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Embarazo a temprana edad

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Reflexión

Reflexión

EMBARAZO ADOLESCENTE

El embarazo adolescente es una realidad que se ve presente en países en desarrollo, como es el caso de Nicaragua. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés), América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde los embarazos y nacimientos de niñas menores de 15 años están en aumento (Unfpa, 2013); en la región centroamericana, tres países (Guatemala, Honduras y Nicaragua) registraron porcentajes superiores al 20.0% en mujeres que reportaron que dieron a luz antes de cumplir la mayoría de edad, Nicaragua presentó el porcentaje más alto (23.0%), casi el doble que Costa Rica (12.6%). Además se estima que en Nicaragua ocurrieron 92 nacimientos por cada 1,000 niñas de 15 a 19 años.

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El embarazo a temprana edad se define como la gestación en mujeres cuyo rango de edad se considera en la etapa de la adolescencia, independientemente de su edad ginecológica. Esto conlleva grandes repercusiones tanto para la madre como para el hijo, y no sólamente biológicos, sino también psicológicos, sociales, económicos, etc. Dentro de estas consecuencias se encuentran un sinnúmero de riesgos médicos, puesto que durante la adolescencia las jóvenes aún no cuentan con todos los nutrientes necesarios para contribuir con el buen desarrollo del bebé, lo que puede terminar en malformaciones, desproporción cefalopélvica, anemia, bajo peso al nacer, nacimientos prematuros y complicaciones durante el parto, aumentan las probabilidades de riesgo por abortos naturales, y de mortalidad tanto infantil como materna. Por otra parte, en el ámbito socioeconómico, muchas de estas adolescentes son rechazadas por su familia, abandonan sus estudios para hacerse cargo del bebé lo que les restringe el derecho a la educación, y por lo tanto en unos años adelante, les será un impedimento para conseguir un trabajo bien remunerado; cabe destacar que Nicaragua figura entre los 20 países con las tasas más altas de matrimonios tempranos, con el 41 y el 37%, respectivamente (Unicef, 2016), esto demuestra que en la población hay una costumbre de arreglar matrimonios en base a embarazos inesperados, que comúnmente también se ven envueltos en casos de violencia intrafamiliar, familias disfuncionales, desigualdad de género, entre otras situaciones, que terminan desgastando el bienestar mental de las víctimas, incluyendo el de sus hijos.

Para reducir estas cifras es necesario fomentar políticas de educación sexual que les permita a los jóvenes planificar su vida sexual, tener conocimiento de las medidas de protección y del funcionamiento del sistema reproductor; es claro que en países como Nicaragua se requiere de un gran cambio en la educación hacia los adolescentes, visto que no se aborda el tema de la manera correcta, ya sea por los tabúes impuestos por las religiones o la precaria situación en la que se encuentra la educación pública del país, a pesar de todo esto es necesario darles a los jóvenes el derecho de escoger, y de poder encontrar opciones de desarrollo para poder formarse integralmente antes de ser padres, si es que así lo deciden.

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