Enrique García: «Teoría Marxista del Conocimiento y Método Dialéctico Materialista»

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1. Introducción Para Marx (1818-1883) existe una sola manera de interpretar la realidad social y es mediante el «método dialéctico materialista» Fue a partir de este método que Marx edificó toda su obra. En este punto existe unánime acuerdo. Sin embargo, a la hora de definir lo que significa «método dialéctico materialista», ya no se vislumbra la misma unanimidad. De tal suerte, concebir la univocidad de la expresión «método

dialéctico materialista», sin recurrir a la mera enunciación de un listado de ejemplificaciones, es poco menos que imposible. Se impone, entonces, aceptar la fórmula que caracteriza al marxismo como «la filosofía basada en el método

dialéctico materialista», y, a la vez, dar cuenta de una pregunta que sugiere un ejercicio analítico exhaustivo: ¿qué significa método dialéctico? La expresión «método dialéctico» revela un alto grado de ambigüedad, en cuanto remite a las normas que conducen al pensamiento hacia la formación del conocimiento, es decir el método científico asociado a la cuestión dialéctica del marxismo. Se sabe que Marx jamás llegó a desarrollar sistemáticamente su método. Antes bien, se limitó a explicarlo, y en esa explicación, lo sugirió. Esto quiere decir que el modo del que se valió, que procedía del análisis del capitalismo y su teoría económica conexa, le proporcionó elementos más que suficientes como para trazar los lineamientos fundamentales que le permitirían extraer conclusiones acerca de lo que se entiende por normas que conducen al pensamiento hacia la formación del

conocimiento y su sistematización teórica, es decir su procedimiento metodológico, su método científico. Pero, ¿cuáles son esos lineamientos que presumimos implicados en los textos de Marx y que, al rastrearlos en ellos, nos permitirían relevar lo que significa «método dialéctico»? Bien, esos lineamientos son: (a) los lineamientos de la teoría marxista del conocimiento, lo que equivale a decir la «dialéctica materialista»; y (b) los lineamientos de la perspectiva y de los caminos que conducen a los

objetivos prácticos a los que se dirige una teoría como la referida en (a) Lo que principalmente, y sobre todo, caracteriza e identifica al pensamiento de Marx en esos respectos [(a) y (b)], es su manera de abordarlos. Marx no se propuso sino presentar un esquema explicativo del conocimiento y su producción.


3 Marx procuró, antes que nada, comprobar cómo, en la práctica corriente de los pensadores que lo precedieron, el conocimiento, tal como efectivamente se elaboró, fue presentado según el pensamiento de quienes lo perfilaron. El procedimiento de Marx, fue expresado en un pasaje de sus Manuscritos de 1857, donde refirió el modelo que adoptó, y que le inspiraron sus pioneros, los economistas ingleses del siglo XVII [1] Marx se complacerá con la valoración que le atribuyera al método

científico con el que regiría su pensamiento. Gracias a su preparación en la dialéctica hegeliana, Marx logró entrever el sentido de los escritos de sus inspiradores, los economistas preocupados por la elucidación del proceso de formación del conocimiento. No examinaremos aquí la inspiración hegeliana de Marx, porque la

«cuestión hegeliana» fue contestada por algunos marxistas de gran proyección [2] No obstante diremos que es de lamentar que esa «cuestión» sirviera para contribuir a subestimar la obra de Hegel (1770-1831), donde indudablemente se encuentran las raíces del «materialismo dialéctico» «Soy un discípulo de Hegel», supo decir Marx, para luego exclamar que «la vocinglería de los epígonos que creen haber enterrado a

este pensador eminente» le «parece francamente ridícula», por lo que se ha «tomado la libertad de adoptar hacia» su «maestro una actitud crítica, de desembarazar su dialéctica de su misticismo y hacerle experimentar un cambio profundo» [3] Así fue, no habiendo desarrollado la teoría que sustenta su método, sino limitádose solamente a aplicarlo, es la dialéctica hegeliana la que cobra importancia para la comprensión del método marxista, ya que «Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como

resultado del pensamiento .., de reproducirlo como un concreto espiritual» [4] El rasgo fundamental de la teoría marxista del conocimiento, es la naturaleza «constructiva» que proyecta el conocimiento. Para Marx, el conocimiento resulta de la construcción que efectúa el pensamiento, y consiste en la

«representación» mental de lo concreto, elaborada a partir de la percepción y de la

[1] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858, Siglo XXI Editores, México, 2002, Tomo 1, p. 21. [2] Althusser por ejemplo, dice que Marx no es Hegel invertido, y que existe un cambio tanto en los términos, (ya que Marx introduce nuevos conceptos que no se encuentran en Hegel), como en la relación entre los términos (ya que de la relación hegeliana esencia-fenómeno, se pasa a la relación marxista en la que las superestructuras ideológicas, jurídicas, y políticas no son el simple fenómeno de la esencia económica, sino que existen realmente y determinan a su vez este nivel en la estructura social) Cf. Althusser, Louis; La revolución teórica de Marx, (traducción de Marta Harnecker), Siglo XXI Editores, México, 1990, p. 5. [3] Marx, Karl; El Capital, II/5, p. 658, nota 20 (Manuscrito II (A 65), del libro II, de 1868 a 1870); en Dussel, Enrique D.; El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, Siglo XXI Editores, México, 1990, p. 337. [4] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858, op. cit., Tomo 1, pp. 21 y 22.


4 intuición [5] El alcance de esta concepción y su significado, solamente puede develarse conforme la manera de concebir el conocimiento. Esto fue así antes (e igualmente después de Marx), no ya como resultante de una elaboración, sino como

«aprehensión» de algo exterior al intelecto, y que una vez aprehendido e incorporado al pensamiento, se hace conocimiento. Interpretar el conocimiento como «aprehensión», constituyó el mayor escollo para abordar un análisis adecuado, se insinuó en la generalidad del pensamiento filosófico, y se prolongó también hasta nuestros días.

2. La perspectiva de Marx Le cupo a Marx abrir una nueva perspectiva. Mientras Kant (1724-1804) no sostenía sino «el ser conciente de la conciencia» [6], es decir la estructura que el albañil crea en la imaginación, antes de erigirla en la realidad [7], y Hegel abogaba por la dialéctica del «espíritu de contradicción organizado» como uno de los principios fundamentales de su sistema filosófico en lo tocante «a su contenido, la

ciencia de la experiencia de la conciencia» [8], ambos no hicieron otra cosa que replicar sobre vías, lógicas, y dialécticas que no son sino «sombras de la realidad» Marx y Engels (1820-1895), en cambio, se rebelaron contra esa «tiranía de los

pensamientos», contra esos «fantasmas cerebrales, de las ideas, de los dogmas, de los seres imaginarios» que no se compadecen con «la esencia del hombre» [9] La exclamación de Marx y Engels: «rebelémonos contra esta tiranía de los

pensamientos», preanunciaba ya una «inversión [reversión] dialéctica» en la que la exposición del «ser de los hombres» como «proceso de su vida real», consiste en considerar a la conciencia «como una parte del proceso social material humano, y

sus productos en ideas» también como «parte de este proceso», al igual que «los propios productos materiales» [10] Marx concibe el conocimiento como «un producto de la mente que piensa»

como «un producto del trabajo de elaboración que transforma intuiciones y [5] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858, op. cit., Tomo 1, p. 22. [6] Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, Santiago Rueda Editores, Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 26. [7] Marx, Karl H.; El capital, Siglo XXI Editores, México, 1987, T. I., Cap. V, [215] [8] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu (traducción al español de Wenceslao Roces), Fondo de Cultura Económica/RBA Coleccionables, S. A., Barcelona, España, 2002, p. 60. [9] Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, op. cit., p. 11. [10] Williams, Raymond; Marxismo y literatura (traducción de Pablo di Masso), Ediciones Península, Barcelona, España, 1980, p. 76.


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representaciones en conceptos», y no como un «producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la intuición y de la representación» [11] Se trata de una «producción» que parte «de la percepción y de la intuición» Se trata de una fórmula contrapuesta al idealismo, sobre la que se apoya el materialismo de la dialéctica marxista, que hace intervenir a los instrumentos del pensamiento como operaciones mentales, y no como elementos extraídos de la realidad exterior que el pensamiento aprehendería o reflejaría como si fuese un espejo. Pero, ¿Cómo es que el pensamiento logra esa producción que culmina en una representación mental de la realidad objetiva? Marx aborda el asunto refiriéndose a los orígenes de la Economía Política como disciplina científica. Nos proporciona una breve síntesis de lo que constituye «el método científico correcto» de la elaboración del conocimiento. Dice que «los economistas del siglo XVII, p. ej., comienzan siempre

por el todo viviente, la población, la nación, el estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron [a surgir] los sistemas económicos que se elevaron desde lo simple – trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial» [12] El procedimiento que emplea Marx, describe una perspectiva filosófica original. Se aparta de los procedimientos ordinariamente seguidos por la filosofía especulativa. Procura examinar los lineamientos seguidos por los fundadores de la

Economía Política, para después caracterizar el método que siguieron, e inspirarse en él con el propósito de fundar su propio método. Aquello que en los economistas fundadores no pasó de ser una mera práctica espontánea, empíricamente conducida por la intuición y el natural talento de los autores, en Marx constituyó el resultado de la aplicación conciente de un método dirigido a enfocar el camino que se recorrió en la formación de la teoría del sistema capitalista. La descripción que hace Marx, en cuanto se refiere a lo esencial del procedimiento que menta en la cita glosada [12], nos proporciona un punto de partida importante para poder interpretar y comprender lo que, según él constituye el método científico, principalmente consistente en la determinación de relaciones a través del análisis.

[11] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858, op. cit., Tomo 1, p. 22. [12] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 18571858, op. cit., Tomo 1, p. 21.


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2.1. El capitalismo interpretado en clave relacional En el vocabulario de la Economía Política se acostumbra a hablar de

Sistema Capitalista» como «conjunto» donde todos y cada uno de los elementos constituyentes se integran en una unidad y totalidad, de tal suerte que en tanto y en cuanto ese conjunto deriva de los elementos que lo componen y está por ellos determinado, esos mismos elementos, a su vez, derivan su especificidad y su individualidad del conjunto que constituyen y en el que participan. «Capitalismo» es la designación que caracteriza a un tipo de organización económica. Menta la forma de comportamiento de individuos que se ligan colectivamente entre sí en torno de actividades productivas derivadas y conexas. Se trata de un comportamiento en el que todos los hechos y situaciones que acaecen, (a) se hayan estrecha e indisolublemente interconectados, (b) dependen y resultan unos de otros, (c) se configuran y determinan mutuamente, (d) constituyen un conjunto complejo de relaciones distribuidas en el espacio y en el tiempo, y (e) se conjugan en un todo que constituye el Sistema Capitalista, cuyas partes y elementos se condicionan los unos a los otros, bien como con la totalidad que integran. Capital, materiales, fuerza de trabajo, mercaderías, comercialización, crédito, ganancia, reinversión y tantos otros elementos del capitalismo, representan formas funcionales características del comportamiento humano, actos y actitudes de individuos operando colectivamente, funcionalmente dispuestos los unos respecto de los otros y del sistema conjunto en el que se integran y de donde derivan sus características y especificidades propias. El papel que cada uno de esos elementos desempeña, está siempre en función del papel de los demás. El capital, por ejemplo, está puesto en función de la inversión; la inversión está puesta en función de la compra de fuerza de trabajo, de la compra de medios de producción y de la compra de otros insumos que, a su vez, están puestos en función de la actividad productiva toda, que, a su vez, está puesta en función de las mercaderías, que, a su vez, están puestas en función de las ventas que permiten la recuperación del dinero originalmente invertido, más un excedente que representa el margen de ganancia obtenido por el capitalista en compensación por las múltiples funciones cumplidas durante el giro de las operaciones implicadas en un proceso productivo que se repetirá, una y otra vez, al influjo de sucesivas reinversiones destinadas a recuperar la inversión original, a obtener nuevos niveles de ganancia, a mantenerse en el mercado y a crecer en él y expandirse.


7 Tal como puede apreciarse, la noción de «capital» tiene sentido sólo si se la considera dentro del esquema descrito, y su naturaleza está inscrita en una trama de relaciones determinadas. Es en esa trama en la que se integra el conjunto de elementos precedentemente mencionados, donde se sitúa tanto la naturaleza de cada uno de ellos, como la de la totalidad en la que se interconectan y forman. No hay

«capital» fuera de esa trama de relaciones, y es en ella donde su naturaleza se agota. De la misma manera, no hay «fuerza de trabajo», ni hay, tampoco, cualesquiera de los otros elementos del sistema, sino en el Sistema Capitalista y dentro de la trama de relaciones bosquejada. Este mismo respecto es el que observamos en todos los aspectos y situaciones de la realidad: en la naturaleza inanimada, en la naturaleza orgánica, o en lo que se refiere al hombre y sus actividades. Es decir, hay una trama de relaciones que estructura y constituye el universo, y en la cual se realiza su comportamiento, y se manifiesta. Trama sin solución de continuidad. Trama que envuelve, interconecta, y configura todos los aspectos y situaciones. Este proceso se difunde en todas direcciones, no tiene fin, tiende al infinito... y revela cierta unidad universal.

2.2. La determinación de tramas de «relaciones» «Relación» es una palabra suficientemente ambigua en el vocabulario filosófico. Se usó en el meollo de muchísimos debates filosóficos, aunque no siempre aparezca acabadamente caracterizada, y por consiguiente oficie como fuente de oscuridades e imprecisiones. Con el propósito de obviar esta dificultad, aquí se entenderá por «relación», la manera según la cual los aspectos de la realidad externa que constituyen el objeto de conocimiento, se disponen y componen en el espacio y en el tiempo; es decir, estriba en captar cómo se comporta la realidad, y no en puntualizar una mera ligazón exterior entre distintos objetos que conservan su individualidad, y donde la relación no aporta nada nuevo, como en la Lógica. Es en esta disposición, en la simultaneidad o en la sucesión de los diferentes aspectos del universo, o en las relaciones presentes en la realidad en él incluidas, donde está lo que el pensamiento trata de aprehender y representar mentalmente, constituyendo lo que entendemos por «conocimiento» Así, la «relación»: (a) engloba a los objetos relacionados, en una totalidad; y (b) los engloba en una nueva unidad, en un sistema de conjunto dado por (b.1.) la relación que viene a ser la disposición diacrónica (a través del tiempo) y sincrónica


8 (con el tiempo) de los mismos objetos, por (b.2.) la posición espacial y la sucesión temporal de cada uno con respecto a los demás; y por (b.3.) la totalidad que, relacionados, ellos constituyen. Se trata de indagar en los elementos que constituyen y estructuran las relaciones, pero no en los elementos autónomos y sólo exteriormente ligados, sino congregados en una totalidad que trasciende la individualidad y la mera suma de ellos. Los conjuntos así integrados y totalizados se integrarán, a su vez, como elementos de conjuntos más amplios, articulándose unos con otros, e integrando, de tal suerte, sistemas de relaciones constituyentes de sistemas más amplios y complejos. En síntesis, los objetos de conocimiento, es decir los aspectos y las situaciones de la realidad que se procura conocer, se discriminan o individualizan en función de las pautas que rigen el sistema de relaciones en la que dichos objetos se totalizan y unifican, es decir, lo que Marx denomina (y entiende «concreta») la unidad

en la diversidad [13] Ahora sabemos dos cosas: (a) que son las relaciones, y los sistemas en los que se estructuran, las que caracterizan los aspectos, las situaciones y las circunstancias generales de la realidad que procuramos conocer; y (b) que esas relaciones constituyen la realidad tal y como no es dado conocerla, y que aprehendemos en el acto de conocer a través de las operaciones con las que se elabora el conocimiento.

2.3. El proceso de «análisis» relacional Si quisiéramos considerar más de cerca las operaciones de relación que propone Marx. Si quisiéramos lograr aprehender y percibir, y a través de ellas conceptualizar el sistema relacional de conjunto del capitalismo, podríamos examinar la dimensión fina del «análisis» En este punto, Marx no es muy explícito que digamos. En la medida en que va refiriéndose repetidamente a la operación básica y central de su método, no teoriza respecto de ella, se limita a aplicarla en el tratamiento de los asuntos en los que se ocupa. Es tan seguro, preciso y riguroso en esa aplicación, lo que se revela en sus textos (sobre todo cuando se ocupa de la teoría económica), que podemos rastrear en ellos el desenvolvimiento del método y de los procedimientos de «análisis», como si contuviesen no ya el tratamiento de un asunto específico y sí la exposición de la propia teoría del conocimiento. [13] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 18571858, op. cit., Tomo 1, p. 21.


9 En Filosofía o en Lógica, analizar implica, de ordinario, descomponer un todo en sus partes. No es este el sentido que Marx le da al término «análisis», sino la

«determinación de relaciones a través del análisis» De tal suerte, la operación de analizar consiste en sumar elementos en un sistema integrado de relaciones donde todos y cada uno de los elementos se determinan mutuamente, y en función del todo que componen. Para alcanzar esa relación generalizada e integrada en un sistema único de conjunto, habrá que descubrir relaciones no consideradas, faltantes con los que será posible completar totalmente la integración. Marx se propuso operar según esas pautas de «análisis» en la elaboración de la Economía Política, completando, o bien continuando desde una nueva perspectiva más amplia y comprensiva, la obra de los primeros economistas. Así, a partir de situaciones y circunstancias observadas en la población y en la sociedad cuya economía procuraba investigar y describir, Marx se concentra en el «proceso

social de producción»: en las clases, en el trabajo asalariado, en el capital. Luego, considerando las relaciones en las que tales situaciones se estructuran formando cada una un sistema específico e individualizado, procurará determinar cómo esos sistemas, a través y a partir de las relaciones que respectivamente los componen, se articulan unos con otros integrando conjuntos cada vez más amplios y comprensivos, hasta alcanzar la sistematización general en una totalidad unificada. Esto es lo que constituirá «una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones», en contraste con la «representación caótica» [14] que antes tenía de la población y de las diferentes situaciones y circunstancias en ella observadas y percibidas sólo separada y fragmentariamente las unas de las otras. Marx no revela cuál es el hilo conductor que lo llevaría a la integración del sistema de relaciones que menciona. Tampoco se expedirá respecto de por qué ni de

cómo de esas operaciones de relación resultarían los descubrimientos y conclusiones que constituirían su teoría económica. Marx procura estructurar, con los datos que le ofrece la realidad socioeconómica que observa, gracias a los conocimientos que le proporcionan los primeros economistas, el sistema de relaciones en el que también se integran factores faltantes hasta entonces inadvertidos. Pero, ¿cuáles son esos factores faltantes?

[14] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 18571858, op. cit., Tomo 1, p. 21.


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2.4. El «análisis» de los factores socioeconómicos faltantes Al abordar el análisis del sistema económico capitalista, Marx se interesa por la explotación del trabajador, es decir por el usufructo del esfuerzo del trabajador. Establece que la apropiación del producto social, resultado del esfuerzo productivo de los trabajadores, se canaliza, en gran medida, hacia los notrabajadores. Así, históricamente, mientras los trabajadores permanecían en los más bajos estratos de la sociedad, la riqueza social se concentraba y se acumulaba cada vez más en manos de una clase minoritaria no trabajadora: la burguesía. Como se evidencia en la historia, es en la explotación del trabajo ajeno donde se asienta la estructura y el funcionamiento de toda sociedad dividida en clases. En el capitalismo, las relaciones sociales de trabajo y producción revisten una forma de transacción mercantil equivalente a cualquier operación de compraventa. En ellas no se observan rasgos de privilegio jurídico o político, ni de subordinación o dependencia personal entre capitalista y proletario. Las relaciones entre ellos, en principio se establecen libremente. Las partes son jurídicamente iguales, y la fuerza de trabajo se paga con un salario cuyo monto se fija según las bases que rigen el mercado de trabajo. Entonces, ¿dónde radica la explotación?, ¿dónde la prestación forzada del trabajo como en la esclavitud o en la servidumbre?, ¿dónde la apropiación del esfuerzo productivo del trabajador por parte del empleador? A estas preguntas responderían: (a) los economistas burgueses y los defensores del sistema capitalista; (b) los socialistas; y también (c) Marx. (c) Marx introduce la noción de «plusvalía» [15] como diferencia entre el valor de producción de la fuerza de trabajo del trabajador y el valor generado por esta fuerza de trabajo. Este excedente es apropiado por el capitalista y representa el núcleo productor de la acumulación capitalista. La «plusvalía» comporta una forma de comportamiento social oculta en el meollo de los aspectos, de las circunstancias, y de las situaciones generales de la realidad económica del capitalismo. Lo que Marx pretende, es analizar la realidad económica de la Europa del siglo anterior, poniendo en perspectiva el sistema en el que la «plusvalía» se encuadra. Sistema en el que se unificaron y totalizaron las diferentes circunstancias, las diferentes situaciones, y los diferentes hechos de la realidad, sin agotar el «análisis» que permitiría la integración como totalidad, puesto que restaba considerar otros factores faltantes, que darían en integrar un conjunto completamente sistematizado. [15] Marx, Karl H.; El capital, op. cit. , T. I., Cap. XIV, [615]


11 Marx alcanzará, progresivamente, la perspectiva del sistema de conjunto del capitalismo (que es lo que se propuso para dar con las consideraciones faltantes del sistema e integrarlas), a partir de la consideración de las sucesivas formas que históricamente asumieron las relaciones económicas, lo que significa relacionarlas tanto en ocasión del simple cambio [16] esporádico de bienes (cambio que se realiza y explica por el valor de uso de los bienes intercambiados), como en ocasión de la progresiva generalización de ese cambio, es decir con el establecimiento de un criterio general determinante de la proporción en la que los diferentes bienes son intercambiados, esto es con el valor de cambio de los bienes, que se fijará en base al esfuerzo necesario para la producción de ellos. Cada bien valdrá, para fines de cambio, tanto como el esfuerzo aplicado en la producción de él, lo que viene a ser trabajo que se medirá por el tiempo que insume. Y, con el fin de simplificar y de facilitar las operaciones de cambio, elegiríase un bien que servirá como punto de referencia y de medida para todos los demás bienes, constituyendo la unidad de medida del valor de cambio: el dinero. De tal suerte, los bienes tendrán: (a) un valor

de uso que los caracteriza como bienes económicos; y (b) un valor de cambio, expresado en dinero, que los caracteriza como unidad de medida del valor de intercambio. Marx considera los hechos que se presentan en la realidad que constituyera la vida y el comportamiento económico de la población europea de su tiempo, desde una perspectiva relacional, esto es, (a) considerando los hechos unos en función de otros; (b) indagando cómo se integran entre sí, (b.1) cómo «participan» unos de los otros, y (b.2) cómo cada cual tiene un sentido y un papel que deriva de su integración con los demás. Así, en la realidad que analiza, se va recortando una cierta disposición ordenada, de conjunto de aquellos hechos, que tiende, con el progreso del análisis, hacia la determinación de un sistema integrado de relaciones en el que puede discernirse la estructura y el funcionamiento del capitalismo. Para Marx, el capitalismo comporta un «enorme cúmulo de mercancías» [17] que son objeto de compra-venta y circulan pasando de las manos de unos individuos hacia las de otros miembros de la sociedad capitalista. Lo que distingue a esta etapa de la etapa de cambio en la que se intercambian bienes, es que ahora interviene un intermediario universal de cambio generalizadamente empleado: el [16] La relación de cambio expresa una relación cuantitativa entre mercancías. Es la proporción en que se cambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase. Se trata de una relación que varía continuamente, según el tiempo y el lugar. [17] Marx, Karl H.; El Capital , Siglo XXI Ediciones, México, 1987, Libro Primero, Volumen 1, p. 43.


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dinero. Así, la situación se ha modificado profundamente. Antes, la finalidad perseguida con el intercambio de bienes contemplaba, prioritariamente, el valor de

uso de ellos. Ahora, la finalidad contemplada prioritariamente es el valor de cambio. Se insinúa en el funcionamiento de la economía, y va ganando terreno, una nueva circunstancia fundada en el valor de cambio: el comercio. Es cierto que el gran público consumidor privilegia en sus compras el valor de uso. Que compra bienes con el fin de utilizarlos o de consumirlos. Que es el uso lo que le interesa. Y es cierto que el vendedor, en cambio, privilegia en sus ventas el dinero que recibirá en las operaciones de venta. Dinero con el que adquirirá nuevos bienes, constituyéndose en comprador de una categoría especial: comerciante que con el único fin de vender los bienes comprados, los transformará en dinero: «el proceso de intercambio de la

mercancía ... se lleva a cabo a través de dos metamorfosis contrapuestas que a la vez se complementan entre sí: transformación de la mercancía en dinero y su reconversión de dinero en mercancía» [18] Por ende, para ese comerciante, lo que cuenta en los bienes que compra (y luego vende en operaciones sucesivas permanentemente repetidas) no es el valor de uso, sino el valor de cambio. Así se entronizó en la economía el valor de cambio y, en vez de simbolizar la «mera circulación de bienes» bajo la forma de mercaderías que se compran y que se venden, que es lo que alcanza en una primera y más elemental visión y perspectiva de la economía capitalista, lo que ahora se pasa a entrever (y antes pasaba desapercibida), es algo más profundo, menos aparente a primera vista, más abstracto y más amplio, más comprensivo e integrador de hechos: la circulación del

valor de cambio, que es lo que en realidad se comercializa en las operaciones mercantiles enmascaradas bajo la forma de compra y venta de bienes. Realmente, eso es lo que circula. Algo que materializado y simbolizado en el dinero que lo mide y lo expresa, asume, en el curso de esa circulación, más allá de la forma del dinero, también la de la mercadería, sin identificarse ni con una ni con otro: el capital. Con esto se esboza, en la economía capitalista que estamos observando a través de las huellas que Marx dejara, cómo comienza a configurarse en la realidad económica que su análisis va develando, un aspecto que en dimensión histórica representa el momento de maduración del sistema: el capitalismo industrial. Considerar el proceso histórico del que resulta el capitalismo industrial, que es propiamente lo que de ordinario se entiende por «capitalismo», implica [18] Marx, Karl H.; El Capital , op. cit. Volumen 1, p. 128.


13 registrar un cambio evolutivo: en una primera etapa, el comerciante que compra el producto terminado del artesano, para hacer de ese producto la mercadería que venderá al consumidor, pasa, en una segunda etapa, a suministrarle al artesano la materia prima con la que este trabajará, y recibe de él el producto confeccionado con ella. Este cambio representa el primer paso de la desaparición de la función de productor como artesano autónomo, y su reemplazo por la función de simple abastecedor de fuerza de trabajo, subordinado directa y totalmente al capitalista. Un paso más , y, en la tercera etapa, el comerciante, ahora devenido industrial, no sólo abastecerá al trabajador y productor de la materia prima que utilizará, sino que lo hará trabajar en los locales propios, con instrumentos de producción de propiedad del capitalista industrial. Es cuando habrá surgido la manufactura y con ella el trabajador, antes el artesano autónomo ahora devenido operario que, con nada más que con su fuerza de trabajo vendida al capitalista, bajo cuyas órdenes y directivas trabaja, contribuye al proceso productivo. La circulación gana, con esto, una nueva dimensión. Antes, ella se realizaba con la compra del bien vendido por el productor al comerciante, a la que le seguía la venta del mismo bien, vuelto mercadería, al consumidor. El capital transita ahí tan solamente de la forma del dinero a la de mercadería, retornando en seguida a su forma originaria de dinero, para repetir indefinidamente el mismo ciclo. Ahora, en el capitalismo industrial, las cosas se complican considerablemente. El capital se hace aquí, en su primer momento y fase de la circulación, de dinero en los «insumos» con los que se fabrican los bienes finales: la materia prima, los instrumentos o medios de producción, y la fuerza de trabajo. Una vez realizada la producción y obtenido el producto terminado como bien final, el capital habrá mutado en ese bien, la mercadería será destinada a la venta, que una vez realizada, repondrá el capital en su forma originaria de dinero. Es en esto en lo que consiste la circulación del capital industrial, aspecto esencial y fundamental del capitalismo y centro neurálgico del sistema. Ahora bien, el valor de cambio de la fuerza de trabajo, está dado, como en toda mercadería, por el esfuerzo productivo en ella aplicado, por la fuerza de trabajo insumida en la producción de ella. Pero, ¿qué fuerza de trabajo es esta que produce trabajo? Evidentemente aquella necesaria para la manutención del trabajador, y que hace posible al trabajador proveerla. Para proporcionar fuerza de trabajo y venderla al capitalista industrial, el trabajador precisa mantenerse, alimentarse, vestirse,


14 cobijarse. Así que, siendo el valor de la fuerza de trabajo será el valor de los medios de subsistencia necesarios para la manutención de trabajador. Pero, con el nivel tecnológico y el nivel de productividad alcanzado por la humanidad, la producción de cada trabajador excede largamente las necesidades de su manutención, salvo en el «comunismo primitivo» [19] donde las sociedades muy primitivas que se mantienen en un nivel estricto de subsistencia, donde el esfuerzo productivo, una vez satisfechas las necesidades de esa subsistencia, no deja excedente alguno, y nada se puede desviar de esa finalidad sin el riesgo de ver perecer a la sociedad. No es el caso de la sociedad y de la economía capitalista, donde la capacidad productiva, su productividad, sobrepasa largamente las necesidades de manutención de sus productores, generando un abultado excedente, hecho este que traducido en términos de valor, muestra que el valor de cambio del producto de una determinada cantidad de fuerza de trabajo, es superior al valor de

cambio de esa misma cantidad. Los trabajadores y productores producen un valor superior al valor de la fuerza de trabajo por ellos empleada en la misma producción. De lo que resulta que, en el curso de la circulación del capital, y en el término de cada uno de sus ciclos productivos, con la venta de la mercadería producida se produzca también un cierto incremento agregado de valor. Es a ese agregado al que Marx ha llamado «plusvalía», y con él explica el valor que bajo la forma de lucro es obtenido por el capitalista. Ese lucro no es más que aquel acrecentamiento o

«plusvalía» verificado en el curso del proceso productivo, y que revierte en beneficio del capitalista, capital este con el que se compran los bienes y mercaderías que concurren en la producción y con el que ella se realiza cíclicamente. Es por el lucro que se concentra en las manos de los capitalistas, que el capital social se va acrecentando, que va circulando más, y que, así, va acumulándose. Y es esto lo que constituye el factor esencial del dinamismo propio del sistema, de su tendencia a la ampliación y al crecimiento de las actividades económicas. En suma, el llamado «desarrollo» constituye la característica esencial y específica del capitalismo. Aquí tenemos la solución del problema central que Marx se propuso resolver, y que lo llevó a la conceptualización del sistema capitalista. Esto es, la teoría económica del capitalismo dio con las raíces de la explotación del trabajo en el [19] Fernández Lorenzo, Manuel; Periodización de la historia en Fichte y Marx; en: http://www.fgbueno.es/bas/pdf/bas11004.pdf


15 régimen capitalista: aquel exceso de valor proveniente del producto del trabajo, es apropiado por el capitalista. Esto es así porque, tanto la tendencia natural del sistema capitalista hacia la explotación del trabajo, hacia la ganancia, o hacia la «plusvalía», anulan los condicionamientos exógenos y las limitaciones extra económicas. La explotación del trabajo, el lucro, y la «plusvalía» son partes integrantes del sistema capitalista. Se presentan y configuran ante el observador de los hechos económicos del capitalismo, como se presentaran y configuraran para Marx, luego de que, a través del análisis y de las operaciones de relación que ese análisis implicaba, alcanzara el sistema en el que la economía capitalista se encuadraba y disponía. La

«plusvalía» será el eslabón (antes de Marx no percibido) faltante, en el «análisis» incompleto, para el conocimiento de la realidad socioeconómica marxista.

3. Conclusión Es en el proceso de progresiva determinación de relaciones en lo que consiste la producción del conocimiento. Desde este punto de vista, el conocimiento no es conocimiento de cosas, ni de entidades, ni de seres junto a su esencia, como podría pretender la Metafísica, sino que el conocimiento es conocimiento de las relaciones que se tratan de descubrir, de aprehender y de representar mentalmente. Y son las representaciones así formadas las que constituyen el cuerpo de lo que entendemos por conocimiento en general, y de lo que también entendemos por ciencia en particular, toda vez que la ciencia no es más que aquella parte recortada, sistematizada y deliberadamente elaborada del conocimiento. Nos encontramos aquí con el corazón del problema del conocimiento. En la

Filosofía Clásica, es decir en la filosofía inspirada y fundamentada en la Metafísica, el problema del conocimiento se circunscribía a aprehender la esencia del objeto real, es decir a saber lo que son las notas que componen el objeto real, a pensar acerca del ser, a reflexionar sobre él, contando con que una cosa es (a) el saber del algo, y otra distinta es (b) el ser de algo, o, si se quiere, considerar que el ser y el pensar no son una y la misma cosa (Kant), o bien que, si lo son, el pensar tiene preminencia constitutiva sobre el ser (Hegel) Esto es lo que la palabra esencia estaría revelando, lo que implica la concepción de una realidad dispersa e inconexa, compartimentada en cosas, seres, o entidades (cada cual con su individualidad e identidad propia y exclusiva) que se determinan, caracterizan y afirman por su esencia respectiva.


16 Esta manera de concebir la realidad, y por ende de conocer, se encuentra en la base de toda la Filosofía Clásica. En vez de la unidad universal, entendida como la realidad concebida como un todo único, tanto en el espacio como en el tiempo (lo que constituye la posición dialéctica, que implica un universo en permanente transformación en un proceso de conjunto que arrastra su totalidad), la concepción metafísica se cimienta en aquellas partes o elementos individualizados y solamente exterior e inmutablemente conectados unos a otros, que se emparejan y suceden, pero que no se integran en conjuntos ni se transforman con ellos. Contrastando con esa manera de considerar la realidad y de conocerla, surge la dialéctica de Marx que: (a) de un lado trasunta la perspectiva de la unidad

universal tanto en el espacio, es decir en la interconexión, la relación y la integración conjunta de la totalidad de los aspectos de la realidad, como en el tiempo, esto es, en la incesante transformación de ese conjunto que antes que nada es proceso en continuo devenir; y (b) de otro lado el conocer consiste en (b.1.) aprehender progresivamente y describir esa unidad universal, lo que nos es dado a través de las relaciones que la componen y estructuran, y en (b.2.) hacerlo espacial y temporalmente. Es en una progresiva determinación de relaciones en lo que consiste la elaboración del conocimiento. El conocimiento no es, entonces, ya de cosas,

entidades, seres, ni esencias, como en la Filosofía Clásica en general ni en su Metafísica en particular. El conocimiento es de tales relaciones que se tratan de descubrir, de determinar y de representar mentalmente. Son las representaciones así formadas y elaboradas las que precisamente constituyen lo que entendemos por

conocimiento. La marcha del conocimiento (inclusive la ciencia propiamente dicha, que no es sino el conocimiento mejor sistematizado) consiste así en la elaboración de conceptos representativos de las relaciones determinadas y observadas en el seno de la realidad considerada, lo que se realiza por la articulación y conjugación, en totalidades y unidades de conjunto, de aspectos y situaciones anteriormente determinadas, luego debidamente conceptualizadas y así observables. Aspectos y situaciones relacionadas o sistematizadas en un conjunto, se presentarán ahora desde una nueva perspectiva. Veamos este proceso un poco más de cerca. Veamos la naturaleza de los conceptos referidos, conceptos que son representativos de las relaciones determinadas y observadas en el seno de la realidad considerada. Hay dos maneras


17 de explicar la formación del conocimiento: (a) por una parte, tales relaciones que se estructuran e integran en sistemas de conjunto, van a constituir «la síntesis de

múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso» [20] Valiéndose de la terminología filosófica clásica, puntualmente del término «concepto» y del término

«concreto», Marx concibe a tales sistemas relacionales como hechos mentales que son «concretos mentales» representativos de hechos reales que son «concretos

reales», y caracteriza la situación diciendo que «[lo concreto] aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida» Esto significa que lo concreto, que constituye una forma de la realidad considerada en conjunto como una unidad, se alcanzó por el pensamiento, y en él se representó mediante un proceso de síntesis que constituye la integración de una relación que resulta en una unidad consecuente que se sigue de la diversidad. Así, «la representación plena es volatilizada en una

determinación abstracta» dispersa en las relaciones que la constituyen y estructuran; y (b) por otra parte, «las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de

lo concreto por el camino del pensamiento» En el primer caso, nos colocamos en la perspectiva del conocimiento ya elaborado e incluido en el pensamiento, que es el concepto representativo de un aspecto de la realidad concebida como concreto real resultante del proceso de síntesis efectuado por la integración de relaciones. En el otro caso, estamos en la perspectiva contraria, en la del proceso de síntesis en operación que va a culminar en la reproducción y representación mental concebida como concreto pensado de lo concreto real, según Marx, para quien estas fueron las circunstancias que llevaron a Hegel a caer en «la ilusión de concebir lo real como

resultado del pensamiento que, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual» Contrastando aquella posición idealista absoluta de Hegel con su «materialismo

dialéctico», Marx da cuenta de su manera de ver el proceso de formación del conocimiento diciendo que, «a la conciencia, para la cual el pensamiento conceptivo es el hombre real y, por consiguiente, el mundo pensado es como tal la única realidad –y la conciencia filosófica está determinada de este modo-, el movimiento de las categorías se le aparece como el verdadero acto de producción (el cual, aunque sea molesto reconocerlo, recibe únicamente un impulso del exterior) cuyo

[20] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 18571858, op. cit., Tomo 1, p. 21.


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resultado es el mundo; esto es exacto en la medida en que –pero aquí tenemos de nuevo una tautología- la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento, es in fact [en los hechos] un producto del pensamiento y de la concepción, pero de ninguna manera es un producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la intuición y de la representación, sino que, por el contrario, es un producto del trabajo de elaboración que transforma intuiciones y representaciones en conceptos. El todo, tal como aparece en la mente como todo del pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo posible» [21] En síntesis, el conocimiento es elaborado («producido» dice Marx) representando mentalmente mediante relaciones que están presentes en la realidad y que, de allí, son aprehendidas por el pensamiento mediante percepción e intuición y a través del proceso de operaciones de relación. Se trata de operaciones que irán integrando, en el pensamiento, las diferentes circunstancias observadas en los aspectos de la realidad desde una perspectiva de conjuntos más o menos amplia y comprensiva, lo que corresponde a la unidad en la diversidad y, de esa forma, tales conjuntos se traducirán y representarán, mediante conceptos, en la esfera mental del individuo pensante, lo que corresponde a lo «concreto pensado»

10. Bibliografía consultada 10.1. Fuentes primarias Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, Santiago Rueda Editores, 2005. Marx, Karl H.; El Capital, Siglo XXI Editores, México, 1987. Marx, Karl y Hobsbawm, Eric; Formaciones económicas precapitalistas, (traducción de M. N. y Miguel Murnis), Ediciones Pasado y Presente, Córdoba, Argentina, 1971. Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, Siglo XXI Editores, México, 2002.

10.2. Fuentes secundarias Althusser, Louis; La revolución teórica de Marx, (traducción de Marta Harnecker), Siglo XXI Editores, México, 1990.

[21] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 18571858, op. cit., Tomo 1, p. 22.


19 Bottomore, Tom y Nisbet, Robert (compiladores); Historia del análisis sociológico (traducción de Leandro Wolfson, Lidia Espinosa, y Ariel Bignami), Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina, 1988. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, Editorial Herder S.A., Barcelona, España, 1996. Dussel, Enrique D.; El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, Siglo XXI Editores, México, 1990.

Algunas consideraciones sobre las concepciones epistemológicas de Marx, en Revista de Filosofía y Teoría Política, nros. 31 y 32, Karczmarczyk,

Pedro;

Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1996. Màrkus, György; Marxismo y «Antropología» (traducción de Manuel Sacristán), Grijalbo, Barcelona, España, 1974.


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