Volver a su nombre repara una deuda histórica y confirma el trabajo del Centro GAM dentro de los valores humanistas y artísticos que caracterizaron a la Premio Nobel chilena. Su amor por la palabra como vehículo de conocimiento, alegría y comprensión del mundo («comprender fue siempre goce. ¿Cómo no va a ser felicidad seguir el alma de una raza en su verbo?»); su convicción democrática y el arraigo popular de su obra; su afecto por los valles chilenos que admiró desde niña, su defensa de la educación, fueron los valores de una creadora vinculada a su país y a su gente, que confió en el alcance amplio y liberador de la cultura, fuera de toda sobreintelectualización o elitismo. El talento y la ética de la autora de Tala y Desolación inspiran el trabajo del equipo GAM. Ella es el ejemplo para una entrega generosa y trascendente en torno a la cultura, que la valora como un aporte social y libertario, abierto tanto a los creadores como a las audiencias, y que trata a ambos con la dignidad que merecen. Es la responsabilidad de un legado histórico expuesto a las veloces dinámicas contemporáneas, e implica equilibrar patrimonio y novedad con el sentido social y el afecto por la creación que guió la vida de esta mujer universal nacida en los valles de Vicuña.
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