Psicología social. Kassin, Saul

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9a ediCIón

Kassin • Fein • Markus

Como sus predecesoras, la novena edición de Psicología social ofrece una mirada amplia, equilibrada y predominante de la psicología social. Por tanto, incluye descripciones detalladas de estudios clásicos del almacén histórico de la psicología social, así como los últimos descubrimientos de investigación en cientos de referencias nuevas. Características: • “Puesta a prueba del sentido común” desafía las nociones comúnmente aceptadas por los estudiantes, pidiéndoles que anticipen respuestas a preguntas engañosamente simples de verdadero/falso que abren cada capítulo. El texto relacionado con la discusión para cada pregunta se anota en el margen, y las respuestas completas se proporcionan al final del capítulo.

• El énfasis en eventos actuales incorpora ejemplos del mundo real y eventos puntuales, lo que subraya la relevancia generalizada de la psicología social y ayuda a los estudiantes a ver su mundo a través de los ojos de un psicólogo social.

• Citas marginales que proporcionan hechos para reflexionar, conclusiones, resultados de encuestas, citas y más, para despertar el interés de los alumnos y estimular su pensamiento crítico.

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Psicología Social

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Kassin • Fein • Markus

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Psicología social

NOVENA EDICIÓN

Saul Kassin  •  Steven Fein  •  Hazel Rose Markus

Traducción: Jorge Humberto Romo Víctor Campos Traductores profesionales Revisión técnica: Mtro. Ricardo Trujillo Correa Facultad de Psicología, UNAM

Australia • Brasil • Corea • España • Estados Unidos • Japón • México • Reino Unido • Singapur

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Psicología social, Novena edición Saul Kassin/Steven Fein/ Hazel Rose Markus Presidente de Cengage Learning Latinoamérica: Fernando Valenzuela Migoya Director Editorial, de Producción y de Plataformas Digitales para Latinoamérica: Ricardo H. Rodríguez Editora de Adquisiciones para Latinoamérica: Claudia C. Garay Castro Gerente de Manufactura para Latinoamérica: Raúl D. Zendejas Espejel Gerente Editorial de Contenidos en Español: Pilar Hernández Santamarina Gerente de Proyectos Especiales: Luciana Rabuffetti Coordinador de Manufactura: Rafael Pérez González Editor: Sergio R. Cervantes González Diseño de portada: MSDE|MANU SANTOS Design Imagen de portada: © Denis Cristo/Shutterstock Composición tipográfica: Grupo Amate

© D.R. 2015 por Cengage Learning Editores, S.A. de C.V., una Compañía de Cengage Learning, Inc. Corporativo Santa Fe Av. Santa Fe núm. 505, piso 12 Col. Cruz Manca, Santa Fe C.P. 05349, México, D.F. Cengage Learning® es una marca registrada usada bajo permiso. DERECHOS RESERVADOS. Ninguna parte de este trabajo amparado por la Ley Federal del Derecho de Autor, podrá ser reproducida, transmitida, almacenada o utilizada en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea gráfico, electrónico o mecánico, incluyendo, pero sin limitarse a lo siguiente: fotocopiado, reproducción, escaneo, digitalización, grabación en audio, distribución en Internet, distribución en redes de información o almacenamiento y recopilación en sistemas de información a excepción de lo permitido en el Capítulo III, Artículo 27 de la Ley Federal del Derecho de Autor, sin el consentimiento por escrito de la Editorial. Traducido del libro: Social Psychology. 9th Edition Kassin Saul, Steven Fein y Hazel Rose Markus Publicado en inglés por Wadsworth, una compañía de Cengage Learning © 2014 ISBN: 978-1-133-95775-1 Datos para catalogación bibliográfica: Kassin, Saul/Steven Fein/Hazel Rose Markus Psicología social. Novena edición ISBN: 978-607-522-019-2

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Impreso en México 1 2 3 4 5 6 7 18 17 16 15

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CONTENIDO Prefacio   xviii Acerca de los autores  xxvii

Parte 1  Introducción

1 ¿Qué es la psicología social?

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¿Qué es la psicología social?  6 Definición de psicología social  6 Preguntas y aplicaciones relacionadas con la psicología social  7 El poder del contexto social: ejemplo de un experimento de psicología social  8 La psicología social y campos relacionados: diferencias e intersecciones  9 La psicología social y el sentido común  11

Una breve historia de la psicología social  12 Nacimiento e infancia de la psicología social: 1880-1920  12 Un llamado a la acción: 1930-1950  13 Confianza y crisis: 1960-mediados de 1970  15 Una era de pluralismo: mediados de 1970-1990  15

La psicología social en un nuevo siglo: ¿cuál es la tendencia hoy?  16 Integración de la emoción, motivación y cognición  16 Perspectivas biológicas y evolutivas  17 Perspectivas culturales  18 Economía conductual, cognición corporizada y otros métodos interdisciplinarios  19 Nuevas tecnologías y el mundo en línea  20 Repaso 21 Términos clave  23 Recursos mediáticos  23

2 La investigación en psicología social

24

¿Por qué es necesario aprender acerca de los métodos de investigación? 27 Desarrollo de ideas: el inicio del proceso de investigación  27 Generación de ideas e investigación de lo que se ha hecho  28 Hipótesis y teorías  28 Investigación básica y aplicada  29

Revisión de ideas: definición y medición de variables en psicología social  29 De lo abstracto a lo específico: variables conceptuales y definiciones operacionales  30 Medición de variables: uso de autorreportes, observaciones y tecnología  31

Comprobación de ideas: diseños de investigación  33 Investigación descriptiva: descubrimiento de rumbos y tendencias  33 Investigación correlacional: búsqueda de asociaciones  36 Experimentos: determinación de causa y efecto  38 Meta-análisis: combinación de resultados de varios estudios  45 Cultura y métodos de investigación  46

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Contenido

Ética y valores en psicología social  47 Consejos de revisión institucional y consentimiento informado: protección para los participantes en investigaciones  47 Informe posterior al sujeto: revelándolo todo  48 Valores y ciencia: puntos de vista y nuevas controversias  48 Repaso 49 Términos clave  51 Recursos mediáticos  51

Parte 2  Percepción social

3 El yo social

52

Puesta a prueba del sentido común   54 El autoconcepto  54 Rudimentos del autoconcepto  55 Introspección 57 Autopercepción 59 Influencias de otras personas  64 Recuerdos autobiográficos  66 Cultura y el autoconcepto  68

Autoestima 72 La necesidad de autoestima  73 ¿Existen diferencias de género y raza?  74 Teoría de la autodiscrepancia  75 La “trampa” de la autoconciencia  76 La autorregulación y sus límites  80 Procesos mentales irónicos  82 Mecanismos de automejora   83 ¿Las ilusiones positivas son adaptables?  89 Cultura y autoestima  91

Autopresentación 92 Autopresentación estratégica  93 Autoverificación 94 Automonitoreo 95

Reflexiones: el yo multifacético  97 Repaso 98 Términos clave  101 Recursos mediáticos  101

4 Percibiendo personas

102

Puesta a prueba del sentido común   104 Observación: los elementos de la percepción social  105 La apariencia física de una persona  106 Percepciones de situaciones  108 Evidencia conductual  109 Distinción entre la verdad y el engaño  114

Atribución: de los elementos a las disposiciones  116 Teorías de la atribución  116 Sesgos de la atribución  120

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Contenido

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Cultura y atribución  125 Sesgos motivacionales  127

Integración: de las disposiciones a las impresiones  130 Integración de datos: la aritmética  131 Desviaciones de la aritmética  131

Sesgos de la confirmación: de las impresiones a la realidad  138 Perseverancia de creencias  138 Pruebas para confirmación de hipótesis  140 La profecía autocumplida  141

Percepción social: la última palabra  144 Repaso 147 Términos clave  149 Recursos mediáticos  149

prejuicio y 5 Estereotipos, discriminación 150 Puesta a prueba del sentido común   152 La naturaleza del problema: persistencia y cambio  154 Definición de términos  155 Racismo: formas y desafíos actuales  155 Sexismo: ambivalencia, cosificación y dobles estándares  161 Más allá del racismo y el sexismo: edad, peso, sexualidad y otros objetivos  165 Ser estigmatizado  166 Amenaza de estereotipo  167

Causas del problema: factores intergrupales, motivacionales, cognitivos y culturales  170 Categorías sociales y conflicto intergrupal  170 Teoría de la identidad social  176 Cultura e identidad social  179 Cultura y socialización  179 Forma en que los estereotipos distorsionan las percepciones y resisten al cambio  183 Activación automática del estereotipo  185 “Cuarenta y un disparos”: un enfoque sobre el trágico tiroteo contra Amadou Diallo  186 El encapuchado y el arma: revisión del asesinato de Trayvon Martin   189

Reducción de estereotipos, prejuicio y discriminación  190 Contacto intergrupal  190 Amistades intergrupales y contacto extendido  191 El salón de clases rompecabezas  193 Identidades compartidas  194 Confianza, pertenencia y reducción de la amenaza de estereotipo  194 Ejercer el autocontrol  196 Cogniciones, culturas y motivaciones cambiantes  198 Repaso 200 Términos clave  203 Recursos mediáticos  203

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Contenido

Parte 3  Influencia social

6 Actitudes 204

Puesta a prueba del sentido común   206 El estudio de las actitudes  206 Cómo se miden las actitudes  207 Cómo se forman las actitudes  212 Relación entre actitudes y comportamiento  213

Persuasión por medio de la comunicación  217 Dos rutas de persuasión  217 La fuente  221 El mensaje  227 La audiencia  233 Cultura y persuasión  236

Persuasión a partir de las propias acciones  237 Desempeño de un rol: todo el mundo es un escenario  238 Teoría de la disonancia cognitiva: la versión clásica  239 Teoría de la disonancia cognitiva: un nuevo punto de vista  242 Otras rutas hacia la autopersuasión  245 Influencias culturales en la disonancia cognitiva  248

Cambio de actitudes  249 Repaso 249 Términos clave  251 Recursos mediáticos  251

7 Conformidad 252 Puesta a prueba del sentido común   254 La influencia social “automática”  255 Conformidad 257 Los primeros clásicos  258 ¿Por qué la gente se conforma?  260 Influencia de la mayoría  263 Influencia de la minoría  266 Cultura y conformidad  269

Sumisión 271 Irreflexión y sumisión  271 La norma de reciprocidad  272 Tender trampas: estrategias de petición en secuencia  273 Asertividad: cuando la gente dice no  277

Obediencia 278 La investigación de Milgram: fuerzas de obediencia destructiva  279 Milgram en el siglo XXI  284 Desafío: cuando la gente se rebela  286

El continuo de la influencia social  289 Teoría del impacto social  289 Perspectivas sobre la naturaleza humana  291 Repaso 291 Términos clave  293 Recursos mediáticos  293 fm i-xxvii.indd 12

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Contenido

8 Procesos grupales

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294

Puesta a prueba del sentido común   296 Fundamentos de los grupos  297 ¿Qué es un grupo? ¿Por qué unirse a un grupo?  297 Características clave de los grupos: papeles, normas y cohesión  298 Cultura y cohesión  301

Los individuos en los grupos: la presencia de otros  302 Facilitación social: cuando los otros estimulan  302 Pereza social: cuando los otros relajan  305 Cultura y pereza social  307 Desindividualización 308

Desempeño grupal: problemas y soluciones  311 Pérdidas y ganancias en los grupos  311 Lluvia de ideas  312 Polarización grupal  314 Pensamiento de grupo  315 Efectos de escalamiento  318 Comunicación de la información y empleo de la experiencia  319 Metas y planes en los grupos  322 Capacitación 323 Tecnología de cómputo y sistemas de soporte para grupo  323 Equipos virtuales  324 Cultura y diversidad  324

Conflicto: cooperación y competencia dentro de los grupos y entre ellos  326 Motivos combinados y dilemas sociales  326 Cultura y dilemas sociales  329 Intensificación y reducción del conflicto  330 Negociación 331 Cultura y negociación  332 Cómo encontrar un terreno común  334 Repaso 334 Términos clave  337 Recursos mediáticos  337

Parte 4  Relaciones sociales

9 Atracción y relaciones cercanas

338

Puesta a prueba del sentido común   340 Necesidad de pertenencia: un motivo humano fundamental 340 La emoción de la afiliación  342 La agonía de la soledad  343

La atracción inicial  345 Familiaridad: estar ahí  346 Atractivo físico: quedar atrapado  348 Los primeros encuentros: llegar a conocerse  354 Selección de la pareja: la evolución del deseo  359

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Contenido

Relaciones cercanas  367 El mercado íntimo: rastreo de las ganancias y las pérdidas  368 Tipos de relaciones  370 ¿Cómo te amo? Conteo de las formas  372 Cultura, atracción y relaciones cercanas  377 Conflictos en las relaciones: la conexión masculino-femenino  379 Repaso 387 Términos clave  389 Recursos mediáticos  389

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Ayudar a los demás  390

Puesta a prueba del sentido común   392 Factores evolutivos y motivacionales: ¿por qué ayudan las personas?  394 Factores evolutivos en la ayuda  394 La evolución de la empatía  397 Recompensas de brindar ayuda: ayudar a los demás para ayudarse a sí mismo  399 Altruismo o egoísmo: el gran debate  402

Influencias situacionales: ¿cuándo ayudan las personas?  406 El efecto espectador  406 La presión del tiempo  412 Ubicación y ayuda  413 Cultura y ayuda  414 Estados de ánimo y ayuda  415 Efectos de los medios de comunicación prosociales  418 Modelos a seguir y normas sociales  419

Influencias personales: ¿quién es probable que ayude?  420 ¿Algunas personas ayudan más que otras?  420 ¿Qué es la personalidad altruista?  421

Influencias interpersonales: ¿a quién ayudan las personas?  422 Características percibidas de la persona necesitada  422 Un poco de ayuda para los amigos y otros semejantes  423 Género y ayuda  425 Cultura y quién recibe ayuda  426 La conexión que ayuda  427 Repaso 428 Términos clave  431 Recursos mediáticos  431

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Contenido

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Agresión 432

Puesta a prueba del sentido común   434 ¿Qué es agresión?  435 Cultura, género y diferencias individuales 436 Cultura y agresión  436 Género y agresión  441 Diferencias individuales  443

Orígenes de la agresión  444 ¿La agresión es innata?  444 ¿La agresión se aprende?  449 Diferencias de género y socialización: “los muchachos serán muchachos”  452 Cultura y socialización: culturas de honor  453 Naturaleza frente a educación: ¿un falso debate?  455

Influencias situacionales sobre la agresión  456 La hipótesis frustración-agresión  456 Sentimientos negativos  457 Excitación 459 Pensamiento: automático y deliberado  459 La lucha por el autocontrol: rumiación, alcohol y otros factores  461 Influencias situacionales: poner todo junto  462

Efectos mediáticos   463 Violencia en televisión, películas, letras de canciones y videojuegos  463 Pornografía 471

Reducción de la violencia  472 Cambiar cómo se piensa y se siente  474 Factores situacionales y socioculturales  475 Enfoques multinivel: programas para prevenir la violencia y el bullying  477 Repaso 479 Términos clave  483 Recursos mediáticos  483

Parte 5  Aplicación de la psicología social

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Derecho 484

Puesta a prueba del sentido común   486 Testimonio de testigo  488 Percepción del delito  489 Almacenar la memoria  491 Identificación del inculpado  493 Testificar en un tribunal  496 Mejoramiento de la justicia del testigo  498

Confesiones 499 Entrevistas con el sospechoso: la psicología de la detección de mentiras  499 Interrogatorios policiacos: influencia social bajo presión  500

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Contenido

Confesiones falsas: por qué confiesan las personas inocentes  502 Confesiones en el juzgado  504

Toma de decisión del jurado  505 Selección del jurado  506 El juicio en la sala de un juzgado  511 Deliberaciones del jurado  516

Después del juicio: a prisión y más allá  520 El proceso de sentencia  520 La experiencia carcelaria  521

Percepciones de justicia  524 La justicia como cuestión de procedimiento  524 Cultura, ley y justicia  525

Alegato final  527 Repaso 527 Términos clave  529 Recursos mediáticos  529

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Negocios 530

Puesta a prueba del sentido común   532 Selección de personal  534 La entrevista de trabajo típica  534 Alternativas “científicas” a las entrevistas tradicionales  536 Acción afirmativa  540 Cultura y diversidad organizacional  543

Evaluaciones de desempeño  545 Calificaciones del supervisor  545 Autoevaluaciones 546 Métodos de evaluación nuevos y mejorados  547 Consideraciones sobre el debido proceso  548

Liderazgo 548 El enfoque de rasgos clásico  549 Modelos de contingencia del liderazgo  550 Liderazgo transaccional  551 Liderazgo transformacional  552 Liderazgo entre mujeres y minorías  553

Motivación en el trabajo  555 Modelos de recompensa económica  556 Bonos, sobornos y motivación intrínseca  557 Consideraciones sobre la equidad  558 El principio de progreso  560

Toma de decisiones económicas  561 El poder simbólico del dinero  562 Influencias sociales en el mercado de valores  562 Compromiso, entrampamiento y escalamiento  565 Repaso 567 Términos clave  569 Recursos mediáticos  569

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Contenido

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Salud y bienestar  570

Puesta a prueba del sentido común   572 Estrés y salud  573 ¿Qué causa el estrés?  574 Crisis y catástrofes  574 Sucesos importantes en la vida  577 Microestresores: las dificultades de la vida cotidiana  577

¿Cómo afecta el estrés al cuerpo?  579 El síndrome de adaptación general  579 ¿Qué le hace el estrés al corazón?  580 ¿Qué le hace el estrés al sistema inmunitario?  582 Vínculos entre estrés y enfermedad  584

Procesos de evaluación  586 Atribuciones y estilos explicativos  587 La capacidad humana para la resiliencia  588 La salud de Pollyanna  591

Formas de afrontar el estrés  592 Afrontamiento enfocado en el problema  593 Afrontamiento enfocado en la emoción  595 Afrontamiento proactivo  600 Cultura y afrontamiento  603

Tratamiento y prevención  604 Tratamiento: los ingredientes “sociales”  604 Prevención: transmitir el mensaje  606

La búsqueda de la felicidad  607 ¿El dinero compra la felicidad?  609 Ciencia emergente acerca de cómo aumentar la felicidad  612 Repaso 615 Términos clave  617 Recursos mediáticos  617

Glosario G-1 Referencias R-1 Índice de nombres  I-1 Índice analítico  I-13

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¿Qué es la psicología social?

Este capítulo le presenta al lector al estudio de la psicología social. Empezamos por definir la psicología social e identificar en qué es distinta y en qué está relacionada con algunos otros ámbitos de estudio, fuera y dentro de la psicología. A continuación hacemos un repaso de la historia de este campo del conocimiento. Concluimos con un vistazo al futuro, con un debate de los temas y perspectivas de importancia que están impulsando la psicología social hacia un nuevo siglo.

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1 ¿Qué es la psicología social? (6) Definición de psicología social Preguntas y aplicaciones relacionadas con la psicología social El poder del contexto social: ejemplo de un experimento de psicología social La psicología social y campos relacionados: diferencias e intersecciones La psicología social y el sentido común

Una breve historia de la psicología social (12) Nacimiento e infancia de la psicología social: 1880-1920 Un llamado a la acción: 1930-1950 Confianza y crisis: 1960-mediados de 1970 Una era de pluralismo: mediados de 19701990

La psicología social en un nuevo siglo: ¿cuál es la tendencia hoy? (16) Integración de la emoción, motivación y cognición Perspectivas biológicas y evolutivas Perspectivas culturales Economía conductual, cognición corporizada y otros métodos interdisciplinarios Nuevas tecnologías y el mundo en línea

© Yuri Arcurs/Shutterstock

Repaso Términos clave Recursos mediáticos

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Capítulo 1  ¿Qué es la psicología social?

Dentro de pocos años el lector puede recibir una carta por correo invitándolo

“Usted lleva [a sus amigos y familia] en el corazón, la mente o el estómago, porque no sólo vive en un mundo, sino que un mundo vive en usted.” Frederick Buechner

Millones de personas sintonizan populares programas de “realidad” para ver cómo los desconocidos se relacionan entre sí. En esta foto se ve un grupo de personas que aparecieron en una temporada reciente de The Bachelorette, al tiempo que los espectadores se preguntaban cuál hombre podría conquistar a la muchacha. La enorme popularidad de programas como éste ilustran parte del atractivo de la psicología social; el público queda fascinado con la forma en que las personas se relacionan unas con otras.

a una reunión de ex alumnos de la preparatoria o la universidad. Es probable que sienta un poco de nostalgia y comience a pensar en aquellos viejos días escolares. ¿Qué pensamientos llegarán primero a su mente? ¿Recordará la poesía que finalmente empezó a apreciar en su primer año? ¿Pensará en el orgullo que sintió cuando terminó su primer laboratorio de química? ¿Aparecerá una lágrima cuando recuerde lo inspirador que era su grupo de psicología social? Quizá. Pero lo que es probable que domine sus pensamientos serán las personas que conoció en la escuela y las interacciones que tuvo con ellas, los largos e intensos debates acerca de todo lo imaginable; los amores que tuvo, los que perdió o que deseaba tan desesperadamente tener; el tiempo que se hizo tonto en una fiesta; el esfuerzo de tratar de ser aceptado por una fraternidad, un club femenino de estudiantes o el círculo de gente popular; el día en que se sentó en un aguacero con sus amigos para ver un partido de futbol. Nos concentramos en estas situaciones sociales porque somos seres sociales. Forjamos nuestras identidades individuales no solos, sino en el contexto de otras personas. Trabajamos, jugamos y vivimos juntos. Nos lastimamos y nos ayudamos unos a otros. Definimos la felicidad y el éxito unos con otros. Y no caemos pasivamente en interacciones sociales; activamente las buscamos. Visitamos a la familia, hacemos amigos, vamos a fiestas, construimos redes, concertamos citas, empeñamos nuestra palabra en un compromiso duradero, decidimos tener hijos. Observamos a otros, especulamos acerca de ellos y predecimos quién se enredará con quién, ya sea en la vida real o en programas televisivos de “realidad”, como The Real World o The Bachelor. Muchos de nosotros nos enviamos mensajes vía Tweeter acerca de lo que hacemos o pasamos mucho tiempo en redes sociales como Facebook, interactuando con incontables amigos de todo el mundo, agregando cientos o hasta miles de “amigos” a nuestras redes sociales. Es probable que haya visto o al menos escuchado de la película It’s a wonderful life (¡Qué bello es vivir!). Cuando el héroe, George Bailey, estaba a punto de suicidarse; Clarence (un supuesto ángel) no lo salva mostrándole cuánta felicidad personal perderá si termina con su vida. En lugar de ello, le muestra a George cuánto ha influido su vida en la existencia de sus semejantes, y cuántas personas resultarán afectadas si él deja de formar parte del mundo. Son estas relaciones sociales las que salvan la vida de George, así como definen nuestras propias vidas. Uno de los aspectos más interesantes del aprendizaje de la psicología social estriba en descubrir cuán esenciales y profundamente importantes son estas relaciones sociales para el ser humano. De hecho, los investigadores continúan hallando nueva evidencia al respecto que apunta a nuevas implicaciones de nuestra naturaleza social. Considere, por ejemplo, este conjunto de conclusiones de una investigación reciente: l  Tener amigos cercanos y permanecer en contacto con la

familia está asociado con beneficios para la salud, como la protección contra enfermedades cardiacas, infecciones, diabetes y cáncer; también está asociado con vivir más años y ser más activo (Hawkley y Cacioppo, 2013; Luo et al., 2012).

Craig Sjodin/ABC vía Getty Images

l  Los niños que son excluidos de actividades sociales

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por sus compañeros son más propensos que los demás a presentar problemas académicos y sociales en la escuela, incluso varios años después (Bush et al., 2010; Rodkin y Ryan, 2012).

l  Sufrir de rechazo o pérdida social es tan doloroso que

produce actividad en las mismas partes del cerebro que se estimulan cuando sentimos dolor físico. Por otro lado, ser tratado bien y con justicia por otras personas activa partes del cerebro asociadas con recompensas físicas, como un alimento deseable y beber (Eisenberger, 2012; Eisenberger y Cole, 2012).

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¿Qué es la psicología social?

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l  Muchos médicos pueden decirle que hay algo bastante real en un “corazón roto”. Por

ejemplo, una persona tiene 20 veces más probabilidades que lo normal de sufrir un ataque al corazón el día que muere una persona amada (Mostofsky et al., 2012).

AP Photo/The Enterprise, Wayne Tilcock

Ed Ou/The New York Times/Redux

Precisamente debido a que necesitamos tanto las relaciones e interacciones sociales, los contextos sociales en los que participamos influyen profundamente en nosotros. Puede encontrar muchos ejemplos de este tipo de influencia en su propia vida. ¿Se ha reído alguna vez de un chiste que no comprendió por seguirles la corriente a quienes lo rodean? ¿Se comporta de cierta forma con un grupo de personas y de una muy distinta con otro grupo? El poder de las situaciones puede ser también mucho más sutil y profundo que estos ejemplos, como cuando las expectativas no declaradas de alguien respecto a usted literalmente pueden hacerlo convertirse en otra persona. La importancia de la psicología social es evidente en la vida diaria, como cuando dos personas se sienten atraídas entre sí o cuando un grupo trata de coordinar sus esfuerzos en un proyecto. Sucesos dramáticos pueden aumentar su importancia al máximo, como es evidente en la conducta de personas durante una guerra y después de ella, en ataques terroristas o en desastres naturales. En estos tiempos traumáticos, la atención se centra en cómo las personas se ayudan o se explotan unas a otras, y somos testigo de lo peor y de lo mejor que ofrecen las relaciones humanas. En forma invariable, estos sucesos llaman la atención hacia la clase de preguntas que los psicólogos sociales estudian; es decir, las que tienen que ver con el odio y la violencia, los conflictos y sospechas entre grupos, así como con el heroísmo, la cooperación y la capacidad de entender cuestiones culturales, étnicas, raciales, religiosas y geográficas. Cuando vemos las noticias de muerte y destrucción en el Oriente Medio o el Congo, o nos enfrentamos a la realidad de un mundo totalmente violento tan cercano como nuestras colonias y planteles escolares, recordamos la necesidad de tener un mejor entendimiento de los temas psicológicos sociales. También apreciamos la grandeza y el poder de las conexiones sociales cuando reconocemos el valor de un bombero, leemos acerca de la caridad de un donador o vemos el brillo en los ojos de un nuevo padre. Todo esto es la parte buena y la mala, la mundana y la extraordinaria, del paisaje fascinante de la psicología social.

Jóvenes egipcios envían videos a Facebook y Twitter de escenas que tomaron ese día de protestas revolucionarias en la Plaza Tahrir el año 2011 (izquierda). Las redes sociales desempeñaron un papel fundamental en las protestas por una reforma social y económica que se produjeron en todo el mundo ese año, incluida esta protesta de “Ocupas” en la Universidad de California en Davis, en la que un oficial de policía lanza gas pimienta en la cara a estudiantes (derecha). Los psicólogos sociales estudian asuntos importantes como los que vemos aquí, o como la creciente participación de las redes sociales y la tecnología en nuestras vidas, y la forma en que las personas lidian con el conflicto.

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Capítulo 1  ¿Qué es la psicología social?

En todo este libro el lector no sólo verá interesantes y relevantes hallazgos de investigación, sino también se enterará de la forma en que los psicólogos sociales han descubierto esta evidencia. Es un proceso apasionante que nos entusiasma compartir con el estudiante. El propósito de este primer capítulo es dar al lector una panorámica general de la psicología social. En el momento en que lo termine debe estar listo y (esperamos) ansioso de lo que verá más adelante.

¿Qué es la psicología social? Comenzamos por echar un vistazo al nuevo territorio al que está a punto de entrar. A continuación definimos la psicología social y hacemos un mapa de su relación con la sociología y algunas otras disciplinas dentro del campo de la psicología.

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Definición de psicología social

Psicología social es el estudio científico de la manera en que los individuos piensan,

sienten y se comportan en un contexto social. Revisemos esta definición parte por parte.

Estudio científico Hay muchos métodos para comprender cómo la gente piensa, siente y se comporta. Podemos aprender sobre la conducta humana leyendo novelas, viendo películas, estudiando historia y filosofía, por mencionar sólo algunas posibilidades. Lo que diferencia a tales intentos de la psicología social es que ésta es una ciencia, aplica al método científico de la observación sistemática, descripción y medición del estudio de la condición humana. En el capítulo 2 se explica cómo y por qué los psicólogos sociales hacen esto.

Cómo piensan, sienten y se comportan los individuos La IT Stock/Jupiter Images

psicología social tiene por objetivo estudiar una sorprendente diversidad de temas. Las creencias y actitudes individuales e incluso inconscientes de las personas; sus emociones más apasionadas; sus conductas públicas más heroicas, cobardes o simplemente mundanas, caen dentro del amplio ámbito de la psicología social. En esta forma la psicología social se diferencia de otras ciencias sociales, como la economía y las ciencias políticas. La investigación de las actitudes ofrece una buena ilustración. Mientras que científicos economistas y políticos pueden estar interesados en actitudes económicas y políticas de personas, respectivamente, los psicólogos sociales investigan una amplia variedad de actitudes y contextos, como las actitudes de los individuos hacia grupos particulares de personas o cómo son afectadas sus actitudes por sus compañeros o su carácter. Al hacerlo así los psicólogos sociales luchan por establecer principios generales de formación y cambio de actitud que se aplican en una variedad de situaciones y no sólo en dominios particulares. Note la palabra individuos en nuestra definición de psicología social. Esta palabra indica otra forma importante en que la psicología social difiere de algunas otras ciencias sociales. La sociología, por ejemplo, suele clasificar a las personas en términos de su nacionalidad, raza, clase socioeconómica y otros factores de grupo. En contraste, la psicología social se concentra en la psicología individual. Aun cuando los psicólogos sociales estudian grupos de gente, por lo general enfatizan el comportamiento del individuo en el contexto de un grupo.

Nuestras relaciones e interacciones sociales son extremadamente importantes para nosotros. La mayoría de los individuos busca a otras personas y se ven muy afectados por ellas. Esta naturaleza social del ser humano es el objeto de estudio de la psicología social.

psicología social Estudio científico de la manera en que los individuos piensan, sienten y se comportan en un contexto social.

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¿Qué es la psicología social?

Un contexto social Aquí es donde entra en juego la parte “social” de esta disciplina que la distingue de otras ramas de la psicología. En su conjunto, la ciencia de la psicología es una empresa inmensa, el “gorila” de las ciencias sociales, que se interesa en todo, desde las acciones de los neurotransmisores del cerebro hasta las acciones de los aficionados a la música en un club atestado de gente. Lo que hace de la psicología social algo único es su énfasis en la naturaleza social de los individuos. Sin embargo, lo “social” de la psicología social varía. Al intentar establecer los principios generales del comportamiento humano, en ocasiones los psicólogos sociales analizan factores no colectivos que afectan los pensamientos, emociones, motivos y acciones de la gente. Por ejemplo, pueden estudiar si un clima caluroso hace que las personas se comporten de manera más agresiva (Anderson y DeLisi, 2011). Lo social en este tema es el comportamiento: las personas se hacen daño unas a otras. Además, los psicólogos sociales en ocasiones estudian los pensamientos o emociones de las personas acerca de aspectos no sociales, por ejemplo sus actitudes acerca del calzado para básquetbol Nike o Adidas. ¿Cómo pueden ser de interés para los psicólogos sociales las actitudes hacia los zapatos de básquetbol? Una forma es si estas actitudes están influidas por algo social, como el caso de si el respaldo de LeBron James hacia Nike hace que la gente prefiera esa marca. Ambos ejemplos, que determinan si el calor provoca un aumento en la agresividad o si LeBron James causa un incremento en las ventas de los tenis Nike, son ocupaciones psicológicas sociales porque los pensamientos, emociones o comportamientos (a) están relacionados con otras personas, o bien (b) están influidos por otras personas. El “contexto social” a que se hace alusión en la definición de psicología social no tiene que ser real o actual. Incluso la presencia implícita o imaginaria de otras personas puede tener efectos importantes en los individuos (Allport, 1985). Por ejemplo, si alguien imagina recibir reacciones positivas o negativas de los demás, su autoestima se verá afectada de manera significativa (Libby et al., 2012; Smart Richman y Leary, 2009). Si los niños imaginan tener contacto con un niño de otro país, sus actitudes hacia individuos de ese país pueden volverse más positivas (Vezzali et al., 2012). Y si unos estudiantes de universidad imaginan vivir un día en la vida de un profesor, es probable que se desempeñen mejor en un examen analítico; en cambio, si imaginan ser una “porrista” se desempeñarán peor (Galinsky et al., 2008).

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Preguntas y aplicaciones relacionadas con la psicología social

Danny Moloshok/Landov

Para quienes encontramos muy interesante el comportamiento social, la psicología social es un sueño hecho realidad. Sólo vea la tabla 1.1 y considere una pequeña muestra de las preguntas que analizaremos en este libro. Como puede ver, la naturaleza social del ser humano es de lo que se ocupa la psicología social. Aprender esta disciplina es aprender de nosotros mismos y de nuestros mundos sociales. Y dado que la psicología social es científica y no anecdótica, nos da puntos de vista que sería imposible obtener mediante la intuición o la experiencia por sí solas. El valor de la perspectiva de la psicología social con respecto al comportamiento humano ha sido ampliamente reconocido. Con frecuencia se recomiendan cursos de psicología social para estudiantes interesados en carreras como finanzas, educación, medicina, derecho y periodismo, al igual que en psicología y en sociología. Aun cuando muchos graduados avanzados con doctorado en psicología social cuentan con títulos de colegios o universidades, otros trabajan en centros médicos, bufetes de abogados, organismos gubernamentales, fuerzas militares y una variedad de campos que comprenden la banca de inversiones, marketing, publicidad, recursos humanos, finanzas y redes sociales. El número e importancia de estas aplicaciones continúa creciendo. Los jueces se involucran en la investigación de psicología social para dar fallos históricos, y numerosos abogados están dependiendo de ella para seleccionar jurados y apoyar o refutar eviden-

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Una gustada celebridad, como Oprah Winfrey, puede influir en las actitudes y conductas de millones de personas. Por ejemplo, durante muchos años, cuando Oprah recomendaba un libro era muy probable que sus ventas se dispararan.

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Capítulo 1  ¿Qué es la psicología social?

TABLA 1.1 Ejemplos de preguntas de la psicología social Percepción social: ¿qué afecta la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás? l

¿Por qué algunas veces las personas sabotean su propio desempeño, haciendo más probable que fallen? (capítulo 3) l

¿En qué difiere la gente del este de Asia de la manera en que los estadounidenses explican el comportamiento de las personas? (capítulo 4) l

¿De dónde provienen los estereotipos y por qué son tan resistentes al cambio? (capítulo 5) Influencia social: ¿cómo influimos unos en los otros? l

¿Por qué con frecuencia nos gusta lo que nos hace sufrir? (capítulo 6)

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¿Por qué los vendedores a veces nos hacen comprar cosas que en realidad no queremos? (capítulo 7)

¿Por qué las personas suelen desempeñarse peor en grupos que individualmente? (capítulo 8) l

cias. Las empresas usan investigación psicológica social transcultural para participar en el mercado global, y se asesoran en dinámica de grupos para promover las mejores condiciones para su fuerza de trabajo. Los profesionales de la salud están cada vez más conscientes del papel de los factores de psicología social en la prevención y tratamiento de enfermedades. En realidad, se puede considerar que no hay otro campo de estudio que ofrezca experiencia que sea más claramente importante para tantas profesiones distintas.

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E l poder del contexto social: ejemplo de un experimento de psicología social

La naturaleza social del ser humano está tan profundamente arraigada que hasta los indicios más sutiles acerca de nuestra conexión social con otros l ¿Qué tan similares o diferentes son los sexos en lo que buscan en una puede tener un efecto profundo en nuestras vidas. relación íntima? (capítulo 9) Considere el estudiante sus primeras semanas de l ¿Cuándo es más o menos probable que un espectador lo ayude en una preparatoria o universidad. Si es como otros estu emergencia? (capítulo 10) diantes, es probable que haya habido ocasiones en l ¿La exposición a la violencia o la pornografía en la televisión dispara el comportamiento agresivo? (capítulo 11) las que se sintió inseguro y se preguntaba si estaba en el lugar correcto. Sin embargo, para algunos gruAplicación de la psicología social: ¿la psicología social ayuda a entender pos de estudiantes estos temores son especialmente preguntas acerca del derecho, los negocios y la salud? frecuentes y fuertes. Los estudiantes de grupos de l ¿Los interrogadores realmente pueden hacer que las personas confiesen etnias minoritarias son especialmente vulnerables crímenes graves que no cometieron? (capítulo 12) a esas dudas acerca de la pertenencia social en el l ¿Cómo pueden los líderes de negocios motivar con más efectividad a sus plantel. Una investigación psicológica social sugiere empleados? (capítulo 13) que estas preocupaciones pueden interferir en el l ¿Cómo afecta el estrés la salud de las personas y cuáles son las maneras más desempeño académico. efectivas de enfrentar una experiencia estresante? (capítulo 14) Gregory Walton y Geoffrey Cohen están entre © Cengage Learning los psicólogos sociales que han estudiado este problema. Se preguntaban si podrían mejorar el éxito académico de estudiantes afroamericanos en una universidad selectiva, predominantemente europea-estadounidense, al protegerlos contra la exaltada “incertidumbre de pertenencia” que con frecuencia afecta a estos estudiantes. Para probar esta idea, Walton y Cohen (2011) dirigieron un experimento en el que a algunos estudiantes del primer semestre en la universidad se les dio un poco de información que sugería lo típico que es para la mayoría de los estudiantes, cualquiera que sea su género, raza o etnia, pasar por periodos de estrés social e incertidumbre durante su primer año, y que estas luchas tienden a desaparecer poco después de ese periodo. Walton y Cohen deseaban evaluar cómo se desempeñarían estos estudiantes durante sus primeros cuatro años de universidad, en comparación con otros que no habían recibido ninguna información acerca de problemas de pertenencia social. Walton y Cohen encontraron que dar esta información a estudiantes afroamericanos elevó sus promedios de calificaciones (PC) considerablemente más con respecto a otros estudiantes afroamericanos a quienes no se les dio dicha información. Veamos l la figura 1.1. Las barras de esta gráfica ilustran el PC de último año del periodo de primavera de estudiantes afroamericanos que no recibieron (barra izquierda) o sí recibieron (barra derecha) la información acerca de pertenencia social en el periodo de otoño de su primer año en la universidad. Como lo indica la diferencia en altura de estas dos barras, Interacción social: ¿qué causa que nos gusten, amemos, ayudemos y lastimemos a los demás?

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¿Qué es la psicología social?

Andersen Ross/Blend Images/Getty Images

los estudiantes afroamericanos que leyeron acerca de lo común y temporal que son estas dudas sociales obtuvieron mejores calificaciones que los que no lo hicieron. Tenga en cuenta que obtuvieron esta información en el primer semestre de la universidad y los promedios de calificaciones reflejados en la figura 1.1 son del trimestre de primavera de su último año. Walton y Cohen encontraron que esta información acerca de preocupaciones de pertenencia social no afectaron los promedios de calificaciones de estudiantes de raza blanca. Los investigadores piensan que era mucho menos probable que estos últimos tuvieran dudas persistentes sobre su conexión social con la mayoría de los estudiantes de su plantel y, por tanto, darles información acerca de pertenencia social no tuvo mucho impacto en ellos. Por otra parte, para los estudiantes afroamericanos, la información que recibieron de lo típico y temporal que son estas dudas en el primer año llegó como gran alivio, redujo sus temores de ser extraños y los hizo capaces de alcanzar su potencial académico. El contexto social, o contexto social percibido, tuvo un efecto significativo en el éxito de los estudiantes en la universidad. El lector verá más acerca de esto en una investigación relacionada de Walton y Cohen en el capítulo 5.

La psicología social y campos relacionados: diferencias e intersecciones

Muchas veces la psicología social se confunde con otros campos de estudio. Antes de continuar es importante aclarar cuáles son las diferencias entre la psicología social y los otros campos de estudio. Al mismo tiempo, es importante ilustrar algunas de las formas en que ciertos cuestionamientos interesantes y significativos pueden ser respondidos mediante la interacción entre la psicología social y los otros campos (vea tabla 1.2 en la página 10).

Psicología social y sociología Los sociólogos y psicólogos sociales comparten intereses en muchos temas, como violencia, prejuicios, diferencias culturales y matrimonio. Sin embargo, como hemos observado la sociología tiende a concentrarse en el nivel de grupos, mientras que la psicología social tiende a enfocarse en el nivel del individuo. Por ejemplo, es posible que los sociólogos se interesen más por analizar las actitudes raciales de la clase media en Estados Unidos, mientras que los psicólogos sociales podrían examinar algunos de los factores específicos que hacen probable que los individuos se comporten de manera racista hacia algunos miembros de algún grupo. Además, aun cuando hay numerosas excepciones es probable que los psicólogos sociales, más que los sociólogos, dirijan experimentos en los que manipulan alguna variable para determinar los efectos de dicha manipulación mediante mediciones precisas y cuantificables. A pesar de estas diferencias, la sociología y la psicología social están claramente relacionadas. De hecho, muchos sociólogos y psicólogos sociales comparten la misma capacitación y publican sus conclusiones en las mismas revistas. Cuando estos dos campos confluyen, el resultado puede ser un mejor entendimiento de temas importantes. Por ejemplo, la investigación interdisciplinaria en

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l FIGURA 1.1 Pertenencia social y promedio de calificaciones PC En un experimento realizado en 2011 por Gregory Walton y Geoffrey Cohen, durante su primer semestre de universidad, a algunos estudiantes se les dio información diseñada para reducir sus dudas acerca de su adaptación y pertenencia social en su escuela, y a otros estudiantes no se les proporcionó. Para los estudiantes afroamericanos, esta manipulación tuvo un efecto importante en sus promedios de calificaciones en los años subsiguientes en la universidad. En esta gráfica las barras representan el promedio de calificaciones de los estudiantes afroamericanos que no recibieron (la barra izquierda) y los que recibieron (la barra derecha) esta información diseñada para reducir la incertidumbre acerca de la pertenencia. Adaptada por Walton y Cohen, 2011. © Cengage Learning

PromedioSecond del segundo trimestre, Term, Senior Year último GPA año

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Según la investigación psicológica social descrita en el capítulo y en otras partes de este libro, la forma en que los estudiantes se sienten socialmente conectados con sus compañeros de estudio puede tener efecto importante en su éxito académico.

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3.5

3.4

3.3

3.2 Sin No tratamiento de pertenencia Treatment Tratamiento Belonging Treatment

Condición Condition

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Capítulo 1  ¿Qué es la psicología social?

TABLA 1.2 Distinciones entre psicología social y campos relacionados: el caso de investigación de prejuicio Para ver la diferencia entre psicología social y disciplinas relacionadas, considere un ejemplo de cómo investigadores de cada área dirigen un estudio de prejuicio. Campo de estudio Ejemplo de cómo un investigador de la disciplina puede estudiar un prejuicio

Sociología Medir cómo varía un prejuicio en función de la clase social o económica Psicología clínica Probar varias terapias para personas con personalidades antisociales que presentan altos grados de prejuicio Psicología de la personalidad Desarrollar un cuestionario para identificar hombres que exhiben muy altos o muy bajos grados de prejuicio hacia las mujeres Psicología cognitiva Manipular la exposición a un miembro de alguna categoría de personas y medir los pensamientos y conceptos que se activan automáticamente. (Un estudio de prejuicio en esta disciplina, por definición, estaría en la intersección de psicología cognitiva y social.) Psicología social Manipular varias clases de contacto entre individuos de grupos diferentes y examinar el efecto de estas manipulaciones en el grado de prejuicio mostrado.

La psicología social y las disciplinas relacionadas de la psicología Cuénteles a las personas

no muy familiarizadas en psicología que usted está tomando una clase de psicología social, y puede oírles decir algo como “Ah, muy bien, ahora usted va a empezar a psicoanalizarme” o “Por fin, quizá pueda decirme por qué todos en mi familia están tan mal”. Por supuesto, la suposición que está detrás de estas reacciones es que usted está estudiando psicología clínica o anormal. Si usted basa sus impresiones de psicología en la manera como es vista por la cultura popular, es probable que se pierda en lo increíblemente amplia y diversa que es esta disciplina. Aun cuando la psicología social está relacionada con otros campos de la psicología, cada uno tiene un enfoque muy diferente. Los psicólogos clínicos, por ejemplo, buscan entender y tratar a personas con dificultades o desórdenes psicológicos. Los psicólogos sociales no se enfocan en enfermedades, sino que más bien se concentran en las formas más comunes en que los individuos piensan, sienten, se comportan e influyen unos en otros. La psicología de la personalidad es otro campo que con frecuencia se confunde con la psicología social; sin embargo, la primera busca entender diferencias estables entre individuos, mientras que la segunda busca entender en qué forma los factores sociales afectan a la mayoría de los individuos, sin importar sus personalidades diferentes. En otras palabras, un psicólogo de la personalidad puede preguntar “¿Esta persona es extrovertida y amistosa todo el tiempo en prácticamente todas las situaciones?”. Un psicólogo social puede preguntar “¿En general, las personas son más proclives a buscar amigos cuando sienten ansiedad por alguna situación que cuando logran sentirse relajados?”. Los psicólogos cognitivos estudian procesos mentales tales como pensar, aprender, recordar y razonar. Los psicólogos sociales con frecuencia están interesados en estos mismos procesos, pero más específicamente están interesados en cómo es que las personas piensan, aprenden, recuerdan y razonan con respecto a la información social, y en cómo estos procesos son relevantes para la conducta social. Estos ejemplos muestran el contraste entre las disciplinas, pero, de hecho, la teoría e investigación de la psicología social con frecuencia se complementan bastante con estas otras disciplinas. Por ejemplo,

© Michael Newman/Photo Edit, Inc.

© Cengage Learning

torno a estereotipos y prejuicio ha examinado los roles dinámicos de factores sociales e inmediatos, como la manera en que normas y creencias específicas de sistemas sociales o institucionales afectan actitudes y comportamientos de individuos (Eagly y Wood, 2012; Jost y Van der Toorn, 2012; Levy et al., 2010; Sidanius y Pratto, 2012).

¿Las imágenes provocativas, con sentido sexual, de anuncios publicitarios como los que se ven aquí (cerca del anuncio de “tarjetas del cuerpo para estudiantes”) hacen que la gente sea más sexista o proclive a una agresión sexual? Ésta es una de las preguntas que maneja la psicología social.

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tanto la psicología clínica como la social pueden analizar el modo en que la gente se enfrenta a la ansiedad o presión en situaciones sociales, o cómo ser intimidado o estereotipado por otros puede afectar la salud física y mental de individuos (Bijleveld et al., 2012; Brodish et al., 2011; Crocker et al., 2010; Gibbons et al., 2012; Greenland et al., 2012; Huynh et al., 2012). La psicología de la personalidad y la psicología social están en especial estrechamente vinculadas porque se complementan muy bien entre ellas. Por ejemplo, algunos psicólogos sociales examinan cómo recibir opiniones negativas (un factor social) puede tener diferentes efectos en personas en función de su autoestima (factor de personalidad), o si jugar videojuegos violentos (factor social) es especialmente probable que desate la agresividad en tipos particulares de niños (factor de personalidad) (Bosson y Swann, 2009; Thomas y Levant, 2012; Zeigler-Hill et al., 2011). La psicología cognitiva y la psicología social también están estrechamente relacionadas. En las pocas décadas recientes se ha visto una explosión de interés en la convergencia de la psicología cognitiva y la social. El estudio de la cognición social se estudia con mayor detalle más adelante en este capítulo, y es un enfoque en todo este texto, en especial en la Parte II sobre la Percepción social.

Psicología social y otros campos de estudio Hoy, más que nunca, los psicólogos sociales están haciendo investigación que abarca fronteras tradicionales entre disciplinas. Las convergencias de la psicología social con disciplinas como la neurociencia, biología, economía, ciencias políticas, salud pública, estudios ambientales, derecho y medicina son cada vez más importantes para la psicología social contemporánea. Veremos un poco más de estas convergencias más adelante en este capítulo, pero el estudiante debe ver estas conexiones en todo este libro, especialmente en la Parte V sobre la Aplicación de la psicología social.

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La psicología social y el sentido común

Después de leer acerca de una teoría o hallazgo de psicología social, es probable que de vez en cuando haya pensado: “¡Pero claro! Yo ya lo sabía, además cualquiera pudo habérmelo dicho”. Este fenómeno de “siempre lo supe” suele ocasionar que la gente se pregunte en qué difieren la psicología social y el sentido común, o la llamada sabiduría popular tradicional. Después de todo, ¿por qué podríamos considerar sorprendente cualquiera de los hallazgos de la psicología social? l  La belleza no se lleva bien con las neuronas. Las personas físicamente atractivas

tienden a ser consideradas menos inteligentes que las que no son tan agraciadas.

l  La gente se mostrará más dispuesta a realizar una actividad si se le ofrece una recom-

pensa por hacerlo, pues de esa manera podrán asociarla con un refuerzo positivo.

l  Las personas suelen creerse más especiales de lo que realmente son. Tienden a

sobreestimar el grado en que los demás comparten las mismas opiniones o intereses.

l  Practicar deportes de contacto o videojuegos violentos libera la agresividad y hace

que las personas sean menos proclives a descargar su ira en forma violenta.

En un minuto tendremos que decir más de cada una de estas aseveraciones. Puede parecer que con el tiempo el sentido común explica muchos hallazgos de la psicología social. El problema es distinguir el hecho basado en el sentido común con respecto al mito del sentido común. Después de todo, para numerosas nociones de sentido común hay una noción igualmente sensible que dice lo contrario. ¿Es “las aves del mismo plumaje vuelan juntas” o “los opuestos se atraen” o “dos cabezas piensan mejor que una” o “muchas manos en la hornilla no dejan probar morcilla”? ¿Cuáles son correctas? No existe una forma confiable de contestar estos cuestionamientos utilizando sólo el sentido común o la intuición. La psicología social, a diferencia del sentido común, emplea el método científico para someter a prueba sus teorías. En el siguiente capítulo veremos el modo en que lo hace, pero

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Capítulo 1  ¿Qué es la psicología social?

antes de terminar con esta sección, permítanos hacer una advertencia: las cuatro afirmaciones citadas líneas antes son falsas todas ellas. Aun cuando podrían existir razones sensatas para considerarlas ciertas, la investigación indica lo contrario. Aquí se esconde otro de los problemas que conlleva confiar en el sentido común: a pesar de ofrecer predicciones y explicaciones bastante convincentes, en muchas ocasiones resultan inexactas. Aun en aquellas ocasiones en que no está completamente erróneo, la simplicidad del sentido común puede resultar engañosa. Es frecuente que no haya una respuesta sencilla a una pregunta como “¿Es cierto que la distancia aumenta el amor?”. En realidad la respuesta es más compleja de lo que podría sugerir el sentido común y la investigación de psicología social revela que esa respuesta depende de varios factores. Para destacar estos puntos y motivar al estudiante a pensar de manera crítica sobre los problemas de psicología social antes y después de enterarse de ellos, este libro de texto contiene un artículo llamado “Puesta a prueba del sentido común”. A partir del capítulo 3 cada uno de los capítulos inicia con unas pocas afirmaciones en torno a temas de psicología social que se tratarán en dicho capítulo. Algunas de las afirmaciones son verdaderas y otras son falsas. Conforme lea cada una de las afirmaciones, haga una predicción de si es verdadera o falsa y piense en por qué piensa así. Las notas marginales de todo el capítulo le dirán si las afirmaciones son correctas, pero también si sus razones al hacer la predicción fueron apropiadas. Si su intuición resulta errónea, piense en la respuesta correcta y en cómo ésta se verá apoyada por la evidencia. Muy pocas formas de aprender y recordar son mejores que este tipo de pensamiento crítico.

Una breve historia de la psicología social

“La psicología tiene un largo pasado, pero sólo una breve historia.” Herman Ebbinghaus, Summary of Psychology

Es probable que las personas se hayan hecho cuestionamientos relacionados con la psicología social desde que los seres humanos pudieron pensar respecto a sus congéneres. Es un hecho que algunos de los primeros filósofos, como Platón, ofrecieron agudos puntos de vista en relación con muchos temas de la psicología social. No obstante, los estudios científicos en la materia carecieron de un método sistemático y científico hasta finales del siglo XIX. Por tanto, el campo de la psicología social es relativamente joven. En años recientes ha habido un gran interés en la psicología social y han surgido nuevos expertos en el campo. Dado que la psicología social está iniciando apenas su segundo siglo, resulta instructivo hacer una revisión en retrospectiva para averiguar cómo fue conformada por ciertos personajes y acontecimientos durante sus primeros 100 años.

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Nacimiento e infancia de la psicología social: 1880–1920

Como ocurre muchas veces con este tipo de honores, el título de “fundador de la psicología social” podría ser reclamado por numerosos personajes y no hay consenso sobre quién tendría más derecho a recibirlo. Con el paso del tiempo, casi todas las opiniones coinciden en que el mérito corresponde al psicólogo estadounidense Norman Triplett, quien tiene el crédito de haber publicado el primer artículo de psicología social a fines del siglo XIX (1897-1898). La obra de Triplett resulta digna de atención, porque luego de observar que los ciclistas tendían a correr más rápido cuando se hallaban en presencia de otras personas que si sencillamente lo hacían contra el reloj, diseñó un experimento para estudiar el fenómeno de manera precisa y cuidadosamente controlada. Este enfoque científico para estudiar los efectos del contexto social en el comportamiento de los individuos puede considerarse el hito que determinó el nacimiento de la psicología social.

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Una breve historia de la psicología social

AP Photo/Christophe Ena

Otro personaje que también podría ostentar el título de fundador de la psicología social es el ingeniero agrónomo francés Max Ringelmann, cuya investigación, realizada en la década de 1880, fue publicada hasta 1913. Por curiosa coincidencia del destino, Ringelmann también estudió los efectos de la presencia de otros en el desempeño de los individuos. A diferencia de Triplett, el francés encontró que las personas suelen mostrar peor desempeño al realizar tareas sencillas, como jalar una cuerda, cuando lo hacen frente a otras. Los casos estudiados por estos dos primeros investigadores continúan siendo de vital interés y los veremos más adelante en el capítulo 8. Algunos expertos (Haines y Vaughan 1979; Stroebe, 2012) sugieren que hay otros posibles ejemplos de primeros estudios de psicología social, incluida la investigación citada por el mismo Triplett. Estos estudios también fueron realizados en las décadas de 1880 y 1890, que parece que fue un tiempo particularmente fértil para que la psicología social echara raíces. A pesar de su lugar en la historia de la psicología social, estos estudios de fines del siglo XIX no establecieron la psicología social como campo de estudio distintivo. El crédito corresponde a los tres autores de los primeros tres libros de texto publicados sobre el tema: el psicólogo inglés William McDougall (1908) y dos estadounidenses, Edward Ross (1908) y Floyd Allport (1924). El libro de Allport en particular, con su enfoque en la interacción de los individuos y su contexto social y su énfasis en el uso de la experimentación y el método científico, ayudaron a establecer la psicología social como la disciplina que es hoy. Estos autores anunciaron la llegada de un nuevo método a los aspectos sociales del comportamiento humano. Así nació la psicología social.

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Corredores de todo el mundo compiten en una etapa de la Vuelta a Francia en julio de 2012. ¿Los ciclistas habrían rodado más rápido o más lento si hubieran corrido contra el reloj en vez de hacerlo simultáneamente con sus competidores? En sentido más general, ¿la presencia de los otros afecta el desempeño individual? Los primeros experimentos que se hicieron en psicología social buscaron responder preguntas como estas. El capítulo 8 sobre procesos en grupo lo pondrá al día en las últimas investigaciones sobre esta área.

Un llamado a la acción: 1930–1950

¿Quién consideraría usted que ha tenido una influencia más fuerte en el campo de la psicología social? Como respuesta a esta pregunta podrían citarse los nombres de varios psicólogos sociales y de otras disciplinas, pero alguien que no fue psicólogo en absoluto pudo haber tenido el impacto más dramático en el campo: Adolfo Hitler. El ascenso de Hitler al poder y las horrendas consecuencias que siguieron, hicieron que todo mundo pidiera respuestas a preguntas de psicología social respecto a qué da origen a la violencia, el prejuicio, el genocidio, la conformidad y la obediencia, así como a una serie de otros problemas sociales y de comportamientos. Además, muchos psicólogos sociales que vivían en Europa en la década de 1930 huyeron a Estados Unidos y ayudaron a establecer una masa crítica de psicólogos sociales que darían forma a un área de estudio que maduró rápidamente. Los años inmediatos anteriores, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, marcaron una explosión de interés en la psicología social. En 1936, Gordon Allport (hermano menor de Floyd, autor del libro de texto de 1924) y varios otros psicólogos sociales formaron la Sociedad para el Estudio Psicológico de Temas Sociales. El nombre de la Sociedad ilustra la preocupación de sus miembros por hacer aportaciones importantes y prácticas a la sociedad. También en 1936 un psicólogo social de nombre Muzafer Sherif publicó una investigación innovadora sobre la influencia social. Durante su juventud en Turquía, Sherif había sido testigo de la matanza de sus amigos a manos de soldados griegos. Después de emigrar a Estados Unidos, Sherif recurrió a su experiencia y empezó a realizar investigaciones acerca de las poderosas

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El yo social

En este capítulo se examinan tres aspectos relacionados entre sí del “yo social”. En primer lugar, se pone sobre la mesa el autoconcepto y la pregunta de cómo las personas llegan a comprender sus propias acciones, emociones y motivaciones. En seguida se habla de la autoestima, el componente afectivo y sobre cómo las personas se evalúan a sí mismas y se defienden en contra de lo que amenaza su autoestima. Por último, se aborda el tema de la autopresentación, que es una manifestación de la conducta del yo, y la manera en que los individuos se presentan ante los demás. Como se verá, el yo es complejo y multifacético.

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3 El autoconcepto (54) Rudimentos del autoconcepto Introspección Autopercepción Influencias de otras personas Recuerdos autobiográficos Cultura y el autoconcepto

Autoestima (72) La necesidad de autoestima ¿Existen diferencias de género y raza? Teoría de la autodiscrepancia La “trampa” de la autoconciencia La autorregulación y sus límites Procesos mentales irónicos Mecanismos de automejora ¿Las ilusiones positivas son adaptables? Cultura y autoestima

Autopresentación (92) Autopresentación estratégica Autoverificación Automonitoreo

Reflexiones: el yo multifacético (97)

© Gail Mooney/Corbis

Repaso Términos clave Recursos mediáticos

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Capítulo 3  El yo social

¿Puede imaginarse viviendo una existencia con sentido o coherente sin un sentido claro de quién es usted? En el libro The Man Who Mistook His Wife for a Hat (El homEncierre su respuesta en un círculo bre que confundió a su esposa con un sombrero), el neurólogo Oliver Sacks (1985) describió el caso de una persona que V F  Los seres humanos son los únicos animales que se logró lo anterior, un paciente de nombre William Thompreconocen a sí mismos en el espejo. son. De acuerdo con Sacks, Thompson padecía un desorden orgánico del cerebro que afecta la memoria de aconteciV F Sonreír puede hacerlo sentir más feliz. mientos recientes. Incapaz de mantener un recuerdo por V F  A veces, cuanto más tratamos de controlar un más de unos pocos segundos, Thompson se encontraba perpensamiento, un sentimiento o un comportamiento, manentemente desorientado y carecía del sentido interno es menos probable que lo consigamos. de continuidad. El efecto de esta enfermedad sobre su comportamiento era sorprendente. Al tratar de aferrarse a una V F  Las personas suelen sabotear su propio desempeño identidad en constante huida, Thompson creaba historias y con la intención de proteger su autoestima. más historias para explicar quién era él, dónde estaba y qué estaba haciendo. De un momento a otro era capaz de improV F  Modificar el comportamiento personal es un visar nuevas identidades: dependiente de un almacén de rasgo más adaptable que mantener una conducta comestibles, ministro, paciente médico, por mencionar sólo consistente en distintas situaciones sociales. unas cuantas. En los entornos sociales el comportamiento de Thompson resultaba especialmente intrigante. Como observó Sacks (1985):

Puesta a prueba del

sentido común

La presencia de otras personas lo excitaba y ponía nervioso, forzándolo a dar rienda suelta a una charla social interminable y frenética, un auténtico delirio de búsqueda y fabricación de identidad; la presencia de plantas, un tranquilo jardín, el orden ajeno a la mano del hombre, la no imposición de demandas sociales hacia él, permitían que su delirio de identidad se relejara y apaciguara. (p. 110)

La enfermedad de Thompson es poco común, pero pone de manifiesto dos puntos importantes: uno es sobre el yo privado, “interno”; el otro sobre el yo “exterior”, el que se muestra a los demás. En primer lugar, la capacidad de autorreflexión es necesaria para que la gente sienta que comprende sus propias motivaciones y emociones, así como las razones de su comportamiento. Incapaz de ponderar sus acciones personales, Thompson daba la impresión de estar vacío y carente de sentimientos; “desolado”, como lo calificó Sacks. En segundo lugar, el yo es influido en gran medida por factores sociales. Thompson mismo parecía obligado a “ponerse” un rostro ante los demás e improvisar personajes ante quienes lo acompañaban. En realidad eso es algo que todos hacemos en cierta medida. Tal vez no generemos un caleidoscopio de múltiples personalidades como Thompson, pero la manera en que nos conducimos se ve afectada por la gente que nos rodea. En este capítulo se analizan los tres aspectos constitutivos del yo: afecto, comportamiento y cognición. Comenzamos por plantear la pregunta fundamental de la cognición: ¿de qué manera las personas llegan a conocerse a sí mismas, a desarrollar un autoconcepto y a mantener un sentido estable de su identidad? Luego se explorará un cuestionamiento relacionado con el factor afectivo o emocional: ¿qué hacen las personas para evaluarse, mejorar su autoimagen y defenderse en contra de aquello que amenaza su autoestima? Para concluir, se aborda un tema conductual: ¿qué hace la gente para regular sus propias acciones y presentarse ante los demás de acuerdo con las exigencias interpersonales? Como verá, el yo es un tema que en años recientes ha generado un interés sin precedentes entre los psicólogos sociales (Leary y Tangney, 2003; Sedikides y Spencer, 2007; Swann y Bosson, 2010; Vohs y Finkel, 2006).

El autoconcepto ¿Alguna vez le ha ocurrido que está en una reunión llena de ruido, sosteniendo una bebida con una mano y un bocadillo con la otra, luchando por mantener una conversación a pesar del bullicio de música y las voces, y aun así se las arregla para escuchar cuando alguien, al otro lado de la habitación, menciona su nombre? De ser así, lo que usted ha experimentado es el llamado “efecto fiesta de cóctel”; es decir, la tendencia de la gente a seleccionar estímulos que tengan relevancia personal (como un nombre) en medio de un entorno ruidoso y complejo

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(Cherry, 1953; Wood y Cowan, 1995). Incluso los niños que aún son muy pequeños para hablar o caminar muestran esta tendencia (Newman, 2005). Para el psicólogo cognitivo, este fenómeno muestra que los seres humanos son selectivos en su atención. Para el psicólogo social, también evidencia que el yo es un importante objeto de atención. El término autoconcepto se refiere a la suma total de las creencias que tienen las personas respecto de sí mismas. Pero, ¿qué es lo que conforma de manera específica el autoconcepto? De acuerdo con Hazel Markus (1977), el autoconcepto está compuesto de moléculas cognitivas denominadas autoesquemas: creencias acerca de uno mismo que guían el procesamiento de información individual y relevante para la persona. Los autoesquemas son para el autoconcepto total de un individuo lo que las hipótesis son para la teoría, o lo que los libros para una biblioteca. Se puede considerar a sí mismo como ser masculino o femenino, independiente o dependiente, liberal o conservador, introvertido o extrovertido. Lo cierto es que cualquier atributo específico podría tener importancia para el autoconcepto de algunas personas, pero no de todas. El autoesquema del peso corporal es un buen ejemplo. Los hombres y mujeres que se consideran a sí mismos como extremadamente excedidos de peso o delgados en exceso, o para quienes la imagen corporal constituye un aspecto prominente del autoconcepto, se consideran esquemáticos respecto al peso. Para estos esquemáticos del peso corporal, una amplia gama de otros factores rutinarios, como una visita al supermercado, comprar ropa nueva, cenar en un restaurante, pasar el día en la playa o los hábitos alimenticios de un amigo, podrían disparar pensamientos relacionados con el yo. En contraste, aquellos que no consideran su propio peso como una parte importante de sus vidas son no esquemáticos respecto a dicho atributo (Markus et al., 1987).

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Rudimentos del autoconcepto

Es evidente que el yo es un objeto central de atención. Cada vez que enfoca su mente en un recuerdo, una conversación, un olor desagradable, el estribillo de una canción, el gruñido de su estómago o en la lectura de un enunciado, la conciencia funciona como una lámpara potente cuya luz alumbra sólo un objeto a la vez, aunque puede moverse con rapidez de un objeto a otro y procesar la información relacionada. El yo es un elemento fundamental en la producción de la luz de esta lámpara. Ahora bien, ¿el yo es tan especial que tiene una representación independiente en el circuito neuronal del cerebro? Y, por otro lado, ¿es un concepto exclusivo del ser humano o también otros animales pueden diferenciar el yo de todo lo demás?

¿El yo tiene una representación especial en el cerebro? Como quedó ilustrado en la historia de William Thompson con la que abrió el capítulo, nuestro sentido de identidad tiene raíces biológicas. En el libro The Synaptic Self: How our Brains Become Who We Are (El yo sináptico: cómo nuestro cerebro se convierte en quienes somos), el neurobiólogo estadounidense Joseph LeDoux (2002) afirma que las conexiones sinápticas que ocurren dentro del cerebro constituyen la base biológica de la memoria, la cual permite el sentido de continuidad necesario para tener una identidad normal. En The Lost Self: Pathologies of the Brain and Identity (El yo perdido: patologías del cerebro y la identidad), Todd Feinberg y Julian Keenan (2005) describen de qué manera el yo puede ser transformado, e incluso destruido, por lesiones severas en la cabeza, tumores cerebrales, enfermedades y la exposición a sustancias tóxicas que dañan el cerebro y el sistema nervioso. Los neurobiólogos sociales están comenzando a explorar estas posibilidades. Mediante la utilización de escáneres PET (siglas en inglés de tomografía por emisión de positrones), fMRI (siglas en inglés de imágenes por resonancia magnética funcional) y otras técnicas para generar imágenes que pueden capturar al cerebro en acción, estos investigadores han descubierto, en pruebas de laboratorio, que ciertas áreas aumentan más su actividad cuando las personas ven una fotografía de sí mismas que cuando se les presentan imágenes de otros (Platek et al., 2008), más cuando ven palabras de importancia para sí mismos, como su nombre o la dirección en una calle, que otras palabras relevantes (Morán et al., 2009), y cuando toman la perspectiva de primera persona al jugar un videojuego y no el punto de vista de una tercera persona (David et al., 2006). Como verá a lo largo de este capítulo, el yo es un marco de referencia que ejerce una influencia poderosa y compleja sobre nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. No todos los aspectos del yo residen en una sola estructura del cerebro. Sin embargo, el grueso de la investigación parece sugerir que varios procesos basados en el yo pueden rastrearse en las actividades que ocurren en ciertas áreas del mismo (Northoff y Panskepp, 2008; Heatherton, 2011).

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autoconcepto Suma total de las creencias de un individuo en relación con sus propios atributos personales. autoesquema Creencia que las personas mantienen respecto a sí mismas y que determina el procesamiento de la nueva información relevante para el yo.

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Capítulo 3  El yo social

¿Los animales pueden reconocerse a sí mismos? Cuando una persona se pone

Investigadores encontraron que elefantes asiáticos colocados frente a un espejo de gran tamaño lo usaban para verse a sí mismos. Esta observación sugiere que los elefantes se unen a los seres humanos, grandes monos y delfines de nariz de botella como especies animales que muestran reconocimiento de sí mismas (Plotnik et al., 2006).

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Joshua Plotnik/PA Photos/Landov

de pie ante un espejo, reconoce la imagen como un reflejo de sí mismo. Pero, ¿qué ocurre cuando perros, gatos y demás animales “no humanos” se ven en un espejo? En una serie de estudios, Gordon Gallup (1977) colocó especímenes de diferentes especies animales en una habitación donde había un gran espejo. Al principio, aquellos animales respondieron a sus imágenes vocalmente, mediante gestos y otras señas sociales. Tras varios días, sólo los grandes simios (chimpancés, gorilas y orangutanes) parecían capaces de reconocerse a sí mismos, usando el espejo para extraer restos de comida de su dentadura, acicalándose, viéndose hacer burbujas y haciendo muecas para su propio entretenimiento. De acuerdo con estos indicios, se podría afirmar que los simios se reconocían a sí mismos. En otros estudios, Gallup anestesió a los animales, coloreó sus sienes con tintura roja inodora y los regresó a la habitación con el espejo. Al ver la mancha roja sólo los simios trataron de alcanzarla espontáneamente, señal de que percibían la imagen como propia (Povinelli et al., 1997; Keenan et al., 2003). Entre los simios, esta forma de reconocimiento de sí mismos surge en la adolescencia temprana y se mantiene estable durante el resto de su vida, o por lo menos hasta la vejez (de Veer et al., 2003). Mediante una prueba similar en niños, en la que también se usó tintura roja (aunque sin anestesiarlos), los psicólogos del comportamiento determinaron que casi todos los infantes humanos comienzan a reconocerse a sí mismos en el espejo entre los 18 y 24 meses de edad (Lewis y Brooks-Gunn, 1979). En la actualidad muchos investigadores consideran que el reconocimiento de sí mismos entre los grandes monos y los niños humanos es la primera expresión clara del concepto del “yo” (Boysen e Himes, 1999). Investigaciones recientes sugieren que ciertos no primates inteligentes pueden también reconocerse a sí mismos. En un estudio, investigadores del acuario de Nueva York encontraron que dos delfines de nariz de botella marcados con tinta negra también demostraron reconocerse a sí mismos al detenerse con frecuencia para examinar su propia imagen en un espejo (Reiss y Marino, 2001). En un segundo estudio, investigadores encontraron que tres elefantes asiáticos colocados frente a un espejo de gran tamaño lo utilizaban para verse, como cuando movían la trompa para ver el interior de su boca, parte del cuerpo que por lo general no pueden ver (Plotnik et al., 2006). Es importante no suponer a partir de esta investigación que la prueba del espejo es una pura medida del reconocimiento de sí mismo o que emerge a la misma edad en todo el mundo. Tanya Broesch y otros (2011) probó niños entre los 33 y 72 meses en varios países. En línea con una investigación hecha ya antes, 88% de los niños estadounidenses y 77% de los canadienses “pasaron” la prueba; en otros lugares fue sólo de 58% en Santa Lucía, 52% en Perú y 51% en Granada; sólo dos niños pasaron en Kenia y ninguno en Fiji. Con base en sus observaciones, los investigadores especularon que los niños de estos países no occidentales

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no carecían de reconocimiento de sí mismos. Sabían que era su imagen en el espejo, pero al ser criados para obedecer y no hacer preguntas, no se atrevieron a tocarse o quitarse la marca. Cualquiera que fuera la interpretación, esta investigación intercultural plantea preguntas en cuanto a si la prueba del espejo puede usarse para medir el concepto del yo (Broesh et al., 2011).

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Los seres humanos son los únicos animales que se reconocen a sí mismos en un espejo. ALSO.

F

¿Por qué se considera que el yo es un concepto social? La capacidad de una

persona para verse a sí misma como una entidad distinta en el mundo constituye el primer paso indispensable para la evolución y el desarrollo del autoconcepto. El segundo paso tiene que ver con factores sociales. El sociólogo Charles Horton Cooley (1902) introdujo el concepto de dimensión social del yo (looking-glass self) para sugerir que las demás personas funcionan como espejos en los que nos vemos a nosotros mismos. Ampliando esta idea, George Herbert Mead (1934) añadió que muchas veces llegamos a conocernos al imaginar lo que piensan de nosotros las personas que nos son significativas para después incorporar esas percepciones a nuestro autoconcepto. Retomando el tema donde lo abandonaron los sociólogos clásicos, Susan Andersen y Serena Chen (2002) teorizaron que el yo es “relacional”; es decir, obtenemos el sentido de quiénes somos a partir de nuestras relaciones pasadas y actuales con las personas más allegadas a nuestras vidas. Es interesante comentar que cuando Gallup experimentó con simios, los que habían sido criados en aislamiento, sin exponerse a sus congéneres, no se reconocieron en el espejo. Fue sólo después de tal exposición que comenzaron a mostrar señales de reconocerse a sí mismos. Por lo que respecta a los seres humanos, nuestros autoconceptos coinciden con nuestras percepciones de lo que los demás piensan de nosotros. Ilustrando nuestra capacidad de “metaconocimiento profundo”, la investigación también muestra que las personas pueden distinguir entre cómo se perciben a sí mismos (por ejemplo, qué tan inteligentes, divertidos o extrovertidos son) o cómo los ven otros (Carlson et al., 2011). En años recientes los psicólogos sociales han marcado nuevos rumbos en torno al esfuerzo de comprender el yo social. Las personas no nacen pensando en sí mismas como seres temerarios, simpáticos, tímidos o extrovertidos. Entonces, ¿de dónde surge el autoconcepto? En las siguientes páginas se consideran cinco fuentes: la introspección, las percepciones de nuestro propio comportamiento, la influencia de otras personas, los recuerdos autobiográficos y la cultura en que vivimos.

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Introspección

Comencemos por el principio: ¿cómo logra la gente tener claridad en cuanto a sus propias creencias, actitudes, emociones y motivaciones? El sentido común hace que esta pregunta parezca absurda. Después de todo, uno sabe lo que piensa porque está pensándolo, ¿o no? Además, sabemos lo que sentimos porque estamos sintiéndolo, ¿cierto? Eche un vistazo a los libros populares sobre cómo lograr el autoconocimiento; seguramente hallará que la respuesta no ambigua a estas preguntas es “sí”. Sin importar la técnica que recomienden, sea yoga, meditación, psicoterapia, religión, análisis de los sueños o hipnosis, el consejo fundamental es el mismo: el autoconocimiento deriva de la introspección, de una búsqueda interna de nuestros propios pensamientos y sentimientos. Si estos libros “prácticos” están en lo cierto, habría que dar la razón a quienes sostienen que nadie puede conocernos mejor que nosotros mismos. En consecuencia, las personas tienden a suponer que para que los demás lleguen a conocerlas plenamente, será necesario compartir con ellos información relacionada con sus pensamientos, sentimientos y demás estados privados e internos, además de su comportamiento. Pero, ¿es verdad esto? Casi todos los psicólogos sociales se muestran escépticos ante la idea de que esta fe en la introspección está justificada. Algunos años atrás, Richard Nisbett y Timothy Wilson (1977) encontraron que muchas veces los participantes en investigaciones son incapaces de explicar las causas o correlaciones de su propio comportamiento. Esta observación forzó a los investigadores a confrontar una cuestión espinosa: ¿la introspección representa una vía directa hacia el autoconocimiento? En el libro Strangers to Ourselves (Extraños para nosotros mismos), Wilson (2002) afirma que la respuesta es no. De hecho, considera que a veces la introspección puede arruinar el autoconocimiento. En una serie de estudios encontró que las actitudes que las personas dijeron tener hacia diferentes objetos, correspondían de manera muy estrecha con los comportamientos que mostraban hacia ellos. Entre más afirmaban los participantes

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Capítulo 3  El yo social

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que disfrutaban una tarea, más tiempo le dedicaban; entre más atractivo encontraban un paisaje, más placer reflejaban sus expresiones faciales; entre más felices decían ser con su pareja actual, más duradera resultaba la relación con ella. No obstante, cuando se les pidió a los participantes que analizaran el porqué de sus sentimientos, las actitudes que reportaron ya no correspondieron a su comportamiento. En cuanto a la autoevaluación resultaban obvios dos problemas. El primero, tal como describió Wilson, es que los seres humanos se encuentran mentalmente ocupados procesando información, razón por la De algún modo, nuestro sentido del yo es maleable y sujeto a cambio. cual es tan frecuente que no puedan comprender sus propios pensamientos, sentimientos y comportamientos. Tal parece que pensar demasiado y ser analíticos en exceso sólo nos lleva a caer en confusiones. En Self-Insight: Roadblocks and Detours on the Path to Knowing Thyselves (Autointrospección: obstáculos y desviaciones en el camino hacia el conocimiento de sí mismo), David Dunning (2005) señala el segundo tipo de problema involucrado en la autoevaluación: la gente sobrevalora lo positivo. Casi todas las personas piensan, buena parte del tiempo, que son mejores que el promedio, aun cuando es estadísticamente imposible que esto sea cierto. Como verá en el análisis sobre automejora que se presentará más adelante, individuos de todas las clases sociales “Mira, querida. En este punto, te has reinventado a ti misma tienden a sobreestimar sus propias habilidades, sus perspectivas tantas veces que otra vez estás donde empezaste.” de éxito, la precisión de sus opiniones y las impresiones que se forman respecto a los demás, en muchas ocasiones con serias consecuencias para su salud y bienestar. Asimismo, para las personas es difícil hacer proyecciones a futuro y predecir cómo se sentirán en respuesta a eventos emocionales por venir; a este proceso se le conoce como pronóstico afectivo. Imagine que tiene un favorito entre los candidatos a una próxima campaña política. ¿Podría decir qué tan feliz se sentiría un mes después de la elección si ese candidato ganara? ¿Qué tan desdichado se sentiría si no alcanzara la victoria? Pongamos ejemplos más personales: ¿qué tan contento estaría seis meses después de haber ganado una bolsa millonaria en la lotería?, ¿qué tan infeliz sería tres meses después de haber sufrido un accidente automovilístico? En una serie de estudios, Timothy Wilson y Daniel Gilbert (2003, 2005) pidieron a los participantes en la investigación que predijeran cómo se sentirían tras enfrentar varios acontecimientos positivos y negativos. Luego compararon sus predicciones con datos sobre cómo se sintieron otras personas que de verdad experimentaron esos eventos. En forma consistente encontraron que la gente sobreestima la fuerza y la duración de sus reacciones emocionales, un fenómeno que llamaron sesgo por impacto. En uno de los estudios, profesores adjuntos predijeron que recibir una plaza magisterial aumentaría sus niveles de felicidad durante varios años; sin embargo, los profesores que de verdad recibieron dicha plaza no resultaron más felices que aquellos a los que no se les concedió. En un segundo estudio, un grupo de electores pronosticó que se sentirían más contentos, un mes después de la elección, si su candidato ganaba que si perdía. En realidad, un mes después de la elección no se registró diferencia entre los niveles de felicidad de los seguidores del candidato ganador y del perdedor. Hay dos posibles explicaciones para el sesgo por impacto en el pronóstico afectivo. Primero, cuando se trata de vivencias negativas, por ejemplo sufrir una lesión, padecer una enfermedad o sufrir una pérdida financiera grave, las personas no aprecian en toda su magnitud el grado al que nuestros mecanismos de defensa psicológicos contribuyen a amortiguar el golpe. Al hacer frente a la adversidad, los seres humanos pueden ser sorprendentemente fuertes y no tan propensos a la desolación como temen ser (Gilbert et al., 1998). Una segunda razón de este tipo de sobrevaloración estriba en que, cuando se realiza una introspección acerca del impacto emocional que tendrá para alguien un acontecimiento futuro, por ejemplo el rompimiento de una relación íntima, se enfoca tanto en ese único evento que no toma en cuenta los efectos de otras experiencias de la vida. Por pronóstico afectivo El proceso de lo tanto, si queremos ser más certeros en nuestras predicciones, necesitamos forzarnos predecir cómo se sentirá en respuesta a pensar de manera más amplia en todos los incidentes que ejercen impacto en nosoa eventos emocionales futuros. tros. En cierto estudio se pidió a estudiantes universitarios que predijeran sus reacciones

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emocionales ante la victoria o fracaso de su equipo de futbol de la escuela en un partido importante. Como es usual, tendieron a sobreestimar el tiempo que les llevaría recobrarse en cualquiera de los casos. Sin embargo, el sesgo desapareció cuando los estudiantes completaron por vez primera un “diario de perspectivas” en el que calcularon el tiempo futuro que pasarían realizando actividades cotidianas, como ir a clases, conversar con amigos, estudiar y comer (Wilson y Ross, 2000).

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Autopercepción

Sin importar qué podamos saber a partir de la introspección, Daryl Bem (1972) propuso que la gente puede aprender acerca de sí en la misma forma que lo hacen los observadores externos: poniendo atención a su propio comportamiento. La teoría de autopercepción de Bem es simple, pero de gran profundidad. En la medida en que los estados emocionales internos son débiles o difíciles de interpretar, las personas infieren lo que piensan o cómo se sienten observando su propio comportamiento y la situación en que éste tiene lugar. ¿Alguna vez se ha escuchado a sí mismo mientras discute con otra persona, sólo para notar con sorpresa cuán enojado se siente? ¿Alguna vez ha comido rápidamente un alimento en tiempo récord, sólo para concluir que debió estar increíblemente hambriento? En cada uno de estos casos, usted hizo una inferencia respecto a sí mismo a partir de la observación de sus propias acciones. Por supuesto, la autopercepción tiene límites. De acuerdo con Bem, las personas no infieren sus propios estados internos a partir del comportamiento que se da en presencia de presiones situacionales apremiantes, como la amenaza o los castigos. Si usted discute con vehemencia o come vorazmente porque se le pagó para que lo hiciera, es probable que no asuma que está molesto ni que tiene hambre. En otras palabras, la gente aprende sobre sí misma mediante la autopercepción sólo cuando la situación por sí sola parece insuficiente para haber causado su comportamiento. Con los años, un buen número de investigaciones respalda la teoría de la autopercepción. Cuando las personas son coaccionadas con gentileza para decir o hacer algo y si, por otro lado, no tienen certidumbre respecto de cómo se sienten, suelen visualizarse de maneras que son consistentes con sus afirmaciones y comportamientos públicos (Chaiken y Baldwin, 1981; Kelly y Rodríguez, 2006; Schlenker y Trudeau, 1990). En un estudio, los participantes que fueron inducidos a describirse en términos halagadores obtuvieron puntuaciones más altas en pruebas de autoestima posteriores, en comparación con aquellos a quienes se les pidió describirse con mayor modestia (Jones et al., 1981; Rhodewalt y Agustsdottir, 1986). De manera similar, quienes fueron manipulados mediante preguntas amañadas para describirse como introvertidos o extrovertidos, lo fueran o no en la realidad, terminaron por definirse como tales más tarde, con excepción de algunos que estaban muy seguros de ese aspecto de su personalidad (Fazio y Zanna, 1981; Swann y Ely, 1984). El autor británico E. M. Foster se anticipó hace mucho a esta teoría cuando preguntó: “¿Cómo puedo decir qué pienso sin fijarme antes en lo que digo?”. La teoría de la autopercepción puede tener incluso más alcance del que había anticipado Bem, quien alegaba que las personas a veces aprenden sobre sí mismas al observar su propio comportamiento escogido libremente. Pero, ¿puede usted también inferir algo sobre sí mismo al observar el comportamiento de alguien más con quien usted se identifica por completo? En una serie de estudios, Noah Goldstein y Robert Cialdini (2007) demostraron este fenómeno, al que llaman autopercepción indirecta. En un experimento, por ejemplo, pidieron a estudiantes universitarios escuchar una entrevista con un condiscípulo que había estado de acuerdo en pasar unos minutos extra ayudando en un proyecto sobre gente sin casa. Antes de escuchar la entrevista, a todos los participantes se les colocó un aparato de grabación de electroencefalogramas en la frente, que supuestamente medía la actividad cerebral cuando veían una serie de imágenes y escuchaban unas palabras. Por asignación aleatoria a algunos participantes se les dijo que sus patrones de ondas cerebrales se asemejaban en forma muy cercana al de la persona cuya entrevista pronto escucharían, un nivel de semejanza, se les dijo, que señalaba la similitud genética y la cercanía de relación. Los participantes, en esta condición de realimentación de similitud, ¿sacarían inferencias acerca de sí mismos al observar el comportamiento de un condiscípulo? Sí. En un cuestionario posterior a la entrevista, estos participantes (en comparación con los del grupo de control que no recibieron realimentación) se clasificaron a sí mismos como más sensibles

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teoría de autopercepción Teoría según la cual, cuando los procesos internos resultan difíciles de interpretar, la gente obtiene autoconocimiento mediante la observación de su propia conducta.

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Capítulo 3  El yo social

y más sacrificados si el estudiante cuyo altruismo observaron se decía que era similar, biológicamente. Lo que es más, cuando terminó la sesión, 93% de aquellos en condición de similitud estuvieron de acuerdo en pasar algún tiempo extra ayudando al experimentador, en comparación con sólo 61% del grupo control que no recibió realimentación. La teoría de la introspección y la autopercepción hacen diferentes predicciones acerca del grado en que las personas pueden conocerse a sí mismas. Si el autoconocimiento se deriva de la introspección, entonces claramente la persona se conoce a sí misma mejor que nadie; si el autoconocimiento se deriva sólo de observaciones del comportamiento, entonces debe ser posible que otros nos conozcan tan bien como nosotros mismos. Suponiendo que el autoconocimiento se obtenga de ambas fuentes, entonces la verdad se encuentra en algún lugar intermedio. Pero, espere, ¿siempre es posible que otros nos conozcan mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos? Simine Vazire (2010) hizo esta pregunta y propuso una respuesta sorprendente. Vazire propuso su Modelo de asimetría de conocimiento otro-yo (SOKA, por sus siglas en inglés), en el que predice que nos conocemos a nosotros mismos mejor de lo que nos conocen otros cuando se habla de características que son “internas” y difíciles de observar (por ejemplo, lo optimista, ansiosa o fácil de molestar que es una persona), y que no hay diferencia otro-yo cuando se habla de características “externas” y fáciles de observar (por ejemplo, lo tranquila, sociable o descuidada que es una persona). Ella también predice que otros pueden en realidad conocernos mejor de lo que nosotros nos conocemos cuando se habla de características observables, que pueden ser tan delicadas para fines de autoestima que hemos motivado “puntos ciegos” (por ejemplo, lo inteligente, creativa o grosera que es una persona). En estos últimos ejemplos, Vazire predice: otros pueden ser más objetivos de lo que somos acerca de nosotros mismos. Para probar estas predicciones, Vazire pidió a estudiantes universitarios se clasificaran a sí mismos, y luego hizo que los amigos de éstos los clasificaran, con respecto a varias características de personalidad. Se estudiaron tres tipos de característica: (1) alto en observabilidad (locuacidad, dominancia y liderazgo), (2) bajo en observabilidad y no evaluativo (autoestima y ansiedad) y (3) bajo en observabilidad y altamente evaluativo (inteligente y creativo). Para determinar la precisión, Vazire entonces midió qué tan bien o qué tan mal les iba en medidas objetivas de estas características usando varios ejercicios de laboratorio y exámenes con papel y lápiz. Los resultados dieron fuerte apoyo al modelo SOKA. La l figura 3.1 muestra que las autoevaluaciones y las evaluaciones de amigos eran iguales de precisas para características altamente observables, que las autoevaluaciones fueron más precisas para características internas no evaluativas, pero que las evaluaciones de amigos eran más precisas para características evaluativas internas. Claramente, para conocerse a sí mismo se requiere una combinación de información y objetividad (vea Vazire y Carlson, 2011).

l FIGURA 3.1

0.4

Los participantes se clasificaron a sí mismos y fueron clasificados por amigos respecto a características de personalidad para los que hicieron varios exámenes objetivos. Como se muestra, las autoevaluaciones fueron más precisas respecto a características internas-no evaluativas (izquierda) y las autoevaluaciones y las evaluaciones de amigos fueron igualmente precisas respecto a características observables-no evaluativas (centro). Sin embargo, es curioso que las evaluaciones de amigos fueron más precisas respecto a características internas-evaluativas. En apoyo del SOKA, este modelo muestra que “conocerse a sí mismo” requiere una combinación de información y objetividad. Tomado de Vazire, S., “Who knows what about a person? The self-other knowledge asymmetry (SOKA) model”, en Journal of Personality and Social Psychology, vol. 98 (pp. 281-300). Copyright © 2010 American Psychological Association. Reimpreso con permiso.

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Precisión de evaluación Accuracy of Ratings

El Modelo de asimetría de conocimiento otro-yo (SOKA)

0.3

0.2

0.1

0

Interna-no Internal/ evaluativa non-evaluative

Observable-no Observable/ evaluativa non-evaluative

InternaInternal/ evaluativa evaluative

TipoType de característica of Trait Yo Self

Amigos Friends

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Autopercepción de emoción Estire las comisuras de los labios hacia los

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lados y tense los músculos oculares. Bien, ahora relájese. Levante las cejas, abra mucho los ojos y permita que su boca se abra un poco. Relájese. Ahora frunza el ceño y apriete los dientes. Relájese. Si siguió estas instrucciones, su apariencia externa reflejó primero felicidad, luego temor y por último enojo. La pregunta es, ¿cómo se ha apreciado a sí mismo? Los psicólogos sociales que estudian las emociones se han formulado precisamente esa pregunta. Vista desde la perspectiva de la teoría de la autopercepción, la hipótesis de realimentación facial establece que los cambios en la expresión facial pueden disparar cambios correspondientes en la experiencia emocional subjetiva. En la primera prueba a la que fue sometida esta hipótesis, James Laird (1974) les dijo a los participantes que estaban tomando parte en un experimento sobre la actividad de los músculos faciales. Después de colocar electrodos en sus rostros, les mostró una serie de caricaturas. Antes de ver cada una de ellas, se les pidió a los participantes que contrajeran ciertos músculos faciales de manera que su cara se viera sonriente o ceñuda. Tal como predijo Laird, los participantes calificaron lo que vieron como más divertido cuando estaban sonriendo que cuando reproducían un gesto adusto. En investigaciones de seguimiento se indujo a los participantes de manera similar, haciéndolos recrear expresiones que los llevaran a experimentar miedo, enojo, tristeza y disgusto (Dimberg y Söderkvist, 2011; Duclos et al., 1989). La realimentación facial puede evocar o magnificar ciertos estados emocionales. Sin embargo, es importante señalar que el rostro no es indispensable para reconocer la experiencia emocional subjetiva. Cuando en fecha reciente “Yo no canto porque soy feliz. Soy feliz unos neuropsicólogos realizaron pruebas con una joven que había sufrido porque canto.” parálisis facial bilateral, descubrieron que, a pesar de su incapacidad para mostrar emociones de manera superficial, afirmó sentir varias emociones en respuesta a Como lo sugiere la teoría de autopercepción, a veces inferimos imágenes visuales positivas y negativas (Keillor et al., 2003). cómo nos sentimos cuando ¿La realimentación facial realmente funciona? El rostro humano cuenta con 80 observamos nuestro propio músculos, y con ellos es posible crear más de 7000 expresiones. Así pues, ¿de verdad es comportamiento. posible variar las emociones al contraer ciertos músculos y adoptar distintas expresiones? Las investigaciones sugieren que sí, aunque todavía no resulta claro qué significado tienen estos resultados. Laird afirma que las expresiones faciales afectan el estado emocional mediante un proceso de autopercepción: “Si estoy sonriendo, significa que debo estar feliz”. De manera consistente con esta hipótesis, Chris Kleinke y sus colaboradores (1998) pidieron a un grupo de personas que emularan las expresiones faciales de felicidad o enojo que se les mostraban mediante una serie de fotografías. La mitad de los participantes podía verse en un espejo durante el ejercicio; el resto, no. ¿Estas manipulaciones afectaron los estados de ánimo? Sí. En comparación con los participantes en un grupo control “sin expresión”, aquellos que imitaron las caras felices se sintieron mejor, y los que duplicaron los rostros enojados se sintieron peor. Tal como predice la teoría de la autopercepción, las diferencias fueron particularmente pronunciadas entre los participantes que pudieron verse en un espejo. Otros investigadores creen que los movimientos faciales activan las emociones al producir cambios psicológicos en el cerebro (Izard, 1990). Por ejemplo, Robert Zajonc (1993) asevera que sonreír provoca que los músculos faciales aumenten el flujo de sangre con oxígeno fresco al cerebro, un proceso que da lugar a un estado placentero inducido por el descenso de la temperatura cerebral. Por el contrario, fruncir el ceño disminuye el flujo sanguíneo, lo cual produce un estado incómodo al elevar la temperatura. Para demostrarlo, Zajonc y sus colaboradores (1989) llevaron a cabo un estudio en el que les pidieron a los participantes que repitieran ciertas vocales 20 veces cada una, incluyendo los sonidos a, i, u y la vocal germánica ü (que se pronuncia como iu). Mientras llevaban a cabo este ejercicio, los cambios en la temperatura de la frente de los participantes fueron medidos y se les pidió que informaran cómo se sentían. El resultado fue que la emisión de las vocales a e i hipótesis de realimentación facial (que exige hacer un gesto similar a una sonrisa) redujo la temperatura de la frente y mejoró Hipótesis que afirma que los cambios el ánimo, mientras que la emisión de las vocales u y ü (que demanda un gesto semejante a en la expresión facial pueden conducir fruncir los labios) aumentó la temperatura y produjo una disminución del estado anímico. a modificaciones correspondientes en la En resumen, no es necesario que la gente infiera cómo se siente. Antes bien, las expresioemoción. nes faciales evocan cambios psicológicos que dan lugar a una experiencia emocional.

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Capítulo 3  El yo social

Sonreír puede hacerlo sentir más feliz. ERDADERO.

V

Otros comportamientos gestuales, como la postura corporal, también pueden proporcionarnos realimentación sensorial e influir en cómo nos sentimos. Cuando las personas se sienten orgullosas asumen una posición erecta, con los hombros erguidos, el pecho expandido y la cabeza en alto (expansión). En cambio, cuando se sienten decaídas, se encogen, dejan caer los hombros e inclinan la cabeza (contracción). No hay duda que revelamos nuestro estado emocional por medio de la postura que asumimos. Pero, ¿también es posible que nuestra postura afecte nuestro estado emocional? ¿Es posible mejorar nuestro estado anímico mediante la expansión y empeorarlo mediante la contracción? Sí. Sabine Stepper y Fritz Strack (1993) hicieron que un grupo de personas asumieran posturas erguidas o encogidas variando la altura de la mesa a la que se sentaban a escribir. Quienes fueron forzados de esta manera a sentarse erguidos afirmaron sentirse más orgullosos tras completar la tarea que se les había asignado en comparación con los que fueron colocados en posición encogida. En otro estudio, los participantes a los que se les pidió que se mantuvieran inclinados hacia adelante y con los puños cerrados durante el experimento reportaron haber sentido enojo, mientras a los que se les instruyó para que permanecieran sentados y cabizbajos señalaron haberse sentido tristes (Duclos et al., 1989; Flack et al., 1999).

Autopercepciones de motivación Sin darse cuenta cabal de ello, Mark Twain fue un

efecto de justificación en exceso Tendencia a que la motivación intrínseca se reduzca en la realización de actividades que se han asociado con recompensas u otros factores extrínsecos.

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teórico de la autopercepción. En Las aventuras de Tom Sawyer, novela publicada a finales del siglo XIX, escribió con sarcasmo: “Hay en Inglaterra acaudalados caballeros que durante el verano se complacen en conducir carruajes de pasajeros de cuatro caballos, en trayectos diarios de 20 a 30 millas, porque este privilegio les cuesta sumas considerables; pero si se les ofreciese una paga por el servicio, la diversión se convertiría en trabajo, y entonces renunciarían a ella”. La hipótesis de Twain (que la recompensa por realizar una actividad disfrutable puede disminuir el interés en ella) parece contradecir tanto nuestra intuición como los resultados de la investigación psicológica. Después de todo, ¿no es verdad que todos encontramos motivación en la recompensa, como aseveraron B. F. Skinner y otros teóricos del comportamiento? La respuesta depende de cómo definamos el término motivación. Como agudo observador del comportamiento humano, Twain anticipó una distinción clave entre motivación intrínseca y extrínseca. La motivación intrínseca tiene su origen en factores inherentes a la persona. Se dice que la gente está intrínsecamente motivada cuando se compromete en la realización de una actividad en beneficio de sus propios intereses por el desafío que implica o por mero placer. Disfrutar una buena comida, escuchar música, pasar tiempo con los amigos y practicar un pasatiempo son algunas de las actividades por las que podríamos sentirnos intrínsecamente motivados. En contraste, la motivación extrínseca se origina en factores externos a la persona. Se dice que la gente está extrínsecamente motivada cuando se compromete en la realización de una actividad como medio para alcanzar un objetivo u obtener beneficios tangibles, como dinero, calificaciones o reconocimiento, para cumplir una obligación o para evitar un castigo. Como siempre han sostenido los teóricos del comportamiento, las personas luchamos por recibir recompensas. En este caso, la pregunta es: ¿Qué ocurre con la motivación intrínseca cuando la recompensa ya no está disponible? Desde el punto de vista de la autopercepción, la hipótesis de Twain tiene sentido. Cuando alguien recibe una recompensa por escuchar música, participar en un juego o comer un platillo delicioso, su comportamiento resulta justificado o recompensado en exceso, lo cual implica que puede ser atribuido a motivaciones tanto intrínsecas como extrínsecas. Al crear ambigüedad acerca de la motivación de una persona, ¿el efecto de justificación en exceso puede tener consecuencias involuntarias? Cuando a los atletas se les paga millones de dólares por jugar un deporte, ¿el dinero apabulla su amor por el juego, haciendo que éste se sienta como trabajo? Una vez que se les paga, ¿las personas empiezan a preguntarse si la actividad merecía la pena de dedicarse a ella por derecho propio? Las investigaciones muestran que cuando las personas obtienen un pago por la realización de una tarea que por sí misma les es agradable, en ocasiones pierden interés en ella. En una reciente demostración de este fenómeno, Mark Lepper y sus colaboradores (1973) dieron oportunidad a un grupo de niños en edad preescolar de jugar con marcadores de colores con punta de fieltro, ofrecimiento que muy pocos pudieron resistir. Mediante la observación de qué tanto tiempo dedicaban los niños a esa actividad, los investigadores fueron capaces de evaluar la motivación intrínseca. Dos semanas después el grupo de niños fue dividido en tres subgrupos, todos similares en términos de los niveles iniciales de motivación intrínseca. A los niños que conformaban el primer subgrupo se les pidió que dibujaran algo con los marcadores. A los del segundo se les

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El autoconcepto

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Porcentaje de tiempo empleado jugando Percentage of time spent playing with markers con marcadores

dijo que si usaban los marcadores recibirían una “recompensa por buena participación”, una especie de certificado que constaba l FIGURA 3.2 de una estrella dorada y un listón rojo. A los niños del tercer subEfectos paradójicos de las recompensas a la grupo no se les ofreció recompensa alguna por dibujar, pero sí se motivación intrínseca les entregó una recompensa igual que a los niños del segundo subEn este estudio, una recompensa esperada disminuyó la grupo cuando lo hicieron. motivación intrínseca de los niños a jugar con marcadores Más o menos una semana más tarde, los profesores colocaron con punta de fieltro. Los niños que recibieron una marcadores y hojas de papel sobre una mesa del salón de clases, recompensa inesperada no perdieron interés.. mientras los investigadores observaban a través de un vidrio con Tomado de Lepper, M. R., Greene, D. y Nisbett, K. E., “Undermining children’s intrinsic interest with extrinsic reward: A test of the espejo. Puesto que en esta ocasión no se ofrecieron recompensas, ‘overjustification’ hypothesis”, en Journal of Personality and Social el tiempo libre que los niños pasaron jugando con los marcadores Psychology, vol. 28 (pp. 129-137). Copyright © 1973 por la Amerireflejó su motivación intrínseca. Tal como se pronosticó, los que can Psychology Association. Reimpreso con permiso. esperaron y recibieron una recompensa por sus esfuerzos ya no mostraron el mismo interés en los marcadores. Los niños que no recibieron recompensa no se vieron afectados negativamente, 20 como tampoco los que recibieron una recompensa inesperada. Al jugar con los marcadores sin la promesa de obtener un beneficio tangible, estos niños siguieron intrínsecamente motivados (vea la 15 l figura 3.2). La paradoja de que la recompensa puede disminuir en lugar de incrementar la motivación intrínseca ha sido observada en 10 muchos experimentos, tanto con niños como con adultos (Deci y Ryan, 1985; Pittman y Heller, 1987; Tang y Hall, 1995). Acepte dinero por llevar a cabo una actividad de esparcimiento y, antes de que se 5 dé cuenta, lo que solía ser un “juego” llegará a dar más la impresión de “trabajo”. A la larga, esto puede tener efectos negativos sobre la calidad de su desempeño. En una serie de estudios, Teresa Amabile (1996) y otros hicieron que los participantes escribieran poemas, dibujaran o pintaran, hicieran collages de papel y generaran soluNo Unexpected Expected Recompensa Recompensa No ciones creativas para dilemas empresariales. De manera consisreward reward reward inesperada esperada recompensa tente, los investigadores encontraron que la gente es más creativa cuando se siente interesada y desafiada por el trabajo mismo, que cuando siente la presión de ganar dinero, cumplir una obligación, satisfacer una fecha límite, ganar competencias o impresionar a los demás. En uno de estos estudios Amabile les pidió a unos expertos en arte que calificaran las obras de artistas profesionales; el hallazgo fue que las obras que fueron resultado de una comisión (es decir, los creadores habían sido contratados específicamente para ello) fueron juzgadas de menor calidad que aquellas que tuvieron su origen en un mero impulso creativo. En conclusión, puede afirmarse que las personas son proclives a ser más creativas cuando están intrínsecamente motivadas en relación con la tarea sin ser coaccionadas por fuerzas externas. Pero espere. Si los beneficios extrínsecos contribuyen a reducir la motivación intrínseca, ¿sería mejor que padres y profesores no ofrecieran recompensas a los niños? ¿Los programas de incentivos que se usan con tanta frecuencia para motivar a los trabajadores en el mundo empresarial están condenados al fracaso, como algunas personas han sugerido? (Kohn, 1993). Todo depende de cómo se perciba la recompensa y por quién. Si ésta se presenta en la forma de un elogio verbal que se percibe como sincero o mediante el otorgamiento de un “bono” especial por un desempeño sobresaliente, ciertamente podría mejorar la motivación intrínseca al proporcionar realimentación positiva en cuanto a las aptitudes del individuo, como ocurre cuando la gente gana competencias, becas o una palmada en la espalda por parte de alguien a quien respeta (Cameron y Pierce, 1994; Cameron et al., 2005; Eisenberger y Cameron, 1996; Henderlong y Lepper, 2002). La noción de que la motivación intrínseca es socavada por algunos tipos de recompensa, pero no por otros, fue observada incluso entre bebés de 20 meses de edad. En un inteligente estudio, Felix Warneken y Michael Tomasello (2008) llevaron bebés a un laboratorio, donde el experimentador accidentalmente dejó caer un bolígrafo o papel arrugado sobre el piso y aparentó ser incapaz de alcanzarlo. El niño podía ayudar a recoger el objeto y dárselo al experimentador. La mayoría de los bebés ayudaron en esta situación. En una fase de tratamiento, los investigadores respondieron a la asistencia dándole al niño un cubo de juguete (“Por esto obtienes un cubo”),

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Capítulo 3  El yo social

l FIGURA 3.3 Frente a bebés de 20 meses de edad en el piso de un laboratorio, un experimentador accidentalmente dejó caer un bolígrafo o un papel arrugado. La mayoría de los bebés ayudaron a levantar el objeto caído en esta situación, acto positivo que se satisfizo con una recompensa tangible, elogio verbal o nada en absoluto. ¿Ayudarían los bebés al experimentador otra vez si fuera necesario? Como se muestra, los bebés en las condiciones de no respuesta y elogio verbal continuaron ayudando en alto porcentaje. No obstante, fue menos probable que los que habían recibido una recompensa ayudaran después cuando ésta ya no existía, lo que sugiere que las recompensas tangibles socavan las tendencias altruistas. Warneken & Tomasello, 2008. © Cengage Learning

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Porcentajes medios Mean percentages

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Neutrales Neutral

Condición Praise de elogio condition

teoría de la comparación social Teoría que afirma que las personas evalúan sus propias capacidades y opiniones mediante la comparación de sí mismas con otras.

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Influencias de otras personas

Como se comentó antes, la teoría de Cooley (1902) sobre la dimensión social del yo hizo hincapié en que las demás personas nos ayudan a definirnos. En esta sección veremos la importancia que tiene esta idea para nuestros autoconceptos.

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un elogio verbal (“Gracias, eso estuvo muy bien”) o nada en absoluto. ¿Estos mismos niños continuarían ayudando? La l figura 3.3 muestra que en una fase posterior de prueba, cuando se les presentaban varias oportunidades de ayuda, los que estaban en la condición de no respuesta siguieron ayudando 89% del tiempo, y que esta tendencia siguió alta en 81% en la condición de elogio verbal. Sin embargo, entre los niños que habían recibido antes una recompensa, la ayuda en la fase de prueba bajó a 53% cuando ya no hubo recompensa. Las diferencias individuales en la orientación motivacional de las personas hacia el trabajo también deben ser consideradas. Para personas intrínsecamente orientadas que dicen “lo que más me importa es disfrutar lo que hago” y “raras veces pienso en el salario y las promociones”, la recompensa puede ser innecesaria y hasta perjudicial (Amabile et al., 1994). No obstante, para las personas que están sumamente enfocadas en el logro de ciertos objetivos, ya sea en la escuela, el trabajo o los deportes, los incentivos como calificaciones, notas, bonos, recompensas, trofeos y la emoción pura de la competencia, como en los deportes por equipos, tienden a impulsar la motivación intrínseca (Durik y Harackiewics, 2007; Harackiewicz y Elliot, 1993).

Recompensa Reward

Teoría de la comparación social Suponga que un extraño le pregunta: “¿Quién es usted?”. Si sólo hubiera un minuto o dos para responderle, ¿mencionaría sus antecedentes éticos o religiosos? ¿Haría referencia a su lugar de nacimiento? ¿Describiría sus talentos e intereses, o sus gustos y aversiones? Cuando se les hace esta pregunta, las personas tienden a describirse en términos que las diferencian de otros en su entorno inmediato (McGuire y McGuire, 1988). Entre los niños, los varones son más propensos a citar su género si han crecido en familias en las que predominan las mujeres; las niñas actúan igual cuando viven en familias predominantemente masculinas (McGuire et al., 1979). De manera similar, en los ambientes universitarios los estudiantes “no tradicionales” de mayor edad tienden a hacer más referencia a la edad que los más jóvenes tradicionales (Kite, 1992). Sin importar si el atributo distintivo es el género, la edad, la estatura o el color de ojos, este patrón es básicamente el mismo. La implicación es intrigante: si se cambia el entorno social de alguien, se estará modificando también la autodescripción espontánea de esa persona. Esta dependencia de las características distintivas para describirnos indica que el yo es “relativo”, un constructo social, y que, en parte, cada uno de nosotros se define a sí mismo usando a familiares, amigos, conocidos y otras personas como punto de referencia (Mussweiler y Rüter, 2003; Mussweiler y Strack, 2000). Nuestros estándares de autocomparación pueden, incluso, verse influenciados temporalmente por la exposición fugaz y cotidiana a desconocidos (Mussweiler et al., 2004). De hecho, esto es lo que Leon Festinger (1954) propuso en su teoría de la comparación social. Festinger afirmaba que cuando la gente tiene dudas con respecto a sus capacidades u opiniones, es decir, cuando no tiene a la mano información objetiva, se evalúa a sí misma estableciendo comparaciones con personas similares. La teoría parece razonable pero, ¿es válida? A lo largo de los años, los psicólogos sociales han sometido a prueba la teoría de la comparación social,

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Glossary

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