iglesia fecunda de don José María Cázares hacía un papel deslucido el gobierno estatal jefaturado entonces sucesivamente por don Prudencio, don Mariano y don Aristeo; el gobierno regional de los prefectos Casillas, Romero, Macías, Bolaños, del Río, Corral, Medina y Arceo, y el gobierno municipal con su larga lista de presidentes, síndicos y regidores.272 No obstante, la autoridad civil no estuvo cruzada de brazos. Después de acabar con bandoleros del camino a Ixtlán, con las tropelías de Blas Torres y Francisco Vega y con otros maleantes, la autoridad civil hizo de "un ruinoso edificio, guarida de murciélagos y de chinches, habitación de criminales […] hediondos como un albañal", un palacio municipal presentable que se inauguró en 1878 con dianas, repiques, banquetes y fuga de la cárcel de algunos condenados a la pena capital.273 En el lustro 1880-1885 se prohíbe el juego de papalotes, se inaugura el rastro, llega el telégrafo y se le remite a don Porfirio una agradecida carta. En 1891, el ingeniero Federico Tafolla y los zapadores del general Pablo Rocha ponen a disposición de agricultores y viandantes otro río, un brazo más del Duero que librará de algunas inundaciones y de muchos sustos. Por lo demás, llegó a haber dos escuelas oficiales para niños de procedencia humilde y dos escuelas para niñas de igual natura. Una de las escuelas de varones estuvo dirigida por el ilustre maestro don Eleuterio González. En fin, a finales de siglo y a comienzos del OBISPADO DE FERNÁNDEZ tuvo lugar un magno acontecimiento que violó en forma rotunda a la enclaustrada y levítica Zamora. En 1899 llegó el ferrocarril. La sociedad zamorana, toda entera, saludó con febril entusiasmo a la máquina de vapor […] Las aclamaciones entusiastas de más de 8 mil personas agrupadas en las vías, los repiques a todo vuelo, las bandas militares y centenares de cohetes […] formaban una armonía indescriptible […].274 Bravo Ugarte, Historia sucinta de Michoacán, III, pp. 168-171. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 82-83. 273 Rodríguez Zet9ina, op. cit., pp. 737, 761-765. 274 El Publicador, Zamora, 18 de junio de 1899. 272

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Al año siguiente, la empresa del ferrocarril Jacona-Zamora unió sus rieles a los del Nacional.275 Con el siglo también se fueron muchas cosas y personajes. Las primeras campanadas del reloj del Calvario fueron las últimas de un siglo diecinueve que trajo a Zamora al estricote, pero que antes de morir le legó sus dos máximos inventos: la luz eléctrica y el tren. Una nueva generación de sotanas, que corresponde a la nacional de los "científicos", se instauró en la rectoría de Zamora a partir de 1901. Al obispo le aconteció algo misterioso. Debido a la intensidad de sus trabajos, el señor Cázares sufrió por algún tiempo debilidad cerebral […] Sintiéndose bastante enfermo, renunció a la Diócesis, pero no le fue admitida la renuncia […] Más tarde solicitó y obtuvo que se le nombrara obispo coadjutor al señor José de Jesús Fernández.276

El coadjutor, ni tardo ni perezoso, se puso a la tarea de construir templos, reglamentar a las "Hermanas de los pobres y Siervas del Sagrado Corazón", hacer visitas pastorales y a promover mudanzas que les parecían muy peligrosas a los viejos. Por edad, estaba muy distante de su jefe, el obispo enfermo. Le quedaban más cerca otros dos prelados coterráneos: José Mora y del Río y Francisco Plancarte y Navarrete. Mora era originario de Pajacuarán, donde nació en 1854. Se hizo en el seminario de Zamora. Antes de cumplir ocho lustros partió para ser obispo de Tehuantepec. En 1901 fue trasladado a la diócesis de Tulancingo. Aquí, deseoso de poner en práctica la encíclica Rerum Novarum de León XIII, encíclica que abogaba por el salario justo, las asociaciones mutualistas, las cajas de ahorro, las medidas higiénicas, la subdivisión de la propiedad y demás cosas por el estilo, organizó los Congresos Agrícolas, de los que hubo un par (1904 y 1905) en la sede de su obispado y un tercero, que se verá después, en su tierra espiritual.277

Rodríguez Zetina, op. cit., p. 819. Ibíd., p. 386. 277 Romero Flores, Diccionario michoacano de historia y geografía, p. 284. 275

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Desde finales del siglo XIX, Francisco Plancarte y Navarrete se convirtió en el mejor ornamento de Zamora, en algo así como el sucesor del célebre Pelagio Antonio de Labastida. Como éste, había nacido allí, 40 años más tarde, en 1856. Gracias a su pariente don José Antonio, pasó del colegio jaconés a Roma, donde obtuvo los doctorados en filosofía, teología y recibió el sacerdocio. A su regreso, trabajó con su tío como director del Colegio de San Luis en Jacona. Su alumno Amado Nervo lo recordará como el "sabio geólogo, numismático y aztequista" que gustaba hablar de las maravillas de Roma. Más que hombre de acción fue hombre de ciencia. En plan de arqueólogo, estuvo en Madrid con motivo del IV centenario del descubrimiento de América. En 1896 un dedazo lo elevó a obispo de Campeche, y otro, dos años más tarde, a obispo de Cuernavaca. Aquí la construcción de la catedral, la apertura del seminario, la promoción de colegios, bibliotecas y casinos y las exploraciones arqueológicas lo hicieron famoso.278 Las inquietudes socialistas de Mora y las educacionales de Plancarte confluyeron en la vigorización de la Escuela de Artes y en un "cetro cultural zamorano que giraba en torno a la librería de don Manuel Orozco. Allí concurrían los canónigos Rafael Carranza, Ignacio Aguilar, Alejandro Silva y Francisco Dávalos, profesores de literatura". Allí también se tocaban los problemas sociales del día. De hecho toda la nueva élite zamorana, inclusive el prefecto desde 1903, el duro don Francisco de P. Aguado, y varios ricachones (José y Rafael García, Epifanio Jiménez y Perfecto Méndez Garibay) eran cada vez más sensibles a los sufrimientos materiales de la sociedad de Zamora y estaba cada vez más dispuesta a su alivio. En 1907 obtuvo el agua potable de los manantiales de Jacona. Entonces también inició la hechura de un mercado municipal que se inauguraría con motivo de las fiestas del centenario. A la élite le había entrado la preocupación de que el pueblo comiera lo suficiente y no bebiese más que agua. Puso cuantos medios tuvo a su alcance para combatir la embriaguez que iba en aumento "con grave perjuicio para la moralidad y bienestar público".279 Propuso como remuda de la borrachera el saborear los 278 279

Encíclica de México, vol. 10, pp. 374-375. Archivo Municipal de Zamora (AMZ), Libro de Cabildos 1896-1897, f. 30. 105


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helados que comenzaban a ofrecer dos fabriquitas locales ("Las Cataratas del Niágara" y "El Polo Norte") o el asistir al salín de cine recién abierto por don Pedro García Urbizu. No se les podía recomendar como sucedáneo del alcohol la educación que empezaban a impartir para los adinerados, sores teresianas y hermanos maristas. Tampoco podían recomendárseles la asistencia a los festines de los hacendados: "Ocho días con músicas […] Las famosas bandas de música de Sevina, Zacán, Paracho y Zamora […] amenizando los suntuosos banquetes y los bailes cada noche […]" Disfrute de unos cuantos de la paz, el orden y el progreso. Todavía más, entre la élite clerintelectual zamorana se puso de moda el debatir el abismo cada vez mayor entre los hacendados (don José María Méndez, dueño de La Luz, hacienda de 6,119 hectáreas; don Arcadio Dávalos y sus 9,987 hectáreas de San Simón; Luis G. Plancarte, amo de la Sauceda y de Miraflores; doña Elena Martínez de García, señora de Tunas Agrias y La Cólera; don Ignacio Castellanos, dueño de las 4,793 hectáreas de Cumuato; don Luis Verduzco López patrón de San Buenaventura; don Octaviano Igartúa, señor de Orandino; don Diego Moreno Jasso, propietario de la Hacienda de Guaracha ya reducida a 50 kilómetros cuadrados; Antonio Méndez Padilla, amo de San José del Jaral; Perfecto Méndez Garibay, propietario de Tamándaro y El Platanal, y los muy bien reputados don Francisco G. García y don Epifanio Jiménez, señores respectivamente de Santiaguillo y Sanguijuela) y los labrantines acerca de los cuales se preguntaba Don Barbarito: "¿Qué puede hacer un infeliz gañan con 24 centavos de jornal, si tiene que recibir el maíz a 9 y 10 centavos el cuarterón y además abonar 12 por el fiado de manta que recibió forzosamente…? ¿Con dos centavos diarios acaso podrá cubrir sus más imperiosas necesidades?"280 Uno de los debates acerca de la condición abatida de los pobres labriegos trascendió el ámbito local y produjo molestia en las autoridades porfirianas. Del 4 al 8 de septiembre de 1906 sesionó en Zamora el Tercer Congreso Agrícola Mexicano. De los concurrentes, 94 eran agricultores. Los demás ostentaban títulos profesionales: abogado, médico, ingeniero, Cfr., Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 788-789, 789-799 Romero Flores, Historia de Michoacán vol. 3 pp. 112-115, 241 y 244. 280

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farmacéutico o sacerdote. Entre todos aprobaron: 1(la lucha contra la embriaguez de los labriegos que se haría en estrecha amistad con la Sociedad de Temperancia; 2) la extirpación del feo y costoso vicio del concubinato en la campiña mexicana; 3) la doble enseñanza del catecismo cristiano y la economía doméstica a la niñez campesina; 4) mejores salarios y cajas de crédito Raiffeisen para aliviar la vida miserable de los trabajadores del campo; 5) el servicio médico gratuito para los gañanes y 6) el uso de técnicas adecuadas en agricultura como la de nitrificar los terrenos, no a fuerza de abonos químicos como lo hacían 20 años atrás europeos y yanquis, sino con el uso de microorganismos descubiertos por alemanes y ensayados en la República mexicana por don Zeferino Domínguez, el padre Juan Ortiz y el general Porfirio Díaz Jr.281 En el tercero de los congresos agrícolas fomentados por el obispo Mora, los tiros de los congresistas hicieron blando en la desmoralización, el pauperismo, las limitaciones técnicas y un tanto solapadamente, en la apoliticidad de las mayorías. En los pasillos, entre sesión y sesión del Congreso, en voz baja, se deslizaron los temas políticos. Las arrugas del Porfiriato ya eran percibidas hasta por los miopes. La intromisión de los extranjeros en la economía y las costumbres del país había llegado al límite tolerable. Los prefectos (naturalmente no el de Zamora) y otras autoridades de medio y bajo pelo abusaban de continuo. La necesidad de partidos y de elecciones se volvía cada vez más imperiosa, y así lo vislumbró el mismo don Porfi cuando le dijo al periodista Creelman: "me retiraré al concluir este periodo constitucional y no aceptaré otro […] Yo acogeré gustoso un partido de oposición en México. Si aparece lo veré como una bendición […]"282 El incansable don Porfirio comprendió que para detener "la procesión de los peros" en la amplitud del país, que para acallar a los criticones y malquerientes de los científicos, de los millonarios ostentosos, de los jefes políticos, de las rapiñas, arbitrariedades y abusos cometidos por doquier; que para reprimir las denuncias de los clubes liberales, de asociaciones obreras y de congresos agrícolas como el zamorano; el seguramente muy patriota Rodríguez Zetina, op. cit., p. 833. Cfr., Luis González, "El liberalismo triunfante" en Historia general de México, vol. 3, p. 251. 281

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don Porfirio supo que sólo había un camino honorable y seguro, una única salida sabia: la democratización de México que él no pudo conseguir.283 Muchos le tomaron la palabra al gran jefe, y organizaron partidos de oposición. Todos concordaban en el deseo de que Díaz siguiera en la silla presidencial y diferían en la persona ad hoc para el copilotaje o la vicepresidencia. Los del control político proclamaban la reelección de don Ramón Corral. Uno de los partidos opositores pedía la vice para el menudo e inteligente joven don Francisco Madero; otro para el también menudo, pero ya a sazón y enérgico general Bernardo Reyes. En Zamora predominaban los del partido reyista, y el reyismo de uno de los zamoranos causó escándalo nacional. Eso fue en el mes de julio de 1909. Al concluir su sermón un sacerdote "vitoreó varias veces a la Santísima Virgen". Entre los vivas del padre, se coló un ¡Viva Reyes! de alguien del público. Nada menos que El Imparcial le atribuyó el viva para Reyes al orador sagrado, y lo puso como al perico. Hasta la Virgen alcanzó algunos rozones de furia periodística.284 La sociedad zamorana a punto de ser inmersa en el PONTIFICADO DE OTHÓN Núñez y Zárate, aún nerviosa por la muerte del señor Cázares y por la llegada de un día para otro del nuevo señor obispo, se indignó sobremanera contra el diario cuasi oficial del régimen porfírico y contra los que le hicieron segunda. El seminario local La Razón Católica reprodujo numerosas protestas. Para colmo de males, el candidato atribuido al vecindario de Zamora, el ínclito general Reyes dijo ¡no! a quienes querían sentarlo junto a su amigo Porfirio Díaz y le dijo ¡sí! A éste, que lo comisionó para visitar las armerías de Europa. Con todo, los zamoranos pronto se rehicieron de los anteriores incidentes, muchos depositaron su simpatía en Madero, y todos se dieron a celebrar con regocijo las fiestas en las que hubo veladas literario-musicales para ricos y cultos, comidas para pobres, desfile y Ibíd., pp. 250-256. Romero Flores, Historia de Michoacán, vol. III, pp. 131-135. 284 Rodríguez Zetina, op. cit., 835. 283

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juramento del patronato de la Virgen de Guadalupe para todos,285 e inauguraciones por parte del famoso prefecto Francisco Aguado y el cabildo municipal: piso de mosaico en la plaza principal, fuente en el parque Juárez y otras bagatelas que no eran ya de buen tono para una ciudad que, según el censo de 1910, tenía 15,116 habitantes en mero Zamora, sin contar al cinturón de pueblos y rancherías que lo rodeaban: Santa Mónica Ario, 1,636 habitantes; Atacheo, 1,348; Atecucario, 914; El Llano, 1,022; La Sauceda, 574; La Rinconada, 565; Santiaguillo, 500.286 Zamora llegó a 1910 con un pueblo raso ligeramente mayor al de cien años antes y una élite incomparablemente más numerosa que la de entonces. Sin contar egregios de la camada de los científicos, ya mencionados, la sociedad zamorana aportó y recibió a un buen porcentaje de la élite modernista, la de los nacidos entre 1858 y 1873. Fueron oriundos de Zamora el ilustre prelado Francisco Orozco y Jiménez, el popular músico don Fernando Méndez Velázquez y el exquisito poeta Atenógenes Segale; formados por Zamora, el siervo de Dios Leonardo Castellanos y el endiosado poeta Amado Nervo, y al servicio de Zamora el obispo Othón Núñez y Zárate; toda gente de sotana, salvo Méndez. Orozco y Jiménez, nacido en 1864, estudió en el colegio jaconés de Plancarte, en el Pío Latino Americano y en la Universidad Gregoriana de Roma. En 1888 celebró su primera misa en su terruño. Enseñó en los seminarios de aquí y de México. Fue secretario de la Universidad Pontificia, y participante distinguido del concilio nacional de 1895 y del Latinoamericano de 1899. En 1902, el Papa León XIII lo preconizó obispo de Chiapas y en 1912, Pío X lo condujo a la arquidiócesis de Guadalajara donde se hizo famoso y popular en un santiamén por su guadalupanismo, sus investigaciones históricas, su mecenazgo a las letras y las artes, sus destierros y sus fugas.287 Ibíd., p. 839. Dirección General de Estadística, División territorial de los Estados Unidos Mexicanos correspondientes al censo de 1910. Estado de Michoacán. México, Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, pp. 101, 119, etc. 287 Alfonso Méndez Plancarte, "Claros varones de Zamora" en Ábside, (México, diciembre, 1940), vol. IV, núm. 12, pp. 31-43. 285

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En gracia a la brevedad, se omite la biografía del autor de ojos tapatíos y apenas se puede decir de Atenógenes Segale que nació en Zamora en 1865 e hizo su carrera en los seminarios de Zamora y de México. En el último decenio del siglo XIX, adquirió las famas de excelente catedrático del Seminario, buen párroco de Los Remedios, "el orador de más nota en la capital", el notable dramaturgo de Aureliano, El Príncipe de Viana y La púrpura del rey, el gran poeta Del fondo del alma, Miniaturas, Versos perdidos y Marinas, el culto traductor de Horacio y el cuentista y novelista de "vívida descripción y profunda vena satírica" en Flor de durazno, Estatua de psiquis, Auras de abril y Del campo contrario. El padre Atenógenes murió a los 38 años de edad, sin haber trascendido su condición de cura de barrio, de pico de oro local y de escritor de bandería.288 Muy distinta fue la suerte de Amado Nervo, que como todo mundo sabe, nació en Tepic en 1870; empezó a escribir siendo muy niño "en un caserón desgarbado, sólido y viejo, que era como la casa solariega de la familia"; conoció a una "abuela, nacida en la época febril de las luchas por nuestra independencia, en La Barca […]" que padecía la obsesión de los tesoros enterrados; tuvo tres hermanos y cinco hermanas y "un maestro de música ciego". Antes de cumplir 14 años vino al colegio jaconés de don José Antonio Plancarte "donde aprendió, amén de parábolas y sentencias latinas, a cultivar sus ansias celosamente, en lo más sigiloso de su alma. Su sonrisa, hasta entonces solamente amable, comenzó a afinarse, como la del que trae un secreto bajo el manto […]" En 1886, en la fecha de la llegada de las primeras diligencias, por el tiempo en que se inauguraba el primer casino, cuando se difundía el sistema de congregaciones marianas de jóvenes, con sólo 16 años encima, llegó al seminario de Zamora. "Pero las influencias del seminario sobre aquel misticismo en ascensión, que antes de llegar a la pureza tuvo que pasar por la selva oscura de los gustos sacrílegos y por las puerilidades del arrobamiento ante los meros oropeles del culto, exigiría un estudio a parte".289 Aquí baste Loc. cit. Alfonso Reyes, "Tránsito de Amado Nervo" en Obras Completas de A. R., México, Fondo de Cultura Económica, 1958, vol. VIII, pp. 33-38. Vide también Amado Nervo, Mañanas del poeta, México, Ediciones Botas, 1938. 288 289

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decir que Nervo, hacia 1910, el poeta más gustado y más influyente en Zamora, recibió ésta, en donde estuvo hasta 1892, inspiración para sus primeros poemas y para aquel par de novelitas: El bachiller (sobre el conflicto de un joven que educado para cura sufre las tentaciones del amor físico y se castra) y Pascual Aguilera (acerca del hijo de un hacendado que se adjudica el derecho de gozar de la novia de un peón a la que no consigue seducir, y se desquita de la derrota con la violación de la madrastra).290 Pasado algún tiempo, el escandaloso autor del Bachiller y de Pascual Aguilera, llegó a la llanura de serenidad donde estaba instalado Atenógenes Segale, y poco antes de su muerte, ya escalaba la cumbre de la santidad en la que había vivido su otro coetáneo de Zamora, San Leonardo de Ecuandureo (1862-1912).291 Cuando llegaba Nervo, se ordenó el padre Leonardo Castellanos, párroco de su tierra natal, canónigo catedralicio, rector del instituto donde estudió de 1905 a 1908, obispo de Tabasco y víctima del cólera en 1912.292 Uno de sus subordinados lo ve practicante de "la pobreza y la humildad" […] No se enojaba nunca […] Como exagerase las faltas al reprender […]sus alumnos ridiculizaban a veces sus determinaciones […] Era un varón justo […] pobre […] y aseado siempre".293 Castellanos dejó a Zamora, aunque siguió influyendo en ella aun difunto, poco antes de la llegada del cuarto obispo don José Othón Núñez y Zárate, nativo de Oaxaca, ordenado en 1892 a los 25 años de edad, apóstol de la Rerum Novarum de León XIII. Recién consagrado obispo promovió la organización de círculos de obreros católicos zamoranos.294 John S. Brushwood, Mexico in its novel. A Nation's Search for identity. Austin, University of Texas Press, 1966, pp. 291 Reyes, op. cit., pp. 29-30, transcribe estas palabras de Nervo: "He llegado a uno de los puntos difíciles y más elevados del alpinismo poético: a la planicie de la sencillez […] Busco el tono discreto, el matiz medio el colorido que no detona […] Ahora […] dejo 'oscuro el borrador y el verso claro', y llamo al pan pan, y me entiende todo el mundo". Poco después escribe Reyes: "Voy hacia el silencio". De hecho ya "sólo sabía pensar en Dios". 292 Valencia Ayala, op. cit., p. 43. 293 Testimonio del M. I. S. deán Francisco Luna Pérez, citado por Valencia Ayala, op. cit., p. 44. 294 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 313-338. 290

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Todos los líderes de sotana de la camada modernista reconocían la importancia de la educación católica que fomentó Cázares y el interés de unirse a los latifundistas que sostuvo Mora, para conseguir la implantación plena de la vida cristiana, pero no les parecía suficiente. Hacía falta un poco de presión revolucionaria sobre un gobierno dormido en sus laureles y un poco de presión laboral sobre unos amos que por hartura no podían tener presentes a los hambrientos.295 La nueva ola de clérigos zamoranos era probablemente menos antiporfiada o porfirista que las tres anteriores, pero también más deseosa de cambio y proclive a Madero desde que Reyes se retiró de la lucha.296 La élite y la muchedumbre lugareñas festejaron la acción revolucionaria de Ireneo y Melesio Contreras quienes sin derramar sangre, con sólo gritar en plena serenata ¡viva Madero!, pusieron en fuga a la guarnición de Zamora, y a Melesio en la posibilidad de escribir este telegrama: "Hónrome altamente señor Madero poniendo a su disposición esta plaza de Zamora y la de Jiquilpan […] que han sido tomadas en el mayor orden, sin derramamiento de sangre y con satisfacción para todos […]"297 Más de tres mil voces, "contándose en ella lo más granado de la ciudad", vitorearon al David norteño que acababa de derrumbar al Goliat del sur.298 Acto seguido, la gente de Zamora se alistó en el Partido Católico que postulaba a Madero como presidente y a De la Barra como vicepresidente, al Lic. Primitivo Ortiz como gobernador de Michoacán, y al popular zamorano, don Perfecto Méndez Padilla, como diputado al Congreso de la Unión. 299 Aunque hubo "un temblor que ocasionó desperfectos en la torre de la catedral", la alegría del Adame, op. cit., pp. 200-206. Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 834-840. 297 Ibíd., p. 841-842. 298 Carta de Ireneo Contreras dirigida desde Zamora a don Francisco I. Madero el 25 de mayo de 1911, "poco después de la entrada de éste, a la capital de la República, y de que en Zamora habían quedado constituidas las nuevas autoridades", de que un grupo de vecinos "fue a Morelia con el fin de solicitar el cese del prefecto Francisco de P. Aguado, que se obtuvo", citada por Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 841-844. 299 Bravo Ugarte, op. cit., III, pp. 196-198. 295

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estreno de Presidente de la República y de un flamante diputado se sobrepuso a todo, menos a la "revolufia" desencadenada por huertistas y antihuertistas.300 Francisco Madero acababa de cumplir quince meses en la presidencia de la República, el doctor Miguel Silva, cinco en la gubernatura del Estado, y un poco menos don José Álvarez y Álvarez como prefecto de Zamora, cuando el general Victoriano Huerta se autonombró jefe nacional en sustitución de Madero y puso al milite Alberto Dorantes de jefe en Michoacán.301 Como es bien sabido, contra la dictadura en el país se levantó don Venustiano Carranza y contra el huertismo en Michoacán, el brigadier José Rentería Luviano, que en la mañana del 30 de mayo de 1913 se apoderó de Zamora sin estruendo, les impuso un donativo forzoso a la Iglesia y a los principales de la ciudad y salió de allí nomás para ser hecho polvo por los huertistas en la hacienda de Guaracha.302 Como quiera, el constitucionalismo contó con el brazo fuerte de otros ilustres michoacanos, dos de ellos ex seminaristas de Zamora: Francisco Múgica y Rafael Sánchez Tapia.303 Otro que aprovechó la dictadura militarota para llevar adelante las reivindicaciones de sus coterráneos fue un hombre humilde, cantor y cabecilla de Atacheo, teniente coronel Miguel de la Trinidad Regalado que desde 1909 luchaba por la restitución de tierras a los campesinos, que en 1913 "se incorporó con 200 hombres a la columna del general García Aragón"304 y poco después obtuvo el nombramiento de presidente de la Sociedad Unificadora de los Pueblos de la Raza Indígena de los Estados de la República, e hizo prosélitos en su tierra natal y en Santa Mónica Ario.305 La postura de los jóvenes cultos de la ciudad levítica no coincidía mayormente con la de los caudillos del norte, ni aun con la de Villa, ni la del sombrerudo caudillo del sur. Unos le dicen reformismo Rodríguez Zetina, op. cit., p. 844. Romero Flores, Historia de Michoacán, vol. III, pp. 261-263. 302 Ibíd., p. 283. Lázaro Cárdenas, Apuntes, vol. I, pp. 14-15. 303 Valencia Ayala, op. cit., p. 156. 304 Lázaro Cárdenas, Apuntes, México, UNAM, 1972-1974, vol. I, pp. 19-22. 305 Salvador Sotelo Arévalo, Miguel de la Trinidad Regalado, un luchador revolucionario por la causa agraria de Michoacán, Morelia, Talleres Gráficos del Gobierno del Estado, 1975, pp. 6-49. 300 301

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pequeñoburgués; otros, utopismo cristiano y los próximos a esa postura, doctrina social de la Iglesia según la formuló León XIII.306 Por lo que se vio en la llamada Dieta de Zamora, a la que asistió un tercio de los obispos de la República y una multitud de representantes de los círculos católicos obreros, lo que buscaban los revolucionarios al estilo zamorita era implantar el salario mínimo, proteger el trabajo de mujeres y criaturas, instituir el patrimonio de la familia, conquistar el seguro contra paro, accidentes, enfermedades y vejez, establecer el arbitraje obligatorio en conflictos obrero-patronales, conseguir participación en los beneficios de las empresas, aplicar la ley del descanso en domingo, proteger al pobre del agio, reunir a la clase media en asociaciones profesionales, moralizar a los campesinos, proteger las labores domésticas e instituir algunas medidas suaves de reforma agraria.307 Del gusto de la Dieta, la gente bien de Zamora pasó al susto de la llegada del veinteañero general Joaquín Amaro en 1914, quien convirtió en oficinas públicas al palacio del obispo; puso en chirona a este y aquel vecino; saqueó la catedral de la Diócesis; cerró las escuelas y los asilos católicos y el Seminario y el Convento de Capuchinas; asustó con mil amenazas a los sacerdotes, e impuso préstamos a los principales.308 El trauma del "general de la coqueta" fue tan intenso que consiguió opacar los estropicios causados por la epidemia de tifo de 1916, por las visitas de los tan tristemente famosos bandoleros don Jesús Cíntora y don Inés García Chávez y por la gripe española de 1918.309 Las cinco pruebas amargas (Amaro, Cíntora, Chávez, el tifo y la influenza) causaron una cierta despoblación de Zamora. La ciudad que tenía 15,116 habitantes en 1910, en once años

Además de las encíclicas de León XIII, en Zamora se leían mucho los periódicos católicos de Victoriano Agüeros y de Trinidad Sánchez Santos. 307 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 330-331. La Dieta de Zamora, tan ensalzada y tan vituperada, sigue en espera de un historiador que la comprenda y explique a fondo. 308 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 852. 309 Ibíd., p. 858. 306

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de trifulca quedó reducida a 13,863.310 Las cinco calamidades, además, consiguieron empobrecer al vecindario, imbuirlo de actitudes poco revolucionarias, y defender, ya sin ninguna mansedumbre cristiana, sus banderas católicas. A comienzos de 1919 los jóvenes se agruparon en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), presidida en Zamora por los padres Ramón Martínez Silva y José Igartúa.311 En 1920 empezó a salir semanariamente la Hoja Social que contrarrestaría, según sus editores, las prédicas del socialismo ateo.312 En 1921, al saberse que una bomba había explotado en el altar de la Guadalupana en el Tepeyac […] se colgaron moños luctuosos en las casas de Zamora […] El 18 de noviembre se guardó riguroso luto […] y luego se organizó una peregrinación de desagravio a México.

También, a propósito de las matanzas de católicos habidas en Morelia, el vecindario de Zamora protestó airadamente.313 En 1922, fue recibido con grandes fiestas el PONTIFICADO DE FULCHERI Y PIETRASANTA que vino a sustituir al de don Othón Núñez recién nombrado arzobispo de la arquidiócesis de Oaxaca.314 Con Fulcheri entra a regir los destinos de Zamora la generación de hombres nacida entre 1873 y 1888, tan dividida en dos bandos irreconciliables. De un lado tronaban los chicharrones de don Francisco J. Múgica, a la sazón gobernador de Michoacán; Rafael Sánchez Tapia, ex alumno comecuras del seminario de Zamora, Luis Méndez, zamorano miembro de la Casa del Obrero Mundial y en 1923 jefe del Departamento de Trabajo en la Secretaría de Industria y Comercio; Departamento de Estadística Nacional, Censo general de habitantes, 30 de noviembre de 1921. Estado de Michoacán, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1925, p. 211. 311 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 335. 312 Ibíd., p. 860. 313 Ibíd., p. 861. 314 Valencia Ayala, op. cit., p. 131. 310

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José Álvarez, otro zamorano de la extrema izquierda, entonces jefe del Estado Mayor Presidencial.315 En el otro extremo tronaban los chicharrones del nuevo obispo, gran parte de su clero y la gente de derecha. El general Calles, recién sentado en la silla mayor, dispuso que se reglamentase el artículo 130 constitucional para meter a los sacerdotes, que eran su odio preferido, en cintura. Hecha la reglamentación solicitada por un Congreso que no aspiraba al título de desobediente, el General buscó y obtuvo colaboradores eficaces para su "operación antisotana". Uno de ellos fue el zamorano Agustín Méndez Macías que hizo cumplir la prohibición de usar vestiduras eclesiásticas, prohibió el toque de las campanas, solicitó la reducción del número de sacerdotes, retiró las alcancías del Santuario de Guadalupe y promovió el disgusto de sus paisanos de mil maneras. 316 Estos se dirigieron a la presidencia municipal para hacerle ver la importancia del toque de campanas en la vida laboral de una Zamora sin suficientes relojes públicos y privados;317 pusieron carteles en las puertas de sus casas con la solicitud de no limitar el número de sacerdotes,318 y estaban como pólvora seca dispuestos a arder a la siguiente chispa cuando su obispo les impuso el siguiente freno: Os recomendamos con el mayor encarecimiento que guardéis una actitud absolutamente pacífica, sin dejar de emplear dentro de esta fórmula todos los medios que estén a nuestro alcance hasta llegar a conseguir una completa libertad religiosa. El primero de estos medios debe ser la oración, y para esto acudid a los templos. 319

El obispo que ahora recomendaba la paz, desde su llegada a Zamora anduvo metido en empresas poco gratas a las autoridades civiles: solemnes consagraciones de los prelados Francisco González Arias y Breves biografías de los mencionados figuran en la Enciclopedia de México y en el Diccionario michoacano de historia y geografía de Romero Flores. 316 Rodríguez y Zetina, op. cit., pp. 352-353. 317 AMZ, Libro de Cabildo, 1926-1934. 318 Rodríguez Zetina, op. cit., p. 353. 319 Loc. cit. 315

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José González Valencia ante un enorme público; fundación de una academia para señoritas, donde además de cursos de teneduría de libros, español, mecanografía, cocina, repostería, corte de ropa y bordado, se impartían clases de religión; apertura del Instituto Navarrete; establecimiento de la Asociación de Padres de Familia con las obligaciones de velar por la decencia y sabiduría de los maestros, el derrame y la cristianización de la enseñanza y el fomento de una educación extraescolar de corte cristiano.320 Como si lo anterior no fuera suficientemente provocador, se funda el secretariado social diocesano y al padre Salvador Martínez Silva le da por organizar sindicatos. Por otra parte, entra a Zamora la organización de los Caballeros de Colón, aunque no fueron tales jinetes los prendedores de la chispa de la cruzada cristera en el rumbo. De hecho, la Cristiada tuvo que ver poco con catrines, fue un movimiento campesino que brotó independientemente del estira y afloja de autoridades civiles y eclesiásticas, una rebelión rústica precipitada por el cierre del culto religioso en 1926. El general Claudio Fox fusila nomás porque sí a los franciscanos Junípero de la Vega y Humilde Martínez en el rancho del Sauz en febrero de 1927.321 El presidente municipal sale de Zamora322 al sentir la ciudad rodeada por un cinturón de fuego que amenazaba estrecharse. El general cristero Ramón Aguilar empezó a hostigar. "En septiembre de 1927 se encontraban cristeros en Santiago Tangamandapio, en Tingüindín […] en Yurécuaro […] En noviembre tomaban Ixtlán de los Hervores […]". Los generales Fox y Guerrero ya no espantaban a los rebeldes. En enero de 1928, Aguilar aniquiló al 2º Regimiento y a las defensas de Ixtlán y de Zamora en el cerro del Encinal.323 En septiembre, se apoderaba de Ecuandureo, un tren descarrilaba en Yurécuaro y el telégrafo estaba cortado en toda la región. El general ex villista Fernando González, ahora metido a Ibíd., p. 344. Xavier Tavera Alfaro "Zamora" en Enciclopedia de México, vol. XII, p. 553. 322 El Informador, Guadalajara, Jal., 29 de agosto de 1927. 323 Jean Meyer, La Cristiada, México, Siglo XXI Editores, 1973, vol. I, pp. 229. 320 321

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cristero, tras de hacerse de las plazas de San Ángel, Tarecuato, Tingüindín, Guaracha y Tangamandapio tuvo un bronco combate en el cerro del Chicol con los regimientos 49 y 50 procedentes de Zamora, combate en el que murió.324 Como quiera, el general Aguilar continuó zurrándoles "a las huestes del general Tranquilino Mendoza en los alrededores zamoranos".325 En vísperas de los arreglos, en 1929, llega a Zamora de comandante "el pundonoroso don Manuel Ávila Camacho en plan de armonizador social". Gracias al nuevo comandante de la plaza, el indulto de las fuerzas de la "cristiada" se hizo sin mayores sobresaltos. Con todo, no se restableció la confianza en un santiamén. Muchos cristeros no podían extirparse este temor: "una vez rendidos se aprovechará cualquier circunstancia para fusilarnos". "En estas condiciones vivía la ciudad cuando una tarde se cateó el comercio de los hermanos Bautista y entre las cubiertas de los colchones se encontró parque y armas".326 Varias personas durmieron ese mismo día en la cárcel, pero ninguna pasó a inaugurar el cementerio que por esos días se estrenaba con los siguientes versos escritos en el pórtico: Este es, viador, la casa universal. La perpetua mansión, triste morada donde ha de reposar todo mortal tarde o temprano… al final de la jornada. No salgas, no, de este modesto umbral sin que recuerdes que eres polvo y nada; porque un día, sin poderlo resistir haz de volver a entrar y no salir. Descúbrete, mortal, tu frente inclina ante este osario santo, donde reina la paz, cesa el quebranto y todo orgullo mundanal termina. 327

Ibíd., pp. 276-278. Ibíd., p. 279. 326 Ibíd., p. 365. 327 Cfr., R. E. Villar, Personajes de Zamora, p. 178. 324 325

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De hecho, lo que terminó o se puso en camino de terminar en aquel año de 1930 fue la etapa levítica de Zamora que Adolfo Dollero definió así: "Zamora (20,000 habitantes) […]", dominada completamente por el clero. Son escasas las iniciativas públicas y particulares. No existen ni diversiones ni animación. "La sociedad más distinguida sale solamente para ir a la iglesia y encontráis sacerdotes y monjas a cada rato […] Casi todas las señoras llevan el distintivo de alguna asociación religiosa: todas son hijas o siervas de María, de Jesús o de algún otro miembro de la corte celestial". El comercio de Zamora ya no tiene la importancia que tuvo. "La agricultura es el ramo más importante de riqueza.328 De hecho, en 1930 la verdad comenzaba a ser distinta según se desprende de los recuerdos de René Enrique Villar.329 El apellido Cázares seguía muy mentado pero ya más que junto al nombre de José María, obispo de Zamora, al de Josefina, la Bella de Zamora. Otro Manuel, apellidado Ávila Camacho, comenzaba a hacerle sombra a Manuel Fulcheri. En la sociedad más distinguida ya sonaban algunos nombres de gente poco o nada rezandera. El comercio de la ciudad levítica se rehacía. Las "Fábricas de México" se anunciaba como almacén de ropa y novedades. "La Palma" vendía ropa, sombreros, calzado, perfumes, máquinas para coser y artículos de peletería. Una botica recomendaba: "Para todos los dolores citro-cafeína Garibay"; otra: "Tome bombones Pinotepa y ríase de la tos". La ciudad levítica y agropecuaria comenzaba a ser ciudad industrial. "La Libertad" ya hacía los cigarrillos Luchadores y Quintos y "La Cigarrera Nacional" sus Aeroplanos. Zamora se apartaba del angosto camino de la pobreza de Cristo para seguir por la anchurosa ruta del enriquecimiento burgués; comenzaba a frecuentar menos a las imágenes y sacerdotes de los centros de culto religioso, y más los billares y la cantina del centro recreativo; acudía cada vez con mayor entusiasmo a los ejercicios físicos y con menos gusto a los ejercicios espirituales; ya abandonaba los sermones e iba tras las músicas de radio y de los

Adolfo Dollero, México al día (Impresiones y notas de viaje), ParísMéxico, Librería de la Vda. de C. Bouret, 1911, pp. 451-452. 329 Villar, Personajes de Zamora, pp. 14-18. 328

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discos Browswik, y contra la tradición campanera cantada por Gabriel Méndez Plancarte: Melodioso ritmo tienen tus campanas, cuando, en la serena pompa vesperal, desde las añosas torres provincianas sueltan su cascada de bronce y cristal.

Después de la rebelión cristera, la fe zamorana tiende a perder vigor, las costumbres tiran hacia el relajamiento y la liturgia pierde brillo. Durante doce lustros, Zamora había sido Santa Zamora, labriega como San Isidro, fiel como Santo Tomás Moro, pura como la Purísima, caballerosa como San Martín. Por muchos años, según dice Alfonso Méndez Plancarte, Gozó de paz y alegría, bien abundada de panes en sus doradas espigas, dulce de miel y de azúcar, fresca de aguas manatías, lozana en briosos corceles, melodiosa de avecillas sabrosa de leche y frutas, florida en flores y niñas, clara de claros varones, fértil en santos levitas, fulgurante de crepúsculos que el ancho Valle atavían, y en su vieja cristiandad gozosa, firme y pacífica.

Durante sesenta años se pudo decir con Francisco Elizalde García: Zamora de torres ágiles: Avemarías que levantan armónicas oraciones de virtudes legendarias; Padrenuestros que murmuran su santidad provinciana 120


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Por toda una vida, la hospitalidad zamorana no tuvo más límite que el anunciado en las puertas de casi todas las casas: Nadie traspase este umbral sin afirmar con su vida que María fue concebida sin la culpa original.

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VI EN LA ONDA TRICOLOR EL HECHO DE LAS AGLOMERACIONES humanas comenzó a presentarse brutalmente en México en los años treinta. La política de masas de los gobiernos emanados de la Revolución inundó calles y plazas de las urbes con desfiles y mítines multitudinarios. La política de integración nacional produjo abundantes carreteras que fueron cauce para chorros de gente sobre la ciudad. La política de salud pública hizo mella en la guadaña de la muerte, disminuyó el porcentaje de los difuntos, y con eso, cuadruplicó la población en medio siglo. En 1930 México albergaba 17 millones de habitantes; en 1940, 20 millones; en 1950, 26 millones; en 1960, 36 millones; en 1970, 51 millones, y a esta altura de 1978 tiene no menos de 69 millones. Y es que en el lustro 1930-1934 la tasa media anual de muertos fue de 26 por mil habitantes; en el 19351939, 23; en el 1945-1949, 17; en el 1955-1959, 12; en el 1965-1969, 10, y de 1970 para acá, sólo 9. En cambio, la natalidad se mantuvo a una altura media de 44 nacidos por cada mil habitantes. El crecimiento vegetativo, ya de 20 por millar en el decenio de los treinta, llegó a 34 en los 60. El crecimiento real fue galopante en las zonas urbanas. En las 35 ciudades más pobladas de México vivían en 1921 un millón novecientos mil habitantes, y en 1970, algo más de 17 millones. En medio siglo, estas muchedumbres urbanas crecieron nueve veces, debido al fenómeno doble de la menor mortalidad y de la emigración creciente del rancho a la ciudad.330 El municipio y la ciudad de Zamora no se quedaron atrás en la marcha demográfica del país. En 1930, la población municipal fue de Francisco Alba, La población de México: evolución y dilemas, México, El Colegio de México, 1977, pp. 16-55. Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, México, El Colegio de México, 1970, pp. 5-11. 330

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23,915 habitantes; en 1940, de 27,925; en 1950, de 37,676; en 1960, de 53,968; en 1970, de 82,943, y para 1980, se calcula que será de 127,688. Según esto, en medio siglo, sube cinco veces y medio; un poco más aprisa que el conjunto del país. En 1930, la población de la ciudad de Zamora fue de 13,207 habitantes; en 1940, de 15,447; en 1950 de 23,397; en 1960, de 34,572; en 1970, de 57,775, y en 1980, según cálculos bien fundados, será de 91,000; esto es, siete veces mayor, con un ritmo de alza casi igual al de las 35 ciudades mayores de la República; de hecho igual si se considera que Zamora y Jacona son ya el emporio Zamojac o Jacozamo que en 1980 albergará de 150,000 personas, nueve veces más que en 1930.331 Cincuenta años antes, ninguna de las otras poblaciones del municipio zamorano, además de la cabecera, llegaba a los 2,500 habitantes, límite inferior de la población urbana. En el censo de 1970, otras dos localidades resultaron urbanas: Ario de Rosales con 5,335 habitantes y Atecucario con 3,480.332 Con una densidad de 54 habitantes por kilómetro cuadrado, en 1930, el municipio de Zamora, dada la fecundidad de sus tierras, parecía subpoblado; con una concentración de 290 en 1980, pese a su rápido crecimiento económico, se estimará sobrepoblado. Tan sólo en medio siglo se ha pasado de un habitante por cada dos hectáreas a tres por hectárea. Lo anterior sin tomar en cuenta a los trabajadores trashumantes o golondrinos que en 1930 no existían y en 1970 ya eran quince mil en las temporadas de plantación y de pizca. En pocos sitios como en el valle de Zamora y Jacona se ve tan a las claras el tránsito de una vida de holgura, con espacio de más, a una vida estrecha, donde no es fácil moverse sin recibir codazos y miradas de reproche, Fuentes: Dirección General de Estadística: 1) Quinto censo de la población 15 de mayo de 1930. Estado de Michoacán, 1935; 2) 6º. Censo de la población, 1940, Michoacán; 3) Séptimo censo general de población 6 de junio de 1950. Estado de Michoacán. México, 1952; 4) XIII censo general de población, 1960, Estado de Michoacán, 1963; 5) IX censo general de población, 1970, Estado de Michoacán, 1971 y Servicios Coordinados de salud pública en el Estado de Michoacán, Jurisdicción 02: "Monografía del municipio de Zamora". Zamora (manuscrito) 1977, pp. 6-8. 332 En 1977 se reportaron como urbanas dos poblaciones más del municipio: Atecucario con 4,369 habitantes y la Sauceda con 3,436 habitantes. 331

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lo que no quiere decir que aquel valle verde se haya convertido como el ex verde Valle de México, en un montón de bípedos con habitaciones sobrepuestas y retacadas de inquilinos, con enormes estadios a reventar, con avenidas repletas de transeúntes y con trenes y camiones como cajetillas de cigarros antes de abrirse. En Zamora empezó a sentirse la apretura en 1960, cuando las "misioneras catequísticas" dieron el pitazo que una de cada tres familias vivía en la angostura de una breve choza sin compartimientos, y que para uno de cada tres niños de 5 a 14 años, en edad escolar, no había cupo en las escuelas del rumbo.333 La rápida medra de la población local estuvo unida al veloz descenso de la mortalidad y al transtierro de labradores de las cercanías al próspero valle. En 1929 era todavía muy fácil morirse en la microrregión zamorana acribillado a balazos por los rebeldes cristeros, o por el ejército pacificador, o por las enfermedades propias de un sitio empantanado, o por llevar una vida disipada y acarreadora de sífilis y cirrosis. En los años veinte se morían en el municipio de Zamora más de 30 personas de cada mil. Rumbo al cielo volaban muchas criaturas antes de llegar a grandes devoradas por gastroenteritis, bronconeumonías y desnutrición. En los años setenta, los difuntos se redujeron a 7 u 8 por millar.334 La costumbre de producir niños no sufrió menoscabo hasta fechas muy recientes. De 1928 a 1972 los niños brotaron a razón de 45 al año por cada mil habitantes. El número bajó a 37 en 1975 y a 35 en 1976. Con todo, el crecimiento vegetativo (la diferencia entre natos y difuntos) que fue de poco menos del 2% en el decenio de los 30; de 2.5%, en el de los 40; de 3% en el de los 50; de 3.5% en el de los 60, y otra vez de 3% en éste de los 70, no cubre el crecimiento real que si bien en los dos primeros decenios mentados fue semejante al vegetativo, en los siguientes subió al 4% y al 4.5%. Zamora contribuyó relativamente poco al triunfo de las democracias mediante el envío de braceros a los Guía, 10 de abril de 1960. La situación empeoró en el decenio siguiente. Según el censo de 1970 vivían seis personas en promedio en cada vivienda que por término medio no tenían más de dos cuartos. La situación mejoró en lo relativo a escuelas. 334 SCSPEM, "Monografía del municipio de Zamora", p. 9. 333

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Estados Unidos, y por lo menos desde mediados del presente siglo, en vez de exportar, ha importado trabajadores, casi siempre de los municipios circundantes, casi nunca de países remotos y extranjeros. En 1950, habitaban en el municipio de Zamora 180 oriundos de otras naciones; en 1960, ya únicamente 89 y en 1970, 201.335 De los muy pocos extranjeros residentes aquí, los más eran estadunidenses y españoles cuya existencia ha pasado poco menos que inadvertida. Desde 1930, la población zamorana creció en número, en hombría, en salud y en saber, y decreció en edad y en trabajo. Hasta la mitad del siglo sólo el 40% de los habitantes se clasificaban como niños menores de 15 años; en 1970, aparecieron en esa condición el 46%, pese a que el número de viejos mayores de 60 años subió en un medio por ciento. De 1930 hasta mediados de centuria el 30% de los habitantes se empleaban en tareas lucrativas, y en 1970, ya sólo el 25%, no obstante que en la primera fecha solamente el 5% de las mujeres trabajaban para ganar, y en la segunda el 24%, En 1930 había 456 hombres por cada mil habitantes; en 1970, 502, o sea, un poco más que las mujeres. Antes, los pacientes de gastroenteritis, bronquitis, amigdalitis, neumonías, tifos, tifoideas, disenterías, parásitos intestinales y sarna eran mucho más numerosos proporcionalmente que los ahora enfermos de lo mismo, aunque cada vez han sido más los patiquebrados por accidentes, los cardiacos, los diabéticos y los cancerosos. El azote palúdico quedó reducido a simple recuerdo tras aquella Campaña Nacional de Erradicación de los "fríos" que un repique general de campanas puso en obra en 1956. 336 En media centuria, Zamora pasó de ser insalubre a ser salutífera. En los años treinta los zamoritas con recursos corrían a Guadalajara o a México al primer síntoma de malestar. En los años sesenta comenzó la afluencia de enfermos a Zamora en busca de salud. La Sultana del Duero que secularmente vivía entre miasmas pestilentes se desprendió de una parte de su atmósfera insalubre de los treinta para acá. Retuvo la contaminación por desechos humanos de sus aguas de regadío; aumentó los contaminantes conocidos con los nombres de Fuente: Dirección General de Estadística, censos de población de 1950, 1960 y 1970. Estado de Michoacán. 336 Guía, 9 septiembre 1956. 335

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plaguicidas, detergentes, humos y ruidos mecánicos. En realidad, no hizo mucho por prevenir las enfermedades que sí muchísimo para curarlas. Vino a residir al municipio un médico por cada 600 habitantes; se abrieron unas cincuenta farmacias y boticas; se pusieron en servicio una, dos, tres, cuatro, cinco, seis clínicas y hospitales privados; en ayuda del hospital civil vino la serie: Centro de Salud A, Clínica T-3, Unidad del ISSSTE y consultorios rurales dependientes del gobierno. No faltó quien se preguntara si Zamora no se convertiría en el Houston de México. En el último medio siglo sucedieron cosas muy importantes en la creciente comunidad zamorana gracias al impulso de una minoría rectora mucho más vasta, compleja y bien avenida que las anteriores. La ciudad comenzó a tener distintos dirigentes en los diversos órdenes de la vida desde que el país salió de la Revolución destructora y entró a la Revolución constructiva. Mientras se trató de una pequeña comunidad fueron campesinos con muchas leguas de terreno y burócratas de ínfima categoría sin conexión ninguna con el mundo exterior. En el siglo de las luces, tuvo adalides pertenecientes a lo más granado de la inteligencia de entonces. En la etapa de los fusiles, los militares al servicio de partidos antagónicos, impusieron su real gana. En el último tercio del siglo XIX y primer tercio del actual, una élite de sotana tomó las principales decisiones de la vida local. En el sexagenio siguiente del que todavía no salimos, los rectores de la comunidad zamorana constituyeron una MINORÍA QUÍNTUPLE integrada por individuos de las Cinco armas de la sociedad compleja, por mílites, políticos, empresarios, sacerdotes e intelectuales; un estado mayor de la sociedad más numerosa y más bien hecho que cualesquiera de los vistos en las etapas anteriores de la trayectoria zamorana. De los años treinta para acá han influido en la zamoranía no menos de un centenar de varones repartidos en tres grupos generacionales pertenecientes a las generaciones llamadas por unos de 1915, de 1929 y de 1950, y por otros, postrevolucionaria, neocientífica y repelona. De esa centuria dirigente, cosa de ocho han sido militares; no menos de dos docenas, políticos; tres docenas, 126


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empresarios; de quince a veinte, sacerdotes, y los restantes, gente de pluma. Fuera de Francisco J. Múgica y José Rafael Álvarez, quienes siguieron influyendo en Zamora después de 1930 y habían nacido antes de 1888, los mílites que de algún modo influyeron en la zamoranía desde la gubernatura de Cárdenas hasta mitad de siglo habían brotado entre el 89 del siglo anterior y el 03 del presente. 337 No todos fueron comandantes del regimiento de caballería con cuartel en Zamora. Algunos nunca vivieron regularmente en la Sultana. Por lo menos cuatro fueron hijos de ella: los Álvarez y los hermanos Magaña. Cinco fueron alumnos del seminario local, y fuera de Gildardo Magaña que además estudió una carrera comercial en San Antonio Texas, los otros se quedaron poco más o menos con la instrucción eclesiástica que un par de ellos esgrimiría contra la Iglesia. Con excepción de tres estudiantes en el Colegio Militar, los demás se hicieron soldados a fuerza de combatir junto a Zapata como los Magaña, o a Carranza, como Múgica. Éste y el general José Álvarez habían sido diputados el Congreso Constituyente, donde se dieron a conocer como líderes de extrema izquierda o comecuras. Otros militares relacionados con Zamora, y especialmente don Manuel Ávila Camacho, fueron de la línea conciliadora. A don Manuel, comandante militar a raíz de la derrota de los cristeros, se atribuye el inicio en Zamora del buen entendimiento entre los distintos sectores o grupos de la minoría dirigente local; a don Manuel y otros dos mílites no menos conciliadores: Lázaro y Dámaso Cárdenas.338 Desde los años cuarenta la vida política dejó de ser responsabilidad de los militares mencionados para serla más puramente de políticos. No de dos secretarios de Relaciones Sobre el general Múgica Vide Armando de Maria y Campos, Múgica, crónica biográfica, México, 1930. Sobre José Álvarez: Enciclopedia de México, vol. I, pp. 266-267. Sobre Rafael Álvarez y los dos anteriores, Vide Romero Flores, Diccionario michoacano de historia y geografía. 338 En varias nóminas de zamoranos ilustres se proporcionan datos biográficos de los militares allí mismo. Acerca de la labor conciliatoria de Ávila Camacho Vide Rodríguez Zetina, Zamora, p. 365. 337

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Exteriores (Luis Padilla Nervo y Alfonso García Robles) oriundos de Zamora pero transterrados absolutamente de ella. Sí de algunos gobernadores de Michoacán especialmente encariñados con la Sultana que no nativos de ella: David Franco Rodríguez, Agustín Arriaga Rivera, José Servando Chávez y Carlos Torres Manzo. Desde luego de un para de líderes agraristas: el atecucarense Manuel Ayala Alfaro y don Juan Gutiérrez Flores, originario de la hacienda de San Simón. Seguramente también de personajes tan mentados como don Felipe Herrera o como don José Luis Escobar, ahora senador; de personajes del inmediato ayer y muy de hoy, de ayer como el doctor don Francisco Gutiérrez Mejía, y de hoy como los doctores David Guzmán Segura, ex presidente municipal y diputado, y Carlos Negrete Mora recién egresado de la presidencia municipal, o como el novísimo presidente, don Alberto Valdés Mendoza.339 Los empresarios o "ricos" que según rumores han influido mucho en la creciente vida local son, en desorden alfabético: Carlos Aguilera, Alejandro Ayala, Salvador Bustamante Carranza, Trinidad Chavolla Vega, Agustín Leñero, Jesús Fernández del Castillo, Gonzalo García de Alba, Camerino y Carlos García del Río, Vicente Gómez Garibay, José Luis Gutiérrez, Carlos Jiménez Torres, Luis Luna, Antonio Lúa Álvarez, Luis Méndez Jiménez, Alfonso Méndez Ramírez, Miguel Mendoza, Rubén Ortiz Ramírez, Rodolfo Paniagua, José R. Quiroz, Luis Humberto Ramírez, Rafael Ramírez de León, Pedro Rocha Escobar, Macario Ruiz Pérez, Francisco Cristóbal Ruiz, Prisciliano Sahagún, Arturo, Esperanza, Felipe, Heraclio y Mario Valdés, Manuel Vargas del Río, Jesús y José Villanueva. Alrededor de la mitad de los nombrados no nació en el municipio de Zamora, que sí muchos de ellos en poblaciones cercanas (Valle de Guadalupe, Ecuandureo, Chavinda, Chilchota). Muy pocos son descendientes de la rancia aristocracia del lugar; la gran mayoría proviene de familia de medio pelo. Los más estudiaron la primaria y punto. Casi nadie heredó el negocio de su papá. Casi todos aprovecharon las condiciones creadas por la Revolución para hacerse de una fortuna y salir de la mediocridad de la clase media. Fuera de un par exclusivamente De algunos de los políticos zamoranos, la mayor información en Villar, op. cit., pp. 59-71, 95-106, etc. 339

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dedicado a las finanzas, los ricos locales se metieron a muchos negocios a la vez; han sido simultáneamente agricultores, comerciantes e industriales. Según Pi-Sunyer no se han distinguido por su audacia. La bondad del medio les permitió ser pusilánimes. Generalmente cultivan buenas relaciones con Dios y con el César. Uno de los ricos es sacerdote; otros han tenido queveres en la política local. A don Cristóbal Ruiz se le asocia con "La Libertad", fábrica de cigarros y con el moderno edificio del Palacio Municipal. Más de alguno ha promovido la cultura, ya como mecenas, ya como participante.340 Generalmente ninguno ha tenido gran influjo más allá del orden económico. Si no tanto como en la etapa anterior, en la última ha influido un buen número de sacerdotes. Como principio de cuentas, seis obispos: Manuel Fulcheri y Pietrasanta (1922-1946), Salvador Martínez Silva, obispo auxiliar (1937-1947), José Anaya y Díez de Bonilla (1947-1967), José Salazar y López (1962-1967), Adolfo Hernández Hurtado (19701974) y José Esaúl Robles Jiménez desde 1975.341 También ocho o nueve canónigos: Francisco Luna, José Plancarte Igartúa, Ramiro Vargas Cacho, Francisco Valencia Ayala, Celestino Fernández (después obispo de Huajuapan), Enrique Amezcua, Antonio Guízar y Luis Caballero. Por último: José Ochoa Gutiérrez, fundador de orden religiosa; los maestros del seminario, Luis Méndez, Jorge Medina y Javier Lozano Barragán, y los párrocos Lis Vera y Nabor Victoria. Estos 20 se han dejado sentir principalmente por su carácter sacerdotal. La siguiente decena se ha distinguido sobre todo en el terreno de las ciencias, las letras y las artes: Miguel Serrato Laguardia, "artista, director y compositor de música y teatro, profesor del seminario […] y muy querido del pueblo"; Agustín Magaña Méndez, "profesor de historia y de lenguas, viajero incansable, floricultor", periodista y humanista; Gabriel Méndez Plancarte, "escritor, poeta, profesor en los seminarios de Zamora y de México; fundador del Seminario de Cultura Mexicana y de la revista Ábside, Sobre el grupo de empresarios zamoranos conviene ver el libro de R. E. Villar, casi exclusivamente consagrado a ellos los dos de Pi-Sunyer y el de González, La tierra donde estamos. 341 Rodríguez Zetina, op. cit., pp. 339-560. 340

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reconocido como uno de los mejores humanistas de nuestro tiempo"; Alfonso Méndez Plancarte, profesor de dogma y literatura en Zamora, "escritor, poeta, crítico literario de primera"; José Romero Vargas, historiador y ensayista; Luis G. Franco, periodista polémico y líder social de indiscutido arrastre; Pedro Torres Bustos, historiador; Francisco Miranda, historiador y líder cultural de primer orden, y los beneméritos padres José Luis y Alfonso Sahagún, éste, alma del seminario más lúcido de Michoacán.342 En el último medio siglo, la mitad de los rectores intelectuales de Zamora han sido sacerdotes y la otra mitad cuando no alumnos del seminario, individuos muy próximos a la Iglesia. Dos de ellos, ex seminaristas, han pesado más en el conjunto del país que en su propia tierra: el internacionalista don Alfonso García Robles, embajador y Ministro de Relaciones, y el caricaturista Rius, el de los Supermachos y los Agachados.343 Dos, ninguno de ellos seminarista, han influido notablemente en el mundo de Zamora y casi nada fuera de allí: el notario don Arturo Rodríguez Zetina, oriundo de Tuzantla, y acucioso historiador oficial, y don Francisco García Urbizu, artífice de hechos, filmes y numerosos libros, amén de cronista oficial de su terruño.344 Tres ex alumnos del seminario han ejercido la poesía con amor del bueno: Isidro Juárez, Rubén Hurtado Báez y Francisco Elizalde García.345 Éste desde muy joven comenzó a perfilarse como manager de la cultura zamorana. Se inició de maestro en 1940; de locutor algún tiempo después; de poeta a mitad de siglo; de organizador de homenajes a los claros varones de Zamora, por las mismas fechas, de político municipal, quince años más tarde; de historiador, futbolista, rotario, periodista, león, miembro de la Cruz, presidente del Centro de Estudios Históricos y líder sepa Dios cuándo, pero la vedad es que ha ejercido todos los oficios y algunos más.346 Los zamoranos no Valencia Ayala, El Seminario de Zamora, pp. 131-155. Enciclopedia de México, vol. V, p. 197. 344 Sobre Rodríguez Zetina, Villar, op. cit., pp. 79-84. 345 La mayoría de los datos sobre intelectuales zamoranos recientes los debo a la gentileza de los profesores Hurtado Báez y Elizalde García. 346 Salvador Garibay Sotelo, hoja suelta impresa sobre José Francisco Elizalde García. 342 343

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permitirían la omisión en esta nómina de prohombres de la cámara local de la cultura como don Fernando Castellanos, uno de los constituyentes de Michoacán, poeta y fundador de El Heraldo de Zamora.347 Quizá tampoco de alguno de los varios maestros que han servido a la comunidad. Por mi parte, no dejaré fuera al periodista Ernesto Moreno Leaños, cuyo sentido del humor lo hace insustituible en una sociedad tan seria como la zamorana. Quizá se arguya que en las listas anteriores no han tenido cabida las mujeres, habiéndolas de tanto empuje como Rosa Verduzco, ni los muy jóvenes, algunos de los cuales ya son decisivos, ni los héroes puramente civiles que no son ni militares, ni políticos, ni empresarios, ni sacerdotes ni hombres de letras. Es casi seguro que en nuestra nómina no están todos los que son que sí son todos los que están, pues los incluidos en ella han sido eminenciales en las mudanzas habidas en Zamora a partir de 1930, en las tres revoluciones que para llamarlas de algún modo les diremos LA REVOLUCIÓN ROJA, la Revolución Verde y la Revolución Blanca, obra la primera de mílites y políticos principalmente; la segunda, de empresarios, y la última, de sacerdotes e intelectuales, aunque los cinco sectores de la élite intervinieron en todas. En cuanto a tiempo, la pionera fue la roja que se puso amenazante a la muerte del líder agrarista Miguel Regalado en 1917, y se volvió torrencial en 1924 al ser suspendido de un árbol el líder Ramón Ascencio, y más fuerte aun desde la hechura de la Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo (CRMDT) que tuvo una Federación Distrital Agraria y Sindicalista en Zamora, jefaturada desde 1932 por don Juan Gutiérrez Flores, viejo líder a quien le tocó ver la primera dotación agraria en el Valle, la concedida a los vecinos de Ario Santa Mónica en 1924, y la hechura del ejido de Atacheo el 14 de noviembre de 1927, y a quien le cupo presidir los repartos en grande de las tierras comarcanas tras la derrota de la revuelta cristera y el fin del poco agrarista presidenciado

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Romero Flores, Diccionario… pp. 77. 131


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de don Pascual Ortiz Rubio.348 El primer episodio de la Revolución Roja fue la reforma agraria que el Presidente Cárdenas, como abanderado de ella y buen juez, quiso hacerla primero y a fondo en su propio terruño, en el Bajío Zamorano, donde tantas y tan espléndidas haciendas no podían menos de ser codiciadas por muchos aspirantes a terratenientes, especialmente por los mismos peones de las haciendas.349 Por lo demás, toda la reforma agraria se hizo acompañar de fuertes dosis de balazos y difuntos. Mientras el caudillo Ramón Aguilar, nuevamente levantado en armas en 1932, sostenía a voz en cuello los lemas de ¡Viva el agrarismo! ¡Mueran el agarrismo y el pillaje!,350 el general Lázaro Cárdenas, recién electo candidato del PRN a la presidencia de la República y dos semanas después del Congreso Agrario y la comida agrarista de Aguascalientes, llegó en la madrugada del 24 de diciembre de 1933 a La Sauceda y al mediodía a Zamora, donde estuvo toda la tarde y donde "al ser saludado por un grupo de agricultores, les avisó" de la venida de un ingeniero con el fin de hacer el estudio de la tenencia de la tierra en el Valle del Duero y "obrar con plena justificación en las dotaciones de ejidos".351 A raíz de la captura y muerte de Ramón Aguilar en Tangamandapio, los agricultores zamoranos, en sucinto memorándum, le piden al ingeniero encargado "de recabar informes acerca de las propiedades" que se sujete a la legislación agraria en vigor, identifique bien los fundos, respete la pequeña propiedad, otorgue a los propietarios gordos su lote inafectable donde ellos digan y que se distribuyan las tierras conforme a la ley.352 Quince días más tarde fue la bronca en las calles entre las huestes de los dos candidatos a la diputación local, Juan Gutiérrez Flores y José Guerrero. Muerto éste en el combate, el líder agrarista Juan Gutiérrez llegó al Congreso y puso en la presidencia municipal a Villar, op. cit., pp. 244-250. La monografía sobre la reforma agraria en el Bajío Zamorano anda en busca de autor. 350 Meyer, La Cristiada, I, p. 371. 351 Cárdenas, Apuntes, I, p. 244. 352 Gaceta Comercial, órgano de la Cámara Nacional de Comercio, Agricultura e Industria de Zamora, 31 de marzo de 1936, pp. 4-6. 348 349

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un proagrarista.353 No sin resistencia de los grandes y viejos propietarios, el 77% de la superficie del municipio de Zamora pasó a ser propiedad de 24 ejidos.354 Un poco más de los mil felices ejidatarios se volvieron señores de 9,675 hectáreas de regadío; 4,795 de temporal, y 14,230 de agostadero.355 Casi todos los antiguos terratenientes se retiraron del negocio de la agricultura. También hubo peón que por fidelidad al amo o por miedo a condenarse por razones de robo, no quiso la parcela ejidal. A partir de la reforma agraria algunos artesanos se convirtieron en ejidatarios, y personas antes dedicadas al comercio u otro oficio lucrativo, a la sombra de la agraria se volvieron empresarios agrícolas ya mediante el arrendamiento de parcelas de los ejidos, ya por compra de los parvifundios sobrantes de las haciendas repartidas. Treinta años después de la desintegración de los latifundios ya sólo un tercio de las tierras ejidales eran trabajadas por cuenta de los ejidatarios. El resto lo arrendaban o lo daban en aparcería. Los arrendatarios eran generalmente personas de posibles conocidas con el nombre de acaparadores. De un total de 106 acaparadores de tierras ejidales, 30 años después de la ejidizacion, 28 se habían hecho de 500 a 1 000 hectáreas cada uno y 9 de más de mil.356 Mientras los arrendatarios de ejidos justificaban su proceder por la modernización que sólo ellos eran capaces de introducir en la agricultura, don Luis Echeverría, en 1969, los puso a temblar al decirles: Yo no culpo del todo al campesino […] que se entrega en manos de un agiotista o de un acaparador […] ni al propio acaparador o al agiotista o al inquilino de la parcela […] Pienso que debemos de

Villar, op. cit., pp. 96-97. Bravo Ugarte, Historia Sucinta de Michoacán, III, p. 255. 355 Fuente principal el Archivo de la Secretaría de la Reforma Agraria. Información básica en Villar, op. cit., pp. 130-131. 356 Cfr., Moisés González Navarro, La Confederación Nacional Campesina. Un grupo de presión en la reforma agraria mexicana. México, Costa Amic, 1968, p. 296. 353

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LUIS GONZÁLEZ condicionar mejor las cosas para que todos estos factores […] vayan desapareciendo […] para lograr su extinción.357

Por otra parte, los "acaparadores" no pueden atribuirse la totalidad del milagro agrícola zamorano. Aparte de la reforma agraria que les permitió convertirse en empresarios agrícolas, vinieron en su ayuda otras tres obras gubernamentales. Siendo gobernador de Michoacán don Lázaro Cárdenas, dispuso la desecación del Valle de Zamora.358 El escurrimiento duró largos y felices días y en los cincuenta hizo posible el estruendo de la Revolución Verde. A poco de la queja de don Jesús de Bernal ("de no ser porque en época de lluvias se inundan casi las dos terceras partes del Valle de Zamora, éste produciría anualmente opimos frutos") "se logró la conclusión de una obra que cambió la configuración del valle […] gracias a las gestiones de los Cárdenas y al decidido apoyo de los presidentes Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines […] y con derramas sucesivas que sobrepasaron los doce millones de pesos". La obra del escurrimiento "fue grandiosa para la agricultura zamorana" pues libertó sus tierras de los continuos derrames del río Duero, "tan impetuoso en épocas de lluvias", y salvó a la ciudad tan frecuentemente anegada.359 Debido también a la providencia gubernamental, Zamora fue de las primeras ciudades de México que tuvo carretera petrolizada. Precisamente en el sexenio en que se manejó el lenguaje del socialismo como algo propio, en los días de Lázaro Cárdenas en que lo rojizo de la Revolución Mexicana se separó de las actividades destructivas y se puso a construir caminos y bancos, la carretera México-Morelia-Guadalajara ligó a la zamoranía con la capital de la República, con la capital del Estado y con la capital del Occidente del país; es decir, con las sedes de las tres entidades a las que pertenece (México, Michoacán y el Occidente mexicano), las tres, además, mercados importantes a los que Zamora pudo abastecer de cereales, Antonio Vargas MacDonald. Un hombre y su pueblo. La gira del Lic. Echeverría por el Estado de Michoacán, México, Cultura y Ciencia Política, 1970, pp. 94-95. 358 Michoacán, Decreto número 48 relativo a la desecación del Valle de Zamora, Morelia, tipografía de la Escuela Industrial Álvaro Obregón, 1931. 359 R. E. Villar, op. cit., pp. 223-224. 357

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tubérculos y frutas. Desde 1936 se contó, aparte del ferrocarril, con una espléndida carretera inaugurada oficialmente en 1938. Antes del camino, había 20 automotores. Diez años después, 647 carros de motor y 510 bicicletas.360 Varias líneas de autobuses comenzaron a mover zamoritas en todas direcciones. Varias empresas de camiones de carga dieron en llevar productos del Duero a capitalinos y tapatíos. La carretera, la consolidación a fuerza de concreto de las calles zamoranas y los bancos lo removieron todo. En 1928, don Manuel Gómez Morín, en El crédito agrícola en México, pide la descentralización de la banca "porque sólo una acción local puede hacer accesible a los pequeños campesinos el uso del crédito". Entre 1931 y 1932 se erigen siete bancos regionales con el apoyo del Banco Nacional de Crédito Agrícola y poco después, siete más con ayuda del Banco de México.361 A principios de 1940, en charla con el general Cárdenas, un grupo de zamoranos se entera de la próxima instalación de un banco provincial michoacano con capital mixto.362 El 2 de abril, la Secretaría de Hacienda autoriza la hechura de un Banco de Michoacán que al momento de hacerse asume el nombre de Banco de Zamora, porque aquí a la entrada del sol, el día 21 de agosto de 1940, comparecieron ante don Arturo Rodríguez Zetina, notario público número dos, los señores Félix Díaz por el Banco de México, Gustavo R. Velasco por la CEIMSA y Roberto López por el Banco Nacional de Comercio Exterior, además de nueve poderosos de la agricultura, el comercio y la industria locales, y le dieron a conocer su deseo de constituirse en sociedad anónima con el nombre de Banco de Zamora.363 Del medio millón autorizado inicialmente como capital, un 42.5% lo suscribió gente de la región; otro tanto BANCOMEXT y CEIMSA, entonces muy interesados en apoyar

Bernal, op. cit., p. 109. "La pavimentación del primer cuadro de Zamora… se realizó en 1940…". Fue pavimento "de concreto y con varilla de fierro de media pulgada". Fue una obra que produjo gran entusiasmo. Vide Villar, op. cit., p. 128. 362 Villar, op. cit., p. 134. 363 González, La tierra donde estamos, p. 25. 360 361

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"la producción agropecuaria, particularmente de productos exportables", y el 15% restante el Banco de México".364 Por diversas razones, BZ a pesar de aquellos cuatro solícitos vigilantes que fueron don Carlos Jiménez Torres, don Rubén Ortiz, el licenciado Manuel Vargas del Río y don Pedro Rocha, tuvo una infancia raquítica. En 1946 comenzó la presidencia del C. P. T. Francisco Alcalá, la dirección de don José Luis Gutiérrez, la gerencia general de don Antonio Lúa Álvarez y el despegue del Banco de Zamora fue un hecho asaz notorio. Antes de llegar a la mitad del siglo, ya había abierto tres oficinas foráneas (Sahuayo, Zacapu y Los Reyes), en los años cincuenta, abrió trece: Apatzingán, Yurécuaro, Jiquilpan, Morelia, Uruapan, La Piedad, Tecomán, cuatro en Guadalajara y sendas en Celaya e Irapuato.365 Para 1960, ya otros bancos tenían sucursales en Zamora: desde 1941 el Banco Nacional de México; a partir de 1950, el Banco de Comercio de Michoacán aunque con otro nombre al principio, y desde fecha no averiguada, la Unión de Crédito Agrícola Industrial Michoacana.366 En el decenio de los años sesenta el BZ instaló oficinas en Nueva Italia, Tepalcatepec, Jacona, Tangancícuaro, Cotija, Villa Hidalgo, Guadalajara, San José de Gracia, Villa de Álvarez, Puerto Vallarta y Santa Ana Pacueco. La dinámica dirección del agilísimo don José Luis Gutiérrez y la labor de los empleados de BZ (trece a la hora del arranque, quince en 1945, doscientos en 1957 y setecientos setenta y uno en 1970) fue motor de LA REVOLUCIÓN VERDE, pues el Banco de Zamora se especializó desde su nacimiento en la dádiva de ayudas a agricultores, ganaderos e industriales "a los que según don Ernesto Fernández Hurtado la banca privada no acudía por los riesgos involucrados en esas operaciones, porque no se lo permitía la naturaleza de los ahorros que captaba del público, o por corresponder a actividades en las que no tenía experiencia".367 Desde Loc. cit. Ibíd., pp. 187-188. 366 Villar, op. cit., pp. 209-210. 367 Cfr., González, op. cit., pp. 187, 190-193. 364 365

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su nacimiento, pero sobre todo desde 1953 en que el Banco Nacional de Comercio Exterior respaldó de manera decidida al de Zamora, éste otorgó cuantiosos créditos para el desarrollo de la agricultura y la ganadería locales. En el valle zamorano financió los cultivos viejos (maíz, frijol, caña de azúcar, camote y trigo) y los cultivos de cebolla, papa y fresa.368 Desde el arranque, pero principalmente del 60 para acá, el BZ se ocupó también de la atención técnica a los agricultores. En colaboración con el Banco Nacional Agropecuario, patrocinó un estudio sobre La fresa y el desarrollo agrícola en la zona de Zamora hecho por don Manuel Salas Villagómez. La reforma agraria, la desecación del Valle, las carreteras y el crédito suficiente y oportuno impulsaron el crecimiento galopante de la economía agropecuaria; el lento abandono de los cultivos de autoconsumo (el maíz y el frijol) y la creciente entrega a los cultivos comerciales (la papa y la fresa) y el repudio de técnicas anticuadas. La Revolución Verde casi fue de 180 grados. El referirla con todos sus pelos y señales no es cuestión de un par de páginas, es asunto de varios libros. Aquí baste decir que un día se dieron cuenta los agricultores que una hectárea de cebolla dejaba una utilidad cinco veces mayor que una de maíz o de trigo y se pusieron a cultivar cebollas. Luego descubrieron que la papa era más rendidora que la cebolla y se entregaron frenéticamente a plantar y recoger papas. En 1957, la caída de los precios de la papa los puso alertas, los hizo unirse y sobre todo explorar otros cultivos.369 Para esa fecha el municipio de Zamora ya era el rey indiscutido de la producción agrícola en el Estado de Michoacán, el valor de sus cosechas se calculaba en 21 millones de pesos cuando las del municipio de Apatzingán no ascendían ni a 6 millones, las de los Reyes ni a 7 y las del afamado Lombardía apenas se cotizaban en 8 millones y la de la Ciénega de Chapala ni siquiera en 4.370 Desde finales de los años cincuenta, la fresa, antes indisolublemente asociada con el nombre de Irapuato, se unió también al nombre de Zamora. El cultivo de la fresa comenzó en el Ibíd., p. 189. Pi-Sunyer, Zamora: a Regional Economy in Mexico, p. 157. 370 Bravo Ugarte, Historia Sucinta de Michoacán, III, pp. 237-238. 368 369

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Valle de México a mediados del siglo XIX, y en Irapuato, a finales de la misma centuria. A mitad de nuestro siglo se inició la exportación de la fresa hacia los Estados Unidos y se puso en marcha la primera congeladora en Irapuato. Durante los cincuenta la producción zamorana fue a la congeladora irapuatense antes de salir rumbo a los Yunaites.371 En los sesenta, Zamora hizo su propia industria de proceso y congelación de la fresa y para la compra de la planta. En 1968, en el Valle de Zamora, 1,700 hectáreas se cultivaron de fresa, ya únicamente 1,050 de papa, 1,000 de trigo y sólo 500 de cebolla. Para entonces ya no cabía duda que ningún cultivo era más caro ni más rendidor que el fresícola. Una hectárea-fresa requería una inversión de 21 mil pesos y dejaba una ganancia de 20 mil, una hectárea-papa no pedía más de 6 mil pesos de gastos pero tampoco daba más de 10 mil; una hectárea-cebolla cuyo costo era 4 mil pesos, permitía cosecharle cerca de 8 mil, y una hectárea-trigo que exigía de gastos 1,775 pesos, rendía 1,750, o sea, un poco más que el maíz, el producto menos rendidor, el cultivo de la pobrería.372 Pronto la codicia rompió el saco. Se empezó a producir más de lo que se podía vender y el ciclo 70/71 fue de crisis. Los freseros tuvieron que dar sus fresones a menos del costo. El negocio estuvo en un tris de tronar. La Comisión Nacional de la Fresa (CONAFRE) lo salvó con dos series de decisiones. Las de emergencia consistieron en abrirle mercado nacional a la fresa y transformar en mermelada la no vendida de momento; las de sosiego, en planificar el cultivo y en establecer "un canal único de ventas". La CONAFRE dispuso que para el ciclo 71/72 sólo se cultivase una superficie de 4 mil hectáreas y siempre en los alrededores de Irapuato y Zamora, e hizo un reglamento para la siembra, empaque y envío de los fresones. Por su lado, la Secretaría de Hacienda decretó un impuesto a la exportación del 15% para la producción que no se ajustara a lo planeado. De este modo, con menor superficie cultivada, se obtuvo mayor beneficio y los

Gregorio Robles Duarte, Producción, industrialización y comercio de la fresa, México, 1975, pp. 3-4. 372 Enciclopedia de México, vol. IV, pp. 406-407. 371

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agricultores e industriales de la frutilla recobraron el sueño y ganaron como nunca buenos duros. 373 La fresa acrecentó el prestigio agrícola e industrial de Zamora. Para conservarla en buen estado se hizo indispensable su congelación y ésta exigió el establecimiento de refulgentes y carísimas congeladoras. En las dos ciudades del Valle, se construyeron quince heladeras controladas por una empresa yanqui.374 Por lo demás, las pequeñas industrias establecidas con anterioridad se remozaron a partir de 1940. Así "La Libertad", de los hermanos Ruiz, fábrica de los cigarros "Quintos" y "Luchadores"; así la Industrial de Occidente, de don Rafael Ramírez de León que desde 1929 fabrica suéteres de lana; así un par de molinos, y así un par de talleres de ropa.375 Por añadidura, se edificaron otras industrias de transformación: embotelladoras de refrescos, fábricas de brassieres, rebozos, veladoras y dulces, talleres Zamex, deshidratadoras de alfalfa, etc. En 1940, las industrias zamoranas empleaban a poco más de mil trabajadores y en 1970, a poco menos de cuatro mil.376 En esos 30 años ninguno de los otros sectores abrió nuevos empleos a tanta velocidad. Alrededor de 1940 los empleados en actividades mercantiles eran 1,153; en 1950, 1,532; en 1960, 2,036 y en 1970, 2,437. Indudablemente las actividades mercantiles se diversificaron y crecieron. Junto a los clásicos hoteles Colón y México, aparecieron los grandes hoteles Fénix, Mendoza y Ramval. En 1960 se verificó una rumbosa feria industrial, comercial y agrícola. En 1964 se estrenó mercado nuevo. A la vieja botica Del Refugio le vinieron a hacer compañía muchas más. Los restaurantes y las fondas se doblaron y redoblaron lo mismo que las tiendas de telas y ropa. Fue novedad la aparición de refaccionarias de automóviles, almacenes de pasturas y semillas y de fertilizantes e insecticidas. Los despachos de materiales para la construcción de una ciudad que le nacían fraccionamientos Rodiles, op. cit., pp. 5-17. Ibíd., p. 47. 375 Villar, op. cit., pp. 154-155. 376 Según el censo de 1930, la población activa industrial era de 1,333, según el de 1940, de 1,210; conforme al de 1950 de 1,990; conforme al de 1960, de 2,630, y si hemos de creer al censo de 1970, de 2,554. 373

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como Las Fuentes, Vergel, Colonia del Valle, Jardines de Jericó, La Luneta, Ramírez, Jardines de Catedral, Aurora y El Porvenir, que crecía hacia arriba y a los lados, naturalmente se pusieron de moda, pero no le ganaron en desarrollo a LA REVOLUCIÓN BLANCA, hecha a base de tareas educativas, culturales y de ocio, gracias a las cuales Zamora mantuvo su prestigio de ciudad culta y obtuvo la fama de ciudad deportiva. La Revolución Verde le dio el lustre de ser "la ciudad del mundo con más millonarios" en relación a su población, "con un millonario por cada mil habitantes" y la Revolución Blanca, el prestigio de ser una de las ciudades mexicanas más paridoras de talentos literarios.377 Intentar meter los anales culturales y deportivos de Zamora en cinco páginas es incurrir necesariamente en muchas omisiones. Ojalá éstas sean aliciente para que las cubra, con un libro sobre la inteligencia zamorana, el manager local de ella, Francisco Elizalde García. Él la conoce muy bien en su doble vertiente eclesiástica y gubernamental. Mientras tanto se impone decir algo. A partir de 1930, en el terreno de las fundaciones educativas, la Iglesia, antes monopolizadora de la educación, parcialmente cedió el campo al Estado. La veintena de 1930 a la mitad del siglo fue de lucha entre ambas instituciones. En 1935, el Ayuntamiento de Zamora, para detener "la intensa propaganda […] de casi la mayoría de los padres de familia […] y de un sinnúmero de beatas y del clero, en contra de la escuela socialista", dispuso que la presidencia municipal aplicara los "correctivos convenientes, ya sean corporales o pecuniarios".378 El mismo año, el padre José Ochoa fundó los Operarios Parroquiales de la Sagrada Familia que se dedicarían a la enseñanza y a la catequesis especialmente en los pequeños poblados.379 Dentro de las efemérides de la educación moderna zamorana ocupa un sitial insólito el Internado de Enseñanza Secundaria para Hijos de Trabajadores, incoado en 1937 a la sombra del Consejo Luis Enrique Orozco, IV centenario de la fundación de Zamora, pp. 16-17. AMZ, Libro de Cabildo, 1934-1938, f. 23. 379 Valencia Ayala, op. cit., p. 145. 377

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Nacional de la Educación Superior y la Investigación Científica (CONESIC) y del Instituto Nacional de Educación Superior para Trabajadores (INEST). El padre del CONESIC y del INEST fue Tata Lázaro. Engendró al primero en 1935 y al segundo en 1937; al uno, para conducir "la reforma educativa" hasta la cumbre de la educación, y el otro, para equipar "a la clase trabajadora con los conocimientos necesarios para que pudiera, en un futuro próximo, asumir la dirección y manejo de la industria nacional […] y el control de los problemas […] de conjunto". El INEST controlaría desde escuelas secundarias y preparatorias hasta facultades e institutos de estudios superiores e investigación científicas, multitud de planteles muy exclusivos sólo para oriundos del ejército y del trabajo organizado. Por lo pronto, se lanzaría con media docena de secundarias y una preparatoria. En las secundarias se admitirían dos mil alumnos; trescientos por plantel. Uno de cada diez estudiantes debía tener papá profesor; otro, militar; cuatro, obrero, y cuatro, agrarista. El personal rector y académico de cada plantel secundario sería óptimo. La Escuela Secundaria para Hijos de Trabajadores que se instaló en Zamora para oriundos de Michoacán, México, Guanajuato y Querétaro, comenzó con una docena de profesores, y fue dirigida sucesivamente por los dinámicos maestros Edmundo Valdés García, José Reyes Ayala, Leopoldo Herrera Morales y Ernesto Hernández; se hospedó en el edificio del antiguo seminario de clérigos y pudo producir, conforme a los propósitos del INEST, al través de becas que se prolongaron hasta la feliz culminación de una carrera universitaria, a partir de niños del proletariado buenos dirigentes de la vida mexicana.380 En 1943, la señorita Amparo Campuzano Rodríguez fundó el jardín de niños Miguel Hidalgo. En 1946 nació la Secundaria Federal Diurna, seguida en 1952 por la Nocturna. En 1953 fue inaugurado el colegio de las madres salesianas.381 En 1955, el general Dámaso Cárdenas puso en marcha la escuela secundaria José Palomares Ley que creó el CONESIC, México, 1936; Instituto Nacional de Educación Superior para trabajadores, México, 1937 y datos proporcionados gentilmente por el Dr. Enrique Arreguín y el Profr. Leopoldo Herrera. 381 Guía, 9 de febrero de 1953. 380

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Quiroz en un flamante edificio. Ese mismo año, los seminaristas se ponen a trabajar en su nueva y amplia casa de Jacona con el nombre de Seminario Mayor para el común de la gente y con el de Internado Amado Nervo para fines oficiales.382 En 1959 arranca la Escuela Preparatoria oficial bajo la batuta del Profr. Abel Vargas Villa. De un poco antes son los colegios privados Vasco de Quiroga e Instituto Cristóbal Colón. De un poco después la normal privada Juana de Asbaje, también escuela primaria.383 Para no hacer el cuento largo, Zamora se llenó de escuelas elementales, medias y medias superiores en un santiamén. Aún más rápidamente que la educación escolar creció la impartida por el periodismo, la radio, la tele y el cine. Del término de la Cristiada a nuestros días se han publicado en Zamora unas dos docenas de periódicos. Entre 1929 y 1936, don Miguel Anaya Ceja sostuvo día a día El Correo de Zamora. Desde 1930, el Seminario publicó semanalmente El Misionero y la Revista Eclesiástica y entre 1944-1967, la revista Spes. A mitad de siglo la cadena García Valseca encendió El Sol de Zamora, apagado relativamente pronto. El 23 de noviembre de 1952 fue el primer día de El Heraldo de Zamora, dirigido por don Salvador López del Río. De ese mismo año es Guía; en sus comienzos un periodiquito parroquial y quincenal que elevó su tiraje de 3,000 a 7,000 copias; a los pocos años, un periódico semanal, serio, independiente, bien informado y leído (con tiraje de más de 20 mil ejemplares), siempre bajo la dirección del padre Alfonso Sahagún. Posteriormente aparecieron, Agenda, Ancla, Antena Azul, Cuarto Poder, El Diario de Zamora, El Duero, El Informador de Zamora, La Palabra, Sucesos de Zamora, La Voz de Zamora, Zamora Rotario y Jaula. A Zamora, a comienzos del verano de 1941, procedente de Monterrey vino don Guillermo Calzada Cervantes e instaló la pequeña radiodifusora XEGC de 100 watts de potencia. En 1942 fue inaugurada la XEGT y en 1948, la XEZM, aquélla con 250 y ésta con 1,000 watts. En 1955 la XEZM sube su potencia a 5,000 watts y al año siguiente, la XEGT a mil. En 1959 sale al aire la XEQL bajo la 382 383

Valencia Ayala, op. cit., pp. 91-99. Villar, op. cit., pp. 228-229. 142


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dirección técnica del Ing. Jorge Lelo de Larrea.384 De las múltiples actividades de estas radiodifusoras no es posible hablar aquí, como tampoco de la visión de la tele conseguida a partir de 1956. Según el censo de 1960, 3,334 hogares tenían radiorreceptor; 414, radio y tele, y 22 sólo ésta. Según el censo de 1970, por lo menos el 80% de las viviendas poseían radio y la mitad televisión. Naturalmente la difusión de radio y tele afectó a las salas de cine, albergues del ocio zamorano desde 1909, sobre todo desde que apareció el cine sonoro por 1930. En 1953 la ciudad de Zamora podía ya satisfacer simultáneamente a casi seis mil cineadictos en tres salas: Ópera (1,650 butacas), Virrey de Mendoza (2,200 butacas) y Ocampo (2,000 butacas).385 Unos culpan a las escuelas laicas; otros, a libros, periódicos y revistas, éstos, al cine, aquéllos a la radio y a la tele, y más de alguno a la afición deportiva; de la paulatina laicización de la sociedad zamorana en el último medio siglo. "Por el año de 1919 un grupo de entusiastas jóvenes de Zamora y Jacona formaron varios grupos deportivos para jugar beisbol, fut-bol y basquetbol […] en los llanos que existían del lado norte y sur de la Estación del Ferrocarril […]" En los años veinte, contendieron entre sí las docenas de futbol llamadas "Luchadores" y "Azteca" y un equipo de beisbol que contendía frecuentemente con los "Tigres" de La Barca. Por 1931, don Jesús de Bernal Villanueva organizó "la formidable oncena 'Titanes' […] con los mejores jugadores cubanos" e inauguró así "la época de oro del beisbol en Zamora", época muy corta continuada por la del básquet engendrador de los equipos "Italia", "Piratas", "Cooperación". Enseguida "decae el básquet y surge el futbol, donde se distinguen los equipos "América", "Nacional" y por supuesto el "Zamora", admitido en la Liga Profesional, 2ª División, en 1953. Gana el campeonato de Liga en la temporada 1954-1955 y asciende a la 1ª División en 1956, "año en que don Pedro Rocha pone en servicio un campo para deportes". "Por los años de 1956-1957 se estructura debidamente la Liga Zamorana de futbol" que llega a manejar más de 40 equipos, Ibíd., pp. 144-149. Enciclopedia cinematográfica mexicana Publicaciones Cinematográficas, 1955, p. 946. 384 385

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organizados, uniformados, que constantemente contienden entre sí. Y eso no es todo. Otro deporte moderno de pegue desde 1950 fue el frontón. Allá por 1930 reaparecieron las charreadas gracias al empuje de don Carlos García del Río, el dueño de "María Bonita", quien además de ser director de los charros de su tierra lo fue de la Asociación Metropolitana de Charros de México.386 Como quiera, el deporte de los de pantalón ajustado, chaquetilla bordada y sombrerón tapapueblos, no pudo sobrepujar el atractivo de la nueva diversión de los 22 jóvenes, sólo ataviados de calzoncillos y camiseta, que le dan patadas a su balón. La nueva Zamora ya no quiso saber de charros, colas, jineteo, lazos, manganas y caballitos. La Zamora tradicional se desmorona paulatinamente desde hace medio siglo. Desde hace 50 años surge la Zamora de nuestros días, distinguible de la Zamora levítica que la precedió, mucho más compleja que las zamoras anteriores, y por lo mismo, nada fácil de definir, por lo menos para los historiadores, tan maniáticos de los matices. Quizá algún sociólogo puede decir, en pocos vocablos, lo que es la actual Zamora. Por el momento, nadie ha descubierto la etiqueta justa. Son parcialmente injustos los acostumbrados decires de "Zamora millonaria" siendo que hay muchos pobres en su recinto, "emporio de la fresa" habiendo tantos otros cultivos importantes, "ejemplo de desarrollo desigual" cuando lo difícil es poder dar ejemplares de otra índole, y "enclave de poderes económicos y políticos externos" tratándose de una economía poco dependiente comparada con la de muchas regiones productivas de México. A falta de definición pertinente, proponemos una descripción bastante pormenorizada que se agrupa bajo dos rubros pedantescos y engañadores: socioanálisis y psicoanálisis.

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Villar, op. cit., pp. 187-199. 144


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VII SOCIOANÁLISIS EL PAISAJE donde habitan los zamoranos de hoy no sería fácilmente reconocible por los fundadores de Zamora. Después de cuatrocientos años es la misma planicie circundada por una decena de cerros, pero con distinta decoración. Deforestaciones, cacerías, cultivos, ganados, viviendas, colonias, drenes, alambres, ferrocarril, carreteras, luces y automóviles le han dado un rostro muy distinto al que conoció el doctor Martínez en 1574. El valle de Tziróndaro no sólo cambió de nombre, también de aspecto. Quizá no se hayan modificado mayormente las cosas que afectan al sentido táctil, como la temperatura.387 La sonoridad de ahora sí es muy diferente a la de entonces: los murmullos del bosque, el zumbido de los insectos, la algarabía y el canto de las aves, el gorgor del agua, el bramido, el rebufe, el rebuzno, el relincho y el ululato de las bestias, las voces humanas y en general todos los sonidos naturales son ahora menos audibles por el creciente volumen y variedad de los ruidos mecánicos (martilleos, tañidos, retintines, chirridos, músicas, bocinazos, pitazos, estridencias) que emiten trenes, automóviles, fábricas, sirenas, campanarios, radiorreceptores, altavoces y demás instrumentos de la vida urbana de ahora. También el olor ambiental de hoy es muy distinto al de ayer. Los efluvios naturales se han ido extinguiendo para dar lugar a los tufos de la gasolina y otros menjurges químicos. Con todo, al revés de lo acontecido con los que suena, ha bajado el volumen de lo que huele. Lo que se ve, así como lo que se gusta, es mucho más variado ahora que antes. Según Correa Pérez, Geografía del Estado de Michoacán, p. 278, de 1961 para acá la tendencia de la temperatura de Zamora es hacia arriba. En 1961 fue de 21.6 y en 1970 de 21.8. En el mismo lapso de tiempo la precipitación descendió de 940 milímetros a 860. 387

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Como en todas las regiones de urbanización e industrialización a medio camino, el aire está lejos de adquirir los tonos grises de urbes como la ciudad de México y de mantener la transparencia que todavía existe casi incólume en los valles vecinos al de Zamora. Este aun está lejos de deplorar su smog, pero tampoco puede presumir todavía "la luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos", tan cantaleteada por los antiguos poetas desde fray Manuel Martínez de Navarrete. Según los expertos, uno de los principales enemigos de la salud zamorana ya es la "contaminación del medio ambiente por humos y ruidos que producen los motores de combustión interna".388 En cambio, ya no es el coco del municipio el aire del sur, otrora transportador de los mosquitos portadores del microbio del paludismo, hoy únicamente compañero del calor pegajoso, que ya no de enfermedad alguna desde que la campaña contra los pantanos anidadores de moscos dio tan buenos frutos. Si el programa actual de la Delegación de Tránsito resulta tan eficiente como lo fue el de la campaña antipalúdica, los aires zamoranos volverán a quedar limpios de deyecciones gaseosas de automóviles. La gente de Zamora ya no vive como las ranas, en charcos, respirando perpetuamente humedad. El río Duero ya no va por donde quiere, sino por el cauce asignado por los ingenieros; ya no transcurre como las víboras, sinuosamente; ya no es la cimbreante columna vertebral que recibe ríos y arroyos, que como los burros, siguen las curvas del terreno; ahora es el eje recto y rector de una serie de canales rectilíneos; ya no es el río maternal que al salirse de madre engendraba charcos y lagunas y sumía temporalmente a casi todo el valle bajo las aguas; ahora es un gran canal de bordes altos al través de una planicie escurrida. El Duero ha dejado de merecer el nombre prehispánico de Yorecuahapundanapu que significa "río engendrador de lagunas". Hoy, en vez de éstas, hay pantanos artificiales que de acuerdo con las dimensiones y el volumen de agua almacenada se denominan bordos o presas. Dentro del valle lo común son los bordos o embalses pequeños. El Sauz, Guamúchil, Mezquitillo, Colorín, Álvarez y Potrero Grande. En la circunvecindad lucen presas tan Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado de Michoacán, Monografía del municipio de Zamora, Mich. (mecanograma), 1977, p. 22. 388

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anchurosas como la de Urepetiro, con capacidad para 13 millones de metros cúbicos, de los cuales 11 millones se usan en regadíos. Además, ahora hay pozos profundos dizque para usos domésticos e industriales.389 Ya casi nada de la vida líquida se deja a la improvisación. La mayoría de los desfiguros en el elemento tierra no es achacable a conducta ingenieril. Las deforestaciones producidas por el hacha del leñador están a punto de suspenderse por falta de materia prima. Del manto boscoso de las cumbres circundantes no queda mucho; según datos recientes nomás 52 hectáreas.390 De la vegetación original del fondo empantanado del valle no subsiste prácticamente nada, no así de la montaña. Los mezquitales y las huizacheras de los declives montañosos únicamente disminuyen para dar lugar a las labores de maíz; los carrizales de la planicie han cedido todo a las culturas de la fresa, la papa, el jitomate, la cebolla y los árboles de ornato. Como en la flora, en la fauna de nuestros días predomina la domesticada sobre la silvestre: caballos, vacas, perros, cabras y cochinos son ya los reyes del sector grande del reino animal. Las bestias silvestres han desaparecido. En los matorrales sólo subsiste la liebre, y en la llanura se multiplica lo más feroz de la fauna: la rata de campo.391 Por lo que toca a seres volantes, moscas, platillos voladores, gallinas y moscos, gorriones europeos se van quedando con todo. A éstos se les conoce también por el apodo de agraristas que les fue impuesto por terratenientes rencorosos. A una acción mucho más racional se deben las cicatrices de los caminos, las verrugas de las poblaciones, las filas de postes y las líneas de alambre. Hoy la municipalidad de Zamora cuenta con una vasta red de caminos modernos: la vía férrea Yurécuaro-Los Reyes se Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, "Informe sobre la situación Distrito Valle de Zamora". 390 "Datos socio-económicos del municipio de Zamora, Michoacán" (mecanograma), p. 14. 391 Ya en 1972, Servando Chávez (Cuarto Informe de gobierno al pueblo de Michoacán, Morelia, Cuadernos de Cultura Popular, p. 85) hablaba de la "rata de campo que afecta en forma alarmante los cultivos de la ciénega de Chapala y los valles de Zamora y Marullo-Queréndaro" y que desde entonces se combate sin lugar aun derrotarla definitivamente. 389

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introduce al municipio por el par de comunidades llamadas Sauz, y sale por la pequeña ciudad de Ario y el pueblecito de El Llano; la carretera nacional México-Nogales bordea a Chaparaco y cruza la cabecera antes de seguir a Jacona, donde se le desprende el camino, no ha mucho asfaltado, Zamora-Los Reyes. Las carreteras también asfaltadas que conducen a La Barca y La Piedad, de paso ligan entre sí y con su cabecera a La Rinconada, La Sauceda, La Estanzuela, Los Sauces y Tierras Blancas, y por último, las terracerías llenas de hoyancos comunican a Zamora con el resto de las comunidades de su jurisdicción: el Llano al través de Ario; Atecucario por Romero de Torres y Romero de Guzmán; Atacheo, por la Estancia de Amezcua y El Espíritu y desde éste, Ojo de Agua y La Ladera. En suma y en cifras redondas, 41 kilómetros de caminos asfaltados y 41 de terracería. En cuanto a alambradas, además de las que se usan como linde, sobresalen las telefónicas, las antenas de televisión, los cables de telégrafos y los que conducen energía eléctrica a la mayoría de los hogares y a todas las fábricas del municipio.392 Actualmente por lo menos una media docena de kilómetros cuadrados los ocupan los edificios de los hombres. Hoy, dos docenas de caseríos están plantados en la porción zamorana del valle: doce con menos de cien casas o quinientos habitantes; once con más de cien y menos de quinientas moradas, entre quinientos y dos mil quinientos moradores, y cuatro (La Sauceda, Atecucario, Ario y Zamora) con más de medio millar de viviendas y más de dos mil quinientos habitantes. Los 7,200 habitantes de Ario sólo le han dado forma urbana a una calle central. Mientras la casona de la hacienda se cae a pedazos, las casitas del pueblo lucen remozadas. El templo y sus alrededores han sido remodelados recientemente. Peor no todo es Ario. Lo más común son simples chozales, caseríos que no obstante lo numeroso de las casas, desconocen las calles tiradas a cordel, los pisos parejos y los empedrados. Muchas son verdaderos laberintos de corrales y callejones. En todas, las viviendas actuales son mejores que las de ayer. Siguen predominando las casas de muros de paredes de tabique y techos planos, desde luego más feas que las que han CETENAL, Cartas tipográficas, Villa Chavinda (F-13-$-88), Ecuandureo (F-13-D-89) y Zamora. 392

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sustituido. Un 5% de los pisos domésticos son de mosaico, un 31% de ladrillo o cemento y un 64% de vil tierra. Las casuchas campesinas, en promedio con dos recámaras, son también tilichentas y sucias. Sólo disponen de agua corriente las de Ario de Rayón, El Llano, Atacheo y Charapaco. Tienen que acudir al hidrante público las demás.393 La ciudad de Zamora ya no admite la descripción centenaria del canónigo Romero ("Al entrar en su recinto se apodera del visitante un sentimiento involuntario de tristeza que producen lo bajo de las habitaciones y los techos de teja y tejamaniles"), ni la cincuentenaria de don Adolfo Dollero ("Calles llenas de hoyancos y muchas desprovistas de banquetas. Alumbrado eléctrico pero no […] drenaje […] Cuando cae un aguacero es un verdadero problema atravesar las calles. Existen algunos bonitos edificios. Dos hospitales y varios hoteles […]), ni siquiera la del arquitecto Bernal de hace 25 años (Sólo cuando la vista tropieza con las torres de los templos, que airosas hienden el azul del espacio, se interrumpe la monotonía nostálgica de su conjunto […] En la calle Morelos los edificios comienzan a modernizarse y tienen pretensiones arquitectónicas; mas como en toda innovación, hay perplejidad […], a las fachadas les falta decoro y seriedad… En la calle de Iturbide… las heteróclitas edificaciones, con sus discontinuos y ondulados aleros de teja, dan a la vieja ciudad el aspecto de un pueblo inope […].394

La Zamora de hoy aun conserva un buen número de casas con muros de adobe, aunque ya son mayoría las paredes de tabique; aun mantiene numerosos tejados dentro de un conjunto de techumbres lisas de concreto o de simples láminas de asbesto. Cuatro de cada cinco hogares tienen piso de mosaico; ya sólo uno de cada diez, piso de tierra. El servicio de agua intradomiciliario cubre el 87% de las habitaciones; en cambio, únicamente el 75% se enchufa al drenaje general. Es una ciudad de hondos contrastes. No tiene un cinturón de Fotos aéreas y SCSPEM, Monografía del municipio de Zamora, pp. 14-15. Todavía algunas casas se abastecen de los vallados de riego y otras directamente de los ojos de agua. 394 Romero, Michoacán y Guanajuato en 1860, p. 108. Adolfo Dollero, México al día, pp. 103-104 y Bernal La ciudad de Zamora, diversas páginas. 393

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miseria porque aquí los habitantes apretujados en casuchas de mala muerte no circunvalan el resto de la ciudad, no forman cinto, hacen brazos. Los tugurios se agrupan en largas hileras a uno y otro lado de los caminos (polvo, fango, mugre, tumbos) que van a las poblaciones de Ario y de Atacheo, y en las orillas de los canales de la Lima, del Calvario y de los Pozos.395 En la misma ciudad donde crecen tales tentáculos de mugre y de miseria se inauguran hoy frecuentemente colonias bien arboladas, con firmes calles de concreto, con servicios de agua, luz y drenaje y con habitaciones "furibundamente modernas en términos de arquitectura y en términos de muebles y decoración".396 Por lo demás, no pasa un mes sin el derrumbe de alguna de las casas típicas limpiamente blanqueadas de cal de la vieja Zamora, y la construcción en el sitio dejado por las casonas derrumbadas de edificios mercantiles o de oficinas, que por su altura, acabarán en un santiamén con la leyenda de "Zamora, ciudad untada al suelo". Constreñida por la multiplicación de LOS HOMBRES la ciudad crece hacia todos lados, incluso hacia el cielo, zona antes reservada a las torres de los edificios religiosos. Todavía más: terminará por crecer únicamente hacia arriba o por treparse a los cerros si quiere que subsista la causa de su prosperidad, el valle verde y fecundo. Zamora recibe desde hace algunos años miles de niños y de inmigrantes que debería ponerlos unos encima de otros, en elevados multifamiliares o de perdida, esparcidos en las laderas de La Beata y La Beatilla. La Zamora actual es diez veces más poblada que la de hace media centuria, y lleva trazas de convertirse en una urbe de un cuarto de millón de habitantes en los futuros 25 años. Desde 1960, casi se dobla cada decenio. Entonces tuvo 35 mil habitantes y en 1970, "En la ciudad de Zamora, Mich., existen 13,299 viviendas con un promedio de 5.7 habitantes por vivienda. El número de cuartos por vivienda es de 3 […] "En lo que se refiere a agua intradomiciliaria existen 11,550 tomas…" SCSPEM, Monografía del municipio de Zamora, pp. 14-16. 396 Oriol Pi-Sunyer, Zamora, change and continuity, New York, Holt… 1973, p. 102. 395

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58 mil. Se asegura que andará alrededor de los 90 mil en 1980; muy cerca de los 150 mil en 1990 y por el cuarto de millón, en el año 2000.397 En la "Monografía del municipio de Zamora", preparada por Servicios Coordinados de Salud Pública en Michoacán, se lee: "La población total del municipio, calculada al 30 de junio de 1977, es de 108,064 habitantes delos cuales 54,248 son del sexo masculino, lo que equivale al 50.2% y 53,816 del sexo femenino o sea el 49.8%". De esta gente, 90,809 vive en medios urbanos, en poblaciones de más de 2,500 habitantes y ya sólo 17,255, en el medio rural. Esto quiere decir que únicamente el 16% de la población admite el calificativo de rústica. En la cabecera municipal viven las tres cuartas partes de la población toda del municipio. En el Estado, sólo otros dos municipios lo aventajan por el número de pobladores: Morelia y Uruapan. Cuatro de cada cien michoacas habita en la jurisdicción zamorana, o sea, dos de cada mil mexicanos. Once países independientes (Granada, Andorra, Liechtenstein, Maldivas, Mónaco, Naurú, San Marino, Sao Tomé, Seychelles, Tonga y el Vaticano) tienen menos habitantes que la municipalidad zamorana. La mera ciudad de Zamora acaba de trasponer la cifra de los 75 mil moradores, supera ya por su población a cada una de las siguientes treinta capitales de países: Andorra la Vieja, Apia, As Shaab, Banjul, Bissau, Bridgetown, Ciudad del Vaticano, Gaberones, Kigali, La Valetta, Malabo, Malé, Mascate, Maseru, Mbabane, Mónaco, Moroni, Naurú, Nukualofa, Port Moresby, Praia, Saint George's, San Marino, Sao Tomé, Suva, Thimbu, Umtata, Vaduz, Victoria y Zomba.398 Según las estimaciones estadísticas, en Zamora abundan las cargas familiares en forma de niños y adolescentes. La mitad de la población es menor de quince años. Los menores de un año que necesitan cuidados de tiempo completo por parte de la madre son un 3%. Los niños andantes de edad preescolar que también exigen mucha vigilancia materna suman el 14%. Un tercio del total de la SCSPEM, op. cit., pp. 6-7. Cálculos hechos con datos del decenio 19601970. 398 Almanaque mundial 1978. Diccionario geográfico. México, Publicaciones Continentales, 1977. 397

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población la constituyen criaturas de 5 a 14 años a cargo de sufridos profesores de primaria. Luego viene un 11% de adolescentes que suelen ser la preocupación mayor de padres y maestros. Los adultos jóvenes (mayores de 20 y menores de 40) son relativamente pocos (el 24%), la gente madura con edades entre 40 y 60 años suma apenas el 12% y la vejentud o ejército de los pachiches, sólo cuenta con seis de cada cien. Como acontece en los terceros mundos de hoy, Zamora no padece a sus viejos porque son pocos y activos. Quizá el 1% mayor de ochenta años se comporte infantilmente y ya no da golpe; pero el 5% de 60 a 79 años trabaja, máxime si es campesino.399 Ciertamente las tres cuartas partes de la población municipal residen en Zamora y se debe suponer que no les queda nada de campesinos. Y si excluimos del campesinado (lo cual sería monstruoso) a las ciudades de Ario, (7,201 habs.), Atecucario (4,369 habs.) y la Sauceda (3,436 habs.), sólo queda un sexto de población campesina dispersa en 23 localidades. Se trata de una dispersión que no lo es si se compara con lo sucedido aun en microrregiones próximas. De los 17 mil habitantes en poblados de menos de 2,500 almas, sólo 2,500 habitan en ranchos y rancherías de 1 a 500 personas. Las tres cuartas partes de los rústicos, según el censo, viven en poblaciones de más de mil almas, en Atacheo (2,125 habs.) Ojo de Agua (2,046 habs.), La Rinconada (1,766 habs.), Aquiles Serdán (1,750 habs.), Romero de Torres (1,419 habs.), Chaparaco (1,323 habs.), El Llano (1,218 habs.) y La Ladera (1,073). Por lo demás, pese a lo hoyancoso de los caminos de tierra, los poblados rurales que distan pocos minutos de la ciudad mayor son meros barrios citadinos.400 Como es lo común en la República Mexicana, en Zamora el elemento principal del alza de la población es el exceso de nacimientos sobre defunciones. Todavía la fecundidad local, no obstante haberse reducido el 1% en un lustro, producía en 1976 tres niños y medio al año por cada cien habitantes. Como quiera, la Cifras cosechadas en el IX censo general de población 1970. Estado de Michoacán. 400 SCSPEM, op. cit., p. 8 y CETENAL, Cartas Topográficas de Zamora, Chavinda y Ecuandureo. 399

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natalidad disminuye rápidamente. En cambio, la mortalidad viene reduciéndose lentamente del 72 para acá. En aquel año murieron 9 por millar; en 1976, 7. No obstante que la mortalidad por infecciones ha disminuido tanto, pues ya sólo se muere el dos al millar por diarreas y neumonías; la moribundez por choque automotriz, enfermedades cardiovasculares, neoplasias, diabetes, dolencias del corazón y vejez ha aumentado. Por lo mismo, la mortandad zamorana difícilmente bajará del 7 por mil. Ahora, debido a la diferencia entre 7 y 35.6, el crecimiento vegetativo de la población zamorana es de 28.6 por mil, inferior al del promedio de la República.401 La Sultana del Duero entra a paso veloz al régimen del ritmo y de la píldora; a la anticoncepción galopante. Como no es corriente en la gran mayoría de los municipios de la República Mexicana donde tanta gente sale zumbando hacia otros horizontes, de preferencia al estadounidense, y de perdida al capitalino, la jurisdicción de Zamora expulsa a pocos y atrae a muchos. La mayoría de los emigrados andan fuera por ser estudiantes de Universidad o por prestar servicios incompatibles con la estrechez lugareña. Por ejemplo, don Alfonso García Robles y don Luis Padilla Nervo, figuras estelares de la diplomacia mexicana, estarían fuera de sitio en su solar natal. Esta población que en otras épocas ha sido repulsiva, en los últimos lustros se ha vuelto más seductora que una estrella de cine. No debe descartarse la posibilidad de que algunos se muden a Zamora por ser "un sitio de residencia placentera" que "tiene poseía, emoción, belleza y sobre todo, ese carácter tan jovial y risueño de las ciudades de provincia",402 pero seguramente los que llegan movidos por emociones estéticas, arrastrados por el verde esmeralda del valle o por el blanco calino de la ciudad, por las aguas heladas del hermoso lago de Camécuaro o por las aguas hirvientes de Ixtlán, son SCSPEM, op. cit., p. 9: "En cuanto a la natalidad se han reportado las siguientes cifras: 1972, 3,852 (43.7 por mil); 1973, 4,148 (45.2 por mil); 1974, 4,005 (41.9 por mil); 1975, 3651 (36.7 por mil); 1976, 3,854 (35.6 por mil). Los datos reportados de mortalidad: 1972, 788 (8.7 por mil); 1973, 769 (8.2 por mil); 1974, 768 (7.8 por mil); 1975, 832 (8.2 por mil) y 1976, 762 (7.0 por mil). 402 Bernal, op. cit. 401

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turistas que únicamente se quedan unas horas o unos días en la sultana del Duero; son auténticos donjuanes que les gusta brincar de sultana en sultana y no se acoplan con ninguna de por vida. Aun aceptado lo coquetón de Zamora, debe convenirse que su principal atractivo es monetario. Incluso quienes la visitan por corto tiempo no lo hacen generalmente en plan de ver y divertirse. Algunos son hombres de negocios y la gran mayoría braceros. En la hora de las cosechas caen al municipio de quince a veinte mil trabajadores de la circunvecindad, o a lo sumo, de Jalisco y Guanajuato.403 Cosa de mil al año se cambian con todo y chivas a Zamora por la misma razón que los trabajadores temporales, por LA RIQUEZA de aquel contorno, porque Zamora no tendrá calles artísticamente angostas y retorcidas como las de Guanajuato, ni casas de fina cantería como Morelia, ni vegetación y clima lujuriosos como Uruapan, ni institutos de alta cultura como la capital, pero tiene dinero que saca de la agricultura, de la ganadería, de las industrias de transformación y de construcción, del comercio, de los transportes y de los servicios gubernamentales principalmente, y secundariamente, de la fruticultura, la energía eléctrica y el turismo. De los 113 municipios de Michoacán, sólo dos superan al zamorano en el orden económico, en el valor de lo que produce, transforma y vende.404 Según los últimos informes fidedignos, los del censo de 1970, la población del municipio se reparte del siguiente modo en su relación con el trabajo: De 51,200 (62% de la población total) que por su edad, por ser mayores de doce años pueden ocuparse en una actividad lucrativa, son económicamente activos, 20,861 (el 25% de la población total y el 41% de la de doce años o más); 18,593 desempeñan labores domésticas sin retribución, 5,965 estudian y 5,781 sepa Dios lo que hacen; es decir, el 37% del total demográfico, el 59% de los mayores de doce años, 30,339 personas son económicamente activas (8,850 hombres y 21,489 mujeres). De los 403 404

SCSPEM, op. cit., p. 12. Ibíd., pp. 18-20. 154


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veinte mil jóvenes, adultos y ancianos activos, únicamente 482 andaban en 1970 en busca de quehacer; 6,605 eran trabajadores del sector tres o servicial; 3,554, del sector dos o industrial, y casi la mitad, 8,772, del sector uno o agrícola. Está claro, pues, que el municipio de Zamora sigue siendo primordialmente agropecuario, con especialidad en agricultura, y subespecialidad en agricultura de regadío.405 La pesca se practica sin propósitos de lucro "en la temporada de desagüe de los estancamientos".406 La caza es un simple deporte de pocos, estacional y menor. Como ya sólo quedan 52 hectáreas de bosques y con árboles despreciados comercialmente, la silvicultura no pinta en el panorama económico. Tampoco una apicultura que sólo reporta 1,050 colmenas es digna de tomarse en cuenta. En tiempos de don Victorino Jasso, la región fue célebre por sus caballos, sus burros y sus mulas, pero ahora la existencia de 3,000 cuacos, de 1,300 mulas y de medio millar de borricos significan muy poco. Es de suponerse que el cuarto de millón de aves domésticas y ponedoras ni siquiera sirve para cubrir el consumo local de huevos407 y que los 12 mil bovinos y las doce mil cabras arrojadas por el censo no pueden satisfacer las necesidades de leche, aunque lo que mira a los bovinos se trata de animales estabulados y muy rendidores. Un número de cerdos que ni siquiera iguala al de humanos no es para taparse las narices. La ganadería, aunque ocupa el segundo lugar del sector primario, va muy a la zaga de la productividad agrícola.408 Como el municipio de enfrente es famoso por sus huertas, muchos se asombran por la escasez de árboles frutales en el municipio zamorano. Casi es seguro que no pasan de doce las hectáreas plantadas de nogal, aguacate, membrillo, naranja, limón y lima. De las veinte mil hectáreas labrantías, 7,260 de temporal Dirección General de Estadística: IX Censo general de población, 1970. Estado de Michoacán. 406 "Datos socioeconómicos del municipio de Zamora", p. 16. 407 Los informes obtenidos sobre avicultura no concuerdan entre sí. Uno de ellos propone las siguientes cifras: 140,000 aves ponedoras, 80,000 aves vendidas para carne y 1,200 pollos de leche. 408 "Datos socioeconómicos del municipio de Zamora", p. 15. 405

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pertenecen a la mancuerna maíz-frijol, se cubren en el temporal de lluvias de milpas hechas por labriegos reacios a toda modernidad, adictos a la yunta de los bueyes, al arado egipcio y al azadón; alérgicos a tractores, herbicidas y fertilizantes; olvidados por técnicos y prestamistas.409 Métodos y técnicas a la moda no suelen incurrir en los cultivos tradicionales del maíz y el frijol, dos productos que en muy poca cantidad van al mercado, que son consumidos mayoritariamente en el jacal de los productores en forma de tortillas, corundas, toqueras, uchepos, elotes y atole por lo que mira al maíz, y de la olla, guisados o fritos por lo que toca al frijol; ambas series condimentadas con chile. De las veinte mil hectáreas de labor, alrededor de quince mil, en poder de parvifundistas, acaparadores y ejidatarios, se manejan conforme al último grito de la moda con dos series de cultivos anuales. En el invierno se plantan la papa, la cebolla, el trigo, el jitomate y las hortalizas; en el verano, la fresa, el frijol, el sorgo, la papa y las hortalizas. Los dos ciclos de plantación tienen lugar en terrenos de regadío, tras la hechura de curvas de nivel, el esparcimiento de desinfectantes, y los desquelites y deshierbes. En la siembra de granos se utilizan máquinas. Los estolones de fresa, en parte importados de invernaderos estadounidenses, se trasplantan a mano, lo mismo que los tubérculos de la papa.410 Ésta, igual que la frutilla, requieren muchos braceros. En la fresa normalmente laboran 10 peones por hectárea. Miladas de peones emplean anualmente los de la Unión Regional de Productores de Fresa y Hortalizas del Valle de Zamora para mantener al municipio del Duero como campeón nacional de las variedades Thioga, Secoya, San Agustín y Fresno, de la especie Vesca, ginero fragaria, familia rosáceas, serie simpétalos, clase dicotiledóneas, tipo angiospermas, subreino fanerógamas, y reinovegetal. Y aunque la fresa es en un 86% agua, en un 7% azúcar y en un 2% sal, tiene, según los fresólogos zamoranos, virtudes medicinales. El fruto quita la gota; las hojas curan diarreas, disenterías, úlceras, catarros y toses, y las raíces masticadas endurecen las encías.

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Ibíd., p. 13. Bernal, op. cit., p. 104. 156


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Aunque no fuese medicinal, la fresa se cultivaría por sus cualidades enriquecedoras. Un fresicultor puede percibir sesenta mil redondos pesos de 1977 por hectárea de fresones si cumple con los siguientes requisitos: 1) Tener o hacerse de 30 mil pesos por hectárea que quiera cultivar. Si no cuenta con recursos propios, tendrá que solicitar un préstamo de la banca o de las congeladoras. Estas ayudan a las tres cuartas partes de los fresicultores. 2) Conseguir la debida autorización para cultivar fresa en una superficie que no pase de 12 hectáreas. 3) Preparar adecuadamente la tierra mediante cinco operaciones: a) barbecho con arado o tractor; b) cruza después de la necesaria insolación del terreno; c) cinceleo o aflojamiento de la tierra con un "cincel" que parece gancho; d) nivelación que permita repartir lo mejor posible el regadío, y e) asurcado que consiste en hendir la tierra con surcos distantes 90 centímetros entre sí; 4) Plantar conforme a uno de los tres tipos de plantación en uso: a) semidirecto que se ejecuta en abril y mayo con unas 15 mil plantas por hectárea; b) directo refrigerado que requiere 80 mil plantas por hectárea y ha de sembrarse en marzo, y c) directo verde, el tipo de plantación más generalizado, donde se acostumbran unas 100 mil plantas por hectárea, sembraderas en el mes de agosto. 5) Emprender las labores culturales de deshierbe, deshoje y eliminación de flores prematuras. 6) Fertilizar repetidas veces el terreno donde sube la fresa. 7) Combatir las plagas con pesticidas. 8) Recoger la fresa con el mayor esmero un poco antes de la maduración a fin de que llegue hermosa y bien madura a los consumidores norteamericanos. 9) Separar la fresa que se venderá sin congelación, y de la fresa fresca distinguir la de menor tamaño de la grande, y poner aquélla debajo de los empaques y la grandota arriba, por razones meramente estéticas, no con el propósito de engañar a nadie. 10) Conducir la fresa restante a las factorías donde se le enfría o se le transforma, según lo amerite su calidad.411 Gracias a la fresa, el municipio de Zamora se ha ganado plenamente los adjetivos de agrícola e industrial. En la industria fresícola zamorana se han invertido centenares de millones de pesos Gregorio Rodiles Duarte, Producción, industrialización y comercio de la fresa, México, 1975, pp. 17-44. 411

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dizque americanos en su mayoría. Dado el carácter de producto perecedero de la fresa, es necesario conservarla bien fría para prolongarle su índole comestible. Tal hacen las congeladoras. De las treinta que hay en México, diez son zamoranas sin contar las jaconesas.412 El proceso de industrialización de la fresa es muy sencillo y muy costoso. Al recibir la congeladora la frutilla de mano de los productores, la despacha al departamento de despate donde filas de mujeres les quitan las "patas" o los tallos. De allí sigue, por un canal, a lavaderos donde deja lodo e impurezas. Ya limpia, corre por una banda al departamento de discriminación en el que se elimina el producto podrido, verde o deforme y se divide en cuatro categorías el restante.413 "Después de la clasificación, el producto se envasa mezclado con azúcar, si o es rebanado, molido o congelado individualmente". Envasada en barril de 425 libras o en bote de 6 ó 30 libras, la fresa pasa al Departamento de Congelación en espera de ser transportada a los Estados Unidos, país que acepta 120 millones de libras al año, y a donde Zamora manda 72 millones de libras anualmente.414 Además de las congeladoras, Zamora presume de tener dos centenares de industrias de transformación. La mayor de las fábricas da trabajo a 250 obreros; las menores ocupan cinco o seis operarios.415 Las más renombradas son la cigarrera La Libertad que trae la materia prima de Nayarit y vende cigarrillos en los Estados del Centro y del Noroeste; la fábrica de suéteres Odil que también importa la materia prima, tiene un mercado semejante a la cigarrera; dos fábricas de chongos; una de brassieres; una de rebozos; La Esperanza que hace velas y veladoras; la fábrica de tubos de Cementos Valdés; la de muebles metálicos y comerciales; la de adornos navideños; el laboratorio de medicinas; las embotelladoras Coca-Cola, Squirt, Seven Up y Aga; las mezcladoras de abonos agrícolas; la fábrica de canastillas de plástico; la vulcanizadora y el ¿Cuántas congeladoras y empacadoras de fresa hay en el municipio de Zamora? Según Rodiles, 9. 413 Rodiles, op. cit., pp. 46-51. 414 "Fresa", Enciclopedia de México. 415 Pi-Sunyer, Zamora: a Regional Economy in Mexico, p. III. 412

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molino de harina de maíz. Lugar aparte ocupan 14 fábricas de puertas y ventanas, 10 de ladrillos y mosaicos, 12 de muebles de madera, 2 de envases de polietileno, 8 de dulces, 16 de paletas y nieves, 4 de hielo, 3 de queso, 1 de chocolate, 1 de gelatinas y 32 panificadoras.416 Fuera de fresas congeladas, suéteres y cigarrillos, los productos de la industria local se venden en Zamora y pueblos vecinos. Aunque no faltan los industriales que aspiran a vender en el mercado nacional, los más se contentan con distribuir en el mercado regional.417 Aunque tiene menos importancia que la industria de transformación, no se puede omitir la industria de la construcción que da trabajo a un creciente número de operarios. En 1970, ya ocupaba a 767 personas y producía mosaicos, adobón, tabiques, tejas, lámina acanalada y casas. De la industria eléctrica, baste decir que en 1970 empleaba 54 personas; de la extractora de arena que proporcionaba de comer a 40 familias, y de la petrolera que tenía 31 distribuidores y vendedores en el municipio zamorano. La ciudad de Zamora sigue siendo el mayor centro mercantil del Occidente de Michoacán. Si algunos ricos acostumbran ir de compras a Guadalajara no es porque su terruño sea incapaz de satisfacer sus demandas, es simplemente porque los ricos necesitan llamar la atención con tiliches exóticos. Los labriegos mestizos e indios de las poblaciones vecinas vienen periódicamente a comprar y vender a Zamora. La clase media del Bajío zamorano recurre a la ciudad que le da nombre a la región para proveerse de lo necesario y aún de lo superfluo. La gama mercantil local es enorme: vendedores de puerta en puerta, placeras, puesteros, changarreros, abarroteros, almacenistas y comerciantes especializados le dan una gran animación y variedad al comercio. Por principio de cuentas, hay tres mercados (Hidalgo, Carmen y Dolores) y no pocos submercados y vendimias a flor de tierra que no les piden nada en desorden, algarabía, multitud y desaseo a los de las grandes urbes mexicanas. También hay supermercados. Abundan las tiendas de abarrotes. Se distinguen por el volumen y las vitrinas lujosas las mueblerías y los almacenes de telas, de vestidos y de zapatos. Atraen la atención con 416 417

Del informe gentilmente proporcionado por CANACINTRA de Zamora. Pi-Sunyer, op. cit., pp. 150-151. 159


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sus enormes y luminosos rótulos las distribuidoras de automóviles y de maquinaria agrícola, las ferreterías y las tlapalerías, las farmacias y las boticas. Son más discretos y poco angelados los almacenes de materiales para construcción y los de fertilizantes e insecticidas. Las refaccionarias automotrices y las gasolineras no son menos numerosas y concurridas que fondas, cantinas, cafés y quince restaurantes sin contar fritanguerías. Sería el cuento sin fin el referirse a cada uno de los 500 establecimientos mercantiles de la ciudad de Zamora; los más locales minúsculos abiertos siempre y en los que se admite el regateo; los menos, grandes casas que tienen precios fijos y cierran domingos y días de fiesta.418 La confluencia de tantas vías de comunicación en Zamora ha fortalecido en un caso y hecho renacer en otro, dos viejas actividades de la ciudad: el comercio y los transportes. En otras épocas, Zamora brindó al país el servicio de la arriería; hoy brinda a la propia ciudad y pueblos próximos los servicios de unas 600 personas que trabajan en el renglón de transportes mecánicos.419 Entran y salen de Zamora los autobuses de quince cooperativas; unas, como Tres Estrellas de Oro, acreditadas por su seguridad; otras célebres por la rapidez con que conducen sus pasajeros y por los lemas que invocan: "Muertos antes que llegar tarde", "Sonría, que puede ser su última oportunidad". El aeropuerto local proporciona "servicios regulares de carga y pasaje a Uruapan, Morelia, México y Guadalajara" y aerotaxis.420 En fin, de la vieja, reducida y ruinosa estación de ferrocarril salen dos trenes diarios rumbo a Yurécuaro y otros dos rumbo a Los Reyes. En general, enormes trailers tienden a desplazar a los morosos trenes de carga. Para prestar servicios a los forasteros que arriban a la estación del ferrocarril, a las terminales de autobuses, a la aeropista o que llegan en sus propios automóviles, la ciudad de Zamora anuncia con grandes rótulos treinta y cuatro hoteles de tres distintas

Informes proporcionados por la Cámara de Comercio local. Dirección General de Estadística, IX censo general de población 1970. Estado de Michoacán. 420 "Datos socioeconómicos del municipio de Zamora", p. 21. 418 419

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condiciones.421 El que dé fe de los buenos servicios de la administración, las recámaras, el restaurante, las albercas y el bar del Fénix no excluye la bondad de otros hoteles que desconozco. Los doce principales cuentan con 455 cuartos, 813 camas y 384 baños. El servicio de banca lo proporcionan ocho instituciones bancarias: Banco Regional Agrícola Michoacano, Banco de Crédito Rural del Pacífico Sur, Banco Comercial Mexicano, Banco de Comercio de Michoacán, Banco de Londres y México, Banco Nacional de Crédito Ejidal, Banco Nacional de México y Banco de Zamora, el banco oriundo de la ciudad que ha venido a llamarse Banca PROMEX.422 Tantas empresas bancarias prestan los servicios normales de depósito, ahorro, refacción, avío y demás propios de la banca, pero no toda la gente activa de la municipalidad se beneficia igualmente de sus servicios. Zamora no es ninguna sociedad sin clases; ostenta de modo muy claro y contundente NUEVOS RICOS Y VIEJOS POBRES diferencias de condición social, económica y cultura, y aun algunos resabios de estratificación racial. Esto no quiere decir que alguien proclame diferencias humanas de carácter natural. El concepto que rifa lo expone muy bien el siguiente refrán: "Todos los hombres somos del mismo barro, pero no es lo mismo bacín que jarro". El censo de 1970 da una idea aproximada de las varias formas y funciones que adquiere el barro humano en el municipio de Zamora. Reparte los individuos activos en varios casilleros según su posición en el trabajo. De los 20,861 zamoranos activos, 1,728 (8%) reciben el tratamiento de "patrones"; 2,314 (11%) el de "empleados"; 2,510 (12%) el de "obreros"; 2,841 (13%) el de "ejidatarios" y "trabajadores por su cuenta" y 7,157 (35%), responden a la denominación de "jornaleros" o "peones".423 Por simple comodidad, suelen reducirse los grupos a tres: aristocracia, clase media y proletariado. Para la Ibíd., p. 19. Ibíd., p. 23. 423 Fuente: Dirección General de Estadística, IX censo general de población, 1970. Estado de Michoacán. 421

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mayoría de la gente, todo mundo cabe en una de estas dos categorías: "pobres y ricos" o "jefes y trabajadores" o "papás e hijos". Cada familia de Zamora es hasta cierto punto toda la sociedad del municipio en pequeño. Como principio de cuentas, domina la cohesión sobre la discordia en la cúspide familiar formada por los padres. Quizá porque se selecciona a la cónyuge con mucho esmero, como si se tratara de escoger fresas, la unión se rompe muy pocas veces. Según el censo de 1970, el número de unidos en matrimonio es de 26,089, o sea la tercera parte del haber demográfico. La cifra de divorciados es únicamente de 208, o sea menos del 1% de los que se mantienen al pie del cañón. El principal vínculo entre los cónyuges es de índole religiosa. De los 26 mil y pico de casados sólo 1,086 no lo están por la Iglesia; 469 se unieron nada más en matrimonio civil, y 617 sin acudir ni a juez ni a sacerdote. El jefe indiscutido de la familia es el marido si viven marido y mujer. Sólo en 38 casos de 12,035 matrimonios aparece la esposa como la mandamás de la familia. Si falta el esposo, la mujer toma las riendas; manda sobre el resto de la familia, sobre hijos y satélites. En promedio, cada familia cuenta con tres de esos peones acasillados que son los hijos. En 1970, el número de familias sin fruto fue de 2,145, cantidad igual a los que tienen diez o más vástagos. Cada vez disminuye más el número relativo y absoluto de otros parientes (tías solteronas, primos huérfanos, etc.) que se juntan con una familia nuclear. El censo de 1960 registró en el rubro de otros parientes a 4,215 (uno por cada dos familias), y el de 1970 a 2,743 (uno por cada cinco familias). Los arrimados, antes tan numerosos, se habían reducido, al tiempo de hacerse el registro de 1970, a 7,055.424 La familia grande cae en desuso, pero la chica de padres e hijos sigue fuerte como el roble. Para las pocas feministas del lugar las esposas continúan siendo sirvientas del marido sin derecho a intervenir en tratos ni aun en conversaciones del jefe de la familia. Quizá algo de eso se da en las familias de clase media. En los hogares pobres, especialmente campesinos, la participación femenina en negocios y pláticas están fuera de duda, los hijos le deben obediencia sin parpadeos a los padres si no han salido de la casa. Se concede

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mayor margen de desobediencia a los hijos varones que a las mujercitas. Mutatis mutandis el conjunto de la sociedad es como una familia de tantas donde el papá o jefe es llamado rico; los vástagos, pobres, y a la tía solterona y los compares clase media. Los ricos es la denominación dada por los pobres a los adinerados y a los poderosos; es decir a todos los de arriba que entre sí se entienden bastante bien según se ve en el club Campestre que los reúne en sus ratos de ocio. Los pobres, mucho más numerosos y variados que los ricos, quizá se entienden menos bien entre sí que con sus amos. Seguramente los sentimientos religiosos, pese a las recientísimas mudanzas en la política clerical, influyen en el mantenimiento de una armonía social bastante mayor de la que se acostumbra en estos tiempos y en estas latitudes capitalistas. Entre los ricos y las clases medias, donde las distancias son muy cortas, los roces sociales son mayores, que no mayúsculos. En Zamora no se vive en un régimen de lucha de clases, así como no se da un verdadero pleito entre padres e hijos. Esto no quiere decir que se viva en un régimen de justicia social. Aquí impera el cada quien para su santo. El dinero se multiplica en las manos de los más audaces y de los menos escrupulosos. La clase alta (los ricos) la forman menos de cien familias, no más de quinientos individuos con intereses en agricultura, industria y comercio y sólo rara vez únicamente metidos en uno de los tres sectores. Si nomás se mira al modo de vestirse (pantalones de kaki y camisas o guayaberas los hombres) no es fácil diferenciarlos de la muchedumbre. Tampoco se alimentan de modo especial; no han caído en las comidas enlatadas a lo yanqui ni se han trepado a los refinamientos de la cocina francesa. Si se les ve en el enorme restaurante de don Pepe Garibay es porque gustan, como la mayoría de la gente, del pollo, de los uchepos, los chilaquiles, las carnitas, las güilotas, los atoles, la capirotada, los ates, los chongos y demás antojitos regionales. La distinción comienza en la casa. La casa rica es grande, a todo lujo, muy abastecida de muebles y adornos. Además los pesudos poseen otras, ya de recreo, ya para rentar. La diferencia social se acentúa muy particularmente en el transporte. La posesión de caballos buenísimos, automóviles de lujo y aun aviones es privativa de la aristocracia. Con todo, el mayor timbre de distinción 163


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aristocrática no es lo linajudo (los más de la crema no tienen antepasados cremosos) ni lo sabio (la mayoría de la espuma no presume estudios profesionales), es la riqueza, es el poder contar la fortuna personal por millones de pesos, es ser "millonario", cosa que no les acontece a los miembros de las demás clases sociales, ni a las medianas ni a la pobrería. Se supone que el aristócrata es persona de mundo, poco patriota y menos matriota. El zamorano de arriba procede al revés en sus amoríos: no se significa por su universalismo; se interesa medianamente en México, y está positivamente enamorado de su terruño en donde ve hermosuras y virtudes a granel: belleza del paisaje, clima óptimo, ambiente salubre, estirpe hidalga, sangre ibérica y catolicidad a lo Pedro el Ermitaño.425 Por la mentalidad, los ricos no se distinguen de una fracción de la clase media localista y tradicional, de la fracción descendiente de viejas familias zamoranas, pero son casi antípodas de un grupo cada vez mayor de mass media avecindada en Zamora que no de estirpe zamorana, progresista y nacionalista y naturalmente gobiernista. La vieja medianía agrupa a pequeños propietarios, a profesionistas de las carreras tradicionales, a una parte del clero y a la inteligencia laica local. En la nueva clase media militan funcionarios públicos y muchos profesores, técnicos y profesionales de carreras de moda, ejecutivos, empleados en la industria y en la banca, curas progresistas y más de un intelectual. Según Pi-Sunyer, "la nueva clase media es muy propensa al consumo suntuario […] Vive en los nuevos fraccionamientos, en casas archimodernas […] y su estilo de vida es una amalgama de modelos mexicanos y yanquis".426 Esta clase o especie social generalmente desprecia a Zamora, la llama pueblo de calles angostas, de tendajones, de burros de oro y de beatas. Entre los extremos de la clase media oscila un grupo creciente de tenderos, empleados de comercio, artesanos y pequeños burgueses a los que rara vez les falta el automóvil o la camioneta. Sobre las clases alta y media de Zamora son muy dignas de recomendación las páginas que en un par de libros les destina Pi-Sunyer, Zamora: a Regional Economy in Mexico, pp. 123-125 y Zamora: change and continuity, pp. 97-105. 426 Pi-Sunyer, Zamora, change and continuity, p. 102. 425

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Aunque todos los pobres comparten la estrechez, el trabajo rudo y la inseguridad, no forman un grupo granítico. Por lo pronto, cabe distinguir entre pobres de la comunidad y arrimados. Estos (indios de La Cañada o de la Meseta Tarasca y braceros de Jalisco o de Guanajuato) son donadies, gente en busca de lo mínimo para vivir, ilotas, marginados, fuereños. En el resto de la clase baja, no obstante que vive al día, el nivel de casa, vestido y sustento es ligeramente mejor que el conjunto de la República. Mucha de la pobrería zamorana mora en casas de muros de adobe y techos de teja, pero por lo menos la mitad de los hogares pobres ya tienen agua corriente y drenaje; dos terceras partes, energía eléctrica y radio, y un tercio baño y televisión. La antigua ropa de los trabajadores (guaraches, calzón blanco, camisa y sombrero grande) está totalmente demodé. Los pantalones de mezclilla, las camisas de colores chillantes, las chamarras y las guayaberas uniforman en el vestir a los varios niveles de la sociedad. La comida también es ligeramente mejor que antes. Los consumidores de sólo frijol, gordas y chile se reducen a un 15% del conjunto; un 84% come habitualmente carne; un 75% bebe leche; el 64% consume huevos y el 13% pescado.427 También se han dado algunas mudanzas en los órdenes de religión y patriotismo. Quizá los pobres sigan tan creyentes como antes, pero seguramente son menos rezanderos. Sin duda son más patriotas que los encumbrados y la vieja clase media; muestran relativamente poco apego al terruño y bastante simpatía por los gringos, sobre todo los que estuvieron allá de braceros, los que hacen fayuca y los que ven películas norteamericanas.428 A la patria se unen por el culto a la Virgen de Guadalupe; a la matria o patria chica, por el lado familiar, y al pochismo al través de los novísimos medios de comunicación. Dentro de la pobrería, los ejidatarios son los menos pobres. En el campo, "la vida es especialmente difícil para los que no tienen tierra propia". La agricultura y la industria fresera han atraído a muchísimas mujeres al trabajo lucrativo y no pocas han acabado en la prostitución SCSPEM, Monografía… p. 16: "Zamora es uno de los municipios donde sus gentes se alimentan mejor…" 428 Pi-Sunyer, Zamora, a Regional Economy in Mexico, p. 155. 427

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o por lo menos en la maternidad sin marido. Por otra parte, ni siquiera en la ciudad, la genuina clase trabajadora está en pie de lucha. Los "sindicatos son débiles y los sindicalizados gozan de pocos derechos […] Los miles de obreros de la industria zamorana están en la misma situación de las primeras generaciones de obreros norteamericanos y de los trabajadores europeos de principios de la Revolución Industrial".429 Durante la visita a Zamora del candidato a la presidencia, José López Portillo, María Ruiz Igareda "denunció el pago de salarios de hambre y la explotación de los trabajadores por parte de los patronos" y Juan Villegas se refirió, a nombre de los obreros, a los voraces mercachifles y a los millonarios extranjeros que han venido a redondear su fortuna a la Sultana del Duero con gran perjuicio para las clases trabajadoras.430 Con todo, campesinos y obreros pobres casi nunca van más allá de la protesta verbal porque son buenos pararrayos del disgusto masivo los servicios de la ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, cada vez más cuantiosos. El término de "papá gobierno" tiene ahora tanta realidad como lo tuvo antaño la "madre iglesia". Algunos dirán que la comparación del gobierno con los papás no funciona porque éstos no son elegibles y aquél sí. Otros sostendrán que por ese lado no hay diferencia apreciable. No faltará quien afirme que el gobierno es un padre desobligado, ni quien diga que es un papá demasiado consentidor. En opiniones se rompen géneros, pero no cabe la menor duda que los empleados gubernamentales que residen en el municipio de Zamora no son meros cuidadores del orden y aplaudidores del progreso como los de la época porfiriana. Todos en mayor o menor grado contribuyen a mantener lustrosa y en marcha la mecánica local. Unos como servidores de los poderes federales, otros en plan de funcionarios del gobierno de Michoacán y los terceros como ejecutivos o empleados del poder municipal alimentan a veces con el mal comportamiento de algunos de ellos el odio popular hacia la

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Py-Sunyer, Zamora, change and continuity, pp. 105-106. Guía, 1º de febrero de 1976. 166


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política, pero ni por esas los gobernadores de los tres niveles de poder se abstienen de servir. La presencia del gobierno federal se hace sentir en Zamora al través de una serie de oficinas públicas de varia índole (política, económica, social y cultural) a las que personas de las tres categorías sociales acuden, aunque con mayor frecuencia y en mayor número, los de la clase popular sin distinción de sectores. Una oficina muy visitada que no idolatrada es la Federal de Hacienda. La Delegación Distrital del Registro Nacional de Electores puede estar llena de ciudadanos en periodos electorales, y sin persona que la visite la mayoría de las veces. La comandancia del Octavo Regimiento de Caballería se ha bajado del caballo, ha vendido su caballada, que no prescindido de las campañas de despistolización y saneamiento. La Forestal suena poco, pero Recursos Hidráulicos no se le cae de la boca a nadie. La sociedad del municipio de Zamora es altamente hidráulica depende en gran medida de las decisiones de los gerentes del Distrito de Riego número 31 y del secretario de la SARH que en este sexenio es Francisco Merino Rábago, un hombre muy venerado en Zamora. Otra secretaría con mucho pegue local es la de Comunicaciones, de la que dependen las oficinas de telégrafos (la única en Zamora) y de Correos (dos administraciones urbanas y sendas agencias en Atecucario y El Llano). La actividad de carteros y telegrafistas sólo es comparable a la desempeñada por Teléfonos de México, S. A. que opera con 4,450 líneas y proporciona el servicio LADA para dentro y fuera del país. Entre las múltiples oficinas es muy mentada la de Tránsito Federal. Como atraviesa al municipio zamorano la carretera federal número 15, tan vieja como importante, no podía faltar la oficina encargada de mantenerla transitable. La Comisión Federal de Electricidad, que proporciona energía a 25 localidades del municipio, tiene despachos de la División Centro Occidente en Zamora. Pero quizá donde se haga sentir más la providencia del gobierno de la Federación sea en los servicios de la Secretaría de Salubridad y del Instituto Mexicano del Seguro Social, del ISSSTE, y de la Secretaría de Educación Pública. El municipio dispone de un Centro de Salud A, un Hospital Regional de la SSA con 72 camas, una maternidad dependiente del Centro de Salud con 11 camas, tres consultorios rurales (Ario, Atecucario y Atacheo), una 167


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Clínica T-3 del IMSS y una Unidad del ISSSTE.431 El Infonavit construye en Zamora viviendas destinadas a obreros. También las autoridades de Michoacán tienen oficinas de Hacienda, Salubridad y de Educación, juzgados y demás cosas por el estilo en Zamora. Año tras año el gobierno estatal informa sobre lo hecho por él solo y en colaboración con las autoridades de México y de Zamora. En el Tercer Informe de Gobierno (septiembre de 1977) de don Carlos Torres Manzo, se mencionan diez o doce conductas gubernamentales encaminadas al beneficio de los zamoranos. En la página 74 se lee: "La junta Local de Caminos, organismo en el que se conjuga el esfuerzo federal, estatal y de los vecinos […] ejecuta, entre otros caminos, el de Zamora-Ario de Rayón. Más adelante consta lo hecho por la Junta de Planeación y Urbanización del Estado sobre levantamientos topográficos, proyectos de lotificación, control de fraccionamientos particulares, etc. En otra parte se habla de los programas puestos en operación para incrementar la producción agrícola y en especial la fresera. También se da pormenor de los pozos profundos que hace el Fideicomiso para Obras de Infraestructura Rural en ejidos zamoranos. Para no hacer el cuento más largo de la cuenta, baste añadir que el Fondo Mixto para el Fomento Industrial de Michoacán (FOMICH), atiende en Zamora "obras de drenaje y agua potable", hace estudios de factibilidad para erigir o extender "empresas que elaboran productos agropecuarios y participó como socio en "Conductores Eléctricos de Michoacán en Zamora".432 El gobierno municipal, constituido por un presidente, un síndico, 5 regidores y un secretario del Ayuntamiento, y auxiliado por un oficial mayor, un tesorero, un inspector de policía, un jefe de los departamentos de servicios públicos y muchos más empleados, ha ido acrecentando sus servicios a medida del engorde de la hacienda municipal. En 1948 en que sólo se recaudó un cuarto de millón de pesos los gastos en obras públicas no pudieron pasar de 33,952

SCSPEM, Monografía…, pp. 5, 13, 20-21. Carlos Torres Manzo, 3er. Informe de Gobierno, Morelia, Talleres Gráficos de la Comisión Forestal del Estado de Michoacán, 1977, pp. 74, 86, 88, 122, 126, 148, 160, 161, 246, 254, 270, etc. 431

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pesos.433 En 1976, como los ingresos se acercaron a los 14 millones, hubo la oportunidad de invertir 5 millones en obras públicas; esto es, en la terminación de la escuela primaria de Sauz de Abajo, en el inicio de aulas escolares en Sauz de Magaña, en los ensanchamientos de escuelas en La Rinconada, Aquiles Serdán y otras; en la hechura de cancha para futbol, pista para competencias atléticas, tribuna para 3,500 espectadores y cosillas menores en la unidad deportiva El Chamizal; en la continuación de la fábrica del Auditorio municipal; en la extensión del servicio de agua potable; en la apertura de drenajes en Zamora y otros poblados; en la limpieza del cauce antiguo del Duero; en pavimentación, ensanchamiento y adorno de calles; en el nuevo monumento al señor cura Hidalgo; en ampliaciones y mejoría del alumbrado, instalación de semáforos, remodelación de jardines y todo lo que normalmente le corresponde hacer a un Ayuntamiento.434 Aparte de las llamadas obras públicas, el Ayuntamiento tiene que gastar mucho en sueldos; en mantener limpia la ciudad; en resolver conflictos dentro de la Junta de Conciliación; en sostener un Juzgado Menor Municipal y otros servicios. Por ejemplo, durante 1976 se recolectaron 35 toneladas de basura; "se mantuvo permanentemente una cuadrilla de trabajadores asignada al bacheo de calles y mantenimiento de pavimentos". Al través del Núcleo de Promoción Cultural, el poder local en 1976 promovió concursos de poesía y de danza, festivales folclóricos, teatro infantil y a las diversas instituciones privadas amantes de la cultura.435 En fin, el Ayuntamiento, no en forma tan independiente de las autoridades federal y estatal como algunos quisieran, siguió la línea general de los "gobiernos emanados de la Revolución Mexicana" que gustan de la práctica del patriarcalismo, que abominan del viejo lema: "Laissezfaire, laissez passer", que se oponen al ejercicio de una autoridad que únicamente se acuerda del pueblo a la hora de cobrar las contribuciones o cuando alguno de sus hijos comete una fechoría. En su último informe de gobierno, el pálido y parsimonioso doctor Negrete, antes de pasarle los trastos de la presidencia Bernal, op. cit., p. 110. Carlos Negrete, Segundo informe, pp. 15-24. 435 Ibíd., pp. 26-4, 18, 3, etc. 433

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municipal al joven y dinámico contador Alberto Valdés, le hizo saber a la ciudadanía que en 1977, nomás en obras materiales hechas en el municipio, el gasto fue de doce millones y medio por lo que toca al Ayuntamiento y al Gobierno del Estado, y de ocho millones y medio por cuenta del Consejo de Colaboración Municipal. Los 21 millones y pico permitieron darle un empujón a la obra negra del auditorio municipal para 2,000 personas; hacerle ampliaciones a la Unidad Deportiva; construir un ring para box y lucha libre; poner drenaje aquí y allá; pavimentar avenidas y calles; abrir redes de distribución de buena agua en las colonias Lima y Espinos, componer los mercados del Carmen y del Valle y edificar aulas pedagógicas y canchas deportivas.436 Si el ayuntamiento zamorano hubiese tenido un presupuesto como el de Ciudad Obregón, se le hubiera gastado a la ciudadanía 700 pesos anuales per cápita en vez de sólo 200, se habría ganado menos opiniones adversas ("Fue un periodo sin pena ni gloria". "Hizo lo que pudo con un presupuesto raquítico") y más francamente favorables ("Estuvo bien". "Dio tranquilidad". Ayudó a la comunidad". "Fue buena". "Fue magnífica"), si bien, aun en el mejor de los casos, no habría habido pareceres sólo positivos.437 Hay una vieja tradición zamorana de oposición a las autoridades. Los ciudadanos de Zamora están muy lejos de merecer el mote de borregos políticos. Como quiera, son políticamente moderados. La actitud de oposición nunca conduce a la violencia, no condujo a enfrentamientos mayores ni aun cuando el PAN local era vigoroso.

Guía, 1º de enero de 1978. "Qué piensan los zamoranos de la administración del Dr. Negrete" en Guía, 8 de enero de 1978. 436 437

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VIII PSICOANÁLISIS LA PRIMERA LUZ que ven los oriundos de la región zamorana es de índole religiosa. Como principio de cuentas, al niño se le pone un nombre cristiano que puede ser el de uno, dos o tres santos. Antes se dejaba al cielo la selección del nombre de pila. De allí que las personas se llamaran Atenógenes, Gorgonio, Ruperto, Arcadio, Sixto, Pelagio, Raimundo, Petra, Gabina, Dolores o Refugio, conforme al patrocinio del día en que hubiesen nacido. Luego estuvo de moda el ponerle al bebé el nombre de un santo prestigioso: José, María, Francisco, Luis, Alfonso, Antonio, Ignacio, Juan, Agustina, Ana o Guadalupe. Ahora se buscan denominaciones sonoras (César, Nélida o Arquímedes) o significativas (Blanca, Rosa o Víctor) o de artista de cine, radio, tele y aun cabaret. También es preferible hoy una denominación que permita llamarle al niño al modo americano: Lety, Tony, Paty, Billy, Susy o Johny. Seleccionado el membrete que llevará la criatura durante su vida, se procede a remachárselo con el bautizo, ante un par de padrinos, con la presencia del sacerdote y a corta distancia de una multitud infantil que espera el volo o derrame de moneditas. La ceremonia bautismal deja a la criatura hecha cristiana mientras no tenga años y tamaños para escoger culto religioso o para rechazar cualquier culto. La casi totalidad de los zamoranos ratifica la decisión de sus progenitores. El censo de 1970 encontró que 992 de cada mil adultos del municipio de Zamora se consideran católicos; dos por millar, protestantes; uno de alguna otra religión, y cinco, sin religión.438 En cifras censales la catolicidad zamorana sobrepuja a la del promedio nacional (960 católicos por cada mil mexicanos) y aun estatal (979 católicos por millar de michoacanos). Como en el resto Dirección General de Estadística, IX censo general de población, 1970. Estado de Michoacán, p. 131. 438

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del país y del Estado, las cifras de los desertores de la religión de Roma sube que sube en la región zamorana. En 1950 aun permanecían fieles 998 por mil. De entonces para acá se han separado de la fidelidad católica seis de cada mil; los más para inscribirse en las filas de los irreligiosos y más de alguno para meterse al protestantismo. Zamora, baluarte de la fe ancestral, ha abierto una iglesia bautista para una congregación de 200 fieles.439 No obstante la laicización creciente y la fuga de clérigos hacia el matrimonio, en el municipio zamorano residen tres docenas de sacerdotes al pie del cañón; hay aproximadamente un sacerdote por cada tres mil fieles; aunque dedicados en exclusiva a la labor pastoral sólo uno por cada cinco mil.440 En la ciudad de Zamora, sede del obispado, los doce administradores parroquiales, los capellanes de templos y los dos capellanes de hospitales, pese "a diversas ayudas de los demás sacerdotes que residen en la ciudad, sin olvidar a 5 religiosos y 261 religiosas de distintas congregaciones o monasterios" tienen la sensación de que no alcanzan a cubrir los servicios solicitados o requeridos por la feligresía. Por supuesto que no es ninguna hazaña bautizar al año 3,556 niños ni unir en matrimonio a 721 aspirantes a esa unión. El trabajo comienza con los demandantes de otros sacramentos, principalmente los frecuentables como la penitencia y la comunión, aunque, por lo demás, cada vez se acortan las colas en los confesionarios porque también la conciencia pecaminosa está en cuarto menguante, porque se comulga mucho menos y porque hoy la Iglesia es diferente, busca más el reparto de consuelos colectivos que individuales, más la ayuda material que la espiritual, más la acción a plena luz que en la penumbra de los recintos del culto.441 En algunas partes del país los templos no parecen tener más función que la de recibir turistas. Los zamoranos si tienen aun Pi-Sunyer, Zamora: Change and Continuity in a Mexican Town, p. 97. Florencio Magaña, "Los sacerdotes de la ciudad" en Revista Eclesiástica Diócesis de Zamora, (Zamora, Dic. 1976 feb. 1977), año XLVII época VIII, núm. 5, p. 14. 441 Enrique Escobar Soto, "La ciudad de Zamora" en Revista Eclesiástica, núm. cit., pp. 67. 439

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numerosa clientela de otro orden; mucha gente acude a rezar, a los oficios divinos, a oír misa a la catedral de esbeltas torres, al Calvario donde se venera la imagen del Señor de la Salud, a los "templos cuates" de San Francisco (el de la torre que parece fraile) y Nuestra Señora de Guadalupe, a la Purísima donde se rinde culto a la Inmaculada, a la capilla de los Dolores o la Columna, al lujosísimo Sagrado Corazón, a San José Obrero al Carmen en el barrio de Madrigal, a la Medalla Milagrosa, a la Divina Providencia en el Aguacate, a San Antonio, a San Juan Bautista en el rumbo del mismo nombre, a Nuestra Señora del Rosario en el fraccionamiento del Duero, a La Resurrección en Valencia y a la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe allá por el antiguo Ranero. A falta de iglesias antiguas en que abunda Morelia, Zamora, de un siglo a esta parte se ha dedicado a la construcción de iglesias. La ciudad cuenta ya con una por cada quinientos habitantes. Todos los templos y feligreses de la ciudad se distribuyen en cuatro parroquias. Si hemos de creer al sacerdote Luis G. Franco, la población de las parroquias es excesiva. Así los sacerdotes se van viendo obligados a fungir solamente como ministros del culto o burócratas eclesiásticos […] Cercado el campo a la verdadera evangelización, la Iglesia viene a convertirse en un expendio de sacramentos […] Pesa sobre la ciudad el duro lastre de una vieja tradición, pesa el clericalismo y los intereses de clases, las luchas de las facciones y las miles de circunstancias que impiden el caminar al ritmo de la Iglesia… Sin embargo aquí, en la ciudad de Zamora, la Iglesia camina.442

Por lo que parece camina con menos tropiezos en las zonas rurales y semiurbanas que en la cabecera. En ésta, su paso se ve entorpecido, ya no como antes por la pugna con el gobierno, ahora por dificultades intestinas, por el match entre sacerdotes progresistas y tradicionalistas, pre y posconciliares, deseosos de regresar a una "recoleta ciudad de catecismos" donde las virtudes teologales rijan sobre las de este mundo, y ansiosos de llegar a urbe solidaria donde "el mensaje vital de Cristo se encarne más en todos", donde de las virtudes de la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza se 442

Luis G. Franco, "Parroquias de Zamora" en Ibíd., pp. 16-20. 173


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practiquen, donde la preocupación por el otro mundo no impida la ocupación en el mejoramiento de éste, la lucha contra la ignorancia, la miseria, el despilfarro, el alcoholismo, la drogadicción y en pro de un trato más justo y de salarios mejores. Como quiera, tanto unos como otros ya no gozan de la influencia social de antaño. Una información acerca de la zamoranía de hace 70 años ("domina completamente el clero") hoy tiene poca validez aunque no es difícil pensar lo contrario a la vista de tantas órdenes religiosas (Adoratrices, Hermanas de los Pobres y Siervas del Sagrado Corazón, Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, Misioneros de la Sagrada Familia, Maristas y Operarias de la Sagrada Familia) y asociaciones de laicos (Acción Católica Mexicana, Caballeros de Colón, Círculos Bíblicos, Adoración Nocturna de Varones, Cursillos de Cristiandad, Movimiento Familiar Cristiano, Adoración Nocturna, Apostolado de la Adoración, Congregación Mariana, Jornadas de Vida Cristiana, Marías de los Sagrarios, Venerable Orden Tercera de San Francisco, Movimiento de Renovación en el Espíritu y Pequeños Hermanos de María) que tratan de mantener a flote y controlada la religiosidad de Zamora, luchan a brazo partido contra los elementos que quieren hundirla, "están ayudando a la vida cristiana", pero —según dice el presbítero Enrique Escobar Soto— la mayoría de las organizaciones apostólicas "necesitan renovación conciliar —ni para qué decir posconciliar— para ser verdadero fermento" y detener la creciente laicización de la sociedad zamorana.443 El fenómeno de la laicización es un hecho, no obstante que la mayoría de los hogares zamoranos parecen templos chiquitos con imágenes religiosas esparcidas por doquier: la Última Cena, Nuestra Señora de Guadalupe, la Inmaculada, el Sagrado Corazón, la Virgen del Perpetuo Socorro, el Señor de la Salud, San Martín Caballero y otros cromos conviven en las casas espaciosas con "macetas, y macetas, y macetas". Y en las casas pequeñas, junto a la tele y el radio, lucen los altarcitos con veladoras donde casi nunca falta la Lupita y algún otro santo. Además, la crianza o educación que reciben los niños desde la edad de mamones hasta la edad de escolares es Datos gentilmente proporcionados por el padre Francisco Valencia Ayala, Vicario General de la Diócesis de Zamora. 443

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básicamente de índole religiosa. Las criaturas antes de saber hablar tienen que saber decir con los dedos dónde está Dios. En cuanto empiezan a entrar en razón, se les repiten, junto a las reglas elementales de la urbanidad, las normas de todo fiel cristiano; al mismo tiempo que aprenden a saludar, aprenden a persignarse; a la vez que se les inculca su nombre completo se les enseñan oraciones sencillas; el Ángel de la Guarda, el Ave María y el Padre Nuestro.444 Poco después, la mayoría de los niños acude a recibir las LUCES DE LA PRIMARIA que se imparten en las escuelas y colegios, pero la instrucción religiosa sigue adelante ya con el nombre de ética aplicada en los centros escolares privados, ya con el de catecismo en los templos, ya con el que sea porque al niño, según la opinión popular, hay que cortarle la cola típica de los animales y del chamuco, porque si no se le remachan bien las leyes de Dios y de la Iglesia nunca va a poder recibir "la primera comunión" y sobre todo, jamás será hombre de bien, "pues lo natural es la inclinación a la travesura, al desorden y a lo malo". Así pues, de los seis años en adelante, la educación cristianizadora convive con la del alfabeto, la de la aritmética y la del patriotismo. Como toda comunidad de alguna importancia, Zamora ofrece escuelas y colegios. Aquéllas son gratuitas y oficiales; éstos de paga y privados. Los pobres mandan sus hijos a las escuelas; los pudientes ponen sus vástagos en colegios. "Si el edificio tiene los vidrios rotos, los bebederos sin agua y la pintura en decadencia, jure usted que es una escuela, Si hay portero electrónico, detalles en caoba y aluminio, entonces es un colegio".445 En Zamora hay muchas escuelas (Morelos, Cuauhtémoc, Zapata, Juárez, etc.) como las descritas por don Joaquín Antonio Peñaloza y también colegios (Colón, Manuel Fulcheri, Juana de Asbaje, etc.) quizá menos catrines que los citados por él. Según los últimos informes, en le municipio zamorana existen 55 planteles Conclusiones extraídas del dictum de diversos informantes. Joaquín Antonio Peñaloza, Vida, pasión y muerte del mexicano. Notas de costumbrismo, México, Editorial Jus, 1974, p. 42. 444 445

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(unos escuelas y otros colegios) de enseñanza primaria con 474 salones de clase, distribuidos así: 31 con 347 aulas en la cabecera del municipio; 1, con 23 aulas, en Ario de Rayón; 2, con 8 grupos, en Aquiles Serdán; una escuela con 12 grupos en Atecucario; sendas escuelas de 10 grupos en Atacheo, La Rinconada y La Sauceda, y una de 8 en Ojo de Agua; de 6 aulas, en Chaparaco, El Llano y Sauz de Abajo; de 5 aulas, en Estancia de Amezcua y en Romero de Torres; una de 4 en La Ladera, y escuelitas de una o dos aulas en El Espíritu, el Guamúchil, La Labor, Romero de Guzmán, San Esteban, Sauz de Arriba, Sauz de Magaña, Tierras Blancas y Villa Fuerte.446 En la nómina anterior no se incluyen los jardines de niños como el Miguel Hidalgo, dependiente de la Dirección General de Educación preescolar o los Kínderes particulares adjuntos a los Colegios.447 Tres cuartos de los planteles de educación primaria son sostenidos y administrados por los gobiernos federal, estatal y municipal. Son federales el 50% del total; del Estado, el 20%, y del municipio, el 4%. Los situados fuera de Zamora son del gobierno. Cosa de 20 mil criaturas se inscriben en 1977 en escuelas y colegios de educación primaria. Alrededor de 8 mil niños no van a escuelas por falta de cupo ni a colegios por falta de dinero. El doctor Carlos Negrete Mora dice: "Seguimos con un faltante de aulas de 150, para que todos los niños puedan tener acceso a la enseñanza primaria".448 De los 20 mil que sí caben, un poco apretados, en las 474 aulas existentes, el 83% son de escuela oficial y nomás el 17% de colegio particular. Todas las escuelas oficiales son ostentosamente laicas; la gran mayoría de los colegios privados son católicos: "La Iglesia sostiene 12 primarias con 3,051 alumnos".449 De hecho, algunas de estas primarias no son gratuitas que sí costeadas por las cuotas de los Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado de Michoacán, Monografía del Municipio de Zamora, Mich., 1977, pp. 12-13 Según los "Datos socio-económicos del municipio de Zamora" hay en el municipio 7 jardines de niños y 57 primarias. 447 Según informes recabados en la 72, 5 y 99 zonas escolares que tienen su sede en Zamora, en ésta hay 6 escuelas preprimarias. Algunos creen que son más y trabajan clandestinamente. 448 Carlos Negrete Mora, Segundo informe, p. 12. 449 Enrique Escobar Soto, art. cit., p. 7. 446

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estudiantes; o mejor dicho, de los papás de los ídem. Los alumnos de los colegios de paga suelen estar más cachetones e ir mejor trajeados que los alumnos de escuelas gratuitas. La diferencia es particularmente notable entre colegialas y niñas de escuela. Por lo demás, no es diferente lo que se memoriza en escuelas y colegios. En ambas instituciones zamoranas, al igual que en las del resto del país, se imparte una educación que don Pablo Latapí estima conservadora, "incapaz de promover cambios sociales de envergadura", "subordinada a las necesidades económicas y despreocupada de los cambios sociales".450 El que desde los colegios se critique los libros de texto gratuitos y en las escuelas se les glorifique, no significa ninguna diferencia morrocotuda entre ambas educaciones. Los que le dan importancia al aspecto disciplinario consideran mejor la educación privada que la oficial. Piensan lo mismo los padres de familia muy religiosos. Los demás ya no temen a la irreligiosidad de las escuelas públicas. Los niños de los colegios hacen la primera comunión y asisten a misas con mucha ostentación y en grupo. Hacen otro tanto los alumnos de las escuelas, pero privada e individualmente. En ambas instituciones se fomenta el culto a la patria, aunque difieren las figuras próceres según el tipo de institución. En las oficiales, los santos patrios son Cuauhtémoc, Quiroga, Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas, y en las privadas, Cortés, Quiroga, Morelos, Iturbide y Miramón. Cosa rara: las dos formas de educación cívica coinciden en el culto a un par de curas: Vasco de Quiroga y José María Morelos. Tampoco hay mucha distancia entre el tiempo perdido en un colegio en una escuela. En ambos los días de asueto son abundantes; en ambos, no hay clases para poder conmemorar como es debido a los héroes que nos dieron patria, los recursos nacionalizados, las batallas ganadas por nuestros humildes juanes, la Revolución y la Constitución vigentes, la mujer que nos amó antes de conocernos, los abnegados maestros y maestras, el día del dire, el santo de la miss, el cumpleaños del profe, el día del niño, la visita de pomadosos, la semana santa, las vacaciones chicas y las vacaciones grandes, la junta 450

Entrevista a don Pablo Latapí en Proceso, 19 de diciembre de 1977, pp. 8-

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de maestros, la competición interescolar de alumnos, los puentes. Los muchos días de holganza, permiten transitar por los años de alfabetización y civismo, por los ciclos de la primaria, sin mucho agobio y llegar al topo de ella leyendo entrecortadamente, escribiendo con letra de "doctor", ignorando los aspectos no festivos de héroes y sucesos patrios. Según opinión de los maestros de la secundaria los niños llegan a sus dominios, a la ILUSTRACIÓN MEDIA Y PROFESIONAL muy mal preparados y guerrosos por añadidura. Eso si llegan, pues muchos, con ser obligatoria, no terminan la primaria. Un asunto de moda es el de la deserción escolar. La mayoría de los maestros la atribuyen "a factores económicos, pues los niños tienen que ayudar al sostenimiento de la familia". Otros culpan a los padres porque se olvidan de reinscribir a los hijos cuando ven que medio leen o porque permiten "las pintas" de sus vástagos como si las dosis de vacaciones fueran pocas, o porque no se preocupan por saber si su "raza" hace o no las tareas. Por lo demás, nadie puede decir a ciencia cierta el número relativo de los que no salen del sexto año habiéndose inscrito en el primero. Tampoco la mayoría de los que reciben el certificado de primaria se inscriben en la secundaria como podría hacerlo creer el crecido número de niños en primero de secundaria. Hay que tener en cuenta que cientos de chamacos acuden a Zamora desde pueblos que no pertenecen a ésta y que no tienen secundaria. De los miles de alumnos que se inscriben en 1º de la educación media, muchos no provienen de las primarias del municipio.451 Diez secundarias funcionan actualmente en el ámbito municipal: nueve en Zamora y una en Ario de Rayón. En el nivel medio básico, un poco más de la mitad de los planteles son particulares y se llaman pomposamente colegios, academias o institutos. La escuela secundaria federal "José Palomares Quiroz" se multiplica en tres "Los datos anteriormente anotados sobre educación fueron recabados mediante una encuesta personal en la 72ª zona escolar y de un estudio hecho por estudiantes de enfermería del IMSS correspondiente al ciclo escolar que terminó el mes de junio de 1976". 451

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escuelas: la matutina, la vespertina y la nocturna. El turno de la mañana consta de 15 grupos con 50 y hasta 60 estudiantes cada uno; en total, cosa de 900. A la tanda vespertina acuden unos 400 muchachos que se reparten en diez grupos. La nocturna recibe a poco más de quinientos grandulones y los reparte en nueve grupos.452 La Escuela Técnica Agropecuaria (ETA) de Ario de Rayón es novísima, fue estrenada en 1975. De los alumnos que asisten normalmente a la secundaria, más de la mitad la cursan en escuelas oficiales gratuitas. En las seis de paga hay menos estudiantes. El Instituto Colón de Zamora quizá no llega al centenar y medio de estudiantes en su departamento secundario. El colegio Juana de Asbaje hospeda un número ligeramente mayor en el mismo nivel. El Instituto Comercial México acostumbra tener en ejercicio dos tandas (matutina y nocturna) y cerca de 300 alumnos. En el fraccionamiento La Luneta funciona el colegio América, con secciones de secundaria y de comercio. Otros planteles particulares son la Comercial Auxilio y la Primero de Mayo.453 De las escuelas de nivel medio básico cuatro se clasifican a sí mismas como católicas y recibieron en 1976 a 1,071 alumnos.454 Las cuatro escuelas preparatorias tenían 628 alumnos en 1976. Ahora, en 1978, tienen ya mil quinientos por lo bajo. Casi la mitad de los aspirantes a bachilleres cursan en un par de colegios católicos. Desde 1975 un número creciente de estudiantes acude al Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos, más conocidos como CECYT 212, plantel del gobierno con el doble carácter de preparatorio y terminal.455 La preparatoria federal Lic. Gustavo Díaz Ordaz, incorporada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, ya recibía en 1970, en un edificio todavía a medio hacer, 148 educandos, y ahora recibe tres veces más. La escuela preparatoria privada del Instituto Colon guarece a bastante menos, que no así la Datos gentilmente proporcionados por el Profr. Francisco Elizalde García. SCSPEM, "Monografía del Municipio de Zamora, Mich.", p. 14 y datos recabados personalmente por el autor. 454 Escobar Soto, loc. cit. 455 Me informaron que el número de alumnos inscritos en el segundo semestre de 1977 es de 580. 452 453

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José Sixto Verduzco, dirigida por la afamada maestra Olivia Monreal. En general, las preparatorias particulares preparan principalmente a sus estudiantes para proseguir en instituciones de enseñanza superior, y las del gobierno para adiestrarse en un oficio por si no pueden continuar hacia la carrera larga. Los bachilleres de Zamora no son excepción en lo tocante a aspiraciones; como a los demás del país les ilusionan las carreras clásicas ya tan de poco futuro; quieren ser doctores en medicina, licenciados en derecho, ingenieros civiles y cosas de esa laya que no bioquímicos, agrobiólogos, u otros títulos aún no acreditados en el seno de la sociedad, pese al buen futuro que les espera.456 Zamora 1900 era un importante semillero de sacerdotes y artesanos. Zamora setentas ya no produce clérigos, pues el instituto que los fabrica se ha mudado a Jacona, pero sí todavía menestrales, ahora en el novísimo Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos, en el CECYT 212.457 No pocas escuelas lanzan al mercado de trabajo secretarias, contadores y maestros. Ya por 1970 funcionaba un pequeño plantel con el nombre de Academia Isaac Pitman, el Colegio América confeccionaba secretarias ejecutivas, el Instituto Comercial México diseñaba contadores privados, la Academia Comercial Pacelli hacía otro tanto y aún la Juana de Asbaje tenía su sección de comercio. Ahora CEJA (Centro Escolar Juana de Asbaje) engloba escuelas secundaria, preparatoria y normal. La normal superior, con especialidad en lengua y literatura, matemáticas, biología y psicología, adiestra a cien alumnos, que serán profesores de escuelas secundarias y preparatorias. Para la elaboración de maestros de primaria, existe también una escuela normal privada con dos centenares de educandos.458 Desde hace tres lustros funciona la Escuela de Enfermería de Zamora A. C., incorporada a la Universidad Nacional de México. Al contrario de lo que sucede en otros puntos del país, estudiantes y profesores de acá prefieren contribuir al cambio

Informes obtenidos de diversas personas. Francisco Valencia Ayala, El Seminario de Zamora, p. 91. 458 SCSPEM, loc. cit., y datos recabados gentilmente para el autor por don Francisco Elizalde García. 456 457

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con una formación sólida que no con "una sociedad sin clases en las aulas". Y no porque Zamora sea alérgica a las LUCES DE LA CIUDAD como lo fue en el tiempo de sotanas. Hoy no es una ciudad triste aunque también está muy lejos de ser Montecarlo, Las Vegas o Hong Kong. Algunos dirán que no es propiamente una fábrica de placer sino de descanso, enseñanza extraescolar y educación física. Aquí es aun posible abastecer de las necesarias dosis de inactividad a los enfermos de activismo. Sobre todo, como muchas ciudades de la provincia mexicana, ofrece distracciones que dan un poco de cultura, principalmente a los estudiantes, pues el hojear un periódico sosegadamente, el sentarse con tranquilidad frente a la televisión, el oír el radio, el conversar sin agobios en el café, el asistir al cine, el ver el espectáculo callejero, o una competición de futo o de beis proporciona un algo al intelecto, contribuye al desarrollo intelectual del joven. Tampoco es tiempo perdido el aplastarse en los jardines Constitución, Hidalgo, Teco, Méndez, Madre, Navarrete y 24 de Octubre. Algunos jóvenes preparatorianos tienen la sensación de aprender más que en sus escuelas y colegios en tardeadas y soirés de tele, con los programas que les otorgan los cinco canales (2, 4, 5, 6 y 13) visibles en Zamora.459 Tampoco ven ninguna pérdida en pasarse dos o tres horas metidos en la oscuridad de los cines Carmen, Jacona, Morelos, Ocampo, Ópera o Virrey.460 Por lo que mira a las radiodifusoras zamoranas (XEGT, XEQL y XEZM) saben que algunos de sus programas coadyuvan a la elevación cultural del medio. Reconocen que la ciudad tiene algunas bibliotecas privadas importantes para solaz de sus dueños y pocas para la distracción creadora del público, pues la Martínez de Navarrete con sus escasos volúmenes no es precisamente la ad hoc para la grandeza de Zamora, que sí da buenos ratos de grata y fértil lectura. Aunque se oye mucho la queja de lo raquítico de las librerías, multitud de jóvenes y grandes 459 460

El Heraldo de Zamora, 9 de octubre de 1977. El Diario de Zamora, 11 de octubre de 1977. 181


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se distraen y cultivan leyendo best-sellers, propaganda de las ideocracias, revistas mensuales como Selecciones, semanarios como su Guía local y los capitalinos de Proceso, Siempre! e Impacto y los diarios de allí mismo, de Guadalajara, de Morelia y de México.461 Algunos estudiantes estiman altamente provechosas para su formación cultural las conversaciones en el café, en aquel café, que no envidia a ninguno de la gran ciudad. Sin duda se dan distracciones estériles y aun aniquilantes (ruedas de jugadores de naipes, juegos de billar, borracheras sin ton ni son) pero no se puede hablar de una Zamora dominada por Birjan o por Baco.462 Ni siquiera se puede decir que la prostitución o que las libertades sexuales estén a punto de añadir el nombre de Zamora a los de Sodoma y Gomorra. No hay por qué cantaletear el poco ejercicio de los vicios mayores ni tampoco dolerse de los vicios del tabaco y la gula en una ciudad que tuerce cigarrillos y cocina estupendamente. Es mejor insistir en la supervivencia de las "pachangas" populares. Hay una fiesta de brillo y trueno en cada uno de los meses del año. En el primer mes, los Santos Reyes; en el segundo, los zamoranos se trasladan a Jacona para la solemne festividad de la Virgen de la Raíz o de la Esperanza. El 8 de marzo es la sonadísima fiesta de la Inmaculada. Generalmente en abril, el sábado de la Semana Santa, se efectúa la procesión "por toda la ciudad", en medio de gran júbilo, de cincuenta carros alegóricos que representan en vivo las escenas de la Pasión del Señor. En mayo, el día de la Santa Cruz, se sube en romería a la punta de La Beata donde se enarbola una gigantesca cruz. En junio, sucede la fiesta de Corpus Christi con tianguis artesanal. El 16 de julio, con motivo de las festividades del Carmen, hay concurso de bandas de música en el barrio de Madrigal. En agosto, acontece la Asunción. Del 12 al 16 de septiembre transcurren las fiestas patrias. En octubre casi pasa en silencio el día de la raza. El 22 de noviembre se juntan bandas y orquestas alrededor de catedral y hacen un ruido cumbre. Diciembre se abre con las fiestas guadalupanas; sigue con las posadas y la alegre Noche Buena y Según informes recabados en un par de librerías establecidas frente a la plaza central. 462 De una inspección de ojos corroborada por varios testimonios locales. 461

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concluye con "las pastorelas" actuadas en los principales pueblos del municipio.463 Hay un evento deportivo prácticamente cada día del año. El deporte es ya algo consustancial a la vida zamorana. Ya nadie podría concebir a la Sultana del Duero sin su Comité Municipal de Promoción Deportiva, las canchas de volibol, básquet y fut en escuelas y colegios, las ligas infantiles y juveniles de fut, la Liga de Basquetbol, la Liga de Volibol, los clubes de ciclistas, la Escuela de Artes Marciales Kung-Fu, el Penthatlón Deportivo Militarizado recién nacido en 1976 y ya con más de 100 miembros, el Club Campestre, las numerosas albercas plenas de nadadores, los andarines que suben a la Beata, los excursionistas que van a Camécuaro, las charreadas, el lienzo charro, los corredores, los gimnastas, la Unidad Deportiva El Chamizal, los deportivos América y Zamora, que cotidianamente son noticia de la prensa periódica local: El "secuaz" José Pérez Coronado ganó la segunda etapa de la Competencia a cuatro, organizada por el "Club Revolución" local. La selección B ganó el clásico llamado de "Las Estrellas" con un score de 11 carreras a 6. Con apuros doblegó el Zamora al Tala. Emotivo homenaje del frontenis zamorano al veneno José Becerra. Se inauguró otro campeonato de la Liga zamorana de volibol. Juan Carlos Pulido, cinta verde en karate. Los exaguilistas se adueñan del liderato con 5 triunfos: ganaron fácilmente a los Alina mediante abultada pizarra de 21 carreras a 2. Doble juego de beis en la Unidad Deportiva. El femenil ya está a la vista. Bendición del Estadio Zamora. Salvador Álvarez Huerta, veterano rutero del club ciclista, se coronó campeón. El invicto Zamora recibirá al Progreso de Cocula. Seven y Cancrepsa en femenil. Zamora en plan grande: sigue invicto… Sigue la marcha victoriosa de Zamora. El Zamora incontenible: quitó lo invicto a Tuneros de San Luis. Muy pocos jóvenes zamoranos se abstienen de las actividades deportivas. Ya no hay alumnos que estudien en forma continuada. Los jóvenes para hacerse de musculatura vigorosa y los adultos para mantener su corazón en buen funcionamiento, le conceden al deporte más ratos que al estudio, al negocio, a la filantropía, a la política y al Amplia descripción de las principales fiestas populares en García Urbizu, Páginas de Zamora, pp. 81-86. 463

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turismo, y esto pese a que los zamoranos les da ahora por hacer excursiones turísticas. Si son pobres, aprovechan el fin de semana para visitar, a sólo 16 kilómetros de su ciudad, el lago de Camécuaro donde los manantiales surgen de las raíces de sabinos frondosos; a 28 kilómetros, los géiseres naturales de Ixtlán, lanzadores de chorros de vapor de agua; a nomás 34 kilómetros, la cañada de los once pueblos; un poco más lejos, las artesanías de Ocumicho, Cherán y Paracho y el paraíso de Uruapan.464 Fuera de los auténticos campesinos que no necesitan de viajes para mantenerse en forma y de los ricos que sólo quedan contentos si le dan la vuelta al mundo, hay trabajadores zamoranos que ya no dejan ir las cortas vacaciones de que disfrutan si su viaje a las orillas del mar, sin una vuelta a Guadalajara y sobre todo a la mera urbe. Hasta hace poco fue verdadera la proposición siguiente: "Los trabajadores gustan de portar armas de todas clases y gastan todo su salario o el producto de sus cosechas en la compra de una buena pistola".465 Hoy es más verdadera ésta: "Los obreros vacacionistas se han quedado sin blanca en los bolsillos y negros por el sol de Cuyutlán", lo que no quita lo ya dicho: "Miles de obreros de la industria zamorana están en la misma situación de las primeras generaciones de obreros norteamericanos y del oeste europeo a principio de la Revolución Industrial".466 El movimiento turístico de la pobrería es insignificante comparado con el de la nueva clase media que se zangolotea fuera de su región y de su país. La nueva clase media viaja una y muchas veces y no únicamente con propósitos de comprar los artículos que las leyes hacendarias prohíben meter a México. En la medianía, hay muchos curiosos de las variedades naturales y humanas y de las acumulaciones de objetos artísticos que exhiben el Louvre, el Prado, el Vaticano o los museos de Nueva York.467 "Datos socio-económicos del municipio de Zamora, Michoacán", p. 18. Sobre los atractivos turísticos de Zamora y su circunvecindad siempre es útil el libro de Francisco García Urbizu, Páginas de Zamora y Michoacán. 465 Bernal, La ciudad de Zamora, p. 90. 466 Py-Sunyer, op. cit., pp. 105-106. 467 Ibíd., p. 102: "Se trata de gente con gran interés en el mundo exterior y a menudo con un buen conocimiento de él". 464

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En la nueva clase media zamorana militan muchos egresados de las universidades de México, Guadalajara o Morelia, o de perdida de alguna prepa local, cuya apetencia de productos culturales no se resuelve con lo aprendido en la escuela ni con distraídas lecturas ni con excursiones alrededor del mundo, ni con los cotidianos espectáculos de cine y tele. El censo de 1970 informa que en la jurisdicción zamorana hay aún 28 mil individuos (42% de la población de 6 años y más) sin instrucción escolar. Dice también que la tienen de preparatoria para arriba 1,700, que ahora ya serán más de dos mil, de los cuales un buen número ni siquiera se limita a ser consumidor de libros, periódicos, filmes y charlas de café, ni tampoco se satisface con tours formativos organizados por agencias turísticas.468 Existe un grupo importante de zamoranos que practica como pasatiempo la producción cultural, que descansa del ejercicio de su profesión normalmente rutinaria haciendo colecciones de piezas arqueológicas o artesanales, o dedicándose a la práctica de una artesanía o a las ALTAS LUCES DE LA CREACIÓN CULTURAL, en serio, ya no únicamente como homo ludens o como homo faber sino como homo sapiens. Hay un buen número que emplea en un hobby cultural sus ratos de ocio y aporta su grano de arena al desarrollo de la técnica, la ciencia, las letras o las artes. "Roberto Martínez es un notable coleccionador de cosas: documentos, aparatos, etc." Y así contribuye a la producción cultural.469 Seguramente no faltan los que como el doctor Trino Ascencio contribuyen al desarrollo de la mecánica, la óptica, la acústica o la electricidad. Seguramente no escasean los aficionados a la botánica y a la zoología con aportaciones al conocimiento y al control de plantas y animales. En una población donde residen 178 médicos titulados que pueden disponer de varias clínicas oficiales, de seis particulares (hospitales de San José y Santa María y con el nombre de clínicas, la Dirección General de Estadística, IX censo general de población 1970, Estado de Michoacán, pp. 211-240. 469 Información aportada gentilmente por el Profr. Rubén Hurtado Báez. 468

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ortopédica, la pediátrica, la Prado y Las Américas) con buenos laboratorios y aparatos, hay junto al profesionista que aplica mecánicamente su oficio, el que procura obtener de su práctica nuevas luces y las obtiene aunque los repartidores de premios científicos ni siquiera se percaten de que vive por no vivir en la capital.470 Los creadores en el terreno de las humanidades sí se agrupan normalmente. En un informe de los recibidos por el autor se lee: "En el aspecto cultural Zamora cuenta con algunas organizaciones culturales como el club social de Zamora, club de Leones, club Rotario, club Campestre, el Centro Cultural y Artístico de Zamora y el taller de Teatro de Zamora". Hay quien niega a los 50 aristócratas del club social ocupaciones culturales, y quien afirma que el Rotary Internacional y el Lions Club zamoranos más parecen asociaciones de médicos que sociedades de empresarios proclives a la beneficencia. 471 Por otra parte, hay que agregar al catálogo de asociaciones culturales la recién fundada Corresponsalía del Seminario de Cultura que a mediados de 1977 organizó unas Jornadas Literarias y que, desde tal fecha, le suministra conferenciantes a los zamoranos: ya a la abogada Guillermina Llach que abogó por los adolescentes desvalidos en septiembre de 1977; ya don Marco Antonio Herrera que expuso en enero de 1978, los nuevos rumbos de la música. La Corresponsalía, que cuenta con el empuje del doctor Francisco Miranda, también se ha hecho cargo de la apertura y puesta en orden del archivo, hemero y biblioteca de la letrada ciudad. De la producción literaria local dan fe catorce imprentas. Todavía es parcialmente válido lo que escribió don Enrique Villar en 1960: "Existen en Zamora las imprentas donde se hacen anuncios de carácter religioso y ediciones de pequeños libros y folletos", "donde se editara por algunos años la revista Azul y el periódico El Tarasco […], donde se imprimen la mayor parte de los trabajos de las oficinas municipales […]" y no pocas pequeñas "que hacen desde la impresión de los programas de los cines, impresos de casas comerciales, Sobre la infraestructura de salud en Zamora véase la buena síntesis, pp. 20-22, contenida en la Monografía de Zamora 1977, tantas veces mencionada. 471 Pi-Sunyer, Zamora: a Regional Economy in Mexico, p. 135. 470

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participaciones sociales y hasta periódicos y revistas de la región". 472 Como quiera, Zamora todavía no tiene la imprenta y el movimiento editorial que se merece. Mucha de la producción literaria de los zamoranos ha de acudir para su impresión a talleres tipográficos de Morelia o de la capital. La infraestructura para impresión y circulación de publicaciones no corresponde al empuje cultural de una población de casi cien mil habitantes. La actividad literaria en Zamora se encauza principalmente en los géneros oratorio, lírico y dramático. La oratoria local pertenece al estilo tropical. Para no poner en duda que aun hay picos de oro basta oír las homilías dominicales, los sermones expedidos en ocasión de las festividades religiosas, las alocuciones en las veladas literariomusicales, los discursos a propósito de alguna celebración patriótica o con motivo de la visita de un personaje de polendas. La costumbre de la buena oratoria sagrada y civil se mantiene en pie y ensancha su auditorio gracias a medios de difusión tan eficaces como la radio y la prensa. La gente del rumbo se enorgullece de sus tres radiodifusoras, una de las cuales, con potencia de cinco mil watts, cubre 10 estados del centro de la República.473 Como a la oratoria, al periodismo de Zamora debe dividírsele en religioso y profano. Ninguna ciudad de su tamaño mantiene tantas publicaciones de tenor católico. Desde 1931 se publica mes con mes El Misionero. Lleva la inquietud misional al clero y al pueblo […] Nadie sabrá conocer jamás las oraciones, y los donativos y limosnas que ha suscitado en favor del mundo infiel. De tiempo en tiempo emprende campañas en favor de determinadas misiones o causas misionales […]

"La Comisión para la Construcción de Seminario editó varios años, a partir de 1952, el periódico Seminario". Por su parte, los "Promotores de Vocaciones" publican desde hace un bienio Amigo, para la promoción de vocaciones sacerdotales. De 1944 a 1967 apareció la Villar, Personajes de Zamora, p. 184. Datos gentilmente proporcionados al autor por don Francisco Elizalde García. 472 473

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revista Spes (60 páginas de teología, filosofía, humanidades, deportes y efemérides del Seminario) y desde 1902, aparece la Revista Eclesiástica de la Diócesis de Zamora.474 Hoy el padre Alfonso Verduzco dirige la Revista Eclesiástica de cuyo contenido da idea uno de sus más recientes números. Trae siete artículos: "La ciudad de Zamora" del presbítero Enrique Escobar Soto; "La Catedral", de Conrado Fernández; "Los sacerdotes de la ciudad" del padre Florencio Magaña; "Parroquias de Zamora", de Luis G. Franco; "El Señor de la Salud, el Calvario y Zamora", del párroco Eduardo Gutiérrez Zendejas; "Ideas sobre música de Iglesia", de don José Cervantes Maciel y "Plan de Alfabetización", del padre Alejandro Espinosa.475 El semanario Guía que conduce el padre Alfonso Sahagún, fue al principio un periodiquito puramente religioso, y es ahora un periódico de gran calidad como pensamiento católico, con tirajes que han llegado a los 20 mil ejemplares, con una circulación que excede las fronteras de México y con un contenido en el que las noticias y los comentarios de índole religiosa ya son minoría frente a los de carácter económico, político, social, cultural y deportivo.476 Con tirajes de tres mil ejemplares en promedio aparecen regularmente La Voz de Zamora, El Heraldo de Zamora y El Diario de Zamora que propalan lo acontecido localmente y cuentan con la colaboración de muy estimadas plumas en su sección editorial. Hay muchos más periódicos que "salen esporádicamente", incluso algunas revistas culturales como la Gaceta Zamorana, de Antonio Servín.477 La lírica es una de las tradiciones locales que cuenta aun con más cultivadores. "Las Ventanas", suplemento literario de Guía y algunas efímeras publicaciones periódicas locales indican que a los nombres aun tan fecundos de Francisco Elizalde García (poemas del Rebozo y Valencia Ayala, op. cit., pp. 82-84. Revista Eclesiástica Diócesis de Zamora, publicaciones bimestral, año XLVII, época VIII, Dic. 1976-Feb. 1977. 476 Por ejemplo, Guía (18-Dic.-1977), trae, entre otros, los siguientes encabezados: "Genial Decencia de la Justicia", "Renuncias y maniobras militares", "Jesús", "A 60 años de distancia del socialismo en la URRSS", "Nuevo arzobispo de México", "Doce caminos rurales"…" "Cómo camina la granja Agrícola Colectiva en Sta. Ana Zirosto", "Guía deportiva". 477 SCSPEM, Monografía de Zamora 1977, p. 6. 474 475

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de la Revolución, Greda Roja, Tata Lázaro, Madre América, Laudanza del Sombrero, Salmos, etc.) e Isidro Juárez, hay que agregar los de Javier Licea, Carlos Ruvalcaba y Héctor Canales (también cuentista).478 Hay algunos poetas tan modernos que procuran la oscuridad a toda costa. Los más prefieren seguir por las rutas abiertas por los clásicos. Tampoco se ha secado la tradición teatral. Antonio Pérez Aparicio ha escrito y puesto en escena El Ocaso de una juventud, El Ambicioso, Mi vocación, La batalla del 5 de mayo y Los Diablillos, y ha escrito y perdido en un autobús a La Culpable.479 Más verde que en cualquier otro tiempo se ofrece la costumbre zamorana de escribir historia. Tres historiadores, con más de ochenta años encima cada uno, siguen activos (Arturo Rodríguez Zetina, Francisco García Urbizu y el padre Agustín Magaña); otro, es ya, pese a su juventud, mucho más que promesa: el padre Francisco Miranda, autor de Don Vasco de Quiroga y su colegio de San Nicolás.480 De Salvador Garibay Sotelo ya comienzan a llegar las primicias. El polígrafo sacerdote Francisco Valencia Ayala goza de merecida estimación como historiador del Seminario y los padres Pedro Torres, Leopoldo Rodríguez y David Zavala, por diversas publicaciones de índole historiográfica. La tradición musical de Zamora, muerto prematuramente Fernando Méndez Velázquez, el incomparable autor de "Ojos Tapatíos" y director de grandes orquestas; muerto el padre Miguel Serrato Laguardia, "insigne musicólogo, compositor, pianista, director de coros, de orquestas y de una jazz band"; transterrado a Uruapan el padre Gonzalo Gutiérrez, musicólogo continuador de la obra del padre Miguel; difunto don José Prado Aguilar, "pianista de altos vuelos […] y fundador de una academia de música; y fallecido el padre Luis Fedina, hacedor del Coro San Martín, éste vino a la batuta de José Cervantes Maciel, ahora columna mayor del prestigio musical zamorano. El coro San Martín se deshizo y con los restos suyos se Datos gentilmente proporcionados por don Francisco Miranda. Del informe enviado al autor por el Profr. Rubén Hurtado Báez. 480 Del informe tan gentilmente trasmitido al autor por don José Cervantes Maciel. 478 479

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organizó el Coro Parroquial del Calvario que hoy funciona "con niños y jóvenes de ambos sexos que trabajan (con Cervantes Maciel al frente) en pro de la cultura musical "zamorana y sin hacerle sombra a otro coro activo e importante, al coro del padre Manuel Cuevas.481 Zamora procura su desarrollo espiritual y al mismo tiempo ya no gimotea, como antaño, sobre los males de la técnica y del materialismo. El desenvolvimiento zamorano está a punto de ser fuego en toda la línea. La mayoría de la gente lugareña quiere edificar una patria chica (o matria) saludable, limpia, productora, justa, pareja, eficiente y sabia.

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Fimax Publicistas, 1972, 352 pp. 190


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IX EL ÚLTIMO LUSTRO LAS MUDANZAS habidas en Zamora de 1979 a 1983 no han dado mucho qué decir, pues no son muy cuantiosas ni espectaculares. La extensión de la planicie verde ha tendido al achicamiento porque los "fraccionadores" han asfaltado algunas tierras de óptima calidad que hoy se llaman Las Fuentes, La Nueva Luneta, INFONAVIT y FOVISSTE, y los "invasores" o "paracaidistas" han levantado más casas de poca pluma sobre los caminos a los pueblos de Atacheo y de Ario y en los bordes de los canales. Los terrenos negros y fecundos han seguido siendo lentamente devorados por casuchas, por casonas, y por calles encementadas, mientras los lomeríos del oriente continúan esperando ser convertidos en asiento de la ciudad. En el aspecto urbanístico Zamora tiende a retroceder. No cesa la costumbre de derribar casonas antiguas y sustituirlas por edificios de mal gusto que ofrecen nuevos espacios a viejas vendimias. En 1983 ya pasaban de tres mil los locales abarrotados de muebles, ropa, zapatos, bebidas, frutas, chiles, medicamentos, flores, mugres de plástico, artesanías, pan, fierros, fritangas y cuanto hay. Las máximas novedades son una tienda de Todo, que según ella abarata la vida desde 1978, y un enorme mercado abastecedor de comestibles que recibió placa inaugural en 1981. En estos años nadie ha venido a solazarse con las construcciones zamoranas y sí más de alguno, a deplorar destrucciones de bellos patios y tierras pródigas. Con todo, no han faltado novedades urbanísticas de orden positivo: el hotel Jericó, la biblioteca municipal, la escuela de enfermería, el CONALEP, la pavimentación del libramiento del sur que algún día se pondrá en servicio, una docena de mansiones ostentosas y un par de edificios de oficinas. Por lo demás, en el último lustro no mejoró su prestigio como asentamiento humano. Sigue vigente la cantinela: Es un valle dulce y 191


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ubérrimo, de temperatura constantemente tibia, harto de amibas e insectos. Armida de la Vara escribe: La húmeda Zamora es nidero de todos los bichos imaginables, principalmente mosquitos. Es inútil que nos encerremos en casa a piedra y lodo […] Ellos aprovechan siempre la más pequeña oportunidad para colarse en las habitaciones y, en cuanto nos acostamos y apagamos la luz, empiezan su ronda vampiresca y chillante.

La misma Armida, recién avecindada aquí, dice: Al caminar por las calles de Zamora no quisiera ver las bolsas de basura despanzurradas en las esquinas. Debajo de los árboles, al lado de los rosales florecidos en los camellones […] la basura prolifera y se multiplica como un cáncer incontrolable.

Zamora no ha sabido deshacerse pronto de sus desperdicios y mantener sus árboles, sus flores, sus pájaros y sus casonas. Del 70 para acá se han construido muchas viviendas, que no del mejor modo. Entonces había 9 241; en 1980, se contaron 20 747. En diez años el número de casas particulares se dobló y no así el vecindario. Con todo el municipio no ha podido resolver por las buenas su déficit habitacional. Víctor Manuel Ortiz escribe a comienzos del 84: En Zamora "no se cuenta con una alternativa viable para inducir el crecimiento de la ciudad, especialmente cuando se trata de grupos de población que no pueden acceder al mercado de terrenos", que sólo pueden invadir propiedades públicas y privadas. Aquí se necesitan millones de pesos para hacerse de casa propia y confortable, y cierta resistencia a los golpes para conseguir un chiquero en los márgenes de un canal. El aumento del número de viviendas no corresponde a su mejoría. De las veinte mil casas ocupadas por los zamoranos en 1980, dos mil se cubren con lámina de cartón y cinco mil quinientas de teja. Trece mil son de quienes las habitan, pero cerca de tres mil no cuentan con agua corriente; casi cinco mil no disponen de drenaje y dos mil quinientas, de energía eléctrica. 192


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De 1979 a 1980 el crecimiento demográfico no fue torrencial en este rumbo. El municipio de Zamora pasó de 82 943 a 113 474 habitantes, y la cabecera municipal de 57 775 a 86 998. El censo de 1980 no arrojó datos denotadores de profundas mudanzas. La proporción entre hombres y mujeres favoreció a éstas, pero no mucho. Se registraron 514 mujeres por cada mil habitantes. La población de menos de 14 años sumó 50 500 fue el 45% del total. El número de ancianos o de mayores de 60 años no sobrepasó el 5% del conjunto demográfico. De los 72 719 individuos mayores de doce años, sólo 28 469 permanecían solteros. De los 38 063 casados, 34 562 lo estaban por ambas leyes. La cifra de uniones libres apenas fue de 2 500 y el número de divorciados, de 158. El tanto por ciento de analfabetismo descendió al 13% de la población de seis años o más. En 1980, la población activa del municipio de Zamora fue de 36 382 (25 924 hombres y 10 468 mujeres), lo cual significa que ya la mitad de los de 12 o más (no sólo un 41% como en 1970) es gente económicamente activa. De los 36 382 activos, alrededor de nueve mil se ocupaba en actividades agropecuarias, casi cinco mil, en el comercio; cuatro mil quinientas, en servicios comunales; tres mil, en la industria manufacturera, dos mil en la construcción; mil doscientas cincuenta, en transportes y cosa de setecientos, en negocios financieros. En otros términos cargaban su rótulo de agricultores, nueve mil y pico; de artesanos y obreros, seis mil y pico; de vendedores, cuatro mil; de oficinistas, tres mil quinientos, de choferes, mil; de domésticas, mil; de maestros o profesores, poco menos de novecientos; de técnicos y personal especializado, setecientos cincuenta; de funcionarios y vigilantes, quinientos y pico; de profesionales, quinientos, y de gentes del sector privado, casi cuatrocientos. Siguió alto el número de los que designamos con los apelativos de empleado, obrero o peón. Estos sumaron 16 472. La cifra de trabajadores por su cuenta fue de 4 988; la de patronos, de 2 494, y la de cooperativistas, de sólo 335. Más del 90% de los habitantes del municipio de Zamora eran michoacanos por nacimiento y sólo tres de cada mil se dijeron oriundos de un país distinto a México: Antes los patronos y sus familias le daban mucha cuerda a la religión, los buenos modales, la sabiduría y los objetos artísticos, pero los 193


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patronos cultos le han cedido el terreno a los hombres de negocios. Desde hace varios lustros Zamora es un lugar de ECONOMÍA agrícola de primer orden y un mercado importante. Zamora sigue distinguiéndose como productora de bienes agrícolas muy bien pagados. Como el censo del 80 se hizo el 4 de junio, no apareció en él la numerosa población golondrina que trabaja en los campos y las congeladoras del valle de agosto a febrero. En los meses de agosto a octubre familias forasteras ayudan a la plantación de la fresa, cebolla, papa y jitomate; en los de diciembre y enero, a la cosecha de tales frutillas y tubérculos; en los de febrero y marzo, a la siembra de trigo, frijol y maíz para elotes, y a la recolección de fresa que no para hasta el advenimiento de las primeras lluvias. Entonces la gente que inunda en las madrugadas la estación del ferrocarril y el jardín central de Jacona, que duplica durante ocho meses la población zamorana ocupada en siembras, deshierbes, regadíos, fumigación y recolecciones, vuelve a su zona temporalera a cuidar de su milpa y ecuaro, y deja de pasar malas noches y días encorvados, pero también deja de ser parte de la población campirana e industrial de Zamora. En esta llanura verde atravesada por dos vigorosos ríos y multitud de canales que suman 310 kilómetros de longitud, capaces de regar quince mil hectáreas, los tiempos de tráfago agrícola son muy distintos a los de las tierras temporaleras de los alrededores. En Zamora se trabaja cuando no llueve. Aquí se surcan las tierras, los hombres se arrastran entre los cultivos simétricos y todo es verdor en el largo temporal de secas. Aquí hay muchas tierras en reposo o con cultivos de bajo rendimiento durante el temporal de lluvias. Aquí pasa todo, y no todo bien, como se dice en El Riego… en el valle de Zamora, publicación de Becat, Ruvalcaba y otros, hecha bajo el signo del Colegio de Michoacán. En ese folleto consta lo sucedido en el valle mayor del Duero con las sementeras de hortalizas, jitomate, papa, cebolla y fresa; sobre todo con la fresa que requiere muchos riegos, además del agua con la que se inunda el terreno destinado a su plantación antes de plantarla. El Riego resume los avatares del ciclón de la fresa en el último lustro, del 79 al 83. 194


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Las crisis de la producción fresera no han dejado de darse periódicamente, por bajas en el precio, por lluvias y fríos insólitos, por los caprichos de los compradores de allá de aquel lado, pero la frutilla se sostiene como la reina de la agricultura zamorana, la hacedora de algunos millonarios y la que distribuye un mayor número de jornales. El cultivo de la fresa sigue riesgoso y rendidor, capaz de hacer rico a no pocos, pero no de retener en esa aventura a las almas pusilánimes. Produce excedentes de capital que no se quedan en Zamora, que van a parar, cuando no a los Estados Unidos, a las ciudades mayores de la República Mexicana, a veces junto con el patrono fresero. Zamora produce todavía emigrantes pesudos, además de gente que se va a estudiar o a servir a los agricultores yanquis. Ahora, la ciudad fresa siendo repulsiva para muy ricos, para algunos pobres y para aspirantes a profesionistas, y atractiva para muchos labriegos y mercaderes. Lourdes Arizpe hizo ver en una conferencia dada en El Colegio de Michoacán que era raro toparse con una familia proletaria de Zamora que no tuviera "micaelos" e ilegales en los Estados Unidos, casi todos jóvenes y la mitad masculina. Esta región que atrae brazos, exporta brazos y que acoge a muchos profesionistas de fuera, propicia la fuga de cerebros. Los jóvenes de las familias ricas y clasemedieras siguen saliendo a estudiar a México, Guadalajara y Monterrey; los más se quedan allá porque Zamora no sabe qué hacer con unos profesionistas de acá mismo que estudian las carreras universitarias tradicionales, que no las de agrónomo, administrador de empresas agropecuarias, ingeniero agrícola, diseñador industrial, economista, mercadotécnico y otras por el estilo. Por otro lado, como la economía de esta ciudad sigue dependiente en lo tocante a regadíos y préstamos del gobierno federal y en lo que mira a ventas, de empresarios yanquis, el dar quehacer a profesionistas no es decisión de zamoranos. Por angas o por mangas, Zamora no consigue recuperar a la mayoría de sus licenciados, maestros y doctores, pero sí es todavía un panal de rica miel para familias de labriegos, muchachas obreras y vendedores de toda laya. Francamente no ha habido decaimiento en la actividad mercantil de Zamora. La creciente afluencia de compradores y de braceros exige, sin conseguirla, la ampliación y el pulimento de las calles, cada 195


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vez más congestionadas por vehículos y peatones. En los últimos cinco años se cerró más de un negocio mercantil pero se abrieron otros muchos: tiendas de abarrotes, almacenes de ropa, estanquillos, carritos de nieves y tacos, carnicerías, puestos de fritangas, panaderías, dulcerías, restaurantes, agencias de automóviles e implementos agrícolas, ferreterías, mueblerías, farmacias, gasolineras, refaccionarias, "plazas" y supermercaditos. Zamora ha mantenido el prestigio de ser la ciudad mercado número uno de la región del noroeste de Michoacán, de una zona, donde según el censo de 1980, viven setecientos cincuenta mil seres humanos. Es una ciudad con mayor número de mercaderes y marchantes que La Piedad y Sahuayo, a la que sólo le hace mella la enorme actividad mercantil de Guadalajara. La potencialidad industrial de Zamora continúa en gran medida inútil. Congeladoras y empacadoras siguen a la cabeza de la industria local sobre todo por la mucha mano de obra empleada, especialmente mano femenina. Tampoco han perdido importancia los talleres mecánicos y eléctricos, las fabriquitas de dulces y hielos y las bien conocidas fábricas de cigarrillos y suéteres. Tal vez la industria de la construcción se haya visto afectada por la gran crisis 82-84 pero no en demasía, como se ve en la hechura de tantas viviendas particulares y sobre todo, de edificios para oficinas, de un hotel que se agrega a otros catorce, de un cine que se añade a las seis salas cinematográficas existentes, de una "plaza" o conjunto de tiendas allá por Virrey de Mendoza. Sólo la industria turística aún no levanta cabeza; Zamora no atrae muchos mirones y paseantes forasteros. Las preocupaciones económicas continúan siendo los principales combustibles de la actividad zamorana. La gran mayoría de los empresarios piensan en términos de riqueza y confort. Se trata de gente plenamente instalada en el capitalismo mamarrachero, ansiosa de juntar muchos dólares y cachivaches. Esto no quiere decir que no haya algunos hombres de negocios con preocupación extraeconómica. Existe un pequeño grupo interesado en la

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POLÍTICA, y otros asuntos de convivencia y aún de luces. El hecho de que a Zamora le queden hoy grandes los epítetos de ciudad culta, politizada y levítica, no debe conducir a atribuirle excesiva apatía política, indiferencia religiosa y desgana cultural. En actividades no económicas, no está peor que casi todas las urbes medias de México y ya ofrece síntomas alentadores. En el último lustro, se han dado sucesos dignos de consignar en el orden de la participación. Hasta ayer, ninguna campaña de aspirantes a la dirigencia de México, de Michoacán y del municipio de Zamora le quitaba el sueño a la mayor parte de la ciudadanía local. En las giras de los candidatos a presidentes de la República en 1981 y 1982, la gente de acá mostró una apatía muy grande. Hubo mitin de candidato en que el número de oradores dobló al de escuchas, en que sólo un trío de desvelados se dignó oír a seis vibrantes picos de oro. El ir a depositar votos en las urnas era una costumbre que tendía a la extinción. Aquí se votaba cada vez menos, aun cuando los recuentos de votos dijeran lo contrario. La participación en cosas de política daba señales de muerte cuando se produjo el brote participativo del otoño de 1983. La mitad de los ciudadanos de Zamora acudió a emitir su voto por los candidatos que se disputaban la presidencia municipal. Como el gusto de los electores no coincidió con el del partido "invencible", éste acudió a triquiñuelas y chanchullos para imponer al malquerido. Como ya no solía pasar, la gente indignada desfiló y vociferó varias veces, se apretujó en la plaza grande e hizo respetar su voto, o casi. En otros sectores de la vida comunitaria no se han dado participaciones similares del vecindario. En la mejoría de la intrincada red de canales y drenes, en el acrecentamiento de aguas de regadío, en la introducción de nuevas culturas y técnicas agrícolas, en el reparto de agua y otros menesteres, es notoria la ausencia de cooperación de los agricultores del valle, quizá porque "no se sienten directamente responsables del funcionamiento del distrito" de riego, número 61. Aquí los cuatro mil tenedores de la planicie zamorana (incluso los 3 410 ejidatarios) participan lo menos posible en el negocio que más les interesa. Todo se deja a las resoluciones de papá gobierno que ponen en marcha los funcionarios de operación y 197


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desarrollo, conservación de obras y supervisión de las unidades de regadío. También se mantiene débil la participación de las mayorías en los sectores industrial y mercantil. No se ha hecho nada para mejorar las condiciones laborales, particularmente de las obreras de la industria fresicongeladora. Aquí encuentran Lourdes Arizpe y Josefina Aranda que los empresarios de la agroindustria fresícola acogen a muchas mujeres para el destape y la selección de la fresa por una habilidad de manos que difícilmente tienen los hombres; porque éstos prefieren irse a ganar buenos dólares a los Estados Unidos; porque "tienen a su disposición a grandes contingentes de mujeres jóvenes con muy pocas alternativas de trabajo". Pero la razón principal para emplear mujeres es que pueden pagarles salarios mucho más bajos de los que marcha la ley, en condiciones de constante fluctuación de horarios y días de labor, y no concederles prestaciones… Las empresas se basan en la idea de que cualquier ingreso de la hija, la esposa o la madre es un añadido al ingreso principal del padre, el esposo o el hijo.

Se trata de unas diez mil muchachas jóvenes, en su gran mayoría no registradas como obreras de Zamora en el censo de 1980. Son por lo general jovencitas a las que tienen sin cuidado la sindicalización, que no laboran todo el año y que aspiran a llegar lo antes posible al matrimonio. En Zamora, la familia sigue siendo la cumbre de las instituciones sociales. En los últimos cinco años la familia ha perdido alguna fuerza, como no podía ser menos en este periodo tan contrario al cierre familiar de filas. Con todo, la estructura de la familia se ha deteriorado poco comparada con la de otros muchos sitios similares. En el mundo de la organización, los lazos fuertes se usan en la vida familiar. La familia mantiene su fuerza. Sigue arrancando de una ceremonia muy pública y espectacular y continúa siendo numerosa y privada. La natalidad se reduce lentamente; los criados y los arrimados son cada vez menos, pero el núcleo familiar sigue grandote y fortachón. El espíritu cooperativo se da ampliamente en la familia, pero sale pocas veces de allí. La familia puede ser enorme, como la 198


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Gran Familia de Rosa Verduzco que junta tres centenares de hijos, pero siempre marcha unida. La cohesión familiar parece ser una cosa positiva de esta gente que muchos consideran subdesarrollada porque sigue haciéndose por voluntad de gente de arriba y de fuera, con muy poca participación de los lugareños. En tratándose de este municipio, cabe hablar de dependencia económica, de corrupción administrativa, de ostensibles desniveles sociales, de deficiencias en los órdenes de la alimentación, del alojamiento y de la escuela. Cabe hablar de un grupo de nuevos ricos que se resiste a salir del subdesarrollo, cuyas máximas ambiciones suelen ser el ir a los desplumaderos de Las Vegas, esquiar en Ruidoso, Nuevo México, poseer numerosos automóviles, vivir en casas que superen por lo grandote y lo abigarrado a la de los vecinos y tener alguna propiedad en la tierra de los primos güeros. Con todo, es cada día más notoria una cúpula social que se distingue como la antigua aristocracia, por el buen gusto, los modales finos, la sensibilidad artística y los tours por los museos del mundo. Al lado de las cien familias adineradas e incultas, vive una decena de familias que aúnan al dinero la educación refinada. Casi todos los jefes de este puñado de grupos familiares poseen un título universitario; el pueblo los identifica con los apelativos de doctores (equivale decir médicos) y licenciados (equivale a decir jurisconsultos). Se forma lentamente una minoría que se asemeja, en muchos aspectos, a la antigua de "sangre azul". Como quiera, no es aún la minoría cerrada, como la de los antiguos hacendados. Quizá lo que más los aparta del común de la gente sea su nivel cultural, su alta preparación técnica y humanística, sus luces. Según el censo de 1980, el municipio de Zamora tiene 30 291 niños de seis a catorce años de edad que deberían asistir cotidianamente a la escuela, pero de los que sólo asisten 16 856, un poco más de la mitad de la fuerza infantil. Entre los seis y los catorce años de edad no asisten a la escuela primaria 9 506 niños; 3 320 por haberla concluido; 737 por no tener escuela a la mano o por no haber alcanzado cabida en ninguna; 737 por estar incorporados a las fuerzas de trabajo; 288 por incapaces, y cosa de 4 000 quién sabe por qué. Según el mentado censo, de los ochenta mil zamoranos de 10 años y más, cincuenta y un mil no tenían enseñanza secundaria; diez mil 199


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pasaban o habían pasado por esas escuelas; sólo mil quinientos, por la preparatoria; dos mil habían seguido alguna carrera subprofesional y otros tantos, una profesional. En 1980, de los sesenta y tres mil mayores de 15 años, únicamente 252 resumían un posgrado. Para remediar las insuficiencias de instrucción de la gente zamorana, se han tomado medidas en los últimos cinco años. Los de la élite económica siguen con la costumbre de mandar a sus hijos a preparatorias y universidades de Guadalajara y de México. Ha crecido el número de escuelas primarias y secundarias en el municipio. En 1981 se hablaba ya de 65 planteles escolares. No se ha visto nada nuevo digno de nota en educación media superior. Ha irrumpido el CONALEP con abundantes talleres y medio millar de alumnos. A la Normal Superior de índole privada se ha agregado desde 1980 la Unidad SEAD de la Universidad Pedagógica, de índole pública. La marcha del sector educativo ha sido más parsimoniosa que el de la CULTURA en su conjunto. Otros medios de información y formación han corrido a mayor velocidad que las aulas. Es mucho mayor ahora que en 1979 el número de radios y televisores. Como quiera, no es fácil decir hasta qué punto los mensajes radiofónicos y televisivos han mudado los valores de la cultura. El censo es una máquina muy burda en el registro de mudanzas no materiales. Se puede asegurar que el proceso de laicización ha seguido su marcha, aunque según el censo no hubo cosa espectacular. Entre 1970 y 1980 la proporción de católicos baja del 99 al 97 por ciento; el número de protestantes sube del 2 al 6 por millar, y el de sin religión brinca del 8 al 19 por millar. En fecha reciente se levantó el templo de los mormones o "Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días". El templo de la Medalla Milagrosa se derrumbó y fue rehecho por la superactividad de la catedral inconclusa y se mantiene en estado ruinoso. La indiferencia religiosa cunde primero en el ala masculina. De los 2 094 irreligiosos registrados en el censo del ochenta, 1 202 son varones. Todos los días se incorporan numerosos jóvenes a las filas de los no practicantes de culto alguno. Cada vez son menos los que prestan oídos al clero en materias política y económica. 200


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Disminuyen velozmente los padres de familia que piden un úcase sacerdotal, aunque todavía no se impone la moda de buscar apoyo en los psicoanalistas. Ya nadie le pone las cruces a los herejes y ni siquiera a los pecadores públicos. Sin embargo, la parte institucional de la vida religiosa no ofrece mayores síntomas de decadencia. El Directorio eclesiástico de la diócesis de Zamora 1984 da cifras de una jurisdicción episcopal que consta de noventa y seis parroquias, y veinte entre vicarías fijas y capellanías, que posee 641 templos, donde prestan sus servicios doscientos cuarenta y seis sacerdotes. La iglesia católica zamorana mantiene todavía un número importante de planteles escolares (ciento seis) y centros de salud (sesenta entre hospitales, asilos para viejos, orfanatorios y dispensarios). En Zamora, sede de la diócesis, se desempeñan la curia de gobierno de la que es obispo don José Esaúl Robles, y vicario general, don Francisco Valencia Ayala; la curia de justicia de quien es provisor don Miguel Espinoza del Río, y la curia pastoral donde se maneja no sólo la parte económica sino también los organismos diocesanos (promoción del clero, diversas pastorales, archivo, revista eclesiástica, medios de comunicación, liturgia, liga piadosa sacerdotal, límites parroquiales, movimiento familiar cristiano, educación y cultura, evangelización y catequesis); movimientos laicales (Pequeños Hermanos de María, orden seglar franciscana; Caballeros de Colón, cursillos de cristiandad, encuentros conyugales, caritas diocesanas, adoraciones nocturnas, acción católica y movimiento de renovación en el espíritu). También operan en la ciudad de Zamora el cabildo catedralicio y el consejo presbiterial, y muy cerca, en la vecina ciudad de Jacona, el Seminario Mayor, donde enseñan doce sacerdotes y donde se preparan para serlo cien seminaristas, cifra que no incluye a los alumnos del seminario menor que está en Uruapan. El seminario de Jacona tiene hoy más alumnos que hace cinco años, aunque menos de los que tenía hace medio siglo. En las ciudades de Zamora y Jacona residen cuarenta y cinco sacerdotes, uno por cada tres mil cuatrocientos habitantes. Hay, además, un número superior de religiosos y religiosas, de miembros de diez asociaciones pías. Las comunidades religiosas masculinas nunca fueron abundantes en la región zamorana. En fecha muy reciente se agregaron a los 201


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misioneros de la Sagrada Familia, los pasionistas y los padres salesianos, los trapenses que han levantado su trapa allá por Jacona, cerca del Curutarán y del sitio arqueológico del Lopeño. De las comunidades religiosas femeninas tienen casa en la sede episcopal las adoratrices y las capuchinas, que todo mundo conoce con el nombre de monjas de encierro. Las otras son las madres que trabajan en sanatorios, asilos y sobre todo en escuelas que se dicen las operarias de la Sagrada Familia, las hijas del Espíritu Santo y principalmente las Hermanas de los Pobres y Siervas del Sagrado Corazón, encargadas de treinta escuelas en el conjunto de la diócesis, de las cuales las tres mayores están en Zamora: Fulcheri, Juana de Asbaje y el célebre CEJA. Las publicaciones periódicas de tipo religioso también tendieron al alza en el último lustro. Se empezó a publicar Don Vasco y se mantuvo la publicación de Revista Eclesiástica, El Misionero, Amigo, Juventus. Otras publicaciones recientes son Lucerna Ardens y El Calvario. Con todo, el influjo del clero católico es cada vez menor en las diferentes clases sociales de Zamora. La secularización no ha disminuido su marcha. Los periódicos del clero no han ganado y sí perdido lectores, quizá no únicamente por tratarse de publicaciones de índole religiosa. Todo parece indicar que la creciente entrega de las masas a noticieros, reportajes, comentarios, payasadas, novelas y anuncios radiodifundidos y televisados ha hecho mella en las formas tradicionales de comunicación social. Del 79 para acá, en Zamora ha aumentado el número de alfabetos y disminuido el de lectores. Se lee poco, muy poco, casi nada, fuera de libros de texto u obligatorios y de revistas de "monitos". No hay nuevas librerías, y en el almacén de libros y revistas de Mario Jiménez poco ha cambiado. Hará cosa de un lustro que entró la moda de ver, quizá no de leer, revistas pornográficas. Selecciones del Reader Digest mantiene una clientela copiosa, de dos centenares de compradores. De los semanarios serios, Impacto es el más solicitado, pero Proceso y Siempre! no van muy a la zaga. Quizá por la influencia de El Colegio de Michoacán, algunas prestigiosas revistas mensuales (Vuelta y Nexos) comienzan a tener compradores. Ha subido la venta de diarios de Guadalajara y de México. 202


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En la prensa periódica local se han dado novedades. Al pequeño grupo de la prensa diaria se yuxtapuso El Sol de Zamora, que vocean por las calles y en las primeras horas de la mañana, muchos niños. La mayor novedad del nuevo diario consiste en dar noticias de lo acontecido en el mundo entero y en la República Mexicana, que no sólo de la vida lugareña. Por lo demás, la mayoría de los zamoranos curiosos prefiere recoger las noticias sobre el mundo y el país en los noticieros de la televisión y no en las páginas de los periódicos. El seminario Guía, el mejor de los semanarios de Michoacán y quizá del occidente del país, ha seguido, bajo la batuta del padre Alfonso Sahagún y contra el viento y la marea clerical conservadora, una trayectoria cada vez más ancha e independiente y con mayores escollos. Desde mayo de 1978 es de 24 páginas y desde julio del mismo año circula con el subtítulo, que ya cumplía antes, de Seminario Regional Independiente. Dejaron de publicarse Las Ventanas, el suplemento literario de Guía, pero aumentó mucho el número de articulistas. A la figura nacional de Alejandro Avilés, al sacerdote de la renovación cristiana Raúl Duarte Castillo, al valeroso Juan Antonio Guerrero, al muy divertido Ernesto Moreno Leaños, a los serios analistas Víctor Manuel Ortiz, Refugio Ramírez y Jesús Romero, a Humberto Mena, se juntaron muchos profesores y alumnos de El Colegio de Michoacán y la máxima personalidad literaria del rumbo: don Francisco Elizalde. Los estupendos y verídicos reportajes de Arturo Sierra Reyes se han visto reforzados por los de Carlos Wagner, quien dirigió interinamente el periódico en 1983 y que acaba de escribir, con el nombre de Cómo mejorar un seminario de provincia, una buena semblanza del buen Guía. Con todo, algunos intelectuales y artistas de la región zamorana continúan trabajando más o menos fuera de Guía. Así los pintores Antonio Servín y Jorge Hurtado, el poeta Salvador Calderas, el lírico y cuentista Héctor Canales y no sé cuántos más, principalmente del gremio eclesiástico. La élite intelectual de Zamora ha crecido en el último lustro. La natalidad de nuevos ingenios ha superado a la mortalidad de algunas personalidades ilustres, que por lo demás se retiraron bien talludos de este valle. Ese fue el caso del padre Agustín Magaña que murió en 1982 en la tina de su baño, a los noventa y 203


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cinco años de edad, aunque no el de Trino Ascencio, muerto apenas sesentón. En el último lustro también desaparecieron don Arturo Rodríguez Zetina y don Francisco García Urbizu, los dos máximos cronistas de la vida zamorana que sólo en parte han sido sustituidos por los padres Alfonso Verduzco, autor de una Barcina zamorana y Luis Franco, autor de Zamora la vieja, una evocación bellísima, y por la madre A. T. Hernández Cano que ha publicado una vasta y verdadera Historia de la Congregación de las Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón. También ha remediado en parte la partida de don Arturo y don Panchito, el establecimiento en Zamora de El Colegio de Michoacán. Quizá por tratarse de un instituto que tira a perenne y es de primera magnitud, no resulte presuntuoso el cerrar esta segunda edición de Zamora con una breve noticia del primer lustro de vida de EL COLEGIO DE MICHOACÁN que se dio a conocer en ceremonia pública el 15 de enero de 1979. La idea fue de don Fernando Solana, el Secretario de la SEP, apóstol de la descentralización de la cultura. Víctor L. Urquidi, presidente de El Colegio de México y el coordinador Roque González responden a las sugerencias descentralizadoras del titular de la SEP con el proyecto de un Colegio de Michoacán que el gobernador Carlos Torres Manzo acoge con ganas, lo mismo que el responsable de cuidar el plantel desde el nacimiento hasta el principio de la segunda infancia. Al decidirse la sede de El Colegio de Michoacán en Zamora, don Francisco Miranda, historiador que se había adelantado a la descentralización se da a la tarea de buscarle alojamiento al instituto y a quienes lo formarán. Como principio de cuentas se toma en alquiler una casa de bellísimo patio, construida por el buen albañil Jesús Hernández Segura, el mismo que diseñó la catedral gótica. Esta casa fue en tiempos de don Porfirio la haceduría de la diócesis, y después palacete de una familia opulenta y sin niños que la mantuvo en buenas condiciones. Allí estuvo todo el colegio un año, pero al siguiente tomó en arrienda una segunda casa (Madero 71), y al otro, la 204


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tercera casona, la de Morelos 122. En un tris, las tres residencias se llenaron de investigadores, administrativos, alumnos y gente amiga. Los investigadores, procedentes en un 80% de la capital de la República, llegaron poco a poco. La mitad de los veintiséis que vinieron a reunirse acá ya había publicado libros, y todos, en la peor de las situaciones, tenían artículos gordos en revistas especializadas. El menos joven, con cincuenta y tres años de edad a su llegada, era autor de diez mamotretos. Era cuarentón un trío de los incorporados y eran treintañeros cosa de veinte. Se puede decir, sin sobra de petulancia, que El Colegio de Michoacán se ha hecho con un buen personal científico muy disímbolo de sus intereses y de muy buen nivel en cuanto a preparación, originalidad y frutos. Muy pocos círculos de investigación científica de la capital gozan de un porcentaje tan alto de ilustres. No es corto el número de rebeldes intelectuales, de sabios con comezón de originalidad. Muchos son más de lo que anuncia su título. Hoy por hoy conviven acá un filósofo, un etnomusicólogo, un agrónomo, un folclorista, un pedagogo, dos filólogos, dos economistas, dos sociólogos, cinco antropólogos sociales y diez historiadores. Quizá toda sea gente vocada, aunque no se descarta la posibilidad de haber tenido dos que tres seudointelectuales de esos que procuran vivir de gratificaciones, cargos y estafas. Quince son doctores y nueve lucen maestrías. La gran mayoría sabe latín y casi todos manejan el inglés y el francés. Todos pueden hacer mucho y no pocos trabajan bien, sin prisas y sin pausas. La pequeña comunidad académica que constituye El Colegio de Michoacán cree que sin libros, revistas y papeles hay pocas posibilidades de investigaciones y sabía, desde su traslado a Zamora, del vacío de bibliotecas en la ciudad a que transterraba. Por lo mismo, una de su primeras miras fue la de hacerse de una colección bibliotecaria ad hoc. Se descartó la idea de una biblioteca pública con un poquito de todo, así como el modelo universitario proclive a juntar libros de texto y similares. Se pensó que lo más acorde a los propósitos del instituto sería una biblioteca especializada en obras de ciencias sociales, sobre todo en aquellas relativas a la vida del occidente de México. Se vio también la necesidad de erigir hemeroteca y mapoteca con las mismas inclinaciones, y de hacer un archivo con archivos familiares de la región. 205


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Fue el pie de la biblioteca un millar de libros, donación del gobernador Carlos Torres Manzo. Poco después se adquirieron por compra dos bibliotecas particulares: la de don José Ramírez Flores (cuatro mil libros, veinte mil folletos y cosa de mil tomos de publicaciones periódicas) de gran valía para historiadores del occidente de México, y la de Ramón Fernández (cinco mil volúmenes de libros y revistas, miles de folletos y miles de recortes de periódicos) útil para el estudio de los problemas agrícolas y agrarios del México reciente. Por su parte, el poeta Manuel Calvillo nos regaló el lote menos poético, el más científico de su biblioteca particular. Con tales donaciones y compras, al concluir el primer año de vida del colegio, la biblioteca contaba con trece mil volúmenes. En 1980 sólo adquirió tres mil volúmenes, en su mayoría de obras de consulta cotidiana. Llegó a los veinte mil volúmenes al año siguiente y a los treinta mil en 1983. En este mismo año, recibe la numerosa colección de mapas de DETENAL, que unida a un conjunto de mapas de interés histórico preexistentes, han hecho una mapoteca valiosa. También ha crecido con cierta rapidez el caudal hemerográfico. A finales de 1983 se contaba con 1 420 títulos de revistas, y algo más de treinta mil números. Por ese mismo tiempo se dota al archivo de muchas cajas de cartón y se pone en marcha la hechura de la fonoteca con 250 horas de grabaciones de música purhé y otras tantas de conferencias y debates. Con libros, cámaras fotográficas, videograbadoras, computadoras y otros instrumentos, los investigadores de El Colegio de Michoacán realizan la meta básica de éste: la investigación en el campo de las ciencias sociales y las humanidades. Sobre todo, investigan el entorno inmediato, aunque también se interesan en ámbitos ajenos; se dirigen al presente, aunque no desconocen la utilidad de los estudios históricos. A una creen que la mejor manera de servir a la gente es criticándola. Concuerdan en lo fecundo de la línea interdisciplinaria; apoyan el trabajo en equipo. Son personas avocadas a la investigación teórico-práctica, a la crítica del statu quo, a lo próximo y lo actual y a los métodos de la multidisciplina y el equipo, pero no dogmáticos. Respetan a los talentos individuales; no repudian la especialización ni se trenzan a golpes con los eruditos a la antigüita. 206


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Por lo demás, cada uno de los cuatro centros en que se divide El Colegio de Michoacán tiene sus gustos en cuanto miras y métodos de investigación. Guillermo de la Peña, primer coordinador del Centro de Estudios Antropológicos, dice que en su área se han echado a caminar "paquetes de proyectos colectivos y regionales de mediana duración (aunque evaluables por etapas, a corto plazo), con el fin de introducir la dimensión regional como una variable analítica en el estudio de los procesos de cambio social; crear equipos de trabajo donde colaboren profesores, pasantes y alumnos, y obtener resultados acumulativos". Hasta ahora esos propósitos se han puesto en práctica en estudios de antropología social del Bajío zamorano, la zona de Uruapan, la Ciénega de Chapala, la Sierra del Tigre y Guadalajara y su contorno. Como las cinco regiones forman un continuum espacial, ha habido mutua fertilización de los proyectos. Patricia Arias, la actual coordinadora, no piensa diferente. Las investigaciones hechas y en proceso en el Centro de Estudios Históricos, los tres primeros años coordinadas por Francisco Miranda y ahora por Andrés Lira, no se han fijado espacios y tiempos precisos, han ido indiscriminadamente a toda clase de asuntos, que no sólo a los de índole económica y social, y han mostrado una mayor preferencia por las investigaciones individuales, que no colectivas. Aquí hay de todo: hay quien se ocupa de Vasco de Quiroga y sus alrededores, las vicisitudes de Aguascalientes, las capitulaciones de conquistadores y colonos, la querella de antiguos y modernos, los bandidos sociales del occidente de México, la formación intelectual y el pensamiento político de los próceres de la independencia, la historiografía novohispana, la trayectoria de las haciendas del noroeste michoacano, la colonización de la cuenca del río Lerma, los "cómos" de la enseñanza de la historia de México, la mitología purépecha, el linaje de la cultura mexicana. Según Jean Meyer, su coordinador, el Centro de Estudios Rurales trata de hacer el estudio global, al través de varias disciplinas (historia, geografía, economía, sociología, agronomía) de una sociedad y un sistema económico fundamentalmente agrarios […] Esa sociedad es la michoacana del noroeste que se asienta en zona fértil, zona de riego, en zona de cultivos de clima templado […] Se 207


LUIS GONZÁLEZ busca desembocar en una futurología pragmática […] Economistas y sociólogos tendrán mucho quehacer con el geógrafo y el agrónomo […] El programa de investigación comprende historia y geografía […] socioeconomía en el espacio y en el tiempo […] financiamiento […] técnicas […] saldo de acciones de estado

y muchas cosas más. La coordinada por Meyer es una empresa tan ambiciosa como la célebre de Gamio sobre el Valle de Teotihuacán. Como los historiadores mexicanos no se han puesto al estudio de ciertas tradiciones que urge conocer a fondo, El Colegio de Michoacán acaba de abrir un cuarto centro que lleva el rótulo de Estudio de las Tradiciones coordina Francisco Miranda y se dirige a tres puntos muy concretos: alentar las historias de las etnias del occidente de México escritas por individuos oriundos de tales etnias; verter del latín al español textos valiosos de escritores de la Provincia Mayor de Michoacán (Vasco de Quiroga, Alonso de la Veracruz, Díaz de Gamarra y otros) y reunir manifestaciones populares de música, poesía, cuentos, saberes, costumbres, artesanía que están a punto de extinguirse. Por otra parte, investigadores de cada uno delos cuatro centros han participado en dos programas de oriundez gubernamental, uno proveniente de la gubernatura michoacana y el otro, de la Secretaría de Educación Pública. Aquél se propuso dotar de su monografía geohistórica a cada uno de los municipios del estado de Michoacán, y éste de una monografía semejante, pero estatal, a cada uno de los estados de la República Mexicana. A la serie promovida por Carlos Torres Manzo contribuyen Heriberto Moreno, Álvaro Ochoa, Luis González, Carlos Herrejón y Francisco Miranda con la hechura de sendas monografías de Cotija, Jiquilpan, Sahuayo, Zamora, Tlalpujahua, Uruapan y Yurécuaro; es decir, con la mitad de las que se hicieron. La contribución a la Serie promovida por Fernando Solana fue de diez monografías: Aguascalientes de Beatriz Rojas, Baja California Sur de Agustín Jacinto, Colima de José Lameiras, Guerrero de Francisco Miranda, Jalisco de Heriberto Moreno, Estado de México de Carlos Herrejón, Morelos de Guillermo de la Peña, Nayarit de Jean Meyer, Sonora de Armida de la Vara y Michoacán de Luis González. 208


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El segundo propósito del Colmich, según consta en su acta constitutiva es la de formar investigadores de altura en tres o cuatro ciencias humanas. Por lo mismo, trabaja con grupos pequeños de estudiantes. En 1979 se pusieron en marcha dos maestrías: Antropología Social e Historia. En 1981 se agregó a las anteriores la de Estudios Rurales. Para 1984 se tiene proyectada la de Estudios Étnicos. La primera promoción de alumnos de Antropología Social e Historia ha empezado a presentar tesis para optar al grado de maestría. La segunda promoción de alumnos de Antropología Social, Historia y Estudios Rurales concluyeron cursos y principian la elaboración de sus tesis. Los alumnos de la tercera promoción llegaron en el otoño del 83. El Colegio de Michoacán forma investigadores y difunde investigaciones. Casi desde sus comienzos se enfrasca en exhibiciones de cine club, conferencias intramuros, conferencias foráneas, coloquio doméstico de antropología e historias regionales, asistencia a congresos y cursillos fuera de casa. En los informes anuales del presidente a la asamblea de asociados se ve cómo se ha vuelto costumbre ofrecer al público general una conferencia a la luz de la luna viernes a viernes dada por un ilustre conferenciante. Por otro lado se han reunido en Zamora en coloquios que organiza Colmich, expertos en problemas regionales en 1979 en cultura purépecha en 1980 en reforma agraria en 1981 en migraciones en 1982 y en pensamiento novohispano en 1983. Y cuando la montaña no viene a Mahoma éste acude a la montaña. El personal académico del Colmich asiste con frecuencia a congresos y simposia de su especialidad. Los colmichianos no creen en las virtudes creadoras del aislamiento. Cada uno da anualmente cosa de cinco o seis conferencias, y en forma esporádica, cursos breves en diversas universidades de México y el extranjero. Como quiera, la manifestación mayor de la actividad del instituto son los artículos de fondo y los libros. De enero de 1979 a diciembre de 1983 han lanzado las prensas cincuenta volúmenes (diez anuales) y alrededor de ciento cincuenta artículos de fondo (cosa de treinta anuales) calzados con la firma de gente de El Colegio de Michoacán. Estas cifras no incluyen artículos breves ni tampoco reediciones de obra. De los volúmenes publicados, cuatro recogen ponencias 209


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presentadas en otros tantos coloquios de Antropología e Historia Regionales (Cultura Purhé, editado por Francisco Miranda; Después de los latifundios, cuidado por Heriberto Moreno; Sabiduría popular, editado por Arturo Chamorro y Ciencia y Humanismo en la formación de México, por Carlos Herrejón); tres de teoría y método (El aula y la férula, de Guillermo de la Peña y Nueva invitación a la microhistoria, de Luis González, y Zen y personalidad de Agustín Jacinto Zavala); cuatro de historia de México en su conjunto y más concretamente de periodos cercanos a la actualidad de la vida del país (El coraje cristero de Jean Meyer y Los artífices del cardenismo, Los días del presidente Cárdenas y Las minorías rectoras, de Luis González); siete son las monografías municipales de que ya se habló: diez las ya mentadas monografías de estados de la República. Catorce caen dentro de la categoría de trabajos microhistóricos: Marie Lapointe, Las mayas rebeldes de Yucatán; Francisco Miranda, Caurio de Guadalupe; Heriberto Moreno, Guaracha, tiempos viejos y tiempos nuevos y Jalisco, esta tierra; Beatriz Rojas, La destrucción de la hacienda en Aguascalientes y La pequeña guerra; Luis González, Michoacán y La Querencia y de Juan Manuel Durán, Revolución agrícola en Tierra Caliente; tres biografías: Vasco de Quiroga y Leonardo Castellanos, por Francisco Miranda; Diego José Abad y su familia, de Álvaro Ochoa. Acaba de salir las Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, de Andrés Lira. Aunque la mayor parte de lo producido por los investigadores de El Colegio de Michoacán en el orden libresco es de índole histórico, no son escasos los libros de antropología social y economía. No son históricos el de Patricia Arias, El de la tradición alfarera; Jorge Durand, La ciudad invade al ejido; Thierry Linck, Usura rural en San Luis Potosí. Un acercamiento a la problemática de la integración campesina; Guillermo de la Peña, Herederos de Promesas; Agricultura política y ritual en los Altos de Morelos; Gustavo Verduzco, Campesinos itinerantes. Colonización, ganadería y urbanización en el trópico petrolero; Arturo Chamorro, La música popular en Tlaxcala. Aunque se vive en una época de no querer hacer, de inapetencia laboral, los colmichianos hemos hecho, además de los volúmenes citados, muchos artículos gordos que se pueden leer en Relaciones, la 210


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revista trimestral del Colmich que lleva 20 números publicados, Études Mexicaines y otras revsitas especializadas, y en Vuelta, Diálogos y Nexos y otras revistas de alta divulgación. También se nota la facundia en periódicos diarios y semanarios, como El Sol de Zamora y Guía. En este último suelen aparecer artículos de algunos profesores (Andrés Lira, José Lameiras, Jean Meyer, Francisco Miranda, César Moheno, Germán Posada, Jesús Tapia); de estudiantes (Álvaro Ochoa, Sergio Reséndiz, Humberto González) y de personas del sector administrativo como Armida de la Vara. En estos tiempos de repudio a la inutilidad, las instituciones de investigación científica deben responder a la pregunta siguiente: ¿Cuánto ha contribuido el instituto de que nos habla a la solución de la problemática social? Quizá algunos centros inquisitivos posean los mecanismos de evaluación necesarios para responder la pregunta. El Colegio de Michoacán ignora hasta qué punto contribuyen sus obras científicohumanísticas a la resolución de los problemas de la gente estudiada en esos libros y artículos. Como quiera, quiere contribuir al cambio de Zamora y su región en un sentido de mejoría; sabe que será la levadura de la octava Zamora que ya deja sentir sus pasos, de una comunidad que volverá por sus fueros y que será más participativa, confortable, igualitaria y culta que en cualesquiera de sus vidas anteriores.

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FUENTES

U

n catálogo más o menos completo de las huellas sobrevivientes de la vida más que cuatricentenaria de Zamora formaría un volumen con más páginas de las utilizadas en este libro para resumir esa vida. Ese posible catálogo podría llamarse Fuentes de la historia zamorana y habría que dividirlo en tres partes. La primera registraría sitios arqueológicos, construcciones, monumentos, museos, colecciones de pinturas y fotográficas; la segunda tendría que enlistar manuscritos dispersos en archivos públicos y privados, publicaciones periódicas y libros y folletos con referencias zamoranas y de autores de Zamora y la tercera parte debiera dar cuenta de los modernos testimonios (películas, videocartuchos, etc.) que englobamos bajo el nombre de documentos audiovisuales. El catálogo que se propone enseguida prescinde de la primera y la última parte de un catálogo general y resume la nómina de fuentes escritas. Por lo que mira a repositorios documentales, sólo cita medio centenar de archivos públicos pero seguramente pasan de cien los que guardan manuscritos interesantes para la historia zamorana, y quizá pasen de mil los archivos privados útiles para la reconstrucción de esa historia. Las publicaciones periódicas (diarios y revistas) con reportajes y artículos sobre la vida zamorana no son únicamente los cien mencionados aquí. Me temo que ni siquiera la sección titulada "Hemerografía zamorana" es exhaustiva. La sección más extensa de este catálogo de fuentes, lo constituye, por razones obvias, la sección de libros y folletos. Con todo, mi lista de libros y folletos de Zamora y sobre Zamora, agrandada para la tercera edición con cien nuevos títulos, sigue siendo muy incompleta, aunque se mantiene como la más numerosa de las publicadas hasta ahora, hasta comienzos de 1991.

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ARCHIVOS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

11. 12. 13. 14. 15. 16.

Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica, Archivos de Microfilm, Norte 26, núm. 321, Col. Industrial, México, D. F. Archivo Central del Instituto Mexicano del Seguro Social, General Prim. 43, México, D.F. Archivo Central de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, Tacuba 8, México, D.F. Archivo del Congreso del Estado de Michoacán, Avenida Madero, Morelia, Mich. Archivo General y Público del Estado de Michoacán, Palacio de Gobierno, Morelia, Mich. Archivo General del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, Bolívar núm. 145, México, D.F. Archivo General de Expedientes de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, Ayuntamiento 146, México, D.F. Archivo General de Indias, Audiencia de Guadalajara, Audiencia de México, Indiferente General, Sevilla, España. Archivo General de Simancas. Contaduría, Dirección General del Tesoro, Estado, Guerra, Mapas y planos. Antiguo Castillo o Alcázar, Simancas, España. Archivo General de la Nación, Alcabalas, Alhóndigas, Civil, Clero, Diezmos, Historia, Indios, Inquisición, Intendencias, Padrones, Subdelegados, Tierras, Tributos, Vínculos y mayorazgos, etc. Eduardo Molina y Albañiles, México, D.F. Archivo General de la Secretaría de Educación Pública, República Argentina y Luis González Obregón, México, D. F. Archivo General de la Secretaría de Obras Públicas, Dr. Barragán 779, México, D.F. Archivo General de la Secretaría de Salud, Paseo de la Reforma y Lieja, México, D.F. Archivo General de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Pino Suárez 2, México, D.F. Archivo Judicial del Estado de Michoacán, Morelia, Mich. Archivo Histórico de Hacienda, En AGN, Eduardo Molina y Albañiles, México, D.F. 213


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17. Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Bosque de Chapultepec, México, D.F. 18. Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Ex-convento de la Santa Cruz de Tlatelolco, México, D.F. 19. Archivo Histórico Manuel Castañeda o de La Casa de Morelos, Alzate y Morelos, Morelia, Mich. 20. Archivo Histórico Nacional de España, Palacio de Bibliotecas y Museos, Madrid, España. 21. Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, Fresno, 15, México, D.F. 22. Archivo Municipal de Zamora, Hidalgo sur 291, Zamora, Mich. 23. Archivo Histórico Fotográfico, Antiguo convento de San Francisco, Pachuca, Hgo. 24. Archivo Histórico de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Palacio de Comunicaciones y Transportes, México, D.F. 25. Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Unidad Bibliográfica de la UNAM, Centro Cultural Universitario, México, D.F. 26. Archivo del Obispado de Zamora, Catedral, Zamora, Mich. 27. Archivo Parroquial de la Purísima, Colón 8 Poniente, Zamora, Mich. 28. Archivo Parroquial del Calvario. Hidalgo Norte 99, Zamora, Mich. 29. Archivo Parroquial del Carmen, Pino Suárez 323, Zamora, Mich. (Cabría mencionar a todos los archivos parroquiales de la Diócesis de Zamora y en especial los archivos de las parroquias de Ario, Atacheo, Atecucario, Chavinda, Chilchota, Ecuandureo, Ixtlán, Jacona, Tangamandapio, Tocumbo y Villamar). 30. Archivos Económicos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, República del Salvador, 47, México, D.F. 31. Biblioteca "Luis González", Sección de Manuscritos, El Colegio de Michoacán, Av. del Árbol y Manuel Martínez de Navarrete, 505, Zamora, Mich. 32. Biblioteca Nacional, Sección de Manuscritos, Isabel la Católica y Uruguay, México, D.F. 214


ZAMORA

33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50.

Biblioteca de México, Colección Basave. La Ciudadela, México, D.F. Biblioteca "Miguel Lerdo de Tejada", República del Salvador, 49, México, D.F. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia "Eusebio Dávalos Hurtado", Paseo de la Reforma y Calzado Gaudhi, México, D.F. Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Fondo General de Manuscritos, Calle de León 21, Madrid, España. Bibliothèque Nationale, Fond Mexicain, Richelieu, Colbert, Vivienne y Petit-Champs, Paris, Francia. Centro de Estudios de Historia de México, Condumex, Plaza Federico Gamboa 1, México, D.F. Centro de Estudios de la Revolución "Lázaro Cárdenas", Archivo Francisco J. Múgica y otros, Jiquilpan, Mich. Dirección General de Archivo e Historia de la Secretaría de la Defensa Nacional, Lomas de Sotelo, México, D.F. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), Aguascalientes, Ags. Mapoteca de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, Av. Observatorio 192, México, D.F. Mapoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Convento de Culhuacán, México, D.F. National Archives of the United States of America, Pennsylvania Ave. At Eigth St., Washington, D.C. Nettie Lee Benson Latin American Collection, University of Texas, Austin, Tex. New York Public Library, Manuscripts and Archives Division, 527 West 43 rd. S.T. New York, N.Y. Real Palacio Nacional, Archivo General Plaza de la Armería, Madrid, España. Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Archivos y Bibliotecas, El Escorial, España. Universidad Michoacana, Biblioteca Pública, Madero y Nigromante, Morelia, Mich. Vaticano, Archivos y Biblioteca Vaticana (Vide Lino Gómez Canedo, Los archivos de la historia de América… Vol. II, pp. 189212). 215


LUIS GONZÁLEZ

PERIÓDICOS Y REVISTAS A)

HEMEROGRAFÍA GENERAL, (CIEN PERIÓDICOS Y REVISTAS PUBLICADOS FUERA DE ZAMORA QUE APORTAN INFORMACIÓN IMPORTANTE PARA LA HISTORIA DE LA REGIÓN ZAMORANA)

1.

Ábside. Revista mensual, México, D.F., 1937-1973, fundación de los hermanos Méndez Plancarte. América Indígena. México, D.F., Instituto Indigenista Interamericano. Anales del Museo Michoacano. Morelia, Mich., Primera época (1888-1890), dirigidos por Nicolás León, Segunda época (19441952), dirigidos por Antonio Arriaga. Anales del Museo Nacional de México. México, D.F., Primera etapa (1877-1885); segunda (1903-1908); tercera (1909-1913); cuarta (1922-1936); quinta (1935-1945), con el nombre de Anales del INAH, hasta 1971. Anuario. Escuela de Historia, Morelia, Mich., Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, publicado desde 1976. Anuario de Geografía. Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., desde 1961. Anuario de Historia. México, D.F. Universidad Nacional Autónoma de México, fundado en 1961, director: Juan Ortega y Medina. Bibliografía Histórica Mexicana. Anuario capitalino, publicado por El Colegio de México desde 1962. Biblioteca Americana. University of Miami Station, Coral Gables, Fla., fundada en 1982. Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Con distintas periodicidades apareció en México, D.F., desde 1945 hasta 1968. Boletín de la Biblioteca Nacional. México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, dos épocas. La segunda empezó en 1950. Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana "Lázaro Cárdenas", Jiquilpan, Mich., fundado en 1976.

2. 3. 4.

5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.

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ZAMORA

13. Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Guadalajara, Jal. 14. Boletín del Archivo General de la Nación. México, D.F., fundado en 1930. 15. Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Publicado en la ciudad de México desde 1839. 16. Boletín de la Sociedad Michoacana de Geografía y Estadística. Morelia, 1907. 17. Boletín del Seminario de Cultura Mexicana. México, D.F., 1943. 18. Constitucionalista, El. Morelia, Mich., fundado en 1868, Periódico oficial del Gobierno del Estado durante el bienio 18681869. 19. Cuadernos Americanos. México, D.F., 1942-1984, director: Jesús Silva Herzog. 20. Demografía y Economía. México, El Colegio de México, cuatrimestral, 1967-1984. 21. Diálogos. México, D.F., El Colegio de México, mensual, 19681986, director: Ramón Xirau. 22. Encuentro. Guadalajara, jal., El Colegio de Jalisco, 1983. Trimestral. 23. Estudios Demográficos y Urbanos. Revista Trimestral, México, El Colegio de México, 1986. 24. Estudios. Filosofía. Historia. Letras. Trimestral, México, D.F., Instituto Tecnológico Autónomo de México, 1984. 25. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México. México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1965. 26. Estudios de Historia Novohispana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1966. 27. Estudios Históricos. Guadalajara, Jal., 1943, revista dirigida por Luis Medina Ascencio. 28. Ètudes Mexicaines. Perpignan, Fr., Institute de Ètudes Mexicaines, Universté de Perpignan, 1978-1984. 29. Excélsior. México, D.F, diario fundado en 1917. 30. Filosofía y Letras. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1941-1957.

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LUIS GONZÁLEZ

31. Gaceta Oficial. Morelia, Mich., Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Michoacán, que comenzó a salir con ese nombre en 1885. 32. Gaceta de México. México, publicación quincenal dirigido por M. A. Valdés, 1784-1809. 33. Heraldo, El. Morelia, Mich., Órgano del Partido Católico Nacional en Michoacán. 1913-1914. 34. Hispanic American Historical Review. North Carolina, Duke University, fundada en 1918. 35. Historia Mexicana. México, D.F., El Colegio de México, revista trimestral publicada desde 1951. 36. Historias. México, D.F., Boletín de Información del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México que empezó a publicarse en 1979. 37. Hombre Libre, El. México, D.F, 1929-1947, diario de oposición. 38. Ilustrador Americano, El. Periódico bisemanal publicado en 1812 y dirigido por José María Cos. 39. Impacto, México, D.F., semanario fundado en 1951. 40. Informador, El. Guadalajara, Jal., diario que ha aparecido ininterrumpidamente desde 1917. 41. Jornada, La. México, D.F., diario que viene apareciendo desde 1984, director Carlos Payán. 42. Journal of Inter-American Studies and World Affairs. Coral Gables, Fla., University of Miami, 1959. 43. Journal de la Société des Americanistes, Paris, Fra., Société des Americanistes, 1876. 44. Juan Panadero. Guadalajara. 45. Latin American Research Review, Austin, Tex., University of Texas, 1965. 46. Latinoamérica. México, D.F., Anuario del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM. 47. Libertad, La. Morelia, Mich., periódico fundado en 1875. 48. L'Ordinaire du Mexicaniste. Perpignan, Fr., Université de Perpignan, 1974-1984, Tolouse, Fra., Université de Tolouse, Le Mirail, 1984. 49. Mañana. Seminario, México, D.F. 218


ZAMORA

50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69.

Memorias de la Academia Mexicana de la Historia correspondiente de la Real de Madrid. México, D.F., fundada en 1942. Memorias de El Colegio Nacional. México, D.F., Anuario del Colegio Nacional que se publica desde 1946. Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate. México, D.F. Mexican Studies/Estudios Mexicanos. Berkeley, Calif., University of California, 1985. México Indígena. México, D.F., Órgano del Instituto Nacional Indigenista. Monitor Republicano, El. Diario, México, D.F., 1844-1896, fundador y director Vicente García Torres. Mujeres y Deportes. México, D.F., revista semanal que se publicó de 1934 a 1945. Municipio libre. Morelia, Mich., fundado en 1942, semanario gráfico. Nación, La. Órgano del Partido Acción Nacional, México, D.F. Nacional, El. México, D.F. Diario Oficial de información fundado en 1929. Nexos. México, D.F., publicación mensual iniciado en 1978, director Héctor Aguilar Camín. Nosotros. Revista mensual, México, D.F., fundado en 1944. Novedades. Diario, México, D.F., fundado por Ignacio F. Herrerías en 1936. Nueva Antropología. México, D.F., revista trimestral de la Escuela Nacional de Antropología que aparece desde 1975. Occidental, El. Guadalajara, Jal., diario fundado en 1940. Ocho Columnas. Guadalajara, Jal., diario que comenzó a salir en 1985. País, El. Diario de México, D.F., 1899-1914, director: Trinidad Sánchez Santos. Partido Nacional, El. Morelia, Mich., Órgano del Partido Católico, 1911. Periódico Oficial del Estado de Michoacán. Morelia, Mich., Gobierno del Estado, 1878-1885. Popular, El. Diario de izquierda publicado en México, D.F. 219


LUIS GONZÁLEZ

70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87.

Prensa, La. Diario San Antonio, Tex., 1913-1957, Director: Ignacio E. Lozano. Problemas Agrícolas e Industriales de México. México, D.F, revista trimestral fundada en 1946, Director: Manuel Marcué Pardiñas. Progresista, El. Morelia, Mich., periódico oficial del gobierno michoacano de 1870 a 1876. Razones. Revista Catorcenal, México, D.F., 1978-1983, director: Samuel del Villar. Redención. Seminario, Morelia, Mich., Confederación Michoacana del Trabajo, 1929. Reforma, La. Morelia, Mich., periódico dirigido por don Macario Torres. República, La. Órgano del Partido Revolucionario Institucional, México, D.F. Restauración, La. Morelia, Mich., Periódico Oficial del Estado de Michoacán durante los años de 1852 a 1854 y de 1866 a 1870. Revista Católica. Mensual, El Paso, Tex., fundada en 1875. Revista de Indias. Madrid, España, Junta Superior de Investigaciones Científicas. Revista de Investigaciones Jurídicas, México, D.F., Escuela Libre de Derecho. Revista Mexicana de Estudios Históricos. Publicación bimestral, México, D.F., 1927-1928, directores: Alfonso Caso y Manuel Toussaint. Revista Mexicana de Sociología. México, D.F., Instituto de Investigaciones Sociales, 1939. Revista de Revistas. Publicación semanal, México, D.F., 1910. Semanario Patriótico Americano. Periódico insurgente, Tlalpujahua, Mich., 1812-1813. Siempre! Revista semanal, México, D.F., fundado en 1953, director: José Pagés Llergo. Siglo XIX, El. Diario, México, D.F., 1841-1896, fundado por Ignacio Cumplido. Supermachos, Los. Revista humorística de Rius (Eduardo del Río). México, D.F., 1965. 220


ZAMORA

88. The Americas, Washington, D.C., Academy of American Franciscan History. A quarterly. 89. Tiempo, El. Diario. México, D.F., 1883-1912, fundado y dirigido por Victoriano Agüeros. 90. Tierra Adentro, México, D.F. 91. Todo. Semanario. México. 92. Trento. Morelia, Mich., Semanario de Morelia, 1951, director Manuel Ponce. 93. Tzintzun. Morelia, Mich., Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, publicado desde 1979. 94. Últimas Noticias. Diario vespertino. México, D.F., publicado desde 1936. 95. Universal, El. México, D.F., diario que se publica desde 1916, fundador: Félix Palavicini. 96. Universidad de México. México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1945. Revista mensual. 97. Universidad Michoacana. Morelia, Mich., Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1939-1956. 98. Voz de Michoacán, La. Diario, Morelia, Mich., fundado en 1948 y dirigido por José Tocavén. 99. Vuelta. México, D.F., revista mensual dirigida por Octavio Paz y publicada desde 1976. 100. Zócalo. B)

HEMEROGRAFÍA ZAMORANA.

1. 2. 3. 4. 5. 6.

El Boletín de Zamora, semanario, fundado en 1854. La Razón Católica, semanario, fundado en 1873. El Colaborador, semanario, fundado en 1874. El Termómetro, fundado en el decenio de los setenta. El Cronista, semanario, fundado en 1874. Don Barbarito, principal periódico zamorano del último quinto de siglo pasado, semanario satírico. 7. Don Carlitos, semanario, fundado en 1883. 8. La Paz, semanario, fundado en 1894. 9. El Publicador, semanario, fundado en 1895. 221


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10.

Boletín Eclesiástico, ahora Revista Eclesiástica, bimestral, fundada en 1903. 11. Prensa Libre, don Antonio Navarrete, fundado en 1910. 12. El Demócrata. 13. La Bandera Católica, fundada en 1910. 14. Verdad y Justicia, del Lic. Fidel Silva, fundada en 1911. 15. El Guerrillero, de José Jiménez, fundada en 1911. 16. El Cometa. 1917. 17. Bartolillo, periódico jocoso dirigido por Luis Jiménez, fundado en 1920. 18. El Despertador del Pueblo. 1912. 19. El Cruzado. 1924. 20. El Correo de Zamora, del Dr. Miguel Anaya, fundado en 1929. 21. Alma Bohemia. 22. El Paladín. 23. El gallito. Zamora. 1889-1892. Responsable J. M. Amezcua. 24. Gacetilla. 25. Alpha. 26. El Misionero, periódico del Seminario, fundado en 1930. 27. Argos, fundado en 1932. 28. Razas y Pueblos, fundada en 1935, (De hecho, El Misionero). 29. El Debate, fundado en 1935. 30. Spes, revista del seminario, fundada en 1944. 31. Gaceta Comercial, Órgano de la Cámara Nacional de Comercio, Agricultura e Industria de Zamora, fundada en 1936. 32. Azul, revista. 33. Zamora Rotario. 34. Verdad, semanario, dirigido por Jesús Navarro Gómez. 35. Zamora, Revista Mensual de Cultura, fundada en 1948. 36. El Duero, semanario. 37. Sucesos de Zamora, semanario. 38. El Heraldo de Zamora, diario, fundado en 1952, dirigido por Delfino Niño Vázquez. 39. Guía, antes quincenal, ahora semanario, fundado en 1952, dirigido por Alfonso Sahagún. 40. La Palabra, semanario, fundado en 1960. 41. La Voz de Zamora, dirigida por Miguel Valencia Mora. 222


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42. El Diario de Zamora, fundado en 1967, dirigido por Alfonso Navarro. 43. Carta de Michoacán, dirigida por Juan Manuel García. 44. Amigo, de los Promotores de Vocaciones. 45. El Heraldo de Michoacán, dirigido por Epifanio Torres P. 46. Prensa Libre de Michoacán, fundada en 1976. 47. Agenda, fundada en 1976. 48. Contacto, dirigido por Jaime Ochoa Ceja. 49. El Informador de Zamora, diario, fundado en 1976. 50. Cuarto Poder, fundado en 1977. 51. Gaceta Zamorana, primera y segunda época, ésa iniciada en 1986 y dirigida por Antonio Servín González. 52. Relaciones, Estudios de Historia y Sociedad, publicación trimestral de El Colegio de Michoacán, fundada en 1980 53. Boletín de El Colegio de Michoacán, comenzó siendo trimestral en 1979. 54. Juventa, publicación del CEJA. 55. Jaula, Boletín leonístico. 56. El Sol de Zamora, Segunda época. 57. Mensaje. 58. La Gran Familia. Aparece por el mes de diciembre de cada año, dirigida por Rosa Verduzco.

LIBROS Y FOLLETOS ABAD Y QUEIPO, Manuel. Colección de los escritos más importantes que en diferentes épocas dirigió al gobierno, México, Oficinas de Mariano Ontiveros, 1813, 170 pp. ADAME GODDARD, Jorge. El pensamiento político tradicional en el estado liberal mexicano. 1867-1892, (Mimeografía). México, 1977, 268 pp. AGUILAR, Ignacio. Apuntes biográficos, Zamora, tipografía de la Escuela de Artes y Oficios, s. f.

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LUIS GONZÁLEZ

____________ Corona fúnebre colocada sobre la tumba del ilustrísimo Sr. don Antonio de la Peña y Navarro, primer obispo de Zamora, Zamora, Imp. de P. Maldonado, 1877. 114 pp. ____________ Vindicación que hace de su honor ultrajado en el folleto impreso en Guadalajara y en varios artículos de "El Constitucionalista de Morelia", suscritos por don José N. Plancarte, Zamora, tipografía Arcadio H. Orozco, 1870, 35 pp. AGUILAR FERREIRA, Melesio. Los gobernadores de Michoacán, Morelia, Talleres Gráficos del Estado, 1950, 126 pp. AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo. Problemas de la población indígena de la cuenca del Tepalcatepec, México, Instituto Nacional Indigenista, 1952, 363 pp. ____________ Medicina y magia. El Proceso de aculturación en la estructura colonial, México, Instituto Nacional Indigenista 1963, 443 pp. ____________ La población negra de México, 1519-1810. Estudio etnohistórico, México, Ediciones Fuente Cultural, 1946, 347 pp. ALAMÁN, Lucas. Historia de México, 2ª edición, México, Ediciones Jus, 1968-1969, 5 vols.: 422, 447, 459, 544 y 719 pp. ALBA MARTÍN, Alfonso de. La provincia oculta, Su mensaje literario, México, Editorial Cultura, 1949, 130 pp. ALBA, Antonio de. Chapala, Guadalajara, Banco Industrial de Jalisco, 1954, 180 pp. ALBA, Francisco. La población de México: evolución y dilemas, México, El Colegio de México, 1977, 190 pp. ALBORNOZ, Álvaro de. Trayectoria y ritmo del crédito agrícola en México, México, Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas, 1966, 497 pp. ALCEDO Y BEXARANO, Antonio de. Diccionario geográfico histórico de las Indias Occidentales o América, Madrid, Imprenta de B. Cano, 1786-1789, 5 vols. ÁLVAREZ AMÉZQUITA, José (et al.) Historia de la salubridad y la asistencia en México, México, Secretaría de Salubridad y Asistencia, 1960, 4 vols. AMAYA, Francisco G. Memoria que sobre el estado que guarda en Michoacán la administración pública en sus diversos ramos, leyó al honorable Congreso del mismo el Secretario del 224


ZAMORA

despacho… en los días 2 y 3 de enero de 1850, Morelia, Imprenta de I. Arango, 1850, 96 pp. AMAYA, Jesús. Ameca, protofundación mexicana, México, Lumen, 1952, 200 pp. ____________ Los conquistadores Fernández de Hijar y Bracamonte, Guadalajara, Edición del Gobierno del Estado, 1952, 171 pp. ARIZPE, Lourdes. Cultura y desarrollo. Una etnografía de las creencias de una comunidad mexicana, México, UNAM, El Colegio de México y Miguel Ángel Porrúa, 1989, 286 pp. ARRANGÓIZ, Francisco de Paula. México desde 1808 hasta 1867. Relación de los principales acontecimientos políticos… Madrid, Imprenta de Estrada, 1872, 4 vols. ARRIAGA RIVERA, Agustín. III informe de gobierno. Septiembre 1964Septiembre 1965, Morelia, Cuadernos de Cultura Popular, 1965, 64 pp. ____________ IV informe de gobierno. Septiembre de 1965Septiembre de 1966, Morelia, Cuadernos de Cultura Popular, 1966, 70 pp. ____________ Informe rendido por el Sr. Lic. gobernador constitucional del Estado, ante la LVI legislatura de Michoacán, del periodo comprendido del 16 de septiembre de 1963 al 16 de septiembre de 1964, Morelia, Editorial Morelos, 1964, 73 pp. ____________ V informe de gobierno. Septiembre 1966Septiembre 1967, Morelia, Cuadernos de Cultura Popular, 1967, 66 pp. BARBOSA, Manuel. Apuntes para la historia de Michoacán, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Porfirio Díaz, 1909, 320 pp. BARQUÍN Y RUIZ, Andrés. José María González Valencia, arzobispo de Durango, México, Editorial Jus, 1967, 136 pp. BARRAGÁN LÓPEZ, Esteban. Más allá de los caminos. Los rancheros del potrero de Herrera, Zamora, El Colegio de Michoacán, 208 pp., ilus. BARRET, Elinore M. La cuenca del Tepalcatepec, México, Secretaría de Educación Pública, 1975, 2 vols.: 174 y 147 pp. (SepSetentas, núms. 177 y 178). 225


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250


ZAMORA

ÍNDICE Pág.

REPRESENTACIÓN

4

DISCULPARIO

6

I

SENO Y RAÍCES EL OCCIDENTE DE MÉXICO YORECUAHAPUNDANAPU TRES MIL AÑOS DE INDIOS TREINTA AÑOS DE ESPAÑOLES

9 9 16 20 24

II

EN LOS SIGLOS DE LAS SOMBRAS A MITAD DEL SIGLO XIV FUNDACIÓN DE ZAMORA PRIMERA INFANCIA FORMACIÓN DE GRANDES LATIFUNDIOS AMANECER DEL SIGLO XVIII

30 30 34 37 39 44

III EL SIGLO DE LAS LUCES LA MULTIPLICACIÓN DE LOS HOMBRES MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES REAJUSTE POLÍTICO-ADMINISTRATIVO FILANTROPÍA ATMÓSFERA ILUSTRADA

49 49 53 57 62 66

IV

TIEMPO DE FUSILES LOS ACTORES DEL DRAMA BÉLICO GUERRA CONTRA ESPAÑA GUERRAS DE SANTA ANNA GUERRAS DE REFORMA GUERRAS DE MAXIMILIANO

70 70 73 78 82 86

V

TIEMPO DE SOTANAS LOS CATÓLICOS ZAMORANOS BAJO LAS ÍNFULAS DE CÁZARES PONTIFICADO DE OTHÓN

93 93 98 108

251


LUIS GONZÁLEZ PONTIFICADO DE FULCHIERI Y PIETRASANTA

115

VI EN LA ONDA TRICOLOR EL HECHO DE LAS AGLOMERACIONES LA REVOLUCIÓN ROJA LA REVOLUCIÓN VERDE LA REVOLUCIÓN BLANCA

122 122 131 136 140

VII SICOANÁLISIS EL PAISAJE LOS HOMBRES LA RIQUEZA NUEVOS RICOS Y VIEJOS POBRES ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

145 145 150 154 161 166

VIII PSICOANÁLISIS LA PRIMERA LUZ LUCES DE LA PRIMARIA ILUSTRACIÓN MEDIA Y PROFESIONAL LUCES DE LA CIUDAD ALTAS LUCES DE LA CREACIÓN CULTURAL

171 171 175 178 181 185

IX EL ÚLTIMO LUSTRO LAS MUDANZAS ECONOMÍA POLÍTICA CULTURA EL COLEGIO DE MICHOACÁN

191 191 194 197 200 204

FUENTES ARCHIVOS PERIÓDICOS Y REVISTAS HEMEROGRAFÍA ZAMORANA LIBROS Y FOLLETOS

212 213 216 221 223

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