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LA TEORÍA FUNDAMENTADA: UN PLAN METODOLÓGICO PARA RESPETAR LA NATURALEZA DEL MUNDO EMPÍRICO PILAR RODRÍGUEZ MARTÍNEZ Universidad de Almería Abstract In this article we will try to examine the origin and the proposal of Grounded Theory, formulated the first time from Barney G Glaser and Anselm L. Strauss in 1967. Our special interest for this theory consist in the fact that in recent years sociologist refer to it as a conceptual support of the new software of qualitative data. We will focus on some criticism and specifically in some methodology’s discussion: the myth of tabula rasa and the possibility to combine qualitative and quantitative data in a sociological research. Key word Grounded theory, qualitative techniques and methods in social research, criticism to qualitative research. Resumen En el presente artículo nos ocupamos de examinar el origen y la propuesta de la Teoría fundamentada o Grounded Theory, formulada por primera vez en Estados Unidos por los sociólogos Barney G. Glaser y Anselm L. Strauss en 1967. Nuestro interés por esta teoría radica en el hecho de que en los últimos años se viene haciendo referencia a ella como soporte conceptual de una buena parte del nuevo software de análisis de datos cualitativos. Presentaremos también alguna de las críticas que se le han planteado, tratando de ubicar al hilo de los mismos algunas discusiones metodológicas, particularmente el mito de la tabula rasa y la posibilidad de combinar datos cualitativos y cuantitativos en las investigaciones sociológicas. Palabras clave Teoría fundamentada, técnicas y métodos cualitativos en la investigación social, críticas a la investigación cualitativa.
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“Entre los investigadores sociales no hay serias diferencias entre quienes observan sin pensar y quienes piensan sin observar; las diferencias más bien se refieren a qué clase de pensamiento, qué clases de observación y qué clases de vínculos, si es que hay alguno, existen entre ambas cosas” (Wright Mills, La imaginación sociológica, 1986, p. 52)
Introducción En el presente artículo nos proponemos abundar en el origen y la propuesta de la Teoría fundamentada, o Grounded Theory, en tanto que plan metodológico que pretende respetar la naturaleza del mundo empírico. La actualidad de esta teoría radica en el hecho de que en los últimos años se viene haciendo referencia a ella como soporte conceptual de una buena parte del nuevo software de análisis de datos cualitativos. Al tiempo que presentamos la teoría, desarrollaremos algunas de las críticas que se le han planteado, tratando de ubicar al hilo de los mismos algunas discusiones metodológicas, particularmente el mito de la tabula rasa y la posibilidad de combinar datos cualitativos y cuantitativos en las investigaciones sociológicas. La teoría fundamentada, o Grounded Theory, es una propuesta para generar teoría desde los datos y fue formulada por Barney Glaser y Anselm Strausss en 1967. El núcleo central de la teoría fundamentada se refiere al método para obtener teoría, lo que nos llevará a plantearnos cuestiones referidas a la metodología, tanto en lo que tiene que ver con el contexto de descubrimiento como con la manera de contrastar los datos. Pues, para Glaser y Strauss, “detrás de la metodología, se esconde la verdadera oferta distintiva de la Sociología en nuestra sociedad, que es la teoría sociológica y no sólo las descripciones de las investigaciones”1 . En el ámbito sociológico, generar teoría puede considerarse como una estrategia para manejar datos en el proceso de investigación. Esa estrategia nos facilita utilizar modos de conceptualización para describir y explicar conductas sociales. Aunque el término ‘teoría’ tiene muchas acepciones, sin embargo, “Para los sociólogo/as que consideramos la Sociología como una ciencia empírica, el objeto es la descripción y explicación de los fenómenos sociales. La teoría a que se aspira es un sistema hipotético-deductivo de enunciados contrastables empíricamente (teoría axiomática) o, al menos, un sistema de conceptos (o teoría descriptiva) que pruebe su utilidad analítica y pueda convertirse en teoría axiomática a través de la explanación”2 .
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Desde el nacimiento de la Sociología hasta nuestros días, el tipo de teorías que han perseguido los sociólogo/as ha variado considerablemente en su contenido, en su alcance, y en lo que se refiere a las orientaciones metodológicas que implican. Si atendemos a los estilos de investigación de la realidad social que proponen, podemos clasificar las perspectivas teóricas en dos grandes grupos: la positivista y la fenomenológica3 . Incluso en la recepción de la Sociología en nuestro país, la búsqueda de leyes estadísticas o el intento de comprensión de los fenómenos sociales fueron entendidos como dos maneras legítimas de abordar el acceso a la realidad social4 . Ciertamente, hasta los años treinta del siglo XX, los sociólogo/as europeos inspirados en el positivismo intentaron formular macro-teorías que trataban de explicar los procesos sociales fundamentales de la sociedad de su tiempo identificando las causas mediante el uso de técnicas cuantitativas. Por ejemplo, en el estudio ejemplar de Durkheim, El suicidio, el autor considera que es posible dar cuenta de las patologías de la sociedad moderna analizando las tasas de suicidios de diferentes categorías de individuos. Esa preocupación por los problemas ‘fundamentales’, por formular la teoría que diagnosticara y permitiera predecir hacia dónde caminaba la sociedad es seguida, entre otros, por los funcionalistas como Parsons o Merton. Merton planteará la necesidad de ir desarrollando teorías de alcance medio que expliquen el funcionamiento de los mecanismos sociales en campos concretos. Pero en Merton todavía sigue prevaleciendo el deseo de obtener conocimientos sobre el funcionamiento general de la sociedad, además de que se sigue defendiendo la necesidad de que dicho conocimiento sea ‘objetivo’, por lo que tiene que verificarse a través de técnicas principalmente cuantitativas. Como contraste, la perspectiva fenomenológica, entendiendo fenomenología en un sentido amplio, abogaría por estudiar el sentido subjetivo que los sujetos otorgan a su acción social. La ética protestante y el espíritu del capitalismo podría ser considerada como una obra ejemplar que, más que explicar, trata de comprender el punto de vista subjetivo de unos determinados grupos sociales que fueron protagonistas del desarrollo del espíritu capitalista. El análisis de documentos históricos, así como la observación participante tiene sus inicios en el siglo XIX. Para esta perspectiva, la realidad social que importa es la que percibe el actor. La tradición fenomenológica, en los EEUU, es desarrollada por la conocida Escuela de Chicago. Como señalan Taylor y Bogdan, “El interés en la metodología cualitativa declinó hacia el final de la década de 1940 y principios de la de 1950, con la preeminencia creciente de grandes teorías (por ejemplo, Parsons, 1951) y de los métodos cuantitativos”5 . La propuesta de uso de orientaciones metodológicas cualitativas resurgirá, de nuevo, en los años sesenta.
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De manera que, en 1967, que es cuando Glaser y Strauss publican The Discovery of Grounded Theory, objeto de este artículo, en el panorama académico estadounidense predomina el estructural-funcionalismo, la ‘gran teoría’ de Parsons y Merton. Glaser y Strauss creen firmemente que “la Sociología no puede desarrollarse si continuamos con grandes teorizaciones lógicas y minúsculas verificaciones”6 . En lo que se refiere al método, los funcionalistas pensaban que había que generar un conocimiento objetivo contrastando hipótesis mediante técnicas que permitieran una sistemática recogida de datos lo que significaba, en su caso, aplicar técnicas cuantitativas. Glaser y Strauss no critican la aplicación de técnicas cuantitativas. Critican el divorcio entre los grandes planteamientos teóricos y la práctica de los investigadores sociales, una práctica que se limita, según ellos, a recolectar datos cuantitativos sobre un determinado campo social sin cuestionar los conceptos que guían esa recogida de datos. La teoría fundamentada es una propuesta metodológica que consiste en proponer estrategias para generar teoría desde los datos. El planteamiento sobre la necesidad de una teoría como esa, según se precisa en 1967, tiene su punto de partida en la constatación de que en la Sociología han fracasado dos tradiciones metodológicas: la que emana de la Escuela de Chicago y el funcionalismo7 . A ellas nos referiremos a continuación. Antecedentes de la teoría fundamentada o Grounded Theory Las tradiciones que emanan de la Escuela de Chicago y del Funcionalismo están representadas en los dos hombres que formulan esta propuesta: Barney G. Glaser y Anselm L. Strauss 8 . Glaser procedía de la Universidad de Columbia, donde había sido influenciado por Lazarsfeld. Su aportación tratará de poner énfasis en la necesidad de hacer comparaciones rigurosas entre los datos para identificar, desarrollar y relacionar conceptos. La tradición positivista de la Universidad de Columbia ponía énfasis también en la necesidad de hacer investigaciones empíricas al mismo tiempo que se desarrolla la teoría. Strauss se formó en la Universidad de Chicago. Durante sus estudios fue influenciado por los interaccionistas y pragmatistas como Park, Dewey, Mead o Blumer. De ellos aprendió la necesidad de salir a hacer trabajo de campo como manera de descubrir el funcionamiento de la realidad social, la importancia de basarse en los datos para desarrollar teoría, la complejidad y variabilidad de los fenómenos y de la acción social, la creencia de que las personas son actores que responden de una manera activa a las situaciones problemáticas con las que se encuentran, que las personas actúan según el significado que perciben, la comprensión de que el significado se define y redefine a través de la interacción, la
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importancia de considerar los procesos y la conciencia de la estrecha relación entre condiciones sociales (estructura), acción (proceso) y consecuencias. Esas dos tradiciones se funden en la formulación de la Teoría Fundamentada a partir de una crítica a cada una de ellas. Según afirman Glaser y Strauss en 1967, la tradición de la escuela de Chicago ha sido incapaz de avanzar un planteamiento suficientemente sistemático e integrado de los datos cualitativos. Por otro lado, la ‘gran teoría’, que en los EEUU de finales de los sesenta sería sinónimo de funcionalismo, está exclusivamente centrada en la metodología de la verificación de teorías de medio rango como la de Merton, mediante las técnicas cuantitativas. Seguidamente nos ocuparemos con más detalle de cada una ellas. La desilusión por la Gran Teoría Aunque Glaser y Strauss manifiestan su desilusión por la Gran Teoría expresada en el estructural-funcionalismo de Merton, la desilusión sobre ‘la Gran Teoría’ no sólo se refiere a esa perspectiva sociológica concreta. Sólo centrándonos en el ámbito norteamericano, podemos aludir a las palabras de Blumer cuando se quejaba de que el esquema sociológico que usaban los sociólogos de su época estaba excesivamente centrado en los factores que explicaban la conducta humana, olvidando se ese modo el estudio de las conductas humanas concretas9 . Para Blumer, era hora de reconocer que la interacción social se da entre agentes y no entre los factores que se les atribuyen. La Gran Teoría, en este caso, se refería a los intentos de búsqueda de explicaciones causales a las que, en última instancia, los sociólogos marxistas o funcionalistas referían el universo de la conducta humana. Wright Mills también expresaba en 1959 parecida desilusión haciendo referencia a Parsons. Según Wright Mills, “La causa fundamental de la gran teoría es la elección inicial de un nivel de pensamiento tan general, que quienes lo practiquen no puedan lógicamente descender a la observación. Como grandes teóricos, nunca descienden de sus altas generalidades a los problemas que presentan sus contextos históricos y estructurales. Esa falta de un sentido sólido de los verdaderos problemas, es causa de la irrealidad tan notoria en sus páginas. Una característica resultante es la elaboración de distinciones aparentemente arbitrarias y ciertamente interminables, que ni amplían nuestra comprensión ni hacen más sensible nuestra experiencia. Esto, a su vez, se revela como una abdicación parcialmente organizada del esfuerzo para definir y explicar con sencillez la conducta humana y la sociedad”10 . En el contexto en el que Glaser y Strauss están escribiendo, el depósito básico de una adquisición acumulativa de conocimiento propuesta por Merton y respaldada por el modo de hacer profesional expresado en la formulación de técnicas cuantitativas impulsado por Lazarsfeld, se había impuesto hasta tal punto que
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constituyó el objeto principal de sus críticas. Merton, para ellos, representa la Gran Teoría. Antes de exponer sus críticas concretas, apuntaremos brevemente las líneas generales del planteamiento metodológico mertoniano. Desde el punto de vista de Merton, la orientación central del funcionalismo se expresa en la práctica de interpretar los datos sentando sus consecuencias para las grandes estructuras en que están comprendidos11 . De modo que el paradigma funcional presenta un núcleo de conceptos, procedimientos e inferencias específicos. Para empezar, la teoría establece las cosas a las que se pueden atribuir funciones12 . Pero, al señalar los elementos básicos sobre los que es posible desarrollar teoría, los motivos o propósitos a los que se pueden atribuir esos elementos básicos, el campo de unidades sobre las que se pueden establecer consecuencias, los mecanismos sociales que desarrollan unas determinadas funciones e, incluso, las alternativas a esos mecanismos y las posibilidades de cambio, el sistema mertoniano encapsula de antemano la realidad social, ofreciendo a priori lo que quizá debería establecerse después de haber llevado a cabo investigaciones concretas. Junto a esos conceptos Merton se refiere también a dos grupos de problemas13 . Respecto a la validación, señala que se requiere una formulación rigurosa de los procedimientos de análisis sociológico que más se acerquen a la lógica de la experimentación, al tiempo que ha de ordenarse una revisión sistemática de las posibilidades y limitaciones del análisis comparado, tanto cultural como de grupo. En una nota a pié de página, reconoce que, “es evidente que consideramos el análisis funcional como un método para la interpretación de datos sociológicos. Esto no es negar el importante papel de la orientación funcional para sensibilizar al sociólogo/a a la recolección de tipos de datos que de otro modo pueden ser olvidados. Quizá es innecesario repetir el axioma de que los conceptos que uno tiene determinan la inclusión o la exclusión de los datos, de que, a pesar de la etimología de la palabra, los datos no son dados, sino que son ‘arbitrados’ con la inevitable ayuda de conceptos. En el proceso de hacer una interpretación funcional, el analista sociológico encuentra invariablemente necesario obtener datos diferentes de los inicialmente buscados. La interpretación y recolección de datos están, pues, inextricablemente entretejidas con el conjunto de conceptos y proposiciones relativas a esos conceptos”14 . Para Merton, el análisis funcional depende de una triple alianza entre la teoría, el método y los datos. De esos tres aliados, reconoce que el método es, con mucho, el más débil, porque, “el uso de un ‘método’ implica no sólo lógica sino también, quizá por desdicha para quienes tienen que luchar con las dificultades de la investigación, los problemas prácticos de alinear los datos según las exigencias de la teoría”15 .
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Glaser y Strauss considerarán que el planteamiento funcionalista no es aceptable desde el momento en que se afirma que los investigadores alinean los datos según las expectativas de la teoría. A su juicio, poca teoría estaría desarrollando un sociólogo/a si se preocupa exclusivamente de hacer encajar los datos en un sistema conceptual previo que ha sido construido de manera especulativa. La queja de Glaser y Strauss sobre el paradigma funcionalista queda expresada a la perfección en el epílogo de la versión de The Discovery of Grounded Theory, de 1967, que aquí estamos manejando16 . Pues en 1964, pocos meses después de terminar ese manuscrito, Merton lo conoció y publicó unas páginas donde establecía su posición al respecto17 . Según Glaser y Strauss, la principal objeción de Merton a su propuesta era que la teoría sociológica tiende a ir más allá de la investigación empírica sistemática que, en todo caso, va más lenta. Según Glaser y Strauss, los que comparten la posición de Merton consideran también que, en primer lugar, la teoría debe generarse desde la especulación y, en segundo lugar, que una investigación ‘sistemática’ sólo puede basarse en métodos cuantitativos. Argumentan que cuando Merton descalifica la teoría fundamentada, está afirmando que una teoría que se basa en la especulación es mejor que una que se basa en datos cualitativos. Además, arguyen, “Afirmando que la teoría puede ser generada sobre la especulación o reformulación de otras especulaciones, Merton se opone a nuestra posición de que la teoría debe adecuarse a los datos y funcionar, es decir, debe ser relevante para el área que pretende explicar. Desde el punto de vista de Merton, se asume que la teoría especulativa se adecua a los datos y es relevante hasta que se refuta –por lo que debe ser comprobada con datos cuantitativos. Su razonamiento conduce necesariamente a la posición de que los datos deben adecuarse a la teoría, en contraste con nuestra posición de que la teoría debe adecuarse a los datos”18 . De manera que, a juicio de Glaser y Strauss, el funcionalismo, o la gran teoría, estaría forzando los datos hasta hacerlos corresponder con la teoría. Eso ocurriría, por ejemplo, cuando el sociólogo/a desarrolla índices que tienen que ver con conceptos previos, y que otorgan un peso específico a una serie de variables. Pero es que, además, cuando los datos cualitativos no se correspondieran con la teoría, el sociólogo defensor de la Gran Teoría rechazaría esos datos por ser incapaces de refutar la teoría. Por último, y si se tiene en cuenta que las teorías como el funcionalismo usan una cantidad de variables considerables a las que continuamente se le están añadiendo otras, y dada la naturaleza restrictiva de los métodos cuantitativos, sólo sería posible comprobar un pequeño fragmento de la teoría, en el caso, claro está, de que los datos se correspondieran con los conceptos planteados en la teoría.
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El problema que se les planteará a Glaser y Strauss es si es posible una investigación sociológica sin conceptos previos, cuestión de la que después nos ocuparemos. Pero una cosa es reconocer que todos somos seres sociales y otra es quejarse de las rigideces que el funcionalismo imponía a los sociólogo/as. En esa línea, como argumenta Hans Joas, el planteamiento de los funcionalistas, desde el mismo Parsons hasta llegar a Merton, terminó pagando la factura de no haber tenido en cuenta tradiciones como la de la Escuela de Chicago19 . Esta Gran Teoría empezaría a ser sustituida progresivamente por planteamientos que, recurriendo a las tradiciones silenciadas intentarán abrazar planteamientos menos ortodoxos. La recuperación de la tradición de la Escuela de Chicago Para Glaser y Strauss, la adecuación de una teoría no puede estar divorciada del proceso de investigación en el que se genera, pues, “muchas hipótesis y conceptos no sólo provienen de los datos, sino que se obtienen en relación con los datos en el curso de la investigación”20 . En este caso, estamos hablando de una teoría que se genera en el proceso de investigación, y no de un sistema hipotético-deductivo donde se trabaja a partir de unos presupuestos a priori de los que se deducen lógicamente las hipótesis de trabajo. La formulación de la teoría fundamentada entronca en ese sentido con la tradición de la Escuela de Chicago, una tradición que, como señala Blumer, puede resumirse en este precepto: respetar la naturaleza del mundo empírico y organizar un plan metodológico que la refleje. Esto significa, entre otras cosas, que el investigador/a no debe abordar sus temas “en el sentido de aventurar un determinado esquema del mundo empírico, ni tampoco esbozando un conjunto de problemas sobre el mismo, seleccionando los datos o el modo de obtenerlos, prefigurando las líneas de conexión que hay que buscar, bosquejando el marco en el cual encuadrar las interpretaciones ni determinando los conceptos a utilizar, sino que debe enfocarlos con miras a establecer los principios necesarios para llevar a cabo todo lo que antecede, de modo que se respete y luche tenazmente con el carácter obstinado del mundo empírico sometido a estudio”21 . Para comprender el desarrollo de la Escuela de Chicago hay que librarse de varios prejuicios, entre los que podríamos resaltar la idea de que esta Escuela se limitó a reproducir las ideas de los pensadores europeos. Allí se desarrolló un pensamiento propio, mediante el que, “las imágenes dicotómicas de la historia, que tan gran influencia habían ejercido al comienzo de la sociología, resultaban de ese modo superadas: la comunidad ya no se oponía a la sociedad, ni la solidaridad orgánica a la mecánica; esas oposiciones fueron sustituidas por procesos continuos de desintegración institucional, de la formación feliz o desafortunada de instituciones
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nuevas”22 . Desde los planteamientos de filósofos pragmatistas como John Dewey, William James o Charles Peirce, hasta los desarrollos sociológicos de Robert Park, Ernest Burguess, Herbert H. Mead, Louis Wirth o Herbert Blumer se insistió una y otra vez en la importancia de la interacción social, tanto para resaltar el carácter procesual de la acción social como para diseñar maneras de acercarse a ella. Efectivamente, la tradición pragmatista establecía la necesidad de anclar el conocimiento en un proceso de problemáticas cotidianas23 . La reivindicación de Bacon como antecesor de esta corriente tiene sentido porque fue uno de los primeros en señalar la importancia de articular un conocimiento que mirara hacia el futuro más que repitiera el pasado24 . Se trata de un conocimiento basado en la observación, lo que significa, para Dewey, que “La primera característica, entonces, del pensamiento es la de enfocar los hechos: la indagación minuciosa y escrutadora, la observación. Nada ha perjudicado tanto el desarrollo de la conducta eficaz de la empresa del pensar (y a la lógica que refleja y formula la empresa) como el hábito de considerar la observación como algo exterior y anterior al pensamiento y a éste como algo que puede desenvolverse en la cabeza sin incluir la observación de nuevos hechos como una parte de sí mismo”25 . A lo anterior hay que añadir que, en la tradición pragmatista, el concepto de verdad que se maneja no se refiere explícitamente a la adecuación a la realidad como un ente separado, sino al poder de la acción respecto a su entorno, tal y como señaló William James. Pues, “La verdad de una idea no es una propiedad estancada inherente a ella. La verdad acontece a una idea. Llega a ser verdadera, se hace verdadera por los acontecimientos. Su veracidad es, en efecto, un proceso, un suceso, a saber: el proceso de verificarse, su veri-ficación. Su validez es el proceso de su valid-ación (...) La idea de la verdad, lejos de ser aquí un fin en sí mismo, es solamente un medio preliminar hacia otras satisfacciones vitales” 26 . Se afirmará que incluso nuestra percepción está conformada por nuestras posibilidades y capacidades para la acción27 . Las ideas pragmatistas fueron traducidas rápidamente al campo sociológico. G. H. Mead. En Espíritu, persona y sociedad,28 y siguiendo a los pragmatistas, Mead considera que la ‘verdad’ es relativa, pues nuestro universo de raciocinio es sencillamente un sistema de significados que, en la medida en que son sociales, son compartidos. Como consecuencia, «Nuestras llamadas leyes del pensamiento son las abstracciones de las relaciones sociales. Todo nuestro proceso de pensamiento abstracto, toda la técnica y el método del mismo son esencialmente sociales»29 . Y es que, para Mead, la objetividad sería la característica de un proceso cognitivo que ha alcanzado su objetivo, pues, “el éxito del acto cognitivo proporciona el criterio de objetividad y eso sin lo que no podría definirse la naturaleza de lo que es
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una categoría30 . Lo subjetivo sería lo que identifica al individuo en tanto que individuo, su manera de gestionar representaciones simbólicas. De modo que superar las dificultades para la acción sólo es posible mediante una ‘inteligencia creativa’ y responsable, capaz de poner de manifiesto la inmediatez cualitativa del mundo y de nosotros mismos31 . Esa inteligencia creativa es lo que reclamarán Glaser y Strauss como característica de los actores sociales, pero también de los sociólogo/as que pretenden desarrollar una teoría. Como más tarde resaltaremos, la denominarán sensibilidad teórica. Otros, como Wright Mills, la habían denominado ya imaginación sociológica32 . Se trata, como decíamos, de respetar la naturaleza del mundo empírico y organizar un plan metodológico que la refleje. Por eso, estos autores reclamarán una orientación metodológica cualitativa que les permita, desde el principio, estar en continua relación con el mundo social que se pretende comprender. Uno de los primeros estudios cualitativos a los que podríamos aludir, en esta línea, es The polish peasant in Europe and America, de Thomas y Znaniecki, estudio que en su momento fue revisado por Blumer. En su estudio, Willian Thomas y Florian Snaniecki consideran que las leyes que habría que descubrir son las que tienen que ver con el desarrollo y cambio de las organizaciones sociales en las que se insertan las poblaciones migrantes33 . En el caso del estudio sobre el campesino polaco, se trata de proceder de manera inductiva hasta establecer generalizaciones sobre el mundo social polaco. Este estudio se basa en documentos personales de los propios migrantes polacos. La crítica de Blumer a esta obra se centra justamente en el uso que los sociólogos hacen de su material de campo. Blumer critica que esos materiales son insuficientes para contrastar las leyes que se presentan y, además, considera que Thomas y Znaniecki no deducen la teoría que presentan de los datos, sino que probablemente es su contacto con los migrantes polacos lo que les permite formular sus hipótesis34 . Glaser y Strauss, en la propuesta de la Teoría Fundamentada, pondrán un gran énfasis en superar esa crítica de Blumer, que advertía sobre la falta de sistematización y las dificultades para la generalización en la propuesta de Thomas y Znaniecki. Hay que decir también que la Escuela de Chicago había trabajado en una línea parecida a la de Thomas y Znaniecki. Robert Park, por ejemplo, nos propone que entendamos la ciudad, su objeto de estudio, como un estado mental. Para aproximarse a ‘la ciudad’ defendió también el uso de técnicas cualitativas35 , lo que no quiere decir que Park no aceptara usar técnicas cuantitativas en determinados
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casos36 , sino que pensaba que el mundo social de, por ejemplo, la ciudad de Chicago no podía ser entendido como una colección de gente, sino más bien como un conjunto imbricado de instituciones37 . Los individuos viven y organizan su acción social con otros, incorporando sus sueños y sus esperanzas en un continuo proceso de interacción con esas instituciones en las que, también, emergen. En The ghetto, Louis Wirth explica cómo funciona el método inductivo del que se está hablando38 . Para Wirth, el ghetto es, como la ciudad de Park, un estado mental, la expresión de la distancia social que emerge de unas relaciones sociales generalmente, pero no siempre, conflictivas. La crítica de Glaser y Strauss a trabajos como los de Park o Wirth se puede resumir diciendo que consideran que estos estudios aportan hipótesis y sugerencias interesantes, pero no llegan a desarrollar ningún método de verificación. A su juicio, Park, sería un buen representante de una manera de hacer sociología enfrentándose con la Gran Teoría, pero se basaba únicamente en sus capacidades personales para diagnosticar, no en un estudio empírico que le permitiera desarrollar teoría a partir de unos datos concretos de manera sistemática39 . La teoría fundamentada : una propuesta para generar teoría desde los datos a través de un método comparativo constante. La teoría fundamentada es un plan metodológico concreto de acercamiento a la experiencia social de personas y grupos sociales, que parte de la recolección de materiales sobre dicha experiencia e intenta comprenderla a través de un método comparativo constante. La crítica global al funcionalismo y a la tradición de la Escuela de Chicago de la que se parte se resume bien cuando los autores afirman que, “El cambio de énfasis en la sociología hacia la verificación de la teoría, que está vinculada al crecimiento de la investigación cuantitativa rigurosa, ha tenido la desafortunada consecuencia de desacreditar la generación de teoría a través de métodos más flexibles de investigación cualitativa y cuantitativa. La investigación cualitativa es considerada normalmente como ‘no sistemática’, ‘impresionista’ o ‘exploratoria’, y la investigación cuantitativa flexible, como ‘chapucera’ o ‘no sofisticada’. Esa crisis, mediante su entusiasmo por la verificación cuidadosa y por un grado de exactitud que nunca se consigue, ha olvidado la generación de teoría y la necesidad de valoraciones ajustadas sobre los diferentes grados de plausibilidad necesarios para desarrollar las diferentes tareas de la sociología”40 La aserción central de la teoría fundamentada es que el proceso de generación de teoría no puede estar separado del proceso de investigación general. La teoría debe surgir del proceso de investigación concreto. Se trata de una formulación concreta del principal precepto que sugería Blumer, de manera que
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nos hallamos ante un intento consciente de intentar respetar la naturaleza del mundo empírico y organizar un plan metodológico que la refleje, intento que, en su momento, era relativamente poco frecuente41 . Glaser y Strauss no consideran que en su tiempo existiera un ‘exceso’ de teoría tal y como ellos la sugieren. Al igual que otros sociólogos, creen que algunas tareas de la teoría en la Sociología deberían seguir siendo: (1) ser capaz de predecir y explicar la conducta; (2) ser útil para el avance teórico en la Sociología; (3) ser utilizable en las aplicaciones prácticas, de modo que las explicaciones y predicciones deberían poder ofrecer conocimiento práctico y algún tipo de control de situaciones concretas; (4) proveernos de una perspectiva sobre la conducta –una postura que se puede adoptar respecto a los datos; y (5) guiarnos y proveernos de un estilo para investigar áreas particulares de conducta42 . Usan la palabra ‘grounded’, para subrayar que la teoría formal de la que hablan, “debe ser contrastada con la ‘gran’ teoría generada desde las especulaciones y asunciones lógicas sobre lo que ‘debería ser’ de la vida social”43 , debe basarse en los datos. Según ellos, el desarrollo de una teoría debe obedecer también a cánones como por ejemplo la consistencia lógica, la claridad, la densidad, el alcance, la integración, así como la capacidad y habilidad para funcionar. Pero esos rasgos de la teoría no son ajenos, a su juicio, al proceso de generación de la misma. Por eso, afirman, “a pesar de lo que puedan decir algunos colegas, nuestra posición no es lógica, es fenomenológica. No podríamos sugerir un proceso para generar teoría si no creyéramos que la gente que podría usarla no pudiera llegar a resultados que pudieran calificarse como exitosos. Es más, creemos que la teoría fundamentada puede ser más exitosa que otras teorías deducidas lógicamente desde asunciones a priori. Nuestra posición, hay que añadir, no implica para nada que la generación de nueva teoría tenga que hacerlo de una manera aislada, al margen de la teoría fundamentada existente”44 A lo largo de los años, estos autores han incidido en algunos aspectos concretos de su definición de teoría fundamentada, pero siempre resaltando la importancia de que la teoría se elabore en interacción continua con los datos empíricos. Glaser, por ejemplo, en su libro Theoretical Sensivity, de 1978, sigue poniendo énfasis en la interconexión entre los procesos de investigación de campo y los de generar teoría. Nos recuerda que una teoría fundamentada debe, en primer lugar, adecuarse a los datos. En segundo lugar, debe funcionar, es decir, debe ser capaz de explicar lo que ocurre, predecir lo que va a ocurrir e interpretar lo que está ocurriendo en un área determinada. En tercer lugar, debe ser modificable, pues aunque se adecuara perfectamente a los datos, la realidad social se caracteriza por ser dinámica, por lo que hay que estar dispuesto a cambiar e introducir nuevos conceptos y relaciones para captar el cambio social45 .
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Strauss y Corbin, en su publicación de 1998, definen teoría como “un conjunto desarrollado de conceptos relacionados con el estado actual de las relaciones sociales, que constituyen una estructura integrada que puede usarse para explicar y predecir fenómenos sociales”46 . En este caso se pone énfasis en lo que se denomina ‘ordenamiento conceptual’, como un paso necesario para generar teoría47 . De modo que generar teoría sería una actividad en la que el sociólogo/a establece continuas inducciones y deducciones, derivando conceptos a partir de los datos y planteando hipótesis sobre las relaciones entre esos conceptos, que obligan a recolectar nuevos datos. Strauss y Corbin exponen abiertamente lo que no consideran como teoría sociológica. A su juicio, circulan demasiados malos entendidos sobre lo que debe o no considerarse como teoría. El primer malentendido es considerar que estructuras teóricas como por ejemplo el feminismo, estructuralismo o el interaccionismo son teoría. A su juicio, “No lo son. Pueden ser consideradas como un posicionamiento, como una filosofía, más que un conjunto de conceptos bien desarrollados y relacionados entre sí sobre cómo funciona el mundo”48 , pueden ayudar a generar cuestiones teóricas, pero no pueden ser consideradas como teorías puesto que no nos informan sobre la situación en un área social específica o sobre cómo funcionarán las relaciones sociales en el futuro en ese área. Este primer malentendido al que se refieren Strauss y Corbin tiene interés porque muchas veces puede confundirse en el campo sociológico lo que se puede denominar teoría y metateoría49 , pero, quizá habría que reconocer también que es difícil separar en la práctica los aspectos ontológicos, epistemológicos y metodológicos pues, por ejemplo, es posible que el investigador/a interprete el funcionamiento de la dinámica social según su posicionamiento previo o sus creencias sobre esa realidad social50 . Después volveremos sobre este asunto. El segundo mal entendido sería considerar que el simple hecho de aplicar un determinado concepto o teoría significa ‘teorizar’. Se trataría sencillamente de una aplicación concreta de una teoría si el sociólogo/a no va más allá de la mera aplicación e intenta construir teoría bien sobre la teoría anterior o generando una nueva. El tercer mal entendido sería considerar que no se pueden validar los datos a través de la investigación cualitativa. En este sentido se afirma que algunos estudios cualitativos pretenden validar datos y otros no, pero en el caso de que se intente validar datos, no hay que hacerlo del mismo modo que se hace en la investigación cuantitativa. Se trataría de desarrollar procesos de comparación de conceptos y de las relaciones entre esos conceptos, contrastándolos con los datos en el proceso de investigación para determinar si resisten el examen.
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Elementos de la teoría fundamentada En una publicación de 1983 donde explica el funcionamiento de la teoría fundamentada, Kathy Charrmaz destaca cuatro aspectos preliminares que nos gustaría traer aquí porque pueden despejar algunas dudas sobre el método concreto que se propone51 . En primer lugar hay que destacar que la teoría fundamentada pone un mayor énfasis en el descubrimiento y generación de teoría que en los razonamientos lógico-deductivos relacionados con otras estructuras teóricas. Se propone que los investigadores recolecten datos y los analicen de una manera simultánea al desarrollo conceptual, por lo que se necesitan materiales de campo lo suficientemente ricos como para permitir ese análisis, así como un continuo acceso a la población y problemáticas objeto de estudio. En segundo lugar, hay que señalar que en esta propuesta se enfatizan más los aspectos de recolección y análisis de datos que la lectura de otras estructuras teóricas. Esto no quiere decir que los investigadores no estudien ni se interesen por lo que en su disciplina se ha elaborado sobre el campo de investigación o problemáticas que les ocupan. Lo que ocurre es que para el desarrollo de la teoría fundamentada se prioriza el estudio sobre los datos del trabajo de campo, de modo que las lecturas sociológicas sirven en la medida en que aportan sugerencias sobre preguntas, categorías o incluso relación entre las categorías, que el investigador/a cree encontrar insinuadas en sus propios datos. En este sentido, son materiales secundarios útiles para formular preguntas a los datos y establecer comparaciones. En tercer lugar, la teoría fundamentada no es susceptible de verificación a través de técnicas cuantitativas, lo que no implica que no se plantee el asunto de la validación a través de observaciones específicas y de comparaciones sistemáticas entre las diversas observaciones. Se pueden hacer estudios con el objetivo de verificar algunas relaciones entre las categorías que se proponen, pero ese no es el objetivo principal de la teoría fundamentada. Por último hay que resaltar que la teoría fundamentada trata de estudiar procesos sociales intentando entender el sentido de la vida social. Evidentemente, el sentido que el investigador/a trata de comprender no tiene por qué corresponderse con el que los sujetos le otorgan a sus acciones. Pues no se trata de describir el significado que los sujetos otorgan a sus acciones, sino más bien de interpretar mediante conceptos el proceso social en el que unas personas o grupos están inmersos. El investigador/a tratará de explicar esos procesos sociales, por lo que se hace necesario, para empezar, contar con que disponga de sensibilidad.
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La sensibilidad teórica del sociólogo/a Como señala Glaser, para hacer teoría sobre un campo social concreto el sociólogo/a no sólo necesita formación sociológica, sino también una cierta habilidad para crear y manejar conceptos. Estamos hablando de un estilo de trabajo artesanal, que se asemeja más a un oficio que a la mera aplicación de una técnica. Y es que, aunque se plantee el uso de instrumentos informáticos para facilitar el análisis, el sociólogo/a parte de un trabajo de campo concreto en el que tendrá que identificar una estructura parcial de conceptos locales. La creatividad del sociólogo/a es la condición para poder interpretar los datos. A juicio de Glaser, la sensibilidad teórica tiene que ver con un cierto temperamento, pero sobre todo con un entrenamiento. Según cuenta, “ Una vez que se empieza, la sensibilidad teórica está siempre en continuo desarrollo. Después de que se ha trabajado durante muchos años, el sociólogo piensa en términos teóricos tipos de cuestiones como ‘¿qué hace la teoría? ¿cómo se concibe? ¿qué es una posición general? ¿qué tipo de modelo se usa?’. La sensibilidad teórica de un sociólogo tiene otras dos características. En primer lugar, trata sobre su inclinación personal y temperamental. En segundo lugar, se refiere a la habilidad del sociólogo para tener una visión sociológica en su área de investigación, combinada con una habilidad para desarrollar algo de esa visión”52 . Como en todos los oficios, la tarea de generar teoría es algo que el aprendiz ha de afrontar sin prisas. Pues el potencial de sensibilidad teórica se acrecienta con la práctica pero también puede atrofiarse. Se paraliza y se atrofia cuando el sociólogo/a se acostumbra a atenerse exclusivamente a una teoría preconcebida específica. Si eso ocurre, se convierte en ‘doctrinario/a’. Puede volverse insensible, o incluso defensivo/a, hacia el tipo de cuestiones que están asumidas en su teoría y sólo se preocupa por verificar, modificar y verlo todo desde un único ángulo. Glaser sugiere que es muy importante que los investigadores jóvenes empiecen a trabajar con una cierta libertad, en equipos donde puedan desarrollar su creatividad, para que de ese modo no caigan en procesos rutinarios. La codificación: categorías y propiedades En cuanto el sociólogo/a empieza a recopilar material de campo comienza también el trabajo de codificación de ese material. El proceso de codificación abarca desde las primeras categorías que se establecen, que serían las más simples, hasta las más complejas y abstractas.
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Para empezar a codificar, las preguntas que se plantea el sociólogo/a son del tipo, ¿Qué está haciendo esta gente? ¿Qué está pasando?. Strauss y Corbin53 , en su publicación de 1998 dedican un capítulo a ejemplificar el modo como es posible acercarse a los datos para permitir que surja la teoría. Mediante una trascripción de una sesión de una de sus clases, tratan de darnos a entender que la manera de acercarse a un texto consiste en empezar por preguntarse qué significan los diferentes términos de ese texto, qué otras situaciones podrían imaginarse donde fuera posible usar esos términos, bajo qué condiciones de tiempo y espacio se pueden proferir determinadas sentencias del texto, etc. Se trata de entrenar a los investigadores jóvenes en el proceso de buscar el sentido de los términos de un texto, de ayudarles a diferenciar la interpretación de los entrevistados/as y el tipo de interpretación que un sociólogo/a puede hacer de ese texto, así como la especificidad de la situación a la que se refiere un texto, su contexto54 . En definitiva, se trata de introducir a los investigadores en el análisis de un texto respetando lo que el entrevistado/a dice en él, comparando los contenidos de ese texto con otras situaciones sociales, para poder descubrir las categorías de análisis. El tipo de microanálisis que ejemplifican no quiere decir que tenga que aplicarse a todo el material con el que se trabaja en un proceso investigador, pero sí ofrece una idea clara de la manera en que se puede iniciar un análisis cuando se pretende que la teoría ‘surja’ de los datos al tiempo que los respeta. Otra posibilidad para empezar a codificar es adoptar familias de códigos, como resalta Charmaz. Así por ejemplo, códigos como tipo de proceso específico, causa, grado, dimensión, tipo y subtipo de ordenamiento estructural, temporal y respecto al nivel de generalidad, pueden ser útiles para iniciar un proceso de codificación. Codificar se refiere, pues, al proceso de clasificar y categorizar los materiales que consisten normalmente en discursos o documentos escritos o transcritos55 . Básicamente, se trata de nombrar, separar, compilar y organizar los materiales de campo. Una categoría sería un elemento conceptual de una teoría, mientras que una propiedad es un aspecto de una categoría. En ambos casos se trata de conceptos con diferentes grados de abstracción, elaborados por el investigador/a e indicados por los datos, pero no de los datos mismos. Las categorías surgen en el proceso de investigación, de la constante comparación que el sociólogo/ a establece entre los datos que se refieren a diferentes situaciones y a diferentes grupos. Hay que diferenciar entre el tipo de codificación que se lleva a cabo en un análisis con técnicas cualitativas y con técnicas cuantitativas cuyo objetivo sea el de verificar hipótesis. En el caso de que se estén usando técnicas cualitativas,
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como se hace en la teoría fundamentada la mayor parte de las veces, codificar implica crear categorías a partir de una interpretación de los datos. Es decir, no se requiere contar con unas categorías de antemano a las que se asignan datos, sino que las categorías se crean a partir de los datos, lo mismo que las hipótesis de trabajo. Hipótesis Una hipótesis sería un tipo de relación que el investigador/a observa entre una categoría y sus propiedades, relación que tratará de verificar en el curso de la investigación en cuanto le sea posible. En el curso de la investigación, y a medida que el investigador/a empieza a establecer categorías, empieza también a escribir memos, o memorandos, donde explica el significado de la categoría, sus propiedades y la relación esperada con otras categorías, o hipótesis. Para plantear una hipótesis se requiere sólo constatar un mínimo de evidencia que nos permitirá establecer una sugerencia. No se requiere contar con una ‘prueba’. Como señalan Glaser y Strauss, “Tanto si el sociólogo, cuando clasifica y analiza datos cualitativos, empieza en un estado confuso en el que no ve nada que sea significante, como si comienza con un objetivo más definido, su trabajo le conduce rápidamente hacia la generación de hipótesis. Cuando empieza a generar hipótesis con el objetivo de generar teoría, el investigador deja de ser un receptor pasivo de impresiones y entra de manera natural a generar y verificar sus hipótesis activamente a través de comparaciones entre grupos. Característicamente, en esta forma de clasificar y analizar datos, se siguen simultáneamente múltiples hipótesis. Algunas de ellas perdurarán durante largo tiempo porque su generación y verificación tienen que ver con el desarrollo de sucesos sociales. Mientras tanto seguirán surgiendo nuevas hipótesis” 56 . Muestras teóricas En los estudios dirigidos a verificar hipótesis, las muestras estadísticas se plantean para obtener una representación de la distribución de la población en torno a determinadas categorías. En la teoría fundamentada, las muestras teóricas se plantean para descubrir categorías y propiedades, y para sugerir sus interrelaciones en una teoría, por lo que no necesitan ser representativas. Las muestras teóricas se establecen seleccionando determinados grupos para poder comparar la experiencia concreta de esos grupos con los ya estudiados. En la teoría fundamentada, el criterio básico que gobierna la selección y comparación de grupos es su relevancia teórica para posteriores desarrollos de las categorías emergentes.
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La selección de los grupos de comparación obliga a plantearse por qué se seleccionan grupos y qué tipo de grupos habrá que seleccionar. Los grupos se seleccionan para controlar dos niveles de generalización: a nivel conceptual y en lo que se refiere al alcance poblacional. El tipo de grupos de comparación que se seleccionan son los que proporcionan maximizaciones y minimizaciones simultáneas de las diferencias y similitudes que constituyen las categorías de estudio. Como destacan Glaser y Strauss, “este control sobre las similitudes y diferencias es vital para aclarar las categorías que se están descubriendo, para seleccionar y relacionar sus propiedades teóricas, necesarias para el desarrollo de una teoría emergente. Maximizando o minimizando diferencias entre los grupos comparativos, el sociólogo puede controlar la relevancia teórica de su colección de datos. Comparando tantas diferencias y similitudes en los datos como sea posible, el sociólogo tiende a forzar el análisis para generar categorías, propiedades e interrelaciones nuevas en la medida en que intenta comprender sus datos”57 De modo que los grupos se seleccionan sólo para una comparación simple, por lo que no existe ningún conjunto de grupos planeado de antemano, prescrito o definitivo, en los que puedan compararse todas o una parte de las categorías. Al elegir un tipo de grupo concreto, el sociólogo/a tiene que controlar el efecto que eso puede producir en lo que puede suponer el trabajar con una determinada población concreta y el nivel conceptual de su teoría. Hay que tener en cuenta que, “el alcance de una teoría sustantiva se puede incrementar y controlar cuidadosamente controlando conscientemente cada elección de grupo”58 . Respecto a cuántos grupos se deben elegir para comparar una determinada categoría, se responde con la saturación teórica. ‘Saturación’ significa, “que no se encuentra ningún dato adicional por donde el sociólogo pueda desarrollar ninguna propiedad más de la categoría, pues ve ejemplos similares una y otra vez”59 . El criterio para determinar la saturación es una combinación de los límites empíricos de los datos, la integración y densidad de la teoría que se pretende elaborar y la sensibilidad teórica del analista. Como señalan Bernabé Saravia y Juan Zarco, el concepto de ‘muestra teórica’ y ‘saturación’ propuestos por primera vez por Glaser y Strauss, han trascendido hasta formar parte de los actuales enfoques cualitativos, “En cuanto al muestreo teórico, que en su definición remite a la comparación constante y a la retroalimentación entre niveles de estudio (análisis, recolección e hipótesis) se ha convertido con el tiempo en –y aunque no exento de dificultades (...) en una alternativa productiva frente al canon ‘0,05’ de la tradición cuantitativa. El otro elemento que destacamos de la grounded theory es el de ‘saturación teórica’, ligado al anterior y que remite, en la aplicación de técnicas cualitativas de hoy día,
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al punto de inflexión a partir del cual la recogida de información, tanto si es de carácter narrativo (entrevista o historia de vida) o la estancia en el campo (observación participante), o una combinación de ambas, se hace reiterativa y no aporta nada nuevo la recolección de más información”60 Integración Una vez que el sociólogo/a ha ido desarrollando hipótesis y planteando nuevas codificaciones empieza a surgir la integración de la teoría. Para ello, los memorandos que se escribieron sobre cada uno de los códigos se ponen en común a la luz de los datos. Por lo general, los investigadores suelen clasificar sus memorandos en base al proceso social que pretenden comprender, tratando ese proceso en sus diversas fases. Integrar significa revelar las relaciones que existen entre las diferentes categorías. Se trata de que la integración de la teoría emerja sin forzar las categorías en exceso. En este proceso, los diagramas que representan las relaciones entre categorías pueden ser muy útiles, en la medida en que ayudan al investigador/a a generar una visión de conjunto sobre el proceso social que tratan de describir. De la teoría sustantiva a la teoría formal Se entiende por teoría sustantiva aquella que versa sobre un campo social concreto. Teoría formal sería aquella teoría que versa sobre las relaciones sociales y que puede ser aplicada en varios campos sociales concretos. El nivel de abstracción y generalización de la teoría formal es, por tanto, mucho mayor que el de la teoría sustantiva. La integración de la teoría puede surgir en diferentes niveles de generalidad. Se distingue entre integración en el marco de áreas sustantivas, o campos de investigación, e integración de áreas formales, o conjunto de relaciones entre conceptos sociológicos en una teoría formal. Hay que tener en cuenta que, “el análisis comparativo de diversos tipos de grupos sustantivos, a través de los que se pretende generar teoría fundamentada formal, pueden colocar al investigador lejos de conseguir integraciones sustantivas emergentes. Los modelos formales existentes de procesos, estructura y análisis son guías útiles para integrar las categorías de una teoría formal, siempre que se tenga en cuenta que la integración no está forzada por la teoría. Los modelos de integración para la teoría sustantiva que se deriva de los datos no son aplicables necesariamente a otras áreas sustantivas. Su transferencia sólo puede hacerse
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con mucha precaución, y sólo después de haber intentado descubrir una primera integración emergente”61 . Críticas a la Teoría Fundamentada. Algunas críticas a la Teoría Fundamentada quedan bien resumidas en un texto de Francisco Alvira publicado en 1983, que lleva por título Perspectiva cualitativa-perspectiva cuantitativa en la metodología sociológica62 . Alvira señala que a esta teoría se le pueden plantear tres tipos de crítica. En primer lugar señala que la insistencia de los autores por comenzar el proceso desde la ‘tabula rasa’ no parece aceptable. En segundo lugar, Alvira destaca que, en el proceso de categorización no se explica qué criterios se siguen. Y, en tercer lugar, se queja de que no queda nada claro el paso de un sistema de categorías a una teoría, ni tampoco qué entienden los autores por teoría. A nuestro juicio, esas tres críticas tienen que ver con el hecho de que estos autores no se preocuparon por aclarar sus posicionamientos sobre lo que consideraban como realidad social y los elementos básicos de los que esa realidad se compone e, incluso, no plantearon hipótesis sobre el tipo de relación que preveían entre esos elementos. Pero es que quizá la teoría fundamentada no debería ser considerada como una teoría sociológica, sino más bien como un método para generar teoría, un estilo de trabajo, una herramienta que insiste una y otra vez en la necesidad de que los elementos conceptuales se construyan en estrecha relación con el mundo del que pretenden dar cuenta. Aún así, nos gustaría desarrollar dos de esos aspectos críticos concretos. Siguiendo a Alvira, el primero podría ser denominado el mito de la tabula rasa. El segundo lo referiremos a la dicotomía datos cualitativos- cuantitativos. Respecto al mito de la tabula rasa, hay que decir que Alvira no es el único en plantearlo, pues sigue repitiéndose en la literatura más reciente sobre la teoría fundamentada. Respecto a la dicotomía cuantitativo-cualitativo, y aunque Alvira no lo plantea, creemos que es de interés revisar hasta qué punto es congruente el uso de técnicas cuantitativas con los planteamientos de Glaser y Strauss. ¿El mito de la tabula rasa?. En la literatura reciente que versa sobre la teoría fundamentada también se puede encontrar el mismo tipo de crítica de Alvira a los planteamientos de la teoría fundamentada, en lo que se refiere a los conceptos previos que animan la generación de teoría. U. Kelle, por ejemplo, plantea que los creadores de la teoría fundamentada, que identifican con inductivitas, no tuvieron en cuenta que los
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investigadores, cuando se acercan a la realidad social, cuentan con unas ideas previas que contaminan el proceso y, por tanto, le restan objetividad63 . Parece evidente que el sociólogo/a, para poder identificar aspectos de la realidad social, necesita contar con una visión previa sobre lo que puede encontrar en esa realidad social. En ese sentido, no está de más recordar que no ‘vemos’ algo que no podemos re-conocer. El mito de la transparencia, o de la tabula rasa, olvida que el objeto de la sociología es, también, un objeto construido. A este respecto, se podrían recordar las sentencias de Bourdieu, Chamboredon y Passeron cuando reclamaban que los hechos sociales se conquistan, se construyen y se comprueban64 . Pero, casi sin darnos cuenta, nos hemos colocado en el otro extremo. Pues si bien hay que reconocer que para ver la realidad social se necesitan ‘gafas’, tampoco aceptaríamos fácilmente la idea de que la única realidad que existe se reduce a esos curiosos objetos dispensados en establecimientos ópticos. Evidentemente nos hallamos ante un problema, pero, ¿un problema de quién?. Probablemente de quienes suponen 1/ que existe un mundo objetivo separado del sujeto que lo investiga y 2/ que el sujeto que lo investiga no puede percibirlo con objetividad puesto que forma parte de él, por lo que está ‘contaminado’. Sin embargo, las cosas no tienen por qué plantearse de ese modo. Si volvemos un momento a la tradición pragmatista podemos notar que el problema de la objetividad, e incluso de la verdad, se planteaba de otro modo. Como resaltamos antes, la tradición pragmatista reclama que la objetividad y la subjetividad forman parte de un proceso de construcción de lo social y, por supuesto, de lo psíquico. El investigador/a ingenuo y desprovisto de ‘ideas previas’ poco tiene que ver con una concepción que parte de la idea de que lo que identifica a un individuo es su particular manera de gestionar las representaciones simbólicas. Un investigador/a social sería aquella persona que gestiona unas representaciones simbólicas particulares a partir de una serie de procedimientos. La ‘verdad’ de sus planteamientos, al igual que los criterios de objetividad, depende de los efectos que producen sus planteamientos. En este aspecto, como antes destacábamos, los pragmatistas abandonan el concepto de ‘verdad’ por el de ‘utilidad’. Una teoría es ‘útil’ en la medida en que funciona, aspecto que Glaser y Strauss destacan en su planteamiento de la teoría fundamentada una y otra vez. Así pues, el problema de los supuestos previos es un problema positivista. Si tenemos en cuenta el enraizamiento de la teoría fundamentada con la tradición de la Escuela de Chicago, hay que reconocer que, para estos autores, era más
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interesante abundar en la sensibilidad teórica del sociólogo/a que asegurar que ese sociólogo/a no estuviera contaminado por conceptos previos a la hora de llevar a cabo su trabajo de campo. Pasemos ahora al segundo aspecto crítico. Datos cualitativos versus cuantitativos. Aunque Glaser y Strauss, en 1967 opinaban que la teoría fundamentada podía desarrollarse tanto con datos cualitativos como cuantitativos65 , lo cierto es que, con el paso del tiempo, quiénes se han planteado desarrollar teoría fundamentada lo han hecho con datos y técnicas cualitativas, de modo que sigue siendo inevitable plantearse la dicotomía cualitativo- cuantitativo. Y es que, pesar de que se proclamara una integración de técnicas cualitativas y cuantitativas66 , la teoría fundamentada parece que funciona mejor cuando se trabaja con datos cualitativos. A nuestro juicio, eso se debe al hecho de que la teoría fundamentada se basa en la experiencia de los sujetos en los procesos sociales y, además, al hecho de que los datos cualitativos ofrecen una gran riqueza para el análisis. De modo que, si bien hay que reconocer, como señalaba Evelyn Jacob en 1988, que “la mayor fuente de confusión cuando se discute la investigación cualitativa es tratarla como si fuera una perspectiva”67 , eso no agota la discusión. La investigación cualitativa no debería confundirse con una perspectiva, pero eso no quiere decir que no se reconozca, como señalan Miles y Huberman, que “los datos cualitativos son sexis”68 . Afirmar que los datos cualitativos son ‘sexis’ es afirmar que nos permiten trabajar sobre la realidad social de un modo particular, incluso se podría decir que nos ayudan a ‘ver’ los aspectos de la realidad social que se caracterizan por una cierta ambigüedad. Se trata de aspectos que revelan la vitalidad de las personas y los procesos sociales, las aguas subterráneas de donde emerge la experiencia social. En ese sentido, nos parece interesante la reciente distinción que Abbas Tashakkori y Charles Teddlie realizan entre los diferentes paradigmas en la sociología, y los métodos, lógica, epistemología, axiología, ontología y relaciones causales asociados generalmente a ellos. Esta clasificación tiene la ventaja de que sitúa las técnicas de investigación en el contexto de los principales paradigmas. Comparación de cuatro paradigmas 69 importantes usados en las ciencias sociales y de la conducta.
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Paradigma
Positivismo
Post-positivismo
Métodos
Cuantitativos
Principalmente cuantitativos
Cuantitativos y cualitativos
Cualitativos
Lógica
Deductiva
Principalmente deductiva
Deductiva e inductiva
Inductiva
Punto de vista Epistemología objetivo. Dualismo entre observador y observado
Axiología
Ontología
Relaciones causales
Dualismo modificado. Puntos de vista D e s c u b r i m i e n t o s objetivos y subjeobjetivamente y pro- tivos bablemente ‘verdaderos’
I n v e s t i g a c i ó n Investigación que libre de valores supone valores, pero que pueden ser controlados Realismo naive
Causas reales que preceden anteriormente o que son simultáneas y que tienen efectos
Pragmatismo Constructivismo
Los valores juegan I n v e s t i g a c i ó n un importante pa- basada en valores pel en la interpretación de los resultados
Realismo crítico o Aceptación de la trascendental realidad externa. Se eligen las explicaciones que producen mejores resultados Existen algunas regularidades razonablemente estables entre los fenómenos sociales. Pueden ser conocidos aunque de manera imperfecta. Las causas pueden ser identificadas en un sentido probabilístico que cambia a lo largo del tiempo
Punto de vista subjetivo. Observador y observado como inseparables
Deben existir relaciones causales pero nunca seremos capaces de concretarlas
Relativismo
Todas las entidades se forman unas a otras simultáneamente. Es imposible diferenciar entre causas y efectos
Fuente: TASHAKKORI, Abbas y TEDDLIE, Charles (1998): Mixed Methodologie: Combining qualitative and quantitative approaches. London: Sage, p. 23. Como se puede observar en el cuadro, el trabajo con datos y técnicas cualitativas está normalmente asociado a los paradigmas pragmatista y constructivista70 . Y no lo están por casualidad, añadiríamos nosotros. Trabajar con
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lógicas inductivas, enfatizar el sentido subjetivo de los actores sociales, reconocer la importancia de los valores en el proceso de investigación, afirmar que la realidad de una conducta se mide por sus efectos y afirmar las dificultades para aislar variables causales, pueden explicar que, especialmente en estos casos, se prefiera trabajar con datos y técnicas cualitativas. Es decir, las técnicas cualitativas no constituyen una perspectiva o un paradigma, pero es justo reconocer que determinados paradigmas prefieren el uso de técnicas cualitativas para el análisis de discursos, porque son instrumentos que conectan bien con el tipo de lógica, epistemología, axiología, ontología y relaciones causales que se suponen a los procesos sociales que se investigan. Si observamos otras clasificaciones, como la de M. Q. Patton, realizada teniendo en cuenta la variedad de investigación cualitativa existente según las tradiciones teóricas en las que se ha desarrollado, podemos ver cómo las perspectivas teóricas desde las que se ha generado investigación cualitativa se caracterizan, precisamente, por su focalización en la experiencia de los sujetos. Según Patton, la variedad de investigación cualitativa con la que hoy día contamos guarda estrecha relación con la tradición teórica, la disciplina y las cuestiones centrales que se han planteado los investigadores71 . Según Patton, lo que une a estas tradiciones es llevar a cabo estudios fenomenológicos, entendiendo por tales aquellos que se basan en la experiencia de las personas o grupos de personas. Según afirma, “un estudio fenomenológico (en tanto que opuesto a la perspectiva fenomenológica) es el que se centra en las descripciones de lo que experimenta la gente y cómo es que se experimenta lo que se experimenta. Se puede emplear una perspectiva sociológica general para elucidar la importancia de usar métodos que capturan la experiencia del mundo de la gente sin conducirlos a un estudio fenomenológico que se centra en la esencia de la experiencia compartida”72 . En ese sentido, la fenomenología trataría de capturar la estructura de la experiencia de un fenómeno para alguna persona o personas, y estaría también detrás de la perspectiva heurística, la etnometodología y el interaccionismo simbólico. La perspectiva heurística se centraría en la propia experiencia del investigador/a en relación con la experiencia de las personas con las que comparte un determinado fenómeno; la etnometodología prestaría atención al modo en que los miembros de un determinado grupo dan sentido a su experiencia y el interaccionismo simbólico destacaría el tipo de interacciones mediante las cuales los individuos forman su experiencia. Desde otras tradiciones diferentes a la perspectiva fenomenológica, la psicología ecológica pondría énfasis en cómo se adecua la conducta a un entorno concreto; la perspectiva sistémica se centraría en la manera en que se adecuan las
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diferentes partes de un todo; la teoría del caos destacaría la posibilidad de generar un conjunto de metáforas para ordenar la realidad que se presenta como desordenada. La hermenéutica pondría especial énfasis en el contexto y el objetivo en el que se formula un determinado texto; la perspectiva orientacional trataría de elucidar la estructura ideológica que está detrás del foco de investigación, del tipo de recogida de datos, trabajo de campo, y análisis. Hay que tener en cuenta, dice Patton, que no todas las cuestiones deben estar basadas teóricamente, pues, “existe una parte práctica de los métodos cualitativos que tiene que ver simplemente con hacer preguntas abiertas a la gente para observar cuestiones de interés en lugares concretos para resolver problemas, impulsar programas o desarrollar políticas sociales. Dicho brevemente, en el mundo real práctico, los métodos se pueden separar de la epistemología de la que emergieron” 73 . Si nos atenemos a considerar desde otro ángulo las técnicas cualitativas más usadas, como hace David Silverman74 , habría que reconocer también que pueden ser usadas en investigaciones cuantitativas, pero el uso que normalmente se hace de ellas difiere considerablemente cuando se las usa en investigaciones cuantitativas. Silverman sugiere que es posible el uso de técnicas en investigaciones cualitativas y cuantitativas, pero, por ejemplo, cuando se usa la observación en investigaciones cuantitativas se hace para mejorar la formulación de un cuestionario, no como técnica central de análisis. Eso se entiende bien si pensamos en un investigador/a que está desarrollando una investigación desde el paradigma positivista. Por el otro lado, un investigador/a que trabaje desde el paradigma constructivista no usará la encuesta como técnica central de su estudio, aunque sí pueda usar los resultados de una encuesta para argumentar un aspecto concreto de la investigación cuando lo crea necesario. En este sentido, hay que reconocer que, “es la aproximación teórica al objeto, y no el objeto en sí mismo, quien inspira la construcción del método”75 . Por eso quizá concluye Bericat que la integración de métodos o triangulación, aunque es prometedora, debe tomarse con mucha cautela. La discusión entre paradigmas, métodos, técnicas y tipos de datos está también explícita en la formulación de Glaser y Strauss sobre la teoría fundamentada. De hecho, en la publicación de 1967, incluyen un capítulo sobre cómo se puede generar teoría a partir de datos de encuestas. A su juicio, también con los datos cuantitativos se pueden desarrollar comparaciones entre subgrupos que permitan generar teoría. Señalan que, en ese caso, el trabajo con datos cuantitativos no se dirigiría a verificar hipótesis sino a generar nuevos conceptos76 . Sin embargo, y a pesar de ese capítulo, hay que reconocer que ni los mismos autores, ni los que han trabajado con la teoría fundamentada, se han basado para
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hacerlo principalmente en datos cuantitativos. Y es que, como señalaba Glaser en 1978, “la teoría fundamentada es, por supuesto, inductiva; una teoría inducida, que emerge una vez que empieza el proceso de recolección de datos. El trabajo deductivo en la teoría fundamentada se usa para derivar de los códigos inducidos las guías conceptuales ...”77 . Strauss y Corbin, en su publicación de 1998, siguen manteniendo el uso de ambas técnicas argumentando que no hay ninguna razón para excluir ninguna de ellas. Señalan que es posible combinar el uso de procedimientos cualitativos y cuantitativos en cualquier fase de la investigación, que se trata de una cuestión abierta, y que, sobre todo, el investigador/a tiene que sentirse confortable trabajando con la técnica que haya elegido78 . Sin embargo, cuando describen las operaciones básicas para generar teoría, así como la codificación, integración y elaboración de informes, los datos que usan para elaborar teoría son datos recolectados mediante técnicas cualitativas. Síntesis final A lo largo de nuestra exposición hemos tratado de aclarar lo que se entiende por teoría fundamentada, los antecedentes de dicha teoría y sus elementos básicos. La teoría fundamentada, tal y como la formulan Glaser y Strauss, constituye un plan metodológico concreto de acercamiento a la experiencia social de personas y grupos sociales, que parte de la recolección de materiales sobre dicha experiencia e intenta comprenderla a través de un método comparativo constante. Esta propuesta hunde sus raíces en la crítica a dos tradiciones: la de la Universidad de Columbia y la de la Escuela de Chicago. Nos hallamos ante un plan metodológico que intenta respetar y reflejar la naturaleza del mundo empírico. Este plan pone un mayor énfasis en el descubrimiento y generación de teoría que en el desarrollo de razonamientos lógico-deductivos relacionados con otras estructuras teóricas, subrayando los aspectos de recolección y análisis de datos. Para ello, se reclama que el sociólogo/a desarrolle una sensibilidad teórica, pues la tarea de generar teoría no es rutinaria sino creativa. El desarrollo de la teoría fundamentada comienza en el momento en el que el sociólogo/a empieza a recopilar material de campo. A partir de los datos va estableciendo categorías y desarrollando las propiedades de esas categorías, es decir, generando teoría, a través de un método de comparación constante que se inicia con el proceso de nombrar, separar, compilar y organizar los materiales de campo. Codificar significa, aquí, crear categorías a partir de una interpretación de los datos. La formulación de hipótesis ayuda al investigador/a a tratar de entender las relaciones entre las diferentes categorías. Puesto que la teoría fundamentada no busca verificar hipótesis, sino formular relaciones entre categorías, no trabaja con muestras
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estadísticas, sino con muestras teóricas y con el concepto de saturación. El proceso de integración de la teoría surge en ese proceso, cuando el sociólogo/a consigue generar una visión de conjunto sobre el proceso social que trata de comprender. Nos hemos ocupado de dos críticas concretas a la teoría fundamentada. La primera la denominamos el mito de la tabula rasa. La crítica se puede resumir diciendo que la teoría fundamentada no tiene en cuenta que los investigadores no se acercan a la realidad social desprovistos de nociones previas sobre lo que pueden encontrar en ella. En esta línea, recordamos algunos de los planteamientos de los pragmatistas sobre el concepto de verdad y objetividad para sugerir que el problema del mito de la tabula rasa sólo se presenta si se asumen ciertos posicionamientos positivistas respecto a la realidad social y a la relación del investigador/a con esa realidad. La segunda crítica que hemos desarrollado se refiere a la dicotomía datos cualitativos- cuantitativos. En este sentido, nos parecía de interés revisar hasta qué punto es congruente el uso de técnicas cuantitativas con los planteamientos de Glaser y Strauss. A nuestro juicio, la teoría fundamentada funciona mejor si se trabaja con técnicas y datos cualitativos debido, precisamente, a que se trata de datos menos elaborados que los cuantitativos, por lo que permiten describir mejor la experiencia de las personas en los procesos sociales concretos. Por último, cabe plantearse si la teoría fundamentada realmente es una teoría sociológica. Pues si Glaser y Strauss pretenden generar un método para obtener teoría, ¿por qué confundir una cosa con otra? ¿acaso la actualidad de la teoría fundamentada tiene que ver con un cierto retraimiento de los sociólogo/as para reconocer que disponen de una orientación sociológica, o una perspectiva, que indica los postulados, tipos de variables, datos y maneras de leer los datos en su proceso investigador?. El asunto clave, a nuestro juicio, es el tipo de objetivos y estrategias que los investigadores sociales de principios del siglo XXI están dispuestos a mantener. Pues, a partir de los planteamientos postmodernos, nos encontramos en un tiempo caracterizado por una crisis de representación o, lo que sería lo mismo, por un profundo cuestionamiento de la idea de que exista una realidad social ‘única’ y ‘objetiva’. En esta línea, la actualidad de la Teoría Fundamentada podría tener que ver con un proceso más general de búsqueda de herramientas que permitan a los investigadores un mayor rigor en su trabajo sin tener que comprometerse necesariamente con ninguna gran teoría. Notas GLASER, Barney G. y STRAUSS, Anselm L. (1967): The Discovery of Grounded Theory: Strategies for qualitative research. New York: Aldine de Gruiter, p. 30. 1
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DEL PINO ARTACHO, Juan (1990): La teoría sociológica. Un marco de referencia analítico de la modernidad. Madrid: Tecnos, p. 234. 3 Esta clasificación es la que usan, entre otros, Taylor y Bogdan. Según estos autores, “Puesto que los positivistas y los fenomenólogos abordan diferentes tipos de problemas y buscan diferentes clases de respuestas, sus investigaciones exigen diferentes metodologías” (TAYLOR, J. y BOGDAN, R. (1994): Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Piados, p. 16). 4 Como resaltan Bernabé Sarabia y Juan Zarco, citando los escritos de Adolfo González Posada, de 1905, “La sociología emplea especialmente el método comparativo, perfeccionado por las enseñanzas del historiador, y los procedimientos cuantitativos del estadístico” (SARABIA, Bernabé y ZARCO, Juan (1997): Metodología cualitativa en España. Madrid: CIS, p. 18). 5 Taylor y Bogdan (1994), op. cit. p. 18. 6 Glaser y Strauss (1967), op. cit. p. 99. 7 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. vii. 8 El perfil de estos autores se desarrolla en Anselm Strauss y Juliet Corbin (1998): Basics of Qualitative Research. Thechniques and Procedures for Grounded Theory. London: Sage, p. 9-10. 9 Así, señala que “el esquema sociológico típico atribuye el comportamiento a factores tales como el status social, los preceptos culturales, las normas, valores, sanciones, exigencias del papel social desempeñado y requisitos del sistema. La explicación en función de estos factores es suficiente por sí sola sin tener en cuenta la interacción social que si intervención implica necesariamente” (BLUMER, Herbert (1982): El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona: Hora, p. 6). 10 WRIGHT MILLS, C (1986): La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica, p. 52. 11 MERTON, Robert K. (1987): Teoría y estructura sociales. México: Fondo de Cultura Económica, p. 121. 12 Se trata de cosas ‘estandarizadas’, normadas y reiterativas, como por ejemplo los papeles sociales, normas institucionales, procesos sociales, normas culturales, emociones culturalmente normadas, normas sociales, instrumentos de control social, etcétera (MERTON, Robert K. (1987), op. cit., p. 125 y siguientes). 13 Merton plantea una serie de problemas: los que se refieren a las implicaciones ideológicas del análisis funcional cuando las hipótesis que se formulan tienen un papel ideológico perceptible y los problemas de validación del análisis funcional. Aquí nos referiremos sólo a los que tienen que ver con la validación. 14 MERTON, Robert K. (1987), op. cit., p. 129. 15 MERTON, Robert K. (1987), op. cit., p. 92. 16 Glaser y Strauss (1967), op. cit., pp. 259-262. 2
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Nos estamos refiriendo a Marshall Clinard (ed.)(1964): Anomie and Deviant Behavior. New York: Free Press of Glencoe, pp. 235-242. 18 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 261. 19 A juicio de Joas, “El silencio de Parsons le fue pagado con la misma moneda, por decirlo así. Resulta difícil saber si este autoaislamiento teórico fue debido a una desconfianza justificada en la construcción analítica de la teoría –en contraste con el propio programa que los interaccionistas simbólicos habían pergeñado: el de formular una teoría fundamentada empíricamente (“grounded theory”: Glaser y Strauss 1967) - o se debía simplemente a la falta de recursos de los teóricos de Chicago para oponerse a planteamientos teórica e históricamente cargados, como los de Parsons (o Marx o los de la Teoría Crítica), algo que simplemente tuviera un valor aproximado” Joas (1998), op. cit. p. 21. 20 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 6. 21 BLUMER, Herbert (1982): El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona: Hora, p. 20. 22 Joas (1998), op. cit. p. 39. 23 Como señala Richard Rorty, “la doctrina central del pragmatismo representa la propuesta de reemplazar la distinción entre apariencia y realidad –y entre la naturaleza intrínseca de algo y sus “características meramente relacionales”- por la distinción entre descripciones más útiles y descripciones menos útiles de las cosas” RORTY, Richard (1996): Consecuencias del pragmatismo. Madrid: Tecnos, p. 13. 24 DEWEY, John (1930): Reconstrucción de la filosofía. Madrid: Ediciones de ‘La lectura’, p. 49-50. 25 DEWEY, John (1930): Reconstrucción de la filosofía. Madrid: Ediciones de ‘La lectura’, p. 179, 180 y 181). 26 JAMES, William (1997): Lecciones de pragmatismo. Madrid: Santillana, p. 5556. Dewey mantiene un concepto de verdad semejante al de James cuando afirma que, “Si las ideas, las significaciones, las concepciones, las nociones, las teorías y los sistemas son instrumentos para una reorganización activa del ambiente dado, para vencer alguna perturbación y perplejidad específica, entonces, la prueba de toque de su validez y de su valor reposa en la realización de este trabajo. Si tienen éxito en su función será prueba de que son utilizables, sólidas, válidas, buenas, verdaderas (…). La confirmación, la corroboración y la comprobación está en las obras, en las consecuencias” (DEWEY, John (1930): Reconstrucción de la filosofía. Madrid: Ediciones de ‘La lectura’, p.198) 27 Este concepto de verdad molestó en su tiempo a sociólogos como Durkheim. Según afirma en Pragmatismo y sociología, “Ciertamente, en la tradición filosófica se distingue por lo general dos corrientes: la corriente racionalista y la corriente empirista. Pero es fácil ver que Empirismo y Racionalismo no son el fondo más 17
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que dos maneras diferentes de afirmar la razón. De una parte y de la otra, en efecto, se mantiene un culto que el Pragmatismo tiende a destruir: el culto a la verdad; se admite que existen juicios necesarios. La diferencia está en la explicación que se da de esta necesidad: el Empirismo la funda en la naturaleza de las cosas, el Racionalismo en la razón misma, en la naturaleza del pensamiento. Pero, de ambos lados, se reconoce el carácter necesario, obligatorio de ciertas verdades, y las diferencias son secundarias al lado de este punto fundamental. Ahora bien, es precisamente esta fuerza obligatoria de los juicios lógicos, esta necesidad de los juicios de verdad lo que niega el Pragmatismo. Afirma que el espíritu permanece libre frente a la verdad” (DURKHEIM, Emile (—): Pragmatismo y sociología. Buenos Aires: Editorial Schapire S.R.L., p. 24). Esa objeción de Dukheim podría ser contestada por Dewey cuando señala que en las situaciones concretas, su concepto, “No destruye la responsabilidad; la localiza simplemente” (DEWEY, John (1930): Reconstrucción de la filosofía. Madrid: Ediciones de ‘La lectura’, p.207) 28 MEAD, George Herbert (1982): Espíritu, persona y sociedad. Barcelona: Piados 29 Mead, Espíritu, persona y sociedad, op. cit. p. 127. 30 MEAD, George Herbert (1903): “The definition of the Physical”, en Decennial Publications of the University of Chicago, First Series, Vol. III, pp. 77-112. Publicado en http://paradigm.soci.broku.ca, p. 1 de 28, p. 1. Consulta realizada en marzo del 2002. 31 Como señala Joas, “ Para el pragmatismo, la metáfora directriz no es ni la expresión poética ni la producción material ni la transformación revolucionaria de la sociedad, sino la resolución creativa de los problemas por parte de una inteligencia que experimenta”JOAS, Hans (1998), op. cit. p. 282 32 Por imaginación sociológica entiende Wright Mills, “la capacidad de pasar de una perspectiva a otra: de la política a la psicología, del examen de una sola familia a la estimación comparativa de los presupuestos nacionales del mundo, de la escuela teológica al establecimiento militar, del estudio del petróleo al de la poesía contemporánea. Es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Detrás de su uso está siempre la necesidad de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo en que tiene su cualidad y su ser”( WRIGHT MILLS, C (1986): La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica, p. 27). 33 THOMAS, William I. y ZNANIECKI, Florian (1974): The polish peasant in Europe and America. New York: Octagon Books (Ed. Orig. 1918), p. 33. 34 Para Blumer, “La situación, en conjunto, es tan problemática como un dilema. Por un lado el estudio de la vida social parece requerir la comprensión del factor de la experiencia humana. Este aspecto subjetivo debe tenerse en cuenta, como
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muestran Thomas y Znaniecki. Los estudios que se limitan a ‘factores objetivos’ siguen siendo unilaterales e inadecuados. Con todo, la determinación de la experiencia humana o el factor subjetivo no se lleva a cabo actualmente, según parece, de una forma que permita verificar decisivamente la interpretación. La determinación y la interpretación siguen siendo una cuestión de criterios. Su aceptación depende de su credibilidad. A lo sumo los materiales permiten únicamente formular un caso susceptible de interpretación teórica (BLUMER, Herbert (1982): El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona: Hora, pp. 89-95, p.95) 35 Señala que, “el mismo tipo de pacientes métodos de observación que los antropólogos como Boas y Lowie usaron en el estudio de la vida y las costumbres de los indios americanos del norte, puede ser incluso más fructífera si se la emplea en la investigación de las costumbres, creencias, prácticas sociales y concepciones de vida generales en Litle Italy o en la parte baja del norte de Chicago” (PARK. Robert (1967): The city, en PARK, Robert, BURGESS, Ernest W. y MCKENZIE, D., The City. Chicago: The University of Chicago Press, p. 1-46, p.3). 36 Ver PARK, Robert, BURGESS, Ernest W. y MCKENZIE, D., The City. Chicago: The University of Chicago Press, p. 113-123, p.118. 37 PARK, Robert (1967): Community organization and the romantic temper, en PARK, Robert, BURGESS, Ernest W. y MCKENZIE, D., The City. Chicago: The University of Chicago Press, p. 113-123, p.115. 38 Desde su punto de vista, en el estudio del ghetto, “obviamente no necesitamos sumergirnos en la masa de detalles que nos permiten los materiales, ni necesitamos vernos envueltos en los detalles de una crítica histórica de alto nivel. Nuestro trabajo consiste en reducir los materiales hasta que quede al desnudo su carácter único y devenga típico, o de significación general” (WIRTH, Louis (1956): The Ghetto. Chicago: The University of Chicago Press, p. 6-7). 39 Glaser y Strauss (1967), op. cit., pp. 153-156. 40 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 223.. 41 Como señalaban Howard Schwartz y Jerry Jacobs a principios de los setenta refiriéndose a Glaser y Strauss, “Ellos aceptan la posición básica del interactuante simbólico tal y como la describieron Mead y Blumer. Aceptan la necesidad urgente de obtener acceso al mundo de la vida de los individuos con el fin de hacer sociología. También aceptan los puntos de vista de los científicos –en particular, de Weber – acerca de que la sociología no debe ser tan sólo una descripción rica de otras personas sino que más bien debería dirigirse hacia teorías abstractas que explican la acción social” (SCHWARTZ, Howard y JACOBS, Jerry (1984): Sociología cualitativa. Método para la reconstrucción de la realidad. México: Editorial Trillas, p. 49.). Más adelante reconocen que Glaser y Strauss, “están casi solos en la tarea de presentar paso a paso un método cualitativo de campo para realizar la investigación y para relacionarla con las metas de la teoría y la verificación” (Ibid, p. 56).
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Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 3. Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 34. 44 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 6. 45 Ver Glaser (1978), op. cit. pp. 1-17. 46 Strauss y Corbin (1998), op. cit. p. 15. 47 Ese ordenamiento conceptual consiste en un doble proceso. Por un lado se trata de organizar los datos en categorías discretas de acuerdo con sus propiedades y dimensiones y, por otro, en usar las descripciones para evaluar esas categorías. 48 Strauss y Corbin (1998), op. cit. p. 24. 49 Como señala Eduardo Bericat, algunas clasificaciones de metateorías serían la de Friedrichs, de 1970, que diferencia entre teoría sistémica y teoría del conflicto, la de Fielding, de 1988, que distingue entre la teoría de la acción o de la estructura social, y la clasificación de Ritzer, de 1980, que diferencia entre el paradigma de los hechos sociales, de la definición social o de la conducta social. Metateorías o paradigmas de segundo orden podría denominarse a la teoría del intercambio, el funcionalismo, el interaccionismo simbólico, el marxismo y la teoría crítica. Según Bericat, los investigadores suelen eludir las complejidades asociadas al proceso de elección adscribiéndose desde el principio a una de esas opciones, de manera que las causas de su adscripción, “no son claras y difieren para cada investigador. Presupuestos ideológicos, orientaciones transmitidas en el proceso de aprendizaje, influencias de escuelas y maestros, climas de las comunidades científicas donde desarrollan la labor, etc. En suma, los investigadores, o aplican su particular orientación metateórica a cualquier objeto de estudio, o seleccionan el objeto en función de su adaptabilidad a la perspectiva con la que suelen trabajar”( BERICAT, Eduardo (1998): La integración de los métodos cuantitativo y cualitativo en la investigación social. Barcelona: Ariel, p. 20). 50 Como señala Miguel S. Valles, “Los tres componentes principales (ontológico, epistemológico y metodológico) de cualquier paradigma se hallan interrelacionados. De modo que la creencia básica o principio que asuma el investigador, en el nivel ontológico, le debería llevar (...) a adoptar posturas consonantes en los planos epistemológico y metodológico” (VALLES, Miguel S (1997): Técnicas cualitativas de investigación social. Reflexión metodológica y práctica profesional. Madrid: Síntesis, p. 49). Valles, como Bericat, considera que las clasificaciones de paradigmas en el campo sociológico más relevantes serían la de Friedrichs y la de Ritzer. 51 Ver CHARMAZ, Kathy (1983): “The Grounded Theory Method: An Explication and Interpretation”, en Robert M. Emerson, Contemporary Field Research. A collection of readings. Illinois: Waveland Press, pp.109-127. 52 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 46. 53 Strauss y Corbin (1998), op. cit. pp. 57-72. 54 Como señala Charmaz, por contexto hay que entender, “el rango de cuestiones 42 43
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históricas, políticas, económicas y organizacionales, relevantes para esos datos particulares. El investigador necesita tener en cuenta el contexto para, (1) colocar el estudio en su perspectiva, (2) recolectar y entender los datos y (3) minimizar las ideas reificadas” CHARMAZ, Kathy (1983): “The Grounded Theory Method: An Explication and Interpretation”, op. cit., p. 114) 55 Nos referimos al grueso de materiales con los que trabajamos los sociólogos. Sin embargo, ya es relativamente común el trabajar con fotografías y grabaciones audiovisuales. Los programas de análisis de datos cualitativos de la actualidad permiten el trabajo con ese tipo de materiales. 56 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 39. 57 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 55. 58 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 52. 59 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 61. 60 SARABIA, Bernabé y ZARCO, Juan (1997): Metodología cualitativa en España. Madrid, p. 65. 61 Glaser y Strauss (1967), op. cit., p. 41. 62 ALVIRA MARTÍN, Francisco (1983): “Perspectiva cualitativa-perspectiva cuantitativa en la metodología sociológica”, en REIS, Nº 22, pp. 53-75, p. 71-72. 63 KELLE, U (1997) ‘Theory Building in Qualitative Research and Computer Programs for the Management of Textual Data’ Sociological Research Online, vol. 2, no. 2, <http://www.socresonline.org.uk/socresonline/2/2/1.html> 64 BOURDIEU, Pierre, CHAMBOREDON, Jean-Claude y PASSERON, JeanClaude (1989): El oficio del sociólogo. Madrid: Siglo XXI. 65 Como escribía René König pocos años después de que Glaser y Strauss publicaran su libro, “En realidad, de ningún modo consta de antemano qué cualidades son mensurables y qué contenidos matemáticamente explicables. La solución de este problema depende, antes bien, del desarrollo de los métodos de medida y del estado de la investigación matemática (...) la aplicación de conceptos comparativos presupone la factibilidad de una serie o quasiserie en el respectivo campo objetivo mientras que la aplicación de conceptos cuantitativos exige, además de ello, la creación de una métrica” KÖNIG, René (1973): Tratado de sociología empírica. Madrid: Tecnos, p. 65. 66 A juicio de Eduardo Bericat, “El método de inducción analítica, desarrollado por F. Znaniecki (Znaniecki, 1934), del mismo modo que algunas de sus más importantes variantes y aplicaciones, contiene formulación de hipótesis y su posible falsación mediante formulación de hipótesis y su posible falsación mediante casos, falsación que lleva en un proceso iterativo a la formulación de hipótesis originales. Si bien la conocida grounded theory de B. Glasser y A. Strauss se orienta a la formulación de teorías de mayor alcance, no sólo de específicas hipótesis explicativas, busca formular categorías que queden suficientemente saturadas por múltiples casos, así como relaciones entre las categorías cuya validez debe ser testada en condiciones
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externas al objeto de rechazar hipótesis alternativas.A la inversa, puede afirmarse que la mayor parte de la investigación cuantitativa, al menos de encuesta, es puramente descriptiva. Por otra parte, A. Strauss señala que la grounded theory es una metodología general de descubrimiento aplicable tanto a los estudios cuantitativos como cualitativos (Strauss et al., 1994). De hecho, Glasser y Strauss ya habían expresado su creencia de que ‘cada forma de datos es útil tanto para la verificación como para la generación de teorías’(Glasser y Strauss, 1967: 17). De nuevo, contemplada con suficiente profundidad y rigor, la línea divisoria entre los polos metodológicos aparece menos nítida y excluyente” (BERICAT, Eduardo (1998): La integración de los métodos cuantitativo y cualitativo en la investigación social. Barcelona: Ariel, p. 84) 67 JACOB, Evelyn (1988): “Clarifying Qualitative Research: A Focus on Traditions”, Educational Research , 17, 16-24, p. 16. 68 Miles y Huberman (1994), op. cit. p. 1. 69 Estos autores no incluyen la teoría crítica y sus variantes porque, a su juicio, enfatiza los métodos históricos, mientras que estos cuatro paradigmas pueden ser aplicados a fenómenos actuales. 70 En el caso español, los que han desarrollado principalmente las técnicas cualitativas, lo han hecho desde el paradigma constructivista que es, como señalan estos autores, el paradigma que más radicalmente se define respecto al uso de técnicas cualitativas. En este sentido, quizá, se puede entender el enquiciamiento al que en los años ochenta se llegó en la discusión sobre el tipo de técnicas. Positivistas y constructivistas no sólo diferían en las técnicas sino, sobre todo, en el tipo de paradigma sociológico que abrazaban, que traducían al lenguaje de las técnicas y de la ideología. Ese entrelazamiento es el que defendía, por ejemplo, Jesús Ibáñez cuando afirmaba que, “Las tres perspectivas de la investigación social (...), la distributiva, la estructural y la dialéctica, puntúan de modo diferente estos niveles: la perspectiva distributiva puntúa sobre todo el nivel tecnológico (es empirista), la perspectiva estructural puntúa sobre todo el nivel metodológico (articula empirismo y formalismo), la perspectiva dialéctica puntúa sobre todo el nivel epistemológico (articula empirismo, formalismo e intuicionismo” (IBÁÑEZ, Jesús(1996): Perspectivas de la investigación social: el diseño de las tres perspectivas”, en GARCÍA FERRANDO, Manuel, IBÁÑEZ, Jesús y ALVIRA, Francisco, El análisis de la realidad social. Madrid: Alianza Editorial, pp. 51-85, p.51). 71 PATTON, Michael Quinn (1990): Qualitative Evaluation and Research Methods. London: Sage, p. 88. 72 Patton (1990), op. cit., p. 71. 73 Patton (1990), op. cit., p. 89-90. 74 Ver David Silverman (2001): Interpreting Qualitative Data. London: Sage, p. 12 75 BERICAT, Eduardo (1998): La integración de los métodos cuantitativo y cualitativo en la investigación social. Barcelona: Ariel, p. 98.
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Glaser y Strauss (1967), op. cit., pp. 185-220. Glaser (1978), op. cit. p. 37. 78 Strauss y Corbin (1998), op. cit. pp. 27-34. 76 77
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Praxis Sociológica - 12 / 2008
Pilar Rodríguez Martínez
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maqueta praxis 12.p65
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