Marina Waisman (
-1997)
Pensar en Marina, es enfrentarse con un ser querido en el cual habitaban y se expresaban virtudes que no todos tenemos la dicha de poseer. Marina era de una modestia categórica, cosa inusual en una persona que hizo tanto y tan bien. Es obvio que su perfil excesivamente bajo, sin duda, la perjudicó; pero ella era así, moderada en sus manifestaciones exteriores, a pesar de que sus trabajos fueron siempre de notable calidad y comprobable profundidad. Era bondadosa, es decir, tenía el mérito de los inteligentes y era nototria su generosidad intelectual. Marina era prudente, la cual como sabemos, es una virtud cardinal. Tengo el mas vivo recuerdo de ella y de su capacidad de discernimiento y equilibrio en algunas de las más arduas discusiones en tomo del Capitulo Argentino del ICOMOS, hace ya veinte largos años. Se me ocurre oficioso hacer una narración pormenorizada de su increíble currícula académica, intelectual; de sus trabajos de investigadora y de su formidable voluntad de repartir sus conocimientos sin límites, sin reservas. En esto último es que cristaliza la imagen del intelectual auténtica, cabal en todo su sentido y generoso, que entiende claramente que el conocimiento es un patrimonio universal y la actividad propia no es un "coto privado de caza". y esta última reflexión nos acerca al que yo, personalmente, creo es el tema
central de Marina: su vida intelectual. Marina es un caso -y van quedando pocos- de la vocación intelectual consagrada, un intelecual de su tiempo, fiel intérprete de realidades pasadas y presentes pero sin perder contacto con el mundo contemporáneo. Ser un intelectual consagrado es hoy transitar un camino dificil. Implica un uso del tiempo intensivo y soportar la "tiranía" de los cumplimientos, de las entregas. Es el trabajo de las mañanas, de las tardes y de las noches. Exige la comprensión de quienes le rodean; el intelectual puede, muchas veces, parecer huraño, alejado de la realidad, sin embargo aun pareciéndolo, (casi siempre esto es un espejismo) está realizando una tarea muy cercana a los objetos que investiga, un trabajo indispensable. Está interpretando, explicando, juzgando; tareas de las cuales todos somos beneficiarios.
El trabajo intelectual muchas veces exige desprenderse de sí mismo y del mundo, para luego volver con nuevas interpretaciones e ideas frescas. En un mundo cada vez mas dado al tratamiento ligero de las cuestiones del espíritu, al comentario insustancial de los hechos de la cultura y a una producción generalmente apabullante, una manera de creaciones, como nunca la hubo, en que hay de todo: bueno, malo e intrascendente la tarea de Marina Waisman ha sido excepcional: selectiva y universalista a la vez. En el inventario de investigadores de la arquitectura, de críticos e historiadores de la misma, hay muy pocas Marinas -si es que las hayperseverante, tenaz e innovadora, hasta en medio del dolor de sus últimos días. Marina es el paradigma del trabajo intelectual, que será ejemplo imperativo de todos nosotros y de las generaciones del por venir. Como alguien ha dicho certeramente: "nadie s es indispensable, pero hay algunos pocos muy-muy- dificiles de reemplazar.
Federico F. Ortiz, arquitecto 15-03-97