Bicentenario de la Batalla de El Juncal

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Bicentenario de la Batalla de El Juncal 27 de septiembre de 1816 Ministerio del Poder Popular para la Cultura/ Fundación Centro Nacional de Historia / RIF. G2000-8479-0 www.cnh.gob.ve www.agn.gob.ve www.archivodellibertador.gob.ve La Red de Historia, Memoria y Patrimonio tiene el honor de conmemorar el bicentenario de la batalla del Juncal, un brillante episodio militar que en la pluma de reconocidos historiadores ha quedado plasmada para honrar la gloria de aquellos heroicos combatientes que sacrificaron incluso sus vidas por la felicidad de la patria. Esta importante acción de armas, enmarcada en la lucha por la liberación del Oriente de Venezuela tuvo lugar el 27 de septiembre de 1816, en las cercanías de la ciudad Barcelona. En ella destacaron valientes oficiales patriotas como Manuel Piar, Gregor MacGregor, José Tadeo Monagas, Carlos Soublette y José Antonio Anzoátegui, acompañados del pueblo oriental en su búsqueda por la libertad, rompiendo con la imposición del sistema colonial español. Mientras Simón Bolívar permanece en Haití organizando una nueva expedición hacia Venezuela, miles de venezolanos entablaban una lucha desesperada para recuperar las ciudades orientales. Este importante triunfo en El Juncal, por varios meses, permitió a los republicanos repeler por tierra las amenazas de las tropas realistas sobre Oriente. Libres de esas amenazas, el siguiente paso consistió en dirigir el teatro de la guerra más al Sur, a la Provincia de Guayana, la que sería liberada al año siguiente, estableciéndose allí la sede la República de Venezuela, y el nuevo impulso para la liberación definitiva de la Nueva Granada y Venezuela. Ese es el valioso legado de la batalla del Juncal. Pablo Wenceslao Hernández, Manuel Piar, s/f. Colección Palacio Federal Legislativo, Asamblea Nacional. Fotógrafo: Alfredo Padrón.

La Batalla de El Juncal abrió el camino a la libertad

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ntre los años 1816 y 1819, el eje de la lucha por la independencia de Venezuela se libraba en los Llanos y en Oriente. En los Llanos, partidas guerrillera al mando de José Antonio Páez mantienen la resistencia. En Oriente, Santiago Mariño, Manuel Piar, José Tadeo Monagas y otros valientes patriotas encabezan la lucha. En esos cuatro años, dos batallas terrestres serían determinantes para el futuro de la guerra. Una de ellas fue la batalla de El Juncal, acaecida el 27 de septiembre de 1816, es decir, hace 200 años. La llegada de los orientales a Venezuela Gracias a la llegada de Simón Bolívar a las costas orientales de Venezuela, en julio de 1816, proveniente de Haití, la guerra de independencia retomaba su sangriento vigor. Entre los hombres venidos con Bolívar a su país natal, en la travesía llamada Expedición de Los Cayos estaban la mayoría de los líderes insurgentes orientales, quienes, rápidamente emprendieron una tenaz campaña de liberación que permitió ocupar importantes ciudades del Oriente venezolano entre agosto y septiembre. La reunión de tropas en Barcelona En julio de 1816, Bolívar pasó de Carúpano para Ocumare de la Costa, con la intención de emprender una campaña en los Valles de Aragua. Pero esta tentativa terminó en un desastre. Bolívar debió embarcarse nuevamente y salir de las

costas de Venezuela. Sin embargo, un grupo de combatientes tomó la decisión de internarse en el territorio abriéndose paso entre el enemigo. Estos 600 soldados marcharon por Aragua y los llanos de Guárico, en una movilización conocida por la historia como la “Retirada de los Seiscientos”, bajo el mando del general escocés Gregor MacGregor, logrando victoria tras victoria llegar hasta Barcelona. Por su parte, Manuel Piar, quien dirigía las operaciones en Maturín, al tener noticias de la ocupación de Barcelona por las tropas de José Tadeo Monagas. El encuentro de estas fuerzas se produjo el 25 de septiembre.

flanco izquierdo quedaba al mando del propio Piar. En medio de la batalla, pese a resistir las primeras cargas de los realistas, Piar debió retroceder ante las fuertes embestidas de la infantería enemiga. A su auxilio acudió MacGregor, quien mandaba tropas más veteranas, y con el grito de “!Soldados avanzad a la bayoneta. Venced o morid!”, prendió de entusiasmo a sus tropas y lograron derrotar definitivamente a los españoles. Morales logró escapar con apenas 300 soldados hacia las montañas de San Bernardino. Perdió su artillería, caballos y todas las municiones. Había sido una victoria plena para los patriotas.

La sangrienta batalla Una vez en Barcelona todas las tropas orientales reunidas, el 26 de septiembre llegaron los avisos de la aproximación de Morales. Esa misma tarde, empezó el desplazamiento de los combatientes al encuentro del enemigo en la sabana de El Juncal. El inminente combate se produjo a tempranas horas del 27 de septiembre de 1816, en las cercanías de Barcelona, en donde los republicanos con Manuel Piar a la cabeza, lograron derrotar a Morales y sus tropas realistas. Aunque la cifra de los efectivos que participaron en la batalla varía entre los algunos autores, la más aceptada es que del bando patriota estuvieron 1.300 combatientes, mientras que del realista eran 1.100. Piar, al ver que los españoles estaban ordenados en tres columnas, organizó su ejército con el ala derecha a cargo de MacGregor y el

Una batalla determinante La batalla de El Juncal no es sólo una más de nuestra larga historia de luchas, sino una batalla decisiva para la liberación de toda la región oriental. De no haber contado con la victoria en esa ocasión, los patriotas hubieran puesto en gran peligro el vasto y rico territorio que habían ocupado desde Güiria hasta Barcelona, y de allí hasta Maturín. Este triunfo reconoció las dotes militares de Piar, quien ahora tenía el camino más despejado para iniciar una nueva campaña al Sur de Venezuela, en la Provincia de Guayana. Allí librará la segunda batalla más importante de su carrera militar, la batalla de San Félix, el 11 de abril de 1817, un paso cumbre para la liberación de Guayana. Pero fue la victoria de El Juncal, la que abrió el camino de la libertad para todo el Oriente venezolano.


Manuel Piar, el vencedor de El Juncal Uno de los más reconocidos biógrafos de Manuel Piar, Asdrúbal González, en su libro Manuel Piar, nos aclara un dato muy discutido por algunos historiadores, acerca de la supuesta retirada del curazoleño del campo de batalla cuando su columna, encargada del ala izquierda republicana, estaba siendo derrotada por los realistas. Pese a que reconoce la derrota que estaba padeciendo el ala izquierda que conducía el general Piar, González desmiente la afirmación de su escape de la acción. Por otra parte, su narración sobre la batalla del Juncal tiene la acertada pertinencia de citar a uno de los testigos presenciales de aquella jornada de armas. Estos dos aspectos hacen que su libro, Manuel Piar, sea considerado relevante para estudiar la batalla del Juncal. A continuación fragmentos del libro

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n menos de dos meses formó Piar un ejército en los llanos de la Provincia de Barcelona. Con la actividad que exigían las circunstancias, tomando como núcleo los destacamentos del Coronel Barreto y otros jefes guerrilleros, realizando una labor de convencimiento y captación hacia importantes grupos de llaneros que actuaban como bandoleros luego de ser licenciados quince meses antes del ejército de criollos que dirigieran Boves y Morales, he aquí que a finales del mes de agosto está en capacidad de moverse hacia la costa, combinando un operativo con Mariño, que sitiaba a Cumaná. Es entonces cuando recibe desde los llanos guariqueños solicitudes de ayuda enviadas por la División del Centro, que de victoria en victoria, se acercaba a la región oriental. En su avance hacia Barcelona, supo la ocupación de esta plaza por la caballería al mando de José Tadeo Monagas. Allí se posesiona del mando en Jefe, en virtud de su mayor graduación, y se prepara a recibir al ejército que mandado por Morales, seguía las huellas de Mac Gregor. El encuentro decisivo para la liberación de las provincias orientales, sería el 27 de septiembre de 1816 en El Juncal. Fundidas la División del Centro con la del Llano en un solo ejército superior a los 1.300 efectivos, enfrentaron 1.100 soldados de infantería y caballería dirigidos por Francisco Tomás Morales. ‘Como a las siete de la mañana –decía un testigo de la acción– entró en línea el ejército republicano. El ala derecha se componía de una división de infantería y dos piezas de artillería al mando de los generales Mac Gregor y Soublette, y varios escuadrones de caballería a las órdenes del general José Tadeo Monagas. La izquierda constaba de infantería y caballería de Cumaná, mandadas por los generales Freites y Piar (…) La artillería republicana principió el fuego con

Retrato de Manuel Piar en: Baralt, Rafael María y Díaz, Ramón, Resumen de la historia de Venezuela, París, Imprenta de H. Fournier, 1841.

Vicente Escobar, Francisco Tomas Morales, La Habana, 1824. Colección Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

un buen suceso sobre la izquierda y reserva de los enemigo, pero su ala derecha hizo replegar la división de Piar y Freites. Entre tanto nuestra derecha avanzaba a paso lento, restableciendo siempre su alineamiento y sosteniendo sus fuegos de infantería y artillería. Fue voz pública que entonces, habiendo observado Mac Gregor la ventaja que el enemigo iba adquiriendo sobre nuestra izquierda, tomó la bandera del batallón de honor y dijo: ¡Soldados avanzad a la bayoneta. Venced o morid! Al propio tiempo avanzó también con denuedo el general Monagas, con su caballería sobre el flanco izquierdo enemigo, penetró a su centro y pasó luego a obrar a espaldas de la caballería del comandante Alejo, previa la dispersión de su infantería, con lo que fue precisado éste a suspender la persecución en que llevaba él la de Freites y Piar; y esto fue causa de la completa derrota del enemigo’.1 La columna de Piar y Freites, integrada totalmente por soldados bisoños, recién reclutados en los llanos de Maturín que apenas habían experimentado ligeros combates destruyendo partidas realistas, tuvo que resistir todo el peso de la batalla. Contra estos soldados actúan experimentados comandantes de la talla de Alejo Mirabal y Rosete, quien perecería en la acción. Muy distinto a la compacta y aguerrida columna Mac Gregor, que viene de ganar importantes acciones en Quebrada Honda y El Alacrán, con excelentes cuadros de oficiales; y la caballería de Monagas, igualmente disciplinada, quienes deciden el nudo de la acción, salvando la columna Piar. Que éste se retiró en derrota, hay que aceptarlo así, pero que abandonó el campo de batalla, y hasta llegó a Barcelona a embarcarse y ponerse a salvo, como se han encargado de señalarlo sus detractores –“Esta acción, que ha sido magnificada por algunos escritores e inscrita a la gloria de Piar, fue en realidad un triunfo del escocés (Mac Gregor) y no del curazoleño, pues éste, en medio del combate y creyéndolo perdido, abandonó el campo y corrió hacia Barcelona” (Parra Pérez)– no corresponde a la verdad histórica. La batalla la ganó Piar y la perdió Morales, porque entonces como ahora los jefes principales son los que ganan o pierden batallas. Y eso de ver a nuestro héroe huyendo a ponerse a salvo, llegando incluso a Barcelona situada a más de cuatro leguas de distancia del campo de batalla, es contrario a la lógica de los hechos y contradice toda una vida de valentía y pundonor militar en nuestros libertadores (…)”. Fuente: González, Asdrúbal, Manuel Piar. Valencia, 1979, pp. 81-83.

1  Relación de Juan José Conde, B. A. H., Nos. 77-80, p. 119. Sobre esta relación se basan todos los autores. Escrita sin embargo veintitrés años después de la batalla y por un militante en las filas realistas para ese momento, debe tomarse con las limitaciones que aconsejan ambas circunstancias.


Operaciones del realista Francisco Tomás Morales y del patriota Pedro Zaraza Entre las numerosas reseñas que encontramos sobre la batalla del Juncal tenemos la de Pedro José Vargas, quien en su biografía del general Carlos Soublette ha dejado interesantes anotaciones, como los movimientos del jefe realista Francisco Tomás Morales y del patriota Pedro Zaraza, como parte de las operaciones llevadas a cabo antes de la batalla. De igual manera, en la obra de Vargas intitulada Carlos Soublette, conocemos de la persecución que fue emprendida contra las tropas de Morales, escapadas tras la derrota propinada por los republicanos.

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a toma de Barcelona ha puesto a los patriotas en comunicación con la Isla de Margarita. De allí reciben municiones para la infantería y la artillería, dos piezas de batalla y algún armamento. También entran en contacto con el general Manuel Piar, quien a la sazón iba sobre Cumaná. Este jefe denodado marcha por la costa, sin pérdida de tiempo, con una división de infantería, y al llegar a Barcelona asume el mando de toda la fuerza, cual correspondía a su grado superior. Los patriotas aprovechan su estadía en la población para aumentar, organizar y ejercitar los batallones de infantería. En esta labor encuentran útil el empleo de las facultades de Soublette, quien posee una larga experiencia como instructor y organizador. Aprovechan la tregua para montar y poner en estado de servicio cuatro piezas de campaña y completar el armamento de la caballería. Sabedores de que Morales se viene acercando desde la provincia de Caracas con una fuerte división de infantes y jinetes, al fin tienen noticia de su llegada al pueblo de El Pilar. En Barcelona es esperada con ansiedad la incorporación de Zaraza, quien había sido

enviado a explorar los movimientos del enemigo. El valeroso caudillo patriota prefiere quedarse a la zaga de Morales, y este desde El Pilar se interna en una montaña cubierta de árboles que por allí se entiende, y al salir de ella toma el extremo de la llanura salitrosa que demora hasta el mar, acampando en el paraje que llaman El Juncal, precisamente la misma tarde en que los independientes salidos de Barcelona se sitúan en la misma llanada, por sin que aquellos lo adviertan, debido a la oscuridad y los montecillo que limitan la vista. Los realistas caen en la cuenta de que Piar se les viene encima al siguiente día 27 de septiembre, por el toque de alarma de los patriotas junto con el cual arrollan un cuerpo de caballería enviado a reconocerlos y se presentan en descubierto desplegados en batalla, a tiro de cañón del enemigo en la expresada salina de El Juncal. Muy pronto chocan las guerrillas, truenan las piezas de artillería republicana, el combate se aviva obteniendo algunas ventajas los realistas sobre el ala izquierda de Piar. Dura la pugna dos horas sin que Morales quiera desempeñar el formidable apoyo del espedo arbolado donde se parapetan los 1.600 veteranos que comanda. Sus tropas de vanguardia prolongan el combate. Piar pónese al frente de los

jinetes del ala siniestra de su ejército, y lanza repetidas cargas al flanco del adversario sin lograr quebrantarlo. La situación es por demás comprometida ante las inmóviles reservas de Morales que en un momento dado entrarían en acción para arrebatar la victoria a Piar, y entonces el jefe independiente decide jugarse el todo por el todo, cargando simultáneamente con toda la división hasta estrellarse contra las reservas peninsulares. Acordes en este propósito todos sus compañeros, Mac Gregor asume el mando del centro. Piar encabeza el flanco izquierdo, y Monagas el derecho. A una señal convenida la división republicana arrójase impetuosamente sobre las tropas de Morales, y las pone en completa fuga. Los realistas se retiran en desorden sobre el pueblo de San Bernardino. Mac Gregor y Monagas emprenden su persecución para destruir completamente las pocas partidas que logran escapar. Pero poco a poco Piar los contiene, y al día siguiente los separa de las tropas como rivales temibles”. Fuente: Vargas, Pedro José, Carlos Soublette. Caracas, Editorial El perro y la rana, 2008, pp. 53-54.

DATOS DE LA BATALLA Combatientes: 1300 patriotas 1100 realistas Comandantes: Manuel Piar Francisco Tomas Morales Ruta de Mac Gregor y la Retirada de los Seiscientos según Agustín Codazzi Ubicación Geográfica de El Juncal: Región norte del oriente de Venezuela, entre Píritu y Barcelona

Detalle: “Mapa de Venezuela para servir a la historia de las campañas de la guerra de independencia en los años de 1815, 1816 y 1817”, en Agustin Codazzi, Atlas Físico y Político de la República de Venezuela, París, Lithographie de Thierry Frères, 1840.


Además de Manuel Piar, otro de los generales de la batalla del Juncal fue el escocés Gregor MacGregor, quien destacó por su brillante actuación en aquella acción. Este general, partió de los Valles de Aragua, en lo que se conoce como la “Retirada de los Seiscientos”, una de las movilizaciones de tropas más audaces de la guerra de independencia, porque desafió a los realistas en los territorios que ocupaban desde Maracay hasta Barcelona, a través de los llanos guariqueños. La unión de las tropas de Mac Gregor con las de Piar y José Tadeo Monagas, en Barcelona, fue determinante para el triunfo de los republicanos en la batalla del Juncal. El historiador militar Héctor Bencomo Barrios, conocido por muchos como “el general Bencomo”, reseña aquel impresionante avance de las tropas de MacGregor en su obra Manuel Piar: estancias de una existencia provechosa, de la cual transcribimos el siguiente fragmento.

(…) el general Bolívar, con unos mil hombres, se embarcó en Carúpano el 1° de julio, con destino a Ocumare y, seis días más tarde, desembarcó en este puerto. A continuación será presentada la cronología de lo sucedido en Ocumare y sus alrededores, pues el propósito del presente trabajo es la narración de sólo aquellos sucesos directamente relacionados con Piar. El mismo día de su llegada [a Ocumare], despachó Bolívar al coronel Carlos Soublette a los Valles de Aragua, a fin de que formase una división y preparase, a cargo de Bolívar, que propiciarían la liberación de Caracas. Soublette tuvo que retirarse de los Valles de Aragua, ante la amenaza de fuerzas superiores, a cargo del brigadier Francisco Tomás Morales. Informado Bolívar de este movimiento retrogrado, salió de Ocumare a la cabeza de las pocas fuerzas que tenía disponibles y fue a establecerse en las alturas de Los Aguacates, donde fue derrotado por Morales, el 14 de julio. Bolívar se retiró a Ocumare y de allí a Choroní, donde se reembarcó rumbo a Güiria y las Antillas. En Choroní quedaron unos 600 hombres, los cuales, bajo las órdenes del general de brigada Gregor MacGregor, emprendieron un movimiento hacia Oriente, operación conocida como “retirada de los seiscientos”. Esta columna llegó a Barcelona el 13 de septiembre y, desde esta localidad, su comandante rindió informes a los generales J. B. Arismendi, S. Mariño y M. Piar, quienes se hallaban en Margarita, cercanías de Barcelona y Maturín, respectivamente. Informado Piar en Maturín de la llegada de estas tropas a Barcelona se trasladó a dicha ciudad con unos 700 hombres, de lo que se conocía como “división de Oriente” y el 25 de dicho mes se produjo la unión de su columna con la que mandaba MacGregor (“división del Centro”). Allí, Piar tomó el mando de la gran unidad resultante. Al día siguiente se

tuvo conocimiento de la presencia de fuerzas realistas en la sabana de El Juncal, cercana a Barcelona por la parte occidental. Era una columna de unos 1.100 hombres, mandada por el brigadier Francisco Tomás Morales, la cual había seguido a los republicanos. Ese mismo día, en horas de la tarde, la columna republicana, cuyos efectivos eran del orden de los 1.300 combatientes, se puso en marcha y fue a tomar campamento a dos kilómetros del área donde se hallaba Morales con su gente. A tempranas horas del 27 se produjo el encuentro entre los contendientes. Morales tenía dispuestas sus tropas en tres columnas protegidas por un bosque. Los republicanos avanzaron y se desplegaron en batalla. La derecha (MacGregor) estaba constituida por el batallón Cazadores, la caballería de Monagas y dos piezas de artillería; la izquierda (Piar), por los batallones Maturín y Barlovento y una compañía de dragones. El ataque de la derecha, lanzado contra la izquierda y la reserva de Morales progresó a satisfacción, no así la izquierda que fue rechazada y luego perseguida. No obstante este éxito local, los republicanos obtuvieron la victoria, cuando MacGregor y Monagas cargaron contra la retaguardia realista. Morales, con su derrotada división, se retiró a Uchire. Hay un hecho que siempre ha intrigado a los investigadores y estudiosos del proceso independentista: el recuento de la batalla, contenido en el boletín N° 7 de la división del Centro, aparece inconcluso, por causas hasta ahora desconocidas.1 Fuente: Bencomo Barrios, Héctor, Manuel Piar: Estancias de una existencia provechosa. Caracas, 2006, pp. 68–69.

División del Centro.– Boletín número 7. Un repique general de campanas, y el toque de la diana, acabó de exaltar el entusiasmo de la División que ya estaba impaciente por marchar al enemigo. Hubo por la noche una brillante iluminación en la ciudad, músicas y vivas repetidos por las calles. El 24 se cantó una misa solemne, y un TeDeum en acción de gracias al Señor por haber conducido a nuestras espadas al impío que en esta misma Provincia ha profanado sus templos degollando indistintamente hombres, mujeres y niños hasta en los mismos altares. Apenas se habían concluido, cuando inesperadamente se recibió aviso de la boca del río de haber arribado una flechera conduciendo al General Piar, que a la primera noticia oficial del movimiento de Morales, venía a nuestro socorro, siguiéndole por tierra a marchas redobladas la mayor parte de su División. Pusiéronse luego nuestras tropas sobre las armas para recibir con todos los honores militares a un Jefe tan intrépido y famoso. El 25 entró la División del Llano, que reunida a la del Centro, no formó ya más que un cuerpo con esta última denominación, y bajo las órdenes del General Piar; y el 26 a las tres de la tarde avisaron nuestras avanzadas que el enemigo había llegado a Juncal, y tomaba posiciones como para aguardarnos; al instante se pusieron en movimiento nuestras tropas y al anochecer acamparon a media legua del enemigo. Apenas amanecía el día 27, cuando nos pusimos en marcha, y habiendo reconocido el General en Jefe que el enemigo tenía su División formada en tres columnas, dentro de un bosque rodeado de malezas, y que lo hacían de difícil acceso, mandó desplegar en batalla a una considerable distancia, provocándolo al combate. Fue infructuosa esta operación, pues el enemigo permanecía inmóvil. El General dispuso entonces que se aproximase nuestra línea hasta el tiro de fusil; que el batallón de Cazadores inquietase la izquierda enemiga; que los cazadores de los batallones Maturín y Barlovento, con cincuenta dragones a caballo, ejecutasen lo mismo sobre su derecha; y que la artillería, acercándose todo lo posible, les hiciese un fuego vivo. Esta operación tuvo el mismo resultado que la anterior; al paso que el enemigo obtenía ventajas parciales sobre nuestra izquierda, no obstante haber sido reforzada progresivamente con el escuadrón Restaurador y con dos compañías de fusileros de Barlovento y los cazadores de Honor y Girardot. CARLOS SOUBLETTE, Mayor General. Fuente: Memorias de O’Leary, tomo XV, pp. 93-95

1 Memorias del General O’Leary, tomo XV, pp. 93-95.

Investigación: Félix Alberto Ojeda / Diseño y Diagramación: José Manuel Hernández - Luis Alexander Gil / Iconografia: Osman Hernández - Romer Carrascal

En la unión está la fuerza


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