Desde hace más de una década, en Venezuela se ha ejecutado una política de Estado de desconocimiento sistemático y generalizado de los derechos de propiedad privada, entendidos como el poder que tiene toda persona privada, natural o jurídica, a usar, gozar, disfrutar y disponer, en forma individual o colectiva, de todos los bienes individuales y aptos para la producción de otros bienes y la prestación de servicios obtenidos lícitamente, lo cual es reconocido como un derecho humano universal tanto por la Constitución de la República como por el Derecho Internacional.