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BAJAR COSTOS sin perder calidad

COLUMNISTA

Ing. Marcelo Javier Torrielli marcelo.torrielli@grupoecons.com

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Enero del Año 2020. Todas las empresas del rubro se encuentran ante un escenario que obliga a realizarse la siguiente pregunta: Podemos bajar costos sin perder calidad? O dicho de otra manera: Se puede encarar la reducción del costo directo de algunos de los componentes de un producto, por ejemplo la materia prima principal, sin que dicha reducción afecte la relación con nuestro cliente?

Mayo del Año 2020. Todas las empresas del rubro se encuentran ante un escenario que obliga a realizarse la siguiente pregunta: Podemos bajar costos sin perder calidad? O dicho de otra manera: Se puede encarar la reducción del costo directo de algunos de los componentes de un producto, por ejemplo la materia prima principal, sin que dicha reducción afecte la relación con nuestro cliente? Pero teniendo en cuenta ahora que los costos directos están siendo afectados por la inesperada obligación de cumplir con nuevos y rigurosos protocolos de Limpieza, Higiene y Sanitización, por una logística que se replantea mediodía a mediodía,

por un humor individual y colectivo que oscila entre la depresión y la euforia, casi sin escalas, entre otras “ayudas” propias y ajenas.

Vayamos por partes para aclarar este tema tan vigente.

Para lo cual sugiero partir del siguiente punto de inicio: El cliente prefiere nuestro producto por sobre otros productos de distinta calidad pero hay un punto límite a partir del cual su fidelidad puede entrar en dudas. Y ese punto límite ocurre cuando algunas de las variables o atributos que contribuyeron a construir dicha fidelidad cambian

“para peor”, al punto tal que el cliente fiel ya comienza a dudar de nuestro producto. Ejemplos de variables o atributos que les interesan a nuestros clientes.

“Ahora vienen en un menor tamaño” “Antes lo entregaban con un envase muy lindo” “Entiendo que aumentó la materia prima pero el de la competencia es más barato”

Y así podemos encontrar un gran número de dudas y cuestionamientos que inexorablemente nos llevan a una pregunta clave (y cuya respuesta debería contribuir a la sustentabilidad de la empresa): ¿Qué pierdo y que gano al modificar la calidad del producto? Y esta es la parte que como socios,

dueños, gerentes, colaboradores, debemos resolver rápidamente y sin caer en la tentación de “probar a ver que pasa”. Y si además agregamos al escenario que la competencia decide bajar el precio del producto y pregona efusivamente que a pesar de la baja de precio, la calidad del producto no baja, más apremia buscar soluciones. Y cuales son las soluciones posibles al escenario planteado. Allí vamos. En el producto confluyen materia prima e insumos que, durante la búsqueda de la reducción de costos, pueden ser reemplazados sin que el cliente note la diferencia o, en el mejor de los casos, prefiera el cambio realizado. Pero si el cliente percibe que nues-

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tro producto no es el mismo, es posible que un porcentaje importante de consumidores comience a evaluar otras opciones en el mercado.

¿Es lo que queremos? Porque la competencia apremia y debemos tomar una decisión. Por ello la principal recomendación para salir airosos de esta encrucijada consiste en comenzar a trabajar en la estructura productiva óptima (EPO). La estructura productiva óptima es la combinación de los actores principales del proceso productivo alcanzada luego de un intenso trabajo de observación en el lugar donde se realiza el producto.

Esa observación debería dar como resultado un método de trabajo que permita definir, armar y sostener en el tiempo la estructura productiva que blinde la fabricación del producto de la tentación del cambio por costo (total… ¡el cliente no se va a dar cuenta!) y en consecuencia profundice un estilo de operación que responda a herramientas de gestión simples y fáciles de implementar, de forma tal que antes de cualquier “cambio en la fórmula”, hagamos cambios en la “cocina en la cual desarrollaremos la fórmula en toda su extensión”.

¿Y cuales son dichas herramientas? - Gestión del Orden y Limpieza de los sectores y activos involucrados. - Evaluación constante de los tiempos de producción. - Análisis y seguimiento de los datos de la operación. Las herramientas son muy buenas para lograr el objetivo buscado. Será cuestión de privilegiar su uso por sobre recetas tentadoras pero de alto riesgo para la sustentabilidad del producto y en consecuencia, del negocio.

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