MARINA WAISMAN Aunque conocí a Marina en 1974, cuando de paso a Churubusco, México, me pidió que fuera corresponsal de Summa, definitivamente se metió en mi corazón en 1978 aquí, en Tucumán, en aquellas segundas Jornadas donde se terminó de perfilar nuestro Instituto Argentino. Entonces, con su entusiamo y su enorme generosidad fue la primera en apoyar mi propuesta de logo para el IAIHAU. A partir de allí, nos fuimos encontrando en Jornadas y Congresos yen el infaltable saludo navideño de un peculiar Papá Noel que a Marina le gustaba mucho. Recuerdo su porte, su elegancia informal, su cabello ondulado, su cara sin maquillaje y, especialmente, su sonrisa que subía en luz hasta sus ojos. Su tonada inconfundlblemente cordobesa, su sentido del humor agudo y delicado. Quisiera compartir unas anécdotas que muestran a Marina en su natural falta de pose. Una en 1982, luego de dictar en Tucumán un curso sobre la Arquitectura de los años 60, y en una ciudad a oscuras por un corte de luz, a su pedido -acompañada por un grupo de estudiantes- fuimos a comer sandwiches de milanesas en un lugar muy popular, pero que de elegante no tenía nada. En Octubre de 1993 fue Jurado de mi Concurso de Adjunta. Todo un reto, suavizado por su mirada y su gesto atento y amable. No olvido sus palabras ni su abrazo, ni su generosa evaluación de mi clase y de mi oponente. Poco tiempo después nos encontramos en Salta, en el Congreso en que se le hizo el homenaje por su ingreso a la Academia. Precioso homenaje con un increíble Iván. Luego, un poco jugando, para enviarle las fotos a Marina, escribí unas cuartetas -sin pretensiones métricas- reseñando lo sucedido. Cómo se sintió Marina en este homenaje creo que es mejor leerIo de ella misma en la carta que me escribió. Pero, sí me gustaría recordar cómo, luego de la ceremonia reunidos unos amigos en el bar del Hotel Salta y ante las felicitaciones de los presentes, Marina con su sonrisa y casi con vergüenza, dándose un tincazo en el dorso de la mano, respondía: ''Tín, bronce!". Permanece en mí esa dulce mezcla de admiración, respeto, alegría y profundo amor que sentí por ella: maestra, amiga, ejemplo.
Marta Beatriz Silva Tucumán 26 de Mayo de 1997
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