Memorias Imborrables "Semillas por la seguridad y defensa de Colombia"

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¿Qué es el Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar? El CIMHM está adscrito a la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” y tiene como objetivo aportar a la construcción de memoria histórica nacional a través del desarrollo, difusión de ejercicios y manifestaciones de la memoria histórica institucional de las Fuerzas Militares, como medio para fortalecer la dignidad y legitimidad institucional, y visualizar y dignificar a los miembros de las Fuerzas Militares víctimas del conflicto armado interno. El trabajo desarrollado por el centro propende por la investigación, análisis, documentación, articulación, difusión de memoria histórica institucional, los contextos de las Fuerzas Militares de Colombia y su historia.

MEMORIAS IMBORRABLES Semillas Por La Seguridad y Defensa de Colombia - Segunda Edición

MEMORIAS IMBORRABLES SEMILLAS POR LA SEGURIDAD Y DEFENSA DE COLOMBIA Segunda Edición

“Memorias Imborrables” es un producto académico del Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar que tiene como propósito dar a conocer historias y vivencias de algunos de los alumnos del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; este curso, está conformado por Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia de grado Mayor y Capitán de Corbeta. Oficiales que, en sus 20 años de experiencia como comandantes en diferentes Unidades Militares en el desarrollo del conflicto armado interno, han vivido una serie de situaciones únicas que han marcado su vida, incluso acciones heroicas que ameritan ser escritas en documentos académicos que coadyuven a la construcción de la memoria histórica institucional. La segunda edición de “Memorias imborrables” relata 42 historias que le exponen a la sociedad colombiana y al mundo, las experiencias que han permanecido en la memoria de militares durante años, oportunidad que permite conocer la labor del militar colombiano, hombres que por su vocación han entregado los mejores años de su vida por la seguridad de Colombia.

ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA “GENERAL RAFAEL REYES PRIETO”



MEMORIAS IMBORRABLES SEMILLAS POR LA SEGURIDAD Y DEFENSA DE COLOMBIA

Segunda Ediciรณn


MEMORIAS IMBORRABLES SEMILLAS POR LA SEGURIDAD Y DEFENSA DE COLOMBIA

Segunda Ediciรณn


PRESENTACIÓN

2018 MEMORIAS IMBORRABLES © Escuela Superior de Guerra Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar ESDEGUE-SIIA-CIMHM Carrera 11 No. 102-50 Bogotá D.C. Colombia

ISBN: 978-958-52065-1-9 Segunda Edición: abril de 2019 Reservados todos los derechos Elizabeth Andrade Coral Andrea Rodríguez Gómez (Editoras) Alumnos del Curso de Estado Mayor 2018 (Autores) Diseño, Diagramación e Impresión: Imprenta y Publicaciones COGFM

Proceso de arbitraje: 1er. concepto Evaluación: 15 de octubre de 2018 2do. concepto Evaluación: 3 de noviembre de 2018 Colaboradores: Camila Andrea Martínez Vivas Leidy Patricia Erazo Ordóñez María Camila Tolosa Rodríguez Daniel Eduardo Vieira Pastrana

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

El presente libro “Memorias Imborrables” es un producto académico del Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar que tiene como propósito dar a conocer historias y vivencias de algunos de los alumnos del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; este curso, está conformado por Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia de grado Mayor y Capitán de Corbeta. Oficiales que, en sus 20 años de experiencia como comandantes en diferentes Unidades Militares en el desarrollo del conflicto armado interno, han vivido una serie de situaciones únicas que han marcado su vida, incluso acciones heroicas que ameritan ser escritas en documentos académicos que coadyuven a la construcción de la memoria histórica institucional. La segunda edición de “Memorias imborrables” relata 42 historias que le exponen a la sociedad colombiana y al mundo, las experiencias que han permanecido en la memoria de militares durante años, oportunidad que permite conocer la labor del militar colombiano, hombres que por su vocación han entregado los mejores años de su vida por lograr un mejor país. Este libro que expone resultados del proyecto de Investigación “Construcción de paz por medio de la Memoria Histórica Militar “, que hace parte de la línea de Investigación “Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia” del grupo de investigación “Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia”, reconocido y categorizado en (B) por COLCIENCIAS registrado con el código COL0141423 vinculado al Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM) y a la Maestría en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA), adscritos y financiados por la Escuela Superior de Guerra “ General Rafael Reyes Prieto” de la Republica de Colombia.

El Contenido de este libro corresponde exclusivamente al pensamiento de los autores y es de su absoluta responsabilidad. Las posturas y aseveraciones aquí presentadas son resultado de un ejercicio académico e investigativo que no representa la posición Oficial, ni institucional de la Escuela Superior de Guerra, de las Fuerzas Militares o del Estado Colombiano. 6

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A pesar de las variadas experiencias que vivas como militar tendrás una armadura para tu cuerpo pero nunca una protección suficientemente fuerte para tu corazón y aun así, tu compromiso y tu fe te mantendrán de pie en las más oscuras de las noches y en las más arduas jornadas, porque tu fortaleza interior determina que los sueños una vez iniciados no tienen fin y seguirán perdurando en el tiempo a través de los recuerdos que harán parte de ti y de todo aquello que rige tu vida como militar y como ser humano para siempre. Mayor Eddy Raúl Cardona Restrepo

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ÍNDICE DE AUTORES CC. Alejandro Enrique Asela Rosas CC. César Alejandro Iregui Quevedo CC. Dewar Raúl Cano Quintero MY. Andrés Julián Chaves Fonseca MY. Alejandro León Campos MY Alexander Hoyos Camacho MY. Alexander Lara Silva MY. Álvaro Hernán Tobón Ramírez MY. Carlos Alirio León Camargo MY. Carlos Augusto Guerrero Rivera MY. César Augusto Segura Rojas MY. César Fabián Flórez Sánchez MY. Carlos Manuel Mendoza Osorio MY. Eddy Raúl Cardona Restrepo MY. Edwin Fernando Díaz Melo MY. Ernesto Mejía Araque MY. Fernando León Camargo MY. David Felipe Ciro Patiño MY. Didier Dubey Suárez Medina MY. Diego Andrés Rodríguez Villarreal MY. Diego Fernando Uribe Chacón

MY. John Hernán Moreno Cárdenas MY. Germán Eudoro Velasco Forero MY. Horacio Zuluaga Hurtado MY. Jaime Andrés Vargas Vargas MY. Javier Arturo Quintero Poveda MY. Jefferson Guarín Peralta MY. Jesús Daniel Acosta Mora MY. Jorge Armando Ortiz Toro MY. Juan Camilo Vallejo Betancur MY. Juan Carlos Sanabria León MY. Juan Carlos Valdés Ramírez MY. Leonardo Bayona Torres MY. Luis Eduardo Echeverri Restrepo MY. Luis Javier Rincón Morales MY. Milton Javier Quijano Pedroza MY. Óscar Salas Bocanegra MY. Robert Antonio Muñoz Legarda MY. Rodrigo Castro Díaz MY. Rogel Sánchez Ruiz MY. William Hernán Escobar Reinoso MY. Yann Dubian Blanco Parra

Elizabeth Jimena Andrade Coral Andrea Rodríguez Gómez (Editoras)

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TABLA DE CONTENIDO

PRESENTACIÓN............................................................................................. 7 ÍNDICE DE AUTORES.................................................................................. 11 TABLA DE CONTENIDO.............................................................................. 13 AGRADECIMIENTOS.................................................................................... 17 PREFACIO......................................................................................................... 19

SECCIÓN I: SACRIFICIO Y ENTREGA........................................................... • • • •

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Doy la vida por mis hijos John Hernán Moreno Cárdenas............................................................ 33 Cómo resurgí de las cenizas Didier Dubey Suárez Medina.................................................................... 41 Gracias a mi Ejército Tengo una segunda oportunidad de vivir Diego Fernando Uribe Chacón............................................................. 49 Un amor que floreció a pesar de las adversidades del clima, el tiempo, el terreno y la distancia 55 Edwin Fernando Díaz Melo...................................................................... Ironía Ernesto Mejía Araque............................................................................. 63 Una retaliación cobarde ocurrida en ipiales - nariño Germán Eudoro Velasco Forero............................................................ 71 ¡Un nuevo despertar en mala noche! Eddy Raúl Cardona Restrepo y My (RA) Adrian Eduardo Cardona Restrepo .................................... 79 Vuelo por la gloria eterna Diego Andrés Rodríguez Villarreal....................................................... 91 Segunda oportunidad de vida, operación especial feroz Jaime Andrés Vargas Vargas................................................................. 99

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SECCIÓN II: DE LA DEGRADACIÓN DEL CONFLICTO Y LOS RELATOS DE SUPERVIVENCIA................................................... 109 •

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La masacre del día de las madres: Relato de otra tragedia del batallón cazadores en búsqueda de la paz y la seguridad del caquetá Jefferson Guarín Peralta...................................................................... 111 Luces, cámara y acción –valparaíso- caquetá: la toma Horacio Zuluaga Hurtado.................................................................... 119 Las huellas del conflicto en niños de arauca Javier Arturo Quintero Poveda........................................................... 129 Recuerdos de un aterrizaje doloroso Jesús Daniel Acosta Mora.................................................................. 135 Alas rotas sobre los llanos orientales Fernando León Camargo................................................................... 143 Pacífico colombiano una herida abierta del conflicto Alejandro Enrique Asela Rosas.......................................................... 153 Cuando el frío es lo menos importante Alejandro León Campos................................................................... 161 Diario de un combatiente Andrés Julián Chaves Fonseca.......................................................... 169 La primera experiencia es la más importante Álvaro Hernán Tobón Ramírez............................................................ 183 El día en que un campesino se convirtió en oficial del ejército para ir a la guerra Alexander Lara Silva............................................................................ 191 Nacimos en la guerra Alexander Hoyos Camacho................................................................. 201 A pesar de las minas quiebra sueños Carlos Alirio León Camargo............................................................ 213 Los dos Eduardos Carlos Augusto Guerrero Rivera...................................................... 221 El mejor amigo y la peor decisión César Augusto Segura Rojas........................................................... 229 Entre pasión y tristeza, durante mi vida militar Carlos Manuel Mendoza Osorio...................................................... 235 El embarque César Alejandro Iregui Quevedo..................................................... 243 El ser humano detrás de un uniforme Dewar Raúl Cano Quintero.............................................................. 253 El plan de Dios César Fabián Flórez Sánchez............................................................ 259

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“El tiempo causa olvido” David Felipe Ciro Patiño................................................................... 267 La mina Jorge Armando Ortiz Toro................................................................ 275 Coincidencia de guerra Juan Camilo Vallejo Betancur........................................................... 283 Los soldados de colombia y su búsqueda por la libertad de todos los secuestrados Juan Carlos Sanabria León............................................................... 291 Hasta dónde llega el olfato de un héroe Juan Carlos Valdés Ramírez.............................................................. 299 De la euforia y la felicidad a la tristeza y el dolor Leonardo Bayona Torres................................................................... 307 Rescate bendito Luis Eduardo Echeverri Restrepo...................................................... 315

SECCIÓN III: DEBER ANTES QUE VIDA.............................................. 323 • • • • • • • •

Haciendo patria Luis Javier Rincón Morales................................................................ Casa-bomba de bienvenida Milton Javier Quijano Pedroza......................................................... El secuestro de mi padre Óscar Salas Bocanegra.................................................................... Relato de una vivencia de guerra Robert Antonio Muñoz Legarda....................................................... El actuar indiscriminado de las minas Rodrigo Castro Díaz......................................................................... Bautizo de un halcón William Hernán Escobar Reinoso...................................................... Solo dios sabe cuál es el destino de cada persona Yann Dubian Blanco Parra................................................................. Soldados aguerridos, valentía admirable Rogel Sánchez Ruiz...........................................................................

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REFERENCIAS......................................................................................... 403

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AGRADECIMIENTOS La elaboración y publicación de este libro fue el resultado del aporte y compromiso de los Oficiales Alumnos del Curso de Estado Mayor 2018 de la Escuela Superior de Guerra. Todos ellos narraron sucesos de sus vidas que se desarrollaron en el marco del conflicto armado interno y en el ejercicio de su carrera militar, momentos que los marcaron dejándoles una enseñanza personal, eventos que ponen en manifiesto la parte humana de los miembros de las Fuerzas Militares, estas historias exponen momentos de tristeza, alegría, frustración y amor. A todos los Autores, un especial agradecimiento por su contribución en la construcción de la memoria histórica institucional.

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PREFACIO Mayor General Jaime Agustín Carvajal Villamizar

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Relatos que representan las semillas que los militares colombianos han dejado por la paz y la seguridad de Colombia Mayor General Jaime Agustín Carvajal Villamizar Director Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Un soldado nunca mira atrás, siempre avanza erguido, manteniendo firme la fe, con la moral en alto y orgulloso de representar lo que para él es lo más puro: su pueblo, ¡Colombia!

“Memorias Imborrables” es un producto académico del Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar que tiene como propósito dar a conocer historias y vivencias de algunos de los alumnos del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; este curso, está conformado por Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia de grado Mayor y Capitán de Corbeta. Oficiales que, en sus 20 años de experiencia como comandantes en diferentes Unidades Militares en el desarrollo del conflicto armado interno, han vivido una serie de situaciones únicas que han marcado su vida, incluso acciones heroicas que ameritan ser escritas en documentos académicos que coadyuven a la construcción de la memoria histórica institucional. La segunda edición de “Memorias imborrables” relata 42 historias que le exponen a la sociedad colombiana y al mundo, las experiencias que han permanecido en la memoria de militares durante años, oportunidad que permite conocer la labor del militar colombiano, hombres que por su vocación han entregado los mejores años de su vida por la seguridad de Colombia. Estos héroes representan la valentía que caracteriza al colombiano, a pesar del miedo, la soledad, los rigores del clima, la densa vegetación y la zozobra que genera la amenaza, estos valerosos hombres han alcanzado a sobreponerse a las adversidades. Cada uno de sus pasos dados a lo largo del territorio, deja huellas y testimonios de vida, cargados de heroísmo y coraje, acciones enmarcadas en los momentos más crudos del conflicto armado en Colombia. Los alumnos del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra y autores del presente libro, son Oficiales de las Fuerzas Militares que 20

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empezaron su carrera en la etapa más aguda del conflicto armado interno, la experiencia la adquirieron en el desarrollo de las operaciones militares, el más cruento y difícil escenario que un militar debe afrontar, el mismo que los dejó con numerosas historias por contar, pero en esta oportunidad los Oficiales narran aquella situación que les dejó una huella en sus mentes y corazones.

Importancia de la memoria individual para promover la memoria histórica institucional de las Fuerzas Militares Maurice Halbwachs expone que el recuerdo es “una reconstrucción del pasado con la ayuda de datos transportados al presente”. Para reconstruir la memoria histórica del conflicto en Colombia de una manera más amplia e incluyente es también esencial narrar las vivencias y testimonios de los protagonistas directos, los hombres y mujeres que integran las Fuerzas Militares de Colombia (Halbwachs, 1995, p. 217). El concepto de memoria histórica parte de la conjunción de dos palabras que establecen lógicas específicas, la memoria proviene del latín memor que evoca al que recuerda. La Real Academia Española (2018) define el recuerdo como la “memoria que se hace o aviso que se da de algo pasado o que ya se habló y también, evoca al objeto que se conserva para recordar a una persona, una circunstancia, un suceso”. La memoria está vinculada con el recuerdo; el recuerdo conlleva un proceso de construcción cognitiva que se desarrolla en el cerebro con base en conocimientos acumulados a través de los sentidos como seres humanos. Los recuerdos terminan diferenciándose según el sujeto que lleve a cabo este proceso psíquico de rememorar (Castillo, 2018). Revivir las historias de cada uno de los miembros de las Fuerzas Militares hace que la Institución como grupo colectivo contribuya a la construcción de la Memoria Histórica Nacional, ya que este conjunto de narraciones rememora hechos que por la naturaleza del conflicto hacen parte de las FF.MM. como grupo social y de la historia de la nación. La memoria colectiva resulta ser un compendio de recuerdos o memorias individuales que ayudan a reconstruir la memoria de un colectivo y termina enmarcándose como el constructor, en este caso institucional, que realiza un grupo por medio de las vivencias dentro de su propio marco social referencial intersubjetivo (Candau, 2002). 22

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Cada persona cuenta con una memoria individual que a través de sus experiencias establece una selección, descripción e interpretación autónoma de sus recuerdos, tomando en consideración sus propios marcos y aquellos hechos que más marcaron su vida. Este mismo sujeto hace parte de una comunidad y en su proceso de relacionamiento e interacción con otras personas encuentra escenarios de marcos sociales vinculados por medio de factores comunes, valores, creencias y condicionantes que brindan una interpretación sociocultural de dichos recuerdos, esto al mismo tiempo consolida y legitima la existencia de un grupo social (Castillo, 2018). Las FF.MM. contribuyen en la reconstrucción de la realidad a medida que se van proyectando los recuerdos que se han conservado en la mente de cada miembro de la Institución al pasar de los años. Los recuerdos que se conservan en la memoria forman una oscuridad en los elementos que no se narran y solo se dejan guardados en la memoria de los individuos. “La memoria colectiva es más la suma de los olvidos que la suma de los recuerdos pues, ante todo y esencialmente, estos son el resultado de una elaboración individual, en tanto que aquellos tienen en común, precisamente, el haber sido olvidados” (Candau, 2002). El olvido por la construcción de la Memoria Histórica Militar en Colombia se ha dado debido a que la sociedad se ha ocupado por construir memoria histórica solo desde la experiencia de la población civil como grupo vulnerable después del conflicto armado, situación que puede llegar a constituirse también como aquel debilitamiento del marco referencial a partir del desvanecimiento del marco social vivido. Paralelamente, considerando la idea del olvido como la consolidación del deterioro del marco social en el cual se encuentra fundamentada la memoria colectiva, se genera pues que los grupos sociales dejan de compartir y repetir, dejan de rememorar y recordar (Castillo, 2018). Elizabeth Jelin (2001, pp. 29-30) señala que la memoria es selectiva debido a que conlleva un olvido necesario para la sobrevivencia, bien sea individual o grupal; asimismo, al igual que la memoria no se puede hablar de un único olvido, sino que en cambio existe multiplicidad de situaciones en las cuales se manifiestan los olvidos y silencios. Por lo tanto, la memoria colectiva de las Fuerzas Militares de Colombia, consiste en recuperar aquellos hechos que han marcado el curso de la historia Memorias Imborrables - Segunda Edición

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de los militares como grupo social implicado en la historia (Halbwachs, 2004; Ricoeur, 1999, p. 19). Así pues, la importancia de la memoria y el olvido, reside en el uso que se le brinda desde un enfoque político, toda vez que los grupos sociales realizan la trasmisión de su memoria para preservar y reproducir su marco social convirtiéndolo en un interés propio de supervivencia y fortalecimiento de la identidad. Así, como afirmaba Cabrera Suárez (2013), el olvido histórico es el gran aliado de la violencia y en el mismo sentido, es la memoria la que lograría neutralizarla. De manera que la Memoria Histórica Militar debe ser elemento de interés institucional, toda vez que las diferentes memorias de los grupos sociales entrarán en contraposición unas con otras, para lograr mantener su identidad y no terminar opacadas ante la consolidación de memorias unilaterales, que impongan solo una versión de los hechos y excluyan los diferentes contextos socioculturales existentes en la sociedad, como es el caso de lo que se ha visto en Colombia. Por ello reside la importancia de construir una memoria histórica desde los diferentes actores del conflicto armado interno colombiano y en especial, desde las Fuerzas Militares colombianas, no solo para ofrecer el recuerdo del contexto a partir de la interpretación sociocultural de la Institución, sino también para contribuir a la verdad sobre el conflicto (Castillo, 2018). Las Fuerzas Militares en Colombia han avanzado en la reconstrucción de la memoria a manera de aporte al derecho a la verdad y a la legitimidad de las acciones de sus integrantes como resultado del desarrollo del conflicto. Como lo expresó María Emma Wills (CNMH, 2014): “La Memoria Histórica Militar como deber de memoria, permitirá contar con una perspectiva fundamental de uno de los actores claves dentro del conflicto armado interno colombiano […], el desconocimiento de su sufrimiento es un engranaje más de la guerra. Se desconoce su costo de vidas humanas, por eso es un ciclo que se sigue repitiendo”. La Memoria Histórica Militar ha tenido como objetivo estratégico, “mantener la integridad institucional” y, por tanto, llevar a cabo líneas de acción en las que intervienen la investigación de la memoria histórica institucional, historiografía, contexto y víctimas, apoyo con museos, archivos y lugares de memoria y de difusión con pedagogía y comunicaciones estratégicas (Centro de Estudios Históricos del Ejército Nacional, 2016). El mantenimiento de la integridad institucional, se consolida a partir de la reconstrucción de la memoria colectiva de las Fuerzas Militares por medio 24

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de la interpretación desde un enfoque polemológico a los hechos ocurridos en el conflicto, sin opacar las memorias que ha construido la sociedad civil (Castillo, 2018). Entre los tipos de memoria histórica que plantean las líneas de acción propuestas por el Ejército Nacional está la memoria comunicativa, esta es aquella que se forja de la biografía individual; que se conforma por todos aquellos momentos vividos y experimentados por el soldado, promoviendo el reconocimiento de una carga emocional bastante elevada, producto de sus recuerdos y basada en la interacción hablada de los mismos (Baer, 2010, p. 132). La memoria histórica colectiva contribuye a que la Institución permanezca unida, ya que confirma los valores, experiencias y vivencias cimentadas en los recuerdos de historias vividas. La Memoria Histórica Militar, tiene como objetivo dejar permanente en la Memoria Histórica Nacional su voz y vivencias dentro del contexto legal de sus funciones que fue ratificado en el Artículo 217 de la Constitución Política de Colombia de 1991. Otro objetivo de la Memoria Histórica Militar es la construcción, preservación y difusión acciones perpetuadas por grupos al margen de la ley que dejan no solo recuerdos sino de las cuales son víctimas una considerable cantidad de militares colombianos. En ese sentido, Jean Carlo Mejía (2014) ha expuesto que los miembros de la Fuerza Pública también son víctimas del conflicto armado toda vez que por medio de las diferentes evoluciones normativas se les ha reconocido dicho derecho y por lo cual, ha prevalecido el sentido específico de la dignidad humana sobre aquel fundante de su profesión. Todo tipo de sufrimientos y hechos por los cuales tuvieron que pasar los militares colombianos, deben visibilizarse para no caer en el olvido y por medio de la Memoria Histórica Militar, se debe lograr reafirmar la condición de humanidad de los miembros de la Fuerza Pública, tal como señaló la Sentencia C-456 de la Corte Constitucional (1997). La Sentencia C-456/97 expone que los miembros de la Fuerza Pública no anulan su dimensión existencial por lo que no se puede negar su personalidad y su vida por ser servidores públicos en contraposición, con la visión deshumanizadora y contraria a la dignidad de la persona humana (Colombia, Corte Constitucional, 1997). Para el Comando del Ejército Nacional es primordial la construcción, preservación y difusión de la Memoria Histórica de los Militares víctimas de Memorias Imborrables - Segunda Edición

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las acciones de los grupos armados ilegales, con la finalidad de desarrollar una política institucional con relación a la Memoria Histórica Militar, de esta forma, se ha dado cumplimiento a la necesidad de consolidar una Memoria Histórica Nacional para aportar en la consecución de los derechos de verdad, reparación y no repetición para las víctimas, entendida como deber de Memoria del Estado en el Art. 143 de la Ley 1448 de 2011, lo cual determina que las FF.MM. participen en la construcción de la memoria nacional (Castillo, 2018, p. 45). El Artículo 186 del Decreto 4800 de 2011, establece que la Memoria Histórica debe ser entendida como un patrimonio público e impone al Centro de Memoria Histórica como principal institución participativa, la cual contribuirá a su acopio, sistematización y difusión y apoyará iniciativas públicas y privadas que autónoma e independientemente, aporten a su reconstrucción en perspectiva de consolidación, garantías de no repetición, reconciliación y sostenibilidad del legado de los emprendimientos sociales de las víctimas (Colombia, Presidencia de la República, 2011). Las Fuerzas Militares, han reconocido la necesidad como Institución del Estado en llevar a cabo el ejercicio de construcción de la memoria histórica con el objetivo de evitar ser excluidas de una narrativización de los hechos por actores externos que puedan alejarse de los marcos contextuales y referenciales propios de la Institución (Castillo, 2018). Para la Memoria Histórica Militar es fundamental la recuperación de la memoria individual, es necesario buscar, rescatar y materializar el imaginario del militar como persona humana y visibilizar su dignidad, reconociendo al militar y su familia como víctima en aquellos casos en los cuales se han vulnerado sus derechos, tales como “las ejecuciones arbitrarias, las torturas, las desapariciones forzadas, los secuestros agravados con las inhumanas condiciones de retención, el empleo indiscriminado y masivo de artefactos explosivos improvisados, así como métodos de guerra inimaginablemente crueles, prohibidos por el Derecho Internacional de los Conflictos Armados” (Colombia, Ejército Nacional, 2012, p. 9). La Escuela Superior de Guerra y el Centro de Investigación de Memoria Histórica Militar, han recolectado relatos a través de vivencias, primando así la unión de testimonios de primera mano, de esta manera se logra superar la concepción reduccionista de concebir únicamente a las Fuerzas Militares como actores del conflicto y se amplía dicho escenario de análisis, también 26

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en ocasiones al de víctima del conflicto interno armado. En consecuencia, se le debe asegurar a la víctima militar y a su familia un proceso de escucha que facilitará su reparación simbólica, la no repetición de los hechos, la justicia y la verdad (Castillo, 2018). La Memoria Histórica Militar nunca ha buscado suplantar ni acallar otro tipo de memorias, esta ha intentado complementar las voces presentes y evitar el olvido, fungiendo como un gestor de la memoria nacional, ya que, en caso de no intervenir, podría darse un periodo de crisis interna (Jelin, 2002, p. 26).

El relato de los autores A lo largo de la vida militar, cada uniformado forja una biografía individual que se consolida por todos aquellos momentos vividos y experimentados; una memoria individual que se construye por medio de una conciencia alimentada por las experiencias encaradas en medio del conflicto interno. Cada militar, al transcurrir de su carrera, ha hecho parte de las Fuerzas Militares como una familia, aquella con la cual ha compartido una memoria; dicha memoria colectiva es aquella tejida por medio de las experiencias vividas con sus tropas a lo largo de su vida (Halbwachs, 1995, p. 210). Las Fuerzas Militares cuentan con memorias colectivas dentro de espacios simbólicos no visibles, en donde se logra acaparar la memoria de todos los miembros de las Fuerzas que lo comparten, se genera asimismo un sentimiento compartido con el que sus miembros realmente se logran identificar y diferenciar respecto a otros grupos (Nora, 1984; Gensburger, 2008). Cada uno de los autores de este libro, se entrelazan de una u otra forma a partir de la narración de su relato, cada recuerdo hace parte de la caracterización de toda una Institución, esta consolida su historia y legitima sus hechos, sirviendo de legado para los que no hayan experimentado lo mismo, pero compartan un lugar en el grupo en el que puedan evocar dichas experiencias. A partir de la interacción de los diversos grupos sociales en donde sus integrantes comparten ciertas características comunes se podría llegar a generar recuerdos que con el tiempo construirían la imagen de su pasado. Conviene resaltar que de dicha situación podría inferirse que, en las Fuerzas Militares, cada integrante independientemente de la Fuerza Memorias Imborrables - Segunda Edición

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a la que haya ingresado contará con una memoria individual que estará dotada de aquellos recuerdos que dejaron una huella en su vida. Al entrar en una Fuerza, el militar empezará a hacer parte de un grupo específico que cuenta con límites específicos, mitos, leyendas y narrativas propias y, por tanto, el individuo empezará a compartir experiencias que construirán su vida y que, a su vez, van forjando una identidad de las Fuerzas Militares en su conjunto (Castillo, 2018).

manera, los traslados afectan también a sus familias, muchas veces tienen que permanecer lejos por tiempos prolongados. Aunque las vivencias y recuerdos son diferentes en cada militar, el aspecto central que se incluye en los propios discursos es el sacrificio continuo y constante de los miembros de las Fuerzas Militares a favor del mantenimiento del orden constitucional.

La Memoria Histórica Militar comprende aquel proceso de rememorar los sucesos que han experimentado los miembros de la Institución a partir de las vivencias que han marcado su historia para mantener su integridad institucional. De ahí que el significante de la memoria histórica varía en sintonía con lo que significa en el ámbito militar, más no a partir del significado, en otras palabras, la Memoria Histórica Militar se encamina en los marcos referenciales que se diferencian de otros significantes (Lacan, 1993).

Ahora bien, no solo es comprender la violencia directa a la que están expuestos los militares sino también las características socioeconómicas y regionales de sus miembros, esto determina una heterogeneidad social dentro de la Institución que no hace más que reflejar la imagen de Colombia en cuanto al acceso y capacidades de sus ciudadanos (Castillo, 2018). Sin embargo, el sacrificio de los hombres y mujeres militares no siempre debe difundirse por medio de la memoria histórica, pues dichas vivencias, debido a su propia naturaleza, deben quedar proscritas en un espacio reservado que no termina trascendiendo la memoria individual.

La distinción entre relato, acontecimiento y verdad, es un aspecto fundamental dentro del entendimiento de la Memoria Histórica Militar, pues la verdad se entiende como el fin último dentro del proceso de reconstrucción de memoria y resarcimiento moral a las víctimas, por tanto, se basa en el relato y los acontecimientos, si bien cada individuo relata a partir de su subjetividad dichos acontecimientos, estas dinámicas pueden entrar en contraposición a la hora de alcanzar la verdad (Castillo, 2018).

Cada uno de estos relatos, ha intentado identificar de manera personal las marcas que los recuerdos han dejado en sus propias memorias sin que llegue a incidir de manera especial el cuerpo de seguridad del cual provienen. Recordemos que una memoria individual dentro de un grupo, no tiene que ser compartida por todos sus miembros, sin embargo, lo que sí se comparte es el contexto histórico por el que pasaron todos y una misma lucha (Castillo, 2018).

Bajo esta óptica, la Memoria Histórica Militar debe darle importancia a la consideración de los elementos contextuales del pasado y hacer la lectura desde el presente, tal vez realizar una lectura del conflicto desde un escenario de paz, no contaría con todos los elementos para lograr el entendimiento de los acontecimientos y de los relatos que se generen a partir de los mismos, pero no pueden dejarse en el olvido las experiencias vividas por los militares colombianos alrededor del territorio nacional.

Las Fuerzas Militares como grupo social requieren de elementos aglutinadores, como es la memoria compartida para distinguir la formación de una colectividad y encontrar su propia identidad. La memoria histórica sirve como un aglutinante social y, por tanto, se debe reconocer su importancia y valía ya que terminará aportando a la mejoría del conocimiento colectivo y su pasado común (Peña, 2010).

El primer paso para construir la Memoria Histórica de las Fuerzas Militares, parte de las vivencias que son individuales, pero que terminan siendo comunes a todos los miembros de la Institución, por lo cual, van consolidando una memoria institucional que favorece el entendimiento del militar a partir de sus vivencias operacionales, administrativas y familiares (Castillo, 2018). Los recuerdos tienden a centrarse específicamente en el sacrificio propio y familiar en contraposición con sus funciones militares y dar cumplimiento a las exigencias constitucionales (Castillo, 2018, p. 55); pues cada nueva Unidad a la que llega un Oficial, Suboficial o Soldado marca sus vidas de alguna 28

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Los recuerdos se han fortalecido por medio de la Memoria Histórica Nacional por fuera de las Fuerzas Militares, en grupos que no son propios de la Institución, estos son importantes para la reconstrucción de una memoria colectiva de la sociedad colombiana, pero han intentado generar una ruptura dentro de la propia cohesión grupal de las Fuerzas Militares, ya que han intentado corresponder a una falsedad que entra en conflicto con las propias memorias individuales de la Institución (Castillo, 2018). El intento de construir una memoria con elementos tales como la temporalidad y el espacio, constituye un proceso bastante complejo, puesto que se requiere un espacio que para este caso no sería físico, sino que a su Memorias Imborrables - Segunda Edición

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vez se haría mención a un lugar de memoria colectiva y a un espacio temporal pasado que es catapultado al presente; en otras palabras, estos dos espacios no visibles, lo que permite establecer los límites y los alcances propios de la memoria de las Fuerzas Militares (Castillo, 2018). Como bien lo afirma el investigador asociado del Instituto Complutense de Estudios Internacionales de España, Alberto Castillo, la categorización de la memoria histórica estaría inmersa en laberintos que vislumbran varios caminos dentro de cada individuo, pero que, a fin de cuentas, se constituyen como una realidad del grupo social (Castillo, 2018), que para el caso de las Fuerzas Militares, se ve materializado a través de los diferentes niveles de memoria transitando de la memoria individual a la memoria colectiva y finalmente, en la consolidación de insumos para la verdad y una memoria cultural.

SECCIÓN I: SACRIFICIO Y ENTREGA1

Mayor General Jaime Agustín Carvajal Villamizar Director Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”

Oficial del arma de Infantería del Ejército Nacional, Magíster en Seguridad y Defensa Nacionales; y profesional en Ciencias Militares y Administración de Empresas. Cursos de capacitación militar: Lancero, Paracaidismo militar, Fuerzas Especiales Rurales, Airborne wing, entrenamiento en contraguerrilla rural, entre otros. Diplomados en Alta Gerencia, Gerencia moderna y gestión legal, Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario y el Programa de Alta Dirección Empresarial, a lo largo de más de 32 años de servicio a la patria se ha desempeñado como Comandante de la Segunda División del Ejército, Comandante del Centro Nacional de Entrenamiento -CENAE- en el fuerte militar de Tolemaida; Comandante del Comando Unificado de Operaciones Especiales, Comandante del Comando de Operaciones Especiales No. 1 del Ejército Nacional y Director de la Escuela de Infantería, entre otros cargos.

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Los Textos que componen esta sección exponen los resultados del Proyecto de Investigación <<Construcción de Memoria Histórica Militar en el Conflicto y en el Posconflicto Colombiano>>, que hace parte de la línea de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>> del Grupo de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>>, reconocido y categorizado en (B) por Colciencias registrado con el código COL0141423 vinculado al Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM) y a la Maestría en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA), adscritos y financiados por la Escuela Superior de Guerra “ General Rafael Reyes Prieto” de la República de Colombia.

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DOY LA VIDA POR MIS HIJOS John Hernรกn Moreno Cรกrdenas

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Por: John Hernán Moreno Cárdenas Para iniciar este relato me presentaré, mi nombre es John Moreno, Oficial del Ejército Nacional de Colombia, estamento al cual pertenezco con orgullo desde el año de 1998, época en la cual nuestro país y en especial nuestra Institución, era objeto de fuertes “golpes” de violencia manifestada con emboscadas y ataques a puestos de mando, en donde muchos de nuestros hombres así como también población civil se vieron afectados y perdieron la vida en manos de las Farc, que para esa época mantenía una guerra total contra el Estado colombiano; todo lo anterior fue una más de mis motivaciones para ingresar a las filas y aportar un grano de arena para el logro del principal objetivo de todos los colombianos: “La búsqueda de la Paz”. Para la fecha de mi relato, ostentaba el grado de Teniente y era orgánico del Batallón de Contraguerrillas No. 4 “Granaderos” uno de los batallones más antiguos y de mayor prestigio del glorioso Ejército, donde ejercí el cargo de Comandante de Compañía; dicho Batallón era orgánico de la Cuarta Brigada del Ejército, Brigada que contaba con su área de operaciones en todo el Departamento de Antioquia. Con el fin de ubicar geográficamente mi relato es importante mencionar que la Compañía que comandaba estaba agregada operacionalmente a una Unidad táctica que a su vez contaba con el área de operaciones en la parte del oriente antioqueño, ubicándome en el área general del municipio de Argelia (Antioquia) donde había llegado junto con los soldados de mi compañía después de varios días de marcha, procedentes del municipio de Sonsón donde se encontraba el puesto de mando del batallón. En esa área en general se realizaban operaciones de registro y control territorial, así como operaciones ofensivas contra los frentes 47 y 9 de las Farc siendo su cabecilla Alias “Karina”. Para contextualizarlos recordemos que las Farc se propusieron expandirse al oriente antioqueño hasta parte del departamento de Caldas con el fin de ganarse a la población a la que los grupos armados no estaban dejando renovar su política, para lo cual empleó métodos crueles de presión comunes en este grupo al margen de la ley tales como: minas antipersonal, correos humanos - bomba, desplazamiento forzado, extorsión, secuestro, asesinatos selectivos, terrorismo, entre otros; que afectaban a la población civil, así como tomas guerrilleras y reclutamiento de menores. Como antecedente, a finales del año 2003 en una vereda de Sonsón; Manuel Muñoz Ortiz conocido con el alias de ‘Iván Ríos’ para esa fecha era 34

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el cabecilla del Bloque José María Córdoba de las Farc, allí designó como su jefe de seguridad al sujeto Elda Neyis Mosquera, alias ‘Karina’. Por más de 10 años de haber iniciado una arremetida sin precedentes en Antioquia, la estructura bajo su mando se había concentrado en doblegar esta región con violencia. (Verdadabierta.com, 2014). Para ese momento el oriente de Antioquia, una región de bosques y páramos, era un cruento escenario de guerra, allí los medios sabotearon el fin, “Fue una colonización guerrillera a punta de bala” donde las Farc empezaron a ampliar su presencia en la región con el Frente 9 y con el 47 en Argelia, Nariño, Sonsón y San Francisco entre otros municipios. ‘Karina’ quien asumió la dirección del frente 47 cuando el Ejército capturó a alias ‘Harrison’, también participó en varias incursiones asesinando policías y civiles; posteriormente ‘Karina’ montó un campamento en el sector de Río Verde en Sonsón, desde donde delinquía Nariño y Argelia, en Antioquia. El acecho del Ejército ocasionó una estampida de guerrilleros que desertaron, incluso traicionando a sus jefes, como le ocurrió a “Iván Ríos” quien fue asesinado por su jefe de seguridad alias ‘Rojas’ el 7 de marzo de 2008. ‘Karina’, después de comandar a más de 300 hombres, se vio reducida a un pequeño grupo de 20 hombres, huyendo de los ataques de la Fuerza Pública y la desmoralización de sus hombres, al final el gran terror del Oriente antioqueño “Karina” se desmovilizó con su pareja en mayo de 2008. Así, retomando mi narración al mes de septiembre de 2006; para esos días mediante un programa radial emitido por el señor Mayor comandante del batallón de contraguerrillas, se me ordena e indica que una persona en el trascurso del día se me iba a presentar para darme alguna información respecto a la ubicación de un campamento de subversivos del cual tenía conocimiento, para lo cual él se desempeñaría como orientador en el terreno de acuerdo con la orden de operaciones elaborada por ese comando. Fue así, como en las últimas horas de la tarde, Daniel* (a quien llamaré así) se presenta y me suministra toda la información respecto al enemigo del cual tenía conocimiento, revelando información sobre medios y técnicas, tales como el número de subversivos que se encontraban en dicho campamento, las armas con las que ellos contaban y la ubicación del posible campamento. Después de realizar el respectivo planeamiento y procedimiento de comando junto con los Suboficiales y Soldados, realicé contacto con mi Mayor el comandante del batallón, quien me ordenó iniciar con tal operación ofensiva lógicamente tomando todas las medidas tácticas de prevención. 36

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Al día siguiente, se desarrollan las actividades de alistamiento y supervisión con el fin de iniciar la operación ofensiva pasada la media noche, momento en el cual se iniciaría una infiltración táctica de acuerdo con la ruta establecida en el planeamiento; el movimiento debería realizarse en la noche y a campo traviesa, era un movimiento bastante complicado y riesgoso ya que los frentes 47 y 9 de las Farc empleaban bastantes campos minados, lo que dificultaba aún más el avance; en la noche nos movíamos y en el día manteníamos emboscadas y observatorios mientras algunos descansaban. En una tarde de esas me le acerque a Daniel* con la intención de obtener más información, ya que no confiaba plenamente en él, le pregunté las razones por las cuales él estaba colaborando con nosotros, que si lo movía algún interés económico; respondiendo de manera triste y eufórica acompañada de lágrimas en sus ojos “doy mi vida por mis hijos” manifestando que lo estaba haciendo motivado por sus 3 hijos, aun así escuchando su argumento no lograba entender aún sus razones, por lo cual le insistí indagando el ¿por qué?, quien me responde relatando, que dos meses atrás, él vivía junto con su esposa y sus tres hijos en una pequeña casita, allí contaba con algunos cultivos y animales que se convertían en el sustento de él y su familia; pero dado que la casa estaba muy próxima a donde estaba ubicado el campamento, era muy recurrente y casi a diario, que llegaban los subversivos armados a exigir comida y en ocasiones amedrentaban con llevarse con ellos a sus hijos quienes no sobre pasaban los 11 años. Así mismo, Daniel* me relata que dadas las circunstancias anteriores, su esposa empezó a familiarizarse con los bandidos, manifestando esta cercanía interactuando y hablando demasiado con ellos, situación que a él le generaba particular desconfianza; así mismo me narra que un día, él decide reclamarle a su esposa, con el fin de que evitara esta situación y que estos personajes abandonaran sus tierras y se desplazaran al pueblo, situación que generó que ella ejerciera acciones como acusarlo y amenazarlo con los guerrilleros. Al día siguiente, la reacción de los integrantes del grupo ante las manifestaciones de la esposa, fue golpearlo, de hecho, en varias ocasiones lo amarraron y amenazaron con asesinarlo, pero al final le dieron la oportunidad de que desertara de esas tierras con la condición de que no regresara y que, además, abandonara a su familia, manifestándole entre sus amenazas que si regresaba sería inminentemente asesinado. Con esta información conocí los motivos que lo llevaron a suministrarnos información y colaborar con Memorias Imborrables - Segunda Edición

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la operación, ya que Daniel* consideraba que a través de nosotros y de la operación que se realizara, él podría regresar a estas tierras y lograr el objetivo de recuperar a sus hijos. Continuamos con nuestro avance esa misma noche, según Daniel*, en la madrugada ya estaríamos sobre el objetivo, a cada instante que nos aproximábamos era más inminente el contacto con el enemigo, así que las medidas de seguridad eran recalcadas a todo el personal; aproximadamente a las 06:00 ya estábamos a unos 200 metros del objetivo, momento en el cual procedo a ordenar a un Suboficial que realizara un observatorio sobre la vivienda, teniendo en cuenta que según Daniel*, los bandidos tenían la rutina de llegar a primeras horas a consumir alimentos allí. En ese momento, se iniciaba el programa radial con el comandante del Batallón de Contraguerrillas, por lo tanto ordené al resto de la unidad mantenerse en posición de seguridad mientras realizaba el programa, así mismo ordené que el personal se mantuviera en sigilo y que nadie saliera del eje de avance ya que por estar cerca al campamento podría haber algún campo minado; no había transcurrido más de un minuto cuando se auscultó una fuerte explosión, hubo unos segundos de eterno silencio; seguido a ello se escuchan gritos de desespero y de súplicas de ayuda; a unos 100 metros uno de los soldados Profesionales que estaba con el equipo del Suboficial en el observatorio activa una mina, corrí hasta ese punto donde el enemigo ya sabía de nuestra ubicación, y por supuesto comienzan a disparar fuertes y seguidas ráfagas de disparos en nuestra contra. Al llegar al punto junto con el enfermero de combate pude evidenciar que mi Soldado Pérez* había perdido totalmente su pie derecho, la mina lo había mutilado hasta la altura del tobillo; los gritos del soldado se confundían entre los disparos, el fuerte olor a pólvora y sangre se mezclaban. Logré entablar comunicación con el Comandante del Batallón con el fin de solicitar el apoyo aéreo para la evacuación Aeromédica; la otra parte de la unidad al mando de otro Suboficial logró recuperar terreno predominante y asegurarlo, pues la prioridad en ese momento era evacuar al soldado mutilado lo más pronto posible, pero los gritos y las lágrimas del soldado, no cesaban generando en mí, sentimientos de impotencia e ira al ver a mi soldado en ese estado. Al fin, el enfermero de combate logró estabilizarlo, pero el dolor y el daño era irremediable: se procede a asegurar el área y a cesar los disparos del enemigo, quienes huyeron ante la reacción de la unidad.

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Pasaron unos 40 minutos aproximadamente, hasta que se recibe el apoyo de la Fuerza Aérea y se logra evacuar al soldado Pérez*; posterior a esto, se aproxima a mí Daniel*, quien lamenta lo sucedido, pero me dice que sus hijos están en la casa y que él se los va a llevar, me pide que por favor le colabore, pues era la única forma de sacarlos de allí, pensé muchas cosas, pero al final tomé la decisión de no llevarlos con la unidad; le sugerí que era peligroso llevarlos con nosotros pues el enemigo tenía conocimiento de nuestra ubicación y en algún momento era posible que atacaran nuevamente y le advierto que ellos podrían salir heridos, razones que él considera y decide aceptar dejarlos allí con su esposa, quien no permitía tampoco que se los llevara. Al final mi objetivo no se cumplió, la impotencia me embargaba y me sentí derrotado al no regresar con mis soldados sanos y salvos y por no lograr capturar y/o dar de baja a los subversivos ni tampoco lograr apoyar a Daniel* para que recuperara sus hijos; pasan los años y mis recuerdos aún son latentes.

John Hernán Moreno Cárdenas

Oficial del Arma de Infantería del Ejército. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”), estudiante de la especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”), integrante del curso de Estado Mayor CEM 2018.

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CÓMO RESURGÍ DE LAS CENIZAS Didier Dubey Suárez Medina

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Por: Didier Dubey Suárez Medina El Cabo Primero (CP) Sixto Javier Pérez Portilla es uno de nuestros soldados, héroes del Ejército Nacional de Colombia, quien en cumplimiento del deber fue gravemente herido a causa de un campo minado instalado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Esta es su historia. Nació en Túquerres (Nariño) el 25 de febrero de 1984, es hijo de Arturo Bolívar Pérez y María de los Ángeles Portilla, sus hermanos: Adriana del Rosario, Maribel Jaqueline y Jesús Orlando (actualmente casado con Cindy Paola Pérez y su hija Sara Valentina de dos años de edad). En su infancia estudió en el colegio Municipal Santander de Túquerres (Nariño), donde se destacó por su compromiso y responsabilidad, sobresaliendo ante sus compañeros y ocupando siempre el primer puesto en todos los grados, siendo galardonado con mención de honor, finalmente se graduó como bachiller técnico comercial con énfasis en sistemas en el año 2003. Así, cumpliendo con su responsabilidad como colombiano, prestó su servicio militar obligatorio en la Policía Nacional de Colombia en Túquerres, se destacó por su apoyo a la comunidad; y fue allí donde sus ideales y proyectos cambiaron, cuando su amor por la patria se fortaleció durante su servicio militar sumado a que varios de sus primos ya pertenecían al glorioso Ejército Nacional. Lo anterior fue suficiente para que una vez terminado su servicio militar se enlistará1 en el curso No. 75 de la Escuela Militar de Suboficiales “Sargento Inocencio Chincá” en septiembre de 2004, donde se forjó su mística, sus cualidades militares y se robusteció su amor por la patria; gracias a su excelente rendimiento académico y militar durante su formación en la Escuela ocupó el puesto No 111 entre sus compañeros; graduándose en marzo de 2006 como cabo tercero del arma de ingenieros militares, arma que escogió debido a la trayectoria y proyección profesional que vio en esa especialidad. Fue asignado por el comando superior al Batallón de Ingenieros No. 3 “Agustín Codazzi”, en el cual se desempeñó como comandante de escuadra durante dos años y medio; posteriormente fue trasladado al Batallón de Contraguerrillas No. 65, donde laboró por un lapso de 6 meses. Por necesidades del servicio, fue designado para fundar la Brigada Móvil No. 23, con destino específico al Batallón de Contraguerrillas No. 127, donde 1

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Incorporar, ingresar.

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después de 14 meses cayó víctima de un campo minado mientras realizaba misiones de registro y control militar de área.

ataque que iniciaron los guerrilleros de las Farc después de la detonación del campo minado.

El 20 de febrero de 2010 después de caminar toda la noche y ya cuando el sol se asomaba por el oriente, mientras su patrulla se encontraba efectuando movimientos tácticos en el área general del Catatumbo (Norte de Santander), en continuación a una desubicación que habían iniciado desde el día anterior, cuando recibió la orden de instalar un puesto de seguridad.

Gracias a DIOS y a la rápida reacción de sus soldados, los guerrilleros no pudieron acercarse hacia el CP Primero Pérez para terminar con su vida y llevarse su material de Guerra; el combate duró aproximadamente media hora y momentos después llegó el apoyo aéreo para realizar su evacuación. En esos momentos de efervescencia y calor, el CP Pérez solo pensaba en salvar su vida y volver a ver a su familia, no imaginaba la gravedad de sus heridas, solo quería aferrarse a este mundo mientras trataba de entender qué le había pasado, solo quería salir de inmediato de ese lugar.

Aproximándome a las 07:30 horas decidió ir a pasar revista de los núcleos de seguridad para verificar que todo se encontrara en orden y sus hombres estuvieran dispuestos para reaccionar ante cualquier hostilidad enemiga, y fue en ese momento cuando pasando cerca de un sector marañoso, sintió el sonido de ramas que se partían, lo que llamó su atención y en una reacción instintiva el CP. Pérez giró rápidamente apuntando con su fusil hacia ese sector para verificar la causa del sonido extraño y fue ahí cuando los guerrilleros de las Farc activaron un campo minado por telemando, el cual lanza la furia de su metralla contra la humanidad del CP Pérez. Lo único que escuchó Sixto fue un gran estruendo que lo dejó aturdido y desorientado por unos segundos; cuando reaccionó, solo percibía el olor a pólvora que lo consumía y sentía que su cabeza daba vueltas como tratando de desprenderse de su cuerpo, mientras todavía caía tierra del cielo sobre su humanidad destrozada. En ese momento El CP Pérez trató de reaccionar y ponerse de pie, pero su cuerpo no se lo permitió, sintió un peso tremendo a la altura de la cintura y no entendía por qué no era capaz de levantarse y empuñar su fusil, de inmediato miró hacia sus piernas y las vio destrozadas envueltas en sangre, su mano izquierda tampoco reaccionaba, ella había sido también afectada por la ferocidad de la mina, la cual había cercenado su dedo índice y pulgar. Su instinto de supervivencia lo hizo tratar de tomar su fusil, pero la fuerza de la onda explosiva lo había separado de su cuerpo, lo único que tenía a su alcance era su radio de comunicaciones tipo escuadra, por el cual empezó a lanzar mensajes de auxilio a quien lo escuchara, solicitando que lo sacaran de ese lugar ya que se encontraba malherido. El llamado de auxilio fue escuchado por los soldados de su escuadra, quienes fueron los primeros en llegar a auxiliarlo. Los recuerdos de ese trágico momento llegan a su mente como imágenes tomadas con una cámara fotográfica; recuerda que los soldados llegaban a su alrededor, unos a prestarle los primeros auxilios y otros a prestar seguridad y a responder el 44

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Una vez fue recogido por el helicóptero, el CP Pérez perdió el conocimiento y duró en ese estado alrededor de cinco días, cuando despertó se encontraba en la clínica San José Cúcuta, pero aún en ese lugar continuaba escuchando y sintiendo las detonaciones de los disparos, los gritos de los soldados en medio del combate y a sus comandantes tratando de dirigir la maniobra; era tal su nivel de estrés postraumático que en cada enfermera o médico que se le acercaba veía a un enemigo que trataba de terminar con su vida y solo mantenía la calma cuando veía personal en uniforme camuflado. Días después fue trasladado en un avión ambulancia de la Fuerza Aérea hacia el Hospital Militar Central (HOMIC) en la ciudad de Bogotá, una vez allí se sintió como en casa; sus visiones desaparecieron y la calma volvió a su alma. En el HOMIC inició su tratamiento de recuperación donde duró hospitalizado por dos meses y medio, curando las heridas de sus piernas y mano, al mismo tiempo que luchaba contra infecciones causadas por las múltiples esquirlas que hirieron su cuerpo. Su rehabilitación duró aproximadamente tres años; al principio fue muy difícil aceptar los cambios abruptos que había sufrido su cuerpo, ya que no tenía la funcionalidad de sus dos piernas ni de su mano izquierda, lo cual afectaba demasiado su moral y su autoestima, ya que en esos momentos no dependía de sí mismo y necesitaba la ayuda de otras personas para trasladarse de un lugar a otro o para hacer las necesidades fisiológicas; pero gracias al apoyo recibido por su familia y a los médicos, quienes se encargaron de ayudarlo en su rehabilitación, poco a poco aceptó su nueva vida y comenzó a enfocarse en su recuperación. Después de un año de tratamiento en el Batallón de Sanidad Militar, el CP Pérez fue seleccionado para recibir el apoyo de la fundación United for Colombia, la cual lo envió a la Clínica Mayo, ubicada en Rochester-Minnesota Memorias Imborrables - Segunda Edición

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(Estados Unidos), esto para que continuara su rehabilitación y se le practicara una reconstrucción a su mano izquierda, con el fin de mejorar su funcionalidad. Esta comisión fue una bendición para él, ya que gracias a las capacidades médicas de los doctores de la Clínica Mayo, reconstruyeron su mano creando un dedo pulgar con injertos de hueso y tejido de su mismo cuerpo, al mismo tiempo, recibió una prótesis de pierna más adecuada, acompañada de terapias físicas que le ayudaron a volver a caminar como lo hacía antes de ser herido y tomar un poco más de independencia, esto aumentaba sus deseos de rehabilitarse y seguir adelante, pensando siempre en su esposa y en su hija quienes son el motor que le da la razón de ser a su vida.

Es importante contar nuestros relatos para que el pueblo colombiano conozca las historias de dolor, dificultad y superación por las que pasan las víctimas de este conflicto, para que en un futuro no se vuelvan a repetir estas lamentables situaciones y logremos vivir en un país en paz del que puedan disfrutar nuestras nuevas generaciones.

Sus heridas dieron a su vida un cambio repentino, ya que no podía moverse ni realizar algunas actividades con la misma facilidad de antes, pero aprendió a vivir con esas limitaciones y a aceptarse como es, tratando de capacitarse en nuevas habilidades y nuevas cosas, demostrándose a sí mismo y a la sociedad, que a pesar de la condición física que tiene todavía puede ser útil y servir a su Ejército y a la sociedad como una persona más. El apoyo de su esposa ha sido crucial en esta nueva etapa, pues se unió con ella en matrimonio después de haber sido víctima del conflicto y fue gracias a ella y a la hija que nació de esta unión marital, que encontró una razón fuerte para continuar con su vida y tratar de reincorporarse a la sociedad tan pronto como fuera posible. En la parte laboral siempre ha tratado de demostrar que no tiene limitaciones y se ha desempeñado de igual o mejor forma que algunos de sus compañeros que no tienen ningún tipo de limitación. En estos momentos el CP Pérez se encuentra en el proceso de acenso al grado de sargento segundo y así continuar con su carrera militar. Aunque esta situación en algunas ocasiones afecta su moral y lo hace lamentarse por su condición, pero recuerda a su familia, toma fuerza y sigue adelante dando lo mejor de su ser. El CP Pérez aprovecha esta oportunidad para enviar un mensaje a las personas víctimas del conflicto armado; en primer lugar, estar agradecidos por esta nueva oportunidad de vida que DIOS nos ha dado, aprovechar al máximo nuestras familias o nuestros seres queridos, tratar de superarnos cada vez más y compartir con las personas que hacen bien a nuestra vida y la vida de los demás.

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Didier Dubey Suárez Medina

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Magíster en Ciberseguridad (Universidad Tecnológica de Tallin - Estonia); Especialista en Administración de los Recursos Militares para la Defensa Nacional (EAS); Especialista en Conducción de Unidades Militares (EAS); Administrador de Empresas en Telecomunicaciones (Escuela de Comunicaciones Militares del Ejército Nacional), alumno del Curso de Estado Mayor 2018 (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”).

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GRACIAS A MI EJร RCITO TENGO UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE VIVIR Diego Fernando Uribe Chacรณn

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Por: Diego Fernando Uribe Chacón En el presente escrito hago referencia al año 2002, en el cual me encontraba patrullando en las zonas aledañas a San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá, con un pelotón de soldados inscritos al Batallón de Contraguerrillas No. 56 “Cacique Nemequeme”, donde teníamos como misión el registro y control del área asignada durante un tiempo indefinido; contaba aproximadamente con 36 soldados y cinco Suboficiales los cuales no conocíamos el área, pero teníamos experiencia en entrenamiento contra insurgencia1, al igual que la gran fortuna de tener en las filas a un Sargento Primero de Infantería que contaba una gran experiencia en los procedimientos tácticos2. Para el mes de agosto del año antes mencionado, había recibido la orden de realizar un patrullaje sobre las afueras de la inspección de la Unión Peneya (municipio de la Montañita), debido a una información de inteligencia sobre la presencia de terroristas de las Farc pertenecientes al frente 15 en esa zona; de tal manera que inicié con el planeamiento y alistamiento de mis hombres para dar cumplimiento de la misión asignada. Recuerdo que ese día en la madrugada, inició la lluvia y durante muchas horas, no paró de llover, teníamos los uniformes, equipos y armamento mojados, pero nuestro compromiso y fuerza de voluntad nos mantenían firmes en nuestra decisión de continuar caminando sobre la vegetación húmeda de esa región inhóspita a orillas del rÍo Orteguaza. Tomé la decisión de hacer un alto en una altura predominante sobre el cual me ofrecía cubierta y protección para mis hombres, al mismo tiempo que ordené al Suboficial de la primera escuadra realizar un puesto de observación al frente de nuestra posición, mientras que la tercera escuadra organizaba los turnos de la seguridad del perímetro. Por otra parte, ordené a los demás hombres que estaban conmigo realizar una serie de base de patrulla móvil3 mientras pasaba un poco la lluvia, ya que era demasiado torrentosa y no podíamos caminar bien sobre los charcos enormes que se formaban. Aproximadamente después de dos horas llega a mi sector el Suboficial, el cual había enviado a realizar el observatorio, quien me dice con voz 1 2 3

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Contra insurgencia: es un conjunto de técnicas y prácticas aplicadas por los Estados con el objetivo de detectar y destruir a los miembros y bases de apoyo de los grupos insurgentes. Procedimientos tácticos: maniobras realizadas en el área de combate en contra de un enemigo. Base de patrulla móvil, lugar designado en el área de combate por el comandante para descansar o realizar mantenimiento del equipo y armamento.

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alterada “mi teniente he observado seis sujetos con uniformes de policía y armas largas desplazándose a una distancia de 150 metros por un camino que va hacia la inspección de la Unión Peneya y llevaban un civil con las manos amarradas, solicito qué ordena al respecto”. Inmediatamente en cuestión de segundos di la orden de recoger el dispositivo de la base de patrullaje móvil, reuní los comandantes de escuadra y tomé la decisión de realizar una emboscada4 antes que llegaran a un sitio conocido como la Y. Después de haber hecho el planeamiento y de impartir las órdenes, tomé el radio de comunicaciones y le informé al comandante del Batallón lo sucedido y la maniobra que decidí realizar, el comandante me recomendó tener cuidado con la población civil con el fin de evitar dañar a cualquier poblador de la zona, así que me dirigí con mis hombres al lugar del observatorio para desde allí reorganizar la maniobra a realizar. Una vez llegué al observatorio, los soldados que estaban allí se encontraban con lentes de campaña, realizando el seguimiento al avance de los terroristas; al encontrarme con los soldados les pedí detalles del movimiento y del personal, tomé los lentes y pude observar que efectivamente llevaban un civil amarrado de las manos y portaban brazaletes de las Farc. Sabía que como comandante, tenía la iniciativa de poder realizar una emboscada efectiva y acertada, ya que poseía una ventaja en el terreno por la altura en que me encontraba, así que coloqué una escuadra en ancho frente con 9 hombres, dejándolos a veinte metros entre cada uno para que tuvieran un campo visual y de fuego entrelapado5 entre ellos y de esta manera no fallar; la segunda escuadra la dejé al mando del sargento para que fuera mi apoyo y el grupo encargado de los posibles resultados; la tercera escuadra la dejé de cierre y contención en el camino de la parte baja del cerro, donde me encontraba, por si los terrorista intentaran huir y la cuarta escuadra la dejé de seguridad del dispositivo. Nuestros soldados estaban en perfecto silencio y se sentía en el ambiente la ansiedad y nerviosismo; no pasaron más de tres minutos cuando el primer terrorista entró en la emboscada y se le notaba que no se habían percatado de esto, luego entró el segundo terrorista, más sigiloso que el primero, avanzaban a 5 metros y se agachaban para tratar de observar algo 4 5

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Emboscada: es una táctica militar consistente en un ataque violento y sorpresivo sobre un elemento enemigo que se encuentra en movimiento u ocupando una posición de manera temporal. Fuego entrelapado: es un campo de tiro visual del soldado que debe coincidir con el campo de tiro de otro soldado en referencia a un objetivo, “no puede haber espacios muertos entre los campos de tiro”.

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inusual; yo estaba entusiasmado por el resultado que iba a obtener pero todo se vino abajo cuando un soldado de la línea de fuego6 se le fue un disparo y no tuve otra opción que dar la orden de iniciar el fuego. Los terroristas se abalanzaron sobre una hondonada que daba caño abajo, corrían y disparaban de espaldas, por lo tanto, di la orden de parar el fuego y reuní la primera y segunda escuadra en ancho frente para bajar y continuar la persecución, pero ¡oh sorpresa! me encontré con el civil que estaba amarrado de las manos, el cual tenía un jean azul y una camiseta gris manga corta, su contextura era robusta, de piel trigueña y muy bien peluqueado usaba unas botas de marca Brama; quien comenzó a gritar de la alegría dándole gracias a Dios y a su Ejército decía “DIOS LOS BENDIGA HOY Y SIEMPRE”. Le solté las manos y lo revisé, no tenía ningún problema de salud, le pregunté que por qué estaba con los terroristas y él me dice que tiene una finca aledaña a este sector, pero que como no quiso pagar la vacuna7 que le cobraban, los terroristas se lo habían llevado, sin antes haber asesinado al mayordomo de la finca; le respondí: “ahora está a salvo y ya no tiene por qué temer”, el civil se arrodilló abrazándome y derramando lágrimas de alegría. Al mismo tiempo, a escasos 15 metros, encontré una terrorista herida en el camino, era de tés blanca, estatura media, cabello negro, de contextura delgada y su cara reflejaba angustia, miedo y terror; que contrastaba con algunas cicatrices de su piel marchitada por el tiempo y el ambiente hostil en que convivía. Esta mujer tenía un impacto de proyectil en la pierna y no importando estar herida gritaba que no la fuéramos a matar que ella estaba embarazada, inmediatamente llamé al enfermero de combate para prestarle los primeros auxilios y detenerle la hemorragia. Reorganicé el pelotón y realicé un registro del sector, encontrando dos equipos de intendencia de los terroristas y un fusil de marca AK-47; informé al comando de batallón los resultados y me da la orden de alistar un helipuerto para transportar la terrorista herida y al civil que estaba secuestrado, pero antes de evacuar a la terrorista le leí sus derechos y le hice entender que estaba a salvo, que los soldados de Colombia eran tan colombianos como ella y no la íbamos a dejar morir, ella me responde con las lágrimas en sus ojos que había escuchado por radio que los soldados 6 7

Línea de fuego: línea imaginaria donde se encuentran ubicados los objetivos enemigos, los cuales se van a destruir Vacuna: corresponde a una extorsión continuada en el tiempo. Quiere decir actividad ilícita de cobro de dinero o especie a la víctima por realizar actividades comerciales, a cambio de una supuesta protección por grupos armados ilegales

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la podían ayudar pero tenía una encrucijada, porque en su entrenamiento siempre le decían que si era capturada por los soldados la iban a matar; y ella al ver que no era cierto, me dice que este era su tercer hijo y ya llevaba dos legrados que le habían practicado en la guerrilla, que efectivamente pertenecía al frente 15 de las Farc. Llegó el helicóptero, evacué las dos personas y continué con mi operación de registro y control8 en la zona asignada con una gran emoción por el deber cumplido y tener la satisfacción de devolver la vida a dos personas que de una u otra forma estaban predestinadas a perderla.

Diego Fernando Uribe Chacón

Nací el 24 de febrero de 1978, en la ciudad de Bucaramanga, Santander pero fuí criado en la ciudad de Medellín, mis Padres son Jaime Uribe Jiménez y Lucía Margarita Chacón Pérez, mi incondicional esposa es Carolina Villafañe Leyva ella ha sido mi apoyo permanente y mi polo a tierrra. Tengo 40 años y profeso la religión católica, actualmente me encuentro adelantando el curso de estado mayor en la escuela de guerra Rafael Reyes, soy especialista en inteligencia militar y un apacionado colombiano que ama su patria con todas las fuerzas de su corazón.

UN AMOR QUE FLORECIÓ A PESAR DE LAS ADVERSIDADES DEL CLIMA, EL TIEMPO, EL TERRENO Y LA DISTANCIA Edwin Fernando Díaz Melo

Nací y crecí en el seno de una familia llena de principios y valores, quienes incorporaron en mi todos sus conocimientos sobre la ética, responsabilidad y el trabajo duro para crecer en todos los aspectos de la vida, doy gracias a ellos por que formaron en mi una mejor persona cada día. Diariamente, me pregunto como puedo ayudar de mejor manera a quienes me rodean, cómo puedo mejorar el servicio a mi institución y qué debo hacer para que mi familia sea simpre feliz a mi lado y creo saber la respuesta, pienso que de nada sirve el dinero el ego y lo material cuando uno no encuentra la alegría y un motivo por el despertar cada día. 8

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Operación de registro y control: operación militar de registrar un área geográfica asignada a una Unidad militar, con el fin de controlar mencionada área y evitar o neutralizar la presencia del enemigo.

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Por: Edwin Fernando Díaz Melo “Por motivos de seguridad y para no evidenciar los personajes reales y los sitios exactos donde ocurrieron los hechos, se cambiarán los nombres de algunas personas”. El 16 de noviembre de 2002, el Teniente Mateo Felipe recibe la noticia esperada por varios días de su nueva destinación o traslado, se encontraba en un Batallón de la gloriosa Infantería ubicado en la Costa Caribe; eran muchas las expectativas al saber que llegaría a trabajar en un escenario totalmente opuesto al que se encontraba, pero no había tiempo de mirar hacia atrás, por lo cual se inició la nueva etapa de su vida presentándose el 12 de diciembre del mismo año en un Batallón de Contraguerrillas que se encontraba operando en el departamento de Arauca. El cambio fue brusco, pero no tardó mucho en adaptarse. Fue asignado al primer pelotón de la Compañía “C” y ahí comenzaron las sorpresas, porque 2 días después de llegado al puesto de mando atrasado, ubicado en la capital del departamento en la BR181 y de haber organizado toda la parte administrativa y documentación, le ordenan al Teniente estar con su equipo listo en el helipuerto a las 05:30 horas del día siguiente para entrar al puesto de mando adelantado ubicado en el municipio de Arauquita. Inicia un nuevo día y junto con él, la expectativa más grande de distinguir a los nuevos comandantes y recibir las respectivas órdenes para iniciar con este nuevo ambiente. Efectivamente a las 06:35 llegó el helicóptero MI17, perteneciente a una empresa civil que era la encargada de hacer los apoyos a las unidades militares por el compromiso de seguridad con la infraestructura petrolera de la región. Durante el vuelo, toda la atención se centró en detallar las características del terreno hasta llegar al punto final donde esperaban con ansias al nuevo comandante; el Teniente fue muy bien recibido por el comandante del Batallón y el Oficial de Operaciones. Lo ubicaron y luego de haber desayunado, se inició con la recepción de la información de comando para así ambientar al personal nuevo sobre el área de operaciones asignada a la Unidad Táctica, fue una bonita sorpresa ver que dentro de los recién llegados se encontraba un compañero de curso y amigo de escuela, lo cual incentivó aún más las ganas de trabajar en esas 1

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Brigada número 18.

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tierras desconocidas, pero que hacen parte de lo que nos corresponde proteger por mandato constitucional. El 16 de diciembre después de haber recibido un gran cúmulo de conocimientos, el personal se encuentra listo para ingresar al área de operaciones y asumir sus cargos en cada una de sus Unidades, a las cuales fueron asignados; cada día se aprende algo nuevo y eso es lo bonito de la vida y más en los militares. El señor comandante de Batallón, ordenó por intermedio del Oficial de Operaciones a un pelotón que se encontraba brindando seguridad en los alrededores de la base, que acercaran una patrulla a las 18:00 horas para que llevaran a los nuevos en Transmilenio a las respectivas estaciones de destino. A pesar de no haber entendido lo que esto quería decir, les desearon muchas bendiciones y mucha suerte en esta nueva experiencia que apenas iniciaba. Después de 45 minutos de camino, realizaron el primer descanso y fue ahí cuando el Teniente Mateo Felipe se acercó al Sargento comandante de la patrulla y le preguntó “¿qué significa lo del Transmilenio y las estaciones?” a lo que muy comedidamente el Suboficial respondió: “mi Teniente eso significa que somos nosotros que vamos caminando por la ruta establecida, como ya usted sabe sobre el oleoducto Caño Limón – (Coveñas) y las estaciones se denominan a cada uno de los pelotones que se encuentran distribuidos en toda la jurisdicción del Batallón sobre la ruta y por donde ustedes deben pasar, entonces yo los llevo hasta la próxima estación, que es el pelotón que se encuentra en seguida y ellos con otra patrulla los reciben y los llevan hasta puntos intermedios previamente establecidos y coordinados para que así puedan llegar a su destino o estación que es el pelotón que va a comandar”. Todo quedó muy claro porque fue muy bien explicado y como escoba nueva barre bien, después de dos días y haber pasado por 5 estaciones el Teniente llegó a su destino, donde lo esperaban con mucha expectativa pero fue muy bien recibido, no fue para nada fácil por lo que significan esas fechas para todos y en especial para los soldados, el estar lejos de la familia y los seres queridos en plena navidad por garantizar la seguridad y el bienestar de personas que ni se conocen en tierras lejanas, no es para todo el mundo, pero bueno, son los gajes del oficio y fue la vocación que los llevó a ser quienes son. Así pasaron los días y con ellos esas fechas especiales, lo que sirvió para ir conociendo poco a poco el personal y su forma de pensar y reaccionar bajo esas circunstancias, notando con gran satisfacción el compromiso de 58

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todos y cada uno por el cumplimiento de la misión; también en esos días, se hizo muy evidente algo que ya se sabía pero aún no se asumía, como lo era la falencia en la señal de celular para las comunicaciones pero como los seres humanos son animales de costumbre no fue difícil la adaptación a este percance, aunque los familiares no piensan lo mismo. Llegó el nuevo año 2003 lleno de bendiciones, expectativas y nuevos retos, tanto en lo personal como lo profesional; ya el Teniente Mateo Felipe se afianzó en su pelotón y poco a poco en el desarrollo de operaciones por el liderazgo de los comandantes y la disposición de todos los soldados, se convirtieron en una excelente unidad de mostrar que por sus características y equipamiento eran destinados a despejar y asegurar el área donde los terroristas en especial del Eln atentaban contra el oleoducto; obviamente y no es un secreto en este departamento que para la época delinquían también las Farc, pero dedicados a otras actividades como el narcotráfico. Con el pasar del tiempo se dan cuenta que en todo sitio, por más recóndito que se encuentre, siempre hay gente buena que lo único que busca es salir adelante y un mejor futuro para sus hijos y familiares. No se puede negar que fue muy complicado adaptarse a la problemática y riesgos de la región, pero en corto tiempo se logró y las cosas marcharon muy bien. Una mañana de febrero se escuchó una fuerte detonación, pero lejos de la posición donde se encontraba el primer pelotón de la compañía «C» y minutos después se vio una gran nube de humo negro, esto generó de inmediato activar las alarmas y los planes de reacción previstos y se recibió la orden de iniciar movimiento de acercamiento al sitio de los hechos. Con todas las medidas de seguridad se acercaron al punto, evidenciando que el daño era más grave de lo esperado porque habían colocado una carga explosiva de mucho poder y habían destruido por completo una de las válvulas que controlan el paso del crudo por el oleoducto, pero además, el reguero de petróleo, la afectación al medio ambiente y a las fincas de los habitantes cercanos al lugar era incalculable; se comenzó el barrido del sector para descartar la presencia de Artefactos Explosivos Improvisados en adelante (AEI) y se habló con las personas que se encontraban próximas, quienes contaron con temor lo que había sucedido y el rechazo que sentían por esas acciones, pero como ellos mismos decían: “lastimosamente en esta región, la falta de presencia del gobierno, no del Ejército ha llevado a que los bandidos manden y a uno le toca comer callado así no esté de acuerdo”. Pasadas unas horas dos soldados se acercaron a un corral para tomar un descanso y beber agua, al tomar asiento apoyaron el fusil sobre el piso Memorias Imborrables - Segunda Edición

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y gracias a Dios se escuchó algo metálico enterrado superficialmente, por lo cual se reaccionó de acuerdo con los protocolos y se evacuó a las personas civiles que estaban trabajando dentro y a los alrededores del punto del hallazgo y se procedió a hablar con el señor dueño de la hacienda, quien reunió a todos sus trabajadores y les indagó sobre lo que estaba sucediendo. Efectivamente y como se sospechó desconocían la presencia de ese elemento.

Pasada una hora y media aproximadamente el recibe una llamada del número de la hacienda del papá de su novia y contesta emocionado, pero la voz era la de Rosa, mamá de Laura, quien le preguntó ¿tu dónde estás? ¿Porque tienes señal a esta hora? ¿Qué paso?, la niña se levantó asustada llorando y dijo que había tenido una pesadilla donde una tropa del Ejército entró en combate, después se dio cuenta que era su gente y como resultado, estaba herido en un hospital.

Después de realizado el procedimiento de extracción y desactivación del AEI, se le dio a conocer al personal civil de lo que se trataba, un cilindro de gas de 40 libras totalmente cargado con explosivos, que de haber detonado hubiese desaparecido ese corral y quien sabe cuántas vidas humanas. Se destruyó controladamente el cilindro y su contenido, lo que ocasionó que la comunidad nos cogiera aprecio y nos ayudara a cuidar por intermedio de informaciones y apoyos logísticos por llamarlo así al suministro de agua potable, permisos para lavar, entre muchas otras cosas.

El Teniente no pudo aguantar más y soltó la risa, respondiendo a doña Rosa que no fue una pesadilla, “hace un rato llamé a Laura y le conté eso, lo que tú me acabas de decir y si fue cierto, pero gracias a Dios no fue tan grave y ya estoy mucho mejor en el dispensario de la Brigada”, aclarada la situación; a descansar y al otro día a primera hora, Mateo recibió una de las más bonitas sorpresas de su vida, Laura y su mamá llegaron a donde él estaba para saber cómo estaba y acompañarlo en su recuperación.

Fue por todas estas circunstancias que continúo hablando con el dueño de la hacienda hasta el día en que iba acompañado por su hija menor Laura Sofía, quien a primera vista llamó la atención del Teniente Mateo Felipe, él buscó la manera correcta de hablar con ella y así se inició una bonita amistad que se fue fortaleciendo con el pasar de los días, hasta que después de unos meses se convirtió en un noviazgo que se proyectaba como lo más complicado en la región. Poco a poco esta bonita historia de amor dejó de ser un capricho y se reafirmó el día que en el desarrollo de una operación exitosa llevada a cabo por el pelotón C - 1, cerca de Saravena, resultó herido en un combate el Teniente Mateo Felipe, impactado por una ojiva de 5.56 en su pierna derecha, por lo que se requirió evacuación inmediata contando con la suerte de que en la BR 18 se encontraba un helicóptero de la aviación del Ejército, que lo pudo sacar y lo trasladó al hospital de la capital del departamento, donde fue atendido de la mejor manera sin tener mayores afectaciones. El Teniente no le había informado a nadie de su familia para no preocuparlos, pero aproximadamente a las 22:00 horas se le dio por llamar a su novia que contaba con la fortuna de tener comunicación efectiva, gracias a una antena aérea que se instalaba en las fincas donde los propietarios eran pudientes para tener un celular, al responder la llamada Mateo le comenta a Laura lo sucedido y la respuesta de ella fue: “bueno mañana hablamos”; esto a parte de sorprender, desubicó totalmente a Mateo. 60

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La señora Rosa regresó a su hacienda al siguiente día, pero Laura se quedó, lo que fortaleció la relación de estos dos personajes, pero faltaba algo muy importante y que marcaría la diferencia, cómo reaccionaria don Tomás cuando se enterara de que su hija menor tenía una relación sentimental con un militar y con un agravante, el apoyo que ya había dado doña Rosa. En una región tan complicada y con tantas diferencias sociales, esto no era bien visto, por los malos hábitos impuestos por la guerrilla con amenazas y actos violentos, pero en los sentimientos y el corazón quién puede mandar; pues unos días después y ya un poco más recuperado, esta bonita pareja decide informar a don Tomás lo que estaba sucediendo, porque ya no había como justificar que Laura llevara tantos días fuera de la casa, por lo que llamaron por teléfono y respondió la señora Rosa, quien palabras textuales dijo: “mijo lo necesitan al teléfono” y él respondió “¿quién es? ¿será lo que estoy pensando?”, y tomó el teléfono respondiendo “buenos días ¿con quién tengo el gusto?” y el Teniente respondió “buenos días don Tomás le habla el Teniente Mateo Felipe, ¿cómo se encuentra?”, el señor con voz amable y para nada sorprendido respondió “lo sospeché y me alegra mucho, pero por favor tengan mucho cuidado con lo que hacen y hablan, no quiero tener inconvenientes ni mucho menos que vaya a irrespetar a mi hija y mi familia”; Mateo lo único que pudo responder después de quedar anonadado fue “así va a ser señor muchas gracias por su voto de confianza”; y eso fue todo lo que se habló el día que los padres de Laura aprobaron la relación. Días después y ya terminando la recuperación, el Glorioso Ejército Nacional, incentivó al Teniente Mateo Felipe por sus excelentes resultados Memorias Imborrables - Segunda Edición

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operacionales; y después de haber sido condecorado por el señor presidente de la República con el distintivo de Herido en Combate, por primera vez lo enviaron a un plan de moral y bienestar por una semana a San Andrés y Providencia con un acompañante y todos los gastos pagos, esto sirvió para que aprovecharan y antes del viaje visitaran la familia de Mateo y se presentara Oficialmente a Laura como su novia, todo marchó muy bien y ellos dos supieron sortear mucho obstáculos hasta el día en que tomaron la decisión de adquirir matrimonio por lo que se las arreglaron para cuadrar unas vacaciones con ambas familias donde las presentaron entre sí y les dieron la grata noticia de lo que tenían planeado convirtiéndose esta reunión en la celebración de un compromiso que nadie había imaginado. Se planeó todo para el año siguiente 2005, donde se realizó el sueño de esta pareja, se casaron con honores militares, se hizo una gran fiesta, pero desde el primer momento quedó completamente claro que Laura no podría volver a la hacienda de sus padres durante un buen tiempo; no fue fácil y Mateo agradece infinitamente ese gran sacrificio porque hoy en día, ellos tienen un hermoso hijo de 9 años y ya han ido varias veces a visitar a los abuelos en la hacienda, obviamente con mucho cuidado porque el conflicto no deja de existir pero ha cambiado. Es así como gracias al Ejército Mateo conoció a Laura y ya llevan 13 años felizmente casados, con muchas historias que contar y muchos obstáculos superados, que lo único que han logrado es fortalecer tan bonita relación.

IRONÍA Ernesto Mejía Araque

Edwin Fernando Díaz Melo

Oficial del Ejército Nacional del Arma de Infantería. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante de la especialización en Seguridad y Defensa (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); diplomado en Estado Mayor (Whinsec, Estados Unidos de América); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Ernesto Mejía Araque Cuando un joven humilde de nuestra sociedad ingresa a la Institución lo hace con el convencimiento que va servir a una sociedad y porque tiene grandes expectativas de vida, allí se refuerzan los valores y el ejemplo que se inculcan en el seno de los hogares colombianos; somos una muestra muy representativa de lo que es en esencia la sociedad colombiana. En las escuelas de formación y en las fases de instrucción se refuerzan esos valores, donde lo primordial es defender la vida, honra y bienes de nuestros semejantes sin distinción de raza, condición social, sexo, región natural, etc. Siempre inculcando el respeto y protección por los colombianos, inclusive hasta aquellos que se acuestan pensando en hacer el mal y se levantan pensando en seguir haciendo el mal y a mansalva, esperan la oportunidad para atentar contra la vida de algún semejante que madruga y con el sudor de la frente se esmera por conseguir el sustento y enfrenta el día a día para llevar una mejor calidad de vida a su familia. Así como con tesón y ejemplo nos enseñaron nuestros padres y abuelos. Un Soldado de Colombia no solamente madruga o pasa noches en vela instruyéndose, entrenado y presto a defender la patria como lo describe nuestra Constitución Nacional en su Artículo 217 “Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”. Sino que además vela por el bienestar de la comunidad por medio de las actividades de acción integral llevando servicios médicos, recreación a los niños y pobladores de las regiones donde somos destinados a cumplir con el servicio. Es aquí donde quiero referirme a un caso en particular, que duele en el alma que ocurra, pues en cumplimiento del servicio me encontraba en el corregimiento de Puerto Jordán municipio de Tame (Arauca), una localidad con muchas necesidades insatisfechas, pero que para aliviar en alguna medida se programó y se realizó una jornada de apoyo al desarrollo, con la integración de algunas entidades a nivel local y regional, donde se logró llevar servicios médicos, odontológicos, servicios de psicología, asesorías de proyectos a madres cabeza de hogar, recreación, ayudas en mercados, ropa, juguetes para los niños, etc. El principal gestor y articulador de esta actividad ordenada para los días 15 y 16 de septiembre de 2017, por el comando de la Brigada es el 64

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Grupo GEOS “Grupo Especial de Operaciones Sicológicas” actividad destacada por una gran concurrencia de la población civil del caserío al colegio IPA (Instituto de Promoción Agropecuaria) donde se prestaron los servicios anteriormente descritos; y al final de la jornada con la satisfacción de haber aliviado un poco las necesidades de niños, jóvenes y adultos que allí acudieron. Durante el desarrollo de esta importante actividad se destacó por el empeño, capacidad de gestión, iniciativa y preocupación el señor Cabo Primero (CP). PÉREZ VILLAR ELIÉCER, orgánico de la Brigada Móvil No. 5 dejando muy en alto el nombre del Ejército Nacional y por sobre todo cumpliendo con su sueño y convicción de ayudar y servir a la población. El puesto de mando de la Brigada Móvil No. 5 está ubicado dentro del Batallón de Artillería No. 18 “General José María Mantilla” que queda en cercanías del centro poblado en área rural, y a sus alrededores se encuentran fincas de pastoreo de ganado y cultivos de pan, como medio de subsistencia de la población que allí habita, sin pensar que en un sitio como estos alguien pudiese aprovecharlo para sembrar artefactos explosivos. Para mantener la seguridad de la unidad se deben desarrollar diferentes maniobras tácticas y actividades de inteligencia, tales como registros, puestos de observación, etc. de tal manera que para el día 21 de septiembre de 2017, es decir 5 días después de la Jornada de apoyo al desarrollo, una unidad al mando del señor Suboficial, ubica un puesto de observación al sector occidental del puesto de mando a unos 500 metros, donde además existe un cultivo de naranja y de cacao. Así, siendo las 15:00 horas aproximadamente en desarrollo de la operación militar emitida por el Comando de la Brigada Móvil No 5, en la vereda la ARAGUANEY Municipio de Arauquita Arauca, en desarrollo de la maniobra (puesto de observación y escucha) se escucha desde el puesto de mando una fuerte explosión hacia el sector donde estaba la patrulla, inmediatamente se establece comunicación y se confirma la activación de un artefacto explosivo improvisado ubicado por miembros de la comisión MARTHA ELENA BARÓN, frente Domingo Laín Sáenz, Sistema de Amenaza Persistente SAP- ELN, resultando herido el señor (CP). PÉREZ VILLAR ELIÉCER ANTONIO, causándole amputación de tercio medio inferior de pierna izquierda, de inmediato fue atendido por el enfermero de combate, se solicitó apoyo aéreo inmediato para la evacuación al Hospital de Yopal Casanare, posteriormente remitido al Hospital Militar por la gravedad de sus heridas donde recibió atención médica especializada. 66

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En el ambiente queda un sinsabor y una sensación de impotencia generalizada por todo el personal que conocemos, sus capacidades y la pregunta más común es: ¿qué tipo de persona sin escrúpulos utiliza su iniciativa de esta manera tan soterrada para hacer daño a una persona y toda una sociedad? Cuando ocurre un hecho como este, no solamente es la persona afectada, es también su familia, la institución y la sociedad que dejará de recibir su gestión, iniciativa y preocupación por realizar actividades de diferente índole en beneficio de la comunidad para que de alguna manera reciban alivio en sus necesidades básicas, como lo hizo en la Jornada de apoyo al desarrollo de la semana anterior y de muchas más que había realizado en sus 10 años de servicio a la institución y a la comunidad. A los días de haber ocurrido el hecho, tuve una comunicación telefónica donde me decía: “Esto es lo peor que le puede pasar a una persona, no se lo deseo ni al peor de mis enemigos, a veces siento que tengo el pie y cuando doy el paso me caigo al piso”; al escuchar lo que me decía recordé que el Suboficial es una persona muy activa, le gustaba el fútbol en la tarde con los soldados y en la mañana siempre era uno de los más entusiasmados para trotar y dar ejemplo a sus soldados. Su familia ha sido un soporte muy importante para sobrellevar esta pérdida, su esposa y su hija son su fuerza moral y anímica que lo impulsan y lo motivan a vivir porque al pisar una mina muchas personas pierden todas sus esperanzas, es difícil aceptar que su vida ha cambiado para siempre porque perder una parte del cuerpo es también perder una parte del alma. Una persona víctima de Mina Antipersonal por lo general debe ser sometida a una serie de situaciones muy complejas como amputación, múltiples operaciones y a un tratamiento prolongado de rehabilitación física, los sobrevivientes en general quedan discapacitados de por vida, lo que tiene graves consecuencias sociales, psicológicas y económicas; sufren los familiares de las víctimas, sobre todo si dependen económicamente de ella porque aumentan los gastos en atención sanitaria, rehabilitación, prótesis, etc. Casos como este se han presentado por miles en Colombia, donde aquellas personas de la población civil o miembros de la Fuerza Pública sin distinción de género, edad, raza, religión, etc. no son reconocidas por estas organizaciones al margen de la ley como en años anteriores lo realizó las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), Ejército de Liberación Nacional (Eln), grupos de narcotraficantes, etc. que actúan sin compasión ni distinción y además afectan a su misma comunidad. Memorias Imborrables - Segunda Edición

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En la región de puerto Jordán como consecuencia de actos por las minas antipersonales y los Artefactos Explosivos Improvisados (AEI)1 sembrados por el (Eln) junto con otros efectos del conflicto armado han creado una sensación de previsión y de miedo en la población, por el temor a ser víctima cuando desarrollan sus labores propias del campo; la gente teme viajar dentro de su región, lo que restringe el acceso a servicios públicos como salud y educación, se limita el alcance de diferentes organizaciones de ayuda humanitaria, que buscan satisfacer las necesidades básicas de la población con diferentes programas de apoyo a la comunidad. Cuando el daño causado por las minas se suma a los otros aspectos negativos del conflicto se vive un ambiente de desconfianza por parte de todas las personas, debido a que cuando una persona se acerca no se sabe con qué intenciones lo hace. Actualmente el señor (CP). PÉREZ VILLAR ELIÉCER ANTONIO se encuentra en tratamiento de rehabilitación física y acondicionamiento de la prótesis en el hospital de sanidad, pero lo más complejo de rehabilitar es el impacto psicológico causado por este hecho, pues deja huellas por el resto de sus vidas, a su familia, especialmente a su esposa e hijos, a las personas que lo rodean y a esas comunidades que dejaron de recibir su ayuda. El empleo indiscriminado de este tipo de artefactos por parte de los grupos al margen de la ley, niega la oportunidad de muchas personas con vocación de servicio de aportar mediante sus capacidades a mejorar su calidad de vida de muchas personas necesitadas; sin embargo, su meta es recuperarse rápido para incorporarse a sus actividades como militar y continuar aportando a la sociedad como siempre ha sido su deseo desde que ingresó a la institución sin importar lo sucedido.

Ernesto Mejía Araque

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AEI. (Artefacto Explosivo Improvisado). Según el Glosario Nacional Básico General de Términos de Acción Integral Contra Minas Antipersonal del Programa Presidencial para la Acción Integral contra Minas Antipersona (PPAICMA), un artefacto explosivo elaborado de manera artesanal, en Colombia son producidos y usados en forma permanente por los grupos armados al margen de la ley, de manera ilegal y en muchas ocasiones como minas antipersonales.

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Oficial del Ejército. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante de la Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); estudiante de la especialización de Gerencia Integral de obras (Escuela de Ingenieros Militares del Ejército Nacional); Ingeniero Civil (Escuela de Ingenieros Militares del Ejército Nacional); integrante del curso de Estado Mayor CEM 2018.

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UNA RETALIACIÓN COBARDE OCURRIDA EN IPIALES - NARIÑO Germán Eudoro Velasco Forero

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Por: Germán Eudoro Velasco Forero Después de dos años como comandante de pelotón en el Batallón de Contraguerrilla (BCG) No. 47 “Héroes de Tacines” orgánico de la Brigada Móvil No. 5, con área de operaciones en el departamento de Arauca, estaba seguro que mi traslado sería a una unidad de mi arma de las unidades que se consideran en el argot militar como unidades de patio para poder descansar y desconectarme un poco de la guerra en la que había combatido desde mi ascenso a subteniente, 3 años atrás. Llegó el día en que nos comunicaran los traslados y al no poder recibir la información de primera mano, teniendo la orden administrativa de personal (OAP), en mis manos tuve que recibir la información vía radio 730 de manos del sargento segundo enlace del batallón. El momento de la comunicación debía ser el más seguro y en el que menos este tipo de transmisión generara interferencias con coordinaciones hechas por comandantes por motivo de los combates, la hora más apropiada para comunicarse con el enlace eran las 22:00 horas. En este momento el Sargento enlace me comentó que mi traslado era para el Grupo de Caballería Mecanizado No. 3 “General José María Cabal” en la ciudad de Ipiales, Nariño; debo aceptar que en ese momento el humor negro se apoderó de mi mente, pensé que el Comando de la fuerza me tenía visualizado como Oficial de relaciones internacionales en el Ejército, ya que me encontraba en Arauca en la frontera con Venezuela y había sido enviado a Nariño en la frontera con Ecuador, quien iba a pensar que mi humor negro marcaria mi destino, 18 meses más tarde cuando salí trasladado para el departamento del Vaupés en la frontera con Brasil. Luego, volviendo al momento en el que recibí la notificación de mi traslado vía radial, me preparé psicológicamente para esta nueva asignación e hice las coordinaciones necesarias para presentarme en esa nueva unidad después de salir a vacaciones. En el siguiente apoyo helicoportado, una vez entregué mi unidad al Suboficial que me seguía en el mando, me desplacé hacia el puesto de mando atrasado en la unidad de Tame, desde donde me despidieron, iniciando mi movimiento a mi nueva unidad. Una vez llegué a la ciudad de Ipiales me parecía a mí, que el ambiente operacional era completamente diferente al de Arauca. El grupo Cabal está ubicado en la mitad de Ipiales y la comunidad es muy afecta a sus 72

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integrantes; me sentía yo en una unidad diferente y más seguro que en mi antigua unidad el BCG 47, parecía que la misma guerra del resto del país no se vivía en esta ciudad. Mi nuevo comandante de grupo me asignó al escuadrón de instrucción, donde debía ser responsable por la formación de los soldados regulares que conformarían los escuadrones que saldrían al área de operaciones; no era una tarea fácil, pero definitivamente, no tan complicada como en mi antigua unidad de combate en medio del departamento de Arauca. Una de las gratas sorpresas que tuve en esta nueva unidad, fue encontrarme con mi compañero de curso el St. Pulgarín con quien habíamos sido grandes amigos desde nuestros inicios como cadetes en la Escuela Militar. Debido a la falta de Oficiales en la unidad táctica, tuve que prestar el servicio de Oficial de Inspección, el cual, aunque debe ser prestado por Oficiales de grado capitán, yo como subteniente debía asumirlo ante la poca disponibilidad de cuadros, no le vi inconveniente ya que me sentía más que preparado para asumir esta función de supervisión. Debo agregar que para el año 2004 la jurisdicción del Grupo Cabal era todo el sur del departamento de Nariño, área que actualmente está asignada a un Batallón Especial Energético y Vial, responsable por el oleoducto transandino, un Batallón de Desminado Humanitario, un Batallón de Selva ubicado en la base militar del Gualtal, donde antes quedaba el puesto de mando del Grupo Cabal y dos Brigadas Móviles, cada una de ellas con 4 batallones de combate terrestre; es la misma área de operaciones, el mismo sur de Nariño, pero para ese año 2004 todo era responsabilidad del Grupo Cabal. A la vez que yo me encontraba en el puesto de mando del Grupo Cabal en la ciudad de Ipiales, tropas de esta unidad táctica se encontraban desarrollando la operación San Jorge en contra de estructuras del narcotráfico protegidas por la columna móvil Daniel Aldana de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en área rural del municipio de Tumaco; los resultados de esta operación habían superado las expectativas ya que estaban golpeando el corazón del narcotráfico y estaban afectando con creces las finanzas del grupo narcoterrorista de las Farc. La ofensiva de las propias tropas era tan fuerte y bien organizada que los guerrilleros emprendían la huida sin ofrecer combate, pero tarde o temprano iban a contraatacar en el lugar menos esperado por las propias tropas. Era el 26 de febrero del año 2004, yo me encontraba prestando el servicio de Oficial de inspección ya como por quinta vez, me sentía más 74

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que confiado para prestar este servicio supervisando a los Suboficiales y servicios de guardia sin ningún inconveniente. No sabía que ese día iba a tener una de las experiencias más fuertes de mi vida y que la iba a vivir ahí en una unidad de patio donde todo se veía tan tranquilo; me disponía a pasar revista del paso de mi unidad al rancho de tropas, cuando recibí la llamada del Señor Capitán comandante de distrito, quien me decía que al pasar por uno de los puestos de centinela que se encontraba ubicado sobre la vía principal de Ipiales, el centinela de ese puesto le había informado sobre una carretilla con frutas que se encontraba al lado de su posición, el soldado agregó que le había dado esta información al cabo relevante y al comandante de guardia pero que nadie le había prestado atención. Al recibir esta información me dirigí al puesto de guardia mencionado en compañía de mi gran amigo el subteniente Pulgarín, y pedimos la compañía de un Suboficial de la sección de inteligencia para verificar qué era lo que se encontraba en el sitio; salimos por la guardia principal del Grupo y caminamos aproximadamente 500 metros por la vía principal para ver cuál era el objeto que el soldado identificaba como sospechoso. Una vez en el sitio, el soldado nos indicó la carretilla que se encontraba al lado de su garita elevada, razón por la cual nos acercamos al elemento. Al estar sobre él, me causó curiosidad que era una carretilla completamente nueva y que tenía gran cantidad de paquetes de frutas, al revisar entre los paquetes de frutas observé unos cables sospechosos que se mezclaban con los paquetes de frutas. Al observar esta combinación no usual de elementos, llamé por radio al comandante de guardia y le pedí que me enviara un turno de guardia para cerrar la calle, de la misma forma ordené al Suboficial de inteligencia que trajera a uno de los guías caninos que se encontraba disponible en el grupo, todo esto con el ánimo de establecer un perímetro de seguridad y verificar con el binomio canino si la carretilla contenía explosivos. Una vez llegaron el guía canino y el turno de guardia; con Pulgarín partimos el turno de guardia en dos equipos, Pulgarín salió con uno de ellos al extremo oriental de la calle ubicándose a 200 metros más allá de la ubicación de la carretilla y yo me quedé con el otro equipo de combate, tomando la misma distancia prudente con la carretilla pero sobre el extremo occidental, la consigna de ambos equipos era evitar tráfico peatonal o vehicular sobre este sector lo cual era bastante traumático, teniendo en cuenta que era el medio día y esta vía era una de las principales de la ciudad. Una vez estuvo cerrada la vía, ordené al binomio canino que realizara el procedimiento para la detección de explosivos hacia la carretilla, iniciando Memorias Imborrables - Segunda Edición

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el soldado con su canino en esa dirección. Desde un principio observé que el perro no era muy obediente al soldado, no seguía sus instrucciones y se distraía en diferentes direcciones, pareciera que no quisiera llegar a la carretilla, como si supiera lo que iba a pasar.

quien fue atendido inmediatamente por los organismos de salud; cuando estábamos atendiendo los heridos llegaron agentes de la policía especializados en explosivos para aportar con sus conocimientos al esclarecimiento de los hechos.

El soldado continuó dando instrucciones al perro las cuales cumplía con cierta desatención hasta que finalmente llegaron a la carretilla; el soldado tomó distancia prudente y ordenó al perro acercarse a olfatear la carretilla, orden que el perro cumplió finalmente; yo seguía los hechos con la mirada para estar pendiente de qué eventos se iban desarrollando.

Evidentemente, este ataque terrorista había sido la retaliación de la columna móvil Daniel Aldana de las Farc por los fuertes golpes que estaba sufriendo en su fuente principal de financiamiento, el narcotráfico, y su forma de demostrar fortaleza es atacando el puesto de mando del Grupo Cabal ubicado en el centro de la Ciudad de Ipiales, con un artefacto explosivo que estaba programado con un temporizador para que explotara a mediodía, hora de alta transpirabilidad de la población ipialeña; un atentado contra personas trabajadoras que iban a recoger a sus niños del colegio para ir a almorzar tranquilamente en sus casas.

Eran las 12:30 del día cuando el perro se acercó finalmente a la carretilla e introdujo su hocico entre las bolsas de fruta, en este momento se escuchó una fuerte explosión y todo se llenó de humo con un fuerte olor a pólvora, sentí un pequeño dolor en el brazo izquierdo al cual no le pude prestar atención por lo que se estaba presentando en el momento, las alarmas de los carros sonaban y yo no podía ver nada por el humo, salí corriendo hacia el sitio donde se encontraba Pulgarín, me preocupaba su estado de salud, sintiéndome mejor al encontrarnos sanos y salvos. Una vez nos encontramos, coordinamos para empezar a verificar el personal que habíamos repartido en los diferentes puestos de seguridad, en especial el binomio canino pero no los encontramos a ninguno de los dos; en el lugar donde estaba el Soldado encontramos las suelas de las botas pero no encontramos nada más, hasta que escuchamos un leve quejido que venía desde el otro lado de la vía, allá había sido lanzado el soldado, se encontraba solo con el pantalón del uniforme hasta la rodilla, cuando nos acercamos hacia él me di cuenta que no tenía ojos, los intestinos estaban por fuera y las piernas de las rodillas hacia abajo completamente molidas, el soldado intentaba hablar pero no podía. El Suboficial de inteligencia recibió esquirlas en su estómago, estaba sentado en el andén tratando de entender qué era lo que había pasado; pedí por radio la ambulancia para atender al soldado y al Suboficial, del perro no había quedado rastro. Desafortunadamente, el Soldado murió 15 minutos después en la sala de urgencias del Hospital Civil de Ipiales, él era el Soldado Profesional John Sotelo, un joven colombiano que había jurado dar su vida en defensa del pueblo colombiano y el orden constitucional de la nación. Una vez se había disipado el humo, empezamos a analizar la situación completamente; encontramos un civil herido con esquirlas en las piernas 76

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Esta es la forma en que este grupo terrorista demuestra su fortaleza; los medios de comunicación de la hermana república del Ecuador, reportaron que gracias a que el Ejército había acordonado la zona en donde se registra un alto flujo vehicular de estudiantes y trabajadores, se evitó que se registraran más víctimas.

Germán Eudoro Velasco Forero

Oficial del Ejército Nacional de Colombia, Arma de Caballería. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Administrador de Empresa (Universidad Militar Nueva Granada); graduado (U.S. Army Command and General Staff Officer Course, CGSOC); con Maestría en Arte y Ciencia Militar (U.S. Army Command and General Staff College, CGSC); alumno Maestría en Estrategia y Geopolítica (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); alumno del Curso de Comando y Estado Mayor de la misma Institución. Entre su trayectoria profesional se destacan sus cargos como Director de la Dirección de Producción de Doctrina, Organización y Equipamiento (Centro de Doctrina del Ejército); Oficial de operaciones y ejecutivo y 2do Comandante del Batallón especial energético y vial No 18; Oficial de seguridad (Comando de la Fuerza Multinacional de Paz en la península del Sinaí); Jefe de Departamento táctico (Escuela de Caballería) y Comandante de Compañía (Batallón de Combate Terrestre No. 82 Brigada Móvil 11).

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¡UN NUEVO DESPERTAR EN MALA NOCHE! Eddy Raúl Cardona Restrepo Adrián Eduardo Cardona Restrepo

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Por: Eddy Raúl Cardona Restrepo y Adrián Eduardo Cardona Restrepo1 Bien, siendo aún joven en el confort de tu hogar y frente al escepticismo de tus compañeros, inexperto en la concepción general de la vida y quizá no conociendo mucho del mundo real que abarca grandes y desconocidos retos y a su vez te exige a diario lo mejor de ti mientras te das a la ardua tarea de trasegar sus caminos, tomas la decisión voluntaria y soberana de defender a una nación donde se integran intereses como: la independencia, el territorio, el orden constitucional y una población a la cual perteneces como ciudadano; son en ese instante para ti, tus sueños, tus metas y en sí decisiones que buscan consolidar tus esperanzas y pretensiones en un futuro. Bajo los variados contextos del ámbito militar forjas tu carácter ante las adversidades que se suscitan en su interior, aprendes que cada paso que das es una victoria, es una oportunidad de vida llenas de fe; cada decisión que tomas te presumes de esperanza frente a aquellos momentos donde tu convicción vacila. Haces amigos para la eternidad con los cuales compartes el coraje y la valentía que cubre tu ser y en muchas ocasiones brindas a tus semejantes esa paz necesaria que ellos requieren sin importar que tu espíritu esté lleno de zozobra y se encuentre sesgado o roto; eres luz, esperanza y refugio, eres muchas cosas a la vez: comandante, líder, subalterno, amigo, esposo, hijo, padre, hermano y colombiano; un ser humano entre muchos héroes anónimos que buscan constantemente la anhelada paz para un mundo de gente que apenas conocen tu misión pero desconocen tu rostro, tu esencia y tu vida. Eres esa persona tan sensible que bajo la protección de tu uniforme camuflado develas los sentimientos más nobles, tanto así que aprendes a llorar en silencio y en soledad las consecuencias de tus sueños, un sinnúmero de eventos que te hacen más fuerte; desde las noticias tristes de tu hogar que parten tu corazón y tu alma y dejan tu ser en el vacío absoluto de la desesperanza; hasta aquellas noticias que iluminan tu rostro de felicidad e impregnan de vitalidad a tu cuerpo y se convierten en el combustible y la razón para continuar en tu vocación. A pesar de las variadas experiencias que vivas como militar tendrás una armadura para tu cuerpo pero nunca una protección suficientemente fuerte para tu corazón y aun así, tu compromiso y tu fe te mantendrán de pie 1

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Este relato se elaboró en colaboración de MY (RA) Adrián Eduardo Cardona Restrepo quién es familiar del autor principal.

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en las más oscuras de las noches y en las más arduas jornadas, porque tu fortaleza interior determina que los sueños una vez iniciados no tienen fin y seguirán perdurando en el tiempo a través de los recuerdos y los hechos que sin importar que sean buenos o malos harán parte de ti y de todo aquello que rige tu vida como militar; harán parte de ti como persona y como ser humano para siempre. Mi relato me enseñó a darle importancia a cada uno de esos pequeños momentos que vives junto a tu familia, a aprovechar cada instante que la vida te brinda para querer profundamente a tus seres queridos y expresarles que tú también les quieres y por sobre todas las cosas a ser agradecido con tu Dios por la vida y la integridad de los tuyos, de tus semejantes; para entender que los riesgos que corren alrededor de tu vida militar nunca tendrán forma de mitigarse a no ser que sean voluntad de ese ser a quien profesas tu fe. Este relato tiene dos puntos de vista: Yo para ese entonces Capitán Eddy Raúl Cardona Restrepo, me desempeñaba como piloto al mando de una tripulación de la Aviación del Ejército y en cuyo caso nos encontrábamos agregados operacionalmente a la Tercera División del Ejército en el municipio de San Andrés de Tumaco (Nariño), ese día como de costumbre se realizó la orientación de las tripulaciones para la disponibilidad ante cualquier evento y en apoyo a las tropas que cumplían misiones de protección a la erradicación manual en el sector. De igual manera, por órdenes del comando superior se da inicio a un planeamiento operacional para el desarrollo de una misión táctica contra una estructura armada ilegal del sistema rival Eln; durante esos eventos pones todo tu ingenio y conocimiento en pro de vencer por la aplicación de la táctica y de la fuerza a quienes con sus acciones atentan contra la soberanía y el orden constitucional, repasas una y otra vez la ejecución de la maniobra y los detalles que implican cohesionar lo terrestre y lo aéreo, percibes en el ambiente de trabajo la ansiedad, el estrés, la dinámica de los conflictos y la naturaleza de los mismos que inician en la preparación de los documentos que sustentarán la acción militar. Tu deseo constante es mitigar a través de los detalles la generación de riesgos para las tripulaciones y los soldados, son nuestra esencia y razón de ser. Somos la Aviación del Ejército y en esencia “las alas en las botas de nuestros soldados”, siempre piensas en la integridad de cada uno de ellos y quizá contemples adversidades, pero nunca crees que se materializarían. Una vez todo lo anterior se lleva a cabo, lo cual ha tomado todo un día, se efectúa la orientación final de la misión, es allí donde las dudas se despejan 82

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y la maniobra aérea se une a la intención del comandante terrestre para buscar consolidar un objetivo a través de esos seres humanos que han jurado defender los colores de su bandera ante quien se obstine en ultrajarlos. Es allí, donde reunidos todos, entre perplejos, inciertos, confusos, inquietos, escépticos, temerosos, pero ante todo convencidos y valientes para enfrentar una nueva misión nos enteramos de cada detalle a cumplir; es allí donde te apersonas de tu rol y de las funciones que debes cumplir en equipo para garantizar el éxito de una misión. Nuestra jornada termina cerca de las 19:00 horas de ese 11 de abril de 2009 y las tripulaciones nos retiramos para efectuar el descanso y estar listos a las 04:00 am del día siguiente para dar inicio a la misión planeada. Me encontraba ya durmiendo cuando cerca de la media noche suena el teléfono celular y al otro lado de la línea alguien me pregunta: “¿Mi Capitán Cardona?” “Sí señor, con quién hablo”-respondo yo; “Mi Capitán su hermano acaba de caer en un campo minado”. Y posterior a ello la llamada telefónica se desconecta, quedé sentado en la cama con la angustia y zozobra nunca antes vividos; miles de preguntas rondaban en ese instante por mi cabeza “¿mi hermano? ¿Por qué mi hermano? ¿Qué pasó? ¿Cómo estará, vivo, muerto, malherido, destrozado?”, y más aún cuando ya nadie respondía las llamadas para verificar la certeza de los hechos. Sentía esa angustia insostenible de la verdad y la mentira, la vida y la muerte en un solo instante; recordaba la última vez que compartimos juntos, habían pasado 3 meses, recordaba su rostro en mi memoria, recordaba su voz y bajo ella miles de historias venían hacia mí, miles de recuerdos de nuestra infancia llenos de risas y lágrimas, las pilatunas de nuestros juegos de niños, las alegrías vividas, tus mejores momentos al lado de ese ser querido, la imagen de tus sobrinos (John Eduardo, esa criatura que apenas estaba conociendo el mundo), de tu cuñada, de tus padres. Recordaba también cuántas veces había corrido hacia el helicóptero para cumplirle a algún ser humano, a otro colombiano de igual manera sin saber su nombre y bajo las mismas condiciones; y en ese instante quería que allá en ese lugar donde estaba mi hermano estuviera sucediendo lo mismo, me imaginaba a mi hermanito mal herido por la acción del campo minado sin pies o sin manos; me arrodillé en ese instante y pedí ante Dios como nunca “Que se haga tu santa voluntad señor y dame fuerzas para resignarme ante tu decisión”. Me levanté entonces y traté de establecer las comunicaciones necesarias para saber de los hechos hasta verificar en detalle los eventos sucedidos sin contarle a ningún otro miembro de la familia, cumpliendo a cabalidad aquel compromiso que alguna vez juramos entre los dos. Memorias Imborrables - Segunda Edición

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Al cabo de unas cuantas horas pude establecer que mi hermano El Teniente Cardona Restrepo Adrián Eduardo, comandante de la Compañía “Cronos” del Batallón de Contraguerrillas No. 129 de la Brigada Móvil No. 25, se encontraba herido por la acción de un campo minado, estable, consiente y trasmitiendo él mismo la información por radio a el comandante de la Brigada; y realizándose en el Comando Aéreo de Combate No. 5 (Rionegro; Antioquia) el planeamiento para su evacuación vía aérea; rogando a Dios que todo se diera de la mejor manera, que esos pilotos encontraran la mejor ruta aérea para cumplir su misión, que las condiciones atmosféricas en la región fueran estables para la evacuación, que el enfermero de combate estuviera aplicando todos sus conocimientos sobre sus heridas. En síntesis, es sentir en tu cuerpo, en tu corazón, en tu ser lo que muchos otros seres ya habían sentido, es vivir bajo tu piel el rigor de la guerra ante tus ojos y en tu familia; es sentir en carne propia ese dolor que muchas familias militares habían vivido por sus seres queridos buscando que esa batalla entre la vida y la muerte producto de acciones desafortunadas propias del conflicto se inclinaran hacia el lado de nuestros rezos y oraciones. Recordaba entonces en mi interior parte de esos muchos instantes donde como piloto al mando de un helicóptero Black Hawk de nuestra gloriosa Aviación del Ejército afanosamente buscaba entre las nubes, entre el fuego enemigo, entre la adversidad de las condiciones atmosféricas y la premura del tiempo, el camino más corto para salvar la vida de quienes se encontraban heridos o enfermos; solo me reconfortaba en ese instante la satisfacción del deber cumplido, al haberlo hecho de tal manera por quienes pude, por aquellos a quienes se les fue otorgada una segunda oportunidad de vida, con arrojo e intrepidez, con valentía, con celeridad y con seguridad. Ahora, era un simple espectador con conocimiento de causa que guardaba la esperanza que la misión terminara con éxito. Mi hermano: Yo, Teniente Adrián Eduardo Cardona Restrepo me desempeñaba para el momento de los hechos como comandante de la unidad de indicativo “Cronos”, organizaba a dos pelotones para un total de nuestra organización de la época a 03-09-72; se trabajaba bajo el concepto de familia militar, un solo esfuerzo y unidos por una sola razón. Desarrollábamos una operación ofensiva denominada por el comando de la Fuerza de Tarea Conjunta “Nudo de Paramillo” como “Moisés” y la cual consistía en efectuar registros ofensivos para llegar hasta la vereda 84

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Santa Lucía en el Municipio de Ituango (Antioquia) y desde allí hacer una operación sostenida para lograr desarticular las estructuras armadas de los grupos ilegales de la jurisdicción, y quienes desarrollaban actividades de comercialización de pasta base de coca para su financiamiento delictivo; un enemigo organizado, conocedor del territorio quienes miraban la presencia de nuestras unidades como una amenaza para sus proyectos y trataban por ende al máximo de evitar nuestro avance por los medios a su alcance posibles.

El día 10 de abril de 2009: (viernes santo) Me encontraba ubicado con la Unidad sobre la vereda el Chuscal del municipio de Ituango (Antioquia), donde el terreno era bastante quebrado y oscilaba entre los 1.200 a 2.400 MSNM; allí se produjo un resultado tangible que develó las intenciones de nuestro enemigo, se pudo desactivar un campo minado sobre un paso obligado en nuestro eje de avance, lo cual me obligó a tomar la decisión de desubicar la compañía y establecer sobre las partes altas puestos de observación en busca de la mejor opción para el cruce de una hondonada y lograr alcanzar la cresta militar al otro lado de nuestra posición, en aras de cumplir lo ordenado.

El día 11 de abril de 2009: (sábado santo) Se realizan registros hacia la parte alta de la posición de la compañía y se instalan puestos de observación hacia la proyección a tomar. En horas de la tarde en el puesto de observación se logra evidenciar que hay un movimiento de 3 personas con 2 caballos cargados los cuales ya han hecho dos viajes saliendo de la hondonada y descargan a mitad de loma donde se encuentran dos viviendas; se logra establecer que son dos sujetos que portan armas largas, pero visten prendas de civil (una característica normal y propia del enemigo en esa área). Se coordina con los comandantes de pelotón para organizar la unidad e iniciar aproximadamente a las 17:30 horas el cruce del obstáculo natural y llegar cerca a esas viviendas para lograr en la mañana del día siguiente confirmar o desvirtuar esa presencia; ordenó entonces que “Cronos 1” bajo mi mando inicie a la hora indicada, mientras “Cronos 2” al mando del Sv. Aroca Conde Orfilio, mantenga la posición en aras de garantizar las comunicaciones y con las armas de acompañamiento cubrir el avance de mi unidad en ese punto crítico. Memorias Imborrables - Segunda Edición

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Iniciamos el descenso hacia la hondonada de la vereda Mala Noche, pasadas las 19:00 horas iniciamos a ascender ya logrando sobrepasar el punto crítico por donde cruzaba la quebrada; transcurridos 20 minutos aproximadamente de estar ganando altura me informan que hay un soldado que quedó rezagado y no aparece, me apersono de la situación e inicio el procedimiento con hombre perdido, llevando conmigo un equipo de combate mientras los comandantes de escuadra se les ordenaba verificar el personal para poder continuar, regreso hasta la quebrada y se inicia la búsqueda del soldado hasta ubicarlo y llevarlo con la unidad. Al continuar con el eje de avance ya siendo las 21:00 horas llegamos cerca de una vivienda donde se hizo alto y se tomó un descanso corto, se toma contacto radial con el comandante de C-2 para que aliste la unidad e inicie su movimiento. Cerca de las 21:30 horas aproximadamente decido seguir haciendo registro de la zona, tomo mi fusil, lentes de visión nocturna y 3 soldados para realizar una aproximación y verificar qué dispositivo se podía adoptar en ese terreno, al llegar a un portón que da acceso al patio del lugar se nota que está caído pero impide el paso por lo cual uno de los soldados (Sánchez Marín César Augusto) que me acompañaba manifiesta: “Ese portón toca enderezarlo y ahí si abrirlo mi teniente”, a lo que de forma inmediata para no hacer más movimientos decido hacer personalmente; antes de abrir el portón registro visualmente a través de los lentes de visión nocturna y apoyado de la luz que emite el mini designador lasérico de mi fusil el área por donde haríamos el ingreso sin detectar nada anormal. Recuerdo haber dado 2 pasos y al intentar colocar el tercer paso de forma inmediata ocurrió un estremecedor ruido como cuando cortas una soga templada, como un silbido en el silencio acompañado de una luz roja con amarillo que impactó contra mí haciéndome girar sobre mi propio eje hasta quedar de rodillas en el piso; me encuentro consciente pero con ardor en mi cara y brazo izquierdo, la situación no era para pensar nada diferente “caí en un área preparada por el enemigo”, y esperaba en mi consciente como acto seguido de esta acción las ráfagas de fusil o ametralladoras, pensé en ese instante “porque a mí señor mío, porque a mí”. Escuchaba el susurro del soldado Sánchez quien era el más cercano a mi posición diciendo “no se muevan, mi teniente cayó en un campo minado” al escuchar esto llegaron a mi mente imágenes de mi hijo menor quien tan solo tenía 2 años de edad, pasaron velozmente imágenes de mi esposa, de mi hijo mayor, de mis padres, de mi querido hermano, toda una vida en milésimas de segundo, tus sueños e ilusiones corriendo de prisa en medio de esa desdicha. Me logré recuperar en posición de rodillas buscando mi fusil 86

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temiendo que lo peor pudiera suceder en ese punto, procedí a hacerme una corta y rápida evaluación de mi estado físico, iniciando a tocar mis piernas dándome cuenta que no había sido afectado en mis miembros inferiores; continué revisándome el tórax donde lo único que no tenía era mi camisa ya que de la misma explosión me la había desintegrado. Procedí a prender la luz de mi reloj verificando si me había afectado alguna de las vistas, al tapar mi vista izquierda pude darme cuenta que esa parte de mi cara estaba bastante afectada por la explosión, igualmente mi brazo izquierdo con ardor fuerte en la mano cerca de los dedos. Después de pasado un eterno minuto sin escuchar nada, decidí girar y salir en arrastre bajo hacia donde escuchaba y creía que estaban los soldados, ya en ese instante estaba el radio operador y el enfermero atento para recibir instrucciones; el enfermero procedió a estabilizarme aplicándome una inyección para el dolor y verificando las heridas y posterior poniéndome vendaje. Trato de tomar contacto con el segundo pelotón, pero el radio presentaba problemas con la banda de seguridad de voz; me veo en la obligación de reportar en modo claro el evento anterior al comando de la brigada con sede en Taraza (Antioquia), le ordeno de inmediato al Cs. palomino Oviedo José que intente sacar señal por celular a sabiendas que era bastante difícil; con el objetivo de informarle a mi hermano de la situación presentada y así evitar preocupaciones por alguna desinformación por parte de la brigada. Cerca de las 23:20 horas aproximadamente se logra tener completa la compañía y ampliar el dispositivo de seguridad, mientras una escuadra iniciaba la adecuación de una zona de aterrizaje para la extracción; paralelamente la brigada me informaba que el enemigo iniciaba a dar instrucciones para aprovechar la situación y tratar de verificar si se podía causar más daño en vista de nuestra desventaja táctica en el terreno. Fue una noche larga donde la lealtad de mis cuadros de mando y soldados me dejaron conocer sus sentimientos, me hicieron sentir como el padre de esa gran familia y que su misión en ese instante era mantener con vida a su comandante, a su amigo, a su compañero. A partir de las 06:30 horas del día 12 de abril de 2009, inician los primeros sobrevuelos de un helicóptero Black Hawk para ingresar a mi punto; no fue posible inicialmente debido a que las condiciones meteorológicas no permitían la evacuación. Se realizaron varios intentos en la mañana, pero no concluyeron con éxito, mi punto por debajo de las nubes estaba despejado pero el techo de nubes que se posaba sobre mis coordenadas Memorias Imborrables - Segunda Edición

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se encontraba totalmente cubierto, recibí todo el tiempo el apoyo moral de mis subalternos, de mis comandantes y de quienes estaban al otro lado de ese pequeño radio de comunicaciones viviendo esta historia. Lejos de mi familia, aferrado a mis sueños de soldado y a la vida encomendé mi estado de salud a Dios dándole gracias por todo, y por la integridad de mis hombres; mi compañía hasta ese momento se había mantenido sin novedades en el teatro de operaciones. Desafortunadamente en año y medio de hacerle frente a los peligros, de luchar incansablemente contra un enemigo, de ingeniarme miles de tácticas para custodiar la integridad de mis hombres, yo era ese primer hombre desafortunado que caía bajo la acción directa del enemigo. Fui evacuado cerca de las 15:00 horas en un helicóptero Ángel de la Fuerza Aérea Colombiana, sus aspas fueron alas que volaron surcando los cielos de Antioquia, la brisa que ingresaba por algún lado de la aeronave me recordaba que estaba vivo; el enfermero con sus manos me decía que todo estaba bien; de cierto modo sentí rabia, dolor, angustia, miedo, estrés e impotencia al dejar a mis hombres allá en medio de la nada, en mi interior los encomendé a ese mismo Dios que me dio una segunda oportunidad de vida “Protege cada uno de sus pasos señor y guíalos hacia la victoria”. Ya en la ciudad de Medellín fui intervenido por cirugía maxilofacial en el Hospital “San Vicente de Paul”, iniciando así una nueva oportunidad de vida ya que ese 12 de abril de 2009 me encontraba cumpliendo 29 años de edad.

Mi hermano y yo, de jóvenes concebimos nuestro deseo por pertenecer a esta noble Institución, el Ejército de Colombia, conociendo su esencia solo a través del tiempo y de las miles de anécdotas y experiencias que vives en el desarrollo de cada una de sus funciones, cargos, misiones y grados, dejando muchas veces de lado a nuestra familia y todo lo que ella representa; enfrentando hasta con nuestra propia vida los riesgos que se asume en la condición de militar. Los sueños cuando se dimensionan y se estructuran no se conciben en sus riesgos, generalmente en nuestra concepción están llenos de esperanza y son nuestra razón de ser; nunca imaginas que puedes tropezar y caer, nunca imaginas que algo malo te pueda suceder, ahora bien, tan solo hasta que vives en tu ser las consecuencias de tus decisiones que a su vez son parte de esos sueños concebidos al inicio del camino; aprendes a valorar cada día más los segundos que te da la vida, tal vez hubiera sido diferente, claro que sí pero sencillamente escogiste el camino correcto, lo que te gustaba, lo que querías, el trabajo más digno y noble, el que una vez en tus sueños de joven anhelaste y por el cual luchaste incansablemente hasta hacerlo realidad; “Que el cumplimiento de nuestra misión como soldados de esta noble patria, permita la consolidación de los sueños y las esperanzas del pueblo Colombiano”, gracias Dios por permitirme un nuevo despertar junto a mis seres queridos.

Eddy Raúl Cardona Restrepo

Imagen 1. Los hermanos Cardona Restrepo (Capitán y Teniente), en el Puesto de Mando de la Brigada Móvil No 25. 4 meses antes del evento; Base Militar de Piedras; municipio de Tarazá (Antioquia).

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Oficial del Ejército Nacional. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en la conducción de pequeñas Unidades militares y en Administración de recursos para la Defensa y la Seguridad Nacional. Especialidad aeronáutica vuelo en el Arma de Aviación, piloto de helicópteros tipo UH-60 y administrador de mantenimiento; con registro de más de 5.500 horas de vuelo al servicio de la Institución. Actualmente, alumno del Curso de Estado Mayor 2018 (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”).

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VUELO POR LA GLORIA ETERNA Diego Andrés Rodríguez Villarreal

Adrián Eduardo Cardona Restrepo

Oficial del Ejército Nacional de la reserva activa, profesional en Ciencias Militares de la Escuela Militar de Cadetes “General. José María Córdova”, especialista en la conducción de pequeñas unidades militares y en administración de recursos para la defensa y la seguridad nacional; del arma de infantería; adelantó durante su permanencia en la fuerza los cursos de lancero y paracaidismo militar; perteneció a unidades especiales donde se desempeñó como comandante de compañía de acción directa de fuerzas especiales; dentro del escalafón de oficial superior se desempeñó en unidades de su especialidad como oficial de operaciones y ejecutivo de unidad táctica.

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Por: Diego Andrés Rodríguez Villarreal Desempeñarse como piloto al mando de una aeronave UH-60 Black Hawk del Ejército es un honor que muchos miembros de la Aviación del Ejército soñamos tal vez desde los primeros vuelos que realizamos en este glorioso equipo, y este sin duda fue el sueño del Señor Mayor Julio César Lara. El día 06 de agosto de 2013, el Mayor Lara fue designado como piloto del EJC 2145, y aprovechando mi cargo de Instructor de Black Hawk, el Comando del Batallón de Aviación No. 2 me dio la orden de realizar el chequeo final a mi Mayor para que ascendiera a la categoría de vuelo: Piloto al Mando. Realizar este chequeo es un vuelo donde se hace cambio de roles; él empezaría a realizar su función como si fuera el piloto al mando, y aunque simulado, yo me desempeñaría como su copiloto, también se realiza cambio de posición en la silla donde él pasa a volar en la silla derecha que normalmente es ocupada por el que tiene el mando de la aeronave. El lugar donde realizaríamos estas misiones aéreas no era más ni menos que los departamentos del Valle, Cauca y Nariño; jurisdicción aérea del Batallón de Movilidad y maniobra de Aviación No. 3. Esta región geográfica azotada por la violencia y la alta presencia de grupos subversivos, en especial las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). El rendimiento de mi Mayor durante las misiones aéreas había sido muy satisfactorio, producto de la experiencia acumulada por mi Mayor en aeronaves como el UH-1N, y en el convencimiento de la meta que se había proyectado alcanzar; de verdad era admirable ver a una persona que a pesar de tener la antigüedad que tenía nunca me hizo algún comentario destructivo, teniendo en cuenta que yo para esa época era Capitán y normalmente si hay algo marcado en el Ejército es lo que llamamos la pirámide. Era un profesional en todo sentido de la palabra, ejemplo para muchos tenientes y Capitanes que desean lo mismo, pero no llegan a mostrar ni un 30% de la actitud y aptitud que reflejaba mi Mayor, demostrando que el trabajo con pasión tiene sus frutos. Llegó el día de la calificación final donde tuve uno de los placeres más grandes que tiene uno como instructor que es comunicar al alumno que había APROBADO; este feliz suceso fue el día 16 de agosto de 2013 después de 30 horas de vuelo en misiones de alto riesgo. 92

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No terminaba de celebrar mi Mayor comunicándole a su familia su nuevo logro, cuando recibí una llamada del Señor Teniente Coronel Cortés Edilberto, quien era el comandante del Batallón de Operaciones Especiales de Aviación, notificándome la orden de proceder de inmediato a unas coordenadas. En realidad, nosotros ya sabíamos lo que representaba esto, por lo cual mi Mayor no pudo ocultar la cara de descontento pues se suponía que venían operaciones contra blancos de alto valor que implicaban riesgos bastante intensos. Ejecutado un planeamiento detallado como es el legado en la Aviación del Ejército, nos preparamos para realizar esta misión que se denominó “OPERACIÓN ATENEA”, que iba a realizarse contra los cabecillas del sexto frente de las Farc: “BURRO Y JAIMITO”, quienes tenían azotada gran parte de la región del Cauca. Lo distinto de esta operación es que debido al mismo comportamiento del adversario se debía realizar bombardeo e inserción en horas del día, ya que normalmente esto se realizaba en horas de la noche; éramos conscientes del gran riesgo que se corría, pero también se sabía que ejecutarlo de esta forma también nos iba a dar la ventaja estratégica ya que lograríamos la sorpresa. Todo se desarrolló de acuerdo con lo planeado, se lanzó la operación cerca de las 13:30 pm, nosotros ingresamos al personal de comandos a la hora ordenada y en cuestión de minutos se nos comunicó que el trabajo de muchos años que comprometía a tanto personal había dado sus frutos: “Se habían neutralizado los mandos”. Con la satisfacción del deber cumplido retornamos a la base de Miranda (Cauca) pero todavía nos quedaba algo pendiente, que era nuevamente ingresar al área para poder recuperar a los Soldados ya insertados. Lo que se calculaba por nuestro personal de inteligencia, se presentó que la comunidad se contrapuso a la Fuerza y los Comandos establecidos en esa zona reportaron que la situación era extremadamente difícil, ya que las milicias se juntan con la comunidad y de forma muy peligrosa atentan contra la integridad de nuestros héroes. Debido a esta crisis que se presentaba mi General Rodríguez Barragán Juan Pablo, que se desempeñaba como Comandante del CCOES (Comando Conjunto de Operaciones Especiales), ordenó que ingresáramos de inmediato a extraer al personal, cabe anotar que esto tendría que hacerse de día; de inmediato junto con mi Mayor Lara y la demás tripulación procedimos a recomendar que por el bien de garantizar la seguridad de nuestros hombres y aeronaves esta misión debería realizarse en horas de 94

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la noche, recomendación que inteligentemente fue acatada y se previó las 19:30 horas de ingreso a esta zona crítica. Al realizar la maniobra a esta hora era sumamente importante por muchas condiciones tácticas, entre las más importantes que debíamos realizar con visores nocturnos lo cual nos permitía cubierta y protección, ya que en la aeronave procedimos a realizar un breafing de la nueva misión. Mi mayor me alcanzó a preguntar que si íbamos a cambiar de posición de silla en la aeronave, pues yo había aclarado que iba a tener el mando de la aeronave a lo cual yo respondí que no había problema que mantuviéramos las sillas como veníamos trabajando. Nos desempeñamos como aeronave líder de ocho helicópteros Black Hawk. Iniciada la operación de extracción, los arpías de la Fuerza Aérea nos advirtieron que la situación en punto era muy peligrosa, que habían sido objeto de ráfagas de muchos lugares alrededor e incluso que tuviéramos demasiada precaución porque podría haber hasta calibre .50; yo seguí volando la aeronave de acuerdo con lo planeado y mi mayor Lara me advirtió que estábamos a 2 millas de llegar a nuestra zona de recogida, no le alcancé a contestar y recibimos una gran cantidad de disparos; la magnitud era tan intensa que no alcanzaba ni siquiera a divisar de qué sitio con exactitud se recibía esta amenaza; al ver la situación tan extrema procedí a abandonar la misión e informar al resto de aeronaves para que ellos no entraran en esta emboscada que nos tenían preparada, aun así 4 de las 8 aeronaves fueron impactadas. Lo que sucedió simultáneamente fue una situación que pocas veces uno cree que le va a pasar, pero aclaro que el Ejército siempre nos prepara para esto. Sentía duros los controles de vuelo y no podía descender por que el colectivo no se dejaba realizar ajustes hacia la posición de abajo, era tan duro mover este control que tratando de hacer una fuerza de presión con las dos manos no lograba mover casi nada a lo que se requería; debido a esto solicité ayuda de mi Mayor Lara para que me ayudara a hacer presión pero no tuve retroalimentación de mi solicitud, al mismo tiempo que trataba de controlar la aeronave comuniqué a mi Coronel Cortés la grave situación que presentaba, a lo cual él me dio una voz de aliento diciéndome que evaluara todos los instrumentos y tuviera serenidad para el control del helicóptero. No coordinaba lo presentado en las luces e instrumentos de la aeronave con las restricciones de los controles, pues no indicaba ninguna falla y esta seguía subiendo de nivel de vuelo al no poder llevar hacia abajo el colectivo, por esto, de forma un poco más airada le dije a mi Mayor Lara Memorias Imborrables - Segunda Edición

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que me ayudara por segunda vez, que no podía solo; no respondió y como pude volteé mi cara hacia él y descubrí que él estaba desmayado sobre los controles de vuelo brotando sangre en su casco de vuelo, le dije a mi Jefe de tripulación que auxiliara a mi Mayor que se veía muy mal, lo revisó y confirmó lo que yo veía y de forma muy cuidadosa lo extrajo de la silla para tratar de prestar los primeros auxilios. Al remover a mi Mayor de la silla se solucionó el problema de los controles de vuelo y mis tripulantes me informaron que mi Mayor tenía pulso, con la esperanza de que él llegara vivo apliqué la velocidad máxima de la aeronave y lo llevé a la Clínica de Valle del Lili en Santiago de Cali, allá nos estaban esperando y procedieron a llevarlo de forma urgente a cirugía, yo consternado por todo lo vivido volé la aeronave hasta el Cantón Nápoles en Cali, siendo este casi uno de los más demorados en mi vida pues cada segundo que pasaba me plantee múltiples preguntas para responderme por qué había pasado esto. Al llegar al helipuerto apagué y revisé los impactos recibidos que en total eran 8 (1 era de mi MY. Lara); a los 5 minutos llegó la triste noticia que me negaba a recibir, no era necesario que me dijera, pues las lágrimas que portaba en el rostro mi Mayor Cetina Kenny anticipaba la terrible noticia que me dio: “Que él no había podido sobrevivir a la cirugía de extracción del fatal proyectil insertado en su cabeza”. No fue fácil asimilar esta dura noticia solo Dios sabe por qué decidió llevárselo, no solo era el superior que representaba en la Fuerza, sino que además se había convertido en un amigo. Lo que si me propuse a partir del momento es no dejar morir el claro legado que mi Mayor Lara, quien repetidamente me manifestó: “Si haces las cosas con el convencimiento que realmente se requiere, no importa el sacrificio que se realice, así este sea nuestra propia vida.”. Es ahí de forma muy resumida donde queda más clara nuestra verdadera vocación. Finalmente quiero exaltar el valor de todos nuestros hombres que han buscado la gloria en nuestro Ejército para poder llegar a la tan anhelada paz para nuestro País. Lo mínimo que podemos realizar para homenajear esa muestra de vocación y heroísmo de mi Mayor Lara Julio, no solo en el día de la ceremonia de las alas rotas, es recordarlo como un soldado de honor que luchó por sus convicciones hasta el último minuto que Dios lo tuvo en lucha y que no me cansaré de manifestarlo cada vez que tenga la oportunidad porque de esta manera él siempre va a estar presente con su legado para nuestras futuras misiones victoriosas.

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Diego Andrés Rodríguez Villarreal

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante de la Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en Educación universitaria (Centro de Educación Militar); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional (Centro de Educación Militar); Curso Piloto Instructor UH60 (Escuela de Fort Rucker – Alabama, EE. UU.); Curso Operaciones de Paz (Fort Benning EE. UU.); Administrador de Seguridad Aérea (Escuela Fort Rucker – Alabama, EE. UU.); Curso básico Chino Mandarín (Escuela de Idiomas del Ejército de la República de China); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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SEGUNDA OPORTUNIDAD DE VIDA, OPERACIÓN ESPECIAL FEROZ Jaime Andrés Vargas Vargas

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Por: Jaime Andrés Vargas Vargas Después de la llegada de los nuevos siete helicópteros UH-60M, aeronaves adquiridas por el Estado Colombiano para el desarrollo de operaciones especiales con nuestras unidades de la división de Fuerzas Especiales del Ejército a partir del año 2012, se empezaron a dar los entrenamientos a nuestros pilotos en este nuevo equipo en el Batallón de Operaciones Especiales de Aviación (BAOEA), en el Fuerte Militar de Tolemaida, donde me desempeñaba como Piloto Instructor dando entrenamiento de misión a nuestras tripulaciones para prepararlos en el desarrollo de operaciones especiales con el empleo de técnicas especiales, empleando las facilidades tecnológicas de estos nuevos helicópteros que contribuyen a disminuir cargas de trabajo en cabina para fortalecer la seguridad operacional desde el planeamiento hasta la ejecución de este tipo de operaciones complejas con riesgos muy significativos que son minimizados con un entrenamiento focalizado en toma de decisiones en un ambiente de combate con el fin de preservar la integridad de los hombres a bordo de los helicópteros y de igual manera en la preservación de estas máquinas de guerra. Cuando me encontraba entrenando a mis pilotos en el curso de calificación No.2 en Tolemaida, recibí la orden de mi comandante de Batallón por intermedio del Oficial S-3 del BAOEA de alistarme para salir al cumplimiento de una operación especial en el Departamento del Meta. Así, siendo las 12:30 horas del pasado 11 de febrero de 2013, se encontraba en el aeródromo Militar Teniente General “Gustavo Rojas Pinilla” un avión Casa 212 del Batallón de Aviación No.1, listo a iniciar una misión de transporte aéreo para llevar al Comandante del Batallón y mi tripulación al Batallón de Infantería Cazadores ubicado en el Municipio de San Vicente del Caguán en el Departamento del Caquetá. Fue un vuelo tranquilo desde Tolemaida cruzando el municipio de la Uribe (Meta) a 12.500 pies y siguiendo hacia el sur al costado izquierdo observo la Serranía de La Macarena, lugar donde participé en el desarrollo de múltiples operaciones militares; recordaba todos los momentos vividos como piloto de fuerzas especiales, y finalmente llegamos a la pista del Municipio del Caguán, pueblo que afectó el grupo narcoterrorista de las Farc. Allí en el Batallón se encontraba la tripulación del Helicóptero UH60L EJC 2154, el cual tenía la orden de recibir para hacer parte de las 05 100 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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tripulaciones para el desarrollo de la misión especial FEROZ. Mi tripulación conformada por un piloto y dos tripulantes nos dispusimos a recibir esta aeronave y desde ese momento mantener disponibilidad mientras mi comandante de Batallón ordenaba reunirnos en la BOA (Base de Operaciones Adelantada) para iniciar el planeamiento de aviación. Las condiciones meteorológicas en este Departamento no facilitaba el cumplimiento de la línea de tiempo establecida en el planeamiento, donde inicialmente se consideraba que la operación se lanzaba desde esta unidad táctica; teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas adversas que se presentaban a diario, se tomó la decisión de salir hacia San José del Guaviare para empezar la reunión de medios aéreos en las instalaciones del PDMA (Puesto de Mando Adelantado) del BMMA4 (Batallón de Movilidad y Maniobra de Aviación No.4) dentro de las Instalaciones de la Brigada de Selva No.22. Después de lograr la reunión de 05 helicópteros UH-60 de la Aviación del Ejército y 02 helicópteros Arpía de la Fuerza Aérea Colombiana; verificar cartas de rendimientos, configuración de las aeronaves y estado de las tripulaciones, salimos en los 05 helicópteros rumbo a la Escuela de Fuerzas Especiales Rurales del Ejército hacia el barrancón Guaviare a 3 millas al Sur. Nos concentramos todo el personal comprometido en el desarrollo operacional para iniciar nuestro breafing (Orientación de misión), para dar a conocer a toda la importancia estratégica de la operación por parte del CFTASA (Comandante de la Fuerza de Tarea Asalto Aéreo); era una operación coordinada con la Policía Nacional e integrantes del CTI (Cuerpo Técnico Inteligencia), donde la inteligencia era suministrada por la DIPOL (Dirección de Inteligencia de la Policía). Para esta operación la Fuerza de Asalto y Fuerza de Reacción Inmediata estaba a cargo de la AGLAN (Agrupación de Lanceros), hombres capacitados entrenados física y mentalmente para el desarrollo de este tipo de operaciones. Se desarrolló el breafing el 21 de febrero de 2013, diez días después de mi salida de Tolemaida, donde la inteligencia determinaba que el OMAVE (Objetivo de Alto Valor) se encontraba en el sitio proyectado gracias a informaciones de fuente humana. Durante la exposición de inteligencia por parte de DIPOL, siempre dudé en el sitio donde debía dejar mi destacamento porque me parecía muy evidente que pudiera estar preparado por AEI (Artefactos Explosivos Improvisados) ya que era el único lugar en un diámetro de 500 metros donde se podría aterrizar. Para mí era importante que todos los helicópteros fueran configurados para desarrollar la técnica especial de 102 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Rappel, pero la inteligencia pedía que debiéramos ser rápidos en dejar nuestros destacamentos en tierra en el menor tiempo posible para facilitar el éxito operacional. Para esta operación me desempeñaba como comandante de Misión Aérea el cual era el responsable de tomar las decisiones durante el desarrollo de la operación. Al término del breafing aproximadamente a las 20:30 horas en una noche sin luna, totalmente oscura emprendimos nuestra salida a los helicópteros para dar inicio a la fase de movimiento aéreo hacia el objetivo establecido; después de hacer nuestro chequeo de comunicaciones entre las aeronaves para establecer frecuencia principal, empezamos a ejecutar nuestra secuencia de eventos de manera sigilosa y con disciplina de radios, característica de hombres entrenados. Yo iba en la formación del pelotón Zulú de Zulú 2 de 05 helicóptero, ya que llevaba el esfuerzo principal y mi misión era desembarcar el destacamento lo más cerca de la finca del objetivo para capturarlo o neutralizarlo. Así, cruzando a 300 pies sobre el terreno sobre las instalaciones del BMMA4, los helicópteros Arpía se unieron a la formación del pelotón Zulú; durante todo el vuelo sentía el ruido en el costado derecho del helicóptero como si todo el tiempo me estuviesen disparando, pero el ímpetu y deseos de cumplir la misión me permitía concentrar en todas las cosas que se pudiesen presentar en el desarrollo de la operación y que mi toma de decisiones debía conllevar al cumplimiento de la misión de una forma segura, preservando siempre la integridad de mis hombres. Luego, faltando 10 millas para llegar al objetivo, nos informa el avión plataforma de inteligencia que la señal visual estaba presente y se trababa de una linterna encendida sobre el techo de la finca que significaba que el bandido se encontraba ahí y que eso nos permitía concluir que la operación iba a ser exitosa; se sentía entonces desde ese momento una alegría y felicidad porque todos los esfuerzos anticipados y noches de planeamiento se iban a materializar con la captura o baja de este bandido. Tres millas antes de llegar al objetivo, el líder de misión ordena pasar a formación en fila, usar nuestras armas en caso de recibir fuego y configurarnos para iniciar la ejecución del plan de desembarque; faltando una milla empiezo a visualizar que el terreno era idéntico a la fotografía expuesta en el planeamiento y no habría duda de aterrizar en el lugar ordenado, pasa entonces Zulú 1 vertical mi zona de aterrizaje para hacer un cierre al Oeste, posteriormente llego a mi zona de desembarco y ordeno al tripulante derecho de abrir la puerta para permitir la salida del destacamento hacia el Memorias Imborrables - Segunda Edición 103


objetivo; en ese momento los hombres Lobo de la Policía Nacional salen de la aeronave disparando hacia el objetivo y en el momento que el tripulante empieza a cerrar la puerta procedo a salir a vuelo y aproximadamente a tres pies de altura escucho una fuerte explosión que obliga la onda explosiva llevar el helicóptero a tierra e impactar fuertemente contra el terreno.

estar herido en mis dos miembros inferiores por esquirlas, la adrenalina y el ímpetu de salvar mi vida me permitió correr muy rápido hasta introducirme en la selva; no nos dio tiempo de sacar nuestras cosas de la aeronave porque era escoger en salvar nuestros elementos personales o morir en medio de una explosión.

En ese momento alcanzo a decir por el radio de seguridad de voz “MAY DAY-MAY DAY-MAY DAY” que significa EMERGENCIA-EMERGENCIAEMERGENCIA y de manera inmediata pierdo toda la corriente eléctrica de la aeronave por falla de los generadores principales; siento mis piernas calientes como una sensación anormal que me quería decir que algo me estaba sucediendo, inmediatamente gritando dentro del helicóptero para que mi tripulación me escuchara, les informo que estoy herido pero que tengo control total del helicóptero, segundos después suena una segunda explosión la cual produce incendio sobre los compartimentos de 125 libras sobre las celdas de combustible en la parte trasera del compartimento de carga.

Recuerdo tanto que en ese momento estaba estrenando mi celular IPhone 5 y como de costumbre siempre antes de salir a vuelo acostumbraba a dejarlo en el bolsillo izquierdo de la manga de mi camuflado, para ese día lo había dejado en la parte inferior de la silla sobre la placa de blindaje cerca a la puerta, fue por eso que cuando empecé a correr me acordé de mi teléfono e intente regresar al helicóptero, pero al empezar a escuchar como explotaba la munición calibre 7.62 milímetros, decidí continuar mi movimiento con mi tripulación; aproximadamente creo que corrimos unos 20 metros y fue cuando uno de mis tripulantes me dijo “mi capitán autoríceme regresar al helicóptero para quitar las ametralladoras” y le respondí “es muy peligroso y para mí lo más importante era preservar la vida de cada uno de ustedes, lo material después se recupera, las vidas humanas nunca”.

Me informaban los tripulantes que parecían calderas hirviendo; en ese momento tomo la decisión de sacar el helicóptero a vuelo en llamas hacia el sur, el cual estaba establecido en el planeamiento del sector más seguro de volar en caso de alguna contingencia. Durante el vuelo el tripulante de la silla derecha me informa “mi capitán debemos aterrizar de inmediato porque el fuego se está propagando hacia delante de manera rápida ya las puertas del compartimento de carga se están incinerando y siento el calor del fuego muy cerca, el humo está invadiendo su cabina y esto podría explotar”. Mis tripulantes atrás confiaban en que sus pilotos estaban haciendo el mejor procedimiento seguro para preservar sus vidas inicialmente del fuego del enemigo y del fuego de la aeronave; en ese momento el Copiloto me dice “mi capitán a las doce observo un área confinada donde podría aterrizar de emergencia, lo demás es selva”, inicio entonces mi fase de aproximación hasta llegar a tierra, le digo a mi tripulación que abandonen la aeronave de inmediato mientras yo hacia el procedimiento de apagado de emergencia de los motores; en ese momento uno de los tripulantes me ayuda a quitar mi arnés de silla y con sus brazos me hala para sacarme de la cabina del helicóptero lleno de humo. Pregunté en ese momento en medio de la oscuridad si estábamos completos y cada uno me confirmo su apellido, les dije entonces “muchachos corramos en la dirección de las doce del helicóptero para buscar cubierta y protección antes que el helicóptero explote”. Recuerdo que, a pesar de 104 Memorias Imborrables - Segunda Edición

En ese momento escuchamos una fuerte explosión y observamos una bola de fuego muy grande cubriendo nuestro helicóptero UH-60 de matrícula EJC 2154; en ese momento me doy la bendición agradeciéndole a mi Dios y San Miguel Arcángel patrono de la aviación del Ejército, por una segunda oportunidad de vida que me acaba de dar y por la tranquilidad que me dio como comandante de la aeronave de sortear la emergencia de la mejor manera y lo más importante de permitir seguir escuchando a mis tres hombres integrantes de mi tripulación sanos y salvos. Escuchábamos entonces los helicópteros Arpía entregando sus armas hacia el objetivo, el helicóptero Zulú 5 que su misión era establecerse como FRI (Fuerza de Reacción Inmediata) con un destacamento listo a insertarlo en el lugar donde fuera requerido, pero con la dificultad de no poder aterrizar por la selva que nos rodeaba. En la base de San José del Guaviare en las instalaciones del BMMA4, se encontraba el helicóptero UH-60L Ángel Medevac de la Fuerza Aérea Colombiana, donde su misión principal era estar disponible a cualquier evacuación de alguno de los hombres participantes de la operación militar, pero al final no fue requerido su empleo, ya que Zulú 4 buscó todas las maneras para descender sobre los árboles y permitir la extracción de la tripulación. Me pongo en el papel de ese piloto al mando buscando identificar si habían sobrevivientes, ya que la escena de ver volar un helicóptero Memorias Imborrables - Segunda Edición 105


en llamas, aterrizar y explotar deja la incertidumbre de pensar si había sobrevivientes y más tratándose de hermanos de armas que por muchos años hemos participado en el desarrollo de estas operaciones especiales que arrojan un grado de dificultad; aquí no se trataba de compañeros, sino de hermanos que juntos hemos arriesgado la vida por el cumplimiento de nuestra misión institucional, por eso somos pilotos militares que siempre estamos expuestos al ataque del enemigo, pero nadie piensa cuándo será el momento que estaremos involucrados en estas situaciones así estemos entrenados y capacitados para esto. Durante esos veinte minutos aproximadamente que estuve con mi tripulación en la oscuridad de la selva en medio del fuego del enemigo y mis unidades de Fuerzas Especiales, el apoyo de los helicópteros Arpía y el calor de fuego de mi helicóptero EJC 2154, donde desde ya hacia parte de la historia de nuestra Aviación del Ejército y que se convertiría en la aeronave insignia porque en anteriores operaciones fue expuesto a muchos impactos por parte del enemigo y en especial en el año 2006 para un primero de enero donde me desempeñaba como piloto en el área del Guaviare y fueron heridos dos soldados dentro del helicóptero. En ese momento recordaba lo importante y valioso que es para el país la llegada de estas máquinas de guerra para facilitar la movilidad de nuestros hombres y poder sobrepasar toda la geografía Colombiana para llegar con sorpresa, rapidez y seguridad a nuestros objetivos impuestos y lograr los éxitos operacionales que para ese momento eran numerosos y que me sentía orgulloso de hacer parte de muchos de ellos. Pero lo más importante en esos momentos fue recordar todas mis vivencias desde que tenía cinco años, fueron minutos hermosos recordar todas las cosas que había hecho en mi vida, pasando por mi niñez, adolescencia y mi formación como hombre de armas de mi Ejército Nacional de Colombia, pasaron por mi mente recuerdos buenos y malos, recuerdo la partida de mi hermana ese 15 de agosto de 1993 cuando solo tenía trece años y cursaba octavo grado de bachillerato, momentos felices como fue mi ingreso a la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”, que con muchos sacrificios hoy agradezco a mis padres por esa oportunidad que me dieron de ser parte de esta gran institución militar que si volvería a nacer no dudaría en repetir la historia de formarme como Oficial de mi Ejército, que me ha dado mucho para ser la persona que actualmente soy. También recordaba aquellas cosas que perdí por no luchar por ellas, por descuidar mis padres con la excusa que mi trabajo no me daba tiempo, 106 Memorias Imborrables - Segunda Edición

por no haberme despedido de mi hija Maia Valentina al salir de casa dos fines de semana antes cuando de costumbre le daba un beso a la madruga al salir de Bogotá para Tolemaida, por no decirle a mi esposa que la amaba y que me sentía muy feliz de estar a su lado y en especial por darle un beso en su barriguita a ese nuevo ser que llevaba un mes de gestación. Definitivamente cuando uno se encuentra en situaciones difíciles como fue ese 21 de febrero de 2013 a partir de las 10 pm, le da uno valor a la vida y le agradece a mi Dios por todo lo que me había dado y porque quizás deseaba más cosas que no merecía, es un momento de confesión con Dios porque siente uno que va a partir y que quizás no volvería a ver mis seres queridos. Siempre que mi vida pasaba como imágenes de vivencia por mi mente, había una en especial que se repetía y se mantenía por más segundos y esa imagen es el recuerdo de ver a Maia mi chiquita dormida en ese momento y no poderle dar más besos de bendición de padre; le pedía a mi Dios que me permitiera regresar a casa a despedirme de mi hija y decirle a mi esposa que me perdonara por todos los sufrimientos vividos a mi lado. Le decía a mi piloto en medio de la oscuridad que revisara mis piernas para saber qué tenía, porque ya no las sentía, empezó a tocarme y me decía que tenía mucha sangre en las dos piernas y que tocaba dos heridas, en ese momento uno de mis tripulantes me dice que escucha pasos viniendo hacia nosotros y lo único que le dije es que salvara sus vidas y que no se preocuparan por mí, que yo estaba tranquilo y que además ya no podía caminar. Ellos me decían que no me iban a dejar solo y que si teníamos que morir lo haríamos los cuatro porque fuimos los seleccionados para ir a la misión y debíamos regresar vivos o muertos. Minutos después escuchamos un helicóptero haciendo vuelo estacionario detrás de nuestro helicóptero ardiendo en llamas, el piloto le dijo a un tripulante que me ayudara a alzar y camináramos hacia él, en brazos me llevaron y cuando vi esa aeronave encima de nosotros me entró una alegría porque sabía que podría volver a casa; rápidamente pude cogerme del piso del helicóptero que se encontraba a dos metros de altura y fui halado por uno de sus tripulantes, de inmediato a bordo ayude a subir a mis hombres y salimos del área de operaciones. Durante todo el vuelo hacia la ciudad de Villavicencio solo recibía agradecimientos por parte de mi tripulación que iban a mi lado donde me decían: “Mi capitán con usted vuelvo a ir a la guerra, gracias por mantenernos vivos no se preocupe que de esta va a salir y volverá a hacer lo que más le gusta volar”. Desde ese entonces solo he recibido palabras de admiración, Memorias Imborrables - Segunda Edición 107


respeto y valor por mi desempeño como piloto al mando en el desarrollo de la Operación Especial FEROZ. Realmente nuestro lema como unidad táctica de operaciones especiales de aviación siempre la pondré en práctica en todos los actos de mi vida “UN SOLO ESFUERZO UNA SOLA VICTORIA”.

SECCIÓN II DE LA DEGRADACIÓN DEL CONFLICTO Y LOS RELATOS DE SUPERVIVENCIA1

Jaime Andrés Vargas Vargas

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Diplomado en DD. HH. y DIH (Universidad Sergio Arboleda); Especialista en conducción y administración de unidades militares; Especialista en docencia universitaria. Piloto instructor y estandarizador de helicópteros UH-60 (Aviación del Ejército). Entre sus cargos se destacan: Oficial de operaciones del Batallón de Operaciones Especiales de Aviación BAOEA y Ejecutivo y segundo Comandante del Batallón de Instrucción, entrenamiento y reentrenamiento del Ejército BITER4.

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Los Textos que componen esta sección exponen los resultados del Proyecto de Investigación <<Construcción de Memoria Histórica Militar en el Conflicto y en el Posconflicto Colombiano>>, que hace parte de la línea de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>> del Grupo de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>>, reconocido y categorizado en (B) por Colciencias registrado con el código COL0141423 vinculado al Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM) y a la Maestría en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA), adscritos y financiados por la Escuela Superior de Guerra “ General Rafael Reyes Prieto” de la República de Colombia.

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LA MASACRE DEL DÍA DE LAS MADRES: Relato de otra tragedia del Batallón Cazadores en búsqueda de la paz y la seguridad del Caquetá Jefferson Guarín Peralta

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Por: Jefferson Guarín Peralta En enero de 2001 fui destinado como Subteniente de Infantería al Batallón Cazadores, el cual en ese momento se encontraba ubicado en Florencia (Caquetá), mi primer cargo fue como comandante de la compañía de Instrucción y Entrenamiento, con la misión de incorporar y entrenar a un contingente de soldados oriundos de la región que tendrían como misión cumplir misiones de apoyo logístico y administrativo del Batallón; en abril de 2001 empezaría la primera fase de instrucción en donde se les inculcaba a estos nuevos soldados los principios y valores del Ejército Nacional, así como se estudiaba historia militar básica que comprendía hechos importantes y en donde ellos y yo aprendimos la importancia histórica del Batallón Cazadores, esta una organización centenaria con un legado histórico único. Con el ánimo de conocer más de nuestro Batallón quisiera traer a la memoria dos hechos fundamentales antes de continuar con mi relato: Lo primero es entender que la historia de este Batallón se remonta a la campaña libertadora cuando en 1818 fue fundado por el General Francisco de Paula Santander en Casanare, su papel protagónico en esta campaña iniciaría cuando el General Bolívar organizaría su dispositivo de movimiento hacia el contacto encomendándole la misión específica de liderar la vanguardia al Teniente Coronel Antonio Arredondo comandante del Batallón Cazadores, en el paso heroico del páramo de Pisba en 1819. Después de la batalla en el puente de Boyacá, donde como parte de la división de Vanguardia forzó con Santander el paso del río Teatinos se fundió con tropas veteranas como el Batallón Vencedores de Boyacá y el Batallón Héroes del pantano de Vargas, para renacer en la era republicana y subsistir hasta nuestros días; el Batallón Cazadores amalgama la historia y la leyenda, es una gloria viva del Ejército y de Colombia. (Valencia Tovar 1998). En Segundo lugar, es importante entender la historia contemporánea de esta unidad ligada al conflicto interno. En 1979 Batallón Cazadores fue desplegado a San Vicente del Caguán como unidad orgánica de la Novena Brigada con el fin de efectuar una presencia activa en esta zona caracterizada por tierras productivas para desarrollar una de las principales actividades económicas del departamento del Caquetá, la ganadería; en los años 80’s se incrementaron las actividades extorsivas por parte de las guerrillas narco-terroristas del M-19 y las Farc sobre la población civil y el 112 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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comercio y comenzarían simultáneamente los primeros acercamientos de estos narco-terroristas con el negocio ilícito del narcotráfico.

(Caquetá); nuevamente la actitud criminal de los narcoterroristas de las Farc colmaría la paciencia del gobierno.

En 1985 de acuerdo con la reorganización del Ejército, este Batallón pasa a ser orgánico de la Décima Segunda Brigada y continúa con su trabajo de mantener el orden público en esta zona que siempre ha sido vital para los intereses de los narco-terroristas; desde 1984 la Organización Narco Terrorista (ONT)-FARC había suscrito un acuerdo de tregua con el gobierno del entonces presidente Belisario Betancur y continuado con su sucesor Virgilio Barco, pero en la tarde del martes 16 de junio de 1987 dos camiones del Ejército identificados como EJC-340 y EJC-317 que se movilizaban por la carretera que de Puerto Rico conduce a San Vicente del Caguán al mando del Capitán Luis Moreno Buitrago, fueron atacados por los frentes 14 y 15 del Bloque sur de las ONT-FARC al mando de Avelino Ruiz y Jorge Briceño (Alias: mono jojoy), exactamente sobre la quebrada Riecito en la vereda de La Lusitania.

Colombia sufriría por más de tres años (1998-2002) una escalada de ataques contra la población civil por unos narcoterroristas que se refugiaban, alistaban y financiaban desde esta zona de distención. En nuestra zona fueron múltiples los asesinatos selectivos contra la población civil y las emboscadas a unidades militares por parte de la Columna Móvil Teófilo Forero al mando de Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, Alias “ El paisa” y el Frente 14 al mando de José Benito Cabrera, Alias “Fabián Ramírez”, entre estos siempre recordare los de la familia Turbay Cote (Diciembre 2000), el Alcalde José Lizardo Rojas (Agosto de 2001), el Alcalde encargado John William Lozano Torres ( Enero, 2002) y una larga lista de concejales, líderes, profesores y campesinos que simplemente no estaban de acuerdo con su violencia desmedida y mafiosa.

Este ataque desproporcionado y caracterizado por la perfidia tendría como consecuencia el asesinato del Capitán Luis Moreno Buitrago, el Cabo primero Nicolás Ramírez y los Soldados Pedro Rodríguez Rojas, Jaime Rodríguez Triana, Julio Rivera González, Gabriel Ríos García, Ángel Rodríguez Baquero, Fernando Torres Ramírez, Juan de Dios Torres Chiguazaque, Nelson Villalba Villalba, Abel Antonio Valencia, Agustín Vásquez Quiroga, Jorge Enrique Garcés, Mauricio Arboleda Claros, Edgar Orlando Cruz Chaparro, José Roberto Díaz Ospina, Julio César Díaz Zabala, Orlando Domínguez Ramírez, Jesús Hernando Fuquen, Víctor Orlando Gamboa Tapiero, Emiliano Galán Díaz, Pompilio Garavito Viasus, Carlos Alberto Guarín, Cristóbal Chávez Torres, Alberto León Arias, y Jesús María Velásquez, y lo peor de todo la ruptura de los diálogos del gobierno de Virgilio Barco y las ONT-Farc a través de un ataque infame sobre esta unidad legendaria. (Revista Semana 1987). Bien, continuando con mi relato quisiera contextualizar los hechos importantes inmediatamente anteriores a estos desgarradores eventos. Para el año 1998 el Presidente Andrés Pastrana iniciaría de nuevo unos diálogos con las ONT-Farc y de nuevo el Batallón de Infantería Cazadores sería protagonista esta vez por el despeje de más de 42.000 Km cuadrados incluyendo los municipios de La Uribe, Mesetas, Vista Hermosa, La Macarena y San Vicente del Caguán, en donde se encontraban las instalaciones y jurisdicción del Batallón siendo necesario trasladar su jurisdicción hacia el municipio de Puerto Rico (Caquetá) y su sede administrativa a Florencia 114 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Pero el 20 de febrero del 2002, el entonces presidente Andrés Pastrana dio por terminada la zona de distensión que por tres años y medio albergó los diálogos de paz entre su gobierno y a la guerrilla de las ONT-Farc; ese día un comando de la Teófilo Forero obligó al aterrizaje de un avión de la aerolínea Aires en una carretera del Huila y secuestró al senador Jorge Eduardo Géchem Turbay, fue el incidente final que llevó al Gobierno a la terminación de los diálogos. Para ese día, el 20 de febrero del 2002 me encontraba desplegado como comandante de la compañía Bronco con soldados profesionales controlando el área rural de Puerto Rico (Caquetá), mientras los soldados regulares que se habían incorporado un año atrás desempeñaban funciones de sostenimiento y logística en los puestos de mando del Batallón. El 21 de febrero, en la madrugada se ejecutó un Asalto Aéreo desde Puerto Rico con el fin de insertar la Compañía Bronco con la misión de recuperar el puesto de mando que se encontraba en San Vicente del Caguán una vez recuperado el objetivo. El 26 de febrero inició el traslado del puesto de mando desde Florencia y se consolida hacia el 20 de marzo, para esta época comienzan a llegar los soldados regulares y a estos se les asigna la misión de cuidar parte del perímetro, incluyendo el puente que se encuentra contiguo al Batallón sobre el río Caguán, durante el mes de marzo y abril compartí de nuevo con esos jóvenes quienes ya eran “antiguos” y veían con ilusión proyectos de vida para el futuro. Memorias Imborrables - Segunda Edición 115


Sin tener más de 21 años, estos jóvenes querían trascender en su vida, así como el batallón al que pertenecían algunos querían seguir en el Ejército, otros querían trabajar en el campo y otros querían estudiar; muchos sueños y expectativas que se verían truncadas el 01 de mayo del 2002. Ese día el Comandante del Batallón ordenó que unos pelotones de soldados regulares salieran con permiso con el fin de que estuvieran el mes de la madre en sus casas.

Este delito de lesa humanidad contra los héroes del Batallón Cazadores NO puede quedar en el olvido.

A las 07:00 am los 36 soldados entregaron su armamento y se cambiaron en civil, hacia las 09:00 fueron trasladados al Aeropuerto de San Vicente para que abordaran un vuelo de apoyo de un Hércules de la Fuerza Aérea con destino a Florencia (Caquetá) de donde eran oriundos la mayoría de soldados; con el pasar de las horas algunos jóvenes que llevaban más de seis meses sin visitar a su familia empezaron a desesperarse y doce de ellos se dirigieron por tierra desde San Vicente hasta Florencia, un recorrido que duraría aproximadamente cuatro horas; después de una hora de recorrido cuando se acercaban a Puerto Rico exactamente a la altura de La Aguililla, el Frente 14 de las ONT-Farc montó un retén ilegal y retuvo dos de los vehículos donde iban los siguientes soldados: 1. Oscar Mario Salazar Saavedra 2. Alfredo Chinvaco Murcia 3. Juan de la Cruz Cardona Cumaco 4. Darwyn Polanía Bastidas 5. Jhon Jairo Bautista Puentes 6. Carlos Artunduaga Fierro 7. José María Calderón Rodríguez 8. Milton Correa Torres 9. Freddy Devia Meneses Estos nueve héroes se convertirían en mártires, después de torturas físicas y psicológicas fueron obligados a uniformarse de policías y sudaderas negras y el día de las madres el 13 de mayo de 2002 fueron asesinados por orden de Fabián Ramírez, sin tener en cuenta los llantos, las súplicas, la indefensión y mucho menos el derecho internacional. Hasta la fecha ninguna madre de estos soldados ha sido reparada, ha sido consolada o se le ha pedido perdón por la forma salvaje y brutal en que sus hijos fueron sometidos y asesinados en acciones fuera de combate. 116 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Jeferson Guarín Peralta

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”, 2000); Curso de Lancero, 2001; Curso de Piloto Militar, 2004; Paracaidista Militar, 2010. Diplomado en Planeación Estratégica (Escuela de Ingenieros Militares del Ejército Nacional); Especialista en Administración y Conducción de Unidades Militares (Centro de Educación Militar); Magíster en Seguridad, Inteligencia y Contra-terrorismo (Universidad MacQuarie, Sydney – Australia); Candidato a Magíster en Seguridad Defensa (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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LUCES, CÁMARA Y ACCIÓN –VALPARAÍSO- CAQUETÁ: LA TOMA Horacio Zuluaga Hurtado

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Por: Horacio Zuluaga Hurtado Me encontraba como alumno en la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba” y para ése entonces era cadete de la pesada, cuando ocurrieron hechos lamentables que enlutaron a toda Colombia, cuando 150 subversivos de los Frentes 29, 32 y 48, emboscaron el 15 de abril de 1996 en Puerres Nariño a una columna motorizada del Grupo Mecanizado Cabal, perdiendo la vida 31 soldados y 19 más resultaron heridos; el día 30 de agosto de 1996 fue la toma a la base militar de Las Delicias en Puerto Leguízamo Putumayo por parte de 450 guerrilleros de los Frentes 15, 32, 48, 49 de la Columna Móvil Teófilo Forero y un grupo de la Guardia Especial del Bloque Sur, donde perdieron la vida 27 militares, resultaron 16 soldados heridos y 60 secuestrados. Luego de graduarme en la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba” y ascender al grado de subteniente del Arma de Caballería en diciembre de 1997, salí trasladado para el Grupo Mecanizado No. 4 “Juan del Corral” en Rionegro Antioquia y las expectativas son grandes uno sale con mentalidad, fuerza física y espiritual indestructible, porque fuimos entrenados y preparados para afrontar esas condiciones difíciles inherentes al conflicto armado que estábamos viviendo para ése entonces; la guerra era en todas las regiones de Colombia, cruentos combates con consecuencias lamentables como lo ocurrido el 21 de diciembre de 1997, cuando 300 guerrilleros de los Frentes 42 y 48 atacaron la base militar del cerro Patascoy, pertenecientes al Batallón Batalla de Boyacá con sede en Pasto, arrojando un resultado de 22 soldados muertos, 3 heridos y 18 secuestrados. El 1° de marzo de 1998, 600 guerrilleros de los Bloques Sur y Oriental de las Farc, bajo el mando del mismo Manuel Marulanda, el Mono Jojoy y Joaquín Gómez, atacaron la Base Militar el Billar, donde perdieron la vida 64 valerosos soldados y 43 más fueron secuestrados, posteriormente siguió el ataque a la base militar de la Policía Nacional en Mitú capital del departamento del Vaupés, donde más de 1.500 guerrilleros atacaron a 120 hombres que resistieron valerosamente hasta que fueron copados y superados en número arrojando como resultado de ese sangriento ataque, 16 uniformados de la Policía Nacional fallecidos y 61 hombres fueron secuestrados. Al cumplir un año de estar orgánico en el Grupo Mecanizado No. 4 “Juan del Corral” y por situaciones de orden público y necesidades de la Fuerza 120 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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salí trasladado en diciembre de 1998 para el Batallón de Contraguerrillas No. 12 “Diosa del Chairá” en el Departamento del Caquetá, dejaba atrás un área de orden público difícil ya que me encontraba en el oriente Antioqueño, terreno montañoso infranqueable y un clima totalmente adverso casi todos los días cuidando la autopista Bogotá – Medellín, de sentir la guerra tan cerca con la quema constante de vehículos en la carretera, los ataques a las poblaciones de Santuario, Cocorná, la Piñuela, San Francisco, San Carlos y de salir ileso de un intento de toma por parte de guerrilleros del ELN a la base militar del cerro Oriente el 1 de diciembre de 1998, dejando como resultado de esta acción un soldado herido con disparo en el hombro evitando que la base militar fuera tomada. Al llegar trasladado y empezar a conocer el departamento del Caquetá advirtiendo que era una de las zonas que ha sido más afectada por el conflicto armado en Colombia y que tristemente esta región se ha estigmatizado como una zona muy peligrosa, los habitantes de la zona eran personas que todos los días vivían llenas de miedo. Solo imaginen el hecho de que tu fueras un individuo con tu familia viviendo en esa región donde un grupo terrorista armado sanguinario te dijera todo lo que tienes que hacer y si no lo haces, te asesinan, te mutilan, te quitan las tierras, te destierran de la zona, te roban tu ganado, tus cultivos y que tus hijos menores de edad sin importar su sexo sean arrebatados del seno del hogar y los obliguen en contra de su voluntad a pertenecer a estos grupos guerrilleros ilegales, delincuenciales sin Dios y sin Ley, haciendo lo que les plazca, cometiendo cualquier acto inhumano, como violar a tus hijos, esposa, madre, hermanas, y tú, quedarte inmóvil sin poder hacer algo al respecto, sin ni siquiera poder ir a denunciar ante un organismo estatal. Los hechos desgarradores acontecidos por miedo a las represalias que podrías afrontar si lo hicieras, que los caminos, escuelas, veredas, ríos estén sembrados de campos minados, viviendo siempre en un estado permanente de miedo, de temor y zozobra. He tratado de entender y ponerme en la situación de todas las personas que vivieron estos vejámenes sucedidos en esa hermosa zona del Caquetá, la cual pude conocer muy bien, una selva tropical de difícil acceso, de ríos cristalinos y sus aguas puras filtradas por la misma naturaleza, el canto de los pájaros, el despertar con el aullido de los chimpancé, lluvias torrenciales que no dejaban ver la luz del día por varios días, terrenos irregulares y fértiles con pastos aptos para la ganadería y el cultivo, afluentes de aguas ricas en peces, la calidad humana de las personas y poder interrelacionar con los 122 Memorias Imborrables - Segunda Edición

indígenas de la región y conocer su cultura, su historia, narrada por ellos mismos y no leída a través de un libro, como la historia, del pueblo de Belén de los Andaquíes y de la Laguna de la Diosa del Chairá. Así, estando en mi segundo año de Oficial en el grado de subteniente, me encontraba al mando de uno de los mejores pelotones de la Compañía Méndez, del batallón de Contraguerrillas No. 12. Soldados que tenían una reputación única de ser valerosos, fuertes, con coraje y bien entrenados, se ganaron el respeto de la misma guerrilla ya que referían no enfrentarlos cuando llegábamos al área de operaciones; aunque la compañía Méndez estaba conformada sólo a 2 pelotes y cada pelotón estaba integrada por un grupo de 24 hombres en armas, 01 Oficial, 02 Suboficiales y 21 soldados y aun así estábamos dispuestos a luchar contra ese enemigo que nos superaba en número. Uno siente que es fuerte e invencible y que está preparado para enfrentar todo lo que se le presente durante la trayectoria de vida militar, eso es lo que yo pensaba, pero las cosas no son así porque se me presentaron hechos, y uno en especial que me dejó marcado para toda la vida y los recuerdos de esos acontecimientos perduran en la mente y estarán conmigo hasta que mi alma abandone este cuerpo, es un tatuaje no hecho con tinta sino con historias de sangre. Me encontraba desarrollando operaciones de registro y control militar de área en el sector de Milán Caquetá, por indicios de una posible toma por parte del grupo Guerrillero Farc, lo que sucedió fue que atacaron a la población de Valparaíso Caquetá, la orden emitida por el Comandante del Batallón de Contraguerrillas No. 12 “Diosa del Chairá”, el señor Mayor Burgos fue que procediéramos para allá de inmediato y al llegar en horas de la mañana del día siguiente me sentí como si estuviera en una película de ciencia ficción y que Steven Spielberg me gritaba: Luces, cámara y acción – Valparaíso – Caquetá “La toma” y yo iniciaba a caminar con mis soldados entrando al pueblo; pero no era ficción, estaba viendo frente a mis ojos una triste realidad mientras poco a poco ingresaba al caserío. Le daba órdenes a mis soldados para que prestaran la seguridad en las partes altas por si el enemigo estaba esperándonos para atacarnos, y cada paso que daba entraba a lo que quedaba de ése pueblo, destruido, devastado por el ataque indiscriminado por parte del grupo guerrillero de las Farc; vi casas incendiándose, vainillas por todos lados del parque, sangre esparcida en diferentes partes como si hubieran arrastrado a sus heridos o muertos, granadas de fusil sin explotar, huellas de metralla producto del Memorias Imborrables - Segunda Edición 123


cruente ataque perpetrado por los guerrilleros en las casas, en las calles, producto de las ráfagas de fusil, de las explosiones de granadas y cilindros lanzados por éste grupo al margen de la Ley. La estación de policía semidestruida y cerca de la entrada de la estación vi el cuerpo tirado de un agente de policía ya muerto con escombros encima de él, los demás policías al vernos llegar empezaron a salir atemorizados, cansados, con amargura y tristeza, unos lloraban, otros se sentaban y pedían agua; luego observo al soldado Linares quien era el puntero de mi pelotón señalándome con su mano y mostrándole a un hombre, como diciéndole hable con él. El señor casi desmoronándose en su andar se me va acercando poco a poco y con los ojos llorosos me pregunta si soy el comandante y yo le respondo que sí, él de inmediato me dice, que si yo puedo hacer el levantamiento de los cadáveres de los hijos que se encontraban fallecidos en la habitación de su casa, sus muertes ocurrieron mientras dormían, al explotar un cilindro lanzado por los guerrilleros en la vivienda, como respuesta, le manifiesto que yo no puedo hacer ningún levantamiento porque no tengo esa autoridad, le pido que me lleve a su casa para confirmar lo que me estaba diciendo, la verdad no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, su humilde vivienda se encuentra totalmente destruida, paredes caídas y sin techo. Decido entrar lentamente y empiezo a pasar por encima de las ruinas de la destrozada morada hasta llegar a la habitación donde dormían los niños, y al ver esa imagen espantosa me produjo un sentimiento de profunda tristeza, ver al primer niño en la esquina lejana del cuarto acostado en una cama pequeña, tenía barandas en madera destrozadas porque parte de la estructura del techo, tejas madera, ladrillos, estaban encima del indefenso cuerpo del niño ya que sólo podía ver una mano y parte del pie derecho, la cama no soportó el gran peso de todos esos escombros encima y la había partido dejándola en el piso. El segundo niño un poco más grande, se encontraba en la otra esquina de la habitación tirado encima de la otra cama boca abajo, su cuerpo se veía intacto pero sangraba por los oídos y la boca, tenía escombros sobre su cuerpo pero no como el otro niño; el tercer niño, el más grande de los tres se encontraba en el piso de la habitación, su cabeza estaba destrozada, sus sesos se encontraban regados por todo el piso de la habitación producto de la misma onda explosiva generada por la acción del cilindro lanzado por los guerrilleros de la Farc. 124 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Era una escena demasiado devastadora, me llené de sentimiento, de rabia y salí de la habitación para dirigirme a la estación de policía y vi el otro cadáver, sus compañeros lo habían sacado de una de las trincheras, luchó con valor y ofrendó la vida por salvar la de sus compañeros. Le informo que voy a dejar a una contraguerrilla en el pueblo y con la otra me iría a buscar a los responsables de este acto monstruoso de barbarie; reúno a mi contraguerrilla y me dirijo a buscarlos, caminamos por horas, pero no los encontramos habían huido en vehículos, y para evitar riesgos de ser emboscados o atacados ya que sólo éramos un grupo pequeño de 22 valientes hombres, decidimos regresamos al pueblo, a la parte alta para tener una mejor defensa en caso de ser atacados.

Imagen 2 A. Personal de Oficiales y Suboficiales del Batallón de Contraguerrillas No. 12 “Diosa del Chairá”

El panorama desde la parte alta cerca del humilde caserío era desalentador y triste, en contraparte de la vista hermosa del resplandor de una noche iluminada por la luna y las estrellas en las lejanas tierras del departamento del Caquetá, permaneciendo despierto y meditando lo acontecido en el pueblo de Valparaíso y lo que habían sufrido los habitantes de esa población y cómo podrían recuperarse del horror vivido y de reanudar nuevamente su vida. Memorias Imborrables - Segunda Edición 125


Hasta el día de hoy ha sido un trago amargo en mi vida pensar que en algún momento lo viví en carne propia las desgarradoras imágenes de la guerra, personas que no son combatientes pero que viven su propia guerra, mantuvimos la presencia militar hasta que la Policía Nacional se reorganizara con los refuerzos que le habían llegado para reforzar a la población de Valparaíso Caquetá y que destruyeran los artefactos explosivos que no habían explotado, que hicieran los levantamientos de los cuerpos de los tres niños y de los dos agentes que murieron en la toma guerrillera e hiciera lo pertinente en el caserío; luego nos dieron la orden de dirigirnos hacia Belén de los Andaquíes para realizar operaciones de registro y control militar de área y garantizar la paz y tranquilidad de la región.

Imagen 2 C. Área General de Operaciones, departamento del Caquetá.

Imagen 2 B. Personal de Oficiales y Suboficiales del Batallón de Contraguerrillas No. 12 “Diosa del Chairá”

Horacio Zuluaga Hurtado

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba»); Piloto de pruebas de mantenimiento del helicóptero Huey II; integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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LAS HUELLAS DEL CONFLICTO EN NIร OS DE ARAUCA Javier Arturo Quintero Poveda

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Por: Javier Arturo Quintero Poveda Este relato es basado en hechos reales, sin embargo, algunos nombres han sido cambiados para proteger la identidad de sus verdaderos protagonistas. Durante el desarrollo del conflicto armado en Colombia, Arauca ha sido una de las regiones más complejas y de presencia histórica de guerrillas, foco de un gran nivel de violencia, hostilidades, confrontaciones, movilización de tropas y lucha por el control territorial de grupos armados organizados partes del conflicto, contexto que ha desencadenado un gran impacto humanitario. Para octubre del año 2012, en el sur del área general del Municipio de Arauquita (Arauca) a orillas del Río Ele, delinquían estructuras del frente décimo de las Farc, que atacaban la ubicación de las tropas, ejecutaban acciones terroristas, efectuaban asesinatos, cometían atentados con explosivos contra la infraestructura económica y energética; además, utilizaban las milicias y el reclutamiento de menores de edad para desarrollar estas actividades ilícitas, para consolidar sus áreas bases y fortalecer las redes de apoyo. En las Veredas ubicadas sobre el Río Ele, durante muchos años existía zozobra e incertidumbre entre los campesinos generada por la presencia constante de las Farc en la región y los continuos enfrentamientos entre guerrilleros contra tropas del Ejército Nacional. El Ejército Nacional en desarrollo del Plan de Guerra “Espada de Honor”1, conducía intensas operaciones de combate irregular2 en la Región de Arauca, desplegadas por unidades pertenecientes a la Fuerza de Tarea Quirón de la Octava División, unidades que tenían como misión debilitar militarmente las estructuras de las Farc, forzar a la desmovilización, desarticular la capacidad armada y sus cabecillas, además consolidar las áreas de acumulación estratégica de este grupo armado organizado para mantener la paz y tranquilidad de la región. En la Vereda Caño Seco (sector también conocido como Laureles) del Municipio Arauquita se ubicaba una casa a orillas del Río Ele, en la cual 1

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Plan desplegado por el Ejército Nacional en enero de 2012 hasta diciembre de 2016, con el que se logró, por medio del esfuerzo de operaciones sostenidas, coordinadas, conjuntas e interagenciales en once zonas estratégicas del país, debilitar los grupos armados organizados en el desarrollo del conflicto armado (Obtenido de https://dicoe. mil.co/revista_ejercito/revista/Revista_193/plan-espada-de-honor-actitud-positiva-para-vencer.html) Acciones militares planificadas y coordinadas de combate que ejecuta una Unidad Militar, para darle cumplimiento a una misión en el campo de combate dentro del contexto del conflicto armado sin carácter internacional [Obtenido de EJC 3-10-1 Reglamento de Operaciones y Maniobras de Combate Irregular (Segunda ed.)]

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habitaba una familia pobre en condiciones básicas inadecuadas; familia conformada por el padre, madre y dos hijos varones menores de edad: José y Carlos de 10 y 13 años respectivamente. Un día de octubre de 2012 siendo las 08:00 de la mañana, la madre envió a los niños hasta la tienda ubicada en la Vereda Caño Seco a comprar unos alimentos para preparar almuerzo, los niños tenían que caminar un kilómetro de donde vivían para llegar hasta la tienda, recorrer un camino fangoso que se comunica con la vía principal que conecta la Vereda Laureles con Caño Seco. De regreso hacia su casa, siendo las 10:00 de la mañana y a pesar del clima cálido, José y Carlos venían muy alegres por llevar los alimentos para el almuerzo de su familia, caminaban animados y jugando; cuando fueron abordados en el camino por cinco hombres uniformados y armados pertenecientes al Décimo Frente de las Farc, quienes obligaron a estos dos hermanos a cargar en sus frágiles hombros unos costales llenos de armamento, municiones y granadas con el fin de ser llevados hasta el puente de madera que atraviesa el Río Ele que está ubicado detrás de su casa, punto por donde la comisión guerrillera cruzaría para continuar con su avance. José y Carlos intimidados por las imposiciones de estos guerrilleros no tuvieron más opción que obedecer, situación que atentó contra las normas del Derecho Internacional Humanitario en lo que refiere a la protección y el cuidado de los niños. Muy cerca de allí, en el desarrollo de las operaciones militares se encontraba un pelotón orgánico del Batallón de Combate Terrestre No. 29 al mando del Sargento Cifuentes, ejecutando un puesto de observación sobre esta trocha que conectaba con la casa de José y Carlos; esta unidad militar ya llevaba dos noches insertada en medio de la poca vegetación que brindaba el terreno, con informaciones que integrantes de las Farc se desplazarían por esta área y cruzarían el Río Ele transportando armamento para atacar una unidad del Ejército Nacional. Ya había transcurrido la mitad de la mañana, la temperatura y la humedad del ambiente aumentaba y a pesar de que la unidad no se había alimentado ni dormido adecuadamente. Los soldados continuaban en sus posiciones manteniendo la disciplina táctica; siendo las 10:40 de la mañana unos Soldados percibieron un movimiento extraño, se aproximaban por el camino fangoso los cinco hombres completamente armados vistiendo uniformes privativos de la Fuerza Pública aproximándose hacia la casa en una posición táctica con intención hostil, los Soldados de igual manera identificaron que en medio de estos guerrilleros caminaban junto a ellos los niños José y Carlos cargando en sus hombros unos costales. 132 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Los guerrilleros de las Farc se aproximaron a una distancia de 15 metros de donde se encontraba la unidad militar, de tal manera que fue inevitable el cruce de disparos entre las dos partes; en medio de esta confrontación quedaron José y Carlos los cuales asustados reaccionaron tirando los costales pesados al suelo y escaparon en medio de la vegetación alejándose del lugar donde ocurría la situación. Pasaron unos 10 minutos de combate, la madre de José y Carlos salió de su vivienda angustiada gritando “me los mataron”, el Sargento Cifuentes en medio de la situación le expresó a esta madre desconsolada que tratará de calmarse, que sus hijos estaban bien y que estos habían huido por medio del matorral pero que en cualquier momento iban a aparecer. En ese momento llega al lugar el Capitán comandante de la compañía que se encontraba muy cerca de allí; la unidad militar consolida el lugar de los hechos donde se halla muerto un cabecilla de esa estructura de las Farc con una gran cantidad de armamento, municiones y granadas, la unidad militar realiza el registro perimétrico para ubicar los niños; al pasar los minutos, una media hora aproximadamente, los valientes niños llegan a la casa de su familia algo atemorizados, con algunos rasguños causados por la maleza pero afortunadamente sanos y salvos, el Sargento Cifuentes verifica que no estuviesen heridos José y Carlos y hace entrega de los menores a sus padres, a lo cual la madre agradeció mucho a los Soldados por la afortunada acción. Habían pasado unos minutos después de la llegada de José y Carlos, y hace presencia ante la tropa un adolescente el cual manifestó llamarse Andrés, este se encontraba mal vestido, descalzo y asustado, le expresó a los Soldados que lo habían enviado unos miembros de la guerrilla de las Farc para que verificara qué había pasado, y con la tarea de recuperar el material de guerra que habían perdido en medio de la confrontación, de igual manera este le expresó al Capitán que se desempeñaba como auxiliar de la guerrilla y que en algún momento había escuchado sobre el plan de desmovilización que ofrecía el Gobierno Nacional y deseaba acogerse a este plan de manera voluntaria para no tener problemas más adelante con esa guerrilla. Esta unidad militar acoge a Andrés y le brinda la atención humanitaria, le da comida, agua y le pone el calzado; minutos más tarde llegan en helicóptero funcionarios de la policía judicial para hacer el levantamiento de la escena de los hechos. Ya finalizando la tarde Andrés es evacuado en la aeronave junto al cuerpo del guerrillero y el material de guerra incautado Memorias Imborrables - Segunda Edición 133


para continuar con los procedimientos ante la autoridad competente en la ciudad de Arauca. El anterior relato deja ver el compromiso de los Soldados integrantes de esta unidad militar, por su disciplina, el cumplimiento de las normas operacionales de las tareas impuestas y por supuesto por la aplicación de los principios y normas del Derecho Internacional Humanitario, pues en el momento de hacer el uso de las armas hicieron distinción entre población civil y combatientes, además tuvieron precaución en el ataque preservando la vida de civiles y sobre todo la de los niños que habían quedado en medio del fuego y que no participaban directamente en las hostilidades. Es inaceptable que un grupo guerrillero como las Farc involucre y utilice menores para actividades logísticas como el transporte de armamento e intendencia para realizar labores de inteligencia e incluso reclutar y entrenar a los menores para participar directamente en las hostilidades, actividad que atenta contra las leyes de la guerra y el Derecho Internacional Humanitario, normas que establecen unas obligaciones de cumplimiento no sólo a las fuerzas estatales sino también a los grupos armados organizados parte de un conflicto armado. Por estos hechos el Ejército Nacional le otorgó la medalla de Derechos Humanos “General José Hilario López Valdés” a los mandos que participaron en la acción heroica, por salvaguardar la vida de estos niños que habían quedado en medio de las hostilidades. El Sargento Cifuentes y uno de los Soldados Profesionales fueron premiados y enviados a integrar la Fuerza Multinacional y de Observadores (MFO) en la península del Sinaí en Egipto.

RECUERDOS DE UN ATERRIZAJE DOLOROSO Jesús Daniel Acosta Mora

Javier Arturo Quintero Poveda

Oficial del Ejército Nacional. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Magíster en Derechos Humanos y Derecho Internacional de los Conflictos Armados (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); estudiante de IX Semestre del Programa de Administración de Empresas (Universidad Militar Nueva Granada); Curso de Instructor en Derechos Humanos (Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, Fort Benning-Georgia – U.S.); integrante del Curso de Estado Mayor 2018 de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”.

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Por: Jesús Daniel Acosta Mora Como piloto militar e investigador de accidentes aéreos, en reiteradas ocasiones tuve que enfrentar el significado de la muerte; momentos inefables luego de acumular miles de horas de vuelo como tripulante a bordo de helicópteros medianos, cumpliendo misiones de evacuación aero-médica para salvar la vida de combatientes heridos en hechos que podrían ser épicos y más impactante aún la extracción de soldados, policías y guerrilleros que perdieron su vida en medio del desgarrador conflicto al interior de zonas de combate. En ocasiones, el deterioro de los cuerpos que debía transportar me hacía entender la rudeza propia de la guerra. Al mismo tiempo mi formación como investigador de accidentes aéreos exigía fortalecer la mente y el espíritu, para evitar que el impacto emocional derivado de enfrentar la escena de un siniestro aéreo donde generalmente ocurren fatalidades; obstruya el proceso científico para determinar los factores que causaron ese desafortunado suceso. Pero no sería sino hasta el 30 de abril de 2012, cuando mi profesión me haría reflexionar a profundidad sobre el valor de la vida, un tesoro incalculable que parecía esfumarse de repente y que ese día mientras aterrizaba como tantas veces lo hice me obligaba a comprender de manera tosca y cruel nuestra vulnerabilidad y fragilidad humana. Para ese entonces, en el grado de Capitán me desempeñaba como piloto operativo del helicóptero Bell 212, un equipo que puede ser utilizado para diferentes misiones y que la FAC lo emplea para enfrentar la amenaza narcoterrorista; contábamos con un total de cinco aeronaves de ese tipo, pertenecientes al Comando Aéreo de Combate No.3 (Base Aérea Ernesto Pauwels) que comparte la pista del aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla. Un numeroso y unido grupo de Oficiales y Suboficiales quienes integrábamos el Escuadrón de Combate 313 cumpliendo diferentes misiones a bordo de las aeronaves asignadas a lo largo de una extensa zona del norte del país. La noche anterior, el Mayor Cardona comandante del Escuadrón a quien conocíamos como ¨Sharpei¨ por su distintivo de llamado único que utilizamos los pilotos militares (call sign) y con quien había desarrollado gran empatía, me había designado junto con mi tripulación para cumplir una 136 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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nueva misión, un requerimiento elevado por parte de la Segunda Brigada del Ejército Nacional para la extracción de un subversivo neutralizado en medio de enfrentamientos y hostigamiento a las tropas en el área rural del municipio de El Banco (Magdalena), lo que obligaba a desplazar la aeronave para realizar dos entradas al helipuerto dispuesto por las unidades en tierra; la primera de ellas con la intención de ingresar funcionarios de la Fiscalía General de la Nación que cumplirían con el procedimiento legal, y la segunda para la extracción del cuerpo y de las personas que habían ingresado al sitio. A primera hora del día fue preparada nuestra aeronave y la tripulación se encontraba lista para realizar el vuelo de acuerdo con una minuciosa planeación; antes de iniciar motores me entrevisté brevemente con nuestro Comandante de Escuadrón para ultimar detalles, sin sospechar siquiera por un instante que sería la última vez que tendríamos la oportunidad de hablar personalmente y que su luz por lo menos en la dimensión terrenal se apagaría, pues si tan solo en la utopía de mis pensamientos hubiese recordado que no tenemos asegurado el futuro de nuestra existencia le habría demostrado en ese instante cuánto me importaba. Era una mañana soleada, afanosamente la temperatura aumentaba como suele suceder en la costa Caribe colombiana, sumado a ello el uso obligatorio de chalecos de blindaje hacía más desgastante y exigente la ejecución de nuestra tarea; al tiempo la tensión acrecentaba debido a la amenaza enemiga generando muchas emociones propias solamente de los aviadores que con profundo sentimiento de amor por lo que hacen agradecen al cielo que los dejó volar y les permite regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido. El vuelo de retorno a nuestra unidad de origen era tranquilo, la tarde empezaba a caer y con ella los primeros visos de arreboles, una magna vista nos acompañaba sin la más mínima presunción de lo que nos faltaba por contemplar; luego de aproximadamente una hora y media de vuelo nos acercábamos a la población de Sabanagrande Atlántico, el nombre de un pueblo que quedaría plasmado en mi recuerdo y que coincidía como punto de notificación y comunicación obligatoria ante el control de tránsito aéreo. Fue precisamente el controlador de tránsito aéreo de la frecuencia ¨Barranquilla Aproximación¨, quien nos daría esa primera alerta indicándonos que éramos requeridos de manera urgente por el Centro de Comando y Control de nuestra base aérea, lo que hizo evidente nuestra preocupación al denotar un alto grado de exaltación en el mensaje que nos estaba 138 Memorias Imborrables - Segunda Edición

transmitiendo. Inmediatamente iniciamos contacto radial con el Oficial Comandante de Batalla encargado de administrar las operaciones en el Centro de Comando y control, obteniendo entonces una terrible noticia: había sido informado del accidente de una aeronave tan solo minutos antes, coincidiendo con la pérdida de toda comunicación con el helicóptero de matrícula FAC 4020 que pertenecía a nuestro escuadrón de combate; un impactante mensaje que pedía más tiempo en nuestra mente para que fuese comprendido. El estupor me invadía la conciencia: ¿Cómo era posible que estuviese ocurriendo? ¿Había otra aeronave del escuadrón volando?; no lograba entender ni controlar la avalancha de pensamientos que inundaban mi ser; sin embargo, la experiencia me hizo actuar rápidamente para pedirle a mi tripulación que realizara una buena observación del área para identificar algún signo que nos indicara el lugar del accidente, contemplando en nuestros corazones la posibilidad de encontrar con vida a nuestros compañeros y amigos. Hizo falta poco tiempo para que mi copiloto captara en el horizonte una señal que llamaba nuestra atención, una profusa columna de humo que se elevaba incluso por encima de nuestro nivel de vuelo y que hacía temer lo peor; no podría enumerar la cantidad de pensamientos que con vehemencia me asaltaban a medida que ajustaba los controles de vuelo para dirigirnos hacia esa ubicación, al tiempo que el silencio y la frustración se hacían presentes. Era más que confirmado el siniestro, un esbozo de lo que enseguida tendría que presenciar; inmediatamente le pedí al primer Oficial que tomara contacto con el Oficial de operaciones para obtener autorización de ingreso a la zona, sin lograr una pronta respuesta; en fracciones de segundo tomé la decisión de aterrizar aun sabiendo que modificar la orden de vuelo sin el permiso de mis superiores y teniendo bajo nivel de combustible podría significar una grave falta, aunque no era más preocupante que la necesidad de brindar primeros auxilios a los posibles sobrevivientes. A medida que descendíamos ya eran miles de curiosos y espectadores que se abrían paso a nuestra aproximación, el toque a tierra brindó una escena dantesca que era difícil digerir, ¿cómo era posible que una aeronave de 11.200 libras simplemente desapareciera en cenizas?, en medio del fuego, los cuerpos destrozados y las huellas de un impacto de gran magnitud resaltaba solamente el rotor de cola y su matrícula impresa: no había duda que era el FAC 4020. Memorias Imborrables - Segunda Edición 139


La vista ofrecía una impactante imagen que quedaría plasmada en nuestro recuerdo, un corolario que dejaría pasmado aún a quien pudiese asegurar que posee un recio carácter, la tristeza era infinita, en pocas palabras la mejor representación de la antítesis de la vida que solamente me haría despertar de mi perplejidad al observar con coraje y rabia la manera como algunas personas trataban de tomar las pocas pertenencias o material de guerra que se había salvado de las llamas. Era evidente que la esperanza de encontrarlos con vida se había esfumado por completo; en medio de lágrimas debía volver a la cabina de mi helicóptero y volar hacia la base para regresar con ayuda, un vuelo corto de aproximadamente 7 minutos que parecía eterno, mientras que el temblor de mi cuerpo amenazaba con bloquear todos mis sentidos. Solamente al establecerme en la base, comprendí que esta tragedia había cobrado la vida de los cuatro integrantes de la tripulación, del Mayor Cardona y sus pasajeros, tres Oficiales de inteligencia, un Subintendente y cinco Patrulleros de la Policía Nacional. En total, fueron 13 almas que partieron de este mundo cuando se desplazaban a cumplir con su deber consistente en el planeamiento de operaciones de interdicción aérea para el restablecimiento del orden público en el Nudo de Paramillo. Una experiencia a modo de catarsis que todavía tenía más para entregar: uno de los Oficiales de inteligencia a bordo era mi gran amigo, compañero y padre de familia: Capitán Fernando Alfonso Rodríguez Amórtegui quien dejaría anclada su risa en los corazones del Curso 73 de Oficiales FAC. Al día siguiente, mientras irónicamente trabajaba como investigador en la escena del accidente y realizaba la recolección de los restos absorto, en mis pensamientos trataba de no perder la cordura; la partida de seres queridos, amigos y compañeros nos hace recordar que somos humanos en toda su expresión, la evanescencia de la vida parece reconocer que la muerte es un axioma universal, pero nada nos prepara para lidiar con un suceso de semejantes proporciones, aunque sabemos que su memoria y su legado jamás serán olvidados. En memoria de: • Mayor, Jorge Abel Cardona García (Piloto FAC). • Subteniente, Héctor Alejandro Vega Cuevas (Copiloto FAC). • Técnico Subjefe, Elver Ángel Sierra (Tripulante FAC). • Técnico Cuarto, José Manuel Pineda Arellano (Tripulante FAC).

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• Teniente Coronel, Luis Rodolfo Sánchez Suárez (Cdte. Grupo Inteligencia Aérea Comando Aéreo Combate No.3). • Capitán, Fernando Alfonso Rodríguez Amórtegui (Oficial Grupo Inteligencia Aérea Comando Aéreo Combate No.3). • Teniente, Leonardo Andrés Ramírez Grajales (Oficial Comando Aéreo Combate No.3). • Subintendente, Faber Fandiño (Policía Nacional). • Patrullero, John Molina (Policía Nacional). • Patrullero, Carlos Benavides (Policía Nacional). • Patrullero, Alveiro Torres (Policía Nacional). • Patrullero, Julio Díaz (Policía Nacional). • Patrullero, Nicolás Quintero (Policía Nacional).

Jesús Daniel Acosta Mora

Oficial Piloto de la Fuerza Aérea Colombiana; Administrador Aeronáutico (Escuela Militar de Aviación ¨Marco Fidel Suárez¨); International Flight Safety Officer USAF – Oficial de Seguridad Operacional e Investigador de Accidentes Aéreos (Escuela de Posgrados de la Fuerza Aérea Colombiana); aspirante al título de Especialista en Seguridad y Defensa Nacional e integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018 (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”). Contacto: danielsan411@hotmail.com

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ALAS ROTAS SOBRE LOS LLANOS ORIENTALES Fernando Leรณn Camargo

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Por: Fernando León Camargo La situación de orden público que se presentaba en ese entonces en los departamentos de Arauca y Casanare era bastante compleja, pues en la región convergían estructuras delictivas de las autodenominadas fuerzas armadas revolucionarias de Colombia Farc, el Ejército de Liberación Nacional, Eln y de las Autodefensas Unidas de Colombia AUC (El Universo, 2005), cuyos integrantes en su mayoría eran de la región, conocían a la perfección el área y se valían de las condiciones del terreno para realizar sus acciones y escabullirse con facilidad de las autoridades, lo cual se veía reflejado en los constantes ataques en contra de los organismos del estado y sobre todo de la infraestructura energética y vial de la región. Debido a la preocupación del Gobierno Nacional para restablecer el orden público en esa región y dentro de los lineamientos del “Plan Colombia”, se implementó en el departamento de Arauca con sede en Saravena, el que se llamó “PLAN ESCUDO” que consistió en la adquisición y designación de 10 aeronaves (08 helicópteros Bell UH-1H II y 02 helicópteros UH-60L Black Hawk) en apoyo continuo a las unidades militares en el área y a las autoridades civiles del departamento de Arauca, con disponibilidad durante las 24 horas del día quienes tenían la misión de realizar todos los requerimientos necesarios con el fin de restablecer y mantener el orden público en la zona. Adicional a lo anterior, el departamento de Arauca además de ser una hermosa región caracterizada por la templanza de sus habitantes y la belleza de sus paisajes, también es reconocido por ser uno de los departamentos con las mayores reservas de petróleo del país, allí inicia el oleoducto más importante del Estado, que va desde Caño Limón, atraviesa las cordilleras oriental y central y llega hasta Coveñas, donde finalmente sale el crudo para ser comercializado en el exterior. En esta confluencia de intereses tanto del estado por proteger sus intereses dentro de los cuales está el bienestar de los colombianos y la infraestructura nacional como de los grupos armados al margen de la ley que incansablemente luchan ciega e inexplicablemente por sus desdibujados ideales. Transcurren los hechos sucedidos el 08 de julio de 2005 en Saravena – Arauca, donde murieron 4 héroes de la patria. En el presente relato no pretendo controvertir declaraciones que el Ejército y los medios de comunicación hicieron en su momento ni concluir 144 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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una investigación y mucho menos esclarecer lo sucedido, mi intención simplemente es recordar y hacerle un homenaje a 4 compañeros de armas que ofrendaron su vida en el cumplimiento de su misión y que al final de todo también son víctimas del conflicto. Ahora, es oportuno hablar un poco de algunos sucesos personales que viví al lado de estos verdaderos héroes y de cómo tuve la oportunidad de conocerlos, de despedirlos y ahora de relatar los hechos que hoy pertenecen a la memoria histórica no sólo del Ejército sino de todos los Colombianos y que consideró importante conocerlas, ya que no solamente los civiles son víctimas del conflicto, también los miembros de la Fuerza Pública en representación del Estado son víctimas y merecen ser recordados; y mi propósito es además de sensibilizarnos un poco y de rendirle honor a sus memorias, pues hicieron su sacrificio supremo con total convicción de lo que les significó la protección y defensa de los intereses del Estado, dentro de los cuales el principal es la vida de las personas. Ahora, me voy a permitir hablar un poco de mi carrera y de la forma en la que estos 4 héroes se cruzaron en mi camino. El primero de junio del año 2001 me gradué de la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba” como Oficial del Arma de Caballería y fui trasladado al Grupo de Caballería Mecanizado No. 2 “Juan José Rondón” ubicado en el municipio de Buenavista del departamento de la Guajira y un año después el Ejército me dio la oportunidad de presentar exámenes para ingresar a la aviación, donde después de rigurosos exámenes finalmente fui seleccionado y clasificado como apto para iniciar curso de piloto de ala rotatoria. Para mí, la aviación era un campo totalmente desconocido, sin embargo, mis expectativas eran bastante grandes y bastante buenas; cuando empecé el curso de inducción a la aviación en el Instituto Militar Aeronáutico de la Fuerza Aérea, el cual estaba diseñado para introducirnos a la cultura aeronáutica y adquirir los conocimientos básicos para volar una aeronave, me encontré con un grupo de 20 Oficiales que al igual que yo estaban llenos de expectativas y de sueños dentro de los cuales se encontraba mi Teniente Marriaga Cortés Heider Albert, quien había sido Suboficial y tuvo la oportunidad de incorporarse como Oficial del Ejército en el curso extraordinario que inició el 30 de enero de 1998, un mes después de mi incorporación a la ESMIC. Él me llevaba 1 año y medio de antigüedad, en ese entonces al igual que yo éramos Subtenientes y gracias a esto tuve el honor de compartir clases y entrenamiento durante el curso de inducción a la aviación antes 146 Memorias Imborrables - Segunda Edición

mencionado, y más adelante en el curso básico de ala rotatoria que también hicimos en la Escuela de Helicópteros de la Fuerza Aérea en CACOM 4, cuyas instalaciones están ubicadas en el municipio de Melgar, departamento del Tolima y finalmente en el curso de transición y entrenamiento de misión en el equipo HUEY II con la empresa contratista Enterprise Integration Corporation (EIC), quienes como parte del programa de “Plan Colombia” se encargaban de brindarnos este tipo de entrenamiento antes de salir a desempeñarnos como parte de una tripulación en operaciones. Mi Teniente Marriaga siempre se destacó por ser un alumno aplicado, su dedicación y convicción para cumplir con sus deberes eran cosas por las que siempre se destacó entre los demás, además porque era una persona muy sencilla, supremamente amable y muy respetuoso en el trato para con sus superiores, compañeros y subalternos. Cuando terminamos todo el proceso del entrenamiento y finalmente estuvimos listos para desempeñarnos como pilotos de combate, hicimos presentación en el Batallón de Helicópteros y fuimos designados a la Compañía Foxtrot donde estaban asignados los helicópteros UH-1H II más conocidos como HUEY II, los cuales son monomotores muy versátiles y con grandes capacidades para desarrollar todo tipo de misiones de combate, apoyo de combate y apoyo de servicios para el combate, por lo que nuestras expectativas una vez más crecieron, llenándonos de ilusiones, sueños, metas y aspiraciones por llenarnos de gloria, de ser los mejores pilotos del mundo y de aportar al Estado todo lo que habíamos aprendido a lo largo de casi dos años de entrenamiento. Y fue allí donde me encontré con un Ejército muy diferente al que había dejado en mi antigua unidad, pero al referirme a la palabra “diferente” lo hago en el sentido del profesionalismo de sus Oficiales, Suboficiales y soldados en general, pues los soldados eran una parte fundamental en el área ya que eran los encargados de la operación, del armamento durante el vuelo; y entre estos soldados estaban como muchos otros que integraban la familia de Huey, los Soldados Oscar Álvarez y Tito Vera, y al referirme a una familia, es porque así nos sentíamos todos, éramos parte de la familia del equipo HUEY II, planeábamos las operaciones juntos, compartíamos casi todo el tiempo en operaciones y es por esto que se desarrollaba una gran sinergia que fortalecía el CRM (Crewship Resource Management) Gestión de Recursos de Tripulación, lo cual se convertía en una enorme fortaleza en el momento de operar las aeronaves, pues se requiere una gran coordinación entre todos y cada uno de los miembros de una tripulación para entender Memorias Imborrables - Segunda Edición 147


con claridad las instrucciones y desarrollar las tareas en forma adecuada en vuelo, lo que finalmente lleva a feliz término una misión. Como las tripulaciones eran relativamente nuevas e inexpertas en la cultura de aviación, el Plan Colombia incluyó dentro de su planeamiento a una empresa contratista llamada DYNCORP para que se encargara del mantenimiento y de la operación de las aeronaves mientras que el Ejército adquiría tal experiencia, debido a lo cual había una gran cantidad de personal civil contratista relacionado con el mantenimiento y la operación de las aeronaves, dentro de los que se encontraba el Sr. Capitán retirado de la Policía Nacional, Nicolás Morelli, barranquillero de nacimiento y por sus raíces, muy compañerista y alegre, al lado de quien también tuve el honor de volar en el campo aéreo de Tumaco – Nariño desempeñándome como su piloto y realizando todo tipo de misiones propias de la Aviación del Ejército unos meses antes de su despedida. El martes 05 de julio de ese año como era costumbre me encontraba terminando mi turno de operaciones en el campo aéreo de Saravena hoy en día Batallón de Movilidad y Maniobra de Aviación No. 8, y recuerdo que quienes salíamos de relevo entusiasmados cogimos nuestras maletas y nos dirigimos a esperar el avión del relevo en el aeropuerto, colonizadores de Arauca en Saravena; en el relevo entrante llegaron: mi Teniente Marriaga, mi Capitán (RA) de la PONAL Nicolás Morelli y los Soldados Oscar Álvarez y José Tito Vera Caleño, a quienes como es costumbre en el Ejército me les presenté, saludé y me despedí deseándoles los mejores éxitos en su turno de operaciones sin saber que esa despedida iba a ser para siempre, pues unos días más tarde entregarían sus vidas al servicio de la patria. El viernes 08 de julio de 2008, a las 16:00 horas aproximadamente mientras las tripulaciones que prestan disponibilidad en la noche (visores) se encontraban alistando las aeronaves para garantizar una rápida reacción en caso de ser requerido, tropas del Batallón de Contraguerrillas No. 44 reportan fuertes combates en coordenadas N063844 – W713227 ubicadas entre los caseríos del Botalón y Matecaña a 17 millas náuticas al NE de la población de Tame y a 26 millas náuticas de Saravena; quienes solicitan una misión de apoyo de fuego al puesto de mando del Batallón de Helicópteros en Saravena, por lo que las tripulaciones de las dos aeronaves HUEY II que se encontraban armadas en configuración “cazador” (aeronave equipada con 02 ametralladoras GAU 17), una al mando del Sr. Ct. (RA) de la PONAL Nicolás Morelli, él Te. Marriaga Cortés Heider quien se desempeñaba como Piloto y los Soldados Álvarez y Vera como Artilleros; y la otra (cazador 2) al mando 148 Memorias Imborrables - Segunda Edición

del Sr. St. Estrada Olivares Jorge, son llamados y proceden de inmediato a la sala de operaciones para recibir la información, realizar coordinaciones y posteriormente salir a realizar el requerimiento en el menor tiempo posible. Ya en el aire, después de 15 minutos de vuelo y próximos a llegar a las coordenadas que la tropa había reportado; siendo aproximadamente las 17:15 horas, establecen comunicación con la unidad comprometida y solicitan que los orienten sobre el terreno, ya que por ser un área de llanura y cerca de caseríos habían muchos caminos y pequeños brazos del Río Ele que hacían difícil su identificación y ubicación por lo que el comandante de misión aérea decide descender para tratar de identificar el color de los brazaletes de las propias tropas para evitar fratricidios. Unos segundos después son hostigados con fuego nutrido siendo impactado el cazador líder que era quien había descendido primero, seguido a esto, anuncia que va a salir del área y reporta “líder saliendo del sitio”, el Cazador 2 los sigue, ascienden a una altura de 2.000 pies sobre el terreno y toman rumbo hacia Saravena, pasan por la población de Fortul y faltando 6 millas para llegar a Saravena, con las instalaciones de la base ya a la vista inician descenso para configurar su aterrizaje pero justo en ese momento el piloto al mando del cazador líder, Ct. Morelli informa que tiene prendida la luz de precaución de aceite de la transmisión y chip detector (CHIP DET) y en seguida mi Teniente Marriaga reporta “aterrizando”. A las 18:10, el EJC – 404 hace contacto con el terreno y se accidenta en coordenadas N065206 – W714916 en la vereda San Joaquín a 4 millas náuticas del puesto de mando del Batallón de Helicópteros en Saravena; mientras el cazador 2, al mando de mi Teniente Estrada, orbita sobre el helicóptero accidentado y pide al puesto de mando que envíen una aeronave utilitaria para ingresar al área y evaluar la situación. A las 18:20, llega al sitio del accidente el helicóptero utilitario solicitado, el cual ya había sido enterado de la situación y estaba listo a reaccionar; la aeronave aterriza en el área más cercana posible al helicóptero accidentado y los tripulantes descienden para buscar a la tripulación y evacuarla del sitio en el menor tiempo posible, sin embargo, los tripulantes encuentran a mi Ct. Morelli, a mi Teniente Marriaga y al Soldado Profesional Vera sin vida, pero logran rescatar al Soldado Profesional Oscar Álvarez, quien se encontraba fuera de la aeronave gravemente herido y consciente todavía, lo suben a la aeronave y despegan de inmediato hacia las instalaciones del dispensario del Grupo de Caballería Mecanizado No. 18 “Reveiz Pizarro” pero debido a su grave estado de salud se decide trasladarlo a la ciudad de Arauca. Memorias Imborrables - Segunda Edición 149


Desafortunadamente antes de despegar, siendo las 19:45 también fallece (División de Aviación Asalto Aéreo, 2012).

rotor perdiera revoluciones y con esto que perdiera sustentación, lo que ocasionó que la aeronave se accidentara.

Todos ellos fueron grandes compañeros de armas, profesionales en todo el sentido de la palabra, excelentes pilotos y artilleros que un día dejaron a sus padres, esposas, hijos, hermanos y amigos para cumplir con su deber pero que desafortunadamente quizás ese mismo día al igual que yo, los despedimos para siempre.

En honor a estos héroes de la patria hoy en día el Batallón de Aviación No. 8 con sede en Saravena, departamento de Arauca, lleva el nombre de mi Capitán Heider Albert Marriaga Cortés; sin embargo, está claro que ningún homenaje, reconocimiento u ofrenda va a recuperar las vidas de aquellos que las ofrecieron al servicio del Ejército y del pueblo colombiano en cumplimiento del mandato constitucional a bordo del helicóptero EJC404 “Cazador Líder” aquel 08 de julio del año 2005 en la vereda San Joaquín del municipio de Saravena.

Ilustración 1. Mapa y ruta accidente EJC-404, julio 08 de 2005. Tomada del Programa Falcon View

Según algunos medios de comunicación la aeronave se precipitó a tierra por problemas mecánicos de mantenimiento; otros dijeron que las malas condiciones meteorológicas de la zona fueron la causa del accidente (Redacción El Tiempo, 2005) y otros dijeron que no se habían establecido las causas (El Universo, 2005), sin embargo, lo cierto es que la aeronave presentaba múltiples impactos por armas de fuego y de acuerdo con la investigación realizada por seguridad aérea del Batallón de Helicópteros y a las últimas comunicaciones que salieron de la aeronave, todo apunta a que debido a la gravedad de los daños causados por los impactos de las armas de fuego presuntamente de las autodenominadas Farc (Caracol radio, 2005); la transmisión de la aeronave drenó todo el aceite para que la aeronave funcionara y se pudiera mantener en vuelo, lo cual causó que el 150 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Fernando León Camargo

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; Especialista en Conducción de Unidades Militares; Especialización en el Arma de Aviación. Con cursos de entrenamiento en: Lancero; Contraguerrillas Rural; Básico de ala rotatoria; Básico de vuelo por instrumentos; Seguridad Aérea y Facilitador de Manejo de Recursos de Tripulación. Igualmente, Piloto Instructor de Vuelo; Piloto Instructor de Vuelo por Instrumentos; Piloto Instructor de Vuelo en Montaña a Gran Altitud.

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PACร FICO COLOMBIANO UNA HERIDA ABIERTA DEL CONFLICTO Alejandro Enrique Asela Rosas

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Por: Alejandro Enrique Asela Rosas

Imagen 3:. De izquierda a derecha: CC Alejandro Asela, S3 Toro Julina y MA1 Carlos Pérez

No decidí nacer y crecer en un país en conflicto, pero esa adversidad si ha sido parte de mi vida, de mi familia y de mis compatriotas. Sus orígenes y motivaciones siempre han sido un gran interrogante para mí, y por más que he estudiado, leído, explicado y hasta vivido de cerca sus efectos, hoy en día, después de 22 años de servicio a Colombia como Oficial Naval de la Armada Nacional, sigue siendo una gran incógnita. Me resulta difícil, para evitar decir que imposible, conocer qué incita a unos hombres que se equivocaron de rumbo, a ejercer un grado de violencia letal hacia una población civil y hacía unos jóvenes Soldados -de tierra, mar y aire- devotos a defender su patria, como tuve la oportunidad de presenciar en el Pacífico colombiano. Es ese pensamiento el que motiva los próximos párrafos de este relato, son esas imágenes dando vueltas en mi cabeza las que quiero compartir, son esos sentimientos difíciles de transmitir los que quiero publicar. Más por deseo y vocación de servicio que por capricho o suntuosidad, tuve la fortuna de ser Piloto Naval: una oportunidad profesional y personal valiosa para un hombre deseoso de ofrecer sus servicios a su país, un tripulante que fue designado por la Armada Nacional para servir al mar desde el cielo. Fue entonces desempeñando ese rol, que tuve la bendición 154 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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de ser trasladado en diciembre de 2013 al Grupo Aeronaval del Pacífico con sede en Juanchaco (Valle del Cauca). Aunque ya había navegado en varias ocasiones el mar de Balboa y volado en esta costa colombiana, el llegar trasladado a dicha Guarnición era asumir que esa sería mi casa por los próximos años, mi permanencia ya no era cuestión de días o semanas. Resulta innegable la majestuosidad de la Bahía de Málaga, ampliamente conocida por el apareamiento de las yubartas y su riqueza en flora y fauna. Sin embargo, el trajín operacional que demandaba la Fuerza Naval del Pacífico, me llevó a descubrir cada rincón de esta zona geográfica del país. Cada destino era maravilloso y único, pero que en su conjunto hacen del Pacífico un resguardo de calma, fruto del contraste de la tierra oscura de la playa, el cielo gris, la espesa vegetación y el azul profundo del Pacífico, imposible no tener grabada esa imagen en la memoria. Es ese mágico escenario el telón de fondo de este relato. Si bien recuerdo que el suceso fue un sábado en la tarde del mes de agosto de 2014, no recuerdo su fecha exacta, tal vez porque ese día, como los demás de cualquier otra semana, estaba impregnado de la cotidianeidad de mi rol como piloto; transportando personal, haciendo apoyos logísticos a las unidades de Infantería de Marina desplegadas en tierra o evacuando heridos. Sin embargo, esta misión era muy diferente, y desde su planeamiento en el Centro de Operaciones en la Brigada de Infantería de Marina No. 2 en Buenaventura identifiqué su particularidad. Debía proceder a un punto en cercanías a la central hidroeléctrica Bajo Anchicayá dentro del Parque Natural Los Farallones (Valle del Cauca) y trasladar el cuerpo de un Soldado Profesional del Ejército Nacional que había fallecido ahogado intentando cruzar un río. Pensé inmediatamente en el dolor de la familia de este héroe, el sufrimiento de una madre al recibir una noticia de tal magnitud, y en lo personal, fue una reafirmación del riesgo que corre la vida en esta sublime profesión. Una vez me dieron las coordenadas exactas a donde debía proceder, inicié las acciones propias para este tipo de operaciones: chequear la meteorología, confirmar las frecuencias de contacto, hacer la orientación de la misión1 con la tripulación, etc. Aquí quiero detenerme para expresar y honrar el profesionalismo y compromiso de la tripulación que estuvo conmigo en esa situación, hombres valerosos y leales que en todo momento entendieron la importancia de la operación. Estaba clara la ruta hacia un área que había sobrevolado días antes, ubicada a 20 minutos de Buenaventura. 1

La orientación de la misión es un procedimiento estándar de la operación aeronaval donde siguiendo un formato debidamente estipulado el Piloto Comandante de la Aeronave, informa a los tripulantes de la aeronave sobre el objetivo de la misión, las condiciones meteorológicas esperadas, se recaban las tareas de cada uno y se repasan las posibles contingencias.

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El punto de aterrizaje estaba localizado junto a una quebrada en medio de una espesa vegetación con árboles altos que dificultaban determinar la dirección del viento, esencial en esta fase del vuelo, por lo cual se solicitó colocar humo para tener claridad del punto, además de confirmar que el área estuviera asegurada dando cumplimiento a las instrucciones de coordinación realizadas. Si bien el humo fue puesto en el momento y lugar indicado, este provenía de una granada lacrimógena, cuyos efectos no tardaron en ser presentes, generando una situación de emergencia durante el tramo final de la aproximación. Tanto el copiloto como yo, escasamente podíamos abrir los ojos para ver el punto de aterrizaje y chequear los instrumentos de vuelo, y un sobrepaso no era una opción por las características físicas del punto (árboles altos y área muy pequeña). Una vez en tierra, se verificó el estado de salud de la tripulación, sus vías respiratorias fueron afectadas, el estado de alerta se mantuvo en el nivel apropiado, esencial en un área donde había presencia de grupos armados al margen de la ley, que como lo mencioné, su objetivo era causar un daño letal a la Fuerza Pública y población civil en general. Luego de un par de minutos, y con el helicóptero prendido, se autorizó abordar el cuerpo del Soldado, como Comandante de la aeronave seguí visualmente cada movimiento de los hombres en tierra y del área en general, era notorio el golpe moral recibido por los integrantes de esa unidad del Ejército. Una vez abordaron el cuerpo, el cual venía en una camilla improvisada de madera, quedó grabado en mi mente cada detalle. Ese héroe de la patria aún mantenía su glorioso uniforme camuflado, la rigidez cadavérica ya había hecho su trabajo, su brazo izquierdo estaba doblado al igual que su pierna derecha, pero lo que más me impactó era la expresión de angustia en el rostro de ese hombre que podría tener 22, máximo 25 años. Deseaba en lo profundo de mi ser, que no hubiese sufrido, que hubiese recibido ese tránsito a la eternidad con mucha serenidad, al tiempo que elevé una plegaria en silencio por su descanso eterno, pidiendo protección para mí, mi tripulación y mi familia. El vuelo de regreso a la Brigada de Infantería de Marina No. 2 en Buenaventura, además de tranquilo, se caracterizó por un silencio profundo, nadie de la tripulación pronunciaba una palabra. El Cabo del Ejército que venía con el cuerpo miraba a través de la ventana del helicóptero hacia esa espesa vegetación, no pude contener mi deseo de saber qué había sucedido. El Suboficial con la voz entrecortada, me dice: “mi Capitán hace Memorias Imborrables - Segunda Edición 157


dos meses entramos, ayer en la tarde nos hostigaron y tuvimos que cruzar un río, el Soldado iba en la mitad cuando se subió el nivel repentinamente, lo arrastró, no supimos qué pasó y hasta esta mañana lo encontramos”. El Pacífico colombiano y en especial esa zona se caracterizan por tener una pluviosidad muy elevada, dicen que la más alta del mundo; así que el incremento repentino en los caudales de las quebradas y ríos es muy común, lo que, sumado a los cambios de mareas tan pronunciados, hacen que dicho fenómeno sea más prominente y más evidente desde el aire como lo he presenciado. Así como es precioso y único el Pacífico, sus aguas y clima son tan cambiantes que inspiran un profundo respeto en los marinos y aviadores, en ese sentido, decía un antiguo Comandante de una Fragata Misilera en la que estuve embarcado “el Pacífico de Pacífico solo tiene el nombre”. Una vez llegamos a Buenaventura, el cuerpo lo bajaron del helicóptero y lo pusieron en una ambulancia, el Cabo siempre pendiente de su Soldado, atento a cada uno de los movimientos de los enfermeros que manipulaban el cuerpo; se notaba el liderazgo de ese hombre, era fácil identificar que era su Comandante de Escuadra, quien de manera notable expresaba en su cara ese sentimiento de dolor y asombro por la pérdida de ese héroe de la patria. El Cabo antes de subirse a la ambulancia, se acercó a mi ventana y me dijo: “muchas gracias mi Capitán”. Son solo cuatro palabras que a veces son recurrentes, a veces son por cortesía, y en otros casos, como este, materializan el objeto de ser militar y poder decir, misión cumplida. Una vez vi que la ambulancia se alejaba, se vino a mi cabeza el mismo pensamiento con el que abrí este relato, este muchacho, héroe de Colombia, que hoy tuve la misión de trasladar; no había decidido nacer en un país en conflicto, y mucho menos ser una víctima de él. Al igual que yo, él también había decidido servir a su país de manera voluntaria y abnegada. Desafortunadamente, la naturaleza prístina no lo favoreció, no es culpa del Pacífico, la responsabilidad era de esos grupos ilegales que delinquían en esta zona del país (antiguas Farc principalmente-) que atentó contra la integridad de ese Soldado y sus compañeros, obligándolos a tener un hábitat indomable que no anuncia cuándo sus ríos crecen, cuándo inicia la tormenta o cuándo llega la calma. Fue ese sábado de agosto de 2014, luego de ejecutar esa misión de vuelo, que concebí que el Pacífico colombiano al igual que el héroe de Colombia al que honro en este relato, eran víctimas de un conflicto. El primero era el escenario donde unos individuos inescrupulosos habían decidido refugiarse y aprovecharse de sus encantos para desarrollar sus 158 Memorias Imborrables - Segunda Edición

negocios ilícitos como minería ilegal y narcotráfico, con incalculables daños a su biodiversidad e irreparables heridas a sus pobladores. El segundo, por su parte, buscaba retornar la tranquilidad a una comunidad que ha sufrido los embates de un conflicto interno, así como proteger la riqueza natural de un Pacífico de todos los colombianos. Este relato si bien se ha centrado en un caso particular, lo quise compartir por la incidencia que tuvo en mí a nivel personal, porque me llevó a entender que las víctimas de este conflicto son colombianos de bien, son jóvenes que deseaban un mejor futuro, que querían una mejor Colombia para sus generaciones venideras y que muy seguramente no entendían sus orígenes y motivaciones. Lo que si comprendí fue la dinámica del Pacífico; como víctima también, una herida abierta del conflicto, un problema que atenta contra su integridad y la de los hombres, que, de manera abnegada y patriótica, buscan defenderla.

Alejandro Enrique Asela Rosas

Graduado como Teniente de Corbeta (Escuela Naval “Arturo Prat” de la Armada de Chile, 2000); con Maestría en Desarrollo Internacional (Universidad de Monash - Australia); Maestría en Administración (Universidad Tecnológica de Bolívar); Especialista en Estudios Políticos (Universidad Sergio Arboleda); Administrador de Empresas (Universidad Militar y Profesional en Ciencias Navales (Escuela Naval “Almirante Padilla”). Piloto de Helicóptero (Escuela Conjunta de la Fuerza Pública, Melgar – Tolima). Entre su trayectoria como Oficial Naval ha prestado sus servicios en Unidades de Superficie (Fragatas ARC Caldas); Unidades Aeronavales, Grupo Aeronaval del Caribe y del Pacífico. Actualmente, integrante Curso de Estado Mayor como requisito de ascenso al grado de Capitán de Fragata.

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CUANDO EL FRร O ES LO MENOS IMPORTANTE Alejandro Leรณn Campos

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Por: Alejandro León Campos He caminado por diversos terrenos, todos son distintos y a la vez se parecen, topografías adversas, climas asfixiantes, bellos paisajes, fauna exótica; he sido afortunado no todas las personas tenemos esa oportunidad. Al inicio del año 2005, me encontraba en el departamento de Nariño, era orgánico del Batallón Boyacá, (siempre me pregunté por qué fue creado allí el Batallón Boyacá y no el Batallón Nariño, y por qué en el Dpto. del Atlántico se creó el Batallón Nariño). Desde mi llegada supe que no sería nada fácil la situación operacional en esta región. Fui designado como comandante de una compañía de soldados profesionales, todos ellos en su mayoría de origen Nariñense y en especial de la región costera, Tumaco y la vía al mar. Ya habíamos recorrido varias regiones del departamento, desde los municipios de Policarpa, Cumbitara, la Llanada, hasta Sotomayor, Samaniego, la Cruz y por último las tierras un poco más frías sobre el municipio de San pablo, allí inicia mi relato. Entre cerros de magno esplendor, las aguas del río mayo recorren los campos, de un municipio ubicado al norte del Departamento de Nariño, San Pablo Nariño. La misión estaba direccionada sobre la cordillera o páramo Granadillos, límites entre el departamento del Cauca y Nariño. La alta bota Caucana, está prácticamente encerrada entre dos cordilleras: la última porción del cordón principal de los andes antes de entrar al Macizo Colombiano de la curva que forma en la cordillera oriental al desprenderse del macizo hasta el sitio donde se desprende la serranía de la tuna para continuar en dirección de sudoeste hasta la confluencia de los ríos Cascabel y Caquetá, ambas cordilleras superan alturas de 3.000 m.s.n.m.; en la primera se encuentran los páramos de Juanoy, Tajumbina, Achupallas, GRANADILLOS, Santo Domingo y los cerros de las Ánimas, Petacas y Papurco que sobrepasan alturas de los 4.000 m.s.n.m. Los adversarios para esta misión, eran al parecer algunas comisiones del sexto frente de las Farc y el cruce de otras estructuras de este grupo guerrillero; en realidad es un área donde converge el paso de distintas estructuras ilegales, de hecho, también había presencia esporádica del Eln. Desde este sector considerado un corredor de movilidad para los grupos ilegales, se cruza del Cauca al Nariño y si lo prefieren pueden terminar en el departamento del Putumayo o el Caquetá, es decir es la autopista de la subversión. 162 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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Con dos pelotones de mi compañía y otros dos pelotones de otra compañía, salimos del Batallón Boyacá, dirección San Pablo; sobrepasando este municipio en un sector ya determinado por informaciones de inteligencia y el aporte de un informante que nos acompañaría en la misión, era la ruta más larga y difícil, eso hacía de esta la mejor de todas. Después de más de 5 horas de viaje en vehículos llegamos al sitio de desembarco, desde allí cada unidad tenía su ruta. Con dos unidades y orientados sobre el terreno, según lo planeado por el comandante del Batallón, nosotros seriamos quienes daríamos el principal apoyo y cierre del objetivo, pues había una quinta unidad que ya estaba ingresando por otro sector, esta sería quien tomaría el objetivo principal. No bastó el resto de la madrugada para llegar y nos tomamos parte del día siguiente para descansar y avanzar según lo permitiera el terreno, ya en la noche debíamos llegar a nuestro objetivo a pesar de la distancia. Iniciamos con la infiltración desde las 18:00 horas, cuando me di cuenta eran las 02:00 horas y el cansancio superaba la inclemencia del clima, estábamos a unos 2.700 metros sobre el nivel del mar, me sentía casi como en Bogotá, solo que sin edificios y en medio de una espesa y gruesa vegetación típica de estos terrenos, mucho viento, mucha brisa y mucha sed. Es raro que con tanto frío nos de sed, pero el cuerpo está más caliente que un turista en la playa. Así, siendo las 04:30 horas, se decidió hacer un alto para analizar el terreno, realmente casi o nada se podía analizar, estaba muy oscuro, niebla y llovizna; es decir solo podíamos confiar en este momento en las orientaciones del guía, “estamos muy cerca y a menos de 10 minutos está la casa.” Esto nos dijo el guía: la casa era un rancho que, según la información, allí pasaban los guerrilleros para abastecerse y hacer otras actividades, habitada usualmente por colaboradores de ellos. Efectivamente la casa estaba a 10 minutos de distancia y un equipo de hombres se acercó con mucha precaución a esta vivienda mientras otros aseguraban el terreno aledaño, al registrarla no se encontró habitantes, pero algo muy especial llamó nuestra atención. Había una vivienda en medio de la montaña a más de 2.800 metros, sin energía, sin televisión, sin acueducto o algún tipo de servicio básico, tenía una puerta de madera de acceso adelante y atrás de la casa, ambas puertas tenían ojo biónico, o así lo llaman (aquel orificio que se instala en las puertas para ver quién está afuera) esto, aunque muy básico, solo se ve 164 Memorias Imborrables - Segunda Edición

en las ciudades y una que otra casa de los pueblos, a su interior muchas despensas y alacenas; todas vacías pero era notorio que eran utilizadas. Se decidió continuar y 300 metros adelante de la casa, el equipo que iba en la punta dice ver algo que se mueve; inicialmente asumieron que podían ser soldados de la otra unidad, allí se decidió des equiparnos y revisar muy cautelosamente el terreno; minutos después se encontró un sector con camas en pasto y vegetación organizadas en unos huecos naturales, los cuales cubre del inclemente clima, aún estaban cálidos los cambuches, esto ya nos indicó que estábamos dentro de su dispositivo de seguridad. Son las 05:30 horas, estamos a unos 3.000 metros de altura, el clima no da tregua, en especial la niebla, no se ve a más de 10 metros; a diferencia de otras topografías, acá está tan oscuro como si fuera la media noche, aunque como lo mencioné en un comienzo yo no llevaba el esfuerzo principal, cada comandante sabe qué debe hacer y los soldados solo esperan el momento de actuar. Después de avanzar unos 20 metros decido irme un poco más adelante con una escuadra de mi pelotón, los demás están en posición alerta sobre el sector: un soldado ve un movimiento a través del espesor de la niebla, avanza un poco más rápido que el resto de la escuadra, el terreno es semi-ondulado en posición de unos 10 grados en inclinación, a simple vista parece el final de la colina. Cuando el soldado profesional (SLP) nos voltea a mirar estamos a unos 30 metros de él, nos hace unas señas que está viendo algo, parece que vio adversarios, se cree que estamos en la parte más favorable del terreno, se acelera el paso y cuando estamos a unos 10 metros de él, este abre fuego hacia lo que él considera objetivo, no han pasado 2 segundos y alcanzamos a ver que algo cae y rueda, solo veo una mochila de color verde oliva en la espalda de un supuesto guerrillero; en ese momento como presagio de lo que no puede pasar, se despeja casi en su totalidad el terreno, la niebla desaparece y el viento cesa. Simultáneamente se muestra sobre nosotros un paisaje totalmente distinto, una montaña se alza a tan solo 50 metros frente a nosotros y es lo suficientemente elevada para quedar en total desventaja. Aquello que vemos es el fin del momento, lo que vimos rodar era un guerrillero que iba camino al campamento, el cual estaba ubicado en la montaña, aquella montaña que ni el propio guía tenía identificada, y desde allí como si fuese la fiesta de independencia se escuchó el estruendo de todo tipo de armas disparando hacia nosotros; fusiles, ametralladoras, granadas, entre otras; creo que fue la última vez que vi de pie a mi escuadra. Pasados unos 5 segundos estábamos enterrados en aquella colina, que coincidentemente parecía más un potrero de vacas por su falta Memorias Imborrables - Segunda Edición 165


de vegetación y árboles, lo que nos ponía aún más en riesgo del ataque del cual éramos cautivos.

se convertía en el mejor médico “SLP enfermero aferrándolos a la vida con un botiquín de mano”.

Cada comandante sabía lo que tenía que hacer y así se hizo, todas las unidades reaccionaron y maniobraron según sus capacidades, solo sentí que estaba dentro de una olla a presión y no podíamos mover un solo dedo, no fueron más de 15 segundos y creo aún hoy, que fue una eternidad en el infierno.

Cuando todo parecía estar controlado se escuchó una explosión muy cercana a nosotros y 5 minutos después vi llegar 6 SLP, que traían en una camilla improvisada un soldado sin una parte de su pierna; este soldado era de las unidades que estaban apoyándonos. Minutos después llegó el helicóptero, evacuó los 3 heridos y los restantes debíamos continuar con la misión.

Pasados estos segundos logramos realizar un pequeño repliegue de unos 50 metros, todos menos el SLP que había disparado inicialmente, solo vi algo en el suelo que se movía, ya la niebla estaba retornando y cada vez existía menos visibilidad, el fuego era nutrido de parte y parte, no podíamos dejarlo allí, vivo o muerto debía estar con nosotros; el enemigo tenía la poción perfecta, estaban descansados, conocían el terreno, y sabían que estábamos en desventaja, no podía ir peor la situación. Cuando un segundo SLP que estaba a menos de 5 metros de mi posición, en medio de la presión, no acató la primera orden de supervivencia que tuve que dar después del ataque, “no se levanten de la posición, no den silueta, esperamos que muy pronto las demás unidades ablanden el adversario con fuego nutrido” esto era un tiempo no mayor a 5 minutos, parece muy poco tiempo, realmente es una eternidad. Él no lo supo sobrellevar y levantó medio cuerpo, fue lo suficiente para recibir un impacto de fusil que impactaría justo en su tórax; debía tomar la decisión, éramos 10 hombres en medio del fuego, tenía un hombre impactado; uno justo a mi lado y otro a 50 metros adelante de mí, tal vez no lo pensé más de 10 segundos y creo que fueron 10 horas. Un SLP sin chaleco, solo con su fusil, saldría corriendo hacia el herido más lejano mientras todos descargaríamos el máximo poder de fuego al adversario, debíamos recuperar nuestro hombre. Este acto no duró más de 2 minutos, tiempo en el cual ya estaba junto a nosotros el SLP, al verlo vi el horror de la guerra, un impacto de fusil lo había herido en su rostro, no sé cómo aún estaba vivo, el proyectil traspasó desde su ojo izquierdo hasta su boca, lo impactó de arriba hacia abajo, solo se ve una profunda herida que enseñaba que ya no tenía un ojo y toda su boca destrozada. A partir de ahí no escuchaba más el ruido de los disparos, aunque estos no dejaban de sonar, solo estaba en un limbo de decisiones. Pasados 15 minutos, las demás unidades ya habían hecho su trabajo y aquella montana se estaba recuperando, ya mi escuadra no era el blanco de las armas del adversario, el helicóptero según lo informado llegaba en 40 minutos y mis dos heridos luchaban contra la muerte mientras el enfermero 166 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Solo 3 horas después se recuperó en su totalidad la colina aquella, sangre y rastros se veía por toda la montaña, la lluvia regresó y junto con ella el viento, ya estábamos a unos 3.200 metros de altura y solo necesitaban beber agua. Horas más tarde se consolidó todo el sector, las unidades que iban por el Objetivo principal nunca llegaron a él y quienes íbamos de apoyo a ellos, fuimos quienes tuvimos el combate más fuerte de toda la operación; tuvimos que pasar 2 días más en esa cordillera para registrar todo el terreno, frío y más frío, lluvia y más viento, nunca cesó el clima. Llegó la orden de salir del área y ceder el espacio a otras unidades que darían profundidad a la operación. Fueron 7 días en los cuales solo vi un grupo de héroes impulsados por el cumplimento a la misión y amor a su trabajo, nadie lo comprende en toda su dimensión si no lo vive. 8 días más tarde, estamos cerca de la ciudad de Pasto, solo hasta ese momento logramos hablar con más claridad de lo sucedido, Dios si existe y está con nosotros, todo pudo haber salido peor, e incluso no estaría hoy escribiendo esta crónica. Pasados 15 días el primer soldado impactado ya estaba en el Hospital Militar en su tercera cirugía, no se iba a morir, la lucha era por mejorar su calidad de vida; 6 años después lo volví a ver en Bogotá, estaba en el Batallón de Sanidad, sin un ojo, con toda su dentadura trasformada en una prótesis dental y con la mejor sonrisa que he visto en vida, de aquellas expresiones que trasmiten tranquilidad, amor y agradecimiento hacia Dios. El segundo SLP impactado, se recuperó en menos de un año y el SLP amputado ya a los dos años se había rehabilitado en gran parte su movilidad. Tres héroes, tres colombianos que vivieron el horror de la guerra; fui un pasajero en ese viaje, fui testigo de ese dolor y angustia sufrida, solo fui afortunado de verlos después.

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DIARIO DE UN COMBATIENTE Andrés Julián Chaves Fonseca

Alejandro León Campos

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Estudiante de la Maestría de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”; Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional (Centro de Educación Militar); integrante Curso CEM 2018.

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Por: Andrés Julián Chaves Fonseca Los nombres de los protagonistas han sido cambiados por decisión propia para efectos de protección de identidad. Mi historia es una historia de empuje, de fuerza de voluntad, de amor por lo que se hace, de persecución de sueños y de sacrificios inimaginables. Nací en Sogamoso el 27 de noviembre de 1977, provengo de una familia campesina de origen boyacense por parte de mi madre, y mi padre es santandereano, una mezcla cultural que influyó enormemente en mi vida y hace que me sienta muy orgulloso de mis raíces porque como la gran mayoría de los colombianos provengo de un hogar humilde y trabajador. Cuando tenía dos años, mi padre viajó a Bogotá porque su trabajo en el DANE se terminó y tuvo que buscar un nuevo empleo como vendedor. Mi madre y yo no pudimos acompañarlo porque ella empezaba su trabajo como profesora en el instituto de bachillerato de Floresta Boyacá y como tenía que cumplir con una jornada laboral bastante extensa, decidió dejarme en la finca de mis abuelos en la vereda potrerito, allí pase gran parte de mi niñez donde fui inmensamente feliz bajo el cuidado de mi abuela Josefina y mi madre llegaba en la ruta del bus que salía a las tres de la tarde de Floresta a Sogamoso y pasaba por la finca, compartiendo todos como una gran familia. Mi padre venía eventualmente los fines de semana y los días iban pasando poco a poco entre la escuela de la vereda, las gallinas, ganado, los perros Katy y Tony, las vacas esperanza, violeta, el gallo colorado (todos los animales de la finca tenían nombre) y los cultivos. Un recuerdo muy importante de mi niñez, era ver en el corredor de la casa la foto grande de mi tío Plinio, un Suboficial del Ejército, pasaba mucho tiempo contemplando lo imponente de su uniforme, mi abuelo me miraba y me hacía gorros de papel, me sentaba en sus piernas y me decía: “mijito, ese que ve ahí es el héroe de la casa, todos aquí hemos estado en el Ejército, yo también fui Soldado, mi tío Leví Fonseca estuvo en la guerra de los mil días” y empezaba a contarme historias. Yo salía corriendo a la cocina, cogía dos tapas de olla que me servían de platillos y empezaba a marchar por todo el corredor. “Callen ese estruendo” gritaba alguien y mi abuelo refutaba de inmediato: “no molesten al chino que va a ser militar”. 170 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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El tiempo transcurría rápidamente, pero cuando tenía seis años, mi abuela sufrió un derrame cerebral y debido a la gravedad de la situación tuvimos que mudarnos a la ciudad de Duitama. Simultáneamente mis padres se separaron y mi madre tuvo que afrontar mi cuidado y a su vez continuar trabajando fuertemente para poder salir adelante. El día 20 de julio de 1986, cuando contaba con tan solo ocho años, se presentó un desfile a cargo del Grupo Silva Plazas y mi tío Otoniel me llevó a contemplar la ceremonia. Yo estaba impactado viendo marchar los soldados, viendo los tanques de guerra y lo emblemático en general de ese momento, es que la gente de Boyacá aprecia mucho sus militares desde tiempos de antaño; no en vano allí se forjó la Independencia de la República. Un soldado se me acercó, me regaló un dulce y me dijo “algún día vas a estar aquí” definitivamente ese momento marcó mi destino, porque desde ese desfile yo tomé la decisión de ser un soldado de Colombia. El tiempo pasaba en Boyacá entre clases, juegos de guerra de soldados con mis primos y amigos, jugando fútbol, tocando clarinete y disfrutando de una adolescencia sana y divertida. Nuestra situación se había reorganizado, a la vida de mi madre, había llegado un ser humano excepcional que se había convertido en nuestro apoyo incondicional y fruto de ese amor; había nacido mi hermano. Usualmente en las vacaciones me iba a visitar a mi padre a Bogotá y hablábamos de mis planes de ingresar al Ejército, a él le animaba mucho la idea, me manifestaba la importancia de prepararme y me decía que iba a ser un reto muy grande debido a la situación del país en ese momento y que tenía que asumirlo con mucha responsabilidad; me sugirió que me fuera con él y que hiciera grado décimo y once en Bogotá para poder orientarme, así que decidí comentarle a mi madre y con su aval, aunque muy temerosa y consciente del sacrificio que ella iba a hacer y diciéndome: “si es una decisión tuya y si es lo que Dios quiere yo haré ese sacrificio y te apoyaré, pero si entras a la Escuela Militar no puedes dar un paso atrás, porque uno siempre debe terminar lo que empieza”. Aunque mi traslado a Bogotá fue duro, por dejar a mi familia y a mi tierra atrás con lo fuerte que es dejar todo lo que se quiere, sabía que debía ser fuerte y que debía poner mi grano de arena para ayudar a defender el país de la situación en la cual se encontraba. El día del viaje mi madre quedó destrozada con mi hermano que era muy niño y no entendía por qué yo había decidido irme, se aferraba en Ángel, quien era considerado como mi segundo padre y era un gran soporte para 172 Memorias Imborrables - Segunda Edición

nosotros. Yo también a pesar de todo me sentía muy afortunado de contar con su apoyo, el al igual que mi padre me daban la fuerza suficiente para hacer mi sueño de servir a la patria una realidad. Bogotá me abrió sus puertas, ingresé al colegio Gimnasio Bolívar a terminar el bachillerato y en las tardes trabajaba eventualmente para ayudar a mi padre. La situación del país era fuerte, corría el año de 1997 y la guerrilla de las Farc, protagonizaba actos de barbarie como lo fueron las masacres de Puerres y Patascoy, entre otras; donde asesinaron indiscriminadamente un grupo de Soldados regulares y no contentos con ello decidieron incinerar sus cuerpos. Esta situación generó no solo mi indignación sino la de todo el pueblo colombiano y, además, afianzó aún más mi idea de seguir la carrera militar porque sentía que era mi deber defender a Colombia de este tipo de amenazas. Por fin llegó el día tan anhelado y después de un sinnúmero de exámenes médicos, físicos, psicológicos y de conocimiento, ingresé a la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”, el 09 de enero del año 1998, junto con 353 compañeros más con quienes compartíamos los mismos sueños e ilusiones. Empezaron las madrugadas, el entrenamiento físico, las aulas y todo lo concerniente a forjar nuestro carácter para enfrentar todos los retos que se nos avecinaban. El trato y el entrenamiento eran fuertes, pero lo disfrutábamos porque teníamos toda la disposición y la entrega para los desafíos que nos esperaban durante esos próximos cuatro años de preparación. No había transcurrido un mes, cuando mi abuela Josefina quien era mi guía, cómplice y protectora falleció, fue muy difícil para mí y fue un golpe bastante fuerte; máxime, cuando las políticas de formación de la Escuela Militar es que sus alumnos estén totalmente acuartelados durante sus tres primeros meses de carrera. Sin embargo, le solicité al comandante de mi Pelotón, el permiso para ir al sepelio. El Teniente Salamanca era una persona bastante estricta y exigente, pero me sorprendió la forma tan humana como me apoyó y su preocupación por hablar con el mando superior para hacer una excepción y autorizar mi salida. Ahí comprendí que el ser exigente no implica que un Comandante sea arbitrario, fue la lección más importante de esa trágica noticia, porque a pesar de todo, mis comandantes me dieron el apoyo que requería e hicieron una excepción y finalmente pude ir donde mi abuela y despedirla como ella lo merecía. Desde muy temprano en la Escuela aprendimos de las consecuencias que generaba el conflicto y los desafíos que debíamos enfrentar, fue así Memorias Imborrables - Segunda Edición 173


como una mañana del mes de agosto de 1998, el alma máter del Ejército fue atacada por cilindros y lo que hasta ese momento eran simples ejercicios de práctica, se convirtió en una situación real y tuvimos que desarrollar el plan de reacción y contraataque. Por fortuna, gracias a la rápida reacción y a la consciencia que se tenía, la guerrilla de las Farc no logró su objetivo. Para recalcar lo trascendental de esa época y lo marcado que se encontraba nuestro destino, ya en el final del curso de Oficial del Ejército y justo el día en que llegábamos de Tolemaida del término del curso de paracaidista, el cual había traído para nosotros una experiencia inolvidable, retornamos a Bogotá y cuando estábamos formando para constatar el personal volvimos a ser atacados con cilindros y en esta ocasión las consecuencias fueron mayores porque el ataque, dejó varios heridos y una característica muy importante, fue que el rechazo de la sociedad Bogotana fue mayor porque sus ciudadanos ya predecían el temor y decían que si esto lo hacían con una unidad militar era posible que en un futuro el grupo narcoterrorista de las Farc atacara un sitio concurrido para atemorizar a los Colombianos. El día 01 de junio de 2001, es recordado como el día en que cumplí mi sueño de ser subteniente del Ejército, fue el fin de una fase de preparación y el inicio de cualquier cantidad de retos y desafíos que me esperaban. Ascendimos 253 subtenientes, todos llenos de ilusiones y de ganas de ayudar a contribuir con el término del conflicto para lograr la tan anhelada paz que el pueblo colombiano esperaba desde más de medio siglo. La primera unidad a la que fui destinado fue a la Policía Militar No.3 de Cali, mi llegada a la capital del Valle fue muy emocionante y me sentía muy a gusto porque la sociedad caleña es muy afecta a sus Fuerzas Militares y en especial a la policía militar, que es una unidad insignia y que goza de muy buen prestigio, teniendo en cuenta que es un pilar fundamental en el control de orden público de la ciudad. Mi primer contacto con la población Caleña fue el desfile del 20 de Julio, la gente acudió masivamente y los aplausos y elogios hacia el Ejército se hicieron sentir en toda la Ciudad. Las operaciones en Cali eran bastante dinámicas y desafortunadamente en la ciudad había grandes focos de violencia, pero el hecho que más marcó mi experiencia allí, fue el día en que un comando de la columna Teófilo Forero de las Farc irrumpió en la ciudad y secuestró a varios diputados. Fue una situación muy frustrante porque el golpe moral y psicológico fue muy grande, ya que los terroristas empezaron a crear una sensación de miedo en las principales ciudades del país, dejando artefactos explosivos y pues 174 Memorias Imborrables - Segunda Edición

obviamente, en las ciudades existía un temor a un atentado y aprovechando ese temor, más la credibilidad que el Ejército impartía, llegaron al centro con uniformes de uso privativo de las Fuerzas Militares, con falsos perros de anti-explosivos y diciendo que evacuaran el edificio, que ellos eran soldados del batallón Numancia, que abandonaran el lugar y se subieran a unos buses que tenían preparados para ellos donde los iban a transportar a un lugar seguro. Desafortunadamente, el plan malévolo de los guerrilleros dio sus frutos y la primera información que llegó a la unidad fue que había un atentado, cuando logramos descifrar lo que estaba sucediendo ya era demasiado tarde, la rabia y la frustración que sentimos en ese momento fue enorme y desencadenaron los hechos que a continuación narro y que pocas personas en Colombia conocen, ya que fue el incansable esfuerzo de los hombres y mujeres de la tercera División para tratar de rescatar los secuestrados, lo cual costó muertos, heridos, viudas, huérfanos y un sinnúmero de tragedias de una de las acciones más indiscriminadas de todos los tiempos. En la premura de hacer un pronto rescate, se desplegaron todas las fuerzas posibles y cada batallón en su área de influencia trató de hacer su mejor esfuerzo y fue prácticamente un mes, a veces sin dormir en una carrera contra el tiempo, porque éramos conscientes que cada día que pasaba el rescate se iba haciendo más difícil. Yo reaccioné por la vía donde fueron sacados de la ciudad los secuestrados hasta donde iniciaba la parte rural que era mi jurisdicción y de ahí siguió el Gaula valle, buscando el rastro a los secuestrados, y al siguiente día una de las camionetas de la unidad, cayó en un área preparada y una carga explosiva la voló completamente con sus ocupantes. Era claro que la guerrilla en su escape había dejado varias áreas con explosivos, lo cual dificultaba el avance y ya mostraba sus primeras consecuencias nefastas. Desafortunadamente, el grupo narcoterrorista se había tomado su tiempo para preparar sínicamente el secuestro y había previsto la reacción de las tropas, pero aun así se buscaron todos los medios y alternativas posibles que permitieran dar con la ubicación de los secuestrados. El batallón de Contraguerrillas, Macheteros del Cauca, también reaccionó y dos compañías ingresaron al sector de los farallones, pero también cayeron en áreas preparadas y como resultado fueron asesinados seis soldados profesionales y un Suboficial durante los combates. La noche en que fueron evacuados del área de combate a mí se me dio la orden de proceder a medicina legal, con el fin de custodiar los cuerpos, Memorias Imborrables - Segunda Edición 175


ya que algunos integrantes de la prensa querían tomar las fotos de los cadáveres y además existía el rumor que la guerrilla quería colocar explosivos en la morgue. Cuando llegué eran aproximadamente las 08:30 p.m., hablé con el encargado de medicina legal, le manifesté que estábamos allí para prestar seguridad y para los apoyos que requiriera. Me dijo que menos mal habíamos llegado porque dentro de poco llegaban las familias a identificar los cadáveres y él no sabía cómo iban a reaccionar. “los cuerpos quedaron muy mal, es que se ve que los cogieron heridos y los torturaron, hay dos que les quitaron la cabeza y hay uno que está rematado a machete, hay que ser muy desalmado para hacer algo así, yo llevo en este oficio más de 23 años y es de las peores cosas que he visto”. Estábamos terminando de hablar cuando efectivamente empezaron a llegar las familias, recuerdo muy bien una muchacha joven de más o menos unos 23 años que llegó con un niño de brazos acompañada de su hermano y me dijo: “hágame un favor, es que me dijeron que mi esposo era uno de los fallecidos en combate, pero yo no creo porque él habló conmigo en la mañana, me dijo que estaba bien, que se iba a trabajar, pero que no demoraba, de todas formas, vine como por verificar”. Yo le pasé una hoja de papel, le dije que me escribiera el nombre completo y la cédula para averiguarle. Cuál sería mi sorpresa cuando entre, verifique la lista de fallecidos y estaba de primero. Ante la situación me ofrecí a reconocerlos personalmente para tratar de evitarle ese dolor a las familias, cuando entré encontré su cuerpo totalmente lacerado y decapitado. Lo identificaban un tatuaje en el brazo, sus huellas dactilares y su placa en la bota. Antes de salir a darle la noticia a la familia tuve que recomponerme de esa escena dantesca por unos segundos, caminé lentamente por el pasillo y al abrir la puerta de inmediato me abordaron la mujer y su hermano, la miré fijamente a los ojos con gran desconsuelo, las palabras sobraron, soltó un grito que retumbó en todo el sector y se desplomó en mis brazos. La guerra empezaba a mostrar su parte más dura, que es el sufrimiento de esas abnegadas familias que a diario esperan que sus militares lleguen a casa, sanos y salvos. Al día siguiente los fallecidos fueron entregados a la funeraria y posteriormente a sus familias en féretros sellados. Una señora mayor se abalanzaba sobre uno de los féretros en el que yacían los despojos mortales de un Suboficial de grado cabo segundo “por qué me lo mataron mijo…usted era mi apoyo, mi sustento, levántese mijo que usted es verraco… por qué se me dejó matar mi muchacho, yo que voy a hacer sola…que le voy a decir a sus hermanitos… levántese mijo, levántese que yo lo crié fuerte”. Todos los militares que estábamos en la sala de velación, 176 Memorias Imborrables - Segunda Edición

incluyendo algunos lanceros, algunos comandos y varios experimentados en combate irregular y hasta los de carácter más fuerte, sin importar el grado lloramos, yo pensaba en mi madre y en mi hermano y en lo duro que sería para ella un golpe así; me prometí a mí mismo por la memoria de esos combatientes luchar contra el terrorismo hasta el último día así como ellos lo habían hecho y tratar de contribuir de la mejor manera para que en el país algún día hubiera paz. Estos actos de barbarie no eran justos ni con la sociedad colombiana ni con sus familias. Los días pasaban, las operaciones continuaban y los heridos y muertos de lado y lado eran cosa de todos los días. Una mañana después de tres días de intensos combates, llegaron al helipuerto de la brigada tres helicópteros llenos de muertos y heridos, entre ellos mi Compañero Álvaro Torrado, un aguerrido Subteniente de infantería que había logrado llegar hasta el campamento base de la columna móvil Teófilo Forero y con su compañía B perteneciente al Batallón Pichincha había logrado debilitar seriamente la estructura guerrillera, ocasionándole importantes pérdidas al adversario, hasta que fue alcanzado por las esquirlas de una granada de mano que le destrozaron la boca, y llegó al dispensario bañado en sangre. Afortunadamente los médicos hicieron un excelente trabajo y lograron salvar su vida. Debido a la situación de orden público y a que ya cumplía mi ciclo en el batallón de policía militar No.3, en diciembre de 2002 fui destinado al Batallón de Contraguerrillas (BCG 26 Arhuacos), una unidad altamente entrenada que tenía como misión custodiar el orden público en el cañón de La Llorona, ubicado en el Urabá antioqueño. Dejé la ciudad de Cali con un sinnúmero de experiencias y con la gratitud de los habitantes de la región y la calidad de su gente; también para la época llegó a mi vida Julianita mi primera hija como fruto del amor con la persona quien ahora es mi esposa y que desde tiempos de la Escuela Militar me ofreció su comprensión y apoyo y asumió su rol de madre y compañera inseparable de la mejor manera. El Urabá es una zona que ha sido golpeada muy fuertemente por la violencia, el aeropuerto para la época era pequeño y rodeado de bananeras, el clima es bastante cálido, la primera impresión al llegar, es que uno debía ser escoltado desde el aeropuerto hasta donde se encuentra ubicada la brigada, aproximadamente unos 15 kilómetros. En la llegada no hubo mucho tiempo para preámbulos, el comandante del batallón me dio la bienvenida y ese mismo día salimos en dos camiones junto con una unidad que se encontraba en reentrenamiento, fui asignado Memorias Imborrables - Segunda Edición 177


a la contraguerrilla águila cinco como comandante y a medida que me iba adaptando a mi nuevo rol, iba conociendo los soldados; llevaba apenas tres días cuando me vi enfrentado al primer hostigamiento por parte del grupo narco terrorista de las Farc, el evento se presentó en horas de la tarde cuando el centinela detectó un grupo de tres insurgentes que estaban tratando de infiltrarse en el área campamentaria y atacarnos con granadas. Cuando los detectó, activó la alarma de reacción y empezó el cruce de disparos, a pesar del corto tiempo de permanencia me tranquilizó mucho el dinamismo que generaba la unidad y afortunadamente en la mañana habíamos ensayado el plan de reacción y contraataque que era habitual en la unidad y se hacía prácticamente todos los días. A diferencia del tiempo habitual, el tiempo en el área de operaciones pasa en cámara lenta, allí todo lo que se hace obedece a ser analizado detalladamente, hasta un simple almuerzo se puede convertir en un estudio detallado de cómo y dónde se hace, los baños no se dan todos los días y se debe montar seguridad, el más mínimo ruido o situación extraña debe comprobarse y eso hace obligatorio que se conozca al detalle a cada uno de los hombres que se tienen a cargo. Rápidamente me adapté al ritmo de la unidad, impuse mis políticas y fui generando lazos de unión y fraternidad con las personas que tenía a cargo. Eventualmente el Comandante del Batallón citaba a los Comandantes de compañía y de contraguerrilla, al puesto de mando para analizar diferentes situaciones y dar las respectivas órdenes del caso. Aquel era un hombre absolutamente brillante que se había convertido en todo un ícono, no solo a nivel de los soldados sino también de la brigada y por supuesto para los guerrilleros, no hablaba muy fuerte pero la contundencia de sus palabras tenían la fuerza de cinco ametralladoras punto cincuenta disparadas al mismo tiempo, era un Oficial de Infantería pero por alguna razón tenía una habilidad inigualable en las comunicaciones y tenía adoctrinada una escuadra de especialistas que estaban en la capacidad de escanear las comunicaciones de la guerrilla a la distancia que fuera. Poco a poco nos fue enseñando esta técnica, nos exigió a cada uno de los Comandantes tener nuestro propio radio de comunicaciones, el preferido por mí era el Icom ICV 81 y ese fue el éxito de la unidad, porque teníamos información del adversario de primera mano. 1

El radio Icom ICV 8 es un transmisor y receptor portátil, el cual permite generar un amplio rango de comunicación y cuenta con una alta capacidad para escanear frecuencias, con una velocidad de hasta 40 canales por segundo.

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La mentalidad de especialistas en esa labor era tal, que prácticamente teníamos un experto por escuadra y él personalmente instruía a un experto por compañía y este a su vez a uno por sección, es decir, que por cada 15 soldados había uno que sabía monitorear las frecuencias y descifrar los mensajes. Todos aprendimos ese arte, la disciplina para escuchar lo que manifestaban o las intenciones del enemigo, prohibido entablar conversaciones o llamar a los guerrilleros por las frecuencias para hacerles ofensas o cosas por el estilo; esa era el arma secreta de la unidad. En el puesto de mando mi Mayor tenía todo tipo de antenas, desde hechizas por él mismo, hasta unas que había importado directamente desde Israel, tenía la capacidad de detectar la ubicación desde donde se originaban las señales de radio. Él nos manifestaba que la clave del éxito para enfrentar grupos narcoterroristas era darles de su misma medicina, es decir, buscarlos para atacarlos, tratar de hacerles acciones que les generaran incertidumbre; si ellos atacaban deberíamos atacarlos tres veces más. Nos dio la orden de usar seudónimos o alias cuando nos comunicáramos por radio, así que no era habitual hablar por rangos en las frecuencias, ni mucho menos por unidades, es decir, no se hablaba de águila seis o de cobra cinco, o de la compañía Búfalo seis; ahí se hicieron famosos seudónimos como Mago, Camilo, Opita, Danilo, Ruso, Chorro de humo, entre otros y de vez en cuando dejábamos filtrar nuestras comunicaciones para darles información falsa, nos inventábamos emboscadas, había operaciones que finalmente nunca se hacían y cuando menos lo esperaban lanzábamos operaciones que los sorprendían y los diezmaban bastante. Teníamos la responsabilidad de custodiar la vía de la ruta entre Mutatá y Dabeiba, en pleno cañón de la llorona, la consigna era garantizar al máximo que la guerrilla no ejecutase ningún retén ilegal y mucho menos algún secuestro, así que teníamos que multiplicarnos de todas las formas posibles para que eso no sucediera. En el cañón de la llorona existía un mito y era que el occidente de la carretera, pasando el cañón del río era de las Farc y desde la carretera hacia el oriente estaba el Ejército, es decir que había una frontera invisible; pues bien, nosotros acabamos con ese paradigma y una noche lanzamos una operación especial y el batallón en pleno cruzó el río a flor de agua y en una maniobra de infiltración, en la cual la compañía a la que yo pertenecía (águila) llevaba el esfuerzo principal, llegó hasta una de las áreas campamentarias, neutralizando a varios de los insurgentes, comandados por alias Sammir y consolidando el territorio. Memorias Imborrables - Segunda Edición 179


Pero no todo era gloria y júbilo, en una de esas operaciones, un enemigo al que es muy difícil enfrentar, hizo su aparición de forma bastante cobarde, en desarrollo de una operación, el enemigo silencioso apareció y el Sargento Colmenares pisó una de esas famosas minas quiebrapatas en un cerro llamado el 1020, nos encontrábamos allí buscando un grupo de terroristas que de acuerdo con informaciones de inteligencia se encontraban por ese sector. La situación ocurrió bastante rápido, habíamos planeado un avance por la zona selvática de la montaña para evitar un camino y el avance empezó a tornarse lento, porque se detectaron dos campos minados durante el desplazamiento. Todos sentíamos temor de pisar una de esas minas por eso, tratábamos de tener mucho cuidado. Llevábamos todo el día en un movimiento de infiltración y al final ubicamos un sector para pasar la noche, montamos un puesto de observación, se dieron las diferentes misiones y se ubicaron los centinelas. Al día siguiente nos levantamos antes del amanecer, recogimos todo lo concerniente a la base de patrulla móvil; desayunamos ración de campaña y continuamos el avance, con la certeza que la guerrilla ya se encontraba bastante cerca. Llevábamos aproximadamente dos horas caminando, cuando llegamos a una parte plana bastante boscosa y en el registro nuevamente el puntero encontró un campo minado, llamaron al grupo experto en anti explosivos y ellos poco a poco fueron ubicando minas. Empezamos a caminar despacio, yo siempre me ubicaba de puesto siete en el avance, recuerdo que caminábamos, pero en el ambiente había bastante tensión, la orden era pisar donde pisaba el de adelante, llegamos a un punto donde había que cruzar un árbol que estaba atravesado, haciendo obligatorio tener que cruzarlo, pero era tan grueso que no se podía ver dónde se ponía el pie en el siguiente paso, ya habíamos cruzado más de la mitad de la compañía cuando sonó la explosión. Fue bastante ensordecedora, yo pensé que se trataba de una emboscada y salté de inmediato hasta un tronco que tenía al lado, hubo un silencio total durante uno o dos segundos cuando se escuchó un fuerte grito: “¿qué sucedió?, pasen la voz”. “Mi Teniente, mi Sargento Colmenares pisó una mina”. Rápidamente me devolví, cuando llegué lo encontré en el piso y el Cabo Palacios, un enfermero de combate al que le decíamos mata sanos no porque fuera mal enfermero, sino que él se había hecho colocar esa chapa en honor a su especialidad, rodeamos el área y fueron llegando los comandantes al lugar. Mi Mayor me llamó para un lado y me dijo: “hay que evacuarlo lo más pronto posible”; “claro que, si mi Mayor, yo personalmente con la 180 Memorias Imborrables - Segunda Edición

compañía voy a encargarme de sacarlo de aquí, no sé qué tengamos que hacer, pero yo lo saco”. Volví a la escena y matasanos ya tenía a Colmenares canalizado y entablillado, Colmenares no paraba de gritar decía: “díganme que tengo el pie, díganme por favor”, matasanos le decía tranquilo: “mi Sargento ahí lo tiene”; todos nos mirábamos y sabíamos que no era así, él intentaba levantarse para mirar y nosotros lo tranquilizábamos. Le dije: “no se levante, ahorre energía porque estamos lejos y no se puede desgastar”. Los soldados hicieron una camilla improvisada, mi Mayor pidió el apoyo aéreo y procedimos a bajarlo lo más rápido que se podía y sin importar si el área estaba asegurada nos íbamos rotando y lo que había costado tres días en subir, mis soldados y yo tardamos tan solo cuatro horas en bajar y en llegar hasta la comunidad de paz de san Pedro de los Pastos. Llegó un helicóptero de la Aviación del Ejército, le estreché la mano y le dije: “yo le cumplí, le prometí que lo sacaba”. El helicóptero cerró su puerta y se fue alejando rápidamente. Posterior a la evacuación de Colmenares la operación se terminó y el batallón fue evacuado a la Brigada XVII, mi General Torres habló con nosotros, nos dio bastante ánimo y el batallón después de varios meses de desarrollar continuas operaciones, salió de permiso en su totalidad. Después de 20 días, otro reto nos esperaba, pues al llegar de nuestro permiso recibimos la noticia que debido a que en el Urabá ya la situación había mejorado, la unidad debía agregarse al sur del país, ya que por su experiencia en combate irregular debía integrarse con las demás unidades para dar inicio a la operación JM, para lo cual las tropas se debían concentrar en San José del Guaviare. Y así dejamos el cañón de la Llorona entregándole esa jurisdicción al Batallón de Contraguerrillas 35 (BCG 35) y esperando algún día ver la paz en esa región que tanto lo necesitaba. Mi carrera militar siguió su curso y en el Guaviare, después de participar en un sinnúmero de operaciones, fui tenido en cuenta para integrar la aviación del Ejército. Regresé a Carepa Antioquia, pero en una condición muy diferente, seis años después aterricé por primera vez en el aeropuerto los cedros ya convertido en piloto, me alegró ver que el aeropuerto estaba cuatro veces más grande y ver el progreso de la región, ya no había necesidad de escoltar los vehículos militares y por la ruta entre Mutatá y Dabeiba, por fin se habían terminado los retenes ilegales. Me alegró ver el cambio y sentir que se había logrado la paz de la región, me alegró ver la mirada de la gente, sus caras de optimismo y de pujanza de una tierra grande, la tierra de Katherine Ibargüen, la de Neco Martínez y la de Juan Guillermo Cuadrado. Esa hermosa tierra que un día me acogió y a la que Memorias Imborrables - Segunda Edición 181


defendimos con el mayor esmero posible, solo espero que el sacrificio de tantos hombres que entregaron su vida no haya sido en vano.

LA PRIMERA EXPERIENCIA ES LA MÁS IMPORTANTE Álvaro Hernán Tobón Ramírez

Andrés Julián Chaves Fonseca

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José Mará Córdoba”); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional (Escuela de Armas y Servicios); Piloto Comercial de Avión (Academia de Vuelo ADEVIA). Con cursos de: Paracaidista, Contraguerrillas Rurales, Combate Urbano entre otros. Instructor de la aeronave Cessna 208B Grand Caravan. Integrante Curso de Estado Mayor CEM-2018.

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Por: Álvaro Hernán Tobón Ramírez Soy oriundo de Neira Caldas, un pequeño municipio al norte de Manizales. Me crie en un ambiente relativamente sano, o al menos en un sitio sin influencia directa de Grupos Armados Organizados. Una vez me gradue del colegio, tuve la suerte de prestar mi servicio militar en el Ejército, más específicamente en el Batallón de Servicios No. 3 “Policarpa Salavarrieta” ubicado en Cali, Valle. Para la época que inicié mi servicio militar (año 1996), yo era muy joven, por lo cual la preocupación en mi familia no era menor, especialmente por parte de mi madre quien ya había perdido a su esposo (mi padre) en un trágico accidente de trabajo 14 años atrás. Durante mi servicio militar, pude evidenciar que a pesar de aún ser yo muy joven, ya contaba con cierto carácter que me identificaba día a día con las difíciles costumbres de la institución castrense; por ello, cada domingo recibía la visita de mi abuelo quien para la fecha, vivía en la ciudad de Cali y constantemente me decía: “yo pienso que usted va a terminar en la carrera de las armas”, lo decía más con la convicción de lo que él quería para mí, que por el entusiasmo que veía en su nieto. Yo solo le contestaba, que por lo que estaba viviendo, no creía que fuera posible. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo me fui adaptando cada vez más a este diferente tipo de vida, de trato y tantos aspectos totalmente contrarios a los vividos durante la vida en familia. Recuerdo en algún momento preguntarle a un Señor Subteniente, quien se desempeñaba como Comandante de Compañía en mi Batallón, sobre ¿cuál era su opinión acerca de la carrera militar y en especial sobre su etapa en la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba” (ESMIC)? Su respuesta a pesar que no fue la que yo esperaba generó en mí un mayor interés, o mejor aún, generó un reto en mi cabeza; me dijo: “la Escuela Militar es un verdadero infierno”. Terminé mi servicio militar y aún con ciertas dudas decidí tomarme un año más de tiempo entrando a la universidad en Manizales. Esta nueva aventura no fue lo que yo estaba esperando por lo cual en contra de los deseos de mi madre decidí entrar a la Escuela Militar de Cadetes con el ánimo de convertirme en Oficial del Ejército. Mi época en la Escuela Militar la recuerdo con mucho agrado, ya que a pesar de todas las dificultades tanto económicas, como familiares y aquellas de las que hablaba ese Sr. Subteniente, pude comprobar que no había sido una mala decisión ya que 184 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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día a día me demostraba a mí mismo, que el reto no era superior y que, por el contrario, tenía lo que se necesitaba para ser Oficial.

Profesionales de primer año para conformar una compañía con la misión de ubicar y rescatar a los Diputados secuestrados.

Me gradué en junio del año 2001, un año después de que el Sr. Presidente de la época, Dr. Andrés Pastrana Arango, acabara con los diálogos de paz con las Farc, lanzando una gran ofensiva para recuperar la llamada “Zona de Distensión”. Ésta época estuvo marcada por un conflicto generalizado en todas las regiones del país y en la cual estábamos sufriendo grandes pérdidas humanas a lo largo y ancho del territorio, lo cual acrecentaba más el riesgo personal y el nerviosismo en mi familia. Recuerdo haber tenido la oportunidad de escoger mi primera unidad gracias a las buenas notas obtenidas en la ESMIC y por supuesto, escogí un Batallón de Infantería al cual admiraba desde mi época de Soldado bachiller, el Batallón de Infantería No. 8 “Batalla de Pichincha” en Cali.

Después de 4 largos y difíciles días de infiltración, escalando grandes rocas con 15 días de abastecimiento en nuestros equipos, logramos ubicar una trocha principal que comunicaba los diferentes campamentos del Bloque Móvil; el cual estaba conformado por aproximadamente 300 guerrilleros. Con el Señor Teniente Mindiola Oficial S-2 del Batallón, quien fue designado como Comandante de la Compañía recién organizada, decidimos ubicar dos pelotones en la parte alta del camino y bajar con los otros dos pelotones ya que escuchábamos ruidos generados por un grupo de personas, al parecer guerrilleros en algo similar a una celebración con música y alcohol.

Después de presentarme en la unidad por primera vez fui asignado a un centro de reentrenamiento ubicado en Buga, mientras tomaba algo de experiencia en el mando de soldados. Allá me desempeñé durante 6 meses y para el mes de diciembre de 2001 se me asignó un pelotón con el cual salí a patrullar sobre el sector de la vía al mar. Mis soldados eran regulares, acababan de terminar la fase de instrucción, es decir, aproximadamente 4 meses en el Ejército, contaba con un Sargento Segundo y dos Cabos Segundos en mi pelotón. Hay experiencias que jamás olvidaré, unas buenas, otras no tan buenas, pero algo que me marcó de por vida fue lo sucedido el día 11 de abril de 2002. Ese día estaba encargado como Comandante de mi Compañía conformada por 3 pelotones, todos ellos cercanos al Kilómetro 18 vía al mar. Alrededor de las 10:00 recibí un mensaje del Mayor S-3, quien me manifestaba, que hacía unos minutos las Farc con el Bloque Móvil Arturo Ruiz, acababa de secuestrar a 12 diputados del Departamento del Valle, de su sitio de trabajo y los estaban movilizando hacia Los Farallones de Cali, para lo cual yo debía estar muy alerta cubriendo las rutas de salida hacia ese sitio con mis pelotones. Desafortunadamente, los guerrilleros tomaron la decisión de no sacarlos por mi área de responsabilidad, debido a la presencia de las tropas en el sector. Lo hicieron por el sitio conocido como Las Tres Cruces, punto alejado de mi posición, donde no había presencia militar. Una vez transcurrido el día y ya confirmado que los secuestrados estaban ya en el área base del Bloque Móvil, es decir, en la parte alta de la montaña, se organizó una operación improvisada utilizando mis 3 pelotones y un pelotón agregado de Soldados 186 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Efectivamente, el grupo estaba conformado por aproximadamente 30 guerrilleros quienes se encontraban celebrando el éxito del secuestro de los 12 diputados. Una vez entramos en combate pudimos evidenciar la magnitud del problema en el que nos habíamos metido, ya que a pesar de contar con la iniciativa y propinar un fuerte golpe sorpresivo al grupo guerrillero, rápidamente fuimos rodeados por los demás integrantes del Bloque Móvil quienes aprovechando su superioridad numérica y las difíciles condiciones del terreno nos pusieron en una posición de desventaja de la cual era casi imposible salir. El combate inició aproximadamente a las 13:00 y luego de 4 horas de combate a una altura de 3.900 metros sobre el nivel del mar, ya contábamos con 5 heridos, todos ellos por la acción de los cilindros que constantemente caían en medio de nuestras posiciones. Las condiciones meteorológicas no eran mejores que las del terreno, los Farallones de Cali se caracterizan por permanecer constantemente nublados, debido a los vientos que provienen del Océano Pacífico y que chocan con la cordillera occidental; por lo anterior, el apoyo aéreo era prácticamente imposible, limitándonos al apoyo de la artillería. Los obuses y morteros del Batallón “Palacé” estuvieron disponibles en todo momento, pero lastimosamente debido a la cercanía con el enemigo, este tipo de apoyo era totalmente inútil hasta que no ganáramos distancia alejándonos de los guerrilleros para evitar el fratricidio. Recuerdo que antes de anochecer, sufrimos una fuerte ofensiva con ametralladoras sobre la parte más alta que estábamos protegiendo sobre el camino. Rápidamente analizamos que nos estaban haciendo fuego y movimiento para romper el cerco que habíamos logrado establecer como medida defensiva. Memorias Imborrables - Segunda Edición 187


Ante ello, tomé la decisión de asumir la responsabilidad de dirigir ese frente personalmente y procedí a moverme hasta el límite de nuestras tropas. Una vez allá, tendido sobre el terreno, bajo un constante fuego de ametralladoras, decidí desasegurar una granada de mano y sostenerla fuertemente, para cuando se calmara un poco el fuego de ametralladora yo pudiera lanzarla, ya que teníamos varios guerrilleros a menos de 10 metros de distancia. Una vez terminó el fuego de las ametralladoras, hice lo que había planeado; me levanté con mi granada en la mano sin dudar un segundo, con la sorpresa de verme enfrentado a un guerrillero quien también me estaba lanzando un artefacto explosivo. Por mi cabeza pasaron millones de cosas, nunca antes había visto a un guerrillero en persona, tan cerca y con la actitud de querer matarme a mí y a mis hombres. Esto sucedió en una milésima de segundo mientras mi brazo derecho lanzaba la granada hacia la posición de él. Recuerdo como si hubiera sido ayer una explosión cerca de mi pie derecho aproximadamente a 2 metros, era su granada la cual me causó múltiples heridas en todo el cuerpo entre ellas, la pérdida y desintegración de varios dientes debido a la acción de una esquirla, el rompimiento del tímpano derecho, esquirlas en los ojos, brazos piernas y demás. Aun así, intenté quedarme tendido en la posición en la que estaba, tratando de guiar a mis soldados a través del ejemplo; sin embargo, minutos más tarde mi cuerpo simplemente empezó a desfallecer debido a la constante pérdida de sangre. Con mi brazo izquierdo totalmente inmóvil, decidí arrastrarme lentamente hacia la retaguardia y mientras lo hacía, me sorprendía la cara con la que mis soldados me veían, era como si estuvieran viendo un monstruo, de hecho, así era. Las heridas en mi cara, junto con la sangre saliendo de mi boca, generaban una gran impresión que puso a los soldados más nerviosos de lo que ya estaban hasta el momento. En ese momento, viéndome en situación de total indefensión y a punto de perder la vida, no lograba entender lo que acababa de suceder. A pesar de las condiciones adversas durante todo el día, jamás pasó por mi cabeza la posibilidad de salir herido o muerto debido a la alta confianza con la que contaba en ese momento, además de la juventud traducida en inexperiencia. Pasaron muchas cosas más por mi cabeza, entre ellas mi familia, mi madre, mis amigos y el hecho que el combate continuaba y cada vez teníamos más heridos, sin un apoyo que nos diera alguna esperanza. El enfermero me canalizó con líquidos debido a la fuerte hemorragia que tenía y me recosté en una zanja de arrastre que había construido las Farc para su defensa, pero que en ese momento era nuestro único refugio. 188 Memorias Imborrables - Segunda Edición

El frío hacía que mi cuerpo convulsionara incesantemente, recuerdo preguntarle al enfermero durante toda la noche sobre la situación de los heridos y cada vez me contestaba que el número de ellos aumentaba, así como su gravedad. Fue una noche donde no se escuchó un solo disparo de arma de fuego, solo se escuchaba la terrible acción de los cilindros que constantemente caían sobre nuestra posición afectando a mis hombres. En la mañana siguiente, la intensidad del combate disminuyó y para ese entonces ya teníamos 20 heridos (incluido yo) y un soldado regular muerto, debido a una esquirla del tamaño de una mano la cual atravesó uno de sus brazos a la altura de su codo ocasionando que se desangrara rápidamente. A eso de las 08:00 recibimos el apoyo del Batallón de Fuerzas Especiales No. 1, quienes caminaron toda la noche con el fin de llegar hasta nuestra posición, ya que el apoyo aéreo y de artillería no era viable. Sentí un fuerte alivio cuando ellos llegaron, el Bloque Móvil ya había movido a la gran mayoría de sus hombres y solo habían dejado aproximadamente a 50 terroristas quienes eventualmente disparaban con el ánimo de mantenernos aferrados al terreno. Debido a las condiciones meteorológicas pudimos ser evacuados 4 días después, fueron días y noches bastante difíciles, sin comer, sin sensibilidad en mi boca, con un brazo completamente rígido, sin escuchar nada más que un fuerte y constante pito en un oído y con fuertes dolores en múltiples partes de mi cuerpo. Aun así, después de esta gran experiencia que dio inicio a mi vida militar, decidí continuar con mi carrera, ya que a pesar de las circunstancias había algo en toda esta terrible historia, lo cual es difícil de explicar con palabras, que me hacía sentir orgulloso de lo que hacía por mí y por todos los colombianos.

Álvaro Hernán Tobón Ramírez

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Maestría en Política Pública Internacional con énfasis en Estudios Estratégicos (Universidad Johns Hopkins - EE. UU.); estudiante de la Especialización en Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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EL DÍA EN QUE UN CAMPESINO SE CONVIRTIÓ EN OFICIAL DEL EJÉRCITO PARA IR A LA GUERRA Alexander Lara Silva

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Por: Alexander Lara Silva En el presente texto, hago referencia a mi lugar de origen, como remembranza a la maravillosa vida que envuelve a los campesinos de bien en nuestra patria. Soy hijo de una pareja de campesinos luchadores, formados en una de las regiones de mayor producción de panela en el país. Con las mejores vivencias y recuerdos de cuando era niño, sumado a los primeros acercamientos y el enamoramiento por la vida militar. Al poco tiempo, se presenta uno de los eventos más importantes de mi vida, el ingreso a la Escuela Militar de Cadetes; época en que Colombia vivía una de las más fuertes arremetidas de los grupos guerrilleros, a finales de los años 90 y solo unos años después, el inicio de mi peregrinar por cada rincón de la geografía colombiana, en cumplimiento, innumerables misiones militares. Por un lado, los horrores de la guerra, donde la vida pasa a un segundo plano, comparado con la misión y la responsabilidad de cumplirle al pueblo colombiano. A causa de un lamentable hecho ocurrido en la región del Catatumbo, que marcaría mi vida para siempre, en especial, porque me enseñó a valorar a mis seres queridos, pero sobre todo al amor incondicional, el sacrifico y el sufrimiento de una madre. Por otro lado, las alegrías y distinciones que de toda índole me ha brindado esta maravillosa institución castrense, respetada y admirada por el común de la sociedad. Finalmente, agradecer a Dios, a mi familia y a todas las personas que hicieron posible el sueño de este niño campesino, que quiso ser Oficial del Ejército para ir a la guerra.

Mi procedencia Acerca de mis orígenes, puedo contarles que soy oriundo de un pequeño municipio del occidente de Cundinamarca, con una economía basada en la producción panelera y anclado en las estribaciones de la cordillera oriental. Por un lado, hijo de una pareja de campesinos con grandes valores morales y principios basados en la ética, los cuales ante las dificultades económicas de la época solamente tuvieron dos hijos, de los cuales soy el mayor. Además, según relatos familiares, desde mis primeros años como estudiante de primaria fui un aventajado y destacado estudiante, los cuales representaron importantes reconocimientos. 192 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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En la actualidad, recuerdo con añoranza el fuerte e inconfundible sonido del motor Lister de ACPM que me despertaba todos los días viernes a las 01:00 horas; momento en que iniciaban las labores para la producción de la panela. Esta, con un delicioso olor característico, que se expande y puede identificarse a más de un kilómetro, momentos inconfundibles con los que recuerdo gratamente mi infancia y con orgullo mis orígenes. Más adelante, en poco tiempo, terminé mis estudios secundarios con solo 16 años de edad, en la Normal Nacional de Nocaima, y ya tenía claro los planes y proyecciones de vida: seguir la carrera de las armas como Oficial del Ejército Nacional. Para ese entonces, en contra de todo pronóstico y percepción familiar, ya había sido aceptado en el proceso de incorporación a la escuela de formación de Oficiales del Ejército Nacional; hecho que representó el más alto grado de sacrificio económico que debieron realizar mis padres, para pagar mi ingreso a esta alma máter y garantizar el sostenimiento durante 3 años y medio.

El inicio de mi vida militar

proceso de negociación del presidente Pastrana. Por un lado, lo que más anhelaba era, con apenas 20 años de edad, salir a comandar unidades tipo pelotón y compañía, para desempeñarme en las zonas de orden público, de acuerdo con las necesidades del conflicto en ese momento y poder contribuir a la paz del país. Efectivamente, solo unos meses después, me encontraba en desarrollo de operaciones militares contra las guerrillas y las autodenominadas AUC.

Los terrores de la guerra Después de un largo trasegar por diferentes regiones del país, con un cúmulo de aventuras y experiencias que caracterizan a los Oficiales del Arma de Infantería, fui destinado a una de las zonas con una mayor complejidad del país, en lo que a orden público se refiere, el Catatumbo. En efecto, hasta el 2006 pensaba que lo había visto todo, que ya nada me podía sorprender ni alterar y mucho menos conmover…que equivocado estaba; es decir, no me imaginaba que pasaría por uno de los más duros y tristes acontecimientos, el cual quedaría gravado en mi memoria para siempre.

El día 9 de enero de 1998, con el corazón más grande que la maleta, a punto de estallar, preso de la emoción, la alegría y la incertidumbre; ingresé a la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”, alma máter del Ejército. Entonces, se llegó el momento de la incorporación a las filas del Ejército, en la ciudad de Bogotá D.C., a este evento que para mi familia fue una despedida, para mí, significó un gran comienzo, considerando que el momento estuvo precedido por mis padres y mi único hermano, como un acontecimiento particular en mi familia, siendo el único familiar conocido que escogiese esta profesión militar como forma de vida.

En esos momentos, transcurría el día viernes 2 de diciembre de 2006, me desempeñaba como Oficial de Logística del Batallón de Infantería N°. 15 “General Francisco de Paula Santander”, ubicado en la ciudad de Ocaña, Norte de Santander. Hay que destacar que, empezando la noche, salí junto con el Comandante del Batallón, el Ejecutivo y Segundo Comandante, hacia el Club de Caza, Pesca y Tiro de Ocaña, con la intención de conocer las instalaciones y hablar con el administrador a fin de cotizar un almuerzo, como proyección para la integración con motivo de la celebración del día de la Infantería, que tendría lugar el 9 de diciembre.

Por un lado, ese día vi con tristeza, como mi madre en medio de un llanto inconsolable se desprendía de algo tan valioso como un hijo, más adelante la entendería, de igual forma a mi único hermano en su despedida. Por otro lado, con sorpresa observé por primera vez en mi vida, a mi padre llorando, él siempre tuvo una imagen de fortaleza y entereza como cabeza de la familia y tenía una actitud muy neutral a la hora de expresar sus sentimientos; ese día con llanto en los ojos me despidió.

Más tarde, siendo aproximadamente las 22:30 horas, el Señor Teniente Coronel comandante de batallón, recibe una llamada alertando de unos combates con una unidad militar del batallón, con la cual no se había podido establecer comunicación radial.

Más adelante, el 1 de junio de 2001 tan solo tres años y medio después del ingreso, habiendo adelantado seis meses el tiempo de mi ascenso por necesidades de la fuerza, ante la expectativa de lo que podía llegar a pasar con la zona de distención entregada a las Farc, durante el fallido 194 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Por la noticia recibida, inmediatamente salimos a toda prisa hacia las instalaciones del Batallón, una vez allí se inició la verificación por radios de comunicación militares para verificar lo que estaba ocurriendo. Desafortunadamente, no se pudo establecer comunicación con la unidad en combate, solamente se podía hablar con otro pelotón que se encontraba a unos 5 kilómetros del lugar; esta otra unidad manifestaba las fuertes explosiones, los disparos de fusil y ráfagas de ametralladora que provenían Memorias Imborrables - Segunda Edición 195


del sector del Alto del Pozo. Pero, ¿que había en el Alto del Pozo?, en ese lugar predomínate en el relieve, se encontraba una base militar transitoria, ubicada en ese lugar a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde se instaló una repetidora de comunicaciones, para garantizar la comunicación efectiva con las unidades de la jurisdicción del Batallón.

enviados a la capital para el proceso de identificación. Este, era el inicio de la penosa y lamentable tarea de informar a las respectivas familias los hechos ocurridos, contando que sus hijos, hermanos, esposos, padres, etc., habían sido heridos, asesinados o desaparecidos por un ataque de la Cuadrilla Gabriel Galvis del Frente 33 de las Farc.

Dado que, ya era más de media noche y no se lograba establecer comunicación con ninguno de los dos pelotones, uno de soldados regulares y otro de soldados profesionales, aproximadamente 70 hombres, encargados de la seguridad de ese punto crítico, los soldados regulares llegaron la noche anterior a los hechos, a ese lugar. Acto seguido, ante el desespero del comandante del batallón, que infructuosamente trataba de comunicarse vía radial con esa unidad atacada, tomó la decisión de mandar traer la carpeta de datos personales de esos 70 soldados; es decir, con los datos personales, empezamos la tarea entre todos los que nos entrabamos en Centro de Operaciones Tácticas (COT), de marcar a los números de teléfono celular de los soldados y comandantes que se encontraban en ese sitio.

Por lo que se refiere a toda esta historia de terror, tenemos un caso bien curioso y particular, por la forma como sucedieron los hechos. En este caso la historia de quien por motivos de seguridad nombraré durante el presente relato, mi “Cabo Rojas”. Por un lado, a la madre de este Suboficial se le llamó a informarle que su hijo había sido asesinado y que su cuerpo se había enviado a la ciudad de Cúcuta para la respectiva identificación, haciendo referencia a uno de los cuerpos calcinados; entonces, desde el departamento de Antioquia, y con el corazón en la mano, propio de una madre que pierde un hijo en estas circunstancias, realizó el viaje hasta la capital de Norte de Santander para llevar de regreso lo que quedaba de su adorado hijo; pero, grande fue la sorpresa cuando al verificar los cuerpos incinerados, por los rasgos corporales, pero en especial por la dentadura aún intacta, esta dolida madre, manifestó que ninguno de los occisos era su hijo. Entonces, cambiaron las cuentas sacadas inicialmente, al parecer el Cabo Rojas era el que se encontraba desaparecido y posiblemente secuestrado por la guerrilla.

Más adelante, después de tanto insistir, cuál sería la sorpresa, cuando al mismo comandante de batallón le contestaron uno de los celulares registrados por un soldado, pero no era el soldado quien contestó: le contestó una voz agitada y en forma desafiante le dijo: “no llame más a este malparido soldado, él ya está muerto y ahora este celular es mío”. En ese momento, todos a la expectativa, vimos a mi coronel ponerse pálido y quedar como en estado de shock, nos dijo a todos: “un guerrillero me contestó el celular, me dijo que el soldado estaba muerto y que no siguiera llamando”. Después de esto, se siguió el protocolo establecido para estos casos, coordinar los apoyos aéreos que por condiciones meteorológicas y por la altura del sitio fue imposible ejecutarlo por parte de la Fuerza Aérea. A su vez, se inició la aproximación de una unidad cercana como apoyo, con la debida cautela y cuidado, para evitar afectar a las mismas tropas y retomar el control; el combate se prolongó sin ningún tipo de apoyo hasta altas horas de la madrugada. En conjunto, los nefastos resultados de este trágico hecho se resumen inicialmente en 2 Suboficiales y 15 soldados asesinados, 3 heridos y 1 desaparecido del cual se consideró inicialmente que hasta podía estar secuestrado; en total 17 muertos, 3 heridos y 1 desaparecido. Además, solo hasta el día siguiente cerca del mediodía, se logró retomar el control y evacuar hacia Ocaña y Cúcuta respectivamente, los heridos y el cuerpo de los asesinados; dos cuerpos fueron quemados posiblemente aun estando vivos por creer que eran los comandantes, al estar irreconocibles, fueron 196 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Por esta razón, viene otra noticia que en su momento no se sabía si era mejor o peor para esa madre, “señora, su hijo al parecer no está muerto, se encuentra desaparecido, puede estar en manos de las Farc”. Es decir, a estas alturas ya habían pasado dos días desde el ataque a esta unidad militar, nuevamente se ordena a los soldados que retomaron el control en el lugar de los hechos, hacer registros perimétricos para tratar de ubicar alguna pista del Cabo desaparecido. Así pues, los soldados en su búsqueda empezaron a gritar y a llamar por el nombre al Cabo Rojas, hasta que de pronto se oyó un grito de dolor, más que un grito fue un quejido de sufrimiento, era el Suboficial. No obstante, este Suboficial del Ejército Nacional, en su primer grado militar Cabo Tercero, durante el ataque había sido herido en varias ocasiones, dos de ellas en la cabeza, con disparos provenientes de los fusiles de la guerrilla. A causa de verse herido, combatió hasta donde se le acabaron las municiones, durante ese tiempo, en las tinieblas de la noche, recuerda haber tenido como resultados operacionales el deceso de guerrilleros que los atacaban y le gritaban que se entregara. Acto seguido, con sus últimos Memorias Imborrables - Segunda Edición 197


alientos y sin tener cómo seguir luchando, tomó la decisión de incorporarse y correr hasta arrojarse por abismo: “primero muerto que secuestrado”. Después, permaneció ahí durante más de dos días, herido, pensando que todos los demás soldados habían muerto y que la guerrilla aún continuaba en el lugar, no se atrevía a salir; además, sus heridas no le permitían moverse, tenía medio cuerpo paralizado. Pero, la fortuna estaba de su lado, Dios le daba una segunda oportunidad, la vegetación donde cayó lo salvó de morir por el golpe y en ese sitio permaneció inmóvil, herido en espalda y cabeza con 5 impactos de bala en total, pero con unas ganas enormes de seguir viviendo y de volver a ver a su madre. Al retomar la situación de su madre, quien para ese entonces ya se encontraba en Ocaña, en las instalaciones del Batallón Santander, esperando noticias de su hijo, se le entrega otra noticia, aunque buena nueva, fue poco creíble para ella. Además, solo dos días antes, el hijo de sus entrañas estaba muerto y calcinado, después estaba desaparecido o secuestrado y ahora estaba vivo y herido, ¿usted lo creería? En otras palabras, fue necesario llevarla nuevamente a Cúcuta, donde fue trasladado su hijo herido para recuperarlo en una clínica, donde los médicos indicaron que fue un milagro que se hubiese salvado, primero por los impactos de bala, segundo por el impacto de la caída y tercero, porque el frío le favoreció, para evitar que se desangrara. En resumen, ese día volvió a nacer una madre y volvió a nacer un hijo, solo Dios puede orientar nuestros designios y el Cabo Rojas no debía morir ese día, muchos años de vida ha de tener para cumplir su propósito terrenal. Ahora mismo, con nostalgia me traslado al pensamiento y sentimientos de mi adorada Madre, a quien agradezco infinitamente por su amor y en especial sus incansables oraciones, doy testimonio que estas me han salvado y me han protegido de todas las dificultades y peligros existentes en la vida de un Oficial del Arma de Infantería. Así mismo, espero que algún día pueda recompensar sus momentos de angustia y sufrimiento, por las preocupaciones y noticias que a diario recibía respecto a las condiciones de orden público, en cada una de las regiones en donde he estado asignado. Como lo dije al principio de este texto, más adelante entendería su llanto del 9 de enero de 1998, cuando literalmente sintió que me entregó al Ejército Nacional, sin saber en qué circunstancia iba a regresar a sus bazos, o peor, si algún día realmente iba a volver. Institución de la cual aún continúo enamorado y ahora es cuando más tengo para ofrecerle a mi patria, ahora que estoy cerca de ascender al grado de Teniente Coronel y desempeñarme como Comandante de Batallón. Mi gran anhelo es, que la verdadera paz 198 Memorias Imborrables - Segunda Edición

se logre algún día en Colombia, porque muchas madres vivieron duras experiencias como la mamá del Cabo Rojas, y ojalá que ninguna otra madre tenga que vivirlo. En conclusión, para seguir la carrera de las armas se requiere de una verdadera vocación y amor institucional, que tenga la capacidad de fortalecer al ser humano que decida ingresar a las filas militares. Lo anterior, teniendo en cuenta que los retos enfrentados en el día a día del soldado, son cada vez más difíciles e inverosímiles; por un lado, a pesar que en Colombia se respira un ambiente de tranquilidad obtenido en los acuerdos con la guerrilla de las Farc, por otro, surgen nuevos fenómenos de criminalidad con grupos nuevos o disidentes. Visto que, estos nuevos grupos armados organizados, sumado al aprovechamiento de la tecnología como parte de una convergencia delictiva en el marco de una globalidad desviada, van a ocupar durante unos años más, la atención de las FF. MM. En la actualidad, con la gran responsabilidad de ser el orgullo de mis padres y hermano, sumados a la responsabilidad autoridad moral que demanda mi hogar conformado por mi amada esposa y mi adorado hijo. Hecho que, después de 20 años me impulsa con más fuerza a continuar entregándolo todo de forma incondicional, como un grano de arena más que contribuya al bienestar de mi país y de su pueblo. Pero, no todo es tan difícil como parece, sobreponiéndose a las circunstancias difíciles propias de esta abnegada profesión, encuentro los beneficios que desde aspectos profesionales, laborales y económicos me ha brindado la institución militar. Además, sumado a un alto grado de estatus y reconocimiento social, por ese posible sentimiento de retribución a la labor realizada por los integrantes del Ejército Nacional, en momento donde el país estuvo en dificultades. Finalmente, la entrega y dedicación durante más de 20 años en el Ejército Nacional, lo que representa más de media vida, quedó reflejada desde el momento en que recibí por primera vez el sable en el grado de Alférez, como representación del mando en la carrera de los Oficiales. A este Sable, le hice grabar en su hoja, la cual se esgrime solo para ser empleado en defensa de la nación, la siguiente frase: “Toda una vida de lucha y sacrificio al servicio de mi Patria”. Asimismo, en la Vaina que lo recubre, lo protege y permite portarlos, le grabé una frase en agradecimiento por todo lo que han hecho de mí: “En honor a Dios y a mis Padres, forjadores de este triunfo”. Cada día de estos 20 años, añoré con todo de mí, poder regresar a mis orígenes, recordando en especial cuando voy en camino hacia mi terruño, la canción que hizo famosa el Grupo Niche en los años 90: “A lo lejos se ve mi Memorias Imborrables - Segunda Edición 199


pueblo natal, no veo la santa hora de estar allá, se vienen a mi mente bellos recuerdos infancia alegre que yo nunca olvidaré…” Como homenaje a los 17 héroes del Alto del Pozo y a todos los que han ofrendado sus vidas en cumplimiento de la oración patria y del juramento de bandera, a mi Cabo Rojas, que Dios le dé muchos años más de vida, a su apreciada madre, para que pueda seguir disfrutando de su hijo, a su esposa e hijo, que Dios los siga bendiciendo por tener un padre tan afortunado. En agradecimiento a Dios, por hacer posible y bendecir mis sueños, a mi madre, por su amor infinito y sus oraciones permanentes, a mi padre, por sus consejos y su apoyo irrestricto, a mi hermano, por su ayuda, colaboración y cariño, a mi esposa por su amor incondicional, su valiosa compañía y apoyo permanente, a mi pequeño hijo, por las mayores alegrías y momentos de felicidad que me ha dado en la vida. Con honor, a mi prestigioso Ejército Nacional de Colombia con su lema Patria, Honor Lealtad, de la mano de la victoria que ha ganado en los campos de combate la reina de las armas, Oh mil veces gloriosa infantería, “Paso de Vencedores”.

NACIMOS EN LA GUERRA Alexander Hoyos Camacho Alexander Lara Silva

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Maestrando en Seguridad y Defensa Nacionales (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en Gestión de Proyectos (Universidad Nacional Abierta y a Distancia). Formado en el Centro de Educación Militar como Especialista en: Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; Conducción y Administración de Unidades Militares e igualmente, con Diplomado en Planeación Estratégica e Innovación. Adicionalmente, entrenado en Comando de Transformación del Ejército del Futuro, Human Talent Course on: Towards a sustainable peace in Colombia and the world: a critical perspective on the transformation of the Army (Universidad de Oxford). Integrante Curso de Estado Mayor 2018.

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Por: Alexander Hoyos Camacho Aunque los hechos hacen parte de las vivencias en algún momento de mi vida, algunos nombres de los personajes y lugares no corresponden a los reales. Recuerdo cómo inició aquella tarde de vuelo en las sabanas de Arauca, mientras se realizaban las diferentes misiones de aviación en esa extensa llanura; hablaba con la tripulación de la larga jornada y el descanso que nos esperaba para iniciar labores el día siguiente, sin embargo, una llamada por el radio de seguridad del puesto de mando, cambiaría las intenciones de las que hablaba con la tripulación: “Bravo Líder de Jungla, si me está copiando la orden es: proceder de inmediato para Montería”. Por un momento creí que hablaban de algún sitio en Arauca y pedí confirmación de la orden, efectivamente esas eran las instrucciones, el silencio en la cabina del helicóptero trazaba la ruta mentalmente, tenía que cruzar el país casi de un extremo a otro, cruzar 2 cordilleras, porque algo importante sucedería y nuestros soldados necesitaban las aeronaves, pasaron unas horas y allá estábamos, el panorama al ver más de 20 aeronaves sobre la pista de Montelíbano en Córdoba, presagiaba el inicio de algo grande. Precisamente en esa pista, conocí a un grupo de soldados profesionales que estaban preparándose para ser insertados en un asalto aéreo, en las agrestes montañas selváticas del Nudo del Paramillo; se acercaron al helicóptero y preguntaron que si esa aeronave era el Bravo 2 de la zona de desembarco Alfa 9; con la cabeza asentí, en ese momento observaba un grupo de hombres jóvenes con unos pesados equipos, con sus uniformes empapados de sudor por el clima fuerte de la tierra cordobesa, pero al mismo tiempo, veía en ellos la representación de los anhelos de cada uno de los que integrábamos la misión, así que decidí preguntarles: -

¿Listos para la guerra?

Y me respondieron categóricamente:

-

¡Siempre hemos estado listos para la guerra! porque nacimos en la guerra. Respondió uno de ellos.

Por un momento pensaba en la vida de cada uno de estos hombres, que no han conocido un país en paz y decidieron portar el uniforme para dejar un mejor legado a sus hijos; así que decidí preguntarle al soldado 202 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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Vargas: ¿Cómo así que nació en la guerra? y me respondió: “mi Capitán yo nací en Dabeiba y cuando yo nací, ese día la guerrilla entró al pueblo disparando, mi mamá salió del hospital conmigo en los brazos y se fue para la finca a recoger a mi hermana de 3 años y nos tocó escondernos en la finca de mis abuelos; según me dice mi mamá, desde allá se escuchaban los disparos y las explosiones, por eso mi mamá nos llevó a vivir a Juan José y allá en el nuevo pueblo, cuando yo tenía como 11 años vi cuando la guerrilla atacó a unos soldados que estaban cerca de la casa, en una torre de energía y los mató, ese día me puse mal, porque cuando ellos bajaban al pueblo, me cambiaban la lecherita por unas panelas que yo sacaba a escondidas de mi casa y pues así nací y crecí en la guerra, por eso es que le digo que desde que nací estoy listo mi Capitán”. Al final, su risa me hacía pensar en la tranquilidad con la que hablaba; en ese momento los demás miembros del grupo callaban y otros dos contaron una que otra historia, de aquellas penurias que vivieron en sus lugares de nacimiento, aun así, sus risas y sus miradas hacían ver que su trabajo les daba la fortaleza para lograr algún cambio. Por un instante, pensaba que ésta era una pequeña muestra de la dureza de la vida de muchos de nuestros soldados, e imaginaba que mientras ellos siendo unos niños y vivían tantas tragedias en los campos de Colombia, yo estaba sentado en un salón de clases estudiando, mientras ellos escuchaban los disparos y las explosiones; a mí me aturdía el ruido de la ciudad, me imaginé sentado en el salón de clases, donde el único ruido era el de mis compañeros y pensé que en ese mismo momento estos hombres en su infancia, estarían corriendo por los campos huyendo de la violencia y pensaba: ¿Por qué esa diferencia de estilo de vida?, en un momento donde nos separaban menos de 500 kilómetros; así mismo imaginé un país taciturno ante una violencia que arrebató el silencio de los campos. “Mi capitán, mi capitán”, escuchaba varias veces, pero yo seguía expectante a sus historias y transportándome en el tiempo para imaginar qué estaría haciendo en ese momento. “Mi capitán, hay reunión en la sala de guerra”, se acercó un soldado avisándole a cada uno de los pilotos al mando, solo cuando lo escuché cerca, otra vez mi pensamiento volvió a la pista, dejé ese espacio de atención y salí a la sala de reunión. Dos horas después volví al helicóptero a decirle a la tripulación que la operación estaba por iniciar, así que nos reunimos todos, tripulación y soldados. Recuerdo aún los 8 rostros de aquellos soldados; sí, solo 8 porque 204 Memorias Imborrables - Segunda Edición

la zona de desembarco, estaba ubicada en una parte alta de la montaña y el rendimiento del helicóptero no permitía transportar más soldados. “¡Comando!, llame a los demás para decirles qué es lo que vamos a hacer”, dije a uno de los soldados. Así fueron llegando los 8 hombres que salían debajo de los árboles, donde se protegían del inclemente sol de mediodía, eran ya las 2 de la tarde y uno de ellos se acercó con un marmita1 que traía un almuerzo y me dijo: “mi capitán acá está su almuerzo”, (¿quién era yo para recibir un almuerzo por parte de estos héroes?), él me dice: “Tenga mi capitán, para que pueda volar ese helicóptero y llevarnos allá a esa montaña, hoy estamos aprovechando el almuerzo porque en esos cerros la comida no es lo mismo”. Me parecía estar escuchando legionarios de los ejércitos romanos de Cornelio Escipión, las risas salían de ambos lados, entonces les dije: “hoy no volamos, la misión se posterga 24 horas”. Y me senté en el piso del helicóptero para tomar mi almuerzo, lo que, para mí, significaba almorzar algo frío en una marmita de las que alguna vez usé, con una comida un tanto fría y escasa; para ellos era el día del almuerzo especial, sabía que yo iría a dormir en una habitación confortable y estos hombres dormirían al lado del helicóptero, como cuidando su más preciado tesoro. Llegó el segundo día y como de costumbre, nos reunimos en la sala de guerra para actualizar las informaciones y esperar la hora “H”2 para iniciar el asalto aéreo de gran escala; una vez más pensaba que ese día tampoco se realizaría la operación, porque las condiciones del clima no parecían estar de nuestro lado, sin embargo, las órdenes eran permanecer en las aeronaves todo el tiempo porque en cualquier instante, la meteorología nos daría un espacio para hacer las inserciones que necesitaba la operación. Me acercaba a la aeronave cuando pude observar el grupo de soldados que tenía que insertar, estaban listos con sus equipos bien armados, sus chalecos puestos, cada paso que daba me confirmaba que ellos estaban plenamente convencidos y preparados para lanzar la operación. A pesar de la leve lluvia que acompañaba esa mañana algo fría, algo me llamó la atención, cuando pude observar al primer soldado, su rostro estaba mimetizado y así, cuando me acerqué pude ver que los demás también lo estaban, es decir, estaban más que preparados; estos hombres tenían deseos de luchar y de conquistar aquellas montañas. 1 2

Plato especial donde el militar come La hora en que está planeada iniciar la operación

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A pesar del mal tiempo que reinaba esa mañana, a estos héroes parecía que nada los quería detener, ni la lluvia opacaría sus ganas de luchar ese día, cuánta convicción y cuántos anhelos veía en esos hombres, ¿de qué estarían hechos?, ¿cuál sería su motivación diaria para despertar y prepararse para el combate antes del alba?, nunca quise preguntarlo, me acerqué a ellos y mientras hacía un gesto de sorpresa les dije: “¿estamos listos?” y me respondieron: “si mi capitán siempre estamos listos, acá está su desayuno”; me sorprendió con una arepa y un jarro de café, ambos fríos por la hora, y a pesar de que yo ya había desayunado, me senté esta vez sobre uno de los pesados equipos de estos héroes. Mientras desayunaba por segunda vez, me llamó la atención, uno de los equipos en su parrilla, tenía la foto de un joven de unos 20 años creo yo, pero no se parecía a ninguno de ellos, traté de comparar su rostro con el grupo, pero el mimetismo confundía sus facciones, no me quedó más que preguntar de manera jocosa: “¿y esa foto es para que sepan quién es el dueño del equipo?”; esperaba risas de ellos, pero todo fue silencio, hasta que uno de ellos me respondió: “el equipo es mío mi capitán y el de la foto es mi hermano”. Pensé para mí mismo, que debí haber guardado silencio y no haber hecho ese comentario, sin embargo, no podía quedarme mudo y le pregunté por qué la llevaba ahí, entonces empecé a escuchar la historia que me hizo lamentar por haber desayunado por segunda vez. “El de la foto es mi hermanito mi capitán, él murió hace unos años, él fue soldado profesional y murió en un combate cerca de vista hermosa Meta, él era de la AGLAN (Agrupación de Lanceros) y cuando él murió nos dejó un vacío en la casa, porque la verdad mi capitán, mi mamá no tenía mucha plata y vivíamos en una casita en el campo en San Carlos, allá no había mucho trabajo y éramos muy pobres; bueno, ahora no somos ricos, pero éramos más pobres antes, no teníamos mucho que comer, a veces solo un caldo para el día o un agua de panela sola, o algún arroz “pelao”, no comíamos mucho, solo cuando uno de nosotros cumplía años mi mamá le hacía algo más”. Sentí que ese desayuno que comí de más no lo merecía y menos de alguien que sobrellevó la ironía de vivir en el campo y padecer bajo el hambre largos años de su vida. Entonces le pregunté: ¿y es que su papa no trabajaba? Me dijo: “mi capitán, mi papá se fue y nos dejó cuando mi mamá estaba embarazada de mí y ni lo conozco, por ahí dicen que lo habían visto en los paracos”. Decía para mí: ¿acaso acá ninguno tiene papá?, ¿acaso acá soy el único afortunado 206 Memorias Imborrables - Segunda Edición

de tener padre?; admiraba la fortaleza de las mamás de estos hombres, y volví a preguntar: ¿y acaso no cultivaban yuca o algo para comer? Un movimiento en la comisura de sus labios, como una risa oculta se dibujó y me respondió: “mi capitán usted no me va a creer, pero mi mamá decía que esa tierra estaba maldita, allá no crecía nada, los animales se nos morían; es que ni las gallinas se criaban, si esa tierra diera algo, no habríamos aguantado hambre porque yo echo azadón desde los 6 años y mi mamá y mi hermano también lo hacían, pero no salía nada, a veces unas yucas, pero flacas y a veces huecas por dentro”. Yo lo miraba con sorpresa, entonces le pregunté por qué había ingresado al Ejército, e inicio contándome su historia: -Cuando mi hermano tenía 16 años yo estaba pequeño, y llegaron los paracos al rancho, por allá nunca iban porque la casita era fea y pequeña, no teníamos nada, y llegaron a decirle a mi mamá que pusiera a trabajar al mayorcito de los pelaos y que ellos le pagaban bien, entonces mi mamá les dijo que el niño se desmayaba seguido, que tenía algo raro como un maleficio y que no servía para irse con ellos, pues recuerdo que ellos se quedaron 2 noches en la casa y se fueron. Con el tiempo pasó también la guerrilla y le dijo a mi mamá que debía poner la cuota para la guerra y la llevaron al frente de la casa, yo solo veía que hablaban, cuando escuché que mi mamá decía que no tenía plata; ese día vi llorar a mi mamá, nunca la había visto llorar, entró a la casa, tenía los ojos rojos y me dijo que alcanzara el galón del agua, yo se lo di y ella empezó a llenarlo de guarapo que teníamos para tomar, ese día me dio rabia porque hicieron llorar a mi mamá y porque se llevaron el guarapo que teníamos para tomar ese día, y no teníamos panela para hacer más. En ese momento llegó mi hermano que estaba ayudándole a un vecino a poner la cerca, cuando ellos lo vieron, le dijeron a mi mamá que como no tenía plata, que alistara al chino, que luego lo mandaban a buscar, mi mamá aún llorando les decía que él ayudaba en la casa y que no tenía a nadie más y le hizo señas a mi hermano para que se entrara, entonces mi mamá mandó a mi hermano para Medellín y allá mi tío lo puso a trabajar en un puesto de dulces al frente del estadio y luego se lo llevaron a prestar el servicio, estuvo en el Batallón Rifles y después se fue de profesional; la verdad mi capitán, cuando mi hermano entró al Ejército ya las cosas cambiaron porque él se rebuscaba en el batallón y nos mandaba plata y de profesional pues nos mandaba más seguido cosas y ya comíamos mejor, hacíamos unos mercados para el mes, mi mamá si seguía trabajando en lo que saliera, pero estábamos mejor, la casita la arreglamos y le pusimos piso de cemento porque estaba en pura tierra, cuando mi hermano entró Memorias Imborrables - Segunda Edición 207


a la AGLAN (Agrupación de Lanceros) casi no lo veíamos, iba de vez en cuando, pero nunca nos faltaba la carta o la llamadita. Un día yo estaba en el patio de la casa, me acuerdo que estaba echándole agua al perro para bañarlo y lo tenía amarrado a un árbol para que se dejara, cuando llegó mi mamá llorando, entró a la casa y detrás de ella, la señora a la que ella a veces le arreglaba la casa en el pueblo; yo imaginé que esos manes habían vuelto, mi mamá no podía ni hablar y la vecina fue la que me contó: mijito póngase unos zapatos y acompañe a su mamá, porque parece que mataron a su hermano. Ese día cambió mi vida, yo hasta pienso que era feliz así en medio de la pobreza, pero creo que ahora me falta la felicidad, me falta mi hermano y no sé si algún día la vuelva a sentir, los regalos y la presencia de mi hermano para mi eran felicidad. Salí con mi mamá y recuerdo que del desorden que pasó por mi cabeza olvidé soltar al perro, luego llegó el cuerpo de mi hermano y lo enterramos en San Carlos, mi mamá no me dejó verlo, mi hermano me quedó debiendo un balón de futbol que yo quería, porque en la escuela jugábamos con una bolsa llena de papeles. Tiempo después yo entré al Ejército, quizá en busca de la felicidad que había perdido con mi hermano, y en memoria de él, volví una vez a San Carlos, porque ya vivíamos en el pueblo; fui a la vereda a llevar 3 balones que había comprado para los niños de la escuelita, en la que aprendí a leer y a escribir, y ya no había nadie, estaba caída; mi mamá me contó que la profesora no había vuelto porque la habían amenazado. Todo ese fue el recuerdo de mi hermano y por eso cargo la foto de él en mi equipo y también tengo sus placas de identificación; ver esa foto me recuerda la felicidad que sentía cuando lo veía llegar a la casa, tanto así que desde pequeño me cortaba el pelo como él, como un soldado.

acercábamos; por el radio, los helicópteros Arpía de escolta, nos dijeron que el tiempo no estaba bueno en el punto de inserción y que les estaban disparando, ya habíamos perdido la sorpresa y unos 10 minutos después nos ordenaron retornar a la pista de Montelíbano, así que llegamos a la pista, cada helicóptero en su lugar. Apagamos y una vez en tierra les dije a mis guerreros: bueno ya conocieron para dónde van, ahora si pueden almorzar; se rieron y uno tras otro se fueron buscando un lugar sombreado, perdiéndose en medio de la espesa maraña que había al lado de la pista. Salí con la tripulación para la improvisada sala de guerra en la zona de espera del aeropuerto, mientras caminábamos les dije: “tenaz la vida que hay detrás de cada uno de los soldados”; uno de ellos me dijo: “mi capitán cada persona es un mundo distinto, detrás de cada persona hay una nebulosa de alegrías, tristezas, sueños, familias; por eso uno debe acercarse con tacto, porque nadie sabe lo que hay dentro del otro”. Completamente cierto, ese día quise devolver el tiempo, y entregar ese desayuno de más que me ofrecieron, a la familia de ese hombre que me contó su historia. Con la llegada del amanecer nos acercábamos de nuevo a las aeronaves y ahí se encontraban los guerreros, listos como siempre, estaban limpiando sus armas, alistándose para la guerra que venía. ¿Estamos listos? les pregunté; “como siempre mi Capitán”, respondieron. Ese día el tiempo no estaba muy bueno sobre la pista, imaginé que ese día tampoco sería el lanzamiento de la operación. Dos horas más tarde nos llamaron a la sala de guerra, la reunión tardó unos 15 minutos, después de los cuales se veían correr tripulaciones por la pista, soldados con los equipos a la espalda, corriendo para las aeronaves…se daría inicio a la operación.

Yo estaba pasmado escuchando la vida de este soldado, que recordaba la memoria de su hermano, parecía que esa foto le ayudaba a aliviar el peso de su equipo. De repente, pasaron corriendo algunas tripulaciones para los helicópteros, pregunté qué pasaba y dijeron: “¡que prendan…!” Y atentos al radio, uno de los soldados dijo en medio de risas: “bueno, nos tocó almorzar en los cerros”. Rápidamente prendimos el helicóptero, embarcamos a aquellos soldados que siempre estaban listos; por los radios, nos indicaron que el tiempo, en el punto de inserción estaba bueno, y así despegamos unos 13 helicópteros con rumbo sur occidente.

Esa mañana despegamos casi todas las aeronaves, rumbo a esas frías montañas cubiertas de selva, mientras nos acercábamos, podíamos ver como los helicópteros de ataque disparaban para asegurar las zonas de desembarco, así fue como llegamos a nuestra zona asignada: un punto en la parte alta de la montaña. Había neblina, el frío se sentía, y así descendió cada uno de esos guerreros por la soga; en menos de 10 minutos ya estaban todos en tierra, regresamos a la pista y durante el regreso escuchábamos por los radios que las unidades en tierra estaban en combate, había llegado el momento que tanto esperaban aquellos hombres mientras aguardaban en la pista; duraron casi toda la tarde en combates, llegó la noche y algunas tripulaciones estuvieron listas en la pista a la espera de una reacción.

El paisaje que se veía desde el aire estaba cambiando, de esa planicie, empezamos a llegar a unas montañas que crecían cada vez que nos

Esa noche antes de dormir, imaginaba cómo estarían esos guerreros que habíamos desembarcado.

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Antes de que llegara el alba estábamos de nuevo en los helicópteros, a la espera de insertar más tropas, era una mañana muy soleada y a diferencia de los demás días corría una fuerte brisa de norte a sur, hacia donde quedaban las montañas.

ojalá estén bien, cumpliendo los sueños que contaron en esa pista; siempre estarán listos para la guerra y siempre estarán listos para luchar por la vida, para que sus hijos no tengan que nacer en la guerra.

Una llamada de presentarnos a la sala de guerra de manera urgente, cambió la tranquilidad de la mañana; se trataba de una reacción para extraer a unos soldados que habían caído en un campo minado, ese día me correspondió a mí la misión. Cuando llegué al sitio aún estaban en combates, era casi ya medio día y los vientos eran demasiado fuertes, después de localizar el sitio de extracción supimos que el trabajo era delicado y que estaríamos expuestos al fuego enemigo un buen rato, una sola aeronave para evacuación no sería suficiente porque no había zona de aterrizaje; teníamos que evacuar a un soldado por aeronave, bajando la canastilla de rescate. Así fue que en medio de los disparos y con el apoyo del helicóptero Arpía, pudimos evacuar a cada soldado. En mi ruta hacia Medellín, para llevar al soldado, le dije a la tripulación que tomara los datos del herido; uno de los tripulantes me respondió: “Mi Capitán, no me va a creer, el soldado que llevamos acá, es uno de los comandos que estaba con nosotros en la pista”. No podía creer en tan mala noticia, traté de mirar hacia la cabina de carga y reconocí el rostro de uno de ellos, su camuflado estaba lleno de sangre y había perdido su pierna izquierda; sin embargo, en su cara no se notaba un ápice de dolor, tal vez él tampoco lo creía, tal vez el dolor también lo borró la explosión, estaba asustado. Continuamos nuestro recorrido hacia Medellín en medio del silencio, cada uno de los miembros de la tripulación estaba en completa mudez, hasta que uno de ellos habló: “Mi capitán, el soldado me dice que los otros dos heridos son del mismo grupo que insertamos”. Sentí una gran tristeza y confusión; un día antes, estábamos hablando de historias en la pista y ahora tenían su cuerpo destrozado por las minas. Llegamos al aeropuerto de Medellín donde los esperaban las ambulancias; allá quedaron aquellos anhelos, aquellas historias, y aquellos sueños, cercenados por la explosión; nunca más supe de ellos, pero siempre me pregunto, qué habrá pasado con sus vidas, si lograron ganar la batalla a la muerte, si andan por la vida sin una parte de su cuerpo… De algo si estoy seguro, y es que, si lograron vivir, y aunque la guerra les haya quitado una parte de su cuerpo, los acercó al seno de su familia, 210 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Alexander Hoyos Camacho

Oficial del Ejército de Colombia. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”), Piloto de Pruebas de Helicópteros UH-60; Especialista en Administración de Recursos para la Defensa Nacional; Especialista en Conducción de Unidades Militares; integrante CEM 2018.

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A PESAR DE LAS MINAS QUIEBRA SUEร OS Carlos Alirio Leรณn Camargo

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Por: Carlos Alirio León Camargo “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Jorge Luis Borges

El conflicto armado en Colombia, ha dejado a su paso una huella imborrable en la memoria de los colombianos de dolor y sufrimiento. Mientras algunos, han llegado a ofrendar su propia vida en cumplimiento al juramento solemne, que le impone al militar defender su bandera y proteger la vida, honra y bienes de sus compatriotas; otros han dejado en las montañas de Colombia parte de sus cuerpos y se ven ahora enfrentados a una nueva vida, viendo truncados sus sueños y aspiraciones que años atrás los motivaba a ingresar a las filas del Ejército Nacional. Con este relato pretendo hacer un homenaje a dos grandes seres humanos, soldados de la patria cuyos nombres perdidos entre tantos otros héroes anónimos, quisiera que de alguna manera quedaran a través de éstas letras inmortalizados como vivo testigo del valor y el sacrificio que realizan nuestros hombres en pro de lograr un país en paz para las nuevas generaciones. En el mes de junio del año 2010, luego de haber servido durante dos años en la gloriosa Escuela de Lanceros y ostentando el grado de Capitán, fui destinado a la Brigada Móvil número 17, que pertenecía a la Fuerza Conjunta de Acción Decisiva (FUCAD), la cual tenía para ese entonces el Puesto de Mando atrasado en Tolemaida y el adelantado en el municipio de Puerto Libertador, Departamento de Córdoba, teniendo como área de responsabilidad un vasto territorio sobre el Nudo de Paramillo y el cañón del Río Sucio. Puerto Libertador, es un municipio colombiano del norte del país situado a 170 km de Montería. La población fue fundada en 1941 por colonos provenientes de Sahagún. En principio recibió el nombre de Bijao, al ser esta planta la más abundante en la zona. Se convirtió en Municipio en el año 1980, tras ser anteriormente un corregimiento de Montelíbano (Alcaldía de Puerto Libertador, 2017). Un municipio que por los años de 2009 y 2010 era azotado por la violencia de diferentes grupos armados ilegales. El permanente accionar 214 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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del frente 18 de las Farc, tenía sumida a la población entre el miedo y la desesperación en una época en que se estaba realizando la desmovilización de las autodefensas, que tanto dolor trajeron a cientos de familias. Para hacer frente a éstas amenazas se trasladó a la FUCAD del Departamento de Caquetá a ésta nueva jurisdicción. Luego de la presentación protocolaria en Tolemaida, abordé un avión hasta la ciudad de Montería, desde donde me trasladé al municipio de Puerto Libertador, donde hice presentación ante el comandante de la Brigada Móvil Número 17, quien luego de darnos una información a quienes llegábamos trasladados acerca de la situación que se presentaba en el área de operaciones, del dispositivo de las tropas y conocimiento del enemigo, me informó que había sido designado como comandante de la Compañía de Operaciones Especiales de la Brigada, la “Compañía Astro”, la cual se encontraba acampando en la cabecera de una pista de aterrizaje, abandonada a las afueras del pueblo y que años atrás fuese utilizada para el transporte de las mercancías producto del narcotráfico. La Compañía Astro estaba conformada por soldados profesionales de 4 y 5 años de antigüedad, quienes se habían formado en la Escuela de Soldados profesionales (ESPRO) y quienes una vez egresados de dicha institución, fueron destinados a conformar la Fuerza Conjunta de Acción Decisiva. 60 jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 23 y los 26 años de edad, conformaban la unidad insignia de la Brigada Móvil número 17. La Compañía fue organizada como una unidad especial y reserva de la Brigada por el entonces comandante de la FUCAD y quien más tarde sería el Comandante del Ejército, Señor General Jaime Lasprilla Villamizar, quien con una visión clara del enemigo al que se enfrentaba, la conformó y la equipó dándole un entrenamiento basado en la doctrina de unidades especiales, con instructores del Batallón de Comandos y la Escuela de Fuerzas Especiales Rurales en el Barrancón, Guaviare. Conformada por los mejores soldados de los diferentes batallones que conformaban la Brigada Móvil 17, quienes hacían parte de la Compañía Astro, eran soldados motivados, convencidos y con un alto espíritu de cuerpo. El honor de comandar a éstos hombres me permitió poner en práctica los conocimientos adquiridos en la Escuela de Lanceros, en el curso de Fuerzas Especiales y la experiencia que adquirí años atrás en mi paso por el Batallón de Fuerzas Especiales Número 4. Los días transcurrían entre el entrenamiento y el alistamiento permanente para ser utilizados en cualquier momento para apoyar a la unidad que lo 216 Memorias Imborrables - Segunda Edición

requiriera. El planeamiento permanente de operaciones y la situación que se vivía, obligaba a los soldados a tener su equipo y armamento listos para ingresar al área de operaciones en cualquier momento. A los pocos días de haberme incorporado a mi unidad, llegó trasladado a la Brigada el Teniente Bryan Pinilla Galindo, quien acababa de terminar su curso de Fuerzas Especiales y quien por su preparación y experiencia fue de inmediato enviado a comandar el primer pelotón de la Compañía Astro. El Teniente Pinilla mostró una especial habilidad para liderar a sus hombres, utilizando la autoridad moral y el ejemplo para ganarse su aprecio y admiración. Con la energía de un joven de 26 años, reflejaba la expectativa y deseo de acertar; propios de un Oficial que se debe a su profesión. Pinilla, quien días antes había contraído matrimonio se alejó de su esposa para cumplir con su deber. Todos los días sacaba tiempo para hablar con su esposa acortando la distancia para que no hiciera mella el tiempo lejos de las personas que se ama, como hacemos todos los militares cuando tenemos que estar lejos de nuestras familias. Hijo de una humilde familia bogotana, el Teniente Pinilla dejó la casa de sus padres a muy temprana edad, para ingresar a la Escuela Militar de Cadetes. Luego de pertenecer a varias unidades militares salió a realizar el curso de Fuerzas Especiales Rurales en el Barrancón, Guaviare, al término del cual es trasladado a la FUCAD. Al destacamento del Teniente Pinilla, en la Compañía Astro pertenecía el Soldado Profesional Víctor Manuel Lozano Rodríguez, un joven de 24 años de edad quien se desempeñaba como apuntador de la ametralladora M-60, nacido en Puerto Berrio Antioquia, soñaba con pertenecer a un Batallón de Fuerzas Especiales. Destacado entre los demás por su arrojo, fortaleza física y pericia con la ametralladora, se distinguía también por su humildad y disciplina, propios de un soldado colombiano; llevaba en su equipo de combate un escapulario que le regaló su señora madre, a la cual le había prometido construirle una casa con el ahorro que lograra hacer de su sueldo mientras se entregaba a las tareas castrenses. La tensión aumentaba con el paso del tiempo y el deseo de ingresar a desarrollar una operación y poner en práctica lo que se entrenaba, incrementaba en los soldados una ansiedad que caracteriza a aquellos hombres que sabiendo lo dura que puede ser la batalla, esperan impacientes el momento de entrar en acción. La espera terminó y se nos informó que nuestra Compañía ingresaría a realizar una operación de asalto aéreo, luego de un bombardeo de la Fuerza Aérea Colombiana sobre unos campamentos guerrilleros ubicados cerca al Memorias Imborrables - Segunda Edición 217


río San Agustín, Departamento de Córdoba. Embarcamos en las aeronaves que nos llevaron al punto donde se lanzaron las bombas y realizamos el procedimiento que habíamos entrenado para registrar y asegurar el área. Los terroristas habían abandonado el lugar unas horas antes y no se logró ningún resultado; sin embargo, recibimos la orden de realizar un registro sobre unas coordenadas donde habían sido registradas frecuencias radiales de comunicaciones enemigas y llegando a la parte más alta, construir un helipuerto para ser extraídos del área de operaciones. De otro lado, siendo aproximadamente las 05:30 horas del día 17 de agosto de 2010, el Teniente Pinilla con su escuadra, proceden a realizar un registro cerca al punto donde se había construido el helipuerto para extraer la unidad. Todo estaba listo para que llegara la aeronave, pero las malas condiciones climáticas hacían demorado el movimiento aéreo. El silencio de la selva se vio interrumpido por una explosión y ráfagas de fusil, muy cercanas que provenían del lugar donde estaba la unidad realizando el registro; de inmediato tomé el radio para comunicarme con Pinilla y luego de varios llamados me contestó bastante alterado, informándome que el soldado Lozano había pisado una mina, que el lugar estaba lleno de esos artefactos y no podían moverse por los disparos que estaban recibiendo y por el peligro de activar otro artefacto. Le dije que mantuviera la calma mientras llegábamos a apoyarlo, lo cual no tardaría más de cinco minutos, pues estábamos muy cerca. No pasaron más de 30 segundos cuando escuchamos otra explosión; de nuevo tomé el radio mientras corríamos hacia el lugar donde se encontraba la escuadra afectada, pero nadie contestó. Cuando llegamos al lugar el panorama era muy preocupante. Luego de la comunicación radial el Teniente Pinilla en un acto de valor para llegar a prestarle auxilio al soldado Lozano, quien herido, pedía ayuda en medio de las ramas y el humo, activó otra mina. Por eso no pudo contestar el radio cuando traté de comunicarme con él. Con dos hombres amputados, con el lugar lleno de artefactos explosivos, pues se veían las jeringas que activaban los dispositivos por todas partes y mientras éramos hostigados con ráfagas de fusil desde diferentes partes, realizamos el procedimiento para evacuarlos y llevarlos hasta el lugar donde se había construido el helipuerto. En una maniobra bastante riesgosa por las condiciones climáticas adversas, los pilotos de la aviación ejército, aterrizaron en el lugar previsto y los heridos fueron trasladados a la ciudad de Montería, donde fueron atendidos y luego llevados a la ciudad de Bogotá al Hospital Militar. 218 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Este fue un fuerte golpe que recibimos en nuestra primera operación. Acostumbrados a ganar siempre, a tener la victoria como premio, los soldados nunca contemplamos la derrota como opción. Con dos de nuestros mejores hombres fuera de combate ahora tendríamos que reponernos, verificar en qué se falló y volver a intentarlo, pero ahora con más ganas, con más experiencia y en nombre de nuestros héroes. Más adelante se verían los resultados, la gloria no tardó en llegar, pero eso hace parte de otra historia. El teniente Pinilla se rehabilitó en poco tiempo y se escalafonó en la rama administrativa llegando hasta el grado de Capitán. Se retiró del Ejército y actualmente termina su carrera de Derecho, vive con su familia en la ciudad de Cali, donde todos los días lleva a su pequeña hija al colegio y empieza a recuperar poco a poco el tiempo que dejó de compartir con sus seres queridos por estar cumpliendo con su deber. El Soldado profesional Víctor Manuel Lozano, también se retiró de las filas y vive en Puerto Berrio, Antioquia; con el dinero que ahorró, compró un pequeño terreno a las afueras de la ciudad donde vive con su esposa, su pequeño hijo y su señora madre, se dedica al comercio y a la pesca. Las anteriores historias de vida, hacen parte ahora del recuerdo y de la memoria de una nación que ha tenido que pasar por dolorosas situaciones para salir adelante; miles de víctimas, unas sufriendo peores consecuencias, nos recuerdan cada día el precio que nos ha costado la aspiración de dejar un mejor país para nuestros hijos.

Carlos Alirio León Camargo

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Abogado (Universidad Militar Nueva Granada); Especialista en Conducción y Administración de Unidades Militares; Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional. Profesor militar; Instructor de DD. HH. (Whinsec, Fort Benning, Curso de Preparación para Capitanes en Whinsec, Fort Benning); Candidato a Magister en Seguridad y Defensa (Escuela Superior de Guerra); Cursos de Combate: Lancero Experto, Fuerzas Especiales, Paracaidismo, Policía Militar. Integrante Curso de Estado Mayor (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”).

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LOS DOS EDUARDOS Carlos Augusto Guerrero Rivera

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Por: Carlos Augusto Guerrero Rivera Pasaban los años 2006 cuando el conflicto en Colombia crecía hasta llegar a los momentos más críticos de la historia en el país, las noticias ocupaban los principales titulares con actos de guerra, tomas a poblaciones, ataques a unidades Militares, secuestros, actos terroristas con bombas, destrucción de puentes e infraestructura en general. No se podía transitar por las carreteras sin correr el peligro de caer en las pescas milagrosas de los terroristas. No se podía salir ni siquiera de la capital (Bogotá) porque a pocos kilómetros ya se encontraba con la presencia de los grupos armados, parecía tener un control en gran parte del estado colombiano. Lo anterior era el ambiente que se vivía en lo más central del país, se pueden imaginar cómo sería la situación en Montañitas-Caquetá, frontino – Urabá o en La Uribe-Meta, donde me encontraba como comandante de una compañía perteneciente a la Brigada Móvil N. 9, a la cual pertenecía el Soldado Profesional Eduardo José Lloreda Angulo. Lloreda era un soldado de la región pacífica, donde las condiciones de vida son casi marginales y las oportunidades de empleo son casi nulas. Trabajó unos meses talando bosques para que sus patrones sembraran coca, ahorró lo suficiente para pagar los trasportes hasta llegar a un área central donde inició sus trámites para ingresar al Ejército. Su madre imploraba que no la abandonara ya que era su hijo menor, ella ya estaba vieja y su esposo había sido asesinado por los grupos que se encontraban en la región, sin embargo, vio en el Ejército una esperanza para conseguir algo de ingresos y poder cumplir con la promesa de construir una humilde vivienda a su madre. Fue incorporado, inició su fase de operaciones durante casi dos años. Por su buen comportamiento fue premiado para adelantar un curso en Bogotá como guía canino de la unidad de desminado durante un año, en ese periodo aprovechó su estadía en la capital donde su madre con mucho esfuerzo y días de viaje, orgullosa lo visitó. Él no pudo volver por su tierra, ya que al hacerlo era posible que los grupos delincuenciales lo asesinaran, por eso optó por solo enviarle algo de dinero mensual, con lo que compraba algunas libras de arroz y de vez en cuando alcanzaba para comprar carne. Regresó nuevamente a la compañía donde hacía un trabajo sobresaliente, cuando la unidad realizaba movimientos, tenía la misión de revisar algunos puntos que se consideraban como peligrosos al ser campos 222 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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minados, de igual forma revisaba con su perro los sitios donde pasarían la noche para evitar que algún compañero fuera víctima de las minas instaladas por los grupos terroristas. Continuó trabajando con su perro donde se convirtieron en un binomio inseparable, todo el tiempo estaban juntos y hasta dormían juntos. Era tanto el afecto que sentía Eduardo por su perro que parecían ser uno solo, al perro lo llamó Zeus, tomado de la mitología Griega, Dios de la luz y el cielo, padre de los dioses y los hombres, fundador del orden y la justicia, la armonía universal. Es el dios más importante del Olimpo, el todopoderoso, Zeus domina a todos los dioses, de igual forma Zeus se convirtió en uno de los miembros más importantes del grupo, se transforma en águila para convertirse en los ojos de la patrulla y es un rayo por el poder para detectar minas y cualquier artefacto explosivo; todas estas cualidades las veía en su perro, quien era su compañero, amigo, confidente, era tanto el afecto por su perro que hizo una carta para su madre donde le contaba que Zeus era su compañero en las frías noches de tristeza, que lo acompañaba en las largas horas de centinela y junto a él, también se ponía triste cuando recordaba su casa y a su madre. Zeus era su compañía, su apoyo, su confidente y amigo inseparable.

Con su trabajo logró salvar muchas vidas, detectó campos minados por donde tenía que pasar la tropa, sitios donde dormir que estaban completamente minados, también evitó que los niños cayeran en las minas que estaban al lado de las escuelas, fueron tantas las acciones que realizó junto a su fiel Zeus que sería imposible contar cada una. En diciembre, que era el cumpleaños del soldado Lloreda, le había prometido a su madre que esta vez celebrarían juntos esta gran ocasión y adicional a eso llevaría a Zeus a su casa para que lo conociera, desafortunadamente en desarrollo de una operación antes de su permiso, estando en uno de sus habituales procedimientos de detectar campos minados, Zeus detectó una mina, se sentó como señal, miró a su amo de una forma diferente, bajó la cabeza como señal de tristeza, quería darle una señal que se encontraban ante un peligro mayor; sin embargo Lloreda no evidenció el mensaje de su amado Zeus, tomó el detector de metales y quiso acercarse pero lo que no sabía es que Zeus con su mirada le quería indicar que habían más minas y no solo donde él estaba sentado. En el momento que Lloreda inició su movimiento a unos metros explotó otra mina dejando completamente inconsciente a nuestro héroe. El enfermero inmediatamente le prestó los primeros auxilios, todos corrían, gritaban: “¡un helicóptero, un helicóptero!, ¡perdió una pierna!, ¡perdió una pierna!” su fiel amigo Zeus desesperado corría y ladraba como queriendo hablar también, el clima estaba un poco complicado donde el cielo también se puso triste, con su ligera lluvia lloró también. La pérdida de su pierna derecha más arriba de la rodilla le hacía perder mucha sangre, el apoyo aéreo se demoró demasiado, cada minuto era oro para salvar la vida de Lloreda. El helicóptero se aproximó, realizó un sobrevuelo, pero fue imposible el ingreso, por las condiciones del clima y el terreno, 5 horas después se logró la evacuación del Soldado Lloreda. Lo acompañaba un enfermero y Zeus que no lo abandonó ni un segundo. Cuando el helicóptero despegó del punto estaba completamente desangrado y durante el vuelo Lloreda falleció. Fue muy dura la noticia para su madre, quien quiso que su hijo volviera a la tierra que lo vio nacer, pero esta vez, muerto lo enterraron en la cabecera municipal, donde también enterraron a su padre.

Ilustración 2:.

Ilustración propia del autor.

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La madre escuchó muchas historias del perro de su hijo que pidió que se lo regalaran para que la acompañara, y así fue. Compartía también la soledad de sus días en su vieja casa, donde nadie iba, donde solo se escuchaba el ruido de un viejo gallo que en la mañana marcaba con su Memorias Imborrables - Segunda Edición 225


canto las horas antes del amanecer. Era tanto el amor que sentía por su nuevo compañero que no le llamó más Zeus sino “Junior” se refería a Eduardo su hijo, como si fuera hijo del él, “Eduardo Junior” el nieto que siempre quiso tener. Fue una navidad triste donde no pudo celebrar el cumpleaños de su hijo, sino que fue el día que recibió la noticia de su muerte. Desde entonces cuando llega la navidad no es una fecha alegre para ella, cada año recuerda la muerte de su hijo, prepara una torta en el horno de barro y junto a Zeus recorren un largo camino hasta llegar a la tumba donde se encuentra su hijo enterrado junto a su padre, parte la torta y celebra el cumpleaños de su amado Eduardo.

acercarse a las riberas, cruzar los caminos que utilizan para ir al trabajo y a la escuela, las vías que necesitan nunca se construirán y mucho menos los centros de salud que tanto añoran. Cultivar la tierra será cada vez más riesgoso, restituir los predios despojados por la violencia, imposible, y la pobreza seguirá llevando a estas comunidades a optar por la ilegalidad para sobrevivir. Son muchos los suelos minados que hay en Colombia, unos 51 millones de metros cuadrados. Algunos llevan décadas alojando al enemigo oculto y otros ya están libres de él y comienzan a ver al Estado llegar. Sin embargo, muchos siguen esperando que llegue el desminado humanitario y retire las minas (semana, s.f.)

Esto lo hace todos los años; con el paso del tiempo Zeus también se encuentra agotado y viejo, de nuevo llega Navidad y juntos emprenden el camino; antes de partir la torta, Zeus se acerca a la tumba de su amigo Eduardo inclina la cabeza y coloca su pata sobre la cruz, el cielo de nuevo se oscurece, llega el final para este noble y fiel compañero, Zeus cae sobre la tumba de su amado amigo y muere también. Ahora esta noble mujer vive sola en este mundo donde no tiene más compañía que su gallo viejo, sin motivo alguno, ni explicación ella sigue recorriendo el camino cada Navidad. Que los recuerdos de los seres queridos que se encuentran en el cementerio olvidados, donde está enterrado todo lo que tenía en su vida, incluyendo a Eduardo Junior. Luego de varias décadas de conflicto armado en Colombia, la situación de las minas antipersonal se ha convertido en una de sus consecuencias de mayor gravedad en el largo plazo. Tanto por el drama humano que significa la pérdida de vidas y la invalidez de más de 5.000 víctimas, como por el costo de desactivación de minas y atención a sobrevivientes, el país está obligado a realizar un esfuerzo enorme para evitar que la problemática se agudice y se incremente el riesgo de accidentes y los gastos de tratamiento. De acuerdo con el Observatorio de Minas de la Vicepresidencia (OMV): “cada sobreviviente le cuesta al Gobierno 250 millones de pesos lo que significa que, por cuenta de la guerra, el país ha perdido medio punto del PIB en rehabilitación de las víctimas de las minas antipersonal. (COLOMBIA, 2006). Las Mina Antipersona condenan a las comunidades afectadas al subdesarrollo. Mientras sigan enterradas a la espera de un incauto que las pise, la movilidad de los pobladores permanecerá restringida. No podrán 226 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Carlos Augusto Guerrero Rivera

Oficial del Ejército Nacional (Arma de Ingenieros); Profesional en Ciencias Militares, Especialización en Conducción y Administración de Unidades Militares; Especialización en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; Especialista en voladuras y demoliciones en obras de ingeniería civil y militar. En desarrollo Maestría en Estrategia y Geopolítica.

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EL MEJOR AMIGO Y LA PEOR DECISIÓN César Augusto Segura Rojas

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Por: César Augusto Segura Rojas Aquel año 2005, tal como si fuera ayer, llegan a mi memoria los recuerdos de aquellos hechos que tocaron muy profundamente mis sentimientos de amistad, un verdadero amigo que dejó el plano terrenal para conformar como un soldado más, el ejército celestial de los héroes que día a día ofrendan sus vidas en medio de esta guerra fratricida que vivimos los colombianos. Días antes de este cruento capítulo, mi gran amigo, el soldado profesional Eider Espíritu Lemeche Chasqui, quien era mi radio operador1, hombre de confianza, respetuoso y sobre todo buen consejero; tomó a mi parecer una mala determinación, quizá desde que lo conocí, su única mala decisión sin duda alguna. Para el año 2005, mientras patrullábamos la vereda el conejo, que hacía parte del municipio de puerto Valdivia-Antioquia, zona que ya teníamos reconocida por las diversas operaciones realizadas en aquella zona, recibo de su parte una solicitud de relevo de su cargo para ocupar la posición como puntero del pelotón, porque a su modo de ver se sentía realizando una labor que no le permitía demostrar su forma de combatir, su forma de actuar frente al enemigo y su razón de ser, para la cual ingresó a la Escuela de Soldados Profesionales del Ejército. Esta determinación la tomó como parte de su valioso y gran espíritu militar, paradójicamente como su segundo nombre, ese espíritu altivo y profundo de respeto por su familia y su profesión, estaban reclamando más disposición hacia la colaboración de la unidad fundamental. Tras su inesperada solicitud, quedé bastante confundido porque no lograba concebir que una persona que poseía ciertos privilegios al lado del comandante, (“privilegios” que en medida de lo posible, puede tener una persona, en medio de la espesa y quebrada geografía colombiana), pensara que estar al frente de la unidad para guiar sus destinos, se caracterizara por tener ese ímpetu y esa altivez que siempre lo fijaban como una persona capaz y sobre todo, dejar sus intereses personales por cumplir con su mandato constitucional. Tras varios días de patrullaje por la zona, se recibió por parte del comando del Batallón de Infantería No. 10 “Atanasio Girardot”, la orden de retomar una posición histórica ocupada por la compañía “Atila”, esta posición como 1

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Soldado encargado de manejar las comunicaciones de la Unidad, también se lo denomina chispas.

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casi todas estaba enmarcada por bastas cuchillas predominantes sobre el terreno, donde se podía soportar cualquier amenaza y realizar cualquier cierre para evitar que los terroristas del frente 36 de las Farc, ocuparan más terreno para su accionar delictivo en contra del estado colombiano. Como parte de esta misión táctica, la compañía debía iniciar movimiento pedestre sobre la vereda en mención, con el fin de establecer contacto con personal del Batallón de Infantería “Pedro Justo Berrio” y así de esta manera, efectuar un cierre sobre el sector para evitar la retirada del enemigo tras la operación conjunta con varios batallones sobre el sector, para ejecutar una operación ofensiva contra el frente 36. Esta misión táctica fue una acción importante para el batallón, ya que, tras los diferentes intentos de golpear mencionado frente, varias unidades estaban en el área de operaciones de la unidad táctica, sin duda alguna sería un ejemplo claro de las maniobras en masa de la fuerza. Pasados dos días, nos reunimos con el segundo pelotón de la compañía, donde llegó un señor Oficial más antiguo que mi promoción, una persona con bastante experiencia en otras áreas totalmente diferentes a las que ya mi unidad conocía; él venía con la intención de apoyar mi unidad en el desarrollo de la misión, pero para mi infortunio sería la persona que conduciría a mi unidad al fracaso por la falta de conocimiento del terreno y por su afán de conseguir resultados operacionales, creyendo que estaba combatiendo a las autodefensas que eran las que le habían dado las medallas que posee. Tras varias coordinaciones y con el empeño de lograr hacerle entender el entorno operacional, el riesgo por los campos minados y sobre todo el cómo actuar en el área; finalmente logró entender un poco la situación (o por lo menos yo creía eso), iniciamos movimientos rotativos, un día iniciaba él, al siguiente iniciaba yo y así sucesivamente, hasta llegar a la posición asignada. Sin más preámbulos llegaría el día nefasto para mi unidad, como parte del desarrollo de la operación, una unidad de otro Batallón entró en contacto armado, generando que los bandidos se movieran hacia mi dirección, la orden era retomar máximo en 10 horas un objetivo nuevo por el cual se sospechaba que pasarían algunas unidades guerrilleras sobre dicho punto. Tras generar una discordia con el señor Oficial más antiguo, sobre el movimiento diurno, situación que yo no recomendaba para nada por el conocimiento del sector, él tomó la decisión de llamar al Oficial de operaciones del batallón para que lo autorizara a moverse de día para cumplir con lo ordenado, a sabiendas que de noche también se podía lograr dicho objetivo. Esta llamada generó una orden desde el comando 232 Memorias Imborrables - Segunda Edición

de la unidad, donde se retomaba la intención de mi teniente de iniciar el movimiento en horas luz. Para desventaja de mi unidad, nos correspondía iniciar el avance de primeros, y tras varios minutos de avance, se llegó a una hondonada, punto crítico por su naturaleza, donde tomar la decisión de cruzar este obstáculo natural, podría traer varios reveces para mi unidad. Esta mala decisión se la consulté a mi teniente, quien con tono repulsivo me ordenó seguir mi avance, tras mi falta de carácter en ese tiempo y con el ánimo de evitar generar una insubordinación, inicié movimiento de nuevo para lograr cruzar ese accidente del terreno, pero por ser un punto en el cual solo podía tomar como paso obligatorio un tramo de camino de herradura, al tener a lado y lado unos abismos intransitables, se logró tomar la decisión de tomar ese riesgo. Minutos después sin sospecharlo se inicia un ataque armado por parte del Frente 36 de las Farc, al mando de Alias “manteco”, uno de los cabecillas con mayor historial sanguinario de ese grupo terrorista, más o menos 200 bandidos desde la parte alta del sector nos aferran al terreno donde no permitía nuestro avance, ni alguna forma de evasión de esa incesante lluvia de fuego. Casi de inmediato se escuchó una detonación donde cae de inmediato ese héroe que es el personaje a destacar de este relato; estos bandidos habían enviado un grupo a rematarnos en nuestra posición al tener ellos la ventaja, llegaron casi encima del Soldado Profesional Lemeche; él alertándonos, tuvo el valor de hacer una base de fuego para que nos replegáramos, así fuera hacia el abismo; pero ese acto heroico duro poco, porque este grupo terrorista aplicó su mayor poder de fuego, desconociendo todos los derechos de la guerra, al estar herido le lanzaron varias granadas de mano, dejándolo herido de gravedad. Al terminar este ataque logramos estabilizar su poca vitalidad y ya delirando, veíamos cada segundo que su bravío y su ímpetu de su lucha por salvarnos, no era la misma que podía hacer por luchar por su vida. El enfermero de combate, impaciente por mantenerlo estable, hacía ingentes esfuerzos por evitar que su vitalidad se apagara de manera repentina y tras esperar casi 50 minutos el apoyo helicoportado2 finalmente llegó, donde lo evacuamos con la expectativa que llegara a manos del personal médico especializado. Lastimosamente durante su desplazamiento a la ciudad de Medellín, y tras la diferencia de presiones que soporta un desplazamiento aéreo desde la zona montañosa, hacia el valle; finalmente 2

Helicóptero

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su vida se apagó, tan repentinamente como nuestra esperanza de saber que la vida de un ser ejemplar y valeroso ya no podía seguir en el plano terrenal. Tácitamente este soldado dejó marcado su nombre en mi ser, tanto que cada vez que se escucha el toque del silencio en actividades protocolarias y ceremonias, llegan a mí los recuerdos inmediatos de ese día trágico y sin yo querer buscarlo, las imágenes de ese momento permanecen intactas y tal vez nunca se borrarán. Con este relato quiero que la vida y el honor de mi Soldado Profesional Eider Espíritu Lemeche Chasqui, no pasen al olvido como una simple estadística más, que lastimosamente el pueblo colombiano deja pasar sin rendir algún tipo de honor y sobre todo que pase a la lista de los olvidados, sin ser conocido su sacrificio histórico para el Ejército y para esta nación que tanto le debe a los hombres de armas, que día a día pasan por situaciones que son inimaginables por la sociedad en común, tras esta cruda guerra incesante por motivos políticos y económicos, donde las Fuerzas Militares soportan el peso de la guerra por mantener este estado firme a pesar de todos los años de odio y rencor entre las partes contendientes y que sin duda alguna los portadores de las armas de la República, hemos mantenido y mantendremos con el firme propósito de ver a nuestro país libre de la metástasis del comunismo, que en la actualidad muchas personas defienden sin ver los espejos en la región. A ti mi gran amigo, que desde el Ejército celestial nos proteges y nos orientas día tras día, muchas gracias…siempre estás en mi memoria y ojalá permanezcas en la memoria histórica de esta nación con síndrome de olvido.

ENTRE PASIÓN Y TRISTEZA, DURANTE MI VIDA MILITAR Carlos Manuel Mendoza Osorio

César Augusto Segura Rojas

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante Especialización y Maestría de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra); Especialista en Gerencia Logística (Universidad Sergio Arboleda); integrante Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Carlos Manuel Mendoza Osorio Mi nombre es Carlos Manuel Mendoza Osorio, soy Oficial del Ejército de Colombia, llevo 20 años de servicio en la institución, actualmente me encuentro adelantando curso de estado mayor en la Escuela Superior de Guerra. Soy una persona entregada a Dios y a mi familia, amo mi trabajo porque como colombiano tengo ese sentido patriótico por mi país, hasta el punto de dar mi vida si es necesario; “tal cual como se reza en nuestra oración patria”. La paz, el progreso y el bienestar de mi nación se han convertido en una de mis prioridades, para que mis hijos tengan un buen mañana, se sientan orgullosos de su padre y sean unos buenos colombianos; así mismo como futuro comandante de Unidad Táctica le serviré en lo que esté a mi alcance a las víctimas del conflicto, plasmando sus vivencias y velando para que permanezca en la memoria histórica de Colombia y jamás sean olvidados por el país, sin perder de recuerdo la guerra absurda que un soldado Colombiano nunca empezó, pero si fue un principal actor para colocarle fin a más de 50 años de conflictos con las Farc. Una de las situaciones que puede sorprender sobre mi vida militar, fueron mis vivencias durante mi permanencia en el batallón de alta montaña No. 8, con sede en el Municipio de Toribio-Cauca, región bastante compleja, donde la mayoría de la población son comunidades indígenas NASA, donde se entrelazaban distintos factores no estatales como las guerrillas de las Farc-EP y narcotráfico, finalmente quien salía afectada era la población civil (Ministerio de Cultura, 2010). Yo salí trasladado en junio de 2014, para la Fuerza de Tarea Apolo y bajo el mando operacional de la brigada móvil No.14, liderada por el señor coronel Miller Nossa Rojas, con destinación al batallón de alta montaña No. 8, desempeñándome como Oficial de operaciones, mi unidad táctica estaba ubicada en el municipio de Toribio – Cauca, el pueblo que ha sido más atacado por las Farc (Navia, 2013). Para entrar a ese punto tocaba únicamente por vía aérea y en horas nocturnas, para evitar ser atacado por el grupo terrorista de las Farc, específicamente el frente 6; la aeronave me dejó en un punto conocido como el cerro Berlín, donde está ubicada una base militar perteneciente al batallón, donde funciona una repetidora para garantizar las comunicaciones por red militar para las diferentes unidades que se encuentran en el teatro de operaciones, al igual que diferentes antenas 236 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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de señal para celular y wifi. Esta base históricamente ha sido atacada por la guerrilla y al igual por las comunidades indígenas (Murcia, 2012). Al pasar los días fui adaptándome al ambiente operacional siendo una experiencia muy dura, me sentía triste; ¿la razón?, primero porque el Ejército era rechazado por la comunidad y segundo la zona muy peligrosa; esto me hacía pensar mucho en mi familia, pero como buen soldado del Ejército entregado a Dios, saqué fuerzas y empecé a cambiar la historia de un ejército que ni a la iglesia del pueblo lo dejaban entrar, por temor a ser atacado este recinto sagrado por las Farc, y que por ese motivo saliera afectada la población civil y se repitiera otra desgracia como la de Bojayá-Chocó, pero esta vez los actores serían los miembros del Ejército, comunidad indígena y la guerrilla de las Farc. Luego, llevando una semana en la base militar del cerro Berlín, el comandante del batallón, me dio la instrucción de bajar hasta el municipio; ese desplazamiento tocaba hacerlo de noche con un fuerte dispositivo de seguridad cubriendo puntos críticos y el grupo exde1, revisando muy bien el camino para verificar que no existieran campos minados instalados por la guerrilla. Ese recorrido lo empecé a la 01:00 am y finalmente llegué al puesto de mando del batallón a las 05:00 am, el cual estaba ubicado en la estación de policía. Mi primera impresión al observar esa estación fue bastante traumática, en vista que su fachada y el área perimétrica estaba totalmente destruida, por consecuencia de una “chiva bomba” (Revista Semana, 2011), contra la población civil y la estación de policías, tal como lo muestra la siguiente imagen.

Luego de ver estas imágenes aterradoras y el rastro de una guerra latente en el corazón del Cauca, inicié a realizar un estudio detallado de la situación geopolítica del municipio, su historia, la población, su economía, en fin; todos los factores principales. Me di cuenta que este municipio tenía una medida cautelar, MC 255/11 2, el cual me sirvió como motivo en los consejos de seguridad, para volver indispensable la presencia del Ejército Nacional en el municipio, pues jurídicamente fue bien visto por las entidades municipales y por organismos internacionales, quienes reconocieron esta labor (Organización de Estados Americanos, 2015). Luego de este estudio, inicié los acercamientos con las diferentes entidades del municipio como la iglesia católica, personería y el jurídico de los cabildos; a los cuales le manifesté mi voluntad de trabajar de la mano con ellos, les coloqué el ejército a su disposición, les pedí su apoyo con la población civil para promover acciones que permitiera mejorar la imagen y no seguir viendo la institución como los malos del paseo, sino que fueran vistos como hombres de honor, respetuosos de la Constitución y la Ley, así como lo demanda el Artículo 217 de la Constitución Política de Colombia.

Imagen 4.A. Semblanzas de convivencia con la comunidad. Tomada de archivo personal.

Imagen 4. “Chiva bomba”. Obtenida de: ttps://static.iris.net.co/semana/upload/ images/2012/1/9/296903_183732_1.jpg 1

Grupo de Explosivos y Demoliciones

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MC 255/11 – Pueblo Nasa de los Resguardos Toribío, San Francisco, Tacueyó y Jambaló (Colombia).

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De una manera muy silenciosa me acerqué a los líderes de los cabildos, especialmente al gobernador indígena de san francisco, quien me solicitó que le colaborara con la libreta militar, siendo expedida con el apoyo del comandante de la Fuerza de Tarea Apolo, el acercamiento fue tan favorable que se reconoció en los diferentes consejo de seguridad la labor de los soldados, disciplinados y respetuosos de las comunidades indígenas, instrucción que era impartida a diario de cómo debería ser el trato a esas comunidades especiales. Después de llevar seis meses en la unidad, ya conociendo el ambiente operacional y gran parte de las entidades del municipio, especialmente personería y comunidades indígenas, además del diálogo directo con los gobernadores de los cabildos, era ya conseguir un gran apoyo. Tanto era que en el momento que se presentaba algún ataque de la guerrilla, hacia las tropas, estas se encontraban protegidas por la población civil en el área rural del municipio; la instrucción que yo les daba era que buscaran cubierta y protección para evitar ser afectado por el fuego enemigo, de inmediato yo tomaba contacto con el gobernador del cabildo de Toribio, a quien le informaba la situación, al momento, ellos daban la orden a la guardia indígena para que buscara a las estructuras guerrilleras que estaban cometiendo esas acciones terroristas contra la población civil y la tropa; es en ese momento cuando entendí de una manera hipotética que en esa región era más fuerte un bastón indígena, que hasta los propios fusiles de los soldados. Para concluir todas estas honradas y nobles acciones desempeñadas y mostradas por nuestros soldados, donde se marcó una era de cambio y aceptación de la comunidad hacia el ejército, es importante nombrar el apoyo recibido como era ya visto en los consejos de seguridad, ya daban el aval para erradicar cultivos ilícitos en territorios de las mismas comunidades, los cuales consideraban como sagrados o territorios de asamblea permanente. Ya los soldados participaban en las misas los domingos, fuimos poco a poco aceptados por la población civil y eso en gran parte fue una victoria para mi Ejército Nacional, la alcaldía municipal me dio la medalla del municipio de Toribío, la cual fue aprobada por los gobernadores de los cabildos.

Imagen 4.B. Semblanzas de reconocimiento al denodado ejercicio de terreno. Tomada de archivo personal.

Carlos Manuel Mendoza Osorio

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; Especialización en el Arma de Infantería. Con Especialidades Militares en Paracaidismo Militar y Contraguerrillas Rural. Integrante Curso de Estado Mayor 2018.

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EL EMBARQUE César Alejandro Iregui Quevedo

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Por: César Alejandro Iregui Quevedo

Imagen 5. Un abrazo de despedida el día de mi presentación en la Escuela Naval. En mi mano izquierda el obsequio de mi papá.

Mi papá se llamaba Napoleón Iregui, su oficio… bueno, creo que tuvo muchos. En una época fue profesor de escuela, aunque nunca dejó pasar la oportunidad de enseñar; también fue carpintero, aficionado y talentoso; recuerdo que las comidas en la casa de mi abuela Ismenia se servían en una mesa que él había construido; visitador médico, declamador de poesía popular y bailador de tangos; entre muchos otros. Sin embargo, digamos que la fuente de su sustento y el de sus hijos siempre fue la tierra, cultivar, 244 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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criar el ganado, comerciar con los productos del campo, en fin, un hombre honesto, trabajador, muy culto, defensor de las justas causas. Entre cinco hijos, yo soy el segundo. Mi papá siempre quiso que sus hijos fueran empresarios, pero, aunque hasta ahora ninguno se ha comprometido en concederle eso, yo aún conservo la fe. Mi vocación particularmente fue por los buques de guerra y así se lo hice saber un día buscando su apoyo, la respuesta que me dio no era la que yo esperaba: “Hijo, la carrera militar es muy honorable y me alegra que sea tu deseo, pero hijo, eso no da plata…” Por esos días mi papá tenía junto a la cabecera de la cama un libro de Germán Castro Caicedo: El Huracán, y allí encontró mi papá algunos argumentos para intentar persuadirme de mis anhelos marineros. En ese libro, Germán Castro narra sus impresiones y experiencias durante un viaje a bordo del Buque Escuela ARC “Gloria”, el buque insignia de la Armada Nacional y donde se entrenan los futuros Oficiales y Suboficiales. A mi papá le llamó la atención un par de párrafos que resaltó con su lápiz, se trataba de un monólogo en donde Germán Castro se admira por la intensa actividad de los cadetes, recibiendo clases, preparando exámenes, prestando guardia, maniobrando, de día y de noche, -¿Cuándo descansan? Se pregunta el autor; -Ahora estoy convencido de que la profesión más dura del mundo es la de la mar… concluye. No valieron los esfuerzos de mi papá para sacarme de la cabeza y del corazón el deseo de vivir el mar. Finalmente me apoyó y me acompañó en mi presentación a la Escuela Naval, hecho que siempre lo hizo sentir muy orgulloso.

Aguas turbulentas Alrededor del año 1998, la guerra en Colombia había recrudecido. Bajo el sospechoso desinterés del gobierno de turno, la guerrilla de las Farc se fortalecía en todo el territorio, se presentaron los mayores ataques contra bases militares del Ejército, tomas de poblaciones y Bogotá empezaba a ser sitiada por numerosos frentes guerrilleros, que se aprestaban a descender de los cerros tutelares a tomarse el poder. El frente 53 de las Farc tenía la tarea de construir los corredores de movilidad que permitirían el acceso masivo desde el oriente del país a la capital, esta empresa debía financiarse con las “pescas milagrosas” y los “impuestos a la guerra” decretados por las Farc a la comunidad. 246 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Mi papá tenía una finca en la vereda El Palmar del municipio de Une, Cundinamarca, y sufrió la extorsión como muchos de los campesinos de esa región, donde alias Romaña ejercía un fuerte control. Combustibles, lubricantes, botas de caucho, comida o dinero en efectivo, eran algunas de las exigencias de los terroristas. Mi papá se alineaba con las ideas liberales de Luis Carlos Galán, detestaba los narcotraficantes, los comunistas y los corruptos. En una ocasión le demandaron hacer aportes de ganado para el sostenimiento de los frentes guerrilleros, pero pudo más su indignación que la intimidación que le ejercían. En lugar de someterse a tales exigencias, mi papá reportó al comando de la Brigada 13 del Ejército la extorsión de que era sujeto, recibiendo el apoyo de las autoridades que lo acompañaron al sitio acordado para el pago en el municipio de Guayabetal. Como resultado de la acción, fue dado de baja uno de los extorsionistas y otro que resultó herido fue capturado y entregado a la justicia que lo condenó a dos años de prisión. Cumplida la condena, el resentido guerrillero volvió a las filas de las Farc, dando parte detallado de todos los eventos a sus cabecillas, con lo que mi papá se convirtió en un objetivo militar del terrorismo.

La tormenta Mi papá no era ingenuo, él sabía que ese acto ciudadano le traería consecuencias negativas, más nunca se arrepintió de haberlo hecho, por el contrario, tenía la tranquilidad de estar haciendo lo correcto y para él, darles ese ejemplo a sus hijos valía cualquier sacrificio. Tampoco era tonto, muy a su pesar empezó a planear su exilio, España o Costa Rica eran destinos que llamaban su atención. Puso en venta todo, pero no era fácil, nadie quería invertir dinero en un país amenazado de caer bajo el dominio de las plagas comunistas. El viernes 20 de octubre de 2000, mi papá viajó al corregimiento de El Ramal, en el municipio de Une, la expectativa de un posible comprador para sus propiedades. Desafortunadamente no fue así, se trataba de una emboscada de la guerrilla que se enteró por sus colaboradores de la intención de mi papá de salir del país. En El Ramal lo estaban esperando, tan pronto como descendió del bus fue secuestrado y conducido a las antiguas instalaciones de la Inspección de Policía, de donde había sido expulsado el inspector bajo amenazas de las Farc y que servían ahora como oficina de cobros y presidio para los secuestrados de ese grupo terrorista. Memorias Imborrables - Segunda Edición 247


Los vecinos del corregimiento conocieron del breve cautiverio de mi papá, lo veían diariamente cuando sus custodios le hacían salir del claustro a beber el tinto, cepillarse los dientes y tomar unos rayos de sol y luego cuando lo llevaban nuevamente bajo las sombras de la mazmorra, pero ninguno se atrevía a desafiar las órdenes de la guerrilla de mantener el silencio. De alguna forma ellos también estaban secuestrados. Ese domingo a mi papá le ofrecieron negociar su libertad, era su cuarto día secuestrado, debía entregar todas las pertenencias que tenía en la finca, para eso, le hicieron escribir una nota dirigida a su trabajador con la consigna de entregar al mensajero todo cuanto hubiera disponible; animales, quesos, cosechas; y así se cumplió… en vano. A mi papá lo engañaron otra vez, la orden de darle libertad nunca llegó, al contrario, desde algún lugar en la montaña, un cabecilla escondido detrás de un radio, cobardemente ordenó el asesinato de mi padre. La ejecución se llevaría a cabo el 25 de octubre, miércoles, en su sexto día de secuestro. A mi papá lo sacaron de la prisión y lo condujeron camino abajo, buscando el río. Nuevamente los vecinos conocieron todo, impotentes lo vieron marchar hacia el cadalso, vieron al grupo atravesar el río e iniciar el ascenso por la falda que enfrentaban, entonces ya no se distinguían las personas, pero los testigos sabían que allí iba mi padre porque su sombrero blanco destacaba entre el verde de la montaña, lo siguieron con la vista hasta que el grupo alcanzó la cima y allí sus ojos ya no pudieron verlos más, fueron sus oídos los que más tarde atestiguaron el ruido de los fusiles.

confirmar la noticia, había que recuperar el cuerpo, había que instaurar las denuncias, había que contarles a los hijos… Yo estaba en Cartagena, alistándome para recibir el grado de Oficial en la Escuela Naval. Como no tenía teléfono celular, mis tíos llamaron en varias oportunidades a los teléfonos de la Escuela para que yo me comunicara, pero no dejaban más información. Después que mi Comandante me avisara de la tercera llamada, comprendí que algo grave pasaba, la verdad es que pensé en mi abuela, así que devolví la llamada. Mi abuela estaba bien, aunque muy triste. Mientras yo me encargaba de los permisos y lo necesario para viajar a Bogotá, mis tíos gestionaban todo lo demás: Amparito adelantaba las denuncias en la fiscalía y coordinaba con la funeraria para ir alistando las exequias; Alejandro y Román buscaban acercamientos con la Brigada 13 y con la Cruz Roja para intentar recuperar los restos; Pedro como había vivido recientemente en la región, buscaba comunicarse por algún intermediario con los cabecillas guerrilleros para que al menos, como un gesto humanitario, nos devolvieran el cuerpo de mi papá, pero esa gente no sabe nada de humanidad. La respuesta de las Farc fue que mi papá ya estaba muerto, y que según: “lo matamos por sapo y no vamos a entregar nada, y al que venga por aquí, le corre la misma suerte”.

Ya en el sitio del fusilamiento, a mi papá le entregaron herramientas y le ordenaron abrir un hueco en la tierra. Con la tarea medianamente adelantada, no le permitieron terminarla, le descargaron tres tiros de fusil por la espalda y lo arrojaron al inconcluso foso. Así, siendo un hombre corpulento, su cuerpo desbordaba la capacidad del hoyo, por lo que una guerrillera, quien se encontraba al mando de esa célula, no dudó en tomar acciones: desenfundó el machete y lo descargó en repetidas ocasiones contra las piernas del cadáver. Cubrieron con poca tierra los restos y se fueron.

Nunca nos entregaron el cadáver de mi papá, se inició el proceso de la declaración de presunta muerte por desaparición, para poder surtir todos los demás procedimientos legales. No era posible llevar un duelo. Pese a la certeza por los relatos de su muerte, vivíamos en la incertidumbre de la veracidad de los mismos. Muchas veces desde el transporte público, vi gente en la calle que se me asemejaba a mi papá, y no podía vencer la necesidad de bajarme a comprobar lo que yo ya sabía, que no era él. Lo veía en mis sueños y me despertaba con dudas, si lo que acababa de experimentar era en realidad un sueño o lo que soñaba era lo cierto y lo que vivía despierto era una horrible pesadilla. No solo a mí me pasaba, a mis hermanos, a mi abuela, a mis tíos.

Un nuevo embate

La calma

Consumado el homicidio, se filtró la información por uno de los paisanos a un teléfono de la familia, no sé cuál de mis tíos contestó, pero finalmente se recibió la noticia, la guerrilla había matado a Napoleón. Mi papá estaba muerto, ya no había nada que hacer, tan solo muchas cosas; había que

Cinco años debieron pasar para obtener algo de sosiego en nuestra familia. Alrededor de octubre de 2005, el Ejército Nacional logró llegar al lugar, donde por señas de los vecinos y el testimonio de un guerrillero capturado en una operación previa, se encontraban los restos de mi papá.

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De acuerdo con la información que nos brindaron las autoridades, la fosa había sido removida por los animales silvestres, dada la escasa profundidad donde fue sepultado el cuerpo de mi papá. Se rescató cuanto más se pudo y en medicina legal se realizó el procedimiento de armar el cuerpo, con algunas piezas faltantes, como este relato. Con muestras de ADN de uno de mis hermanos, se confirmó la identidad de mi papá. La Fiscalía Seccional de Cáqueza nos dio la autorización para reclamar el cuerpo, que venía embalado en una bolsa para cadáver, la que pronto se trasladó a un cajón pequeño en el que finalmente llevamos a mi papá a la iglesia y al cementerio. Yo pedí llevar la caja, no hacía falta más de una persona para cargarla. La procesión fue breve, tranquila, así caminaba mi papá. Cuando llegamos al atrio, el sacerdote salió a recibirnos para cumplir con el protocolo eclesiástico. En el umbral de la puerta sentí que no era capaz de continuar, tuve que tomar aliento y entré. Después nos dirigimos al cementerio, también caminando, depositamos el féretro en el lugar donde todavía descansan mi abuelo y un tío y se selló la tumba con una lápida.

Una enseñanza Cuando asesinaron a mi papá, yo tenía 22 años, aún no había formado una familia propia y la sangre corría por mis venas con más ímpetu, las emociones me nublaban la razón y mi mente iba y volvía sobre ideas y planes de venganza. Veía en mi pertenencia a las Fuerzas Militares, un medio para acceder al poder de las armas y a través de él, buscar la oportunidad de reivindicar la memoria de mi padre. El fortalecimiento de las Farc fue una causa directa del surgimiento de las autodefensas ilegales, era irremediable el bombardeo de los medios con noticias de los hermanos Castaño Gil dirigiendo la guerra antisubversiva. Los hermanos Castaño encontraron en la lucha ilegal la oportunidad de vengar el secuestro y asesinato de don Jesús Castaño González, su padre. En medio de la irracionalidad de mi juventud y mi dolor, yo me identificaba con esa causa. Sin embargo, otro personaje de la vida nacional se hizo visible a partir del año 2002, Álvaro Uribe asumió la presidencia y emprendió una estrategia diferente para enfrentar la amenaza terrorista. Para mí no habría dejado de ser más que el nuevo Presidente, a no ser por el hecho de que también conocí la historia del asesinato de don Alberto Uribe Sierra, padre del Dr. Uribe Vélez, este hecho me dio una nueva perspectiva. 250 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Imagen 5.A. Facsímil libro de Germán Castro Caycedo. Tomada de archivo personal

Entonces pude recordar y entender otra aparte del libro El Hurakán, que también había resaltado mi papá. En él, Germán Castro relata una conversación que sostuvo con el Comandante del buque sobre la juventud colombiana: El Comandante exaltaba las virtudes de los jóvenes cadetes, al tiempo que se lamentaba de la estigmatización que sufrimos los colombianos en el exterior por causa de la violencia y el sicariato. Mientras, su contertulio le animaba argumentando que no solo en Colombia se presentaba ese fenómeno. -Sicarios ha habido siempre… -replicó el Oficial-, Lo malo es que la historia se repita entre nosotros. A lo que mi papá añadió en una nota al pie: “La historia no debe repetirse entre nosotros. Nosotros debemos superar la historia”.

Imagen 5.B. Fragmento del libro El Hurakán, y nota al pie por Napoleón Iregui. Tomada de archivo personal.

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Imagen 5.C. Epitafio de Napoleón Iregui, escrito por César Alejandro Iregui. Tomada de archivo personal.

EL SER HUMANO DETRÁS DE UN UNIFORME Dewar Raúl Cano Quintero César Alejandro Iregui Quevedo

Oficial en servicio activo de la Armada Nacional de Colombia. Profesional en Ciencias Navales y Profesional en Administración (Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”). Especialista en Política y Estrategia Marítima. Egresado del Centro para Estudios Hemisféricos de Defensa W.J. Perry en el curso Combating Transnational Organized Crime and Illicit Networks in the Americas (CTOC). Entrenamiento en Curso International Maritime Staff Operators Course (Naval War College en Newport R.I.). Distinguido con las Condecoraciones: "Al Mérito de la Reserva" y “Al Mérito Naval Almirante Padilla” y las medallas militares: "Servicios Distinguidos a la Fuerza de Superficie", y "15 años de Servicio". Actualmente adelanta el Diplomado en Estado Mayor y la Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales (Escuela Superior de Guerra “Rafael Reyes Prieto”). En su trayectoria institucional registra diversas posiciones operativas: Comandante de los Buques ARC Bahía Utría, ARC Pascual de Andagoya, ARC Calima y ARC Tony Pastrana; Capitán del Puerto de Bahía Solano en el Pacífico colombiano; Director (Centro de Investigaciones y Secretario Académico en la Escuela Naval de Suboficiales), entre otros.

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Por: Dewar Raúl Cano Quintero En este relato deseo expresar al lector, que detrás de un uniforme, vea a un ser humano como cualquier otro, como una persona que al igual que otra, tiene sentimientos, ríe, llora, siente temor ante la muerte y mucho más aún cuando recuerda que en casa tiene una familia que llora su ausencia. Pues bien; en mi carrera como militar he sido el orgullo de mis padres, esposa, hijos y amigos, al portar un uniforme con honor y portar las armas de estado, lo cual significa una responsabilidad grande. Ser militar no es simplemente portar un uniforme, es la representación del estado, que en muchas veces somos la única presencia estatal en regiones alejadas de las grandes ciudades, pero hemos llevado la tranquilidad y el desarrollo en ésas regiones. Desde que ingresé a la Escuela Naval Almirante Padilla un 11 de julio de 1997, mi vida dio un giro de 180 grados. Era un joven como cualquier otro, con toda la energía de un muchacho de 19 años, sentía tener el mundo en mis manos, control de mi vida y toda una vida por delante. Desde el primer día empecé a sentir la ausencia de mis seres queridos, de mis costumbres, de la rutina, de las comodidades de la casa, del salir a comer un buen helado y ver una buena película, entendí que ser militar es sacrificar muchas de las cosas que para los demás pueden ser normales y para nosotros deben ser ganadas. Poco a poco nos inyectaron mística, amor a la patria, y amor por lo que muchos colombianos le da la espalda, el mar; ése mar que para algunos es solamente sinónimo de placer, pero detrás de él, existe una riqueza poco aprovechable. El 9 de octubre 1997 juré ante Dios defender la bandera, junto con 27 compañeros más; al igual que yo teníamos las mismas expectativas, sueños y amor patrio. Tuve la oportunidad de embarcarme en el buque ARC Gloria y navegar por varios países llevando con orgullo el tricolor colombiano. Me gradué como Oficial en el grado de subteniente de Infantería de Marina el 02 de junio de 2001, a partir de ahí debería poner en práctica mis conocimientos adquiridos al servicio de la patria, 7 días después me encontraba en Puerto Leguízamo (Putumayo), despertado por la sirena que nos indicaba zafarrancho, a diferencia de la Escuela Naval, éste parecía 254 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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ser no un ejercicio si no una alarma real que indicaba una situación que para mí no era normal. Al salir del alojamiento observaba gente estresada y corriendo, salimos a formar, me escogieron para que tomara la seguridad del aeropuerto de Puerto Leguízamo, me asignaron rápidamente un fusil M-14, 01 Cabo de Infantería de Marina y 30 Infantes de Marina Regulares que aún no habían jurado bandera y llevaban apenas un ejercicio de tiro. Salimos aproximadamente a las 06:30 de la mañana sin tener mayor información de lo que estaba sucediendo, apenas que una base del Ejército estaba siendo atacada y ruido en el recinto de comunicaciones. Al llegar al aeropuerto tomé la seguridad y empezó a llegar un avión casa 212 de la Fuerza Aérea Colombiana con un pelotón de Soldados Profesionales al mando de un Teniente. Al aeropuerto recuerdo que llegó un Capitán de Fragata dándole instrucciones del panorama que estaba pasando, éste personal arrancó en un camión hacia un sector, al parecer y lo que pude entender en apoyo a otra unidad. Aproximadamente a las 09:30 llega un pelotón con soldados profesionales, muy bien armados y uniformados, se me acerca un Sargento Viceprimero y recuerdo que me dice: “Mi teniente vengo a relevarlo”, procedo recoger al personal y dirigirme a la plataforma. Observo que llegan varios vehículos al aeropuerto, ambulancias, médicos; así mismo llegan varios helicópteros con heridos y 2 Oficiales muertos. Con el personal que tenía empiezo apoyar el descenso del personal de heridos, y observo como suben al platón de una camioneta roja Chevrolet Luv, los dos cuerpos sin vida de los Oficiales muertos. La situación era parecida a la de la película Pearl Harbor, todo el cuerpo médico atendiendo a varios heridos, observo a un soldado de contextura gruesa y aproximadamente 1,80 metros, herido por un proyectil que le había destrozado sus dos rodillas. De repente aterriza un helicóptero MI-17, con más heridos y muertos, la situación era caótica, aterrorizante y triste. Observo que despegan dos helicópteros UH60 y un helicóptero MI-17; al mismo tiempo procedo hacia la Base Naval en el camión. Al ingresar por la guardia el comandante de guardia me da parte informando que el helicóptero MI-17 lo habían derribado, el mismo que acaba de ver despegar del aeropuerto. Al terminar la noche, el parte de muertos militares eran de 32. De esta manera empieza mi vida como Oficial, me di cuenta que la realidad de Colombia no era sentir la brisa de Cartagena, ni andar por la avenida San Martín con el uniforme blanco, la realidad que empezaba a vivir es la de un país en guerra, que desde las grandes ciudades los ciudadanos son ajenos a ésta realidad. 256 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Por el otro lado se encontraba mi familia y mi novia (hoy en día mi esposa), preocupados sin tener noticias mías, solo lo que los noticieros informaban, teniendo en cuenta que para la época no había cobertura de señal de celular. Un día después logré comunicarme con mi familia. Pensaba mucho en esos 32 militares muertos, en una acción criminal por parte del Bloque sur de las Farc, donde dieron por terminada las ilusiones de 32 jóvenes, 32 familias que hoy en día no cuentan con un ser querido. Después de ése día entendí que mi labor iba a ser sacrificante, arriesgada pero que valía la pena luchar por un país que estaba rodeado de grupos que atentaban con la tranquilidad de sus ciudadanos. Contraje matrimonio el 24 de noviembre de 2001 y fui papá el 15 de mayo del año siguiente, cinco días después, tuve que separarme de mi familia para continuar con la labor por la cual juré ante una bandera defenderla. No lo niego, cada vez que me despedía de mi familia se hacía más difícil, tener que salir a una misión donde requería mi concentración y liderazgo para que los hombres que tenía bajo mi mando, regresaran sanos y salvos al lado de sus familias. Estuve en el Batallón Fluvial ubicado en Yatí, donde realicé operaciones por el Río Magdalena y Río Cauca, áreas influenciadas por un lado frente 35 y 37 de las Farc; y por el otro lado las Autodefensas Unidas de Colombia. Para el año 2005 salí trasladado al Batallón Fluvial ubicado en Turbo, con una jurisdicción fluvial por todo el Río Atrato hasta llegar a Quibdó; fueron dos años difíciles, en especial para mi familia, donde prácticamente estuve separado por dos años. Mi hijo menor que nació el 28 de octubre de 2005, lo vi siete meses después. También fue difícil caminar por la espesa selva del chocó, realizando control militar efectivo de área, llevando la tranquilidad de muchas poblaciones que empezaron a ver a las Fuerzas Militares como los amigos que traían tranquilidad y desarrollo en la región. Se activó el comercio fluvial y poco a poco fuimos ganándonos el corazón de cada uno de los pobladores, en especial los pobladores del municipio de Bojayá, que ha sido golpeado por la violencia de Colombia y llevan en sus cuerpos las cicatrices de aquel 2 de mayo de 2002, donde murieron 117 personas a manos de las Farc. Recuperar la confianza y tranquilidad de los pobladores no fue fácil, en especial en caseríos como Bebará, Bebarama, Tagachí, Beté, Puerto Conto. Napipí, Murindó, Lomas de Murri; sectores que reinaba el terror, pero con la llegada del presidente Uribe en el 2002, todas éstas áreas empezaron a tener presencia estatal con la llegada de nosotros Memorias Imborrables - Segunda Edición 257


los militares, donde poco a poco fuimos conquistando sus corazones, a tal punto que no querían que los abandonáramos por el temor que las Farc retornaran a esos puntos y tomaran represalias contra ellos. Era curioso ver como uno es un animal de costumbres, pese a que somos citadinos, el estar en medio de la selva, sin las comodidades de la ciudad, hace que uno se amolde a esa situación tropical y selvática, donde empieza a mirar a los pobladores como los vecinos del barrio, un saludo de buenos días. Nosotros los militares de Colombia, anhelamos la paz, como también la anhelan los que directamente han vivido la crueldad de la guerra, nosotros también hemos sido víctimas del secuestro, minas antipersonales, tortura; los colombianos no pueden olvidar la labor tan importante que hemos hecho hasta hora; pido perdón por algunos miembros de la institución (una minoría), que han cometido actos los cuales han desacreditado nuestra labor. Colombianos tengan la certeza que nosotros los soldados somos parte del pueblo, que lo único que deseamos es ver a nuestra Colombia respetada y libre, que de lo contrario vamos a morir por defenderla.

EL PLAN DE DIOS César Fabián Flórez Sánchez

Dewar Raúl Cano Quintero

Alumno del Curso de Estado Mayor (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en Política y Estrategia Marítima (Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”); Profesional en Ciencias Navales (Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”); Con cursos en: Comando; Seguridad Operacional (Fort Rocker EE. UU.); Básico de Piloto de helicóptero (Escuela Conjunta de Helicópteros).

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Por: César Fabián Flórez Sánchez No es común iniciar una historia de esta forma, pero lo que les voy a relatar tampoco es un evento del común; vamos a realizar un pequeño viaje en el tiempo, nos trasladaremos al año 2003, en las inmediaciones de las selvas de La Macarena, Meta; en la inhóspita selva colombiana, allá nos encontraremos con el señor teniente de infantería César Fabián Flórez Sánchez, joven de 24 años, alto, un tanto flaco que reflejaba las largas caminatas en las selvas colombianas, oriundo de la capital del país, hijo de Don Humberto Flórez Herrera, pensionado de las empresas públicas y Alcira Sánchez de Flórez ama de casa y madre consagrada. A diferencia de sus amigos del colegio el teniente Flórez siempre quiso hacer parte del Ejército Nacional, al punto que sin consentimiento de sus padres se enlistó en la fuerza. Para ser tan joven, el Oficial mostraba gran determinación y carácter, y entre sus hombres era apreciado por su coraje y arrojo para llevar a cabo las misiones endilgadas por sus comandantes; gran conversador, sin embargo un joven alegre que era conocido por su afición a la música popular y las rumbas familiares hasta altas horas de la madrugada, para el mes de junio de 2003, después de abandonar el departamento de Cundinamarca, lleno de gloria por los grandes éxitos obtenidos, ejecutando operaciones con su unidad como punta de lanza de un ataque de nivel estratégico lanzado por el comando del Ejército para recuperarlo de la acechanza de las antiguas Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), llega nuevamente al Meta y de nuevo a La Macarena, municipio enclavado en las montañas y planicies de los inmensos llanos orientales. Conocía muy bien esa área pues ya había tenido que realizar operaciones y con gran determinación y arrojo las había adelantado. Sus hombres… los mejores de la Brigada Móvil No. 3, seleccionados, curtidos en el arte de la guerra, valerosos, impregnados del honor que el joven Oficial les inculcó desde su llegada, formaron rápidamente lazos de sangre, después de muchos combates, aventuras, caminatas interminables, incluso sudor, lágrimas y sangre, forjaron una amistad entrañable, como olvidar las ocasiones donde por premios fueron enviados a la costa y amanecieron todos en la playa ebrios de alegría y placer, recordando entre copas los días pasados donde en medio del fuego enemigo lograron, neutralizar al único miembro del secretariado que a esa fecha se conocía, famoso por su astucia 260 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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y estrategia para evitar las tropas, pero solo faltó, que él y sus hombres estuvieran cerca para poder desvirtuar tal fama.

los himnos, y hasta las instituciones civiles, pero faltaba la prueba más inquietante, “el combate”.

Esos soldados; valientes como ninguno conocido, quince en total, todos de diferentes regiones del país, de comprobada humildad, jóvenes soldados que luchaban por un país mejor, no había otra razón, pues para esa época los soldados eran “voluntarios” no recibían más que un pequeño sueldo que no retribuía el sacrificio que hacían por su patria, eran épocas muy duras, el país estaba convulsionado, había fracasado el proceso de paz con las Farc, el sur del país, estaba bajo el dominio de este grupo insurgente, los combates con los integrantes de estos grupos subversivos eran largos, cruentos y peligrosos, las jornadas extenuantes y con un sinnúmero de dificultades.

No pasó mucho desde el entrenamiento a este momento, realmente pasó muy poco, una vez insertados en La Macarena Meta nuevamente, al día siguiente sostuvimos nuestro primer combate, que dio frutos positivos al lograr neutralizar un cabecilla de escuadra de las Farc, estos soldados lo hicieron con tal profesionalismo, que no hizo falta pedir apoyo para enfrentar 20 narcoterroristas, con los cuales se sostuvo enfrentamiento y quienes nos aventajaban en número, pues la valía de mis soldados siempre estuvo por encima de los terroristas, que no tuvieron más opción que abandonar a su comandante y salir en huida.

Nuestra unidad conocida como “Furia”, bautizada por mí, en plena alusión a la rabia que despertaban en mí los comandantes de esta guerrilla destructiva, quiero dejar en claro, esa rabia era solo para con sus comandantes, pues veía con profunda tristeza como truncaban los sueños de miles de niños y niñas en todos los rincones del país, que eran reclutados en su mayoría a la fuerza, por medio de engaños o en chantaje a sus padres por respetar su vida, cuan inocentes eran estos jóvenes, que sin un futuro, debían enclavarse en una guerra sin cuartel que no deberían pelear más sus comandantes, en su gran mayoría, viejos, gordos y con los bolsillos llenos del capitalismo que profesan odiar, con sus hijos en el exterior rodeados de toda clase de lujos y con la seguridad que un hogar da, esclavizan a sus compatriotas y los condenan a muerte cuando se enfrentan a la legalidad del Estado. Esta pequeña unidad, conocida como “furia”, estaba compuesta por 15 soldados; 2 Suboficiales y yo, quien dirigía las operaciones directamente; los soldados escogidos de cada unidad fundamental del batallón, por sus calidades y virtudes militares, para esa época, nuestro ejército solo contaba con dos Batallones de Fuerzas Especiales, quienes eran los soldados de mostrar, sin embargo, estos jóvenes valientes no tenían nada que envidiarles a los que integraran esas unidades. Recibí de mi comandante mayor, Henry Mauricio Kure Parra, (hoy retirado y hermano de la primera mujer General de la Policía Nacional Juliette Kure Parra en dirigir una oficina de Interpol); la misión de conformar la unidad y entrenarla, según las necesidades y la misión, con 15 días escasos de entrenamiento, logré que esos soldados dejasen de pensar como soldados comunes y se convirtieran en auténticos defensores de la patria. Era un orgullo escuchar como defendían en acaloradas discusiones, la bandera, 262 Memorias Imborrables - Segunda Edición

En el mes de junio faltando solo 15 días para cumplir mi traslado y con la confirmación de pasar en comisión al Batallón Colombia No. 3 en la Península del Sinaí en Egipto, junto a 6 soldados de mi unidad y 13 más de la unidad táctica, tuve que asistir a lo que sería el inicio de otra etapa de la vida, que solo Dios conocía mi futuro, en una operación que todos calificarían como normal, la unidad comandada por un señor capitán, sale en horas de la noche a realizar una emboscada y en su regreso a la madrugada del siguiente día, es sorprendida en un campo minado donde de los 10 integrantes solo sobreviven 2, que quedaron gravemente heridos, en la reacción todo el batallón se vio inmerso de un combate que duró más de 6 horas, cuyo objetivo era únicamente proteger el área donde habían caído los soldados y procurar la evacuación de los heridos y posterior de los que valientemente murieron. Al día siguiente y con la presión del alto mando para ubicar y neutralizar a los responsables de tan atroz acto, por orden del comandante del Batallón, salgo en busca de 20 integrantes de las Farc, que se encontraban a poco más de 5 kilómetros, pese a la negativa del comando de la unidad, otro valiente Oficial de grado señor Capitán López Jorge decide también acompañarme en esta, que era mi última operación en esa unidad, pues al día siguiente de acuerdo con el planeamiento, la unidad retornaría al casco urbano del municipio de La Macarena y saldría con vacaciones y yo con mi comisión al exterior. Sin embargo, Dios tenía deparado para mí otro destino, aquí inician una serie de sucesos que después de una década no logro descifrar. Al iniciar la marcha, el Capitán comandante de la unidad que ofreció acompañarme, sin mediar palabras y contrario al planeamiento, decidió que con su unidad llevaría la delantera y que en proximidad al objetivo nos encontraríamos; Memorias Imborrables - Segunda Edición 263


con mi unidad tomamos la retaguardia y dejamos que avanzaran, al cabo de dos o tres horas de marcha, ordena que pase a la cabeza de la marcha para que podamos realizar coordinaciones. Una vez llegué a su lado, me manifiesta que ya estamos a 400 metros del objetivo y que no se observaba peligro, ordena tomar el desayuno en el sitio, (los soldados llevaban en sus bolsillos una arepa blanca con algo de jamón o salchichón), en ese momento y una vez revisada la carta de operaciones, decidimos conjuntamente que en el área no podría existir enemigo, pues no había rastros en ningún punto de la ruta que llevábamos. En ese instante de la inmensidad de la selva y como quien se asoma por una ventana, se escucha al mismo tiempo que sale una voz diciendo: “quién está haciendo tanto ruido”, asomando la cabeza un hombre de mediana edad y con un bigote mal cuidado, que al observar el panorama y ver más de 30 soldados, sentados comiendo, abre sus ojos con un alto grado de sorpresa, e inmediato dispara su arma de dotación fusil AK471, el cual es correspondido con todo el fuego de los soldados que se encontraban en ese sector, al unísono y casi que paralelo se escucharon ráfagas de ametralladora, fusil y explosiones de granadas en la retaguardia, donde se encontraba mi unidad, a lo que busco a mi capitán con la mirada y sin mediar palabra me ordena: “vaya mire qué pasa en su unidad”; con prisa pero sin correr, salgo a paso veloz en dirección a reencontrarme con mis hermanos de armas, en el camino al lado de una ceiba (árbol frondoso de gran tamaño) se encontraban dos soldados de la unidad de mi capitán, recostados y comiéndose su desayuno, al verme pasar me increpan: “¿qué pasa mi teniente?”, un poco molesto por la actitud tan relajada e indiferente al fuego, les respondí: “no sé, muévanse de ahí que les va a caer una granada en la cabeza”, acto seguido, seguí mi rumbo y giré mi cabeza para ver si los soldados habían hecho caso a mi orden, pero con sorpresa, observo que los soldados efectivamente se habían levantado e iban a 4 ó 5 pasos en dirección contraria a la mía; cuando justo en el lugar donde estaban los soldados, cae una granada de mortero, apenas empujando a los soldados por la onda explosiva, estos se levantaron de inmediato, se sacudieron y tomaron posición de combate. Hoy día todavía no me explico por qué salieron esas palabras de mi boca cuando apenas empezaba el combate y no se conocía la fuerza enemiga 1

Ak-47 El Avtomat Kalashnikova modelo 1947(del ruso Автомат Калашникова образца 1947 года), más conocido por su acrónimo, AK-47 por el nombre de su creador y la fecha en la que la creó, es un fusil de asalto soviético, de calibre 7,62 mm, diseñado por Mijaíl Kaláshnikov, combatiente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. Fue el fusil oficial de la Unión Soviética entre 1951 y 1978. A diciembre de 2007, el AK-47 es el arma de fuego de mayor producción de la historia, con cerca de 80 millones de unidades manufacturadas Crescentini. (José, 2007).

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exactamente, quedé absorto al ver lo acontecido, pero la situación no me permitiría sentarme a reflexionar al respecto. Al llegar a la retaguardia donde estaban mis guerreros, le grito al primer soldado que veo; su apellido era Wilson Lozano, alias el perro, un joven humilde de la comuna 4 de Medellín, experto en explosivos y de especialidad guía canino; “perro qué es lo que pasa”, responde: “ahí están loco” (mi apodo de guerra, por las múltiples ocasiones donde arriesgué la vida de manera casi maniática en el campo de combate); “son como 15” respondí con el valor que produce la efervescencia de esos momentos; “vamos por ellos”, casi de inmediato me vi inmerso en un combate de proporciones dantescas, pues con mis soldados en un fuego impenetrable, observamos como con nuestras armas neutralizamos más de 25 narcoterroristas, pero peculiarmente, el fuego del enemigo no disminuía, por el contrario aumentaba. No pasaron más de 30 minutos para reconocer por aquellas clases en el arte de la guerra, que el enemigo nos sobrepasaba en cantidad y por más de 10 a 1, trato de reunificar mi unidad, lográndolo y formando un triángulo para cubrir todos los ángulos; en un lado el cabo tercero Carlos León con sus cinco guerreros, al occidente el Cabo Primero Alberto García “Bam bam” (por su contextura física y similitud al personaje de los picapiedra) con otros 5 y en la base del triángulo, yo con los otros cinco más experimentados de mis hombres, además de ser los más valientes que a fecha he conocido; pues esta carrera me ha permitido volver a sentir el calor del combate en otros escenarios, tratamos de romper el cerco que los narcoterroristas nos estaban realizando, aprovechando su superioridad numérica, la impotencia de estar en inferioridad de condiciones, en un área desconocida, ya con pocas municiones, aferrados al terreno sin poder recuperar las bajas enemigas que habíamos proporcionado a ese momento, pues cada vez que un guerrillero era abatido en combate, rápidamente sus compañeros lo llevaban atrás de la línea de fuego, lo que imposibilitaba obtener el resultado. En ese momento se decide arremeter con todo el poder de fuego en contra de una posición, donde previmos ubicar un punto en el terreno por donde salir de esa bolsa que la guerrilla nos estaba haciendo, desafortunadamente somos abatidos por granadas de mano que nunca logramos ver. Al caer impactado por la granada de mano, observo cómo pasan las balas frente a mí y con algo de resignación, cierro los ojos pidiéndole al Todopoderoso que no me dejara sufrir, que si su deseo fuese que yo muriera ahí, que se hiciera su voluntad. Mis guerreros inician una maratónica carrera, por salvar la vida de este Oficial, después de un par de horas de evadir el fuego enemigo, con municiones al límite, logramos alcanzar una Memorias Imborrables - Segunda Edición 265


zona segura y es donde vemos todos los heridos de este combate, con quien relata; éramos 17 hombres del Ejército, en ese par de horas no tuve más remedio que ver como mi vida pasaba frente a mí, pensaba: como le iban a dar la noticia a mi madre, qué pasaría con mis hermanos, qué sería de mis soldados, no quería dejar tanto inconcluso, tampoco podía renunciar a mi sueño de ver a una Colombia libre de este flagelo, me negaba a darme por vencido, sentí que mi esfuerzo no había sido lo suficientemente bueno para poder aportarle a mi querida patria. Pasados dos días y postrado en una cama en un hospital, después de despertar de un coma y ver como mi cuerpo estaba inmovilizado por una ojiva, con posibilidad de no volver a moverme; todo cobró sentido, cuando ingresó por la puerta del cuarto una niña de no más de 12 años, al no poder hablar (pues tenía un tubo para ayudarme en las funciones vitales), tiempo después me enteré que se trataba de la hija de un campesino apodado “el viejo” que vivía en la zona del combate y que después de estos hechos y casi cumpliendo 9 años fuera de su tierra, regresó con su familia y en la actualidad viven en la misma, solo quería conocer a un soldado que palabras de ella, le devolvió la vida a su papa y su familia. No recuerdo cómo se llamaba, pues por esos días no entendía el plan de Dios solo quería volver a caminar, tal vez por eso no comprendí la importancia de tales eventos. Tuvo que pasar mucho tiempo para entender que tal vez ese día el esfuerzo fue insuficiente, porque al igual que esa pequeña, recuperó su tranquilidad, había muchos campesinos que por nuestro actuar lo hicieron en Cundinamarca, pero fuimos inferiores al reto de devolver a los miles que aún no habían regresado a sus tierras en el sur del país, solo me queda el consuelo que al menos una sola familia regresó y se liberó de ese demonio de las guerrillas colombianas.

“EL TIEMPO CAUSA OLVIDO” Refrán popular David Felipe Ciro Patiño

Cesar Fabián Flórez Sánchez

Oficial del Ejército Nacional de Colombia, Arma de Infantería. Profesional en Ciencias Militares; Abogado (Universidad Cooperativa de Colombia); Especialista en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados. Entre su trayectoria militar ha estado al frente de: Unidades como el Batallón de Infantería No. 13 García Rovira; Brigada Móvil No. 3, Batallón de Infantería No. 20 General Serviez; Cuarta División, Batallón de Infantería No. 19 Joaquín París; Octava División; Comando Específico de Oriente; Batallón de Infantería No.10 Atanasio Girardot; Brigada Móvil No. 6 y Batallón Energético Especial y Vial No. 1 como Comandante.

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Por: David Felipe Ciro Patiño Hay recuerdos que nos marcan tanto, que jamás los vamos a borrar de nuestras mentes y a pesar de ser incesantemente golpeados con el hacha del olvido, cada vez se desprenden fragmentos de veracidad y su esencia permanece intacta en nuestras mentes. De repente como un rayo que rasga las tinieblas y paraliza el tiempo y el espacio, recordé aquel acontecimiento que me marcó, nunca hablo de él, ese recuerdo se transformó en una bola de nieve que crecía en mi cabeza con una fuerza descomunal, volví a los recuerdos, a la zozobra, volví a ver esos rostros que tanto me asustaban en las noches y hacían despertar entre sudor y lágrimas, quiero dejar de recordar con amargura el sacrificio supremo del Soldado Regular MARÍN ARIA URILSON y quien fuera el primer soldado que se muere en mis brazos y quien me dejó marcado para el resto de mi vida. … Ah, pero soldados hay muchos…, tal vez, así lo vean quienes están leyendo estas líneas y no conocen la camaradería y el vínculo que se crea cuando se convive en un grupo de hombres que dejan atrás a sus familias, costumbres y lo entregan todo para la tranquilidad y seguridad de los demás, imagínense convivir todas las horas de todos los días de todas las semanas, de todos los meses con las mismas personas y solo se dejan de ver 10 ó 12 días de permiso durante 4 a 6 meses como era en esa época. Nos conocíamos tanto que hasta compartíamos infidencias y secretos, y aunque no siempre nos llevábamos bien al final la camaradería sobresalía. El segundo pelotón lo recibí en la base de Zaragoza - Antioquia, donde era el puesto de mando del Batallón, yo era un muchacho que escasamente sobrepasaba los 20 años de edad y si, en esa época se iba a la guerra con soldados regulares y combatíamos como los más experimentados guerreros, mis soldados eran muchachos; algunos muy humildes pero todos oscilábamos la misma edad e incluso tenía soldados que eran mayores, los Suboficiales también éramos contemporáneos y como me voy a olvidar de esos Cabos curso 62 quienes asumíamos el mando como un compromiso de papás con los soldados, eran otras épocas. Los soldados en su mayoría de Córdoba y algunos del Bajo antioqueño, le daban un toque de alegría a todas las actividades, el soldado MARÍN había sido escogido como Dragoneante desde el término de la fase de 268 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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instrucción, por eso él llego unos meses después de haber asumido el mando de la unidad, sin embargo se acopló al grupo y en poco tiempo fue uno más de nosotros, tenía la particularidad que era uno de los pocos que era de Zaragoza, y además era de los pocos que tenía ciertas comodidades y daba la sensación de que había entrado a prestar servicio más por rebeldía que por necesidad, sin embargo era ese tipo de soldado que cumplía sin problema, le gustaba animar las conversaciones y siempre tenía una historia para contar. Los detalles del cómo o el porqué de la operación son vagos, solo recuerdo que íbamos a un campamento del ELN en el sector de Anorí, que iban a participar la mayoría de unidades del batallón, recuerdo que el ingreso fue por lanchas en la noche y que desembarcamos en un caserío que se llama “El Pato”, un asentamiento en su mayoría de gente dedicada a la explotación de oro de forma artesanal; esa misma noche iniciamos a caminar. De esa noche recuerdo que íbamos avanzando por la vía que conduce hacia otro caserío que se llama Vegas de Segovia, detrás de nosotros venía el cuarto pelotón, recuerdo que al mando venía un sargento de apellido Corena y con él venía mi Capitán quien tenía el mando del movimiento. Los días siguientes trascurrieron con la normalidad de una operación, movimientos antes de iniciar el día, largas caminatas, los guías que no se acordaban del camino o echándole la culpa que era que los soldados no avanzaban rápido, todo transcurría en una completa normalidad, cuando ya dejamos el terreno medianamente poblado y empezamos a adentrarnos en terrenos con más vegetación la topografía cambió, no recuerdo exactamente cuándo, pero ya el sol a duras penas entraba por entre la espesura de la vegetación y los cerros se hacían cada vez más pronunciados, y la “maraña” estaba bien espesa. En fin, poco a poco me llegan imágenes de esas jornadas. Vagamente recuerdo que íbamos como algo sin rumbo, el terreno era complicado y los guías decían aún no estar ubicados, hasta que ya bien en la noche, llegamos como a una mina abandonada. Se notaba que había sido una mina porque después de atravesar varios días de espesa vegetación llegamos a un sitio abierto totalmente removido y aún quedaban algunos entablados y en la oscuridad lo que parecía era una retroexcavadora abandonada, la mina era bastante grande, exactamente no recuerdo cuánto, pero si era una buena porción de terreno totalmente despejado de esa fatigosa “maraña”. Recuerdo que esa noche mi capitán me llamó y me dio a entender que los guías ya sabían por dónde era y que estábamos cerca, que posiblemente 270 Memorias Imborrables - Segunda Edición

mañana llegábamos al objetivo, ahora lo recuerdo, nosotros éramos el cierre que teníamos que cubrir un paso de un puente de hamaca que seguramente sería la ruta de escape que tomarían los bandidos cuando las demás unidades entraran al campamento, consolidaran y todo fuera glorioso… Esa era nuestra misión. Esa noche, fue la última noche que todos estuvimos reunidos porque al siguiente día nuestras vidas cambiarían, a la mañana siguiente no recuerdo detalles, solo me acuerdo en movimiento, pronto dejamos la vieja mina y nos adentramos nuevamente en la espesura de la vegetación y el terreno volvió a inclinarse, tal vez era el cansancio, la fatiga o los días que ya llevábamos en ese trajín, pero ese día, el cerro parecía más empinado; yo iba con los primeros hombres y vagamente recuerdo que hicieron un programa especial, si mal no recuerdo lo hizo el Comandante del Batallón. Mi Capitán me mandó a llamar, hicimos alto y en la mitad de los dos pelotones nos sentamos a escuchar las órdenes, todo era muy optimista, las expectativas eran altas y al finalizar el programa mi capitán dijo que siguiéramos avanzando, no sé cuánto tiempo pasó, la noción del tiempo no la tengo, recuerdo que hablaba con alguien cuando de un momento a otro sonó un estallido, inconfundible y aterrorizante, era una explosión. Instintivamente salí corriendo hacia el sonido y ahí viene mi primer recuerdo; iba pasando por encima de cada soldado, todos tendidos, desequipados cargando los fusiles y recuerdo que pasé por el lado del soldado MARÍN quien se estaba colocando el brazalete de identificación, atrás de MARÍN estaba el soldado HERNÁNDEZ LÓPEZ, cuando llegué a donde el cabo SÁNCHEZ me dijo, “mi Teniente fue adelante…” y seguimos corriendo juntos a donde estaban los primeros soldados y el guía; allí encontré al soldado PÉREZ COGOLLO aturdido y lleno de tierra por todos lados, con los ojos perdidos y pálido, solo decía “jueputa estoy bien…”, el guía dijo: “allá van”, y solo 4 salimos corriendo, hubo unos disparos y al cabo de un instante salimos a un camino de herradura. Casi simultáneamente sonó una explosión pero esta fue diferente, el cabo SÁNCHEZ me dijo: “fue atrás mi teniente, fue atrás”, no sé cómo nos acordamos de los radios 2 metros, cuando los prendimos solo escuchaba al sargento CORENA diciendo: “ Un herido, un herido y está grave…” la sensación no sé describirla, un vacío en el estómago es poco para decir qué se siente, mientras me devolvía el camino se hacía largo, mi Capitán le hacía preguntas al Sargento, de quién era el herido y cuál era la situación, ahí recuerdo; “el Soldado MARÍN es el herido mi Capitán”, la siguiente Memorias Imborrables - Segunda Edición 271


pregunta fue “¿y cómo está?”, recuerdo esa respuesta que me dejó helado: “Mi capitán nada… perdió las piernas no tiene nada solo se le ve el “ñoquito” del hueso…” cuando escuche eso quedé helado, no lo niego, todos los sentimientos negativos se apoderaron de mí, sin embargo y en contra de mi razón seguía corriendo hacia donde estaba el herido, pero una cosa era escuchar el reporte por radio y otra cosa era llegar y ver la escena…

el desaliento son indescriptibles, el soldado HERNÁNDEZ aún herido no llegaba y el helicóptero decía que ya no tenía combustible.

Lo primero no es lo que uno ve, lo primero fue lo que escuché, escuché los gritos de dolor de un Soldado sin piernas, gritos desgarradores que rasgan el alma y retumban en el recuerdo eso no se olvida, escuchaba sollozos, llanto y la impotencia de más Soldados y de repente el quejido de más soldados: “... mi teniente yo también estoy jodido…”, sin embargo otro grito me sacó del letargo, “…jueputa quítele el fusil…” gritó el Sargento CORENA y acto seguido dijo algo así como “…con Diosito y la Virgen yo me meto a sacarlo…” después los gritos del soldado MARÍN fueron aún más profundos y empezaron a mezclarse con el llanto.

Pasado un tiempo, el otro sargento que iba con nosotros me mostró una foto de MARÍN un día antes de su muerte, se la tomó cuando estábamos pasando un sector lleno de agua y ahí se veía a MARÍN sonriente con su lanzagranadas…

Esa noche la volvimos a pasar en la misma mina, pero con un hermano menos y con otro herido, reconozco la abnegación y el valor de esos soldados, la valentía del sargento CORENA, tal vez fueron las razones para que no perdiera los estribos.

Cuanto diera por volver a ver la foto y quedarme con esa imagen de MARÍN y no con el recuerdo de su cuerpo destrozado que siempre me hace perder el sueño….

El Sargento CORENA arrastraba la humanidad de MARÍN, verlo con su cuerpo herido es imborrable, al lado el soldado HERNÁNDEZ LÓPEZ, también se quejaba y al fin pudimos colocar a MARÍN en un sitio apto para brindarle los primeros auxilios, a punta de gritos se reorganizó el personal, los más impactados a seguridad, el soldado HOYOS MERCADO de Puerto Claver era el enfermero y fue uno de los más serenos. Inició a canalizar a MARÍN, otros improvisaron una camilla con la hamaca mientras mi Capitán solicitaba el apoyo aéreo. No sé cuánto tiempo pasó, solo recuerdo los gritos de MARÍN montándolo a la hamaca, recuerdo como se llenaban las toallas de sangre con las que intentábamos hacer compresas, recuerdo a HOYOS suministrándole líquidos, recuerdo ese viacrucis llevando a MARÍN cargado, dándole moral, diciéndole que “todo está bien”, rogándole que no se muriera, recuerdo las caídas y cuando se lastimaba con gritos de dolor que casi lo desmayaban, el helicóptero ya estaba sobrevolando el único sector apto para recoger el herido; la vieja mina abandonada, no sé cuánto tiempo trascurrió, pero desgraciadamente fue demasiado, recuerdo que MARÍN se animó a cantar y todos cantábamos, que empezaba a desmayarse y de un momento a otro recobró la lucidez, nos reconoció, nos miró a los ojos se despidió y de un momento a otro nos dejó de hablar. Decir que no lloramos es una mentira, al poco tiempo llegamos al sitio y la aeronave recogió el cuerpo sin vida de MARÍN, la imagen, la impotencia, 272 Memorias Imborrables - Segunda Edición

David Felipe Ciro Patiño

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en Conducción de Unidades Militares; Especialista en Administración de Recursos para Defensa de la Nación; estudiante de la Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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LA MINA Jorge Armando Ortiz Toro

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Por: Jorge Armando Ortiz Toro

Imagen 6. Cabo segundo Altamar Angulo Carlos. Cultivo ilicito de matas de coca en la vereda la esperanza, Puerto Rico Meta.

3 octubre 2015, sur de las selvas de Puerto Rico (Meta), vereda la Esperanza… 06:40 horas. Allí, siendo comandante de Batallón de combate terrestre No. 41 “Héroes de Corea”. - Para el pelotón, un día cualquiera se convirtió en el evento más sublime. Tropas del BACOT1 41, soldados orgánicos de la compañía Bélgica al mando del Capitán Niño, en la Vereda la, Esperanza Puerto Rico Meta, zona de combate 3 de la Brigada Móvil 4: ¡Preparados! - Son las 5:30 horas; un desayuno menos o uno más. Nuevamente, un día cualquiera; siguen escuchando en la emisora Blue Radio temas extensos del proceso de paz mientras al mismo tiempo los comandantes continúan sorprendiéndonos con órdenes que demandan sudor y mucho sacrificio. No se dejan de limpiar las armas y menos se deja de prestar una guardia juiciosa y estricta. Cada uno de nosotros tiene una historia diferente del porqué está acá, de porqué es soldado: sólo coincide que olemos a patria por casi nada, y que de la nada se sostienen las personas que amamos tanto. En broma, alardea el Soldado profesional de la Fuerza Martínez tener mucha plata y 1

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Batallón de combate terrestre No. 41, orgánico de la Brigada móvil 7 y hace parte del Comando Especifico de Oriente.

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que ni siquiera sabe cuánto es su saldo; Pérez, de inmediato, le insinúa que le haga un préstamo, sorbe el café desde su jarro acerado dando tiempo a una evasiva... afortunadamente para él llega una pésima noticia, el cabo Ramírez interrumpe el instante de presumir. Contemporáneamente, en un instante en el que coinciden varios sentimientos que hasta ahora nadie puede describir, en su rostro de aquellos soldados se muestra desesperanza, temor y algo de angustia superadas por el valor de ser soldado. Tratar de entender esta situación es perder el tiempo. Las tropas que escuchan la orden de un cabo alrededor del rancho no resisten y la piel se quiere ir, abandonando el cuerpo; todos los sentidos se ponen alerta esperando que la orden se confirme como no verdadera. Al que está aquí por nada, una vez más la vida le grita, frente a su cara, que viene por mucho.

El teniente llama al radio operador y ordena que lo comuniquen con el comandante de la compañía; los que ahí se encuentran se miran entre sí, sonríen; todos saben que esto puede ser un evento operacional y, al mismo tiempo, surge la incertidumbre de qué va a pasar y la certeza de que todo depende de su profesionalismo, ímpetu y aplicación de los procedimientos tácticos. Es inevitable que en las probabilidades no se prevea que algo salga mal...

- “Mi teniente, la verificación de la mina dio positivo”, dijo el cabo Ramírez, miembro del equipo “EXDE”2 de Bélgica 2 y, como si fuera una levantada de codo en la ceremonia de ascensos en la Escuela Militar, todos sorben, a la misma vez, un trago de café para asimilar esta noticia...

Imagen 6.B. Archivo fotográfico personal del autor.

Imagen 6.A. Equipo EXDE, de izquierda a derecha: C3 Ricardo paredes - Cabo tercero, primer grado de los suboficiales, PF Mosquera machado Jesús - Soldado profesional de la fuerza, PF Vidal Alexander, PF Sepúlveda López faber, PF Perez Pataquiva Maestre - Nombre ficticio para ocultar su identidad. 2

Equipo de Explosivos y demoliciones: conformado por 5 integrantes; un comandante, un detectorista de metales, un binomio canino, un integrante que manipula la pera y cuerda, un explosivista.

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El Capitán Niño despliega una iniciativa que en ese momento se considera valiosa y, aún más, táctica: es determinante para él la seguridad de sus soldados, la integridad física. Lo relevante de este asunto es que la mina se encuentra a la intemperie y en medio de un cultivo ilícito de matas de coca; sigue la expectativa de cómo se va actuar, la pereza se derriba y el grupo “EXDE” comienza a trabajar, desplegada la seguridad perimétrica sobre ese cultivo y bajo la amenaza de una confrontación con la población civil que trata de impedir que la erradicación en tercera modalidad3 se efectúe; al parecer, los campesinos siguen engañados, creyendo los 3

Erradicación manual: los soldados arrancan las matas de coca con sus manos, algunos se ayudan con palines; herramientas para el cultivo agrícola

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discursos de quienes con intereses individuales defienden el narcotráfico y evitan la erradicación. Al llegar algunos civiles al cultivo, el comandante les informa que esta vez no se hará erradicación y que, por lo tanto, es necesario que bajen sus proclamas: - “Hoy no es igual a todas las veces, el cultivo se encuentra minado”. En ese momento se acerca el cabo Ramírez a seguir dando malas noticias: - “Mi capitán, no es solo una mina, el guía canino, PF4 Pereira con su ejemplar Taty hallaron dos minas más” -. El cabo se retira a seguir orientando el procedimiento; mientras tanto, se acerca el guía con su canino Taty, labrador coqueto que no distingue el bien ni el mal, mira a los civiles creyendo que de ellos va a recibir algo, el Capitán acaricia con una leve palmadita su cabeza y, como si entendiera, le dice: “Gracias cachorra, hoy eres la heroína”. - “Mi Capitán hay un circuito complejo adherido a la primera mina. Al parecer hay dos más; esto lo vamos a lograr, pero necesito tiempo pues debo descartar que haya más minas”, dice el soldado. - “¿Cuánto tiempo necesita?” - El capitán, con los pelos de punta, piensa que se ha venido todo a la vez y solo hace falta una mala decisión para que el procedimiento salga mal. - “Hágale “mano” tómese su tiempo que los civiles hoy van a tener que entender”. - Al ver esto, los civiles se fueron devolviendo por donde llegaron; el presidente de la Junta de Acción Comunal parecía que hoy no venía a acompañar la asonada, su simpatía se hizo presente y hasta testigo ocular pretendía ser; tampoco él lo podía creer. - “Entiendan los civiles de la comunidad de la vereda La Esperanza que su retirada es necesaria. La mina es un contenedor metálico de 55 cm de alto y 90 de diámetro; esto es muy parecido a un cilindro y por ello podría contener tanto explosivo como metralla, partículas de acero y hierro liberadas por la explosión que aún no dimensiono hasta dónde sus efectos podrían llegar y afectar la integridad física de alguno de ustedes. Por el bien de todos necesitamos que despejen esta área; además, no es solo una mina, ya vieron que reportaron dos más...”. 4

Soldado profesional de la fuerza

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- El grupo “EXDE” conformado por el presumido magnate y el pobre Pérez se fusionan para estar en las mismas condiciones; presumido o no, tienen en común la misma razón de ser, el mismo uniforme, la misma misión, la diferencia ahora es solo el olor. Casco y detector, guía y su canino, ECADEX5 y comandante, pera y cuerda, todos pescando la maldad del hombre, el morbo puesto a la amenaza, sin distinguir niño de niña, joven de adulto, soldado o civil. Minas asechando sin descanso a quien las toque, por obligación o por descarte, soldado maligno que no descansa: eso es una mina. Las dimensiones no tienen que ser estándares para producir un efecto, las medidas para hacer el mal son mínimas y esta es mínima elevada a una potencia descomunal. Esto no es para advertir pues este dispositivo no tiene precedentes, no tiene razón, no tiene justificación, es la firma de quien es capaz de hacer el mal sin contemplaciones, sin ver las consecuencias que caen sobre los afectados. Cinco mundos diferentes continúan en la búsqueda; no podría contar, una por una, las anécdotas de cada uno de ellos excepto por lo que percibí, mientras entraban al cultivo: uno de ellos se santigua, y sé que no es católico practicante; me queda claro que este oficio lo obliga a uno a aferrarse a quien más le ayuda, a ese Dios a quien le suplica que lo mantenga vivo y, mejor aún, completo. Pérez mira a los soldados como diciendo “todo bien”; me había contado que tenía en el bolsillo el certificado del nacido vivo y entonces entendí por qué se santiguó con un papel en la mano. Al llegar el abastecimiento la sorpresa había sido mejor, fotos del niño y una carta de la mujer que no se explicaba por qué no tenía tiempo para registrar al recién nacido; ella le avisó tarde y plata no tenía. Me contó que en la próxima oportunidad iba a solicitar salir en el apoyo para hacer eso. Mientras yo lo miraba pensé en todos estos supuestos de una manera tan veloz que prefiero no acordarme, para no dañar el mimetismo con esa agua que se sale de los ojos... Tal vez por eso pretendía el préstamo. “Despacio y con buena letra”, dijo el capitán, y esta orden que se cumple estricta, el cabo informa que es hora de hacer el procedimiento de la destrucción, que recomienda más distancia de seguridad y los que sufrimos del corazón estamos conscientes de que va a sonar muy duro... - “Fuego al barreno”, gritó el pobre de Pérez. La explosión hizo temblar el suelo, se movió la tierra, el ganado que está bien lejos volteó a mirar, ni un civil se asomó, el aire se contaminó del polvo y de esos gases, lo que había ahí ya no estaba y la tierra removida 5

Equipo contra artefactos explosivos.

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dejaba ver que esto sería capaz de hacer mucho daño al desafortunado que la hubiera activado sin percatarse: un cráter donde caben 9 soldados cómodos, expresiones de terror al comienzo y la felicidad de haber hecho las cosas bien le colocan una sonrisa a los hermanos de armas. No somos muy sinceros al demostrar afecto, pero lo que le pase a uno es como si les pasara a todos. El Capitán reconoce a sus Oficiales y soldados haberlo hecho bien y les deja la consigna de seguir así, felicitaciones van y vienen;los registros fílmicos son impresionantes y algo cruel es que aún nadie se hace responsable de sembrar minas en los cultivos ilícitos... - “Una más lanza”, le dice Pérez a Martínez. - “Ah sí, curso, para eso estamos”, le responde. - “¿Sabía que me nació el pelao?” - “No, no sabía... ¡felicitaciones!”. - “Y ya que no pasó nada, ¿cree usted que puede ser el padrino? - “Claro que sí, se va a cotizar ese pelao”. - “Uy, qué bueno compadre, ya somos familia. ¡¡¡y ahora si me va a prestar la plata!!!”

COINCIDENCIA DE GUERRA Juan Camilo Vallejo Betancur

Jorge Armando Ortiz Toro

Oficial Ejército Nacional. Especialista en Liderazgo y Toma de Decisiones (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en Conducción y Administración de Unidades Militares (Centro de Educación Militar); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional (Centro de Educación Militar); Especialización en el Arma de Infantería (Escuela de Infantería). Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Diplomado en Docencia Universitaria con Énfasis en Formación por Competencias; Diplomado en proyecto de desarrollo piloto (Escuela de Administración Pública, ESAP). Curso de Comando (Escuela de Armas y Servicios). Integrante Curso de Estado Mayor 2018.

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Por: Juan Camilo Vallejo Betancur “Los desafíos son los que hacen la vida interesante, y superarlos es lo que hace la vida significativa”. – Joshua J. Marino

El 10 de mayo de 2007 me encontraba destacado en el norte del departamento de Antioquia, hacía parte de la tripulación de un helicóptero AH-60 Arpía III, realizando una operación de apoyo a las tropas de superficie del Batallón Rifles en el área de Caucasia (Antioquia), las cuales habían entrado en combates con una facción de las entonces autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Una vez terminada esa misión, recibimos instrucciones del Centro de Operaciones de nuestra Base Aérea el Comando Aéreo de Combate No. 5 en Rionegro (Antioquia), en las que nos ordenaban proceder al área rural del municipio de San Luis (Antioquia) para escoltar un helicóptero configurado para el rescate. La misión: escoltar al helicóptero de rescate para la evacuación de un soldado del Ejército que había caído en un campo minado, que además de serias heridas en las piernas, tenía esquirlas en todo el cuerpo, contusiones y aturdimiento, y que dada la gravedad de su condición debía recibir asistencia médica de mayor nivel de manera inmediata, de lo contrario moriría como tantos otros jóvenes ofrendando su vida por la patria. Así que rápidamente hicimos los cálculos y el planeamiento, y nos dirigimos al punto de tanqueo del Batallón. Terminamos el tanqueo de nuestro helicóptero y despegamos sin más demora con rumbo sur directo al punto, pues sabíamos que nuestra presencia en el área de operaciones era imperativa para el cumplimiento de la misión, pues era un área en la que, de acuerdo con las informaciones de inteligencia, había una importante presencia del enemigo, era un área históricamente dominada por las Farc por lo que teníamos que garantizar la seguridad y supervivencia de la otra aeronave. Era una mañana soleada y con unas condiciones meteorológicas óptimas, al menos en la primera parte de nuestro crucero. Sin embargo, mientras nos acercábamos al área de Santa Fe de Antioquia que era como la mitad del recorrido, se hacía evidente un considerable deterioro de las condiciones meteorológicas, lo que nos obligó a desviarnos de la ruta directa hacia el área objetivo. Comenzamos a preocuparnos porque si seguíamos 284 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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desviándonos el combustible no nos alcanzaría y nos veríamos obligados a hacer una parada técnica en la Base de Rionegro lo que implicaba una demora de 25 minutos como mínimo, y tiempo era precisamente lo que no tenía el soldado herido. Establecimos contacto con la tripulación del helicóptero de rescate, el Halcón, quienes ya se encontraban sobrevolando el punto de la evacuación y quienes nos pidieron agilizar el vuelo y llegar cuanto antes para poder iniciar el rescate, pues el estado del soldado cada minuto empeoraba. Simultáneamente podíamos escuchar por el radio de seguridad de voz la comunicación entrecortada entre la tropa y el Halcón, en la cual era evidente el desespero, la angustia y la impotencia del Teniente Comandante de la patrulla, el tiempo del soldado se agotaba. Por fin y como si se tratara de una “señal divina” vimos lo que podía ser el único paso posible para evitar el mal tiempo. Recuerdo que ambos pilotos cruzamos una mirada e inmediatamente en la expresión de cada uno pudimos adivinar un gesto de aprobación, y acto seguido dijimos: “o es por allí o por ningún lado”. Por un momento pensé que no íbamos a poder cruzar y evitar esa inmensa nube gris de mal tiempo, sin embargo, nuestra determinación de cumplir la misión nos impulsó a continuar, y después de unos breves minutos pudimos salir de aquel meollo. La esperanza continuaba viva. Unas doce millas (veintidós kilómetros) fuera del punto pudimos comunicarnos bien por radio con la tropa, ya podíamos escucharlos con más claridad, les pedimos que nos actualizaran la información táctica del área de operaciones: distancia y azimut del enemigo, condiciones meteorológicas, dispositivo de las tropas, mejor rumbo de entrada para el helicóptero de rescate, color del humo y forma del painel. Hicimos las coordinaciones con el Halcón antes de llegar al punto, para ganar tiempo y cinco millas (nueve kilómetros) fuera ya los teníamos en contacto visual, así como también el punto de la extracción, y sin dudarlo le dimos la autorización de entrada: “Halcón estamos a sus seis, autorizada la entrada, precaución con posible presencia del enemigo a las tres (derecha). Confirme establecido”. El Halcón inició su maniobra de descenso en espiral hacia el punto, todo el tiempo lo tuvimos “enganchado” en el sistema FLIR (Forward Looking Infra-red), fue una maniobra impecable, ejecutada con un alto grado de pericia; rápida, precisa, eficiente. El Halcón reportó en tierra y sin novedad, y casi de inmediato informó que estaba listo. “Halcón autorizada salida con rumbo 330, atento enemigo a las tres, lo tengo en el sistema”. Rápidamente ganaron altura y viraron izquierda para tomar rumbo 280, nos despedimos de la tropa, el comandante de la patrulla replicó: “Arpía Dios los bendiga, muchas gracias por su apoyo, a su 286 Memorias Imborrables - Segunda Edición

orden quedo QAP”. Acompañamos al Halcón hasta que tuvo una altura de 4.000 pies (1.200 metros) sobre el terreno, considerada como altura segura fuera del alcance de las armas enemigas, ellos continuaron hacia Medellín en donde esperaban al soldado con apremio; nosotros nos dirigimos hacia nuestra Base en Rionegro, en donde aterrizamos con el combustible mínimo permitido por nuestra doctrina. Estaba feliz, primero por el éxito de la misión que acabábamos de cumplir y segundo porque entregaba mi disponibilidad de vuelo y salía a disfrutar de unas anheladas vacaciones, aunque debo confesar que a la vez también sentía un poco de ansiedad puesto que el siguiente lunes tenía programada una biopsia renal percutánea guiada por ecografía para confirmar o descartar una afección en mis riñones. Llegó el día de la biopsia. El 14 de mayo a las 07:00 de la mañana ingresé al Hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín, me prepararon para el procedimiento, todo fue más o menos rápido, y a las 07:30 llegaron los médicos, y con ellos mi primera sorpresa: el doctor Aristizábal, mi nefrólogo, tuvo un inconveniente y tuvo que ser reemplazado por una doctora quien se iba a hacer cargo de mi intervención. No recuerdo su nombre, pero tenía edad media, alta y delgada, con un tono de voz que denotaba cierto aire de autoridad, también se mostraba un poco parca. En menos de un minuto me explicó en qué consistía lo que me iban a hacer: “Le vamos a practicar un procedimiento invasivo con una aguja automática de unos 15 cm que cuando esté en la posición correcta le va a tomar una muestra de su riñón, es como un pequeño pellizco, pero no va a sentir dolor porque le vamos a poner anestesia. Me van a acompañar una radióloga y dos enfermeras, así que puede estar tranquilo”. Y sin más comenzó su trabajo, que no tardó más de quince minutos, cuyo único contratiempo (al menos para mí) fue que debió sacarme una muestra adicional, ya que como me explicó la doctora la primera no era suficiente para asegurar un buen resultado. Pensé “Dios mío otra vez me vuelve a pasar algo así, como cuando era aspirante a cadete y me tocó repetir el examen de imagen diagnóstica de columna para el que tocaba tomar aceite de ricino”. Pasé a recuperación y hacia el medio día me llevaron a la habitación, debía pasar la noche en el Hospital pues, aunque se trataba de un procedimiento ambulatorio, al comprometer un órgano blando como lo es el riñón, el protocolo médico así lo exige. Creo que, en consideración por ser militar, me asignaron una habitación individual, en la que podría tener mayor privacidad y estar más cómodo, así como también lo podían estar mis familiares. Pasé el día algo adolorido y mientras pasaba el efecto de la anestesia más agudo se hacía ese dolor. Llegó la noche y con ella el sueño que para mi bien, pude conciliar a pesar Memorias Imborrables - Segunda Edición 287


de la molestia y el dolor que comenzaba a apaciguarse. Pero alrededor de la media noche entró una enfermera y con ella la noticia de que debía trasladarme de habitación, pues la cama que estaba ocupando, por sus características especiales la necesitaban para un paciente de contextura muy obesa que sería operado a primera hora de la mañana. La verdad es que no con muy buena disposición tomé esa noticia y no quería salir de allí, aunque finalmente por la buena evolución que tenía estaba seguro de que sería dado de alta hacia el mediodía. No era algo tan malo después de todo. La enfermera no encendió las luces cuando entramos a la nueva habitación; inmediatamente me percaté que tendría un compañero y por lo que pude apreciar en ese momento este había sufrido algún tipo de accidente, no le vi la cara en ese momento, una de esas cortinas típicas de hospital dividía la habitación, pero lo que si pude notar es que tenía una pierna elevada con algunas heridas. Me pasaron de la camilla a la cama y no pasó mucho tiempo mientras pude conciliar el sueño otra vez. Como a las 07:00 de la mañana la conversación telefónica de mi compañero me despertó: “si mamá estoy mejor, ya han pasado cuatro días del accidente, y pues ahí poco a poco vamos saliendo adelante. ¿Cuándo viene a visitarme?”. Se vio obligado a colgar anticipadamente debido a la presencia inesperada de un doctor y un par de enfermeras que lo iban a examinar. “¿Cómo se siente Albeiro?”, increpó el médico. “Doctor, ya algo mejor y en proceso de resignación”. Después de unos minutos, el doctor y las enfermeras abandonaron la habitación y acto seguido Albeiro pasó frente a mi cama envuelto en una toalla verde oliva algo desgastada y desteñida. “Buenos días”, me dijo. Apenas pude devolverle el saludo, pues me impresionaron las lesiones que tenía en el cuerpo. Venía saltando en una pierna (la única que tenía), entró al baño y mientras estuvo allí su teléfono sonó varias veces y también dos enfermeras fueron a la habitación a buscarlo. Parecía tener mucha atención por parte del personal médico. Comencé a recordar, a recopilar, a atar cabos y una idea iba tomando fuerza en mi mente. “¿Será posible?”, me dije. Cuando salió del baño no pude contenerme y le pregunté: “Disculpe, quisiera preguntarle algo sin querer ser imprudente. ¿Su accidente le sucedió en el oriente antioqueño cerca a San Luis? Sí, respondió y sentí un frío que me recorrió el cuerpo y comencé a notar como se me aceleraba el corazón. ¿Será posible que se trate del mismo soldado? ¿Cuántos hospitales hay en Medellín? ¿Cuántas habitaciones?, pensé en una fracción de segundo. “¿Usted pertenece al pelotón Anzoátegui?, lo seguí interrogando. Nuevamente respondió: Si, y su cara reflejaba un increíble asombro. ¿Usted me conoce? Me contrainterrogó con algo de recelo. Y comencé a contarle 288 Memorias Imborrables - Segunda Edición

que yo era parte de las tripulaciones de la Fuerza Aérea que lo rescataron. Su reacción me sorprendió aún más, se puso supremamente feliz, comenzó a agradecerme por haber ayudado a salvarle la vida. Mi madre que estaba presenciando aquella escena apenas si pudo contener las lágrimas. Hablamos un rato largo, me contó de su vida, de cómo había caído en ese campo minado, de su experiencia en el Ejército, de su condición humilde, también me dijo que su mamá no sabía todos los detalles de su accidente, aún no sabía que había perdido la pierna pero que tarde que temprano tenía que contarle. Luego en medio de nuestra charla vinieron por él para llevarlo a unos exámenes. Nunca más lo volví a ver o a saber de él pues me dieron de alta anticipadamente, pero por su carácter y templanza supongo que continuó su vida y salió adelante, como todos los valientes militares de este país. Esta increíble coincidencia, esta historia personal en la época en que el conflicto colombiano se encontraba en su punto de mayor intensidad, me sirvió de mucha reflexión. Ese día reafirmé mi vocación, me convencí aún más de que lo que contaba, y contaba no solo para el Estado colombiano, o para la Fuerza Aérea o el Ejército, o para los colombianos, también contaba para mí más de lo que alguna vez pude imaginar. A veces por momentos perdemos nuestro “norte” o desmotivados. De vez en cuando suelo pensar en esa coincidencia del destino y hace reavivar en mí ese sentimiento de servicio, me recuerda la fragilidad de la vida, en cómo todo puede cambiar en un segundo, pero también me recuerda lo afortunado que soy por hacer lo que me apasiona. Así se va a las alturas.

Juan Camilo Vallejo Betancur

Oficial de la Fuerza Aérea Colombiana. Especialidad Pilotaje; titulado en Administración Aeronáutica (Escuela Militar de Aviación); estudiante de la Especialización en Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “Rafael Reyes Prieto”); diplomado en DD. HH. y Gestión Estratégica del Talento Humano y curso de Seguridad Operacional (Escuela de Posgrados de la Fuerza Aérea); integrante del Curso de Estado Mayor 2018.

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LOS SOLDADOS DE COLOMBIA Y SU Bร SQUEDA POR LA LIBERTAD DE TODOS LOS SECUESTRADOS Juan Carlos Sanabria Leรณn

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Por: Juan Carlos Sanabria León Justo antes de iniciar mi carrera militar a finales de los años noventa, veía en los noticieros la cruenta guerra que libraba el Estado contra la guerrilla de las Farc, donde este grupo terrorista efectuaba injerencia delictiva en algunas áreas rurales del territorio nacional. Veía, además, las tomas guerrilleras a poblaciones que incluso llegaron a los municipios colindantes con Bogotá, mi ciudad natal, en las cuales no solo destruían su infraestructura, saqueaban el comercio y atacaban indiscriminadamente a estaciones de policía ubicadas en áreas urbanas lo que ponía en riesgo a la población civil, sino que además como muestra de poder, asesinaban indiscriminadamente a los miembros de la Fuerza Pública que, en cumplimiento del deber, trataban de proteger la vida y bienes de quienes allí habitaban. Las noticias de tales tomas y masacres guerrilleras se repetían casi a diario. Lo más sorprendente era ver como las Farc acrecentaban aún más su deseo por derramar sangre de inocentes y cada vez ejecutaban más acciones que incorporaban nuevos y aberrantes métodos; tal es el caso del collar bomba1 que le pusieron a doña Elvia Cortés de Pachón, una humilde campesina boyacense que no pudo pagar una extorsión, acciones terroristas a instalaciones militares, asesinato de miembros de la fuerza pública “empleo de armas no convencionales y exceso de la fuerza” y la siembra indiscriminada de minas antipersonales que cegaron la vida de miles de militares y civiles y dejaron sin extremidades a otros tantos. Además de estos y muchos otros actos infames cometidos por la guerrilla de las Farc, en mi mente aún siguen presentes las imágenes de otros crímenes atroces cometidos de manera sistemática: En la época del proceso de paz del Caguán, muchos militares y policías fueron confinados en jaulas hechas con alambre de púas, en campos de concentración manejados por alias “El Mono Jojoy” y otros jefes del grupo terrorista, emulando los campos de concentración y exterminio de Auschwitz, donde los Nazis aniquilaron a millones de Judíos durante la Segunda Guerra Mundial. 1

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Hecho ocurrido el 15 de Mayo de 1999 con la campesina Elvia Cortes de Pachón por delincuentes que llegaron a su vivienda, en Simijaca (Cundinamarca). Siendo víctima de un collar bomba por el no pago extorsivo; para esos días operaban en la región el frente 11 y 23 de las FARC, los cuales hicieron mucho daño en la provincia de occidente y llegaron a extorsionar a varios empresarios y comerciantes de Chiquinquirá.

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En mi concepto, el secuestro es quizás el delito de lesa humanidad2 más aberrante que se pueda ejecutar en contra de un ser humano. No solo se condena al secuestrado al encierro y demás torturas físicas, sino que también se desequilibra su mente y se destruye su espíritu. Recuerdo las imágenes y videos de las pruebas de supervivencia de estos secuestrados, en donde se evidenciaba su deterioro físico, mental y moral; a pesar de recitar el libreto que les imponían sus captores, en sus miradas se notaba una desesperanza total, como si fueran unos entes, como si estuvieran muertos en vida. Al tratar de enviar mensajes de esperanza a sus familiares, con sus expresiones corporales el efecto causado era el contrario. A pesar de la convulsionada situación de orden público que vivía el país, muchos hombres decidimos dejar nuestros hogares y unirnos a la lucha por recuperar la paz y tranquilidad que se nos había arrebatado. En enero de 1998 tuve el honor y el privilegio de ingresar a la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”. Durante mi formación como Oficial del Ejército, seguía viendo como el Gobierno y las Fuerzas Militares trataban de contener la era de terror impuesta por las Farc, a pesar de encontrase adelantando un proceso de paz; incluso dentro de la Escuela Militar fuimos víctimas de un atentado terrorista cuando del barrio contiguo nos fueron lanzados varios cilindros bomba, que gracias al Todopoderoso no causaron víctimas mortales sino únicamente daños materiales. Pocos años después, siendo Subteniente del Arma de Infantería, fui destinado al Batallón de Alta Montaña No. 1 ubicado en el Páramo de Sumapaz. Por esa época, se libraba en esa área y en otros municipios del departamento de Cundinamarca una de las más cruentas batallas contra las Farc, en donde gracias a la Operación “Libertad 1”, las tropas del Ejército propinaron duros golpes a los terroristas y obligaron su repliegue hacia la región del Duda en el departamento del Meta. Yo no podía creer cómo en este paraje tan hermoso, a pocos kilómetros de Bogotá, desde donde en las noches podía ver desde mi base móvil de patrullaje las luces de la ciudad, se estuviera librando una cruenta guerra por evitar que las Farc se tomaran la ciudad capital. En el Plan de las Águilas, planicie enclavada en el Páramo de Sumapaz a más de 3,000 metros de altura, se cometían toda clase de delitos antes de la llegada del Ejército. Es así como era común encontrar abandonados vehículos de alta gama pertenecientes a personas secuestradas durante las denominadas “pescas milagrosas”, gran cantidad 2

Por Crimen contra la humanidad, o Crimen de lesa humanidad, se entienden, a los efectos del Estatuto de la CORTE PENAL INTERNACIONAL aprobado en julio de 1998, diferentes tipos de actos inhumanos graves cuando reúnan dos requisitos: “la comisión como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, y con conocimiento de dicho ataque”.

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de ganado robado y rastros de grandes cantidades de licor y víveres igualmente robados a los comerciantes por los terroristas de las Farc. Cerca al puesto de mando del Batallón, se encontraba una vieja casucha de tabla abandonada donde eran llevados varios de los secuestrados y sobre los cuales se contaban sinnúmero de historias, que, al escucharlas, avivaban en mi mente y en mi corazón el deseo de poder algún día, ayudar a las personas víctimas de este flagelo. Tal deseo lo pude cumplir años más tarde en dos oportunidades, en desarrollo de operaciones militares que marcaron un punto de quiebre importante en la historia de Colombia y que hoy en día son gratamente recordadas porque gracias a ellas les fue devuelta la libertad y la vida a varios de nuestros compatriotas: La Operación LINAJE en el año 2.006 donde se logró la liberación del ex Ministro de Desarrollo Fernando Araujo Perdomo y la Operación Camaleón en el año 2.010 donde se devolvió a la libertad al señor Mayor General Luis Mendieta, los coroneles William Donato y Luis Enrique Murillo y el sargento Arbey Delgado, tras permanecer doce años secuestrados por las Farc. En este ensayo, quiero referirme en detalle a la Operación Linaje, ya que en mi concepto marcó el inicio de las Operaciones Especiales Conjuntas y cuyo éxito fijó el derrotero de una serie de operaciones militares surgidas de la genialidad de nuestros estrategas, tales como Alcatraz, Sol Naciente, Camaleón, Jaque, Sodoma y Odiseo, entre muchas otras, que sin lugar a dudas condujeron al Estado Colombiano a lograr la victoria militar frente a los terroristas de las Farc. El 28 de diciembre de 2006, ya en el grado de Teniente y conformando la élite de los pilotos de helicópteros UH-60 Black Hawk de la Aviación del Ejército, procedí en mi helicóptero desde el Fuerte Militar de Tolemaida hacia el Batallón de Policía Militar No. 2 en la ciudad de Barranquilla, para participar en una operación ordenada por el Comando General de las Fuerzas Militares. Una vez reunidos en la sala de planeamiento, fuimos informados por los mandos sobre la intención de desarrollar una operación especial con tropas de la Agrupación de Lanceros y las Fuerzas Especiales de la Infantería de Marina, para lo cual eran necesarios 04 helicópteros UH-60 Black Hawk del Ejército y 01 helicóptero artillado AH-60 Arpía de la Fuerza Aérea Colombiana, además de otras aeronaves para el soporte de misiones adicionales. Recibida la información de inteligencia y la intención del Comandante de la Fuerza de Tarea de Asalto Aéreo de la Operación Linaje, las tripulaciones y los comandantes de las tropas elaboramos el planeamiento detallado de Memorias Imborrables - Segunda Edición 295


la misión, al igual que efectuamos los ensayos respectivos en la técnica de descenso por soga rápida, quedando a la espera de la orden de ejecución de la maniobra aérea.

soga rápida sobre la posible ubicación del secuestrado. Los terroristas al ser sorprendidos por la rápida acción de los helicópteros, reaccionaron de manera desordenada ante el desembarco inminente de las tropas.

La misión consistía en efectuar un asalto aéreo sobre un campamento del Frente 37 de las Farc ubicado en los Montes de María, departamento de Bolívar, donde los Comandos desembarcarían por sogas y de forma sorpresiva, deberían tomarse el campamento y neutralizar a los terroristas que allí se encontraban. Momentos antes de dar inicio a la operación, se nos informó a los pilotos de manera reservada, que el objetivo específico de la misión era la liberación del señor ex Ministro de Desarrollo Fernando Araujo Perdomo, quien había sido secuestrado por las Farc el 4 de diciembre de 2000 en Cartagena.

Según manifestó posteriormente el señor ex Ministro Araujo, una de las aeronaves estableció vuelo estacionario encima de él sobre la copa de los árboles y aprovechando la confusión de sus captores, tomó la decisión instintiva e inmediata de huir del sitio, aún a sabiendas de que en el intento de fuga podría ser asesinado por sus captores, tal y como le ocurrió al Gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria y al ex Ministro de Defensa Gilberto Echeverri años atrás durante una operación de rescate.

La misión era compleja, en el área interés objetivo de la operación según las informaciones recolectadas por las agencias de inteligencia del estado confirmaban la presencia de un grupo aproximado de 200 terroristas en armas con capacidades de emplear armas con alcance tierra - aire que podrían afectar a nuestras aeronaves y sus tripulantes en el desembarco de las tropas en tierra firme. Situaciones consideradas de alto riesgo en este tipo de operaciones especiales. El 31 de diciembre de 2006 en horas de la mañana fuimos alertados por los comandos del grupo de reconocimiento, quienes semanas antes se habían infiltrado en el área de operaciones, los cuales manifestaban que se encontraban a escasos metros del campamento guerrillero y que tenían identificado el objetivo, dando el aval que estábamos esperando para iniciar con la misión. Una vez efectuadas las últimas coordinaciones, despegamos los 04 helicópteros UH-60 Black Hawk del Ejército escoltados por el helicóptero Arpía de la Fuerza Aérea Colombiana hacia el área objetivo. Efectuando una maniobra de engaño, los 05 helicópteros volamos en formación hacia Zambrano (Bolívar) y una vez establecidos a una distancia prudente del campamento del Frente 37 de las Farc, descendimos a vuelo táctico sobre las copas de los árboles y volamos directamente hacia el norte donde se encontraba nuestro objetivo. Solo faltando un minuto para llegar a las coordenadas de desembarco, el helicóptero Arpía rompió la formación y tomó altura para identificar la granada de humo puesta como señal por el grupo de reconocimiento de la Agrupación de Lanceros infiltrado en el punto y proceder a hacer un ametrallamiento y entrega de cohetes sobre un sector cercano a la zona de desembarco, como medida disuasiva para permitir que los UH-60 de asalto pudiéramos efectuar la maniobra de descenso por 296 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Durante el desembarco de las tropas, dos de los cuatro helicópteros de asalto fueron impactados por el fuego enemigo, pero en un acto heroico, aguantaron hasta que el último comando estuvo seguro en tierra. Una vez terminado el desembarco, los dos helicópteros que no sufrieron daños continuaron con la misión, mientras los dos restantes procedieron a Zambrano para realizar una evaluación de daños en batalla. Mientras tanto, helicópteros artillados de la Fuerza Aérea Colombiana mantuvieron sobrevolando el área objetivo, a la espera de que se consolidaran las acciones de rescate. Minutos más tarde, los helicópteros de asalto regresaron al área con tropas de las Fuerzas Especiales de la Infantería de Marina, quienes fueron desembarcadas según lo planeado en lugares cercanos para efectuar los cierres requeridos que evitaran la fuga de los terroristas con el secuestrado. Terminadas las acciones en el área objetivo, el desconcierto y la zozobra nos invadió a todos quienes estábamos comprometidos con el desarrollo de la misión. Después de consolidar el área y registrar minuciosamente el terreno, no se encontró rastro alguno del señor ex Ministro Araujo; tan solo se encontraron los cuerpos de seis terroristas de las Farc abatidos en combate, el cadáver de un Infante de Marina asesinado y dos Infantes de Marina heridos. Aún ante compleja situación, nunca perdimos la esperanza de que en medio del combate el señor ex Ministro hubiera podido darse a la fuga y estuviera escondido a la espera de ser encontrado por las tropas, por lo cual mantuvo la presencia militar en el área y se intensificaron los registros del terreno. Fue así como cinco días más tarde, el 5 de enero de 2007 tras haber caminado por los agrestes Montes de María sin agua y sin comida, el señor ex ministro Araujo fue auxiliado por campesinos que informaron del hallazgo a las autoridades. De forma inmediata tras la noticia de que el Memorias Imborrables - Segunda Edición 297


señor ex Ministro Araujo había aparecido, un helicóptero UH-60 Black Hawk procedió al sitio para efectuar su extracción del área hacia la Base Naval en Cartagena. Minutos después de volver a la libertad, dio gracias a Dios por darle una nueva oportunidad, diciendo que se había escapado cinco días atrás, con la misma ropa que tenía encima, sin una gota de agua, sin un machete, con las puras uñas, con la sola esperanza de regresar a la libertad, para demostrarle al país que la determinación es esencial lograr avanzar en la lucha contra el secuestro. Dos meses después de recobrar su libertad, fue nombrado por el Presidente Álvaro Uribe como Ministro de Relaciones Exteriores, cargo al cual renunció el 16 de julio de 2008. El 1 de noviembre de 2009 fue nombrado Presidente del Partido Conservador hasta octubre de 2010. Actualmente se dedica a la construcción de proyectos urbanísticos y a dictar conferencias sobre las experiencias de su secuestro. Cada vez que recuerdo que mi pequeño aporte como Piloto de la élite de helicópteros UH-60 Black Hawk de la Aviación del Ejército contribuyó a que compatriotas como el ex Ministro Fernando Araujo, el señor Mayor General Luis Mendieta, los coroneles William Donato y Luis Enrique Murillo y el sargento Arbey Delgado hubieran recobrado la libertad, me llena de inmenso orgullo y satisfacción, ya que el Todopoderoso me permitió cumplir con el deseo que surgió cuando era tan solo un Subteniente del Batallón de Alta Montaña No. 1 en el Páramo de Sumapaz, donde un día al lado de la vieja casucha de tabla en donde muchas personas habían permanecido secuestradas, le rogué me permitiera ayudar a personas víctimas de este horrendo flagelo.

HASTA DÓNDE LLEGA EL OLFATO DE UN HÉROE Juan Carlos Valdés Ramírez

Juan Carlos Sanabria León

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Piloto de helicópteros Black Hawk de la Aviación del Ejército; estudiante de la Maestría de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Juan Carlos Valdés Ramírez Tras de recibir una orden de movimiento, en el departamento del Caquetá municipio de Florencia vereda el pará, zona situada entre la Región Andina y la Región Amazónica de Colombia, donde cerca del 40% de su territorio se localiza en el paisaje de cordillera por encima de los 900 metros, perteneciente a la Reserva Forestal de la Amazonia, el cual limita por el norte con el departamento del Huila y el municipio de La Montañita, por el este con el municipio de La Montañita, por el sur con los municipios de Milán y Morelia, y por el oeste con el municipio de Belén de los Andaquíes y el departamento del Huila, donde podemos describir el clima de esta región de tipo cálidohúmedo, característico del ecosistema de bosque húmedo tropical. De manera general esa es la descripción del paraíso selvático espectacular de una parte reserva forestal Amazónica, pero describir el clima del 17 de marzo del año 2006 se convierte podríamos decir que en diferentes versiones y contradictorias de la historia donde un héroe salvó 72 hombres solo con su buen olfato, como un símil de Crónicas de una muerte anunciada “Es probable que te hayas dado cuenta de que esto no solo tiene que ver con el clima. Se trata de todo el misterio que rodea la muerte de Santiago. Hay tantas versiones diferentes y contradictorias de la historia del asesinado que se reflejan en estas interpretaciones contradictorias del clima. Algunos recuerdan que estaba lloviendo y otros recuerdan un día claro y soleado. Es frustrarte porque no tiene sentido, del mismo modo en que algunas personas recuerdan a Santiago yendo a su casa, cuando está claro que fue asesinado en la puerta1”. Encontramos desde tiempos memoriales en la historia, que la guerra no solo ha tenido como protagonistas principales a los hombres en los campos de batalla. Los animales, específicamente los perros, también han luchado y sacrificado sus vidas para ayudar a desequilibrar la balanza de los innumerables conflictos en los que han participado. La seguridad y determinación de los perros ha generado una gran confianza, que, en muchos ejércitos, cuerpos de policía y organizaciones internacionales de asistencia humanitaria y rescate de todo el mundo han confiado terminadas operaciones, siempre son los amigos de las cuatro patas. En Colombia hace más de medio siglo no es la excepción, actualmente la gran mayoría de grupos armados, legales o ilegales, tienen 1

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https://www.shmoop.com/cronica-de-una-muerte-anunciada/clima-simbolo.html.

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en sus filas cientos de caninos con diferentes roles, los cuales sin importar la causa o el objetivo por el que luchan los hombres, siempre están dispuestos a obedecer a sus amos. Compañía Corea, mi unidad conformada por 02 Oficiales 8 Suboficiales 62 Soldados Profesionales 02 Caninos, Karla y Roky, orgánicos del Batallón de Contraguerrillas No. 12 “la diosa del Chaira” unidad insignia del Ejército Nacional, quienes han combatido las guerrillas más crueles y sanguinarias de la historia, Columna Móvil Teófilo Forero de las Farc, Yesid Ortiz, Interferentes del Caguán, Frentes 2, 3, 14, 15, 32, 48,49 y 6. Imagen 7.A. personal.

Roky Labrador Retriever. Tomada de archivo

Podríamos decir que con las mismas características de Karla solo que más joven, 18 meses de edad y más juguetón con el mismo entrenamiento, pero menos experiencia. El tiempo extendido en operaciones afecta a los hombres de la Unidad, en esta ocasión, Karla tenía una afectación en las almohadillas digitales y metacarpianas4 y la almohadilla del carpo5, aparece un hongo e hinchazón que le hacía sangrar, su binomio canino y otros hombres de la unidad Colmenares 6 la habíamos ayudado a cargar pero fue necesario extraerla en el ciclo de abastecimiento ocho días antes, el miércoles 8 de marzo de 2006 para su atención médica veterinaria.

Imagen 7. Karla Labrador Retriever. Tomada de archivo personal.

Con una edad de 6 años entrenada en Antiexplosivos en el Batallón de Ingenieros No. 12 Liborio Mejía cuyo lema es “Vencer o Morir”, la mejor de las Diosas del Chaira por su alta experiencia en detección de minas antipersonales2 y AEI3 de 8 caninos que protegían las 8 contraguerrillas (Pelotones). Los labradores son energéticos, simpáticos, bonachones, excelentes perros de familia, resistentes, obedientes y muy leales, con las muchas virtudes que se les abonan. 2 Las minas antipersona son un tipo de mina terrestre. Están diseñadas para matar o incapacitar a sus víctimas. Se utilizan para colapsar los servicios médicos enemigos, desmoralizar a sus tropas, y dañar vehículos no blindados. Por ello, se busca sobre todo que hieran gravemente o mutilen, y no tanto que maten, ya que las consecuencias de un herido en la guerra son más problemáticas que las de un muerto. 3 Artefacto explosivo improvisado (AEI), también se conoce como una bomba de calle por su uso contemporáneo, es una bomba casera construida y desplegada en maneras no convencionales de acción militar. Uno puede ser construido con explosivos convencionales militares, tales como munición de artillería, juntado a un mecanismo de detonación.

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Imagen 7.B. En ejercicio de su servicio. Tomada de archivo personal.

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Almohadillas digitales y metacarpianas (las cuatro debajo de cada uña y la que está en medio de la pata), son una especie de amortiguadores de sus pisadas y protegen los huesos y las articulaciones de la pata. Almohadilla del carpo (la que está sola y más alejada de las otras) le sirven al perro como un freno y le permite tener más control al andar sobre superficies resbaladizas..

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Ese viernes 17 de marzo del año 2006 culminando un filo de la cordillera Oriental de Colombia, en la cordillera de los Andes, abriéndonos paso desde las 04:00 am a la cumbre para pasar al departamento del Huila, el Soldado puntero de la contraguerrilla Corea 6, levantó enérgicamente su brazo izquierdo y su puño cerrado (señal de alto), ya que el peligro era inminente, nos detuvimos y luego de unos 4 minutos sin quitar la vista del eje de avance ni de su frente, tocó con su mano izquierda su presilla del hombro derecho (señal para llamar al comandante), me aproximé al puntero donde me dijo: Mi Teniente este paso está como raro, el filo está con bruma, acordamos esperar que se disipara la bruma ya que eran las 6:45 de la mañana, donde el sol empieza a calentar y la humedad del piso y plantas se levanta creando una cortina blanca que no deja ver, una hora después ya se había levantado la neblina, pero el soldado puntero manifestaba que el terreno presentaba algo inusual, di la orden de traer a Roky de la Contraguerrilla Corea 5, cachorro que en su olfato agudo tenía la responsabilidad de 73 vidas incluyendo la de él, su entrenador el binomio canino lo prepara lo sienta delante de él y le da la orden de rastrear mediante una señal muna con su mano y brazo, Roky inicia un zigzagueo con su hocico pegado al piso y cola apuntando el cielo indicando su trabajo, a no más de 15 metros el canino de detiene y da su señal de detección se sienta indicando que hay un explosivo, pongo en alerta las dos contraguerrillas, todo mundo listo y dispuesto a la situación y procedimiento, el guía canino llama a Roky y lo prepara para enviarlo de nuevo, pero esta vez Roky da la señal en otro lado diferente al primero, por tercera vez se inicia la inspección canina y de nuevo Roky da la señal en un tercer citio pero diferente a los otros, decidí dejarlo descansar, pero nos asaltaba la duda porque las señales de confirmación en tres partes distintas lo que abarcaba unos 30 metros a la redonda. En ciertas circunstancias de sospechas de AEI, se enviaba a Karla la cual daba con la mina y se sentaba, no necesitábamos confirmación ya que Karla gozaba de una gran credibilidad y nunca fallaba, seguido enviamos a Roky ya que era todavía un cachorro y como parte de su entrenamiento el cual confirmaba la detección de Karla y de este modo asegurábamos que Roky tenía buen olfato, lastimosamente en aquella ocasión las distintas señales y no repetitivas de sitio nos pusieron en duda, seguido se efectuó registro con la pera, el gancho y cuerda por parte de equipos de explosivos y demoliciones EXDE6, esperábamos que explotara alguna mina o AEI, pero fue así, el guía canino se me acerca y me dice que probemos con Roky de 6

nuevo, a lo que le doy luz verde, al iniciar el procedimiento de nuevo, Roky se sienta en señal de haber encontrado una mina más, es la 6 vez que el guía lo envía y este sin repetir sitio alguno daba la señal, a lo que yo creía que el perro estaba enfermo o desorientado son 9 veces que falla, lo sacamos yo jugué con él por 5 minutos lo inspeccionamos a ver si tenía una picadura de animal o si su nariz estaba reseca como síntoma de deshidratación, pero todo estaba normal. Desconcertados por que no sabíamos qué pasaba con Roky, el guía canino insistió en enviarlo de nuevo, entrando a la zona a registrar, en ese momento escuchamos una gran explosión las cual nos aturdió y nos lanzó lejos junto a mis compañeros más cercanos, una mina antipersonal que fue instalada por los grupos armados ilegales fue activada al paso de las tropas, momento posterior de la explosión Roky nuestro canino de la unidad fue hallada en medio de un terreno sembrado por minas antipersonales gimiendo por sus heridas causadas por la explosión, al percatarnos en el terreno alrededor de unos 200 metros a la redonda se encontraban aproximadamente unas 60 minas a la vista, sacar a Roky de allí era mi afán tomé la decisión de entrar a sacarlo pidiéndole a Dios que me dejara sacarlo ya que nos había salvado la vida a la compañía completa, ya que hubiéramos entrado en ese campo minado estaríamos aniquilados y en mil pedazos, tenia cargo de conciencia por haber dudado de nuestro ángel guardián de cuatro patas, entre y lo saqué del campo minado, pedimos apoyo helicoportado y se evacuó junto con su guía canino. Afortunadamente Roky sobrevivió, con heridas de gravedad en sus extremidades y órganos “pata y ojo derecho” las cuales perdió causa de la explosión. Un acto heroico de nuestro canino quien salvo la vida de 72 hombres miembros de nuestra unidad en cumplimiento de su misión por la cual fue entrenado.

EXDE Equipos de Explosivos y Demoliciones unidades de Ingenieros con capacidad de organizada y entrenada en explosivos y demoliciones con el personal que hace parte del equipo de explosivos dentro de la escuadra del pelotón.

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Imagen 7.C. En reconocimiento a la tarea adelantada por el amigo fiel. Tomada de archivo personal.

¡GRACIAS MI AMIGO DE CUATRO PATAS!

DE LA EUFORIA Y LA FELICIDAD A LA TRISTEZA Y EL DOLOR Leonardo Bayona Torres

Juan Carlos Valdés Ramírez

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante Curso Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Leonardo Bayona Torres La historia vivida en carne propia, es el recurso más valioso de los hombres y mujeres miembros de las Fuerzas Militares, que por amor a su patria han dejado rastros de sangre, sacrificio y dolor, es deber supremo de los integrantes del Ejército Nacional rememorar, elogiar y hacer trascender los actos de valor, de lucha y de dolor que han vivido los héroes de la patria, siendo esto si no el activo intangible más importante, en referencia al ser militar a la exaltación de principios, valores, coraje y heroísmo de nuestra fuerza militar íntegra, legitima y victoriosa. Es necesario hacer referencia a la expresión de mística más hermosa que he escuchado que aun hoy cunado la escucho y la recito, sigue produciendo en mí, el mismo efecto que produjo el primer día que la escuché: ¡La oración patria!! “Colombia patria mía te llevo con amor en mi corazón, creo en tu destino y espero verte siempre grande, respetada y libre. En ti amo todo lo que me es querido; tus glorias, tu hermosura, mi hogar, las tumbas de mis mayores, mis creencias, el fruto de mis esfuerzos y la realización de mis sueños. Ser soldado tuyo es la mayor de mis glorias Mi ambición más grande es la de llevar con honor el título de colombiano, y llegado el caso morir por defenderte” Se hincha de orgullo el corazón extrémese tu cuerpo y eriza tu piel, a mi modo de ver si sientes esto amas a tu patria valoras tus principios, te enorgulleces de tus ancestros y lo más importante te identificas como colombiano. Así me sentí el primer día como soldado de la patria y en el trasegar de los años aprendí que no hay nada tan importante como el sentimiento que produce el servir al bien común. Al ingresar al Ejército en 308 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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el momento más crítico del conflicto en Colombia, apenas vislumbraba lo que a lo largo de mi carrera militar me tocaría vivir, para un joven de 17 años el pensar que debería dejar todo atrás para servir a los demás sacrificando parte de su vida, su tranquilidad, su bienestar y hasta su integridad física creó que es algo que sobrepasa cualquier concepción de responsabilidad a tan temprana edad, sin embargo en la Escuela Militar de Cadetes hacen que eso pase transformando jóvenes ingenuos e inexpertos, ávidos de expectativas y sueños se conviertan en Oficiales del Ejército preparados, entrenados con una visión de país clara dispuestos a entregar todo por su nación. El recurso más valioso para m hoy después de 21 años es la experiencia vivida en el conflicto, cada paso que di, cada montaña que atravesé, cada combate que viví, cada unidad, cada hombre bajo mi mando que cayó herido y asesinado en acciones heroicas propias del conflicto, por manos de un enemigo duro, voraz, insensible, e inhumano que utilizó las regiones más pobres y aisladas del país para esconderse de la operación militar legitima del Estado tomando presa a la población civil de estas regiones, abusando de esta y generando tragedia, pobreza y desolación por donde pasaba. Para fortuna del Ejército los buenos son más y en Colombia la sociedad de bien se une abrazando y respaldando a su fuerza militar es así que inicia uno de mis momentos más duros y trascendentales en mi carrera militar con una mezcla de emociones que contrastan la euforia la felicidad y el orgullo con la tristeza la desolación y el dolor. Corría el mes de enero de 2002 mi segundo año como Oficial del Ejército Asignado al Batallón de Contraguerrillas No. 53 Soldado Pedro Pascasio Martínez orgánico de la Brigada Móvil No. 3. Con sede en el Fuerte Militar de Tolemaida. Para la fecha el Ejército en su proceso de reestructuración y modernización había creado la máquina de guerra más contundente para actuar en contra de los grupos armados que delinquían en Colombia, su nombre La Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA)1 y de la cual hacía parte la Brigada Móvil No. 3. El país estaba en un punto de quiebre crítico; el presidente Andrés Pastrana suspende los diálogos de paz con la Guerrilla de las Farc el 9 de enero de 2002 esto ocasiona el despliegue de la capacidad militar del Estado hacia las áreas a recuperar y estabilizar, recordando que durante estos acuerdos el Estado concedió un área del territorio nacional para la concentración de este grupo guerrillero. 1

Fuerza de Despliegue Rápido del Ejército Nacional desplegada en forma integral para el desarrollo de operaciones en áreas críticas, con presencia de grupos armados ilegales.

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La Fuerza de despliegue rápido como máxima unidad de despliegue estratégico del Ejército concentrada en el Fuerte Militar de Tolemaida inicia su movimiento por tierra hacia el municipio de Granada departamento del Meta con la misión de recuperar el territorio, cerrar corredores de despliegue del grupo guerrillero y de esta forma neutralizar la expansión de su accionar delictivo a otras regiones del país, recuerdo y aún me emociona recordándome uno de los momentos más eufórico tranquilo, feliz y orgulloso que he tenido como militar, la caravana de vehículos que integraba dicho movimiento era tan extensa que paralizaba la ruta utilizada, las vías colapsaban las poblaciones por donde pasaban se caotizaban en torno al acontecimiento miles de soldados embarcados en estos vehículos marchaban a la guerra la población civil los aplaudía, los felicitaba les demostraba su afecto, aprecio y agradecimiento en ocasiones los abrazaban y hasta los besaban. Tal vez por lo que significaba que alguien defendiera la patria de estos grupos o simplemente porque para las personas reflejaba el ver a este soldado como el reflejo de su hijo, su sobrino, su padre o su tío que marchaba hacia la incertidumbre de un conflicto armado del cual tal vez, no regresaría. Fue una experiencia alucinante me hizo comprender lo importante que es el soldado para la población y lo que representa para la nación, me dio el espíritu para ir a cumplir con mi deber mi compromiso a sabiendas de que tal vez no regresaría de esta operación, y tal vez me ha dado la fuerza para continuar y soportar las infinitas situaciones difíciles por las que he pasado en mis años de servicio. Es aquí donde empieza la historia a cambiar de matices, convirtiéndose en un momento de ensueño a una sucesión de hechos trágicos dolorosos que generarían un fuerte episodio en mi vida para mí el día más desastroso y triste de mi carrera militar. Luego de llegar a Granada Meta para allí iniciar la primera fase de la operación de acuerdo con las órdenes recibidas la cual consistía básicamente en desplegar un cerco con todas las unidades de la FUDRA y con las demás unidades del Ejército que intervenían en esta operación en donde se habían concentrado batallones de contraguerrillas de todo el país además de las unidades con jurisdicción territorial sobre esta región del país, primero para contrarrestar las acciones guerrilleras que estaban desarrollando las Farc en los poblados circundantes de la zona de distensión y segundo obligarlos a replegarse hacia esta zona como había sido acordado con el gobierno. Para el caso de la Brigada Móvil 3 unidad de la cual hacíamos parte como Batallón Memorias Imborrables - Segunda Edición 311


de Contraguerrillas No. 53 (BCG 53) desplegaba su esfuerzo principal sobre el occidente del departamento del Meta específicamente en el municipio de el Castillo límites Con el municipio de la Uribe y el municipio de Mesetas un triángulo Infernal en ese momento, donde el Frente 53 y el Frente 26 de las Farc estaban adelantando una escalada de terror contra la población civil y contra la Fuerza Pública, desarrollando toma de poblaciones, retenes ilegales en las vías principales y donde confluía uno de sus corredores de movilidad más importantes para su estructura criminal, el cual les permitía el tránsito entre el departamento del Meta, Huila y la capital de país. Fueron días difíciles para las tropas en su avance por esta región desconocida para nosotros, pero dominada a la perfección geográficamente por el enemigo esto hacía que los movimientos desarrollados se convirtieran en verdaderas batallas que iniciaban muchas veces al amanecer con los primeros rayos del sol y finalizaban cuando caía la tarde y el cansancio la incertidumbre de la noche que llega hacía que los dos bandos pararan para reorganizarse, alimentarse y muchas ocasiones atender a sus heridos evacuar lo que no se podía evacuar durante el día, desarrollar algunos movimientos necesarios y prepararse para el día siguiente que no se sabría si sería más duro que el anterior. Este fatídico día que aún no termina para mí y que por siempre será mi presente empieza el día 29 de enero de 2002 a la 1:00 am cuando iniciamos movimientos necesarios para llegar a la vereda La Esperanza lugar donde se tenía la información de presencia de guerrilleros en el área y además de que en esta área estos protegían áreas campamentarias y de acumulación logística con los primeros rayos de luz del amanecer ya nos encantábamos sobre el área desafortunadamente para nosotros área base de los guerrilleros y aunado a esto con una desventaja militar notoria pues nos encantábamos en las partes bajas de la cadena montañosa que empezaba a erguirse para conectar este municipio con lo más alto de la cordillera central pero que pensábamos contrarrestar con el poder numérico de nuestras tropas y la maniobra que se había desplegado con los demás batallones orgánicos de la Brigada; el Batallón de Contraguerillas No. 52 y el Batallón de Contraguerrillas No. 54 específicamente, quienes en despliegue estratégico por los flancos altos de la ubicación nuestra desarrollaban maniobras que producirían un fuerte impacto negativo para el enemigo. Se inicia el combate, un combate fuerte y prolongado que no daba tregua a ninguna de las compañías que ya estaban maniobrando en el terreno y que coordinadamente empezaban a ganar terreno a costa de 312 Memorias Imborrables - Segunda Edición

sacrificios sublimes y acciones heroicas de nuestros soldados profesionales, soldados curtidos en la guerra formados para eso para ganar para combatir para dejarlo toda ahí y obtener la victoria, victoria que garantizaba la paz de sus semejantes la libertad de los pueblos de la región. Para el medio día el balance no era muy alentador teníamos algunos heridos y el enemigo era numeroso y muy zagas aunque habíamos ganado bastante terreno y nos encontrábamos ya en la parte media de la cadena montañosa, logrando consolidar algunas viviendas que eran utilizadas como depósitos, algunos de explosivos, otros de útiles de aseo personal y de alimentos, el terreno se complicaba más pues su vía de acceso se limitaba a un camino real estrecho y con mucho barro que muy posiblemente había sido preparado por los terroristas con trampas explosivas y emboscadas, además de la fuerte presencia que se evidenciaba por el poder de fuego que llovía sobre las tropas desde la parte alta del cerro y que además se comprobaba por la extensa área campamentaria que se tendía paralela al camino real. Por esta razón se solicita el apoyo BETA (Bombardeo) de la Fuerza Aérea Colombiana que durante el día nos había estado acompañando con sus helicópteros Arpía y sin cuya ayuda hubiéramos logrado llegar hasta donde nos encontrábamos; en el momento aproximadamente a las 14:00 horas llegan los aviones para este caso OB-102 si mas no recuerdo los cuales entregaron sus armas en la parte alta del cerro más de 10 bombas luego de lo cual el silencio fue absoluto nos despertó el ímpetu y las ganas de continuar nuevamente de consolidar este objetivo para ese día. Seguidamente inicia el movimiento la compañía “C” del batallón seguida por el segundo pelotón de la compañía “A” y el segundo pelotón de la Compañía “D” mi unidad en el avance por este estrecho camino obviamente lento pero seguro se estaban encontrando materiales propios de los guerrilleros que allí tenían su área campamentaria, como material de intendencia tirado por el camino como si el apuro de salir del área no les hubiera permitido recoger sus cosas, en algunos sitios incluso sus cambuches aun armados esto nos dio más confianza y al llegar mi unidad a la parte alta corriendo más o menos las 15:00 horas logré ver un claro amplio con una vivienda de madera como las que muy comúnmente construyen los campesinos de las áreas rurales de Colombia, una casa que se evidenciaba en buen estado grande y conservada con un corredor amplio en frente, en forma de L y que albergaba el ingreso a 4 habitaciones para entonces la 2

Es un avión de ataque ligero de turbohélice, tiene la particularidad de comportarse como un helicóptero, por su rapidez, largo alcance y peso, es capaz de llevar hasta 3t de armamento y sobrevolar una región por 3 horas.

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compañía “C” ya había sobrepasado el lugar para asegurar la vanguardia y se encontraba registrando el área el Primer pelotón de la compañía “A”. Replegué mi unidad mientras se despejaba el área y se verificaba por parte de la otra unidad, protegiendo el flanco sur oriental del lugar en donde la primera escuadra al mando del reemplazante señor SP. Javier Muñoz Valdez q.e.p.d. se ubica estratégicamente y paralela a la vivienda, doy media vuelta para dar instrucciones y es en el momento que un estruendo endemoniado que aún retumba en mi cabeza produce un huracán de vientos, escombros y sabrá Dios que más lanzándome al vacío sintiendo que la gravedad desaparece y por un instante no siento nada, no escucho nada, no sé si pasaron segundos o minutos, un zumbido retumba en mis oídos y un murmullo me empieza a hacer entrar en sí, un murmullo que llora y grita “MI TENIENTE MI TENIENTE LOS MATARON A TODOS” el olor penetrante de la muerte entra por mi nariz un olor indescriptible mezclado con una desolación temerosa y aterradora, la incertidumbre de no saber qué paso y la angustia de ver a los hombres que lideras en pánico recogiendo a sus compañeros destrozados, heridos y muertos un infierno de sangre, carne y huesos tan macabro que no cabe en la cabeza de un ser humano, como alguien puede maquinar algo así y que no voy a describir en detalle por respeto a quienes allí fueron asesinados y a sus familias. Para infortunio del Ejército Nacional, asesinan 29 hombres. De mi unidad 8 encabezados por el SP. Javier Muñoz Valdez hombres valientes que hicieron honor a su juramento, ese juramento que reza que si es necesario será un orgullo morir por defender a la Patria.

RESCATE BENDITO Luis Eduardo Echeverri Restrepo

Leonardo Bayona Torres

Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes); Diplomado en DD. HH. y DIH (Universidad Sergio Arboleda); Especialista en Conducción y Administración de Unidades Militares. Con cursos de: Combate de paracaidista militar; Contraguerrillas rurales; Inteligencia básica. En su trayectoria institucional registra: Comandante de compañía oficial S-3 de operaciones; Comandante de Batallón de Combate Terrestre; Segundo Comandante y Ejecutivo. Actualmente, integrante Curso de Estado Mayor 2018.

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Por: Luis Eduardo Echeverri Restrepo Mi gran sueño al ingresar a la Fuerza Aérea Colombiana era convertirme en piloto de ala rotatoria, sueño que, para muchos era inexplicable, pues la gran mayoría de mis compañeros quería convertirse en pilotos de ala fija y porque no, algún día convertirse en pilotos de las aeronaves estratégicas de la nación, pero para mí estar al mando de un helicóptero era lo que más anhelaba. Sueño que se materializó en el año 2001 con mi traslado a la cuna de las aeronaves de ala rotatoria, donde se forjaron los más aguerridos pilotos de helicóptero no solo de la Fuerza Aérea Colombiana sino de las demás fuerzas armadas y en muchos casos del mundo, el Comando Aéreo de Apoyo Táctico No. 1 (hoy en día Comando Aéreo de Combate No. 4, CACOM-4). A pesar de que mi paso por la escuela de aeronaves de ala fija en la Escuela Militar de Aviación (en adelante EMAVI) no había sido del todo satisfactorio, las ganas y el entusiasmo por cumplir por fin mi sueño, llevó a que los cursos realizados en los diferentes equipos de ala rotatoria fueran totalmente exitosos convirtiéndome en copiloto del equipo UH-1P Huey II, sintiéndome como uno de los personajes de las películas de acción que tantas veces vi en televisión durante mi infancia. Después de recibir mi autonomía, fui destinado al Comando Aéreo de Apoyo Táctico No. 2 (hoy en día Comando Aéreo de Combate No. 5, CACOM-5) con sede en Rionegro, Antioquia, pero por esas cosas del destino y que tiempo después logré entender, este traslado fue cambiado al Comando Aéreo de Combate No. 1 con sede en Puerto Salgar, Cundinamarca. Allí inició lo que de verdad había soñado toda mi vida, realizar operaciones militares de asalto, rescate de heridos y personas que necesitaran el apoyo de un ángel de metal que salvara sus vidas cuando toda esperanza estaba perdida. Fueron muchos los rescates que hice en mis pocos años como copiloto del equipo Huey II, pero cada uno dejó una huella imborrable en mi memoria y en mi corazón. Sin embargo, el que más recuerdo, no solo por la distinción del personaje rescatado sino por cómo ocurrieron los hechos previos y posteriores al rescate fue el rescate del obispo de Zipaquirá y presidente 316 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) Jorge Enrique Jiménez, y el párroco de Pacho (Cundinamarca), Desiderio Orjuela, secuestrados por la guerrilla de las Farc el 11 de noviembre del año 2002. En ese mismo año, el panorama político, social y militar en el país sufrió un cambio radical con el rompimiento de los diálogos de paz, la retoma de la zona de distensión decretada por el presidente Andrés Pastrana, la elección del presidente Álvaro Uribe Vélez y la implementación de su política de seguridad democrática. En desarrollo de esta política del Gobierno Nacional, se origina el plan patriota y la recuperación de gran parte del país atemorizada por la guerrilla de las Farc y el primer paso para esto era recuperar las zonas aledañas a la capital de la república que estaban totalmente asoladas por el flagelo del secuestro, las pescas milagrosas y el terrorismo, lo cual está aislando Bogotá del resto del país. Dada la cercanía del CACOM-1 con la capital de la República, el helicóptero Huey II orgánico de este comando, fue asignado a prestar sus servicios como parte del plan patriota a órdenes del Señor Mayor General Reinaldo Castellanos y destacado en el Comando Aéreo de Mantenimiento CAMAN con sede en Madrid, Cundinamarca. La misión de esta aeronave, era además de ser el helicóptero de rescate para esta zona del país, era la aeronave de enlace, comando y control para que el señor General Castellanos pudiera ejercer un mando efectivo sobre las tropas que estaban desarrollando las operaciones de recuperación del territorio. Como lo mencione anteriormente fueron muchas las horas de vuelo cumpliendo misiones de rescate de soldados, guerrilleros o personal civil heridos por los cruentos combates que se libraron en la zona, pero fue un 15 de noviembre de 2002 donde se realizó la que para mí fue la operación más importante de mi vida. Después de varios días de que la meteorología nos hubiera jugado malas pasadas y había mantenido las aeronaves y el apoyo aéreo en tierra, particularmente ese 15 de noviembre, como si Dios nos estuviera enviando un mensaje, el sol brillo en todo el país y el cielo azul de Colombia la grande se podía observar en toda su inmensidad. Recibimos la orden de proceder desde Madrid hasta Pacho en Cundinamarca en un vuelo de rutina, transportando al señor General Castellanos como en muchas ocasiones lo habíamos hecho. Despegamos sin sospechar que más tarde, nuestra pericia y valentía seria puesta a prueba. 318 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Una vez establecidos en el puesto de mando, podemos ver a mi General con paso apresurado y cierto aire de preocupación proceder al centro operación táctica donde recibiría información acerca de las operaciones que se estaban realizando en la zona para el rescate de monseñor Jiménez y el padre Orejuela. La tripulación permaneció atenta a las órdenes y realizando el alistamiento de la aeronave para cualquier reacción que se pudiera presentar en el desarrollo de las operaciones militares que se realizaban en la zona. Lo único con que no se contaba en este puesto de mando era con combustible para el reabastecimiento del helicóptero lo que reducía la autonomía del mismo a solo una hora y treinta minutos después del traslado efectuado desde Madrid. Aproximadamente a las 09:30 horas y en medio del alistamiento de la aeronave, vemos a mi General Castellanos acercarse rápidamente al helicóptero y haciendo señales para que prendiéramos la aeronave para proceder de inmediato. Una vez en el aire, nos pregunta que cuanto tiempo podemos sostener en un área de la cual nos entrega unas coordenadas específicas, a lo cual hago cálculos y le digo que solo podríamos sostener 15 minutos en ese punto. Ahora con un semblante de mayor preocupación nos ordena proceder hasta ese sector y mantener tanto como podamos allí. Cuando llegamos al punto, tomamos contacto con otras dos aeronaves de la policía nacional que sobrevolaban el sector pero que no habían podido encontrar un lugar de aterrizaje propicio. En ese momento nos enteramos que las tropas se encontraban en combate y habían rescatado a monseñor Jiménez y al padre Orjuela. Con tan solo 5 minutos más de combustible para decidir y encontrar un sitio de aterrizaje, la tripulación completa inicio la búsqueda de un sector que nos diera al menos una esperanza de poder aterrizar. El contraste del sol y las condiciones del viento nos mostraron un posible sitio de aterrizaje como si alguien desde las alturas nos estuviera guiando hacia ese lugar. Hicimos un intento por ingresar e hicimos un estacionario a 5 pies para verificar las condiciones del terreno, pero vimos como valientemente mi General Castellanos y sus escoltas saltaron del Helicóptero para tratar de encontrarse con la tropa que tenía a monseñor y al padre Orjuela. Para ese momento, el combustible era nuestro peor enemigo, ya el cálculo para llegar hasta Bogotá indicaba que este ya no era suficiente y Memorias Imborrables - Segunda Edición 319


los alternos con que contábamos exigían la utilización de gran cantidad de potencia para el ascenso por lo tanto mayor consumo de combustible.

sufrido. Rosario que hasta hoy mantengo en un lugar especial de mi casa y mi corazón.

Los segundos parecían horas y el tiempo parecía que se había detenido y no se observaba nadie que se acercara al helicóptero. La tensión subía cada vez más, las otras aeronaves habían abandonado el sitio también por bajo nivel de combustible por lo que no teníamos a nadie que nos diera una luz acerca de lo que estaba pasando. Para mí fue una eternidad, pero pasaron aproximadamente 5 minutos hasta que mi General y las tropas que habían realizado el rescate aparecieron al lado del helicóptero, con monseñor Jiménez y el padre Orjuela. Se veían desgastados, cansados por las duras jornadas vividas durante los días anteriores y ante el miedo y el asedio de las Fuerzas Militares sobre sus captores que los hacían temer por su vida. Finalmente logramos despegar, pero aun con la incertidumbre de hasta dónde nos alcanzaría el combustible. Sin ninguna otra opción y con los cálculos en nuestra contra, tomamos la decisión de proceder a Palanquero, rogando a Dios para que el poco combustible que nos quedaba alcanzara para llegar a nuestro destino. Al iniciar el ascenso y alcanzar la altura de crucero, un viento de cola, como un soplo desde el cielo, impulso nuestro helicóptero, haciendo rendir aún más el combustible. Treinta minutos después y casi simultáneamente la luz de veinte minutos de combustible se enciende indicando que nos queda menos de lo que pensábamos para aterrizar, pero como un regalo de Dios aparece ante nuestra vista la pista de palanquero asegurando un lugar seguro para nuestro aterrizaje. Al arribo nos esperaban el comandante de la unidad y su estado mayor, recibieron a monseñor y al padre con agua y un poco de comida, la cual consumieron mientras realizábamos el tanqueo. Una vez reabastecida la aeronave, procedimos a Bogotá, donde todo el clero y el estado mayor esperaban impacientemente nuestra llegada. Al descender del helicóptero, monseñor se acerca a uno de las personas que lo esperaban y le pide unos paquetes que este traía, los bendice y se dirige nuevamente hacia nosotros para entregárnoslo, se despide de nosotros con una bendición y se va hacia la multitud que lo esperaba. El regalo que nos dejo era un rosario y nos pedía que con este rezáramos por la paz de Colombia y para que nadie tuviera que sufrir lo que él había 320 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Luis Eduardo Echeverri Restrepo

Oficial del Curso 73 de Oficiales de la Fuerza Aérea Colombiana. Con cursos de piloto de aeronaves de ala fija T-41D y T-34B, así como de ala rotatoria H-500 y Huey II. Especialista en Logística Aeronáutica y Magíster en Ciencias Militares (Escuela de Postgrados de la Fuerza Aérea Colombiana). Actualmente, integrante Curso de Estado Mayor 2018. En su trayectoria institucional registra: Unidad Comando Aéreo de Apoyo Táctico CAATA-1; Comando Aéreo de Combate No. 1 (Escuela Militar de Aviación); Comando Aéreo de Combate No. 2 y en Unidades Conjuntas como la Fuerza de Tarea Conjunta OMEGA. Seleccionado en 2010 para integrar los equipos de aeronaves remotamente tripuladas, siendo actualmente Instructor de los equipos ART estratégicos H-450 y H-900.

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SECCIÓN III DEBER ANTES QUE VIDA1

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Los Textos que componen esta sección exponen los resultados del Proyecto de Investigación <<Construcción de Memoria Histórica Militar en el Conflicto y en el Posconflicto Colombiano>>, que hace parte de la línea de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>> del Grupo de Investigación <<Memoria Histórica, Construcción de Paz, Derechos Humanos, DICA y Justicia>>, reconocido y categorizado en (B) por Colciencias registrado con el código COL0141423 vinculado al Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM) y a la Maestría en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA), adscritos y financiados por la Escuela Superior de Guerra “ General Rafael Reyes Prieto” de la República de Colombia.

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HACIENDO PATRIA Luis Javier Rincรณn Morales

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Por: Luis Javier Rincón Morales El día 15 de enero del año 2013 en las horas de la mañana (10:00 horas), como comandante de compañía, ordeno al Sargento Viceprimero (SV) Muñoz Molano Milton Manuel comandante del primer pelotón de la Compañía Azabache, que efectúe registro junto con el comandante de escuadra Cabo Tercero (C3) Monroy Ortiz Diego, hacia el sector suroccidental de nuestra base de patrullaje móvil donde se ubica un cambuchadero1 reciente, para aproximadamente 30 guerrilleros y posteriormente a las 11:45 am. horas aproximadamente me informa vía radial sobre un movimiento de un grupo armado2 el cual estaba bordeando un claro sobre el extremo posterior de donde se había ubicado el observatorio del Sargento quien se encontraba al mando de la unidad. Igualmente y posterior a esto, informó vía radial al comandante del Batallón de Artillería al cual estábamos agregados operacionalmente para dar conocimiento de lo reportado por el Suboficial; luego de esto se hace un programa especial y haciendo uso de los medios con que se cuenta, se da una información aproximada de la ubicación del enemigo, información con la que el comando del batallón hace coordinaciones para efectuar movimientos de desembarco de personal y así hacer cierres para evitar la fuga de la comisión y con esto poder neutralizarla. Se dio una apreciación sobre el sector donde se podían desembarcar las tropas teniendo en cuenta la ubicación de las unidades del Ejército que estaban cercanas; luego de esto informé a mi Coronel que inmediato a este reporte, yo procedía a iniciar movimiento hacia el sector donde se encontraba el observatorio, ya que me encontraba retirado del sector donde sucedían los acontecimientos. A las 13:40 horas llegué al sector donde avistaron el movimiento enemigo y me enteré que minutos antes el Sargento Muñoz había iniciado la maniobra y sobre qué sectores lo estaba haciendo; una vez allí reporté mi ubicación al comando del batallón e instantes después se inició el combate aproximadamente a unos cien metros de donde me encontraba, sector noroccidental de mi posición; este combate fue reportado al instante, me aproximé y llegué al lugar de los hechos inmediatamente junto con un Suboficial y una escuadra de soldados con los cuales me encontraba en la base de patrullaje móvil (BPM), como unidad de apoyo. 1 2

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Cambuchadero: lugar donde pernoctan los grupos guerrilleros, normalmente cerca a sectores habitados. “Grupo armado organizado” (FARC-ELN-PELUSOS-GAO CG)

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Ya cuando llegué a este sitio vi a un soldado con su antebrazo ensangrentado; era el operador de la ametralladora, el Soldado profesional Monje (SlP) Cuenca Edwin quien tenía una herida superficial ocasionada por proyectil de arma de fuego, afectando tejido blando sin involucrar hueso ni tendones de su antebrazo izquierdo aparentemente; en este momento el combate era intenso, me di cuenta que en este extremo del claro se encontraba ubicada un área campamentaria para aproximadamente 50 guerrilleros; desde este sector fue que el grupo insurgente trató de repeler nuestro movimiento. Continuamos entonces con la maniobra ya sobre la mata de monte, en el área campamentaria cuando en plena maniobra se escuchó una explosión que nos aturdió, nubló el ambiente de tierra, polvo y vegetación destrozada e hizo que colocáramos nuestros cuerpos, pecho en tierra tratando de buscar cubierta y protección; pasaron unos instantes esperando que aclarara el ambiente, la fuerte detonación logró que se diezmara nuestra maniobra y el ímpetu de nuestros hombres; sucedió entonces que mis soldados detuvieron el avance no por el violento estruendo, sino porque acompañado de la atronadora estampida había algo de lo cual varios de los que nos encontrábamos allí, cerca de lo que pensábamos era un ataque con tatucos (artefactos explosivos improvisados de fabricación y uso artesanal), había sucedido algo ante lo que cualquiera de nuestros hombres dejaría pasar desapercibido, uno de nuestros soldados me informó que había visto salir expulsado por la fuerte detonación al Suboficial C3 Rivera, él había pisado una mina de las que de manera indiscriminada los terroristas de las Farc sembraban para mutilar las extremidades inferiores de nuestros hombres o del personal civil, normalmente el campesinado que frecuenta la región o que se vale del campo para obtener el alimento y con esto demorar la maniobra y desmoralizar a la tropa. Desafortunadamente en esos momentos en los que el soldado busca la gloria, combatiendo a los enemigos del orden constitucional, nos dábamos cuenta que inconscientemente sufría un líder, un héroe de la Patria que lo único que deseaba era el cumplimiento del deber, protegiendo a la que algún día juró defender a costa de su propia vida; verificamos la situación y pasamos de llevar a cabo una maniobra ofensiva a asegurar el sector donde se desarrollaban los hechos para extraer el cuerpo del Suboficial que en esos momentos se encontraba sin movimiento, cubierto por escombros y por hojarasca; teníamos que extraer a nuestro hombre, para nosotros lo más importante era salvaguardar la vida del Suboficial, para lo cual dispuse del resto de la unidad para asegurar el área y llevar a cabo el procedimiento; 328 Memorias Imborrables - Segunda Edición

intenté ingresar por un área que parecía segura, pero uno de los soldados me advirtió diciéndome que ese sector se encontraba minado, retrocediendo inmediatamente y recogiendo mis pasos llegué al sitio donde inicié; alcancé a dar unos diez pasos que para mí fue como si hubiese ido y vuelto desde el infinito. No tardaron unos minutos cuando vi que uno de los soldados que se encontraba más cercano al Suboficial herido se aproximaba con cuidado hasta llegar al punto donde se encontraba el cuerpo que para nosotros yacía inerte, él era un aguerrido soldado de piel morena curtida por el sol, el sudor y los años de servicio a nuestro país, en estos momentos no conozco su procedencia, un colombiano más; con ese mismo cuidado lo limpió, le quitó el sucio de la cara que se diluía con el sudor resultando en un fango fino que se esparcía por buena parte de su tez; lo alzó en sus brazos, pero logró lo que segundos atrás yo no había podido hacer, lo extrajo hasta lugar seguro, hasta donde nos encontrábamos sus hermanos de armas, los que hacía casi un año lo acompañaban, compartían, gozaban y sufrían con él. En este mismo sitio estaba el SlP Monje Cuenca Edwin quien se encontraba estable, atendido y canalizado por el enfermero de combate. Fueron impactantes aquellos momentos y más impactantes fueron los que sucedieron a la explosión; apareció el C3 Rivera Ospina Yeison en brazos del soldado con el que combatía hombro a hombro, todavía cubierto por el opaco de la tierra y el tristemente verde de la vegetación, pero con el cuerpo truncado violentamente, cercenada unas de sus extremidades; su pie izquierdo se encontraba mutilado desde el tobillo, apenas pendiendo de un trozo de su piel le aparecían algunos de sus dedos y parte del talón. ¡Rivera estaba vivo!!! Grité para mis adentros; él, consciente de lo sucedido y un poco aturdido pidió agua, tenía mucha sed, pero por indicaciones del enfermero no le pudimos dar sino un pequeño trago que apenas mojó sus labios y refrescó su boca. Con la premura que la situación ameritaba y con el cuidado con el que un médico atendiese a su paciente, el enfermero le prestó los primeros auxilios, lo canalizó y sutilmente le fue haciendo un lavado con una solución fisiológica en su extremidad, o en lo que quedaba de ella. Su pie aún pendiendo de algo de piel y de alguno de sus tendones calcinados por la explosión solicitaba reparo urgente; el enfermero lo entendió de inmediato y trató con la ayuda de compresas y vendajes con los que contaba organizar las partes que quedaban de su pie, el talón y algunos dedos, colocarlos de tal forma que no se movieran de un lado para el otro. Rivera trató de hincarse, acomodarse y así poder ver por sí mismo el Memorias Imborrables - Segunda Edición 329


estado de su extremidad; me solicitó hacerlo, pero le contesté con un NO rotundo pues no sabía cómo fuese a reaccionar; no es recomendable en esos casos dejar que el paciente vea las partes afectadas puesto que podría sufrir una reacción adversa. En ese mismo momento, mientras se atendía a los heridos, se organizaba el sector donde iría a aterrizar la aeronave para la evacuación, al mismo tiempo un helicóptero artillado tipo “Rapaz”, nos brindaba el apoyo suficiente sobrevolando y en algunas ocasiones con fuego sobre sectores críticos por donde escapaban aquellos enemigos de la tranquilidad y de la paz, aquellos que atentaron contra la vida de nuestros dos héroes. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando aterrizaba el helicóptero con el personal médico que ingresaba para atender a los dos heridos, a esa misma hora quedábamos con dos hombres menos, la pérdida fue grande y el vacío que dejaban estos dos combatientes era aún más inmenso. Se vivía un silencio entre los soldados, al mismo tiempo que iniciábamos movimiento hacia el lugar donde horas antes habíamos dejado nuestras pocas pero muy valiosas pertenencias; luego hicimos una desubicación de ese sector, cambiamos de dirección a una distancia prudente para asegurarnos que ese mismo día en el transcurso de la noche, en plena penumbra, no fuéramos blanco de los tatucos3 ni de algún hostigamiento de los bandidos posiblemente parapetados desde alguna de las viviendas que se encontraban en la vereda. Así trascurrió esta jornada; días después nos enteramos en uno de los programas radiales que nuestro compañero el SlP Edwin Monje se encontraba estable, en recuperación; que el Suboficial C3 Yeison Rivera al igual que Monje se encontraba estable, le habían extraído unas cuantas esquirlas de su pierna derecha y otras tantas habían quedado en su cuerpo dada su complejidad teniendo en cuenta el sector donde se habían incrustado como un recuerdo eterno, pero había sufrido una pérdida que lo dejaría marcado de por vida; le habían amputado parte de su pierna izquierda a una cuarta debajo de la rodilla. Semanas más tarde ya con posibilidades de hacer una llamada telefónica me enteré que Monje aún estaba en recuperación preparándose nuevamente para surcar las tierras del Putumayo con su presencia; por el contrario, Rivera se encontraba en el Batallón de Sanidad a la espera de una prótesis que supliera en parte la pérdida de su extremidad y lo más tortuoso: tratando de superar un trauma psicológico que a la par lo aquejaba; lo que más lo preocupaba en esos precisos instantes era el nacimiento del hijo que venía en camino y más que eso, esperaba como retribución no ser retirado del servicio activo pues para él todavía le quedaba vida, ganas y peldaños por escalar en su carrera 3

militar. Luego de un año de trascurridos los hechos, Rivera Yeison ya no es el aguerrido Suboficial puesto que la fuerza tomó la decisión, que para él fue más dolorosa que la pérdida de parte de su cuerpo; lo habían pensionado, al parecer le dieron vivienda y hoy en día lucha por un trabajo estable para poder sacar adelante a una familia que apenas empieza a germinar, en una sociedad indiferente a la realidad del país. Lo narrado en este relato sucedió en el departamento del Putumayo el día 15 de enero del año 2013 en una vereda de la que ahora no recuerdo muy bien el nombre pues no tengo en este momento mi cuaderno de apuntes donde plasmaba día a día los aspectos más relevantes del desarrollo operacional; lo que si recuerdo ahora es que el día anterior hacíamos el cruce de una quebrada que era reconocida con el nombre de Quebrada Valsayaco... ¡¡¡Dios proteja y acompañe a nuestro C3 Rivera Yeison, a su familia, siga guiando y protegiendo a nuestro héroe el SlP Monje!!! Ya hace años que perdí el contacto con estos hombres de honor, héroes de nuestra patria.

Luis Javier Rincón Morales

Oficial del Ejército Nacional. Profesional en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante de la Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

Entendido en el ámbito militar como un método empleado por los GAO de lanzamiento de un AEI como arma no convencional para atacar a los miembros de la fuerza pública.

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CASA-BOMBA DE BIENVENIDA Milton Javier Quijano Pedroza

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Por: Milton Javier Quijano Pedroza Mi historia se desarrolla en el departamento del Meta, inicia el día 18 de enero del año 2002, para ese día ostentaba el grado de Subteniente del Arma de Infantería iniciando mi segundo año de antigüedad, con solo 22 años de edad, sin ningún tipo de experiencia en combate, ese día por determinación del comandante del Ejército hago presentación en mi nueva unidad de asignación, Batallón de Contraguerrillas (BCG) No. 51, Cacique Turmequé, orgánico de la Brigada Móvil No. 3 de la Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA), para ese entonces solo existían tres brigadas móviles, y a la cual había sido asignado era la más nueva, con mucha experiencia en combates a raíz de los fracasos operacionales de la época. Realizo mi presentación Oficial en el puesto de mando adelantado de la Brigada Móvil No. 3 en el municipio de Granada, en las instalaciones del Batallón de infantería No. 21 “Batalla del Pantano de Vargas”. Los nombres de los lugares y de personas empleados en el relato no corresponden a la realidad, debido a que no tengo autorización de estos y por motivos de seguridad en las operaciones. Por época de traslados, después de posponerlos por el vencimiento al primer plazo de término de la zona de despeje del Caguán, Este mismo día hizo presentación un Suboficial destinado para el Batallón de Contraguerrillas No. 53, del cual en su momento solo recuerdo su primer apellido Martínez , nos dieron la orden de continuar por nuestros propios medios hasta un punto más cercano a la zona de despeje, llamado La Bodega, contratamos un taxi hasta el sitio, llegamos sin inconvenientes, cada uno de nosotros pasó a la unidad correspondiente. Por motivo de extensión del tiempo de la zona de despeje, con la brigada móvil No. 3 lanzan la operación “Corcel Negro”, donde participaban los tres batallones que tenían a disposición, dentro de lo que recuerdo de la maniobra, los tres batallones avanzamos de oriente a occidente, el Batallón de Contraguerrillas (BCG) No. 54 por el norte, el BCG No. 51 al que yo pertenecía, por el sur y el BCG No. 53. El día sábado 26 de enero de 2002, gracias a una maniobra realizada por la compañía a la que pertenecía, orientada por mi comandante de batallón, logramos llegar hasta un campamento transitorio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) donde se inicia un combate, 334 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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era mi primer combate, el cual se extendió desde las 07:00 horas, hasta las 16:00 horas aproximadamente, realmente fue muy duro, pero no se obtuvo ningún resultado operacional, tampoco afectación en las tropas, este grupo al margen de la ley, se replegó por la zona alta hacia la vereda los Alpes. Al día siguiente, la compañía C toma la punta del eje de avance, también sostiene un combate un poco más suave y esa unidad captura un integrante de ese grupo con armamento, al cual se entrevista, pero en ningún momento este advierte de un área preparada, se logra ver en esa entrevista que ese señor está totalmente trasbordado ideológicamente. Este grupo armado ilegal continúa replegándose hacia el norte en la parte alta, para el día 29 de enero en la mañana en el programa radial de brigada una compañía del BCG No. 53 entró en combate, escuchó que el combate es muy fuerte, inclusive mi batallón avanza hacia ese sector y se escuchan los disparos y las explosiones cada vez más cerca. A eso del mediodía se continúan escuchando explosiones y disparos, según escucho en el programa, ordenan relevar una compañía con la otra en el frente de combate, por todo el tiempo que se ha sostenido el asedio, desgastando la tropa, con mi unidad recibimos la orden de continuar con el avance hacia ese sector donde se desarrolla esta situación, luego se logra ver y escuchar que llega apoyo de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) por las explosiones de las bombas.

de forma grave, heridas graves físicas y sobre todo psicológicas, como él mismo manifestó “no es fácil ver como tenía a mi soldado radioperador en frente y en cuestión de segundos este soldado se desapareció”, esto fue causa de la onda explosiva, del cual en los siguientes días solo se logró encontrar una tarjeta que componen el radio de comunicación. Después de cierto tiempo el comandante del batallón recibe los nombres del personal afectado, los heridos, muertos y personal desaparecido. Imparten la orden de no continuar con el avance a raíz del evento, continuamos reunidos al lado del radio escuchando todo lo que transcurría. Al momento de iniciar a comunicar los nombres del personal desaparecido, el primero que nombran es el Sargento Viceprimero (SV) Martínez, el mismo que menos de 15 días atrás se había presentado conmigo en el batallón de infantería No. 21, en granada Meta, quedó de inmediato sorprendido y en silencio, pensando en lo riesgoso que es nuestra vida militar, que un día estamos vivos y al otro ya no podemos estarlo.

Así, siendo aproximadamente las 15:00 horas, la compañía a la que yo pertenecía, que nos encontrábamos en avance, el comandante de la compañía ordena hacer un descanso, quedamos en una parte alta, desde donde podemos visualizar el sector donde los aviones de FAC están bombardeando, nos reunimos con algunos soldados cerca al radio, a escuchar cómo transcurre el bombardeo, en ese momento se escucha una explosión mucho más fuerte, mucho más cerca de nosotros y se logra ver un hongo de humo cerca a algunas casas, claramente podemos ver que no es sobre el lugar que estaban los aviones bombardeando, a los 2 minutos se escucha en el radio un reporte con voz distorsionada, una voz tenue que reporta “Mi mayor, nos desaparecieron un pelotón, nos desaparecieron un pelotón”, este reporte lo recuerdo muy claro, fueron palabras que me marcaron, era la voz de un señor capitán, comandante de la compañía que iba de segunda en el orden de marcha en el avance hacia el enemigo.

La historia no termina ahí, todavía queda algo mucho más difícil que enfrentar a tan temprana edad y con lo minino de experiencia en esta honorable carrera de las armas. Al día siguiente imparten la orden de continuar el avance para asegurar los cerros que estaban alrededor del sitio de la explosión de la casa bomba, obviamente con mucho más sigilo, continuamos avanzando, pero por las condiciones del terreno y la situación tardamos creo que dos o tres días en llegar al cerro que está contiguo a donde fue el evento. Se informa que la compañía ha llegado a asegurar el cerro que esta hacia el sur, de inmediato imparten la orden de iniciar a realizar registros alrededor del cerro en el cual estaba la casa, porque al parecer, por la onda explosiva los cuerpos se habían desmembrado, como soldado que soy organicé una escuadra para iniciar esos registros y al ver la situación tan difícil, muchos soldados querían ir a colaborar. Se inicia el desplazamiento con un Suboficial y 10 soldados, después de cierto tiempo, que no recuerdo ahora, iniciamos a encontrar víveres secos a lado y lado del camino, donde el soldado experto en explosivos de inmediato dijo que estábamos en un área preparada, gracias al entrenamiento que tenían los soldados, no regresamos pisando los mismos sitios por donde habíamos ingresado inicialmente, salimos del área sin novedad, se informó al comandante de la compañía y continuamos con el avance hacia el sector donde habían impartido la orden inicial.

El señor capitán estaba reportando la afectación de un pelotón que no era orgánico de su propia unidad fundamental, era un pelotón de la compañía del Sr. Capitán DOMÍNGUEZ, el cual también había sido herido

Continuamos el registro descendiendo hasta llegar a la parte más baja, donde terminaba el cerro en el que se encontraba mi compañía, hasta donde iniciaba el cerro donde había estallado la casa bomba, la misión era registrar

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para tratar de ubicar cuerpos, a unos 5 minutos después de cruzar por ese sitio uno de los soldados nos señala algo en el piso, que a simple vista podría ser un tronco podrido, pero al mirarlo detalladamente nos pudimos dar cuenta que era la parte de un cuerpo, esto si fue realmente traumático, decidí no continuar el registro, le di la orden al cabo que recogiera eso en una bolsa plástica y que continuara buscando, no sé si ubicaron más partes de cuerpos, ellos fueron y entregaron la bolsa a otro grupo de soldados de la unidad afectada, nos regresamos al sitio donde teníamos los equipos de campaña para descansar, fue un momento en el cual me recosté en la hamaca y pude apreciar el valor de cada minuto que uno vive, cada segundo que uno debe disfrutar la vida junto a las personas que uno quiere. Al día siguiente llegué a pensar en retirarme del Ejército, al llamar a mi casa no fui capaz de contarle a mi madre lo que había visto y lo que estaba pensando, para esos días no cualquiera contaba con teléfono celular, mi madre me lo había regalado por el grado de subteniente, los soldados al ver que yo tenía celular y carga en la batería, algunos soldados me pidieron que les vendiera minutos para comunicarle a sus familias que ellos estaban bien, al alcanzar a escuchar a varios de ellos, al escuchar la moral con la que le hablaban a sus familias, me llené de ánimo y abandoné la idea de retirarme, me apoyé en ellos para fortalecerme espiritual y físicamente y continuar. En la actualidad, 16 años después, todavía hablo con varios de esos soldados con los que viví esta y muchas más experiencias difíciles de mi vida, uno de ellos lo apodábamos “El Calvo” por obvias razones, recordamos este momento y agradecemos a Dios por habernos dejado seguir viviendo y viviendo sin ningún tipo de herida por la guerra, muy alegre me enseñó la foto de su hija de 16 años de edad, quien para esos días estaba en el vientre de su madre y gracias a Dios pudo conocer a su padre.

EL SECUESTRO DE MI PADRE Óscar Salas Bocanegra

Milton Javier Quijano Pedroza

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante de la especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Óscar Salas Bocanegra He intentado escribir esta parte de mi vida como un cuento de mi infancia, cuya historia siempre termina en final feliz, y afortunadamente para nosotros así fue. Rememoro aquellos tiempos llenos de alegría en compañía de mi familia, jugando en los parques y acompañando a mi padre a las pistas de la escuela de paracaidismo donde era instructor en aquellos tiempos. Sí, mi padre quien es el protagonista principal de mi narración era Suboficial del Ejército Nacional, del Arma de Infantería. Como clásica familia militar, esperábamos con ansiedad que pasara el tiempo para que llegara la orden de traslados, tristemente volver a dejar nuestros amigos, el colegio, nuestra casa y hasta la tienda de la esquina, esperando el nuevo sitio a donde seriamos trasladados; después de mucho tiempo de estar en Tolemaida mi papá de nombre Luis, salió trasladado a un batallón de infantería en creación, del cual no se sabía nada, simplemente que estaría ubicado en el área de Urabá. Así pasaron los días organizando, recogiendo, empacando y despidiéndonos de aquellos amigos que el destino convierte en familia que llegan a entender las alegrías y tristezas que conlleva ser hijo y esposa de un militar. En aquella época y a mi corta edad hay episodios que no podré olvidar como la ansiedad de montar en ese avión militar, el cual veíamos cruzar los cielos de Tolemaida y que nos llevaría a nuestro nuevo destino, y así fue como mis padres, mi hermano y yo nos embarcamos en un vuelo, que aunque no fuera primera clase, definitivamente ha sido el mejor de mi vida. Las ansias se apoderaban de mí, vi como el cielo era tan azul como lo imaginaba y las nubes tenían formas cercanas llenas de blancos mágicos siendo esponjosas como un algodón. Al tocar tierra ya en Urabá, las cosas fueron diferentes a como las esperaba, mi padre quien había pasado gran parte de su vida entrenando a lanceros y paracaidistas, nos dejó en el casino y continuó hacia el comando del batallón Francisco de Paula Vélez para la asignación de su cargo. Para sorpresa nuestra, no había casas disponibles dentro de la base militar, así que tuvimos que compartir vivienda dentro de la unidad, teniendo en cuenta que por la situación de violencia presentada en la región no era posible vivir fuera del Batallón. De nuevo empezamos a hacer 340 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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amigos, nos acoplamos rápidamente a nuestro nuevo sitio de hábitat y empezó el año escolar.

tiempo seguía corriendo, pararon a almorzar y continuaron por la carretera en compañía del conductor.

Los días pasaban con la rutina del despertar, salir a estudiar volver a la casa, jugar y dormir, así eran mis días con relativa tranquilidad. Como poder olvidar el olor de las bananeras, la impregnación en el ambiente y lo cálido de la región, claro está con algunos recuerdos no tan buenos, como acompañar a las exequias de padres de varios compañeritos de mi colegio. Ese era mi tiempo, pero a diferencia mía, mi padre llevaba la carga económica de la casa, la responsabilidad de sonreír y llevar las angustias en su interior, él había sido nombrado enlace del batallón y tenia de esta forma que desplazarse entre los departamentos de Antioquia y Córdoba, cumpliendo diferentes funciones, pues en esa época la tecnología era limitada, se me olvidó ponerlos en situación hablamos del año de 1988, donde no existía los celulares y en muchas ocasiones desplazarse era la única opción.

Al llegar la tarde, en el área denominada El Limón, en cercanía del pueblo Currulao, a la distancia observaron un retén y sin tener otra opción más que seguir, fueron retenidos por un personal que se encontraba uniformado, armado y con logos que los distinguía como las Farc; en ese momento mi padre sintió desvanecer, sintió miedo y no pudo dejar de pensar en lo que había dejado atrás, su familia, su hogar, pero sin tener más que hacer, bajó del carro y respondió a lo que le preguntaron. Según cuenta mi padre, esa información del desplazamiento ya estaba dada, pues aquellos guerrilleros conocían cada elemento y documentación que llevaba el vehículo, sabían que iban dos militares y que el conductor era un civil.

Y con la incomodidad que implican los cambios en las rutinas familiares, poco a poco nos fuimos adaptando al nuevo rol de mi papá y nos hicimos partícipes de la situación, era difícil verlo partir, no saber nada de él y esperar con paciencia a que volviera. Luego la rutina apareció de nuevo y nos adaptamos a que él viajara de forma permanente, y fue así como en uno de esos viajes sucedió el triste hecho. Era el mes de abril, un caluroso verano nos acompañaba y el olor de las bananeras era permanente, estando en la casa en la cena familiar mi padre nos contó que tenía que viajar a Montería y posterior al puesto de mando que estaba ubicado en Canalete Córdoba, que no sabía cuánto tiempo tardaría pero que seguramente al cabo de unos días estaría en casa, prometió volver y como era costumbre suya le dijo a mi madre que traería algo típico de aquella zona. Recuerdo la cara de mi madre en aquel momento, aquella sonrisa que solo llega a plasmarse sin emoción y donde los sentimientos no afloran, pero las emociones se llevan dentro. Terminamos de comer, empacamos su maleta, nos dio un cálido abrazo y partió, sabíamos que saldría en un bus hacia Montería, no era lo más indicado por la situación de violencia que presentaba la zona, pero eso no impedía el cumplimiento de su deber. El requerimiento era simple en el papel, recoger un material de intendencia para sus soldados y una documentación de la unidad requerida en Carepa. Una vez en Montería y dispuesto para retornar, salieron en la madrugada del día 25 de abril de 1988 en compañía de otro Suboficial en un vehículo de servicio público contratado por el batallón, que analizándolo hoy en día fue un error operacional. Avanzaba el día y el 342 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Los guerrilleros bajaron los uniformes y demás material de intendencia, los embarcaron en un camión pequeño que continuó rumbo a un sitio desconocido; mi padre y el otro Suboficial fueron secuestrados, luego amarrados de manos y pies cerca de la carretera, y dejaron seguir el carro con su conductor, dándole instrucciones de dar aviso en el batallón de lo que había sucedido. Se preguntarán entonces qué pasó con mi padre y el otro Suboficial, pues como es de esperar fueron secuestrados por el Quinto frente de las Farc que delinquía en la zona de Urabá y controlaban ese territorio. Los guerrilleros esperaron que fuera de noche para iniciar camino hacia la espesura de la selva, cargando con esos dos valientes hombres que en cumplimiento de su deber habían sido secuestrados totalmente indefensos. Al mismo tiempo nuestro día en Carepa seguía sin imaginar lo que nos esperaba, golpearon la puerta y el comandante del batallón informó a mi madre lo acontecido, ella cayó desvanecida y fue cuando entendí que ser militar era más que un uniforme, que podíamos perder a mi papa y aquella despedida de aquel día no había sido suficiente para que él supiera cuánto lo amábamos. En la distancia, mi padre empezaba a recorrer la selva de Urabá, con solo un morral que le habían dejado cargar, el cual tenía un cepillo de dientes, su crema dental y una hamaca que le habían entregado. Lo hicieron caminar amarrado por largo tiempo, hasta cuando el guía que iba al mando de ellos decidió parar, les dio agua, un vaso de agua de panela y pan. Esas pocas horas de descanso mi papá no pudo dormir, en su cabeza solo estaba la forma de escapar y llegar a su casa con vida; el tiempo pasó y de nuevo empezaron a caminar. Memorias Imborrables - Segunda Edición 343


Caminaron largos trechos a través de la espesa selva, de punto a punto en sitios que eran iguales, árboles y más árboles, ríos, animales, que eran lo mismo para sus ojos. Después de varios días llegaron a un sitio cerca de un campamento y ahí empezó la tortura física y psicológica, pues los integrantes de las Farc creían que no solo eran los encargados de llevar el material, sino que estaban realizando actividades de inteligencia en la zona para planear algún tipo de operación, pues en ese momento los corredores para tráfico de droga comenzaban a tener fuerza. Al sitio donde ellos estaban llegó una mujer, mi padre aún recuerda hasta su olor y sin más preámbulos ella sacó una pistola, amenazando con matarlos si no decían la verdad de su desplazamiento y qué estaba organizando por parte del batallón, palabras van palabras vienen la respuesta siempre fue la misma simplemente llevaban material de un lado a otro y no conocían nada más. La presión psicológica era permanente y la amenaza de matarlos era diaria. Seguían caminando sin rumbo, sin fin, sin una meta, solo eran presionados diariamente para decir la verdad, la verdad que ellos querían escuchar pero que no había, solo la fortaleza espiritual fue la compañía de mi padre y pensar en nosotros, su familia. En esa área general, la Décima Brigada del Ejército Nacional desarrollaba operaciones militares, con el fin de reducir los grupos armados ilegales y esa situación empeoró el cautiverio, ya que, al sentir la presión, era necesario emprender largas jornadas de camino, sin víveres, aguantado penurias y hambre. Como el terreno era selvático, era de esperarse que las enfermedades aparecieran; a mi papá lo picó lo que la gente llama pito, pero que hoy es conocido como leishmaniasis, y mi pobre viejo no solo sufrió una carga mental, sino la incomodidad y la molestia física que lo acompañó también. Siguieron recorriendo caminos y llegaron de nuevo a un punto donde estaba la misma mujer, que mi padre describe sin corazón, pues no puede aún creer que un cuerpo tan sutil y de pequeña estatura pudiera albergar tan despiadado corazón, nunca supo quién era ni el rango dentro de la organización, solo sabía que de ella dependía de que vivieran o no. Como siempre, ella volvió a preguntar sobre la verdad y ya cansados los dos del acoso mental brotó de su aliento la palabra mátennos pues no hay nada más que contar, solo la verdad que este tiempo usted conoce y que en los días que llevamos en la selva no cambió ni cambiara. La respuesta fue que a mi padre y al otro secuestrado le ordenaron abrir unos huecos en un terreno aledaño, a lo cual ellos tristemente pensaron que su final había llegado. 344 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Realmente las fosas eran para tres guerrilleros quienes fueron asesinados después de realizar lo que ellos llamaban juicio revolucionario. Fueron días muy difíciles para mi padre, con maltratos, torturas, agravios, que con fe en Dios, fortaleza y amor a su familia logró soportar. Mientras tanto mi madre sufría día tras día, noche tras noche, recorría hospitales, clínicas y morgues buscando a mi padre, acudía a emisoras a dejar mensajes de aliento a su esposo. Una de las exigencias para la liberación de los dos secuestrados era que terminaran las operaciones militares de la Décima Brigada en el área de Urabá y afortunadamente para mi papá, el comando superior con anterioridad ya tenía programado ese movimiento, teniendo en cuenta que las Fuerzas Especiales que operaban con la Brigada eran requeridas en otra zona del territorio nacional. Mi padre piensa que el suceso en que retó a la mujer comandante fue el punto de quiebre para su liberación, ya que la mujer refleja en su mirada el cambio de actitud hacia ellos y ordenó liberarlos. Era algo que no creían, pero la fe se apoderó de ellos, caminaron muchas horas hasta llegar a un caserío en una zona montañosa, fueron entregados a una comisión de la Cruz Roja Internacional y de la iglesia católica con quienes habían llegado a un acuerdo de liberación, manifestando que ellos como grupo tenían respeto por los Derechos Humanos y querían dar muestra de intenciones de búsqueda de la paz. Recuerdo como si fuera ayer el momento en que nos enteramos de la noticia de liberación de mi padre; nos encontrábamos en el parque con mi madre cuando nos informaron que mi padre había llegado vivo, mi madre corría llorando de alegría hacia el comando del batallón donde mi papá se encontraba. La alegría volvió a casa, nuestro corazón latió fuertemente, habían pasado 26 días desde esa tarde en que había sido secuestrado. Lo abrazamos fuertemente, le dijimos cuánto lo amábamos, pero eso marcó nuestra familia y partió nuestra vida en dos, un antes y un después del secuestro de mi padre, cuyo final fue feliz por que volvió con vida al lado de los suyos, pero los recuerdos dolorosos de aquel momento quedaron plasmados en nuestra vida por siempre.

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RELATO DE UNA VIVENCIA DE GUERRA Robert Antonio Muñoz Legarda

Óscar Salas Bocanegra

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes "General José María Córdoba"); Administrador de Empresas (Universidad Militar Nueva Granada); Especialista en Alta Gerencia (Universidad Militar Nueva Granada); estudiante de la Maestría de Seguridad y Defensa Nacionales (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Robert Antonio Muñoz Legarda A la memoria de un amigo, un compañero, un guerrero y un héroe escondido porque este conflicto nunca permitirá que lo reconozcan como tal y que en poco tiempo demostró el valor que tiene un soldado colombiano “RADIO CHISPAS” (soldado radio operador experto en comunicaciones en el área). Soy el Mayor Robert Antonio Muñoz Legarda y me desempeño como estudiante del Curso de Estado Mayor 2018 curso que realizo para ascender al grado inmediatamente superior (Teniente Coronel), en 1997 más precisamente el 10 de enero entré a la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”, esta fecha ha sido un verdadero cambio de mi vida, cambio que durante más de 21 años todavía está sucediendo para el servicio de mi nación y de la población civil, así mismo me permito narrar una historia de muchas que a lo largo de mi carrera como militar he escuchado, vivido y he sentido como mías (Mapa del departamento del Caquetá).

El hallazgo de un amigo. En año 2011 me desempeñaba como comandante encargado de la compañía A del batallón de Contraguerrillas 74, puesto que en ese tiempo y por la escases de Oficiales en todo Ejército respondía por dos compañías del batallón, en esa compañía tuve el honor de conocer soldados humildes que solo querían defender nuestro país del grupo guerrillero Farc que amenazan el progreso de la nación y sobre todo la seguridad de cada uno de los habitantes de la región y que miraron en las Fuerzas Militares un futuro, tal vez no para ellos pero si para sus familias. Ya en el área me encontraba sobre el sector de la vereda de San Isidro (Caquetá), recibiendo la información de la compañía y entre los soldados pude observar un soldado de rasgos mestizos que se ocultaba entre los otros por su baja estatura y que por respeto a su memoria lo voy a mencionar como el “RADIO CHISPAS”, este soldado se desempeñaba como el radio operador de la contraguerilla A, al corto tiempo de estar en esa unida el “radio chispas” se convirtió en un amigo que me contaba todas sus infidencias, sus experiencias en el área y en especial el futuro que tenía con su familia. 348 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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El surgimiento de un guerrero Durante 15 días dirigí la compañía A por varios sectores de la región en donde tuvimos varios enfrentamientos con avanzadas de frente de las Farc que delinque en el sector y en todas ellas y con la ayuda de Dios siempre salimos triunfantes, donde dimos resultados incestados contra el grupo guerrillero, la que más recuerdo fue la baja en desarrollo de operaciones militares sobre el sector de la vereda el vergel Caquetá, en esa misión pude observar la valentía y arrojo de mis hombres que aún estando en desventaja numérica nunca se dieron por vencidos, destacándose ante sus compañeros y superiores por su valentía soldado radio chispas en el cual estando en combate durante varias horas mantuvo las comunicaciones con el puesto de mando adelantado del batallón inclusive dirigió el apoyo aéreo con gran eficacia, cuando yo me unía a la línea de fuego para evitar que los terroristas de la Farc pudieran causarnos bajas y llevarse al guerrillero muerto, ese día fue muy pesado porque nos tocó esperar hasta las horas de la noche para poder sacar en apoyo helicoportado el guerrillero caído de acuerdo con los procedimientos judiciales que ameritaban para tal caso, esa noche varios soldados abandonaron la contraguerrilla para montarse en el helicóptero puesto que los combates eran continuos y duros, pero el soldado “radio chispas” mostró finura como decimos nosotros los comandantes cuando observamos alguien no se desespera y no entra en crisis en el combate. En el año 2011, las Farc pretendía mantener el control de la zona y sobre todo el control de los cultivos ilícitos (coca) que abundaban en la región de la vereda de San Isidro Caquetá, el Gobierno adoptando su mecanismo de erradicación manual contrataba civiles para realizar ese trabajo lógicamente acompañados con seguridad de la Policía Nacional que cubría el primer anillo de los erradicadores manuales y en segundo anillo se encargaba tropas del Ejército, en este caso un pelotón de la compañía A del Batallón de contraguerrillas No. 74.

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Mapa 1. Departamento del Caquetá

Las informaciones que alertan a la tropa Yo había hecho una gran amistad con el radio chispas y fui asignado como el comandante del Batallón encargado mientras el comandante del mismo salía a permiso otorgado por el comando de la Brigada, tenía el puesto de mando en la vereda de San Isidro y la compañía A se encontraba cubriendo el segundo anillo de erradicación manual; en las horas de la mañana realicé programa con las unidades del Batallón, saludé a radio chispas que estaba por el radio de su compañía recuerdo que hicimos unos chistes pero que tocó suspender para no ocupar la red de la Brigada después de ese programa las unidades del Batallón tomaron posición para continuar con la misión, también recuerdo que cuando se reportó el comandante de la compañía A le di la orden de no repetir los sitios de pernotada durante el patrullaje, en la mañana cuando empezaron a radicar los trabajadores, sonaron varias explosiones al parecer minas antipersonales instaladas por los guerrilleros de las Farc con el propósito de cortar el avance de la erradicación y que afortunadamente no causaron daño alguno a ningún personal, pero la amenaza estaba y se continuó con la misión, en la tarde se suspendió la erradicación por motivos de inteligencia en la cual estos guerrilleros tenían ubicada a una unidad militar y tenían previsto una zona de aniquilamiento, yo alerté e informé a las unidades del sector sobre dicha información, recordándoles de no pernotar donde lo habían hecho la noche anterior. Memorias Imborrables - Segunda Edición 351


La pérdida de un amigo Al terminar el programa radial y de recibir sus instrucciones, las unidades se dispusieron a montar su dispositivo con la ante una orden de alistamiento en caso de alguna reacción, un soldado encontró un sitio bueno para acampar (cambuchar) sobre su sector de responsabilidad y lamentablemente caminó sobre un hueco y sin pensar que desgraciadamente le esperaba: una Mina Antipersonal colocada por uno de los integrantes del grupo guerrillero de las Farc, afectando sus miembros inferiores (piernas), más un brazo desprendiéndosele de su cuerpo en el momento de la explosión de la mina, se inicia con la toma del dispositivo para verificar si hay más mina enterradas sobre el lugar mientras el enfermero revisa al soldado herido, el comandante del pelotón la compañía A me informa pero siento un mal presentimiento porque el soldado radio chispas no ha reportado la novedad de inicio, empiezo a preguntar cómo fue la situación pero en el momento que me informa que el soldado herido es mi gran amigo el “radio chispas” mi corazón siente un gran vacío que de inmediato mis ojos se llenaron de lágrimas, se procede a solicitar el apoyo aéreo para su evacuación, se escucha murmullos en radio mientras atienden al radio chispas pero dentro de esos murmullos se alcanza a oír al soldado donde manifiesta “por Dios por mi hija no me dejen morir aquí”.

Imagen 8. Vereda de San Isidro - Caquetá

El apoyo llegó tarde Se ordena reforzar el dispositivo de ese pelotón con la reserva que se encontraba en el puesto de mando en San Isidro, una vez ubicado el pelotón que se le presentó la situación, el enfermero de combate trata por todos los medios de mantener con vida a “radio chispas” y este a su vez se aferra más a la vida, desesperado me encontraba porque el apoyo aéreo no llegaba, le pedía al Todopoderoso resistencia para mi amigo, en horizonte se escucha el rugir de unas aspas preanunciando la llegada del tal solicitado apoyo aéreo un helicóptero BELL UH-1 en el cual se encontraba un paramédico listo para atender a “radio chispas” el enfermero en tierra informa qué medicamentos se aplicaron y una vez alza el vuelo el helicóptero “radio chispas” muere el apoyo llegó tarde, dejando una esposa, una hija sin su héroe. Una vez más podemos concluir que desconocemos qué es lo que sienten estos terroristas al sembrar minas antipersonales las cuales pueden atentar contra cualquier persona incluso contra ellos, pero eso un día le toca a un amigo, a un guerrero a un héroe oculto. 352 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Robert Antonio Muñoz Legarda

Oficial del Ejército Nacional, Arma de Infantería. Especialización en Didáctica y Pedagogía; Maestría en Educación (Universidad Católica de Oriente, Rionegro – Antioquia). En su trayectoria institucional registra haber estado al frente de: Unidades Especiales del Ejército Nacional como Batallón de Fuerzas Especiales; Batallón Colombia No. 3 en la península del Sinaí (Egipto) y batallones contra terrorismo.

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EL ACTUAR INDISCRIMINADO DE LAS MINAS Rodrigo Castro Díaz

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Por: Rodrigo Castro Díaz Después de terminar el curso básico realizado en la Escuela de Armas y Servicios (E.A.S.) actualmente Escuela de Armas Combinadas del Ejército (ESACE, en el mes de mayo del año 2008, mi Unidad de destino fue el Batallón de Infantería No.9 “Batalla de Boyacá” (BIBOY), Batallón emblemático de nuestra gloriosa Arma de Infantería, ubicado en San Juan de Pasto, ciudad capital del departamento de Nariño, creado el 25 de octubre del año 1908 por el Señor General Rafael Reyes, héroe de guerra y presidente de la República de Colombia; dentro del área de responsabilidad del Batallón se encuentran los municipios de: Albán, Ancuya, Arboleda, Belén, Buesaco, Chachagüí, Colón (Génova), Consacá, Cumbitara, El Peñol, El Rosario, El Tablón, El Tambo, La Cruz, La Florida, La Llanada, La Unión, Leiva, Linares, Los Andes, Nariño, Policarpa, Samaniego, San Bernardo, San Lorenzo, San Pablo, San Pedro, Sandoná, Taminango, Tangua, Yacuanquer. El batallón de Infantería No.9 “Batalla de Boyacá” siempre ha sido un referente en el departamento de Nariño junto al Grupo Mecanizado de Caballería “CABAL” (GMCAB), aportando siempre a la seguridad y al desarrollo del departamento, el cual está ubicado en el extremo suroeste del país, en las regiones Andina y Pacífico, limitando al norte con Cauca, al este con Putumayo, al sur con Ecuador y al oeste con el Océano Pacífico. Con unos 1´745.000 habitantes en 2015, siendo el séptimo departamento más poblado del país. Al llegar a la unidad se me destinó para ser comandante de la compañía “D” de soldados campesinos, con los cuales recorrí el norte de la jurisdicción del Batallón, ahí me fui ambientando y conociendo la idiosincrasia y cultura de los nariñenses, personas trabajadoras y muy amables, rodeadas de muchos flagelos principalmente grupos de guerrillas que atacaban constantemente y de distintas formas a muchos municipios del departamento y a sus pobladores, quienes a pesar de estas dificultades, sacaban su lado más trabajador y emprendedor, buscando dejar siempre en alto el nombre de su departamento y de sus pobladores, colaborando y trabajando de la mano con las instituciones, especialmente con el Ejército Nacional, para continuar con el progreso y desarrollo tan anhelado por todos. Para el mes de agosto de ese mismo año y tras recorrer distintos municipios de la jurisdicción con la compañía de soldados campesinos, el 356 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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comando del Batallón me destinó para ser comandante de la Compañía “A” de soldados profesionales, los cuales se encontraban en la jurisdicción del municipio de Samaniego, ubicado en el centro del departamento y al noroccidente de su capital, este municipio y su jurisdicción eran conocidas por presentar una situación de orden público bastante complicado, era considerado uno de los municipios más violentos y con presencia de muchos grupos armados entre los que sobresalían, las Farc, el Eln, narcotráfico entre otros, es por eso que el profesionalismo de los soldados que se encontraban en esa área, era completamente admirable, ya que tenían pleno conocimiento de la situación que ahí se vivía. Una vez tomé el mando de la unidad, me dispuse a analizar la situación presentada en las principales veredas que teníamos como responsabilidad, se encontraban 3 unidades más en el área general de responsabilidad de la compañía, manteníamos muy buenas comunicaciones y las coordinaciones se hacían a diario para los movimientos y la consecución de información sobre la ubicación de estos grupos armados, se debía estar muy alerta y pendiente a cualquier dato suministrado por la comunidad amiga de la tropa, tanto para tener monitoreado a estos grupos ya sea para la ubicación o detección de cualquier tipo de amenaza contra la población civil o las mismas tropas que patrullábamos el área, como para sus negocios ilícitos que principalmente estaban enfocados hacia el narcotráfico, pasando los elementos necesarios para llevar a cabo el procesamiento de esto. Un día sábado del mes de septiembre, tras la comunicación y coordinación con una de las 3 unidades con las que teníamos el área de responsabilidad, y la cual se encontraba al mando de un sargento segundo, quien llevaba poco de asumir esa unidad, pero que se mostraba bastante motivado, muy profesional y con muchas ganas de trabajar, esas ganas que se veía como la transmitía a su unidad, un pelotón de soldados que con su presentación, expresión y organización se veía lo bien comandada que estaba, el sargento muy acucioso y con deseos de acertar, un día solicitó realizar un registro en profundidad para verificar un sector que le parecía importante y muy bien ubicado por las condiciones complicadas del terreno, pensando que podría ser propicio para desarrollar actividades ilícitas y con posible presencia de alguno de los grupos que ahí delinquían, posterior a la coordinación y tras dejar enteradas a todas las unidades que se encontraban en esa jurisdicción, la unidad salió a realizar el registro de madrugada y con los elementos necesarios para pasar el día, aproximadamente a eso de las 8 de la mañana la unidad que se encontraba realizando una verificación en un sector entró en combate con un grupo de aproximadamente 12 bandidos, los 358 Memorias Imborrables - Segunda Edición

cuales al percatarse de la presencia de la tropa iniciaron el enfrentamiento, la unidad muy bien entrenada y liderada logró tomar una buena posición en el área y contrarrestar el ataque inicial que tuvieron, al presentarse esta situación iniciamos la comunicación con esta unidad, la cual informó de cómo se habían presentado los hechos y tras recibir la información y realizar una coordinación con las unidades adyacentes, salí a apoyar esta unidad ya que era el que más cerca me encontraba y en el planeamiento inicial había quedado como unidad de apoyo, salí de acuerdo con las indicaciones de la ruta que me había dado el sargento para lograr acercarme a ese pelotón. En comunicación constante con la unidad la cual al cabo de 15 minutos ya había reportado el cese del fuego y que se encontraban en verificación del área, continué con el movimiento de mi unidad, la cual se encontraba algo distante por las condiciones que presentaba el terreno y por la cautela que se debía seguir para llegar al sitio, tras una hora de movimiento y con la confirmación del sargento de tener el área donde se presentó el enfrentamiento consolidada, dentro de las coordinaciones hechas y con la apreciación del terreno por parte del sargento, se determinó que mi unidad iba a llegar a una vivienda abandonada que se encontraba en una parte alta y la cual tenía visión sobre todo el cañón donde se había presentado el enfrentamiento y donde se encontraba el pelotón; una vez logramos ubicar la vivienda abandonada, se tomó el dispositivo de seguridad y al hacer la verificación con el grupo EXDE1 del pelotón, se tomó comunicación con la unidad del sargento, el cual en ese momento volvió a entrar en combate nuevamente aunque a una mayor distancia del grupo de bandidos, dentro de la comunicación nos dieron las indicaciones por unos puntos de referencia del terreno de donde se encontraban ellos ubicados, nosotros continuamos el movimiento hacia una planada que se acercaba más a ellos y mantenía una muy buena visual de todo terreno, alejados de un camino real y en un sector de pasto alto nos pusimos un equipo a ubicar por las indicaciones la posición del pelotón, en este equipo se encontraba el soldado puntero, el contra puntero y dos soldados más, yo me encontraba de cuarto en el movimiento hacia la verificación, de un momento a otro escuché una fuerte detonación, seguida de una gran nube de pólvora delante mío, todo pasó muy rápido, en cuestión de segundos, pero viendo todo en cámara lenta, vi cómo esa nube de pólvora que se generó, me hizo perder la visual de los tres soldados que se encontraban adelante, a la vez que una fuerte onda producida por la explosión me sacudía, como un fuerte empujón, 1

EXDE (EQUIPO DE EXPLOSIVOS Y DEMOLICIONES) es un equipo que cuenta con el entrenamiento y los elementos necesarios para hacer detección y destrucción de minas o explosivos con los que se encuentre una unidad, normalmente se cuenta con un equipo de estos en cada pelotón.

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enviándome unos 3 metros del lugar donde me encontraba, y sintiendo que algo me golpeó con fuerza en la rodilla derecha. Con los oídos zumbándome por la fuerte explosión y reaccionando lentamente después de este hecho, a la vez que llegaron los demás soldados del pelotón a verificar qué había sucedido y cuál era la situación de los que estábamos en el momento de la explosión, inicialmente mi reacción fue la de verificar todo mi cuerpo y comprobar que no había sufrido ninguna herida más que el golpe en la rodilla con un pedazo de arcilla seca que había salido disparada por la onda expansiva y me había dejado con gran dolor, pero no con ningún tipo de daño grave que me evitara continuar y ya empezar a preguntar y a preocuparme por los soldados que estaban adelante y pensaba habían activado una mina y con un posible final trágico para ellos, afortunadamente ese día como todos los días en mi carrera militar siempre contando con un gran ángel protector y la bendición de Dios, pude ir viendo cómo salían de a uno los tres soldados de esa nube de pólvora, completamente intactos y sin ninguna herida de consideración más que el susto de lo sucedido y si un poco aturdidos y con sordera momentánea por la fuerte explosión. Recomponiéndonos de lo sucedido y luego de tomar contacto con el sargento por radio, el cual ya había cesado completamente los combates y reportaba su unidad sin ninguna novedad, se hicieron las coordinaciones correspondientes para salir del área evitando que nos cogiera la tarde para los movientes, él inició por un lugar diferente al nuestro pero siempre muy coordinados, una vez hecho esto y ya más tranquilos luego de lo sucedido, nos pusimos a analizar el sitio y vimos cómo estos grupos armados, realizan la ubicación de artefactos explosivos improvisados de manera indiscriminada, sin tener en cuenta la presencia constante de la población civil que se moviliza por esas trochas para realizar sus labores de campo, poniendo en riesgo su integridad, ese artefacto explosivo en especial no tenía ningún sentido la ubicación en la que se encontraba, ya que estaba entre dos viviendas y en un sector donde la presencia de la tropa era demasiado esporádica, mas no la de la población civil, ya que por ahí se transitaba de una vereda a otra para realizar las actividades diarias de los habitantes de la región. Después de dar gracias a Dios por no haber salido ni heridos ni con ningún problema de consideración los que estuvimos comprometidos con la explosión, hicimos una verificación detallada y realizamos un trabajo más largo con el grupo EXDE, ubicando 5 minas más sobre ese sector, posteriormente destruidas, pero volviendo a quedar sorprendidos al ver la 360 Memorias Imborrables - Segunda Edición

indolencia y la poca importancia por la vida de los pobladores de la región, ya que durante el desarrollo de dicha actividad realizaron el paso por ese sector unas 12 personas aproximadamente, dentro de ellas 2 niños, hablando con esos pobladores nos manifestaron su rutina de pasar a diario por ahí y llevar sus hijos a la escuela de la vereda, es ahí donde más indignación da el actuar irracional de las personas que colocan las minas, atentando contra las personas y más aún contra el futuro no solo de esa vereda, ni de esa población sino el futuro de Colombia que son nuestros niños.

Rodrigo Castro Díaz

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); estudiante Especialización de Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en DD. HH. y DIH aplicado al conflicto (Escuela de Derechos Humanos del Ejército); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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BAUTIZO DE UN HALCร N William Hernรกn Escobar Reinoso

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Por: William Hernán Escobar Reinoso

Imagen 9. Archivo fotográfico personal del autor.

“Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo, Pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas, De violetas acostumbradas a la tierra, Porque la cara de la muerte es verde, Y la mirada de la muerte es verde, Con la aguda humedad de una hoja de violeta Y su grave color de invierno exasperado” Pablo Neruda – Solo la Muerte

Muchas veces me pregunto, ¿quién está realmente preparado para ver a los ojos a la muerte? Muchos de nosotros creemos inicialmente, de manera errónea, que como militares el entrenamiento brindado por la milicia nos preparará en su totalidad para enfrentar los horrores de la guerra, que, si somos los mejores soldados y si creemos ciegamente en nuestra misión, nuestra mente estará blindada para no ser afectados de manera negativa por la horrenda realidad que trae lidiar con el único destino fijo de todos. Que gran error es creernos más listos que la realidad y pensar que la academia es la única preparación para servir como soldados de la guerra, creer que, si eres el primero de tu promoción, el más hábil y el más inteligente, 364 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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automáticamente estarás listo, no solo para comandar una unidad, sino para sobreponerte lo más rápido posible ante una situación adversa que requerirá de medidas rápidas para que tú y los tuyos puedan seguir viviendo otro día más. Mi caso puede ser uno más en la inmensidad de historias que han dejado más de 50 años de conflicto, pero marcó la diferencia en mi vida como un bautizo de sangre ante la realidad que estaba por vivir en mi vida como piloto militar de la Fuerza Aérea Colombiana. Era el 13 de septiembre de 2001, el mundo aún no salía del horror de los atentados de las torres gemelas, un hecho que redefinió el término de seguridad, ya que las fronteras físicas de los países de ahora en adelante no eran capaces de proteger a sus ciudadanos de los efectos del terrorismo. Pero nosotros los colombianos ya habíamos entendido esta realidad hace muchos años, aunque no lo sabíamos de manera consciente, pues nos encontrábamos enfrascados en un conflicto asimétrico que nos tenía al borde de convertirnos en un estado fallido. Ese día arribé a la ciudad de Bucaramanga (Santander) como tripulante de reemplazo para un UH60 Black Hawk1 que se encontraba destacado en la Quinta Brigada. El copiloto que se encontraba hasta ese día allí presentaba un severo caso de baro trauma de oído2 que le impedía continuar desarrollando sus actividades de vuelo. Cabe anotar que solo hacía una semana atrás, yo había sido chequeado como tripulante de Black Hawk en la base aérea de CACOM53 en Rionegro (Antioquia) y había sido destacado para prestar mis servicios en la Base Aérea de Palanquero localizada en Puerto Salgar (Cundinamarca), así que dicha comisión representaba para mí la primera asignación de combate en mi vida como piloto militar. Obviamente, nada te prepara para ese día que desciendes del avión de los relevos en el aeropuerto Palogrande y caminas por la rampa de aviación hasta tu aeronave que, con los rotores girando, te recibe con un rugido de motores que incluso 18 años después aún retumba en tu cabeza. A duras penas te despides del otro copiloto, que, cabizbajo camina aún con su casco de vuelo puesto en dirección de donde yo venía; acomodas como puedes tu desordenado equipaje en la cabina de carga bajo la mirada atónita de 1 El Sikorsky UH-60 Black Hawk es un helicóptero utilitario de carga media, bimotor con rotor de cuatro palas, fabricado por la compañía estadounidense Sikorsky Aircraft y de tamaño medio-grande. Ha sido empleado ampliamente desde la década de los 80´s por las FF.MM. Colombianas en sus versiones de transporte y ataque como parte de los esquemas operacionales de las mismas. 2 El baro trauma es el daño al cuerpo provocado por cambios barométricos, es decir, de la presión del aire o del agua. Un tipo común de baro trauma es el de oído que es producido por un cambio de altitud y puede provocar dolor. 3 Unidad militar de la Fuerza Aérea Colombiana ubicada en el municipio de Rionegro – Antioquia, especializada en la operación de los helicópteros BlackHawk entre otros.

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dos tripulantes que aún con su visor oscuro abajo, asienten con la cabeza cuando los saludo, para que, finalmente cuando logro abordar la cabina, pueda enfrentar la dura realidad que ahora no se trata de una película de acción en mi mente, sino que se trata de la vida misma a bordo de un pájaro de metal, destinado a cambiar vidas separándolas o acercándolas a la muerte. Todo pasa rápido, el piloto es un hombre ya curtido por los años, de grado Capitán, callado y gran fumador, de baja estatura y un poco pasado de peso, pero con una característica fatal para quienes íbamos a compartir con él varios días: roncaba como si estuviese poseído por el mismísimo demonio (de ahí entendí en parte porque al ser el más nuevo de mi escuadrón terminé allí). Los dos tripulantes con los que volábamos eran Suboficiales de grados técnico segundo y técnico cuarto, joviales y profesionales, esmerados en el cuidado de su aeronave y con una vasta experiencia volando en esa zona del país. Podría decirse que me encontraba en buenas manos, pero creo que ellos me miraban con algo de desconfianza, ya que no era normal que enviasen a alguien tan nuevo para volar en la jurisdicción de la Quinta Brigada, un teatro de operaciones complicado ubicado en Bucaramanga, capital del departamento de Santander, con alta influencia de grupos terroristas como las Farc de ese entonces, que contaban con un poder armado considerable y con una característica distintiva de operación en esa región: su amplio conocimiento en el manejo de artefactos explosivos improvisados. Y es que su fama no era en vano, ya que estadísticamente la mayoría de misiones que cumplía mi aeronave durante su permanencia en la mencionada unidad militar de la ciudad de los parques, era la de evacuación aeromédica en combate o casevac4 de miembros del Ejército Nacional afectados por minas antipersonales. Una vez nos establecimos en la brigada, pude recibir un breve resumen de Inteligencia de la región por parte de mi piloto, el cual me manifiesta de manera amigable que mi nerviosismo evidente era normal, pero que la situación actual de orden público era complicada y debíamos estar listos para operar en cualquier momento. Obviamente en mi interior existe una mezcla de incertidumbre y emoción, muchas veces soñé con la posibilidad de mostrar mi valor como piloto militar, desde la Escuela de Aviación te enseñan que no existe mayor y más sublime sacrificio que volar y morir por tu patria, pero ese día mi intención no era precisamente morir; porque si 4

Evacuación aeromédica en combate, se refiere a la misión de extracción ya sea por medios aéreos, terrestres o navales de miembros participantes de las hostilidades en medio de las hostilidades.

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lo hacía, era consciente que la misma suerte la correría todos aquellos que estuviesen en mi aeronave, así que, por el momento, no era una opción.

de ese ángel de metal que desde ese día como un fiel amigo me brindaría no solo a mí, sino a quienes lo abordasen, su refugio y seguridad.

En horas de la tarde, me tomé un poco de tiempo para visitar con calma mi pequeño caballo de batalla, un poderoso UH60 Black Hawk, configurado para transportar hasta 18 soldados perfectamente equipados al campo de batalla, su piel ya demostraba el paso de los años, veterano de mil batallas, pero que en ese helipuerto de manera imponente esperaba su oportunidad para demostrar su valor una vez más como siempre lo había hecho. Hoy, 18 años después de ese día, he mantenido la firme convicción de que cada aeronave tiene alma propia y que se manifiesta a través de cómo cada uno la trata: si abordas y operas tu aeronave con respeto, ella te protegerá incluso con su vida, pero si la tratas de manera déspota y abusiva, solo recibirás desdicha y maltrato de ella.

Es así como cuando cae el sol, recibo aquella llamada para la cual me estaba preparando desde que salí de Palanquero, - Escobar, mande a los tripulantes a comer y proceda para el Centro de Operaciones de la Brigada -, era mi piloto alertándome de una misión. Cuando arribo al centro de operaciones de la brigada, observo que los presentes ya llevaban algún tiempo reunidos y que solo hacía falta yo para definir qué debíamos hacer. Me siento al lado de mi piloto, atento a tomar nota de nuestra misión, la cual consistía en insertar un grupo especial a un punto, aún por determinar por el alto mando, con el fin de ubicar una estructura terrorista de las Farc que días antes habían perpetrado el secuestro de un comerciante de la región y, que, por información de inteligencia, lo estarían movilizando para evadir el cerco de las autoridades. La misión se debía desarrollar con el más absoluto sigilo, cubiertos por el manto de la noche, sin escolta con el fin de minimizar la huella acústica provocada por nuestras aeronaves y de esta forma maximizar el factor sorpresa tan indispensable en este tipo de misiones. A pesar de haber recibido un considerable volumen de conocimientos doctrinarios durante mi curso de tierra que hablaban acerca de las reglas, normas y procedimientos de operación estandarizada de nuestra operación de vuelo militar, ese día entendí que cada misión es única, especial y que no existen dos iguales; situación que constaté al mirar la cara de mi piloto, que atónito prestaba atención al planteamiento de la misión, pero que denotaba una gran preocupación al conocer de la intensión del alto mando de proceder sin aeronave de seguridad y más aún, de saber que debíamos aterrizar en un terreno no asegurado por unidades amigas sin la certeza de tener información precisa sobre su estatus y composición. La presión era evidente, ya que el tiempo de planificación y ejecución es un factor que siempre va en contra de una misión de esa naturaleza, ya que la suerte del secuestrado podría definirse de manera negativa por cada demora que tuviésemos para proceder con la misma.

Imagen 9.A. Archivo fotográfico personal del autor.

Ese día inicia una de las más profundas relaciones que he vivido hasta hoy, algo atípico para ese momento, porque se trataba de depositar tu entera confianza en un ser inanimado, pero que para mí poseía más vida que la que muchos hombres que he conocido. Es así como hago mi primera “prevuelo”, un chequeo exterior que me permite constatar las viejas heridas de ese gigante de metal, cicatrices que cuentan una historia marcada por el sufrimiento dejado por la guerra. Su estado general es óptimo, algunas pequeñas fugas hidráulicas normales de su edad, desgaste de algunas de sus partes y la falta de una buena mano de pintura son el común denominador 368 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Es así como pude evidenciar que la “niebla de la guerra”, mencionada por Clausewitz hace tres siglos en su libro “De la Guerra”, no es solo una teoría, sino una realidad cruda que abruma al estratega; que implica que no siempre tendrás toda la información disponible5 para tomar decisiones y solo dependerás de la “genialidad” para buscar que tu misión se desarrolle de manera efectiva y segura. Fue de esta forma que, como tripulación, accedemos a desarrollar esta misión; yo me encargo de manera minuciosa 5

Reunión especial previa a cualquier misión que permite realizar las coordinaciones previas a la misma

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a realizar la planificación de rendimiento para garantizar por lo menos que nuestra aeronave pueda estar en la capacidad de transportar un peso determinado de manera segura a su destino y volver eficientemente en términos de combustible. Es así como determinamos que estamos en capacidad de llevar la totalidad de los comandos planteados en el briefing, ingresarlos a un campo de aterrizaje ubicado a máximo 4.000 pies de altura y volver de manera segura a la brigada. La misión se desarrollaría empleando visores nocturnos, en un lugar denominado “las cruces”, aproximadamente a 25 km de nuestra posición. La misma consistía en insertar 15 comandos en la parte alta de un cerro, los cuales debían servir de soporte y cierre para otra unidad que horas antes había iniciado desplazamiento por tierra para ejercer presión sobre la estructura terrorista que tenía en su poder el comerciante secuestrado para que finalmente accediesen a su liberación. La suerte estaba echada y solo faltaba nuestro grano de arena para determinar si esa noche otro colombiano afectado por la violencia estaría o no nuevamente con su familia. Son las 23:00 horas, la noche ha caído sobre nuestras cabezas, callándolo todo, cubriéndolo todo, una suave brisa cálida acaricia nuestros rostros y solo se escucha el murmullo de esos 15 hombres que en la parte trasera de nuestra aeronave se alistaban a abordarla mientras escuchaban atentamente las instrucciones de mi piloto acerca de nuestra misión y sus riesgos. Por primera vez pude vivir esos momentos previos a la tormenta, hombres y hasta un perro, convencidos de su misión, confiados en que a bordo de ese caballo de metal serían invencibles y sin la menor duda que esa noche el Todopoderoso nos daría la tranquilidad de la victoria. Veo sus ojos y no observo un atisbo de miedo, por el contrario, algunos ríen y bromean acerca de la misión, hablan de sus familias e incluso alcanzo a visualizar un flash que en la oscuridad lo ilumina todo, inmortalizando mediante una foto ese momento. Una vez nuestros pasajeros inician el abordaje y se acomodan en la parte trasera de nuestra aeronave, mi piloto se acerca a mi cabina, pude percibir su aroma a tabaco, lo cual reflejaba su preocupación, ya que esa noche no pude recordar verlo una sola vez sin un cigarrillo en la mano. Me toca el hombro mientras me alisto en mi cabina y me dice, - Escobar, no se me vaya a atortolar, apúntese bien la placa de pecho y ojo a los chequeos de combustible-. Yo sonreí y asentí con la cabeza, en el fondo, estaba tranquilo, mi fe en la misión era absoluta y más aún, mi fe en las capacidades de mi tripulación era plena. 370 Memorias Imborrables - Segunda Edición

No había nada más qué decir, entramos en un estado de máxima alerta, chequeos de cabina, comprobación de sistemas, comunicaciones cruzadas con nuestros dos tripulantes, hasta que escuchamos esa frase gloriosa que separa ese estado de alerta de un estado subsiguiente de emoción e inusitada alegría: “-libre el uno”-, acto seguido, mi aeronave cobra vida, los motores emiten un rugido que rompe el silencio de la noche y ahogan todo ruido externo, las palas giran y cobran vida hasta convertirse en un sonido armónico que retumba muchos kilómetros a la redonda. Nuestra aeronave está completamente lista, sus hombres a la expectativa y en cuestión de minutos, remontamos los cielos oscuros de Santander rumbo a lo desconocido. Ya no hay vuelta atrás, el tiempo es ideal y solo tenemos en mente una misión: Llevar a nuestra gente a salvo y volver de la misma forma. Durante nuestro vuelo crucero, tuve la oportunidad de maravillarme con lo hermoso de nuestra geografía, iluminada tenuemente por millones de estrellas que titilaban tímidamente en la bóveda celeste; abajo, un hermoso cañón se extendía bajo nuestros pies, dibujando caprichosamente formas onduladas que cambiaban de dirección de manera casi aleatoria al paso de un imponente río. A lado y lado se podían observar una gran cantidad de cerros, peñascos y desfiladeros, nuestro vuelo se desarrollaba por debajo de su nivel máximo de altura, zigzagueando a medida que nos adentrábamos cada vez más en su topografía, siguiendo el rumbo que nos marcaba nuestro sistema de navegación y con la fe puesta en encontrar en medio de ese panorama tan escabroso, un lugar adecuado para nuestro aterrizaje. -Tres minutos-, anuncio a nuestra tripulación para que, a su vez, nuestros tripulantes anunciasen lo mismo a nuestros pasajeros. Miro hacia atrás y alcanzo a escuchar un suave grito de exaltación, la emoción propia de los hombres que van para el combate. No veo ya sus rostros, todos van cubiertos de grandes gafas de protección y pesados cascos, sus armas con la trompetilla hacia abajo están listas para hacer patria una vez más y solo esperan expectantes ese movimiento brusco de la aeronave que indica que ha tocado tierra firme. Por otro lado, en la cabina, se vive otra historia. Mi piloto inicia la desaceleración hacia donde indican las coordenadas, pero el sitio dista bastante de la realidad de ser adecuado para un aterrizaje, además al constatar con el altímetro, podemos confirmar que es más alto de lo planificado, lo cual constituye un gran inconveniente en términos de rendimiento para nuestra aeronave. Puedo visualizar el rostro de mi piloto Memorias Imborrables - Segunda Edición 371


bajo el verde espectral producido por el reflejo de sus lentes de visión nocturna, es impávido, inexpresivo, mira de un lado para otro buscando y tomando referencias para su maniobra, pero a medida que más nos acercamos, es posible distinguir más claramente lo abrupto del terreno.

combatientes recogen a sus compañeros afectados por el fuego cruzado al lado de nuestra aeronave y abordan nuevamente de manera atropellada, haciéndonos señas para que saliéramos inmediatamente de allí mientras cerraban las puertas.

Sus manos toman firmemente los controles, maniobrando su aeronave suave y segura, los motores rugen a medida que nos acercamos al terreno, observo su temperatura y están casi al límite, ya estamos a casi 100 metros de donde indican las coordenadas y nuestros tripulantes abren sus ventanillas extendiendo sus ametralladoras, listas a acallar cualquier indicio de resistencia. No hay vuelta atrás, la aeronave inicia un descenso controlado contra el terreno. Yo aún no creo que quepamos en el sitio al cual nos dirigimos, pero al observar el rostro del piloto puedo constatar que él ya ha tomado su decisión y me ordena realizar el chequeo para antes de aterrizar. En ese momento no soy capaz de discernir si es mi propia ignorancia lo que no me hace reaccionar o si lo es mi fe en esa tripulación, el caso es que hago lo que me ordenan y me alisto para el aterrizaje.

Otro estallido ilumina la cabina, esta vez delante de la aeronave, ensombrece momentáneamente nuestros visores, pero casi de manera inmediata, volvemos a tener visión afuera. Mi piloto no espera más y aplica potencia de manera brusca para salir de ese lugar, los motores chillan y alcanzo a visualizar una luz de nuestro panel de precaución maestro de “bajas RPM”6, lo cual significa que los rotores han iniciado a girar a una velocidad más baja de lo normal y la aeronave no podrá remontar vuelo normalmente. Acto seguido, doy alerta al piloto de la situación y procedemos a reducir la demanda de potencia para sopesar la situación, a lo cual la aeronave responde de acuerdo con lo planeado y logramos remontar las alturas alejándonos de ese dantesco escenario. Una vez en vuelo, realizamos un chequeo rápido de los sistemas y podemos observar que al parecer todo funciona normalmente, es claro que la aeronave ha sufrido algún tipo de daño, pero por el momento la respuesta aerodinámica de la misma es adecuada. Sin embargo, el estado de nuestros pasajeros no es alentador.

A medida que nos acercamos a tierra, aquellas caprichosas formas del terreno comienzan a formarse más definidamente frente a nuestros ojos, los tripulantes dan instrucciones a nuestro piloto de separación con los obstáculos – ¡2 adelante, 3 a la izquierda! - les escucho que gritan por el intercomunicador, interrumpidos solamente por el sonido que causa el aire de los rotores al golpear las ramas de los árboles que nos rodean. Finalmente, nuestra aeronave desciende, el tren de aterrizaje suavemente se asienta, un poco ladeados por la irregularidad del terreno, y nuestros tripulantes abren las puertas de carga para que desciendan nuestros soldados, pero, una vez el tercer hombre pone pie en el suelo, una detonación ensordece todo alrededor, nuestra aeronave se estremece y escucho gritos de dolor que provienen de la parte trasera y como un trueno nuestra aeronave se mueve de modo brusco. Todo pasa muy rápidamente, nuestras ametralladoras responden y cientos de pequeños puntos de luz salen de los dos lados de nuestra aeronave y otros tantos se acercan a nosotros de diferentes partes de manera amenazante. No alcanzo a dimensionar lo que está pasando, solo tengo claro que tenemos que salir de allí lo antes posible, pero que no podemos dejar a nadie en ese infierno que empezaba a formarse alrededor de nuestra aeronave. Mi piloto grita por el intercomunicador - ¡Todo el mundo a bordo! - mientras nuestros dos tripulantes disparan de manera inclemente sus armas en los puntos donde recibíamos fuego, acto seguido, varios 372 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Al interrogar a nuestros tripulantes acerca del estado de nuestros soldados, nos comentan que al parecer una vez iniciaron el desembarco, un artefacto explosivo improvisado fue activado por el costado izquierdo de nuestra aeronave y afectó no solo a la misma, sino a varios de los comandos por efecto de las esquirlas. De igual forma, nos comentan que no es posible dar un balance específico de los heridos ya que casi la mitad de los mismos están aturdidos o afectados de manera directa por las esquirlas, sin contar que hay bastante sangre en la cabina de carga, por último, también nos informan que a pesar del fuego cruzado que se inició luego de la explosión, no se reportan heridos por herida de bala, pero si se sintieron los impactos en la estructura de la aeronave. En vuelo de regreso a la brigada es sombrío, en la cabina solo se escuchan las comunicaciones con la brigada donde damos parte de nuestra situación, solicitamos asistencia sanitaria y pedimos que informen a nuestra base de los posibles daños a nuestra aeronave para ir iniciando los procedimientos de alistamiento de repuestos en caso de ser necesarios. En la cabina de carga el silencio es sepulcral, un fuerte olor a pólvora lo inunda todo, nadie 6

Revoluciones del rotor principal, representa una medida (para muchos aviadores de helicópteros, considerada la indicación más importante) de giros por minutos de las palas del rotor principal. Determina la capacidad de sustentación de la aeronave en el aire.

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se mueve y en el ambiente se siente por primera vez el olor de la muerte. En vano intentamos que alguien nos haga el parte de personal, estado de los heridos y demás consideraciones necesarias para su adecuada atención, pero no es posible obtener una respuesta adecuada ya que el dolor y la incertidumbre inunda el ambiente.

la muerte, que como compañera fiel te acompaña buscando que cruces su camino. Esa noche fui bautizado con fuego, sudor y lágrimas, entendiendo que de ahí en adelante mi compromiso sería permitir que otros vivieran incluso al precio de mi vida.

Una vez aterrizamos en la brigada, las ambulancias con sus ruidosas luces iluminaban el ambiente, curiosos rodeaban el helipuerto de manera incrédula. Inmediatamente varias camillas se acercan a la aeronave y uno a uno comienzan a descender los heridos. Ocho contabilizamos en total, uno, un sargento, era el que presentaba el cuadro más grave, al parecer una esquirla había alcanzado la base de su cráneo en la parte trasera y se debatía entre la vida y la muerte. Los demás presentaban múltiples heridas en tórax y extremidades, con sangrados profusos, pero al parecer estaban fuera de peligro. Unos veinte minutos después, apagamos nuestra aeronave en otro helipuerto, un poco más iluminado, con el fin de verificar el estado de esta. Al final contabilizamos aproximadamente treinta esquirlas de diferentes tamaños en la estructura principal de la aeronave, cinco impactos por arma de fuego entre la estructura de cola y el estabilizador vertical y dos palas del rotor principal afectadas por la onda explosiva y las esquirlas del artefacto explosivo. Uno de nuestros tripulantes tiempo después pudo percatarse que una esquirla había impactado su casco sin que él lo notase, salvando su vida de una muerte segura.

Imagen 9.B. Archivo fotográfico personal del autor.

Al siguiente día, luego de hacer los reportes necesarios a nuestros comandantes y al personal de mantenimiento, fuimos notificando que el sargento herido la noche anterior, había fallecido durante su traslado al hospital durante una larga fase de resucitación. Los demás comandos estaban a salvo. Nunca te preparas para una situación así, todo pasa en un segundo, la vida y la muerte, hoy estás aquí y mañana no lo sabes. Esa noche realmente aprendí que la vida es un regalo que se te puede arrebatar en cualquier momento, que cada segundo cuenta y que la diferencia la hará la forma como reacciones en esos instantes críticos. También entendí que el entrenamiento puede hacer la diferencia entre las buenas y malas decisiones pero que realmente es tu aplomo y tranquilidad la que define tus buenas o malas acciones en ese instante, que vivir en guerra implica vivir de la mano con 374 Memorias Imborrables - Segunda Edición

William Hernán Escobar Reinoso

Oficial de la Fuerza Aérea Colombiana. Oficial Piloto de Helicópteros; Administrador Aeronáutico y Magister en Ciencias Militares Aeronáuticas.

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SOLO DIOS SABE CUร L ES EL DESTINO DE CADA PERSONA Yann Dubian Blanco Parra

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Por: Yann Dubian Blanco Parra Solo Dios sabe cuál es el destino de cada persona, y sé que sólo Jesucristo es el dueño de la vida y la muerte, y tiene un destino para cada quien. Mi vida siempre ha estado marcada por sucesos muy inexplicables y más adelante sabrán por qué. Las bienaventuranzas en mi vida empezaron a muy temprana edad, lo digo por mi madre, ya que ella me dio a luz solo cuando tenía 16 años de edad. Fue un domingo 11 de marzo del año de 1979, siendo aproximadamente las 12:00 del mediodía en un pueblo del departamento de Santander llamado Cimitarra.1 Cimitarra (Santander) un municipio marginado y estigmatizado por los paramilitares y guerrilleros, sitio donde imperaba la ley del más fuerte, y el que tenía las armas tenía el poder; fue así como en mis primeros años me di cuenta de muchos eventos donde las armas eran las que imponían el orden, y de muchas injusticias con algunos de los moradores del pueblo. Allí se encuentra un batallón de Infantería, fue así como en mi mente se fue creando la idea de ser militar, en mi inocencia de niño solo quería ser alguien que ayudara a la gente, que los defendiera de las injusticias de la vida y de aquellos que querían aprovecharse y apoderarse de lo poco o mucho que conseguían con el sudor de sus frentes. Así fue como nació la vocación hacia mi Ejército Nacional de Colombia. Fue así como en el año 1995 llegó el momento de estar más cerca de alcanzar mi sueño, prestar mi servicio militar, debiéndome presentar en el mes de diciembre del mismo año en el batallón de artillería No. 1 “Tarqui” en la ciudad de Sogamoso.2 Con tan solo 15 años de edad viajé a dicha ciudad para cumplir con el deber de todo hombre a la patria… pero la dicha no me duró mucho; por ser menor de edad no me dejaron continuar prestando mi servicio y me mandaron a sacar la libreta militar. Mis anhelos de ser militar seguían, investigué cuánto costaba el ingreso a la Escuela Militar de Cadetes, “General José María Córdoba” la verdad 1 2

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Cimitarra es un municipio de Colombia, situado en el norte del país, en el departamento de Santander. Se encuentra a 200 km de la capital departamental, Bucaramanga. Sogamoso es un municipio colombiano situado en el centro-oriente del departamento de Boyacá en la región del Alto Chicamocha. Es la capital de la Provincia de Sugamuxi, se encuentra a 228.5 km al noreste de Bogotá, la capital del país, y a 75.8 km de Tunja, la capital del departamento.

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cuando me dieron respuesta del valor quedé sin palabras, sin embargo, mis deseos me hacían soñar y no veía obstáculos. Pasaban los días y seguía mi preocupación por la falta de dinero para ingresar a la Escuela Militar de Cadetes, comencé a buscar un trabajo en lo que fuera; se me dieron las cosas porque mi Dios no desampara a sus hijos, logré ingresar a trabajar como cajero en una droguería, me pagaban el mínimo y haciendo cuentas me llevaría unos buenos años para completar toda la plata para la incorporación a la Escuela Militar de Oficiales. Cambié de rumbo y como mi anhelo era ser militar me acerqué a las oficinas de incorporación de la Escuela de Suboficiales en Bucaramanga, pregunté cuánto costaba el ingreso a la escuela y me dijeron que aproximadamente $900.000 pesos, valor con el cual yo sí contaba en esos momentos; fue así como en agosto de 1997 ingresé a la Escuela de Suboficiales “Sargento Segundo Inocencio Chincá”. Mi estadía en la Chincá no duró mucho ya que conté con la suerte de que hicieron una convocatoria en la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba” (ESMIC) para alumnos de la Chincá que quisieran hacer curso para Oficial. Fue así como después de tantos sacrificios llegué a la ESMIC para hacer realidad mi sueño de ser Oficial del Ejército Nacional. Mi anhelo era llegar algún día como Oficial al batallón de mi pueblo natal, lo cual a través de muchos esfuerzos lo logré, salí de la gloriosa Arma de Infantería y escogí como mi primera Unidad el Batallón de Infantería No. 41 “Rafael Reyes Prieto”; ese primero de junio de 2001 empieza mi vida como militar en el grado de Oficial. Eran muchas las expectativas y preguntas que tenía, una de esas era cómo sería mi reacción ante el primer combate, ante mi primer Soldado herido o asesinado y también qué sería de mí si llegara a pisar una mina, eran muchos los escenarios que se pasaban por mi mente, pero siempre he sido muy realista, por eso estaba consciente que a cualquier momento podía vivir alguna de estas experiencias. Llegué al batallón y efectuamos presentación ante el señor comandante, el señor Teniente Coronel Mario Augusto Valencia Valencia hoy en día un señor General de la República; me asignaron a la compañía de instrucción, pero se acuerdan que les había dicho que yo era oriundo de Cimitarra, pues esto ocasionó que el señor Sargento Mayor del batallón hablara con mi Teniente Coronel Mario Valencia para que analizaran mi situación ya que según el Sargento Mayor mi familia y mi vida corrían peligro por parte de los 380 Memorias Imborrables - Segunda Edición

autodefensas de la región ya que posiblemente me podían conocer y tomar represalias contra mí, todo esto concluyó en la sabia decisión de sacarme agregado para el batallón de Infantería No. 42 “Batalla de Bomboná” ubicado en Puerto Berrío (Antioquia). Mi agregación fue al Centro de Instrucción y Entrenamiento de la Brigada 14 lo que hoy en día es el BITER 14, llegué a ese pueblo que para esa época estaba permeado y su comercio manejado por las autodefensas. Se cumplió el tiempo para el traslado de Unidad, mis expectativas en cuanto a la nueva Unidad eran demasiadas, esperaba un batallón de contraguerrillas o una brigada móvil y si estaba de buenas un batallón del Arma de Infantería, porque para fortuna mía no contaba con padrino militar, mi único padrino; se acercaba el tiempo de salir la OAP3 y ya me estaba preparando para irme para cualquier lado de la geografía colombiana, pero una tragedia tocó las puertas de mi vida; un accidente de tránsito me ocasionó una lesión muy grave, tuve problemas en la columna, como aplastamiento y desviación de algunas vertebras y lo más delicado fue la fractura de la cerviz No. 4, para aquellos que no sabemos nada de medicina les comento que la persona que se fractura esta vertebra automáticamente se desnuca y en casos muy remotos poco probables quedan vivos pero en condición cuadripléjica, sí señor, podemos estar hablando de un milagro en mi vida, como dicen “no era mi día”. Regresé al batallón a realizar mis terapias y esperar mi recuperación; estaba pendiente de mi traslado, cuando me llaman de la oficina de personal de la Brigada, inmediatamente vinieron a mi mente muchas preguntas del porqué me mandaron a llamar, fui a la brigada en eso de las 09:00 am y me presenté ante el Oficial de personal, cuando me preguntó que, si era Yann Dubian Blanco Parra, ante lo cual yo respondí que sí, inmediatamente me dijo que debía estar al día siguiente a las 06:00 am en la Brigada de Aviación 25 para presentar pruebas de admisión para curso de piloto de ala rotatoria, de una vez yo solicité que revisaran bien porque de pronto se habían equivocado de nombre y me estaban confundiendo, ya que para esa época en el Ejército quien ingresara a la Aviación era porque había dado unos excelentes resultados operacionales y yo no tenía. La verdad yo estaba estupefacto ante esa noticia, por dos grandes razones, la primera porque yo no tenía ningún conocido en los altos mandos que me pudiera haber ayudado a ingresar a la Aviación y segundo porque mi estado de salud no era el más adecuado… ¿se acuerdan del accidente 3

Orden Administrativa de Personal

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que me ocurrió? la fractura de la columna, donde yo no podía hacer ningún esfuerzo físico porque sino me podía ocasionar hasta la muerte; entonces la verdad esa oportunidad se me esfumaba entre las manos, ante esa situación de mi estado de salud yo no quería ir a presentar las pruebas para ingreso a la Aviación. Me presenté en la Brigada de Aviación, empezaron las pruebas, la verdad mis probabilidades de pasar eran remotas, fui pasando una a una las pruebas sin novedad, hasta que llegó otra prueba complicada y eran los exámenes médicos dentro de los cuales estaban las radiografías de columna donde un gran porcentaje de personas se queda, ya que son muy estrictos en ese tema en la aviación; no aceptan la más mínima desviación de columna; ahí fue donde yo dije que hasta aquí me había llegado mi proceso, ya que mi columna no estaba en muy buen estado. Me entregaron los resultados y vaya sorpresa cuando leí el dictamen médico donde decía en resumidas palabras lo siguiente “estado de la columna normal, espacio entre vertebra y vertebra normal, no presenta desviación” la verdad quedé aún más sorprendido ya que eso era un milagro, convencido una vez más que tengo un Dios muy grande; así es como empiezo mi curso como piloto militar. Llegué a la EMAVI4, allí desarrollé mi curso hasta que llegó el día del examen final, el momento de presentar la prueba del vuelo solo para poder graduarnos como pilotos básicos de helicóptero, pero el destino me tenía deparado otro rumbo y la verdad no me pude graduar como piloto; las razones de este acontecimiento no fueron académicas o psicológicas, fueron más de índole personal. Mi carrera militar tomaba otro rumbo, tenía que volver a mi gloriosa Infantería: mi fusil, mis soldados, mis operaciones militares, nuevamente a matar zancudos y comer ración. Nada más y nada menos fui a parar al departamento de Arauca al Batallón Especial, Energético y Vial No.1. Ese batallón estaba recién creado de acuerdo con lo que me dijeron en la información de comando que recibí cuando me presenté, me hablaron de unos cuatro años aproximadamente, así mismo en la información operacional pude evidenciar que los resultados operacionales no eran muchos, solo me hablaron de decomisos de marihuana, gasolina, entre otros tangibles no de mayor peso; no había pasado ni un mes cuando el señor comandante de batallón me asignó a una misión que llevaban preparando hace ya varios meses atrás, mucho antes de que yo llegara a la Unidad. 4

Escuela Militar de Aviación de Fuerza Aérea

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Entré a la operación y gracias a Dios me fue bien, obtuve mis primeros resultados operacionales como también los primeros para la Unidad; mi Coronel me felicitó y me volví el Oficial de cuanta operación había, operación que tenía que estar presente, bien fuera en la vanguardia o de cierre, pero ahí estaba; me convertí en objetivo militar del enemigo que delinquía en la jurisdicción, gracias a mis resultados operacionales. Se rumoraba que pagaban diez millones de pesos por mi cabeza en la región, esto la verdad, en bien de alegrarme me preocupó, me convertí en el objetivo del Frente Domingo Laín Sáenz del Eln en la jurisdicción; fueron muchos los atentados que hicieron contra mi vida de los cuales, afortunadamente, salí ileso. Mi preocupación estaba en que pasara rápido el tiempo para salir trasladado y hacer las cosas muy bien para que no corriera riesgo mi vida y la de mis hombres; fueron dos largos años en Arauca, hasta que llegó el día de mi traslado y me enteré que en la Orden Administrativa de Personal (OAP) decía que iba para el Batallón de Infantería No. 40 Luciano D`elhuyar; solo me quedaba esperar que llegara la fecha de presentación. Me encontraba por los lados de Fortul, cuando recibí la orden de ir subiendo para Samoré (N/S) para entregar mi material de intendencia y armamento para que saliera con mis días de permiso y así cumpliera mi traslado; cumpliendo esta orden comencé mis movimientos hasta que logré llegar a los límites de Samoré un corregimiento muy pequeño de norte de Santander que queda cerca a la Base donde estaba el puesto de mando del Batallón, una vez establecido en un punto seguro me reporté por radio al Comando del Batallón donde informé que en las primeras horas de la noche estaría ingresando a la Base de acuerdo con lo ordenado. Estaba dando algunas órdenes a los comandantes de escuadra cuando de pronto el radioperador5 me informa que mi Coronel me necesitaba al radio, le respondí el llamado a mi Coronel reportándome sin novedad; me causó curiosidad que mi Coronel me necesitara, si yo no hacía mucho me había reportado, fue entonces cuando me da la orden de anotar unas coordenadas, sin dudarlo procedí a escribirlas y por el tiempo que llevaba patrullando en la jurisdicción inmediatamente me ubiqué en el terreno y esas coordenadas apuntaban hacia “El Chuscal”6 aproximadamente a unos 20 kilómetros atrás de donde me encontraba, un sector lleno de cultivos de hoja de coca y por ende terreno disputado por Farc7 y Eln8 por su dominio; le dije a mi Coronel que cuál era la orden y me respondió que organizara 5 6 7 8

Soldado encargado de las comunicaciones del pelotón Vereda de Cubara – Boyacá Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército de Liberación Nacional

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mi gente (soldados) para que en las primeras horas me desplazara en movimiento táctico en forma coordinada con el pelotón que tenía a cargo ese sector e hiciera un registro, montara un puesto de observación y en horas de la noche retornara hacia la Base para continuar con el proceso de entrega de material y personal para que cumpliera mi traslado. En horas de la noche realicé el primer movimiento, me acerqué hasta cierto punto donde hice un descanso largo, me reporté al pelotón que se encontraba en ese lugar para organizar el siguiente movimiento, este pelotón se encontraba al mando de un Oficial más antiguo, por lógica el orden del desplazamiento en el eje de avance yo iría punteando; organicé mis soldados, di las instrucciones de coordinación y me preparé para iniciar el movimiento. Amanecía9 y con mis soldados empezamos el desplazamiento, me le reporté a mi Teniente para que alistara sus hombres y se uniera detrás de nosotros; avanzábamos y ya casi llegábamos al punto, estábamos a unos tres kilómetros del objetivo. Hicimos un alto ya que tocaba cruzar un obstáculo artificial el cual era un puente colgante, paso obligado para la tropa por situación geográfica del terreno; realizamos el cruce tomando todas las medidas de seguridad del caso, la tropa pasó sin novedad este requerimiento. Le timbré por radio a mi Teniente para informarle que hiciera alto ya que había que pasar un claro pequeño10 y la idea era que los soldados no se amontonaran, organicé mi pelotón en dos secciones, la primera sección (pequeña Unidad militar menor que un pelotón, pero más grande que una escuadra. MFRE 3-90) iba conmigo, la segunda quedó al mando del cabo, le dije al cabo que me prestara la seguridad mientras yo cruzaba, pasé el claro por un lado, cuando ya estaba al otro lado le timbré al cabo para que él iniciara el movimiento, entre tanto yo le aseguré el terreno para que él pasara. Ya había cruzado mi pelotón y debíamos continuar con el avance, seguimos desplazándonos cuando nos encontramos con un cerro11 aproximadamente de unos 150 metros de altura, tocaba subir ese cerro ya que las coordenadas apuntaban al otro lado; le timbré por radio a mi Teniente para informarle de la situación y dijo que subiera el cerro y cuando estuviera en la parte alta le avisara para él empezar a subir, fue así que empezó el final de mi estadía en Arauca, me dirigí al frente del eje de avance12 tomé 9 10 11 12

Domingo 29 de mayo de 2005 Terreno geográfico plano con poca vegetación Elevación natural del terreno de poca altura y aislada, donde generalmente abundan riscos, piedras o escarpas Área general a través de la cual debe moverse el grueso del poder de combate de una Unidad. MFRE 3-90

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contacto personal con el Soldado rastreador13 le di algunas instrucciones y le dije que me informara cualquier situación extraña que observara. El Soldado rastreador inició el avance, llevábamos unos 20 metros cuando ordené mandar hacer alto, volví y hablé con el puntero, le hice nuevamente la recomendación de avanzar con el mayor sigilo, inclusive el Soldado me preguntó que si me pasaba algo ya que me notaba un poco intranquilo, le dije que debíamos tener cuidado porque en Arauca en cualquier momento se prendía el combate; inicia nuevamente el desplazamiento cuando de repente, me dio lo que se llama comúnmente “una corazonada” le dije nuevamente al Soldado rastreador que hiciera alto, me quedé observando una matamonte que estaba al lado derecho a unos 20 metros de distancia de nosotros por un espacio de 30 segundos aproximadamente, luego giré la cabeza hacia la izquierda realizando una mirada general del sector cuando de pronto escuché un sonido como cuando lanzan una piedra y cae cerca de nosotros, inmediatamente miré hacia el piso para ver qué era lo que había sonado, cuando lo único que sentí fue un estruendo y una explosión que me lanzó unos metros atrás, al mismo tiempo del estruendo que había sido causado por una granada de mano que lanzaron, empezaron los disparos de fusil, ametralladora y lanzagranadas. Sí señores, en esa matamonte se encontraba un grupo de avanzada del frente Décimo del Eln “Domingo Laín Sáenz” me estaban esperando y tenían un área preparada para aniquilar la tropa en su paso, inicialmente entré en la emboscada con la primera escuadra de mi sección, algunos soldados se replegaron, pero los primeros desafortunadamente quedamos en la zona de aniquilamiento. Inicialmente, fui impactado por las esquirlas y onda explosiva de la granada que lanzaron al comienzo, aturdido y golpeado me levanté y busqué protección del fuego enemigo, le timbré por radio al batallón para informar la situación y pedir apoyo, sentía un ardor en la parte derecha de mi cara como cuando le sueltan una rama de un árbol y le golpean el rostro, pensé que una de las esquirlas me había cortado la mejilla, sentía la cara mojada y me pasé la mano para limpiarme, miré mi mano y era sangre lo que tenía en mi rostro. Todo esto pasó en segundos, mientras que los bandidos seguían disparándonos a mansalva; aturdido y golpeado ubiqué a mis soldados como también el punto de donde nos estaban disparando, el Soldado radioperador que estaba cerca de mí me dijo que cómo estaba, yo le dije 13

Soldado que va al comienzo del eje de avance

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que me habían cortado la cara, pero que fresco que eso no era nada, le pregunté por el Soldado rastreador y los demás soldados, me contestó que se encontraban más adelante, les dije a viva voz que maniobráramos por lanzas, la idea era salir de la emboscada, organizarnos y contraemboscar, pero las cosas se complicaban cada segundo más; el fuego enemigo era cada vez mayor, escuchaba disparos de fusil y ráfagas de ametralladora por todo lado, los bandidos se estaban agrupando y cercándonos cada vez más. Mis soldados al replegarse fueron cayendo en el campo minado que habían preparado los bandidos, mientras que yo observaba cómo bajaban los guerrilleros de la parte alta del cerro disparando sin misericordia. Maniobré a la par con algunos soldados, repeliendo el fuego enemigo, sosteniendo con disparos el avance de los bandidos para que los soldados que estaban en la parte de adelante fueran saliendo de la emboscada. El Soldado radioperador en su repliegue14 pisa una mina quedando prácticamente fuera de combate ya que la pierna derecha quedó destrozada junto con su brazo y mandíbula, la onda explosiva como algunas esquirlas impactan en mi humanidad causándome algunas heridas, saliendo a volar por los aires. Me levanto de este impacto y sigo el combate, mi preocupación era el Soldado rastreador y el radioperador, en esos momentos el fragor del combate no me hacía pensar en mis heridas. Mi situación de salud, aunque no me agobiaba en esos momentos, sí era un poco delicada ya que tenía esquirlas en todo el cuerpo y mi visión se estaba opacando; las esquirlas me habían hecho perder mucha sangre lo cual me estaba debilitando, pero aún así continuaba peleando ya que tenía que salir vivo de ahí junto con mis hombres. Bajo el fuego enemigo, explosiones de granadas y con el temor de no pisar una mina avancé hasta un sitio cerca donde estaba el Soldado rastreador; disparé con fuego nutrido hacia donde estaba el grueso de los bandidos para que el Soldado pudiese maniobrar y salir de la emboscada; en el repliegue el Soldado desafortunadamente cae en una de las minas instaladas por esos bandidos quedando mal herido, ya eran cinco soldados heridos que tenía, de los cuales dos eran de gravedad, el Soldado rastreador y el radioperador. Al observar la situación del combate y el estado de mis hombres llamé por el interno (radio HT 1000) al Suboficial que tenía el mando 14

Movimiento retrógrado planeado en el que una Fuerza rompe el contacto con el enemigo y se mueve lejos de este. MFE 3-90

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de la segunda sección diciéndole que se apresurara con el apoyo por parte de ellos, porque mis fuerzas se estaban acabando. En el transcurso del combate y repeliendo el fuego enemigo, evitando que nos coparan, una granada de mano lanzada por ellos cae cerca de mí impactándome una vez más, pero con la diferencia que las esquirlas impactaron en mi abdomen, parte de la cara y en mis piernas; una de esas esquirlas perfora mi pulmón izquierdo ocasionándome una hemorragia interna; empecé a botar sangre por boca y nariz, mis fuerzas ya se agotaban me estaba ahogando con mi propia sangre. Al observar la situación del combate, cómo estaba y que el apoyo de la tropa estaba demorado le timbré al Suboficial una vez más diciéndole que se apresurara ya que yo estaba mal herido, él me dijo que estaba haciendo todo lo posible por llegar hasta donde nosotros estábamos pero que los bandidos los tenían aferrados al terreno, ya que por la cantidad de disparos que venían de muchas partes del cerro podían deducir que los guerrilleros eran aproximadamente más de cien; le dije que hiciera lo imposible pero que nos sacaran de ahí porque estábamos heridos. Los bandidos sabían que por la superioridad de hombres que ellos tenían respecto a nosotros nos tenían aferrados y nos estaban golpeando fuertemente, la verdad el combate lo sostenía ya la segunda sección, porque los soldados que habían quedado conmigo en la emboscada estaban mal heridos y fuera de combate. Uno de los guerrilleros se da cuenta que yo estaba mal herido y comienza a gritar avisando al jefe de ellos que el comandante estaba jodido (herido) refiriéndose a mí; el jefe les dice que me subieran hasta donde él estaba que me quería ver la cara a ver cuál era la pendejada (acá dice una grosería). Un grupo de cinco guerrilleros aproximadamente empiezan a bajar buscándome, en el desplazamiento se encuentran con el Soldado rastreador quien estaba inconsciente debido a la mina que había pisado, se acercan a él y le intentan quitar su fusil, el Soldado se queja y trata de no dejarse, pero al final logran quitárselo y con el mismo fusil le disparan ocasionándole la muerte, se llevan el fusil y el chaleco con los proveedores. Se preguntarán ustedes por qué, si me estaba dando cuenta de eso, no hice nada. Simplemente, porque yo estaba ya agonizando, me estaba muriendo lentamente, me estaba desangrando por la cantidad de heridas a causa de las esquirlas que tenía en el cuerpo, me estaba asfixiando, se me acababa el oxígeno debido al trauma torácico que tenía, ya no me podía Memorias Imborrables - Segunda Edición 387


sostener en pie, solo me podía arrastrar; debido a estas circunstancias no pude hacer nada, mi impotencia ante esa situación era bastante. Seguían buscándome, pasaron a dos metros de distancia aproximadamente de mí y no me vieron; la verdad fue un milagro más en mi vida que no me encontraran; bajaron unos metros más y encontraron al Soldado radioperador, él también observó lo que estos guerrilleros habían hecho con el Soldado rastreador, cómo lo asesinaron vilmente; el radioperador también estaba debatiéndose entre la vida y la muerte, pero al haber visto cómo le quitaron la vida a su lanza, se hizo el muerto, estos bandidos se acercan le quitan el fusil y se dan cuentan que tenía en su espalda el radio de campaña, inmediatamente se lo quitan y uno de ellos preguntan que si ese … (acá dicen una grosería) estaba vivo, que lo remataran, uno de ellos mueve al Soldado y como lo ve lleno de sangre por todo lado dice que ese h… (Grosería) está muerto que se vayan de ahí antes de que llegue el resto y vuelva y se prenda el tastaseo (combate). Los bandidos se regresaron para unirse al grupo y nuevamente pasan muy cerca de mí buscándome sin lograr el objetivo que era encontrarme para llevarme donde su jefe; mientras tanto el combate seguía con la segunda sección ya que la intención de los bandidos era asesinarme, no querían perder esa oportunidad de matar al comandante del pelotón y mucho más cuando se enteraron que era el Teniente Blanco, aquel que les había neutralizado varios atentados contra la infraestructura crítica y contra las propias tropas. Llegó el apoyo de la compañía más cercana, toman contacto con el Suboficial que estaba a cargo de la segunda sección, él los pone al tanto de la situación, el señor Capitán comandante de esa compañía hace un análisis del terreno y del enemigo, observa que es un grupo de más de 180 guerrilleros y advierte a sus hombres que los bandidos están bien armados, que tengan mucho cuidado. Los bandidos al ver que llegó el apoyo y que ya el poder de fuego era mayor salen huyendo, es así como mi Capitán y sus hombres logran llegar hasta donde yo estaba y me prestan los primeros auxilios, yo les dige que al Soldado rastreador lo habían matado y que el radioperador se encontraba mal herido que lo ayudaran; logran sacarnos hasta un lugar donde podía entrar un carro para evacuarnos, mi Capitán se me acerca y yo le dije que cómo me encontraba, que no sentía las piernas y que me dolía la cara, él me dijo que no me preocupara que eran simples rasguños que tenía, que todo iba a salir bien. 388 Memorias Imborrables - Segunda Edición

Fue así como nos evacuaron al soldado radioperador y yo para la ciudad de Bogotá, llegamos sobre las 20:00 horas al Hospital Militar entramos por urgencias, hasta esa hora yo seguía consciente de todo lo que pasaba a mi alrededor, mi preocupación era la cicatriz que me iría a quedar de la cortada que tenía en mi cara, ya que la esquirla que sentí que me había impactado en el rostro me ocasionó un ardor como cuando uno sufre una cortada, por lo tanto mi intranquilidad era que mi cara quedara marcada de por vida. De un momento a otro se me oscureció todo, me desmayé, desperté al otro día después de unas cuatro cirugías que me practicaron durante toda la noche, inmediatamente me miré por todos lados, mis piernas, mis brazos, levanté mis manos hacia mi rostro, sentí una venda al lado derecho de mi cara que tapaba mi ojo y parte de la mejilla, volteé la mirada y en la habitación se encontraba acompañándome mi madre, ya se podrán imaginar cómo estaba ella, solo con mirar su rostro pude notar su preocupación, dolor y angustia por lo que me había pasado. Enseguida entra el médico para saludarme y verificar cómo había amanecido, mi ansiedad no me dejaba tranquilo y lo primero que le pregunté es cómo me encontraba, ya que yo me miraba vendas y gasas por todos lados, pero sobre todo la venda de mi cara era la que me preocupaba; él voltea a mirar a mi mamá y me dice: Yann, todo gracias a Dios ha salido bien hasta el momento, usted llegó muy mal anoche pero ya está fuera de peligro, solo tenemos un pequeño inconveniente con su ojo derecho. Yo le pregunté que cuál era el inconveniente, me dijo que el problema era que una esquirla había afectado mi visión del ojo derecho, yo pensé que había sido una afectación en el iris o cornea del ojo, a lo cual le dije al doctor que eso con una cirugía lo podíamos arreglar. El médico me dijo, Yann es que usted desafortunadamente perdió su ojo derecho, ya no podrá volver a mirar por él; tuvimos que extraer lo poco que le quedó después de que la esquirla lo estallara; en milésimas de segundo hice un repaso de la situación del combate que había tenido e inmediatamente dije que el ardor que había sentido en mi cara no era de una posible cortada sino del estallido de mi globo ocular a causa de la esquirla; el mundo se me vino encima, jamás pensé perder un ojo, en tiempos anteriores llegué a pensar que de pronto perdiera una pierna, un brazo pero un ojo ¡nunca! Recuerdo que mi madre al ver que me quedé callado y estupefacto ante la noticia que me dio el médico, iba a romper en llanto, inmediatamente reaccioné y le dije al doctor “pues doctor para ver lo que hay en este mundo, Memorias Imborrables - Segunda Edición 389


con un solo ojo basta” y solté una sonrisa, eso de cierta manera tranquilizó a mi madre, pero la verdad… yo por dentro estaba destrozado. Es así, como Dios una vez más me da la oportunidad de seguir en este mundo y solo Él, sabe cuál es el destino de cada persona; ¿y saben por qué lo digo? Porque como dicen por ahí, “no hay mal que por bien no venga”, gracias a estos sucesos, mi vida en la parte militar tiene un gran cambio, dejé la parte operacional a un lado y me dediqué a la parte administrativa, me preparé académicamente, hice algunos cursos en el tema de operaciones psicológicas, trabajé en temas de Acción Integral, todo esto me sirvió para escalonarme en la especialidad de Acción Integral y Desarrollo y hoy en día puedo atreverme a decir que voy a ser uno de los dos primeros Tenientes Coroneles de la Especialidad de Acción Integral y Desarrollo que va a tener el Ejército Nacional. La honra y la gloria sean para Dios.

SOLDADOS AGUERRIDOS, VALENTÍA ADMIRABLE Rogel Sánchez Ruiz

Yann Dubian Blanco Parra

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Internacionalista y Politólogo (Universidad Militar Nueva Granada); estudiante de la Especialización en Seguridad y Defensa Nacional (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); Especialista en Alta Gerencia (Universidad Militar Nueva Granada); Diplomado en Proyectos de Desarrollo (Escuela Superior de Administración Pública, ESAP); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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Por: Rogel Sánchez Ruiz No todos los comandantes, a mi parecer, han tenido la privilegiada oportunidad de trabajar con soldados aguerridos y valientes, que demuestran su casta en los momentos más difíciles, momentos en los que la adversidad apremia y la última carta por jugar es la de la disciplina, entrega, compañerismo y camaradería… la carta que permitió vencer en una difícil partida. Orgánicos de la compañía “Alemania” del batallón de Infantería No. 44 “Coronel Ramón Nonato Pérez”, con puesto de mando atrasado en Tauramena (Casanare), mitad paisas, mitad casanareños, joviales, trabajadores, siempre alertas, así eran los soldados del primer pelotón. Después de trabajar en la compañía Caribú, en la zona plana de la jurisdicción, en los municipios de Maní, Aguazul, Monterrey y Tauramena, el Comando de la Unidad táctica, me designa para comandar la compañía “A”, en un área mucho más difícil, el área montañosa del municipio de Pajarito, asegurando la vía carreteable que une al departamento con Boyacá desde el municipio de Aguazul hasta Sogamoso. Antes de ingresar al área las informaciones recibidas dan cuenta de una extensa red de milicias a lado y lado de la carretera, esta corre de norte a sur; hacia el oriente los municipios de Yopal y Labranzagrande y al oeste los municipios de Chámeza y Recetor. La Unidad fundamental no goza de muy buen reconocimiento en el batallón pues ha recibido algunos golpes en el desarrollo del conflicto. Cuando llego al área, cuando asumo el mando y empiezo a conversar con los soldados se hace más que obvio que los reveses en los que se han visto involucrados son resultado de la falta de experiencia, por una parte, y de lo difícil del área en un porcentaje mucho más amplio. De todos modos, no se puede evitar darse cuenta de la voluntad, entrega y compromiso que tienen para el cumplimiento de su trabajo. El frente 38 es bastante belicoso, protege un área casi sagrada y son expertos usuarios de las minas antipersonales, sagrada porque es un corredor estratégico que une las grandes planicies casanareñas con el departamento de Boyacá, y de allí es más fácil el tránsito al interior del país. Estos son soldados golpeados, han conocido la muerte, el miedo y el dolor que solo sienten los soldados cuando han entrado en combate, esto les 392 Memorias Imborrables - Segunda Edición

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ha hecho adquirir, a punta de golpes, la madurez de la guerra, comparados con los soldados de la compañía “C”, son más disciplinados, más vigilantes, más compañeros, son más convencidos de la importancia de hacer las cosas bien y de mantener la cohesión de la Unidad. Ese es el común denominador de los cuatro pelotones. No me quejo, también los cuadros de mando son muy buenos personajes, exigentes y comprometidos. Como la misión es la seguridad de la carretera, las Unidades se mueven de manera paralela a la vía, paralelos también al río Cusiana que baña estas hermosas tierras. No ocurren novedades durante el año 2005, se adelantan misiones tácticas sobre las áreas sin mayores contratiempos. Para mediados del mes de noviembre de este año, el mando decide agregar la Unidad (Pelotón) al Batallón de Contraguerrillas No. 29 “Héroes del Alto Llano”, que para la época se encontraba ubicado en el municipio de Labranzagrande. El helicóptero Black Hawk descarga las tropas en la vereda “Usasá”, zona rural en la parte alta del pueblo, allí somos recibidos por el comandante de la compañía “A”, mi capitán Alvarado inmediatamente nos asigna un área de responsabilidad en el dispositivo y en horas de la tarde, entera al personal de la misión, ubicación sobre el terreno, últimas informaciones y proyecciones del enemigo, nuevo para nosotros, el frente “José David Suárez” del autodenominado ejército de liberación nacional, Eln. Después de varios días de patrullar el área, se reciben informaciones sobre la presencia de un grupo de guerrilleros en el área general de la vereda El Guacal, recibiendo víveres y realizando algunas actividades exploratorias. De acuerdo con las mismas informaciones se estima que la cantidad de subversivos oscila por los 25 hombres en armas. La información llama bastante la atención de mi Mayor Paguay, comandante del batallón de contraguerrillas, de los Oficiales y de los mismos soldados, pues empieza a configurarse la oportunidad para golpear a este grupo. Sin más se planea y se da inicio a una misión táctica hacia el sector con gran expectativa, los soldados, veo yo, despliegan todos sus conocimientos y experiencia para el cumplimiento del deber, esto permite, más o menos a las 14:30 horas del 25 de diciembre, advertir una emboscada de alrededor de 9 hombres sobre una de las vías de aproximación. Se toman todas las medidas necesarias para contra emboscar a los sediciosos y resultado de esta acción se reporta la huida de los guerrilleros, quienes al parecer llevan personal herido, en el camino registrado, por donde huyeron se encuentran rastros de sangre y múltiples elementos que hacen pensar de esta forma. 394 Memorias Imborrables - Segunda Edición

La decisión del comando del batallón es terminar de registrar sin emprender la persecución de los guerrilleros, entendible decisión, pues en ocasiones anteriores estas persecuciones terminaban poniendo a las tropas en condiciones desventajosas en las cuales eran vulnerables al ataque planeado de la guerrilla en lo que para la época se conocía como “áreas preparadas”. En esta primera ocasión pude medir lo que mi percepción había recibido meses antes, los soldados son valientes, aguerridos y disciplinados, por encima se les ven las ganas de triunfar, nadie hace nada solo, no hay protagonismos, se nota el cuidado de los unos por los otros, se ve sincronía y subordinación en el desarrollo de la maniobra, cada quien asume su responsabilidad con pundonor. Imagino que algo bueno vieron esos soldados en mí, a partir de esos eventos se afianzaron la confianza y la reciprocidad de mando y obediencia, hicimos bien las cosas, aunque no se pudieron percibir de manera directa los resultados de esta acción, días después un reporte de inteligencia técnica reportaba la baja en desarrollo de operaciones militares de 4 sujetos comprometidos en ese combate. Por orden del comando de la brigada, las compañías “A” de todas las unidades tácticas deben salir a permiso en la segunda quincena de enero, pero las condiciones del terreno y comprometimiento de tropas obligan a que mi Unidad reciba la seguridad del repetidor de comunicaciones ubicado en “Cerro Branza”, que hasta el momento era resguardado por el segundo pelotón de la compañía “A” del batallón de contraguerrillas. Diferente a lo que se pueda pensar, mi Unidad asume sin reclamos la nueva misión, teniendo en cuenta que también debíamos salir a permiso, de acuerdo con lo ordenado. La seguridad se asume el día 12 más o menos del primer mes de 2006, es una subida relativamente corta pero exigente, es un cerro con una altura de 2.680 metros sobre el nivel del mar, sin mayor vegetación, rodeado por grandes rocas, con una única vía de acceso, seco, no hay fuentes hídricas. La base, está ubicada en la cota más alta, tiene una forma ovalada con una ensanchada cintura casi en la mitad demarcada por una gran roca que divide la tropa de alguna forma, los cambuches son semienterrados, mitad debajo de la tierra y arriba 3 ó 4 hileras de costales terreros y terminados con plástico negro. La vista no puede ser más espectacular, en días despejados se ve el páramo de Pisba, majestuoso, imponente; se debe ahorrar agua pues por las difíciles condiciones del líquido entra en timbos de 5 galones Memorias Imborrables - Segunda Edición 395


por vía helicoportada1, o si no se debe recoger en unas piscinas artesanales construidas al lado de los cambuches; las madrugadas y las tardes extremadamente frías por la acción inclemente del viento y la visibilidad en la noche alcanza más del 90% de restricción, hay noches en la que no puedes ver tu propia mano a 10 cm de la cara. Cuando la tropa saliente parte hacia el casco urbano se toma el dispositivo y se ensaya el plan de reacción y contraataque, las informaciones del grupo de 25 con el que nos enfrentamos el día 25 de diciembre es bastante cerca y no se descarta la intención de atacar lo que ahora es mi cerro, nuestro cerro. Se ubican las armas de acompañamiento, se asignan tareas de seguridad y se mantiene constante observatorio hacia el suroeste, hacia el cerro “Pan de Azúcar”, un cerro más pequeño pero que da línea de vista y distancia para el uso de armas antitanque (ejemplo RPG)2 hacia el helipuerto de la base, de difíciles condiciones, donde las maniobras de aproximación y aterrizaje de las aeronaves las hace altamente vulnerables. Pensar en una incursión es difícil, ya que la vía de acceso, aparte de ser única está cubierta con observatorios, puestos de escucha y fuego reglado de ametralladoras y morteros, también con alertas tempranas y con un sistema SIDEBAFI.3 Igual se hace la tarea de tomar todas las medidas de seguridad. La vida transcurre con la mayor normalidad, todas las medidas de seguridad dan la confianza de poder detectar cualquier tipo de incursión. El día 20 de enero, ocho días después de haber llegado, en las primeras horas, 00:45 horas, me despiertan voces agitadas y zumbidos de ojivas de fusil, rápidamente me percato de la acción subversiva y me preparo para liderar mi Unidad. Cuando salgo del cambuche lo primero que veo es un fogonazo repetitivo que dirige fuego hacia el cambuche ubicado al lado del mío, allí hay dos soldados que no han podido salir y tratan sin éxito abrirse campo entre el fuego enemigo. Tomo posición de rodillas y tratando de aprovechar la oscuridad de la noche apunto hacia la luz emitida en cada disparo y justo antes de accionar mi arma soy víctima de un artefacto explosivo accionado en mi contra, la primera sensación se recibe en el brazo, pierna y perfil derecho, igualmente se siente sangrado en la cara emanado de la cabeza. Sentí que el fusil se partía en dos y me inunda el entendimiento un ensordecedor pitido resultado de la explosión.

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Los movimientos helicoportados hacen referencia a los realizados apoyándose en el uso de aeronaves tipo helicóptero, comunes en el ámbito militar; algunos de ellos son la única opción para sitios remotos con imposibilidad de accesos terrestres. Lanzagranadas antitanque de fabricación rusa, munición cohete de 85mm Sistema de defensa para bases fijas; está compuesto por cargas explosivas dirigidas accionadas de manera manual.

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El afán de salir de este sitio me obliga a revisarme rápidamente, percatándome de que en términos generales estoy bien. Me apresuro hacia el centro de comunicaciones, carrera que debo detener en la cintura ensanchada de la base, aquí debo cerciorarme de pisar terreno seguro pues la oscuridad y los sonidos del combate me hacen pensar que puede haber guerrilleros dentro de la base. Cuando logro el momento preciso entro al cambuche donde funcionaba la estación repetidora y donde también pernoctan un Soldado y un Suboficial del Batallón de Contra Guerrillas No. 29 “Héroes del alto llano” (BCG-29), responsables del funcionamiento de dicha estación. Está completamente solo, no hay nadie y los radios están incompletos, ¡quieto hijueputa!, gritan detrás mío, cuando giro alcanzo a percatarme que es el Soldado de la repetidora y me identifico rápidamente, me apuntaba con su fusil, “se nos metieron”, me dice, y al indagar por el Suboficial me dice que está afuera tratando de esconder los radios, también me relata una acción en la que debió repeler con nutrido fuego de fusil a un guerrillero que estaba a escasos 3 metros de la entrada del cambuche, atrincherado tras los paneles solares de la estación. El adversario al parecer tenía como objetivo entrar a esta dependencia. Salimos rápido y en esta salida nos damos cuenta de la primera baja de las propias tropas, el Soldado profesional Cuéllar Camacho, “el flaco”, estaba en el piso, con buzo de lana, sin fusil, estaba muerto; encontramos al Suboficial, el Cabo segundo trataba de ocultar dos radios bajo la inmensidad de estas rocas, esto demandaba escarbar con las manos, tarea que se hizo más fácil cuando unimos esfuerzos los tres. Empecé al mismo tiempo a escuchar un quejido cerca de allí, una voz conocida… uno de los mejores soldados del pelotón, ¡ayúdeme mi Teniente!, me dijo el Soldado profesional Calderón Otros al darse cuenta que yo estaba allí, me acerqué a su posición y a su lado también herido estaba uno de los soldados de más escasa antigüedad, mi Soldado Marcolino. El primero herido en el costado derecho, con respiración apesadumbrada por la acción de una esquirla de granada de mortero4, de más de 15 cm, el otro tenía un disparo en la parte baja de la espalda. “¿Puede pelear?, le dejo un fusil cargado para que apoye así no se mueva” le dije, a lo que me contestó, “no mi Teniente, no soy capaz, me duele mucho, sáqueme de aquí, y sálgase usted también”, la advertencia me la hacía porque en la posición siguiente como a cuatro metros yacía inerte el cuerpo del Soldado 4

Arma de tiro indirecto, normalmente de avancarga y ánima lisa que hace fuego con grandes ángulos de elevación.

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profesional Avella, operador del MGL, “el pelado reaccionó pero un “man” le llegó ahí y le disparó”, efectivamente, cuando lo revisé tenía un disparo en la cabeza que asumo le cegó la vida de inmediato. Cada vez veía más difícil la situación, los radios tácticos tipo escuadra no funcionaban, impidiéndome la comunicación con los comandantes subalternos, decidí entonces montar un pequeño e improvisado puesto de mando resguardado por algunas rocas, este serviría después para reorganizar la Unidad. Con el Cabo y el Soldado de comunicaciones sacamos a los dos heridos e iniciamos el proceso sanitario para tratar de mitigar la salida de sangre y canalizarlos.5 Me dispuse pues a pasar revista, el Cabo que al igual que nosotros hacía de todo en ese momento, me informa que ya había reportado la situación a la Décima Sexta Brigada y al comando del batallón, que en contados minutos me pondrían en línea con un Comando Superior. La revista no podía ser más desalentadora, asesinados en su puesto de reacción se encontraban el Soldado profesional Camacho, operador de la ametralladora y su ayudante, el Soldado profesional Ramírez; no aparecían dos soldados de la segunda escuadra, Duarte y su lanza, los bandidos se habían hecho a cuatro de mis fusiles y la ametralladora. El conteo de heridos llegó a siete incluyéndome. Este fue el doloroso parte que entregué vía radial al señor Teniente Coronel, Oficial de operaciones de la brigada, quien me alentó de manera inmediata a mantener la calma, el control, el mando; a que transmitiera ese mismo aliento a mis subalternos dejándome claro que los resultados negativos hasta el momento habían sido producidos por la acción sorpresiva del enemigo pero que dependía de mi Unidad no permitir aumentar esta nefasta estadística y que confiaba en nuestras capacidades para revertir los resultados. Además me informó que una aeronave de la Fuerza Aérea partía en ese momento para apoyar lo que en la base sucedía. Las palabras de mi Coronel y el sobrevuelo de la aeronave efectivamente acrecentaron el arrojo y valentía de los soldados, la primera muestra de disciplina fue el acatamiento irrestricto de las instrucciones dadas para reconfigurar el dispositivo, la segunda fue la de una total disciplina de voces y ruidos y la tercera, muy importante fue la de disciplina de fuego, solo disparar a objetivos rentables, fue la orden. Cada disparo emitía un incandescente fogonazo que delataba la posición del soldado y esto lo hacía presa de un nutrido ataque guerrillero. Esto nos permitió por sonidos 5

Canalizar, médicamente, es una técnica invasiva que nos permite tener una vía permanente al sistema vascular del paciente. A través de esta vía podremos administrar sueroterapia, medicación y nutrición parenteral.

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empezar a ubicar las posiciones enemigas, estaban cerca, unos 25 metros calculo, y se alentaban unos a otros, arengándose para culminar su ataque. El helicóptero, aunque sobrevolaba no podía entregar armamento sobre los bandidos, el difícil ambiente atmosférico se lo impedía, pero cada vez que ametrallaba, su fuego era certero, los soldados y yo, todos nos sentíamos respaldados. Pero eso no impedía a que la guerrilla atacara por momentos con más fuerza, pero con más fuerza respondían los soldados. Una y otra vez hasta que el piloto irrumpe al radio: “Alemania 6 de Rapaz… Alemania debo iniciar movimiento hacia Yopal para reabastecer combustible y reamunicionar! Hágale que lo está haciendo bien, no pierdo tiempo porque sé que aquí me necesitan, no se vaya a dejar joder”, y después de decir esto se fue sobrevolando hacia el sur. La cara de desaliento de los soldados se combinó con una estrepitosa arremetida de los bandidos interrumpida por una fuerte explosión. “¡¡Verifiquemos!! ¿Cómo está la gente?”, era mi afán, todos se reportaron sin novedades pero para aliento propio las ráfagas de la guerrilla se acallaban. … “¿qué pasó?”, “El SIDEBAFI mi Teniente, Amaro les activó esa vaina”, escuché entre la oscuridad, e inmediatamente sonaron las otras cinco cargas que circundaban la base. Quejidos y órdenes de repliegue era lo que se empezó a escuchar del otro bando, los soldados casi de manera temeraria empezaron a salir de las posiciones y abrían fuego sobre los guerrilleros que se arrastraban tratando de ocultarse. Hasta “Aníbal” el ejemplar canino el binomio explosivo sintió el ímpetu de la tropa, salía de la posición, corría sobre la trinchera, ladraba como queriendo espantar al diablo en persona y se ocultaba nuevamente. Cada uno, hasta los heridos, trataba de aportar su granito de arena. Todos ubicados en la primerísima línea defendían como leones lo que hasta ese momento había sido su casa, su base. En medio del combate uno de los soldados solicita el apoyo de otros dos, “voy a traerle la ametralladora mi Teniente”; cundinamarqués, paisa y llanero, los tres se lanzaron hacia la parte baja del sector occidental, seguido ráfagas y gritos, gritos de guerra que minutos después me mostraban el resultado, estos tres valientes no solo traían consigo la averiada ametralladora, por acción de los disparos, sino que también, alzado, casi a rastras el cuerpo del atrevido bandido que había osado robar nuestra ametralladora. En los registros también se encontraron fusiles abandonados, entre ellos pude recuperar los cuatro fusiles que al principio pensé perdidos, los habían botado en su huida los guerrilleros y además habían abandonado cinco más de los que les pertenecían a ellos. Memorias Imborrables - Segunda Edición 399


Los soldados que no aparecían llegaron al lugar donde me encontraba; una desventajosa situación táctica los obligó a no contestar el llamado realizado. Amanecía y la luz del sol permitía cada vez más visualizar un nuevo ambiente. De la brigada me ordenan alistar un helipuerto alterno ya que el de la base se encontraba minado, para la evacuación del personal dando prioridad a los heridos. El soldado Calderón Oros, el de la esquirla en el costado, aparte de darme fuerza moral toda la madrugada, caminó, en contra de su situación de salud hacia el nuevo helipuerto, encima de los cambuches. Ayudó a caminar a otro, algo impensable en otro tipo de persona. A las 08:30 aproximadamente se realizó la evacuación. El enfermero que iba en el helicóptero elogió el trabajo que había realizado Barbosa Bernate, el enfermero de mi pelotón, quien mantenía conscientes a los heridos, hizo un trabajo impecable en la canalización y cada uno llevaba la marca de los medicamentos suministrados. Este breve relato es la visión propia de lo ocurrido ese 20 de enero de 2006 en Cerro Branza, pero detrás de este, hay treinta y tantas historias más, vividas de manera diferente. Hoy puedo decir que en mi carrera militar, este ha sido el día en que más orgulloso me he sentido de una Unidad bajo mi comando. Todos unidos, cohesionados, en familia sorteamos de la mejor forma la adversidad que horas antes había logrado, sin pena lo digo, robarme la tranquilidad. El arrojo, la valentía y verraquera de mis soldados habían dado valor a las palabras del señor Oficial de operaciones, no solo impedimos un descalabro institucional sino que habíamos logrado golpear al enemigo, al término del día tres muertos (guerrilleros) en desarrollo de la operación militar y la incautación de cinco fusiles era el nuevo reporte. Honor y gloria a los soldados de “Alemania uno” que perdieron la vida en cumplimiento de la misión y gracias infinitas a quienes heridos o en condiciones óptimas lucharon a mi lado permitiéndome hoy en día, no solo estar adelantando el curso de Estado Mayor, sino disfrutando cada día al lado de mi familia, en mi Ejército y bajo la eterna protección de Dios Todopoderoso. Gracias a Dios, a los muertos, los heridos y a cada uno de los soldados que pelean cada día por un mejor país.

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Rogel Sánchez Ruiz (Infantería)

Oficial del Ejército Nacional. Titulado en Ciencias Militares (Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdoba”); Especialista en Administración de Recursos Militares para la Defensa Nacional; Diplomado en liderazgo (Escuela de Armas y Servicios); candidato a Maestría de Seguridad y Defensa Nacionales (Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”); integrante del Curso de Estado Mayor CEM 2018.

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