Enrique García: «La Certeza Hecha Pedazos»

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|1| Enrique GarcĂ­a

APOLOGIA

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A mi esposa, a mi hija, a mi nieta, a mi yerno, y a todos aquellos que me señalaron el camino de la luz. Enrique García

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Índice

I-

Diálogos

II-

Dudas

III-

Sentencias

IV-

Preguntas

V-

Respuestas

VI-

Causas

VII-

Efectos

VIII- Aforismos IX-

Personas y personajes

X-

Cosas cósicas

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Prólogo abstruso

[LO QUE VALE LA PENA] Hay un punto en donde el mundo es una selva. Nadie se compromete, ni se hace responsable por sus errores. Ni siquiera se preguntan si algo tienen que ver en la respuesta del otro. Lo único que podemos hacer es corrernos en la medida de lo posible, y rodearnos de aquellas personas que valen la pena. Mariela Evangelina García

Malpensar es una actitud tan venturosa como desgraciada es. La Certeza hecha pedazos, supone recorrer una derrota permanente que crea posibilidades infinitas. El sentido arquitecturante del deseo es infinito. La vida humana, las cosas, y las no-cosas, son como una medicina de lo que falta y no está. La carenciación es pues nuestro signo. Aquello que deseamos y que proyectamos desde la plataforma de un hoy, lanzando nuestras sospechadas pretensiones futuras, con la esperanza de desplegarlas para cancelar la angustia de no ser, de no saber, de no tener, de no poder, de no querer y, sin embargo, alcanzar algún sentido espiritual precursor de la

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|8| Enrique García felicidad que significa el amor, entendido como búsqueda de una respuesta. Lo sacro, entonces, habrá sucedido porque ha sido pergeñado para la instancia mundanizada. mediante la frecuente visión del ser como carencia del ser que no es, que no sabe, que no puede, que no tiene, que no debe, que no quiere. Lacan define al amor diciendo que «el amor es dar lo que no se tiene a quien no es», lo que supone una carencia actual que se proyecta diferido sólo como una manera incesante de ir siendo. Desde esta perspectiva esperanzada de búsqueda de continencias que angustian en lo faltante, también empujan, animan, y anidan en el hombre. Como una cadena asociativa, como se asocian las cuentas de un rosario, bajo el orden de un hilo conductor hoy inexistente, cifra el hombre su destino y perfila su esperanza en un mañana que hay que construir. A partir de la carencia del no ser en el que despunta el ir siendo y teniendo continuo, se prefigura lo intotalidad de lo no-uno que significa ausencia en la instancia y la estancia de la inmanencia existencial. A imagen y semejanza, dice la Escritura, aún más allá, en los dominios del no-otro que significa ausencia de todo absoluto. Esta idea puede iluminar temas tan diversos como el deseo, como la voluntad de poder, de querer, de tener o de saber. Se trata de la cancelación de la carenciación, de la angustia que puede caer a los pies del amor entendido como búsqueda de una graciosa respuesta gratificante. como la felicidad. Asaz el sentido de la vida, como la trascendencia, y como tantos otras tópicas que tienen el valor de hacer pensar en inexistencias propiciantes, mejor dicho en la existencia de lo inexistente,

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|9| Enrique García en carencias o ausencias y faltantes que se explican bajo el prisma de la desocultación del deseo, de la angustia que el deseo provoca, de la voluntad de poder asociada, de acertar la felicidad. En suma, se trata de acercar la idea de la espiritualidad de la que bien poco se sabe. No está cercana la felicidad, pero se la busca allí donde en el recinto del mero Absoluto trascendental. Se la busca allí dende todo es como es arriba es abajo, se la busca también allí donde cobra un alto valor el triunfo del sentido de la inexistencia. Miguel Ángel solía decir que sus esculturas no constituían formas pro-puestas, sino figuras que la piedra atesoraba en su inherencia interna. Es ese un buen recurso dialéctico, una lógica de pensamiento más rica que explica que el mundo no es, que nosotros no somos, y que todo es eso que constituye un ser que no es, pero que va siendo, y que lo que no se tiene se va teniendo. Al pensar de otro modo, al embarcarnos en la tarea de (des) venturar el malpensar de la certeza hecha pedazos, nos alzamos como un cocreador, como un cómplice de una obra que también está incompleta, pero que se pergeña dentro de un esquema concebido como perfectamente imperfecto. Es decir que, en resumen, todo se construye desde una inexistencia propiciatoria lanzada al infinito con el nombre de carenciación del absoluto

inmanente La posibilidad de llenar el vacío propiciatorio que exige una respuesta que le dé sentido a la enorme cantidad de signos que conforman el mundo y que no son sino el espejo que refleja la proyección significativa del alma del hombre y, al revés, del mundo que se presenta ante los

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| 10 | Enrique García ojos del hombre que lo sentifica por haberlo identificado en esa multitud desordenada de signos sintomatizados. De tal suerte, entendemos que, si bien nadie puede ir al más allá sin antes pasar por el más acá, tampoco es posible pensar el más acá sin pensar el más allá, que son dos de las carencias más grandiosas dentro de la mundanal

certeza hecha pedazos.

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Más allá del más acá

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| 12 | Enrique García A Sócrates, también le pasó. Hace algunos años, murió un famoso filósofo italiano, por ir barajando ideas mientras cruzaba la calle. Esto no ha sido para nada infrecuente en el mundillo del pensamiento. Le pasó a Thales de Mileto que, por distraído, cayó a un pozo. Creo que también le pasó a Gaudí, quien también por andar un poco atarantado fue atropellado por un tranvía cuando justamente estaba construyéndose La Sagrada Familia. Nadie sospechó que ese aparente enigmático menesteroso era el gran Gaudí, el más grande arquitecto catalán. Hablando de muertes extrañas, una de las que más me ha sorprendido ha sido la del gran poeta alemán Rainer María Rilke, que murió mientras juntaba unas cuantas rosas para su amada, y le dio tétanos. La muerte atormentaba a Unamuno el de El sentimiento trágico de la vida que evocaba la eternidad. Chaikovski se procuró una muerte todavía más dolorosa, bebió de un vaso con arsénico. José ingenieros, el de Las fuerzas morales, el de El Hombre mediocre también, inauguró la modernidad pegándose un balazo, y Leopoldo Lugones, el de la desesperación erótica, se entrevistó con la muerte en un solitario reducto del Delta. Ignacio Corsini, el de La pulpera de Santa Lucía, se ahogó en un charco de no más de 20 centímetros de profundidad. Bioy Casares eternizó la figura de Faustine, probablemente negada a la bendición de concederse de cuerpo presente, a eternizada por Morel, que la metió en su eternoretornógrafo. Borges nos ha informado que, en La otra muerte, hay tránsitos que nos marcan hundiendo nuestra dignidad. Por eso le proporcionó una nueva muerte literaria más prestigiosa a Don Pedro Damiano, cuya

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| 13 | Enrique García trayectoria aparece en la historia de la filosofía, nada menos que pegándole un golpe de efecto inicial al principio de no contradicción y a la reversibilidad del tiempo. Umberto Eco tematizó la muerte en El nombre de la rosa, cuya obra escribió mientras se pavoneaba con una conquista femenina que luego lo abandonaría intempestivamente, portándose los manuscritos preliminares de aquel fantástico logro cinematográfico y literario. Por suerte, la intervención de esta «noble» mujer, posibilitó una obra muy significativa que es menester examinar como pasaje hacia la modernidad: «solamente porque nos habitaron unas cuantas ideas que apenas estaban encerradas en nuestra cabeza» Ideas que durante el medioevo dijeron que nos las donaba gentilmente «El Creador» Como se ve, parece que una palabra como la palabra «muerte» podría señalar el camino propicio para escribir artículos que luego algún descabellado caballero descabezado publicaría como una profunda reflexión imprescindible. En síntesis, estar lejano, un poco lejano, bastante lejano, muy lejano, quiso significar ensayar la muerte en cabeza ajena. Y hablando de lejanías, cuenta la historia que hubo uno que se fue tan lejos que nunca más volvió, y sin embargo permanece como quien permanece como presencia de la ausencia. Creo que lo llamaron Jesús, quien por haber cometido varios desatinos milagrosos que fueron prefigurados de antemano, fue clavado en una cruz y coronado de espinas y otras cosas menudas. Esta historia, como se sabe, es mera sagrada literatura. Está escrita en un antiguo, voluminoso y enigmático libro que hemos

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| 14 | Enrique García olvidado sobre el que juran los que no van a cumplir, y que no recordamos por aquello del más allá del más acá que nunca ha de llegar.

Punto y coma Señores de la academia, os recomiendo que eliminéis el punto en nuestra morfología ortográfica de la escritura. Apliquemos el criterio de la presencia de la ausencia. Si el punto representa alguna pausa mayor, bien podría estar ausente, ya que la mayúscula estaría determinando esa presencia antecesora ausente y, en el caso de que se tratara de un nombre propio, que por fuerza propia mayúsculiza al inicio vocabular, podría quedar al arbitrio del lector y, por ende, del escritor, interpretar esas cisuras de circunstancia, y suponer si acaso faltara allí un punto o, en realidad, habría de corresponder una continuidad mayúsculizada. Sólo se presentaría un inconveniente a la hora de querer saber si la pausa introducida es corta o prolongada, elegir si cabría «leer» una coma, un punto y coma, un punto, dos puntos, comillas, o puntos suspensivos. Es hora de renovar el lenguaje escrito, hacerlo más divertido y flexible, ya que el lenguaje encierra una gran certeza hecha pedazos, porque si no va a perder su riqueza y su carácter dinámico. Ya sabemos lo que ocurre con el lenguaje inclusivo que, en vez de suponer una economía interpretativa, supone un tremendo costo incremental a la hora de tener que discriminar detalladamente la especie del género. Espero que sepáis que lo que abunda daña. Bueno, os dejo la inquietud. Hay cosas que se supone podrían cambiarse. De

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| 15 | Enrique García la misma manera podría operarse con los acentos, bueno, con las tildes. ¿Qué sentido tiene escribir con o sin tildes?, pues las más de las veces, uno tiene que utilizar la palabra escrita o leída con independencia de la expresión material de la voz. Señores de la academia, no sé quién hubo dicho alguna vez «renovarse o morir» Bueno disculpadme, ¡vosotros estáis muriendo!

Del mundo abstruso Dice Umberto Eco que, lo feo contribuye al orden. Citándolo a San Agustín en Acerca del orden, IV, 1213, se expide con un largo párrafo. Dice que uno suele preguntarse si hay algo más tétrico que un verdugo, si hay algo más feroz y cruel que ese espíritu. Parece que el verdugo ocupa un lugar necesario y forma parte del orden de un estado que se precia de estar bien gobernado. Esas partes deformes ocupando su puesto, han dejado el lugar mejor a las partes mejores. Los poetas han utilizado lo que llaman «solecismos» y «barbarismos»; han preferido, cambiando los nombres, llamarlos «figuras» y «transformaciones», en vez de evitarlos como si se tratara de errores evidentes. «Pues bien, quítalos de las poesías, y

notaremos la falta de suavísimas atenuaciones. Reúne muchos en una sola composición, y me causará irritación porque todo será relamido, pedante y afectado» El orden, es el orden, hay un orden que los rige y los modera, un orden que no soportará que haya demasiado desorden ni que esté en todas partes. Dios es lo mismo en los espirituales que en los corporales. Entre todos estos bienes, no obstante, los que

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| 16 | Enrique García son pequeños, en comparación con los más grandes, son llamados con nombres contrarios: por ejemplo, comparada con la complexión humana, que posee una belleza mayor, la belleza del simio es llamada «deformidad» La cuestión es de grado, e intensidad. De este modo es como se engaña a los incautos, como si aquello fuese un bien y esto un mal. No se captan, en el cuerpo del simio, el modo propio, la correspondencia simétrica de los miembros, la cohesión de las partes, la protección de la incolumidad, y otros aspectos que sería demasiado largo tratar. «También un simio posee el bien de la belleza, aunque en un grado inferior» Así se habla de luminoso y oscuro como de dos contrarios: sin embargo, también lo que es oscuro tiene cierta luz; si carece totalmente de ella, entonces son las tinieblas en cuanto ausencia de luz, como el silencio es ausencia de sonido. No obstante, también estas carencias de las cosas forman parte del orden general de la naturaleza, hasta el punto de ocupar un lugar propio no desdeñable en la consideración de los sabios. En realidad, Dios, al no iluminar determinados lugares y tiempos, ha hecho las tinieblas de manera conveniente, del mismo modo que los días. Por otra parte, si nosotros, al retener el sonido, intercalamos, en el discurso, un silencio conveniente, cuanto más él, como artífice perfecto de todas las cosas, producirá, de modo conveniente, carencias en algunas de ellas. «Ninguna naturaleza, por tanto, es mala en cuanto naturaleza» Lo malo es la certeza. Lo que es, es en cuanto es. En este mundo en cuestión, deforme, empobrecido, o empequeñecido por la miseria humana, en este mundo signado por el malhumor crónico, exorbitante

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| 17 | Enrique García e irreversible, un poco de buen sentido del humor, bien puede convertirse en un signo de inteligencia emocional incomparable. Esta es la hora, entonces. La hora en la que Jekill se convierte en Mr. Hyde y, juntos, vampirizan el conocimiento. Esta es la hora en la que un maestro de la palabra escribe en papeles rústicos con olor a tinta, el mañana de un hoy que ya no es. Esta es la hora en la que no queremos estar sostenidos ni por los camaradas de la agnosia ni por los conmilitones de la afasia. Esta es la hora en la que deseamos alcanzar aquella ilusión, que no nos desilusione. Esta es la hora de la inminencia del día menos pensado. Esta es la hora de la verdad. Esta es la hora del horror y del éxtasis. Esta es la hora en la que se espera encontrar al amor en el vértice puntiagudo de la invisibilidad interior. Esta es la hora del amor universal, como el amor a los otros, y como el amor a nosotros, los otros de los otros. Esta es la hora en la cual no todo lo malo es tan malo, y tiene un costado bueno; ni todo lo que es no siempre es, y tiene un costado que no es. Esta es la hora de la visión de la otra cara de la luna. Esta es la hora de la doble visión en la que confluyen en una misma y única cosa el horror y el espanto con el paroxismo y el éxtasis. Lo sublime y lo abyecto. Esta es la hora en la que componemos máscaras con nuestro propio rostro, o cubriéndolo con una máscara superpuesta sobre otra máscara peor. Esta es la hora en la que el mundo puede volver a ser un baile de máscaras venecianas. Esta es la hora del enmascaramiento ínfimo, aunque infinito. Esta es la hora del enmascaramiento máximo. Esta es la hora de la carencia

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| 18 | Enrique García cuyo tic tac resuena en el reloj de la carencia que mide, el momento de la carencia, el segundo de la carencia, el minuto de la carencia, el día de la carencia: el día de la carencia es el día menos pensado. Hay tantas horas como inquietudes hay en el hombre. Al compás del permanente girar de las agujas de aquel reloj, también acaecen hechos. «Esta es la hora» oficia como un recurso literario para reflejar algunas circunstancias del hombre, pero no ya mirando la parte visible, si no ya la cara oculta de la luna, a veces con ironía, a veces con humor, a veces con una enorme carga de dramatismo, a veces con una carga de angusfixiante dolor. Conviene pensar, y repensar el simulacro y la realidad de esta hora según las palabras de Nekrassov: «Cuando el

ardor de mi palabra retiró del abismo del error a tu alma que yacía contra el fondo; cuanto tú, que sufrías, maldijiste, haciéndote los dedos, el vicio que te había fascinado; y cuando en soledad diste la espalda y ocultaste tu rostro, llena de horror y de vergüenza lloraste» Pretendemos alguna certeza hecha pedazos para poder desentrañar y poner en acto una propia hermenéutica, una propia interpretación donde la idea general, sea pensar… y hacer pensar. En definitiva, somos promesa, devenir, carencia, y deseo. Y porque tenemos carencia in-constante, porque se nos da en cuotas crecientes, porque somos incompletos, insatisfechos y esperanzados, porque nos guía el deseo, porque somos la promesa, y la inminencia de la víspera. Tenemos que reflexionar sin olvidar que te mata el que te rescata, que, para poder vivir, hay que saber morir un poco, y que te condena el que te libera, es decir mudamos y mutamos de

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| 19 | Enrique García carencia, vivimos de carencia en carencia… y también de carencia morimos con las esperanzas de hallar un nuevo Dios a la vista.

El ausente aroma de la alteridad El hombre era mucho menos que sus circunstancias. Los niños eran muy diestros en el manejo de la tecnología. Por tanto, no hubo que acelerárles su natural desarrollo, pero como el mundo marchaba hacia la digitalización, hacía la distancia y la lejanía, ya no supimos qué hacer para frenar y qué para acelerar en ellos. El presente de hoy es un presente muy extraño. Está fundado en una especie de permanencia del cambio y en la trascendencia de un humanismo atípico, bastante purificado del humanismo sólo biológico. De esa manera tuvimos que pensar que todo lo que trnía que ver con el hombre iba a cambiar en poco menos de una década. Por eso la invitación consistía en reflexionar sobre el mundo que venía y las circunstancias del hombre. Las circunstancias iban a ir desplazando al hombre. ¡I-ma-gi-né-mo-nos! Esa esa era la hora en la que compondríamos máscaras con nuestro propio rostro, o cubriéndolo con una máscara superpuesta sobre otra máscara peor. Esa era la hora en la que el mundo podría volver a ser un baile de máscaras venecianas.

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| 20 | Enrique García Esa era la hora del enmascaramiento ínfimo, aunque infinito. Esta es la hora del enmascaramiento máximo y total, pero propiciatorio. Esa es la hora de la carencia cuyo tic tac resonaba en el reloj de la carenciación que medía el momento de la carencia, el segundo de la carencia, el minuto de la carencia, el día de la carencia del día menos pensado. Hubo tantas horas como inquietudes hubo, al compás del permanente girar de las agujas de aquel reloj, dónde también acaecieron hechos. «Esa era la hora» oficiaba como un recurso literario que servía para reflejar las circunstancias en la cara oculta de la luna. En la máscara compuesta en tu propio rostro, cubierto con una máscara superpuesta sobre otra máscara peor, estaba asentado el tiempo de la ironía, a veces del humor, a veces del dolor inaguantable y del amor, también. Las cosas siempre estuvieron allí, metidas en el mismo aroma del tiempo sin procastinacion. Volvímos a leer algunos viejos fragmentos. Creíamos que allí estaba la epifanía dormida en el Paradigma del cansancio. El cansancio pudo ser visto como una carencia que empujaba el infinito. Seguramente advertíamos el cansancio y, por lo tanto, pergeniamos un abandono. Abandono era otra carencia. A Partir de allí vivíamos de abandono en abandono. El Paradigma del abandono junto al Paradigma - La Certeza Hecha Pedazos -


| 21 | Enrique García de la carencia son precuelas del Paradigma del cansancio. El nuevo relato podía titularse como Historia de un nuevo paradigma. Cada uno de los capítulos de una trayectoria vital podría titularse como Paradigmas x, y. Supusimos que iba a costar la cuestión del Paradigma de adaptación, pero es lo que se trasunta en la pérdida de la significación del sentido de la otredad. Supongamos que uno se buscaba a sí mismo a través de otro. A través de la conquista de otros, merced a la pérdida de otros. Los otros bien pudieron ser nuestra ciudad natal, las sucesivas ciudades donde habitábamos, los seres que abandonábamos y, en definitiva el abandono de sí mismo y la reconquista de ello. Uno de los capítulos podría titularse Paradigma del abando. Hay un paradigma extraño en esto de la sociedad del cansancio, que está basada en el Paradigma de la inoculación o mejor dicho en el Paradigma de la inmunización. Uno debería inmunizarse contra la pérdida de la alteridad, porque ello supone un ensimismamiento intolerable en una sociedad de otros y de otros de ottos. A veces el otro es uno mismo en otro tiempo o bien es uno mismo en otro lugar. Ese Paradigma temporal nos informa acerca de la relatividad vertical del tiempo y los sucesos. Lo mismo sucede con el Paradigma espacial. El Paradigma de la circunstancia ha reemplazado al paradigma de la Esencia referenciada como Paradigma de la otredad.

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| 22 | Enrique García Esta es la crítica que pudo realizarse en el capitalismo como ideología de la negación de lo negado en el Paradigma de la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, precular de la enajenación marxista. Eso era lo que había que inmunizar, inoculándole un nuevo Paradigma soteriológico de rescate y salvación. Yo creo que bajo este patrón de razonamiento pudimos encontrar la solución de nuestro próximo bastante avanzado Paradigma de transición, que juega como hilo conductor de conexidad. Por supuesto el contexto de la negatividad negatriz estaba implicado en esa especie de disparate desconcertante. Pero como sabemos, incluso los relatos científicos respondirton siempre al Paradigma del cambio y de la suerte hecha pedazos. No es precisamente la cosa cambiada la que cobró vigencia, sino el juicio de la comunidad científica toda que si aceptaba el engaño presunto, también permeaba la posibilidad del Paradigma de falsación, aún en las ciencias más duras mal llamadas exactas. La idea consiste en seguir creyendo en la posibilidad de ahora El cansancio es una de las formas de la carencia. Según el Paradigma de la carencia, vívir es no conseguir en el pensamiento de Fernando Pessoa. La solución del poder tiene su propia imposibilidad. Por lo tanto lo que debía favorecer una equilibración del deseo de carecer, se transforma en un resultado patológico por imposibilidad del poder de poder. Mezclando las cartas filosóficas, podemos introducir el

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| 23 | Enrique García pensamiento de Nietzsche, para quien el poder es simplemente el poder de querer. El mundo avisa. Los estados confusionales de las sociedades del siglo XX, de la presente época y de la que vendrá, son propiciaciones asaz venturosas, por cuanto avisan que habrá cambio. La sociedad del cansancio puede llegar a completar nuestra información referida a la psicología freudiano-lacaniana. Byung-chul Han propuso desarrollar lo que se podría llamar una Filosofía de los paradigmas. El Paradigma inmunológico estaría basado en las teorías de Hegel. La enfermedad deviene cuando con él exceso de positividad y la ausencia anulatoria de la otredad, fortalecida por el advenimiento del Paradigma del rendimiento, que rigió durante todo el siglo XX y está cambiando. El conflicto del hombre consiste en el Paradigma inmunológico, es decir en la imposibilidad de inocularse una negatividad negatriz a sí mismo. La negatividad es una actividad dirigida a encontrar alternativas que permitan completar la pura actividad con el recurso de la inactividad. Para Hegel, seguramente como para Lacán, la vida plena, la vida que es auténtica vida, alterna con la infinitud de posibilidades. La vida moderna, cómo es positiva, exigente y rendidora, anula la posibilidad de ver en el otro una sustancia incompleta, entonces el hombre se sume y se - La Certeza Hecha Pedazos -


| 24 | Enrique García resume en una incesante reflexión, es decir en una vuelta sobre sí mismo, en una especie de Paradigma autista que genera depresión, neurosis, bipolaridad y psicosis. Estas ideas aparecieron como un germen en algunos pensadores, como en la infinitud de Heráclito, o la sobreabundancia de La docta ignorancia de Nicolás de Cusa, quienes recalaron en Hegel y parecíeron culminar en Lacan. Estuvimos dados a pensar qué la sistemática lacaniana era la estación terminal de llegada, pero no habíamos advertido que nada es y todo deviene. Byung-Chul Han ha venido a explicar la enfermedad a través de la vuelta de la no negación de la otredad no negada y su reemplazo por la reflexión sobre sí mismo, componiendo un estado de cosas igual y contrario a la expresión hegeliana qué plantó la solución del amo y el esclavo, en definitiva, el Paradigma de poder Una de las ideas relevantes de nuestra sociedad del cansancio, confronta la caída de poder de Poder. Sin embargo esa caída es propiciatoria, porque plantea la necesidad de la vuelta a la contemplación como el silencio mental y actuarial de la razón, la salida de la realización, la sociedad del rendimiento paradigmático, la sociedad apolínea del poder del deber. Nietzsche ya había avisado sobre este particular, confrontando la ética del deber con la ética del querer. La ética es una elección infinita. sólo que nuestra sociedad pasada recientemente, y la que estamos viviendo y - La Certeza Hecha Pedazos -


| 25 | Enrique García seguramente la que vendrá, preconizaron la idea, para nada inmunológica, del apolíneo poder del poder deber que genera enfermedad no inmunizada. Probablemente en ello conspiran situaciones residuales respecto del Paradigma de la cura. Algunas sustancias temporales son sólo eso, una mezcla difusa de un cambio expectante. Por ahora la confusión es un buen presagio, porque el aislamiento determina y limita, en tanto que la otredad completa. La no-verdad tiene que ser reconocida como una condición de la vida, y la verdad como el tipo de error sin el cual el hombre no podrá vivir.

Herejes pedazos faltantes El único material bibliográfico de Platón que se dispuso en el siglo IV, era una traducción fragmentaria y un comentario de Calcidio a propósito del Demiurgo del Timeo. Durante el medioevo, solamente se dispuso de una versión, de una visión y de una vía indirecta para la lectura de Platón. A pesar de que durante ese período se habló, con suma frecuencia, tanto de Platón como del platonismo, en realidad, lo que se difundió iba a ser conocido con el nombre de «neoplatonismo» El deseo es carencia y la carencia es neoplatónica. Lo que por entonces se tuvo a disposición fue la obra de Plotino. Podemos hablar de una puja por la conservación de la ortodoxia del neoplatonismo, que se planteó en los primeros años del medioevo. Cuando Mario Victorino se convierte al cristianismo, comienza a difundir

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| 26 | Enrique García escritos apologéticos neoplatónicos, empezamdo por la Epístola a Cándido, el arriano. El término «arriano» significó «hereje», sustantivamente «herejía» como calificación de quienes, siendo seguidores de Platón, se oponían a su ortodoxia y, e l mero hecho de contradecirlo suponía ser considerado «hereje» Tanto la palabra «ortodoxia», concebida como lo que respeta la doxa platónica, como la palara «hereje», concebida como la que no la respeta, no son términos oriundos del cristianismo, sino meras secuencias de las escuelas platónicas. «Herejía» es apenas un término de uso interno. Un cristiano se abstendría de llamar «hereje» a un judío, o a un islamita, aunque sí podría llamar de esa manera a otro cristiano. En los comienzos del cristianismo, el dogma no estaba para nada consolidado. Fue ahí cuando se lo instrumentó para combatir, precisamente, la herejía. Fue lanzado en los concilios, a la sazón siempre convocados por un emperador. El Concilio Ecuménico General de Nicea, fijó el dogma que estableció la inadmisibilidad de prevalencias en la Trinidad, tal como pretendían los arrianos. En la versión arriana, el Padre es prioritario respecto del Hijo. El Padre, crea al Hijo. Pero en Nicea, y para los antiarrianistas, se determinó que el dogma vigente concebiría al Hijo como un ser engendrado, procreado. Por tanto, es el Padre el que se engendra a sí mismo, para lo cual se acuñó el término «homoousía» Lo que está en juego en esa disputa con los arrianos, es la divinidad misma de Cristo en tanto que Dios engendrándose a sí mismo, pero encarnado en el Hijo, que es la segunda persona de la Trinidad. Lo que se puso en cuestión, fue la dignidad misma de Cristo. Para los arrianos, Cristo no había sido

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| 27 | Enrique García engendrado, sino creado. Con ello se puso en cuestión la categoría de Hijo respecto del Padre. Así como el Padre engendra al Hijo, es el mismo Hijo el que también le da categoría de Padre al Padre, puesto que ser Padre depende de que se tengan hijos, y de que tales hijos le den categoría de Padre al Padre, lo que, en el caso del Padre y del Hijo, de la Santísima Trinidad, deviene del mencionado engendramiento que supone un Ser proveniente de la misma sustancia homoousíaca. Tal engendramiento mostró que el Padre se engendró a sí mismo, se encarnó y, entonces, hubo Hijo porque hubo Padre y hubo Padre porque hubo Hijo, en una relación enlazada por el Espíritu Santo, que también es una Persona, la tercera, de la misma sustancia. De tal suerte, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Trinidad entera, tiene la misma esencia. A esto se le llamó «el Credo de Nicea», un dogma que lleva ese nombre por el lugar donde se celebró el Concilio homónimo. El arrianismo no cesó con el Concilio, no dejó de actuar al finalizar el Concilio, sino que su accionar se prolongó más allá después. Hacía falta, entonces, seguir defendiendo el dogma del cristianismo, habida cuenta de los embates en contrario que provenían del arrianismo. He aquí el origen o la motivación de la Epístola a Cándido que escribiera Mario Victorino. La Epístola tiene un carácter apologético. Es una obra teológica sobre la Trinidad en términos apologéticos y, además es el punto original del pensamiento negativo, En general, podríamos decir que la Epístola es de carácter neoplatónico-alejandrino-romano. Pero, en particular, hay en ella una influencia de Porfirio, quien fuera discípulo de Plotino y, sobre todo, puntualmente, del

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| 28 | Enrique García comentario al Parménides. Lo que vemos en Plotino acerca de lo Uno es, ahora, en Victorino, transformado en el Dios cristiano. Siguiendo la línea de pensamiento de Plotino, lo Uno sería el objeto de predicación. Así, lo Uno es. Pero Porfirio sostiene la doble predicación: por un lado, lo Uno es; pero adversativamente, por otro lado, lo Uno no es, lo que no supone entrar en contradicción según el principio aristotélico de no contradicción. Se trata, más bien, de una paradoja que, como sabemos, encierra una aparente verdad llamada «aporía» El comentario de Porfirio diría que, como es principio del ser, lo Uno está por encima del ser y es principio del ser, ser lo que es y que, lo que no es, es aquello que no existe, pero que puede existir a futuro, ahora como potencia, como posibilidad que expecta. Para Porfirio, la absoluta trascendencia, no es. Pero también es todas las cosas, es todo y nada de todo o, si se quiere, es todas las cosas y ninguna de ellas asociadas en una doble paradoja. La incerteza consiste en ese no ser, no tener, no poder, no saber, no querer, esto es La carenciación. Lo faltante. Lo no todo. Lo incompleto promisorio. El no ser es tres cosas: es un infinito, es un incognoscible, y es un inefable. Nunca termina, no se puede conocer y no se puede decir. Esto hizo que no ser sea una negación de la privación, vale decir que sea una excesiva abundancia, si se quiere, que no ser sea una sobreabundancia ontológica. Esto es, dicho de otro modo, que no ser es un ser supra omnia, es decir por encima de, tan por encima que se hace inaprehensible. Todo lo que es procede de lo Uno por emanación, tanto para Plotino como

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| 29 | Enrique García para Porfirio, y aun para Victorino, pero ya, en este último, Dios aparece como Dios del cristianismo. Plotino había sostenido la tesis de lo que no es, es decir la vía negativa del Parménides, es decir lo que menta todas las cosas y ninguna. Porfirio toma este concepto, pero introduce la cuestión de la doble predicación. El no ser bien podría ser concebido como un exceso de ser, algo así como sobreabundancia ontológica. Lo que es, ser inteligible o ser sensible, siempre tiene determinación, tiene límites, está limitado. El Ser no-ser, por el contrario, es indeterminado, no tiene límites, es ilimitado. En la lectura de la Epístola a Cándido se deja establecido que en el sistema de Victorino hay una tríada fundamental: hay existencia, hay «noûs», y hay vida, esto es: hay completo ser-entender-vivir. De otro modo, lo que es, es, entiende y vive. Participa de aquella tríada de la que emana, y procede hacia el ser limitado desde el ser ilimitado. Victorino hubo de reemplazar a lo Uno de Porfirio por la mencionada tríada. Cabe una aclaración respecto del término «noûs», que quiere significar intelecto o espíritu, o entender espiritual, ambas cosas a la vez. El sistema que emplea Victorino es similar al de Plotino, pero tanto el principio de emanación, que ya no es lo Uno sino la tríada, como el orden de la tríada, es distinto. Por otra parte, para Victorino la materia es nada, es un «envoltorio», por así decirlo. El no ser, se puede pensar. Es lo que Platón quiere demostrarle a Parménides en su célebre diálogo: el ser es lo que no es. Es carecer en un sentido excesivo infinito. La vía negativa, la segunda vía del Poema de Parménides, resume la hipótesis del Parménides: lo uno

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| 30 | Enrique García que no es Uno; lo uno que es noûs, y lo Eidético que es el Alma, van a ser hipóstasis. Victorino homologará Jesús y Logos. Sería el Logos encarnado, el nombre del Logos que confunde Jesús y Logos. Ahora la segunda persona de la Trinidad tiene un nombre: «Jesús» La divinidad cristiana, para Victorino, está en la Trinidad y el «noûs» está ocupado por el Logos. Debe haber un engendramiento para que ello acaezca. Un engendramiento de este Logos llamado «Jesús» no creado sino engendrado, porque si Victorino no lo concibiera así, como creado, caería en lo mismo que cayó lo que él mismo combatió, caería en el arrianismo. De tal suerte, la potencia del Ser, engendra. En lo eterno, la posibilidad implica el ser, la existencia. Así, el Logos será razón de todas las cosas y también palabra eterna, principio eterno. Todo nombre nominable de ser, conocer, y decir se dice «onto-gnoseo-lógico-predicativo» A Porfirio le repugna la encarnación del Hijo, pero va a plantear tres instancias en la Trinidad. Victorino conocía el pensamiento de Porfirio, y lo aplicó. Su desarrollo teórico se sostuvo sobre la base de dos aspectos: por una parte, la similitud del ser, y, por la otra parte, la disimilitud del no ser El sentido cabal de la llamada «vía negativa» no es temporal sino causante ontológica, es causa ontológica desde que ón significa ente, y ser. Los sentidos del no-ser son: un sentido de privación, un sentido de alteridad, un sentido de potenciación entendido como posibilidad y un sentido visto como sobreabundancia ontológica, que se aplica a Dios… y al hombre de imagen y semejanza.

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| 31 | Enrique García En la Epístola a Cándido, Victorino usa algunos términos griegos. Usa ón para denominar al ser. Usa mè ón para denominar al no ser. Usa tò ón para mencionar lo que es, lo que va siendo. Y usa tò mè ón para denominar lo que no es, pero lo que va siendo. Si observamos bien las cuatro instancias que presenta Victorino, advertiremos que, de ellas sólo una, la alteridad, tiene a Dios como causante, en tanto que en ella hay identidad como lo que es, y diferencia, lo que no es, componiendo una doble predicación. Ón es ser, es decir el ser de lo que es, que exhibe identidad. Mè ón, por su parte, refiere el no ser, el ser de lo que no es que exhibe diferencia. Lo múltiple factum, es lo idéntico a sí mismo y diferente a lo otro. Según Deleuze, la filosofía supone creación de conceptos. De tal suerte, si «ex» significa origen, y «nihilo» significa nada, «ex nihilo» significa privación absoluta, de la misma manera que existencia significa lo que viene del estar. Asociado con este concepto, debemos distinguir que no es lo mismo la causa que el origen de algo. La causa del sistema de Victorino es Dios, el origen parece ser la nada. Dios mismo, porque es inaccesible, no puede ser inteligido sino solamente desde la ignorancia, en la incognoscibilidad, y en la inefabilidad. En el parágrafo 2. de la Epístola a Cándido, Logos y Jesucristo son equivalentes. Son encarnados. Jesucristo aparece confundido junto al Logos, con la segunda persona de la Trinidad. Logos como perfecto ón, se dice allí, y este es ya un concepto ontológico y un principio de nombrabilidad. Cualquier nombre que se dé está siendo en la posibilidad del Logos. El mismo Jesús, sin embargo, es inombrable. El principio del ser, el conocer

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| 32 | Enrique García y el nombrar, es el mismo. Esto justifica el descenso ontológico que supone la emanación, en tanto que el ascenso supone lo gnoseológico, y propicia que el ser y el saber son isomórficos, ya que ambos comparten la misma forma. La Verdad, entonces es inaccesible. Dios, por otra parte, es un ser oculto, está escondido, y propiamente es ignorado: ad intra, esto es hacia adentro, es no-ser o ignorancia y ad extra, es decir hacia afuera, es ser o desocultación. Dios, es una autodesocultación completa. Engendrado, no creado, en lo intra como en lo extra trinitario. Indudablemente, el escrito de Mario Victorino, en esta parte al menos, no parece ser un texto filosófico. Si comparamos el desarrollo de Victorino con el desarrollo de Plotino, encontraremos que lo Uno se hace Otro como Uno, comportando alteridad para sí mismo. Sí mismo como Otro. No hay entonces, reflexividad. En Plotino el lugar del «noûs» estará ocupado por el Hijo, el Logos en Victorino. Para que sea un pensamiento compatible con el antiarranismo, en el pensamiento de Victorino, debe haber engendramiento, no creación porque, entonces, habría prioridades. Engendra desde sí mismo al Logos, perfecto ón, desde la potencia del Ser. Ese perfecto ón es existencia, es «noûs», y es vida, y es engendrado desde toda la eternidad en el Hijo. Todo está ahí. Todo está en él. El Padre es potencia proón. Hay un aspecto metafísico importante por destacar: la potencia del Ser engendra el ser. Potencia que no es similar a la potencia aristotélica que, como sabemos, es en la potencia donde se justifica el acto que la perfecciona, ya que, si no hay acto, tampoco hay potencia. Potencia como posibilidad de que lo que puede ser, sea. Aquí todo es perfecto. En la eternidad

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| 33 | Enrique García todo es perfecto. La posibilidad del ser y del ser en la eternidad, son, para Victorino, una y la misma cosa. El principio supra omnia. Al engendrar el perfecto ser Logos, Hijo, el engendrante, que es determinador determinante o, si se quiere, limitador limitante, proón, es ante Ser unido al ser, sin prioridad, porque, de lo contrario, deviene arrianismo. Engendramiento, no es causa, ni prioridad, ni creación, ni fundamento entre ambos, Padre e Hijo. Como dijimos, perfecto ón, supone existencia, inteligencia «noûs», y vida. He aquí, en esta fórmula, todo lo que va a ser. Es Logos razón de todas las cosas, y palabra eterna, principio de todo nombre nombrable, de todo nominable. Se cumple, con esto, el paralelismo onto-gnoseo-lógico-predicativo del ser, el conocer y el decir del neoplatonismo. El principio de lo que es, de su cognoscibilidad y de su nominabilidad. De él proviene todo lo otro como sucede en el dios-no-Dios que es el hombre a imagen y semejanza.

Abusivas comillas ¡Qué bueno es que podamos escribir haciendo un uso abusivo del paréntesis! A Borges le encantaba acotar entre paréntesis. Los paréntesis suelen intercalar otra lectura. Es como si dentro de un texto hubiese más de un discurso. En realidad, lo hay y si no, debería haberlo. Hacer un uso abusivo de las comillas, tal como si uno pudiese sortear la impotencia que causa la arbitrariedad y la insuficiencia de la palabra, y quisiera remediarla, es un ejercicio constatante. Manejarse con la palabra hablada pareciera resultar más provechoso, porque

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| 34 | Enrique García con la palabra hablada siempre existe la posibilidad de modular de una manera que permita decir lo que se quiere decir con el inefable agregado de la gesticulación. Uno también habla con el rostro, o mejor dicho, el rostro manifiesta la no cosa de lo no dicho. Es fascinante observar el dato de la recepción de lo dicho. Es fascinante observar cómo el rostro del interlocutor se va transformando a medida que las palabras van recorriendo el itinerario imaginario de la mente, cómo levanta el torrente sanguíneo o sigue otra ruta, pasa por la musculatura de los labios y llega a materializarse en la voz. Entonces se produce una comunicación extraordinaria, a la manera de la comunicación visual entre madre e hijo, en el incomunicable momento del amamantamiento. A veces, la fortaleza de la debilidad puede aparecer también con la palabra. Pero puestos a elegir la vía, el canal mediante el cual pronunciarla, sería eficiente en presencia del contacto visual. Los antiguos le asignaban una especial significación a la visión. De ahí que ahora, mientras uno va escribiendo, «ve» lo que, quizás, antes, no «había-visto» Uno ve sin saber. Es normal que así sea. Porque ver sabiendo, no es ver con los «ojos de a espiritualidad», sino con los «ojos de la racionalidad», tan sospechados de engaño. Las palabras, en general, no mienten. La mentira es una simple confrontación equívoca de la idea con algún estado de cosas que está ahí, afuera de la interioridad. No debería preocuparnos mucho la mentira, al contrario, debería divertirnos, tanto como lo divierte, según él lo manifiesta, a Umberto Eco. Debería creérsele en la mentira, como creía Nietzsche, que estaba cierto en que

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| 35 | Enrique García la única verdad viene de la mentira del arte, que es una buena mentira. Por otra parte, el hombre está condenado por la mentira. En ese respecto hay, por lo menos, tres formas de mentir con benevolencia. Una es la mentira basada en el arte. El arte es el estado de lo irreal. La otra gran mentira insustituible es el amor. Es lo más irreal y bello que jamás existiera. ¿Adónde está, y cabe, un sentimiento? ¿Cómo nace? ¿Dónde cabe lo que carece de cuerpo? ¿Cómo se siente la presencia de su ausencia? ¿Cómo es que se necesita más que el aire mismo para la vida? La idea de que alguien nos ama es una loca idea. También lo es la loca idea de que amamos. Sin embargo, uno llega a creer que sin esa idea loca que uno ha puesto en las notas que ve en el otro, son producto de «nuestras imaginerías previas»: sabemos de antemano que amamos lo que creemos haber descubierto amar como novedad. Teníamos dentro de nosotros a ese ser que creímos descubrir como un acontecimiento único y novedoso. Sin embargo, la gente ya no cree en las mentiras. La gente quiere aferrarse a verdades que son mentiras, y se enfrenta a La certeza hecha pedazos. Sospechamos que la verdad y la mentira son perfectamente intercambiables. Uno necesita creer, y se puede creer en la mentira. Camus, el novelista y filósofo francés, se puso a meditar sobre la absurda existencia. Es la tercera mentira. Si uno reflexiona sobre este asunto, encontrará, como encuentra toda persona inteligente y sensible, que la vida es una repetición de rutinas totalmente absurdas sin sentido final o se aferra a la esperanza.

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| 36 | Enrique García ¿Amo para vivir o vivo para amar? ¡Qué misterio el mundo y la vida! Yo acá, vos allá pergeñando una monumental mentira virtual. Una asombrosa mentira. Cuando algo forma parte de una asombrosa y gigantesca mentira: ¿no parece que se asemejara en mucho a una monolítica verdad? Sin embargo: ¡No mentirás!

Abusivas palabras Te lo dije; «¡soy un abusador!» Uno que te obliga a que tengas que leer toda una larga parrafada de abusivas ideas desconectadas, torpes y molestas. Encima sacudo tus pensamientos de un modo brutal e inquietante. Perdoname, si es que merezco perdón. Uno miente cuando dice que va hacia…, pero en verdad se escapa de... ¿Hay derecho a ser abusivo y a jugar con las cartas marcadas? ¿No es mejor sugerir? ¿No es mejor dejar que el curso natural de los acontecimientos decida sin una mayor intervención de uno mismo? ¿No decir, es mentir omitiendo? El uso abusivo de la palabra tiene antecedentes, pero asusta, y hasta molesta. Ten por buenísima costumbre comunicarte con poquísima gente, pero con poquísima gente valiosa. Hazlo buscando altura y profundidad, y no sólo pretendiendo una extensión horizontal en cualquier sentido que se tome esa expresión. Por eso sé excesivo, exagerado, y desmesurado, aunque calles mucho más que lo que digas, porque callar es una manera de tener algo que decir. Solo se calla aquello que se habría podido decir. Es casi como mentir blandiendo la oculta verdad

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| 37 | Enrique García

Filosofía de la eudaimonía Los griegos utilizaban la palabra «eudaimonía» para mentar la felicidad. Por meras razones de sentido, este concepto, no se corresponde con el de la versión latina de la felicidad. Desde la perspectiva etimológica, «eu» significa bueno, y «daimon», suerte o fortuna. En este sentido, el vocablo remite a las acciones conscientes y virtuosas, y es en ese mismo sentido en el que está empleado en la Apología de Sócrates. Tanto para Platón, como para Aristóteles, y aun como para casi toda la filosofía helenística posterior, eudaimonía significaba vida plena, o bien vida feliz, vida siempre anclada en las acciones conscientes, es decir en la buena vida o en la vida buena. En los dominios helenísticos, el término va a dejar de estar ligado a la polis porque la polis ya no tenía existencia. Sigue significando buena vida, pero eudaimonía, va a significar aquello que hace el individuo, es decir la forma según la cual modela su carácter para depender, lo menos posible, de los bienes externos, que pasan a valorarse como una contingencia no necesaria. En la modernidad, especialmente con Kant, la buena vida va a dejar de ser considerada como un tema central dentro de los dominios de la ética, y la vida plena va a comenzar a considerarse de una manera distinta. Lo griego cambió con el advenimiento del cristianismo, cuando el concepto de vida buena pasa a entenderse como vida bienaventurada, es decir en correspondencia con Dios. Esta visión es la que subyace en

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| 38 | Enrique García el ideario de San Buenaventura, en el de San Agustín, y en el de Santo Tomás. Hacia finales del medioevo, se produce un cisma en el seno de la iglesia. La nueva religiosidad protestante, establece los efectos en el mundo social y político de la religión. Ahora bien, para poder proseguir con el análisis de la polisemia filosófica de la eudaimonía, tendríamos que resolver el interrogante que se plantea cuando nos preguntamos acerca de la racionalidad, cuando formalizamos ¿qué es la racionalidad? ¿Es instrumental?, vale decir que ¿va de medios afines? Max Weber, ha hecho corresponder este sentido con el sentido del espíritu del protestantismo. Lutero quita la mediación de sacerdote ente Dios y el hombre. No hay Demiurgo. El individuo está, se encuentra, solo frente a Dios. No hay obra por hacer, en el mundo, para conquistar el Reino de Dios. La indulgencia también es destruida, su ideario es desmantelado por el pensamiento luterano. Los humanos nacemos predestinados, vale decir sujetados, previamente, a un destino pergeñado por la gracia de Dios, o bien nacemos condenados por ella, dirá Lutero apoyándose en el pensamiento de Agustín de Hipona. Como estamos señalados por el pecado, y así nos constituimos en personas pecaminosas y, en consecuencia, habríamos perdido la inocencia, habríamos perdido el mundo sagrado y, entonces, deberíamos arrepentirnos ya que, sin más acá, no hay más allá. Sin embargo, cabe conjeturar, además, que sin más allá, tampoco hay más acá, que es la base de la creencia religiosa en general, y de la cristiana en particular. Por consiguiente, en el

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| 39 | Enrique García cristianismo, a diferencia del mundo clásico, es la felicidad, que no es algo de este mundo inmanente, sino del cosmos trascendente, poco podemos hacer por alcanzarla y, entonces, quedaríamos a merced de la gracia de la vida trascendente. Llegado a este punto de la trayectoria del análisis de la polisemia filosófica de la eudaimonía, cabe plantear tres interrogantes capitulares: En primer lugar, ¿el deseo de felicidad es una disposición natural, o bien es una aspiración cultural?; en segundo lugar ¿qué es, y en qué consiste la felicidad?; y en tercer lugar ¿es posible conseguir la felicidad, o constituye un albur esperarla? Para un trágico, sería imposible alcanzar la felicidad o, cuanto menos, sería engañoso perseguirla. En cambio, para un filósofo, sí lo sería. Para un pensador cristiano, también, pero no ya en la inmanencia secular, sino en la trascendencia. Como según podemos ver, hay retazos en los pedazos de la polisemia filosófica de la eudaimonía. Son matices que la informan como dialéctica trascendental, como razón práctica, como razón política, o como razón literaria. En este último sentido, puntualmente en Edipo rey, es la tragedia la que conmueve, vale decir es la fragilidad del bien, si se quiere lo vano del mal, es la fortuna, favorable o esquiva, la que no depende de nosotros, sino aquella que depende de la diosa fortuna como acontecimiento contingente, lo que nos va llevando a pensar en el sentido de sujeción y en la falta de libertad del hombre de todos los tiempos y de todos los lugares. La felicidad, entonces, se nos aparece como una figura de tan

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| 40 | Enrique García extrema fragilidad que deja al hombre en una indefensión inquietante. Desde el prisma filosófico, ¿puede decirse que la felicidad depende de nosotros? Tanto Platón, como Aristóteles, intentaron responder acerca de la vida buena, de la vida plena, buscando hacerla depender de la gente más que de la buena o mala fortuna. Como somos criaturas y creaturas carentes, pero también racionales, nos encaminamos actuando sobre nosotros mismos y, a la vez, sobre el mundo, para obtener una vida eudemónica, vale decir una vida virtuosa, vale decir en la medida de lo posible, en la creencia de que, un hombre que modelara su carácter está mejor plantado que otro hombre que hiciera depender su destino de la fortuna que tuviere para enfrentar sus males y sus calamidades, comprometiendo su autarquía. Una cosa parece segura: felicidad y mal, son incompatibles.

Pedazos de cielo abierto El hombre ama a escondidas, y se permite odiar a cielo abierto. Los cirenaicos de la antigua Grecia habían entendido su vida como el cultivo del placer. Definían al hedonismo como un bien supremo y buscaban las vías para alcanzarlo a través de las sensaciones. También los epicúreos hablaron con entusiasmo sobre el hedonismo. Como ellos, también los materialistas franceses, los utilitaristas ingleses, y muchas otras escuelas filosóficas, abogaron por el hedonismo. Sin embargo, fue con el Marqués de Sade, hacia finales del siglo XVIII, con el que el hedonismo empieza a concebirse como una

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| 41 | Enrique García característica distintiva de la naturaleza humana. Es entonces cuando irrumpe una nueva cosmovisión semejante a la revolución que estalló con el advenimiento del Giro Copernicano: la modernidad se estaba abriendo paso, y con ella el poder de la seducción racional que nos arrojaba hacia la fortaleza de nuestra propia debilidad.

Pedazos de acoso eudemónico Que la felicidad te persiga, que te alcance, que te acose, que no te suelte, y que te acompañe por muchos años hacia el destino de luz que mereces, en donde seguramente espera calmamente quien, próximo a su última hora, no quiso pintarte un mal cuadro para los tiempos que vendrían.

Pedazos de admiración Cuando miras, para usar una metáfora con carga humorística distensiva, una «cola de mujer» y te subes a ella y viajas imaginariamente sobre el Eros que te llama, que te atrae, y que te promete, seguro que más allá de una mera silueta encontraste algo valioso, atractivo, inquietante e incitante, ya que el amor es una deformidad ondulante, unos ojos imposibles, un conocer sin mirar ni ver, un entender sin leer, un querer genuino, y puro. Y más seguro es que en ese universo irresistible, propio de la juventud, haya siempre algo más por desocultar, haya algo más que simples miguitas de pan escondidas debajo de la mesa. La vida es una perpetua

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| 42 | Enrique García conspiración ajena. El amor está primero. Lo demás

insignifica.

Un Adso hecho pedazos Cuando Umberto Eco describe las últimas instancias, sobre el final de El nombre de la rosa, corre el año 1327. Guillermo de Baskerville es acompañado por Adso, el hilo conductor intertemporal de toda la novela, ve representada la realidad de la vida más allá de la puerta del convento, como vida entre las espinas y la rosa, pregunta si es cierto podemos descubrir el misterio de la muerte de tantas personas que quisieron conocer, saber si en verdad hay un orden necesario en el universo y un ser de las cosas y de las no cosas. La respuesta de Guillermo discurre en un sentido contrario: «no, Adso, eso significa que hay un poco de orden en mi pobre cabeza» Exactamente allí se acaba la Edad Media., la verdad revelada da paso a la verdad argumentada, Dios ha muerto, y el deseo será inquietud. Toda la Edad Media había estado sostenida por esa convicción, por un pre-supuesto según el cual hay un orden teleológico en el universo que la mente humana es capaz de captarlo. Sin embargo, para que podamos intentar proyectar mentalmente un orden en el universo, primero habrás de dejar de creer que ese universo tiene un orden y un destino. Una determinación previa, es un desatino. Cuando los medievales plantearon la querella de los universales, los «polemos», las polémicas sobre los términos universales siempre echaron mano del ejemplo de la rosa porque, paradójicamente, ese es más espinoso de

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| 43 | Enrique García los asuntos. Nada concerniente a lo moral, a lo político, o al conocimiento humano. Por eso Umberto Eco llamó a su novela «El nombre de la rosa» La última sentencia de esa novela está escrita por un anciano, que es Adso ya viejo, que se recuerda a sí mismo como testigo de la declinación final de un mundo que dará paso a la modernidad. Flotará, entonces, en el ambiente, la idea de que, según el nominalismo, la justicia no es nada más que un ruido que se hace con la boca. Palabras… y más palabras de polímatas.

Momentos absurdos y adventicios ¡Salga de aquí! ¡No ve que me molesta! ¡No nota que me distrae, justo ahora que encontré el sentido de mi inspiración! ¡Váyase! ... ¡Yo sólo espero que haya pensamiento silencioso! ¡Nada de diálogo! ¡Nada de ruido! ¡No me venga con ideas adventicias! ¡No ve que usted es otra idea! ¡No nota que usted me irrita! ¡No sabe que uno fracasa cuando lo conminan ideas ajenas! ¡Sus ideas no tienen nada que ver con mis propios pensamientos! ¡Deje ya de disimular su insolente intromisión! ¿¡No se da cuenta!? ¡Usted solamente sirve para perpetuar el devenir de siempre lo mismo! ¡Dialoga sin pensar, sin escribir, sin escribir ni pensar! Bahhhh: ¡Cállese! ¡No sé para qué pierdo el tiempo con usted! !Cuánta insolencia! ¡Dialogar como si aquí pensar no valiera la sentencia de Lacan! ¡No sabe que ser es no cesar de no terminar de nunca dejar de no pensar! ¡No sabe que toda intromisión es una confesión de admiración! ¡Qué falto de memento! ¡No-me-

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| 44 | Enrique García mo-les-te-más! ¡Usted es una idea absurda! ¡No interrumpa el deseo de lo que me falta! ¡Vuelva cuando yo duerma! ¡Ahora, déjeme pensar!

Igual y distinto El conocimiento es in-finito y, como el dinamismo psíquico y emocional es cambiante, toda repetición, por ser igual en todos, es distinta en la individuación de cada quien. Este argumento tan interesante hace que seamos uno y también seamos otro a la vez. La distinción indistinta es un concepto muy interesante para la filosofía y, por extensión, también lo es para la poética, y para la estética en general. Platón nos hablaba de la desocultación, entendida como el conocimiento de la Verdad, como una forma de mirar al sol y verlo sin enceguecer, en vez de mirar y verlo alegóricamente tras las umbrías siluetas proyectadas contra un muro que enfocaba a espaldas de unos esclavos sentados. La aletheia es una disposición apropiada para ciertos espíritus infrecuentes, porque no es mundana. Del mismo modo que las cebollas, todo ser contiene innumerables capas que invitan a desocultarlas. Con cada capa descubierta, surgirá la inminencia borgeana de la víspera, que provocará una placentera ansiedad tan indiscernible como el amor del contigo pan y cebolla. Parece que esta secuencia es la que mueve al mundo, la carencia como angustia que propicia la puesta en valor de la voluntad de poder, de querer, y de saber, de tener y de desear para alcanzar la cancelación del deseo que

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desoculta el sentido de la vida, la angustia que provoca a carencia que se avecina junto a las voluntades asociadas, en busca de una respuesta: la felicidad que le pueda proporcionar una buena vida, desplegando un continuo que es la base del amor y de la sospecha de la espiritualidad trascendental del más allá, que requiere del mismo esquema secular en el más acá. No hay conocimiento absoluto. No hay nada que pueda ser conocido demasiado bien. La agnosia, el desconocimiento, es lo que mueve al mundo ante tamaña carencia total que es la carenciación.

Aforismos Toda exageración es perniciosa porque revela una anomalía emotiva. «Ex», significa a partir de, y «ageración» significa cerco o límite, de modo que el significado completo sería algo así como lo que se realiza

más allá del límite. Las falacias de los aforismos han sido muy notorias y muy notables a lo largo de la historia, entre otras cosas porque representan obviedades flagrantes en las que entra todo lo que la mente humana puede imaginar, como proclamaba Julio Verne, con el agregado de que cada quien rellena el hueco, conforme el sentido con el cual también rellena su vida según la carenciación de Lacan.

Agonismo Como el misterio onírico lo impone, la muerte nocturnal, bien nos espera. Dormir es el ensayo, repetido, de un Gran Sueño Final, e Inesperado. Como en el arte de

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| 46 | Enrique García la trágica comedia, quien muere allí… jamás visita y vuelve:

una visita allí, es habitarla El sueño nocturnal reparatorio, es visita nomás..., renacimiento. En ese efímero de gran olvido… y muerte, de sí mismo, voluntaria, la cercanía es, ahora, perceptible. La Muerte y el Olvido, de los otros, no es un sueño nocturnal preparatorio, sino, un pobre remedo repetido. Quizás el Gran Sueño, Final, e Imperceptible, espera, cobrar la deuda que le debe su Mañana. Quizás, por el designio de los dioses, un día amanezca de luz, en primavera. ¡Me siento vivo, hermano!, que no es poco, Mañana, ¿¡habrá Esperanza, Hermano!?, ¿¡Habrá Mañana!?

¡¿mi Dios, mi Buen Hermano Sabio!?

Pedazos de Almafuerte Han sabido decir que los poemas de Almafuerte son de una fortaleza increíble. Un amigo literato, además grafólogo, se encargó de realizar un estudio de las notas de carácter de don Pedro Bonifacio. Tal y como escribió, fue.

Almafuerte es un ejemplo de civismo y de compromiso con su «chusma sacra» Murió allá por el '17. Los hombres, que no solemos caracterizarnos por recibir las obras enjundiosas sino excepcionalmente y, por extrañísimas razones, olvidamos al Apóstol. Así, en 1973, alguna cabeza mejor plantada sobre su Atlas, hizo que se le

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| 47 | Enrique García reconociera su calidad de Maestro Honoris Causa Post Mortem, después que se cansó de enseñar. En su casa de La Plata, hoy convertida museo, todavía resuenan los ecos de un romanticismo muy comprometido. ¿Alguien habrá visto en ese hombre genial, la posibilidad viviente de sobreelevarnos por encima de nuestras miserias, y de edificar una vida santamente cívica? A el nadie lo amó sobre esta vida, y nadie lo recordó, después de muerto.

Aguinaldo y pan El origen etimológico de la palabra «aguinaldo» se puede encontrar en una vieja costumbre romana que simbolizaba la manera en la que el padrino, o en su caso la madrina, obsequiaban a sus ahijados. La forma tradicional del presente consistía en un mazapán, literalmente el pan de marzo, porque era típico de ese mes. El pan tenía forma de serpiente y estaba adornado con confites y frutas escarchadas. Estaba envasado en una caja muy vistosa que luego podía servir para guardar los tesoros o los juguetes de los niños. El significado preciso, augura un «en este año, pan de marzo»

Presagios y promesas Estamos viviendo en el pináculo de la postmodernidad. Prudencia ha de haber en los análisis descontextualizados en todo aquello que sea crítica de la razón práctica. Últimamente hemos asistido a verdaderos

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| 48 | Enrique García estropicios en torno a la conducta de la juventud en el ámbito escolar: burlas francamente canallescas proferidas a los más bellos, a los más estudiosos, y a los más esforzados. Nihilismo puro, nihilismo incomprensible, nihilismo manifestado en revueltas y agresiones inimaginadas. Amar a la juventud significa sugerirle valores, inducirla a pensar y a repensar, hacerle conocer las coordenadas del amor, a buscar y a encontrar los propios límites y las propias imposibilidades; a valorizar el tiempo, el esfuerzo, y el trabajo; a frecuentar el diálogo, a conocer y a reconocer a los verdaderos maestros, a temerle tanto a la absoluta libertad, cuanto al absoluto rigor; y a vislumbrar las mieles de la felicidad en todo lo que se emprenda. Cuidado con las recetas ucrónicas o utópicas, sin tiempo ni lugar. Toda exageración, en un sentido de libertad libérrima, o de rigor riguroso, es sospechada de un amor mal concebido y, sobre todo, amar a la juventud supone examinar la pesada herencia que le hemos legado, aprender a reconocerla, a calibrar la gravedad de sus consecuencias, a responder por el estado de cosas en el que probablemente la hayamos sumido y a disculparnos por haber interrumpido, con una inconcebible muestra de impunidad, el vuelo señero que el batir de sus nacientes alas venía prometiendo.

Alienación Desead alienaros completamente, lo que quiere decir no ser tú de tí mismo, sino de un otro como tú. En realidad, hemos venido a tropezar con la vieja fórmula del amor. Acaso por eso mismo se haya dicho que «Dios es

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amor», porque todo lo hizo en orden a la otredad. Desead, entonces, que cada día vayamos reecontrándonos menos con nosotros mismos, sin ninguna perplejidad…

Camino con altivez A veces el confinamiento, el olvido y la soledad, son una bendición frente a la indiferencia de la muchedumbre que marcha camino de su pitanza. Uno puede andar ataviado con harapos, pero la dignidad es lo que se mantiene en el cambio: «¡la razón, aunque ande en

pata, camina con altivez!»

Signo El amor es aquello que no está, cuando todo se ha vuelto demasiado obvio.

Amor al próximo Los hospitales están atestados de enfermos afectados por enfermedades que resultaron del ejercicio continuado de las buenas maneras. La sociedad tiene las características sistémicas propias de la mecanicidad. La entropía destructiva y la homeóstasis constructiva, indican que hay ciertas acciones y ciertas reacciones, ciertas comisiones y ciertas omisiones, ciertos ataques y ciertas defensas, cierto eros y cierto tánatos, en suma cierto equilibrio equidistante para existir y subsistir en cuerpo, en alma, y en espíritu.

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| 50 | Enrique García Ha sido prefigurada una errónea visión autopunitiva, con pretensiones de santidad. A veces es mejor decir lo que no se puede callar o, si se quiere, es mejor sugerir un cierto malestar callando porque, de lo contrario, llegaríamos al absurdo de tener que relegar las buenas maneras en beneficio propio preferenciando las buenas maneras en beneficio ajeno, lo que contradice el mandato que reza que amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Anárquicos pedazos del desorden Yo desordeno las letras de mi nombre. Las dele-tre-o. Digo E-n-r-i-q-u-e. Luego separo en sílabas mi nombre. Digo En-ri-que y, curiosamente, en un nuevo ínfimo abrir y cerrar de ojos, miro, y encuentro otro nombre. Me refriego los ojos, incrédulos. Como buen tozudo recomienzo, uno, dos, tres... vuelvo a cerrar y vuelvo abrir mis ojos, y sigo viendo, una vez más, el mismo nombre: E-n-r-i-q-u-e. Acaso, ¿no será que en lo profundo quiero ver ese nombre? Es posible. Al que mejor conozco es al intruso que convive conmigo desde hace tantos años. En suma, conmigo tanteo el camino que recorrían los neoplatónicos. Vuelvo, regreso hacia la unidad única, pura y simple y, cuando la encuentro, ni siquiera puedo pronunciar su impronunciable nombre. Eso, es i-n-e-f-a-b-l-e, ¡Dios mío!

Cosas vederes

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| 51 | Enrique García El caballero habíase pertrechado con el mismo repertorio seductor. Siempre era uno, su único argumento. No conoció filantropía de consabida estirpe. El caballero se lanzaba a la conquista, sin poder calibrar, en su justa medida, el arte de la seducción. Si el caballero mostraba el istmo de sus fauces, Dulcinea iba a terminar revolcándolo en la análoga bruma de la densa nube de polvoriento suelo, donde el viento supo arremolinarse impiadosamente en derredor de la triste figura de don Alonso Quijano, ya no cuerdo. Acompañar el episodio con la misma sentencia proferida por el héroe de esa verdadera biblia de caballería, ahora susurrada en labios de la inefable Dulcinea, es un acto de antológica justicia: «¡yo sé quién soy!», es un clamor harto suficiente como para conjurar cualquier intolerancia, cualquier atropello, cualquier discriminación, de cualquier neo quijotesco personaje. Entretanto, quien podría asegurarnos si, asaz, en un lejano círculo de la ontología metafísica, don Federico no estuvo soltando su estentórea filosófica risa, pensando en la vigencia de un eterno retorno que fará fablar las piedras.

Años moridos Lacan define al amor como la entrega de lo que no se tiene, a quien no es. Aquí es donde viene a entrar en juego el análisis de la importancia de la negatividad negatriz que empuja la idea hacia la cosa faltante, porque la cosa ya no parece ser universal, ni necesaria, ni inmutable, ni eterna, y la idea sí.

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| 52 | Enrique García ¿Cómo se cubre la brecha? Con tiempo, espacio y deconstrucción reconstructiva, es decir con construcción destructora, que es decir lo mismo que vivir muriendo, ya que, cuando uno vive, al par que acredita años vividos, también mata años moridos. De tal suerte todo aquello que libera, es lo mismo que todo aquello que condena. Lo no dicho y lo no hecho, en este mundo plagado de situaciones que no son ni están, merece un capítulo aparte en el escenario del pensamiento reflexivo. Vivir es no conseguir, dijo Pessoa.

Aprender a pedazos Porque enseñar y aprender forma parte de un mismo y único esquema constructivo, siempre al enseñar aprendemos y al aprender enseñamos.

Inciertos de lo que no está El grado sumo del amor es la necesidad, y la ausencia de un egoísmo tal que no permite intervertir los sentimientos, ni intercambiar las personas. Por eso es que uno sufre mucho cuando alguien muy querido le presenta las cartas credenciales de su ausencia y sucede el inevitable distanciamiento real o simbólico. Dicen que el tiempo es terapéutico. Pero es en el espacio donde se manifiesta con fuerza mayúscula, aquello que no está. La poesía es un bálsamo simbólico contra la carencia. Opera como una verdad que, en última

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| 53 | Enrique García instancia, conserva aquella significación teoándrica que tuvo desde siempre.

Arché de los pedazos Hubo quien se molestó porque hubo quién recurriera asiduamente a la expresión autismo político para describir el enajenamiento por ensimismamiento de cierta dirigencia de la política. Hay un término filosófico que inauguró Descartes y que tiene una estrecha conexidad con esa idea. Es el vocablo «solipsismo», que descompuesto en sus partes constitutivas significa: «solus», solo, «ipse», yo, es decir «solo yo» Vale decir que, según esta semántica, la única verdad es la mentalidad, como supo decir, precisamente, un político muy notorio y muy notable del espectro, y nosotros sabemos repetirla, hasta el cansancio, a esa muy discutible sentencia mediante la cual retornamos como Sísifo, con la piedra al hombro, al pináculo de la montaña, una y otra vez, apoyándonos en una cosmovisión del inmanentismo aristotélico que, curiosamente, hoy está tan presente como otrora lo estuviera en su predecesor, el celebérrimo Platón, donde está la realidad. Dicen que «un texto sin contexto es todo un pretexto» Como quien recurriera a la expresión de marras no ha querido decir lo que dicen que quiso decir, porque si así hubiera sido, no se podría hablar de nada, mejor dicho de todo, ya que toda palabra tiene un contexto que interpreta un mundo, que es un signo, y que tiene una referencia ontológica que no puede confundirse impunemente con la forma que la representa.

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| 54 | Enrique García Una cosa es el significante, decía un lingüista de cabecera, y otra, el significado, para no entrar a hacer disquisiciones con sentido, que es lo que parece que más molestara de la expresión en cuestión, ya que se la suele colocar debajo del portaobjeto del microscopio de cierta calibración. Rorty creyó en la misma cosa, uniendo de una manera sincretista, al respeto de los derechos humanos, con la palabra pronunciada y, creyendo, como se creyó en el principio, en el poder performativo del Verbo, para no entrar a considerar si una cosa es su nombre o, contrariamente, lo es su materia, tal como lo discutieran, sin llegar a resolverlo, a este verdadero intríngulis de la Querella de los universales, por donde anduvieron meneándose Porfirio, Roscelino, Champeaux, Ockham, y hasta Umberto Eco, allí donde todo es sin pedazos de lo incierto.

Artilugios ficticios Creemos vivir en la individualidad porque no reconocemos la carencia en la que discurrimos, empezando por la ausencia de libertades. La vida tiene una lógica negativa, siempre responde a pulsiones, a deseos insatisfechos que son lo que ponen en marcha las voluntades para lograr equilibrar el desequilibrio y asignarle un sentido a la vida. No-ser es el imperativo angustiante que moviliza, porque nacemos no sabiendo, no teniendo, no siendo, y no totalizándonos. Este mundo que transitamos es sígnico y simbólico, no es natural, de modo que todas nuestras expresiones son negatividades

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| 55 | Enrique García cultivadas. El mismo es, es un no-ser en ciernes de poder arrimarse al ser. Carece de libertad, le viene dada la vida a través del deseo de paternidad ajena, su naturaleza informe ha sido desplazada por la cultura; su estado cultural le expropió su carácter personal a favor de un mágico artificio artilúgico ficticio llamado «estado»; su nacimiento es aleatorio, tiene carácter azaroso, y no es electivo, lo mismo que su tiempo, y hasta su genética le viene dada y lo condiciona mucho más que lo que se abstiene de hacerlo. Este sujeto sujetado y sujetante de su descendencia, es negativo, no es, no sabe, no tiene, no puede, y esa desgracia, es su gracia, su signo, su sello, su carta de presentación, su pasaporte a un mundo que le reclama demasiado de su voluntad y, por eso, el sujeto necesita afirmar la jerarquía de una razón raciocinante que, como antes alguien dijo, «crea monstruos», lo que multiplica y acelera su condición de ser el ser completo que no es.

Aunque la rosa no sea Hace unos años me facilitaron un libro de Alain Delibera, que se llama, justamente, «Los universales» Está en francés, pero es muy legible, y fue escrito hace unos cuantos años. Mi opinión está en línea con la trama de El nombre de la rosa: el nominalismo es una suerte de ontología formal insensible. Es también el modo de pensar de Guillermo de Ockham, a quien, en su libro, Umberto Eco lo coloca como Guillermo de Baskerville, acompañado por Adso de Melk, que pareciera explicar aquella dualidad contradictoria que se presenta, cuando lo bueno contiene lo malo y lo bueno.

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| 56 | Enrique García No es tan necesario que las cosas existan a la manera en que existen en la realidad sensible. Para algunas teorías, es la mera voz la que determina la existencia. Si las cosas pueden ser nombradas, por consiguiente, las cosas existen formalmente, aunque concretamente no existan. De manera que, si un día de estos, la rosa desapareciera, tal como podrían sostenerlo los escépticos, la rosa existiría igual, aun con este o con aquel nombre. En el fondo se trata de algo así como una apología del recuerdo y la nominación arbitraria y mutante. Cuando ya no estemos en este plano existencial, aun quedaremos flotando en el recuerdo de alguna filantrópica mentalidad. Lo contrario sería tanto como confirmar no solamente que uno no existe, sino que tampoco existió, ni existirá jamás.

Baladas para un loco Algunas personas son demasiado generosas para verter juicios laudatorios. Algunas conductas son la expresión de una férrea disciplina modelada en el yunque del estudio. Esa inclinación es la revelación que muestra, como se muestra en la punta de un iceberg, una necesidad que se esconde, como algo mucho más voluminoso y subterráneo, silenciando el grito de una enorme carencia por no tener nada más que lo faltante. Cuando mencionamos la palabra «tránsito», hablamos del tránsito interno, de ese volcán que nos habita y que pugna por fecundar con incandescencia inconmensurable todo cauce por el que corre como un furor

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| 57 | Enrique García de lava arrollador. Como decía el poeta: «me gusta más que

llegar saber que ya estoy llegando, andar por andar andando, caminar por caminar, ir conociendo de a poco el más cuerdo y al más loco, y al que le da por volar» Considerémonos locos, que quiere decir algo así como la plétora que anda fuera de lugar vagando por el cosmos habitual, rodeadas por sombrías presencias que también se dejan ver como sombra perdida en el infinito de un rotar terrestre que alberga variedades de catálogo. Nos veremos en la próxima estación, lo que implica que hay siempre una locación, un lugar, en el cual está esperando un tren que a veces parte y otras veces no se anima a emprender esa lenta y furiosa pesada marcha arrolladora que nos transporta a otro sitio, a otra locura, con la complicidad de la locada imaginación de la dislocación.

El banquete en pedazos Según los biógrafos del Emperador Maximino, parece que este llegaba a ingerir dieciséis kilos de carne y treinta y dos litros de vino en una sola comida. El emperador Heliogábalo presumía de no haber bebido dos veces en el mismo vaso, fuera que fuese de oro o de plata. En un desayuno con tiempo el Emperador Albino ingirió la desorbitada cantidad de quinientos higos, cien melocotones, diez melones, cuarenta y ocho ostras, y dos kilos de uva. El mayor banquete de la historia fue ofrecido por Julio César para celebrar sus victorias en Oriente.

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| 58 | Enrique García Invitó, durante varios días, a doscientos sesenta mil personas que comieron en veintidós mil mesas. ¡Qué pedazo de comida!

Prostibulario El prostíbulo La batería, de la calle América, de Ensenada, no gozaba del favor popular, precisamente porque los espectáculos que allí se ofrecían carecían del acompañamiento musical que el público merecía. De todas maneras, bailar se bailaba al gangoso compás de un organito que los parroquianos hacían funcionar dándole incesantes vueltas a una manija que parecía liberar los sonidos aprisionados en una cajuela por lo general fileteada a guisa circunstancial. Un tiempo después, hacia 1877, La batería incorporó un moderno fonógrafo, un maravilloso dispositivo inventado por un tal Thomas Alba Edison. Por supuesto, la reacción en cadena no se hizo esperar, puesto que sus competidores, adoptaron la misma ronca maldición maleva.

Beneficio estético A veces me da por pensar que cuando se pondera exageradamente la figura sensible de una dama, antes que proporcionársele un motivo de satisfacción, se le está alimentando una vanidad perniciosa. Dicen que lo que se combate, se fortalece, pero también lo que se fortalece, se combate..

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| 59 | Enrique García Hay quien parece tener un inocultable genio artístico y, tengo para mí, que es en ese sentido y en esa dimensión en la que se debería valorar a las personas, ya que, en muchos aspectos, por no decir en casi todos, solemos no ser responsables de nuestra benefactora herencia filogenética. La obra es otra cosa, es el resultado del mérito por la dedicación, el refinamiento, y la práctica de un hábito snobista porque sí, sin mediar finalidad ni beneficio material alguno, que es lo que produce la experiencia estética. Es por eso que ha sabido decirse que Genio es el autor de una obra original y ejemplar, sin valerse de reglas. No he conocido ningún genio físicamente bello. Es más, creo que la belleza y la genialidad son características antagónicas, excepcionales, y hasta contraproducentes cuando conviven en una misma existencia. Es por esta molesta intervención que habría que inmiscuirse en la obra, en los sentimientos, o en los intereses comunitarios de un artista, tarea un poco menos grata, pero seguramente más placentera, es decir que allí donde se supone que sumergirse en sus entresijos más misteriosos y enigmáticos vendría uno a reconciliarse con el beneficio de arribar a una lucha trabajosa, sí, pero victoriosa, conociendo y entendiendo, de un ser humano que nos oficia de espejo, cómo es que vibra nuestra cuerda. Conocer la ajenidad íntima de la otredad, suele ser la manera más fructífera mediante la cual uno podría llegar a conocerse desconociendo. Lo que se combate…, y lo que se fortalece…

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| 60 | Enrique García

Un cacho de faz La historia de El cachafaz es parte de la mitología tanguera. Es una leyenda. Quedan pocos que puedan dar testimonio de su vida y de su arte. Fue el mejor bailarín de tango. En sus comienzos, como buen bailarín orillero, realizaba presentaciones en casas de mala fama: Fue así que pasó por el prostíbulo La estrella, de Ensenada, hacia 1910. El cachafaz fue el mejor danzarín, a pesar de que otros también supieron ganar buena fama en el arte efímero que supone bailar. Su imagen quedó grabada en Tango, aquel film estrenado en 1933, donde se lo puede ver con su compañera Carmencita Calderón, cuando apenas era una chiquilina de menos de 20 años. Había nacido el 14 de febrero de 1885 en la esquina de Boedo e Independencia, en el actual barrio de Boedo. Sin embargo, siempre estuvo ligado al barrio del Abasto, y fue en ese barrio, el del morocho del Abasto, donde Benito Bianquet conquistó sus primeros lauros. En 1911 viajó a los Estados Unidos a realizar presentaciones y, de regreso, en 1913, instaló su propia academia de baile. Claro que por entonces era el arquetipo del bailarín orillero. El bailarín para el público espeso de las casas de mal vivir. Pero a medida que crecía su éxito, a medida que saltaba de los prostíbulos a los más elegantes sitios, comenzaba a refinar su técnica y hasta a hermosear sus pasos, asombrando a la concurrencia de lo de Hansen y de El velódromo. El primer tango que se le dedicó, en 1913, se titula, precisamente, «El Cachafaz», y el segundo, se

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| 61 | Enrique García titula «Bailarín Compadrito», cantado por nada menos que Gardel. En 1919 viajó a Paris, para actuar en el mítico Garrón, donde dio a conocer nuestra música popular y brindó lecciones de baile a la alta sociedad francesa. Hacia 1920 llegó a París, y allí fue donde se impuso rápidamente. Su criolla elegancia, su recortada silueta, su arte cada vez más educado y al mismo tiempo más hermoseado, le abrieron las puertas en todos los salones parisinos. Benito Bianquet, El Cachafaz, ganó dinero a raudales en el despliegue de un arte efímero como la danza, pero en el fondo, a pesar de los salones y del traje de etiqueta que lucía, seguía siendo el mismo «cachafaz» que intranquilizaba a su madre cuando adolescente, de modo que se mantuvo fiel a una existencia desordenada y azarosa. A su regreso de Europa sólo quedaba el recuerdo del dinero ganado, como antes ocurría con la fortuna obtenida en Buenos Aires. No tuvo otra alternativa que continuar trabajando, que continuar viviendo siempre al día, siempre a merced de los golpes de suerte que un día lo llevaban al escenario de un teatro y otro día lo arrojaban a un cabaret de mala muerte. De todas maneras, los que lo vieron transitar en sus últimos años por la calle Corrientes, que nunca duerme, siempre vertical, siempre dispuesto a lucirse como en los mejores tiempos, no pudieron dudar que, para Bianquet, la vida empezaba y terminaba con la danza, con un tango bien bailado. Su compañera Carmen Calderón, había contribuido a su gloria y la pareja que formaban era realmente maravillosa. El 7 de febrero de 1942, se encontraban en Mar del Plata, actuando en el cabaret El

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| 62 | Enrique García

Rancho Grande, de la calle Brandsen casi llegando a la costa, rodeados de unos pocos amigos que conocían sus antiguas glorias pasadas, se produce su muerte. Fue escasos segundos después de concluir su presentación y en el momento mismo que buscaba un trago reparador para su fatiga. Afuera, la juventud cantaba boleros y empezaba a mirar al tango con cierta indiferencia. Adentro, un hombre cerraba los ojos para siempre, pensando que tal vez la letra que un día le dedicaron, no estaba totalmente errada cuando apuntaba su irremediable vejez: «ahora, triste y viejo, te ves en el espejo, del loco cabaret» Los amigos debieron juntar ochocientos pesos de la época para poder pagar el entierro de Benito Bianquet, El cachafaz, que no tenía ni un cobre, después de tanto girar sobre sus pies. El baile es un arte efímero que se extingue con la última pirueta. Por ello resulta asombrosa la persistencia de la imagen de este eximio bailarín, transformado tras su desaparición, en un increíble fenómeno. Gran parte de quienes siguen hablando con veneración del «desaparecido» Bianquet, ignoran que aun sigue danzando como«El cachafaz»

El beneficio del silencio ¡Cuidado

con las palabras! A veces puede

costar demasiado caro pronunciarlas. Cristo, Sócrates, Giordano Bruno, padecieron la intolerancia dialéctica. La guadaña le pasó cerquita a Descartes, pero arrasó

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| 63 | Enrique García simbólicamente con el pobre Galileo, le costó la excomunión a Spinoza, y Benjamin tuvo que autoajusticiarse Concuerdo con el cuidado de la adecuación de la munición al enemigo. No se le puede tirar con un cañón a una termita. Ni recitarle la tabla del dos a Einstein. Esa regla de oro, puede ser tenida en cuenta a la hora de manifestarse ante un tribunal examinador o en una presentación académica. También y, además, especialmente, lo mismo rige en las relaciones amorosas. Y por qué no decirlo en todo ámbito concerniente.

Besos de mármol El beso, la escultura de Augusto Rodin, es una imagen altamente sugestiva. Pero siempre hay algo, tal vez más enigmático, detrás de cada obra. Esta obra de Rodin tuvo una historia errática, pudo haberse perdido. Vagó por establos y por galpones inimaginados, pero como toda obra que merece cumplir su destino de luz y su representación metafísica, fue recuperada solamente para que recordemos que con la misma boca que hablamos, con esa misma boca amamos. Sin embargo, se plantea una significativa paradoja: con la misma boca que hablamos, con la misma boca que amamos, con la misma boca que besamos, con esa misma boca, odiamos. El beso tiene raigambre dispar. Besó Judas a manera de traición cristiana; besó Rodin alegóricamente, ignorando las peripecias que pergeñaba su creación; besé yo con suma vergüenza y timidez, la primera vez; habrá besado usted, al par que habrá dejádose robar algo nunca antes jamás robado. Si hasta las madres más bellas, o sea todas, sabían despertarnos al amanecer con un dulce y tierno beso a manera de presagio propiciatorio, o sin él, lo que determinó nuestro carácter irreversible.

Bombero de pedazos involuntarios - La Certeza Hecha Pedazos -


| 64 | Enrique García

Craso fue uno de los hombres más ricos de Roma, cuando había un incendio acudía rápidamente y exigía el pago de una cantidad al propietario de «lo quemado» Si este se negaba, se quedaba observando el incendio sin hacer nada. Mira Nero, de Tarpeya, a Roma como se ardía.

Un pedazo de Dios mejor que Dios El paradigmático opositor de los dialécticos, Pedro Damiano, acusó a los desobedientes, es decir a los dialécticos, como un apologeta de la fe por encima de la razón. En un tono ciertamente inquisitorial escribe contra las malas intenciones de los dialécticos, a quienes consideraba como desestabilizadores de la fe. En uno de sus muchos argumentos, que es también un ejercicio dialéctico que titula De divina omnipotentia, escribe que las leyes de la razón aparecen por debajo de la omnipotencia divina. Dios no se somete a ninguna de las reglas de la razón. La máxima regla que Dios podría violar sería la el mismísimo principio de no contradicción. En términos formalizados ¬ (p ^ ¬ p), es decir no es posible establecer que, a un mismo tiempo, algo sea y no sea. ¿Puede Dios hacer que Roma no haya sido destruida? ¿Puede hacer Dios que lo que haya pasado no hubiera pasado? Frente a estas preguntas, que Damiano toma como ejemplo para defender su tesis, Damiano se expide sosteniendo que, si quisiera, Dios podría ambas cosas y muchas otras más.

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| 65 | Enrique García Nadie, nunca antes, se atrevió a sostener semejante aserto. Proclamar que Dios podría violar el principio de no contradicción es toda una novedad. La pregunta de Damiano, es complicada porque interesa un hecho que aconteció en el pasado. Se trata de la intervención de Dios ante un hecho efectivamente acaecido y, también, se trata de un acto de reversibilidad temporal. Así como Dios no está sujeto a las leyes del tiempo, tampoco lo está en el respecto de las cosas del espacio, y ni siquiera aún a las reglas del principio de no contradicción, Dios podría cambiar las sustancias sin que los accidentes cambiaran. De tal manera es así la omnipotencia divina. Ningún milagro de la Sagrada Escritura viola el principio de no contradicción. El caso que plantea Damiano es, entonces, contrafáctico porque no ha sucedido. En La otra muerte, Borges nombra e introduce en su trama, justamente a la figura de Damiano, a quien le proporciona una segunda muerte que mejora la primera de las muertes que había sufrido. Lo que en verdad allí establece Borges, es la reversibilidad del tiempo, que es la cuestión de fondo implicada en la violación del principio de no contradicción. De tal suerte, Borges pasa a ser un dios mejor que Dios, tanto como para despenalizar la cuestión de la violación del principio de no contradicción. ¡No mentirás!

Inminencias inasibles Aunque sospechemos con Borges una inminencia de la revelación que no se produce, en la obra como fragmento de la Obra, el genio amalgama «su»

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| 66 | Enrique García dualidad divino-humana, le da solución de continuidad, tiende un puente entre «él» y «Él», participa con su «ser» en el «Ser», busca «su» destino en «El Destino», transforma «su» incertidumbre en «Su Esperanza», supera «su» indigencia con «la creación» en «La Creación» El genio sentifica los significados de la naturaleza y significa el sentido de su libertad en un orden simbólico que es su quimera más utópica: prefigurar la ficción de una totalidad inasible a imagen y semejanza.

Decencia de la docencia Recuerdo la cara de satisfacción plena con la que Susana se adentraba en el mundo educativo a través de sus queridos alumnos. Haciendo una simple extrapolación, lo mismo tengo que suponer de todos los maestros, cada quién en sus dominios, aun restándole tiempo al descanso, o a la vida de familia, sin siquiera considerar si el precio de la retribución era o no el justo salario. Eso sí, ese papel pintado llamado «dinero», no podría jamás siquiera igualar la importancia de la satisfacción que implica la devolución en términos de cariño, en lo que representa el vínculo entre un maestro y su discípulo. Me da por pensar que, alumnos como Favaloro, a su vez también maestro, fue producto de una primera enseñanza brindada por una maestra a la que él siempre le agradeció, como solía hacerlo con Mainetti, su

maestro en el arte de las obras de arte de las manos ensangrentadas. Por eso, y aunque la figura del maestro aparezca, hoy en día, un poco sepiada, como aparecían, después de un tiempo, las fotos hechas al magnesio, podríamos decir, como dijo también quien ejerció la

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| 67 | Enrique García docencia sin título: «usted será siempre // la brújula nuestra,

// ¡la sola querida segunda mamá!»

Igual que usted y yos Usted sabe muy bien que yo pensé lo mismo y que entendí, que no fue tan genial Discepolín. Que fue la rea-li-dad que Cambalache un día le pintó, y que según parece que más vale bien reconocer quien fue que la en-ten-dió. Y entonces me parece a mí que el mérito es de los dos, según usted y según yo que compartimos el mismo berretín, de conocer lo sucedido ayer. Y hoy, que estoy y estamos todos tan vestidos de percal, los dos. Y con humor y con amor, igual que usted, que lo celebra hoy, y yo, que lo celebro en el dos mil tam-bién, que ya pasó, como Dis-cepo-li-to lo va-ti-ci-nó. No sé si me entendió, o fue la brisa fuerte de un traidor galimatías que furtivo se co-ló, burlándose de mí, riéndose de usted a car-ca-ja-das, y de Dis-ce-po-lito igual. Y dónde fue que estaba Dios cuando te fuiste con Evita, vos, y con Perón también. Qué ingrata decepción me quiere ful-mi-nar, vos no sabés, si el ar-le-quín que yira-y-yira, y que no deja de nunca parar, jamás, si to-do aquello que pa-re-ce que se lu-cha y se comba-te se refuerza, viste vos. Qué-va-cha-ché, y qué voy yo, sin vos.

El cansancio hecho pedazos - La Certeza Hecha Pedazos -


| 68 | Enrique García

A veces el cansancio deviene precursor de algo, cuando no ese algo es precursor del cansancio. El enigma reposa en esa incógnita mítica de Sísifo, de Camus; en los detractores de la rutina absurda; en los añorantes de la eternidad del sentimiento trágico de la vida, de Unamuno; en el cansancio de sí mismo, de Borges y en el tedio de la vida de Sabato. Tendríamos que sentirnos descansados, considerando que estamos acompañados por semejantes eminencias que se empeñaron en buscar el sentido de la vida durante toda su existencia. ¿Lo habrán encontrado, de haber seguido viviendo lo seguirían buscando, o hubieran abandonado tan descabellada tarea?

El ruido de rotas cadenas En rigor, todo juega con nosotros, ya que somos entidades vivientes y sintientes sujetadas por el deseo, por el pensamiento, por la palabra, por la ciencia, por la cultura, por la razón, por la ética, por la estética, y por la metafísica. Considerando esta ontología negativa, es que no resulta imprudente afirmar que el hombre es esclavo de sus circunstancias. Afortunadamente, todas estas elucubraciones de razón pura, pueden caer bajo la punzante piqueta kantiana que nos exime de aplicar criterios cientistas a expresiones estéticas. De tal suerte, con lo irreal en la mano, podemos empezar la rotura de aquellas rotas cadenas.

Calígula, el despedazador

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| 69 | Enrique García En su afán por considerarse un dios, Calígula ordenó decapitar todas las estatuas de los dioses y sustituirlas con su rostro. Obligó a las damas romanas a que se prostituyeran a bajo costo para que los mendigos y los indeseables se pudieran acostar con ellas. Impuso que los padres observaran como sus hijos eran ejecutados por negarse a acostarse con él. Calígula admiraba al hermoso gladiador Próculo, que era famoso por el gran tamaño de sus testículos. Cuando el gladiador se casó, ejerció el derecho de pernada sobre su mujer y sobre él. Posteriormente lo ejecutó y conservó sus testículos. Calígula nombró cónsul a su caballo Incitatus. ¡Los hermanos, sean unidos!

Xaratustra Claro está, nada es, y todo está en devenir. La ciencia se vale de este defecto para ir en busca de alguna certeza que llamaremos

«verdad» Los paradigmas

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| 70 | Enrique García son nada más que aceptaciones momentáneas de la comunidad

validante. Popper le asigna mucho valor a la refutación, solo porque ella constituye la certeza de lo incierto. Yo afirmo que mi mejor amigo es mi mejor enemigo, porque detesto la bendición laudatoria. Lacan, que se enamoró tempranamente de la dialéctica de Hegel, afirmó que ser es la incesación de la no terminación de nunca dejar

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| 71 | Enrique García de no ser. La penúltima etapa de la existenciación es la liberación de la genuinación, antes del amor. Esto implica una pronta deconstrucción, y es lo que te aguarda a mitad de camino. Se hace camino, al andar, dijo un gran poeta. ¡Gracias, por ir ... y venir a entender!

Cándidos pedazos La palabra «candidato» proviene de la palabra latina «candidus», es decir blanco, que hace referencia a la ropa blanca que vestía el aspirante para demostrar la pureza de sus intenciones políticas. ¡Blanca, y radiante, va la novia!

Despedaza tus pedazos

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| 72 | Enrique García Lo que se inflama por represión, tiene necesidad de estallar. Se acabaron las dudas cartesianas, ya está aquí, ya llegó a nuestra vida el día menos pensado. Fíjese bien, hoy-puede-ser-un-gran-día.

Fogonazos de a pedazos Las cámaras van a terminar trabajando para la policía del pensamiento como en 1984 de Orwell. Van a marcar una agenda impropia. Van a obligar a seguir reaccionando, en vez de accionar. Van a obligar a seguir trabajando sobre el delito, hoy con cámaras y mañana como más fiscalías, lo mismo que en medicina que, en vez de trabajarse para la salud, se trabaja para la enfermedad. Todos lo sabemos, las políticas de despegue no pueden ser políticas de remiendo. Pero si la propuesta consiste en más cámaras y en más fiscalías, cabe presumir, como presumía Aristóteles cuando encontraba que en cada pregunta estaba contenida su propia respuesta, que lo que se espera es una aceleración de la inseguridad en términos de intensidad y de frecuencia. La gente sabe. El mundo avisa. Eso se trasunta, se nota, se ve. Decirlo es debilitarse, entregar el alma, como creían entregarla los originarios ante el disparo artero de un fogonazo del invento de Daguerre. Dígase lo que nadie dice. La rebeldía es un signo de juventud. El conformismo, de prematura vejez. Dígase lo no obvio, porque lo no dicho lo capta la gente y lo espera. Sálgase del recinto dantesco de la comunidad de la recua de ajados, de vetustos, de los que desarrollan el arte de lo posible en el futuro con instrumentos del pasado Destáquese. Bríllese. Humíllese. Húyase de la tormenta.

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| 73 | Enrique García Séase uno mismo, sin dobleces, ni caretas, ni falsías. ¡Se puede! ¡Se debe! Enloquézcase como enloqueció Lorenzo Quijano, o Don Quijote ya no cuerdo, cuando clamaba «¡yo sé quién soy!» Dígase que se está loco, que se está fuera de sí, porque quien está fuera de sí porque los otros también lo están, es como estar loco de amor por su pueblo ¡Árdase! ¡Quémese!, y hágase cenizas, para renacerse Fénix. Y dígase también que se tiene un sueño como Luther King, o que se tiene un vació que ofrecer, para llenarlo, una carencia, para compartirla, una imperfección, para remediarla, un incompleto cuyos entresijos se tienen que remendar, y una honda y profunda umbría pegajosa que no le abandona, como no le abandonó a Goethe cuando clamó por ¡más luz! Y dígaselo con cierta indignación y con suma estridencia. La emoción es lo que el pueblo mejor comprende, porque el pueblo siente mucho, y razona poco. Séase la voz de los otros. Hace falta poner de pie al pueblo, controlar las mil caras de la indigencia, los miles de rostros de la inseguridad, la multiforme postergación de la juventud, las filigranas de la mediocridad y de la corrupción, la falta de misterio, de musa, de inspiración, de metafísica activamente militante. Hace falta poner sobre la mesa lo que se debe, o no hacer nada, porque si bien es mejor callar lo que no se puede decir, tanto mejor es no callar lo que se debe. Y si acaso, en el momento del recuento y del deslinde entre santos y desangelados, su voz quedará anidada en la caja de resonancia de los reprobados, allí donde al menos su palabra vaya a reverberar en muchas almas asosegadas por el rumor del espanto. Inseguridad y asistencialismo marcan una recíproca afectación que denota fracaso: de la pobreza se

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| 74 | Enrique García sigue la insatisfacción, de la insatisfacción se sigue la rebeldía, y de la rebeldía se sigue la violencia heterodestructiva. Por eso es menester superar el asistencialismo como instancia dignificatoria, trocar en inversión el infecundo gasto estatal en planes sociales, torcer el giro del círculo vicioso y convertirlo en un copernicano giro hacia un círculo virtuoso, e instaurar una novedosa manera de hacer política. La política puede ser negativa, no apuntando directamente a lo negativo sino soslayándolo, creando las condiciones de posibilidad necesarias que afirmen la indirecta negatividad, negatriz de lo negativo. Hay todo un plan de gestión en ese sentido, un plan estratégico que abreva en lo filosófico y, como efecto secundario indirecto de convergencia, impacta en el complejo estado de cosas públicas como si fuera una seductora obra de ingeniería desalentadora.

Himno cascabelero Y ahora sí, cascabeleros estudiantes, temblad porque se os viene cabalgando la luz del conocimiento fecundo, mientras despunta el aura de la penúltima estación de la existencia consciente. No la desperdiciéis, porque si se os dispara fugitiva, no lograréis nunca alcanzarla por más veloces que fuereis, por más avisados que pareciereis, o por más alados que os creyereis. Huid del tedio de la repetición y del absurdo, aunque ardan, llegados al sol, ya derretidas, vuestras tenues alas de cera, y mientras tanto entonad el himno al cascabelero de la ignorancia perdida.

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| 75 | Enrique García

Categorías y categoremas Los días buenos podrían ser aquellos días en los que fracasamos. Triunfar es ser, ser es completarse, y completarse morir, que bien podría significar una reiteración del tedio de repetir siempre lo mismo. Ser parece ser no-ser, no-querer, no-poder, no-saber, no-tener, y sin embargo ir fracasando en el intento. Vivir es nomorir... en el intento.

Cavilando Hay una vertiente que se ocupa de la actualización, de ir hacia las cosas. Desde un aspecto puntual, hay una fuerte apuesta por pensar áreas críticas, y como sub-especie pensar la ética del discurrir vivencial de las comunidades expropiadas de su individualidad y hasta de su subjetividad. ¿Es posible pensar las múltiples y diversas áreas del quehacer comunitario? ¿Es posible trabajar sobre interfases entre nodos críticos? ¿Es hora de pensar los temas-problema? ¿Se puede inducir un cambio conceptual? ¿Se puede llevar adelante el desiderato del trabajo interarticulado? ¿Hay una ontología de la salud pública, tanto como hay una filosofía de la educación, del derecho, y hasta de la economía? ¿Hasta qué punto se tiene el derecho de omisión, en medio de un panorama de carencias insolutas, y de plétoras de sapientes? ¿No amerita esto un cierto pensar el pensar, o, si se quiere, pensar los aspectos a pensar y dejar de no pensar el pensar? ¿Acaso detrás de todo sistema conceptual no reconocemos un rostro, una vida, un sentir, y hasta un pensar que no se ha

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| 76 | Enrique García pensado en quien merece ser pensado? ¿Nos hemos extraviado en la divagación solipsista, o empantanado en un cenagal de repeticiones variopintas alrededor de la cosa? ¿Y para cuando a la cosa i-re-mos?

Barrilito de cerveza La cerveza empezó a realizarse con trigo, centeno o avena, pero finalmente se realizó con cebada. También existía la cerveza dulce que contenía dátiles o miel. Pero si se prefería la cerveza amarga, que también existía, contenía ajenjo. El término «cerveza» deriva de Cere Vis, en honor a Ceres, diosa de los cereales.

Unas pocas amenazas Nos veremos en la próxima estación; yo, besando a la Cibeles; tú, a la sombra de un León.

Juego de espejos Ya rodeados por la suficiencia material, la felicidad de se nos hace un poco esquiva. Más triste que llorar es ver llorar, dijo alguno. Por eso, el arte de vivir se parece mucho a un juego de espejos que deforma. Nos identificamos en el reflejo prójimo de la imagen ajena de hijos y nietos. Solo así entendemos, y nos dejamos entrever humanamente.

Segundos creadores

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| 77 | Enrique García

No ser, es, también ser, es ser el no ser, porque pensar algo fuera de este criterio implicaría que no se puede tener lo que falta Es bastante más razonable pensarnos con lo que tenemos y con lo que nos falta. Es correcto que nos pensemos como el ser de lo que carecemos y de lo que nos falta, que hacerlo como el ser de lo que no carecemos y de lo que no nos falta, es decir pensarnos como una promesa, y no como el ser de lo que tiene versus el ser de lo que no se tiene, sino ambas cosas conjuntas con un «y», y no disyuntas con un «o». Hace poco tiempo, salió a la venta un grueso libro que se llama Nicolás de Cusa: identidad y alteridad. Pensamiento y diálogo, que contiene un ensayo muy atractivo titulado: Rilke y el Cusano: vestigios de una afinidad ideal. Es curioso advertir cómo su autor pudo indagar en la obra de ambos, la del teólogo y el filósofo Nicolás de Cusa y la del poeta Rainer María Rilke, encontrando notorias cercanías entre sus sistemas de pensamiento neoplatónico, a pesar de que, como se conoce, Rilke mantenía una afinidad también notable con el pensamiento de Nietzsche y con el pensamiento de Kierkegaard. El Capítulo de Westhof aborda tres cuestiones en las que Rilke y el Cusano han venido coincidiendo secretamente en torno de la teo-andría: la coincidencia de los opuestos, el ideal de vida estoico-mística, y el hombre como secundus creator ¡como-si-dioses-fuésemos!

Compadrito a indumentaria El compadrito del tango se hace cafiolo, viste de manera original, de traje negro, saco cruzado, gran

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| 78 | Enrique García pañuelo de seda blanca en el cuello, chambergo de alas caídas, zapatos angostos y puntudos, floreada hacia la mitad posterior, a modo de burdo encaje, la alta hombrera del saco. Las prostitutas se visten con traje corto con tajos a los costados y colores chillones que dejan entrever los brazos, rojos los zapatos. Cosas vederes, que farán fablar las piedras.

Incompletos sin después La vida no es destino, es camino. Llegar es morir, es no completarse sin después. La vida es un presente con pasado sin después. A veces desde el suelo uno puede descubrirse caballero, como Don Quijote y los molinos. Es mejor el sabor de la lentitud porque ello conlleva consciencia sin compulsión. Llegar se ha de llegar. Lo que queda es la senda que nunca se ha de volver a pisar, aunque toda senda se recorre con la memoria, y puede ser recorrida, más de una vez. Llegar es un punto terminal. Ir es un camino que destila esperanza: la víspera de la inminencia es la esperanza de la vida. Toda llegada supone la supresión del devenir. Todo devenir supone la habilitación de la esperanza. Todo camino es infinito. Renovarse, o sucumbir: el desiderato es no llegar, siempre ir yendo, lento, imperceptible y anónimamente, contemplando en el trayecto la ausencia del rostro deforme de la desesperanzanidad, del automatismo ciego, y del destino inmóvil.

Relojería suiza

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| 79 | Enrique García Toda comunicación es una invasión, una expropiación de la libertad, una incomodidad necesaria, un sacarnos de encima nuestra inercia existenciaria para llenar los huecos temporarios que nos proporciona la vida moderna. En ocasiones la forma no preanuncia el valor del contenido, tal como lo acreditan los escritos teológicos que, por lo general imponen mandamientos y relojean su cumplimiento con una precisión y con una pertinacia típica de la industria suiza, pero con un lenguaje literario de alto voltaje figurado. Lo más práctico es ejercitarse en la parrafada no querida de las paráfrasis: lo que no cae en tu área de afectación, no merece una respuesta espiritual.

Complicatio marxista Los objetos conceptuales son formidables realidades formales, es decir no materiales. El concepto es una referencia dialéctica que re-presenta la materia. El ser, entonces, es ser interpretado, excepto en el marxismo, en el que la materia determina la forma que asume la consciencia que aparece así, como previamente interpretada. Lo que en la materia está complicado, aparece explicado en la forma, aunque, en ambos casos, forman un par de conversación esquemáticamente construida.

Conjetura mendaz Hay una clase de conjetura que nos conduce a la creencia. Hay una asociación inmediata y directa entre hedonismo y mentira deliberada, cuando, los que hemos tenido el privilegio de leer al genio de Nietzsche, estamos

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| 80 | Enrique García informados acerca de que el hombre siempre miente, y miente aun diciendo la verdad, y no porque sea malévolo, sino porque en su génesis está el germen de la docta ignorancia. Miente, y lo que es peor, miente no sabiendo que miente, porque no sabe que no sabe. Como diría Aristóteles, para mentir hay que conocer la verdad. Os aseguro que no debe ser para nada fácil vivir en el recinto de la mentira, justamente porque conocer la verdad supone e impone disciplina e inclinación perenne en el esfuerzo. Con la necesaria hipocresía basta. No le tengáis miedo a las sombras ni a los bultos que se menean, sino a la falta de preparación popular imperante para filtrar el bombardeo informativo, la fiebre tecnolátrica, el poderío creciente de la política y de los políticos, el frenesí consumista, la exposición de la intimidad en una vidriera impúdica, la justificación de todo medio para cualquier fin, y la loca carrera de un vano vivir mediocre, vulgar, y nihilista.

Misterios imperdonables Hay dos maneras de construir, como también hay dos modos de destrucción: por crisis abrupta o por lisis imperceptible. ¿Con que grano, amontonando sensaciones, se alcanza la categoría de montón? Siempre aparece un nuevo misterio, después de haber desbaratado uno viejo.

Pedazos disruptivos

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| 81 | Enrique García

Se

puede ver el amor como una creación

recreada después de la interrupción. Se trata de una continuidad interrumpida por una ruptura cotidiana que cumple un ciclo vital diario: muere por la noche, y renace por la mañana. Es esta la síntesis de una vieja idea griega que señala la diferencia entre continuidad y ruptura. La percepción puede hacer que la ruptura no sea otra cosa que continuidad disruptiva, ya que el dinamismo de las relaciones humanas cambia el estado de cosas que discurren entre sucesivas rupturas de la aparente continuidad misma. En toda continuidad hay dinamismo. Pero el dinamismo hace que cambien las posiciones. Por eso no es tan raro que lo continuo se aprecie como una sucesión de rupturas superadas, y la ruptura como una sucesión de continuidades interrumpidas. A eso es a lo que se le llama sentido, y es lo que permite que lo monocorde sea diverso, pero para esto hay que tener cierta visión no esencialista, porque el esencialismo es justamente aquello que siempre permanece en el cambio. La percepción siempre esta filtrada por un profundo sentimiento de emotividad inexplicable desde la razón razonante. Tendríamos que considerar si el amor es ruptura recuperada, o bien continuidad perdida. Vaya a saber uno en qué momento de la madurez emocional, se resuelve la continuidad en la ruptura o la ruptura en la continuidad. Vuela quien anda de a pie, y hasta quien vuela se arrastra

Pedazos materialistas No hay demasiadas cosmovisiones basadas en la experiencia. Todas ellas tienen un fuerte contenido

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| 82 | Enrique García metafísico, es decir que fundan su conocimiento prescindiendo de la experiencia, o sea de las causalidad física o sensible exclusivamente, y por eso se conciben como fundamentos y no como causas. Esto sin dejar de reconocer el escepticismo en el que vinieron a caer los empiristas que no podían explicarlo todo mediante comprobación empírica, y solamente les resultaba la experiencia aquí y ahora que permitió desarrollar mejores teorías empujadas por el despertar de un sueño dogmático kantiano. Es reconocida la explicación que formula Marx acerca del materialismo histórico, que tampoco puede sostenerse sin un aporte del orden teórico cuyas figuras más difundidas, tales como el fetichismo de la mercancía, la plus valía o la lucha de clases del materialismo dialéctico, resultaron concepciones de un alto voltaje metafísico que escapó de la experiencia sensible y encajó en una artificiosa valoración teórica.

Pedacitos de cuerpo y alma El amor une las almas a través del cuerpo. De lo contrario estaríamos en presencia de la triste experiencia de un mecanicismo autónomo del cuerpo en el respecto del alma. Algo que es incompatible con la racionalidad y con el sentimentalismo humano, aunque es justo reconocer la estrechamente cercana naturaleza animal de consciencia sensible conservada en el proceso de espiritualización. El cuerpo está sujetado por el alma y, a la vez, el alma está sujetada por toda la cadena de antecedentes ajenos que nos determinan de un modo particular que

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| 83 | Enrique García creemos que es nuestra libertad autónoma, cuando se trata de una libertad condicional. El amor supone una determinación metafísica dependiente del simbolismo existencial devenido. Hay cierta insuficiencia en él, una presencia de la ausencia totalizadora, un devenir interminable del deseo de la cosa como promesa, repetición y bamboleo permanente y continuo con sentido y finalidad irreal. Sea que fuere siempre imperfecto, siempre inalcanzable, siempre quimérico, siempre simple y mera promesa del devenir que exige no saber, no poder, no tener y no ser, para poder llegar a torcer esa falencia infalible, esa imperfección posiblemente imposible, que es in-finita, interminable y también loca. Nada es sin permiso del alma, como quiso decir don Ernesto Sabato.

Dinámica celebratoria La celebración del cumpleaños es un ritual pagano con más de cinco mil años de antigüedad. Los faraones organizaban grandiosas fiestas para celebrar el día de su cumpleaños. Los aniversarios del nacimiento eran registrados y celebrados por la monarquía masculina. Las fiestas de cumpleaños se desconocían entre las clases bajas, y entre todas las mujeres, excepto la reina. De una fiesta de cumpleaños tenemos constancia. Cleopatra II, que se casó con su hermano Tolomeo y tuvo un hijo de él, recibió de su marido un macabro regalo de cumpleaños: los restos de su hijo asesinado y descuartizado. En Grecia, los hombres ricos se asociaban en clubes de cumpleaños estrictamente masculinos

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| 84 | Enrique García compartidos. Los griegos creían que toda persona tenía un espíritu protector que llamaban «demon», que estaba presente el día de su nacimiento y que cuidaba de ella durante toda su vida. Ese espíritu tenía una relación mística con el dios que regía el día de su nacimiento. El escritor Filocoro nos narra que los adoradores de Artemisa, diosa de la Luna y de la caza, celebraban la fiesta de cumpleaños de la diosa el sexto día de cada mes, preparando una gran torta a base de miel y harina. Muchos datos sugieren que el pastel de Artemisa estaba adornado con velas encendidas, el fuego ritual donde las velas representaban la luz lunar y la irradiación de la diosa hacia la Tierra. Las fiestas de cumpleaños de las deidades griegas se celebraban con carácter mensual, por lo que cada dios era festejado con doce fiestas de cumpleaños al año. Las fiestas de cumpleaños de las mujeres y de los niños se consideraban indignas de celebrarse, solo se celebraba, con un banquete, la fiesta del cabeza de familia. Los romanos asimilaron esta idea, e instauraron la costumbre de considerar el cumpleaños de los personajes más importantes como festividades nacionales. Posteriormente fue una práctica común de los emperadores y las elites masculinas y femeninas. En el año 44 antes de la era cristiana, el Senado aprobó una ley por la que el aniversario del asesinato de César se convertía en festividad anual, realzada por un desfile público, una sesión especial de circo, combates de gladiadores, un banquete vespertino y la representación de una obra teatral. Con el cristianismo comienza a celebrarse el día de la muerte de los santos y, así, pasó a celebrarse lo que

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| 85 | Enrique García se convirtiera en agasajo inherente al nacimiento. En el año 245, se trató de fijar la fecha del nacimiento de Jesucristo. Posteriormente el Emperador Aureliano ordenó que se celebrase su cumpleaños cada seis de enero, pero fue en el siglo IV, bajo el mandato del Papa Julius I, que la Iglesia comenzó a celebrar Natalis Solis Invicti, el 25 de diciembre de cada año. Con el paso de los años, estas celebraciones, se fueron significando en tortas de cumpleaños, en las velas y en sus deseos, en los regalos, en el hada madrina y en el santo protector.

Tanto tiempo nombrando Curiosamente el nombre es lo más ajeno y lo más nuestro al mismo tiempo, ya que ha sido puesto por otros, en otro tiempo y en otro lugar y, a la vez, nos apropiamos de él después que otros lo hicieran antes. El nombre no nos ha sido dado para llamarnos a nosotros yo mismo. Yo no me llamo «yo» El nombre propio entra en nuestras vidas para circular en los discursos ajenos, mi nombre es para que otros lo nombren y me nombren. Hay que apropiarse del nombre, para lo cual debe uno constituirse en un sujeto mediante la operación psíquica de apropiación. El nombre está asegurado, pero hay una operación psíquica que lo permite y admite: la apropiación. El nombre es así un sistema de significaciones compartidas por el sistema psíquico que lo preexiste, lo captura y permite compartirlo.

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| 86 | Enrique García La capacidad de utilizar signos y símbolos es propia del lenguaje. Lo psíquico cambia con el lenguaje, tanto como el lenguaje cambia con lo psíquico. La experiencia humana es una experiencia lingüística que se conoce antes de haberla vivido. Por lo tanto, el nombre nos antecede. La experiencia es, primero mental, y lingüística, y recién después es efectiva, no mítica. En el nombre propio se dice la existencia, por eso mentar solamente el hecho práctico es una reducción a la animalidad de la sola consciencia sensible, como lo ha establecido Hegel en la Fenomenología del Espíritu. ¿Tantos años callando, solo para no nombrar?

Despedazar la intolerancia Cuando se estudia se es intolerante. La ignorancia es un monstruo grande que pisa fuerte. La enseñanza es intolerancia contra la libertad-de-no-querersaber. Toda cosa es, a la vez, y al unísono, condescendencia e intolerancia.

Un mundo de dos clases Hay dos cosas extraordinarias: el amor inmenso y el fracaso inmenso. En ambos casos la experiencia nos avisa que vivimos. El mundo siempre avisa. Los que fueron señalados con la brasa poética son bastante proclives a levantar altas torres y a verlas derrubarse. En el balance final de toda gesta siempre queda lugar para lo inefable. No hay lugar en lo obvio. Siempre se puede mirar

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| 87 | Enrique García más allá, aunque no se pueda ver más acá. Volar es como caer a tierra para volver a levantar un vuelo más alto. Si del sutil hilo del silencio brotara una herida fina que partiera la existencia en dos, en ella no habría otra cosa que la marca que señala que es peor no amar que fracasar. Pedir perdón por lo que es genuino es un desmerecimiento incompatible con la vida misma. La falsedad con uno mismo es insoportable. Tengamos siempre a mano dos nuevas alas. No nos vayamos tan lejos: a calles, a cielos, o a Ciales.

Un pedazo irreal En ocasiones, la experiencia estética aflora en un primer plano prevalente. Otras veces, se muestra como un telón de fondo recesivo. Pero siempre está. No hay posibilidad sin estética, como tampoco lo hay sin razón razonante.

Demasiados pedazos inhumanos El amor se presenta representando un efecto de la falta de libertad como para negarse a entregar lo que no se tiene a quien no es. Dios campea en la inminencia siempre diferida, y nunca inesperada. La esperanza empuja nuestra voluntad y construye un mundo como voluntad y representación, con ladrillos de voluntad de poder. Nuestros sueños carecen de un presente y tal vez de un futuro, y de una concreción cierta. Todo este recuento es tan contingente, empero tan real como la ciencia dura misma, tan o más real que la realidad sensible misma, tan

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| 88 | Enrique García o más real que la materia misma que nos conmina, porque tienen, asociado a ese conteo contable, un componente invisible fundamental: su metafísica. Nosotros mismos sostenemos nuestra vida biológica en un poder invisible que nos habita, en esa necesidad de ser y de seguir siendo que nos constituye como una promesa cuya inminencia se nos escapa corriendo delante del tiempo y detrás del espacio. Si acaso ese inventario fuera preciso, o bien fuera el resultado de nuestra decisión, y estuviera en nuestras manos la posibilidad de autodeterminarnos absolutamente, todo sería demasiado obvio, todo sería demasiado posible, todo sería demasiado previsible, todo sería demasiado inhumano: la no-verdad tiene que ser reconocida como una condición de la vida y la verdad como

el tipo de error sin el cual el hombre no puede vivir.

Derecho a un pedazo de alienación Si la felicidad estuviera dentro de uno, uno no tendría que realizar ninguna clase de esfuerzo para conseguirla, porque estaría en uno y con uno. Desde que el hombre conoce su finitud no puede ser feliz. Ser feliz es un signo de cierta ligera torpeza. El mundo no puede ser distinto, a menos que uno crea en otro mundo, lo cual refuerza la conjetura, porque lo que se combate se fortalece. El mundo siempre avisa. EL amor siempre busca. Desea para ti alienarte completamente, lo que quiere decir no ser tú de ti mismo, sino de otro mortal como tú.

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| 89 | Enrique García En realidad, habrás venido a tropezar con la vieja fórmula del amor en la búsqueda propiciatoria de la gracia. Acaso por eso mismo se haya dicho que «Dios es amor», porque todo lo hizo en orden a la otredad. Desea, entonces, que cada día vayas reecontrándote menos contigo mismo, pero también desea que te encuentres cada día más enajenado en quien sea tu otro de tí. El amor, siempre sucede.

Pedazos embarazosos Hubo un tiempo en el que las patricias se desembarazaban de los objetos no deseados en las puertas del teatro. Entonces, recibían a cambio una ficha de marfil, llamada «carta ebúrnea» como comprobante que derivó en la moderna entrada. Esta entrada otorgaba el derecho a disponer de una banqueta o scamnum y de una almohadilla o pulvinum La función empezaba con la expresión aulea premuntur y la representación terminaba con la expresión

aulea tolluntur. Para conservar la voz en las escenas secundarias, los actores se dedicaban a gesticular y un esclavo era el que ponía la voz. Así cuando llegaba el solo canticum o el dialogo diverbia, las estrellas podían lucir sus encantos.

Sumos desencuentros

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| 90 | Enrique García La polís-tica está inmersa en una suerte de penumbra de razón práctica. Sumergida en una especie de opacidad que es fruto de la insatisfacción, y que al mismo tiempo empuja camino adelante como buscando un «con qué» llenar de luz aquel vacío que prohija la carencia. Y en ese discurrir se puede tropezar, afectando con frecuencia otras esferas del ser. La ética cambia según tiempo, espacio, y comunidad. Viene de afuera, y nos está individualmente legada, y aunque no es así la moral, ya que oficia como un comercio mediante el cual uno viene a dialogar consigo mismo, es decir en la mayor de las intimidades posibles, a la vez que es un límite y un ancla que equilibra conductas incluso colectivas, de esas que se hablaba como a la manera del inconsciente colectivo, el dilema sucede a la hora de diseñar el sistema de conductas que es factor de sumos desencuentros.

Un retazo de deserción Jamás desistáis de las personas que amáis. Jamás desistáis de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible… ¡Tú, que eres un ser humano especial!

Desesperación inesperada La desesperanza es como el ideograma de la crisis, tiene una doble cara, una doble faz, un doble estándar: es esperanza esperada desesperadamente.

Des-per-tar en pedazos

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| 91 | Enrique García

Tenemos que «despertar», pudo pensar Gregorio Samsa. Tomar consciencia. El-daño-que-se-lepueda-inferir-a-un-solo-ser-humano, es una advertencia que a todos nos concierne. No somos párvulos inconscientes regidos por algún designio ciego sin destino. Estamos muy cansados. Nuestra voz no repica como el tañido de la más prístina campana. Plagado está el solar de miserables. De miserables que nos cascotean el rancho metafísico. ¡Debemos responder! Dar una sola muestra de dignidad. Se impone que pongamos nuestra sacra identidad en blanco sobre negro, como muestra de nuestro cansancio, como nuestra de reprobación a la destrucción sin fundamento, motivo, ni razón: como negación de un nihilismo inaguantable.

Despertar en pedazos Me gustaría saber si el término «despertar» supone un ejercicio individual de conciencia, de modo que lo que habría que hacer sería trabajar reflexionando, esto es volviendo la conciencia sobre la conciencia individual misma, lo que supone un cierto ejercicio de negación corporal, ya que, a semejanza de Dios, no somos meramente cuerpo Si así fuera, ¿el cuerpo humano, no el divino, que categoría tendría?: ¿el de una mera imagen mental? ¿Si la inmensa masa de postergados que «duermen» en las villas y asentamientos, tomaran clara y

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| 92 | Enrique García auténtica conciencia de su situación, no despertarían a un hostil estado de consciencia reactivo? ¿Cómo hacer para resolver el dilema de un despertar» anómalo? ¿Siempre el despertar es individual? ¿Hay una manera de hacerlo comunitario, «despertando» primero uno y haciendo que después «despierte» un otro? ¿La hora impone no ya que la masa de «adormilados» que no duermen porque quieren, sino que han sido adormecidos, despierten, sino que ha llegado la hora de que nosotros, los-otros de los otros, que por omisión lo hemos permitido, «despertemos» por encima de nuestra propia pulsión egotista, para que pueda vislumbrarse un despertar socialmente más justo, construido en, por, y para la paz resultante de un entramado entre humanos humanamente pensados como humanos, abiertos a los beneficios de una conciencia cósmica colectivamente comunitaria, oriunda del Amor, hija de la mejor manera de alabar a Dios profesando Amor entre fraternos, como dice Pablo? No podemos no ser felices, no podemos ni queremos. Tampoco podemos dejar que otros tampoco lo sean, ni que no lo quieran, ya que nos concierne, no ya en nuestra perspectiva individual, sino en su dimensión social. Todos vivimos peor en una comunidad de infelices. Las mismísimas connotaciones preanunciatorias de lo que en potencia inhieren en el ser humano nos lo dicen. Resulta sumamente paradójico que un ateo como Marx, nos haya advertido sobre los peligros de la explotación entre los unos y los otros, y no obstante el carácter de su postura, tan elevada, mereciera los más injustos epítetos condenatorios justamente venidos del lado de los justos.

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| 93 | Enrique García Tomar consciencia, también es, las más de las veces, entrar en rebeldía. Para no traer a este marco de opinión el criterio platónico que consideraba que era sumamente peligrosa la desocultación de la verdad invisible a cierta clase de ciegos voluntarios. Con el ejercicio de la toma de consciencia se juega la vida misma. La historia registra una larga serie de hechos y de acontecimientos que así lo acreditan, que han pasado ante nuestro conocimiento o ante nuestros ojos con una carga de asombrosa inquietud. Para no abundar pretenciosamente, el mismo Cristo fue víctima de ello. Pero valió la pena, solamente si consideramos que ello fue una señal que ahora aparece frente a nosotros como un desafío serio y grave. No se puede tener consciencia en medio de desconscientizados siderales, de clases, de poderes, de intereses, de odios, de amos y de esclavos, de iluminados y de réprobos. Pero si se puede pretender el menor de los males posibles, siempre. Tener fe no es una cuestión de adhesión ciega, es una cuestión entre inteligentes, una cuestión de sabiduría, y hasta de disimulo. Una cuestión de inteligencia espiritual. Es del más acá, con la esperanza en el más allá. Hay un «despertar» posible, y otro imposible y limitado. Basta un ejemplo de la vida misma: la de Jesucristo. Hasta que alcancemos la unidad con el Ser, donde todo sería absoluto y el «despertar», también es absolutamente relativo, el «despertar» en la fe, en la fe vista más como una muestra de interés fervoroso por desocultar el sentido de las cosas de la vida, y de Dios, que como una manifestación sentificada.

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| 94 | Enrique García

Diálogos despedazados Hay comunicaciones

que

son

bastante

reveladoras. A veces nos cuesta acercarnos a lo pensado, precisamente porque, además de sentirlo, lo pensamos. Habría que escribir algo análogo al Elogio de la locura, algo del tipo del Elogio de la sentificación. A esto me refiero, precisamente, porque es la inquietud la que abre y escruta algunos mensajes. Hay recuerdos y recuentos del olvido. El olvido voluntario, por ejemplo, es un recuerdo espontáneo, el recuerdo para poder olvidar. Lo importante-negativo no es la dilación en el acercamiento, sino el irreverente alejamiento irreversible, cuando no el olvido del recuerdo.

Dificultades sin pedazos Debe ser difícil que una madre que, por estar tan cercana a sí propia, pueda trasuntar lo que siente que siente con medios tan precarios como la razón que razona pensando lo que siente que siente como si fuera un teorema. En realidad, desde el otro extremo de la dupla, los que somos hijos varones, y por ende contamos con la privación de ser madres, no amamos a nuestras mamás, sino a sus efluvios metafísicos, y ese amor imposible y negatriz que nos empuja a buscar una que la sustituya, si es que es posible sustituir algo con alguien de la mejor manera posible.

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| 95 | Enrique García Por eso es que ellas permanecen en nuestro recuerdo, no meramente como seres biológicos, sino como continuidades sígnicas y simbólicas. Hay una metafísica maternal que nos trasciende porque las mantenemos conservadas en nuestra constitución física, racional y sentimental. ¿Acaso nuestras madres no están presentes también en nosotros, en nuestras esposas, en nuestras parejas, y en nuestra descendencia?

La condenación de culo y suerte Estamos condenados a una forma cultural de amar, tanto como estamos condenados a constituirnos construyéndonos según el deseo de un orden anudado bajo muchas otras formas culturales heredadas, cimentadas en el cumplimiento de un deseo mandatario de la alteridad que garantiza la continuidad preponderante de la civilización. Y si acaso esa forma de amar alguna vez asaz cambiara, también estaríamos esclavizados por el mismo formato esquemático implacable inscrito en ese deseo de la alteridad que inevitablemente garantiza la continuidad preponderante de la cultura civilizatoria. En esta caverna de alegorías umbriamente concebidas, no hay lugar para la libertad, sino un escaso resquicio para una nueva forma creciente de apego al ejercicio sísifico de una deconstrucción fallida del sometimiento. En cualquier caso, siempre la taba, arrojada en cualquier tiempo y lugar que fuere, cantará «culo o suerte», que para el caso lo mismo da que sea «culo y suerte» a la vez, garantizando una misma segura condena

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| 96 | Enrique García tautológica vitalicia: abandonad toda esperanza, vosotros,

los que quisierais salir.

Azufre argento Este humo con olor azufre, este humo tan bien descripto y mejor suscripto, parece ser hijo de una ingesta que nunca terminó de digerirse pese a que durante años se la sazonó y se la presentó al calor abrasador de los regímenes de excepción que gobernaron bajo el signo del anacronismo y de la vocación miseranda durante mucho más que una cercana docena anecdótica. Ojalá el nuevo inquilino de La rosada fuera el taumaturgo omnipotente capaz de lograr, en unos pocos meses, semejante desastre acumulado, porque de haber podido hacerlo, contaríamos con la garantía de una eficacia con cuya próxima salida se estaría en la inminencia de la víspera de la alborada. La ruptura discrecional que se le pretende endilgar al nuevo morador de la rosada resulta del efecto de interpretar equívocamente lo que no es más que una sospechada disrupción de una continuidad imposible de partir en pedazos como un punto desgajado de su recta. Este tipo de análisis equívoco parece ocultar mucho más que una simple grieta. Más allá de una mera confrontación entre el mundo de la riqueza y el mundo de la pobreza, del mundo burgués y del mundo proletario, el sustrato invisible confronta dos nihilismos inevitablemente indiscernibles. Lo demás es una afiliación a la jerarquía virtuosa de los números que han germinado y florecido con unos antropófagos del pasado que se han enriquecido miserablemente con el verso de los derechos de los más

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| 97 | Enrique García desposeídos y la presunción de una intelectualidad de poca monta que superlativamente hastiada abandonó el relato que sumió, como nunca antes, a un país llamado a ocupar los primeros puestos en un mundo que mira absorto como nos bandeamos de un nihilismo a otro en un perpetuo estado de permanente asamblea que pretende elucidar quien la tiene más larga. La queja está siempre sujeta al precepto que proclama que hay una ley de agotamiento de las sensaciones horrorosas que hizo abandonar el viejo cuento de los campeones morales para verificar si es cierto que mentando el cambio, el cambio se presentaría no ya como la simple presencia de lo ausente, sino como una esperanza nunca más adormilada en los brazos de tres o cuatro atrevidos que nos han fascinado de una manera incomprensible. La patria piqueteada y piquetera justifica el escrutinio de un nihilismo estructural que nos atraviesa sin vergüenza espectatoria. No es lo mismo ir hacia que escapar de… Todos los relatos pueden leerse de distinta manera. En el fondo, en particular este relato, es una crítica a quienes creen en una trasnochada discontinuidad de las construcciones de realidades, por nefastas o esperanzadas que nos parezcan. La continuidad atraviesa el tiempo. No hay algo así con una ruptura en ninguna cosa que uno pueda concebir, ya que el hoy conserva siempre el pasado, y nosotros conservamos nuestra ascendencia tanto como nuestra descendencia nos conserva a nosotros o un árbol su semilla.

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| 98 | Enrique García Las grietas son construcciones compartidas, construcciones que no tienen un único propietario y cuya miseria representa el condominio de una política repetida por distintos signos y creencias de las que nadie podría exonerarse. En síntesis, si es de todos, la crisis, no es de ninguna facción. En segundo plano aparecen el hartazgo, la confrontación, y lo lúdico, danzando al borde de un peligroso precipicio que hace tiempo nos fascina encontrar como destino. También aparece una alegoría del infierno en el aromático azufre que nos contamina el aire. Pese a todo, todavía pensamos que se puede.

Elogio del amor imposeso [I] Proust decía que solo se ama aquello que no se posee en su totalidad. El misterio de lo que no llegamos a conocer hace que tapemos ese espacio con idealizaciones, no nos enamoramos de lo desconocido sino de la proyección que nosotros mismos realizamos para cubrir el vacío que el misterio deja. [II] En ese sentido, El texto parece ser confuso, pero pivotea sobre dos teorías filosóficas acerca del ser. Una es la teoría del ser como devenir, esbozada primero por Heráclito y después por Hegel. La otra es la teoría del ser como expectativa, que aparece como deseo inalcanzable para Heidegger y también para Lacan.

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| 99 | Enrique García Ambas teorías confluyen. En la primera hay incertidumbre, en la segunda, carencia. En las dos teorías hay misterio. El misterio juega para la desocultación de lo imposeso inadmisible. [III] Heráclito dice que nadie se baña dos veces en el mismo río. Ni el hombre, ni el río son los mismos después de haber sido sometidos al imperio del paso del tiempo. Todo cambia, pero no pasa. El hombre es imposeso para el río, y el rio es imposeso para el hombre. Por extensión, nada es, y todo deviene también para Hegel. [IV] Lacan cree que el amor es dar lo que no se tiene a quien no es, con lo cual queda siempre expuesto lo incompleto, la indigencia y el ser que nunca es pero que va siendo. El ser no es, pero va siendo sin completarse. Esta en expectativa imposesa, también para Heidegger. Por otra parte aquí está implícita la idea de que el amor se sostiene por su carácter de deseo inalcanzable. Por extensión, todo lo que se completa fenece. [V] En sentido empírico sería apropiado decir que el ser es materialmente inasible, fugitivo, incompleto e impo-se-so porque el tiempo, que es infinito, junto a la naturaleza cambiante de todo lo que existe, lo constituye como una interminable continuidad en el devenir. Incompleto, y aun, podría decirse transmutable como no pudieron imaginar los escépticos, con el aporte de los darwinistas que conjeturaron el futuro evolutivo con la experiencia harto cambiante del pasado. [VI]

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| 100 | Enrique García El pensamiento, la acción y la experiencia negativa, está presente en Heráclito, en Cusa, en Hegel, en Nietzsche, parcialmente en Camus, e intensamente en Lacan. Esta manera de pensar y pensarse condujo al movimiento in-finito, a la incesación, a recorrer "siempre el mismo camino" que es también "el destino" que justifica todo movimiento de acción constitutiva del querer, del poder, del saber, del hacer, del tener, y del ser. [VII] Sólo tenemos lo que nos falta, es decir que tenemos esa indigencia que nos permitió nacer y que portaremos hasta morir y después también, pero en el sentido inverso de "querer volver a vivir" Esas indigencias son las "indigencias motoras" de todas las cosas, animadas o no, concretas o abstractas, físicas o metafísicas. Esa Indigencia es la misma del Deseo de Dios que creó la Creación y también Creó la necesidad de creer y de crear. Es el deseo del Deseo. [VIII] Nuestra indigencia es perfecta y teo-ándrica, humano-divino, puesto que la imperfección no es otra cosa que la ausencia de un camino regio que permita llegar al absoluto antes de desplegar cualquier voluntad activa de querer y de poder. Por eso parece que fuera tan importante el tra-yecto: lo lanzado ahí, en el tiempo y en el espacio, en la travesía existencial que induce a los seres y a las cosas. Seres, vidas y cosas, todas no totalizadas, fuimos, somos y seremos "lo mismo y lo distinto" [IX]

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| 101 | Enrique García No todo es imposeso, puesto que tenemos todo lo que nos falta. [X] Tenemos la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no tener.

La muerte como (im) posibilidad El existencialismo es una corriente de pensamiento de la primera mitad del siglo XX. En ese sentido se entiende a la filosofía como un análisis de la existencia, como un modo de ser del hombre en el mundo. Es una actitud filosófica que a pone en tela de juicio el modo de ser del hombre y también pone en discusión al mundo, sin presuponer su ser ya dado o constituido. El existencialismo considera tanto al mundo como al ser del hombre en el mundo, como una mera posibilidad. En El ser y el tiempo, Heidegger comienza preguntándose ¿qué cosa es el ser? Pregunta que se puede entender desde dos puntos de vista: como el ser mismo primero; y después como el ser ahí del Dasein. De otra manera: el sentido del ser como lo que se encuentra, y la existencia como modo de ser del ser-ahí. El único significado que, para nosotros, puede tener la pregunta sobre el ser consiste en analizar la existencia, por constituir ella la única posibilidad de referirse en cierto modo al ser Heidegger llama a este proceso «Analítica existencial», y lo lleva a cabo siguiendo el método de la fenomenología. Consiste en una elección de posibilidades, o comprensión. La operación puede realizarse en dos niveles: la comprensión existentiva u óntica, que se refiere a la

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| 102 | Enrique García existencia de un hombre singular y, por otro lado, la comprensión existencial u ontológica, que atañe a la existencia misma, en abstracto. A Heidegger, como a todo buen fenomenólogo, no le interesaban los casos particulares. Por lo tanto, cuando Heidegger habla de la ‘existencia’, la entiende como a la versión otra versión. Cree que la existencia es fundamentalmente trascendencia. Dicho de otro modo, la existencia se puede definir como estar-en-elmundo, por constituir ese mundo, el proyecto de las posibles actitudes y acciones del hombre. Y esa existencia del ser humano sobre la tierra consiste básicamente en tener cuidado de las cosas, y de los demás hombres. Esto se podría entender de sendas maneras: como exoneración de los demás, de sus propios cuidados, es decir como una existencia inauténtica; y también como incitación a ser libres para asumir sus propios cuidados, es decir como una existencia auténtica. Heidegger se inclina más por este segundo aspecto de la existencia humana. Dice Heidegger que la misión del hombre en este mundo estriba en vivir para la muerte, entendiendo la muerte como posibilidad de la imposibilidad de la existencia.

Y ante el dilema, el esquema Al hombre no lo empuja su tener sino su carecer. Y la angustia, connatural en el hombre es la desequibración que disparará las fuerzas de la voluntad para reestablecer la equilibración perdida. Esto nos rige de la cuna en adelante, es altamente plenificante porque

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| 103 | Enrique García arrincona el sentido de la finitud y contribuye con nuestro deseo de eudaimonía vitalicia. Siempre repetimos el mismo esquema de comportamiento. Cuando nacemos venimos dotados de un primer impulso de succión. Si sentimos hambre, nos angustiamos y esa angustia nos incita para que pongamos en juego la voluntad de querer superarla. Con el amamantamiento, recuperamos el equilibrio perdido, equilibramos lo que había salido de su quicio. Este proceder, inicialmente innato, lo repetiremos y con é aprenderemos que ante cualquier carencia que nos desequilibre, procederemos de la misma manera. Es lo que nos falta lo que nos impulsa. Cuando elegimos una profesión, una pareja, un lugar donde vivir, una clase de comida, apelamos a ese esquema que es una construcción entre nuestras pretensiones y las posibilidades a la mano. Lo hacemos en la creencia de conseguir plenitud, más allá de la inevitable repetición empírica de siempre lo mismo. Es con el sentido que le otorgamos a cada repetición, con el que transitamos sin desertar ni pensar el tedio, ni vivir la muerte. Toda la vida evolutiva discurre de esa manera, y apoyada en el impulso de continuidad por seguir viviendo. Es más, toda la vida biológica, y aun la no biológica, parece que sigue ese comportamiento secuencial y cíclico.

Apología de la necedad - ¿Estudiar filosofía?

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| 104 | Enrique García - Su pregunta es insolente y absurda, ¿De qué va a vivir? - Usted está en un dilema. - por eso.... sospecho que debiera estudiar filosofía. - Vaya mañana mismo, inscríbase en Filosofía y letras y por la tarde empiece a estudiar unas diez horas al día. - Sáquese el dilema de encima. - Ahhh... eso sí, le recomiendo que tenga 50 años, como presumía Aristóteles que era la edad adecuada por la experiencia que reporta. - Se trata de una experiencia de amor extraña, se trata nada menos que de cultivar el amor a la ignorancia. - En cuanto al ser, olvídese, el ser nunca cesa de no terminar de no ser. - Aquí, y allá, lo sorprenderán los grandes avatares de la vida pensando que, bueno, a lo mejor en algún instante lo conducen al escepticismo. - Tal vez lo acuciará entender la diferencia que hay entre ser y pensar. - Quizás le inquiete la falta de esencia en las cosas que sólo son palabra - A lo mejor la inversión del materialismo dialéctico empiece a reventarle la cabeza con el taladro de la soteriología de la consciencia. - Espere, «soteriología» es el tratado de la salvación vivo o muerto. - Quizás reflexione en el futuro, en ese transhumanismo del hombre mitad naturalizado y mitad digitalizado que vendrá.

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| 105 | Enrique García - No, hombre, ese era el Superhombre. Ü-bermensch. - En fin, ya ve, todo es filosóficamente confuso, todo es abstracto, todo es misterioso, todo es difuso, todo es infraverdad infrasuperlativa infrasuperadora, todo no es y nada se parece a nada. - Estudie, pues, filosofía. - ¡Uno piensa que no sabe, pero en realidad no sabe! - Sólo sabe que nada sabe. Nadie se baña dos veces en el mismo río, sabe. - Una mera compaginación, es un argumento. - La filosofía vale la pena para salvarse del mundo de la certeza hecha pedazos. - Me olvidaba una cosa, el camino es el destino y al final, de todos modos, tiene que fracasar porque la verdad suele ser del triunfo del sentido de las tragedias y sólo es la parca misma la que nos completa. - Conózcase a sí mismo, de nada en exceso y todo en su medida y armoniosamente. - Ya se lo dije «la muerte es la única que nos completa» - ¡Dios no ha muerto, solamente... lo

abandonó!

Dios no ha muerto No se trata de que Dios esté más allá de los límites de la razón, en el sentido de que está privado de algo que caracteriza a la exploración racional. Es, antes bien, que la razón está más acá de Dios, de quien se podría decir

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| 106 | Enrique García que es el límite autolimitado por la definición. La ratio discursiva, entonces, comporta un instrumento insuficiente, pero el intellectus intuitivo no, ya que puede entrever lo divino, en un aprehender que no es captativo, en un discurrir que no es discursivo porque no constituye una sucesión de pasos inferenciales, y mediante un hablar que es silencioso. No se trata de establecer paradojas, sino de registrar repercusiones en el universo especular de los enigmas divinos: Dios supera la disyunción contradicción no-contradicción. Dios es una y otra cosa en conjunto, y la negación de tal conjunto también. Es mucho más que solamente racional o inteligible. Es más que cada una de tales determinaciones y que ambas a la vez, conjuntamente consideradas. Se trata de un filosofar que no renuncia a la racionalidad ni se entrega a la mera exaltación mística, sino que constituye una manera de filosofar «por sobre lo racional», que es «más que lo racional», y que se despliega «antes que lo racional» para que, una vez superada por la senda racional de la argumentación, el discurrir se transcienda a sí mismo, y la razón, superándose reiterativamente, rebase su propio límite en el acercamiento intelectual a no-otro de la definición que todo lo define.

Simulacro y realidad Tengo una visión particular de Emma Zunz. En Borges, o en cualquier otro escritor, las putas son de una manera distinta que en Cortázar. Emma es un caso particular, mezcla de venganza y prostitución o, para mejor

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| 107 | Enrique García decir, es una forma de venganza prostitutiva, o de prostitución vengativa. El intercambio de cuerpo y dinero, que es propio de la prostitución, adquiere en Borges esta áspera forma del daño dónde el cuerpo es lastimado, y el dinero roto. Emma Zunz fingió ser puta por una noche, pero esa ficción le reveló una verdad decisiva. La verosimilitud de su ficción de ser puta tocó una verdad, y la iluminó, porque el propio simulacro era también, por sí mismo, una verdad. ¿Cómo se puede fingir ser puta y no serlo? ¡Aristóteles dice que, para mentir hay que conocer la verdad! Una vez que Emma Zunz se acostó con un hombre cualquiera y recibió dinero por hacerlo, ¿simuló ser una puta o de hecho lo fue? ¿Hay alguna manera acaso de hacer de puta sin hacerse puta? ¿O esa deriva urbana de Emma Zunz la llevó precisamente a ese lugar en el que el simulacro y la realidad ya no pueden distinguirse, el lugar donde el verosímil bien logrado equivale a la verdad y tiene su mismo poder? Es el lugar de la prostitución para Emma Zunz, es el lugar de la literatura para Borges.

Corpus et animam Según una vieja fábula romana, la diosa del cuidado, perdida en sus cavilaciones, llegó hasta orillas de un río donde, soñando con sus pensamientos, creó una imagen de barro. Júpiter concedió darle vida, con tal de que fuese suya; pero Tellus, la tierra, la reclamó para sí, puesto que la materia había sido formada en su propio seno. Intervino entonces Saturno, el tiempo, y dictó un fallo salomónico según el orden del Destino:

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| 108 | Enrique García

«mientras vivas pertenecerás al cuidado del hombre, y cuando mueras tu cuerpo volverá a la tierra y tu espíritu a Dios»

Caricatura de La monja y el Phantasmo Vosotros, que osciláis y os bamboleáis vanamente, basculando entre dos mundos no tan disímiles, seguramente entenderéis vuestra tragedia. Gracias por andar con la oreja lista para oírme. Ojalá que siempre tengáis un motivo para perder la vista entre las líneas de un libro o redimiendo vuestra inmensa fatuidad perpetrada en aquel recinto que os espeja, porque eso os estaría señalando que hay fuertes y poderosas motivaciones que empujan en contra de vuestro triste caminar vociferante. No me explico, y entonces reniego, cual es la razón que hace que os declaréis rústicos mediocres empeñados en perfeccionaros uno a otro, siendo que la vida está jalonada por fuerzas tan virtuosas y poéticas. Me da pena que, como los ciegos videntes, no queráis ver vuestra magna patética epopeya. Siempre soñé con un absoluto enorme. Con un absoluto que me bastara. Lo encontré en pocas cosas, en algunos amigos, en algunos libros, en algún niño, en alguna compañera, en alguna flor y, fundamentalmente en la palabra, en esa palabra con la que sé que me voy quedando porque me pertenece, y también le pertenece a un par de personas muy queridas, solamente a un par que imagina mis inquietudes y mis vibraciones. Entre las personas, encontré el absoluto en unas pocas, entre las

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| 109 | Enrique García cuales debo confesaros no os cuento, y quiero que lo sepáis, para que no me arrepienta, alguna vez, por no habéroslo dicho claramente a tiempo que vosotros dos, Monja y Phantasmo, sois una familia, mejor dicho, una banda fugitiva de virtudes. Una rústica voz disonante acollarada con un mediocre atrabiliario que inútilmente clama, pugnando por descender más abajo del último círculo dantesco. ¡Abandonad toda esperanza ... tragediantes ¡

Palabra y yo Es muy difícil encontrarse a uno mismo en su propio decir. Lo más probable es que uno se aliene con él y en él, tal como lo ha proclamado Lacan que, basado en las teorías lingüísticas de Wittgenstein dio por acreditado que el lenguaje, pensado o hablado, expresa el mundo de nuestros faltantes. Ese tipo de libertad no existió en ninguna cultura. Incluso con el advenimiento de la cultura se intensificó cada vez más la difusión de una forma de esclavitud en el desencuentro que mucho le conviene a los estados afirmar, y que nos compete a los ciudadanos deconstruir. Esta teoría es muy interesante para entender, tal como lo hacía Freud, que asegurar la presencia de ciertas libertades, revela la imposibilidad de su negación. Parece que esta deficiencia ha sido la que históricamente ha signado nuestro destino comunitario. Ella también gravita como uno de los problemas más difíciles de recurrir, toda vez que las brechas nunca son cosméticas sino constitutivas y determinantes de una desigualdad

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| 110 | Enrique García irreconciliable. Hay al respecto una buena cantidad de literatura que conviene repasar en biopolitólogos como Espósito, que retrató muy bien el paradigma de la negación del nihilismo negativo que está presente en la libertad.

Sospecha de iverosimilitud El sentido negativo de concebir las cosas, es netamente cuántico. Lacan lo usa frecuentemente porque se apoya en los conceptos del pensamiento negativo y, además, en las elaboraciones de Hegel, que hace foco en la idea de que el lenguaje expresa una carencia que remite a otra, y a otra, y a otra... formando un espiral de significantes no privativos que en el infinito tal vez encuentren su significado y se resuelvan en él. Supongamos que uno usa este condicional donde hay un antecedente y un consecuente Por ejemplo si uno dice «si no llueve entonces viajaré por el mundo» está expresando la negación, en el antecedente, de un infinito interminable de posibilidades en el consecuente, ya que no llover, si bien no representa un único punto de referencia para su consecuencia, lo implicado es todo el resto de cosas no lluviosas como caminar, leer, dormir, amar o no hacer nada, es decir que en el fondo hay lo que se llamaría una negación de la denegación en donde la denegación consistiría en conservar activa la anulación que sugiere la negación. Interesa esta manera de argumentar, precisamente porque Lacan no funda una nueva psicología, sino que lo que hace es introducir una manera distinta de leer epistemológicamente la psicología freudiana, según la

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| 111 | Enrique García cual se sospecha de inverosimilitud cuando la proposición comienza a desplazarse a partir de un «no»

La inquietante mirada En la mitología y en la teología, mirar es el preludio y el presagio. Platón justificó la mirada redentora, pero advirtió sobre el peligro que provocan las sombras. Martín Fierro creyó no temer a las sombras y los bultos que se menean. Edipo se arrancó los ojos. Demócrito lo siguió en la gesta. Borges tomó precauciones. Sábato, también, pero creía en la conspiración de los ciegos. Sara fue mirada y convertida en esencia de sal. Orfeo rescató a Eurídice de la eternidad, pero al volver la mirada la condenó a una eternidad definitiva. Gerardo Ancarola cree que detrás de la mirada está la verdad: ¡el triunfo redentor del sentido de la tragedia! Nos justifica, entonces, el ejercicio del arte de espiar panópticamente sin ser visto.

Libros y fulanas El flanneur Walter Benjamin creyó que los libros y las prostitutas podían llevarse a la cama. Los libros y las prostitutas atraviesan el tiempo. Tanto dominan la noche cuanto dominan el día, y al día lo dominan tanto cuanto la noche dominan. Ni los libros ni las prostitutas advierten que los minutos les son preciosos. Solo al intimar un poco más íntimamente con ellos, uno advierte cuanta urgencia provocan. Nunca abandonan el frenesí mientras, con entusiasmo, nos adentremos en ellos.

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| 112 | Enrique García Los libros y las prostitutas se han amado, desde siempre, con un amor desgraciado. Los libros y las prostitutas convocan, cada quien a su modo, un tipo de hombres que viven de ellos y los atormentan a los libros, los críticos. Hay libros y prostitutas en lugares públicos para estudiantes. En los libros, y en las prostitutas, raras veces verá su final, quien los haya poseído. No suelen desaparecer antes de expirar. ¡Qué gustosa y embusteramente cuentan ambos cómo han llegado a ser lo que son! En realidad, raramente ellos mismos lo sepan. Durante años todo suele concederse por amor, hasta que un buen día, aparecen en la calle, convertidos en un voluminoso corpus con el que se pone en venta aquello que, por amor a la causa, nunca había pasado de representar un mero vago proyecto. A los libros y a las prostitutas les place lucir su buen lomo. Por otra parte, los libros y las prostitutas se multiplican sin cesar. Libros y prostitutas son en la vejez, beatos, y

descarriados de jóvenes. ¡De cuántos libros antaño proscritos no ha de dejar de aprender hoy la juventud! Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público. Los libros son, en las notas al pie de página, lo que en las prostitutas son los billetes ocultos en la media. Los libros y las prostitutas ejercen pues, una función vitalicia indiscernible. Los libros y las prostitutas ejercen pues, una función vitalicia indiscernible. Ni libros, ni prostitutas, pueden vociferar la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser... lo mismo de lo

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| 113 | Enrique García distinto. Son la contingencia de lo imposible que no entra en relación.

Pedazos absurdos Camus define al absurdo como el silencio con el que el mundo responde cuando se le pregunta por su sentido. La razón humana busca respuestas coherentes y racionales y no las encuentra porque el mundo carece de ellas. La realidad no es blanca ni negra, ni profunda, ni superficial, la realidad simplemente es. Cualqun adjetivo que le acompañe surgirá como el producto de la interpretación que realizará cada ser humano. Esto deja al mundo en una especie de estado ambiguo y a nosotros a la intemperie. Las posibilidades que nos deja son infinitas, pero la trascendencia detrás de ellas es nula: la vida es una pasión absurda. Pero también hay un largo proceso absurdo de decadencia de la cultura de reemplazo. Esa decadencia nihilista, que entrevió el genio de Nietzsche, hace más de cien años, es el fruto amargo de una inconcebible inversión de valores. Hemos puesto la vida al servicio de la razón, en lugar de poner la razón al servicio de la vida. Hemos perpetrado un escandaloso balbuceo de reemplazo: el sueño de la razón produce monstruos. No es asaz imposible, entonces, que a algunas almas nobles les asistiera la razón contraria a la de los que no saben que no saben del triunfo del sentido de la tragedia.

Nuestro nihilismo vernáculo

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| 114 | Enrique García

El nihilismo argentino va a terminar trabajando para la policía del pensamiento como en 1984, de Orwell. Va a marcar una agenda impropia. Va a obligar a seguir reaccionando, en vez de accionar. Va a obligar a seguir trabajando sobre la mediocridad tan ajena al materialismo, hoy como descuido y mañana como desinterés, lo mismo que en medicina que, en vez de trabajarse para la salud, se trabaja para la enfermedad. Todos lo sabemos, las políticas de despegue no pueden ser políticas de remiendo. Pero si la propuesta consiste en más cámaras, cabe presumir, como presumía Aristóteles cuando encontraba que en cada pregunta estaba contenida su propia respuesta, que lo que se espera es una aceleración del desamparo en términos de intensidad y de frecuencia. La gente sabe. Eso se trasunta, se nota, se ve. Decirlo es debilitarse, entregar el alma, como creían entregarla los aborígenes ante el disparo artero de un fogonazo del invento de Daguerre. Dígase lo que nadie dice. La rebeldía es un signo de juventud. El conformismo, de prematura vejez. Dígase lo no obvio, porque lo no dicho lo capta la gente y lo espera. Sálgase del recinto dantesco de la comunidad de la recua de ajados, de vetustos, de los que desarrollan el arte de lo posible en el futuro con instrumentos del pasado Destáquese. Bríllese. Humíllese. Húyase de la tormenta. Séase uno mismo, sin dobleces, ni caretas, ni falsías. ¡Se puede! ¡Se debe! Enloquézcase como enloqueció Lorenzo Quijano, o Don Quijote ya no cuerdo, cuando clamaba «yo sé quién soy» Dígase que se está loco, que se está fuera de sí, porque quien está fuera de sí porque los otros también

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| 115 | Enrique García lo están, es como estar loco de amor por su pueblo ¡Árdase! ¡Quémese!, y hágase cenizas, para renacerse Fénix. Y dígase también que se tiene un sueño como Luther King, o que se tiene un vació que ofrecer, para llenarlo, una carencia, para compartirla, una imperfección, para remediarla, una incompletitud cuyos entresijos se tienen que remendar, y una honda y profunda umbría pegajosa que no le abandona, como no le abandonó a Goethe su exigencia de más luz, que susurraba escondida entre las letras del Fausto. Y dígaselo con cierta indignación y con suma estridencia. La emoción es lo que el pueblo mejor comprende, porque el pueblo sufre mucho, y razona poco. Séase la voz de los otros. Hace falta poner de pie al pueblo, controlar las mil caras de la indigencia, los miles de rostros de la inseguridad, la multiforme postergación de la juventud, las filigranas de la mediocridad y de la corrupción, la falta de misterio, de musa, de inspiración, de metafísica activamente militante. Hace falta poner sobre la mesa lo que se debe, o no hacer nada, porque si bien es mejor callar lo que no se puede decir, tanto mejor es no callar lo que se debe decir. Y si acaso, en el momento del recuento y del deslinde entre santos y desangelados, su voz quedara anidada en la caja de resonancia de los reprobados, allí donde al menos su palabra vaya a reverberar en muchas almas asosegadas por el rumor del espanto. Inseguridad y asistencialismo marcan una recíproca afectación que denota fracaso: de la pobreza se sigue la insatisfacción, de la insatisfacción se sigue la rebeldía, y de la rebeldía se sigue la violencia auto o heterodestructiva.

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| 116 | Enrique García Por tido eso es menester superar el asistencialismo paroxístico como instancia dignificatoria, trocar en inversión el infecundo gasto estatal en planes sociales, torcer el giro del círculo vicioso y convertirlo en un copernicano giro hacia un círculo virtuoso, e instaurar una novedosa manera de hacer política. La política puede ser negativa no apuntando directamente a lo positivo negativo sino soslayándolo, creando las condiciones de posibilidad necesarias que afirmen la indirecta negatividad negatriz de lo negativo. Hay todo un plan de gestión en ese sentido, un plan estratégico que abreva en lo filosófico y, como efecto secundario indirecto de convergencia, impacta en el complejo estado de cosas públicas como si fuera una seductora obra de ingeniería desalentadora.

Retazos de Diógenes Como decía Diógenes, «que se quiten de tu sol» Esto quiere decir que al sol tendríamos que buscarlo hasta encontrarlo para que le dé sentido a nuestras propias vidas. A medida que van pasando los años, comprendemos que lo más importante de la vida es el amor, pero por ahora vamos a tener que trabajar un poco más sobre el sentido de la existencia. Por alguna razón, el mismo Diógenes andaba iluminando los rostros deformes de los pedantes al grito de

«¿¡dónde hay un hombre!?» Thales también hizo lo suyo cuando, pateando una piedra, espetó «lo refuto así», al par que casi contemporáneamente pareciera que de ir pensando tanto cayó inadvertidamente en un pozo, y siguió pensando en aquella angustiosa momentánea prisión.

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| 117 | Enrique García Tomemos nota y sigamos marchando con la cabeza erguida, pero no olvidemos la enseñanza de la Alegoría de la Caverna: si le muestras la luz a los esclavos,

¡te matarán!

Pedazos de docta ignorancia aspecto somos partículas moleculares macrocósmicas. Desde otro aspecto somos partículas atómicas microcósmicas. Una cosa explica la otra, y aquella la complica a esta. La unidad, y la diversidad están presentes. Esto es neoplatonismo medieval. La unidad era la pureza contemplativa complicada. La multiplicidad era la complejidad explicativa. Nicolás de Cusa se refiere magistralmente a estos aspectos apelando a la idea del del máximo absoluto, Dios, y su relación con el máximo contracto, el Universo. De todos modos, la filosofía no nos explica a el mundo. No podría. Y en eso tenemos que concordar con Wittgenstein, que sostiene que al mundo lo explica la palabra, es decir el lenguaje. La filosofía es apenas un sistema de conceptos, como quería Deleuze. La sustancia es otra cosa, está en otro lado y es incognoscible. Está allí, allí estuvo y estará, por lo tanto, es universal, necesaria, inmutable, y eterna. Dista de ser algo mental, o del alma, o del espíritu, o de la pulsión, cuestiones absolutamente móviles y, que se presumen con tendencia a la cercanía de la cosa misma. Comparar ambas cosas, lo ontológico, y lo gnoseológico, sería como confrontar lo formal con lo sensible. Sin embargo, ambas ontologías son complementarias, no Desde

un

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| 118 | Enrique García tienen por qué ser opuestas, ni sostenerse en un sólo y único criterio, porque eso sería uni-formación. Lacan tomó la idea de lo no todo, de Cusa, y éste tal vez de Dionisio Pseudo Areopagita. En el medio quedaron Proclo, y unos cuantos pensadores más. Podemos compartir lo de la escisión, pero esa escisión es resultado de la confrontación en dos planos, uno el gnoseoontológico, la idea de lo no otro, o no todo para Lacan, y el otro el onto-ontológico-sensible. Tal vez por esa vía, no caeríamos en alguna clase de falacia. Paradójicamente, esta forma argumentativa, no cumple más que con la premisa de unificar lo aparentemente in-unificable Somos todo (mundo), es decir física, y además no todo, es decir nada (fuera de todo), mejor dicho, metafísica.

Dos pedazos de milenio Un diálogo es, al fin y al cabo, un intercambio alternado de monólogos a dúo. A veces hay monólogos, y a veces soliloquios. Durante dos mil años, hemos lamentado la muerte de Jesús, sólo porque tal vez haya sido nada más, y nada menos, que nuestra propia muerte.

Pedazos de disquisiciones inciertas No crea ser seductor, ni tampoco lo pretenda. Crea que usted presenta un verbo que trasunta una vida rica e interesante. Como decía Wittgenstein, el límite de su palabra es el límite de su mundo, y la calidad del mundo que

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| 119 | Enrique García vive resulta interesante, precisamente, porque quizás escape a su matriz mental. De todas maneras, como no se trata de examinar a nadie, ni siquiera se trata de navegar por las intimidades de sus velos y desvelos, lo que parece que usted considera como seductor, es simplemente un modo de vivir conmovido y conmoviendo, una forma de sacudirse y de sacudir a los otros porque de esa manera se sabe que un ser humano es un poco más que una mera silueta más o menos apta para la función visual. Dicen que el hombre cuando juega es más hombre, pero cuando el hombre se conmueve y conmueve, cuando puede mecerse entre sus virtudes y sus miserias con absoluta naturalidad, el hombre puede dejar de considerarse fino y delicado y asumir la pomposa categoría de hombre en el sentido inverso al vigente. Si usted se ve como una persona tan pedestre y simple como el mejor, aunque deba reconocer que se mueve una curiosidad por conocer aquello que solía repetir Diógenes de Sinope cuando andaba iluminando los rostros de los hombres en las calles de su ciudad con un candil y preguntando «adónde hay un hombre» y adonde va… Sábato solía decir que «somos un desierto de amontonadas soledades» Usted crea que para salir de la intemperie metafísica el conocimiento debe estar dirigido al hombre que aún no es. El día que podamos prescindir de la palabra para dejar de ser y simplemente, así, podamos estar, el día que podamos sentir sin hipocresías ni posturas, el día que dejemos de entronizar las siluetas, el día que sacralicemos las pequeñeces estas y otras cuantas más, ese día ascenderemos a la categoría de humanos verdaderos

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| 120 | Enrique García humanos no demasiado humanos. Entretanto, la gesta tiene que ser feliz y divertida, y hasta profundamente amorosa, para no usar la palabra «erótica», tan difusa y confusa como extímica. En esa instancia temporal consiste la expectativa que supone desocultar lo que no se puede ver, lo que no se deja ver, lo que no se quiere ver, lo que no se quiere animalizar. Esperamos haber acercado algunos pensamientos réprobos, pero tan ricos para el debate y la mostración que seguramente yace en el fondo de su ser, en el de nuestro ser, y en el ser de todos los seres que por ahora nos conformamos en ostentar el pomposo nombre de «humanos» en un poco sentido pesimista. Discúlpesenos el incisivo viraje. Las cosas, a veces, suceden.

Pedazos de Ego y tú Ser uno mismo, es una tautología, y también una falacia. Uno es uno y otro al mismo tiempo. Es uno en cuanto que distinto. Y es otro en tanto que indistinto, según aquella distinción. Ábranse las benditas puertas de la filosofía: soy «igo» mismo, y todo lo contrario también

El amor y la búsqueda Una búsqueda de respuesta siempre está movida por la angustia de la carencia. Creer que se es, es un grave error conceptual, una utopía, sin lugar, sin espacio, y una ucronía sin tiempo. Nos movemos con enigmas, es decir con signos a desentrañar que no vemos i

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| 121 | Enrique García no queremos ver. No es lo mismo querer y no poder, que poder y no querer. En términos genéricos la búsqueda de respuesta parece que conduce a un sentido, y el sentido parece estar en la vecindad de la felicidad, que también parece ser un estado íntimo de las manifestaciones espirituales, aquí y ahora, que se replica en la trascendencia. Ese esquema es la repetición incesante de signos con sentido que se trasuntan en el mundo, aunque nadie nos haya dicho que lo real, que lo estrictamente real, que lo absolutamente real es aquello que anida en la intimidad más profunda. Lo otro es el mundo, un espejo ilegible, y a veces opaco, que el genio de Platón entrevió como umbrías figuras borrosas. La desocultación dirá cuál es ese signo trasuntado que flota entre el ser que no es y la inminencia de la víspera que espera la deconstrucción de la destrucción, siendo, en síntesis, el amor en la misma búsqueda. La búsqueda, al igual que el ser se dice de muchas maneras. El ser es el amor, y sus atributos son todas las carencias, son todas las apetencias, son todas las aspiraciones pulsionales... y ninguna. Ser en el dinamismo es ser no-uno, no-todo intotalizado, no-ser y ser-fugitivo, y una posibilidad inactual: ser es una promesa inalcanzable, y una esperanza lanzada en medio de la gran desesperanza.

El amor y la necesidad No hay amor sin necesidad. La contingencia es un amor a medias. Un amor que avanza hacia su mitad.

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| 122 | Enrique García Un amor que retrocede hacia su otra mitad. Un punto ciego. Un valor nulo. Un punto de fuga. Un amor que siempre está naciendo. Un amor que siempre está muriendo. Un amor que nunca llega a renacer.

El árbol y los frutos Conociendo sus frutos, uno es capaz de conocer de qué árbol proceden.

El arte de mirar y ver(me) Lo mejor de la vida es la imprevisión que nos sorprende. Pero por encima de todo, lo mejor de la vida es un cierto tropismo hacia la filantropía. Claro, una sorpresa obedece siempre a una razón fundamental: ¡tú sí que sabes mirar!, ¡tú, sí que tienes el arte de ver (me)! Cuida ese fenómeno que entra por tus ojos y va a perderse en el itinerario de todas las trayectorias posibles. Toda felicidad es posible, estando cierto de que no hay otra ceguera que impide ver la realidad cargada de multiformes aristas metafísicas.

El cerebro de mi viejo Algunos tratamos de escapar del poder atractivo del dinero, pero nos atrapa el poder seductor del saber, del arte, o del amor que bien c' est la même chose o

n' est pas le même.

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| 123 | Enrique García Llama la atención la multiplicidad de vinculaciones que se pueden registrar entre el cerebro y sus numerosas reacciones ante la realidad, allí donde el concepto de libertad está implicado. En verdad somos lo más parecido a una máquina al uso de la dudosa materia extensa de Descartes. En conexión con este tema, recuerdo que mi papá aseguraba que es menester vivir dos veces. Una para aprender, y la otra para ejercitar la vida misma. Cuando

leí

acerca

de

la

concepción

cosmogónica en el medioevo, me sorprendí al encontrar aquella idea en Plotino. La procesión desde lo Uno hacia la Multiplicidad secular camino de la mundanización es un hecho primario. Aquella unidad despedazada viaja y construye el mundo. Con ella viaja la divinidad que derrama participando en seres ontológicos por doquier en el mundo. Esa multiplicidad mundana y desunificada, después retorna como saber gnoseológico unificado por el camino de la experiencia constructiva. Presiento que el asunto debe ríaquedar resuelto con sólo desentrañar el sentido de la sentencia que proclama que la libertad consiste en no ser la mercancía de

ningún mercader.

El colchón que conspira

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| 124 | Enrique García

Hay una larga serie de justificaciones que apuntalan una ingeniosa idea afectiva. Yo creo en la inteligencia del ojo, porque el varón es visual, y por ello la dama se afeita. También creo en la inteligencia del oído, porque la mujer es auditiva, y por eso el caballero miente. Creo, también, en la inteligencia de la mano, como ese prodigio de hacer que lo que se ha pensado cobre vida propia en el trabajo, en la amistad, y en la obra. Pero también creo en la fisiología del colchón del relato de Dolina: estando el colchón ahuecado en el centro, como producto de su exagerado y abusivo uso, el colchón viene a funcionar como catalizador de amores contrariados, temporalmente distanciados. En efecto, cuando uno, de dos de una pareja, se da vuelta y se coloca en un extremo, el otro, de la misma pareja de dos, hace lo propio. De tal suerte, el colchón, ergonómicamente preparado para menesteres sensuales, se empecina en empujar los dos cuerpos equidistantes hacia el centro de sí mismo, apiñándolos y conminándolos ne-ce-sa-ria-men-te, cual si fuese un tobogán, a reconciliarse con un obligado y cercano

ayuntamiento. Según mi criterio, el colchón de Dolina cuenta con una extraña fuerza con la que logra urdir la trama unitiva sin acudir al recurso que le otorga la ley de la afinidad espiritual electiva, que me complazco ahora en revelar.

El corazón no duele

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| 125 | Enrique García El corazón carece de razón, como quería Pascal. El corazón puede olvidar porque no es el lugar natural de la memoria. Se puede olvidar sin que el corazón duela. Hasta donde nuestros ojos alcanzan a ver, el corazón sigue los pasos de la mente. Si la mente no olvida, el corazón no duele: ¡muere!

El demonio de los ojos de ascua Aquel navegante de la barquichuela de la muerte, adivinó en el ocasional pasajero la presencia de un alma viva. Vociferó que las almas perversas no esperen ver el Cielo nunca. Él había venido para conducirlas de una a otra orilla del río, donde reinan tinieblas eternas, con un denario en su boca. El pasajero que mento fue el Dante que, entremezclada su alma entre las de los muertos, permaneció inconmovible. El barquero fue Caronte, canoso anciano de velludas mejillas, que disparaba una sentencia rechazándolo. Se le dispensó un ilustre acompañante temporario del viaje hacia la Luz, Virgilio. El genio de Mantua, conminó al barquero para que no se irritara. Así estaba dispuesto donde todo se puede. Se aquietaron las ínfulas del habitante de las lívidas lagunas. Llamaradas circulares y concéntricas alrededor de sus ojos presagiaban una faena diabólica más. Las almas que allí estaban comprendieron su terrible destino, blasfemaron del altísimo, de sus padres, de la especie humana, del día y del lugar de su nacimiento, de la prole de su prole y de su descendencia. Todas juntas se

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| 126 | Enrique García retiraron plañideramente hacia la orilla maldita donde se espera a todo aquel que no teme al Creador. El demonio de los ojos de ascua ensayó su señal, fue reuniendo a las almas perdidas golpeando con su remo a las rezagadas. La desnaturalizada raza de Adán, lanzada desde la orilla se fue alejando por las negras aguas, pero antes de que sus integrantes hubieran saltado desde la barcaza a la orilla opuesta, en el mismo sitio de donde habían partido, se renovaba otro contingente presto a repetir la secuencia. Las sombras siempre merecen trasponer el Aqueronte, aquel río del Infierno que es sinónimo de muerte. Se sabe que estas almas se apresuran por atravesar el río, espoleados de tal suerte por la justicia suprema su temor se convierte en deseo. Nunca pasa por allí un alma pura. Cuando Caronte se irrita, ya está dando a conocer las razones de su designio lacerante. Esta arcaica fe de los mitógrafos todavía es una poderosa fuente inspiradora, necesaria en el vuelo poético que bate sus alas hacia mejores horizontes. La Barcaza de Caronte, es una chispa escapada de la fragua del sombrío Infierno, en donde podríamos caer como habitantes reales o imaginarios. El amor en un otro es un duende, una sombra o un fantasma que sobrevuela por sobre nuestra cabeza, que así lo piensa y lo concibe, merced a un desvío perceptivo que fomenta el yerro, el engaño o la insuficiencia afectiva, urdida en un misterioso telar manufacturero. Más allá, en el horizonte de las vivencias emocionales furtivas, se oculta un destino fugitivo pergeñado para eludir sin riesgo aquella incierta prisión espantosa del desamor.

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| 127 | Enrique García Cada párrafo, cada verso, cada estrofa de una travesía, prefigura vida auténtica hecha letra, porque quizá no la merezcamos hecha existencia. Aquellas almas inmerecidamente vapuleadas, que no han cristalizado en la barca de las mil tempestades, sentificarán esta inmodesta pretensión, y como lo haría Caronte, nos señalarán justificadamente con el dedo acusador. ¡Que la Luz acompañe siempre! ... como quiso Goethe, en el postrer momento.

El deseo proyectado El deseo proyectado es, en realidad, una mirada de los que nos miran sin ver. Quien me mira, de alguna manera me tiene, y no soy yo sino a través de otro. Esto inquieta, e inquieta a menos que se trate de alguien que no juegue, en el compromiso, ni su cuerpo, ni su alma, ni su espíritu, ni su tiempo, ni su espacio... ni su amor. Somos muy proclives a desentender a los otros, pero también a preferenciarlos subrogándonos en sus inclinaciones. A mí también me inquietan las miradas, algunas mucho más que otras, pero más me inquietan los que desde la buena fe andan señalando con quien uno debería organizar, su vida. Sería paradójico que acertaran. Pero no, no aciertan... Aunque, desde cierto punto de vista, no carecen de cierto grado de razón, es curioso que nos inquieten al punto de paralizarnos y enmudecernos. En realidad, debí decir que nos quietan, y no que nos

inquietan.

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| 128 | Enrique García De alguna manera, y por vía indirecta, ¿quién no tuvo que hacer frente a una molestia, alguna vez? La molestia de tener que decir que ¡NO!, es una molestia que revela algo de bondad. La parte del alivio melancólico representa la ucronía de lo que no fue. La vida parece ser así. De todas maneras, el día que tengamos que enfrentar y que rechazar alguna propuesta no querida, convendría enfrentarla y rechazarla de plano. Es preferible ponerse colorado una vez, y no amarillo verdoso todo el tiempo que dura una vida.

La misteriosa palabra El que se enfrenta al deseo y a la pasión, tiene que destruir rápidamente la fortaleza de su debilidad, tiene que poner en acto su voluntad de querer, tiene que dirigirse a encontrarle un sentido distinto a su soledad impar, tiene que rozar los contornos de la felicidad, tiene que entender el sentido propiciatorio de su salvación soteriológica, de su rescate, de su carencia, tiene que amar de un modo que al escribir en el cuerpo, estampe su sello en el alma. Pero eso asusta, posiblemente porque desnudarse sería como mostrar la misma debilidad de su fortaleza.

El desquicio de la realidad Hay dos realidades igualmente desquiciantes. Una es una realidad material, concreta, y sensible. La otra es intelectual y formal. Hay muchas otras formas que igualmente salen fuera de su quicio: la realidad posible, la

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| 129 | Enrique García realidad nominal, la realidad foniátrica, la realidad imposible, la realidad ficta, la realidad nihilista, la realidad metafísica. la realidad representada, y la realidad interpretada Quién crea que vive fuera de esta caótica aglomeración ontológica que proporciona un orden que sintetiza el orden que necesitamos, vive una forma de enajenación que lo condena a la esclavitud del sinsentido de la ignorancia, o bien vive una forma de reconciliación que lo libera en la conquista del sentido de la sabiduría. El desquicio puede estar en uno, en otro, o en muchos lugares, dependiendo ello del sentido de la interpretación de los signos interpetados. La realidad es un asunto que siempre sale de quicio. Cuando es intelectual, escapa de lo material. Cuando es posible, escapa de la materia y del intelecto. Se use lo que se usare, siempre se estará en una realidad fuera de su quicio y será el sentido que le demos a ella, el único que se justificará en el momento en el que echemos mano de ella. Vivir parece ser entender con sentido consciente. El desquicio consiste en tratar de entender lo que nunca cesa de no inscribirse.

El día que no es El problema de medir el tiempo es casi una herejía. Nació de considerar la finitud del hombre, puesto que, si se hubiera cumplido el designio divino de eternidad, como quería Unamuno, no deberíamos preocuparnos por medirlo, aunque la vida tornaría en algo muy tedioso. No nos interesaría medir el tiempo, ni computar la vida

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| 130 | Enrique García interminable, todo lo dejaríamos para mañana y, sobre todo, dejaríamos de percibir el cariño de los que nos aman, de nuestros amigos, y de nosotros mismos, gracias al día que no es.

Nada sucede sin permiso del alma Espíritu no es alma. Espíritu es principio vivificante del alma. Alma es psique, tiene sustancia, es una naturaleza muy ligera, muy liviana, invisible, pero es naturaleza y se opone al soma del cuerpo. Espíritu se opone a naturaleza, ni siquiera es sobrenatural porque lo sobrenatural es ya algo natural, una dimensión de grado elevadísimo de la naturaleza, pero naturaleza al fin. Naturaleza es actividad, dinamismo, libertad, destino, conciencia y experiencia. Espíritu es la verdad, el bien y la belleza. El espíritu penetra al cuerpo con la intermediación del alma. Si se quiere, el espíritu es lo real, lo verdaderamente real. El espíritu es preóntico, precede al ser, es lo indeterminado infinito. No lo es la materia. La materia es apenas una expresión exterior del espíritu.

Decime adónde, OLiverio ¿Me extravié en la fiebre? ¿Detrás de las sonrisas? ¿Entre los alfileres? ¿En la duda? ¿En el rezo? ¿En medio de la herrumbre? ¿Asomado a la angustia, al engaño, a lo verde?... No estaba junto al llanto, junto a lo despiadado, por encima del asco, adherido a la ausencia, mezclado a la ceniza, al horror, al delirio. No estaba con mi sombra, no estaba con mis gestos, más allá de las normas,

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| 131 | Enrique García más allá del misterio, en el fondo del sueño, del eco, del olvido. No estaba. ¡Estoy seguro! No estaba.

El hombre agonista [I] La tranquilidad no existe. El hombre agoniza, lucha para no sucumbir. El hombre está lanzado, librado a los vaivenes de su propia circunstancia. El hombre es un proyecto, un proyectil. [II] La libertad no es un atributo que se le haya conferido al hombre. Desde que adviene a este mundo sin su «aquiescencia», el hombre solo abre los portales de un tiempo y de un espacio que no eligió, y desde cuya plataforma irá a convertirse en un sujeto pasivamente sujetado por el deseo ajeno. Ese mismo <que no elige, ese mismo es el que tampoco dejará elegir> el <derecho de advenir> ni a su propia descendencia, convirtiéndose de tal suerte, en un sujeto activamente sujetante. [III] Culturizado, el hombre naturaliza su propia desnaturalización, y sin advertirlo no podrá <ni liberar, ni liberarse> porque todo lo que vaya eligiendo, no será más que la expresión de un <esquema de hierro> con el que fue informado durante largos años de adaptación cultural al deseo ajeno, al juego cultural de amos y de esclavos, a la sumisión. [IV] Nació la filogenia, y su afinidad con la genética social. A pesar de ello, el hombre sigue midiendo,

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| 132 | Enrique García mide, como todo lo mide, calibre en mano, todo aquello que idealiza como apuntando a una felicidad no fraudulenta, sin sospechar las malas pasadas, en las que le sujetarán el deseo de vivir, de liberarse, de apropiarse de sí. Pero él mismo padeciente, también hace padecer. Sujetará el deseo de los otros. El hombre no muere, como examina Camus, simplemente agoniza. El hombre tampoco es todo lo esclavo que podrían llegar a querer ser. Es posible que no tenga siquiera la libertad de ser un tanto de esclavo, porque ello implicaría contar con un cierto pedazo de innegable libertad. He aquí su contradictoria constitución existencial: <entrar ciego a una curiosa ambigüedad> [V] Nada hay que escape a esa <tramposa bastardía de la existencia>. El hombre agoniza en lo más alto, agoniza en el amor y en todo lo que impacta en su dimensión espiritual. Agoniza, que es como decir que se agita, que lucha en dirección a una vida «eudemónica» que se le aparece como una fantasmagoría entremezclada y oculta, tan oculta como el diamante oculto que solo se deja entrever resplandeciente en la oscura opacidad del carbón sin transformar. [VI] La cultura, es esa suerte de inevitable amputación del ser natural en permanente puja agonizante. Somos una ambigüedad condenada a oscilar entre el amor y el odio, entre el placer y el tedio, entre el ser y el no ser, entre la construcción y la destrucción, entre la vida y la muerte.

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| 133 | Enrique García En realidad, la permanente agonía dialéctica depende de esa curiosa intersección colonizadora que se verifica en un campo de intervención que nunca cesa de no terminar de no manifestarse como una expresión no sumisa donde el-hom-bre-a-go-ni-za ...

El espíritu, ¡no la cosa! Llegar a ser maestro, supone haber llegado a un estadio de congelamiento, como un lugar a partir del cual seguir adelante en la desocultación de ser sería en vano. En realidad, cuando uno cree que ama la cosa que descubre, lo que está haciendo es amar la manera de acercarse a ella. Lo mismo pasa con el amor, con la amistad, y con casi todas las cosas que vemos al recorrer con la mirada los misterios fenoménicos del mundo circundante. En realidad, no amamos, ni tendemos puentes amistosos con ningún objeto, cosa, o situación. Amamos, sostenemos la amistad, buscamos conquistar estados de cosas, situaciones, y acontecimientos, por el simple deseo que ello nos produce tenerlas, por la voluntad que ponemos en realizar esa fórmula vital de construirnos deconstruyendo, aunque a veces destruyamos construyendo, o bien construyamos destruyendo. Claro que, por extensión, también amamos y tendemos puentes de amistad con la música, con la pintura, con la escultura, con la danza, y con el arte en general, con el saber científico, con las personas, con los animales, con las cosas invisibles como Dios, como el aire, como el futuro, como el pasado, como los mitos, como la ausencia, como la presencia y, en fin, como con todas las personas y como

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| 134 | Enrique García con todas las cosas que no nos son indiferentes porque, son ellas las que nos afectan en la cabeza y a ellas respondemos, espontáneamente.

Deo volente Deseo que vuestra vida se vuelva un jardín de oportunidades. Que en vuestras primaveras seáis amantes de la alegría. Que en vuestros inviernos seáis amigos de la sabiduría. Y que, cuando os equivoquéis, comencéis nuevamente, pues así estaréis cada vez más apasionados por las cambiantes trayectorias de la vida. De tal suerte, os aseguro, que descubriréis, que ser feliz no es tener una vida perfecta, sino usar las lágrimas para regar la tolerancia, usar las pérdidas para disfrutar las presencias, usar los fallos para esculpir la esperanza, usar el dolor para darle sentido al placer y, sobre todo, machacando siempre sobre el yunque de vuestras esperanzas, usad los obstáculos para abrir las ventanas al nacimiento de una nueva inteligencia para estar feliz

El inválido Se me ocurre que a este hombre que veis, esa, su mirada imposible, lo devolvió al inusitado Cielo del Dante. Era un inválido sin luz que consiguió avanzar trabajosamente con muletas, siguiendo la filigrana de sus ojos cada vez menos posibles. Trazó un círculo, y lo vio menos perfecto. Tal vez, a este hombre se lo vio volar, se lo vio querer querer, se lo vio llorar, una y otra vez. La letanía sería siempre la misma. Nunca nada fue tan obvio como el

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| 135 | Enrique García silencio. ¡Qué no se pierda!, así tampoco se pierde en la inadecuación, ensombrecido por el desamor y lo imposible, este que una tarde de noviembre vino a ser rescatado por el misterio de la poesía, después de su desangelación final.

Zarathustra Volente Sigue preceptos disparatados; ten una existencia mezclada entre lo apolíneo y lo dionisíaco; sé virtuoso bamboleándote entre la cortesía y el desdén, entre la alegría y la tristeza, entre la presencia y la ausencia; no seas demasiado humano y siéntete bendito con el aura de la imprevision más promisoria que la vida del deber, del tener y del poder; conviértete en el hijo de Zarathustra que abandonó toda esperanza, antes de entrar en las luces de la aparente felicidad escrita con mayúsculas y en gótica; nunca te acompañes de sombras, haz que las luces te lleven de la mano y que las veas menearse y las regales como fantasmagóricas figuras vivificantes; que los próximos años te encuentren conociendo quién está cerca y quién lejos de tu bienestar, empezando por ti mismo; que recuerdes que lo único revolucionario es el amor, después el conocimiento y por último el tener, el poder, y la vana ambición de no conquistar la felicidad con retortas, monogramas y alambiques; que id y aprended sea tu propia Biblia; y que aprender sea conocer que nada sucede sin permiso del corazón.

El mal uso del lenguaje

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| 136 | Enrique García Es tan crítico el uso que hacemos del lenguaje, que ni siquiera imaginamos que los términos no son insignificantes. Ser negativo implica establecer privaciones, porque a la sazón es la carencia la que empuja al infinito. Para Dios, para quien nombrar implicaba crear, la negación es sobreabundancia, ya que en ella caben todas las carencias posibles. Ni siquiera lo es el lenguaje que nunca exhibe su verdadero voltaje metafísico. Es más, todo cuanto podamos imaginar tiene características de negatividad en ese sentido. Sin ella estaríamos completamente totalizados, es decir situados en un punto de determinación sin proyección infinita. Conviene a los amigos que cultivan la estética literaria, merodear por los entresijos de la filosofía, porque en ella contarán con una fuente inagotable de figuraciones tan rica e inspiradora como inimaginable. Nada es a partir de lo finito. Nada sucedió sin el permiso del alma. Nunca nada dejará de no ser. Amar es dar lo faltante a quien no es. Nunca nada se inscribió fuera del instante. Solo sabrás que nada sabrás.

El más (allá) En el medioevo proliferaron tantas interpretaciones de lo Uno, cuanto de la Multiplicidad. Platón, Plotino, Mario Victorino, Proclo, Dionisio Pseudo Areopagita, Escoto Eriúgena, Thierry de Chartres, Meister Eckhart, Nicolás de Cusa, todos ellos intentaron sellar su propia versión. Uno podría darse el lujo de optar por aquella versión que mejor convenga con su expectativa, quizás porque la brevedad de nuestra estancia más acá nos

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| 137 | Enrique García proyecta al más allá, deseosos de cancelar esa inquietante incertidumbre que pende sobre nuestra cabeza desde el nacimiento mismo. Poder alcanzar la interrumpida eternidad prometida explicaría todo el tema del dilema que consiste en resolver de qué lado estar. El enigma sigue en pie: Dios

a la vista, más allá, pero a la vista de Dios, más acá. ¡El monstruo que tú ves! // Describe, con el lápiz despuntado; // apenas, como un ente cotidiano; // una caricatura feroz, mal dibujada; // de lo que puede ser, un ser humano. // Bastardo, de sentencias malhadadas; // Baraja un mazo, de cartas señaladas; // ataca, de a traición y por la espalda; // y es diestro, en la siniestra puñalada. // Tragediante, de algún círculo dantesco; // forma hueste, con torvos asesinos. // humanoides cegados, clandestinos; // y chacales gemebundos, corrompidos. // Maculado, poluto de arrastrado manto; // Doctrinario, de existencias miserandas; // te apostrofan, los que van a la grupa; // acunando el sueño del caballo alado. // El monstruo, que asoma en esta prosa; // escoria intelectual, mano caína; // añora, en un rincón de su vestuario; // ¡un traje de Satán, hecho a medida!

El quid de la educación En la práctica se enseña para un estereotipo de alumno, pero el hecho educativo es colectivo. Esto supone la disolución, en la masa, de las calidades

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| 138 | Enrique García individuales. Todo hecho colectivo produce ese efecto, subsume en el artificio ideológico la realidad concreta imperante. Cuando el ejercicio de la docencia se desarrolla teniendo en cuenta exclusivos principios hedonistas, su ejercicio se convierte en acto desagradable, tedioso, aburrido, sacrificado, e infecundo. Algún día habrá que pensar la cuestión educativa como un acto de amor. Mientras la educación siga teniendo un, cada vez más creciente condicionante económico, seguiremos bamboleándonos entre ensayos metodológicos didácticopedagógicos de corta expectativa, escasa convicción, y exiguo compromiso.

Ensayo sobre los nombres [I] No soy yo quien te engendra. Son los muertos. Son mi padre, su padre y sus mayores; son los que, un largo dédalo de amores, trazaron desde Adán y los desiertos.

Jorge Luis Borges

[II] Hay señales que posibilitan interpretar la ajenidad. Se trata de contenidos de consciencia de quien se erige como libre intérprete de un estado de cosas. El nombre determina, porque avisa, porque anuncia algo más que su presencia, no porque sea un sello indeleble, sino porque opera como un indicio metonímico que invita, que incita aún con la certeza hecha pedazos, pero no asegura resultados de ninguna índole o valor. De hecho en las cárceles, en los hospicios, en los asentamientos villeros hay

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| 139 | Enrique García cientos de niños, mujeres y hombres con nombres propiciatorios como "María", "José", o "Abel" y a la inversa no hay acaines, ni ahí mismo ni en la ciudad abierta. El nombre habla mucho más del nombrador que del nombrado, y el nombre siempre es arbitrario, es decir inmotivado en el sentido del Cratilo. [III] Nadie elige su nombre como determinante de su felicidad, y menos aún de su desgracia. Sin embargo, el acto de nominar, aunque arbitrario, podría llegar a condicionar. En cada ser habita una cuota muy importante de construcción amorosa o tanática propia y de progenitores, de educadores, de catequizadores, de esponsales, de centros laborales, de hijos, de parientes, de vecinos, y hasta del contexto temporal y espacial. [IV] El deseo participa originando el amor, pero lo que lo moviliza es su concreción. Aristóteles sostenía que "el acto justifica la potencia" El acto erótico o tanático con el que se envuelve a una persona, es definitorio. Incluso el nombre tiene, o no, que ver con el aura virtuosa o con el aura mediocritas» sembrada. En todas las Escrituras prevalece el acto, nunca la esencia de las cosas del hombre prevalece sin más, sino sus acciones. Ese es el misterio. El hombre aparece desapareciendo, lo mismo que su nombre escrito o pronunciado de viva voz. En este sentido, bastaría con entender el significado del Nombre faltante suplido por

SOY EL QUE SOY. Es más, amar, como dice Agustín es, como dice Agustín, la búsqueda propiciatoria de una respuesta en permanente expectativa. "LA GRACIA", que no nos está

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| 140 | Enrique García asegurada, porque el que la concede es un ajeno, en este caso Dios, es una promesa. Siempre hay un ajeno, un alter ego, una otredad que participa o de la que participamos en "conceder Gracias y gracias" en el más allá y en el más acá. Dentro de esta ajenidad de hierro, hay una cuota de libre albedrío que reconocemos como identidad Es decir que, identidad y alteridad conviven, por eso nunca se alcanza la una sin la otra, siempre hay una expectativa en acto conjunto que las confirma. Siempre hay una identidad indefinida. [V] No hay solo identidad, como por ejemplo "ser uno mismo". Tampoco hay solo alteridad como por ejemplo "ser fruto del deseo parental", o si se quiere "del designio trascendental divino". Hay las dos cosas juntas. No hay un "o" , entremedio hay un "y". Somos teo-ándricos, constitutivamente hablando, somos dioses-humanos. [VI] El Papa Francisco acordaría con estas ideas, porque es un hombre de los llamados "lógicos" de la Iglesia, hombre de razón más que de fe antes que dogmático de Dios, de fe antes que de razón sin más. Eso se le nota en sus Homilías, en sus Encíclicas, y aún en sus Documentos ex Cátedra o En los exo-téricos. Lo mismo pasó entre Agustín y Tomás. Esta lectura es interesante porque define el cisma eclesiástico del siglo XI que protagonizó Anselmo. Ratzinger, el Papa Benedicto, por ejemplo, no podía resolver la crisis vaticana por ser dogmático. Por eso lo eligieron a Bergoglio, porque no se trataba de un hombre de estricta fe, sino porque prometía el método inmanencial, secular, si se quiere mundano, de enfocar las cuestiones de

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| 141 | Enrique García fe, como una metódica más acorde con las complejas ontologías de nuestro tiempo. [VII] Si fuera posible convendría remitirnos a la lectura de Acerca de los nombres divinos, de Dionisio Pseudo areopagita, y si no también a la consulta de la Epístola a Gayo, del mismo autor. Ahí está compendiado parte el misterio en cuestión. Nombrar es limitar. Finalmente, Dios es LA NADA Y LO NO-OTRO, como sugiere El Cusano, y los nombres también lo son, y son infinitos. El que nombra es Jesús. Dios no nombra ni se deja nombrar. No puede. Solo piensa en sí, y al pensarse Crea performativamente. «En el principio fue el verbo» Cuando pienso, hablo, y en ese instante creo. En el principio como origen no temporal sino causal, fue la palabra. [VIII] En definitiva, la razón vuelve a prevalecer por encima de la fe, salvo en "EL QUE ES". Estas ideas se ven muy bien en El nombre de la rosa. También se encuentran en Querella de fe y razón, que marca la entrada al post medioevo tardío. Incluso, esta idea de complementación aparece en San Agustín, respecto de las meretrices, en De ordine, para ex-plicar tres cosas: la unidad, la diversidad y la unidad de la diversidad en el cosmos conjunto de acá y de más allá. [IX] En el judaísmo el linaje se transmite por la vía materna. Recordemos un poco la sentencia que proclama a EL ALFA y EL OMEGA como metonimia del cristianismo. El Padre Celestial, carece de nombre. Entre nosotros, el padre (con minúscula) tampoco tiene nombre.

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Elogio del absurdo La línea de pensamiento de lo absurdo procura desentrañar el misterio de la reiteración, aportando la idea del esquematismo no innatista y constructivista como antídoto. Platón, Dionisio Pseudo areopagita, Nicolás de Cusa, Hegel, Kojeve, Lacan, y Spengler proporcionaron interesantes variantes sobre el particular. Entre ellas, el tedium vitae se disuelve en el amor concebido como una búsqueda incesante de respuestas sin la gracia de lo gratuito. Los actos de voluntad, de poder, de querer, de saber, y de tener, terminan por responderle al deseo que escapa de la decadencia en el momento del nacimiento de la filosofía griega que no desocultó la vehemencia del conato emocional de las sensaciones sin ideas.

Elogio de la ajenidad enajenada Dicen que la memoria es un hecho ajeno en tanto remite a la otredad. Si hemos alcanzado cierto prestigio numérico en este importante cenáculo es por vosotros los otros. Es a vosotros los otros, a quienes tenemos que agradecerles la buena disposición mesiánica, la tolerancia, el debate franco y estentóreo, y hasta algunas veces las contraposiciones irreductibles y tozudas. El colega y amigo Vladimir Hazera, se me hace como Alonso Quijano ya incorde, como don Quijote que pergeñó un antro filosófico, acompañado por una

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| 143 | Enrique García nutrida congregación de delegados ucronistas y de utopistas infrecuentes. Estar dis-locado significa estar un poco fuera de lugar, y salirse de quicio significa estar des-quiciado después de haber estado fuera de lugar. Des-encuentro significa dis-locación y des-quicio: los que no encuentran su propia mismidad. Felicidad bien merecéis vosotros, los otros que habéis soñado con ser nos-otros apiñados en la bandera de la refutación, como diría el maestro Borges, que en esto de refutar, de ironizar, de pensar, y de repensar, algo sabía pese a que el medioevo le concedió el crédito necesario que supo capitalizar. Crear es creer y afanarse en doble sentido, afanarse en el empeño y afanarse a sí mismo que es decir dejar de ser uno para convertirse en los otros que refutan, que se oponen, que no quieren ya lo dado, tal como se opuso el tal Quijano cuando marchaba para pelear con los molinos de viento, para voltear sus pasos hacia el ángulo no visible del bies de la esquina, muy cercana a las agitadas aspas de tales molinos, donde gritó como un loco su enorme fatuidad: ¡yo sé quién soy!

Elogio de la carencia Supo decir Ortega que «el hombre se

compone de lo que tiene ‘y de lo que le falta’ Si usa sus dotes intelectuales en largo y desesperado esfuerzo no es simplemente porque las tiene, sino, al revés, porque se encuentra menesteroso de algo que le falta y a fin de conseguirlo moviliza, claro está, los medios que posee. Sólo

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| 144 | Enrique García

Platón entrevió que la raíz del conocer, diríamos su sustancia misma, está precisamente en la insuficiencia de las dotes humanas, está en el hecho terrible de que el hombre ‘no sabe’ Ni el Dios ni la bestia tienen esta condición. Dios sabe todo y por eso no conoce. La bestia no sabe nada y por eso tampoco conoce. Pero el hombre es la insuficiencia viviente, el hombre necesita saber, percibe desesperadamente que ignora. Esto es lo que conviene analizar. ¿Por qué al hombre le duele su ignorancia, como podría dolerle un miembro que nunca hubiera tenido?» Hay sentencias transversales. Krishnamurti habló del desaprender como una manera de volver a carecer. Derridá abogó por la deconstrucción como una manera de carecer para volver a reconstruir. Ortega escribió mucho sobre Dios, al igual que Unamuno. Además, ambos empuñaban una pluma exquisita. Ortega anduvo recorriendo la Argentina profunda y, cuando advirtió la inmensidad, la variedad, y las riquezas que se le habían conferido, sentenció aquello de «argentinos a las cosas» Creyó que semejante sobreabundancia es perjudicial para la sana expectativa. Sin quererlo, o tal vez sin saberlo, Ortega se estaba refiriendo a la importancia de la carencia como vector dinamizante: la carenciación.

El colmo de la ignorancia - «Kant, Hegel, Marx, Wittgenstein, y hasta Foucault, se cagarían de risa de pensar a los filósofos como poetas» - Mmmmmm.

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| 145 | Enrique García - Disculpe, profesor, entre nosotros (íntimamente): ¡Qué sincretismo, profesor! - Piense usted que por algo Aristóteles fustigó a la poesía en su Poética. - Procure tener un mejor vuelo intelectual para beneficio de sus alumnos, entre los cuales, por ahora, no me gustaría contarme. - Kant escribió la Crítica del juicio para paradigmatizar el arte. - ¿Que me dice, profesor? - Hegel fue un claro exponente del romanticismo alemàn. - Marx, consideró que la dialéctica de Hegel era muy apta para la toma de consciencia, y por eso estableció una dialéctica inversa en su esbozo claramente metafísico. - A Wittgenstein le perdonaremos sus vacilaciones, y a Foucault su sesgo sociosófico. - Pero a usted, no le perdonaremos sus reiterados disparates. - Lo que usted hace, profesor, es suicidarse con la misma soga de su propia ignorancia. - No se preocupe, profesor, la ignorancia es un buen comienzo si consideramos al devenir como una posibilidad infinita, cuando no se reprime el deseo que nace de la aceptación de lo faltante. - A usted no le falta nada, profesor, por ahora, no le falta nada. - ¡Haga que le falte algo, por favor! Solo así, será ¡muy bienvenido al infinito cosmos de la ignorancia!

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| 146 | Enrique García

Una extraña alteridad En toda ausencia hay una presencia. Así es como dejamos entrever a Hegel y a Lacan. Mejor aún, la nada superada queda siempre conservada. Entonces, todo ser es una indefinición infinita, una asíntota perfecta que incita e invita, y promete y sostiene lo de después, lo inaceptable, y hasta lo insoportable. Toda ausencia es un grito demandante que precede una presencia, o un posibilismo fallido. La literatura puede leerse como un registro filosófico que corrige imperfecciones en clave de un realismo irreal, donde talla el gusto a lo sublime, y la fealdad y hasta lo abyecto. La vida, las cosas, nosotros y los otros, también pueden leerse. Construir y enmasillar los intersticios que dejó el autor, es nuestra tarea de lectores. He ahí el misterio de estar presente en la ausencia. En ese sentido, sería difícil hablar en términos de «mejor» o «peor», porque en este respecto también se da la cosa obra del autor y la no-cosa sentificativa en la que participamos, quien sabe basados en qué de cuantos triunfos y fracasos históricamente internalizados. El sentido de la tragedia puede representarse como un triunfo, y el sentido del triunfo puede significarse como una tragedia. De esas cosas han dado cuenta magistralmente Kafka y Alighieri, Sartre y Camus, Bioy y

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| 147 | Enrique García Arlt, Borges y Sabato, y Freud y Lacan también, jugando cada quien una indiscutible extraña alteridad.

Elogio del éxtimo disimulo Cierta vez le dijeron a Claudio, el Emperador romano, a la postre tartamudo, que se empeñara en no revelar su agudeza intelectual, porque hacerlo le podría costar demasiado caro en aquellos tiempos de traiciones irrefrenables y de crímenes propiciatorios. No lo hizo así, tal como le fuera sugerido, y entonces sentó las condiciones de posibilidad de su propio asesinato. Como a Claudio, el disimulo o, como dice nuestro José Ingenieros, la simulación en la lucha por la vida, es un hecho verificable en el terreno de la psicología de la vida cotidiana, porque las dotaciones demasiado expuestas suelen presagiar consecuencias irremediables. Algunas artes de este comportamiento histórico consistieron en algo así como en desplegar una apología de la puesta en potencia de estrategias embozadas dentro del paréntesis de los tiempos de guerra, para preservarlas para cuando fuera menester desembozarlas fuera del paréntesis, en los tiempos de paz. Confundir, desalentar, andar lento, y pasar desapercibido y, únicamente en ocasiones críticas, mostrar algo del ser íntimo que procura no revelarse, es un acto de beligerancia pacífica o, si se quiere, una posibilidad de paz belicosa.

Elogio de la mentira

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| 148 | Enrique García La mentira es el camino que conduce hacia una verdad inalcanzable, así como la sabiduría es el camino que conduce a la ignorancia inexorable.

Elogio de la risa Nietzsche reiría estentóreamente, o bien lloraría amargamente, como la vez que vio al malévolo castigar a la bestia, y se le puso a la par ignorando la cualidad falsamente humana del infame, del impío agresor que execraba aquello de lo que se servía y era razón y motivo de su existencia, de su subsistencia y de su soledad a dúo. A veces no alcanza con callar lo que no se puede decir, sino que basta con decir lo que no se puede callar. Algunos tragediantes que pretenden regimentar nuestros pensamientos porque tienen la mano traviesa munida de certezas previamente concebidas, ironizan con tanta ligereza, que destilan una hibridez patética; dulcamaras filosóficos revelan, con su discurso, que no saben que no saben, que no saben nada de esa malsana costumbre de dividir para multiplicar, de separar para unir, de tachar para esclarecer por la que abogan y se especializan con artilugios y filigranas despreciables. Signos claros y patentes de una inusitada decadencia.Si en «esas» manos reposa nuestro destino, nuestro destino está sellado, lacrado, y anuncia las trayectorias de una estríptica existencia. Siendo así: ¡No te salves!

Elogio de la irrealidad

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| 149 | Enrique García Los filósofos describen a la estética como aquello que tiene como estatuto ontológico, es decir como objeto, motivo, y finalidad, la descripción de irrealidades del tiempo y el espacio. Nunca mejor dicho, porque la certeza está en el defecto, en la incompletud, en lo imposible, en lo inalcanzable, en la carencia, en la negatividad, en la utopía, y en la ucronía, es decir en lo sin tiempo y sin lugar, desde que el ser humano se mueve por esos alicientes coordenadas infinitas, y por eso puede repetir incansablemente siempre más de siempre lo mismo variando su sentido. Cabe preguntarse, respecto de la narrativa literaria, si el autor es el que conduce a la obra o, a la inversa, la obra lo conduce al autor, porque ello encaja mejor dentro del esquema de negatividad propiciatoria. A Pirandello se le ocurrió dialogar con sus personajes sobre la importancia entre el creador y lo creado, ya que, según los personajes, ellos pasarían a la eternidad, en tanto que el autor, está atado a su finitud. Pero la duración no mide la importancia, aunque subrepticiamente se sugiera que sí. El mundo de la literatura puede construir realidades irreales que, repito, son exactas, como exacto es el azar, porque responde a la agrupación autónoma natural de los datos en torno de una verdad incontrastable, como sucede con la obra y su autor, a quien esta diseña y prefigura, y no a la inversa, desde una perspectiva filosófica que la Escuela d Constanza celebra, cuando lo coloca al lector, como co-creando la obra del autor, y co-creado por ella misma, en un ida y vuelta binario, dual, y compartido, que forma una cadena de relaciones tan extraña como interesante en punto a lo irreal.

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| 150 | Enrique García

El sapo de Mainini Hubo un tiempo en el que un curioso método vino a devenir como precursor del moderno Eva-test.1 El rito tenía su espacio y su predicamento en el ambiente médico de los años cincuenta. Se trataba de tomar un sapo y de hacerle unos cuanto pases mágicos para que determinara el estado de eventual gravidez de alguna fémina ansiosa. Nada de ecografías, ni de mediaciones, ni de tecnologías tan inaccesibles como insufragables. La prueba recibió el nombre de Reacción de Galli Mainini. El sapo tiene una larga tradición en los dominios de la medicina preventiva, y también en el de la medicina terapéutica, al punto de que, en alguna que otra época de oscurantismo odontológico, el dolor de muelas se curaba aplicando la panza del batracio sobre la topografía más cercana a la dolorida dentición, para proceder, de tal modo, a desalojarlo, y con él desalojo, proceder también a expropiar una parte esencial de la composición anatómica humana: la mismísima pieza dentaria que motorizaba el dolor. Dicen, desde antaño, que «muerto el perro, se acabó la rabia» Con el concurso involuntario de los sapos, bien pudieron haberse diagnosticado embarazos a destajo, y mitigado dolores de muelas y otras yerbas, por miríadas, si no fuera porque simplemente el Eva-test, y el diclofenac, vinieron a erigirse como sustitutos insustituibles de sus antecesores más cercanos, los sapos, que de tal suerte, vinieron a ser rescatados de la mala fama, del ejercicio ilegal

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| 151 | Enrique García de la medicina, y de una esclavitud considerada intolerable e insoportable, para estos tiempos que corren. Por cierto, el doctor Mainini, era argentino, y trabajaba frenéticamente en su consultorio de Lanús, además de andar criando sapos en los ignotos y cenagosos espejos lacunarios de los arrabales de las más lejanas cercanías porteñas.

El señor fulano de tal Lo que preocupa no es que el señor fulano de tal haya plagiado un texto ajeno. A mi juicio también se ha equivocado. Lo más llamativo es la tendenciosa argumentación que desplegó. A su puntiagudo dedo acusador, lo dirigió contra un sufrido pueblo que padeció la marginalidad y la pobreza, la explotación y el desprecio, el olvido, la persecución y la muerte. Una vez me dijo un joven ilustrado y recto, que a Perón lo había traído la pobreza, mejor dicho «la miseria» A Perón también lo trajo la desesperación de los mismos que escuchan los anatemas del señor fulano de tal, quien blandiendo una teoría fayuta., imaginó su impunidad verbal. A algunos comunicadores los trajo la pobreza ética, esa manía aporofóbica que lucen para subestimar la inteligencia ciudadana. Wittgenstein tenía establecido que es «mejor callar lo que no se puede decir»; mejor aún, cabe la prudente suspensión del juicio de los escépticos. En otros tiempos, por perpetraciones mucho menos vergonzosas, cualquier pedante, pongamos por caso el señor fulano de tal, no esperaba que se le acercara ningún

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| 152 | Enrique García arma para hacer lo que tenía que hacer. El mismo se liquidaba con el tiro de gracia de la afasia: simbólica ¡enmudecía! Como suele replicar mi amiga Denise Barone, a veces «es mejor decir lo que no se puede callar»

El ser y el pensar-se La destrucción de uno mismo es saberse de una manera y no ser del mismo modo. Por eso hay que alejarse para acerarse, mirarse como un otro, y acortar la brecha entre el ser y el pensar hasta alcanzar la unidad de una y la misma cosa.

El sueño precursor Pienso en el pequeño sueño cotidiano de la vida, en la muerte onírica, en esa forma de locura a la que se entra y se sale fingiendo. En la idea de Sábato, el sueño como preparatorio del Gran Sueño Eterno, del olvido-quepreconiza-la muerte la muerte deviene-del-olvido. Aun en la vida misma, estar muerto, implica estar olvidado, aunque esperanzado en una inminente resurrección. Pero en la «solución» fatal, el Otro es la Esperanza. Muerte y olvido son términos intercambiables: a-ho-ra, el-olvido-deviene-de-

la-muerte»

El tango procaz Hay una larga lista de antiguos títulos procaces de tangos. La cercanía de la pareja de bailarines - La Certeza Hecha Pedazos -


| 153 | Enrique García entre sí y la sensualidad de su insinuante coreografía, dice bastante acerca del origen prostibulario del tango en lo piringundines de Ensenada. Un ligero repaso por algunos de sus los títulos más representativos, así lo acreditan: Afeitate el 7 que el 8 es fiesta, es un tango de Antonio Lagomarsino. Durante esos años, los tangos se publican como partituras para piano. Por entonces, las clases acomodadas de Argentina disponían de un, entre otras cosas, porque tenerlo constituía un signo de opulencia y de distinción. En la carátula del disco puede verse un almanaque en el que cae la hoja del día siete y se dejaba entrever la del ocho, tal como puede verse en la gráfica que ilustra Carátulas de Partitura de Tangos Prostibularios. En lunfardo referir el «siete» es sugerir el ano, de modo que mutatis mutandi, el título Afeitate el 7 que el 8 es fiesta, significa recomendar «afeites» en la inminencia una cópula contra natura. ¡Al palo!, es un tango de Eduardo Bolter Bulterin. «Estar al palo», es una expresión que ha perdurado hasta el presente con el significado que aun conserva: «experimentar una erección». Bartolo, es una milonga, cuya letra expresa lo siguiente: «Bartolo tenía una flauta//con un aujerito solo,//y su mamá le decía//«Dejá la flauta, Bartolo!». Surge, casi con meridiana claridad, que la expresión «flauta […] con un aujerito solo», alude al miembro viril masculino. Dame la lata, hace referencia a las fichas de latón que se entregaba a la «clientela» para administrar los turnos en los antiguos quecos o quilombos.

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| 154 | Enrique García

Dos sin sacarla alude a dos orgasmos masculinos consecutivos, sin solución de continuidad. El fierrazo, de Carlos Hernani Macchi, se está refiriendo un acto sexual en grado de paroxismo: «Por salir

con una piba//que era muy dicharachera//me han quedado las orejas//como flor de regadera». El verso original de la copla popular decía: «Por metérsela a una mina//muy estrecha de cadera//la ‘poronga’ me quedó//como flor de regadera»‫׃‬ El choclo, es un tango de Ángel Villoldo. Alude a la mazorca de maíz, que en lunfardo significa pene, debido a su forma fálica. Algunos autores dicen que, originalmente, se llamaba más explícitamente El choto. El 69. El 69 es la posición en que el hombre y la mujer practican el sexo oral al mismo tiempo, es poder apreciar la relación entre tal posición «encastada» y lo que representa el grafismo del número sesenta y nueve. Hacele el rulo a la vieja, es un tango de Ernesto Zóboli. En lenguaje figurado, «hacerle el rulo a una persona» quiere decir penetrarla analmente. La c...ara de la l...una, es un tango de Manuel Campoamor, con cuya edición se acompañó una portada en la que aparece un dibujo de la Luna. Pero se sobreentendía que se refería a «la concha de la lora», que es como decir en la lejanía más lejana. Se trata de una expresión que también ha perdurado, y que aun se conserva en nuestros días. Es una usadísima interjección vulgar de enojo o contrariedad, que se basa en una etimología completamente renovada ya que, en sus comienzos aludía a las prostitutas europeas, a las que se las designaba «loras».

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| 155 | Enrique García

Metele bomba al primus, de José Arturo Severino, se vincula con el Primus, la marca registrada de un muy difundido calentador a gas de keroseno, que para encender y mantenerse encendido requería ser bombeado. ¡Qué polvo con tanto viento!, es un tango de Pedro M. Quijano. «Echarse un polvo» en lunfardo significa tener una relación coital. Su conexidad con el texto bíblico resulta bastante obvia, desde la expresión: «polvo eres…» De este tango, el Pibe Ernesto, nos referimos a Ernesto Ponzio, violinista y compositor rosarino, Gardel cantó otro de sus tangos, el titulado Culpas ajenas; Borges y Bioy Casares lo mencionan en Seis problemas para Isidro Parodi. Siete pulgadas, refiere el orgullo de poseer un pene de 17,8 cm. Sacudime la persiana, es un tango de Vicente Loduca. Se trata de una manera de indicarle a la empleada doméstica que limpiara las ventanas, pero «sacudir» es un término que está usado con una abierta insinuación erótica. Tocame la Carolina, es un tango de Bernardino Terés: el dibujo representa de la carátula que acompaña a la placa discográfica presenta una pareja sentada en el sillón. Al lado, un piano. En el atril una partitura titulada La Carolina. El hombre le está diciendo algo a la dama. El juego lingüístico y la picardía popular parecerían estar indicando que lo que se le está diciendo a la muchacha en «Tocamelá, Carolina» Tocámeló que me gusta, de Prudencio Muñoz tiene unos versos que nos eximen de tener que comentarlos: «con tus malas purgaciones//me llenastes [sic]

un barril.//Y me tuviste en la cama//febrero, marzo y abril»

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| 156 | Enrique García

Va Celina en la punta dispones de una portada de la partitura en la que se ve una yegua, de nombre Celina, ganando una carrera en el hipódromo. Pero «Va Celina», en realidad, se puede leer como «vaselina», o como un antiguo y popular lubricante sexual. Concha sucia, del Negro Casimiro, violinista de raza negra, un músico olvidado, que murió en la miseria. Este tango y Entrada Prohibida son los únicos de su autoría que siguieron siendo recordados posteriormente. Su letra nos exime de formular cualquier comentario: «concha

sucia, concha sucia, concha sucia, te viniste con la concha sin lavar» Los nombres y las letras de estos tangos tuvieron que ser cambiados luego del golpe de estado del general Uriburu, es decir con la que constituyó la primera interrupción de la vida constitucional en Argentina, en 1930, que inició la llamada «década Infame», de corte marcadamente represivo. Así, Concha sucia se convirtió en Cara sucia. Francisco Canaro fue quien se ocupó de cambiarle la letra: «Cara sucia, cara sucia, cara sucia//te has

venido con la cara sin lavar//esa cara y tu sonrisa picarona,//que refleja una pasión angelical.//Cara sucia, cara sucia, cara sucia,//te has venido con la cara sin lavar//melenuda, melenuda, melenuda,//te has venido con el pelo sin peinar» Fue recién a fines del siglo XX que los historiadores porteños recuperaron algunos de estos tangos, aunque más no fuera tan sólo en sus títulos. Conviene refrescar lo que quedó dicho respecto de las letras que, originariamente signaron el lenguaje tanguero, orillero, y prostibulario: «Cuando el

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| 157 | Enrique García tango comienza a manifestarse como expresión cantada, es decir cuando comienzan a componerse sus letras, la temática de los autores centraba en la descripción de sucedidos en torno de los piringundines, de los burdeles, y de los prostíbulos. Se trataba de letras vulgares, obscenas y provocativas: Trasuntaban un pobre nivel de educación, y sus títulos acompañaban el estilo del contenido de las letras»

Cocotte y tango prostibular El tango tiene raíces prostibularias como un dispositivo para la caída del amor, como una escolástica suburbana de los avatares de la no complementariedad sexual. Ernesto Sábato lo dice al comienzo de Tango, discusión y clave (1963): «Un napolitano que baila la

tarantela lo hace para divertirse; el porteño que se baila un tango lo hace para meditar en su suerte (que generalmente es grela) o para redondear malos pensamientos sobre la estructura general de la existencia humana»

El trabajo que da jugar El trabajo no es juego. Es más, allá por los sesenta, hubo un movimiento filosófico que pretendió instalar el derecho a la pereza, a la holganza, al acto lúdico, pretendiendo que con ello el hombre sería más hombre. Estos brochazos de Marcuse, no terminaron como debieran haber terminado. Cada día la tecnolatría nos acucia un poco más, lo que no significa un mal necesario en sí mismo, sino

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| 158 | Enrique García un bien prescindible. El asunto está en el uso abusivamente compulsivo. El trabajo, a la sazón connotado como sudor de la frente, está en las antípodas, pero se relaciona con el juego en aquello en que, si abunda, daña. Es más, digamos que lo lúdico es no trabajo. De tal manera, trabajo y juego son iguales y distintos. Platón estaría chocho con esta idea de la modernidad, y ni que hablar de Nicolás de Cusa y de los sospechosos maestros que han hecho del no ser un enorme portal abierto a la posibilidad de lo infinito, entre los que contamos al genio de Lacan y a la entronización del no tener y del no ser como una riqueza monumental en expectativa. Es que vivir es no conseguir, como dijo Pessoa.

El último aliento Las palabras finales de una persona, las últimas que pronuncia antes de morir, se reciben siempre como la cifra de un destino. Sean profundas o, al menos en apariencia, banales, se las toma como condensación del sentido de una vida o de una personalidad entera. En ese respecto, hay una selección de célebres despedidas. Una de las más famosas de la historia nos lleva a Roma, en particular a Julio César, quien, desilusionado por encontrar, entre los asesinos que lo abordaron en el senado, al hijo de quien había sido su amante, exclamó: «¿tú

también, hijo mío?» En su hora final, el egocéntrico Nerón exclamó: «¡qué artista muere conmigo!» Ana Bolena, condenada a ser decapitada por los falsos cargos levantados

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| 159 | Enrique García por su marido, el temible Enrique VIII, le dijo a su verdugo:

«no le dará ningún trabajo: tengo el cuello demasiado fino» Bolívar expresó un lapidario: «he arado en el mar», y Manuel Belgrano se lamentó diciendo: «¡ay, Patria mía!» Ernesto Che Guevara instruyó al sargento que iba a dispararle. Le dijo: «póngase sereno y apunte bien: va usted a matar a un hombre» El crítico literario Marcelino Menéndez Pelayo espetó: «¡qué pena morir, cuando me quedaba tanto por leer!» François Rabelais canceló coronando su vida con un rotundo: «¡qué baje el telón, la farsa terminó!» El escritor Henry James, en cambio, mostró cierta expectativa previa cuando afirmó: «al fin llegó, esa cosa tan distinguida» Yo, espero poder alcanzar a entender la glosa del Dante: «Incipt

vita nova»

Aporos El mundo es tan reciente, tan adolescente y menesteroso, que todavía hay cosas que carecen de nombre, por eso hay que señalarlas con el dedo. La pobreza es despreciable, el pobre es despreciado. El pobre y la pobreza han sido históricamente mal situados. Esta patología cultural se denomina «pulsión de aporofobia», es decir de aversión al pobre, al anómico, al mal situado. Richard Rorty creía que la palabra tiene capacidad transformadora de la realidad. Cristo, Gandhi y Evita, de alguna manera, pudieron comprobarlo. García Márquez pudo inmortalizarlo después de Cien años de soledad.

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| 160 | Enrique García La pasión de «aporofilia», de amor al pobre, al anómico, al mal situado es un antídoto. Mejor es no olvidarse de las cosas ostensibles. De las que no se puedan nombrar. De las que hay que señalar. ¿Vos qué hiciste, por amor?, dijo San Pablo. ¿la aguja por el ojo, de la cerradura, alguna vez podrá pasa

De la literatura incorde Luchamos contra Gigantes, amigo Sancho: el miedo, la ignorancia y la injusticia. Quijote

Dicen que la memoria es un hecho ajeno, en tanto que remite a la otredad. Si hemos alcanzado cierto prestigio numérico en este importante cenáculo es por vosotros los otros. Es a vosotros los otros, a quienes tenemos que agradecerles buena disposición, mesiánica tolerancia, debate franco estentóreo, y hasta algunas veces contraposiciones irreductibles y tozudas. Los colegas y amigos se me hacen como Alonso Quijano ya incorde, es decir como quijotes que pergeñaron este mi antro de amigos, acompañados por una nutrida congregación de ucronístas y de utopistas infrecuentes, en el que participamos unos cuantos dislocados más que no encontramos en nosotros nuestra misma mismidad. De modo que el mensaje de felicitaciones va dirigido a vosotros los otros que habéis soñado con no ser nosotros apañados por la bandera de refutación, como

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| 161 | Enrique García diría el maestro Borges, que en esto de refutar, de ironizar, de pensar, y de repensar, algo sabía pese a que el medioevo le dio bastante del crédito que supo capitalizar. Crear es creer y afanarse en doble sentido, afanarse en el empeño y afanarse a sí mismo que es decir dejar de ser uno para convertirse en los otros que refutan, que se oponen, que no quieren ya lo dado, tal como se opuso el tal Quijano cuando marchaba para pelear con los molinos de viento, allí donde voltear sus pasos hacia el ángulo no visible del bies de la esquina, muy cercano ya a las agudas aspas agitadas de tales molinos, gritaba como un loco «¡yo sé quién soy!», que era el otro de lo que él era...

Tupac Amaru era romano Era en Roma que quien tenía deudas pasaba a pertenecerle a su acreedor, él y su familia. Perdía todos sus derechos de ciudadanía y formaba una clase intermedia entre los esclavos y los hombres libres. Los Patricios contaban con una celda domiciliaria destinada a los «addicti», donde sus deudores podían estar encarcelados por dos meses. Si pasado este plazo no se había saldado la cuenta en cuestión, podían, los Patricios, llegar a venderlos como esclavos o matarlos. Pero cuando el deudor tenía muchos acreedores, podían descuartizarlo y cada uno cobrar su pieza.

Emma Emma nunca se entera de nada, cuando de jugar se trata. Recuerdo que, cuando los papis quisieron

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| 162 | Enrique García llevarla de regreso a la casa, interrumpiendo su juego, lloró con tanto desconsuelo que hubiera preferido que le sacaran los helados, los chocolates y los chupetines, a cambio de que la dejasen jugar. Se pareció a Pigmalión cuando esculpió su Galatea, y una noche, después de tantas otras noches en las que le reclamara que hablase, ¡Galatea contestó! Sospecho que Emma quisiera que la de Cartón piedra, hablara. Si al menos pudiera tener esa clase de ilusiones imposibles, tendríamos en ciernes el resultado del romanticismo. Vamos a ver, porque siempre andada merodeando en mi derredor preguntado: «¿Tata qué hashendo?», a lo que yo contestaba «¡Pensando!» y, acto seguido, repreguntaba: «¿Qué penshando?» ¡Mama mía, quién puede imaginar lo que vendrá! ¿¡Qué peguntará, mañana!?...

Decadencia Esto que pasa en nuestra América Latina es todo un signo revelador de la decadencia. La hemos visto de cerca, cara cara, desde los tiempos en que tuvimos la oportunidad de planificar infructuosamente nuevas realidades. Nos devoró la inmundicia de la codicia y la abominación de la ignorancia. El escepticismo está aumentando. No podemos dar lo que nos falta. Si tomáramos lo faltante como acicate para voluntarizarnos, otro gallo cantaría para Esculapio. Pero somos timoratos y pusilánimes, base y nudo crítico del escepticismo. No se

puede no poder.

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| 163 | Enrique García

Ensueño El territorio de la imaginación y del ensueño, es inconmensurable. El de su correspondencia con la fábula, con el relato, con la estética, también. De modo que yo abogo por unas cuantas cosas fundamentales en esta altura desolada. Abono todo lo que se irreal porque es perfecto y exacto. Profeso la presencia de la ausencia, porque lo que no está, cuenta con la esperanza y con la expectativa de llegar a ser. Me encanta ver al mundo como una posibilidad de insuficiencias reiteradas, ya que no somos ni tenemos. Me gusta no tener, porque eso me invita a posibilitarlo. Me gusta no ser, porque eso me invita a completarme. Cuento con la impunidad de la palabra, porque me asisten luengos años de no ser, muchos espacios donde no estar, abundantes lapsos de ausencia, innúmeros alegatos en favor del elogio de la lentitud, incuantificables argumentaciones pro anonimato, y sometido al peligroso ojo avizor de quienes pueden construir deconstrucciones con sólo mirar-me como miraban las Górgonas. Temo convertirme en piedra, si me miran las Górgonas. Además, temo convertirme en estatua de sal, si llego a mirar atrás; y tiemblo cuando tengo que conversar con mis creaturas elevadas a la categoría de «personajes», porque me demandan ser mejores que yo por ser eternos y yo mortal. En suma, la vida poética es tan irreal cuan placentera y abstrusa es. Tan necesaria como para disparar pensamientos pares y dispares. La locura también enamora. Enamora el loco, tan loco como el loco del manchego; tan loco como el loco de Erasmo; tan loco como el «pìantao» que miraba la luna paseando por Callao; tan

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| 164 | Enrique García loco como la loca de Sábato que robó un tren y fue a la caza de su amado, y cuando la policía la detuvo pronunció las mismas palabras de San Pablo: «¡¿vos nunca hiciste nada por amor!?»; tan loco como el loco de Ana Belén, que escapó de Cienpozuelos anunciando que «nos veremos en la

próxima estación… yo, besando a la Cibeles, y vos, vos ¡a la sombra de un león!»

Entrevero El Paisano Luna era un hombre temible. Peligroso por los protagonismos asumidos en las cercanías de los prostíbulos de Ensenada, el favor popular lo había bautizado con el nombre de «un guapo de aquellos» Hombre corpulento, de mirada penetrante, debía unas cuantas muertes. Si hasta la misma policía desalentaba cualquier pretensión de arrestarlo, por su bravura y arrojo. Caminaba con cierta dificultad, a causa de un balazo que le había dado en una pierna, un malandrín de idéntica avería. Prefería frecuentar las pulpería de Carlos Puyol y, a veces la de Pedro Hegoburu. Como en Luna, «El paisano», la locura, salvo situaciones harto excepcionales, también proyecta una falsa valentía. Su causa es la desnaturalización esencial, su efecto no podría ser distinto. La dialéctica de la locura, su lógica digamos, debe interpretarse con el ojo abierto de la normalidad focalizando un objeto anormal en el portaobjeto del microscopio de la vida. Sobre todo, de la vida en los lindes del mundo prostibulario, donde germinan situaciones tensas y extensas, y se devanan velos y desvelos.

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| 165 | Enrique García

Balancineros de Babel A veces soy Gulliver, a veces David, otras Goliat, a veces entro en todas las partidas, o juego del tablero afuera, o soy el alma del doble Minotauro, el que de la espada de Teseo escapa, o el qué en los ojos del Cíclope, su mirada estampa. Cuando no, soy la Esfinge de Gizé, o un granito de arena en el desierto. A veces soy Tarzán. A veces Spaghetti, Pinocho, Pluto, Heidi, Caperucita o Pepa Pink. La pirámide y la arena, soy. Vivo en jaque permanente. Voy de ser alfil a torre ser, o me coronan Reina de papel en diagonal. Cuando no, me sacan del todo del tablero. En el país de Siempre Entonces más que jugar somos «juegados», como dice El chavo. Y nunca entonces sospechamos que no fuimos, más que juguetes del dislate, funámbulos balancineros de Babel.

Oxímoron No existen los oxímorones, evidentemente, y por eso también es tan interesante discutirlos dentro del área de análisis del lenguaje. Lo que existe es una contribución subjetiva infinita, emergente fuera del estricto sentido literal de dos o más epítetos. Borges parece acertar con aquella idea estructural, en ausencia de contradicción y apoyado en la lógica de que lo que no es está en expectativa y no juega excluyendo mutuamente epítetos. Aunque si, es correcto reconocerle, al lenguaje figurado, la intensidad funcional de la riqueza

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| 166 | Enrique García expresiva que se propone en un contexto literario más o menos figurado.

Incertidumbre pedagógica [I] Hay una incerteza racional que corrige a la incerteza real. A la segunda, a veces se la llama «hipostasía» Todo parece moverse en esa pretendida conquista trabada en lucha en un campo de batalla plagado de repetidos absurdos que van sucediéndose uno tras de otro como un dominó cuyas piezas caerán sin un final previsto después de la primera ficha volteada. Es la metáfora de la "espiral dialéctica" que imaginó un célebre pensador alemán, curiosamente fundador del idealismo absoluto y de la fenomenología del espíritu. Imagino que piensa usted bien, puesto que piensa en Hegel, el que inspiró a Lacan, por ejemplo, que seguramente influye cotidianamente en su profesión. [II] A la angustia que provoca semejante "condena", se le combate con la "redención" que viene de una Esperanza "ex ante" casi imposible. Hemos de concebir esa "condena", con Camus y su Mito de Sísifo, como un signo "mesiánico". [III] Veamos, en [IV], una manera cuántica de compendiar el asunto, ya que la certeza está hecha pedazos. [IV] La certeza nos despedaza. Las diferencias son identidades. Mañana es hoy también, ahora es siempre

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| 167 | Enrique García nunca, y aquí seguro que es allá. Lo más concreto es lo más abstracto. El que nos libera, nos condena. Para vivir, hay que saber morir de a poco. Nuestras peores presencias, son nuestras mejores ausencias. Las certezas, nos despedazan. Nos convierten en pedazos que no son, en pedazos que van siendo, en pedazos sin llegar a completarse, en pedazos como un orden provisorio, como un orden sin la cosa, como un orden en la mente punitiva de las mentes. Nosdespedazan. Las certezas-nos-des-pe-da-zan. Nos convierten en nuevos pedazos de pedazos viejos. [V] El sentido de la vida es una asignación metafísica, tan simple y tan compleja, como el amor y el tiempo, don Orlando.

Erótica perpetración El amor es el resultado de un error efectivamente afectivo que los hombres perpetramos, de unos a otros, invocándolo a Dios con la esperanza de que sea el garante y el testigo de nuestra pequeña grandeza mundana.

Esa puta llamada Emma Zunz El desafío que Emma Zunz se plantea es un desafío de la verosimilitud. Por empezar es el dilema de la propia narración, una vez que la realidad ha cobrado de por sí la forma de la irrealidad. Luego es la prueba discursiva que Emma tiene que superar, en lo que va de la planificación (su coartada, el verosímil) a la ejecución del

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| 168 | Enrique García plan (el lugar de la verdad). Ese es exactamente el desafío para ella: cómo hacer funcionar lo verosímil en una verdad, hasta volverla verdad. Que es, en definitiva, como se sabe, el desafío de la ficción. Emma Zunz tiene que hacer creer por lo menos tres cosas: a Loewenthal, que va a delatar a los huelguistas de la fábrica; al marinero remoto, que ella es puta y busca un cliente; a los policías, que Loewenthal abusó de ella y ella tuvo que matarlo. Las tres versiones le salen bien, de palabra y en los actos. Sabemos que le creyeron tanto el marinero como el patrón; cabe conjeturar que la policía acabará por creerle también. Es la victoria total de la verosimilitud, que vuelve verdad todo lo que toca, y acaba por imponerse incluso sobre lo increíble: la historia de Emma Zunz, que en el punto de partida es falsa pero deberá ser creíble, termina siendo en el final «increíble pero cierta» Lo planeado (vale decir lo pensado, lo que existe puesto envuelve verdad los hechos (vale decir en la acción, lo que se juega en la realidad de los cuerpos) La puta de Borges es tan distinta de la de Cortázar como lo son los respectivos marineros: el de Anabel, que lee y escribe cartas, y el de Emma, con quien no cruza ni puede cruzar ni siquiera una palabra (porque no hay traductor en principio, pero tampoco nada que decirse). La verdad de las putas de Cortázar es la verdad de la vida genuina, mirada con melancolía desde los sucedáneos de la ficción literaria. La verdad de Emma Zunz, que es la puta de los relatos de Borges, es por el contrario la verdad de la propia ficción literaria, la que se funda en el verosímil mediante el arte de hacer creer, y que se derrama

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| 169 | Enrique García sobre la realidad verdadera del mundo para afectarla o para transformarla. Por supuesto que es preciso considerar en qué sentido podría sostenerse que Emma Zunz es una puta, porque en última instancia lo cierto es que ella tan solo hace de puta. Sabemos que es hija (hija de su padre, porque así nace el impulso de venganza, y luego hija de su madre, porque así es como ese impulso se redefine y se potencia), sabemos que es obrera (la caída en desgracia de su padre la arrastró a esa condición), sabemos que es mujer (asiste a un club de mujeres, tiene miedos de mujer), pensamos que acaso es judía. Pero ¿puta? Al menos hace de puta, eso es seguro. Lo necesita para llevar a cabo su plan y construir, con su propio cuerpo, la coartada de la violación. Emma puta se va del barrio al puerto (y no del barrio al centro, que es el mal paso que da la costurerita de Carriego) y aprende la conducta de seguir imitando a las otras mujeres. En algo no procede como puta: es ella la que elige al hombre, en vez de darse a elegir. Al elegir, no obstante, en algo se parece, y es que procura el desapego. Que rompa el dinero, como lo hace, al cabo del acto sexual, dice tanto sobre su necesidad personal de revertir lo que ha pasado como de la imposibilidad objetiva de hacerlo. Emma quiere suprimir la huella material de lo que sucedió, pero esa huella material ya está alojada en su propio cuerpo, y lo que en principio fue coartada estratégica para justificar la muerte de Loewenthal con una acusación de abuso sexual, se convierte en un impulso verdadero de humillación y de venganza (aunque ya es menos al padre a quien venga, y más a la madre; y a la madre por lo que le hizo el padre).

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| 170 | Enrique García El intercambio de cuerpo y dinero que es propio de la prostitución adquiere en Borges esta áspera forma del daño: el cuerpo lastimado, el dinero roto. Emma Zunz fingió ser puta por una noche, pero esa ficción le reveló una verdad decisiva. La verosimilitud de su ficción de ser puta tocó una verdad, y la iluminó. Porque el propio simulacro era también, por sí mismo, una verdad. ¿Cómo se puede fingir ser puta y no serlo? Una vez que Emma Zunz se acostó con un hombre cualquiera y recibió dinero por hacerlo, ¿simuló ser una puta o de hecho lo fue? ¿Hay alguna manera acaso de hacer de puta sin hacerse puta? ¿O esa deriva urbana de Emma Zunz la llevó precisamente a ese lugar en el que el simulacro y la realidad ya no pueden distinguirse, el lugar donde el verosímil bien logrado equivale a la verdad y tiene su mismo poder? Es el lugar de la prostitución para Emma Zunz, es el lugar de la literatura para Borges.

Esclava libertad La verdad no nos hace libres, nos hace esclavos de callarla. Por eso el destino de Cristo, cuando calló su filiación divina.

Escribes D' Accord ... a veces escribes tratando de deshacerte de ciertas deformidades que te restringen, del rigor gramático-sintáctico y del cuidado cosmético de la pieza escrita. Bien se puede decir que abandonas el libreto

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| 171 | Enrique García y eres tu misma: c’ est toi. Es lo que nunca haces, lo mejor que sabes hacer. A veces juegas con la misma ventaja del tahúr. Otras veces escribes con sumo gusto... y también excesivamente: la multiformidad que atesoras, es la que donas a los que mucho quieres. ¿Quién te va a venir a rescatar?

Esferas y distritos Cuando uno se empecina en frecuentar asiduamente la esfera racional, no soslaya la ni la conducta ética, ni la dimensión estética, ni la perspectiva metafísica. Esta actitud responde a la necesidad teoándrica de semejanza, que nos permite atravesar objetos vislumbrando su cara oculta, ensayando así el ejercicio previo de una capacidad que nos permita afirmar la indubitable existencia anticipada del absoluto. Es por eso que queremos compartir, secundus creator, nuestra pequeña gesta cotidiana entre nos-otros, los otros.

¡Es linda la flor! El día 16 de enero de este año, yo me preparaba para la pérdida más dolorosa de mi vida. Al amanecer miré hacia un jardín aledaño y vi una flor modesta, casi rústica; salté hacia el jardín en donde estaba, la corté y la coloqué en un vaso al uso. Cuando Susana despertó con su respiración imperfecta y dolorosa, le mostré la flor y le pregunté si me quería. Me dijo que sí. Yo también le confesé lo mismo a

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| 172 | Enrique García tantos años de la primera vez. Cuando le mostré la flor le pregunté si le gustaba. Me dijo en su voz balbuceante: «¡es

linda la flor!» Cuando Susana emprendió su último viaje, la flor quedó allí, en un vaso que había servido para mojar sus labios en sus últimas horas. No sé qué habrá sido de aquella flor: tal vez pasó por ser recuerdo, esperanza... y utopía. Lo que llamamos real, nunca es tan obvio. El dolor inmenso, tampoco.

Estación terminal Según se cuenta en ámbitos ensenadenses, parece que hacia el año 1914, un hombre que vivía en el barrio de San Telmo se enamoró perdidamente de una prostituta francesa que trabajaba en el prostíbulo conocido con el pomposo nombre de «208», a la postre ubicado en la calle Europa, a la altura del 208. Menudo esfuerzo el de la sabiduría popular para nombrar a la manera divina que con sólo pensar… ¡creaba! Cuentan que el hidalgo caballero, le habría ofrecido, a la francesita, todo lo que fuera menester para que la «franchuta» se dejara de joder con es berretín de ser «puta» a destajo, y encaminara sus pasos hacia las mieles de una nueva vida compartida con el empecinado caballero. Parece que la dama en cuestión hizo caso omiso al requerimiento y, no obstante, las recomendaciones que constan en el manual de estrategias para el rescate de las ovejas perdidas, siguió transitando el camino que, al nacer, el oráculo de su destino le señalaba. Triste, solitario, y final, el hombre cuyo nombre la historia quiso olvidar, por razones de piadoso homenaje, abandonó este verdadero

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| 173 | Enrique García «valle de lágrimas», a la hora nona, que es decir a las tres de la tarde, como un Cristo, con su cruz. Al correr de mis ojos por los renglones de cierta escritura, descubro, con algún grado de enigmático asombro, la fina sensibilidad, la aguda inteligencia, y la alta espiritualidad que un alma pueda trasuntar, aun embozada entre la nutrida muchedumbre mundana. Es bastante frecuente que, en algún momento de nuestra existencia, esas almas tengan que caer en un cono de sombría melancolía. La condición de los seres humanos es la de vivir angustiados y sumidos en una crisis cuya permanencia varía dentro de cierta gradación que mucho depende de aquellas condiciones intelectuales, éticas, estéticas, y metafísicas, cuya etérea silueta puede dejarse entrever. Algunas estaturas empinadas tienen ese destino y cuentan con ese presagio. Le pasó a Unamuno con su deseo de eternidad, a Romeo con su amor por Julieta, a Heráclito, a Thales, a Spinoza, a Galileo, a Giordano Bruno, a Cristo, a ese «fulano» anónimo que tanto amó a la «francesita», y a tantos otros que se asomaron al mundo desde la delgada línea imaginaria que delimitaba la frontera del nihilismo con la frontera de la virtud. Sigamos creyendo en nosotros, porque esa es nuestra bíblica tarea presente. Esperar demasiado de nosotros, los otros, es una muestra de filantropía, pero también es una temeraria ingenua actitud. Con estas prevenciones a la vista, uno no debería reeducar sus inquietudes, sino reaprender a escuchar su profunda voz interior que es la que lo redimiría de esa mirada melancólica que trasuntan algunos ojos nublados por el desaliento y el cansancio. Si progresamos, de alguna manera y en algún punto, lo hacemos a tientas,

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| 174 | Enrique García en borrador, como diría el Maestro Sábato, con muchas contradicciones, con muchos desencantos, con muchos desalientos que constituyen la condición humana fundamental. El mismo Freud le dio pie a la lógica para que contemplara, no ya los valores polares de verdad y de falsedad con los que, de ordinaria, ella, la lógica, solía trabajar sus formalizaciones veritativas, sino que compuso una conjunción que en la mente puede ser, inexcluyentemente, a la vez que verdadera también falsa. De esa manera nació lo que mucho más tarde vino a denominarse lógica trivalente El mundo que vivimos está plagado de contradicciones que se dan como efecto del tiempo, del espacio, y de nuestras percepciones, mandatos, y esquemas «Sobresalir es incomodar», solía replicar José Ingenieros. Tal vez lo que ocurra sea eso, el hecho de pertenecer a la clase de los que han sobresalido y, porque no se lo ha podido advertir, ni se lo quiere advertir, ella misma sea la razón y la causa por la que padecemos y somos depositarios de algunos malestares que nos son inoponibles. El destino cristiano señala que históricamente pudo haber sido así. Dar el alma supone cansancio, y a veces desencanto, cuando no genera vacío, tedio, y hasta destrucción y muerte. Pero es una hermosa gesta que vale la pena emprender y sostener. No abogo por la filantropía sinsentido, sino por el despliegue de una conducta aquilatada que rebote en nuestro ser con el fulgor de una devolución merecida y placentera, pero me pregunto, yo, que siempre ando preguntando: «¿hay otra manera de vivir?» ¡No!, porque nosotros, como tanta otra gente que no da, no damos, sino que dejamos que nos quiten, que nos roben, que nos saquen, porque el que tiene no solamente

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| 175 | Enrique García no da, sino porque no deja que le saquen, hasta que algún día, inesperadamente, imperceptiblemente, él mismo, se quite a sí propio, simbólica, o realmente, como el «fulano» de la «francesita», su bien más preciado: el de la vida misma y sus cualidades. En el más alto tribunal de la vida, que es el de nuestra íntima consciencia, seguramente no habita el cansancio, sino la frustración, la recepción insuficiente que nuestro espíritu registra como una comunicación que no llega, que no alcanza, que no deja un saldo favorable, que no termina de llenarnos, de plenificarnos. Sigamos así, seguramente no vamos tan mal, no demos, dejemos que nos roben, que nos saqueen, que nos quiten, que es el arte de seguir transitando aquello que marca la vida: la carencia que hace que nos esforcemos por completarnos siendo lo que no somos, dando lo que no tenemos, porque ser lo que no se es, y dar lo que no se tiene, supone esperanza y plenitud. El día que eso ya no suceda, en la hora final, cuando uno ya no pueda hablar de pasado, tampoco podrá hablar de futuro, ni de nada, porque ya sin estar, sin tener, sin ser, y sin hablar, será y tendrá todo siempre: existencia fría, marmórea, petrificada, y definitiva. Lo que vale es el tránsito y no la estación, como lo quería el fulano de la francesita que lo hizo suspirar.

Es-ta-fa El mundo carece de orden, de fundamento, de sentido. El hombre le confiere al mundo tales notas, y luego

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| 176 | Enrique García cree que el mundo las tiene y se las ha comunicado: !qué pretenciosa y miserable estafa ha perpetrado el hombre!

Estar des-amado des-armado Me pregunto si el amor es una construcción destructiva o es una destrucción constructiva, ya que a medida que amamos vamos dejando atrás lo no amado, y que a medida que no amamos, vamos dejando atrás lo amado. Igual que la vida en la que, a medida que acumulamos años vividos, vamos dejando atrás años «moridos» Pareciera que para vivir hay que morir, un poco; que, para recordar, hay que olvidar; que para mentir, hay que conocer la verdad; que para decir la verdad, hay que conocer la mentira, y que para amar, hay que estar desamado y des-armado. Eudaimonía Deseo que vuestra vida se vuelva un jardín de oportunidades. Que en vuestras primaveras seáis amantes de la alegría. Que en vuestros inviernos seáis amigos de la sabiduría. Y que, cuando os equivoquéis en el camino, comencéis nuevamente, pues así seréis cada vez más apasionados por las trayectorias de la vida. De tal suerte, os aseguro, que descubriréis, que ser feliz no es tener una vida perfecta, sino usar las lágrimas para regar la tolerancia, usar las pérdidas para refinar la paciencia, usar las fallas para esculpir la serenidad con el buril del alma en el yunque del espíritu, usar el dolor para mitigar el placer,

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| 177 | Enrique García y usar los obstáculos para abrir las ventanas al nacimiento de una nueva inteligencia.

Excusas La Filosofía es como la venganza, se bebe despaciosamente. Es como una excusa, frente a la magnificencia de las cosas. No es un mal necesario, tiene la nobleza que tienen los bienes prescindibles. Y vaya si sus cultores necesitamos y prescindimos de ella, a un mismo tiempo.

«Exonarias» palabras «malevo», palabra que refiere el mal en el medioevo.

Extrañamiento Hay una forma dramática de extrañamiento: la lejana cercanía de no estar estando, que resulta en una formidable fórmula pigmaliónica inconclusa: cristalizar un no ser, no estando.

Falsable Sin poder discernir la creación o el darwinismo, porque en el mundo racional de las ideas jamás podrá verificarse, en los dominios del arte todo es

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| 178 | Enrique García realmente irreal, rotundamente verificable como una suma exactitud falsable.

Farsa de farsantes Toda la trayectoria del mundo es una farsa vital. Esta fábula de la supuesta realidad, siempre se verá falsificada: la idea de la cosa es misma farsa de ella.

¿Felicidad o bienestar? Estamos en presencia de términos contrapuestos. La felicidad reposa en la esfera sentimental, el bienestar es meramente material. A menos que la materia venga acompañada de una carga metafísica que se pueda percibir, por lo general, la felicidad se aprecia cuando su iluminación ha dejado de enceguecer.

Filosofemas Tengo un decálogo filosófico que dice: 1-Toda posición es subjetiva. 2-Lo no todo de Lacan, tiene antecedentes en Cusa y, con anterioridad en Dionisio pseudo Areopagita. 3-El Dios que se menciona en filosofía, es un Dios epistémico, nunca onto-teológico. 3Aristóteles sostenía... que ese Dios, es una necesidad lógica y ontológica, para no demorar ni romper las explicaciones últimas en la cadena causal. 4-Nada de lo sensible, carece de una importante carga metafísica. 5-La verdad no existe, existe la validez, y ésta es nítidamente argumental. 6-No se - La Certeza Hecha Pedazos -


| 179 | Enrique García puede confundir el contorno, el continente, con el contenido. 7-Hacer sincretismo filosófico, constituye una falacia grave. 8-Emprenderla contra la cátedra entera, o bien contra una línea de pensamiento, es no entender la convivencia gnoseológica ni la cuestión categorial de género y especie y sus negaciones derivadas. 9-Un profesor cita, un pensador crea parafraseando, porque ello supone una hermenéutica y no una sumisión mecánica. 10Saber no implica no ceñirse a un orden sistemático previo, y se acredita donde se debe. En suma, en ocasiones, la filosofía, es lo que no es.

Futación y refutación La filosofía consiente un saber crítico. Con Kant se produce ese efecto: la separación entre saberes especulativos, saberes objetivos, saberes éticos y morales, saberes estéticos y saberes metafísicos. Uno nunca supera nada, porque el día que lo hace, le ha llegado a su puerta su hora: el hombre no es consciencia, es inconsciencia. Somos la mera promesa, damos lo que no tenemos, y no somos sino incompletos. Como se ve, nada es tan crítico como la crítica de la crítica crítica. O sea, la filosofía es un sistema de conceptos convivientes o, mejor dicho, una interminable construcción inalcanzable de conceptos universales, con unidad en la una diversidad, donde cada futación espera una refutación... falsada.

Genio, signo, y sentido

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| 180 | Enrique García Algunas reflexiones sobre la aparición de la genialidad permiten establecer que existe la razón material y existe la razón espiritual. El mundo de la racionalidad material es el mundo de la significación por excelencia. Se constituye a partir de significantes significados. Genio, Signo y Sentido, se conciben como transeúntes que vagan por el mundo cargados de signos, que cubren y empastan nuestro rostro humano-divino. Existe un mundo material y existe un mundo espiritual, existe un mundo esencial y existe un mundo existencial, existe un mundo noumenal y existe un mundo fenomenal, pero todo, absolutamente todo, es reducido al canon del signo. No hay concepto, ni noción, ni idea, ni pensamiento, ni sonido ni palabra, ni hecho, ni acto, ni obra, ni forma que no sea un signo. El hombre ve el signo como un acuerdo y convención previa que se consituye como una regla y le atribuye significado a través de la construcción de una imagen psíquica invisible. El sentido es otra cosa: el sentido queda más allá de esa significación, la trasciende, está con el espíritu. El espíritu le da sentido al signo, lo hace símbolo. Todo hombre es una estructura racional sostenida por el espíritu, pero solamente el genio es capaz de concebir el sentido simbólico de los significados invisibles sin el acuerdo ni convención previa. Luego también las revela en una obra original y ejemplar y en una forma cualquiera de la materia en general. El genio crea a la manera teúrgica, crea a imagen y semejanza... y ese es el sentido implicado, su

sentificación. Espíritu no es alma. Espíritu es principio vivificante del alma. Alma es psique, tiene sustancia, es una

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| 181 | Enrique García naturaleza muy ligera, muy liviana, invisible, pero es naturaleza y se opone a soma. Espíritu se opone a naturaleza, ni siquiera es sobrenatural porque lo sobrenatural es ya algo natural, una dimensión de grado elevadísimo de la naturaleza, pero naturaleza al fin. Naturaleza es actividad, dinamismo, libertad, destino, conciencia y experiencia. Espíritu es la verdad, el bien y la belleza. El espíritu penetra al cuerpo con la intermediación del alma. Si se quiere, el espíritu es lo real, lo verdaderamente real. El espíritu es pre-óntico, precede al ser, es lo indeterminado infinito. No lo es la materia. La materia es una expresión exterior del espíritu. En síntesis, la razón humana, el cerebro, significa las cosas mientras que la razón espiritual, la razón integral, las sentifica: descubre el sentido detrás del signo en algunos casos, o realiza el símbolo en otros. La actividad creadora del espíritu es realizadora del símbolo. Todos los símbolos deben ser realizados. Esa es la misión del genio. Según Platón, Dios creó al arquetipo de la mesa, el carpintero perfiló un simulacro de ese arquetipo, y el genio pergeñó un simulacro de ese simulacro como única posibilidad de un arte imitativo que es, en cierto modo, un desvanecimiento en tercer grado. El arte bello es vivificación. Tal vez no sea imitación, como en el caso de la mesa, sino un descubrimiento de la realidad a través del espíritu del artista. Los objetos del mundo exterior no son solamente eso, son realismo espiritual, visiones y expresiones subjetivas fragmentarias de un espíritu inmortal, sentificadas a través de objetos del mundo exterior.

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| 182 | Enrique García El espíritu visto como principio vivificante del ánimo reposa en el genio, en la medida en que sea un hombre capaz de ver el sentido en el signo y lo exprese en arte de genio, en arte bello, que es la devolución significada de su sentido. Aunque sospechemos con Borges una inminencia de la revelación que no se produce, en la obra como fragmento de la Obra, el genio amalgama «su» dualidad teoándrica, su realidad divino-humana, le da solución de continuidad, tiende un puente entre «él» y «Él», participa con su «ser» en el Ser, busca «su» destino en «el» Destino, transforma «su» incertidumbre en «su» esperanza, supera «su» indigencia con «la creación» en «La Creación». El genio sentifica los significados de la naturaleza y significa el sentido de su libertad en un orden simbólico virtual que es su quimera más utópica: configurar y refigurar la virtualidad verosímil de una totalidad inasible... a imagen y semejanza.

Galimatías Quien tiene necesidad, como causa; padece de ansiedad, como efecto. Quien tiene miedo, como causa; padece de pánico, como efecto. Por lo tanto, la necesidad, o el miedo, provoca ansiedad o pánico. Desde el punto de vista de la causa, la necesidad es equivalente al miedo. Por eso, la necesidad conlleva miedo. Desde el punto de vista del efecto, tener cosas, es equivalente a perderlas. Por eso, la ansiedad de tener cosas, supone el pánico de perderlas. Finalmente, más vale no sufrir la ansiedad de la necesidad de tener cosas, para no

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| 183 | Enrique García tener que sufrir el pánico del miedo de perderlas. ¿Qué habría que hacer? Prodigarse en otras cosas que no fueran esas cosas. Distinta causa, necesidad o miedo, provoca distinto efecto, ansiedad de tener cosas o pánico por perderlas. Si no sucede una, sucede la otra. No hay escapatoria. Estamos, inevitablemente, aprisionados tanto por la presencia cuanto por la ausencia de las cosas, a menos que nos ocupemos de la ética del comportamiento, de la estética del arte, o de la metafísica del más allá en el tiempo, o del más allá en el espacio, que no son tener, sino ser, que no son accidente, sino substancia, que no son predicado, sino sujeto. Así como no es posible la predicación sin un sujeto efectivo, asímismo, no hay un tener sin un ser. Es inevitable, a menos que nos pensemos como siendo

teniendo.

Giros La génesis del mundo ha girado alrededor de numerosas diversidades ontológicas. El mundo giró, alternativamente, alrededor de la mujeres, con Adán; alrededor del mito, con la tradición oral; alrededor del hombre, con Protágoras; alrededor de las ideas, con Platón; alrededor de la realidad verosímil, con Aristóteles; alrededor de Dios, con Plotino; alrededor de la Tierra, con Aristarco de Samos; alrededor del con Descartes; alrededor del fenómeno y del nóumeno, con Kant; alrededor de la fenomenología del espíritu, cin Hegel, alrededor de la ontología formal, con Leibniz; alrededor del inconsciente,

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| 184 | Enrique García con Freud; alrededor del significado y del significante, con Saussure, alrededor del sentido, con Frege; alrededor del materialismo histórico, con Marx, alrededor del ultrahombre, con Nietzsche; alrededor del lenguaje, con Wittgenstein; alrededor del panoptismo, con Foucault; alrededor de lo significado y de lo sentificado, con Ricoeur; alrededor del conocimiento sin fundamento, con Rorty, alrededor de la vida, con Fito Páez; y alrededor del dinero, siempre.

Criticismo agnóstico Solo se conocen fenómenos, se conoce lo que se intuye sensiblemente y se subsume en conceptos del entendimiento. La cosa en sí carece de la posibilidad de intuición, por lo tanto, no se conoce. Pero, existe la posibilidad de existencia o de inexistencia de cosas en sí. Si existen, son incognoscibles, y si no existen, más aún. Esta es la idea que pretendió sembrar Kant. Su sistema filosófico es la filosofía trascendental, gnoseológica y propedéutica. Conocer a priori, es conocer independiente mente de la experiencia. Para deslindar las leyes que regulan la inmanencia, distintas de las leyes de trascendencia, es menester analizar comparativamente lo

que es desconocer en «sí» y por «sí», independientemente de «mí», y lo que es conocer «conmigo» Solamente conocemos fenómenos del mundo secular, y a los nóumenos del mundo trascendental los desconocemos con distintas leyes. En síntesis: ¿algo existe? Si existe, lo puedo conocer o bien, si no existe lo desconozco tanto como si

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| 185 | Enrique García existe como «en sí» en el mundo de la inmanencia secular como en el otro trascendental. La fe… es la sustancia de la cosas que no se saben.

Golpe de vista El hombre «ve» sin apelar a prueba alguna. Si tuviera que emplear un método de prueba, ya no sería, «su» ver, una forma de ver. Si algo extraordinario tiene ver, ese algo consiste en captar, con la mirada, aquello en lo que nos iremos a convertir. Es por eso que a veces fracasamos en el amor, porque no vimos, ni tampoco sabemos que no vimos. Los filósofos creyeron ver en ese salto mental una evidencia, algo claro y distinto, simple, inmediato y directo. Esta acción suele entendenderse como aquello que «es lo que vi», que es una forma argumentativa que no exige prueba alguna, un golpe de vista que permite ver. Seamos como categorías de dioses, tanto, aunque más no fuera porque, precisamente, theos significa ver, raíz léxica que además compromete la semántica de la palabra «ver-dad», sin deslizamiento alguno que pueda llegar a sumirnos en alguna clase de atarantado razonamiento.

Gualicho Hay quien tiene todos los gualichos labrados en su cuerpo por una diestra mano de orfebre. Me provocaría un cierto temor tener una cercanía demasiado estrecha, en una umbría noche penumbrosa de pertinaz llovizna, en un recinto solitario, y sometido a la merced de

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| 186 | Enrique García ese fulminante gualicho terminal. Pareciera que algunas siluetas, constituyen necesidades visibles, abundantes, e inevitables. ¡Gualicho para todos, honorables caballeros!

Hakuna matata Nuestros problemas no son los problemas de la realidad, sino los problemas del concepto que de ellos derivan. De ellos hablamos a menudo, de su frecuencia, de su intensidad, de su gravedad, de su proyección en el tiempo, y de su difusión en el espacio. Pero este modo de vivir requiere, además, algo que también tiene forma porque tiene concepto, algo que está signado por una realidad distinta, por una realidad ajena a la materia, y afín al razonamiento: saber, conocer, educar, y entender no constituyen problemas. Solo son realidades fuera del mundo de las cosas, encerradas en nuestra cabeza donde

moran las no-cosas.

¡Hay que vigilar a las putas! La prohibición del ejercicio de la prostitución en la vía pública no podía sino modificar radicalmente el sesgo de la inscripción de las putas en las ciudades. Cambia eso y cambia todo: cambia el régimen entero de la articulación de lo privado y lo público, o de lo privado en lo público, y cambia el sentido de la distribución de los lugares y las prácticas en el espacio de una ciudad. Se hace la ley, se hace la trampa. En agosto de 1872 se promulga en Buenos Aires la ordenanza municipal que dispone el cierre y la erradicación de los

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| 187 | Enrique García prostíbulos en un radio de veinte cuadras alrededor de la Playa de Mayo. Es que, como dice Kohan, «hay que sacar a las putas del centro, hay que volverlas marginales» Otra ordenanza municipal, pero de 1875, les permite concentrarse en el radio céntrico para facilitar de ese modo el control sanitario y policial, es decir que «hay que vigilar a las putas, hay que traerlas de nuevo al centro, hay que tenerlas a la vista» Una ordenanza municipal de 1907 castiga la incitación sexual desde balcones o ventanas y la exhibición en las calles, es decir que «a las putas hay que tenerlas a la vista, pero sin que ellas quieran hacerse ver por eso» Una ordenanza municipal de junio de 1919 limita la libertad de las prostitutas en la vía pública, es decir que «a las putas no hay que tenerlas tan a la vista». En 1931 entra en vigencia una disposición de 1925, que prohíbe la prostitución, es decir que ahora «en absoluto tiene que haber putas» Resulta preciso insistir con esta disposición. En 1935 y en 1936, sigue habiendo putas igual. En 1934 se decide la clausura de los prostíbulos de la Capital Federal. Su efecto inmediato es la proliferación de prostíbulos en la provincia de Buenos Aires, con equívocas aproximaciones a los bordes ambiguos de la ciudad, y una virtual invasión de putas en las calles, en las plazas, y en las estaciones de trenes. En 1965 se promulga una ley que ya no condena la prostitución, pero sí al proxenestismo, es decir que ahora «se puede vivir como puta, pero no se puede vivir de una puta» La notoria necesidad de insistir con estas disposiciones legales habla claramente de su insuficiencia, cuando no de su fracaso. Si tan inseparables resultan el hacer la ley y el hacer la trampa es porque, en cierto sentido,

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| 188 | Enrique García la propia ley es la que hace trampa. La persistente voluntad de inhibir la mostración y la visibilidad es en definitiva lo que promueve todo un arte del encubrimiento. Y con el encubrimiento, la vocación de controlar cae en sus raptos paranoicos: ¿y si las academias de baile fueran prostíbulos encubiertos? ¿Y si las casas de modistas o de costureras fueran prostíbulos encubiertos? ¿Y si las adivinadoras estuviesen practicando una forma encubierta de prostitución ambulante? ¿Y si las pulperías sirviesen en verdad, carretas mediante, como prostíbulos móviles encubiertos? ¿Y si las orquestas de señoritas fuesen la cara exterior de una forma encubierta de prostitución? La aplicación efectiva de la ley, cuando no su solo enunciado, se trastornó con estos desvelos. Una verdadera poética del espacio hizo falta para determinar los límites del adentro y del afuera, de lo íntimo y de lo público, ese borde que, transgredido, señala el delito de exhibición o de incitación. El reglamento de 1875 prohíbe que se atraiga a los paseantes desde las puertas de los prostíbulos. La ordenanza municipal de 1907 impide la instalación de esos establecimientos en calles cortadas, a la vez que postula el control de la incitación desde ventanas, puertas y balcones. El decreto municipal de febrero de 1910 se ve en la necesidad de insistir en la prohibición de exhibirse y de incitar desde las ventanas de las casas, y avanza en la determinación de que se instalen mamparas opacas que impidan la visión desde y hacia la calle. Luego se prohíbe la existencia de faroles en los frentes de estas casas. La ordenanza municipal de noviembre de 1911 prohíbe la distribución de impresos, tanto como arrojarlos en la vía

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| 189 | Enrique García pública, con la indicación de la dirección de algún prostíbulo. Y así sucesivamente. La legislación se pone maniática, se pone obsesiva, se pone insistente. Un fervor de minucia semiótica la desvela: la lleva nerviosa del volante al farol, del callejón a la mampara. Se enerva en una voluntad infinita de clasificación del espacio, agobiada por la significación de bisagras e intermedios. Las putas por su parte quedan siempre un poco más allá y un poco más acá de la voluntad de sus disposiciones. Enloquecen a las leyes con su don inigualable para nunca dejarse ver y para darse siempre a ver.

Hermenéutica lógica La idea de concebir las palabras como escindidas de las sustancias, desembocó en la necesidad insoslayable de tener que interpretar. El ser y el pensar no son una y la misma cosa, mal que le pese a Hegel y lo beneficie a Kant. Así, en el espacio de intervención que se produce entre el que pronuncia y el que interpreta, se verifica una brecha discordante, unas veces peligrosa, otras veces promisoria, que resume el carácter que asumen los hechos asociados con las palabras. Es a esto a lo que conocemos con el nombre de sentido, que define el resultado de la construcción de esquemas desde la cuna a la tumba y que, entrambos extremos, estamos imperfectos, incompletos, insatisfechos y carentes.

Herencia mortal

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| 190 | Enrique García El hecho de haber recibido el nombre de su hermano Ernesto, después de haber muerto, lo ha marcado enormemente. Además, Sábato fue hijo de un hombre inusualmente estricto. De todas las biografías que he leído, me han llamado la atención Entre la letra y la sangre, de Carlos Catania, y Sábato el Hombre, de Julia Constenla. En ambos casos, se deja entrever cómo es que ha sido posible expropiarle la personalidad que hubiese tenido este hombre, de no haber vivido la historia de una vida que le fuera impuesta con riguroso rigor.

Hospital público En la isla Tiberina eran abandonados, para que murieran de hambre, los esclavos viejos, los esclavos enfermos, los bastardos y los niños con alguna discapacidad. Cuando los embajadores regresaron de Grecia, tras pedirle ayuda a Esculapio, una serpiente milagrosa que traían consigo, se escapó y se refugió en la isla. El senado mandó construir un templo en honor a Esculapio y, con el tiempo, la isla se convirtió en refugio de indigentes enfermos que recibían alimento, consuelo comida y atención médica. Con el tiempo, ese templo se convirtió en el primer hospital público conocido.

Ideas e Imágenes No sé si las imágenes atraen a las ideas, o las ideas atraen a las imágenes. El sortilegio, el gualicho, o el embrujamiento, aparecen repentina y espontáneamente grabados en los cuerpos. Acaso, por esa magna suficiencia,

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| 191 | Enrique García podemos imaginar y reconocer un alma en un cuerpo... ¿Quién podría negar que toda atracción comienza por el cuerpo, pero que no toda atracción es solamente cuerpo? Sostener el amor implica la comunión de cuerpo y alma. Conviene no olvidarlo, porque la discordancia podría aparejar velos y des-velos, ilusiones y des-ilusiones, cantos y des-encantos, cadencias y de-cadencias pasionales.

Ideas y ocurrencias Pero ¿para qué servirían las ideas? Las ideas sirven para trazar el límite y el alcance de la ciencia, es decir de lo conceptual, de lo determinista, de la cadena de causalidades. Lo otro, lo que no tiene concepto, lo que no se basa en lo dado a los sentidos externos, es ya dominio de la metafísica y, por ende, de la dimensión espiritual, para mencionar el caso más paradigmático de la incondicionalidad divina que causa, pero no es causada. Esta división tan tajante, planteada hacia el primer cuarto del siglo XVIII, había sentado las bases del futuro desarrollo de la ciencia. Había expuesto el germen y la base genética de lo que se llamó «Idealismo trascendental» Sin embargo, se había revelado algo fundamental, se había descubierto que lo que rige la metafísica no se aplica a la ciencia, pero a su vez, que lo que rige la ciencia, no se aplica a la metafísica y es de un orden heterogéneo.

La mismidad sin despedazar Por más que busquemos identidad, nunca la vamos a poder encontrar, porque la única identidad es la

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| 192 | Enrique García posibilidad. Ser incompleto, y carecer, es la nota de la identidad. Ni somos, ni tenemos identidad, sino que la vamos construyendo mediante un proceso genéticamente construido que llamamos vida. Si teniendo es como vamos siendo, entonces la ruptura del hilo con el que se teje la vida paraliza la acumulación posesiva de atributos esenciales en permanente movimiento predicativo.

Imágenes Lo no dicho suele ser muy elocuente para quien ve el sentido en el signo, el nóumeno en el fenómeno, la reconstrucción en la deconstrucción y la esperanza en la desesperación.

Incierta prisión El amor en un otro es un duende, una sombra o un fantasma que sobrevuela por sobre nuestra cabeza, que así lo piensa y lo concibe, merced a un desvío perceptivo que fomenta el yerro, el engaño o la insuficiencia afectiva urdida en un misterioso telar manufacturero. Más allá, en el horizonte de las vivencias emocionales furtivas, se oculta un destino fugitivo pergeñado para eludir sin riesgo aquella incierta prisión espantosa del desamor.

La primaria La primaria, es el despliegue por saber,

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| 193 | Enrique García la goma, el lápiz y el papel, el delantal almidonado, y perfumado con fragancias, de Chanel, y los zapatos de charol, que preparaba mi mamá. es la sonrisa de papá, con su emoción ahogada, en el ayer que no se fue, y el delantal almidonado, que yo maltrato sin querer, La primaria, es la cuerda bamboleando. entre los pies, es la bolita que va al hoyo, la figurita abrillantada, cara o cerca, el trompo que siempre gira sin parar, es el balero y el piolín, y el avioncito de papel, en la cabeza de Mabel, es mapamundi sobre un fierro, o un planisferio de hule ajado, que cuelga de un cordel, en la pared. La primaria, es el primer amor platónico, clavado en mi cabeza, desde ayer,

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| 194 | Enrique García por la maestra o el de inglés, es el sonoro timbre salvador, y el del final del día, que me devuelve a casa, antes de las seis, es dar presente, sí señor, y es angustiarse por no haber, estudiado la lección, es el cuatro y es el diez, es el orgullo y el temor, el libro abierto, el alfajor de chocolate, es el sol que me saluda asomándose al dintel, y es la modorra de las diez. La primaria, es lápiz faber despuntándose, la boligoma casi a medio, terminar, el celular de 4 G, el sacapunta de dos hojas, la pluma cucharita, y también es la gillette, es aquel machete que dejé, pegado con un chicle, bajo el pupitre del revés, es el brillante del glacé,

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| 195 | Enrique García y de manteca, es el papel, carbónica la hoja negra de calcar, de la oficina de papá, es el laurel en el diploma con sellos lacre, y con cintas argentinas, y clichés. La primaria, es el pupitre, con el tintero, que se fue, es el pizarrón, es Hugo Yasky y Baradell, es la trama del revés, es el grito de gol, que nunca fue, es la pelota rebotando, en el vidrio del ayer, el barrilete que colea, detrás del mundo que se fue, y es izar la azul y blanca, una, y otra vez. La primaria, es la rodilla lastimada, de Manuel, es el deber que me olvidé, es el diccionario deshojado, y es la mochila cargada.

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| 196 | Enrique García hasta los pies, es la de música, y el de inglés, la de botánica, la directora, la portera, y la libreta que rezonga, con un cuatro, y a carcajadas ríe, con un diez. La primaria, es la tabla del nueve, la división, cuando me llevo tres, las trenzas de Lucía, el borrador, la tiza, el pantalón cortito, y las rodillas sucias, de José, el hoyo, las bolitas y la quema, el fueye de Pichuco, la garganta de Cacho, con arena, y es Papo, haciendo la segunda de Sandro, de Rodrigo, y de Gardel, es compartir,

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| 197 | Enrique García las galletitas de Manón, la coca cola o la sidral, el huevo duro, sobre el pasto con hormigas, picándote los pies, y es la urgencia de ir al baño, para escapar de la lección, que nunca preparé. La primaria, es mi abuela que repite, que hay mucho que estudiar, para poder sacar un diez, es la maestra que me enseñó, y después se fue, es mi mamá, y es mi papá, y la sonrisa de los dos, maestros del después, es el busto adusto de Sarmiento, el presentismo, el «saquen, una hoja de papel», es «escribir sobre la vaca en Santa Fe», y «hablar de la alegoría de Babel», y resumir el «yo que sé,

que me olvidé» La primaria, es la rebeldía de Almafuerte, es William Morris,

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| 198 | Enrique García que vino a enseñarme, sin Piaget, es Juvenilia, el Padre Agüero, San Martín, Bolívar, y Belgrano, y a veces es Discepolo y Evita, el héroe de Malvinas, y también es, la sonrisa de Gardel, el himno, la escarapela, la bandera, y Marielena, cuando le canta, al mundo del revés, es la nostalgia del jardín, es el futuro y el ayer, el submarino San Andrés, que un negro día se perdió, y nunca ya jamás, quiso volver. La primaria, soy yo en el pizarrón, tratando de entender, cómo es que en mí país, jugamos a la mancha, con el hambre, y la miseria sin Perón, sin el arroz con leche, con canela, y con la orden de escribir,

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| 199 | Enrique García cincuenta veces, «no me tengo que copiar», como deber, soy yo, con galochas, cuando llueve, tapándome los zapatos, y los pies, y es mi tío que repite que «me vino a rescatar» La primaria, es Siete Sacos, ya lo ves, es Buenos Aires, del derecho y del revés, es Maradona, es La Plata, Favaloro y el By Pass, también, es compartir, la esquina del colegio, es Mauro Viale, Minguito, Monzón, Loche y Bonavena, es la frente marchita de «Volver», es el tranvía veinticinco, cantando siempre, el mismo traca traca, y es el guarda que te avisa,

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| 200 | Enrique García

«no te vayano a colar, unaltra vez» La primaria, es la primera primavera de la primera vez, de Borges, «los libros y la noche» del «poema de los dones», de Sampaoli, es el mundial, de Gimnasia, es «dale dale» y Maradona, otra vez, y yo que nunca de ir a la cancha, con mi viejo, me olvidé, de Messi, es los morlacos en los pies, de Elizabeth, la voz qué te hace todo el cuerpo, tiritar, y el Papa, queriéndose lavar los pies, y la balada para un loco de, Ferrer, el verso lunfardo, y mal escrito, ligeramente grafitado, en la pared, y al fin, el alma de Susana, y Jesucristo.

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| 201 | Enrique García orando por el Buenos Aires, que se fue. La primaria, es jugar de noche, a la escondida, contando, para que todos oigan, hasta diez, es, además, cantarte «piedra libre», o «mancha», en el patio donde estuvo,

la kermes, es saltar al rango, y mida, jugar a la mancha venenosa, tocándole el ombligo, y dejar guardado el rompeviento de tres tiras, colgado en el perchero del bufet, es llevar en la lunchera, los bocaditos de pescado, el arroz con pollo, y el postre de vainillas con café, es no hacer tanto bullying, y es la epifanía misma, de la vida, temblando presurosa, en el mundo cascabelero,

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| 202 | Enrique García del ayer.

Inservible llanto Supongamos que es más emocionante escuchar la voz de un amigo, mirarle los ojos, observar sus rubores, calibrar sus humores y sus rumores, capturar sus fervores, entender sus penas, sus alegrías, sus aspiraciones, sus postergaciones, sus valentías, sus amores, sus temores y temblores, como diría Kierkegaard haciendo uso de una de las metáforas más abiertas y precisas que se conocen. Ser uno y otro al mismo tiempo. Una situación superadora sería algo muy parecido al amor, que exige permanente presencia, casi fusión, o mejor dicho simbiosis simbólica. La disociación y la distancia, son fuente segura de desacostumbramiento y prescindencia: ¡de soledad!, un término altamente polisémico, y bastante relativo y polémico, que merece una particularizada visión dialéctica esclarecedora. Participamos de la idea de Unamuno. Claro, él decía que Solón, no pudiendo sino llorar por la muerte de su hijo, y ante la imprudente afirmación que un pedante lanzara acerca de la inutilidad de ese llanto, replicó que lloraba porque llorar nada remeda. Es interesante el desplazamiento argumental del sabio, porque no se lamenta por la irremediable pérdida de la vida de uno de sus hijos sino porque ha perdido el antídoto. Llora un poco sabiamente, por la misma razón por la que se le reprocharía no hacerlo. Es tan inútil no llorar. Llorar es inútil, por eso causa llanto no llorar. Pero más allá de la conformidad que supone sucumbir ante lo inevitable,

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| 203 | Enrique García la muerte no tiene salida. Es una aporía. La muerte no tiene remedio, y ahí vale el llanto, no ya como desahogo, sino por la pérdida de la idea de la esperanza de la presencia. La esperanza, tiene un valor monumental. Es casi la base de todo emprendimiento. La base fundamental de las religiones. Hay la esperanza de un mundo mejor, más acá o más allá. Hay esperanza o la muerte auto infringida. ¿Cómo poder hacer que el llanto no sea asimilado a la oración?, donde pedir en nombre del Hijo, es casi como obtener la Gracia del Padre. Perderla sería como abandonar toda esperanza. Lo que ni el llanto remedia, no tiene remedio, no tiene asidero, no tiene justicia, es casi trágico. Es la misma aporía. Por eso Unamuno edificó su ensayo sobre El sentimiento trágico de la vida. Esta temática bordea la cuestión de la libertad: allí donde creemos que tenemos libre albedrio, encontramos toda una fuerte vertiente filogénica que nos empuja. Nos dieron un nombre previo cuando nos pensaron, posteriormente nos dieron un mandato paterno, otro escolar, después, y teológico metafísico, más tarde. En esas condiciones, ser feliz es una utopía. Todo el tiempo somos pensados, por no decir programados. Todo el tiempo somos interpretados. Y todo el tiempo sostenemos nuestra libertad. Entretanto, sucede lo que otro cuestionador ha ensayado: Camus y el Mito de Sísifo examina el rumbo de la repetición de hábitos y costumbres que conducen al nihilismo, término tan caro también para Nietzsche. Y eso, con nuestra connivencia, porque en un largo trecho de nuestra vida no somos necesidad teleológica, somos deseo en tránsito. Somos conformidad, ya que nada sucede sin el permiso del alma. No somos

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| 204 | Enrique García rebeldía unamunesca. Toda esta parrafada ya un tanto extensa, no es más que un ligero trazado inherente a vertiginosos cambios en las ideas, en las palabras, y en las cosas. De modo que esto también demuestra que el cambio no es permanente, que también, incluso, cambia el cambio. Así como cambia el escalpelo en la mano de un cirujano, según los tiempos, los espacios, las tecnologías circundantes, el contexto, la cultura, el poder económico, y el manejo diestro o siniestro de la habilidad del actor sobre el paciente, también cambia el cambio. Cambia la manera de cambiar. Antiguamente cambiábamos con la tiza y el pizarrón. Hoy cambiamos con la laptop. El cambio es lo que más cambia, porque el cambio supone una causa y un efecto, pero también supone un cambiar puro, no de cosas sino de las abstracciones que son reflexivas, que vuelven no ya sobre los contenidos, sino sobre los continentes, las formas y las metódicas. Siempre que hay un cambio de orden empírico, tuvo que haber un cambio de orden conceptual, o tal vez ideológico. De modo que siempre que hay un cambio en la cosa es porque hubo un cambio en sus metodologías. Y si invertimos esta dialéctica, sucede lo mismo: si cambia la existencia, cambia la conciencia. Y aquí es donde se nota palmariamente que algo cambió cuando emergió la reversión dialéctica. Y también seguirá cambiando. Pasará el tiempo de la idea, el tiempo de la realidad, el tiempo del fenómeno y el nóumeno, el tiempo de lo simbólico y de lo sígnico, y tal vez pasará el tiempo de lo sentificado, conforme Frege. En un mundo donde el posibilismo está bastante comprometido por razones demográficas, económicas, ecuménicas, o tecnológicas seguimos tocando

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| 205 | Enrique García fondo, como lo ha preanunciado Celaya. Sábato decía «cuanta más ciencia más mandinga» Y ese carácter tecnolátrico es el del que Unamuno de alguna manera sospecha. Es inútil la muerte, y también el llanto por la muerte y la idea de muerte. También sospecharon Marx, Freud, y Nietzsche. El tiempo parece haberles dado poco de razón. Todavía el hambre acucia, la pobreza avergüenza, la violencia asusta, la mediocridad asombra y la riqueza amenaza. En fin, el mal no es ontológico, pero se refleja ontológicamente tanto como la idea de muerte vive con la muerte de la idea de muerte. Si la mano que empuja es una mano diestra y está bien entrenada, la tecnología tiene mucho que decir, porque una mano bien munida es una mano traviesa: una mano que amenaza es mucho más que una mano que ejecuta. Las vísperas, agravan el carácter de los hechos, decía Borges. Y Sábato replicaba, con su cansancio a cuestas, que en Auschwitz se había extinguido más la idea de hombre que el hombre mismo. Tampoco se trata de dirimir el asunto maniqueísticamente. Los beneficios de la tecnología son obvios e innegables. Preocupa la cuestión por la marca de la tendencia y la sustitución del espíritu por la cosa. Téngase en cuenta que la palabra «espíritu» no refleja la dimensión teológico-metafísica, sino el «conatus», es decir esa fuerza voluntariosa de seguir siendo y estando lo menos simbólicamente posible, lo más naturalmente posible, porque, según parece, lo simbólico es un alto exponente artificial, cultural, complejo, y alienante. Hubo un tiempo en el que rigió la inteligencia de la mano, em Spengler; pero este tiempo presente que nos toca vivir,

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| 206 | Enrique García exalta superlativamente la inteligencia del racionalismo, no el del sentimentalismo emotivo, ético, estético y metafísico, además. No se sabe bien si la querella espiritual contribuye a la felicidad, o más bien la condiciona con pretensiones de nulidad, superponiéndosele. Entretanto vale la precariedad, como estrategia defensiva. Con excepción de los racionalistas declarados, todos desesperan actualmente del verdadero conocimiento. ¿Acaso será por eso que algunos eligieron el anonimato, mientras otros eligieron el camino de la imperfecta perfección, mientras esperaban que despuntara el universo sentificado?

Colegas Respetuosamente os digo, colegas que, en materia de salud, no está todo tan bien como se pretende desde la directiva medicorum, tal vez porque desde que el desgraciado caso de la muchachita del Colegio Nacional de La Plata golpeó en las narices mismas de sus quirófanos pareció despertársele repentinamente la scialítica vindicante. ¿Como clasificar la urgencia ex antes facto diagnosis? ¡La salud está raquítica, colegas! Salvando el titánico esfuerzo de los médicos, lo demás es pavoroso. Los edificios parecen del medioevo, los salarios son expresiones miserandas, algunas profesiones críticas son suplidas según como de lugar, la dotación tecnológica no es ni por asomo de vanguardia. En

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| 207 | Enrique García esta época de marcada preminencia tecnológica no se realizan intervenciones quirúrgicas con soporte robótico, no se cuenta con un clering provincial de intercambio de medicamentos, todo ha caído en una enorme improvisación aterradora, no hay estudios de áreas de influencia, de epidemiología regional, y está plagado de sanitaristas, de higienistas y de diplomados en salud pública que se han divorciado de una realidad tan nítidamente anunciada como imprevista, ya que en salud pública también prevenir es curar. Nuestro país dedica un 8 por ciento del PBI a la ontología de la salud, y los resultados son poco menos representativos que los de los centros más postergados del orbe. «La organización vence al tiempo», dijo uno, con criterio, que estaba un poco lejos de la medicina. Lejos estamos del médico de familia, de la prevención, carecemos de modernos tableros de comando epidemiológico, de hermeneutas anticipadores como Favalaro, Mainetti, Gneco, Zardini, Carri, Burri, Collado, Posadas, y de ministros como Ferrara, Carrillo, Zatti, o Boccalandro. No os dejéis confundir nobles epígonos de Quirón, de Esculapio y de Galeno: este nuevo relato de hoy entró en conflicto con una excelencia mínimamente garantizada. Esto quiere decir que la potencia promete una cosa y el acto obra otra muy distante. Vuestro credo es una expresión de deseos muy plausibles, pero es más un auto estímulo ante el diagnóstico de hoy y el pronóstico de mañana, que una genuina plenitud prometedora. Simple y fácil: en un país con un tercio de pobres, en un país con 17 millones dependiendo de la

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| 208 | Enrique García pitanza del estado, en un país de desocupados, en un país donde solamente egresan 2 de cada 10 alumnos de la matrícula universitaria ingresante, en un país hambreado en medio de la plétora alimentaria, en un país diezmado, robado y harto saqueado, debería ser menos pretencioso el canto de sirena y más ruidoso el silencio que vuestros maestros depositaron sabiamente en unos cuantos oídos hipoacúsicos. Os recuerdo, con dolor, que la corrupción es también una enfermedad a juzgar por lo que dice la OMS, otro almácigo de mediocridades distinguidas, pero la ignorancia tiene entidad nosológica de endemia per secula seculorum La ignorancia mata mucho más que cualquna peste. A los profesionales de la salud les cabe una felicitación superlativa por luchar denodadamente ante un desastre coyuntural curiosamente crónico, pero el mal argentino es una endemia que requiere serio compromiso y alta complejidad multidisciplinaria para pensar un nuevo estado de cosas menos paradójico. Levantad vuestra voz, id y enseñad la miseria en la que trabajáis, Señor del guardapolvo.

El cementerio de La Plata Hace tiempo que venimos bregando infructuosamente por un poco de focalización sobre este asunto. Nuestro interés es sumar, pero está pretensión se entiende como una enemistad peligrosa para la comunidad dirigente tan sorda como sórdida. He ahí el germen de un fracaso cultural sin precedente que impide despegar y

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| 209 | Enrique García desplegar un horizonte. Sin embargo, hay que insistir ciudadanamente. En el Cementerio de La Plata hay cosas que dejan mucho que desear. Falta agua. A veces está inundado en medio del Dengue, del Zika y la Chicungunya. Los baños dan asco y ponen en riesgo epidemiológico, repito: riesgo epidemiológico, nunca sofocado de oficio para proteger la salubridad de los vecinos y circunstantes que para ello sufragamos el gasto que administra nuestra tan escasamente humilde corte dirigencial. En el cementerio platense falta ornamentación, limpieza y poda de árboles. Falta ropa de trabajo para los trabajadores, faltan implementos de trabajo, falta un vestuario digno para ellos, falta personal, señalización, faltan guardias por la tarde, falta seguridad, guía y orientación, pero cuando cierra a las 17, aparecen unos amigos benefactores del cementerio, y entonces queda abierto para los tours nigromantes más allá de esa hora. Se trata de una argentinada más que hace un tiempo asomó en el horizonte funerario del solar natal, un menú de nigromancia a la carta auspiciado por la intendencia, por la dirección del mismo cementerio, por un mecenazgo de amigos y difusores del acervo funerario platense, y todo esto con nuestra vergonzosa complacencia. ¿No sería más digno honrar a nuestros muchachos de Malvinas, o a las víctimas de los años de plomo, al par que favorecer al vecino con una extensión horaria similar y un estado de cosas menos decadente?, En este sentido, bien podría proyectarse fácilmente un cementerio parque con una mínima contribución adicional destinada a un fondo de recuperación del acervo histórico y funcional. ¡O es que solo

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| 210 | Enrique García atinamos al circo sin pan con apertura nigromante! ¿No se nos ocurre espectacularizar lo que es propio del espectáculo y farandulizar lo que es farandulesco? Sin embargo, parece que para nuestras autoridades la tradición de nuestros queridos difuntos es un festival con linterna y psicodelia nocturna incluida. Qué diría Almafuerte, cuyo genio rebelde reposa allí, qué diría la sabiduría terapéutica de Alejandro Korn, qué la taxonomía ética de Spegazzini, qué la santidad de María Ludovica, qué la poética dramaturgia de Matías Behety, y qué la herencia legada por los desaparecidos homenajeados en el pórtico de entrada de nuestra necrópolis... ¿No siente vergüenza, indignación, respeto, la clase mandataria? ¿No tiene ella suficiente inventiva como para buscar por el lado de la superación de este nihilismo al que nos está conduciendo? No es posible superar la instancia del «dale nomás, dale que va... que allá en horno se vamo a encontrar» ¿Tendremos que saludar, con beneplácito, estos renacientes engendramientos oprobiosos, y renunciar a la virtud de un cambiemos más promisorio que debería formalizarse de oficio?

Lo faltante No entender es un muy buen comienzo. La gesta de los faltantes no debería interrumpirse, solamente porque es en esa clase de ausencia donde transmuta el deseo.

Invitación comedida

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| 211 | Enrique García Solos, ya derrotados, antes de romper lanzas en la lucha contra la mediocridad, los espacios huérfanos de ideas propiciatorias, suelen ocuparse por hombres de ocurrencias. Cuando faltan las ideas, el horizonte se puebla de advenedizos fantasmas que florecieron en un tiempo de audacia oportunista. Es difícil hacer que funcione algo tan importante como la educación, cuando toda procastinación responde a un acuerdo imposible de alcanzar. Antaño se tuvieron las cosas más o menos bien claras y aclaradas. Se sabía leer en cierto estado puntual. Se sabían las cuatro operaciones y, entonces, lo demás venía dado por añadidura. Y eso funcionó. Claro, que funcionó debido al factor cultural o debido al placer por el saber, funcionaba. Sin embargo, la sobreabundancia conceptual, la plétora de autores y de ideologías, de teorías, y valores, el regodearse jugando en el interior de la caja craneana, paseando ideas de aquí para allá, innovando por mero esnobismo, y yendo a buscar en los tiempos y en los espacios del más allá, lo que bien podríamos encontrar en los tiempos y en los espacios del más acá, es lo que hoy conspira. La educación ya no es lo que era. Y lograr ese aroma que deseamos fervientemente no es algo sencillo, desde que es sumamente dificultoso formar consenso en cátedras que tampoco están tan a la altura de las circunstancias como se pretende. Y ni que hablar de conseguir entusiasmar con el estudio. Enamorarse. Nietzsche tuvo su razón nihilista y lo dijo hace poco más de ciento veinte años: «caerán los valores» Nuestra crisis, es, pues, nihilista. Lo que el sistema

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| 212 | Enrique García deja entrever, no es más que una mera cáscara general faltante, Lacan lo llamaría «el contorno todavía sin contenido». En ese caso, la obra educativa merecería ser interpretada por un erudito en administración estratégica. ¿Y sus intérpretes, o sea… y los docentes qué? La sobreabundancia conceptual desvirtúa cualquier ontología real. Se nota cierta indiferencia en muchos planos, una especie de anticipación de la derrota, una suerte de dolce far niente merced al cansancio insuflado, gota a gota, palmo a palmo, por lisis. Un enorme cansancio se ha cernido sobre nuestros espíritus y en numerosos planos. Pero la clave sobre el asunto, parece que la ofreció Wittgenstein, cuando dijo que no hay regla posible en la cosas de la realidad, sino en la cabeza. Transponerla, es un problema adicional. La lógica de la enseñanza no consiste en enfocarse en los planes pedagógicos, cambiarlos, revisarlos, explicitarlos, volverlos a cambiar, sino que exige transponer estados de cosas impidientes, que potencian los vectores facilitantes, llevándolos de la idea al acto. Siendo así, ¿es posible enseñar sin respirar aromas de saber real? ¿Dónde estriba el problema?: ¿en los planes, en la acción, o en ambas cuestiones? Como se ve, hay más preguntas que respuestas y menos soluciones que propuestas, aunque todavía hay algunas esperanzadas manifestaciones de confianza, depositadas en la inteligencia de la mano de cualquier pedagogo que crea que la educación es mucho más que una mera objetividad no metafísica.

Profecía bien cumplida.

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| 213 | Enrique García

Agripina tenía una obsesión. Quería que su hijo Nerón fuera emperador. Se decidió por consultar al oráculo, y este le contesto: «tu hijo será emperador, pero cuando lo sea… asesinará a su madre» Ella contesto: «que

me asesine pues»

Irremediablemente absurdo Usted, yo, todos nos movemos por un absurdo: queremos lo que no tenemos. La vida entera es carencia. No se busca lo que se tiene. El modo sobre el que discurre nuestra vida es absurdo, es la vía negativa la que nos va dando espesor. Uno no es al nacer, es la máxima expresón de la intotalidad, algo faltante que es en tanto que no es... pero va siendo. Uno es el precio del ente que pugna fallidamente para ser.

Juego de abalorios Es grato coincidir con cierto modo de pensar. Masticar solamente ideas es como extraviarse en la piel de otro con la esperanza de encontrarse con una mejor versión de sí. En ese juego de abalorios que se nos aparece como soledad múltiple, uno se es otrea para contar con una opinión ajena de sí.

Jugar con fuego «... la no-verdad tiene que ser reconocida como una condición de la

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| 214 | Enrique García vida y la verdad como el ‘tipo de error sin el cual el hombre no puede vivir’» Florencio González Asenjo

Lo que valía era el sistema argumentativo de Borges, que alguna vez supo declarar que la filosofía es literatura fantástica. La filosofía presenta variadas hermenéuticas en torno de un mismo hecho, lo que desconcierta y genera duda indubitable, al par que alimenta el desconocimiento. Curiosamente, la filosofía negativa nos advierte sobre la importancia de la convivencia convergente, lo que, de alguna manera, viene a redimir a la filosofía. Al fin y al cabo, uno se mueve llenando vacíos, acompañando los contornos que nos propone la existenciación humana. Aunque creamos que vamos, muchas veces escapamos, aunque creamos que vivimos, muchas veces morimos, y aunque creamos que sabemos, muchas veces ignoramos. De tal modo, lo de Borges se convierte en un jugar con fuego, en un juego tan intricado como el sistema kantiano mismo, como la negatividad cusana misma, o como la risa nietzscheana también. La riqueza siempre está oculta en lo no dicho, agazapada en sus entresijos, en la inminencia del porvenir contingente, en lo confuso, en lo abstruso, en lo incierto. Sólo eso proyecta una certera verdad, la verdad de la mentira, la entronización del yerro como única certeza, porque ello invita a seguir en la tarea de la desocultación, y en el tanteo a ciegas de un mundo que no se ofrece sino en la inminencia de la sospecha y de la duda. Sabiendo que no se sabe, y que nunca se sabrá, dónde está la verdad positiva, - La Certeza Hecha Pedazos -


| 215 | Enrique García sino que se sabe que no se sabe dónde está lo negativo, la incerteza, la laxitud intelectual, y el camino por recorrer, ¿qué es lo que queda?: el dinamismo de la trayectoria caminado en medio de la vía desesperada férrea, que es más relevante que la fría estática de la estación terminal de llegada.

Pedazos de la Fuente de Juvencia A veces frecuentamos, sin advertirlo, los mismos intríngulis existenciales que ocuparon y preocuparon a los grandes pensadores. Sin ir demasiado lejos, podemos ensayar una respuesta para quienes se esmeran en hacer, sin más, el panegírico de la juventud porque sí, sin fundamentos ni restricciones, ni límites, ni reposición de valores bien cristalizados. Es esa una precisa postura que expresa el mero desinterés y la supina indiferencia de un sistema en el que también forman parte algunas almas que merecen ser amonestadas, cuando menos, literariamente.

Kant & Griselda Según Griselda Gambaro, «algunos seres son

profundamente desdichados, no saben que los árboles hablan» No conocía esta frase que es precisamente simétrica con la idea de que proclama que, en verdad, nada sabemos de las cosas en sí y por sí, independiente de mí. Solamente conocemos imprecisa, y sustitutivamente, los fenómenos objetivos, en función de nuestra insuficiencia perceptiva, pero ignoramos todo lo - La Certeza Hecha Pedazos -


| 216 | Enrique García concierne a la sensibilidad de los entes de solo mente. No sabemos si los árboles hablan, porque las abstractas formas mentales, con las que interpretamos el mundo sensible, constituyen un factor de distorsión esencial, de modo que, en su ausencia, ni toda cosa en su esencia, ni todo accidente referido, resulta imposible. Escapan a esa manera degenerada y absurda manera de concebir, la cosmovisión que abrigamos y animamos con pasmosa osadía e ilegítima vanidad, según la cual nada sabremos del árbol si no el árbol no está, pero tampoco nada sabremos del árbol, si los que no estamos, somos nosotros.

La bendición de Emma Emma está aprendiendo a responder codificadamente. Cuando le digo: «Emma: ¡diez puntos!», ella parece haber recibido la bendición del saber del racionalismo y del sentimentalismo a la vez, de la filantropía y del amor de la semilla de la que floreció, del llamado de la sangre y del silencio que abre una fina herida tras la cortina de la comprensión. Inclina la cabeza y recibe con beneplácito los beneficios de mi bendición. A veces quiere que la bendiga en la naníz, como ella dice cuando quiere decir «nariz» Uno escruta los ojos de su descendencia: interpreta que se le han comprendido los destellos de sus luces, y también los crepúsculos de sus nocturnidades.

«Emma: ¡diez puntos!»

La certeza hecha pedazos

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| 217 | Enrique García La certeza se despedaza. Las diferencias son identidades. Mañana es hoy también, ahora es siempre nunca, y aquí seguro que es allá. Lo más concreto es lo más abstracto. El que te libera, te condena. Para vivir, hay que saber morir de a poco. Las peores presencias, son las mejores ausencias. Las certezas, se despedazan. Se convierten en pedazos que no son, en pedazos que van siendo, en pedazos sin llegar a completarse, en pedazos como un orden provisorio, como un orden sin la cosa, como un orden en la mente. Se-despedazan. Las certezas-se-despe-da-zan en nuevos pedazos de pedazos viejos.

La comunicación La incomunicación, es como una derivación hacia la no-palabra. Una afirmación del predominio de la presencia, de la presencia sin predominio de la palabra, de la vivencia sin molestias, sin superfluas intermediaciones convencionales. Un elogio del no-decir, de la comunicación extrasensoria, del gusto por un solo estar y, en ese estar, estar siendo, y siendo estando. Una insuperable instancia superadora. Un permanente conocimiento emocional preexistente. «A la musa cacaratuza», solíamos decir cuando chicos, y después: «pegar sin hablar» La clave parecía estar en esa palabra «pegar», que no parecería significar «pegar» en estricto sentido literal.

La desocultación Me agrada irte descascarando como a una cebolla, capa por capa, hasta alcanzar el nudo inalcanzable

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| 218 | Enrique García de tu propia mismidad. Y eso porque sospecho que detrás de tanto devaneo, detrás de tanto velo y de tanto desvelo, algo me va a quedar. Me quedará la emoción de la inminencia de la víspera. Me quedará la esperanza de que detrás de tu descascaramiento total, sentiré el eco de tu palabra como un péndulo, bamboleando entre lo más obvio y lo menos dicho. Me quedará el aura del día menos pensado florando en el espejo que mejor me convenga. Me quedará el sendero que fue desde la ascensión a lo más sublime, hasta la descensión a lo más abyecto, me quedará lo más sagrado y lo más mundano de lo humano, me quedará el aroma del caminante que no volvió la vista atrás.

La dictadura metódica Todo es método. Valioso es el hombre que requirió una metódica de larguísima evolución. El sentido es personal, y habla más de una libertad condicionada que de una cacareada pretendida libertad. Honrar se honran ideas en relación a cosas, preferentemente hombres. Es inescindible el ser del pensar cuando «A» no es igual a «A».

Ladro La palabra «ladrón» proviene de ladro, que significaba soldado, debido a los continuos saqueos y robos que realizaban las tropas romanas.

La inocencia del habla

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| 219 | Enrique García El mal uso del lenguaje nos impone develar la inocencia. A propósito, el decir que nos representa es el mismo decir que nos oculta. No hay ninguna posibilidad de conocer sin lenguaje, y no hay ninguna imposibilidad de desconocerlo aun con él. Si bien no podemos hablar de una identidad entre una cosa que no es lenguaje y un lenguaje que no es cosa, el lenguaje funciona como un sucedáneo de otra cosa. Por eso se usa para tratar de escrutar el mundo individual y también el mundo cósmico y, aunque resulte impreciso contar con una idea exactamente replicada de la cosa que no es lenguaje, es solamente a través de él que podemos establecer grandes lineamientos del mundo que «ve» el que piensa o el que habla, si es que lo acompañamos con otras «visiones» igualmente conducentes. Por cierto, el lenguaje es una significación que sigue el curso del dinamismo ontológico y sus abstracciones e imaginaciones, y las codifica. Por eso el lenguaje es variado, diferenciado, ilimitado, infinito … y creciente. No solamente representa a la cosa que no es lenguaje, sino que revela, y a veces oculta, la historia del posibilismo del hombre, del mundo, de la cultura, y de tantos otros aspectos que se muestran o se esconden detrás de unas letras sintácticamente ordenadas, detrás de significados polisémicos, o detrás de una pragmática que acompaña el pensamiento en el silencio, la materialidad fónica de la pronunciación, la nominalidad de la escritura, la teología, la antropología, y la cronología correspondiente, para citar solamente algunos aspectos que hay que descubrir, que hay que deconstruir, y que hay que reconstruir para poder entender, para poder interpretar, para poder suponer, para poder describir, para

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| 220 | Enrique García poder proyectar, para poder conocer, o simplemente para poder imaginar un estado, individual o universal, de cosas Tal vez el lenguaje sea el primero, el mayor, y el mejor de los recursos formales para conocer y desconocer. En El idioma analítico de John Wilkins, Borges nos hace notar que acaso lo más lúcido que se haya escrito sobre el lenguaje, sea la palabra de Chesterton en el sentido de que el hombre sabe que alberga en el alma unos tintes muy desconcertantes, unos instantes, muy innumerables y muy anónimos. Más aun, es el alma del hombre el que alberga mucho más que meros tintes que muestran los colores de una selva otoñal. Sin embargo, pese a ello, el hombre cree que esos tintes, en todas sus variantes, y en todas sus combinaciones, se pueden representar con precisión mediante un mecanismo tan arbitrario de gruñidos que perfilan «el habla». El hombre cree que es desde el interior de sí desde donde realmente salen esos ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo. Pero, como está ahí, casi a la mano, y es tan frecuente, el lenguaje conserva su aparente inocencia al poder y al mismo tiempo no poder reflejar su verdadera potencia, su aura reveladora, o su insuperable capacidad para calibrar exactamente al individuo y al universo...

La mayor empresa Podéis tener defectos, vivir ansiosos y estar irritados algunas veces, más no olvidéis que vuestra vida es la mayor empresa del mundo. Solamente vosotros podéis evitar que ella decaiga. Hay muchas personas que os

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| 221 | Enrique García necesitan, os admiran y os quieren. Enojarse es un mal pasajero, lo importante es la rabia, porque de ella se sigue un bien permanente.

El todo ausente La nada no es algo nulo.Definidme qué es lo que no sucede, y luego os responderé, porque a mi juicio, lo que no sucede, también sucede, Sucede lo que no sucede, como la presencia de la ausencia, como la existencia de la inexistencia, o como la determinación indeterminada. Es el suceso no sucedido. Pero, creéis, ciertamente, que Cristo pudo no haber muerto en la cruz, o que vosotros, pudisteis no haber nacido. ¿No creéis en la contrafáctica? ¿Y de dónde ha salido tal nombre, su caracterización, su mención, y su uso? Esa pregunta se la hicieron a Pedro Damiano. Le preguntaron, si Dios podría haber hecho que Roma no cayera. Contestó «que sí, si quisiera» Eso es pensar lo que no sucede ¿Suponéis que se ignora el método del absurdo, en el que está presente el argumento de Anselmo, acaso es que no vale el planteo de lo que no es de Mario Victorino, o la sensatez de la ignorancia de Nicolás de Cusa, la negación de la dialéctica de Hegel, la inexistencia antes de la vida o después de ella, la muerte, o acaso hay algo más inquietante que pensar por qué yo soy yo y no soy otro, variante de la pregunta de Heidegger? Somos y no somos, es decir somos duales, somos lo que no somos. Soy A y también soy no B. La nada es más valiosa que la existencia, aunque sea una variante existencial. De hecho, si hay existente es porque también

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| 222 | Enrique García hay nada. La nada es la ontología primaria, privativa y propedéutica. Es la condición de posibilidad kantiana. Es la condición de posibilidad cristiana. Es la condición ontológica universal que presagia la infinidad. Todo lo que Platón imaginó en su filosofía de las ideas, estaba ya presente en la filosofía posterior. De ahí devino la pregunta de Heidegger. Él sabía que, si hay un ser, su precedente es la nada que es un ente, un existente, un ser, en sentido lato, que hay opuestos porque hay distingos. En tiempos iniciales, la Nada era todo, y hoy, el Todo es la nada. Dios ha muerto. Quiero decir que Dios era nada y el mundo todo, esto es Todo y nada de todo. De modo que Wittgenstein ignoraría no ya la nada, sino el todo, el mundo, lo que él define como con el solo lenguaje. Pero, la nada,siguió su decurso con Kant, y también con Hegel, para el que no tenía entidad ontológica sensible, sino validez dialéctica. Esta línea, fue iniciada por Platón, con el Parménides, antes por Parménides mismo, también por Mario Victorino, por Dionisio, por Cusa, por Hegel, por Freud, por Nietzsche, y por Marx. Todos hablan, con variantes, de la nada, como todos hablan de Dios, que, precisamente, en rigor, es la nada misma, porque no tiene existencia sensible cognoscible. Hay algo verdaderamente curioso, Agustín sostuvo, como su divisa preferida, la creatio ex nihilo . Raro es que Wittgenstein no lo haya registrado, cuando hay suficientes precedentes en los que apoyarse para fundar la ontología de la nada, y también la existencia de la inexistencia, o de la muerte como posibilidad de la imposibilidad de existir.

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| 223 | Enrique García Juzgar arbitrariamente, sin poner razones sobre la mesa, no parece que sea procedente para un hermeneuta, y sí para la actitud de un irreverente doxógrafo sincretista. Pensar la nada no es una metáfora de la ignorancia. ¿Creéis que es imposible pensar lo que no sucede? ¿Qué pensáis de las mitografías? La filosofía entera nos refuta en este sentido. Mirad, la Biblia es una fuente de sabiduría... polvo somos, y en polvo nos convertiremos... ¿Os parece poca nada, pensar, así la nada?: «... la no-verdad

tiene que ser reconocida como una condición de la vida y la verdad como el ‘tipo de error sin el cual el hombre no puede vivir’»

La negación del amor Al amor no es necesario negarlo, porque el amor es, precisamente, negación, en tanto y en cuanto supone un proyecto en cuya base está el dar lo que no se tiene, a quien no es. Es decir que como es carencia, supone incompletitud, y como decía un colega «solamente nos completa la muerte» Por eso es un ¡NO! rotundo, en cambio el desamor supone poder decidir, elegir, optar, y, por tanto, es más «creíble» ... y más «justo», por ende. Bueno, espero haber enredado el asunto lo suficiente como para inducir a que si se ama, se lo diga, reiterada, abundante, exageradamente, porque el amor es lo único que sirve allí en la cúspide, desde donde derrama todo estímulo para una buena gesta existenciaria, para perseguir a la muerte y arrinconarla, para extender la calidad de vida, y la duración, en suma para embellecerse y embellecer a este mundito

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| 224 | Enrique García contrahecho que, porque desconoce el amor, va como va. Solo permanecemos en el trabajo, en la amistad, y en la obra, lo demás es el botín de guerra de la muerte que se lo presta a otro para repetir la batalla, pero únicamente nos perpetuamos en el amor, tal como si fuéramos eslabones insustituibles de una larga cadena interminable que nos religa, in aeternum. Y, por eso, como si esto fuera poco, para seguir con la negación negatriz de la vida, digamos que no somos libres, como creemos, porque somos fruto del deseo de los otros, y nuestros hijos no son sino el deseo subrogante de nosotros, los otros.

¡La peluca! Julio César estaba muy preocupado por su calvicie, tanto que al ser rechazado varias veces como pretendiente del jefe galo Vercingétorix, uno de sus grandes amores, mando ejecutarlo y dispuso que le cortaran la cabellera larga y rubia con la que se hizo una peluca.

La piedra de Thales Hay algo en lo que militar todos los días, si es que pensamos en tanto que poetas sueltos, en tanto que soñadores irredentos, en tanto que madres contenedoras y comprensivas, o en tanto que hijos no desgajados ni desamorados. Es una grave tarea, ¿la veis? Ahí está, delante de vuestros ojos, y de los míos. Está, de la misma manera que estaba la piedra delante de los ojos de Thales, esperando que el genio le espetara: «la refuto así»,

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| 225 | Enrique García ¡pegándole una precisa y eficiente patada... final! A veces un adefesio ¡está tan bien hecho!°

La puta Y nos quedamos pensando en esa vicisitud, en esa cosa extraña que es la puta, en su significado que se convierte en vida, en mala vida, en una vida que ya no tiene alas. Veámosla así, en su mirada loca y rara, en sus ojos que muestran su lucha, su agonía, en cuánto más bella es que el horror, y que el polvo milenar de sus miserias.

La realidad La realidad siempre está del lado de adentro, como diría Paul Ricoeur. Si ve que el día es lindo, es porque el signo foráneo tiene realidad dentro de su espíritu, ya que el mundo significa la voluntad del hombre, y el hombre sentifica, o le da sentido, a los signos del mundo, aunque a veces sean signos empastados y espantosos. Pero el espanto une. La externalidad es un mero incidente.

Larga misiva Siempre viene a visitarme el mismo misterio, y el mismo milagro de la vida, también de vez en cuando se me acerca. A vos te va a pasar lo mismo, niña ya mujer. Yo era así, hace un tiempo, tan corto y efímero que resistí la tentación de envejecer. Por eso veo tu futuro tan nítidamente que a veces tengo miedo de ejercer el arte de

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| 226 | Enrique García hablar, o de escribir lo pensado y referir lo conversado. Pero, hoy me convidas con la vena libre, con el angelito de decir las cosas. No digo que no te esté pasando ya, tal vez ya la vida te comunicó qué sentido quiere que cada quien tenga de ella. Digo que todavía tendrás muchos más motivos fuertes y muchas razones suficientes como para visualizar la vida naturalmente, sin asombros ni rebuscamientos. Y eso se debe a la avidez que lo persigue a uno, por el esfuerzo de no quedar entrampado en el misterio de la incomunicación de la contemplación. Yo siempre soñé con un absoluto enorme. Con un absoluto que me bastara. Lo encontré en pocas cosas, en algunos libros, en alguna música, en alguna flor, en algún niño, y fundamentalmente en la palabra, en la palabra con la que sé que me voy quedando porque me pertenece, y también le pertenece a un par de personas muy queridas, solamente a un par que ni siquiera imaginan mis inquietudes y vibraciones. Entre las personas, encontré el absoluto en unas pocas, entre las cuales debo confesar te cuento, y quiero que sepas, para que no me arrepienta, alguna vez, por no habértelo dicho. Alguien, alguna vez, no hace mucho tiempo, me trató de merodeador, seguramente porque advertía que nunca digo, salvo ocasional y necesariamente, lo que la gente obvia acostumbra a decir entre obvios, de modo inmediato y directo, como si no entendiéramos y necesitáramos de la afirmación de las palabra, que no son sino solamente molestias y excusas que convocamos como si nos hicieran falta para enturbiar la soledad de a dos que, lejos de alejar acerca, como si no bastara y ella misma fuera

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| 227 | Enrique García suficiente y permanente cosa, la soledad de a dos. Y eso es un gran descubrimiento de parte de quien me colgó semejante peso sobre la cadena invisible que cuelga de mi pecho. Y es cierto, todos somos merodeadores. Lo que nso consta es el silencio, los silencios, la pena, las penas, ni las alegrías, esos sentimientos oscilatorios que a todos nos aquejan y que sin embargo no registramos de la misma manera. La pena, las tristezas, lo que es, lo que no es, suelen ser tan cambiantes y distintos como distintos y cambiantes son las cajas de resonancia que los albergan. Yo no sé si conozco mucho o poco. Sé que conozco. También sé que a veces me dejo conocer, solamente por el placer de dejarme conocer. Me alegra mucho que, por el único placer de leerme, me preguntes, lacónicamente, «¿y vos cómo estás?» Curiosa cosa es que con pocas palabras tanto se pueda decir. No creo ser tan importante, ni tan exacto, yo creo que hago un ejercicio denodado por ir arrastrando algo de mi alma detrás de mi palabra, colgado como fleco, pasando de la reconcentración más inexpugnable, a la exaltación menos esperada. Algún destello alguna vez he mostrado, y de eso alguna vez has podido ser un buen testigo. Y todo esto es lo que enganchó con el nacimiento de mi nietecita, que, cuando me preguntan qué cosas haré con ella, contesto que la tomaré de la mano y la llevaré al café para que soporte largas charlas, que la llevaré a las librerías, y le narraré viejas y nuevas historias, viejos amores y amoríos, amores auténticos y amoríos falaces, para quedarme con la tristeza infinita de ver caer irremediablemente los sentimientos más nobles, bajo el

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| 228 | Enrique García pesado peso de la estupidez y de la superficialidad más inexplicable. Por ahí, el destino la salva de semejante preparación para la vida atroz. Yo que he amado tanto, también podría decira que viví, que conocí mucho y que me dejé conocer, pero que en el balance conocí mucho y poco y también poco y mucho me conocieron. Y vos, que osciláis y te bamboleás, basculando entre dos mundos tan disímiles, seguramente entenderéis, gracias por andar con la oreja lista para oír. Ojalá que siempre tengas un motivo para perder la vista entre las líneas de un libro o frente al resplandor de la computadora escribiendo, porque eso estaría señalando que hay fuertes y poderosas motivaciones que empujan tu caminar. Yo no me explico, y reniego, cual es la razón que hace que te declaren invisible, siendo que la vida está jalonada por fuerzas tan cercanas y visibles. Me da pena que los ciegos videntes no quieran ver. Hacé de cuenta que escribí para mí, y no agradezcas. Te mando otra reflexión. Te agradezco mucho tus hermosas palabras. Siempre llevo conmigo la imagen de tus ojos imposibles que viraban buscando quien sabe qué respuesta de qué ojos en el horizonte de las tempranas mañanas de las elucubraciones metafísicas. Es tarde y noto que me estoy poniendo un poco viejo como para seguir trasnochando como si fuera un joven impetuoso y vital. De modo que, por ahora, me despido de tí con el norme placer de haberte podido hacer pensar, y tal vez, con el pensar, el callar mágico, que tampoco me hace dejar de pensar. Como ves, trato de emprenderla contra el discurso filosófico, pero siempre encuentro que lo

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| 229 | Enrique García reemplazo por un extraño lenguaje, tal vez poético, tal vez imperdonable.

Las 40 del mazo ¡Hay que renunciar al no ser de «la guita», de la fama de la vidriera, y estar en las cuarenta del mazo del anonimato o, en el pentagrama de la vida, a rezar el catecismo de la lentitud!

Las huellas y las marcas He aquí las huellas de las marcas. Las que una vez describí señalando su importancia en el curso de la vida, lo que el tiempo deja en nuestra silueta, como prueba y señal de que hemos vivido. Yo adoro las marcas. Haced como Sabato, que un día dejó roto un vidrio porque ese día algo maravilloso había pasado con Matilde. ¡No borréis la

señal que avisa vuestras marcas!

La muerte misma Del episodio de Cristo, que indudablemente era bueno, cuando los mercaderes del templo, conviene recordar aquella famosa apelación a su Padre: «¿¡Eli, Eli, lamma sabacthani!?», o «¿¡Padre, Padre por qué me abandonaste!? o si no, aquella otra que decía «¡Que los daños que causan a la inocencia caigan un día sobre sus cabezas, la soga atada al cuello!»

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| 230 | Enrique García ¿Qué es la bondad? ¿Existe? ¿Es natural o es un constructo histórico y cultural? ¿Es absoluta o es relativa? ¿Cristo era bueno? Aceptar lo malo es no ser bueno y, la adaptación a una sociedad enferma es altamente sospechosa. La tolerancia es también muy relativa si se le dispensa a los déspotas, a los intransigentes, a los arbitrarios, a los millonarios angurrientos, a los manipuladores, a los malévolos... como parece haberlo sugerido Aristóteles en su ética nicomaquea. ¡Hay una visión tan demasiado humana de la bondad! Bien se podría decir que la bondad es ausencia de maldad, o que es tolerancia, o que es ejercicio de la eudaimonía, es decir del arte de vivir feliz, pero lo cierto es que mi mundo está marcado por la imperfección, y que el hombre da lo que no tiene a quien no es, cuando no tiene lo que desea y no es lo que cree que debe ser, lo que lo coloca en el grave dilema de tener que ir desplegando su angustioso deseo de hoy, lanzándolo hacia un mañana con la esperanza propiciatoria de que venga a ser rescatado mediante la nulificación, encontrando el sentido de la vida, luego de haber puesto en acto su voluntad de poder y de querer, y alcanzar su felicidad compartida y el sentido espiritualizado de una inexistente existencia no individual, porque hay una cadena de sujetos sujetados y de sujetos

sujetantes. En el caso puntual de la psicopatía, ¿se puede decir que una enfermedad es ausencia de bondad, o que la ausencia de bondad es una enfermedad?: ¿dónde juega allí la bondad? ¿En qué lugar la ponemos?

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| 231 | Enrique García En suma, si no hay libertad, es poco probable que haya bondad y, ¿qué sería de un mundo de sola bondad?: Una anodina trayectoria de actualidades infinitas y eternas. La muerte misma.

La palabra ausente Hay una comunicación fina, sutil, imperceptible, pero inesquivable al ojo avisor de los que saben mirar. ¡Tú sí que sí sabes mirar! Ves que los rostros hablan, que los ojos hablan, que la escritura habla, que el silencio habla, que los cuerpos hablan, que yo hablo, y que vos también hablás. Uno puede quedar maravillado por lo que descubre. Lo nuestro es la palabra ausente.

Las putas a la ciudad Benjamin descubre una particular correspondencia entre el hecho en las calles y el hallazgo inminente de la aventura sexual. Son dos formas de «perderse» Perderse en la ciudad de Berlín, vale decir en la propia ciudad, en la ciudad familiar que se conoce bien, exige precisamente toda una voluntad de salirse de la esfera familiar. Exige faltar a la cita de la familia, que es por lo demás una cita para un oficio religioso. Exige llegar a destiempo, errar un poco, largarse solo. Las calles de la ciudad se vuelven cómplices de esa combinación impar de profanación y deshora. Son no solamente el escenario sino también el soporte de la emancipación y del despertar de un instinto. Al fin y al cabo, entregan su trofeo, y ese trofeo es precisamente las prostitutas.

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| 232 | Enrique García El mismo dispositivo se activa en Prostitutas La ciudad se vuelve laberinto, y como tal complica la orientación. Es una iniciación, la de salirse de los barrios familiares. Y junto con eso, salirse de lo familiar en sentido estricto, largarse a aprender a cambiar el paso para deshacerse de la andadura de la madre. Berlín resulta una aliada cabal en la concreción de estos afanes. El desenlace de la aventura consiste en abordar a una prostituta en plena

calle Las putas, las mujeres de la calle, las mujeres que hacen la calle, procuran, con sus vagabundeos, «una nueva interpretación de la imagen de la ciudad» Hay en ellas algo más que «el amor a última vista», algo distinto de esos «ojos que han perdido la capacidad de mirar», que inscriben en un plano específicamente urbano un rasgo que es propio de toda pérdida del aura. Las putas practican una «mirada de seguridad»; porque tampoco ellas pueden abandonarse a la lejanía. Es la mirada de quien advierte un peligro y a la vez busca una presa. Es la mirada de quien tiene que cuidarse de los policías y a la vez prestar atención a los hombres que van pasando. Definen así toda una manera de ser y de estar en las ciudades: una cifra exacta de lo que es la ciudad moderna. Y aún más, una cifra exacta de lo que es la modernidad capitalista. Porque las putas circulan no solamente por la ciudad, sino también por el mercado. Y, de hecho, circulan en la ciudad tal y como circula una mercancía en el mercado. En definitiva, el amor que se tiene por una prostituta es para él «la apoteosis de la identificación con la mercancía», como el fetichismo de la mercancía, con la particularidad de que una puta es, a un mismo tiempo, la mercancía y la vendedora.

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| 233 | Enrique García En ese sentido convendría desestimar la premisa, sospechosamente extendida, que declara que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. Parece preferible atender, en cambio, a la especificidad de una condición moderna, urbana y capitalista. Si una ciudad es, de por sí, la epifanía de la condición moderna y la expresión localizada de las leyes de mercado, las putas activan, con su ir y venir, llegado el caso, o bien con su ostensible espera, tanto una cosa como la otra. Son su manifestación visceral y en cierto modo su síntoma.

La música La música, que pertenece a la estética, tiene mucha realidad desde que su certeza radica en una realidad absolutamente irreal. A diferencia de cualquier otra finalidad que persiga cualquier otra disciplina, que requiere permanente verificación física, las ideas flotan libremente en nuestra mente, bamboleándose entre el pasado, el presente, y el futuro, o bien cruzando impensados espacios y territorios reales o imaginarios; el amor, se presenta representando un efecto de la falta de libertad para negarse a entregar lo que no se tiene a quien no es; Dios, campea en la inminencia siempre diferida, y nunca inesperada; la esperanza empuja nuestra voluntad y construye un mundo como voluntad y representación con ladrillos de voluntad de poder; nuestros sueños carecen de un presente y tal vez de futuro y de una concreción cierta. Todo este recuento es tan contingente, empero tan real como la ciencia dura misma, tan o más real que la realidad sensible misma, tan o más real que la materia misma que nos conmina, porque

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| 234 | Enrique García tienen, asociado a ese conteo contable, un componente invisible fundamental: su metafísica. Nosotros mismos sostenemos nuestra vida biológica en un poder invisible que nos habita, en esa necesidad de ser y de seguir siendo que nos constituye como una promesa cuya inminencia se nos escapa corriendo delante del tiempo. Si acaso ese inventario fuera preciso, o bien fuera el resultado de nuestra decisión, y estuviera en nuestras manos la posibilidad de autodeterminarnos absolutamente, todo sería demasiado obvio, todo sería demasiado posible, todo sería demasiado previsible, todo sería, como lo es, demasiado humano.

Cuál es el criterio ¿Cuál es el criterio que suele seguirse para definir lo que existe y lo que no existe? Sospéchase que para algunos solamente existe lo que está al alcance de los cinco sentidos. De ser así sería una gran limitación, porque la filosofía tiene estudiado que lo que existe o es, tiene variantes. Entre ellas lo que es idea según Platón, lo que es realismo según Aristóteles, lo que es fenómeno según Kant, lo que nóumeno, lo que es pensamiento según Descartes, lo que es formalidad mental según Leibniz, lo que no es según Plotino, Cusa y Lacan, lo que dejó de ser según Hegel, lo que será según Wittgenstein, la consciencia según Marx, y tantos otros ejemplos que escapan a la sensibilidad. Por otra parte, conocer no sería ser, porque nadie conoce a través de la sensibilidad sino a través de un proceso de intercambio dialéctico entre la materia sensible y la forma inteligible, y a veces conoce en ausencia. Conocer es una

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| 235 | Enrique García cuestión fundamentalmente inteligible. Y lo metafísico es agnóstico, es decir aquello que, sin ser conocido, sin embargo, no habilita para negar su existencia. Desconocer no significa no existir. No conocer la nada, no implica reconocer que ella no exista. Simplemente los cientistas parecen confundir entre esto de conocer y aquello de existir. Lo sinonimizan. Dicen que lo que no se conoce no existe. ¿Existe lo desconocido?, sería la pregunta filosófica crucial. Es lo que deja traslucir Heidegger en su obra cumbre: ¿Por qué es el ser y no más bien la nada? Esta es la dificultad de muchos que creen que lo que no se ve, no se toca, no se huele, lo que no se oye, lo que no se somete al dictado gustativo, no existe. Para simplificar: ¿lo que un ciego no ve, existe o no, como se lo planteaba el obispo Berkeley? De otro modo: ¿Cuándo se piensa en Dios, no es una manera de existencia agnóstica? Esta forma de constructivismo le permitió a Piaget conocer el esquema vital evolutivo de la mente: el deseo que moviliza la voluntad y produce la equilibración perdida, y como efecto secundario el goce, que es la fuente más real que culmina con la creación de seres sensibles, esperados, inesperados, inteligibles, posibles, figurados, perdidos, conocidos, desconocidos, aparecidos, desaparecidos, inaccesibles, embozados, desembozados, y hasta inexistentes. En algún punto de este argumento puede darse la existencia de la inexistencia. Como decía Descartes; Dios garantizaba las sustancias, la inteligible y la extensa, de modo que esa garantía tendría que tener una jerarquía superior. En esa argumentación: ¿Dios no existe a la manera en la que existir es, para Descartes, pensar? aunque no se pueda conocer si es o no verdad que otro vector de

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| 236 | Enrique García confusión. Ser no es conocer, ni tampoco ser implica verdad. Todos los mortales somos y no somos, empleando la lógica ontológica paraconsistente. Hoy estamos. mañana no sabemos. Esta idea no fue superada. Era la idea empirista de no poder explicar sino con la materia la existencia y sus determinaciones, es decir abrió las puertas del escepticismo, hoy superado por la idea del ser, pero también abrió las puertas del ser del no ser. Kant no habla del ser. Sin embargo, establece una realidad pura, otra realidad ética o práctica, otra realidad estética o del juicio, y una cuarta realidad metafísica. A todos los seres humanos los considera sujetos trascendentales, en el sentido de que saben, obra, actúan, gustan y creen independientemente de la experiencia. Por tanto, la experiencia para es algo menor, fijo, y prescindible. Lo que importa es lo metafísico. Lo que quiere Kant es un acto de fe que le permita acceder a ese Ser que es agnóstico, por lo tanto, el ser, no es una y la misma cosa que el pensar, es decir no coinciden aunque ambas cosas sean, es decir existan fuera de la sensibilidad intuida. Algo puede ser y no ser al mismo tiempo, no con la misma predicación, porque un rosa bien puede no ser un automóvil. Una rosa es rosa en tanto que rosa, y no es automóvil en tanto que rosa. La diferencia del ser del no ser en la contradicción, estriba en que contradicción es afirmar una cosa y la contraria de la misma cosa en el mismo momento y espacio. La negación importa tiempo, dos, o tres tiempos, lo que no cae dentro de la contradicción. La duda es una fórmula de esta clase, es decir la duda es el método del absurdo porque niega lo que se afirma sin contradicción alguna. Es la deconstrucción reconstituida. Por ejemplo, alguien existe como ser vivo, al tiempo fallece

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| 237 | Enrique García y existe como ser no vivo, y así pasa con los ingenieros, con los excomulgados, con los enfermos, con los muertos cremados, con los momificados, con los confinados. Esto lleva a concluir que hay también, más allá de la existencia, un problema de género y especie, de igualdad y desigualdad o, mejor dicho, de identidad y alteridad, o mejor, aun, de identidad diversa. Y la categoría de no nato, ¿no es una existencia que cae bajo la ontología del deseo? ¿tener a mano un nombre previo, no es comenzar a existir? ¿Es posible inexistir? Todo es fugacidad, es decir incesación de la no terminación de nunca dejar de ser y no ser. Es posible existir tanto como imposible es inexistir. Lo más acertado pareciera ser ir existiendo, mirando el pasado, al par que ir inexistiendo, mirando el futuro, o, mejor dicho, de dejar de ir existiendo o inexistiendo a medida que vamos existiendo en la inalcanzable persistencia del ser y del no ser que nunca se alcanza.

Propia ajenidad Lo propio es lo de uno, aunque sea personal. La libertad es una propiedad ajena. Se nos impone. La vida es propia, pero está esclavizada en la ajenidad. Así, el lugar y el tiempo de nacimiento, la educación, el credo, la pareja, la profesión, los hijos en cantidad y calidad, y tantas otras circunstancias condiconantes, son imposiciones heredadas. Son ajenidades propias. Lo propio del hombre es su ajenidad, su alteridad, su extravío, su enajenación, su devenir que consiste en una imposición heredada: su tarea en el devenir evolutivo le impone esforzarse - La Certeza Hecha Pedazos -


| 238 | Enrique García denodadamente para poder deconstruir esos condicionantes esclavizadores que nos terminarían liquidando mucho antes de lo previsto. Pero también es necesario reconocer que lo bueno heredado debe permanecer inalterablemente. El hombre es tan inauténtico cómo cuando cree que decide su devenir fundamental. La máscara oculta el carácter de su genuina autenticidad. La libertad es un proceso de construcción, lo que supone una previa negación de sus estadios pretéritos. Para morir hay que nacer. Máxima rebelión libertaria es el no nacer que supone esclavitud, y dejar de nacer, también. Nada es, todo devine. El ser es la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser jamás.

Los políticos Los políticos nunca imaginaron el devenir. Ni siquiera lo sospecharon, porque trabajaron sobre pesadas estructuras pasadas. Los filósofos, los ocupados en el futuro más cercano y los jóvenes que han estudiado inteligencia artificial, empezaron a trabajar sobre las cognitoentidades hace ya bastante tiempo. Prescindieron del tiempo, del espacio, y de los contenidos ontológicos determinados en ellos. El mundo avisa sutilmente. Antes lo había previsto Heidegger, cuando sin querer dijo que «el ser ahí» era una mera expectativa de lo propio. En ese sentido, el mundo es una mera expectación que se está separando del fisicalismo más radical. Bastaría con examinar el tropismo del darwinismo ontológico, para darse cuenta de la desmaterialización que cae sobre el mundo. Claro que esto

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| 239 | Enrique García sucede lenta, imperceptiblemente, sin nuestro permiso, sin nuestra consulta y sin nuestra presencia. Es decir, sin nuestra absoluta connivencia, en nuestra solitaria esclavitud multitudinaria, en esta muchedumbre encadenada de la caverna que entrevió Platón. En la misma esclavitud que había previsto Hegel con el tercer movimiento de la consciencia fenomenológica del espíritu, a manos de un puñado de implacables amos invisibles empoderados. En ese mundo de meros interpretados transhumanizados sin singularidad alguna, tal vez en ese mundo posthumano, en ese mundo, solo vislumbraríamos umbríamente unos cuantos signos ininteligibles. Como en un panóptico al revés, sin derechos humanos, comointerpretados-desnudos... sin-nada-ya-que-poderinterpretar, balbucearemos como los bárbaros de otrora balbucearon.

Hacéos esteticistas Si la ciencia os ha indigestado tanto, y tanto, que os permitísteis abandonar cuanto antes el cientismo, so pena de terminar teniendo hermetizada vuestra cabeza, os voy a provocar. Con todo el dolor del alma, os digo, así como os lo dice el tango: «los hombres te han hecho mal» ¡Abandonad toda esperanza, amigos! Bucead un poco en lo humano, abandonad el culto a la razón razonante. Si tenéis alumnos, haz que sonrían frente al misterio de lo infinito desocultado. Si no, no se habrán salvado de tanta amargura.

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| 240 | Enrique García Sabato no habría podido conversar con quienes se aferran a un cientismo cuyos frutos vemos a diario. En Borges encontraremos más filosofía que en Sabato. Justamente en el Jardín de los senderos que se bifurcan, que es, ni más ni menos, una analogía plagiaria de Leibniz, aquel de los mundos posibles, hay bastante filosofía. Advertiréis la importancia de la filosofía y de la paraconsistencia en la literatura. En Sabato encontraréis más humanos. Víctor Brauner, Margotin, la que por amor robó un tren en busca de su amado, en el payaso que murió de amor en plena arena circense, la fe casi demencial y ciega en querido y remoto muchacho y, como suma exaltación, sigue latente la pregunta crucial de Saulo de Tarso:

«¿¡Vosotros qué habéis hecho por amor!?» Leedla a Silvia Magnavacca, y comprenderéis que detrás de Borges hay una cierta filosofía medieval precursora de la que se vale, plagiaria y recreada, lo cual no es poca cosa en eso de crear y recrear como diría un célebre pedagogo de apellido Freire. !Abrid los ojos, pues! Leed paraconsistencia.. Salváos, piantad de la tormenta, de la carcoma que os va a terminar devorando. Haced lo que dice Unamuno, que no os interese el humanismo, y si lo humano, que no os sobrecoja la ciencia, sino la filosofía. Hacéos esteticistas militantes. Vuestro rigor cientista acabará ajándoos marmorizados, y no precisamente como en el bronce, inflexibilizándpos, convirtiéndoos en unos estrípticos envidiosos. Largáros con la inteligencia. Haced caso de Nietzsche, que situó la decadencia en Grecia con la reificación de la razón y la perdida, del sentido de la tragedia. Virad hacia la emoción

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| 241 | Enrique García del Maestro Sabato o, os terminaréis condenando. Pareciera que, tanto necesitáremos de la ciencia como Sabato de lo absoluto, y Borges de la delicadeza, como sugiere el escepticismo de Ciorán. Para decíroosló en un lenguaje no tan académico: ¡Salvaos! Regresad a vuestras patrias: lo hermano y lo humano. De lo contrario, seguiréis siendo aquél extranjero del que nos sigue hablando Camus, y esperando inútilmente aquella felicidad que nos refirió Aldous Huxley, que también, por extraña casualidad, era cientista, pero se había redimido a tiempo. Buscad vuestro propio mundo infeliz. Es menester que os sacudáis la pelusa de vuestras circunvoluciones cerebrales para que rumbiáseis hacia esperanzados continentes salvadores. Os mando un nuevo renovado abrazo, o mejor dos, antes de que nos abrase el calor, mejor dicho, la calentura juvenil de los neocientistas.

Las putas de Borges En Cortázar, o en otro escritor, «las putas» son de una manera distinta que en Borges, Emma es un caso particular, mezcla de venganza y prostitución o, para mejor decir, es una forma de venganza prostitutiva, o de prostitución vengativa. El intercambio de cuerpo y dinero, que es propio de la prostitución, adquiere en Borges esa áspera forma del daño: el cuerpo lastimado, el dinero roto. Emma Zunz fingió ser puta por una noche, pero esa ficción le reveló una verdad decisiva. La verosimilitud de su ficción de ser puta tocó una verdad, y la iluminó. Porque el propio simulacro era también, por sí mismo, una verdad. ¿Cómo se puede fingir ser puta y no serlo? Una vez que Emma

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| 242 | Enrique García Zunz se acostó con un hombre cualquiera y recibió dinero por hacerlo, ¿simuló ser una puta o de hecho lo fue? ¿Acaso, hay alguna manera de hacer de puta sin hacerse puta? ¿O esa deriva urbana de Emma Zunz la llevó precisamente a ese lugar en el que el simulacro y la realidad ya no pueden distinguirse, el lugar donde el verosímil bien logrado equivale a la verdad y tiene su mismo poder? Para Emma Zunz es el lugar de la prostitución lo mismo que para Borges es el lugar de la literatura.

Pensamientos éxtimos Sorprende verificar cómo, con una sola palabra, se puede definir toda la proyección de un concepto. Tal vez uno se permite intimar con la realidad éxtima. Recuerdo que Baumann explicaba la realidad líquidamente. Siempre pensé que la liquidación, también cuaja con Hegel en el devenir, o con Freud en el inconsciente, y cosas así como las que también Sancho vedere. En un excursus nocturno, comencé a ver Freud, en Netflix. Me pareció una muestra éxtima de su biografía y su marcación psicoanalítica. No es un relato biográfico íntimo tal como puede esperarse. Todos estos recortes me llevan a pensar, en igual sentido, en el exonario como aquello que radica fuera del diccionario. Bueno, la vejez a veces viene con un poco de tinte cultural isomórfico, pero lo más importante a confesar, es la simpatía que causa comprobar que alguien entendió y dejó señales propiciatorias que, bien leídas,

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| 243 | Enrique García pueden significar algo así como ponerle fichas a un mundo mejor estructurado por la palabra. Uno mira extasiado el devenir de la realidad éxtima, pero también mira y recuerda el alma dormida, aviva el seso y despierta, contemplando... y ahí nomás abandona porque deviene lo extinto. Aunque una vez escuché decir que Lacan dijo que hacemos bien en pensar la extinción y después lo leí Camus que arrancaba con el suicidio y el mito de Sísifo y, para exonerar la consiguiente pulsión, me guarecí dentro de aquella expresión del Quijote que complica el entendimiento de su escudero, y que reza «luchamos contra gigantes amigo sancho ...» Entonces me di cuenta que hay que expurgar lo grandioso. Ayer, o antes de ayer, leí una excelente atribución de la extensión del riesgo diminuto. Me pareció una monumental pieza argumental, acerca de las acechanzas de la alteridad ínfima en la. Y en eso de acechar me pareció que el virus se quitó la corona y la emprendió contra la humanidad entera. Algún sacerdote que ande por ahí, seguramente entenderá que es un azote apocalíptico. Hay que pensar que, en realidad, la biología promueve estas luchas intestinas o, a lo mejor, extertinas, dependiendo ello de lugar donde se produzca la batalla, como causa o como efecto, en un campo de intervención propio o ajeno. El tiempo cuarentenal nos da estas facilidades ociosas que nos permiten escribir acerca del tratado del significante que no se entiende, como creo que dice Lacan...

¡Quédate en casa porfa!

Las putas de Cortázar

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| 244 | Enrique García

En la puta rescatada y redimida hay un resto que se escurre y se resiste, un resto que es imposible de asimilar. Incluso cuando se la trae, con el esmero salvacional de un Monserrat o de un Ergueta, de este lado, algo queda del otro lado, y no se alcanza. Lo entendió muy bien Julio Cortázar en sus cuentos con putas, porque Cortázar siempre escribía precisamente sobre eso, sobre la escisión de dos mundos bien distintos y la posibilidad, siempre problemática, de pasar de un lado al otro. De eso se trata, una y otra vez, mediante tablones, o puertas, o puentes, o vidrios atravesables, o pasajes y galerías. A menudo son las putas las que están del otro lado, si es que no, más todavía, las que son el otro lado. Porque ese otro lado tiende a ser, para Cortázar, el de un mundo de vida más plena y más intensa, el mundo de las experiencias cabales, contemplado con melancólica intriga desde un mundo más anodino y más quieto. El héroe de ese mundo vital y pleno puede ser un boxeador o puede ser un músico, como «Torito» en Final del juego, y como «El perseguido», en Las armas secretas. Pero también pueden ser las putas, y al serlo se convierten, para Cortázar, no ya en el tema de algunos de sus textos sino en el objeto infinito de la literatura misma. Mauro ha conseguido redimir a Celina en Las puertas del cielo, en Bestiario: la sacó del cabaret del Griego donde la conoció, y le dio una vida buena, sencilla y barrial que, para Cortázar, es la vida buena misma. Para él y para Marcelo Hardoy, que es letrado de clase más alta, y cuyo nombre fusiona en uno solo los nombres de los otros dos, hay en Celina un sustrato que los fascina, pero que no

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| 245 | Enrique García pueden alcanzar. Es el mundo de la vida, en el sentido en el que se dice de una puta que es una mujer de la vida, y esa vida que ella vive, sólo un tipo como Marcelo la puede contemplar. La contempla con fascinación y a la vez con repugnancia, porque lo que ve en ese cielo no es otra cosa que un infierno de monstruos y cuerpos pegajosos. Pero como la repugnancia no es la cara opuesta de la fascinación sino su complemento y su verdad, lo que cuenta en definitiva es la pasividad contemplativa, lo inaccesible de ese cielo cuyas puertas nunca se encuentran. En este sentido no hay nada menos accesible que una puta, que en otro sentido es lo más accesible por definición. El cielo de las puertas del cielo, en Bestiario, lleva con evidencia al cielo de El otro cielo, en Todos los fuegos el fuego. Y en ese otro cielo también hay una puta: se llama Josiane. En este cuento, el otro lado es París, como en Rayuela, y el drama de los pasajes entre los mundos se resuelve desde la literalidad: los pasajes son los pasajes de París, que en Buenos Aires son galerías. En lo alto de los pasajes, en sus buhardillas, están las putas. Esas putas que en la adolescencia quedaron materialmente fuera del alcance del narrador están ahora a mano en las fugas inmateriales a las noches de París. De este lado hay una vida tediosa, compuesta por una familia insulsa y un trabajo no menos insulso también. Para salirse de esa vida apocada, hay que largarse a vagar por la ciudad cuando ya es de noche. Solo entonces es posible llegar al otro lado, lo que es decir a las putas. Los pasajes, como detectó Walter Benjamin, son un refugio, aunque relativo, para los peligros urbanos de las calles abiertas, y que Cortázar acentúa en el peligro de un criminal en acción. Al

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| 246 | Enrique García igual que el cafishio del cuento, que da protección, pero no por nada, los pasajes combinan la seguridad de las vidrieras iluminadas con el peligro de las escaleras y los rellanos. Pasear con Josiane por la ciudad, o entrar con ella en la intimidad de su habitación, es la cifra de la vida auténtica, que trae consigo el peligro de muerte. La tragedia del cuento es que el pasaje a ese cielo, las puertas de este otro cielo pueden bloquearse o perderse; el par de muerte y vida se reduce en ese caso al sopor de la muerte en vida. Y en esa planicie no hay putas. No de otro modo trama Cortázar Diario para un cuento, en Deshoras. Escinde dos mundos: en uno se vive, en el otro se escribe. No es que las dos cosas no puedan o no deban combinarse, y de hecho para dejarlo sentado en el texto aparece Bioy Casares, se nombra a Onetti, se nombra a Roberto Arlt. Pero el relato se sostiene en un conflicto y ese conflicto es la partición de esos universos. En uno hay un escritor que quiere escribir y no puede; en el otro está la vida vivida: hay putas y hay marineros. La impotencia para la escritura se debe a que las experiencias inhiben en vez de estimular. Y ese es precisamente el lugar de la puta: es imposible escribir sobre Anabel, es eso lo que la hace inalcanzable. Lo que en los textos de Cortázar vuelve deseables a las mujeres de la vida es lo que tienen de vida, antes incluso que lo que tienen como mujeres o lo que son como mujeres. Pero si esa plenitud de vida y experiencia que es Anabel resulta ser el hueco vacante de la escritura, aquello de lo que no se puede escribir y hasta aquello que no se deja escribir, al narrador no le queda otra alternativa que convertirse en traductor. De escritor a traductor: a mediador en lo posible neutro

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| 247 | Enrique García entre dos mundos de completa intensidad, entre el marinero y la prostituta, que intercambian cartas, pero precisan de sus conocimientos de idioma para poder entenderse. Por supuesto que el narrador-traductor, que es el tercero excluido frente al par de zozobra y deriva del marinero y la puta, pasa a asemejarse marcadamente a Anabel desde el momento en que, como ella, presta un servicio y lo cobra. Y luego establece una alianza que funda un nuevo par, con el marinero, que hace de Anabel una tercera: se unen ellos dos, en un pacto tan masculino como sensible, con el propósito de sacarla de la vida. Esta típica fantasía de salvación se cruza en Cortázar con su interés constante por el karma del letrado que se queda en la mera contemplación de esa vida que lo excluye. El resultado es otra fantasía, que sobre el final del Diario para un cuento, en Deshoras, registra: la fantasía de la puta que escribe. Una fantasía que es sexual o es literaria, según se la mire.

Le Chat Noir El prostíbulo Le Chat Noir, está ubicado en la calle América 201. Allí ameniza el trío de Franmcisco Famigiliettim un bandoneonista apodado «el tano», en compañía del violinista Modesto Ocampo, y del flautista Lorenzo Espinosa. Al entrar en él, y sobre una pared, se encuentran las prostitutas que incitan, cada quien con su especialidad y, en ocasiones, sin más trámite que el acoplamiento de parado. Cuenta con una sala de espera y dos habitaciones, de modo de facilitar que, mientras que la

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| 248 | Enrique García muchacha atiende en una de ellas, la clientela viste su atuendo en la habitación contigua. En verano cruza desnuda por el vestíbulo y, en el invierno, se caldea el ambiente con estufas de queroseno, un característico olor a permanganato impregna el burdel con una sustancia química mezclada con agua donde la muchacha higieniza preventivamente al cliente.

Himno a la suprema rebeldía Poned los puntos y las comas en su lugar, y veréis que se os dificultará vuestro vuelo intelectual y vuestra capacidad interpretativa. Os sucederá como a quién acudiera a la matemática de la filosofía, de la literatura y de las humanidades todas. Procurad adquirir un vuelo errático, incierto e inesperado, un vuelo que consista en leer de derecha a izquierda, y de abajo hacia arriba. Intentad, luego, una hermenéutica vuestra. Mientras tanto reíd y cantad como los dioses. Escribid usando solamente sustantivos, pero respetad la coherencia de rigor. Intentad leer poesía para hacer de un libro entero una pequeña proposición reveladora. Haced luego al revés, intentad desplegar un sentido contrario, en una sola palabra ensayad una cosmovisión extensa. Evitad, repetidas veces, esa dificultad impropia. La educación no consiste en fomentar la traición del vuelo etéreo y polisémico del ser humano. No os van a poder achacar malversación dialéctica. No os van a poder decir que usáis el intelecto anómalamente. Que no os guste Mario Bunge, ni os guste Bertrand Russell no es pecado. Que os guste el planteo kantiano, donde el deber implica el querer del deber,

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| 249 | Enrique García tampoco está penado. Haced que os guste Nietzsche, también. Jugad. ... pero... Considerad que el saber no tiene por qué estar teñido por el acartonamiento. Haced que nada sea en vano. Propiciad que tus alumnos entren al aula cantando. Creed que el hecho de saber es una bendición feliz. La filosofía no consiste en soplar y hacer botellas, aunque sea a martillazos. Brindad conocimientos para nada brillantes y juntadlos con la alegría de poder rasgar las vestiduras de la ignorancia y la carencia como si fuese un juego de saber jugar a saber. Entrad en los secretos pasadizos del humanismo, la diversión y los distintos saberes del saber. Prolongareis así vuestra vida, y le daréis una calidad indudablemente categórica. Amad y seréis supremos revolucionarios rebeldes.

Las putas de Fogwill Las putas de Fogwill en La larga risa de todos estos años, en Ejércitos imaginarios, remiten a la escritura, antes que a la literatura: hacen puntos. Eso hacen; salir a la calle a buscar hombres, o citarlos en un bar si son clientes conocidos, o traerlos al departamento si es que se hicieron amigos, aunque entonces ya no son clientes. Varias cosas que a Fogwill le interesan mucho las pone, o las encuentra, en la puta de este cuento: la lógica específica de la circulación y el consumo, o el poder real que puede llegar a obtenerse al tener ciertos contactos y al manejar cierta información. El paralelo con las especulaciones de la Bolsa define el correlato económico de la prostitución; los

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| 250 | Enrique García provechosos enlaces con algún policía o con algún capitán, en los años más duros de la represión, para blanquearse y quedar inmune o para salvarse de los despidos, definen su sentido político. Los adjetivos del título del cuento Larga y Todos, apuntan a la perduración de lo continuo. El corte presunto del año 1983 se resuelve en el relato como continuidad y como prolongación: en vez del imaginado o pretendido antes y después, un mantenerse y un arrastre. Es lo que se propone Fogwill: cuestionar la ruptura bien pensante dictadura/democracia, para indagar a cambio cuáles son esas cosas que en realidad ya estaban antes, y cuáles las que no dejaron de estar después: lo permanente. La pareja de mujeres que, secretamente, lleva su vida en el relato entre 1975 y 1978 se ha convertido, en 1983, en una estructura convencionalmente más correcta: matrimonio heterosexual, hogar, familia, hijos. La historia parece haber cambiado «para bien» No obstante, lo que importa es lo que sigue: que ella sigue haciendo puntos. Esa línea general de permanencias que traza Fogwill, la traza por medio de la prostitución. «La larga risa de todos estos años», en Ejércitos imaginarios se construye bajo la lógica del encubrimiento, y por ende del descubrimiento: los personajes ocultan su historia a los otros personajes, la narradora oculta a los lectores que es narradora y no un narrador. La prostitución transcurre como vida secreta, pero no hay verdad más acabada que la de esa vida secreta. Es el sustrato que permanece por debajo de lo que, en superficie, y en apariencia, parece estar cambiando. Las putas de Fogwill circulan en las antípodas de aquella de Manuel Gálvez: habitan en la

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| 251 | Enrique García ciudad contraria. Aquellas esperaban todavía una eventual redención por parte de la sociedad. Las de Fogwill vienen a decir exactamente lo opuesto: que es la propia sociedad la que debería ser redimida, y que no será posible hacerlo.

Más allá del más acá «...También estuve colgado en la cruz», dijo Nietzsche.

Hace unos diez años murió un famoso filósofo italiano por ir barajando ideas mientras cruzaba la calle. Esto no ha sido para nada infrecuente en el mundillo del pensamiento. Le pasó a Thales de Mileto que, por distraído, cayó a un pozo. A Sócrates, también le pasó. Creo que también le pasa a Gaudí, quien por andar atarantado fue atropellado por un tranvía cuando justamente estaba construyendo La Sagrada Familia. Nadie supo que ese menesteroso era el gran Gaudí. Hablando de muertes extrañas, una de las que más me ha sorprendido ha sido la del gran poeta Rainer María Rilke. Murió mientras juntaba unas rosas para su amada, y le dio tétanos. La muerte atormentaba al Unamuno de El sentimiento trágico de la vida. Chaicovski se procuró una muerte dolorosa, bebió de un vaso con arsénico. José ingenieros, el de Las fuerzas morales y El Hombre mediocre, inauguró la modernidad con un balazo, Y Leopoldo lugones, la desesperación erótica, se entrevistó con la muerte, en una reducto del Delta. Ignacio Corsini, el de La pulpera de Santa Lucía, se ahogó en un charco de no más fr 20 centímetros de profundidad.

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| 252 | Enrique García Bioy Casares eternizó a Faustine, probablemente negada a la bendición de concederse de cuerpo presente, a causa de Morel y su eternoretornógrafo. Borges nos ha informado que, en La otra muerte, hay travesías que nos marcan hundiendo nuestra dignidad. Por eso le proporciona una nueva muerte literaria más prestigiosa a don Pedro Damiano, cuya trayectoria aparece en la historia de la filosofía, nada menos que pegándole un golpe de efecto inicial al principio de no contradicción y a la reversibilidad del tiempo. Umberto Eco tematiza la muerte en El nombre de la rosa, obra que escribiera mientras se pavoneaba con una conquista femenina que luego lo abandonaría intempestivamente portándose los manuscritos preliminares. Por suerte la intervención de esta «noble» mujer, posibilitó una obra literaria muy significativa que es menester examinar como característica en la entrada a la modernidad: solamente nos habitan unas cuantas ideas que están encerradas en nuestra cabeza. Ideas que durante el medioevo nos las donaba gentilmente El Creador. Como se ve, parece que una palabra como la palabra «muerte» pudo señalar el camino para escribir artículos que luego algún descabellado descabezado publica como una honda y sólida reflexión. En síntesis, estar lejano muy lejano quiere decir ensayar la muerte en cabeza ajena. Y hablando de lejanías, cuenta la historia que hubo uno que se fue tan lejos que nunca más volvió, y sin embargo permanece como quien permanece como presencia de la ausencia. Creo que lo llamaron Jesús, quien por haber cometido varios desatinos que fueron conocidos de antemano, fue clavado en una cruz y coronado de espinas y

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| 253 | Enrique García otras cosas menudas. Esta historia, como se sabe, es mera literatura. Está escrito en un antiguo y enigmático libro que hemos olvidado, y que no recordamos por aquello del

más allá del más acá.

Levántame, mi amor Uno es capaz de remontarse en majestuoso vuelo. De elevarse hacia las mejores cumbres del sentimiento. De sellar su vida con el signo del amor. De unificarse a dúo. De surcar los cielos en estado de gracia y bonanza. Pero si acaso un día le abandonase la ventura. Si la compañía fuese a solas. Si la umbría noche cayera pesadamente sobre su noble corazón de amante, entonces clamará: «¡levántame mi amor, y hazme andar!»

Ley La Ley Pompeya condenaba a los parricidas a morir cruelmente. Se les metía en un saco con un perro, un gato, una víbora y un mono, después eran arrojados al mar. La Ley Julia castigaba el adulterio con la perdida de parte de sus bienes y el destierro. También permitía al padre de la adultera matarla con sus propias manos, si el marido no lo hacía. Una ley antigua prohibía que las condenadas a muerte fueran estranguladas si eran vírgenes. Según nos cuenta Suetonio, los verdugos primero las violaban y luego las ejecutaban. Así cumplían con «la ley» Las leyes que escribieron los romanos sirvieron de base a los códigos legales vigentes hoy en la

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| 254 | Enrique García mayoría de los países occidentales. Es famosa la ley en la asignatura del derecho romano.

Libertad condicional Creo que la tranquilidad no existe, y que de existir es la característica de toda trayectoria vital, sea humana, animal, vegetal, o inanimada. El hombre, como decía Sartre, está lanzado, él dice «yecto», librado a los vaivenes de las circunstancias que lo conminan. Yo soy un poco más radical que Sartre porque creo que la libertad no se le ha concedido al hombre desde que su existencia adviene a este mundo sin su permiso, es decir que abre las puertas de un tiempo y de un espacio que no eligió y que desde allí se convierte en un sujeto sujetado. Curiosamente, nosotros, los otros, hacemos lo mismo con nuestra descendencia, convirtiéndonos en sujetos sujetantes. Así, naturalmente, y sin advertirlo, uno deja de ser libre en sentido estricto, porque todo lo que vaya eligiendo en términos educativos, confesionales, éticos, estéticos, vocacionales, y hasta sexogenitales, no son sino la expresión del esquema con el que fuimos informados durante largos años de construcción ajena y pasada. Algo que los que han estudiado el tema han llamado «filogenia», o sea la afinidad con nuestra génesis no individual sino social pasada. Sin embargo, a veces medimos, metro en mano, todo aquello que idealizamos como normal y feliz, sin darnos cuenta de que la vida nos juega algunas malas pasadas porque muchas son las circunstancias que nos sujetan y otras tantas por las que sujetamos. Yo diría, también que no somos tan esclavos tampoco. He aquí

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| 255 | Enrique García nuestra contradictoria existencia: estamos en libertad condicional. Nada hay que escape a esta «trampa», entre ellas lo más alto a lo que podría aspirar el ser humano: el amor y sus conexidades que impactan inmediata y directamente en el espíritu, es decir en el sentido de la vida que llamamos «felicidad», que nunca aparece pura y plena, sino entremezclada como en el diamante el carbón. Curiosamente Freud consideraba a Eros como una fuerza inconmensurable que empuja a la muerte y la arrincona con el concurso de proyectos. Pero también consideró que, a su lado, yace esperando Tánatos, o la destrucción que la condiciona. Si ni orgánica, ni funcionalmente somos libres, sino en una mixtura condenada a oscilar entre el amor y el odio, entre el placer y el tedio, entre el ser y el no ser, entre la construcción y la destrucción, entre la filogenia y la fenogenia, deberíamos aceptar los a veces escasos ramalazos de placer que se presentan ante nuestros ojos sin medir en demasía si ello conduce al cielo o encamina al infierno, ya que es tan poco claro el destino humano, que se puede decir que tanto se puede ir construyendo destruyendo cuanto destruyendo construyendo, o , mejor dicho nada se construye sin destrucción, como nada se destruye sin construcción. Eso sí, el esquema conceptual de la construcción, tanto como el de la destrucción depende de aquella manufacturación ajena que aceptamos o rechazamos. En los consultorios de los psicoanalistas, se suele inclinar la balanza para el lado erótico, si fuera menester sexogenital, cuando el límite del hartazgo pone en riesgo la vida, o su calidad. Espero haber complicado las cosas en su justa medida, tanto como para que uno pueda pensar sin pasar

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| 256 | Enrique García al acto, o sí, tanto como para no pensarnos tanto como seres amputados de naturaleza.

Doña Leonor Doña Leonor era una mujer muy creyente. Su célebre hijo había advertido tempranamente que su desdén por la religión hería profundamente a su madre. Doña Leonor vivía perturbada por una amenaza mucho más letal que aquellas que recibía por teléfono desde una fracción política contraria a las ideas de su hijo. Para ella conjurar la perdición del alma, era motivo suficiente para la salvación eterna. Doña Leonor tenía que hacer algo. Cierto día le preguntó: «¿qué es eso que he oído

por ahí? ¿Eres agnóstico? ¿En verdad dudas de la existencia de Dios, hijo?» El hijo vaciló, pero salió del paso haciendo gala de su proverbial ingenio: «Lo que pasa, madre, es que

el infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto» Doña Leonor Acevedo le tomó la mano y le imploró: «Prométeme que recitarás un Ave María todas las

noches, cuando te retires a dormir. Házlo, aunque yo no esté a tu lado, como si me dieras el beso de las buenas noches» El hijo intentó una defensa: «sabes, madre…, creo que es mejor pensar que Dios no acepta sobornos» Ella calló un largo rato, y le dijo: «sntonces tengo que admitir que me has sobornado muchas veces, cuando me dabas un beso antes de pedirme algo»

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| 257 | Enrique García Tiempo después, Borges confesó que, por amor a su madre, jamás olvidó recitar todas las noches, una oración que comienza así: «Dios te salve María, llena eres

de gracia, el Señor es contigo…»

Amor a la ignorancia [I] Sacad los pies del cenagal donde os habéis quedado empantanados. Y la cabeza del hoyo donde la habéis metido. La filosofía no es conocimiento. Es amor al conocimiento. Más precisamente aún: la-filosofía-es-amoral-desconocimiento. [II] Quien conoce, desconoce. Del saber, deriva la ignorancia. El mundo siempre avisa. Karl Popper avisó que la falsación es imprescindible, y que falsar es más importante que verificar. solo sé que no sé nada, es saber apenas algo, de lo demás nada. [III] El saber es innovativo. Revela, vela, y devela. Lo que revela tendrá que ser velado, y develado en una cadena infinitamente interminable de negaciones de la actualidad de hoy, únicamente superadas por las negaciones diferidas de mañana. La falsación de hoy es una superación con destino de falsación siempre mañana. El saber deriva en ignorancia continua, sin poder llegar al Saber absoluto, al Saber total. El saber, que es fugitivo, se presenta como una presencia momentánea provisoria. Es

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| 258 | Enrique García menos absoluto que la ignorancia que es una presencia presidiaria definitiva, que se expresa como ausencia constitutiva. [IV] La ignorancia se absolutiza. El saber tiene entidad, existe, pero no es, tiene un ser que es diacrónico. Es cambio puro inesencial, independiente de la experiencia. Nunca se totaliza. Es no-todo. Todo saber es incesación de la no-terminación de nunca dejar de no-ser. No es. Va siendo sin poder llegar a ser. No se verifica. Se falsifica. La ignorancia, en cambio, tiene entidad, existe, y tiene un ser que es sincrónico. Permanece en el tiempo y, en el cambio, permanece incólume su esencialidad. Es. Tiene ser. No va siendo. Se verifica. No se falsifica. [V] Falsar consiste en verificar, para siempre, el acto de la falsación, y verificar equivale a no poder imposibilitar nunca la falsación de la verificación. Toda verificación contiene su falsación. Verificación y falsación son entitativamente eternas, la falsación se eterniza en la permanencia, la verificación se eterniza en el cambio, ambas como dos-espadas-desenvainadas-de-un-mismoacero.

Libertad y necesidad Kant describe una necesidad para ser, que es predominancia ontológica, y una libertad para pensar, que es predominancia metafísica. ¿No se trata de una abstracción nacida de la falta de libertad para concebir ideas correlativas con hechos y cosas, o sea, como abriendo una

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| 259 | Enrique García herida fina entre el ser y el pensar? Carecemos de Libertad, entonces, o bien su rango es demasiado estrecho: la vida es un ejercicio de opciones acotadas, aceptadas, y condicionadas. No hay libertad natural, sino libertad culturalmente esclavizada. No se piense, sea, ni siquiera sea pensándose, sino piénsese siendo. Evite horadarse, porque no tiene libertad para desplegarse, la tiene para pensarse como habiéndose desplegado.

Las putas de Manuel Gálvez La mirada compasiva revierte y cuestiona la mirada vigilante. No ve delito sino victimidad, en la vida de las putas. Manuel Gálvez fija, con Nacha Regules, una piedra basal de la sensibilidad social en lo que a putas se refiere la literatura argentina.. La inspiración religiosa de su pietismo queda a la vista en el héroe de la novela, que se llama Monsalvat, y se entrevera convenientemente con los tópicos de la redención social. El catálogo sentimental de Monsalvat es rico en lástima, en piedad, en compasión. Quiere salvar a Nacha Regules de su vida lamentable, pero también en cierto punto quiere salvarla incluso de sí misma, de su resignada disposición a hundirse y a padecer. Es un soteriólogo. Hay lástima por Nacha Regules, pero también hay lástima por sí mismo, e incluso hay cierta lástima de Nacha Regules por él, su obstinado defensor, por su cándida voluntad de regenerar a una puta. Nacha Regules le inspira una eventual hermenéutica de la sospecha. En esa clase de suspicacia debe adiestrarse el héroe redentor, porque sabe que en una puta toda alegría es falsa alegría. Lo que él ve por debajo es

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| 260 | Enrique García siempre otra cosa que es distinta y es opuesta: la puta alegre encubre a una puta triste que se esfuerza inútilmente por alegrarse. Lo mismo vale para la medición de cataduras morales: Nacha aparenta ser mala, pero él sabe que no lo es. Penetra su verdad, ya que no en su cuerpo, y por eso puede descreer de la festividad de un traje de carnaval o reprocharle con una mirada precisa la manera en que ella reprime la verdad de su tristeza para ofrecer, ante los ojos ajenos, la ficción de una alegría ligera. Gálvez sella así la imagen típica de la puta como víctima. Víctima múltiple: de las condiciones sociales imperantes y de su propia necesidad de vivir, del entorno y de sí misma, del rufián y la madama y de los policías cómplices, de los nefastos legisladores y del destino que le tocó. Sus ideas morales elevadas naufragan en la victimidad, y no puede liberarse, aunque quiera. La novela acude en su auxilio no menos que su héroe; la propia narración es compasiva y en su afán de denuncia alberga algún sueño de salvación. Nacha Regules consagra en la puta un objeto del realismo social, de la sensibilidad social, de la denuncia social, de la literatura social. Hay que avanzar bastante más de la mitad del texto para que la palabra «puta» aparezca por primera vez. La ética de la piedad traba su alianza con una estética del pudor. Tal vez por su escaso trato con las muchachas de la vida, Monsalvat se lanza a la calle a buscar a Nacha y no la puede encontrar. Dará con ella mucho después, en un tranvía, y será por casualidad que suceda y no por el propósito de hallarla. Para entonces, como suele ocurrir, ya es demasiado tarde. La historia de los dos ha quedado

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| 261 | Enrique García signada por la búsqueda frustrada en las calles de la ciudad. Es entonces la ciudad la que hace de Nacha Regules lo que toda puta es, lo que ya era y lo que debía ser: una perdida.

Litocronismo El amor es nuestro Dios inmanente. Sin él nada seríamos, nada sentiríamos, y estaríamos demasiado completos, demasiados petrificados e inmóviles: «meras

piezas litocroníticas que permanenecerían en el tiempo, pese al tiempo, y sin tiempo»

Lleno y vacío Llena el espacio cuando está, y llena el vacío cuando se va.

Locos amores Solamente las mujeres pueden comprender todo lo que sea loco. El amor loco de un hombre loco, supera al amor cuerdo de un hombre cuerdo. Solo el amor de una mujer puede comprender el amor loco de un hombre cuerdo, o el amor cuerdo de un hombre loco. Hay que querer escaparse de un hospicio, enamorarse de una estatua, robarse un anillo para regalárselo, besarla fundiéndose en sus labios marmóreos, caer arrojado en una celda, y a la sombra de un león, ver llorar a la Cibeles, por la ausencia de su amor.

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| 262 | Enrique García

Logos Desde los tiempos del Evangelio de Juan, la palabra proyecta enigma y asombro. Así, mediante la palabra, Dios creó al mundo performativamente. Cuando la palabra irrumpió entre los hombres, comenzó a darse la confusión de lenguas. Correlativamente, la palabra se elevó a la categoría de azote mortífero y mortal, cuando no de boludez balbuceante e inocente.

Lo mismo que usted Apenas puse la cola unas cuantas horas para bruñir mi esfera racional, sin darme cuenta de que con ello también esmerilaba mi áspera esfera espiritual. Entonces entendí y comprendí. Por eso soy como un espejo: reflejo todo lo bueno de los seres humanos, y también toda la sombría silueta de las caricaturas que sus máscaras esconden con vergüenza. Dice Aristóteles que toda pregunta esconde una respuesta, y dice Nicolás de Cusa que nada es en vano. Tu genialidad es idéntica a la mía, de lo contrario tendríamos una inequívoca incompatibilidad moral electiva y un agotamiento prematuro de las sensaciones horrorosas. Me alegro y celebro que esa capacidad universal constituya una rara historia de vaivenes y travesías luminosas a la vez crepusculares. Igual que yo... lo mismo que usted. Nada sucede sin permiso del

corazón.

¡Lo que abunda daña!

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| 263 | Enrique García Dicen que lo que abunda, daña. En algún momento de la historia el tener pasó a dominar el escenario del hombre, como un signo de poder que sabe que no tiene. Cuando esa fuerza gigantesca se desata y domina todo el escenarioo, empiezan a postergarse las necesidades más profundas del ser, tales como la filantropía, la concordia, el humanismo, la paz interior, en suma, la felicidad, se produce un verdadero cataclismo, acelerado por la difusión en los medios y por la propensión imitativa que nos impele. Así, el rumbo de la dirección se torna un poco inhumano, y no puede sino esperarse una superficialidad y un pasatismo inquietante. Es que pareciera que hemos entrado en una época de nihilismo de maturidad. El hombre cuenta con potencias tales como para poder desarrollar una existencia mucho más simple, mucho menos ambiciosa, mucho más feliz, pero no sabe, no quiere, o no puede hacerlo. Prefiere seguir siendo más mono que superhombre, aunque debemos reconocerle que cuenta en su haber con un impedimento mayúsculo: tiene que escribir en borrador la vida de su historia y la historia de su vida», tiene que transitar a tientas, casi a ciegas, en un mundo enmarañado y cada vez más complejo que lo neurotiza y lo aliena. Es posible que, con un poco de desaceleración, o cultivando lo que podríamos llamar «el elogio de la lentitud y la cultura del anonimato», se pueda alcanzar un estado de cosas un poco más promisorio. Tengamos un poco de fe en que, en algún punto de inflexión histórica, la cuestión pueda revertirse, ya que a diario vemos que proliferan por doquier los mensajes cargados de componentes espirituales, lo que no deja de representar un signo de reconocimiento, bastante patente

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| 264 | Enrique García y sugestivo, de las carencias que nos albergan. Ojalá que podamos eludir los gambitos que nos vaya presentando el devenir, y que, de tal suerte, podamos erigirnos en verdaderos seres humanos felices, como según parece que estaba prometido.

Las putas de Roberto Arlt Roberto Arlt, el marginal para algunos, el gran provocador para otros, un mal escritor para el resto. Más allá de estos calificativos, lo cierto es que Arlt «inventa» una manera literaria y periodística de «construir el mundo» Como dice Beatriz Sarlo, «Roberto Arlt cambia la cultura

literaria y fija su mirada en las cosas que no podían ver los escritores que eran sus contemporáneos» Y como es sabido, esas cosas que sólo Arlt se atreve a plasmar en su literatura y en sus trabajos periodísticos, fueron los diversos aspectos de la cultura urbana de la época. La manera en que Arlt recogía ese material era producto de la observación que realizaba en el vagabundeo por las calles de Buenos Aires, del mismo modo que lo hacía el flâneur que Walter Benjamín conceptualiza en El país del segundo imperio de Baudelaire. El flâneur es una categoría fundamental en la obra de Benjamín que le sirvió para analizar a la nueva figura que emergió en la vida moderna parisina: los literatos o escritores de folletines. De este modo, el flâneur era un personaje característico de París en el siglo XIX: el desocupado que paseaba ociosamente por las galerías de arrojando una mirada anónima a los múltiples aspectos de esa cultura, una mirada deseosa de ver.

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| 265 | Enrique García Pero no todos conservaban un andar ocioso. Algunos hicieron de ese recurso su trabajo, como los escritores de boulevard. Y Arlt, un flâneur de nuestras latitudes, fue justamente uno de ellos. Como expresa Beatriz Sarlo «la mirada de Arlt conserva poco del ocio del

flâneur para ser productiva de configuraciones estéticas que clasifican las imágenes y las organiza en un espacio distinto del espacio físico donde la ciudad empírica, descompuesta y recompuesta por las transformaciones que interviene en ella desde fin de siglo, es el soporte sobre el que se imprime una ciudad imaginada, la ciudad futura, donde el presente será reparado por la imaginación técnica» Pero tomando aquella categoría, Benjamin analizó al poeta lírico francés Charles Baudelaire, considerado no sólo el primer escritor moderno, y el precursor del simbolismo, sino también catalogado –por algunos- como escritor vanguardista. La figura de Baudelaire revistió importancia porque sus experiencias literarias fueron retomadas por los poetas vanguardistas de principios del siglo XX. Y esas ideas repercutieron luego en nuestro país. El espíritu de lo nuevo estuvo en el centro de la ideología literaria y definió la coyuntura estética de vanguardia. Un proceso de modernización de los medios de comunicación, la introducción de nuevas tecnologías y la configuración de una nueva geografía urbana, fueron definiendo distintos tipos de personajes característicos de la época, los cuales se vieron reflejados en la literatura de entonces.

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| 266 | Enrique García Si Manuel Gálvez escribió la novela social de la prostituta, Roberto Arlt escribe su novela política. Gálvez ensaya las justas proporciones del realismo social. Arlt elige la desproporción y la desmesura, subraya la acentuación de todo lo que admite ser acentuado. Gálvez invoca causas sociales y procura suscitar una compasión que es también social. Para Arlt, en cambio, la prostitución es menos un problema social que un modelo para la acción política. Antes que víctimas de una realidad social que permite explicarlas y por fin exige su salvación, las putas en Los siete locos son las piezas posibles de una máquina de intervención política. Son su posible sustento, pero también su impulso, y además su inspiración. Se sabe bien que son víctimas de distintas formas de explotación social, pero lo que busca Arlt es otra cosa, es el detonador eventual de su explosividad política. Las putas no se dejan pensar como objeto de una piadosa acción por parte del Estado, sino como modelos para una acción violenta en contra del Estado. Lo que va de Gálvez a Arlt es lo que va de lo social a lo político, y es lo que va de la blandura de la compasión a la potencia del resentimiento. En Los siete locos, los prostíbulos son la base del financiamiento económico para el proyecto conspirativo que se trama en Temperley. De allí provendrá el dinero, según una concepción general que proviene ante todo del Rufián melancólico y en alguna medida también del Buscador de oro. El oro es rastreado por él, en pleno desierto, según el andar a la busca que es propio de las putas en la ciudad. De hecho, hay una puta que lo acompaña, y que se llama «Máscara», y esta parte de la ambición de riqueza no funcionaría ni se comprendería sin

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| 267 | Enrique García ella. Pero si el Buscador de pro define precisamente un modelo de búsqueda, guiado por una puta, el Rufián melancólico sostiene el modelo de la acumulación de riqueza por medio de la explotación de la prostitución. Tal es su historia: explotador de mujeres, paladín del puro cálculo económico, rechaza a golpes de misoginia la concepción pietística, soteriológica y redentorista de los escritores a lo Manuel Gálvez. Su discurso demuele esa estética, que antes se parodia en el personaje de Ergueta, el que odia a los rufianes y se propone la regeneración de una puta bajo la neta inspiración de las celestialidades bíblicas. Ahora bien, los prostíbulos en Los siete locos no se limitan a ser un recurso económico para el financiamiento general de los planes del Astrólogo. Son algo más, son mucho más, son un fundamento ideológico para esos planes y un modelo a seguir en el curso de su ejecución. La propia constitución de una sociedad secreta, su combinación singular de sigilo y sociabilidad, de lo relativamente público con lo radicalmente privado, su consecuente estímulo de lo conspirativo, algo tienen de inspiración prostibularia. Sobre todo si se piensa a los prostíbulos en los márgenes suburbanos, que es como opera la conspiración en la novela. Pero antes que eso, y poniendo el foco en la figura de Erdosain, el mundo de las putas es el mundo de la humillación por excelencia. Y si el propósito del Astrólogo es en lo esencial hacer de la humillación un motor para la revolución política, se torna decisivo que las putas devengan un motor para la humillación personal. Ahí donde el Buscador de oro detecta un método para rastrear riquezas, ahí donde el Rufián

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| 268 | Enrique García

melancólico

aplica un método de explotación y acumulación de dinero, Erdosain descubre un dispositivo que será la superestructura de esa estructura que los otros han tramado en el nivel de la economía. Los prostíbulos para Erdosain no son otra cosa que eso: el lugar de la angustia y la perdición, el lugar del rebajamiento y la vergüenza. El rechazo que le inspiran no se debe a razones morales sino a la pura tristeza. Los prostíbulos son el lugar donde vivir la humillación, donde aprender la humillación y nutrirse de ella. No es en rigor, para él, el lugar de lo sexual, porque Erdosain no tiene sexo con las putas, como tampoco lo tiene con su esposa. Erdosain les paga a las putas, pero no se acuesta con ellas; es decir que gasta el dinero justo ahí donde el Rufián lo produce. Pero no por eso lo revierte, más bien lo complementa. A la humillación de las putas ejercida por sus cafishios le agrega su propia dosis y su propia modalidad de vivir la humillación. No prescinde del acto sexual en el afán redentorista de tantos héroes literarios de vaga inspiración socialista. Antes que rescatar a alguien, lo que quiere es el rebajarse del todo, hundirse

en la lástima. Esa poderosa tristeza de Erdosain lo acerca al Rufián melancólico, no justamente en su rufianismo, que él deplora, sino más bien en su melancolía. Y lo acerca también a Ergueta, que encuentra igualmente en una puta su trato con la indignidad. Porque Ergueta deja a su novia rica y su vida licenciosa para casarse con una prostituta y regenerarla. Pero eso, que podría implicar para él un acto de desprendimiento y nobleza, es en cambio un acto de completo oprobio y de degradación. Esa puta no es otra que Hipólita, a la que significativamente le dicen «la Coja» Más

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| 269 | Enrique García irredenta que redimida, la Coja no puede ser salvada por Ergueta sin con eso hundirlo a su vez. El hecho de que ella se resuelva finalmente por la traición y por la delación dice tanto sobre las conspiraciones de la literatura de Arlt como sus ambiciones y su desesperación. La traición de la Coja en el final de Los siete locos remite a la traición al Rengo en el final de El juguete rabioso, y define cuáles son los límites de la potencia del resentimiento, a la vez que sus alcances.

Lo que no me mata Total, es la emoción, que siento, en la esperanza de contemplar los rayos que iluminan, la vida. Vivir, hace caer la ilusión. Dista la ilusión, y la realización. Es terrible descubrir, las mañas que desilusionan, de los magos. Peor será, no haber hecho el intento. Nunca sabré lo que represento para vosotros, los otros,

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| 270 | Enrique García y no habría palabras, para expresarlo. Todo es inefable, todo pudoroso, o indecible. Todo lo mido por la distancia entre lo que deseo y lo que consigo. Es difícil asumir la disolución, de la fluencia. Todo lo mido por la medida, de la medida; y no por la medida, de lo medido. Todo lo que no sé, lo usaré al final, al principio, iré tanteando. Lo-que-no-me-mata, -me-fortalece.

Lo que no te mata Dice Nietzsche, en La gaya ciencia, que «lo que no te mata, te fortalece» No aboga por los malestares que solemos padecer, el primero de los cuales es el de la finitud embozada en algún punto del espacio y en algún momento del tiempo, sino que adhiere a la idea de que, si el fruto obtenido de esos malestares es inevitable, el provecho debe ser bien capitalizado, porque abogar directamente por

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| 271 | Enrique García el malestar como causa de un modo de crecer y de fortalecerse, encierra un poco de barbarismo. Es extraordinaria la capacidad que a veces se despliega para extrapolar las ideas anudadas en torno de sistemas, filosóficos más o menos bien concebidos, hacia idearios ajenos y profanos y, también, es extraordinaria la capacidad mágica a la que uno suele aferrarse para creer que el malestar conduce a la felicidad, a la eudaimonía que en los albores de la filosofía fue el desiderato humano. Y claro, cómo no iba a serlo si lo que nos empuja es la carencia, que bien solventada conduce a la plenitud. ¿Carecemos de bienestar, o carecemos de felicidad? Ese es el verdadero dilema. El que carece de bienestar, al bienestar se dirige y al bienestar aspira. El que carece de felicidad, hacia la felicidad se dirige y a la felicidad encamina sus pasos. Ambas cosas no se excluyen mutuamente, aunque justo es reconocerlo, la contradicción anida en el asunto: ¿qué es lo que prevalece: el bienestar o la felicidad? La felicidad supone ausencia de malestar. El bueno de Sartre nos consideraba yectos, librados a los vaivenes de un mundo incontrolable, caprichoso y contingente. Freud anunciaba el malestar en la cultura, después que Nietzsche se sintió identificado con las ideas expurgatorias del malestar, ya que, en ausencia de vectores de catarsis, caía la inminencia del agotamiento de las sensaciones horrorosas. Malestar y felicidad son irreconciliables, aunque pueden formar parte de una convergencia de opuestos conducentes, más allá del mero

principio del placer.

Los ojos y el vértigo

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| 272 | Enrique García

Uno mira los ojitos de los recién nacidos al momento de nacer, y en un santiamén, en un rápido abrir y cerrar de ojos, aparece una visión vertiginosa que nos informa que ya van a la escuela con su delantal multicolor, luego se hacen adolesces, corren detrás de una silueta parecida a la de mamá o a la de papá según el caso sea, y se van alejando de nuestra mirada, de la misma manera como cuando quien viera pasar un meteorito, rápida, nubosa, imperceptiblemente, creyera en la peregrina idea de poder alcanzarlo con sus cortos brazos y perpetuarlos con sus pequeñas manos. La cultura ha hecho de ellos un instrumento de deseo continuo y permanente. La naturaleza se ha mostrado recesiva y, entonces, la cultura tecnolatría, nos va empujando, nos va arrastrando, nos va sacando del viejo y aglutinador bracero donde calentábamos nuestra añorada infancia y juventud, junto a nuestros queridos ya muertos. Por eso, y solamente por ese minúsculo paraíso perdido, deberíamos reflexionar acerca de la resignación de Unamuno frente a la efímera temporalidad en la que nos toca ser, estar, y transitar, o acerca del sentido de la resistencia de Sábato que proponía una vida de 8000 años, o en torno al combate contra la absurdidad de Camus, que protestaba por la repetición de actos en el tiempo que se le imponen al hombre como se le impusieran a Sísifo, aquél que tenía que cargar la piedra hacia la cima de una montículo a la que al llegar, resbalaba de su espalda, premeditadamente y por designio ajeno, rodando una vez más hacia el pie, para tener que volver a repetir la secuencia

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| 273 | Enrique García eternamente, como condenado a perpetuidad según las leyes del Olimpo. Estas advertencias deberían hacernos reflexionar sobre la lucha que hay que entablar contra el vértigo cotidiano, contra la ligereza del pasar atravesando el tiempo y el espacio, mirando sin ver, oyendo sin escuchar, tocando sin sentir contra el materialismo absurdo que promete angurria, inequidad, e injusta inquina contra la superficialidad crecientemente enseñoreada, y contra el sentido de una vida apocada, de la vida muda y silenciosa, callada y umbría e incomunicada y vacua, y a favor de la vida total, plena y absolutamente humana, según se nos habría prometido antes de comer del árbol del fruto prohibido. Me acuerdo de la frase aquella que decía «ancha es la puerta de la perdición» ¿No habría que angustiarla un poco menos?

Louis A principios del siglo pasado, un hijo del gheto negro pobre de Nueva Orleans, nació Louis Armstrong, hijo de una madre prostituta y de un padre desconocido, este niño llamó la atención de los Karnofsky, una familia de inmigrantes rusos judíos, pobres pero afectuosos. Louis nació en Jane Alley, suburbio de Nueva Orleans, en un barrio donde, entre la pobreza, proliferaban la prostitución, el alcohol y las drogas. Su padre, Willie Armstrong, lo abandonó antes de que naciera y nunca más se preocupó por él. Su madre, Mary Ann, que

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| 274 | Enrique García ocasionalmente se dedicaba a la prostitución, no podía educarlo, por lo que lo confió a su abuela Josephine, a la que cariñosamente Louis recuerda en su autobiografía. El niño tenía una personalidad magnética. Se encariñó con el señor Karnofsky, a quien ayudaba ocupándose de los caballos que el hombre usaba para transportar mercaderías hasta los vagones del ferrocarril. Los Karnofsky amaban al niño, lo invitaban a su mesa, también al Shabbat y le brindaron mucho más que una cama y un techo. Le dieron el amor que él necesitaba, y le ofrecieron su primer instrumento de música, gracias al cual, pasó de una infancia de privaciones a un mundp en el que se transformó en una estrella del jazz, y en un embajador mundial de la humanidad. Louis Armstrong hablaba orgullosa y corrientemente el yídish desde su infancia, y siempre llevó en su cuello una estrella de David. Sachtmo fue un ejemplo de transformación personal.

Ella Ella hace un ejercicio denodado, por ir apurando un poco de su alma, bregando detrás de una, otra palabra, bordada cual si fuera un fino fleco. Algún destello alguna vez nos ha mostrado, y de eso podemos ser buenos testigos, el día en que entendió, tranquilamente, el vasto tragediar de un padeciente. Ella llena todos los espacios

cuando está, y llena todos los vacíos si se va.

Lo-que-no-es

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| 275 | Enrique García Lo-que-no-es-ser, puede-llegar-a-ser-ser, lo que no existe-es, puede llegar a existir, abriendo así la posibilidad de los mundos posibles sucesivos en acto. Lo nootro es la definición que (no) oculta la ignorancia cuando es ser-sobre-todo o nada-de-todo y, simultáneamente, es la desocultación teofánica y conjetural cuando es ser-en-todo, cuando es propiciatoria para un acercamiento por negaciones sucesivas a la Verdad lejanamente cercana. Allí dónde está Dios, está dios a la vista.

Lo que no tengo, ni soy Hay un carácter negatriz que signa nuestro mito existencial. Lacan definía al amor como un entregar aquello que nos falta a un otro que le falta ser, abriendo la «herida» por donde se cuela el simbolismo de un ser sujetado que sujeta, de un ser de identidad lejanamente cercana, de un ser que no puede contemplar su propio rostro, ni el rostro de la otredad humana, porque su identidad es su misma ajenidad: no se es, no se puede, no se sabe, no se puede, no se encuentra, no se puede, lograr la plenitud, porque resultamos en una inunidad incompleta, inacabada e inacabable, que es lo que somos: un nítido espejismo inverso inhallable aquí y ahora.

Madamas, cafishios, y alcachuetas La Madama es una prostituta que, devenida empresaria, regentea el prostíbulo, especifica la ganancia de la prostituta de tal manera que no pueda afrontar sus deudas, de manera de provocar que quede endeudada, de

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| 276 | Enrique García manera que no pueda salir del circulo vicioso y corrupto del cual unas pocas pueden escapar, al par que, a las recién iniciadas las ilustra en materia de educación sanitaria y sexual. Siempre rondando las inmediaciones, la alcahueta, mujer por lo general ya entrada en años, cuya función consiste en propiciar encuentros entre muchacha y clientela. Siempre lleva consigo una carpeta que se esmera en mostrar a los ocasionales visitantes con el fin de arrimarles algún antecedente precursor que les permita encontrar a la candidata elegida a gusto y piacere. Siempre tiene algo que decir acerca de las «habilidades» de las muchachas. Probablemente, y tal vez sin saberlo, la alcahueta haya sido la musa inspiradora del nombre «casa de citas» con el cual se conoce a los burdeles de la región. En este juego de máscaras venecianas, el cafishio o cafiolo también cumple su papel. Hombre que vive del trabajo de la prostituta, recibe sus regalos a cambio de protegerla contra los raptos de violencia que se suscitan en su contra. Cuidar el rostro de la que le da de comer, es su «noble» tarea. Paga fianzas, compra remedios y, con buena parte de ganancia de la muchacha con la que se quedaba, se permite el lujo de andar finamente emperifollado y enjoyado por demás.

¡Maestra! Si es que hay maestros en esta red tan vasta, casi gigantesca, se les saluda porque la tarea docente tiene destino de eternidad, al punto de que es imposible medir la distancia temporal de las consecuencias que engendra el

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| 277 | Enrique García conocimiento que hoy se da, y quien sabe por cuánto tiempo perdurará en el trabajo, en la amistad, y en la obra, porque lo demás será el «botín de guerra» de la nada, que se lo preste a otro para repetir la batalla.

Maestro No me digáis «maestro» que me avergüenza bastante, porque aún estoy incompleto, y líbreme Dios de serlo. Soy apenas un buen lector, y en camino de ser un buen pensador Dos buenas excusas para compartir en el trabajo, en la amistad, y en la obra... Lo demás será el botín de guerra de la muerte que se lo preste a otro para repetir la batalla. Pero todo esto no es una «derrota prematura», es simplemente el atajo por el que se debe viajar hacia el arte, o hacia el amor, en orden inverso de importancia.

Maneras de vivir la vida Hay una sola manera de vivir la vida: con carencias que el dinero no remedia. El dinero es solamente una mera herramienta del deseo, por eso debe estar insertado en la boca, como signo de aquel Denario de Caronte que expresaba el sentido silencioso de su importancia.

Mariela Mariela es una mujer extraordinaria. Nos comunicamos con el silencio, como con la mamá. Hemos conseguido llegar al tope de lo esencial y de lo trascendental - La Certeza Hecha Pedazos -


| 278 | Enrique García simplemente entendiendo y preocupándonos el uno por el otro, pero con disimulado pudor. Eso, justo es reconocerlo, es un factor impidiente para la felicidad plena, lo mismo que la angustia de la finitud, opera entre las sombras y en silencio, como todo lo que no pasa inadvertido y se incrusta en nuestras almas como un sello inalterable.

Más luz El día reclama, además de manifestaciones políticas o filosóficas, un poco más de poesía también. El pueblo la necesita. Ya harto y empastado de espanto, el pueblo reclama más poesía como Goethe reclamaba «¡más

luz!»

Separata del hombre y el hambre Todavía el hambre acucia, la pobreza avergüenza, la violencia asusta, la medianía asombra, la riqueza amenaza. La mano que se afilia a tantas calamidades es una mano traviesa. Diestra y bien entrenada, una mano aviesa que amenaza es mucho más que una mano que ejecuta. Para Borges las vísperas, agravan el carácter de los hechos y, para Sabato, Auschwitz liquidó más la idea de hombre que al hombre mismo. ¡La miseria nos representa!

Máxima carencia animales

Comparar la racionalidad humana con cuya determinación está genéticamente - La Certeza Hecha Pedazos -


| 279 | Enrique García determinada y su consciencia es sólo sensible tesuñtaen una argumentación inválida. La evolución prueba que nuestro cerebro ha pasado de lo reptialiano a lo límbico, y de este a lo racionalidad. La idea general de la polémica estriba en que nosotros nos decimos nosotros, cuando en realidad nosotros también somos los otros como sujetos, y como comunidad, aunque no lo creamos ni lo podamos advertir. El hombre, como decía Ortega, es el hombre y sus circunstancias. Y sus circunstancias sin tiempo, no son solamente las circunstancias del espacio, lo que lo coloca, al hombre, es un estado de carencia de individualidad, de carencia de libertad, de carencia de autodeterminación, y de carencia de elección, es decir lo coloca como un condicionado de grado. Sin embargo, esta separación no representa una opción del tipo del tercero excluido, sino que se trata de una continuidad y no de una ruptura, según la cual: «el hombre es lo que hace con lo que hicieron con de él», como lo pensó Sartre.

Mejorar empeorando Ojalá que sigas «empeorando» porque ese será el signo inequívoco de que has roto el molde convencional que da una vida anodina y hueca bajo el signo de que estás «mejorando». Amá mucho, equivócate mucho, dirigite siempre hacia la luz, y tené piedad de los que sólo ven una sombra en un hombre. ¡Quedemos todos absueltos! ¡Qué-la-luz-acompañe-siempre!

Merodeadores de Cuerpos

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| 280 | Enrique García Los merodeadores de cuerpos detestan la obviedad. Alegan que des-ilusiona, que des-encanta, que vela, y des-vela, pero que nunca revela. Es mejor el margen, la brecha, el entresijo tenue o la herida fina por donde podría llegar a colarse un pensamiento imaginativo tan febril como eficiente. Si las damas tuvieran el arte de mostrar, y los caballeros el de saber ver, la pasión se autosostendría vitaliciamente. Ver para creer.

Motu, es decir movimiento El cambio se da con independencia de nosotros mismos, porque somos criaturas yectas, libradas a nuestra propia suerte. Somos influidos e influimos por una multiplicidad de causas y factores concateenados, las unas con las otras. No somos libres. Estamos condicionadamente esclavizados. Por lo general, el cambio es un imperativo empujado por la carencia. Asume formas negativas en el sentido de que, en el momento cero del nacimiento y aun en el momento «n» de crisis extrema, en el momento mismo en el que se requiere un punto de inflexión, debemos reconocer primigeniamente nuestra carencia y nuestra incompletud. O sea que nuestro cambio es necesario, inevitable y riesgoso. Por eso es anárquico e incierto, ya que el mundo, concebido en un punto espacial y en un momento temporal, es una entidad universal, necesaria, inmutable y eterna y nuestra razón no porque necesita cambios «al

compás» Ella cambia y hace cambiar además de ser cambiada, y también hace que cambie quien nos cambia.

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| 281 | Enrique García Pero también, el cambio cambia al mundo, o mejor dicho lo revela lo desoculta, En este sentido hay una multiplicidad de mundos posibles, asaz no simultáneos. El mundo es un mero conocimiento sin fundamento no subrogado por la razón, por su hermenéutica, por su interpretación. Así, el mundo es producto de un «choque» entre materia y forma. Un cambio interpretativo, secuencial e interminable de desocultaciones sucesivas. Una hermenéutica anárquica, primariamente mental, literaria, emotiva, estética, espiritual, y hasta metafísica. El cambio individual está ahí, con nosotros, en expectativa, al igual que el cambio colectivo. El cambio es una interpretación conceptual de algo. Es connatural con nosotros, no con el mundo, que es un inanimado animado por la razón, por el fundamento, y por una causa ajena. Si se quiere somos lo no uno engarzados en lo no otro, somos incompletos en términos personales individuales, y es imposible no seguir siéndolo en términos sociales, entre otras cosas porque somos el deseo de los otros que desean ser deseados en nuestro deseo, y también damos lo que no tenemos porque carecemos. Carencia, incompletitud y riesgo son nuestros signos. Esta cadena de sujeción entre sujetados y sujetantes que somos, proyecta ya el orden de lo colectivo, de lo contextual, de lo consensuado, del ámbito o contorno. Por eso cambiamos y hacemos cambiar, por eso nos cambian y cambian quienes nos cambian, sea que fueren entes animados o no, primero en potencia, luego en acto, por el vacío, por la insuficiencia, por la carencia, por la ausencia, por el no ser que somos, o por ser lo que no somos, y por el riesgo implicado.

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| 282 | Enrique García Lo que más cambia es el cambio mismo. Si hasta cambia la manera de cambiar. Estas deficiencias son las que empujan la vida humana, el mundo y la cosmovisión porque cuando «tenemos» y «somos», ya no tendremos deseos, porque el que tiene todo, está satisfecho, y tampoco ya no seremos, porque el que es, no tiene nada que cambiar, está completo. No tiene deseos. Carece del dinamismo vital necesario y solo le queda la repitencia de siempre lo mismo. El cambio es propiciatorio, tanto en el sentido individual, como en el colectivo, lo que querría decir que no hay cambio aislado sin antes haberlo imaginado, contextualizado, porque ello comportaría un mero pretexto. Un relato aislado sin tiempo, pero con espacio. Dicen que todo texto, y todo cambio que tiene expresión verbal o juicio o relato o fábula sin con-texto, es un pre-texto, un pre-

juicio. El día menos pensado, puede ser cualquier día, claro, cualquier día que sea oportuno, por lo que habría que realizar un gran acto de consciencia o, mejor dicho, de inconsciencia concientizada, para considerar como relevante nuestra prefiguración animal de consciencia sensible después superada. También se construye destruyendo, cuando no se destruye construyendo Se puede haber «leído» el cambio con un sentido racional, lectura que tal vez esconda en su alma intenciones estéticas, o literarias, o emotivas, o éticas, o metafísicas, aunque la idea es, también, la que recepta el sentido racional de esas expresiones, en tanto que individuales y personales. Algo así como la pretensión, en expectativa, de la construcción de un contexto propiciatorio pergeñado, tal

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| 283 | Enrique García vez, por el máximo incondicionado. Un imperativo más o menos categórico de universalización de una conducta. Detenerse a pensar sobre la glosa que menta que «lo que se inflama por represión, tiene necesidad de estallar», porque se acabaron las dudas cartesianas, porque ya está aquí, porque ya llegó a nuestra vida el día menos pensado, de modo que ha llegado la hora de es decretar que «hoy-puede-ser-un-gran-día» un «Carpe Diem», que invita a reflexionar, y a seguir departiendo sobre estos asuntos que nos «rescatan» de una conducta uniforme, repetitiva y obvia. Es bueno que en ocasiones se anarquice, se cuestione lo dado, se haga mucho «lío» -como reclama el Papa Francisco o que convenga ser «inhumano» selectivamente, y también que convenga ser selectivamente humano, demasiado humano, aunque tendríamos que pensar el método, la manera de llevarlo hasta su destino, porque siempre hay masa crítica, siempre hay una resistencia interpuesta por quienes siguen su tendencia ciega, su tropismo dirigido a conservar lo dado. Todavía el hambre acucia, la pobreza avergüenza, la violencia asusta, la medianía asombra, la riqueza amenaza. La mano que se afilia a tantas calamidades es una mano aviesa. Diestra y bien entrenada, una mano aviesa que amenaza es mucho más que una mano que ejecuta. Para Borges las vísperas, agravan el carácter de los hechos y, para Sabato, Auschwitz liquidó más la idea de hombre que al hombre mismo. ¡La miseria nos representa! Y, para resumir, olvidada esa ciudadela, conservada y no ejercida, de «jugar» en la vida, y no con la

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| 284 | Enrique García vida, para suplir la guerra, atribución que el hombre supera, no abandona, y conserva, pero que «ahoga» arrojándola quien sabe a qué recóndito distrito de su ser, olvidando que lo característico humano no es la razón, sino la risa y el amor, aunque ello deboira ser concebido con sumo cuidado, como sugiere la desocultación de la Alegoría de la caverna platónica, donde mirar hacia el sol suponía enceguecer a los esclavos, o bien suponía importar riesgo de muerte, real o simbólica, para el desocultador Todo cambio implica una carencia, una insuficiencia, y un riesgo. Una ausencia, una presencia

ausente.

Las putas de Umberto Eco En la Vetustila de Marcial, del siglo 1 después de la era cristiana, el Epigramas, 93 reza: «cuando tienes trescientos consulados, Vetustila, y tres pelos y cuatro dientes, pecho de cigarra, piernas y color de hormiga; cuando tienes una frente más arrugada que tu estola y unos pechos que parecen telarañas; cuando los cocodrilos del Nilo tienen estrecha la boca comparada con la abertura de la tuya, y croan mejor las ranas de Ravena, y es más dulce el zumbido de los mosquitos de Venecia, y tu vista alcanza lo que alcanzan las lechuzas por la mañana, y hueles a lo que los machos cabríos, y tienes la rabadilla de un ánade flaca, y tu coño le gana a huesudo a un viejo cínico; cuando el bañero, apagadas las luces, te permite entrar mezclada con las prostitutas de los sepulcros [...] ¿tienes la osadía de querer casarte después de enviudar doscientas veces? (...)

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| 285 | Enrique García Solamente una antorcha funeraria puede penetrar en semejante coño.

La única verdad es la falsedad La filosofía guarda muy secretamente la virtud de la imprecisión. Por eso permite acercarse asintóticamente a algunas «verdades», cuando debería acercarse más estrechamente a unas cuantas «falsedades» que son irrefutables, inmóviles, incontrastables, y certeras: la única verdad es la falsedad, lo demás está sujeto a continua comprobación, y es el deseo de voluntad de hallarla el que nos mueve hacia ella: la carencia, la ignorancia, a menos que interpretemos que es necesario buscar la ignorancia misma para afirmarla descartándola o, mejor, conservándola. La filosofía no suma saber, resta ignorancia, y ese es su destino. Su camino: la búsqueda interminable de la verdad, solamente de la verdad. Únicamente de la verdad. Si la variedad convive en la unidad de la diversidad, ¿por qué no se busca la falsedad?

El virus y el ocio Para nada me complace eso de andar escrachando, alcahueteando a la gente, denunciándola porque no cumple con el enclaustramiento paroxístico mechado con un poco de salida momentánea, casi ínfima, para mirar el sol, para contemplar la luz, para oler aunque sea por penúltima vez el aire húmedo o caliente, para pasear tres minutos la mascota, para bendecir la existencia y

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| 286 | Enrique García maldecir la finitud. Pareciera que la envidia de la libertad causara escozor y ganas de convertirse en cazador se fugitivos momentáneos, de homosexuales repudiados, de marginales mal vistos, de fracasados o de la chusma salvaje, todos ellos referentes virtuosos, diferenciados de la patria, de la nación, del hermandad que es el otro. La nimiedad hace la diferencia. ¡Criterio, por favor! En nuestro país, hemos soportado, y seguimos soportando, tanto oprobio, tanto dislate, tanto latrocinio, tanto presidente y tanto vice improvisado, tanto funcionario corrupto, y tanto corrupto fugitivamente liberado que escapó del largo brazo de la justicia, que lo que faltaba era que nos convirtiéramos en miembros activos de una nueva Gestapo posmoderna, en militantes alcahuetes "ad honorem" a destajo, mientras el mundo se desangra y el país agoniza en un periplo de alto asistencialismo miserable. Paremos con esta vieja costumbre de salir subterráneamente, en vez de buscar por encima, en las alturas, como se sale de los grandes laberintos existenciales. Si el dolor no sirve para la virtud, en realidad no sirve para nada. Los acontecimientos debieran fundar experiencias inconmovibles. Cuarenta y cuatro millones de alcahuetes no es un buen presagio patriótico. Sofrosine es el camino, es decir moderación y agradecimiento a los médicos, a los paramédicos y servidores silenciosos de una nueva gesta que tal vez pueda ir asomaando. ¡Qué horror el mundo!, decía el maestro Ernesto Sábato. Sin embargo, veremos flores, destrozando. Ciudadanos del mundo, de la ciudad, del terruño unámonos en la virtud de un humanismo auténtico, verdadero y profundo. Nada sucede sin el

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| 287 | Enrique García permiso del alma. Vayamos por la virtud, esta vez, algunos signos sólo sirven para despertar... Seamos evolucionarios.

La inasible realidad Piense uno como pensare, la realidad es siempre cambiante y además multifacética. La realidad de Platón no fue la de Aristóteles, ni siquiera se asomó a la realidad de Nicolás de Cusa, a la de Kant o a la de Hegel o Marx. Cómo vemos, al que nos diga que hay realidad única, escupámosle la cara, como quería no me acuerdo que "célebre apóstol" Creamos en la incerteza de Lacán, en el misterio de la duda de Descartes, en el infinito de Hegel, o en el "a todos y a ninguno" de Nietzsche. En ese sentido todos tenemos una misma realidad, si es que observamos por encima de la mera sensibilidad que provoca ante los ojos. Más vale aún, creamos en nuestra propia experiencia, en lo que sobrevenga del acontecimiento que nos toque vivir.

Mi querido amigo El sentido del sinsentido consiste en la superación de tu indigencia a través del triunfo del sentido de tu tragedia. Quiero hablarte del valor que asumís vos en tanto que faltante, que carente, que finito, que ignorante, que insuficiente, que imperfecto, que impotente, que mísero, que indefenso. Si con ese bagaje vos te sentís

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| 288 | Enrique García angustiado, pero lanzado a ejercitar tu voluntad de poder querer, de poder saber, de poder necesitar ser rescatado de aquellas umbrías tragedias por medio del amor, concebido como signo y respuesta de las preguntas que ponés en acto y que le darán un cabal sentido a tu vida toda a partir de un sinsentido, plenificándola, enriqueciéndola, iluminándola en la inmanencia, sí, pero también en la trascendencia. Ese, mi querido amigo, ese es el esquema que regirá tu sentido y el sentido de lo que vos llamás «realidad exterior», que no la hay, porque esa realidad, que vos mismo llamás «exterior», es un mero signo de una realidad mucho más concreta, de una realidad informada por tu yo espiritual, por tu consciencia creadora hecha a imagen y semejanza, por tu voluntad constructora de seculares signos mundanos. Mi querido amigo: determinar si el ser y el pensar obran de consuno, es superfluo. Hay una marcada brecha entre pensar y ser. Esa brecha es indudablemente metafísica. Si vos buscás una huella por el estrecho sendero de la realidad sensible, si la pretendés por el angosto campo de la precisión, de la perfección, o de la exactitud, vos encaminaste tus pasos equívocamente, dirigiéndolos hacia una imperceptible condenación. No pesés, no midás, no tasés... no precisés, no calculés demasiado, mi querido amigo. Abandoná el metro, rompé la balanza, olvídate de la regla de cálculo, porque estos instrumentos forman parte de un signo resultante de la inaudita presencia ausente del triunfo del sentido de nuestras tragedias.

Ser en fuga

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| 289 | Enrique García

En verdad la mente, que no es el cerebro precisamente, resulta de desbaratar la esclavitud antes que de afirmar la libertad. Es que nuestro estado de indigencia es el que desnaturaliza la existencia y la hace cultura, la cultiva haciéndola artificio. Nuestra mente representa la sujeción a lo ajeno, pero también sujeta a la ajenidad. Venimos cultivados por los otros y a su vez nosotros, los otros de los otros, vamos a cultivar a los otros. Somos sujetos sujetados y sujetantes. Somos los otros antecesores y los otros sucesores son nosotros. El asunto parece no ser tan simple. Somos promesa, deseo, indigencia, expectativa, y necesidad contra natura. Nuestra vida no está jalonada por una manera de mentalizar lo propio. No hay una epistemología de la metódica del modo de vivir. Piaget lo supo muy bien. Su esquematismo es purísimo. La dimensión empírica de su esquema es episódica, cambiante, incesante. Nunca cesa de no terminar de no ser. En esto, psicólogos y filósofos de la mente, tienen mucho que decir acerca de la imposibilidad de no ser sino lo que se va siendo sin nunca llegar a ser más que una fantástica expectativa fugitiva.

El polvo milenar de las miserias Y nos quedamos pensando en esa vicisitud, en esa cosa extraña que es «la perichola», en su significado que se convierte en vida, en mala vida, en una vida que ya no tiene alas. Veámosla así, en su mirada loca y rara, en sus

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| 290 | Enrique García ojos que muestran una lucha, en cuánto más bella es que el horror, y que el polvo milenar de sus miserias.

Minguito Suárez (con Natalia Darrezzo) Era una tarde perfecta para morir, cansado de una vida de hambre, de tristezas, de abandono, y de sueños. Así que, como pude, me eché al cordón de la calle, total si yo moría, quien iba a darse cuenta de mi ausencia, si siempre fui ignorado. Aparte, siendo yo un pobre anciano, quien iba a fijarse en mí. Con mis últimas fuerzas, rogaba que pasara un auto y que me atropellara, seguramente la muerte daría final a mi triste vida. Pero en lugar de una auto una señora con voz gruesa y mirada desafiante, me corrió del cordón y me dio agua fresca y alimento, también me limpió las orejas agusanadas. Yo no podía reaccionar, no solo por mi debilidad, sino porque pensaba que había vivido un sueño ¿Podría alguien ayudarme a tener una vejez mejor? ¨Pero sí, de tanto rogarle a San Francisco de Asís, él me concedió ese sueño tan lejano. Por primera vez sentí que alguien se fijaba en mí, yo que tantos años fui echado a la ignorancia y al abandono. Pero así fue como esa señora de voz gruesa y de mirada desafiante, empezó a acariciarme junto con otro señor, y me prometió que no me dejaría morir tan cruelmente, así que también empezó a darme medicamentos para curar mis parásitos, antibióticos para mis infecciones, y besos para la tristeza que anidaba en mi alma. Con mi mirar esperanzado compré cuanta caricia y

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| 291 | Enrique García cuanto beso tuvieran para darme, así que me sentía el perro más feliz del mundo. Después vinieron los médicos, y mi historia corrió, como reguero de pólvora, por todo el barrio, de manera que además de ser feliz y mimado, llegué a ser famoso, y así las cosas, una tras otras, se fue sucediendo mi vida. Los chicos me llevaban a sus casas y, así, me sentía como Alicia en el país de las maravillas. Por primera vez en la vida dormía en una cama, tenía suficiente agua y comida, todita para mí. No necesitaba hurgar en los tachos de basura para conseguir qué comer. Después vinieron los baños. Recuerdo que la primera vez me dormí, claro, si más que la lluvia nunca nadie me había bañado, sólo una persona cruel me había echado agua hirviendo. Puedo mostrar mis cicatrices… Y como todo esto fuera poco, me bautizaron con el nombre de Minguito Suárez, de José León Suárez. Estoy viejo, ya pasé más de una década de vida, y el veterinario dice que voy por la segunda, pero, como la memoria me anda fallando, no sé ni qué edad tengo. Sé que tengo muchos años. Ahora soy un viejo bacán. Duermo en una cama. Me besan todo el tiempo. Tomo el desayuno. Me dan algunas vitaminas, y el doctor me revisa bastante seguido. Me dicen palabras bellas, y hasta comentan que soy hermoso. Comparto mi vida en un hogar donde viven dos perros más, y dos gatos que, de vez en cuando, corro con la finalidad de divertirme un poco, pero mi familia me perdona todo, porque dice que ya he sufrido bastante. Me siento feliz, soy un perro muy afortunado. Ahora sí quiero vivir, ya que atrás quedó mi triste vida. Cuando salgo por la

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| 292 | Enrique García mañana añoro un poco mi época pasada, aunque por nada del mundo cambiaría este sueño que se ha hecho realidad por la bondad humana.

Minutos grises Tener minutos grises es tener matices intermedios entre un extremo blanco y un extremo negro. Inquieta, altera, y hasta cansa, pero es como si uno saliera de la chatura percipiente para viajar dentro del serrucho emotivo de sensaciones encontradas, opuestas, y extrañas. Es muy bueno, compartir minutos grises con todos los seres que nos rodean, como una manera de desocultar nuestra intimidad profunda, de alejarnos de nuestra condición animal para entrar no ya en el racionalismo humano, sino en nuestra dimensión sentimental y emotiva.

Misiva anárquica Hoy no es el día Del amigo, ni nada que se le parEzca, ni siquera POR ASOMO. tODOS TENEMOS LA COSTUMBRE DE QUERER A QUIENES NOS QUIEREn, DE COMPARTIR CON QUIENES COMPARTEN CON NOSOTROS, lOs otros. DE FRECUENTAR A LOS QUE NOS FRECUENTAn. ¿ADóNDE HABRíA IDO EL MUNDO DE LOS DESENCUENTROS SI NO FUESE POR ESA MARAVILLOSA POSIBILIDAD LIBERTARIA CON LA QUE SE ARROPó EL LOCO DEL aQuEl MANCHEGO de la TRisTE Figura, SI nO NOs hubiésemos OCUPAdo DE TRASPASAR LOS MUROS DE LA CORDURA? SoSPECHO que Al IGUAL QUE SUCEDE CON EL HECHO DE JUgar,

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| 293 | Enrique García como mArcuse queríA, EL HECHO DE COSECHAR AMIGOS NO ES UN ACTO BILATERAL DE ENCUENTRO pormenorizadamente previsible, es un azaroso«faCTum». ES UNA AVENTURA Y UN ATREVIMIENTO. así QUE, SEGún YO, Yo que PAREZCO UN TROGLODITA LOMBROSIANO de «alTri teMpi», Y TAL VEZ LO SEA, LE PROPONGO A USTED QUE SEAMOS AMIGOS. hOY no ES EL DIA DEL AMIGO, a lo mejor es el día del niño, podría serlo del médico, del amor, de la novia, de la poesía, de la ley de gravitación universal. Podría ser «el día menos Pensado», el del «caMbio del ánGulo de la informaCión», o el día de lo que cuadrase. NO SE QUé DIA ES EL DIA DEL AMIGO, ni ninguno de los otros días que listé, PERO YO LO HE DECRETADO PARA EL DIA DE LA FEchA. TOMEME COMO a UN LOCO QUE DESpERTó DEL SUEÑO DOGMATICO, PARA ABRISE A LA VIDA DE OTRO MODO. nUNCA ES TARDE. seguramente me empujó uNa frase que leí, y que dice algo así como ámaMe

cuAndo mEnos lo mereZca, que es cuando más lo neceSito»¡Le manDO mis RESpetos!

Misiva anónima Tengo una fina capacidad para percibir. Tienes una inmensa capacidad de transmitir emociones. Eso es lo que nos recubre, y nos descubre. Deconstruir-se y reconstruir-se no es tarea infructuosa. Sospecho que a veces nos habita un mundo volcánico enorme que pugna por salir, y que cuando salga podría causar estragos. Nadie podría imponer la ley de la vida. No estaría mal que todos procuráramos descargar lo

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| 294 | Enrique García que pugna por salir, porque ello nos reconciliaría con el género humano que, con frecuencia, nada ve, nada escucha, nada sabe, nada sien-te… nada-dice. La comunicación más intensa es la comunicación entre quienes aprendieron que sus espíritus vibran, al unísono, en una misma caja de resonancia. Para lograrlo: ni-hace-falta-pronunciar-una-palabra. En ocasiones, hasta se podría prescindir de ella, porque ella es uno de los tantos modos de comunicar-se. A veces te busco para descubrir-te, en el orillo de alguna palabra que me permita encontrar-te en la manera de describir-te, y de tener-te, aun sabiendo que uno sólo descubre, describe, y tiene, aquello que ya sabía de antemano que podría descubrir, describir, y tener… y quiere. La vida es lanzamiento de palabras y silencios. Pronunciar allí donde el recipiente pueda interpretarla, es un poco mi búsqueda. No te-me quedes a mitad de camino. Tampoco te-me expongas demasiado a la torpeza de los torpes. Te-me dañarían. ¡Usa la profundidad y el vuelo! Por supuesto, habrá una transformación tan grande que la notarán primero aquellos que más cerca de mí están. Antes, mi mismo espíritu lo va a reflejar y, hasta mi silueta lo registrará. La palabra, tanto como el silencio, te-me transforma-n. Tener capacidad de amar y evitarla por temor a las consecuencias, es como tener un tesoro y esconderlo en las bodegas de un viejo bergantín que naufragó en las profundidades del «mar negro» de silencios, y palabras. ¡No temas! Aquellos que tenemos ascuas poéticas, tenemos mucho miedo. El mundo funciona con

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| 295 | Enrique García naturalidad y sin poesía, ni intimidades, ni necesidades. Lo peor, también funciona sin amor. El mundo te-me necesita con esa gravedad expresiva que parece estar reclamando silencio en beneficio de alguien... ¡que no sé muy bien quién es!

Misiva para consortes anónimos Según tengo entendido, el día dieciocho de enero, vais a contraer enlace. Es seguro que lo hacéis conscientes del amor que os profesáis el uno hacia el otro. Me gustaría que la vida os deparara un gran cúmulo de felicidad, que el compromiso que vaís a asumir sea para la vida entera y, de ser posible, para más allá también. El amor tiene destino fijo. Tiende a la perfección, al acrecentamiento, y al enriquecimiento mutuo. Seguramente habréis de componer una unidad sólida, interdependiente, de contención, de comprensión, de apoyatura, y de elevación mutua. La vida de pareja es fácil o imposible. Conociendo vuestro origen, colijo que vuestro futuro está signado. Seréis muy felices. Os ocuparéis de privilegiar esa condición por encima de cualquier otra, porque sin ella, lo demás carecería de cabal sentido. A la vida le da mucho sentido el amor, por no decir que le da todo el sentido posible. Luego, entraría a jugar el conocimiento, la ciencia necesaria para discernir la importancia de no andar solo y tambaleante por el mundo, sino con un otro de sí, amado. Yo, que he pasado por esa circunstancia feliz, les deseo la centuplicación de mi felicidad. Les deseo, de todo corazón, la mayor felicidad imaginable. Les deseo que vuestra unión, supere a las

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| 296 | Enrique García mejores narraciones universales sobre el amor. Les deseo que vuestra vida tenga un color, una música, un esplendor, una esperanza, y una descendencia capaz de contribuir a un mundo enclenque que requiere de una espiritualización perentoria, tanto como para responderle a San Pablo, su pregunta crucial. Le diréis, ostensiblemente, señalando con vuestro dedo, ésto es, lo que tú querías, lo que hemos hecho con amor, por amor, para el amor.

Misiva releída Como «sospechaba», detrás de cierta letra irónica, graciosa y aparentemente superficial y pasatista, se «esconde» una esencia muy rica y profunda. Vengo ahora a comprobarlo como resultado de este poema que hoy leí. Tuve que leerlo más de una vez, porque en cada vuelta de lectura, se me aparecían nuevos conceptos dirigidos, según creo, más que a la razón, a la esfera emotiva. Muchos de los conceptos advertidos, son los que me atañen, especialmente en lo que se refiere al gran factor que empujó mi vida durante unos cuantos años, el amor único, total, definitivo y permanente que todavía añoro, que no me permite vislumbrar otros aspectos igualmente importantes, que quedan minimizados, reducidos, cuando no ensombrecidos por la penumbra de una ausencia que no cesa. Cuando recibo esta clase de mensaje, olvido los momentos aciagos y me ilumino un poco por reflejo de esa ajenidad, me demuestro que comprendo cabalmente el sentido de la vida, y el sentido con el que se vive. No dejo de ver, tampoco, el sentido de la vida ajena.

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| 297 | Enrique García

Monedas y estampillas sexuales En Ensenada, la prostitución estaba permitida. Su ejercicio fue objeto de una minuciosa regulación. Su planificación previa, su organización detallada, su gerenciamiento de recursos y respaldos, la formación de sus cuadros de personal, y sus mecanismos de control, habían sido diseñados con una cierta precisión. Es que, en cierto modo, la eficacia, la efectividad, y la eficiencia del «negocio de la actividad», operaban como factores facilitante para las aspiraciones lucrativas de sus

«asociados» Sin embargo, el éxito del emprendimiento del comercio sensual radicaba, además, en la necesidad de cumplir con las regulaciones gubernamentales que reglamentaban su ejercicio. En particular, sobresalía la prevención, la protección y la promoción de la salud de las pupilas y de sus ocasional «clientela» Es que lo que estaba en juego dentro del comercio sexual organizado, tanto en Ensenada, como en todo el resto del país, era nada más, ni nada menos que «un alto riesgo empresario» En efecto tanto la observancia de los extremos que la Administración Estatal imponía, como el rigor con el cual la sociedad juzgaba, muchas veces enjuiciándola en sí misma, y en sus repercusiones, la actividad en el prostíbulo, suponía una cuidadosa vigilancia de todos y de cada uno de los aspectos concernientes. De tal suerte, las meretrices, los clientes, la administración gubernamental en su amplia facultad supervisora, constituían un verdadero sistema de relaciones de variada e incuantificable naturaleza. El

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| 298 | Enrique García quehacer había alcanzado su máxima expresión y, por tanto, también implicaba riesgos y componía complejidades, cuyo dinamismo, derivaba, por lo general, en situaciones de extrema tensión, y de crucial importancia política, económica y social. El buen funcionamiento de los burdeles exigía que las mujeres contabilizaran los clientes, a guisa de cálculo y control, valiéndose de unas fichas que en la jerga del asunto se las había «bautizado» como «chapas» Se trataba de una especie de circulación interna, similar a una «moneda», destinada a oficiar como un instrumento apto para organizar, habilitar el «pase», asegurar el pago, y afianzar el control. Entretanto, la autoridad gubernamental debía monitorear, o sea velar, desde la más estrecha cercanía, todos los factores determinantes de un «negocio» floreciente, cuyas proyecciones también rondaban todo lo concerniente a la salud y a la higiene pública; a la prevención y al fomento, la protección, y la promoción de la salud de las meretrices e, indirectamente, de la de los ocasionales visitantes. De tal suerte, se imponía que las pupilas debieran tramitar y obtener un carné habilitante para el ejercicio de la actividad, y una Libreta Sanitaria destinada a registrar los actos médicos periódicos a los que las meretrices quedaban sujetadas por imposición legal ineludible. Así como en el ámbito interno del prostíbulo circularon aquellas mencionadas «chapas» facilitantes, con el fin de ajustar la relación con la administración sanitaria gubernamental, en el ámbito externo del prostíbulo circulaba un instrumento que permitía supervisar la

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| 299 | Enrique García actividad. Se trataba de una estampilla que se insertaba en la Libreta Sanitaria y que certificaba el cumplimiento de las estipulaciones legales correspondientes. El acto médico debía quedar registrado en la Libreta Sanitaria y, la estampilla era el signo que demostraba la aptitud o la imposibilidad del ejercicio de la prostitución. Según puede apreciarse, tanto las mencionadas «chapas», cuanto también las mencionadas estampillas, son nada más que signos. Representaciones de una realidad que, al para que floreciente, asomó tan colorida y miserable. Hay todo un simbolismo, toda una cadena de signos mundanos que expresan el alma humana, y también hay un sentido de esos signos mundanos que expresan el sentido espiritual, en lo profundo. Si acaso el hombre sentifica los significados de la naturaleza, si acaso el hombre significa el sentido de su libertad en un orden simbólico virtual, el hombre expresa su quimera más utópica: una colección de signos a veces indescifrables, de signos bombardeando sobre los pantanos de la reiteración y el asco. El doctor José María Mainetti, un viejo maestro de la medicina argentina solía describir a las operaciones quirúrgicas como grandes obras de arte llevadas adelante en medio de la sangre. En el caso de las prostitutas el dramatismo también apareció inscripto en sus almas, y respondió a un hecho real que se suscitó cuando la prostitución irrumpió con la fuerza de un furor incontenible, al abrigo de condicionantes históricos muy precisamente encastrados. Y nos quedamos pensando en esa vicisitud, en esa cosa extraña que es «la puta», en su significado que se

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| 300 | Enrique García convierte en vida, en mala vida, en una vida que ya no tiene alas. Veámosla así, en su mirada loca y rara, en sus ojos que muestran una lucha, en cuánto más bella es que el horror, y que el polvo «milenar» de sus miserias.

Muchos escombros [I] La refutación es eterna, la verificación efímera. Ojalá que lo sepas, lo que se agota se abandona, lo que gravita se sostiene. Mil y un castillos bien valen muchos escombros. [II] En definitiva, saber implica el trabajo de falsar. El saber sirve para falsarlo. El asunto consiste en creer para refutar. Lo que se agota, se abandona, y lo que se agita se sostiene. Últimamente he leído bastante a Umberto Eco. Es el testigo más privilegiado de un tiempo desgarrado. Estar cerca de Umberto Eco, redime. Es soteriología, teoría de la salvación acá o más allá. [III] Es lógico, lo que se agota se abandona, y lo que se agita se sostiene. El saber sirve para falsarlo. Pero ahí está la riqueza que gravita. Yo estaba allí cuando Caín mató a Abel o cuando Werther enamoró a Carlota. Tal vez cuando Pedro lo negó a Jesús, yo está allí, con usted. En fin hay quien vive su propia vida, y hay quien vive más de una, verificando y refutando. [IV]

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| 301 | Enrique García Hay un tiempo para abandonar, y otro tiempo para conquistar. La vida, propia que sea, o ajena, es una repetición. El planteo équico, se pregunta, retóricamente, si ¿con una incultura sublime vamos a recomponer esta declinación decadente que denuncia la fragilidad de la mujer, de la madre, de la esposa, de la ciudadana, la caída vertical y abyecta del mérito del varón, su reemplazo por el éxito, por la insolencia, por la soberbia, por la arrogancia, por la obcecación casi asnal? [V] ¿Qué será de la miseria de nuestros ancianos, de nuestros niños y de nuestros sueños?

El beneficio del silencio ¡Cuidado con las palabras! A veces puede costar demasiado caro pronunciarlas. Cristo, Sócrates, Giordano Bruno, padecieron la intolerancia dialéctica. La guadaña le pasó cerquita a Descartes, pero arrasó simbólicamente con el pobre Galileo, le costó la excomunión a Spinoza, y Benjamin tuvo que «autoajusticiarse» Concuerdo con el cuidado de la adecuación de la munición al enemigo. No se le puede tirar con un cañón a una termita. Ni recitarle la tabla del dos a Einstein. Esa regla de oro puede ser tenida en cuenta a la hora de manifestarse ante un tribunal examinador o en una presentación académica. También, y además, y especialmente, lo mismo rige en las relaciones amorosas. Y por qué no decirlo en todo ámbito concerniente.

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| 302 | Enrique García

¡«Otreaos» Cargad vuestra maleta en las alforjas de una biblioteca! En la «reencarnación» de Platón, en la «otredad» de Cusa, o en la «alteridad» de Lacan y el «espejo» de Borges. En la liberación enajenada de vuestra propia mismidad. «Otrarse», es hacerse otro. Es salirse de ser uno. No «identificarse». «Al-te-rar-se» No ser un «ortónimo» Escaparle al «anónimo» Uno puede multiplicarse. Tener un recurso para vivir en varias vidas apócrifas sin tener que morir en tantas muertes reales. Al igual que Kafka, que renació en Gregorio Samsa, o que Cervantes en Quijote, Fernando Pessoa nació de un «heterónimo», de un «pseudónimo», de la negación de su «sinónimo», o quizás de un «antónimo» o un «parónimo» mucho menos ficticio que el «ónimo» de su «homónimo»

Muchos machos Cierta tarde le pregunté a mi hija si era difícil ser dama. Se rió, sin contestarme la pregunta. Entonces procedí a explicarle que suponía que debía hacerse demasiado molesto tolerar lo obvio del acoso insolente, opaco, falto de encanto, de creatividad y espesor, que ejercen algunos «machos» que han concebido la comunicación como un recuento de meros encuentros somáticos, olvidando que lo que prima en toda relación humana profunda y duradera es más metafísico que sensible. Estos merodeadores de cuerpos, harían muy bien en perfeccionar un poco su verba, y en apelar a los recursos

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| 303 | Enrique García emotivos, para edificar una relación más sana, más fuerte, menos bestial.

Muerte En la provincia de Sicilia en la época del gobernador Verres, las familias de los condenados a muerte sobornaban a los verdugos para que estos decapitaran al reo de un solo golpe y no se dedicaran a entretenerse dándole pequeños golpecitos para que este sufriera y se desangrara poco a poco.

Del ser [I] Si las cosas son como son, es imposible conocerlas. En ese sentido las cosas son como no son, son como creemos que son, incluyendo la misma expresión con lo que la distinción entre el ser y el saber se anularía o, mejor dicho, se unificaría, el ser y el pensar serían una y la misma cosa. Pero como no puede ser, sino por definición ajena a la misma cosa, que la identidad de la cosa sea nada menos que la no-cosa, o sea la cosa mental, que es otra cosa, es decir la concepción mental de la cosa, entonces la cosa no sería sino la representación aproximativa de ella misma. [II] Volvemos al insuperable problema de la ontología que no puede explicar si la cosa es su materia, su nombre, su recuerdo o una incidencia de otro tenor. No me convence esa idea dogmática y estrecha que define al ser como lo que es y a lo que es como lo que es, bajando así,

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| 304 | Enrique García indefinidamente, por la espiral de una regresión al infinito que hemos previsto de antemano echando mano de una definición que funciona más bien como hipótesis que justifica mi argumento en el sentido de un ser no ser incompleto, ahora, perfectamente imperfecto que no llega a ser por un doble motivo, esto es, por perfectamente imperfecto y perfectible, y también por estar sujeto a una permanente construcción temporal no instantánea, lo que implica, en ambos casos, un sentido puro, no empírico, en el sentido de Kant, que la ciencia tiene que respetar no por fuerza no-cósica sensible, sino por imperativo lógico de tono, o de color epistémico artificioso. [III] Si bajo ciertos supuestos el ser es lo que es en sí y por sí independientemente de mí, habría mucho de metafísico en él. El ser estaría más cerca de no ser que de ser sin más, y de ir siendo lo que decimos que creemos que es, o sea que el ser sería una construcción caprichosa que secundarizaría todo lo que en el ser inhiere. [IV] Veo con cierto agrado y regocijo que las cosas no puedan ser también un fruto mental, tercer elemento que computo en favor de mi idea primigenia respecto de que el ser se construye, y que, en tanto que construcción, se desconoce, aunque se lo sospeche, casi del mismo modo que la "cosa en sí y por sí, independiente de mí", aunque se vaya totalizando en un instante cualquiera de la evolución de su construcción interminable, dado que las cosas carecen de finalidad y que, en verdad, somos nosotros quienes le asignamos caprichosamente finalidades, y hasta me atrevería a deci, en homenaje a la justificación de una

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| 305 | Enrique García perfecta imperfección, que nuestra arrogancia intelectual nos manda ignorar con justificaciones tan abstrusas como los del paradigma instante, cuantismo, y otras provisionalidades semejantes, que también computo a favor del argumento que proclama que no hay cosa instantánea sino construida en el tiempo desde la ajenidad de su mismidad, y que su totalización es tan ilusoria como imposible, que la carencia sin final es un principio clave en toda concepción cosmogónica, y que la vía no negativa es una formulación reduccionista, limitada y falaz. [V] Lo que dice Heráclito ("nadie se baña dos veces en el mismo río") es que ser es existir inexistiendo, el ser es no ser, o sea el ir siendo, el ser en devenir. El ser del no ser de Heráclito, de Parménides, de Platón, de Dionisio, el Pseudo areopagita, de Cusa, de Hegel, y de Lacan, es análogo. La sustancia más accidente no una, no toda, incompleta, cuya nota es una trayectoria impuntual que no termina de concretarse. Ser es ir existiendo sin terminar de existir de una manera toda, como una pretensión imposible, porque es el tiempo fugitivo el que no nos permite terminar de ser, pero si lo permitiera, dejaríase de ir siendo y de no ser, se sería el ser no siendo o el ser siendo. Una antinomia donde una misma cosa es y no es en tiempos A, B, C, o D, pero que cuándo es C no deja de ser la superación de B y no deja de conservar no-B. Y cuando es D, también es la superación de C y no-C. Ser es no ser, sino ir siendo. Sin llegar. No uno. No todo. Nada completo, todo inacabado.

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| 306 | Enrique García

Muertos Cuando un padre fallecía, el hijo mayor le cerraba los ojos y lo llamaba por última vez. El cortejo fúnebre estaba formado por los músicos, las plañideras y un grupo de hombres con objetos de la vida del difunto. Solo los Patricios podían llevar en su cortejo fúnebre los ius imaginum, a los derechos de imágenes, actores enmascarados que imitaban a los antepasados del difunto para simular que venían a recibirlo. Las familias pobres enterraban a sus muertos en fosas comunes, donde depositaban la urna con las cenizas. Este tipo de tumba se llamaba «columbarium», es decir paloma», por su aspecto. Era el enterramiento más barato y permitía aprovechar al máximo el espacio. La familia no podía alejarse hasta que finalizara la cremación, entonces cogían los huesos restantes y los lavaban con vino, para guardarlos en la urna. Los epitafios a veces incluían las mediadas de la tumba y otras veces la exclusión de la herencia para evitar cualquier disputa. El primer banquete funerario se celebraba el día de la inhumación de difunto. Los tres banquetes restantes en los que los familiares buscaban consuelo refrigerium, se celebraban a los tres, a los nueve y a los treinta días después del funeral. El termino refrigerio se conserva para indicar la comida ligera que consuela el hambre.

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| 307 | Enrique García Las ofrendas de vino y aceite a los muertos eran muy comunes. Muchas tumbas disponían de canalizaciones para que el vino o el aceite les llegara, y así se alegraban y dejaban en paz a los vivos. Mujer de la calle que hace la calle Las putas y las ciudades se dan sentido entre sí. La expresión «mujer de la calle» es una fórmula en la que existe una intuición bastante ajustada del modo en que una ciudad impone su significación a las putas, pero en la expresión «hacer la calle» se registra el recorrido inverso, ya que trasunta el modo en el que las putas imprimen significados en los espacios de una ciudad.

Nada Nada puede pedírsele a quien sea auténticamente joven, entre otras cuestiones porque un joven tiene que recorrer su futuro, amar, odiar, proyectarse, equivocarse, renacer cada día de cara a un sol más promisorio.

Nada cabe en todo Sirve más el vacío, para poder llenarlo con algo, que lo lleno, para poder llenarlo con nada. Y tanta dificultad hay en aquello del medio vaso lleno o del medio vaso vacío, que nos es imposible imaginar tanto al vacío de algo, como a lo lleno de todo, como componiendo un vaso lleno de algo o un vaso lleno de nada, que curiosamente identificamos con el optimismo de la parte ocupada, y con el pesimismo de la parte faltante. No es lo mismo lleno de todo, o vacío de nada, que lleno de nada, o vacío de todo,

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| 308 | Enrique García porque en un caso ya no cabe más nada, y en el otro: ¡cabe de todo!

Nada de nada y nadedad ¿Cómo conocer la existencia de la falta de oxígeno en la luna?: porque no està. Y ¿como conocer que nos falte bario en a sangre?: porque no está. Y ¿cómo conocer que no se puede engendrar camellos como descendencia?: porque no se puede parirlos. La nada es la existencia de inexistencias. Siendo así, y más allá de las palabras y de la lógica, la entelequia nos daría un cachetazo dialéctico desde la cisura interhemisférica hacia la derecha allí donde reposa la parte racional del funcionamiento cerebral. Ahora bien, el todo no es la ausencia de nada, así como la nada es la ausencia de algo. ¿Y la nada de la nada? ¿Y la nada del todo? ¿Y el todo de la nada? Ser, existir no significa conocer, aunque sea el desconocimiento algo. No hay nada que no sea nada. Por tanto, todo es todo, o bien nada no es nada. La nada de la nada de la nada es algo (o todo), es decir existe e inexiste la nada. Kant, y Hegel y Marx, le asignan una existencia negativa a la nada, uno la establece con la antítesis, los otros también, la reducen con la negación a una nada de tesis, pero la superan con la síntesis. La negación nadifica o bien la afirmación entifica. La nada existe, el absurdo es un método conducente, no una falacia, la existencia no significa sino carencia de su contrario, por eso Lacan habla de la presencia de la ausencia, Descartes del cogito determinado por el solo pensar, Derrida y Krishnamurti de la deconstrucción y el desaprendizaje, y Cusa de la docta ignorancia y de lo no otro

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| 309 | Enrique García como completo, como contrapartida coexistente y convergente de opuestos. La física, en boca de un afamado habla de la energía cohesiva sin materia, así como Agustín habló de la creación a partir de la nada empujada por la sentencia que proclama la «creatio ex nihilo», los científicos no deberían inmiscuirse en los temas especulativos que no alcanzan a comprender por ausencia de carencia de ignorancia. La vía negativa no implica una vía de razonamiento pésimo. Ahí es donde equivocan. Si leyeran a Lacan y fueran permeables comprenderían que la ausencia es una forma de presencia, que para vivir hay que poder ir muriendo de a poco, que liberarse de algo es condenarse a otro algo, que la sabiduría conduce a la ignorancia, que para pasar al silencio hay que anular la palabra, para recordar olvidar, y para pasar al más allá andar antes por el mas acá como para pasar por el más acá sospechar el más allá, que tal vez existe o no y exista igual inexistiendo. La existencia conlleva tiempo porque no hay nada que no exista sin él, aunque sea difícil medir la no simultaneidad sensible, pero esa es otra cosa. Del mismo modo hay lo exacto de lo inexacto, la perfección de la imperfección, lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno, el saber de la ignorancia, lo alto de lo bajo, y la relatividad del todo y de la nada.

El arte de espiar Espiar a los otros es un arte islámico. Allí es donde «todo puede caer bajo la atenta mirada del ojo». Se puede espiar sin poder ser espiado. Foucault vivió largo tiempo teorizando sobre la omnipotencia panóptica. Unos

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| 310 | Enrique García cuantos años antes, Orwell avisaba que el ojo que todo lo ve era el de un Gran Hermano. El pobre que acuñó el neologismo «panóptico», fue un tal Jeremías Bentham, que publicó en ediciones de bolsillo de la Editorial Losada, a razón de 40 guitas el ejemplar, un librito intitulado «El panóptico». Los flanneurs que vagan por las librerías de usados buscan conseguir algún que otro incunable, suelen toparse con estos maravillosos ejemplares de color naranja fluor rabioso, color que parece llamarnos panópticamente No faltan, en esos verdaderos tugurios intelectuales, algunos observadores «panópticos» dedicados a la observancia del mandamiento del no afano. Sin embargo, ahí suele permitirse la lectura «panóptica» ejercitada con el noble oficio «panóptico» de aquellos estoicos viandantes que «de parado» pudieron haberse llegado a leer la Biblioteca de Alejandría entera. La vista ha sido un sentido fundamental para registrar los hechos más salientes de la histo9ria. El célebre navegante Rodrigo de Triana, fue quien divisó las Indias Occidentales, al grito «panóptico» de «¡tierra!, ¡tierra, a la vista!» Pero para qué vamos entrar en minúsculos detalles, si hasta en casa de los queridos lectores de este opúsculo «panóptico», nuestras viejas solían repetir hasta el cansancio que «ojos que no ven, corazón que no siente», Y en el mundo de derecho: ¡cuánta importancia que ha tenido la expresión panóptica que reza: «ojo por ojo, diente por diente»! En medicina, «el ojo clínico» En la estética del canto

ochi chernye «Hace frío, mujer... y abrígate esos ojos», no hace más que justificar el sacro aserto «panóptico».

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| 311 | Enrique García

Nada de todo La absoluta ceguera permite verlo todo, sin ninguna molestia perceptiva. Todo renacer a una nueva cosmovisión, supone la muerte de una vieja cosmovisión. Quien nos libera, también nos condena a una nueva esclavitud.

Fingir y fungir Lo

mejor es fungir, como hacíamos de

chiquitos. De adultos trabajar como si estuviésemos jugando y de niños jugar como si estuviésemos trabajando. De vez en cuando hace falta renegar para matar la monotonía de siempre lo mismo. El que escribió Peter Pan, pensaba que el horror de su infancia era que sabía que se acercaba el tiempo en que debía renunciar a jugar, y eso le parecía intolerable. Entonces resolvió seguir jugando en secreto. Fingir resulta un arma infalible porque el íntimo amor a sí mismo es revolucionario y contagioso. Sabemos que Peter Pan es eternamente niño por esa manía de su autor que lo acompañó durante toda su vida

La tragedia de Hamlet Siempre uno es uno mismo, pero también uno puede ser el otro. De tal suerte que, uno es uno mismo en

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| 312 | Enrique García tanto que distinto. Pero esa distinción reposa en cada individuo. De modo que, por esa distinción, que nos enlaza, todos somos el otro. Esto quiere decir que, vistos desde una perspectiva, se puede decir «soy yo», pero también, desde otra perspectiva, bien podría decirse «soy como el otro» Esto quiere decir que somos una perplejidad, es decir que somos la unidad de una diversidad paradojal de <ser y no ser>, que contrariaría la tragedia de Shakespeare. Visto desde la unidad de la identidad, es una tautología «ser como se es», pero también es una falacia, dado que tanto «se es» como «no se es». En el balance final, resultaría, considerando la mirada de la diversidad, que venimos siguiendo, «siendo lo que somos, tanto como siendo lo que no somos». No hay manera, según esta lógica, de escaparle a la cuestión tautológica. En este sentido no habría contradicción alguna, porque para que la hubiera tendría que haber identidad en el decir y no decir lo mismo al mismo tiempo, en el mismo lugar, y en el respecto de la misma cosa considerada. Pensar de otro modo, parece ser pensar en sentido exclusivamente positivo. Y menos, todavía, parece querer pensar la inconsistencia sostenida por el criterio de la negación de la no contradicción - [A ^ A], que debe leerse como «no es licito afirmar y negar lo mismo en el mismo momento y en el mismo lugar» Sin embargo, hay algo que afirmar desde la paraconsistencia: «no ser, es, también ser, es el ser del no ser», porque pensar algo sin este criterio, sería pensarlo incompletamente. Lo que tengo y lo que tengo que me falta o carezco, no lo que tengo excluyendo lo que me falta, sino ambas cosas conjuntadas no disyuntadas. Ahora, [A ^ - A],

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| 313 | Enrique García puede leerse como < es licito afirmar y negar lo mismo en el mismo momento, pero no lugar, o en el mismo lugar, pero no momento>, porque esta consistencia no violenta el principio de no contradicción. Solo que ahora, para diferenciar, llamamos a esta clase argumentativa, «paraconsistente» Hace un tiempo se publicó un grueso libro que se llama Nicolás de Cusa: identidad y alteridad. Pensamiento y diálogo. Incluye un muy buen ensayo puntual sobre Cusa y Rilke: Rilke y el Cusano: vestigios de una afinidad ideal. Es curioso como Norbert Westhof, el autor, pudo indagar en la obra de ambos, el teólogo y filósofo Nicolás de Cusa, y el poeta Rainer María Rilke, encontrando notorias cercanías entre sus lógicas de pensamiento, de cuño obviamente neoplatónico, a pesar de que Rilke tuviera una afinidad también notable con el pensamiento de Nietzsche y el de Kierkegaard a la vez. La cuestión estriba en la coincidencia de los opuestos, en el ideal de vida estoico-mística, y en el hombre como secundus creator en la inmanencia no trascendente, que ambos autores han sostenido a lo largo del tiempo, sin sospechar el uno del otro, tal vez. ¡That is the question!

Nada que ofrecer Podríamos decir que debiéramos estar con una pareja, cuando no tengamos nada que ofrecer, es decir cuando tengamos la carencia de llenar, con un proyecto, el vacío de nuestra incompletud. Somos la promesa, y toda está por venir.

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| 314 | Enrique García

Vivir en la duda Para Platón, era la idea; Para Aristóteles, el realismo; para Dionisio, la Bruma y la Ignorancia; para Kant la cosa, el fenómeno, y el nóumeno; para Hegel, la toma de consciencia; para Leibniz, la combinatoria de signos; para Wittgenstein, el juego de lenguajes; para Freud, el inconsciente; para Marx, el materialismo histórico; para Schopenhauer, la voluntad y la representación; para Nietzsche, la esfera emotiva, la voluntad, el eterno retorno, y el superhombre; para Lacan la sujeción a la palabra, la carencia, y la incompletitud; para Rorty el conocimiento sin fundamento. ¿Cómo poder discernir la realidad, si su hermenéutica parece tener un sentido a desentrañar en medio de signos que bombardean sobre los pantanos de la reiteración mutante? De tal suerte, ¿no será que el sabio muere cuando cree y el necio vive cuando duda?

El león de oro El prostíbulo Le Lion D’or (El León de Oro), está ubicado en la calle Europa 225. La sala de recepción dispone de un patio alumbrado por una única lamparita. Los hombres, en vez de esperar sus turnos sentados, permanecen allí de pie, con la espalda contra la pared y en silencio, pacientes, y resignados. La regenta se pasea por la sala con un silbato en mano, como para hacerlo sonar en caso de trifulca, en cuyo caso acudirá el vigilante, el sargento Gil, a quien se le «adorna» con dos pesos diarios, la prestación de sus servicios. Las noches, por cierto, - La Certeza Hecha Pedazos -


| 315 | Enrique García bastante movidas, engalanadas con trompadas, con balazos, con provocaciones, con heridos, impone la presencia policía, cuya representación llega cuando todo ha de calmarse. A partir de 1922, la seccional primera de Ensenada, adquiere predicamento a expensas del comisario Rogelio Márquez, hombre que supo demostrar su autoridad cuando se imponía que actuara con enérgica vehemencia frente a desordenes y trifulcas de ordinario siempre presentes en el ámbito prostibulario.

El grito de Munch El rostro nos representa. Su rictus. Las caras reflejan las almas. En las metamorfosis hay algo más allá. Hay una novela muy ilustrativa que, justamente, revela lo que somos y estamos hechos en términos de hueso y carne. Allí hay un párrafo estremecedor acerca del rictus de las almas en el rostro: "ninguna cosa pasó sin el permiso de mi alma", dice don Ernesto Sabato en Sobre héroes y tumbas. Su lectura es imprescindible, o más vale merece un profundo estudio, acerca de la importancia del alma de las cosas. No somos seres pequeños. Acaso no sólo seamos como un grito.

Rarezas de la pureza

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| 316 | Enrique García Es curioso que la cristiandad haga uso de alegorías, de analogías, y de leyendas. Hoy leí una opinión de la monja Caram, argentina destacada en España. Ella dice que la concepción mariana no se consumó sin pecado, y que la felicidad y el placer son gratos a los ojos de Dios. Eso de llama acercamiento y clarificación religiosa. Ese mensaje de Caram puede parecer insolente y ofensivo. Sin embargo, la ausencia de placer, de gozo, y de felicidad, tiene que ser ingrato a los ojos de Dios. Le va a costar mucho al Papa poder desterrar el espíritu conminativo y atemorizante de la jerarquía eclesiástica. Es que a fuer de fomentar el temor y de suplir la alegría con leyendas fabulosas, el rebaño parecería permanecer encuadrado. Decía Platón, que bastante influencia tuvo en los comienzos del heleno-cristianismo, que como es arriba es abajo. Si es así, algo no está en consonancia con el Amor Cristiano, o en la existencia secular estamos todos condenados. Y hablando de Amor, digo que si tanto hay que hablar de él, como decía Freud, es porque el amor todavía no superó la ausencia de pureza del odio. En buen romance, como diría Shakespeare, mucho ruido y pocas nueces. Recordemos que el olvido es la muerte, como dijo don Ernesto Sábato, y está cargado de memoria, cómo dijo Benedetti, y la muerte es la falta de presencia de amor. Como dijo Jodorovsky: hasta en la naturaleza el amor es búsqueda, el óvulo del espermatozoide, el espermatozoide del óvulo. Lo mismito que San Agustín con la búsqueda de la Gracia. Como es arriba es abajo. Tierra y Fuego, Prometeo Encadenado, Semilla y Simiente: ¡Incipit Vita

Nova!

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| 317 | Enrique García

El intríngulis del ser En

filosofía el origen del universo es una

cuestión controvertida. Aristóteles necesita una causa primera para no diferir la explicación del presente actual. Habla de un primer motor inmóvil. Sin embargo, se cree que hay más de uno y que la multiplicidad es solo una cuestión de impureza. El ser en general es difícil de definir y fue objeto de discusión en la iglesia. En El nombre de la rosa se plantea este dilema: <la justicia es un ruido que se hace con la boca>, sugiere el ser que es el sonido al nombrarlo, pero hay la materia, el nombre, el recuerdo posterior a la desaparición, y otras concepciones. El asunto es apasionante porque el ser, cualquier ser, plantea serias dificultades que terminaron dividiendo a los lógicos de los teólogos, a la cosa y la explicación de la cosa, a la ontología y a la gnoseología. Cuesta muchísimo desarraigar las ideas adquiridas incluso por profesionales de renombre durante la fase preparatoria. Habría que dar conferencias sobre el fetichismo ontológico, es decir sobre las bases mismas de los paradigmas falaces que llevan el signo del equivoco y lo conducen a la falsación. La cosa dista de su conocimiento. Ese principio condiciona toda posibilidad de identificar cosa y conocimiento, materia y forma. Estamos navegando en un mar de aguas dudosas por insuficiencia cognitiva, de aspectos que hemos dado por sentado para soslayar el caos, - La Certeza Hecha Pedazos -


| 318 | Enrique García para entronizar la no cosa en lugar de la cosa desconocida. Hemos contaminado al ser en sí, violando leyes capitales. Como transgresores brutales, hemos suplantado nuestra explicación de algo sin ese algo. Esto es grave para la ciencia. Sería mejor decretar la fugacidad del conocimiento y depositarlo en manos de la pertinacia de la cosa en sí misma. No tenemos nada más que supuestos abstractos y especulativos, ya que nada es sino una posibilidad caeteris paribus, un gran supuesto fantasioso que llevo a los escépticos de la materia a suspender el juicio y a legarles, a los doctos del conocimiento, una realidad que solo está en la cabeza. San Agustín proclama la creación ex nihilo. Otros apoyan los eternos móviles o inmóviles. Todo indiscernible circular que afirma que el tiempo y el espacio dan nacimiento al tiempo y al espacio se anula ex ante a menos que la causación Big Bang haya sido simultánea. En los años 40 la cuántica comenzó a valorizar la incertidumbre. El ser de la realidad es solo el ser suplente teorético. Por estas barbaries intelectuales Sábato abandona la física y se refugiaba en la pintura y en las letras, Heidegger hacía lo mismo con la mitología, Wittgenstein con la no esencias, y por último Hegel se pre lacaniza de la mano de Nicolás de Cusa, de Platón, de Dionisio, y de muchos otros que fundaron la paraconsistencia anti contradictoria, aún en asombroso despliegue. La causa no siempre lega un efecto. En cuestiones espirituales el efecto engendra la causa. Nosotros generalizamos, razón pura, ética, estética, lógica,

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| 319 | Enrique García o metafísica es lo mismo y están regidas por las mismas leyes. En este estado de cosas, llamamos ciencias exactas a lo qué cambia por definición, como la física que explica el mundo cambiante. Explicamos el mundo con palabras ideas fuerza, tal como Baumann y la liquidez o Foucault y el poder, o Marx y la lucha de clases. ¿Cuál es el mundo en sí y por si independiente de mí?

Como dice Lacan

En

la argumentación filosófica, al contexto

debe extrapolarlo el receptor. El texto explica al contexto, y el contexto "hace" lo mismo complicando al texto. Cómo dice Lacan, si uno creyera que hay una perfecta paridad entre el significante y el significado, no haría otra cosa que agregar más que confusión a los estrechos alcances del lenguaje Todo contexto está inserto en su texto, y a la recíproca. Ya sabemos que toda explicación implica una complicación, de suerte que todo conocimiento, abre las puertas al desconocimiento, es decir que el saber conduce a la ignorancia. La mayéutica socrática, necesitaba "parir" una casi interminable dialéctica librada a la interpretación de cada quien. Cada complicación exige una explicación, tanto como de toda explicación puede intrapolarse una complicación. Por otra parte, es desde el torbellino de afectaciones caóticas desde donde nace la voluntad de

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| 320 | Enrique García saber, después de iniciar un, a veces, largo camino inacabable, con lo que pareciera que es en el camino donde florece la permanencia de la duda coadyuvante. Es decir que toda cosa es la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser, y que el destino filosófico es apenas el camino de seguir siendo sin llegar a conseguir. De eso trata el texto y el contexto, de la permanente carenciación complicada y su despliegue explicativo, o a la inversa, hasta el hartazgo de lo asaz antinómico.

Naturación y culturación Construcción es un vocablo y una actividad que supone ir cambiando la estructura al momento del nacimiento, al momento del comienzo, y al momento del origen neonatal, por la cultura filogénica en devenir, es decir que se transita desde el funcionamiento biológico, desde la fisiología orgánica, hacia la instancia psíquica, situada en lo significativo. ¿Cómo se daría el pasaje del reflejo al esquema, o del órgano a la zona erógena, o del movimiento a la conducta? ¿Cómo se pasa del estímulo a la señal? Por la conducta: la conducta es un movimiento con significación, la conducta es un movimiento significativo.

Es ✓ es una ausencia en re-mayor, ✓ es la vigilia de la fe, ✓ es como sentir así

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| 321 | Enrique García como que Dios, hoy no ha venido, o no me vio. ✓ Es como el desamparo, en un pañuelo, que agita tu despedida ... en el andén.

El emboscado ignoto La tecnología de hoy es el nuevo rostro visible de la colonización que determina la dominación sin riesgo y sin presencia «en el sitio conquistado» Una suerte de autocolonización cibernética automatista e incruenta que impone su ritmo preferenciado a manos del forastero del tiempo y del espacio, contra el humanismo y la espiritualidad, contra un otro al que no ve ni conoce, pero al que escoge y selecciona a la sombra de un incomprensible «darwinismo económico» moderno. Los signos paradores se suponen en la «caja cerebral» de sabias cabezas convocadas para despejar la crucial dilemática: sostener la dinámica de la hipertecnificación o apurar mojones preventivos suspensivos que anulen la caída crepuscular que señala el destino de lo humano apenas en medio siglo. Estas cabezas inteligentes están persuadidas de que debe continuarse el trayecto histórico porque la suspensión teleológica «sine die» de la continuidad tecnolátrica vendría a dar en un big bang social inimaginado. Emboscado en algún ignoto lugar, el forastero nos determina. No es Dios, pero quiere

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| 322 | Enrique García serlo... Entretanto, permanecemos en nuestro puesto de amor en el cosmos: ¡Alerta!: avancemos con precaución, hay peligro adelante.

Doña Matilde Don Ernesto era portador de una vida increíble. Educado por un padre hostil, sufría mucho durante su niñez. De ahí debió provenir su afinidad con la juventud. Su nombre era el nombre de un hermano que lo precedió y qué murió prematuramente. De ahí debió provenir la idea en torno a los hijos no deseados. Sus relatos como el de la indígena que barría en el barro de la entrada de su rancho están en Antes del fin, los escritos irónicos están en Uno y el universo. Hay ensayos anteriores sobre Hombres y engranajes y sobré la educación y otros temas de interés actual. Don Ernesto escribió El túnel, Sobre Héroes y Tumbas, y Abandón el exterminador, Su primera obra fue La fuente muda, pero la quemó evitando así que viera la luz. El resto de su obra publicada se salvó de la purificación ígnea, porque su esposa Matilde rompía en llanto cada vez que Don Ernesto intentaba repetir el mismo ritual. Matilde fue una poetiza que casi nunca publicó nada porque prefirió homenajearlo a su esposo, ofreciéndole un generoso silencio escrito. Hay un único poema de esta notable mujer que se logró conservar y que oficia como apertura en Antes del fin. Como correspondía a la entrega de Matilde, el poema no lleva título alguno. Tal vez a Matilde Kusminsky-Richter le hayan faltado palabras, pero es seguro que le han sobrado

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| 323 | Enrique García los gestos de amor que le prodigó a su esposo, don Ernesto Sábato.

Neg-ación La negación tiene destino infinito, porque contempla lo que se es y lo que no se es, lo que se tiene y lo que no se tiene, en fin, es más completa, o si se quiere, mejor dicho «incompleta por completarse», lo que, como reitero, ya un poco cansadoramente, la hace ser infinita. Uno es una identidad indistinta, pero como esa cualidad la tenemos todos, pues somos distintos iguales, distintos por identidad yoica, iguales por diversidad ajena. Somos-nos-otros y losotros. Me preocupa el uso del vocablo «arrepentirme de lo vivido», ya que uno, en principio, no debería arrepentirse de nada, aunque la nada tal vez sea el máximo tema negatriz, pero si llegado el caso hay que arrepentirse de algo, «habría que arrepentirse puntualmente de lo que no se vivió», que es el núcleo de muchos conflictos vistos a diario en los consultorios de los psicólogos y de los filósofos de la mente. Y hablando ya de «morir-se», diré que muere mucha gente antes de morirse, pero nunca he podido ver a alguien que haya vivido después de morir-se, con lo que la negación de la vida es una posibilidad de la imposibilidad.

Un día Un día dijo Nietzsche que la-esperanza-es-el-peor-de-los-malespues-prolonga-el-tormento-delhombre.

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| 324 | Enrique García De esto-se-trata, de la Esperanza de la esperanza sin desesperación. de eso se trata, de eso ante los graves avatares menos pensados. Hace pocos días, el día que lloró Zarathustra, un psicoanalista muy apreciado, lo alertó sobre la levedad del anclaje de la muerte allá, en el fondo mismo del inconsciente, pues pareciera que tal inconsciente registrará la vida, no registrara la muerte La muerte aparecería en el inconsciente como un acontecimiento ajeno. Vive todo aquello que Spinoza, otro solitario a dúo, llamaba "conato" del ser que es y se empeña

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| 325 | Enrique García en seguir siendo. La Esperanza es dominante. La desesperanza es recesiva. Así juega la Esperanza de la esperanza de Sísifo sin desesperación, que esperó infructuosamente que alguna vez primera no cayera la piedra que cargaba en su espalda. El tal inconsciente registraría la vida, pero la vida que registraría, contemplaría el-receso-de-la-muerte tanática frente a la dominancia de la vida erótica, que es de lo que trata la Esperanza, se trata de luchar contra "el destino" y, frente a ese sino, esperanzarse, aún en la inminencia

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| 326 | Enrique García de la trascendencia, sea en el reencuentro renovado con los que estuvieran más acá, pero están más allá, lo que promete una vida nueva que, tal vez fallidamente, se espera. En el bamboleo hacia lo opuesto, puede darse la Esperanza de la desesperanza con desesperación Hay algo de contingencia en esta manera de pensar la Esperanza. Algo de inevitable eventualidad. San Agustín definió al amor de esa manera, como la búsqueda de una respuesta propiciatoria para conseguir la gracia sin la certeza

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| 327 | Enrique García de recibirla, aunque cualqunque la merezca. Esta manera de vivir implica la "salvación soteriológica", más acá o más allá también, esquiva cosa que se discierne fuera de la voluntad o a pesar de ella. Algunas gracias se pueden conseguir, acá y allá, otras no las conseguiré jamás. Entonces es cuando el valor de la esperanza ante lo irremediable, se convirtió en Esa Esperanza sin esperanza ni desesperación, como si fuera un sello, una ley,

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| 328 | Enrique García un esquema de vida sin el correlato empírico, y esa expectación es algo así como la emoción ansiosa de la inminencia de la víspera, porque la agrava, los acontecimientos en la noche de la víspera. En palabras simples, la Esperanza es una manera de vivir la esperanza, que no excluye la desesperanza y arrincone la desesperación. Como recuerdo En el epitafio aquél, que vi, se me aparece La metonimia de la Esperanza, que se sintetiza en la locución escondida

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| 329 | Enrique García que le canta a la

«Incipit Vita Nova», y que creo que consta en algún rincón del legado del Dante, para avisar que comienza una vida nueva. Gracias le doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal, que me fortaleció, y me abrió las puertas mismas de una aparente contradicción en el camino de las esperanzas más desesperanzadas, como siendo solo una manifestación solitaria de calamidades. Es que en las cuestiones del espíritu,

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| 330 | Enrique García las causas tendrían que ser efecto de los efectos, y los efectos causa de las causas. De aquí pareciera que surgirá la relatividad de la Esperanza, de la desesperanza, de la esperación, y de la desesperación. Entonces, no será imposible que estas relatividades no se encuentren impedidas de arribar al campo de las sublimaciones virtuosas, siempre que con el deseo del mundo como voluntad y representación se abrigue,

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| 331 | Enrique García y nazca de la petición de principios de la Esperanza de la esperanza sin desesperación.

Negacción La idea de que el amor es una construcción, que comparto, tiene raíz en el constructivismo de Kant. Luego lo adoptó Piaget para explicar como sucede el esquema evolutivo del psiquismo. Lacan lo explicó, más tarde, expresando que el amor es dar lo que no se tiene a quien no es, lo que coloca al amor en una línea de tiempo indefinida y en una imposibilidad de totalizarse. En ese sentido hay una negación de que sea. Sería una construcción del ser a partir de la carencia de no tener sin posibilidad de ser. Un ir siendo sin ser ni tener. Algo así como la utopía de la deconstrucción de la carencia, mejor dicho una construcción de la deconstrucción del no tener ni ser que nunca se alcanza, sino que, cuando se alcanza, ya no es amor. porque, entonces, se tiene y se es lo que no puede ser en tanto que carencia. Parece que toda la vida es así: carencias y deconstrucción de las carencias, es decir no todo. La deconstrucción es una construcción con signo negativo. El giro de Lacan es el de Kant mediado por Piaget, la materia incita afectando a la forma preexistente que responde espontáneamente, es decir el deseo apetitivo que concita la carencia despierta. Conocemos, y nos

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| 332 | Enrique García desenvolvemos siempre, por un esquema que comienza siendo genéticamente impulsado por la pulsión de succión. Después, uno aprende de ese esquema que toda desequilibración responde a un deseo que tiende a reequilibrarse con las voluntades de poder, de querer, de saber. El contenido nunca es el mismo, pero el esquema sí Lacan lo ve como en proceso en construcción, correctamente dicho como la deconstrucción de una carencia. Se construye la deconstrucción. Esta interpretación es continua, inalcanzable, y nunca se realiza, niega la posibilidad de que algo sea aquí y ahora, sino una perspectiva en expectativa. Es por tanto utópica y ucrónica. Decir que algo es, inesencialmente, es decir como predicación y afirmación de que algo que cambia existe puntualmente, o bien puede llegar a serlo, en tanto que construcción en expectativa dinámica, está sospechado de representar una soberana falacia ontológica. Nada es, todo va siendo sin cesar, sin terminar nunca de ser. A la manera de Heráclito, todo deviene, que es la forma de un ser que no es, Que su ser no es puntual y en acto, que se ser, por lo tanto es un no ser, y un ir siendo en potencia, que remite a una construcción posiblemente imposible, desde que se parte de la no totalidad, de la incompletitud, de aquella forma que si acaso fuese, dejaría de ser carencia. ¿Acaso morir no es ir dejando de vivir, una construcción de la deconstrucción, y sin embargo pensamos que no sucede sino puntualmente el día menos pensado tal como si pudiéramos ser una y siempre la misma cosa, a pesar del deseo de seguir siendo del conato agonal y de la incompletitud del no todo ?

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| 333 | Enrique García Para poder vivir, hay que saber morir de a poco. El cultivo de la sabiduría te conduce a la ignorancia. Aquello que te libera, de la misma manera te condena. Para ir hacia el más allá tenés que haber visitado el más acá y, para estar en el más acá, tenés que vislumbrar tu presencia el más allá. La presencia de la ausencia es más presencia que la presencia de la presencia.

Una formidable ignorancia [I] Uno se percibe por instantes, lo que no quiere decir que ni uno, ni nadie, sea ese que se registra como un ser total definitivo, completo y exacto, ya que la percepción es fugitiva, y el ser incompleto en razón del tiempo. Sin embargo, cada ser, humano o no, tiene una proyección infinita, ya que no ser implica ir siendo, e ir siendo implica devenir siempre, y devenir siempre significa dejar de ser algo distinto del cambio permanente. Ser también es una limitación. El nombre personal, en particular, y el nombre de todas las cosas, en general, el nombre como categoría lingüística formalizada, es limitante y, en tal sentido imposibilita la infinitud, es decir la posibilidad de devenir, entonces cesa, se hace estático, no se proyecta en el tiempo, termina, deja de ser, deja de acompañar el proceso de permanente cambio como representante de la cosa nombrada, es falaz, fallido, o por lo menos insuficiente. Nombrar es un acto impreciso. Nadie es el que se percibe, el que se registra a sí mismo, ni siquiera uno es el que perciben los otros o el que todos los otros registran uniformemente al unísono como siendo siempre el mismo.

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| 334 | Enrique García La percepción colectiva, así concebida es infinita, pero está divorciada del ser porque no lo representa como debería hacerlo el nombre a la cosa nombrada, porque las cosas no son su nombre, ni tampoco la percepción, individual o colectiva, lo es de las cosas. [II] Hay ente como existencia; hay ser como devenir; hay esencia como lo que permanece o no en el cambio, tal vez la falsación, tal vez la muerte de un individuo con la que se pierda la esencia universal "hombre" y sus predicaciones en torno del deseo del conato de ser y seguir siendo, el despliegue de las voluntades activa o pasivamente expresadas, el goce; hay amor cómo búsqueda insegura y permanente de una respuesta. Ser, fuera de la también formidable ignorancia incluso de Heidegger o de Heráclito, de Hegel o de Lacan, es una imposibilidad propiciatoria, precisamente por la también formidable ignorancia de su devenir. De este modo la imposibilidad implica carencia y deseo en dirección al goce, mediando un sinnúmero de voluntades, es decir reclamo o amor sin fin. Hay una también formidable ignorancia, es decir a una línea argumental que ronda la idea del perpetuo cambio inestático. Negar el ser no es abolirlo, es simplemente introducir una sucesión seriada de negaciones conservadas y superadas sensa fine. Es más, diría que la falsación es inconmovible y la verificación contingente. De tal suerte, el ser tiene que ser necesariamente promesa infinita, es decir formidable ignorancia del destino cierto y también formidable certeza del camino incierto.

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| 335 | Enrique García La formidable certeza es la esencialidad de la falsación, porque ella permanece en el cambio, y también es formidable la inesencialidad de la verificación porque ella no permanece en el cambio en tanto que devenido. Me reitero en el sentido de que no nos ciñamos a un único autor, sino que usemos "la formidable ignorancia" y sus posibilidades variantes, para luego tomar de cada autor la parte que se pueda justificar. Finalmente terminaremos afirmando la misma formidable ignorancia final, aún cuando en el camino podamos argumentar con certezas e ignorancias igualmente formidables, en el trayecto de nuestras alegaciones intermediarias. Incluso, podríamos titular este texto como "La formidable ignorancia ontológica".

El Eco de don Umberto Póngale sentido a la construcción de sus asertos y despejes. Amar es buscar. Buscar es no-tener. Es tener la indigencia de algo. Constante movimiento entre «nadas» nunca demoradas y «algos» siempre fugitivos. Amar es tener que re-clamar: «Los perdedores y los

autodidactas siempre saben mucho más que los ganadores. Si quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo objetivo, y más te vale no perder el tiempo en saber más: el placer de la erudición está reservado a los perdedores»

Negatividades

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| 336 | Enrique García Toda acción positiva (o en su caso negativa) supone la negación de su opuesta. Cuando viajamos en el espacio, vamos hacia, y por ende nos «escapamos de» (otro espacio anterior), lo mismo ocurre con el amor, o con el conocimiento, o con el recuerdo (como decía Borges), ya que lo que está allí comprometida es la idea del devenir. Hasta aquí, lo de Hegel-Kojève-Lacan y sus antecesores. Pero habría una forma lógica alternativa que contemplaría una y la otra cosa, y aun ambas a la vez, ya que, en ese sentido podría haber algo que fuera siempre así, en un sentido, en el otro, y aun en ambos simultáneamente, todo informado bajo un mismo patrón dialéctico no superador, algo así como un esquema maestro diríamos, cuya lógica sería trivalente a la manera de González Asenjo, la una, la otra cosa, y ambas a la vez, pueden ser verdaderas, sin excluir, como posibilidad alternativa, sus combinaciones. Así, la negación de uno mismo, el ser no ser, y el ser no uno incompleto, nos religan en el sentido de Sloterdijk, en tanto que seríamos no solamente en devenir sino en otro, o de otro, lo cual supone una religación entre sujetantes y sujetados, anudados en una cadena sin fin de remisiones hacia los otros, es decir una forma de devenir no ya individual sino colectiva que explicaría cómo se construye la individualidad y por ella la comunidad. Este tema cuenta con demasiados interrogantes como para que lo dejemos pasar sin más.

Alguien visperado Hay números que son emblemáticos. El infinito, por ejemplo.

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| 337 | Enrique García Sin embargo, Sísifo esperaba siempre poder llegar a la cima, alguna vez sin la fugacidad de su escurridiza piedra. Si, la duración del amor a «algalguien» se sostiene en la misma pertinacia, en la misma esperanza «visperada» de alcanzar la unidad a dúo, simbiótica e infinita. Entonces, todo-se-sostiene-en-lo-imposible, en-el-capricho-cotidianamente-repetido-de-seguirmereciendo-ser-feliz-con-algo-o-con-alguien.

Segundo anatema Y vos, que oscilás y te bamboleás, basculando entre dos mundos tan disímiles, seguramente entendés. Gracias por andar con la oreja lista para oír. Ojalá que siempre tengas un motivo para perder la vista entre las líneas de un libro o frente al resplandor de la computadora escribiendo, porque eso estaría señalando que hay fuertes y poderosas motivaciones que empujan tu caminar. Yo no me explico, y reniego, cual es la razón que hace que te declaren invisible, siendo que la vida está jalonada por fuerzas tan cercanas y visibles. Me da pena que, como los ciegos videntes, no quieras ver. Yo siempre soñé con un absoluto enorme. Con un absoluto que me bastara. Lo encontré en pocas cosas, en algunos libros, en alguna música, en alguna flor, en algún niño, y fundamentalmente en la palabra, en la palabra con la que sé que me voy quedando porque me pertenece, y también le pertenece a un par de personas muy queridas, solamente a un par que ni siquiera imaginan mis

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| 338 | Enrique García inquietudes y vibraciones. Entre las personas, encontré el absoluto en unas pocas, entre las cuales debo confesarte no te cuento, y quiero que lo sepas, para que no me arrepienta, alguna vez, por no habértelo dicho claramente a tiempo.

Big bang «Creatio ex nihilo», proclamaba Agustín de Hipona. La nada es el punto de partida de la existencia. El final de la existencia es haber alcanzado la totalidad completa. En algunos textos se enseña a entender lo no dicho. Si de alguna manera esto significa interpretación, es porque nada hay de completo. Si así fuese, si todo fuera completo, no habría que ejercitar ninguna voluntad. Creer que algo es, constituye un equívoco. Hoy no somos iguales que ayer por el simple dinamismo. Por otra parte, la palabra misma es un efecto de la cosa, es la materia la que en tal caso interroga a la forma y el psiquismo entonces le contesta, y no al revés. Los juegos de lenguaje son los que representan al mundo y sus límites. SI la palabra «nada» tiene vigencia, es precisamente porque significa. La nada conservada de Hegel sería imposible para su dialéctica, la nada de Cusa no sería Dios, la nada no sería una anterioridad, sino una posterioridad con significado. Un vacío, tal como lo explica la física, es muy importante a la hora de concebir la mecánica celeste. En el mismo terreno, todo no hay donde hay todo, sino donde hay nada. La primera cosa que incita es la nada que comienza a tener algo que provoca a la forma hecha palabra o simplemente pensamiento. Recortar el diálogo en alguno

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| 339 | Enrique García otro punto intermedio es sesgar y establecer paradojas. Es lo que hace la ciencia, porque no tiene más remedio. La nada es el principio, no el final. La finalidad es el todo que repite la gesta del periplo que comienza con la nada y culmina con el todo incompleto. El ser, cualquier forma de ser, es un ir siendo camino de la nada abandonando todo.

Filosofía de las no cosas La palabra es una de las tantas formas de representar las cosas. El nombre de la rosa tematiza está cuestión que se inicia con Porfirio. Desde ese momento hasta hoy, se pudo entender que una cosa es su materialidad, o bien puede adherirse a su nominalidad, o al ruido que se produce al nombrarla, a la evocación aun cuando desaparezca, o simplemente al referente lingüístico. Todas ellas son referencias representativas. Wittgenstein dirá que no hay otra esencia que la palabra, Platón que hay una idea rectora trascendental, Kant que solo hay fenómenos, Leibniz que solo hay cosas formales, Ricoeur que solamente hay signos que trasuntan el alma y que lo más concreto es lo mas abstracto y viceversa, Rorty establece que nada tiene fundamento en sí mismo, pero Heidegger cree que nada es sin fundamento. Aún así una cosa nunca termina de dejar de no ser, dada la nada como una manera de decir el ser que va siendo. Todos estos aspectos son no cosas de la cosa misma. Por tanto, son una impuntualidad en la pirámide metafísica de los géneros y especies. Una categoría no extrema de la cosa espiritual. Últimamente se ha llegado a pensar que en la cosa no hay otra cosa que Amor en sentido universal agustiniano.

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| 340 | Enrique García En suma, a la incerteza natural le hemos estado superponiendo el simbolismo mental de un orden cultural figurado que paradójicamente introdujo un grado de creciente ignorancia serial que interminablemente oscila entre una incerteza superada y otra incerteza devenida.

Neo-logismos De la obra de Arlt recuerdo El juguete rabioso, Aguafuertes y, fundamentalmente, Los siete locos. Aunque yo he incursionado un poco en la filosofía de la literatura y el arte en general, vale decir en lo que se denomina «estética», siempre me atrajo el manejo del lenguaje, o mejor dicho de los lenguajes y sus proyecciones. Recuerdo que para el vocablo «aturullado», don Ernesto Sábato usaba el térm ino «atarantado», que suena menos molesto, y un poco más eufónico. Y ya que lo recuerdo a don Ernesto, recuerdo que cierta vez le dió por jugar con la lingüística, y la emprendió, junto con André Bretón, el creador del Surrealismo, con el famoso término «litocronismo», algo así como la petrificación del tiempo, idea que Bioy vino a tomar para muchas de sus novelas, entre ellas La invención de Morel, que plantea que, mediante la indefinida repetición de conductas, se consigue una «parálisis cronológica» No sé si esta tarea, creo que sí, fue anterior a su Uno y el universo, que son ya reflexiones de orden paradójico y casi humorístico de alta nota. Recomiendo, si es que algo se me permite recomendar, y se acepta, que se consulte la página Exonario, que está en la red, y que tiene una verdadera infinidad de vocablos muy ingeniosos y que, por estar fuera

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| 341 | Enrique García del Diccionario, se lo ha denominado «Exo-nario», que parece significar «lo que está por fuera de la catalogación», o, mejor dicho, en lunfardo, lombardo o «lengua inherente al robo»: «lo que no entra en las cuarenta del mazo»

Nerón Tres fueron las veces que Nerón intentó envenenar a su madre Agripina. Pero esta, muy astuta, se había tomado el antídoto. Intento que un techo se le cayera encima, pero fue avisada. En un paseo en barca la arrojo al agua, pero llegó nadando a la orilla. Envió a un centurión que la golpeó en la cabeza, pero solo logró herirla. Ella se incorporó y se arrancó el vestido diciendo: «golpea aquí en

estos pechos que fueron capaces de amamantar a un monstruo como Nerón» Nerón cuando vio a su madre muerta y desnuda dijo: «de haber sabido que era tan bella...» Nerón no podía soportar que un dios pudiera ser más poderoso que él, por lo que decidió orinar en una estatua de Cibeles. Nerón hacía ejecutar a los espectadores que en sus obras teatrales no aplaudían con entusiasmo. Nerón no tuvo valor para suicidarse y tuvo que ser su esclavo Epafrodito, quien empujara la daga para cortarse la garganta.

El desquicio Hay dos realidades igualmente desquiciantes. Una es una realidad material, y por lo tanto concreta y

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| 342 | Enrique García sensible e inherente los sentidos externos. La otra es intelectual, y por lo tanto formal y conceptual e inherente al entendimiento. Hay muchas otras formas que igualmente escapan fuera de su quicio. Entre ellas podríamos contar a la realidad posible, a la realidad nominal, a la realidad foniátrica, a la realidad imposible, a la realidad ficta, a la realidad nihilista, a la realidad metafísica, a la realidad representada, y a la realidad interpretada Quién crea que vive fuera de esta caótica aglomeración ontológica que nos proporciona un orden combinatorio que sintetiza el orden que buscamos y necesitamos, vive una forma de enajenación que lo libera de tener que buscar el sentido de la ignorancia, aunque bien podría vivir una forma de reconciliación que lo libera del sentido de la sabiduría. El desquicio puede estar en uno, en otro, o en muchos sitios, en una, en otra, o en muchas realidades, dependiendo ello del sentido que le demos a la interpretación de los signos conocidos. La realidad es un asunto que siempre sale de quicio. Cuando es material, escapa de lo nominal. Cuando es memorial, escapa de lo ficticio. Se use la realidad que se usare, siempre se estará fuera del quicio y será el sentido que le demos a una realidad, el único que se justificará en el mismo momento en el que echemos mano de ella. En definitiva, todo es lo que nunca llega. Como diría Pessoa, vivir se trata de no conseguir. Si hasta el amor es la indigencia de dar lo que no se tiene para nunca dejar de no ser. Amar parece siempre no terminar de

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| 343 | Enrique García reclamar para no terminar de calmar la imposibilidad que sostiene la pertinacia insistente. Vivir parece ser entender sin sentido inconsciente. El desquicio consiste en tratar de entender ahí lo que nunca cesa de no establecerse.

Nietzsche Nietzsche estaba preocupado por la inexistencia del hombre, que necesitaba el bastón de un Dios «existente» al que había matado, al que habría de recurrir para eludir su insuficiencia mental, y su parálisis emotiva.

Nihilismo Curiosamente, también el nihilismo está ligado a la impotencia del todo. No es incompletitud, pero tampoco plenitud y, esa es la «fuerza» misteriosa que contiene el concepto que, además, refleja ontológicamente, tanto la insuficiencia como la plenitud que, raramente coinciden, ambos, en un punto de ambigüedad confusa. Negar la nada, es algo así como refutar el todo. Y negar el todo, es como refutar la nada. No es una sin la otra. Ni siquiera constituyen pares opuestos referenciados, no conviven en el mismo vecindario como mellizos, ni habitan en la misma «casa» como los gemelos, ni son parte de una totalidad indivisa como los siameses. Antes bien se presentan como teniendo identidad y distinción a un mismo tiempo.

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| 344 | Enrique García

No hay libertad Todo es aceptable según concepto. Eckart por ejemplo pergeñó un híbrido que en el fondo no es más que una metafísica de la existencia, un hibrido entre realismo sensible y nominalismo que no se puede resolver mediante escrutinio sino mediante simpática adhesión que eso es la filosofía, no adhesión ciega, sino simpática. Yo creo en la negatividad negatriz, en cualquier plano que sea, por eso considero, tal vez erróneamente, que Lacan es la síntesis de ese pensamiento en el plano de lo psicológico. ¡No hay libertad!

Un bacán que a su mina la embroya Como expresión bailable, el tango comenzó a discurrir entre varones. Primero, se bailó en carpas, allá por Santa Lucia y Recoleta, después en los bodegones de La Batería, más tarde en el prostíbulo La Estrella, de Ensenada, en la academia de los Tancredi, y en La Red de San Telmo. Hacia fines de siglo, de los piringundines, el tango pasó a Palermo y, posteriormente, a lugares mucho más elegantes. Los prostíbulos de Ensenada tuvieron su origen en locales donde se escuchaba música de tango. Recordemos que, por entonces, el tango no gozaba de los favores de la sociedad considerada «decente». Allá por l880 comenzó a conocérselo en el prostíbulo La Estrella de Ensenada, un piringundín atendido por camareras que, según el diario más antiguo de la ciudad: «no guardaban la cultura y decencia debida».

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| 345 | Enrique García Es que el baile del tango componía figuras sensuales que no se compadecían con el decoro, con la decencia, ni con el pudor que debía guardar las manifestaciones sociales de la época. Sin embargo, después de un comienzo azaroso, el tango comenzó a ganar terreno en términos de aceptación social. Tan virulenta fue la reacción que el tango despertó en sus comienzos, no sólo por su difusión en los suburbios arrabaleros de la marginalidad, sino por las figuras que «dibujaba» su expresión bailable que se instauró una suerte de vigilancia en la persona del «bastonero», encargado de mantener el nivel decoroso que la sociedad esperaba, al punto de poder llegar a determinar que, si se producían transgresiones de alguna clase, en algún corte, en alguna quebrada, en alguna filigrana, o en alguna otra figura, el causante podía ser inmediatamente llamado al orden y hasta podía ser sancionado con la expulsión si insistía o reincidía en su actitud. Los comienzos del tango fueron también austeros. Su música solía interpretarse, en las condiciones mencionadas, con un violín, con una flauta, y con una guitarra y, a falta de esta, con el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento. Con la mediación de un papel de esos que se usan para armar cigarrillos para fumar, un avezado «soplador» marcaba el ritmo del dos por cuatro. El instrumento característico fue el bandoneón, que llegó al tango un par de décadas después de su nacimiento, aproximadamente hacia 1890, y tuvo la ingrata misión de tener que sustituir a la flauta.

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| 346 | Enrique García Hacia l898, los prostíbulos de Ensenada constituían los centros de atracción más concurridos por causa y razón del tango. Allí se escucharon los primeros tangos que, curiosamente, carecían de letra. En algunos casos eran los propios músicos quienes la introducían improvisadamente. Cuando el tango comienza a manifestarse como expresión cantada, es decir cuando comienzan a componerse sus letras, la temática de los autores centraba en la descripción de sucedidos en torno de los piringundines, de los burdeles, y de lo] prostíbulos. Se trataba de letras vulgares, obscenas, y provocativas: Trasuntaban un pobre nivel de , y sus títulos acompañaban el estilo del contenido de las letras.

Nombres Los ciudadanos de romanos tenían tres nombres: el praenomen, que indicaba la rama de la gens o tribu de la que procedía, el nomen, propio de la gens y eembroyal cognomen que era el apodo de su familia o el puesto a él. Julius Cayo Caesar. El cognomen de Publio Ovidio «Nasón» significaba el de la nariz grande. El cognomen de los «cicerones», provenía del cicer, que significaba garbanzo, debido a la gran verruga que un antepasado de Cicerón tenía. A Calígula su nombre le viene desde que su padre lo presento a las tropas vestido de uniforme y con unas botitas Caligulae. A Julio César su apellido le venía de sus antepasados los Caesar, palabra de origen púnico que se traducía por «elefante», dada la gran memoria y longevidad de sus antepasados.

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| 347 | Enrique García Heliogábalo, cuyo nombre era Vario Avito Basiano, se comenta que el nombre de Vario provenía de la multitud de hombres que habían copulado con su madre para concebirlo.

No-querer-vivir Es imposible no querer vivir. La idea de perseverar en el ser está inserta en lo profundo del ser. Pensarlo de otro modo sería como desvirtuar la idea ética que inhiere en la vida, para los que creen en alguna clase de Dios, sería como una herejía contraria al mandato de la Escritura, para los que abogan por el darwinismo, sería como una aberración natural que se marchara en contra del evolucionismo, y para los que adhieren al ideario de Ricoeur, sería como un signo que podría estar proyectando el sentido de bamboleantes de sombrías vivientes que ya no son más que eso, sombras y bultos que se menean.

El mundo siempre avisa «Como es arriba es abajo» decía Platón, refiriendo la semejanza. La metafísica comienza con el secularismo. Por lo tanto, amar y amar-se es, a la sazón, un modo de acercarse al desideratum. Dios parece ser, sin duda, la próxima Gran Teocognitoentidad.

No pesimismo: negatividad Mi pensamiento es negativo, no pesimista, donde «negativo» significa tanto como la posibilidad infinita - La Certeza Hecha Pedazos -


| 348 | Enrique García que la creencia exige. Recuerdo que uno es por lo que no tiene, porque usted, y yo, y el Papa Francisco, carecemos, y que el mismo Benedicto ponderaba la actitud de la carencia como un don, el don de tener que llegar a ser quien está prometido que se sea. Recordé la palabra de mi querido maestro Pousa, que decía «solamente nos completa la muerte, mientras tanto somos eternos» Sospecho de las personas que so pretexto de una supuesta felicidad inalcanzable y extranjera, pregonan la risa absurda en el velorio de los que no saben, de los que no tienen, de los que no pueden, de los que no viven y mueren día a día, real o simbólicamente, en medio de una tartajeantes carcajadas cargadas de un sopor festivo insoportable, de los drogados, de los enfermos, de los perseguidos, de los cristos, de los judíos, de los homosexuales, de los leprosos. En suma, son tiempos de un realismo extraño, cuando no de una conformidad enancada sobre el posibilismo de la vida. Espero haber desalentado lo suficientemente, solo para alentar a revalorizar los destellos luminosos de una vida que brilla entre dos oscuridades. Algún día habría que hablar de la imposibilidad de la vida en la posibilidad de la muerte, como diría un cierto personaje alemán llamado Heidegger, cuya cosmovisión era, por cierto, justa, par, y equilibrada, y no el peso de la balanza forzosamente inclinada hacia una alegría oculta que enmascaraba la más profunda tristeza no excolmulgada ni excomulgable. ¡Gracias por ayudarme a seguir aumentando mi acervo en línea con el pensamiento negativo que la vida no revela, y me permite seguir publicando, con cierta benevolencia, esta clase de visión metafísica del mundo y de la obra, con la misma soberbia de Nietzsche, con la misma osadía de

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| 349 | Enrique García Spinoza, con la misma visión de todo loco que entrevió de la vida, una complejidad incomprendida y limitada por la pulsión erótica que olvidó que lo tanático creció en medio de la guerra más atroz, y en medio de la paz menos inquietante! Es seguro que este pensamiento tendrá algún destino extemporáneo y, como es de ordinario remanido entre nosotros, diga «¡cuánta razón!», tal como decimos, a diario, nosotros, lo mismo que dijo Cristo, cuando algo nos sume en la umbría penumbra de la inocultable finitud que nos acompaña: «¡¿Elí, Elí, lama sabacthani?!», o mejor dicho: «¡¿Padre, por qué me abandonaste?'!» Ojalá volviesen los días del Origen de la tragedia, solamente para identificarnos con ella, en vez de enmascararnos con una risotada disociante, porque tengo para mí que quien aprende la convivencia con las sensaciones horrorosas, ha sido devenido sabio. De mis afectos el mejor, y de mi pesimismo el peor, el más des-esperanzado.

Sabio Sabio es aquel que después de haber leído mucho, después de haber debatido mucho, después de haber reflexionado mucho, comprende que toda esa trayectoria lo condujo a la perfecta ignorancia. Vivir es no conseguir y a pesar de eso abrazar esa indigencia de querer y no poder tener, de no poder saber, de no poder hacer, de no poder sentir, de no poder crear, de no poder creer, y sin embargo buscar. El hombre ignora porque nada consigue de todo. Dios consigue porque de todo nada ignora.

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| 350 | Enrique García

El alma de mi perro Hubo un tiempo en el que un perro reconoció al asesino de su amo en medio de una muchedumbre de sospechosos. En ese tiempo, el mismo perro, mordiendo y ladrando, obligó al criminal a confesarse autor de aquella muerte. Hubo otro tiempo en el que otro perro cuyo dueño fue sentenciado a la pena de muerte. Cuando el perro aullaba insistentemente ante el cadáver de su amo que ya había sido ejecutado, un espectador circunstancial le arrojó un pedazo de carne para que se alimentara. El perro lo tomó y corrió a depositarlo en la boca de su amo ya muerto como queriendo revitalizarlo. Cuando el cadáver del hombre fue arrojado al Tíber, el perro se lanzó desesperadamente al agua para tratar de rescatarlo. «¡Cosas vederes, Sancho!», exclamó Umberto Eco.

No ser Si las cosas fueran como son, sería imposible conocerlas. En ese sentido las cosas son como no son, son como creemos que son, incluyendo la misma expresión con lo que la distinción entre el ser y el saber se anularía o, mejor dicho, se unificaría, el ser y el pensar serían una y la misma cosa. Pero como no puede ser, sino por definición ajena a la misma cosa, que la identidad de la cosa sea nada menos que la no cosa, o sea la cosa mental, que es otra cosa, es decir la concepción mental de la cosa, entonces la cosa no sería sino la representación aproximativa de ella misma.

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| 351 | Enrique García Volvemos al insuperable problema de la ontología que no puede explicar si la cosa es su materia, su nombre, o una incidencia de otro tenor. No me convence esa idea dogmática y estrecha que define al ser como lo que es y a lo que es como lo que es, bajando así, indefinidamente, por el espiral de una regresión al infinito que hemos previsto de antemano echando mano de una definición que funciona mas bien como hipótesis que justifica mi argumento en el sentido de un ser no ser incompleto, ahora, perfectamente imperfecto que no llega a ser por un doble motivo, esto es, por perfectamente imperfecto y perfectible, y también por estar sujeto a una permanente construcción temporal no instantánea, lo que implica, en ambos casos, un sentido puro, no empírico, en el sentido de Kant, que la ciencia tiene que respetar no por fuerza no cósica sensible, sino por imperativo lógico de tono, o color epistémico artificioso. Si bajo ciertos supuestos el ser es lo que es, hay mucho de metafísico en él, y el ser estaría más cerca de no ser que de ser sin más, y de ir siendo lo que decimos que creemos que es, o sea una construcción caprichosa que secundariza todo lo que en el ser inhiere. Veo con cierto agrado y regocijo que las cosas no puedan ser sino fruto mental, tercer elemento que computo en favor de mi idea primigenia respecto de que el ser se construye o se da por construido, y que, en tanto que construcción, se desconoce también, aunque se lo sospeche, casi del mismo modo que la cosa en sí y por sí, independiente de mí, aunque exista o, mejor dicho, se vaya totalizando en un instante cualquiera de la evolución de su totalización inacabable e incompletable dado que las cosas carecen de finalidad y que, en verdad, somos nosotros

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| 352 | Enrique García quienes le asignamos finalidades caprichosamente, y hasta me atrevería a decir impunemente, en homenaje a la justificación de una perfecta imperfección que nuestra arrogancia intelectual nos manda ignorar con justificaciones nominales tan abstrusas como los del paradigma instante, cuantismo, y otras provisionalidades semejantes, que también computo a favor del argumento que proclama que no hay cosa instantánea sino construida con el tiempo desde lo ajeno a su mismidad y que su totalización es tan ilusoria como inacabada e inacabable, que la carencia sin final es un principio clave en toda concepción cosmogónica, y que la vía no negativa es una formulación reduccionista, limitada y falaz.

Reminiscencia y método [I] Platón llamó «reminiscencia» al recuerdo previo que permanece subrepticio e impreciso en el alma y que subyace en el psiquismo y puede desocultarse. Profesó la desocultacion como un principio de verificación de la Idea. Así es como Platón incursionó en el conocimiento, en el descubrimiento y en la reminiscencia. Curiosamente, Kant dijo lo mismo respecto del conocimiento. Tanto es así que llamó "conceptos puros del entendimiento", es decir «categorías», a los estratos del pensamiento donde se subsume la materia. Llamó «gnoseología» a ese modo de conocer, es decir acerca de conocer según un modo de construirlo idealista no materialista. [II]

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| 353 | Enrique García Lo único que parece distinguir a la ciencia de la filosofía es el método implicado. Hay cosas que conocemos y son filosóficas, tales como el ser. Y hay cosas que no conocemos y son científicas, cómo el origen del mundo cósmico en sí. Bertrand Russell se mofaba de Wittgenstein, y sin embargo Lacan y muchos otros cientistas del humanismo dieron en el clavo a la hora de representar el pensamiento dirigido a captar e interpretar cual es el deseo y la carencia que trasunta el lenguaje, cosa que también implica método. Me atrevería a decir que sin método no hay ser de alguna clase. Según este criterio toda conjetura, científica o filosófica, ética, artística, estética, teológica o fantasiosa, es una expresión Metafísica. En ese sentido solo habría ontología metafísica. Así lo ha expresado Einstein cuando sostiene el valor de «llegar a comprender a través de la maravilla de mirar», con lo cual queda en evidencia el carácter de la infinita discordancia entre lo que es y lo que se piensa y comprende de aquello que es. A mí me fascina está imposibilidad y, por eso, adhiero a esa divisa que proclama que «el ser, cualquiera que sea, incluyendo al lenguaje, es la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser» Por eso insistimos en la continuidad de la permanente búsqueda infecunda de la superación de la certeza de la falsación. [III] No hay respuesta sin pregunta ni en ciencia ni en filosofía. Por eso es muy difícil asertar con un criterio de distinción. Eso ha hecho que haya variantes ontológicas.

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| 354 | Enrique García Es el método empleado el que hace variar la cosa sensible, la preminencia de la forma intelectual por encima de la cosa sensible. Este mismo debate es un buen ejemplo de lo que sostengo. El enfoque, el método es lo fundante, la materia es apenas una afectación, una influencia una pregunta que invita a responder espontáneamente, es decir conforme nuestra curiosidad interna. Ya lo dijo Descartes, «la sustancia pensante es la nave insignia porque la materia me engaña» Conocer es conocer, y es desconocer. Y la ciencia desconoce, por eso insiste infructuosamente. En suma, separar ciencia y filosofía, según un criterio no metodológico indistinto, lleva al absurdo no negativista de afirmar la inconveniencia, ya se trate de Russell o de Kant, de Hegel o de Rorty. Diría que la filosofía es amar a la ignorancia más que a la sabiduría porque es lo que moviliza. Y la ignorancia está en el intelecto, nunca en la materia. Todo está en el sujeto, incluso la adhesión irrestricta a Russell a Hegel o a Marx. Claro que hay intercambio dialéctico entre la materia que induce y afecta a la forma que enjuicia. Si la materia fuera una certeza no habría más que decir. Popper mismo celebra el contraejemplo porque la falsación induce a la superación intelectual, pero no alcanza, ese criterio, para sostener la materialidad. [IV] La ciencia deconstruye la ignorancia, pero crea nuevos enigmas. Lo demuestra la insistencia infructuosa por alcanzar un paradigma total, una certeza inconmovible inalcanzable. Hasta aquí seguimos con el notodo del ser, como fue otrora y será mañana. La ciencia

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| 355 | Enrique García misma se remite a estas conjeturas que sostienen lo que digo. En el fondo, la ciencia gira bajo el esquema de la imposibilidad. Es el paradigma de la comunidad científica el que establece el principio, la regla de aceptación de un criterio que no está en la materia. La matería sin la forma es poca cosa, la forma es la que enjuicia y subordina. Nuestro mundo es idealista. Incluso la dialéctica hilemorfista es una conjetura intelectual aristotélica reguladora en esa manera de afectar y responder tan idealista. Ni en el materialismo dialéctico marxista la materia es dominante sino recesiva, inductiva y afectatoria. Es, como se ve otra vez el método, el criterio de demarcación de la distinción ontológica de una misma y única cosa. [V] Tampoco existe la subjetividad absoluta, ni la materialidad absoluta, ni el absoluto como materialidad. A Russell lo puso en cajas Wittgenstein cuando le demuestra que no hay otra esencia más que la del lenguaje, que lo que no se nombra ni existe y que el lenguaje es tan impreciso porque nace del juego humano de comunicarse sin ninguna naturaleza previa. Esto indica que se interpreta con las limitaciones de la lingüística y el esquivo sentido empírico que gusta de ser algo más que una mera representación siquiera cercana a la realidad sensible que pretende igualar. A esto sumémosle la construcción de un sentido subjetivo disímil y cambiante, de cada quien, en cada tiempo, lugar y circunstancia. Toda ontología es, a sazón, una ontología metafísica abstracta. [VI]

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| 356 | Enrique García Todo lo que pueda exponerse a favor de la ciencia, sin metódica epistémica y con paradigmáticas aceptaciones provisionales, está fuera de la empiria y reposa en el intelecto. Todo lo que se habría desgranado en ese sentido, estaría empujado por el método epistémico. Todo es apriorístico, entonces. Pero aún en el caso de que pudiera probarse empíricamente, esa metódica que fuera a posteriori, esa empiria, pasaría a representarse en otro plano, el plano teórico, formal, metafísico, provisional y falsable. Nada escapa al método. Por eso no es válido afirmar que "la filosofía predica lo no conocido y la ciencia lo no-conocido" se trata de una afirmación parcial, descontextualizada y temeraria. La existencia está determinada por la afectación de la materia que espontáneamente registra el psiquismo, porque de otro modo todas las existencias serían equivalentes e indiscernibles, es decir que no habría diferencia alguna entre las ciencias. Lo mismo daría, para el caso, la existencia de una piedra que la existencia de la teoría cuántica de Max Planck, cuyos fundamentos bien podrían ser refutados falsación argumentativa mediante, cualidad está imposible de emplear en las «cosas en sí y por si, independientes de mí» en tanto que inintuitivas y metafísicas. Como sabemos, las reglas de la metafísica no valen para la razón pura de la ciencia como gnoseología. Evidentemente, Kant está refutando palmariamente. Lo cierto es que una manifestación empírica que carezca de categoría estará ciega, porque no tendría adonde ir a subsumirse, ni palabra tiene por la que pueda llegar a entenderse. A la inversa, una categoría conceptual sin empirismo estará vacía. He aquí el nudo de la cuestión, la

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| 357 | Enrique García dialéctica hilemórfica que relaciona materia y forma. La materia se conoce exclusivamente por la forma, puntualmente por su abordaje según una metódica epistémica. Dado el carácter conjetural del argumento, cabe ahora más que nunca, establecer aquella indeterminación de Heráclito que reza que «nadie se baña dos veces en el mismo río», antecedente de la «no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser» Por eso no hay ciencia exacta, sino tentativa. Y esta conjetura es francamente una muestra de que no hay posibilidad de asegurar la realidad empírica de nada, sino apenas una conjetura provisional inteligible no sometida a prueba ni a construcción empírica no formal sujeta a paradigmas que solo inhieren especularmente sobre ellas y se ven arrastradas a la permanente insuficiencia teórica infinita. De aquí nace el criterio filosófico-epistemológico «apriorístico», independizado de la experiencia, por oposición al criterio que se apoya en el valor de la prueba a "posteriori", de rigor científico materialista y residual. No hay materia sin forma, ni forma sin método epistémico que no haga viable la distinción ontológica conocida. Por último, en lo desconocido, es donde reposa el carácter ontológico metafísico de la existencia y el ser.

No sólo de pan… Los panaderos romanos eran de origen griego. En Roma había unas 300 panaderías. El precio del pan era regulado por los magistrados, y el oficio pasaba de padres a hijos. El pan de harina blanca era el más apreciado, mientras que el panis plebeius, el pan moreno, era el de los

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| 358 | Enrique García pobres y esclavos. El pan más barato era el panis acerosus, en su elaboración se añadían cañas de trigo, tropezones de salvado y demás cosas que estuvieran a mano. Los militares tenían sus propias panaderías y fabricaban su pan, el panis militaris. El pan ya existía en la Hispania y se cree que el uso de la levadura procede de nosotros.

La desventura nostálgica Me dicen que la memoria es selectiva. Uno repara en unas cosas, y otros, en otra. Recuerdo un ensayo breve de Freud, en el cual autoanaliza un olvido. Descubrió su «represión», y es curiosa la conclusión en la que vino a caer. El que tuvo el don, la dicha, y la voluntad personal de cultivar la expresión escrita de la palabra, o yo, a mí, que me encanta el «universo gráphico», deberíamos acostumbrarnos a expresarnos mediante analogías. Por eso tomo lo de Freud, lo del olvido, como fuente inspiradora para recordar. Siempre es propicio, volver a las épocas del intercambio epistolar, hoy –desgraciadamente- olvidado. Hace poco encontré, en un viejo maletín, un sentimiento «hecho letras». La idea plasmada, decía, simplemente, «¡te extraño!». Después de muchos años, comprendo el sentido de aquellas palabras, por eso (sospecho) trabajo, cuido (o trato de cuidar) la palabra, sabiendo que no viene sino de la realidad más íntima y profunda, de mi «yo» profundo, mejor dicho, de mi «no yo», o «inconsciente» Hubo, una vez, en la que el mundo, era muy joven. Si hasta se usaba escribir, tal vez porque decir

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| 359 | Enrique García constituía una supuesta «herejía emocional» Si no, recordemos aquellos «pases de papelitos escolares, de naturaleza cariñosa, pero íntima», o el viejo y consabido «machete», o a la manía paranoica de la prueba escrita de la cátedra, o el actual orden legal escriturario. «En el principio –como dice Juan- fue el Verbo», Esta sentencia difunde la idea que signó la Creación «en el momento cero», cuando la «per-formación» explicó cómo fue-hecho-el-mundo: con «La palabra» El mundo era otro, o el de hoy es el mismo conservando el pasado superado y corregido: en esos mentados tiempos, tener quince o dieciocho años, era algo así como contar con un salvoconducto promisorio, con un feliz pasaporte a la adultez. El mundo era previsible. El trabajo sobreabundaba. La honestidad era un mérito. El trabajo, honradez. La virginidad, virtud. Era otro mundo, tan previsible que lo «hacía» previsible a uno mismo. Tan bondadoso y servicial, que parecía «un mundo feliz», de felicidad genuina. Eran tiempos de posibilidad, de felicidad. Y nosotros, éramos la expresión de ese tiempo. Creíamos en el hombre, y ansiábamos que la imaginación fuera al poder. Fueron los últimos destellos románticos de una época en la que la vergüenza nos anidaba, donde el esfuerzo era nuestro orgullo, y donde la felicidad era capaz de esperarte a la vuelta de la esquina, o a la salida de la escuela, donde yo conocí a mi primera novia que nunca olvido, como nunca se olvidan los primeros novios, y con la que no me casé, como casi nunca nadie se casa con su primera novia. Espero no abundar con los vestigios de la pintura de una época que añoro. En la punta de la pirámide

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| 360 | Enrique García de nuestro deseo cotidiano estaba el amor, el saber, o el hacer. De modo que, con el paso de los años, no abandonamos nuestro atavismo y, dijimos, una vez más, y siempre: «¡te quiero mi amor!», en sentido filantrópico (como quería San Pablo, que se hacía, y nos hacía, esta pregunta: «y vos.., ¿qué hiciste con el amor?)» Entonces (remedando a Arquímedes), yo pienso, «dadme una palabra, y moveré al mundo» «Somos-la-nostalgia-lingüística», «un-pasadono-pisado» dentro de este ejercicio reminiscente que, porque «abunda, no daña»

Nosotros los otros Obvio que son distintos los unibivitelinos porque la conducta se regula por esquemas sobre lo dado, tal como lo ha venido a establecer Jean Piaget, justamente como digo en el mensaje que precede al que usted ha posteado. El esquematismo kantiano le ha servido a Piaget para establecer la construcción de conocimiento y conducta por esquemas, o sea mediante la afectación de la materia, o de los hechos y la respuesta espontánea del psiquismo humano. Así es como se conforma la multiplicidad colectiva comunitaria, y también la repetición de conductas por carencia-tenencia, o por desequibrio-equilibración, o por voluntad de deseo-voluntad de poder, todo con un sentido distinto cada vez, tanto como para no caer en la absurdidad que plantea Camus en El mito de Sísifo. Su visión es demasiado unidimensional, y reduccionista desde el punto de vista filosófico, porque dogmatiza y reduce, lo que la tiñe a su opinión con el color del «sentido común cotidiano y

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| 361 | Enrique García pedestre» y de un defecto que la epistemología conoce como «falacia», lo cual lo exime a usted como persona con ego, y condena su modo de argumentar, que es lo que estaría en juego. De tal suerte, la cultura hace lo mismo porque le marca un andarivel por donde caminar, y uno lo aprende y lo aprehende en la creencia de que sus actos son actos de libertad absoluta propia, o bien de naturaleza hereditaria y cromosómica. Grave error, el hombre carece de libertad, solamente administra lo que puede y estima sobre la base que le han construido indirectamente como sujeto sujetante con una genofenotipia muy condicionada. El hombre es influencia influenciada, de lo contrario, en la flecha del tiempo, todos los hombres responderíamos más o menos en forma uniforme sin dinamismo ni variedad alguna. Sin embargo, parece que la influencia es múltiple: es Idénticos en la doble hélice, pero distintos en la fenotipia, los hombres somos venimos señalados por el deseo, individual o comunitariamente concebido, ajeno Influenciados por deseo ajeno, la formación de la sociedad en términos naturales, y el de la ajenidad indirecta y condicionante sobre la base de la cual construimos cierta clase de libertad híbrida que la cultura exige, aunque nos pensemos, y nos lo creamos, como siendo libres, autónomos, e individuales, tanto como para no entrar a mentar que además intervienen en el sistema, algunas cuestiones metafísicas tales como la relacionalidad, la interrelacionalidad, la herencia bio-pisco-socio-fenogenotípica-cultural-metafísica-ético-estética humana. Todo esto no parece poca cosa frente la diferencia de cosmovisión micromacrocósmica. En cuanto a las pulsiones, esa etapa ha sido superada porque al cerebro límbico se lo ha

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| 362 | Enrique García superado conservándolo, por la significación, el simbolismo, y el sentido de la razón que la regula. Un algo que ya sostenía Baruch Spinoza con suficiente claridad y que Kant refirió en su Crítica de la razón pura. Idénticos en la doble hélice, pero distintos en la fenotipia, los hombres somos venimos señalados por el deseo, individual o comunitariamente concebido, ajeno Influenciados por deseo ajeno, la formación de la sociedad en términos naturales, y el de la ajenidad indirecta y condicionante sobre la base de la cual construimos cierta clase de libertad híbrida que la cultura exige, aunque nos pensemos, y nos lo creamos, como siendo libres, autónomos, e individuales, tanto como para no entrar a mentar que además intervienen en el sistema, algunas cuestiones metafísicas tales como la relacionalidad, la interrelacionalidad, la herencia bio-pisco-socio-fenogenotípica-cultural-metafísica-ético-estética humana. Todo esto no parece poca cosa frente la diferencia de cosmovisión micromacrocósmica.

Don René Lo recordamos don René, yo sé que seguramente lo recordamos en la teoría sobre el suicidio inadecuado, en el "suicidio anómico". Hubo allí, en aquél día, una separación cuasi kantiana entre su ser y su pensar, cuando el ser del alma se divorció de su implacable ser existencial, de su estar sin ser. La modernidad asistió muchas veces a la supresión de sí, a veces lenta e imperceptiblemente desencadenada, a veces rápida e inminentemente devenida,

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| 363 | Enrique García de una vez física o en varias instancias simbólicas sucedió eso de morirse a sí mismo. La vida ejerció en usted una forma dictatorial que le impuso, además, un tiempo que mata. José Ingenieros hablaba de la mediocridad de la vejez, Lacan hablaba del vivir muriendo, Sartre afirmaba que "somos la muerte" y Camus, ante el absurdo de la repetición de siempre lo mismo, planteó la necesidad de la posibilidad del suicidio para evitar la repetición que no se condice cuando el sentido vital no conduce a evitar el fracaso del final. Sin embargo terminó poniendo en un buen lugar a la Esperanza en la idea de la desesperanza del acontecer. Algo así como hacer del acontecimiento de la desesperanza una Esperanza empírica que sostiene. No se le entendió don René. No se lo justificó tampoco, porque nuestra construcción teoándrica no alcanzaba, pero usted, don René, superaba con creces esa instancia metafísica. La rebasaba. Krishnamurti creía en la enfermedad que, como hombre inserto en una sociedad harto enfermante, usted padeció. Lo que abunda daña, don René, en el 506 y en el 2000 también... a los 93.

Nostalgia Me dicen que la memoria es selectiva. Uno repara en unas cosas, y otros, en otra. Recuerdo un ensayo breve de Freud, en el cual autoanaliza un olvido. Descubrió su represión, y es curiosa la conclusión en la que vino a caer.

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| 364 | Enrique García El que tuvo el don, la dicha, y la voluntad personal de cultivar la expresión escrita de la palabra, o yo, a mí, que me encanta el universo gráphico, deberíamos acostumbrarnos a expresarnos mediante analogías. Por eso tomo lo de Freud, lo del olvido, como fuente inspiradora para recordar. Siempre es propicio, volver a las épocas del intercambio epistolar, hoy –desgraciadamente- olvidado. Hace poco encontré, en un viejo maletín, un sentimiento «hecho letras». La idea plasmada, decía, simplemente, «¡te quiero, mi amor!», y estaba dedicado a mi esposa. Después de muchos años, comprendo el sentido de aquellas palabras, por eso (sospecho) trabajo, cuido (o trato de cuidar) la palabra, sintiendo que no viene sino de la realidad más íntima y profunda, de mi «yo» profundo, mejor dicho, de mi «no yo», o «inconsciente» Hubo, una vez, en la que el mundo, era muy joven. Si hasta se usaba escribir, tal vez porque decir constituía una supuesta «herejía emocional» Si no, recordemos aquellos «pases de papelitos escolares, de naturaleza cariñosa, pero íntima», o el viejo y consabido «machete», o a la manía paranoica de la prueba escrita de la cátedra, o el actual orden legal escriturario.

«En el principio –como dice Juan- fue el Verbo», Esta sentencia difunde la idea que signó la Creación «en el momento cero», cuando la «per-formación» explica cómo fue-hecho-el-mundo: con «La palabra» El mundo era otro, o el de hoy es el mismo conservando el pasado superado y corregido: en esos mentados tiempos, tener quince o dieciocho años, era algo así como contar con un salvoconducto promisorio, con un

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| 365 | Enrique García feliz pasaporte a la adultez. El mundo era previsible. El trabajo sobreabundaba. La honestidad era un mérito. El trabajo, honradez. La virginidad, virtud. Era otro mundo, tan previsible que lo «hacía» previsible a uno mismo. Tan bondadoso y servicial, que parecía «un mundo feliz», de felicidad genuina. Eran tiempos de posibilidad, de felicidad. Y nosotros, éramos la expresión de ese tiempo. Creíamos en el hombre, y ansiábamos que la imaginación fuera al poder. Fueron los últimos destellos románticos de una época en la que vergüenza nos anidaba, donde el esfuerzo era nuestro orgullo, y donde la felicidad era capaz de esperarte a la vuelta de la esquina, o a la salida de la escuela, donde yo conocí a mi primera novia que nunca olvido, como nunca se olvidan los primeros novios, y con la que no me casé, como casi nunca nadie se casa con su primera novia. Espero no abundar con los vestigios de la pintura de una época que añoro. En la punta de la pirámide de nuestro deseo cotidiano estaba el amor, el saber, o el hacer. De modo que, con el paso de los años, no abandonamos nuestro atavismo y, dijimos, una vez más, y siempre: «¡te quiero mi amor!», en sentido filantrópico (como quería San Pablo, que se hacía, y nos hacía, esta pregunta: «y vos.., ¿qué hiciste con el amor?)» Entonces (remedando a Arquímedes), digo,

«dadme una palabra, y moveré al mundo» «Somos-la-nostalgia», «un-pasado-no-pisado» dentro de este ejercicio reminiscente que porque «abunda, daña»

Doña Emma

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| 366 | Enrique García

Nuestro corazón late al compás de un palpitar intenso. Será el canto angelical de la octava anunciación. Un nuevo movimiento en las agujas del reloj. Es el tic-tac de tu corazón que viene galopando el tiempo, cargando con interminables momentos felices. Te queremos, y nos justificamos en tu luminosa presencia. Como sentenció un viejo poeta eterno, nosotros, que reclamamos un poco más de luz, encontramos un nuevo amanecer en la temprana mañana de tu vida

La hilaridad del verdugo de Dios Nietzsche reiría estentóreamente, o bien lloraría amargamente, como la vez que vio al malévolo castigar a la bestia, y se le puso a la par ignorando la cualidad falsamente humana del infame, del impío agresor que execraba aquello de lo que se servía y era razón y motivo de su existencia, de su subsistencia y de su soledad a dúo. A veces no alcanza con callar lo que no se puede decir, sino que basta con decir lo que no se puede callar. Algunos tragediantes que pretenden regimentar nuestros pensamientos porque tienen la mano traviesa munida de certezas previamente concebidas, ironizan con tanta ligereza, que destilan una hibridez patética: dulcamaras filosóficos revelan, con su discurso, ,,que no saben que no saben, que no saben nada de esa malsana costumbre de dividir para multiplicar, de separar para unir,

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| 367 | Enrique García de tachar para esclarecer por la que abogan y se especializan con artilugios y filigranas despreciables. Signos claros y patentes de una inusitada decadencia. Si en «esas» manos reposa nuestro destino, nuestro destino está sellado, lacrado, y anuncia las trayectorias de una estríptica existencia. Siendo así: ¡No te salves!

¡No te entiendo! «Yucatán», fue la respuesta de los indios al invasor, es decir: «¡no te entiendo!», que es un buen signo de nuestro tiempo moderno tan extraño.

No tener ni ser El choque entre materia y forma es inevitable. El hombre «progresa también por el espanto». Cuando no «construye destruyendo, destruye construyendo» Ahora bien, siendo el hombre la carencia misma y la incompletud viviente, el hombre es el que no es. Además, el hombre, no es libre, viene predeterminado, tiene «fecha de vencimiento» y, toda esa complexidad hace que el hombre se angustie a causa de su consciencia de finitud. Por eso, el hombre, en ocasiones, no acciona, re-acciona munido de un discurso espantoso, cuando no de una acción sensible y concreta, sino virtuosa, espantosa. De modo que los signos que produce un hombre, a otro hombre lo invitan a encontrarle un sentido bifronte: todo etos individual o comunitario es sublime o se sublima. Únicamente si espanta, lo negativiza contando con el carácter mimético de las tragedias. De lo contrario, lo

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| 368 | Enrique García deja ser. La razón también construye frondosos horizontes sublimes, horizontes aproximativamente concordantes con la mal llamada «realidad». La refleja, tal y como refleja un espejo que deforma. También somos deformes, y nos reflejamos deformemente para con-formarnos. Es lo terapéutico. Lo que «conspira» contra, y expurga, lo monstruoso, también forma. De lo contrario, los trágicos griegos no hubieran tenido ni su tiempo ni su espacio, ni su «presencia ausente», hoy, ni ella hubiera sido larga y profundamente lamentada por pensadores egregios como Nietzsche, ni suplida por epígonos como Wagner, Dostoievski o Kafka. Entender, dista de justificar. De lo irreal, también se vive. Para vivir, hay que morir un poco y, para santificarse, endemoniarse. No pocas veces suele ser una buena estrategia frecuentar las sensaciones horrorosas y

sus consecuencias sentimentales

Neo-nato El nacimiento de un libro es un hecho auspicioso. Para el autor es haber empujado aun más el espacio secular donde todo sucede. Lo felicito por ensanchar los límites ontológicos representados por su palabra. Espero poder hacerme de esta su obra, porque, como decía Wittgenstein, «el límite de mi lenguaje es también el límite de mi mundo»

Fluencia

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| 369 | Enrique García «Nada es, todo deviene», sentenciaba Heráclito de Efeso. Cada superación es una dilución conservada. Esta conjetura de corte hegeliano está presente en el recorrido de Heráclito. Hegel la retoma parcialmente y parece que le otorgara un carácter espiralizado. Lacan la traslada luego al psiquismo, junto con la palabra, como una expresión de carencia que deambula de significante a significante. La tríada fluencia-influencia-dilución es, precisamente un espiral cuyo carácter estriba en el dinamismo de un proceso in-finito. Por eso, no podemos identificar fluencia con influencia o con dilución, porque ello sugeriría la posibilidad de concebir que ser solo implica s un ente existencial que ya no cambia porque se ha completado totalmente y para siempre, y que, en cambio, el ser de la expectativa de devenir, en la que concordamos con Heráclito, con Hegel, con Heidegger y hasta con Lacan es imposible y expresa una privación, una carencia, una esperanza, un deseo, o una expectativa infinitamente continua. «Nada es, todo deviene», como sentenciaba Heráclito, trata de una divisa que tiene una clara connotación fluyente entre los presocráticos. Por entonces, influir indicaba introducir una fluencia que importaba tanto como inocular un efecto imposible de evitar. Es un pensamiento muy interesante, porque lo que fluye nunca termina en el "ser de algo", ya que siendo apenas "un ir yendo en pos de algo" sin poder alcanzarlo,

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| 370 | Enrique García asume la forma más corriente del ser de todo lo que existencialmente vive. En ese sentido, entonces, no necesitaremos ser un ser humano para amar, lo que necesitaremos es no dejar de amar para ser un ser humano. No necesitaremos ser un ser humano para fluir e influir, lo que necesitaremos, como lo necesitan todas las cosas, es no dejar de fluir e influir para ser un ser humano. Ni amar, ni fluir, ni influir terminan en el "ser de algo". Sin embargo, son un conato de pura fe en seguir insistiendo en lo que nunca seremos, porque, aunque vivir no sea más que no conseguir, lo propio y lo ajeno de todos los seres, fluye, influye, y al final, siempre se diluye.

El vuelo que prometieron sus alas Amar a la juventud supone sugerirle valores, inducirla a pensar y a repensar, hacerle conocer las coordenadas del amor, a buscar y a encontrar los propios límites y las propias imposibilidades; a valorizar el tiempo, el esfuerzo, y el trabajo; a frecuentar el diálogo, a conocer y a reconocer a los verdaderos maestros, a temerle tanto a la absoluta libertad, cuanto al absoluto rigor; y a vislumbrar las señales de la felicidad en todo lo que se emprenda. Cuidado con las recetas utópicas. Toda exageración, en un sentido de libertad libérrima o de obstinado rigor, debe ser sospechada de un amor mal concebido. Amar a la juventud supone examinar la pesada herencia que le vamos legando, aprender a reconocerla, animarnos a responsabilizarnos por el estado

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| 371 | Enrique García de cosas en el que probablemente la hayamos sumido al haber impedido el majestuoso vuelo que prometieron sus alas.

La fe, de la incerteza Umberto Eco lo documenta en El nombre de la rosa. La realidad mental es una realidad argumental que dialoga con la realidad sensorial más acá de la verdad revelada. La irrealidad ha dejado de ser factible para pasar a inscribirse como una mera imposibilidad mental. La concepción de una realidad n-dimensional se divorcia de la materialidad. No se divorcia de la fe del racionalismo de la incerteza. Se afirma en él. La coexistencia simultánea de múltiples existenciales sólo mente conduce a la inexistencia de una única inalcanzable. Los categoristas del entendimiento, lo venían sospechando al pensar al ser con la fe de la incerteza.

Noticia de un alcahuete En l911 se registra una de las primeras denuncias formuladas judicialmente contra una «casa de tolerancia» situada en la Ensenada de Barragán. Se sabe que estas casas se dedicaban al tráfico de mujeres. Reclutaban mujeres que integraban una suerte de corporación dedicada al ejercicio de la «profesión más antigua del mundo» Con frecuencia, el ejercicio activo de la prostitución, exigía que las «putas» reclutadas trabajaran en burdeles malolientes burdeles hacinados, requería que

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| 372 | Enrique García viviesen en ellos y, como función coadyuvante, que cumplieran con algunos otros menesteres y misceláneas propias de la «profesión» La casa de marras estaba ubicada en la calle Industria, entre Colón y América, donde quizás todavía resuenen los ecos reverberantes de cuantiosos sucedidos que, en la penumbra de la intimidad lupanar, estamparon la marca en las almas de un trágico discurrir existencial. ¡Qué arrojen la primera piedra, aquellos que, de pecado, estén libres!

Nueva intimidad Hay cosas que deben permanecer en el registro íntimo, porque cuando se reproducen, como decía Walter Benjamin, comienza su devaluación esencial. Lo mismo pasa con toda cosa que es mejor que permanezca en el fuero íntimo de por lo menos una multitud individual.

Óntica Todo lo que podemos llamar «realidad sensible», no tiene sino una enorme carga metafísica. Lo advirtió Platón, pero también Ricoeur, cuando concibió al mundo, como expresión secundaria, como un gran empastamiento de signos que traducen lo sentido. De tal suerte, el mundo, es un mundo significado empujado por factores sentificados. Un mundo no exento de componentes inmateriales. Es ésta, la verdadera realidad compuesta, única y total. Es imposible que haya cosa sin idea. Como también es imposible que haya idea sin cosa, ontológicamente hablando en términos generales. Los

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| 373 | Enrique García recuerdos, son mucho más que la presencia actualizada, porque no reducen la experiencia a la mera percepción de hoy. Se mueven hacia el pasado, o hacia el futuro. Evocan tanto la materia como sus determinaciones. Así, nombre, tiempo, espacio, Dios o amor», están presentes en todo lo que se pueda ver, oír, oler, tocar, o gustar. Es más, esta «óntica», precede al ser. Idea y cosa, son inescindibles.

Ontología onírica Los sueños son una irrealidad real, como le gustaría calificarlos a Ricoeur, aunque pueden ser vistos como una realidad irreal, en sentido estricto, como lo sugeriría Lacan. Dentro de la polisemia de la ontología onírica, los sueños no realizan deseos, los representan, mejor dicho, representan los deseos de los deseos, porque los conservan negativamente, afirmando y expresando la «liberación simbólica» de una carencia sensible, disolviendo subintelectivamente la insuficiencia mental consciente contextualizada en la «suficiencia» mental del inconsciente.

Ontologías Para Platón, era la idea; Para Aristóteles, el realismo; para Dionisio, la Bruma y la Ignorancia; para Kant la cosa, el fenómeno, y el nóumeno; para Hegel, la toma de consciencia; para Leibniz, la combinatoria de signos; para Wittgenstein, el juego de lenguajes; para Freud, el inconsciente; para Marx, el materialismo histórico; para Schopenhauer, la voluntad y la representación; para Nietzsche, la esfera emotiva, la

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| 374 | Enrique García voluntad, el eterno retorno, y el superhombre; para Lacan la sujeción a la palabra, la carencia, y la incompletitud; para Rorty el conocimiento sin fundamento. ¿Cómo poder discernir la realidad, si su hermenéutica parece ser un sentido a desentrañar en medio de signos bombardeando sobre la desesperación y el asco? De tal suerte, ¿no será que el sabio muere y el necio vive? ¡Oponéos! Nosotros también somos los otros. ¡Oponeos firmemente a toda bajeza!, donde vida no haya, o esté comprometida.

Orates ¿Se sabe que los locos son, o se vuelven locos, por cobardía, para no enfrentar la complejidad social, el trabajo, el matrimonio, la finitud, la enfermedad, la hipocresía, el amor, el fracaso, el desencuentro, la superioridad de la otredad, la desazón y las múltiples vicisitudes vitales anudadas en torno de las relaciones entre «amos» y «esclavos»? Es una puerta de salida, una alternativa más. Ahí por donde entró Nijinsky, Mozart, López Merino, José Ingenieros, Favaloro, Sergio de Cecco, Domínguez, el de la tragedia de Víctor Brauner, quienes no eran locos, ni lo estaban, pero tampoco eran valientes, tanto como para poder-enfrentar-las-vicisitudes-de-la-vida. Tal vez, en algún instante crucial violaron el «conato» de Heráclito y de Spinoza, ese ser y seguir siendo, o ese estar y seguir

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| 375 | Enrique García estando, que nos propone la vida real sin nuestro permiso, la vida sentificada, la vida con sentido, y enloquecieron, o se mataron. Estaban locos, o se volvieron locos, que en rigor quiere decir que cambiaron de lugar emocional. No es lo mismo ser que estar. De ahí el dilema. Se puede ser sin estar, y se puede estar sin ser. Hitler, por ejemplo, no era valiente, era loco y cobarde, por eso manifestaba su ira paranoide y compensatoria matando a lo grande. Tenía miedo, pánico racial. Reaccionaba sin acción contrapuesta. Pero en el momento de ser valiente, se mató, que es decir se acobardó perpetrando la divisa de su esquema: «matar a los cobardes» La locura proyecta una falsa valentía, salvo situaciones muy excepcionales. Su causa es la desnaturalización esencial, su efecto no podría ser distinto. La dialéctica de la locura, su lógica, debe interpretarse con el ojo abierto de la normalidad colocado sobre un objeto anormal, en el portaobjeto del microscopio de la vida.

«Oscilancia» La vida es una repetición continua de lo mismo, con sentido distinto. Como somos deseo, y no satisfacción, oscilamos entre el tedio del quietismo paralizante, y el frenesí de la agitación mutante.

Ousía Hay, tantas interpretaciones como mentestiempo-espacio hubiere. Lo que no es percibido no existe.

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| 376 | Enrique García La existencia la da la materia espacio tiempo, captada por una mente, en un «campo de batalla» significativamente propiciatorio.

«Phantasiosos» lugares ¡Qué vuelen los ángeles!, y que en su vertiginoso vuelo nos porten hacia mejores horizontes, aunque más no fuese hacia imaginarios y phantasiosos lugares. Lo mismo da que sean paisajes reales o insustanciales, existentes o evanescentes. La sensación sería la misma, como la de los artistas. De lo irreal... también se vive.

Palabras aprisionadas Recuerdo la escena de La sociedad de los poetas muertos, en aquél mismo momento en el cual un muchacho un poco timorato no podía más que balbucear alguna que otra palabra relacionada con lo inefable de la emoción interna. Tanto insistió el maestro, que seguro estaba de conseguir la expresión de aquello que los hombres olvidamos, que consiguió hacer pronunciar a su discípulo un alegato irrefutable contra el silencio y la incomunicación... y-así-se-hizo-libre-del-yugo-de-lapalabra-aprisionada-en-la-cordura-de-medir-sus-efectos.

Palabra y mundo Las palabras solamente sirven para designar un estado de cosas. Creer que las palabras son el estado de - La Certeza Hecha Pedazos -


| 377 | Enrique García cosas mismo, es un grave error. Las palabras son solamente un medio para interpretar no a la cosa, sino a la persona que lo ha interpretado, por eso Wittgenstein proclamó aquello que decía que «el límite tu palabra es el límite de tu mundo» Claro, estaba queriendo decir que el mundo se nos «revela» mediante palabas que son a su vez «reflejo arbitrario» del pensamiento en términos perceptivos, pero lo que no dijo, cosa que ignoraron todos los filósofos, menos Gottlob Frege, paradójicamente diseñador de la lógica moderna, después de 24 siglos de preminencia de la lógica silogísticAPOLOGIAa aristotélica, que lo rozó; y Paul Ricoeur que invirtió la ecuación, llamando signo a toda cosa «presente» en el mundo, y llamando «sentido» a la experiencia interna, íntima, personal, y espiritual que decodifica a ese signo, aunque lo hace valer con un sentido estético que, como sabemos, dista del sentido de la razón raciocinante, de la razón emotiva, de la razón pulsional, de la razón científica, de la razón ética, y aun de la razón metafísica, cada una de las cuales se rige por unas propiedades muy particulares inintercambiables. La pregunta crucial que se impone en tal sentido, para poder elucidar la cuestión, consistiría en desentrañar si ¿modifica el estado de cosas denominarlo, precisamente a ese estado de cosas, con un eufemismo, o modifica solamente a la palabra o, tal vez, acaso, «revela» el psiquismo de quien pretendiendo cambiar la palabra, y si fuera posible suprimirla, cree que ha cambiado el estado de cosas, cuando en verdad aspira «secretamente» a imponer, «a sangre y fuego», su rígido criterio personal sustentado en una construcción argumentativa deficientemente fundada? En realidad, es el estado de cosas el que introduce a la

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| 378 | Enrique García palabra, cuando no la modifica, o la deroga... y no a la inversa, como quería Richard Rorty.

Pape Satán A veces nos parece que estamos frente a paranoides que ven sombras por doquier, fascistas, y bultos que se menean. Es muy posible que esta clase de adocenado que sucumbe bajo la sórdida miseria que denigra y embrutece, no cumpla jamás con sus anuncios, que acuse y que proyecte su propia estriptiquez. Así es como se arrancan la careta, a sí propios, algunos personajes errabundos y tragediantes que, ante el menor menearse de la hojarasca, montan en iracundia y en cólera, vociferando desde el ombligo del mundo, donde parecen habitar cómodamente: «¡Pape, Satán .., Pape Satán Alepe!»

Parole, parole, parole La palabra, a veces, es un bálsamo, y otras veces, un misil. Recuerdo lo que dijo Jesús en su momento final: «¡Padre, ¿por qué me has abandonado!?, y también recuerdo lo que dijo, antes, frente a la Magdalena lapidada; «El que esté libre de culpa, ¡que arroje la primera piedra!» Por eso, cuando el verbo no te mata, te salva, y cuando no te rescata, te condena, incluyendo al silencio, como Pilatos.

Partir y compartir-se Compartir es compartir-se. Es decir partirse con los otros. Lo cual no hace más que confirmar aquello - La Certeza Hecha Pedazos -


| 379 | Enrique García que proclama que no estamos tan solos, sino que componemos una cadena imperceptible de deseos entre sujetados y sujetantes que de la atomicidad individual pasamos a la multiplicidad colectiva.

Pases, boletos, y abonos En la jungla de la ciudad todo parece paralizarse cuando sobrevienen espacios temporales cargados de una connotación espiritual, metafísica, o religiosa que seguramente merodea, de lunes a lunes, de jueves a domingo, incrustada en algún cromosoma de la doble hélice que añora una solución de continuidad adenéica que la ciencia irá a identificar en alguna hoja próxima de un almanaque que va dejando de representar, tal vez las mejores las filigranas de Alpargatas en sociedad con el gauchaje de Molina Campos. Vaya uno a saber en cuál de esos misteriosos pares sospechados por Moebius, se nos presentan, con sus cartas credenciales, los registros del día menos pensado en el que se perdió la continuidad para refugiarse en la secreta fragancia de la rotura. Lo que en el fondo significan estos periodos de pascua, o de pesacq o, si se quiere, ramadánicos, se corresponden con un cierre que promete que habrá de abrirse, tal como se abren los lunes después de los domínicos, sin que podamos sospechar a la una sin la otra, ai la continuidad sin la rotura. Vislúmbrese, y hacia adentro como rotura, ya hacia afuera como continuum, lo que se anuncia en un refulgente cartel de neón titilando frente a nuestras

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| 380 | Enrique García pupilas, conlleva un metamensaje que nos persigue desde el óvulo a la lápida: la rotura del viernes santo, no dista de la inminencia de la pascua que resuelve el misterio de la rotura en la resurrección de la continuidad que simboliza nuestra pascua personal a imagen y semejanza.

¡Peligro adelante! Emboscado en algún ignoto lugar, el forastero tecnológico nos determina. No es Dios, pero quiere serlo... Entretanto, permanecemos en nuestro puesto de amor en el cosmos: ¡Alerta: avancemos con precaución hay peligro adelante!

Pensar Hago pensar, porque pienso y me hacen pensar.

Pensando en silencio Al silencio, sería posible pensarlo no pensándolo sino como imposible, a la manera de respuesta kantiana del psiquismo espontáneo, casi sin consciencia. A mí siempre me desveló la idea de cómo responde la psiquis ante la afectación. Arribé a la conclusión de que si el psiquismo está, a veces, fuera del lenguaje, opera como algo parecido a la «pulsión» freudiana o, si se quiere, a la consciencia sensible hegeliana, que no requiere autoconsciencia. La imagen sería un referente opuesto, como la nada lo es del todo. Puntualmente me parece un - La Certeza Hecha Pedazos -


| 381 | Enrique García asunto muy difícil de describir sino bajo el patrón de un marco teórico previo. Lo que sí advierto, y valoro, es ese pensar que tenemos, y que nos lleva hasta los confines de la duda o de la afirmación, haciéndonos oscilar y pensar lo impensable.

Pensándose-a-Sí-mismo La limitación signa la existencia. Uno, solamente puede pensar en medio de limitaciones. Las incomensurabilidades son indeterminaciones ilimitadas. Así entendidas, estas existencias tornan nada, ausencia, vacío, nihilismo, infinitudes o eternidades. Son inasibles e indescriptibles. Curiosamente, Dios es posible, aun cuando signe las inexistencias pen-sán-do-se a sí mismo.

Personajes eternos Hace poco leí algo sorprendente. Luigi Pirandello escribió Seis personajes en busca de autor, una novela basada en un argumento dialógico. Los personajes cuestionaron la grandeza del genial escritor. Argumentaron que su propia grandeza residía en la calidad de «seres eternos» con la que fueron revestidos por el mismísimo autor, ya que ellos quedarían plasmados en la letra y para los tiempos, y, contrariamente, el ingenio que los creara iba a terminar sus días por su calidad de «ser mortal» Me pareció una manera ingeniosa de contraponer las existencias reales y sensibles con las realidades reales y virtuales de nuestro tiempo: ¿el mundo no marcha hacia neoformas comunicativas por un motor virtual que

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| 382 | Enrique García repugna el acercamiento humano a escala planetaria? ¿No nos estaremos desapegando, cada vez más, los unos de los otros, al punto de constituirnos como entes virtualísimos individuales, asociados únicamente en una enigmática disociación sensitiva?, ¿No seremos sino el ser nominalista, «aunque la rosa no sea»? Para Pirandello todo lo que vive, por el solo hecho de vivir, tiene forma sensible, y por la misma forma sensible debe morir, con excepción de la obra de arte que, precisamente, vive para siempre por ser solo «forma» inteligible. La característica de eternidad está directamente ligada con el cuidado de la elaboración del personaje, que casi siempre puede seguir escribiéndose solo y casi siempre también puede seguir encadenando los hechos sin permiso del autor y de consuno con el lector. Dicen que García Márquez lloró cuando supo que uno de sus personajes iba a morir. Dicen que bastaría con sólo ver a Sancho Panza y a Don Abbondio, para saber que sus inteligencias y sus veracidades son suficientemente relevantes como para que se conviertan en personajes eternos. Un personaje bien elaborado cobra vida propia, cuando todos los hechos en su derredor juegan en su favor, haciendo más fácil su escritura: es real, también, la vida virtual, tanto como es virtual, también, la vida real.

¡Piedra libre!

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| 383 | Enrique García Los hombres también jugamos a las escondidas con la esperanza de ser descubiertos por un amor interminable que nos cante: «¡piedra libre!»

Pobre Nietzsche El pobre Nietzsche era un pensador tan «pesimista» que creía que en algún punto perdido del universo, cuyo resplandor se extendía a innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que unos animales inteligentes inventaron el conocimiento, y que fue aquél el instante más mentiroso y arrogante de la historia universal. Seguramente que no creeremos en la eficacia de una especulación que la realidad se ha empeñado en refutar reiteradamente... ¿no?

Por culpa de la carencia No se puede estar no siendo. Lacan dice que somos aquello que carecemos, y que la carencia es deseo, y que el deseo pone en marcha la voluntad, y que la voluntad lleva a la cancelación de la angustia de la necesidad, y que la cesación de tal esquema lleva al sentido vital, y que tal sentido vital conduce a la felicidad por vía de la carencia y de la incompletud.

Incipit Los ángeles siempre tienen la envidiable tarea de empecer los males de nuestro tránsito por este cosmos. Hace unos días, leí el epitafio cincelado en una piedra al pie - La Certeza Hecha Pedazos -


| 384 | Enrique García del sepulcro del noble filántropo Alejandro Korn. Dice más o menos lo que prometía el Dante, por algún designio que nunca pudo revelarse sino conjeturalmente: «Incipit vita nova» De tal suerte, y según parece, sea como fuere, siempre comienza una nueva vida, sea que uno la considere, a esa vida, como una continuidad, o bien como una ruptura. De todas maneras, agradezcámosle a los ángeles la gesta ciclópea que se han impuesto y que se me anuncia, la poco frecuente aspiración de convertir nuestras yectas vidas en esta «altura desolada» Bueno es re-cordar, que según me han dicho los etimólogos, parece que quiere decir: «te vuelvo, a tener en mi corazón», al que he comenzado a querer desde la exactitud prometeica que ofrece la azarosa casualidad... que nunca se equivoca más que la ciencia misma. Pero, ¿por qué habría que anunciar la nueva buena nueva obrada por los epígonos de las alturas, cuando bien se podría imponer como ley inescindible de la Creación misma?...

Diga Dígase lo que nadie dice. La rebeldía es un signo de juventud. El conformismo, de prematura vejez. Dígase lo no obvio, porque lo no dicho lo capta la gente y lo espera. Sálgase del recinto dantesco de la comunidad de la recua de ajados, de vetustos, de los que desarrollan el arte de lo posible en el futuro con instrumentos del pasado Destáquese. Bríllese. Humíllese. Húyase de la tormenta. Séase uno mismo, sin dobleces, ni caretas, ni falsías. ¡Se puede! ¡Se debe!

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| 385 | Enrique García Enloquézcase como enloqueció Don Quijote, o Alonso Quijano ya no cuerdo, cuando clamaba «¡yo sé quién soy!». Dígase que se está loco, que se está fuera de sí, porque estar fuera de sí cuando los otros también lo están, es como estar loco de amor en tu próximo. ¡Árdase! ¡Quémese!, y hágase cenizas, para renacerse Fénix. Y dígase también que se tiene un sueño como Luther King, o que se ofrece un vacío, para llenarlo, una carencia, para compartirla, una imperfección, para remediarla, una incompletud cuyos entresijos se tienen que remendar, y una honda y profunda umbría pegajosa que no lo abandona, como no lo abandonó nunca, a Goethe, aquel reclamo de «¡luz!», que aún susurra escondido entre sus letras, el Fausto. ... Y dígaselo con cierta indignación... ¡con máxima elocuencia, con toda tu estridencia!

Posibilidad de la imposibilidad El existencialismo es una corriente de pensamiento de la primera mitad del siglo XX. En ese sentido se entiende a la filosofía como un análisis de la existencia’, como un modo de ser del hombre en el mundo. Es una actitud filosófica que: (a) pone en tela de juicio el «modo de ser» del hombre; y (b) pone en discusión al ‘mundo’, sin presuponer su ser ya dado o constituido. El ‘existencialismo’ considera tanto al mundo, como al ser del hombre en el mundo, como una mera posibilidad. En El ser y el tiempo, Heidegger comienza preguntándose ¿qué cosa es el ser? Pregunta que se puede

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| 386 | Enrique García entender desde dos puntos de vista: (a) como el ser mismo; y (b) como el ser ahí (Dasein). De otra manera: el sentido del ser como lo que se encuentra, y la existencia como modo de ser del «ser-ahí» El único significado que, para nosotros, puede tener la pregunta sobre el «ser» consiste en analizar la existencia, por constituir ella la única «posibilidad» de referirse en cierto modo al ser Heidegger llama a este proceso Analítica existencial, y lo lleva a cabo siguiendo el método de la «fenomenología» Consiste en una elección de posibilidades, o comprensión. La operación puede realizarse e dos niveles: (a) la comprensión existentiva u óntica, que se refiere a la existencia de un hombre singular; y (b) La comprensión existencial u ontológica, que atañe a la existencia misma, en abstracto. A Heidegger, como a todo buen fenomenólogo, no le interesaban los casos particulares. Por lo tanto, cuando Heidegger habla de la «existencia», la entiende como a la versión (b). Cree que la existencia es fundamentalmente trascendencia. Dicho de otro modo, la existencia se puede definir como «estar-en-el-mundo», por constituir ese mundo, el proyecto de las posibles actitudes y acciones del hombre. Y esa existencia del ser humano sobre la tierra consiste básicamente en tener cuidado de las cosas, y de los demás hombres. Esto se podría entender de sendas maneras: (a) como exoneración de los demás, de sus propios cuidados, es decir como una existencia inauténtica; y (b) como incitación a ser libres para asumir sus propios cuidados, es decir como una existencia auténtica. Heidegger se inclina más por este segundo aspecto de la existencia humana. Dice Heidegger que la

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| 387 | Enrique García misión del hombre en este mundo estriba en vivir para la muerte, entendiendo a la «muerte» como posibilidad de la imposibilidad de la existencia. Semántica de los objetos Consideremos «la semántica de los objetos en tanto que topologías» y no con el carácter habitual de la materia sensible, sino como un «sub iectum» formal. En ese sentido habría que procurar centrarse en los procesos mentales, ya que Freud describió una forma de lógica trivalente no contradictoria. Como el ensayo fue dirigido a los amigos que profesan la lógica, corresponde señalar que la veritación forma parte de una tabla de valores paraconsistente. La paraconsistencia, ustedes saben, está en comunión con la cuántica, y por otra parte, participa en el desarrollo de una metafísica de la nada activante de cuño hegeliano como una teoría general de la ontoteología. En ese sentido el ser es la incesación de la no terminación de nunca no dejar de no ser, tal como Lacan desarrolla parte de su planteo psicoanalítico.

Fugitivo Exitoso fugitivo del vértigo y la vanidad, Ernesto Sabato pensó un mundo absolutamente mejor. «No pasan cosas sin mi alma», nos dijo, «ya que no bastan los huesos y la carne para construir un rostro, y es por eso que es infinitamente menos físico que el cuerpo: está calificado por la mirada, por el rictus de la boca, por las arrugas, por todo ese conjunto de sutiles atributos con que el alma se

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| 388 | Enrique García revela a través de la carne. Razón por la cual, en el instante mismo en que alguien muere, su cuerpo se transforma bruscamente en algo distinto, tan distinto como para que podamos decir “no parece la misma persona”, no obstante tener los mismos huesos y la misma materia que un segundo antes, un segundo antes de ese misterioso momento en que el alma se retira del cuerpo y en que éste queda tan muerto como queda una casa cuando se retiran para siempre los seres que la habitan y, sobre todo, que sufrieron y se amaron en ella. Pues no son las paredes, ni el techo, ni el piso lo que individualiza la casa sino esos seres que la viven con sus conversaciones, sus risas, con sus amores y odios; seres que impregnan la casa de algo inmaterial pero profundo, de algo tan poco material como es la sonrisa en un rostro, aunque sea mediante objetos físicos como alfombras, libros o colores. Pues los cuadros que vemos sobre las paredes, los colores con que han sido pintadas las puertas y ventanas, el diseño de las alfombras, las flores que encontramos en los cuartos, los discos y libros, aunque objetos materiales (como también pertenecen a la carne los labios y las cejas), son, sin embargo, manifestaciones del alma; ya que el alma no puede manifestarse a nuestros ojos materiales sino por medio de la materia, y eso es una precariedad del alma pero también una curiosa sutileza»

Querellas eclesiásticas Hacia mediados del siglo XI van a tener lugar tres querellas. El autor que dejamos atrás, Escoto Eriúgena, desarrolló su sistema filosófico hacia el siglo IX.

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| 389 | Enrique García Una brevísima introducción al siglo XI, tanto como para situar el pensamiento de Anselmo de Aosta (de Canterbury o de Bec), nos permitiría advertir que, durante el Imperio Carolingio, comienzan a despuntar los pequeños reinos, es decir Europa comienza, lentamente, a tranquilizarse. La cultura sigue siendo monástica. En los monasterios están los copistas, están los textos, está el saber, está la conservación. El monasterio, después de la disolución del Imperio Carolingio, se constituye en el centro de enseñanza por excelencia. Ahora la enseñanza cae en poder de los monjes, no en la escuela palatina del Imperio Carolingio y, puntualmente, en la Orden Benedictina. Como hemos dicho, en tal época se registraron tres polémicas, tres querellas. Una querella política (a) la querella de las investiduras, un capítulo más de la tensión permanente que oscila entre el poder temporal y el poder espiritual, tal como se había planteado en la Ciudad de Dios de Agustín de Hipona. Es decir ,la controversia entre bienes superiores y bienes inferiores, ínsita en lo que se conoció como «agustinismo político» Así, el poder espiritual debía estar por encima del poder temporal. Esto se conecta con los dos libros de Dionisio Pseudo Areopagita: (1) Acerca de la jerarquía celeste; y (2) Acerca de la jerarquía eclesiástica. ¿Todo poder viene de Dios? ¿Todo poder es una teocracia jerárquica? Durante el reinado de Carlomagno hubo cierta paz, cierta calma que se mantuvo en años posteriores. Entretanto, los reinos se van haciendo cada vez más independientes, y reservan para sí el poder de investir a los obispos. El orden sacerdotal del obispo lo da el poder espiritual, el Papa o alguno de sus emisarios. Pero todos los

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| 390 | Enrique García obispos, son obispos de algún lugar. Entonces, los reyes querían para sí el poder de la investidura de los obispos. Téngase en cuenta que, además, en ese tiempo era un recaudador, puesto que se tributaba al obispado. No era lo mismo ser obispo de una pequeña aldea, que de alguna aldea más próspera. De tal suerte, podemos decir que los reyes estaban en presencia de verdaderos centros de poder, en los cuales procuraban designar a sus adictos. Esta querella tuvo perfiles muy sangrientos. Obligó a muchos reyes a desterrar obispos de sus territorios, como le sucedió a nuestro autor, Anselmo de Aosta, cuando su deber de obediencia lo hacía seguir más la jerarquía en la línea del Papa, que escuchar y seguir los mandatos de la jerarquía monárquica, en su caso del rey de Inglaterra y sus designios. Hay una segunda querella (b) la querella suscitada entre dialécticos y teólogos, y hasta una tercera querella (c) la querella de los universales. Respecto de la querella (b) suscitada entre dialécticos y teólogos, recordamos que en el Renacimiento Carolingio hay un impulso inusitado del arte dialéctica, y como se considera a la dialéctica como una hermenéutica y una preparación para la interpretación de la Escritura. Esto lo hemos visto puntualmente en Escoto Eriúgena, quien la aplica a la realidad y la hace corresponder con la hermenéutica de la Escritura. En este tiempo, algunos pensadores, como los dialécticos, afirman que haciendo uso del arte de la argumentación, sostienen que, lo que no resista una argumentación racional, debería ser descartado. Si acaso lo fuera de un dato de la Escritura, como hipótesis establecida por la Iglesia, también debería ser descartada. Obviamente,

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| 391 | Enrique García ante esta postura, la reacción de los antidialécticos, es decir de los teólogos, no se hace esperar, y hay en todo este espíritu, manifestaciones en uno y otro sentido. Por supuesto, a esto le suceden algunas condenas hacia los dialécticos. Se trató de condenas que no eran condenas a muerte, sino que eran condenas a permanecer en silencio. Hay dos casos paradigmáticos dentro de estos dialécticos: (a) el caso de Anselmo de Besate (-1050); y (b) el caso de Berengario de Tours (ca. 1000-1088) (el bibliotecario de la novela El nombre de la rosa, trama que Humberto Eco sitúa en el siglo XIV, no en el siglo XI, tal como hubiera correspondido de haberse ceñido a una genuina referencia histórica) Berengario es quien incursiona en la refutación del dogma de la Eucaristía, es decir la transustanciación, el cambio de sustancia, el pan en el cuerpo de Cristo, el vino en la sangre de Cristo. Una especie de lenguaje performativo, donde es el lenguaje el que constituye la realidad. Según Berengario, conforme las reglas de la razón puede haber un cambio de accidente que no implica un cambio de sustancia. Pero dice Berengario que lo que no puede pasar es a la inversa: que haya un cambio de sustancia que no implique un cambio de accidente, que es lo que se pretende, porque eso que se dice que cambia de pan a cuerpo y de vino a sangre manteniendo los accidentes, tales como forma, saber, color, no es un misterio de la fe, sino una cuestión racional que obedece más a las leyes de la dialéctica que a las de la teología o de la fe. Lo mismo hacen nuestros dialécticos con el dogma de la Trinidad: si se nombra con tres nombres distintos a un único Dios –dicen-, entonces estamos hablando de tres dioses. Este es el tipo de argumento que

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| 392 | Enrique García sostenían los dialécticos. El estudio de la dialéctica, el arte de la argumentación en términos modernos estaba fundado, en cierto modo, en un corpus: la Lógica vetus o lógica antigua o vieja, a saber: (a) las categorías de Aristóteles; (b) la Isagogé de Porfirio; (c) los textos de Cipriano y de Donato, los dialécticos latinos; y (d) eventualmente los comentarios de Boecio (480-524/25) El paradigmático opositor de los dialécticos fue Pedro Damiano (1007-1072) o Damiano, acusador de los desobedientes, a la sazón los dialécticos, apologeta de la fe por encima de la razón que en un tono ciertamente inquisitorial escribe contra las malas intenciones de los dialécticos, a quienes ve como desestabilizadores de la fe. Ofrece argumentos. En particular, uno de esos argumentos, que es también un ejercicio dialéctico, se titula De divina omnipotentia (Acerca de la omnipotencia divina) Las leyes de la razón están por debajo de la omnipotencia divina. Dios no se somete a ninguna de las reglas de la razón porque él es su autor. De ellas, la máxima que se podría violar sería la regla del principio de no contradicción ¬ (p ^ ¬ p) , es decir no es posible que algo sea y también no sea, al mismo tiempo. ¿Puede Dios hacer que Roma no haya sido fundada, una vez que fue fundada? ¿Puede hacer Dios que lo que haya pasado no hubiera pasado? Frente a esta pregunta, que Damiano toma como ejemplo para defender su tesis, entiende que sí, que si quisiera, Dios podría. Este antecedente carece de precedente alguno. Nadie se hubiera atrevido, y de hecho nadie lo hizo, a sostener esto antes, en la Edad Media. Sostener que Dios podría violar el principio de no contradicción es toda una novedad. Sin embargo, de otro lado, hay quien sostenía que

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| 393 | Enrique García Dios no puede violar el principio de no contradicción. En el caso de la pregunta de Damiano, es complicada la respuesta porque interesa a un hecho que aconteció en el tiempo pasado, entonces se trata de la intervención de Dios ante un hecho efectivamente acaecido y, también, se trata de un acto de reversibilidad del tiempo. Pero, así como Dios no está sujeto a las leyes del tiempo, como tampoco a las reglas del principio de no contradicción, igualmente podría cambiar las sustancias, sin que los accidentes cambiaran. De tal manera es la omnipotencia divina. Si pensamos bien, ningún milagro de la Sagrada Escritura viola el principio de no contradicción. El caso que plantea Damián es, entonces, contrafáctico porque no ha sucedido. Borges, en su cuento La otra muerte, nombra e introduce en su trama, justamente a un tal Pedro Damiano, a quien se le proporciona una segunda muerte más promisoria, una muerte que mejora la primera de las muertes que había tenido, lo que en verdad refiere es la reversibilidad del tiempo, que es la cuestión de fondo implicada en la violación del principio de no contradicción de Pedro Damiano. Como hemos anticipado, la tercera querella es (c) la querella de los universales, que habremos de abordar con algún grado de detalle un poco más adelante. El problema de los universales es tan viejo como la filosofía misma. Pero en el siglo XII, este problema reaparece como querella, como disputa entre facciones divididas que polemizan entre sí, lo que supone la existencia y el intercambio de escritos y de literatura polémica o contradictoria, de querella, de disputa. El problema de los universales consiste en referir los términos en los que un

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| 394 | Enrique García singular se predica de una pluralidad, se predica de muchos. Por ejemplo, si decimos «Juan es hombre», la proposición no comporta inconvenientes respecto de «Juan» En cambio, si lo que se trata es de predicar acerca de hombre, siendo hombre un animal racional, entonces sí se presentan algunos problemas, respecto de «hombre» en tanto que mienta una pluralidad, es decir aquello que siendo uno se predica de muchos. Por ejemplo, se predica de Juan, de Pedro, y de Virginia... Hombre es, así, un universal, pero, podemos preguntarnos a quién mienta, a qué tipo de entidad mienta, refiere. Al respecto se han ensayado dos posiciones extremas: (a) la de un realismo esencialista, según la cual los términos universales mientan entidades reales, aun las separadas de los individuos como las ideas platónicas o las rationes agustinianas; o (b) la de un nominalismo, según la cual el universal es un mero nombre que no mienta nada más que una realidad de la palabra y ninguna otra cosa por fuera de ella: se refiere a los singulares. Hacia finales del siglo XI hay quienes se dicen parte de la secta de los reales, y también hay quienes de la secta de los nominales. Hay, también, algunas combinaciones factibles como la de Roscelino de Compiègne (1050-1121/25), quien detenta un extremo nominalista y otro extremo dialéctico como una combinación que es posible porque es fácil que un nominalista sea también dialéctico más que teólogo. Así es como hemos ingresado a Anselmo, quien aparece con diversas denominaciones: Anselmo (nacido) de Aosta, Anselmo (obispo) de Canterbury, o Anselmo (prior de la abadía) de Bec, donde se mantuvo por treinta años, según ha manifestado, por amor al estudio,

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| 395 | Enrique García aunque, dice también, lo fue ganando después, paulatinamente, el amor a Dios. Tiene como maestro a Lanfranco de Pavía (ca. 1005-1089), quien abogara por los teólogos y polemizara con Berengario de Tours. Hace una vida monástica, pero también política en torno de la Iglesia. De Anselmo haremos referencia a tres de sus obras capitales, el Monologion o Soliloquio (1076), y al Proslogion o alocución (por exhortación a otro) (1078), y De veritate (1080) Todas estas obras fueron escritas durante su estancia en Normandía, en Bec. Son obras dedicadas a sus hermanos. Pero su obra trasciende el ámbito del Monasterio. En torno de (a) el Monologion, diremos que en el Proemio aparece explicitada la propuesta metodológica. Dice Anselmo que va a tratar de probar verdades de la fe sola rationem, por vía de la razón solamente. Esta obra es fruto de un momento en el que la intención consistió en comprobar hasta qué punto la razón opera en torno de la verdad de la fe. El punto, para Anselmo, es bastante lejano, ya que va a poner bajo el juicio de la razón, muchos de los dogmas de la fe: la existencia de Dios, y la Trinidad. Solo escapan a su examen la cuestión de la reencarnación y la cuestión de la resurrección de Cristo. Podemos decir que ¿Anselmo es dialéctico? ¡NO!, dado que por la razón se puede llegar, es un camino, confirmatorio de la fe. Por eso se dice que su mensaje está doblemente dirigido: (a) de un lado se dirige hacia los dialécticos, a quienes parece decirles que hay una concurrencia metodológica entre razón y fe, que hace que la fe venga a ser confirmada por la razón, no refutada por ella, que no teman el ejercicio de la fe; y (b) de otro lado se dirige hacia

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| 396 | Enrique García los teólogos, a quienes parece decirles que la fe se ve reforzada pro la razón, que no teman el ejercicio de la razón. Dice algo así como lo que dijo Escoto Eriúgena: todo procede de la Suprema Razón, que es Dios. Siendo así, la Escritura no es sino la expresión racional no contradictoria correspondiente a la fe que acaso nosotros podamos descubrir que está en ella. La razón, entonces, no contradice a la fe, no se contrapone a ella, así como la fe tampoco puede estar contradiciendo las leyes de la razón. En ambos casos, razón y fe, hay mucho que remitir a la razón, y poco al misterio. En ambos, casos, razón y fe, hay una férrea confianza en las posibilidades de la razón. Hay, en ambos, razón y fe, una inspiración común. Así, en Cur Deus homo, Anselmo se preguntará ¿por qué Dios se ha hecho hombre?, en una clara alusión a la metodología racional. La encarnación fue posible, y no solamente posible, sino necesaria. Lo que nos interesa del Monologion es el carácter de la prueba de la existencia de Dios que se lleva adelante de un modo diferente al modo bajo el que se lleva adelante en el Proslogion. El Monologion nos presenta una prueba (ontológica) que parte de la experiencia. Se trata de una prueba a posteriori. En ella se describen dos vías: (a) la vía de la causalidad, que remonta la cadena causal, es decir la serie de las causas cuyo vértice culmina en Dios mismo que es la primera causa, la causa incausada o incondicionada de una cadena causal finita; y (b) la vía de la participación, que consiste en que hay cosas buenas y que ello redunda en la participación en ese principio primero simple y único, a fin de no participar en una tercera causa de una cadena causal infinita. Una y otra vía, como

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| 397 | Enrique García sabemos, la encontramos (a) en la obra de Aristóteles (384 a.C-322 a.C); y (b) en la obra de Platón (427/428 a.C-347 a.C) Las pruebas de Anselmo no suponen, entonces, demasiada originalidad. La originalidad que esperamos habría de pasar por la prueba del Proslogion, a la sazón la que representa una muestra de articulación a priori, mejor dicho, a simultáneo, antes jamás conocida, aunque la historia de la Filosofía Medieval registró esta clase de pruebas con anterioridad. Habremos de ver esta prueba en el contexto de la Filosofía Medieval, en el contexto de Anselmo, y aun en el de su tradición, y no la veremos meramente como una mera prueba de formalización lógica de proposiciones. La obra de Anselmo se vincula estrechamente con el pensamiento agustiniano. Este es el contexto: el de la tradición agustiniana. Sus fundamentos metafísicos, gnoseológicos, antropológicos y éticos, provienen de la tradición agustiniana, a saber: (a) la metafísica del ser; (b) la doctrina gnoseológica de la iluminación; (c) la alusión a la doctrina de las rationes y sus consecuencias ontognoseológicas; (d) la misma concepción acerca del problema del mal; (e) la concepción del mal en el marco ético; y (f) la morfología común del problema del mal, definida por una voluntad quebrada, mal orientada que determina, es decir limita, el conocimiento de la acción moral. Pero en Anselmo aparecen algunas otras cuestiones adicionales, propias de su tiempo y de su concepción filosófico-teológica, a saber: (a) la ubicación de la razón en otro «lugar»: el «creo para entender» de Agustín; (b) la existencia de un rol reservado al lenguaje que es funcional a la argumentación. Un lenguaje no tan laxo, es decir flojo, falto de fuerza, como el de Agustín. Anselmo, entonces, se

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| 398 | Enrique García inscribe en la tradición agustiniana, pero con notas propias de su pensar y de su tiempo.

Dedicatoria El tiempo pasa, y a la vez se queda. Dar es dar emoción, y también dar es dar, lo que nos falta. ¿Usted sabe, porque sabe que sabe? ¡Cariños, alma noble!

Intuición Ella pensaba sin mirar. Tal vez veía sin pensar. Buscaba la ausencia, pero el espejo siempre le devolvía una presencia. Hizo un deslizamiento muy certero. Declaró fugitivas a todas las presencias. Cerró los ojos, y pensó: «¡el mundo, ya no está aquí!»

Lo no dicho

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| 399 | Enrique García Aquel que tenga una formación filosófica de cierto nivel, merece considerar que la cultura está complicada en la filosofía. Y que, como la historia es la explicación de la cultura, pero deja un vacío, es necesario considerar que esa ausencia es «lo no dicho» La historia es también «lo no dicho» de la cultura a través de la filosofía. Sospecho que podría ser propicio leer alguna obra que pueda considerarse como una buena explicación psicoanalítica de la cultura.

Risas y llantos La vida es una continuidad en la que tu lucha está sembrada en el camino. La cosecharás para almacenarla y consumirla en el momento en el que te falten fuerzas para conquistar los grandes objetivos que has soñado. Los más altos parecen estar situados en el deber que has cumplido, en la mirada asertatoria de tus hijos, entre las manos arrugadas de tus padres, en el silencio complaciente de tus hermanos, en la admiración contemplatoria de tus nietos, y en el perenne recuerdo de tus amigos.

Give up Tu camino siempre es de lucha y la lucha es, también, siempre tu camino. Ojalá que nunca te abandone esa particular angustia de la lucha, porque ella es de tus signos, el más revelador, porque muestra tus aspiraciones y voluntades equilibrantes. En ese balanceo es en el que te

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| 400 | Enrique García bambolearás, entre dos lágrimas, la que te recibe y la que tes despide. Necesariamente ha de haber siempre luchas y lágrimas de doble signo. Lágrimas de riqueza, y lágrimas de pobreza. Sería extraño y hasta dramático que lloraras sin purificarte en lágrimas y aun que rieras sin ellas. Más triste que llorar es ver llorar. No lamentes el llanto en lo perdido. Tampoco en lo irrecuperable. Lo que no tiene remedio ni riendo ni llorando, lo que te alza los brazos, lo que no te los baja. Deseo que te halles entre luchas y entre llantos, entre risas y entre llantos, entre imperecederos velos y desvelos. Desde los ventanales, vistas mundanales, también suelen asomar multitudes plañideras, cual permanentes luchadores circunstantes. ¡Saludos

pategónicos, asoman también multiplicando!give u Pareciera que todo funcionara de cierta manera. Pareciera que todo asumiera una forma absolutamente fatalista. Pareciera que todo fuera tan genuino como la profesión, como el sentido de nuestra vida, y como el andar de nuestros pasos. Pareciera que queda una brecha, un margen, una distancia, una cisura, cuando recurrimos a la congruencia entendida como un tema muy caro a los pensamientos de acercamiento y concordia. El amor, sin embargo, pareciera estar por fuera de lo real, aun cuando se lo presentara como una atracción simétrica entre dos necesidades irresistibles. No es la cosa misma, sino el aura de ella, su palabra, tal vez su idea, o el relleno con el que queremos completarnos completando a un otro. Es un misterio insondable y fugitivo que podría demandar la

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| 401 | Enrique García duración de toda una vida sólo para rasgar el ligero barniz de la levedad de nuestras vestiduras. Una frágil sospecha de un algo por desocultar un porvenir que desnuda al ser y lo desbarata revalorizando el sentido del estar demandando, permanentemente, una indigencia ajena.

Precisa imprecisión Como lo irreal, cobró importancia, precisamente por su precisa imprecisión no reglada, entonces, hoy, podemos afianzarnos en los asuntos emotivos, porque el hombre es justamente eso: emoción racionalizada, puesto que la razón es ineluctable, a menos que se la observe en perspectiva dinámica, que es cuando adquiere su máxima expresión de imprecisión reglada.

Progrerregresión al infinito Ningún lenguaje oculto nos presenta el mundo. Nos presenta un lenguaje negativo, un lenguaje que refleja la actualidad de la carencia que nos afecta y que nos impele a subsanarla, sumiéndonos en la ardua tarea de una búsqueda incesante que nos empuja en un continuo y perpetuo oscilar de la cuna a la tumba, pasando por momentos de desasosiego y de duda, ya que la brecha entre la seguridad de la necesaria carencia de hoy y la eventualidad contingente de la satisfacción de mañana, exige duda, inquietud, y esperanza muchas veces desesperada. Por eso se debe mirar a positividad del mundo y de la vida, sino la negatividad, lo que no es y puede llegar

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| 402 | Enrique García a ser dentro de la panoplia del infinito posible, ya que somos la promesa, lo que no se dio y que se espera: deseo. Es, tal vez por eso, por lo que siguen prendiendo tanto las ideas de Nietzsche y de Lacan, como las de Hegel y las de Cusa, aunque es curioso que Schopenhauer haya quedado confinado a la penumbra, aun habiendo tenido a su favor el mérito de haber sido el mentor que fuera de todo esto que empezó con Heráclito y el devenir. Desde el punto de vista social, el conflicto se complica todavía más, ya que, además, interviene lo artificial, es decir, lo social compone un sistema intrincando de relaciones virtuales y de deseos personales del alma humana significada en el mundo frente a un mundo cuya naturaleza está sentificada en el hombre. La aparente simpleza del mundo tiene todo eso, por eso es que si uno todavía no enloqueció, es porque, o bien es reluctante, o bien tiene frente a sus ojos angustia, o, como dice Lacan, inminencia del deseo. El Maestro Aristóteles solía replicar hasta el cansancio que «en cada pregunta subyace una respuesta» Por eso hemos comenzado por preguntarnos preguntando, aun bajo la forma asertiva, si es que es tan inaprehensible el mundo porque viajamos en él a través de una cadena argumental de progresión, cuando no de regresión, al infinito.

Prostíbulo de las chistadoras El prostíbulo «Los Chistaderos», está situado en la calle Europa 218. Se lo llamaba así porque desde las puertas canceles entreabiertas, las prostitutas llaman a los candidatos que pasan y los invitan a entrar. En este prostíbulo al ingresar acostumbran a palpar de armas.

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| 403 | Enrique García El pago es anticipado. La regenta sostiene entre sus manos una lata de aluminio semejante a la que utilizan los mozos de café a modo de bandeja. Se le entregaa las prostitutas para que contabilice su ganancia al cincuenta por ciento del producido. El valor de cobro difiere según el prostíbulo. Los hay de un peso, de dos, de, y, entre las francesas, de cuatro pesos. Algunos datos estimativos aseguran que los servicios prestados por cada una de ellas asciende a unos 40 clientes al día. De tal suerte que la ganancia diaria de una prostituta puede alcanzar los cuarenta pesos diarios y, al cabo de veinte días laborados la ganancia ronda los ochocientos pesos, y los nueve mil seiscientos al cabo del año. Esa suma permite disponer de un buen poder de compra cuando es convenientemente administrada. Lamentablemente, no todas las muchachas lo hacen y, por lo que la gran mayoría de ellas, terminan sobrellevando una vida de privación miserable. Aquellas que saben prever terminan teniendo una buena posición económica.

Prostitutas de la Edad Media La Edad Media fue una época llena de contradicciones, en la que las manifestaciones públicas de piedad y de rigorismo iban acompañadas de generosas concesiones al pecado, como nos muestra buena parte de la narrativa de la época, y existían lugares donde se toleraba la prostitución, incluso pueblos-gineceos llamados «columbaria», que eran frecuentados por los feudatarios. No debemos olvidar el erotismo de la poesía cortés o los cantos de los goliardos, que también eran clérigos. Además,

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| 404 | Enrique García el sentido del pudor era, sin duda, distinto del que tenemos hoy en día, sobre todo entre los pobres, que vivían en familia de forma promiscua, dormían todos en la misma habitación o incluso en el mismo camastro, y hacían sus necesidades corporales en el campo sin preocuparse demasiado de la intimidad.

Prostitución entre los romanos Una sociedad curiosa era la de los romanos. Tenían comida rápida, puertas automáticas, preservativos, existía el divorcio, carros con taxímetro, calefacción central, ascensores, y fincas con vecino cotilla. Veamos algunas de estas curiosidades que han quedado registradas para la posteridad histórica: (1) para los romanos el muérdago era un símbolo de la paz. Por eso se usa en Navidad; (2) tras la poda (puta), con las ramas de los árboles, las mujeres que deseaban quedarse embarazadas eran azotadas ritualmente, las sacerdotisas ejercían la prostitución sagrada en honor a la diosa. Con el paso del tiempo el nombre de la diosa paso a denominar a la mujer que ejercía la prostitución; (3) la prostitución era considerada como un bien social; (3) el verbo «fornicar» proviene de la denominada fornices, que eran las celdas donde las prostitutas recibían a sus clientes; (4) el «Leno» era el encargado de mantener el orden y cobraba una comisión del servicio de la prostituta ; (5) Para los romanos había tres tipos de prostituta: (a) la prostituta que estaba dispuesta, entregaba su cuerpo a quien ella quería; (b) «la pala», sin elección, aceptaba a cualquiera que pudiera pagar el precio demandado, y (c) la meretrix, la que gana, era la

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| 405 | Enrique García que se ganaba la vida por sí misma; (6) cada prostituta tenía, a la entrada de su celda, un dibujo que hacía referencia a su especialidad; (7) las prostitutas consideraban la «fellatio», la felación como el vicio más repugnante que un cliente podría solicitar. Era el servicio más caro y se supone que ello obedecía a cierta falta de higiene de algunos de ellos; (8) las prostitutas y las mujeres de costumbres licenciosas eran obligadas a vestir con una túnica corta y oscura para diferenciarse del resto de mujeres; (9) las malas lenguas decían que Mesalina tenía una celda alquilada a su nombre y ejercía la prostitución para saciar su apetito sexual bajo el seudónimo de Lycisca, al acabar la jornada pagaba su comisión al Leno y se iba a palacio; (10) comentan que por una apuesta con otra prostituta se «trabajó», en una jornada, a una centuria; (11) las statio cunnulingiorum, eran los lugares donde los prostitutos se ofrecían para practicar sexo oral a sus clientas; (12) la mujer romana, para evitar quedar embarazada, buscaban a sus amantes entre los amantes espadones, es decir, entre quienes habiendo sido adultos castrados, no tenían rasgos de eunuco.

Prostitución sagrada En los pueblos del cercano Oriente y de la cuenca del Mediterráneo, existía la prostitución sagrada. Se la encuentra también en algunas regiones de la India, donde las prostitutas, llamadas deva-dasis, que significa «siervas y esclavas de los dioses», eran cantoras y bailarinas que disfrutaban de una particular instrucción intelectual. Las «meretrices del culto», consideradas como mujeres

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| 406 | Enrique García sagradas, atestaban los patios de los templos y eran consideradas como transmisoras de las virtudes fecundativas. Su presentación revestía carácter de un acto social piadoso, en el cual las relaciones sexuales colectivas eran legítimas como cumplimiento de un ritual sagrado. En los templos, como en Babilonia, no faltaban los prostitutos varones. También en Palestina y en Siria la prostitución era de carácter religioso, y éste es el motivo de la severa condenación de esta práctica, designada como «fornicación con los dioses extranjeros»", en el Pentateuco, y entre los profetas. Sin embargo, la condición de prostituta no se consideraba infamante entre los hebreos.

¡Puede fallar! Fue la inexactitud racional la que lo llevó a Heidegger a refugiarse mismamente en el dominio de la irrealidad. Parafraseando a uno que a su vez parafraseó a otro, diremos que «la única verdad es la irrealidad», porque lo falsable es irrefutable, pero la búsqueda de la verdad requiere de la eternidad para verificar que, como solía decir un ilusionista que cultivaba la irrealidad, «puede fallar»

«¡Quel Horreur!» La intolerancia también es condición humana, y si no revisemos la v ida y la obra del mentor de los ghetos y juderías. Un tal Paulo IV, por lo demás mentor de la inquisición y precursor de un simiesco personaje apodado el Fürer Tenía un poco de razón aquél que descubrió la pulsión tanática, después de comprobar la

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| 407 | Enrique García acción desbocada desatada cuando la primera Gran Guerra. ¡Pobre Freud y pobre Benjamin con el ejercicio de esta malsana destreza de perseguir y suprimir. ¡Quel horreur!, solía decir mi profesora de francés, cuando la hora crepuscular del asombro se le cernía. Tanto por el presagio de Nietzsche, cuanto por la intensidad de la caída humana «sine día», hay que recuperar, rescatándolas del polvo de la historia, las páginas admonitorias escritas en orden a «la condición humana», y a «el hombre y sus circunstancias»

¡Qué será de nosotros! ¿Quién sabe adónde han ido a parar aquellos inefables encuentros personales? Aquellos irremplazables momentos desvanecidos en las inconmensurables redes sociales, disueltos en el cristal líquido de sofisticadas pantallas de telefonía, resumidos en el circuito de computadores de enésima generación, están dando cuenta de que un mundo de semejante naturaleza, es un mundo de lejanía, es un mundo de desaproximación, es un mundo de obscena irrupción de una era tecnolátrica que preanuncia el robo de nuestras almas, perpetrado con la misma impunidad con la que sobre la inocente creencia de las primitivas almas, nativas y originarias, se disparó, alguna vez, el atroz fogonazo de una implacable cámara oscura. ¡Qué será de nosotros, sin nosotros! Hemos entrado en la virtualidad. Yo te saludo, tecnología adventicia, aún desde mi escasa y precaria realidad, pero lloro, como lloraba Unamuno, porque de nada sirve llorar.

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| 408 | Enrique García

Quiméricas quimeras Me gustan las quiméricas quimeras. Cuando paso por la diagonal 77, y veo en qué estado dejaron al edifico del Liceo Víctor Mercante, me parece que los que soñaron esa utópica remodelación, asociaron amor, a empuje. Allí comencé a estudiar los primeros años de mi preparación en la Ciencia Económica. Recuerdo cuan abandonado y lúgubre estaba el lugar por entonces. Algún día voy a tomar coraje y voy a ingresar para volver al pasado, tal como Proust volvía al suyo mientras tomaba un tecito perdiendo su mirada vaya a saber uno en qué lejano horizonte. Seguramente él también estaba asistido por el

«sueño» de «recobrar el tiempo perdido» ...

Racionalidad estética En ocasiones, la experiencia estética aflora prevalentemente, en un primer plano. Otras veces, se muestra recesivamente, como telón de fondo. Pero siempre está presente. No hay posibilismo sin estética, como tampoco lo hay sin razón razonante.

Rarezas La rareza consiste en la infrecuencia. Cuanto más cercana a cero, más infrecuente. La nada, es absolutamente infrecuente. El todo, absolutamente frecuente.

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| 409 | Enrique García

Realidades irreales Los filósofos describen a la estética como aquello que tiene como estatuto ontológico, es decir como objeto, motivo, y finalidad, la descripción de irrealidades. Nunca mejor dicho, porque la certeza está en el defecto, en la incompletud, en lo imposible, en lo inalcanzable, en la carencia, en la negatividad, en la utopía, y en la ucronía, es decir en lo sin tiempo y sin lugar, desde que el ser humano se mueve por esos alicientes infinitos, y por eso puede repetir incansablemente siempre lo mismo variando su sentido. Cabe preguntarse, respecto de la narrativa literaria, si el autor es el que conduce a la obra o, a la inversa, la obra lo conduce al autor, porque ello encaja mejor dentro del esquema de negatividades mencionadas. A Pirandello se le ocurrió dialogar con sus personajes sobre la importancia entre el creador y lo creado, ya que, según los personajes, ellos pasarían a la eternidad, en tanto que el autor, está atado a su finitud. Pero la duración no mide la importancia, aunque subrepticiamente se sugiera que sí. El mundo de la literatura puede construir realidades irreales que son exactas, como exacto es el azar porque responde a la agrupación autónoma natural de los datos en torno de una «verdad» incontrastable, como sucede con la obra y su autor, a quien esta diseña y prefigura, y no a la inversa, desde una perspectiva filosófica que la Escuela de Constanza celebra, cuando lo coloca al lector como cocreando la obra del autor, a la vez que cocreado por ella misma en un ida y vuelta binario, dual, y

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| 410 | Enrique García compartido, que forma una cadena de relaciones tan extraña como interesante en punto a lo irreal.

Religión Cuánto más la pienso, menos la creo, y cuánto más la creo, menos la pienso.

Resposta filosófica La filosofía responde a sistemas. Hay numerosos sistemas. Cada uno de ellos responde a distintas cosmovisiones. Lleno y vacío, todo y nada, son conceptos que no están desgajados de ningún contexto. Incluso uno podría decir que hay un lleno de nada, o un vacío de todo, y no estaría mal. El mismo sentido tendría decir que hay algo lleno de todo o que está vacío de nada. Uno podría adherir a cualquiera de estos sistemas. Incluso podría vivir creyendo que más allá no hay nada, o que lo hay, o que esa nada es un Todo como Dios. Uno puede tener, incluso, una explicación personal errónea. Por eso, nada y todo son conceptos sujetos a definición dentro de una sintaxis y, aun dentro de una pragmática, es decir en el marco de la semiótica. En fin, filosofía significa amor a la sabiduría. Es un camino de desocultación, y esto supone ir transitando un camino de equivocaciones o nadas, que son todos, superables que se conservan, con lo que esas nadas, que eran todos, adquieren un valor superlativo. Uno puede llegar a creer que esos conceptos son las cosas, y ahí está el fundamento del yerro: los conceptos, ¿se acercan o se alejan de las cosas?

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| 411 | Enrique García

Saber que se sabe Uno nunca sabe que lo sabe, ni tampoco sabe que no lo sabe. Sólo algunos pocos saben que lo saben, y otros muchos no saben que no saben.

Saber y Ser Hay un saber del sentir que Hegel denomina «consciencia sensible». Se trata de un estadio precursor que se encamina hacia un estadio terminal y perfecto que es la «consciencia absoluta» Pero si se parte de la preminencia lingüística como vehículo de la racionalidad y del saber se va a ir perfilando el análisis desde el racionalismo, o desde el idealismo, en tanto que se desechará la versión y la visión que proporciona el materialismo histórico y dialéctico, que es una cosmovisión entre otras muchas, tantas y diversas, que nutren la plétora filosófica. En el saber la razón es dominante y el sentir es recesivo, en tanto que en el sentir la razón es recesiva, y el sentido es dominante. En este último no hay distanciamiento con la realidad sino equidistancia con ella y con el pensamiento. Tal el caso de la pulsión. Hay tanta descripción como interpretación se tenga y, en ese sentido, la razón es preminente a la hora de conceptualizar, y es recesiva la hora de sentir impulsos. Sin embargo, ambas coexisten, necesariamente: mientras el sentir impulsa, la razón regula y organiza, a pesar de que Rorty abogue por un «conocimiento sin fundamentos», heredero del finisecular giro lingüístico.

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| 412 | Enrique García Podríamos decir que la gnoseología, no es la ontología, y que la bifurcación obedece a la necesidad de completar a esta última con el aporte de aquella en tanto que «saber», y completar a aquella con el aporte de ésta última en cuanto que «sentir» Hay un saber, hay un ser, hay un saber y un ser, hay un saber un saber del ser, y hay un ser del saber.

Sabiduría La sabiduría viene de la forma que se le da a la experiencia. Lo fatal sería concebir al mundo como algo insignificado de signos y concebir al espíritu como algo insentificado de sentido.

Sabiosanto Un sabio es algo así como un pensador, y un pensador es alguien que despliega su vida en torno de principios científicos, éticos, estéticos, y metafísicos. Es precisamente en torno de la metafísica, en donde uno podría asimilar la figura del sabio a la del santo. En algunos escritos de la época medieval, aparecen como identificadas ambas figuras, la del sabio y la del santo. Si mal no recuerdo es en San Agustín donde encontramos una clara referencia al asunto. Es en Acerca de las ideas, en la que uno puede advertir ese carácter. Claro que, la modernidad ha venido a desvirtuar la semántica de las palabras y, por ende, el contexto se nos aparece lejano e inasible.

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| 413 | Enrique García

Tango y sensualidad Sarmiento muere en 1888. Ese mismo año funcionan en Buenos Aires unas 239 escuelas, había 16 templos católicos importantes, y otros tantos templos menores. Paradójico es que también funcionaran 6.000 prostíbulos ¡Nos ganó la barbarie! En lugar de maestras norteamericanas, llegan muchachas húngaras, polacas y paraguayas. Encima, todas las noches un ejército de 600 hombres se mueve por las calles de Buenos Aires en busca de diversión en las casas de baile, y de refugio en los prostíbulos.

Saqueos y saqueadores Siempre las palabras y nunca jamás las cosas. La-de-ca-den-cia-nos-ha-ma-no-sea-do. Pareciera que no se puede desmantelar el umbrío nihilismo en el que ha venido a caer la dirigencia argentina, esa que no supo calibrar la indigencia del pueblo, que es eso que hizo del peronismo una verdadera revolución humana, y que después apareció como una caricaturesca neoforma del fomento de la división, del asistencialismo absurdo, de la medianía elevada a la máxima potencia, y del desconsuelo francamente vergonzoso. Acaso la ceguera de la dirigencia y la inopia de los comunicadores siempre de turno, no es la causa, y sí el efecto deletéreo que re-vela la sub-versión, la decadencia y el histórico saqueo espiritual que se compadece más con un estado de cosas inexplicable que con la dignidad misma. Apelemos a la verdad, tal como ni Nietzsche la concebiría, y si no, callemos lo que no se pueda

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| 414 | Enrique García decir, como soñaba Wittgenstein. Lindo es hablar desde la cómoda poltrona de la cultura que nos regaló el pueblo, con sus aportes. Feo es traicionarlo con la palabra y el concepto, después de haberse uno sobreelevado en una impostura tan molesta como denigrante. «Donde hay una necesidad hay un derecho», decía una dama muy preocupada por sus grasitas descamisados. Basta de seguir inficionando las aguas cristalinas donde suele ir a beber la inocencia del populacho en su ignominiosa condena. No hay nada más ilegal que la deformación de lo real. Animémonos. Entonces, asi podremos comprobar y creerles cuando nos dicen saber de qué lado están, y asaz, como el Cristo podremos gritar estentóreamente, por una única vez en la vida: «¿¡Padre, por qué habéis abandonado a tantos de mis hermanos miserandos!?»

Siderántropos (*) disteoandrizados (*) Una atenta lectura de la Fenomenología de Hegel, bastaría para entender la profética anunciación de la esclavitud del hombre que todo lo media y con ella se distancia, se diferencia y acentúa su máxima antinomia, su inconcebible rostro jánico de amo y esclavo a la vez. ¡Los siderántropos ya estamos aquí! A medida que el individualismo y la inteligencia artificial avanzan, la humanidad se deshumaniza, de manera que llegará el momento en que la tecnología será más humana que nosotros mismos. Según esa profecía, nos convertiremos en menores de edad, en ludópatas cuyo único afán consistirá en buscar la manera

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| 415 | Enrique García de evadirnos de la distopía (*) y del individualismo tutelados por unos artefactos tecnológicos. En esas condiciones, dado que la humanidad se habrá externalizado, habrá dejado de tener sentido perpetuarnos biológicamente, es posible que la pervivencia de la humanidad sea la de seres artificiales. ¿Hablarán, entonces, esas futuras máquinas ultrainteligentes, de nuestro fracaso en el perfeccionamiento del arte de vivir? siderántropo designa al nuevo ser emergente de la aleación entre una sustancia humana y otra metálica. disteoándrico sugiere la pérdida del lugar metafísico del carácter humano divino de la complexión humana, su desacralización y su transustanciación. distopía designa un tipo de mundo imaginario, recreado en la literatura o en el cine, que se considera indeseable.

Segundo elogio de la risa No hay que abandonar la risa, ni dejar de elogiarla, andar con lentitud, a paso de cien pies aletargado, abogar por ella, y procurar pisar la tierra firme del anonimato, allí donde uno es uno, amo y señor de su soledad inadvertida. A la «cátedra» le gusta el neologismo grandilocuente y esdrujulista, porque pre-juzga que sus transposiciones superan la cualicuantía del conocimiento que merecen aquellos a quienes considera dignos representantes de la sentencia que proclama que «el hombre

es una cuerda tendida entre el mono y el superhombre»

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| 416 | Enrique García

Sensación horrorosa El genio casi siempre carga con un intelecto deficiente. Su fuerte es la intuición y, en algunos casos, su obra es tan sublime que, aun siendo horrible, es maravillosa.

Sentido de los signos La neologística cuenta ya con la ideación del calibraje a propósito del «tacto fisiognómico» de Spengler, o del «sentido del signo» de lo imaginario como parte de «lo imaginario, lo simbólico y lo real» de Lacan. Después de la primera década del tercer milenio la irrealidad de lo real, la realidad virtual, parece anunciar un tránsito preóntico, hacia un «nuevo ser» en los nuevos vectores del espacio tiempo, la «transposición» del padre Castellani, si se quiere. El mundo empresario de hoy se nos presenta complejo, ¿Cómo se nos ofrecerá en los 2020? Parece que la Ciencia, dicho mejor su dialéctica ya no encajará en el esquema. En estos tiempos, nuestro Ernesto Sábato, ha cargado sobre sus espaldas todas las culpas del desquicio humano, como dice Carlos Catania Entre la Letra y la Sangre. La divisa de Sábato «ser bueno en absoluto» y «pertenecer a la clase en extinción de los hombres que dialogan» es ciertamente una rareza. El hombre sigue viviendo a la «intemperie metafísica», como anunciara Stuart Mill. ¿Es que entre la concepción del «Mapa de lo real» y la del System Photom Emisson Computarizaded, destinado a leer el perfil de la funcionalidad cerebral, y el uso de la PNL de las neurociencias ¿habrá que contemplar nuevos distritos en el horizonte cercano? Digamos con Sábato que habrá que

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| 417 | Enrique García «enriquecer el contexto empobrecido», el inmediato empresario, y el mediato social también. Es que como el contenido es parte de la forma, y la tendencia tiene un valor dado por su tropismo, habrá que preparar los funerales para que "no haya que seguir proclamando el bien, porque el mal viene solo", como le hace decir el maestro al protagonista de Informe sobre Ciegos. Menuda cuestión estratégica el asunto: por una parte la profecía de Spinoza, «Todo lo que es se empeña en persistir en su ser», la sentencia de Hobbes «Homo Hominis Lupus» que conspiran contra los vaticinios de nuestro José Ingenieros «Todo tiempo futuro ser mejor» y los valores y las dimensiones que preconiza Immanmuel Kant en «Crítica de la Razón Pura» con su descripción del «Homo Phaenomenom» y del «Homo Noumenom» y su dimensión espiritual, que por otra parte también están presentes en los escritos de Santo Tomás y de Nicolás Berdiaeff. La obra, próxima por cierto, exige cierta genialidad o, mejor dicho, requiere del Genio, aquel hombre que realiza una obra original y ejemplar sin valerse de reglas. Pero no se trata de construir una obra cualquiera, se trata, nada más y nada menos , que de establecer «el sello personal de una persona

espiritual en cualquiera de las formas de la materia en general», como manda Pedro Ancarola en su Filosofema. Esta clase de genios, los que pueden ver el sentido del signo, los que acentuarán las necesidades sistémicas de lo empresario: ética y responsabilidad; sentificación; tópica de lo imaginario, lo simbólico y lo real; estrategia de paradores y disparadores; y planeamiento del contexto empobrecido.

Señoritas de «altri tempi»

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| 418 | Enrique García

Algunas señoritas de otros tiempos, estaban ciertas de que el amor platónico consistía en trazar un hiato entre el sentimiento y la pulsión sexual. Se sabe que aquella Idea del Cosmos Supralunar, se replicaba como copia en el Cosmos Sublunar. Esto determinaba la multiplicidad de la Idea hecha acto. Sin embargo, las señoritas que refiero no habrían hecho otra cosa que interpretar nada más que la parte inteligible del trazado de Platón. Tuvo que venir Aristóteles, para poner las cosas en su debido lugar. Pero Aristóteles siguió abogando por la parte inferior del platonismo, por todo aquello que ocurría en el Cosmos Sublunar que, según él era empujado por un primer motor inmóvil. Las señoritas en cuestión creyeron que su interpretación había naufragado. Cuentan los hombres dignos de fe que todo acto de amor perpetrado en el Cosmos Sublunar es apenas un acto sin su Idea correlativa, una mera acción terrenal no metafísica. Las señoritas de nuestro tiempo comprenden cabalmente que es mejor afiliarse al aristotelismo platónico, para no caer en el absurdo de tener que elegir entre Ideas sin actos y actos sin Ideas. Por eso, los merodeadores de la filosofía cuya topografía discurre entre «onphalos» y «genu», es decir entre el ombligo y las rodillas, prefieren definir un acto de amor completo como un acto sucedido entre dos extremos absurdos desprovistos de toda absurdidad: el-amor-no-está-ya-más-allá-ni-tampoco-másacá-del-cosmos. Está justo en el aquel límite insondable que los neoplatónicos llamaron «abismo»: puede sucumbir... o permanecer en un delicado estado

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| 419 | Enrique García de equilibrio inestable sustentado en el arte de amar cuando no-se-está-amando.

Sé que no sé Me pasa lo que a Ortega. Como el hombre se compone de lo que tiene, y de lo que le falta, y, cuando al hombre le falta lo que le faltare, si entonces el hombre usa sus dotes intelectuales, en un largo y desesperado esfuerzo, no es simplemente porque las tenga, a esas dotes, sino, al revés, porque le faltan. El hombre está falto, menesteroso de algo que le falta y, para conseguirlo es que moviliza, claro está, todos los medios que posee. Según parece, Platón entrevió que la raíz del conocer, diríamos su sustancia misma, radica, precisamente, en la insuficiencia de las dotes humanas. En el no saber. Radica en el hecho terrible de que el hombre no sabe. Dios tampoco. Ni a Dios, ni a la bestia, le asiste la condición de saber. Dios sabe todo y por eso no conoce, no puede conocer nada nuevo, nada más. La bestia, en cambio, no sabe nada, y por eso tampoco conoce. No sabe que no sabe nada. Ni siquiera sabe que no sabe. Porque, si lo supiera, ya sabría algo, sabría que no sabe. Uno, Dios, no sabe porque tiene todo, el otro, la bestia, no sabe por le falta todo. Ambos des-conocen. Dios, y el hombre, des-conocen. Pero el hombre, como es la insuficiencia viviente, el hombre necesita saber, porque percibe desesperada y claramente, que ignora. Esto es lo que conviene analizar, según Ortega, según Platón, según Dionisio, según Cusa. Siendo así, uno tiene la tentación de preguntarse: ¿por qué al hombre le duele su ignorancia, como podría dolerle un

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| 420 | Enrique García miembro que nunca hubiera tenido? Es lo que me pasa, lo que siempre me ha pasado creciente e intensamente, y que solamente lo he descubierto a través de la curiosidad de la lectura. Pero como lectura y escritura, son actividades vecinas, entonces la una me ha llevado a la otra, al punto de encontrar cierto grado de felicidad módica, si es que algo de ella he podido conquistar, como decía Borges, en el Paraíso de una biblioteca. Ambas cosas, lectura y escritura son actividades sociales, se comparten. De modo que con ello, lanzamos una suerte de botella al mar, esperando que en alguna costa aledaña, más o menos cercana, más o menos lejana, se nos aparezca la otredad. Aquél que sienta la misma miseria, la misma carencia, aquél que sienta el mismo dolor, la misma ausencia, la misma necesidad. De tal modo ahora, estaremos en soledad a dúo, como quería Nietzsche. Nada hay más concreto que lo intangible, que lo que no está, que lo que no tenemos, como, según dice Descartes, le duele a un hombre, el pie que tiene ausente. Por eso, y tardíamente, me dediqué a estudiar los problemas de la nada, sus manifestaciones, y a establecer hasta qué punto, lo que moviliza es la carencia, la ignorancia, lo invisible, la negatividad, la paradoja, lo oculto, el misterio si se quiere. En el fondo, yo soy un enorme ignorante, que es lo que me moviliza en esto de andar merodeando entre escritos de propios y de extraños, y de tantos otros indigentes intelectuales que saben que no saben. Cada quién a su manera, es una persona desesperada por entender, por ganar un palmo de espacio, un segundo de tiempo, para saber, aunque sea para saber que no sabe, en este destello de luz que brilla entre dos

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| 421 | Enrique García oscuridades, que es la vida, mi vida, tu vida, nuestra vida…, a la manera vinculatoria, y propiciatoria del Espíritu Santo. Resulta curioso, y paradójico que uno decida ser ignorante leyendo, pero como en la medida en que la flecha del hombre se lance dirigida hacia allí, hacia donde pueda satisfacer su inquietud, su malestar, su dolencia, su carencia, entonces, en la misma medida, el hombre revelará que quiere dejar de saber que no sabe. No se puede no saber. Y si no se sabe, se sabe, entonces, que no se sabe. No se puede dejar de saber. Y en esa ilusoria pretensión, descubre un esquema, que lo frustra y que lo angustia, porque sabe que no sabe, no sabe. Busca, entonces, la equilibración, lee, se reequilibra, pero vuelve a concebir que sabe que no sabe, y vuelve, otra vez, a repetir la misma fórmula, es decir a saber que no sabe. Estudia, se equilibra, lee, escribe, desconoce, conoce que no conoce, no conoce en verdad, pero conoce que no conoce, discrimina. Y en ese discriminar, desecha, o sea deja, de lado, ignora, sabe menos de aquello que sabía, de lo que creía que sabía, afirma o refuta, sabe que no sabe, y que debiera saber que sabe. Pero ¿se puede saber que se sabe? ¡NO!, por eso insiste, por eso persiste, oscila, duda, indaga, inquiere. Por eso es docta, la ignorancia. Por eso Sócrates, sabe que no sabe. Y busca. Pero sabe algo, sabe que no sabe, es decir, no sabe, y que tiene que seguir sabiendo que no sabe, hasta tanto sepa que sabe, o hasta que no sepa que no sabe, que son la misma cosa: imposible para Uno, ilusoria para el otro, para Dios y para el hombre, o la bestia, como decía Ortega. Saber es una tautología, o se sabe que se sabe, o se sabe que no se sabe, pero siempre se sabe algo, que se sabe «y», no «o», en una misma individualidad, que se sabe, y que la

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| 422 | Enrique García fórmula «se sabe que no se sabe» es la que empuja hacia el conocimiento, en el hombre, y que la fórmula «no se sabe que no se sabe» y la fórmula «no se sabe que se sabe», de la bestia, equivale a la fórmula «se sabe que se sabe», de Dios, invitan al quietismo. Siempre se sabe, todo, un poco, mucho, o nada. No se puede no saber, aunque se quiera. Ignorar es saber, es saber que se ignora.

Siete complicaciones y explicaciones [I] Puesto que todas las disciplinas, y particularmente la filosofía, tienen un vocabulario propio, no siempre es fácil aprehender frases disociadas de un contexto. [II] Si algo caracteriza al pensamiento filosófico es esa transgresión exasperante que también promueve en el orden nocional. Wittgenstein sostenía que el límite de un lenguaje es, también, el límite de un mundo, lo que le permitía decretar la inexistencia de buena parte de la filosofía. [III] Hay tantos modelos de validez argumentativa que con ellos, y por ellos, uno marcha, imperceptiblemente, camino de la ignorancia que, en rigor, es la proyección de la remanida frase de Sócrates. [IV] La multiplicidad anula la universalidad o, mejor dicho, la ex-plica cuando ésta la com-plica a la

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| 423 | Enrique García multiplicidad, es decir una la contiene, sintéticamente, a la otra y la otra despliega, analíticamente, la una. [V] El saber nunca es un saber unánime, sino con múltiple, es un saber con una perfecta imperfección, y por eso es inasible e imposible, aunque es, justamente ello, lo que permite un movimiento falsable, y la entrada en juego de paradigmas o aceptaciones eruditas. [VI] La lingüística sabe que es el hombre el que "hace" el lenguaje, y no el diccionario el que le "dicta" la regla semiótica al hombre. [VII] En suma: todo se apoya en una razonable sensata regla hermenéutica.

Signos bombardeando ¡...tu (mi) resplandor... ha llegado a mí (ti)! («c’ est toi») ¡La condenación... no está servida! ¡No soy (somos) ya signos bombardeando sobre la desesperación y el asco!

Simpática empatía El amor prospera entre quienes cultivan una similitud simpática, los demás afectos entre quienes cultivan una distinción empática.

Simplicidad y complejidad

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| 424 | Enrique García Las ideas de simplicidad y de complejidad tienen sus raíces en el pensamiento platónico. Luego pasaron al medioevo y sustentaron el nacimiento del cristianismo. Se trata de la simplicidad de lo uno, que es causa y fuente de todo (Dios por ejemplo), y la multiplicidad compleja que procede y procesiona desde ello, y, en una etapa posterior, regresa nuevamente a constituir la totalidad simple, marcando, en la primera etapa una bajada ontológica, el ser, y al regreso, el conocimiento, gnoseología, de ese ser. Así nace la idea de la cosa, y la cosa misma, que tanto trabajo da, y aun sigue dando a muchos especialistas cuando se hacen análisis en ese respecto. Este tema plantea la necesidad de entender la conexión de una y otra, pero además deriva en la necesidad de examinar a la educación como una construcción no impositiva, muy a pesar de que el hombre es hijo del deseo ajeno y, por tanto, su libertad se constituye como un estado de libertad condicional. El Estado es una entidad artificial constituida en base a la expropiación de la libertad del sujeto que sujeta y que es sujetado a a la vez. Lo que está en juego es la superposición y la preminencia de la cultura por encima de la naturaleza para conservar, coercitivamente, un cierto orden conjunto en base a la preferenciación de los deseos propios por parte de la ajenidad.

Sin embargo [...] y sin embargo la desesperanza es terapéutica, o bien podría serlo si se tiene en cuenta que nos empuja lo que no nos permite no seguir no siendo. Argumentar en términos negativos, exige un esfuerzo que

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| 425 | Enrique García nace de la misma desesperanza que significa la vía positiva, es decir el ser que nunca no es ni promete.

La conquista de la eternidad Concuerdo contigo, querida Denise. El caso es que ese avance sobre la conquista de la eternidad es un hito que preanuncia una vida desconocida. Recién estamos en los albores de un gran cambio. La idea es poder imaginar un mundo cada vez más mediado por signos y combinaciones muy complejas. En medicina, por ejemplo, ya se implantan mecanismos para regular la emisión de fluidos químicos y relacionarlos para que alcancen un punto de equilibrio estable y durable. Lo mismo pasa con los campos eléctricos y la armonía sistémica corporal. El cuerpo, como entidad biológica ya va dejando de ser preminentemente biológico. Es que ha ido ganando mucho terreno la combinación de la digitalización-biológica. Por supuesto, el criterio de selección sólo biología cambiará y mucho. La posibilidad de intervenir en el ADN de un modo recombinante será clave para amplificar la duración media de la vida. Claro que todo esto acarrea un problema ético de magnitud. Paralelamente, la brecha entre pobres y ricos será inmensa. Los ricos se acercarán más a los estándares de felicidad que los marginados. Todo esto sucederá probablemente en un escenario de mucho desempleo y de nacimiento y muerte de nuevas y viejas profesiones. Lo más inquietante es lo vertiginoso del fenómeno de impresencialidad y cambio. El mundo marcha hacia una extraña relación de ausencias transhunanistas que ya se están revelando en el avance de la crisis matrimonial, en la

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| 426 | Enrique García explosión de las crisis de fe, de las crisis políticas, de las crisis de identidad, del problema demográfico, del problema racial, étnico y religioso, de la cuestión social y cultural, y de la violencia real o simbólica. Por eso, los paradigmas vigentes comenzaron a agrietarse severamente. Sin embargo, el mundo siempre fue absurdo y no hay razón para creer que no lo seguirá siendo en el futuro. La idea de la felicidad, concebida en estos términos es una gran utopía y un producto elitista de una clase liberal y conservadora. Marx tenia razón cuando esbozó su Materialismo dialéctico, solo que su pronóstico se adelantó en unos 150 años. Como siempre, la clave está en el corazón humano como proclamó Camus no hace tanto tiempo. Una ontología inquietante está asentada de la universalidad como una expresión exclusivamente individual. El individuo es el universo. Esto performatea un gran cambio paradigmático. En fin, volviendo a la felicidad, palabra representativa de una totalidad inasible, me parece que ella puede venir tanto de la mano de la espiritualidad más elevada como del materialismo más acérrimo porque, finalmente, se es feliz bajo el esquema puro del cumplimiento de nuestros deseos calibrados sin perjuicio de valor alguno. En lo personal me parece que la felicidad no es otra cosa que constituirse en un ser en permanente estado de deconstrucción cultural que asume su indigencia constitutiva, su finitud, su sujeción y su sujetación, su estado de dependencia y limitación y, para decirlo como le gustaría a Lacan, en un ser que no puede totalizarse en nada y que siempre está en devenir, en alguien des- conocido que siempre promete, que sufre porque desea y el deseo angustia, inquieta, porque pese a todo eso, sabe que al final.... no hay final, o por lo

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| 427 | Enrique García menos no hay el final que creyó venía después de la travesía. En medio de este panorama, consideremos la idea de la permanente no cesación de la no terminación de nunca dejar de no tener ni ser. Pero ese es el ser, nuestro ser indeciso. La indigencia motora. Pero, hay buena noticia, sin embargo. No es la de la búsqueda del norte de la felicidad como destino, sino la persecución, tal vez fallida, del amor cómo camino en sentido agustiniano: la permanente búsqueda propiciatoria de una respuesta que nos conceda la gracia de escuchar y ser escuchado sin ninguna certeza retributiva, es decir «por amor al amor», es decir «por el acto de buscar», es decir porque «el amor propio» se con-funde con el «amor ajeno», es decir «cuando hay tentativa de construcción», es decir «nadificación permanente y continua y superación», es decir «solo fantasmas que subliman la nada en algo», nihilismo absurdo: esperanza de esperar el acontecimiento empírico, si empírico, mejor. Esquema de lo imposible. Infinitud. Apertura activa. Vibración. Cosa extraña, todo esto se tematizó hace nada más que 200 años. Antes fuimos idea, luego realidad predicada y verbo, después verdad revelada, más tarde duda metódica, luego pensar, más tarde fenómeno y misterio idealista, materialismo de diá-logo, devenir, deseo, palabra, hasta ahora con la búsqueda, el Amor agustiniano de 1403, el sentimentalismo, mejor dicho, la búsqueda del sentido individual de la vida, de cada vida, el camino, el propio camino, lo que llamamos "Tao" sin considerar que el Tao ya estaba presente en la Grecia presocrática con los mitos de Sísifo, cuyo tránsito era sufrir esperanzadamente, con el mito del Minotauro, cuya travesía era ser monstruoso, dual y confinado, con el mito de la caverna, cuyo tránsito era no

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| 428 | Enrique García saber desocultar. En síntesis, el amor es búsqueda, tránsito, fluencia, predestinación sin destino, y camino. Nada es casual en el laboratorio de pergeniar condiciones de posibilidad. Es eso, la continua búsqueda de caminos conducentes hacia un destino ilusorio y la reificación de ese esquema interminable de pequeños y grandes deseosdespliegues-equilibrios-deseos-despliegues-equilibrios. Lo de Sísifo y la peregrina idea de que la piedra no fuera a caérsele en ese instante crucial de la cima: Esperanza desesperanzada. Para cerrar, dejo un interrogatorio un tanto inquisidor ¿acaso alguien piensa seriamente que no es eterno? ¿Acaso el inconsciente tiene grabada la impronta de la finitud como principio vital? ¿Acaso la muerte no es algo que le ocurre a los otros? ¿No habiendo una teleología final, no sería legítimo contar con la idea absurda de la eternidad como necesaria para la felicidad, siendo como dijimos antes que la vida era una herida absurda maquillada de minúsculas esperanzas y de Esperanzas Metafísicas de acá y de allá? ¿Acaso no buscamos la perfección, el triunfo y la felicidad porque no los tenemos, y en ese destino nos jugamos el camino y lo perdemos por creer que siempre habrá un mañana repetido? ¿Es en entre estas fantasías metafísicas donde se teje y entreteje el devenir, entre pliegues, despliegues y repliegues propiciatorios? Yo no lo sé, pero me gustaría contar con la eternidad como Fantasía fallida, parecida a la quimera de Sísifo, solo para solventar las pequeñas fantasías cotidianas que nos habitan y acucian. Por ahora, desgranar estás ideas absurdas, me causaron duda, pero también sensación de ganancia por encima de la absurda obviedad, justamente ahora que releo al Mito de Sísifo de Camus.

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| 429 | Enrique García

Sin libertad Dicen que la mejor condición es la de carecer en absoluto de libertad. Quien tiene libertad puede elegir, mas quien no tiene libertad, nada puede elegir, ni nada puede no elegir. Le está imposibilitada la contingencia. Todo tiene que ser. Contrariamente a lo que se puede estimar desde el sentido común, esto sería una calamidad. Sin embargo, vea el giro argumental que puede trocar lo obvio en algo extraordinario. En términos argumentativos, carecer de libertad es algo así como no poder elegir en un terreno dado. Claro que no poder no elegir no enfermar, sería mala cosa. Sin embargo, suponga usted que se enamora perdidamente. Suponga también que es necesario que así sea. Que no puede ser de otro modo. Que no tiene libertad para no elegir. Suponga que la relación que supone, además, le es recíproca, vale decir que cuenta con una pareja parejamente informada con su ausencia de libertad. Ahí la libertad no rige. Todo esto viene a cuento de una relación que hemos estado empujando al toque, por un tiempo. Entre un toque que yo le envío, y otro que usted me devuelve y yo insisto en redescribirlo y usted no hace menos que eso, tampoco hay libertad de elegir. Lo terrible sería no poder elegir y a la vez, no poder no elegir. Caso en el que el dilema carece de salida en absoluto, y es más frecuente de lo que, al menos, se supone. Ya no quedan en la vida cotidiana esta clase de tragedias. Lindos tiempos eran aquellos en los que la gente

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| 430 | Enrique García moría, literalmente, de amor o, no le quedaba ningún remedio para elegir, y tampoco para no elegir, era el caso de los amantes. Ahora los amantes son contingentes y tienen fecha de vencimiento. Amantes eran los de antes: ¡no-sepuede-elegir-no-elegir-ser-feliz!

Sin palabras Tuve la fortuna de experimentar algo tan poco frecuente, cuanto igualmente inolvidable. Después de largos años de convivencia, con Susana pudimos descubrir, si es que cabe emplear aquí el término «descubrir», que las mejores comunicaciones se nos daban en medio del absoluto silencio. Simplemente estando, que es una buena manera de ser, de ser estando, cuando ella se ensimismaba en su pasión de artista plástica, y yo, entretanto, me «enajenaba» sumergido en lecturas y traducciones que oficiaban como contexto propiciatorio. El encuentro de ese «desencuentro» no nos impedía encontrarnos en alguna mirada, en algún comentario intrascendente, o mediando un improvisado té que servía como excusa y telón de fondo, nutriendo, de esa forma, a un enigma que se apoyaba en una extraña dialéctica metafísica. Cuando ella pintaba yo no miraba «lo pintado», miraba su rostro que se transformaba. Y cuando ella salía un tanto de su «ensimismamiento», y nunca mejor empleado el término «ensimismamiento», como siendo aquello que la religaba consigo misma, pero también a dúo, conmigo mismo, los comentarios sobrevinientes eran breves, y representativos de una concordia imposible de reflejar en palabras.

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| 431 | Enrique García Por mi lado, sucedía lo mismo, vivía ese ensimismamiento como una instancia precursora de un esporádico e involuntario escape hacia la ruptura del silencio para regresar a él, un poco más tarde, ya cargado de sensaciones corregidas y aumentadas, que nunca nos lo dijimos, porque simplemente lo vivíamos. Lo que no podría establecer, ni describir, ni comunicar acabadamente, sería la relación de causalidad: ¿sería esa concordia, como comunidad de corazones, la que creaba y recreaba «aquellos clamores del silencio»? o, a la inversa, ¿serían «esos clamores del silencio» los que creaban y recreaban la concordia, como comunidad de corazones? El acercamiento, y el éxtasis, o eso que ignoro y que se ha difundido como «nirvana», concepto e imagen que si bien no alcanzo a calibrar, siquiera al menos podría intuirla, es lo que me parece que se «respiraba en el aire» Por eso, en esto de andar abriendo las puertas y las ventanas de las mentes y de los corazones de los que tal vez no pudieron, de los que quizás no supieron, o de los que acaso no quisieron buscar el ancho portal del amor o, para los que habiendo entrado, no han podido, no han sabido, o no han querido encontrar, todavía, la «llave» de un

recinto sacramental que los hombres hemos llamado ‘hogar’», en el que a veces habitamos como extraños que comparten cercanas lejanías. Me parece que habría que ir educando y educándose uno mismo en estos aspectos de trascendencia emotiva, porque mientras no tengamos un sentido pedagógico de ella, no alcanzaremos ni la plenitud, ni la paz interior, ni la tan ansiada felicidad.

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| 432 | Enrique García Sin siquiera saberlo yo mismo, se me he transportado, desde este presente de hoy, que rememoro, hasta el pasado de ayer, que también rememoro, como emulándolo a Proust cuando, mientras buscaba encontrar la boca del pocillo que lo proyectara por el camino de un tiempo perdido, encontraba la esperanza de su inefable tiempo recobrado emergiendo del sumo de unas cuantas hebras de té.

Sin resquicio Estamos entrando en una disolución de las esferas de la intimidad, y en su mostración como si fuera una ontología ejemplar, cuando no es sino la expresión de un mundo raro y confuso, que va camino de un concurso de contradicciones como las que solía referir Freud, cuando planteaba aquello de la convivencia de humanas flagrantes contradicciones. Aceptar es una forma de tolerancia enaltecedora, pero en ciertos momentos críticos, aceptar supone la facilitación de unos modos de vida que se erigen como un factor predominante, ejemplar, y precursor. Algo está cambiando muy vertiginosamente. Sospecho que ya estamos en los umbrales de lo que he podido vislumbrar como consecuencias inquietantes de una entronización de nosologías espirituales emergentes de una resultante multifactorial que merecería estar investigándose en sus causas asociadas con la caída de los sostenes, de las reservas, de las intimidades, y de los valores que otrora nos empujaban hacia la elevación no nihilista de una sociedad, que hiperculturizada, no ha dejado espacio, ni resquicio, ni entresijo alguno para que encuentren su cauce las

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| 433 | Enrique García manifestaciones naturales más incontenibles, más primitivas, de las pulsiones subyacentes. No me sorprende que me sorprendan estas trayectorias evolutivas previsiblemente imprevisibles, más nunca condenables, ya que no van más allá de alzarse como potencias sin acto bastante poco difusas, pero con un alto poder difusor a futuro.

Sinsentido El hombre romántico es el hombre que vive sumido en un profundo pánico, como consecuencia de la pérdida de una cosmovisión religiosa. Al haberse relegado la religión a pura superstición, el hombre romántico se encuentra solo ante el universo, sin el apoyo de una comunidad cálida dadora de sentido de su existencia. La modernidad ha matado a Dios, y con Él al sentido. El hombre se siente aterrorizado ante esta nueva situación. Algunos románticos volverán a su fe en la que fueron criados para llenar su vacío de sentido. Sin embargo, los románticos, a pesar de buscar con todas sus ansias al absoluto, son conscientes de su incapacidad de alcanzarlo. He aquí la gran paradoja: estar llamados a algo inalcanzable. La frustración y el desencanto es la única consecuencia posible.

Soledad a dúo No me das, me sacas; no te doy, te saco; no soy, me vas haciendo; no eres, te voy haciendo; al construirme,

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| 434 | Enrique García me destruyes; al construirte, te destruyo, nos vamos deconstruyendo.

Solución final Cuando se pierde el sentido de la vida, cuando la vida es invivible, cuando no hay más que tomar, ni nada más que dar, cuando no hay qué ni a quien amar, es preferible no estar, es un acto humanitario, en defensa propia, y de los otros: ¡la solución final!

Somos la promesa Somos lo irreal de la realidad, ya que el día que nos completemos o bien que demos lo que tenemos, no seremos, ni estaremos: «somos la mera promesa»

Somos lo que dejamos de ser ¿Hay una filosofía del sentido? ¿Qué es lo que tiene sentido? ¿No es la vida sino una repetición absurda? Las mismas preguntas se la hizo Frege. Ellas se conectan con la línea de pensamiento de la absurdidad, es decir con la repetición de siempre lo mismo. Camus nos responde diciendo algo acerca del sentido de la repetición en El mito de Sísifo. El bueno de Unamuno reclamaba por la eternidad contra la muerte en EL sentimiento trágico de la vida. En el fondo lo que subyace parece ser el sentido que le demos a cada secuencia vital. Así, entonces, la vida es carencia, porque cada conquista contra la angustia del deseo es una anulación de la insuficiencia y el motor que nos permite - La Certeza Hecha Pedazos -


| 435 | Enrique García seguir no siendo, pero conseguir el movimiento en torno del ser que nunca será, algo parecido al Tao, que es otro eslabón dentro de la multiplicidad de enfoques y de temáticas que envuelve la filosofía. Claro, en este sentido, la filosofía podría tener un enfoque más atómico, más personal, más universal, desde que existen tantos sentidos como sujetos existan. El sentido será el tema crucial en los tiempos que vendrán, no en el sentido de la dirección sino en el de la construcción de una presencia ausente que sospecho es la carencia misma. Somos la promesa, la carencia, la insuficiencia, y su resolución pareciera ser la lucha por alcanzar el sentido de esa perfección imperfecta dándole un mismo sentido equi-valente, de modo que nuestra esencia es la insuficiencia del ser, y que la plenitud del ser, o sea la construcción, que nunca se alcanza, de algo que es la no innovación, el no deseo, la no continuidad, su repetición, pero que si se alcanza, lo que se alcanza es un todo universal, inmutable, eterno, necesariamente no uno entero, es decir no ser.

Sorprendente simpleza Debajo, y por detrás, de toda simpleza, hay una enorme complejidad casi invisible. En ocasiones es menester hurgar en lo profundo, tanto como para vislumbrar. El hombre, como la vida, es un misterio, pero es un misterio negativo, una ausencia actual, una promesa potencial. Por eso, y por el contexto que lo acompaña, que además es cambiante y dinámico, la simpleza se nos escapa en medio de un mundo cargado y empastado de signos y de intermediaciones que nos alejan de la certeza de los objetos,

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| 436 | Enrique García que nos enajenan, que nos alienan de aquellos tiempos de nuestros padres, cuando el mundo era más previsible, más vivible, y la felicidad era posible y lograble. Hoy en día se discute acerca de esta posibilidad, y hay quien ha dejado sentada su idea de que la historia ha llegado a su fin, lo que supone que ya no hay relato, ni fábula, ni mundo que no se repita en su forma. Todo está en cuestión, empezando por la familia, que es fruto del amor. Pero bueno, es esperanzadora la visión que considera que todo es del orden de una sorprendente simpleza.

Sospechosa dualidad El fracaso es un deseo insatisfecho. Un preguntar sin respuesta, es decir un buscar sin encontrar. Es la matriz del esquema que nos acucia desde la cuna a la tumba. Por eso sufrimos, porque un fracaso representa una suerte de toma de consciencia de muerte suministrada en pequeñas dosis homeopáticas. Como el dormir, el fracaso también es una especie de construcción actual de la ausencia futura. Fracasar implica seguir en la presente ominipresencia de una ausencia que asoma y se esfuma, que promete alcanzar el futuro del presente y conseguir la certeza del pasado en el presente. Sin embargo, al igual que Jano, el mito de la doble faz, significa también una anticipación de la pérdida del desasosiego. Como supo decir algún filósofo, fracasar, significa la posibilidad de alcanzar el triunfo del sentido de la tragedia que le da sentido a la pérdida de lo deseado y que se transforma en una fuerte presencia ausente, tanto como también es una profugación de la angustia que cesa con la ausencia de la presencia de la

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| 437 | Enrique García tragedia. Tragedia y comedia son las dos caras entre las que oscilamos desde la cuna al féretro. La vida es el fracaso de la muerte. La muerte es el fracaso de la vida. Con las palabras también fracasamos imperceptiblemente, aunque no lo sospechemos...

Soy Soy el que intimida con lo que dice y el que aparece como peligroso por lo que promete hacer, y nunca hace. Los desafíos suelen inspirarme. ¡Tengo una (musa) que me inspira tanto!

Sujetantes y sujetados En realidad, la compasión de sí mismo sería cuestionable, porque como no somos sino el producto del deseo de los otros, que nos sujetan y nos categorizan como «sujetos sujetados», y a la vez sujetamos a otros categorizados como sujetos sujetantes por nuestro deseo y no por sus esencias, no nos es oponible la idea de autoconmiseración autoreferencial que, en realidad, esconde una proyección conmiserativa extrareferencial auténtica, por no decir no aparente. La desocultación nos vendría revelar que no hay individuo sino cadena de ellos, cadena de de sujetos sujetantes, y cadena de sujetos sujetados que, imperceptiblemente, construyen una sociedad comunitaria impropia, también extraña y ajena, que pone en tela de juicio el asunto de la primacía ontológica de la realidad sensible respecto de la realidad artificial y su conexidad con la influencia horizontal recíproca.

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| 438 | Enrique García Curiosamente, también en este respecto hay una inevitable influencia vertical recíproca entre esencias y artificios, ¿no?

Supra En la vía negativa todo es nada, y nada es todo. Hay un hermoso libro en este respecto. Se llama Todo y nada de todo, y abre una nueva inteligencia, tal vez Cusana, que coloca a la nada como una supraverdad suprasuperlativa suprasuperadora. Ser nada es una posibilidad de ir siendo. Ser todo es la imposibilidad misma de ser algo en devenir esperanzado

Tango austeridad Los comienzos del tango fueron también austeros. Su música solía interpretarse con un violín, con una flauta, y con una guitarra y, en falta de esta, con el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento con un papel de esos que se usan para armar cigarrillos para fumar, con el cual un avezado soplador marcaba el ritmo del dos por cuatro. El instrumento característico fue el bandoneón, que llegó al tango un par de décadas después de su nacimiento, aproximadamente hacia 1890, y tuvo la ingrata misión de tener que sustituir a la flauta.

Tener y ser No tenemos, ni somos. Nos caracteriza el más interminable deseo, y la más inacabable incompletud. - La Certeza Hecha Pedazos -


| 439 | Enrique García Queremos llegar a tener y, teniendo, queremos llegar a ser. Tuvimos y fuimos. Queremos tener lo que nunca tendremos, y queremos llegar a ser lo que nunca seremos. No tener y no ser, son el camino. La estación terminal, es definitiva e irreversible. Tener y ser, es carecer, y no estar. La verdad está en el camino del no tener y del no estar. La verdad está en el camino del no tener y del no ser. Cuando tenemos, no carecemos y, cuando somos, no estamos, porque tout est fini

Tengo derecho «1» Tengo derecho a leer. «2» Tengo derecho a leer cualquier cosa. «3» Tengo derecho a leer en voz alta. «4» Tengo derecho a saltar páginas. «5» Tengo derecho a no terminar de leer un libro. «6» Tengo derecho a releer. «7» Tengo derecho a leer en cualquier parte. «8» Tengo derecho a «leer de ojito». «9» Tengo derecho a confundir la realidad con la ficción. «10» Tengo derecho a no leer.

Tetrálogo // «En el principio fue el verbo...» –dice la escritura// «¡Usted es un artesano de la palabra...!» digo yo// «¡Que de su boca nunca salgan palabras que matan...!» –dices tú// «¡Que sea abogado perpetuo de la palabra que ama...!» -dijo él// «¿Y si no...?» -digo yo- La Certeza Hecha Pedazos -


| 440 | Enrique García // «Es decir... ¿de lo contrario? ...» –dices tú// «¡Use el silencio...!» –dijo él// «¡Use el silencio... que es el lenguaje de lo sabio...!» –digo yo, dices tú, dijo él// «¡Use el silencio…!» –dijo Dios... y calló para los tiempos.

Teurgia Dios es un Genio con mayúsculas porque Dios ve el sentido en el fenómeno y en el nóumeno. El genio del hombre, por su parte, es solamente un reflejo, una chispa, un «shock», una irrupción discontinua de lo que en Dios es continuo. Es entonces, de tal suerte, que el monismo divino del acto creador se hace pluralismo a través de la consciencia que el hombre tiene de sí, de su papel soberano y creador en el cosmos: en lo más alto, la hipóstasis del espíritu divino y, en lo más profundo, la hipóstasis del espíritu humano. El genio es una intersección entre dos mundos: pertenece al mundo del espíritu y también pertenece al mundo de la materia.

«To be and not to be» A mí me parece que es la carencia la que está en juego cuando hay una dualidad o un monismo. En términos literarios, el «ser o no ser» de Shakespeare, es dualismo. En términos teológicos, el «soy el que soy» de Dios, es monismo. La continuidad de Cusa era monista porque estribaba en «el ser y el no ser simultáneo» de la coincidencia de los opuestos, en cambio la ruptura de - La Certeza Hecha Pedazos -


| 441 | Enrique García Aristóteles era dualista porque estribaba en «el ser o el no ser simultáneo» de la divergencia de los opuestos, que se manifiesta en la moderna lógica, que contempla lo uno y lo otro, y ambas as a la vez, con lo que ahí sí estaríamos frente a una tautología contradictoria extrema.

Entre dos mundos Hay un Único Genio, pocos genios y demasiados hombres. Dios es el Único Genio con mayúscula; pocos genios lo son, pero son genios con minúscula, y muchos hombres, tal vez demasiados, son hombres no geniales con minúscula. Dios ve todos los sentidos de todos los signos, en todos los fenómenos, en todos los nóumenos, en todos los espacios y en todos los tiempos. El hombre genial ve algunos sentidos de algunos signos, en algunos fenómenos, en algunos nóumenos, en algunos lugares y en algunos momentos. El hombre no genial no ve los sentidos de los signos en los fenómenos, ni en los nóumenos, ni en los lugares, ni en los tiempos. Un hombre genial es apenas un choque, una chispa, una irrupción, una intersección discontinua de lo que en Dios es todo toda continuidad permanente y en el hombre no genial es la simple presencia de una compleja inefímera ausencia. El monismo divino del acto Creador, con mayúscula, se hizo pluralismo a través de la prefiguración de la consciencia que el hombre tuvo de sí, y de su papel soberano y creador con minúscula.

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| 442 | Enrique García El Genio es lo más alto de la hipóstasis que es la sustancia esencial concreta del espíritu divino, el genio es lo más profundo de la hipóstasis que es la sustancia esencial concreta del espíritu humano, y el hombre no genial es la hipóstasis que es la sustancia esencial concreta de lo más superficial de lo más alto y de lo más profundo. El genio es una intersección entre dos mundos. Pertenece tanto al mundo del espíritu de la trascendencia como también pertenece al mundo de la materia de la inmanencia. El genio es teo-ándrico, tiene algo promiscuo de humano y tiene algo promiscuo de sagrado, tiene unos cuantos signos que comunicar. El hombre carece, es indigente sin promiscuidad y no tiene, o tiene pocos, signos que comunicar. Solo le cabe interpretar. Dios nos asigna, adánicamente, como art-istas con y sin promiscuidad.

Todo es para nunca Los recuerdos, o sus proyecciones, son mucho más que la presencia temporoespacial actualizada, porque no reducen la experiencia a la mera percepción de un hoy aquí. Se mueven hacia el pasado, o hacia el futuro. Evocan tanto la materia como sus determinaciones metafísicas. Así, «nombre», «tiempo», «espacio», «Dios», o «amor», están presentes en todo lo que se pueda ver, oír, oler, tocar, o gustar. «Cómo [no] son las cosas es lo que los trovadores, dramaturgos y cantautores suelen referir» Solemos decirle «trasnochados», a ciertos «iluminados» que concibieron el absurdo de pensar que cuando «nada es para siempre, todo

es para nunca»

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| 443 | Enrique García

¿Todo pasa? ¿Qué te pasa?, -suelen preguntarse los amantes- ¡No, nada!, -suelen responderse-: Cuando nada pasa, pasa todo, pero no todo pasa.

Soter La soteriología es el estudio de la salvación. La palabra proviene de dos términos griegos: «soter», que significa «salvador», y «logos», que significa «tratado», «palabra», «razón» o «principio» Así es como «soteriología» significa «tratado de la salvación» La salvación es inevitable. Pongámonos contentos, puesto que es bueno filosofar y poder escribirlo. Fuimos colonizados «Ninguna cosa pasó sin el permiso de mi alma», dijo don Ernesto Sabato «sobre héroes y tumbas» Por lo tanto, mi rostro, tanto como el tuyo, tiene la precariedad del alma, y curiosamente compartíamos las mismas sutilezas de nuestros ancestros. Nuestra descendencia, la tuya, o la de aquel o aquella, también será colonizada porque comparte la misma sutileza. Deconstruir es imposible... y a veces hasta peligroso, pero es. Saquemos los pies del cenagal donde nos hemos quedado empantanados, y la cabeza del hoyo donde la habremos emboscado. La filosofía, y su laberinto, nunca apuntó al conocimiento, solamente profesó un profundo amor por el conocimiento. Más precisamente aún, fue el alma quien confesó su intenso amor por el desconocimiento.

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| 444 | Enrique García La ciencia, en cambio, fue una Mónada ciega, sorda y muda, carne y hueso para la filosofía de ayer, de hoy y de mañana. De siempre. En todo sitio. Solo el alma «pascuó» e hizo que las cosas también "pascuaran" hasta alcanzar el valor que asumieran las cosas del tiempo. Solo el alma le dio sentido al triunfo o al fracaso, al amor, a la guerra, o a la paz. Al triunfo del sentido de las tragedias.

Cuando dejemos de ser humanos En el suplemento IDEAS del diario El País (3 de enero de 2016), con el provocador título «Cuando dejemos de ser humanos», se lee: «El transhumanismo pronostica que las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y la robótica permitirán que la especie dé un salto evolutivo sin precedentes. La pregunta es: ¿a qué costo?» ¿Es posible? No estamos preparados aún. Pero todo indica que en poco tiempo habrá un cambio revolucionario en materia de inteligencia. Por empezar, la inteligencia es ya artificial. Pronto habrá un contrapunto entre inteligencia natural e inteligencia artificial. Hace unos años se comenzó a hablar de inteligencia emocional. Y Gardner describe unas cuantas inteligencias, además de esas. El lenguaje fue, en sus inicios, para nombrar esencias. Luego fue performdor, nombrar suponía crear, como dice el

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| 445 | Enrique García Evangelio de Juan, con el verbo del habla. Hoy día se implantan chips para oir, y pronto los habrá para traducir a múltiples lenguajes. Se podrá superar la limitación natural. No, saltarla, sino asociarla y superarla. La eternidad humana, como desiderato, ya ha comenzado. Estas innovaciones "avisan". Para los profesionales de la cuestión mental, el psiquismo ya no es el mismo de Freud o de Lacan, o de cualquier otro. Y, en último examen, la enfermedad mental ha de ser una cuestión mecánica. Estás repercusiones, provocarán una interacción multidisciplinar en lingüística, en medicina, en filosofía, en psicología, en pedagogía, y también en sociología y en nutrición, solo por citar algunas ciencias. En teología, ya se lo advirtió hace más de 2000 años. La pregunta crucial es y será: ¿«cuál será

el costo ético, estético y existencial»? El dilema está abierto. Haremos bien en inmiscuirnis. La idea avanza, pero no sabemos si la sistemática de la naturaleza permitirá la recesión del estatuto biológico frente al avance artificial, así como facilito en avance de la cultura y encendió el conflicto del malestar. El extremo previsto como límite del devenir, por ahora, está situado allí donde el ser humano sea sólo espíritu. Está idea está presente en Descartes, para quien el cuerpo es una sustancia mecánica que viene sugerida por Platón. Actualmente la vida digital nos acerca a esa posibilidad fisiológica desde la externalidad. Lo que ignoramos es cuanto del cambio será entrópico y cuánto homeostático. Celebro que nos ocupemos de este asunto, dada la conexidad profesional con esta filosofía de la transmutación ontológica. Es apasionante, claro, porque responde a lo que

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| 446 | Enrique García predijo Heráclito con aquello de "nadie se baña dos veces en el mismo río" La pregunta crucial es y será: ¿"cuál será el costo ético, estético y existencial"?

Todo pasado fue «Mejor» Hay quien dice que «todo tiempo pasado fue mejor», como remedándolo a Manrique. Lo cierto es que, según parece, en el pasado, la vida era mucho más previsible, más simple, menos alienante. Era una vida apta para el elogio de la lentitud, y para el cultivo del anonimato. Uno era el héroe de su círculo barrial, no más allá de él se trascendía, y pocos lo hacían. Cuando ir a la universidad equivalía tanto como a visitar un templo, o cuando ir a un templo significaba sobre-elevarse por encima de la propia espiritualidad. Cuando había concepto y realidad de familia, de amistad, de lealtad, y de amor. Cuando la «miseria» se compartía, y el éxito se aplaudía. Cuando el tío era una institución. Cuando los hijos estábamos orgulloso de los «viejos», y los «viejos» de los hijos. Sospecho que las esencias son las mismas, pero la forma tuvo que cambiar. Uno que ha llegado a estudiar más de una cosa, y que lo ha hecho a una edad infrecuente, uno observa el comportamiento de la juventud, a la que adscribe fervientemente, y entonces sospecha que «las promesas del

mañana hoy son nieves del tiempo plateando su sien» Nuestra juventud, la tuya, la mía, nuestra juventud no juvenil es como la superación de Hegel, es la misma juventud conservada, pero superada. Acaso por eso pudimos y podemos incursionar y alternar con jóvenes, con

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| 447 | Enrique García jóvenes que nos ven como tales porque nos sentimos tales, y ello es «la prueba» y es, «la garantía» de una adaptación vital eficientemente conservada. En fin, se trata, no ya de reponer la consabida discusión sobre el tema de la «lucha y la confrontación generacional», sino de reconocer las «ganancias» y las «pérdidas» que resultan de la «partida doble» con la que se contabiliza «el hecho empírico existencial» En mi cabeza, resuenan aun, además del nombre del jabón Sunlight, el nombre del jabón «El gaucho», el de los fósforos «Ranchera», el de los cigarrillos «Saratoga», el de la naranja Bilz, el de una bebida fluorescente llamada Sidral, el de los caramelos Fruna y Chuenga, el de Gath & Chaves, el de Dale Dale gritando desaforado en la cancha, a favor de Gimnasia, el del primer trasplante de corazón realizado por las manos mágicas de Cristian Barnard, el del primer alunizaje, el del «tranvía 25» a Berisso, el de la «declaración de amor» a la novia, el del «pedido de mano» al suegro, en fin, el de tantas cosas un tanto metafísicas que acompañaban la promesa de que todo

tiempo futuro sería mejor. «¡Recuerde-el-alma-dormida!»,

decía mi profesora de literatura, una mujer imponente a la que llamábamos la señora de Danel, porque según circulaba en los «mentideros» de la escolástica secundaria, era, con legítima obviedad nominal, la esposa de un afamado médico platense de apellido «Danel» Y seguía: «avive el seso (y enfatizaba la palabra «seso») y despierte, contemplando, cómo se pasa la vida, (cómo se viene la muerte, tan callando), cómo a nuestro parecer, ¡cualesquiera tiempo pasado, fue mejor!» Es que «avive» y «seso» eran la propia

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| 448 | Enrique García «ousía» aristotélica. «En fin», decía mi «viejo», sugiriendo así que el significado se «escondía» en un largo silencio sobreviniente que había que «llenar» Hemos pasado, y también hemos paseado por los «arrabales» del jabón Sunlight, por los de la poesía, por los de la juventud, por los de la madurez, por los de la ignorancia, y hasta por los del saber y, además, hemos pensado y re-pensado, hemos memorado y re-memorado. En el medio, el tiempo, imperceptiblemente «el tiempo», porque «todo sucede en el tiempo, con el tiempo, y por el tiempo» El subproducto es bueno, queda «lo emotivo» y, por ello, simplemente por ello, Proust, Nietzsche, Heidegger, o Rorty, reirían estentóreamente, tanto como quisieran nuestros admirados y queridos maestros, aquellos que representan «el pasado de nuestro presente, y el presente de

nuestro porvenir» Que nos perdone Dios por el sincretismo y por el devaneo de las vivencias emocionales furtivas. A cierta altura de la vida, merecemos la absolución de la impunidad, porque somos la antipromesa‫ ׃‬el espejo de lo que vendrá. Lo-que-nos-redimirá, si es que «todo tiempo futuro será...

mejor»

Todo y Nada de todo Participamos de todo dentro de la diversidad del mundo y, simultáneamente, nos participa lo no-todo dentro de la unidad de la nada fuera de todo, y por sobre todo.

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| 449 | Enrique García

El mexicano Carlos Fuentes escribió Aura en la década del ’50, el argentino Bioy Casares publicó Máscaras Venecianas, en 1986, y Dormir al sol, en 1973. Hay entre ellas una temática común, una fábula o trama que, en cierto modo, es una conexión invisible y extraña. En efecto la trama de Aura refiere la vida de la viuda del General Llorente, Consuelo Llorente, que contrata un historiador francés, Felipe Montero, con el objeto de que complete las memorias inconclusas de su esposo fallecido sesenta años atrás. En el desenlace se advierte que, a los efectos de su menester, el historiador se aloja en la casa de la protagonista. Con el tiempo y las circunstancias se ha convertido en la persona del General, mediando una transposición mnémica encarnada. En Dormir al Sol, se narra la historia de Lucio Bordenave, ex empleado de Banco, ahora relojero, que lleva una apacible existencia en el barrio porteño de Villa Urquiza. Repentinamente –y sin causas demasiado precisas- su mujer, Diana es internada en un inquietante «Instituto frenopático» Repentinamente, Bordenave se ve envuelto en una inverosímil serie de peripecias: la intrusión de su cuñada, las entrevistas que mantiene con el envolvente doctor Roger Samaniego, director del Instituto, la aparición de una perra sugestivamente llamada Diana y la progresiva conciencia de que en torno de él se producen extrañas mutaciones de almas y de cuerpos. El cerebro de su amada ha sido traspuesto en la cabeza de un perro, en tanto que el cuerpo es el de su cuñada. En Máscaras venecianas la trama va y viene sobre una duplicación de Daniela, la amada de un hombre, que en el desenlace descubre que se ha producido

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| 450 | Enrique García una trasposición total de cuerpo y alma, una clonación de Daniela, ahora casada con su amigo Héctor Massey. Resulta curioso que estas obras fueran escritas y publicadas antes del primer trasplante de órganos realizado por el célebre cirujano sudafricano Christhian Barnard, en 1967, o contemporáneamente con él. En aquellos escritos no está ausente la idea del trasplante de cerebro y la clonación, aún impracticada por acto médico alguno: ¿Imaginación o realidad? ¿El presente, engendrará el pasado?

Ucronía Si la felicidad estuviera dentro de uno, uno no tendría que realizar ninguna clase de esfuerzo para conseguirla, porque estaría en uno y con uno. Desde que el hombre conoce su finitud no puede ser plenamente feliz. Yo agregaría que ser relativamente feliz es un signo de cierta ligera torpeza.

Ucronías, utopías, y anomalías Todas las sociedades son ideales, es decir, que se las concibe idealmente, con preminencia de ideas, aunque podríamos llamar a esas supuestas ideas: «ocurrencias» Lo que no hay es sociedades reales armónicas, sino caóticas, para nada fáciles de afectar por medios lógicos, ontológicos, éticos, estéticos, lúdicos, y hasta metafísicos. La búsqueda de una solución al tema de la seguridad exigirá menos leyes, menos ficciones, menos ilusiones, menos utopías, menos ucronías, menos anomalías. Todos nuestros sistemas de gestión se basan en la resolución totalitaria de conflictos: la

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| 451 | Enrique García venganza, la preferenciación, la dominación, el temor, y el temblor, algo así como lo de Hegel-Kojève: la vigencia de la dialéctica del amo y el esclavo.

Umbrías figuras Nada es mío. Soy producto del deseo de los otros. Mis hijos son producto de mi deseo. Mi lugar de nacimiento no lo elegí. Mi tiempo de nacimiento tampoco. Luego me cincelaron el cerebro, la ética, la razón práctica, la pura, la estética, la metafísica, y como si esto fuera poco, tengo que reconocer los limites privativos de la existencia, sosteniendo la idea de la «libertad» En fin, resulto ser quien no soy. Una de las mejores definiciones a las que arribé en un mundo negativo, que todo lo espera con suma paciencia in-finita. El hombre da lo que no tiene y a quien también, cómo él, no es, porque es incompleto, porque todo está en el deseo, en el porvenir, en la voluntad de querer querer, en la voluntad de poder poder, en la voluntad, tal vez en el espejo de Platón, o en el de Dionisio, o en el del Cusano, o en el de Hegel, pero nunca en mi propio espejo. ¿Seremos-lo-que-no-

prometemos-nos-otros-los-otros: Alegoría-platónica?

umbrías-figuras-de-la-

Una Frase Hay una frase que reza: «tanto he pensado en tí, que te vuelves irreal» Siempre me inquietó el sentido extendido de aquella frase. Supongo que la reprografía de imágenes y deseos mentales frustrados provoca la aniquilación de la causa motora que los empujaba. Lo más - La Certeza Hecha Pedazos -


| 452 | Enrique García difícil de la vida es la compatibilidad, porque supone tiempo, tiempo sincrónicamente ordenado, pensado, ejecutado, tiempo como contorno, tiempo como cáscara, como posibilidad, tiempo para poner cosas dentro, tiempo imprevisible, no programado espontáneo, no pedido, no rogado, no sufrido, no deseado, tiempo vivo, no dormido, tiempo efusivo, tiempo explosivo, tiempo feliz, tiempo in agonal, tiempo físico, y tiempo metafísico: tiempo cómplice en suma. Del tiempo, incluso, depende el mismísimo espacio, y la materia. Cosa rara que lo inmaterial gobierne pantocráticamente la materia sensible, y todo. Creo que era lo que quiso decir Alejandra (Pizarnik), cuando dijo que la palabra dice lo que dice, otro, y mucho más, pero sospecho que es la misma cosa la cosa que la idea de la cosa, o mejor dicho que es lo mismo la materia sensible en la que se escribe y se inscribe el alma, con el alma misma, que el alma misma es la materia sensible o la expresión de aquella.

Una gota de agua ¡Hay, en una gota de agua, más vida que en un montón de adocenadas voluntades lanzadas a la obstinación y el yerro! Uno nunca sabe cuándo, quizás, pueda toparse con el nudo gordiano de la ignorancia.

Una gran puta Los prostíbulos constituyeron, desde casi siempre, una actividad clandestina, generalmente vinculada a estamentos policiales y políticos encargados de admitirla, de tolerarla, o de anularla de hecho o de derecho. - La Certeza Hecha Pedazos -


| 453 | Enrique García En nuestro país, se difundió con una rapidez inusitada, hacia los años que van de 1906 a 1930, regenteada por la célebre organización Zwig Migdal, a la sazón una organización judía amparada tras la fachada de una sociedad de socorros mutuos y beneficencia que llegó a controlar el lucrativo comercio sexual del argentino y del inmigrante. Con burdeles desparramados por todo el país, pero principalmente situados en Buenos Aires, en Rosario, y en Ensenada, organizaron un sistema de embarque de mujeres procedentes de Polonia y de otros países europeos. Se trataba de mujeres engañadas que, una vez llegadas al país, vivieron en soledad, desconociendo el idioma, carentes de los recursos económicos suficientes como para llevar adelante una vida digna, decorosa, y promisoria, estas mujeres eran subastadas al mejor postor, por lo general el dueño de una cadena de oscuros burdeles. Buenos Aires, Rosario y Ensenada, se vieron invadidas por cortesanas procedentes de casi todos los países del mundo. Mujeres que, por lo general, no «trabajaban la calle», sino que se concentraban en puntos fijos llamados «prostíbulos» «burdeles», «lupanares», «casas

de tolerancia», «casas de citas», «quilombos», «piringundines», «mancebías», o «lenocinios». Su actividad se concentraba, de preferencia, en los cafés de camareras y en los prostíbulos. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que todas las mujeres que se encontraban sometidas al rigor de las señaladas condiciones de carencia apuntadas: carencia cultural; carencia social; carencia material; carencia afectiva; carencia de posibilidades; sin compañía, ellas; vagabundas

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| 454 | Enrique García sin rumbo ni destino, ellas; frecuentado tugurios y suburbios de dudosa reputación, ellas; después de cierta hora, de ordinario después de las nueve de la noche, recibían el infamante nombre de «prostitutas», mejor dicho, y para decirlo sin eufemismo alguno, recibían el desdoroso nombre que reciben las «putas», uno de los términos más expresivos del pensamiento misógino que refiere a las meretrices. Más aún, el término «puta», se aplicó a las personas que comerciaban con su cuerpo como si desplegaran un arte oculto en lo profundo del alma humana, sin libertad, y con una inconcebible promiscua intensidad. Hay, por lo menos, tres formas de mentiras benévolas. Una es la mentira basada en el arte. El arte es un estado de lo irreal. La otra gran mentira insustituible es el amor. Es lo más irreal y bello que jamás existiera. ¿A dónde está y cabe un sentimiento? ¿Cómo nace? ¿Cómo cabe lo que carece de cuerpo? ¿Cómo se siente su ausencia? ¿Cómo se necesita más que el aire mismo para la vida? La idea de que alguien nos ama es una loca idea. También lo es la loca idea de que amamos. Sin embargo, uno puede llegar a creer que sin esa idea loca que uno ha puesto en las notas que ve en el otro son producto de nuestras imaginerías previas: sabemos de antemano que amamos lo que creemos haber descubierto amar como novedad. Teníamos dentro de nosotros a ese ser que creímos descubrir como un acontecimiento único y novedoso. Uno tiene la tentación de preguntarse, entonces:

¿Cómo suele vivir el amor de su desamor, una gran ‘puta’? Sin embargo, empero, la gente ya no cree en las mentiras. La gente quiere aferrarse a verdades que son mentiras. Se sospecha que la verdad y la mentira son

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| 455 | Enrique García intercambiables. Uno necesita creer, y se puede creer en la mentira. Camus, el novelista, y filósofo, francés, se puso a meditar sobre la absurdidad de la existencia en su célebre libro: El mito de Sísifo, que conviene frecuentar. Esta es la tercera de las mentiras anunciadas. Si uno reflexiona sobre este asunto, encontrará, como encuentra toda persona inteligente y sensible, que la vida es una repetición de rutinas totalmente absurdas, sin sentido. ¿Amo para vivir o vivo para amar? ¡Qué misterio el mundo y la vida! Yo acá, vos allá, los dos pergeñando una monumental mentira. Una asombrosa mentira. Cuando algo forma parte de una asombrosa y gigantesca mentira: ¿no parece que se asemejara en mucho a una gran verdad?: ¿Cómo suele vivir

el amor de su desamor, una gran ‘puta’?

Uni-versus El hombre sigue creyendo que es la medida de todas las cosas, sin darse cuenta de que esa idea, que constituyó un mero hito cosmológico racional, ya ha sido superada por otra supuestamente más eficiente. Entonces, ensaya una nueva alternativa, y luego otra, y más tarde otra más, de manera que todavía sigue creyendo que el mundo le dice algo, sin advertir que el monólogo es ya un soliloquio, que no es más que un nuevo ensayo de su histórica soberbia. Mientras tanto, el pobre mundo está ahí, necesario, inmutable, universal, eterno, esperando que se decida uno por el idealismo absoluto de Hegel, o por el materialismo dialéctico de Marx y, ante tamaño dilema inexpugnable, espera, «fumando espera» que llegue el día menos pensado,

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| 456 | Enrique García que llegue el día en el que el hombre acepte como necesaria la ínfima unidad de una gigantesca diversidad.

Un libro Un libro siempre tiene un final feliz. Habría que descubrirlo, pero os anticipo que está en la última página. Después de ella, no viene contratapa y el resto del universo, o, en verdad, es posible que sí, que venga el resto del universo, justo en la última página. Debe haber sido por eso que hace tantísimo tiempo que los libros, al igual que las películas, perdieron la mención que anticipaba que había llegado el final. Bien, ahí, en ese lugar, el de la última página, es donde comienza otro libro. La reflexión, la meditación, y tal vez el debate, han hecho nacer un nuevo libro..., o mejor dicho..., muchos nuevos libros. Podríamos decir que un libro es lo que no es. Que un libro contiene multitudes de libros. Y que con un libro, solamente con un libro, se podría levantar una biblioteca inmensa entera, casi casi como la de Alejandría que sucumbiera entre lenguas de fuego. En vez de andar por la vida reclamando limosnitas un poco prosaicas, deberíamos pedir un libro. Me imagino, yo, a mí mismo, diciendo «¡un libro, por favor, solamente un libro!» ..., o..., quizás, ¿no sería mejor pensar que deberíamos darlo?

Un loco amor Solamente las mujeres pueden comprender todo lo que sea loco. El amor loco de un hombre cuerdo,

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| 457 | Enrique García supera al amor cuerdo de un hombre cuerdo. Solo el amor de una mujer puede comprender el amor loco de un hombre cuerdo, o el amor cuerdo de un hombre loco. Hay que saber interpretar cuando un hombre escapa de su hospicio, se enamora de una estatua, se roba un anillo para regalárselo, besarla fundiéndose en sus labios marmóreos, caer arrojado en una celda, y a la sombra de un león, ver llorar a la Cibeles, por la ausencia de su amor.

Un mundo de solo inmanencias Tal vez la mayor crítica que podríamos inferirle al pragmatismo postmoderno de Rorty, estriba en la ausencia esencialista: en la relación azarosa, contingente, que proyecta un nominalismo altamente metafísico; en la caída del individuo en la intemperie metafísica, en el relativismo relacional, en la singularidad, y en la esperanza vana. Solía decir Poincaré que «la vida es una luz que brilla entre dos oscuridades» En El mito de Sísifo, Albert Camus nos habla de la absurdidad desesperanzada envuelta en un periplo vitalicio sin fundamento. El hombre expuesto a la intemperie metafísica, ¿qué es?: ¿la libre gratuidad de Sartre? Por otra parte, ¿cómo anular las inevitables pulsiones destructivas del hombre, si vistas como fuerzas inconmensurables que no conocen apaciguamiento, como fuerzas inmanentes, limítrofes, equidistantes del cuerpo tanto como del alma? ¿No es necesaria aquí, la acción regulativa de la razón que propiciaba Kant o, más precisa y eficazmente la vía de Hume ¿No habría establecido Rorty un cambio conceptual con el pasaje de la Filosofía (con mayúscula) a la filosofía (con minúscula) Cambio que bien

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| 458 | Enrique García pudo merecer el nombre de «Sociosofía», híbrido entre Filosofía y Sociología, cuyo estatuto radica en el saber de las relaciones sociales que difiere del estatuto de la Filosofía? Al igual que Agamben, preferiríamos una concepción medieval y cristiana de la singularidad, según la cual existir como posibilidad o potencia exige que un individuo coopere con otros y, cuando compone con ellos una singularidad, entonces aumenta su potencia o sus posibilidades. Siendo así, allí donde el ser de las cosas es su praxis, se proyecta un marco de trascendentalidad donde el ser de las cosas, es su teoría, es decir sus fundamentos, substratos y esencias. La escisión que formula Rorty, la absolución respecto de las esencias, ¿no es ya una visión de alto voltaje metafísico? Si la verdad se hace, y no se describe, como cree Rorty, ¿qué nueva verdad ha establecido él si la vinculó con los hechos cuya interpretación debe presentar? No hay acontecimiento sino que lo que hay es la mera interpretación de ellos. Son, según nosotros, tal como lo suscribiría William James, meros nuevos nombres para viejos modos de pensar. El de Rorty, desde esta perspectiva, después del de Marx, parece ser el sistema filosófico más metafísico conocido.

Un mundo de sólo signos Existe la razón material y existe la razón espiritual. El mundo de la racionalidad material por excelencia es el mundo de la significación, que se constituye a partir de significantes significados. Tendríamos que concebirnos como transeúntes porque vagamos por el mundo cargados de signos, que cubren y empastan nuestro rostro humano-divino. Existe un mundo material y existe

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| 459 | Enrique García un mundo espiritual, existe un mundo esencial y existe un mundo existencial, existe un mundo noumenal y existe un mundo fenomenal, pero todo, absolutamente todo es reducido al canon, a la regla del signo. No hay concepto, ni noción, ni idea, ni pensamiento, ni sonido ni palabra, ni hecho, ni acto, ni obra, ni forma que no sea un signo. El hombre ve el signo, que es acuerdo y convención previa, valiéndose de reglas, y le atribuye significado con la construcción de una imagen mental in-visible. El sentido es otra cosa: el sentido queda más allá de esta significación, la trasciende, está con el espíritu. El espíritu le da sentido al signo, lo hace símbolo. Todo hombre es una estructura racional sostenida por el espíritu, pero solamente el genio es capaz de concebir el sentido simbólico de los significados in-visibles sin acuerdo ni convención previa (sin valerse de reglas) y de revelarlos en una obra original y ejemplar en una forma cualquiera de la materia en general. El genio crea a la manera teúrgica, crea a imagen y semejanza... y ese es el sentido implicado, su sentificación.

Uno identidad, es uno diversidad Es sorprendente cómo nos vamos acercando cada día más a cierto punto de contacto recíproco estrecho. Esto me hace pensar que cada vez me parezco menos a mí mismo, porque seguir siendo uno identidad, es también ser otro-diversidad o, mejor dicho, el ser otro diversidad, también es ser uno identidad.

Uno, único, unitrino - La Certeza Hecha Pedazos -


| 460 | Enrique García

Hay un Uno unitrino que, además, participa en la multiplicidad. En otros casos, es la multiplicidad la que participa en la unidad unitrina o no. Unidad única significa más unión que uno numérico, vale decir totalidad o absoluto como unidad única indiferenciada adunada de una multiplicidad.

Un pedazo de amor Los hechos en torno del amor no son hechos. Son sentimientos expresados en hechos que, mucho antes, fueron necesidad imperiosa de querer y ser querido. Nadie podría colocar, frente a mis ojos, ningún pedazo de amor, por más que lo quisiera y viniese a ser asistido por algún dios propiciatorio. Ante esa imposibilidad, deberemos apelar al recurso de los gestos simbólicos, a veces inefables, frente a la magnificencia del sentimiento de amor en sí.

Un pensador Un pensador, además, también sabe leer lo no dicho. Es, en ocasiones desmesurado, nunca cierra el debate, no condiciona la sobreabundancia ni la escasez argumental porque ama su libertad, y la libertad de los otros, y ofrece, y pone sobre la mesa, el fundamento de su propia conducta, es decir: no critica aquello de lo que vive, ni vive de aquello que critica, no representa, ni se deja representar, es él, y siendo él, va de suyo, que la representación fluye natural, libre, genuinamente. Finalmente, ayuno de toda finalidad paternalista, se pre-

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| 461 | Enrique García ocupa, porque no hacerlo supondría una deserción intolerable y una actitud ajada, vetusta, arcaica, y caduca, para no enumerar prejuiciosas ni maliciosas intencionalidades rayanas en el envejecimiento prematuro de personas, de ideas y de concepciones enlazadas por la coyunda del interés y la pitanza, que tanto han signado nuestra postrada condición humana.

Un piojo malogrado Mi nieta, es un piojo malogrado que heredó de sus ancestros el desparpajo y la rebeldía en un medio de libérrimos absurdos que hicieron de la persona humana un Santo Grial que siempre está, pero que nadie ha visto, ni verá jamás, porque si se viera no sería ya sacro, y si no se viera, se abrigaría la expectativa del ser que sea lo que no debería ser que sea. Yo, abrigo la esperanza de que cuando Emma sea mayor, pueda mantener esa impronta y que nuestra comunicación con ella, y la de ella con nosotros o con los otros, sea la misma, mágica elocuencia de la palabra enigmática que dice más que lo que expresa, y que deja traslucir el alma, para lo cual tendrá que tener que tener alma, ser incomprendida, ser profunda, vital, seria, comprometida, culta, emotiva, y sensible para con los que nada son ni nada tienen ni nada esperan: los descastados del bien, de la mirada, y de la palabra.

Velos del desvelo La vida es una repetición de velos y desvelos.

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| 462 | Enrique García Re-cuerdo «Recuerdo» es una bella palabra, que significa te vuelvo a tener en mi corazón.

Dios me salve Dios me libre de la erudición y del dogmatismo. Hay que pensar y repensar los agujeros por donde le entrarían las balas a los sistemas filosóficos. Como verán, la búsqueda es más fructífera por el lado de la presencia de la indigencia de la carencia, que debe solventarse, que por el lado de la sobreabundancia que tiene que controlarse mediante una construcción dialéctica y sistémica a la manera de búsqueda. Todo se estructura en torno a esos dos pilares que entran en diálogo permanente, sin llegar a un acuerdo definitivo: Los faltantes y su búsqueda. Así el amor es dar sí, pero dar faltantes, indigencia, insuficiencia, miseria, impotencia, ausencia, nostalgia futura de no tener que se proyecta en no ser, es dar una posibilidad de construcciones extendidas en el tiempo a quien tampoco tiene y lo da para poder ser. El mismo esquema se repite en el ser, que pasa a constituirse en un ser que, en tanto que imposible de determinarse, que en tanto no se completa, se alza como un no todo. Pero como todo ser es una expectativa posible, es un siendo no todo, cuyo destino es siempre la imposibilidad. La cosa en sí de Kant es así, la fenomenología de Hegel se despliega igual. La psicología evolutiva de Piaget, lo mismo. La de Lacan, también. La teología de El Dionisio Pseudo Areopagita, lo mismo. La cosmovisión de

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| 463 | Enrique García El Cusano y la de San Anselmo, lo mismo. Los desarrollos de Kojeve, de Cartesius, de Victorino, de Plotino, de Popper, de Kuhn, igualmente equivalente. Lo mismo con la paraconsistencia antinómica y con la lógica trivalente. Como verás, la insuficiencia, la carencia, la ocultación, la imperfección, la inexactitud, la incertidumbre, la deconstrucción, la identidad indistinta son los motores de una vía negativa que atraviesa todo el espectro de la historiografía de la historia del pensamiento. Ese es el tema. Un tema áspero, esquivo, inverso, reverso, un tema con pliegues y repliegues que despunta con la mitología y está hoy día se muestra abierto y marcha camino de la filosofía del sentido que sugiriera Frege hace un tiempo. Una visión que condensa el factor común de todos los tiempos: la necesidad de construir una dialéctica constructiva de desocultación de la imposibilidad, que es una forma de posibilidad, entendiendo con Nietzsche que así como la superficialidad es una variante de la profundidad, la carencia es una variante de la abundancia, la imposibilidad, de la posibilidad, el no ser, del ser, la nada, del todo, y la ignorancia, del saber.

Mutismo Sabíamos hablarnos, con frecuencia. ¿Qué habráse tirado al agua y qué cenizas habrían quedado de aquel tamaño fuego, en el grito ahogado del silencio? Los archivos de lo eterno me reclaman. Tout es mort en este atardecer umbrío, y gris, desangelado, ¿Qué ventarrón limpió tu boca? ¿Qué quién, te amordazó de tal manera? ¿A qué oído responde ya tu voz? ¿Y tus besos? ¿Y tus pechos?

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| 464 | Enrique García ¿y tú tembloroso temor? aquél, de la primera vez ¿En qué rincón quedó sumido, aquel mutismo sin eco ni poesía?

Un nuevo mandamiento Podría definirse el mundo apelando a una palabra cualquiera, que es como decir «apelando a todas las palabras» Después de leerlo a Kant y su férrea sistematicidad exotérica, uno podría intentar desentrañar el sentido de su obra, a partir de ciertos conceptos fundantes sin atender a ningún orden lógico. El isomorfismo de todo sistema, de toda estructura, supone pensar repensar y resolver algunos filosofemas análogos. Si es cierto que es válido argumentar que toda cosa supone la negación de su contrario, la palabra deslegitimación oficiaría en ese sentido. Lo mismo pareciera darle razón a quienes se valen del término «poder», ya que, según se oriente el orden del discurso, todo parece poder constituir «poder», así como todo podría interpretarse como «tóxico», o bien como «líquido», o «kafkiano», estos «disparadores» significantes proporcionan una «metódica» necesaria. Recientemente se ha «apoderado» de nosotros, y «empoderado» por los «catequistas» de la «revolución» digital, un significado proyectado mediante la palabra «aplicación», propia del mundo de la telefonía celular. A esta suerte de esquematismo, podríamos encontrarle unas cuantiosas «App» unimultívocas, es decir uniwersales. Algo así como «os doy un nuevo mandamiento:

nada es sin 'religión'»

Venganza - La Certeza Hecha Pedazos -


| 465 | Enrique García

«Cada queja ya contiene una venganza», ha dicho Søren Kierkegaard. Se puede explicar el mundo con una sola palabra. Kierkegaard no yerra, porque su enfoque muestra el revés de la trama oculta a los ojos profanos. Apoyado en su condición de filósofo del existencialismo, le dio al termino «venganza» un carácter clave. Se puede explicar el mundo bajo el sino de la palabra «poder», «liquidez» o «inconsciente» A veces la filosofía enfrenta esa especie de falacia terminológica que consiste en confrontar cosmovisiones contrapuestas pero equivalentes, que seducen tan peligrosamente que uno se siente justificado mezclando conceptos que vienen de aquí y de allá provocando anacronismos, estableciendo identidades entre significantes y manufacturando significados sin considerar la inevitabilidad de las sentificaciones. Wittgenstein quería anular la metafísica. Y aun más, quería suprimir la filosofía porque no aceptaba la invalidez ontológica. No hacía falta un reclamo tan radicalizado, pero sí podría reclamarse un poco más de moderación comparativa. En síntesis, que hay un momento en el que se necesita «hacer síntesis» a través de la deconstrucción, la reconstrucción, la refutación, el descarte, y la afirmación, si es que resulta posible sugerir sin aconsejar, desmantelar la afinidad con el big bang hermenéutico y encontrar la palabra desencadenante. Hay quien está en esa línea, y uno la empieza a descubrir, lo cual nos jerarquiza como intelectuales de la interminable búsqueda del absoluto que

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| 466 | Enrique García no está. Esa indigencia es el motor del dinamismo que sin duda vendrá allá, en el infinito, como nos prometió Hegel.

El filosofema de madame Bovary Tantos años callando para no nombrar. Tantos años ( ) ignorando el pellizco súbito de las costillas. Hasta cuándo reservaremos esta voz rociada de absoluto. Cuando, sin espantarme, diré: «alma» Cuando, sin espantarme, diré:

«tengo alma» Cuando, sin espantarme, diré: «El alma sufre» ¿Hay fin? No sabemos. (Eco.) (Con temblor; sin alas) La muerte … ¿es tan … dura? (torpemente) «Quizá existe alguien ahogado (alguna vez) en el éter» ¿Estás?

«Mientes, silencio» (Tanto dolor dosificado…) «Detrás de lo atravesado, entre estrecho y estrecho,

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| 467 | Enrique García tal vez se moldea un cuerpo» (tal vez) (anacoluto) ¿Bautizar? No puedo ser feliz. No se entiende. Quién. Por qué manos al final de ti. Mírate, mujer. Sin duda: mujer. Y mira dos hombres. dos hombres perfectos e imperfectos. ¡No! ¡Vivo, camino, toso (insípidamente)! ¡ Fuerzo, engullo, corro (insípidamente)! ¿Sobre morir? Nadie lo sabe. Sólo el charco recuerda haber sido, ser lluvia. Sólo la sangre sangra. quizá tal vez no sé aquí no según perdón no no salir del error (si no, tal vez, sin mundo) olvidar al (yo) (…) enterrar(lo). herir(lo). (desdibujad(o), escondid(o), detrás de (sí mismo).) ahorcad(o) en su interrogante… (?) todavía

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| 468 | Enrique García (No te fíes, no te fíes, no te fíes) ¿En qué escalón aguardará el tropiezo? ¿Bastarán encías para sonreír? Sencillez, dónde enjaulaste. Sencillez, dónde enjaulaste tus. Sencillez, dónde enjaulaste tus [dotes de cometa humilde] En qué estrato En qué piedra En qué cuerda [vocal] Sencillez … ¿puedes mirarme? ¿Puedes atravesarme - sencillamentey sin dolor -sencillamente- Sencillezcon la humildad indecorosa con la fascinación pretérita con un otoño en el iris ¿Puedes, sencillez, seducirme? Mas detrás -traspuesto, irónico, pequeño-casi siempre con rotundidadel calidoscopio (perdido en sí mismo) (anclado en sus tirabuzones) Maraña. Y sencillez callada (tímida); (sin compasión hacia el ruido) (con la inercia del miedo) TAN TIERNA Y PRESTADA Pues llora, Sencillez, llora.

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| 469 | Enrique García Rasgada tu piel, llora. Qué saeta pervivirá hasta el fin de la serenidad salvar sencill[ ] sencilla la mejilla nutrida en mullida almohada Pero. Siempre no se aproxima demasiado Siempre, arrepentida en el paso. Como si no del todo. Como si no. DEL TODO. Anónimo

Los ojos y el vértigo Uno mira los ojitos de los recién nacidos al momento de nacer, y en un santiamén, en un rápido abrir y cerrar de ojos, aparece una visión vertiginosa que nos informa que ya van a la escuela con su delantal multicolor, luego se hacen adolescentes, corren detrás de una silueta parecida a la de mamá o a la de papá según el caso sea, y se van alejando de nuestra mirada de la misma manera como si quien viera pasar un meteorito, rápida, nubosa, imperceptiblemente, creyera en la peregrina idea de poder alcanzarlo con sus insuficientes cortos brazos y perpetuarlos con sus pequeños ineficientes manos.

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| 470 | Enrique García La cultura ha hecho de ellos un instrumento de deseo continuo y permanente. La naturaleza se ha mostrado recesiva y, entonces, la tecnolatría, nos va empujando, nos va arrastrando, nos va sacando del viejo y aglutinador bracero donde calentábamos nuestra añorada infancia y juventud, junto a nuestros queridos ya muertos. Por eso, y solamente por ese minúsculo paraíso perdido, deberíamos reflexionar acerca de la resignación de Unamuno frente a la efímera temporalidad en la que nos toca ser, estar, y transitar, o acerca del sentido de la resistencia de Sábato que proponía una vida de 8.000 años, o en torno al combate contra la absurdidad de Camus, que protestaba por la repetición de actos en el tiempo que se le impone al hombre como se le impusiera a Sísifo, aquél que tenía que cargar la piedra hacia la cima de una montaña a la que al llegar, resbalaba de su espalda, premeditadamente y por designio ajeno, rodando una vez más hacia el pie, para tener que volver a repetir la secuencia eternamente, como condenado a perpetuidad según las leyes del Olimpo. En fin, estas advertencias, deberían hacernos reflexionar sobre la lucha que hay que entablar contra el vértigo cotidiano, contra la ligereza del pasar a travesando el tiempo y el espacio mirando sin ver, oyendo sin escuchar, tocando sin sentir, contra el materialismo absurdo que promete angurria, inequidad, e injusticia inquina, contra la superficialidad crecientemente enseñoreada, y contra el sentido empobrecido de la vida empobrecida, de la vida muda y silenciosa, callada y umbría... e incomunicada y vacua, y a favor de la vida total, plena y absolutamente

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| 471 | Enrique García humana, según se nos habría prometido antes de comer del árbol del fruto prohibido. Me acuerdo de la frase aquella que decía «ancha es la puerta de la perdición» ¿No habría que angustiarla un poco?

Nihilismo en grado cinco Duda como si dudar fuera una actividad latente, y mira a la indigencia de la carencia como una fuente de deseo viviente en toda obra, acción, gesta, y objeto. En toda cosa donde se pone en juego la voluntad de poder, y se significa la fuerza del espíritu. como-una-búsquedaen -la-ronda-del-eterno-retorno.

Velos y Desvelos Quisiera que siempre recordaréis que ser feliz no es tener un cielo sin tempestades, ni transitar caminos sin accidentes, ni trabajos sin cansancio, ni relaciones sin decepciones. Ser feliz es encontrar la fuerza en el perdón, la

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| 472 | Enrique García esperanza en la batalla, la seguridad en el patíbulo del miedo, el amor en los desencuentros. Ser feliz no consiste en valorizar solamente la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza. Ni siquiera, la felicidad, es conmemorar sucesos venturosos, sino comprender el sentido de la tragedia de los graves fracasos. No es capitalizar alegría con el aplauso. Si ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, superando incomprensiones, cabalgando sobre los períodos de crisis. Ser feliz no es una fatalidad que nos prepara el destino, sino una conquista de quien sabe viajar dentro de su propio ser. Ser feliz es dejar de ser víctima, centro atractivo de los problemas, para volverse actor principal, y protagonista, de vuestra propia historia. Es atravesar desiertos, vencer tempestades, ser capaz de encontrar un oasis allende las profundidades del alma. Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos. Es saber hablar de uno mismo. Es tener coraje para oír un destemplado y rotundo «¡NO!». Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta, infamante, ofensiva. Es besar a los hijos, mimar a los padres, contener amigos. Ser feliz es alentar la libertad, fomentar la alegría. Es tener madurez para decir «¡me equivoqué!». Es tener la suficiencia necesaria que os permita decir «¡perdóname!» Es tener suficiente sensibilidad como para expresar «¡te necesito!». Es tener la capacidad sentimental que os permita decir «¡te amo»!»

Meteoritos y estrellas jugaces Emma se parece al «inglés de las piedras» Anda juntando piedras por el patio de su escuela. Dice que

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| 473 | Enrique García son para pintar. Dice que una piedra, que mostraba como si ella fuera el mismo Hamlet, era un meteorito. Que cayó de un planeta de meteoritos, allá, quien sabe cuándo y dónde, «escuchí estrellas jugaces» Que es parte de una lluvia de meteoritos. Que es flor de piedra. ¿Podría ser la piedra del escándalo? Que se la va a regalar a María, «¡tu amiga del consultorio, mamá!» No sé de dónde provienen estas enigmáticas asociaciones. Es muy posible que la inspiración le venga de mirar historietas, del «celu que le secuestra a su mamá", de leer El diario de Greg, de andar metida dentro del televisor, o de jugar a que es maestra y exigir su «manzana» cada once de septiembre. En muchas de esas instancias, aparezco yo como un relator, o como un reincidente incansable de siempre lo mismo. Se la agarra tanto con la piedra, como con una obra de teatro en la que hace participar a una muñeca de trapo a la que le bautizó <Fantasía>. Sospecho que quiere corregir algunas fallas de fabricación que tiene el mundo. En medio de todo este modelo para armar, yo funciono como un cómplice, y a veces como un rehén al que le embadurna con alcohol y perfume, la cabeza. ¿Se siente bien, señor?, mientras aproxima una toalla a mis rojos ojos irritados. «¡Te mandemos un saludo pategónico!», es su saludo preferido.

Verdad la mentira Puede, encerrar, la mentira, una gran verdad, así como puede, una gran verdad, encerrar una mentira. Hay, ontológicamente, una cosa llamada mentira de la verdad, tanto como hay, también ontológicamente, una

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| 474 | Enrique García verdad de la mentira, sin dejar de pensar la verdad de la verdad, ni, tampoco, la mentira de la mentira. Aristóteles solía decir que se miente cuando se conoce la verdad. O sea que, en tal caso, habría una mentira de la verdad, aun cuando, en las antípodas, en la verdad de la mentira habría solamente des conocimiento. En suma, la verdad impone una infinita verificación continua, en tanto que la mentira no impone más que una verdad definitiva.

Vida ajena ajenizada Restaban unos minutos para culminar una obra de reflexiones filosóficas adversas, negativas, extemporáneas, e intempestivas. Hubo un par de palabras cruzadas con una estimada persona que me invitó a disputar un ping pong dialéctico que resultó en un agregado de diez páginas a la obra que no fuera, lo que vino a tener que postergar mi aspiración ansiosa. Luego comprendí que uno no es quien es, sino el espejo, el reflejo de los otros, el ajeno, la idea, no la cosa, la promesa, o la esperanza, la fe en querer querer, en ser el ser, en saber saber, y en ignorar ignorando que no somos lo que somos, si no lo que no somos y que tal vez seremos porque no tenemos sino carencias, porque el día que seamos y tengamos, no estaremos porque no tendremos (ya, vida) ajena.

¡Vivir es poesía! He vivido de una manera encantatoria, si es que hay una manera encantadora de vivir. La filosofía me

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| 475 | Enrique García completó, pero también me desingenuizó frente a las firmes, absolutas, inconmovibles y consistentes ontologías. Me colocó más allá, en el pomposo continente de la episteme. Me quitó la doxa, esa forma de ser feliz en el pensamiento del sentido común naturalizado, análogamente a la experiencia emotiva de creer, ciegamente, en los Reyes Magos que, aunque ideales, y de leyenda, no son menos reales. De la ilusión también se vive, y se vive mucho más y mejor de la desocultación, no tanto de lo desocultado. La desocultación es otra cosa, es el proceso, el tao, el camino que acompaña nuestras sinuosidades en torno de la dicotomía binaria felicidad-infelicidad. Algo que Aristóteles ya entrevió, a pesar del indiscernimiento. Pero se puede, con el amor, se puede, aunque a veces parezca uno acercarse y la persona depositaria, ese ser un solo y único ser, o múltiple, lo mismo da, pareciera alejarse, con prescindencia del tiempo, frente al que podríamos repetir un mismo esquema. Ojalá que esa persona sea la misma siempre, o el mismo siempre. De todas maneras, definir la vida es bastante menos complejo, sería como exaltar el arte de dialogar periféricamente, convergentemente, imperceptiblemente, sin obviedad ni sospecha. Un sentir sin sentido explícito. Un inasible etéreo y demasiado concreto discurrir, que sostiene nuestros días, y los de los que vendrán al encuentro de la flecha del tiempo donde todo cabe. ¡Vivir es también poesía!

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| 476 | Enrique García La educación es un espacio de encuentro entre el que debe enseñar y el que tiene que aprender. De modo que mirémosla como una construcción y, pensemos, dudando, que los beneficios de la educación como voluntad de querer, de poder, y de saber, sin más, constituyen una entelequia. El educador, cuanti más, da la forma, organiza el contenido de consciencia que preexiste en todo psiquismo humano.

Vocis La palabra, «¿es manifestación de uno mismo y el respeto es una regla social?», o al revés: ¿«el respeto es

la manifestación de uno mismo, y la palabra es una regla social»? Pareciera que por esa vía caeríamos en una tautología. Ambas cosas tienen sentido. El sentido ético de la sentencia tiene una dimensión muy distinta de la dimensión ontológica. Y, si seguimos el análisis podríamos hallar dimensiones platónicas, dimensiones gnoseológicas, y dimensiones sociológicas, históricas, «doxográficas», y hasta epistemológicas, para citar sólo alguna que otra variante. Por eso la filosofía aparece un tanto oscura. Cuando escuché a algunos de nuestros más egregios maestros, designar algo técnico, siempre me quedé con la inquietud de preguntarle: «¿... y dígame, en qué sentido me lo dice, y en el sistema filosófico de quién?», ya que ente ha pasado de ser idea, a ser acto, de ser acto, a ser contemplación, y de ser contemplación, pasó a ser fenómeno, y de ser fenómeno, pasó a ser inmanencia, y después símbolo, sólo lenguaje, y hasta, finalmente, conocimiento sin fundamento.

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| 477 | Enrique García

«¿Cuándo entraremos en la filosofía del sentido, de la que nos hablaron, escuetamente Frege, y un poco más extensamente Berdiaev?» Hemos conseguido una filosofía de envase, como diría Galeano, nos dicen «rosa», y nunca Ahora,

bien,

me

pregunto:

sabremos qué clase de rosa entra en la categoría. Por eso es menester sospechar. Así como hubo «maestros de la sospecha», hay, también «alumnos de la sospecha»: sospechantes y, la más de las veces epígonos errantes de cultores de falacias del tipo del anacronismo sistémico y sistemático y de autores, cuando no de fechas, y otras yerbas argumentativas. Bueno, como me dijeron una vez, la filosofía tiene más preguntas que respuestas.

Vomitorium Vitelio, emperador romano, perfecciona el arte, bulímico, de vomitar introduciendo una pluma de ave en la garganta y así provocar las náuseas. Los Vomitorium, eran los lugares donde los romanos, después de los banquetes que se metían entre pecho y espalda, vomitaban la comida ayudándose con una pluma de pavo real para poder seguir comiendo

Witkin A veces me parece estar presente ante la reencarnación de Witkins redivivo, y que produce un efecto de convocatoria espontánea ineludible. Igual que el amor, que cuando es genuino amputa la capacidad de decir que no

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| 478 | Enrique García y, en su caso anula la posibilidad de sostener la libertad de sustraer el ojo para enfocar otra cosa.

¡Yo abogo! Yo abogo por el elogio de la lentitud, pero encuentro que este modo de aprendizaje del uso de la administración del tiempo, y de consolidación de la consciencia, debería ser enseñado en nuestros propios hogares, a una edad temprana, y perfeccionado en las instituciones educativas, cuando no fomentado por el Estado. La pereza, no siempre es un mal demoníaco.

Zarandeo Siempre hay dualidades. Cuando hay amor, no tiene por qué no haber odio, cuando se vive, uno no tiene por qué no irse muriendo un poco, para caminar camino adelante, no hay por qué no dejar la huella que nunca se ha de volver a pisar. En fin, toda luz, supone el encubrimiento de la umbría, y toda sombra, supone el crepúsculo de la luz. Si no fuera así, tendríamos vida monocorde y absurda o, mejor dicho, tendríamos la mueca de la vida, su caricatura, la sombra misma de ella: la muerte irreal, que es simbólica, va más allá del dramatismo propone la muerte real. El mundo pareciera estar atestado de sombrías siluetas recortadas que tragedian confundidos entre celulares, entre computadores portables, entre automotores de alta gama, y entre toda clase de «bienes absolutamente prescindibles», para no llamarlos «males absolutamente necesarios», inadvirtiendo que lo que lo rodea y lo contiene es gente.

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| 479 | Enrique García Gente que siente, gente que desea, gente que vive, gente que muere, gente que nace y renace, gente que cree, gente que siente, gente que merece algunos zarandeos menos intensos.

Epílogo más abstruso todavía Este recuento que transita por la inminencia del final. Esta historia enigmática y fabulosa de preñada de reverberancias y repercusiones que se dan en la caja de resonancia humana, es irreal de toda irrealidad acreditada. Forma parte de este libro prometedor que llamamos Reflexiones intempestivas, cuya escritura está impregnada de una real irrealidad insoslayable, a la vez que de unas derivaciones lógicas y dialéctica, tecnológicas y éticas, estéticas y metafísicas, pocas veces imaginadas. Sobre el tema poco se ha dicho y escrito, en tanto que, a veces, tabú y clandestinidad. El hombre ama a escondidas, pero se empecina en odiar a cielo abierto. Esperamos que algunos sucedidos, provoquen en el lector tanto lío como quiere nuestro Papa Francisco, inmiscusión, rebeldía, mas no resignación, sino piedad por estas verdaderas máscaras venecianas de quienes un día, en la historia, calzaron su disfraz hecho a media, ocultos bajo la careta de los velos y de los desvelos, para poder solventar las vicisitudes de la vida, y de las piruetas de un destino anómalo que nunca, o siempre, merecieron. La Biblia y el calefón, dijo Discepolín. Piedad, también para los que hicieron migas de las infamantes maldades, o de las luminosas bondades, y piedad también para nosotros los otros que, tal vez sin quererlo, hayamos terminado ofendiendo la dignidad de nuestros

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| 480 | Enrique García queridos hermanos. Esperamos que la indulgencia de ellos, de nuestros queridos hermanos nos favorezca, esperamos que los descendientes de los aquí aludidos, y aun ellos mismos, los aquí aludidos, nos absuelvan en orden a nuestra pretensión de imaginar un mundo feliz, no ya a la manera de Huxley. Si algo hemos mansillado, si algo hemos ofendido, si en algún punto cósmico hemos traicionado a nuestros ancestros y a nuestro solar natal vivencio existencial, mereceríamos que se nos arrojase al último círculo del Infierno del Dante, allí donde fueron a parar los traidores a su dios, su estirpe, a su raza, a su solar, a sus amigos, y así propios. Gracias a todos quienes colaboraron con su actitud alentadora, a quienes con su adhesión activa o con su silencio pasivo nos inyectaron un poco más de esperanzada fe ante la ardua tarea de alcanzar una honestidad intelectual tal que nos permitiera reflejar, con ajustada verosimilitud, las trayectorias de un estado de cosas históricamente sucedidas, de bondades y maldades, de infames y benevolentes, de timoratos y arrojados, y a todos quienes con su benevolencia condescendiente, nos vinieron a rescatar a la hora del cansancio, del desaliento, y de la desolación que causa la duda, también va el mismo agradecimiento, también va la misma gracia, también va la misma devolución que está encerrada, escondía en los entresijos de las letras mismas aquí escritas, y que el lector sabrá comprender, desentrañar, y entender todo aquello que constituye la ganancia de la causa humana: la del hombre y sus circunstancias, de la que un día Ortega nos hablara.

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| 481 | Enrique García Que la luz acompañe siempre, como quería Goethe, en el postrer momento del Fausto.

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