LIBRO DE CARICUAO
Colección Monografías El pueblo es la historia
A 200 AÑOS DE LA INDEPENDENCIA, LA REVOLUCIÓN CONTINÚA
Federico Villalba
LIBRO DE CARICUAO
Caracas, 2009
Juan Barreto Cipriano Alcalde Mayor del Distrito Metropolitano de Caracas Gerardo Estévez Secretario de Gobierno Robert Galbán Secretario de Cultura Museo Histórico del Poder Popular Yahvé Álvarez Presidente Norka Noguera Asistente Adjunta a la Presidencia Oscar Battaglini Director General Arístides Medina Rubio Omar Hurtado Rayugsen Nelsón Guzmán Jorge Bracho Wilfredo Betancourt Alexander Torres Junta Directiva Leslie Hidalgo Gerente Editorial y de Investigaciones Maria Josefina Bravo Luciano Artiguas Correctores de Pruebas Scarlet Cartaya Mapas Julio César Miquilena Diseño Gráfico Oscar Morffes Fotógrafo Fondo Editorial del Museo Histórico del Poder Popular Editor Mapa de Caracas de Juan Vicente Bolívar, 1772 Imagen de Portada Gamaprisma C.A. Impresión Depósito Legal: LF22820099004448 ISBN: 978-980-7248-34-1 Agosto de 2008
Índice general
Introducción........................................................................................................9 Capítulo I Antecedentes históricos de la diversificación en la política exterior estadounidense hacia America Latina-El Caribe (1920-1970)..................................................................................................15 1.1- Europa, América Latina-El Caribe, y los Estados Unidos de América antes de la Segunda Guerra Mundial (1920-1940).................15 1.2. Europa, América Latina –El Caribe, y los Estados Unidos de América después de la Segunda Guerra Mundial (1940-1960)............22 1.3. Los Estados Unidos de América, significado histórico de la Revolución Cubana y la Alianza para el Progreso: Surgimiento de un “Nuevo Tipo” de Relaciones entre Norteamérica y América Latina- El Caribe (1959-1970)...................................................................31 Capítulo II Primera fase de la diversificación en la política exterior estadounidense hacia América Latina-El Caribe: administraciones republicanas de Richard Nixon y Gerald Ford (1969-1977). Administración demócrata de James Earl Carter (1977-1981).....................................................................................43
2.1. Administraciones Republicanas de Richard Nixon y Gerald Ford (1969-1977)..................................................................................................43 2.2. Administración Demócrata de James Earl Carter (1977-1981)..........55 Capítulo III Segunda fase en la diversificacion de la política exterior estadounidense hacia América Latina-El Caribe: administración republicana de Ronald Reagan (1981-1988)........81 3.1.- Administración Republicana de Ronald Wilson Reagan (1981-1988)..................................................................................................81 3.2.- Semblanza histórica de la personalidad política de Ronald Wilson Reagan...........................................................................................................83 3.3. La Nueva Derecha Republicana, la Política Exterior de la Administración Reagan, y América Latina-El Caribe............................89 3.4. El Comité de Santa Fe: “Nueva Política Interamericana para los años 80”, y América Latina- El Caribe....................................................95 3.5. El Plan Reagan (24-02-1982) para América Central y El Caribe........98 3.6 Administración Reagan, Comisión Nacional Bipartita sobre Centroamérica (Informe Kissinger), y América Latina-El Caribe.....104 Capítulo IV Tercera fase de la diversificación en la política exterior estadounidense hacia América Latina-El Caribe: administración republicana de George Bush (1989-1993)..........111 4.1. Administración Republicana de George H. Walker Bush (19891993)............................................................................................................111 4.2.- Semblanza histórica de la personalidad política de George Bush..113 4.3.- La “Iniciativa para las Américas” (Plan Bush-27 de junio de 1990) y América Latina y El Caribe...................................................................117 4.4.- Desmembramiento de la Unión Soviética y la Teoría de la Globalización de la Democracia Liberal, Ley Torricelli-Graham (23 de Octubre de 1992), y América Latina-El Caribe........................122
Capítulo V Cuarta fase de la diversificación en la política exterior estadounidense hacia América Latina- El Caribe: administración demócrata de Bill Clinton (1993-2001)...............122 5.1.- Administración Demócrata de William Jefferson Clinton (19932001)............................................................................................................131 5.2. Semblanza Histórica de la Personalidad Política de Bill Clinton......133 5.3 Administración Clinton, Plebiscitos en Puerto Rico: Plebiscito Bush-Colón (1991)- Plebiscito Clinton-Roselló (1993), y América Latina-El Caribe........................................................................................138 5.4. La Primera Cumbre de las Américas (1994) y la Teoría de la Globalización Económica Internacional, la Ley Helms-Burton (1995-96), y América Latina-El Caribe..................................................146 5.5. La Segunda Cumbre de las Américas (Santiago de Chile - 1998), Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y América Latina -El Caribe....................................................................................................158 5.6- Administración Clinton; “Plan para la Paz, la Prosperidad y el Fortalecimiento del Estado Colombiano” (Plan Colombia- 20002003), y América Latina – El Caribe......................................................161 Conclusiones.................................................................................................167 Bibliografía Seleccionada..........................................................................177
Dedicatoria
A muchas localidades se les define por su cercanía al mar, a un río o a una montaña; pero pocas son camino que va y viene, pocas son fluidez, transitoriedad; «adjuntas de los ríos y de las vidas». Pocas son abrigo de los bosques, vida y más vida que se desplaza a través de los siglos y que siempre ha visto una fronda, un cañamelar, el oro de los patios que bordean las aguas; las construcciones que sirvieron de refugio a muchos desplazados de los desastres naturales, que ha visto a los sobrevivientes de un sistema excluyente, a los que vinieron a construir un sueño y se encontraron con que el sueño es compartido, a los que saben que para que exista la miel deben existir las abejas, el panal y el trabajo conjunto. A los que lucharon contra el tiempo y el olvido. A esas vidas que contemplan desde el vagón, que han abordado el tren desde la colonia hasta hoy, que defendieron su espacio vital ante la invasión española «porque las sementeras estaban en flor»; a esa comunidad que tiene nombre de indio, al pueblo de Caricuao, le dedicamos este libro, que sólo aspira a compartir esa misma mirada donde todos nos reconocemos diariamente, a la vez que quiere acompañarlos en esa lucha contra el olvido que ha emprendido la colectividad, rescatando la memoria histórica y reseñando las luchas que han tenido las comunidades en la diacronía y en la sincronía cotidiana. Por ello queremos destacar la labor de los cronistas: Luis González, Guillén y el profesor Freddys Hurtado; de la profesora Scarlet Cartaya quién hizo el levantamiento cartográfico del espacio caricuense, el trabajo de la biblioteca Aquiles Nazoa, sus funcionarios y muy especialmente su
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directora Janeth Paz. La trayectoria de los frentes culturales, herederos , del Frente Cultural de Caricuao; el trabajo de los luchadores sociales, de los consejos comunales, especialmente el del barrio La Majada, en cuya vanguardia se encuentra la profesora Edith Burgos, autora de un excelente trabajo sobre la historia local de esa comunidad, así como Yoleima Oñate, José Lozada y Leti Vargas También debemos agradecer la ayuda de nuestros amigos caricuenses: Carlos Monterola, Luis Burgos, Coromoto de Burgos, y la profesora Judith González, directora de la Casa del Poder Popular, quienes con su afecto y dedicación nos condujeron por los caminos de la urbanización, de los barrios de la parroquia, así como por los caminos espirituales, donde se evidenció que nuestra gente al buscar la cristalización de una sociedad de iguales, cuyo centro sea lo humano, lo social y no el capital, sabe que aún cuando existan muchos obstáculos, el trabajo por nuestros semejantes, por las reivindicaciones y la justicia social, los acerca cada vez más hacia la felicidad. Para ellos estos versos antiguos de un poeta birmano, de la hoy Myanmar. Cuántas penurias para llegar hasta aquí! Pero ahora que he llegado Mi corazón no quiere detenerse Más allá, más allá -diceY sé que jamás terminará para mí el camino y que en este andar nada me detendrá. (Gustavo Pereira. El Peor de los Oficios. / 266)
La lucha por el territorio de la vida María Josefina Bravo Díaz.
Dice el poeta Gustavo Pereira que «…La historia de los seres humanos ha sido siempre lucha implacable por el territorio de la vida…», y todo historiador decimos nosotros, debe referir con veracidad, no solamente el combate, sino apostar por la vida en la refriega. Dotar a un pueblo de los instrumentos teóricos, de las informaciones pertinentes, que lo conduzcan a la reflexión acerca de su propia identidad es el mejor logro que puede tener un libro de historia local; y la mejor satisfacción para quién emprenda esta tarea. El Libro de Caricuao, en las palabras de su autor, pretende «…el rescate de la memoria histórica para hacer el discurso de la identidad [y para ello] … pasa por muchas instancias que rebasan los linderos del historiador tradicional…» El profesor Federico Villalba utiliza una multiplicidad de campos teóricos, a manera de redes interconectadas e integradoras, que le permiten el estudio de Caricuao como la unidad de esos micromundos del barrio, la urbanización, los parques, las fábricas, es decir, la comunidad, dentro de conjuntos mayores, como la ciudad, la Nación, el continente o el mundo. En ese estira y encoge de lo local, con sus contextos, muchas veces le es útil una crónica, un documento, un mapa, un censo, en el sentido más tradicional; así como una Carta de Barrio, una entrevista, una reunión con un Consejo Comunal, una excursión, la visión de un petroglifo, un poema, una misa, una música. Todo es un corpus semántico de la manera más
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heterodoxa para analizar y expresar, por ejemplo, la tenencia de la tierra y las relaciones sociales de producción, en los períodos: indígena, colonial, republicano, o capitalista. Así vemos, cómo en la evolución de ese espacio tiempo, se estudia las relaciones de los pueblos toromaimas con este primigenio lugar , llamado «Quebrada del Caribe», sus conexiones con otros pueblos indígenas, y su hábil resistencia ante el impacto español; luego, el periodo colonial, cuando estaba adscrita a la parroquia de Antímano; la etapa de las haciendas, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX; la irrupción capitalista, que quiebra la estructura agraria de las haciendas y la direcciona hacia unas nuevas, y alienantes, relaciones sociales de producción, que conducen al urbanismo de dicha zona, donde los obreros que construyen la urbanización (Bloque Experimental, Unidades Vecinales, Unidades de Desarrollo, Unidades en Pendientes, etc.,), comienzan a habitar los cerros y se origina una multiplicidad de barrios, con sus problemas de miseria y de exclusión social. Después de estos desarrollos arquitectónicos, construidos por el Banco Obrero, se crea la parroquia con territorios urbanos y no urbanos (como los Parques Metropolitanos), desmembrados fundamentalmente de las parroquias Antímano, Macarao y La Vega, de donde surge un nuevo mapa publicado en la Gaceta Municipal Nº 14602 del 8 de abril de 1975. El Caricuao rodeado de parques, ahora Parroquia Ecológica, es descrito minuciosamente en su dimensión geohistórica, destacándose los problemas que presentan los desarrollos urbanos no planificados e intrusivos, en las áreas verdes protegidas y no protegidas, a la vez que se presentan soluciones a los usos indebidos de dichos ambientes, desde la propuesta socialista de una ciudad comunal, donde se aspira que el lema con que fue creado el Parque Universal de la Paz, por los ambientalistas Eric Quiroga y Luis González Guillén, se haga realidad: «Latinoamérica: tierra fértil para los sueños». Pero esta historia de Caricuao también es contada desde la otra perspectiva por sus mismos habitantes, y es, quizás, uno de los aspectos más originales e inéditos del libro, que se cuenta la historia del barrio desde el barrio, que se cuenta desde los cronistas, desde los artistas, desde los comunicadores sociales, desde los sacerdotes, es decir, desde el pueblo. A la ciudad neoliberal, profundamente antidemocrática, segregacionista, excluyente, caótica, sin identidad, mercantil y depredadora
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de la naturaleza, el autor yuxtapone la propuesta de una sociedad socialista, donde se recuperen los espacios públicos se transformen eficientemente los servicios para el uso ciudadano, se incorpore el «paisajismo, la recuperación de nuestra memoria histórica» , y se le dé una nueva conceptuación a esa nueva distribución territorial que es la parroquia, apoyada en la organización del Poder Popular de los Consejos Comunales, con nuevas articulaciones en las relaciones sociales, alejadas del falso desarrollo, cada vez con más equidad, justicia, y con un control real de los espacios naturales como los parques y lugares públicos como las escuelas, los mercados, centros culturales, etc. Todos los análisis valiosos y las propuestas que nos ofrece este texto, configuran, más que el rostro de la ciudad, de la parroquia, el alma de un pueblo que busca, urgentemente, su conocimiento y ulterior transformación, para poder seguir viviendo con la dignidad y solidaridad que merece desde su propia humanidad. Dice una canción araucana: «toda la tierra es una sola alma / somos parte de ella». Federico Villalba ha evidenciado que es cierto, cuando nos demuestra que no hay nada más universal que lo local.
Localización relativa de la parroquia Caricuao. Distrito metropolitano de Caracas
Base Cartográfica Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar Mapas Topográficos:Caracas Nº 6847 (1:100.000), 2004 El Valle Nº 6847-III-NO (1:25.000), 2004
Ensayo introductorio: Los universos del tiempo local
Es tradición que en la introducción de un texto se le ofrezca al lector una visión global y suscinta de los temas abordados analíticamente en el ensayo. Si esto es así, la síntesis deberá descansar en una concepción del mundo expresada en una teoría. Cuando esta teoría se ejercita, se practica, y con ella se hilvanan, o traman, categorías, nociones, alegorías, metáforas y tantas figuras y símbolos lingüísticos, entonces estamos en presencia de un método, es decir, de una teoría en acción, o de una guía para la acción como solía decir Lenin. Indudablemente el arma teórica esencial, porque aquí se trata de la esencia del ser, es el tiempo, descendido al ámbito histórico, y aún cuando aterricemos en esta totalidad, como lo es el tiempo histórico, se trata de algo por demás complejo. Y lo complejo nos coloca, de inmediato, frente a un problema que, por lo menos debemos des-enredar, des-tramar, deshilvanar. Si nos detenemos aquí, y miramos hacia atrás, hacia lo que llevamos escrito hasta ahora, aparecen cuatro claves: el Tiempo, el Tiempo Histórico, lo Complejo y el Problema. Supongamos que tratamos de deconstruir el tiempo histórico; entonces deberemos recomenzar la tarea propuesta y vincularla con el tiempo, con lo complejo y con el problema, de manera que podemos decir, en una primera instancia y aproximación, que el Problema del Tiempo Histórico es sumamente complejo porque, y he aquí nuestro primer decálogo:
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Teoría e interconexiones: la totalidad invisible
nivel general Visión del Mundo Lenguaje
Discurso
la trama y las redes de redes
Estructura Integral Dialéctica del Método
ecología profunda raíces
tiempos históricos
teoría
historias locales
comunas
Memoría Histórica diacronía
El Curso de la Memoria consejos comunales
totalidad e interdependencia
poder popular
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I. No es lineal, como el cartesiano-newtoniano, sino que se encuentra relativizado por la conciencia. II. Es asimétrico: como el tiempo espacial. III. Es contradictorio: como en la dialéctica, en las paradojas en las antinomias. IV. Es topológico: que puede doblarse, como en matemáticas. V. Es relativo. VI. Es una red entre redes: como en la trama de la vida. VII. Es metafórico: como en las formas discursivas polisémicas; las metáforas arquitectónicas. VIII. Es transhistórico: porque va más allá de las disciplinas y de la historia. IX. En el tiempo histórico, el que mide y modifica lo medido. X. Es comprometido: no hay objetividad, ni objeto, ni sujeto. Hay visiones y concepciones del mundo. La teoría es ese velo que envuelve al sujeto, al objeto y a ella misma. Se subjetiviza, se objetiviza, se cosifica y vuelve al espacio que la vio crearse. Deberíamos imaginarnos al nivel teórico como un depósito, una abstracción concreta. Abstracto, porque no tiene un único asidero sino muchos; porque trasciende; porque es fuente creadora; porque irradia. Y es concreto cuando se acerca a algunas de estas realidades que funcionan a manera de praxis cotidiana. Pero de esas realidades emergen eventos que comienzan a dialogar con la palabra, como cuando, por ejemplo, operamos con una palabra pívot como «tiempo» y la vemos navegar históricamente (diacronía), en un espacioconcreto (sincronía), en unas estructuras lingüísticas concretas (niveles del lenguaje), y en un campo concreto como la física (tiempo relativo), la historia (tiempos evolutivos), la geografía (tiempos geohistóricos). La síntesis más acabada hoy, por ejemplo, es la de las realidades temporoespaciales o espaciotemporales. La teoría es esa fuente que está allí, latente, inconsciente a veces, que sirve de repositorio de datos, de metáforas, de nociones, de ideas, en fin, para que podamos abordar, en un discurso, la realidad de los tiempos de Caricuao. La teoría es, para un estructuralista, o psicoanalista, aquel plano inconsciente que suministra mensajes, o información, para que, a partir de
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allí, se haga realidad el mundo. Alguien llamó a ese nivel inconsciente, el depósito de la memoria escondida o un «vacío creador». El inconsciente es el máximo nivel de abstracción porque nadie puede localizarlo, definirlo, usarlo para tareas concretas, ni aplicarle ninguna de las categorías de la lógica formal o aristotélica, es decir, los parámetros de localización, de comprobación, de análisis o de concreción que supone «toda ciencia». El inconsciente es un nivel no asible, que funciona como una fuente virtual de alimentación, a los demás conscientes: subconsciente, consciente y demás formas de conciencia individual y colectiva. Cuando hablamos de inconsciente colectivo, nos estamos metiendo en otro lío teórico: ¿Habrá un inconsciente colectivo que alimente a una memoria colectiva?. Parece que sí y ello compete a la memoria colectiva de los pueblos y al tiempo recurrente presente en esa memoria. De manera que el rescate de la memoria histórica, para hacer el discurso de la identidad, pasa por muchas instancias que rebasan los linderos del historiador tradicional, de aquel que viene armado de un método histórico y de unas herramientas lógicas para elaborar su discurso acerca de «…la parroquia y su tiempo…». También este ensayo introductorio es de una naturaleza compleja porque va más allá, resume, discute, propone, afirma tesis, e incorpora elementos novedosos para una introducción. Deja problemas pendientes y se mantiene el aparato crítico que ha usado en el cuerpo del trabajo, agregando, de paso, algunos que han surgido en medio de esta redacción, como cuando nos topamos con las incursiones del maestro Tamayo al interior de la selva de galería, a «cazar zorros», ante la atenta, escrutadora y anonadada mirada del profesor investigador Efraín Moreno, quien ignoraba la presencia de zorros en la zona. Pero el maestro siempre regresaba con las manos vacías y con el cerebro lleno de refrescantes y nuevos bríos, siempre dispuesto a enseñar «…describo, porque tengo dolor social…» manifestaba a la edad de 70 años. La palabra-pívot, que funciona a manera de eje, es el tiempo; su sentido es multidireccional y su esencia muy compleja, a tal punto que, si seguimos especulando en torno a él, se nos aparecerá el espacio reclamando tiempo y reclamando espacios temporales. Por eso la palabra tiempo se viene escribiendo, en estos últimos años, como tiempoespacio, o espaciotiempo,
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y su ámbito es temporoespacial. Ya tiempoespacio es una sola palabra, que podemos escribir sin temor, pero no eludir su carácter complejo. Y la complejidad es la segunda noción que entra en este juego teórico que intenta acercarse a esa unidad compleja que llamamos Conjunto Caricuao, conocida en los anales de la historia como la región de «los pueblos del cacique Caricuao»; «el valle de los toromaimas; y el valle de Juan Jorge». Nosotros lo hemos definido como un conjunto integral, llamado geográficamente un graben, o depresión tectónica que forma, a su vez, un valle inestable pero muy rico al mismo tiempo. Este conjunto está formado por tres unidades articuladas en un espacio geohistórico: Parques Recreativos Metropolitanos (PRM); Unidades de Desarrollo Vecinales; y cerca de una treintena de barrios entrometiéndose en las dos unidades anteriores. Sin embargo, en el cuerpo del trabajo estas tres partes se tratarán en capítulos separados, para el análisis de sus particularidades, siempre en función de la red que los articula: la compleja coordenada temporoespacial. Por eso hablamos de tiempos complejos, tanto en un momento de la diacronía, como en la transición actual, definida por nosotros, más adelante, como Tiempos Decisivos de luchas para el cambio. El Tiempo Histórico de hoy es un tiempo de síntesis en donde concurren los tiempos evocados anteriormente. Ellos se cruzan, como el entramado del tejido y por eso aparecen velados, como el indígena, o, a manera de relictus, como el de las haciendas y sus viejos trapiches. Mientras tanto, el tiempo del capital esconde sus crisis en el ruido de las fábricas y en el dinamismo de las faenas. Encima de esta complejidad de los tiempos históricos se gestan los tiempos de cambios, que vuelven a involucrar al espacio, al ambiente, a la comunidad y, por supuesto, a la superestructura que envuelve a la ciudad, a la comuna. Y sin ir más lejos, podemos avanzar una primera síntesis de cambios para ser analizados en el cuerpo del trabajo. Se trata de una síntesis temporoespacial atrapada en una trilogía integrada por los PRM, el derecho a la ciudad, y el poder de los consejos comunales. Allí se dan la mano las tres claves del ensayo: ambiente - ciudad - comuna. Caricuao, definido metodológicamente por nosotros como una gran unidad, con una diversidad de contrastes, se enfrenta hoy a un tiempo de cambios cuya complejidad, también en el plano teórico, involucra, además de las claves ecológicas, citadinas y comunales, a la conciencia social, o a
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la conciencia de clase, que terminará por arrastrar a los demás elementos de la totalidad, como la educación y la cultura, aún cuando esta última sea expresión de rebeldía, de respuesta y de alternativas frente a la tradición, a la enajenación y al carácter mercantil consumista de las relaciones sociales de producción. Habría que agregar la conciencia fragmentada e instalada en el pensamiento único, el cual se reproduce, lamentablemente, en las aulas de clase, en la televisión, en la prensa, en la radio y, sobre todo, en la calle, en la casa y en el barrio como comuna. Por todo ello hablamos de tiempos muy complejos que, en el caso específico de Caricuao, hemos tratado de atrapar usando herramientas teórico metodológicas tales como totalidad, integración y redes interconectadas, para acercarnos a una unidad, como el Conjunto Caricuao, donde la diversidad toma la forma de un parque, de la UV-9, de un barrio como La Majada. Pero en este último, y como para hacer más compleja la cosa problematizada, se asumen y se re-suman los mismos problemas de la macroestructura, pues cuando su Consejo Comunal, en manos de los hijos de los fundadores, exige una escuela, una cancha, o una emisora comunitaria, es porque aspira a grandes cambios a partir de acciones minimalistas, como el arreglo de la caminería Los Próceres, que anuncian trasformaciones mucho más profundas. Este es el tiempo del siglo XXI. Tiempo de cambios, tiempo de redención, tiempos sociales, tiempos nuestros que trascienden las reformas propuestas. La Reforma es únicamente un hilo, una hebra de esa trama de la vida que, de tanto enhebrarse, terminará por formar al gran tejido de la Gran Araña: Abya Yala. II. El tiempo toromaima «La ciudad donde al presente resido…se halla en una comarca llamada Toromaima». Juan de Pimentel. Relación de 1578.
Frente al mapa de Suramérica, y observando la Amazonía, encontramos una unidad geográfica que fue fragmentada, desunida y
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muy golpeada, por el impacto del modelo europeo de dominación. Antes no existía esta fragmentación, pues la cosmogonía indígena no conoce soluciones de continuidad, de tal manera que los caribes no encontraron obstáculos para irse desde el Delta del Orinoco y estar al lado de sus hermanos aimaraes. América siempre fue Abya-Yala, un continente en expansión, como la llamaron nuestros antepasados. Ese nombre significó una «Gran Comunidad» de origen, de intereses, de usos y de trato humano hacia la naturaleza. Abya Yala es una comunidad integral y su espíritu seguirá luchando para que seamos cada vez más libres y, por ende, cada vez más integrados. Continuamos reivindicando al tiempo indígena, a la cosmovisión indígena y, por consiguiente, a las tierras indígenas. Precisamente a la hora de escribir la historia de los pueblos del cacique Caricuao, caemos en cuenta de que esa historia no comienza con la primera huella dejada por el mestizo Francisco Fajardo, antes de que Losada atravesara ese valle llamado de Juan Jorge, o de San Jorge. La historia de Caricuao comienza con los pueblos o naciones del cacique Caricuao, como lo apuntan cronistas de la talla de Oviedo y Baños en su Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela (1772), cuando refiere la ida de Losada «…hacia los pueblos del cacique Caricuao…». Como se trata de una introducción, quisimos hacerla a manera que el lector tuviese varias claves para penetrar en este micromundo complejo de la historia local del valle del caribe, sentido con el que se identifica la voz Caricuao, de forma que esta primera vía de acceso nos coloca, de inmediato, en territorio caribe, al menos en el nivel lingüístico, pues, al parecer, Caricuao es una voz caribe, aunque hay toda una polisemia en ella, es decir, una gran riqueza de sentidos. Acepciones como caricua (cerro), curucay (una planta para pintar), Guaricuao (cacique del río Turmero), caricuar (quebrada). Pero dejemos, por un momento a Caricuao como una voz toromaima, tal vez caribe, con su significado de «Quebrada del Caribe», y hagámosle honor a esa cosmogonía, para salir al encuentro de lo local con lo regional y con la Matria, con esa historia que está más allá de la costa, pero traída a Caricuao por caribes y por mestizos como Fajardo, quien llegó a Caricuao antes de Losada, acompañado de guaiqueries venidos de Margarita. A partir de este momento, Caricuao sería conocido como el valle de Juan Jorge Quiñones.
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En la Relación del gobernador Juan de Pimentel (1578), aparecen guaiqueries al lado de otras tribus originarias, como los toromaimas, nombre indígena del valle de Caricuao, según el propio gobernador. El valle de los toromaimas, por extensión, es el valle de San Francisco y su radio de influencia alcanzaba, además, lo que hemos estudiado como Itagua (La Vega), Caricuao, Macarao y Antímano, para solo nombrar los límites de la actual parroquia de Caricuao. También pudimos leer en la Relación de Pimentel que, además de la tribu caracas, voz alusiva al bledo, pira o amaranto, había un grupo de tribus que hacían mayoría, entre los cuales estaban los toromaimas, los guaiqueries y los quiriquires. Hay otras tribus, afirmaba Pimentel «…demás cantidad que los caracas, como son toromaimas, arnacateques, guayqueríes, quiriquires, mereyotes, marijes, taramas, guarenasija, garabatos, esmeregotos, boquiracotos…». (En Chópite 1986/158)1. Juan de Pimentel fue el primer gobernador de la Provincia de Venezuela que se vino, desde su asiento en Coro, hasta el Valle Toromaima. En su Relación, o informe al Rey, de 1578, asentaba que la mayoría indígena era de origen toromaima y que él se encontraba viviendo en ese valle. Según su versión, el valle lleva el nombre de un pájaro llamado «toro» y que canta «mayma». La versión de Oviedo, de 1772, nos ha servido para reforzar varias de nuestras hipótesis que hemos venido manejando en ensayos anteriores. Dos de ellas tienen que ver, directamente, con la historia de Caricuao. Las otras son de orden teórico, pero todas, en conjunto, apuntan hacia una nueva visión de la historia, muy alejada de leyendas negras y doradas, de «exactitudes cronológicas», o diacrónicas, de hechos aislados, de apego al pasado, del exclusivismo individualista y, en fin, muy alejados de esa historia fragmentada basada en fechas y datos para elaborar verdades eternas. El relativismo de la verdad es una premisa que nos permite abordar un hecho histórico y darle un nuevo giro, nuevos bríos, otras formas y sentidos. Porque el hecho histórico es dinámico, por más que se navegue en el pasado, que sea irrepetible o irreversible, y por más que esté amparado y resguardado por «fuentes serias». 1
La Relación completa del gobernador Pimentel se encuentra en el libro de la distinguida profesora Lila Mago de Chopité (UPEL-IPC. 1986/Anexos: 157/177); un gran acierto que nos ha ayudado a reconstruir gran parte de esta pequeña historia sobre nuevas bases.
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Toda esta perorata teórica tiene que ver con el Caricuao en su interior, pero también con su hinterland, que es la Caracas de Fajardo, de Rodríguez Suárez, de Narváez, de un conquistador llamado Pedro de Miranda que, según algunos «cronistas», también hizo fundaciones, reedificaciones, o re-fundaciones. Al interior de Caricuao, penetramos armados de dos categorías histórico-teóricas: pueblo y tierra, pues tanto el problema de la tierra como de los alcances de la categoría pueblo tienen que ver con reminiscencias, con raíces que se hunden en el pasado de los pueblos indígenas, reconocidos como tales por cronistas como Oviedo quien, en 1772, no solamente les da el rango de pueblos sino que refuerza esta categoría cuando nos habla de las siembras «en flor» de los pueblos de Macarao. En otras fuentes se habla de «sementeras» para significar lo mismo: que los toromaimas de Caricuao y Macarao, junto a los pueblos caracas, teques, mariches y tarmas, eran cultivadores como lo confirma la Relación de Pimentel, más antigua y muy abundante en datos acerca de la flora, la fauna y las costumbres de estas federaciones de pueblos. Y el problema de la tierra nos sigue preocupando, pues hasta hoy está en el tapete de la discusión lo concerniente a la legitimidad de los terrenos y de los cambios necesarios para que vuelvan a sus poseedores, que no propietarios, originarios: la comunidad. Incluso la Corona Española reconoce este derecho originario, cuando declara, en fecha muy temprana, al valle de Juan Jorge como área comprendida entre los ejidos y pastos comunes de Caracas. En efecto, en otro trabajo de don José de Oviedo y Baños, de 1703, Tesoro de Noticias, encontramos las zonas del valle de Caracas sujetas a ejidos y pastos comunes. Oviedo se apoya en una Real Cédula de 1594 que fija dichos linderos como sigue: «…toda la quebrada de Catia, con sus tierras y leña, hasta la junta que la dicha quebrada hace con la de Tacagua, con todo lo que a ellos vertiere. Así mismo todo el valle que llaman de Juan Jorge, desde donde nacen todas las tierras y pastos que tiene, y todas las tierras y montañas que están sobre las cabezadas de Catuche y Anauco hasta abajo y toda la sabana que hay hasta el río de Chacao…» (En Crónica de Caracas. Nº 59. 1954/58). Esto es muy importante para nuestros propósitos generales, o universales, debido a sus repercusiones actuales. Siempre tuvo el cuidado La Corona, al igual que ocurrió con las minas, cerros y ríos, de reservar tierras y pastos comunes, estableciendo fuertes limitaciones para su uso y
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en última instancia, bajo reserva del Estado español. Por eso el tema de los baldíos, o el problema ejidal es de tanta trascendencia, pues siempre hay cabida para la revisión de las formas de tenencia de la tierra, sobre todo en caso de dudas acerca de dónde y cuándo debe prevalecer el derecho común como derecho de usufructo de los pueblos, de acuerdo con las necesidades del bien común. El derecho indiano siempre consideró que estos pastos y ejidos eran propiedad de sus habitantes originarios, aborígenes, y así se mantuvo durante la conquista-colonia. En los tiempos del gobernador Diego de Osorio, se iniciaron las primeras delimitaciones ejidales de Caracas, incluyendo al valle de Juan Jorge o Caricuao. Por todo ello, hoy nosotros reivindicamos ese derecho originario aborigen a la hora de adjudicar títulos de propiedad de la tierra, o de hacer de ella un uso común, sin necesidad de indemnización o de expropiación por causa de utilidad pública. Temas como la fundación, refundación o reedificación de Caracas; la cosmovisión indígena; el problema de la tierra; y el aporte de las comunidades parroquiales a esa gran historia o Historia Matria de Caracas, están en una mesa de discusión social, más allá de la historia tradicional, porque abarca muchísimos ámbitos, es contemporánea, es de hoy y, sobre todo, es muy futura, pues la reconstrucción de las historias locales, a partir de sus protagonistas, nos permite otear el futuro. Y ese futuro está en las comunidades. Cuando Losada pasa por Caricuao, viene de librar un cruento combate contra toda una confederación de tribus: toromaimas, teques, caracas, tarmas y mariches. Aquí destacaremos, junto con Oviedo (1723) el carácter de pueblos agricultores de estas naciones aborígenes. Cuenta Oviedo (T.II / 401): «…hallábanse los indios de Macarao, cuando llegó Losada, con las sementeras en flor, y temiendo no se las talasen los españoles, no quisieron ausentarse de su pueblo…». El pueblo de Macarao decidió dar hospitalidad al invasor Losada, con el objeto de preservar sus cultivos y evitar su destrucción, a lo que eran muy adictos los hombres de a caballo. «…tomando por más acertado acuerdo valerse del rendimiento para excusarse del daño…Recibieron a nuestra gente con cuantas sumisiones pudo inventar el artificio…» (Idem). Este par de citas, que inusualmente
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van en una introducción, traen las dos claves de todo el ensayo: pueblo y agricultura, es decir, pueblo y el uso de la tierra. Después de estas atenciones del pueblo de Macarao, Losada toma rumbo hacia el pueblo de Caricuao. «…no quiso Losada gozar más de aquella noche del hospedaje de aquel pueblo, y al amanecer del día siguiente prosiguió su marcha en demanda del valle de San Francisco, donde llevaba puesta la mira de poblarse; y aunque se hallaba distante de él, solo tres leguas, siguiendo río abajo las corrientes del Guaire, no quiso llevar este camino por no exponerse al riesgo de las emboscadas, que recelaba, por la conveniencia que para ellos ofrecían los cañaverales de sus márgenes; y así, cogiendo a mano derecha por los pueblos del cacique Caricuao, salió a un valle tan alegre como fértil, que bañado de las corrientes del río Turmero, y abundante bastimento, le ofrecía acomodada conveniencia para pasar en él lo que restaba de la Semana Santa y días de Pascua, como lo ejecutó…» (Idem). Hay muchos puntos en estas citas que podrían servir para intentar una revisión de viejos paradigmas historiográficos, pero únicamente nos limitaremos a los que se vinculan con el eje del ensayo. El primero de ellos es la insistencia en el carácter de pueblo de estas naciones indígenas. Si nosotros echamos el carro de la historia en sentido regresivo, encontramos la explicación del temor de Losada a las emboscadas, nuestro segundo punto importante, pues se articula con la resistencia indígena por más de una década. Antes de que Losada llegara a Caricuao, habría librado una serie de batallas, de encuentros, de escaramuzas y de verdaderas emboscadas tendidas por estas federaciones de pueblos indígenas. En su avance final hacia el valle de San Francisco había bajado por el río San Pedro, en donde se produce una gran batalla, narrada por Oviedo, que obviaremos por razones de método. No dejó de ser hostilizado a través de todo su avance por los valles de Carabobo y de Aragua. Principalmente los arbacos le tendieron emboscadas y se enfrentaban en breves escaramuzas practicando el arte de la guerra de guerrillas, ocasionándole bajas, especialmente los heridos difíciles de transportar. Se cuenta que los arbacos los hostilizaron en la cuesta de Las Cocuizas y después los dejaron pasar para continuar haciéndoles emboscadas, junto a otras tribus como la de los tarmas y los mariches. En Las Mostazas los volvieron a acometer en compañía de otras tribus que se iban sumando a
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la lucha y, así, hasta llegar a San Pedro, donde se libra la gran batalla. A la cabeza de esta federación de pueblos indígenas se encontraba Guacaipuro. Allí resistieron teques, tarmas, mariches, caracas, toromaimas, hasta que Losada logró seguir el curso del río San Pedro y llegar a los pueblos del cacique Caricuao y pernoctar, como ya hemos visto, en Macarao, en donde los indios trataban de salvar sus sementeras del acoso español, pues antes de Losada ya habían sufrido pérdidas de cosechas a causa de las acciones depredadoras de los jinetes españoles. La zona de Caricuao, según leíamos en otras fuentes secundarias, tenía una composición florística variada, pero en las márgenes de sus abundantes ríos y quebradas, los «cañaverales» ofrecían grandes ventajas para que estos pueblos continuaran hostigando al invasor depredador. Por eso Oviedo señala que este recelo de Losada lo llevó a «coger a mano derecha», pasó por los pueblos del cacique Caricuao y continuó hasta dar con el valle de Cortés Rico, Valle de la Pascua, o, simplemente El ValleCoche de hoy. Se le llamó, inicialmente, Cortés Richo, o Rico, porque el mestizo Francisco Fajardo, y esto es muy importante para los historiadores, ya había estado antes que Losada, por estos lares, «fundando», y encomendando, en estos valles intercomunicados. A su compañero portugués Cortés Richo le había adjudicado ese valle, que después fue de Cortés; y a su otro compañero, Juan Jorge Quiñones, le había adjudicado el valle de Juan Jorge o San Jorge, como lo refiere Enrique Bernardo Núñez (1955). Un buen resumen, acerca de estos valles interconectados, nos los ofrece este gran cronista de Caracas, Enrique Bernardo Núñez (E.B.N) en su folleto «Fundación de Santiago de León de Caracas» (Caracas, Tipo. Vargas, 1955): «…Es cierto que cuando hizo su entrada Diego de Losada, ya la región de los caracas, abundaba en huellas españolas. El valle de las Adjuntas o de Macarao tenía el nombre de Juan Jorge Quiñones (valle de San Jorge) y el de Turmerito del portugués Cortés Rico, ambos compañeros de Fajardo. A 12 leguas [unos 60 Km. aproximadamente] de la ciudad, donde el Guaire se junta con el Tuy, se extendía el valle de Salamanca o de Los Locos, nombre dado por Juan Rodríguez Suárez» 1955/9. Este último, por cierto, conocido como el Caballero de la Capa Roja, había hecho «fundaciones» en el valle de San Francisco antes de Losada, al más puro estilo «clásico», es decir, nombrando ayuntamiento y repartiendo
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las tierras inmediatas bajo la modalidad de encomiendas. A esta fundación, Rodríguez Suárez la llamó San Francisco. Pero este personaje también nos sirve de emblema para significar el otro punto del análisis: la resistencia o la visión del vencido. Por otro lado, su historia también está vinculada a nuestra área de estudio porque Paramaconi, el gran cacique Toromaima, había hecho estragos en el antiguo hato de San Francisco, el de Fajardo, causándole muchas bajas y destruyendo, de paso, casas; espantando el ganado y causando daños en el paraje, que los españoles llamaban el aprisco, pues causaron varios incendios en todo el sector, obligándolos a irse a fundar más adelante, lo que en efecto, realizó Rodríguez Suárez. Se cuenta que el toromaima Paramaconi, logró herirlo en la Loma del Caroata, pero esto no le impidió hacer sus preparativos antes de despedirse de este mundo: se proponía ir a Valencia a combatir a Lope de Aguirre. En el trayecto fue nuevamente emboscado por una confederación de tribus, que le hostigaba sistemáticamente a lo largo de estos valles de Aragua y Carabobo. Atravesó Caricuao Mamera, dirigiéndose, hacia el suroeste, siguiendo al río San Pedro, tal como lo haría después, en sentido inverso, Losada. Pero al llegar a la altura llamada Las Lagunetas, los arbacos le habían tendido una emboscada al mando del cacique Terepaima, mientras que en la retaguardia se ubicaba Guacaipuro para cortarle la retirada. Lo demás fue tiempo de espera y tiempo que le dejamos a la imaginación del lector, pues no es nuestra intención, y mucho menos en esta introducción teórica, «narrar» detalles, sino tan solo ejemplos «concretos» para que no se pierda la «seriedad» de las hipótesis. De manera que estos ejemplos, estas visiones del vencedor y esta resistencia del «vencido», nos han permitido hacer algunos balances que, a manera de avances introductorios, esquematizaremos a continuación. Pero para satisfacer la curiosidad del lector y para no dejar truncado el ejemplo del Caballero de la Capa Roja, finalmente éste sucumbió, al lado de sus hombres, después de un cerco y de una guerra asimétrica que le opusieron los pueblos indígenas confederados. Esto ocurrió en 1561, pero igual suerte corrieron otros conquistadores como el capitán Luis de Narváez, sitiado y emboscado en 1562 en el alto de Las Mostazas, en el país arbaco, esta vez atacado por meregotos al mando del cacique Guaracarima, a orillas del río Aragua. Después llegaron los arbacos e hicieron el resto; se cuenta que solo tres quedaron con vida y le llevaron la noticia a los
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españoles que esperaban estos «…refuerzos en ayuda de Fajardo hasta el valle de los caracas…» (A. Rodríguez. Diccionario Biográfico. 1957/515). Entre los que recibieron la noticia se encontraba el gobernador Collado, quién tiene otra historia que contar; pero, para evitar inmiscuirnos en asuntos no pertinentes ahora, sólo diremos que hizo famoso a un valle, que los españoles llamarían, más tarde, El Valle del Miedo2; y que Juan de Castellanos en sus Elegías, lo llamaba «faldetas» en alusión a su cobardía y a su manía correlona. Collado «faldetas», no obstante su talante huidizo, «… se irritó con las burlas provocadas por su cobardía y su nulidad militar, y persiguió y maltrató a cuantos hicieron mofa de su miedo…». El «Valle del Miedo» llamaron a aquella región comprendida entre Guayas y la variante del mismo nombre en la carretera Panamericana. Lamentablemente no contamos con fuentes escritas o con un cronista aborigen, aunque sí contamos con documentos materiales en el área de Caricuao y sus alrededores. Y nuevamente planteamos unos el choque de civilizaciones entre este modelo indígena, de visión cósmica, y el modelo que se montó sobre caminos, sembradíos, viviendas, monumentos y fundamentalmente la sobreexplotación de la fuerza detrabajo comunal, que no exceptuaba sexo, edad, condición social o jerarquía política. Afortunadamente contamos con fuentes primarias españolas, como la de Oviedo, que aún siendo funcionario, cronista e investigador de la Provincia de Venezuela, admite, desde su atalaya de vencedor, que había pueblos indígenas que estaban organizados, que eran agricultores, que eran dueños de baldíos y de ejidos, que eran capaces de ofrecer armisticios, hospedaje y alimentos, con tal de resguardar sus cosechas y proteger a su pueblo, tal como ocurrió en Macarao. El recelo de Losada no es más que un «mea culpa» y un reconocimiento a la legitimidad de los auténticos dueños. En todo caso, estamos contando la visión del vencido leyendo los libros del vencedor. En otra de estas fuentes primarias, ya citada, como lo es la memoria o informe del gobernador Pimentel (1578), se nos habla de pueblos de indios organizados como si fueran barrios, categoría que nos llamó poderosamente la atención, pues barrio es una voz árabe que alude a espacios foráneos, a pequeñas áreas periféricas y a grupos de pocas casas y de aldehuelas. En 2
Junto a Gutierre de la Peña y García de Paredes, el fundador de Trujillo, quién también tiene su historia local con los Cuicas de allá.
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efecto, algunos poblados indígenas aparecen, frente a los ojos de Pimentel como si fuesen barrios: «…No estuvieron ni están en pueblos formados, ni permanentes, bien en barrios de tres y cuatro y seis casas y algunos más y en partes aunque algo apartados, estos barrios hacían razonable población y la hacen, como la he visto haciendo…» (Relación de 1578 / 161). Se trata indudablemente, de otro modo y estilo de vida no europeo, ajustado a sus necesidades, con una visión del espacio mucho más amplia y no sujeta a la cuadrícula, a la manzana, a las tres casas del poder: la Casa de Dios, la Casa del Rey y la Casa del Pueblo, a la plaza, al centro, al «eurocentro», en una palabra. No podemos cerrar estas notas teórico-metodologícas acerca del Tiempo Indígena, sin mencionar una fuente venezolana del siglo XIX, que nos impactó por su espíritu de hombre universal-planetario y compenetrado con la cosmovisión aborigen. Se trata de Gaspar Marcano (1850-1910) y de su estudio, en particular, La Etnografía Precolombina de Venezuela: valles de Aragua y de Caracas. (1889). Gaspar Marcano es uno de los autores que más nos han llamado la atención, pudiéndolo catalogar, sin lugar a dudas y en estas apretadas notas, no solamente como un precursor de los estudios indígenas en Venezuela, sino como un autor aborigen, esto es, imbuido de un espíritu indigenista. Sus descripciones acerca de estos pueblos y sus trabajos de campo acerca de estas étnias, le han garantizado un lugar en el mundo de la ciencia antropológica, etnográfica, etnológica y, por qué no decirlo, histórica como totalidad. Este autor venezolano que se fue a París y allí brilló como estudiante, como médico, como voluntario para curar heridas producidas en los campos de batalla, lo que le permitió adiestrarse como cirujano. Pero también brilla como ciudadano venezolano que jamás renunció a su nacionalidad, sino que dedicó el resto de sus días a rescatar nuestra memoria histórica y a reivindicar ese pasado, sin ser un «historiador profesional». Nosotros nos acercamos a su obra muy parcialmente, pues tomamos los datos etnohistóricos que nos convenían, ubicados en un espaciotiempo muy concreto, el valle de Caracas y su espacio interior, o hinterland, conocido como los valles de Aragua, que en realidad llegan hasta el Lago de Valencia, coincidiendo con la larga ruta indígena articulada en una serie de valles interconectados.
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Nuevamente tuvimos la necesidad de ir más allá de lo local para acercarnos a esta historia llena de espiritualidad universal, que trasciende al valle de Fajardo para ir hacia donde el caribe trajo a sus caribes para poblar estos valles y a sus costas más allá de Catia. Podemos decir que este Tiempo Histórico toromaima, tiene una memoria. Nosotros quisiéramos que el lector, lo sintiera cercano, que no lo arrojara al limbo del pasado, por allá antes de «La Invasión», que no lo dejara sin historia, como lo hicieron algunos académicos, historiadores y hombres de «letras» reconocidos y laureados. Porque la problemática indígena es de hoy, no solamente por la cuestión de las raíces, de la memoria, del mestizaje y del legado que nos dejaron, sino por su vinculación con el eje de la discusión actual acerca del modelo social que queremos para Venezuela, en escala continental. El problema de la tierra, del ambiente y de los ecosistemas, de los PRM y el problema de la legitimidad de una propuesta comunal, nos retrotrae, evidentemente, al tiempo histórico indígena. Caricuao forma parte de ese valle mayor que aparece en el epígrafe del gobernador Pimentel como la ciudad donde «al presente resido», que «…se halla en una comarca llamada Toromaima…» (1578). A manera de balance podemos sostener que tanto la historia regional, que pudiera ser la de Caracas, como la de Caricuao y su hinterland, dependiendo de la escala, está ligada a los primeros viajes de Francisco Fajardo y sus guaiqueries desde la Isla de Margarita. Tanto el hato de San Francisco, el núcleo de la futura Caracas, como el valle de Juan Jorge, el primer nombre español de Caricuao, son fundaciones del mestizo Fajardo, ayudado por la sangre india que corría por sus venas. Nuestra área de estudio, y particularmente el valle de Juan Jorge (o San Jorge), fue dado en encomienda, antes de Losada. Es bueno que nos refiramos a él por su valor estratégico, pues su hinterland nos conduce hacia los valles de Aragua y Carabobo. Pero además contamos con la Relación de Pimentel, quien asegura que todo el valle era toromaima y que él residía allí. Cuando Losada parte de El Tocuyo en enero de 1567 y llega a estos pueblos del cacique Caricuao y del cacique Macarao, ya Fajardo, y otros conquistadores como Miranda y Rodríguez Suárez, habían dejado su huella fundadora. Pero más importante aún fue el hecho de que estos valles sirven
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de referencia obligada cuando se habla de la batalla de San Pedro, del Valle del Miedo, del Valle de la Pascua. Es una zona «caliente», muy dinámica, en donde las naciones indígenas están establecidas con sus actividades agrícolas y su red de caminos perfectamente delineados. Todavía hoy podría hacerse una reconstrucción de estas rutas y de los relictus monumentales que aún se observan: petroglifos, hitos, observatorios que, según historiadores como nuestro estimado Freddys Hurtado, contaban con sus cámaras de descanso y vigilancia. Él ha podido constatar esto en sus correrías y cacerías de zorros. «Por aquí pasó Losada» pudiera ser el título de una película que relatara esta historia, que muy bien pudiera arrancar su guión cuando Losada pasa por la UD5 y se percata de que la nación toromaima lo observa detenidamente entre aquellos temibles cañaverales, desde donde se podían «montar» emboscadas, tan «receladas» por él. Y sin duda el haber torcido a la derecha, rumbo a ValleCoche retrasó la fundación «oficial» de Caracas, y explica, al mismo tiempo, ese vacío cronológico entre la Semana Santa de aquel mes de marzo y la supuesta fecha oficial de la fundación de julio de ese mismo año de 1567. «Por aquí paso Losada», y se fue con sus huestes a pasar sus días de Pascua en el Valle de Turmerito o Valle de la Pascua. «Por aquí pasó Losada» ante la atenta y vigilante mirada del cacique Caricuao que aún continua observando la entrada de la «multitud» que venció a Losada, pues pudieron arrancar los frutos, las riquezas y hasta la vida, pero jamás pudieron arrancar nuestras raíces. III. La transición hacia el boom petrolero Habría que hablar, antes que nada, del tiempo de la transición entre el modelo colonial y el capitalista. Se trata del modelo agroexportador signado por el dominio de la hacienda y del ferrocarril. En Caracas, durante todo el siglo XIX, y hasta bien entrado el siglo XX, puede observarse con nitidez el predominio de las haciendas, incluyendo los alrededores, en donde se ubica Caricuao. A finales del siglo XIX ya podemos hablar del tiempo del ferrocarril, del trapiche, del tranvía, de las bestias de carga y de las líneas férreas orientadas hacia los puertos, hacia el llamado comercio de cabotaje. Por eso se abre un breve capítulo acerca de esa Caracas como una aldea llena de haciendas, que van pasando como una cinta en verde, desde Antímano,
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Caricuao, La Vega, hasta El Recreo, Sabana Grande, Chacao y toda la ruta del Guaire hasta el valle de Salamanca, o de Los Locos, hasta donde éste confluye con El Tuy. Todavía hoy en Caricuao, en particular en La Majada, observamos estos restos de haciendas, conocidos como relictus, tales como los trapiches, las casas de hacienda, a lo que agregaríamos las líneas del ferrocarril que iba hacia Valencia. Pero a partir de la década de los cincuenta, del siglo XX, el boom petrolero va disolviendo violentamente estas relaciones de producción, para sustituirlas por el concreto, el asfalto, el automóvil y el cinturón industrial que corre paralelo a la carretera vieja a Los Teques. Al mismo tiempo tropezamos con el otro lado de la contradicción: el desarrollo de un largo cinturón de barrios ubicados muy cerca de las industrias del sector, pero ocupando los peores terrenos, en las vertientes, a orillas de las quebradas y, sobre todo, en los cerros que circundan al valle. Por eso el lector se encontrará con un capítulo especialmente dedicado al estudio de los barrios, complementado con la historia de La Majada, barrio hecho emblema en el trabajo de grado de Edith Burgos (UPEL-IPC; Caracas, julio de 2007). En esa transición de la Venezuela rural a la Venezuela petrolera, hemos registrado estos tópicos, fundamentales para el estudio del área objeto de estudio y su hinterland: - - - - - -
Cambio en el uso del espacio: de las haciendas a las industrias. La industria. La vialidad: del riel al asfalto. El paisaje urbano a partir de 1958: viviendas uni y multifamiliares. Caricuao como ciudad dormitorio. El crecimiento de la constr ucción. Caracas se urbaniza a costa del petróleo.
El tiempo del «boom petrolero» va pasando ante nuestra vista como en una secuencia de largo, de muy largo metraje, en donde la evolución histórica del uso del espacio revela un acentuado desequilibrio hombrenaturaleza; una fase idílica de haciendas ligadas a un modelo agroexportador;
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un urbanismo acelerado durante gran parte de la IV República; una ciudaddormitorio al servicio de la gran ciudad. El auge hidrocarburífero que en Caricuao se presenta en la forma de unidades de desarrollo y de industrias, fue determinante en el crecimiento de la construcción y en el cambio definitivo hacia el modelo desarrollista neoliberal mercantil, en donde la gran planificación brilló por su ausencia, al igual que las políticas paisajistas, ambientales, conservacionistas y, sobre todo, de participación comunal. Un modelo excluyente que profundizó la brecha entre la riqueza y la pobreza, entre el «barrio» y la «urbanización», entre el sueldo y el salario, entre la minoría incluida y la gran mayoría excluida, entre el empleado y el gran ejército industrial de reserva al servicio del capital. El obrero se vio obligado a construir en El Onoto o en Guayaquilito porque, paradójicamente, mientras construía moles de concreto, no tenía dónde pasar la noche junto con su familia. El otro drama es el de la gente que viene del campo andino, del campo oriental, del campo llanero, atraído por este «boom» engañoso y depredador. Su destino, no hay dudas, también tenía que ser el barrio y el cerro, para tratar de alcanzar un pedazo de loma en donde establecer un conuco y un rancho. A Caracas llega gente de diferentes regiones del país. Pero, internamente, llega a Caricuao gente proveniente de los Valles del Tuy, de Sarría, de Petare; y del interior vienen de Yaracuy, de Guayana, de Los Andes y de Oriente. Las inversiones extranjeras en petróleo y, a partir de ellas, la renta petrolera, se transfieren hacia el sector de la construcción; con lo cual fue posible la compra de las antiguas haciendas por parte del Banco Obrero y la construcción, posterior, de las unidades vecinales y de desarrollo. La venta de haciendas al Banco Obrero forma parte del proceso histórico de desarrollo transicional entre la Venezuela rural y la Venezuela petrolera, esto significó la sustitución de los terrenos agrícolas por moles de concreto, acompañadas de cinturones de asfalto que también venían a sustituir a las vías férreas. Esta década de 1940 coincide con la etapa de construcción de viviendas de tipo vertical que, en el caso de Caricuao, deberá esperar la caída de la dictadura perezjimenista, para incorporarse a este boom petrolero. El Banco Obrero cedió parte de la hacienda Santa Cruz a la gobernación del antiguo D.F. para la construcción del PRM Zoológico de
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Caricuao, conocido anteriormente como Parque Zamural. El resto de la superficie se dedicó a construir lo que es hoy la urbanización La Hacienda y sus sectores UD5, UD6 y la urbanización José Antonio Páez, ó UD4. La tendencia de este crecimiento, o falso desarrollo, se evidenció, finalmente, en complejos habitacionales contrastando con los cinturones de miseria que comenzaron a bordear tanto a las unidades de desarrollo como a los Parques Recreacionales Metropolitanos (PRM) de Caricuao. Paralelamente asistimos a una fuerte inversión industrial en el sector, para suplir la demanda de un mercado emergente en estas zonas de elevada concentración poblacional. Y nuevamente asistimos a la contradicción entre un cinturón industrial ubicado en la parte más plana, con agua y vías de comunicación, y otro cinturón, ubicado en lo alto de la montaña, sin agua y sin vías de acceso. En Caricuao, al igual que en La Vega, el cinturón industrial se instaló en área verdes, muy favorables a la producción y distribución de los productos industriales. Además, estas áreas urbanas sirvieron como fuentes de empleo a una fuerza de trabajo, de extracción campesina, transformada en el moderno obrero de la fábrica de calzados, del telar, de la industria metalmecánica o del sector servicios. Mano de obra barata, un ejército industrial de reserva, espacios favorables a la industria, permisología a discreción, servicios cercanos, vialidad, agua en todo el sector y las cercanías del mercado, hicieron posible la inversión industrial y un franco crecimiento, atenuado a partir de 1974 cuando nuevas ordenanzas industriales permitieron el desplazamiento de algunas industrias hacia los Valles del Tuy. Pero esta es otra historia. En La Majada, Los Picapiedras, 7 de Septiembre, San Pablito y hasta El Ciprés, pasaron ante nuestros ojos la vieja Orange Crush, con sus fuentes de agua y su antiguo trapiche; Manaplas, Caivet, Calzados María Pía, fábrica de aluminios Bolinaga, fábrica de embutidosWeisman, la fábrica de hielo Los Andes, Mil Cerámicas. Alguien habló de Caricuao como si fuese una ciudad dentro de otra ciudad y también de «ciudad dormitorio», debido a la movilidad espacial del caraqueño, que se desplaza hacia todos los rincones de la ciudad, sobre todo al centro y al este de la capital. El ciudadano caricuense regresa al atardecer a su rancho o a su apartamento, y al caer la noche ya está frente al televisor para ver «su novela estelar de las 9 pm…» luego a dormir, pues debe madrugar para
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tomar el metro o la camioneta de pasajeros. Aquí se tropiezan obreros, empleados públicos, oficinistas, buhoneros, estudiantes, trabajadores del sector servicios, amas de casa; todos se mueven diariamente al al lado del que busca trabajo y comienza a deambular temprano por la ciudad. En las Unidades Vecinales quedan las amas de casa en tareas de limpieza, crianza de los más pequeños, preparación de la comida, llevar a los niños a la guardería o a las escuelas de la zona, hasta completar el ciclo diario de madrugar, limpiar, lavar, cocinar, hacer el mercado y prepararse para hacer el amor el sábado por la noche, cuando el marido llega en medio de los efluvios del centro hípico, o de los remates de lotería y de los bares de la ciudad, a completar su faena. A veces llega eufórico porque «pego» un triple, ganó «El Magallanes» o su equipo local, y recompensa a la mujer con una fugaz atención. Es el tiempo de la prisa que todo lo rige, hasta las relaciones maritales. Y de nuevo a comenzar el ciclo: levantarse - salir - trabajar - regresar a la hora pico - cenar - ver la novela - dormir - madrugar - esperar el viernes por la noche - el día del señor…el lunes fatídico…¿Hasta cuándo?. El tiempo lo dirá, pues no hay tiempo ni siquiera para morir en paz, mucho menos para reflexionar, para ir a la biblioteca Aquiles Nazoa o para dedicarlo al ocio creador. IV. Caricuao, La Majada y los barrios La tesis de grado de Edith Burgos (UPEL-IPC/ julio de 2007), se mueve dentro de un contexto que amplía la escala de lo local y se inserta en la historia del país determinada por un «boom petrolero» disolvente de las antiguas relaciones agroexportadores de producción. Pero la profesora Burgos no pretendía hacer ni la historia concreta de Venezuela y ni siquiera la historia de La Majada como localidad microhistórica. Ella se fijó como objetivo central la elaboración de un programa-taller para la enseñanza de la historia de Venezuela «…en espacios no convencionales…». No obstante, para operacionalizar este objetivo, se vio obligada a utilizar técnicas y métodos que la acercaban, aún sin saberlo, por la vía teórica, a una nueva manera de hacer historia, a una ruptura paradigmática con la historia oficial, a un deslinde con lo que ella entendía por historia. Se enfrentaba con una visión, y concepción de la historia, al mismo tiempo, llena de datos, de «conocimientos» y de un aparato crítico erudito como función esencial del historiador tradicional. Tal vez le tuvo temor a esta
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tarea de gambusino y de historia de escritorio; y entonces decidió montar un programa de historia con los protagonistas, a quienes entrevistó, con las Cartas del Barrio (CB) que consultó, con las fuentes oficiales del archivo, a quienes visitó, y echó mano, en fin, de los libros de algunos historiadores con los cuales insertó a La Majada en la historia regional y nacional. Cuando nosotros revisamos el proyecto de esta tesis, nos dimos cuenta del universo de la tesis y del contexto dentro del cual se mueve: el boom petrolero, el Gran Ferrocarril Venezuela, a partir de 1959, los 4 PRM y una línea 2 del Metro que se inaugura en 1983. La Majada resultaba, así, una historia con plena autonomía, o microhistoria, enmarcada en una comunidad mayor, la cual se instaló desde mucho antes de que esto existiera como urbanización y como «parroquia oficial». Estamos hablando de la fundación de La Majada antes de la Dictadura de Pérez Jiménez, a partir de 1947. De manera que esta historia ya le crea al historiador local un primer problema en cuanto al tiempo histórico de Caricuao y al espacio, también histórico, de esta comunidad. Se amplía la escala y ella aparece como una región hacia donde confluyen, desde Las Adjuntas, cinturones de barrios, líneas de ferrocarril, emplazamiento industrial, vías de comunicación y unidades de desarrollo habitacional ó unidades vecinales. Pero también se desarrollan barrios junto a estas unidades, llegando a penetrar los linderos de los PRM. Barrios fundados, como veremos en seguida, por los propios obreros empleados en la construcción de estas moles de concreto. Ellos carecían de viviendas y se apoderaban de terrenos aledaños para construir sus ranchos. La cuestión metodológica, ligada al análisis y a la organización de la información referida a la célula básica del Conjunto Caricuao, tiene mucho que ver, y choca en efecto, con un planteamiento teórico hecho desde el inicio del estudio de las parroquias de Caracas, las cuales hemos preferido llamar comunidades, o pueblos. El problema radica en que el capital, a pesar de disolver lo local, ejercer todo un poder de mando para difuminarlo, no podemos asumir el tratamiento teórico de la localidad como algo aislado, autónomo, descentralizado, ó, a fin de cuentas, separado y fragmentado como si fuese un compartimiento estanco al más puro estilo positivista. Se trata de que no veamos al barrio, o a la «parroquia» entera, como unidades separadas, cada una ostentando su poder local, pues tanto el barrio como la parroquia entera son localismos que tratan de vivir separadamente, tal y como ocurre con los barrios La Majada y Los Picapiedras, o, a una escala
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mayor, con Macarao, Caricuao y La Vega como parroquias administrativas. Veamos el ejemplo del barrio El Ciprés, a propósito de los eventos ocurridos a partir de julio de 2007. El problema vivido en estos días en el barrio El Ciprés es una muestra más de las decenas de eventos que observamos en las distintas parroquias de Caracas. Resulta que El Ciprés se encuentra dentro de los linderos de la parroquia Caricuao, pero está doblemente identificado con Macarao. En primer lugar porque así es citado y consignado en algunos planos, pero en segundo lugar, y esto es mucho más importante, El Ciprés se siente macaraeño, se identifica con ella y, por lo tanto, le correspondería a esa parroquia la solución de sus problemas o, por lo menos, que sirva de centro de receptáculo del papeleo, de la protesta, de la denuncia y de las propuestas. Si bien es cierto que reconocemos la identidad del barrio, el radio de acción de El Ciprés se articula, asimismo, tanto histórica como administrativamente, con Caricuao, pues los linderos de este último cubren casi todo el barrio. El problema para nosotros no es El Ciprés sino el cinturón de barrios, la unidad mayor formada por La Charanga, La Libertad, Las Nieves, La Majada, Los Picapiedras, Pedro Camejo, La Gran Parada, 19 de Marzo, Los Telares y Colinas de Palo Verde. Pero más al sur, ya en los linderos de Macarao, también nos importa el lazo, para tejer la red o trama, con los barrios Las Adjuntas, Santa Cruz, Corral de la Puerta, Aguachina y Puerta Verde. Trascender los límites y quebrar la jurisdicción de la parroquia debe ser nuestro norte, pues los límites siempre han sido convencionales, arbitrarios, burocráticos, lidiosos, obstaculizando, con ello no solamente la solución de los problemas comunes sino que impiden el libre transitar, la libre discusión, la libertad de elegir. La traba burocrática es tan terrible que el ciudadano se siente oprimido y prefiere huir, evadirse, hacerse la cuenta de que la institución no existe y, por consiguiente, no cree en ella. Pero, además, estos órganos que aún sobreviven para seguir ejecutando su poder representan una carga onerosa para el Estado, además del desprestigio que le transmite y lo infecta como un virus. Ir más allá de los límites parroquiales también significa acercarse a la realidad latinoamericana para encontrar problemas comunes que se infiltrarán, en poco tiempo, en el barrio. Pero lo más trascendente desde esta óptica, y que nos conduce por la vía de la identidad latinoamericana, fue para nosotros encontrar esta presencia multinacional en los barrios, tanto en
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los relatos de los protagonistas de Las Terrazas como en las constataciones realizadas en El Onoto, y en Guayaquilito o Ecuador. La presencia binacional en los barrios de Caricuao no fue casual, o accidental. Las compañías constructoras de estas moles de concreto denominadas Unidades Vecinales, y Unidades de Desarrollo, emplearon, a menudo, fuerza de trabajo colombiana y ecuatoriana. Ellos tomaron la iniciativa y comenzaron a construir ranchos en terrenos aledaños. Llegados para asumir las tareas obreras de la construcción, necesitados de un espacio para vivir, comenzaron por ubicarse detrás de la UD3 y frente a la UD2. Estas comunidades binacionales han jugado un papel altamente significativo en la constitución del carácter multiétnico y pluricultural de nuestro Estado-Nación. En el barrio Guaicaipuro, también conocido como Guayaquilito, un fuerte sector de ecuatorianos han venido luchando por arraigarse a estos espacios, al igual que en El Onoto lo ha hecho un grupo de colombianos, donde no solamente han afianzado su gentilicio, sino que se ha producido una síntesis, una especie de simbiosis, cuya tendencia es hacia la integración. Estos ejemplos también son válidos para las comunidades de peruanos, bolivianos y, últimamente, guyaneses y haitianos, que arriban a nuestras tierras en busca de una mejor calidad de vida. Recordando nuestra memoria histórica, sostenemos que la Independencia no hubiese sido posible sin ese carácter integral por lo que tanto lucharon nuestros libertadores, trascendiendo, incluso, las fronteras de América Latina. Ojalá que esa memoria histórica nos sirva de ejemplo para continuar con esta tarea integradora. Por eso nos cuesta muchísimo, al hablar de lo local, desprendernos de estos vínculos regionales, continentales, y hasta planetarios que trascienden lo propio, lo local, lo nacional. Pensamos, por ejemplo, en la Europa de la postguerra o en el paso de los tiempos de Juan Vicente Gómez, cuando se prohibió la inmigración de la «raza amarilla». Más tarde, las guerras trajeron gente de latitudes tan lejanas como Europa Oriental y el Medio Oriente. Por vía de las guayanas hemos recibido la presencia de Asia expresada en la cultura india. En el cuerpo del trabajo, el lector encontrará el relato de don Carlos Monterola, fundador de Las Terrazas, cuando veía de niño a la gente construyendo sus ranchos y colocándole letras en las toscas fachadas para indicar su nacionalidad. Si alguien pasaba por el sector y veía en la pared una letra E, ya sabía que se trataba de un ecuatoriano,
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o una letra C para identificarse con Colombia. Así se fueron formando barrios «típicos», como Guayaquilito, El Onoto, hasta mezclarse debido a la dinámica poblacional y a las relaciones sociales que se establecieron en estos cinturones de barrios por toda la comunidad caricuense, a lo que agregamos el factor industrial-capitalista o boom petrolero. Las relaciones operan como una especie de inconsciente colectivo, en donde lo que finalmente une son las necesidades primarias. Así, la lucha común por los servicios básicos nos ha servido de guía para explicar las relaciones sociales del barrio. Por todas estas razones introductorias, este ensayo debe verse, volviendo al umbral teórico, atendiendo a una visión cósmica como la indígena, a una concepción comunal no parroquial, como la socialista, y a una praxis a partir de las tres primeras relaciones sociales de producción que estas generan, como la marxista. El poder local no se construye desde las alcaldías, ni desde las casas parroquiales, ni desde las jefaturas civiles. Ni cambiando la nomenclatura para designarlas con el nombre de «Casas del Poder Popular». Creemos, más bien que esta discusión debe darse en el marco de una nueva geografía para Venezuela, de una arquitectura diseñada para un verdadero, y real, Poder Popular como eje transversal del Gran Proyecto Socialista. Este problema local lo podemos, observar en escala macroeconómica, en nuestra América Latina dividida por fronteras postizas que nos aíslan en escala regional. Y los problemas siguen siendo comunes con la dominancia, y determinación hasta ahora, de las tres primeras instancias y de la sobreexplotación del trabajo por el capital, de lo cual no escapa Caricuao. Lo dramático de todo esto, y paradójico al mismo tiempo, es que la explotación se afinca en lo local y las nuevas formas, o modalidades, como la maquila, para ir acumulando riquezas a costa de estos «agujeros negros» de la marginalidad, en donde, de nuevo, el núcleo atómico es el barrio que implosiona con virulencia, pero queda, nuevamente, atrapado en este Black Hole capitalista que no deja resquicio, pues atrapa toda la energía física y espiritual de la fuerza de trabajo. Observación propuesta: evitar el localismo Si bien es cierto que lo local es la base del Poder Popular y, por ende, del socialismo, su desarrollo tenderá, necesariamente al establecimiento de
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una red más integral, y más universal. Estaremos hablando, entonces, de una región o de redes locales incrustadas en áreas más amplias y en permanente interrelación. Así, hasta llegar a la Nación, la Comunidad Mayor o La Matria, aunque esta última está más allá de «lo nacional», pues «La Matria» es Abya Yala. En el caso concreto de La Majada, podemos recurrir a su amplio hinterland para elaborar un pequeño folleto de divulgación acerca del área, cuyo núcleo podría irradiar relaciones a partir de los consejos comunales. Sería un ensayo para su divulgación y enseñanza, incluyendo el mapa con el cinturón de barrios y demás definidores: línea del tren, patios y talleres del Metro, estaciones, carreteras y otros hitos como trapiches o casas de hacienda, si las hay todavía. Pero deberían integrarse los barrios, o sectores que están alrededor de La Majada, como propuesta. De esta manera se borrarían, o mitigarían, las diferencias con Los Picapiedras, pues se trata de una unidad determinada por la dinámica de las relaciones sociales, es decir, las interrelaciones de la cotidianidad en torno a problemas y usos comunes del espacio. La Ley de los Consejos Comunales del 10 abril de 2007, fija el área geográfica de la comunidad como sigue: «…territorio que ocupan la comunidad, cuyos límites geográficos se establecen en Asamblea de ciudadanos y ciudadanas, dentro de los cuales funcionará el Consejo Comunal. El área geográfica será decidida por la Asamblea de ciudadanos y ciudadanas de acuerdo con las particularidades de cada comunidad.» V. Hacia una ecología profunda 1. Caricuao es un graben Caricuao es un graben, nos confesó una vez don Luis González Guillén, el cronista sentimental de Caricuao, aludiendo a una depresión, o fosa tectónica de forma alargada que está limitada por fallas. Es una loza tectónica bastante inestable este gran valle constituido por tres unidades dentro de un conjunto integral: los Parques Recreativos Metropolitanos, o PRM; las Unidades de Desarrollo; y los cinturones de barrios. Toda esa totalidad convive en este graben inestable rodeado de montañas, de filas o de topos como El Zamural, La Elvira, Pipe, Cambural, San Antonio, los cuales terminan por darle fisonomía dentro de la diversidad, tal y como hemos titulado a uno de nuestros capítulos. Porque Caricuao es toda esa confluencia dinámica, que avanza a pasos agigantados hacia
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una masa crítica en donde han desarrollado y continuarán desarrollándose eventos de gran impacto ambiental. Esta primera generalidad, que intenta aproximarnos a la naturaleza del conjunto caricuense, determinó la estructura de este ensayo, que significa la continuación de las historias de los pueblos de Caracas. En este sentido, y para reivindicar la categoría pueblo, por su esencia indígena y porque rebasa los linderos de la «parroquia», este trabajo debería llamarse La Historia del Pueblo de Caricuao. Pero a esto habría que agregar la historia del valle toromaima, entendido como una región que va más allá de Caricuao y se interna en Macarao, Antímano y La Vega. Además, y tal como lo entendió el gobernador Pimentel allá por 1578, el tal llamado valle de Caracas es un valle eminentemente toromaima y Pimentel todavía vive allí. Por eso en esta primera aproximación teórico-metodológica hacia esta nave tan compleja, sostenemos la tesis de que el pueblo, haciendo honor a sus raíces, es una categoría de trabajo que descubre una identidad: la nación aborigen y su tiempo cosmogónico recurrente. Una segunda consideración, para intentar el abordaje3 de esta nave, es el carácter complejo de lo local y que tan sólo el método y la teoría pudieron permitirnos solventar tamaña dificultad: la aparente anarquía de los fenómenos locales y las lagunas en el abordaje de las fuentes. Hemos podido pasarnos años relatando historias menudas, de personajes, hechos culturales, eventos que la tradición consagra, o sencillamente hacer la historia de las luchas de la gente de Caricuao por alcanzar una mejor calidad de vida en esta comunidad que todavía se sigue llamando parroquia; o la lucha por convertirla en una parroquia ecológica, sueño logrado hace poco. Pero el problema es muchísimo más complejo, pues Caricuao, con todo su conjunto integrado por las tres unidades señaladas, forma parte, a su vez, de un área geoeconómica mayor, que podría atraparse oteando hacia su hinterland: Macarao, Antímano, La Vega, pues la «historia oficial» de Caricuao está ligada a estas tres parroquias, partidas en tres pedazos para darle fisonomía, por allá por los años de 19754. 3
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En términos filibusteros, y para salirnos de su origen etimológico, debe entenderse la palabra como el auténtico abordaje de una nave por un grupo de corsarios armados con la patente de corso que le brinda el pueblo, o comunidad de Caricuao, para reconstruir una totalidad histórica local y no un pedazo de ella. Esta es la teleología, en lo adelante, de todas, absolutamente todas, nuestras acciones. La discusión acerca de la fecha de fundación de Caricuao, no es algo que para nosotros requiera la problematización, complejización y demás batallas verbales que pudieran resultar significativas.
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En esta incursión, supuestamente local, por los predios del cacique Caricuao, lo local, y aquí sí nos detendremos por un momento teóricometodológico, resultó ser más universal que lo esperado por nosotros, que veníamos de La Vega, un pueblo indígena sometido, también, al modelo de explotación colonial español. Aquí en Caricuao, lo local nos tenía reservadas varias sorpresas, pues a pesar de las grandes similitudes macrohistóricas, las que están contenidas en crónicas, en las historias oficiales y en las contadas por sus protagonistas, sus particularidades, además de las tres unidades, o dominios, todavía quedaba algo más desde el punto de vista de la escala geohistórica con la que comenzamos a trabajar. Encontramos una superposición de historias locales, lo cual nos obligó a reducir la escala y plantearnos universos en donde creíamos encontrar localismos o particularidades. Esto nos ocurrió cuando llegamos a La Majada de la mano de la profesora Edith Burgos, quien ya tenía en su poder una historia del barrio tan completa que hasta aparecía, en ella, un amplio hinterland que, por un momento, rebasaba los linderos de la parroquia y se internaba en el modelo agrario nacional representado en el ferrocarril y en el boom petrolero expresado en el cinturón industrial, incluso del barrio Los Picapiedras. 2. Gaia y la ecopedagogía Vamos a imaginarnos, por un momento, que la ecología5, esa palabra que aparece en los diccionarios como sinónimo de relaciones entre los seres vivos y el ambiente en que viven, es como un arsenal de conocimiento, o
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Tanto es así, que es mejor despacharnos este asunto en esta nota marginal enredada por nosotros al presentarle al lector tres fechas para que tenga la oportunidad de tirar cohetes tres veces. En efecto, la creación de la parroquia se aprobó en sesión edilicia, el 11 de diciembre de 1974 y fue publicada en la Gaceta Municipal Nº 14602 el martes 8 de abril de 1975, luego de que el gobernador Arría le estampara el «cúmplase» el 2 de abril de 1975. Aquí agregamos otra fecha para enredar aún más el asunto o para dar, albricias, cada vez que el Sol pase por estas tres fechas del calendario o del zodiaco. Aunque si nos fijamos bien en su etimología, ecología proviene del griego OIKOS que significa cosa; y de logos, tratado, conocimiento. De allí que no sea muy descabellado, en una primera aproximación, hablar de un recetario para cuidar la casa, no de orden culinario, sino ambiental. La casa es una abstracción que podría extenderse desde la casa familiar, pequeña, la casa más grande que la otra casa y, finalmente, La Gran Casa que es la Nación y, más allá, El planeta como un organismo vivo, como su nombre original en griego: GAIA o GEA. Por eso hablamos en las páginas que siguen de ecopedagogía o pedagogía ecológica.
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un recetario de guías para proteger, defender y ayudar a salvar al medio ambiente que nos rodea. Y no solamente salvarlo sino preservarlo para las generaciones venideras, pero para todas las generaciones de seres vivos. Algo de eso tiene que ver con la ecología, una palabra clave en el Caricuao de hoy, rodeado de ecosistemas por todas partes. Moacir Gadotti (2001. Rebelión Ecología) en su trabajo sobre la pedagogía de la tierra y la cultura de la sustentabilidad, se propone lanzar un debate sobre pedagogía de la tierra, o ecopedagogía, y la sustentabilidad del planeta o Gea. De este debate surgen tres palabras claves que hemos incorporado al ensayo, y, además, hemos redefinido una categoría desprestigiada, vituperada, cansona y vaciada de contenido: la sustentabilidad. Complejidad, universalidad y transdisciplina, junto a un nuevo significado de sustentabilidad son las claves teóricas del ensayo en general, y de la visión ecológica caricuaense en particular. El concepto de desarrollo sustentable se utilizó por vez primera en la ONU hacia 1979, para incluir en ella las dimensiones culturales, étnicas, políticas, sociales y ambientales, y no exclusivamente la dimensión económica. Es decir, se trataba de un concepto integral que se fue extendiendo en la medida en que se difundían los informes de World Wacht Institute y el de la Comisión de la ONU para el Medio Ambiente y Desarrollo, en el año de 1987. Moacir Gadotti hace de la sustentabilidad un problema cultural que debe ser difundido, y para ello propone una pedagogía de la ecología para una enseñanza con visión planetaria. Elaboró, entre otras cosas, una carta con un conjunto de principios que llamó carta de la ecopedagogía o carta de la Tierra, en la que ella aparecía como un eco, como una cosa, como un nicho, como un solo y único ecosistema. Entre esas proposiciones recogimos las siguientes: - La Tierra como madre, organismo vivo y en evolución6. - Cuidar esa casa. La ternura. La dirección es la Tierra.
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No está de más recordarle al lector que la terminología empleada en esta introducción la verá utilizada en el cuerpo del trabajo con alguna frecuencia. En este caso la palabra madre alude, en términos de Microhistoria, a matria, a Gran Historia o a Historia con mayúsculas, porque entendamos que las localidades están insertadas, o integradas, en un universo mayor, así se trate de La Majada, una casa pequeña, interconectada a una casa grande, o a un OIKOS, a un ecosistema.
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- La justicia debe ser socio-cósmica, porque el gran pobre es la Tierra, es la más grande de todos los pobres. - Una pedagogía que promueva la vida, es decir, «biófila», en donde hay que involucrarse, comunicarse, relacionarse, motivarse y compartir. - Una concepción del conocimiento que admite que sólo es integral cuando es compartido. - Una racionalidad intuitiva y comunicativa: afectiva, no instrumental. - Nuevas actitudes: reeducar la mirada. - Cultura de sustentabilidad: eco-formación. Ampliar nuestro punto de vista. La carta de la Tierra debe ser entendida como un movimiento ético, para arribar a un código de ética planetario, sosteniendo un núcleo de principios y valores que hacen frente a la injusticia social y a la falta de equidad reinante en el planeta. Cinco cimientos sostienen a ese núcleo: - Derechos Humanos. - Democracia y Participación. - Equidad. - Protección de la Minoría. - Resolución Pacífica de los Conflictos. 3. Integración, visión holística y ecología profunda Alexander Bogdanov (1873-1928)7 es de los primeros en intentar la integración de los conceptos de organización, patrón y complejidad, en una teoría de sistemas coherente, por allá por los años 1913 y 1917 cuando escribe su obra más publicitada hoy día, la Tectología, citada por Capra como textología.
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Alexander Bogdanov incursionó en muchos campos de la teoría científica en la naciente Unión Soviética y hasta fue bolchevique hacia 1903. Fue un filósofo y economista soviético, cuya obra, La Ciencia de la Organización Universal, escrita entre 1913 y 1917, fue conocida posteriormente como Textología o Ciencia de la Organización Universal. Según Bogdanov, su finalidad es unir a todas las ciencias y dar una representación de las formas y tipos de todas las organizaciones, pues el mundo entero constituye una organización de la experiencia.
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Ya hoy se reconoce, como claves de un sistema vivo, que hay un patrón de organización; una estructura que opera como corporeización física; y hay, además, un proceso vital. Estos tres criterios claves-patrón, estructura y proceso vital, constituyen la idea central de La Trama de la Vida (1998/171-189), un libro en donde Capra explica la naturaleza de la Ecología Profunda desde una visión holística del mundo, en donde los sistemas vivos aparecen como redes porque, al final, la trama de la vida está constituida por redes dentro de redes. De modo que el mismo orden del discurso gira alrededor de un puñado de palabras clave que rondan, algunas como fantasmas, por los espacios del libro. Y nos gustaría detenernos, en este ensayo introductorio, en esta parte teórica, acompañando al orden del discurso. Considere el lector como si este orden fuese la primera red y al libro de Caricuao como una red de redes, en donde la madeja no se desenrolla aún, y no creemos que lo haga, pues tanto el pensamiento como la realidad son cada vez más complejos y están inextricablemente unidos. Veamos el ejemplo que nos trae Capra (1988/55). «…Por ejemplo, podemos representar esquemáticamente un ecosistema como una red con unos cuantos nodos. Cada nodo representa un organismo y ampliado aparecerá como otra red. Cada nodo en la nueva red representará un órgano que, a su vez, aparecerá como una red al ser ampliado y así sucesivamente». La visión de los sistemas vivos como redes, proporciona una nueva perspectiva. Finalmente, la trama de la vida está constituida por redes dentro de redes porque en la naturaleza no hay niveles superpuestos, un arriba, un abajo, no se dan jerarquías sino redes dentro de redes. Por eso, comprender los ecosistemas pasa por comprender las redes, pero para ello hay que estar dispuestos a aceptar que estamos ante un conjunto mayor y, por supuesto, cuando hablamos de la gran unidad caricuense, con sus nodos PRM-Barrios-UD, estos no son más que las partes de una unidad mayor constituida por el entorno, el hinterland, la región o la otra gran unidad: el ecosistema caraqueño. La Ecología Profunda no separa a los humanos, ni a ninguna otra cosa, del entorno natural, sino que ve al mundo como una red de fenómenos interconectados e interdependientes. Según Capra (98/29): «…La ecología profunda reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la vida».
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Criticando la visión desarrollista, Capra termina señalando que la Ecología Profunda «….Plantea profundas cuestiones sobre los propios fundamentos de nuestra moderna, científica, industrial, desarrollista y materialista visión del mundo y manera de vivir…» (Idem). Esta propuesta ecológica nuestra recoge, de manera integral y holística, una visión del mundo fundada en la defensa a ultranza de los ecosistemas planetarios, en contradicción con la visión desarrollista neoliberal que analizamos en el capítulo correspondiente a los PRM y las áreas verdes. Esta visión planetaria contempla, entre otros, los siguientes principios: I. El punto de partida es la visión holística del mundo. II. Un todo integrado, más allá de una discontinua colección de partes. III. Como individuos, y como sociedades, estamos inmersos en los procesos de la naturaleza y somos dependientes de ellos. IV. La ecología superficial es antropocéntrica, en donde el hombre es la fuente de todo valor y la naturaleza es una cosa para su uso. La Ecología Profunda ve al mundo como una red de fenómenos fundamentalmente interconectados e interdependientes. V. Reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra en la trama de la vida. VI. Es una percepción espiritual, entendiendo al espíritu como el modo de conciencia en el que el individuo experimenta un sentimiento de pertenencia y de conexión con el cosmos como un todo. De allí que la percepción ecológica sea espiritual en su más profunda esencia. Por este vía hace su entronque la Ecología Profunda con la cosmovisión indígena, con su concepción milenaria del ambiente como un ser vivo e integral en donde lo que le hagas te será devuelto, tal vez en proporciones mayores. Capra habla de la existencia de una filosofía y de una cosmología subyacente en las «…tradiciones nativas americanas…» y continúa con el relato del jefe Seattle, cuando le escribe al presidente de los EUA en 1865 para responderle a sus intentos de comprarle las tierras y convertirlas en mercancía para uso individual frente al colectivo indígena. Pero esta historia la contaremos más adelante, pues tiene que ver con la
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trama de la vida y las redes de redes, es decir, con la concepción del ambiente como un ser vivo, integral y muy dinámico y complejo. La unidad de la Ecología Profunda con la visión indígena del ambiente por la vía del espíritu, significa, además, una manera de entender a este espíritu como una forma, un modo de conciencia, en el que el individuo experimenta un sentimiento de pertenencia y de conexión con el cosmos como un todo y este sentimiento se traduce en la identidad colectiva de un pueblo que se siente comunidad más que individuo, y así siente al ambiente, a su entorno, a su hinterland o tierra adentro. Se trata, en definitiva, de unir esta nueva visión holística emergente con las filosofías tradicionales, con esas tradiciones espirituales en donde nuestros antepasados aborígenes trascendían los límites espaciales de la parroquia y podían moverse, con la misma facilidad, hacia cualquier ámbito, hacia la montaña, hacia la costa, hacia el mar, o transitando los valles, desde el graben de Caricuao hasta los valles de Aragua y Carabobo. En La Trama de la Vida, Capra compara la Ecología Profunda con las tradiciones espirituales en escala planetaria, y entre ellas aparecen las tradiciones nativas americanas. Es la espiritualidad tanto «…de los místicos cristianos, como la de los budistas, o de la filosofía y cosmología subyacentes en las tradiciones nativas americanas» (1998/29). Este revivir nos permite reencontrarnos con ese tiempo indígena recurrente, que vuelve cada día al valle toromaima para recordarnos que, más allá de la visión dominante del mundo industrial desarrollista, materialista, «moderno», «científico», consumista e individual, hay otras maneras de vivir, de entender y de salvar a nuestros ecosistemas y, con ello, de paso, salvar al planeta, porque Caricuao no es un fenómeno aislado de Caracas, ni ésta lo es de Abya Yala ni del resto del mundo. Abya Yala y Guaraira Repano se colocan más allá de la cultura occidental y la trascienden porque enriquecen, más bien, a este paradigma grecolatino. De modo que Abya Yala es la Matria y Guaraira Repano es uno de sus hijos, quien vive vigilando y protegiendo al valle de los toromaimas. El tiempo recurrente indígena es aquel tiempo de los orígenes que después de un intervalo vuelve a aparecer. Un tiempo que regresa, que se presenta de nuevo, como un pasado hecho presente para traernos el mensaje de la resistencia, del agón que lucha por no perder tan hermosas
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raíces, pues podrán expropiarnos la tierra, arrancar los frutos, sustraer las riquezas, pero jamás podrán arrancarnos nuestras raíces. Y finalmente, también encontramos en esa cosmovisión indígena las grandes claves de nuestro ensayo: totalidades, integralidades, interconexiones, colectivismo, pueblos y comunidades, entre otras categorías de ese trabajo de praxis teórica. 4. La trama de la vida y las redes de redes En una de sus obras monumentales más significativas, La Trama de la Vida (1998/ 15 SS) Fritjof Capra, citando al jefe Seattle (Noah Sealth según O. Hurtado/2005/126), afirma que: «…Todo está conectado como la sangre que une a una familia… Lo que le acaece a la tierra acaece a los hijos e hijas de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; es una hebra de la misma. Lo que le haga a la tierra, se lo hace a sí mismo». En 1864, el presidente de los EUA, Franklin Pierce, pretendió comprarle las tierras, que eran de uso colectivo, al jefe Seattle,para convertirlas en mercancía, idea extraña para esta comunidad Suquamish, que considera «…que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo…» Y más adelante, cuando comenta las consecuencias de la acción antrópica sobre la naturaleza, afirma que causarle daño a la tierra significa mostrar desprecio hacia El Creador, que es el mismo tanto para el hombre blanco como para el hombre piel roja: «…Si contamináis nuestra cama, moriréis alguna noche sofocado por nuestros propios desperdicios…».Y al final de la vida comienza otra vida; es el sobrevivir; y nuevamente la naturaleza hace su presencia para salvar al hombre sin importar su color: blanco, rojo. Estas claves se unirán, nuevamente, cuando tengamos que operacionalizar con los PRM y la visión contextual del universo caricuense. En ambos casos, al hablar de totalidades, de relaciones complejas y de la interdependencia hombre-espacio, o sistema-naturaleza, evocamos a un sabio venezolano, con quien nos tropezamos en Caricuao, por allá por la plaza que lleva el nombre de «La Plaza al Buen Ciudadano Profesor Francisco Tamayo».
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Hablar de la «erosión antrópica» de «desarrollo ficticio», de «exclusión», de «totalidad» de «interés colectivo», de «ecosistemas ficticios» o «el señuelo del desarrollo» es hablar de una epistemología que nos ayuda a descubrir lo que el sabio maestro don Francisco Tamayo, llama «El Pecado Original». Precisamente ese pecado original nos vuelve a unir a ese tiempo indígena, recurrente y resistente, pues, hacia 1980, cuando Tamayo habla desde el Congreso Nacional (Cit. Por OHR/2005/131) reconstruye nuestra historia a partir de ese pecado original «…cometido por los conquistadores en contra de la población aborigen…» Esto es lo que llamamos, en el capítulo primero de El Libro de Caricuao, el carácter depredador de la dominación, en donde la naturaleza fue la más afectada desde el punto de vista integral. Por ello nos fue posible unir teóricamente, la tesis de Capra en «LaTrama de la Vida» (1998) con la epistemología o armazón teórica de Francisco Tamayo, elaborada en sus tantas «cacerías de zorros» por los ecosistemas del país. En nuestro caso, hemos encontrado varias pistas, muy cercanas a nuestra área de estudio: Antímano-CaricuaoParaíso. Explica Tamayo que al sur de Antímano se mantiene un bosque porque el hombre no ha talado allí todavía, en 1942; pero más allá, a la altura de la Cota 905, exactamente detrás de Instituto Pedagógico Nacional (IPN), se viene devastando este ecosistema desde el año 1936. En el cuerpo del libro hablamos de la denuncia de Tamayo acerca de los desafueros cometidos por los urbanizadores de la zona metropolitana, pasando por encima de los «intereses colectivos» y privilegiando el carácter mercantil individual. Pero además, las urbanizaciones han sido construidas en cerros, en cabeceras de ríos, en hoyas hidrográficas que surten acueductos y campos de cultivo. El «señuelo del desarrollo y la creación de ecosistemas ficticios «son apenas dos indicadores de ese modelo desarrollista que se aleja, cada vez más, del ecosistema natural y excluye a «…las clases de bajos o exiguos recursos…» (OHR 2005/131). Estos grupos excluidos se van colocando, como un «lastre», a la «… cola del carruaje de los privilegiados…» (Idem). La sensibilidad del maestro Tamayo, como la conocimos todos, llegaba tan lejos y era tan profunda, que una vez llegó a declarar, celebrando sus 70 años, que él se dedicaba a «describir» a explicar, a enseñar, porque «…tengo dolor social…».
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5. Los PRM de Caricuao: una visión contextual del universo caricuense. En este ensayo introductorio es necesario aclarar lo que significa una visión contextual del universo caricuense. Al manejar la escala temporoespacial se nos van apareciendo, como en un continuo cinematográfico, historias menores, como la historia de La Majada; un universo mayor, como lo es el cinturón de barrios que circundan las industrias y las unidades de desarrollo; y los Parques Recreativos Metropolitanos o PRM. Resulta que estos PRM constituyen una unidad clave, y esta problemática debería ser abordada en un contexto geohistórico articulado, inextricablemente con la Ecología Profunda. De manera que los ecosistemas de Caricuao deben ser vistos tanto dentro de una perspectiva local-regionalnacional-continental, articulando al nicho ecológico con la exclusión, la pobreza, las políticas educativas y la concepción que se maneja desde la superestructura político-ideológica. Esto último se relaciona muy directamente con las «políticas conservacionistas», el uso de los parques, los factores que los afectan y el impacto de la propia geología, geomorfología y climatología. La acción antrópica es clave, como ya lo hemos señalado junto con Tamayo, pero también debemos agregar la corresponsabilidad como principio guía de la acción transformadora. Por todas estas razones, hemos tenido que echar mano a fuentes documentales, como la Agenda 21, producida en la Comisión Mundial sobre la Tierra (1992); a fuentes locales como las declaraciones del defensor del ambiente de la Defensoría del Pueblo, profesor Jesús Sotillo, para quien el ambiente es un punto de referencia obligatorio para el mundo, y Caricuao es no sólo un pulmón vegetal para Caracas sino una referencia obligada para el mundo que nos observa y en donde mucha gente apuesta por transformar esta comunidad en una ciudad ecológica, más allá de la parroquia, cuyos linderos ambientales se han rebasado hace largo tiempo. Más del 40% de la superficie de Caricuao está constituida por áreas verdes que se están degradando a una velocidad alarmante y cuyos efectos ya han sido señalados, entre otros, por don Luis González Guillén, quien ha venido haciendo un seguimiento sistemático de los eventos que están conduciendo a una masa crítica. Por supuesto que también hemos reproducido, para uso intensivo del lector esta dramática cronología que
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combina eventos de diversa índole, desde la tala y la quema hasta los errores cometidos en las construcciones de viviendas masivas y el diagnóstico geológico de este extraordinario graben comparado, por él, con el «Green Belt» londinense. Por todas estas razones, hemos echado mano de distintas fuentes para ubicar el problema ecológico con el fin de llamar la atenciónacerca de la magnitud mundial de este drama que sólo un cambio de modelo, de modo de vida, podrá revertir esta situación para que sea verdaderamente sustentable. Los PRM están allí no para que la gente los «visite» sino para que «viva» con ellos y estén, permanentemente, generando vida a partir de cambios sustanciales en el viejo modelo. Son parques que deben tener vida en sus laboratorios, en sus viveros, en sus escuelas de formación de cuadros imbuidos de una concepción ecológica profunda, hasta formar a un verdadero ecologista revolucionario que defienda la tierra, reivindique la memoria histórica, afiance la identidad y sea capaz de visualizar más allá del parque y ver al ambiente como un espacio político y como un problema planetario, del enfrentamiento de un modelo neoliberal burgués mercantil, con una concepción del mundo planetaria integral que concibe al ambiente como un derecho humano, como un derecho a la vida, y como un deber de corresponsabilidad porque está en juego la defensa del planeta. Caricuao es clave por sus cuatro PRM en peligro y deberían ser declarados en emergencia para su rescate e incorporación, progresiva, a la comunidad. Estos PRM deberían ser escuelas modelos para integrar, de paso, a la comunidad escolar, con el fin de formar un ciudadano responsable, con una conciencia ecológica profunda; que valore a Caricuao como un don de la naturaleza como una totalidad integral y no como un «…don del Banco Obrero…» De tal manera, el uso de los PRM debe ser una tarea colectiva planificada que sirva como centro, como eje, de un proyecto mayor, de un macroproyecto inclusivo, que comprometa a la totalidad que hace vida en Caricuao, tanto a la superestructura estatal como a la infraestructura de servicios básicos. Por eso proponemos un proyecto ecologista profundo en donde se deben articular esfuerzos que involucren a casi todos los ministerios, escuelas, organizaciones ambientalistas, grupos culturales, medios alternativos como Anmcla, o instituciones «especializadas» como Inparques. El problema es la
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urgencia de la preocupación por las tímidas medidas que se están tomando, como ponerle la luz a un parque, la ampliación de los horarios de visita o colocar más policías y vigilantes en los PRM. Hace falta, más bien, declarar una emergencia para mover a toda la comunidad, a todo el binomio barrio unidad vecinal, a todos los grupos y a toda la superestructura político-jurídica porque lo local, definitivamente está rebasado. Piense el lector, por un momento, en esta situación, preocupante, por un lado, y privilegiada por el otro, pues no creemos que se presente algo similar en el resto de los pueblos de Caracas. Caricuao es un ejemplo muy particular y poco estudiado, tanto por los especialistas como por la gente común y corriente que quiere a su parque y está muy lejos de imaginarse las profundas implicaciones biológicas, educativas, geográficas, sociohistóricas, y psicológicas que tienen estos PRM para la vida del caricuense, en particular, del venezolano, en general, y del ser planetario universal. En resumen: - Caricuao es el centro de la problemática y, como tal está vinculado con los Consejos Comunales y con el futuro Poder Popular. - Es urgente la toma de medidas para salvar la comunidad y reducir sus factores de riesgo. - Al mismo tiempo, las políticas deben conducir a un modelo de ciudad ecológica y, de allí, a un modelo de ciudad socialista. - Pero todo diseño de políticas o medidas extremas y urgentes pasa por el tamiz del ambiente como eje central. Si intentamos elaborar un decálogo que contenga las diez palabras claves de la visión ecológica contextual, la primera sería ambiente y la última ecología profunda. ¿Y las otras ocho?: nueva geometría del poder, barrios, UD-UV, toromaima, socialización, relaciones sociales no mercantiles, integración y tiempoespacio. VI. Horizontes del trabajo: el tiempo decisivo. A manera de balance Todo lo que hemos venido planteando tiene el signo de la integralidad, y ello requiere de una retroalimentación permanente para que no sea circular sino dialética. Ser alimentada, y retroalimentada, significa, en pocas palabras,
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pensar el futuro y construirlo a partir del quehacer cotidiano, de las cosas más sencillas y sobre bases locales. La conferencia para celebrar el Día del Hábitat enfocará, entre sus temas prioritarios, al problema del hábitat en su escala local. Resolver las complejas causas subyacentes en los problemas urbanos requiere compromiso, convencimiento y decisión. Este año, dicha conferencia discutirá entre los tres problemas más prioritarios: transformando comunidades, las comunidades sanas, y el rol de la vivienda en la creación de comunidades y ciudades seguras. De manera que lo local nos acompañará siempre en estos tiempos de reformas y de cambios. En esta última parte, titulada intencionalmente «…lo decisivo…» nos encontramos con un tiempo histórico de reformas, de propuestas, de proyectos, de discusiones y de cambios paradigmáticos que apuntan, fundamentalmente hacia nuevas formas de organización social que nosotros hemos atrapado en dos palabras - pívot o palabras clave: el espacio y el tiempo, pues al lado de una Nueva Geometría del Poder, esto es, de un urgente nuevo mapa político administrativo, es indispensable que se articulen las comunas, como células geohumanas, y por consiguiente espaciotemporales, con la nueva ciudad que exige el ciudadano común : una ciudad socialista que comience por garantizar el derecho de ciudadanía que es el derecho a la ciudad. Nos concentraremos solamente en «lo decisivo», y hasta paradójicamente conclusivo para una introducción, porque, además, le hemos dedicado dos largos capítulos en el cuerpo del trabajo, por ser el tiempo decisivo que apunta al futuro, entendido como el paso hacia otras formas de organización sustitutivas de aquellas que no solamente han demostrado ser ineficaces sino que han entrabado, dañado e impactado negativamente al camino del verdadero desarrollo social y se nos han mostrado como exponentes del verdadero antidesarrollo. Dentro de esta categoría de antidesarrollo agrupamos las formas político-jurídicas que van desde el nivel local, como las parroquias, juntas parroquiales; hasta las de nivel intermedio, como alcaldías, consejos municipales, consejos legislativos, gobernaciones, hasta la superestructura más elevada como los ministerios y los tribunales supremos de «injusticia» de «exclusión» y de una ineficacia tan atroz que no son capaces, ni siquiera, de garantizarle la vida a por lo menos 25.000 venezolanos que estando encarcelados, no sabemos si «purgan», o no, condenas, porque aún no se
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sabe si están penados, procesados o a la orden, en calidad de depósito, de algún tribunal o magistrado. Tome el lector lo anterior como un marco teórico, pues no se refiere a las cárceles venezolanas, en particular, sino que es un ejemplo pívot para compararlo, mutatis mutandis, con los hospitales, con las haciendas en donde el guajiro carece de identidad, con los territorios en manos del sicariato y de los zares de la droga, o con las empresas que dejan los escombros en medio de la calle y las construcciones a medio terminar. Pero cuando las culminan, al poco tiempo se agrietan o simplemente se caen8. En la construcción de estos nuevos espacios para una nueva geometría del poder, una de las nuevas figuras implica la formación de nuevas estructuras político-territoriales como, por ejemplo, las zonas federales, en donde se crea un área como podría ser la faja petrolífera del Orinoco, que pasen a tener jurisdicción federal a cargo de otra nueva figura como lo es el vicepresidente para esta zona o para las zonas fronterizas. También se contempla la creación de distritos funcionales como los que pudieran crearse en las riberas de lagos o entre estados que presenten problemas limítrofes, o en áreas realmente complejas y cuyas tareas sobrepasan la capacidad de la parroquia o el municipio, de la alcaldía o de la gobernación. El país está lleno de áreas de este tipo en donde sus problemas, de muy diversa índole pero todos vitales para el desarrollo, duermen en gavetas llenas de proyectos, de ideas, de papeles. Quien esto escribe «las llama las áreas de exclusión» y se encuentran ubicadas en casi todo el territorio nacional, pudiendo constituir zonas geoeconómicas altamente productivas, además de servir de receptáculos a grandes sectores de la población. Pudieran servir de bases para la construcción de las nuevas ciudades, de las nuevas comunas, de los nuevos cinturones de la economía social, o sencillamente 8
Abrimos esta nota, verdaderamente marginal y un tanto inconexa, porque hoy «amanecimos de bala» parafraseando al poeta Valera Mora, al enterarnos, por el informe del Contralor de este año, que más de 20.000 empresas privadas «han echado el carro» y andan como Johnny Walter muy campantes y sin recoger los escombros. Pero estamos muchísimo más disgustados porque anoche nos informaron que el gran proyecto Gran Colombia se está hundiendo, que las pocetas instaladas son de mala calidad, que se gastó un realero y nadie responderá por esto. Este es el drama del país en tiempos de reformas que, en lo personal, pensamos son muy tímidas para enfrentar a los bandidos que pululan intra y extra muros y a un mapa geográfico mucho más dañino que estas empresas depredadoras. De allí que lo decisivo vuelva a salirse de esta nota para integrarse nuevamente al texto.
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como monumentos y parques nacionales habitados en su periferia por los propios consejos comunales que asumirían su control y administración. Son tantos que su sola mención requeriría de un capítulo aparte para analizar a este nuevo mapa bajo una óptica sistémica en donde el todo es más que la suma de las partes y, por ello, tenemos que acostumbrarnos a ver los cambios de una manera integral. Por eso la reforma planteada no puede verse como si se tratara de reducir una jornada de trabajo, de aumentar en un año el período de gobierno, o de postularse varias veces a una elección. Observe el lector que en todos estos tres casos estamos enumerando, sacando cuentas. Pero cuando nos detenemos en otros artículos observamos, así mismo, que se le ha dado un tratamiento maniqueo, de bueno y de malo, excluyente, desligado de los demás contextos: el constitucional, el político y el tiempo urgente para atacar la pobreza. Los cambios estructurales, por ejemplo, no se logran con una reforma, pues son problemas de largo aliento, de largo plazo, de mucho tiempo. Pero los contextos son también momentos en donde no podemos estar contando, enumerando, sino reflexionando cualitativamente por encima de lo cuantitativo y sobre todo «…en relación con…» y «… en función de…». El ejemplo de las misiones nos debería servir para entender lo que es una situación urgente socioeconómica. Pero a la misión se opone la estructura político-jurídica. ¿Y cómo rebasarla? Por otras vías legales, extraordinarias de emergencia, de excepción. Es el ahora frente a la estructura fosilizada del ministerio, del instituto, del tribunal, de la academia, de la universidad, o del parlamento, en donde se procederá «…a nombrar una comisión…» ad infinitum. Por ello decimos que es imposible intentar los cambios echando mano de los ministerios y demás entes públicos porque son trabas estructurales que impiden la entrada a las oficinas, a las escuelas, a los tribunales, a los hospitales. Y si logramos entrar, el funcionario nos dirá que él tiene su tiempo ocupado en su trabajo y la misión se hará el sábado, porque eldomingo se paga triple. La misión tiene que transformarse entonces, para ser exitosa, en un asunto de Estado, en una consigna que salte la tapia, el paredón, para ir directamente a la gente. Lo ideal sería que la gente de las comunas crearan sus propias misiones y ejercieran, por esta vía, el control del poder. Pero hoy estamos en tiempos políticos en donde la superestructura política y jurídica debe ir descendiendo a las instancias locales hasta quedarse allí y no volver a subir más porque se no pierde y, más tarde, se devuelve en un efecto bumerang para volver a ejercer su poder.
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¿Y qué es lo decisivo? Lo decisivo es lo que Julio Escalona llama «…la diaria movilización revolucionaria de la población, para transitar…» («Un tránsito al…» Últimas Noticias, martes 7 de agosto de 2007/54): - Del paternalismo hacia la autogestión. - De la burocracia al poder real de los consejos comunales. - De la naturaleza como recurso económico a fuente de vida - Del ser humano como recurso a un ser creador de bienes libres. - Del individuo materialista, egoísta y utilitario, a un ser humano social como unidad de espíritu, mente, cuerpo y naturaleza, fuera de la tradición cartesiana. - De la productividad económica-reproductora del capital a la productividad ecológica fundada en la máxima productividad del ecosistema terrestre (oxígeno, agua, energía, amor…) - De la maximización de la ganancia a la máxima conservación de los equilibrios ecológicos. - De la energía fósil a las energías renovables - Del progreso a la diversidad cultural e histórica. - Del hombre centro del universo a la interdependencia de todo lo existente. - De la dominación del ser humano a la administración de todas las cosas y la desaparición de todo poder. En el cuerpo del trabajo, el lector encontrará ejemplos concretos de estas prácticas erradas en temas tan álgidos, y decisivos, como el ambiental y la concepción paisajística y urbanística, que nosotros hemos denominado desarrollista. Caricuao abunda en ejemplos acerca de esta concepción expresada en una política que entiende el desarrollo como la simple producción de bienes de consumo, e implanta estos patrones sin considerar el entorno, es decir, a los ecosistemas que coexisten hasta más allá de los límites de la parroquia. El terraceo indiscriminado, sin tomar en cuenta la topografía del terreno, su grado de estabilidad, los tipos de suelos predominantes y, en general, la fragilidad de los ecosistemas, son ejemplos de la
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aplicación de esta concepción desarrollista. Mucho menos se evalúan los recursos de estos nichos ecológicos, cuyo uso comunal pudiera muy bien servir para actividades más productivas, saludables y sustentables. Y aún cuando Caricuao ha sido protegida por legislaciones que norman el uso de los PRM, por ejemplo, y por la Ley del Ambiente, las medidas han sido muy tímidas o sencillamente se ha hecho muy poco porque al parecer no se trata de un problema vital sino ambiental. Julio Escalona ha propuesto incluso en otro de sus artículos («La Reforma» Últimas Noticias, martes 2/08/07/ 56) incluir los daños ambientales dentro de los crímenes contra la humanidad y como tal deberían ser castigados más duramente. Precisamente en este artículo acerca la reforma de la CRBV que ha emprendido el presidente Chávez, Escalona ve a esta nueva batalla, integrada a todo un proceso, como una manera original de estructurar la sociedad: «…con la reorganización del espacio territorial, la organización del poder político, el poder militar y las formas de propiedad…» (Idem). Pero más adelante se detiene a considerar los dos grandes vacíos en los cuales incluiremos el tema ecológico: la corrupción y la protección ambiental. Acerca del problema ecológico, su opinión es que se debe «…incorporar la protección ambiental y definir los daños como crímenes contra la humanidad y la naturaleza…» (Idem). Desde que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela prendió los motores para sacar al país de la crisis y enrumbarlo hacia un modelo más humano, más participativo e incluyente, no hemos dejado de insistir en lo decisivo como la lucha por recuperar un espacio enajenado, hace mucho tiempo, para una sociedad distinta. Y aunque esto lleva mucho tiempo, lo decisivo de hoy es iniciar el camino para que todos nos apropiemos de nuestra historia, de nuestra memoria, de nuestro espacio, de nuestras raíces. Ahora que se encuentra prendido otro motor, el de las reformas, lo decisivo es, así mismo, una movilización diaria, cotidiana, para transitar libremente. Es la nueva geometría del poder que construiremos a partir de las cosas más sencillas, en la microhistoria, en la comunidad, en el punto de encuentro: en lo local. Porque, al final, nos reencontramos con los tiempos de cambios, tiempos de reformas, tiempos locales, tiempos decisivos…
Primera parte En el valle de los toromaimas. Superposición de modelos y exterminio «Las poblaciones actuales han sido edificadas sobre los sitios de los aborígenes, cuyas diferentes obras fueron destruidas sistemáticamente… en algunas localidades menos importantes, escasos vestigios han escapado al exterminio…» Gaspar Marcano. Etnografía Precolombina de Venezuela.
El eje central Este libro tiene un eje central, el Tiempo Recurrente Indígena, sobre el cual se van superponiendo modelos, tales como el conquistador español, y el capitalista, que continúa la labor de dominación a través de la historia de la sobreexplotación del trabajo, es decir, del poder de mando del capital sobre el trabajo, que sustituye el viejo modelo esclavista feudal español. El eje indígena fue elaborado a partir de un decálogo de consideraciones que después se extendieron y fungen de justificación. Las fundaciones del trabajo son: 1. El rechazo al modelo eurocéntrico por su carácter dañino y por ser ajeno a nuestra identidad como pueblo y nación aborigen. 2. La asunción de un modelo integral, conservador y «recuperador» de nuestra naturaleza maltratada. 3. La reivindicación de la tierra como una posesión colectiva en donde toda la comunidad tiene derechos de usufructo sobre ella, sin ninguna limitación por parte del derecho anglosajón. 4. El rescate de la cosmovisión indígena. 5. Asumir su concepción del espacio como ser dinámico, lleno de vida, y sobre todo, de libertad, sin ataduras locales, parroquiales, o regionales. La parroquia terminó por liquidar el espacio indígena que
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venía de los valles de Aragua y se dirigía hacia la costa sin solución de continuidad. 6. La axiología aborigen 6.1 Tolerancia. 6.2 Lealtad. 6.3 Amistad. 7. Su concepción amplia del hogar y del amor. Carácter comunal. 8. Amor a la tierra. 9. Técnicas de trabajo. 10. Diversidad agraria. Policultivos. 11. El líder comunal es el que está más apegado a la tierra y el que se solidariza con las mujeres. 12. La resistencia como ejemplo. La defensa del terruño, la perseverancia. Aún hoy resisten y son ejemplo de vida en comunidad. Cosmogonía indígena y espacios abiertos La cosmogonía aborigen se encuentra en correspondencia directa con sus visiones de espacios abiertos, sin solución de continuidad. Ello les permitiría viajar libremente a través de naciones indígenas, por muy independientes y autonómicas que estas fuesen. Por eso no cuesta mucho entender la relación de cercanía entre los valles de Aragua y los demás valles interioranos, incluyendo los valles toromaimas. Su recorrido se hacía por rutas que iban desde las crestas de las montañas, como lo atestiguan Caricuao, La Pastora y Catia, hasta los caminos que circundaban sus sementeras, acequias, quebradas, y ríos. No está demás afirmar que muchos de esos caminos fueron, a la postre, caminos reales españoles y hoy son carreteras y autopistas. Esta visión la supo captar muy bien Gaspar Marcano en su Etnografía Precolombina de Venezuela, publicada en 1889. De allí hemos tomado innumerables noticias etnográficas y de otra índole, pero, por ahora, nos interesa destacar, en relación con el espacio, la interconexión entre los valles de Aragua y los de Caracas: «…Agrupados y apretados los unos contra los otros, estos pintorescos valles se comunicaban entre sí por numerosos desfiladeros que interrumpen las alturas y permiten al viajero recorrerlo todo sin la menor fatiga…» (Etnografía… 1971/34) Esta obra la dividió en tres regiones: occidente, sur y centro. El estudio dedicado a este último espacio, desde los valles de Aragua hasta
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el mar de las Antillas es el que estamos reseñando para llevarle al lector noticias más precisas acerca de la cultura, los usos y costumbres, las características raciales y, en fin, su evolución histórica, donde juega un papel destacado la gran resistencia indígena al poderoso ejército venido de España, afincado en dos elementos claves: el caballo, y las armas de fuego. A esto le podemos añadir la parafernalia del soldado español: escudo o rodela, cascos, mallas, botas, ropas gruesas. Además usaban estrategias no cónsonas con el arte de la guerra o con la guerra convencional, propia de segundones de baja ralea sobre todo en sus comienzos. Nos referimos al secuestro de mujeres y niños, al saqueo directo, a la destrucción de sementeras, a los daños al ambiente mediante incendios y a la toma pura y simple, y por la fuerza, de terrenos ajenos. Este es el tiempo del «conquistador», enseñoreado por estas tierras. La nobleza de nuestros antepasados familiares, su valor, su lealtad y una visión cósmica del mundo, contrasta, no cabe duda, con estos falsos hidalgos de muy baja calaña. Marcano hace una descripción de estas tribus que habitaban a orillas del lago de Tacarigua, conocido después como Lago de Valencia. - Al norte: araguas y tacariguas. - Al sur: tucanos y meregotos. El cuadro de estas naciones lo completa de la siguiente manera: los meregotos se habían establecido específicamente sobre las dos orillas del río Aragua y sobre el valle de Guaracarima. Acerca de los indios caracas hay nociones menos vagas. Y en cuanto a otras tribus se refiere: «…Se llamaba así al conjunto de los precolombinos que habitaban los valles septentrionales situados entre los de Aragua y el mar de las Antillas. Estas pequeñas naciones eran independientes las unas de las otras; tenían cada una gobierno propio». (Etnografía…. 1971/36). Los arbacos representan a la tribu más meridional, amigos de sus vecinos, los meregotos. Habitaban una tierra elevada contigua al lago de Valencia, que comienza en las montañas Cocuizas y se extiende hasta las Lagunetas. Muy belicosos, al momento de la conquista los arbacos estaban gobernados por Terepaima. A la izquierda de las Lagunetas y del río San Pedro habitaban los teques. Guacaipuro es su cacique más célebre. Más allá de Los teques, vivián los caracas en un valle formado por las últimas montañas de la costa y regados por el Guaire. Han dado su
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nombre al conjunto de otras tribus, a la antigua provincia y a la capital actual de la República. Menos numerosos eran los charagotos que se ubicaban sobre las montañas que separaban a los caracas del mar y al sur del valle. Pero como eran dueños de las partes altas dominaban los llanos de los alrededores. Los mariches se refugiaron al este y al sur de los caracas, donde se levantan numerosas montañas en medio de un terreno desigual. Era el nombre así mismo, de un conjunto de tribus gobernadas, cada una, por un cacique. La historia ha conservado memoria de Aricabacuto, Acaprapocoa, Sinaguto y Tamanaco. La orilla derecha Tuy, río que limitaba a los mariches por el sur, era la residencia de los quiriquires, quienes limitaban al oeste con los arbacos, teques, y meregotos. Ellos poseían 25 leguas de terreno montañoso más allá del río de Paracotos. Al oeste de los quiriquires estaban los tumusas en los vastos valles de Chupaquire y Cúpira hasta la desembocadura del Unare. Entre los mariches, teques y quiriquires, habitaban los toromaimas, en esa tierra accidentada en medio de la cual fluye el Tuy. Eran gobernados por Paramaconi. En la parte alta del Tuy, a la izquierda de los quiriquires se establecieron los tarmas. Estaban cercados por estos últimos y los meregotos, arbacos, y teques al norte. Otras tribus de los tarmas ocupaban las montañas de la costa por encima del río Macarao. Gaspar Marcano rescata, en esta obra, el concepto de Nación indígena: «…aunque independientes las unas de las otras, esas tribus constituían casi una verdadera nación. Apenas los españoles hallaron su territorio, todas se aliaron para rechazar a quien en lo sucesivo sería el enemigo común… Desde que la dominación a sangre y fuego se extendió por los valles de Aragua, todos los indios de las montañas hicieron esfuerzos sobrehumanos para defender su suelo; y se sacrificaban hasta lo último por amor a su patria y a su libertad». (Ibidem/37) «…durante diez años, los españoles encontraron en el país de los caracas una oposición que provenía tanto de su valor, habilidad y patriotismo como del hecho de que, constituidos como naciones independientes, prolongaban la lucha, estando separadas, o unidas entre sí… Sus caciques,
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por lo demás, se encontraban a la altura de su noble misión. Guacaipuro el heroico jefe de los teques, fue no sólo un guerrero indomable, sino un verdadero organizador. Él no se limitó a defender sus súbditos y aliados; organizó una guerra ofensiva que le permitió reconquistar más de una vez el terreno que los españoles creían ya poseer». (Idem). «Si esas tribus formaban una verdadera nación desde el punto de vista de sus costumbres y de sus comunes aspiraciones; si desde el punto de vista histórico deben ser confundidos ¿deben serlo también desde el punto de vista antropológico?…» «Ya podemos responder afirmativamente en lo que concierne a los indios de los valles de Aragua (meregotos), los arbacos, los teques y caracas. Las mismas armas, la misma industria, las mismas costumbres, la misma organización social, y lo que es aún más característico, la misma configuración y las mismas deformaciones craneanas. Por lo tanto, a ejemplo de los conquistadores, se les puede englobar bajo el nombre de indios caracas….» (Ibid / 39). Entre las dificultades que representa la reconstrucción histórica de la cultura indígena, Marcano suma a las de tipo técnico y metodológico, los relatos deformados de las fuentes españolas que, además, consideraban al aborigen como falto de razón, sin derecho a gentes y, por lo tanto, como pueblos sin historia: «Para colmo de dificultades, los relatos de los conquistadores están acompañados de una parcialidad que frustra cualquier método y descarta todo espíritu de análisis. El indio no era sino un rebelde y un infiel. No se admite en él la existencia de civilización alguna que ameritara ser respetada» (Ibid. /97). Los habitantes de los valles de Aragua eran cazadores y pescadores, los del norte cazadores, y sobre todo agricultores. «…El cazador se volvió agricultor sin haber pasado por la vida pastoral». (Ibid. /99). Además, su agricultura era suficiente debido a la riqueza del territorio. En el caso de los toromaimas, se sabe que eran agricultores, pues sus sementeras fueron apropiadas por los españoles, que se sirvieron de ellas para el abastecimiento de sus huestes. Pero, además, otras veces las siembras indígenas eran destruidas como represalia a la resistencia de estos pueblos. Las crónicas españolas, incluso, dan cuenta del paso de caballos por sementeras toromaimas, arrasadas por estos hombres de a caballo.
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La resistencia indígena, según Marcano, duró más de diez años y sólo gracias a factores tecnológicos, fundamentalmente las armas de fuego y el caballo, fue posible el triunfo español. Este autor describe las viviendas de estas naciones como pequeñas chozas, probablemente hechas de paja o de bahareque, con una sola puerta, muy baja. Un detalle muy significativo es la construcción de chozas más grandes para servir de lugar de reunión en sus deliberaciones públicas, a las cuales asistían en gran número. «…La agrupación de esas casas formaban las poblaciones y aldeas». Más aún, los pueblos españoles se edificaron, muchas veces, sobre estos terrenos y los caminos indígenas fueron transformados en caminos reales o vecinales. Se valieron, así mismo, de los canales de riego y de terrenos agrícolas, algunos ya sembrados de maíz y de hortalizas, tubérculos y raíces. Las tribus o naciones indígenas estaban bajo el gobierno de caciques, verdaderos líderes comunales que ganaban su prestigio en acciones de diversa índole, desde las labores tendientes a suplir provisiones para los suyos, hasta la práctica del cultivo de valores como la amistad, la lealtad, la tolerancia, el valor en la lucha y la tenacidad. «En muchos encuentros luchaban cuerpo a cuerpo con enemigos a caballo. Igual encarecimiento mostraban en los combates en los cuales eran más bien masacrados que vencidos. La batalla de San Pedro, en la cual había 10.000 (sic), no fue ganada sino al precio de ríos desangre en donde los cadáveres flotaban despedazados (citando a Oviedo)…» No obstante, el invasor sacaba indudable ventaja con sus armas de fuego y con sus caballos: «…En toda la América esos dos factores jugaban un papel decisivo, particularmente con los caracas, en donde fue preciso destruir hasta el último (sic) sin que su arrogancia jamás cediera ante la fuerza dominadora. Respetuoso de la autoridad, ellos también tenían por sus caciques tanta veneración que los llevaba a los más duros sacrificios…» (Ibid/115). Más adelante agrega que: «esos actos de abnegación de los que están llenos los anales, eran realizados a nombre de la nación y con la más grande sencillez…» (Idem). Era un «…heroísmo desinteresado y consciente, derivado de las tradiciones familiares, del respeto a la autoridad legal y del sentimiento nacional…» (Idem).
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La conquista aún no había terminado en 1573. Los caciques Conopoima y Acaprapocon, herederos de la gesta de Guacaipuro, todavía resistían con una tenacidad que desesperaba al «Pacificador» Garci González de Silva. Esto lo llevó a secuestrar a las familias de estos caciques, incluyendo a la mujer de Conopoima. Pero la lucha continuaba a través de medios de defensa y ataque, poco conocidos y practicados por los europeos, que valdría la pena reseñarlos someramente. Igualmente hacemos una pintura acerca de sus líderes protagonistas y olvidados por la historia oficial y tradicional. Además de sus cualidades personales y de su escala de valores integrales, los aborígenes se valían de su gran visión del terreno que, paradójicamente, iba más allá de nuestra escala local, diferente al modo de observar del español. El aborigen dominaba las alturas, atravesaba valles, construía caminos, fijaba monumentos, hitos y señales, establecía puntos de observación y sobre todo, practicaba una estrategia consistente en una gran movilidad y división de sus ejércitos en vanguardia y retaguardia. Cuando el enemigo se internaba en los valles, los indios se retiraban a las montañas, se adentraban en sus estrechos pasos y desde allí se dedicaban a espiar al español. «Los ejércitos indios estaban divididos en guardia delantera y retaguardia, y sus movimientos regularmente combinados…» (G. Marcano 71/116). Pero también aplicaron técnicas modernas como el arte de las emboscadas y el retiro, en aparente derrota, de tropas hacia la montaña. De ese modo, enganchaban al enemigo y, a través de ataques reiterados y sistemáticos, lograron vencer muchas veces a un ejército hecho para la guerra convencional con armas y técnicas superiores. Tal vez la tenacidad, el espíritu de lucha, la paciencia, el valor, su sentido de nación y la lealtad para con los suyos, fue su fuerza decisiva a lo largo de estos años de resistencia. En el caso de la batalla de Las Quebradas, los toromaimas, fingieron retirarse y los españoles salieron de inmediato en su persecución. Pero ellos dieron marcha atrás, se dividieron en varios grupos y contraatacaron a los españoles, rodeándolos y obligándolos a batirse por separado.
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«…eran temibles los guerreros caracas y por sus brillantes cualidades, la conquista se hizo imposible. Fue necesario exterminarlos para adueñarse de su territorio». (G. Marcano 71/116). El choque de civilizaciones o el enfrentamiento entre dos modelos culturales, en lo que concierne al amplio valle de Caracas, podemos ubicarlo, históricamente, a partir de la llegada del mestizo Francisco Fajardo en 1555, procedente de la Isla de Margarita. Fajardo llegó en compañía de indios guaiqueries, ganado y de un linaje aborigen que le permitió moverse libremente por la costa. Era mestizo, hijo de la cacica Isabel, nieto del cacique Charaima y emparentado con Naiguatá. Ello le abriría las puertas hacia el valle de los toromaimas o de caracas. Esto ocurría hacia 1555, según nos refiere Armando Rodríguez (1957/247): «…Salió de Margarita en 1555 con tres paisanos suyos, descendientes de españoles, 20 indios vasallos de su madre y baratijas para comerciar en la Costa…» Parece ser que regresó a Margarita para volver en 1557, junto con su madre, la cacica Isabel y 100 guaiqueríes. En esta ocasión fundó una villa que llamó del Rosario, en la costa, en tierras del valle de Panecillo, cerca de Chuspa. Regresó a Margarita en 1559 y preparó una tercera expedición al año siguiente, con 200 indios y españoles. Fue a Valencia y el gobernador Collado lo invistió de fueros, le dio soldados y provisiones. Lo nombró Teniente General de estas tierras. Por ser la descripción tan importante para nuestro trabajo, dejemos que sea el propio Armando Rodríguez (1957 / 248) quien la continúe: «…Atravesó los valles de Aragua en 1560, siguió por el Mamón y Las Cocuizas, y por vía de San Pedro entró al valle de los caracas, que llamó San Francisco, después de ajustar paces con los arbacos, toromaimas y charagotos. Construyó reducto para su defensa, acorraló su ganado y bajó a la costa, regresando con la gente que había dejado al cuidado de Guaicamacuare. Fundó la villa del Collado en Caraballeda…» De manera que cuando Diego de Losada fundó a Santiago en 1567, ya Fajardo había sido ahorcado en Cumaná, en 1564, cuando se disponía a viajar al valle de San Francisco por cuarta vez desde Margarita. Antes de la llegada de Losada, se había reedificado varias veces lo que sería la ciudad de Caracas, por parte de Juan Rodríguez Suárez, Juan de Narváez, Pedro Miranda.
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En resumidas cuentas, Fajardo había entrado al Valle del Guaire en 1560 y le había dado el nombre de San Francisco, antes de bajar a la costa y continuar fundando villas y hatos. Regresa a San Francisco y descubre unas minas de oro en tierras de los indios teques y, de inmediato, el gobernador le quita los fueros y lo sustituye por Pedro Miranda, quien comenzó la explotación de estas minas. Pero tuvo que retirarse a Borburata ante el acoso de Guacaipuro. El gobernador Collado nombró, entonces, para continuar la explotación, al Caballero de la Capa Roja, Juan Rodríguez Suárez, quien sostuvo varios encuentros con Guacaipuro, hasta que decidió dejar gente en las minas para explotarlas. Guacaipuro, como era usual en estas naciones, volvió a atacar este emplazamiento, destruyéndolo por completo y liberando la zona. Para ello incorporó, entre otras tribus, a los toromaimas al mando de Paramaconi. Luego se fueron al hato de San Francisco, asiento de Caracas en este momento, y allí dispersaron el ganado, dieron muerte a los pastores, quemaron las cabañas, destruyendo, de paso, a este primer intento de fundación en el valle de los toromaimas o caracas. Ello obligó a Rodríguez Suárez a refundar el hato, llamando a esta reedificación San Francisco, nuevamente. Sin embargo, el desembarco de Lope de Aguirre, en Borburata, lo obligó a partir hacia Valencia con el fin de combatirlo. En la ruta, Rodríguez Suárez fue emboscado por Guacaipuro y Terepaima, y después de una cruenta lucha casi todos los españoles perecieron, incluyendo al Caballero de la Capa Roja. La muerte de Rodríguez Suárez fue aprovechada por los caciques para promover el levantamiento general contra los españoles. Viendo Fajardo que no podía vencer a los indios solicitó ayuda del gobernador Collado, quien envió a Luis de Narváez con 100 hombres. Narváez salió de Borburata en 1562, pero al entrar en el país de los arbacos y meregotos, fue emboscado y muerto al igual que casi toda su expedición. Ante esta situación, Fajardo abandonó El Collado presionado por los indígenas, envió parte de su gente a Borburata y con el resto se regresó a Margarita. No volvería jamás al valle de Caracas, pues al salir de la isla con una nueva expedición, se detuvo en Cumaná donde fue ahorcado por Alonso Cobos, Justicia Mayor de la Ciudad.
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El mismo gobernador Pablo Collado renunció a la conquista y hubo que esperar a que el nuevo gobernador, Alonso Fernández, se pusiera a la cabeza de una expedición contra los caracas, en 1564; con él venía el llamado mariscal Gutiérre de la Peña, protagonista de una curiosa historia en estos afanes «conquistadores». Llegaron a un estrecho valle regado por el Tuy y al observar las montañas coronadas de quiriquires, meregotos y arbacos, preparados para combatir, huyeron hacia el valle de Guaracarima, en donde dejaron el ejercito al mando de F. de Madrid, y de allí se fueron a El Tocuyo, en donde esperaban reclutar nuevos soldados. Pero la gente no se quiso enrolar porque nadie se aventuraba por estos valles. Inclusive los cronistas recogieron esta acción de Bernaldez y de Gutiérre de la Peña como una huída en estado de pánico y llamaron a esta zona el «Valle del Miedo» Más tarde, en 1567, Diego de Losada atravesará ese valle al remontar el río Aragua y llegar a las montañas de los cocuizas, rumbo al valle de los toromaimas, por donde entró. Losada venía encabezando una expedición de casi 1000 hombres, que incluían a 800 indios auxiliares, además de 150 soldados veteranos o rodeleros. Cuando comenzaba a subir la montaña de los cocuizas observó que los arbacos iniciaban una operación envolvente y, dándose prisa, logró evadirlos y siguió su marcha en medio de pequeñas escaramuzas. El 25 de mayo llegó a territorio de los teques y se encontró con el ejército de Guacaipuro. Este lo obligó a pensar si presentar combate o eludirlos. No todos estaban de acuerdo con enfrentar a Guacaipuro y propusieron retirarse ante la disposición de este ejército dispuesto a todo. Losada se decidió por el combate y se libró una de las batallas más sangrientas de la conquista: la batalla del valle de San Pedro, muy cerca de la nación toromaima. Además, esta batalla involucró a todas las tribus representativas de estos numerosos valles. La caballería rompió la vanguardia de los teques, pero no pudo penetrar los batallones de tarmas y mariches, los cuales estaban alineados en la retaguardia. Esta resistencia de tarmas y mariches permitió que los teques pudieran replegarse, rehacerse y continuar la lucha sin debilitarse, a pesar de los ataques combinados de los españoles por el frente y por los flancos. Después de varios ataques vigorosos por parte de los españoles, Guacaipuro ordeno la retirada.
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De esta manera, Losada puede seguir su marcha y penetra en el valle de los toromaimas, es decir, en los dominios de los caciques Macarao y Caricuao. Aquí no hubo combates y Losada pudo recorrer las orillas del río Turmerito, torciendo a la derecha, rumbo al valle de los caracas. Esto ocurría el 3 de abril de 1567. Según afirma el profesor Freddys Hurtado, en una serie de artículos publicados por el Tiempo de Caricuao, (entre 1999 y el año 2001), Losada entró al valle de los toromaimas por Caricuao, conocido después como el valle de Juan Jorge. En efecto el profesor señala que Losada: «…previniendo el reagrupamiento de los naturales, ordenó acelerar la marcha sin detenerse hasta llegar al valle llamado Juan Jorge, en las afluencias de los ríos San Pedro y Macarao… Losada continuo su marcha al día siguiente, siguiendo el curso del Guaire hasta llegar al Valle de Cortés, también conocido como Valle de la Pascua». Y sigue el testimonio: «…Para evitar el peligro que le acecha, torció a la derecha por los pueblos del cacique Caricuao, caminando aguas arriba, hasta llegar a un pequeño valle del río Turmero (hoy El Valle) que llamaban el Valle de Cortés….» En otro de sus artículos, titulado: «La Otra Historia: ¿La Verdadera?», Hurtado precisa, aún más, la ruta de Losada, pues la ubica entre lo que es hoy la UD5 y la estatua del indio Caricuao: «…En su desvío, Losada llegó adonde actualmente está la estatua del indio Caricuao y allí se encontró con una población indígena que entre los cañaverales lo observaba, y él, temeroso de que lo atacaran, se vuelve a desviar por lo que actualmente es la UD5 (sector Indio Libre)…» Por supuesto que este aporte, además de ser omitido por la historia oficial, ha trascendido muy poco porque las fuentes tradicionales solamente han «vendido» una versión lineal e interesada: la que defiende los intereses de España, especie de leyenda dorada de la Historia de Venezuela. Pero, por sobre todo, se soslaya y se excluye al ser indígena, al resistente, al defensor de estos territorios y verdaderos protagonistas de estos procesos históricos de lucha por lo nuestro y por una escala de valores integral y colectiva. No obstante, nosotros revisamos una fuente española correspondiente al siglo XVIII para observar en principio, la versión del conquistador a través de sus cronistas. La Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, de José de Oviedo y Baños fue publicada en 1722; de manera
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que Oviedo recopiló información desde fechas muy tempranas. Además de su visión, a nosotros nos ayudó a enfocarnos en los dos ejes centrales de todo el trabajo sobre Caricuao: la noción de pueblo y el problema de la tierra; todo ello contextualizado en un pasado indígena recurrente. Estos elementos teóricos los ha visto el lector en la Introducción; por ahora sigamos con el relato de Oviedo, que tuvo lugar en una Semana Santa del año de 1567, cuando Losada, después de librar la batalla de San Pedro, bajó por allí hacia Macarao y Caricuao. Oviedo viene narrando (1722/400-401) La batalla de San Pedro, entre el ejercito de Losada9 y la confederación de tribus al mando de Guacaipuro10. Una vez que se retira Guacaipuro, Losada decide salir de esa zona y tomar hacia tierra llana: «…Y así, marchando dos leguas11 más adelante, llegó a hacer alto al pueblo del cacique Macarao, en la parte donde juntándose el Río San Pedro con el Guaire tiene principio, corriendo hacia el poniente, el valle de Juan Jorge, llamado así desde que Fajardo en su primera entrada, encomendó los indios que lo habitaban a aquel célebre varón, tan compañero suyo en las conquistas, como lo fuese en las desgracias». (1972. T Nº 400-401) Aquel lunes santo, que en ese entonces cayó el 25 de marzo, cuando a Losada le toca bajar por el río San Pedro y se encuentra con este espectáculo: «…Jurisdicción ya de los indios teques, se le ofreció a la vista la más hermosa perspectiva, que pudo tener Marte en sus campañas; pues coronados todos los contornos de banderas, y penachos, se halló con más de 10.000 indios, acaudillados del cacique Guacaipuro, que al batir de sus tambores , y resonar de sus botutos le presentaban altivos la batalla». (Ibid /397) Al final, Losada fundaría la actual ciudad de Caracas, en el mismo valle donde Fajardo había fundado su hato margariteño, que ocupaba el pueblo de San Francisco. Aunque como lo señalan algunos cronistas e historiadores, 9
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A principios de enero de 1567, Losada salió de El Tocuyo. En Mariara pasó revista a su ejército, que contaba con 150 hombres, de los cuales eran 20 de a caballo, 50 arcabuceros y 80 rodeleros, todos bien apertrechados; 800 personas de servicio, 200 bestias de carga y 4000 carneros, entre otros pertrechos de guerra. Descollaban teques, tarmas y mariches. Unos diez kilómetros hacia Macarao.
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como José de Oviedo y Baños en su Tesoro de Noticias, o Gaspar Marcano en la obra que hemos venido manejando (1971/124): «…La fecha de esta fundación nos es desconocida, porque ningún documento ha sido conservado, ni ninguna acta donde la hayan precisado…» Don José de Oviedo y Baños nos cuenta en su Tesoro de Noticias de 1703 (1964/53), que, una vez revisados los libros capitulares de la ciudad de Caracas desde su fundación y por orden del propio Cabildo, del cual era regidor, se encontró la siguiente situación: «El año de mil quinientos y sesenta y ocho, siendo gobernador y Capitán General de esta Provincia don Pedro Ponce de León, fundó y pobló la ciudad de Caracas, el general Diego de Losada desde cuio (sic) día hasta el año de 1588 inclusive que fue el tiempo que gobernaron (sic) la provincia el dicho don Juan Ponce, don Juan Pimentel, y don Luis de Roxas, no se halla en el archivo Libro Capitular, papel ni razón alguna de las operaciones de aquel tiempo assi (sic) por descuido de los pobladores, como por el maltrato de los papeles, pues aunque en el archivo hay un libro pequeño que comprehende (sic) parte del gobierno (sic) de don Juan Pimentel, con el transcurso del tiempo está tan maltratado y roto que no son inteligibles sus decretos». Esto lo afirmaba Oviedo, en su calidad de regidor, en el año de 1703, fecha en la que el Cabildo de Caracas le encarga la tarea de recopilar este tesoro de noticias, extraído de los Libros Capitulares de esta ciudad. En ellos no existe documento alguno que confirme la fundación de la ciudad en julio de 1567 y, más aún, según él, la fundación ocurrida en 1568, veinte años atrás, por el general Diego de Losada». Un historiador contemporáneo, el respetado académico J.A. de Armas Chitty (1967/34) confirma el aserto de Oviedo: «Todavía se ignora la fecha en que fue fundada Caracas. Se presume debió ocurrir entre abril y septiembre de 1567. Ponce de León dice al Rey que la fundó Losada…» Y más adelante agrega: «…Losada, con su ejército, posiblemente el más numeroso que recorriera al país en aquella hora, llegaba en los primeros días de abril al valle de San Francisco… ¿Por qué iba a esperar Losada, enviado especialmente a poblar el valle de San Francisco, escenario de los fracasos de Fajardo, Miranda, Narváez, y Rodríguez Suárez, desde los primeros días de abril hasta el 25 de julio, para fundar la ciudad? ¿Y qué era fundar una ciudad?
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…Utópico es pensar que Losada esperase ciento once días para levantar los pocos bohíos, comienzo de toda ciudad». J.A. de Armas Chitty, aunque admite la fecha tradicional asignada a la fundación de Caracas, la de 1567, no está de acuerdo con el día que se ha fijado. «…Caracas debió ser fundada un día de abril, jamás el 25 de julio». (Idem). Según cuenta Gaspar Marcano (71/123ss), el plan de Losada de atraer a los indios tarmas, mariches y toromaimas, mediante la persuasión, no surtió el efecto deseado. Detrás de todo esto el objetivo de los huestes de Losada era apoderarse de sus tierras y distribuirlas entre su gente, como en efecto sucedió, más tardes, con el valle de los toromaimas, a la altura de Las Adjuntas, cedido en su mayor parte a Jorge Quiñones, uno de los rodeleros de Losada, como premio a los servicios prestados a esta gesta. Caricuao será conocido como el valle de Juan Jorge, desde 1560, gracias a Francisco Fajardo y años antes de la presencia de Losada por estas tierras los caciques Caricuao y Macarao. Los caracas tampoco aceptan esta paz inadmisible que le ofrecía, ni más ni menos, que la pérdida de la libertad, a cambio de la más despreciable y vil servidumbre y esclavitud. Las fronteras entre la esclavitud y la servidumbre se estrechaban cada vez más, puesto que tanto la distribución de la tierra como la de sus habitantes era contada como cabezas de rebaños. «…Una vez establecida la administración de una ciudad, los nuevos dueños, o encomenderos, imponían a sus esclavos un trabajo obligatorio, tanto más penoso puesto que estaba por encima de sus fuerzas. En el espíritu de los encomenderos el siervo no era sino un número, un medio para enriquecerse. (Gaspar Marcano. 1971/123). Un año después de la supuesta fundación de Caracas por Losada, Guacaipuro logra reorganizar sus fuerzas en 1568 y nuevamente reúne a un numeroso grupo de naciones encabezadas por sus caciques. Valdría la pena, en este momento, hacer una digresión para que el lector conozca un poco a estos protagonistas olvidados, soslayados, vituperados o despreciados por la historia oficial. Por lo menos los líderes que actuaban desde los valles de Aragua hasta las costas del Litoral Central, una unidad regional siguiendo la visión del espacio geográfico indígena. Quedaremos sorprendidos por la riqueza de nombres y por lo extraño de la grafía. El mapa indígena lo hemos elaborado de la mano de Gaspar Marcano (1971) y de Arístides Rojas y Antonio Reyes (S/F/94ss). Por supuesto que pintaremos los cuadros de
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los líderes más cercanos al Valle Toromaima Caricuao, al Valle de Caracas o Gran Valle Toromaima y a los caciques que bordean estas tierras, tanto hacia los valles de Aragua como hacia el litoral. Cuando Guacaipuro reorganiza las naciones indígenas en 1568, junto a él se encuentran Naiguatá, Uripata, Guaicamacuto, Prepocunate, Acarigua, Mamacurí, Querequemare, Araguaire, Guarauguta y Carapaica. Carapaica es un caso curioso, pues siendo de la nación toromaima, también estaba emparentado con los tarmas y operaba en estos territorios al oeste de Caracas y hacia la costa también; confirmando nuestra tesis de que estas naciones indígenas cubrían un espacio mucho más allá del simple poblado, un hinterland congruente con su cosmovisión universal. Le tocó a Carapaica rechazar una expedición que, por órdenes de Losada, encabezó Rodrigo de Ponce hacia las plantaciones de los tarmas, con el fin de apoderarse de las cosechas de maíz, yuca, plátanos y otros frutos de la tierra. El sitio de las plantaciones se llamaba La Quebrada y allí, según nos refiere Oviedo y Baños, los indios atacaron al saqueador español. Carapaica, utilizando una moderna estrategia, dividió su grupo y atacó por separado, confundiendo y causando numerosas bajas a su enemigo. Este tuvo que dividir las huestes para escapar hacia el valle de San Francisco. Se dice que entre los españoles se encontraba Francisco Infante, quien pudo escapar hacia el valle que lleva su nombre. Esto ocurría antes de la fundación oficial de Caracas, por Losada, en 1567 en el valle de San Francisco. El gran cacique Arbaco, que operaba por los valles de Aragua, fue Terepaima, quien formó junto a Guacaipuro una confederación de pueblos. Se unió a teques, toromaimas y meregotos, entre otros, para luchar contra el poderío español. Terepaima era vecino de los teques y, en 1560, dejó que Fajardo atravesara su territorio en su ruta de Valencia al valle de San Francisco. Cuando Guacaipuro se entera de la salida de Rodríguez Suárez hacia Valencia, atravesó el territorio arbaco y, junto a Terepaima tendió una emboscada que dio como resultado la muerte del Caballero de la Capa Roja y de su tropa. Pero también enfrentó a Losada en la cuesta de Las Cocuizas, por allá por la región de Los Altos. Se distinguió, asimismo, en la batalla de San Pedro, librada en territorios toromaimas. Terepaima fue un ejemplo de fidelidad, lealtad a su nación, de resistencia al español y de solidaridad con las demás naciones indígenas. El país arbaco, al igual que el país teque, o el
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país que nos ocupa, el toromaima, son ejemplos que nos enaltecen como pueblos, como naciones, y a ella nos debemos. Cuando Losada iba en su ruta al valle de los caracas, a comienzos de 1567, tuvo un encuentro con los arbacos en la cuesta de Las Cocuizas. Los indios continuaron montando emboscadas hasta Las Mostazas, pero Losada pudo bajar hasta el Valle de San Pedro, donde lo esperaba Guacaipuro al mando de los teques, tarmas y mariches. Losada logra dispersarlos y se dirige hacia las tierras de los caciques Macarao y Caricuao, en donde no hubo combates y se le dejó seguir su ruta, como ya lo hemos señalado hace poco. Fue cuando Losada torció hacia un fértil valle que llamó Valle de la Pascua, en lugar del nombre de Cortés que le había dado Fajardo. Más tarde Losada se dirigió a Chacao, pero éste forma parte de otro eslabón de la historia que contaremos en otra ocasión. Guarauguta es el vivo ejemplo del líder que recorre caminos, tan amplios que cuesta creer a la luz de la realidad geográfica de hoy: «…el indio cuidaba con celos extensiones dilatadas. Entre ellas nada más que las sinuosas encrucijadas de Catia, sitio éste inexpugnable y de suma importancia estratégica (A. Reyes. Caciques y Aborígenes de… / S/F p. 94) Guarauguta, al igual que muchos otros caciques y gentes de estos pueblos y naciones, recorría dilatados espacios desde el lago de Tacarigua hasta las costas del Litoral. Catia La Mar fue, así, asiento de este cacique, un teatro geográfico de trascendental importancia porque era la puerta de entrada a Caracas, a través de las sinuosas encrucijadas de Catia. Para tener una idea del hinterland, o región de influencia de estas y otras naciones, nos basta la descripción de los viajes de Guarauguta, hecha por Antonio Reyes (S/F/94); según éste, Guarauguta realizaba viajes periódicamente: «…desde el sotavento de La Guaira hasta la famosa tribu de los jiraharas en Aragua; desde los confines de las tierras de Salamanca hasta los abruptos vericuetos de los Caribes de Oriente, recorría así el gran caudillo tan dilatadas regiones excitando a los demás jefes para que permanecieran alertas y decididos en sus empeños marciales…» En el Diccionario de Historia de Venezuela, (Fundación Polar. 1997. TII/584), Guanauguta aparece bajo la denominación de Guanauguta o Guarauguata, dominando los territorios comprendidos entre Catia La Mar y Catia, a través del conocimiento sistemático de sus abruptos pasos hasta llegar a la Laguna de Catia. En 1563 Guarauguta destruye las tropas del conquistador Diego García de Paredes, el fundador de Trujillo. Había
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desembarcado en la ensenada de Catia frente a más de 200 hombres, camino a Borburata, con el fin de reforzar a los ejércitos de Valencia y El Tocuyo. Según otras fuentes (Rodríguez 57/274); Reyes S/F / 9355), García de Paredes se detuvo a hacer contacto con su amigo Luis de Narváez, ignorando que ya éste había sido emboscado y muerto por los arbacos de Terepaima y de Guaracarima, cerca de Valencia. Pero el mismo Armando Rodríguez (57/274), señala que él hizo un alto en Catia La Mar para reanudar una relación amorosa con «…una dama principal de la Villa del Collado…» Lo cierto es que allí pierde la vida en una emboscada tendida por Guarauguata, un experto en este arte de la guerra de guerrillas, conocida hoy como Cuarta Generación en donde «todo se vale». Hemos visto en páginas anteriores que, al año siguiente de la fundación oficial de la Caracas de Losada, Guacaipuro logra reunir un gran número de naciones con el objeto de reorganizar las fuerzas de resistencia. Y aquí nuevamente concurrieron sus líderes, o caciques, entre los que se encontraban Naiguatá, Uripata, Guaicamacuto, Prepocunate, Anarigua, Mamacurí, Quirequemare, Araguaire y Guarauguata. Gaspar Marcano (71/124) calculó unos 7000 indios entre la costa y las montañas vecinas, más unos 3000 mil arqueros mariches mandados por Aricabacuto y Aramaipuro, a quienes se les unieron los caciques Chacao y Baruta. Guacaipuro contaba, además, con 2000 tarmas bajo las órdenes de Paramaconi, Urimare y Parnamacay (luego Paramacay). Guacaipuro contaba con sus 2000 teques, su grupo élite, y dio ordenes de reunirse en los alrededores del valle de los toromaimas, posiblemente en la llamada sabana, o explanada, de Ñaraulí, en donde hoy se levanta la parroquia San José. No hubo ningún combate frontal sino escaramuzas y movimientos diversos de distracción, acoso y amedrentamiento. No pocas veces esta táctica funcionó, como cuando Losada se encontraba en Caricuao e iba siendo observado a lo largo de su ruta, sin que la gente del cacique Caricuao le entablara combate frontal. Lo mismo le ocurrió a Bernaldez y al llamado mariscal Gutierre de la Peña, en el «Valle del Miedo», cuando fueron rodeados sin plantearles combate. Cuando Losada es encargado por el gobernador Ponce de León para «pacificar a los caracas», ya había fracasado rotundamente «…la astucia de Fajardo, el arrojo de Narváez, el indómito valor de Juan Rodríguez y la cautela de Bernaldez…» (A. Rodríguez. 1957/613). La cautela de Bernaldez,
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no fue sino la huida de éste junto a Gutierre de la Peña desde el piedemonte vecino al valle de Aragua. J.A. de Armas Chitty (1967/23) cuenta que Alonso Bernaldez, a la sazón gobernador de la provincia de Venezuela, encabezó una expedición en 1564 con el fin de conquistar el valle de los toromaimas. Apenas llegaron al piedemonte vecino, al valle de Aragua dominado por el cacique Guaracarima. La relación de Pimentel y su visión aborígen Juan de Pimentel, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela entre 1576 y 1583, escribe una famosa Relación12 que abunda en detalles acerca de los orígenes de Santiago (Caracas); tribus; religiones; costumbres; geografía; descripciones de paisajes. Fue el primer gobernador que se trasladó desde Coro, en donde tenían su antiguo asiento los gobernadores de la Provincia de Venezuela, hasta Caracas, iniciando así una tradición. La fecha de esta Relación, 1578, fue puesta en entredicho por J.A. de Armas Chitty (1967/39) considerandola como imposible. Según él, esta Relación es posterior a 1578 por innumerables razones y por no contarse con el original. Hacia 1579 todavía el Cabildo de Caracas ordena techar la iglesia con cogollos y la Relación, en cambio, ya habla de una iglesia techada con piedra, ladrillo y cal. Además, en el plano anexo se habla de «casas cabildo» y aún en 1589 se hacía cabildo en casa del gobernador «…por no haber casas de cabildo…» (Acta del Cabildo de Caracas de 19 de septiembre de 1589. Cit por J.A de Armas Chitty. 1967/41). Sin embargo, 1578 es la fecha tradicional de la Relación y, tal vez, la primera que se escribe acerca del Valle Toromaima, en donde el gobernador reconoce a este valle como su sitio de vivienda: «La ciudad donde al presente resido…se halla en una comarca llamada Toromaymas» (Lila Mago de Ch. /1986/158). Y es este un gran reconocimiento para el área que hoy ocupa nuestra atención, el Valle Toromaima de Caricuao. 12
Relación geográfica de Juan de Pimentel. Plano de la ciudad Santiago de León de Caracas en 1578. Por Juan de Pimentel. Este documento viene como anexo Nº 1 en el libro de la profesora Lila Mago de Chópite, Caracas y su Crecimiento Urbano. IPC. Caracas, 1986. pp. 157-177. Hemos corregido la grafía, la hemos modernizado para comodidad del lector.
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El asiento de la ciudad se llama en tér minos indígenas, «Catuchaquao»; «… y tomó este nombre de un arroyo pequeño que pasa junto a ella que se dice catchaquao y en otras partes… se llaman guanábanos…» (Idem). Pimentel señala que antes de Santiago hay otras dos ciudades fundadas y una de ellas «reedificada». «…de los toromaimas se hará mención abajo; en esta descripción se tratará de dos ciudades de españoles que están fundadas en esta provincia de Caracas, así por haberlas reedificado como por estar cerca la una de la otra (sic)…» (Idem). La primera se llama Santiago de León, reedificada según Pimentel, y la otra es Nuestra Señora de Caraballeda «…está en la costa de la mar; cae en la dicha comarca de los toromaimas…» (Idem). La Relación explica, también, la procedencia del nombre de Caracas, pues los primeros españoles, o «cristianos», «…con los primeros indios que hablaron fue una nación que se llama Caracas, que están en la costa del mar…» La nación de los indios caracas tomó su nombre «…porque en su tierra hay muchos bledos que en su lengua se llaman caracas…» Hay otras tribus mayores «…como son toromaymas, arnacosteques, guaiqueries, mereyotes, manjes, taramas, guarenasija, garagatos, esmeregotos, boquiracotos…» Más adelante nos narra el primitivo poblamiento del valle por parte de Francisco Fajardo. De manera que estos primeros asientos, antes de Santiago, se hicieron con gente venida de la Isla de Margarita, entre ellos los indios guaiqueries, y esto ocurría antes de 1567, considerada la fecha de fundación de Caracas. Continúa señalando Pimentel que también el gobernador Collado envió al capitán Juan Rodríguez Suárez a poblar este valle, fundando o reedificando, a San Francisco y luego siguió a Valencia, para enfrentar a Lope de Aguirre, siendo emboscado en la Loma de Terepaima, a unas 6 leguas (30 Km) en donde perdió la vida. En su relación de 1578 reafirma lo que hemos señalado anteriormente acerca de otras emboscadas, en particular lo ocurrido con Luis de Narváez, enviado de Bernaldez, para auxiliar a Fajardo. También Narváez corrió la misma suerte del Caballero de la Capa Roja. Lo que nos interesa destacar es que los indios al mando de su líder Terepaima, volvieron sobre el pueblo
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de San Francisco, que el capitán Rodríguez Suárez había repoblado. Los indios incendiaron el pueblo y algunos pobladores que lograron huir observaron estas acciones desde El Collado, distante a unas 4 leguas (20 Km). Todo esto provocó, además, un levantamiento general de los indios de la costa, y el mismo Fajardo tuvo que hacer un «palenque» para defenderse de las emboscadas aborígenes. Pero no pudiendo con el acoso indígena durante varios días, se vio obligado a hacerse a la mar para dirigirse hasta la Isla de Margarita, nuevamente. Cuenta Pimentel que hubo un ataque indígena generalizado, extendiéndose a los demás hatos vecinos y hacia la ruta a Valencia. Por eso, el gobernador Pedro Ponce de León encargó a Losada el repoblamiento del valle de San Francisco. Según Pimentel, se trató de una reedificación y no de una nueva fundación. Losada entraba en el Valle de San Francisco: «… por marzo de sesenta y siete años con ciento treinta y seis españoles y la pacificó y reedificó los dos pueblos y despoblados, y a esta de San Francisco llamó Santiago de León…» La ciudad tiene dos ríos principales y el menor es el Guaire, ubicado en menos de medio cuarto de legua al sur, es decir, a menos de un kilómetro. El río mayor es el Tuy y allí va a desembocar el Guaire, donde pierde su nombre. En la provincia de Caracas, la Relación de Pimentel registra entre siete y ocho mil indios, ubicados en «…barrios de tres, cuatro y seis casas…» y en barrios algo más apartados. Son indios agricultores y su cama es la hamaca. Los caminos son indígenas, como el que va a Caraballeda, que dista unas 6 leguas (30 Km) de Santiago de León, a través de la sier ra. Ya para este momento, Pimentel registra unos 40 vecindarios, con encomiendas y otros 20 vecindarios sin ellas. «Las poblaciones de los indios están unas de otras a media legua y una y dos y tres; y por la mayor parte los caminos son torcidos y por tierra doblada y en parte montuosa.» Es importante, para nuestros fines metodológicos, en cuanto a la problemática indígena, analizar esta Relación, escrita entre 1578 y 1585, en plena etapa de resistencia indígena, porque es muy rica en nombres (toponimia), en descripciones geográficas. Allí se explica el origen de muchos de nuestros nombres actuales de procedencia indígena, como
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caracas, toromaima, catuche. Las poblaciones indígenas, además de su reconocimiento como tales pueblos, se identificaban como barrios, tal vez por su ubicación de los exteriores o alrededores de otros pueblos y ciudades. Sus nombres derivaban de la naturaleza, del agua, de un árbol, de un arroyo como Catuchaquao, de un bledo o pira como Caraca, o de una voz caribe como Caricuao o Quebrada Caribe. Dos cuestiones importantes para nuestro trabajo destaca Pimentel. La categoría Barrio, aplicada al aborigen y sus nombres derivados del entorno físico del hombre, del paisaje, en una palabra. Barrio nos retrotrae a un momento histórico tan antiguo como la dominación árabe en España de donde se tomó el vocablo «barri» para llevarlo al castellano como Barrio y significar, con ello, a aquella población alejada de la ciudad, o bordeándola, como sinónimo de marginal. En efecto, Pimentel utiliza la denominación de barrio con doble significado. Como una asentamiento pequeño, de tres o cuatro casas; y alejados unos de otros por cierta distancia. En la misma Relación podemos leer: «… no estuvieron, ni están en pueblos formados, ni permanentes, bien en barrios de tres, cuatro y seis casas, y algunas más; y en partes aunque algo apartados, estos barrios hacían razonable población y la hacen, como la he visto haciendo…» (Ibid, 161). De modo que ese espíritu aborigen del barrio, con su identidad propia y en red lo encontraremos a los largo de los siglos instalado, nuevamente, en los barrios que actualmente estamos pisando. Ellos, al igual que ayer, también resisten porque, al fin y al cabo, los problemas siguen siendo comunes, y no resueltos todavía. Por ello, la cuestión del barrio indígena y su espíritu comunal, constituye uno de los ejes del trabajo proyectado hasta el Caricuao actual y sus barrios. El otro eje que se proyecta hasta hoy pudiéramos llamarlo el eje ecológico, que comprende todo el paisaje del valle de los toromaimas descrito por la Relación de Pimentel. Será una visión histórica de los recursos naturales con que contaba este valle y los usos que le daba la población aborigen. El entronque cultural, el choque de culturas, se hace evidente en el uso de uno u otro recurso. Las fuentes de agua, también claves para nuestro mapa regional, completan este cuadro de un nicho ecológico riquísimo. Árboles que los indios «… tienen de cultura…» y que siembran junto a sus casas, como el que ellos llaman «curagua» «…y los españoles «aguacal».
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La descripción de Pimentel no deja lugar a dudas: se trata del aguacate, término por lo demás, de procedencia nahuatl mexicana (aguacatl), quienes lo llamaron así por su parecido al testículo del hombre. Hay árboles muy grandes que llaman «hovos»: «…la fruta es como ciruelas pequeñas, amarillas, más largos que redondos…» (p. 170) De un árbol llamado «mirabolano» hacen canoas, y en sus huecos crían abejas para la producción de «buena miel». También tienen guayabos para múltiples usos, al igual que al «totumo». De la fruta del totumo «… hacen escudillas, taparas para agua, como botijas, cucharas y coberturas para su miembro genital…» También hay «anones», «plátanos», «mameyes», «… que su fruta es redonda como melón pequeño. Hay «mamones» y «cañafístolas» y hacia la costa muchos árboles que «llamamos uveros», que llaman acá «uvas de la mar» Es lo que conocemos hoy como la «uva de playa», muy típica en la región costera. «… hay en esta tierra granadas, todo genero de limas y limones, naranjas y cidras que tienen fruto todo el año e higueras parra que dan tres veces uvas en el año y membrillos.» (Ibid. 170/171). Muchos de estos árboles forman parte del paisaje vegetal de Caricuao y, en general, aun se conservan en este Valle Toromaima y en sus «cordilleras». En la Relación de 1578, Pimentel describe el «monte» como «bajo espeso». En las montañas hay «cedros» muy «gruesos» y «olorosos». Con ellos se hacen mesas, arcas y puertas. «…es el mejor árbol silvestre que aquí hay…». Hay otros árboles muy grandes que llaman «ceibas», unas espinosas y otras no, que le sirven a los indígenas para hacer canoas y vigas para casas. También describe el «guayacán», la zarzaparrilla; árboles para teñir; árboles con nombre indígena que llaman «caroata» y en otras partes lo llaman maguey para fabricar sogas, cinchas y otras cosas que surgen del cáñamo. Hay palmas que tienen una fruta redonda llamada «corozo», parecido al dátil; pero no como ellos. Entre los cultivos, la relación es bastaste rica, y se mezclan los cultivos indígenas con los españoles en una larga lista, de la que apenas extraemos una muestra de cada cultura. En todo caso hay una evidente síntesis cultural que el lector verá de seguidas: trigo, cebada, garbanzos, habas, cebollas, lechuga, rábano, berenjena, col, nabo, perejil, yerba buena, ajo, hinojo, ruda, mastuerco, sábila, manzanilla, arroz, culantro, berro, mostaza, melones… Hay un capítulo dedicado a las «hierbas mortíferas» y «ponzoñosas»,
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como la manzanilla, conocido por nosotros como el árbol de manzanillo, cuya sombra produce hinchazón y ronchas si la gente se queda a dormir debajo «…y muy peor si la leche de este árbol cae y le da en el rostro o manos o en parte descubierta…» (Relación / 171). Pimentel también describe un tipo de ceiba que da unos frutos parecidos a las habas conque se purgan los indígenas, pero también cultivan hierbas venenosas, raíces y otras yerbas que ocultan a los españoles. Existe una fruta que los aborígenes usan para purgarse parecido al piñón de Castilla. También usan el «tabaco» con fines medicinales, molido para curar «… humores fríos y heridas…» El «hayo» es un árbol muy preciado por los indios, ya que les quita el hambre y la sed; además les da fuerzas para trabajar «…y caminan siembrando (sic) y cultivando con cuidado para este efecto.» (Ibidem/172). En cuanto a los animales, hay todo un capítulo que abarca desde «… leones del tamaño de mastines…», que hacen daño entre becerros, ovejas, cabras, potrillos. El tigre es un animal muy feroz y de mayor cuerpo que el león y, son muy «dañoso», cuando están cebados, «… porque acometen a todo género de ganado mayor o menor y suelen matar indios e irlos a buscar a sus casas…» (Relación 172). Hay venados medianos, de color bermejo, que son cazados con caballos y perros. Así mismo, Pimentel nos habla de la existencia de gatos «cervales», zorras, monos, perico ligero, puercos monteses que los indios llaman «báquiros»; cachicamos, conocidos como armadillos por los españoles; osos hormigueros, de color entre pardo y bermejo y del tamaño de leones, con grandes uñas y su hocico muy largo y delgado al igual que su lengua. Los indios llaman «mapurite» a ese animal pequeño que orina a los perros cuando estos los persiguen. El capítulo termina con una larga enumeración de animales como yeguas, conejos, cabras, perros, vacas, mulas, ovejas, «papagayos», «paujíes», patos en los ríos, guacharacas mayores que palomas, perdices, zamuros; y pájaros como turpiales, tórtolas y perdices. Aparecen, finalmente, entre las aves domesticas las palomas, los patos, las gallinas y los pavos, llamados por Pimentel, «Gallinas de Indias». En correspondencia con el mapa anexo de Caracas, aparecen descritas en esta Relación de 1578, las quebradas que atraviesan al valle, unas «… quince o veinte quebradas y arroyos que llevan agua…». Así mismo se han hallado piedras veteadas en oro, hacia el nacimiento de las quebradas «… por donde se entiende que hay muchas vetas y nacimientos de mucho oro
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que por falta de experiencia y conocimiento no se han descubierto el oro de las quebradas…». (p. 173). Hay un capítulo dedicado a las casas de Santiago, construidas, en su mayoría, con maderas, palos hincados, cubiertas de paja y con tapias bajas. Apenas se ha comenzado la construcción de casas de piedra, ladrillos y cal. Están acabadas la iglesia y tres casas de esta manera. Hay un monasterio, llamado San Francisco que se comenzó a fundar hace tres años por Fray Alonso Vidal, venido de Santo Domingo, la Metrópoli o Arzobispado de la isla Española. Hemos dejado para el final, un resumen de estas relaciones filipenses u ovandinas como también se le conoce a esta Relación de Pimentel. Se trata de un esquema que hemos elaborado entresacando de este informe lo relacionado con la vida cotidiana del indígena, con sus usos, sus costumbres y, sobre todo, sus relaciones sociales. Su visión que parece ser objetiva, pues describe lo que se ve, aunque con el ojo de la cultura occidental. Sin embargo, nosotros encontramos valores, o una escala axiológica basada en la libertad, que Pimentel llama «Behetría»13, además de su arte culinario, vestidos y formas matrimoniales, relaciones familiares y hasta las consideraciones sobre el arte de hacer la guerra. 1. Propiedad. En cuanto a las relaciones de propiedad: «…No hay, ni se ha podido averiguar, que en toda esta Provincia de Caracas haya habido caciques… ni propiedad e señorío, ni tributaban a ninguno». 2. No hay adoraciones, ni santuarios, ni casas, ni lugar dedicado a ello». Hay, entre los indios de esta provincia, muchos que en su lengua llaman piaches que quiere decir sabio…» (p. 164). Y más adelante agrega Pimentel que «…los piaches son por la mayor parte, hechiceros y herbolarios y curan; por eso son en algo temidos y respetados…» (p. 165). Los indios piden al piache que llueva y que les haga buenas labranzas. Que no los maten y que no se enfermen.
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Behetría. Se usa como sinónimo de libertad rayana en el libertinaje, por extensión a una forma de vasallaje, desarrollada desde la Edad Media, en donde el Siervo tenía derecho a escoger a su Señor. También se denominó así a poblaciones cuyos vecinos podían elegir libremente a su señor. En el DRAE (1992/280) aparece como «desorden» o «confusión».
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3. Bebidas. Preparaban una bebida de maíz llamada macato «…que es el vino de ellos, hecho de maíz…». 4. Casas. Los bohíos son las casas de los indios. 5. Vestidos. Los hombres andan desnudos, a excepción de una calabaza que usan para proteger sus genitales a manera de copa que amarran a la cintura. Las indias «…traen unas pampanillas (taparrabos) tejidas de algodón, pintadas, con que se cubren nalgas y delantera… asidas también por delante y por detrás de un hilo que traen atado a la cintura… También traen por debajo de la rodilla… mucho hilo de algodón teñido y muy apretado para adelgazar aquella parte y hacer mucha pantorrilla…» (p. 166). 6. Política y superestructura. Behetría o libertad. «Los naturales de esta provincia no tuvieron ni tienen gobierno, ni policía en casa de justicia… es todo behetría (libertad), que como no ha habido cacique, ni señores, no han tenido a quién obedecer…» (p. 167). 7. La behetría es igualdad en los usos. El barrio y la olla comunal. «… Y así tan bueno es Pedro como su amo porque al comer se juntan por casas o barrios y primero mete la mano en el plato el más ruin que el mejor, y el muchacho que el viejo… entre ellos no hay superioridad, ni mejoría por vía de linaje… si en alguna manera hay algún indio respetado es por la vía del piache… o que algún indio sea buen labrador…». (Idem). 8. Arte de la guerra. Además de las emboscadas y de la lucha de guerrillas, Pimentel nos describe la construcción de fosas para clavar en ellas estacas envenenadas y detener, de esta forma, la marcha del enemigo: « … e n l a g u e r r a h a c e n h oyo s e n l o s c a m i n o s y e n las partes que presumen y entienden han de venir a pasar sus enemigos; y en ellos hincan estacas agudas, tostadas y untadas de hierbas para que ellos caigan y se maten…». (Idem) «…untan las flechas con hierba malísima, con la cual han muerto muchos españoles; hácenla de una fruta que llaman manzanilla… esta manzanilla suelen confeccionarla con víboras, sapos y arañas, metido todo esto en una tinajuela y allí se muelen… (con) sangre de costumbre de mujer…». (Idem)
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9. Arte funerario. La costumbre de enterrar a sus muertos de pie, o sentados, en un hoyo redondo, obedece a su concepción de la vida, mucho más allá de la muerte, es decir, que la vida trasciende y la muerte no es más que un paso a otra vida. Tal vez a la misma vida que no tiene solución de continuidad sino que es concebida como un continuum. Enterraban a sus muertos junto con un cesto, o cataure, en donde guardaban sus joyas, sus macanas, sus taparrabos o pampanillas, sus cuentas, hilos y tejidos de algodón que usaban debajo de la rodilla. Pimentel (1578/166) nos describe el entierro de una mujer, en donde aparecen «… sus usos cataures que es un cesto en que meten su ajuar… y pampanillas (taparrabos), cuentas, algunas joyas de oro… y sus comidas y bebidas…». Para cerrar este decálogo, que muy bien pudiera ser el inicio de una obra más densa acerca de la cultura indígena, hemos reservado el ejemplo más transparente de «behetría» indígena. Se trata de la concepción del matrimonio, muy diferente de la usanza occidental o española. «…cuando a un indio le ha parecido bien una india se lo da a entender con palabras; y (si) le parece que le muestra buena cara va a su casa y si ella le pone en qué sentarse y le trae una totuma de agua para que se lave, y pone que coma, ya él entiende la voluntad de la moza y se van a dormir juntos sin que a sus padres ni parientes les parezca mal…» Aquí se resume toda esta trama de la vida aborigen, ligada a las labores diarias y a una cosmovisión trascendente. Lo mismo ocurre cuando se trata del divorcio, cosa que no existe en esta sociedad. Se podría hablar de una separación en los siguientes «términos», aunque, repetimos, no hay tales «contratos». Cuenta Pimentel (0585/166): «…si a la india le parece que su marido no es buen labrador lo deja y toma otro marido…no guardan parentesco en sus afectos carnales sino es el hijo a la madre y algunos a sus hermanos…» Después del triunfo del «Pacificador» español Garci González de Silva14 sobre las naciones aborígenes, todas estas tierras fueron otorgadas en calidad de encomiendas y de repartimientos, incluyendo a la fuerza de 14
Veáse El Libro de La Vega, donde se relatan estos inicios de conquista, en esta región, pacificada y encomendada por Garcí González de Silva, a quien llamaron El Pacificador de La Vega. Su casa todavía se conserva en la hacienda La Vega.
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trabajo indígena. Así comenzó un proceso de adoctrinamiento, para una mejor sujeción, control y aprovechamiento de toda esta inmensa energía aborigen. Esto ocurrió, como ya hemos expuesto en otro trabajo (Idem nota 6), tanto en La Vega como en Macarao y Antímano. Y Caricuao, en ese entonces, era una cuña entre estas dos últimas parroquias. Antímano aparece fundado (Dicc. Fundac. Polar. T. IV /366-367) en 1621 por Pedro J. Gutiérrez de Lugo y Gabriel de Mendoza, con el nombre de San Pedro y San Pablo de Antímano. En 1668 ya aparece registrado como «Pueblo de Doctrina», centro doctrinario para indios y esclavos, tal vez el pionero en este gran Valle Toromaima. A partir de aquí, podemos afirmar que se acelera ese proceso de desintegración de la identidad indígena, extendiéndose a través del valle de Juan Jorge hasta Macarao. La explotación de la tierra a través de las haciendas, marcará el rumbo de la historia de estos tres siglos de dominación y la Provincia de Venezuela se convertirá en un enclave agroexportador del imperio Español. En el caso concreto de Caricuao, por pertenecer a la parroquia de Antímano hasta diciembre de 1974, su historia está ligada a la de este pueblo de doctrina.
Principales dominios de la estructura espacial Caricuao año 1973 Venezuela de la centralización - descentralización
LÉXICO: Urbanización: U Industria: I Cultivos a Pequeña Escala: CPE --- --Barrio: B Movilidad de la Población: flechas.
Fotointerpretación realizada a partir de las fotografías aéreas Nº 001, 002, 003, 004, 005. Misión 0304108, Escala 1:5.000, Año 1973, proporcionadas por el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar.
Contracción del dominio espacial agrícola en beneficio del dominio residencial. Nótese que la zona agrícola está constreñida al fondo del valle en un pequeño y alargado sector aluvial paralelo al río Guaire. En la actualidad en esta zona se localizan los patios del Metro de Caracas.
Segunda parte La Caracas diacrónica: la aldea, las haciendas y las urbanizaciones
La aldea colonial La aldea que se reedificó varias veces en el valle de los toromaimas, tuvo el mismo emplazamiento. Inicialmente el mestizo Francisco Fajardo, hijo de Isabel y nieto de Charaima, cacique de Paraguachoa y del teniente gobernador de la Isla de Margarita, Francisco Fajardo, pudo establecer una ranchería y un hato de ganados en el lugar cruzado por las quebradas Catuchacuao (ó Guanábano), Carguata (o Caraota) y Anauco. A este incipiente asentamiento lo llamó San Francisco. Refiere Oviedo y Baños (1982) que Fajardo descubrió la existencia de unas minas de oro «a seis leguas al sudeste del Valle de San Francisco y a catorce del Collado al mismo rumbo, hacia la región de los indios teques y esto ocasionó que lo reemplazaran y le quitasen los fueros que inicialmente le habían dado para hacer el poblamiento en ese lugar, otorgados en El Tocuyo por Gutierre de la Peña y por el Gobernador Pablo Collado». El hato de San Francisco fue destruido por los indígenas; posteriormente se nombró a un caballero para que reedificase; éste venía de fundar a la ciudad de Mérida y fue encarcelado en Santa Fé de Bogotá por haber hecho dicha fundación sin habérsele otorgado el permiso legal para realizarla; nos referimos a Juan Rodríguez Suárez, también conocido como el Caballero de la Capa Roja.Suárez refunda la aldea con el nombre de la Villa de San Francisco, pero muere en combate con los indígenas, a
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manos de Guacaipuro. Refiere Oviedo y Baños (1982/I p. 31) que otros vinieron con el mismo propósito, tales como Luis de Narváez y Pedro Miranda, pero no lograron un asentamiento estable. Posteriormente, en los años 1565 y 1566 se le otorgó a Diego de Losada el permiso para la entrada y poblamiento del valle de los toromaimas. Se le dota de un ejército que sale de Occidente (El Tocuyo, Nirgua, Valencia…) llega al territorio de los indios teques y, como ya lo hemos referido, junto al río San Pedro entra en combate con los indios tarmas, mariches y teques. Dice De Armas Chitty (1967/p. 31): «Losada continua avanzando hasta Macarao, donde se une el San Pedro y el Macarao y prácticamente comienza El Guaire, también el valle de Juan Jorge, nombre hoy ya perdido. Luego en vez de continuar Guaire abajo, temeroso de emboscadas, se dirige por el abra de Caricuao hacia el Valle del Turmero, hoy El Valle, donde se detiene». Es la primera referencia de tipo geográfico que registra la historia, acerca de las tierras y pueblos del cacique Caricuao, desde los inicios y desde las sucesivas fundaciones de la ciudad, que ya hemos mencionado, pero es importante ver cómo fue desarrollándose urbanisticamente la ciudad a través de la referencia que de ella hacen los primeros cronistas en las fuentes primarias; y posteriormente, observar cómo surge Caricuao a partir de la expansión urbana de ese núcleo fundacional. En la Relación del gobernador Juan de Pimentel, citado por Lila Mago (1986/p. 174), se hace una descripción de la ciudad después de dos décadas de fundada: «Las casas de esta ciudad han sido y son de madera, palos hincados y cubiertos de paja, las más que hay agora en esta ciudad de Santiago son de tapia sin alto alguno y cubiertos de cogollo de caña. De dos a tres años a esta parte se han comenzado a labrar tres o cuatro casas de piedra y ladrillo y cal y taperia con sus altos cubiertos de teja, son razonables y están acabadas la iglesia y tres casas de esta manera…» Pimentel anexa a la descripción de Caracas un plano, donde se observa la serranía (El Guaraira Repano) los ríos, quebradas, arroyos y el trazado en cuadrículas de las 24 manzanas primigenias de la recién creada ciudad, nivelada y trazada su plaza, iglesia, calles y solares por Diego de Henares. Santiago de León de Caracas contaba en su diseño con una plaza mayor, que servía de mercado, una iglesia sin techar, según refiere al Acta del Cabildo del 16 de marzo de 1579, citada por De Armas Chitty (1967/p.
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41) «…y conviene a la Santa Yglesia estar bien cubierta y techada, y al presente no hay teja hecha, que se mandaba y mandaron a todos los vecinos de esta ciudad hagan traer cogollo para techar dicha iglesia». También tenía un convento, la ermita de San Mauricio, la de San Sebastián, la iglesia de Altagracia, la de San Pablo, primer ermitaño y su hospital fabricados en 1580; la de Nuestra Señora de las Mercedes, fundada y refundada en 1681 por una orden religiosa. Además se exigía la construcción de las casas del Cabildo, porque se hacían las reuniones en casas privadas. Caracas como ciudad colonial fue pobre. No tuvo el desarrollo de otras ciudades latinoamericanas que se destacaron por la producción de materias primas, bienes o servicios, o por situaciones de relevancia política, administrativa o religiosa. La economía colonial en los primeros tiempos fue de subsistencia y fundamentalmente agropecuaria. En el aspecto administrativo o comercial, tampoco fue importante, como Lima, México, Veracruz, La Habana, Buenos Aires, Bogotá que fueron ciudades portuarias que se usaron como centros de embarque de las mercaderías que iban o venían en el comercio con España. Esta política económica impidió el comercio intercolonial y posteriormente ocasionó las múltiples guerras de liberación de estos países de la monarquía española. La ciudad colonial es descrita por José Oviedo y Baños (1982/II-p. 420) de la siguiente manera «… tiene su situación la ciudad de Caracas en un temperamento tan del cielo, que sin competencia es el mejor de cuantos tiene la América, pues además de ser muy saludable, parece que lo escogió la primavera para su habitación continua (…) sus calles son anchas, largas y derechas con salida y correspondencia en igual proporción a todas partes, y como están pendientes, y empredadas, ni mantienen polvo ni consienten lodo: sus edificios los más son bajos, por recelo de los temblores, algunos de ladrillos, y lo común de tapias (…) las casas son tan dilatadas en los sitios, que casi todas tienen espaciosos patios, jardines y huertas (…) hermoseánlas cuatro plazas, las tres medianas, y la principal bien grande, y en proporción cuadrada.» El establecimiento de la ciudad hacia el noreste del valle de la Sierra Grande, como le decían nuestros indígenas al Guaraira Repano, se hizo para que la ciudad tuviese un acceso más rápido al mar y pudiese obtener agua de las quebradas que bajaban de dicha sierra hacia el Guaire.
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La ubicación entre quebradas y los desniveles del terreno es la causa de la poca expansión de la ciudad en los tiempos iniciales; esto obligó a sus autoridades a construir los primeros puentes, tales como el Puente Real sobre el Catuche, el de San Pablo sobre el Caroata y el puente sobre el Anauco que unió a la ciudad con el barrio foráneo llamado La Candelaria, edificado por canarios, quienes también hicieron su iglesia en 1708. Los caminos abrieron la ciudad concéntrica hasta los límites urbanos, donde se encontraban las alcabalas y relacionaban a Caracas con otros ámbitos. Está la Calle Real que corría de norte a sur y la conectaba con La Vega. El camino de Catia unía a la ciudad con el mar, era el antiguo camino de los indios que conducía al litoral, donde estaba El Collado, pueblo también fundado por Fajardo y que posteriormente se llamó Nuestra Señora de Caraballeda. El camino del este la comunicaba con las haciendas cercanas y otras lejanas en los Valles de Barlovento, de donde venía el cacao. La Caracas del gobernador Pimentel en 1578 no tiene muchos cambios en relación con la Caracas que sufrió el terremoto de San Bernabé en 1641 y que obligó a curas y monjas a refugiarse en el camino de Catia, en el lugar conocido hoy como Los Frailes, e influyó para que El Cabildo pidiese el traslado de la ciudad al sitio de Chacao, pero no se realizó por la oposición del clero de la época. La ciudad estaba comprendida entre la plaza Altagracia y la esquina de Maturín en la parte norte y las esquinas de La Bolsa y Traposos en la parte sur. Al gobernador Phelipe Ricardos, en 1755 se le confirió el permiso para levantar unas arcadas, con la finalidad de albergar tiendas para el mercado de la Plaza Mayor para propios de la ciudad. Esta obra fue edificada por el teniente Juan Cañangos. A este gobernador también se le ordenó por Real Cédula, según refiere Oviedo y Baños (1967/p. 34) la «creación de Hermita en el cerro del Calvario con el título de Jesús Nazareno y nuestra Señora de Balvaneda.» También se le ordenó la construcción del palacio de los gobernadores, y las oficinas del gobierno; pero luego muere Ricardos y el encargo pasa a otro gobernador, el brigadier Phelipe Remirez de Estenoz. En tiempos del gobernador Remirez, el rey Fernando VI otorgó la licencia para la construcción de la iglesia de San Lázaro y el hospital; éste fue construido en el sitio conocido como La Hoyada.
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Ya para finales del siglo XVII Caracas tiene su catedral, desde 1673, dedicada al apóstol Santiago, con su cementerio contiguo, el Palacio de los Gobernadores transformado ahora en el Palacio de los Capitanes Generales desde 1777, la Intendencia, la Audiencia, la Iglesia de San Francisco, la Universidad, el Convento de las Monjas de la Concepción, construido desde 1619 por Real Cédula, la ermita de San Sebastián, que pasó a ser de San Mauricio y es hoy Santa Capilla, la iglesia de San Pablo, primer ermitaño, la iglesia de la Santísima Trinidad, actual Panteón Nacional, los conventos de las Carmelitas, los Frailes Dominicos, Franciscanos, el Ayuntamiento, la Carcel Real, la Tesorería Real, un Coliseo o Corral de las Comedias, mencionado posteriormente por Humboldt en 1800; y los almacenes u oficinas de la Compañía Guipuzcoana, que daban cuenta del nuevo rumbo que tomaba la economía, productora ahora de tabaco, bajo el régimen coercitivo que impuso la Casa de Contratación de Sevilla, quién paso a fijar los precios y a monopolizar el comercio del tabaco en el país. Caracas mantuvo su fisonomía urbana, casi inalterable, durante trescientos años aproximadamente. Era una ciudad con un casco urbano colonial rodeado de haciendas, sobre todo hacia el este, donde topográficamente el terreno se explaya en una gran llanura bañada por las aguas del Guaire y hacia el suroeste, donde se junta con el río San Pedro, en el sitio conocido como Las Adjuntas. Esto permitió la existencia de numerosas haciendas en la zona donde confluyen hoy, además de los ríos, las parroquias Macarao, Antímano, Caricuao, La Vega y El Paraíso. Afirma la profesora Lila Mago de Chópite (1986/p. 12), «en Caracas la estructura urbana de origen colonial se mantuvo con escasas modificaciones hasta bien avanzado el siglo XIX, cuando, bajo el gobierno del general Guzmán Blanco, se introducen las primeras transformaciones urbanas, tanto en el plano físico monumental y de servicios como en lo cultural y social» Ciertamente en los gobiernos de Guzmán Blanco se refraccionó el rostro de la ciudad y se construyeron edificios, bulevares, plazas, templos, teatros, con clara influencia francesa en su arquitectura, además de tranvías, ferrocarriles y el cable submarino. El convento de las Monjas de la Concepción fue demolido en 1874 y en su lugar se construyó el Capitolio Federal, sede del Poder Legislativo, que fue inaugurado el 3 de febrero de 1877. En su parte sur se hizo una placita con la estatua de Guzmán y se remodeló la fachada de la universidad, del
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convento de San Francisco y se adoquinaron con piedra pulida las calles que rodeaban El Capitolio, convirtiéndolas en bulevares a la manera parisina. Se derribó la arquería hecha por el gobernador Ricardos. La Plaza Mayor, que fungía también como mercado, fue transformada en Plaza Bolívar y se colocó en 1874 una estatua ecuestre del Libertador Simón Bolívar, esculpida por el escultor Adamo Tadolini. El mercado pasó entonces a ocupar el lugar donde estaba el antiguo convento de los frailes dominicos, el cual fue demolido para hacer este mercado, que con el nombre de San Jacinto, comenzó a funcionar desde 1873; luego estuvo allí la Cárcel Municipal y hoy es la plaza El Venezolano. En el lugar donde estaba el templo de San Pablo se construyó un teatro llamado Teatro Guzmán Blanco, el cual se inauguró el 4 de enero de 1881. Refiere José Veloso Saad (1976/88), que en ese momento «se estrenó la obra «El Trovador», de Giuseppe Verdi» (…) y posteriormente en ese mismo teatro… doña Teresita Carreño interpretó «…su himno a Bolívar (….) Saludo a Caracas y el vals Teresita», cuatro años después de la inauguración. Dicho teatro es el actual Teatro Municipal. Otra de las obras que hizo el gobierno guzmancista, en sus múltiples periodos, fue la creación de un paseo en la colina del Calvario, donde existía, desde la época colonial, la capilla hecha por Ricardoz. El paseo del Calvario fue inaugurado en 1873, conjuntamente con el acueducto que traía el agua desde Macarao, a través de tuberías de hierro en un recorrido de 26 kilómetros. Posteriormente, en la segunda presidencia de Joaquín Crespo (1893-1898), se inauguró el Arco de la Federación en 1895, El viaducto Unión; el túnel del Calvario en 1896, la iglesia de Pagüita, la Capilla de Lourdes, el Observatorio Cagigal, las residencias particulares: Santa Inés, frente a la estación del ferrocarril Caracas, La Guaira; y Miraflores, que es en la actualidad el Palacio Presidencial. Respecto a las edificaciones, Guzmán ordena reconstruir la iglesia de la Santísima Trinidad y la convierte en Panteón Nacional. El ferrocarril y los tranvías fue una de las maneras que encontró Guzmán Blanco para comunicar los distintos sectores de la ciudad con el casco histórico y con otras regiones que eran productoras de materias primas, tales como Los Teques, los Valles del Tuy, los valles de Aragua, Valencia, Puerto Cabello, con La Guaira.
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La idea de Guzmán era conectar a Venezuela, como productora del café, cacao y otros rubros agrícolas, con el comercio noratlántico, y para ello se intentó vincular los centros de producción agrícola con los puertos. Esta idea no fue exclusiva de él, porque, como proyecto, surgió en la presidencia de José Gregorio Monagas (1854), quien decretó la construcción de un ferrocarril con la ruta antes descrita, hasta Puerto Cabello, pero no se concretó. El de La Guaira estuvo planteado como una necesidad desde la época de la Independencia. Ya para 1824 la compañía colombiana Mines Association hizo un estudio para ver si era posible construir un muelle en La Guaira y un ferrocarril que conectara a este puerto con Caracas, pero salía muy costoso. Hubo otro intento en el gobierno de Falcón, pero fue infructuoso. El ferrocarril Caracas-La Guaira, finalmente fue construido por la compañía inglesa The La Guaira and Caracas Railway Company Limited, con mano de obra y técnicos fundamentalmente venezolanos, dirigidos por el ingeniero Jesús Muñoz Tébar. Fue inaugurado el 25 de julio de 1883 por el presidente Guzmán Blanco. Para 1884 se puso en funcionamiento el ferrocarril Maiquetía-Macuto y se empezó a construir el de Caracas-Antímano. En 1885, se inauguró el ferrocarril Puerto Cabello-Valencia y el ferrocarril Central de Venezuela que conectaba Valencia, Santa Lucía, a través de los Valles del Tuy, con Caracas. Este ferrocarril fue operado por la compañía alemana Igrosse Venezuela Eisenbahn Gesellschaft. Las distintas compañías que se establecieron en Venezuela construyeron las vías con un patrón unificado de anchura de las vías férreas y atendieron sólo a su contrato específico, por ello no hubo una unificación territorial a partir de este medio de transporte. Internamente, Caracas estuvo comunicada al comienzo de la época guzmancista por coches que llamaban victoria. Los había de dos tipos, el de lujo y el de número. La gran innovación, desde el punto de vista del transporte masivo, fueron los tranvías de caballos. Desde 1882 comenzó a operar dicha modalidad en la ciudad a través de la empresa Tranvía de Caracas. Aprovecharon las interconexiones de puentes hechas desde el gobierno guzmancista para comunicar el centro de la ciudad con el Sur y con el Suroeste, tales como: Puente Hierro, Puente Curamichate, Puente Restaurador, Puente Paraíso, que prolongó la calle Sur (desde lo que es hoy Quinta Crespo), hasta la nueva urbanización y recibió el nombre de Avenida El Paraíso. La compañía Tranvía de Caracas,
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comunicó el centro de la ciudad con Antímano e hizo la interconexión, desde 1885, con la estación que el Ferrocarril Central de Venezuela tenía en Antímano. La intención de esta compañía, conjuntamente con la Asociación de Capitalistas ó Sindicalistas del Paraíso, no era solamente encargarse del transporte, sino la de urbanizar el suroeste, y para ello compró la hacienda de caña y trapiche El Paraíso, de donde surgió la urbanización del mismo nombre, con residencias para la clase alta, construidas bajo la dirección del ingeniero Alberto Smith. Los tranvías eléctricos desplazaron a los de tracción animal, que dejaron de funcionar en 1905. La compañía Tranvías Eléctricos de Caracas, de inversionistas extranjeros, hizo las rutas de: Hospital Vargas, San José, La Pastora, Parque Carabobo, Puente Hierro, Palo Grande, Catia y el Cementerio, durante cuarenta años, y después fueron sustituidos por vehículos automotores, a partir de octubre de 1907 cuando comenzaron a llegar los primeros automóviles a Caracas. Alguien ha dicho que «… jamás se había visto en la ciudad un carro que pudiera desplazarse a impulsos propios…» (Guillermo José Sahael, Imagen y Noticias de Caracas. Cit. Por De Armas Chitty. 67/228). Estos nuevos vehículos, llamados por la gente en un principio «coches que caminan sin caballos», marcan el inicio de un nuevo modelo capitalista, que pondrá fin a la vida de los ferrocarriles, tranvías, y dará paso al asfalto, a las autopistas y a una nueva manera de ser de la ciudad determinada por el boom petrolero. Caracas: una ciudad de haciendas y urbanizaciones La misma tenencia de la tierra desde la época colonial, hizo de Caracas una ciudad, donde los españoles tuvieron sus casas en el casco urbano y la tierra otorgada mediante repartimientos o composiciones, así como los indios encomendados para que la trabajasen. De esta manera surgieron las haciendas, fundamentalmente hacia el este y el suroeste, porque eran las más fértiles por su proximidad al Guaire o a las quebradas que ya hemos mencionado. Dice Lila Mago de Chópite (1968/66,68) que: «Las tierras del valle de Caracas y sus valles adyacentes fueron utilizadas para el establecimiento de una economía agrícola pastoril (…) las tierras de uso agrícola se encontraban en el sector Anauco, Catuche y Chacao (…) a fines del siglo
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XVI y mediados del siglo XVII, los propietarios buscaron un cultivo más rentable, siendo el cultivo del cacao el que acaparó su atención y determinó el abandono de los cultivos tradicionales, produciéndose el desplazamiento de los vecinos con mayores recursos hacia los valles litorales (…) cuya altura y clima fueran propicios al cultivo del cacao». Este cultivo representó el primer producto de exportación desde los inicios coloniales, luego en el siglo XIX pasó a ser el café el primer producto de exportación hasta 1926, cuando el petróleo se situó en el primer lugar de las exportaciones del país. Hacia el este tenía su hacienda Antonio Pacheco Tovar, conde de San Xavier, en una zona limitada por las quebradas Catuche, Anauco y el Guaire; luego pasó a manos de Francisco Alonzo Gil y comprendía los terrenos que constituyen en la actualidad la urbanización El Conde. Cercanamente, en el mismo sector, está la hacienda La Yerbera, comprada en su momento por Guzmán Blanco. Después encontramos la hacienda Ybarra, donde se cultivara caña de azúcar y actualmente alberga las edificaciones de la Universidad Central de Venezuela y el Jardín Botánico; las haciendas de café La Guía-La Industria, propiedad de José Antonio Mosquera, donde en la actualidad se encuentra el Parque Los Caobos; la hacienda Mariperéz, de la familia Cruz, que fue en La Colonia una hacienda de cacao de la señora María Pérez y hoy es una urbanización. Las haciendas La Floresta y San Felipe Neri; del Padre Mohedano, fueron haciendas cafetaleras y hoy son urbanizaciones, con el nombre de La Floresta y La Castellana, respectivamente. La hacienda Las Dolores es la urbanización Altamira y la hacienda Duarte es la urbanización Los Chorros; la hacienda San José, del novelista Manuel Díaz Rodríguez, es hoy el Parque del Este. El suroeste también estuvo lleno de haciendas. Pasando el Guaire se localizaban los cultivos de caña de azúcar de las haciendas El Paraíso y Las Comunidades de la familia Echezurría, quién la poseía desde 183015, la hacienda Monte Elena de la Sra. Elena Russell de Ibarra, la hacienda La Vega, cuyo orígen se remonta al repartimiento hecho por Losada a Garci González de Silva y, por vía sucesorial pasa a manos del conde Manuel Felipe Tovar en el año de 1790, y posteriormente a la sucesión Herrera Uslar. Refiere Enrique Bernardo Núñez, cronista de la ciudad de Caracas, en un artículo publicado en Vía (1982/ mayo-abril 12) que el pueblo o 15
Sobre dicha hacienda y su transformación hay un magnífico estudio hecho por Lila Mago (1986).
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estancia de Antímano, en el camino de los valles de Aragua, abundaba en árboles frutales, particularmente duraznos, como toda la zona de Macarao, San Pedro, Los Teques y el Jarillo; en cambio La Vega producía dátiles. Tierras llenas de haciendas fueron también Antímano, Macarao y Caricuao. En sus orígenes coloniales, siglo XVII, se hallan en Antímano las encomiendas de Nicolás Sainz de la Varguilla y las de Leonor Muñoz Rojas, viuda del capitán Luis Blanco de Villegas, encomienda que tuvo después Alonso de Hostos Díaz de Alfaro y la de Domingo Vera Ibargoyen con indios de nación toromaima. En San Pedro de Antímano encontramos las encomiendas del alférez Juan Fernández del Corro con indios de nación guaiquerí, aunque también tenía encomiendas en Naiguatá, de nación caracas. Estos repartimientos y encomiendas constituyeron la base de las haciendas, que después fueron el espacio donde se desarrollaron los urbanismos posteriores que dieron origen a las parroquias Antímano, Macarao y Caricuao. Antímano fue erigida en parroquia el mismo año de la muerte del gobernador Vasconcelos, alrededor de 1621 y Macarao, fundada entre 1740 y 1748. Caricuao se adscribía territorialmente a la parroquia La Vega, por las haciendas Tejerías (también llamada Caricuao), Santa Cruz y La Elvira. El poblamiento y urbanismo de dichas haciendas lo trataremos en capítulo aparte.
Tercera parte Urbanismo y boom petrolero «…un valle donde el hombre de hoy, técnica y bárbaramente alucinando, en nombre de oscuros intereses ha barrido los bosques, decapitado los cerros, poblado anárquicamente y creado, ante la indiferencia de las autoridades y junto a urbanizaciones donde el cemento parece una propuesta de la piedra, ruidos múltiples para tortura propia y de sus descendientes.» (J. A. de Armas Chitty. 1967 / 239).
1. Caricuao: antecedentes urbanos Insistiremos en que el urbanismo caricuense constituye todo un proceso y, en este sentido, las fechas aisladas acerca de la fundación de Caricuao, dejan de ser relevantes, como veremos más adelante, cuando analicemos no una sino tres fechas que, en su conjunto, no son más que la culminación de un proceso, por un lado, y la reafirmación de una realidad por el otro. Las fechas de la toma de decisión, del ejecútese y de la publicación en gaceta, son, las tres, relevantes desde el punto de vista diacrónico. Pero antes debemos tener, también en aras de la visualización del proceso histórico de Caricuao, un cuadro histórico acerca de la evolución del Banco Obrero, como la institución que encabeza la acción urbanizadora de gran parte de Caracas. Una institución creada durante la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, en 1928, la veremos elaborando proyectos desde finales de la década de 1940. Por ello lo hemos titulado: El Banco Obrero y los Orígenes Modernos de Caricuao. Para introducirnos en la urbe de Caricuao, propiamente hablando, nada más sensato que ubicar la parroquia en el ámbito geográfico y cartográfico. Según el Decreto de Regionalización N° 72, del mes de junio de 1969, Caricuao se encuentra ubicado en el Municipio Libertador del Distrito Federal, al suroeste del área metropolitana de Caracas. Limita al norte con las parroquias Antímano y La Vega; al sur con Macarao y el
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Ubicación de la parroquia de Caricuao
Localización de Barrios, Urbanizaciones y Parques Fotografía Aérea Nº 113, Misión 0304167, Escala 1:20.000, Año 1983. Proporcionado por el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar.
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estado Miranda; al este con las parroquias de El Valle, La Vega y el estado Miranda; y al oeste colinda con Macarao. Según el informe de la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano (OMPU), de fecha 5 de octubre de 1973, Caricuao tiene una superficie de 24.8 Km². Esta presentación geográfica nos permite avanzar una hipótesis histórica importante: la fundación de la parroquia Caricuao es todo un proceso histórico que pudiera fijarse desde el mismo momento en que el Banco Obrero, por allá por 1946, comienza a comprar las haciendas de la zona para la elaboración del Proyecto Gran Urbanización de Venezuela (1945-1958), el primero de su tipo, que daría paso a la firma del convenio entre la Junta de Gobierno, presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazabál y el gobierno revolucionario de Cuba, para la construcción de viviendas en terrazas. 2. Banco obrero y los orígenes modernos de caricuao El 20 de junio de 1928, el Congreso Nacional aprueba la fundación del Banco Obrero, con un capital asignado de 6.000.000 de bolívares. El artículo 6 le fija la función esencial: «…otorgar préstamos a obreros pobres destinados exclusivamente para la adquisición de casas de habitación, garantizados con hipotecas en primer grado sobre tales casas….» (La Gran Vía Informa. «Historia de la Vivienda Social en Venezuela «. Caricuao. Dic. de 1988/10). Y también se le asigna la función de dedicarse a la «… construcción y adquisición de casas de habitación urbanas para ser vendidas a plazos a obreros pobres…». Casi de inmediato, en julio de ese mismo año, se aprueba el primer contrato para la fabricación de 200 casas en San Agustín del Sur, con un valor entre 14.699 y 15.000 bolívares por cada casa. Pero en 1933, cuando se modifica la ley, el Banco Obrero se independiza administrativamente del Banco Agrícola y Pecuario, comenzando una política que entra dentro de los objetivos de este ensayo: la adquisición de terrenos para la construcción de viviendas. En efecto, en marzo de 1937 se compran más de 6 hectáreas correspondientes a la parroquia de La Vega, para la construcción de una urbanización que se llamó Bella Vista. En octubre de ese mismo año se terminarían 159 casas, además de las edificaciones destinadas al sector
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servicios, como un mercado, un consultorio médico y una estación de autobuses. La urbanización Bella Vista fue construida en terrenos pertenecientes a La Vega, ubicados al norte de la parroquia, entre La Yaguara y Vista Alegre. Las viviendas construidas constaban de una, dos y tres plantas, de acuerdo con las necesidades familiares de sus adjudicatarios. La política de adquisición de terrenos se extendió por el valle de Caracas, y en julio de 1939 se adquirieron en Catia más de 6 hectáreas para la construcción de lo que hoy se conoce como urbanización Propatria. También el Instituto adquirió las áreas adyacentes para ampliar este primer conjunto habitacional que se inició con la construcción, en ese ese mismo año de 1939, de 98 casas. En 1940 se añadieron 317 casas más y en 1947 otras 231. Las construcciones se extendieron hasta lo que hoy se conoce como Lomas de Propatria. Sin embargo, hay que resaltar la etapa 1941-1945, pues es durante el gobierno legítimamente constituido de Isaías Medina Angarita, cuando verdaderamente se pone en ejecución el Plano Regulador de Caracas aprobado en 1939 por la Comisión de Urbanismo que había sido creada en 1937. Dicho plano regulador, tomando en cuenta las tendencias modernas arquitectónicas y urbanísticas dominantes en el mundo occidental, sirvió de guía para la construcción de la urbanización El Silencio, proyectada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva. De esta manera se saldaba una vieja deuda social con el cinturón de barrios del centro de Caracas. La urbanización El Silencio fue construida entre 1941 y 1945, combinando una serie de factores que conviene destacar para nuestros fines, sobre todo el aspecto ambiental, como objeto central de este trabajo. El proyecto de Villanueva, no solamente combinó diferentes tipos de viviendas y de locales comerciales, sino que, por sobre todo, incluyó espacios para uso exclusivo de peatones. Reservó cerca de un 30% para estos espacios libres, además de la preservación de las áreas verdes y de la siembra de jardines. También se mantuvo el tono urbanístico congruente con la vieja ciudad, recordándonos los antiguos portales de las viejas ciudades españolas de América. Este proyecto-modelo no debe ser olvidado a la hora de pensar en las soluciones ambientales y urbanísticas que hoy espera la comunidad caricuaense. Precisamente durante esta década, y continuando con la política de adquisición de terrenos para la construcción de viviendas, el Banco Obrero
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incursiona en Caricuao adquiriendo la mayoría de las haciendas que para ese momento todavía operaban en el área comprendida entre La Vega y Macarao. Pero valdría la pena hacer una breve reseña de las tres principales haciendas que todavía funcionaban hacia fines de 1940 y que fueron adquiridas, progresivamente, por el Banco Obrero. Estas tierras encomendadas se transformaron en una gran hacienda que se fue subdividiendo hasta encontrarse en la década de 1940 tres haciendas perfectamente delimitadas: Santa Cruz - Tejería - La Elvira, también conocidas como Caricuao Adentro, Caricuao del Medio y Caricuao Afuera. I. La hacienda Santa Cruz, también conocida como Caricuao Adentro, cubre todo el este y limitaba con La Vega, La Rinconada, hasta el Alto de Pipe cerca de lo que es hoy el IVIC. Llegaba hasta donde actualmente se encuentra el semáforo que da acceso a la UD3, UD4, UD5, UD6 y CC2. Era una hacienda de café, pero también se cultivó caña de azúcar y frutales como aguacates, cambures y guamas. También tenía árboles gigantescos que correspondían al bosque llamado de galería: bucares, ceibas, robles y jabillos, entre otros. Esta hacienda pasó por varios compradores y se dividió en varios lotes. Se sabe que uno de estos lotes perteneció a Juan Antonio Chávez, quien le vende a Francisco Alonso. Otro lote perteneció a Carlos Palacios, quien le vende a Maria Ibarra de Matos, cuñada de Guzmán Blanco. Francisco Alonso logra comprar ambos lotes y le vende la hacienda completa a Manuel Vargas, su último dueño, antes de adquirirla el Banco Obrero en noviembre de 1946. II. La hacienda Caricuao del Medio tenía varios nombres, pues aparecía registrada en el Banco Obrero como hacienda Tejerías. Sin embargo, la gente también la conocía como La Hacienda o La Haciendita. Era la más pequeña de todas y estaba ubicada en la zona central del valle, entre Santa Cruz, La Vega y Caricuao. En ella se construyeron los sectores UD3 y CC2. Sus linderos, de acuerdo a un trabajo del Prof. Freddys Hurtado («Construcción de la Historia Local de Caricuao». El Tiempo de…/16) abarcaban la «…zona comprendida desde el callejón o quebrada Yaracuy, hasta el cañaote de Chepa Torres (primera entrada, donde esta actualmente el zoológico de Caricuao)…». Estas tierras se destinaban al cultivo de café y de la caña de azúcar. Su dueño, Ricardo Domínguez, se la vende a Pedro Russo Ferrer y a la C.A. Electricidad de Caracas.
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Es bueno resaltar que, en estos terrenos, Russo Ferrer pensaba desarrollar un complejo habitacional en gran escala, utilizando su propia compañía constructora, la Urbanizadora Caricuao. Pero el 27 de marzo de 1967, mediante un decreto emanado de la Presidencia de la República, se ejecutó la expropiación de estos terrenos por causa de utilidad pública. Se afectaron, de esta manera, unas 163 hectáreas que eran propiedad del Banco Miranda, de la Urbanizadora Caricuao y de la C.A. Electricidad de Caracas. Finalmente, el Banco Obrero, como ocurrió con las demás haciendas, adquiere estos terrenos indemnizando a las tres partes involucradas con un total aproximado de 25 millones de bolívares. III. La hacienda La Elvira. Conocida también como Caricuao Afuera o Hacienda Caricuao, estaba dedicada a los cultivos de café y de caña de azúcar, fundamentalmente. Se corresponde con los sectores UD1, UD2, UD7, UV9, e incluye los barrios La Fe, Andrés Eloy Blanco y las casitas en terrazas. Va, en consecuencia, desde el sector UD2, pasa por Ruiz Pineda o UD7 y llega hasta Las Adjuntas, cerca de los límites de El Junquito, bajando por La Charanga e incluye la parte que llaman Mamera hasta la quebrada Yaracuy. Sus dueños, los Palacios, se la venden al alemán F. Hellmund, quien llega a Venezuela como empleado del Gran Ferrocarril de Venezuela; y como esta hacienda también lindaba con el ferrocarril, le era de una gran utilidad para múltiples desarrollos. En 1895 fue adquirida por el banquero Manuel Antonio Matos (1847-1929), el mismo que encabezara la mal llamada «Revolución Libertadora» (1901-1903), financiada por los grandes banqueros y por el Imperialismo estadounidense para derrocar a Cipriano Castro, quien había emprendido una serie de reformas nacionalistas a comienzos del siglo XX. La revuelta, muy bien orquestada se mantuvo entre 1901 y 1903 hasta que fue derrotada por Castro en ese año. A la muerte de Matos en París, en el año de 1929, la hacienda fue heredada por su hijo Manuel Antonio Matos Guzmán, alias «Maticos», quien finalmente la vendió al Banco Obrero en julio de 1946. Es bueno señalar, ya que constituye una de las particularidades de la historia del pueblo de Caricuao, que «Maticos» vendió más de 1500 hectáreas, y se reservó la parte correspondiente a la pequeña hacienda de La Majada, con un área aproximada de 15 hectáreas, que posteriormente será conocida como hacienda La Majada. Era el área destinada al trapiche y es asiento de industrias y de un cinturón de barrios en donde destaca el barrio La Majada
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que junto a Los Picapiedras cubre gran parte de esta hacienda. De acuerdo con una Carta del Barrio (CB) de la zona, la hacienda La Elvira se extendía hasta la jurisdicción de la hacienda Macarao y fue fundada en 1912. Sus linderos, según la misma CB, seguían hacia occidente hasta la empalizada de Los Limones y siguiendo el río hasta la toma de Caricuao que baja de la montaña. Por el sur linda con el camino de Pipe, el Alto de la Peñita «…que está en la cabecera de una quebrada que salía de la casa de la Sra. Elvira (ya fallecida).» (CB…). 3. Las haciendas como base del crecimiento urbano Las haciendas serán una referencia obligada a lo largo del trabajo y le aparecerán al lector como un eje hasta el día de hoy. Son una referencia obligada, pues su tiempo es recurrente y hasta se presta para hacer especulaciones como cuando se afirma que algunas de ellas pertenecieron a las hermanas de El Libertador, en años tan aciagos como el catorce de la Primera República, cuando Maria Antonia se vio obligada, casi por la fuerza, a salir hacia Oriente, en medio de aquella vorágine que significó esa terrible emigración. Pero también las haciendas sirvieron para construir parques, urbanizaciones y hoy son asiento de una serie de industrias en sus mejores terrenos, porque los peores están en manos de los barrios, es decir, en las partes más altas, en los cerros, en sus viejas torrenteras, en taludes, en laderas, o, sencillamente encima de un piedrero como el barrio «Los Picapiedras». Historias de haciendas son las historias del Parque Recreativo Metropolitano Zoológico de Caricuao, construido en terrenos de la hacienda Santa Cruz; o la historia del ferrocarril en terrenos de la hacienda La Elvira; o de industrias como la Orange Crush, en donde estaba el trapiche de la hacienda La Majada; o la reciente historia de el Metro de Caracas, que exhibe una casa de hacienda como su club. En fin, historias de haciendas que evocan, así mismo, al tiempo recurrente indígena, pues ellas fueron antiguas sementeras de pueblos toromaimas en esta parte de Caricuao y Macarao, pero también más hacia el valle de San Francisco, fueron áreas agrícolas de pueblos caracas, guaiqueries, tarmas, mariches y teques, tan sólo por nombrar a algunos de ellos. Lo cierto es que las haciendas cumplieron un largo ciclo histórico que se proyecta hacia el siglo XX, cuando las encontramos en plena
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producción de caña, café, hortalizas, frutales y con una fuerza de trabajo de la más variada índole, en donde vamos encontrando, progresivamente, la mano de obra venida de Europa, como los canarios y, sobre todo, los portugueses, que marcaron su impronta y urbanizaron parte de los terrenos, como los pudimos observar en Las Adjuntas, un punto de encuentro clave, en donde se unen el agua, la hortaliza, el ferrocarril y la casa portuguesa, en un modelo histórico que funcionó hasta bien entrado el siglo XX. Si hacemos un corte cronológico, nos encontraremos con la década del cuarenta, en donde comienza una liquidación masiva de estas haciendas que, en su mayoría, fueron vendidas al Banco Obrero para servir de base geográfica a un nuevo modelo determinado por el boom petrolero y los nuevos intereses del capitalismo: el imperio del asfalto y del automóvil que disuelve a la hacienda y al ferrocarril. A esto se agrega la industria, como el pívot que transforma la fuerza de trabajo agrícola- campesina, en obreros al servicio de la maquinaria industrial. Sobrevivirán algunos «conucos», pero ahora el campesino venido de distintas partes del país tendrá que ajustarse a nuevos hábitos de vida: al «pito» de la fábrica; al «horario» de ocho horas; a los «turnos» de la jornada de 24 x 7; al «uniforme» o braga de obrero; al salario del miedo para gastarlo el fin de semana; al «barrio» hacinado, sin servicios y en permanente construcción «no planificada»; a los «bares» de fin de semana, con sus «ficheras» y «prostitutas»; a la quiebra, en fin, de sus relaciones familiares y a la entrada en un «nuevo mundo» jamás imaginado: la Caracas de los barrios en donde, parafraseando a Simón Rodríguez, «pululan» pobres y mendigos. Para que el lector caricuense tenga una idea más clara acerca de los terrenos que pisa a diario debería imaginarse a Caricuao como una gran hacienda con diversos nombres de acuerdo con los puntos cardinales hacia donde se dirija. Si nos venimos de La Vega hacia Caricuao, lo primero que vemos, imaginariamente, claro está, es la hacienda Santa Cruz, cuyos linderos van hacia La Rinconada y Pipe, hasta llegar a lo que es actualmente el semáforo que da acceso a las unidades habitacionales UD3, UD4, UD5, y CC2. Se las veía plenas de cafetos, camburales, caña de azúcar y de árboles gigantescos. Parte de esta hacienda fue cedida por el Banco Obrero para la construcción del PRM Zoológico de Caricuao, conocido anteriormente como «Parque Zamural». El resto de la superficie se destinó a la construcción
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de lo que es hoy la urbanización La Hacienda y sus sectores UD5, UD6 y la urbanización José Antonio Páez, o UD4. La llamada hacienda Tejerías, conocida también como La Haciendita, cubría la superficie que se dedicó a la construcción de la UD3 y CC2, entre Santa Cruz, La Vega y Caricuao Abajo. Por su parte, la hacienda Caricuao, conocida también como La Elvira, destinó sus terrenos para la construcción de los desarrollos UD1, UD2, UD7, UV9, la urbanización Andrés Eloy Blanco, las casitas en terrazas. Iba desde el sector UD2, pasando por Ruiz Pineda hasta Las Adjuntas, lindando con El Junquito y bajando luego por lo que es hoy La Charanga y sus alrededores. Esta historia la retomaremos más adelante, pues forma parte de las pequeñas historias de La Majada y de otros barrios, marcadas por Cartas de Barrio, testimonios orales y relictus geohistóricos. En resumen, hoy la hacienda Caricuao comprende los sectores UD1, UD2, UD7, UV9 y un cinturón de barrios como La Fe, Valmore Rodríguez, La Majada, Los Picapiedras y toda el área que baja hacia Telares, que sería prolijo enumerar en este apretado resumen. Bástenos decir, por ahora, que este conjunto de haciendas, Santa Cruz, Tejerías y La Elvira, sirvieron de asiento a las Unidades Vecinales (UV9), a las Unidades de Desarrollo (UD), a los Centros Comunales (CC), y a las Terrazas de Caricuao. Todas ellas, en su conjunto, constituyen la estructura urbana del Caricuao de hoy. Su venta comienza a producirse a partir de 1946 cuando fueron adquiridas por el Banco Obrero, pero su venta no fue casual sino que viene alimentada, y acelerada, por un cambio de modelo, que no hemos dudado en calificar de «boom petrolero». Este boom, o explosión, estimula estas ventas y empuja hacia la urbanización y la construcción de infraestructuras viales que se adapten al modelo automotor sustitutivo del ferrocarril. Y el Estado cuenta con una renta petrolera que transfiere al sector construcción. La gente del campo, obnubilada por estas construcciones, emigra a Caracas en busca de puestos de trabajo. Pero también lo hace la fuerza de trabajo extranjera que, en el caso de Caricuao, sirve de mano de obra para la construcción de estas moles y, de paso, se queda en el área fundando barrios colombianos y ecuatorianos. En esta transición, de la Venezuela rural a la Venezuela urbana, se venden todas estas haciendas, comenzando por La Elvira y Santa Cruz, en 1946. La venta de estas haciendas, ubicadas en el valle de los toromaimas,
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ocurre en la década 1946-1959 y coincide con el primer proyecto urbanístico pensado para Caricuao, denominado «Gran Urbanización de Venezuela». Se trató de un proyecto mixto, urbano-industrial, con áreas de reserva, tanto ambientales como militares, pues se pensaba utilizar esta zona para asiento de tropas y entrenamiento. Este proyecto no se llevó a cabo y a la caída de Pérez Jiménez se decidió, dentro del llamado Plan de Emergencia, hacer un convenio con la Cuba Revolucionaria para construir, en las faldas de la montaña, dos sectores de casas en terrazas, con un total de 494 parcelas. Antes de Las Terrazas, entre 1959 y 1960, se habían construido unas barracas, en los espacios que actualmente ocupa la UD2, frente a la estación del Metro de Caricuao. Eran casas de vecindad, construidas provisionalmente por la gobernación, para alojar familias damnificadas entre 1957 y 1960. Después de las barracas, se construyeron estas casitas de caña de azúcar, en una topografía de 40 terrazas y dos sectores, A y B, al norte de la quebrada de Caricuao. Vale decir también que las casitas de Las Terrazas de Caricuao, tenían el sello imborrable de la improvisación, pues fueron construidas para ofrecerles un techo «provisional» a las familias afectadas por las inundaciones ocurridas durante el periodo de la Junta de Gobierno, en distintos sectores de la capital. Las Terrazas se construyeron en las faldas de la montaña que forma parte del PRM Leonardo Ruiz Pineda. Estas Terrazas las hemos llamado las «casitas de la caña de azúcar», pues fueron construidas con tablones elaborados a partir del bagazo de la caña y traídos desde Cuba por un personal técnico que se ocupó de su instalación. Las casitas de la caña del azúcar cubano sirvieron para suplir una necesidad vital. En ese entonces, hacia 1958, nuevamente la naturaleza cobraba venganza y los estragos del deslave se hicieron sentir desde La Guaira hasta Caracas. Por supuesto que los más afectados fueron aquellos que se encontraban viviendo a orillas de las quebradas que se desbordaban y, por eso, gente de Petare, Sarría y San José quedaron damnificadas. El Plan de Emergencia de la Junta de Gobierno que tomó el control a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, tuvo como objetivo central paliar el desempleo y dotar de viviendas a la gente, o de refugios adonde fuese posible. Por eso, muchos se agolpaban a
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las puertas de los ministerios y de otras instituciones, para recibir un subsidio que le permitiera saciar el hambre acumulada durante la férrea dictadura. A los afectados de Petare se les llevó, en un principio, según nos narró uno de sus protagonistas, hacia San Isidro, un lugar ubicado en la vieja carretera Petare-Guarenas. Desde allí fueron trasladados hacia Caricuao, en el momento en que estaba siendo construida la terraza B, pues la A ya se había concluido y habitado rápidamente. Entre ellos venía la familia Monterola, que fue ubicada en la terraza B. A partir de este testimonio, pudimos reconstruir parte de la historia de las casitas de caña de los dos sectores de Las Terrazas. Esas 494 viviendas estaban divididas en lotes de 43 por sector, para un total de 86 lotes o parcelas. Según el relato de don Carlos Monterola, un infante para aquella fecha de 1961, ellos fueron ubicados en la terraza 38 del sector B. A la gente la ubicaban por zonas según su procedencia «…por ejemplo, a la gente de Sarría la ubicaron en la zona central…» (Entrevista. IPC, julio de 2007). Y agrega que ellos también iban para esa zona: «…pero el día que llegamos ya estaban ocupadas todas las casas, y nos llevaron para la otra zona, que es lo que llaman la zona B lateral…» (Ídem). La zona A se construyó entre 1958 y 1959 y los Monterola llegaron en 1961. Para ese momento aún existían las llamadas barracas, o bloques, en la parte de abajo. Eran bloques largos, con divisiones, baños comunes. «…Eso desapareció… y nosotros llegamos directamente a las viviendas individuales…» (Ídem). La estructura de estas casas individuales la formaba una sala-comedor, baño, lavadero, dos habitaciones y patio para jardín. El tamaño era de 6m x 8m, es decir, 48 m² estructurados de manera uniforme, terraceadas y en algunas había cuchillas. Ellos pudieron ganar terreno a expensas del cerro, pues les estaba prohibido expandirse hacia delante. También estaban dotadas de sus servicios básicos como agua, electricidad y colectores de aguas negras. Un dato curioso es que el agua les llegaba desde Macarao a través de una planta de bombeo y tratamiento que el INOS tenía instalada en el sector donde se levantaba el Indio de Caricuao que vigilaba desde lo alto del cerro. El acceso a las terrazas se hacía por la antigua carretera a Los Teques y había que atravesar un puente de guerra que estaba ubicado a la altura de lo que hoy es la oficina de la Cantv.
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Don Carlos también recuerda que en esa fecha todavía las haciendas servían para cultivar hortalizas, especialmente por parte de los portugueses que transportaban repollos y zanahorias al mercado por la carretera vieja, pues allí no existían instalaciones para su venta. De manera que Caricuao ayudaba a abastecer a otras zonas aledañas a la ciudad de Caracas todavía en la década del setenta. El problema de la tierra se resolvió cuando el Inavi adjudicó las casas una vez que se cancelaron las deudas del terreno y de los alquileres, que en ese entonces alcanzaban la suma de 40 bolívares mensuales. Mucha gente quedó endeudada y para tener derecho a su vivienda tuvo que cancelar dichas deudas. Hoy don Carlos Monterola es un «flamante» propietario de una casa que dista mucho de aquellas casitas de caña de la Revolución Cubana y, más bien se asemeja a una blanca mansión que se levanta en lo alto de La Colina 38, coronada en un alero de tejas rojas, con amplios jardines y un clima de montaña inmejorable. 4. Urbanizaciones proyectadas y construídas por el banco obrero. 1945-1974 Para comodidad del lector, le presentamos un cuadro-resumen inicial acerca de las etapas del urbanismo de Caricuao, entre 1945 y 1974. Después de la construcción de las casitas de la caña, se inicia, a partir de 1962, una nueva fase con la construcción del primer edificio, conocido después como el «bloque» experimental, ubicado hoy en la UD2. Era un bloque de 80 apartamentos para atender a una población cercana a los 500 habitantes. Se le llamó experimental porque se estaba probando la resistencia del terreno a estas construcciones de desarrollo vertical. El orden que siguieron las construcciones posteriores aparecerán en el cuadro siguiente: UV9, UD2, UD7, UD8, UD4, UD5, UD3. Entre 1974 y 1975 se terminan las últimas construcciones con la urbanización Andrés Eloy Blanco, con un total de 355 apartamentos, ubicada frente a la estación del Metro de Caricuao. Covimetro fue construida por el Metro de Caracas, después de demoler el bloque 15 para construir el ramal que va de la estación Caricuao a la estación Zoológico. En el Informe Inavi 75, llamado «Recuperación de Caricuao», aparecen todas estas unidades habitacionales, incluyendo el número de viviendas.
Etapas del urbanismo de Caricuao entre 1945 - 1974.
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Cuadro N° 2 Informe Inavi 75. Recuperación de Caricuao
* Venimos manejando 494 parcelas según la mayoría de las fuentes consultadas antes de este valioso informe de julio de 1975. Hemos reordenado el cuadro siguiendo el orden cronológico.
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5. Unidades habitacionales Durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964), la primera urbanización construida, en desarrollo vertical, fue Ruiz Pineda, o Unidad Vecinal N° 9 (UV9), compuesta por 22 edificios y un total de 1046 viviendas. Más tarde se construyó la Unidad de Desarrollo N° 2, conocida como urbanización Caricuao; se compone de 28 edificios, reducidos posteriormente a 26 debido a la construcción de la línea 2 del Metro de Caracas. Fueron desalojados, y demolidos, los bloques 18 y 19, quedando un total de 26 edificios y 1776 viviendas.Con el gobierno de Raúl Leoni (1964-1969), se culmina la construcción de la urbanización Ruiz Pineda y se agregan las Unidades de Desarrollo 7 y 8 (UD7-UD8). Son 16 superbloques que hacen un total de 3048 apartamentos. Bajo el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), se construye la urbanización José Antonio Páez, o, UD4. Es una Unidad de Desarrollo dividida en terrazas que llevan el nombre de las batallas en las que participó el prócer. Son 63 edificios que dan un gran total de 5508 apartamentos. En marzo de 1969 se termina la UD5, con 39 edificios y 2910 apartamentos. Más tarde se termina la UD3, con 20 edificios y 2729 apartamentos. El 27 de mayo de 1970 se puso en funcionamiento la Unidad de Desarrollo N° 6, o UD6, dividida en 4 sectores: A, con 152 apartamentos; B, con 152 apartamentos; C, con 375; y el sector D, conformado por 114 apartamentos, para un total de 793 apartamentos. Además de las Unidades de Desarrollo, (UD), durante el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974) se construyeron Unidades en Pendiente (UP), Centros Comunales (CC), Covimetro y la urbanización Andrés Eloy Blanco. La UP3, llamada García Carballo, que cuenta con 754 apartamentos. Allí está ubicado el liceo Roberto Martínez Centeno y se desarrolló un barrio que lleva el mismo nombre de la unidad. El CC2, puesto en funcionamiento el 28 de septiembre de 1972, consta de 6 superbloques y 526 apartamentos en total. El sector «Covimetro» consta de 4 torres y 72 apartamentos prefabricados, ubicados en la avenida principal de Caricuao, frente a la UD2. El Inavi lo construyó, como ya hemos visto, en sustitución de los bloques demolidos para dar paso a la línea 2 del Metro de Caricuao.
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El sector Andrés Eloy Blanco se encuentra ubicado frente a la estación Metro de Caricuao y consta de 4 edificios prefabricados, con un total de 352 apartamentos. Es el último conjunto construido por el Inavi. Según el Plano Índice de Ámbitos de Actuación de las Asociaciones de Vecinos, la estructura urbanística de la parroquia comprende una Unidad Vecinal (UV9), Unidades de Desarrollo, Unidades en Pendientes, Centros Comunales, las Terrazas y el Bloque Experimental. Describe luego cada una de estas unidades y las ubica cartográficamente. De este Plano Índice elaboramos el siguiente resumen con datos de tipo histórico y también hemos rellenado las lagunas del informe en el caso de las UV9 y UD7, UD8. - UD1. Está ubicada al norte de la vía El Indio, al sur de CC1 FAC. Tiene 672 apartamentos, 1 escuela y 2 locales comerciales16. Los bloques son prefabricados y generalmente pequeños, pero también en el sector hay casas en pendiente. Conocida también como Viet-Nam, se estableció, inicialmente, en ella el Destacamento 56 de la Guardia Nacional, y la Junta Parroquial funcionó en los terrenos de Hidrocapital, donde antiguamente estaba la Plaza del Indio de Caricuao que fue trasladada en 1988 al lugar que hoy ocupa, vigilando la entrada. En la actualidad funciona en este sector la Casa del Poder Popular, la Unidad Geriátrica Doctor Joaquín Quintero Quintero y parte del polideportivo Alejandro Carrasquel. También se encuentra un módulo de Atención Primaria (Barrio Adentro I) y un Centro Diagnóstico Integral (CDI). Si usted quiere dirigirse a la UD1 puede preguntar por Viet-Nam o por la vía del Indio, llamada así porque allí quedaba la Plaza del Indio, que albergaba una escultura hecha en 1967 por Alejandro Colina. Él la llamó «El Conjuro de Caricuao», pero ese nombre se ha perdido y hoy lo rescatamos como memoria histórica, aunque la gente le siga dando el apelativo del «Indio de Caricuao». Así que no se sorprenda cuando le digan que el indio estuvo en Viet-Nam o que Viet-Nam queda en la UD1. 16
En el Informe Inavi 75, llamado «Recuperación de Caricuao», presentamos un cuadro con la estructura urbanística con más detalles acerca de estos locales y demás áreas de servicios. Aquí agregamos información de interés histórico.
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- UD2. Es un desarrollo habitacional que limita con Las Terrazas, la UD3 y el Centro Comunal 4 de la FAC. Esta gran unidad incluye: - La Unidad Vecinal Terrazas de Caricuao, ubicada en la zona de montaña del PRM Leonardo Ruiz Pineda y que ya fue objeto de un tratamiento aparte por ser un desarrollo pionero, atípico y verdadero antecedente del urbanismo caricuaense. - Un centro cívico y locales comerciales, una capilla e institutos educativos como las escuelas Menca de Leoni, Tomas Vicente González y el liceo Rafael Guinand. Como centros de salud sobresalen un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) y un Módulo de Atención Primaria (Barrio Adentro I). También se ubica allí la iglesia de San Martín de Porres, el venerado patrono de la parroquia fundada en 1962. Además de incluir dentro de sus linderos al resistente «Bloque Experimental» con sus 80 apartamentos, la UD2 es un sector de bloques de 5 pisos que hacen un total de 1786 apartamentos. Está ubicada entre Las Terrazas, la UD4, la UD3 y la CC4 FAC. Cuenta además, en sus cercanías, con la estación del Metro de Caricuao, además de un centro vecinal con 18 locales. En el cuadro acerca de la estructura del conjunto, (Inavi 75), el lector podrá ampliar esta somera descripción y más adelante, en el capítulo correspondiente a «Barrios» se harán las conexiones correspondientes. Por ahora sólo mencionaremos el crecimiento del barrio El Onoto, a expensas de estos terrenos y de los del PRM Zoológico de Caricuao. - UD3. Se ubica entre las montañas del PRM Ruiz Pineda, la avenida principal de Caricuao y la UD2. Este desarrollo habitacional se extiende sobre parte de los terrenos ocupados antiguamente por la hacienda «Tejerías». Aquí también se encuentra la estación del Metro Zoológico de Caricuao y la entrada a ese PRM. En sus adyacencias se encuentra el bulevar, el cual va paralelo al tramo elevado del metro hasta el acceso al sector La Hacienda de Caricuao. En el bulevar se ubica el busto de Andrés Eloy Blanco. La UD3 cuenta con las escuelas «Mireya Venegas», y «Marquiegui»17. Allí funciona la Misión Sucre y en su perímetro se encuentra, así mismo, el liceo Benito Juárez. Es un conjunto de 20 superbloques con 2729 17
Más adelante el lector interesado puede acudir a la lista oficial de instituciones educativas que anexamos por ser bastante prolija y estar fuera del objeto central del presente trabajo.
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apartamentos, con kinder en la planta baja, además de comercios, salas de reuniones y áreas deportivas y de recreación. Cuenta, además, con la Escuela de Defensa Civil, el Centro Comercial Ciudad Caricuao. El barrio que lo circunda se llama «Los Ecuatorianos». Cuenta con la iglesia de Santa Rita de Casia, fundada en 1972. La plaza Bolívar se halla ubicada entre esta Unidad de Desarrollo y la UD4 la cual pasamos a reseñar de inmediato. - UD4. José Antonio Páez. Se encuentra ubicada al sur de la avenida principal de Caricuao, la UD3 y al noreste de UD2. Se proyectó inicialmente la construcción de 1684 apartamentos; luego se amplió su número a 3079 y, finalmente, se construyeron un total de 5508. Topográficamente está localizada en terrazas. La UD4 está construida en una parte de los terrenos de la hacienda Santa Cruz, tal como ocurrió con las UD5 y UD6. En esta unidad funciona el colegio San Agustín, cuyos terrenos fueron cedidos en comodato, por el Inavi, a los padres agustinos, quienes terminaron ocupándolos en 1998. Dentro del mismo colegio presta sus servicios religiosos la iglesia Nuestra Señora del Buen Consejo, fundada en 1974. También la UD4 cuenta con el liceo Rafael Seijas, un centro de enseñanza artesanal localizado entre Guasdualito y Queseras. En Bravos de Apure, la Alcaldía Metropolitana construyó un complejo de piscinas y se localiza un polideportivo; en Terrazas de Curpa se instaló un Centro de Diagnostico Integral (CDI) y en el sector Carabobo un módulo de Barrio Adentro. - UD5. También fue construida en terrenos de la hacienda Santa Cruz y limita con el PRM Vicente Emilio Sojo y el PRM Zoológico de Caricuao, al sur y al oeste. Allí funcionan 3 escuelas básicas, 13 salas de reunión, 18 locales comerciales, 3 centros vecinales, 5 locales administrativos, 2 centros maternos infantiles y áreas deportivas. Se encuentran: la escuela María Taveroa, la escuela Hernández Parra, el liceo Caricuao, el Pedagógico Monseñor Arias, el Comité Conservacionista de Defensa Ambiental. Mención aparte merece el centro de reciclaje de basura, en donde se le enseña agricultura a los niños de los colegios de la zona, formándolos, además, en el arte de transformar la basura en materiales útiles para la
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agricultura18. Hay una clínica popular y en sus predios se localiza el estadio de béisbol Juan Antonio Yánez «Yanecito». Al igual que el campo de béisbol Carrasquelito, en honor a nuestro gran pelotero, y mejor ciudadano, Alfonso «Chico» Carrasquel. - UD6. Fue puesta en funcionamiento el 27 de mayo de 1970 y también forma parte de la hacienda Santa Cruz. Sus 793 apartamentos están divididos en 4 sectores: el A formado por 132 apartamentos; el B por 152; el C por 375; y el sector D compuesto de 114 apartamentos. En la UD6 funciona la escuela Nuestra Señora del Rosario, un Mercal, un Módulo de Atención Primaria, un Centro Diagnostico Integral o CDI. También presta allí sus servicios religiosos la iglesia San Carlos Borromeo, fundada en el año 1971. Hay otros servicios complementarios como el centro comercial que cuenta con bancos y demás comercios. - UP3. Es una unidad en pendiente, conocida también como «García Carballo» y cuenta con 754 apartamentos. Allí funciona un Núcleo de Desarrollo Endógeno, un Mercal, un Módulo de Atención Primaria, un infocentro y un liceo, el Rafael Centeno. Esta UP cuenta, además, con un helipuerto. - CC2. Están ubicado el INCE, los Bomberos Metropolitanos, un destacamento de la Policía Metropolitana y el liceo Ramón Díaz Sánchez. Entre la UD3 y la UD6 se halla el polideportivo Luis Aparicio. - UD7 y UD8 Ruiz Pineda. Ellas son, en realidad, un conjunto de unidades ubicadas al sur de Las Terrazas de Caricuao, cuyos linderos hacia el oeste siguen la línea de la carretera a Los Teques y los del Metro de Caracas, que corta estas unidades en su ruta hacia el este, es decir, hacia la UD2, en donde se ubica la estación del Metro de Caricuao. De manera que el lector puede seguir la línea del metro, de regreso hacia Las Adjuntas, y llegará, sin ningún tropiezo, a las UD7 y UD8; de allí al este de estas unidades se encontrará con la «vieja» Ruiz Pineda, o UV9 de Caricuao. Estas unidades fueron construidas 18
Hemos consultado un reportaje sobre ese centro y allí observamos cómo, a partir de materiales baratos y de fácil acceso, es posible reciclar la basura y transformar las excretas en escatoles útiles para la patria.
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durante el gobierno de Raúl Leoni (1964-1969). Y están conformadas por 16 superbloques (3048 apartamentos); el Informe Inavi 75 (Recuperación de Caricuao) las divide en 6 sectores; sus servicios los describimos en un cuadro que elaboramos y presentamos en este mismo capítulo, que incluye a las escuelas, comercios, parques infantiles, centros religiosos, etc. La UD7 cuenta con el Hospital Materno Infantil, la Biblioteca Aquiles Nazoa (BAN), las escuelas nacionales «Guayana Esequiba», «Cuatricentenaria», «Núñez Ponte», y el liceo Francisco Fajardo. Aquí se encuentra la sede del CICPC y del CEMAI. Allí también está ubicada la iglesia de «La Resurrección del Señor», fundada en 1968. Dejamos para el final la UV9, la Ruiz Pineda «vieja», la Unidad Vecinal Nº 9, la primera unidad en ser construida durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964). Se compone de 22 edificios, en su mayoría pequeños, salvo 2 grandes bloques, para hacer un total de 1066 viviendas. Además de los servicios que aparecen en el Informe Inavi 75 cuenta con la Escuela Nacional Caricuao y el «Parque Festival 66», donde también funciona un centro de rehabilitación. Muy cerca de allí, más hacia el sur, se encuentra el PRM Universal de la Paz. Al igual que muchas de las unidades aquí señaladas, la UV9 se encuentra rodeada de barrios, sobre todo hacia el oeste, en la línea que conduce a la carretera vieja de Los Teques, en donde se alínea una fila de barrios cercanos al liceo militar Gran Mariscal de Ayacucho. Precisamente uno de nuestros barrios-bandera se ubica al oeste de esta Unidad Vecinal Nº 9. Se trata de La Majada que junto a Los Picapiedras, La Gran Parada, 19 de Marzo, La Libertad y el gran barrio Telares de Palo Grande, constituye el cinturón de barrios más significativo de toda la parroquia. Por eso le dedicaremos todo un capítulo aparte. 6. El informe Inavi 75 y la estructura urbanistica de Caricuao Después de concluidas las construcciones y una vez decretada la creación de Caricuao como parroquia, el Departamento de Proyectos del Inavi le encarga a sus técnicos la elaboración de un diagnóstico con un objetivo muy preciso: «…investigar in situ para conocer las necesidades de servicios comunales en Caricuao, y establecer el diagnóstico de la situación actual, con el objeto de tratar de resolver en la medida en que
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las posibilidades de áreas libres y recuperables de la urbanización así lo permitan». (Recuperación de Caricuao. Informe Inavi / julio de 1975). Esta urbanización agrupa a un total de 26.156 viviendas en 12 Unidades de Desarrollo (UD) que funcionan como «elementos independientes», con centros de servicio, subdivididas, a su vez, en unidades básicas o sectores, donde se prevén como núcleo de servicios el kinder, el comercio local y los parques infantiles. Esta división en unidades se ha llevado a cabo tomando en cuenta la topografía, cursos de agua, etc. En los estudios preliminares del Plan Piloto, se tomaron en cuenta tres factores limitantes para áreas aprovechables: pendientes, vialidad y dotación de servicios. Este último prevaleció como límite de desarrollo, con una cota máxima aprovechable de unos 1125 metros para servir al área en cuestión, con los recursos técnicos disponibles en 1960. Actualmente, esta determinante ha sido superada con la ampliación de los servicios a cotas superiores, lo que trajo la ampliación del área aprovechable del valle. Este conjunto está ubicado en el extremo suroeste de la ciudad; su integración física al valle de Caracas se hace a través de una franja muy estrecha. El lote forma parte de dos hoyas hidrográficas, la de Caricuao y la del Guaire. El acceso es posible a través de dos vías opuestas y diferentes, como son el tramo terminal de la autopista La Araña-Caricuao y la carretera vieja de Antímano-Los Teques. Está prevista la construcción de dos autopistas: La Rinconada-Caricuao y Caricuao-Los Teques, las cuales facilitarán el acceso al desarrollo.19 6.1 Unidades y servicios20 UD1 Sector A. 19
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Estación policial Plaza Polideportivo Comercio
Recordemos que estamos en 1975 y todavía El Metro no se había construido para Caricuao. Su inauguración vino a representar otra vía de acceso que, en mucho, ha contribuido a la fluidez del transito automotor y al movimiento de pasajeros, además de las mejoras en muchos servicios locales, de mantenimiento y ambientales con cierto carácter permanente. Fuente. Departamento de Proyectos del Inavi. Servicios Comunales Recuperación de Caricuao. Caracas, julio de 1975.
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Sector B. C.
Parque infantil Kinder
UD2 Sector A
Parque infantil (abandonado) Comercio (abandonado) Kinder Oficina Servicio médico asistencial
Sector B
Situación igual
Sector C
Comercio Parque infantil
Kinder
Sector D
Sector E
Parque infantil PB libre Comercio Oficina
Sector F
Parque infantil Comercio
Sector G Servicio médico asistencial. (sin funcionar) Sector H
Parque Infantil Comercio - kinder
Sector I Sector J.
PB libre Parque Infantil Comercio Parque infantil (abandonado) Grupo escolar Parque infantil Comercio
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Kinder Parque infantil (abandonado)
Sector K.
Parque Infantil (abandonado) Comercio Kinder
UD3. Sector A.
Comercio Sala de reuniones Kinder Escuela Kinder (abandonado) Parque infantil Zona verde Cancha deportiva Cancha de bolas criollas
Sector B
Comercio PB libre Servicio religioso Kinder Parque infantil Área libre21 Zona verde
Sector C
Área libre22 Zona verde Parque infantil Servicio médico asistencial Cancha de bolas criollas
Sector D
Zona verde Comercio (abandonado)
Algo extraño o relictus del pasado. Idem.
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Sector G
Comercio (funcionando) Parque infantil
UD4 QPRS
Salas de reuniรณn PB libre Caseta (abandonada) Parque infantil
LMN
Sala de reuniones PB libre Comercio
HK
Sala de reuniones PB libre
GE
Parque infantil PB libre Sala de reuniones PTJ
UD4 AB
Sala de reuniones PB libre Comercio Cancha (abandonada) Cancha deportiva
UD5 B
Sala de reuniรณn (sin funcionar) Parque infantil Oficina (sin funcionar) Sala de reuniรณn Kinder (sin funcionar)
Zona verde Parque infantil Comercio (abandonado) Comercio (funcionando)
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Kinder Comercio
BB
PB libre Sala de reuniones Parque infantil Comercio (abandonado) Comercio Kinder Servicio médico asistencial
C
Cancha deportiva Comercio (abandonado) Parque infantil Sala de reuniones Kinder (abandonado)
D. E. Las mismas Características Área libre Capilla F Sala de reuniones Oficina Cancha deportiva Cancha privada G
Guardería Sala de reuniones Parque infantil PB libre Oficina Comercio Kinder
UP 1,3 y 6
PB libre Comercio (abandonado) Comercio Kinder
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Parque infantil Sala de reuniones
UD6 A,B CD
Parque infantil Sala de reuniones Kinder PB libre Sala de reuniones Servicio asistencial Comercio Kinder PB libre
UD7 8 A
Comercio Escuela primaria Liceo Centro comunitario Servicio religioso Área libre Zona verde Parque infantil Cancha deportiva Oficina
B
Zona verde Área libre Cancha deportiva Parque infantil Guardería Oficina Escuela primaria
C D
Área verde Parque infantil Oficina Zona verde
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Área libre Cancha deportiva
E
Área libre Cancha deportiva Parque infantil Escuela Comercio (abandonado)
F
Parque infantil Área libre Comercio
UV9 UC1
Comercio Cancha deportiva Kinder Consultorio
UC2
Comercio Parque infantil Servicio religioso PB libre
UC3
PB libre Comercio Estacionamiento espontáneo
UC4 UC5/UCD
Parque infantil Comercio
UP2
Comercio (sin funcionar)
(Viviendas
Comercio Cancha deportiva Grupo escolar Escuela primaria Oficina
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Unifamiliares)
Viviendas (sin funcionar) Servicio religioso (sin funcionar) Parque infantil Zona verde Área libre
UP3 1, 3 y 6 2
PB libre Comercio (abandonado) Parque infantil Sala de reuniones Comercio Kinder Áreas libres (recuperables)
UP4 1 y 2
Estanque Acueducto
CC1 Comercio Capilla Liceo Comercio (sin funcionar) Oficina CC2
Kinder en proyecto Comercio Parque infantil Sala de reuniones
Terrazas de Caricuao Ciclo Básico Rafael Guinand Policía Metropolitana Proyecto de campo Deportivo Proyecto kinder Proyecto evangélico Proyecto de comercio
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Cuadro de servicios comunales
S E C T O R E S
ASISTENCIAL Hospital Ambulatorio
300 350 camas 4500 m2 de terreno
RECREACIONAL Centro Social y Deportivo Áreas Deportivas 2500 m2 x unidad Estacionamientos Relación 1 a 1 Parques Infantiles 250 m2 x unidad 1200 m2 x unidad 3000 m2 x unidad EDUCACIONAL Pre Escolares Grupo Escolar Ciclo Básico Ciclo Diversificado COMERCIO Locales Dispersos Comercio Centralizado.
3 a 6 años 7 a 12 años 13 a 15 años 16 a 17 años
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6.2 El informe Inavi 75: recomendaciones y necesidades El acuerdo de creación de la parroquia Caricuao fue publicado en la Gaceta Municipal Nº14602, el 8 de abril de 1975. La decisión había sido tomada, en Cámara, por el Consejo Municipal del entonces Distrito Federal en la sesión del 11 de diciembre de 1974 y en su artículo 2 se señalan los linderos de la parroquia, de conformidad con el plano levantado por la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano (OMPU) a partir de la fila Caricuao y su unión con la fila San Antonio, conocida también como La Rinconada. Nos llamó la atención el recorrido según el movimiento de las agujas del reloj y ello fue plasmado magistralmente por don Luis González Guillén, quien realizó el seguimiento para terminar elaborando el mapa de Caricuao, con un gran lujo de detalles23. Casi inmediatamente, el Inavi le encarga a su equipo del departamento de proyectos, la evaluación «in situ» de las 12 unidades habitacionales, con el objeto de diagnosticar las necesidades de los servicios comunales. Al final del Informe Inavi 75, denominado «Recuperación de Caricuao», hay un conjunto de recomendaciones y un catálogo de necesidades, las cuales hemos resumido en dos puntos clave: recomendaciones y necesidades. 1. Recomendaciones. Casi todas coinciden con las señaladas en las tesis de grado que hemos revisado, además de las denuncias aparecidas en la prensa, tanto de las comunidades organizadas como de personalidades que han dedicado gran parte de su vida a luchar por la conservación y recuperación de la comunidad. Del Informe 75 hemos tomado las seis recomendaciones más protuberantes: A. Debe congelarse definitivamente la construcción de viviendas porque se considera que el número actual ha llegado a su nivel máximo, y se encuentra en el umbral de saturación y alto riesgo. B. Rescatar terrenos adjudicados y resolver asuntos legales, por tener usos no apropiados, según el diagnostico realizado. C. Reforestar los taludes. D. Arborizar toda el área urbanizable. 23
En las páginas finales del libro puede verse la curiosa silueta que, coronada en el Alto de Pipe, forma lo que hemos llamado la Identidad Geográfica de Caricuao. Debería reposar en escuelas y demás instituciones caricuenses esta obra de don Luis González Guillen.
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E. Estudio en el sitio del uso para una construcción adecuada de las obras exteriores. F. Mejorar sustancialmente, y supervisar en forma permanente, el mantenimiento de las unidades básicas: ductos de basura, pintura, aducción y drenajes; construcción de brocales. En general, se hacen proposiciones en renglones tales como estacionamientos, comercios, oficinas, institutos educativos, cultura, cultos, administración pública y transporte. Un cuadro de lo más ilustrativo, que además refleja la estructura de las Unidades de Desarrollo, es el que presentaremos a continuación, elaborado a partir de la lectura de los planos del Informe 75, «Recuperación de Caricuao». He aquí sus necesidades para este momento histórico del 28 de julio de 1975.24 Detectamos que el deterioro ha sido muy violento, que los elementos señalados desde el capítulo sobre ambiente y conjugados en una totalidad estructural, produjeron daños aún mayores. Daños menores expresados en la necesidad de refacciones y pinturas, por ejemplo; pero daños también mayores, estructurales, como los deslaves, deslizamientos, agrietamientos y las consecuencias, a veces invisibles, que se hacen sentir en pleno siglo XXI; ambientales, de salud, demográficas, culturales y, en general, sociales de muy diversa índole. Pudiéramos acudir al análisis de los cuadros que hemos venido mostrando, pero esto sería muy prolijo. Nos bastó un listado de necesidades para establecer patrones estructurales. ¿Pero por qué se produjo todo este daño? Su análisis nos llevaría por caminos en donde nos tropezaríamos con la visión urbanística de sus proyectistas que no escaparon de la trampa desarrollista del capital. En el caso de este listado de necesidades, nos dimos cuenta de que la urbanización, en su conjunto, nació con un estigma desarrollista, con un mal inmanente al modelo: se hizo a espaldas de las realidades ambientales, geológicas, urbanísticas, sociales y propiamente históricas. Más grave aún, el Informe Inavi 75 ya permite ver el gran daño estructural con el que nació 24
Este Informe 75 es un verdadero tesoro de noticias, pues trae en detalle los planos de cada una de las unidades habitacionales de Caricuao, indicando las áreas en funcionamiento, incluyendo locales comerciales, parques, canchas, kinders, centros recreacionales, institutos educativos. Al mismo tiempo, permite que el lector se ubique en las unidades, conocer la topografía, tal y como ocurre con las unidades construidas en pendientes o en terrazas.
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Cuadro Nº 4 Unidades de desarrollo, necesidades y solicitudes. Inavi 75: recuperación de Caricuao. UD1 A
Guardería Kinder Parque infantil Sala de reuniones Casilla policial
B
Canchas Deportivas Cercas Parque infantil Dispensario
C
Canterías (reparaciones) Vigilancia policial Guardería Sala de reuniones Escaleras peatonales
UD2
Ductos de basura Arreglo de cañerías Tanque de agua Cercar áreas verdes Kinder Parque infantil (reconstruir para biblioteca)
UD3
Pintura del edificio Canchas deportivas Parque infantil Eliminar licorería Comercios Arreglos de tuberías Vigilancia policial Ascensor
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Impermeabilización Grama árboles Construcción de brocales
UD4 Terrazas Parques recreativos Canchas deportivas Kinder Arreglo de tuberías Vigilancia policial Reforestación arborizar Estacionamiento de niveles Bosque de los guardias forestales UD5 Kinder Escuela Comercio Área recreativa Arreglo de ductos de basura Reconstruir cancha deportiva Áreas verdes Construcción de ambulatorio Reconstruir sala de reuniones Cambiar canal de drenaje Construcción de muros Construcción de canchas múltiples
UD6 Canchas deportivas Arreglo de parques Cercas Lugares de recreación Ampliación de canchas deportivas Centro social y deportivo Casa comunal
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UD7, UD8 A B
Aceras Estacionamiento Acceso a grupo escolar
C
Plazas Acceso a kinder Parques
D-E F
Centro materno infantil Acceso a grupo escolar Guardería
UV9
Plaza Acceso a kinder Parques Estacionamiento (ampliar) Centros comunales Centro materno infantil Biblioteca
Estacionamiento niveles Arborización Kinder Estacionamiento (ampliación) Plaza Guardería Vigilancia policial Canchas deportivas Zonas verdes Arreglos ductos de basura Parque infantil Capilla Filtraciones Estacionamiento (ampliación) Aseo Transporte Servicios médicos Bancos para la plaza
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CC1 CC2
Estacionamiento Centro comercial Estacionamiento de 4 niveles Impermeabilización de azotea Área en recuperación Asistencia médica Jardines Alcantarillado Preescolar
Sector Terrazas Experimental
Canchas deportivas múltiples Casa comunal Proyecto evangélico Proyecto de kinder Estacionamiento para 180 vehículos
UP2 Viviendas en Pendiente
Remodelar capilla Kinder Aula Sala de reuniones Comercio.
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y cuyos primeros síntomas ya los comenzamos a detectar en fecha tan temprana como julio de 1975, en el conjunto urbanístico concebido como una totalidad integral. Ojalá que el Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL), uno de los últimos planes de desarrollo de la ciudad, destinado al mejoramiento del habitat, e impulsado por la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador (2007), pueda contribuir al reordenamiento de la ciudad, aportando mejoras a la infraestructura y a los equipamientos urbanos: asistenciales, educativos, recreacionales, deportivos. El Plan Estratégico Caracas Metrópoli (2010) asume el concepto de planificación estratégica de ciudades, según el cual, la planificación es «… un proceso sistemático y flexible de construcción del futuro deseado y de las estrategias que lo hagan posible, basados en la participación, consenso y compromiso de los principales actorespúblicos y privados.» («Planificación Urbana con Visión Social». Caracas Avanza. Año I, Nº 8 I quinc. de julio de 2007 /p. 9). Volveremos sobre esta temática, tan vital como indispensable, en el capítulo referido a los barrios y, sobre todo, cuando abordemos los problemas de la construcción del Poder Comunal, partiendo del mejoramiento del entorno bajo una concepción distinta y orientada más hacia el ciudadano y sus espacios verdes que hacia el vehículo o la mole de concreto. Será un nuevo modelo de ciudad propuesto a la luz de este muestrario de necesidades en Caricuao pero, más allá de éstas, surgen otras a la luz de los cambios que vienen ocurriendo en este siglo XXI que apenas comienza. 7. Evolución de la población y sus relaciones con el boom petrolero Para observar la evolución de la población de Caricuao, se deben hacer varios cortes, porque su historia permanece adosada a la de Antímano, La Vega y Macarao. De modo que no se dispone de datos para el período 1971-1981, ya que Caricuao fue separada de ellas a partir del 11 de diciembre de 1974. Por eso los datos corresponden, más bien, al lapso 1981-1990, cuando se observa un crecimiento absoluto de 900 habitantes con una tasa de 0,72%. Para que tengamos una idea de las relaciones que guarda este crecimiento con el boom petrolero, retrocedamos un poco en el tiempo
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cronológico y veamos lo que nos trae un Informe del Banco Central de Venezuela del año 1941. Según este informe, el Distrito Federal presenta un elevadísimo crecimiento entre 1941 y 1956, calculándose en un porcentaje que supera al 85%, mientras las demás regiones registraron durante estos quince años, apenas el 23%. En el orden cualitativo era como si estuviéramos en presencia de un éxodo masivo del interior hacia la capital. Pero la situación era mucho más compleja. Esta gran disparidad en el crecimiento demográfico, confirmanuestra tesis acerca de un «boom petrolero» caracterizado por una fuerte migración del campo hacia la ciudad y del interior del país hacia la zona metropolitana de Caracas. Ya J.A. de Armas Chitty (1967/228) viene señalando que la explosión demográfica de Caracas, en los últimos 20 años, es hija de factores múltiples, ya sociales, ya económicos. Desde que Humboldt y De Pons estimaron en 45.000 habitantes la población de Caracas para los comienzos del siglo XIX, la variación fue muy poca hasta lo que hemos denominado el «boom petrolero». A finales del siglo XIX apenas contaba con unos 50.000 habitantes; hacia 1926, el gran año del «chorro» petrolero, la ciudad se despega hacia 147.000 habitantes. En 1961 la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano estimó, para el área urbana de Caracas, 1.362.189 habitantes (De Armas Chitty 67/229). Podemos afirmar que casi todas las parroquias caraqueñas duplican, triplican y hasta sextuplican su población entre 1936 y 1961. En el caso de Catedral, esta triplica su población; La Pastora también, al igual que San Juan y San José. Santa Rosalía sextuplica su población. Pero más importante aún para nuestro propósito, las llamadas «parroquias foráneas» acusan un boom demográfico verdaderamente sorprendente, sobre todo las que rodean a Caricuao, todavía en su etapa de haciendas. La parroquia El Recreo eleva 8 veces su población en el lapso señalado; El Valle 14, mientras que en las parroquias que verán nacer a Caricuao se produce la siguiente variación: Macarao eleva su población 6 veces; Antímano lo eleva 7 veces y la más espectacular de todas es la vecina La Vega, con un boom demográfico que causa un aumento de 16 veces. El Censo General de Población de 1961 sigue aportando datos sobre la densidad, muy elevada para este momento en relación con la media del país y con la violencia conque se produce. Según este censo, la densidad
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fue de 3.709 hab/Km2, mientras que en 1950 fue de 1926 hab/km2. El área Metropolitana de Caracas, creada en octubre de 1950, incrementó su población en 1800% mientras la tasa del país es del 300% La mayor densidad demográfica la tiene Catedral, seguida de San Agustín, San Juan, Santa Rosalía y Santa Teresa. Pero en general, hay una fuerte tendencia a la concentración de la población y Caricuao no escapó a esta evolución. El desarrollo urbanístico de Caricuao, ya proyectado en la década del 40 coincide con el informe del BCV de 1941, el cual señala tanto el déficit de viviendas como sus efectos inmediatos de tipo social por el contraste entre el medio familiar rural y el medio familiar urbano. El fin de la Segunda Guerra Mundial marca el inicio de una nueva fase capitalista que demanda mucho petróleo para sus necesidades de crecimiento. Y Venezuela se perfila como un seguro servidor; la Ley de Hidrocarburos de 1941 garantizó para el país un ingreso importante para su transferencia en obras públicas y urbanísticas. Pero la interrupción de este proceso por el golpe de 1945 en contra del presidente legítimo Isaías Medina Angarita, atrasó estas reformas que habían sido adelantadas por él en casi todos los ámbitos del Estado, de la política, de la economía y de la jurisprudencia como la aludida Ley de Hidrocarburos y el impulso al Banco Obrero, vinculado directamente con el inmediato urbanismo de Caricuao. El Banco Obrero es una de esas realizaciones para atacar el problema del déficit de viviendas y garantizarle una vivienda digna a la gente venida del interior del país hacia las barriadas de Caracas. El ejemplo de la urbanización El Silencio, tratado en páginas anteriores, es todo un hito emblemático de naturaleza urbana, con un componente humano sustentable, todo un ejemplo a seguir para las generaciones futuras. La parroquia Caricuao presenta entre 1981 y 1990, un crecimiento absoluto de 909 habitantes, con una tasa de crecimiento de 0,072% y una densidad de 58,14 habitantes por hectárea muy superior a la densidad promedio del Área Metropolitana de Caracas (AMC) de 34,56 habitantes por hectárea, (Maneiro y Niño, 1997/57). Ello evidencia una gran concentración de la población. Maneiro y Niño, (1997/53-57), distinguen dos fases en esta evolución de la población entre 1950 y 1990 que transcribimos a continuación: I. 1950-1961. Etapa de crecimiento moderado, cuando aún la parroquia no había sido creada y la población se asentaba en las parroquias
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de Antímano, Macarao y La Vega. Recordemos que, precisamente, Caricuao se formará a expensas de estas parroquias. II. 1961-1971. Es una fase de crecimiento alto con una mayor concentración de la población. El mayor valor del crecimiento lo alcanza Antímano con 131.332 habitantes y una tasa de 16,2%, la más alta entre las parroquias para el periodo considerado. Mientras tanto bajan los valores porcentuales para La Vega, con 42.065 habitantes y 5,14% de la tasa. Macarao presenta para este momento, 33.222 habitantes y una tasa del 12,7%. III. En cambio en esta fase, 1971-1990, disminuye el ritmo en Antímano y Macarao, a favor de Caricuao, coincidiendo con el proceso de fundación iniciado entre 1974 y 1975. Para 1985, el Ministerio de Desarrollo Urbano (Mindur), a través de su resolución Nº 151, elabora una clasificación, dentro de las normas de equipamiento urbano, en la que aparece Caricuao sectorizada de acuerdo con 16 ámbitos urbanos primarios. Unidad urbana básica que presenta las siguientes características: - El uso predominante es residencial. - Dentro de ellas deben localizarse los usos comunales, constituidos por equipamientos primarios, ubicados a una distancia adecuada para ser recorrida a pie y ser dirigidos a la población residencial. - Su población va de 6.000 a 16.000 habitantes. Sus límites están determinados por elementos naturales como ríos, quebradas, etc, o por elementos creados, como son las vías de circulación, grandes parques de equipamiento urbano de nivel superior. Caricuao cuenta con 16 ámbitos urbanos primarios. Los que ejercen mayor presión sobre las áreas verdes son aquellos ámbitos donde están establecidos las áreas residenciales no controladas. Veamos el cuadro que sigue sobre superficie, población y densidad de estos 16 ámbitos urbanos de Caricuao. Los datos los hemos tomado de las tesis de Maneiro y Niño (1997/ 58), pero los hemos simplificado, destacando el área urbana, tanto de barrios como de unidades de desarrollo. Los ámbitos señalados con los números 8, 10, 12, 13, 14 y 16 se refieren a barrios, algunos de los cuales intrusionan los ámbitos urbanos primarios, estableciéndose una relación de coexistencia en los casos concretos de la UD9, UD7, UD8, y la UD4. Esto es importante, pues no se pueden separar estos ámbitos en el caso particular de Caricuao. No
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obstante, haremos abstracción de algunos tipos de relaciones cuando nos enfrentemos con la complejidad de los barrios, el boom petrolero y las alternativas del poder popular. Las proyecciones nos llevan hasta el Censo Nacional del año 2001, última estación en la que nos detendremos en este recorrido. La mayoría de los cuadros parten de una base poblacional para este momento de 143.048 y con esta cifra trabajaremos lo que resta de este análisis demográfico. Nosotros hemos seleccionado los cuadros poblacionales de Caricuao de acuerdo con los objetivos del trabajo. Pero también pretendemos ofrecer un cuadro más general sobre la estructura poblacional, desde su distribución según edad y sexo, hasta el comportamiento de la fuerza de trabajo, incluyendo su grado de instrucción, para que sirva de medida para su uso potencial como valioso recurso humano perdido, hasta ahora, en unas frías estadísticas. Lo primero que hemos hecho es relacionar un cuadro que ubique al caricuense según el lugar de nacimiento, para medir su procedencia. El cuadro Nº 9 nos trae esa información. El caricuense se ha fijado a su tierra, a su entorno, desde que se establecieron aquí las primeras generaciones. Desde entonces hasta el 2001, un número altamente significativo ha nacido aquí en la comunidad: 99.158 ciudadanos. Una cifra tentadora para especular acerca de la identidad del caricuense. Este cuadro seleccionado revela una particularidad: el dominio de las mujeres en la comunidad de Caricuao. Sobre una población total estimada para el 2001 en 143.048 habitantes, las mujeres suman 74.686 efectivos, mientras los hombres se ubican en 68.362, una diferencia de 6.324 que ilustra al grado de dominio de estas y que se verá reflejado en otros aspectos de la vida cotidiana caricuense, sobre todo en los niveles de participación popular, que trabajaremos en el capítulo sobre el Poder Popular. Según la situación conyugal de la parroquia, la particularidad estriba en la minoría que representa las parejas casadas, frente a un porcentaje importante de separados, divorciados o que simplemente no declaran. También nos llamó la atención, en el rubro viudos, la gran cantidad de viudas por encima de los hombres viudos. También el índice de soltería es bastante elevado (44%); pero mejor es que el lector formule sus propios juicios.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Población total por sexo, según lugar de nacimiento
Cuadro N° 9
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Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Población según situación conyugal
Cuadro N° 6
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El cuadro Nº 3 nos trae la distribución de la población según la edad. Lo hemos modificado agrupando algunos rangos, con el fin de simplificar su interpretación. Además, el cuadro nos informa que hay una población de 2610 habitantes con más de 75 años de edad, y entre ellos, los más longevos, que pasan de 80 años suman un total de 1342, bastante alta si consideramos el deterioro de las condiciones ambientales y el aumento de la contaminación sónica y de otra índole. El cuadro Nº 41, del censo 2001 del Instituto Nacional de Estadistica (INE) comprende la población ocupada por sexo, tomando como base la edad de más de 15 años. Simplificándolo tenemos un gran total de 57.927 efectivos, de los cuales hay 32.748 hombres ocupados y 25.179 mujeres. Esta fuerza de trabajo, aparece discriminada en otro cuadro, tal vez la clave dentro del sector ocupacional, de acuerdo con los sectores público y privado. Lo hemos interpretado y rearmado de la manera siguiente: Mientras tanto, el sector público concentra un total de 14.533 efectivos, clasificados todos como empleados y obreros. Los que están en calidad de fijos son la gran mayoría, alcanzan la cifra de 12.382 y el resto son contratados y ocasionales. El sector privado es el mayor empleador, distribuyendo su fuerza de trabajo entre empleados y obreros con un total de 31.963 efectivos. De ellos, hay 10.354 que se dedican al servicio doméstico. Hay un estimado no declarado de 1490 efectivos. Los empleados y obreros fijos son la mayoría, con un total de 26.111 efectivos, mientras los obreros contratados y ocasionales, apenas alcanzan a 5852 agrupando estas dos categorías. Dentro de esta economía privada, los trabajadores por cuenta propia constituyen un sector importante, pues alcanzan más del 20% del total correspondiente al sector. Sobre todo si lo comparamos con las cifras absolutas de ambos sectores, público y privado. Se ubicarían en tercer lugar, después de los obreros del sector privado (31.963) y del sector público (14.533), con un gran total de 10.652 efectivos trabajando por cuenta propia. Precisamente el cuadro Nº 41 también discrimina los sectores formales e informales de la economía caricuense:
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Cuadro N° 3 Población según grupo de edad
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
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Cuadro N° 41 Población de 15 años o más ocupada por sexo, según sector formal e informal
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
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El cuadro Nº 32, del mismo censo, nos muestra la población de 15 años, o más, según el grupo de edad y sexo, y su situación con respecto a la movilidad de la fuerza de trabajo. De un total de 104.221 efectivos, hay una fuerza de trabajo que alcanza la cifra de 63.183, de los cuales están ocupados 57.927; cesantes son 3905 y 1351 buscando trabajo por vez primera. Si agrupamos estos dos rubros, nos daría un total de 5256, un poco menos del 10% cesante o en busca de su primer empleo. También estudiamos y agregamos el cuadro Nº 35 que nos suministra los datos acerca de la población mayor de 15 años, ocupada según el tamaño de la empresa y el lugar en donde desempeña su trabajo. A partir de los datos consultados hemos elaborado el siguiente cuadro: Un sector importante, que corre paralelo a la economía, es la educación. (Vease el cuadro anexo Nº 26). En este rubro también hemos agregado un cuadro relativo a la salud: discapacidad y retardo mental, muy vinculados a la educación. El cuadro Nº 26 está dedicado a la población, de 3 años en adelante, que asiste o no a la escuela. Un análisis exhaustivo de estos datos revelaría disparidades, exclusiones y falta de asistencia escolar, especialmente entre los polos poblacionales, es decir, tanto en los pobladores de menor edad como en aquellos que pasan de 25 años. Si agrupamos al sector de 3 a 6 años, que no asiste a ningún tipo de plantel, nos encontramos que suman 1770 niños, un 18.54% que no asiste a ningún centro educativo. El total de niños del sector comprendido entre los 3 y los 6 años es de 10.480. Mientras tanto, en el polo opuesto, hay un total de 77.993 habitantes comprendidos entre 25 años y más. La situación es bastante alarmante, pues de ellos, 70.593 no asisten a ningún plantel y apenas lo hacen 7.254 estudiantes, tanto en el sector público (2517), como en planteles privados (2407), lo cual supera al 90% del total. Si nos detenemos en el sector de 20 a 24 años, de un total de 14.128, apenas asisten 4926, es decir, un poco más del 70% de este sector está excluido del sistema escolar. Este análisis tiene por objeto destacar las diferencias del sistema educativo formal en materia de inclusión social. Por eso las misiones educativas y los programas dirigidos a la niñez se implantaron con tanta urgencia. Pero estos datos del Censo 2001 son verdaderamente desgarradores y dentro de poco deberemos hacer la evaluación de las misiones Robinson I
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Cuadro Nº 38 Población de 15 años o más en la fuerza de trabajo por sector empleador, según categoría ocupacional
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y II; Ribas y Sucre, de alto impacto sobre estos sectores excluidos, tanto de la educación formal como de los demás programas sociales y educativos. La situación en el nivel de educación superior en cuanto a la obtención o no de título universitario es, así mismo, alarmante, pues la gran mayoría, tanto en hombres como mujeres no ha obtenido título de educación superior. La gran mayoría carece de título de educación superior. El 35% de las mujeres aparece con título universitario, mientras que los hombres aparecen por debajo con un 32% aunque, en ambos casos están por debajo de la media del Municipio Libertador. Allí las mujeres alcanzan el 38%, mientras los hombres con nivel educativo de técnico superior universitario (TSU), en adelante, suman el 36% del total censado para el año de 2001. En cuanto a deficiencias, o discapacidades, los promedios se corresponden, en general con los del municipio, con una dominancia del segmento correspondiente a «retardo mental», tanto en el municipio como en la parroquia. Llama la atención que el segmento de la población que acusa retardo mental esté por encima de la discapacidad producto de traumas o accidentes en las extremidades inferiores (361). El retardo mental en la parroquia alcanza la cifra de 476 habitantes y es más acusado en los hombres (264) que en las mujeres (212). La parte demográfica la cerraremos con el relictus indígena, con el fin de mantener la continuidad de este eje a lo largo del ensayo. Hoy, de acuerdo con el censo de 2001, la comunidad indígena es un relictus, esto es, un recuerdo o reminiscencia de lo que fue esta gran comarca toromaima. Sin embargo, el censo del año 2001 todavía reproduce en un cuadro la procedencia y el habla indígena fundamentalmente. En el caso del Distrito Capital es como sigue: Al igual que en La Vega el problema indígena vuelve al tapete en relación con Caricuao. El cuadro Nº 12 nos presenta la población, perteneciente o no a pueblos indígenas, el idioma del pueblo indígena, y si habla o no el idioma del pueblo al que pertenece. Los datos estadísticos son los siguientes: Se evidencia que el elemento aborigen es un relictus, tanto en el conjunto perteneciente al Municipio Libertador como en los casos ya estudiados de La Vega y Caricuao. La presencia indígena en territorios donde otrora ejercieron su hegemonía, dominio, área de expansión y desarrollo, es expresión de ese pasado toromaima, teque, arbaco, caracas, meregoto,
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tarma, mariche, guaiquerí, o los que vivieron tan lejos como los caribes margariteños. Parece que la expresión Caricuao significa, según Freddys Hurtado, «Quebrada del Caribe», tal y como ocurre con catuchacao o quebrada de Catuche. De manera que el relictus indígena, o aborigen, es, asimismo, un producto histórico que se hace futuro cada vez que escudriñamos por estos parajes indígenas, contemplamos sus obras, sus caminos, y oteamos su espíritu y sus valores.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Población mayor de 3 años que asiste o no a la escuela
Cuadro N° 26
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Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Población con título de educación superior
Cuadro N° 28
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Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Cuadro N° 10 Censo de población indígena en el municipio libertador
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Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo 2001 por municipios y parroquias. Tabuladores Primarios. Caracas 2001
Cuadro N° 12 Población nacida en la parroquia caricuao por sexo, según pertenece o no a un pueblo indígena, y si habla o no el idioma del pueblo al que pertenece
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Cuarta parte Caricuao es un graben hacia una ecología profunda
1. Ubicación de la parroquia. (Área y límites) El decreto de regionalización Nº 72, de junio de 1969, ubica a la parroquia en el Municipio Libertador del Distrito Federal; al suroeste del área metropolitana de Caracas. La Oficina Municipal de Planeamiento Urbano (OMPU), según informe del 5 de octubre de 1973, le asigna a la parroquia una superficie de 24.8 Km2 y sus límites permanecen establecidos de la manera siguiente: Norte: parroquia Antímano y La Vega Sur: parroquia Macarao y Edo. Miranda. Este: parroquia El Valle, La Vega y el estado Miranda. Oeste: parroquia Macarao. 2. Áreas verdes naturales y área abierta urbana. Dos conceptos Según la Gaceta Municipal del DF, de fecha 4 de marzo de 1991, el área verde natural comprende aquella superficie donde existe una vegetación primaria, una vegetación secundaria establecida por regeneración natural, o la convivencia de ambas superficies. Hay un concepto más sofisticado, y un tanto más preciso, el de «Área Abierta Urbana», entendida como el espacio geográfico situado dentro de
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una concentración urbana, bajo la condición de no haber sido cubierta por edificios o estructuras similares de orden permanente. 3. Uso del espacio Iniciamos este capítulo, de una manera poco usual, presentándole al lector la distribución porcentual (99%) del espacio según su uso como barrio, sector residencial urbano, parque metropolitano o sin uso específico. La distribución porcentual es como sigue: Ya esta distribución supone un problema estructural, complejo, al que se agrega el triángulo del mal: urbanizaciones en terrazas, zonas inestables y deforestaciones e incendios. Jerarquizamos los siguientes problemas derivados de este mal uso: - - - - - -
Deforestación de bosques naturales. Obstrucción de drenajes por acumulación de desperdicios. Percolación, o infiltración, de aguas negras en el terreno. Urbanizaciones ubicadas en terrazas de grandes cortes. Falta de empotramiento y canalización de aguas. Asentamiento y expansión de barrios en áreas de desborde de cursos de agua; en terrenos con pendiente; y en terrenos geológicamente inestables.
4. Efectos de la presión de la población sobre las áreas verdes - - - - - - - - - -
Incremento de la temperatura. Cambios y desecamientos de cursos de agua. Alteración de los drenajes naturales. Contaminación por desechos sólidos, líquidos y gaseosos. Incremento de la erosión. Zonas potenciales de deslaves. Aceleración de los procesos de desertificación. Ruptura del equilibrio natural o del ciclo del agua en la naturaleza. Desórdenes y anomalías climáticas. Ruptura de la relación hombre-naturaleza.
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Cuadro de distribuciรณn porcentual
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- Destrucción de los nichos ecológicos y del ecosistema en general. - Daños a la salud de la población. 5. Caricuao y sus parques 5.1 La ley del ambiente, y la figura del parque recreacional En 1976 se promulga la Ley Orgánica del Ambiente que contempla la creación del ministerio correspondiente al ambiente y recursos naturales. El decreto del 13 de mayo de 1995, crea la figura del «Parque Recreacional Metropolitano» (PRM), contemplado por dicha ley a través de un régimen especial o excepcional. Así llegamos a la creación, a partir de 1975, de cuatro parques en el orden que sigue: I. Parque Recreacional Metropolitano «Vicente Emilio Sojo». Decreto Nº 193 del 13 de mayo de 1975. II. Parque Recreacional «Leonardo Ruiz Pineda». Decreto Nº 930 del 11 de diciembre de 1985. III. Parque Zoológico de Caricuao. Área reservada desde 1976, se decreta, finalmente, el 7 de diciembre de 1989. Decreto Nº 644. IV. Parque Universal de la Paz. Decreto Nº 1105 del 6 de septiembre de 1990. La superficie total de estos parques recreacionales son unas 2972 hectáreas (ha), rebasa los linderos oficiales de la parroquia. Por lo tanto acudimos a un cuadro tomado de El Universal (Ago. 16/99), en donde aparece esta superficie en relación con el área ocupada en Caricuao, y la situación es como sigue: Esto significa, como veremos más adelante, que en realidad los PRM rebasan los linderos de las respectivas parroquias y por lo tanto deben ser tratados por encima de criterios parroquiales y localistas, como grandes nichos ecológicos integrales.
Cuadro: superficie de parques recreacionales metropolitanos y su relaciรณn con el รกrea ocupada de la parroquia
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5.2 El graben. En una de sus conversaciones, le oímos decir a don Luís González Guillén que Caricuao era un graben y por allí podríamos comenzar nuestra historia de la evolución de su paisaje. Caricuao es un graben, es decir, una fosa tectónica, una depresión en forma alargada y limitada por fallas más o menos paralelas levantadas. Las áreas verdes de los alrededores de Caracas, el llamado Cinturón Verde, se reglamentó mediante el Decreto Nº 1046, de fecha 19 de julio de 1972. Quedaba, así, establecida la Zona Protectora del Área Metropolitana de Caracas, según el modelo del «green belt» de Londres. Su influencia se haría sentir más tarde, en la evolución del uso del espacio en la parroquia Caricuao. Allí domina el llamado «Bosque Premontano», o selva de galería (galeriewald), caracterizado por ser una comunidad selvática ubicada a la vera de cursos de agua permanente, y que gozan, por tanto, de condiciones edáficas (de suelos) y climáticas particulares con respecto a la comarca en general. El espacio físico de Caricuao consiste en un sistema de montañas al norte y al sur, pues en el centro, como ya hemos visto, se encuentra el valle o la depresión como área de desarrollo. Está atravesada por cursos de agua, siendo los principales el Guaire hacia el este y la quebrada de Caricuao en dirección esteoeste. Las quebradas Cambural y Onoto se orientan en sentido sur-norte. Las montañas que rodean la zona urbana de Caricuao pertenecen al sistema de la costa, a una de sus ramificaciones. Las parte norte y sur se adosan al sistema montañoso de su entorno. En la parte sur, su altura sobrepasa los 1500 m s.n.m. y la parte norte los 1300 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.). El relieve montañoso está ocupado por los Parques Recreacionales Metropolitanos (PRM), Vicente Emilio Sojo; Zoológico de Caricuao; Ruiz Pineda; y Universal de la Paz, los cuales serán tratados en capítulo aparte, dada su relevancia y sus interconexiones con el resto de los tópicos de este ensayo. Geológicamente hablando, el área está conformada por el grupo Caracas y afloran en él las formaciones Las Brisas, Las Mercedes y Antímano. Reposan estas unidades en un núcleo granítico gnésico, de edad no muy definida, denominado Complejo Basal de Sebastopol. El grupo Caracas pertenece al Cretácico, es decir, al último periodo de la Era Secundaria, entre los 136 y 66 millones de años; y está constituido por rocas metamórficas y
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metasedimentarias, muy plegadas por efecto de las presiones. Sin embargo, en los fondos del valle hay acumulación del Cuaternario, lo que implica que son de fácil remoción. La zona es inestable, por la presencia de fuertes plegamientos, de fallas y de diaclasas o fisuras en las rocas que permiten la penetración del agua. Todos estos factores facilitan la meteorización, proceso este que consiste en un conjunto de transformaciones que experimentan las rocas en contacto con los agentes atmosféricos. Todo ello, por supuesto, conduce a que tengamos una zona geológicamente inestable, además de la amenaza sísmica debido a las fallas observadas e inferidas. Al lector que quiera profundizar acerca de la geografía de Caricuao, del uso del espacio y de la situación de los Parques Recreacionales Metropolitanos (PRM) de Caricuao, puede acudir a dos magnificas tesis de grado de la Escuela de Geografía, de la UCV, que hemos consultado y asaltado ampliamente. En primer lugar, y siguiendo un orden estrictamente cronológico, la tesis de grado de Lucas González y Armando Rojas Medina (Proposiciones Generales para la Elaboración del Plan de Manejo del Parque Recreacional Metropolitano Vicente Emilio Sojo. UCV, 1993). Y la no menos densa de Manuel Maneiro y Jesús Niño (Áreas Verdes de Caricuao. Su Importancia y Trascendencia Vital. UCV, 1997). De ellas hemos tomado cuadros, hecho resúmenes y, sobre todo, asumimos sus propuestas, tanto para la difusión del conocimiento, como para la toma de conciencia ante la grave situación del nicho ecológico de Caricuao. Como se podrá apreciar, estas tesis son insumos para una propuesta mayor, la ciudad ecológica de Caricuao o ciudad socialista, edificada sobre la base de un poder popular que controle estas áreas y las humanice verdaderamente. Nuestro ensayo sobre el pueblo de Caricuao apunta hacia allá y estas dos tesis pudieran ser la «piedra fundacional» o «sillares» de una propuesta integral, ecológica y sustentable verdaderamente. La tesis de Maneiro y Niño (UCV) recoge, muy certeramente, seis objetivos básicos las áreas verdes y las acciones para su conservación y toma de conciencia a través de la divulgación de esta problemática. 1. Determinar las áreas verdes y su superficie. 2. Establecer los elementos jurídicos que sustentan la conservación y protección de las áreas verdes, y señalar los parques metropolitanos existentes en la parroquia.
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3. Determinar la densidad y crecimiento de la población de Caricuao. 4. Analizar los conflictos de uso entre áreas verdes y crecimiento de la población de Caricuao. 5. Elaborar un folleto de divulgación acerca de la importancia de las áreas verdes de Caricuao. 6. Unidades de relieve y pendiente: montaña - colina - valle I. Unidad de Montaña. Se localiza al norte y al sur de la depresión, con alturas entre los rangos del 20% al 40%. Comprenden las áreas verdes protegidas que bordean la zona urbana de Caricuao. (Niño y Maneiro UCV/97/ p. 40). II. Unidad de Colinas. Constituye el relieve modificado que ocupa en parte la zona desarrollada de Caricuao, con alturas que oscilan entre 45 msnm y 1000 msnm, y pendientes comprendidas entre los rangos del 0 al 20%. III. Unidad de Valle. Conformada por los depósitos aluviales que fueron acarreados y depositados por los cursos de agua que atraviesan la depresión. La pendiente tiene una incidencia, directa, e indirecta, sobre la dinámica del agua, la erosión, la estabilidad de los terrenos y la actividad humana en general. Al noroeste, entre el barrio San Pablito y el extremo oeste, limitado por la poligonal de Caricuao, predominan las pendientes mayores del 40% y en mucha menor magnitud los rangos comprendidos entre 20-40% ; y 0-20% (Ibid/43). En el extremo oriente de Caricuao, predominan pendientes entre 0-20%, con un relieve modificado; y en menor proporción se encuentran las áreas con pendientes mayores de 40-43 %. En el sureste, la pendiente predominante está entre los rangos 20-40% y mayores de 40%. En la parte sur, en el sector comprendido entre Las Adjuntas y la UD4 (este), y adyacente al Parque Universal de la Paz y Zoológico, donde se localizan las mayores superficies ocupadas por asentamientos no controlados, existen predominantemente en la zona, rangos mayores al 40%. En el área ocupada por la depresión y el relieve de colinas modificadas, es donde se localiza la mayor parte del área desarrollada. La parte del extremo sur, adyacente al Parque Zoológico y al IVIC, las pendientes dominantes
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son mayores al 40%. Pero ya esta zona se corresponde con los linderos de la parroquia con el Alto Pipe, Los Topos, La Elvira, Cambural y las filas San Antonio La Rinconada, colindante esta última con el estado Miranda. El clima de Caricuao (Ibidem/43-44) es muy particular, pudiendo catalogarse como de bosque seco tropical, similar al que se da por toda la Cordillera de la Costa y con temperaturas medias de 22º C. La vegetación (Ibid / 44) dominante es la que corresponde al bosque seco tropical, localizada en el sector noreste, correspondiente a los parques Vicente Emilio Sojo y Leonardo Ruiz Pineda. Hacia el suroeste, en los terrenos correspondientes al Parque Universal de la Paz, hay una alta vegetación que se corresponde con el llamado bosque seco premontano. En otros sectores se ha degradado el bosque por efecto de las talas, incendios y construcciones no controladas, dando paso a un bosque secundario de matorrales y gramíneas. La unidad de montaña es la que concentra la mayor parte de las áreas verdes, protegidas o no. De ellas, apenas 1084 hectáreas quedan bajo la figura jurídica de parques recreacionales y representa el 44% de la superficie de Caricuao. Los cuatro parques, en su conjunto, suman 2972 hectáreas; el más grande es el Vicente Emilio Sojo, con una superficie de 1134 hectáreas, es decir, el 38% del total del área cubierta por los parques. Le sigue el Parque Leonardo Ruiz Pineda, con 999 hectáreas de superficie, un 33%. El Parque Zoológico de Caricuao tiene una superficie de 607 hectáreas y, finalmente, el Parque Universal de la Paz, con una superficie de 231 hectáreas y representando el del 18% total de la superficie cubierta por estos parques. En el cuadro Nº 3 de la tesis de Maneiro y Niño, (UCV/ Caracas / 1997), aparece discriminado el uso del suelo de la parroquia hacia 1995, como sigue: Como se desprende del citado cuadro, las áreas verdes protegidas apenas alcanzan el 45% de la superficie de Caricuao y en conjunto, protegida o no, se localizan, fundamentalmente, en la Unidad Costa Montaña. Los distintos factores interrelacionados, como la altura, las pendientes de más de 40%; la inestabilidad producto de las características litológicas y geológicas, como las fallas y plegamientos; y la alteración de la vegetación primaria, o bosque primario, han traído como consecuencia una extensa área de alto riesgo para el conjunto humano y su accionar; y esta es la síntesis a la que
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Cuadro Nยบ 3 ร reas verdes de la parroquia de Caricuao (1995)
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arriban Maneiro y Niño en su tesis (94/44): una zona altamente sensible a cualquier acción del hombre y su maquinaria. Las áreas verdes no protegidas ocupan un espacio importante. Son zonas aledañas a los PRM que no fueron tomadas en cuenta por los legisladores al momento de elaborar los decretos, y así evitar su posterior ocupación para otros usos. Tampoco fueron consideradas por los planificadores y constructores de la parroquia, como el Banco ObreroInavi, debido a la carencia de un plan global para estos espacios. Son áreas de fuertes restricciones físicas, con pendientes tan altas que llegan al 40%, y restricciones de tipo geotérmico. La presión que señalaban los autores Maneiro y Niño (1997), por parte de los constructores, también amenazan otras áreas no controladas. La superficie que ocupan las áreas verdes no protegidas es de 588 hectáreas, aproximadamente, es decir, cerca del 25% del total. Ella, sumada al área protegida hace un gran total de 1673 hectáreas de áreas verdes. Esto representa el 69% del uso del espacio en la parroquia, de acuerdo con lo representado en los cuadros 1, 2 y 3 de la presente tesis. A partir de ellos hemos hecho el resumen: Es de hacer notar que el PRM más grande es el Vicente Emilio Sojo, con un total de 1134 hectáreas, la mayor parte de las cuales corresponde a la parroquia La Vega. Estos cuadros los hemos simplificado para hacer una presentación más pedagógica y más sucinta al lector. La situación de los Parques Recreacionales Metropolitanos (PRM) constituye uno de los puntos álgidos de este ensayo y por eso le daremos un tratamiento más extenso, acudiendo a otras fuentes hemerográficas, y a una tesis en particular que nos llamó mucho la atención por su insistencia en la problemática del parque Vicente Emilio Sojo.25 Para este análisis vamos a partir de un cuadro muy interesante que nos traen Maneiro y Niño (97/47) en el que aparecen discriminados los cuatro PRM de Caricuao y su relación con el área ocupada de la parroquia. Algunas cifras que podrán aparecer discrepantes obedecen al hecho de que los parques, en su conjunto, abarcan más espacio que la propia 25
Se trata de la tesis de grado de Lucas González y Armando Rojas Medina, Proposiciones Generales para la Elaboración del Plan de Manejo del PRM Vicente Emilio Sojo (UCV. Caracas, 1993). En ella los autores se proponen como objetivo central, planificar el uso racional de los recursos naturales y culturales de un espacio geográfico que presenta múltiples problemas vinculados con el crecimiento urbano de Caracas.
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parroquia de Caricuao (2425 ha), ya que se extienden por zonas aledañas como Antímano, Macarao, La Vega, El Valle y el Municipio Los Salías del estado Miranda. Por eso, por ejemplo, se ha manejado la cifra de 2972 hectáreas para la superficie total que tienen los parques. Los uso de los PRM en el país se encuentran expuestos en el Decreto Nº 913 del 13 de mayo de 1975; también en la «Ley Forestal de Suelos y Agua», y en la Ley Orgánica para la Reordenación del Territorio, entre otras y en concordancia con las iniciativas internacionales de administración y manejo de estas áreas naturales. Estos usos son, entre otros: - Actividades Recreativas. A. Recreación intensiva. Se desarrolla en áreas acondicionadas para actividades al aire libre. B. Recreación semi-intensiva. Se orienta más hacia los fines conservacionistas. C. Recreación extensiva. Se realiza en las áreas de conservación y protección, con áreas de preservación integral donde sólo se permite el excursionismo. D. Actividades de protección. Son todas aquellas que se orientan a defender y mejorar el ambiente natural que conforma el parque. Regula la presencia y ocupación de los visitantes y las actividades que estos realizan. - Actividades Educativas. - Actividades Científicas. La Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo se celebró en Río de Janeiro entre el 3 y el 14 de junio de 1992. Es conocida como «La Cumbre de la Tierra», y produjo la llamada Agenda 21 junto con las siguientes acciones futuras: - Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en cuyos 27 principios se definen lo derechos y las responsabilidades de las naciones en la búsqueda del bienestar de la humanidad.
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- Una declaración de principios para orientar un desarrollo sostenible de los bosques del mundo. - Convención marco sobre el cambio climático, cuyo propósito es la estabilización de los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera. - Convenio sobre la diversidad biológica, que exhorta a los países a encontrar cauces y medios para preservar la variedad de especies. Se iniciaron negociaciones con miras a una convención acerca d e la lucha contra la desertización, que entró en vigor en diciembre de 1996. La Agenda 21, de la cual hemos tomado muchos datos acerca de esta problemática ambiental que esta afectando el corazón de la comunidad de Caricuao, y de manera muy alarmante, recoge en su sección I, capitulo 1, los problemas del medio ambiente, correlacionándolos con los ecosistemas y con la pobreza en general: «…Nos encontramos con la perpetuación de las disparidades entre las naciones y dentro de las naciones, con el agravamiento de la pobreza, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo y con el continuo empeoramiento de los ecosistemas de los que depende nuestro bienestar. No obstante, si se integran las preocupaciones relativas al medio ambiente y al desarrollo y si se les presta más atención, se podrán satisfacer las necesidades básicas, elevar el nivel de vida de todos, conseguir una mejor protección y gestión de los ecosistemas y lograr un futuro más seguro y más prospero…» «…Los diversos agentes lo ejecutarán en consonancia con las diferentes situaciones, capacidades y prioridades de los países y de las regiones con plena observancia de todos los principios que figuran en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y Desarrollo… Este proceso marca el comienzo de una nueva asociación mundial para un desarrollo sostenible.» El Programa 21 tiene por objeto preparar al mundo para los retos del siglo XXI, e incluye propuestas concretas para luchar contra la degradación de la Tierra, del agua, así como para la conservación de los bosques y de la diversidad de espacios. Trata de la pobreza y el consumo excesivo, de la salud y la educación, de las ciudades y los campesinos productores del agro. Este programa constituye una guía para la elaboración de políticas ambientales. Establece más de 2500 recomendaciones prácticas con
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prioridades y plazos específicos que permiten abordar los problemas más concretos del mundo actual. La Agenda 21 plantea además que los problemas de la población, el consumo y la tecnología, son los factores fundamentales del cambio ecológico. En ella se reconoce una mayor cuota de responsabilidad de los países industrializados en el saneamiento ambiental, ya que son ellos quienes generan mayor contaminación. Así mismo se establece la urgente necesidad de erradicar la pobreza y favorecer el acceso de las personas desfavorecidas a recursos que les garanticen vivir de manera sostenible. Ello implica, entre otras cosas,incrementar los fondos dirigidos a la asistencia para el desarrollo y la transferencia de información y conocimientos pertinentes. Las orientaciones de la Agenda 21 abarcan 40 capítulos agrupados en 4 secciones: dimensiones sociales y económicas; conservación y gestión de recursos; fortalecimiento del papel de los grupos sociales; y medios para la puesta en práctica. La sección V en su capítulo 36 hace hincapié en la educación como elemento ecológico: «La educación, el aumento de la conciencia del público y la capacitación, están vinculados prácticamente con todas las áreas del Programa 21…» La educación es de importancia crítica para promover el desarrollo sostenible y aumentar la capacidad de las poblaciones para abordar cuestiones ambientales y de desarrollo… es igualmente fundamental para adquirir conciencia, valores y actitudes, técnicas y comportamientos ecológicos y éticos en consonancia con el desarrollo sostenible y que favorezcan la participación pública efectiva en el proceso de adopción de decisiones». En cuanto a este último punto, la Agenda 21 abre un capítulo aparte para llamar la atención acerca de la conservación y gestión de los recursos, en relación muy directa con la situación de los parques y del ambiente, en general, en Caricuao: «Protección de la atmósfera, planificación y ordenación de los recursos de tierras, lucha contra la deforestación, la desertificación y la sequía, desarrollo sostenible de las zonas de montaña…conservación de la diversidad biológica, gestión ecológicamente racional de la biotecnología, protección de los océanos y de los mares, los recursos de agua dulce, productos químicos tóxicos, desechos peligrosos, sólidos y radiactivos.»
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Respecto al fortalecimiento del papel de los grupos sociales contempla los siguientes aspectos: - Mujer y desarrollo sostenible. - La infancia y la juventud en el desarrollo sostenible. - Poblaciones indígenas. - Organizaciones no gubernamentales. - Autoridades locales. - Los trabajadores y sus sindicatos. - Comercio e industria. - Comunidad científica y tecnológica. - Agricultores. Entre los medios para la puesta en práctica de este conjunto de acciones, destacan los instrumentos jurídicos, los recursos y mecanismos de financiamiento, la puesta en práctica de la información para la toma de decisiones; la ciencia para el desarrollo sostenible; y la educación para la capacitación y toma de conciencia; la cooperación nacional e internacional. Ya en 1972, la ONU había acordado que el 5 de junio de cada año fuese considerado como el Día Mundial del Ambiente. El Defensor Ambiental Nacional de la Defensoría del Pueblo, profesor Jesús Sotillo, expresaba en una nota de prensa (Vea, martes 5 de junio de 2007/22) que el ambiente es un punto de referencia obligatorio para el mundo, debido a la cantidad de factores, muy complejos, que entran en juego. Comenzando porque hoy se plantea una nueva relación ética con el medio ambiente: «…El hombre debe considerarse parte de él y el uso que haga de los recursos naturales debe ser racionalizado, de tal manera que sea preservado para el disfrute de las generaciones futuras.» El carácter sustentable de los recursos del ambiente y la naturaleza integral de los factores que en él intervienen, se unen al papel central del hombre en esta dinámica de hoy, tan crítica como compleja en el caso específico de los PRM de Caricuao como veremos un tanto más adelante. Sotillo llega a destacar un elemento que ya aparece en nuestra Carta Magna, el atinente a la seguridad, muy vinculada a las relaciones del ciudadano con su entorno. La seguridad viene adosada a una palabra
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clave que es la corresponsabilidad del ciudadano, la cual trasciende a los organismos del Estado que dictan políticas generales: «…ni por mucha información ofrecida ni campañas de preservación ambiental han logrado establecer una conciencia colectiva de protección y cuidado a los espacios naturales…» (Idem). En esta asunción y formación de una conciencia colectiva, el ciudadano debe ejercer acciones de corresponsabilidad, pues como un elemento o factor destructor, debe revertir esta acción antrópica en provecho del colectivo. La complejidad de los temas ambientales amerita el impulso de iniciativas que incorporen a todos los sectores de la sociedad para: «…identificar la problemática ambiental, aportar soluciones y que de acuerdo al principio de corresponsabilidad, se entienda que la resolución de los mismos nos involucra a todos.» (Idem). Nos sorprendió que este concepto de corresponsabilidad haya sido recogido en el preámbulo de la Carta del Barrio San Pablito, sector «El Topo Zamural». El comportamiento de sus habitantes, de acuerdo con su carta (CB), está «…orientado a afianzar el principio de convivencia, corresponsabilidad y solidaridad ciudadana, construida a partir de su historia, la de sus fundadores, definiendo su espacio urbano, delimitando su entorno sin aislarse, integrados a la dinámica económica social y político cultural, con visión de futuro posible, en el marco de la voluntad colectiva de vivir en comunidad, en su sector, barrio, urbanización, ciudad y, por ende, en el municipio, en el estado, en el país.» Todos los parques de Caricuao (PRM) están asociados a la problemática del barrio como estructura social dominante en este ámbito local que estamos analizando, y atravesados por barrios, cuyo impacto ambiental ha sido tan devastador que la situación es de extrema emergencia, como lo corroboraremos con algunos ejemplos concretos como el PRM Vicente Emilio Sojo; el Zoológico de Caricuao y el Universal de la Paz. Recordamos que la figura de los Parques Recreacionales Metropolitanos (PRM) se crea mediante Decreto del 13 de mayo de 1975. En ese mismo año el PRM Vicente Emilio Sojo cae dentro de lo que se conoce como Áreas Bajo Régimen de Administración Especial o Abrae, las cuales tienen como objetivo general la defensa, conservación y recuperación de territorios cuyas características y condiciones ecológicas difieren de la estructura y composición paisajística, geográfica, topográfica y sociocultural del resto del territorio nacional.
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Los objetivos de las políticas de los PRM, de acuerdo con esta legislación son, entre otros: 1. Protección y conservación de los recursos naturales en proceso de ocupación, aprovechamiento y perpetuidad. 2. Defensa y conservación de la fauna y la flora en todas sus manifestaciones. 3. Controlar usos en espacios adyacentes a ciudades, o controlar el proceso de urbanización en terrenos no apropiados para la construcción. 4. Fomento y desarrollo de las áreas recreacionales para el uso y disfrute espiritual de las generaciones presentes y futuras. 5. Fortalecimiento y divulgación de la conciencia conservacionista del pueblo. 6. Promover oportunidades a las actividades educativas, ambientales y de recreación a campo abierto. 7. Conservar ambientes y paisajes en zonas con niveles de contaminación y actividades que puedan destruirlos, degradarlos o someterlos a problemas de deterioro ambiental. 8. Disponer, en centros urbanos, de áreas naturales no urbanizables que contribuyan a mantener el equilibrio ambiental. Los límites del PRM Vicente Emilio Sojo son los siguientes: Norte: Cota 905 o Av. Antonio Guzmán Blanco. Sur: carretera Panamericana e Hipódromo La Rinconada. Este: Cementerio General del Sur y las parroquias El Valle y Coche. Oeste: parroquia La Vega, Caricuao y algunos barrios como Los Mangos y Los Cangilones. Los accesos al parque se hacen a través de la carretera Panamericana; la avenida intercomunal El Valle-Coche; la avenida principal del Cementerio General del Sur; la Cota 905; la avenida intercomunal de Montalbán; y la autopista Francisco Fajardo. El área está enmarcada dentro de dos ejes viales: la Cota 905 y la Carretera Panamericana, por un lado, y la avenida principal de La Vega, que se enlazan.
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Internamente, el parque no presenta un esquema vial definido. Hay caminos de penetración, pero no están interconectados, a excepción de las vías ubicadas al oeste: Caricuao, La Vega y carretera Panamericana; ellas sí se encuentran conectadas entre sí. El PRM Vicente Emilio Sojo presenta, en general, una vegetación poco intervenida, constituida por especies de árboles como caoba, bucare, apamate y cedro, entre otras especies. Ellos se pueden observar en fondos y vertientes. Se distinguen dos estratos de este tipo de vegetación; uno superior, con alturas entre 18m y 20m, y uno más bajo entre 15m y 18m. Las capas presentan un alto grado de entrecruzamiento, formando un tapiz, antepuerta o dosel, continuo. Este tipo de vegetación se puede apreciar hacia el noreste principalmente; y hacia el extremo sureste en menor escala. Además se encuentran remanentes de vegetación alta en los canales de escorrentía. En conjunto, este tipo de vegetación abarca una superficie aproximada de 1800 hectáreas. Existe una vegetación media constituida por el bosque secundario, producto de la recuperación del bosque original, cuando éste ha sido intervenido por acciones erosivas debidas a la acción del hombre como la tala y la quema. Son similares a la vegetación alta, pero con menor densidad y desarrollo. En el mencionado bosque secundario se pueden observar asociaciones vegetales de altos arbustos, adyacentes a los cursos de agua, principalmente en las zonas sur y sureste. Este segundo tipo, ya descrito, o vegetación media, abarca una superficie de 451 hectáreas y entre sus especies más conocidas se encuentra el cují, árnica, cariaquito morado, y el pelao. Un tercer tipo de vegetación, caracterizado por ser susceptible a constante intervención, es la llamada vegetación baja, cuyas especies están ubicadas en las crestas de las colinas y en áreas urbanas. Son especies herbáceas que ocupan una superficie cercana a las 200 hectáreas. El área sin cobertura vegetal se encuentra ubicada en el extremo sureste del parque. Ocupan una superficie de 300 hectáreas y son el producto de deforestaciones y movimientos de tierras. El informe de la Comisión para el Estudio de los Desarrollos Urbanísticos del Área Metropolitana de Caracas, señala que dentro de las áreas afectadas por riesgos geológicos, esta zona se encuentra clasificada en un orden de prioridad de riesgo, sobre todo en terrenos definidos como de barrios y hábitat marginales, con importantes deterioros en las condiciones del sitio y elevadas manifestaciones de inestabilidad geológica.
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Este problema será replanteado en el capítulo dedicado a los barrios de Caricuao, algunos de los cuales (La Montañita, El Onoto, La Charanga, Juan XXIII, García Carballo) se encuentran afectando linderos de parques o están consolidados en sus áreas vitales. Cerramos este punto acerca de la distribución de la vegetación y la superficie de este PRM señalando un dato que nos pareció importante y trascendente: antes de emitirse el Decreto 913, del 13 de mayo de 1975, que regula los usos de los PRM, el Inavi recibió del Ejecutivo Nacional, 387 hectáreas para la construcción de viviendas y programas de atención comunitaria, dentro de la poligonal del parque. Estos desarrollos residenciales comenzaron a construirse a partir de 1972 y también serán objeto de un capítulo aparte referido a la evolución del urbanismo en Caricuao (1959-1974), con sus antecedentes en el Proyecto Venezuela y sus fases bien marcadas entre Las Terrazas y las Unidades de Desarrollo posteriores (1974). La tesis de Lucas González y Armando Rojas Medina, Proposiciones Generales para la Elaboración del Plan de Manejo (UCV/1997), culmina con un conjunto de proposiciones que bien valen la pena comentar, debido a su trascendencia y al reforzamiento de nuestros propósitos y tesis acerca de la problemática actual de la comunidad caricuense. A pesar de ser una tesis elaborada en 1997, estos diez años han servido, más bien, para corroborar sus proposiciones y conclusiones, en conjunto, y para replantear algunas en particular. González y Rojas Medina proponen redefinir los límites del PRM Vicente Emilio Sojo, ampliando los linderos en los extremos norte y sur. Existen, en las adyacencias de dichos linderos, áreas que contienen recursos que deben ser protegidos por formar parte del ecosistema presente allí. La zona de ampliación propuesta se localiza subiendo por la Cota 905, a la altura de la antigua Dirección de Parques y Jardines de la Alcaldía de Caracas. Son dos lotes, de 29 hectáreas y otro de 13 hectáreas, que deberían ser tratados como ambientes naturales, con moderada intervención antrópica. También propusieron la formulación e instrumentación del Plan de Manejo y su regulación en materia legal, pues hay problemas de tipo jurídico que de seguidas veremos. Precisamente la proposición señala: «…Regularizar el marco jurídico actual e institucional y dirigir campañas de conservación y manejo adecuado de los recursos.» El problema se origina cuando el Decreto 913 crea el PRM Vicente
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Emilio Sojo, junto con otros de parques nacionales, bajo la figura jurídica del sistema ambiental venezolano «…en régimen especial…». Más tarde, el 11 de agosto de 1983 se promulga la Ley Orgánica para el Ordenamiento del Territorio que en su capítulo V, trae la figura del Abrae, o Áreas Bajo Régimen de Administración Especial, estableciendo su clasificación y administración. Pero el PRM Vicente Emilio Sojo, junto con los demás parques de Caricuao, no se encuentra dentro de ese régimen porque fueron creados bajo la figura jurídica del sistema ambiental venezolano en régimen especial, el cual enmarca áreas y espacios abiertos que difieren de los intereses nacionales para ser decretados como parques nacionales o zonas protectoras y, por tanto, escapan a la figura del Abrae. Otras proposiciones importantes de la tesis de González y Rojas, las hemos esquematizado de la manera siguiente: - Amparar los parques metropolitanos bajo la figura jurídica de las áreas protegidas por el Abrae, con el fin de que el Ejecutivo Nacional propicie su preservación. - Regularizar la tenencia de la tierra, tomando como base la declaratoria del parque y las leyes que rigen a esta área natural. Implantar un programa divulgativo y una coordinación interinstitucional, donde participen los vecinos residentes en el parque, con el fin de lograr su participación en los programas ambientales, y unificar criterios para las decisiones que involucren directamente al parque. - Realizar un estudio geotécnico que permita conocer la estabilidad del terreno y las posibles implicaciones geográficas en el futuro funcionamiento del parque. - Instrumentar un plan de reforestación para frenar el proceso de erosión acelerada. - Recuperar los caminos ubicados en la poligonal del parque, así como la remodelación de las vías de acceso. - Desafectar los desarrollos subintegrados localizados en zonas de alto riesgo geológico. - Dotar el parque de la infraestructura y equipamiento necesario. - Aplicar el artículo 17 de la Ley Forestal de Suelos y Aguas, para preservar las áreas de cuencas altas, con el fin de garantizar la regularidad de los cursos de agua, evitando riesgos naturales e implicaciones en el sistema de drenaje urbano.
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- Construir puestos de guardaparques y dotarlos del número necesario de personal, con el fin de lograr una adecuada vigilancia y control del parque. - Establecer un buen nomenclador, que le permita al visitante desenvolverse dentro del parque, conocer y valorar los recursos existentes en el parque, así como el cumplimiento de las normas de uso establecidas. Las conclusiones de González y Rojas giran en torno a los mismos problemas anteriores que, a manera de denuncia, se han hecho en las proposiciones. Sin embargo, cabe puntualizar, y jerarquizar, los aspectos más perentorios que, a manera de balance, se presentan en las conclusiones de esta tesis. Tal vez la prospectiva más relevante sea esta que citamos textualmente: «…De no aplicarse los correctivos necesarios y de continuar la tendencia de ocupación presente, se puede afirmar que en el futuro la mayor superficie del parque será ocupada por desarrollos no controlados debido a que el crecimiento relativo de la población en los últimos catorce años es de un 82% aproximado en comparación con la población encontrada para la fecha de la creación del mismo.» Las consecuencias derivadas de estas conclusiones prospectivas las iremos analizando durante todo el desarrollo del trabajo. Por lo pronto, y en relación al PRM Vicente Emilio Sojo, sus linderos trascienden la parroquia de Caricuao, otra limitante del desarrollo sostenible, en dos sentidos. Por un lado, y atendiendo a una prospectiva final de González y Rojas (UCV 1993/166): «La puesta en funcionamiento del parque logrará incrementar la superficie recreacional del área metropolitana de Caracas, convirtiéndose a la vez en una alternativa que brindará opciones recreacionales a las parroquias más cercanas a éste. Además, se pueden generar nuevas fuentes de empleo y propiciar una dinámica funcional importante». Este parque va más allá de los linderos de la parroquia, y por ello afianzamos nuestra tesis de que el análisis puede prescindir, perfectamente, de los estrechos localismos de unos linderos decretados administrativamente. Las parroquias aledañas afectan al parque, tal vez más que la propia parroquia Caricuao, debido a la dinámica del crecimiento de los barrios de La Vega y del conjunto Valle-Coche.
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Por todo ello, siempre que hagamos el tratamiento de estas parroquias, estos pueblos y comunidades estarán rebasando los límites o linderos establecidos en las gacetas municipales. Por ejemplo, si echamos una mirada al oeste de Caricuao, a la altura de Las Adjuntas, observamos barrios como El Ciprés, que se siente más identificado con Macarao y que, sin embargo, se encuentra ubicado dentro de los linderos establecidos en la Gaceta Municipal del D. F. Nº 14.602 del 8 de abril de 1975, y en el mapa elaborado por don Luis González Guillén, quien, brillantemente, dibujó la silueta de Caricuao siguiendo el movimiento de las agujas del reloj que establece la susodicha gaceta. Pero esto es otra historia sobre la cual volveremos más adelante. Por ahora permita el lector que sigamos con los PRM y el impacto de barrios y desarrollos urbanos planificados. Según nos refieren Maneiro y Niño en su tesis citada (97/48) los parques «…no cuentan con reglamentación de uso, y sólo en uno se ha implantado a manera parcial, el Parque Zoológico Caricuao…». Este PRM fue puesto en servicio el 31 de julio de 1977, aunque se declara como zona de protección de áreas verdes, en diciembre de 1989, mediante Decreto Nº 644. El Parque Zoológico de Caricuao está ubicado en la UD5, en los terrenos que antiguamente pertenecieron a La Haciendita, o hacienda «Caricuao del Medio», llamada por Hans Dieter (2003) hacienda Santa Cruz, destinada al cultivo de café y cacao. La quebrada de Caricuao, ubicada al norte, inundaba sus cultivos y terrenos aledaños. Ella contribuía, además, a regular el clima de la zona, que gozaba de una agradable temperatura, bajo una densa neblina que podía apreciarse hacia la víspera y hasta muy entrada la mañana caricuense. Ya hemos visto en el cuadro anterior que este PRM tiene una superficie de 630 hectáreas, pero apenas 30 de ellas en desarrollo. Cuenta con varias secciones: ambiente de aves, ambiente con anillos, «planicie africana», ambiente de los jaguares; y el «zoológico de contacto» para tocar animales. Según nos refiere el periódico Vía (Oct-Nov 1983/8); hubo un ambiente de canguros, donados por el gobierno de Australia al gobierno de Venezuela. Fueron «…cinco canguros rojos gigantes…» según el periódico, obsequiados con motivo del Bicentenario del Natalicio de El Libertador en 1983; y continúa así la anécdota: «…Estos canguros, 2 machos y 3 hembras, serán los primeros canguros en residenciarse en Venezuela». «Lamentablemente
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fue otro el destino de estos canguros, devorados por perros hambrientos provenientes de otros ambientes. Latinoamérica, tierra fértil para los sueños, fue el lema que llevaron los hacedores de sueños del Parque Universal de la Paz, a la Exposición de París en 1993. Pero la historia de este Parque Recreacional Metropolitano (PRM) es mucho más antigua y se remonta a los años ochenta, pues, concretamente en 1985, tanto el Centro para el Desarme de la UCV, como las asociaciones de vecinos de Caricuao, y grupos ambientalistas como el Samán y Anaconda, unieron esfuerzos, hicieron proyectos, concurrieron a foros y se pelearon con la superestructura institucional, hasta conseguir un sueño latinoamericano: un lugar en donde sus habitantes pudieran respirar para conservar la vida, el principal derecho humano del ciudadano planetario universal. Nos contaba don Luis González Guillén, que la idea del Parque Universal de la Paz, surgió del poeta ambientalista y pacifista Erik Quiroga, al cual se unieron estos grupos como El Samán, Anaconda y asociaciones de vecinos. Desde 1985 se propusieron crear un lugar en donde los habitantes de Caricuao pudieran disfrutar de la naturaleza. El proyecto fue presentado en 1987 en la Oficina de Relaciones con la Comunidad Organizada (ORCO) en el Encuentro de Parques del Tercer Milenio. Creado mediante Decreto Nº 1105 del 6 de septiembre de 1990 y aparecido en la Gaceta Oficial Nº 34553, de fecha 14, del mismo mes y año, al año siguiente el Ministerio del Ambiente dispone el ejecutase del proyecto, dejando en manos de la Fundación del Parque, también creada por ellos, la responsabilidad de la obra, definida por sus protagonistas como «… privilegio natural de Caricuao…». En 1993, el PRM Universal de la Paz participa en la Sala Miró de la Unesco, en París, en una exposición con el lema que ya hemos mencionado, pero que muy bien pudiera servir de encabezado de un capítulo, pues, a pesar de todo, sigue siendo «…tierra fértil para los sueños…». En efecto, es un parque de 231 hectáreas, ubicado entre el PRM Zoológico y la urbanización Ruiz Pineda; en la vertiente sur de la quebrada Caricuao. Bordea la UD4 Guasdualito, Vuelvan Caras, sector El Tanque, parte alta de El Onoto. Al pasar la UD1 llegamos a un apartado que llaman El Indio y por allí hacia la UV-9. Para luego subir por el sector de
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La Montañita, por donde llaman Palo Grande, Pedro Camejo, hasta llegar al sector La Elvira. Este último es una fila, al parecer indígena, que hoy queda como un relictus aborigen, además de indicarnos la huella perenne de nuestros antepasados. Ya en La Elvira, área aún indígena, conocida también como Topo El Cambural o Fila El Onoto, estamos precisamente en los linderos oficiales de la parroquia, muy hábilmente señalados en el famoso croquis de don Luis González G.uillén. El PRM Universal de la Paz se dirige por los caminos y montañas toromaimas hacia el Alto de Pipe, en terrenos de Miranda y alrededor del IVIC, la sede del reactor nuclear de Pipe. Está conformado por cuatro montañas que se extienden desde el cerro La Elvira hasta la UD4, con una extensión que, como hemos visto, bordea las 240 hectáreas. Tiene ríos subterráneos, manantiales y un corredor vegetal habitado por antiguos conuqueros. La Columna de Caricuao (mayo/93) destaca en su primera plana el diseño del maestro don Luis González G.. Y la realización de un festival bajo el lema «…Los niños de Caracas toman el cielo por la paz…», con la participación de vecinos de la UD4 y UV9, coordinados por Yolanda García, del Comité de Amigos del Parque. Con la participación de las asociaciones de vecinos de Caricuao y La Pastora, los grupos ecológicos El Samán, Anaconda; y los coordinadores del parque, se creó la «Fundación Universal de la Paz». «…Dos niños de la comunidad de Caricuao, José Miguel y Eduardo, soltaron 136 palomas, que simbolizan los países miembros de la ONU…» (Vía. s/f). La fundación se juramentó en 1991 y en ese mismo año se inauguró el PRM Universal de la Paz. Se decidió, con motivo de la Semana de la Conservación, la siembra de árboles de una multitud de países. En el parque se plantaron 163 especies arbóreas y se planeó elaborar una paloma con plantas florales de los cinco continentes y un olivo mediterráneo, símbolo universal de la paz. Se proyectó, así mismo, la creación de un reloj solar que a cada hora reflejara una personalidad representativa de la paz como Martin Luther King, Adolfo Pérez Esquivel o Mahatma Gandhi. Con motivo de la clausura de la Semana de la Conservación de 1991, según continua relatando don Luis González G., el Ejecutivo Nacional
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acordó, como un homenaje al parque y a la ciudad de Caracas, que los mandatarios visitantes sembraran árboles emblemáticos de sus respectivas naciones. Hasta ese momento se habían plantado árboles de Costa Rica, Rumania, Paraguay, Dominica, Santa Lucía, Guatemala, Honduras, Indonesia, Hungría, Belice, Noruega, Kuwait, Bulgaria, Jamaica, Trinidad y Tobago, Guyana, Antillas Holandesas, Surinam. Se cuenta que por allí pasaron, sembrando árboles, el director general de la Unesco, Federico Mayor; el príncipe heredero del Japón Nahurito; el secretario general de la Conferencia Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Brasil 92), Maurice Strong. Por nuestro país, encontramos a nuestro flamante alcalde de Caracas, profesor Aristóbulo Istúriz, sembrando nuestro árbol nacional, el araguaney, compartido con otros países. La siembra del araguaney, en el PRM Universal de la Paz, ocurrió en el marco de la celebración del Día de La Tierra, el 23 de abril de 1993, según reseña El Nacional (viernes 23/04/1993). Fue el primer mandatario local en sembrar una especie vegetal en el parque y, lo más importante, también se reconocía el esfuerzo comunal para alcanzar tales objetivos «… gracias al esfuerzo de la gente común (ya que no es una idea desarrollada por el Estado), podrá ser un nuevo pulmón vegetal para Caracas». (Idem). Según Istúriz «…Corresponde al municipio brindarle el apoyo para el mantenimiento de las instalaciones y desarrollo de proyectos ambientalistas….». (Idem) Hay un listado de árboles emblemáticos, con sus respectivos países, elaborado por el maestro González Guillén hacia 1993. De ese cuadro hemos tomado los que consideramos más significativos porque, además, se dan entre nosotros con verdadera profusión y ya están entronizados en nuestra flora. El árbol emblemático de la India, el neem (nim en el nomenclador de González Guillén), por ejemplo, se ha adaptado tanto a Venezuela que lo encontramos sembrado en casi todo el país, especialmente en terrenos calientes que requieren de poca agua. Es la «farmacia ambulante de la India» y es una verdadera lastima que no se aprovechen sus prolíficas propiedades medicinales. Otras especies emblemáticas del catálogo de González Guillén son el dátil de Kuwait, la acacia de Hungría, el pino de Honduras, la encina, o abeto, de Rumania, la ceiba de Guatemala, el cotoperí venezolano. El araguaney aparece, en cambio, como árbol emblemático de Suriname, Paraguay y la ONU (Cenumad y Unesco).
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Es una verdadera lástima que este hermoso proyecto no haya tenido continuidad, no solamente para hacer del PRM Universal de la Paz un modelo de nicho ecológico, sino para que encienda la mecha de una futura ciudad ecológica para Caricuao. El análisis del problema es complejo pues, partiendo de la superestructura estatal, y descendiendo hacia las políticas desarrollistas, también nos encontramos con una realidad brutal: los parques, en general, cada vez pierden más espacio a favor de políticas desarrollistas urbanas y de invasiones progresivas de barrios. Estos serán los problemas que abordaremos a continuación para conectarlos con la ecología, la población, los barrios y el catálogo de eventos cronológicos elaborado por Luis González Guillén a lo largo de estos años de seguimiento y hoy con plena vigencia. Un cuadro muy sencillo, que hemos elaborado a partir de los cinturones de barrios que rodean Caricuao, en sentidos norte, sur y suroeste, nos ubica en la problemática de los PRM y sus zonas afectadas. Apenas hemos seleccionado algunos barrios y su ubicación con respecto a los parques: Hay otros barrios especificados en este cuadro, que hemos encontrado afectando particularmente al PRM Universal de la Paz: Valmore Rodríguez, La Fe, Andrés Eloy Blanco y Altos de Palo Grande. En la tesis de Maneiro y Niño (UCV/1997) aparecen fotos de los barrios La Charanga y La Montañita que evidencian la acción antrópica sobre estos terrenos y su gran impacto ambiental, pues la topografía acusa pendientes muy fuertes y hay una gran inestabilidad. A ello se agregan los factores que venimos considerando, como la quema y la deforestación para permitir construcciones de viviendas así mismo endebles. Ocupan espacios pertenecientes al PRM Universal de la Paz en donde se construyen viviendas no planificadas y de gran debilidad estructural. Los efectos son devastadores para el medio ambiente y el peligro aumenta en la medida en que el barrio se consolida, pues muchas veces refuerzan las vaguadas, las cuales se comienzan a llenar paulatinamente. En el barrio Juan XXIII hay un problema geológico que provoca el hundimiento de las casas. Ya en 1979, Forja estuvo allí cuando llegaron los primeros fundadores. Se advirtió la situación, pero continuaron las construcciones entre 1979 y 1980; y como estaba previsto se producen los primeros hundimientos de casas. También se registraron barrios con
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hundimientos, como Aguachina y El Onoto. De acuerdo con la estrategia del Plan Urbano de Caracas, allí no se podía construir. Luis González Guillén (1987) 26 señala que ya antes se había formado el helipuerto de la UV-9 y que en octubre de 1988 se comienzan los movimientos de tierra para la construcción de edificios en el sector denominado La Elvira, al lado del PRM Universal de la Paz. Se hicieron movimientos que afectaron al bosque Chuquisaca, en donde hubo un deslave. El bosque Chuquisaca había sido declarado área protegida en 1972, y está ubicado en el sector UV-9 entre los bloques 2, 17, 18, 19 y 20. Se talaron árboles, se quemaron dos hectáreas de bosques y se abrieron terrazas en sitios inestables que ya en 1988 habían sido arrasados por las lluvias, afectando, de paso, la cuenca de la quebrada El Cambural. Toda esta problemática es recogida por don Luis González Guillén en una intervención ante el Consejo Municipal del Municipio Bolivariano Libertador del Distrito Capital, el día 7 de agosto de 2003. Era un derecho de palabra para lograr una «declaratoria de los sitios inhabitables de la parroquia Caricuao». Ante la Cámara Edilicia, González Guillén recuerda que en 1988 se hizo un movimiento de tierra para construir edificios en el sector La Elvira, al lado del PRM Universal de la Paz: «...Se hicieron movimientos que afectaron el bosque «Chuquisaca», con un deslave en menor cuantía que el de La Guaira». Se refería al deslave que arrasó la parte central del barrio La Montañita. Más adelante, González Guillén alerta acerca del peligro de las invasiones que se están llevando a cabo en los sectores de Palo Grande,
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Es una miscelánea muy valiosa que fue consignada por don Luis González G. A la Biblioteca Aquiles Nazoa (BAN), en 1987 con el título de Caricuao, la Otra Cara del Urbanismo, toda una antología de lucha, de donde hemos tomado valiosos datos, para este ensayo. Hay una cronología de sucesos de naturaleza geológica-ambiental (1962-2000) que también nos ha guiado en la evolución histórica de estos eventos. De manera que remitimos al lector a la consulta de estos materiales que son mucho más amplios que esta reseña a vuelo de pájaro y con otras intenciones futuristas o en prospectiva histórica. Pero como afirma el propio autor, en la introducción de esta miscelánea: «...Los antiguos vecinos y parroquianos de la ciudad deben adaptarse, sin perder sus rasgos y fisonomía propios, al devenir de nuevos tiempos, donde el espacio para vivir, trabajar y disfrutar, debiera estar bien definido. Donde la amistad y las buenas relaciones vecinales de la ciudad de antaño, recupere nuevos y vitales vínculos que favorezcan una mejor armonía del hombre con su entorno, atrapando de nuevo el sentido plácido de una ciudad más humana». La armonía del hombre con su entorno es, ni más ni menos, nuestro norte y de allí esta cita tan prolífica: porque lo llena todo.
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concretamente en «El Zamural», se está afectando algo que va a causar problemas en el estacionamiento del Metro, para los años venideros. Esta prospectiva es remarcada, de inmediato, cuando advierte que en un futuro muy cercano la ciudad será ingobernable por el actual alcalde Freddy Bernal: «...tenemos que ver el futuro del territorio que vamos a gobernar, si no, prácticamente... la ciudad no la podrá gobernar Bernal, no la podrá dirigir ninguno, porque tenemos que administrar sus espacios, para poder gerenciar esta ciudad...». Agregando que el ambiente «...no tiene ideología, sino la ideología la tenemos nosotros...». Cuando don Luis González Guillén fue interrumpido por el «Edil» porque le quedaba un minuto, de acuerdo con el reglamento, lanzó presuroso la siguiente conclusión: «...la experiencia del barrio «El Onoto», el hundimiento del talud del bloque 35 de la UD5, el hundimiento del barrio «Juan XXIII»... los problemas de «Aguachina», en la salida de Caricuao hacia Macarao, si eso no es ejemplo de lo que ha sucedido y no sirve de alerta, entonces, cómo vamos a organizar la ciudad, si no reconocemos lo que perdimos en el pasado y que es una amenaza para el futuro...» (Derecho de palabra, CM de Caracas, agosto de 2004). En todos estos años la lucha no ha cesado, en diversos escenarios, incluyendo la prensa, en donde se hizo la denuncia formal acerca de la invasión del bosque Chuquisaca, ubicado en la UV-9. Allí pudimos leer: en efecto, en 1988 las lluvias arrasaron los terrenos que habían sido talados y en donde se abrieron terraceos. Pero no solamente se afectó a ese sector sino también a la quebrada El Cambural. «... En esa época Mindur estaba realizando terraceos en el cerro La Elvira y los fuertes aguaceros arrasaron torrentes de lodo que cubrieron gran parte del bosque, el sector UV-9 Ruiz Pineda, llegando, incluso, hasta donde se ubica actualmente la estación del Metro. Hubo damnificados y heridos. El lugar debe ser declarado inhabitable». Así se expresaba Luis González Guillén en uno de los tantos diarios consultados acerca de esta problemática. En Últimas Noticias (abril/2003), Luis González G. registra que en los últimos tres meses han ocurrido más de 10 tomas ilegales de terrenos y se han afectado 24 Km² de bosques. Y ya habían ocurrido calamidades urbanas como las inundaciones de los años 1972, 1977 y 1988. «Los invasores se han instalado en el bosque Chuquisaca, decretado como área protegida en 1972; en el helipuerto de la UV (Unidad Vecinal),
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al lado del liceo militar Gran Mariscal de Ayacucho, en los Altos de Palo Grande (La Elvira), en la entrada de Caricuao por la carretera vieja (Zamural) y en el sector Los Picapiedras; este último representa un gran peligro debido al grado de humedad de los suelos». Agrega que el PRM Universal de la Paz y el PRM Zoológico de Caricuao continúan con un alto riesgo. El valor histórico de Caricuao es destacado, finalmente, por las periodistas que cubrieron la fuente, Lorena Pineda y Georbana Guerrero: «... Caricuao es una reserva forestal de incalculable valor histórico, ya que allí se encuentran 150 cuevas y se han hallado petroglifos, como los descubiertos por el investigador Freddys Hurtado». (Idem). Más precisa aún es «La Cronología de Sucesos de Riesgo Parciales en la Parroquia Caricuao», presentada ante el Colegio de Ingenieros el 13 de enero del año 2000. En esta oportunidad hemos hecho un resumen de esos eventos registrados por Luis González Guillén a lo largo de más de 10 años de acuciosa investigación y labor pedagógica, jurídica y dinámica, pues bastante pata ha tenido que echar por estos montes y por muchas oficinas también, en donde se acusaba recibo y se pasaba al olvido. O como señalaba la periodista Ana Teresa Valdez, cubriendo la fuente en 1985 para denunciar la instalación de una planta de gas debajo de los pies de sus habitantes, el Grupo Samán no se cansa y ha escrito «... más de un montón de veces en comunicaciones a organismos oficiales, los cuales responden con sellos de acuso recibo y callo para siempre...». (El Diario de Caracas. 25 /03/1985 p. 8). Este catálogo comienza con una fecha dolorosamente emblemática para Caracas, julio de 1967, cuando nuestra capital es estremecida por un fuerte terremoto que tuvo dos grandes sacudidas y cuya onda sísmica se proyectó hacia Caricuao, provocando algunos destrozos en algunos edificios de la UV-9. - 1972. Se inunda el sector UD8 a la altura de la carretera de Los Teques. - 1977. Fecha clave, pues ocurre la gran inundación de Caricuao, que hizo desaparecer al barrio Las Adjuntas, produciendo pérdidas humanas y materiales. Se destruyó, entre otras el sistema de drenaje de aguas blancas y servidas. - 1978. Se comete un crimen ecológico para facilitar la construcción
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del Instituto Universitario Tecnológico del kilómetro 8 de la Panamericana. Para ello se destruyeron las cabeceras de la quebrada Yaracuy, en los predios del mismo Zoológico de Caricuao. 1980. Las vaguadas inundan y afectan los barrios El Onoto, Juan XXIII, La Montañita, Pedro Camejo, Palo Grande, Las Nieves y al sector UD3. El autor agrega que esto tiende a agudizarse por el proceso de ranchificación que se viene dando desde 1973. 1984. En la carretera a Los Teques se hunde parte del barrio La Guachona o Aguachina. En ese mismo año se da el visto bueno para la construcción de la represa Macarao, a 1200 m de altura y en medio de una zona registrada como sísmica por la Fundación Venezolana para la Investigación Sísmica (Funvisis). 1986. La Fila La Elvira es terraceada para construir allí 20 edificios en un anticlinal geológicamente inestable. Lo más grave es que los permisos fueron otorgados por el Marnr, Mindur, Defensa Civil y la Alcaldía del Municipio Libertador, entre otros. El grupo de rescate ecológico El Samán hace la denuncia sin obtener respuesta alguna. 1987. Se deforesta el Topo, Itagua, en la Fila Caricuao, para la construcción de la cárcel de Catia, contando, de nuevo, con los permisos de Mindur e Inparques. Pero esta vez se logró detener la construcción para preservar al topo como pulmón vegetal, aunque más tarde lo veremos atacado de nuevo por la parte de La Vega. 1988. En un cono de deyección, es decir, en la parte más profunda de un valle, un aguacero de alta pluviosidad cayó sobre el bulevar Ruiz Pineda, y la estación del Metro ubicada en este cono. Además se extendió hacia la UD7, y el bosque Chuquisaca. 1993. Se intentan nuevas construcciones en las UD2, UD4 y UD6, sin contar con un plan maestro para la comunidad. Afortunadamente fue rechazada por la comunidad27. El PDUL, o Plan de Desarrollo Urbano Local, fue presentado en 1994, por la Alcaldía del Municipio Libertador, sin haber solucionado los problemas de fondo.
En 1994, Ingeniería Municipal paraliza la construcción de bloques en la UD-6, por estar ubicada en el cono de deyección, por no presentar la permisología en regla.
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Los coletazos del huracán Brett, en 1995, son registrados por don Luis González Guillén en dos oportunidades, siendo afectados barrios como El Onoto, La Libertad y La Montañita. El segundo coletazo produjo la inundación de la escuela Efofac a la entrada de la UD7, e hizo brotar una manga de agua en el sector Pipe. Un ecocidio ocurrido en el anticlinal28 de La Elvira profundizó la zanja, o cárcava del sector UV-9 La Montañita, sin que se tomase alguna medida para paliar esta amenaza latente. Dentro de las recomendaciones que recoge este cronista, pudimos anotar, entre otras: 1) Declarar inhabitable a los barrios con problemas geológicos de inestabilidad, tal como ocurre con El Onoto. 2) Elaborar una cartografía, al alcance de la comunidad, con las zonas inestables y de riesgo. 3) Hacer cumplir la ley y remover al funcionario que no lo hiciere. 4) Protestar la construcción de la represa de Macarao, por estar a 1200 msnm29 y en un epicentro de terremoto. 5) Exigir un plan rector a escala humana. El proceso de ranchización, como lo llama González Guillén, se viene dando de manera más marcada a partir de 1972, cuando comienzan a surgir nuevos barrios como Renny Ottolina, Juan XXIII, La Montañita o Colinas de Palo Grande, tan solo para referirnos a los barrios que bordean a los PRM. Pero el otro problema ligado a los PRM es el de las políticas de mantenimiento, los normas de uso y en, general, la visión que se tiene acerca del desarrollo de estos parques. Un caso emblemático fue lo ocurrido con el PRM Zoológico de Caricuao que, como, ya hemos visto, fue decretado en diciembre de 1989 y puesto en servicio en 1990. Dos de sus proyectistas, Eduardo Robles Piquer, conocido como RAS, y Pedro Vallone, denuncian públicamente, a través de una carta dirigida a los medios de comunicación (El Universal. 28/05/1985. I/32), la mala gerencia y la peor visión política del manejo del parque. Bajo el subtítulo 28 29
Pliegue de estrato en forma de falla ó de bóveda alargada. Metros sobre el nivel del mar.
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de «… un mal parque y un peor zoológico…» afirman que la conducción del parque no se ajustaba al Plan Maestro que había recibido el premio de Arquitectura Paisajística en 1980. Salvo la primera etapa de la obra, hecha al principio con una calidad seria y profesional, lo que se ha realizado después no merece otro calificativo que este: un desastre arquitectónico-paisajista. Los que hicieron el proyecto de 250 planos, muy bien detallados, con la asesoría de especialistas de todo el mundo, comenzando por el Dr. Pedro Trebbau, decidían rechazar, públicamente, la paternidad de ese monstruo. Nunca se les permitió llevar a cabo una supervisión y de allí los cambios como las jaulitas, o los espacios para que «…entren perros rabiosos a comerse los chivitos.» Si no se disponía del suficiente presupuesto para hacer un buen zoológico, era preferible hacer un buen parque solamente. Pero la obra está en manos de quienes no saben lo que es un buen parque. Más bien lo han destrozado, casi irreversiblemente, como zoológico y como parque. No se ha respetado el proyecto paisajista, derrochando dinero para comprar matas y usarlas de manera indebida. En general, se ha resuelto todo al estilo «jardinero» y de «ama de casa». Lo peor es que la gente crea que esto es obra de Robles Piquer y de Pedro Vallone. ¿Qué se suponía? Se suponía que el parque iba a estar conectado al centro de la ciudad al culminar las obras del Metro y que sería el más grande de Caracas. Son más de 600 hectáreas, de los cuales se proyectaba «tratar» solo una pequeña superficie como parque y zoológico, con un costo total que no pasaría de 200 millones de bolívares. Al problema del sobre uso de la vegetación de los terrenos afectados, por los procesos de ranchificación denunciados, se agrega un conjunto de políticas deficientes, entre los cuales podemos señalar las siguientes: • El mantenimiento deficiente del parque. • La desaparición de la fauna. • La ausencia de un centro de educación ambiental que se dedique, verdaderamente, a la instrucción para la preservación y reproducción de la fauna y de la flora. • Deficiente vigilancia, a pesar de contar con un personal para ese fin. Se requiere de su mejora permanente.
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Para este momento hasta los trenes los habían desplazado hacia el Parque del Este. Pero no se trata de usar los parques para el mantenimiento de jaulas ni para el simple paseo recreacional, sino para una serie de aprendizajes que conduzcan a la conformación de una conciencia ecológica que se le traduzca en una conducta integral conservacionista. En este sentido, esfuerzos como los de Luis González y sus grupos de combate, nos han abonado el camino para soñar con utopías más allá de la eficiente gerencia. Ellos han hecho intentos durante más de 30 años, fundaciones, han ido de oficina en oficina, o han escrito en la prensa de manera sostenida y sistemática. En el plano teórico hemos encontrado, incluso, por allá en 1995 (Suroeste Hoy, octubre de 1995), una posición muy sólida frente al mercantilismo, a la visión desarrollista-rentista del desarrollo. Y en el plano de la praxis, González Guillén resume peleas puntuales y las presenta como referentes para la búsqueda de lo que el llama la «identidad parroquial». De manera que esta articulación teoría-praxis también nos facilita el siguiente balance en donde la comunidad caricuense, en su lucha por la identidad comunal, ha sido, en palabras de don Luis: «…golpeada en diferentes momentos históricos por calamidades urbanas como han sido las inundaciones de 1972, 1977 y 1988, invasiones a los cerros por los terracogientes, inducidos en todo el periodo democrático, los madrugonazos de sus habitantes desde sus comienzos… sus luchas consecuentes por oponerse a la construcción de la planta de transferencia de basura y de gas licuado, son referencias importantes de la presencia de sus habitantes en la búsqueda de su propia identidad parroquial, no permitiendo que se siga improvisando, experimentando, convertirla en un producto de consumo, en un recipiente urbano de nuevos desarrollos que satisfagan la maquinaria rentista de la ciudad.» Creemos que el problema central es la política equivocada que se había adelantado en este país que describe González Guillén, de corte desarrollista y orientada más hacia los fines turísticos, con una concepción ligada al mercado capitalista y a sus valores: fragmentación, privatización, beneficios, y una visión ambiental de «jardines» y «jaulas». En este sentido, y somos reiterativos, los parques no deben ser creados para enjaular animales ni para el simple paseo recreativo-rentista. El problema va más allá de una eficiente gerencia desarrollista y apunta, más bien, a una visión de comunidad ecológica y a una concepción de
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Ciudad Socialista. Pero esto último merece todo un capítulo aparte, porque el núcleo, o nodo, de esta nueva ciudad es el Consejo Comunal y las redes que a partir de él puedan generarse. Consejo Comunal y Poder Popular Socialista van de la mano en un gran apartado que llamaremos: De la Comunidad Ecológica a la Ciudad Socialista. Por ahora es un simple avance teórico para que el lector vaya observando cómo se comporta el eje, cómo se va introduciendo en todos los intersticios de los parques, de las unidades de desarrollo, de la cuestión indígena, de la estructura de la tierra y, en fin, de las nuevas formas de organización social que ha surgido al calor de las luchas comunales: mesas técnicas, comités de tierra, de salud y un nuevo poder que se avizora: el Poder Comunal como expresión y punta de lanza del Poder Popular. En el fondo, y sigue el eje conductor, esto no es sino una extensión de la cosmovisión indígena o el Ideal de nuestros antepasados y protagonistas originarios. La población, objeto de análisis en el próximo capítulo, y el desarrollismo urbano impuesto a Caricuao desde 1959 no son sino dos expresiones de esta concepción y visión del desarrollo. Veamos cómo se comportan en los siguientes capítulos.
Quinta parte Historia de los barrios de Caricuao «Decepcionados, subimos otra vez al cerro y pudimos ver al Presidente, pero muy lejos, tan lejos como nuestra esperanza de que alguna autoridad venga al barrio a ayudarnos...» Yesenia Guzmán. El Ciprés, junio de 2007
Ubicación de algunos barrios según sus ámbitos. Conexiones ámbitos - barrios Cuando elaborábamos el cuadro acerca de los ámbitos urbanos primarios de Caricuao, con datos tomados de la Resolución 151 de Mindur, de 1985, nos llamó la atención la presencia de barrios en algunos de estos ámbitos primarios y los colocamos debajo del nomenclador de la unidad. Precisamente, los ámbitos que ejercen mayor presión sobre las áreas verdes son aquellos donde están establecidas «...las áreas residenciales no controladas...» y hablábamos de una relación en coexistencia porque muchos barrios intrusionaban tanto al área residencial urbana primaria, como al parque recreacional o PRM. Esto ocurría con las unidades UV9, UD3, UD4, y UD7, entre otras. El cuadro se completa con la clasificación de algunos barrios en ámbitos específicos. Así, por ejemplo, el Ámbito VIII se corresponde con el barrio El Onoto; el XA con La Montañita; el XB con Renny Ottolina; el XII se corresponde con los barrios La Isla, La Fe, La Majada, Los Picapiedras, Telares y 19 de Marzo. El Ámbito XIII comprende La Charanga y El Ciprés; y el XIV a los barrios San Pablito y 7 de Septiembre. El barrio Guaicaipuro aparece adosado a las Terrazas de Caricuao en el Ámbito Primario XVI. Hay algunas descripciones de estas áreas residenciales no controladas «en algunos de estos ámbitos».
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Localización de los barrios El Ciprés y La Majada
Fotografía Aérea Nº 114, Misión 0304167, Escala 1:20.000, Año 1983 Mapa Topográfico El Junquito, Nº 6747-II-NE, 1:25.000, Año 2004
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Así por ejemplo el Ámbito VIII, que abarca el barrio El Onoto, se nos presenta con un desarrollo anárquico sin parcelamiento, con el predominio de ranchos en mal estado y «...sin equipamientos...». Tiene una superficie de 81,42 hectáreas, una baja densidad de 75.20 habitantes por hectárea, y para ese momento, 1985, tenía una población de 6123 habitantes. El Ámbito X comprende los barrios La Montañita, con una población de 1424 habitantes, el desarrollo denominado Renny Ottolina y el barrio Juan XXIII, que tiene 269 habitantes. Para el Ámbito Urbano XA (barrio La Montañita), se calculan 712 habitantes y para el Ámbito XB (Renny Ottolina y Juan XXIII), 981 habitantes. Pero hay que señalar las relaciones existentes entre estos ámbitos y el Nº I y entre el XB y el Nº XI. El Ámbito XVI comprende las terrazas A y B y a él se anexa el barrio Guaicaipuro, al norte de la UD2. Tiene una población de 5077 habitantes en una superficie de 107.98 hectáreas, lo que nos da una densidad de 47.01 habitantes por hectárea, considerada como baja de acuerdo con los parámetros oficiales establecidos. Lo interesante es seguir la evolución de estas densidades para ver cómo se quiebran entrando el siglo XXI. Ya para ese momento (1985) hay ámbitos con altas densidades como el Nº XII, que comprende los barrios: Santa Fe, Los Picapiedras, La Majada, Las Nieves, 19 de Marzo y Colinas de Palo Grande; con una población de 21.052 habitantes; una superficie de 90.73 hectáreas, para una densidad considerada alta para ese entonces: 232.02 habitantes por hectáreas. El Ámbito XIII comprende los barrios La Charanga, El Ciprés, con una población de 7.085 habitantes. Abarca los ámbitos territoriales de 3 organizaciones vecinales: barrio El Ciprés, Zona I, barrio El Ciprés, Zona II, y barrio La Charanga, zona Isaías Medina Angarita. Se trata de desarrollos anárquicos en pendiente, de viviendas unifamiliares con deficiencias en cuanto a equipamientos primarios y ubicados en la falda de una montaña de fuertes pendientes. La superficie es de 45,11 hectáreas y una densidad media, para este momento, de 157 habitantes por hectáreas. Finalmente, el Ámbito XIV comprende los barrios San Pablito y 7 de Septiembre, con una población de 4603 habitantes. Su superficie es de 30,84 hectáreas para una densidad media de 149,25 habitantes por hectárea. Por su parte, la OCEI y Fundacomún, en 1992, elaboran su Inventario Nacional de Barrios, que coincide con la lectura que hemos hecho del mapa de los principales dominios de la estructura espacial de Caricuao. En efecto, tal vez la zona más extensa es la que ellos agrupan bajo la denominación de
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Las Adjuntas. Es una amplia zona que limita en uno de sus flancos con una gran área verde perteneciente a la Fila Zamural en el norte. Por el sur limita con la Fila del Onoto y el sector denominado Puerta Verde. Al este con la urbanización Ruiz Pineda y una zona montañosa perteneciente a la Fila El Onoto. Al oeste limita con la carretera vieja a Los Teques. En esta amplia zona el inventario registra los siguientes barrios: Los Picapiedras, La Majada, La Libertad, La Gran Parada, Las Nieves, 19 de Marzo, Colinas de Palo Grande, Pedro Camejo, La Montañita, vía El Junkito, La Charanga y El Ciprés. Otro sector donde se encuentra el barrio El Onoto, está localizado al sur de la UD2 y al este de Las Terrazas de Caricuao. Allí también se encuentra el barrio Guaicaipuro, anteriormente llamado Guayaquilito. Al norte de la UD7 y UD8 se ubican los barrios San Pablito y 7 de Septiembre. La conformación de los barrios se remonta a la década de 1940, pero su superficie se incrementa mucho más hacia las décadas de 1970, 1980, y 1990. La cifra que se maneja en 1994 es de 224.5 hectáreas en franco ascenso. Esto llevó a Maneiro y a Niño (UCV/97) a concluir que, de mantenerse la actual tendencia «...al término de una década, si se mantiene fija la tasa de crecimiento de los barrios, se reduce el área verde de Caricuao 90 (ha) por década...». Para el año 2005, Maneiro y Niño calcularon del 15.29%, es decir, unas 404 hectáreas, siempre y cuando se dieran las condiciones del Inventario de Barrios Nº 3. Si el lector dirige atentamente su mirada al mapa que representa los Principales Dominios de la Estructura Espacial de Caricuao hacia el año de 1995, se encontrará con unas manchas en todo el mapa que están signadas con la letra B: son los barrios, agrupados según las zonas de más alta densidad. Al imaginarnos el graben de Caricuao, rodeado de montañas, solamente debemos fijar nuestra vista hacia el piedemonte de las vertientes montañosas y aparecerán, como por arte de magia, los dominios de los barrios, entre los que distinguimos, muy claramente, en sentido oeste-este los siguientes: A. Al oeste, pasando la autopista hacia Caricuao, puede observarse un cinturón en donde se ubica San Pablito, La Flecha y 7 de Septiembre.
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Principales dominios de la estructura espacial Caricuao 1995 Venezuela de la centralización - descentralización
LÉXICO: Principales Dominios de la Estructura Espacial. B: Barrios. U: Urbanizaciones. V: Vialidad. P: Parques. : Áreas de expansión poblacional.
Interpretación realizada a partir del Ortofotomapa El Valle, Nº 6847-II-NO, a escala 1:25.000, año 1995. Fuente: Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales, Servicio Autónomo de Geografía y Cartografía Nacional.
Contracción del espacio agrícola con la construcción en el fondo del valle de las urbanizaciones denominadas UD y UP. La expansión de la población se dio hacia el piedemonte de las vertientes montañosas, en forma de barrios.
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B. Al sur de este cinturón hay un complejo de barrios, que, bordeando al liceo Gran Mariscal de Ayacucho, se dirige al sur, hasta dar con los talleres del Metro. Ubicados en la margen derecha de la carretera: Los Picapiedras, La Majada, La Gran Parada, el 19 de Marzo, La Libertad, Telares y Colinas de Palo Grande. C. Más al sur todavía, entre Las Adjuntas y Macarao, este nodo penetra en los linderos de Macarao y allí aparecen limitados el barrio El Ciprés, Charanga, Las Adjuntas, Santa Cruz, hasta llegar, ya en pleno Macarao, con Aguachina y Puerta Verde. Pero el mapa no distingue linderos administrativos y este nodo del sur aparece compacto y sin solución de continuidad. D. Al sur de la UV9, y en terrenos del PRM Universal de la Paz, están los barrios La Montañita y Pedro Camejo. E. Al sur franco, y colindando con la UD4, hay un nodo que tiene la particularidad de triangular los barrios El Onoto, El Manguito y García Carballo. F. Y finalmente, al norte de la parroquia, limitando con Las Terrazas y al este de ellas, nos encontramos con los barrios multinacionales Ecuador y La Candela. Las compañías que construyeron las unidades de desarrollo entre 1969 y 1970, específicamente las UD6 y UD4, emplearon fuerzas de trabajo ecuatoriana y colombiana. Llegadas para asumir las tareas obreras de la construcción, necesitaban un espacio para establecerse y lo encontraron detrás de la UD3 y frente a la UD2. Así surgieron, por ejemplo, los barrios «Guayaquilito», «Ecuador», y, más tarde «Guaicaipuro». Por su lado, los venezolanos se incrustaban en uno u otro y fundaban sus propios barrios, pues, al fin y al cabo, constituyen la mayoría de los grupos excluidos del modelo urbanizador caricuense. En todo caso, la dinámica poblacional y las relaciones sociales interclases que se establecieron en estas redes de barrios terminaron operando como una especie de inconsciente colectivo, en donde lo que imperó, finalmente, fue la necesidad y la lucha por la vida, conducentes ambas a una trinchera común. El ejemplo de largas jornadas de lucha por el establecimiento de los servicios básicos, nos puede servir de referente para explicar las relaciones sociales en el barrio.
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Naturaleza y distribución de la población. El lugar de los barrios El III Inventario Nacional de Barrios, elaborado por la OCEI y Fundacomún, en 1992, define a los barrios como asentamientos residenciales de desarrollo progresivo «...construidos a partir de invasiones a terrenos que no pertenecen a sus residentes, y sin un plan, o más específicamente, sin un proyecto que cubra los requerimientos que debe contemplar cualquier urbanización producida regularmente en la misma ciudad y época». (1992/63). Se ha calculado que el 51% de la población venezolana habita en barrios. En Caracas, el volumen desciende al 40% debido a la construcción, a lo largo del tiempo, de urbanizaciones populares; sin embargo, en Maracaibo el 75% de la población habita en barrios. En Caricuao se calcula en un 30% la población que ocupa estos espacios, denominados, eufemísticamente, «urbanismos no controlados». Josefina Baldó («Los barrios son urbanizables». El Nacional. Caracas, 29 de abril de 2007/p. 6), explica que se trata de «...asentamientos producto de una ocupación carente de planificación, básicamente por invasiones, y muy precarias en infraestructura y servicios...». Lo paradójico, continua comentando Baldó, es que «...esta ha sido la forma de producción de vivienda más importante en número que se ha registrado en el país: en 76 años, el sector informal ha construido 2.500.000 viviendas, frente al millón erigido en conjunto por los sectores público y privado...». (Idem) Josefina Baldó es una de las autoras del Programa de Habilitación Física de las Zonas de Barrios, cuya meta es mejorar, integralmente, estas zonas, en donde habita la mayor parte de la población venezolana, hasta alcanzar condiciones similares a los de cualquier urbanización popular. Para ello se les debe dotar de obras de infraestructura: cloacas, acueducto, drenaje, vialidad y, en general, un diseño de ciudad que las incorpore a ésta. Es posible realizar las obras principales de prevención de riesgos, de vías principales, de grandes drenajes, de acueductos de aducción, de colectores matrices de aguas servidas, de subestaciones eléctricas y de equipamientos comunales, que corresponden a las distintas zonas de barrios de nuestras ciudades. Entre los años 1999 y 2000, el Inavi logró montar este programa en 247 zonas de barrios, abarcando una población de más de un millón de personas en todo el país. Se pueden hacer proyectos para esa zona a una
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escala adecuada que pueda equivaler a una urbanización, en alrededor de 20, o, 30 hectáreas y unas 3000 viviendas, recomienda el programa. Más adelante volveremos sobre esta problemática cuando analicemos las posibilidades de la transformación de Caricuao en ciudad socialista. Por ahora vamos a concentrarnos en la historia de los barrios de Caricuao, y sus relaciones con el desarrollo urbano y el boom petrolero. Estamos en presencia de un proceso, en paralelo, en donde coexisten dos realidades: las zonas residenciales no controladas, que ocupan el 9% del área total de la parroquia y los desarrollos verticales, con un 18% del espacio ocupado. Queda, todavía, alrededor de un 28% sin uso específico, que equivale a casi 700 hectáreas. El resto, o sea, un 44% está ocupado por los 4 PRM; ya señalados. Paralelismo entre las unidades de desarrollo y la emergencia de barrios. El tejido de barrios de Caracas El tejido de barrios de Caracas corre paralelo con el crecimiento urbanístico. Ambos son parte de un mismo proceso que se viene desarrollanado desde 1925: el tiempo del «boom petrolero». En Caricuao, encontramos los primeros barrios establecidos, en 1947 como fue el caso de San Pablito; y en 1949 asistimos a la fundación del barrio Las Nieves. Todavía estamos viviendo el tiempo de las haciendas y del ferrocarril. La Majada y El Onoto cobran vida en 1951, y El Ciprés, ubicado en los linderos de Caricuao con Macarao, comienza a ser levantado, durante la dictadura de Pérez Jiménez, en 1957. Cuando comienzan las construcciones de desarrollo vertical, entre 1961 y 1974, es decir, durante los gobiernos de Betancourt, Leoni y Caldera, el orden cronológico de estas construcciones fue el siguiente: UV9, UD2, UD7, UD8, UD4, UD5, UD3. Pero, en paralelo, también los cinturones de barrios van haciendo su aparición obedeciendo a múltiples razones: obreros que trabajan en las unidades de desarrollo y carecen de viviendas; nuevos damnificados; migraciones internas o gente venida del interior; aumento de la población de los barrios iniciales o fundacionales. Por eso no es casual encontrarnos con la emergencia de barrios como Telares (1961), Los Picapiedras (1965), 19 de Marzo (1968), La Libertad (1969), Pedro Camejo (1969), Santa Fe (1970), La Montañita (1971), 5 de Julio (1971), y Colinas de Palo Grande (1972).
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Acerquémonos a la historia de algunos de estos barrios emblemáticos a través de sus CB o Cartas del Barrio. Son muestras representativas del universo nodal que el lector ha contemplado en el Mapa de los Principales Dominios de la Estructura Espacial de Caricuao (1995). La historia de Caricuao a través de las cartas del barrio «...Cuando ellos llegaron al sector buscaron la parte más alta para la cría y la agricultura...» CB. San Pablito. El Topo Zamural.
Contamos con CB de los alrededores de La Majada: La Libertad, La Gran Parada, Los Picapiedras y Colinas de Palo Grande. Más al norte tenemos la CB de San Pablito (Topo Zamural); al sur del Parque Universal de la Paz, tenemos al barrio Juan XXIII; al norte, atravesando la carretera vieja a Los Teques se encuentra el barrio Santa Fe. Hay una «carta del pasado» registrada a nombre de la UP3, urbanización García Carballo, sectores 1, 2, 3, 4, y 5. También contamos con CB de otros barrios como El Onoto, ubicado al sur de la García Caballo y de la UD4; una CB del barrio El Cují, que relata la historia de la granja Los Isleños. Finalmente contamos con la CB, más al sur, en los linderos del Topo Cambural, del barrio «Pipe de Caricuao» (La Elvira). El CTU Alí Primera es el autor de la CB del barrio El Onoto, ubicado al este de la UP3-UP4 y al sur de la UD4. En conjunto, este tesoro de noticias, como podríamos calificar a estas CB, constituyen, por un lado, una novedad en el arte de narrar y en el arte de informar; pero, por el otro, es una nueva fuente para ser reivindicada por la investigación histórica y es un testimonio directo, de primera mano, contado por sus protagonistas. Todos ellos, sin excepción, están ligados a la tierra que los vio llegar, al cerro que los acogió, al terruño en el que martillaron peñascos hasta poder fijar en él una base para sus ranchos, o una pica para transitar por ella. Y de allí en adelante, hasta hoy, a luchar por esa tierra que han venido pisando, unos desde 1947 (Juan XXIII), 1949 (Las Nieves), 1951 (El Cují, El Onoto, La Majada), 1970 (Santa Fe).
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Precisamente la constitución de los Comités de Tierras Urbanas (CTU) apunta en esa dirección: hacia la búsqueda de la legalización de la tierra que pisan, o pisatarios. Estas historias breves nos recuerdan la Relación del gobernador Pimentel, allá por 1578, recién fundada Caracas. Es una película por donde transitan recuerdos agrarios sumados a los de la propia naturaleza, costumbres, relaciones familiares, sucesos. Todo ello dentro de un contexto histórico signado por la transición de la Venezuela rural-agraria a la Venezuela capitalista, la de las industrias que se instalaron en la zona junto con el asfalto, dándole muerte al ferrocarril que pasaba por la calle La Línea y tenía su estación en La Gran Parada. Un barrio como Telares, epónimo de la fábrica que allí se instaló hacia 1961, Telares Palo Grande, podría dar lugar a una monografía por sí sola, que descubriría esa transición del tren al automóvil, y de allí al Metro. Hicimos abstracción de La Majada, por haberla tratado aparte junto a sus protagonistas, y nos detuvimos, por un momento, ante sus vecinos «Picapiedras». Ellos se remontan hacia los años 30, cuando estos terrenos eran siembras de caña fundamentalmente, junto a los árboles frutales, como el mango, y otras especies grandes como el jabillo. La CB Los Picapiedras señala, sin embargo, que entre los años 1935 y 1937 llegaron a la zona Natividad Villegas, Roberto Gamboa y las familias Ponce, Colmenárez y Ramírez. Más hacia abajo se establecieron los Rangel, los Merchán y Miguel Pérez, entre otros. «El nombre Picapiedra se debe a que los habitantes, al ir socavando el terreno para construir sus viviendas, se encontraron con grandes piedras; fue muy duro y problemático sacar estas piedras, pues en esa época no habían herramientas especializadas para cortar o picar estas piedras; se utilizaban mandarrias y martillos...» (CB. Los Picapiedras. 7 de julio de 2006). La carta concluye afirmando que este barrio tiene, al menos, 70 años de fundado, desde que llegó el primer habitante «...Y hoy en día aproximadamente 160 familias, hallándose descendientes de los fundadores.». (Idem). Nos fuimos más al sur, pasando La Majada y el liceo Gran Mariscal de Ayacucho. Allí nos topamos con el barrio «La Gran Parada». Según la Carta (CB) fechada en julio de 2003, el barrio fue fundado en 1958 y aún existía el ferrocarril «...que partía de El Encanto, en Los Teques, hasta Caño Amarillo... Tenía estación en La Gran Parada, una casa grande de largos
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pasillos, lo que actualmente es la parada, existía un botiquín... la bodega quedaba en La Majada». Así se inicia la Carta del Barrio La Gran Parada, abundante en detalles significativos, desde un paisaje vegetal cubierto de gamelotes, hasta el señalamiento de la zona militar y la existencia de un módulo de la Guardia Nacional. Por esta última razón, era muy difícil la construcción de viviendas en toda esta área «...por eso están las primeras casas tan separadas y la mayoría trabajaba en el ferrocarril que tenía parada donde hoy es el estacionamiento.» Se describen casas de tablas, pozos de agua, manantiales, al mismo tiempo que se señalan los nombres de vecinos y familias que comienzan a llegar a partir de 1959: los Pacheco, los Landaeta, los Rojas, los Rodríguez; y nombres significativos como Vestalia la Torre, Dora Uzcategui, Rómula Clemente, Petra Ruiz, Juan Ríos, Leonardo Rojas, Ramón Liranza, y el barbero Juan Leal. No disfrutaban de ningún servicio público y las casas se comunicaban por caminos de tierra. Más tarde lograron organizarse y constituyeron una asociación de vecinos que logró la instalación de tres pilas de aguas blancas separadas por una distancia de 50 metros cada una; además, se logró el alumbrado y la instalación de las cloacas. Justo Briceño logró conseguir un tractor para abrirse paso entre la comunidad y construyeron, de esa manera, la primera carretera principal del barrio. Mariano Aldana montó la primera bodega en la casa del señor Mendoza. Allí trabajaron varias personas hasta que fue trasladada a la casa de Jesús Rivas, antiguo trabajador de esta bodega. Los Landaeta lograron introducir el primer carro en el sector, hecho significativo que concuerda con la muerte del ferrocarril a manos del capitalismo automotriz. En una entrevista que concedió Leonidas Rojas, está resumida la pequeña historia de La Gran Parada, contada por un protagonista que recuerda el 15 de marzo de 1959, cuando fue invitado por la familia Uzcátegui Pérez a ocupar un pequeño lote de terreno en el sector. A partir de ese momento fue llegando más gente. Él recuerda a Vestalia la Torre y a Roberto Cañizales. Leonidas Ruiz rememora las luchas de los vecinos por el mejoramiento de sus condiciones de vida: cloacas, aguas blancas (las famosas pilas de agua); alumbrado; y el tractor que logró comunicar al barrio con la vía principal. Este hecho fue muy significativo, pues permitió
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que esta carretera se alternara con la vía que va a Las Adjuntas, cuando esta se ve interrumpida. El poblamiento continuó y la comunidad organizada logró otros servicios en el plano educativo, como la escuela Manuel Cabré, y en el deportivo, como la cancha y el polideportivo La Gran Parada. En el sector salud se logró la instalación de un ambulatorio. Finalmente, la carretera principal fue objeto de mantenimiento por parte de la superestructura gubernamental, para que sirviera de vía alterna a Las Adjuntas. La Carta del Barrio La Gran Parada culmina con un conjunto de propuestas, o proyectos en áreas álgidas como seguridad, salud, educación, remodelación de la escuela Manuel Cabré y la creación de una sede para el Comité de Tierras Urbanas del barrio. (CTU) La comunidad, imbuida del espíritu bolivariano, solicita que la escuela Manuel Cabré sea transformada en una Escuela Bolivariana. Consideramos que este es su más caro anhelo y una buena vía para la creación de espacios distintos, de espacios para el hombre nuevo, de espacios para el ser integral, de espacios, en fin, para la vida por la que apuestan estas comunidades. El barrio La Libertad está ubicado al lado del liceo Gran Mariscal de Ayacucho y colinda con los barrios 19 de Marzo y La Gran Parada. En 1993, la Asociación de Vecinos de entonces, hace una declaración en La Columna de Caricuao (mayo de 1993/ 7) en donde resumen parte de la historia del barrio. Según narra Jacinta de Paz, presidenta de la asociación para ese momento, cuando ella llegó al sector, en 1962, todo esto «...era una zona montañosa habitada por 6 personas. No había luz, ni calles...» (Idem). En 1993, un comité de jóvenes que colaboraba con la asociación, realizó un censo que pasó de 7000 habitantes. Además, estas encuestas permitieron detectar a un número significativo de personas en estado de analfabetismo y decidieron crear una escuela de alfabetización en la sede comunal y ellos mismos se ocuparon de estas tareas, aunque trabajaban y estudiaban. Las clases las recibían personas entre los 11 y los 50 años. Los problemas reseñados en este reporte de 1993 son los de la mayoría de los barrios: inseguridad, agua, servicios; y a estos problemas generales se agrega el de la contaminación del agua que viene de la represa Macarao, debido a la descomposición de animales muertos en su cauce. Solicitan, además., la instalación de un módulo policial y la prohibición de construir en zonas peligrosas, como ocurre a la entrada del barrio, en donde se han intentado construir casas encima del tubo matriz. Todas las casas
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de esa cuadra, a la entrada del barrio, se han construido sobre esa tubería de 30 pulgadas de ancho. La Carta del Barrio La Libertad nos sorprendió por su prólogo, el cual llama poderosamente la atención debido a sus alcances y contenidos teóricos, comenzando por la propia definición del barrio, concebido como «...una parte de los pueblos de las provincias perseguidos por las injusticias sociales (Ellos) vienen en busca de mejores condiciones de vida, en su mayoría agricultores y campesinos...». Son ignorados, continua la CB, y no reciben ningún tipo «... de ayuda social del Estado para cubrir sus necesidades perentorias...». Esto ocurre porque «...no existe la justa distribución de las tierras...». Esta parte se cierra con «...la irracionalidad en la administración de la Hacienda Pública...». Esta irracionalidad en la distribución de la riqueza, denunciada en el prólogo de la CB La Libertad, se manifiesta en el uso del recurso fundamental del país, el petróleo, muy alejado del desarrollo social y de la búsqueda de la independencia económica. De los cuatro puntos cardinales del país, continua la CB, «...salen personas en busca de una vivienda, de trabajo, con la esperanza de conseguir un destino mejor...». Se ubicarán en zonas cercanas a esta metrópoli caraqueña, pero «...sin los servicios esenciales ni una calidad de vida decente». (CB La Libertad, zona 1 y 2 Ruiz Pineda). En 1958 esta área geográfica estaba ocupada por 4 familias campesinas dedicadas a la agricultura: maíz, caraota, yuca, mango. Aún no se ha producido el boom demográfico en el área, tal vez atenuado por la presencia del Destacamento 56 de la G.N. Una vez trasladado este destacamento, y habiéndose fundado allí el liceo militar Gran Mariscal de Ayacucho, entre 1960 y 1961, la gente comenzó a construir ranchos en sus alrededores, con toda clase de materiales: cartón, zinc, madera, y a abrir trochas que sirvieran de vías vecinales. La gente en busca de trabajo, aprovechando la apertura de la fábrica Telares de Palo Grande, fue atraída hacia esta zona, dando origen a barrios aledaños como Telares y Colinas de Palo Grande. El incremento poblacional impactó sobre el ambiente y su geografía. Según la misma CB: «...se fue acabando con todo tipo de naturaleza existente en la zona, ya que este sector era una montaña». La comunidad de La Libertad comienza a organizarse a partir de las asociaciones de vecinos y convocan cabildos abiertos para plantear sus necesidades ante los entes gobernantes «...para solicitar materiales para
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construir veredas, calles, escaleras, embaulamientos de quebradas... tuberías de aguas blancas y negras...». Todo este proceso ocurre entre los gobiernos de Raúl Leoni (1964-1968) y de Rafael Caldera (1969-1973). Un evento curioso, y al mismo tiempo muy significativo, es la lucha de la comunidad para lograr una escuela en vista de la gran población infantil existente. Había un terreno aledaño al liceo militar, que servía de sembradío de cambur y berro, perteneciente a Rosa Clavijo, fundadora del barrio. Lograron que la escuela se creara en el año de 1972, aprovechando la implantación en el país de las escuelas unitarias. El hecho curioso es que esta escuela unitaria fuera calificada de marginal, dándosele el nombre de Escuela Marginal La Gran Parada. Más tarde se le llamaría Escuela Básica Nacional Manuel Cabré «...en honor al paisajista venezolano pintor del Ávila.» Tres años más tarde, en 1975 se construye la cancha deportiva, utilizada hoy por la escuela para la practica de la educación física porque carecen de instalaciones propias. El Centro Simón Bolívar había construido un depósito de materiales para utilizarlos en embaulamientos de quebradas, y la comunidad organizada logró que fuese cedido para servir de sede comunal. «...aunque su capacidad es poca, hacemos que sea lo más funcional posible...». Es decir, que funcione como casa cultural, deportiva, para operativos médico asistenciales y para las reuniones, asambleas o cabildos abiertos de la comunidad. Como una constante, la propuesta comunal de La Libertad apunta hacia la recuperación de espacios para la comunidad, la creación de una casa de la cultura y de instituciones educativas, además de las concebidas para las necesidades inherentes a los servicios básicos, incluyendo el agua. La CB La Libertad se pregunta ¿Cómo queremos vivir? Y la respuesta se orienta hacia un desarrollo integral que vale la pena citar: «...Cambiar el estatus de barrio por urbanizaciones populares; un desarrollo más integral acorde con las nuevas necesidades, con el ritmo de la dinámica social». Una CB vecina de La Libertad, es la de Colinas de Palo Grande, en alusión a la fábrica que se instaló entre 1960 y 1961, con el mismo nombre. El barrio se comienza a desarrollar a partir de 1970, a pesar del acceso de la Policía Metropolitana «...quién, día tras día, tumbaba los ranchos que eran construidos durante las noches». (CB Colinas de Palo Grande, abril de 2003).
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La primera parte que se constituyó es la que va desde la estación de rebombeo hasta el Zanjón y sus adyacencias. Luego se fue extendiendo desde el Zanjón «...hasta donde vive la familia Salcedo…». «...Y desde la familia Salcedo hasta donde vive la señora Lilia Martínez; a comienzos de 1973. El primer rancho que se construyó fue el de Juan Ramón Fernández y su madre Indira Mendoza. Luego fue cedido por ellos para que funcionara allí la iglesia evangélica en 1974 «...una voz que clama en el desierto...». Los primeros «jeepceros», o «yiceros», del barrio fueron: Claudio Ramos, Antonio Ramos y Luis Gerbasy, quienes cobraban Bs. 0,50 por el pasaje. Juan Ramón Fernández, asume la presidencia de la Junta de Vecinos en 1986, cuando Figueredo se mudó para la UD1. En 1998 Aura Ramírez vuelve a presidir la junta y en 1996 es electo Enzo Valderrama. Colinas de Palo Grande ha logrado el mejoramiento de los servicios como el aseo urbano, el servicio telefónico domiciliario, el empotramiento de las aguas negras y las tuberías de aguas blancas, aunque no de manera permanente. A pesar de la lucha que han librado para la construcción de una escuela básica, ello no ha sido posible, hasta ahora, aunque siguen luchando por conseguir su objetivo. La CB Colinas de Palo Grande culmina con un listado de sus fundadores, algunos ya fallecidos y otros conocidos por sobrenombres, o apodos como «Cacho ‘e Vaca» y las familias Ramos, Serradas, Medina, Arcia, Moreno. La CB Barrio de Pipe de Caricuao data del año 2003 y su estructura se compone de tres tiempos: un pasado, un presente y un futuro. Es un barrio que cubre terrenos del PRM Universal de la Paz, se desplaza hacia los linderos del sur de Caricuao y penetra en Mamera. En el año de 1955 llegó el primer habitante a estas tierras, un hombre llamado Prisco Porciello, dedicado a labores agrícolas especialmente al cultivo de hortalizas, aprovechando la riqueza de estas tierras y la existencia de agua abundante proporcionada por quebradas y manantiales. Había, además, poco acceso a través de carreteras y, por supuesto, no se contaba con otros servicios básicos para desarrollo urbano alguno. Era un campo en toda la extensión de la palabra, rodeado de haciendas hasta la vecina Macarao, al sur, y Caricuao, más al norte en lo que hoy es el Parque Universal de la Paz. Posteriormente arribó Felipe Von Kannel y a finales de los años sesenta, Edecio Pernía y Rosario Duque. Para mediados de 1974 llega un
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grupo encabezado por Gilberto Duque, Román González, y las familias Vielma Morales, Berbesí y Vegas. Ellos se dedicaron a represar las aguas para el consumo humano, a construir pozos sépticos y a hacer tomas ilegales de luz; abrieron caminos, construyeron escaleras y edificaron sus casas. Así nacía el barrio Pipe de Caricuao, a expensas de los parques de Caricuao, Universal de la Paz y Macarao. Por esa razón se les calificó, alguna vez, de área rural, además de ejercer tales actividades. La CB Barrio Pipe de Caricuao está fechada en noviembre de 2003 y en ella aparece un rosario de necesidades, tal vez debido al carácter rural que le fue otorgado, a las primeras actividades agrícolas de la zona y a lo intrincado de la vía, pues ocupa un área otrora indígena. Este barrio está atravesado por caminos indígenas que valdría la pena rescatar para, de esa manera, reproducir el mapa toromaima de Caricuao, que sirva de testigo, de enseñanza y se desarrollen, en esta zona, actividades de tipo exploratorio para uso y consumo de la población venezolana. Es una puerta de entrada a ese tiempo que en otro trabajo hemos llamado el tiempo recurrente indígena, para significar que otra vez nos tropezamos con un pasado que revive a cada instante para contarnos su verdadera historia. Caminos y petroglifos toromaimas vuelven a revivir la historia para decirnos presente: ¡presente!, para seguir resistiendo y para reclamar estas tierras comunales que deben seguir siendo de uso colectivo sin afectar al ambiente, tal y como lo practicaron nuestros ancestros. Como afirma la misma CB de Pipe, se deberá volver al cultivo de hortalizas, flores; a la artesanía «...así como paseos a caballo y excursiones a cuevas y sitios históricos que nuestras tribus indígenas dejaron rastro de su existencia hace más de 400 años según escrituras de petroglifos del sector». Es una propuesta fuera de serie, una particularidad en el tema de los barrios, pero perfectamente congruente con los anhelos de la comunidad caricuense de ser ecológica y, por qué no decirlo, cada vez más social y socializada. Precisamente, otra Carta del Barrio está dedicada a una de esas comunidades agrícolas que se desarrollaron en Caricuao y que hoy presenta rasgos más urbanos. Se trata de la CB de la Granja Los Isleños en el sector El Cují, establecidos en la misma época en que Prisco Porciello se dedicaba a cosechar hortalizas en Pipe, antes del barrio. Hacia 1951, Anastasio V. González y Consolación Díaz Batista se dedicaron a la cría de animales y a tal fin montaron una serie de instalaciones, las cuales incluían, además de la casa, galpones para pollos, gallineros
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cercados y terrenos sin cerca «... con derecho a agua y con derecho a instalaciones de luz eléctrica...» (CB. El Cují. Granja Los Isleños). A este criadero de animales lo llamaron Granja Avícola Marrero, vendida a fines de 1958 a familias españolas venidas de las Islas Canarias. Aquí comienza la historia de la Granja Los Isleños. Edificaron sus viviendas30, tres casas para tres familias «...que formaban un total de 14 personas, 7 niños y 7 adultos...». Construyeron dos tanques para recoger el agua que venía de una acequia; hoy apenas quedan sus estructuras. Levantaron grandes corrales y galpones para la cría de ganado porcino y avícola. Los pollos eran beneficiados aquí para luego ser llevados a Quinta Crespo, en donde habían instalado un negocio de venta de pollos en brasa, de manera que se abastecían directamente y la granja servía para el consumo de parte de la población del sur de Caracas. La granja desaparece bajo el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), tal vez debido a la ordenanza que prohibía las cochineras aledañas y cerca de la ciudad. Los isleños vendieron sus posesiones y regresaron a las Islas Canarias. Hoy existen 25 casas en el sector y un número de habitantes, entre niños y adultos, de alrededor de 250. En este sector apenas hay dos negocios dedicados a la venta de materiales de construcción sin nada más. Por eso la gente reclama el empotramiento de las aguas negras que corren libremente por la carretera vieja a Los Teques; así como la instalación de aguas blancas, sobre todo para la parte alta del sector. Igualmente reclaman cinco postes de luz para colocarlos a lo largo de la carretera. Los demás reclamos son similares a los de otras cartas de barrio (CB) que hemos estado comentando: módulos de servicios, módulos policiales, canchas, escuelas y parques recreacionales. Hay un lote de terreno, perteneciente al Metro, totalmente baldío que podría utilizarse para uno de estos fines que consigna la Granja Los Isleños de El Cují, desde mayo del año 2003. Hacia el noreste, atravesando la carretera vieja a Los Teques, nos topamos con dos barrios muy significativos: Santa Fe y San Pablito, este último en los linderos oficiales de la parroquia por la parte del oeste, es decir, va bordeando El Topo Zamural.
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Casas frisadas, con pisos de cemento y techos de asbesto.
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La CB Santa Fe está fechada en septiembre de 2002 y es, en sí misma, una autentica microhistoria que comienza en 1970, cuando se establecieron las primeras familias en este sector, llamado Santa Fe como una plegaria a Dios para que nunca permitiera su desalojo, la gran Espada de Damocles del hombre del barrio. José González Perdomo y su familia fueron los primeros pobladores, seguidos de Andrés Escorcia y familia; luego Antonio Briceño y Luisa Betancourt, vecina y narradora de historias. «A comienzos del año 1971 se empiezan a invadir los terrenos...y a finales de este año se observa un poblado desde Colchones Lara hasta la Compañía Orange Crush.» (CB. Santa Fe 2002/ p. 2). En 1972 se organiza la Junta de Vecinos integrada, según relata Luisa Betancourt, por Luis Fuentes, su presidente, en compañía de Pablo Casanova, Gloria Patiño, José Valois y Juan de Pablos. Ellos lograron que se construyera el acueducto y el empotramiento de las aguas negras; las aceras, el alumbrado público y el establecimiento de un nomenclador para las casas. En 1972 se erigió un monumento a La Cruz, según relata Josefina Colmenares. Se ubicó al lado del kiosco que servía de bodega al barrio. La Cruz fue colocada por el devoto y fundador José González Perdomo el 3 de mayo, cuando se celebra el día de la Santa Cruz, y fue mudada de sitio y colocada en un pequeño terreno que quedaba frente a la bodega y su estructura de madera fue también cambiada por una de hierro, gracias al aporte de González Perdomo y de Pedro Farías, dueño de la bodega. Todos los años, antes y después del fallecimiento de González Perdomo, durante el mes de mayo, La Cruz es adornada con flores y su veneración se realiza, en realidad, durante todo el año. A ello se agregan los velorios del mes de mayo y las misas, incluyendo las decembrinas o misas de aguinaldo. En 1974 la CB de Santa Fe registra la construcción, gracias a la Junta de Vecinos, de las aceras de la parte nueva del barrio; la pavimentación de callejones y la continuación de la construcción de ductos de aguas blancas y negras. Pero la falta de mantenimiento, a partir de esa fecha, comenzó a deteriorar las obras construidas, además de no contar con ninguna junta de vecinos entre 1974 y 1980, tiempos de mucha incertidumbre para el barrio, incluyendo las amenazas de desalojo. Esta situación se vio agravada por la famosa inundación del río Guaire 1977, cuyas aguas corrían por la carretera vieja a Los Teques. Santa Fe quedó transformada en una isla; y esto aumentó la incertidumbre y las amenazas de
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desalojo del sector. Para empeorar aún más las cosas, la tubería de aguas blancas, que atravesaba al barrio de este a oeste, también se fracturó en varios lugares. Pero gracias a la gestión de uno de sus líderes, el devoto de La Santa Cruz, José González Perdomo, se logró que la Gobernación de aquel entonces desviara el tubo matriz de aguas blancas hacia la carretera Caracas-Los Teques. A finales de la década del 70 se produce el incendio de varias casas del barrio y los vecinos tuvieron que reconstruirlas desde sus propias cenizas, sin la ayuda de un organismo superestructural alguno. Nuevamente el barrio se autoorganiza y vuelve a la vida como el Ave Fénix, hasta que en los años ochenta la canalización del Guaire tranquilizó un poco a la gente. Producto de este embaulamiento, se originó un nuevo espacio en el sector que fue cubierto por nuevas construcciones. A este nuevo lote de viviendas se le puso el nombre de calle El Guairito, conocida hoy como segunda calle del sector. Una nueva Junta de Vecinos, presidida por Maritza Báez, impidió que una empresa privada colocara una tubería de gas a través del barrio, para ir a surtir a una urbanización del estado Miranda. La Junta logró que se desviara la tubería hacia la carretera Caracas-Los Teques. La construcción del Metro hacia Las Adjuntas disparó, nuevamente, la alarma en el barrio, pues se procedió a hacer un avalúo de las casas, para una futura cancelación de bienhechurías. Se prohibió, incluso, la construcción de nuevas viviendas de bloques y cemento y se les dio instrucciones a la gente para permanecer en sus casas en espera de nuevas órdenes. En la década de los noventa se nombra una nueva Junta de Vecinos, integrada por Maria Morales, Jorge Jaime, Orlando Silva, Henry Aguanda, Humberto Arguza y Luisa Betancourt, entre otros. Gracias a esta nueva junta se avanzó en la construcción de la capilla velatoria, el ambulatorio médico, la pavimentación de la segunda calle junto con su alumbrado y una pared que la resguarda del río Guaire; y finalmente, se repavimentó la calle principal en las etapas, aprovechandose para cambiar la tubería matriz de aguas blancas. La mano de obra fue esencial revelando la eficiencia del trabajo comunal. A finales de 1999 y comienzos del año 2000, Pedro Villamizar se encarga de la nueva junta de vecinos, junto con Ricardo Sánchez, Johny Velásquez, Carlos Hernández y otros. Ellos han logrado construir un muro de contención en la segunda calle y un parque infantil al extremo de ésta.
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Hoy trabaja conjuntamente con el Comité de Tierras, asumiendo la importante tarea de elaborar mapas, registrar casas, y trabajar con las poligonales del barrio para regularizar la tenencia de la tierra, tal y como está previsto en la Oficina Nacional de la Regularización y Tenencia de la Tierra. Mientras tanto, el barrio Santa Fe sigue desarrollando actividades culturales y deportivas que le confieren una identidad propia y le sirve de acicate para seguir luchando por un mundo mejor. Las festividades de La Santa Cruz, los actos culturales, los torneos deportivos en los que se baten sus equipos de béisbol y «Las Dinamitas» del equipo de bolas criollas femenino, hacen que Santa Fe no pierda su dinamismo y la fe con la que fue creado tal y como se asienta al final de esta CB. «...esperamos, con esta pequeña historia, dejar una brecha abierta para alguien que después de nosotros desee complementarla en el futuro con acontecimientos que esperamos sean los de mayor ventura para nuestro sector». El barrio San Pablito Vamos a resumir un excelente reportaje aparecido en La Columna de Caricuao, en octubre de 2004. Allí se señala que hacia 1943 en la zona se establecieron algunos portugueses para dedicarse a la siembra de hortalizas y a la cría de aves. Ellos utilizaban la carretera vieja a Los Teques como vía de comunicación, hasta que el Metro cerró los accesos. Después de establecer los límites del barrio, los cuales discrepan un poco con la CB consultada31 , nos informa que está constituido por seis sectores: Los Pinos, El Cañaote, Los Orientales, Los Cardones, Alcabala y La Acequia. Para ese momento cuenta con unas 1300 casas y unos 4000 habitantes. Según este reportaje, las primeras familias que se establecieron llevaron los apellidos: Linares, Trujillo, Orozco, Carrasco, Laya, Infante, Blanco, Ruiz, y Mijares, entre otras. 31
En el mapa-plano levantado por Luís González Guillén, aparece San Pablito al oeste de la UD 7. Al norte le queda el barrio La Flecha y la ruta Antemano-Mamera; al oeste le queda el lindero Fila El Zamural y al Sur el barrio 7 de Septiembre. El reportaje de La Columna de Caricuao, fechado en octubre de 2004, trae los siguientes límites: «...al norte con El Junquito; al sur con Ruiz Pineda; al este con el barrio 7 de Septiembre; al oeste con El Cují-Mamera-Antímano...» (p. 3).
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El periodista entrevista a Gregoria Bracamonte, presidenta del Comité de Salud, y a Ubaldo Ramos, miembro del Comité de Salud de la Calle Real y coordinador del Comité de Tierras Urbanas (CTU) de la Segunda Escalera. Ramos informó que ya se han llevado a efecto catastros en sectores como La Curva y ahora se encuentran en el «Topo Samurai» (sic)32; luego irían a los otros sectores. En resumen el barrio cuenta con: «...6 comités de tierra, 4 comités de salud, 4 médicos cubanos, 5 entrenadores deportivos. Estos últimos entrenan a los muchachos en distintas actividades deportivas. Hay una cancha a la entrada del barrio, pero no está terminada...». En general, los vecinos están contentos con los beneficios traídos por las misiones, aunque consideran que las autoridades no se esmeran para solucionar la situación de los planteles educativos. En la Calle Real está ubicada la Escuela Comunitaria Nº 45, construida durante el Plan de Emergencia de 1958, encabezado por la Junta de Gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto. Al frente de la escuela está ubicado el kinder, y ambas edificaciones presentan problemas de filtración y de hacinamiento, por lo que requieran de obras de ampliación, según lo confirma un estudio hecho por Mindur hace 10 años, el cual señalaba que se podía construir, además, un liceo en el área de la escuela. Pero esto no ha sido así, hasta el momento, y, por el contrario, los problemas se han agravado, pues no solamente están saturados los centros educativos, sino que los muchachos deben atravesar la avenida principal para dirigirse a otros centros educativos más alejados del barrio. Lo mismo ocurre con otros servicios, que obligan a la gente a desplazarse hacia Ruiz Pineda, con el fin de utilizar las casas comunitarias y otras instalaciones que allí existen. Los dirigentes señalan que estas tareas muy bien pudieran hacerse en el barrio, considerado como una unidad y esto, indudablemente, limita el control y la seguridad del área, pues la gente tiene que desplazarse constantemente hacia otros ámbitos. La Casa de Alimentación funciona en la casa de Elvia Rosa Quintero, beneficiando a niños, mujeres embarazadas y ancianos. Su presencia también ha facilitado la realización del censo en el barrio. Pero a pesar de contar también con una bodega en la casa de Ana Bracamonte, en donde compran los alimentos a precios más bajos, y «...sin necesidad de salir del sector...»,
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cuestión que reiteramos como muy importante, los vecinos opinan que: «... se necesita más unión, más equipo de trabajo para que las cosas funcionen mejor...». Y como una constante en casi todos los barrios que hemos venido estudiando desde La Vega, Ana Edita Romero, otra de sus protagonistas, termina pidiendo ayuda institucional, la que agregaremos como otra de las constantes. «...necesitamos ayuda institucional… Lo de siempre... Aquí hay mucho que hacer...». Hagamos ahora un recorrido por el barrio San Pablito, Topo Zamural, acompañado de la Carta del Barrio registrada en junio del año 2003 en la Oficina Nacional de Regulación de la Tenencia de la Tierra. Si nosotros echamos una ojeada al mapa oficial de Caricuao, y recorremos el lindero occidental, nos encontramos con un topo, o una montaña, llamada Zamural. Al continuar por sus estribaciones se hace un círculo, una curva que va a dar al Metro, a la autopista, y de allí hacia la UD1 y UD7. Pues bien, bajando el Topo Zamural se encuentra este barrio. De acuerdo con las poligonales trazadas por sus propios habitantes, en efecto, el barrio San Pablito tiene su extremo sur en ese topo. Al norte le queda la urbanización Ruiz Pineda; al este el sector Los Pinos y al oeste colinda con el barrio 7 de Septiembre. El Topo Zamural y el barrio San Pablito, pudiera ser el título de una pequeña historia. La de un barrio coronado por montañas y que en la introducción de su CB asume un sentido de pertenencia, de la convivencia como principio; y de la corresponsabilidad y solidaridad ciudadanas. Según la misma Carta del Barrio, su fecha fundacional ocurrió en 1964: «...Cuando ellos llegaron al sector buscaron la parte más alta para la cría y la agricultura...». Era un conjunto de montañas vírgenes en donde un grupo de familias campesinas se estableció allí, en donde...solo existía una casa en el sector, una cancha de bolas criollas y una pulpería del señor Santiago». (CB San Pablito, julio/2003). Ese sentido de pertenencia, de identidad, lo revela la CB cuando asienta que esta comunidad está construida a partir de su historia: «...la de sus fundadores...definiendo su espacio urbano, delimitando su entorno sin aislarse; integrados a la dinámica económico-social, política y cultural. Con visión de futuro posible, en el marco de la voluntad colectiva de vivir en comunidad, en su sector, barrio, urbanización, ciudad y, por
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ende, el municipio, el estado y el país». Las familias fundadoras buscaban continuar con sus hábitos agrícolas y, por esta razón trataron de ubicarse en la parte más alta: «...un grupo de familias que se apersonaron al sector cuando eran montañas vírgenes; ellos pensaban sólo en la agricultura...» y más adelante: «...Cuando ellos llegaron al sector buscaron la parte más alta para la cría y la agricultura, ya que ellos venían de un sector llamado La Hacienda de Caricuao (actualmente zoológico), ya que fueron desalojados». (Idem). Los fundadores fueron Santiago y Maritza, hoy difuntos; y Dionisio Álvarez y su esposa Hortensia González, también desaparecidos. La historia la narran los hijos de los fundadores, entre ellos Roberto Álvarez, además de los vecinos Cecilio González, Lucinda González y Maria Torres. Las primeras casas levantadas en el Topo Zamural fueron 6 y progresivamente se fue poblando el barrio hasta llegar a 54 casas, según el censo realizado el 6 de febrero de 2003. Ellos provenían de áreas cercanas como La Hacienda y de otros sectores de Caracas y del interior del país. Hay una metodología de trabajo en esta CB que sorprende por su alcance, precisión y su sistemática, pues arranca con un recorrido del sector, o examen de campo; pasa por la recopilación de la información; su procesamiento, hasta realizar una entrevista colectiva en donde intercambia información con la comunidad. Todo esto se arma con un plan que funge como esquema de trabajo, en el que destacan los siguientes apartados: - - - -
Primeros líderes. Identidad actual. Indicadores. Propuesta para el futuro. Visión. Niveles: educativo, deportivo y cultural; salud, contraloría, seguridad, obras y servicios; comunicación. - Espacios. - Límites. Definición y elaboración del trazo poligonal. Entre los indicadores aparecen las familias como «...grupos de personas humildes, humanitarias; que colaboran y luchan por un sector mejor presentado. ¿Cómo nos percibimos? Se preguntan: según los valores de «...honestidad, pulcritud y decencia».
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Las familias también fueron censadas de acuerdo con sus niveles educativos y el diagnóstico arrojó la siguiente conclusión: «...Hay familias que carecen de estudios y oficios, sus labores son albañiles, panaderos, etc. También hay pocos profesionales como técnicos y estudiantes universitarios» (Ibid/p. 4). El rubro «Identificación de problemas y necesidades» se presenta como un diagnostico, en donde se enumeran diversos tipos de problemas: desempleo, vivienda, servicios, como aguas blancas, cloacas, electricidad, canchas, y falta de hogares de cuidado diario para las madres trabajadoras. No hay áreas comunes, ni recreacionales «...hay una pequeña cancha de tierra donde juegan los niños y adolescentes...». (Idem) Por supuesto que ante estas limitaciones, las celebraciones aparecen casi ausentes y la CB es bien dramática en este aspecto: «...El barrio y el sector no tiene estas festividades ni tradiciones». (Idem) En conexión con el diagnóstico, y dando muestras de una gran coherencia metodológica, aparecen las propuestas y la visión de futuro. La primera exige «Mejoramientos en todo el barrio y nuestro sector: viviendas, escalinatas, aguas blancas, aguas negras, y un mejor urbanismo...» (Ibid/p. 5). La gente apuesta por una reconstrucción integral que les produzca una sustancial mejora en la calidad de vida. Los rubros que siguen: participación ciudadana, organización social, equipos de trabajo, áreas (educativa, deportiva y cultural, salud, contraloría social, seguridad, ambiente y urbanismo, obras y servicios) presentan elementos comunes a otros barrios que ya han sido señalados. Muchos de ellos ya están sugeridos en la metodología y en la historia del barrio. En resumen, la carencia de áreas verdes, de parques infantiles, de apoyo educativo familiar-social, de participación ciudadana, de orientación socio-educativa, el analfabetismo en niños, adultos, y el abandono a los habitantes de la Tercera Edad, son comunes en este cinturón de barrios y requiere, por consiguiente, de una política integral, sostenida, permanente en el tiempo, pues muchos de los problemas señalados son de tipo estructural, para lo que se requiere el concurso de la superestructura estatal, sin excepciones. Una vez más se demuestra que una microhistoria del barrio San Pablito, en su sector aún más pequeño como lo es el Topo Zamural, no solamente es el espejo de una realidad local-regional-nacional sino que a partir de la conjunción de estas minihistorias aparece la matriz, el todo
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que es más que la suma de las partes y una dinámica estructural que nos salpica y nos obliga a ver el fenómeno más en detalle para que aparezca la totalidad en esa pequeña parte del holograma. El barrio San Pablito es parte de ese holograma mayor y si usted le corta un pedazo aparecerá el sector Topo Zamural. Espejo y reflejo es lo que hemos observado cuando colocamos estas CB en una mesa y las desplegamos en su totalidad: aparece una estructura Cuarta República que continúa siendo el definidor del país. Lejos de estar liquidado, el modelo capitalista-industrial-petrolero, surge a cada rato mientras caminamos por el barrio rumbo a la fábrica; y aún estos son los más bendecidos, pues el grueso de la población, incluyendo a las mujeres como amas de casa, constituyen un «ejército de reserva» del capital que le sirve tanto para la reproducción como para ofrecerle servicios gratis al capital. La Carta del Barrio urbanización popular Juan XXIII; está fechada en abril de 2004 y presenta la particularidad de que fue elaborada en asamblea de ciudadanos, ejerciendo la soberanía en lo político, según el artículo 70 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Llama la atención la estructura formal de esta CB, pues fue presentada a manera de una mini constitución, con tres capítulos y veinticinco artículos. Su estructura formal es como sigue: Capítulo I: Principios y Valores que sustentan la «Carta del Barrio». - Artículo 1: «Los pobladores de la urbanización popular Juan XXIII, en asamblea de ciudadanos y ciudadanas en ejercicio de su soberanía en lo político, según Art. 70 de la Carta Magna, con el fin de consolidar su proceso histórico como comunidad autónoma, democrática, participativa y protagónica, reafirma los valores y principios de libertad, independencia, paz y solidaridad, el fin común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley, según preámbulo...». Y así sigue nombrando al preámbulo de la CRBV, a partir del cual se desarrollará el texto «...constitutivo llamado Carta de Barrio de la urbanización popular Juan XXIII». (CB de abril de 2004/ 1). Quisimos dejarle este texto introductorio al lector, como un ejemplo del uso que puede dársele, en escala local, a la Carta Magna, sujeto inseparable del quehacer diario, colectivo, del barrio como definidor de la sociedad venezolana. Y el texto de este Art. 1º continua ratificando «...los
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principios de respeto a la diversidad cultural, a nuestra historia e identidad, la sabiduría popular, la autonomía comunitaria, la pluralidad política, ideológica racial y religiosa...». Pero el texto no se detiene allí sino que aborda las líneas maestras de todo nuestro ensayo. Veamos: «...El respeto de nuestros pobladores, la equidad, el derecho a la propiedad, el derecho a la elección de nuestro futuro, la integración comunitaria nacional e internacional, la defensa del ambiente, los derechos humanos y el reconocimiento territorial comunitario». (Idem). Quisimos destacar este último texto, pues contiene los ejes que guían todo este ensayo: - El Derecho a la propiedad. - La integración comunitaria: nacional e internacional. - La defensa del ambiente. - El reconocimiento territorial comunitario. Particularmente en el caso de Caricuao, la defensa del ambiente es vital porque este pueblo es un pulmón vegetal conque cuenta Caracas. Pero esa defensa pasa por la elaboración de toda una política que iremos analizando a lo largo del ensayo, pues, al fin y al cabo, apostamos por una comunidad ecológica controlada por sus propios pobladores, que garantice un desarrollo sustentable para las generaciones futuras. Esta es la tesis que hemos ido desglosando en capítulos anteriores, sobre todo cuando hablamos de los 4 grandes parques de Caricuao y sus vicisitudes a lo largo de la historia. No es casual, sin embargo, que entre esas vicisitudes se encuentre la cercanía de la urbanización popular Juan XXIII, con uno de sus parque emblemáticos: El Parque Universal de la Paz. En el Cap. II de la CB, que trata de la «Ubicación Geográfica y Composición Física», se definen, en su artículo 5, las poligonales de esta urbanización popular. Ella consta de 4 terrazas: terraza A parte alta, terraza A parte baja, terraza B; y terraza C; comunicadas por una calle principal que comienza en la avenida Alejandro Carrasquel. Sus límites son los siguientes: - Por el norte con la Av. Alejandro, Carrasquel, que la separa de la UD1.
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- Por el sur, con el Parque Universal de la Paz. - Por el este, con las zonas verdes que la separan del barrio Renny Ottolina. La urbanización Juan XXIII está ubicada en las colinas de Ruiz Pineda, ámbito territorial 17-17, Municipio Bolivariano Libertador, Distrito Metropolitano de la ciudad de Caracas. Todo el resto del articulado, que suman veinticinco, se inspira en el derecho que le asiste a la Asamblea de Ciudadanos para dictar pautas, aconsejar políticas, sugerir medidas y emprender acciones en aras de una mejor calidad de vida de sus pobladores. Sin olvidar que en su Art». 19: «...La Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas es la máxima autoridad de la comunidad de Juan XXIII». El Art. 25 conviene citarlo textualmente: «...Los pobladores de la Urb. Popular Juan XXIII declaran que la Carta del Barrio rige para nuestra comunidad y respetamos lo establecido en la Ordenanza de Convivencia Ciudadana , sanción de infracciones menores, demás ordenanzas, resoluciones, decretos, leyes vigentes y Constitución de la República Bolivariana de Venezuela». Los problemas son comunes a los demás barrios que venimos reseñado, salvo lo concerniente a la inestabilidad de los terrenos, hecho advertido por Forja en 1979, según lo declarado a Vía en ese año por el cronista de la época, don Luis González Guillén. Las construcciones en terrazas comenzaron en 1979 y culminaron al año siguiente. El hundimiento y deslizamiento de las terrazas ocurrió en 1982. El articulado de esta CB tan peculiar, novedosa y proyecto modelo, norma acerca del uso de la calle, del respeto al vecino y su derecho a la tranquilidad, la obediencia a las ordenanzas y demás leyes de la República, los derechos al uso del espacio y al disfrute de servicios. La creación del Fondo de Emergencia Comunitario para el apoyo de las familias afectadas, es otra de las iniciativas novedosas y esenciales para estas comunidades ubicadas en zonas de muy alto riesgo y con fuerte impacto ambiental. Muy cerca de estas terrazas, al este de las Colinas de Ruiz Pineda, el Banco Obrero construyó, hacia 1970, cinco unidades que denominó urbanización Rafael García Carballo, en el sector UP3, o Unidades en Pendiente. La Carta del Barrio de la urbanización García Carballo está fechada en mayo de 2003, y en ella se manejaban tres tiempos perfectamente
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estructurados: pasado, presente y futuro. En 1973 llegan cerca de 300 familias de diferentes partes de la ciudad, para ocupar estos cinco sectores que habían sido construidos unos tres años antes por el Banco Obrero. Y fueron llamadas progresivamente por este instituto para legalizar su situación, vendiéndoles las casas, las cuales fueron canceladas en un lapso entre 15 y 20 años. Sin embargo esta venta no incluía el costo del terreno y este es el drama que nuevamente vive la comunidad urbanizada. Aquí se unen comunidades planeadas y urbanizadas, con el drama del barrio que igualmente lucha por lograr la propiedad definitiva de sus tierras. Como asienta la CB en su «Carta del Pasado»: «...Después de 30 años viviendo en ellas, no somos dueños del terreno, porque hasta los momentos el Inavi no nos ha hecho la venta de los mismos». (CB. Urb. García Carballo, 2003/p. 1) La Carta del Presente describe una panorámica de los servicios existentes. A la entrada hay una zona comercial y en este sector también se halla ubicada la Casa del Poder Popular con sus dos áreas dedicadas a parques. Hay un liceo, el Roberto Martínez Centeno, una iglesia, dos guarderías infantiles y un bar restaurant. El local construido para servir de dispensario, o de ambulatorio, nunca ha funcionado como tal. En el sector 1, la Cantv construyó un muro en el centro del alcantarillado que represa las aguas. Así mismo la CB denuncia la existencia de varios árboles de más de 20 m de altura, enfermos y a punto de derrumbarse sobre las casas.»Ya en una oportunidad, en uno de nuestros sectores, se ocasionó un derrumbe que puso en peligro varias viviendas». (CB García Carballo, 2003/ p.2) La Carta del Futuro hace un listado de requerimientos, entre los cuales destacamos los más significativos: - Que se le adjudiquen los terrenos de sus viviendas, las cuales ocupan desde hace más de 30 años. - Que se puedan impartir clases nocturnas en el liceo Roberto Martínez Centeno. - Construcción de canchas deportivas, de hogares de cuidado diarios, de un ambulatorio, de una casa de la cultura. - Recuperar las áreas de recreación, que fueron ocupadas por talleres o para hacer prácticas religiosas. - La escuela y el liceo ya no cubren las demandas de la población
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estudiantil de la urbanización. - Vigilancia policial. - Mejorar el servicio de aseo urbano. - Mantenimiento de las escaleras. Cerraremos estas historias de CB yéndonos más hacia el este de la García Carballo, en donde se desarrolló el barrio El Onoto, el cual ocupa el centro de la parroquia Caricuao y forma un verdadero triángulo de barrios, junto con El Manguito y el barrio García Carballo. A comienzos del año 2004 nació el Comité de Tierra Urbana (CTU) Alí Primera con la finalidad de realizar actividades con programas que aborden problemas de salud, educación, prevención de delitos, arreglos de infraestructura de áreas comunes, hábitat, vialidad «...con la participación de la comunidad organizada y comprometida con las labores sociales...» Así reza parte de la Introducción de esta CB El Onoto, registrada el 26 de abril de 2006. La CB ubica al barrio El Onoto en el Ámbito Territorial 17-31, con una topografía diversa y dividido en sectores: Los Eucaliptos, Mauro Paéz, El Manguito, Juan González y La Ceiba con sus dos partes baja y alta. A esta última se le denomina hoy sector Alí Primera en honor a este héroe nacional. En el año 2004, la comunidad organizada «Alí Primera» subdivide el sector con el fin de hacer más viable los trabajos comunitarios: - Sub-sector: La Quebrada Alí Primera. - Sub-sector: escalera Alí Primera 1 y 2. - Sub-sector: escalera Marcial, que debe su nombre al fundador más antiguo del sector, la familia Marcial, quienes llegaron allí hacia 1980. - Sub-sector: escalera Díaz. Debe su nombre a uno de los fundadores más emblemáticos del sector, quien llegó con su familia en los años 60. - Sub-sector: escalera El Manantial. Debe su nombre a la antigua existencia de un manantial que servía agua a la comunidad, hasta que fue convertido en quebrada y ahora está contaminada. De acuerdo con esta CB, el barrio El Onoto limita por el norte con
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la UD2; por el sur con el Parque Nacional de la Paz; por el este con la UD4; y por el oeste con la Unidad en Pendiente Nº 3 (UP3). El nombre de El Onoto deriva de la planta del mismo nombre, muy abundante de la zona. Onoto parece ser un venezolanismo al que los caribes llamaban bija, para significar el encarnado, o rojo, que presenta la semilla; con ella se teñían el cuerpo. Hoy se usa como pintura para tintorería y para darle color a la hallaca venezolana. También existe otra voz indígena para el onoto: el caituco, conocido así en zonas del oriente del país. Este barrio se comenzó a poblar a mediados de los años cincuenta y entre sus fundadores se recuerda a Augusto Requena, ya fallecido, y cuyos descendientes viven hoy en la parte alta de La Ceiba. El abuelo Amenodoro Sosa, Leonicio Méndez, ambos ya fallecidos, también formaron parte de esos protagonistas originarios. El CTU Alí Primera, menciona además, en su Carta de Barrio, a Valerio Martínez y a Pedro Oropeza. Una de las necesidades perentorias del barrio es el embaulamiento de la quebrada El Onoto, según denuncia el Consejo Comunal Alí Primera, a través de Maigualida Bulo. A ella le oímos una declaración por televisión, en julio de 2007, en donde, a nombre del Consejo Comunal Alí Primera, manifestaba las necesidades del barrio, al mismo tiempo que informaba acerca de las formas de organización que ya comienzan a tomar cuerpo, junto con la atención a la nutrición de la gente con la instalación de casas de alimentación. Al menos al cerrar estas líneas, Maigualida Bulo declaraba que ya cuenta con una Casa de Alimentación. Pero paralelo a esto, también leíamos que la escuela distrital, Mauro Pérez Pumar, ubicada en la UP3 (Urb. García Carballo), está en un estado de deterioro lamentable, pues se está desplomando. Esta escuela, a pesar de estar ubicada en la UP3 (Urb. García Carballo) es la que asiste a más de 600 infantes que provienen del barrio El Onoto, el cual carece de centros educativos. «...entre otros problemas, se le están levantando los pisos, varios árboles se han desplomado sobre las aulas de clase y las torrenteras se observan llenas de basura y tierra». (Olga M. Navas. «Piden recuperar escuela en barrio El Onoto». Últimas Noticias, domingo 3 de junio de 2007/ p. 8). La directora declara que la escuela tiene 28 años ofreciendo sus servicios a los niños de la zona: «...pero durante todo este tiempo las instalaciones no han recibido
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un mantenimiento general, hecho que se ha traducido en el deterioro de los baños, techos, pisos y las áreas de recreación que son utilizadas por los niños». Llama la atención el hecho de que la propia comunidad educativa, integrada por padres, representantes, maestros y los propios niños, se ocupan del mantenimiento de la escuela, pero su situación socioeconómica les impide ir más allá. A la comunidad también le preocupa que, además de los daños estructurales que sufre la escuela, hay un grupo de grandes árboles que amenazan con caerles encima y se han visto obligados a suspender los cultivos organopónicos que se realizaban en la escuela, «...ya que en esa zona es donde se requiera la poda de árboles, y se han presentado deslizamientos de tierra...». Estas últimas palabras son las del docente Francisco Quevedo. El clamor es siempre el mismo y es una constante: se sienten muy alejados de la superestructura del Estado en sus múltiples niveles y formas de manifestarse. Precisamente el drama vivido por el barrio El Ciprés, en la frontera entre Macarao y Caricuao, ilustra lo que hemos venido trabajando desde el pueblo de La Vega hasta Las Adjuntas. El barrio El Ciprés ha sido noticia estos días de junio y julio de 2007. Ubicado en Las Adjuntas, en la zona de transito entre las parroquias Macarao y Caricuao, de pronto no se sabe a cuál parroquia corresponde aunque parece ser que el sentido de pertenencia se inclina hacia Macarao. No obstante, con el mapa oficial de Caricuao en nuestras manos, el que está contenido en la Gaceta Municipal Nº 14602 del 8 de abril de 1975, que fija los linderos de la parroquia, sus límites aparecen abarcando a todas estas áreas al norte de Las Adjuntas, desde la quebrada Lindero, que le pasa por el sur a El Ciprés, hasta los patios del Metro, incluido en los linderos de Caricuao. Todo esto es el Caricuao oficial, pero la realidad parece ser otra. La cita que haremos a continuación, de Yesenia Guzmán, vecina del barrio, podría servir de epígrafe y de colofón para una investigación en gran escala, acerca de la relación barrios-superestructura. Yesenia cuenta que se enteraron de la visita del Presidente a la estación del Metro de Las Adjuntas y hacia allá se fueron la noche antes para montarle guardia y entregarle una carta contentiva de las necesidades del barrio. Pero el personal de seguridad no los dejó acercarse y les pidieron la carta. Ellos están seguros de que esa denuncia «...no le llegó a sus manos...»Y he aquí el epígrafe-epílogo:
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«...Decepcionados, subimos otra vez el cerro y pudimos ver al Presidente, pero muy lejos, tan lejos como nuestra esperanza de que alguna autoridad venga al barrio a ayudarnos...». En la sección «Superbarrios», de Últimas Noticias (martes, 12 de junio de 2007/ p. 4), se reseña la Mesa Técnica que se instaló en El Ciprés, con la participación de distintos entes gubernamentales, para ofrecer atención prioritaria a los niños y a las personas de la tercera edad con problemas de salud. Al mismo tiempo, el Ministerio de Participación y Protección Social (MPS), evaluó la zona junto con Protección Civil. El Presidente tuvo acceso a la información y en su programa «Aló Presidente», Nº 285, transmitido desde Elorza (Apure), hizo algunos comentarios acerca del reportaje «Pobreza extrema en El Ciprés», manifestando su preocupación, por este tipo de pobreza «...pues la pobreza extrema yo la ando buscando, la ando oliendo, mando gente y les digo: Mire, busque en los barrios más pobres...» (H.R. Chávez. Aló Presidente Nº 285, junio/ 2007). Más adelante agregó que sigue habiendo mucha pobreza «...aún cuando la hemos disminuido, pero todavía queda mucho por reducir...». Por esa razón, la presencia de entes coordinados del Estado se hicieron, presentes en El Ciprés. Más tarde, en otro «Aló Presidente», indagó acerca de estas gestiones que se estaban haciendo en este barrio en particular, pues el reportaje en cuestión fue de un gran impacto. Pero lo que llama la atención en estos últimos años, es la confianza de la gente del barrio hacia el Presidente y su rechazo a los políticos propiamente hablando. Por eso veíamos en el primer reportaje a los vecinos opinar en contra de los politiqueros debido a sus prácticas consuetudinarias de visitar los barrios para pedir votos y llenar de promesas a la gente en el más puro estilo demagógico de la democracia neoliberal representativa: «Mira, aquí la cosa es tan fea que los políticos no suben a este cerro ni siquiera en épocas de elecciones, por lo menos para caernos a coba y buscar nuestros votos...». Microhistoria de La Majada: la unidad dentro de la diversidad A la Majada la hemos categorizado de esta manera porque ella es una microhistoria en donde hay una síntesis temporal que se nos presenta
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como una trama, una urdimbre de relaciones inextricablemente conectadas. Es el tejido social, la trama de la vida concentrada en un barrio. Veamos por qué. Su tiempo histórico es policrónico y no-lineal. Es la síntesis de experiencias temporales que allí se dieron y que hoy forman parte de su acervo histórico. Todavía quedan allí relictus de una superposición de tiempos históricos: un trapiche, una línea de tren y una carretera que muy bien pudo ser una ruta toromaima hacia Macarao y hacia Los Teques. Este barrio es síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo diverso en donde confluyen tiempos indígenas, tiempos de encomiendas, tiempos de haciendas, tiempos del ferrocarril agro exportador y los tiempos del capital en las fábricas que allí se encuentran instaladas, en los mejores terrenos de la hacienda, por cierto. La Majada es un cobertizo, un espacio para guarecer el ganado, para apacentar o para criar aves y cochinos. Es el refugio o cobijo del labriego y según el DRAE (1992 / TII / p. 1294), es el «...lugar donde se recoge de noche el ganado y se albergan los pastores...». Una posada, un prado, un sitio para dar albergue y ha pasado de ser un pedazo de la hacienda La Elvira, a dar cobijo al barrio epónimo, desde lo más alto de la montaña. Si nosotros queremos hacer una síntesis temporal, tanto pasada como presente y futura, partiendo de un modelo agroexportador, con su hacienda y su ferrocarril como símbolos claves, La Majada asiste a la quiebra de ese tiempo histórico por parte del «boom petrolero» capitalista. El momento de la democracia representativa, como modelo político, guiará su historia hasta nuestros días, cuando sigue alimentando con su fuerza de trabajo al modelo capitalista industrial, de manera que podemos afirmar que el boom petrolero determina al boom demográfico hasta hoy. ¿Y el tiempo futuro? Es el que se seguirá construyendo a lo largo del siglo XXI sobre nuevas bases. Eso esperamos. Linderos Norte: zona industrial de Ruiz Pineda. Sur: barrio Gran Parada. Este: barrio Los Picapiedras. Oeste: carretera vieja a Los Teques. De acuerdo con un cartograma que estamos observando, La Majada aparece ubicada entre la carretera vieja Caracas-Los Teques, al norte, y el callejón San Miguel al sur. Yendo hacia el oeste, se encuentra la primera
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entrada, siempre en el norte, que entronca al sur con la calle Gran Parada, llamada así porque allí se detenía el tren en su viaje desde Antímano hacia El Encanto. Por su lado este, está limitada por el callejón Los Próceres, a partir del cual se origina una larga caminería con el mismo nombre. Cortando el barrio por la mitad, se encuentra la entrada por la calle La Línea, al norte, la cual conduce al callejón San Miguel, más al sur. Se puede tener acceso al barrio por la escalera San Luis, teniendo como referente a la fábrica Manaplas. También se entra por la calle La Línea, a la altura de la cauchera Good Year. Y la tercera entrada principal es a través de la calle Los Próceres, a la altura de la ferretería Bloque de Oro. Las escaleras llevan los nombres de San Luis, Las Delicias, El Jabillo, Manuelita Sáenz y Los Próceres. Los callejones más conocidos son Negro Primero, Antonio José de Sucre, Bolívar y La Paz. En resumen La Majada consta de tres entradas principales, una vereda principal, cinco escaleras, cinco callejones y dos calles, La Línea y Los Próceres. Cabe destacar la presencia de emplazamientos industriales a la orilla de la carretera vieja a Los Teques, frente a las tres entradas del barrio, que fueron en el pasado terrenos de la hacienda La Elvira, en un principio, y de un pedazo de aquella que comenzó a llamarse la hacienda La Majada, posteriormente. Y aquí comienza propiamente nuestro relato, con la hacienda La Elvira o Gran Hacienda Caricuao. La hacienda estaba ubicada entre las parroquias de Macarao y Antímano. De acuerdo con un documento registrado en 195333 se componía de varias haciendas «y posesiones que tuvieron identidades independientes pero que después formaron un sólo cuerpo y que le fué adjudicada en la partición de los bienes dejados por mi legítima abuela señora María Ibarra de Matos» (E. Burgos. Tesis de Grado, julio de 2007) 33
La tesis de grado de Edith Burgos, para optar al título de Maestría en Enseñanza de la Historia (UPEL IPC) se titula: Programa Taller para la Enseñaza de la Historia de La Majada. Parroquia Caricuao. (Caracas, julio de 2007), nos ha sido de muchísima utilidad debido a su originalidad y a las fuentes novedosas que maneja. Una de ellas, señalada como «Anexo E-1”, es el facsímil del documento original de la venta de la hacienda Caricuao (La Elvira), de Manuel Antonio Matos al Banco Obrero, quien la había heredado de su abuela María Ibarra de Matos, en 1938. Y tal como lo analizamos en el texto, Maticos se quedó con la parte de la hacienda Caricuao que ocupaba el trapiche y la casa de hacienda de La Majada, origen del barrio que con tanta originalidad expone Edith Burgos. Parte de esa hacienda es, hoy, el croquis del barrio La Majada, que muy bien pudiera servir de modelo para la red de barrios de Caricuao, bajo la figura de un croquis modelo.
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Quien suscribe el documento es Manuel Antonio Matos Guzmán, heredero de la hacienda Caricuao el 26 de agosto de 1938. Matos vende esta hacienda al Banco Obrero, según el mismo documento, el 11 de julio de 1946, «...habiendo quedado agregado al Cuaderno de Comprobantes de la citada Oficina de Registros, bajo en Nº 36, julio 52 del expresado año...» (Idem). El documento de 1946 también señala las reservas a las que tiene derecho el vendedor y entre ellas figura el lote Nº 1, cuya ubicación aparece claramente determinada en el plano mencionado, marcado con la letra «C». La compra de la hacienda la hace Guillermo Machado González y la reserva que Matos se hace, de acuerdo con el citado documento es «...la porción de terreno del eje del río Guaire, hacia el Norte, donde está situada la casa de «La Majada», de mi propiedad, me reservo un callejón de cinco metros de ancho...y que comunica la carretera y la expresada porción de terreno donde está situada la dicha casa; callejón que constituye el lindero Este de la porción vendida al doctor Machado...». Más adelante, el documento de 1946 señala que el ingeniero Guillermo Machado González acepta la venta y conviene en pagar la cantidad de 130.000 bolívares, al señor Manuel Antonio Matos Guzmán. Esta fecha de julio de 1946 marca el inicio de una historia en un doble, o triple, sentido. Se orientan hacia las actividades propias de una pequeña hacienda de caña y frutales pero, al mismo tiempo, marcará el advenimiento de la gente venida del interior como producto del «boom petrólero». No es casual que esos mismos años, entre 1947 y 1949, comiencen a llegar los protagonistas, a partir de los cuales reconstruiremos la historia, no solamente del barrio, sino la de Caricuao, como una totalidad regional. Un tercer sentido es la historia del capitalismo, que ya se venía instalando en tiempos del ferrocarril, pero se desarrollará, sobre todo, cuando el modelo agroexportador es sustituido por el modelo petrolero. Este tercer sentido de la historia será para nosotros como una fase transicional, pues coincide con la llegada de los primeros pobladores a La Majada como barrio, manteniendo la fecha de 1946 como el punto de partida de esta historia hecha por sus protagonistas y recogida brillantemente en la tesis de Edith Burgos de julio de 2007 (UPEL- IPC. Programa -Taller para la Enseñaza de la Historia). Hemos hecho un resumen del Anexo A, una fuente en bruto que nos suministra Edith Burgos en su tesis (2007/123 s.s). Ella hizo 19
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entrevistas, discriminadas entre fundadores (10), hijos de fundadores (7) y dos cronistas: Luis González Guillén y Freddys Hurtado. Luego procedió a una categorización que concretó en varios cuadros, hasta culminar en un gran cuadro, el Nº 5.34 - Cuadro II: «Categorización de la información de los fundadores del barrio La Majada». (p. 60). - Cuadro III: «Categorización de la información de los hijos de los fundadores». (p. 71). - Cuadro IV: «Categorización de la información de los Cronistas del barrio La Majada». (p. 76). - Cuadro V: «Triangulación y sistematización de las categorías que emergen para la construcción colectiva de la historia de La Majada». (p. 84). Entre 1946 y 1959, la historia puede dividirse en dos breves fases, entroncadas algunas veces, hasta constituir una unidad. La primera arranca con la venta de la hacienda en 1946. La segunda fase, que corre paralela con las actividades de la hacienda La Majada transcurre durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cuando comienzan a llegar los primeros habitantes de este barrio. Ellos cuentan, incluso, que durante la dictadura, «El Platinado» Fortunato Herrera, asume la posesión de la hacienda, la Guardia Nacional no dejaba que la gente construyera en esas tierras ociosas, y hubo que esperar la caída de Pérez Jiménez para que ello fuese posible. De allí que el desarrollo del barrio se inicia, propiamente, con la caída del dictador y corre paralela con la eclosión o boom del concreto y de las fábricas de la zona. Cuando Luis Alfonso Oropeza, se estableció en La Majada en 1945, en los alrededores sólo había cuatro (4) familias. Inauguraba así, la fase primigenia del barrio que aún se confundía con la hacienda del mismo nombre. Por lo menos reconoce que esta hacienda se estableció después. Suponemos, a partir del nombre castizo de «majada», que se trataba de un cobertizo que servía, a la par, como refugio protector de animales y 34
Aunque viene con el Nº 4, suponemos que se trata del Cuadro Nº 5 y se titula: «Triangulación y sistematización de las categorías que emergen para la construcción colectiva de la Historia de La Majada. pp. 84 / 86.
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era lugar pernocta de los labriegos, donde también habia una cochinera35. Más tarde encontraremos un arco de entrada a la casa de hacienda con el mismo nombre. La hacienda tenía tres entradas, una por los lados del barrio El Ciprés; otra por La Cidra; y otra al lado de la fábrica Manaplas. En la hacienda había una acequia, es decir, un canal con agua para el beneficio de la comunidad. Todo esto ha desaparecido; sus instalaciones fueron dedicadas a la construcción de rieles para el Metro de Caracas; la cochinera es hoy Barrio Nuevo; y el trapiche, que parece ubicarse en la Orange Crush, también desapareció. Cuenta Santiago Oropeza, de 76 años, que sus padres fueron fundadores de «La Majada». Se estableció en el sector en 1945 y cuando llegó «...aquí no había nada, una gente que vivía al lado y más nada. Esto era un piedrero, todo, no había más nada. El tren que pasaba por aquí abajo... Sí había una cochinera y era de Manuel Armas, era un criadero de animales de ellos mismos...Cuando llegamos no había hacienda, la cochinera nada más y puro monte». (Edith Burgos 2007/126). Luis Alfonso Oropeza, de 73 años, declara en su entrevista que cuando él llegó, en 1945, no había hacienda ni nada. Antes vivió en Macarao y cuando hicieron la hacienda él era un muchacho. «...Yo me crié aquí, prácticamente pequeño; estaba aquí de tres años. Esas casas que estaban aquí eran esas y la mía, y nada más...». (Ibidem / 127) También describe una canal que llevaba agua a Caricuao; la cochinera, instalada cuando él ya estaba casado; los tanques del INOS que él ayudó a construir desde muchacho, la arena que sacaba del Guaire cuando era limpio; y el desalojo que le hizo el Banco Obrero, trasladándolo al sitio en el que se encuentra ahora, con papeles y todo «...me dieron unos papeles, hicimos todos los tramites, por el Banco Obrero». (Idem) Bestalia La Torre, de 74 años, recuerda al ferrocarril, pues se montó en él. Ella venia de la hacienda La Sosa, por allá por Los Teques, desde donde se venía en autobús. Tenía 20 años cuando se vino a vivir a La Majada y allí se estableció en 1953 en plena dictadura.
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Los barrios de esta zona crecen a expensas de los terrenos de la hacienda. Donde estaba la cochinera está hoy Barrio Nuevo. Pero también se fundaron La Gran Parada, Los Picapiedras.
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En 1949 se estableció en la zona, José Manuel Vargas, quién cuenta una historia similar a las anteriores, destacando el paso del tren por la calle La Línea, nombre usual dado a las antiguas vías férreas que surcaban las carreteras del país, hoy convertidas en calles y avenidas. Sólo ha quedado como herencia del viejo modelo ferrocarrilero, ajustado a la estructura agroindustrial del país. La calle La Línea, que muy bien podría encontrarse en Puerto La Cruz, en Puerto Cabello, o en Barquisimeto; era la línea de rieles que fueron quedando como mudos testigos del tren y ahora es una calle asfaltada que lleva, paradójicamente, el nombre de La Línea. Casualmente aparece en el testimonio de José Manuel Vargas, hoy de 78 años de edad, otro viejo trapiche que quedaba, según él, en que es hoy la Redoma de Ruiz Pineda. «...La hacienda era del general lo Matos y después Pérez Jiménez se la regaló a Fortunato Herrera...». Este último fue un personero muy conocido en esta década, por haber ejercido altos cargos en el alto gobierno perezjimenista; lo apodaban «El Platinado» y era reconocido como dueño de la hacienda La Majada durante la dictadura. Los protagonistas recuerdan las fiestas, «los sancochos» anotan otros y las bebidas espirituosas que corrían a raudales en la casa de hacienda y sus alrededores. Como dato curioso hay un protagonista que señala la presencia en la hacienda de las mejores orquestas y cantantes del momento. A ello se agregaba una férrea vigilancia y la prohibición estricta de construir en esos predios y sus alrededores. La presencia de la Guardia Nacional, como cuerpo protector, o «guardia de corps» de los personajes de la dictadura, era cosa usual y formaba parte de la cotidianidad. Muy cerca, por cierto, en otra casa de hacienda, llegó a funcionar un destacamento de la GN y una escuela de formación de cuadros. Pérez Jiménez pensaba, incluso, destinar estos terrenos para que sirviera de cuarteles a las Fuerzas Armadas de aquel entonces. Todavía en 1958, cuando llegó Josefina Ramírez a La Majada, «...todo esto era un monte, no habían casas...» (Edith Burgos, 2007/131). Pasaba por allí el ferrocarril y ya existía la cochinera. Ella logró tener acceso a la hacienda, pues su papá era jardinero de allí y en sus recuerdos evoca las matas de mango. También recuerda la caída de Pérez Jiménez en 1958: «...Cuando cayó Pérez Jiménez cerraron la quinta, ya mi papá no trabajaba más allí...» (Edith Burgos 2007/131). Las haciendas se proyectaban hacia Mamera, de acuerdo con este relato:
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«...y lo que es la autopista donde está la bomba, eso era hacienda de caña y llegaba hasta la carretera de Mamera». (Idem) Josefina Ramírez tenía 16 años cuando se comenzó a poblar La Majada, estableciéndose, además, relaciones de compra-venta de los terrenos y ranchos. De manera que podemos ubicar el crecimiento del barrio a partir de 1958 cuando cayó Pérez Jiménez. Una bonita descripción de la hacienda nos la ofrece Alfidio Losada, de 71 años, quién trabajó como caporal, y, por supuesto, la conoció por dentro, como un gran «corte» de naranjas, lechosas, mandarinas, aguacates «...esa fue La Majada de cuando Pérez Jiménez...» (E.B. 2007/132). Y más adelante: «...La hacienda era de Pérez Jiménez pero Fortunato Herrera era amigo del presidente y recibió la hacienda. Fortunato Herrera vivía allí con sus hijos». (Idem) Algo importante, por lo novedoso y poco contado por los historiadores, es que en la parte de abajo de la hacienda había una especie de vivero, de matas de árboles más grandes reservados por la Gobernación para sembrar en distintas zonas de Caracas, tanto en plazas como en jardines. De manera que la hacienda le sirvió a Caracas para las obras de ornato a muchas plazas y jardines. Alfidio Losada termina señalando la existencia de otro trapiche en Montalbán, así como la presencia de agua en la zona, la cual corría hacia Caricuao a través de quebradas. Pero también anota que el río Guaire era limpio y tenía pescados. «... Al cruzar el puente en la hacienda se veía el Guaire limpio desde Macarao por el río de San Pedro». (Idem) Según testimonio del fundador Bartolo Oñate, coincidiendo con los documentos de venta que protocolizara Manuel A. Matos: «...La hacienda Caricuao tuvo actividad hasta más o menos el año 1948. Hasta donde tengo conocimiento, la hacienda La Majada dejó de funcionar el año de 1958 y ya tenía yo 18 años...» En este momento ocurre «...la invasión del cerro...». Y acerca del trapiche agrega: «La hacienda La Majada no trabajaba, sólo la hacienda Caricuao y estaba el trapiche en el mismo sitio. Exactamente el trapiche quedaba donde está Mil Cerámicas, deben quedar los tanques donde echaban la melaza...» (E.B. 2007/133).
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Los jóvenes cronistas del barrio, hijos de los fundadores, comienzan a ver la luz a partir de 1969 y otra fase se inicia: la fase de la construcción del barrio que sucede a la invasión del cerro». El testimonio de Orlando Linarez, hijo de la fundadora Bestalia de La Torre, llama la atención por la descripción que hace de la casa de hacienda, llamada la «Quinta»por Josefina Ramírez y por él mismo. «...era una belleza, una casa de campo, tenía una piscina, sus buenos jardines, tenía su caminería con bancos hechos de porcelana, era muy bonita, hoy en día es el club del Metro...» (E.B. 2007/134). La entrada a la Quinta, continua refiriendo este cronista, estaba frente a su casa y era una calle muy amplia que pasaba por el puente y remataba en un portón con rejas de metal y dos batientes hechos con hierro forjado. Aída Oropeza, hija del fundador Santiago Oropeza, recuerda haber entrado a la Quinta cuando era muy niña. En medio de esos recuerdos evoca los sembradíos, una cascada que estaba hacia atrás y hasta una iglesia abandonada, a la que nunca pudieron tener acceso «...porque no nos dejaban pasar...» (E.B. 2007/135). Su abuela Juana Leonide de Oropeza, le contaba que allí en la Quinta hacían fiestas cuando Pérez Jiménez «...Y ella iba a ayudar a servir a las personas, eran unas fiestas grandes». (Idem) Según esta protagonista, propiamente el barrio La Majada comienza a poblarse entre los años 1975-1976, cuando la gente se reúne para defender intereses comunes y para satisfacer sus necesidades primarias. «...de allí en adelante se empezaron a ver las luces, las paredes de bloques y existe una unión de las dos partes de La Majada...» (Idem). José Luis Oropeza nació allí y tiene hoy 45 años. De manera que eso ocurrió en 1962, y nos relata las entradas a la Quinta por el puente La Cidra, por El Ciprés y la entrada por Manaplas, construida cuando se inició el Metro. Mariela Vargas, hija del fundador Manuel Vargas, visitaba a menudo la hacienda cuando era niña. Ella evoca el paisaje que rodeaba a la Quinta, sus frutales, la piscina, la caballeriza, la casita que llamaban El Palomar «... era una casa bellísima, hacían fiestas, hacían matrimonios, desde la entrada era como el Parque del Este...» (E.B. 2007/139). Recuerda la cerámica «...pintadita de azul...», el bar de madera, el tanque arriba; y su recorrido en bicicleta por toda la hacienda, desde la
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entrada hasta el puente La Cidra. Llegaba a las caballerizas, que era como un «club de tropas» «...y eso era pura grama...». Acerca del poblamiento del barrio coincide con otros cronistas protagonistas: «...La Majada36 se comenzó a poblar del sesenta y nueve en adelante, las casas, eran contadas...» (E.B. 2007/139). Al final, Mariela Vargas agrega algo muy significativo, porque para ella «...el resto todo era bello y a mí me parecía mejor que ahora la parroquia...» (Idem) Cuando a comienzos del siglo XX, bajo la administración de Juan Vicente Gómez se ordena ensanchar el camino hacia Caricuao, para facilitar el traslado de los productos agrícolas a la ciudad, todavía el modelo agroexportador le es útil al capital. Pero a partir de 1926 se abre definitivamente el chorro petrolero, que había brotado en 1914 en el Barroso, pozo emblemático. A partir de este momento, el ingreso petrolero supera con creces el ingreso agrícola, y por ello podemos hablar de una Venezuela petrolera. Es lo que algunos autores llaman, eufemísticamente, el «boom» petrolero, el cual adquiere ribetes mundiales, pues lo mismo viene ocurriendo en el Cercano Oriente y en los Estados Unidos de América. El cambio de paradigma, hacia un patrón industrial, requería de mucha energía y el macadam terminó siendo sustituido por el asfalto, al igual que la gasolina lo hizo con el carburo. En La Majada el pito de la fábrica vino a sustituir al sonido de los rieles y del vapor del ferrocarril. Según nos cuenta Edith Burgos, doble protagonista de estos días: el pito de la fábrica sonaba muy temprano anunciando faena; ya a eso de las 4:30 am estaban en acción y, sistemáticamente, iba sonando a lo largo del día, pues todavía a las 10 de la noche volvía a despertar a toda la gente. Era que la fábrica no podía descansar y se ceñía a la lógica inexorable del capital expresada en la fórmula 7 x 24, es decir, siete días a la semana durante veinticuatro horas. El Capital no duerme ni deja dormir a los demás; y su poder de mando sobre el trabajo es brutal.
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La Majada. Según cuentan algunos protagonistas, es posible que el nombre del barrio se deba a que la gente le decía al chofer de las camionetas que los dejara frente a la quinta La Majada y así pasaron a llamar, por analogía, al barrio que se iba formando a la entrada que hoy corresponde al estacionamiento de Manaplas.
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Manaplas, Mil Cerámicas, Caivet, la fábrica de calzado elegante María Pía, o la antigua Orange Crush, la dueña de un viejo trapiche, son apenas testigos vivientes de esta explotación. Una tarde, cuando bajábamos de La Majada y caíamos a la carretera vieja, a la altura de un gigantesco jabillo, vimos a un grupo de mujeres obreras tratando de alcanzar la buseta donde ya nos habíamos instalado rumbo a la Redoma de Ruiz Pineda. Nos llamó la atención que casi todas se dirigían, a eso de las 5 pm, a sus casas para reiniciar otras tareas no pagadas por el capital. Ellas provenían de empresas emplazadas en el sector, en los mejores terrenos de antiguas haciendas, mientras la otra cara de la contradicción, el barrio, tuvo que instalarse en los cerros abundantes de rocas como la historia de Los Picapiedras, barrio ya soldado a La Majada. Los testimonios de los protagonistas, que nos hacen ver su llegada a La Majada como un «exódo espontáneo», desde el momento en que Maticos le vendió su hacienda al Banco Obrero por allá por 1946, merecen insertarse en esta problemática globalizadora capitalista, porque así como el capital no deja dormir a la gente, también le impone un patrón de consumo, con efecto devastador sobre el salario; un patrón de moda, que también se chupa el salario y nos deja endeudados; y un patrón de ideas que nos obliga a «estudiar», a seguir instrucciones de acuerdo con sus intereses. Y al final, se impone la idea de que la libertad, la democracia, el individuo, los bienes materiales, el dinero y el auto de último modelo, son formas de conciencia de clase instalados en el cerebro de los hombres formen o no parte de ese ejército de obreros. En el diseño del Programa-Taller La Majada. Una Mirada Histórica desde sus Actores Sociales (E.B. 2007/ pp. 101-111), Edith Burgos establece, con bastante claridad, una serie de objetivos específicos que coinciden, sorprendentemente, con nuestro marco teórico-conceptual de la historia local y regional. Desde la metodología, hasta cuestiones teóricas como el manejo del tiempo histórico, nos obligan a citar algunos de ellos; sobre todo el segundo objetivo dirigido a esa comunidad. «Que los vecinos y vecinas reconozcan sus orígenes, tradiciones y cultura, y la forma como se ha desarrollado la comunidad a través del tiempo». (E.B. 2007/101). El objetivo siguiente va orientado a la visión integracionista participativa, y a la búsqueda del mejoramiento de la vida: «Fortalecer la participación y organización comunitaria, como la
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principal vía hacia la elevación de su calidad de vida, la de su familia, y la de su comunidad». (Idem) La participación, la organización y la integración serán los ejes que guiarán los siguientes capítulos de este ensayo. Por ahora detengámonos en un par de actividades y sus proyecciones... El grupo Nº 6 «...Señalará, en un papelógrafo, la relación entre la caída de Pérez Jiménez y la Venezuela petrolera para la conformación de La Majada». Y el grupo Nº 7 tiene como tarea la constitución de este barrio como producto de la migración. El desarrollo de estos dos aspectos debería desembocar, en una primera aproximación histórica, en el «boom petrolero». Las vías de explicación pudieran ser, por un lado, la década del concreto (1950-1958) y, por el otro, las historias, menudas y mayores, acerca del paso de la Venezuela rural a la Venezuela urbano-petrolera. Sí, porque lo urbano viene ligado a las torres de petróleo37, a lo que se ha llamado la transferencia petrolera, es decir, al uso del ingreso petrolero para construirle al capital la infraestructura que requiere el nuevo patrón automotriz: carreteras, autopistas, urbanizaciones, estacionamientos; y, eso sí, mucha gasolina, mucho aceite y mucho abono químico. Esta es una vía de explicación histórica. La otra es el relato de la gente que comenzó a llegar a La Majada desde 1947 y observó lo que había, durante su existencia y lo que habría de venir, en el relato de sus descendientes. De manera que en tres generaciones es posible ver los cambios desde La Línea hasta el establecimiento de la bomba, la culminación de la autopista y la inauguración del Metro, el cual se incrustó en la Quinta de la hacienda para fundar allí su club. Hoy continúan los cuentos bajo el amparo de nuevos efluvios pero vigilados por los humos espirituosos del fantasma del «platinado» Fortunato Herrera. La misma historia, aderezada con nuevos cuentos que refrescan la memoria de los fundadores Pero esta historia menuda, la narrada por los fundadores y sus descendientes, debe enmarcarse en la totalidad, en la red, en las interconexiones, con el fin de incorporarla a la gran historia, que podría comenzar, como lo hizo una de las protagonistas, al tomar el tren en La
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Con esta expresión alegórica metafórica se conocía a las Torres de El Silencio, edificadas precisamente, durante la Dictadura de Pérez Jiménez. Pero lo mismo podría decirse del 23 de Enero de la autopista Caracas La Guaira, la más cara de su tiempo, levantada gracias a la transferencia petrolera.
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Gran Parada para dirigirse hacia Valencia y observar el paisaje toromaima a lo largo de la vía. Regresar más tarde, para tomar el Metro hacia el centro y observar otro paisaje: el de Caricuao como ciudad satélite y pulmón vegetal de la gran ciudad. De manera que, al final, los equipos 6 y 7 del Programa-Taller La Majada, deberán integrarse para la búsqueda de nuevas relaciones, de nuevas conexiones, a partir, nuevamente, de sus lugares de origen, echar atrás la aguja del tiempo y volver hacia el presente-futuro. Esto es lo que denominamos relato diacrónico que se completaría con el concurso del facilitador, con la gran historia, con el hinterland indígena, agrario y capitalista que hoy va de Manaplas a los Valles del Tuy y de allí hacia los antiguos valles toromaimas, teques, tarmas, arbacos, caracas. ¿Y por qué esta mención tan antigua y tan aborigen?. Porque la cosmovisión indígena es muchísimo más amplia que nuestro reducido hinterland; porque cuando hablamos de valles de Aragua como «valles del capital», también evocamos al amplio espacio-tiempo aborigen, que no conoció fronteras o soluciones de continuidad como nos condicionó la parroquia, primero, y la fábrica, después; porque cuando hablamos de Catia, también hablamos de Catia-La Mar; porque cuando hablamos de Caracas, como espacio mayor-regional, también hablamos de Francisco Fajardo, el fundador venido de Margarita con indios guaiqueries a poblar estos espacios con otras razas:38 españoles, mestizos e indígenas; porque cuando hablamos de Caricuao estamos evocando a la raza «caribe» que, al decir del profesor Freddys Hurtado, da su nombre a Caricuao porque ella es la «Quebrada El Caribe».39 Y porque, finalmente, estas son tierras indígenas que deberán pasar, algún día, a sus verdaderos descendientes, a las comunidades organizadas que han protagonizado la historia, dándole vida al capital a través del gasto de su energía física y espiritual o apropiación de su fuerza de trabajo. Hoy, estas comunidades reclaman lo suyo, pues seguirán siendo protagonistas de su propio destino. Pero para ello requieren que lo local sea un verdadero poder, que arrebate espacios cada vez mayores al Estado,
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Utilizamos la categoría raza sólo para indicar una variación de la especie. Freddy llama a Caricuao «Quebrada del Caribe» y nosotros, para enfatizar cambiamos la expresión por El Caribe, como una abstracción histórica.
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para utilizarlo como punta de lanza de la expresión más acabada hasta ahora: los Consejos Comunales. La historia local sería el eje a partir del cual se buscaría la integración que se propone como objetivo básico en las escuelas bolivarianas. Allí la integración comunitaria se concibe como un espacio en donde la familia, los maestros y la comunidad toda, se articulan en un proceso que discurre como un continumm, o continuo, como muy bien lo reafirma Edith Burgos (2007/108): «...No se trata solamente de un proceso formativo y didáctico, sino también de orden sociológico comunitario...». Pero para hacer esto hay que pensar en «...una propuesta abierta...más allá de los límites del aula y de la escuela, fomentar espacios de reflexión permanente con las familias, con los vecinos y las instituciones de la localidad...». (Idem) Esa sería la verdadera historia local, la que comenzó en este valle toromaima y hoy se llama La Majada, Los Picapiedras, La Gran Parada, 19 de Marzo, La Libertad, Los Telares, Colinas de Palo Grande. Y más arriba El Ciprés, Santa Fe, 5 de Julio, 7 de Septiembre y La Flecha. Vayamos hacia ellos para armar la red que, parafraseando a Fritjof Capra, «...es la trama de la vida...». En julio de 2007, el Consejo Comunal de La Majada planea unificar esfuerzos con los consejos de los barrios aledaños, con el fin de establecer una red que actúe de manera más eficiente en el conjunto de la zona. En este sentido se han hecho contactos con los ya creados en La Gran Parada y en Las Nieves, así como con los que están a puno de crearse en Los Picapiedras y Santa Fe. Nos despedimos de la Sala Situacional del Consejo Comunal de La Majada, satisfechos de haber compartido con los descendientes de los fundadores: los Oñate; los Vargas; los Losada...y con la esperanza de que esa tarea que ellos asumen hoy, no será defraudada por la superestructura, sino que por el contrario, y por la vía de las Reformas Radicales (RR), les sea transferido el real y verdadero poder para formar una verdadera conciencia socialista que comience por ver satisfechas las tres primeras instancias y demás derechos humanos concomitantes. Son los descendientes de Alfidio Losada, de José Manuel Vargas, de Bartolo Oñate, de Luis Alfonso Oropeza o de Josefina Ramírez, quienes hoy asumen esta dura pero hermosa tarea: la reivindicación del ser social.
Ciudad neoliberal frente al urbanismo Antidemocracia Segregacionista Excluyente Caótica
Su nuevo Paradigma Urbano
Tiempo liberal
Televisión Compañias de cerveza Parques y autoservicios
Plazas
Obvia el paisaje Y el clima
Sin raices Sin identidad
Copias Modelos Foráneos
La ciudad neoliberal
Capsulas herméticas Máxima de Rentabilidad
Fachadas comerciales Cortinas de vidrio Centro comercial Ciudades comerciales Privadas
Compras que después se usará
Eua
Sexta parte Los consejos comunales y el poder comunal constitucional
I. El derecho a la ciudad El reto sigue siendo el eje central de todo este trabajo: la ciudad neoliberal frente a un nuevo urbanismo que se propone bajo el término genérico de «Ciudad Socialista». El esquema cuadro que sigue será la vía teórica que requiere el resto del capítulo. Nos estamos apoyando en el trabajo de Sixto Cesarino («Ciudad Socialista, Utopía o Democracia». A Plena Voz. Nº 23. Feb. 2007/30-31) y su tesis acerca de la ciudad de hoy, profundamente antidemocrática, segregacionista, excluyente y caótica. «…Son la expresión física de un sistema neoliberal, dependiente y mercantilista en donde la calidad de vida de todos fue sacrificada por el beneficio económico de unos pocos…» El carro y el centro comercial son los protagonistas «…del desarrollo y crecimiento de nuestras ciudades…» (Ibidem 30). Los parques infantiles fueron dejados a las transnacionales de la comida chatarra; las plazas y paseos peatonales se dejaron en manos de esos templos de la tristeza y del plástico que son los centros comerciales. «…El mercado, otrora intercambio de saberes, hoy son cadenas unipersonales, casi monopólicas, que acaparan alimentos, imponen precios y han decidido hasta cuándo se vende y cuando no». (Idem).
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La palabra se abolió; comunicarse con el otro, preguntar, está prohibido y el silencio es el eje que guía nuestros pasos por el mall, a pesar del bullicio de la multitud, pues cada quien mira para su lado y trata de autoorganizarse. Para ello cuenta con la ayuda del autoservicio dirigido a un fin: «…compra, compra, que ya se necesitará…» El tiempo libre, que es el tiempo de la cultura, es el de la televisión privada y de las compañías de cerveza, las cuales secuestran todo tipo de celebración religiosa, popular, tradicional, de nuestros pueblos. La ciudad neoliberal no tiene raíces, pasado, ni identidad, afectando, de paso, al paisaje y al clima. Los modelos de ciudad neoliberal son copias de modelos foráneos, especialmente de EUA, en donde destacan los siguientes elementos: - - - -
Fachadas de edificios comerciales. Cortinas de vidrio. Cápsulas herméticas. Crecen de acuerdo con el mejor postor, pues no se planifica y, por supuesto, no se sabe cómo serán dentro de 10, 20, 30 años.
Las autoridades locales, dentro de este modelo de ciudad neoliberal, sólo hacen obras para inaugurarlas a corto plazo. Cada quien tiene su propio plan e intereses, a veces los mismos, del municipio vecino. El proyecto arquitectónico de la edificación o del urbanismo se delega en las compañías constructoras con su lema de máxima rentabilidad y, del lado opuesto, menor «confort» para el usuario. Un aspecto importante para nuestro trabajo es la relación de la ciudad neoliberal con la naturaleza, cada vez más golpeada con este modelo: - - - -
Contamina sus ríos. Contamina su ambiente. Abandona parques, plazas, bulevares… La basura se convierte en un problema irresoluble y de salud pública. - El divorcio con la naturaleza hace que ésta sea inhóspita y agresiva. - Ausencia de espacios para el esparcimiento. - El paisajismo brilla por su ausencia.
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Pero también los ciudadanos son excluidos: - - - -
No son consultados. No participan. Las autoridades locales deciden en nombre de ellos. El ciudadano poco importa y, a veces, molesta.
Sixto Cesarino propone detener esta rueda neoliberal y ponerla a girar a favor de una ciudad democrática, solidaria, equitativa, humana, respetuosa de la naturaleza. - -
Con sus ríos limpios. En donde los ciudadanos sean el centro.
Hoy tenemos condiciones objetivas para empezar la tarea: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) y las nuevas estructuras de poder, como por ejemplo los consejos comunales. Con estas nuevas estructuras de poder, se pueden establecer prioridades como estas: - Recuperación de los espacios públicos. - Transformación de servicios públicos: terminales de pasajeros, paradas, kioskos, alumbrado, aceras, pisos… - Incorporación del paisajismo a nuestras ciudades y pueblos, en donde el verde y las flores los tengamos todo el año. - La recuperación de nuestra memoria histórica, el rescate de nuestra identidad y la valoración de nuestras experiencias urbanas y arquitectónicas. «La construcción de nuevas ciudades, los nuevos urbanismos… para que tengan la calidad que exige la nueva sociedad, la humanidad, el respeto a la naturaleza… sólo lo lograremos con democracia» (Ibid /31). Raúl Grioni, en «Ciudades y Vida Colectiva en la Nueva Sociedad» (A Plena Voz. 2007/27-29), nos aclara la naturaleza de la ciudad colectiva y la necesidad de espacios colectivos para poder desarrollarse. ¿Qué es la vida urbana y qué clase de espacios requiere para desarrollarse?
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«La ciudad verdadera, la que idealizamos hombres y mujeres, es un gran ámbito albergante (lugar de lugares) que a todos nos pertenece y donde se nos brindan iguales oportunidades de trabajo, transportes, salud, cultura a todos sus habitantes…» (Ibid/27). El problema es que los asentamientos urbanos, y Caricuao no es la excepción, han agregado población sin garantizar «vida urbana». La palabra urbanizar no ha sido sinónimo de crear ciudad, sino de agregar áreas residenciales, o ciudades-dormitorio como se consideraría a Caricuao. «La carencia de vida colectiva y urbana, la soledad y el aislamiento, son producto de un sin número de profundas razones y causas socioestructurales que han ido dando forma a las ciudades y modelando los patrones de comportamiento del hombre de hoy…» (Idem) La disminución del papel del Estado y la entrega de actividades al capital privado, ha tenido como consecuencia inexorable el abandono del espacio público para privilegiar las actividades enclaustradas. ¿Y qué es la vida urbana? La vida urbana es todo aquello que ocurre entre los habitantes de unas pocas casas vecinas. Pero también es la superposición de otras actividades menos familiares que se desarrollan en la vereda central del barrio. También es el trajín comercial y el movimiento que generan los museos, cines y bibliotecas de la zona, así como la gente en las plazas del centro, el encuentro fortuito con amigos, o el paseo del domingo. Grioni concibe el espacio público como un continuum funcional y físicamente estructurado en donde la comunidad pueda vivir integralmente. «… desde lo más privado a lo más público dentro de un espacio único que caracteriza a toda la ciudadanía viviendo en comunión de intereses». (Ibid/29) Juan Pedro Posaní, en «Ciudades Socialistas» (A Plena Voz. Nº 28. Feb. 2007/25-26) pone sobre el tapete el problema de la nueva distribución territorial del país. Su tesis puede resumirse en la necesidad perentoria de reorganización, y, finalmente, de desarrollo urbano. En resumen, se trata de: - Una reorganización que barra la estructura administrativa actual, estructurada en estados, regiones, municipios, parroquias. - Acceder a una regionalización federal apoyada sólidamente en la organización del Poder Popular de los Consejos Comunales.
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¿Y qué implica entonces el Socialismo del Siglo XXI?: - Una planificación democrática - Ella exige una conformación territorial y urbana coherente. - No es un paquete ya listo sino una perspectiva, una meta hacia la cual nos debemos dirigir, en proceso continuo y permanente. - Arrancar de nuestra realidad deformada, irracional, injusta, violentamente clasista y racista. El socialismo implica que la ciudad debe pasar de la existente: caótica, improvisada, opresiva, desajustada e injusta, a una nueva organización: abierta inclusiva y democrática. ¿Qué hacer para lograrlo? - Abrir las puertas a una discusión a todos los niveles, con todos los actores posibles, desde los planificadores económicos y estratégicos hasta los consejos comunales de base. - Distinguir los centros urbanos por categorías de ubicación, tamaño y estructura productiva y cultural. - Habrá que discutir cómo se articulan los niveles de poder, sus respectivos ámbitos administrativos y sus formas concretas de actuación. - Discernir dónde y cómo intervenir para que en los núcleos urbanos actuales se vayan corrigiendo los errores y horrores consolidados. - Definir los espacios públicos, su rescate, incremento y potencialización. - Las mismas tipologías de las funciones tradicionales de la ciudad, deben ser objeto de los estudios necesarios para sacarlas de la racionalidad instrumental, de la planificación tradicional del sistema capitalista: ordenanzas, densidades, permisología. - Volver a estudiar los ensayos de viviendas y centros comunales que intentaron los arquitectos de los primeros años de la revolución soviética. - La nueva organización del territorio debe afectar la distribución, dimensiones y densidades de la población urbana y rural. - Nuevas tecnologías en la perspectiva de acceso a sistemas energéticos que vayan sustituyendo a los hidrocarburos, en franca etapa de agotamiento.
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En un trabajo reciente de Henrique Hernández, quien junto con Juan Pedro Posani, y otros, dirigen la columna «Aceras y Brocales», (Nuevas Ciudades... Últimas Noticias. Caracas, jueves 9 de agosto de 2007/p. 12), se aborda el problema del espacio en la ciudad socialista, una realidad posible solamente en un país de esa ideología. La tesis de ellos es que: «…Las ciudades son el eco de sus sociedades…» Por ello, el capitalismo, en la medida en que se desarrolla, produce ciudades de contrastes entre «…una opulencia grosera y una pobreza disimulada. (Idem). En América Latina, en general, y en Venezuela en particular, ellas reproducen la realidad de sus clases sociales, una pobre y otra rica, barrios y urbanizaciones. En una escala reducida, esta es la contradicción esencial del urbanismo caricuense, y para atenuarla hace falta avanzar más hacia las ciudades socialistas, que, según estos autores, deberán responder a una mejor calidad de vida, ser más eficientes en su desempeño y, sobre todo, responder a los objetivos y estrategias de desarrollo territorial y regional: «…Localizarse según factibilidad física y ambiental, cercanía o fuentes de empleo y servicios, accesibilidad y transporte…» (Idem), y algo fundamental en el caso de Caricuao: «…Respetar, aprovechar y potenciar las condiciones topográficas, vegetación y cursos de agua (Sin aplanar o peinar montañas y cerros)… (Idem). Agregan los autores que se debe privilegiar lo colectivo y público frente a lo individual y privado: «…Dominio de la propiedad social, comunitaria y estatal sobre la parcela privada». (Idem). Y continúan aportando elementos para la construcción de estas ciudades planificadas, construidas y administradas con la participación de la gente: - Transporte público masivo más que vehículos particulares. - Salud y educación pública más que clínicas y educación privada. - Más espacios públicos: aceras, patios, bulevares, plazas, parques, y menos centros comerciales y clubes privados. - Equipamientos ubicados cerca o distantes según escala y relación con la gente. - Eficiente planificación, administración y mantenimiento del suministro de agua, energía, aguas servidas, comunicaciones, desechos…»
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Este es un buen inventario acerca de las medidas a tomar durante el siglo XXI. El reto es «…construir ciudades que reflejen, gradualmente, a la sociedad socialista, en invención y construcción de estos tiempos. En todo caso, mejores que las actuales». (Idem). Un ejemplo de la articulación de estas políticas es la Misión Villanueva, concebida dentro de una visión que tiene como centro al hombre y su bienestar general. Así se desprende de un reportaje aparecido recientemente ( Políticas para transformar las ciudadescon viviendas y hábitat». Últimas Noticias. Caracas, lunes 16 de abril de 2007/p. 20). Según declarara el propio Ministro de Hábitat y Vivienda: «…la idea principal es transformar la ciudad, rescatar su memoria histórica, convertirla en una ciudad vivible, más amigable; y fundamentalmente atacar el problema de las barriadas caraqueñas…» Y a continuación agregó el nuevo concepto que revoluciona al espacio, dándole prioridad a la gente de a pie por encima de la gente que viene empaquetada en su auto individual o transporte particular. «…queremos dejar atrás el viejo esquema, y trabajar el nuevo concepto, donde la gente tenga espacios donde puedan desplazarse a pie; que lleve al niño a las escuelas; asista a reuniones comunitarias; donde no se tenga como prioridad el vehículo». (Idem). Mucho más concreto aún es el ejemplo de la nueva ciudad «Cristo Libertador», como parte de esta nueva política orientada a la recuperación de la ciudadanía mediante el otorgamiento del «derecho a la ciudad» a sus habitantes. El 4 de julio de 2007 leíamos un reportaje titulado: «Ejecutivo trabaja para dar vida a la primera ciudad comunal» (Últimas Noticias. Caracas. 04/07/07/p. 22). Y aunque se trata de un fenómeno muy local referido a una comarca del oriente del país, bien puede servirnos para nuestros fines, pues allí se intentaría construir la «…primera ciudad comunal de Venezuela…» iniciativa de los consejos comunales en la Península de Paria del estado Sucre. Hacia allá viajó una comisión, encabezada por el Viceministro de Participación y Protección Social, con el objeto de recabar toda la información necesaria para presentar propuestas y servir de facilitadores, «… pues el objetivo es que las comunidades presupuesten, coordinen y ejecuten sus propios proyectos, en el marco del autogobierno». (Ibidem / p. 22). Como el socialismo no es un fin en sí mismo sino un vehículo para transitar hacia una sociedad sin segregaciones de clase, entonces la ciudad
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deberá devenir socialista. Para algunos, como Natalia Medrano (A Plena Voz. 2007/39): «…entendemos la ciudad como la célula fundamental del ejercicio del poder popular en constante ascenso». Nosotros propusimos al barrio como célula fundamental de la comunidad, por considerar que en él se resumen, y más tarde se hace síntesis determinante, las claves de la comunidad entendida en su espacio local como pueblo o ciudad. El Barrio, con mayúsculas, es el definidor demográfico, el termómetro social, el punto más álgido y complejo, la suma de las injusticias sociales, el espacio que más reclama atención y la comunidad olvidada en el largo tiempo explotador del capital-mercancía. La ciudad para ser socialista, no solamente debe revisarse a sí misma como estructura urbana capitalista, sino volver su mirada hacia el barrio que tiene a su lado, concentrando alrededor del 60% de la población venezolana y definiendo, de paso, los problemas de la ciudad, como la basura, la polución, la industria y el asesinato ambiental o de la naturaleza: la tala, la quema, la contaminación sónica. De Natalia Medrano, en el mismo trabajo que citamos, hemos recogido una especie de premisas o conclusiones para que la ciudad sea socialista. En primer lugar, que comience a tener una vocación productiva con arreglo a una economía planificada. En segundo lugar, cuando en sus espacios no se vuelva a ver la explotación, ni del hombre, ni de la naturaleza. En tercer lugar, cuando las plazas, las calles y el mercado local se conviertan en el espacio preferido. Espacio para el encuentro, para el debate, el festejo, y la toma de decisiones. Cuando se integre a todos, y seamos corresponsables; y cuando cambiemos la forma en que se organiza la sociedad para resolver el problema de la convivencia, de la vivienda y del bienestar, en general, entonces estaremos en la vía franca hacia el socialismo. Mientras tanto, Héctor Torres, en su artículo ¿Ciudad Compacta. Bienestar Socialista? (APV. Feb. 2007/32-34) hace una diacronía comenzando por la ciudad colonial que ya trae el estigma de la parroquia como pecado original. Y por ser ésta una de las limitaciones de Caricuao, nos detendremos, por un momento, en la exclusión y fragmentación del espacio y carácter ideológico de las fundaciones. Las ciudades coloniales fueron «…Hijas de un sistema político de derecho divino,…ciudades monásticas, olvidadas políticamente en parroquias eclesiásticas…» (Ibid/33).
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La estructura social se articulaba alrededor de la figura del «vecino», el jefe de una especie de familia extendida que incluía la servidumbre. De allí viviendas tan grandes que «…En lo formal emulaban al palacio renacentista…» (Idem). Las viviendas pertenecientes a los vecinos de mayor calidad se encontraban más cerca de la plaza mayor. La lejanía a la plaza mayor tenía un significado social e ideológico basado en la exclusión: «… Conforme se iban alejando, se conformaban nuevas parroquias que repetían el esquema con viviendas cada vez más modestas. Así el esquema formal se transformó en popular y, con el tiempo en tradicional…» (Idem). El Estado viene a asumir la construcción de viviendas con fines sociales, en las primeras décadas del siglo XX. Hacia los años sesenta, se legitima la sociedad clasista, cuando emula el programa de la vivienda como negocio del sector privado. Por eso se deben desmontar, apunta Torres, los acuerdos normativos entre gobierno y promotores «…y las rémoras neoburguesas sistematizadas desde el Estado como aspiración a la buena vida». (Ibid/34). Igualmente estos acuerdos han reducido al extremo los espacios públicos porque no los pueden vender. Aún más, la tendencia no solamente era reducirlos a su condición funcional, sino que están siendo sustituidos por centros comerciales. Cuando alguna autoridad, local o regional, acude a un promotor para la construcción de espacios públicos, lo hace con la condición de que éste pueda explotarlo privadamente para su propio provecho. La propuesta de Torres la podemos resumir como sigue: - Concebir otro modo de tenencia de la tierra. - Construcción del espacio urbano con objetivos humanistas - Recuperar modelos edificatorios que integren a los ciudadanos en una sociedad sin clases. - Promover la solidaridad, la complementariedad y la cooperación como respuesta a la competencia, el oportunismo y el individualismo promovido por el capital. - Desaparición de la diferencia entre «vivienda para la clase media» y «vivienda de interés social» - Reaparición del patio interno, el corredor y el lavadero común.
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Se trata, en síntesis, de cambiar hacia una ciudad sin servidumbre y sin burgueses. 2. Nuestra propuesta acerca de la ciudad comunal Siguiendo una visión ecologista profunda, nuestra propuesta es integral y abarca, por lo menos, cuatro temáticas vinculadas al problema ambiental, uno de los ejes de nuestro trabajo. Un gran refuerzo teórico, y ejemplo de praxis integral, es la vida y la obra del sabio don Francisco Tamayo, el gran cultor de la visión integral del espacio. En 1980, hablando desde el Congreso Nacional, según datos tomados de la obra del profesor Omar Hurtado Rayugsen (2005/131 ss), el maestro Tamayo reconstruye nuestra historia a partir del «…pecado original que fue cometido por los conquistadores en contra de la población aborigen…» (Idem). Esto, por supuesto, dio lugar a lo que en nuestro primer capítulo hemos llamado la mano depredadora de la dominación española, en donde la naturaleza fue la más afectada desde una perspectiva integral que no vamos a analizar aquí. Pero Tamayo no se detiene allí sino que en sus trabajos aborda el impacto ambiental de la concepción urbanizadora mercantilista, o desarrollista. En relación con Caracas, afirma lo siguiente: «Entre los más calificados desafueros cometidos en la última década en Venezuela, figura el de muchos urbanizadores suburbanos y extraurbanos de las zonas metropolitanas, quienes haciendo caso omiso de los intereses colectivos, han pasado por encima de las consideraciones de todo orden para sacar el triste partido de unas tantas monedas. Las urbanizaciones a que me refiero están en cerros, en cabeceras de ríos, en hoyas hidrográficas que surten a acueductos y campos de cultivo, o en colinas inmediatas a la ciudad capitalina, en donde las tierras removidas por banqueos de cerros son arrastradas hasta las vecinas zonas bajas urbanas» (Cit. OHR 2005/130131). Su critica a la concepción desarrollista es lo que él llama el «señuelo del desarrollo» y la creación de ecosistemas ficticios frente al ecosistema natural: «Ese desarrollo olvida las clases de bajos o exiguos recursos: olvida aquella que padecen todas las privaciones. Esos marginados van a la
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manera de lastre a la cola del carruaje de los privilegiados» (cit por OHR 2005/131). Es una visión ecológica profunda, se diría, y ahora en estos tiempos de «parroquia ecológica» y del «derecho constitucional a la ciudad», es propicia la ocasión para insertarnos nuevamente en ese espacio citadino caricuense signado por la unidad parque-urbanismo; zonas de áreas verdes rodeadas de edificaciones, cuyo conjunto define al Caricuao de hoy. Una de las particularidades de Caricuao es precisamente la existencia de 4 PRM que rodean al conjunto urbanista pero que, al mismo tiempo, constituyen un pulmón para la ciudad y un espacio como fuente potencial aun no utilizado con visión ecologista y con miras a un desarrollo verdaderamente sustentable. Con el tiempo, el espacio se ha ido alejando tanto del habitante del bloque, que éste ya no piensa en él, y aún cuando lo visite no lo aprovecha porque es un espacio alienado, extraño, y el que lo visita está, además, muy mal formado, o educado, en la nueva concepción ecologista profunda. Pero además, el habitante no tiene poder de mando y su voz tampoco se escucha. El PRM no le enseña nada, le muestra muy poco y lo recibe en su seno por el tiempo de la prisa, efímero y violento porque no hay tiempo de ocio. No se imagina que en esos predios se puede realizar un conjunto de actividades, una verdadera convivencia permanente. Acercar el ciudadano significa acercar a la escuela, la iglesia, la radio, la televisión, a los periódicos y revistas, al quiosquero, al hospital, a Barrio Adentro, a las organizaciones comunales en general. En otra parte hemos planteado que los Consejos Comunales deberían ejercer el control de los PRM con el apoyo de Inparques y otras instituciones. Pero el centro del poder debe ser genuinamente comunal. Una de las claves del poder popular y tal vez el eje que cruza por toda la geografía caricuense es esta compleja cuestión ambiental. A pesar de ser considerada como un bloque dentro de una unidad mayor, debe verse como un problema integral, en donde hay que correr la escala, inclusive hasta más allá de los linderos de la parroquia. No solamente se trata de los PRM sino de los demás elementos del conjunto geográfico, entendido como una totalidad espacial dinámica, proyectada hacia la gran ciudad. Caricuao como «ciudad ecológica» se proyecta mucho más allá, rompe sus linderos parroquiales, «camisa de fuerza» que liquida identidades. De manera que las relaciones entre la ciudad y el ambiente es un
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punto crucial en el caso específico de esta parroquia. En este sentido, el trabajo de Francisco Javier Velasco («Ciudad, Crisis Ecológica y Ciudadanía». A Plena Voz. Feb. 2007/35-37), nos servirá de referente teórico para, a partir de allí, continuar elaborando propuestas concretas acerca de este binomio ciudad-ambiente, pues tiene implicaciones trascendentales para la construcción de una comuna socialista, puerta de entrada, a su vez, hacia la verdadera ciudad socialista. Velasco insiste en la necesidad de problematizar socio- ecológicamente decisiones locales. Esto, que nos parece una tesis, la hemos tomado textualmente como sigue: «…Es urgente la ampliación de estas políticas ambientales para poder transversalizar y problematizar socio-ecológicamente decisiones locales de todo tipo y aparentemente alejadas de la problemática ambiental…» (2007-37). El modelo pseudos-ecológico actual de los parques de Caricuao, se concibe como algo alejado de lo urbanístico, de las unidades de desarrollo con direcciones apartes y sin coordinaciones entre ellas y, mucho menos con la comunidad. Es posible que el vínculo sea nuevamente el barrio, más no la Unidad Vecinal ni la Unidad de Desarrollo. La estructura de los parques, así como las formas de conciencia que dimanan de su manejo, de su uso, son totalmente ajenas a la comunidad y mucho más con respecto al entorno. Funcionan como si se tratara de jardines, de jaulas, de pequeños bosques y no están articulados a la realidad local, al resto del ecosistema. Es como si la naturaleza, en esos espacios verdes, estuviera reducida, aislada y actuara en esos nichos, nodos o ecosistemas como un pulmón artificial que da oxigeno a la comunidad caricuense. Nodos desvinculados, por completo, de las dinámicas sociales, de la realidad de las terrazas, de las quebradas, incluso de las invasiones o de la realidad de los barrios que viven dentro y fuera de sus espacios. No hay interdependencia ni coordinación de políticas aunque se trate del «puro ambientalismo». Hay un muro cultural, ideológico, político y administrativo que separa a un ámbito de otro como sí en la realidad no estuvieran interconectados. Como muy bien lo expresa Velasco: «…hacen invisibles las cualidades y necesidades de los sistemas naturales que están esencialmente implicadas en cualquier acción individual
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o colectiva. Se trata de cegueras productivistas que obvian el hecho de que los patrones dominantes de nuestras actividades urbano-industriales son el origen de la mayoría de los grandes problemas de supervivencia ecológica que enfrentamos en la actualidad». (Ibid/35) Por esa vía se niegan las relaciones entre la realidad biofísica y la experiencia cotidiana, el quehacer diario de los habitantes de una comunidad, grande o pequeña, que, en todo caso, funciona como sumidero de recursos energéticos y como una máquina productora de desechos y de contaminantes. Bástenos pensar solamente en la combustión diaria del auto al encenderlo al amanecer, en la basura que va por el bajante o se deposita en los contenedores y en los incendios que a diario se producen en el entorno. Y esto sin mencionar la actividad industrial de los alrededores y la acción de la máquina contra los cerros para construir más y más de todo, hasta viviendas. Pero el problema es mucho más complejo y sólo a partir de esta categoría, junto con la red articulada, podemos hacer esta semblanza de la naturaleza ligada a las formas del Poder Popular. ¿Y cómo se vinculan? Entramos en un eje vital: la red comunal desde donde debe partirse para entender la realidad ecológica y la propuesta que le sigue: su elevación a comunidad o pueblo ecológico. Francisco Javier Velasco da en el clavo, teóricamente hablando, al plantear una escisión fundamental entre aquellos que valoran, de algún modo, las cuestiones ambientales. Pero esa valoración es abstracta, resumiéndose en una conducta ambiental para las ideas y opiniones, y en un productivismo desarrollista para las acciones prácticas. Por un lado valoran abstractamente la conservación de la riqueza natural y son capaces de concretar sus preferencias de ciudad ambiental sobre un espacio natural cercano y reconocido por su flora, fauna o paisajes. Pero por otro lado: «…estas sensibilidades de tinte verde no acaban de concretarse en cambios prácticos guiados por nuevos criterios ecológicos que pudieran alterar significativamente las formas más bulímicas de consumo ambiental». (Ibid/36) Esta versión, o concepción ambiental, puede terminar por aceptar, como inevitables, los peligros de la destrucción ecológica. Es decir, que no hay un comportamiento cotidiano conservacionista y reparador ni, mucho menos, una visión más amplia acerca de los alcances de las redes ecológicas,
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ni del diálogo de los parques de Caricuao con su entorno urbano, con su comunidad caricuense. Nuevamente se nos viene a la memoria «la cerca» que lo separa todo. De manera que no es fácil inculcar una conciencia integral que genere conductas cotidianas de naturaleza ambientalista, y no solamente conservacionista sino de ataque al espacio urbano que ha sido deshumanizado. Tampoco hay comunicación con las parroquias vecinas porque las han bloqueado; pero este es también un tema para la propuesta de una nueva gran red de redes comunales Macarao-Antímano-LaVega-Caricuao, es decir, una región socializada y sujeto de socialización integral. También denuncia Javier Velasco lo que denomina «estrategias aguas abajo». «…Este modelo de actuación trata de hacer frente a las consecuencias de suciedad y destrucción ecológica originadas por el modelo de la sociedad urbano-industrial mediante un poco de limpieza al final de los procesos de producción y consumo…» (Ibid/36). Estrategias aguas abajo significa limpiar la basura causada por el modelo neoliberal capitalista. Una operación cosmética que deja a un lado los procesos que causan el daño ambiental en su conjunto. Es la atención hacia la fase final que oculta las causas que dan origen a la degradación ambiental: «…Este ambientalismo tampoco es capaz de moderar ni la escala ni la aceleración de la destrucción ecológica, es incapaz de afrontar la creciente pérdida de la biodiversidad y también incapaz de contextualizar las causas de los problemas ambientales urbanos en la trama de relaciones sociopolíticas que se plasman y desarrollan en la ciudad» (Ibid 36) Estas políticas más bien ayudan a alimentar el optimismo ingenieril del control de todo o de «todo está bajo control». Un verdadero fundamentalismo tecnológico» (Ibid 37) Las modificaciones, en la propia estructura del bloque y de sus áreas adyacentes, es parte de esta visión ambientalista con la que deberíamos observar al mundo, para concienciar al grupo que lo usufructa. Más adelante, Velasco se refiere, precisamente, a la construcción y reconstrucción de la ciudad, como una empresa verdaderamente colectiva; pero es imprescindible que estas políticas se lleven a cabo, se construyan, sobre un nuevo sistema
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de relaciones socio ecológicas, en donde destaquen la noción de ciudadanía ligada a las de democracia directa y democracia participativa. Las políticas ambientalistas suponen, pues, algunos ejes centrales de acción, entre los cuales destacamos, junto con Velasco (2007/37), los siguientes: - El despliegue de formas alternativas de democracia participativa. - El fortalecimiento de las economías populares, sobre la base del aprovechamiento sustentable de los recursos derivados de los ecosistemas en los cuales dichas economías se despliegan y en el marco de sistema de desarrollo eco-regional. - La potenciación de la relación biodiversidad y sociodiversidad, con miras al fortalecimiento de las reivindicaciones de las minorías urbanas. - La promoción de modelos de complementariedad territorial frente a los modelos mercantilistas-competitivos. El artículo 18 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) dispone que una ley especial establecerá la unidad político-territorial de Caracas a partir de la integración de niveles y su objeto es alcanzar «… el desarrollo armónico e integral de la ciudad…» Aquí hay un atisbo de lo que entendemos como el derecho a la ciudad. Hoy estamos inmersos en un proceso de reformas, con carácter integral, presentado a la consideración del soberano para su discusión y entregado a la asamblea nacional el 15 de agosto de 2007, después de ser aprobado, como proyecto integral, en el Consejo de Ministros Extraordinario Nº 535 celebrado en la misma fecha. La reforma constitucional contempla, dentro de una concepción integral y sistémica, la titularidad del derecho a la ciudad por parte del ciudadano. Este artículo es bastante abarcante y lo consideraremos más adelante como cierre de este capítulo, junto con el conjunto del articulado, aunque destacaremos el 184 en lo que respecta al derecho a la ciudad, a la ciudadanía, a los nuevos espacios para el ejercicio de la nueva geometría del poder; y a la proyección de la Ley de abril de 2006 con la creación de comunas y otros espacios territoriales de convivencia democrática y, por ende, socialista.
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3. Antecedentes caricuenses del poder popular a. El Cabildo Abierto de 1985. El sábado 9 de marzo de 1985, en las instalaciones del liceo Francisco Fajardo, iba a tener lugar un evento trascendente: un Cabildo Abierto para buscar soluciones a los problemas de Caricuao. Pero hubo una jornada preparatoria en donde se expusieron nueve mesas de trabajo: vialidad y urbanismo; salud; educación; servicios públicos; seguridad pública; cultura; deportes y recreación; contaminación ambiental; y legislación jurídica. Estas jornadas de análisis fueron organizadas por la Comisión de Participación Ciudadana del Concejo Municipal, y contó con la presencia de organizaciones vecinales, comunidades educativas, grupos culturales, deportivos y ecológicos, además de las autoridades locales y regionales. El resumen de estas mesas lo hemos hecho a partir del reportaje aparecido en Vía Informa («Vecinos y autoridades buscan solución a problemas de Caricuao». Nº 70. Caracas, marzo de 1985. Titular p. 1). I. Vialidad y urbanismo. Se planteó la necesidad de agilizar los trabajos del Metro hasta el Silencio; reparación de las vías principales y construcción de calles en los barrios. Impedir la construcción de nuevos edificios, y delimitar los linderos de la parroquia, a fin de que no se permita la unión con otros sectores, como puede ocurrir si se sigue urbanizando La Vega en los límites con la UD5. También se exigió la apertura de la carretera vieja de Antímano hacia las Adjuntas. II. Educación. Construcción de nuevos planteles en todos los niveles del sistema educativo. Nuevos auditorios, comedores escolares y bibliotecas públicas. III. Salud. Construcción de centros ambulatorios y dispensarios en los barrios. Dotación para los centros existentes; embaulamiento de quebradas; lavado de tanques en los edificios; inspección de baños escolares.
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IV. Ambiente. Impedir la deforestación de las áreas verdes. Arreglar las tuberías de aguas negras desbordadas. Reparación de los parques y terminar de construir las 630 hectáreas del parque, de las cuales sólo se han desarrollado 25 hectáreas. V. Se pide a la comunidad participar activamente en la identificación de delincuentes para que los cuerpos de seguridad puedan trabajar con mayor efectividad. También se pidió la instalación de módulos sociales en los sitios de mayor auge delictivo. VI. Tiempo libre Coordinar con los distintos organismos, a fin de programar en forma eficiente las actividades de todo el pueblo. VII.Régimen jurídico. Se aprobó una recomendación para que el Concejo Municipal la presente ante la Comisión de Reforma del Estado, con el objeto de crear un nuevo concepto que incluya al sector conformado por Caricuao, Macarao y La Vega. Esta Mesa Jurídica de 1985 ya pedía la unificación territorial para coordinar de manera más eficiente tareas para la solución de problemas comunes. Se trata de lo que conoceríamos, más tarde, como sistema de redes que hagan más fluida la comunicación, tanto el sentido de la conexión vial como en el sentido comunicacional propiamente dicho. Nuevamente el concepto de parroquia quiebra una unidad territorial con una historia heredera de problemas comunes y, sobre todo, con una identidad signada por la impronta, o huella, de un pueblo que necesita reencontrarse y no seguir comunicándose solamente por la autopista, por el Metro o por los cerros, como lo hace la gente de a pie, del barrio. Ya es hora de unir barrios, callejones, calles y avenidas, para romper el vetusto concepto de parroquia que encierra a la comunidad y la pone a pelear con La Vega, con Antímano, o con Macarao, por asuntos de linderos, de identidad, de papeleo, al mismo tiempo que aísla pueblos con problemas idénticos y necesidades, esperanzas, anhelos y aspiraciones también comunes.
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Una pequeña región unitaria conformada por La Vega, Caricuao, Antímano y Macarao, obligaría al Estado a replantear las políticas de vialidad, de educación y salud, de agua y electricidad o de ambiente y urbanismo. Tendrían que reprogramarse las políticas sobre barrios y sus redes, las vías de comunicación, dolor de cabeza permanente para gente de estas comunidades. Del mismo, modo los problemas comunes, como el agua y el sistema de cloacas, están involucrados en esta nueva concepción del espacio que no es sino una vuelta al terruño integrado. Redes más amplias, no cabe duda de que coadyuvarán a una mayor seguridad social de sus habitantes, a través de una política integral que sustituya a la acción puramente policial. La seguridad es, por ejemplo, un problema integral que comienza por el censo comunal y pasa por la educación, la salud y el mejoramiento de las condiciones de vida del ciudadano. Es un problema de vivienda, pero también de vialidad, de desarrollo endógeno, de salud y es, fundamentalmente, un problema cultural que requiere de una educación permanente y de un individuo consustanciado con los problemas de su pequeño terruño. Por eso el maestro debe ser hijo de la comunidad, al igual que el policía, que el ingeniero, que el urbanista, y que el ecologista que aconseja cuidar el ambiente para que los perros del barrio no se coman a los marsupiales australianos ni a las cabras que se trajeron de Lara y de Falcón. b. Gobernar con la gente. En 1993, el Alcalde de Caracas, Aristóbulo Istúriz, se reunió con grupos ambientalistas y ecologistas en Parque Central. A esa reunión asistieron miembros de los grupos Forja, Parque Universal de la Paz, Grupos Ambientalistas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad de Los Andes (ULA). También estaban presentes el director de la Oficina Local de Planeamiento Urbano, el diputado Carlos Azpúrua y el profesor Luis González Guillén. Después de oír un conjunto de ponencias, el alcalde Istúriz solicitó a los grupos asumir tareas concretas para ser llevadas, a través de ordenanzas y resoluciones, a las comunidades parroquiales. En concreto, esto fue lo que afirmó el Alcalde: «quiero que los grupos ecológicos asuman los espacios públicos, las plazas, los parques, y que se elimine la fiscalización».
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En segundo lugar, informó que se adelantaban conversaciones, concretamente con la UCV y Fundacomún, para la formación de jóvenes mediante el sistema beca trabajo, como verdaderos fiscales de sus parroquias. Ello garantizaría a los propios parroquianos y así concluye la nota de prensa, «…la defensa de sus cascos históricos…» A partir de la consigna lanzada por la Alcaldía, «gobernar con la gente», se inició en Caricuao todo un movimiento en defensa del poder local, encabezado por la Alcaldía de Aristóbulo Istúriz pero, por sobre todo, apoyando a los representantes electos por Caricuao, e impulsado por los propios líderes comunales. Esta consigna lanzada a partir de 1993, tendiente a «democratizar al municipio», se expresó en una política que tenía como objetivo central darle mayor poder a las parroquias, a través de sus juntas. En una entrevista realizada por Anahí Arismendi (Diario Caricuao, año 1. Nº 5. 1ª quincena de febrero. S/año) al concejal electo por Caricuao, Reinaldo Morales, éste declaró que se debía profundizar esa consigna, como parte del programa de gobierno del alcalde Istúriz. Y lo primero que enfatiza Morales es la descentralización de este proceso, a partir de la organización de «…sectores y barrios con gente no ligada a instancias de gobierno y que quiere comenzar a participar». Trabajar con gente fresca, consultar con ellos, descentralizar administrativamente el municipio, dándole poder a las juntas parroquiales y fortalecer el trabajo en la calle, eran las consignas de ese momento, entre 1993 y 1995. Se ponía como ejemplo la inmediata disposición de una cuadrilla de trabajadores «…a disposición de la comunidad para satisfacer cualquier necesidad que ésta tenga en materia de limpieza, recolección de escombros, trabajos varios». (Reinaldo Morales a Anahí Arismendi). El nuevo presidente de la Junta Parroquial, Larry Gouveia, declaró que el primer paso a ejecutar es poner en práctica la propuesta de democratizar el municipio, «…profundizando la democracia, garantizando así la participación de la gente en la toma de decisiones…» (Diario Caricuao. Nº 5. 1ª quincena de febrero/ p. 9). Se deben definir los mecanismos de participación, así como las políticas a seguir con la misma gente: «… de manera que el colectivo sea el que defina el rumbo y que cada persona en su área de conocimiento pueda aportar de manera efectiva» (Idem).
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Este proceso llevaría varias etapas; él propone la evaluación y visión que la comunidad tiene de su entorno «…Donde es la gente la que vive y siente su mundo cotidiano». Por supuesto que para ello hay que redimensionar las acciones de la junta parroquial para impulsar todo un plan de desarrollo a partir de diversas reuniones y mesas de trabajo. También existen varias propuestas de organización por áreas y diversos proyectos en los cuales la comunidad quiere participar. Aspectos como la autogestión, cogestión, y la «… incidencia directa de la gente en las obras a ejecutar…» formaban parte de este marco teórico, o de referencia, a través del cual se intentó impulsar todo un proyecto de apoderamiento local reforzado, incluso, cuando el alcalde Istúriz le propone a los ambientalistas de Caricuao la cesión del poder para que la comunidad administre sus parques y forme fiscales para su vigilancia, supervisión y evaluación. Al leer estas fuentes, nos imaginábamos a los embriones de las contralorías sociales y a las mesas técnicas que han brindado tantos beneficios a las comunidades, presionando, en todo momento, al poder central, denominado por nosotros la superestructura, todavía ideológica, que mueve el poder a través de sus organismos: ministerios, institutos, alcaldías… En el nuevo esquema de gobierno de la alcaldía, «…las juntas parroquiales vendrían a constituirse en un órgano importante de expresión del poder local. A ellas se aspira transferir, con una ordenanza, varias de las funciones y responsabilidades hasta ahora delegadas en el poder central…» Añade Larry Gouveia que lo fundamental constituye no sólo llevar adelante propuestas diseñadas por el colectivo de Caricuao, «…sino que estén dirigidas a garantizar la seguridad social de los habitantes de la parroquia, tocando áreas como abastecimiento, educación, deporte, cultura y otras» (Idem). En efecto, en un artículo suyo fechado en 1995, presenta a la comunidad de Caricuao el proyecto de ordenanza sobre la creación y funcionamiento del gobierno parroquial, para que ella tenga la posibilidad de decidir el estudio de los recursos municipales. Convendría hacer un resumen de esta ordenanza, pues presenta artículos de suma necesidad para este momento histórico que vive Caricuao.
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El Artículo 1º crea el gobierno parroquial: «…Se crea el gobierno parroquial, organismo que funcionará en cada parroquia del Municipio, y que tendrá como objeto garantizar la participación de las comunidades en el diseño de programas, situados de obras y planes comunales, de los órganos del gobierno Municipal atinentes a la Parroquia…» (Suroeste Hoy. «Por un gobierno parroquial participativo». Nº 1 octubre /95/p. 5) La integración del gobierno local se especifica en el artículo 3º y se compone de: «… miembros del gabinete técnico parroquial designado por el alcalde; por los miembros de la junta parroquial, por los concejales de la parroquia; por los representantes de la comunidad organizada (organizaciones sociales, asovecinos, comunidades educativas, grupos culturales, deportivos y ecológicos y demás entes comunitarios)…» (Idem). La coordinación del gobierno parroquial la ejerce el alcalde a través del órgano que él designe; y su coordinación interna será ejercida por una comisión operativa integrada por tres personas «…un miembro del gabinete técnico parroquial, y un representante de las comunicaciones organizadas…» (Art 5º. Idem) La ordenanza comprende 8 artículos, en donde se señalan las atribuciones del gobierno parroquial, las áreas o comisiones de trabajo y la consideración de las particularidades atinentes a cada parroquia. Además de proponer, fiscalizar, ejecutar y elevar proyectos a la cámara municipal, el gobierno parroquial hace énfasis en áreas prioritarias, proponiendo seis comisiones de trabajo: infraestructuras y servicios; seguridad y derechos humanos; educación, cultura y ecología; salud, rehabilitación y ambulatorios; abastecimientos; archivo y correspondencia. Un área tan prioritaria como la alimentaria merece un tratamiento aparte, pues fue objeto de amplias consideraciones en otro trabajo consultado por nosotros para esta etapa de la diacronía caricuense40. Se trata de un «proyecto de organización autogestionaria» expuesto por Betty Prieto Delmoral (Suroeste Hoy. Nº 1 octubre/95).
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Por comodidad fonética, o economía de la lengua manejaremos el término caricuense en vez de caraqueño, caricuaeños o caricuenses, por sentirnos más cómodos, y ser más fácil de introyectar.
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«Un grupo de personas y asociaciones de Caricuao se han sumado a la central nacional de comunidades autogestionarias (Cenacoa), como propuesta organizativa de participación comunitaria que pretende unir los esfuerzos en la búsqueda de objetivos comunes en una sola estrategia de acción. Es una respuesta de la sociedad civil a la situación que viven los venezolanos en los actuales momentos». Así reza el subtítulo de este artículo que explica cómo funciona el proyecto, su estructura organizativa, sus beneficios, las compras mancomunadas y la composición de la comisión promotora. El primer paso consiste en organizar a los consumidores para realizar compras mancomunadas de alimentos, es decir, ofrecer a los productores una demanda organizada, con el fin de establecer una relación directa productorconsumidor, para enfrentar las roscas que, por otro lado, no permiten que el pequeño y mediano productor pueda operar libremente. Proponen para esta primera tarea la conformación de una unidad vecinal autogestionaria (Univa) para irse beneficiando, paulatinamente, de los programas promovidos por la central nacional de comunidades autogestionarias (Cenacoa). Los vecinos que respalden esta propuesta se constituirán en asamblea y elegirán un consejo directivo de coordinación, integrado por cinco miembros como mínimo. La Cenacoa, por su parte, promoverá el programa de compras mancomunadas, donde la comunidad, a través de la Univa, que organizará a los vecinos para ejecutar compras al mayor, abaratando costos y generando empleos al mismo tiempo. La comisión promotora de Cenacoa la integraban en 1995, Larry Gouveia, Jesús Prada, Saturnino Sánchez, Irma Yépez, Lic. María Teresa Contreras, María Arraíz, Ana Betancourt y la autora de esta reseña, Betty Prieto Delmoral, quien cierra el trabajo señalando que también se coordinará con otras organizaciones solidarias existentes en Caricuao como la Asociación Civil Tv Caricuao; y la Asociación Civil Cultural de Caricuao Toromaima. En marzo de 1993, la Junta Parroquial de Caricuao quedó formalmente instalada. La presidía Larry Gouveia, acompañado por los miembros principales José Acosta, Vicente Waldroph, Tamara González y Freddy Araujo. Funcionando provisionalmente en la Jefatura Civil, comenzó a consolidar los equipos que integran sus nueve comisiones técnicas, para darle respuestas al colectivo en problemas como el mantenimiento de obras, ambiente, cultura, deportes, salud y abastecimiento.
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La nota continúa destacando lo siguiente: «Cabe resaltar que como parte de la nueva política de la Alcaldía del Municipio Llibertador de darle más poder a las parroquias y de democratizar el municipio, las juntas parroquiales se convertirán en la expresión del poder local, de ahí su importancia». Y nuevamente se insiste en el trabajo mancomunado entre la alcaldía, la junta parroquial y la comunidad de vecinos, con el fin de elaborar un cronograma que contemple las obras prioritarias. Además, la Alcaldía del Municipio Libertador tenía como norte un plan de descentralización basado en la entrega de equipos a Caricuao para su propio manejo, incluyendo cuadrillas permanentes y otros equipos. Pero además, en su afán descentralizador, promovía la elaboración de proyectos por parte de la comunidad caricuense, incluyendo el abastecimiento. c. La Asamblea del Poder Ciudadano del Pueblo de Caricuao 2002. Esta asamblea tuvo su origen durante el proceso nacional constituyente, cuando entre 1999 y 2000 se establecieron mesas de trabajo y se elaboró un documento, enviado a la Asamblea Nacional Constituyente. En enero de 2002, la Asamblea del Poder Ciudadano del pueblo de Caricuao, asumió un papel permanente en la organización y participación. He aquí un esquema que pudiera servir de guía ciudadana para la construcción del presente-futuro: el poder popular socialista (PPS). - Visión. Construir el poder participativo del pueblo hacia la consecución de un Caricuao digno para vivir y sustentado en valores de solidaridad, legitimidad e integridad para la búsqueda de un ciudadano tolerante y respetuoso con sus congéneres. Todo esto dentro del marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. - Misión. Promover y generar espacios para la organización y participación de los caricuenses, estimulando la discusión y el análisis de los planes, presupuestos, programas y proyectos de la comunidad.
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- Finalidad Consolidar el reconocimiento de las organizaciones sociales, redes, grupos culturales, comunidades educativas, cooperativas, que puedan incidir en la elaboración de políticas y ejercer el control social de la gestión de los diferentes organismos. ¿Quiénes participan?: Habitantes de Caricuao; grupos ecologistas, culturales y juveniles; cooperativas, ONG, fundaciones, instituciones públicas y privadas. ¿Cómo se participa?: Asumiendo la condición de ciudadanos con deberes y derechos. A través de las tareas y actividades que adquieran los colectivos de gestión de la Asamblea. Acompañando a la gente en todos los procesos que desarrollen en beneficio de su comunidad, elaborando planes, proyectos o tareas sencillas que mejoren la calidad de vida. ¿Cómo funciona?: La principal estrategia es crear coaliciones, redes y asambleas que traten los principales problemas de la comunidad. A cada tema de trabajo se le da operatividad mediante la creación de los colectivos de gestión, los cuales gozan de autonomía y personalidad jurídica propia para adelantar propuestas, proyectos y acciones. - - - - -
Áreas de Trabajo Propuestas Ambiente, urbanismo y Comités de Tierras. Educación, Cultura y Deportes. Centro Integral de la Economía Social, Cooperativas y Comunidades. Derechos Humanos, Seguridad Social y Salud. Servicios Públicos.
4. Una nueva geometría del poder y el poder popular. Propuesta Caricuao. Nosotros hemos venido planteando la transformación de la ciudad a partir del barrio. Lo hicimos en La Vega, en donde encontramos instituciones, como Cameba, supuestamente encargadas de mejorar los
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barrios modificando fachadas, arreglando aceras, conectando cloacas, derribando viviendas no aptas y ganando espacios sociales. Pero, sobre todo, conectando barrios a través de calles, callejones, puentes, para establecer, al final, una red de barrios con un nuevo rostro, para hacer una vida más fluida, dentro de un hábitat más amplio, con espacios cada vez más colectivos y en donde funcione, verdaderamente, en esas redes de barrios, la superestructura del Estado: ministerios, alcaldías, gobernaciones, concejos municipales, instituciones educativas, universidades, centros de investigación. Ahora nuestra propuesta se amplía hacia la ciudad socialista, pequeña, con gran autonomía, con el control de su propio espacio. Caricuao, por ejemplo, está rodeado de cuatro grandes parques protegidos (PRM) y su desarrollo urbanístico, de mediana magnitud, es apropiado para pensar en él como ciudad socialista que sirva de modelo a un conjunto de pueblos y comunidades con características similares. Pensamos, por ejemplo, en la unidad Valle-Coche o en las zonas del norte, incluidas La Pastora y San José. La vinculación de la nueva geometría del poder con la explosión del poder popular, dos motores en un diálogo permanente, nos llevó a replantearnos el discurso acerca de los pueblos de Caracas, sobre todo cuando arribamos a Caricuao y vimos el mapa rodeado de esos cuatro grandes PRM, tan alejados del hombre común caricuense y como si nada tuviesen que ver con sus moles de concretos que suman más de 26.000 viviendas de diversa naturaleza. Nos pareció, en ese momento, que debíamos vincular a los Consejos Comunales, como células-madre del Poder Popular, no solamente con la refacción, reparación y embellecimiento del paisaje urbano, sino que debíamos dar una discusión acerca de la comunidad que queremos, comenzando por la defensa del ambiente y por la construcción, premisa necesaria de esta defensa, de una nueva manera de vivir, más humana. Pareciera que la naturaleza, inmersa en esos cuatros parques, estuviese separada del resto de las unidades que forman el gran Caricuao, incluyendo, en ella a los hombres y mujeres que hacen posible la dirección, administración y mantenimiento de los parques. La comunidad, a través de sus poderes populares creadores, debe asumir el control de esos espacios verdes, dinamizando cada una de las tareas que cotidianamente realizan sus pobladores, los verdaderos dueños del espacio. Nos estamos refiriendo, ni más ni menos, al desarrollo endógeno de la comunidad ecológica-social de
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Caricuao en donde se unan todas las expresiones que allí se encuentran, incluyendo las escuelas, para hacer un gran movimiento de formación de cuadros para el control de los espacios verdes. Ellos serían verdaderos pioneros de una nueva concepción del espacio comunal y del tiempo y destiempo histórico como tiempo de identidades, de vuelta al espíritu de los montes, de las quebradas, de los ríos y bosques del otrora dominio toromaima. Sí, porque el espíritu toromaima está por detrás de cada una de esas haciendas que fueron transformadas en unidades vecinales y de esos parques que aún conservan sus rutas ancestrales. De manera que la comunidad caricuense, después de ese gran debate, debe decidir el uso del espacio que le dará a estas áreas y la manera de restárselo al patrón capitalista urbano-natural. Ello significa ganarle terreno, cada vez más, al asfalto y al automóvil; al concreto y a las construcciones peligrosas; a la vivienda inhóspita e inhumana; a las excrecencias del barrio y sus injusticias; los monumentos y bulevares abandonados. Por supuesto que una nueva política ambiental en torno al agua, al tratamiento de quebradas y taludes, se traducirá en un aumento de las zonas verdes, en donde el ser humano, bajo la figura de peatón común, pueda transitar libremente, a pie o en bicicleta, por sus caminerías, sus bulevares y por las faldas de sus cerros o en transportes colectivos dentro y fuera de su entorno urbano. Para lograr este último objetivo, las políticas públicas son la clave de esta reestructuración que proponemos. Como antecedente a estas ciudades socialistas, o comunas, nos encontramos con el concepto de «ciudad jardín» de Ebenezer Howard, quien planteó un nuevo esquema de crecimiento urbano, por ser este el principal responsable del deterioro de los espacios naturales. Él manejó la posibilidad de desarrollar una ciudad central para una población de 60.000 habitantes, rodeada de otra ciudad jardín, más pequeña, para una población menor de 30.000 habitantes. Cada una tendría un espacio vegetal que se interpondría entre la ciudad y la población. Del mismo modo, últimamente, paisajistas y ecologistas manejan el concepto, muy cercano al de Howard, de «slow city» o pequeñas ciudades. Cuando leíamos las características de este modelo, pensábamos en Caricuao como una unidad integral que muy bien podría ajustarse a este modelo, también con una reforma integral. Entre las condiciones que acercaban a Caricuao con una slow city encontrábamos las siguientes condiciones:
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I. II. III. IV. V.
Ciudades pequeñas: 110.000 habitantes. Predominio de áreas verdes: 69% Transporte masivo: Metro, líneas de transporte. Ciudad planificada. Ubicada en la periferia de la gran ciudad y a pocos kilómetros del centro. VI. Área de expansión, o hinterland, muy amplio, con salidas hacia varios puntos cardinales. VII. Cercanía con otros valles con los que puedan interconectarse. VIII. Puede recibir insumos del interior sin pasar por Caracas. IX. Carreteras nacionales que la conectan: autopista Fco. Fajardo; carretera vieja a Los Teques; de allí a la Panamericana. X. Necesidades perentorias: revisar el ordenamiento urbano, reestructurar el sistema de barrios, reparar las vías de comunicación, reparar las cloacas y reordenar los terrenos inestables. Mejorar los servicios públicos y encarar la tarea de ordenar las áreas verdes representadas por 4 PRM. Esta última parte la desglosamos en el esquema siguiente bajo el título de medidas concretas que pudieran conducir, en el futuro, a un modelo de slow city como condición previa a la construcción de la ciudad del futuro, de la ciudad ideal socialista. - - - - - - -
Medidas Concretas. Disminuir el número de vehículos privados y aumentar los medios masivos de comunicación. Construir una red de calles peatonales y transformar la redoma de Ruiz Pineda en una calle peatonal, un paseo o un bulevar, conectando las vías principales a través de calles alternas. Construir un sistema de vías para bicicletas. Ensanchar las aceras hasta un máximo posible. Implantar un sistema de autobuses. Proyectar la construcción de bibliotecas, guarderías, parques, escuelas, canchas y centros de cultura. Es urgente la terminación del Complejo Cultural Alí Primera y su uso de acuerdo con los fines previstos en su creación y ajustado a las nuevas realidades del Poder Popular.
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- Parar las construcciones en áreas sensibles. - Revisar las condiciones de trabajo, por ejemplo los horarios de acuerdo con las nuevas perspectivas constitucionales. - Pensar en Caricuao como en un desarrollo endógeno. Hace falta reunirnos para pensar en preguntas claves que implican problemas claves: ¿Cómo gastamos la energía? ¿Qué tipo de vivienda pensamos seguir construyendo? ¿Cómo nos comunicamos y transportamos? ¿Cómo distribuir nuestros horarios de trabajo y nuestro tiempo libre? Hay que acabar, de una buena vez, con el mito progresista del vehículo que sirve para todo. Hace falta un diseño radical de los sistemas de transporte: un sistema de transporte racional y ecológico, el cual es posible sin necesidad de acudir a medidas ultrarradicales ni al recurso de la alta tecnología. Es posible que todo esto sea un asunto de micromedidas, de intervenciones puntuales, de pequeñas decisiones que, a la larga, conduzcan a resultados tangibles y eficaces. Puede ser que se trate de un problema de toma de decisiones locales, pero ello implica, indudablemente, un cambio en las condiciones de trabajo, cambios de horarios, ahorros de energía, equipos multi e interdisciplinarios y los cambios vitales del sistema educativo local también. Todo ello generará oposiciones como cuando nos enfrentamos al «…diseño tropical de los medios de transporte…» o al modelo curricular oficial «… disciplinar, tradicional y fragmentado…». Pero la necesidad es otra y ella reclama nuevas formas de organización que empujen a las instituciones al cambio posible a partir de la escala local. Precisamente cuando conectemos estas reflexiones locales sobre Caricuao, con los motores constituyentes lanzados por el Presidente en el año 2007, nos encontraremos, nuevamente, con lo local y con la imperiosa necesidad de elaborar un nuevo mapa local de Caricuao, en consonancia con las nuevas realidades en construcción. En enero de 2007, cuando el Presidente lanzaba este cuarto motor denominado «la nueva geometría del poder» establecía como punto de partida al pequeño detalle41 «Hay que comenzar por los pequeños detalles, 41
El lector puede consultar los discursos del presidente en los siguientes actos: a. juramento del nuevo gabinete ejecutivo. Teatro Teresa Carreño. 08 de enero de 2007. b. Juramentación del presidente… Palacio Federal Legislativo. 10 de enero
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por desmontar los privilegios, las malas costumbres del estado liberal burgués. El alma de la revolución está precisamente allí, en demoler las viejas costumbres. Si no lo hacemos habríamos perdido el tiempo. Por más cambios políticos y económicos que nosotros hagamos, si no somos capaces de demoler las viejas costumbres, las odiosas diferencias de clase, los obscenos privilegios y generar una nueva cultura de la igualdad, de la solidaridad, de la hermandad, habríamos perdido el tiempo…» ¿Y qué es la nueva geometría del poder? Es un nuevo mapa geográfico para poder redistribuir los poderes y para ello hace falta, de manera perentoria, revisar «… la división político-territorial del país…. ¿Venezuela… debe estar dividida política y territorialmente como está? … hay otros modos de organización territorial» (enero de 2007). Y se preguntó de inmediato: ¿Cómo lograr una relación simétrica o una aplicación simétrica del poder político, del poder económico, del poder social, del poder militar, a lo largo y ancho de todo el territorio? …» (Idem). Califica de muy grave la situación a nivel de municipios, de alcaldías y señala: «hay alcaldías o municipios que tienen una extensión de territorio gigantesca, hay otros que tienen poco territorio y están superpoblados, sin capacidad de maniobra ni de decisiones y casi todo el presupuesto se va en burocracia…» «¿Venezuela necesita estar dividida en tantos municipios como hoy tenemos? ¡Burocracia! Es la cuarta república viva: burocracia, corrupción, ineficiencia. Está intacto el modelo, ¡cambiémoslo!» (Idem) Este IV motor mide tres elementos: La distancia, la extensión y el volumen o el contenido. Y el Presidente añade que debemos, necesariamente, hacer el análisis acerca del territorio, «… ¿Cómo está distribuido el poder político, social, económico, militar y cómo debería estar? Este es un tema en el que pido especial atención.» (Idem). Es necesario buscar «…una nueva manera de distribuir el poder político, económico, social y militar sobre el espacio. Revisemos la división político territorial del país, innovemos, busquemos más formulas que se adecúen mucho más a nuestra realidad y aspiraciones…» (Idem).
de 2007 y c. Juramentación del consejo presidencial para la reforma constitucional y del consejo presidencial del poder comunal. 17 de enero de 2007.
Propiedad originaria
Tiempo presente
estado
FORTALECER EL PODER POPULAR
Cosmovisión
Tiempo indígena recurrente
“Propio de todos”
redes
comunidad
Principio de Identidad
HACIA EL PODER POPULAR
Organizaciones
Redes
Relaciones
Reconoce en el contrario
instituciones
CONSEJOS COMUNALES
- Juntas de vecinos
- Grupos Culturales
-Cooperativas
- Mesas
CTU como clave
Método y poder local. Una nueva historia en construcción
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5. Antecedentes de los consejos comunales y la ley de abril de 2006 En el año 2002 se dicta la ley que crea los Consejos Locales de Planificación (C.L.P.), dando nacimiento, al mismo tiempo, a los Consejos Comunales. Los CLP conformaban parte del sistema nacional de planificación, articulado desde la base, es decir, desde las comunidades, hasta el nivel nacional. En este último nivel se engranaba con el Consejo Federal de Gobierno, una figura consagrada en la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela (C.R.B.V.). El Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social (Minpades), se creó en junio del año 2005. Y comenzó a apuntalar a los Consejos Comunales a través de la figura de los CLP, hasta que la Ley de los Consejos Comunales (C.C.), de abril de 2006, los separa definitivamente de los CLP. En ese año, el ministerio previó la conformación de 50.000 C.C. en todo el país. Este gigantesco proyecto comunal está calculado sobre una base de 25.000.000 de habitantes y a partir de la integración de 200, o, 300 familias para cada C.C. constituido, tal y como reza en la ley del año 2006. Ante la ausencia de redes comunitarias, hubo una iniciativa en Maracaibo para formar, con 500 voluntarios, una escuela de promotores, con el apoyo del Fides, Sunacoop y la GN. Los promotores se regaron por todo el país y con el apoyo de los Comités de Tierra Urbana (C.T.U.), organizaron las primeras comunidades. De esta manera, para el momento de la aprobación de la ley, ya existían alrededor de 8.500 C.C., avalados, posteriormente, por la comisión Presidencial del Poder Popular. Minpades estuvo celebrando, durante el año 2006, una serie de gabinetes móviles, con el fin de llevar adelante más de 6000 proyectos, correspondientes a unos 9000 C.C. El financiamiento de estos proyectos se hará, además, a través de los bancos comunales creados por la misma ley. Lo que se busca es que las mismas comunidades detecten sus necesidades, establezcan sus prioridades y financien, con la ayuda del Estado, y bajo la administración de ellas, el costo de las obras. Cada C.C. deberá crear un Comité de Promoción de Iniciativas Sociales para que trabaje en siete áreas prioritarias: comunidad; familias en situación de riesgo, adultos mayores; embarazo precoz; niños y adolescentes; personas con discapacidad; y drogas. La estructura de los C.C., que hemos elaborado siguiendo la ley, quedó como sigue:
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Estructura de los Consejos Comunales (CC) asamblea constituyente comunitaria
- Conforma legaLmente al consejo comunal - eligen sus autoridades - 20% de los miembros de la comunidad mayores de 15 años
nivel de mando
- comité de tierras - comité de salud - comité de agua - comité de vivienda - comité de deportes
asamblea ciudadana
- máxima instancia de decisión - habitantes de la comunidad mayores de 15 años
comité de promoción de iniciativas sociales (copis)
Siete áreas: - comunidad - familias en sitios de riesgo - adulto mayor - embarazo precoz - niños y adolescentes - discapacitados - drogas
Los C.C., concebidos inicialmente como «…una instancia de participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos…» (La red del poder popular. p. 14), rápidamente han rebasado estos fines y hoy adquieren rango constitucional como verdaderas instancias del poder local. Se supone que los C.C. permitirán a la gente común y corriente ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y de los proyectos orientados a responder a las necesidades de sus comunidades.
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Como estructura básica del poder popular, los consejos comunales se organizan a partir de la asamblea de ciudadanos. Según la ley de abril de 2006, en la asamblea participarán ciudadanos mayores de 15 años. En el trabajo del profesor Alexander Torres Iriarte («Historia local y consejos comunales». Todos Adentro. 21/10/2006. p. 19), encontramos los dos ejes claves del trabajo como si hubiesen encarnado, aguas abajo, en el núcleo del consejo comunal: el eje geográfico y el eje histórico. Destaca dos de las funciones de la Comisión Promotora de los Consejos Comunales, vinculadas, ambas, a la geografía y a la historia de la comunidad. Estas funciones son: - La elaboración de un croquis del área geográfica de la comunidad. - La recolección de información sobre la historia de la comunidad. Y continúa el profesor Torres Iriarte: «… es una especie de noción microhistórica de la localidad como punto de partida para la transformación de la misma…» (idem) El papel de la Comisión Promotora, de acuerdo con la Ley de abril de 2006, es el de convocar, conducir y organizar la Asamblea Comunal. El autor terminaría destacando dos elementos claves que complementan a los ejes geohistóricos que guían a los consejos comunales: la Asamblea y el papel del ciudadano. Es necesario profundizar las transformaciones, democratizar el acceso y descentralizar los procesos: «… los consejos comunales son mecanismos de organización popular hacia la consolidación de una sociedad abierta, cooperativa, y corresponsable. La máxima instancia de esta «célula revolucionaria» es la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas…» (Idem). «… es el ciudadano el que debe aprobar en consenso, en un clima de tolerancia y respeto, el plan de desarrollo de la comunidad…» (Idem) Pero veamos un poco más en detalle la Ley de abril de 2006, dada la relevancia que tiene hoy como núcleo del naciente Poder Popular Constituyente. Así, el articulo 1° define el objeto de los C.C.: crear, desarrollar y regular la conformación, integración, organización y funcionamiento de los C.C. y la relación con los órganos del Estado, para la formulación, ejecución, control y evaluación de las políticas públicas. La naturaleza de los C.C. queda definida en el artículo 2°, en el marco constitucional de la democracia participativa y protagónica. Con instancias
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de participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones de las comunidades. Los principios aparecen establecidos en el artículo 3°: la organización, funcionamiento y acción de los C.C. se rige conforme a los principios de corresponsabilidad, cooperación, solidaridad, transparencia, rendición de cuentas, honestidad, eficacia, eficiencia, responsabilidad social, control social, equidad, justicia o igualdad social y de genero. El artículo 4° trae un conjunto de definiciones: comunidad, comunidades indígenas, área geográfica de la comunidad, base poblacional, asamblea de ciudadanos y ciudadanas, comité de trabajo del C.C., áreas de trabajo, organizaciones comunitarias, vocero y vocera; y banco comunal. De ese conjunto de definiciones, hemos escogido estas claves: • Comunidad: es el conglomerado social de familias, ciudadanos y ciudadanas, que habitan en un área geográfica determinada, que compar ten una historia e intereses comunes, se conocen y relacionan entre sí, usan los mismos servicios públicos y comparten necesidades y potencialidades similares: económicas, sociales, urbanísticas y de otra índole. • Comunidades indígenas: son grupos humanos formados por familias indígenas asociadas entre sÍ, pertenecientes a un determinado espacio geográfico, organizados según las pautas culturales propias de cada pueblo, con o sin modificaciones provenientes de otras culturas. • Área geográfica de la comunidad: Territorio que ocupan las y los habitantes de la comunidad, cuyos límites geográficos se establecen en Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas, dentro de los cuales funcionará el Consejo Comunal. El área geográfica será decidida por la asamblea de acuerdo con las particularidades de cada comunidad. • Base poblacional: a los efectos de la participación protagónica, la planificación y la gobernabilidad de los consejos comunales, se asumen como referencias los criterios técnicos y sociológicos según los cuales las comunidades se agrupan en familias, entre 200 y 400 en el área urbana; a partir de 20 familias en el área rural; y de 10 familias en las comunidades indígenas.
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La idea del Presidente, por lo menos desde enero de 2007, cuando anunció los Cinco Motores del Poder Popular, era ir más allá de la Ley de los Consejos Comunales de abril de 2006. En esa búsqueda, en la noche del 7 de junio de 2007, desde Miraflores, lanza la idea del poder popular como poder constituyente y con carácter de ley. Por ello, la Ley de los Consejos Comunales debería dar paso a la Ley del Poder Popular. Y hacia allá enrumbó sus esfuerzos para la discusión acerca del Socialismo del Siglo XXI venezolano. Elevar el poder popular al rango constitucional es, no cabe duda, el norte esencial de este proceso de reformas que dio a conocer, en cadena nacional, en la noche del 15 de agosto de 2007 para ser llevadas, finalmente, a referéndum aprobatorio por parte del depositario del poder constituyente: el pueblo venezolano. Para nosotros, juega papel esencial el artículo 184, el cual, y junto con el 18, será transcrito en un punto de cierre que hemos denominado, La Reforma Socialista. En el momento en que ya se está pensando en la creación de comunas, y cuando ya se han rebasado las expectativas de la creación de nuevos Consejos Comunales, se hace urgente, por lo menos, una reforma constitucional. Según declara el Ministro del Poder Popular para la Participación y Protección Social (Últimas Noticias. Martes 18 de septiembre de 2007/16), hasta septiembre de 2007 se han constituido 32.140 consejos comunales, agrupando una población de 8.000.000 de venezolanos, es decir, cerca de un 30%. Ahora la proyección, que antes era de 50.000 consejos comunales, es de 100.000. Pero también señala el ministro que existen zonas identificadas para la creación de comunas. El ministerio para la Participación y Protección Social también trabaja en la evaluación de los potenciales ciudades donde se ejecutarán los proyectos del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2013, con la participación del Poder Popular. De un total de14.000 proyectos, cerca del 95% está en ejecución, mientras que hay un estimado de 6000 proyectos en espera para su aprobación. Hasta este momento hay 1500 comunas potenciales, mientras que se han contabilizado 2140 consejos comunales por encima de las metas propuestas. La comunidad de Caricuao, como ejemplo de espacio local, se acerca a los 40 consejos comunales constituidos, a los cuales nos referíamos en los capítulos respectivos sobre barrios, pero también tenemos noticias
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interesantes acerca de algunos constituidos en las unidades de desarrollo, como el caso de la UD2 de Caricuao. Por ahora analizaremos los elementos teóricos que posibilitarán el establecimiento de las redes del Poder Popular. 6. Hacia las redes del poder popular: Abya Yala y Guaraira Repano A propósito de nuestra propuesta sobre la articulación de los consejos comunales, nos hemos topado con un trabajo muy valioso elaborado por la Alcaldía Metropolitana (La Red del Poder Popular. Caracas, s/f), al cual le daremos un tratamiento sistemático, dada su relevancia y claridad de objetivos. En el primero de estos objetivos se insiste en que los consejos comunales deben ir más allá de la ley que los creó en abril del año 2006, y avancen hacia estas verdaderas redes, hasta que puedan constituir, más adelante, la Red del Poder Popular que: «… participe, proponga, regule y vigile las políticas públicas en sus diversas instancias locales, y nacionales: las parroquias, los municipios, el distrito metropolitano y los estados nacionales. Esto significa estimular un nuevo modelo de organización colectiva que funcione en red, que interactúe con los distintos actores sociales y políticos, abocados al proceso de toma de decisiones.» (Ibid/p. 4) 6.1. La construcción de la red del poder popular. Siguiendo este mismo texto (p. 13) se han abierto nuevos espacios de participación popular: Comités de Tierras Urbanas (CTU); Comités de Participación Vecinal (CPV); Mesas Técnicas de Agua, Comités de Salud. Estas formas de organización han propiciado una autentica actividad participativa, deliberativa y protagónica, que la han impulsado el principio de cogestión con los poderes públicos. «…tenemos que ser capaces de constituir un movimiento de movimientos, y esto sólo es posible si generamos dinámicas de interacción en red entre todos los actores sociales, y se crean novedosas maneras de reunirse, discutir, dialogar y sobre todo, tomar decisiones…» (Ibid/p. 13). Para evitar la creación de una entropía, o sea, la perdida de energía y esfuerzos inútiles debido a la dispersión y aislamiento de organizaciones, es perentoria la tarea para alcanzar la formación de una verdadera red del
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poder popular. «… que integra las demandas de las mayorías, y consolide diversos espacios de información, para la discusión y la toma de decisiones en común,» (Idem). 6.2. Las tareas de cogestión. • Deben ser asumidas como una gran secuencia historica. • Interactuación permanente de todos los actores sociales. • Meta a alcanzar, en la practica, un desarrollo social, real y sostenible. • Primer paso: construcción de una red del Poder Popular. • Concepción sistemica del trabajo en red. Cuatro conceptos claves: Red sistémica. Identificación de objetivos. Interrelacion e interdependencia. Sinergia. 6.3. El tema de fondo en la construcción de una red del poder popular. La comunidad: • • • •
¿Quiénes son sus actores? ¿Qué los identifica? ¿En qué lugar o territorio actúan? Tema vinculado: relaciones de vecindad, o distancia, entre los distintos componentes que la integran. 6.4. Cuatro Claves. 1. Red sistémica. El todo es más que la suma de las partes
Principio Fundamental Concepción de Totalidad
- Sinergía - Holismo
Interconexión permanente
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Un sistema consiste en la integración de distintos niveles. «… lo más importante es que de la unión de las partes, del intercambio de materia y energia de los distintos actores sociales, que antes no existían, la red del poder popular, debido a su organización e interaccion, crea nuevas condiciones y necesidades para el ejercicio social de la política…» 6.5 Identificación de objetivos «… toda red tiene uno o varios propósitos u objetivos, a partir de los cuales se organiza y se estructura como sistema.» (Idem) 6.6. Interrelación e interdependencia «…tenemos que comprender que el «valor agregado» de la relación de los componentes en red, produce una nueva forma de organización de la materia, de la energia. En pocas palabras, del pueblo. Esta relación supone el principio de circularidad inmanente. El cuerpo de la red popular produce sus propias necesidades y motivaciones» (Ibidem. p.15). 6.7. Sinergia «… Es la accion cooperativa de los distintos componentes que entablan relacion dentro de una red…» (Idem). Utilidad: tiene un gran valor en el incremento del rendimiento del sistema y sus componentes. «… la sinergia ayuda a que determinados subsistemas potencian en la accion coordinada de otros subsistemas…» (Idem) LA COOPERACIÓN ES FUNDAMENTAL. Para la idea colectiva, siempre dinámica, siempre el movimiento. 6.8. Las tres fases del proceso que potencian la participación popular I)
Todo proceso es, ante todo, un proceso de información en el que interactúan sujetos, circulan ideas y se comunican demandas concretas y específicas.
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II) Todo proceso de participación incita a la discusión, es decir al intercambio de visiones, de puntos de vista, de necesidades y urgencias. La deliberación es una actividad creadora, porque obliga al intercambio, a la discusión y al compromiso entre todas las partes. III) Todo proceso de participación deliberativo debe garantizar que los acuerdos planteados cristalicen, es decir, que se tomen las acciones correspondientes para que se hagan realidad. (p. 17.) 6.9. Tres pasos necesarios para articular el poder popular. I. La construcción de espacios físicos. La Alcaldía Metropolitana, que impulsa la creación de la Red del Poder Popular (RPP), denomina a este proyecto: Casas del Poder Popular. Allí, los miembros de la comunidad podrán ejercer sus derechos a la información, intercambio, comunicación y toma de decisiones, apelando a la Asamblea de Ciudadanos. Estos espacios deberán contar con una plataforma tecnológica e informática que permita establecer puntos y relaciones virtuales con otros Consejos Comunales y con autoridades del Poder Público. II. Diseño de una red informática. Esta plataforma deberá permitir la interconexión entre los distintos niveles del Poder Popular: otras comunidades, alcaldías, municipios, estados y demás entes públicos. La red estará dotada de herramientas idóneas, tanto para la comunicación como para la elaboración de proyectos que cristalicen en la toma de decisiones, tercer paso esencial. III. Un sistema de toma de decisiones. Las comunidades requieren de resultados concretos porque las necesidades son inmensas en casi todos los órdenes de la vida, sobre todo la cotidiana, la de las tres primeras instancias: «...Hay que hacer mucho hincapié en que este sistema debe relacionar, de manera interdependiente, tanto a los consejos comunales como a las diversas instancias del Poder Público, dado que la corresponsabilidad es el paradigma fundamental para fiscalizar y hacer contraloría mutua de las transferencias de recursos...»/ 25.
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Se trata de cohesionar, de una manera sistémica, a los seis niveles que se han venido señalando desde el punto de vista territorial. Tal vez esto sea el inicio de la activación de uno de los motores del poder popular: el nuevo mapa político administrativo del país o la nueva geometría del poder. En el ámbito parroquial, el documento señala que la red del poder popular «...debe mantener estrecha relación e intercambio con el Jefe Civil y la Junta Parroquial...»25. Y continua señalando los enlaces con los demás niveles, o escalas, de la estructura territorial42: «...En el ámbito municipal, la Red del Poder Popular debe establecer relaciones con el Alcalde y con el Concejo Municipal. En el nivel Metropolitano, o en el de los Estados, la Red debe estar conectada con el Alcalde Metropolitano, o con el Gobernador y la Asamblea Legislativa, respectivamente. A nivel nacional, la Red del Poder Popular debe comunicarse con el Consejo Federal de Gobierno, el Consejo de Ministros y con el Presidente de la República». (Ibidem / 25) El art. 184 de la Constitución (CRBV): «...La ley creará mecanismos abiertos y flexibles para que los Estados y los Municipios descentralicen y transfieran a las comunidades y grupos vecinales organizados los servicios que estos gestionen previa demostración de su capacidad para prestarlos...» (CRBV / 1999 / p. 144). La CRBV demanda participación, cogestión y contraloría social y esta debe ser la propuesta. La creación de la red interdependiente con el poder popular debe ser el primer paso. Luego que estén conectados los seis niveles aguas abajo, las decisiones se tomarán desde la base comunal que es, a fin de cuentas, origen de la democracia participativa, por lo que debería ser, en consecuencia, la fuente originaria del poder popular, de donde emanaría y adonde, necesariamente, debe recaer para nuevas creaciones, hasta culminar con la expresión tesis de los poderes creadores del pueblo. La Alcaldía Metropolitana viene proponiendo, en aras de una nueva estructura administrativa eficaz y eficiente, el establecimiento de las áreas de trabajo para que esta infraestructura pública funcione adecuadamente: planificación y diseño; producción de bienes y servicios; y transferencia de recursos.
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La complejidad de la estructura territorial aconseja interconectarse, por lo menos con 6 niveles de trabajo que reproducen, a cada escala, una realidad, un proyecto de comunidad y una fuente de interacción colectiva: comunidad, sectores, parroquias, municipio, estados y nación.
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1. Planificación y diseño. «Concebimos esta área como un amplio proceso de preparación de proyectos y de toma de decisiones evaluables en el tiempo y en el espacio, dirigidas a la construcción de un entorno físico del área metropolitana más equilibrado y sustentable, y pensado a partir de una doble premisa sistémica: el hombre está en función de la naturaleza y sus potencialidades están en función de las restricciones que ésta impone...». (Ibidem/30). 2. Producción y servicios. Es un área que busca fabricar productos y prestar servicios sociales, destinados a atender la población. La incorporación al mercado laboral de sectores vulnerables de la población; potenciar la formación laboral de la sociedad; y potenciar el desarrollo endógeno de la Nación, son los propósitos de esta segunda área. 3. Transferencia de recursos. Su objeto es motorizar la ejecución de los proyectos comunitarios y se hará con la debida asesoría técnica y calificada, además de garantizar la debida supervisión y contraloría social. Estos mecanismos le garantizan a la gente organizada la concreción de la inversión pública y la transparencia de la gestión administrativa. Tres principios operativos fundamentales guiarán la gestión: dinamismo, flexibilidad e integración. Una gestión siempre en movimiento, capaz de adoptar los proyectos a realidades y situaciones concretas, las variaciones ocurridas en el tiempo, garantizarán su eficacia, al mismo tiempo que se abandonaría la fragmentación, el análisis descontextualizado del problema y la parcelación de soluciones. Tal como reza la propuesta de la Alcaldía Metropolitana: «... Debemos abordar nuestras tareas con un sentido holístico de la situación». (Ibidem/31). Pero la creación de redes y de un sistema de redes, de un mayor dinamismo, requiere de un análisis más pormenorizado, pues pretendemos, junto a la denuncia, ofrecer no solamente soluciones prácticas sino brindar herramientas de tipo teórico para la reflexión y reproducción como materia de enseñaza futura derivada de experiencias y de pensadores del país y de otras latitudes, pues, si a ver vamos, muchas de estas vivencias locales forman parte de una red mayor latinoamericana que no existe porque la teoría no
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nos ha ayudado, hasta ahora, a ver la interconexión y la necesidad vital de integración, pues nuestra identidad, más allá de lo local, es Abya Yala, un gran continente que se ubica, culturalmente, más allá de la cultura occidental y la trasciende porque, más bien, enriquece al modelo grecolatino. De modo que Abya Yala es la Matria y uno de sus hijos es Guaraira Repano que vive, a decir de Juan Pimentel, por allá por 1578, en el valle de los toromaimas. Recordemos que nuestros indígenas wayú, identificaban a la Matria con la Tierra y para decir Tierra decían Madre; y para decir Madre decían ternura; y para decir ternura decían: ¡entrega!. Por eso, la propuesta que hemos venido haciendo a lo largo de estas líneas, y sus vinculaciones con los motores conducentes a una propuesta de ciudad comunal redundantemente socialista, supone una práctica ciudadana que involucre, en esencia, a sus habitantes. Cuando ello sea así, hablaremos de ciudadanos y de la ciudadanía ejerciendo sus derechos. La explosión de los Consejos Comunales, junto a los restantes motores, son una vía magnifica para proponer el conjunto de reformas que esquematizaremos a continuación. Pero ellas deberán expresarse también, algún día en un «nuevo mapa territorial de Caricuao», esto es, la expresión micro del gran motor de la nueva geometría del país. Para ello necesitamos de un programa dinámico, tal y como lo hemos recogido, en capítulos anteriores, de la Agenda 21 de la ONU. 7. Las reformas y la explosión del poder comunal 7.1. Introducción a las reformas: los cincos motores. «…hay que armar una nueva geometría del poder y producir la explosión revolucionaria del poder comunal…» Hugo Chávez Frías. Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. 2007.
Así como los 5 Motores constituyen una unidad, el Proyecto de Reforma refuerza esa unidad y profundiza las interconexiones hasta darnos una propuesta absolutamente integral. Esto significa que, en lo teórico, no se pueden separar los elementos claves como la democracia, la economía, la historia y la geografía. O para decirlo en términos temporoespaciales,
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el espacio es un producto histórico que se ha venido gestando de acuerdo con intereses de clase y, por lo tanto, responde a una visión del mundo, a una ideología si se trata de inducir una falsa conciencia de la realidad. Por ello hablar de espacio también es hablar de economía, de democracia, de comunidad. Y cuando se plantea una nueva geometría del poder se nos está diciendo que la actual organización del espacio es una traba, un obstáculo del desarrollo de unas relaciones sociales más humanas, más democráticas. Ello incluye a la parroquia, categoría ésta que, en lo espacial, también oculta una historia de intereses, una estructura que rompe y bloquea la identidad del venezolano, pues excluye espacios históricos, introduce la fragmentación y crea nichos de poder en donde la exclusión es una clave y el problema del ambiente es la otra clave. De modo que cuando Ricardo Menéndez plantea la unidad de la Propuesta y la califica de absolutamente integral (Diálogo Abierto: VTV Canal 8, jueves 23 de agosto/ 2007), también nos está diciendo que deben cambiar esas dimensiones espaciales y, sin excluir a nadie, crear otras formas de organización a partir de la comunidad: la comuna. En una entrevista concedida al diario Vea («Construir un nuevomapa del país con el rostro de sus habitantes», miércoles 19 de septiembre de 2007), nos ofrece, con gran precisión, dos claves para la construcción de este nuevo espacio creativo-transformativo: la agregación y trama o urdimbre del tejido. «…nuestra nación va a ser el producto de un gran conglomerado, de una gran visión de compuestos donde cada una las comunidades, agregadas en comunas, municipios, estados, o lo que serían los distritos funcionales, las provincias federales, las regiones marítimas o los distritos insulares, constituirán el nuevo mapa del país» (p. 22). Antes había propuesto sustituir la expresión «…división político territorial…», por «… agregación político-territorial», tomando en cuenta que las comunidades y comunas son sus unidades básicas de agregación del territorio. Es un esquema que no estaba concebido, y como lo confirma el mismo Menendez: «…anteriormente nos quedábamos solamente en la escala del municipio. Pero los municipios no tienen la posibilidad de hacer que las comunidades sean participativas y protagónicas, por el nivel de agregación que tienen y las competencias que se plantean.» (Idem).
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Los 33 artículos del Proyecto de Reforma del Presidente están compenetrados, más que en bloque, en una trama cuya urdimbre blinda el tejido. Cada uno de estos artículos pasan por el tamiz de la democracia inclusiva, de las nuevas formas de organización, de la vía hacia la transferencia y toma posterior del poder y, sobre todo, de un espíritu que no se lee, que no forma parte del lenguaje del abogado sino del espíritu comunal. La comuna es el eje y la totalidad, pues se nos presenta, se nos sugiere, se nos evoca y se nos insinúa en toda esta trama. Forma parte integral, a su vez, con lo mejor de nuestra actual Constitución (CRBV), también vista desde la óptica de la TOTALIDAD-PERFECTIBLE. Veamos ahora, con más detalles, estas relaciones entre motores, reformas y nuevas propuestas, surgidas al calor de este tiempo histórico que es, a su vez, un tiempo comunal,un tiempo de revoluciones.43 Para poder «…demoler las viejas costumbres…», sostiene el Presidente que «… se requiere que el poder popular ocupe todos los espacios, la contraloría popular, y se requiere de nosotros, los representantes del pueblo, mayor dedicación al trabajo, dedicación plena y absoluta.» (enero de 2007). Este V Motor, la «Explosión del Poder Comunal», es el que tiene mayor fuerza, pero depende, para su desarrollo, del éxito de los otros cuatro motores: Leyes Habilitantes; Reforma de la Constitución; de la Jornada Nacional Moral y Luces; y, por supuesto de una Nueva Geometría del Poder. Este último, entendido como una Revolución Espacial es clave para que los Consejos Comunales adquieran dinamismo y trasciendan las fronteras locales. Las cuidades federales, por ejemplo, están en la mira de la visión del Presidente: «Se me ha ocurrido crear un sistema de ciudades federales… Sobre
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Llamo la atención al lector con esta nota teórica acerca de la interconexión de las instancias de una totalidad, con este ejemplo tomado del propio Presidente en el Programas Nº 294 de «Aló Presidente» del domingo 16 de septiembre de 2007. Allí, mientras hacía un esquema de los 7 componentes de la Revolución Económico-Social, estableció, como fin último, la «Revolución Social-Socialista» y esto no es una tautología redundante, sino una totalidad que se expresa en 7 momentos ó tiempos revolucionarios: la Revolución Agraria Socialista; la Revolución Industrial Socialista; la Revolución Petroquímica Socialista, la Revolución Gasífera Socialista, la Revolución Petrolera Socialista, la Revolución Energética Socialista; y la Revolución Turística Socialista. Pero ellas van de la mano con tres líneas estratégicas socialistas: la Revolución Política Socialista, que se une a la Revolución Económica y a la Revolución Social. Sin ellos, no hay comunas que valgan o que puedan mantenerse en pie por mucho tiempo.
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ese territorio federal concentraríamos todo el esfuerzo político, económico y social para ir transitando el camino hacia una ciudad comunal donde no hagan falta juntas parroquiales, alcaldías ni consejos municipales, sino Poder Comunal. Habría que sembrarlo en la Constitución: una nueva geometría del poder en toda la línea, en toda la extensión y en todo el volumen.» Cuando planteábamos la necesidad de ir más allá del Consejo Comunal aislado y sugeríamos la constitución de las redes de Consejos Comunales, lo hacíamos como una manera de articular no solamente a las distintas instancias del poder, en esta fase de transición, sino para sumar energías, ahorrar esfuerzos, conectarnos con otras realidades, coadyuvar a la solución de problemas comunes y evitar la repetición, además de acumular otras experiencias más allá de nuestro entorno. En tal sentido, el Presidente señaló, a la hora de lanzar estos motores en enero de 2007: «… los consejos comunales deben trascender lo local. No debemos ponerle límites, ellos son herramientas del Poder Popular Constituyente, hay que impulsarlos, fortalecerlos. Los consejos comunales deben trascender a una especie de Federación de Consejos Comunales…» (enero de 2007). E ir incluso más allá, trascendiendo al espacio federal hasta alcanzar espacios mayores en la forma de confederaciones, por ejemplo. Ello les permitirá atacar obras de mayor envergadura «… para elevar su calidad de vida en lo económico, en lo social, en lo político, consejos comunales y a nivel nacional una Confederación de Consejos Comunales.» (Ídem) El tiempo, la otra parte de la unidad indisoluble tiempo espacio, la debemos manejar con mucho cuidado dada su complejidad. Tanto con la paciencia de El Libertador como con la violencia de estos tiempos y las necesidades de mayor dinamismo porque hay problemas que han sido recluidos en la recovecos de la historia; hay gente excluida de los procesos y hay gente cuyo tiempo ya se venció. Situaciones, como por ejemplo la pobreza, la vivienda, la comida, la salud y el acceso a la escuela o al trabajo. Para ellos ya no hay tiempos sino acciones rápidas y concretas. «Vamos hacia la explosión del poder comunal. Ahora, eso tiene unos tiempos, los aceleraremos, pero recordemos que todo tiene un tiempo «… Que nadie se impaciente…». Lo lograremos con esa «paciencia transformadora», «… con paciencia de sabios, del que sabe que vamos por el camino correcto.» Acelerar los tiempos significa reformular. Y este es el paso siguiente,
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la reforma integral constitucional. Integral porque está concebida como una totalidad en donde cada uno de los puntos afecta, al conjunto, y es, a su vez, afectada por este conjunto. Es una trama en donde la urdimbre está representada por cada uno de los 33 artículos. Pero cuando se coloca esta urdimbre, en paralelo para entrar al telar, se urde la trama para producir la tela de la democracia: el socialismo. 7.2. Las reformas socialistas Se trata de un Proyecto de Reforma Integral aprobado en el Consejo de Ministros Extraordinario Nº 535, celebrado en 15 de agosto de 2007 y asentado en el Acta Certificado Nº 5321. De allí fue llevado al Parlamento por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, para su consideración difusión y discusión popular. Posteriormente será llevado a referendo popular para su aprobación o no. El Presidente ha propuesto reformar 33 artículos de un total de 350 que integran la CRBV, es decir, menos de un 10%44. Para ajustar esta minihistoria a sus objetivos, tan solo hacemos un breve resumen de la histórica alocución del Presidente en la noche del 15 de agosto de 2006, hasta detenernos en el articulado específico acerca de los consejos comunales, el Derecho a la Ciudad y el Poder Popular: Artículos 16, 18, 70, 100, 136, 158 y el 184. Artículo 16. hacia una nueva Geometría del Poder • Distrito Capital. Dependencias Federales. Territorios Insulares. Territorios de Origen Municipal. La unidad política primaria de la organización territorial será la ciudad, entendida como todo asentamiento poblacional dentro del municipio. Está integrada por unidades llamadas comunas. • Las comunas son las células geohumanas del territorio y serán integradas por comunidades. 44
Quien esto escribe considera que verdaderamente se trata de una «reforma» y no de un cambio estructural de la CRBV. Un socialismo más avanzado requerirá de verdaderos cambios estructurales en esta materia jurídica, pues aún se hacen demasiadas concesiones, muchos baches, vacíos, hendijas, puertas y ventanas a través de los cuales se han colado normas que distan mucho de un socialismo verdaderamente avanzado. Hablamos de algunas palabras claves, pues en esta nota no podemos ir más allá: biodiversidad, ambiente, mapa territorial, propiedad, concesiones, Pdvsa, petróleo, energía, seguridad, salud, educación; fortalecimiento integral de los barrios; ciudades satélites.
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• Comunidades: son el núcleo espacial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano. En este punto, el Presidente recordaba la categoría de toparquía utilizada por Simón Rodríguez para nombrar al gobierno directo por parte de la comunidad. Apareció también el concepto de agregación45 o principio que permite la movilidad del espacio, a fin de que se puedan ir agregando más comunas. Cuando en su perímetro se hayan conformado las comunidades, aparecerá la «ciudad comunal», otro novedoso concepto. Artículo 18. • La ciudad de Caracas es la cuna de Simón Bolívar y la reina del Guaraira Repano. • Política integral para el desarrollo de un sistema nacional de ciudades. • Uniendo y sustentando las visiones locales en la concepción sistémica del país. • Todos disfrutarán, y serán titulares del derecho a la ciudad. • Fortalecimiento integral de los barrios. • Ciudades Satélites. • Pero la Reforma contempla, dentro de una concepción integral y sistémica, la titularidad del derecho a la ciudad por parte del ciudadano. El artículo 18 de la CRBV, es bastante abarcante y por ello hemos hecho un resumen de los elementos fundamentales en el esquema anterior. • El Sistema Nacional de Ciudades. Se hará mediante el desarrollo de una política integral, en la cual se tomarán en cuenta las relaciones entre las ciudades y sus territorios asociados. Dicha política se sustentará en una «visión sistémica» del país, articulando las escalas locales y regionales. • Titulares del Derecho a la Ciudad «…Todos los ciudadanos y todas las ciudadanas… disfrutarán y serán titulares del Derecho a la Ciudad…», el cual se entiende como el «beneficio equitativo» que
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Trabajado muy bien por Ricardo Menéndez (Construir un nuevo mapa del país con el resto de sus habitantes. Vea. 19-09-07/22), cuando propone sustituir la expresión «…división políticoterritorial, tomando en cuenta que las comunidades, comunas son las unidades básicas de agregación del territorio.
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percibe cada uno de los habitantes «… conforme al rol estratégico que la ciudad articula…» • Contexto Urbano-Regional y Sistema Nacional de Ciudades. Esto significa que habrá un Sistema Nacional de Ciudades con sus componentes Regionales. • Caracas será llamada la Cuna de Bolívar y Reina del Guaraira Repano. Una ley especial establecerá su unidad político-territorial. La humanización de la Cuna de Bolívar y Reina del Guairara Repano. Desde el Poder Nacional hasta el Poder Popular y sus comunidades, comuna, consejos comunales y demás organizaciones sociales, dispondrán de todo lo necesario para: El reordenamiento urbano. La reestructuración vial. La recuperación ambiental. El fortalecimiento integral de los barrios, urbanizaciones. El establecimiento de Sistemas de Salud, educación, deporte, diversiones y cultura. La recuperación de su casco y sitios históricos. La construcción de un sistema de pequeñas y medianas ciudades satélites a lo largo de sus ejes territoriales de expansión. De ahora en adelante, y por el sólo hecho de ser ciudadanos, seremos TITULARES DEL DERECHO A LA CIUDAD. Artículo 70. Consejos del Poder Popular. • Profundizar la democracia participativa y protagónica. • Consejos del Poder Popular: Consejos comunales. Consejos obreros. Consejos estudiantiles. Consejos campesinos. • Empresas de Propiedad Social: directa e indirecta. • Organizaciones financieras y micro financieras comunales. • Las empresas comunitarias.
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Artículo 100. La República como un producto histórico. Las culturas populares, la de los pueblos indígenas y de los afrodescendientes, constitutivas de la venezolanidad, gozan de atención especial, reconociéndose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de la culturas. • El Poder Público se distribuye territorialmente en la siguiente forma: el Poder Popular, el Poder Municipal, el Poder Estatal y el Poder Nacional. • El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. • Este se expresa constituyendo las comunidades, las comunas y el autogobierno de las ciudades, a través de los consejos comunales, los consejos obreros, los consejos campesinos y los consejos estudiantiles. Artículo 184. Descentralización y transferencia a las comunidades organizadas (CC, Comunas) los servicios que estas gestionen. • Gestión de empresas públicas. • Participación en procesos económicos. • Creación de organizaciones. • Transferencia de ser vicios públicos a las organizaciones comunales. • La comunidad organizada tendrá como máxima autoridad a la Asamblea de Ciudadanos. • El Consejo Comunal constituye el órgano ejecutor de las decisiones de las asambleas, articulando e integrando diversas organizaciones comunales y grupos. • El Consejo Comunal asume la Justicia de Paz, la prevención y la protección vecinal. Hemos privilegiado, por un momento, la escala espacial cuando nos deteníamos a contemplar el ecosistema de Caricuao, o cuando bajábamos de La Majada hacia los terrenos planos ocupados por industrias. Pensábamos en ganarle espacios al modelo neoliberal en aras de la comunidad; en lograr un espacio para el ocio, para el disfrute, para el hombre de a pie; un espacio para el encuentro; un espacio recuperado para que no se nos venga encima; un espacio para la paz. Pero todo tiene su tiempo como cuando leíamos el
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Eclesiastés 3 de La Biblia y allí se nos aparecían los contrastes vida-muerte; amor-odio; hablar-callar; guerra-paz; sembrar-recoger; intentar-desistir; abrazarse-separarse; guardar-tirar…/ Pues bien, la pareja contradictoria del espacio es el tiempo. Ambas conforman una unidad, pero hay un tiempo «… para todo cuento ocurre…» (Eclesiastés 3/810). Un tiempo político, un tiempo constituyente, un tiempo de reformas y un tiempo para aprender desaprender y profundizar en la toma de conciencia de la realidad del momento temporoespacial, es decir, el momento político. El tiempo constituyente aparece muy bien explicado en el discurso del alcalde metropolitano, Juan Barreto (Distrito Metropolitano de Caracas, 29 de agosto de 2007), como el tiempo acelerado del Proceso Constituyente: «… El tiempo constituyente tiene distintos momentos de avances y retrocesos, tiene formas, pasos, procedimientos, contradicciones. Nuestro tiempo constituyente se caracteriza por la emergencia de un sujeto, que podemos marcar, haciendo un corte arbitrario, desde el estallido de Febrero del 89, hasta los días que corren…» (p. 2). Después de pasearse por el lanzamiento de los motores, que hicieron posible la dinamización del Poder Constituyente Originario, se detiene en el tiempo del ejercicio de la soberanía. Ella se ejerce en bloque «… en un espacio determinado y sobre un territorio…» (p. 4). Aquí el espacio regional queda sometido al ejercicio absoluto de la soberanía que supone una nueva geometría del Poder, en donde la ideafuerza es «… Todo el poder para el pueblo…». Esto significa, en palabras del Alcalde Barreto: «…expandir la esfera de influencia del movimiento popular a todo lo largo y ancho de la geografía de los poderes públicos». «… tanto en la comuna como en la ciudad existirán autogobiernos, es decir, que el gobierno podrá ejercerse de abajo hacia arriba, desde la célula fundamental de la sociedad que es la comuna y la ciudad comunal…» (Ídem). Y este es el espacio común, el espacio del ciudadano común como «sujeto de poder», a quién le será restituido el poder constituyente. «… el núcleo de la propuesta es la constitución de este sujeto de la transición, de ese sujeto singular y múltiple distinto, que ejerce su diferencia y construye su identidad; y eso se llama reconocimiento…» (Ídem). Para la construcción de esa identidad es preciso reconocerse en el contrario, porque la multitud es una totalidad dialéctica, una gran unidad llena de diversidad, «… Unidad de lo diverso…» (Marx dixit). En Barreto esa
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unidad de lo diverso, se expresa en lo que él llama «paralelaje», otra categoría significatoria para ayudarnos a explicar la construcción de la identidad sobre la base de la diferencia, de reconocernos en el contrario para su superación dialéctica y poder hablar, en un futuro, de UNO y MÚLTIPLE al mismo tiempo. La construcción de los paralelajes es importante para la consolidación de la hegemonía porque «… la hegemonía es la parte que aspira a la totalidad desde la construcción de su propia legitimidad…» (Ídem). Dejemos, finalmente, que sea el propio alcalde quien cierre y resuma este punto de alcance teórico con sus diez claves más significativas: hegemonía, autogobierno, comuna, ciudad, soberanía, legitimidad, poder originario, transición, identidad y Socialismo Integral. Con este decálogo nos preparamos para el futuro, o sea, para la elaboración de sus leyes. Después de la reforma sigue la Ley del Poder Popular. Según informa Últimas Noticias (sábado 18 de agosto de 2007/21), la ley será promulgada después de aprobarse la reforma de la CRBV en donde esta figura ya aparece con rango constitucional. Se trata de una ley de 23 artículos, que da vida a los consejos estudiantiles, consejos obreros, consejos campesinos y consejos de combatientes. Ellos deberán asumir labores de seguridad y defensa en las comunidades y se articularán en federaciones y unión de confederaciones. La ley también define los lineamientos del Plan de Gobierno Comunal. El Poder Comunal se expresa en los territorios comunales, en donde los Consejos Comunales son células básicas. A su vez, las figuras claves de un Consejo Comunal (C. C.), para alcanzar la gobernabilidad local, son: • El Banco Comunal en lo productivo. • La Unidad de Contraloría Social. • El Comité de Combatientes, para todo lo relativo a seguridad territorial y soberanía nacional. • Un Juez de Paz para la Justicia Popular. 7.3. Tiempos de reformas: a manera de balance En resumen, y de acuerdo con los objetivos de nuestro trabajo acerca de una historia local para Caricuao, la Reforma planteada está vinculada, en
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lo más hondo, con la memoria local, con lo más vital de la ciencia histórica geográfica y con lo más sentido de toda la unidad caricuense como un todo, pues tanto el componente barrio, como el componente Parque Recreativo Metropolitano (PRM), y el componente Unidad Vecinal y de Desarrollo, tienen necesidades comunes, derechos humanos no satisfechos y proyectos de vida que se han quedado en el cerro, en el parque, en el apartamento y en la casita de Las Terrazas y de las pendientes. Y las reformas, en plural, tienen muchísimo que ver con estos proyectos de vida y de esperanza porque apuntan: • A lo local, al barrio, a la comunidad, a un nuevo espacio, al reconocimiento constitucional de ese Poder Comunal; a la creación de nuevas formas de organización, al reconocimiento del derecho a la ciudad, al reconocimiento de la ciudadanía y del ser ciudadano, hacia una descentralización que permita a los Consejos Comunales ejecutar lo que antes eran políticas públicas, además del manejo de sus propios recursos; y a la construcción de un nuevo modelo de país. Este decálogo cierra con esta ventana, con esta luz que permite seguir el túnel de los cambios revolucionarios. La reforma integral abre el espacio revolucionario para la construcción permanente de nuevas relaciones de producción que, en un futuro, no muy lejano, tenga una nueva constitución ajustada a estos tiempos de cambios. Las Reformas son una guía para la acción y la acción es, en si misma, revolucionaria. Esta síntesis es, entonces, la expresión de un tiempo de revoluciones que sólo se logra profundizando la conciencia revolucionaria. Pero necesitamos de un marco jurídico que nos dé el pendón y la adarga para salir al camino en este tiempo de esperanzas revolucionarias, para seguir pensando en utopías como fuentes de creación profundamente humanas. 8. La cultura como alternativa popular No es posible acceder a una sociedad socialista sin cambiar los códigos de la cultura. La premisa que considera a la cultura como expresión superestructural de las relaciones sociales de producción, también debe revisarse. No nos referimos solamente a la necesidad de evaluar el aspecto ideológico, político, la consideración del arte como mercancía, como plusvalía ideológica o la producción cultural enmarcada dentro de estas categorizaciones; nos referimos al hecho mismo de considerar a la cultura
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El poder popular y el derecho a la ciudad. crbv
territorios federales
municipios federales
ciudades federales
comunidades
cĂŠlulas geohumanas del territorio
asamblea de ciudadanos
comunas Comunales Obreros ciudad comunal
Estudiantes Campesinos
consejos
Empresas Sociales poder comunal
Comuna hacia las leyes del poder popular Ciudad Comunal
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como expresión, segregación o producto que surge de la compleja dinámica social. Lejos de corresponderle el lugar de producto, la cultura ahora está en todas las fases de las relaciones, es la dinámica en sí, porque ha cambiado la concepción que tenía de ella misma. La cultura ya no se entiende como las expresiones creadas por las élites para reproducir en la conciencia el sistema de dominación, donde esa clase dominante, llámese oligarca o burguesa, usó, y aún pretende hacerlo, las manifestaciones artísticas, religiosas, políticas, jurídicas o ideológicas para perpetuar la explotación sobre las grandes mayorías. Ahora la cultura no elude sino que alude. No pertenece a grupitos, a la gente de la cultura, sino a la gente. Su meta es la inclusión del ser humano como sujeto y objeto de su propio conocimiento. La cultura es el coadyuvante en el proceso identitario, al crear los marcos, los contextos, los códigos donde se inserta ese hacer social. Por eso la cultura ahora tiene el matiz de la corresponsabilidad social, no es solamente responsabilidad del Estado sino de la comunidad. La comuna como célula geohumana en el barrio, en la urbanización, en la ciudad, debe revisar esos contextos, esos códigos, que de manera acrítica hemos aceptado como parte de una cultura de la contemporaneidad globalizada y que esconden, muy solapadamente, los elementos que permiten la continuidad de una cultura de dominación y de explotación, a veces de manera subliminal. Cuando las comunidades se han organizado, ha surgido la necesidad de integrar propósitos y acciones para buscar soluciones a los ingentes problemas sociales. Esto ha llevado a la gente a darse cuenta de su poder como pueblo, como comunidad y a apreciar que no existe separación real entre sectores que tradicionalmente se separaban, como por ejemplo: educación, transporte, religión, salud, arte, deportes, entre otros. Ahora se sabe que todas las organizaciones deben confluir como sistemas interconectados, porque lo que afecte a uno posiblemente afecte al resto. Lo que se ha aprendido a lo largo de muchos años de lucha en las comunidades es el poder real que puede llegar a tener la comunidad organizada y que es la base sobre la que se han erigido los procesos de transformación revolucionaria, que intentan subvertir el concepto tradicional de poder, que estaba en manos de las élites privilegiadas y trasladarlo al pueblo, empoderando de manera constitucional y real a las comunidades. Ya para la década que comienza en 1980, La Voz de Caricuao, en
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Poder Comunal y Consejos Comunales
Cooperativas Comunales
órganos de ejecución
Sistema Microfinanciero Comunal Caja de Ahorros Comunal Redes de Productores Libres Asociados
Asamblea de ciudadanos
consejos comunales
Mesas Técnicas Comités Justicia de Paz Prevención y Protección Vecinal
hacia las leyes de los consejos comunales
su artículo: «Ante la Crisis, Organizarnos es la Altenativa.» (Nº 2 p. 5), registra la presencia en Caricuao de núcleos organizados, tales como: Asociaciones de Vecinos, el Frente Cultural, Grupos Cristianos de Base (G. C. B.), Grupos Ecológicos y de Rescate, además de los Grupos Culturales de Barrios; pero, como de costumbre, según refiere el mismo artículo. «... el problema organizativo propiamente dicho va más allá: hay problemas muy comunes que nos afectan a todos por igual y que no podemos tratar de forma aislada...». El artículo aparece firmado, al final por Jesús García (Chucho), un gran defensor de estas luchas, de estas causas, quien supo ver con nitidez, en dónde radicaba la clave de todo esto; en la unificación, por eso dice en el artículo antes mencionado: «...Es urgente unificar, en primer lugar a aquellos sectores organizados, y que éstos promuevan organización en otros
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sectores. Hay que centralizar los esfuerzos para conformar un movimiento popular no burocrático, amplio, democrático, representativo...» Y lo que sería un embrión del poder popular ya estaba planteado por él en ese momento, en la década de los ochenta de la historia caricuense: «...que tenga fuerza suficiente para derogar medidas arbitrarias, tales como el aumento del pasaje de los autobuses de la U.D.4, Kennedy y Macarao, así como también hacer retroceder las intenciones de construir la bomba de gasolina sobre los conductos del gas en U.D.3...». Observe el lector que parar una medida como un aumento de pasaje no tiene un alcance parroquial sino comunal, porque trasciende los linderos de la parroquia. Estos planteamientos que hoy en día nos mueven a la reflexión, fueron hechos desde 1982 por las comunidades artísticas de Caricuao. Ellas fueron organizándose en lo que se llamó el Frente Cultural de Caricuao. Desde esa época se dieron cuenta que el trabajo cultural no puede estar separado del trabajo comunitario, por ello nos dice Carlos Pérez Ariza («Cultura» El Diario de Caracas, 1982/p. 29): «...La vida diaria y sus problemas cotidianos fueron acaparando nuestra atención -la del Frente Cultural- y teníamos que atender a demasiadas cosas a la vez. Eso ponía en peligro la supervivencia del trabajo inicial, es decir, el artístico propiamente. Nos fuimos dando cuenta que podíamos apoyar las tareas de la comunidad directamente con el trabajo cultural (...) los grupos culturales han pasado a la acción a través de sus actuaciones artísticas». Así fue que cuando se quiso instalar una bomba de gasolina, o cuando se trató de establecer una planta de gas en Caricuao o construir viviendas donde pasaban tuberías principales del gas en La Majada, cuando se propuso que funcionara en Caricuao una planta de reciclaje de basura, la comunidad organizó las protestas, se erigió una tarima en el lugar donde se iba a hacer la bomba de gasolina y los artistas de Caricuao, según refiere en su artículo: «...comenzaron a hacer audiciones públicas (...) donde explicábamos a la gente que lo que necesitábamos es que se construya allí una Casa de la Cultura (...) y han comenzado a darse cuenta que la música, el baile y las canciones son vehículos perfectos, en sí mismos, para llegar a dar a conocer que lo que es de uno es difícil de quitar (...) que cuando la comunidad se une para defender lo que considera propio, nada puede con ella.» También refiere que además de los artistas, otros grupos se han integrado al Frente Cultural que comenzó a funcionar entre las décadas de
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los 70 y 80, estos grupos fueron: Los grupos conservacionistas Anaconda, Samán y Yagual; los Cristianos de Base que trabajaban en los problemas de la comunidad a través de la iglesia parroquial, los grupos de rock, que dan sus conciertos en la BAN. El rock de Caricuao tiene a cinco grupos que lo representan: Expresión, Adzagón, Huellas, Dinastía y Dinafuto. También existieron otras agrupaciones musicales: Nuevo Son, Conga, Sextamanía, Yuarapo, Cumbe y Caricuao Experimental. Según el periódico Vía (1982), pertenecieron a ese frente, además de los grupos ya mencionados, las siguientes agrupaciones: estudiantinas de los colegios San Agustín, Tiuna y Nuestra Señora del Rosario, dirigidas por William Scott; Crelite, Taller de Creación Literaria; Taller de Cine «Imágenes». Taller de Expresión del Conocimiento; T.V. Participativa Caricuao, Taller de Teatro de la Universidad Simón Rodríguez; grupos de teatro Maquiritare y Alambrada, Unión de Teatro Popular, grupo Soga y el grupo Wachanita en la Iglesia Católica La Resurrección. También se integraron de forma individual, los siguientes artistas: Jorge Benzaquen, compositor y director del Taller Libre de Composición; Yannis Loannidis; Zoraida Ballesteros, pianista; Gilberto Simozas, concertista de cuatro; Nancy Mariño, cantante, Argenis Lima, cantante; Carmen de Bertly, directora de agrupaciones infantiles; Enrique Quevedo, director de la coral José Antonio Páez. En 1982 encontramos publicaciones surgidas como producto del trabajo de estos grupos, tales como «Formas», surgida del Taller de Creatividad y Literatura Crealite, de la Universidad Simón Rodríguez. Publicación que albergó a renombrados poetas, tales como: Santos López, Rosalba Pereira, Eduardo Sifontes, Bejamín Zambrano y William Torrealba, poeta caricuaense que se mantiene muy activo y que acaba de publicar su poemario Álcalis (2007). Este poemario alude al tema del transeúnte en la ciudad en la mejor atmósfera baudelariana de Las Flores del Mal. La ciudad toma nombre de mujer; pero también adquiere la fisonomía de los espacios familiares de la parroquia, del barrio, de Las Terrazas que lo conduce a los orígenes étnicos de la ciudad, del pueblo, que llevamos dentro y que nos remite a la sociedad, al dolor y a la nostalgia del amor, cuando dice: «Se que hay otros reinos / pero en éste de la ciudad mía habitas tu / Mi ciudad de reina herida / donde las estrellas enloquecen / donde Guacaipuro pena confundido en ebriedad.» Otras publicaciones periódicas locales como La Voz de Caricuao, Vía,
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La Columna de Caricuao y El Tiempo de Caricuao, han sido, y aún hoy en día son, medios de expresión del quehacer cultural y artístico de esta comunidad. En 1986 encontramos otra publicación llamada Matrices, Arte Profano, donde un grupo de artistas que incluía a poetas, diseñadores, cultores del grabado y dibujantes dieron a conocer sus propuestas estéticas. En 1987, fue muy importante en la localidad la exposición de la pintora caricuense Nancy Daza, la cual fue referida por el diario Vía (1978/p. 8) como una pintura donde «...se despliega toda una teoría del color, como forma de evocación, es una forma personalísima del instantismo, porque la artista define la realidad de las cosas en su transito.» En esa década de los años ochenta se revelan otros artistas, tales como el diseñador Luis González Guillén y pintores de la comunidad de Caricuao, tales como: Leomagín Arellano, Jorge Benzaquén, Juan Carlos Rodríguez y Nena Lucena. Los músicos relevantes del periodo antes mencionado fueron: Gilberto Simoza, Alfredo Bolívar, Edgardo Moreno, Larry Gouveía, Johny Segovia, Edgar Ojeda, Eduardo Acosta, Gonzalo Bolívar, Tibisay Zapata, Ramón Bastardo, Arnoldo Zambrano, José Hidalgo, Luis Cadenas, Fernando Medina, Pedro Peñalosa, Ainamrib Narváez, Jairo García, Miriam Canterucci y Henry Oviedo. Es importante señalar la labor de algunas instituciones que ofrecieron su valioso aporte para la gestión cultural en Caricuao y entre ellas se destacan: la Biblioteca Aquiles Nazoa (BAN), el Inces, la Escuela Superior de las FAC, el Cuerpo de Bomberos, el Metro de Caracas, la iglesia Católica La Resurrección, la Asociación Penta Beta en la iglesia Libre de Caricuao, la iglesia Evangélica Libre «A Dios Sea La Gloria», la Casa Municipal de la Juventud y las instituciones educativas y de salud. Hablaremos con muchos más detalles acerca de algunos personajes, grupos culturales, y otras instituciones que a lo largo del tiempo han sido presencia viva en el quehacer cultural de Caricuao hasta nuestros días. 9. Los medios alternativos: otra manera de hacer la crónica del pueblo En la actualidad existe una profusión de medios alternativos que son la trinchera ideológica de los propulsores del cambio social. Siguiendo la misma
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estrategia que diseñó El Libertador Simón Bolívar, cuando se llevó una imprenta a Guayana para la publicación de El Correo del Orinoco, los medios de información actuales saben que no se puede hacer una revolución sin un cambio en la conciencia de la mayoría de la población. Por ello han surgido propuestas como Radio Perola, una emisora comunitaria perteneciente a la Asociación Nacional de Medios Comunitarios y Alternativos (Anmcla). Según la opinión de Carlos Carlés, uno de los fundadores de esa emisora, conjuntamente con Ely Flores, el modelo propuesto parte de «...la necesidad que tiene la comunidad de tener su propio espacio, sin la intervención del Estado...» y sin, añadimos nosotros, la intervención de los medios privados, que controlan el 80% del espacio radioeléctrico, cartelizando, de esta manera, la información bajo una matriz unipolar, que defiende sus intereses económicos y ahora políticos, como un nuevo papel nunca antes visto en los anales de nuestra historia republicana. Radio Perola es un espacio para nuevas voces y su propósito es transmitir la imagen del día a día de la gente, rescatar su memoria histórica y cultural, además de ofrecer «...esas imágenes, esos sonidos que los medios privados no han permitido que salgan...», en el caso de eventos socialmente violentos, como el de la «Masacre de Puente Llaguno», o en el de situaciones que afectan a la comunidad. Su propósito, y el de otras radios comunitarias, es socializar el espacio radioeléctrico, para que sea otro ámbito de las luchas sociales en el territorio de lo local, «...creando corresponsales populares, formados en escuelas de comunicadores populares», a fin de crear una Agencia de Noticias Alternativa que abra campo para el diálogo y que permita dar a conocer el Proyecto Integral Comunitario, « el cual busca sectores en un todo que permitirá hacer un trabajo macro en beneficio, no de un solo sector, sino de la comuna en sí». Para ello, Carlos Carlés habla de los elementos que conformarían este Proyecto Integral: 1. Integración con todo el colectivo. 2. Autonomía. 3. Transversalidad; y 4. Democracia de calle.» (La Columna de Caricuao. 03/07). Radio Perola, como ellos mismos lo expresan en su página de Internet, «...tiene como finalidad impulsar la construcción de una racionalidad comunicativa desde una práctica artesanal y colectiva para la generación de nuevos conocimientos y la transformación social comunitaria...» Los medios audiovisuales también han tenido un presencia muy marcada en el pueblo de Caricuao; tal es el caso de T.V. Caricuao.
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Esta televisora comunitaria empezó a funcionar en los últimos días de octubre de 1989. Su proyecto comunicacional fue muy novedoso en su momento, porque planteó la realización de una televisión interactiva o participativa. Nos refiere el diario Vía (89/10), en una entrevista a Roger Pinzón, las características de la nueva televisora: «...lo que queremos es poder llegar a la gente con sus mismas vivencias...donde la gente sea la que haga los programas.» La televisora comenzó a funcionar con las siguientes áreas: producción, a cargo de Jesús Blanco; talleres, asignados a Pedro Peñalosa y Hernán Soto; organización, bajo la responsabilidad de Juan José González y Antonieta Estefano. La idea de este tipo de televisora comunitaria y participativa surgió porque los estudiantes de la carrera de Educación de la Universidad Simón Rodríguez (USR), a fin de alcanzar los créditos necesarios para obtener el grado de licenciatura tienen que presentar proyectos de acción comunitaria donde los estudiantes sean autogestores de su aprendizaje; en tal sentido, surge el Centro de Experimentación para el Aprendizaje Permanente (Cepap), para confrontar la teoría con la práctica. Este modelo de televisión interactiva, como lo refiere el entonces director de Producción Audiovisual de la USR, Jesús Blanco (El Universal. 87/03): «...es un proyecto que surge por la necesidad de crear un medio de comunicación entre personas, grupos organizados, sectores de la comunidad, tanto para exponer sus ideas, creaciones artísticas y opiniones, como aportes para enfrentar problemas relativos al nivel de vida de la población. Se trata de una organización de corte autogestor, con la visión de poner en practica y hacer realidad un nuevo tipo de organización social y popular que permita a la comunidad tener ingerencia en todo lo relacionado con la televisión, participar en la creación y producción de conocimientos, y a la vez que permita hacer la denuncia y búsqueda de soluciones a sus problemas...». Los promotores iniciales de este proyecto dijeron, en su oportunidad, que cuando ellos hicieron un análisis de la televisión venezolana, se dieron cuenta «...del estado de desasistencia e indefensión en que se encuentra la población venezolana, las comunidades metropolitanas y regionales por parte de políticas que posibiliten la oportunidad a esas mismas comunidades de participar, tener injerencia y decisión propia en los canales de televisión del país. La participación de la comunidad, en un modelo de televisión
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participativa, es esencial para una autentica cultura vecinal.» (El Universal. 87 / 03). 10. El complejo cultural Alí Primera La batalla de la comunidad por la construcción del Complejo Cultural Alí Primera, ha sido ardua. Según reseña el periódico Vía Informa (1985. 05/p. 7) «...Aún se batalla por la Casa de la Cultura de Caricuao...se decidió construirla a manera autogestionaria. En Caricuao contamos con un equipo humano excelente, aparte de los artistas, en nuestra parroquia tenemos de todo. Desde topógrafos, cartógrafos, ingenieros, técnicos en construcción civil, dibujantes... También contamos con terrenos ociosos que no cumplen misión alguna y es bueno que el Conac, Fundarte y el Inavi, tomen cartas en el asunto para proveernos de tan ansiada casa cultural...». Se comenzó a construir una edificación concebida como un complejo deportivo y cultural situado en la calle que conduce a la UD4, sector Canagua, con el nombre del cantor, y héroe revolucionario, Alí Primera, pero hasta la fecha la obra está inconclusa. En la actualidad, las organizaciones sociales, el cronista de la parroquia, Prof. Freddys Hurtado, y los combativos camaradas de Radio Perola, Carlos Carlés y Ely Flores, promovieron un encuentro en febrero de 2007. Allí, Ely Flores «narró la historia desde hace 25 años por el rescate de este espacio que lo querían convertir en una gasolinera hasta su nuevo rescate hace 4 años y todas las luchas por las que han tenido que pasar hasta, finalmente, presentar el modelo de lo que será este gran complejo cultural que traerá tantos beneficios a las comunidades de la parroquia Caricuao...». En la reunión, el cronista expresó las razones por las cuales el interés privado había prevalecido por encima del colectivo y se nombraron comisiones de trabajo para que pudiese concretarse este viejo sueño que ha tenido la comunidad por lograr una edificación que albergue actividades culturales: musicales, como por ejemplo ser la sede de la Orquesta Infantil de Caricuao, perteneciente al Sistema Nacional de Orquestas Infantiles de Venezuela. Artes Plásticas, como sede para exposiciones, y lugar para que puedan funcionar los distintos talleres de enseñaza artística y actividades deportivas. La idea es fomentar y reafirmar las diferentes expresiones del poder popular: académico, local y universal, además de ofrecer espacios para la
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discusión comunitaria. El concepto arquitectónico es el de plazas sucesivas; para ello se proyecta conectar al bulevar con el complejo cultural, mediante una pasarela a base de vitrales. En ella se tendría una exposición permanente de afiches, fotografías, cuadros, esculturas, entre otras manifestaciones artísticas. 11. Las comunidades eclesiales de base: otra forma de la organización social « Cuando ayudo a los pobres me dicen santo, cuando reclamo por los pobres, me llaman comunista… Cuando le doy de comer a los pobres me dicen santo, pero cuando pregunto la causa del hambre me dicen comunista…». Helder Cámara. Arzobispo de Recife.
El pueblo de Caricuao estuvo adscrito a la parroquia eclesiástica San Martín de Porres, creada por mandato del cardenal José Humberto Quintero el 16 de julio de 1962. Anteriormente todos los asuntos relativos a la iglesia católica, dependían de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Antímano y ahora existen múltiples parroquias e iglesias cristianas católicas en Caricuao, tales como: La Resurrección del Señor, Nuestra Señora de Guadalupe, San Carlos Borromeo, Santa Rita de Cáceres, Nuestra Señora del Buen Consejo y la Vicaría de San Juan Bautista. La iglesia de la Resurrección fue construida a partir de un terreno que el gobierno le cedió a la Arquidiócesis de Caracas. Allí llegó en un diciembre el sacerdote Pablo Urquiaga, cubano de nacimiento, pero venezolano de corazón, por el tiempo que tiene con nosotros, haciendo su trabajo pastoral en barrios como: La Charneca, La Silsa-Petare, San Pascual, entre otros. En Caricuao se propuso crear las comunidades eclesiales de base a fin de enfrentar los problemas que aquejan al ser humano, que vive en una sociedad cuyas relaciones sociales de producción están basadas en la explotación del trabajo de las grandes mayorías, para beneficio de unos pocos, pero que son dueños del capital y de los medios de producción y, de hecho, se apropian del valor del trabajo excedentario ó de la plusvalía obtenida en esas relaciones capitalistas de producción. Al trabajador, sólo le queda vivir dentro de un marco de pobreza cada vez más creciente, donde
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se siente alienado, desvalorizado e incapacitado y coartado socialmente para actuar y transformar las estructuras necesarias que posibiliten el cambio social. Los grupos cristianos de base son la respuesta, desde la praxis, al Documento de Puebla, surgido en la década de los años 60, dentro de las discusiones que se originaron en el Concilio Vaticano II. Allí se recogió la inquietud de los sacerdotes latinoamericanos ante la pobreza, el desempleo, la exclusión, la injusticia, la desigualdad social en la que viven millones de seres del Tercer Mundo y se denunció la explotación de la que son objeto por parte de grupos económicos y de países imperialistas. Estos sacerdotes, seguidores de las ideas del brasileño Leonardo Boff y Jon Sobrino, propusieron un trabajo pastoral directo con la comunidad, comprometido con las luchas sociales, donde la sociedad organizada en pequeñas células ó grupos, y a partir del compromiso cristiano más profundo de amor por la vida, propia y de nuestros semejantes, logre despertar la conciencia social, despertar la solidaridad, la tolerancia hacia visiones del mundo distintas, despertar la esperanza de que un hombre nuevo es posible, tanto interiormente como socialmente, haciéndole conocer su potencial interno, promoviendo el crecimiento de la persona, haciéndole ver su tesoro. Pablo Urquiaga hace un planteamiento humanista cuando dice que el proceso de evangelización «persigue el crecimiento del hombre en todas sus dimensiones» pero también habla del compromiso social del cristiano, cuando dice: «El cristiano debe ser revolucionario y cuestionador de la sociedad en que vive». (La Voz de Caricuao 1997/p. 3). En la actualidad nos habla de la posibilidad de que exista un socialismo «… donde la economía esté al servicio del ser humano y no al revés (…) El hombre es más importante que el dinero, él vale por lo que es; capaz de compartir y sin excepción (…) El capitalismo es antireino de Dios por egoísta e individualista. Nosotros creemos en un Dios comunitario que nos enseñó a través de Jesús a vivir en comunidad, en una gran fraternidad, donde todos seamos hermanos y donde aprendamos a compartir la felicidad para todos (…) un socialismo que respete la libertad y la vida; sobre todo la trascendencia de la existencia humana y la promueva efizcamente»… el padre Urquiaga se pregunta ¿Es una utopia? Y luego afirma «este es el verdadero socialismo que queremos construir en Venezuela». Diario Vea. (23/10/07. p. 19).
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12. La biblioteca Aquiles Nazoa: patrimonio cultural de Caricuao La Biblioteca Aquiles Nazoa (BAN) fue inaugurada en marzo de 1978, bajo la dirección de América Millán, e inmediatamente se convirtió en el centro de referencia cultural de Caricuao, porque sus espacios fueron destinados tanto a albergar no solamente a la actividad cultural propiamente dicha, sino a los encuentros comunitarios, que se hicieron desde su fundación, para discutir los problemas de la comunidad, e intentar cohesionar y direccionar la labor de las organizaciones sociales, quienes, hasta nuestros días, siguen usando el recinto como plataforma de las luchas sociales de las comunidades que hacen vida en esta parroquia. Todos los que han dirigido la BAN, desde América Millán, pasando por Edsijual Mirabal, Vick Prado, hasta Janeth Paz, por nombrar sólo algunos, y todo el personal que labora en ella, han hecho un trabajo impecable, en pro del fomento de la lectura, de la realización de obras teatrales, de la realización de conciertos, talleres educativos y de exposiciones artísticas. A nuestro juicio, su labor más trascendente, y que ha rebasado, incluso, su finalidad como biblioteca, es la de ser el centro cívico de Caricuao. Allí se reúne el pueblo para buscar los saberes, para expresarlos, para compartirlos. En la actualidad, ha sido remodelada en su espacio físico, con la ayuda de la Alcaldía Mayor y de todo el personal que trabaja en sus instalaciones. Se inauguró una sala de Historia Local, cuya finalidad es sistematizar lo que ya se venía haciendo de manera no oficial, pero que, de facto, se realizaba esa tarea social que siempre le ha exigido la comunidad para la cual ha trabajado: guardar la memoria social, histórica y cultural de Caricuao. Muchas veces, la comprobación del éxito de nuestro trabajo, no es inmediato, sobre todo si se trata de cambiar la conducta de los seres humanos, pero es satisfactorio saber que por lo menos alguna semilla germinó a la vera del camino y sus frutos son hermosos, como por ejemplo la satisfacción que tuvo el Ministro del Poder Popular para la Cultura, Farruco Sesto Novás, cuando recibió la carta de un señor de 70 años de nombre Enrique Chacín Álvarez, habitante de Caricuao, quien escribe con «… líneas temblorosas pero escritas con el corazón…», y le confiesa «… que a los 8 años leía con voracidad las creaciones del Conde de Montecristo… Emil Zolá, Quevedo, Calderón de la Barca y toda la obra de Gallegos, Pocaterra, poemas de Andrés Eloy, de Ramos Sucre y otros. «Sigo leyendo, mi pasión de toda la vida… Amigo Farruco, de corazón sabría agradecerle, ojalá en
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estos días navideños reciba esa sorpresa, algunos libros… Necesito leer Farruco, ansioso espero tener noticias suyas… Dios quiera que haya por allí desincorporada una bibliotequita vieja o una mesita y una silla. Compré una lamparita y no tengo donde leer, el niño Jesús me traiga esto y los libritos…» Esta motivación por la lectura surgió en ese señor porque desde niño «… recibía en Maturín, estado Monagas, los paquetes de libros en la Librería Selecta, propiedad de mi padre.» La cercanía con los libros fue la motivación de este ser sensible y ejemplar para ser quien es y, seguirá siendo, una fuente de placer, de conocimiento y de amor a la sabiduría, como filosofía de la vida. Por eso es que la BAN necesita el apoyo de las instituciones oficiales, referente a la dotación de los insumos necesarios, además de los equipos imprescindibles, para seguir llevando a cabo la labor social de siempre, y poder asistir a todas las comunidades de Caricuao, y a todas las personas quienes, como Enrique Chacín Álvarez, aman la lectura, pero carecen del lugar y de los libros pertinentes para ejercitar ese placer. 13. Los cronistas: contar al pueblo, contar desde el pueblo, contar con el pueblo Los cronistas son los seres más privilegiados del mundo, aunque no lo parezcan. Tienen el respeto y la credibilidad de su comunidad porque poseen toda la autoridad intelectual, moral, histórica y anecdótica para decir si algo ocurrió o no, de qué manera, el por qué y qué consecuencias trajo para la comunidad el hecho ocurrido, de forma tal que es un oficio comprometedor porque, a semejanza de las viejas matronas, trotaconventos, o parteras, el cronista, después de haber presenciado el alumbramiento de los sucesos, en esa sincronicidad de lo cotidiano, debe relatar verazmente porque no puede equivocarse respecto a quién fue la madre, o el padre de la criatura, pues puede suceder, como en el caso de muchas matronas, que por estar oyendo opiniones parcializadas, o corrillos, pusieron en peligro la honra de afamadas señoras o de señores. Por ello el cronista, después de someter al hecho investigado, o a su objeto de estudio, a distintas pruebas para establecer la verdad, debe correlacionar los eventos con contextos espaciales más amplios, tales como: otras comunidades, otras parroquias, otros pueblos, otros estados, con la
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nación, con otros países, con continentes…, en fin, con la aldea global. Pero la labor del cronista no termina allí, pues debe seguir estableciendo las conexiones del hecho con los contextos históricos locales, regionales, nacionales y mundiales. El cronista hace de la historia menuda, aparentemente irrelevante, algo trascendente. Igual lo hace el cuentista, pero, a diferencia del cronista, el cuentista hace un pacto con el lector que consiste en establecer que todo lo que se dice es ficcional. El cronista, en cambio, establece con su lector y con su comunidad el pacto de veracidad, y esto le otorga a su trabajo credibilidad. Su labor diaria es ardua, comprometedora, riesgosa y demasiado hermosa, pues el cronista reconstruye la memoria colectiva del pueblo. De esta manera tradicional, el cronista habla del pueblo. En tiempos de cambios, la vertiginosidad de los sucesos, debido al protagonismo social, puede arrastrar al cronista a confrontaciones ideológicas que originan una falsa conciencia y lo llevan a presentar concepciones erradas acerca de eventos, problemas, soluciones, ó aspiraciones populares. Obviamente que al escribir sus crónicas se transparenta su visión del mundo y, por eso, muchos cronistas, pretendiendo lograr la ansiada objetividad, ceden la palabra al pueblo, lo entrevistan, lo citan parafraseando su lenguaje y sus ideas, porque su finalidad es hablar desde el pueblo. Otras veces, el cronista está dentro del pueblo y lo escucha con atención. Hace que la gente hable directamente haciéndose imperceptible. Esto ocurre cuando el cronista ya no habla de élites o de grupos importantes de la comunidad, sino que, vistiéndose de pueblo, se mete en sus barrios, en donde vive más del 70% de la población venezolana, y los deja hablar. Esa sí es la libertad de expresión que ahora se le restituye a una población para que hable de sus orígenes, de su proceso identitario, tal como lo han hecho en las Cartas deBarrio (CB), para que hablen de sus problemas, carencias, sueños, y aporten soluciones, salidas. Esto, finalmente sucede cuando el cronista relata, cuenta, conjuntamente con el pueblo. Caricuao ha contado con la suerte de tener cronistas extraordinarios, tales como don Luis González Guillén y el profesor Freddys Hurtado, uno enamorado de su espacio, y el otro de la historia, del tiempo. Pero ambos forman una síntesis de lo necesario para quien intente conocer a este pueblo. Un día reunidos en la BAN con don Luis González Guillén, viajamos, conjuntamente con sus evocaciones de Caracas, por su historia personal,
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de tal manera que el plano de la ciudad se convirtió en una biografía de los afectos, y nos dimos cuenta que los espacios externos y objetivos son espacios íntimos. Así, La Pastora, su parroquia natal, se convirtió en una calle llena de casas coloniales. Al anochecer, y hacia el fondo de la calle, venía un niño sobre los hombros de su padre, quien le hablaba de la maravilla de las estrellas y de la espiritualidad de las cosas más simples. Ya aproximándose a la esquina de Ruperto Lugo estaba su casa y desde allí salía del piano una melodía que se arremolinaba en la niebla y subía acompasadamente hacia el Guaraira Repano. A lo mejor era alguna de sus hermanas, Beatriz o Luisa Elena, quienes ejecutaban dicho instrumento de manera virtuosa. Era la casa familiar donde vivía su madre, Luz Teresa Guillén, y también su hermana Virginia. Su padre era sastre, y su abuelo, carpintero. La sastrería quedaba de Manduca a Ferrenquín, y allí cerca estaba la parada del tren, que hacía su recorrido por la ciudad. Le gustaba mucho los trenes y tocar la campana para anunciar que el tren había llegado a su destino. Luis González Guillén conoció la zona de Caricuao en su niñez, cuando iba de paseo en el tren de El Encanto. Allí fue cautivado por estas tierras ribereñas del Guaire y nunca imaginó, en esa época, que sería más adelante, su guardián ecológico, que fundaría grupos de defensa como Forja, el Samán, Anaconda, y que, conjuntamente con Erik Quiroga, iría hasta las Naciones Unidas para defender a Caricuao y echar las bases del Parque Universal de la Paz. Su lema tendremos que recordarlo siempre, pues aquí el cronista se hace contextual y vuela hacia Latinoamérica: «Tierra fértil para los sueños…» Luis González Guillén se casó con la profesora de arte Tahis Oliver, con quien compartió, además de una familia, su pasión por el diseño, esto lo llevó por los caminos de la invención creando, de paso, instrumentos para el trazado del dibujo técnico. Trabajó, así mismo, en el diseño de viviendas, en la oficina de proyectos del Inavi y vió en los planos cómo se iba perfilando la urbanización en el papel. Después del terremoto de Caracas, en julio de 1967, se viene a vivir a Caricuao. Ya no es un proyecto, es el pueblo que surge y, con él, el compromiso de acompañar sus luchas, de cristalizar la reflexión mediante la publicación de textos y la creación de diseños. Encontramos en la BAN
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su obra, «Caricuao: la otra cara del urbanismo» (1987); «Caracas pide auxilio». También nos servimos de él como creador del mapa de Caricuao, el cuál debería reposar en cada una de las escuelas de la comunidad. De la sensibilidad social, de la vena del artista y de la acción concreta en resguardo del ambiente, surgió el cronista, quien proyectó, dibujó, escribió y cuidó, y aún lo hace, a este pueblo, como cualquier guardaparques, porque, para González Guillen, Caricuao es un bosque, una naturaleza viva, o un «bien intangible», como lo diría él mismo. El cronista Freddys Hurtado viene de La Vega, donde vivía en el seno de una familia humilde. Combinó la labor docente con los estudios y, hoy en día es candidato a doctor en Historia. Es un enamorado de nuestras raíces indígenas, y por ello ha incursionado en la arqueología, logrando encontrar petroglifos en lugares aledaños que han permitido trazar las rutas indígenas mucho más allá de los linderos parroquiales. Estas actividades de investigación in situ, las combina con la enseñanza, el estudio, la reflexión y la publicación. Además de ser el cronista actual de Caricuao, es la persona que siempre está dispuesta a ayudar en sus múltiples actividades ad honorem en la Casa del Poder Popular, al lado de la profesora Judith González, a quien asesora procurando resolver los problemas cotidianos que afectan a la comunidad caricuense. Con su carácter afable y su buena voluntad, nos llevó a su casa, a su biblioteca, una suerte de anticuario, en donde guarda tesoros culturales, en donde un libro, un glifo, una foto, o una colección son pretextos para la discusión, el aprendizaje y el regocijo de la visión compartida. Estos tesoros aguardan por una mejor utilización por parte de la comunidad. Al igual que otros cronistas de las parroquias de Caracas, necesitan apoyo institucional para la publicación, la investigación, la organización de su biblioteca, a fin de que pueda trabajar eficientemente para la comunidad y contar la crónica del pueblo de Caricuao conjuntamente con su gente, pues su sueño se orienta hacia la consecución de una sociedad de iguales, en un marco de justicia y paz.
Anexos
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Instituciones educativas Muchas instituciones educativas han sido y son hoy en día, referencia obligatoria por su gestión cultural, entre ellas destacan: Escuela Menca de Leoni. Tomás Vicente González. Liceo Rafael Guinand. Escuela de Defensa Civil. Escuela Básica Mireya Vanegas. Escuela Básica Marquieri. Liceo Benito Juárez. Colegio San Agustín. Escuela Básica Maria Taberoa. U.E.N. Creación Caricuao. U.E. Liceo Caricuao. U.E. Guayana. Escuela Hernández Porras. Pedagógico Monseñor Arias. Escuela Nuestra Señora del Rosario. Liceo Militar Antonio José de Sucre.
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Principales centros de salud de la parroquia Caricuao
Pedro Iturbe bloque 2, escalera 3, al lado Fuerzas Armadas. Felipe López Sierra- UD3, detrás de la Escuela Marquiegui. Guillermo Michelena-Ruiz Pineda, frente la estacionamiento Vuelvan Caras. Luis Razetti- UD1. Avenida principal Caricuao, al lado Jefatura. H. Fernández Moran-UD7, bloque 11, PB. Jacinto Convit-UD4, sector Arauca, vía tanque del Inos. Pedro Henriquez I (Cerrado)-UD2, Caricuao, frente a los bloques 23 y 24. Colinas de Ruiz Pineda (C)-UD1, detrás del bloque 1, Caricuao. Unidad Geriátrica Dr. Joaquín Quintero Quintero en la UD1. Centro de Diagnóstico Integral UD1. Centro de Diagnóstico Integral y Módulo de Atención Primaria. UD2. Centro de Diagnóstico Integral y Módulo de Atención Primaria. UD4. Clínica Popular de Caricuao. Centro de Diagnóstico Integral y Módulo de Atención Primaria UD6.
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Glosario Abrae. Áreas bajo régimen de administración especial. Anticlinal. Pliegue de estratos levantados en forma de silla o bóveda alargada, de manera que forma dos pendientes opuestas. También se le llama plegamiento. (Diccionario Geográfico Rioduero/16). El anticlinal tiene forma convexa y su contrario es el sinclinal, de forma cóncava. Balbuces. Los Balbuces era el antiguo nombre de la redoma de Ruiz Pineda. Barrios. «…asentamientos residenciales de desarrollo progresivo, construidos a partir de invasiones de terrenos que no pertenecen a sus residentes, y sin plan, o más específicamente sin proyecto que cubra los requerimientos que debe contemplar cualquier urbanización producida regularmente en la misma ciudad y época». (III Inventario Nacional de Barrios. OCEI-Fundacomún. 1992 / 63). Cárcava. Depresión tectónica en forma alargada, limitada por fallas más o menos paralelas levantadas. Graben es sinónimo de fosa tectónica y su contrario es el pilar tectónico llamado horst. Complejidad (Complejo). «…es complejo aquello que no puede resumirse en una palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a una ley, aquello que no puede reducirse a una idea simple…La complejidad es una palabra problema y no una palabra solución». (Edgar Morin. Introducción al Pensamiento Complejo. 1997/21-22). Cono de deyección. Acumulación de los materiales acarreados por un torrente, o un río, a su entrada en un valle, con una pendiente un tanto menor cuanto más finos son los materiales. (Diccionario Geográfico Rioduero. s/f. p. 38). Corresponsabilidad. «326. La seguridad de la Nación se fundamenta
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en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil, para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia, igualdad, paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental y afirmación de los derechos-humanos. «…El principio de corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar». (CRBV/ 190). CTU. Comités de Tierras Urbanas. Desarrollo sustentable. De acuerdo con la ONU, consiste en «…asegurar que el desarrollo satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las necesidades propias…» (Comisión Mundial Sobre Medio Ambiente y Desarrollo. 1987). Efecto invernadero. Elevación de la temperatura de la atmósfera próxima a la corteza terrestre por ladificultad de disipación de la radiación calorífica, debida a la presencia de una capa de óxidos de carbono procedentes de las combustiones industriales. FUNVISIS. Fundación Venezolana para la Investigación Sísmica. Hinterland. (En alemán, tierra adentro).Término referido a una ciudad, a un puerto o a una comunidad y su área de influencia. El hinterland toromaima se extiende mucho más allá del graben de Caricuao y del Valle de San Francisco, hasta internarse en los valles de Aragua. Holograma. Imagen obtenida mediante el uso de rayos láser cruzados, de carácter tridimensional, que barre completamente al objeto. Si usted le arranca un fragmento a la imagen total, ésta aparecerá en el pedazo reproducida completamente. Es como si miles de imágenes se repitieran a lo largo de este plano, pero en forma tridimensional. MSNM. Metros Sobre el Nivel del Mar.
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OTNRTTU. Oficina Técnica Nacional para la Regularización de la Tenencia de la Tierra Urbana. Paradigma. (Del griego paradeigma: pauta). Es un ejemplo o patrón. En el sentido de Kuhn (1970), los paradigmas científicos son formas generales de ver el mundo y proporcionan modelos para intentar resolver problemas. Rodelero. Soldado protegido por un escudo llamado rodela. Eran los cuerpos élites de la entonces conquista española. Se cuenta que Losada partió de El Tocuyo rumbo al Valle de San Francisco, con soldados rodeleros muy bien apertrechados: peto, escudo, arcabuz, casco, caballo, espada y bien cubierto de ropas apropiadas para el combate cuerpo a cuerpo. Vaguada. La parte más profunda de un valle por donde corren las aguas de escorrentía, sin que necesariamente exista río ni arroyo.
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Urbanismo de la parroquia Caricuao
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Plaza Mahatma Gandhi
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Plaza BolĂvar
Fuente: Grupo de Rescate Ecológico El Samán. Elaboración: Luis González Guillén. Noviembre de 1985
Documento de partida para la elaboración de la cartografía específica
Gaceta Municipal Nº 14602 / abril de 1975
Caricuao linderos.
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