Pรกg. 1
Pág. 2
«Los Derechos Humanos en un Mundo de solo Inmanencias» Enrique García (unlp) [I] – Abstract: La inmanencia es la característica de todo aquello que se sitúa en el interior del mundo o dentro del límite de la experiencia humana. Cuando la inmanencia se opone explícitamente a la trascendencia, se consiente que no existe un orden de cosas que esté por encima de lo que se denomina «universo» Lo que venimos a presentar en esta monografía, que hemos titulado ¿Derechos humanos en un mundo de sólo inmanencias?, traza algunos aspectos que se siguen de la «hermenéutica» que trasunta la gravitación que adquiere el «conocimiento sin fundamentos», y que Richard Rorty despliega en su artículo Derechos humanos, racionalidad y sentimentalismo ¿Es, de veras, utópica la pretensión de pureza de la razón?; ¿es inaceptable concebir un mundo creado por un primero absoluto trascendente?; ¿es factible un mundo de sólo inmanencias, es decir un mundo sin substratos, ni esencias?; ¿se puede, de veras, vivir sin buscar un fundamento?; ¿es criticable la postura de Rorty si se tiene en consideración la intercurrencia filosófica de un mundo para sentir, que sobreviene a un mundo para pensar? A intentar despejar estos, y otros interrogantes similares, dedicaremos estas páginas inspiradas en el advenimiento de la «era postmetafísica» del que se siguieron numerosas querellas que dividieron el pensamiento finisecular del siglo XX.
[II] – No solo inmanencias: ¿Es, de veras, utópica la pretensión de pureza de la razón?; ¿es inaceptable concebir un mundo creado por un primero absoluto trascendente?; ¿es factible un mundo de sólo inmanencias, es decir un mundo sin substratos, ni esencias?; ¿se puede, de veras, vivir sin buscar un fundamento?; ¿es criticable la postura de Rorty si se tiene en consideración la intercurrencia filosófica de un mundo para sentir, que sobreviene a un mundo para pensar? Saber –dice Heidegger- consiste en enterarse de un asunto y sus circunstancias. Con él «dominamos» las cosas, las «tenemos» Pensar, entonces, podría concebirse como una manera de atender a lo esencial. Un saber esencial se dirigirá al ente en su fundamento. En su ser. No lo sobrepasaría, ni lo excedería, ni lo arrollaría en su objetivización, como podría hacerlo la ciencia u otra clase de saber que no retrocediera ante el ser. Vemos y percibimos esencialmente al saber cómo algo completamente diferente del proceder del saber no esencial que puede entreverse como una «inmiscusión», como una manera de atender propiamente a lo técnico práctico del ente, sobrepasándolo, excediéndolo, arrollándolo en su estructura compositiva [1]
Pág. 3
¿Se puede, de veras, vivir sin buscar un fundamento? Dice Heidegger que «la proposición del fundamento reza: Nihil est sine ratione. Se traduce: nada es sin fundamento. Cabe transcribir lo que la proposición enuncia de la forma siguiente: todo, es decir, toda suerte de cosas que, de algún modo, sean, tiene un fundamento. Omne enshabet rationem. Aquello que cada vez es efectivamente real tiene un fundamento de su realidad efectiva. Aquello que cada vez es posible tiene un fundamento de su posibilidad. Aquello que cada vez es necesario tiene un fundamento de su necesidad. Nada es sin fundamento» [2] Tal vez la mayor crítica que podríamos inferirle al pragmatismo postmoderno de Rorty, estriba en la ausencia esencialista: en la relación azarosa, contingente, que proyecta un nominalismo altamente metafísico; en la caída del individuo en la intemperie metafísica, en el relativismo relacional, en la singularidad, y en la esperanza vana. Solía decir Poincaré (1854-1912) que «la vida es una luz que brilla entre dos oscuridades» En El mito de Sísifo, Albert Camus (1913-1960) nos habla de la absurdidad desesperanzada envuelta en un periplo vitalicio sin fundamento. El hombre expuesto a la intemperie metafísica, ¿qué es?: ¿la libre gratuidad de Sartre (1905-1980)? Por otra parte, ¿cómo anular las inevitables pulsiones destructivas del hombre, si vistas como fuerzas inconmensurables que no conocen apaciguamiento, como fuerzas inmanentes, limítrofes, equidistantes del cuerpo tanto como del alma? ¿No es necesaria aquí, la acción regulativa de la razón que propiciaba Kant o, más precisa y eficazmente la vía de Hume ¿No habría establecido Rorty un cambio conceptual con el pasaje de la Filosofía (con mayúscula) a la filosofía (con minúscula) Cambio que bien pudo merecer el nombre de «Sociosofía», híbrido entre Filosofía y Sociología cuyo estatuto radica en el saber de las relaciones sociales, que difiere del estatuto de la Filosofía? Al igual que Agamben (1942-), preferiríamos una concepción medieval y cristiana de la singularidad, según la cual existir como posibilidad o potencia exige que un individuo coopere con otros y, cuando compone con ellos una singularidad, entonces aumenta su potencia o sus posibilidades [3] Siendo así, allí donde el ser de las cosas, es su praxis [4], se proyecta un marco de trascendentalidad donde el ser de las cosas, es su teoría, es decir sus fundamentos, substratos y esencias. La escisión que formula Rorty, la absolución respecto de las esencias, ¿no es ya una visión de alto voltaje metafísico? Si la verdad se hace, y no se describe, como cree Rorty, ¿qué nueva verdad ha establecido él si la vinculó con los hechos cuya interpretación debe presentar? No hay acontecimiento sino que lo que hay es la mera interpretación de ellos. Son, según nosotros, tal como lo suscribiría William James, meros nuevos nombres para viejos modos de pensar. El de Rorty, desde esta perspectiva, después del de Marx, parece ser el sistema filosófico más metafísico conocido.
[III] – El Aporte de la Filosofía del Giro Lingüístico: Sin embargo, y pese a todo lo dicho, no habría por qué reprocharle a la filosofía, ni tampoco a la metafísica, haber propuesto la «única Descripción Correcta», como dice Rorty, «a partir de la cual habría condenado a todas las demás» [5] Es que, en principio, la filosofía nunca
Pág. 4
se habría propuesto describir nada, ni inventar metáforas atractivas para seducir, ni para imponer una visión oficial del mundo. Tal vez debido a ello, en los últimos años hayan aparecido una serie de libros que preguntan ¿Qué es la filosofía¿ Por ejemplo, el libro homónimo de Deleuze (19251975) y Guattari (1930-1992), o el De la problématologie, de Michel Meyer (1950-) Sin embargo, ya Alain Badiou (1905-1996) había publicado su Manifiesto por la filosofía, donde discute las tesis del giro lingüístico En todas estas obras comienza a vislumbrarse la idea de que la filosofía debe romper con el giro lingüístico para poder proseguir con su tareas especifica [6] El viejo dilema doxa/episteme que las filosofías del giro pretendían disolver, hoy se reformularía así: ¿existe un pensamiento que pueda sustraerse a la comunicación y al consenso? La filosofía, para Deleuze y Guattari, crea conceptos que no son proposiciones del discurso, para Michel Meyer, plantea problemas que nada tienen que ver con algún tipo de estructura proposicional; y para Badiou piensa acontecimientos innombrables por la comunicación o el consenso de una época. De tal suerte, «la inflación de imágenes y de comunicaciones que caracteriza nuestra cultura se llevan bastante mal con ese pensamiento sin imágenes e ilustraciones, poco amigo de la comunicación o el consenso que fue, desde siempre, la filosofía» [7] No se trata de maldecir esas tendencias sociales y culturales tachándolas de «flagelo que azota a nuestra mundo», sino de aceptar una dimensión diferente de un pensamiento que solamente puede plegarse a las exigencias de comunicación y a la «conversación democrática universal» al costo de renunciar a sí mismo. Es más, «alguien como Badiou diría que estos problemas son el suelo en donde crece la filosofía» [8]
[IV]- Conclusión: La filosofía actual permite distinguir dos tendencias claras y netas: por una parte, (a), una tendencia hegemónica representada por la filosofía del giro lingüístico, que considera que la «era metafísica» ha tocado a su fin y le concede aquel título a toda la filosofía finisecular del siglo XX que propicia la crítica lógica, deconstructiva y hermenéutica de los lenguajes sociales; y, por otra parte, (b), una tendencia representada por quienes no se identifican con la propuesta precedente, y que constituyen un grupo heterogéneo difícil de identificar. Rorty ha soslayado el denominador común que parece emparentar a (a) con (b): la necesidad de seguir haciendo lo que la filosofía, se llame metafísica o no, ha hecho siempre con una sistematicidad que resulta insoslayable. Así, «crear conceptos, formular problemas, o construir sistemas» [9], sea que se ponga en cuestión la razón, o sea que se ponga en cuestión el giro lingüístico, exige la convivencia contemporánea de la diversidad de mundos que el mismo mundo contiene: el mundo de lo pensado como el ser de las cosas en su teoría (filosofía metafísica) y el mundo de lo sentido como el ser de las cosas en su praxis (filosofía del giro lingüístico).
[V]- Fuentes Consultadas:
Pág. 5
[A] - Primarias Rorty, Richard, (1996); Consecuencias del pragmatismo (traducción de José Miguel Esteban Cloquell), Editorial Tecnos S.A., Madrid. Disponible en Internet: http://www.scribd.com/doc/7393689/Rorty-Richard-Consecuencias-Del-Pragmatismo-Cap-12 Rorty, Richard, (1991); Contingencia, ironía, y solidaridad, Ediciones Paidós Ibérica S.A., Barcelona. Rorty, Richard, (1990); El giro lingüístico, Ediciones Paidós Ibérica S.A., Barcelona. Rorty, Richard, (1997); ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. Rorty, Richard, (1993); Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos. Escritos filosóficos 2 (trad. de Jorge Vigil Rubio), Ediciones Paidós Ibérica S.A., Barcelona. Rorty, Richard, (1996); Objetividad, relativismo y verdad. Escritos filosóficos 1 (trad. de Jorge Vigil Rubio), Ediciones Paidós Ibérica S.A., Barcelona. Rorty, Richard, (2000); Verdad y Progreso. Estudios filosóficos 3 (trad. de ángel Manuel Faerna García Bermejeo), Ediciones Paidós Ibérica S.A., Barcelona.
[B] - Secundarias Darós, W. R., (2001), La propuesta filosófica de Richard Rorty. Daimon. Revista de Filosofía, nº 23, 95-121. Disponible en Internet: http://revistas.um.es/index.php/daimon/article/view/11701 Hume, David, (1945); Investigación sobre la moral (trad. de Juan Adolfo Vázquez), Editorial Losada, Buenos aires. Hume, David, (2001); Tratado de la naturaleza humana. Ensayo para introducir el método del razonamiento experimental en los asuntos morales (trad. Vicente Viqueira), Libro II, Parte III, Sección III: De los motivos que influyen la voluntad, Servicio de Publicaciones, Diputación de Albacete, Libros en la Red, España. Edición electrónica disponible en Internet: www.dipualba.es/publicaciones Palti, Elías José, (1998); Giro lingüístico e historia intelectual, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal.
Pág. 6
Panea Márquez; José Manuel, (2000); ¿Una ética sin obligaciones universales? Rorty y los derechos humanos, Revista Isegoría nº 22, Universidad de Sevilla, España, p. 1. Disponible en Internet : http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/528/528 Rabossi, Eduardo, (1990); «La teoría de los derechos humanos naturalizada», Revista nº 5 del Centro de Estudios Constitucionales,Buenos Aires. Disponible en Internet: http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/Revistas/15/RCEC_05_157.pdf Scavino, Dardo, (2007); La filosofía actual. Pensar sin certezas; Paidós S.A.I.C.F.; Buenos Aires. [1] Heidegger, Martin, (2005); Parmenides, Ediciones Alkar, Madrid, p. 8 [2] Heidegger, Martin, (1991); La proposición del fundamento (trad. de Félix Duque y Jorge Pérez de Tuleda), Ediciones del Serbal, Barcelona, 183-200. Disponible en Internet: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/der_satz_vom_grund.htm [3] Agamben, Giorgio, (1996); La comunidad que viene (traducción de José L. Villacañas y Claudio La Rocca), PRE-TEXTOS (S.G.E.), Valencia, p. 17 y ss. Disponible en Internet: http://www.scribd.com/doc/6782103/Giorgio-AgambenLa-Comunidad-Que-Viene [4] Scavino, Dardo, (2007); La filosofía actual. Pensar sin certezas; op. cit., p. 118. [5] Ibíd., p. 236. [6] Ibíd., p. 237. [7] Ibíd. [8] Ibíd., p. 238. [9] Ibíd., pp. 238 y 239.
Pรกg. 7