Revista Imaginatura #1 [PRUEBA]

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[ EDITORIAL ] En contacto con el lector...

El niño más grande -Es bueno renovar nuestra capacidad de asombro -dijo el filósofo-. Los viajes interplanetarios nos han devuelto a la infancia.

REDACCIÓN MAQUETACIÓN y CONCEPTO EDITOR GENERAL Aidé Estrada Delgado

Un tal martes, 5 de Junio de 2012, recibíamos una de las noticias más tristes para el mundo entero, y sobre todo para el mundo literario universal, aunque muchos ni se hayan enterado; nos decían, entonces, (a mí me lo dijo la radio), que acababamos de perder a una de las voces más importantes del siglo XX, el autor Ray Bradbury, a quien muchas veces han clasificado como autor de Ciencia Ficción, lo cual él mismo desmentía, diciendo que él escribía Fantasía. Aquí en Imaginatura hemos decidido dedicar un número entero a hablar sobre uno de los autores contemporáneos más importantes que pudo haber existido, maestro de la fantasía, IMAGINANTE* por excelencia. Bradbury ha sido y seguirá siendo fuente eterna de alimento para la imaginación. Te recordaremos para siempre, Bradbury, tu legado ha quedado grabado en la galaxia entera. Aidé Estrada Delgado EDITORA GENERAL

EN PORTADA: Bradbury, weird tales Ilustración: Sideshowmonkey Edición: Aidé Estrada Delgado

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[ CONTENIDO ]

P á g. 10

Imaginantes:

RAY BRADBURY

Pág.

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Reseña:

CRÓNICAS MARCIANAS Reseña:

FAHRENHEIT 451

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Cuenta Cuentos:

EL VERANO DEL COHETE

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P á g.

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Especial

Ray Bradbury 5


IMAGINANTES

Ray Bradbury [ 1920 - 2012 ]

“Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. No importa lo que hagas – decía – en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ello tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un autentico jardinero esta en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí. El jardinero estará allí para siempre”.

- “Fahrenheit 451” Ray Bradbury, 1953.

“Hoy todos tenemos 17 años y estamos locos.”

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estido azul, calor abrazador, primavera (ya casi verano) roja. Medio día. La noticia se escucha en la radio del coche enfermo de mi madre, 30 segundos a los mucho, lo justo para anunciar la muerte, sin detalles, de una de LAS más grandes voces del siglo XX (y principios del XXI). Ray Bradbury muere en la noche del Martes 5 de Junio de 2012, a la edad de 91 años. 30 segundos. 30 sucios segundos en su sucio noticiero y de pronto todo el día se pinta de negro. Y me llueven los ojos. *** Ése fue el homenaje que dediqué a Bradbury la mañana después de su deseso. Pequeño, conciso, y que sin embargo, fue lo que él mismo nos hizo sentir durante muchos años, gracias a su extensísima obra. Obras como su representativa Fahrenheit 451, en donde nos presentó a su adorada Clarisse, la que tenía 17 años y estaba loca.

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Ilustración: “Ray Bradbury”, por Francoclun Bueno, la locura es contagiosa. Y si estar loco significa dar paseos por el simple plaser de darlos, leer, pensar, reflexionar, imaginar y nunca de los nuncas dejar de ser curioso; entonces, ¡sí señor!, me declaro orgullosamente loca. Bradbury, el gran y eterno niño, no sólo nos brindo interminables páginas de su imaginación para nuestro gozo, sino que sus libros estaban cargados de todo aquello que nos hace humanos. Y por medio de sus historias, exploraba, por ejemplo, el miedo. El miedo a lo desconocido, el miedo al olvido, el miedo a lo paranormal, el miedo al hombre... su propio miedo, también, de que los humanos dejásemos de lado nuestra humanidad. Fahrenheit 451 (1953), Crónicas Marcianas (1943), El Hombre Ilustrado (1983), y Las Doradas Mansanas del Sol (1953) son algunos de los títulos, pertenecietes a su obra, que más han sido aclmados por la crítica y

por sus lectores. Sin embargo no es todo, pues a lo largo de su vida, Bradbury escribió gran cantidad de cuentos, novelas, ensayos y obras de teatro. No cabe duda que Ray Bradbury no sólo se ganó el respeto de los lectores, sino su completo cariño también, pues por medio de sus hermosas y poéticas palabras, inyectaba nuestras mentes que aquélla misma alegría, curiosidad, admiración y a veces temor, que él mismo sentía por la vida. “Su legado vivirá en su monumental corpus de libros, películas y teatro, pero más importante aún: en la mente y en los corazones de quienes le leyeron. Era el niño más grande que he conocido”, dice Danny Karapetian, su nieto.

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RESEÑAS DE LIBROS

CRÓNICAS MARCIANAS

Por Aidé Estrada Delgado

Título:

The Martian Chronicles Autor:

Ray Bradbury Traducción:

Francisco Abelenda Año: 1946

-[...] En todas partes veo cosas usadas. Cosas que fueron utilizadas durante siglos. Si usted me pregunta si creo en el espíritu de las cosas usadas, le diré que sí. Todas las cosas que hoy nos rodean sirvieron algún día para algo. Nunca podremos utilizarlas sin sentirnos incómodos. Y esas montañas, por ejemplo, tienen nombres... Nunca nos serán familiares; las bautizaremos de nuevo, pero sus verdaderos nombres son los antiguos. La gente que vio cambiar estas montañas las conocía por sus antiguos nombres. Los nombres con que bautizaremos la montañas y los canales resbalarán sobre ellos como el agua sobre un pato. Por mucho que nos acerquemos a Marte, jamás lo alcanzaremos. Y nos pondremos furiosos, ¿y sabe usted qué haremos entonces? Lo destrozaremos, le arrancaremos la piel y lo transformaremos a nuestra imagen y semejanza. Libro imprescindible, no del género, no del autor... sólo imprescindible, a secas. Léanlo si tienen la oportunidad. Yo, cada vez más enamorada. Aún es primavera. Y aquí la dejamos. Ilustración: “The Martian Chronicles”, por Whelan Michael

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rimero que nada me gustaría decir: ¡Dios bendiga las ferias de libros usados! Pues fue en una de estas dónde tuve la oportunidad de conseguir Crónicas Marcianas, Las doradas manzanas del sol yLas maquinarias de la alegría, claro, pero como “tener la oportunidad” no significa, precisamente, salir victorioso de ella; sepan que sólo me quedé con el primero, pues estoy tan mal que ni para un montoncito respetable de libros usados me da mi bolsillo. Pero eso ya es aparte, además se sintió bonito, aunque sea, coger a los otros pequeñajos en brazos y susurrarles “yo sabía que existían…”. Ya saben, la maldición del libro descontinuado; esa que nos aqueja a los más tercos lectores, ilusos y ávidos buscadores. Una promesa de reencuentro y listo, a lo que sigue. Ejém. Sería bueno que supieran esto: Yo la verdad no pretendía volver a reseñar algo de Bradbury. Creía que ya se había dicho lo suficiente como para picar el gusanito de la curiosidad en ustedes, y seguir yo con lo mío campante e hilarante. Mi yo egoísta no quería volver a te-

clear una sola palabra, quería seguir leyendo más y más sin compartir nada, con nadie. Pero lo cierto es que todavía queda algo que decir. Siempre hay algo que decir, cada vez más, de hecho. Crónicas Marcianas ha superado mis expectativas (big expectation). De nuevo me encuentro con la poesía narrativa de Bradbury, esa que tanto encandila, que tanto conmueve… y a veces agobia. Me mosquea cuando parece no querer decir las cosas completas, esas breves y continuas ocasiones en las que te regresas una línea o dos para enterarte bien de lo que pasó. Fue algo grave, eso lo sabes, pero no estás muy seguro de si sabes bien por qué. Además, claro, de que habla como loco, como ese anciano de la tienda de artesanías en el centro que habla de una época lejana (que dice que fue en el pasado pero que no estás muy seguro) como si todos hubieran estado ahí, y supieran exactamente de lo que habla. ¡Ah claro, el juguete favorito de los marcianos, sí, lo conozco, yo lo usé también! Uno siente como si lo dejaran fuera. Y él se pavonea de lo que tiene, del lugar en el que estuvo, de los marcianos con los que tomó la cena y de

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los secretos de la vida, el universo y todo lo demás que a él le contaron, y nosotros jamás sabremos. Bradbury es, en sí mismo, un genio. Pero eso ya lo había dicho, o al menos insinuado. Un genio, sí, un genio sensible, poético, radical, hogareño, romántico a su manera y fatalista, sobre todo esto último. Eso sí no lo había dicho antes. Me costó tres libros darme cuenta de ello, aunque es tan evidente. Eso es lo que el enamoramiento provoca en uno, convierten a la muerte en algo irreal, nos tapa los ojos, nos acaricia la frente y nos susurra buenas palabras. Y así pasa… muerte tras muerte… y nosotros ni nos percatamos de ello. Todo por culpa del enamoramiento. Esto es lo que yo quiero decir (en esencia) sobre el libro, y más precisamente sobre Bradbury. Sin entrar mucho en tecnicismos. Sólo el sentimiento, que se mantiene en un flujo constante de melancolía, fatalidad, impotencia, nostalgia, cariño, humanidad y belleza (haciendo como si estos dos últimos en realidad fueran sentimientos). Crónicas Marcianas es eso tal cual, literalmente.

En una serie de relatos (cada cual más asombroso, cada cual más maravilloso, cada cual más fatalista) Bradbury nos va contando, sin inmediata relación alguna, la historia de un planeta, una raza… y una invasión, no a nosotros, no a la tierra, si no a Marte. Una terrible historia que no querremos seguir leyendo, porque hay demasiada tristeza, para nosotros, los lectores, los que nos enamoramos completamente del planeta rojo… y su cultura, y nos convertimos en Spender y queremos morir también. Un total de veintisiete relatos (más un prólogo de Jorge Luis Broges, grata sorpresa), sin aparente relación entre sí, que al final terminan siendo la historia entera, las crónicas, de aquel lugar y aquella raza, con la que todos, en algún momento, hemos soñado. Fantasía y hermosura que fluye a raudales entre línea y línea. Relatos de diferentes ciudades, diferentes escenarios y diferentes protagonistas que se cortan justo en el momento exacto, para decir sólo lo que es necesario decir… y no más. Dejaría de ser Bradbury entonces.

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RESEÑAS DE LIBROS

Título:

Fahrenheit 451

FAHRENHEIT

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Autor:

Ray Bradbury Traducción:

Alfredo Crespo Año: 1953

Por Aidé Estrada Delgado Fahrenheit 451 ofrece la historia de un extraño y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos, cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de provocarlos, para quemar libros. Porque en el país de Montag está prohibido pensar. Porque leer impide ser feliz, y en el país de Montag hay que ser feliz a la fuerza… La novela más celebre de Ray Bradbury, maestro de la ficción.

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ebido a las “modas literarias” que se nos presentan en estos tiempos en que los tríos amorosos de fantasía quedan poco a poco atrás para dar paso a los tríos amorosos de historias futuristas llenas de acción y “mensaje fuerte”, podríamos decir que ya lo hemos visto, leído y oído todo, que a mi no me vengan a contar, que de distopías y utopías ya estoy hasta el gorro. Pero no, señores, si tan solo se fijaran en los inicios de dicho genero, si se tomaran el tiempo de regresar al momento al que la gente comenzó a preguntarse qué maravillosa u horrorosa cosa sería de nuestra preciosa humanidad en un futuro; quedarían conmovidos por lo que entonces sí podríamos llamar, un mensaje fuerte. En todas sus anchas. Tal es el caso de Fahrenheit 451, uno de esos grandes clásicos del género y de la literatura en general que, no diciendo sólo por decir pero, no debería faltar en ninguna estantería que se diera un poco a respetar. En este libro, Bradbury presenta ante nosotros la historia de Montag, un hombre que vive en una futurista sociedad autoritaria en la cual es obligatorio estar

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siempre descaradamente feliz, y como uno de los principales motivos por los que la gente deja de ser feliz es la reflexión y el individualismo, está terminantemente prohibido ser reflexivo. Y como leer, irremediablemente nos lleva a pensar, en el país de Montag leer es el más grande delito que pueda existir. ¿Pero qué sería de una sociedad tan oscura, utópica y autoritaria sin una liga de extraordinarios hombres que haga valer la ley? Pues nada.Es por eso que existe el cuerpo de bomberos, el cual, contrario a lo que nosotros, los ciudadanos del presente, estamos acostumbrados, fuera de usar largas mangueras de agua y extintores, se pasean por ahí con amenazantes e imponentes lanzallamas. Sí, ellos se dedican a la identificación, localización y exterminación de todo rastro de peligrosa y horrorosa colección de literatura. Y Montag, es uno de ellos. Como algunos seguramente sabrán, esta no es la primera vez que leo a Ray Bradbury. Y tampoco es que haya elegido este libro en particular al azar. Lo cierto es que llevaba un buen tiempo deseándolo, aguardando a que hiciera su magistral aparición frente a mis ojos en cualquier momento. Esperando, aparentemente, en calma. Gracias a Dios que sí hizo su triunfal aparición, y mucho más pronto de lo que esperaba. Y ahora que está ya leído, digerido y meditado… por todos los cielos, ¡que bien se siente! Y es que la vida después de Fahrenheit 451 es… bueno… la vida después de Fahrenheit 451 es, sencillamente, diferente. Solo que te das cuenta que, en realidad, nada ha cambiado. Pues muy aparte de ser una grandiosa historia de Ciencia Ficción, una clara crítica a la sociedad y un vistazo a uno de los posibles futuros que día a día se suman a nuestro fatídico e inminente fin, Fahrenheit 451 es una historia de esperanza que, contrario a muchas otras distopías, nos cuenta más so-

luciones que problemas. En este libro lograremos presenciar la evolución de Montag, aquel hombre que no se conformó, que no se tragó la mentira, que se preguntó “¿Por qué?”. Aquel hombre que se dio cuenta de lo miserable, vacía y superflua que era su vida, la de su esposa y la del país entero.Todo de la mano de la asombrosa pluma de Ray Bradbury, a quien nunca me cansaré de elogiar y comentar allá donde vaya. Es un libro tan apabullante, tan profundo y tan poético… Es que es increíble, la verdad. Al final del libro, ni siquiera me di cuenta de que lo había acabado. En verdad fue extraño, me ha pasado que ni me percato de las páginas o las horas que transcurren pero esto ha sido una EXAGERACIÓN. Estaba leyendo muy tranquilamente creyendo que aún me quedaban aunque sea unas pocas páginas de historia por delante cuando doy vuelta a la hoja y leo un mediano, inmediato y negrito “Fin” que me indignó bastante. No lo vi venir, ni siquiera lo entendí en un primer vistazo. Tuve que repasarlo varias veces para darme cuenta de que ya, era todo, no había más para mi, nada más que mis propias meditaciones y conclusiones. Ya sé, señores, que anteriormente he dicho “lectura obligatoria” sobre otros libros, sí, peroeste no es uno de esos libros los cuales intente meterles por los ojos a cualquiera por su bonita historia, por sus grandiosos personajes o por que me gustó/emocionó mucho tal o cual cosa. Este es, simplemente, un libro indispensable que debe formar parte de cualquier persona que se diga lector. Independientemente de si no les guste la ciencia ficción o lo que sea, les sugiero, les recomiendo de todo corazón, que lo lean. Les aseguro que NO les pasará desapercibido.

-Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques de atracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlo a mis absurdos pensamientos.

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Ilustración: “A day after summer”,, por Pascalcamp

CUENTA CUENTOS

El verano del

COHETE

Escrito por Ray Bradbury Traduccion de Francisco Abelenda.

[ Crónicas Marcianas (primer capítulo) ]

ENERO DE 1999 El verano del cohete

U

n minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, los carámbanos bordeaban los techos, los niños esquiaban en las pendientes; las mujeres envueltas en abrigos de piel caminaban pesadamente por las calles heladas como grandes osos negros.

Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire cálido, como si alguien hubiera dejado abierta la puerta de un horno. El calor latió entre las casas y los arbustos y los niños. Los carámabanos cayeron, se quebraron y se fundieron. Las puertas se abrieron de par en par; las ventanas se levantaron; los niños se quitaron las ropas de lana; las mujeres guardaron en los armarios los disfraces de oso; la nieve se derritió, descubriendo los prados verdes y antiguos del último verano.

Editado por

Aide Estrada 12

El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. El verano del cohete. El caluroso aire desértico cambió los dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Los esquíes y los trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que caía sobre el pueblo desde los cielos helados , llegaba al suelo transformada en una lluvia tórrida. El verano del cohete. La gente se asomaba a los porches goteantes y observaba el cielo, cada vez más rojo. El cohete, instalado en la plataforma de lanzamiento, soplaba rosadas nubes de fuego y calor de horno. El cohete se alzaba en la fría mañana de invierno, creaba verano con cada aliento de los poderosos escapes. El cohete transformaba los climas, y durante unos instantes fue verano en la tierra...

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EncuĂŠntranos en... www.troupe-literaria.blogspot.com twitter.com/imaginaturaTL


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