Marina Waisman, in memóriam
La gran dama latinoamericana de la crítica falleció a principios de febrero en Córdoba, Argentina, la ciudad donde se graduó como arquitecta en 1945 y donde durante medio siglo ejerció un magisterio exigente y cordial. Profesora universitaria e historiadora, su aguda mirada teórica sobre la arquitectura se vertió en libros como La estructura histórica del entorno (1972), El interior de la historia (1990), y La arquitectura descentrada (1995), así como en su labor editorial en la revista Summa, que se inició en 1972 y se prolongó en diferentes formas hasta pocas semanas antes de su muerte. Marina Waisman fue también una conferenciante diligente y una activista abnegada, tanto en el terreno de la conservación patrimonial como en el del conocimiento de la arquitectura latinoamericana contemporánea,
que contribuyó a difundir con inteligencia y
generosidad a ambos lados del Atlántico. Su curiosidad
Ti.
y su sensibilidad
delicada hicieron de ella un personaje culto, tierno y elegante que sedujo a cuantos la conocieron, y que hacía imposible separar la admiración del afecto. Disfruté del privilegio de su amistad durante la última etapa de su vida, y cada vez que los azares de los congresos nos reunían en Buenos Aires o en Córdoba, en Madrid o en Sevilla, su conversación y su compañía constituían un lujo frágil y raro. Colaboró con AV y Arquitectura Viva desde la fundación de las revistas, y tanto sus artículos como sus consejos nos orientaron en el laberinto polifónico y emotivo de los países de América Latina, que han perdido con su desaparición una voz articulada, íntegra y elocuente.
Luis Fernández-Galiano