1816 - 14 de julio - 2016 Bicentenario de la muerte del primer libertador de Nuestra América Cuando Miranda murió en la prisión española de La Carraca, en Cádiz, en las costas venezolanas comenzaba a tomar un nuevo aire la lucha por la independencia de Venezuela. El 6 de julio, en Ocumare, Bolívar ratificó la liberación del pueblo esclavizado como un mandato de la revolución. Gregor MacGregor, junto a 600 hombres, buscaba la ruta hacia Angostura, donde los republicanos se hacían fuertes. En los Llanos y en Oriente se consolidaban las posiciones patriotas. En ese contexto, eran de gran importancia la unidad de mando, la extensión de la guerra a la totalidad del territorio y la decisión de integrar todas las tropas en un solo ejército. Esas eran ideas que Miranda ya había concebido, convencido como estaba de que a un imperio no se le podía enfrentar sin la unificación de todos los frentes y todas las fuerzas. Esa estrategia respondía a su aguda visión geopolítica e histórica de que la independencia debía ser continental. Él fue el primero que tomó los riesgos de llevar a los hechos la idea de la emancipación de la América como una sola gran nación. Fue el primer libertador que coincibió e impulsó su liberación como una empresa de esa dimensión. Miranda no murió en combate, pero su proyecto le costó la vida, que vio fin el 14 de julio, día en que se conmemora la Toma de la Bastilla, emblema de la Revolución Francesa, de la que también fue héroe. Y la guerra que retomaba calor en estas tierras tenía la impronta de su ideario, en el cual están las claves de la defintiva independencia, por la que hoy Nuestra América sigue luchando.